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El cerebro:
Es un órgano blando, constituido células y fibras nerviosas, es la
encargada de controlar todas las funciones del cuerpo y de la
mente. Diferentes áreas del cerebro controlan o tienen diferentes
funciones específicas. Ciertas áreas controlan las función motriz o
físicas, como caminar; otras áreas controlan el habla y otras más
controlan las tareas mentales como el recuerdo, la concentración y
la toma de decisiones.
Etapas de la enfermedad
La enfermedad pasa por diferentes etapas, caracterizadas por un
progresivo empeoramiento en la sintomatología. Se podría dividir en
tres periodos:
INICIAL: La sintomatología es leve, el paciente puede valerse para
las actividades básicas, aunque necesite apoyo puesto que
ocasionalmente se le olvidan algunas cosas, o puede perderse, etc.
La pérdida de la memoria puede pasar inadvertida o atribuirse a
olvidos benignos, aunque con el tiempo pueden interferir en las
actividades diarias como estar al tanto de la propia economía,
seguir las instrucciones del trabajo, conducir o ir de compras.
Algunos pacientes son conscientes de las dificultades que tienen lo
que les genera frustración y ansiedad. Un cambio en el entorno
habitual de los pacientes puede ser desastroso en estas fases: los
síntomas que han podido pasar inadvertidos se hacen muy
llamativos cuando el paciente cambia de residencia o de rutina y se
acentúan todos los síntomas.
En este periodo debe hacerse el diagnóstico y hoy por hoy debería
valorarse el inicio del tratamiento con algunos fármacos, que
podrían frenar la evolución de la enfermedad.
En esta fase también se debe ir preparando a los familiares y al
propio paciente de lo que está por venir, para que se puedan ir
tomando decisiones sobre el futuro. Algunas pueden ser tan
importantes como el testamento vital del paciente.
Es importante averiguar lo que sabe el paciente y lo que quiere
saber sobre su enfermedad. Es tan injusto dar malas noticias como
privar a un individuo de la posibilidad de tomar decisiones cuando
todavía es capaz de hacerlo.
INTERMEDIO: síntomas con gravedad moderada. El paciente
empieza a ser más dependiente, necesitando ayuda para el
autocuidado (vestirse, bañarse, peinarse, comer, etc.). Las
alteraciones cognitivas son muy obvias y ya no existen dudas sobre
su diagnóstico. El paciente es incapaz de trabajar, se pierde y se
muestra confuso con facilidad, necesitando una supervisión diaria.
En esta etapa las formas sociales y el comportamiento de rutina, las
conversaciones superficiales pueden conservarse de forma
sorprendente y sólo cuando se interroga al enfermo de forma
dirigida somos conscientes de sus dificultades.
FACTORES DE RIESGO
Aunque los científicos saben que la enfermedad de Alzheimer
implica una falla de las células nerviosas, la razón por la cual esto
ocurre es aún desconocida. Sin embargo, han identificado ciertos
factores de riesgo que aumentan la probabilidad de desarrollar la
enfermedad de Alzheimer.
Edad
El principal factor de riesgo conocido para la enfermedad de
Alzheimer es la edad. La mayoría de las personas con la
enfermedad tiene 65 años o más. Una de cada nueve personas de
este grupo de edad tiene la enfermedad de Alzheimer. Casi un
tercio de las personas de 85 años o más tiene la enfermedad de
Alzheimer.
Antecedentes familiares
es otro factor de riesgo, según las investigaciones realizadas se han
demostrado que las personas cuyo padre, madre, hermano o
hermana padecen del Alzheimer son más propensas a desarrollar la
enfermedad que aquellas sin un familiar cercano con la enfermedad
de Alzheimer. El riesgo aumenta si más de un miembro de la familia
padece la enfermedad.
Alzheimer familiar y genética
Dos categorías de genes influyen en el hecho de que una persona
desarrolle una enfermedad: los genes de riesgo y los genes
determinantes, los genes de riesgo aumentan la probabilidad de
desarrollar una enfermedad, pero no garantizan que ocurrirá,
mientras que Los genes determinantes provocan directamente una
enfermedad, lo que asegura que quien herede uno desarrollará un
trastorno.
El diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer
Los expertos estiman que un médico con experiencia
diagnosticando Alzheimer puede diagnosticar la enfermedad con
más de un 90 por ciento de precisión. Ya que no existe una prueba
específica para el Alzheimer, diagnosticar esta enfermad
usualmente conlleva una examinación minuciosa del historial
médico de la persona, así como también exámenes físicos y
pruebas para evaluar la memoria y la función general de la mente y
el sistema nervioso. El doctor puede también preguntarle a un
miembro de la familia o amigo cercano sobre cambios notables en
la memoria o capacidad pensativa del paciente.
La mayoría de las confusiones en el proceso de diagnosticar
Alzheimer surgen de la dificultad ocasional de distinguir Alzheimer
de alguna otra forma de demencia. La demencia es un término
general para un grupo de desórdenes del cerebro que afectan la
memoria, el juicio, la personalidad y otras funciones mentales. La
condición de Alzheimer es la forma más común de demencia,
representando de un 60 a un 80 por ciento de los casos.