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(Datos tomados de: Riordan, James, Jasón y los argonautas, 2ª ed., 3ª reimp. Ilustr.: Jason
Cockcroft. Introd.: Agustín Sánchez Aguilar. Trad.: Agustín Sánchez Aguilar y Susana Camps.
Barcelona, Vicens Vives, 2016.)
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Toisón procede del francés toison, a su vez relacionado con el vocablo latino tonsio,-onis,
trasquiladura, de donde también viene en español tonsura, el cabello trasquilado o rapado que
llevan los monjes.
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hizo fenecer en medio de grandes dolores; después, asesinó a sus
dos hijos para que Jasón se desesperara de dolor, como así ocurrió.
Esta segunda versión, de unos seis mil versos, es la única que conocemos hoy.
Argonáuticas no es un poema popular, pensado para la recitación, como la Odisea, sino una
obra culta, ideal para la lectura, propia de un hombre que creció y vivió entre libros, con alardes
de erudición geográfica, antropológica, mitológica… Argonáuticas une al aliento épico el
análisis de los caracteres de los personajes, pues el autor busca conmover a su público y dejarle
un buen sabor de boca; de ahí que cerrara el poema dejando de lado la terrible venganza de
Medea y la leyenda sobre el trágico final del héroe.
Jasón y su historia era tan famosa en la Antigüedad que aparece dibujada en múltiples
vasijas de cerámica. Poetas latinos como Virgilio y Ovidio o dramaturgos como Séneca se
inspiraron en ella. En la Edad Media, Dante promete a los lectores de su Paraíso “maravillas
mayores que las que vieron los argonautas”. En el Renacimiento y el Clasicismo, Jasón y Medea
inspiraron cuadros, óperas y dramas a autores como Lope de Vega, Calderón de la Barca,
Corneille… En el siglo XX, se han hecho películas y obras de teatro. En 1946, Jean Anouilh
escribió una espléndida tragedia sobre Medea, cuya desesperación simbolizaba el absurdo de
la existencia humana.
La motivación de Jasón era política, pues buscaba recuperar el trono de la ciudad griega
de Yolco, que le correspondía por herencia, pero que había usurpado su tío Pelias. El rey se
comprometió a devolverle el trono si traía a Grecia el vellocino de oro y así tuvo que ir a la
Cólquide (en Asia, a orillas del Mar Negro). En el relato alternan las escenas de acción y las de
amor, como el encuentro con la reina Hipsípila en la isla de Lemnos.
En la Cólquide Jasón tendrá que superar terribles episodios de lucha, que no conseguiría
haber pasado de no ser por la ayuda de Medea, la hija del rey Eetes. Gracias a ella y a sus dotes
de hechicera, consigue el vellocino y regresa a casa, no sin antes pasar más peligros. En el viaje
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de vuelta, Jasón pasa por muchos parajes que antes visitó Ulises: Feacia, país de Circe; la isla de
las sirenas; el estrecho de Escila y Caribdis.
Los compañeros de Jasón, los argonautas, reciben su nombre del barco Argo, “veloz”.
Son la flor y nata de Grecia, unos cincuenta elegidos para la gloria: Hércules, que no llegas a la
Cólquide; Atalanta, la única mujer; Orfeo, el músico; los hermanos Zetes y Calais, con alas que
les permiten volar; Idmón, el adivino; Linceo, el de la vista de lince; Tifis, el timonel; Eufemo, el
más rápido, capaz de correr sobre el mar sin hundirse; Periclímeno, capaz de transformarse en
lo que sea; Cástor y Pólux, los gemelos
espartanos… Es posible que cada uno
de estos héroes tuviera su historia
personal, donde desarrollaría sus
propios poderes, pero en
Argonáuticas no llegan a brillar sus
habilidades, sí lucen en la primera
parte (el viaje a la Cólquide), pero
carecen de relieve una vez en la tierra
del toisón, donde cada vez cobra más
protagonismo Medea.
Ella es, al lado de Jasón, la gran protagonista de la historia, la mujer de ojos vivos. No es
una figura hueca, mera comparsa del héroe. Apolonio describe finamente sus sentimientos,
sobre todo cuando tiene que decidir entre el amor y su patria. Medea tiene un lado oscuro, pues
es bruja, conoce la magia negra. Y eso la lleva a la vehemencia en ocasiones, a la violencia
excesiva.
En cuanto a los dioses, no se quedan tampoco al margen de la vida de los hombres, sino
que intervienen de continuo. A Jasón le ayudan Hera, Afrodita, Atenea y Eros en sus momentos
de mayor dificultad. Sin su apoyo, la victoria es imposible. Ellos insuflan el amor a Medea para
que traicione a su padre, enamorada de Jasón. Tal parece que los seres humanos seamos títeres
en manos de los dioses, que juegan con nuestros amores, deseos, sufrimientos…
A veces, algún dios se pone en contra de Jasón: por ejemplo, Zeus complica su regreso
a Grecia. Pero los principales antagonistas son otros hombres, en especial los reyes Pelias y
Eetes y el gigante Ámico (al que mata Pólux).
Al final, Jasón vence, regresa a casa, recupera su trono, pero su victoria es breve e inútil.
Apolonio calla la terrible venganza de Medea, de la que ya hemos hablado, para no estropear
el final feliz a sus lectores. Aun así. El nuevo rey de Yolcos abdicó la corona al año de ocuparla,
sus súbditos no estaban dispuestos a aceptar que la hubiera conseguido gracias a las brujerías
de su esposa.
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a) El poeta latino Valerio Flaco habló de la apertura a Asia y Oriente del superior poder
civilizador griego-occidental. Una anticipación del “clash of civilizations” (“choque de
civlizaciones”), hoy tan en boga.
b) Otros han hablado del ansia de oro que mueve a los seres humanos (algo que también se
ha aplicado a la conquista de América, por parte de los españoles; o a la conquista del Oeste
americano, por parte de los anglosajones).
c) Hay quien ha sugerido que el triunfo de Jasón con el apoyo de las mujeres y, especialmente,
de la magia es una idea que repugna profundamente al pensamiento racionalista griego,
de ahí que fuera inevitable el castigo del héroe.
d) Por último, hay quien afirma que es la condición de pionero de Jasón la que la ha hecho
merecedor del fracaso final, su afán de innovar, su ansia modernista. Él navegó por mares
por los que nadie antes había navegado, lo cual equivalía a un acto de soberbia, de hybris o
desmesura, siempre castigado por los dioses. Por eso Jasón es, de todos los héroes griegos,
el más humano. Fieramente humano.
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