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JESUCRISTO

INTRODUCCIÓN

A.- La Cristología es aquel departamento de la teología que estudia a la persona de


Cristo como el Redentor de la humanidad, más no la obra porque ésta le queda reservada a la
soteriología (doctrina de la salvación).

B.- La verdadera Cristología está fundada en la experiencia objetiva de Cristo tal como
fue conocida por los apóstoles, relatados en los Evangelios, quienes no son tanto “biografías”
sino confesiones de fe (1 Jn. 1: 1, 3), interpretados en los otros escritos apostólicos bajo la
iluminación del Espíritu Santo prometido.

C.- Para desarrollar una Cristología bíblica adecuada es imprescindible emplear el


método neotestamentario de interpretación a ciertos aspectos de Cristo que poseen una
significación doctrinal en particular.

I.- ANTECEDENTES ESCRITURALES DE LA VIDA DE JESÚS

A.- La concepción milagrosa y el nacimiento (Mt. 1: 18 – 25; Lc. 1: 26 – 56).- Fue un


maravilloso milagro que está más allá del alcance de la ciencia, ubicado en el ámbito de la libre
acción divina.

Jesús es el único ser teantrópico (Dios – hombre), al nacer en una forma ordinaria,
necesariamente tenía que heredar la depravación y el pecado que son característicos en nuestra
naturaleza caída. Por eso mismo la Escritura sostiene que fue concebido por el Espíritu Santo, y
nació de la virgen María (Lc. 1: 35). El establecer de que Cristo es sin pecado es un aspecto del
misterio de su persona.

Jesús nació un poco antes de la muerte de Herodes el Grande en el año 5 ó 4 antes de la


e. c. en belén de Judea. No se ha podido determinar la fecha.

B.- La circuncisión.- Fue circuncidado al octavo día conforme a la ley levítica (Lc. 2:
21) Sometiéndose inconscientemente a la imputación del pecado.

C.- Desarrollo normal de Jesús.- Bajo la dirección del Espíritu Santo y comunión con
su Padre su desarrollo fue preeminentemente perfecto, a diferencia de los niños ordinarios que
por la fuerza desintegradota de la depravación heredada su desarrollo no puede ser entero
normal. Jesús se desarrolló integralmente en lo intelectual, físico, espiritual y social (Lc. 2: 52.
Es probable que la lengua vernacular de Jesús haya sido el arameo.

D.- El bautismo.- Éste marcó el principio oficial de su ministerio redentor; fue ungido
por el Espíritu Santo y conscientemente representó a la raza pecadora (Is. 53: 12).

E.- La tentación.- En Jesús fue tanto externa como interna: Externa en el sentido que se
originó en el exterior y aparte de Sí mismo, y la última por el hecho de que la tentación fue una
presión consciente ante lo malo; cada tentación de Jesús de fue un auténtico encuentro con
Satanás.

F.- La Pasión y la muerte de Cristo.- El Nuevo Testamento declara que la muerte de


Jesús poseyó un triple efecto:
1.- Efectuó la propiciación de la santidad y la justicia divinas (Ro. 3: 21 – 26).
2.- Redención de la servidumbre a Satanás y al pecado (Mr. 10: 45: Jn. 12: 31 – 33. He.
2: 14).
3.- Reconciliación de Dios con el hombre (2 Co. 5: 18 – 21; Col. 1: 21, 22).

“El corazón del Evangelio es que Cristo murió por nuestros pecados” (1 Co. 15: 3.

G.- El entierro y resurrección de Jesús.- La muerte, sepultura y resurrección de Jesús


son tres eslabones de una cadena inquebrantable que constituyen el corazón de la tradición
cristiana.

El entierro de Jesús se asocia con el descenso al hades (gr), sheol (he), infierno (morada
de los muertos) (Hch. 2: 27; Ef. 4: 9), no se nos dice con exactitud cual haya sido el ministerio
que Cristo cumplió en el hades (1 P. 3: 18 – 20).

La resurrección (Hch. 1: 3) no fue simplemente un reavivamiento de su cuerpo de carne


y hueso, porque “la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios” (1 Co. 15: 50), más
bien fue la transformación de su cuerpo terrenal en un cuerpo celestial, de su cuerpo natural en
un cuerpo espiritual. Ésta es la misma forma de nuestra resurrección (Fil. 20, 21).

H.- La ascensión.- Este evento en la vida de Jesús señala el fin de la vida terrenal de
nuestro Señor (Hch. 1: 3). La ascensión significa:

1.- Que “tenemos libertad para entrar en el lugar santísimo por la sangre de Jesucristo”
(He. 10: 19, 20).
2.- La exaltación de Cristo como cabeza de la iglesia y su acceso a la supremacía en el
universo (Ef. 1: 21 – 23).
3.- El ahuyentamiento de Cristo en la carne a fin de que queden establecidas las
condiciones que harán posible que la iglesia reciba el Espíritu Santo (Jn. 7: 39: Hch. 2: 23).

II.- CONTROVERSIA CRISTOLÓGICA

Desde sus primeros días la iglesia ha buscado una respuesta satisfactoria a la pregunta:
“¿qué pensáis vosotros del Cristo?” “¿de quién es hijo?”. Es necesario conocer el pensamiento
teológico herético de algunas corrientes religiosas dadas en la historia, a quienes debemos
evitarlos.

A.- Errores con respecto a la humanidad de Cristo

1.- El Docetismo (antes del siglo II).- Docetismo viene del gr. Dokeo que significa
“parecer” o “aparecer”, está relacionado con el gnosticismo. Sostiene: “El cuerpo de Cristo es
una mera apariencia, fantasma o ilusión; Jesús aparentaba ser humano; un hombre de carne y
hueso no hubiera evitado ser pecaminoso”.

2.- El Sabelianismo.- Es una herejía trinitaria del sigo III, su base es panteísta, porque
enseña que el mismo Dios evolucionó en diferentes formas de manifestaciones; primero como
Padre, después como Hijo, y finalmente como Espíritu Santo; negando así a la Triunidad y sólo
aceptando la Triunidad de manifestaciones.
B.- Errores con respecto a la Deidad de Cristo
1.- El Gnosticismo.- (Aparece cerca de fines del siglo I), rechaza la auténtica deidad;
sostiene que: “Cristo y Jesús son dos personas diferentes. El Cristo descendió sobre el Jesús
humano en el bautismo y permaneció sobre Él hasta la muerte, y ascendió al mundo espiritual en
el instante de la muerte”. Juan el apóstol rechazó esta herejía en 1 Jn. 2: 22.

2.- El Ebionismo.- Secta judía contemporánea del gnosticismo. No daba lugar en la


divinidad, enseñaba que: “Jesús fue hijo natal de José y María, quien había cumplido de manera
perfecta la ley de Dios que lo eligió para ser el Mesías”.

3.- El Arrianismo.- Arrio, presbítero de Alejandría (siglo IV) sostuvo: “Jesús tiene
principio, pero Dios no tiene principio, fue de la primera y más de todas las criaturas creadas.
Dios no llegó a ser Padre hasta que creó al Hijo”.

4.- El Unitarismo.- Ligada al Ebionismo con ciertas modificaciones, sostiene: “Jesús


era hombre, un genio de excepcional visión en lo que concierne a las cosas espirituales y
morales. Jesús es hijo de Dios en el mismo sentido de que todos nosotros somos hijos de Dios”.

C.- Errores con respecto a la unidad de la persona de Cristo

1.- El Apolinarismo.- Apolinario de Laodicea (siglo IV), sostuvo: “La humanidad de


Jesús era incompleta ya pasiva, tanto que Cristo no tenía alma humana, sino sólo poseía una
naturaleza (la divina).

2.- Nestorianismo.- Nestorio, obispo de Constantinopla (siglo IV): “Estableció


separación entre las dos naturalezas de Cristo como si se constituyeran en dos personas
diferentes”. Destruyó la unidad y unicidad de la persona de Cristo.

3.- El Eutiquianismo.- Eutico, abad de Constantinopla (siglo V9, afirmaba: “Después


de la unión de las dos naturalezas, sólo podía quedar una, la humanidad de Cristo fue la
forzosamente absorbida por la divinidad, es decir habría sido divinizado, y su humanidad era
sólo una apariencia”.

4.- El Monotelitismo.- Declara: “en Cristo las dos naturalezas estaban unidas pero sin
mezclarse o confundirse, sin embargo había sólo una voluntad y un modo de actuación
resultante”.

5.- El Adopcionismo.- Surge en España a fines del siglo VIII, sostiene: “la humanidad
de Jesús fue adoptada por su divinidad en un proceso gradual”.

D.- Declaración Cristológica ecuménica.- Dentro de estas tenemos las declaraciones


de: La confesión elvética, la confesión de Westminster, los treinta y nueve artículos de la Iglesia
de Inglaterra, los veinticinco artículos del metodismo, la confesión de Augsburgo, los artículos
de de la de la Iglesia del Nazareno, en quienes encontramos la misma posición:

“Creemos en Jesucristo, la segunda persona de la Divina Trinidad; que Él enteramente es


uno con el Padre; que se encarnó por la obra del Espíritu Santo y que nació de la virgen María,
de manera que dos naturalezas enteras y perfectas, es decir, la Deidad y la humanidad, fueron
unidas en una persona verdadero Dios y verdadero hombre, el Dios – hombre.
Creemos que Jesucristo murió por nuestros pecados, que verdaderamente se levantó de
la muerte y tomó otra vez su cuerpo, junto con todo lo perteneciente a la perfección de la
naturaleza humana, con todo lo cual ascendió al cielo desde donde Intercede por nosotros”.

III.- LA PERSONA DE JESUCRISTO

El Nuevo Testamento presenta a Cristo como la palabra hecha carne. En Jesucristo el


hombre no se volvió Dios, sino Dios se volvió hombre (1 Ti. 2: 5), y Dios estaba en Jesucristo
reconciliando al mundo (2 Co. 5: 19).

A.- La humanidad de Jesucristo

Cristo se encarnó de tal manera que fue verdadero hombre y no un arcángel o semidiós
(Jn. 1: 14; He. 2: 14, 17), compartiendo las condiciones de nuestra naturaleza empírica, con la
excepción del pecado (1 P. 2: 22; Lc. 2: 51, 52; He. 7: 26). De tal manera que tuvo alma humana
(Jn. 12: 27; Mt. 11: 29; 26: 38); tuvo hambre (Mt. 4: 2); tuvo sed (Jn. 19: 28); se cansó (Jn. 4: 6);
fue tentado (He. 4: 15); su corazón conoció la amargura del dolor y la traición (Lc. 22: 42 – 44);
sufrió dolor corporal en el huerto y en la cruz; murió y fue sepultado (Mt. 27: 33 – 36; Mr. 15:
22 – 47; Lc. 22: 44; 23: 26 Jn. 19: 16 – 42).

B.- La Deidad de Jesucristo

1.- Su preexistencia.- Cristo existió no sólo antes de su encarnación, sino antes de la


fundación del mundo (Jn. 1: 15: 6: 51; 17; 5; Col. 1: 15 – 22; Fil. 2: 5 – 8).

2.- Nombres y títulos divinos.- Son dados en la Escritura, evidenciando su Deidad, al


llamarle Señor (Mt. 3: 3), y Dios (Jn. 1: 1, Ro. 9: 5; Tit. 2: 13).

3.- Sus atributos divinos:

a.- Eternidad (He. 1: 8).


b.- Omnipresencia (Mt. 18: 20).
c.- Omnisciencia (Col. 2: 3).
d.- Omnipotencia (Mt. 28: 18).
e.- inmutabilidad (He. 1: 11, 12; 13: 8).

4.- Obras divinas:

a.- La creación (Jn. 1: 3, 10; Col. 1: 16).


b.- Preservación y conservación (Col. 1: 17; He. 1: 3).
c.- El perdón de pecados (Mr. 2: 5, 10, 11; Ap. 5: 31).
d.- Se atestigua por el don del Espíritu Santo a los creyentes (Lc.- 24: 49).
e.- Es el recipiente de adoración divina y del homenaje (Mt. 14: 33; He. 1: 6).

C.- El Dios – hombre

La unión de las naturalezas divina y humana, fue efectuada por la encarnación, cuyo
resultado fue una persona teantrópica o Dios – hombre, que une en sí mismo todas las
condiciones de la existencia divina humana.
1.- Naturaleza de la encarnación.- La encarnación es el fundamento del ministerio
mediatorio de Cristo.

a.- La encarnación no fue una forma de transmutación o de transubtanaciación.


b.- Fue sólo la Segunda persona de la Triunidad, la que se encarnó y no toda la Deidad;
porque de lo contrario se diría que el Padre “sufrió” y “murió” (herejía del patripasianismo). La
Deidad representa la esencia divina en tres modos, y sólo la Segunda persona de la Triunidad fue
la que se encarnó y no la esencia en los tres modos. Por ello la encarnación del Hijo habitó en Él
toda la plenitud de la Deidad en su cuerpo pero sólo en el modo de la Segunda persona.
c.- La encarnación fue la unión de la persona divina con la naturaleza humana y no con
una persona humana (Gn. 3: 15; Ro. 1: 3; he. 2: 16).
d.- La encarnación marcó el principio de la persona teantrópica. El Dios – hombre fue
una nueva persona y a la vez única.
e.- La encarnación fue necesaria como base de la obra redentora de nuestro Señor. Al
asumir la naturaleza humana, el Logos pudo experimentar los sentimientos humanos por cuanto
poseía corazón humano.

2.- Una Persona

a.- La posesión de dos naturalezas no incluye una personalidad doble, puesto que la base
de la persona es el Logos eterno y no la naturaleza humana, por ende los modos de conciencia
pasan rápidamente de lo divino a lo humano, pero la persona es la misma, de aquí que diga Él:
“Yo y el Padre una cosa somos” (Jn. 10: 30), “tengo sed” (Jn. 19: 28).
b.- Una persona puede constituirse de una o dos naturalezas. La Triunidad tiene un
naturaleza (la divina); el hombre tiene dos naturalezas (un cuerpo material y un alma inmaterial);
Cristo la persona teantrópica posee tres naturalezas (el Logos divino, alma humana y cuerpo
humano).
c.- La personalidad del Dios hombre depende primeramente de la naturaleza divina, se
demuestra por el hecho al no ser destruido por la muerte. En su muerte y resurrección el alma
humana y el cuerpo estaban unidos al Verbo Divino, es por esta razón que el cuerpo de Cristo
nunca vio corrupción.

3.- Dos naturalezas.- La unidad de la persona de Cristo encuentra su verdad


complementaria en la diversidad de las dos naturalezas. Tanto la Deidad y la humanidad en
Cristo retienen sus propiedades respectivas y funciones, sin alteraciones de esencia ni
interferencia mutua.

IV.- LOS ESTADOS Y OFICIOS DE CRISTO

A.- Los estados.- Son dos:

1.- El estado de humillación. Éste abarca desde la concepción milagrosa y termina con
las palabras “consumado es”.
2.- El estado de exaltación. En éste Cristo puso a un lado todas las flaquezas de la carne
de acuerdo con s naturaleza humana y reasumido otra vez su majestad. Los pasos del ascenso
son:
a.- El descenso al hades (Sal. 16: 10; 1 P. 3: 19 – 20; Ap. 2 : 27 – 31).
b.- Resurrección (Ro. 4: 25; Ap. 1: 3; Col. 1: 15ss).
c.- Ascensión (Mr. 16: 19 – 20; Lc. 24: 50 – 53; Hch. 1: 6 – 11).
d.- La reunión (Lc. 20: 42; 22: 69; Hch. 7: 56; Ro. 8: 34; He. 10: 12).
B.- Los oficios de Cristo.- Jesús fue iniciado en sus oficios en el bautismo y por una
unción especial con el Espíritu Santo. Vino a ser oficialmente el mediador entre Dios y el
hombre. Sus oficios son tres:

1.- El de profeta.- Como profeta es el revelador perfecto de la verdad divina e instruidor


a los humanos en ella (Mt. 7: 28 – 29; Jn. 1: 9). Su obra profética continuará en el mundo
venidero (Ap. 21: 23).
2.- El de sacerdote.- Se relaciona con la mediación objetiva, e incluye tanto el sacrificio
como la intercesión, basado en su obra expiatoria (He. 7: 27). Jesucristo asume formalmente su
función sacerdotal primero en la institución de la Cena del Señor (Mt.26: 17 – 29); después en la
oración pontificial de consagración (Jn. 17: 1 – 26); continúa después del Pentecostés por medio
del Espíritu Santo (1 Co. 1: 23; 5: 7; 10: 16; 11: 24 – 26; Ef. 5: 2; 1 P. 2: 24;Ro. 5: 10; Col. 1:
20).
3.- El de rey.- Se da al gobernar sobre todas las cosas en la tierra y en el cielo para la
extensión de su reinando. Como Salvador es capaz de librar del poder, de a culpa y la
inmundicia del pecado; vivificar, preservar, sellar a los creyentes y finalmente recibirlos en
plenitud de bienaventuranza en su gloria eterna.

La asume antes de su muerte; en su ascensión es más evidente (Mt. 28: 18 – 20). Es


ejercitado para la redención de las humanidad y concluirá cuando se termine esa era. Su reinado
será eterno en beneficio de los redimidos y para la gloria de su reinado.

CONCLUSIÓN

Jesucristo es verdadero Dios. Dada la revelación en Cristo la divinidad misma nunca se


separa de la humanidad verdadera; las naturalezas divina y humana nunca se separaron entre sí
ni la una neutralizó a la otra. Vemos en Cristo la plenitud de la Deidad enmarcada en el cuadro
de la humanidad; siendo no los atributos de lo divino en su infinitud ilimitada sino los atributos
divinos tomando cuerpo en los atributos de la naturaleza humana. En lugar de la omnipresencia
tenemos la presencia bendita, respecto a la cual testifica el Dios – hombre, “el que me ha visto a
mí, ha visto al Padre” (Jn. 14: 9); en lugar de la omnisciencia viene la sabiduría divinamente
humana que revela a los chiquitos y a los que maman los misterios del reino de los cielos; en
lugar de la omnipotencia creadora de un universo, viene el poder que completa, restaura y rehace
el mundo; el poder infinito y la plenitud de amor y de santidad en virtud de cuyo el Dios –
hombre pudo testificar diciendo: “Toda potestad me es dada en el los cielos y en la tierra” (Mt.
28: 18). Por eso es que todos los poderes terrenales y celestes, todas las fuerzas de la naturaleza
y de la historia encuentran en Él el centro de la libertad, sirviendo a aquel Reino a cuya cabeza
se encuentra en Cristo.

Estudio Bíblico IN – HB – Enero 2 004

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