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Universidad abierta para adultos

Asignatura:
Educación para la paz
Nombre:
Ramón Ant. Sosa
Matricula:
13-5797
Tema:
Educación ciudadana
. Investiga en la web en relación a la formación ciudadana en la
República Dominicana y presenta un análisis crítico sobre los
aspectos planteados. Incluye sugerencias para mejorar la
educación ciudadana.
La Educación Ciudadana ocupa un rol fundamental en aquellas sociedades en
las que se goza de libertades civiles, sociales, políticas y económicas. En
éstas, los ciudadanos son sujetos “fruto” de la democracia y asimismo “para” la
democracia por lo que es preciso aprender a vivir en ella. Asimismo, el
importante déficit en la participación política y la deserción de los compromisos
sociales colectivos, justifican el imperativo ético de la Educación Ciudadana
como una necesidad básica para el sostenimiento y fortalecimiento de la
democracia.

En tanto vivimos en una sociedad, si existe un rol que compartimos todos los
seres humanos es el de “ciudadanos y ciudadanas”. Éste no sólo es común a
todas las personas, sino que es connatural a su esencia: somos seres “para” el
encuentro, que nos completamos en la vinculación con los demás, y con ese
ser comunitario que conocemos como “sociedad”. Rol indelegable que se
materializa en la conciencia de cada cual, y que necesariamente nos
acompaña mientras tengamos vida. Rol que implica una responsabilidad
fundamental de cara tanto al proyecto personal, como al proyecto comunitario,
en los que se teje la democracia como un estilo de vida.

El ciudadano de la democracia no nace sabiendo cómo debe desempeñar su


rol. Tampoco le es fácil aprenderlo de su entorno, dada la ambigüedad que
caracteriza el discurso y la práctica de sus referentes políticos y sociales. La
sociedad demanda que participe y se responsabilice de los asuntos
comunitarios, pero éste desconoce qué hacer y cómo debe participar.
Aprendemos a ser ciudadanos y ciudadanas de forma gradual, en la práctica.
La ciudadanía se vive y aprende desde el seno de la familia, en la interacción
continua entre padres y hermanos. Se desarrolla y practica en la escuela,
mediante los procesos de socialización, participación reflexión, y resolución de
conflictos. Y se fortalece y ejerce en el ámbito de la sociedad, donde encuentra
su máxima realización. Familia, escuela y sociedad, por tanto, están llamadas
a ser grandes maestras en el ámbito de ciudadanía.

Gracias a la Ordenanza 3-99, la Educación Cívica en la República Dominicana


tomó un nuevo rumbo. Mediante ella, en 1999 la Secretaría de Estado de
Educación incluyó la asignatura Educación Moral y Cívica como parte del
currículo oficial para todos los grados (1ero-12mo) de las escuelas públicas y
privadas de nuestro país. Esto implicó un importante paso de avance. Durante
las cuatro décadas anteriores la Educación Cívica quedó a merced de la
formación del hogar, o bien de las escuelas que la asumían como parte de su
currículo particular. Los intentos de incluir la Educación Ciudadana como un Eje
Transversal a partir de la Transformación Curricular del Plan Decenal (1992) no
fue asumida del todo por los docentes.

Cuarenta años sin Educación Cívica nos marcaron de manera radical. ¿Cómo
podrá un docente enseñar a sus discípulos el arte y las destrezas para ser un
“ciudadano responsable” si no fue formado para tal? De ahí que
lamentablemente nuestro pueblo aún está en una fase inicial de alfabetización
moral y social en materia de ciudadanía.

En nuestro país urge el aumento de nuestro “capital cívico”. Este capital está
compuesto por las virtudes cívicas, los conocimientos las actitudes y las
competencias de los ciudadanos y las ciudadanas. Y es la escuela la que
constituye el lugar idóneo para el desarrollo de este capital, tanto a través del
ámbito curricular como del institucional. La vida del centro educativo, como un
grupo que comparte normas y valores, es la que genera una genuina
Educación Cívica. Para el logro de las competencias ciudadanas es necesario
desarrollar prácticas innovadoras en los gobiernos estudiantiles, así como
aprender a vivir en un mundo compartido con otros. Es impensable formar en
ciudadanía sin asumir como escenario la interacción natural entre los miembros
de una comunidad. La escuela es, por tanto, un nido de cultura democrática y
el contexto ideal para la formación ciudadana.

En relación a la formación ciudadana, en su obra “La Ciudadanía a través de la


Educación” Antonio Bolívar plantea que son las virtudes cívicas y la
participación activa de los ciudadanos en su entorno comunitario las que dan
vigor democrático y sostenibilidad a las instituciones. Así, la escuela está
llamada a reafirmar su papel de primer orden para formar el “capital cívico”,
compuesto por las virtudes cívicas, los conocimientos, las actitudes y las
competencias ciudadanas.

Sugerencias para mejorar la educación ciudadana


La Educación para la ciudadanía del siglo XXI requiere reenfocar las prácticas
pedagógicas tradicionales para dar paso a la reflexión como punto de partida.
Es preciso que ésta permita al educando ingresar al mundo de la razón, y a
través de ella llegar a la ciencia, la tecnología y el trabajo. La educación debe
tener como objetivo primordial el enseñar a pensar, privilegiando el
discernimiento, la capacidad de juzgar los hechos y la toma de postura ante los
acontecimientos. Igualmente, precisa fomentar los valores de cooperación y
solidaridad, con el fin de contribuir a la construcción de la paz y al desarrollo de
los pueblos.

La experiencia lograda en nuestro país con la implementación de la


metodología de Proyecto Ciudadano ha sido muy fecunda. Mediante esta
experiencia, auspiciada por el Consorcio de Educación Cívica, los jóvenes
aprenden a identificar e investigar sobre problemas en su comunidad, analizan
las políticas públicas relacionadas al problema, presentan propuestas de
modificación a estas políticas y elaboran planes de acción. En este proceso van
desarrollando sensibilidad ante los problemas de su entorno inmediato,
pensamiento crítico para el análisis de la situación, creatividad para la solución
de dichos problemas, destrezas de investigación, habilidades y valores para el
trabajo en equipo, y finalmente, compromiso con una participación activa y
responsable en la sociedad. En otras palabras, se forman en una ética
solidaria, que se concretiza en el servicio a su comunidad inmediata.

En el proceso de auto-evaluación una vez finalizado el Proyecto Ciudadano,


los jóvenes valoran la riqueza que les significó haber trabajado en equipo para
la solución de un problema comunitario. Por otra parte, el nivel de
concienciación y sensibilización que logran con esta metodología son muy
elevados. Refieren, asimismo, que una vez finalizada su presentación ante el
tribunal, ellos no son la misma persona que cuando iniciaron la investigación.
Igualmente, valoran la metodología como una herramienta que les permite
entender y sentir que aún a su corta edad pueden incidir en cambios
significativos para su entorno… En otras palabras, que aún en su juventud, su
“voz” y su “participación” tienen peso en la vida ciudadana. Obviamente, este
programa les cambia la vida, tanto a ellos y ellas en tanto “personas”, como a
toda la comunidad, en tanto se beneficia de mejores ciudadanos y ciudadanas.

2. Analiza la situación social y democracia que se vive en América


Latina y El Caribe. Mediante un croquis, presenta los países que
viven en democracia en América Latina.
En los últimos treinta años América Latina ha experimentado la transición y la
consolidación democrática. Se han producido grandes avances para garantizar
el derecho universal al voto, elecciones libres y transparentes y el acceso y la
permanencia en el poder de los cargos elegidos; sin embargo, estos elementos
no son suficientes para garantizar la solidez de los regímenes democráticos.
Los acontecimientos recientes de Honduras son emblemáticos del riesgo de un
retroceso autoritario y cómo éste puede materializarse de manera repentina.

La democracia en América Latina presenta elementos de debilidad


relacionados con la incapacidad del Estado de extender los derechos humanos
fundamentales a toda la población, requisito fundamental para convertir a los
habitantes de un estado en ciudadanos a todo efecto y para garantizar la
cohesión social, la participación, el sentido de pertenencia de la población
hacia el Estado y el apoyo estable de la población a esa democracia, es decir,
como elemento legitimador.

Pese a las diferencias entre todos los países de América Latina, algunas
características comunes explican la debilidad democrática; la desigualdad es la
más relevante, pues los mayores niveles de concentración de la riqueza
mundial se encuentran en esa región. Las implicaciones son muy relevantes,
pues la desigualdad que caracteriza a los países latinoamericanos se relaciona
con la subsistencia de bolsas de pobreza e indigencia que chocan con los
valores medios de riqueza de los países, siendo la mayoría de ellos de renta
media y, en algunos casos, alta.

Se trata de una pobreza y de una desigualdad multidimensional, que a la


escasez económica agregan la falta de acceso a las necesidades y a los
servicios básicos, la falta de oportunidad, la exclusión social y la discriminación.
La discriminación social afecta a una pluralidad de grupos sociales (pobres,
indígenas, campesinos, mujeres), creando así una masa enorme de excluidos.

La desigualdad afecta también, de manera directa, a las dinámicas políticas y


la posibilidad de acceso al poder por la población. De hecho, la concentración
de la riqueza y del poder implica el uso de instrumentos que permiten a los
grupos privilegiados reproducir el statu quo. Esos instrumentos están
representados principalmente por la violencia y la corrupción, fenómenos que
alcanzan niveles elevadísimos en la región.

La inseguridad social es una de las mayores preocupaciones de la población


latinoamericana, que además desconfía de la capacidad del Estado de
desempeñar su función clave de protección.

Por otro lado, la corrupción debilita la cohesión social y reduce la posibilidad de


construir un pacto social sólido entre la población. La desigualdad, a través de
múltiples canales, impide la creación y consolidación de una base social
bastante amplia capaz de sustentar el desarrollo de democracias sólidas y
efectivas.

Opinión
La transición democrática en América Latina ha hecho progresos importantes a
lo largo de las últimas dos décadas. Sin embargo, en toda la región subsisten
marcados conflictos sociales. En este artículo se analiza el papel de la
desigualdad en la debilidad de las democracias del subcontinente
latinoamericano.

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