20 / A B C OPINIÓN
Panorama
PÚBLICO
E SCRIBIR en ¡os pasillos de las bibliote-
cas y sentarse a trabajar en las mesas
de las cafeterías. Sentarse en una cafetería y
ser capaz de comer solo sin sentirse solo.
Sentarse en un aeropuerto y ser capaz de
leer o escribir-sin sentir que te están leyendo
los pensamientos o que desde alguna es-
quina están escribiendo sobre ti. Hacer lo de
uno entre los demás, convertir en tu casa el
taburete de una pizzería, habitar por un
cuarto de hora el descansillo de unas escale-
ras, tomar posesión de una butaca mientras
se espera un avión, como el que estuviera
dispuesto a no moverse nunca más de allí.
Esa manera de estar solo en público la he
visto en mi país en muy pocas personas. En
América todo el mundo va así. Al principio
hay algo siniestro en ello, algo que tiene que
ver con la soledad asumida, con la soledad
del perro cansado que ya no trota por una
caricia.
No sentir pudor de estar absolutamente
solo y abstraído en un lugar público es tam-
bién ser un niño dispuesto a buscar su lugar
en el juego. El mundo de los individuos no
parece tan malo si es capaz de reconciliar al
hombre con la especie hasta el punto de no
sentirse ni amparado, ni cobijado, ni recha-
zado ni amenazado, solo en el medio del pa-
tio y en medio del café, rodeado de gente
sola.
Luisa CASTRO
CARNES ROJAS
Y PESCADOS
DE GALICIA
A LA BRASA
Menú Degustación Noches: 4.250 ptas.
A 5 Minutos del Aeropuerto y de IFEMA
Director: PEDRO DEL BARRIO
Carretera de Barcelona. Km. 12 (via de servicio)
Teléfonos 747 47 68 y 747 62 09
Ford Probé 24V.
Vehículo procedente
de la exposición
Av. Albufera, 321
iVallausa Telf.: 331 04 56
Orat)
ABC (Madrid) - 31/01/1994, Página 20
Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los
contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición
como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los
productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.
- Es un piquete de empresarios que vienen a rompernos ios cristales y a po-
ner silicona en nuestras cerraduras. Así son de prepotentes, violentos y antide-
mocráticos.
Escenas políticas
EL PIRINDOLO
H AY que partir de una observación pre-
via. Las señoras siempre han andado
a vueltas con el pirindolo de los señores en
una relación de amor/odio, veneración y
aborrecimiento, aunque casi
nunca las jais llegaban a la ex-
tremosidad sanguinaria de cor-
társelo al maromo. La «rapa das
bestas» es ceremonia que toda-
vía no celebran las feministas y
que raramente se ha celebrado
entre humanos. A lo más que
osaban las señoras era al vitu-
perio, a veces incluso poético.
Carmen Conde, la primera in-
mortal de nuestra Academia,
clamaba en verso contra «esa
aguja de un solo ojo» que ataca
y penetra, o sea, el pirindolo.
A las señoras les ha dado
ahora por mortificar y exterminar el pirin-
dolo, y lo mismo te lo rebanan que te lo
electrocutan o que te lo machacan, y hay
alguna valquiria o amazona que lo arroja a
Jos bancales como un despojo de la anti-
gua soberbia masculina. A mí eso me pa-
irece un contradiós y sobre todo una grande
¡ingratitud y una enorme falta de delicadeza.
,AI fin y al cabo, el pirindolo es una cortesía
y una gentileza del hombre hacia la mujer.
Es muy probable que Dios creara a la mu-
jer para que el hombre, en definitiva el pi-
rindolo, no estuviese solo como la flauta de
Bartolo. Que ahora lleguen las gachís y
nos lo corten me parece un grave pecado
de soberbia y un desafío a la Divina Provi-
dencia.
Como la Humanidad está sufriendo un
sarampión de feminismo frenético, mucho
me temo que cunda el ejemplo de lo que
Lorena Gallo ha hecho con John Wayne
Bobbit y empiece a llenarse la crónica ne-
gra de pichulinas rebanadas, mucho más
después del veredicto de inocencia de ese
Jurado de Estados Unidos. Se nos han
desmadrado las hembras, y no sólo nos
están dejando sin autoridad y sin prepon-
derancia, sino también sin pirindolo. Es
muy probable que hayamos llegado a la
decadencia y final del culto fálico y la cul-
tura fálica. Ya no es que las mujeres nos
LUNES 31-1-1994
estén regresando al matriarcado, es que
nos capan.
Me temo que las ibéricas sigan con entu-
siasmo el ejemplo de Lorena, porque ya se
^ sabe que las ibéricas son tan ar-
dientes como vengativas y extre-
mosas, sobre todo en cuestión de
entrepierna. Lo mismo te matan
**'•'' por celos que por desmedulación.
Lo de rebanarle el pirindolo al
macho puede ponerse de moda o
convertirse en un oficio moderno,
y en vez de vareadoras de acei-
tuna, segadoras de espigas,
arrancadoras de patatas, reco-
lectoras de uva o cogedoras de
nabos, se acreditará la vocación,
profesión y ejercicio de las corta-
doras de pirindolos. Habrá alguna
dulce compañera, una Filis de
Cuenca o una Cloe de Murcia, que espere el
ameno momento de habernos ofrecido lo
mejor de su asilo, y cuando nosotros este-
mos demostrando amar «cuanto ellas pue-
den tener de hospitalario», nos rebanen la
morronga por la cepa y nos dejen para cantar
en el coro de voces blancas.
Conozco yo a algunas lidias y matildes que
ya están dedicadas a inventar aparatos «ad
hoc» para la operación inicua, pequeñas gui-
llotinas con muelle, cortapuros de diversa
medida o ratoneras de cepo cortante, yo qué
sé, es fama que las señoras tienen una gran
imaginación para la tortura. Ya sé que ahora
la cirugía hace milagros y te vuelven a pegar
el níspero tan primorosamente que hay que
fijarse mucho para que se note la costura.
Pero ya nunca será lo mismo, y es natural
que el pirindolo segado le tome prevención a
la garita. Peor es lo del macho de la «mantis
religiosa», que lo devora la hembra en
cuanto termina de cumplir, o el zángano, que
lo tienen a cuerpo de rey, pero que luego lo
cansan, lo agotan en las espirales del vuelo
nupcial, le exprimen el aguijónenlo y luego las
sabias y jodidas abejas sin goce conyugal,
las obreras feministas de la colmena, lo des-
cuartizan. El que no se consuela es porque
no quiere.
Jaime CAMPMANY