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Reflexiones sobre la Celebración del

Bicentenario en Chile
Profesores: Francisco Berríos Drolett.
Juana Lucero Villavicencio.

Durante este año todos hemos oído hablar del Bicentenario y muchos deben
pensar que lo celebramos solo en Chile, sin embargo esta es una celebración
hispanoamericana, pues conmemora la inquietud de los criollos a través de los
Cabildos Abiertos y el movimiento de generación de Juntas de Gobierno,
desde el cono sur de América (Santiago de Chile y Buenos Aires) hasta México.

Esto implica en un primer momento una actitud de fidelidad a la Corona


Castellana por parte de los colonos, ya que la Península Ibérica está ocupada
por las tropas francesas de Napoleón, siendo apresado el rey Fernando VII en
el año 1808.
A partir de esta situación, las colonias americanas no reconocen a José
Bonaparte como su rey y se proclaman leales a la Casa de Borbón. Las noticias
estimulan a los colonos a convocar Cabildos Abiertos, en los cuales se va a dar
paso a la formación de las Primeras Juntas de Gobierno.

Septiembre es conocido como el mes de la patria, en el cual los chilenos


bailamos cueca, comemos empanadas, tomamos chicha, ponemos banderas y
celebramos... Pero ¿qué celebramos? si esta fecha fue una ceremonia marcada
por rasgos monárquicos que se manifiestan a través del juramento de fidelidad
al cautivo rey Fernando VII, aún cuando a partir de este momento se
produjeron grandes cambios a través de la creación de nuevas organizaciones
políticas, como el Primer Congreso Nacional , los símbolos patrios, la libertad
de comercio, los periódicos, entre otros. Sin embargo, la declaración
correspondiente de 1818 resumió muy bien la importancia del origen: “La
revolución del 18 de Septiembre de 1810 fue el primer esfuerzo que hizo Chile
para cumplir esos altos destinos a que lo llamaba el tiempo y la naturaleza”. Era
la fecha de la fiesta”. [1]
La celebración de la fiesta en los comienzos de la República

Como ha señalado la historiadora Paulina Peralta la independencia fue motivo


de festejos durante los primeros 30 años del Chile republicano, siendo
celebrado el día 12 de febrero, en conmemoración de la batalla de Chacabuco
de 1817 y la jura de la independencia en 1818; y el 5 de abril, cuando en 1818
se produjo la batalla de Maipú, hito que marca la consolidación definitiva del
proceso de emancipación de Chile de la corona española. Ambos fechas, además
el 18 de septiembre, constituían las fiestas nacionales que conmemoraban la
nueva forma política del país.

“Con el correr de los años, la autoridad se cuestionó el hecho de tener tres


festividades anuales que celebran casi lo mismo y que tenían un ritual muy
similar. Era muy contraproducente económicamente y es por eso que en 1824
se eliminó el 5 de abril”, explica Paulina Peralta. De acuerdo con la historiadora,
una decisión similar tomaron en 1837 el Presidente Prieto y Diego Portales,
tras firmar un decreto que reducía el 12 de febrero a un par de
demostraciones menores para, entre otras cosas, evitar perjuicios en el
sistema público y reunir todas las fiestas cívicas en un solo día”. [2]

“El “dieciocho”, por lo tanto, se transformó en la única gran celebración


nacional y, en consecuencia, Chile no celebra, en sentido estricto, el día de su
independencia, como sería lógico en el caso de una ex colonia. El 18 de
septiembre es la fiesta más antigua de las tres -se festejaba desde 1811-, pero
históricamente no representaba un corte definitivo con la corona. ¿Por qué ha
perdurado con tanta fuerza esta fecha por sobre las demás?” [3]

El mes de febrero no era el más apropiado para celebrar la independencia de


Chile, ya que nuestro país se encuentra en la época estival, en la cual además
de producirse las faenas agrícolas muchas personas están de vacaciones,
principalmente la gente de Santiago que se dirigían a sus campos, también los
regidores del cabildo que se encargaban de la organización de la fiesta oficial.
Por otra parte, en varias ocasiones se debió cambiar la fecha, debido a que
coincidía con el carnaval previo a la cuaresma. “Es posible que la celebración de
febrero no le haya parecido a la élite por los posibles e incontrolables
desórdenes populares” asociados a la fiesta popular, afirma el historiador
Maximiliano Salinas, investigador de la Universidad de Santiago y especialista
en historia de las culturas populares chilenas”. [3]
Estas razones, sumadas a que en septiembre la primavera estimula a la gente a
celebrar, explicarían el triunfo del “dieciocho”, extendiéndose así también los
años de existencia independiente de nuestra nación. Sin embargo, también
hubo razones políticas: “Como sugiere Alfredo Jocelyn-Holt, la proclamación de
la independencia estaba muy vinculada a la figura de O’Higgins y fue Portales
quien decretó el fin del 12 de febrero -explica la autora de “¡Chile tiene
fiesta!”-. ¿Por qué legitimar una celebración muy ligada a O’Higgins? La idea era
refundar, cortar con el pasado en muchos sentidos, y eso redundó en un olvido
consciente de todo lo anterior”. [3]

Paulina Peralta señala que “el 18” se impuso, recordando el inicio del proceso de
Independencia, mientras la fiesta patriótica se convirtió en un espacio
privilegiado para que los chilenos experimentaran la idea de ser una nación. [2]

[1] Revista Capital nº 259, del 21 de agosto al 3 de septiembre 2009. “El 18 de septiembre de 1810: a un año del
Bicentenario” Artículo de Alejandro San Francisco, Profesor del Instituto de Historia y de la Facultad de Derecho de
la Universidad Católica de Chile. Director del IES Instituto de Estudios de la Sociedad.
[2]Paulina Peralta, licenciada en Historia de la UC y autora del libro “¡Chile tiene fiesta! El origen del 18 de
septiembre” (Lom, 2007).
[3]Artes y letras, de El Mercurio. Recopilado por: Evelyn Erlij - www.saladehistroria.

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