Vous êtes sur la page 1sur 4

SUJETOS Y NARRATIVAS.

ARFUCH

El llamado “retorno del sujeto” juega un importante papel en la reconfiguración de la


subjetividad contemporánea, no solamente en el horizonte mediático sino también en la
investigación académica y la experimentación artística. Voces diferentes, que revelan trazos
biográficos, rasgos de la personalidad o huellas de la propia experiencia pueblan los más
diversos espacios significantes, no sólo en los géneros canónicos (biografías, autobiografías,
historias de vida, memorias) sino también en el “documental subjetivo”, las nuevas “ficciones
de realidad”, o el testimonio de memorias traumáticas. En relación con la experiencia de la
última dictadura en Argentina (1976- 1983) hay una proliferación de narrativas autobiográficas,
testimonios y documentales. Entre ellos se destaca el relato de mujeres que estuvieron en
cautiverio en campos de concentración. Hemos elegido tres ejemplos de esas narrativas,
atravesadas por la experiencia de género: una tesis doctoral escrita en el exilio, un diálogo de
cinco mujeres sobrevivientes publicado en libro y una novela con cierta pretensión
“autobiográfica”, cuya autora estuvo fuera del campo. Nuestro objetivo es mostrar, desde una
perspectiva semiótico-cultural, las diferencias éticas, estéticas y políticas que resultan de cada
construcción peculiar de la voz enunciativa, en relación con cada uno de los géneros discursivos
involucrados.

ORALIDAD Y ESCRITURA ONG

En palabras de Walter Ong “este libro se ocupa principalmente de la cultura oral y los cambios
en el pensamiento y la expresión producidos por la escritura [..]” (p. 117). Con esta finalidad,
analiza cómo las diferentes tecnologías de la palabra han impactado, y continúan impactando,
sobre las formas en las que el ser humano se relaciona con el conocimiento, consigo mismo y
con los otros.
Nosotros, integrantes de una sociedad letrada, no podemos concebir nuestra vida sin la escritura
porque ella es una herramienta que usamos cotidianamente. Sin embargo, las demandas de las
sociedades orales primarias se veían satisfechas con la palabra hablada, ya que explotaban una
serie de estrategias específicas a las que Ong denomina “psicodinámicas”.
El autor destaca el papel que los miembros de esas sociedades le asignaban a la palabra como
otorgadora de poder: no cualquiera podía hablar, no cualquiera podía escuchar; cada individuo
sabía sólo lo que era capaz de recordar. La memoria era entonces la protagonista principal o,
mejor dicho, quienes la poseían.
La aparición de la escritura marcó una ruptura con respecto a las formas de concebir la palabra
porque ella permite “establecer fuera del pensamiento lo que en realidad sólo puede existir
dentro de él”. Si bien debemos su origen a necesidades netamente prácticas derivadas de la
contabilidad, sus funciones se fueron extendiendo: hoy la escritura constituye una actividad
privilegiada de las sociedades contemporáneas, que excede ampliamente el papel de ayuda-
memoria. La invención de la imprenta permitió extender esta práctica, ya que con ella se
democratizó la alfabetización, al poder editarse libros más pequeños y económicos.
El auge de las nuevas tecnologías de la palabra –como la televisión, la radio, el teléfono, ligados
al desarrollo de la electrónica– parece haber dado un nuevo impulso a la oralidad. Ong apunta
que si bien esta oralidad –a la que llama secundaria– se asemeja a la oralidad primaria, también
es muy distinta de ella. Los destinatarios de estas formas de comunicación constituyen un grupo
extraordinariamente mayor que la aldea tribal, y la existencia misma de estos medios presupone
la escritura.

LAS REGLAS DEL ARTE BOURDIEU


Existen dos campos de coexistencia dentro de los modos de producción y de circulación en el
arte, por un lado se encuentra la economía anti-económica del arte basada en el reconocimiento
obligado de los valores del desinterés y en el rechazo obligado de los valores del desinterés y en
el rechazo de la economía, esta producción, que no puede reconocer más demanda que la que es
capaz de producir ella misma pero sólo a largo plazo. El otro polo corresponde a la lógica
económica de las industrias literarias y artísticas que al convertir el comercio de bienes
culturales en un comercio como los demás, otorgan la propiedad de la difusión, al éxito
inmediato y temporal.
La oposición entre ambos polos, y entre las dos visiones de la economía que se afirman en
ellos, adquiere la forma de oposición entre dos ciclos de vida de la empresa de producción
cultural, dos modos de envejecimiento de las empresas, de los productores y de los productos,
que se excluyen totalmente. El peso de los gastos generales y la preocupación subsiguiente por
el rendimiento del capital, que obligan a las grandes sociedades anónimas a darle un giro muy
rápido al capital, también inciden y gobiernan muy directamente su política cultural, y muy
particularmente la selección de manuscritos.
Mientras la acogida de los productos llamados “comerciales” es más o menos independiente del
nivel de instrucción de sus receptores, las obras de arte “puras” son sólo accesible a
consumidores dotados de la disposición y la competencia que son la condición necesaria para su
valoración, los productores dependen de la institución escolar, contra la cual, no paran de
sublevarse.
La Escuela ocupa un lugar homólogo al de la Iglesia, que según Max Weber, tiene que fundar y
delimitar sistemáticamente la nueva doctrina victoriosa y defender la antigua de los ataques
proféticos, establecer lo que tiene y lo que no tiene valor de sacramento, y hacerlo penetrar en
la fe de los legos: a través de la delimitación entre lo que merece ser transmitido y adquirido y
lo que no merece ser transmitido y adquirido.
Los críticos de vanguardia están obligados a entrar a los intercambios de certificados de
carisma que los convierten a menudo en los portavoces, a veces en los empresarios, de los
artistas y de su arte.
Las instancias como las academias o los cuerpos de conservación de museos tienen que
combinar la tradición y la innovación moderada en la medida en que su jurisprudencia cultural
se ejerce sobre unos contemporáneos.
La institución cultural, que aspira al monopolio de la consagración de las obras del pasado y de
la producción y la consagración de los consumidores conformes, la consagración constituye la
canonización de las obras como clásicas a través de la inclusión en los programas.
las diferencias que separan las pequeñas empresas de las grandes empresas es que se superponen
a aquellas que quepa hacer, en cuanto a los productos, entre lo nuevo, provisionalmente carente
de valor económico, lo viejo, devaluado definitivamente, y lo antiguo o lo clásico, dotado de un
valor económico, lo viejo, devaluado definitivamente, y lo antiguo o lo clásico, dotado de un
valor económico constante o constantemente creciente.
El envejecimiento les llega a empresas y a los autores cuando permanecen adscritos a modos de
producción que, sobre todo si hicieron época, están inevitablemente dotados; cuando
permanecen encerrados en esquemas de percepción o de valoración que, convertidos en normas
trascendentes y eternas, impiden aceptar o percibir la novedad.
Hacer época significa hacer existir una nueva posición más allá de las posiciones establecidas,
por delante de estas posiciones, en vanguardia e introduciendo la diferencia, producir el tiempo.
En cada momento del tiempo, en el campo de luchas que sea, los agentes y las instituciones que
intervienen en el juego son a la vez contemporáneos y discordantes, el campo del presente es el
campo de las luchas. La contemporaneidad como presencia en el mismo presente sólo existe
prácticamente en la lucha que sincroniza unos tiempos discordantes o, mejor dicho, unos
agentes unas instituciones separados por un tiempo y en la relación con el tiempo. De lo que
resulta que, tanto en el espacio del campo artístico como en el campo del espacio social, como
mejor se miden las distancias entre los estilos o los estilos de vida es en términos de tiempo.
Los autores consagrados que dominan el campo de producción tienden a ir imponiéndose poco a
poco en el mercado, volviéndose cada vez más legibles y aceptables a medida que se banalizan
a través de un proceso más o menos largo de familiarizarse asociado o no a un aprendizaje
específico.
En el campo artístico y literario llegado ala fase actual de su historia, todos los actos, todos los
gestos, todas las manifestaciones son, como muy bien dice un pintor, “guiños en el interior de
un ambiente”, esos guiños, referencias silenciosas y ocultas a otros artistas, presentes o pasados,
afirman en y a través de los mecanismo de la distinción una complicidad que excluye al
profano, siempre condenado a pasar por alto lo esencial, es decir precisamente las
interrelaciones y las interacciones de las que la obra no es más que la huella silenciosa.

Vous aimerez peut-être aussi