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(John Kotter)
La mayoría de las empresas en Estados Unidos están hoy sujetas tanto a dirección
como a liderazgo. Ellas necesitan desarrollar su capacidad de ejercitar el liderazgo. Las
empresas exitosas no esperan que lleguen los líderes. Ellas buscan activamente personas
con potencialidad de líder y los ponen a adquirir experiencia desarrollando ese potencial. En
efecto, con una cuidadosa selección, enseñando e incentivando, docenas de personas
pueden desempeñar importantes roles de liderazgo en empresas de negocios.
Pero mientras las empresas mejoran su capacidad de liderar, deberían recordar que
un fuerte liderazgo con una débil dirección no es mejor y es a veces en realidad peor que lo
contrario. El real desafío es combinar un liderazgo fuerte con una dirección fuerte y usar
cada uno para equilibrar al otro.
Lógicamente, no todos pueden ser buenos en ambas cosas. Algunas personas tienen
la capacidad de llegar a ser excelentes dirigentes, pero no líderes fuertes. Otros tienen un
gran potencial de liderazgo pero, por variadas razones, tienen una gran dificultad para llegar
a ser fuertes dirigentes. Las empresas eficaces valoran ambos tipos de personas y trabajan
duro para hacer de ellas parte del equipo.
Pero cuando se trata de preparar gente para puestos ejecutivos, esas empresas
pasan por alto los recientes escritos que dicen que las personas no pueden dirigir y liderar.
Tratan de formar dirigentes-líderes. Una vez que la empresa entiende la diferencia
fundamental entre el liderazgo y la dirección, pueden empezar a cuidar que sus jefaturas
sean líderes y dirigentes.
El liderazgo, en cambio, existe para manejar el cambio. Una de las razones para que
haya llegado a ser tan importante en los últimos años es que el mundo de los negocios está
más competitivo y más inestable. El más rápido cambio tecnológico, la mayor competencia
internacional, la expansión del mercado, el inestable precio del petróleo y el cambio
demográfico de la fuerza de trabajo son algunos de los muchos factores que han contribuido
a este cambio.
Considere una simple analogía militar: en tiempo de paz, la Armada puede usualmente
sobrevivir con una buena administración y dirección en los distintos niveles de jerarquía, con
un buen liderazgo concentrado en la jerarquía superior. En tiempo de guerra, sin embargo,
necesita un liderazgo competente en todos los niveles. Nadie ha podido todavía encontrar la
forma de dirigir a la gente efectivamente en batalla: ellos deben ser liderados.
Un examen más detallado de cada una de estas actividades ayudará a clarificar las
habilidades que necesitan tener los líderes.
Por ejemplo, cuando CEO Jan Carlzon articuló su visión para hacer de SAS la mejor
aerolínea del mundo para los viajes de negocio frecuentes, no estaba diciendo nada que no
supieran ya las personas de la industria de aerolíneas. Los viajeros por negocios vuelan más
consistentemente que otros segmentos del mercado y están generalmente dispuestos a
pagar mayores tarifas. Así, focalizados en clientes de negocios, le da a la aerolínea la
posibilidad de altos márgenes, negocios seguros y un considerable crecimiento. Pero en una
industria conocida más por su burocracia que por su visión de futuro, ninguna compañía
había puesto estas simples ideas juntas para implementarlas. SAS lo hizo, y funcionó.
Lo que es crucial al tener una visión no es su originalidad sino qué tan bien sirve a los
intereses de importantes clientes, proveedores, empleados, y qué tan fácilmente puede ser
traducida a una estrategia de competencia realista. Las malas visiones tienden a ignorar las
necesidades y derechos legítimos de los interesados, favoreciendo a los empleados por
sobre los clientes o proveedores. O ellas son estratégicamente erróneas. Cuando una
compañía que nunca ha sido mejor que un competidor débil en una industria, repentinamente
empieza a hablar de llegar a ser el número uno, eso es un sueño, no una visión.
Uno de los errores más frecuentes que cometen las empresas bajo dirección y
liderazgo es admitir un plan como una panacea de su necesidad de dirección e inhabilidad
para adaptarse en un crecientemente competitivo y dinámico mundo de negocios. Pero tal
acercamiento mal interpreta la naturaleza de la dirección y nunca puede funcionar.
Planear a largo plazo es siempre tiempo perdido. Cuando algo inesperado ocurre, los
planes tienen que ser rehechos. En un ambiente de negocios dinámico, lo inesperado a
menudo llega a ser una norma, y planear a largo plazo puede llegar a ser una
extraordinariamente molesta actividad. Esta es la razón de que muchas empresas exitosas
limitan el tiempo destinado a planear sus actividades. En realidad, algunas incluso
consideran una contradicción planear a largo plazo.
En una empresa sin dirección, incluso planear a corto plazo puede llegar a ser un hoyo
negro capaz de absorber una cantidad infinita de tiempo y energía. Sin visión ni estrategia
para proveer fuerza en el proceso de planeación, o para guiarlo, cada eventualidad amerita
un plan. Bajo esas circunstancias, planear contingencias puede seguir para siempre,
destinando tiempo y atención a las actividades esenciales, todavía sin proveer un sentido
claro de dirección que una compañía desesperadamente necesita. Después de un tiempo,
inevitablemente los gerentes llegan a ser cínicos de todo esto y el proceso de planeación
puede degenerar en un juego politizado.
Los dirigentes organizan para crear sistemas humanos que puedan implementar
planes tan precisos y eficientes como sea posible. Típicamente, esto requiere un número de
decisiones potencialmente complejas. Una empresa debe elegir una estructura de trabajo y
relaciones de individuos adecuados para el trabajo, dar entrenamiento a aquellos que lo
necesitan, comunicar planes a la fuerza de trabajo y decidir cuanta autoridad delegar y a
quién. Los incentivos económicos también necesitan ser construidos para llevar a cabo el
plan. Además de sistemas para controlar su implementación. Estas decisiones
organizacionales son constructoras. Es una cuestión de adaptación en un contexto
particular.
Tratar de obtener gente para comprender una visión de futuro alternativo es también
un desafío comunicacional de una magnitud completamente diferente, desde organizarlos
hasta cumplir los planes a corto plazo. Es como la diferencia entre un entrenador de fútbol
intentando describirle a su equipo los siguientes dos o tres juegos versus tratar de explicarles
una entrada totalmente nueva para ser usada en el segundo tiempo del partido.
Por lo mismo que el control está centrado en la dirección, una alta motivación o
conducta inspirada es casi irrelevante. El proceso de dirección debe estar en un equilibrio
entre la seguridad y el riesgo. Eso significa que no pueden estar dependiendo de los
imprevistos o dificultades para obtenerlo. El propósito total de los sistemas y estructuras es
ayudar a la gente normal, que actúan en forma normal, para completar exitosamente la rutina
de trabajo, día tras día. No es excitante ni glamoroso. Pero así es la dirección.
Los buenos líderes motivan a la gente en variadas formas. Primero, siempre articulan
la visión de la organización en una manera que resalte los valores de la audiencia a la cual
están llegando. Esto hace al trabajo importante para esos individuos. Los líderes también
suelen involucrar a la gente en decidir como lograr la visión de la organización (o la parte
más relevante para un individuo determinado) Esto le da a la gente un sentido de control.
Otra importante técnica de motivación es apoyar los esfuerzos del personal para que se den
cuenta de la visión mediante instrucción, retroalimentación y conducta modelo, con ello se
ayuda a la gente a crecer profesionalmente y se agranda su autoestima. Finalmente, los
buenos líderes reconocen y premian el éxito, el cual no sólo le da a la gente un sentido de
cumplimiento, sino también los hace sentirse que pertenecen a una organización que se
preocupa de ellos. Cuando todo esto está hecho, el trabajo llega a ser intrínsecamente
motivador.
A mayores cambios en el mundo de los negocios, más tienen que motivar los líderes a
la gente para proveer además liderazgo. Cuando esto funciona, el liderazgo se tiende a
reproducir a través de toda la organización, con gente ocupando múltiples roles de liderazgo
a través de la jerarquía. Esto es altamente valioso, porque manejar el cambio en cualquier
negocio complejo, requiere la iniciativa de muchas personas. De otra forma no funcionará.
Por supuesto, relaciones informales de algún tipo existen en todas las empresas.
Pero también a menudo esas redes son muy débiles, algunas personas están bien
conectadas pero la mayoría no, o están altamente fragmentadas, una red fuerte existe dentro
del grupo de marketing y dentro de R&D, pero no a través de dos departamentos. Tales
redes no soportan bien iniciativas de liderazgo múltiple. De hecho, las redes informales
extensivas son tan importantes que si no existen, crearlas tiene que ser el foco de la
actividad temprana en una mayor iniciativa de liderazgo.
Quizás lo más típico y más importante son los tempranos desafíos en una carrera.
Los líderes casi siempre han tenido oportunidades durante sus veinte o treinta años para
tratar de liderar, para tomar riesgos y aprender de los éxitos y fracasos. Ese aprendizaje
parece esencial para desarrollar un amplio rango de habilidades de líder y perspectivas.
También le enseña a la gente algo sobre la dificultad de liderar y su potencial para producir el
cambio.
Más tarde, en sus carreras, algo igualmente importante ocurre. La gente que provee
un liderazgo efectivo en importantes trabajos, siempre tiene una chance, antes de entrar a
esos trabajos, crecer fuera de la estrecha base que caracteriza a la mayoría de las carreras
de dirección. Este es usualmente el resultado de movimientos de carrera lateral o de
tempranas promociones para asignar inusuales puestos de trabajo. A veces otros vehículos
sirven, como tareas especiales o un curso de dirección general. En cualquiera de los casos,
la magnitud del conocimiento desarrollado de esta manera parece ser una ayuda en todos
los aspectos del liderazgo. Así, la red de relaciones es a menudo adquirida dentro y fuera de
la empresa. Cuando suficientes personas obtienen oportunidades como esta, la relación que
es construida también ayuda a crear una red de trabajo informal fuerte para sostener
iniciativas de liderazgo.
Las empresas que están sobre el promedio en desarrollar líderes, ponen énfasis en
crear oportunidades de desafíos para empleados relativamente jóvenes. En muchos
negocios, la descentralización es la llave. Por definición, se traduce en niveles más bajos de
responsabilidad y en el proceso se crean más desafíos de trabajo en los niveles más bajos.
Johnson & Johnson, 3M, Hewlett-Packard, General Electric y muchas otras empresas
conocidas han usado esa receta exitosamente. Algunas de esas mismas empresas también
crean tantas unidades pequeñas como sea posible y así existen útiles trabajos desafiantes
en los niveles bajos de dirección.
Tales prácticas pueden, casi por ellas mismas, preparar gente para chicos, medianos y
altos puestos de liderazgo. Pero desarrollar gente para importantes puestos de trabajo
requiere más trabajo en la parte de altos ejecutivos, a menudo en un largo período de
tiempo. Ese trabajo empieza con esfuerzos para situar gente con gran potencial de líder en
sus tempranas carreras e identificar que será necesario para ampliar y desarrollar sus
capacidades.
De nuevo, no hay nada mágico en este proceso. Los métodos que usan las empresas
exitosas son sorprendentemente honrados. Ellas salen de su camino para hacer que los
empleados jóvenes y personas de niveles más bajos de su organización sean visibles a los
dirigentes más importantes. Estos dirigentes entonces ven quién tiene potencial y que
necesidades de desarrollo estas personas tienen. Los ejecutivos también discuten sus
conclusiones tentativas entre ellos mismos para sacar juicios más exactos.
Una vez visto quién tiene un potencial considerable de liderazgo y qué habilidades
necesita desarrollar, los ejecutivos de esas compañías destinan tiempo en planear ese
desarrollo. A veces se hace como parte de una sucesión formal de planes o proceso de
desarrollo de gran potencia; a menudo es más informal. En cada caso la clave parece ser
una inteligente visión de qué oportunidades de desarrollo factibles convienen para cada
necesidad de los candidatos.
Tales estrategias ayudan a crear una cultura corporativa donde la gente valora el
liderazgo y se esfuerzan en crearlo. Así como necesitamos más gente para proveer
liderazgo en las complejas organizaciones que dominan hoy nuestro mundo, también
necesitamos más gente para desarrollar la cultura que creará ese liderazgo. Institucionalizar
una cultura centrada en el liderazgo es el acto principal del liderazgo.