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1. Vid FRIEDNIAN, L.M., «ls there a Modem Legal Culture?», Ratio luris, vol. 7,
n.a 2, July, 1994, pp. 117 y ss . Así define el autor el concepto de «Legal culture»: «Sy
legal culture we mean the ideas, values, attitudes, and opinions people in some society
hold, with regards to law and the legal system» (p. 118) .
2. Vid LópEz CALERA, N.M., Filosofía del Derecho, Corvares, Granada, 1992,
pp. 13 y ss .
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3. LóPEz CALERA, N.M ., Filosofa del Derecho, cit., p. 14.1rd. en un sentido si-
milar, P BARCELLONA, «La formación del jurista», en BARCELLONA, P. HART, D.,
MUCKENBERGER, U ., La formación del jurista. Capitalismo monopolístico y cultura
jurídica, 3.a edic ., trad . de C. Lasarte, Civitas, Madrid, 1988, pp . 19-21.
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de la sociedad, los fines y metas que hay tras la misma y poder, tam-
bién, orientar su actuación hacia la transformación de la sociedad . Pa-
rece que uno de los elementos principales en la formación del modelo
de jurista según el segundo paradigma es la Filosofía del Derecho.
Creo que Luis Prieto expresa muy bien el problema cuando afirma que
«el futuro de la Filosofía del Derecho se halla estrechamente vinculado
a la postura que se adopte ante el interrogante comentado [qué tipo de
jurista se desea formar], que postular un determinado tipo de jurista
condiciona la presencia y el sentido de la reflexión filosóficojurídica
en las Facultades de Leyes. Si el objetivo es formar un técnico opera-
tivo y acrítico capaz de utilizar las normas a la perfección, pero igno-
rante de las implicaciones sociales y políticas de su labor, entonces
bien puede pedirse para la disciplina un lugar en el museo de la historia
o, lo que quizá sería peor por lo que tiene de encubrimiento, un puesto
ornamental en el plan de estudios ; y por ornamental no entiendo una
posición devaluada de asignatura optatíva, sino sobre todo un género
de docencia desvinculada de las preocupaciones jurídicas, que en el
mejor de los casos puede incrementar la erudición del profesional del
Derecho, dejando intacto su saber dogmático» 4.
Lo escrito hasta el momento pudiera parecer un mero excurso au-
tojustificatorio de la importancia de la actividad desarrollada por un
determinado sector docente. Creo que dicha crítica, en caso de produ
cirse, es injusta y, además esto es lo grave tiene tras de sí una evidente
miopía que provoca una deformación de la realidad. Cuando hablamos
del jurista no nos estamos refiriendo a un profesional cualquiera en el
marco social . La actividad y las funciones del jurista son de una impor-
tancia esencial . El jurista, no sólo es un operador jurídico, sino que
además, es un operador político. Quizás sería más correcto afirmar que
el jurista es un operador político en tanto que operador jurídico . En
todo caso, en una sociedad como la nuestra, en la que la inmensa ma-
yoría de los conflictos sociales importantes reciben respuesta por parte
del Ordenamiento jurídico, la intervención en los mismos de losjuris-
tas les convierte muchas veces en colaboradores -o en contrincantes-
del poder en su toma de decisiones 5 . Por eso Ota Weinberger señala
que el quehacer del jurista debe ser considerado como una «ingeniería
social» b . Desde el momento en que, en el marco de una concepción del
4. PRIETO, L., «Un punto de vista sobre la Filosofía del Derecho», Anuario Filo-
sofía del Derecho, vol. VI, 1987, p. 595.
5. Así, P BARCELLONA señala : «Para recuperarla función y la incidencia delju-
rista sobre la realidad es necesario restablecer el legamen entre Derecho y Política;
porque, en realidad, Derecho y Política son dos caras de una misma moneda: toda ar
gumentación jurídica implica una línea política determinada», «La formación del ju-
rista», cit., p. 33 .
6. Vid. WEINBERGER, O., «Les théories institutionnalistes du droit», en VVAA,
Controversies autour de Pontologie du droit, publie sous la direction de P Amselek et
Chr. Gregorczyck, PUF, París, 1989, p. 81 .
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Hasta aquí hemos intentado trazar las líneas básicas del marco
en el que nos tenemos que plantear el sentido, el significado, la jus-
tificación en definitiva, de la Filosofía del Derecho. Completar este
intento de justificación constituye la tarea que nos debe ocupar a con-
tinuación.
Posiblemente una de las características de la actividad intelectual
del filósofo (aquí nos referimos no sólo al filósofo del Derecho) con-
sista en la reflexión y replanteamiento permanente de su actividad, en
la perenne justificación de su quehacer. Desde este punto de vista, se
puede señalar que la filosofía constantemente reflexiona sobre sí mis-
ma, autopresentándose en forma problemática 10. Dicha puesta en
7. Vid., PRiETo, L., «Un punto de vista sobre la Filosofía del Derecho», cit.,
P.595 .
8. LópEz CALERA, N.M., Filosofiá del Derecho, cit., p. 234.
9. Vid., PRIETO, L., «Un punto de vista sobre la Filosofía del Derecho», cit.,
p.593.
10. Vil. OPOCHER, E. Lezioni di Filosofan del Diritto, Cedám, Padova,1983, p. 3.
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Derecho como filósofos del Derecho 14. Quizás tras todas estas afir-
maciones se encuentren las razones de fondo aducidas por Marina
Gascón: las dificultades de definición inherentes al término «Filosofía
del Derecho» -provocadas, en buena medida, por las circunstancias
históricas que rodean su origen y posterior desarrollo-, de una parte
y, de otra, la gran cantidad de cometidos o funciones que se le atribu-
yen a la Filosofía del Derecho sobre las cuales, por otra parte, tampoco
existe un acuerdo 15 .
En estas líneas no intentamos encontrar una definición exacta y
definitiva de Filosofía del Derecho; por el contrario, enfocaremos la
cuestión del sentido y justificación de nuestra materia desde dos pun
tos de vista que, por lo demás, son de común aceptación en gran parte
Filosofía
de la doctrina . Así, en primer lugar consideraremos a la del
Derecho como filosofía centrada en problemas respecto de los cuales
la ciencia carece de perspectiva suficiente para abordarlos; en segundo
término haremos referencia al carácter esencialmente crítico de la Fi-
losofía del Derecho.
que una de las diferencias entre los planteamientos científicos y los fi-
losóficos radica en su objeto formal respectivo. Si consideramos que
el objeto material se identifica con la realidad de la que se ocupa un
determinado saber y el objeto formal con la perspectiva desde la que
se analiza esa realidad, podemos afirmar que la filosofía tiene un obje-
to formal caracterizado por la noción de totalidad 20 .
Una comprensión incorrecta de lo que se acaba de decir podría
llevar a la conclusión de que no son necesarias, las relaciones entre
la ciencia y la filosofía y que ambos tipos de saberes pueden desa
rrollarse independientemente el uno del otro . Situándonos en la
perspectiva que aquí nos interesa, la de la filosofía, hay que señalar
que la anterior conclusión es errónea. Y ello porque parece que la fi-
losofía necesita como presupuesto operativo la actividad científica.
Quiere decirse con ello que a la filosofía le urge contar con las con-
clusiones científicas como plataforma desde la cual llevar a cabo su
función . En este sentido Frederick C. Copleston señala que «la filo-
sofía es claramente parasitaria», aclarando seguidamente : «Quiero
decir simplemente que la filosofía, tal como existe de hecho, puede
ser como algo que se alimenta a expensas de otra cosa . La filosofía
de la ciencia, por ejemplo, presupone el desarrollo de la ciencia, de
la cual se alimenta reflexionando sobre sus presupuestos y su meto-
dología o su lógica
.» 21 . Por lo tanto la filosofía no puede prescin-
.
dir de las aportaciones de la ciencia; más aún, se construye sobre y
a partir de ellas .
Pues bien, si admitimos que la relación que existe entre la Filoso-
fía del Derecho y la cienciajurídica es la misma que la que existe entre
la filosofía y la ciencia 22 , e intentamos encontrar algún paralelismo
entre la filosofía «general» a la que nos venimos refiriendo y la Filoso-
fía del Derecho, constatamos que, en efecto, dicho paralelismo existe .
También la Filosofía del Derecho encuentra su justificación en la
existencia de aquellos temas o problemas a los que, podríamos decir,
no llega la ciencia jurídica en sus diferentes manifestaciones. La im-
portancia de estos problemas o cuestiones pendientes es de tal enver-
gadura a la hora de dotar de sentido anuestra materia que, por ejemplo,
Alf Ross prefiere habla ---a la hora de referirse a ella- de «proble-
mas iusfilosóficos» en vez de «Filosofía del Derecho» 23 .
20. Ud. KAuFmANN, A., «Filosofía del Derecho, Teoría del Derecho, Dogmática
Jurídica», en KA^ANN, A., (y otros), El pensamiento jurZd¡co contemporáneo, edi-
ción española de G. Robles, Debate, Madrid, 1992, p. 29 .
21 . COPLESToN, F.C., «La filosofía tal como yola veo», en VVA.A ., La lechuza
de Minerva. ¿Qué esfilosofta? > cit., p. 159.
22 . Vid. LEGAz LAcAmBRA, L, Respuesta a la pregunta : «Qu'est-ce que la phi-
11
23. Ross, A., Sobre el Derecho y la Justicia, trad . de Genaro R. Carrió, EUDE-
BA, Buenos Aires, 1974, p, 26 .
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36. Ud. LópEz CALERA, N.M., «Teoría crítica del Derecho», Anuario de Dere-
chos Humanos, n.o 4, 1986-87, p. 155.
37 . VIEIIWEG, Th ., «Sobre la relación entre Filosofía del Derecho, Teoría del
Derecho y Dogmáticajurídica», en ID., Tópica y Filosofía del Derecho, trad . de
J. M. Sena, rev. de E. Garzón y R. Zimmerling, Gedisa, Barcelona, p . 25 . Por ello,
precisamente, deben tenerse en cuenta las implicaciones y consecuencias de los plan-
teamientos que se dicen «post-filosóficos», ya que, como ha señalado Adela CORTR-
NA, «mientras los hombres nos conformemos con lo dado donde pudiéramos asumir
las riendas, sigue teniendo la filosofía la función crítica y liberadora que, por su mis-
mo status epistemológico, no pueden ejercer las ciencias», Etica sin moral, Tecnos,
Madrid, 1990, p. 31 .
38 . POPPER, K., «Cómo veo la filosofía», cit., p. 64. Vid. en el mismo sentido,
RAPI-IAEL, D.D ., Filosofa Moral, trad. J. J. Utrilla, Fondo de Cultura Económica, Mé-
xico, 1986, pp , 11-18.
39 . AYER, A., y NAESS, A., «El vaso sobre la mesa : un empírico contra una vi-
sión total», en ELDER, F ., (ed)., La filosofía y los problemas actuales, trad . de A. Gil
Lasierra, Ed. Fundamentos, Madrid, 1981, p. 17 . .
40. POPPER, K., «Cómo veo la filosofía», cit., p. 64 .
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47 . LópEz CALERA, N.M ., Filosoffa delDerecho, cit., p. 17. Cursivas del autor.
48. Uid. Díaz, E., Socíología y Filosofa del Derecho, Taurus, Madrid, 1984, p. 332.
49 . lad. PEcEs-BARBA, G., Introducción a la Filosofía del Derecha, cit., Segun-
da Parte, Capítulo Segundo: «La necesidad y la justificación de la Filosofía del Dere-
cho: la crítica de la Dogmática Jurídica», pp . 187 y ss.
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57. DELGADO PINTO, J., «Los problemas de la filosofía del Derecho en la actua-
lidad», cit., p. 42 .
58 . Vid. PÉREz LuÑo, A.E ., «El concepto de filosofía del Derecho», en ID ., Lec-
ciones de Filosofa del Derecho. Presupuestos para unafilosofia de la experiencia ju-
ridica, Departamento de Filosofía del Derecho y Derecho Natural, Universidad de
Sevilla, 1988, pp. 111 y SS ., y FERNÁNDEZ, E., «La Filosofía del Derecho», ID., Estu-
dios de Etica jurídica, Debate, Madrid, 1990, pp. 24 y ss. En el mismo sentido C.
COSSIO afirmaría que «el papel desarrollado por la experiencia práctica del Derecho
es inmenso y no puede ser sustituido porque para el jurista y el filósofo del Derecho
esta experiencia es la única fuente posible de intuiciones axiológicas y sensibles»,
Respuesta a la pregunta : «Qu'est-ce que la philosophie du droit?», Archives de Philo-
sophie du droit, n.o 7, 1962, p. 105.
59 . E. OPOCHER utiliza este término en sus Lezioni di Filosofia del Diritto, cit.,
p.14.
60 . PRIETO SANCHís, L., «Un punto de vista sobre la filosofía del Derecho», cit.,
p.59.
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prensión del Derecho. Quizás sean estas deformaciones las que han
podido motivar la gráfica reflexión de Jesús Mosterín : «La filosofía
analítica ha producido miles de papers sobre la calvicie del rey de
Francia (que plantea el problema de la referencia de las descripciones
impropias) y docenas de tesis doctorales sobre los hipotéticos cerebros
en una bañera (que plantean la cuestión del establecimiento de la
referencia). Es cierto que hay que analizar los conceptos que utiliza-
mos en nuestra cosmovisión y que tenemos que evitar caer en las tram-
pas que nos tiende el lenguaje . Pero la filosofía no se limita al análisis
conceptual ni al lingüístico. Para ascender al Everest se necesitan bue-
nas botas, pero la obsesión por las botas no debe hacernos olvidar la as-
cención de la cumbre» 65 .