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UN CATÓLICO MÁS

IVÁN MILLA GÓMEZ

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Primera edición: octubre 2016
© Derechos de edición reservados.
Edición: Editorial Círculo Rojo.
www.editorialcirculorojo.com
info@editorialcirculorojo.com
Colección: Docencia
© Iván Milla Gómez
Fotografía de cubierta: © Fotolia.es
Diseño de portada: y maquetación: Editorial Círculo Rojo
ISBN: 978-84-9160-718-2
Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida por algún medio, sin el permiso expreso de sus autores.
Círculo Rojo no se hace responsable del contenido de la obra u opiniones que el autor vierta en ella.
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fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).
IMPRESO EN ESPAÑA – UNIÓN EUROPEA

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1. DEDICATORIA.

Quiero dar las gracias y dedicar este sencillo libro a todas las personas que me han
acompañado a lo largo de mi vida, en especial:
A mi familia: Mi padre, Alejandro. Mi madre, Pepi. Mi hermana, Saida. Por haberme
cuidado siempre lo mejor que han podido.
A uno de mis mejores amigos: Gabriel, que me ayudó a creer en Dios.
A otro de mis mejores amigos: Marc, por animarme y apoyarme en el proyecto de
escribir el libro.
A todas las Monjas de mi escuela, El Pinar de Nuestra Señora: Las hijas de Santa
María del Corazón de Jesús, por haber puesto el fundamento de Dios en mi vida. Gracias
Madre María Inés por corregir las faltas de ortografía del libro.
A todos los seguidores de mi página de facebook Un Católico Más, por seguir cada día
mis foto-enseñanzas.
A mi amigo Vicenç, por estar siempre a mi lado y haber luchado tantas batallas junto a
mí.
A todos mis amigos Apologistas de facebook, por enseñarme tanto con sus estudios y
su ejemplo.
Al fundador del portal ApolologéticaCatólica.org: El Apologista José Miguel Arráiz,
porque sus artículos me sirvieron de mucho en mi proceso de formación.
Al Sacerdote de mi escuela: El Padre Salvia, por haber sido clave en la última etapa de
mi proceso en la búsqueda de la verdad.
A mi buen amigo Apologista: Richbell, por su buena disponibilidad a la hora de
echarme una mano siempre que lo necesitaba.
Al propietario de la página Catolicosfirmesensufe.org: Mi amigo Apologista Anwar,
porque sus artículos me sirvieron de mucho en mi proceso de formación.

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A todos los ex Protestantes conversos al Catolicismo: En especial a John Henry
Newman, su grandioso testimonio está llevando a miles de almas a la Iglesia de Dios.
Quiero nombrar también a conversos contemporáneos nuestros, como Fernando
Casanova y Dave Armstrong, que con su ejemplo vivo siguen favoreciendo a muchos.
A los Sacerdotes: Padre Flaviano Amatulli, Padre Jorge Loring y el Padre Pedro
Nuñez, por dejarse la piel en formar a los Católicos. De ellos he aprendido muchas
cosas.
A la Editorial Círculo Rojo, por su gran profesionalidad, por tratarme tan bien en todo
momento y por darme la oportunidad de editar este libro.
A todos los Padres, Santos y Doctores de la Iglesia Católica.
A la Iglesia Católica entera.
A mi ángel de la guarda.
A mi querida Madre: La Santísima Virgen María; Siempre virgen, Madre de Dios,
Inmaculada y Asunta al cielo.
A mi Salvador: Jesucristo.

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2. TESTIMONIO

La primera parte de mi vida 0-16 años:


Nací en Terrassa, una ciudad cerca de Barcelona. Mi familia me bautizó en la Iglesia
Católica, hice la comunión en la Iglesia Católica y me confirmé en la Iglesia Católica,
pero a decir verdad, en todo ese tiempo supe muy poco de Dios.
Cada vez, está siendo más típico en España que alguien nazca en un hogar de tradición
Católica, sin haber profundizado en lo que ello verdaderamente significa. No obstante,
me siento afortunado.
Hasta los doce años fui a un colegio público donde no se estudiaba religión ni se
hablaba de Dios, por lo tanto, en ese periodo de mi vida no supe prácticamente nada de
la Religión Católica ni de Jesús. Sabía lo mínimo de la comunión de un niño de nueve
años, que iba a las catequesis despistado y sin saber bien de lo que estaban tratando.
Recuerdo que me gustaba, y tampoco sentí nunca el feo o el rechazo en el tema de Dios
y de la Iglesia. Me atraía algo, o al menos no me desagradaba. Mi familia nunca habló
mal de las cosas de la Iglesia, simplemente era un tema que no se trataba.
A partir de los doce años fui a un colegio religioso; El Pinar de Nuestra Señora.
Imagino que fue desde ese momento donde empecé a conocer a Dios. Mis padres no me
llevaron a este colegio por la educación Cristiana, simplemente fui allí por ser lo que se
dice “un buen colegio’’ sin más.
Mirando en perspectiva, me he dado cuenta de que mi crecimiento espiritual ha sido
siempre a pasos muy pequeños pero continuamente hacia adelante, sin prisa pero sin
pausa.

Primero pensaba que Dios no existía.


Luego pensé que cabía la posibilidad de que Dios existiese.
Luego pensé que existía cuando me convenía y cuando no me convenía dejaba
de existir.

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Al llegar ya a la etapa de dieciséis años me acabé dando cuenta de que:

Dios existía, e iba a existir cuando me convenía y cuando no me convenía


también.

No fue ningún proceso extraordinario el de mi cambio de pensamiento, sino más que el


simple hecho de los años en la escuela, de lo que se me iba quedando y de las
experiencias. En general fue el paso del tiempo y el aprendizaje diario.
Aunque ahora ya puedo decir que Dios, me estaba preparando para un camino que
jamás hubiera pensado que iba a aparecer en mi vida y que iba a tener que recorrer.

La segunda parte de mi vida 16-20 años:


En este tiempo, estaba más comprometido en las actividades religiosas del colegio. Me
gustaba ir a la Santa Misa de vez en cuando, ir a rezar a la capilla, acudir algunos
sábados a reuniones de oración que hacían en la escuela, rezar en casa...en fin, algunas
pequeñeces que tampoco representaban mi modo de vivir, ni eran mi bandera.
Era “una cosa más’’, y por supuesto ni mucho menos la más importante.
Yo seguía con mis estudios y mis quehaceres, haciendo una vida sencilla. Estudié el
Ciclo de Auxiliar de Enfermería y a los dieciocho años ya empecé a trabajar de ello.
Aunque seguí en el colegio hasta los veintiuno, acabando mi formación con un Grado
Superior en Anatomía Patológica.

La tercera parte de mi vida de los 20-21 años:


No porque fuera una etapa corta iba a ser menos importante. La tiene y mucha.
En esta fase, ya estaba acabando mis estudios, todo me iba bastante bien, estaba feliz
por los éxitos conseguidos en mi formación estudiantil y en la vida laboral, aunque uno
siempre piensa que algo le falta...
En ese periodo, viví un poco con más intensidad la fe que tenía.
Tomé la costumbre de ir los domingos a la Santa Misa, normalmente solo y a veces
arrastraba a mi padre o a mi hermana para que me acompañaran. Ese año también hice
lo de acudir los primeros viernes de mes a la Santa Misa, ya que esta devoción la aprendí
en mi colegio y siempre me gustó. Me interesaba más por la oración en casa y cogí el
hábito de rezar el rosario cada día.
Hasta entonces todo lo practicaba como a escondidas, mi fe no era una fe pública al
menos no oficialmente. Las costumbres o prácticas religiosas que realizaba tampoco eran
extraordinarias como para catalogarme de una persona diferente a las demás o seguidora
incondicional de Cristo y de su Iglesia.
Me daba vergüenza hablar de Dios con la gente y si podía ocultarlo mejor.

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Aunque de la noche a la mañana...como por arte de magia, todo eso quiso cambiar.

¿A qué podemos atribuirlo?.


¿A un capricho personal?.
¿Al Espíritu Santo?.

Sólo sé que me entraron muchas ganas como de la noche a la mañana de


comprometerme más con Dios, de decirle «SI» más fuerte y de no tener miedo a
seguirle. Quería dar un paso hacia adelante. Otro más, pequeño sí, pero matón.
En años anteriores me reía de las monjas del colegio cuando decían que “Dios las
había llamado’’ y cuando sentí que Dios me estaba llamando, pensé:
“¡Será posible!, tenía que pasarme a mí... ¡Ésto es! la famosa llamada’’.
En esos días todo lo que podía hacer para intentar mostrar mi fe a los demás lo hacía.
Tenía ganas de crecer y estaba muy ilusionado por hacer de Dios algo más principal y
visible en mi vida.
De repente llegaron dos de los días, que sin saberlo, iban a ser de los más significativos
de todos mis sucesos personales. De hecho por aquí empieza el camino más
extraordinario e inesperado que me iba a acontecer.
Uno fue el 6 de diciembre de 2012. Estaba repasando las publicaciones recientes de
mis amigos en facebook, y vi una que me llamó mucho la atención. Era la publicación de
una amiga mía de la infancia, de mi anterior colegio y de la que hacía años pues no veía
ni hablábamos.
La vi una vez en una reunión de reencuentro de amigos de la niñez, pero ese día ni
siquiera hablé con ella. Estuve más pendiente de mis antiguos colegas, puesto que no
sabía nada de ellos desde hace tiempo.
Mi amiga decía así en facebook. Cito textualmente:

“¡Busco voluntarios que colaboren con un documental sobre la controversia del


Cristianismo en Cataluña!’’.

Inmediatamente me puse en contacto con ella para mostrarle mi interés y ofrecerle mi


ayuda. Yo estaba feliz de hacer una actividad cristiana y poder mostrar mi fe, así que eso
me venía genial.
Ella me respondió muy amablemente y me dijo que pronto contactaría conmigo.
Fue entonces que llegó el día 22 de diciembre de 2012. Estaba en casa viendo la lotería
de Navidad. Una vez me había dado cuenta de que pasaría otro año más con una mano
delante y otra detrás, me fui a mi ordenador a mirar un rato el facebook. Eran sobre las
12:00 de la mañana y vi que mi amiga puso en su muro:

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“Quien tenga hoy dos minutos y quiera dar su opinión sobre el Cristianismo para
un documental, voy a estar en Plaza Cataluña de 14.00 a 16.00 entrevistando’’.
Y etiquetó mi nombre.

Ipso facto. le dije que yo estaba disponible y que me dirigiría hacia allí cuanto antes.
Me hace gracia recordar la ilusión con la que me puse los pantalones para salir de casa,
rápida y alegremente pensando: “Hoy voy a dar testimonio de mi fe’’. Para mí era algo
grande.
Me encontré con ella esa tarde en Barcelona, dispuesto a ayudarla en todo lo que
pudiese para su trabajo.
Mientras hablábamos, al poco tiempo me dijo que ella era Cristiana pero no que era
Católica.
Yo pensé:

“Si no es Católica...¿Entonces qué es?’’.

Me hablaba de que no seguía al Papa de Roma o que no hacía oraciones a la Virgen


María entre otras cosas. Me dijo que era Evangélica (Protestante).
A mi todo eso me sonaba muy raro. Algo sabía de que existían Cristianos que no eran
Católicos pero muy escasamente. Nunca me percaté de su existencia oficialmente, ya que
jamás en mi vida se me había cruzado alguno. No tenía ni idea de nada sobre las
diferencias entre su fe y mi fe, aunque en ese momento no le di importancia y sin pensar
más, solo me dediqué a pasar una buena tarde a su lado, colaborando en lo que
escasamente pude.
Ese día era sábado, y al finalizar las entrevistas para su documental, me dijo si quería
venir a la reunión de jóvenes que hacían hoy en su casa. Me comentó que uno o dos
sábados al mes se reunían algunos jóvenes Cristianos (Protestantes) en su hogar, para
hablar de Dios y pasar un rato compartiendo. Yo, animado y contento, acepté la
invitación con mucho gusto.
Soy una persona muy tímida y siempre me ha costado expresarme en público, conocer
a gente nueva, o estar con mucha gente a la vez. Pero bueno, a pesar de todo, sabía que
tenía que hacer el esfuerzo de saber compartir con los demás y no encerrarme en mí
mismo.
Llegamos a la reunión y la verdad es que me acogieron extraordinariamente. Los
padres de mi amiga me recordaban y yo también les recordaba a ellos. Los jóvenes de la
quedada me recibieron con mucha amabilidad y se mostraban muy felices de haberme
conocido.
Me impresionó mucho el ambiente, siempre me hicieron sentir muy bien y nunca
forzado en nada.

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Empezó la reunión y comenzaron cantando canciones a Dios. Quedé petrificado y
fascinado de verlos a todos cantar. Lo hacían con una pasión que jamás me pareció
haber visto en ningún lado.
Me iba pasando por la cabeza: “Aquí hay algo que es diferente’’.
Luego de las canciones, el Padre de mi amiga (que resultó que era el Pastor de su
Iglesia, aunque yo no sabía bien lo que eso significaba), era el encargado de iniciar el
estudio de algún pasaje de la Biblia y de su posterior reflexión. Me quedé nuevamente
sorprendido al ver que todos los jóvenes llevaban sus Biblias consigo, cuando yo apenas
sabía utilizarla. Todos buscaban el pasaje a estudiar, lo leían y lo meditaban.
La última actividad de la reunión era compartir voluntariamente quien quisiera algún
tema. Peticiones de oración...experiencias personales...o cualquier cosa.
La reunión se acababa con un buen rato de tiempo libre. Teníamos normalmente un
momento de merienda...cena...algún juego...o simplemente charlar entre nosotros para
conocernos mejor.
Pasé un espléndido sábado y quedé contentísimo por las nuevas amistades que había
hecho. Jóvenes que amaban a Dios, gente que no tenía miedo a compartir su fe.
Precisamente yo estaba buscando algo así y fue la primera vez que me pareció
encontrarlo.
Me hice varias preguntas:

¿Qué es este tipo de Cristianismo que practican estas personas que dicen que es
Evangélico o Protestante?.
¿Qué es esta fe que profesan?.
¿Qué es esta magia que parecen tener?.

Ahí se respiraba a Dios y sin duda yo también quería seguir participando de esa
experiencia. Quería conocer más de esto.

La cuarta parte de mi vida de los 21-23 años:


Se originó pues aún más, lo que iba a ser la travesía de mi vida en la que iba a
descubrir lo que en absoluto imaginé que descubriría.
Los padres de mi amiga y mi amiga, me dijeron que estaba invitado a ir cuando
quisiera a las reuniones de los sábados. Yo acepté con gusto y siempre que pudiese ir, allí
estaría.
En los primeros meses que asistí, me fui dando cuenta de que la fe Protestante tenía
algunas diferencias notables sobre la fe Católica. Las iba conociendo poco a poco,
algunas me resultaban más raras, otras me parecían más lógicas. Pero para mí en ese
momento lo importante era que estaba aprendiendo mucho y me estaba acercando a Dios

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de una manera que nunca había experimentado. Estaba alegre en buena compañía.
Tenía mucha hambre de Dios y me encantaba aprender.
Pasados algunos meses el Pastor (padre de mi amiga), me dijo si quería asistir el
domingo a su Iglesia, aparte de los sábados a las reuniones de jóvenes. Yo no lo vi muy
claro... esto ya era un paso más serio y extraño. Cada domingo asistía a la Santa Misa
Católica y me parecía poco razonable abandonar eso para cumplir con otra cosa.
Pasadas pocas semanas dije: “Bueno voy a probar a ver’’.
Ese primer domingo no quería faltar a la Santa Misa, así que me levanté más temprano
para ir a la Misa de las 9:00 de la mañana, para posteriormente estar a las 11:00 en la
Iglesia del Pastor.
Este Pastor tenía un local y era allí donde celebraba su digamos “Misa’’ o culto a Dios,
ese lugar era considerado como la Iglesia. Todo me parecía un tanto peculiar, pero
también era más o menos lo que esperaba por lo que fui aprendiendo en los primeros
meses.
Lo pasé muy bien en esta Iglesia, había gente muy amable. El estilo era muy parecido a
lo que venía haciendo en las reuniones de los sábados: cantos, lectura de la Biblia,
reflexión de lo estudiado, tiempo de compartir, tiempo de hacer oración y acabando con
tiempo libre.
La verdad es que todo iba de maravilla en todo los sentidos. Me sentía muy unido a
Dios, estaba en un lugar donde me querían y donde aprendía cada día más. Quería
saberlo todo y tenía mucho deseo de formarme en la fe.
Seguí yendo durante un buen tiempo a la Iglesia del Pastor compaginándolo con la
Misa Católica, aunque enseguida se me hizo duro compatibilizar los dos cultos.
Como trabajaba en el sector sanitario, la gran mayoría de domingos me tocaba la guardia
y me era difícil levantarme tan temprano con el cansancio que llevaba acumulado de la
semana, para ir a las 9:00 de la mañana a la Santa Misa, luego a las 11:00 al Culto del
Pastor y después salir corriendo hacia el trabajo. Lo hice durante un tiempo hasta que no
pude más, por simple debilidad o pereza.
Como dije, todo iba bien, hasta que llegan los momentos que tienes que tomar
decisiones de mayor importancia y una era decidir qué hacer:

Dejar de ir a la Misa Católica. O


Dejar de ir al Culto Protestante.

Tuve que vivir mi primera gran controversia.


Cuando se te presenta la controversia, la mente libra una batalla feroz. Sabía que no
podía seguir a dos bandas. Tenía que tomar una decisión.

¿Qué hago?.

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¿Soy Católico?.
¿Soy Protestante?.
¿Qué soy?.
¿Qué es lo que quiero?.
¿Qué es lo que debo hacer?.

En esa fase, tenía ya mucha confianza con el Pastor y en todo momento le compartí
siempre mis deseos más sinceros y la situación actual de mi alma a cada segundo.
Constantemente estuvo muy pendiente de mí y se esforzó en gran manera en ayudarme
en todo lo que necesitaba. La verdad es que le estoy eternamente agradecido por todo lo
que hizo por mí. Es un hombre que ama mucho a Dios, tanto él como toda su familia.
Aparecieron ya los días donde tenía que resolver mis grandes dilemas.
Por el momento dejé de asistir a la Santa Misa y me centré en las reuniones de los
sábados y a asistir a la Iglesia del Pastor los domingos.
Entre mis jóvenes amigos Protestantes de las reuniones y los domingos en la Iglesia,
continuaba aprendiendo mucho todos los días.
Al final, para resolver mis dudas, la reunión de los sábados e ir a la Iglesia el domingo
se me quedó algo pequeño. Necesitaba más. Así que hablé con el Pastor y este me
propuso de reunirnos él y yo particularmente algunos días entre semana, para que yo
pudiera expresarle mis dudas acerca de las comparaciones y diferencias que se
encuentran entre la Iglesia Católica y la Iglesia Protestante, cosas que yo aún no
entendía.
Iniciemos las quedadas. Prácticamente nos veíamos todas las semanas, incluso algunas
semanas hasta en dos, tres o cuatro ocasiones.
Junto con el Pastor, iniciamos unos estudios bíblicos y exposición de la doctrina
Cristiana basándonos en los pasajes de la Biblia. Yo le iba comentando los versículos que
me hacían dudar de quién tenía razón, si la Iglesia Protestante o la Iglesia Católica. Él me
iba explicando la manera en la que había que entender los versículos.
Algunos en este momento pensarán: “Claro si el Pastor era Protestante; qué le iba a
decir, que no fuese la doctrina e interpretación Protestante’’. Y claro, están en los cierto,
pero lo mismo pasaría con un Sacerdote Católico, también podríamos echarle en cara
que lee la biblia y la explica a su conveniencia. Yo en ese momento solo pensé que la
exposición que me estaban dando no era particular y exclusiva para unos pocos, sino que
era universal y pensada por muchos. Los pasajes cuadraban con las explicaciones a mi
manera de ver y razonar, nada parecía forzado y todo era coherente.
A medida que continuaba mis estudios, le acabé viendo sentido a la doctrina
Protestante y empecé a mirar con confusión, rareza y mala cara a la Iglesia Católica.
Cavilaba en mi interior:

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¿Y si todo lo que me han enseñado en la Iglesia Católica no es verdad?.
Fuera de la Iglesia Católica hay más opciones que no conocía. ¿Por qué no iban
a poder ser ciertas?.
Que yo naciese en la Iglesia Católica no garantiza que esta sea la buena.

Desde ese momento me interesé mucho por la Apologética Protestante, es decir, en


conocer y defender la fe Protestante en profundidad.
Le dedicaba muchas horas al día a leer artículos de apologética Protestante, a escuchar
sermones de grandes predicadores Protestantes como: Charles Spurgeon, John
MacArthur y empecé a conocer las figuras eminentes del Protestantismo como: Martín
Lutero, Juan Calvino, Ulrico Zuinglio, Jacobo Arminio, John Knox, Philipp Melanchton,
John Wesley...entre otros más.
La verdad es que en mis días libres llegaba a pasar diez horas al día leyendo artículos
de apologética, comparando versículos bíblicos, escuchando sermones, y buscando la
verdad que yo tanto ansiaba encontrar. Manifesté en mi interior, ser una especie de
“Buscador de la verdad’’.
A lo largo de toda mi búsqueda siempre tuve clara una cosa: Que el estudio y sobre
todo la oración me tendrían que acompañar constantemente, en todo momento y en todo
lugar.
Desde el inicio de mi búsqueda le decía a Dios:
“Señor yo nunca encontraré ni sabré cuál es la verdad completa.
Si las grandes personas de la historia no han podido resolver sus controversias y gente
eminente está en un lado y gente eminente está en el otro...

¿Cómo voy a decantarme yo por uno, si yo no soy nadie?’’.

Y entonces le hice una muy fuerte promesa a Dios y le lancé como una especie de
desafío:
“Señor yo nunca podré descansar en la verdad completa y mi alma siempre estará
inquieta por ello, ahora bien, te prometo que haré todo cuanto esté en mis manos, para
que cuando muera y me juzgues no me puedas decir: «Iván, no hiciste todo lo que estaba
en tus manos para llegar a descubrir cuál era verdad completa»’’.
Conforme fui profundizando cada día en la doctrina Protestante, me fue convenciendo
cada día más, hasta el punto que llegó el momento que empecé no a alejarme de la
Iglesia Católica que ya lo había hecho, sino que comencé como a odiarla y detestarla en
mis pensamientos.
El Protestantismo también empezó a presentar una serie de problemas, ya que, cuando
conocí a los grandes Protestantes de la historia, vi que no todos pensaban lo mismo.

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Aunque al final llegaba a la conclusión de que las diferencias que tenían entre ellos, eran
en temas no relevantes y que en lo importante sí estaban en consenso. No obstante me
molestaba bastante ver diferentes opiniones en varios temas doctrinales.
En fin, yo seguía estudiando todos los días. No había día que no le dedicase
muchísimas horas a la lectura de la biblia, a la oración, a seguir profundizando en la
historia del Cristianismo Protestante, a leer o escuchar sermones y a examinar artículos
de Apologistas Protestantes. Pensaba que la verdad podría estar en alguna de las ramas
del Protestantismo y quería saber cuál era.
Pasaba varias noches en vela. En mis sueños se reproducían constantemente, charlas,
diálogos, reflexiones...la verdad es que era como una pesadilla. No desconectaba.
Cada día que tenía libre en el trabajo, desde la mañana hasta la noche me lo pasaba en
el ordenador investigando y leyendo.
Cuando llegaba la noche, caía en la cama rendido, me dolían muchísimo los ojos, la
cabeza me hervía y me pesaba todo el cuerpo. Luego para rematarlo por la noche se
introducían en mis sueños los temas de apologética y si se me ocurría algo o me
inspiraba, me levantaba corriendo para investigarlo. La verdad es que lo medio
disfrutaba, aunque era cansado y duro.
En esos dos años de mi vida yo seguía diciéndole cada día lo mismo a Dios. Jamás
pasó un solo día sin que no se lo repitiera:
“Señor no lo conseguiré nunca, pero llévame a la verdad. No me importa cuál sea la
verdad, pero yo quiero llegar ahí independientemente de las consecuencias. Si me
equivoco Señor, que sea por ignorancia total y no por una conveniencia mía’’.
Cuando iba hacia el trabajo hacía mucha oración. Los cuarenta minutos que tardaba en
llegar al hospital me los pasaba rezando en el tren a Dios; Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Me encantaba rezar al Espíritu Santo, era a Él especialmente al que le dedicaba más
tiempo a decirle:

“Por favor guíame hacia la verdad completa. Pongo la mano en el fuego a que
nunca la hallaré. Aun así te pido que me ayudes a conseguir llegar a donde yo sé
que no puedo llegar, pero Tú si puedes hacer que yo llegue’’.

Y así acabó pasando un año entero.


Puede parecer que un año es poco, pero cuando se vive algo con tanta intensidad,
hasta un solo día puede cundir en gran manera.
El 22 de diciembre de 2012 empezó la gran senda de mi vida, y llegó ya el 22 de
diciembre de 2013. En la reunión de los sábados con el grupo de jóvenes Protestantes
tuvimos la fiesta de Navidad en la que les agradecí por todo el año que me hicieron vivir
y por todo lo que había aprendido de ellos. Yo los tenía a todos como gran ejemplo a
seguir y siempre me dije a mí mismo: “Ellos saben más que yo de Dios y de la Biblia,

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pero espero que algún día pueda yo saber igual o más que ellos’’. No por arrogancia, sino
por el simple hecho de la pasión que tenía por aprender y de amar a Dios. Quería ser el
primero y si pudiera ser el más destacado, mejor.
Siempre me consideré como bebé de la doctrina y jugaba con la ventaja del frenesí que
tenía, como un niño pequeño que da sus primeros pasos con mucho ímpetu por conocer
a Dios en plenitud. Mi entusiasmo por la verdad, era ciertamente muy grande.
En los seis meses posteriores a esa reunión, continué con mis largas horas de estudio,
oración y reflexión sobre la doctrina Cristiana Protestante y seguía en la búsqueda de la
verdad. En ese año y seis meses, acudí a las reuniones de los sábados, a los domingos de
Culto y a mis quedadas frecuentes con el Pastor.
En todo ese tiempo en la profundidad de mi corazón, nunca estuve 100% fuera de la
Iglesia Católica, aún había un dedo meñique muy débilmente agarrado a ella. Tuve como
suelo decir:

“Un pie y tres cuartos del otro fuera de la Iglesia Católica’’. Pero siempre tenía
ese meñique agarrado a esta Iglesia y eso me tenía ya harto, preocupado y
molesto.

Cada día tenía más claro que la Iglesia Católica se equivocaba y que por lo tanto tenía
que salir de ella cuanto antes. Mi ilusión era recibir el bautismo en la Iglesia Protestante y
comenzar nuevos proyectos con mis nuevos amigos y en mi nueva Iglesia.
Poco a poco ya iba adquiriendo más conocimientos y estaba bastante instruido. Mi
confianza y seguridad estaba en aumento. Cierta tranquilidad habitaba en mi corazón
sobre la fe que defendía y profesaba. Aunque yo igualmente seguía a lo mío, pidiendo al
Espíritu Santo que me guiara a la verdad, dado a que aún no sentía haberla alcanzado en
mi interior.
Iba siendo hora de volver a dar un paso largo y fuerte:

Tenía que salir de la Iglesia Católica YA.

Era hora de soltar ese meñique agarrado, si no, no podía continuar avanzando.
Así que tomé una de las decisiones más radicales a las que había hecho hasta entonces.
Decidí que yo mismo sería el encargado de destruir a la Iglesia Católica. Enfrentarme
cara a cara con ella y su doctrina.
Si yo mismo descubriese en su doctrina o en su enseñanza un error, o algo que fuera
claramente antibíblico sin caber lugar a las dudas, podía bajo mi responsabilidad
abandonarla tranquilo, libre de cargas y culpas.
Por ese tiempo mi odio hacia la Iglesia Católica ya era bastante grande, no comprendía
cómo tanta gente podía estar engañada bajo esa Iglesia y mi gran deseo era ayudar a la

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gente a salir de ella como yo lo estaba haciendo. Pero antes de eso tenía que estar seguro
totalmente, no quería dar pasos en falso.
Después de tantos estudios de Apologética Protestante, sermones Protestantes y
personajes Protestantes que me hacían ver claramente los errores de la Iglesia Católica,
pensé que no eran suficientes como para presentarlos como prueba a favor de la mentira
de la Iglesia Católica, por eso decidí ir directamente a leer su doctrina, para que
utilizando sus propias palabras no pudiesen tener justificación de sus errores.
Conocí lo que aún no había conocido: La Apologética Católica. Era lo mismo que la
Apologética Protestante pero al revés.
En la Apologética Católica descubrí a personajes con los que aún no había tratado, ni
sabía de ellos. Se hacían llamar los Padres de la Iglesia.
Eran la generación de Cristianos de los primeros siglos después de los Apóstoles.
En la Iglesia Protestante uno aprende a saber que la Iglesia Católica se desvió del
verdadero Cristianismo y no fue hasta en el siglo XVI que Martín Lutero y los
reformadores empezaron a predicar lo que ellos llaman el Evangelio puro y sin
adulteraciones. Entonces pensé que el Cristianismo de los Padres de la Iglesia lejos de
afirmar que la Iglesia Católica era la verdadera, tenía que afirmar que lo era la Iglesia
Protestante.
Empecé a conocer a personajes como: Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía,
Papias de Hierápolis, Policarpo de Esmirna, Clemente de Alejandría, Efrén de Siria,
Gregorio Tamaturgo, Juan Damasceno, Justino Mártir, Cirilo de Jerusalén, Ireneo de
Lyon, Cirilo de Alejandría, Epifiano de Salamina, Hipólito de Roma, Eusebio de Cesarea,
Orígenes, Cipriano de Cartago, Hilario de Poitiers, Pedro Crisólogo y los grandes Padres
de la Iglesia como Atanasio de Alejandría, Basilio el Grande, Gregorio Nacianceno, Juan
Crisóstomo, Ambrosio de Milán, Agustín de Hipona, Jerónimo de Estridón, Gregorio
Magno...
Mi sorpresa fue encontrarme cómo, en los estudios de Apologética Católica, utilizaban
los escritos de estos Cristianos de los primeros siglos para enseñar cómo la Iglesia
Católica, lejos de alejarse del Evangelio puro, siempre había creído lo mismo y su
desarrollo estuvo libre de toda corrupción.
¡Todas estos hombres de Dios eran Católicos!.
No podía ser. Ellos fundamentaban sus enseñanzas con la Biblia y eran hombres de
gran erudición y de grandes virtudes.
Comencé a leer algunas obras de los Padres de la Iglesia, sobre todo de los que serían
mis favoritos: Justino Mártir, Ireneo de Lyon, Atanasio de Alejandría, Agustín de Hipona,
Jerónimo de Estridón y Ambrosio de Milán.
Todo lo que había en sus escritos sonaba a Católico, eran Católicos y estaban felices de
pertenecer e identificar a la Iglesia Católica como la única verdadera.

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Defendían la doctrina Católica con argumentos mucho más fuertes y notables que los
que yo había visto cuando defendía la doctrina Protestante. Usaban la Biblia pero la
usaban con una profundidad superior.
En esos días tomé en gran consideración el testimonio de los Padres de la Iglesia, aun
así, cuando alguien quiere irse de la Iglesia Católica, se agarra a un clavo ardiendo y
pensé que ellos podían tener razón, pero que quizá más adelante la Iglesia Católica falló.
Así y todo, el testimonio de los Padres de la Iglesia fue fundamental para mí y al final
de grandiosa ayuda para acabar descubriendo lo que yo ansiaba.
En los artículos de apologética Católica veía cómo refutaban lo que había aprendido en
los artículos de apologética Protestante. Luego me dedicaba a buscar la refutación de la
refutación y la refutación de la refutación..., pero al final para desgracia mía, todo
acababa con una paliza de la Iglesia Católica respecto a las opiniones y defensas
Protestantes. Otra vez volvía a perder.
Siguiendo investigando, me encontré con el testimonio de Pastores Protestantes que
estaban volviendo a la Iglesia Católica y pensaba:

¡Vaya! si yo me quiero ir... ¿Por qué éstos vienen?.

Me acuerdo que buscaba en internet o en youtube: «Católicos conversos al


Protestantismo» y para mi infortunio salían en gran mayoría: O bien vídeos falsos de
testimonios de personas que se disfrazaban de Sacerdotes para decir que fueron
sacerdotes Católicos pero que luego lo dejaron, o grabaciones acústicas falsas de gente
con mucha malicia. Poco o nada había de bueno y consistente.
Mientras que a mi mala suerte, cuando buscaba: «Protestantes conversos al
Catolicismo»’’, decía:

“¡Dios mío! ¿Quiénes son estos?’’.

Todos son Pastores Protestantes con grandes estudios, con gran testimonio de fe, con
vidas ejemplares de oración, con mucha pasión y amor por el Señor y después de tantos
años siendo Protestantes...

¿Se hacen ahora Católicos?

¿Por qué?.
Ex Protestantes como: Dave Armstrong, Scott Hahn, Marcus Grodi, James Akin, Alex
Jones, Tim Staples, Paul Thigpen, Robert Sungenis, Ulf Ekman, Steve Ray, Max
Thurian, Fernando Casanova y muchos más...
Esto me causaba gran frustración y desespero, aunque la guinda que colmó el vaso en
el caso de los ex Protestantes conversos al Catolicismo, para mi fue conocer a grandes

17
conversos de los últimos tiempos como G. K. Chesterton y el descomunal y más grande
converso de la historia, después de San Pablo y San Agustín (a mi opinión personal) el
grandioso John Henry Newman.
El testimonio de Newman marcó mucho mi vida. Sentía y sabía que él fue un
incansable e incondicional buscador de la verdad y sus características para llegar a ella
eran todas de una sinceridad, pureza y franqueza que me descolocaba. Resulta que
Newman, después de despotricar contra la Iglesia Católica, de llamarla la Ramera,
después de decir que el Papa era el Anti Cristo y de muchas otras difamaciones contra la
Iglesia Católica, cambió y se hizo Católico. Profundizó de una manera monstruosa en la
historia de la Iglesia, en las obras de los Padres de la Iglesia, y acabó reconociendo a la
Iglesia Católica como la única y verdadera, retractándose luego oficialmente de todas sus
palabras mal sonantes que había dicho en su pasado en contra de esta Iglesia.
Como estaba yo...
Los Padres de la Iglesia machacándome, los conversos Protestantes al Catolicismo
machacándome, los artículos de apologética Católica machacándome.

¡Madre mía!, que duro era tumbar a la Iglesia Católica.

Seguí buscando posibles brechas para demostrar aún que podía haber algún error en la
enseñanza de la Iglesia Católica. Con solo un error ya estaría contento y satisfecho,
porque con tan solo uno ya era posible mostrar que la Iglesia Católica era una más entre
todas y no la única y verdadera.
Empecé a comparar las enseñanzas del Catecismo y del Magisterio de la Iglesia
Católica con la Biblia...
Cuando cogí el Catecismo dije: ¡Pero bueno qué es esto!.
¡Esto es una exposición de la doctrina brutalmente buena!.
Este no era el Catecismo que usaba cuando era pequeño, era el gordo, el oficial y la
exposición de las enseñanzas de la Iglesia Católica a mi sorpresa, eran de una precisión
milimétrica.
Intenté buscarle los puntos débiles y las doctrinas o dogmas más controversiales o
tardíos, pero continuaba sin hallar el error que necesitaba. Leía los cánones de los
Concilios de la Iglesia y veía como tampoco encontraba nada claro que contradijera la
Biblia.
Juntando todos estos factores. Los Padres de la Iglesia, los artículos de apologética
Católica, la Biblia vista por los Padres de la Iglesia, el Magisterio de la Iglesia Católica, el
Catecismo de la Iglesia Católica, y los Protestantes conversos al Catolicismo...en mi
mente por fin se realizó una especie de marcha atrás y un pequeño cambio de chip. Me
planteé por primera vez:

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¿Y si en verdad la Iglesia Católica es la verdadera?.

Yo creía que la Iglesia Católica era una cosa. Lo que me habían dicho, lo que había
oído, lo que me habían enseñado, pero nunca fui a preguntarle a ella si lo que me habían
dicho de ella era verdad hasta ese momento.
Nunca le pregunté a la misma Iglesia si era tan mala como decían, si era tan antibíblica
como decían, o si era tan espantosa como decían...
Me di cuenta que tenía varios prejuicios contra la Iglesia Católica y estos prejuicios
desencadenaron en mi un odio hacia ella que me impedía ver la realidad sobre esta
Iglesia.
Fueron seis largos meses muy intensos...
Un año y seis meses llevaba ya en el Protestantismo y a partir de ahí empecé a
considerar la posibilidad de que me estuviera equivocando.
Todas mis investigaciones Católicas las hacía compaginando igualmente mi aprendizaje
Protestante.
Hablaba y comentaba muchas cosas con mis amigos Protestantes sobre lo que iba
descubriendo, intercambiábamos opiniones, participaba en los estudios, preguntaba y
proponía al Pastor mis dudas...
Me acabé dando cuenta de que la gran mayoría de mis amigos Protestantes no solo
desconocían la doctrina Católica como yo, sino que ni siquiera conocían sus propias
raíces Protestantes. Ya les estaba bien su posición, no veían necesario hacerse algunas
preguntas a sí mismos, y no querían investigar o profundizar como yo proponía o
invitaba a hacer entre todos.
Los siguientes cinco meses fueron claves.
En estos últimos, conocí a una Santa muy interesante; Santa Teresita de Lisieux. Me
compré sus obras completas y me enamoró. Su testimonio también fue trascendental
para mí, su pureza, su humildad, su sencillez, su manera de amar y de defender a la
Iglesia desde la facilidad. Con una palabra, ella era capaz de superar mil de las mejores
tesis teológicas Católicas que existieran. Su exposición clara y simple de la doctrina
Católica solo con su forma de ser, me lo decía todo.
Llegando al final de esta etapa, ocurrió dentro de mi corazón un ultimátum en la batalla
espiritual que estaba combatiendo. Se presentó un día en particular que grité al cielo:

¡No puedo más!.


¡Me voy a morir!.
¡Estoy ya muy cansado!. No hay solución, no la encuentro y ya no me quedan
más fuerzas, para continuar.

19
La verdad es que la fatiga mental y espiritual fue grande en esos días.
Dije:

¡SE ACABÓ, BASTA YA!.

Voy a ir a ver a un Sacerdote, voy a coger mis mejores armas Protestantes se las voy a
exponer, y hoy mismo pienso acabar con todas mis dudas sobre quién tiene la verdad y
quién está mintiendo.
No fui a ver al Sacerdote con el pensamiento de volver a la Iglesia Católica.
Anteriormente dije que pensaba que quizá me estaba equivocando, aun así, y pese a todo
lo que había descubierto de la Iglesia Católica, no fui en son de paz a hablar con él. La
verdad es que fui con mucha desesperación y rabia porque como comenté antes,
mentalmente y espiritualmente estaba ya casi sin fuerzas y sentía que mi corazón iba a
dejar de latir si en ese día no resolvía ya algo.
Fui a mi antiguo colegio donde estudié, y le dije a las hermanas después de que acabara
la Santa Misa, que yo quería hablar con el Sacerdote que había.
El Sacerdote me atendió. Un Sacerdote muy mayor, sabio e inteligente. Vivía en el
colegio y ya lo conocía de vista, por los diez años que estuve en la Escuela.
Le presenté casi una por una todas las dificultades que yo tenía para reconocer a la
Iglesia Católica como la Iglesia de Jesucristo única y verdadera y que por lo tanto era
falsa o una más entre todas.
No penséis ahora que voy a exponer una conversación larga y densa. Todo lo
contrario. En un minuto el anciano Sacerdote con dos palabras para cada cosa que le
presentaba me fulminó. Quería yo dejarle en ridículo a él con mis numerosas palabras y
exposiciones, pero él me dejó en ridículo a mi con dos palabras escasas para cada tema.

¡Madre del amor hermoso!.

Yo ya no sabía qué hacer ni dónde meter la cabeza.


Una vez que hablé con este Sacerdote, me invitó a vernos en otra ocasión para
enseñarme los motivos de credibilidad que exponían el por qué la Iglesia Católica era la
verdadera y única Iglesia fundada por Cristo. Asistí a esa cita.
Ya habían pasado casi dos años desde el día en que quedé con mi amiga de la infancia
y de la primera reunión que tuve con el grupo de jóvenes Protestantes. Mi situación llegó
hasta aquí después de casi dos años muy profundos.
Comprendí que había fracasado en el intento de buscar el error de la Iglesia Católica en
todo este tiempo.
Comprendí que no había conocido bien a la Iglesia Católica y entendí que no era

20
responsable irse de ella sin haberla conocido verdaderamente primero, como yo hice en
el pasado.
Tal llegó el punto, que con algo de miedo e inquietud decidí presentarme delante de mi
gran amigo el Pastor Protestante, que tanto me había ayudado en estos dos últimos años
para darle una mala noticia.
Cuando le vi le comenté: Pastor, no sé lo que me ha pasado, pero tú sabes que yo
quiero guiarme siempre por la honestidad y la verdad, incondicionalmente y sin miedo a
lo que venga....
Creo que la Iglesia Católica es la verdadera y mi obligación es volver a ella para
averiguarlo definitivamente, no desde fuera sino ya desde dentro. Yo no sé si mañana
volveré de nuevo aquí diciéndote lo contrario, pero ahora me tengo que ir’’.
En casa me hice una lista de las razones por la cual creía que la Iglesia Católica era la
verdadera y se la leí al Pastor.
Él se sorprendió mucho y le pilló por sorpresa. Aunque sabiamente entendió mi
posición y me comprendió en la medida de lo posible. Se prestó a ayudarme en lo que
siguiese haciendo falta.
Yo ya no podía continuar yendo al Culto de los domingos, tenía que abandonar el
barco en el que yo quería estar, para irme al que yo rechacé por no haberlo tripulado
antes correctamente y ver que este era más rápido, más grande, más fuerte y más
resplandeciente que el que yo quería.
En una reunión de los sábados expuse a mis amigos Protestantes la decisión que había
tomado. No podía callarme. Tenía la obligación de exponerles y explicarles las razones
del por qué creía que la Iglesia Católica era la verdadera y porqué tenía que volver a ella
de nuevo. Lo encajaron también con sorpresa y aunque ellos no lo pudieran comprender,
mostraron un cierto apoyo a mi persona.

La quinta parte de mi vida de los 23-25 años:


(actualidad).
Volví a la Iglesia Católica para acabar de conocerla de nuevo verdaderamente.
Yo seguía reuniéndome con el Sacerdote de mi colegio.
Mi corazón, mi mente y mi espíritu encontraron mucho reposo en esta decisión que
tomé, comparado con la situación desesperada y controversial que vivía anteriormente.
Esto me ayudó a seguir profundizando con mucha más paz para continuar conociendo a
la Iglesia Católica, seguir estudiando su doctrina, escuchar sus enseñanzas, conocer a los
Padres de la Iglesia, y a todos los Santos y Doctores de la Iglesia Católica. Empecé a
valorar como nunca había valorado los Sacramentos y todos los tesoros que tenía la
Iglesia Católica, que progresivamente iba redescubriendo.
Me preguntaba:

21
¿Todo esto estaba antes cuando yo era Católico hace dos años?.

Claro que estaba, pero yo no lo veía, porque mi fe era débil e ignorante.


No veía en la Iglesia Católica a personas que amasen al Señor, solo lo vi en la
Protestante. Ahora por fin descubrí que hay mucha gente que ama al Señor en la Iglesia
Católica.
No veía el poder de los Sacramentos, no veía la solemnidad de la Iglesia Católica, no
veía su magistral enseñanza, su tremenda sabiduría, sus obras de misericordia, su labor
en todos los siglos. La Iglesia Católica era un mar inmenso lleno de riquezas, y espera
con mucha paciencia a que las personas vayan a buscarlas. Yo las tuve delante y no supe
apreciarlas hasta el punto de llegar a perderlas.
Pasó muy poco tiempo hasta que por fin llegó el gran día.
¿Os acordáis que así como de la noche a la mañana me levanté y sentí que Dios quería
más de mi?.
De la misma manera de la noche a la mañana por fin, un día indudablemente acabé
comprendiendo en mi corazón, en mi mente, en mi cuerpo y en toda mi alma y espíritu
que:

22
LA IGLESIA CATÓLICA
ERA LA VERDADERA.

23
LA ÚNICA IGLESIA FUNDADA
POR CRISTO.

¿Qué regalo me estás dando Señor?. Me emociono al pensarlo y escribirlo.


¿Qué obsequio me has hecho Espíritu Santo?.
¿Por qué has premiado a mi alma de tanta bendición?.
¿Cómo me has hecho llegar a donde me era imposible llegar?.

Esto yo no me lo merezco Señor.

¿Cómo has hecho esto con mi espíritu, el que es tan inquieto y dudoso?.

Yo no iba a poder descansar nunca. Una persona como yo no podía comprender la


verdad, no era posible que yo encontrase el descanso total y absoluto en la verdad.
Definitivamente sabía y sé, que soy un mimado del Señor y un privilegiado.
Dios me había dado lo que yo nunca pensé que podía conseguir. La paz había llegado a
mí.
Me pasaron por delante todos los momentos de mi vida que había vivido anteriormente
y vi claramente, que el Espíritu Santo nunca me abandonó, que escuchó todos los días
mis oraciones y Él con su tremendo poder guió a alguien tan vulnerable y torpe como yo
hasta los límites insospechados.
“Llévame a la verdad, la que sea, pero quiero la verdad’’.
Esas charlas, oraciones y propósitos que tenia con Dios me sirvieron de mucho para
avanzar con diligencia en mi persecución hacia la verdad, no perdiendo nunca el rumbo
de la búsqueda sincera y sin intereses personales en todos mis pasos, para así poder
examinar las cosas con la mayor rectitud que pudiesen mis limitadas capacidades.
Qué aliviado estaba y qué respiro sentía. Yo no encontré la verdad, fue la verdad la que
me encontró a mí.
La alegría de conocer y pertenecer a la Iglesia Católica, la única verdadera me hacía
estallar en un éxtasis interior.
Desde el día que comprendí que la Iglesia Católica es la verdadera, nunca he perdido
ese éxtasis interior. Cada vez que me levanto de la cama descubro nuevas cosas de la
Iglesia Católica, vivo con felicidad y regocijo gracias a este gran premio que me ha dado
Dios y por la manera en que me lo ha dado, un camino de montaña muy tortuoso y
complicado, pero que al final de todo, pude ver la claridad del sol en su misma cima.
Muchas veces pienso:

24
¿Qué hubiese sido de mi identidad Católica si los Protestantes no se hubieran
cruzado en mi camino?.

Lo más probable es que siguiese siendo Católico, pero no con la seguridad y amor que
le tengo ahora a la Iglesia de Jesucristo y a Dios Padre.
Seguiría siendo vulnerable. Cada controversia o ataque que recibiera la Iglesia Católica
podría tumbar mi fe. Ahora gracias a Dios, es inquebrantable, inamovible e
infranqueable, en lo que atañe a la comprensión y la razón. Luego queda demostrarlo en
la práctica.
Les estoy muy agradecido a todos los Protestantes que me ayudaron a conocer y a
amar cada día más a Dios, siempre pienso que hicieron conmigo el mejor trabajo posible:

Llevarme de nuevo a la Iglesia Católica.

Suena un poco a broma y parece que es una especie de chiste o el colmo para un
Protestante, como al que le sale un hijo del Madrid siendo la familia del Barça, pero es la
verdad. Me hicieron tan buen Protestante que acabé abrazando a la Iglesia Católica,
como aquellos Protestantes que habiendo vivido una vida plena de fe acabaron
convirtiéndose al Catolicismo. Yo en mi pequeñez seguí sus pasos.
Al principio de mi redescubrimiento de la Iglesia Católica pensé que ella era un poco
culpable de no haberme enseñado las cosas que necesitaba para reconocerla como única
y verdadera y así estimarla solo a ella. Que la enseñanza que daban era débil y poco
precisa.
Es cierto que algo de verdad hay en eso, que falta un poco de formación en las Iglesias.
Pero lejos de que nos brillen los ojos para echar la culpa a la Iglesia Católica,
reconozcamos que nos falta interés por aprender. No es que ella no nos quiera enseñar.
Es que nosotros no queremos aprender. No afilemos los dientes para hincarlos a la Iglesia
Maestra. Somos nosotros los alumnos inconstantes y perezosos que perdemos el rumbo
con facilidad y nos cansan y nos aburren sus sermones.
Tengo una pequeña mala noticia que daros.
La relación con mis amigos Protestantes nunca volvió a ser la misma. De hecho me
acabaron dando la espalda.
Habiendo descubierto la verdad Católica, quise compartirla con ellos. Pero nadie quería
escuchar. Me acusaron de faltarles el respeto, confundiendo el señalar los errores
doctrinales (que es lo que yo hacía), con atentar contra la integridad de la persona, cosa
que nunca hice. Perdí el contacto con todos. Me pareció muy triste esa situación. Yo no
quería que eso pasara.
Si eran mis amigos antes ¿por qué no lo seguían siendo ahora?. Me llevé una
desilusión.

25
La cosa se enfrió. Yo estaba creando mucha confusión y se me invitó a que
abandonase las reuniones de los sábados. A mí me apetecía seguir yendo porque eran
mis amigos y me gustaba verlos. Pero era normal que me acabaran despidiendo
amablemente. Yo era un Católico, algo que ellos no podían comprender por los diversos
muros construidos en sus mentes y en sus corazones, que les impiden ver más allá y que
son tan difíciles de derribar.
Acabé perdiendo el contacto con todos los amigos, con el Pastor y toda la Iglesia.
No se lo tengamos en cuenta, es muy normal lo que les sucedió conmigo.
Lejos de manchar sus nombres, os aseguro que todas y cada una de esas personas son
maravillosas, con un amor por Dios y su Palabra que muchos Católicos ya quisieran
tener. El problema es que su doctrina está equivocada y de ahí surgen las múltiples
imprecisiones y errores que se desarrollan para torpeza de la persona a la hora de buscar
la comunión con Dios y el camino hacia la santidad.
Quisiera destacar otro punto del que no he hablado en el testimonio.
Para mi fue muy duro dejar de pedir ayuda a la Virgen María cuando estuve en el
Protestantismo. Todo Católico tiene un gran estima a la Virgen María y en mi época de
Protestante se me atascaba mucho el no contar con ella, ya que, la Virgen María en la
Iglesia Protestante no es más que un personaje como otro de la Biblia, sin nada a
destacar en importancia.
No sabéis como la eché de menos. En los momentos que dejé de rezar el rosario, que
dejé de pedirle ayuda porque me decían que eso estaba mal...puf...era terrible...

Me estaba quedando huérfano.

Volver a la Iglesia Católica me lanzó de nuevo estrepitosamente a los brazos de mi


queridísima Madre. Hablando de ella en muchas ocasiones he llorado desconsolado,
después de pensar en como pude abandonarla de esa manera.
Qué paciencia tuvo conmigo Jesús, pero qué paciencia tuvo conmigo la Virgen María.
Su hijo, rebelde e insensato llevado por los malos caminos, pero ella junto a Jesús
estuvieron vigilándome todos los días.
La sensación de recuperar a una Madre es indescriptible. De hecho la Virgen María es
una de las cosas más grandes que he reconquistado en la vida y uno de los grandes
motivos por los que estoy muy feliz de haber vuelto a la Iglesia de su hijo amado.
Ahora puedo decirlo con júbilo:

¡Mirad! ésta es mi Madre, la Virgen María!.


¡Yo soy su hijo!, qué gozada...

26
Indescriptible.
Voy junto a ella, agarrado de su mano hacia Cristo.
¿Puede haber camino más seguro hacia el Salvador del mundo que ir acompañado por
la persona que lo tuvo en su vientre, le dio a luz y lo amamantó con su pecho?. Y lo más
importante...

Que le dijo «SI» a Dios.

También estuve muy contento de recuperar a mi ángel de la guarda. Él nunca me dejó,


pero yo sí a él.
Aunque sin duda, la cumbre de las cumbres de volver a la Iglesia Católica es una. La
maravilla de las maravillas, el diez de dieces, el cielo en la tierra. ¿Ya la habéis adivinado
verdad?.
La Eucaristía.

¿Hace falta que diga algo de ella?.


¡Ahí está el hijo de Dios!.
¿Alguien necesita saber más?.
¿Qué cosa tan grande es esta?.

¿Qué custodia y guarda tan responsablemente esta Santa Iglesia de Dios?.

Nada más y nada menos que el Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo,
amparándolo, protegiéndolo y ofreciéndolo al mundo, para la salvación de las
almas.

T R E M E N D O.
Esto es sin duda una Iglesia ¡cinco estrellas!.
Recuerdo el día que me fui a confesar con el Sacerdote de mi escuela, el que me había
ayudado a volver a la Iglesia Católica. Cuando confesé todo mi camino de vida que
habéis leído, todos los errores que cometí, todo el odio que llegué a tener hacia la Iglesia
Católica, mis deseos de abandonarla...mis ganas de sacar a la gente de ella...mis ganas de
destruirla...
¡Que liberación tuve!. Si normalmente, cuando voy a confesarme ya salgo chorreando
de sudor, aquél día bien podía haber inundado el confesionario. Qué grande es la
misericordia de Dios que perdona a todo el que se arrepiente con sinceridad y de
corazón, por mucho que la haya pifiado a lo grande.
Poco más puedo contaros respecto al momento que descubrí que la Iglesia Católica era

27
la verdadera. Fui conociendo a más personas que defendían a la Iglesia, que la amaban,
que luchaban por enseñar a los Católicos a quererla, a saber proteger su fe, y a saber
valorar lo que tienen. Otra de las misiones que tenían, era ayudar a los hermanos
Protestantes a volver a la Iglesia verdadera, una tarea muy complicada y delicada.
Hasta el momento he continuado estudiando sin descanso y con esmero.
Aparte de los Padres de la Iglesia descubrí más Santos de mi interés.
Como el testimonio de mi vida radica en haber conocido lo que fue el mundo del
Protestantismo que se inició en la denominada “Reforma’’ Protestante, luego me interesé
mucho por los grandes Contrareformistas. Roberto Belarmino, Francisco de Sales, Pedro
Canisio entre otros tantos...
Ellos fueron los primeros en detectar y fulminar los errores de los Protestantes en la
época en que desgraciadamente, la Iglesia se dividió por la desdichada insensatez de
Martin Lutero.
Uno de mis personajes favoritos y al que tengo como maestro es a John Henry
Newman, el gran intelectual del siglo XIX converso al Catolicismo desde el
Protestantismo. Para mi es un referente clave, debido a que yo pasé por algo parecido a
lo que él también pasó, aunque en una escala mucho menor.
No hay comparación alguna de mi persona con Newman ni con su testimonio de vida y
el camino abismal que él hizo hacia la verdad de la fe Católica, desde una situación
mucho más complicada y profunda. Pero considero que me asemejo a él en un 0,1% y
eso para mi ya es suficiente para tenerlo en grandiosa estima y de ejemplo.
¿Qué más os puedo decir?. Ya sabéis que estoy feliz.
Soy muy feliz en la Iglesia de Jesucristo, en la Cátedra de Pedro, en la Iglesia que guía
el Espíritu Santo, en la Iglesia donde han habitado los Cristianos que más han amado a
Dios, en la Iglesia indestructible.
Me siento afortunado por ser miembro de la Iglesia Católica. Hay sitio para todos
aunque sea en el último banco. Estoy muy orgulloso de pertenecer a ella.
Otro de mis grandes maestros es Benedicto XVI, me encanta este hombre. Aún
conozco poco de sus obras, pero su tremenda sabiduría y la manera en la que cogió el
timón de la Iglesia Católica me deslumbra. Es un fuera de serie. Lo quiero mucho.
En un futuro, no me cabe la menor duda, lo veremos siendo Santo y Doctor de la Iglesia,
y espero que sea junto a Newman.
Qué ilusión me haría ver a estos dos extraterrestres amantes incondicionales de Dios y de
su Iglesia puestos en la honorable lista de nuestros Santos y nuestros Doctores.
Actualmente llevo ya dos años en esta gran bonanza que es pertenecer a la Iglesia
Católica.
Mi sueño ahora es ayudar a todos los Católicos a que conozcan de verdad su Iglesia,

28
empezando por no abandonarla por otra. Quiero que se den cuenta, si no se han dado
cuenta ya, que están en la mejor Iglesia del mundo. La Iglesia Católica es de valor
incalculable para nuestras vidas, la dispensadora de todas las gracias. Muchos nacimos en
ella, pero como les suele pasar a los que nacen ya con algo, no la saben valorar lo
suficiente.
Quiero que la aprecien y que la valoren.
En esta vida solo hay dos objetivos importantes:

1º Saber que Dios existe.


2º Saber donde está Dios en plenitud total.

Es por eso que escribo este testimonio.


Amigo Católico que me estás leyendo;
Permíteme que me precipite y sea algo temerario en impartir un juicio de ti:

No sabes dónde estás. No sabes la Iglesia que tienes.

No lo sabes tú, ni lo sé yo y nunca lo sabremos, porque esto escapa totalmente fuera


de nuestros límites. Es algo tan fabulosamente celestial que huye a toda nuestra
comprensión y escasa fe.
Tengo miedo.
Tengo muchísimo miedo por ti amigo Católico, no quiero que nadie te engañe, no
quiero que nadie te confunda, deseo profundamente que seas un Católico con
personalidad, que ames profundamente a la Iglesia, que ames profundamente al Señor y
que ni las mismas puertas del infierno puedan poner ni una sola duda en tu mente y en tu
corazón, respecto a la verdad de Dios y de su Iglesia.
Apreciado Católico;

¿No sabes leer?.


¿No sabes escribir?.
¿No eres inteligente?.
¿No das más de ti?.
¿Te consideras un inútil y crees que no puedes profundizar en lo que por
ejemplo yo profundicé?.

Saber leer, saber escribir, tener inteligencia...


¡Todo eso son puras sandeces insignificantes!

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Compañero:

¿Amas a Dios?.
¿Amas a su Iglesia, la Iglesia Católica?.
¿Amas a la Virgen María?.
¿Amas la Eucaristía y todos los Sacramentos?.

Entonces yo ya no te puedo enseñar nada.


Tú ya sabes más que yo.
Tú ya eres superior a cualquiera que tenga más dones de sabiduría que tú. Porque el
verdadero don es el del amar con el corazón y no el de conocer con la razón.
Los dones son buenos si se utilizan bien y evidentemente profundizar en las razones de
nuestra fe, saber leer, saber escribir y conocer en plenitud a la Iglesia Católica es
gratificante y necesario.
Pero todo eso se queda pequeño:

Si no lo vives.
Si no lo sientes.
Si no lo practicas.
Si no lo crees.
Si no tienes fe.
Si no lo amas.

¡Benditos los humildes, los piadosos, los que aman y tienen fe!
Estos van a sorprender a más de un espabilado teólogo erudito.
Estimado mío, que remas junto a mi en la barca de Pedro.
No te asustes y no te creas débil respecto a nada ni a nadie.
Cada uno va por caminos distintos y aprende de maneras diferentes. Pero lo
fundamental es que los dos juntos y todos juntos, sigamos tripulando en la misma Iglesia
del Pescador de hombres.
Sé prudente, sensato, bueno, sencillo y modesto. Trabaja tu vida desde el amor. El
amor por Dios y por toda su Iglesia. Si tu base es ésa:

Eres invencible.

Sin prisa pero con perseverancia. Dios te hará conocer los dones que piensas que no

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tienes. Los desarrollarás y los ofrecerás para el bien de la Iglesia y de las personas.
Elimina el miedo, el prejuicio, el odio o cualquiera que sea la barrera que te esté
impidiendo disfrutar de tu fabulosa Iglesia.
A muchos nos ha costado sudor y lágrimas entrar en ella.
La Iglesia Católica es como una naranja. Exprímela al máximo todos los días para
poder beber de todos sus dones y vitaminas.
Esta Iglesia es como un laberinto de dos mil años de antigüedad, aquí hay mucho camino
por recorrer. Descubre todo lo que esconde por sus infinitas esquinas y acaba llevándote
el botín más grande del universo:

La Bienaventuranza de ser un fiel y feliz hijo de Dios en su Iglesia.

LO MEJOR QUE ME PODÍA PASAR.

POR FIN EN CASA.

POR FIN TRANQUILO.

POR FIN EN MI DULCE HOGAR.

POR FIN EN LA IGLESIA CATÓLICA


Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. Mateo
7:8.

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3. INTRODUCCIÓN

Querido lector:
Después de mi testimonio, quiero ayudarte a conocer cuáles son los cinco grandes gritos
de guerra del Protestantismo. Son cinco lemas en los que basan su teología los
Protestantes, para que conociéndolos, ya no te cojan por sorpresa ni puedan
confundirte cuando te hablen de ellos (como me pasó a mí). Después de comentar estos
cinco lemas principales, trataremos de explicar otros de los ataques más importantes y
que más utilizan para desorientar a los Católicos.
No aspiro a escribir un libro de apologética Católica, ni es mi intención crear un libro de
estudio. No soy teólogo ni apologista, solo soy un enamorado más de la Iglesia Católica,
que quiere compartir con vosotros algo que cree que os puede ayudar.
Mi propósito es escribir un libro que no sea denso. Que puedas leerlo tranquilamente
en el sofá de tu casa tomándote un buen café. Quiero que la lectura se te haga fácil
sencilla y rápida. A la vez, espero conservar la calidad de los textos y escritos. Aunque
solo tengo una gran ambición:

Que el libro te sea útil.

En un espacio breve, quiero demostraros la debilidad del Protestantismo como


movimiento y pensamiento. Me gustaría mostraros que las premisas que dan los
Protestantes a los Católicos para abandonar la Iglesia Católica, no son más que absurdas
y carecen de toda lógica y sentido.
No pretendo abundar las páginas con mil demostraciones bíblicas, ni con mil
demostraciones de textos de los primeros Cristianos y otros Santos de la Iglesia. Siempre
he creído que al que no quiere entender, no le podremos ayudar ni con mil textos, ni mil
razones que le podamos ofrecer.
Como dirían muchos Santos:

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“Cualquier sombra es válida para el que no quiere ver’’.
Al buen entendedor le es suficiente uno, dos, o tres textos o argumentos para
comprender la verdad del tema que se está tratando.
Como dice el famoso dicho popular:
“A buen entendedor, pocas palabras bastan’’.
Hay una cosa que es muy importante saber:
Hoy en día, cualquier escrito o prueba que se presente parece ser que es refutable, me
explico. Cuando yo finalice mi libro, podría volver a escribir otro contradiciendo y
refutando lo que anteriormente dije y parecería que antes me hubiese equivocado. Luego
podría volver a contraargumentar-lo y posteriormente otra vez, y así, hasta un sin fin de
ocasiones. Muchos apologistas Católicos y Protestantes, se pasan la vida refutando cada
uno los libros del otro, van escribiendo y escribiendo y es algo que nunca termina.
Siempre digo que si a Jesucristo le acusaron de decir mentiras y tampoco a Él lo
entendieron... ¿Qué podemos esperar que nos digan a nosotros sobre nuestros
argumentos?.
El poder de las palabras es infinito, la pericia de nuestra lengua viperina llega hasta los
confines del universo y podemos torcer las cosas tantas veces como quiera nuestra
terquedad y nuestro empeño obstinado por resistir la verdad. La tortilla ya no deja de dar
vueltas, cada quien la pone en el lado que más le favorece.
El dilema está en que:

¿Quién dice la verdad?.


¿Quién se equivoca?.
¿Dónde está la verdad irrefutable?.
¿Cómo podemos saber cuál es la buena cara de la tortilla?

Por esto y por todo, no pretendo dar demasiadadas explicaciones. Mi deseo es hacer de
este libro algo que no llegue por el intelecto de la mente o a la fuerza de las palabras, sino
por el alma que está buscando la verdad con franqueza, sin miedos y sin escrúpulos,
estado dispuesto a examinarse a sí mismo con honestidad. En el ama franca es el único
lugar donde puede descansar la paz y la verdad completa.
Si yo ahora dijese que mi ilusión es hacer este libro utilizando mucho el sentido común,
mañana tendríamos a un Protestante diciéndome la famosa frase de:
“El sentido común, es el menos común de los sentidos’’.
Ellos tienen frases para todo. Cuando yo diga que dos más dos son cuatro, ellos me
dirán que:

33
“No siempre son cuatro’’.
El Protestantismo trabaja así. Vicente de Lerins nos lo explica: “Los herejes
acostumbran a engañar, con un arte que es una verdadera maravilla, a quienes no
están prevenidos’’.
También nos dice que ellos: “Amontonarán mil testimonios, mil ejemplos, mil
argumentos con los cuales, interpretados de nueva y mala manera, intentarán
precipitar el alma del desgraciado desde lo alto de la roca Católica al abismo de la
herejía’’.
Y como declara el gran intelectual John Henry Newman: “Muchos de sus oradores
usan un lenguaje brillante y elocuente sobre la Iglesia y sus características: algunos de
ellos no comprenden lo que dicen, pero usan palabras elevadas y principios generales
acerca de la fe, la verdad primitiva, el cisma y la herejía, a las que no dan un significado
definido; mientras otros hablan de unidad, universalidad y catolicidad, y usan las
palabras según el sentido que les apetece y a favor de sus propias ideas.’’
Eso sí. Si alguien tiene un negocio de venta de hielo en el Polo Norte o venta de arena
en el desierto del Sahara y quiere que funcione, le recomiendo que contrate en su
plantilla a un Protestante. Algo bueno tenía que tener el poder de la oratoria Protestante.
Son capaces de venderle hielo a un esquimal y venderle arena a un hombre del desierto.
Si contratase a un Católico, haría que la empresa entrase en quiebra, incluso si la venta
de hielo fuera en el desierto y la venta de arena en el Polo. Qué le vamos a hacer, no
tenemos su poder de convicción. En este punto, somos desafortunados comparados con
ellos.
Hay que aclarar que la gran mayoría de los Protestantes son personas muy piadosas y
de buena fe. Ellos no son culpables de la tremenda división que causaron los grandes
herejes como Lutero o Calvino en la Iglesia. Unos ya nacieron en el Protestantismo,
mientras que otros fueron atraídos a él por diferentes motivos. La gran mayoría por el
gusto de la novedad, la curiosidad o la simple ignorancia. Nos puede pasar a todos. (he
aquí uno).

Cuando los Protestantes nos engañan con sus frases o artimañas, ellos piensan que nos
están ayudando y están haciendo un bien por nosotros. No son conscientes de que están
en el error, no lo hacen con mala intención, aunque esto no es suficiente excusa para
convertir sus palabras en verdad.
Como diría el Sacerdote Apologista Jorge Loring: “El que haya Protestantes excelentes
personas, no convierte, por su buena voluntad, el error en verdad. La buena fe del
equivocado no hace verdad lo que no es verdad’’.
Pido a Dios Espíritu Santo que nos ayude a salir del laberinto de las palabras, para
llegar de una vez por todas al corazón de Cristo y a los brazos de su Iglesia.
No amemos de palabra ni de boca, sino con obras y según la verdad. 1 Juan 3:18.

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4. LOS 5 GRANDES
GRITOS DE GUERRA
DEL PROTESTANTISMO

Los 5 Grandes Gritos de guerra del Protestantismo son:

Solo la Escritura. (Sola Scriptura).


Solo la Fe. (Sola Fide).
Solo la Gracia. (Sola Gratia).
Solo Cristo. (Solo Christo).
Solo a Dios la Gloria. (Soli Deo Gloria).

Se les llama “Las 5 Solas’’. El problema de las cinco Solas es que NO van solas.
La Escritura, la Fe, la Gracia, Cristo y la Gloria de Dios. A todo esto los Católicos
decimos; Amén.
El problema de los Protestantes es que por situarlas en una defensa extrema, con la
idea [Solamente ellas y nada más] acabaron por rechazar lo que acompaña a las
Escrituras, a la Fe, a la Gracia, a Cristo y a la Gloria de Dios. Lo que les acompaña de la
mano sería la Tradición Apostólica, las Obras, el Libre Albedrío, la Intercesión de los
Santos y la Veneración de los Santos.
Todo esto lo eliminan por el miedo a que las verdades que acompañan a sus cinco
lemas puedan quitarles algún tipo de virtud o eficacia a las ideas que ellos están
defendiendo desorbitadamente. Lamentablemente, esta buena intención Protestante de
defender las Escrituras, la Fe, la Gracia, a Cristo y la Gloria de Dios, lejos de proteger
estas cinco verdades las debilitan aún más y las dejan sin todo su potencial. Les salió
el tiro por la culata.

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Los Protestantes no consiguen ver la armonía que hay entre:

Las Escrituras y la Tradición.


Entre la Fe y las Obras.
Entre la Gracia de Dios y el Libre Albedrío (Libertad humana).
Entre Cristo y la Intercesión de los Santos.
Entre la Adoración de Dios y la Veneración a los Santos.

Los Protestantes tienden a aprender de una manera fragmentada sus doctrinas,


escogiendo versículos individuales para cada caso en particular y no son capaces de ver
la concordancia que hay entre las verdades reveladas. Por eso, en vez de percibir la
afinidad entre ellas, las fraccionan y las dividen sin ver la posibilidad de integrarlas entre
sí.
Se explicaría de esta manera:
Hay textos de la Biblia que parecen defender algo (pongamos que es la posición 1) y
que por lo tanto parecen decir que la posición 2 sería la falsa.
Luego pasa al revés, en la misma Biblia hay textos que parecen defender la posición 2
y que por lo tanto parecen decir que la posición 1 sería la falsa.
Entonces ya no queda claro cuál sería verdadera o falsa si la 1 o la 2, pues todas
encuentran pros y contras, ataques y defensas, aliados y enemigos.

De la misma manera pasa con los textos y escritos de los Santos y Padres de la Iglesia:
Cuando defienden la posición 1 se les acusa de eliminar la posición 2.
Cuando defienden la posición 2 se les acusa de eliminar la posición 1.
Cuando se defiende una, parece que se niegue la otra y esto en muchas ocasiones no
es así.
Es muy fácil caer en los extremos y es muy complicado ver la conexión que hay entre
verdad y verdad.
La Biblia no se contradice y solo tiene una verdad. Ninguna persona precipitada puede
comprender las relaciones entre las que se envuelven las diferentes posiciones. Se han de
meditar con tranquilidad y serenidad, analizando el contexto de cada posición.
Pero sobre todo y más importante sería:
Dejar de escucharnos tanto a nosotros mismos y
escuchar más a la Iglesia.

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4.1 LA SOLA ESCRITURA.
La Sola Escritura es sin duda la número uno de las ideas Protestantes.
Por ella empieza todo. Sin ella no son nada. Una vez demostrada que la Sola Escritura es
insostenible, todo su trabajo se vería perdido. Por ello, este sería el último punto en el
que los Protestantes podrían reconocer que se han equivocado.
Los Protestantes enseñan que SOLO la Escritura es la única norma de autoridad y
regla para la fe.
Ellos creen que la Biblia es suficiente para todo y que por lo tanto no hay necesidad de
nada más. Solo basta su juicio privado a la hora de saber asimilar las Escrituras. Las
pueden entender e interpretar libremente con facilidad.
Por lo tanto los Protestantes desprecian la Tradición Apostólica, las definiciones de los
Concilios y la autoridad de la Iglesia Católica.
¿Por qué?.
San Alfonso María de Ligorio nos lo dice: “Preguntamos ahora a los herejes:
¿Por qué se glorían tan erguidamente de no seguir más que las Escrituras, sin querer
tolerar que se mencione ni la tradición, ni las definiciones de los concilios, ni la autoridad
de la Iglesia?.
Claman sin cesar: «¡La Escritura, la Escritura, no creemos más que a la Sagrada
Escritura!»
¿Y por qué así?.
Porque tergiversan las Escrituras, y las explican a la manera que más les place;
por cuyo medio hacen de la Biblia, que es un libro de verdad, la fuente de sus errores e
imposturas’’.
San Francisco de Sales se da cuenta del truco: “Conoced, yo os lo ruego, la
estratagema:
Se ha quitado toda autoridad a la Tradición, a la Iglesia, a los Concilios; ¿Qué queda ya?.
La Escritura.
El enemigo es astuto; si la quisiera arrancar de una vez, provocaría la alarma; por eso
establece un medio cierto e infalible para ir bonitamente destruyéndola pieza por pieza, y
ese medio no es otro que esta opinión de la interior inspiración, por la que cada uno
puede recibir y rechazar lo que bien le parezca...
...El pretexto de sus interiores persuasiones del espíritu, que les hace a cada cual
soberanos dentro de si mismo en el juicio de la validez o invalidez de las Escrituras’’.
El primero en la historia en usar las Escrituras para confundir y retorcer la
palabra de Dios fue el Diablo. En Mateo 4:6, el mismo diablo utilizó las Escrituras con
su interpretación personal para intentar engañar a Jesucristo. Le dijo: “Tírate abajo,

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porque ESTÁ ESCRITO’’.
Gracias a Dios a quien quería el Diablo tentar era a Jesucristo, y Él fácilmente se dio
cuenta de que el Diablo cogió la Biblia para torcerla a su gusto e intentar confundirlo.
El Señor cogió las Escrituras y con su autoridad le contestó correctamente: “También
está escrito: No tentarás al Señor tu Dios’’.
Nos encontramos entonces que con la Biblia sola, cada uno individualmente con su
interpretación particular, puede decir lo que le dé la gana. Hay tantas frases en un libro
tan largo, que fácilmente podemos coger cualquier frase fuera de contexto para confirmar
y darle credibilidad a nuestra opinión.
La Sola Escritura y el juicio privado de la Biblia son la gran puerta del error. Con ello
podemos hacer que:
La Biblia no diga lo que ella dice, sino lo que nosotros queramos que diga.
La prueba está en el mismo mundo Protestante. Al tener como gran lema: «Solo y
únicamente la Escritura y que cada uno la interprete como mejor le parezca», en poco
tiempo los Protestantes se fueron dividiendo progresivamente en diferentes
denominaciones, cada cual según su modo de interpretar. No tienen quién les guíe, no
tienen a quién acudir más que a si mismos.
En nuestro día a día si nos cruzamos con algún Protestante nos diría:
“Mira lo que dice la Biblia..., la Biblia dice que...’’.
Como diría el gran Santo y Doctor de la Iglesia Agustín de Hipona: “Todos los herejes
trabajan para defender sus opiniones falsas y erróneas con autoridad de la Sagrada
Escritura’’.
En los escritos de los herejes de todos los tiempos, podemos encontrar abundantes
referencias de textos bíblicos, y con ellos, pretendían “confirmar’’ que sus ideas “eran
verdaderas’’.
Cuando un Protestante dice a un Católico poco formado:

“La Biblia dice que...’’

El pobre Católico cree que la idea que le está transmitiendo el Protestante


verdaderamente es lo que dice la Biblia y no su utopía personal.
Algunos Santos nos ponen un ejemplo muy sencillo para que entendamos la cuestión
de como trabajan los Protestantes con la Biblia:
Las madres cuando quieren dar el jarabe amargo a los niños, recubren el canto del vaso
con miel. Así el niño saboreará primero la miel y luego no podrá percibir la amargura del
jarabe.
Los herejes usan de miel a las Escrituras y luego nadie ve venir la amargura de sus

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ideas erróneas.
Se escudan en las Escrituras para darnos su opinión particular.
San Francisco de Sales habla con los Protestantes: “Me diréis que vuestros maestros
alardeaban de no decir nada más que no fuera pura y simplemente la palabra de Dios.
¡Ay Dios mío! ¡Qué fácilmente los creísteis!.
No ha existido ninguna herejía que alegara tan desmañadamente la palabra de Dios como
ésta y que sacara conclusiones tan inverosímiles, principalmente de las discusiones más
importantes...
Si hubieseis estado prevenidos, hubieseis visto que no se trataba de la palabra de
Dios, sino de sus propias ideas, revestidas de palabras de la Escritura, y hubieseis
sabido que nunca un vestido tan rico se confeccionó para cubrir un cuerpo tan vil como
en esta herejía’’.
Entonces pues, tenemos el continuo rechazo y protesta contra la Tradición Apostólica,
los Concilios y la Autoridad de la Iglesia Católica.
Los Protestantes creen que todos esos medios no están capacitados para ayudar a
interpretar correctamente la Biblia a los fieles y no contentos con eso, dicen que no solo
no ayudan, sino que la tuercen, la adulteran y la contradicen. Sin embargo ellos mismos
se auto proclaman capacitados para interpretarla. ¡Bravo!, eso si que es confianza en
uno mismo!. Dirían los Protestantes:

¿La Tradición Apostólica?.


¿Los Concilios?.
¿La autoridad de la Iglesia?

Todos esos no tienen ni idea...’’Yo sí la tengo’’. “A mí me guía el Espíritu Santo, a los


demás no’’. Hay hay hay...temerarios comentarios...temerarias decisiones..., más les
valdría estar callados.
La pregunta que nos hemos de hacer ahora sería esta:
¿Basta solo la Biblia y la Interpretación Privada, para llegar a la verdad completa?.
John Henry Newman nos da una respuesta corta y precisa: “No hay probabilidad
natural ni promesa sobrenatural de que los individuos, leyendo la Escritura por su
cuenta, descuidando los demás medios cuando pueden tenerlos, llegarán
necesariamente al conocimiento de la fe cristiana verdadera y completa, por el
hecho de que oran para recibir ese don. Por tanto, la teoría popular, que consiste en
rechazar las demás ayudas y leer sólo la Biblia, aunque sostenida en la mayoría de los
casos por simple ignorancia, es en sí misma presuntuosa’’.
La Iglesia Católica sostiene que tanto la Escritura como la Tradición Apostólica (entre
todo lo que esta engloba), son fuentes de revelación y ambas son normas de fe. Entre las
dos se compenetran perfectamente para guiar a la Iglesia a la verdad.

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La Iglesia Católica sabe que:

Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para argüir, para
corregir y para educar en la justicia. 2 Timoteo 3:16.

Pero también sabe que se han de conservar las Tradiciones:

Así pues, hermanos, manteneos firmes y conservad las tradiciones que habéis
aprendido de nosotros, de viva voz o por carta. 2 Tesalonicenses 2:15.

Ataque a la Tradición Apostólica:


Los Protestantes: “La Iglesia Católica sigue tradiciones de hombres’’.

Defensa a la Tradición Apostólica:


Ellos no toleran la palabra [tradición], no son capaces de distinguir las tradiciones falsas
de los hombres que se explican en la Biblia de las cuales eran protagonistas los fariseos y
otras sectas judías, con la Tradición que conserva la Iglesia Católica desde el tiempo de
los Apóstoles. Ésa es la buena Tradición de la que habla la Biblia en muchos otros
pasajes.
San Pedro Canisio dice: “Se yerra muy gravemente en la doctrina de estas tradiciones
apostólicas y eclesiásticas, cuando unos las menosprecian, y otros no curan de ellas.
O a lo menos no las tienen en más que las constituciones y ordenanzas de los
magistrados y regidores de las repúblicas seglares, y fingen que éstas son ordenanzas de
hombres, las cuales libremente pueden observar y dejarlas de guardar, y que son de poco
o ningún provecho, a las cuales llaman cosas indiferentes.
Hay otros que quieren que todas las tradiciones o constituciones sean de un mismo peso
y valor, y mezclan tan fea y torpemente los lugares de la Escritura Sagrada, como si
fuesen semejantes las constituciones de los fariseos y de los Apóstoles, las judaicas
y eclesiásticas, las especiales o particularmente ordenadas y de las que generalmente
están recibidas, por consentimiento de la universal Iglesia, y se hallan comprobadas por
uso de todos los fieles y piadosos hombres’’.
San Ireneo de Lyon (que fue alumno del Gran San Policarpo de Esmirna, que a la vez
éste fue alumno del mismísimo San Juan Evangelista) en el siglo II casi contemporáneo
de los Apóstoles nos explica que incluso sin la Biblia podríamos haber identificado el
buen mensaje de Jesucristo: “Si los apóstoles no nos hubiesen dejado las Escrituras,
sin duda habría sido nuestro deber seguir el camino de la tradición que ellos dieron a los
que confiaban el cuidado de las Iglesias. Este modo de proceder se observa en muchas
naciones extranjeras, que creen en Cristo sin documento escrito, teniendo la salvación
guardada en los corazones por el Espíritu Santo y conservando diligentemente la
antigua Tradición’’.

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Ireneo sabía también que no se podía comprender bien la Escritura si no se conocía la
buena Tradición: “Porque al usar las Escrituras para argumentar, las convierten en fiscal
de las Escrituras mismas, acusándolas o de no decir las cosas rectamente o de no tener
autoridad, y de narrar las cosas de diversos modos: No se puede en ellas descubrir la
verdad si no se conoce la Tradición’’.
San Ireneo de Lyon dice: “Los sucesores de los Apóstoles guardan nuestra fe y nos
exponen las Escrituras sin peligro’’.

¿Cuál es la Iglesia que conserva la antigua Tradición y quiénes son los sucesores
de los Apóstoles?.

San Ireneo de Lyon responde:


“Para todos aquellos que quieran ver la verdad, la Tradición de los Apóstoles ha sido
manifestada al mundo en toda la Iglesia, y podemos enumerar a aquellos que en la Iglesia
han sido constituidos obispos y sucesores de los Apóstoles hasta nosotros’’.
“Pero como sería demasiado largo enumerar las sucesiones de todas las Iglesias,
indicaremos sobre todo la más antigua y por todos conocida, la Iglesia fundada y
constituida en Roma por los dos gloriosísimos Apóstoles Pedro y Pablo, la que
desde los Apóstoles conserva la Tradición y la fe anunciada a los hombres por los
sucesores de los Apóstoles’’.
Ireneo, ya enumeró a los sucesores de Pedro en el Obispado de Roma:
Después de Pedro, vino Lino, luego Anacleto, luego Clemente, luego Evaristo, luego
Alejandro, luego Sixto, luego Telesforo, luego Higinio, luego Pio, luego Aniceto, luego
Sotero y finalmente Eleuterio (El Papa de su época).
Prosigue Ireneo: “A esta Iglesia por ser la más principal, conviene que se reduzcan
todas las otras Iglesias (quiero decir todos los fieles), en la cual siempre se ha
conservado la Tradición de los Apóstoles’’.
Ireneo de Lyon pues, nos ayuda a saber que la Iglesia constituida y fundada en Roma
por los grandes Apóstoles Pedro y Pablo, es la más antigua, la que conocen todos, la
principal y la que conserva la buena Tradición Apostólica por la sucesión de los Obispos.
Esta Iglesia es la encargada de interpretar las Escrituras y de transmitir a todas las
generaciones la verdad del Evangelio.
Así llegamos hoy en día con la sucesión Apostólica hasta el Papa Francisco, legítimo
sucesor de San Pedro.
La Iglesia Católica tiene sucesores que llegan de forma ininterrumpida hasta los tiempos
de Jesucristo. Es la que proviene directamente desde los Apóstoles, a través de sus
sucesores los Obispos y que por lo tanto conserva la auténtica Tradición de la palabra
viva e incorrupta, sea de manera escrita o sea de manera oral, la Iglesia Católica se
mantiene fiel y firme a las Tradiciones que los Apóstoles transmitieron.

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Vicente de Lerins nos ayuda a detectar la verdad y desenmascarar la mentira, por la
Tradición: “Habiendo interrogado con frecuencia y con el mayor cuidado y atención a
numerosísimas personas, sobresalientes en santidad y en doctrina, sobre cómo poder
distinguir por medio de una regla segura, general y normativa, la verdad de la fe
católica de la falsedad perversa de la herejía, casi todas me han dado la misma
respuesta: «Todo cristiano que quiera desenmascarar las intrigas de los herejes que
brotan a nuestro alrededor, evitar sus trampas y mantenerse íntegro e incólume en una fe
incontaminada, debe, con la ayuda de Dios, pertrechar su fe de dos maneras: con la
autoridad de la ley divina ante todo, y con la tradición de la Iglesia Católica».
Sin embargo, alguno podría objetar: Puesto que el Canon de las Escrituras es de por sí
más que suficientemente perfecto para todo, ¿qué necesidad hay de que se le añada la
autoridad de la interpretación de la Iglesia?. Precisamente porque la Escritura, a causa de
su misma sublimidad, no es entendida por todos de modo idéntico y universal. De
hecho, las mismas palabras son interpretadas de manera diferente por unos y por
otros. Se podría decir que tantas son las interpretaciones como los lectores. Vemos,
por ejemplo, que Novaciano explica la Escritura de un modo, Sabelio de otro, Donato,
Eunomio, Macedonio, de otro; y de manera diversa la interpretan Fotino, Apolinar,
Prisciliano, Joviniano, Pelagio, Celestino y, en nuestros días, Nestorio’’.
Y así fueron pasando los herejes de todos los tiempos, cada uno con su cuento...
Los Protestantes dicen: “Las tradiciones Apostólicas no son las que la Iglesia Católica
sostiene ya que muchas de sus tradiciones no están en la Biblia’’.
Si los Protestantes sostienen que todo está en la Biblia y no hace falta nada más,
nosotros nos veríamos obligados a utilizar su filosofía para hacerles también algunas
preguntas:

¿Dónde dice la Biblia que la Biblia es sola y única?.

No hay pasaje que diga eso. Ni la misma Biblia es capaz de declararse por sí sola auto
suficiente para todo.

¿Dónde dice la Biblia qué libros han de componer la Biblia?. No hay pasaje que
diga eso. Se han de fiar de la decisión de la Iglesia a la hora de elegir qué libros
compondrán la Biblia.

Al fin y al cabo la misma Biblia ha necesitado de la Tradición de la Iglesia para


originarse y ser enseñada.
Como se suele decir: No es la Biblia quien hizo la Iglesia, es la Iglesia quien hizo la
Biblia.

Ataque a los Concilios y a la Autoridad de la


Iglesia Católica:

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Los Protestantes: “Estaremos de acuerdo con los Concilios de la Iglesia Católica siempre
que no contradigan las Escrituras’’.
“La Iglesia Católica no tiene autoridad para interpretar la Biblia ni para definir la
verdad’’.
“La Iglesia Católica es arrogante, se jacta de su autoridad y somete a las personas a
creer sus interpretaciones’’.

Defensa a los Concilios y a la Autoridad de la


Iglesia Católica:
Cuando los Protestantes dicen: “Estaremos de acuerdo con los Concilios siempre y
cuando no contradigan las Escrituras’’, en verdad están diciendo: “Estaremos de
acuerdo con los Concilios siempre y cuando no contradigan lo que nosotros creemos’’.
Los Concilios se producían para ir resolviendo las incertidumbres o controversias que
se iban presentando en la Iglesia en los diferentes siglos. Con ello definían las verdades y
disipaban las dudas, para que todos los fieles pudieran seguir el mensaje de Jesús desde
la certeza y la seguridad.
En los Concilios de la Iglesia Católica (entre otras muchas cosas) se definieron los
libros que iban a componer la Biblia.
En el Siglo IV se compuso por primera vez el canon de la Biblia y la Iglesia Católica
identificó 73 libros como inspirados por Dios y que por lo tanto son Palabra de Dios.
Si la decisión de la Iglesia Católica a la hora de elegir qué libros iban a componer la
Biblia fue equivocada no tendríamos la Palabra de Dios en nuestras manos, sino una
colección de novelas y cuentos que pueden equivocarse y contener errores.
Por lo tanto, si queremos tener un Cristianismo seguro; las decisiones de fe que se
proclaman en los Concilios no pueden estar equivocadas. Alguien tiene que tener la
autoridad para definir la verdad y así evitar los errores:

Solo una Iglesia es la inspirada por el Espíritu Santo para llegar a la verdad
completa y no perderse en equivocaciones.
Solo una Iglesia dejó Jesucristo sobre Pedro la cual ni todo el poder del infierno
podría destruirla.
Solo una Iglesia ata.
Solo una Iglesia desata.
Solo una Iglesia tiene las llaves del Reino de los Cielos.

Las decisiones de los Concilios de la Iglesia Católica y los dogmas establecidos en ellos
han de ser puestos fuera al margen de toda duda. Jesucristo prometió estar con nosotros

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todos los días hasta el fin del mundo. No nos dejó solos, envió al Espíritu Santo para
guiarnos siempre por el buen camino.
San Francisco de Sales contesta a los que dicen que la Iglesia Católica no tiene
autoridad para interpretar las Escrituras de un modo infalible:
“¿Pero qué acusación más condenable y temeraria que ésta puede hacerse al
Cristianismo?.
Si la Iglesia puede errar, o Calvino o Lutero, ¿a quien recurriré en mis dificultades?.
A la Escritura dicen ellos; pero ¿qué haré, pobre de mí, pues en la misma Escritura es
donde existe la dificultad?. ¿No dudo yo de si he de dar fe o no la Escritura, puesto que
quien ignora que es la palabra de verdad?.
Lo que me aflige es la interpretación de la Escritura, las consecuencias que de ella se
siguen, que son innumerables, diversas y contrarias en un mismo asunto, en el que cada
cual toma su partido, quien el uno, quien el otro, y no hay más que uno de salvación.
¡Ah!, ¿Quién me hará conocer la buena interpretación entre tantas malas?.
¿Quién me hará conocer la verdadera verdad entre tantas aparentes y enmascaradas
vanidades?. Todos quisieran embarcarse en el bajel del Espíritu Santo, y no hay más que
uno, y éste sólo llegará a puerto mientras los demás corren al naufragio.
¡Ah!, qué peligro hay en equivocarse!. La igual alabanza y seguridad de los patrones
se desvanecerá en su mayor parte, pues todos, todos se jactan de ser los maestros.

Quien diga que nuestro Maestro no nos ha dejado guías en tan peligroso y
accidentado camino, dice que nos quiere perder.
Quien diga que nos ha embarcado a merced de los vientos y de la marea, sin
darnos un experto piloto que sepa entender la brújula y el mapa marítimo, dice
que este Señor carece de previsión.
Quien diga que este buen Padre nos ha enviado a esta escuela eclesiástica,
sabiendo que en ella se enseñaba el error, dice que ha querido alimentar
nuestros vicios y nuestra ignorancia’’.

San Pedro Canisio nos enseña que la Autoridad de la Iglesia Católica es necesaria por
varias razones:
“Primeramente es necesaria, para que sepamos discernir las Escrituras canónicas y
verdaderas de las falsas y adulteradas.
San Agustín dice: “Yo no creería al Evangelio, si no me moviese a ello la autoridad
de la Iglesia Católica’’.
Después, para que conste cuál sea el verdadero sentido de la Escritura y su
conveniente interpretación, porque de otra manera no hayamos de dudar sin fin, ni
contender de la sentencia de las palabras. Pero esto no consiste en que sea leída, sino

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en ser bien entendida.
Lo tercero es que, en todas las cuestiones que pueden levantarse sobre la fe, haya un
juez que las determine. Porque es muy gran verdad lo que Epifiano de Salamina escribe
contra los herejes: “De la Sagrada Escritura no se pueden sacar todas las cosas’’.
Y como San Agustín afirma: “Manifiesta cosa es que, en una cosa dudosa, ha de valer
para haber fe y certidumbre la autoridad de la Iglesia Católica. Porque no le puede
faltar el Espíritu Santo, que la guía y deduce en toda verdad, como se lo prometió
Cristo’’.
También, para que se hagan cánones o constituciones según las personas, lugares y
tiempos, y sea la disciplina guardada enteramente, y se juzgue cada cosa según derecho.
Porque Dios dio este poder a la Iglesia, no para destrucción, sino para su
edificación.
También para que los rebeldes sientan el poder que Dios le ha concedido de reprender
y descomulgar, de cual también usó San Pablo, y por ella sean corregidos y castigados.
Por esto dice San Agustín: “Los que rigen la Iglesia tienen poder, guardada la paz, de
ejercitar la disciplina contra los malos y nefandos’’.
Y para que dejemos otras cosas que al presente podríamos traer, en todas estas cosas
que hemos dicho está tan claro ser la autoridad de la Iglesia no solamente
provechosa, más aún muy necesaria; de tal manera, que sin ella no parecería la
república cristiana sino una confusión babilónica. Y por tanto, como creemos a la
Sagrada Escritura por el testigo que tiene, el cual es el Espíritu Santo que en ella habla, y
que le damos grande autoridad, así también debemos tener una gran fe, gran reverencia,
y obediencia a la Iglesia, por ser dotada, informada y confirmada por el mismo Espíritu
Santo de Cristo su cabeza y esposo; de tal manera que no puede dejar de ser lo que se
dice, es a saber, columna y fundamento de la verdad.
John Henry Newman sabía que Dios no forma caos, forma orden: “Dondequiera que
se ha renunciado al Papa la consecuencia ha sido la decadencia y la división’’...
...’’Siendo tal la naturaleza del caso, es imposible, si se nos permite hablar
reverentemente de esta manera, que una Sabiduría Infinita, que ve el final desde el
principio, al decretar el surgimiento de un imperio universal, no hubiera decretado el
desarrollo de un legislador soberano’’.

El Padre Remigio de Papiol encuentra la incoherencia en el pensamiento del


Protestantismo: “Dirán tal vez los Protestantes: “Nosotros tenemos los pastores que nos
explican la Biblia’’.
Pero ¿quién no ve en esto al Protestante contradiciéndose a sí mismo?. Por una parte,
cree que la Biblia es la única regla de fe; y por otra, admite la enseñanza de un hombre...
Rehúsa reconocer el magisterio infalible de la Iglesia establecido por Jesucristo, e
inclina su cerviz al yugo de pastores que se contradicen unos a otros.

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El Protestantismo, por no querer admitir un Papa, se ha visto obligado a crear
tantos papas cuantos son los pastores que pretenden interpretar autoritativamente
la palabra de Dios’’.
Jacques Bénigne Bossuet responde a los que acusan a la Iglesia Católica de arrogante
por declararse infalible en la enseñanza y de someter a las personas a creerla solo a ella:
“La Iglesia Católica, lejos de querer arrogarse el papel «como algunos insisten en decir
para acusarla» de dueña absoluta de la fe, ha hecho, por el contrario, todo lo que está
en su poder para atarse de manos y despojarse a sí misma de los instrumentos de
innovación. Pues no sólo se somete a la Sagrada Escritura, sino que, a fin de erradicar
para siempre las interpretaciones arbitrarias que ponen las imaginaciones humanas
en el lugar de la Escritura, se ha obligado a sí misma a interpretarla, en lo que atañe
a la fe y a la moral, según el sentido de los Santos Padres, del cual afirma que nunca se
aparta, declarando en todos los Concilios y en todas las profesiones de fe que ha
publicado, que ella no acepta ningún dogma que no sea conforme a la Tradición de todas
las épocas precedentes’’.
La Iglesia Católica somete y es muy arrogante: Nos dice que no crucemos la calle
cuando el semáforo está en rojo, nos dice que no salgamos con malas compañías, nos
dice que lleguemos pronto a casa, nos dice que hagamos los deberes, nos dice que nos
comamos la verdura y el pescado, nos dice que nos lavemos los dientes, nos dice que
nos vayamos a dormir temprano... ¿Qué malas son las madres verdad?. Siempre
fastidiando y dando consejos absurdos...¡Si yo soy libre y mando sobre mí!. ¡Sabré yo
mejor que es lo que tengo que hacer!.
Cuanto han de aguantar las madres...así son sus vidas. Pobre Iglesia Católica, lo que ha
de escuchar...

Los Reformadores Protestantes se dan cuenta del problema de la Sola


Escritura y el Juicio Privado:
Martin Lutero dice: “Expulsamos un demonio [el Papa de Roma] y vinieron siete
peores’’.
“Me veo obligado a confesarlo: mi doctrina ha producido muchos escándalos.
Sí; no lo puedo negar; estas cosas frecuentemente me aterran’’.
“¿Cuántos maestros distintos surgirán en el siglo próximo? La confusión llegará al
colmo’’.
Amigo Lutero, la confusión ya ha llegado.
Como tú mismo dijiste: “Algunos enseñan que Cristo no es Dios, otros enseñan esto y
aquellos lo otro: existen tantas sectas y credos como hay cabezas. Ningún patán es tan
rudo como cuando tiene sueños y fantasías, cree haber sido inspirado por el Espíritu
Santo y ser un profeta’’. “Hombres de alcurnia, ciudadanos, campesinos, todas las
clases entienden el Evangelio mejor que yo o San Pablo; ahora son sabios y se
piensan más educados que todos los ministros’’.

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Juan Calvino, el otro gran reformador dijo: ‘’Es de gran importancia que las divisiones
que subsisten entre nosotros no sean conocidas para las edades futuras, porque
nada puede ser más ridículo que nosotros, que nos hemos visto obligados a
separarnos del mundo entero, tuviéramos tan mal acuerdo entre nosotros desde el
comienzo de la Reforma’’.
A buenas horas lo dijo...
Conclusión: Tenemos dos tipos de Cristianismo. El que coge la Escritura y la interpreta
individualmente cada uno a su manera, esperando por arte de magia que su interpretación
sea correcta y que coincida con los demás.
O el que coge la Escritura junto con la Tradición Apostólica, la Autoridad del
Magisterio de la Iglesia y los Concilios, para que, junto con todos los Cristianos de todos
los tiempos, firmes y seguros, con paz y confianza, lleguemos unánimemente a un mismo
pensar y todos seamos uno.
Como Dios quiere: Una sola fe, un solo Señor y un solo bautismo. Efesios 4:5.

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4.2 LA SOLA FE.
Si la Sola Escritura era la idea número uno de los Protestantes, la Sola Fe es sin duda la
que le sigue. Ambos lemas, son los más fuertes del Protestantismo y fueron los
detonantes para dividir la Iglesia.
Los Protestantes enseñan que SOLO la fe justifica y da la salvación.
Ellos creen que solo por la fe en Jesucristo se salvan, sin necesidad de las buenas
obras. Solo basta tener fe en Jesucristo para ser salvado.
Por lo tanto los Protestantes desprecian el papel de las buenas obras para la salvación.
Ellos ven las buenas obras como resultado de su salvación, pero nunca como causa
de ella.
¿Por qué?.
San Agustín dice: “Personas poco inteligentes, sin embargo, con respecto a las
palabras del apóstol Pablo: “pensamos que el hombre es justificado por la fe sin las obras
de la ley’’, han pensado que quiere decir que la fe es suficiente para un hombre,
incluso cuando lleva una mala vida, sin buenas obras’’.
La pregunta que nos hemos de hacer ahora sería ésta:
¿Basta solo la fe sin las obras para salvarse?.
La Enseñanza de los doce apóstoles (la Didaché) dice: “De nada os servirá todo el
tiempo de vuestra fe, si no sois perfectos en el último momento’’.
La Iglesia Católica sostiene que tanto la fe como las obras son necesarias para la
salvación.
La una no puede ir sin la otra y las dos llevan al hombre por el camino de su santificación
para alcanzar la vida eterna.
La Iglesia Católica sabe que:

Habiendo, pues, recibido de la fe nuestra justificación, estamos en paz con Dios,


por nuestro Señor Jesucristo. Romanos 5:1.

Pero también sabe que las obras son necesarias:

Ya veis cómo el hombre es justificado por las obras y no por la fe solamente.

Santiago 2:24.

Ataque a las Buenas Obras:


Los Protestantes: “Los Católicos dicen que la salvación es por las obras’’.

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“Los Católicos creen que es insuficiente el sacrificio de Cristo para la salvación y
necesitan añadirle buenas obras para salvarse’’.

Defensa a las Buenas Obras:


Es falso decir que los Católicos decimos o enseñamos que somos salvados por las obras.
Así lo explica por ejemplo uno de los Cánones del Concilio de Trento: Si alguno dijere
que el hombre puede justificarse delante de Dios por sus obras que se realizan por
las fuerzas de la humana naturaleza o por la doctrina de la Ley, sin la gracia divina por
Cristo Jesús, sea anatema.
Nosotros cuando decimos que las obras son necesarias para la salvación, no lo
entendemos como añadidura o suplemento al sacrificio de Cristo. Una vez somos
justificados por la fe que Dios nos da, nosotros tenemos la obligación de producir buenas
obras. Tenemos que obedecer, cumplir y ser fieles a la voluntad de Dios.
Los Protestantes tienen cierto miedo a darle crédito a las buenas obras porque piensan
que los méritos humanos que se efectúan en ellas, de alguna manera están substituyendo
o complementando la salvación que nos ofreció Cristo.
San Agustín decía: “Cuando Dios corona nuestros méritos, corona sus dones’’.
Nuestras obras en nada empañan la salvación que nos brinda Cristo, si no que relucen
los dones que Dios nos ha dado a nosotros para producirlas. Esto no es quitarle mérito al
sacrificio de Cristo, es más bien darle más importancia a la grandeza que el
Todopoderoso consigue en nosotros.

La paradoja y la solución del asunto está aquí:


Los Protestantes dicen: “Solo la fe salva sin la necesidad de buenas obras’’.
Entonces nosotros les preguntamos: ¿No tienes pues buenas obras en tu vida de
salvado?.
Ellos nos contestan: “Si claro, pero mis buenas obras son el resultado de mi salvación,
no influyen en ella. La fe que me salva es la que da como resultado mis buenas obras’’.
Nosotros respondemos: ¿Y si no produces esas buenas obras, estás salvado?.
Me dirían: “Si no hay buenas obras no’’.
Entonces yo le pregunto: ¿Por lo tanto si tu fe no va acompañada de buenas obras no
estás salvado?.
Me responde: “Si mi fe no va acompañada de buenas obras, entonces es una fe
muerta, una fe que no salva’’.
Acabaría pues preguntándole: ¿Concluimos pues que si la fe que dices que te salva no
va acompañada necesariamente de las buenas obras no puede salvarte?’’.

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Es decir, estas obligado a producir buenas obras, por lo tanto no son un mero resultado
de la salvación sino una necesidad imprescindible para ella. No es un producto de tu
salvación, es un deber para salvarte.
La doctrina de “Solo la fe salva’’ es muy curiosa. Los Protestantes sustentan que sus
buenas obras son resultado de su salvación. Sin embargo en su día a día se esfuerzan por
producir buenas obras sin las cuales sabrían que no están siguiendo verdaderamente a
Cristo y que por lo tanto su fe sería estéril, es decir, su fe no podría salvarlos.
Los Protestantes creen en una doctrina errónea, pero sin embargo, en la práctica sin
darse cuenta siguen la doctrina Católica. El testimonio de vida de los Protestantes en
muchas ocasiones está muy por encima de sus enseñanzas. (Esto es algo que tienen a su
favor. Creen en una cosa equivocada pero en la práctica no siguen lo que creen).
Nuestro estimado y erudito Papa Emérito Benedicto XVI sabiamente dijo: “La
expresión “Solo la Fe’’ de Lutero es verdadera, si no se opone a la fe y a la caridad, al
amor’’.

La Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica en la Declaración Conjunta sobre


la Doctrina de la Justificación en 1999 dijeron: “Juntos confesamos que los pecadores
son justificados por la fe en la acción salvadora de Dios en Cristo. Por la acción del
Espíritu Santo en el bautismo. Se les concede el don de la salvación, que sienta las bases
de toda la vida cristiana. Estos ponen su confianza en la promesa de la gracia de Dios por
la fe que justifica, que incluye la esperanza en Dios y amor por él. Tal fe es activa en el
amor y así el cristiano no puede ni debe permanecer sin obras. Pero cualquiera que
anteceda o suceda el don de la fe no es ni la base de la justificación ni la amerita.
En el tema de la justificación por la fe y la importancia de las obras en ella, Católicos y
Protestantes históricos como los Luteranos, han ido haciendo un buen trabajo por
estrechar la línea que los separa. Aunque bien es cierto que aún quedan matices
importantes por concretar, no podemos decir que el esfuerzo hecho hasta ahora haya
sido en vano.
Conclusión: Tenemos dos tipos de Cristianismo. El que dice que Solo la fe en Cristo
basta para salvarse y que las obras son un simple resultado de su portentosa salvación. Si
se producen bien y si no también, son irrelevantes, no son esenciales.
O el que tiene fe en Cristo pero a la vez se ocupa diligentemente de producir buenas
obras trabajadas en la práctica de las virtudes que Dios nos da como el amor y la caridad
y gracias a ellas, junto a los dones que Dios nos dispensa poder efectuarlas, para que
nuestra fe se perfeccione y actúe juntamente con nuestras buenas obras para nuestra
salvación, ya que sin ellas no podría nuestra fe salvarnos.
Aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad,
nada soy. 1 Corintios 13:2.

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4.3 LA SOLA GRACIA.
La Sola Gracia va estrecha e íntimamente relacionada con la Sola Fe, es el paso anterior
a ésta.
Los Protestantes enseñan que SOLO por la gracia de Dios recibimos la fe para la
salvación, sin necesidad de la cooperación del hombre a la hora de llevarla a cabo, ni en
la aceptación ni en su continuidad.
La posición Protestante más popular es la que dice que cuando Dios da la gracia al
hombre, éste la recibe incondicionalmente y por lo tanto una vez obtenida, ya no la
puede perder.
En el mundo Protestante esta posición está muy dividida, algunos creen que cuando Dios
te da la gracia no se puede rechazar y una vez aceptada no se puede perder.
Otros se posicionan más a favor del libre albedrío, que sería tener la capacidad de
aceptar o no la gracia de Dios y una vez aceptada, aún podría perderse. (Ésta se acerca
más a la posición Católica).
Yo hablaré de la más popular, de los que creen que la gracia que nos regala Dios, una
vez recibida por favor inmerecido, no la podemos rechazar y no la podemos perder.
Por lo tanto la gran mayoría de los Protestantes una vez que sienten que Dios les ha
regalado la gracia, desprecian el papel de la libertad humana a la hora de aceptar o no
éste regalo y la responsabilidad que seguimos teniendo sobre él.
¿Por qué?.
San Agustín sabía que este tema era muy complicado de poner en armonía: “Afirmas
que en otro de mis libros dije: «Se niega el libre albedrío si se defiende la gracia, y se
niega la gracia si se defiende el libre albedrío». Pura calumnia’’.
Si bien todos los temas son complicados de poner conformidad entre ambos, este es sin
duda uno de los más difíciles. San Agustín añade: “En esta cuestión que trata del libre
albedrío y de la gracia de Dios es tan difícil delimitar el campo, que, cuando se defiende
el libre albedrío, parece se niega la gracia de Dios, y cuando se defiende la gracia de
Dios, parece se destruye el libre albedrío’’.
La pregunta que nos tenemos que hacer ahora sería ésta:
¿Basta solo la Gracia que Dios nos obsequia, sin el compromiso del hombre a la hora
de aceptarla y conservarla?.
San Jerónimo dice: “Dios nos creó con libre albedrío, y no somos forzados por la
necesidad ni a la virtud ni al vicio. De lo contrario, si no estamos obligados por
necesidad, no hay corona’’.
San Cirilo de Jerusalén dice: “No desprecies la gracia de Dios: guárdala piadosamente

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cuando la recibas’’.
San Agustín dice: “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti’’.
La Iglesia Católica sostiene que la gracia es un don gratuito que Dios nos da sin que
lo merezcamos:

Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de
vosotros, sino que es un don de Dios. Efesios 2:8

Pero también sabe que nosotros podemos aceptarla o rechazarla:

Te pongo delante vida o muerte, bendición o maldición. Escoge la vida, para


que vivas, tú y tu descendencia. Deuteronomio 30:19.

Una vez escogida la vida, podemos permanecer en ella o perderla: Si alguno no


permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen,
los echan al fuego y arden. Juan 15:6.

Ataque al libre albedrío:


Los Protestantes: “Los Católicos compran la gracia de Dios con sus acciones’’.

Defensa al libre albedrío:


Éste es uno de los embustes más grandes que hay en el mundo Protestante, respecto a
los que dicen que los Católicos y la Iglesia Católica decimos eso. Pues la Iglesia Católica
enseña en el Catecismo: “La gracia de Cristo es el don gratuito que Dios nos hace de su
vida infundida por el Espíritu Santo en nuestra alma para sanarla del pecado y
santificarla’’.
Los Católicos no compramos la gracia de Dios y sabemos que Él es el que da los
primeros pasos para salvarnos.
El Catecismo dice que: “La gracia es una participación en la vida de Dios’’ y “Depende
enteramente de la iniciativa gratuita de Dios’’.
Nosotros mismos no tomamos la delantera para conseguir la gracia ni la queremos
comprar, es Dios que nos viene a buscar. En esto estamos de acuerdo con los
Protestantes. Pero una vez Dios nos viene a buscar, (ya que Él quiere que todos los
hombres se salven), nosotros debemos aceptar o rechazar con nuestra libertad su regalo
desinteresado.
Dice el Catecismo: “La libre iniciativa de Dios exige la respuesta libre del hombre,
porque Dios creó al hombre a su imagen concediéndole, con la libertad, el poder de
conocerle y amarle’’.

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Es aquí cuando el hombre contribuye a aceptar la gracia, no para negociarla y
abonarla a nuestra justicia y merecimientos, sino para continuar la obra que Dios está
haciendo en nosotros. Dice el Catecismo: “Ciertamente nosotros trabajamos también,
pero no hacemos más que trabajar con Dios que trabaja’’.
Después de haber recibido la gracia de Dios como uno de los regalos más maravillosos
que nos ha dado, los Protestantes no pueden entender que esta gracia de Dios pueda
entremezclarse con las obras que le darán continuidad e impedirán que la podamos
perder, porque como dice la Biblia: Y, si es por gracia, ya no lo es por las obras; de
otro modo, la gracia no sería ya gracia. Romanos 11:6.
San Agustín resuelve el problema así: “Este problema, a mi parecer, sólo puede
resolverse entendiendo que nuestras buenas obras, a las que se da la vida eterna,
pertenecen también a la gracia de Dios...’’.
Es decir, es la misma gracia la que hace posible que nosotros seamos llevados a cumplir
los mandatos y deseos de Dios, por lo tanto, las obras que trabajan en el mantenimiento
de la gracia, pertenecen intrínsecamente a la dádiva de la gracia de Dios.
En nada enturbian estas obras al socorro sin coste que Dios entrega.
Dios siempre dispensará todos los medios posibles, para que el hombre le sea fiel y
cumpla con su voluntad. Ahora bien, jamás obligará a nadie a seguirlo. Él respeta todas
nuestras decisiones.
Como dice la Biblia, muchos habrán empezado por el espíritu, pero luego terminarán
por la carne. Muchos serán los llamados y pocos los escogidos.
Podemos desplomarnos del estado de gracia, si volvemos atrás por nuestra propia
decisión. Así pues, el que crea estar en pie, mire no caiga. 1 Corintios 10:2.

Ejemplo sencillo para entender todo lo dicho:


Nosotros tenemos un jardín seco y de tierra árida, en el cual nada podemos hacer.
Dios quiere hacer de nuestro jardín muerto algo vigoroso y húmedo, de tierra fértil
y fecunda. Sin Dios no tendríamos la opción de haber empezado este jardín tan
prometedor. Nosotros aceptamos lo que nos ofrece. Aceptamos el trabajo de
jardinero.
Él nos dispondrá de todos los medios para hacer de nuestro jardín algo
exuberante. Nos propiciará del agua, de las semillas, de la luz del sol, de los
fertilizantes, de los repelentes de insectos, de la maquinaria, de las herramientas y
de todo cuanto necesitemos para lograr que las flores y los árboles que Dios nos
ha dado para nuestra tierra, crezcan con fortaleza y resistencia.
No obstante aunque Dios lo prepara todo, si nosotros no nos levantamos cada día a las
seis de la mañana para esparcir y plantar las semillas, para regarlas, para ponerlas a la luz
del sol, para echarles los fertilizantes, para pulverizar el repelente de insectos y para

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coger nuestras maquinarias y herramientas para labrar bien la tierra, todo lo que Dios nos
ha regalado no sabremos aprovecharlo. Lo que ha hecho Dios es suficiente para que
recibas la gracia, tú no puedes ganarla ni comprarla, pero hace falta que quieras
aceptarla, y una vez aceptada persistir en cuidarla, si no todo se acabará marchitando.
Como dice el dicho popular: “A Dios rogando, pero con el mazo dando’’.
Dice Jesús: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que
en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, para que dé más fruto’’.
Juan 15:1-2.
Conclusión: Tenemos dos tipos de Cristianismo. El que dice que cuando Dios nos da la
gracia, estamos obligados por una especie inspiración divina a aceptarla sin poder
rechazarla y una vez aceptada ya no la perderemos nunca. Como si fuésemos una
especie de robots programados.
O el que cuando Dios nos da la gracia, sigue respetando nuestra decisión de aceptarla o
no, y una vez aceptada sigamos teniendo la opción libre y no forzada como unos
muñecos de títeres de poder seguir en ese estado de gracia o abandonarlo, aun cuando
Dios dispondrá de todos los medios para que obtengamos la victoria. Por Él no será, pero
por nosotros, aún queda la duda. Nuestra voluntad nunca será forzada por Dios.
Aprovechando bien el tiempo presente, porque los días son malos. Por tanto, no seáis
insensatos, sino comprended cuál es la voluntad de Señor. Efesios 5:16-17.

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4.4 LA SOLA FE Y LA SOLA GRACIA SE FUSIONAN PARA CREAR LA
DOCTRINA: SALVO SIEMPRE SALVO.
Prácticamente ya la hemos visto venir, y está reflejada en las explicaciones anteriores de
la Sola Fe y la Sola Gracia.
El Salvo Siempre Salvo es una de las doctrinas más atractivas del mundillo Protestante
y una de las principales causas «saca Católicos» de la Iglesia Católica. Es por eso que
ahora la explicaremos con más esmero junto con sus dos bazas creadoras que son la Sola
Fe y la Sola Gracia.
Es complicado luchar con las Iglesias que garantizan la salvación de sus fieles. La
verdad, sería la caña que nosotros también la tuviéramos, así todo lo estimaríamos más
sencillo. Pero fuera de bromas, en la Iglesia Católica no estamos para aceptar lo que
más nos conviene a nuestros intereses o lo que nos es más cómodo, sino para
aceptar la verdad de la Palabra de Dios con todas sus consecuencias.
Pongámonos en situación. Si un Protestante dice: “Acepto la fe que Dios me da
mediante su gracia y confieso a Jesucristo como mi salvador personal’’.
El Protestante cree pues justo en ese momento, que ya está salvado. Ya tiene garantizada
automáticamente la salvación y la vida eterna. Como ya sabemos, ellos piensan que la
gracia de Dios no la pueden rechazar ni perder y la fe no necesita de nada más que de
ella misma, por lo tanto ellos mismos se sitúan, se colocan y se auto proclaman en un
estado de:

Fe invencible y suficiente.
Gracia Irresistible.
Predestinación garantizada.
Perseverancia final para la salvación asegurada.

Ole tú. Si señor, casi nada.


¿Dan ganas de irse para allí verdad?.
¡Y dejar de lado a la horrible y atroz Iglesia Católica, que nos obliga e impone toda
clase de sacrificios y esfuerzos!...
¡Ay que paciencia tienes con nosotros Señor!...cómo somos...y qué riesgos corremos
cada uno de nosotros con nuestras “súper’’ conclusiones y nuestros “brillantes’’
razonamientos...
Esta sublime autoconfianza que tienen los Protestantes en ellos mismos atenta
gravemente contra la voluntad de Dios y confunde peligrosamente nuestra conciencia a la
hora de conocer nuestras responsabilidades para la salvación.
Fe invencible y suficiente: Ya hemos hablado de ella en el apartado de la Sola Fe.

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Añadimos aquí de nuevo que tanto la Biblia, como la Tradición y el Magisterio de la
Iglesia Católica no están de acuerdo con ella. La fe necesita de obras, compromiso y
resultados para con Cristo:
Biblia: No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el
que haga la voluntad de mi Padre celestial. Mateo 7:12
Tradición: Ignacio de Antioquía (Discípulo directo de San Pablo y San Juan) decía:
Porque no está ahora el negocio en proclamar la fe, sino en mantenerse en la fuerza de
ella hasta el fin.
Magisterio de la Iglesia Católica: Si alguno dijere que el hombre es absuelto de sus
pecados y justificado por el hecho de creer con certeza que está absuelto y
justificado, o que nadie está verdaderamente justificado sino el que cree que está
justificado, y que por esta sola fe se realiza la absolución y justificación, sea
anatema.
Gracia Irresistible: Ya hemos hablado de ella en el apartado de la Sola Gracia.
Añadimos aquí de nuevo que tanto la Biblia, como la Tradición y el Magisterio de la
Iglesia Católica no están de acuerdo con ella. Se puede no aceptar la gracia de Dios y una
vez aceptada, podemos perderla.
Biblia: Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor, como yo he
guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. Juan 15:10.
Tradición: San Ireneo de Lyon dice: Quienes obran según este don recibirán honor y
gloria, porque hicieron el bien cuando estaba en su arbitrio no hacerlo; en cambio quienes
no obren bien serán reos del justo juicio de Dios, porque no obraron bien estando en su
poder hacerlo.
Magisterio de la Iglesia Católica: Si alguno dijere que el hombre una vez justificado
no puede pecar en adelante ni perder la gracia y, por ende, el que cae y peca, no fue
nunca verdaderamente justificado; o, al contrario, que puede en su vida entera evitar
todos los pecados, aun los veniales; si no es ello por privilegio especial de Dios, como de
la bienaventurada Virgen lo enseña la Iglesia, sea anatema.
Los Protestantes al creer erróneamente en la Sola Gracia y la Sola Fe tienen como
consecuencia el desorden de pensar que están en el numero de los elegidos y
predestinados, y que por lo tanto, tienen en buena garantía que van a perseverar hasta el
final sin ningún tipo de problema para su salvación.
Predestinación garantizada: Creerse ya predestinado para ir al cielo es adelantarse al
juicio de Dios sobre nosotros. Es un estado de soberbia el alardear de ser un elegido por
Dios, atenta directamente contra la humildad y la modestia del creyente.
Biblia: Tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos. No que lo tenga ya
conseguido o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo
alcanzarlo, habiendo sido yo mismo alcanzado por Cristo Jesús. Yo, hermanos, no creo

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haberlo alcanzado todavía. Filipenses 3:11-13.
Tradición: San Pedro Canisio dice: Ninguno, mientras vive, ha de presumir del
secreto misterio de la divina predestinación, de tal manera que tenga por cierto que es
uno de los predestinados, como si fuese verdad que el que está justificado no puede
jamás pecar o, si pecare, que sin duda se levantará del pecado. Porque no se puede
saber sino por divina revelación, quiénes son los escogidos de Dios.
Magisterio de la Iglesia Católica: Si alguno dijere que el hombre renacido y justificado
está obligado a creer de fe que está ciertamente en el número de los predestinados,
sea anatema.
Perseverancia final para la salvación asegurada: Va junto con la predestinación.
Como creen que van a llegar hasta el final del camino por su gran predestinación, piensan
que están dotados de este don celestial que es la perseverancia final, y dicen que nada ni
nadie, ni incluso ellos mimos pueden afectar a su proceso de santificación resguardado.
La pregunta sería: ¿Cómo saben que están predestinados y cómo saben que van a
perseverar hasta el final?. Si fuera cierto que alguien está predestinado y puesto para que
persevere hasta el final, no habría problema. Pero el problema está en que la persona
no lo sabe, ni lo sabrá hasta que no llegue a la meta. Por lo tanto no queda más
remedio que luchar. La palabra de Dios con mucha frecuencia nos insta a mantenernos
fieles, a cumplir los mandamientos, a obedecer y saber que por el fruto de nuestras obras
seremos juzgados. No podemos confiarnos en absoluto.
Biblia: ¿Cómo saldremos absueltos nosotros si descuidamos tan gran salvación?.
Hebreos 2:3.
Tradición: San Ireneo de Lyon dice: Hemos de temer, no sea que después de conocer a
Cristo hagamos lo que no agrada a Dios, y en consecuencia no se nos perdonen ya
nuestros pecados, sino que se nos excluya de su Reino.
Magisterio de la Iglesia Católica: Si alguno dijere con absoluta e infalible certeza que
tendrá ciertamente aquel gran don de la perseverancia hasta el fin, a no ser que lo
hubiera sabido por especial revelación, sea anatema.

Ataques a la Salvación de los Católicos:


Los Protestantes: “Los Católicos viven con miedo porque no están seguros de su
salvación’’.
“¿Cuántas obras hacen falta para alcanzar la salvación?. Los pobres Católicos viven en
esa incertidumbre y esperan acumular muchas obras para salvarse’’.

Defensa a la Salvación de los Católicos:


Contestamos pues que nosotros no vivimos con miedo por nuestra salvación. Seguimos
lo que dice la Biblia: Trabajad con temor y temblor por vuestra salvación. Filipenses

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2:12. Lo que no podemos hacer es creernos ya salvados. Vivimos esperanzados y con
paz, esperando a que las promesas de Nuestro Señor Jesucristo se vayan cumpliendo en
nosotros en todos los tiempos y momentos, tanto en nuestro pasado, como en nuestro
presente y como en nuestro futuro. Para nosotros no existe un instante mágico en el que
decimos un conjuro milagroso y automáticamente ya estamos salvados. Es un proceso
continuo de santificación que durará toda la vida y en el cual hemos de ocuparnos con
diligencia.
No es que haya que hacer un número concreto de obras para alcanzar la salvación,
pero la Biblia nos dice que Dios cuenta con ellas para evaluarnos, el cual dará a cada
cual según sus obras: a los que, por la perseverancia en el bien busquen gloria, honor
e inmortalidad: vida eterna; mas a los rebeldes, indóciles a la verdad y dóciles a la
injusticia: cólera e indignación. Romanos 2:6-8.
No hay un número predeterminado de obras para llegar a salvarse y decir: “Aquí paro
que ya me he salvado’’. Cualquier Cristiano de fe coherente buscará todos los días hacer
cuanto pueda para agradar a Dios. Cuando llegue el desenlace de nuestras vidas, no se
salvará quien haya hecho más o menos obras, ni quien haya tenido más o menos fe en
algunos momentos de su vida, sino que como nos dice Dios en las Escrituras:
el que persevere hasta el fin, ÉSE se salvará. Mateo 24:13.
Conclusión: Tenemos dos tipos de Cristianismo. El portentoso Cristianismo
Protestante, que en un momento particular de tu vida en el que confiesas seguir a Cristo
tienes garantizada la salvación, dotándote de todas las fuerzas celestiales para lograrla sin
preocupaciones.
O el débil Cristianismo Católico, en el que la última palabra sobre la salvación de
nuestras almas la tiene Dios y no nosotros.
A la Iglesia Católica no se le ocurre otra cosa que recomendarnos ser como vírgenes
prudentes, proveyéndolos cada día y en todo momento del aceite necesario, para que
cuando en el largo camino de nuestra espera llegue el Señor a buscarnos, no nos diga
como a las necias: “En verdad os digo que no os conozco’’.
No nos cansemos de obrar el bien; que a su tiempo nos vendrá la cosecha si no
desfallecemos. Gálatas 6:9.
Salvo Siempre Salvo → Ficticia seguridad de salvación, que endiosa a la persona y la
lleva sin darse cuenta al orgullo y la arrogancia. “Yo ya estoy salvado’’, ni la
mismísima Virgen María pronunciaría esas palabras. Dios viene a por los humildes,
“Espero y confió que Dios mi salvador tenga misericordia de mi’’.

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4.5 SOLO CRISTO.
Después de los tres grandes gritos de guerra del Protestantismo que hemos visto, (al
margen del Salvo siempre Salvo), nos encontramos con el cuarto, el Solo Cristo.
También es de gran interés, ya que este grito es uno de los más utilizados para confundir
a los Católicos.
Los Protestantes enseñan que SOLO Cristo es el mediador entre Dios y los hombres y
que fuera de Él no hay otro medio de salvación.
“¡Solo Cristo salva!’’, gritan los Protestantes con muchas ganas.
Aquí les estamos muy agradecidos por predicar la doctrina Católica, puesto que el
Catecismo de la Iglesia Católica enseña que: “El nombre de Jesús significa que el nombre
mismo de Dios está presente en la Persona de su Hijo hecho hombre para la Redención
universal y definitiva de los pecados. Él es el Nombre divino, el único que trae la
salvación y de ahora en adelante puede ser invocado por todos porque se ha unido a
todos los hombres por la Encarnación de tal forma que «no hay bajo el cielo otro
nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos»’’.
¿Dónde surge pues el problema si tanto Católicos como Protestantes piensan lo
mismo?.
El problema está en que los Protestantes ven la Intercesión de los Santos como si fuera
otro camino contrario a la mediación de salvación que da Cristo en vez de verla unida
en ella, por lo tanto la desprecian.
¿Por qué?.
Vuelve a ser lo mismo de siempre, no consiguen entender que pedir ayuda a los Santos
no es otro camino diferente a la salvación que Cristo propone, y que por lo tanto, en
nada oscurece la mediación de Cristo.
San Pedro Canisio dice: “Pues que de esta manera llamamos en nuestra ayuda a los
Santos está tan lejos de oscurecer la gloria de Cristo Salvador y Señor nuestro, que
antes más la ennoblece, y la acrecienta y magnifica.
...y por esta causa cuando nuestros santos Padres hacen memoria de ellos, los llaman
muchas veces nuestros intercesores y abogados. Y no sin razón ciertamente, porque
por experiencia sabemos, que los fieles ruegos y ayuda de los Santos a muchos
aprovechan, cuando con humildad y piedad son llamados en ayuda por el nombre de
Jesucristo’’.
La Iglesia Católica sabe que:

Hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo
Jesús. 1 Timoteo 2:5

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Pero también sabe que existen las oraciones e intercesiones de los Santos y poseen de
un valor mediador ante Dios:

Otro Ángel vino y se puso junto al altar con un badil de oro. Se le dieron
muchos perfumes para que, con las oraciones de todos los santos, los
ofreciera sobre el altar de oro colocado delante del trono. Y por mano del
Ángel subió delante de Dios la humareda de los perfumes con las oraciones de
los santos. Apocalipsis 8:3-4.

Ataque a la Intercesión de los Santos:


Los Protestantes: “El único mediador y abogado es Jesucristo’’.
“Los Santos están muertos y no escuchan nuestras oraciones’’.
“La Iglesia Católica impide que las personas lleguen a la mediación de Cristo para la
salvación de las almas, no solo suplantándola con la Intercesión de los Santos, sino que
también pone barreras como los Sacramentos’’.

Defensa a la Intercesión de los Santos:


Los Protestantes al ver la palabra mediador y ver la palabra abogado atribuidas a Cristo
dicen: “¡Ya está!, solo lo es Cristo y nadie más’’.
Efectivamente Jesucristo es nuestro mediador y abogado en la salvación. Él fue el
único que pagó el precio de nuestros pecados y es Jesús quien responde ante Dios
Padre sobre nosotros. Nadie en la Iglesia Católica está diciendo que los Santos puedan en
ninguna manera ocupar el lugar de Cristo, pero sí que pueden ser intercesores y
abogados nuestros, cuando ruegan por nosotros a Dios y nos ayudan, para que
alcancemos la salvación que solo podemos encontrar en Cristo.
El problema Protestante, como ya hemos podido ver en los apartados anteriores, es
siempre el mismo. Repiten el mismo patrón. Cierran la mente a una palabra o a una idea
y no consiguen entender los elementos que rodean a cada verdad, ensombreciendo y
distorsionando el sentido de esta. Se cierran en banda por culpa de sus
interpretaciones fundamentalistas.
Mediador y abogado para la salvación solo lo es Cristo, pero también hay otros
mediadores y abogados que han participado activamente en el misterio de la salvación
que Dios ha obrado. Ireneo de Lyon llamó a la Virgen María abogada de Eva, (por lo
tanto mediadora), puesto que por la obediencia de María ante Dios, quedó
desencadenada la desobediencia de Eva que nos llevó a la muerte.
¿Significa esto que María es nuestra mediadora y abogada ante el Padre y que quiere
ocupar el lugar de su hijo?.
No. Significa que la Virgen María, asistió en la medida que el designio de Dios la preparó,
para dar a luz al Salvador del mundo. Por lo tanto no es la mediadora ni la abogada en

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persona que viene a borrar los pecados de los hombres, pero sí fue mediadora y abogada
en la medida con que su intercesión favoreció el propósito de Dios, para que su hijo
Jesucristo viniera a mediar por nosotros, para la salvación.
San Ireneo entonces añade que la Virgen María es causa de nuestra salvación.
¿Significa esto que María es nuestra salvadora?. No.
Pero la obediencia de María ante Dios propició que el mismísimo Salvador en persona
fuese hecho hombre y dado a luz en este mundo para la salvación y rescate de los
pecadores. Así quiso Dios que fuese.
El texto de San Ireneo dice así: “Así como aquélla (Eva), teniendo por varón a Adán,
pero permaneciendo aun virgen...desobediente, fue la causa de la muerte, así también
María, teniendo un varón predestinado, y, sin embargo, virgen obediente, fue causa de
salvación para sí y para todo el género humano... De este modo, el nudo de la
desobediencia de Eva quedó suelto por la obediencia de María. Lo que ató, por su
incredulidad la virgen Eva, María virgen lo desató por su fe.
Así como aquella (Eva) fue seducida por la palabra del ángel, para huir de Dios, después
de conculcado su precepto, así también ésta (María) fue evangelizada por la palabra del
ángel para que en su seno llevara a Dios, obediente a su palabra.
Y si aquella había desobedecido a Dios, ésta quiso obedecerle, de suerte que María
Virgen se hiciera abogada de la virgen Eva. Y así, el género humano, sujeto a la muerte
por una virgen, es también salvado por una Virgen, contrabalanceada una desobediencia
virginal por otra virginal obediencia’’.
Sería bueno preguntarles a los Protestantes: ¿Por qué ruegan unos por otros si solo hay
un mediador y abogado?. Efectivamente porque en la Biblia se nos enseña que tenemos
que orar e interceder unos por otros: La oración ferviente del justo tiene mucho poder.
Santiago 5:16. Ellos mismos piden intercesión a otros para su bienestar y salvación,
sabiendo que el único mediador es Cristo, por lo tanto las peticiones de intercesión a los
Santos que hace la Iglesia Católica son tan lícitas como las peticiones que hacen ellos a
sus amigos. Todos tenemos el mismo fin, llegar a Cristo.
Ahora vendría cuando los Protestantes nos dicen que los Santos que han muerto no
escuchan nuestras oraciones. Ellos solo interceden y ruegan entre los vivos y no piden
oración a los difuntos porque según dicen, los Santos no son capaces ni de escuchar, ni
de responder, ni de participar de nuestras oraciones, y que por lo tanto no pueden
interceder.
San Jerónimo contestaría a los Protestantes: “Usted dice que mientras estamos vivos
podemos orar unos por otros; pero una vez que morimos, la oración de ninguna persona
para otro puede ser oída... ...Si los apóstoles y mártires, mientras que todavía estaban en
el cuerpo pueden orar por los demás, cuando deberían todavía sentirse ansiosos por sí
mismos, ¿cuánto más deben hacer de modo que cuando una vez que ya han ganado
sus coronas, victorias, y triunfos?...
...una vez que han entrado en su vida con Cristo, ¿van a tener menos energía que

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antes?’’.
Es decir los Protestantes dicen que Dios sí que escucha nuestras oraciones, estando
nosotros en nuestra posición de una naturaleza caída, pero sin embargo Dios no puede
escuchar las oraciones de las personas que ya se han salvado y que ya están en el gozo
de su presencia...
También se atreven a infravalorar el poder de Dios argumentando que Dios no puede
hacer que los Santos que están ya en su gloria puedan escuchar nuestras súplicas e
interceder a nuestro favor desde donde se encuentran. Nada más y nada menos que
delante de nuestro Señor...
El Dios de los Católicos es un Dios poderoso y todo lo pude, el de los Protestantes no lo
sé.
El Catecismo de la Iglesia Católica dice: “Por el hecho de que los del cielo están más
íntimamente unidos con Cristo, consolidan más firmemente a toda la Iglesia en la
santidad. No dejan de interceder por nosotros ante el Padre. Presentan por medio del
único mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, los méritos que adquirieron en la
tierra. Su solicitud fraterna ayuda, pues, mucho a nuestra debilidad’’.
Estamos, pues, llenos de buen ánimo y preferimos salir de este cuerpo para vivir
con el Señor. 2 Corintios 5:8. No es un Dios de muertos, sino de vivos. Marcos 12:27.
Para rematar todo esto, los Protestantes a parte de ver la Intercesión de los Santos
como si fuera algo que quiere substituir la salvación de Cristo, también creen que los
Sacramentos nos alejan de Él y son tapias que nos impiden alcanzar el favor de Jesús.
Pero no puede alejar de Jesús lo que fue instituido por el mismo Jesús. Dice el
Catecismo: Adheridos a la doctrina de las Santas Escrituras, a las tradiciones apostólicas
y al parecer unánime de los Padres, profesamos que los sacramentos de la nueva Ley
fueron todos instituidos por nuestro Señor Jesucristo.
Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del
Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios, pero, como signos, también tienen
un fin instructivo. No sólo suponen la fe, también la fortalecen, la alimentan y la
expresan con palabras y acciones.
Bautismo → a ésta corresponde ahora el bautismo que os salva y que no consiste en
quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena conciencia por medio de la
Resurrección de Jesucristo. 1 Pedro 3:21.
Confirmación → En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el
Evangelio de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la Promesa. Efesios 1:13.
Penitencia → A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes
se los retengáis, les quedan retenidos. Juan 20:23.
Eucaristía → El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le

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resucitaré el último día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera
bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Juan
6:54-56.
Unción de Enfermos → ¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros
de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración
de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido
pecados, le serán perdonados. Santiago 5:14-15.
Orden Sacerdotal → Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha; y quien a
vosotros os rechaza, a mí me rechaza; y quien me rechaza a mí, rechaza al que me ha
enviado. Lucas 10:16.
Matrimonio → Tened todos en gran honor el matrimonio, y el lecho conyugal sea
inmaculado; que a los fornicarios y adúlteros los juzgará Dios. Hebreos 13:4.
¿Alguien pues podrá seguir diciendo que los Sacramentos no son de Dios, que no son
necesarios, que no tienen poder alguno y que solo son trámites sin sentido o añadiduras e
inventos de la Iglesia Católica para desvirtuar los méritos de la obra redentora de Cristo?.
Por supuesto que muchos lo seguirán diciendo, ya que no pueden mantener la boca
cerrada por el menosprecio que tienen dentro de sus corazones a las cosas que la Iglesia
Católica dice, y siempre continuarán buscándole la deshonra y la difamación.
Yo sé que mi lector no es así y hace caso al proverbio: Quien vigila su boca, guarda su
vida; quien abre sus labios, busca su ruina. Proverbios 13:3. El justo odia la palabra
mentirosa, pero el malo infama y deshonra. Proverbios 13:5.
Conclusión: Tenemos dos tipos de Cristianismo. El que dice que Solo Cristo salva pero
luego no hace lo que Cristo quiere, ni lo que Cristo establece, ni lo que Cristo
recomienda, ni lo que Cristo dicta, y rechaza lo que Cristo pone a nuestra disposición
para nuestra salvación en Él.
O el que dice que Solo Cristo salva y luego hace lo que Cristo quiere, lo que Cristo
establece, lo que Cristo recomienda, lo que Cristo dicta, y recibe lo que Cristo pone a
nuestra disposición para nuestra salvación en Él.
Más nos valdría seguir el consejo de la Virgen María:
Haced lo que Él os diga. Juan 2:5.

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4.6 SOLO A DIOS LA GLORIA.
Llegamos por fin al quinto y último gran grito de guerra Protestante, que no por ser el
que sucede a todos es menos importante.
Los Protestantes enseñan que SOLO a Dios se le puede adorar y solo a Él dar la
gloria.
Ellos creen que solo a Dios se le puede levantar un cántico de alabanza y de
reconocimiento.
Por lo tanto los Protestantes desprecian la veneración y muestras de respeto que le
damos a los Santos.
Dicen: “¡Solo a Dios la Gloria!’’ y nuevamente nosotros les agradecemos que profesen
la fe Católica, pues como bien sabemos, nuestros Sacerdotes manifiestan en la Santa
Misa lo mismo cuando dicen: “Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre Omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos
Amén.
La Iglesia Católica solo adora a Dios.
En el Martirio de San Policarpo de Esmirna (contemporáneo de los Apóstoles, alumno
de San Juan Evangelista, y profesor de Ireneo de Lyon) encontramos: “ Nosotros
adoramos a Cristo porque es el Hijo de Dios; en cuanto a los mártires, los amamos
como discípulos e imitadores del Señor, y es justo, a causa de su devoción incomparable
hacia su rey y maestro; que podamos nosotros, también, ser sus compañeros y sus
condiscípulos’’.
¿Cual vuelve a ser el quid de la cuestión?.
En que los Protestantes no distinguen entre la adoración que se le debe Dios y la
veneración y honra que le podemos dar a los Santos. San Epifiano de Salamina ya marcó
las diferencias en sus tiempos con su famosa frase: “¡Sea honrada María! ¡Sea adorado
el Señor!’’.
La Iglesia Católica sabe cuál es su obligación:

Amarás a Yahveh tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu
fuerza. Deuteronomio 6:5.

Pero también:

Ponte en pie ante las canas y honra el rostro del anciano; teme a tu Dios. Yo,
Yahveh. Levitico 19:32.

Ataque a la Veneración de los Santos:

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Los Protestantes: “La Veneración de los Santos le quita la gloria a Dios, y hace de ellos
nuevos dioses’’
“La Iglesia Católica es idólatra. Adora imágenes y estatuas de hombres y se postra ante
ellas como si fuesen dioses’’.

Defensa a la Veneración de los Santos:


Es totalmente falso y por supuesto en absoluto la Veneración hacia los Santos daña la
gloria de Dios, ni los hace a ellos dioses.
San Pedro Canisio nos da buen consejo y luego nos explica: “No se ha de hacer caso de
los calumniadores que dicen que, honrando a los santos, les damos la honra que se
debe a Dios, y que los adoramos como si fuesen dioses, y que igualamos las criaturas
con el Creador...’’, todo lo contrario: “...Honrar de esta manera a los Santos e invocarlos
como lo hace la Iglesia, ilustra y engrandece la honra y gloria de Jesucristo Salvador
y Señor nuestro, por cuanto no solamente es y se conoce ser poderoso, glorioso, y
admirable en sí, sino también en sus santos; pues Él los honra, y quiere que nosotros
los honremos mucho en el cielo y en la tierra, y por medio suyo hace a los hombres
grandes mercedes, y perdona muchas veces a los que no lo merecen; por cierto es que
Abraham, Isaac, Jabob, David y Jeremías después de muertos hicieron gran bien a los
vivos...’’.
Como dice el Catecismo: En efecto, así como la unión entre los cristianos todavía en
camino nos lleva más cerca de Cristo, así la comunión con los santos nos une a
Cristo, del que mana, como de fuente y cabeza, toda la gracia y la vida del Pueblo de
Dios.
Vamos ahora con un plato fuerte. Las “5 Solas’’ son los cinco grandes gritos de guerra
del Protestantismo que resumen su teología, pero dentro de ellas, estamos viendo cómo
podemos encontrar más ataques y protestas contra la Iglesia Católica. En general el
Protestantismo (como su nombre bien indica) es una continua protesta de estos hijos
enfadados con la Madre Iglesia, que quieren imponer su razón por delante de ella y
utilizan todo y cuanto sea necesario para hacerle burla.
La acusación de los Protestantes hacia la Iglesia Católica que más de moda está, es
decir: Que la Iglesia Católica es idólatra, que se forma imágenes de ídolos para adorarlas
y postrarse ante ellas.
¿Dónde se confunden?.
Ellos suelen citar el versículo de la Biblia, Éxodo 20:4-5: No te harás escultura ni
imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni
de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto,
porque yo Yahveh, tu Dios, soy un Dios celoso, que castigo la iniquidad de los padres en
los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me odian.
El mandamiento de Dios no prohíbe las imágenes en sí, está prohibiendo hacerse

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ídolos, es decir, hacerse falsos dioses y o poner a algo o alguien por delante de Dios.
El Catecismo lo explica así: El mandamiento divino implicaba la prohibición de toda
representación de Dios por mano del hombre...
...Sin embargo, ya en el Antiguo Testamento Dios ordenó o permitió la institución de
imágenes que conducirían simbólicamente a la salvación por el Verbo encarnado: la
serpiente de bronce, el arca de la Alianza y los querubines.
El culto cristiano de las imágenes no es contrario al primer mandamiento que
proscribe los ídolos. San Basilio Magno: En efecto,’’el honor dado a una imagen se
remonta al modelo original’’. Concilios de la Iglesia: “El que venera una imagen, venera
al que en ella está representado’’.
El honor tributado a las imágenes sagradas es una “veneración respetuosa’’, no una
adoración, que sólo corresponde a Dios.
Santo Tomás de Aquino: “El culto de la religión no se dirige a las imágenes en sí
mismas como realidades, sino que las mira bajo su aspecto propio de imágenes que nos
conducen a Dios encarnado. Ahora bien, el movimiento que se dirige a la imagen en
cuanto tal, no se detiene en ella, sino que tiende a la realidad de la que ella es imagen’’.
San Pedro Canisio nos explica que hemos de distinguir los ídolos (falsos dioses) que
son los que condenan el mandamiento de la ley de Dios, de las imágenes de Cristo y de
los Santos, cosa que el mandamiento no condena: “En ninguna manera, los cristianos
no adoramos las imágenes, ni los leños, ni las pinturas, como hacían los étnicos y
gentiles, haciéndolos dioses, porque eso mayormente se veda en el mandamiento; pero
honramos con ánimo devoto, según la costumbre cristiana, en las imágenes a
Jesucristo y a sus Santos, viéndolos representados por sus imágenes. Esto nos ha
enseñado la Iglesia antigua, y nos lo enseña la de ahora también, y todas con gran
concordia y consentimiento, encomendándonos las pías y venerables imágenes; de las
cuales hemos recibido el uso encomendado también por la doctrina de los apóstoles, y lo
retenemos ahora nosotros aprobado y confirmado por sacrosantos concilios de los
Padres. Por lo cual está condenado el error de los iconoclastas, que no ponían
diferencia entre las estatuas de los dioses que se hacían los gentiles y las imágenes
de Cristo y de los santos. No tienen éstos cuenta con el tiempo de la gracia y nueva
Ley, en el cual quiso Dios hecho hombre vestirse de imagen y semejanza criada por
sus manos, y con ella se nos mostró en este mundo.
Y no sólo es necio el error, más es furor abominable, echar de los lugares sagrados
las imágenes de los santos, y entre ellas la Cruz de Jesucristo, y destruir los templos,
como lo hacen en estos tiempos los herejes’’.
¿Y por qué nos postramos o nos arrodillamos ante ellas. No es eso adoración?.
Me gustaría decirles a los Protestantes que la adoración y la idolatría en gran parte de
nuestras vidas ya no se representa por gestos o movimientos corporales, sino por
acciones pecaminosas de nuestro corazón, que ponen por delante de Dios un sin fin de
cosas.

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En la inclinación del corazón es donde se ve quién realmente tiene un ídolo, no en la
inclinación ante una imagen de un Santo. Ojalá llegase el día en que nos tengamos que
preocupar por si estamos adorando a un Santo, sería la señal de que ya hemos dejado de
poner por delante de Dios el dinero, nuestro orgullo, nuestras apariencias y comodidades.
Idolatrías mucho peores... Nosotros nos postramos ante las imágenes como forma de
reverencia y respeto al representado. En la Biblia encontramos casos parecidos:
Habiéndole visto la comunidad de los profetas que estaban enfrente, dijeron: «El espíritu
de Elías reposa sobre Eliseo.» Fueron a su encuentro, se postraron ante él en tierra. 2
Reyes 2:15 Nadie se postró ante Eliseo para adorarlo sino que lo hicieron de una manera
cortés y considerada en forma de respeto.
Los Protestantes sufren mucho por nosotros, puesto que aunque los Católicos decimos
que no adoramos imágenes y que solo las veneramos, dicen que muchos al final
acabamos pensando que las imágenes son dioses, o son las que propiamente tienen el
poder y que al final nos dejamos llevar por la superstición y otro tipo de magias,
acabando cometiendo pecado de idolatría.
No puedo responder por todos los Católicos, pero quiero decirles a mis amigos
Protestantes que no sufran tanto por nosotros. Hasta el Católico más ignorante sabe en el
fondo de su corazón que las imágenes de los Santos, no son dioses y que tanto las
imágenes de los Santos y del mismo Dios son solo representaciones de ellos que les
acercan piadosamente a los mismos Santos y al mismo Dios cada uno en la medida que
les corresponde.
Conclusión: Tenemos dos tipos de Cristianismo. El que solo adora a Dios y que por lo
tanto no puede venerar a los Santos, porque reconocer las virtudes y dones de los
Santos, podría quitarle el lugar a Dios y apropiarse de su gloria, honor, honra y poder, y
por lo tanto alejarnos del Señor nuestro Dios.
O el que solo adora a Dios y que por lo tanto puede venerar a los Santos, cuyas
muestras de respeto y gratitud cuando los veneramos por las virtudes y dones que tienen,
hacen que ensalcemos aún más la gloria, el honor, la honra y el poder que Dios tiene
sobre nosotros y por lo tanto, antes que alejarnos del Señor nuestro Dios, nos acerca.
No temas amar mucho a los Santos. Nunca los amarás lo suficiente.

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4.7 DESENLACE FINAL DE LOS 5 GRANDES GRITOS DE GUERRA
DEL PROTESTANTISMO.
Acabamos de ver las cinco bases y raíces de procedencia del Protestantismo y a la
deducción que podemos llegar, es que todas, desde la primera hasta la última, no tienen
ningún tipo de solidez.
Hay verdad en el Protestantismo, tanta como tantas cosas que aún conserven de la
Iglesia Católica. El rompecabezas está en que las verdades que mantiene el
Protestantismo han sido combinadas con algunas mentiras, formando las famosas medias
verdades que son mucho más peligrosas que las mentiras en su estado puro.
El Protestantismo te dice:

El Cielo es azul.

Tú le crees, porque sabes que es verdad. Pero luego el Protestantismo añadirá:

El Cielo es azul, porque mi abuelo lo dibujó así.

Ahí está la media verdad. Como verdaderamente tú no sabes por qué el cielo es azul,
pero aun así, sabes que lo es, creerás lo próximo que te digan sobre el cielo por muy
absurdo que sea. El elemento de verdad inyecta la mentira para nuestra destrucción.
Bien tendríamos que haber investigado que el cielo es azul a causa de distintos factores:
como la composición de la luz del sol y la atmósfera, trabajando juntas siendo asimiladas
por nuestra fisiología.
Pero claro...¿Quién se molestará en rastrear la verdad completa para evitar ser
engañados?.
Nos toca a nosotros ser inteligentes y astutos para que nadie nos pueda tomar el pelo.
¿Vamos a abandonar la Iglesia Católica por la Iglesia Protestante, aún sabiendo que los
cinco lemas más poderosos que tienen, en los que basan su origen, son irracionales y
carecen de sentido alguno para prometer un Cristianismo estable y de garantías?.
A parte de los cinco lemas, hemos podido ver que de ellos nacen diversos ataques hacia
la doctrina Católica que son a su vez parecidos a sus padres. Todas las hipótesis y
supuestos Protestantes han sido identificados como fraudulentos rápidamente y solo han
bastado de uno o dos textos bíblicos, de uno o dos textos de los Santos y Padres de la
Iglesia, o de uno o dos textos del magisterio de la Iglesia Católica para dejarlos en
evidencia.
Concluimos pues diciendo que las principales proposiciones que hace el Protestantismo
sobre el Catolicismo o bien son falsas, o bien son mentiras con elementos de verdad, o
bien es pura torpeza a la hora de juzgar a la Iglesia Católica debido a que hablan mucho

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de esta Iglesia, pero en verdad no saben nada de ella, ni la conocen. Prefirieron creer las
voces de los pájaros, las habladurías que corren por las calles, los rumores y los chismes,
antes que preguntarle a la Iglesia:

¿Quién es usted?.
¿Lo que dicen de usted es cierto?.

El famoso Arzobispo Fulton John Sheen bien decía: “No hay más de un centenar de
personas en los Estados Unidos que odie a la Iglesia Católica. Sin embargo, hay
millones que odian lo que erróneamente creen que es la Iglesia Católica; lo que es por
supuesto algo muy diferente’’.
La gran mayoría de personas y no solo los Protestantes, odian y atacan a la Iglesia
Católica porque no la comprenden y cometen el error de hablar mucho, sabiendo muy
poco.
El Protestantismo es muy atractivo y abusa de la poca formación de los Católicos para
cautivarlos y llevárselos a sus iglesias.
Se dice que esto trae algo de beneficio, ya que las Iglesias Protestantes se están llenado
de malos Católicos, mientras que la Iglesia Católica se está llenando de buenos
Protestantes. Pero bueno aunque hay verdad en esto de que: “Al menos la Iglesia
Católica está haciendo limpieza de malos Católicos’’, lo mejor sería y lo que a mi me
gustaría que pasase, es que estos malos Católicos se hicieran buenos en su misma Iglesia
antes de salir de ella, ya que si acaban saliendo...volver se les hará extremadamente
difícil.
El Protestantismo es anti-católico de vena, y una vez dejas que por tu sangre corra el
veneno de la doctrina anti católica, es sumamente complicado sanarte. Doy fe de ello. No
quiero que ningún Católico pase por donde yo tuve que pasar. Fácilmente me podría
haber perdido para siempre en el laberinto de las doctrinas Protestantes, si no fuese
porque Dios tuvo un favor sumamente especial conmigo de hacerme volver al buen
camino de la verdad Católica. Pero ya os lo digo...me fue de un pelo...bendito milagro
del Señor. Ahora mismo en vez de estar escribiendo un libro para ayudar a los Católicos,
podría haber estado perfectamente escribiendo otro atacando a la Iglesia Católica, porque
de argumentos no me faltan, me los conozco todos y sabría cómo hacerle mucho daño.
La diferencia es que ahora sé que todos los argumentos que utilizaría para atacar a la
Iglesia Católica son todo mentiras que suenan muy bien a los oídos de las personas, pero
lo único que hacen es embaucar los corazones de las almas bondadosas y arrastrarlas a la
fuente de los errores.
Las cinco solas no encuentran apoyo por ninguna parte:

La Biblia no las apoya.


Los Padres de la Iglesia (el Cristianismo primitivo) no las apoyan.

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El Cristianismo de todos los tiempos no las apoya.
La historia no las apoya.
La arqueología no las apoya.
La razón no las apoya.
El sentido común no las apoya.
La fe no las apoya.

Como ya hemos dicho en todos y cada uno de los apartados:


LAS 5 SOLAS, NO VAN SOLAS.
Más valen dos que uno solo, pues obtienen mayor ganancia de su esfuerzo.
Pues si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo que cae!, que no
tiene quien lo levante. Si dos se acuestan, tienen calor; pero él solo ¿cómo se calentará?
Si atacan a uno, los dos harán frente. La cuerda de tres hilos no es fácil de romper.
Eclesiastés 4:9-12.

Escritura & Tradición.


Fe & Obras.
Gracia & Libre Albedrío.
Cristo & Santos.
Gloria a Dios & Honra a los Santos.

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5. LOS OTROS GRITOS DE GUERRA DEL
PROTESTANTISMO.

¿Pensabais que esto ya se había terminado?. De ninguna manera. Recordar que estamos
hablando del Protestantismo, llevan ya quinientos años pensando frases, slogans y toda
clase de astucias para causar daño a la Iglesia de Cristo, queriendo usurpar el lugar que
solo le puede corresponder a la auténtica Iglesia.
Lo que voy a hacer ahora, es explicar otros de los tantos gritos de guerra más famosos
y que más utilizan los Protestantes, para aturdir al Católico desinformado.
Si tuviera que explicarlos todos, no acabaríamos nunca. El Protestantismo es un pozo
sin fondo a la hora de fabricar embestidas contra la Iglesia Católica, por eso solo
comentaré algunos de los más importantes, si no, podríamos estar aquí todo el día.
Hay que tener en cuenta que de cada grito de guerra del Protestantismo, se puede sacar
tranquilamente un libro de quinientas páginas, para darle un análisis más preciso y una
explicación mas detallada. Aquí como ya sabéis intentamos darles una explicación breve
y sencilla. Que el Católico entienda rápidamente que lo que le están diciendo no cuadra y
que su Iglesia tiene mejores respuestas.
No hay ataque Protestante o controversia que no haya sido contestado ya por la Iglesia
Católica. Cuando uno no sabe qué responder a un Protestante cuando le dice alguna de
las suyas, no hace falta que nos pongamos nerviosos. Podemos ir a consultar a la Iglesia
Católica y ella nos dará la respuesta, primero, para aumentar nuestra formación y
segundo, por si queremos ayudar al Protestante a ver su error y tenga oportunidad de
recapacitar.
Nunca lo sabremos todo. Si alguien nos pregunta algo que no sabemos, es mejor
decirle: “No lo sé, déjame mirarlo para que te pueda dar una respuesta que nos pueda ser
útil a los dos’’, en vez de contestarle algo inexacto que no sirva a nadie. (Todo esto es
aplicable de la misma manera cuando hablamos con personas ateas o de otras religiones).
No quiero asustaros, pero el Católico tiene mayor responsabilidad que nadie a la hora de

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predicar y compartir el Evangelio y las verdades de la palabra de Dios. Quien está en la
Iglesia auténtica, es el que tiene que tener más cuidado a la hora de dar ejemplo y de
responder preguntas de forma que ayuden a las personas. Lamentablemente nos
encontramos en una situación mala. Los Protestantes salen a predicar, mientras que los
Católicos permanecemos callados y tímidos. Yo tengo la esperanza de que esto empiece
a cambiar, que los Católicos renazcamos de nuestras cenizas y que salgamos con alegría
e ilusión a predicar el Evangelio, a defender nuestra Iglesia y a resucitar la fe en nuestro
país.
Sin irme más por las ramas vamos a empezar a examinar cuales son estas otras
maniobras de asalto que toman nuestros queridos hermanos Protestantes para aturullar al
Católico.
Siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza. 1
Pedro 3:15.

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5.1 CRISTO NO ES RELIGIÓN ES VIDA. NO ME HABLES DE
RELIGIÓN HÁBLAME DE CRISTO. CRISTO NO ES RELIGIÓN ES
RELACIÓN.
Al Protestante estos tres eslóganes lo vuelven loco. Le encantan, como niño en la feria
con su nube de azúcar.
Si yo ahora me pusiera en medio de la plaza de mi pueblo a gritar:

¡Cristo no es religión es vida!.


¡No me hables de religión, háblame de Cristo!.
¡Cristo no es religión es relación!.

Diría quien me escuche: “Anda, «qué profundo» pues a ver si va a tener razón’’.
¿Por qué han calado tanto esas frases?. Porque las digo con mucha pasión, de una
manera emocionante y reivindicativa, le pongo mucho sentimiento para que la idea
parezca que tenga más fuerza.
Y ya está, ya te he vendido la moto.
Las frases Protestantes van cargadas de sentimentalismos y emociones. Se basan
mucho en la idea de llegar a las personas por las sensaciones corporales, la rebeldía
atractiva y la protesta de moda.
Ahora bien, si tan solo nos hubiéramos parado un minuto a pensar, podríamos decir:

Un momento. ¿Qué es lo que has dicho?.

Si nos damos cuenta, es una frase que carece de una manera sublime de toda
racionalidad.
Decir: “No me hables de Religión, háblame de Cristo’’, es como si decimos:

No me hables de fútbol, háblame de Messi.


No me hables de música, háblame de Beethoven.
No me hables de arte, háblame de Picasso.
No me hables de ciencia, háblame de Einstein.
No me hables de poesía, háblame de Neruda.
No me hables de filosofía, háblame de Aristóteles.

Con algunos ejemplos, podemos ver que las frases montadas por los Protestantes
tienen menos sentido que ver a Gerard Piqué haciéndose socio del Real Madrid.

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Con esas frases sacadas de la manga, los Protestantes quieren hacer entender que la
Religión Católica es mala, que es como si fuera un sistema legalista y farisaico, que ellos
no siguen normas, ni costumbres, que lo suyo es una relación cara a cara con el Señor,
mientras que en la abominable Religión Católica no puedes tener una relación personal
con Cristo y que la religión es un invento del hombre para alejarnos de Dios.
Le tienen mucha manía a la palabra «religión» y quieren hacerla ver como algo que no
es bueno, por eso, la entremezclan en sus frases para darle una forma despectiva.
No obstante, ellos también siguen una religión, aunque no lo quieran admitir, o no lo
sepan.
El Cristianismo en todos sus derivados es en sí mismo religioso. Si sigues a Cristo, sigues
una religión, seas Católico o seas Protestante. San Pablo seguía a Cristo y por lo tanto
tenía una religión: Solamente tenían contra él unas discusiones sobre su propia religión
y sobre un tal Jesús, ya muerto, de quien Pablo afirma que vive. Hechos 25:19.

Cristo es religión y es vida.


Cuando hablamos de la Religión Cristiana Católica, hablamos principalmente de
Cristo.
En ninguna Iglesia se puede tener una relación más estrecha con Jesucristo que
en la Iglesia Católica, puesto que no solo estamos en la Iglesia que Él quiere que
estemos, sino que todos los días podemos recibirlo en el Sacramento de la
Eucaristía y adorarlo en su misma presencia. ¿Puede otra iglesia ofrecer mejor
relación que ésta?

Los esfuerzos de los Protestantes por denigrar el sentido de la religión y las cosas
religiosas con sus frases magistrales, están teniendo mucho éxito:

“Sal de las garras de la Religión que te esclaviza y ven a una Iglesia pura y libre
como la nuestra’’.

Tienen mucha razón en una cosa.


La Iglesia Católica esclaviza a las personas, las esclaviza en Cristo: He aquí la esclava
del Señor. Lucas 1:38. Dios quiera que todos pudiésemos decir lo mismo que la Virgen
María. Yo también quiero ser esclavo del Señor.
Las otras Iglesias te prometen autonomía y libertad, pero cómo no, al final uno acaba no
siendo libre, sino esclavo de sus propias emociones, dejándose encandilar por los
sentimentalismos de los susurros agradables a los oídos y la vistosidad de unas promesas
que jamás se llegarán a cumplir. Más nos valdría escuchar en el silencio a Dios y no
dejarnos llevar por nuestras propias concupiscencias.
La religión pura e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las
viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo. Santiago 1:27.
Así es como trabaja la Iglesia Católica. No dejes que te inculquen una falsa definición

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de lo que es la Religión de Cristo.

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5.2 ES MEJOR ESTAR SEPARADOS
POR LA VERDAD QUE ESTAR UNIDOS EN EL ERROR.
John Henry Newman dice: “La Iglesia está en todas partes pero es una. Las sectas están
en todas partes, pero son muchas, independientes y discordantes. La catolicidad es el
atributo de la Iglesia y la independencia el de las sectas’’...
“...La Iglesia es un reino, una herejía es más una familia que un reino, y como una
familia continuamente se divide y echa ramas, fundando nuevas casas y propagándose en
colonias, así ocurre con la herejía...’’.
Que tengáis todos un mismo hablar, y no haya entre vosotros divisiones; antes bien,
estéis unidos en una misma mentalidad y un mismo juicio. 1 Corintios 1:10.
Claro pues...los Protestantes se ven envueltos en un gran problema...
Ellos saben que están muy divididos y es una cosa que reconocen.

¿Cómo van a salir de este apuro?.

¡Ya está!. “Decimos que no queremos la unidad con la Iglesia Católica porque ellos
están unidos sí, pero unidos por la mentira. Nosotros decimos y sabemos que estamos
divididos, pero por una buena causa, por amor a la verdad...’’.
No esperaba menos de ellos...otra vez pretenden decir que la Iglesia que lleva más de
dos mil años protegiendo el Evangelio se equivoca, y sin embargo, ellos por separado son
los que han descubierto la verdad, que salieron de la Iglesia Católica porque no podían
soportar el error que en ella se estaba enseñando y por lo tanto vieron necesario
arrebatarle el Evangelio para que ahora estos alumnos osen enseñar al maestro y
adueñarse de la verdad.
La Palabra de Dios ya nos advirtió: Porque vendrá un tiempo en que los hombres no
soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por su propias pasiones, se harán con
un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad
y se volverán a las fábulas. 2 Timoteo 4:3-4.
¿Cómo pueden demostrar lo que dicen?. Si de verdad ellos son los que poseen en su
división la verdad, mientras que la Iglesia Católica en su unión está equivocada, que nos
den pruebas de que su necia e imprudente afirmación es cierta.
San Francisco de Sales dice: “Si la recomendación hecha por San Juan: No os fiéis de
cualquier espíritu, fue necesaria en su tiempo, lo es más que nunca en nuestros días,
cuando tantos y tan contrarios espíritus «pero con idéntica seguridad» piden
credibilidad entre la cristiandad en virtud de la palabra de Dios, tras quienes hemos
visto a muchos pueblos separarse acá y allá según su buen parecer. Así como el inculto
admira los cometas y fuegos erráticos y cree que se trate de verdaderos astros y planetas
habitados, mientras que el culto sabe que se trata nada más que de alguna llamarada

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prendida en vapores y transportada fugazmente por una corriente de aire, pero que no
tienen en común con los astros incorruptibles nada más que la apariencia de la claridad
que les hace visibles, de la misma manera el pueblo sencillo de nuestros tiempos, viendo
algún calenturiento cerebro inflamarse como consecuencia de alguna originalidad humana
prendida en la corteza de las Escrituras, ha creído que se trataba de verdades celestiales,
a pesar de que las personas juiciosas atestigüen que no se trata nada más que de
invenciones terrestres, que, consumiéndose poco a poco, no dejarán más recuerdo que el
resentimiento desdichado que normalmente traen como consecuencia tales apariencias.
¡Oh, que importante es no secundar a tales espíritus y antes de hacerlo probar si se
trata o no de Dios!. No faltó nunca la piedra de toque para descubrir el oro de su ganga,
porque quien nos ha dicho que discernamos los espíritus, no lo hubiera dicho si no
hubiera sabido que contábamos con reglas infalibles para distinguir lo santo del falso
espíritu. Tenemos, pues, y nadie lo niega, unas reglas, pero los seductores producen, a su
vez, las suyas, que amañan y doblegan según sus intenciones, para que con ellas en las
manos se sientan seguros como por un signo infalible, de su saber, bajo cuyo pretexto
puedan formar una fe y religión como la han imaginado. Importa mucho, pues, saber
cuáles son las verdaderas reglas de nuestra fe, porque por ellas podremos
distinguir fácilmente la herejía de la verdadera religión. Tenemos así ocho reglas de
la fe: la Escritura, la Tradición, la Iglesia, el Concilio de los Padres, el Papa, los
milagros, la razón natural. Las dos primeras no son nada más que una regla formal, las
cuatro siguientes son reglas de aplicación, la séptima es extraordinaria y la octava es
negativa. Por lo demás, quien quiera reducir todas esas reglas a una sola, dirá que la
única y verdadera regla de la fe es la palabra de Dios predicada por la Iglesia de Dios.
Los reformadores han violado y amañado todas estas reglas y bastaría demostrar que han
violado una sola, puesto que de tal manera se entrelazan que, violada una, están todas
violadas. Os han arrancado de la Iglesia por un cisma, os han quitado la luz de la
verdadera fe por la herejía, arrastrándoos en el seguimiento de sus ilusiones...’’.
La Iglesia Católica tiene todos los atributos para afirmar que en su unidad de fe, no está
corrompida y es una unidad en la verdad. Lo puede demostrar por cualquiera de los
medios que existen: Por las Escrituras, por la Tradición, por el Magisterio de la Iglesia,
por el pensamiento de los Padres de la Iglesia, por el legítimo sucesor de la Iglesia de
Cristo el Papa, por los milagros que le preceden y por la razón que la avala.
Mientras tanto las Iglesias Protestantes dicen que están divididas por amor a la verdad,
pero no pueden aportar pruebas relevantes para justificar lo que están diciendo. Solo
pueden usar las Escrituras a medias y malamente. Eso no es motivo suficiente para darles
crédito a decir que ellos no están en la Iglesia Católica porque no querían vivir una
mentira.
Más bien no están en la Iglesia Católica por haber violado todas las reglas de la fe y
seguir su propio camino, para al final acabar viviendo lo que querían evitar, la mentira.
Por lo tanto la frase: “Es mejor estar separados por la verdad que estar unidos por el
error’’, no es más que otra falacia Protestante. Una cortina de humo para despistar, e
intentar apaciguar la inquietud que sienten por estar al margen de la unidad.

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Única es mi paloma, mi perfecta. Cantares 6:9.
La Iglesia Católica es la única.

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5.3 ¿ERES CATÓLICO O CRISTIANO?
Esta pregunta es con perdón, muy rastrera. Damos gracias a Dios que no todos los
Protestantes están a tan bajo nivel como para pensar, decir o insinuar que la Religión
Católica no es Cristiana. Algunos Protestantes dicen: “Yo no soy Católico, soy
Cristiano’’. ¡Pero bueno, qué se han creído!, esto ha de ser dicho por pura ignorancia
invencible, porque si no, no cabe en cabeza alguna semejante disparate. Si hay un
Cristianismo de verdad, precisamente ése es el Cristianismo Católico. ¿Con que derecho
se apropian de nuestro nombre?.
Si ha habido un Cristianismo desde los primeros tiempos, precisamente ha sido el
Cristianismo Católico (el único verdadero), los demás tipos de Cristianismo han sido
fundados a raíz del nombre de un hombre por su rebeldía contra la Iglesia, y no fundado
por Cristo.
San Agustín decía: Un hombre Cristiano es Católico mientras vive en el cuerpo;
separado, es un herético; el Espíritu no sigue a un miembro amputado’’.
Está claro que hacer diferencia entre Católicos y Cristianos es una falta muy grave. Si
alguien quiere hacer alguna diferencia entre los tipos de Cristianismo tendría que decir:

¿Eres Católico o eres Protestante?.

Nosotros reconocemos al Protestantismo como parte de la Cristiandad, ya que ellos


también creen en la Santísima Trinidad: Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, y aunque no
sean el Cristianismo auténtico, en su imperfección también son Cristianos. Sí los
Protestantes son Cristianos...

¿no lo van a ser los Católicos que fueron los primeros Cristianos en el mundo?.

Si alguien te pregunta si eres Católico o Cristiano. Pregúntale a él si es Protestante o


Cristiano, verás como se da cuenta rápido que te está faltado el respeto.
Ahora no es el momento de discutir cual es el Cristianismo verdadero, lo que está claro
es que no se puede hacer una diferencia entre el Cristianismo y el Catolicismo, de la
misma manera que nosotros no hacemos diferencia entre el Cristianismo y el
Protestantismo. En el siguiente apartado hablaremos de la importancia de pertenecer al
verdadero Cristianismo pero ahora lo importante es saber que, tanto Católicos como
Protestantes: Somos Cristianos.
Santísima Trinidad, ten piedad de nosotros.

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5.4 NO IMPORTA SER CATÓLICO O SER PROTESTANTE. YO NO
TENGO DENOMINACIÓN, SOLO SOY CRISTIANO Y LO
IMPORTANTE ES SEGUIR A CRISTO.
El Protestantismo está muy dividido y algo que molesta mucho a los Protestantes es
cuando les preguntan: ¿Eres Luterano?, ¿Eres Calvinista?, ¿Eres Metodista?, ¿Eres
Pentecostal?, ¿Eres Adventista?, ¿Eres Bautista?, ¿Eres Anglicano?, ¿Eres
Anabaptista?...
Claro el Protestantismo alberga un gran catálogo de opciones, para que cada uno escoja
el Cristianismo que mas se adapte a sus necesidades. Además, siempre se ven obligados
a arrastrar el sonrojo de que su movimiento, ha sido iniciado por un ser humano y llevan
en el nombre el ADN de su fundador.
Entonces ellos en muchas ocasiones nos suelen decir: “Mira, lo importante no es el
nombre de mi denominación, yo solo soy Cristiano y lo importante es que sigo a Cristo’’.
Muchos incluso, ya ni nos dicen el nombre de su denominación sino que simplemente
afirman ser solo Cristianos.
Ojalá viviéramos en el mundo que tanto ansío: El mundo en el que no hace falta
identificar que tipo de Cristiano eres, que el Cristianismo hubiese permanecido sin
fragmentaciones.
Pero lamentablemente debido al endurecimiento del hombre, a lo largo de la historia, la
Religión Cristiana ha quedado seriamente dañada.
Desde bien temprano ya fue necesario identificarse como Católico para distinguirse entre
las herejías que iban creciendo rápidamente como setas.
San Pacián de Barcelona dijo: “Cristiano es mi nombre, y Católico mi apellido. El
primero me denomina, mientras que el otro me instituye específicamente. De esta
manera he sido identificado y registrado...Cuando somos llamados Católicos, es por
esta forma, que nuestro pueblo se mantiene alejado de cualquier nombre herético’’.
Por lo tanto se hace fundamental identificar qué tipo de Cristiano eres, nos guste o no
nos guste.

¿Es lo mismo ser Cristiano Católico que Cristiano Protestante?.

No podemos relativizar algo tan serio.


Los Cristianos tenemos la obligación de ser miembros de la Iglesia que es Esposa de
Cristo. San Agustín decía: “Nosotros hemos de abrazar la religión cristiana y la
comunión de la Iglesia que se llama Católica, no sólo por los suyos, sino también por
los enemigos. Pues, quiéranlo o no, los mismos herejes y cismáticos, cuando hablan, no
con sus sectarios, sino con los extraños, católica no llaman sino a la Iglesia Católica’’.
Hasta sus propios enemigos sabían cómo identificarla y una vez reconocida, le iban a

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querer arrebatar su lugar.
San Agustín dice: “De tal manera se propagó la Iglesia por todas las naciones, que no
hay secta perversa contraria a la fe católica, ni error tan enemigo de la verdad
cristiana, que no usurpe y quiera gloriarse del nombre de Cristo’’.
Si Cristo preparó una sola Iglesia edificada sobre Pedro, iba a ser necesario y de vital
importancia que todos los fieles perteneciesen a esta Iglesia, ya que si no, podían correr
el gran peligro de caer en el naufragio.
Bien lo supo el gran San Jerónimo, cuando escribía así al Papa de Roma San Dámaso:
“Hablo con el sucesor del pescador y el discípulo de la cruz. Yo, no siguiendo a nadie
como a mi jefe excepto a Cristo, estoy asociado en comunión con tu santidad, es
decir, con la sede de Pedro. Sé que sobre esa roca está edificada la Iglesia.
Quienquiera que comiera el cordero fuera de esta casa es profano, si un hombre no está
en el Arca de Noé se perderá cuando el diluvio llegue con su poder’’.
Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella. Efesios 5:25. Jesús dio la vida
por su Iglesia, por su Esposa.

¿Podemos abandonar a la Esposa de Cristo e irnos con otra mujer?.

Hay mucha importancia en ser Católico o ser Protestante, no es algo que dé lo mismo
o sea irrelevante. Si el Señor estableció su Iglesia en Pedro y dio la vida por su Iglesia,
salir de ella, es un terrible error. Estás abandonando la mismísima Esposa de Cristo, la
quieres dejar por otra. Le estás pidiendo el divorcio.
Los Protestantes se han separado de la Iglesia Católica.
Los cantos atractivos de las bellas sirenas hicieron que renunciaran a estar en la casa
del Señor, la barca segura de Pedro y la Esposa de las inagotables virtudes, para
cambiarla por otra de procedencia muy dudosa.
Su cabello te encandila, su mirada te cautiva, sus ojos te enamoran, ella es la novedad y
tú quieres probarla. Cansado ya de las órdenes de tu vieja esposa la Iglesia Católica, que
ya está fea para tus ojos, que ya está pesada para tu mente, que ya te tiene harto y
aburrido, que ya está mayor para tus gustos, que ya no la deseas tanto como antes...y
entonces...cegado por el ardor, eres sin darte cuenta arrastrado al peor y más criminal
adulterio: Dejar a la Iglesia de Dios.
Si los Protestantes dicen: “No importa si eres Católico o Protestante, lo importante es
seguir a Cristo’’. Diles simplemente que: Como es tan importante seguir a Cristo, no lo
puedes hacer de otra manera que estando en la Iglesia que Él mismo fundó y amando a
la Iglesia que él amó primero, por la que dio su vida.
Pídele al Protestante que se identifique con el nombre de su denominación, porque
aunque diga que no la tenga y que solo es Cristiano, la tiene. Así comprobarás como su
nombre no es capaz de llegar hasta los tiempos de Jesucristo, como sí lo puede hacer el
tuyo. Verás que el suyo tiene su origen en algún siglo muy lejano a Cristo y si está tan

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alejado de Cristo, esa no puede ser su Esposa, esa no puede ser su Iglesia.
Yo soy Cristiano Católico. Mucho gusto.

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5.5 LA IGLESIA ES INVISIBLE.
El Protestantismo, sumido en la anarquía, sin organización en su jerarquía, sin sucesión
Apostólica, sin autoridad, sin magisterio, sin culto estipulado, sin sacramentos, sin
templos... se ve obligado a decir que la Iglesia es invisible “que todos somos la Iglesia’’ y
que no hay ninguna que podamos ver en este mundo con nuestros propios ojos, que sea
la auténtica y única verdadera. Todas valen, si dicen “seguir a Cristo’’.
De nuevo necesitan tirar de una corazonada para intentar justificar sus acciones.
Buen consejo les dio San Cirilo de Jerusalén a sus Catecúmenos: “Si acaso estáis
pasando una temporada en cualquier ciudad, no preguntéis simplemente dónde está la
casa del Señor, porque las sectas de los profanos también pretenden llamar a sus propias
madrigueras casas del Señor, ni dónde esta la Iglesia simplemente.
Sino preguntar dónde está la Iglesia Católica. Pues es el nombre peculiar de este
cuerpo santo, madre de todos nosotros, que es la Esposa de Nuestro Señor Jesucristo’’.
Dios no hace las cosas echando los dados a suerte. Pues Dios no es un Dios de
confusión, sino de paz. 1 Corintios 14:33.
La Iglesia de Cristo es visible, mantiene un orden y posee cuatro grandes atributos,
para que los creyentes de todas las épocas puedan reconocerla como fidedigna de Dios:
La Iglesia es Una, es Santa, es Católica y es Apostólica. Jesucristo es de dejar las cosas
bien atadas. Dios le dio a su Iglesia una visibilidad y una continuidad en el tiempo, para
que todos fuésemos en ella formando el Cuerpo de Cristo, con Cristo a la cabeza. Un
cuerpo real, un cuerpo único, un cuerpo táctil, un cuerpo visible, para que cuando el
mundo lo vea pueda decir: “Ésta es la Iglesia de Dios’’.
Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el
mundo crea que tú me has enviado. Juan 17:21.

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5.6 HAS DE NACER DE NUEVO.
Cuando uno habla con un Protestante, es muy normal que éste le haga una pregunta
rápidamente al Católico. “¿Has nacido de nuevo?’’.
Claro, el Católico se queda un poco confundido, porque no está acostumbrado a
escuchar esta clase de preguntas y entonces no sabe muy bien cómo responder.
¿Por qué hacen esta pregunta los Protestantes?. Es una frase un poco trampa, porque
pretende insinuar al Católico despistado, que en la Iglesia Católica él aún no ha nacido de
nuevo y la Iglesia Protestante le invita personalmente a decirle sí a Cristo.
Le incita a pensar que en la Iglesia Católica hay impedimentos para aceptar al Señor, y
que por lo tanto, “sería bueno que saliese de ella’’ para ir a una Iglesia Protestante en la
que todo es más sencillo. No haya barreras, la relación con Dios es “más auténtica’’ y
podrás conocer de verdad cara a cara a Jesús. Para ellos nacer de nuevo es el acto de
aceptar a Jesús como nuestro salvador, creer que Él murió por nosotros, y una vez
entendido esto ya has nacido de nuevo.
Pero alto:

¿De verdad no se puede nacer de nuevo en la Iglesia Católica?.


¿De verdad nacer de nuevo se consigue aceptando a Cristo?.

Amigo, en la Iglesia Católica ya hace mucho tiempo que has nacido de nuevo.
Probablemente aun cuando no fuiste consciente de ello: En tu Bautismo.
En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar
en el Reino de Dios. Juan 3:5.
Cuando nos bautizan, recibimos el Espíritu Santo y somos hechos hijos de Dios. El
Espíritu Santo nos regenera. Por lo tanto en la Iglesia Católica, sí que se puede nacer de
nuevo y además de la manera que el Señor quiere: Dios nos salva, por medio del baño
de regeneración y de renovación del Espíritu Santo. Tito 3:5.
¿Y los niños pueden recibirlo?, si no son conscientes de ello.
Orígenes, ya en sus tiempos nos dice que: “La Iglesia ha recibido de los Apóstoles la
costumbre de administrar el bautismo incluso a los niños. Pues aquellos a quienes fueron
confiados los secretos de los misterios divinos sabían muy bien que todos llevan la
mancha del pecado original, que debe ser lavado por el agua y el espíritu’’.
El Catecismo dice: Puesto que nacen con una naturaleza humana caída y manchada
por el pecado original, los niños necesitan también el nuevo nacimiento en el
Bautismo para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de
la libertad de los hijos de Dios, a la que todos los hombres están llamados.
En la Iglesia Católica nacer de nuevo, es algo más que el simple acto verbal de “aceptar
a Cristo’’. La Iglesia hace caso de la Biblia y del baño de regeneración que plantea, por el

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que entran todos los dones y las gracias que Dios nos quiere dar.
Si algún Protestante te pregunta si has nacido de nuevo, dile que sí. Que has sido
bautizado en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, por lo cual empiezas
una nueva vida en Cristo con una infinidad de regalos de Dios para el bien de tu alma.
Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?. Hechos 8:36.

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5.7 CUANDO YO ERA CATÓLICO...
Si alguien se pasa por una Iglesia Protestante, esta frase la escuchará mucho. Son los
testimonios de personas que en su pasado fueron Católicas y ahora están en estas otras
Iglesias...

“Cuando yo era Católico vivía engañado, ahora he descubierto la verdad y la


verdad me ha hecho libre’’.

El versículo de la Biblia: Y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres. Juan 8:32.


Es uno de los más mal utilizados por los Protestantes, lo usan para inclinar al Católico a
pensar: “Quizá aún no he conocido la verdad, y para descubrir la verdad y ser libre he de
salir de la Iglesia Católica’’.
Otra vez nos han vuelto a vender cobre a precio de oro. Más le hubiera valido saber a
esta pobre persona, que conocer la verdad y ser libre en Cristo, no es abandonar la
Iglesia Católica, sino, permanecer o entrar en ella, pues es ahí donde reside Cristo en su
plenitud total. (Más me hubiera valido a mí saberlo, antes de cometer la imprudencia que
cometí). Pero bueno...al margen de eso, seguiremos poniendo otros ejemplos de las
frases que escucharemos:

“Cuando yo era Católico no oraba, ahora si oro’’.


“Cuando yo era Católico cometía muchos pecados, ahora ya no’’.
“Cuando yo era Católico confiaba en mí mismo, ahora confío en Dios’’.
“Cuando yo era Católico no leía la Biblia, ahora la leo todos los días’’.

Un momento, a ver si lo he entendido:

¿Me estás diciendo que cuando eras futbolista, no jugabas al fútbol?.


¿Me estás diciendo que cuando eras cantante, no cantabas?.
¿Me estás diciendo que cuando eras bailarín, no bailabas?.
¿Me estás diciendo que cuando eras vendedor, no vendías nada?.

Parece ser que antes no fuiste futbolista, ni cantante, ni bailarín ni vendedor... Parece
ser que antes no fuiste un buen Católico. Alguien que dice ser Católico, pero que no
ora a Dios, que vive en una vida de pecado muy recurrente, que confía más en sí mismo
que en Dios, que no lee la Biblia...me pregunto: ¿Era Católica esta persona?.
¡Ah! amigo mío... por eso estás ahora donde estás. En la Iglesia Protestante, la Iglesia
que aumenta el número de sus fieles con cada uno de los Católicos que nunca conocieron
de verdad su fe y por lo tanto, jamás pudieron ponerla en práctica.

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De aquí nació uno de los dichos más populares entre los Católicos: Católico Ignorante,
futuro Protestante.
La Iglesia Católica desde hace ya un tiempo está viviendo una gran crisis de fe. Los
Católicos cada vez estamos menos formados, más inseguros y no nos tomamos las cosas
en serio. Si juntamos todos eso, con los miles de dardos cargados de mentiras que nos
lanza el mundo por todas bandas para que abandonemos nuestra fe, nos encontramos
con esta especie de apostasía generalizada. Unos abandonan la fe Católica, por la fe
Protestante...otros se van a otras religiones...otros dejan de creer en todo...
De aquí la vital importancia de que nos eduquemos bien en nuestra fe: Para que no
seamos ya niños, llevados a la deriva y zarandeados por cualquier viento de doctrina, a
merced de la malicia humana y de la astucia que conduce engañosamente al error.
Efesios 4:14.
Católico instruido, jamás sera confundido.
Como hemos visto hace un momento, el testimonio de los ex Católicos que residen
ahora en las Iglesias Protestantes suele dejar mucho que desear. Normalmente no hablan
bien de su pasada Iglesia (normal, nunca la conocieron), sin embargo muy distintos son
los testimonios de los ex Protestantes que se han convertido al Catolicismo. Ellos dicen
cosas como:

Cuando yo era Protestante oraba mucho, ahora lo sigo haciendo.


Cuando yo era Protestante cometía pecados, ahora sigo cometiendo, pero
procuro seguir mejorando en mi santificación.
Cuando yo era Protestante confiaba totalmente en Dios, ahora cada día confío
más.
Cuando yo era Protestante leía mucho la Biblia, ahora sigo leyéndola y lo que es
mejor, entendiéndola.

Los ex Protestantes suelen hablar maravillas de sus antiguas Iglesias, no se


avergüenzan de su pasado, están muy orgullosos de haber compartido grandes momentos
con gente que amaba mucho a Dios, con gente que practicaba el Evangelio y que vivían
mucho su fe. El proceso de conversión del Protestante a la fe Católica viene precedido
por un gran testimonio de fe en Dios y en unas ganas abismales de continuar avanzando
en el camino hacia la verdad de Cristo, junto con la oración y la formación.
Protestante instruido...¡Welcome to the Catholic Church!.
Sin embargo, los ex Católicos no suelen hablar nada bueno de la Iglesia Católica una
vez que se han marchado. Solo lanzan pestes hacia ella, se avergüenzan y prefieren
olvidar lo poco que hayan vivido allí. El proceso de conversión del Católico a la fe
Protestante viene precedido por un testimonio nefasto de fe en Dios.
Quien de verdad quiera descubrir la verdad y ser libre, que deje de engañarse a sí

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mismo. No os engañéis; de Dios nadie se burla. Pues lo que uno siembre, eso cosechará.
Gálatas 6:7.

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5.8 CONSTANTINO FUNDÓ
LA IGLESIA CATÓLICA.
De la saga “historias para no dormir’’, nos encontramos con otro de los relatos que han
inventado los Protestantes. Esta fábula de que Constantino fundó la Iglesia Católica, no
es sustentada por ningún Protestante serio. Tenemos que decir que los grandes
Protestantes de hoy en día no apoyan este cuento. Sin embargo, no todos tienen una
formación como la de ellos, y esta leyenda negra de que el Emperador Constantino fundó
la Iglesia Católica está muy extendida entre los Protestantes de a pie.
¿Constantino fundó la Iglesia Católica?. No. Porque antes de que el Emperador
naciese, la Iglesia Católica ya existía.
Constantino nació en el año 272 d.C y murió en el año 337 d.C.
San Clemente de Alejandría nació en el año 150 d.C y murió en el año 215 d.C,
cincuenta y siente años antes de que naciese Constantino. San Clemente ya daba
testimonio en su época de la existencia de la Iglesia Católica: “Tanto en substancia como
en apariencia, tanto en origen como en desarrollo, la primitiva y Católica Iglesia, es la
única que concuerda como lo hace en la unidad de una sola fe’’.
Por lo tanto, antes de que naciese Constantino, la Iglesia Católica ya llevaba años
funcionando.
Los Protestantes también argumentan que el Cristianismo permaneció puro, hasta que
un día apareció Constantino e introdujo en el Cristianismo prácticas paganas, formando
así la Iglesia Católica “una especie de Cristianismo pagano’’, separado del “auténtico
Cristianismo’’, el cual dicen seguir ellos. Nos dicen que Constantino inició todos sus
movimientos de fundación y paganismo en el Edicto de Milán. Luego cuando uno va a
leer el Edicto de Milán lo único que encuentra es que Constantino legalizó el Cristianismo
hasta entonces perseguido, dándole la libertad a los Cristianos para poder expresar su fe
sin ser buscados como delincuentes.
Me atrevería a hacerles una pregunta a los que dicen que Constantino fundó la Iglesia
Católica en el Edicto de Milán formando así un Cristianismo pagano:

¿Han leído ustedes el Edicto?.

Probablemente muchos no.


Ellos solo repiten lo que les habían dicho. Como si fuera un cuchicheo como lo de
echarnos pasta de dientes para curarnos las quemaduras, nada más que murmullos de
falsos mitos que se escampan más rápido que la pólvora.
Muchos Protestantes podrían decir: “Lo de la Virgen María viene del paganismo’’.
Karl Barth, el mejor teólogo y pensador Protestante del siglo XX, dice: “No es
recomendable que debamos basar nuestro repudio [de la doctrina mariana] en la

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afirmación que no ha tenido lugar aquí; una irrupción de las ideas paganas, la
adopción de la idea, corriente en muchas religiones no Cristianas, de una mujer o de la
madre deidad más o menos central y original’’.
Barth igualmente ataca a la teología Protestante sobre este tema: “Por el amor de la
justicia, hay que decir, que el rechazo Protestante de la mariología Católica y el culto
mariano es deshonesto, siempre y cuando el Protestantismo se ve atrapado en el
mismo problema irreal’’.

¿Por qué el Protestantismo podría verse en el mismo problema?.

El Apologista Protestante Pablo Santomaruo nos lo explica: “No asociar el Catolicismo


con el Paganismo. Lamentablemente, ésta es una acusación favorita de muchos
cristianos.
Asociamos o atacamos el Catolicismo en esa área. La similitud de liturgias o prácticas en
la Iglesia Católica no es indicación de que exista una conspiración pagana organizada
que infiltró la Iglesia Católica. Si lo vemos de esta forma, también nosotros estamos en
problemas. Las religiones paganas también practicaban el bautismo. Si cometemos la
falacia de culpabilidad por asociación, nosotros también tenemos conexiones
paganas’’.
Si buscamos similitudes del Cristianismo con antiguos ritos paganos o antiguas leyendas
u otras deidades, veríamos que encontraríamos un montón de semejanzas, y no por ello
nos atrevemos a decir que el Cristianismo es una religión que ha copiado cuentos
antiguos y se los ha atribuido. Es decir, si algún Protestante acusa a la Iglesia Católica de
estar paganizada, se está echando piedras a su propio tejado.
Aunque vosotros pensasteis hacerme daño, Dios lo pensó para bien, para hacer
sobrevivir, como hoy ocurre, a un pueblo numeroso. Génesis 50:20.

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5.9 LA IGLESIA CATÓLICA ES LA GRAN RAMERA DESCRITA EN EL
APOCALIPSIS Y EL PAPA EL ANTI CRISTO.
Volvemos a dar gracias a Dios, ya que no todos los Protestantes dicen semejantes
barbaridades. En España esto no se suele escuchar tanto como en otros países de
América Latina o Europa, en donde la tensión entre Católicos y Protestantes es mucho
mayor. Aquí, debido a que la religión no es un tema que esté a la orden del día,
prácticamente Católicos y Protestantes ni se conocen. Los Protestantes van creciendo sin
problemas, abusando del desconocimiento de la fe Católica de los propios Católicos, y no
les es necesario llegar a asustarlos tanto con palabras tan duras. Antes de llegar a decirles
que la Iglesia Católica es la Gran Ramera o el Papa el Anti Cristo, bastaría hacérselo
entender con muchas otras indirectas.
Hay un fenómeno extraordinario en el Protestantismo. Yo le llamo “Teología a la
Carta’’ y es algo que nunca falla, algo matemático:

¿Hay versículos en la Biblia que se refieran a cosas malas?.


Todos se refieren a la Iglesia Católica.
¿Hay versículos en la Biblia que se refieran a cosas buenas?.
Todos se refieren a la Iglesia Protestante.

Si. Ningún Protestante tiene problemas de autoestima, como podéis ver. Optimistas lo
son, no lo podemos negar. Es casi una práctica legendaria ancestral que ellos tienen.
Colocarse siempre en el mejor lugar y todas las cosas malas atribuírselas a la Iglesia
Católica. Como bien sabía John Henry Newman: “Las herejías parecen haber estado de
acuerdo universalmente sólo en un punto: en el odio a la Iglesia’’.
Entonces llegamos a ver que todo lo que suene mal en las Escrituras, van a decir que
hace referencia a la Iglesia Católica, como por ejemplo el tema del que ahora vamos a
hablar: Decir que la Iglesia Católica es la Gran Ramera de Babilonia y el Papa el Anti
Cristo.

¿Por qué dicen eso?.

Ellos leen el capítulo diecisiete del Apocalipsis y ven que dice:


Entonces vino uno de los siete Ángeles que llevaban las siete copas y me habló: «Ven,
que te voy a mostrar el juicio de la célebre Ramera, que se sienta sobre grandes aguas,
(¡oh!. La Iglesia Católica está en Roma y Roma está rodeada de mar), con ella fornicaron
los reyes de la tierra, (¡oh!. La Iglesia Católica siempre se reúne con los presidentes y
reyes de todos los países), y los habitantes de la tierra se embriagaron con el vino de su
prostitución.» (¡oh!. La Iglesia Católica es tan corrupta y está llena de escándalos,

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engañaron a todas las naciones con sus mentiras).
Me trasladó en espíritu al desierto. Y vi una mujer, sentada sobre una Bestia de color
escarlata, cubierta de títulos blasfemos; (¡oh!. El Papa siempre está sentado en una silla
con una cruz invertida y posee títulos blasfemos queriendo usurpar el lugar de Jesucristo)
la Bestia tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida de púrpura y
escarlata, (¡oh!. El Papa muchas veces va vestido de esos colores), resplandecía de oro,
piedras preciosas y perlas; (¡oh!. El Papa siempre va cubierto de oro) llevaba en su mano
una copa de oro llena de abominaciones, (¡oh!. El Papa siempre lleva una copa de oro en
sus manos) y también las impurezas de su prostitución, y en su frente un nombre escrito
- un misterio -: «La Gran Babilonia, la madre de las rameras y de las abominaciones de la
tierra.» (¡oh!, sin duda queda claro que la Iglesia Católica y el Papa son los ejecutores de
toda la perversión y mal de este mundo).
¿Habéis visto?. Esto es la teología a la carta. Así leen la Biblia los Protestantes, todo lo
que suene mal y feo, ha de ser sin duda referido a la Iglesia Católica y más ¡pasajes “tan
claros’’, que no dejan lugar a dudas “que se refieren a la Iglesia Católica!’’...
Después de leer el capítulo diecisiete, los Protestantes procederán a hacer el
movimiento que dará jaque mate al Católico tibio. El Apocalipsis 18:4: Salid de ella,
pueblo mío, no sea que os hagáis cómplices de sus pecados y os alcancen sus plagas.
Entonces es cuando el Católico, al leer estos versículos del Apocalipsis y ver que lo que
le están explicando, es posible que tenga sentido y para rematar luego nos muestran
cómo la Biblia dice que salgamos de ahí...

¿Qué conclusión saca el Católico?.

Que los Protestantes tienen razón, que la Iglesia Católica es la mala y ha de salir de ella
cuanto antes.
¡Ay!, si no se hubieran olvidado de leer Apocalipsis 17:9 otro gallo cantaría...dice así:
Aquí es donde se requiere inteligencia, tener sabiduría.
El Apocalipsis es el libro más complicado de la Biblia y en este momento ha parecido que
cualquiera pueda leerlo y entenderlo como si nada.
Cuidado con interpretar la palabra de Dios como si estuviéramos en una tómbola: Hay en
ella cosas difíciles de entender, que los ignorantes y los débiles interpretan
torcidamente - como también las demás Escrituras - para su propia perdición. 2 Pedro
3:16.
Al acusar a la Iglesia Católica de ser la diabólica, los Protestantes pasan por alto algo
importante. San Francisco de Sales nos ayuda a verlo con una gran redundancia.
(Hablando de los fundadores del Protestantismo, Martín Lutero y Juan Calvino. Que
ambos habían sido ordenados por la Iglesia Católica): “Ellos predican cosas contrarias a
la Iglesia que han sido ordenados sacerdotes; y o ellos yerran, o yerra la Iglesia que les
ha enviado, y por lo tanto, o su Iglesia es falsa, o lo es aquella de quien han

98
recibido la misión. Si es falsa la Iglesia de quien han recibido su misión, esta
misión es falsa, pues de una Iglesia falsa no puede salir una misión verdadera; y si
su Iglesia es la falsa, menos pueden tener misión, porque en una Iglesia falsa no puede
existir verdadera misión. Como quiera que sea, no han tenido, por lo tanto, misión para
predicar lo que han predicado, pues si la Iglesia en que han sido ordenados es la
verdadera, ellos son herejes por haberse separado de ella, y por haber predicado contra
sus creencias; y si no fuese verdadera, no podría darles misión’’.
Si la Iglesia Católica es falsa → No puede salir de ella una misión verdadera, por lo
tanto, todo lo que ha salido de ella es falso. Un árbol malo no puede dar frutos buenos.
Mateo 7:18.
Si la Iglesia Católica es falsa, el Protestantismo también lo es, ya que nació del
Catolicismo. Si la Madre Iglesia Católica es la Ramera, las Iglesias Protestantes son hijas
de la Ramera. (Eso ya no les gusta tanto pensarlo).
Si la Iglesia Católica es verdadera → No puede salir de ella una misión falsa. Un árbol
bueno no puede dar frutos malos. Mateo 7:18. Por lo tanto, los que predican cosas
contrarias a lo que enseña la Iglesia auténtica, se han desentendido de la verdad,
enseñando mentiras. Nadie les envió a decir lo que dicen, aunque ellos mismos se auto
denominaron “misioneros y portadores de la verdad’’, por encima de todo y de todos.
Las interpretaciones descabelladas que hacen los Protestantes en el Apocalipsis para
agredir a la Iglesia Católica, son debidas al gran recelo que produce en las personas el
pensamiento Protestante respecto al Catolicismo.
Es normal que os estéis preguntando ahora:

¿Entonces quién es la Gran Ramera y el Anti Cristo?.

La Iglesia Católica, recomienda mucha cautela con el Apocalipsis. Es el libro más


complicado de la Biblia y del cual, aún en nuestra época, podemos decir que sabemos
muy poco de él.
Eso sí, tanto los grandes teólogos Protestantes, como por supuesto los teólogos
Católicos, identifican a la Gran Ramera, o bien como la antigua Roma pagana (que nada
tiene que ver con la Iglesia), o bien piensan que es la ciudad de Jerusalén. Pero nunca los
grandes historiadores y teólogos Protestantes, por muy en desacuerdo que estén con la
Iglesia Católica, cometerían la negligencia de apuntar hacia la Iglesia Católica como la
Gran Ramera.
El hombre precavido ve el mal y se esconde,
los simples pasan y reciben castigo. Proverbios 27:12.

99
100
5.10 DESENLACE FINAL DE LOS
OTROS GRITOS DE GUERRA DEL
PROTESTANTISMO.
Acabamos de ver nueve gritos de guerra del Protestantismo, que a mí personalmente, me
han parecido que podían ser los más provechosos e interesantes de conocer. Luego
siempre encontraremos las numerosas controversias bíblicas presentadas por los
Protestantes para intentar decir que la Iglesia Católica no sigue la palabra de Dios, hay
muchas, como por ejemplo del estilo:

“La Iglesia Católica promueve doctrinas diabólicas como la prohibición de


casarse a sus Sacerdotes. Lo dice la Biblia en 1 Timoteo 4:3’’.

La Iglesia Católica no prohíbe a nadie casarse. La decisión de la vida consagrada a


Dios es libre y personal. La Biblia también dice: Por tanto, el que se casa con su novia,
obra bien. Y el que no se casa, obra mejor. 1 Corintios 7:38.

“La Iglesia Católica se confiesa con hombres pecadores y la Biblia dice solo Dios
puede escuchar nuestros pecados. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo
es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia. 1 Juan 1:9’’.

La Biblia también dice: Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados. Santiago


5:16.

“La Iglesia Católica reza repitiendo siempre las mismas palabras, la Biblia lo
condena: Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan
que por su palabrería serán oídos. Mateo 6:7’’.

La Biblia, en este pasaje no condena la repetición de las oraciones. El Señor, condena


la forma de orar que por ejemplo tendría un pagano. Usando muchas palabras y
pensando en que la suma de sus palabras, diciéndolas de una manera bonita, iba a poder
ser escuchado antes y mejor por Dios. Estas personas ponen su esfuerzo en decir las
oraciones y creen solo en la fuerza de las palabras, pero no se implican espiritualmente.
Para este versículo he usado la traducción de la Biblia Protestante Reina Valera 1960, la
más usada por los Protestantes. En ella traducen el versículo diciendo “vanas
repeticiones’’, pero la Biblia de Jerusalén (Biblia Católica), (la que he usado en todo el
libro) es mucho más precisa en su traducción. Dice el versículo así: Y al orar, no
charléis mucho, como los gentiles, que se figuran que por su palabrería van a ser
escuchados. Mateo 6:7.
Las Biblias Protestantes, presentan en muchas ocasiones traducciones tendenciosas para
favorecer sus pensamientos.
El mismo Señor Jesús oraba repitiendo las mismas palabras: Los dejó y se fue a orar por

101
tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Mateo 26:44. Por lo tanto, cuando los
Católicos rezan el Padre Nuestro o el Ave María consecutivamente, no están haciendo
nada que prohíba la Biblia.
Y así podríamos poner una muy larga lista de los diferentes versículos que cogen los
Protestantes malinterpretándolos y desechando los otros que no les interesan. La Biblia
se analiza en su conjunto y no de una manera disociada. Esto me gusta, esto no me
gusta, esto me conviene, esto no me conviene, esto lo interpreto de esta manera, esto de
la otra...
Concluimos pues diciendo que estos otros gritos de guerra que hemos analizado del
Protestantismo, son un fraude a nuestro intelecto, juicio, entendimiento y conocimiento
de las cosas. El Protestantismo no acepta los mandatos de la Iglesia Católica y seguirá
siempre cotorreando en su contra. Dios quiera que muchas de las personas que han
nacido en el Protestantismo, o los que a lo largo de su vida han acabado estando allí, se
den cuenta pronto de sus errores, y puedan volver cuanto antes a la Iglesia Católica. La
Iglesia que les está esperando con un amor ilimitado. La Iglesia en la que Jesús les espera
junto con su misericordia infinita.
El sensato de corazón acepta los mandatos,
el hombre charlatán corre a su ruina. Proverbios 10:8.

102
6. FINAL.

Caramba. Con todo esto que hemos visto, ¿parece que la Iglesia Católica es
increíblemente maravillosa no?. Maravillosa y Santa lo es por el Espíritu que la guía y
por el Fundador que tiene, pero no por nosotros. Quien venga a la Iglesia Católica se va a
encontrar en su interior numerosos Judas Iscariote y pecadores recurrentes. A mí cuando
me dicen:

¿Por qué estás en la Iglesia Católica si está llena de pecadores?. Me gusta


responder:

Estoy en la Iglesia Católica porque es la Iglesia que acoge y acepta a todo tipo de
personas, donde los pecadores más empedernidos pueden ser rehabilitados, donde la
gente sin remedio como yo, puede ser santificada. Estoy enfermo y necesito ir al mejor
hospital, el que tiene las mejores medicinas y al mejor doctor para poder sanar todas mis
heridas.
Si alguien quiere venir a la Iglesia Católica, ha de ser por la fe Cristo y no por las
personas que habitan en ella. Si alguien viene por las personas, sería mejor que se fuese
mirando otras Iglesias que dicen ser más inmaculadas y perfectas. La nuestra por la parte
que nos toca, está hecha un desastre.
La Iglesia Católica arrastra las vergüenzas que nosotros sus miembros hemos ido
causando a lo largo de toda su historia. Ha habido de todo: Malos Papas, malos
Sacerdotes, malas Religiosas Consagradas y todo tipo de malos Católicos.
Si fuera por nosotros la Iglesia Católica ya hubiese desaparecido.
Pero la Iglesia Católica es de Dios y Él prometió que nada ni nadie la podría tumbar e iba
a continuar hasta el final de los tiempos.
Le pueden hacer mucho daño, tanto por dentro como por fuera, pero nunca la podrán
derribar. Porque si esta idea o esta obra es de los hombres, se destruirá; pero si es de
Dios, no conseguiréis destruirles. Hechos 5:38-39.

103
La Iglesia Católica ha cometido algunos errores de comportamiento (nunca en materias
de fe) a lo largo de la historia, es verdad y normalmente solemos oír cómo el mundo
rápidamente se los recuerda: Es que la Iglesia Católica...madre mía esta Iglesia
Católica...qué insensatos fueron en aquella ocasión...yo lo habría solucionado mejor...lo
que hay que ver...
Yo siempre digo que: El que no rompe platos, es el que no los lava.
Muchos presumen hoy en día de no haber cometido jamás ningún fallo. Ahora os digo,
que quien no ha cometido nunca ningún fallo, tampoco ha aportado nunca ningún bien.
Las Iglesias Protestantes no existían antes del año 1500, por lo tanto es normal que desde
el siglo I al XVI, no se equivocaran en nada, obvio. ¿Trajeron algún bien?, tampoco.
La Iglesia Católica lleva ya en el mundo XXI siglos, y en todos ellos no le ha temblado la
mano a la hora de coger el estropajo con firmeza y ponerse a trabajar. Ha fregado
infinidad de platos, y cuantiosos han quedado brillantes e impolutos. Se le cayeron
algunos platos al suelo sí, y ya se sabe que en esta vida da igual que le digas a una
persona mil veces que sí. En el momento en que le digas que no, serás recordado para
siempre como un traidor. Automáticamente se olvida de todo lo bueno que pudiste hacer
anteriormente, para recordarte para toda la eternidad solo el mal que hiciste.
Muhammad Ali decía: “Cuando tienes razón, nadie lo recuerda. Cuando estás
equivocado, nadie lo olvida’’.
Por un gato que maté me llamaron mata gatos.
En fin. A nadie le interesa nada de lo bueno que hizo y está haciendo la Iglesia Católica
por la humanidad. Es mejor recordar algún trapo sucio de ella. Y eso que la mayoría de
las veces, para acabarlo de rematar, se suelen decir cosas de la Iglesia que no son verdad.
Alguna de las tantas leyendas negras que corren por las calles...
Es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno, pero nadie quiere ver sus propias vigas.
La Iglesia Católica ha cometido fallos en su conducta, pero es de las pocas
organizaciones a las que he visto reconocer sus meteduras de pata y salir a pedir perdón
por todos aquellos Católicos que estando en la Iglesia, han hecho cosas equivocadas y se
han portado mal o han provocado algún tipo de escándalo.
Los Católicos hacemos imperfecta la Iglesia perfecta.
Es hora de despertar Católicos. El daño más peligroso que puede sufrir la Iglesia
Católica, no es el ataque del Islam, no es el ataque de los Protestantes, no es el ataque de
los ateos... A Santa Bernadette Soubirous le preguntaron si tenía miedo de los ataques
exteriores que sufría la Iglesia. Ella decía que no tenía miedo a ninguno...El periodista
entonces le dijo:

¿No hay, pues, nada que temer?. Ella contestó:


Temo sólo a los malos Católicos.
¿No teme nada más?

104
NO NADA.

Quien causa el daño más peligroso a la Iglesia Católica somos nosotros mismos, los
propios Católicos. Los enemigos externos de la Iglesia nos hacen daño en los brazos y en
las piernas, pero el Católico que vive dentro de ella con un funesto testimonio atenta
directamente contra el corazón de la Iglesia, lanzando un proyectil al mundo que destruye
a muchas personas.
Que no cunda el pánico, tampoco hemos de vivir sumergidos en la agonía.
Simplemente tenemos que respirar hondo, mantener la calma, levantarnos y no dejar
nunca de caminar hacia adelante.
Aún queda mucho trabajo por hacer en nuestra Iglesia. La Iglesia Católica necesita
siempre reformarse.
Lutero no reformó la Iglesia, Calvino no reformó la Iglesia. Ellos no reformaron su hogar,
se marcharon y lo dejaron abandonado para construirse su propia morada.
Los que reformaron de verdad la Iglesia son personas como, San Felipe Neri, San
Francisco de Asís, Santa Teresa de Ávila, San Ignacio de Loyola...ellos vieron problemas
en la Iglesia.

Qué hicieron pues...¿se marcharon a construir otra?.

No. Ellos se quedaron a arreglar y reformar la casa donde nacieron, el hogar que les
pertenece.
Los valientes reforman dentro de la Iglesia, los cobardes fuera.
Es muy fácil enfadarse con la Iglesia, es muy fácil dejar de quererla, es muy fácil no
entender las cosas que explica, es muy fácil dudar de muchas cosas, es muy fácil
rendirse...
Católico, no te enfades con la Iglesia, no dejes de quererla, entiéndela desde dentro, si
dudas pregunta y sobre todo no te rindas. Sé firme, lee la Biblia, lee el Catecismo, lee el
Magisterio de la Iglesia, conoce los Concilios, lee la vida y testimonio de los Santos,
escucha al Papa, mantente atento en la Santa Misa y haz fuerza con tus amigos Católicos
para ayudaros unos a otros a ir resolviendo poco a poco los problemas y dificultades que
vayáis encontrando.

He querido compartir con vosotros, “mi pequeño granito de arena’’, para que esto solo
sea el principio de un renacer.
Anhelo que nadie pueda volver a engañar a los Católicos. Que volvamos a ser audaces,
para que así, todos juntos, pongamos de nuevo nuestros pasos al compás y
reconquistemos la Iglesia. Me gustaría que los Católicos reviviéramos el amor y la pasión
que tenemos por ella. Deseo ver a los Católicos presumir de su Iglesia:

105
¿Habéis visto?. Ésta es mi Iglesia.

Se acabaron las caras largas. Eres miembro de la Iglesia Católica, el mayor privilegio
que puede tener el hombre en la tierra.

¿Lo vas a dejar escapar?.


¿Lo vas a echar a perder por una tontería?.

Empieza a valorar lo que tienes, antes de que alguien te lo quite de las manos.
Ser Católico es algo único por muchos motivos, pero sobre todo por uno en especial.
Como diría el gran converso G.K.Chesterton: “La dificultad de explicar «por qué soy
católico» radica en el hecho de que existen diez mil razones para ello, aunque todas
acaban resumiéndose en una sola:

106
QUE LA RELIGIÓN CATÓLICA
ES LA VERDADERA.

Al final de todo el camino que recorrí, simplemente llegue a ser:

107
UN CATÓLICO MÁS

¿Eres tú uno más?.

108
7. BIBLIOGRAFÍA.

Commonitorio. San Vicente de Lerins. Apuntes para conocer la fe verdadera. STAT


VERITA.
Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana. John Henry Newman. BOC,
Bibliotheca Oecumenica Salamanticensis; Cátedra de J.H Newman de la UPSA:
https://www.upsa.es/publicaciones/
Via Media de la Iglesia Anglicana. John Henry Newman. BOC, Bibliotheca
Oecumenica Salamanticensis; Cátedra de J.H Newman de la UPSA:
https://www.upsa.es/publicaciones/
El Triunfo de la Iglesia. San Alfonso María de Ligorio. París 1851. Imprenta
Schneider.
Meditaciones sobre la Iglesia. San Francisco de Sales. BAC, Biblioteca de Autores
Cristianos. Editorial Católica, S.A:
http://bac-editorial.es/
Cartas. Sermones. Introducción general a los primeros escritos. Obras Apologéticas.
(Obras de San Agustín). BAC, Biblioteca de Autores Cristianos. Editorial Católica, S.A:
http://bac-editorial.es/
Escritos antiarrianos y otros herejes. Escritos antidonatistas. (Obras Completas de San
Agustín). BAC, Biblioteca de Autores Cristianos. Editorial Católica, S.A:
http://bac-editorial.es/
Doctrina Cristiana. San Pedro Canisio. Edición Crítica de Rafael Zafra Molina.
MEDIO MARAVEDÍ.
Compendio de Apologética Católica. José Miguel Arráiz Roberti:
http://www.apologeticacatolica.org/

109
Contra las Herejías (Adversus haereses). San Ireneo de Lyon:
http://www.newadvent.org/fathers/0103.htm
Cartas (Letters). San Jerónimo de Estridón:
http://www.newadvent.org/fathers/3001.htm
El Magisterio de la Iglesia. Enrique Denzinger. Biblioteca Herder:
https://www.herdereditorial.com/biblioteca-herder
¡Entendamonos! ... ¡Aunque Empecemos Nuestra Comunicacion, Divagando!. José A.
Padilla.
Iglesia Dogmática. (Church Dogmatics). Karl Barth. T&T Clark.
El Protestantismo ante la Biblia. Padre Remigio de Papiol. Propiedad de Eugenio
Subirana.
Por qué soy Católico. Gilbert Keith Chesterton. El Buey Mudo.

Páginas consultadas:
Lutero, gran hereje. Artículo del Sacerdote José María Iraburu:
http://www.infocatolica.com/?t=opinion&cod=1578
Audiencia General del Papa Benedicto XVI:
https://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/.../hf_ben-xvi_aud_20081119.html
Artículo de la Conferencia del Sacerdote Jorge Loring:
http://es.catholic.net/op/articulos/29871/cat/872/la-verdadera-iglesia-de-cristo.html#
Biblia de Jerusalén. (Biblia Católica):
http://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen
Catecismo de la Iglesia Católica:
http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html
Obras de San Agustín en español:
http://www.augustinus.it/spagnolo/
Significado de la palabra Católico:
http://www.corazones.org/diccionario/catolico.htm
Procedencia del término Católico:
http://www.conocereisdeverdad.org/website/index.php?id=6679
Introducción a la doctrina Católica:

110
http://www.catholicbridge.com/catolico/index.php
Evangelizando a los Católicos. Apologista Protestante Pablo Santomaruo:
http://institutointerglobal.org/2008/10/26/evagelizando-a-los-catolicos/
Gougenot des Mousseaux, pregunta a Santa Bernadette:
http://www.religionenlibertad.com/solo-temo-a-los-malos-catolicos-nada-mas-7032.htm

111
Índice
1. DEDICATORIA. 4
2. TESTIMONIO 6
La primera parte de mi vida 0-16 años: 6
La segunda parte de mi vida 16-20 años: 7
La tercera parte de mi vida de los 20-21 años: 7
La cuarta parte de mi vida de los 21-23 años: 10
La quinta parte de mi vida de los 23-25 años: (actualidad). 21
LA IGLESIA CATÓLICA ERA LA VERDADERA. 23
LA ÚNICA IGLESIA FUNDADA POR CRISTO. 24
3. INTRODUCCIÓN 32
4. LOS 5 GRANDES GRITOS DE GUERRA DEL
36
PROTESTANTISMO
4.1 LA SOLA ESCRITURA. 39
Ataque a la Tradición Apostólica: 42
Defensa a la Tradición Apostólica: 42
Ataque a los Concilios y a la Autoridad de la Iglesia Católica: 44
Defensa a los Concilios y a la Autoridad de la Iglesia Católica: 45
Los Reformadores Protestantes se dan cuenta del problema de la Sola
48
Escritura y el Juicio Privado:
4.2 LA SOLA FE. 51
Ataque a las Buenas Obras: 51
Defensa a las Buenas Obras: 52
La paradoja y la solución del asunto está aquí: 52
4.3 LA SOLA GRACIA. 55
Ataque al libre albedrío: 56
Defensa al libre albedrío: 56
Ejemplo sencillo para entender todo lo dicho: 57
4.4 LA SOLA FE Y LA SOLA GRACIA SE FUSIONAN PARA CREAR LA
60
DOCTRINA: SALVO SIEMPRE SALVO.
Ataques a la Salvación de los Católicos: 62
Defensa a la Salvación de los Católicos: 62
4.5 SOLO CRISTO. 64

112
Ataque a la Intercesión de los Santos: 65
Defensa a la Intercesión de los Santos: 65
4.6 SOLO A DIOS LA GLORIA. 69
Ataque a la Veneración de los Santos: 69
Defensa a la Veneración de los Santos: 70
4.7 DESENLACE FINAL DE LOS 5 GRANDES GRITOS DE GUERRA DEL
73
PROTESTANTISMO.
5. LOS OTROS GRITOS DE GUERRA DEL
76
PROTESTANTISMO.
5.1 CRISTO NO ES RELIGIÓN ES VIDA. NO ME HABLES DE RELIGIÓN
78
HÁBLAME DE CRISTO. CRISTO NO ES RELIGIÓN ES RELACIÓN.
5.2 ES MEJOR ESTAR SEPARADOS POR LA VERDAD QUE ESTAR
81
UNIDOS EN EL ERROR.
5.3 ¿ERES CATÓLICO O CRISTIANO? 84
5.4 NO IMPORTA SER CATÓLICO O SER PROTESTANTE. YO NO
TENGO DENOMINACIÓN, SOLO SOY CRISTIANO Y LO IMPORTANTE 86
ES SEGUIR A CRISTO.
5.5 LA IGLESIA ES INVISIBLE. 89
5.6 HAS DE NACER DE NUEVO. 90
5.7 CUANDO YO ERA CATÓLICO... 92
5.8 CONSTANTINO FUNDÓ LA IGLESIA CATÓLICA. 95
5.9 LA IGLESIA CATÓLICA ES LA GRAN RAMERA DESCRITA EN EL
97
APOCALIPSIS Y EL PAPA EL ANTI CRISTO.
5.10 DESENLACE FINAL DE LOS OTROS GRITOS DE GUERRA DEL
101
PROTESTANTISMO.
6. FINAL. 103
QUE LA RELIGIÓN CATÓLICA ES LA VERDADERA. 107
UN CATÓLICO MÁS 108
7. BIBLIOGRAFÍA. 109
Páginas consultadas: 110

113

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