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11/3/2018 Batalla de Las Navas de Tolosa - Wikipedia, la enciclopedia libre

Batalla de Las Navas de Tolosa


La batalla de Las Navas de Tolosa, llamada en la historiografía árabe «batalla de Al-Uqab» o «Al-'Iqāb» 'la cuesta'
(‫ )ﻣﻌﺮﻛﺔ اﻟﻌﻘﺎب‬y en la cristiana también «batalla de Úbeda», enfrentó el 16 de julio de 1212 a un ejército aliado cristiano
Batalla de Las Navas de Tolosa
formado en gran parte por las tropas castellanas de Alfonso VIII de Castilla, las aragonesas de Pedro II de Aragón, las
navarras de Sancho VII de Navarra y las portuguesas de Afonso II de Portugal contra el ejército numéricamente superior Parte de la Reconquista
del califa almohade Muhammad an-Nasir en las inmediaciones de la localidad jienense de Santa Elena.

Fue iniciativa de Alfonso VIII entablar una gran batalla contra los almohades tras haber sufrido la derrota de Alarcos en
1195. Para ello solicitó al papa Inocencio III apoyo para favorecer la participación del resto de los reinos cristianos de la
península ibérica, y la predicación de una cruzada por la cristiandad prometiendo el perdón de los pecados a los que
lucharan en ella; todo ello con la intercesión del arzobispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada. Saldada con victoria del
bando cristiano, fue considerada por las relaciones de la batalla inmediatamente posteriores, las crónicas y gran parte de
la historiografía como el punto culminante de la Reconquista y el inicio de la decadencia de la presencia musulmana en la
península ibérica, aunque en la realidad histórica las consecuencias militares y estratégicas fueron limitadas, y la
conquista del valle del Guadalquivir no se iniciaría hasta pasadas unas tres décadas.

Batalla de Las Navas de Tolosa, óleo de Van Halen


expuesto en el palacio del Senado (Madrid).

Índice Fecha Lunes, 16 de julio de 1212

Antecedentes Lugar Actual Santa Elena, Jaén, España


Fuerzas cristianas Coordenadas 38°17′04″N 3°34′58″O
Fuerzas musulmanas
Resultado Victoria decisiva cristiana
Movimientos previos
Beligerantes
La batalla
Disposición Reino de Castilla Imperio almohade
Desarrollo Corona de Aragón
Consecuencias Reino de Navarra
Órdenes militares
Leyendas tardías
Voluntarios
La batalla en la cultura popular
franceses
Véase también
Voluntarios
Referencias
occitanos
Notas
Voluntarios
Bibliografía
leoneses
Enlaces externos
Voluntarios
Multimedia
Textos portugueses

Comandantes
Alfonso VIII de Muhammad an-
Antecedentes Castilla Nasir
Diego II de Haro
Alfonso VIII de Castilla concibió, posiblemente tras la pérdida del castillo de Salvatierra, que era una posición avanzada
Jiménez de Rada
de la orden de Calatrava en territorio almohade, la idea de librar una batalla decisiva contra el emir almohade
Pedro II de Aragón
Muhammad an-Nasir, llamado Miramamolín por las fuentes cristianas, por adaptación fonética de su sobrenombre de Sancho VII de
«Amir al-Mu'minin», 'príncipe de los creyentes' en árabe. Para poder enfrentarse al Imperio almohade, rompió la tregua Navarra
que mantenía hasta entonces con él, procuró la colaboración de todos los reinos cristianos de la península ibérica y
Fuerzas en combate
consiguió el apoyo de Pedro II de Aragón y, con más dificultades, el de Sancho VII de Navarra, que tardó en incorporarse
a la hueste.4 10 000-14 000;1 unos De 20 000 a 30 000.1 3
4000 caballeros y 8000
Comenzó los preparativos en 1211, año en que comenzó a movilizar tropas y congregarlas en Toledo, que era el punto de peones.2
reunión de todo el contingente. Además solicitó del papa Inocencio III la consideración de cruzada5 para recabar
Bajas
caballeros de toda Europa, especialmente de Francia. Para estos preparativos diplomáticos contó con el arzobispo de
Desconocidas Altas1
Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada.
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Tras la derrota del rey castellano en la batalla de Alarcos (1195), y la caída del castillo de Salvatierra (1211), que había
tenido como consecuencia que los almohades empujaran la frontera hasta los Montes de Toledo, viendo Alfonso VIII
amenazada la propia ciudad de Toledo y el valle del Tajo, el rey de Castilla quería resarcirse venciendo a los musulmanes
en un combate decisivo y campal. Habiendo fraguado diferentes alianzas con Aragón y Navarra con la mediación del
papa y de Jiménez de Rada, y roto las distintas treguas que mantenía con los almohades, se enfrentó en 1212 contra el
califa.

Fuerzas cristianas
El ejército cristiano estaba formado por:

Las tropas castellanas al mando del rey Alfonso VIII de Castilla, junto con varias milicias urbanas de concejos El papa Inocencio III concedió el carácter de
castellanos o milicias concejiles, entre ellas las de Medina del Campo, Valladolid, Segovia, Soria, Ávila, Almazán,
cruzada al encuentro de las Navas de Tolosa
Medinaceli, Béjar y San Esteban de Gormaz. Constituían, junto con las mesnadas de los señores (entre 20 y 100
caballeros cada una, dependiendo del poder de cada señor (un gran ricohombre —como el álferez de Castilla para facilitar el refuerzo de las tropas hispánicas
Álvaro Núñez de Lara— podía llegar a contar con más de 200), el grueso de las tropas cristianas. Entre ellas con caballeros de toda Europa. En esta imagen
destacaba la mesnada real, que constituía la guardia personal del rey y los caballeros que formaban parte de su del siglo XIII aparece cabalgando.
séquito habitual.

Las tropas de los reyes Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón. Entre las tropas del Pedro II de Aragón se
encontraban los obispos de Barcelona, Berenguer de Palou y Tarazona, García Frontín I así como Sancho I de Cerdaña. Las tropas del rey de Aragón al año siguiente
lucharían en la batalla de Muret donde moriría entre otros el alférez real Miguel de Luesia. Aproximadamente se congregaron mil caballeros del rey de Aragón y unos
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doscientos navarros. El ejército aragonés no solo contaba con caballeros aragoneses y catalanes, sino que también acudieron de sus dominios occitanos. Algunos
caballeros portugueses y leoneses combatieron voluntariamente, pero sus reyes Alfonso IX de León y Alfonso II de Portugal rechazaron el llamamiento de Alfonso VIII y
el papa por conflictos entre ellos y con Castilla. Por ello, Alfonso VIII pidió la mediación pontificia para evitar ser atacado por otros reinos peninsulares. Inocencio III accedió
y amenazó con la excomunión a todo aquel que se atreviera a violar la paz mientras los castellanos lucharan contra los musulmanes. Este hecho contrasta con lo sucedido
años atrás, cuando el mismo papa había obligado al monarca castellano, sin éxito, a devolver esos castillos a Alfonso IX, que eran los que causaban el litigio entre los reyes
castellano y leonés.

Las tropas (freires) de las órdenes militares de Santiago, Calatrava, Temple y Hospital de San
Juan. Eran caballeros fuertemente pertrechados y especializados en la guerra, que formaban parte
de las fuerzas permanentes al servicio del ejército cristiano. No sería un gran número de
caballeros, pero cada freire contaba con un escudero a caballo y uno o dos peones. Un
contingente de cien freires podían suponer un cuerpo de medio millar de efectivos en el combate.
Además, su disciplina y jerarquización los convertía en una fuerza de élite, que habitualmente se
integraba en las grandes batallas en la mesnada real o militia regis, que tenía como obligación
constituir la guardia personal del rey y estaba formada por los nobles del séquito regio. Junto con
los caballeros de las órdenes militares habría que incluir las guarniciones de los castillos, que
en gran parte estaban defendidos por freires de estas órdenes militares, pero no solo por ellos.
Los castillos más importantes y expuestos al ataque enemigo (como los de Calatrava, Consuegra
o Uclés) podían llegar a contar con una guarnición de cincuenta caballeros, a los que habría que
añadir los peones, con un número total de entre 100 y 200 hombres. Pero había fortalezas
guarnecidas por dos o tres caballeros y muchas estaban defendidos por una decena o dos de
caballeros y medio centenar de hombres en total.6

Un gran número de cruzados (Alfonso VIII los cifra en 2000, aunque las fuentes medievales suelen
exagerar) provenientes de otros estados europeos o ultramontanos, llamados así por haber Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Plantagenet entregan en 1174
llegado desde más allá de los Pirineos. Estos guerreros, en su mayoría franceses, llegaron
atraídos por el llamado del papa Inocencio III, quien a su vez había sido contactado por el el castillo de Uclés al Maestre de la Orden de Santiago Pedro
arzobispo de Toledo, Jiménez de Rada, por encargo del rey de Castilla. La mayor parte de ellos no Fernández de Fuentecalada (Magister P. Ferrandi[z]). Tumbo
llegó a participar en la batalla, ya que abandonó el ejército antes de entrar en liza. Entre los menor de Castilla. Leyendas:
convocados extranjeros figuraban también varios obispos, como los de Nantes o Burdeos.
Quedaron unos 150, occitanos sobre todo, con el arzobispo de Narbona Arnaldo Amalric, cuya
archidiócesis era una importante sede vinculada a la Corona de Aragón.7 ALIENOR : REGINA | ALFONSUS REX : |
MAGISTER : P : FERRANDI[Z] | CASTELLUM
Pese a que las cifras son inciertas, quien mejor ha contribuido a esclarecer el número de soldados en la
DE : UCLES | QUIDAM FRATER.
batalla es Carlos Vara Thorbeck, quien calculando el espacio que ocupó el campamento cristiano (2,5
hectáreas) llegó a la conclusión de que el bando cristiano lo formaban aproximadamente 12 000
hombres; Alvira Cabrer juzga esta cifra compatible con sus cálculos, similar a las que dan las fuentes de Leonor, reina; Alfonso, rey; maestre P. Fernández; castillo de
fines del siglo XIII, razonable, verosímil y aceptada por los trabajos más recientes, como el de Rosado y Uclés y un fraile (literalmente 'un hermano'), respectivamente.
López Payer (2001) o García Fitz (2005).8 El número de caballeros cristianos estaría entre 3500 y 5500
jinetes, y de 7000 a 12 000 infantes (según las estimaciones de Martín Alvira Cabrer). García Fitz
concluyó en 2014 que el número de caballeros cristianos sería de alrededor de 4000, a los que acompañarían 8000 peones, lo que suma un total de 12 000 efectivos. Los
musulmanes contarían con aproximadamente el doble de combatientes. De todos modos, era un número extraordinario para una época en que los ejércitos cristianos no llegaban
casi nunca a 3000 soldados: un millar de caballeros y dos mil peones ya era un importante contingente, pues lo normal es que las batallas medievales se dirimieran con unos
centenares de caballeros por bando.2

En cuanto al desglose del ejército cristiano, y ateniéndose solo a las fuentes que ofrecen cifras creíbles, y concordantes con las
estimaciones científicas actuales, el mayor número de caballeros lo aportaba Castilla, que contaría con aproximadamente el doble que
Aragón, también era muy nutrido, con unos mil según el consenso de los especialistas actuales. En las fuentes cronísticas más
verosímiles, para el contingente aragonés se da una estimación que va desde los 1300 caballeros de la Crónica ocampiana (una de las
crónicas de la familia alfonsí), hasta los 1700 de la Crónica de veinte reyes. Para los navarros se documentan cifras de 200 a 300
caballeros, aunque la mayor parte de los estudiosos se decantan por la primera de las estimaciones. El número de ultramontanos
venidos a Toledo se suele exagerar. Las fuentes más verosímiles ofrecen datos de entre 1000 (Crónica latina de los reyes de Castilla) y
2000 caballeros (Carta de Alfonso VIII al papa Inocencio III). Pero para resaltar la magnitud de la deserción y el valor de los reyes
españoles tras perder buena parte del ejército, minimizan la cantidad de caballeros que permanecieron, que cifran entre 130 y 150, y
por ello los historiadores tienden a quedarse con la mayor de estas cifras. A estos números habría que sumar el de los caballeros
villanos de las milicias concejiles, cuyo armamento podía ser muy heterogéneo, yendo desde caballeros de frontera equipados como los
de linaje, hasta tropas de caballería ligera por la precariedad de su armamento. Finalmente habría que sumar los caballeros de las Sello de Pedro II de Aragón (1196-
órdenes militares (que serían pocos, unas decenas, aunque bien armados) y las milicias de los prelados, que también dispondrían de 1213), donde se le representa con
caballería concejil y altos aristócratas, equipados como caballería pesada. Por cada caballero hay que sumar, dependiendo de la lanza, pendón, escudo y gualdrapas
del caballo ornamentadas con su
posición social, entre uno y cuatro soldados más, que pueden llegar a ser un escudero a caballo y dos o tres peones en los casos de los
señal real.
ricoshombres, de modo que podría estimarse el total de tropas como el triple, aproximadamente, del de caballeros. Según estos datos,
podría ofrecerse el siguiente cuadro sinóptico, donde la primera cifra es la de las estimaciones medias o más frecuentes de los
estudiosos recientes, y entre paréntesis las más veraces de entre las que aparecen en las fuentes, indicándola a pie de página:9

Caballeros del ejército cristiano


Ultramontanos Ultramontanos
Castilla Aragón Navarra
(inicio) (batalla)

2000 (2000-2300)10 11 1000 (130011 -1700)10 200 (20012 -300)10 1500 (100013 -2000)12 150 (13010 -150)12

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Fuerzas musulmanas
El ejército cristiano tenía un tamaño ciertamente respetable, pero el gran número de tropas convocadas por el califa almohade
Muhammad an-Nasir (Miramamolín para los cristianos) hacía que pareciera pequeño a su lado. Su tamaño fue enormemente
exagerado por las crónicas, tanto cristianas como musulmanas: «80 000 caballeros y peones sin cuenta» según Rodrigo Jiménez de
Rada y las crónicas alfonsíes, la Carta de Alfonso VIII cifra los caballeros en 185 000, a los que Alberico de Trois-Fontaines suma otros
«925 000 jinetes además de incontables peones»; Al-Maqqari, por la parte islámica, habla de 600 000 hombres.14 Frente a todas
estas cifras irreales hoy en día se tiende a cifrar su número en poco más de 20 000 efectivos. Su composición no era menos
heterogénea que la de su oponente. Además del ejército regular, que estaba profesionalizado y dependía del Estado, se componía de
levas temporales (reclutamientos forzosos) y de voluntarios yihadistas. El ejército regular estaba formado, a su vez, por diferentes
etnias y tribus: bereberes almorávides, otras tribus bereberes, árabes (caballería ligera, especialistas en la táctica del tornafuye),
andalusíes, kurdos (los agzaz, la caballería ligera de arqueros), esclavos negros de la guardia personal del emir e incluso mercenarios
cristianos, como fue el caso de Pedro Fernández el Castellano, que combatió en el bando almohade en la batalla de Alarcos (1195).

En primera línea se situaban los peones voluntarios, encargados de entrar en combate los primeros contra las filas enemigas,
aunque su preparación militar era muy irregular y su valor como tropa, escaso. Muchos acudían a la llamada desde la yihad o
guerra santa de todos los rincones del mundo islámico.

Inmediatamente detrás se situarían arqueros, ballesteros, además de peones armados con jabalinas y caballería ligera que
podía desplazarse con rapidez hacia los flancos, y que también podía utilizar lanzas arrojadizas. Un cuerpo fundamental era el La Historia de los hechos de
contingente de arqueros a caballo kurdos conocidos como agzaz. Esta unidad de mercenarios de élite había llegado a la
España (De rebus Hispaniae), fue
Península tras haber sido capturados en lo que ahora es Libia durante la guerra que mantenían los almohades del Magreb con
los ayubíes de Egipto. Todo este despliegue tenía como fin recibir la primera carga del enemigo y lanzar sobre él dardos. una historia de la península ibérica
escrita en latín por el arzobispo de
El grueso del ejército regular almohade (formado por cuerpos heterogéneos) se encontraba en una segunda línea o haz detrás Toledo Rodrigo Jiménez de Rada en
de los peones voluntarios, con la potente caballería andalusí, cuyo armamento era similar al de los caballeros cristianos, y la la primera mitad del siglo XIII por
caballería ligera almohade y árabe, que había sido muy eficaz contra los ejércitos cristianos maniobrando por los flancos. La
mayoría de sus veteranos y bien armados hombres procedían del noroeste de África, pertenecían a tribus árabes y guerreaban encargo del rey Fernando III el
con rápidos movimientos de caballería. Santo. El Toledano estuvo presente
en la batalla y en toda la campaña,
En la retaguardia otro haz del ejército regular almohade y tras él, formando una apretada línea en torno a la tienda personal del en la que tuvo un papel muy
sultán, se encontraba la llamada Guardia Negra (también denominados imesebelen), integrada por soldados-esclavos
destacado, por lo que su obra es
procedentes de zonas subsaharianas, que protegían con sus grandes lanzas dispuestas hacia el enemigo y las conteras
apoyadas o clavadas en el suelo el palenque o recinto fortificado (mediante objetos del bagaje, los recipientes de las flechas, una de las fuentes más valoradas
bestias de carga e incluso camellos) en que se encontraba la tienda del emir. La Guardia Negra era un cuerpo de élite que por los historiadores para conocer
conformaba la guardia personal del emir, y cuya misión era protegerlo hasta el final de la batalla. Finalmente, lo reforzaban los sucesos del enfrentamiento de
arqueros y ballesteros. En las Navas este dispositivo de la zaga del ejército islámico se situó en una colina (posiblemente el cerro Las Navas de Tolosa.
de los Olivares), lo que aumentaba la seguridad y permitía al califa una mayor visibilidad para seguir el curso de los
acontecimientos de la batalla.15

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Movimientos previos
El ejército cristiano estaba citado en Toledo el día de Pentecostés de 1212 (20 de mayo) y se puso en camino el 20 de
junio avanzando hacia el sur al encuentro de las huestes almohades. Durante la marcha inicial, tras las tomas del castillo
de Malagón y el de Calatrava, se produjo la deserción de casi todos los ultramontanos, y las causas aún están por
esclaracerse. Según testimonio de Alfonso VIII al papa Inocencio III se produjo por el calor y las incomodidades. Otras
fuentes, como la relación del abad de Trois Fontaines, Alberico, y las crónicas castellanas, señalan que por no estar de
acuerdo con la política permisiva con la vida los vencidos. Las tropas ultramontanas ya habrían causado disturbios en
Toledo. Los cruzados habían pasado a cuchillo a toda la guarnición de Malagón tras conquistarla, cuando la costumbre
habitual en España era forzar una capitulación y permitir que los andalusíes se marcharan, e incluso, que vivieran
extramuros, lo que permitía conservar la fuerza de trabajo, máxime cuando escaseaban los repobladores cristianos. En la
posterior toma de la fortaleza de Calatrava (Calatrava la Vieja) Alfonso VIII había pactado con los miembros de la
guarnición no matarlos en caso de que fueran vencidos, impidiendo lo ocurrido tras la toma de Malagón. Al-Marrakusi,
historiador musulmán, corrobora la versión de que fueron «los franceses y gente de Cruzada» (en expresión las crónicas)
El castillo de Calatrava de época almohade
quienes no aceptaron el trato y exigían que los matasen. En principio habría que tener en cuenta el testimonio de la carta desde el este. El foso seco, en primer término;
que Alfonso VIII escribió al papa, explicando que el regreso de los cruzados se debió al desgaste físico causado por el detrás una torre albarrana.
calor en gentes «que solían vivir entre sombras en regiones templadas», pero el rey castellano quizá no quiso mostrar
excesiva disidencia con los cruzados, convocados por la predicación del papado. Otra causa posible fue la impaciencia
por encontrarse con el ejército almohade, ya que durante la marcha se estaban demorando demasiado en tomar fortificaciones, y los ultramontanos temían que Alfonso VIII los
estuviera utilizando para ampliar su reino, en lugar de para acabar con los infieles almohades. Según el testimonio de Blanca de Castilla, el rey de Castilla pensó en aprovechar el
gran ejército reunido para atacar al de de León, y estos rumores se habrían propagado entre los cruzados. En todo caso, sin descartar el cansancio psíquico y físico causado por el
calor del verano del centro-sur peninsular (los caballeros estaban ataviados con gruesas telas y cotas de malla), la falta de logística, que ocasionó numerosos problemas de
abastecimiento, e incluso hambre, no parece suficiente causa para tamaña desafección.16

La deserción de los ultramontanos fue masiva. Solo eligieron quedarse unos 150 caballeros, entre los cuales se pueden citar a varios
nobles de la diócesis de Vienne y de la región de Poitou, como Teobaldo de Blazón (Thibaut de Blaison), hijo del castellano Pedro
Rodríguez de Guzmán,17 en su mayor parte del Languedoc, con el arzobispo de Narbona Arnaldo Amalric a la cabeza, ya que muchos
de sus señores eran vasallos o aliados de Pedro II de Aragón. Mermó en buena medida las huestes cristianas, pero el ejército restante
de unos 12 000 hombres seguía siendo uno de los más grandes que se habían visto en la península. Aunque no muy numerosos,
después de la conquista de Calatrava, se añadieron 200 caballeros navarros dirigidos por Sancho VII.

Las tropas cristianas se encaminaron hacia la zona rasa en que se encontraban acantonados los musulmanes. Es decir, Navas de
Caballería y peones luchando en
Tolosa, o llanos de La Losa, puntos cercanos a la localidad de Santa Elena (donde se ha abierto un Centro de Interpretación de la
una zona boscosa en una miniatura
Batalla), al noroeste de la provincia de Jaén. La previsión era, pues, librar una gran batalla campal. Sin embargo, An-Nasir decidió de las Cantigas de Santa María del
cortar el acceso del enemigo al valle, y para ello situó hombres en puntos clave, de forma tal que los cristianos quedaron rodeados por rey Alfonso X el Sabio (1252-1284).
montañas, y por tanto con una muy limitada capacidad de maniobra. Cantiga 106.

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A pesar de todo, los cristianos consiguieron superar la adversidad: harían el movimiento de aproximación al enemigo por el oeste, a través de un paso llamado Puerto del Rey, que
les permitió cruzar la sierra para luego, ya en terreno llano, marchar contra el rival. Cuentan las crónicas castellanas que quien reveló a las tropas la existencia de esta senda fue
un pastor local, a quien algunos autores identifican con Martín Alhaja, mientras otros relatos atribuyen la revelación del paso a San Isidro, polémica que generó encendidos
debates en el siglo XVIII.18

La batalla

Disposición
Los ejércitos cristianos llegan el viernes 13 de julio de 1212 a Las Navas, y se producen pequeñas escaramuzas durante el sábado y
domingo siguientes. El lunes, 16 de julio, atacan a las huestes almohades. Se dispusieron en tres haces o líneas de cuerpos de ejército.

En el centro la vanguardia se situó la hueste del señor de Vizcaya Diego López II de Haro compuesta según las crónicas por quinientos
caballeros, que incluía su mesnada señorial (con su hijo Lope Díaz y otros parientes), algunos caballeros cistercienses, los occitanos al
mando del arzobispo de Narbona Arnaldo Amalric (si bien, según su propio testimonio, se colocaría más retrasado),19 los escasos
ultramontanos restantes, voluntarios leoneses (entre otros Sancho Fernández de León, según el Tudense en su Chronicon mundi y
Representación moderna del sello
otras posteriores, como la Crónica de veinte reyes y la Crónica de Castilla, hijo del rey de León Fernando II),20 portugueses y otros de Sancho VII de Navarra, su
caballeros jóvenes. En el flanco izquierdo se posicionó el rey de Aragón Pedro II, y a su vanguardia pudo estar su sobrino Nuño emblema personal, no continuado
Sánchez (que fue armado caballero antes de la batalla) y García Romeu, aunque otras fuentes los sitúan en la medianera o la zaga como emblema heráldico por su
(como Jerónimo Zurita),21 junto a su rey. linaje, que adoptó el escudo de
Teobaldo I, constituido por unos
Ocupando el centro del haz medianero se situaron los caballeros de las órdenes militares (santiaguistas, templarios, hospitalarios, radios que semejaban a los
refuerzos metálicos (umbo y bloca)
calatravos comandados por Pedro Arias, Gómez Ramírez, Gutierre Ramírez y Rodrigo Díaz de Yanguas respectivamente), junto con
de los escudos del siglo XII. El
otras mesnadas de magnates castellanos y milicias concejiles de Toledo, Valladolid, Soria o Cuenca entre otras. Fue dirigido por
blasón de la dinastía de Navarra
Gonzalo Núñez, de la Casa de Lara. Otros señores de Castilla destacados fueron el portaestandarte del rey de Castilla Álvaro Núñez y solo adoptará valor emblemático a
Fernando Núñez, el mayor de los tres hijos de Nuño Pérez de Lara presentes en la contienda. Rodrigo Díaz, del linaje de los Cameros, partir de 1260 con Teobaldo II.
comandó el costado derecho del cuerpo central, donde luchó su hermano Álvaro Díaz. De los Girón destaca el mayordomo real
Gonzalo Ruiz, que combatió con sus hermanos Pedro, Nuño y, posiblemente, Álvaro.

Todo el flanco izquierdo lo ocupó, dividido en vanguardia, medianera y retaguardia, el ejército de Pedro II de Aragón, reforzado por
infantería y ballesteros, y con milicias concejiles y de otros señores, como el conde de Urgel Guerau IV de Cabrera, el de Ampurias
Hugo IV (posteriormente comandante de Jaime I en la conquista de Mallorca), Sancho I de Cerdaña (hermano menor de los reyes
Alfonso II de Aragón y Pedro II), el mayordomo real y quizá también alférez Miguel de Luesia, Artal de Foces, Rodrigo de Lizana,
Jimeno de Aibar, el vizconde de Cardona Guillem I (y su hijo Ramón Folc o Ramón Fulcón), Guillem IV de Cervera (y su hijo Ramón
de Cervera o Ramón de Ponteves), Guillem Aguiló de Tarragona, Lope Martínez de Luna24 o Lope Ferrench de Luna25 26 (Lope
Fernández en las fuentes castellanas) de Luna, Arnaldo (o Arnal) de Alascaún, Blasco Romeo o Romeu (quizá pariente de García
Romeu), Pedro de Ahones, Martín de Caneto o Blasco de Alagón entre otros ricoshombres. García Romeu (Romero en las fuentes
castellanas), dirigió la vanguardia, al costado izquierdo de la castellana, mientras que Aznar Pardo y Simón Cornel comandaron los
costados del haz central, y Jimeno Cornel (o Ximén) el núcleo. Entre los prelados, que previsiblemente se situaron en retaguardia
junto al rey, se citan al recién elegido obispo de Barcelona Berenguer de Palou y al de Tarazona García Frontín I.

El flanco derecho del ejército cristiano lo sostuvo Sancho VII el Fuerte de Navarra (llamado así por su gran envergadura) con los
caballeros navarros y las milicias concejiles castellanas de Ávila, Segovia y Medina del Campo, entre otras fuerzas. Entre las potestades
que componían su séquito se citan (aunque en crónicas castellanas tardías) su alférez Gómez Garceiz de Agoncillo, García Almoravid,
Pedro Martínez de Lehet y Pedro García de Arróniz.27
Hugo IV de Ampurias con Pedro
En la retaguardia se situaron los reyes al frente de sus mesnadas reales. El centro Alfonso VIII dirigiendo toda la estrategia, con los Maza durante la conquista de
caballeros de su curia real y las tropas del arzobispo de Toledo Jiménez de Rada y los obispos de las principales sedes castellanas: Tello Mallorca. Hugo IV, del Condado de
Ampurias, rindió vasallaje a Pedro II
Téllez de Meneses de Palencia, quien combatió junto con sus hermanos Alfonso y Suero), Rodrigo de Sigüenza, Melendo de Osma,
de Aragón en 1210 y marchó con él
Bricio de Plasencia, Pedro Instancio de Ávila, Juan Maté de Burgos y Juan García de Agoncillo de Calahorra.28 29 30 a la campaña de Las Navas. Tanto
la Cronica de Castilla (c. 1300)
El grueso de las tropas almohades provenían de los territorios de al-Ándalus y soldados bereberes del norte de África, además de la
como Zurita citan al aragonés Pedro
guardia real, tropa de élite que rodeaba el corral de Miramamolín, compuesta fundamentalmente por fornidos subsaharianos. Maza combatiendo en esta batalla
También situó a los voluntarios en la vanguardia, que eran los más predispuestos para el sacrificio de la yihad, y con ellos formaba la con el conde Hugo.22 21 23
caballería ligera, las tropas de más movilidad, que podían usar venablos o arcos, incluso desde la caballería ligera, como los arqueros a
caballo kurdos; y ballestas. Tras los voluntarios yihadistas situó los cuerpos centrales del ejército: tanto de origen magrebí como
andalusí. Las tropas andalusíes contaban con una caballería más similar a la cristiana, una caballería pesada, producto del contacto tecnológico en las guerras peninsulares desde
hacía largo tiempo. Finalmente, los cuerpos de élite en la retaguardia, y por último, el palenque de An-Nasir, una estructura fortificada con cestos de flechas e incluso animales
(camellos, bestias de carga) y otros elementos defensivos; todo el recinto estaba protegido por filas de arqueros, lanceros y ballesteros. Finalmente un cuerpo de guardia de
hombres de gran envergadura física (la célebre «Guardia Negra» formada en falange con grandes picas apoyadas en el suelo), con arqueros y ballesteros de refuerzo.29

Desarrollo
Tras una carga de la primera línea de las tropas cristianas, capitaneadas por el vizcaíno don Diego López II de Haro, que hicieron huir a la vanguardia de voluntarios
musulmanes, los almohades, que doblaban ampliamente en número a los cristianos, realizan la misma táctica que años antes les había dado tanta gloria. La caballería ligera y los
arqueros de la vanguardia, poco armados pero ligeros, simulan una retirada inicial frente a la carga para contraatacar luego, conocida táctica de los ejércitos islámicos conocida
como tornafuye, con el apoyo final del grueso de sus fuerzas de élite en el centro. A su vez, desde los flancos de caballería ligera almohade, equipada con arco, tratan de dañar a los
atacantes realizando una excelente labor de desgaste, y finalmente, las haces centrales andalusíes y bereberes rematarían la maniobra envolviendo al ejército cristiano gracias a su
mayor número de tropas. Recordando la batalla de Alarcos, era de esperar esa táctica por parte de los almohades.

Sin embargo en este caso, ante el peligro de verse rodeados por el enorme ejército almohade, Diego López II de Haro ordenó estabilizar el haz, y mantener una línea de frente sin
internarse excesivamente en el ejército enemigo persiguiendo a los fugitivos voluntarios y a la caballería ligera. En ese momento, el haz central del ejército almohade avanzó hacia
la línea de López de Haro, que comenzaba a flaquear ante la duración del esfuerzo anterior y el hecho de que su avance había sido en subida. Mientras, la caballería andalusí
comenzó el movimiento envolvente. Este punto crítico de la batalla sucedió al mediodía, y se mantuvo con movimientos de ataque y contraataque a lo largo de bastante tiempo sin
que la iniciativa se decantara claramente por ninguno de los bandos. Posiblemente, en un momento de la batalla, el avance y maniobra envolvente desde los flancos de las tropas
almohades estuvieron a punto de decidir la victoria.

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11/3/2018 Batalla de Las Navas de Tolosa - Wikipedia, la enciclopedia libre
En ese punto Alfonso VIII ordena rechazar los avances por los flancos del enemigo, para sostener un haz central sólido. Es entonces
cuando entraría en juego el grueso de la caballería cristiana, quizá la aragonesa por el flanco izquierdo y la navarra y concejil por el
derecho, o incluso con un movimiento de la caballería castellana hacia el flanco más débil. En todo caso, el bando cristiano consiguió
detener a los musulmanes en los flancos, y estabilizar de nuevo las haces.

Finalmente, ya entrada la tarde, Alfonso VIII ordenó el avance en bloque de toda la retaguardia cristiana, poniendo en combate la
mejor parte de sus tropas, la caballería pesada y todo el resto del ejército en un esfuerzo de avance intenso que hizo ceder la estabilidad
de las líneas islámicas hasta obligarlas a su retirada. Cuando se produjo la desbandada, la multitud de efectivos musulmanes agravó la
situación y los cristianos lograron acceder hasta el real de An-Nasir, de donde tuvo que huir precipitadamente. Según las fuentes más
fiables, la ocupación del palenque se llevó a cabo prácticamente a un tiempo por parte de castellanos por la derecha y aragoneses por la
izquierda, por lo que la leyenda de que fue el rey de Navarra quien accedió el primero al real almohade ha de ser rechazada. Esta
leyenda es una recreación posterior que sirvió para dar origen a las cadenas del escudo de Navarra. Como se ha visto, el real no estaba
fortificado por cadenas, sino que era un elemento que en ocasiones utilizaba la guardia personal del califa para que no tuvieran la
tentación de huir, aunque este aspecto pudo ser ocasional y hasta legendario, pues difícilmente se puede pensar en que un cuerpo de
élite vaya encadenado, ya que disminuiría mucho su capacidad para el combate.[cita requerida]

Tras la retirada almohade, el ejército cristiano emprendió la persecución hasta la caída del sol, movimiento final habitual que servía
para adquirir el botín de guerra. El alcance (o persecución) se extendió por espacio de unos veinte o veinticinco kilómetros.31 Monumento a la batalla de Las
Navas de Tolosa (La Carolina, Jaén)
La precipitada huida a Jaén de An-Nasir proporcionó a los cristianos un ingente botín de guerra. De este botín la leyenda propagó que
se conserva el pendón de Las Navas de Tolosa en el monasterio de Las Huelgas en Burgos. Sin embargo, el célebre pendón de las
Navas de Tolosa fue un trofeo conseguido por Fernando III de Castilla en la conquista del valle del Guadalquivir a mediados del siglo XIII.32 33

Consecuencias
Las consecuencias inmediatas de esta batalla fueron limitadas, y no supusieron el fin del Imperio almohade. Los cristianos sí que obtuvieron el control de algunos pasos de Sierra
Morena, al tomar los castillos de Vilches, Ferral, Baños de la Encina y Tolosa. La adquisición de Baeza se debió a que había sido abandonada por los musulmanes, y en lugar de
ocuparla inmediatamente, la destruyeron. Úbeda fue conquistada por asedio, pero los cristianos la tuvieron que abandonar pasados pocos días.34

La fortaleza de Calatrava la Nueva, cerca de Calzada de Calatrava, fue construida por los Caballeros de la Orden de Calatrava, utilizando prisioneros musulmanes de la batalla de
Las Navas de Tolosa, entre 1213 y 1217. Llevando a cabo un arduo proceso de reevangelización del territorio que comprendía la construcción de nuevos templos y santuarios y la
reconstrucción de los primitivos edificios visigodos como el santuario de Santa María del Monte de Bolaños de Calatrava.

Por otro lado supuso el dominio definitivo de la llanura manchega con la posterior conquista de la fortaleza de Alcaraz un año después.

Leyendas tardías
Son fuentes tardías las que transmiten que el rey Sancho VII de Navarra aprovechó que la milicia había trabado combate a su flanco
para dirigirse directamente hacia Al-Nasir. Según estas tradiciones, los doscientos caballeros navarros, junto con parte de su flanco,
atravesaron su última defensa, los im-esebelen, una tropa escogida especialmente por su bravura que se enterraban en el suelo o se
anclaban con cadenas para mostrar que no iban a huir. En realidad la Guardia Negra del emir An-Nasir estaba armada con picas, o
hastas, con las que creaban una especie de falange para defender el real almorávide, pero no es seguro que estuvieran encadenados,
como afirman las leyendas posteriores. Según esta leyenda la unidad navarra fue la primera en romper las cadenas (suponiendo que el
palenque estuviera rodeado de cadenas) y pasar la empalizada, lo que explicaba la incorporación de cadenas al escudo de Navarra.35

Estas crónicas legendarias relatan que en recuerdo de su gesta, el rey de Navarra incorporó las cadenas a su escudo de armas, cadenas
que posteriormente también se añadieron en el cuartel inferior derecho del escudo de España. Sin embargo, está demostrado que
Caballería en una biblia ilustrada
Sancho VII no cambió de escudo después de la batalla. El origen del escudo de Navarra en realidad está en la bloca y refuerzos
navarra de 1197. Se aprecia el
metálicos que solían incorporar los escudos almendrados del siglo XII, y de la que hay ejemplos anteriores; según Tomás Urzainki se arzón en la parte trasera de la silla
puede encontrar en la iglesia de San Miguel de Estella (1160), en un relieve de la catedral de Chartres (1164) y en miniaturas de la de montar, que servía para sujetar
Biblia de Pamplona (1189); el escudo blocado aparece en los sellos de los reyes Sancho VI el Sabio y Teobaldo I de Navarra, además de al caballero en las cargas de
en los del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, y con el tiempo fue evolucionando y dando lugar a la leyenda. caballería, en las que se arremetía
al enemigo con una pesada lanza,
táctica que se consolidó en el siglo
La batalla en la cultura popular XIII.

La batalla ha sido conmemorada en pintura, por Francisco de Paula Van Halen (Batalla de Las Navas de Tolosa),36 Antonio
Casanova y Estorach (Alfonso VIII arengando a sus tropas antes de la batalla de las Navas de Tolosa)37 y Marceliano Santa María (El triunfo de la Santa cruz)37 y como
escultura en bronce, por Jacinto Higueras Fuentes (Monumento a las Batallas de las Navas de Tolosa y Bailén).38 y en Burgos se festeja cada año la fiesta del Curpillos en
conmemoración a esta batalla.

Véase también
Reconquista
Batalla de Alarcos (batalla precedente)
Museo de la batalla de las Navas de Tolosa

Referencias

Notas
ISBN 978-84-8439-830-1.
1. Alvira Cabrer, Las Navas de Tolosa, 1212: idea, liturgia y memoria de la batalla,
3. Francisco García Fitz, Las Navas de Tolosa, Barcelona, Ariel, 2012 (1ª ed. 2005).
Sílex, Madrid, 2012, pp. 330-332 y Guerra e ideología en la España medieval:
Edición conmemorativa del 800 aniversario, pág. 490.
cultura y actitudes históricas ante el giro de principios del siglo XIII: batallas de las
Navas de Tolosa (1212) y Muret (1213), (http://eprints.ucm.es/2523/1/T24716.pdf) 4. A partir de la pérdida del castillo de Salvatierra, Alfonso VIII tomó la decisión de
Madrid, Universidad Complutense, 2000, pp. 192, 196 y 484. enfrentarse a los almohades en batalla campal, según testimonios
contemporáneos y testigos de los hechos, como Rodrigo Jiménez de Rada, Juan
2. Francisco García Fitz, «La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un
de Soria o Lucas de Tuy; véase García Fitz (2012:86-87).
acontecimiento extraordinario», en Patrice Cressier y Vicente Salvatierra (eds.),
Las Navas de Tolosa, 1212-2012. Miradas cruzadas, Universidad de Jaén, 2014.
https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Las_Navas_de_Tolosa 6/8
11/3/2018 Batalla de Las Navas de Tolosa - Wikipedia, la enciclopedia libre
5. José Fernández Llamazares reproduce la carta enviada por el papa al rey de Nuño Sánchez su hijo que se armó aquel día caballero novel, y
Castilla, exhortándolo a llevar a cabo la cruzada: Historia de la bula de la Santa
el conde de Ampurias y don Miguel de Luesia que llevaba el
Cruzada (http://books.google.es/books?id=3jvefS4rGzIC&pg=PA28) (1859), págs.
28-33. estandarte real y los más caballeros de su casa y corte y el
6. García Fitz (2012:184-201). conde don Suero.
7. García Fitz (2012:224).
J. Zurita, Anales de la Corona de Aragón, 1562, l. II, cap. LXI.
8. Alvira Cabrer (2012:330).
9. García Fitz (2012:476-491; cf. especialmente p. 483).
22. Crónica de Castilla, ed. de Rochwert-Zuili, 2010, cap. VIII, sección 16, párrafo 65
10. Crónica de veinte reyes, lib. XIII, cap. XXVIII (http://e-spanialivres.revues.org/187#tocto1n16).
11. Crónica ocampiana, cap. DCCLIX 23. Alvira Cabrer, «Orden de combate del ejército cristiano», Guerra e ideología...,
12. Carta de Alfonso VIII 2000, pág. 606. (http://eprints.ucm.es/2523/1/T24716.pdf)
13. Crónica latina de los reyes de Castilla, 21-22, 61-66. 24. Juan Manuel Palacios Sánchez, «El célebre y caballeroso linaje de los Luna, en su
14. Alvira Cabrer, Guerra e ideología..., 2000, págs. 483-484. (http://eprints.ucm.es/25 entronque con el señorío de la villa riojana de Cornago y la ilustre familia
23/1/T24716.pdf) aragonesa de los Fantoni y Benedi» (http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/616
38.pdf), Berceo, n.º 98, 1980 , págs. 55-78; citado en pág. 61. ISSN 0210-8550
15. García Fitz (2012:275-359).
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17. Alvira Cabrer, Guerra e ideología..., 2000, pág. 202. (http://eprints.ucm.es/2523/1/T Westfalen : Aschendorffsche Verlagsbuchhandlung. ISBN 3-402-05825-1. pág. 60:
24716.pdf) «Artal de Luna, hijo de Lope Ferrench el de las Navas y de su mujer Toda Pérez de
18. Sobre la disputa acerca de la identidad del pastor, véase la discusión habida entre Azagra».
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del rey D. Alonso el Noble (http://books.google.com/books?id=P8wWAAAAQAAJ), ublicaciones/24/48/ebook2473.pdf), Ángel Canellas López (ed. lit.), lib. II, cap. LXI.
1783, págs. 333 y ss.), Manuel Rosell (Apología en defensa de la aparición de San
27. García Fitz (2012:210).
Isidro en la batalla de las Navas (http://books.google.es/books?id=4f6ggjSBUOoC),
1791), Juan Antonio Pellicer (Carta histórico-apologética que en defensa del 28. Alvira Cabrer, Guerra e ideología..., 2000, pág. 446. (http://eprints.ucm.es/2523/1/T
marqués de Mondexar examina de nuevo la aparición de San Isidro en la batalla 24716.pdf)
de las Navas de Tolosa (http://books.google.com/books?id=TMQAAAAAcAAJ), 29. Alvira Cabrer (2012:228-237).
1793), y nuevamente Rosell (Adiciones a la disertación sobre la aparición de S. 30. García Fitz (2012:183-241 y 499-528).
Isidro (http://books.google.es/books?id=6F0solbNnQ0C&), 1794).
31. Alvira Cabrer (2012:267-292).
19. Según testimonio recogido en la Carta de la reina Berenguela:
32. «Pendón de las Navas de Tolosa» (http://www.qantara-med.org/qantara4/public/sh
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[...] la posición del arzobispo de Narbona en vanguardia del
Archivado (http://web.archive.org/web/20160801172345/http://www.qantara-me
ejército es dudosa según su propio testimonio: «Nosotros al d.org/qantara4/public/show_document.php?do_id=222&lang=es) el 1 de agosto
ver a los cristianos en fuga comenzamos a recorrer el ejército y de 2016 en la Wayback Machine., Qantara.
a exhortar a los fugitivos a detenerse» 33. Centro Virtual Cervantes (CVC) (http://cvc.cervantes.es/artes/camino_santiago/qui
nta_etapa/). El camino de Santiago. Quinta etapa.
(CARTA [de la reina Berenguela], ed. HUICI, Navas de Tolosa, 34. García Fitz (2012:76-77).
Fuentes cristianas, ap. III, pág. 173), apud Alvira Cabrer, Guerra e
ideología..., 2000, pág. 449. (http://eprints.ucm.es/2523/1/T24716.pdf) 35. Puesto ya en duda por Ambrosio Huici Miranda en 1912, tal como refleja Iñaki
Iriarte López: Saltus y Ager Vasconum. Cultura y política en Navarra (1870-1960)
tesis doctoral (http://www.unavarra.es/puresoc/es/t_iriarte.htm) en concreto
20. Alvira Cabrer, Guerra e ideología..., 2000, pág. 448. (http://eprints.ucm.es/2523/1/T capítulo 5. Relatos de guerra: La fiereza de los antepasados y el sacrificio de
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21. Jerónimo Zurita (1562), Anales de la Corona de Aragón, Ángel Canellas López (ed. descarga del capítulo cinco (http://www.unavarra.es/puresoc/pdfs/tesis/iriarte/Iriarte
lit.), lib. II, cap. LXI. «De la gran batalla de Úbeda» (http://ifc.dpz.es/recursos/public -5.pdf), ver páginas 49-52.
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2016.
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junto a las Navas, ordenó el rey de Aragón su ejército. Y en la Batalla+de+las+Navas+de+Tolosa+Halen&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwiE477HofjN
delantera estuvo don García Romeu —que fue uno de los muy AhWG1xoKHTB4AaAQ6AEIQDAH#v=onepage&q=Batalla%20de%20las%20Nava
s%20de%20Tolosa%20Halen&f=false) En Google Books. Consultado el 16 de julio
señalados caballeros que hubo en sus tiempos—; y en las de 2016.
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=cba7c5fc-4220-0658-1604-6117bc4b16e8) Fundación de Amigos del Museo del
Atorella; y con la otra batalla al otro lado iba —según en una Prado. Consultado el 16 de julio de 2016.
historia antigua parece— don Pedro Maza. En la retaguardia
se puso el rey; y con él estuvieron el conde don Sancho y don

Bibliografía
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y Muret (1213) (http://eprints.ucm.es/2523/1/T24716.pdf), Madrid, Universidad Complutense, 2003. Tesis doctoral presentada en el año 2000. ISBN 978-84-669-1035-4
— Las Navas de Tolosa, 1212: idea, liturgia y memoria de la batalla, Madrid, Sílex, 2012. ISBN 978-84-7737-721-4
Batista González, Juan, «De Covadonga a Las Navas de Tolosa», España estratégica. Guerra y diplomacia en la historia de España, cap. 4, Madrid, Sílex, 2007. ISBN 978-
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digital (http://e-spanialivres.revues.org/63) en Les Livres d'e-Spania (http://e-spanialivres.revues.org/). Versión en formato pdf (http://e-spanialivres.revues.org/257?file=1).
Cap. VIII. «Alfonso VIII en Castilla, Alfonso IX en León» (http://e-spanialivres.revues.org/187). Véase la versión de la batalla, que puede leerse desde § 11. «Cuenta la
estoria que el infante don Fernando» (http://e-spanialivres.revues.org/187#tocto1n11). ISBN 978-2-919448-00-5
García Fitz, Francisco, Las Navas de Tolosa, Barcelona, Ariel, 2005 (Grandes Batallas). ISBN 978-84-344-6795-8; reeditado en 2012 (edición VIII centenario). ISBN 978-84-
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— «La batalla de Las Navas de Tolosa: el impacto de un acontecimiento extraordinario», en Patrice Cressier y Vicente Salvatierra (eds.), Las Navas de Tolosa, 1212-2012.
Miradas cruzadas, Universidad de Jaén, 2014, págs. 11-36. ISBN 978-84-8439-830-1
Huici Miranda, Ambrosio, Las grandes batallas de la reconquista durante las invasiones africanas, Universidad de Granada, 2000. ISBN 84-338-2659-X Reproduce su
clásica obra «Estudio sobre la campaña de las Navas de Tolosa», publicado en Anales del Instituto General y Técnico de Valencia, vol. I, Valencia, 1916, págs. 1-196.
Reeditado también en Estudio sobre la campaña de Las Navas de Tolosa, ed. de Roldán Jimeno Aranguren, Pamplona, Pamiela, 2011 (Ensayo y Testimonio, 121). ISBN
978-84-7681-700-1
Rosado Llamas, María Dolores y Manuel Gabriel López Payer, La batalla de las Navas de Tolosa: historia y mito, Jaén, Caja Rural, 2001. ISBN 84-699-6793-2. Reeditado
en 2012.
Vara Thorbeck, Carlos, El lunes de Las Navas, Universidad de Jaén, 1999. Reeditado en Las Navas de Tolosa, 1212. La batalla que decidió la Reconquista (http://books.go
ogle.es/books?id=c5Zf36XFeOAC&printsec=frontcover&hl=es#v=onepage&q&f=false), Barcelona, Edhasa, 2012.

Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre la Batalla de Las Navas de Tolosa.

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Multimedia
Dos grandes batallas de la Reconquista: Alarcos (1195) y Las Navas de Tolosa (1212) (http://www.balawat.com/batallasmedievales.html). Reconstrucción virtual.
Comunicación multimedia para la Arqueología, en alawat.com
El lunes de Las Navas (https://www.youtube.com/watch?v=d0zT4pf-okQ). Vídeo según idea y guion de Carlos Vara Thorbeck. La aventura de la historia. Universidad de
Málaga.
Francisco de Paula Van Halen, La batalla de Las Navas de Tolosa (https://www.museodelprado.es/educacion/educacion-propone/aniversarios-y-conmemoraciones/2012/viii-
centenario-de-la-batalla-de-las-navas-de-tolosa-1212/batalla-de-las-navas-de-tolosa/), 1864. Museo del Prado.

Textos
Las Navas de Tolosa (http://www.unav.es/biblioteca/fondoantiguo/hufaexp24/01.html). Universidad de Navarra.
Carlos Vara Thorbeck, «Las Navas de Tolosa: una batalla decisiva en la historia de España» (http://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2282153.pdf), Anuario de la Real
Academia de Bellas Artes de San Telmo, ISSN-e 1887-0953, n.º 5, 2005, págs. 61-74.
Miguel Ángel Ladero Quesada, «1212: Las Navas de Tolosa» (http://www.nuevarevista.net/articulos/1212-las-navas-de-tolosa), Nueva Revista de Política Cultura y Arte, n.º
138. Junio de 2012.

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