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ARTE NEOLÍTICO

Arte y arquitectura de la época prehistórica que se extiende aproximadamente


desde el año 7000 a.C. hasta el año 2000 a.C. Comenzó unido a la vida semi-nómada de
los pastores y finalizó con el descubrimiento del bronce que dio lugar a la era del mismo
nombre.
La cerámica fue la primera manifestación del arte neolítico; otras importantes
expresiones artísticas fueron las esculturas adoradas como diosas madres y monumentos
megalíticos de piedra dedicados al culto religioso. Se ha encontrado cerámica neolítica en
todas las regiones ocupadas por los pueblos del neolítico, desde el Próximo Oriente a
través de África y desde el Mediterráneo a Europa y a las Islas Británicas. Generalmente
son planas, con decoración simple —triángulos, espirales, líneas onduladas y otros
motivos geométricos— en superficies lisas u onduladas. Dependiendo de la cultura
particular que lo origine, adoptan distintas formas como por ejemplo la cerámica realizada
en forma de cesta, calabaza, campana o sacos de piel. La cerámica neolítica
campaniforme, con dibujos geométricos, inspirados en la cestería, es originaria de
España y se extendió a toda Europa.
Los monumentos neolíticos más importantes son los dólmenes, tumbas formadas
por grandes bloques de piedra que forman la cámara funeraria, como el dólmen de
Aizkomendia, en Álava, España; y los menhires (grandes piedras colocadas de pie,
también llamadas megalitos) como los de Bretaña, en Francia y los grandes círculos de
piedras de Inglaterra, o crómlech, cuyo ejemplo más representativo es Stonehenge (3000-
1000 a.C.). Son signos extremadamente significativos del desarrollo de esa cultura, dado
que representan los comienzos de la arquitectura en Occidente.

El ser humano empezó a cultivar la tierra hace unos 10.000 años, con lo que abandonó el
nomadismo y creó pueblos y ciudades. Estas herramientas agrícolas primitivas datan del año 6000
a.C. El hacha, abajo, servía para desbrozar; las hoces de pedernal, izquierda, para cosechar; una
roca plana y una redondeada, centro, servían para moler el grano y las láminas de arcilla perforadas,
arriba derecha, es probable que sirvieran para ventilar los hornos de pan.

El neolítico ha estado tradicionalmente asociado a los orígenes de la agricultura, a la vida


sedentaria y al uso de la cerámica y de instrumentos de piedra pulimentada. Sin embargo,
en la actualidad se sabe que algunos de estos rasgos son anteriores a esta etapa. La
cerámica hizo su aparición en Japón hace 16.000 años y en Australia se han encontrado
útiles pulimentados con una antigüedad de 32.000 años. Incluso durante el neolítico estas
características no siempre aparecen de forma conjunta. Por ejemplo, en el Oriente
Próximo la producción de alimentos fue anterior a la aparición de la cerámica, lo que ha
dado origen al término de neolítico precerámico . No obstante, el vocablo neolítico sigue
en uso en algunas partes del Viejo Mundo. Sus inicios se centran en el VII milenio en el
Oriente Próximo y tiene su fin en el II milenio en Europa septentrional dependiendo del
comienzo de la utilización del cobre.

En el neolítico se produjo la aparición de los primeros poblados con casas


edificadas con diferentes materiales, en diferentes partes del mundo: casas de adobe en
el Oriente Próximo y de grandes troncos de madera en Europa central y occidental por
ejemplo. En Jericó, el neolítico precerámico coincidió con la construcción de una
monumental muralla de piedra. Pero quizá el poblado neolítico más extraordinario sea el
de Skara Brae en las islas Orcadas, cuyas casas y su mobiliario (incluido alacenas,
aparadores y camas) están realizadas con losas. La cerámica, producto del desarrollo
natural de pueblos sedentarios, fue ampliamente utilizada. El cultivo de cereal y la
domesticación de animales, como vacas, ovejas, cabras y cerdos, fueron resultado no de
un brillante descubrimiento, sino de la necesidad causada por la presión demográfica. La
minería también hizo su aparición en el neolítico. Sus orígenes se pueden rastrear en el
paleolítico, al practicarse actividades mineras para obtener ocre en África y en Australia o
al excavar en cuevas para extraer nódulos de piedra. En el mesolítico se había obtenido
obsidiana (piedra volcánica) en las islas del Mediterráneo, pero fue en Europa
septentrional durante el neolítico cuando se explotaron ricas vetas de sílex de alta calidad
mediante un enorme sistema de pozos y galerías radiales, extrayendo los bloques con
picos construidos con astas de animales. Entre las minas mejor conocidas se encuentran
las de Grimes Graves (Gran Bretaña), de Krzemionki (Polonia) y de Spiennes (Bélgica). El
sílex de estas minas, al igual que el de otras muchas explotaciones al aire libre, fue
transformado en hachas talladas o pulimentadas, objetos de una extensa y lejana
comercialización, que se emplearon en la profunda deforestación que se produjo en
Europa en esta época. Las numerosas y alargadas casas (de decenas de metros de
longitud) construidas con grandes tablas de madera, pueden ser consideradas como
evidencia de la deforestación. En el yacimiento de Kückhoven (Alemania noroccidental)
se ha encontrado el pozo más antiguo, fechado más allá del 5000 a.C., que estaba
revestido con enormes tablas de madera. Durante el neolítico también se construyeron
carreteras o pistas mediante tablones de madera en la Europa húmeda, como la de
Somerset (Gran Bretaña) y poblados formados por casas de madera a orillas de los lagos
alpinos, a veces palafitos, esto es, levantadas en plataformas sobre el agua. Las
excavaciones en estos poblados lacustres han sacado a la luz gran cantidad de productos
manufacturados a partir de materiales orgánicos, como objetos de madera, de cestería o
tejidos, que normalmente se desintegran con el paso del tiempo. Ello ha permitido
vislumbrar la vida cotidiana de finales de la edad de piedra. Este tipo de materiales
también se conserva en ambientes extremadamente áridos como el suroeste americano o
las alturas andinas. La cerámica estaba a menudo ricamente decorada mediante motivos
incisos, estampillados o pintados.

El arte neolítico también presenta una amplia variedad de figurillas (en ocasiones
femeninas como en la zona euroasiática) pero quizá los logros más importantes se
encuentran en una serie de imponentes monumentos localizados en diferentes partes del
mundo. En Europa occidental hay numerosos túmulos funerarios de grandes
dimensiones, construidos con tierra sobre las estructuras mortuorias de piedra. Es notable
el ejemplo de Silbury Hill (sur de Inglaterra), un enorme túmulo de creta de 40 metros de
altura y 160 de diámetro, construido hacia el año 2600 a.C. Más impresionantes aún son
los monumentos megalíticos (del griego mega y lithos, ‘grandes piedras’) en especial los
de Europa occidental: los grandes círculos británicos (de los que Stonehenge y Avebury
son quizá los más conocidos); los menhires, o piedras hincadas verticalmente en el suelo,
en la mayoría de los casos aislados pero en ocasiones en conjuntos como los
asombrosos alineamientos de Carnac (Bretaña, Francia); los menhires-estatuas
antropomórficos y las grandes tumbas megalíticas, desde Escandinavia hasta Portugal.
Muchas de estas tumbas estaban profusamente decoradas con motivos incisos en sus
piedras: espirales, puntas de diamante e incluso hachas. Algunas tumbas en España y
Portugal estaban pintadas en su interior. Está bien comprobado que el trazado y la
orientación de algunos de estos monumentos estaban en relación con la astronomía. Por
ejemplo, Stonehenge está orientado según el solsticio de verano mientras que New
Grange tiene un vano a través del cual penetran los rayos solares durante el solsticio de
invierno. Aunque los bloques de piedra levantados en algunos de los monumentos
europeos son de imponentes dimensiones, el logro probablemente más destacado de
cualquier grupo humano en la edad de piedra se encuentra en la isla de Pascua, en el sur
del océano Pacífico, donde desde los primeros siglos de nuestra era hasta el año 1600
aproximadamente, los nativos del neolítico construyeron impresionantes estatuas que
descansaban sobre plataformas enormes construidas con cascajo y recubiertas con
losas. Se esculpieron unas mil de estos moai en toba volcánica con cinceles de basalto y
fueron transportadas, probablemente sobre troncos a modo de rodillos, varios kilómetros
hasta la costa donde se encontraban las plataformas. El trabajo que supuso el labrado, el
traslado y el izado de los megalitos ha generado un profundo respeto por sus
constructores y por la inmensa capacidad del hombre, equipado tan sólo con utillaje de
piedra y materiales orgánicos.

Sepulcros de fosa cultura de la península Ibérica, propia del neolítico medio-


reciente de Cataluña (c. 3500-2500 a.C.), que se caracteriza por un ritual funerario de
inhumación simple en el interior de hoyos. Tales tumbas, que corresponden a gentes
asentadas en zonas llanas, practicantes de una economía de base agrícola, muestran
cierta variabilidad formal, como se aprecia en la necrópolis de la Bóbila Madurell, con más
de 130 enterramientos en fosas cilíndricas y ovales, a veces revestidas con losas. Los
ajuares, bastante estereotipados, están compuestos por una industria lítica de láminas de
sílex, microlitos geométricos y hachas pulimentadas; cerámicas lisas de perfiles
hemisféricos, ovoides y carenados, además de ciertos elementos de adorno, caso de las
cuentas de variscita o los brazaletes de pectúnculo.

Megalitos, piedras grandes y toscamente labradas, erguidas en solitario o


combinadas para formar una estructura, erigidas bien con fines religiosos o bien como
lugares de enterramiento o como monumentos conmemorativos de sucesos destacados.
Se encuentran en todas las partes del mundo. Los de Europa occidental se fechan en la
prehistoria y pertenecen al neolítico y a la edad del bronce. Los de la India se datan en los
primeros siglos de la era cristiana y los de la isla de Pascua son probablemente
contemporáneos de la edad media europea. Todavía se levantan megalitos en zonas de
Indonesia y en Assam (India). Las áreas con la mayor concentración de construcciones
megalíticas son las islas Británicas, el oeste de Francia, Bélgica, España (donde destacan
los hallados en Los Millares), Portugal y las islas del Mediterráneo occidental;
Escandinavia; norte de África; Crimea, el Cáucaso y el Oriente Próximo; las tierras altas
de Irán; Japón y Birmania; Assam y la meseta del Decán en la India, y también las islas
del Pacífico sur, especialmente la de Pascua.

El crómlech de Avebury es uno de los más destacados monumentos circulares de Gran Bretaña. Está
formado por piedras hitas dispuestas en un círculo de 400 m de diámetro que rodea a otros dos anillos
menores. Todo el conjunto se encuentra en un terraplén que consta de cuatro entradas equidistantes.
Este monumento forma parte de una gran construcción ritual del neolítico.
Stonehenge es el más famoso de los monumentos megalíticos de Inglaterra y la estructura prehistórica más
importante de Europa, fue construido en tres fases que abarcan desde el 2400 hasta el 1700 a.C. Su tamaño,
complejidad e importancia hacen de este monumento circular de la edad del bronce una obra de características
únicas. El círculo exterior de piedras hitas soportó en un principio un dintel arqueado que, a su vez, rodeaba a
cinco trilitos (dolmen de dos piedras que sostienen a una tercera en posición horizontal) dispuestos en forma
de U.

Las construcciones megalíticas europeas se clasifican normalmente en cuatro


tipos: el menhir o monolito, una única piedra erecta, a veces de gran tamaño; el círculo de
piedras formado por varios monolitos, conocido como crómlech, como son los casos de
Stonehenge y Avebury, en Inglaterra, y el de Callanish, en Escocia; el alineamiento de
monolitos como el de Carnac, en Francia, y la cámara funeraria o sepulcro, normalmente
sellado con monolitos y techado con un coronamiento o una falsa bóveda. Las cámaras
de enterramiento, a veces denominadas dólmenes, constituyen el tipo más extendido de
monumentos megalíticos en Europa occidental, más de 50.000 ejemplares permanecen
en pie. La mayoría de las cámaras funerarias estuvieron originalmente recubiertas con
tierra para formar montículos o túmulos; muchas de ellas han sido despojadas de este
recubrimiento, y tan sólo se conservan las piedras. Se pueden distinguir tres tipos de
cámaras funerarias: el dolmen o simple cámara mortuoria; la tumba de corredor, en la
cual la cámara está precedida por un pasillo, y la galería cubierta o allée couverte, una
cámara larga y rectangular. La parte interna de algunas de las tumbas está decorada con
motivos geométricos o naturalistas.
Los moai (estatuas gigantes) de la isla de Pascua, que se encuentra en el océano Pacífico, son uno de
los monumentos monolíticos más impresionantes del hemisferio sur. Las estilizadas cabezas humanas de
hasta 10 m de altura fueron esculpidas entre el 600 y 1500, y probablemente representan a antepasados.
Se han encontrado cientos de ellas en la isla.

Los megalitos hallados en las islas de la Polinesia, Melanesia y Micronesia


presentan frecuentemente paredes y plataformas construidas con rocas y en general
consisten en muros ciclópeos, para los que no se ha utilizado ningún tipo de argamasa.
En sólo tres casos se detecta la piedra sin trabajar: el trilito en el poblado de Mua, en la
isla de Tongatapu, que está construido por dos pilares que soportan un travesaño; las
gigantescas estatuas que se levantan sobre el ahu o plataformas funerarias en la isla de
Pascua, esculpidas de ceniza volcánica comprimida; y el alineamiento en Tinian, en las
islas Marianas, que consiste en grupos de pilares de coral en forma de cono, conocido
como lat’te.

Dolmen, monumento megalítico prehistórico, formado por dos o más grandes


losas de piedra sin labrar hincadas en el suelo, que soportan una piedra plana a modo de
techo. Su construcción data fundamentalmente del V y el IV milenio a.C., pero también
tuvo lugar en el III milenio a.C. Los dólmenes fueron en ocasiones recubiertos de tierra
para formar inmensos montículos artificiales o túmulos, pero a veces esta cubierta de
tierra únicamente afectaba al coronamiento. Muchos estaban rodeados a su vez por un
círculo de otros megalitos. Se cree que los dólmenes fueron cámaras mortuorias. Son
particularmente numerosos en Irlanda, Gales y en los condados ingleses de Devon y
Cornualles; en el noroeste de Francia, especialmente en Bretaña, y en España, donde
destacan los de Los Millares (Almería) o los del Ampurdán (Empordà, Girona). También se
encuentran en el norte de África, en Siria y en otros países e incluso en el Lejano Oriente
(Japón).
Los Millares, cultura de la edad del cobre del sureste de la península Ibérica (c.
2500-1900 a.C.) que toma su nombre de un célebre, y en muchos sentidos excepcional,
yacimiento de Almería descubierto a fines del siglo XIX por el ingeniero belga Louis Siret.
Emplazado sobre un espolón que domina la confluencia de la rambla de Huéchar y el río
Andarax, el llano de Los Millares acoge los restos de un poblado fortificado y los de su
necrópolis megalítica, integrada por casi un centenar de sepulcros. Controlan los pasos
serranos de su entorno, especialmente al sur y al este, una docena larga de fortines o
torres aisladas cuya coetaneidad con el poblado parece segura.

El principal yacimiento de la cultura de Los Millares (c. 2500-1900 a.C.) se encuentra en la provincia
española de Almería. Dicha cultura fue erróneamente asociada, durante años, a las colonizaciones
provenientes del Mediterráneo oriental.
Todos estos elementos, pero particularmente el notable porte del asentamiento
principal, cuyo caserío llegó a desbordar las 4 ha de extensión, y su condición de plaza
defendida por al menos tres líneas de muralla abastionadas, ponen de manifiesto que
este grupo cultural tenía un modo de vida sedentario, con una economía doméstica
plenamente afirmada y acaso matizada por cierto grado de especialización frente al
aprovisionamiento de algunas materias primas (sílex y minerales de cobre).
El carácter colectivo de los sepulcros y su presumible correspondencia con linajes
equiparables en el seno de la comunidad no ha impedido advertir ciertos signos de
desigualdad, como los desniveles de riqueza entre los ajuares o la diversa envergadura
constructiva de las propias tumbas, que suelen dotarse de amplias cámaras circulares,
pasillos de acceso y cubiertas cupulares.
Aparte de algún enclave aislado en las regiones de Murcia y Alicante, la inmensa
mayoría de las estaciones asimilables al horizonte de Los Millares, tradicional y
erróneamente atribuido a colonizaciones del Mediterráneo oriental, se distribuyen por la
provincia de Almería (Almizaraque) y el sector nororiental de la de Granada (El Malagón).
Un poco paradójicamente, pues, la brillantez de esta civilización tuvo lugar en lo que hoy
pasa por ser la región más árida de Europa.

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