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Parshat Vaiakhel-Pekudéi
2 18 de Adar, 5778
Likutei Sijot
Bsd.
Pekudéi
1 Véase Sanhedrín 99a; Zohar III, 149a-b; Principios de la Fe, de Maimónides, Principio
VIII, y Moré Nevujím III:50; Introducción al Comentario a la Torá de Najmánides: “Agregar u
omitir una única letra hace que el Rollo de la Torá no sea apto para su uso”. Véase Eruvín 13a;
Najmánides, ibíd.; Shulján Aruj, Ioré Deá 274.
2 Esta frase aparece 18 veces en Pekudéi (véase Baál HaTurím, Éxodo 40:33), al final de
cada sub-sección. Véase más adelante, en esta misma Sijá, la secc. 8.
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explícitamente, mientras que en la Guemará3 estas mismas leyes
se desarrollan extensamente: porque en comparación con la
Guemará, también la Mishná emplea un lenguaje conciso. Por lo
tanto, si del estilo peculiar de redacción y precisión del lenguaje
empleado por la Mishná es posible derivar leyes a partir de su
insinuación, su enunciado explícito estaría de más. Y así es con
idéntico criterio al comparar la Guemará con los Rishoním –Primeros
Codificadores–, y del mismo modo los Rishoním con los Ajaroním
–Últimos Codificadores–.
Bajo esta premisa, la pregunta formulada se magnifica:
Resulta que no solo una palabra o frase, sino ¡toda la descripción
de la construcción del Mishkán repetida con lujo de detalles en las
Secciones de Vaiakhel y Pekudéi parece que está de más!
Likutei Sijot
diferente en el mundo.
Likutei Sijot
Si bien todas las almas judías derivan del Mundo de Atzilut, esto
sólo significa que su raíz10 está en Atzilut. Pero cuando de algunas
de ellas se dice que son almas de Atzilut, ello significa que incluso
estando ‘aquí abajo’, investidas en un cuerpo y entorno físicos, ello
no las afecta y están aun entonces en el nivel de Atzilut.
Aunque hay una diferencia entre las almas y los keilím de
Atzilut –tal como se afirma en Igueret HaKodesh11, que “las almas
de Atzilut han emergido y se han separado de los keilím”12–, no
obstante, aun así, esas “almas de Atzilut” siguen estando acá abajo,
en el mundo terrenal, en el nivel de Atzilut.
b) El estado del receptor: La manera cómo Moshé recibió la
Palabra de Di-s, Sus enseñanzas y la profecía fue única e inigualable,
como señalan las Escrituras: “No se alzó otro profeta en el pueblo de
Israel como Moshé”13. En esto mismo hay dos aspectos: 1) Moshé
mantenía su compostura y estado natural durante la revelación
profética14, a diferencia de otros profetas15; y 2) la profecía de
Moshé era del nivel de ze, y no del nivel de ko16. En síntesis, esto
4
de estar absorbido en la Divinidad, convirtiéndose así en una herramienta pasiva, por así decir,
para el Habla de la Shejiná. Véase Tania, cap. 34; ibíd., Igueret HaKodesh, Epístola 25.
10 Véase Likutéi Sijot, vol. 1 (ídish), Lej Lejá, secc. 3.
11 Epístola 20.
12 Cada nivel se divide en orot y keilím –“luces” (la esencia infinita) y “recipientes” (los
aspectos o “cuerpos” externos y relativamente finitos en donde las orot se invisten y son
contenidas)–. Para una explicación detallada de estos términos, véase Conceptos Místicos en
el Jasidismo, cap. V. Los keilím son, de hecho, los grados más bajos de cada nivel. Como las
almas de Atzilut emergen de los keilím de Atzilut y son separadas de ellos, parecería que tal
vez pierden el carácter manifiesto de Atzilut, por lo que se explica que no es así.
13 Deuteronomio 34:10.
14 Mishné Torá, Hiljot Iesodéi HaTorá 7:6.
15 Todos los profetas, cuando recibían la profecía, los abrumaba el temor y la
consternación, y se sentían físicamente débiles. Esto no sucedía con Moshé, sobre quien las
Escrituras declaran que era “Tal como el hombre habla con su prójimo” (Éxodo 33:1). Es decir,
tal como una persona no se sobresalta cuando escucha hablar a su compañero, del mismo
modo la mente de Moshé, al captar las palabras de profecía, conservaba por completo su
compostura. Véase también Zohar I, 171a; ibíd. III, 133a y 268b; Sifrí Zutá sobre Números 12:8
(ed. Horowitz, pág. 276).
16 Sifrí, y Rashi sobre Números 30:2. Ze significa “esto es”, es decir, alude a una visión
directa de la profecía propiamente dicha, mientras que ko es “como esto”, o sea, el mensaje de
Di-s al profeta por medio de visiones alegóricas. Esto implica que Moshé, mientras mantenía
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significa que en el caso de todos los demás profetas el cuerpo físico
era una interferencia incluso para una revelación del inferior nivel
de ko, mientras que en el de Moshé su cuerpo no sólo no interfería
sino que servía de vehículo, y no sólo para el nivel profético de ko,
sino incluso para la revelación del elevado nivel de ze17.
c) El lugar de la revelación: El lugar de recepción de la revelación
Divina fue en el Monte Sinaí18, donde el nivel espiritual de Moshé
era más elevado que estando abajo, y la evidencia de ello es que
allí “pan no comió y agua no bebió”19, sin considerar que incluso
luego de descender del Monte su comer y beber también difería,
dado su insigne calibre espiritual, del de las demás personas.
De todo lo expuesto es evidente que un Mishkán tal, el descripto
en la orden de Di-s a Moshé (en Terumá-Tetzavé), no estaba hecho de
oro y plata etc., físicos20.
En cambio, los enseres del Santuario y las prendas sacerdotales
tal como son descriptos en Vaiakhel-Pekudéi fueron confeccionados:
a) no por Moshé sino por judíos comunes, cuyas almas provienen,
en su mayoría, de los Mundos de Beriá, Ietzirá y Asiá21; b) aquí 5
abajo, en el mundo terrenal; y c) con oro, plata, cobre, etc., físicos.
atentos todos sus sentidos, escuchaba, captaba y transmitía directamente las palabras de
Di-s propiamente dichas, mientras que los demás profetas recibían la profecía en estado de
somnolencia y por medio de alegorías. Compárese con Ievamot 49b; Vaikrá Rabá 1:14. Zohar
I 171a, y en otros lugares. Véase también Números 12:8 y Rashi allí. Hiljot Iesodéi HaTorá 7:6.
17 Zohar III, 268b.
18 Zohar II, 159a. Véase también Bamidbar Rabá 12:8. Parecería que estas
interpretaciones midráshicas difieren de lo que se enuncia en la Guemará (Menajot 29a).
En cuanto al planteo de Ein Iaacov (en Menajot 29a, y también en Berajot 55a), el propio
Zohar (ibíd.) lo plantea y lo responde.
19 Éxodo 34:28.
20 Véase Bamidbar Rabá 12:8: “El Santo, bendito sea, mostró a Moshé en lo Alto un
fuego rojo, un fuego verde (o amarillo), un fuego negro, y un fuego blanco...”.
21 Torá Or, Mishpatím 74c.
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Voluntad Divina, y cuándo se cumplió Su consecuente promesa
de que con el Mishkán “Yo moraré dentro de ellos”22? Exclusiva y
precisamente con la construcción del Mishkán físico de Vaiakhel-
Pekudéi y no con el Mishkán espiritual “que te fuera mostrado (a
Moshé) en el monte”, como se menciona en el Midrash citado7.
¿Por qué es así? Porque “el Santo, bendito sea, deseó tener una
morada” específicamente “en los tajtoním –en el nivel inferior de
la Creación–”23. Y conforme se afirma en el Tania24, esto, el término
tajtoním que emplea el Midrash, alude a “este mundo físico, que
no hay plano inferior a éste”. Pese a que este mundo inferior es
material, y no de un material sublime sino que es de un tipo de material
burdo, y encima de ser material y burdo, reina en él una oscuridad
espiritual doble y redoblada –como se enumera su “bajeza”
detalladamente en el Tania– no obstante todos estos “defectos”, y
precisamente por ello, la máxima intención de Di-s con la Creación,
tener una morada en lo más inferior, se concreta específicamente en
este mundo material, burdo y oscuro.
6 Con lo expuesto podemos entender mejor la pregunta que se
formula acerca de las piedras preciosas que los Nesiím donaron
para el Santuario: en vista de que estas piedras preciosas eran
obra milagrosa25, ¿cómo es que con ellas podían confeccionarse
prendas sacerdotales?26 En base a lo expuesto, la pregunta es: Si
todo el propósito del Mishkán y el Mikdash es que sea construido
precisamente con elementos materiales, para hacer de lo más bajo
una morada para Di-s, ¡estos Santuarios no deberían ser construidos
22 Éxodo 25:8.
23 Tanjumá, Nasó 16.
24 Cap. 36.
25 Iomá 75a. La palabra nesiím significa literalmente “alzados”, por lo que puede referirse
tanto a “líderes” como a “nubes” (tal como se emplea en Proverbios 25:14). De acuerdo a
la tradición, junto con el maná las nubes (nesiím) trajeron piedras preciosas y perlas a los
israelitas en el desierto. Estas fueron recolectadas por los líderes de las Doce Tribus, que luego
donaron de ellas las piedras necesarias para las prendas sacerdotales (o, según otra versión,
fueron recogidas por Moshé). Véase Targúm Ionatán, Midrash HaGadol y Rabeinu Bajia sobre
Éxodo 35:27, y Shemot Rabá 33:8.
26 Comp. con Torá Shelemá, Vaiakhel, pág. 27, nota 98.
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con el producto de un milagro sino con elementos que aunque su
origen, como el de todas las cosas, es Divino, están investidos en la
naturaleza!
27 Comp. con Shemot Rabá 33:8: Cuando el Santo, bendito sea, encomendó a Moshé el
Mishkán, éste dijo: “¡Amo del universo! ¿Podrán los israelitas construirlo?”. El Santo, bendito
sea, respondió: “Incluso un único judío podrá hacerlo”, como está dicho: “De cada individuo
cuyo corazón lo impulse...”. En otras palabras (como se interpreta en Iefé Tóar): si existe nada
más que la voluntad del corazón, cualquiera puede tener todos los materiales necesarios,
pues Di-s los proveerá, como continúa el Midrash explicando cómo descendieron de manera
milagrosa las piedras preciosas.
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