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metodológica. Crean técnicas apropiadas a su objeto de estudio: “la medición de respuestas
sociales y sus soportes actitudinales”. Así, el progreso de la psicología en los años 30’ se
identificó con los avances de la medición actitudinal. “Actitud” es el dominio distintivo de
la psicología y con ello el desarrollo de medidas de actitud con confiabilidad y validez
como contribución a la identidad de su campo.
En dicho periodo hay una innovación técnica: método experimental en una
versión apta para la psicología. Lo cual plantea un problema: las variables socioestimulares
tenían que poder ser identificadas y había que desarrollar técnicas para poder implantarlas
empíricamente.
Ya había experimentación pero era socialmente mínima. En 1935 se marca el
final de la era preexperimental de la psicología, surgiendo la posibilidad de una situación
compleja y realista en el laboratorio.
En cualquier ciencia, los desarrollos metodológicos-técnicos siempre son
necesarios pero nunca suficientes. La psicología social había desarrollado una teoría propia
y se encontró con un conjunto de datos experimentales. La teoría sirvió como medio para
tender puentes entre los datos desconectados entre sí.
Desarrollos importantes (entre 1930 y 1950):
1) TEORIZACION DE LEWIN: triple influencia en la psicología:
- La “Persona” como un punto en el espacio psicológico, obligado a moverse en
direcciones según el campo de fuerzas que operan en ese espacio.
- Fomentó el recurso a “aproximaciones teóricas” o “cuasi-conceptos” en un
juego de teorizaciones e investigaciones.
- Lo importante era la “generalidad conceptual de una relación a través de
contextos”, en lugar de una generalidad empírica a través de muestras.
2) TRIPLE CONTRIBUCION DE FESTINGER:
- Teoría de la comparación social: permitió unir grupos de procedimientos de
varias líneas de investigaciones diferentes.
- Teoría de la disonancia cognitiva: estableció el método experimental en la
discriminación entre alternativas teóricas en psicología.
- Teoría E-R: impacto menor frente a las dificultades de ajustarlas a la
naturaleza del objeto de estudio de la psicología, “imitación y conducta social”.
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Lo que caracteriza a la situación actual es el ascenso de una psicología
cognitiva cuyos pivotes fundamentales son:
- El auge del subjetivismo (en los 30’ 40’): posición según la cual “los sucesos
se interpretan con la ayuda de estructuras internas de procesamiento de información y éstas
varían como una función de la experiencia cultural e individual. También influye la idea del
“relativismo cultural” que implicaba que la “personalidad es moldeada por la cultura y que
culturas diferentes producen ciudadanos con creencias y orientaciones diferentes. Aquí,
Lewin habla de “espacio vital”: equivalente a la “relación de interdependencia entre lo
personal y su ambiente”. “Es el ambiente psicológico o interpretado lo que guía la
conducta”. Aspectos del espacio vital que no necesitan estar relacionadas en la conciencia
sino que más bien son un constructo inferido para dar cuenta de la conducta individual.
- Los efectos de la motivación en la percepción: los psicólogos del “new look”.
Bruner: “categoría” es un conjunto de reglas para clasificar los objetos como equivalentes.
Concibe al organismo preparado con una estructura cognitiva de expectativas conformadas
acerca de la naturaleza del mundo. Asimila el proceso perceptivo a un proceso de decisión,
en virtud del cual la persona ubica, clasifico la información que entra por la percepción a
partir del aprendizaje previo.
- Los trabajos sobre percepción de personas: en relación a la forma de
impresión.
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Entonces el interaccionismo social entro en un periodo de exégesis
(explicación) y debate respecto a que interpretación es la adecuada, que elaboración de
posturas metodológicas y que desarrollo conceptual y de investigación hay que diseñar para
examinar y contrastar los supuestos fundamentales.
Bluner, discípulo de Mead, acuño el término de “interaccionismo social”. Kuhn
en disconformidad con la doctrina, tiene una versión diferente a la de Bluner. Este autor
subraya el proceso, dice que la conducta social es emergente e indeterminada y no cree en
“el desarrollo de teorías enunciadas con precisión ni en la contrastación empírica”. En
cambio, esto último es el objetivo de Kuhn, que además enfatiza la estructura y se inclina
por la determinación.
Pero tienen un punto en común: la aceptación de Mead como precursor e
inspirador de su trabajo. A mediados de los 50 interaccionistas simbólicos ampliaron el
número de problemas abordados por esta teoría: las desviaciones, la familia, la
socialización en la primera infancia.
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CRISIS DE LA PSICOLOGIA (DE CORTE EXPERIMENTALISTA) a partir
de una serie de cuestionamientos y discusiones:
1) Oposición entre orientaciones psicológicas y orientaciones sociológicas
llevando a la pérdida del carácter interdisciplinar.
2) Toma de conciencia de la determinación social y de clase (“media” por
ejemplo) del conocimiento producido por lo psicológico. No sacaban conclusiones de largo
alcance.
3) Toma de conciencia de las determinaciones ideológicas de este
conocimiento. Ideología dominante norteamericana: importancia del individuo. Se cree que
el progreso humano se alcanza a través de la resolución racional de problemas, de la
investigación científica y de la ideología. Por su carácter relativo se aconseja no sacar
conclusiones de largo alcance.
4) Toma de conciencia de la valoración exagerada del método experimental.
Este limita la investigación a fenómenos simplificados y reiterativos.
El método experimental, por su aspecto científico, otorgo a la psicología
estatuto de ciencia respetable, por la relativa rapidez de producción de conocimiento,
permite adaptarse a las normas de productividad. Los métodos de observación controlada,
encuestas, provocaron el “aislamiento de la psicología en relación con la realidad social”,
limitaron los análisis de los problemas reales concretos, por la ausencia de generalizaciones
en sus teorías a las realidades sociales extra-laboratorio.
5) Las expectativas del experimentador influyen en las teorías. “Los sujetos
perciben, a través de la comunicación no verbal, las expectativas del científico y actuarían
en consecuencia”.
6) Elemento de crisis que apareció con el crecimiento de las microteorias y la
falta de confianza teórica sin originalidad ni estructuración teórica profunda.
7) Comprensión de que las experiencias de laboratorio no remplazan la
articulación y la coherencia teórica en la definición de la validez de las hipótesis.
8) Las teorías de medio y corto plazo no se suman de forma natural para dar un
concepto teórico articulado.
9) Ausencia de relevancia social en los temas tratados.
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10) Relatividad histórica y cultural de los conocimientos adquiridos por la
psicología.
CONTINGENCIA HISTORICA: hay fenómenos que cambian rápidamente y
otros que lo hacen lentamente. Unos son más contingentes que otros. La importancia del
contexto cultural en la delimitación de la generalidad de las teorías de la psicología y se
puede suponer a priori la validez transcultural de las teorías de una experiencia.
LA CRISIS FUE SUPERADA en el plano teórico por el cognitivismo y en el
metodológico por el desarrollo de los experimentos de juicio y de los métodos de encuesta
multivariados.
Marx planteaba que mantener la forma de existencia del ser humano solo en su
aspecto subjetivo impide encontrar la riqueza de su condición, que comprende el lado
objetivo, lo cual exige un doble movimiento: deducir a la sociedad desde el individuo a la
vez que al individuo desde la sociedad. Así incorpora el concepto de trabajo y el de
producción junto a las relaciones de apropiación. En ese complejo proceso, la existencia del
ser humano (que sólo se realiza en sociedad) se expresa como sujeto corporal y su
prolongación será en los objetos.
El ser humano es sujeto pero también está en el objeto. Así ser humano y
naturaleza son una y la misma cosa. Este proceso de diferenciación es producto del propio
desarrollo histórico en un sistema de vínculos donde los individuos se relacionan con las
cosas mediados por individuos y, entre sí, mediados por las cosas. A este sistema de
vinculaciones se le llama modo de producción, y será el soporte de las diversas formas de
conciencia social. La subjetividad se sostiene desde la praxis histórico-social.
Como se ve, el tema central de la ciencia social ha sido, y sigue siéndolo, las
relaciones entre individuo y sociedad. El recorrido histórico de la subjetividad gira en torno
a la dicotomía sujeto-objeto, heredando esa condición en términos de predominio del
individuo subjetivante o de lo objetivación social.
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El proceso inaugural de la sociología como ciencia remite a la concepción del
individuo en Marx, fundador de la teoría social: El hombre no es solo un animal social sino
también un animal que solo puede individualizarse en la sociedad. El ser humano se define
así por la naturaleza de su actividad, por las formas concretas que toma en la vida social. El
individuo es sus relaciones sociales, las que son históricamente determinadas.
Individualidad inseparable de sus relaciones. El individuo se desarrolla y desarrolla sus
posibilidades humanas en el curso del devenir histórico y el mayor grado que alcanza esa
individualidad social es en el capitalismo; allí se vuelve universal. Es en el capitalismo
donde la expansión de las fuerzas productivas alcanzó su más alto desarrollo y, con ello, las
relaciones sociales que le corresponden han desplegado la universalidad de sus formas.
El carácter social es el carácter general de todo el movimiento; así como es la
sociedad la que produce al hombre en cuanto hombre, así también es producido por él.
Prueba clara de una dialectización individuo-sociedad basada en la praxis, en tanto acción
de un sujeto en una situación social determinada.
La dialéctica del desarrollo social es un producto complejo caracterizado por:
Primer gran momento: Precapitalista, que plantea una doble
consideración:
a) Momento de la comunidad: unidad entre individuo y naturaleza; entre las
fuerzas de trabajo y las condiciones naturales de la producción, por la que la forma de
producción como las relaciones entre individuos parecen naturales. Aparecen como la
forma en que las cosas son, como otorgadas al individuo, no como creadas por ellos.
Aparecen como unidad inmediata. Sin embargo ya aparece la propiedad: la comunidad es la
primera gran fuerza de trabajo. Las formas de identidades de los individuos están
determinadas por su lugar dentro de la totalidad comunal como una condición natural. Hay
dependencia personal de la comunidad y hay prestación personal de servicio a ella. La
universalidad está dada a la comunidad.
b) Momento Estatal: producto de su propio desarrollo, se irá construyendo una
progresiva división del trabajo y surgirán relaciones jerárquicas basadas en la propiedad (el
amo, el señor feudal, etc.). Las vinculaciones son entre individuos con un carácter
determinado, particular (como amo, como siervo, como feudal o como esclavo). Es el lugar
dentro de la totalidad basada ahora en normas jurídicas que surgieron de las guerras,
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conquistas, negociación y contrato. Son relaciones de dependencia personal y relaciones de
dominio: ni libres, ni iguales. Los sin tierras ni propiedades, solo con la habilidad para
trabajar, irán constituyendo las precondiciones de un nuevo desarrollo social.
Segundo momento: el del Capitalismo, con su Revolución Industrial y sus
libertades individuales, que convierte a las personas en personas legales, listas para la
igualdad y reciprocidad que las nuevas relaciones sociales exigen: individuos que
intercambian como iguales. Hay independencia personal pero en lo formal, en lo legal, en
lo abstracto. En cambio se inscribirá una forma de dependencia real producto de la
objetivación en el intercambio por el dinero y el capital: independencia personal y
dependencia de las cosas.
En este proceso, el individuo realizará una doble condición: por un lado, es
necesario su más pleno desarrollo y, por el otro, se efectúa la más extrema enajenación 1. Es
condición de la producción fundada en el capital la aparición de individuos cuyas
necesidades se hayan desarrollado lo más posible (producción universal) y cultivado en
extremo (capacidad de disfrute). Para Marx, en el capitalismo se da el surgimiento de la
individualidad social y su más pleno y universal desarrollo. El sujeto de la historia se
perfila como subjetividad social.
Al mismo tiempo, la naturaleza de la actividad humana implica, con el
capitalismo, la forma más alta de enajenación y de opresión y explotación social del
individuo. El dinero (medio universal y posibilitador del intercambio) hará emerger una
mercancía particular: la fuerza de trabajo. De esta manera, lo que producen los obreros no
les pertenecerá, ellos no son propietarios, deberán vender su trabajo, su fuerza, es decir
ellos mismos se venden. Los propietarios de los medios de producción no son los mismos
que los que producen, y la venta del producto les permite realizar una plusvalía y con ello
concretan la expropiación.
Con el fetichismo2 de la mercancía, se genera una libertad para el intercambio y
para la venta de la propia libertad: somos libres frente a los otros en lo ideal, pero se
establece una dependencia respecto de las cosas en lo real. Se conjuga si el proceso de
1
Disolución de un patrimonio, pérdida, supresión (ver nota 3).
2
Admiración excesiva hacia una persona o una cosa a la que se atribuyen virtudes extraordinarias. También
implica algo que se esconde detrás de otra cosa, algo oculto.
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identidad y al mismo tiempo alienación 3 y con ello su correlato de enajenación. El vínculo
social es ahora (en lo formal) libre, pero en lo real está la dependencia de las cosas, el
fetichismo esconde lo que sucede bajo la forma de las relaciones sociales entre las cosas.
De esta manera, se muestran como problemas individuales lo que en realidad
son problemas sociales. Se señalan problemas entre objetos, lo que son problemas entre
sujetos. Se disfrazan vínculos entre las cosas cuando en realidad lo son entre las personas.
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Los contextos de acción serán escenarios centrales de emergencia subjetiva.
Allí los sujetos actúan sobre la base de alguna forma de consenso intersubjetivo acerca de
normas, valores y fines.
Hay dos esferas de coordinación de la acción que están integradas socialmente:
Una esfera privada interna (ámbito de la familia), que exige definir a un sujeto
en relación a cuestiones afectivas y sexuales. Acá hay vínculos particulares no
universalizables entre individuos. La acción individual y el proceso subjetivo son
analizados desde Piaget (con su Psicología Genética) y la sexualidad y los afectos desde
Freud (con el Psicoanálisis). La problemática de los intercambios simbólicos lleva a
postular a la acción comunicativa como categoría central; con ello el lenguaje, el sentido y
la interpretación.
La segunda, una esfera pública que se relaciona con la participación política.
El conjunto de estas categorías y esferas de fenómenos ponen en un escenario
común aspectos de la subjetividad que exigen desentrañar su particularidad. Allí la
articulación psico-social se tornará necesaria.
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El proceso ontogenético de construcción de las estructuras operativas será la
contribución piagetiana al campo de la psicología: plantea a la acción como mediadora
fundamental en la construcción de las estructuras que permiten la adquisición de nociones
que constituyen el pensamiento conceptual. Acción como actividad propia de todo
organismo vivo, que dirigiéndose al medio y en esa interacción construye esquemas que
conformaran estructuras, las que caracterizaran al sujeto de conocimiento. El medio,
resistiendo al organismo va a ir conformando lo que es el objeto para el sujeto.
Asimilación practica de lo real (sensorio motor), capacidad de representar como
asimilación de lo real, pero concentrado en el yo (egocéntrico), para finalmente y en su
socialización (mediante la incorporación de los puntos de vista de los otros) descentrarse de
sí e ingresar en el pensamiento reflexivo (operacional) y con ello acceder a la objetividad
del conocimiento de lo real. Sujeto cognoscente entonces, objeto de la Psicología Genética,
dimensión necesaria de la subjetividad humana real.
La voluntad, en relación a la representación psíquica, en tanto terreno de las
emociones, introduce la problemática de la sexualidad, donde el humano es activo, en un
proceso en el que la identidad sexual se construye en una trama familiar. En esta trama se
constituye a su vez un proceso de estructuración subjetiva. El sujeto deseante se torna el
objeto del psicoanálisis; dimensión necesaria para caracterizar al ser humano.
La Psicología Social sitúa como centro de su desarrollo al sujeto en tanto que
social y por eso tiene la necesidad de articular lo social y lo individual. Así, la construcción
de mediaciones que eviten reduccionismos y en relación a representaciones sociales,
imaginarios sociales y cogniciones sociales, diluyéndose los límites entre psicología y
sociología.
El aspecto de la subjetividad individual, ligada a la acción productiva,
apropiadora y jurídiforme conformó el estatuto de la tercer dimensión del sujeto: dimensión
subjetiva de lo social como tal (no su actividad real sino la resonancia psíquica de la
actividad social): sujeto productor.
La persona como imposición social (jurídico político) y el sujeto productor
(psíquico-social) caracterizan el aporte de la psicología social. La dialéctica estructurante y
estructurada de las tres dimensiones de la subjetividad: deseante (Psicoanálisis),
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cognoscente (Psicología) y productor (Psicología Social) definen la caracterización
psíquica del sujeto.
Lacan propone una vuelta a la experiencia según una dialéctica en relación al
sujeto; por el camino del objeto en tanto es constituido como sujeto. El psicoanalista irá por
su captura y verá cómo se anula su propia naturaleza y se somete a las condiciones de lo
simbólico. Autonomía de la función simbólica en la realización humana, lo cual significa
una reformulación del lenguaje y una preeminencia del habla como lo concreto y la
materialidad como su cualidad. Retoma el materialismo marxista que sostiene que la forma
más alta de la materia en el sistema social es el lenguaje.
El recorte de la especificidad lacaniana en relación a la subjetividad está
marcado por el campo del lenguaje y función de la palabra. A la estructura de la
organización social lo continuará con la estructura del inconsciente.
En relación al lenguaje, la condición humana es no sólo que el hombre habla
sino que también su cuerpo, por sexual, es quien habla. Lo sexual en lo humano se inscribe
en el psiquismo individual a través del lenguaje. El hombre por el hecho de que habla, se
somete a los efectos de la presencia del significante:
- Desvió de las necesidades: ellas están sujetas a la demanda: no es una
dependencia real sino de la conformación significante y del estatuto que adquiere el
mensaje.
- El mensaje, el de la comunicación, es direccional del emisor al receptor; el
lenguaje opera como instancia, con una presencia, como un lugar trans-subjetivo (Otro).
Hay un retorno del mensaje invertido. Hay alienación. Si la necesidad es determinada por la
demanda, ella se aliena por esa función significante. Operación inconsciente que dejó su
secuela como retoño, como resto, como deseo. Entre la necesidad y la demanda queda el
deseo inconsciente. Inscripción que la lleva a introducir una falta estructurante, una
ausencia, como falta de ser que causa el deseo: “nueva concepción del ser”. Captación del
ser que habla en el lenguaje, instauración de una nueva concepción del sujeto singular.
El sujeto real se inscribe en lo simbólico, entrando al círculo de los
significantes. Se inscribe en el lenguaje como significante. El ser humano crea al
significante (en lo social) y se aliena a él (en lo individual): allí la subjetividad radical.
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El discurso es una forma de lazo social, algo entre dos, en él hay un lugar
interdicto; lo intradicho entre dos sujetos. La lengua es una estructura diferente en cada
sujeto. La conciencia la sitúa del lado de la percepción y de ella se accede a la reflexión de
sí, en autoconciencia.
El yo es psíquico e implica una doble condición: el paso de la conciencia a la
autoconciencia está mediado por la imaginación y ello deviene (vía lenguaje) el proceso de
pensamiento (allí lo social), o por la vía de la conciencia de sí precipitada por el deseo: allí
el deseo (y la pulsión) permite que el ser humano, como ser que desea, se constituya en yo.
El contexto y el texto.
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El lazo social es la relación en la que se pone en escena al sujeto, es la relación
donde se juega el deseo inconsciente, el amor y el goce. El lazo social configura así modos
históricos y sociales de ser humano, conjuntamente individual y social. Asistimos así a los
efectos subjetivos de la transformación del lazo social característico de la temprana
modernidad orientado por los ideales y valores del ciudadano, fundamentalmente basado en
la idea de progreso individual y colectivo.
En la sociedad actual, regida por el modo de producción y reproducción
capitalista, tiene prevalencia el mencionado consumismo y la meta de lograr un "bienestar"
consistente en que una parte cada vez mayor de la población consuma muchos bienes y
servicios siempre novedosos y variados. Al mismo tiempo, está obligada a imponer gustos,
costumbres y valores.
En efecto, en el diagrama social contemporáneo hay estatutos sociales de
sujeto: por un lado, productores y/o consumidores, y por el otro, excluidos; con la
peculiaridad de la época (histórico-social), no se puede descartar por improbable el pasaje
sin retorno de los primeros dos (productores y/o consumidores) al tercer estatuto
(excluidos).
¿Cuál ciencia?
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entre los sujetos mediante la concordancia de las operaciones sobre los objetos de la
experiencia humana.
La objetividad como sinónimo de lo cuantificable es el rasgo característico del
denominado "paradigma positivista". El positivismo en ciencias sociales se desarrolló como
una expresión filosófica de los procedimientos y concepciones de las ciencias naturales
aplicados a la realidad social. En la actualidad, en el campo de las ciencias sociales, además
de la existencia dominante de un neopositivismo, tiene fuerte presencia otra concepción
epistemológica denominada postmoderna, según la cual la realidad es una construcción
lingüística, meramente discursiva, no hay nada fuera del texto, ni siquiera el sujeto, quien
sólo consiste en ser un efecto del discurso.
Bajo esta concepción posmoderna, se concibe al científico y a su producción
ineludiblemente situados en determinadas coordenadas históricas y socio políticas; y se
sostiene que toda práctica social es una forma de acción, una intervención que comporta
orientación ideológica, es decir, que opera ya sea para legitimar o estabilizar el orden
establecido, o bien, para transformarlo.
Desde allí, escuchar e intervenir sobre las problemáticas psicosociales
planteadas implica la exigencia de un explícito posicionamiento subjetivo ético y de una
política que debiera ser la del síntoma.
Transdisciplina
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regresivo que retrotrae los cuidados a la sola asistencia de la enfermedad, privilegiando la
atención de consultorio y especialmente la indicación psicofarmacológica.
Desde este campo se sostiene que la salud constituye un valor social y un bien
público, un fenómeno producto de la construcción socio-histórica y cultural; y que los
problemas de salud-enfermedad son inherentes a las condiciones concretas de existencia y
de reproducción social. Desde esta perspectiva, la salud (individual y colectiva) constituye
un valor.
Resulta necesario entonces formar trabajadores de la salud que puedan dar
cuenta de los fundamentos epistemológicos de una perspectiva con la capacidad suficiente
para sintetizar la comprensión de las distintas dimensiones ontológicas en juego en toda
problemática de salud. Ello implica no solamente negar el universalismo naturalista del
saber médico, sino también el desafío de superar las concepciones positivistas y
reduccionistas de una epidemiología atada aún a la salud y a la enfermedad como hechos
biológicos. Asimismo se debe superar el despliegue de la pluralidad interdisciplinaria de
saberes y abordar la salud como objeto complejo.
Introducción.
Nos interrogamos no por un "ser" del grupo, sino por cómo y con cuáles
técnicas y teorías se está sosteniendo una coordinación del grupo. Tomaremos algunos
modelos con los que se ha ido construyendo el conocimiento sobre los pequeños grupos.
Modelos que podemos considerar fundantes, en su momento de producción histórica, en
cuanto enunciaron una nueva perspectiva.
Nuestro recorrido se apoyará en dos líneas de trabajo:
- la que se inscribe en el plano académico científico.
- La que se produce tomando al grupo como campo de investigación e
intervención.
Polémica realismo-nominalismo.
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El discurso fundante de las ciencias sociales se centra en el interés por pensar la
relación entre Individuo y Sociedad con una lógica de la diferencia. Esto quiere decir que la
diferencia se presenta como una relación de oposición entre dos posturas que se ubican
antagónicamente. Esta forma de pensar con una lógica binaria es característica del
pensamiento positivista occidental. Las diferencias se marcan de forma tal que se produce
un efecto de orden jerárquico, constituyéndose uno de los polos en hegemonía respecto del
otro, por lo cual las dos categorías asumen un carácter de exclusión recíproca. Las escuelas
que desarrollan el tema se fundan así en esta antinomia, creando las categorías de Individuo
y Sociedad como entidades separadas y cerradas.
Las tesis básicas se expresaron del siguiente modo:
- sólo el individuo es real, y el grupo es una suma de individuos sin ninguna
especificidad (nominalismo).
- La sociedad es lo real, y el individuo aislado constituye una abstracción
(realismo).
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- El individuo se realiza en el lazo social, pues fuera de grupo sólo cuenta con
potencialidades amorfas, es una abstracción.
- En el grupo surgen fenómenos que tienen sus propias leyes, irreductibles a
la psicología de los integrantes.
- La noción de institución, entendida también como hecho social, es un
referente privilegiado y pasa a ser sinónimo de regulación social. Ella
encarna las normas, las que son impuestas coercitivamente, sin tener en
cuenta los deseos de los sujetos sociales.
Se afirma así que existe una interiorización de representaciones colectivas, que
se encuentran fuera del individuo y que llegan a su mente bajo esta forma de normas. Con
esta noción se intenta explicar cómo muchos acontecimientos colectivos se desarrollan y
mantienen a menudo sin relación con las intenciones de los individuos, pero con este tipo
de nominación se termina atribuyendo intencionalidad al grupo.
Es interesante señalar, de todos modos, el valor que esta escuela tiene, en
cuanto ha enunciado cómo la interiorización de lo social constituye la subjetividad humana.
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Podemos articular los conceptos de persona, espíritu y conciencia de sí como
procesos que se precipitan, uno en articulación con los otros, en la emergencia del lenguaje.
Mead propone una génesis de la construcción de la persona y del lenguaje.
El primer organizador del lenguaje son los gestos, que son símbolos en la
medida que anticipan algo que no está, significan etapas ulteriores de la conducta. El
lenguaje está ya ahí, presupone una sociedad que ha creado sus significaciones y una puesta
en actividad de ciertas capacidades fisiológicas en el individuo. Las significaciones por
ende no son subjetivas, ni privadas, ni mentales, sino están objetivamente en la situación
social. Gracias al símbolo se puede adoptar el papel del otro para la regulación de la propia
conducta.
El espíritu es la internalización de ese proceso desde el gesto al símbolo
significante en la conducta del individuo. La persona adviene a través de comprender y
adoptar las actitudes de otros hacia sí, en su propia actividad social, pues la sociedad no se
internaliza en abstracto, sino en la adopción de los papeles concretos que el grupo le ofrece.
Entonces es imposible concebir una persona surgida fuera de la experiencia
social, y las pertenencias y referencias a los grupos sociales regularán permanentemente su
identidad personal. En la persona Mead distingue dos aspectos: el mí, que representa la
adopción de las actitudes de los otros, y el yo, en cuanto asume una conducta de reacción a
las actitudes de los otros. El yo reacciona ante el mí, en él está la libertad, la iniciativa, la
invención. El mí es en cierto sentido un sensor, el control social interiorizado.
En este modelo las nociones de individuo y sociedad no se enuncian como
pares antagónicos, sino que se encuentra la mediación a través del lugar que se le asigna al
surgimiento del lenguaje de la experiencia social, como organizador abundante, y a las
prácticas socializadoras en el grupo social.
Así este autor realiza un intento sistemático de comprender cómo la
subjetividad es producida por y en la cultura.
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valores para producir cambio social, determinaron la aparición de una nueva disciplina: la
psicología social. Esta se va a ocupar del individuo en sus situaciones vinculares directas.
La pertenencia a un grupo produce nuevas formas de organización, nuevas
normas, nuevas motivaciones que se alejan de las formales con que se iniciaron. Comienza
a vislumbrarse una idea del grupo asociada a que un conjunto de personas en intercambio
informal afectivo produce un plus, algo más que la sumatoria de las interacciones de sus
integrantes. Este plus se visualiza en el mayor o menor rendimiento el grupo puede dar. Es
a partir de aquí se recorta la psicosociología centrada en el análisis e intervención en los
grupos de trabajo.
Dinámica de grupos.
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Infirió que las decisiones tomadas en un grupo permiten cambiar actitudes con
mayor rapidez que las que se toman en forma individual, convirtiéndose la pertenencia al
grupo en un operador que permita vencer las resistencias al cambio.
En Argentina, los aportes de Lewin serán retomados por los psicoanalistas
Enrique Pichon-Rivière y José Bleger, dando origen el primero, en convergencia con otros
articuladores teóricos, a su teoría de los grupos operativos.
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Los criterios transdisciplinarios se sustentan a partir de una elucidación crítica
de este tipo de totalizaciones, buscando nuevas formas de articular lo uno y lo múltiple. En
su propuesta de contactos y locales y no globales focalizan un "tema” que es atravesado por
diferentes saberes disciplinarios; sin embargo no pretenden unificarlos en una unidad
globalizante. Más que una búsqueda de universales, indaga matrices generativas, problemas
en relación a los cuales los atravesamientos disciplinarios puedan dar cuenta de las
múltiples implicancias del tema en cuestión.
Este movimiento que propone el atravesamiento de diferentes áreas de saberes,
sostiene varias y complejas implicancias. En primer lugar, cuando cierta región de una
disciplina se transversaliza con otros saberes, pone en crisis muchas de sus zonas de
máxima evidencia. En segundo lugar, exige la constitución de redes de epistemología
crítica, para evitar cualquier tipo de patch-works teóricos (emparchados). En tercer lugar, y
ya en el plano de la práctica, vuelve necesaria otra forma de constitución de los equipos de
trabajo; si no hay disciplinas "reinas" tampoco habrá profesiones hegemónicas.
Se ha propuesto pensar entonces los grupos más como campos de
problemáticas y como campos intermediarios entre lo individual y lo social. De tal manera,
una eventual teoría de los grupos tendrá que bascular permanentemente en un doble
movimiento, investigando en la especificidad de lo que en un grupo acontece y trabajando
el entramado de tal especificidad en inscripciones más abarcativas.
En cada acontecimiento grupal operan todas las inscripciones transversalmente,
aunque obviamente no todas se vuelven evidentes pero siempre están allí, altamente
eficaces, altamente productivas. La noción de atravesamiento se ofrece como una
herramienta válida en el desdibujamiento de los grupos islas, como también para repensar
lo singular y lo colectivo por fuera de la tradicional antinomia individuo-sociedad.
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base estructural de los más diversos lazos sociales; pero los agrupamientos tienen la
particularidad de producirse entre un número innumerable de personas. Los enlaces
identificatorios presentes en todo fenómeno colectivo adquieren características propias.
El carácter innumerable de grupo introduce peculiaridades de los procesos
identificatorios, en tanto los cuerpos de los otros se hacen discernibles. Algo hace nudo. La
distribución circular del dispositivo opera efectos más allá de lo espacial, permitiendo
intercambios entre los integrantes; todos están expuestos a la visión de los otros y pueden, a
su vez, ver a todos y a cada otro. Esta situación particular genera condiciones de "miradas",
mirada que se desliza entre las tensiones del reconocimiento o el desconocimiento, de la
amenaza o el sostén; juegos de mirada que desencadenarán resonancias fantasmáticas y
harán posibles, o no, procesos identificatorios y transferenciales. Esta característica de los
procesos identificatorios establece las condiciones para la organización de redes
identificatorias y transferenciales. Tal peculiaridad identificatoria en red hace del pequeño
grupo un nudo. Este nudo se constituye en las alternancias de enlaces y desenlaces de
subjetividades.
El grupo genera retos singulares e inéditos, despliega la producción de sus
formaciones, la generación de multiplicidades imaginadas e imaginarias, invenciones
simbólicas y fantasmáticas. Un grupo inventa sus formaciones, inventa las formas o figuras
de sus significaciones imaginarias; es decir, cada grupo construye sus ilusiones, mitos y
utopías, construcciones que son únicas e irrepetibles de cada grupo y al mismo tiempo sólo
son posibles en su inscripción histórico-institucional. Son aquellas significaciones
imaginarias que un pequeño colectivo produce como sostén de sus prácticas. Ese "algo
común" que los grupos producen son las formaciones grupales.
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El coordinador general de la operación desarrolló el significado de la
experiencia, dando algunos temas que fueron elaborados posteriormente en los grupos. Se
contaban con profesores, estudiantes universitarios, así como autodidactas como artistas,
deportistas y público en general. Se eligieron nueve miembros por grupo. Los mismos
fueron conducidos por un coordinador, contando cada uno con la presencia de uno o dos
observadores.
El coordinador actuaba como orientador, favoreciendo la comunicación
intragrupal y tratando de evitar la discusión frontal. El observador registraba todo lo que
acontecía en el grupo a través de un enfoque panorámico.
Luego de esta experiencia, se reunió el material trabajado por los grupos y se
creó una situación espejo, en la que los miembros se "reconocen" como individuos
separados y con integrantes de los grupos, a través de los diferentes temas emergentes.
Esta didáctica que promueve Pichon-Rivière es interdisciplinaria, acumulativa,
interdepartamental y de enseñanza orientada. La didáctica interdisciplinaria se basa en la
preexistencia en cada uno de nosotros de un esquema referencial (conjunto de experiencia,
conocimientos y afectos con los que el individuo piensa y hace) y que requiere unidad a
través del trabajo en grupo, promoviendo la vez, en ese grupo o comunidad, un esquema
referencial operativo sustentado en el común denominador de los esquemas previos.
En esta didáctica se cumplen funciones de educar, despertar interés, instruir y
transmitir conocimientos, pero por medio de una técnica que redunda en economía del
trabajo de aprendizaje.
Los grupos de discusión y tarea son puestos en funcionamiento por un
coordinador, cuya finalidad es lograr una comunicación dentro del grupo que se mantenga
activa, es decir, creadora. Surge así la necesidad de trabajar en grupos formados por
integrantes de diversas especialidades que competen al problema que se va estudiar. Su
método consiste, entre otras cosas, en observar los elementos comunes a cierto tipo de
problemas y analizar las posibles soluciones.
En estas técnicas grupales, la función del coordinador consiste esencialmente en
crear, mantener y fomentar la comunicación, llegando ésta, a través de un desarrollo
progresivo, a tomar la forma de una espiral, en la cual coinciden didáctica, aprendizaje,
comunicación y operatividad.
24
Los grupos pueden ser más o menos heterogéneos o más o menos homogéneos;
la experiencia señala la utilidad de los grupos heterogéneos en tareas concretas, donde
frente a una máxima heterogeneidad de los componentes se puede lograr la máxima
homogeneidad en la tarea. Además, el pensamiento que funciona en el grupo va desde el
pensar vulgar o común un hacia el pensamiento científico. Es tarea importante del
coordinador señalar un punto de partida falso, como es el de comenzar trabajando con un
pensamiento científico no elaborado.
La indagación de actitudes colectivas, formas de reacción más o menos fijas,
prejuicios, etc., aparecen como emergentes principales. El aprender a pensar constituye la
actividad libre del grupo, donde no deben regir exclusiones sino situaciones de
complementariedad dialéctica (síntesis).
El análisis de las ideologías es una tarea implícita en el análisis de las actitudes
y del esquema conceptual, referencial y operativo (ECRO). Las ideologías son sistemas de
ideas y connotaciones que los hombres disponen para orientar mejor su acción. Son
pensamientos más o menos conscientes o inconscientes con gran carga emocional,
considerados por sus portadores como resultado de un puro raciocinio. En general,
coexisten varias ideologías de signo contrario, determinando diferentes grados de
ambigüedad.
Esta ambigüedad se manifiesta en forma de contradicción. Por eso el grupo
debe configurar un esquema conceptual, referencial y operativo de carácter dialéctico,
donde las contradicciones principales referidas al campo de trabajo deben ser resueltas
durante la tarea misma del grupo. Todo acto de conocimiento enriquece el sistema
conceptual, que se alimenta y mantiene flexible o plástico.
Al funcionar dichas ideologías de una manera más o menos inconsciente, se
constituyen en barreras que impiden la irrupción de nuevas soluciones en forma de
emergentes con características de descubrimientos o invenciones.
Cuando un grupo cambia su actitud hacia otros, el grupo puede tomar como
marco de referencia para comparar sus propias situaciones internas a dichos grupos; el
extragrupo actuó entonces en relación con el primero, como grupo de referencia. Las
semejanzas resultantes tienen por base complicados procesos de identificación. El
individuo o el grupo expresan tanto en la manera de formular sus problemas como del
25
contenido mismo del discurso. Podemos decir que la comunicación es un contexto que
incluye un mundo de señales y todos aquellos que se intercomunican saben codificar y
decodificar de la misma manera. Podemos así también definir el ECRO en términos de
comunicación e información, ya que la comunicación grupal es posible por la existencia de
ese esquema conceptual de carácter grupal.
En conclusión, la actividad está centrada en la movilización de estructuras
estereotipadas, dificultades de aprendizaje y comunicación, debido al monto de ansiedad
que despierta todo cambio. Los roles tienden a ser fijos en el comienzo, hasta que se
configura la situación de liderazgos funcionales, es decir, liderazgos operativos que se hace
más eficaces en cada "aquí y ahora" de la tarea. Los grupos pueden ser verticales,
horizontales, homogéneos o heterogéneos, pero en todos se observa una diferenciación
progresiva en la medida en que aumenta la homogeneidad en la tarea.
El coordinador, con su técnica, favorece el vínculo entre el grupo y el campo de
su tarea, en una situación triangular. El vínculo transferencial debe ser comprendido
siempre en este último contexto.
Dispositivo
26
soportada por la escucha, se compone de consignas, señalamientos e interpretación. Los
integrantes pueden cumplir el rol de función y de sujeto. El rol en la construcción efectiva
con la que el sujeto se manifiesta como consecuencia de su trama vincular. Es el lugar en el
grupo de los integrantes, es la consecuencia imaginaria de intersubjetividad. El sujeto es el
soporte real, subjetivo, se manifiesta en el rol.
La producción es la consecuencia de lo que circula, como tramo discursivo que
constituye la observable. Este último es un componente significante portador de la
producción, construido y emergente del acontecer grupal.
Grupos.
27
Por otra parte, en el acontecimiento grupal operan múltiples inscripciones
transversales: resonancias fantasmáticas, procesos identificatorias, producciones
lingüísticas, etc., que generan distintas inscripciones de sentido, las que, interpretadas,
muestran aspectos de la realidad subjetiva.
Lo intersubjetivo, estructurante de las relaciones sociales, instala, en tanto
proceso de socialización, sus componentes específicos (normas, leyes, propiedades, etc.).
Grupos de discusión.
28
el diseño del proceso serán componentes ineludibles los aspectos referidos al encuadre,
estrategia del equipo y variables significativas.
- Constitución: el proceso de constitución de los grupos es una fase de campo
que abarca la convocatoria a los integrantes, conforme a los criterios definidos en el diseño.
Incluye la selección a través de los recursos previstos tales como entrevistas, encuestas o
encuentros previos.
- Proceso: implica definir todos los aspectos ligados al funcionamiento de los
grupos. Comprende su cantidad, frecuencia de encuentros, modalidad de intervención, etc.
Se precisan las consignas y la formación básica de manera clara y suficiente.
- Análisis: el contexto general está basado en describir el campo fenoménico
según dos órdenes generales: el sujeto y la sociedad. Dentro de la dimensión subjetiva se
incluyen aspectos afectivos, representaciones del mundo personal y social y
manifestaciones referidas al hacer como posibilidad de modificación.
29
sujeto. Es una política de las praxis, lo que implica una política de lo real que a su vez es
una política del síntoma, ya que él es definido como el lugar donde se aloja el núcleo de
verdad humana subjetiva y social.
La psicología social remite así a la articulación radical de lo psíquico con lo
social, y ello nos convoca a la concepción del sujeto -que no puede ser pensada sin una
referencia a la teoría social.
Partiendo de lo más genérico y universal, en el plano epistemológico, tenemos a
la sociedad. Allí es donde se despliegan las claves para definir lo social: las relaciones
sociales. El componente esencial de las relaciones sociales es el "individuo". Esto exige
referirnos a la categoría que lo explica, es decir el sujeto, y en él identificamos su
naturaleza más específica: lo psíquico.
30
Dispositivo Lenguaje Discurso
31
Lo social implica una relación de al menos dos integrantes. Ese "al menos dos”
conlleva a un tercer componente que es la estructura, la relación: la ley que ordena y
determina. Por lo tanto, lo que "uno" y "otro" es, no es lo que es en sí mismo sino que
dependerá de esa relación que determina lugares, no importa quién los ocupe. Resulta como
consecuencia de esta relación un proceso de producción que genera un nuevo lugar, un
producto.
En el escenario de lo universal, la sociedad se forma así: hay una persona P1 y
otra persona P2, está lo jurídico y está lo que sería el soporte fundamental de la dinámica
del funcionamiento de la sociedad, que es la relación de propiedad, mercancía, dinero o
producto. La sociedad, en última instancia, es esta estructura (sin importar cuál sea el
producto).
Por lo tanto, el dispositivo desde lo social deberá tener lugares y cada lugar
prescribirá una función, porque el lugar determina lo que uno va a hacer ahí, y el sujeto que
se sitúa ahí es posición y elemento, en este caso sujeto.
Sujeto.
Entre uno y otro está la relación social que es la que produce síntoma. El
síntoma aparecerá en el grupo como fenómeno psíquico, es decir aquello que tiene que ver
con el sujeto en sus tres dimensiones (deseante, cognoscente y productor) y cuyas pistas
para identificarlo serán las formas en que se expresa en el discurso de manera
contradictoria: el fallido, el engaño, el error. Eso, al ser atrapado, llama a un sentido y es lo
que hace signo ante lo cual el psicólogo puede intervenir.
Los observables.
32
El discurso será el escenario material de aquello que haga signo. El signo no es
cualquier segmento del discurso sino aquello que el grupo construye, es algo nuevo y lo
construye para que alguien los escuche.
El sujeto, en tanto del lado individual como social, es acto creador, sólo se
atrapa al sujeto cuando crea. El sujeto como tal nunca está dado, y lo que lo define es su
capacidad de crear, reproducir, o sea que atrapamos su producto objetivado, con lo cual ya
no es más él. A lo sumo se puede encontrar una huella que es signo, representa algo para
alguien. La primera actividad para tapar un signo es recortarlo, ubicarlo en tiempo y
espacio, y reconocer que la naturaleza del fenómeno es psíquica y social.
El signo tiene ciertas pistas y son las tres dimensiones del sujeto mencionadas.
El sujeto en su dimensión deseante nos confronta con el deseo, en la cognoscente con el
concepto y en la productora con el trabajo.
La cuestión del deseo nos reenvía a la problemática del goce y del amor. El
deseo tiene la condición de ser inconsciente y testimonia cierta falla estructural, cierta falta
constitutiva, una cierta ruptura de un cierto orden para ingresar al mundo de la cultura, que
implica una cierta renuncia (la madre) y allí el amor intenta restituir una cierta
imposibilidad constitutiva del deseo.
Desde el psicoanálisis entendemos que el ser humano viene al mundo a partir
de una renuncia, de una falta, de una carencia que se produce en este momento inicial
donde él, a partir de la madre que es tal porque cumple la función, se introduce al mundo de
la cultura; pero su posibilidad para hacer su propio camino es renunciando a ese objeto
primero (la madre tanto para el hombre como para la mujer) para que luego se inscriba en
el intercambio del deseo que define a la vida del ser humano.
Por el lado del sujeto cognoscente, reina el concepto; la cuestión está más
ligada al pensar, a la razón, al saber. Sabemos que el saber es inconsciente y social por lo
que el aprendizaje se torna complejo.
Del lado del sujeto productor, el trabajo está allí, está la producción, la
propiedad y la problemática ético-política.
Por todo esto debemos volver a los escenarios efectivos en lo que se juega el
drama del humano: en la sociedad (y allí el proceso productivo) y el de los afectos (con el
amor).
33
La clave para develar el secreto según Marx, está en la forma de intercambio
(que en la sociedad capitalista es la mercancía) y no en su contenido. En un grupo el signo
va a estar en la forma, el contenido sólo muestra apariencia y nos hace guiar por nuestras
ideas, formas de pensar, prejuicios, etc.; lo que hay que ver es la forma para reconocer un
signo psicosocial. La pista que señala la presencia de un signo que devela el sujeto (carácter
de observable) va a ser la presencia de la pura forma. En el discurso del escenario grupal
habrá que identificar dónde aparece la forma de lo que se busca.
Cuando hablamos va a aparecer junto con el discurso de la comunicación un
plus, una demanda que va más allá del contenido y que aparece en la forma. Eso que surge,
que no es del contenido compartido será una producción del grupo donde hace signo el
sujeto. Por ejemplo, cuando el bebé pide comida no sólo pide eso sino también pide afecto,
entonces toda demanda va a ser una demanda de aquello que necesita y una demanda de
amor.
En el pequeño grupo, cuando los integrantes se entrelazan en discurso habrá
una demanda que se filtra en la forma y cuando aparece la demanda aparece lo que soy; ese
el fenómeno psicosocial. El grupo produce para que signo sea escuchado por Otro; alguien
encarnará ese el lugar en el equipo, caso contrario no habrá producción.
El fenómeno a atrapar es de naturaleza lingüística y normativa. El lenguaje no
es el sujeto. Tenemos lenguaje (existencia abstracta) y tenemos discurso (existencia
efectiva), y entre uno y otro pasó del sujeto, dejó una marca que es testimonio de que no
está el sujeto y sólo otro sujeto puede leer esa marca, y porque puede leer esa marca se da
cuenta de que allí puede producir un sujeto.
El sujeto produce para el Otro, independientemente de su voluntad, en forma
inconsciente como efecto de estructura, que impone su ley. Inconsciente en su estructura,
imperativo en su forma. Y sólo quien ocupa ese lugar podrá escuchar.
Y el lugar ya está, es la ley, es el que la institución (social) impone, el lugar del
equipo, el del coordinador, o quien ocupe ese lugar. Ese coordinador podrá situarse en el
lugar del Otro, pero no de cualquier manera, ello impone condiciones. El coordinador
cumplirá sus funciones si ocupa un lugar que se le impone por efecto de estructura, para
ello deberá dejar en suspenso su condición subjetiva consciente, en la dirección de las tres
dimensiones y prestándose a ser usado por el grupo, a ser hablado por él.
34
La voz y la mirada.
La voz y la mirada son dos sentidos esenciales y dos sentidos humanos. Al ser
sentidos sociales se juegan en relación con la verdad. Para hacer una primera aproximación
a la voz y a la mirada vamos a valernos del escenario grupal: la apariencia es de una
relación de Uno y Otro, es decir de al menos dos, donde aparentemente es entre un sujeto y
otro sujeto pero en cuanto el sujeto aparece, el otro es un objeto (para uno). Esta relación
reenvía al Otro en una dirección que es el lenguaje y en otra que es lo social.
La voz, que no es el mismo que la palabra, de un lado nos conecta con el grito y
del otro lado se hace llamar. Del lado de grito es como si viniera de lo real, de las entrañas
del ser, es aquello que permite a la pulsión materializarse. La voz es instrumento y en ese
sentido hará posible que le venga finalmente aquello que como pulsión invoca, convoca o
llama al Otro.
La voz vislumbra el campo del Otro, pero no está este Otro, porque éste no
contesta; si lo hace es porque ya hay significantes, hay llamadas, hay palabras y entonces
hay escucha. Sin ser conscientes, todos con la voz construimos ese espacio que a través del
significante se vuelve palabra que viene del lugar del Otro.
35
Contrariamente a la filosofía alemana (que desciende del cielo sobre la tierra)
aquí se asciende de la tierra al cielo. No se parte de lo que los hombres dicen, se
representan o imaginan, ni del hombre predicado, pensado, representado o imaginado para
llegar al hombre de carne y hueso sino que se parte de lo que hombre realmente es. No es la
conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia.
De la primera premisa se desprende que el primer hecho histórico es la
producción de los medios indispensable para la satisfacción de las necesidades; la
producción de la vida material misma. El hombre no es solo un animal social sino que es un
animal que solo puede individualizarse en la sociedad.
Segunda premisa: la satisfacción de esta primera necesidad conduce a
nuevas necesidades; la acción de satisfacción y la adquisición del instrumento necesario
para ello conduce a la creación de nuevas necesidades y esto es el segundo hecho histórico.
El tercer factor que interviene en el desarrollo histórico es el hecho de que los
hombres que renuevan diariamente su propia vida comienzan (al mismo tiempo) a crear a
otros hombres, a “procrear”; la familia constituye la primera relación social, más tarde, al
multiplicarse, se crean nuevas relaciones sociales.
El lenguaje es la conciencia práctica, la conciencia real, que existe también para
los otros hombres y que comienza a existir para mí mismo; así la conciencia nace como la
conciencia de la necesidad de los apremios del intercambio con los demás hombres. La
conciencia es un producto social y lo seguirá siendo.
Las ideas dominantes no son otra cosa que la expresión ideal de las relaciones
materiales dominantes, concebidas como ideas.
36
1) El valor de uso: la utilidad de un objeto lo convierte en valor de uso. Esta
utilidad está condicionada por las cualidades materiales de la mercancía y no puede existir
sin ellas. Lo que constituye un valor de uso es la materialidad de la mercancía. Cuando se
aprecia un valor de uso, se lo supone concretado en una cantidad. El valor de uso toma
cuerpo en el uso o consumo de los objetos. En esta sociedad el valor de uso es el soporte
material del valor de cambio.
2) El valor de cambio: a primera vista el valor de cambio aparece como la
relación cuantitativa, la cual varía constantemente con los lugares y los tiempos. Los
diversos valores de cambio de una misma mercancía expresan algo igual. El valor de
cambio es la expresión de un contenido diferenciable de él, es su “forma de manifestarse”.
Las propiedades materiales de las cosas solo interesan cuando las consideramos
como objetos útiles, como valores de uso. Lo que caracteriza la relación de cambio de las
mercancías es el hecho de hacer abstracción de sus valores de uso. Aquí el valor de uso vale
exactamente lo mismo que otro cualquiera.
Como valores de uso, las mercancías representan cualidades diferentes; como
valores de cambio, se distinguen por la cantidad. Si prescindimos del valor de uso las
mercancías conservan una cualidad: ser producto del trabajo. Al prescindir de aquel,
también prescindimos de los elementos materiales y de las formas que los convierten.
En estos objetos, en su producción, se ha invertido fuerza humana de trabajo, se
ha acumulado trabajo humano. Considerados como cristalización de esta sustancia social
común a todos ellos, esos objetos son verdaderos, verdaderas mercancías.
Los valores de cambio de las mercancías son reducidos a un algo común, el
cual toma cuerpo en la relación de cambio, o valor de cambio de la mercancía, es su valor.
Un valor de uso encierra un valor (que se mide por la cantidad de trabajo que encierra, y
esta se mide por el tiempo de duración y el tiempo de trabajo. Tiene su unidad de medida en
las diferentes fracciones de tiempo: días, horas) por ser materialización del trabajo humano
abstracto.
Tiempo de trabajo socialmente necesario: es aquel que se requiere para
producir un valor de uso, en las condiciones normales de producción y con el grado medio
de destreza e intensidad de trabajo que imperan en la sociedad. Lo que determina la
magnitud del valor de un objeto es la cantidad de trabajo socialmente necesario, o sea, el
37
tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción. Este cambia al cambiar la
capacidad productiva de trabajo, por lo cual la magnitud de valor de una mercancía varía.
La capacidad productiva del trabajo depende de ciertos factores: el grado medio
de destreza del obrero, el nivel de progreso de la ciencia y de sus aplicaciones, la
organización social del proceso de producción, el volumen y eficacia de los medios de
producción y las condiciones naturales.
Para producir mercancías, no basta producir valores de uso, sino producir
valores de uso para otros, valores de uso sociales. Para ser mercancía, el producto debe
pasar a manos de otro, consumidor, por medio del acto de cambio.
El trabajo expresado en el valor no presenta las mismas características que el
trabajo creador de valores de uso (doble carácter). Para crear un valor de uso se requiere de
una determinada clase de actividad productiva, la cual está determinada por su fin, modo de
operar objetos, medios y resultados. El trabajo cuya utilidad se materializa en el valor de
uso, se llama trabajo útil. El trabajo y el valor de uso están siempre asociados a su utilidad,
no pueden enfrentarse unos con otros como mercancías si no encierran también utilidades
cualitativamente diferentes. En su conjunto, difiriendo unos con otros, dan cuenta de la
división social del trabajo; condición de vida de producción de mercancías; condición de
vida del hombre interdependiente de todas las formas de sociedad.
Los valores de uso o las mercancías son combinaciones de la materia que
suministra la naturaleza y el trabajo. El trabajo humano es el empleo de la fuera de trabajo
que todo hombre posee en su organismo corpóreo. La capacidad productiva es siempre
capacidad productiva de trabajo útil, concreto. Si con relación al valor de uso el trabajo
representado por la mercancía solo interesa cualitativamente, con relación a la magnitud del
valor interesa solo en su aspecto cuantitativo. En el primero caso importa la clase y calidad
del trabajo, en el segundo caso importa su cantidad, su duración.
El trabajo es siempre despliegue de fuerza humana de trabajo. Considerado
como trabajo humano igual o abstracto, forma el valor de las mercancías. Pero
simultáneamente el trabajo es siempre, en otro aspecto, inversión de fuerza humana de
trabajo bajo una forma concreta encaminada a un fin, y considerada así como un trabajo
concreto, útil, produce valor de uso.
38
La mercancía encierra una doble significación. La de objetos útiles y la de
materializaciones de valor, su forma natural y su forma de valor; a su vez poseen una forma
común de valor: el dinero. El valor de uso de las cosas es independiente de sus cualidades
materiales, en cambio, su valor, es inherente a ellas.
El hombre realiza el valor de uso de las cosas sin cambio, relacionándose
directamente con ellas, mientras que el valor se realiza mediante el cambio, en su proceso
social.
En toda historia humana damos cuenta de la existencia de individuos humanos
vivientes. A su vez, se comprueba la organización corpórea de estos individuos y como
consecuencia, su comportamiento hacia el resto de la naturaleza. El modo como los
hombres producen sus medios de vida dependen de la naturaleza de sus medios de vida con
que se encuentran y que se trata de reproducir.
Este modo de producción es un determinado modo de la actividad de estos
individuos, determinado modo de manifestar su vida, un determinado modo de vida. Tal y
como los individuos manifiestan su vida, así son. Lo que son coincide tanto con lo que
producen como con el modo como producen. Lo que los individuos son depende de las
condiciones naturales de su producción.
Según Lacan, ningún otro sino Marx fue quien inventó la noción de síntoma.
Hay una homología fundamental entre el procedimiento de interpretación de Marx y el de
Freud. En ambos casos se trata de eludir la fascinación propiamente fetichista del
“contenido” supuestamente oculto tras la forma: el “secreto” a develar mediante el análisis
no es el contenido que oculta la forma (la forma de las mercancías, la forma de los sueños)
sino el secreto de esta forma. Así, la inteligencia teórica de la forma de los sueños no
consiste en penetrar del contenido manifiesto a su “núcleo oculto”, a los pensamientos
oníricos latentes. Sucede lo mismo con la mercancía: el problema real no es penetrar hasta
el “núcleo oculto” de la mercancía –la determinación del valor que tiene por cantidad de
39
trabajo consumido en la producción de la misma- sino explicar por qué el trabajo asumió la
forma del valor de una mercancía, por qué el trabajo puede afirmar su carácter social sólo
en la forma-mercancía de su producto.
Freud en su análisis de los sueños da un paso crucial en dirección a un enfoque
hermenéutico y concibe al sueño como un fenómeno significativo, como algo que transmite
un mensaje reprimido que se ha de descubrir mediante un procedimiento de interpretación.
Luego hay que deshacerse de la fascinación por este núcleo de significación, por el
significado “oculto” del sueño, es decir, por el contenido encubierto tras la forma del sueño,
y centrar la atención en esta forma, en el trabajo del sueño al que fueron sometidos los
pensamientos oníricos latentes.
El punto crucial es que se encuentra exactamente la misma articulación en dos
etapas en Marx, en su análisis del “secreto de la forma-mercancía”. Primero, ha de romper
la apariencia según la cual el valor de una mercancía depende del puro azar, de una
interacción accidental entre oferta y demanda por ejemplo. Se debe concebir el
“significado” oculto tras la forma-mercancía, la significación que esta forma “expresa”, se
debe penetrar en “el misterio” del valor de las mercancías. En segundo lugar, cabe
destacarse que la revelación del secreto no basta. La economía política clásica burguesa ya
ha descubierto el “misterio” de la forma-mercancía, pero su límite es que no es capaz de
abandonar esta fascinación por el misterio oculto tras la forma-mercancía, que lo que
captura su atención es el trabajo como la verdadera fuente de riqueza. La economía política
se interesa únicamente por los contenidos encubiertos tras la forma-mercancía, y esta es la
razón de que no pueda explicar el verdadero misterio, no hay misterio tras la forma, sino el
misterio de esta forma.
Es lo mismo que con el sueño: aún después de haber explicado su significado
oculto, su pensamiento latente, el sueño sigue siendo un fenómeno enigmático. Lo que no
se ha explicado todavía es simplemente su forma, el proceso mediante el cual el significado
oculto sea disfrazado de esta forma.
No basta con reducir la forma a la esencia, al núcleo oculto, hay que examinar
también el proceso mediante el cual el contenido encubierto asume esa forma. El carácter
enigmático que distingue a los productos del trabajo no bien asume la forma de mercancía
brota de esa forma misma.
40
El inconsciente de la forma mercancía.
41
El sujeto trascendental se enfrenta al inquietante hecho de que depende, en su
génesis formal misma, de un proceso de mundo interior, “patológico”. El dinero sufre los
efectos del uso; su consistencia material cambia con el tiempo, pero en la efectividad social
del mercado tratamos las monedas como si consistieran “en una sustancia inmutable”, una
sustancia sobre la que el tiempo no tiene poder.
Acabamos de tocar un problema que Marx no resolvió, el del carácter material
del dinero, el de esa otra consistencia “indestructible e inmutable” que persiste más allá de
la corrupción del cuerpo físico. El “cuerpo-dentro-del-cuerpo” indestructible siempre está
sustentado por la garantía de alguna autoridad simbólica. La autoridad que emite la moneda
garantiza su peso y pureza metálica de modo que si por el desgaste debido a la circulación
ha perdido peso, se suple por otra. La materia física de la moneda se ha convertido
visiblemente en mera portadora de su función social.
Tenemos aquí una de las definiciones posibles del inconsciente: la forma del
pensamiento cuyo status ontológico no es el del pensamiento. El orden simbólico es
precisamente ese orden formal que complementa y/o altera la relación dual de la realidad
fáctica “externa” y la experiencia “interna” subjetiva.
La efectividad social del proceso de intercambio es un tipo de realidad que sólo
es posible a condición de que los individuos que participan en él no sean conscientes de su
propia lógica; es decir, un tipo de realidad cuya misma consistencia ontológica implica un
cierto no-conocimiento de sus participantes; si llegáramos a saber demasiado esta realidad
se disolvería.
Esta es probablemente la dimensión fundamental de la “ideología”: la ideología
no es simplemente una “falsa conciencia”, una representación ilusoria de la realidad, es más
bien esta realidad a la que ya se ha de concebir como “ideológica”, es una realidad social
cuya existencia implica el no conocimiento de sus participantes en lo que se refiere a su
esencia. Hemos llegado finalmente a la dimensión del síntoma, porque una de sus posibles
definiciones también sería “una formación cuya consistencia implica un cierto no
conocimiento por parte de sujeto”: el sujeto puede “gozar su síntoma” sólo en la medida en
que su lógica se le escapa y la medida del éxito de la interpretación de esa lógica es
precisamente la disolución del síntoma.
42
El síntoma social.
Fetichismo de la mercancía.
43
Cuando Lacan atribuye el descubrimiento del síntoma a Marx, es más preciso:
él localiza este descubrimiento en el modo en que Marx concibió el pasaje del feudalismo
al capitalismo. Se han de buscar los orígenes de la noción de síntoma en Marx, en la
conexión que él fue el primero en establecer entre capitalismo y los viejos y buenos
tiempos, la época feudal.
El fetichismo de la mercancía es para los hombres la forma fantasmagórica de
una relación entre cosas, es sólo la relación social determinada existente entre aquellos. El
valor de una cierta mercancía asume la forma de una propiedad cuasi-natural de otra
mercancía-cosa, el dinero: decimos que el valor de una determinada mercancía es tal
cantidad de dinero. El rasgo esencial del fetichismo de la mercancía no consiste en el
famoso reemplazo de los hombres por cosas sino que consiste en un falso reconocimiento
con respecto a la relación entre una red estructurada y uno de sus elementos.
La mercancía A por ejemplo puede expresar su valor únicamente refiriéndose a
otra mercancía B, que así se convierte en su equivalente: en la relación de valor, la forma
natural de la mercancía B (su valor de uso, sus propiedades positivas) funciona como una
forma de valor de la mercancía A. El cuerpo de B se convierte para A en el espejo de su
valor.
El fetichismo de la mercancía acontece en las sociedades capitalistas, pero en el
capitalismo, las relaciones entre los hombres no están claramente “fetichizadas”; lo que hay
son relaciones entre gente “libre” y cada persona sigue su propio interés egoísta. La forma
predominante y determinante de las relaciones entre las personas no es la dominación y la
servidumbre, sino un contrato entre personas libres que son iguales ante los ojos de la ley.
En las sociedades en las que reina el fetichismo de la mercancía, las relaciones
entre los hombres están totalmente desfetichizadas, en tanto que en las sociedades en las
que hay fetichismo en las relaciones entre los hombres –sociedades precapitalistas- el
fetichismo de la mercancía no está desarrollado todavía porque es la producción “natural”,
y no la producción para el mercado, la que predomina.
Con el establecimiento de la sociedad burguesa, las relaciones de dominio y
servidumbre se reprimen; parece que lo que nos incumbe son sujetos libres cuyas relaciones
interpersonales están exentas de todo fetichismo; la verdad reprimida –la de la persistencia
del dominio y la servidumbre- surge en un síntoma que subvierte o perturba la apariencia
44
ideológica de igualdad, libertad y demás. Este síntoma, el punto de surgimiento de la
verdad acerca de las relaciones sociales, es precisamente las “relaciones sociales entre las
cosas”, en contraste con la sociedad feudal, en la que las relaciones sociales existentes entre
las personas en sus trabajos se ponen de manifiesto como sus propias relaciones personales
y no parecen disfrazadas de relaciones sociales entre las cosas, entre los productos del
trabajo. Las relaciones sociales existentes entre las personas aparecen disfrazadas de
relaciones sociales entre las cosas –tenemos aquí una definición precisa del síntoma
histérico, de la histeria de conversión propia del capitalismo.
45
Marx ubicará al síntoma a partir de su caracterización del pasaje del feudalismo
al capitalismo y estará en relación directa a la instauración de una estructura universal que
todo torna intercambiable y donde todo tiene destino al mercado.
La caracterización de ese elemento esencial, el dinero, medio universal,
posibilitador de todo intercambio, mostrará al mismo tiempo cómo de la mano de esa
universalización emerge una particular mercancía, la fuerza de trabajo; los obreros,
aquellos que producen, lo que produzcan no les pertenecerá, ellos no son propietarios,
deberán vender no su producto, sino su trabajo, su fuerza, ellos mismos se venden. Los
propietarios de los medios de producción no son los mismos que los que producen, y la
venta realiza una plusvalía cuya apropiación concretiza la expropiación.
La producción universal genera en su producto (la mercancía) un tipo particular
que mira su propia condición: la equivalencia universal no es equivalencia universal, allí se
genera un síntoma. Aquello que instaura el sistema, al mismo tiempo produce aquello que
le invalida.
El propio Marx nos lo muestra cuando desarrolló su concepción de fetichismo
de la mercancía. Somos libres respecto a los otros en lo ideal, pero se establece una
dependencia respecto de las cosas en lo real. Se conjuga así el proceso de identidad y al
mismo tiempo de alienación y con ello su correlato de enajenación. El fetichismo esconde
lo que sucede bajo la forma de las relaciones sociales entre cosas. El núcleo de verdad que
el síntoma muestra aparece disfrazado bajo las formas de relaciones libres. Se expresan
como problemas individuales los que son problemas sociales, se señalan, se indican
problemas entre objetos cuando en realidad son problemas entre sujetos.
La expansión de las fuerzas productivas alcanzaron su más alto desarrollo y,
con ello, las relaciones sociales que le corresponden han desplegado las consecuencias que
le son inherentes a toda relación de propiedad; las contradicciones no resueltas imponen su
propia condición que se expresan en conflictos que emergen en forma de síntoma,
denunciando lo que el propio sistema no resuelve.
Estas contradicciones irán, progresivamente, desnudando intereses de clases
diferentes, expresarán, de múltiples maneras, aquellos aspectos conflictivos. Los síntomas
sociales deberán ser escuchados y así emergerán también en forma de asistencia pública
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primero y asistencia social después, las primeras manifestaciones de un accionar del estado
que atienda los problemas sociales que el propio proceso genera.
Si sostenemos que los problemas sociales son inherentes al sistema, entonces
son sistemas del capitalismo. En este contexto se escribirá el surgimiento de la
caracterización del síntoma social en su sentido universal.
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consustancial a este concepto: psíquico, subjetivo y estructura. Y aparecerá en su “envoltura
formal” la marca de su verdad.
Conflicto que se descubre en su disfraz, donde se expresa aquello que insiste de
una u otra forma, tratando de hablar mal de su propia determinación. Lo que el sujeto dice
de sí mismo de manera consciente será encubrimiento de aquello que deben ser el plano de
la misma. El síntoma remitirá entonces a un saber más allá de la conciencia. Hay que
interrogarlo para desentrañar ese núcleo de verdad que porta sobre lo mismo que muestra.
El síntoma tendrá entonces para Freud contenido sexual.
Al igual que en Marx, el concepto de síntoma en Freud implica una analogía
estructural:
1) El carácter paradojal de su condición: denuncia lo que genera, subvierte su
propia determinación.
2) La remisión a un conflicto estructural: la funcionalidad se pone en cuestión,
algo no funciona.
3) Su doble determinación: tras su disfraz de contenido se esconde su forma, su
núcleo de verdad.
La Castración
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3- hay seres sin pene, la amenaza es real: descubre la falta de pene.
Representación de la pérdida de su propio pene y la amenaza de castración comienza a
surtir efectos. Desmentida.
4- la madre también esta castrada, emerge angustia: la angustia de castración
no es sentida efectivamente por el niño, es inconsciente.
Tiempo final: fin del complejo de castración y del complejo de Edipo. El niño
acepta las leyes de la interdicción y elige valorar su pene. Renuncia a la madre y reconoce
la ley paterna.
Afirmación de la identidad masculina. Crisis estructurante: porque lo capacitó
para asumir su falta y producir su propio límite.
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3- madre también castrada, resurgimiento del odio hacia la madre: madre
despreciada por no transmitirle el atributo fálico y no haberle ensenado a valorar su
verdadero cuerpo de mujer. Elige al padre como objeto de amor (según Lacan la privación
se define como la falta real de un objeto simbólico).
Tiempo final, tres salidas del complejo de castración, nacimiento del complejo
de Edipo. Puede adoptar tres actitudes, decisivas para el destino de la femineidad:
a) No envidia del pene: se niega a entrar en la virilidad con el varón.
b) Deseo de estar dorada del pene del hombre: algún día podrá poseer uno.
Deniega el hecho de su castración. El objetivo de su vida es el fantasma de ser un hombre a
pesar de todo. Complejo de masculinidad.
c) Deseo de tener un sustituto del pene: reconocimiento inmediato y definitivo
de la castración. Cambio de objeto de amor. Cambio de zona erógena. El deseo de un pene
se troca por el deseo de gozar de un pene en el coito. Cambio del objeto deseado, el pene
cede el lugar al hijo. El deseo de gozar de un pene en el coito se metaboliza en el deseo de
procrear un hijo.
COMPLEJO DE EDIPO: Femenino: formación secundaria.
Masculino: formación primaria.
50
El falo imaginario toma el estatuto de operador simbólico. El falo simbólico es
un objeto intercambiable: se entiende según diferentes acepciones; ante todo aquella que
designa al órgano masculino el valor de objeto separable del cuerpo, intercambiable con
otros objetos equivalentes (pene = heces = regalos =…). Ecuación simbólica constituida por
objetos diversos cuya función es mantener el deseo sexual del niño. El falo imaginario es
desplazado simbólicamente por un niño, por ejemplo.
FALO COMO PATRON SIMBOLICO: es la condición que garantiza la
existencia de una serie y que hace posible que objetos heterogéneos en la vida sean objetos
equivalentes en el orden del deseo humano. Todas las experiencias erógenas reproducirán el
mismo esquema que el de la experiencia de castración. También los objetos perdidos -seno,
heces- toman el valor de falo imaginario. Así el mismo falo imaginario deja de ser
imaginario, se excluye de la serie y se convierte en el “patrón simbólico” que posibilitara
que objetos cualesquiera sean sexualmente equivalentes, todos referidos a la castración.
Porque el falo es la huella del gran acontecimiento de la castración es que se
produce la aceptación de todo ser humano del límite impuesto al goce. El falo simbólico
iguala y recuerda que todo deseo es deseo sexual, un deseo tan insatisfecho como el deseo
incestuoso al cual el ser humano tuvo que renunciar.
Afirmar con Lacan que el falo es el significante del deseo implica recordar que
todas las experiencias erógenas de la vida infantil y adulta, todos los deseos humanos (oral,
anal, visual, etc.) estarán marcados por la experiencia crucial de haber tenido que renunciar
al goce de la madre y aceptar la insatisfacción del deseo. Las satisfacciones resultan
siempre insuficientes respecto del mito del goce incestuoso.
El significante fálico es el límite que separa el mundo de la sexualidad siempre
insatisfecha del mundo que se supone absoluto.
El falo es el significante de la ley (Lacan): la castración es definida
fundamentalmente por la separación madre-hijo. Es un corte producido por un acto que
secciona y disocia el vínculo imaginario y narcisista entre madre-hijo. La madre, en tanto
mujer, coloca al hijo en el lugar del falo imaginario y el niño se identifica con este lugar
para colmar el deseo materno. El deseo de la madre es tener el falo. El niño se aloja en la
parte faltante del deseo insatisfecho del triángulo materno. Así, se establece una relación
imaginaria entre una madre que cree tener el falo y un hijo que cree serlo. El acto castrador
51
recae en el vínculo madre-hijo. El padre es el agente de operación de este corte, quien
representa la ley de prohibición del incesto. Al recordar a la madre que no puede reintegrar
el hijo a su vientre y al niño que no puede poseer a su madre, el padre castra a la madre de
toda pretensión de tener el falo y castra al hijo de toda pretensión de ser el falo. La palabra
paterna que encarna la ley simbólica realiza una doble castración.
En Lacan, la castración recae más bien sobre el vínculo que sobre la persona;
apunta a un objeto, al falo imaginario, objeto deseado por la madre con el cual el niño se
identifica; es la operación simbólica de la palabra paterna; obra por la ley a la cual el padre
mismo como sujeto esta inexorablemente sometido. El agente de la castración es la
efectuación de esta ley impersonal, estructurada como lenguaje e inconsciente. Es
simbólica y su objeto imaginario. Es la ley que rompe la ilusión de todo ser humano de
creerse poseedor o identificarse con una omnipotencia imaginaria.
El mismo falo es, en tanto imaginario, el objeto al cual apunta la castración, y,
en tanto simbólico, el corte que opera la castración. El pene real, por estar investido, solo
existe como falo imaginario; a su vez este, por ser intercambiable, solo existe como falo
simbólico, y finalmente este, por ser significante del deseo, se confunde con la ley
separadora de la castración.
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demanda es producir una inversión. La demanda implica que uno recibe su propio mensaje
desde el otro.
Son dos las inversiones: el sujeto recibe su propio mensaje desde el otro y el
sujeto recibe su propio mensaje desde el otro en forma invertida. La necesidad, dice Lacan,
no es más del sujeto, es del otro. Esto es efecto de la presencia de la función significante;
dialéctica que no está causada por la prematuración del nacimiento sino por su
especificidad humana. Lo que se encuentra alienado, lo que deja de ser del sujeto y pasa a
ser del otro, constituye una “represión originaria”: por no poder articularse en la demanda
reaparece en retoño, en lo que en el hombre se presenta como deseo.
Represión originaria significa una pérdida sin retorno. Pero tiene un retoño: el
deseo. Si fuese “represión propiamente dicha” el retorno de la falta en la necesidad
retornaría como otra necesidad. La demanda no refiere a las satisfacciones que reclama, es
demanda de una presencia o de una ausencia, lo cual manifiesta la relación primordial con
la madre (frustración lógica de la demanda).
Aquí se produce la dialéctica hegeliana de “conservación con cambio” y
“cambio con conservación” (se anula pero se conserva). De la necesidad a la demanda hay
un punto de quiebre, algo se pierde, la particularidad del objeto. Lo que se pierde a nivel de
la especie se recupera a nivel del individuo, a nivel de lo simbólico, del deseo.
De la demanda al deseo hay algo que se recobra, se recupera.
Lacan plantea que es por la presencia del otro que esta particularidad se anula y
en su lugar el sujeto demanda prueba de amor (la presencia del otro). Por el efecto del
significante y su funcionamiento en la demanda se produce una perdida a nivel de las
necesidades. La demanda es incondicional respecto de la necesidad y el sujeto respecto del
otro.
- VIA LA DEMANDA → LA NECESIDAD SE TRANSFORMA
- VIA EL DESEO → LA NECESIDAD SE SUPERA
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Deseo: diferencia que resulta de demanda de amor y apetito de satisfacción.
Aquí encontramos el fenómeno de la escisión. Hay algo de la necesidad que no puede pasar
a la demanda; esto es el deseo (el resto), que posee dos propiedades: particularidad y
condición absoluta.
Para un sujeto en tanto deseante, el resto entre la necesidad y la demanda es
particular: eso es su forma de recuperar la particularidad abolida a nivel de la necesidad.
Todo lo que le sucede como sujeto deseante tendría la forma de la condición absoluta
respecto de la demanda.
Decir “estructura del sujeto intervalar” es igual que decir “sujeto del deseo”.
Aquello que de la necesidad no entra en la demanda es el objeto particular. El resto
articulado pero no articulable será el objeto, el objeto causa del deseo, abolido de la
necesidad por el atravesamiento de la demanda que siendo de más allá de ello.
54
Lacan localiza la función de la privación en la represión originaria. Entre los 2
y 3 años el niño comienza a reconocer que la lengua no es de la madre, que la madre no
entiende la lengua materna. La demanda anula la particularidad de todo lo que pueda ser
concedido, transmutándose en prueba de amor (es la presencia).
“Hay una necesidad (lógica) de que la particularidad abolida por la demanda
reaparezca más allá de la demanda”. Esta particularidad lógica es que lo que el significante
produjo como pérdida de la particularidad de la especie, reaparezca como particularidad del
sujeto.
El campo del deseo es una recuperación de lo que la demanda produce como
pérdida en el campo de la necesidad. Reaparece conservando la estructura que esconde lo
incondicionado de la demanda de amor. En definitiva, toda demanda es demanda de amor.
Jean Piaget es rara vez reconocido como el epistemólogo que introdujo las
concepciones más revolucionarias en la teoría del conocimiento. Tuvo la osadía de
desprender la epistemología del dominio de la filosofía especulativa, y de aplicarles los
mismos cánones de exigencia (para fundamentar y validar sus asertos) que los que rigen en
las disciplinas científicas de las cuales él provenía. Aduce que la investigación de la verdad
científica no agota la naturaleza del hombre. El hombre que piensa está siempre en la
búsqueda de una síntesis razonada entre sus creencias, los valores que sostiene y aquello
que conoce. Esta síntesis es una fe razonada, pero no un conocimiento; esto constituye lo
que ha sido el objeto de la filosofía.
El problema es cómo establecer la frontera que separa la verificación de la
especulación. Piaget aceptaba la especulación cuando se trataba de valores, pero su
mentalidad científica le exigía verificabilidad cuando se pretendía hablar de conocimiento.
Ese fue su punto de ruptura con la filosofía especulativa. Si la ciencia es la forma más
avanzada del conocimiento, no se puede especular acerca de ese conocimiento. Hay que
encontrar cómo se produce el conocimiento en la práctica cotidiana de la investigación
científica. No concebía el hecho de aceptar una teoría del conocimiento sin que la misma no
pudiera ser corroborada por la propia historia de cómo se desarrolló la ciencia.
55
Por su parte, el empirismo lógico no lo convencía ya que para Piaget carecía de
coherencia. Las concepciones empiristas ven en el aprendizaje de las conductas nuevas un
simple registro de índices. En este sentido, el empirismo nunca proveyó verificaciones
empíricas de sus propios principios. Desprender a la epistemología del dominio de la
filosofía especulativa y darle un carácter científico significaba para Piaget afirmar un
control metodológico verificable por otros. El empirismo sostenía que la fuente primera de
todo conocimiento está en los datos de la experiencia inmediata, en las sensaciones.
La epistemología que va a desarrollar Piaget se asentará en dos disciplinas que
le darán el sustento empírico: la psicología y la historia de la ciencia. Sin embargo, no era
la psicología que se encontraba en los cursos universitarios o en los textos de los psicólogos
de su tiempo donde Piaget podría encontrar respuesta a sus interrogantes epistemológicos.
Tampoco la historia de la ciencia como se la investigaba corrientemente (reducida a una
crónica erudita) proveía elementos verificadores de una teoría epistemológica. En ambos
campos había que formular nuevos tipos de preguntas y establecer nuevas formas de
investigación.
Cuando empieza a estudiar psicología, Piaget se interesa por la relación entre
los procesos biológicos y los cognoscitivos, el surgimiento del conocimiento en el niño, la
génesis de las relaciones lógicas y de las ideas de causalidad. De esas investigaciones
comenzó a surgir una nueva disciplina: la Psicología Genética. Esa producción le dio a
Piaget su renombre como psicólogo, más específicamente psicólogo de la inteligencia o
psicólogo del conocimiento.
Hay dos razones por las cuales un epistemólogo y filósofo de la ciencia como
Piaget dedicó la mayor parte de su tiempo a la psicología del niño. En primer lugar, los
minuciosos estudios (con técnicas propias de la Psicología Genética) llevados a cabo en
numerosos países y en poblaciones de muy diversas culturas, constituyen pruebas empíricas
que contradicen los principios que sostienen teorías de conocimiento tanto aprioristas como
empiristas. En segundo lugar, la epistemología piagetiana, que es la Epistemología
Genética, constituye una alternativa frente al apriorismo y al empirismo: el conocimiento
no es innato ni producto de algún tipo de intuiciones (a priori), pero tampoco es producto
de abstracciones y generalizaciones a partir de las impresiones sensoriales (empirismo). El
conocimiento se construye: no es un estado, sino un proceso.
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Si el conocimiento, tanto de un individuo “común” como del científico es
resultado de un proceso constructivo, no es posible asignarle un “punto de partida”
arbitrario. El estudio de este proceso debe necesariamente remontarse al comienzo mismo
de la vida del individuo.
Esto nos lleva a la segunda de las disciplinas que es sustento empírico de la
epistemología genética: la historia de la ciencia. Las dos funciones que cumplió la
psicología genética son las de ser verificadora de las aserciones de las diversas
epistemologías y proveer el material de estudios para elaborar una teoría de la construcción
del conocimiento. El desarrollo de los procesos cognoscitivos, desde que el niño gatea hasta
la cumbre de la ciencia, obedece a mecanismos constructivos comunes, independientemente
de la enorme disparidad de los contenidos.
- Acción: las acciones son del sujeto y las reacciones del objeto. Se utilizan para
construir estructuras que nos posibilitan adquisiciones de nociones que forman al
pensamiento conceptual, producto de un proceso de interiorización, acción interiorizada. El
pensamiento conceptual está en interacción con la acción. La acción es un elemento
mediador, construye al sujeto, organiza al medio y construye al objeto:
a- Acciones efectivas y reales (materiales), acciones g.
b- Acciones interiorizadas; adquisición de la función semiótica (Lenguaje),
capacidad de representación.
Las acciones aisladas e incoordinadas, producto de su repetición en el proceso
de adaptación al medio, se organizan y coordinan. Hasta llegar a los actos propiamente
inteligentes.
- Articulación entre génesis y estructura: continuidad entre lo vital y lo mental,
lo biológico y lo psicológico. Hay relaciones y continuidad; porque reconocen un
organismo que se adapta. La capacidad psíquica es una forma privilegiada de adaptación al
medio.
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Coordinación orgánica – organización nerviosa – coordinación de la acción –
conquista de la lógica y el pensamiento conceptual → Hay continuidad funcional y
discontinuidad estructural: a lo largo de todo el proceso, en la génesis habrá formaciones de
funciones (continuidad) pero estas se organizan de una manera determinada; y a estas
organizaciones especificas las llama estructuras (discontinuas) siendo las que caracterizan a
los momentos del desarrollo evolutivo. Las estructuras serán la necesidad de equilibrio
propia de la génesis. Una génesis en equilibrio es una estructura.
En el proceso de adaptación se pone en juego:
- Asimilación: interiorización del medio al organismo. El medio se vuelve
organismo por medio de la acción; del lado del sujeto.
- Acomodación: del lado del objeto; por la modificación que sufre el sujeto
respecto del medio.
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c) Ciencia: conocimiento valido científico y objetivo.
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estructuras. En relación a la acción, la recaracteriza. Acción humana: el hombre es capaz de
retener el instrumento y transformarlo en útil (diferente al animal). Esto útil será el
mediador entre lo humano y la naturaleza. Serán los medios de producción de los cuales se
vale el hombre en los procesos de adaptación al medio. Apropiarse de los medios de
producción entre los que hay instaladas las técnicas (relacionadas con la apropiación y la
propiedad de los medios). La propiedad de los medios reconoce un desarrollo que en las
comunidades primitivas proviene de una propiedad colectiva que continua con la propiedad
privada. La “relación de propiedad” es una relación jurídica y su desarrollo histórico
determinara las formas de organización social; de allí la organización estatal.
Este centro descentrado (Estado), operando, es que explica cómo se genera la
ciencia. En la sociedad moderna actual no es descentrándose de las técnicas como garantía
de objetividad, sino hacerse cargo de lo que encierra este proceso de desarrollo pero
incorporando la variable de la propiedad, la apropiación y la relación jurídica. Lo que
caracteriza la sociedad primitiva es el pensamiento mítico. El pensamiento científico surge
como una necesidad de legitimar la forma de organización jurídica por eso la ciencia es una
cuestión de estado.
Pensamiento científico (como matriz, estructurante, cohesión de lo social) es
diferente a pensamiento mítico en su génesis, donde se hace necesario como producto del
propio desarrollo social.
Con lo social, que se desarrolla con el despliegue de los medios de producción,
se hace necesario el surgimiento de una instancia que legitime y esta es la estructura
jurídico-política que permitirá la reproducción de esta forma de organización.
Digamos que es sociocéntrico pero con una trama oculta y engañosa. La
variable de apropiación está en la génesis de la humanidad; es una relación jurídica. No es
garantía de objetividad que haya apropiación.
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Tanto quienes han perdido su empleo como aquellos que no pueden conseguir
(desempleados primarios) o volver a tener un empleo (desocupados de larga duración), son
hombres que sufren. Sabemos que este proceso conduce a la enfermedad mental y física, o
las dos simultáneamente, y que éstas se producen a partir del ataque perpetrado contra las
bases mismas de la identidad.
Todo el mundo sabe también que el número de excluidos y las amenazas de
exclusión aumentan día a día. Por el contrario, no todo el mundo comparte el punto de vista
según el cual las víctimas del desempleo, la pobreza y la exclusión social serían también
víctimas de una injusticia. En otros términos, en muchos ciudadanos hay un clivaje entre
sufrimiento e injusticia. El sufrimiento suscita un movimiento de solidaridad y protesta sólo
en el caso que se establezca una asociación entre la percepción del sufrimiento del otro y la
convicción que dicho sufrimiento es causado por una injusticia.
La exclusión y la infelicidad infligidas al otro en nuestra sociedad actual, sin
movilización política alguna contra la injusticia, serían el resultado de una disociación entre
infelicidad e injusticia, bajo el efecto de la banalización del mal en el ejercicio de los actos
civiles ordinarios por quienes no son víctimas de la exclusión (o todavía no son).
La adhesión a la causa economicista, que agrava la infelicidad de la injusticia,
no tendría que ver con la simple resignación o la aceptación de la impotencia frente a un
proceso que nos supera, sino que funcionaría además como una defensa contra la
conciencia dolorosa de la propia complicidad, de la propia colaboración y de la propia
responsabilidad en el desarrollo de la infelicidad social.
Antes, cuando las luchas políticas y la movilización colectiva eran más intensas
y el espacio público más abierto que la fase histórica actual, este proceso de banalización
del mal resultaba menos accesible a la investigación.
Desde 1980, no fue solamente la tasa de desocupación lo que cambió, sino toda
la sociedad, que se habría transformado cualitativamente. Con esta formulación apuntamos
esencialmente a una evolución de las reacciones sociales frente al sufrimiento, la
infelicidad o la injusticia. Esta evolución se caracteriza por la atenuación de las reacciones
de indignación, cólera y movilización colectiva conducentes a una acción en favor de la
solidaridad y la justicia
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El trabajo entre sufrimiento y placer.
Debemos estudiar las relaciones entre sufrimiento y trabajo. Las primeras nos
remiten al sufrimiento de quienes no tienen un trabajo o empleo; las segundas al
sufrimiento de quienes siguen trabajando. La banalización del mal se basa precisamente en
el proceso de reforzamiento recíproco entre ambos.
Detrás de la vidriera está el sufrimiento de quienes trabajan. Detrás de las
vidrieras brillantes está finalmente el sufrimiento de quienes temen no poder satisfacer las
exigencias, no estar a la altura de las obligaciones de organización del trabajo: obligaciones
de tiempos, ritmo, formación, aprendizaje, etc.
El temor a la incompetencia.
Lo real se define como aquello que resiste a los conocimientos, los saberes, los
saberes-a ser y, globalmente, al control. Se da a conocer al sujeto por un desfasaje
irreductible entre la organización prescrita del trabajo y la organización real del trabajo. En
las situaciones comunes de trabajo es imposible cumplir con los objetivos de la tarea
respetando escrupulosamente las prescripciones, las consignas y los procedimientos.
A los trabajadores que están en estas situaciones muchas veces les resulta
imposible determinar si sus fracasos tienen que ver con una falta de competencia o con
anomalías del sistema técnico. Esta fuente de perplejidad constituye una causa de angustia
y sufrimiento que toma la forma del miedo a ser incompetente, al no poder estar a la altura
o ser incapaz de enfrentar correctamente situaciones inusuales o inesperadas, en las que esté
involucrada la responsabilidad.
Aunque el que trabaja sepa lo que debe hacer, no puede hacerlo porque se lo
impiden restricciones sociales del trabajo. Los colegas les ponen palos en la rueda. Es
obligación de hacer mal el trabajo, de tener que darlo por terminado o mentir es una fuente
importantísima y extremadamente frecuente de sufrimiento el trabajo.
62
A veces, los obstáculos de lo real pueden superarse. Otras, hay que capitular
ante los obstáculos que impiden la calidad del trabajo. El reconocimiento se presenta como
un elemento decisivo en la dinámica de movilización subjetiva de la inteligencia y la
personalidad del trabajo. Pero reconocimiento esperado por quien moviliza su subjetividad
en el trabajo pasa por formas extremadamente reguladas.
De ese reconocimiento depende el sentido del sufrimiento. Cuando se reconoce
la calidad de mi trabajo, lo que adquiere sentido son mis esfuerzos, mis angustias, mis
dudas, mis decepciones y mis desalientos.
El sujeto puede transferir ese reconocimiento del trabajo al registro de la
construcción de su identidad. Y ese momento se traduce afectivamente por un sentimiento
de alivio, de placer, de levedad del ser. Y el trabajo se inscribe así en la dinámica de la
autorrealización. La identidad constituye el armazón de la salud mental. No hay crisis
psicopatológica que no tenga en su centro una crisis de identidad.
Al no contar con los beneficios del reconocimiento de su trabajo, el sujeto se
enfrenta a un sufrimiento y nada más que a él. Sufrimiento absurdo que sólo genera
sufrimiento, dentro de un círculo vicioso, y que pronto será desestructurante, capaz de
desestabilizar la identidad. Por eso no hay neutralidad en el trabajo en relación con la salud
mental.
Sufrimiento y defensa.
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entre sufrimiento y la lucha (individual o colectiva) contra el sufrimiento en el trabajo. Y en
este caso la normalidad no implica la ausencia de sufrimiento. Al contrario, podemos
sostener un concepto de "normalidad en el sufrimiento", en que la normalidad aparece
como un resultado conquistado en la lucha contra la desestabilización psíquica provocada
por los requerimientos del trabajo. Y si es capaz de construir defensas contra este
sufrimiento, puede salvaguardar su equilibrio psíquico.
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Los vínculos sociales en el trabajo, o por el trabajo, no son neutros o
igualitarios; están atravesados por relaciones de desigualdad entre los sujetos, o más
exactamente por relaciones de dominación. El trabajo es una respuesta mayor de la
dominación: esta apuesta no es otra que la producción y apropiación de las riquezas.
Pero si el trabajo es ante todo una relación dominada, es también una relación
negociada, a partir del momento en que fue abolida la esclavitud y cuando no existe una
dictadura.
El trabajo subjetivo.
El trabajo intersubjetivo.
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golpe, el vínculo social. Es social porque esta relación con otro en el mundo del trabajo no
es semejante a la relación intersubjetiva en el registro de la vida erótica o de la vida
amorosa. La sublimación pasa por la desexualización de las pulsiones. Lo que yo espero del
otro en el campo de las relaciones de trabajo, no es amor, sino algo que merece ser
diferenciado.
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La apuesta de reconocimiento es una puerta a la salud mental, en la medida en
que mi identidad no lo sostengo solamente yo. La sostengo a través de la mirada del otro.
El reconocimiento en el campo erótico es el amor; el reconocimiento en el campo social es
el trabajo (mediador irremplazable).
En la psicodinámica del reconocimiento, el más importante de los servicios no
es el de utilidad, sino el juicio de belleza, el de los pares, el que confiere la pertenencia,
inclusive el reconocimiento de la originalidad.
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