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20/04/16
Tres pruebas:
1. Material bibliográfico.
2. Materia.
3. Materia.
En cuanto al marco teórico, la criminología tuvo una época, el siglo XX, en donde produjo
muchos estudios, estadísticas, etc. Sin embargo, las teorías sobre criminología se instalan a
partir de la crítica que se hace a los enfoques multifactoriales o plurifactoriales.
Uno de los problemas de estos enfoques multifactoriales, según la crítica comenzada en USA,
es que no se hacían en función de ciertos conceptos teóricos. Si bien aportaban información
relevante desde los principales centros académicos, estos enfoques eran ateóricos, es decir, no
se producían en base a un enfoque teórico. Es por eso que a partir de los años treinta, sobre
todo en USA, comienza el desarrollo de las teorías hoy denominadas clásicas, en razón de ser
aquellas que se han introducido en la cultura popular.
Hoy, el campo teórico es bastante diferente, dado que la criminología comenzó a centrarse en
el desarrollo de teorías globales. Globales, pues pretendían responder qué factores o causas
producían o estaban relacionados o incidían con el comportamiento delictual. Normalmente,
esos tipos de delitos respecto de los cuales se han construido estas grandes teorías globales son
los denominados criminalidad convencional, que se refiere a la criminalidad tradicional:
delitos contra la propiedad, contra la vida, entre los cuales no se consideraron el amplio
espectro de la criminalidad no convencional, como el crimen organizado, estafas, la
corrupción, terrorismo, etc.
Los aspectos metodológicos de la criminología moderna tienen poco que ver con esos aportes,
en el sentido de que en ese tiempo, no existía la metodología de la investigación social, la
estadística social. Entonces, no tenían las herramientas como para haber hecho un abordaje
metodológico. Su metodología era muy rudimentaria, pues la metodología de las ciencias
sociales es propia del siglo XX.
Antiguamente, se enseñaba que la ciencia tenía que ver con la verdad. La verdad es que hoy las
ciencias sociales no adhieren a eso. Sobre todo, por los cambios epistemológicos de la ciencia,
se ha cambiado esta idea y han redefinido el carácter de la metodología de las ciencias sociales
y exactas. Lo que plantean es que los conocimientos que se producen son provisorios, nunca
definitivos, pues hay esa incapacidad teórica, metodológica de probar algo como
definitivamente. Ese carácter provisorio de los conocimientos lleva a que dentro de la
criminología o ciencias sociales a que lo que se busca es que ciertas teorías o proposiciones
sean conocimientos no refutados, no que sean definitivos.
Se verán las definiciones de los siguientes autores: Durkheim, López-Rey, Goppinger, Taylor,
Waltor y Young; García-Pablos y Schneider.
Durkheim, más que criminólogo, es uno de los padres fundadores de la sociología. Tiene que
ver mucho con que fue muy importante a finales del s. IX y comienzos del XX en varios
aspectos: en estudiar el nuevo fenómeno de criminalidad urbana que nacía en Europa con los
cambios demográficos, migraciones, desarrollo industrial; y entones estudió la emergencia de
esta nueva forma delictual como delitos urbanos. Él planteó una diferencia más o menos
cualitativa entre la delincuencia rural y urbana. Hizo aportes sobre comportamientos no
delictuales pero que sí interesan a la criminología, en relación a comportamientos atípicos,
como el suicidio. Realizó investigaciones empíricas muy importantes desde una perspectiva
sociológica de la conducta suicida. Cuando hizo esa investigación, estaba desarrollando él
mismo su obra de las reglas del método sociológico. Era un sociólogo positivista, muy
interesado por enfoques empíricos, por posibilidad del conocimiento objetivo.
Han Schneider, psicólogo alemán, ha hecho aportes muy importantes no solo en criminología
sino en victimología. Ha sido el presidente de la Sociedad Mundial de Victimología, y también
ha estado bastante relacionado con instituciones a fines con la política criminal. Por ejemplo,
desarrolló mucho en la Academia Policial de Munster, Alemania.
Definiciones:
Durkheim: “se ocupa del delito, entendido como toda acción, castigado con una pena,
entendida como una reacción social al delito”. Una definición tradicional, bastante poco
sociológica. Esta definición de acción como comportamiento penalizado, es una definición
cien por ciento jurídico-penal. Agrega que él entiende ese castigo como una reacción social al
delito. Comulga con lo que se conocía como la escuela clásica, en donde la criminología era
una cápsula del derecho penal. Quienes lo sacaron de esa cápsula fueron abogados penalistas,
como Ferri y Garofalo, que pretendían introducir el método de las ciencias naturales, el
empírico.
López-Rey: “ciencia que se ocupa de determinar las causas o factores del delito y a fines de
prevención y tratamiento del delincuente”. Se concentra en qué provoca el delito. Es la
pregunta clásica que se han hecho las teorías globales del siglo XX: qué es lo que produce la
delincuencia. Hay una respuesta e inquietud que tiene aspectos metodológicos, porque lo que
produce la delincuencia, la criminalidad, pueden ser distintas cosas. La pregunta más
tradicional de los criminólogos fue hablar de las causas, como si fuera un fenómeno físico o
químico. En criminología está relacionado con una perspectiva causal o explicativa, que sería más
bien una perspectiva positivista. La verdad es que cuando se habla de positivismo, hay distintos
tipos de positivismo. Esta sería una versión más clásica del positivismo.
Hablar de factores ya es más moderno, en el sentido de que ya no se habla de algo que cause,
sino de algo que incide: no sabemos esa incidencia, no la estamos definiendo cómo podría ser.
En todo caso, estamos hablando en plural de factores que es un lenguaje muy usado ahora, que
tiene que ver con una visión metodológica en donde ya no es posible sostener respuestas
mono causales. Por eso que este autor ya no habla de la causa, sino de las causas. Se pregunta
por qué la mayoría de la gente tiene una conducta conformista y no desviada, es decir, por qué
la mayoría de la gente no delinque. Muchas de las teorías globales están dentro de este enfoque
más causalista.
A pesar de que en su época se criticaron los enfoques multifactoriales de la época del veinte o
treinta, hoy están nuevamente de moda, hablándose de arios enfoques criminológicos. Una de
las características que tienen es que no tienen mucha pretensión teórica, sino que más bien es
de aplicabilidad, de intervención como herramienta. Es una corriente bien fuerte en
criminología hoy, en especial en política criminal, esta de aplicar distintos enfoques.
Pero como en la criminología hay una diversidad de enfoques, como ya sabemos por la moda
de los enfoques criminológicos, hay al respecto muchas respuestas sobre hay que intervenir.
A lo largo del siglo XX va cobrando interés el estudio de la participación social: qué elementos
más colectivos o sociales nos podrían llevar a entender el fenómeno de las barras bravas. Esta
es la única definición que habla de la personalidad, concepto propio del siglo XX. Habla
también de las carreras criminales y la víctima del delito, elementos nuevos de la criminología.
E tema de la reacción, que se relaciona con el control social, que contiene o refuerza a la
conducta conformista, o como premia los comportamientos que se apeguen más a la norma y
castiga los desviados.
Criterios de definición:
Objeto de estudio.
Perspectiva teórica.
Orientación metodológica.
Modelo institucional.
Finalidad. No todos están de acuerdo que la criminología tiene un carácter aplicado.
Puede tener diferentes características o definiciones.
27/04/16
Uno de los puntos de discusión de la criminología que se vieron la clase pasada fue el método
de estudio de los hechos criminales. Surgieron corrientes destinadas a aplicar a la criminología
el método de las ciencias naturales, cuando antes se aplicaba el de la ciencia del Derecho. En el
siglo XX, esa disputa se definió por la adopción del método empírico, que es el que usa
típicamente la ciencia social. Ahora, yendo a lo más simple, este carácter empírico se
caracteriza por el estudio, observación y análisis de los hechos. Se refiere, entonces, al
estudio de hechos, es de carácter fáctico.
Fue un cambio de eje muy brusco, peor que todavía tenía muy poca elaboración metodológica.
Esto se fue aclarando durante el siglo XX en aspectos metodológicos, en el sentido de que se
trataba de usar herramientas que permitirán la observación de la realidad. Eso va mucho más
allá del carácter fáctico de la criminología, pero el aspecto fáctico se refiere a que se va a
concentrar en cómo se comporta la realidad criminal. Aquí, obviamente que cuando se hablaba
de esto en el siglo XX, no se refería a buscar el significa de los hechos criminales ni mucho
menos.
La criminología va discutiendo distintas formas en que una ciencia empírica, fáctica, se
desarrolla. Por ejemplo: una de las cosas que se tuvo que ir dilucidando a finales del siglo XIX
y a comienzos del siglo XX fue precisar un poco más este carácter empírico. De la observación
misma de los hechos ¿cómo se va a sacar resultados o conclusiones? Entonces, no solo la
criminología sino que el resto de las ciencias sociales se debatieron por diversas formas.
Una de esas formas fue fijarse solo en los hechos, los datos, como si la observación y análisis
de datos o la observación misma permitieran deducir un resultado o conclusión. De aquí se
puede desprender la característica inductiva. Pero a medida que se fue constituyendo el método
de las ciencias sociales, se fue discutiendo si los hechos podían hablar por sí solos. Si pudieran,
qué pasa cuando no se tienen acceso a todos los datos, pues el investigador elige qué criterios
presentar. Hay una selección de datos que se presentan.
Esto último fue profundamente criticado por ser una consideración avalórica, por
considerársele sin tener conceptos o herramientas teóricas desde las cuales se pueden
interpretar esos datos. Por eso se dice que la criminología es empírica pero no empirisista. Eso
quiere decir que a partir de la década de los treinta, especialmente en USA, la criminología
empieza a elaborar grandes a) teorías globales que pretenden explicar el fenómeno criminal.
Si bien en la práctica puede ser empirisista, desde la comunidad académica se entiende que es
inválido publicar algo que no parta de la base de teorías o conceptos.
Otra característica propia de las ciencias exactas es el carácter experimental. Siempre se apela
a que se pueda verificar la falsedad de una hipótesis a través de una vía experimental. Es la
misma metodología de las ciencias exactas que va a tener que definir la forma de su
experimento. En la criminología, este camino no es posible. La naturaleza de los hechos
humanos, como los criminales, hace imposible experimentar con esto. Menos aún como para
colocar a prueba esas hipótesis. No existe la posibilidad de manipulación propia de las ciencias
exactas. También, existen temas éticos respecto de sus experimentaciones. Por tanto, b) no es
experimental.
Por último, la criminología se caracteriza por ser inductiva. El carácter inductivo se refiere a la
posibilidad que, observando casos particulares y singulares, se pueda inducir una conclusión o
resultado. A fines del siglo XIX y a comienzos del XX se afirmaba el carácter inductivo como
lo más empírico posible. Afirmaba lo empírico del discurso más que del método, pues el
discurso del método en esa época era muy incipiente. En parte, tal vez el exceso de afirmar esta
característica tenía que ver pues era una discusión en oposición al método del derecho, la
dogmática jurídico penal, a la cuales le atribuía el carácter deductivo.
La verdad es que con la evolución de no solo las ciencias sociales, sino también de la
epistemología en el siglo XX, esto es algo que no se puede sostener hoy en día ¿no se puede
afirmar el carácter inductivo?
Hoy, en criminología esa mirada que ha pasado por debates durante el siglo XX ha
permanecido bastante presente. Eso implica que, por ejemplo, en términos de metodología, en
que la criminología, a diferencia de la sociología y antropología, está muy amarrada a los d)
métodos cuantitativos. Las miradas cualitativas que se desarrollan durante la segunda mitad
del siglo XX tienen muy poca presencia. Por ejemplo, el método de observación de
participante o no-participante, que se hace mucho uso en sociología o antropología, a los focus-
group, que son más modernos y las historias de vida o biografías, se utiliza muy poco en
criminología. La sociología criminal utilizó en cierta medida métodos cualitativos para la
observación que dentro de la criminología más separada de la sociología o psicología
criminales, es menos utilizada.
Lo primero que aparece es una teoría de Karl Popper, epistemólogo importantísimo del siglo
XX, en donde va a discrepar de este esquema del positivismo metodológico. Critica
severamente, por ejemplo, al método inductivo. Da un golpe mortal al atribuirle a las ciencias
empíricas un solo carácter inductivo, señalando que por muchos hechos singulares y
particulares que tengamos a mano, no se puede concluir una verdad acerca de una hipótesis,
pues siempre podrán surgir otros hechos particulares que pongan a prueba y rechacen esa
hipótesis, no solo en el futuro sino que en la misma actualidad. Desde el punto de vista
filosófico, deja instalada una cuestión que tendrá mucha influencia dentro de la metodología de
las ciencias sociales, en el sentido de colocar en duda la posibilidad real de comprobar la verdad
o falsedad de una hipótesis. Entonces, va a plantear que, primero, por el camino inductivo no
se llegará a ningún lado; y tratando de encontrar una respuesta a qué puede hacer la ciencia
respecto a la hipótesis que se plantea y a su verificación y conclusión, elabora esta teoría de
falsabilidad, en donde se declara que las teorías no se pueden comprobar, solo se pueden
refutar.
Se refiere a que desde el punto de vista mismo lógico de las ciencias no hay una manera segura
para comprobar una hipótesis a la vez y para siempre. Pero dice que sí se puede y debe avanzar
es en colocar a prueba las hipótesis, por lo cual lo que sí se puede lograr es una refutación o
aceptación provisional. Si no se pueden refutar, no es que se comprueben, sino que hay una
aceptación provisional, las cuales deberán ponerse en juego a futuro, pues eso es lo que
constituiría la producción de conocimiento relevante, según Popper [los conocimientos no
refutados]. Eso haría el cuerpo de una ciencia.
Ahora, esto así formulado parece lógico, pero aquí siempre el tema es el método, es decir, a
través de qué forma podemos refutar o aceptar provisionalmente una hipótesis o un conjunto
de hipótesis. Entonces, para responder esas preguntas, Popper toma una posición muy radical:
hará una demarcación [criterio de demarcación] entre lo que es ciencia y lo que no es ciencia
o es seudociencia: las teorías e hipótesis en que se basan esas teorías tienen que estar
construidas de tal modo que sean refutables, que puedan ser colocadas a prueba. Eso
significa que en la producción de conocimiento, ya hay una exigencia metodológica para que
nada de lo que no pueda ser puesto a prueba, sería ciencia. El único problema de esa
afirmación es que estaría dejando una parte de conocimiento que se consideran dentro del
marco científico afuera, pues están construidas de una manera en que no se pueden poner a
prueba. El mismo Popper y sus críticos sacaron a colación dos cuerpos de conocimientos muy
propios del siglo XX: 1) el psicoanálisis, que quedaría como seudociencia, pues no está
construido de manera que pueda ponerse a prueba en estos términos el, por ejemplo, complejo
de Edipo; y 2) el marxismo como disciplina, como análisis, que quedaba también fuera, siendo
una disciplina muy importante durante el siglo XX. Lo que sí quedó bastante validado es
que la ciencia no solo es inductiva, y quedó muy en entredicho esta posibilidad de
comprobación y verificación de una vez de una hipótesis o teoría.
A mediados de la década del sesenta, otro epistemólogo, historiador de las ciencias y doctorado
en Física, Thomas Khun, en el laboratorio físico, la sociedad académica lo llevó a tener que
estudiar históricamente la ciencia. Thomas Khun tendrá mucha influencia en el siglo XX, en
donde va a retomar el tema de las ciencias, de lo que es ciencia y lo que no es ciencia, pero
desde otra perspecctiva. Lo hace mediante un estudio histórico, con especial énfasis en las
ciencias exactas.
En términos muy generales, Thomas Khun concluye que la ciencia no es propiamente una
ciencia acumulativa de conocimiento ni tampoco que es una ciencia compuesta por
conocimientos comprobados, en los términos de los que estamos hablando. Lo que lo hace
científico no es que sus conocimientos se hayan comprobado, si es que tuviera la posibilidad
de que pueda probarse de una vez por toda su teoría, introduciendo, entonces, conceptos
nuevos. Su primer logro en el estudio de la historia de las ciencias, fue percatarse de que antes
de Copérnico, las teorías que proponían que el planeta Tierra era el centro del universo eran
difíciles para su comprensión. Se preguntó cómo estas cosas que se le presentan como
descabelladas al leerlas se les consideraban científicas. Comenzó a desarrollar un punto de
vista, que se sintetiza en que era científica para el contexto de la época. Buscó una forma
de leer científicamente esas teorías desechadas. Incluso, afirma cosas que hoy serían polémicas,
como que en la cultura popular, Copérnico y Galileo son figuras emblemáticas, en donde no se
puede entender cómo fueron rechazadas en su época sus posiciones. Khun dice que era
razonable que quienes profesaban la filosofía, ciencia y astronomía hubieran
rechazado a revolución de Copérnico, pues con las categorías que manejaban era
absurdo. Le dará importancia al contexto histórico científico.
Khun plantea un nuevo concepto, que es esta noción de paradigma. Para Khun, paradigma va
a aludir a un conjunto de conocimientos en ciencia, supuestos, de fundamentos, en
donde más que la prueba fehacientemente de que sean verdaderos, está la aceptación
de ellos por parte de la comunidad científica. El núcleo fundamental no sería la
comprobación de la hipótesis, sino que el camino de la ciencia iría más bien por qué paradigma
me plantea preguntas relevantes en cierto momento de la ciencia, me da pistas de cómo se
podrían abordar, que sea capaz de abrir preguntas, de dar forma de cómo abordarla, de cómo
estudiarla. Que genere en la práctica una metodología, aunque Khun no hablaba de
metodología, sí de aurística, que es una estrategia para abordar problemas.
Fue elaborando, con el uso de este concepto de paradigma, una serie de pasos para el
desarrollo de una ciencia, que son los pasos que se señalan a continuación. Paradigma lo
podemos sacar de las etapas: ciencia inmadura, ciencia normal, crisis y revolución
científica. Este es el itinerario alternativo a la afirmación de que la ciencia se constituye por la
acumulación de conocimiento. Esta visión alternativa habla de que en un primer momento de
la ciencia, la ciencia inmadura, no hay un paradigma dominante que guíe la
investigación o producción de conocimiento. Hay distintos paradigmas, una realidad
multiparadigmatica, distintos criterios para guiar la investigación y están en competencia, pero
probablemente es una competencia en donde cada perspectiva está muy aislada del resto,
siguiendo cada una su propio camino. Reiterando, a modo de cierre, a esa primera etapa que
Khun cree que caracteriza el desarrollo histórico de las ciencias, la llama ciencia inmadura: no
ha podido constituirse un paradigma dentro de la misma comunidad científica como
dominante.
En ese camino evolutivo, existe una etapa en donde, finalmente, se llega a un cierto consenso
en la comunidad científica respecto a un paradigma, porque ha dado solución a algunos
problemas denominados como problemas agudos. Solo en esta etapa, en que hay un
paradigma definido, puede hablarse de acumulación de conocimiento, en donde están
definidos cuales son los problemas relevantes, los experimentos que deben hacerse, los hechos
que deben observarse, etc. No es que el paradigma esté comprobado, sino que está asentado
en la comunidad, dando un norte o guía y algunas respuestas. La pretensión de la ciencia
es la explicación de los fenómenos y su predicción. Por tanto, es en esta etapa del desarrollo
evolutivo de las ciencias en que puede hablarse de ciencia normal.
De lo que nunca está exenta la ciencia, por muy exacta que sea, es de anomalías. Incluso,
muchos epistemólogos hoy dice que muchos paradigmas nacen con problemas. No es raro que
la ciencia deje muchos nudos abiertos, interrogantes sin respuesta. El problema es cuando esas
anomalías generan una situación de crisis. Se generan crisis cuando las anomalías
comienzan a molestar a la comunidad científica, pues se intenta solucionar
contradicciones internas sin éxito. Cuando ya está teniendo ese paradigma muchas
dificultades para explicar, predecir y guiar la investigación, esa situación de crisis puede llevar a
una revolución científica: que haya búsqueda de soluciones por caminos alternativos.
Khun plantea que las teorías son inconmensurables, es decir que no son comparables.
Están hechas a partir de puntos de vista muy diferentes. Empero, en ese periodo de revolución
científica, puede ser que en algún momento emerja un nuevo paradigma, que empiece a dar
respuestas, que empiece a guiar la investigación, a generar conceptos, hipótesis, teorías, etc.
Entonces, esto tiene la importancia de evidenciar que en el camino científico, en especial en las
ciencias sociales, se puede perder el rumbo muy fácilmente. La situación de las ciencias sociales
y en la criminología es que constituyen disciplinas multiparadigmática desde finales del siglo
XIX. Hay distintos paradigmas, fundamentos, supuestos, formas de guiar una investigación; y
esto es parecido en sociología y psicología. Cada cuerpo de conocimiento se va desarrollando
en esa línea.
Durante el siglo XX, dentro del aporte más nuevo, Ingrel Lakatos, húngaro, obviamente que
conociendo todas estas perspectivas ya enunciadas y desarrollando un diálogo competitivo con
estas visiones, tomó algunos elementos de Popper, suscribiendo a su afirmación de que es
imposible seguir un camino solamente inductivo; pero renombró la teoría de la
falsabilidad como falseabilismo ingenuo. No obstante, estaba de acuerdo con algunos
elementos de esta postura, proponiendo el falseabilismo sofisticado. Él termina tomando un
camino independiente. Lakatos va a hablar de que el núcleo de lo que denominamos ciencia es
lo que él denomina programas de investigación científica. Confronta la posición de Khun, pero
está de acuerdo con él de que no existe esta posibilidad de comprobación completa de un
paradigma como conjunto de teorías, o una sola teoría; puesto que es algo imposible de
comprenderlo y que se desarrolle sino en un marco de una comunidad científica, quien es la
que da finalmente el acuerdo o rechazo. Entonces, lo que él va a plantear es que la ciencia
tampoco es una acumulación de conocimiento, sino que es dentro de un marco, pero este
marco es lo que él denomina como programa de investigación científica. Se va a concentrar
en un modelo de estructura de las ciencias.
Entonces, diríamos que hay una línea que ha logrado asentar ciertas teorías o hipótesis que va
afirmando este núcleo firme. Puede que caiga parte del cinturón y coloque en peligro el núcleo.
Por tanto, cuando la comunidad científica va siguiendo la línea de un programa de
investigación científica [como un programa] habla de progresión. Sería un programa
progresivo. Podría entrar en problemas pues ese círculo protector no logra defender
suficientemente este núcleo, apareciendo distintas preguntas, soluciones y orientaciones. El
programa entraría en crisis, pero se puede recuperar. Pero si no logra recuperarse, se va a
convertir en un programa degenerativo, pudiendo llegar a desaparecer. En ese caso llegarán
otros programas investigativos predominantes.
Esto es todo lo que tiene que ver con este carácter de la ciencia empírico y sus distintos
abordajes. Esta discusión ha tenido efecto en las ciencias sociales y la criminología.
Sin embargo, la criminología se va constituyendo, sobre todo en el siglo XX, como una
disciplina que está relacionada estructuralmente a un conjunto de otras disciplinas. Estos
mismos objetos de estudio, de la criminalidad, de los delincuentes, del control social, van
siendo objeto de estudio de la sociología criminal, psicología criminal, etc., que en muchos
casos son denominaciones que le colocó la criminología desde su perspectiva interdisciplinaria.
Son enfoques diversos. Por ejemplo, la psicología criminal estudiará el tetra objeto de la
criminología desde el paradigma psicológico: psicoanálisis, psique de las personas infractoras,
trastornos de personalidad, etc., es decir, en virtud de sus propias orientaciones, y tratarán de
dar respuesta a la conducta criminal. Pero no le interesará el carácter social y cultural de la
criminalidad, lo que sí le interesará a la sociología criminal. La sociología criminal está
interesada en las subculturas, carrera criminal, estructura sociales de la criminalidad y
respuestas individuales, dentro de sus propios paradigmas.
04/05/16
Entonces, muchas veces se levantaron ciertos esquemas jerárquicos respecto de estas ciencias,
que son los típicos esquemas en que existe una disciplina tiene un carácter de superior. Todo
eso se ha discutido y que ha ido de algún modo desapareciendo como esquema obsoleto o
anacrónico. Eso va abriendo el campo a la idea de que la criminología se constituya en una
interdisciplina. En palabras sencillas, se está reconociendo a una disciplina que tiene profundos
nexos y vínculo con diferentes disciplinas. Ya no es algo limitado a la frontera de una sola
disciplina, sino que se está reconociendo lo que llamarán los criminólogos como el sistema de la
criminología. Se zanja la discusión sobre cuál disciplina es más importante, y pasa a concentrarse
el papel o rol que jugaría la criminología frente a las otras ciencias, qué es lo que
específicamente va a hacer. Pasa a concentrarse en qué consiste su carácter disciplinario.
Se le ha criticado esta visión, por algunos criminólogos, como una metadisicplina. Pero quienes
han trabajado de mejor forma esta característica interdisciplinaria es su función de integración
de una serie de conocimiento que viene de ella misma como de diversas fuentes. Cada vez se
ha ido afirmando más la idea de que la criminología debe ser un intento de integrar hipótesis,
conclusiones, miradas que vienen de distintas fuentes interdisciplinarias. Es una coordinación,
pero no solo eso, sino que debe realizar una tarea de contenido, más teórico, metodológica, de
integración.
A mediados del siglo XX, esta postura clásica de fronteras definidas entre las distintas
disciplinas se va disminuyendo parcialmente, porque surgen enfoques transdisciplinarios. Si
uno viera los ensayos de Michel Foucault sobre la evolución histórica del sistema penal y
penitenciario de Francia, uno puede evidenciar que es en realidad transdisciplinario. Ahora
bien, la criminología moderna se ha definido así, pero no es algo tan logrado, porque de todas
formas hay miradas disciplinarias muy fuertes dentro de la criminología.
Este esquema ha sido instaurado de forma exitosa en Alemania por Hans Goppinger. Se
enuncian seis etapas principales de una investigación criminológica:
[*Caso: libertad condicional de reos. Viene de una ley muy antigua, que ha sufrido varias
modificaciones. Pero esta última vez, este año, apareció la aplicación de estos casos en que se
aplicó a todos aquellos que estaban cumpliendo condena. La cifra histórica era de 7%. Hoy, el
caso de Valparaíso, se produjo una histórica liberación, de hasta el 90% de los condenados que
estaban bajo el supuesto. Se piden opiniones a los alumnos].
Dentro de esta nueva unidad, la criminología moderna reconoce, al menos, el tetra objeto del
delito o criminalidad, delincuente, víctima y control social. Lo que se puede decir como introducción
sobre lo que ha pasado en la criminología sobre el objeto de estudio es que, en general, hay una
dinámica de ampliación de los temas de estudio.
Primero, a nivel general, porque la criminología clásica estaba centrada en el estudio del delito.
Pero pasa mucho tiempo antes que se incorporen el estudio de la víctima, por la victimología, y
del control social.
Por otro lado, el otro fenómeno ligado a la ampliación es que se ha ido problematizando en la
criminología de los objetos de estudio, en cuanto a sus conceptos o nociones detrás de ellos. Se
tratad e una mirada no tan esencialista de los fenómenos criminales.
Los diferentes criterios que se están usando en la definición criminológica del delito nos van a
dar cuenta que no necesariamente la temática de qué se entiende por delito es la misma. La
problematización que se ha ido registrando se expresa en el caso del estudio del delito en la
criminología moderna como una problematización de los criterios de la definición del delito: qué se
entenderá por delito o criminalidad.
Lo que siempre ha estado dentro de los criterios para la definición del delito, es el criterio jurídico
penal, que constituyó el punto de partida. Define al delito tal como lo define el derecho penal.
Es una definición que tiene que ver con el esquema normativo, qué conducta sería sancionable
y perseguible penalmente. En definitiva, nos lleva a que si algo no está definido jurídico
penalmente como delito, no hay delito. Es un criterio que hoy, la criminología moderna a la
búsqueda de otros criterios, tiene el estatus de punto de partida, y que no se puede discutir,
salvo otra parte de la doctrina criminológica, en donde discuten si es un criterio valido para la
criminología. Es discusión se inició en el siglo XIX y es la que en el siglo XX va dando lugar a
otros criterios. Uno de los aspectos claves era buscar un criterio alternativo al jurídico penal,
para lograr una mirada autónoma a la del derecho penal. No obstante, es un criterio que se
sigue usando.
Ahora, se buscaba una definición que trascienda los cambios de valoraciones de los sistemas
políticos y penales. Por ejemplo, la disidencia es reconocida en occidente cada vez más como
un valor y no un desvalor, a diferencia de los regímenes totalitarios. Entonces, ese cambio, esa
valoración, ha ido generando en criminología una crítica al aspecto tan cambiante de la
definición jurídico penal. No podríamos decir en criminología que esta definición haya sido
totalmente dejada de lado, pues en la práctica se sigue utilizando. Por ejemplo, o que
normalmente se estudian son conductas que están definidas legalmente como delitos.
Sin embargo, la criminología ha intentado lograr una cierta autonomía en cuanto cómo define
el delito y ver, así, cual es el alcance de su estudio. Ya en el siglo XIX aparecen las corrientes
positivistas, que eran las más críticas respecto a los criterios jurídico-penales. Se quería definir
conductas que fueran reconocidas intrínsecamente como delictivas, más allá de lo que diga la
ley, para que sean lo más objetivas posibles. Los que fueron a buscar las raíces del fenómeno
criminal y decir que más allá de las leyes debe existir una naturaleza más esencial de qué es el
delito. Entonces, ya en el siglo XX hicieron los primeros ensayos, planteados en términos
como de daño o una lesión, a lo que llamaban el sentido moral, una especie de ética social. Eso los
llevó a tener que darle muchas vueltas a nociones de nocividad, de peligrosidad social, pues
entonces tenía que existir algo más intrínseco. En la corriente positiva, esto llevó a que los
comportamientos delictuales más que en el escenario del delito, debían ser enfatizados en el
delincuente, en el infractor. Pues su búsqueda iba a que los que dañan a la sociedad y su ética
son personas que tienen ciertas características. En la mirada positivista, esto ha sido bastante
matizado, sin perder del todo este intento de hacer algo separado del concepto jurídico penal.
Se ha ido reformulando de distintas maneras y distintos lenguajes, en corrientes distintas pero
positivistas.
Esta visión fue discutida e impugnada desde el inicio. Hoy, en la criminología moderna, alguna
de las cuestiones que se le critican es que los intentos de definición que se han hecho para
definir el criterio ontológico [el delito natural], no está totalmente ajena a la valoración social y
cultural pues en la definición misma lo relacionaron con el sentido moral, tal cual era definido en
sociedades que, en el lenguaje de esa época, se les denominaban sociedades civilizadas. El
problema, entonces, es que no sería tan ontológica o esencialista como pretendía. Eso hace
pensar que en sociedades “no civilizadas” habrían otro sentido de la ética, a los cuales no se les
aplicaría, y por tanto habrían sociedades más permisivas. Hoy, eso no resiste mucho análisis,
pero en su tiempo era difícil empezar de otra manera.
El punto es que este concepto de delito natural no era tan ontológico. Con lo cual, también
apuntaban secundariamente a que parecería que la definición de delito requiere ciertos criterios
de valoración, lo quieran o no. No sería una conducta per se o intrínseca, pues siempre hay que
respaldarse en algún criterio legal, social, cultural o histórico. Hoy, la criminología no considera
definir ontológicamente el delito.
Aquí, la sociología criminal entra a introducir una discusión sobre las nuevas miradas de mirar
y pensar la sociedad. Pues, en la visión más convencional que tenía la sociología antes era de
una sociedad establece, donde los valores se compartían, es decir, aceptaban más o menos un
conjunto normativo más o menos similar. Pero, dentro de la misma sociología en general, y
especialmente en la criminal, se introducen cambios con respecto a la sociedad, al enfrentar la
modernización, globalización, etc. Se cambia la mirada, diciendo que la sociedad n oes
uniforme, no tiene un solo patrón normativo, sino que es diversa, es diferente, es conflictiva,
etc. Entonces, se introduce claramente un cambio en la valoración del cambio social, en donde
antes, éste tenía una connotación negativa. La cosa se complica mucho más, porque quiere
decir que no es posible aludir a un patrón de normalidad objetivo, ontológico, sino que ese
patrón de lo que se considera normal, se define por el conformismo social de acuerda de
normas de conformismo social que van cambiando. Se viene gestando, entonces, el concepto
de la normalidad del delito. Ya la idea de anormalidad desaparece desde la segunda mitad del siglo
XX, y se reafirme con este concepto de desviación social, porque este criterio no es estable o
definitivo, sino sujeto a cambios pues están dentro de una sociedad sujeta a cambios de forma
permanente.
11/05/16
UNIDAD 3: OBJETO DE ESTUDIO [continuación]
De estos criterios que se están usando en criminología, entran los criterios alternativos o
críticos. Diversas corrientes alternativas o críticas de la criminología tradicional utilizan un
concepto denominado definitorial: quiere decir que delito es lo que define la ley. Sin embargo,
esta perspectiva no tiene nada que ver con el criterio jurídico-penal. Acá, el concepto
definitorial se establece como una respuesta a los puntos de vista que plantean que la
criminalidad es un fenómeno objetivo, ontológico, de naturaleza esencial, es decir, que es algo
objetivamente más allá de las valoraciones o interpretaciones que puedan recaer sobre él.
Entonces ¿en qué se respalda el concepto definitorial cuando dice que el delito no es algo
objetivo per se? Tiene que ver con que los intereses sociales de los diferentes grupos en la
sociedad son los que van a definir la ley, o sea, una determinada preeminencia de algunos
intereses de algunos grupos durante algún momento histórico van a decir qué es lo prohibido y
qué es lo permitido. Lo que permitirán o prohibirán tiene que ver con el logro de los objetivos
que persiguen estos grupos sociales, que son sus intereses particulares. Desde este punto de vista,
hay una diferencia muy marcada con otras perspectivas o corrientes. Ejemplo: aquellas que ven
en los tipos penales el reflejo de intereses sociales. Esa posición es rechazada por esta
corriente, pues no son intereses sociales, sino que particulares. Esto no está establecido de una
vez para siempre, sino que sería una situación altamente dinámica de estos desequilibrios de
poder dentro de una sociedad. Entonces, la tensión introducidos por estos criterios
alternativos o criterios tienen que ver con que el delito no es algo dado o establecido en la
sociedad, sino que es algo dinámico y mutable, dependiendo de los cambios de poder. Estos
intereses pueden estar relacionados con aspectos valóricos, creencias u otras cuestiones más
allá de lo meramente económico. El porqué de la regulación penal sobre una determinada
conducta es consecuencia de un juego de ciertos intereses, según esta corriente.
El conjunto de estos criterios evidenciaría que hay una falta de consenso en la criminología y que hay
un pluralismo teórico y metodológico que no difiere mucho de otras ciencias sociales. Ahora, en la
criminología moderna hay ciertas opiniones que le restan importancia a la búsqueda de una
definición única, uniforme o definitiva para la criminología. Hay opiniones que señalan que lo
importante es cómo uno usaría estos diferentes criterios en la investigación criminológica, y
que de ese modo podrían tener ciertas tendencias a favorecer unos u otros según lo que se esté
investigando. De una u otra manera, estos diferentes conceptos que hemos vistos que van
evolucionado, cambiando, en la literatura especializada, tienen una vigencia todos ellos hoy en
la criminología.
Al respecto, desde la década de los sesenta, se introducen los criterios sociológicos y los
alternativos. Todos, de una manera, están presentes en el desarrollo teórico y de investigación
de la criminología. Hoy, la corriente que estaría en boga sería la escuela positivista moderna,
que si bien adopta la calificación del delito como un fenómeno real, objetivo, medible, pero
distando mucho del concepto de delito natural, y desde varios enfoques, muchos paradigmas
compitiendo entre sí, y muchos elementos propios de las escuelas críticas o alternativas,
especialmente lo vinculado a la kratología.
El principal eje respecto de la problematización, es este giro de la perspectiva que veía al delito
como un asunto biológico a definir el delito como un problema social o comunitario. Lo
primero a lo que se refiere esta problematización es que la perspectiva, la mirada, cambia. La
mirada recurrente que veía al delito como una conducta individual de gente especial, que se
veían como anormales y, por consiguiente, se sacaban de la sociedad de un modo u otro.
La criminología más tradicional hasta varias décadas ya de la primera mitad del siglo XX
trabajaba en la perspectiva de que delito y delincuente eran las poblaciones que estaban
cautivas en las cárceles, y por tanto se estudiaba la población encerrada para conocer las
características del delito y del delincuente. Entonces, se estudiaba mucho el delito y el
delincuente dentro de las instituciones penales, ya fueran los tribunales o instituciones
policiales o penitenciarias. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX, sobre todo durante
la primera época de los sesenta, este enfoque comienza a ser muy criticado, en el sentido de lo
que estábamos observando de la realidad criminal era una parte del fenómeno criminal, que no
solo era la percibida penalmente y se encontraban en situación de encierro. Por tanto, daba
información sesgada, porque los delitos que no estaban encerrados en la cárcel parecían no
existir, pues la fotografía de la cárcel era la que se extrapolaba a la sociedad.
A partir de dicha fecha, se dice que el estudio debe trascender a las instituciones penales y
estudiar al delito y delincuente en la sociedad misma. Esto, pues se comenzó a estudiar que en
la sociedad había mucha criminalidad que nunca llegaba a instituciones penales, penitenciales o
policiales. Eso se denomina el estudio de la cifra negra de la criminalidad. Se elaboran
instrumentos metodológicos para poder estudiar esa criminalidad que parece escapar del
alcance de las instituciones penales o que no tiene una política criminal dedicada a su
persecución. Desarrollando ciertos instrumentos metodológicos, empiezan a estudiar un
campo de criminalidad no conocida, que llegan en poca medida a las instituciones penales. Las
investigaciones empiezan a dar cuenta que, incluso, en ciertas modalidades criminales
específicas, ciertos países tenían una cifra negra muy alta, y unos mucho más que otros. Por
ejemplo, los delitos sexuales a adultos o menores, se viene planteando hace muchas décadas
que poseen una cifra negra elevadísima.
Estos estudios de la criminalidad empiezan a enfocarse no solo a ámbitos que no son
carcelarios o penales, sino que se empieza a enfocar a instituciones a quienes se le atribuía un
muy bajo índice de criminalidad: la familia, la educación preescolar, los colegios, etc. En estos
casos, la denuncia es mucho menor a la cantidad de delitos que se cometen. Esto puede
extenderse a otros ámbitos, como el caso del tráfico de drogas. Las cárceles de muchos países
revelaban que hay muy pocas personas encerradas por el tráfico. Sin embargo, la presencia de
la acción del narcotráfico es bastante antigua, con diferentes maneras y diferentes drogas.
La criminología, entonces, extiende sus campos: los delitos económico o de “cuello y corbata”.
Se observan que raramente son perseguidos penalmente, o que los delitos que se producen
esconden una cifra negra muy elevada en relación a lo que se persigue. Esto sigue muy actual,
en una serie de desarrollos en la criminología y la política criminal en relación con la cifra negra
de la criminalidad.
Por último, surge el estudio de la criminalidad emergente o modalidades delictuales emergentes, como
opositores al Estado. Cada vez que va viendo que el tema es más complejo, porque cuando
surge una criminalidad emergente, como el caso del terrorismo, hay distintos países que tienen
distintas formas de terrorismo. Cuando se comienza a investigar y a perseguir, no es raro que
aparezcan otros campos de criminalidad de quienes los persiguen, tanto en dictaduras como
democracias. Por ejemplo, ETA. En un momento, donde había una gran consciencia para
perseguir estos fenómenos que se traducían en acciones indiscriminadas en lugares públicos,
desde el Estado, en democracia, se crean instituciones criminales para perseguir a la ETA. Por
tanto, los tribunales deben castigar a ambos, produciéndose un fenómeno complicado, pues el
Estado no colabora pues no quiere que se persiga, tampoco la ETA.
El estudio del delincuente como tal, es bastante nuevo, y dentro de su desarrollo han existido
cambios paradigmáticos en la criminología. Entre las principales visiones, están las siguientes:
Visión clásica: como el hombre es libre, tiene libre albedrio, es un sujeto capaz de elegir entre
el bien y el mal. Delincuente es aquel que elige el mal. Durante esta época no se estudia al
delincuente, sino que al delito, pues el delincuente no presenta diferencia alguna respecto de
cualquier otro ciudadano. Es un sujeto normal, que eligió el mal moral. Es una visión infundida
de valores morales.
La visión que viene oponerse a la anterior es la escuela italiana positivista. Plantearán una
visión diametralmente opuesta. Desde el determinismo, plantean que el hombre está lejos de
ser libre, sino que está determinado por diversos factores, en donde el margen de libertad es
mínimo. Plantearon variables biológicas, que llamaron herencia, pero también factores sociales.
Desde la mirada del positivismo del siglo XIX, el sujeto que delinque no solo está muy
determinado, sino que constituye una población cualitativamente distinta a la población
normal. Surge la idea del delincuente como alguien anormal. Surge la idea de que la conducta
delictual es una conducta patológica y que expresa la patología. Se estudia este sujeto
determinado, y lo hacen así pues están en una época en Europa donde nacen los grandes
enfoques deterministas. El positivismo como corriente filosófica, aflora muchas otras
corrientes fuertemente deterministas. Comienzan a desarrollar una teoría del delincuente, como
sujeto determinado, anormal y patológico. Los positivistas italianos hicieron una interpretación
del darwinismo, concluyendo que el delincuente es resultado de un proceso involutivo de la
raza humana. Desde ahí arranca esta idea de que los delincuentes serían personas detectables,
definibles a partir de características o dimensiones que estarían dentro de ellos o en su ámbito.
Muchas veces, esta visión era muy pesimista respecto de la posible intervención. Si el sujeto
estaba determinado, sea por factor endógeno o exógeno, es poco lo que podría hacer la
intervención del Estado. Hay diferencias entre los autores de esta escuela respecto a política
criminal, pero esta idea general de determinación puede llevar a esa conclusión. Aunque
también puede llevar a otra conclusión, como así fue, que si son factores sociales los que
pueden definir al delincuente, entonces deben cambiarse esos factores sociales. Esto llevó a
que esta corriente criticara los sistemas penales, pues se fundan en la libertad del sujeto.
Una nueva visión, el correccionalismo, recoge ciertas nociones del positivismo. Si bien coincide
con el positivismo de que este sujeto está determinado por ciertos factores, esto hace que
tengan una visión frente al delincuente como un desvalido o enfermo. Proponen como
incentivo positivo la acción del Estado. Quienes delinquen tienen características que no les
permitiría cambiar su conducta. Es sobre todo el Estado, a través de sus instituciones, quien
debe tomar a esta población y tratarlos o intervenirlos. Esto se plantea a finales del siglo XIX y
comienzos del siglo XX. Debe entenderse que se refería a lo que se estimaba como tratamiento
en esas épocas. No había mayor cuestionamiento de la cárcel como institución y se le concibió
como lugar de corrección. De hecho, históricamente, la cárcel si bien al inicio fue una
institución muy caótica, indiscriminada, pues agrupaba incluso gente que no estaba acusada de
ningún delito, y que por estar en un estado social como indigencia como abandono, eran
internadas en la cárcel. Pero, después de ese primer periodo, viene esta idea de humanizar la
cárcel. Comenzaron a concebir la cárcel como el lugar de la operatoria del cambio, desde
intervenciones religiosas o morales. Durante la segunda mitad del siglo XIX y primeras décadas
del siglo XX el Estado puso sus apuestas para concebir la cárcel como lugar ideal del
tratamiento: no se concebía que esa operación pudiera hacerse fuera de la cárcel.
Esa visión correccionalista, con muchos nombres, tuvo mucha influencia en las políticas
criminales de muchos países. La cárcel fue el lugar natural para el cumplimiento de la condena
y de corrección. Desde teorías muy morales, como las teorías de la expiación de la pena, hasta
ideas más nuevas, que hoy no son tan nuevas, como la resocialización. Desde aquí, la las
políticas criminales hablan de resocialización como tal. Incluso, conforme a esta teoría, los
estados, de Europa y USA, trabajaron los diseños arquitectónicos, pues pensaban que tenían
un rol fundamental en el tratamiento [separación según ciertos criterios, o distintos tipos de
tratamiento, por ejemplo].
Con posterioridad, nacen las visiones críticas, en donde no hay una figura del delincuente, pues
lo que interesa analizar es que esa conducta delictual se desarrolla en un entramado que tiene
que ver con el poder y la estructura social y política del sistema. Acá, como resultado de las
visiones críticas, no se estudia el delincuente sino el control social: el papel o rol del sistema
penal y su relación con su criminalidad, y la relación de las estructuras de poder con la
criminalidad. Esto, porque el delincuente resulta de esta definición de las estructuras de poder
y el sistema penal. El delito no es algo natural, no es propio de la naturaleza humana, sino que
tiene que ver con los intereses de quien detentan el poder sobre la sociedad. Por ejemplo,
según esta perspectiva, eso explica la diferencia de trato ante los delincuentes de las cúpulas de
la sociedad, como los delitos de cuello y corbata.
18/05/16
ESTUDIO DE LA VÍCTIMA
Es uno de los objetos menos estudiados de la criminología. Su estudio es el más nuevo, desde
la década de los cuarenta y cincuenta. La victimización y la situación de las víctimas es un tema
que se podría caracterizar por el olvido, una relegación histórica de la víctima. Se dice, aunque
no hay acuerdo, que habría existido una época de oro de las víctimas, en donde habrían sido
muy consideradas: los sistemas de justicia de las sociedades de organización tribal y sencillas
desde la óptica de la división del trabajo y de clases sociales. No hay todavía consenso total de
que eso haya realmente sido así, porque ha sido poco estudiado.
Los estudios plantean la presencia de distintos tipos de factores o variables, en las que todas
pueden tener más o menos importancia.
Como segundo elemento, se tiene el monopolio estatal de la justicia. Se mira el delito como
un conflicto entre dos personas. Se lleva a un plano abstracto y simbólico algo que desde el
punto de vista concreto tiene que ver con un victimario y víctimas como personas jurídicas.
Esta abstracción tiene por consecuencia de que uno no mata a una persona con nombre y
apellido, sino que se vulnera un bien jurídico. Se decía que el Estado debe hacer cierta
operación para que la sociedad conviva de forma civilizada, en la solución que debe dar de este
conflicto en que debe arbitrar. El Estado quiere dejar fuera a los participantes del delito y sobre
todo a las víctimas. Se supone que el Estado será el árbitro imparcial y objetivo, pues se le
atribuye a la víctima su subjetividad, por haber sido el objeto sobre el cual recae el mal. Esto
tiene que ver con un sistema en donde la víctima queda relegada de las decisiones de la justicia.
Por último, la desatención de las políticas públicas, sociales y criminales. Por ejemplo, el
problema del acceso de la justicia de las víctimas y de los victimarios. Todos los países, sin
excepción, tienen problemas de acceso a la justicia para los ciudadanos. Se da por hecho que
las víctimas tienen acceso a la justicia. Dentro de los cambios producto de la Reforma Procesal
Penal, se consideró la Defensoría Penal Pública pero se dejó relegada la defensa de la víctima.
En otros países, se ha dejado un ministerio para la protección de la víctima, pero con efectos
mínimos. La literatura ha hablado de todo esto con mucho más rigor, en un ánimo de reforma,
de cambio, de mejorar la situación.
Dentro de este redescubrimiento de la víctima que hace la criminología y otras ciencias sociales
surge una nueva disciplina, en el marco de la década de los cincuenta, denominada
victimología. Es una disciplina que ha funcionado dentro del ámbito criminológico, pues los
victimólogos son criminólogos. Es nivel máximo de autonomía no se ha dado, pero se ha
planteado: formar una disciplina con alto cargo de autonomía, que se hiciera cargo no solo de
las víctimas en el ámbito penal o civil, sino que las victimas de todo tipo de situaciones que se
produzcan en la sociedad que produzcan victimización, como los desastres naturales. Pero en
esa línea no se ha avanzado.
ÁMBITOS DE LA VICTIMOLOGÍA
Entonces, se plantean diferentes formas de interacción [tipos de víctimas]. Una de ellas sería la
víctima inocente o víctima ideal: es una víctima que en la interacción posible, en las medidas
razonables y prudentes, que no se expuso situaciones de riesgo, y que a pesar de eso fue
victimizada. Es un tipo de víctima que de alguna manera ha facilitado, ha colaborado
indirectamente. De esta se desglosan muchos otros tipos de víctimas, como la víctima
facilitadora, invitadora, provocadora, instigadora y simuladora.
La víctima facilitadora es aquella que no toma las medidas de resguardo, lo que puede
facilitar la comisión del delito. Ejemplo: la persona que deja abierta la puerta del antejardín y le
roban la casa.
Se habla de víctima provocadora, cuando la acción que hace la víctima es condición para la
victimización. Si la víctima hace algo, por tanto requiere una conducta positiva, y que provoca
una acción del victimario, y que sin esa acción previa, difícilmente hubiera ocurrido la otra
situación. Por ejemplo: los asaltantes del administrador de la bencinera, en donde ya habían
atacado una vez, se vuelven victimarios del administrador, ex militar y con arma inscrita. Se ha
resuelto como legítima defensa. El victimario asume ese riesgo de victimización.
25/05/16
Con el término de tipologías nos referimos al ámbito de interacción que se produce entre
víctima y victimario. Se sintetiza lo dicho al final de la clase pasada, en la cual se categorizan los
diferentes tipos de víctima: a) inocente, b) facilitadora, c) invitadora, d) provocadora, e)
instigadora y f) simuladora.
En continuación de las tipologías señaladas, respecto de la víctima provocadora, hay una acción
por su parte que determina, gatilla, la comisión del delito. Suele ocurrir en el ámbito de
violencia intrafamiliar, como por ejemplo: violencia de cualquier naturaleza del marido, actual o
crónico, que gatilla el actuar criminal de la mujer (el asesinato del tirano doméstico).
Se denomina víctima instigadora, aquella que facilita deliberadamente la comisión del delito. Por
ejemplo, facilitar el robo de un vehículo para cobrar el seguro. El motivo de la instigación suele
ser de carácter económico. Se busca y facilita la comisión del delito con el objeto de alcanzar
dicho fin.
Se entiende por víctima simuladora aquella que, valga la redundancia, simula la comisión del
delito en su contra. Por ejemplo, simular el propio secuestro para obtener un rescate (fue un
caso chileno, de una hija y un cómplice, para engañar a su padre, resultando ambos detenidos.
En estos casos, el delito no existe, pero para alcanzar sus objetivos, los demás deben percibir
su comisión.
CAMPOS DE VICTIMIZACIÓN
Hay ciertos aspectos de los delitos ecológicos, en donde se ha cometido un acto penalizado,
relacionado con el vertimiento de desechos o contaminación del agua, tierra, aire, etc., que no
pasan más allá del mero discurso político.
En razón de estos delitos ecológicos, hay comunidades que son más susceptibles de ser
víctimas de estos, como es el caso de las minorías étnicas. En razón de su marginalidad, a veces
se producen procesos de victimización sobre dichas comunidades. Otro caso que puede traerse
a colación es el de las minorías sexuales o profesiones marginadas, como la prostitución.
Aumentan los índices de victimización en razón de su marginalidad o, incluso, de su
imposibilidad de acudir al sistema penal. Puede señalarse la situación de los gitanos, quienes
son objeto de situaciones de victimización por parte de privados y el propio Estado.
Como otro capítulo de la victimología, más nuevo, estudia los factores de peligro de ser
víctimas. Se dice que podría haber factores más estables que permitieran determinar las
posibilidades de ser victimizado. Estos factores se dividen:
En el análisis empírico, los estudios arrojan que hay ciertos grupos más propensos a ser
victimizados.
En cuanto al primer factor, curiosamente el grupo etario más victimizado oscila entre los
25 y 45 años, por ser grupos activos, por constituir fuerza laboral o tener relación con
desconocidos, exposición a lugares públicos y al acontecer de la ciudad. Por supuesto, esto
debe investigarse en cada país, para contar con las diferencias locativas. Respecto a los otros
grupos, muy mayores o menores, o tienen una inhibición o disminución de la actividad fuera
del hogar muy marcada (como la gente mayor). Con los grupos mayores, hay otro problema:
son el grupo con el mayor temor, pero eso se verá después.
Pero también incluyen en este factor otras características psicológicas, asociadas a lo que
podríamos llamar discapacidades. En estudios empíricos, son más susceptibles al riesgo
aquellas personas discapacitadas como enfermos mentales, retraso mental; siendo constitutivas
de características de vulnerabilidad. Todo eso depende de la situación de deterioro: no cabría
incluir, por ejemplo, a un esquizofrénico medicado. Hay mucha literatura sobre el maltrato de
enfermos psiquiátricos, tanto en recintos o centros psiquiátricos como en el exterior, o en su
círculo familiar. Tienen un mayor riesgo de victimización, pues por lo general no está muy
protegidos, sea de parte del Estado, por instituciones o por particulares.
El escenario situacional como factor de riesgo se restringe a ámbitos territoriales. Pueden ser
áreas residenciales, laborales, de esparcimiento, etc. Lo que se ha estudiado empíricamente, es
que hay áreas de mayo victimización, pero que sin cambiarla en el tiempo. Hay áreas
territoriales donde se concentran determinado tipo de delitos. Se tienden a configurar lugares
en donde se comenten más delitos que otros. Por ejemplo, Providencia tiene importantes
índices de delitos, a pesar de que su población no lo estime así. Pero de ciertos delitos
específicos, principalmente contra la propiedad: hurtos, lanzazos, especialmente en Portal Lyon
(Metro Los Leones). Otro ejemplo, un lugar que ya no existe, como Barrio Suecia, era
escenario de la comisión de muchos delitos: tráfico, homicidio, robos, conductas desviadas
como la prostitución masculina y femenina. Por lo general, los lugares de mayor esparcimiento
suelen ser de altos índices de delitos.
Cabe mencionar, también, ciertos lugares que, por razones del territorio, son de alta
criminalidad, como los lugares alejados o de difícil vigilancia.
Respecto a los factores socio-estructurales, hay profesiones que presentan un mayor riesgo de
victimización, como carabineros, los conductores de buses antes del Transantiago, cuando
manipulaban efectivo; una profesión en boga, como los guardias privados.
01/06/16
Los estudios de estilos de vida son otro enfoque, relacionado con la victimización, pero de
desarrollo independiente. Ambos se refieren a riesgos de victimización. Ambos son análisis
donde el tema central es la vulnerabilidad de las víctimas. Pero, el análisis de estilos de vida,
como sugiere su nombre, se refiere sobre todo a las rutinas habituales que desarrollan las
personas en su trabajo y tiempo libre. Esos hábitos se relacionan con riesgos de victimización,
en cuanto a la proximidad con extraños, tratándose de hábitos que llevan a interactuar
mucho con personas; y por la exposición, aunque no lo deseen, a mayores situaciones
victimógenas que otras.
Estos estilos de vida se relacionan con el análisis concreto, sobre todo, a actividades laborales,
pero también a rutinas que dependen de alguna condición o identidad que tienen las personas.
Lo que más se ha estudiado empíricamente, son las transportistas públicos, policías y
construcción. El trabajo mismo los obliga a tener una gran relación con personas
desconocidas, que tiene que ver con su propia rutina, traduciéndose en una mayor exposición a
situaciones victimógenas.
Hay rutinas o roles que no son precisamente trabajos, pero que son estudiados en victimología.
Por ejemplo, turistas. Las rutinas de este grupo humano, al estar en ese rol, mientras más lejos
de su lugar de origen, más desconocen los peligros. Además, el turista suele tener una
curiosidad superior a la de otras personas.
Otros estilos de vida, pueden consistir en actividades que si bien no son delictuales, se califican
como desviadas, relacionadas con el prejuicio social, como la prostitución callejera, femenina o
masculina. Se relacionan con desconocidos en la calle a fin de obtener remuneración por sus
servicios. Además, ofrecen un servicio de un nivel de intimidad tan cercana que es muy fácil
victimizar a una persona así. Esta circunstancia sirve para que el victimario justifique su
conducta en virtud de esos prejuicios. En criminología, esas justificaciones se denominan
técnicas de neutralización: consisten en negar a la víctima, su condición de víctima,
responsabilizarla o minimizar el daño ocasionado. Por ejemplo, muchos grupos que se
identifican como neonazis, fundamentan su acción en contra de personas por su identidad,
condición o rutina, como es el caso de la prostitución masculina, bajo una consigna, por
ejemplo, de limpieza social. Otro caso: los conflictos de refugiados y bélicos. Obviamente, ahí
el fenómeno que sucede es que el conflicto, la guerra, altera las rutinas. Son situaciones
altamente victimógenas, pues nadie puede tomar medidas urgentes sobre las necesidades de a
gente. Otro ejemplo: las actividades que hacen los corresponsales o periodistas extranjeros, que
van a reportear a lugares con alto riesgo de victimización.
Son otros tipos de estudios relacionados con la víctima. Cada vez toma mayor importancia, no
solo en términos teóricos, sino prácticos. Por los efectos e impacto del temor del delito, se ha
incorporado su estudio para analizar la situación en la que se encuentra ese país y por qué está
en tal.
Pero, lo que se va a hablar es de otro tipo de temor al delito. Este se refiere al estado de
ánimo colectivo de temor, aun cuando no se haya sufrido personalmente el delito o sus pares
o familiares. Por ejemplo, todo un barrio. Su relación con la criminalización real puede ser muy
variable. Es una variable que depende de la criminalidad o victimización real, pero también
depende de otras variables que provocan este estado de ánimo colectivo. En especial, esta
situación se produce en aquellos países en donde los medios son muy sensacionalistas, que
pueden contribuir a un mayor temor. Hoy, en el caso chileno, hay muchos programas que se
han enfocados a estos temas.
Este tema del estado de ánimo colectivo se ha estado investigando mucho, en razón de los
efectos nocivos del miedo al delito. Por ejemplo, obliga a cambiar las rutinas: de horarios,
lugares, vinculadas a trabajo o al esparcimiento. Hay investigaciones periodísticas, en
Chilevisión en los últimos años, que han evidenciado este efecto: se prefiere quedarse en casa,
evitar ciertos horarios, evitar salir de noche, etc. Por tanto, provoca muchas medidas de auto
protección. También, los estudios muestra que muchas de esas medidas son de bajos niveles de
eficacia, es decir, la gente toma medidas, que tienen un cierto costo económico y, además, la
promesa de que las personas se quedan confiadas con que están más protegidas, se convierte
en una creencia más que en una realidad.
¿De qué le puede servir esto al Estado? Para diseñar las políticas criminales, debe tener en
consideración el índice de temor. Si este se mantiene alto o aumenta, se debe estudiar por qué
se está produciendo. Si se ha producido un alza en el índice de criminalidad, por supuesto que
el Estado debe reaccionar, pero se debe hacer un análisis más fino, para determinar a qué se
teme: por lo general, se temen más a los delitos violentos, pero hay que determinar, a su vez, a
qué delitos violentos. Se debe descomponer el temor al delito, en cuanto a variables, al tiempo,
a qué tipo de delitos, pudiendo todo esto variar, pues la criminalidad cambia en todo el mundo:
surgen nuevos fenómenos delictuales, se dejan de cometer unos y se comenten más otros.
Es común en las sociedades que la criminalidad real es mucho mayor a la registrada, por
ejemplo, por la gran cantidad de delitos no denunciado. Para poder determinar cuál es la
criminalidad real, debe ser mesurada y no todos los países se encuentran en una etapa de
desarrollo que le otorgue los instrumentos necesarios para ello.
Un tema importantísimo en el estudio de las víctimas son las encuestas de victimización. Surge
en la época de los cincuenta. Antes de esa fecha, había un lugar común respecto del fenómeno
criminal: se creía que el fenómeno de la criminalidad en un país determinado era de carácter
constante, poco variable. Había teorías del siglo XIX que afirmaban esta hipótesis. Se debía
estudiar, cuantificar y mediar, pero una vez hecho, se concluiría que el nivel de criminalidad
más o menos constante. Pero, por otro lado, creían que los registros de la criminalidad daban
cuenta de la criminalidad real. No se pensaba que había una brecha tan grande entre el
fenómeno registrado y el real. Además, no existía la herramienta metodológica para medir esa
brecha. La encuesta de victimización, entre otras, fue un aporte para determinar la criminalidad
real.
Respecto de las encuestas de victimización, hay muchas diferencias entre países en cuanto al
alcance y aspectos técnicos. Pero, lo más común es que consista en un cuestionario, pero no es
una entrevista, sino que es más de carácter cuantitativa. En general, la cuota de victimización,
busca registrar la actividad criminal que ha sufrido o vivido una población en un tiempo
determinado. La cuota siempre es acotada a un periodo, por ejemplo, anual; pues se trata de
monitorear la dinámica e incluso por cuestiones de memoria.
En ese reconocimiento, se pueden pasar de segmentos tan amplios como esos, a segmentos
más acotados. Entonces, una de las conclusiones que se han sacado, tomando en cuenta
muchas encuestas de victimización, bastante desconcertante, es que, sobre todo en países
desarrolladas, la criminalidad real que siempre es mayor que a registrada, tiene una tendencia
a mantenerse constante, a diferencia de la registrada. La tendencia de la criminalidad
registrada es que los delitos graves tienden a ser menos reportados: mientras más grave sea el
delito, en los informes de autoreporte en donde la persona declara que cometió el delito,
menos son reportados, por razones evidentes: es difícil que se autoreporte el victimario de un
homicidio, por ejemplo. Solo es común para delitos intermedios. Por ejemplo, en México,
donde la inoperancia del sistema penal es brutal, existe una importante cantidad de homicidios
no registrados. Además, presenta índices altísimos de desapariciones.
08/06/16
Prevención victimal
Lo primero que cabe decir sobre la prevención victimal, tal como sugiere el nombre, está
orientada a la protección, resguardo de las víctimas. En general, la prevención social del delito
apunta, fundamentalmente, a la persona que comete el delito, a los infractores de ley, con el fin
de dificultar la comisión de los mismos. En cambio, aquí lo que se trata es colocar el foco en la
protección de las víctimas.
Hay distintos niveles de prevención: generalmente, los que estudian este tema distinguen los
tres niveles clásicos: la prevención primaria, que estaría dirigido al conjunto delictivo de las
víctimas; ahí no hay tanta selección, pero está dirigido a las personas en sus riesgos de
victimización. Eso, generalmente, es un tipo de prevención primaria que ocupa estrategias y
programas, que podría ser de orientación, de campaña de información, etc.
Normalmente, se habla de prevención victimal terciaria, cuando se toman medidas mucho más
acotadas con respecto a población que ya ha sido victimizada, pero que tienen una
característica de mayor vulnerabilidad, pues son población revictimizada. Es una de las
poblaciones más vulnerable, por los perjuicios provocados por los delitos reiterados de los
cuales son víctima. Esta población existe, y en proporción no despreciable. A veces, la encuesta
de victimización, permite conocer la revictimización personal o del hogar. Muchas veces, se
hace la pregunta no solo en términos personales, sino “usted o alguna persona de su hogar”,
refiriéndose al colectivo del hogar. Hay delitos que tienen que ver mucho más con los hogares,
como los robos de viviendas. Ahí, se puede apreciar que esos porcentajes no son despreciables.
Por ejemplo, se sabe que existe la revictimización en los robos a vivienda, tanto en Santiago
como en regiones.
Por un lado, tendríamos una serie de instituciones del control social informal, que tienen un rol
importante en estos objetivos, de adaptación y conformación social, que se refieren
generalmente a la familia, a la escuela, a la religión, a los medios de comunicación, que, en
general, se dan de forma persuasiva, y participan en un proceso de socialización, de valores,
actitudes, conductas de conformidad a las normas sociales y legales. O sea, el control social
formal no solo socializa para que la gente no cometa delitos, sino que para que se ajuste a una
serie de expectativas que se tiene acerca del comportamiento y actitud de sus miembros, pero
todos ellos tendientes al conformismo social, una adecuación a las normas.
Sabemos que alguna de estas instituciones puede no actuar de forma persuasiva: mientras más
disfuncional o autoritaria sea la familia, puede actuar de forma más coercitiva que persuasiva.
Pero si la familia tiende más a coercionar que a socializar, dicha institución no cumple su rol.
Por otro lado, el control social penal se restringe a medios coercitivos, pues hay una coerción
el Estado a través de un sistema de penas. Simplemente se atiene a que las personas se adecúen
a las normas legales y que las personas que cometan infracciones reciban infracciones, no
socializar.
Cada institución, aún con esta diferenciación básica, tiene características propias. Pero cabe
señalar que el control social penal, representado por la judicatura, policías y sistema
penitenciario, va a buscar específicamente una adecuación al conjunto de normas legales.
Ahora, el control social formal y penal ¿qué tienen que ver con el control informal? Estaría el
supuesto de que habría un sistema normativo común. Ese sistema normativo es la referencia
para la adecuación, y que ese sistema normativo, en todos estos casos, refleja un conjunto de
valores relativamente comunes, que se dan en un ordenamiento social. Ahora, por supuesto,
aunque los valores sean similares, las conductas que se exigen son distintas, diversas,
diferenciales; porque, por ejemplo, la religión hace una exigencia conductual muy elevada, a
niveles teóricos. No basta con que el creyente no delinca, sino que se requiere una serie de
estructura, actitudes y formas de pensar. Las religiones, en muchos casos, también sancionan
como se piensa. En cambio, el control social penal se dedica solamente a las conductas que
infrinjan las normas penales. Desde ese punto, todo lo que no está prohibido, está permitido.
Pero no es así en el control social informal. No hay que perder de vista que entre estos dos
niveles de control social tiene brazos comunicantes, pus todas esas instituciones persiguen
fines comunes: la adecuación y conformismo sociales, es decir, evitar la desviación social.
Podría suceder que haya ciertas instituciones que persiguen el control social, supongamos las
sectas, que manejan estrategias de altos niveles de control social, de alto seguimiento de
conducta. Puede llevar a pautas de conductas que entran en contradicción con estos
compartimientos que van en la línea del control social, orientado al conformismo social. Hace
poco, se volvió hablar de un grupo autodenominado como cristiano, pero que para algunos
especialistas constituyen una secta, nacida en Pirque y reestablecida en el norte. Corresponde a
un modelo de secta, según ciertas características: la conducta de sus miembros está altamente
regulada, alta adhesión al líder, en donde se requiere conductas de desprendimiento de sus
bienes en beneficio de esa organización. Se repite en muchas organizaciones sectarias el tema
de la atención médica, entrando en conflicto con el control social. En este caso, en donde la
lideresa (la líder), es la única persona que tiene una conexión directa con Jesús (¿?), no estaba
en la comunidad, sino bastantes kilómetros lejos. Entonces, la organización, muy vertical y
jerarquizada, no podía tomar una determinación tan grave sin la lideresa. Esta persona fue
considerada inimputable, a pesar de que fue formalizada y detenida; y a pesar de que en
términos forzados, tuvo que ir al sistema procesal penal y someter a las prácticas propias del
control social penal. El SML estimó que esta persona tenía un delirio mesiánico, por tanto,
inimputable.
Buena parte de la explicación anterior, se refiere al enfoque clásico que se tiene del control
social penal, en donde se expresan realmente valores sociales generales y compartidos. Eso
significa, que hay una adecuación entre el ordenamiento jurídico y los valores e intereses
generales. Supone, también, una sociedad armónica donde hay consenso social, en donde se
comparte un mismo sistema normativo. Los mismos órganos del control social penal, se
supone que en su operatoria o aplicación, está reflejando esos objetivos, esos valores y normas.
En este sentido, en ese enfoque clásico, no hay un gran cuestionamiento sobre cómo operan
los órganos del control penal.
Por otro lado, dentro de la misma criminología, este enfoque clásico hace una identificación de
la cárcel o institución penitenciaria como un reflejo fidedigno de la criminalidad. Opera en sus
estudios e investigaciones de acuerdo a esa idea: en que la cárcel refleja la criminalidad real. A
su vez, hace una identificación entre esa criminalidad registrada con la criminalidad real.
Sin embargo, hay un cuestionamiento sobre todo a la efectividad de la operatoria del control
social. Eso quiere decir que la institución del control social penal, a veces, no están a la altura
de los objetivos y metas que persiguen. Esto, significa cuestionar, por ejemplo, la efectividad
de la cárcel para cumplir ciertos cometidos que le asigna el control social penal. No se afirma
que la cárcel en sí es una institución que deba erradicarse, sino que no cumple sus objetivos o
lo hace en muy poca medida.
También, se hace este segundo enfoque lo mismo respecto del Poder Judicial. Muchas veces,
no se cuestiona a la ley tal como ha sido formulada, sino que lo que se cuestiona es que el
sistema judicial opera con mucho atraso, lentitud, con poca eficacia y se plantea la necesidad de
modificar. Lo mismo se plantea de las instituciones policiales: no se cuestiona su fin, sino su
rendimiento y efectividad.
Entonces, si se observa las reformas procesales penales en América Latina, son muy similares,
con diagnósticos más o menos similares. Que no va a los temas de fondo en cuanto a los
procedimientos. Ese diagnóstico que se hace en todos los países, es uno de muchos defectos
del sistema procesal penal y no solo se cuestiona la ineficiencia, sino que se cuestionan
cuestiones centrales del sistema. Al criticar esos rasgos centrales del sistema procesal anterior,
como el sistema inquisitivo, son aspectos no menores, procesales pero de fondo. A esa
arquitectura deficiente se le imputaba una serie de efectos negativos. Por ejemplo, una gran
proporción de una población procesada, no condenada todavía, y que en gran medida debían
cumplir el proceso en la cárcel, lo que generaba más desventajas que ventajas, y era contrario a
la justicia, por someterlos a una especie de sentencia anticipada. Pero en ese diagnóstico,
también estaba que se sancionaba o sentenciaba en base a presunciones, aunque fundadas, que
en un sistema de pruebas eran muy débiles.
En los enfoques más nuevos, nos daremos cuenta que no se asigna una responsabilidad
exclusiva a los organismos de control social penal, porque se reconoce que hay una serie de
factores que impidan que disminuya la criminalidad o, a veces, que el diagnóstico acerca de la
criminalidad está errado.
22/06/16
Ahora, veremos dos modelos ya más críticos, alternativos, que aparecen recién en la década de
los sesenta y los setenta, y que también aparecen con modificaciones o en un diálogo con otros
modelos y con otras teorías en la actualidad. Este modelo o paradigma, si pudiéramos
resumirlo, diríamos que es el modelo referido a la influencia de las relaciones de poder
que existen en una sociedad. En ese sentido, es una mirada muy moderna, pues el análisis
desde la estructura de poder, en general, aparece en las ciencias sociales entre los sesenta y
setenta. Esto sucede en muchas otras disciplinas de las ciencias sociales.
El otro elemento central, aparte de considerar la influencia de las relaciones de poder, es cómo
dichas relaciones expresan a mayor influencia o relevancia de los intereses
particularistas. El control social formal expresa, más bien, intereses particulares por sobre los
generales.
Para este paradigma, cabe preguntarse cuáles son los grupos de presión o de interés más
influyentes, dominantes, en un momento determinado. Esto es relevante, porque, de acuerdo a
este paradigma, los intereses de dichos grupos son los que van a definir qué es considerado
delito y qué es lo que está permitido. Según este paradigma, los comportamientos que se
oponen a los intereses de los grupos predominantes en un momento determinado, son
los que serán criminalizados y penalizados.
Esto significa que la ley, tanto en el momento de concepción como de aplicación, va a ser un
instrumento de protección de determinados intereses particulares. No son solamente intereses
materiales, sino axiológicos, valóricos, culturales, sociales, políticos, económicos, etc. Lo que se
plantea de este paradigma es la existencia en ese mismo momento histórico de diferentes
códigos normativos. No existe esta sociedad uniforme que tiene el mismo código valórico, sino
acá, como hay distintos grupos sociales con diferentes intereses que quieren hacerlos
prevalecer, lamentablemente, para este paradigma, cada segmento social desarrolla su propio
código normativo, sus propios valores, principios, modelos de comportamiento, de lo que se
considera correcto, apropiado, deseable, etc. No son solo los valores los que están en pugna,
sino los distintos modelos de comportamiento. Esto tiene que ver con los distintos modos de
pensar, de sentir y de actuar.
3) El último elemento, es que no existiría para este paradigma una realidad criminal
objetiva, sino que sería fundamentalmente subjetiva, construida socialmente. O sea,
desarrollada dentro de una sociedad, a través de lo que piensa la opinión pública y mediante
cómo lo muestran los medios de comunicación. Entonces, en ese sentido, uno podría pensar
que distintos segmentos sociales construyen distintas realidades criminales y nuevamente
algunas son más dominantes, prevalecientes, en un momento que en otro. Por tanto, en esa
mayor predominancia de ciertos modelos sobre la realidad criminal, está la defensa de los
medios de comunicación, pero que no son separados de los grupos de poder, los cuales tratan
de tener una influencia sobre aquellos y articular una mirada sobre la realidad criminal: qué tan
grave es, cantidad, etc. Desde este paradigma, ciertas discusiones parlamentarias se
distinguirían por diferenciar más o menos a ciertos grupos, como los delitos contra la libre
competencia, etc. Entonces, esa discusión que es considerada como una de carácter técnica,
para este paradigma se interpreta que hay opciones que benefician más a ciertos centros de
interés que a otros.
Se crearía una construcción social a partir de estos grupos intereses, sobre qué es delito o no.
Entonces, la realidad criminal no podría ser apreciada objetivamente, y lo que nosotros
veríamos como realidad criminal es una percepción que se ha elaborado por estos centros.
Para este paradigma, los segmentos dominantes y los intereses no son estáticos, sino
dinámicos. Pueden variar en distintos momentos, superando unos a otros, imponiéndose entre
ellos, etc.
Como último paradigma del control social, debe mencionarse uno muy articulado en la teoría
del equitamiento o labeling approach. Este enfoque también parte, al igual que el anterior, de una
conceptualización de la naturaleza del delito como definitorial. En este paradigma, la dinámica
tiene diferencias con el modelo anterior, en el sentido de que aquí, si bien esa definición puede
ser bastante arbitraria o muy dinámica o cambiante, no está planteado todo el tema de que esto
corresponda a una dinámica de poder, ni tampoco está planteada aquí una visión de sociedad,
como lo hace el paradigma anterior. Está implícito que la visión de sociedad que se tiene no se
basa en el consenso, pero tampoco es el tema de este paradigma una conceptualización de la
sociedad, en base a conflictos que hace el paradigma anterior.
Aquí, son otros los temas que interesan: la operatoria del sistema social formal o de control
social penal. Se focaliza mucho el tema de que lo que realmente va a tener incidencia social en
términos de criminalidad, van a ser ciertas decisiones que tomarán las agencias del control
social penal: la policía, tribunales, sistema penitenciario. Esto tendrá relación con la
consideración definitorial del delito. Significa que la consideración que haga el sistema penal en
distintas instancias, no están tan relacionadas con las conductas específicas, sino que, sin
negarlas, van a estar muy relativizadas, porque van a haber muchos otros factores que van a
influir en estas decisiones del control social penal. Eso significa que las decisiones de la policía
de detener o no detener y a quienes, van a estar influidas no solo por la conducta criminal, que
se le atribuye, sino por una serie de factores, que se revisarán en su momento. A eso se le
llama, en este modelo, comportamiento selectivo.
Ahora, en este paradigma, hay dos momentos de operatoria del desarrollo: 1) el momento de la
definición de la ley penal, de cuando se crea, se modifica la legislación pena, esa creación o
modificación se va a planear que va a crear una especie de modelo muy general, respecto al
delito mismo. Un modelo muy abstracto, el cual no se puede derivar como una guía directa
para la operación del sistema penal. Entonces, lo que pasa a ser crucial es: 2) el momento de la
aplicación de la ley penal, y ese momento lo hace la institución de control penal. En ese
momento, comienzan a influir una serie de factores ajenos a la conducta misma. Incluso,
respecto de la conducta misma, respecto de este paradigma, va a influir mucho la visibilidad de
la conducta: cuan visible, cuanta conmoción provoca, efectos que provoca socialmente; pero
también se dice que va a estar muy influido por quienes denuncias, cuál es el estatus de la
denuncia, la influencia de los denunciantes.
También, influiría mucho la concepción que tiene el control penal acerca del delito y del
delincuente. Lo que va a definir son los factores, como el hecho mismo, y por tanto influirán
mucho los estereotipos y perjuicios sociales, que sí están en las instituciones del control social
penal. Por ejemplo, cuando operaba la detención por sospecha en Chile, había ciertas tasas
comunes en América Latina, la cual iba asociada a determinados tipos de estereotipos. Va a ser
fundamental el estatus y función social de las personas que aparecen denunciadas. Va a tener
una influencia muy importante en estas definiciones. Entonces, este enfoque plantea que,
estando el delito mucho más distribuido socialmente, como muestran las encuestas de
victimización y los informes de autoreporte, habrían mayor posibilidad de ser criminalizados
los grupos que tienen menor estatus, y que eso es lo que reflejaría la realidad carcelaria. No de
que las clases sociales o grupos sociales de menores recursos tuvieren una mayor tendencia a
delinquir, sin que las decisiones del control social penal perjudicarán a los grupos menos
desfavorecidos, puesto que ocupan una posición social más baja que los que integran el
control.
Este modelo plantea importantes consecuencias, a nivel social. Por un lado, asigna a la sanción
penal un efecto estigmatizante. La reacción social en general en donde se incluye la operatoria
de la reacción del control social, tienen a provocar un estigma. Ese estigma social provocaría
aislamiento, rechazo, que puede ser a nivel laboral, familiar, comunitario y en el ámbito penal.
En este modelo, también, respecto del estigma social, se plantea que la resistencia que tengan
las personas a ser etiquetadas también es relevante, pues las personas de mayor estatus tienden
a resistirse mucho más al etiquetamiento, alegando error. Además de este estigma, un efecto
relacionado pero distinguible es la eventual reestructuración de la personalidad del sujeto,
asumiendo un estatus criminal. Los grupos más vulnerables tendrían menor posibilidad de
resistirse a la etiqueta, y mayor probabilidad de que, una vez etiquetado, presentar una
identificación con el rol de desviado. Se dice que el proceso de criminalización primaria, no
sería tan estigmatizante como el de criminalización secundaria, en virtud del cual se asume el
estatus, al percibir el rechazo social. Muchos criminólogos dicen que en ese caso, sucede que
esas personas estigmatizadas ingresarían a grupos o subculturas criminales, pues ahí no existe
ese rechazo, en donde podría desarrollar un nuevo estatus y rearmar su identidad, devaluada
por la etiqueta.
29/06/16
La criminología nació como un apéndice del Derecho Penal, y fue su desarrollo el que permitio
el cambio de ese carácter. Pero, además del Derecho, hay otras disciplinas generales que
estudian la criminología como un capítulo, como la biología, la psicología, la sociología, entre
otras. Por eso, muchas veces la Criminología ha sido clasificada por esas disciplinas generales
como una subdisciplina.
Entonces, ahí hablamos de una relación más estética de la Criminología con el resto de las
disciplinas. La pretensión de la Criminología es que todas las demás disciplinas son parte de un
mismo sistema común criminológico. Ahora, en la Criminología, hay dos concepciones sobre
el sistema criminológico: una que se denomina amplia y otra, restringida.
La diferencia entre ambas concepciones tiene que ver con a qué disciplina integra, abarca y a
cuales considera pero no las considera parte del sistema criminológico. La cuestión es cuáles
son parte del sistema y cuáles no. Para eso, las distintas disciplinas que tiene relación con la
criminología, se han dividido en tres tipos: a) disciplinas explicativas, b) disciplinas del hecho
criminal y c) disciplinas de la prevención y represión del crimen.
Ahora, hay muchas disciplinas que se dedican a un hecho criminal singular, como todo lo que
tiene que ver con la autoría, complicidad, el escenario en que se produce, en general todo lo
que le corresponde a la Criminalística. Dentro de ella, hay un conjunto de conocimientos
técnicos que pretenden resolver esos objetivos. Ahí, está todo lo que se puede imaginar de
estudios sobre la escena del crimen, autopsia psicológica, huellas digitales, balística, etc.
Por último, hay disciplinas sobre la prevención y represión, relacionadas con el qué hacer sobre
la criminalidad. Ahora, el control social también agrupa distintas disciplinas, dentro de las más
importantes hoy son la Política Criminal, que tiene que ver con el conjunto de estrategias,
tácticas, programas y medios para prevenir o reprimir desde enfoques muy diversos el delito.
La política criminal soporta una gran cantidad de distintos enfoques, de diferentes niveles. Se
habla de prevención primaria, secundaria, terciaria, que son distintos quehaceres dentro del
ámbito de la política criminal, pues importan el quehacer de diferentes niveles, tanto de cómo
evitamos o cómo dificultamos las tendencias de la criminalidad, cómo las disminuimos o
llegamos a prevenir.
Ya sabemos que esas políticas, que tiene que ver con el ámbito penal, como modificaciones de
la legislación penal, del sistema de penas, modificación de un formato que siempre debe estar
encuadrado en ciertos principios jurídicos, como muchas realidades.
Dentro de este nivel de disciplinas, hay una que ha perdido importancia pero que fue en su
momento muy importante: la penología. Nace como una subdisciplina del derecho penal, pues
se encarga del estudio de las penas, de los sistemas de penas, de las medidas, etc. Si bien hoy
día, desde el derecho penal se siguen estudiando las penas y medidas, normalmente ese estudio
no parece colgado o relacionado con la penología como disciplina. Muchas vece están
relacionadas con la Política Criminal, con el Derecho Penal e incluso con la Criminología. Hay
mucho estudio histórico acerca de las penas.
Desde el siglo XIX hasta hoy, hay una concepción restringida de la Criminología,
comprendiendo solamente as disciplinas explicativas ya mencionadas. Esa diferenciación se
mantiene hasta hoy, aunque el profesor dice que la tendencia predominante es la amplia. Eso
tiene que ver con una discusión al interior de la criminología respecto a sus funciones, acerca
de si la criminología debe dedicarse solo al análisis o también a la aplicación.
Tiene que ver con cómo se han conceptualizado los fines e intenciones principales por parte
de los criminólogos. Alguna de las principales son: a) desarrollar conocimientos sistemáticos
confiables, b) aplicación a los problemas sociales reales y c) rol Político-Criminal.
La primera pregunta, ha sido una interrogante histórica para la criminología: si solo debe
desarrollarse desde un punto de vista teórico para explicar el fenómeno criminal y hasta qué
punto debe interesarse o avocarse a la aplicación en la realidad social.
También, antes del siglo XX, sobre todo en el siglo XIX, se discurrió mucho sobre un método
de producción científico empírico, pero perteneciente al de las ciencias naturales. Al igual que
las ciencias naturales, la criminología pretendía buscar y encontrar leyes causales que pudiera
explicar el fenómeno de la criminalidad. Entonces, se creía en la producción de conocimiento
verdadero, se creía en la certeza y no solamente era un cuestión cuantitativa y de desarrollo
científico, y que por la acumulación se iba a ir llegando a esa respuesta, como se ha ido
llegando en las ciencias naturales y exacta. Ahora, este modelo quedó en el pasado. La
Criminología moderna ya no se adscribe a ese enfoque, sino que la Criminología, junto a
prácticamente todas las ciencias sociales, adscribe a otros paradigmas de formación del
conocimiento, que mantienen la matriz metodológica empírica, pero que tienen importantes
diferencias sobre la situación del pasado, como por ejemplo, sobre el desarrollo metodológico.
Ya no se habla de un lenguaje clásico sobre descubrimiento de verdades y certeza, sino que de
proposiciones e hipótesis no refutadas y conocimientos provisionales. Se renuncia a las teorías
mono causales y a las leyes universales.
Esto se mantiene más o menos hasta hoy. Tal vez la línea más dominante en la criminología de
hoy, que es básicamente una de corte occidental, tiene que ver más bien con la postura de que
la criminología no se abroga ese rol político-criminal, pero sí estima que el análisis y estudio
sobre los mecanismos frente a la criminalidad es propio de la criminología.
La criminología tradicional pensaba que un buen elemento disuasivo para la criminalidad era
un buen sistema de penas, pues el sistema tradicional le asignaba una calidad preventiva a las
penas. La criminología moderna fue dejando de lado estas doctrinas, entendiendo que el tema
no tenía que ver con lo que corresponde a un esquema normativo ni con la finalidad asignada a
las penas, sino que tenía que ver con la realidad misma del fenómeno criminal.
… Dormí de nuevo.
06/07/16
Generalmente, en los tratados de Criminología aparecen tres modelos, pero uno ya no está
vigente históricamente, por lo que se analizarán dos: modelo anglosajón (USA y UK) y modelo
europeo continental.
Modelo anglosajón:
Este modelo es el que tienen mayor reconocimiento y estabilidad institucional. Ese rasgo de
convertirse en un referente mundial se debe a la tecnología. El desarrollo de este modelo es
gracias a la tecnología contemporánea utilizada en su trabajo, en materias de sociología,
psicología, psiquiatría, etc. Pero también, se caracteriza por su estabilidad, característica muy
apreciada que consiste en objetivo y meta de la ciencia. Toda ciencia depende de la calidad de
los recursos y del financiamiento de los centros académicos y de cuerpo docente.
Presenta una gran dependencia del derecho penal y su desarrollo se caracteriza por una
diversidad disciplinaria: criminólogos con formación psicológica, jurídica, biológica, etc.,
presentando un campo mucho más variado. En cambio, en el modelo anglosajón, los
criminólogos son generalmente de formación sociológica.
Presenta una pugna entre la criminología y el derecho penal, en razón de la intención moderna
de limitar la primera de la segunda, en virtud de la diferencia de métodos de ambas ciencias.
Además, la pugna no ha sido solo en métodos metodológicos, sino que también respecto del
interés de la criminología, en donde se desplazó, primeramente por los positivistas, el estudio
del delito al estudio del delincuente.
Se habla de actualización, pues en los tratados se hace referencia a las teorías del siglo XX, a
partir de los años treinta hasta los setenta. Nosotros iremos más allá de eso, llegando a lo
tratado desde los sesenta hasta el siglo XXI, la actualidad.
Hoy, la emergencia es no de teorías, sino de enfoques. Dentro de las diferencias entre teorías
hy enfoques que se pueden hacer, se debe mencionar el grado de abstracción y la mayor o
menor presencia de un marco teórico elaborado. Las teorías se caracterizan por tener un alto
nivel de adaptación, que es más o menos un modelo específico sobre la criminalidad. Son
teorías que pretenden explicar todos los tipos de criminalidad, es decir, tienen pretensiones
globales, a pesar de haber partido de una realidad local. En general, lo que se llaman teorías
criminológicos, tienen un desarrollo muy importante, hay un nivel sofisticado de desarrollo
teórico. Son modelos teóricos bastante elaborados. En cambio, los enfoques se caracterizan
por un nivel de abstracción mucho menor, porque los enfoques se caracterizarían más bien por
su tendencia hacia la concreción, hacia problemáticas criminales. Intentan dar respuesta a
problemáticas, pensando sobre cómo y qué hacer, qué medida tomar y qué variable debe
considerarse. Entonces, son mucho más concretas, teniendo bastante menos desarrollo
teórico. Son modelos mucho más simples.
En general, las teorías criminológicas eran muy excluyentes, por sus pretensiones de
universalidad. En cambio, hoy la tendencia es buscar puntos en común, similitudes y
complementaciones. Más que integración, lo que se da es complementación, pero a nivel
teórico. Hoy, los criminólogos usan marcos teóricos de teorías que otrora fueron
absolutamente contradictorias. Se piensa, en general, que la generalidad, que es un poco la
pretensión de estas teorías, se logra en mayor medida, integrando elementos de distintos
marcos teóricos.
La curva de la edad
Ahora ¿cuál sería la importancia de la edad relacionada con la conducta delictual? El fenómeno
criminal en la mayoría de las sociedades, aparece asociado y concentrado en determinados
tramos etarios. Eso significa que el comportamiento delictual se concentra bastante en la
población joven, y que a medida que aumenta la edad, la conducta delictual aparece con mucho
menos fuerza. No obstante, la curva representa datos agregados y puede representar a nivel
micro trayectorias de edad distinta. Pero, a nivel de grandes números, esa es la curva que se
dibuja, siendo la tendencia general la criminalidad joven y su decaimiento en la etapa adulta.
El fenómeno del rejuvenecimiento de la delincuencia, que parece estar cada vez más presenta,
dice que las poblaciones que delinquen se iniciarían cada vez más joven. Por tanto, se estaría
involucrando cada vez más mayor número de adolescentes. Desde el punto de vista estadístico,
se advierte que en muchas sociedades, el comportamiento general da inicio en la edad de los
menores. Sobre todo, tiene que ver con los tramos de edad de la adolescencia, menores de 18
años.
Existe una continuidad entre la delincuencia juvenil y adulta: en general los delincuentes
adultos han cometido delitos en su adolescencia. Eso se presenta como un dato más bien
empírico. Pero eso no significa que, necesariamente, los que se inicien temprano terminarán
como delincuentes adultos.
Hay algunas teorías que no consideran y otros que no son compatibles con el fenómeno de la
curva de edad. Algunos modelos teóricos clásicos restan validez a este fenómeno, pues dan
otra explicación a la criminalidad, como la teoría de la anomia de Merton.
Las personas que delinquen siguen un patrón o trayectoria delictual. De esta afirmación, lo que
no debe concluirse es que la tendencia de las personas que delinquen sea a convertirse
necesariamente en delincuentes existentes o reincidentes. Lo que se tiene que estudiar, según
este enfoque, es cuales son estas trayectorias específicas de las personas que delinquen. Es
decir, el patrón delictual que se inicia en un momento equis del fenómeno criminal. Estas
trayectorias pueden ser diferenciales, distintas, en relación a la edad y al tipo de delitos.
Este enfoque distingue diferentes tipos de delincuentes según su persistencia, desistencia, etc.
Busca hacer un desarrollo de las tipologías que sean necesarias en mérito de la situación real de
la delincuencia. Pretende distinguir como diferentes tipos de delincuentes según las diferentes
trayectorias delictuales. Empíricamente, este enfoque demuestra que existen tipos de
delincuentes muy persistentes y otros muy poco persistentes, pero a través de un estudio
material.
Desde este enfoque, los criminólogos han hecho investigaciones empíricas para conocer las
tendencias principales, en términos del comportamiento delictual. Aquí están algunos de los
principales resultados, que van a darle contenido al enfoque y que, además, han tenido en
criminología mucha influencia en otras teorías y enfoques.
13/07/16
El enfoque de las carreras criminales plantea una política criminal de intervención selectiva: de
identificación temprana, focalizar la intervención en los grupos de mayor riesgo, es decir,
grupos importantes desde el punto de vista político criminal.
Según este enfoque, que pretende ser uno más integral, se parte del análisis del cambio de
experiencias que tiene un sujeto a lo largo de su ciclo vital. Tiene una similitud, en este punto,
con el enfoque de la trayectoria criminal. Cuando se habla del interés de esos cambios
individuales en el tiempo, se refiere a procesos causales dinámicos. Es una crítica a las teorías
tradicionales, por ser estáticas y no considerar los procesos de cambio que hay frente a la
conducta delictual. Se centra en los cambios que se producen con la edad, la cual deja de se run
dato meramente cuantitativo y biológico, pues la persona va viviendo distintas experiencias
durante su vida, que influyen en su conducta. Según este enfoque, este dinamismo no puede
estar fuera de la explicación sobre la delincuencia. Por eso, si bien en ambos casos la
investigación puede ser empírica, más que dar un enfoque global, como las teorías básicas de la
anomia, subcultural, etc., aquí lo que interesa no es tanto dar una respuesta general y universal
que englobe todas las conductas delictuales, tal como pretenden las teorías globales, sino que el
enfoque es tipológico: descubrir las distintas tipologías de delincuente.
Plantea que las causas principales del comportamiento delictual se puede diferenciar por esos
factores, concediendo relevancia el factor edad. Por ejemplo, debe tenerse presente que no
toda la criminalidad se produce por factores de marginalidad, pero existe cierta relación, y por
eso debe tenerse en consideración dichos factores.
En esta lógica, una tarea fundamental es la construcción de tipologías, que busca su desarrollo
a través de la investigación empírica. No son tipologías ideales que tengan sentido desde el
punto de vista conceptual, sino que debe tener un sustrato empírico. Estas se construyen según
criterios como:
Una parte que difiere a este enfoque es un elemento que se ha desarrollado, sobre sujetos
altamente reincidentes. Algunos criminólogos que adhieren a este enfoque, se ha preguntado
por qué una gran parte de los delitos se generan a partir de un número muy minoritario de
delincuentes. Las diferencias entre los delincuentes persistentes s deberían a anomalías
neuropsicológicas del sistema nervioso, como alteraciones neuronales durante el embarazo
(uso de drogas, alimentación del feto, exposición a sustancias tóxicas, etc.) o heredadas.
Estas anomalías influirían en las funciones psíquicas, las que producirían interacciones
negativas con el ambiente, como interacciones negativas con los padres, las que modificarían
estilos de crianza. Los criminólogos se preguntan cuáles serían las interacciones que influirían
en la desviación social. El primer nivel de esas interacciones negativas las visualiza o identifican
en la etapa de la crianza, pues se alteraría la crianza socializadora, reforzadora. Estos niños
tendrían ciertas predisposiciones biológicas y psicológicas que le dificultarían ese proceso de
crianza y socialización, lo cual haría que los padres los tratarían de forma inadecuada. También,
se produciría por percepciones negativas de los ambientes, que conducen a reacciones
agresivas, por no tener la misma capacidad de adaptación, por lo que tienden a defenderse por
percibir el ambiente como mucho más amenazante, lo cual puede conllevar a conductas más
agresivas. Por último, estos criminólogos han desarrollado alguno de los efectos que podrían
tener estas relaciones negativas con el ambiente, de la manera que estas personas que han
tenido dificultades en el proceso de la crianza, y que han tenido y tienen percepciones negativas
del ambiente, tendrían a relacionarse con jóvenes, niños o adultos con similar naturaleza
conflictiva e insertarse en ambientes criminológicos. En esta búsqueda por gente con una
mirada similar, tenderían a buscar o encontrar grupos desviados, los que los puede llevar a una
mayor cercanía con ambientes criminógenos. Estas son hipótesis, no están comprobados, pero
en esta línea de desarrollo es que se han amparado ciertos criminólogos que creen que el factor
biológico es relevante.
En general, esta perspectiva tiende a tomar diferentes tipos de factores. En general, todos os
enfoques se identifican con factores biológicos y psicológicos. Identifican otros factores
relacionados con la familia, con la escuela u otras agencias de socialización o control social, y
otros tipos de factores que normalmente aparecen son los ambientales, donde entran factores
muy diversos. No todos los que están trabajando en esta perspectiva están desarrollando de
forma explícita este enfoque de factores de riesgo, sino que muchos criminólogos hacen
investigación empírica sobre estos factores, pero puede que introduzcan nuevos factores.
También, después de que este enfoque empezó a desarrollarse, empezaron a surgir otros
enfoques muy relacionados, que se diferencian en la lógica en que se aglutinan estos factores.
Por ejemplo, algunos platean hablar de factores protectores en vez de factores de riegos, que es
simplemente un cambio de perspectiva. Esos factores a veces son la otra cara del factor de
riesgo y a veces no.
Déficit en desarrollo cognitivo: se supone que las personas desde que nacen deben
tener un desarrollo de sus funciones cognitivas. En este caso, solo lo vamos a asociar
a la inteligencia, lo cual debe ser un proceso normal. Hay poblaciones, tanto en
menores como en adultos, en las que no hay un desarrollo normal en cuanto a las
funciones cognitivas o inteligencia, y normalmente esto no puede ser imputado. Está
asociado a la posibilidad de resolución de problemas reales de la vida, por lo que si
hay un déficit conflictivo, se complicaría su desarrollo humano, como persona. Acá se
habla de personas que están por debajo del desarrollo normal. Se le ha atribuido la
calidad de característica de la personalidad;
Locus de control externo; Se asocia a un desarrollo psicobiológico adaptable, que la
persona desarrolle una percepción de que puede hacerse cargo de su presente, de su
realidad, según la edad y circunstancias, de que puede ser un factor fundamental en
cómo lograr sus metas, en cómo lograr resolver los problemas de la vida, o por el
contrario, puede que esté poco desarrollado ese locus de control interno y justamente
que el que predomine sea el locus de control externo, que sería un desarrollo de la
personalidad en el cual se tiende a atribuir lo que me pasa a terceros, a la vida, al
destino, a lo que le tocó vivir, etc. Se estima que en estos casos se aumentan las
posibilidades de desviación social, pues no se tiene un sentido de responsabilidad ni
de consecuencia de mis conductas.
Baja autoestima. Se refiere a la imagen negativa que uno tiene de sí mismo, en algún
momento de su vida. En general, en el desarrollo de la vida, el baja autoestima es un
elemento deficitario, pues dificulta mucho la vida social de las relaciones
interpersonales. La baja autoestima genera problemas en la asertividad, lo cual a su
vez produce dificultades para resolver problemas, lo que podría llevar eventualmente
a la comisión de un delito, como medio para resolver el conflicto;
Egocentrismo. Desde el punto de vista evolutivo, uno no nace con la capacidad de
empatía, sino que eso tiene relación con la interacción social y desarrollo psicológico.
El desarrollo debería llevar a disminuir este egocentrismo, lo que justamente sucede
en los niños. Pero, hay personas que ya no están en esa etapa donde el egocentrismo
es normal. Podría culminar en una mayor probabilidad de delinquir; y
Falta de empatía. Aquellas personas que sufren de falta de empatía, crean discursos de
justificación de sus conductas. Hay investigaciones de carácter biológica, que plantean
que la empatía tendría una fuente biológica, por lo que estas personas que carecen de
esta característica, no la tienen suficientemente desarrollada. La cuestión es cómo
poder promover el desarrollo de la capacidad empática.
20/07/14
Factores socioeducativos:
Factores ambientales:
No se verán las teorías tradicionales, sino aquellas más avanzadas, posteriores a los años
setenta. Estas teorías del control social se originaron desde los setenta, pero que arrojan
productos nuevos ahora. Es un conjunto de familias de diferentes criminólogos y centros de
estudios desarrollándolas.
Tienen otros nombres en los manuales, como teorías de arraigo social o vínculo social. Este
tipo de teorías normalmente se hizo una pregunta diferente a la clásica de las teorías
criminológicas: el por qué la gente delinque. Se preguntaron, entonces, ¿por qué tanta
gente no delinque y actúa según conformismo social? Se refieren al arraigo social.
Estas teorías no se refieren tanto al control social penal, sino a una serie de controles internos
de la persona y externos, presentes a lo largo de la mayor parte de nuestro ciclo vital.
Controles internos:
Controles externos:
Supervisión parental. Nos remitidos a lo dicho anteriormente.
Sistema escolar. Se refiere a la entrega de valores y formación por parte de los padres.
Indudablemente, esto puede influir en la conducta positivamente, dependiendo de las
características del sistema escolar. Por ejemplo, Sudáfrica presentaba muchos
problemas de violencia en el sistema escolar, entre estudiantes, e incluso contra
profesores. Se descubrió que una de las fuentes de origen de esto era que en los
periodos no tan lejanos, el sistema escolar había presentado un contenido
especialmente violento de parte de los profesores contra los alumnos. No se cuestiona
la violencia entre alumnos, porque se estima normal, y tampoco de profesores a
alumnos, pues se considera acorde a derecho en virtud del deber de disciplina.
Contribuyen a la violencia sistemas escolares muy tolerante o la permisibilidad de los
estudiantes más antiguos respecto de los nuevos.
Influencia del grupo de pares.
Respecto a los controles sociales externos, hay estudios que han profundizado en ellos,
particularmente sobre la familia como institución de control social, que apuntan mucho al rol
de prevención. Muy desarrollado por autores como Hirschi, quien le da una importancia
fundamental a la familia en base a estos elementos:
Es una teoría moderna, que hoy se encuentra en pleno desarrollo. Como alguno de los otros
enfoques o teorías, están partiendo de mucha investigación criminológica empírica. En este
caso, sucede algo parecido, y antes de entrar en específico en el rol que juega el autocontrol en
el delito, está obteniendo esta teoría muchos resultados sobre los comportamientos delictuales.
Educación errática: incoherencias en las sancione so consecuencias. Que pequeñas faltas sean
castigadas fuertemente, o a falta grave castigo leve, e incluso actitudes positivas menores
reforzadas enormemente o viceversa. Es decir, desproporción de la consecuencia. Estos
comportamiento confundes a los menores, constituyendo un mecanismo distorsionador de los
premios o recompensas.
Esta misma teoría plantea la compatibilidad con ciertos enfoques, como aquellos que postulan
que el desarrollo del autocontrol depende del ciclo vital, pues se instaura en la temprana
infancia y es constante, pero el bajo autocontrol declina con la edad. Por ello, le otorgan muy
poca importancia a la escuela y otras instituciones, pues su intervención es más tardía, sumada
a la falta de cooperación de los padres.
En una línea que están tomando muchas líneas actuales de criminología, en donde están
tratando de integrar elementos de distintos enfoques teóricos, aquí se incorpora el concepto de
que la alternativa delictual sería una conjunción del autocontrol bajo con la oportunidad de
delinquir. Afirman que no solo el autocontrol es importante, sino que el elemento de
oportunidad sería un segundo factor a considerar. No obstante, como el elemento central es el
autocontrol, ¿qué pasa en aquellos casos en que se da oportunidad a personas de alto
autocontrol? Pareciera no tener efecto la oportunidad delictual. A menor autocontrol, mayor
influencia de la oportunidad delictual.
Es una teoría también de carácter psicosocial. Es un intento nuevo de explicar el papel que
tendría la frustración con el comportamiento desviado. En criminología, hay distintas teorías
sobre la frustración: desde teorías psicológicas que hacen una relación bastante mecánica entre
frustración y agresión. En cambio, en esta teoría se descarta una relación tan mecánica o
determinista e incluso pretenden superar a otras teorías que muchas veces se pronunciaron
sobre la frustración, como la teoría de la anomia.
Se abocan a estudiar las fuentes de tensión en la sociedad. Estudian la interacción del indiviudo
con la sociedad y el ambiente. Antes de pronunciarse sobre los efectos de la frustración,
tensión y estrés, van a buscar de dónde proviene la frustración. Se distinguen tres fuentes
posibles, como importantes, de tensión o frustración:
Dificultar o fracasos que hay que superar para lograr las metas positivas. A menudo,
son las mismas metas que la sociedad ha instaurado en su cultura, lo que puede
significar bastantes niveles de estrés o frustración.
Privación de gratificación. Apunta a la pérdida de algo que se tenía, como una posición
o una relación interpersonal, de algo positivo que se había alcanzado.
Escenario o situaciones aversivas ineludibles. Por ejemplo, hay muchos oficios que
tienen grados importantes de tensión, pero hay niveles y niveles. El trabajo en las
instituciones penitenciarias, es un trabaja muy desgastador, en las cuales se suelen
incorporar dentro de los concursos altos niveles de tolerancia de la frustración.
Esta teoría también alude a las diferencias entre las aspiraciones o expectativas y los
resultados. Junto con ello, también considera la diferencia entre un resultado justo y el
logro alcanzado. Esto no es en base a visiones arbitrarias, sino que según el propio sistema.
03/08/16
Esta teoría plantea que es esta reacción negativa la energía para corregir la situación de alto
estrés y frustración, pero de una manera desviada. La situación deviene en paradójica, pues
mediante un comportamiento desviado el sujeto o grupo alcance mejores niveles de
satisfacción y disminuye niveles de frustración, pero la consecuencia tiene el efecto paradójico
de reforzar este comportamiento delictual, pues el sujeto, grupo o pareja, como organización o
agrupación, verá que de esa manera logra sus metas.
Esta teoría plantea que este es el mecanismo principal, pero también plantea la importancia que
tendrían otros factores que van a influir en el resultado. Influirán en el hecho de que este
comportamiento desviado se verá favorecido, como por ejemplo:
Otro nivel de esta teoría es a nivel social, de las comunidades de pertenencia de los sujetos.
Anteriormente, hicimos una lectura más individual o grupal, pero aquí se plantea que las
comunidades de pertenencia de un sujeto implican ciertas condiciones que pueden agravar o
mejorar la situación de frustración y tensión. Dice esta teoría que en este segundo nivel, no
solo las situaciones que vive el sujeto personalmente producen frustración y tensión, sino que
la pertenencia a una determinada comunidad puede plantear situaciones altamente estresantes
o frustrantes.
Existen ciertas comunidades que por sus condiciones, características y situación económica
puede hacer muy difícil el logro de las metas, constituyendo fuente de tensión. Por ejemplo,
comunidades que dan pocas posibilidades de trabajo, pues esa persona no puede salir de ese
mundo, problemas de transporte, etc. Estas características favorecen los problemas familiares,
escolares, laborales, entre otros. Otro ejemplo, las comunidades que favorecen la pérdida de
estímulos positivos y exponen a condiciones o estímulos negativos: exposición al delito,
inseguridad (física, económica, sexual, etc.), a problemas sociales diversos; alcoholismo, drogas,
violencia callejera, vandalismo de pandillas, hacinamiento.
Esta teoría postula que toda la criminalización y victimización que se va a producir es de tipo
selectiva, discriminatoria, no bastarán las características de la conducta, como que sea típica,
antijurídica y culpable. Lo que dice esta teoría es que, producto de la operatoria del derecho,
algunas personas son etiquetadas y otras no [por eso se dice de criminalización secundaria, la
estigmatización del aparato estatal]. Se construye un stereotipo delictual que se impone
socialmente. En algunos casos, se van a reconocer el delito, por ser muy objetivo , por su
lesividad, y otros no, como un delito cometido por un dirigente del Banco Central, a quien por
su posición social, no opera el etiquetamiento.
Esta operatoria del sistema penal logra etiquetar como delincuente en base a un estereotipo,
construido social y culturalmente.
En esta línea, hay una teoría nueva que se refiere a la construcción de este estereotipo más
específicamente, la teoría de la imaginería del estereotipo. No solos se refiere a las
conductas criminales, sino a distintas desviaciones que contrastan con las conductas normales.
Es una teoría amplia, aplicable a los trastornos mentales, conductas delictuales y desviadas no
delictuales.
A partir de esos fundamentos, dirá que con todas esas características de definición la sociedad
construirá a un estereotipo de desviado, que corresponde a una construcción social que no
responde a ninguna conspiración, sino que se da culturalmente, reforzada por la interacción
social y los medios de comunicación, fijada en la mentalidad de las personas, compartidas hasta
por los desviados.
Este estereotipo no es una mala intención ni conspiración, sino que surge de la propia cultura,
la propia sociedad, que tendería a construir un estereotipo delictual. Si bien esta teoría no lo
dice, permite deducir que para esta teoría, el estereotipo variaría según cultura, como el de
oriente, el de occidente, etc.
El proceso de etiquetamiento descansa en un proceso social real de construcción social del
modelo delictual, que uno pensaría que en una sociedad moderna puede ir variando,
justamente porque es una construcción social. Entonces, lo que dice esta teoría, es que el
proceso de etiquetamiento se va a referir solo a algunos comportamientos delictuales, los que
correspondan al estereotipo socialmente construido.
10/08/16
Según esta teoría, el etiquetamiento se producirá solo respecto de algunos actos desviados o
actores sociales. La mayoría de los actos desviados pasarán por un proceso de normalización,
quizá no de institucionalización pero no serán tipificados.
Esta teoría viene a identificar cuáles serían los factores que tienen mayor incidencia en el
etiquetamiento. Entonces, hay factores distintos, los cuales son los siguientes:
Aplicación del etiquetamiento. Esta teoría recoge a presión social, como factor que
pugna con el etiquetamiento.
El proceso de etiquetamiento influye considerablemente en el desarrollo de una carrera
de desviación. El etiquetado tiende a no identificarse con el rol etiquetado, y pretende
acercarse a los roles anteriores, sin identificarse con el primero. No hay reconocimiento
en la participación del delito, una resistencia a identificarse con el rol de delincuente.
Eso se puede apreciar en los delitos mencionados anteriormente, como económicos, de
corrupción, e incluso de lesa humanidad. En cambio, las personas que se identifican
con este rol, construyen un discurso legitimador.
Esta teoría tiene que ver con la vergüenza social que provocaría la reacción social contra el
delito y el delincuente. Está dentro, también, de actualizaciones relacionadas con la teoría del
etiquetamiento clásica. Esta teoría hará un giro respecto de lo que veníamos planteando de
cómo opera el etiquetamiento, en el sentido de hacer una distinción nueva, que tal vez la teoría
el etiquetamiento tradicional no hace.
Esto quiere decir, que esta teoría partiendo de la base de que la reacción social frente al delito
es de rechazo, tendría un potencial de que hubiese efectos positivos a partir de la reacción.
Pero, no cualquier reacción social será positiva en esos términos. He aquí la distinción: tipos de
reacción social, que se diferencian en varios aspectos, fundamentalmente en que a pesar de ser
una reacción negativa, de rechazo, el elemento que las distinguiría es hasta qué punto de la
reacción social, va a aceptar la reinserción, la reincorporación de estos sujetos, o hasta qué
punto no.
También va a distinguir el elemento de la proporcionalidad de la reacción frente al peligro. Si
es una reacción exagerada, una reacción de condena absolutamente desproporcionada, o el
rechazo es de carácter parcial, limitado, en razón de la gravedad o reiteración de la desviación.
Si es proporcionada la reacción social, la consecuencia será ser reintegrado.
Según esta teoría, dependerá también del contexto, que tendrá consecuencias en el grado de
conciencia del desviado, del daño que ha causado frente a terceros. Eso, en definitiva, puede
marcar una diferencia importante respecto a la menor tendencia a delinquir y una mayor fuerza
a dejar ese camino desviado.