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861.

Ch
A
Cuadernos de poesía N°1
Concepción, Chile: Pequod Editores,
2015
76 pp.
1. Poesía chilena actual. Actualmente gran parte de la mejor literatura nacional la
promueven, editan y distribuyen las pequeñas editoriales indepen-
dientes, todas unidas bajo una consigna que es también la nuestra:
la literatura debe ser hecha por y para quien realmente le apasione.

Pequod Editores nace el año 2010 como un sencillo, pero


hermoso gesto, que acabó de tomar forma el pasado 2014 con el
lanzamiento de nuestra primera publicación oficial: el poemario
Chico Malilla de Oscar Petrel. Nuestra intención es propiciar un
espacio para la literatura en su más amplia denominación. Si bien
por ahora nos hemos enfocado en la literatura penquista, cuya
vasta tradición literaria no nos es desconocida, consideramos que,
al final, la literatura no es ni genérica ni geográfica, sino que se va
construyendo a partir de la calidad impuesta por la propia obra.

El presente cuaderno de poesía constituye un breve catálo-


© Copyright 2015, by Pequod Editores go de autores que son parte del equipo y cooperadores directos. Di-
Primera edición: Julio 2015 cho catalogo es susceptible de ser dividido entre los editores, Alon-
so y Felipe, y los escritores Marcelo y Oscar. Estos últimos merecen
Edita y distribuye: Pequod Editores una consideración especial ya que han creído y cooperado con este
editorial@pequodeditores.cl proyecto desde que era tan sólo una idea flotando en el aire.
www.pequodeditores.cl
Concepción, julio de 2015
Diseño: Pequod Editores
Diagramación: Rodrigo Zúñiga Mardones
Serigrafía: Belén Droguett
Edición literaria: Felipe Fuentealba y Alonso Tapia
Impreso en Chile / Printed in Chile
Derechos Reservados
Cuadernos de poes ía

Ella persiste en las cosas

Ella no te aguarda por las noches


Te lo dicen las cosas desarmadas
Las frazadas te pesan y las puertas
No se cierran o se cierran de repente.
Es el viento que sopla y vuela hojas
De los libros tirados en la cama

Felipe
O es el tiempo que pasa por los muebles
Y los gasta sin moverlos, sin usarlos
Como si ella volviera silenciosa
Y mirara tu cara cuando duermes

Fuentealba R.
Mientras sueñas que sueñas con sus gestos
Con sus cosas huyendo de los bolsos
Pero no, no es así, nadie te aguarda
De noche, cuando vuelves y quisieras
Convertirte en la ropa en el pasillo

Nacimiento, 1982 Para que alguien pudiera recogerte.

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Cuad e rnos de p o e s í a Cuadernos de poes ía

El placer por las cosas que se acaban La película de mi vida

El placer por las cosas que se acaban Nunca he disparado un arma


Y los días que enumeras de esa forma Y sólo me he acostado con mujeres.
Como fósforos que se agotan en su caja La película de mi vida fracasará en términos comerciales.
O el azúcar vaciándose en el frasco. En términos artísticos,
El placer por las cosas que terminan Ni hablar.
Justifica el desgaste de tu tiempo Los escasos espectadores
Algo haces, la despensa se vacía Asistirán a la proyección de un puñado de escenas
Y mañana podrás reabastecerla. Un muchacho perdido que se detiene ante la forma de un velador
Esas cosas de tu casa que se acaban Un hombre extraviado que busca el mar en medio del mar
(el polvo en el que muere la limpieza) O la vista de mi abuela durmiéndose sobre su silla
Como mesa que se gasta en el silencio En mitad de la teleserie
Entregando tu rostro a la memoria. Mientras el nieto, a su lado, la contempla
Y tu vida se confunde con las cosas Y siente de pronto que nada malo podrá ocurrirles.
Y las usas esperando que retornen
Colocando el café sobre la mesa
O diluyendo el azúcar en el agua
Existes, la despensa está vacía
Y mañana podrás reconstruirla.
Y es tu vida, de algún modo, la que pierdes
Con las cosas de tu casa que se agotan
Pero pierdes con placer, con la esperanza
De empezar otra vez en el futuro.
La ilusión ante las que cosas que terminan
Te protege de las noches con insomnio
Revelando que tu vida sí se mueve
Y llevándote de nuevo a la rutina
Que te ata a todo aquello que se acaba
Y te acerca a las cosas que comienzan.

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Cuad e rnos de p o e s í a

Treintaitrés

En esta edad en que las cosas perdidas


Comienzan a ser más que las cosas que se esperan
Donde la noche no es sino el lugar
En el que te miras al espejo
Y los nombres de aquellos que amas
Se parecen demasiado a los nombres de tus libros
En esta edad en que los días que te ocurren
No son más que un solo día interminable
Y que las puertas que se abren son iguales
A las puertas que se cierran
Y que todo lo que haces,
Lo haces sin querer
Y para siempre.

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Cuadernos de poes ía

Punta de Parra y espectro

Extendida y soberbia casa de bestia sobre el cerro.


De punta en la sima/escurriendo/corriéndose hasta el fondo.
Suma dos por el ojo el pasajero rumbo a la arena de su exilio.
El cuerpo quebrado y con cadenas en la persecución de su espectro/

Marcelo
Nada más un espectro/un espectro solamente/un espectro.

Hay como un quejido entre la hierba y el agua que se seca sobre la


tierra.

Garrido
Tiene empeñados los atuendos de otro estío.
Bajo ese polvo que se llevó el paso de la estaciones
Fueron mis huellas a la siga del olvido
Sordo en la espera de que esta cima llegue de una vez por todas al
Tomé, 1976 cielo.

De qué presumíamos el verano pasado, de qué cosa: de que esta roca


era isla,

Cuatro poemas animales Es la lengua del mar/decías /lamió el muslo de Dios y fue piedra.
De esa lejanía somos nada más que la saliva/el decir se nos resbala/lava
El viento nuestros techos/echando por tierra nuestra rabia.
Un canto nuestro entonces es la niebla corriéndose entre los pinos:
Verdes quedamos /verdaderamente visiones de vertiente tenemos/vér-
tigo
De vernos aventados a la altura de un cerro que cava hacia arriva,
Que va cavando una cueva en la noche/que una cueva va cavando
hacia arriva
Y no cede/porque no cede/es que no cede.

El pasajero alcanza alzado el recinto vacío del hambre y se baja larga-


mente
Y otros pasajeros más oscuros bajan con él y en el vacío echan la cos-
tumbre…
En vez de hombres larvas de sueño huero/héroes de hueso/no más que
eso/héroes
Que en la ardiente miseria van dejando la carne en alabanza/
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Cuad e rnos de p o e s í a Cuadernos de poes ía

Cansados de tanto darse y darse y darse a al oscuro numen que les da Sobre la tarde crucificada de papeles
la carne quemada,
Lo que son al otro lado del sueño y del sonido, El cielo se derrama sobre el cerro iridiscente de punta de parra
Estos apretados espectros sueltos otra vez Y destilan las paredes insustanciales del signo,
En el alba de un día igual a otro/arrojado con pereza en punta de Destilan una ponzoña pastosa que se amontona en la garganta.
parra. Un grumo doloso en el que se juntan confusamente
El pasajero se hunde y ruega que este cerro cierre ya sus hogueras y El deseo fasto y la presencia amarga de las cosas subiendo por las
que ardiendo raje cosas,
La garganta del espectro/su canto/el poema/ la pena y el cepo. Bajando por ellas, llenando con su apuro sostenido un cuerpo vacío:
El hueco envanecido/agitado por las materias ácidas del yo arruinado
y caduco:
Trigo arruinado por el frío, que habrá que recoger y amontonar en el
sonido.

Envuelto en sí mismo será cosa entre las cosas, vagará entre ellas,
Se alojará entre ellas, luego en la realidad
O en lo que sea para no ser una cosa, para ser otra cosa o para saber.
En lo podrido rige la muerte y la carne es echada a los gusanos que
rige la muerte.
Porque sabe el yo seco que vendrán a cubrirlo con un sudario,
Porque sabe que la piel envanecida sobre la que escribe, enmohecerá

Divaga uno, rudamente divaga uno sobre sí mismo.


De luto va uno en busca del canto que instiga transpirando en la
espiga.
Y va con las brumas arrastrándose sobre la piel de la hierba.
Va con el llanto y el quejido entre los pinos,
Va también con el hastío soez de las tardes,
Va solo con la sombra sin prodigio ni fábula en qué echarse:
Nada lo nombra y no es la nada su costumbre.
Canta uno en el vacío y las palabras ponen sus larvas livianas en el
aire,

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Cuad e rnos de p o e s í a Cuadernos de poes ía

Canta uno y una luminosa lluvia de gusanos cuaja sobre el suelo: El exiliado es una sombra.

La vida breve de negras mariposas, eso canta uno para sí mismo. Con la mano rota pones en movimiento la noria.
Pero no será para nosotros el canto ni el encanto del espejo; Te devuelves contra el sol que enciende con oropel las nubes
Su primavera de oropel y pedrería, no será para nosotros ni para los Y piensas que acaso habrán de fatigarse las palabras
otros ni para nadie: Fustigando con desolación los bosques este diciembre en punta de
Fundido en el vinagre de las horas, el canto será para sí mismo. parra
Y sobre la tarde crucificada de papeles/Como una copa que se derra-
ma, Y pudo un ojo nombrarlo todo en otra fecha al asecho de otro estío.
Se derrama el cielo sobre el cerro iridiscente de punta de parra. Y sin embargo los papeles arrugaron la mano que trabó la letra
Cuál es la cosa de este esfuerzo, su objeto… En los sordos cuadernos festejados por el sudor bajo el polvo en punta
A fuerza de qué se obliga uno y no se disuelve así no más como el de parra.
rocío.
En las disquisiciones del espanto hemos perdido una palabra Hay imagen para todo menos para la ausencia,
Y con ella el temor a fatigarla. Que suple los saldos negros que tejen el sudario para este sujeto roto.
Este luto no nos pertenece, no tenemos lugar en estos velorios. Y recuerdas con desarraigo al desterrado
En esta noche oscura sin alma, la mano enferma, grave, despliega sus Los haberes inútiles que lo sostienen del hilo de su desorden.
trabajos Sórdido fruto viciado que aguarda, como ante una doble miseria,
Buscando carne en la memoria, Su cara sin espejo.
La mano enferma y confusa, reclama para sí el vicio de la muerte. Roto y descompaginado él desterrado arrojándose con cada línea
Y se conjura este vicio con la muerte. A los plazos de lo inútil
Y conjura a la muerte este vicio desquiciado.
Más allá del canto y anterior al silencio, Acierta mordiendo con oscuridad la luz en la que alumbra sus inven-
La memoria de un dolor disimulado en el vacío tos:
Se derrama sobre el cerro iridiscente de punta de parra y sus espectros. El agua tejida apenas la mueve un viento mudo
Que recorre el territorio de lo inútil.
La relación de ambos es una tormenta que mueve este jueves mortal,
Incierto e innecesario a todas luces:
Mientras tanto, con bramido vuelves a encaramarte con celo a la
carne tuya.
Ir del estallido a la carnicería verbal,
Del estallido a esta cosa transparente en la que te cueces:

El exiliado es una sombra


Una especie brutal sin espacio y sin embargo.

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Cuad e rnos de p o e s í a

La pérdida de la paciencia

Pasiones de cardo se queman bajo la lluvia…


Desaciertos de cierto verano descompaginado que suda sobre noso-
tros.
En este desorden hacemos memoria revolcándonos
En los campos de hastío de punta de parra.

Cuerpos en fiero polvo ovillados,


Carne ciega exigida desde adentro como por pájaros
Carne que gira sobre sí misma, que cubre, golpea y se arrastra
Carne lastimada en el abrazo.
La paciencia arde entre los cuerpos reunidos,
Y la única certeza es la carne encogida en la carne grave,
Barro que se corre sobre sí mismo
Y que jadeando se aleja girando en la queja hacia el desastre
En los campos de hastío de punta de parra.

Pasiones de cardo se queman bajo la lluvia…


El púrpura de los cardos se abre abrasado,
El tallo recio tira de la flor,
El viento empuja la lluvia sobre el barro y salta en el aire.

Los cuerpos sin quicio se reclaman nuevamente.


A la duda regresamos cogidos de nosotros.
Hermosa ceniza clara de amantes abrasados.
Eso somos/ceniza somos y en ella yacemos
Desnudos y abatidos en la espera de nuestros cuerpos.
Eso somos/ceniza somos y en ella yacemos
Otra vez en la oscura vigilia de la paciencia
En los campos de hastío de punta de parra.

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Cuadernos de poes ía

Chico Malilla sospecha de sí mismo

Después del saqueo de la bomba de bencina,


escapé por los cerros, picado de sirenas,
bebí ron en las pausas,
sangré en algún lado.
Aceleré por la avenida,
pasé a la farmacia.

Oscar
Me detuve arriba de un techo,
me saqué el polerón,
hice una pausa, como los gatos
(no está permitido, lo sabía)

Petrel
observé los muros, los rostros, el sol de mediodía
toda esa belleza
sentí un golpe vivo,
sospeché ser un texto escrito en otra parte,
Puerto Montt, 1981 la evidencia, tal vez, de un poema violento.

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Cuad e rnos de p o e s í a Cuadernos de poes ía

Eran otros tiempos En una postal de la obra Amor reverso

Eran otros tiempos Un día me enredé en tus pantys como una reineta delirante. Y cada
decía mi abuelo, vez que tú cantabas me arrancabas de la noche y me dejabas sobre el
en un invierno mío amor como sin aire.
hay mil pulgadas de bosque derribado
cobrados al patrón
para comprar en la pulpería.

Eran otros tiempos,


me decía,
sacos de papas de 80 kilos
chicha y partidos de fútbol
con los indios de Temuco.

Me casé con tu abuela a los diecinueve,


ella tenía dieciséis,
tuvimos cinco hijos.

Eran otros tiempos,


el patrón violaba a la hija de mi hermano.
¡Cuánto dolor mi chico!
me decía,
y sus ojos de alerce
crecían como la nostalgia.

Así me hablaba mi abuelo


mientras comíamos sandías con harina tostada.
En la cocina mi abuela tejía un hilo largo de silencio.

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Cuad e rnos de p o e s í a

Chico Malilla conversa con el narrador sobre la proble-


mática del seudónimo

Niño Malilla escribe su verdadero nombre con su lápiz carbón.


Niño Malilla borra su nombre,
mal escrito en su cuaderno de caligrafía,
con las migas blancas de una mitad de pan.

Niño Malilla toma once con su abuela,


una taza de leche con un poco de café,
margarina y dulce de frambuesa
sobre la otra mitad de su goma de borrar.

¿Por qué recuerdas eso Chico Malilla?


“Porque aprendí a borrar mi nombre
de una manera
mucho más cierta que tú”.

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Cuadernos de poes ía

Un lustro

Esta es toda la fuerza


El olor a podrido de algo
Te avisa su existencia.
Para avanzar es mejor cerrar los ojos,
El hedor te salvará.
Ni estos animales pueden rehuir la muerte,
Menos tú con los ojos cerrados

Alonso
Rasgando el alma de los cimientos,
Buscando la cuña de la moneda en la tierra cocida.

Pero el hedor es una pista,

Tapia
Al menos, cuando quieras, cuando tengas las bolas,
Podrás abrir los ojos; te convences a ti mismo
y sonríes, porque así; ciego, alguien pudo leer tus pensamientos

Concepción, 1982 y la vida de tu madre. Y dijo: ten nostalgia del futuro.


pero tú quieres ver toda tu mano abierta, los nudillos,
por la oscuridad extendida, atravesándola.
Quieres abrir en canal tu vida y la de ella.
Traza la aventura, te dices a ti mismo,
Cava, vuelves a escuchar, siempre, todo el tiempo,
Estuvo aquí enterrada.

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Cuad e rnos de p o e s í a Cuadernos de poes ía

Ollas de cobre La sal

Al final de un relámpago La temporada baja es cruel con los corazones


Algo puede estar quemándose, Mina la esperanza de los obreros
O desapareciendo en el fondo del valle Curte el dolor de sus esposas
O nada ha ocurrido. Que esperan en la mesa el pan.
Es sólo lluvia en invierno, El fruto del sudor es una única sed
El frío que crea sus espejismos. Que todos comparten.
Los días tejen la idea que nos hacemos de las cosas,
Gastan los pedernales, las sedas, los limones, No hay más cosechas por verdor
Instrumentos de toda naturaleza. Ni pieles por curtir
Cabellos blancos que crecen en los cadáveres de los seres amados. La agilidad de los hombres es un talento innato
Imágenes que la ventana nos regala para que la procuremos Una moneda sin mercado posible en la escasez.
Somos el catastro de esas insignificancias: Un bulto que estorba la pobre madera del comedor.
Cuando se derrama la taza hirviendo sobre el niño,
Cuando el perro huye de casa, La espera del estío es ruin
Cuando cortas árboles que la tormenta botó, Arruina los vestidos de las quinceañeras
Cuando ves caballos en el abrevadero y es de noche, Y la virginidad de los morenos y los pecosos,
Cuando el semen toca su piel, Esperando el gran negocio que habrá de alimentarnos
Y alguien te dice en silencio un secreto. Nos gastamos como la sal.

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Cuad e rnos de p o e s í a

La lluvia espera

Tu mano es la deuda,
sé que no puedes hacer concesiones,
ni para mí,
tu sangre encarnada,
estamos al pie de la carretera,
y llueve, parece simple:
una escena de Robert Frank,
no del evangelio.
He cubierto todo trazo hacia la verdad,
limpié las huellas hasta aquí
expuestas.
Puedes acometer,
todo avance hacia la verdad es una pérdida de tiempo.
Las cosas simples son las más crueles,
en ellas se alojan las cosas que caen
y como si nada ocurriese
se quiebran,
como ahora las gotas de lluvia.

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Información de los autores

FELIPE FUENTEALBA R. (Nacimiento, 1982). Profesor de Filoso-


fía. Ha sido incluido en las antologías En la bella esquina del poe-
ma. Antología de poetas de la Universidad de Concepción (2006,
Ed. Universidad de Concepción) y Sub-30. Muestra de poesía en
Concepción (2008). El año 2010 dirige la revista literaria El tu-
rista. Ha obtenido diversos premios regionales y nacionales en la
categoría cuento. Es codirector del sello editorial Pequod Edito-
res Actualmente se encuentra preparando el poemario Pragmata.

MARCELO GARRIDO (Tome, 1976). Profesor de Español por la


Universidad de Concepción, Magister en Literaturas Hispánicas y
Doctor en Literatura Latinoamericana, por la Universidad de Concep-
ción. Ha publicado los libros de poesía: La oscura casa de la inteligen-
cia (2000 colección La Bestia Mágica) y El niño en la ventana (2009,
Editorial Al aire libro, colección La Bestia Mágica). Ha obtenido los
siguientes premios a nivel nacional: Primer Lugar en el Concurso
Nacional de Cuento Infantil (1997); Segundo Lugar Nacional en el
Concurso de Arte Joven (poesía), (1998). Entre 1998-1999 coordina
el taller Alfonso Alcalde de la Casa de Arte Laberinto, en la comuna de
Tomé, prologando la muestra antológica del mismo taller: “Declaros-
curo” (1999). Desde el 2009 forma parte como investigador y editor
de contenidos del grupo realizador del programa de televisión Poetas al
cierre (1°,2°,3° temporada), financiado por el Fondart. Se desempeña
como profesor de literatura en la en la Universidad Católica de Temuco.

OSCAR PETREL (Puerto Montt, 1981). Profesor de Español. Ha pu-


blicado los libros de poesía Las tres estaciones de un tren de juguete
(2007, Ed. Universidad de Concepción) y Chico Malilla (2014, Pe-
quod Editores). Ha obtenido diversos reconocimientos literarios, entre
ellos el primer lugar en el Concurso Nacional de Poesía Joven Armando
Rubio (2006), y el tercer lugar en el Concurso Nacional de poesía Lagar
(2009). Es uno de los organizadores de Poesía a Cielo Abierto, festival de
poesía chilena realizado en las ciudades de Valparaíso y Puerto Montt.
ALONSO TAPIA A. (Concepción, 1982). Profesor de Español. Ha
publicado el poemario Nosocomio (2010, Pequod Editores), y ha sido
incluido en las antologías En la bella esquina del poema. Antología
de poetas de la Universidad de Concepción (2006, Ed. Universidad
de Concepción) y Sub-30. Muestra de poesía en Concepción (2008).
Además ha recibido diversos premios de poesía, entre los que destaca
la Beca de Creación literaria (2007). Desde el 2008 participa en la
publicación penquista de arte y cultura Revista Mocha. El 2010 crea y
codirige el sello editorial independiente Pequod Editores. Actualmente
se encuentra preparando su segundo libro de poemas Temporada baja.

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