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La ganadería amenaza el medio ambiente

Es necesario encontrar soluciones urgentes


29 de noviembre de 2006, Roma – ¿Qué produce más emisiones de gases causantes del efecto
invernadero, criar vacas o conducir automóviles?. La respuesta puede suponer una sorpresa para
muchos:

Según un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la


Alimentación (FAO), el sector ganadero genera más gases de efecto invernadero –el 18 por ciento,
medidos en su equivalente en dióxido de carbono (CO2)- que el sector del transporte. También es una
de las principales causas de la degradación del suelo y de los recursos hídricos.

“El ganado es uno de los principales responsables de los graves problemas medioambientales de hoy
en día. Se requiere una acción urgente para hacer frente a esta situación”, asegura Henning Steinfeld,
Jefe de la Subdirección de Información Ganadera y de Análisis y Política del Sector de la FAO, y uno de
los autores del estudio.

Como señal de prosperidad, cada año la humanidad consume más carne y productos lácteos. Está
previsto que la producción mundial de carne se duplique desde los 229 millones de toneladas en
1999/2001 a 465 millones de toneladas en 2050, al tiempo que la producción lechera se incrementará
en ese período de 580 a 1 043 millones de toneladas.

Un precio elevado

El sector pecuario es el de crecimiento más rápido en el mundo en comparación con otros sectores
agrícolas. Es el medio de subsistencia para 1 300 millones de personas y supone el 40 por ciento de la
producción agrícola mundial. Para muchos campesinos pobres en los países en desarrollo, el ganado
es también una fuente de energía como fuerza de tiro y una fuente esencial de fertilizante orgánico
para las cosechas.

Pero este rápido desarrollo tiene un precio elevado para el medio ambiente, según el informe de la
FAO La sombra alargada de la ganadería-aspectos medioambientales y alternativas. “El coste
medioambiental por cada unidad de producción pecuaria tiene que reducirse a la mitad, tan sólo para
impedir que la situación empeore”, advierte el documento.

Si se incluyen las emisiones por el uso de la tierra y el cambio del uso de la tierra, el sector ganadero
es responsable del 9 por ciento del CO2 procedente de la actividades humana, pero produce un
porcentaje mucho más elevado de los gases de efecto invernadero más perjudiciales. Genera el 65 por
ciento del oxido nitroso de origen humano, que tiene 296 veces el Potencial de Calentamiento Global
(GWP, por sus siglas en inglés) del CO2. La mayor parte de este gas procede del estiércol.

Y también es responsable del 37 por ciento de todo el metano producido por la actividad humana
(23 más veces más perjudicial que el CO2), que se origina en su mayor parte en el sistema digestivo
de los rumiantes, y del 64 por ciento del amoniaco, que contribuye de forma significativa a la lluvia
ácida.

El informe de la FAO explica que la ganadería utiliza hoy en día el 30 por ciento de la superficie
terrestre del planeta, que en su mayor parte son pastizales, pero que ocupa también un 33 por ciento
de toda la superficie cultivable, destinada a producir forraje. La tala de bosques para crear pastos es
una de las principales causas de la deforestación, en especial en Latinoamérica, donde por ejemplo el
70 por ciento de los bosques que han desaparecido en el Amazonas se han dedicado a pastizales.

Tierra y agua

Los rebaños provocan al mismo tiempo daños en el suelo a gran escala, con cerca del 20 por ciento de
los pastizales degradados a causa del sobrepastoreo, la compactación y la erosión. Esta cifra es aún
mayor en las tierras áridas, en donde unas políticas erróneas y una gestión ganadera inadecuada han
contribuido al avance de la desertificación.

La actividad ganadera figura entre los sectores más perjudiciales para los cada día más escasos
recursos hídricos, contribuyendo entre otros aspectos a la contaminación del agua, la eutrofización
(proliferación de biomasa vegetal debido a la excesiva presencia de nutrientes, ndr) y la destrucción
de los arrecifes de coral. Los principales agentes contaminantes son los desechos animales, los
antibióticos y las hormonas, los productos químicos utilizados para teñir las pieles, los fertilizantes y
pesticidas que se usan para fumigar los cultivos forrajeros.

El sobrepastoreo afecta al ciclo del agua, e impide que se renueven los recursos hídricos tanto de
superficie como subterráneos. La producción de forraje obliga a desviar importantes cantidades de
agua.

Se considera que la ganadería es la principal fuente terrestre de contaminación de fósforo y nitrógeno


en el Mar del Sur de China, contribuyendo a la pérdida de biodiversidad en los ecosistemas marinos.

Los animales para la producción de carne y leche suponen ya el 20 por ciento de toda la biomasa
animal terrestre. La presencia de ganado en grandes extensiones de tierra y la demanda de cultivos
forrajeros también contribuyen a la pérdida de biodiversidad. En la lista de 24 tipos de ecosistemas
importantes, los estudios indican que hay 15 que se encuentran amenazados por esta causa.

Soluciones

El informe, que ha sido producido con la ayuda de la Iniciativa para la Ganadería, Medio ambiente y
Desarrollo (LEAD, por sus siglas en inglés), propone de forma clara que se tengan en consideración
estos elevados costes mediombientales y sugiere una serie de medias para enderezar la situación,
entre ellas:

Degradación del suelo- Controlar los accesos y eliminar los obstáculos a la movilidad en los pastos
comunales. Utilizar métodos de conservación del suelo y el silvopastoreo, junto la exclusión controlada
del ganado en áreas delicadas y el pago por servicios medioambientales en el uso del suelo para la
ganadería para limitar su degradación.

Atmósfera y clima- Incrementar la eficiencia de la producción ganadera y de la agricultura forrajera.


Mejorar la dieta de los animales para reducir la fermentación intestinal y las consiguientes emisiones
de metano. Establecer plantas de biogas para reciclar el estiércol.

Agua- Mejorar la eficacia de los sistemas de riego. Hacer pagar el coste total del agua e introducir
impuestos para desincentivar la concentración de la industria ganadera a gran escala junto a las
ciudades.

Estas cuestiones centran los debates en una reunión que organiza la FAO esta semana en Bangkok,
que deberá marcar las pautas para la industria ganadera a nivel mundial. El encuentro servirá también
para debatir los riesgos para la salud pública relacionados con el rápido crecimiento del sector
ganadero, ya que las enfermedades animales afectan en forma creciente a los humanos. Otro riesgo
potencial de este crecimiento veloz es el de dejar fuera del mercado a los pequeños campesinos.
http://www.fao.org/newsroom/es/news/2006/1000448/index.html

Dejar de comer carne roja, el


punto de partida para cuidar el
planeta
25 octubre, 2017
2 Comentarios
Escrito por Andrea Núñez-Torrón Stock
Ahondar acerca de la procedencia, modo de producción y recursos
invertidos en los productos que consumimos y reducir la cantidad
de carne roja que comemos es un gran paso para cuidar al planeta
y contribuir a la lucha contra el cambio climático.
¿Cómo reducir nuestra huella y pelear contra ese apocalíptico fenómeno llamado cambio
climático, provocado por la mano humana, su codicia y su despilfarro de recursos
naturales? Desde la revista Popular Science señalan que reducir el consumo de carne roja
es probablemente el mejor punto de partida, además de comer los tipos de vegetales
correctos y apostar por vigilar los modelos de producción de la industria y el impacto en los
entornos locales.
La producción de carne roja genera toneladas de emisiones de gases de efecto
invernadero y ocupa grandes porciones de tierra, ocasionando graves desperfectos para
el medio ambiente. Walter Willet, profesor de Epidemiología y Nutrición en Harvard señala
que su producción “tiene un gran impacto en casi todos los aspectos medioambientales,
siendo la emisión de gases nocivos la más grave”.

Para combatir el cambio climático: dieta


vegetariana, vida sin coche y menos hijos
Este experto explica que se pierde muchísima energía y se genera una gran cantidad de
dióxido de carbono y metano en la cadena productiva. Por una parte, se gastan
numerosos recursosen el proceso del cultivo de los granos que abastecen al ganado
concebido para la producción cárnica y el uso de los animales como alimento. Su
conversión es ineficiente, ya que consumen muchos más alimentos de los que pueden
proporcionar.
Además, la cantidad de metano que generan las vacas en forma de flatulencia es otro
problema -de promedio, producen alrededor de 100 a 500 litros de este gas por día- .
También se gasta mucha agua: solamente en Estados Unidos, un tercio del agua es
emplada por la industria cárnica. Para que te hagas una idea: se precisan entre 500 y
3.000 litros de agua para la producción de un solo kilo de carne. No es tanto el hecho de
comerla sino el modo y las cantidades en las que la producimos “mucho más impactante
para el medio ambiente a partir de una variedad de indicadores que incluyen la huella de
carbono, el uso del suelo y el uso del agua”, afirma Martin Heller del Center for
Sustainable Sistemas en la Universidad de Michigan.
Este experto revela que el cambio de una dieta omnívora a vegetariana podría reducir
la huella de carbono de una persona en aproximadamente un 30%, y en todo caso, si
no se abandona es conveniente reducir la cantidad o frecuencia en la que se ingiere carne
roja.
Por su parte, Walter Willet apunta a que de todos modos, existen algunos sistemas
(atípicos) de producción de nicho que tendrían un impacto menor que, por ejemplo, un
campo de frijoles. En otras palabras, si hay tierras de pastoreo que no pueden cultivarse de
manera sostenible, podrían emplearse para el ganado. Y si solamente criáramos ganado
en este tipo de tierra, se terminaría reduciendo dramáticamente el consumo mundial
de carne roja.

Comercio local, de proximidad y


productos frescos
El hecho de que una dieta basada en plantas sea de hecho basada en plantas, eso no
significa que sea necesariamente saludable. Willett recuerda que “Coca Cola y Dunkin
Donuts son alimentos de origen vegetal y obviamente son perjudiciales para la salud
humana. Una dieta vegetariana debería centrarse más en frutas, verduras y granos
integrales, y para las fuentes de proteínas, las legumbres y las semillas serían mucho
mejores que la dieta estadounidense promedio “.

Diferencia entre alimentos ecológicos,


biológicos, orgánicos y sostenibles
Es fundamental atender a varios parámetros fundamentales para el medio ambiente
como apostar por los productos locales y de temporada, consultando la distancia que
ha recorrido la comida y el transporte involucrado, especialmente cuando se trata de
frutas y verduras. Por ejemplo, “conducir un camión desde 100 kilómetros es
relativamente local, pero puede tener un impacto ambiental mucho más adverso que llevar
algunas frutas en grandes cantidades varios cientos de kilómetros de distancia en
tren”. También es importante analizar el impacto en la región de productos que precisan
grandes cantidades de recursos hídricos, en consonancia con las circunstancias climáticas.
Cabe destacar que desde un estudio elaborado por la Universidad de Columbia Británica
(Canadá) señalaron que solamente adoptando una dieta vegetariana, se evitaría la
emisión de 0,8 toneladas de gases de efecto invernadero (tCO2) por persona y año.
http://www.ticbeat.com/salud/planeta-mejoraria-dieta-vegetariana/

Consumo cárnico a nivel


mundial
Por Redacción Énfasis Alimentación

Los niveles de consumo de cárnicos son diversos debido a los hábitos y tradiciones
alimentarias alrededor del planeta. Factores como disponibilidad, precios y estaciones
son determinantes en la dieta.
El país que registra mayor consumo por persona de carne de ave es Kuwait con 97.5
kg; de carne de res, Argentina con 54.1; de carne de cerdo, Austria con 65.6; y de
carne de ovino y caprino, Mongolia con 49.3 kilos.

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Factores como la disponibilidad, los precios, los niveles socioeconómicos, las


estaciones e inclusive religiones practicadas, son determinantes en la configuración
de las respectivas dietas, hábitos y tradiciones alimentarias alrededor del planeta.

En 2009, a nivel mundial fueron producidas 272.7 millones de toneladas, casi tres
veces más que en 1970 cuando la producción alcanzó 95.2 millones. El incremento se
debió principalmente al aumento en el consumo de carne de ave, que triplicó su tasa
de crecimiento en el periodo, lo cual puede estar asociado con el crecimiento
poblacional, mucho mayor en los países pobres, en combinación con el mayor precio
de la carne de res.

En 2011, México fue el cuarto productor mundial de carne de ave (2.8 millones de
toneladas), sexto de carne de bovino (1.8 millones) y décimo séptimo de carne de
cerdo (1.2 millones).

De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la


Alimentación (FAO), el consumo de carne per cápita a nivel mundial experimentó
cambios importantes en las últimas décadas, pasando de una media de 26 kilos en
1970 a 41 kilogramos en los últimos años.

El consumo por persona muestra variaciones significativas según la región: Africa


registra el menor consumo (16 kilogramos) y Oceanía el mayor (33 kilogramos). El
principal incremento de 1970 a la fecha lo registra el continente asiático con un
aumento en el consumo de 23 kilogramos, seguido por América (20) y Europa (18).
En las distintas regiones el poder adquisitivo principalmente y el nivel de producción
determinan el tipo de carne con que se alimenta la población.

En el mundo hay más de 20 países en desarrollo cuyo consumo per cápita de carne
es inferior a 13 kilogramos, en comparación con el promedio de 80 entre los países
desarrollados. Estados Unidos registra el mayor consumo anual por persona de carne
con 119.4 kilogramos; Bangladesh y Burundi por ejemplo, no alcanzan los cuatro
kilogramos de consumo por persona al año pues el nivel adquisitivo es muy bajo. En
la India el consumo es también muy bajo pero más bien debido a prohibiciones de tipo
religioso.

Según el tipo de carne, el país que registra el mayor consumo por persona de carne
de ave es Kuwait con 97.5 kilogramos; de carne de res, Argentina con 54.1; de carne
de cerdo, Austria con 65.6, y de carne de ovino y caprino, Mongolia con 49.3 kilos.

En México, el consumo de carne por persona (res, cerdo, ave, ovina y caprina en
conjunto) en 1970 era de 23 kilogramos; para 1990 fue de 34 y actualmente es de 63,
lo que significa que en las dos últimas décadas registró un incremento de 84.5% (29
kilogramos), en el periodo el aumento en la ingesta de carne de ave paso de 10 a 29
kilogramos, lo anterior supone, en parte, un aumento en el poder adquisitivo de la
población en el periodo señalado. Cabe mencionar que para el periodo señalado la
población creció 2.3 veces, con lo cual el número de consumidores registró también
un aumento.

Los niveles de consumo de carne en México significan alrededor de 20.7 gramos de


proteína por persona al día, 47% superior al registrado a nivel mundial. En 1970 el
nivel de proteína por consumo de carne era de 8.3 gramos y en 1990 de 13.3 gramos.
http://www.alimentacion.enfasis.com/articulos/65628-consumo-carnico-nivel-mundial
TAREA FINAL
Una australiano consume 93 kilos de carne al año, un norteamericano, 91 kilos, un francés 85 kilos
y un mexicano 87 kilos por persona entre otros. Estas cifras van en aumento, se dice que para el
2025, de seguir este crecimiento, se superará la cifra de 465 millones de toneladas, esto sin contar
con las 1043 millones de toneladas que demanda la producción lechera, esto está haciendo muy
difícil atender la demanda debido a la crisis que está viviendo el sector agropecuario, por la falta
de pastos, pues las tierras, que eran muy prósperas, ellos mismos las acabaron por el
sobrepastoreo. El costo de los cereales para alimentar el ganado ha tenido significativos
aumentos, sumados a otros problemas que pareciera no se asemejan en nada a las enormes
dificultades que enfrenta el planeta debido a la manera como las reses contaminan el medio
ambiente. Las emisiones de gases, causantes del efecto invernadero son mayores en la cría de
vacas que los ocasionados por los automóviles, o las chimeneas industriales. La degradación de los
suelos, que afecta los recursos hídricos dejo desérticos lugares que hasta no hace mucho se veían
desde el espacio como hermosos tapetes verdes. Metano, CO2, óxido nitroso, estiércol, amoniaco,
son, ente otros, los enemigos que agobian la tierra, sin dejar de lado como fósforo, nitrógeno,
metales pesados provenientes de esta industria, ya han destruido gigantescos arrecifes coralinos,
envenenando toda forma de vida marina y por supuesto, animales que beben de estas aguas
contaminadas, incluyendo al hombre mismo

Se podría estar a tiempo de cambiar el rumbo de esta delicada situación si se toman medidas
urgentes que detengan la degradación del suelo con métodos de conservación, si se utilizan
menos áreas de pastoreo, por convenios comunitarios, prohibiendo que esta población de reces
no vuelva a sectores declarados en emergencia. Si se hace obligatorio que se tenga eficiencia en la
producción ganadera. Si la agricultura forrajera cumple estrictas normas para mejorar la dieta de
los animales, reduciendo la fermentación intestinal y por lo tanto la disminución en la emisión de
metano. Si se le da manejo de reciclado al estiércol con el obligatorio uso de plantas de biogás. Si
al agua utilizada por la industria se le elevan significativamente los costos y se mejoran los sistema
de riego, esto podría empezar a desmotivar la industria y por lo tanto la producción y por último si
se empieza a crear conciencia para que los seres humanos reemplacen los productos cárnicos por
otros que les podrían ser más saludables y con menos riesgos para el planeta

Nada de esto es fácil, la industria mueve millones de dólares, pero está de por medio el interés
común, que puede exigir a los gobernantes para que una los esfuerzos de todos los países del
mundo

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