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El pasado miércoles 20 de abril, ocurrió un accidente en una planta del complejo

petroquímico Pajaritos, ubicado en Coatzacoalcos, uno de los puertos comerciales más


importantes del Golfo de México. Este accidente ocurrió durante el horario laboral y
aunque todavía no tiene una cifra exacta de cuántas personas murieron, lo ocurrido es sin
duda una tragedia para muchas familias de esa ciudad del sur del estado de Veracruz, a
quienes les mando toda mi solidaridad.

Aunque ahora todavía es muy pronto para determinar con certeza las causas específicas de
ese desastre -y tendrán que pasar muchos días, quizás meses de peritajes y revisiones para
saberlo-, sin duda podemos analizar algunos datos que nos puedan dar una idea sobre lo que
pasó. Como ya se ha dicho en las muchas notas de prensa sobre el tema (1), el accidente
ocurrió en una planta productora cloruro de vinilo, llamada Petroquímica Mexicana de
Vinilo que es operada por la industria química Mexichem, en asociación con Petróleos
Mexicanos, PEMEX, la empresa estatal mexicana de producción petrolera de México. La
importancia del cloruro de vinilo no acaba en su misma producción sino en lo que se hace
con él, pues es materia prima para producir el plástico llamado cloruro de polivinilo, más
conocido como PVC. Se requiere una concentración mínima de alrededor del 4% de
volumen de cloruro de vinilo en el aire para que este se incendie y aunque otros gases o
líquidos inflamables tienen límites menores -la gasolina apenas requiere 1.4%-, (2) el
cloruro de vinilo tiene la desventaja de que las reacciones en las que puede incendiarse e
incluso explotar, se ven favorecidas por la presencia de metales como el hierro e incluso los
contenedores o tuberías de acero inoxidable que se utilizan en las plantas -al contener
hierro- pueden llegar a favorecer estas reacciones. Al incendiarse o explotar el cloruro de
vinilo produce otros compuestos que también pueden incendiarse como ciertos peróxidos,
así que una vez iniciado un incendio con esta sustancia, suceden muchas reacciones en
cadena que agravan la situación. Por si esto no fuera lo suficientemente malo, al incendiarse
y explotar el cloruro de vinilo produce además ácido clorhídrico, que es tóxico, pero sobre
todo irrita la piel y las mucosas. Esto tuvo que ver al menos en parte con las molestias que
sintieron muchos de los habitantes de Coatzacoalcos y sus alrededores en las horas
posteriores al accidente.

Entre las décadas de 1930 y 1940, la fábrica Chisso empezó a producir aldehído
acético y cloruro de vinilo (elementos de fabricación del plástico). Como catalizador del
proceso se utilizaba mercurio metálico que después era vertido al agua sin tratar,
llegando a la bahía de Minamata en Japón.
Así, la enfermedad de Minamata recibe dicho nombre por ser el centro de un brote de
envenenamiento por metilmercurio en la década de los 50. En 1956, el año en que se
detectó el brote, murieron aproximadamente 45 personas. Creída en principio como una
enfermedad contagiosa, entre 1953 y 1965 se contabilizaron 111 víctimas y más de 400
casos con problemas neurológicos.

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