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Centro Nacional de Estudios Históricos

Universidad Nacional Experimental de las Artes


Programa Nacional de Formación Avanzada en
Historia
Asignatura: Historia de los Estados Unidos
Prof. Dr. Omar Galindez

ESTADOS UNIDOS: INDEPENDENCIA Y CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO NACIONAL

Nombre: Antonio José Delgado González


Cédula de identidad: 13.024.917
Caracas, marzo de 2018

I. El factor económico de la independencia. Los norteamericanos contra los


impuestos.
Transcurrida la segunda mitad del siglo XVIII, la clase media norteamericana se
pronunció contra los gravámenes que pesaban sobre las importaciones de ciertos productos
y las actividades comerciales cotidianas en las colonias. El objetivo de la metrópoli era
proteger la producción de las posesiones británicas. Así sucedió con la Ley del Azúcar
(1764), que gravó las melazas procedentes de otros países, que se tornó en una medida
impopular. La Ley del Timbre (1765), que exigía pólizas a periódicos, documentos legales
y actividades comerciales, también corrió la misma suerte de rechazo y que dio lugar al
eslogan “impuestos sin representación es tiranía”1. En 1767, las Leyes Townshend, que
establecieron impuestos sobre el té, el papel y otras mercancías que llegaban a las colonias.
En 1770, la ciudad de Boston fue escenario de enfrentamientos entre soldados y ciudadanos
que desembocó en una masacre de cinco colonos; luego, en 1773, se llevó a cabo el motín
del té (Tea Party). El panorama político en las colonias se tornaba ingobernable y se
preparaban militarmente.
En 1774, se llevó a cabo el Congreso Continental en Filadelfia para analizar los
motivos de queja e inquietudes que aquejaban a los colonos y aplicar un boicot a los
productos ingleses. En 1775, la oposición a los impuestos estaba generalizada y los
disidentes crearon una red propaganda y resistencia organizada. La reacción del gobierno
inglés no se hizo esperar y estaba resuelto a aplastar cualquier conato de rebeldía en las
colonias. La celebración del Congreso Continental, fue trascendental porque fungió como
un gobierno rebelde de facto y proclamó a George Washington como comandante en jefe de
las fuerzas coloniales. En agosto del mismo año, Inglaterra declaraba oficialmente a las
colonias americanas en rebeldía. La mesa estaba servida para los hechos posteriores que
desembocaron en la guerra y la consecuente independencia de Estados Unidos.

II. Una revolución para la clase media burguesa.


La sociedad norteamericana basó su independencia política, a partir del desarrollo
económico alcanzado hasta mediados del siglo XVIII. A diferencia de la conquista y
colonización de la América española, los colonos británicos, desde el punto de vista
1
Philip Jenkins, Breve historia de Estados Unidos, p. 75.
biológico y cultural, no arraigaron ningún tipo de mestizaje. La sociedad norteamericana,
fue un fragmento de la Europa británica. De allí que, desde su asentamiento hasta la
independencia, se dedicaron a edificar una sociedad próspera creciente, dada la necesidad
continua de los productos americanos en Europa. A aquella situación, se le sumaba las
rivalidades entre las potencias imperialistas y los conflictos internacionales, que urgieron la
necesidad de los colonos a reafirmar la independencia en los campos militar y diplomático.
En este aspecto, se nota una diferencia entre los posteriores movimientos independentistas
y anticolonialistas de Asia y África con el de Estados Unidos. Mientras la sociedad
británica – americana luchaba por reafirmar su resistencia contra la metrópoli, con apoyo
militar de varias potencias, se aprecia la firme voluntad de independencia que tenía una
incipiente pero próspera clase media que pretendía defender su derecho al libre desarrollo
económico; los movimientos de descolonización antibritánicos de Asia y África, se llevaron
a cabo en un tiempo tardío en el siglo XX.
Los conflictos económicos, fueron la razón fundamental de los americanos por
romper los lazos políticos de dependencia con la Corona británica. Las protestas contra los
impuestos sobre el azúcar y la ley del timbre (1764 – 1765), determinaron su disposición de
no someterse a los intereses de la metrópoli. La revolución de independencia de Estados
Unidos, fue por excelencia, una revolución burguesa y que por lo tanto, no hubo un
derrumbamiento del orden social, ni una transformación social. No obstante, la
historiografía norteamericana habla de una revolución nacional de independencia, que
incluye a la guerra como parte de ese proceso y que culmina con la fundación del Estado
Nacional americano y sus instituciones principales: el presidente, la Cámara de
Representantes y el Senado, y el Poder Judicial.
El factor económico fue determinante en el proceso revolucionario norteamericano,
porque en el ámbito constitucional se dio un movimiento que fue interpretado como una
“segunda revolución”, que necesitaba romper con una Confederación estatal y construir una
república comercial expansiva, en síntesis, un Estado capitalista y para ello, requería de un
gobierno federal. Sobre su desarrollo económico y militar, Paul Willi Adams señala que
Estados Unidos se perfilaba no solo como la futura potencia capitalista, sino como una
fuerza rival en el plano militar, y posterior dominadora sobre las vetustas potencias
europeas. “…Después de 1790, los americanos trataron de desempeñar, con relativo éxito,
durante dos décadas y media, el ventajoso papel de socio comercial neutral con todas las
partes beligerantes de Europa…”2. Estados Unidos ya estaba en condiciones de librar
guerras con potencias como Francia e Inglaterra, aunque esta última conservaba su
condición de primera potencia naval de la época, aún después de la guerra 1812 – 1815.
La revolución de independencia norteamericana, como se dijo antes, fue una
revolución burguesa, sentó las bases para la acumulación capitalista estadounidense, que
contribuyó a la mecanización de la manufactura a partir de 1810 y permitió la formación de
una clase dirigente, originada en las capas superiores de la sociedad, que además de haber
rechazado al poder político colonial británico, tomó la dirección de los asuntos políticos y
se mantuvo homogénea durante aproximadamente 50 años. George Washington, jefe de la
revolución fue elegido presidente (1789 – 1797); John Adams, portavoz de la fracción
independentista en el Congreso continental, fue el segundo presidente (1797 – 1801); el
autor de la Declaración de Independencia, Thomas Jefferson, fue el tercer presidente (1801
– 1809); y el padre de la Constitución, James Madison, el cuarto presidente (1809 – 1817).
En resumidas cuentas, la clase dirigente y superior americana logró el control político del
naciente Estado, no obstante, la emancipación económica y cultural, que fueron
determinantes al principio de la revolución se alcanzó lentamente, mediante largas luchas.

III. La guerra y la separación irreversible. Un proceso arduo y complejo.


La sociedad norteamericana en vísperas de la revolución de independencia, se había
desarrollado a tal magnitud que para 1775, contaba con 2,5 millones de habitantes, es decir,
una cuarta parte de la población que vivía en la metrópoli. Era probable que en un lapso de
25 años la población norteamericana se duplicara. Este factor también debe tomarse en
cuenta porque los colonos americanos estaban en conocimiento de la fuerza numérica que
representaban. Sin embargo, hay que dejar claro, que al momento de estallar la guerra el
ejército británico contaba si acaso con 50.000 hombres adiestrados y disciplinados, en
comparación con los 20.000 hombres americanos inferiores en entrenamiento y disciplina
frente a los ingleses. Asimismo, los americanos no estaban completamente unidos, porque
muchos colonos no apoyaban la rebelión e incluso llegaron al extremo de tomar las armas
contra la revolución de independencia, lo que llevó a ciertos autores a darle un carácter de

2
Paul Willi Adams, Los Estados Unidos de América, p. 15.
“…salvaje guerra civil marcada por las matanzas y la brutalidad en el trato a los
prisioneros…”3.
Los bandos en pugna se alternaban las derrotas y victorias. Los ingleses buscaban la
destrucción de los principales centros de militancia patriótica, mientras los rebeldes
americanos tenían como objetivo, sobrevivir y resistir como fuerza política y militar el
tiempo necesario, como para solicitar de los enemigos de Inglaterra, la ayuda extranjera
posible a favor de la independencia, cuya causa había sido defendida por Thomas Paine en
su panfleto (Commo sense), este escrito quedó plasmado en la Declaración de 1776: “La
sociedad es una bendición en todo Estado, pero el gobierno, aun en el mejor de los casos,
no es más que un mal necesario. En el peor de los casos, es un mal intolerable…” 4. Una
abierta crítica a la monarquía y a la Constitución inglesa. El documento de Paine, fue
presentado y discutido con John Adams. Además de que defendía la independencia y la
soberanía como eje central de la nueva política norteamericana, también planteaba las
tensiones entre las colonias y los desacuerdos por el tema de la esclavitud (Conflicto Norte
– Sur). No obstante, los desacuerdos intercolonias, no fueron obstáculos para proclamar la
Declaración que condujo a construcción del Estado Nacional burgués norteamericano.

Fuentes consultadas.
Adams, Willi Paul, Los Estados Unidos de América. México, Siglo XXI Editores (24ta
Edición), 2000.
Jenkins, Philip, Breve historia de Estados Unidos. Madrid, Alianza Editorial (2da Edición –
1ra Reimpresión), 2007.
Morison, Samuel, Commager, Henry y Leuchtenburg William, Breve historia de los
Estados Unidos. México, Fondo de Cultura Económica (4ta Edición – 3ra
Reimpresión), 2006.

3
Philip Jenkins, Ob. cit., p. 79.
4
Samuel Eliot Morison, Henry Steele Commager y William Leuchtenburg, Breve historia de los Estados
Unidos, p. 103.
ESQUEMA DE TRABAJO (SEMINARIO DE INVESTIGACIÓN II)

Introducción.

I. Aspectos generales del cultivo de caña de azúcar y su producción en el Valle del


Tuy, 1870 – 1900.
1. La propiedad territorial y la mano de obra en la producción de caña de azúcar.
1.1. Propiedad agraria y unidades de producción: haciendas – trapiches.
1.2. De la mano de obra enfeudada al trabajo asalariado.
2. Del trapiche al ingenio. Infraestructura, caminos y nuevos procedimientos.
2.1. Ingenios y centrales azucareros.
2.2. Caminos de recuas: Sistemas e infraestructura necesaria en la dinámica
espacial tuyera, 1870 – 1900.

II. Política, economía y sociedad. Explotación de caña de azúcar y otros recursos


naturales, 1900 – 1940.
1. La explotación de la tierra y la política.
1.1. Los andinos en el poder y la política en el Valle del Tuy.
1.2. Los negocios de la caña azúcar y la política. La legalidad y los conflictos
políticos y sociales.
1.3. La estructura social y ocupacional de los tuyeros.
2. La explotación de otros recursos y otros negocios.
2.1. El negocio del carbón vegetal y otros recursos naturales.
2.2. La explotación de otras actividades agrícolas y pecuarias.

III. Caña de Azúcar y frustración ferroviaria. Marginalidad y declive de la


espacialidad agrícola tuyera, 1940 – 1960.
1. El ferrocarril central, la política y las actividades comerciales.
1.1. El ferrocarril central. Del guzmanato al andinato (1870 – 1940).
1.2. Un negocio complicado y oportuno, pero con resultados infructuosos.
1.3. Auge y decadencia del ferrocarril central: Esperanza cañicultora frustrada.
2. Marginalidad espacial, económica, social y política.
2.1. El Valle del Tuy, espacialidad marginada como expansión urbano –
industrial de la centralidad caraqueña.
2.2. Abandono y declive de las tierras de vocación agrícola y de la caña de
azúcar en el Valle del Tuy.

Conclusiones.

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