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El crimen de Ituero de Huebra

Que dió lugar a la Copla:


“Por el monte cuatro galeotes van, al cura de Ituero a matar”

http://www.tierracharra.es
http://tierracharra.blogspot.com/2008/06/el-crimen-de-ituero-de-huebra-1897_16.html

EL CRIMEN DE ITUERO DE HUEBRA (1897)

Fue, junto con los de Cepeda y La Fuente de San Esteban, uno de los
tres famosos crímenes ocurridos todos ellos en la provincia de Salamanca
con muy poca diferencia de tiempo, en los años 1896 y 1897. Los tres se
juzgaron en la Audiencia provincial de Salamanca y los tres terminaron
con la misma condena, pena de muerte para los siete procesados en las
tres causas.

El que nos ocupa ocurrió en la noche del 20 al 21 de Febrero de 1897 en


la aldea de Ituero de Huebra, anejo perteneciente a la localidad de El
Cubo de Don Sancho. La aldea tenía escasa población, de hecho, en el
juicio se habla de cinco colonos con sus familias y los sirvientes. Durante
bastante tiempo la parroquia no tuvo cura que la atendiera. La petición de
los moradores de Ituero al Sr Obispo y el compromiso de abonarle ellos
mismos al sacerdote la mitad de los haberes (250 pesetas) y la otra mitad
el obispado hizo que fuese mandado a Ituero de Huebra un sacerdote de
avanzada edad -tenía en el momento de su muerte 70 años- llamado D.
Bonifacio Cabezas García, que estuvo en el puesto unos cinco años.
Según los habitantes de Ituero y la prensa de la época, Don Bonifacio
tenía “entre las múltiples rarezas” la de albergar en su casa a cuantos
pordioseros y mendigos se acercaban por aquellos contornos, lo cual
disgustaba profundamente a los vecinos del pueblo, que le habían
llamado la atención varias veces por dicho motivo.

La noche en cuestión, sábado 20 de Febrero, parece ser que hubo sermón


y se salió de la Iglesia a las nueve y media de la noche. Según la criada
del cura, que había entrado a su servicio escasamente quince días antes,
cenaron y se acostaron. El cura dormía en una alcoba de una sala que
cerraba con llave.

Cerca de medianoche, unos desconocidos intentan con una ganzúa abrir

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la puerta de la casa. No pueden por estar colocada la "tranca". Uno de
ellos entra entonces por una tronera que había en el tejado y abre la
puerta a los demás. Encienden un "velón" y se dirigen a la alcoba de don
Bonifacio. O esa noche no había cerrado la puerta con llave o alguien la
abrió –y ese es uno de los puntos no aclarados del crimen-. Mientras uno
de ellos se echa sobre él, tapándole la boca, los otros le sujetan pies y
brazos y ante la negativa del anciano a darles el dinero, terminan
asfixiándole. Esta es la tesis del fiscal.

Según se relata en el juicio, Don Bonifacio solía dormir en algunas


ocasiones vestido “con ropa de escaso valor”, -y uno de los abogados
defensores dice también que con una pistola cargada bajo la almohada,
que obviamente no le dio tiempo a utilizar-. Tras matarle, los ladrones
levantan una losa que había en el suelo bajo la cama y encuentran un
fardel con dinero. En este contexto se despierta la criada, que es reducida
por los asaltantes y atada con una soga.

Los ladrones revuelven otros baúles. Encuentran más dinero –la Guardia
Civil localizaría más tarde otras cinco mil pesetas que los ladrones no
descubrieron - y se llevan además entre otras cosas un par de pañuelos
de seda de la criada. Luego se van. María Juana, que así se llama la chica,
se desata de las ligaduras y sale a la puerta pidiendo auxilio, viendo aún a
los ladrones escapar por el camino del Cubo.

Ante el revuelo, acuden los vecinos. Según relatan éstos eran


aproximadamente las doce de la noche. Se acercan a la casa y encuentran
al sacerdote muerto en la cama, de espaldas a la entrada y vestido con
pantalones.

Se avisa al juez municipal de El Cubo, Don Juan Agustín Montero, que


instruye las primeras diligencias y manda dar parte al juez de instrucción
de Vitigudino. Eran las tres de la madrugada.

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Iglesia de Ituero de Huebra. En primer término podemos ver el camino
que llega desde El Cubo de Don Sancho

Como resultado de las primeras averiguaciones se realizan en los dos o


tres días siguientes al crimen varias detenciones. Las sospechas se
dirigen lógicamente hacia los mendigos que frecuentaban los contornos y
hacia la criada.

La noche del día 18 de Febrero, es decir dos días antes del crimen, habían
dormido en la cocina de la casa del cura, dos mujeres: Benigna Rodríguez
y Manuela Calvo. Según declararon ellas posteriormente, se marcharon al
día siguiente. El día 21 se encontraban en Villavieja donde tuvieron
conocimiento de la muerte del cura. El día 22 son detenidas en Encinasola
por la Guardia Civil. También es detenida y puesta a disposición del juez
de instrucción de Vitigudino y del fiscal de la Audiencia Provincial que se
había trasladado desde Salamanca, la criada María Juana, que había
entrado a servir con Don Bonifacio escasamente quince días antes. Era
también de Encinasola y fue a servir a casa del cura por consejo de
Benigna. En una primera declaración María Juana no inculpa a nadie en
concreto, pero en una posterior, y ante lo que le aconseja su padre –que
también estaba en el punto de mira de la Guardia Civil- empieza a contar
que los asaltantes eran cuatro hombres -a los vecinos de Ituero les dijo
que eran seis- , y que había reconocido a uno de ellos, un exnovio suyo
llamado Tomás Pereña, e hijo de Benigna. Precisamente Tomás había sido
el encargado de trasladar a la criada desde Encinasola a Ituero, cuando

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esta entró a servir, durmiendo en aquella ocasión en la casa de don
Bonifacio. En consecuencia, Tomás también fue detenido. Sus
antecedentes no le ayudaron. Había sido condenado con anterioridad por
hurto y acababa de salir de la cárcel merced a un indulto, pocos días
antes de San Blas, posiblemente como consecuencia de la onomástica del
Rey.

El martes día 23, la Guardia Civil detiene en Saldeana a Pedro Manso. Era
de oficio leñador y componedor de platos que acostumbraba a trabajar
por los pueblos del contorno y que pedía limosna cuando no tenía
trabajo. Había dormido en alguna ocasión en casa de don Bonifacio. Unos
días antes de la noche de autos había estado en Villavieja. Según su
relato, marchó luego a Bogajo, después a Yecla, regresando otra vez a
Bogajo y tras pasar por Campilduero entró en Cerralbo por la tarde del
día 20. Esa misma noche –la del homicidio- dice que durmió en la posada
de Cerralbo. Hay testigos –un barbero, el posadero, ..- que afirman
haberlo visto dicha noche y en la mañana del domingo día 21.

Los detenidos son trasladados a la cárcel de Vitigudino y desde allí


trasladados a Ituero de Huebra donde tiene lugar la reconstrucción de los
hechos y donde se produce la confesión “voluntaria” y espontánea –
desmentida luego en el juicio oral alegando maltrato y torturas por parte
de la Guardia Civil- de Tomás y Pedro, que incriminan además a Manuel
Sánchez –tío de Pedro- y Sebastián Sánchez –hijo del anterior- y que son
también detenidos días más tarde. El primero afirma haber estado la
noche de autos en Espadaña y el segundo en Muñoz. A éste tampoco le
ayudaron los antecedentes. Había sido procesado, aunque finalmente
absuelto, por un homicidio ocurrido en Yecla. Mas adelante, manifestarán
también “voluntariamente” su participación en los hechos. En el juicio, lo
mismo que los otros dos, alegan que la confesión se produjo debido a las
torturas por parte de la guardia civil y de los carceleros.

De resultas de todo esto, las tres mujeres, Benigna –madre de Tomás-,


Manuela y María Juana –la criada del cura- quedan en libertad y sin
cargos.

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Las banderas rojas indican el lugar donde los detenidos afirmaron
estar la noche del crimen. Tomás, por ejemplo, fue visto, según testigos,
a las diez de la noche en Encinasola. El crimen ocurrió a las doce. ¿Era
posible recorrer en aquellos tiempos esa distancia solamente en dos
horas?

El juicio se celebra en Salamanca, bajo una expectación tremenda. La


similitud del crimen con el cometido en Galisancho un par de años antes
(robo y muerte del párroco, cuatro personas procesadas, el fiscal pide la
pena de muerte para todos,…) hizo que las sesiones del juicio fuesen
muy concurridas.

Dio comienzo el día uno de Abril de 1898. Había prisa por acabar. Incluso
el 3 de Abril, domingo de Ramos, se celebraron sesiones de mañana y
tarde. Los abogados defensores piden un aplazamiento debido a que no
han podido comparecer más de cincuenta testigos de la defensa. No se
accede. Las sesiones continúan hasta el día 6, víspera del Jueves Santo. El
tribunal no se volverá a reunir hasta el jueves día 14. La noche del sábado
16 delibera el jurado –apenas dos horas- y se dicta sentencia. Era la
madrugada del domingo 17 de abril. Los periódicos de aquel tiempo,
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como por ejemplo “La Opinión”, recogen extensamente el desarrollo de
las diferentes sesiones.

Diario: “La Opinión de Salamanca”, 6 de abril de 1898. Primera página

En aquella época funcionaba en España el juicio mediante jurados. Para


este proceso se eligieron a doce hombres y dos suplentes que fueron los
encargados de determinar la culpabilidad o no de los cuatro procesados.
Hay que hacer constar que jurado en aquel tiempo no podía ser
cualquiera. El sistema de elección era bastante clasista. Según la ley
debían de reunir una serie de requisitos: ser varón, mayor de treinta
años, tener pleno goce de los derechos civiles y políticos, saber leer y
escribir, ser cabeza de familia, ser contribuyente importante, …

El ministerio fiscal acusa a los procesados de delito de robo a


consecuencia del cual resultó homicidio, con las agravantes de
nocturnidad, alevosía, escalamiento y hacerlo en la casa del ofendido. A
Tomás además de reincidencia. Todas estas acusaciones se fundamentan
solamente en las confesiones de los procesados y en la segunda
declaración incriminatoria de María Juana, la criada.

Los abogados defensores inciden en que no se ha probado que los


malhechores robaran cosa alguna. De hecho no se ha encontrado nada en
su poder. No se ha recuperado el dinero robado. Ni siquiera los pañuelos.
Pedro Manso en su confesión indicó que los había vendido en Villavieja
juntamente con un mandil, también de la criada. Se le trasladó a esa

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población para comprobar esa afirmación. Pero los resultados fueron
negativos. La presunta compradora villaviejense negó haber adquirido los
pañuelos indicando además que el detenido jamás había estado en su
casa.

Hacen hincapié los defensores en las declaraciones contradictorias de


María Juana, insinuando que la verdadera culpable es ella. “A la María
Juana sosteniendo que esos cuatro eran inocentes se la procesó y a la
María Juana proclamando la culpabilidad de mi defendido y sus
compañeros, se le sobreseen los procedimientos contra ella” apunta el
abogado defensor de Sebastián. Añade además que la criada dice que se
despertó por casualidad, no por el ruido (luego María Juana cambia su
declaración y dice que se despertó debido a éste), que se desató las
ligaduras tan rápido que aun le dio tiempo a llegar a la puerta y ver
alejarse a los ladrones por el camino de El Cubo. Se pregunta también
que si la puerta de la sala del cura tenía llave, ¿quién la abrió? y que quien
dijo a los malhechores lo de la losa bajo la cama. Aportan también
declaraciones de testigos que afirman haber visto a los procesados la
noche del día 20 en otros lugares, distantes cuatro o cinco leguas del
lugar del crimen (una legua = 5,5 km). El fiscal, a lo largo del proceso y
en su alegato final intenta desacreditar esas coartadas indicando que son
realizadas por amigos o familiares de los encausados aportando también
declaraciones de otras personas que niegan haber visto a los procesados
donde lo afirman los testigos de la defensa,… Tras el desfile de cerca de
150 testigos, se leen las conclusiones definitivas por parte de fiscal y
defensores y se hacen los alegatos finales. El Presidente del Tribunal, Sr.
Aparicio, hace un resumen final de los hechos. Visto para sentencia. Los
jurados se retiran a deliberar. Es casi medianoche del sábado 16 de Abril.
Tras dos horas de deliberación, el jurado contesta afirmativamente a la
mayor parte de las preguntas que les ha formulado el tribunal. Considera
culpables a los procesados y además con las agravantes de nocturnidad,
alevosía, despoblado, escalamiento,…. En fin, asume íntegramente la
petición del fiscal, Sr. Medina. El Tribunal dicta sentencia, cuya parte
dispositiva decía así:

Fallamos que debemos condenar y condenamos a los procesados


Tomás Pereña Rodríguez, Pedro Manso, Manuel Sánchez Martín y
Sebastián Sánchez Martín, alias “Varela”, como autores de delito de robo,
con motivo del cual resultó homicidio, con la concurrencia de
circunstancias agravantes y ninguna atenuante a la PENA DE MUERTE EN
GARROTE que se ejecutará en Vitigudino, como cabeza de partido judicial

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en que se cometió el crimen, con la accesoria de inhabilitación absoluta
perpetua para caso de indulto, si expresamente no les fuera remitida
dicha accesoria; a que indemnicen mancomunada o en su defecto
subsidiariamente a los herederos de don Bonifacio Cabezas García, en la
cantidad de siete mil pesetas en que se estiman los perjuicios irrogados,
y a María Juana Estévez Rodríguez la cantidad de tres pesetas setenta y
cinco céntimos, en que fueron valuados los pañuelos que le fueron
sustraídos, y al pago de cuatro quintas partes de costas hasta el acto de
apertura del juicio oral y en todas las posteriores por iguales partes.

A partir de este momento, sólo queda el recurso de casación. Éste


es un recurso extraordinario que tiene por objeto anular una sentencia
judicial que contiene una incorrecta interpretación o aplicación de la ley o
que ha sido dictada en un procedimiento que no ha cumplido las
solemnidades legales. Su fallo le correspondía al Tribunal Supremo.

La sociedad salmantina está en vilo. Hay siete condenados a muerte en la


provincia. Si el Tribunal Supremo desestima los recursos de casación
presentados y no se concede indulto los condenados deberían ser
ejecutados. Uno lo sería en Ciudad Rodrigo, dos en Sequeros y cuatro en
Vitigudino.

Por aquel tiempo ya existía un incipiente movimiento en contra de la pena


de muerte, sobre todo en la gente más instruida y que estaba también
calando en el pueblo llano, aunque de manera mucho más lenta. El hecho
de que en una población se realizase el ajusticiamiento de un condenado
a muerte no era algo muy agradable, y en consecuencia, las autoridades
locales y los diputados representantes de los partidos judiciales en las
Cortes españolas hacían todo lo posible por conseguir el indulto y la
conmutación de la pena máxima. Y, en muchos casos tenían éxito. En el
libro “La pena capital en España”, publicado en Madrid en 1897, por el
médico Ángel Pulido Fernández, se recoge en su parte final una tabla en
la que reflejan los indultos concedidos y denegados en los catorce años
que van de 1883 a 1896. De 566 sentencias de muerte se concedieron
418 indultos (74%) y se denegaron, por tanto, 148 (26%). Es decir, de
cada cuatro condenados, tres eran indultados, lo cual se tradujo, por
tanto, en una media de diez ejecuciones por año para dicho periodo.

A finales del año 1898, ya se recogen en un semanario mirobrigense (“El


Clarín”) una serie de rumores que indican que los recursos de casación
van a ser desestimados y que no va a haber indultos para todos los

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condenados (recordamos que eran siete y por tres causas). En Ciudad
Rodrigo se interesan fundamentalmente por el condenado por el crimen
de La Fuente de San Esteban, ya que de no ser concedido el indulto sería
ajusticiado en esa localidad y eso es algo que los mirobrigenses no ven
con buenos ojos.

La Gaceta de Madrid del 23 de Enero de 1899, con motivo de la


onomástica del Rey, recoge tres Reales Decretos del Ministerio de Gracia
y Justicia por los que la reina regente María Cristina, en nombre de su hijo
Alfonso XIII concede la conmutación de la pena de muerte a cuatro
condenados, tres de la provincia de Salamanca (el condenado por el
crimen de La Fuente de San Esteban y los dos que lo fueron por el de
Cepeda) y otro de Ciudad Real. De los cuatro sentenciados por el crimen
de Ituero de Huebra, ni palabra, lo cual no presagiaba nada bueno.
Aproximadamente, un mes más tarde, finales de Febrero, se sabe
extraoficialmente que de los cuatro condenados, tres serán indultados y
uno ejecutado: Pedro Manso. Unos días después, 4 de marzo, se conoce
la fecha exacta en la que está previsto se lleve a cabo la ejecución. Será el
sábado, 11 de Marzo de 1899 a las ocho de la mañana en Vitigudino.

Pedro Manso según un dibujo publicado en el periódico "Noticiero Salmantino"


el día de su ejecución

A partir de ese momento, los esfuerzos para conseguir el indulto


de Pedro Manso se redoblan. Falta tan sólo una semana y un sector de la

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prensa azuza a las autoridades provinciales: “En el deseo de ahorrar un
día de luto a la provincia y a Vitigudino, el repugnante espectáculo del
patíbulo, acúdase de nuevo a los poderes públicos, en demanda de
perdón para dicho desgraciado”. Y así se hace. Se dirigen telegramas al
diputado a Cortes por Vitigudino, Sr. Cavestany, y a otras altas
autoridades de la Corte para la consecución de dicha gracia.

Siguen pasando los días y los preparativos continúan. La maquinaria


judicial no se para. Los periódicos van dando cuenta detallada de los
diferentes pasos.

Martes, 7 de marzo

Llega a Salamanca el verdugo de la Audiencia Territorial de Burgos, al


estar vacante la plaza del que debía realizar la ejecución que era el de
Valladolid. Curiosamente se apellida también Manso. Los periódicos dan
algún dato más. “Tiene dicho verdugo 37 años de edad. Empezó a ejercer
el „oficio‟ a los 25 y lleva efectuadas 27 ejecuciones…… El jueves saldrá
en el tren de Portugal de las cuatro y media de la tarde con dirección a
Bogajo. Le acompañará el alguacil de esta Audiencia a quien se da el
encargo de ser portador de su ejecutoria. Desde Bogajo se trasladarán en
caballerías hasta Vitigudino……
... Según hemos oído, el Pedro Manso, a quien se tiene en el piso
principal de la cárcel, sin grillos y sin esposas, ignora esté señalado ya el
día para su traslación a Vitigudino… …No se han recibido todavía
telegramas de contestación a los últimos expedidos a Madrid pidiendo
nuevamente la concesión del indulto. La impresión general es que todavía
hay alguna esperanza, fundada, a nuestro juicio, en la influencia y en el
interés del diputado señor Cavestany”.

Miércoles, 8 de marzo

Salen para Vitigudino dos escuadrones del regimiento Almansa de


guarnición en Salamanca que serán los encargados de mantener el orden
durante la ejecución.
Algunos diputados provinciales realizan un último y desesperado intento
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para conseguir el indulto. Se dirigen a ver al Obispo y el prelado se
compromete a realizar nuevas gestiones ante el Ministro de Gracia y
Justicia en tal sentido.

Jueves, 9 de marzo

A las cinco de la mañana, Pedro Manso sale de la cárcel de Salamanca


para ser trasladado en coche hacia Vitigudino. Lo hace esposado. En el
interior del carruaje van cuatro guardias civiles, ocupando otros el
pescante con el cochero. “Trabajo costó a los agentes de la autoridad –
relata el Noticiero Salmantino- separar de la puerta de la cárcel a la
desolada esposa del reo, que a todo trance quería despedirse y que se
despidiera su hijo del Pedro”. Se preveía su llegada a Vitigudino alrededor
de las cuatro o cinco de la tarde.

En la Diputación de Salamanca se recibe un telegrama de Madrid. Lo


manda el diputado de Vitigudino en las Cortes. Dice así: “Leopoldo
Alonso. Presidente Diputación. Trabajo cuanto puedo indulto reo Ituero.
Temo no conseguirlo. Cavestany”. Una forma suave de decir que la suerte
está echada. No habrá indulto de última hora…

Viernes, 10 de marzo

Pedro Manso es puesto “en capilla” (consiste en estar aislado desde que
se le notifica la sentencia de muerte hasta la ejecución, en cualquier pieza
de la cárcel dispuesta como capilla). “Hace muy poco –telegrafiaba el
corresponsal de El Noticiero Salmantino- que le acaba de ser leía la
sentencia de muerte al reo de Ituero. Se hallaba recostado en la cama. La
escuchó muy conmovido, prorrumpiendo en sollozos. El Juez procuró
animarle, dirigiéndole palabras de consuelo. Hasta el momento de la
lectura del terrible fallo y de ser puesto en capilla, no perdió Pedro Manso
la esperanza de ser indultado y de regresar a esa ciudad. El Padre Segura,

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de la Compañía de Jesús, entró en la capilla; abrazó al reo y se quedó
solo con él. Por lo que se oye, se va a descolgar medio partido a
presenciar la ejecución”.
Por la tarde de dicho día “confesó con tranquilidad, demostrando
verdadero arrepentimiento. Cenó a las ocho y media, pasando un rato
hablando con gran sosiego y al parecer satisfecho y alegre. Al preguntarle
los Jesuitas si deseaba algo en aquel momento pidió un vaso de leche,
acostándose luego que lo hubo tomado.”

El mismo día, por la tarde, se acomete la construcción del patíbulo.


Parece ser que hubo alguna dificultad para hacerlo, pero no se nos dice
cuál. Al final, ya de noche, quedó terminado. “Tiene media docena de
escaleras. Su altura no excede de dos metros”

También dicho día ir empieza a llegar ya gente para presenciar la


ejecución. Pero también a marcharse. “Se han ausentado de esta villa
algunas personas acomodadas, para no estar en la localidad, al hacerse la
ejecución”.

Sábado 11 de Marzo

Durante la tarde noche del viernes y la madrugada del sábado “han


llegado miles de almas de los pueblos inmediatos. Están entrando en la
villa grandes caravanas de gentes, especialmente de la parte de la
Ribera”.

El reo se levanta a las cuatro y media de la mañana. A las cinco oyó misa
y comulgó. Poco antes de salir de la cárcel, el verdugo le intentó poner la
hopa (una especie de capa o sotana). Según el código penal vigente los
condenados a muerte, tenían que llevar está prenda durante la ejecución.
Si el condenado lo era por parricidio (muerte dada a un pariente próximo)
o por regicidio (muerte violenta dada al monarca o a su consorte, o al
príncipe heredero o al regente) la hopa era de color amarillo con puntos
rojos. En caso contrario la hopa era de color negro. Este último era el
caso de Pedro Manso. “Al intentar ponérsele la hopa se mostró muy
excitado, haciendo alguna resistencia. Dijo, que accedía a cuanto le
pidieran, menos a dejarse poner dicha hopa. Al final accedió y el mismo
ayudó a colocársela”.

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A las ocho de la mañana, la comitiva se puso en marcha. Pedro Manso
bajó las escaleras de la cárcel por su propio pié. Es ayudado por los
sacerdotes a subir al carro que le esperaba a la puerta de la prisión,
“presenciando el acto inmensa concurrencia, compuesta la mayor parte
de forasteros”. Al llegar al lugar de la ejecución, bajó del carro, “subió al
patíbulo tranquilo y sereno. Pidió que le perdonaran”.

Acto seguido, el verdugo se dispuso a ejecutar la sentencia: muerte


a garrote. Consistía éste en un collar de hierro que, por medio de un
tornillo, retrocedía produciendo la muerte al reo por la rotura del cuello
de la víctima. Si la lesión producida aplastaba el bulbo o rompía la
cervical con corte medular, se produce un coma cerebral y la muerte era
instantánea. Pero la experiencia demostró que esto raramente ocurría, ya
que la muerte solía sobrevenir por estrangulamiento.

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“A las ocho y treinta y cinco minutos todo había terminado. El Padre
Segura dirige la palabra a la concurrencia, que se calcula de ocho a nueve
mil almas. Van a decirse misas por el eterno descanso del infortunado
reo”.

Según el código penal vigente, finalizada la ejecución, el cadáver debía


permanecer en el patíbulo el resto del día, hasta una hora antes de
oscurecer, momento en el que se le entregaban los restos a familiares o
amigos si lo solicitaban, no pudiendo hacerse el entierro con pompa.

El cuerpo sin vida de Pedro Manso permaneció en el cadalso


aproximadamente hasta las cuatro de la tarde, mientras la gente iba
pasando y contemplándolo. Un telegrama del corresponsal del Noticiero
Salmantino informa de que a las tres de la tarde seguían llegando
forasteros para ver el cadáver de Pedro Manso.

Unos días más tarde, la Gaceta de Madrid publicaba un Real Decreto del
Ministerio de Gracia y Justicia por el que se hacía oficial que la Reina
Regente María Cristina, en nombre de su hijo el rey don Alfonso XIII había
dispuesto “conmutar por la inmediata de cadena perpetua y accesorias
correspondientes la pena de muerte impuesta en esta causa a Sebastián
Sánchez, Manuel Sánchez y Tomás Pereña”.

No quisiera terminar este artículo sin realizar una pequeña reflexión al


hilo de todo lo expuesto anteriormente. No voy a opinar ahora acerca de

14
la culpabilidad o no de los procesados a pesar de las serias dudas que la
lectura de las declaraciones textuales de procesados y testigos en el
juicio, publicadas en la Prensa de la época, han generado en mí.

Supongamos que efectivamente eran culpables y que los hechos


ocurrieron como relata el fiscal. ¿Cómo es posible que se ejecute a uno y
se indulte a tres? ¿Es mas culpable el que le tapa la boca a la víctima que
los que le sujetan los pies y las manos? Cuenta Victor Lucea Ayala en un
artículo titulado “Reos, verdugos y muchedumbres…” publicado en la
revista Zurita, un caso parecido ocurrido en Zaragoza en 1892. Cuatro
condenados a muerte por asesinato. Indultan a dos. Los otros van a ser
ejecutados. La gente se empieza a revolucionar y alborotar. Mercaderes,
gentes del campo y estudiantes forman una gran manifestación. Miles de
personas recorren las calles de la ciudad llevando pancartas que dicen
“Perdón”, “Indulto para todos o para ninguno”... A su paso se van
cerrando las tiendas en señal de luto. Las autoridades no encuentran
gente dispuesta a levantar el patíbulo. Las tropas están acuarteladas.
Telegramas a Madrid. A las pocas horas, respuesta de la reina regente:
indulto para todos. Al final, se impuso el sentido común. Y aquí tuvo que
haber sucedido lo mismo. Se debió de indultar también a Pedro Manso.
Era lo lógico, lo sensato y lo justo.

Paisaje rural en Aldeadávila de la Ribera. Salamanca

15
Influencias del Crimen de Ituero en la literatura salmantina

Este crimen envolvió a toda la sociedad salmantina durante mucho


tiempo, imaginémonos lo que sería en la sociedad rural y cerrada de las
aldeas del Oeste de Salamanca. Así, poco tiempo después, en 1907 es
recogida en Aldeadávila esta copla, que recrea el crimen de Ituero,
cometido 10 años antes:

Bodega Cooperativa San Bartolomé, construída en 1956-1957

“Nadie se atreve á pasar” (Dictada en Aldeadávila de la


Ribera), en el año 1910.

“Nadie se atreve

Á pasar….

Por aquellos matorrales…

Porque hay cuatro malhechores…

Con garrotes…

y puñales…”

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“Cuatro Galeotes por el monte van…

Al pueblo de Ituero

Al cura á matar…”

También periodistas como ZEDA interesados en la singularidad de


las costumbres de la vieja “Ribera salmantina” se hace eco, impresionado
por el juicio y el patíbulo de Vitigudino, tanto de la historia de este
crimen como de otra tradición muy arraigada en el salto del Gitano de
Aldeadávila. Nada novedoso en su temática, pero lo que hace más
interesante el cuento del “Salto del Gitano” es el revoltijo que hace de
antiguas tradiciones con la modernidad que suponía el uso del telégrafo,
y sobre todo de la línea de ferrocarril La Fuente de San Esteban-Barca de
Alva, inaugurado escasamente 10 años antes. Aparece en la revista “La
Ilustración Española y Americana” 1el día 30 de julio de 1897. Sin duda, el
periodista tenía una buena excusa para escribir esta historia, habiendo
participado tantos campesinos de La Ribera en el ajusticiamiento en el
patíbulo.

Estamos en aquellos años empezando claramente una nueva época


del periodismo, y ¡vive Dios! Que no faltaría materia para llevar a las
páginas, aunque sería precisamente este año de 1897 el que se llevaría la
palma en lo que a informaciones sobre asesinatos: en marzo se hablará
del crimen de Ituero, en abril se verá el juicio contra los asesinos de otro
cura: el de Galisancho- cometido en 1895-, en junio…así todo el año. Se

1
Nº XXVIII, pág 54 y ss.

17
trata de un empobrecimiento y crisis generalizada de la sociedad, sólo así
se explica tanto morbo en la aplicación del garrote vil:2

“para verlo acuden de los pueblos inmediatos cerca de diez mil


personas. El reo subió solo y sin ayuda las escaleras del
tablado, bastante tranquilo:

Adiós, perdonadme el crimen que cometí”

Borriquitos y arados en las Arribes. Masueco de la Ribera, primavera


de 2010.

El crimen de Ituero visto por la sociedad campesina de


Vitigudino y La Ribera

Este crimen hay que enmarcarlo en la tremenda pobreza que se vive


en todo el partido judicial de Vitigudino. A los desastres causados por la
filoxera hay que añadir los casos de cólera, esa terrible enfermedad, de la
que se dieron seis casos en la comarca durante el mes de enero de 1886,
y que estudió el médico Crotontilo, médico-cirujano de Aldeadávila en
aquellos años.

También hay una crisis fuerte del cereal por aquellos años, tema
tratado en el “Congreso Agrícola de Salamanca, 1887”, y de la que se
acusa a los librecambistas y al contrabando del trigo.

Ituero de Huebra

Al dia siguiente de San Vicente, el 20 de Febrero de 1897, entraron


en la Iglesia de San Vicente en Ituero de Huebra a robar y el Cura Párroco

2
“Los verdugos españoles: historia y actualidad del garrote vil”, Daniel Sueiro. Editorial Alfaguara,
1971.

18
D. Bonifacio Cabezas García, de 70 años de edad, fue asesinado.

La Guardia Civil apresó a Pedro Manso, como autor del crimen, aunque
tuvo cómplices.

D. Luis González Huertos, Párroco de El Cubo de Don Sancho, convirtió


al que era llamado "El Manso" (en realidad era su apellido) y le visitó hasta
que fué muerto, en la plaza de Vitigudino, ya arrepentido de su crimen.
Miles de personas observaron cómo fue ajusticiado a garrote el 11 de
Marzo de 1899. Ituero de Huebra está a cuatro kilómetros y medio de El
Cubo.

"La Montaraza de Grandes"


"La Montaraza de Grandes,
que Rosalía se llama,
mandó matar al marido,
por vivir engorronada"

(engorronada: amancebada)

La Montaraza de Grandes,
que es una mujer malvada...

La Montaraza de Grandes, junto a Cipérez (Salamanca)

En 1890, el Guarda Montaraz del pequeño pueblo de Grandes


(Salamanca), junto a Cipérez, se llamaba Antonio Herrero Vicente y tenía
46 años. Su esposa Rosalía Cuadrado, madre de cuatro hijos, de 35 años
de edad, "la Montaraza", acordó con Luis Rueda Ramos, alias "Castor" y
con la esposa de éste Ángela Blanco Salvador, naturales de Peralejos de
Arriba, asesinar a su marido a cambio de 150 pesetas.
La Guardesa Montaraza Rosalía mantenía relaciones sentimentales con
"Pepón" de Villar de Peralonso.

El 25 de Febrero de 1890, en La Moralita, junto a Cipérez, apareció


golpeado el cuerpo sin vida del Guarda Montaraz.
El suceso, crimen pasional, apareció en los periódicos "La Región" (3-3-
1890), y "El eco de Ledesma":

"Un horrible crimen acaba de cometerse en el pueblo de Grandes


(Salamanca)... El Montaraz ha sido villanamente asesinado en el monte
que guardaba, apareciendo con la cabeza magullada, cerca de un roble. El
Juzgado de Instrucción tan pronto como tuvo noticia del suceso, salió
para dicho pueblo, logrando descubrir al asesino, el que convicto y
confeso ha ingresado en la cárcel de esta villa (de Ledesma). Tambien se

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encuentra presa la viuda del interfecto a la que se supone causante del
homicidio..."

Dio lugar a la obra de teatro: “La montaraza de Olmeda” de Luis


Maldonado, representada en el teatro Princesa de Madrid.

También a la copla popular:

Identificador: 7138/D.
Intérprete: ALARAZ: "Los dulzaineros de Alaraz", Angel Valverde Marcos
(1926) dulzaina, Raúl Hernandez Muñoz (1968) caja.
ALDEADAVILA DE LA RIBERA: Manuel Hernández y
Hernández (1908) gaita y tamboril, Manuel Píriz Gallego
(1914) castañuelas. ALDEA DEL OBISPO: Antonio Gonzalez
Fernandez (1911) gaita y tamboril. ALMENDRA: Isaias
Hernandez Marino (1933) gaita y tamboril. BARRERAS: Arcadio
Vicente Hernandez (1934) gaita y tamboril. BAÑOBAREZ:
Angel Ríos Molas (1921) gaita y tamboril. CASAS DEL CONDE:
Antolín Hernandez Gil (1930) gaita y tamboril. CARRASCAL
DEL OBISPO: Mauricio Calvo de Arriba (1908) canto y
zambomba. CESPEDOSA DE TORMES: Félix Sánchez Castro
(1922) dulzaina y canto, Amador Gonzalez Prieto (1932) caja y
canto. CILLEROS DE LA BASTIDA: Ismael Alvarez Muñóz
(1923) gaita y tamboril. CIUDAD RODRIGO: Felicísimo Valle
Sánchez (1922) gaita y tamboril. EL CABACO: José Marcos
Pérez (1926) gaita y tamboril, Agustín García Hernandez (1963)
castañuelas. EL CERRO: Abilio Hernandez Bernal (1915) gaita y
tamboril. EL MAILLO: Serafín García Hernandez (1917) gaita y
tamboril, Agustín García Hernandez (1963) castañuelas. EL
PAYO: Luis Vaquero Gonzalea (1919) canto y sartén. EL
SAUGO: Eulogio Carballo Corvo (1909) gaita y tamboril.
ESCURIAL DE LA SIERRA: Eduardo Sánchez García (1928)
gaita y tamboril. GALLEGOS DE SOLMIRON: Abundio
Terradillos Sánchez (1929) dulzaina, Felicísimo Alonso Gonzalez
(1945) caja. GUADRAMIRO: Andres Calles Pérez (1890) gaita
ya tamboril. HINOJOSA DE DUERO: Manuel Tabernero Amaro
(1925) gaita y tamboril, Ana Mª Pata Galante (1931) canto,
Felipa Juanillo Matilla (1917) canto, Joaquín Caballero
Alburquerque (1921) canto, Joaquín Pata Alonso (1921) canto,
José Juanillo Sendín (1909) canto, Manuel Galante Pata (1919)
canto, Mª Carmen Corral Frutos (1942) canto, Maria Hernandez
Bautista (1930) canto, Maria Pata Sobrino (1920) canto, Mª
Teresa Galante Almeida (1903) canto, Mª Victoria Vñuela Silva
(1931) canto, Ricardo Corral Romo (1917) canto, Sebastián
Juanillo Sendín (1918) canto, Teresa Frutos Oliva (1920) canto.

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LA ALBERCA: Marcelino Hernandez Mancebo (1914) gaita y
tamboril, Sebastián Luis Luis (1927) gaita y tamboril. LA
ATALAYA: Jesús Sánchez Pérez (1930) gaita y tamboril. LOS
SANTOS: Isabel Merino Campos (1930) canto y tapaderas,
Pedro Alvarez Gomez (1922) canto, Pedro Galán Sierra (1927)
castañuelas, Teodoro Merino Martín (1907) canto y fuente.
MACOTERA: "Los paluchos", Isidro Sánchez Rodriguez (1927)
dulzaina, Porfirio Sanchez Rodriguez (1930), caja.
MALPARTIDA: "Los Inda de Castilla", Indalecio Salinero Ruano
(1928) dulzaina, José Luis Salinero Ruano (1965) dulzaina,
Felicísimo Alonso Gonzalez (1945) caja, Francisco Escribano
García (1970) bombo. MIRANDA DEL CASTAÑAR: Victor
Pavón Perucho (1926) gaita y tamboril. MOGARRAZ: Lorenzo
Sánchez Gonzalez (1925) gaita y tamboril. MONSAGRO:
Santiago Pérez García (1903) gaita y tamboril, Santos García
Luis (1907) castañuelas. MONTEMAYOR DEL RIO: Saturnino
Blanco Hernandez (1915) gaita y tamboril. PEÑARANDILLA:
Francisco Muñoz Hernandez (1931) dulzaina, Santiago
Hernandez Baladrón (1938) caja. PEÑAPARDA: Isabel García
Sánchez (1916) canto y pandero. PUERTO SEGURO: Francisco
Bartol Linares (1914) gaita y tamboril, Agustín Ferreira
Gonzalez (1910) canto, Dolores Manzano Mayo (1932) canto,
Dolores Sánchez Egido (1923) canto, Epifanía Vicente Nuñez
(1928) canto, Florentina Hernández Hernández (1930) canto,
Matea Martín Martín (1920) canto, Vicenta Hernandez
Espinazo (1931) canto. REPORTILLO: Antonio Freijoo Clderón
(1901) gaita y tamboril. ROBLEDA: Tomás Mateos García (1926)
gaita y tamboril, Antonia Prieto Prieto (1931) canto, Victoria
Viñuela Valiente (1922) canto y "panaderas". SALMORAL: "Los
Talaos", Félix Sanchez Plaza (1931) dulzaina, Francisco Sánchez
Plaza (1937) bombo, Teófilo Sánchez Plaza (1930) caja. SAN
FELICES DE LOS GALLEGOS: José Luis Holgado Nuñez (1938)
gaita y tamboril. SAN MUÑOZ: Benita García Tocino (1924)
canto, Dolores Gil Montejo (1929) canto y zambomba, Mª
Agustina Gil Montejo (1930) canto, Ogista García Tocino (1933)
canto. VILVESTRE: José Gonzalez Sánchez (1902) gaita y
tamboril, Juan Notario Sánchez (1900) castañuelas.
VILLAMAYOR: Nicomedes de Castro Alonso (1914) gaita y
tamboril y palillos. VILLANUEVA DEL CONDE: Francisco
Antonio López Rodriguez (1914) gaita y tamboril. VILLARES DE
LA REINA: Carmen Sánchez Polo (1925) canto, Concha Sánchez
Polo (1917) canto. VILLARINO DE LOS AIRES: Tomás Mayor
Silguero (1913) gaita y tamboril, Félix Mieza Conde (1907)
castañuelas, Encarnación Benito Hernandez (1907) canto,
Encarnación Grande Hernandez (1909) canto, Josefa Martín

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Grande (1910) canto. VILLASBUENAS: Constante Martín
Bartolomé (1920) gaita y tamboril. VILLAVIEJA DE YELTES:
Antonio Velasco Sánchez (1959) castañuelas, Juan Ignacio
García Barco (1912) gaita, Juan Manuel Hervalejo Martín (1951)
canto, Mariano Estévez Briones (1918) tamboril.
Título: =Antología de la música tradicional salmantina.
Recopilador: Angel Carril.
Edición: Madrid: TECNOSAGA,S.A.; VPD-2030; M.22723-1986.
Lugar y fecha: =Alcaraz (1926,1968). Aldeadavila de la Ribera (1908,
1914). Aldea del Obispo (1911). Almendra (1933). Barreras
(1934). Bañobarez (1921). Casas del Conde (1930). Carrascal del
Obispo (1908). Cespedosa de Tormes (1922,1932). Cilleros de la
Bastida (1923). Ciudad Rodrigo (1922). El Cabaco (1926, 1963).
El Cerro (1915). El Maillo (1917,1963). El Payo (1919). El Saugo
(1909). Escurial de la Sierra (1928). Gallegos de Solmiron
(1929, 1945). Guadramiro (1890). Hinojosa de Duero (1925,
1931, 1917, 1921, 1909, 1919, 1942, 1930, 1920, 1903, 1918). La
Alberca (1914, 1927). La Atalaya (1930). Los Santos (1930,
1922, 1927, 1907). Macotera (1927, 1930). Malpartida (1928,
1965, 1945, 1970). Miranda del Castañar (1926). Mogarraz
(1925). Monsagro (1903, 1907). Montemayor del Río (1915).
Peñarandilla (1931, 1938). Peñaparda (1916). Puerto Seguro
(1914, 1910, 1932, 1923, 1928, 1930, 1920, 1931). Retortillo
(1901). Robleda (1926, 1931, 1922). Salmoral (1931, 1937, 1930).
San Felices de los Gallegos (1938). San Muñoz (1924, 1929,
1930, 1933). Vilvestre (1902, 1900). Villamayor (1914).
Villanueva del Conde (1914). Villares de la Reina (1925, 1917).
Villarino de los Aires (1913, 1907, 1909, 1910). Villasbuenas
(1920). Villavieja de Yeltes (1959, 1912, 1951, 1918).
Cara A: 1. Alborada (Vilvestre) / 2. Toque de alba (Cilleros de la
Bastida) / 3. Alborada (El Saugo) / 4. Pasacalle de mayordomías
(Villanueva del Conde) / 5. Pasacalle "La marianita" (Retortillo)
/ 6. Pasacalle (Aldea del Obispo) / 7. Pasacalle de bodas
(Almendra) / 8. Pasacalle del convite de bodas (Villavieja de
Yeltes) / 9. Procesión del nazareno (Puerto Seguro) / 10.
Procesión del Corpus (Guadramiro) / 11. Procesión (Villamayor)
/ 12. Procesión (Almendra) / 13. Ofertorio (El Cabaco).
Cara B: 1. Ofertorio (Barreras) / 2. Ofertorio (El Saugo) / 3. Ofertorio
del Cristo (Casas del Conde) / 4. Salida de Misa Mayor en
fiestas (El Maillo) / 5. Consagración "al alzar a ver a Dios"
(Bañobarez) / 6. "De escurrir el cáliz" (Villasbuenas) / 7.
Bandera (Vilvestre) / 8. Bandera (Guadramiro) / 9. El cordón
(Aldeadávila de la Ribera) / 10. El ramo (El Cabaco) / 11.
Paleos "La zarza"/"La tórtola"/"Venia" (Vilvestre) / 12.

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Paleos "Los álamos"/"Al bendito San Miguel" (La Atalaya) / 13.
"Son" (Robleda) / 14. Lanceros y boleras (San Felices de los
Gallegos).
Temas: Folklore de Salamanca (Castilla y León).
Observaciones: Este disco pertenece a un estuche caja formado por cinco
discos: el 7138, 7139, 7140, 7141 y 7142.

La Casa de los Curas en Masueco de la Ribera.

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