Vous êtes sur la page 1sur 2

La imprenta incunable, el nuevo arte

maravilloso de escribir.
La imprenta ha sido desde su invención un elemento disyuntivo en la sociedad y la
cultura europea hasta nuestros días. La revolución y cambio más significativo viene de
la mano de la creación de tipos metálicos (mediante aleaciones que mejoran sus
propiedades y resistencia ante el paso del tiempo, lo que a su vez tiene repercusión
en los costes de producción de las máquinas impresoras) y la combinación de los
mismos en un solo molde, frente a las ya existentes planchas de madera que permitían
la creación de “impresiones” con ilustraciones (xilográficos).

Si bien es cierto que la creación de este prodigioso avance tecnológico se le atribuye


a Guttemberg, no debemos olvidar que su nombre no resonaría en todos los rincones
de no haber sido por la incipiente revolución cultural que le acompañó en su época.
En Oriente Próximo, concretamente en China y en Corea ya existía la impresión
mediante tipos metálicos (cobre y estaño), datando el primer libro impreso con estas
características del año 1377, casi un siglo antes de la aparición de este mismo tipo de
impresión en Alemania. Sin embargo, el exceso de caracteres requeridos en la
escritura oriental y la ausencia de demanda en esta parte del mundo llevaron a un
estancamiento en el desarrollo de la impresión.

Por otra parte, la aparición de las Universidades y los avances científicos surgidos en
Europa durante el siglo XV dieron a la máquina de Guttemberg la oportunidad de
revelar todo su potencial. Además, con la reforma de la iglesia a raíz de las 95 tesis de
Lutero se disparó la demanda de Biblias, que ya no solo “pueden” ser interpretadas
por la iglesia sino por todos y cada uno de sus creyentes. Las lenguas seculares de
extienden también a los libros y cesa en gran parte el monopolio establecido por el
clérigo.

De este modo, la Biblia de 42 líneas de Guttemberg (y sus socios Schoeffer y Fust, que
más tarde se separarían y elaborarían su propio sello de impresores) se convirtió en el
libro más importante de la época (considerado aún hoy como uno de los más bellos)
con un volumen de 180 ejemplares, 35 de ellos únicos, elaborados en pergamino y
decorados de forma distinta.

El título del texto “incunable” proviene de la palabra “cuna”, asociado con el nacimiento
de la imprenta. Se denominan incunables todos los libros impresos durante el siglo XV,
con unas características similares.

Desde el siglo XV hasta prácticamente el siglo XX no hubo demasiados cambios en lo


que a impresiones se refiere; de hecho gran parte del léxico utilizado en la actualidad
y del formato y tipografías de hoy provienen de aquella época. Por ejemplo: el uso de
tinta negra era el más común (creado a partir de una mezcla de hollín y aceites), pero
se incluye la tinta roja, más complicada de elaborar, para la impresión de los libros
litúrgicos.
Como dato curioso que perdura hasta nuestros días, la unidad básica de impresión se
crea con el nombre de pliego (215×315 mm) ya en siglo XV. Las divisiones del pliego
en partes iguales más pequeñas se denominan: en cuatro páginas folio (palabra que
los estudiantes utilizamos innumerables veces a lo largo de la jornada, aunque más
tarde se redujo su tamaño para universalizarlo como dinA4), en ocho páginas cuarto o
cuartilla, en dieciséis páginas octava u octavilla. De este modo los pliegos se doblaban
para elaborar cuadernos de diversos tamaños y páginas.

La necesidad de ordenar las páginas de los distintos pliegos trae consigo las
signaturas numéricas, a lo que hoy debemos que nuestros estén perfectamente
ordenados según unos pequeños números en el borde de cada página.

Tanto influye este tipo de nomenclatura de impresión que, más adelante, en el


esplendor de la prensa escrita, algunos periódicos adoptan su nomenclatura a partir
de este tipo de división. Es el ejemplo de los conocidos Tabloides (periódicos
sensacionalistas que aparecen Inglaterra caracterizados por poca rigurosidad
informativa, exceso de color y carencia de orden) cuyo nombre se debe al formato en
el que solían estar impresos: Tabloide (431,7 x 279,4 mm), correspondiente a ¼ de
pliego.

Vous aimerez peut-être aussi