MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA
UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA EXPERIMENTAL LIBERTADOR INSTITUTO DE MEJORAMIENTO PROFESIONAL DEL MAGISTERIO ESPECIALIDAD EDUCACION INICIAL EL TIGRE – ESTADO ANZOÁTEGUI La educación como fenómeno social y cultural La educación es un proceso de integración del individuo en sociedad. En ese proceso educativo habrá siempre un educando y un educador. El educando es el niño, al que se le presupone puro instinto, alguien que se mueve por las fuerzas naturales. El educador es un adulto integrado en una cultura, en una sociedad determinada, es el que va usar una serie de medios planificados e intencionados para guiar a ese niño, ayudándole para que desarrolle todas sus capacidades de integración en el grupo al que pertenece y en el que ha nacido. Educar es servir dirigiendo. El adulto sirve y dirige al niño para conducirlo a aquellos comportamientos que, en su sociedad concreta, sean considerados como deseables. Lo sirve porque es consciente de que no hay dos niños iguales y que cada uno de ellos precisa de un tratamiento diferencial. El adulto le va a dar a cada niño el tratamiento que corresponda a su forma individual, personal de ser. Y además de servirlo lo dirige, es decir el adulto está integrado en la sociedad, tiene la ciencia y la experiencia social y lleva de la mano- ese es el significado de la palabra pedagogo-a un niño, sabiendo por el camino por el que lo tiene que llevar. Por todo esto que venimos diciendo, los conceptos de educación y socialización son sinónimos, al menos en la realidad y salvando las distinciones didácticas que desde la reflexión sobre fenómeno educativo que queramos hacer. FULLAT nos dice que la educación es una práctica, una actividad social, una acción, la acción que, en palabras de DURKHEIM, ejercen las generaciones adultas sobre las nuevas. Este padre de la sociología de la educación, da esta definición: “la educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han alcanzado todavía el grado de madurez necesario para la vida social. Tiene por objeto el suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales que exigen de el tanto la sociedad política en su conjunto como medio ambiente especifico al que está especialmente destinado”. De esta definición se sigue una serie de consecuencias que el mismo Durkheim nos deduce y que son de primordial importancia para conocer el fenómeno educativo. La educación según él consiste en una socialización metódica de las nuevas generaciones. Hemos dicho antes que el niño a socializar, a educar, es puro instinto. Durkheim prefiere hablar de pura individualidad. Él dice que en nosotros coexisten dos seres. El uno, que está constituido por todos los estados mentales que no se refieren más que a nosotros mismos y a los acontecimientos de nuestra vida privada. Y el otro nuestro yo social, compuesto por el sistema de ideas, de sentimientos y costumbres que expresan en nosotros, no nuestra personalidad, sino la del grupo o de los grupos diferentes en los que estamos integrados. Son dos aspectos muy importantes de la realidad educativa: el individual y el social, que necesariamente han de marchar juntos en la praxis educativa. En las sociedades primitivas tradicionales, los niños aprendían directamente de sus padres, amigos, artesanos y hombres de religión lo que necesitaban para integrarse plenamente en la sociedad, que protegía mucho al niño. Aprendían el oficio arrimándose a un taller paterno o de cualquier amigo del padre, los más posibilitados económicamente aprendían a leer y escribir, bien de sus padres, bien de los especialistas, religiosos. Todo de manera espontánea, no existía una educación formal. Si existía, por el contrario, una educación muy diferenciada por sexos. Los niños aprendían las cosas de los padres, mientras las niñas eran preparadas inconscientemente para desempeñar un papel femenino que la sociedad le atribuía. La Educación es un proceso individual, integral y social. Lo individual, refiere los procesos de cambio en términos del aprendizaje que elabora el sujeto en su interior, es decir, implica una reestructuración mental que es inherente a cada hombre; es integral, porque dicha reestructuración afecta al individuo como un todo, en todas sus dimensiones: psíquicas, biológica, sociales. Es social, porque la ecuación se da en un plano inter-subjetivo. Si bien “nadie puede aprender por mí, yo no aprendo sin los otros”. Es en relación con sus semejantes que el ser humano se apropia de la cultura y se puede convertir en ciudadano crítico, reflexivo y transformador de su propio contexto para beneficio colectivo. De ahí el aporte de Freire (1974) cuando expresa que la educación “es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”. Lo expuesto tiene de algún modo mayor sustento en las dos condiciones inherentes a la educción como proceso humano: La educabilidad, referida a la condición del hombre a ser educado, se trata de “una condición inherente a la especie humana y se manifiesta socialmente en los aspectos esenciales para la vida en comunidad (lengua, hábitos, costumbres, creencias, entre otros.)” (Ugas 1997). A medida que el sujeto interactúa con el contexto va cambiando sus estructuras mentales, las va complejizando, construyendo un conocimiento que le permite discernir entre lo que conviene y lo que debe desechar, es decir, el comportamiento moral. En sí es la condición que justifica la existencia de la educación y del hombre como ser inacabado (Freire, 1988). Ahora, la educabilidad, está referida a la capacidad dialéctica del género humano, quien en la medida que asimila, procesa y discrimina información, influye en los demás, de ahí el carácter social. La puede efectuar el maestro, pero también la familia, los medios de comunicación, y la sociedad en general. En otros términos, el hombre y la mujer, a la vez que son educados.
La educación es además la herramienta privilegiada de reproducción social, es
decir, del mantenimiento del orden social según la más antigua tradición cultural. En esto hay que detenerse un poco. PIERRE BOURDIEU explica que el espacio social u organización de la sociedad se funda en un capital cultural, es decir una herencia cultural o más bien manera de ver al mundo que ese espacio social tiene. De este modo la sociedad se organiza en torno a valores determinados que son los que en definitiva explican dicha organización. Así es el espacio social deviene en espacio simbólico, es decir en un conjunto de estímulos cargados de diferentes significación que, transformados en una especie de lenguaje, dan forma a las perspectivas, prioridades, ideologías e intereses de los componentes de cada grupo social; de esta manera la distribución del capital cultural permite construir un espacio social y la institución escolar, mediante el fenómeno de aquellas formas particulares de entender el mundo, ayuda a reproducirlo y a mantenerlo a través del tiempo y de la historia.