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Voz: ¡No tiene gracia!

Voz: Quieta ahí, no te muevas.

Voz: Acaba con esto ya, te estás excediendo.

Voz: No pasará nada no os preocupéis, solo unos minutos más.

Voz: ¿Qué ha sido ese ruido?

Voz: Algo va mal.

(Pasos)

Voz: ¡Oh Dios mío!

La cabeza me dolía a rabiar, las voces se confundían entre si y acababan en un


odioso eco para volver a repetirse. No veía nada, todo estaba en blanco y me
veía a mi misma tumbada en el suelo llena de sangre. Poco a poco las voces se
fueron calmando hasta no oír nada y todo se volvió negro, entonces un
pequeño pitido agudo discontinuo se fue colando en mi cabeza y empecé a
abrir los ojos lentamente.

***************************************************************
***

Estaba desorientada, cuando mis ojos se adaptaron a la luz observé mi


entorno. Estaba en una pequeña habitación blanca con una simple ventana y
un pequeño armario de metal incrustado en la pared. A mi derecha había una
maquina muy cercana a la cama en la que estaba de la cual supuse que salía
aquel ruido tan molesto, unos cables me unían a ella. Después de un cierto
tiempo noté que habían cuatro personas que no conocía en la habitación que
enseguida que notaron que estaba despierta se pusieron alrededor mía
hablando bastante fuerte, aquello me molestaba.

Chica: ¡Rápido llamad a un médico!- indicó al chico que estaba más cerca de la
puerta.

Chico: Al fin despiertas ¿Cómo estás? ¿Te encuentras bien?- me preguntó.

La verdad es que de cada vez estaba más confundida. ¿Dónde estaba? ¿Qué
hacía ahí? ¿Quienes eran aquellas personas?

Yo: ¿Quién eres tú?- pregunté desconcertada.

Sus caras cambiaron de inmediato y se empezaron a mirar entre ellos, nadie


me contestó.
Yo: ¿Quienes sois todos vosotros?- volví a preguntar.

Chico: Estás de coña ¿Verdad?- preguntó.

En ese momento entró un hombre con una bata blanca entrado en años, se
podía apreciar como le estaban empezando a salir canas.

Yo: ¿Dónde estoy?- le pregunté a aquel señor empezando a desesperarme,


nadie me daba respuestas y estaba asustada.

Señor: Estás en el hospital, yo soy el doctor Santiago Giménez y me han


asignado para realizarte varias pruebas- contestó.

Chico: Doctor ella no nos reconoce- habló el mismo chico que llamó al doctor.

Doctor: Veamos- dijo acercándose a mi.

Me indicó que hiciese distintas cosas, como seguirle con la vista el dedo sin
mover la cabeza, me puso una luz en los ojos bastante molesta, me tocó el
cuello y la parte posterior de la cabeza.

Doctor: ¿Sabes cómo te llamas?- me preguntó.

Yo: Me llamo Ainhoa Salazar Aguiló- contesté.

Doctor: ¿Cuántos años tienes?

Yo: Dieciocho.

Doctor: ¿Tienes hermanos o hermanas?

Me quedé pensando y intenté recordar algo pero no se me venía nada a la


mente.

Yo: No lo sé.

Doctor: ¿Recuerdas el nombre de tus padres o de alguien de tu familia?

Yo: No- volví a contestar.

Doctor: ¿Y no reconoces a ninguno de estos chicos?- me preguntó


señalándolos.

Me fijé fijamente en las caras de todos intentando que algún rasgo se me


hiciera familiar o algo, pero me eran completamente desconocidos por más que
intentase averiguar quienes eran no pude lograrlo.
Yo: No- susurré negando con la cabeza.

Se hizo el slencio hasta que el llanto de una de las chicas se hizo presente. La
verdad es que era muy guapa, pelirroja de alta estatura con unos ojos verdes
preciosos, esbelta y con un rostro libre de imperfecciones, sin granos ni
espinillas ni pecas, piel bastante pálida. La otra chica se acercó a consolarla,
también era bastante guapa, rubia de estatura media, bastante morena con
ojos castaños y delgada, ni le faltaba ni le sobraba de nada. Pude notar como a
esta también se le escapaba alguna que otra lágrima, las dos salieron de la
habitación.

Miré a los chicos, ambos estaban sentados en un pequeño banquito con la


mirada perdida, parecía que les había afectado mucho el no haberlos
reconocido. ¿Quienes eran? Intenté recordar lo que había pasado, pero tan
solo me llegaban los echos que habían transcurrido desde que desperté. El
doctor me seguía realizando pruebas y apuntaba en una hoja suponía lo que
serían mis reacciones. Entraron las dos chicas que antes habían salido y se
sentaron junto a los chicos, ya estaban bastante más calmadas. El doctor
acabó con las pruebas, suspiró, se quitó las gafas para acariciarse los ojos con
un gesto de cansancio, volvió a ponerse las gafas y habló:

Doctor: Parece ser que la señorita Salazar tiene una laguna mental provocada
por la contusión cerebral que le diagnosticamos nada más ingresar. No es
capaz de recordar nada a lo anterior del golpe, tan solo conserva la
información de si misma tales como su nombre y edad- explicó.

Las caras de aquellos chicos eran bastante deprimentes, las chicas luchaban
por no llorar mientras que los chicos simplemente apretaban con fuerza sus
manos en un claro gesto de rabia.

Yo: ¿Qué me ha sucedido doctor? ¿Por qué estoy aquí?- quise saber.

Doctor: Lleva en coma varias semanas, usted y sus compañeros estaban en la


casa de uno de ellos cuando tropezó y se dio un fuerte golpe en la cabeza
provocándole un gran traumatismo cerebral. Su situación parece normal y
estable, si no hay más alteraciones podrá volver a casa en poco tiempo- dijo –
y a ustedes les recomiendo que se presenten y expliquen quienes son, eso
podría ayudarla a recordar.

Chico: Doctor ¿Hay alguna posibilidad de que recupere la memoria?- preguntó


preocupado.

Era un chico bastante normal en cuanto a aspecto, cabello castaño alborotado


aunque le quedaba bien, no estaba despeinado, ojos café, piel morena, muy
alto y flacucho, no tenía ni un rastro de barba en su rostro.

El doctor se quitó las gafas, se las metió en un bolsillo de la bata y nos miró a
todos fijamente, su expresión era realmente seria.
Doctor: Voy a serles sincero. No podemos saber si su pérdida de memoria será
permanente o tan solo temporal. Hemos tenido casos en los que recuperaron
la memoria en tan solo unos minutos, otros en unos cuantos meses y otros
que no lo han echo nunca, es imposible saberlo- contestó.

Chico: ¿Y hablarle sobre su pasado podría hacer que recuperase la memoria?-


preguntó esperanzado.

Este era último era muy guapo, cabello negro, ojos verdes esmeralda, más
bien bajo aunque no mucho, musculoso y a diferencia del otro chaval este
tenía una perillita muy bien cuidada que le hacía aún más atractivo.

Doctor: No prometo nada, pero podría ayudarle a agilizar un poco para poder
explorar su mente y acordarse de algo- finalizó

Salió por la puerta mientras que dos personas más entraban, estos eran esta
vez un hombre y una mujer que, para mi desgracia, me eran igual de
desconocidos.

Señora: Ainhoa por Dios ¡Al fin despiertas!- exclamó visiblemente alegre
mientras me abrazaba con fuerza al igual que aquel hombre.

Chica: Antonio, Lucía, tenemos algo que deciros- dijo, por fin alguien decía
algún nombre.

Aquellos dos nuevos extraños se miraron desconcertados y después miraron a


la chica que habló en busca de alguna respuesta. En breves minutos les
contaron todo lo que el médico había dicho y sus lágrimas no se hicieron
esperar. Así pues empezaron a presentarse de uno en uno.

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Aquellos dos nuevos extraños se miraron desconcertados y después miraron a


la chica que habló en busca de alguna respuesta. En breves minutos les
contaron todo lo que el médico había dicho y sus lágrimas no se hicieron
esperar. Cuando se calmaron un poco empezaron a presentarse de uno en
uno.

Así pues me enteré de quien era cada uno de ellos. La mujer resultó ser mi
madre, se llamaba Lucía Aguiló Sánchez, tenía cuarenta y dos años y trabajaba
limpiando en la universidad. Tenía el pelo negro por los hombros, ojos miel,
más bien blanca que morena, estatura media y delgada, era bastante jovial
para su edad. El hombre como supuse era mi padre, se llamaba Antonio
Salazar Hernández, tenía cuarenta y tres años y era electricista. Pelo castaño,
ojos azules marino, muy moreno, cachas y muy alto, rondaría el metro
ochenta y cinco, lo único que tenía de barba eran las patillas. Un hombre
bastante guapo.

En cuanto a los demás chavales supe que eran mis amigos, todos éramos un
gran grupo. El chico con el pelo castaño (véase el capítulo anterior para no
hacerse un lío) se llamaba Javier Álvarez Carbó aunque todos le llamaban Javi.
Tenía diecisiete años y le conocía de hacía cuatro cuando coincidimos en la
misma clase en el instituto, por lo que me dijeron enseguida congeniamos y
éramos grandes amigos. La chica rubia se llamaba Marta Lozano Robles y tenía
la misma edad que yo. La conocía desde toda la vida y era mi mejor amiga,
con ella hice muchas locuras que me hicieron reír bastante cuando me las
contaron, éramos inseparables. También me contó que tenía una hermana
pequeña llamada Laura de siete años, decían que me volvía loca. El chico del
pelo negro se llamaba Sergio Medina Orgaz, este era el más mayor de todos
con veinte años, le conocía de hacía más de cinco y para mi asombro
llevábamos tres años de relación. Y por último llegó la chica pelirroja, se
llamaba Alicia Ferrer Mascaró y tenía diecinueve años, esta fue la última en
unirse al grupo, la conocí hace dos años y éramos buenas amigas, siempre nos
teníamos a mano y aunque no teníamos una amistad muy fuerte sabíamos que
podíamos confiar en la otra.

También me explicaron que vivíamos en Palma de Mallorca, en España, una


isla preciosa según me dijeron. Estudiaba en el Instituto Ramón Llull y iba a
entrar en segundo de bachiller, el último año. Tenía una hermana mayor de 24
años llamada Natalia que vivía en Pollença, en la otra punta de la isla en una
gran casa que le dejaron mis tíos antes de irse a vivir a la península. Me enteré
que entre mi hermana y mis padres nunca hubo mucha relación y que más
bien estaban peleados, aunque yo con ella me llevaba estupendamente. Ella
era dentista y estaba en un viaje del trabajo en Valencia, por esa razón no
pudo ir a verme. Me desanimé bastante ya que tenía muchas ganas de
conocerla.

Después de que me dijeran las cosas principales me quedé bastante cansada,


había sido un día muy largo para mi y tan solo tenía ganas de dormir. Entraron
unas enfermeras, una me quitó el cable que me tenía unida a la máquina, la
cual dejó de pitar gracias a Dios y la otra empezó a echar a la gente.

Enfermera: Disculpen pero el horario de visitas ya ha acabado, vuelvan


mañana a partir de las ocho de la mañana- anunció amablemente.
Todos obedecieron y se levantaron, aunque pude notar que ninguno quería
marcharse. Me miraron y cada uno se fue despidiendo hasta que tan solo
quedó en la habitación una enfermera. Suspiré agotada y me retumbé en la
cama.

Enfermera: Ha sido un día duro ¿Verdad?- me preguntó sonriendo mientras


apartaba la máquina y guardaba el cable.

Yo: Uff, y tanto- le devolví la sonrisa.

Enfermera: Bueno por el momento ya no necesitarás más suero ya que ahora


puedes comer por ti misma. ¿Tienes hambre?- preguntó.

Yo: Mucha- contesté.

Enfermera: Bien, dentro de poco te traerán la cena- volvió a sonreír.

Me gustaba mucho su compañía, era agradable y muy alegre, cosa que me


hacía bastante falta después de toda una tarde con caras largas y lágrimas.

Enfermera: ¿Quieres estirar un poco las piernas antes de cenar? Es mejor que
lo hagas en mi compañía por si acaso, llevas mucho tiempo en la cama y
podrías caerte- ofreció amablemente.

Yo: Claro, estoy cansada de estar tumbada- acepté.

Me giré en la cama de manera que mis piernas quedaron colgando, la


enfermera que estaba ya a mi lado me ofreció su brazo y me agarré a ella.
Dimos unas cuantas vueltas por la habitación y de paso aproveché para ir al
baño. ¡Se me hacía tan extraño caminar! Después de unos minutos volví a
tumbarme y le agradecí a la enfermera.

Yo: Muchas gracias, has sido muy amable- le dije.


Enfermera: De nada mujer, para eso estoy- contestó siempre sonriente.

Después de preguntarme si necesitaba algo más se retiró y al poco rato me


trajeron la cena. Comí con gusto aunque no es que fuera una delicia y volví al
baño. Cuando acabé me miré en el espejo, no me reconocí ni a mi misma.
Tenía el pelo negro azabache, realmente negro, ojos azules parecidos a los de
mi Antonio, piel morena, estaba delgada y de estatura baja. Debía admitir que
no era fea, para nada fea.

Reconocí algunos rasgos de Lucía en mi rostro aunque para mi gusto era mas
parecida a Antonio. Enseguida volví a la cama quedándome pensativa. ¿Cómo
sería mi vida a partir de ahora? ¿Volvería a recuperar la memoria? ¿Qué
pasaría conmigo en el instituto? ¿Me enamoraría de nuevo de mi supuesto
novio? Ese era un tema que me preocupaba. No sentía nada por aquel
muchacho, al menos por el momento. ¿Tendría que decírselo? ¿Tendríamos
que acabar con la relación? Repasé mentalmente todo el día, estaba muy
cansada así que cerré los ojos y me dispuse a dormir.

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Voz: ¡No tiene gracia!

Voz: Quieta ahí, no te muevas.

Voz: Acaba con esto ya, te estás excediendo.

Voz: No pasará nada no os preocupéis, solo unos minutos más.

Voz: ¿Qué ha sido ese ruido?

Voz: Algo va mal.


(Pasos)

Voz: ¡Oh Dios mío!

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***

Desperté de nuevo con un horrible dolor de cabeza, suspiré y me incorporé.


Era muy extraño, no era la primera vez que esa conversación se me venía a la
cabeza. Intenté darle alguna explicación pero no le encontraba el sentido, ni
las voces ni de lo que hablaban me sonaba de algo. Deseché esa idea de mi
mente, me froté los ojos y bostecé, vi que ya me habían traído el desayuno,
acerqué un poco la mesa y empecé a comer. Cuando terminé aparté la mesa,
me levanté de la cama lentamente y comencé a caminar un poco, después me
metí en el baño. Cuando salí alguien estaba en la habitación.

Señora: Hola Ainhoa. Mira te he traído esto para que puedas ducharte y
peinarte- me dijo ofreciéndome un neceser rojo.

Yo: Oh, gracias...¿Lucía?- le dije para confirmar su nombre.

Enseguida vi como su rostro se entristecía al oír que la llamaba por su nombre.

Lucía: Eh si, soy Lucía- afirmó con una sonrisa triste.

Yo: Lo siento mucho, todavía no me acostumbro- me disculpé un poco


avergonzada.

Lucía: No, no te preocupes, dilo cuando te nazca decirlo- me contestó.

Le sonreí, guardé el neceser en un cajón y me tumbé en la cama. Ella se sentó


en un sillón que había y después de preguntarle que tal el día de ayer empezó
a contarme cosas de cuando era pequeña, las travesuras, los viajes que
hicimos, recuerdos importantes... No me acordé de nada, sinceramente todo lo
que me decía no me sonaba en absoluto pero me gustaba escucharla, saber
que clase de idioteces hacía o que rituales teníamos en familia me ayudó un
poco a conocerme mejor y, además, veía que a ella le encantaba contármelo.

Estábamos hablando animadamente cuando de repente dejó de hacerlo y


metió su mano en el bolso buscando algo.

Lucía: Casi se me olvida dártelo- dijo ofreciéndome una carta- Es de tu


hermana.

Sonriendo la cogí y la abrí pero cuando iba a empezar a leer cambié de


expresión completamente.

Lucía: ¿Qué pasa?- preguntó.

Dejé caer mi mano sobre la pierna y clavé mi mirada en un punto fijo, después
la miré a los ojos.

Yo: No...no puedo leer- dije con un hilo de voz.

Lucía: ¿Cómo?- dijo desconcertada.

Yo: No sé leer- susurré.

Abrió la boca con la intención de decir algo pero no lo hizo, me miró, se acercó
a mi y me abrazó. En ese momento no había cosa que necesitara más que un
abrazo. ¿Cómo era posible que no supiera leer? ¿Significaba eso que tampoco
sabría escribir? ¿Cómo diantres iba a estudiar sin saber leer?

Yo: Por favor dame algo en donde pueda escribir- pedí.


Lucía se separó de mi y buscó un bolígrafo y algún papelito y me lo entregó.
Acerqué la punta del boli al papel pero tal y como me temía tan solo pude
hacer un par de garabatos.

Yo: ¡Mierda tampoco puedo escribir!- espeté tirando el bolígrafo con fuerza a la
pared mientras me levantaba y me dirigía a la ventana para que no me viese
llorar.

Lucía: Tranquila Ainhoa, no pierdas la calma. Con práctica y un poco de


esfuerzo puedes volver a aprender, no pasa nada, tranquilízate- intentó
consolarme.

Yo: ¿Qué no pasa nada? ¿Qué no pasa nada?- pregunté girándome sin
preocuparme ya de que viera mis lágrimas- Tengo una jodida laguna mental
que hace que ni siquiera reconozca a mi familia o a mis amigos ¡Joder ni
siquiera podría distinguir si tú eres mi madre o cualquiera de la calle! Queda
menos de un mes para que empiecen las clases y no sé ni leer ni escribir ¿Y
aún quieres que me tranquilice?

Lucía me miraba con tristeza, se había quedado muda ante tal reacción mía.

Lucía: Lo...lo siento mucho Ainhoa, te juro que si pudiera hacer algo lo haría
pero no puedo- dijo con la voz rota.

Me acerqué a ella y la abracé fuertemente, enseguida me sentí mal por haberle


gritado, ella no tenía la culpa de nada y lo único que había echo había sido
hacerle daño.

Yo: Perdóname, no tienes la culpa- me disculpé y me senté en la cama de


nuevo- Léeme la carta.

Ella asintió, la cogió, se sentó y empezó a leer. La carta ponía que ya se había
enterado de mi falta de memoria y que sentía mucho todo lo que tenía que
estar pasando. También decía que no le faltaba mucho para volver y que
estaba ansiosa por ir a verme, que aunque yo no la reconociera ella me echaba
mucho de menos. Me explicaba como era la ciudad en la que estaba y lo
capullo que era a veces su jefe con ella. Al final se despidió con un “Te quiero
hermanita” que me sacó una sonrisa.

Yo: Gracias por leérmela- le dije.

Lucía: De nada faltaría más- contestó con una sonrisa- Me tengo que ir ya al
trabajo pero antes me encargaré de hablar con tu doctor y explicarle lo de la
carta.

Yo: Está bien, muchas gracias- volví a agradecer.

Lucía: Me voy ya, te quiero- dijo besándome la frente.

Hice una mueca al no saber que responder, evidentemente no podía decirle lo


mismo “conociéndola de dos días”. Ella al ver mi indecisión sonrió.

Lucía: No tienes que responder nada, tan solo quiero que lo sepas- dijo, asentí
con la cabeza y antes de salir por la puerta me dedicó otra sonrisa.

Me levanté de la cama, cogí el neceser y entré al baño para colocar todas las
cosas que me había dado, desodorante, gel, champú, un peine, cepillo, pasta
de dientes...y más cosas por el estilo. Terminé de colocarlas y empecé a
caminar, me aburría mucho, no se podía hacer nada interesante entre esas
cuatro paredes. Por suerte la puerta se abrió indicándome que tenía visita
aunque fuera la enfermera cosa que por fortuna no fue así.

Chica rubia: ¡Hola Ainhoa!- dijo entrando en la habitación y abrazándome


enérgicamente, parecía ser que esta chica era muy desinhibida.

Yo: Ehh, hola.

Chica pelirroja: Hey ¿Qué tal?- saludó abrazándome tímidamente.


Yo: Perdonad pero ¿Cómo os llamabais?- pregunté intentando que no se
desanimaran, cosa que no conseguí con la chica pelirroja.

Chica pelirroja: Me llamo Alicia- contestó.

Yo: Ah Alicia es verdad, perdona. Sonará irónico pero tengo muchas cosas en
la cabeza y me cuesta un poco- dije sonriendo, ella me devolvió la sonrisa
dándome a entender que no pasaba nada.

Chica rubia: Pero que sosa que eres hija mía- le dijo a Alicia- Para saber mi
nombre vamos a jugar a algo.

Yo: ¿Cómo?- pregunté un poco desconcertada, me alegraba saber que


compartía esa misma idea con Alicia que la miraba un poco raro.

Chica rubia: Si, juguemos al veo veo, te diré palabras que comiencen por las
letras de mi nombre, así será más divertido- explicó.

Yo: ¿Qué? ¿Estás hablando en serio?- pregunté, esta chica era muy extraña.

Chica rubia: Pues claro- afirmó segura y seria, después de unos segundos
mirándola con cara de pava acabó sonriendo- Que no boba que es coña, me
llamo Marta.

Yo: Uff me lo estaba empezando a creer- dije riendo.

Nos sentamos las tres en la cama y empezamos a hablar. Les acribillé a


preguntas que probablemente si no hubiera perdido la memoria recordaría,
aunque si era así no dieron ninguna señal para hacérmelo saber ya que
contestaron con una expresión muy neutral y amigable. Me lo pasé muy bien
con ellas aunque no podía evitar desconectar mi mente un poco de esa
habitación y acordarme del nuevo problema que tenía.
Marta: Oye ¿Por qué esa cara tan larga?- preguntó para mi sorpresa. ¿Cómo
sabía que me pasaba algo? No me dejó responder- Tú no me conoces pero yo
si a ti y llevas desde que llegamos preocupada por algo. ¿Qué pasa?

Yo: Antes de que vinierais mi madre vino a verme y me dio una carta de
Natalia- dije.

Alicia: ¿Y cual es el problema?- quiso saber.

Yo: Que al intentar leerla no pude, no sé ni leer ni escribir. Supongo que el


traumatismo habrá echo que olvide eso también- conté desanimada.

Marta: ¡No jodas! ¿Hablas en serio?- preguntó preocupada, yo asentí.

Alicia no dijo nada, la miré y vi como había tensado la mandíbula y observé


que tenía los nudillos blancos de tanto apretar la sábana.

Yo: ¿Te encuentras bien Alicia?- pregunté al verla así.

Alicia: Si si, no te preocupes- contestó relajándose un poco aunque seguía muy


tensa.

Yo: ¿Estás segura?- insistí, volvió a asentir.

Alicia: ¿Qué harás entonces? Queda como mucho un mes de vacaciones ¿Te va
a dar tiempo a aprender para el instituto?- preguntó.

Sergio: ¿Aprender a qué?- interrumpió una voz.


A el si le recordé, mi supuesto novio. Llevaba un ramo de rosas, supuse que
serían para mi.

Marta: Parece ser que el golpe no solo le ha borrado la memoria, no sabe ni


leer ni escribir- le comunicó.

Se quedó rígido con la boca abierta, suponía que como todos tampoco se
esperaba esa noticia. Alicia miró las rosas con ¿ira? No supe descifrar su
mirada. Después le miró a los ojos fijamente y se levantó.

Alicia: Sergio sal un momento- dijo con voz fría.

Apenas tuvo tiempo de dejar el ramo en la mesa cuando ella le cogió del brazo
y tiró con fuerza de el hasta que salieron.

Yo: ¿Y a estos dos que les pasa?- pregunté a Marta extrañada.

Ella encogió los hombros indicándome que no tenía ni idea pero pude notar por
su expresión que ella sabía algo. Miré la puerta y vi que no la habían cerrado
del todo, había una pequeña obertura por la cual les observé. Me di cuenta de
que estaban discutiendo, y vaya discusión. Alicia estaba completamente roja,
enfurecida con los ojos aguados. Sergio la miraba amenazante, estaba muy
agitado pero más tranquilo que ella. El la cogió del brazo y la acercó a el de
manera que su boca quedaba en su oído. Le susurró algo que hizo que se
calmara un poco y observó la pared hasta que te topó con mi mirada. Mientras
me miraba le dijo algo a Sergio y después se fue corriendo.

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Ella encogió los hombros indicándome que no tenía ni idea pero pude notar por
su expresión que sabía algo, no quise darle mucha importancia. Miré la puerta
y vi que no la habían cerrado del todo, había una pequeña obertura por la cual
les observé. Me di cuenta de que estaban discutiendo, y vaya discusión. Alicia
estaba completamente roja, enfurecida con los ojos aguados. Sergio la miraba
amenazante, estaba muy agitado pero más tranquilo que ella. El la cogió del
brazo y la acercó a el de manera que su boca quedaba en su oído. Sergio le
susurró algo que hizo que se calmara un poco y observó la pared hasta que te
topó con mi mirada. Mientras me miraba le dijo algo a Sergio y después se fue
corriendo.

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Todo era muy raro ¿Por qué se habrían peleado? ¿Tendría que ver algo la
reacción que tuvo Alicia antes? Seguramente sería alguna cosa entre ellos pero
¿Era tan grave como para que Alicia se hubiera puesto de esa forma? En ese
momento entró Sergio en la habitación, me miró, cogió el ramo y me las
entregó sonriendo.

Sergio: Buenos días- saludó.

Yo: Gracias, déjalas en esa mesa- le dije señalando las flores, las dejó ahí y se
sentó en un sillón.

Marta: Bueno yo me voy, cuídate Ainhoa- se despidió dándome dos besos.

Yo: Adiós.

Cuando cerró la puerta Sergio se levantó y se sentó junto a mi en la cama.

Yo: ¿Por qué habéis discutido tú y Alicia?- pregunté mirándolo.

Sergio: Por nada, es una tontería de ella, no tiene importancia- contestó


tranquilamente.

Puesto que no había ninguna prueba o algo que contradijese su palabra decidí
creerle ya que ¿Qué otra cosa podría ser? Algo sin importancia como bien
había dicho el.
Sergio: Ainhoa ¿Qué va a pasar con nosotros?- preguntó al cabo de unos
segundos de silencio, le miré y pude notar que estaba muy serio.

Yo: No sé, no me acuerdo absolutamente de nada de ti y sinceramente ahora


no siento nada por ti, lo siento- contesté lentamente, pude ver como su
expresión cambiaba a medida que le decía esas palabras.

Sergio: Está bien, creo que lo mejor será dejar un paréntesis en nuestra
relación. Si llegas a recuperar la memoria y te embarga algún sentimiento
sobre mi te ruego que vayas a verme, me da igual si es mañana, en un mes o
en dos años, voy a seguir amándote igual- contestó el con lágrimas en los ojos
que luchaban por salir.

Yo: De acuerdo, está bien.

No se quedó mucho rato más, hablamos de cosas sin importancia y después se


marchó. No mucho después me trajeron la comida y después de comer vino
Javi a verme. Me alegró mucho la tarde, ahora entendía por que me llevaba
tan bien con el, era muy divertido. Se tuvo que ir cuando llegó mi doctor, mi
madre ya había hablado con el y le contó ese nuevo problema que se me
presentó con la escritura y la lectura. Ese mismo día empecé con las clases,
era realmente duro y difícil, pensar que esas dos cosas tan básicas en la vida
se me habían olvidado me deprimió mucho, el doctor muy amablemente me
consoló.

Pasaron dos días y yo seguía con mi rehabilitación por así decirlo, todos venían
a visitarme pero desde aquella vez en la que Alicia y Sergio discutieron no la
volví a ver. Pregunté por ella a todos pero nadie supo darme una respuesta,
me entristecí un poco ya que aunque la conociese de poco extrañaba su
compañía. Una tarde estaba levantada enfrente de la ventana tomando un
poco el aire cuando entró alguien que no conocía.

Yo: Buenos días, si viene a recoger mi ficha está ahí sobre la cama- le indiqué
pensando que era una enfermera.
No se movió, estaba ahí de pie mirándome fijamente hasta tal punto que tuve
que desviar la mirada por incomodidad. La chica era castaña, ojos azules muy
parecidos a los míos, bronceada, alta y delgada.

Yo: ¿Se encuentra bien?- pregunté.

La chica empezó a llorar, no sabía que hacer, no la conocía y no sabía que


quería. Entonces la chica se movió del lugar donde había estado tanto tiempo,
se acercó a mi y antes de que pudiera hacer nada me abrazó estrechándome
con fuerza entre sus brazos. Me quedé muda, una desconocida venía, se ponía
a llorar y me abrazaba. ¿Había algún manual que te dijese qué hacer en esos
casos?

Chica: Si no has muerto ¿Por qué siento que he perdido a una hermana?-
preguntó con la voz apagada.

Entonces mi cabecita comprendió todo rápidamente. Me fijé mejor y la ropa


que llevaba no era de una hospital, era la de una clínica dental (que por cierto
son muy parecidas).

Yo: ¿Na-Natalia?- pregunté emocionada.

Por fin se separó de mi, la miré a los ojos y ella sonrió, la había detallado
mejor y la verdad es que nos parecíamos mucho. No lo pensé más y esta vez
la abracé yo, no recordaba nada de ella, al igual que todo el mundo, pero no
sabía por qué nada más verla le había cogido cariño.

Natalia: Oh Dios siento todo esto mucho pequeña, lo siento mucho- me dijo
cogiéndome las manos.

Encogí los hombros en señal de 'Qué se le va a hacer' y volvimos a abrazarnos.


Estaba muy emocionada, ella era la última persona que me quedaba por
conocer y me había estado haciendo mucha ilusión desde que me dijeron que
existía, la acababa de conocer y ya me sentía unida a ella. Nos separamos y
nos sentamos las dos en la cama.
Natalia: ¿Cómo ocurrió todo? ¿Te acuerdas de algo?- preguntó ansiosa.

Yo: No, no me acuerdo de nada, según dijeron mis amigos estaba en casa de
Javi cuando tropecé y me di el golpe en la cabeza contra una mesa- conté.

Natalia: ¿Y ya está? ¿Seguro que solo fue eso?

Yo: Si ¿Por qué lo preguntas?- quise saber extrañada.

Natalia: No soy médico pero, para haber perdido la memoria de toda tu vida y
incluso no saber ni escribir ni leer, un golpe con una mesa de madera no me
parece suficiente- confesó ella.

Yo: Bueno ahora que lo dices mi doctor me preguntó algo parecido, no está del
todo seguro que fuese esa la causa por la que perdí la memoria, el asegura
que el golpe fue contundente y incluso con algo un poco afilado, características
que no se encuentran en una mesa de madera- le expliqué.

Natalia: ¿Tendrían algún motivo para mentir tus amigos?- preguntó


desconfiada.

Yo: No lo sé, no lo creo. Puede que con la confusión no hubieran visto


exactamente con que me di el golpe y quizás al caer cerca de la mesa
pensaran que me di contra ella- dije intentando sacar alguna conclusión.

Natalia: Puede ser, pero es todo muy raro.

Yo: No sé si tiene mucha importancia pero desde hace tiempo, incluso cuando
estaba inconsciente, una conversación se repite en mi mente- conté.

Natalia: ¿Una conversación?


Yo: Si, no tiene sentido alguno, o al menos yo no se lo veo, las voces son muy
confusas pero no las asocio con nadie- le expliqué.

Natalia: ¿Qué dicen esas voces?

Le expliqué el breve diálogo de esa conversación y tampoco supo darle


sentido. Me dijo que quizás fuera algo que escuché antes de desmayarme o
cualquier cosa por el estilo.

Natalia: ¿Y se lo has contado a tu doctor?

Yo: No, no le doy tampoco mucha importancia.

Natalia: Bueno, lo importante es que estás bien y que dentro de poco volverás
a casa ¿Verdad?- dijo cogiéndome las manos mientras sonreía.

Yo: Si- respondí sonriendo también.

Natalia: Y bueno ¿Qué ha pasado con Sergio?

Yo: Nos hemos dado un tiempo, yo no le recuerdo y tampoco siento nada por
el. Tendrías que haber visto la cara que puso cuando se lo dije, me sentó fatal-
contesté.

Natalia: Pues sinceramente a mi no me da ninguna pena, ese chico no me


gusta para nada. Evidentemente no lo recuerdas pero te aviso de que el y yo
nos llevamos muy mal- me dijo.

Yo: ¿Por qué? Parece un chico muy majo.


Natalia: No sé no me gusta para ti, me da mala espina- respondió.

Yo: Bueno dejemos ese tema. ¿Y a ti como te van los hombres?- pregunté
sonriendo.

Su expresión cambió en seguida y supe que había tocado un tema delicado


para ella, pronto las lágrimas acudieron a sus ojos.

Yo: Hey ¿Qué te pasa?- pregunté con voz cariñosa.

Natalia: Mi novio me dejó la semana pasada- contestó sollozando.

Me acerqué a ella y la abracé demostrándole mi apoyo, no me gustaba verla


así después de haber estado toda la tarde riendo, hacía un par de horas que la
conocía y ya me sentía muy cercana a ella.

Yo: ¿Qué ha pasado?- pregunté una vez se hubo calmado.

Natalia: Como ya te conté en la carta estaba en Valencia en un viaje del


trabajo, Óscar que así se llama el se empeñó en comprarse un billete para
acompañarme, aún sabiendo que le podría ver poco ya que yo tendría que
dormir en el hotel que mi jefe había pagado- hizo una pausa para coger un
poco de aire.

Yo: ¿Y qué ocurrió?

Natalia: Mi jefe me dio un día libre ya que había estado trabajando mucho, y
decidí ir a ver a Óscar a su hotel para darle una sorpresa. Cuando entré en su
habitación se estaba tirando a otra tía, el está completamente seguro de que
yo me acosté con mi jefe- volvió a llorar.

Yo: ¿Y es verdad?
Natalia: ¡Por supuesto que no! Yo a el le amo, jamás se me ocurriría hacerle
algo así- contestó con la voz ronca.

Volví a abrazarla y le dije:

Yo: Qué gilipollas, es un imbécil. ¿Llegué a conocerle?- pregunté.

Natalia: Si, y la verdad es que os llevabais estupendamente- contestó.

Yo: Bueno, pues ahora no- respondí, ella rió.

Natalia: Gracias por escucharme, ya sé que apenas me conoces y que


posiblemente te haya resultado raro, pero me hacía falta- dijo ella agradecida.

Yo: Tonterías, eres mi hermana te recuerde o no y creo que ha sido eso lo que
ha echo que esté tan a gusto contigo, puedes venir todas las veces que quieras
si necesitas a alguien con quien hablar, estaré encantada de recibirte- le dije
con una gran sonrisa.

Natalia: Gracias, me alegra saber que sigues siendo una gran persona- dijo
abrazándome.

Yo: De nada, no hace falta que me lo agradezcas- contesté separándome.

Natalia: Me temo que tengo que irme ya. Cuando salgas de aquí ven a
visitarme, me alegrará verte y quizás a ti también, casi toda tu infancia te la
has pasado allí- me ofreció.

Yo: Por supuesto, me encantaría ir. Ten por seguro que una de las primeras
cosas que haga nada más volver a casa será visitarte- respondí sonriendo.
Natalia: Eso espero. Bueno me voy ya, cuídate Ainhoa. Adiós.

Yo: Hasta luego- me despedí.

Salió y cerró la puerta dejándome sola de nuevo, un vacío se apoderó de mi.


No era algo nuevo la verdad, cada vez que me quedaba sola sin motivo alguno
me deprimía y de vez en cuando soltaba alguna lágrima, esa vez no fue la
excepción. Sentí como alguien abría la puerta lentamente, me enjugué las
lágrimas antes de que entrara a la habitación y cuando vi quien era me
sorprendí.

Alicia: Hola Ainhoa- me saludó tímidamente.

Yo: Hola. ¿Qué te ha pasado estos días? ¿Por qué no has venido a verme?-
pregunté rápidamente.

Alicia: ¿Puedo?- preguntó señalando la cama.

Yo: Claro, siéntate- contesté haciéndole un hueco.

Se acercó, se sentó, me miró y sonrió.

Alicia: ¿Qué tal estás?- preguntó.

Yo: Bien, bueno, todo lo bien que se podría estar en mi situación- respondí
mirándola.

Alicia: ¿Ya has empezado con las clases de la lectura y escritura?- quiso saber.

Yo: Si, empecé hará unos dos días, es muy difícil y duro- admití.
Alicia: Supongo que si, si yo fuera tú no sé que hubiera echo.

Yo: ¿Por qué has evadido la primera pregunta que te he echo?- pregunté
cogiéndola por sorpresa.

Alicia: No te he evadido ninguna pregunta.

Yo: Si que lo has echo. ¿Por qué no has venido a verme estos dos días? ¿Tiene
algo que ver la discusión con Sergio?- acribillé.

Alicia: No, no ha sido por la discusión. Y sobre lo que no he venido a verte era
porque necesitaba desconectar- contestó rápidamente.

Yo: ¿Desconectar de qué?

Alicia: Veo que sigues siendo igual de curiosa y cotilla ¿Eh?- dijo ella riendo.

Yo: ¡No soy cotilla!- sonreí- Tan solo quiero saber por qué has desaparecido
estos días, he preguntado a todo el mundo y nadie sabía donde estabas.

Alicia: ¿Tanto me has echado de menos?- preguntó bromeando, aunque noté


que no lo decía tan en broma ya que después de haberlo dicho puso una
expresión de vergüenza.

Yo también me avergoncé al pensar la respuesta y comprobar que, en efecto,


la había echado más de menos de lo normal.

Yo: Pues si, si te he echado de menos- contesté apenada.

Ella se ruborizó y se puso un poco nerviosa.


Yo: ¿Por qué discutísteis Sergio y tú?- pregunté para cambiar de tema.

Alicia: ¿Y tú dices que no eres cotilla?

Yo: ¿Y tú dices que no evades preguntas?- me defendí.

Ella se vio acorralada, ya que no tenía ninguna otra escapatoria, y finalmente


se dignó a darme una respuesta.

Alicia: Son cosas entre el y yo, no es nada grave. Teníamos un problema que
ya hemos arreglado, nada más- contestó poco segura.

Yo: Desde hace unos días tengo la sensación de que todos me ocultáis algo y
todavía no encuentro la razón- dije un poco irritada.

Alicia: Aquí nadie te oculta nada, no te hagas paranoias- disuadió- Ahora


cuéntame tú ¿Por qué llorabas antes?

Yo: No lloraba, acababa de bostezar y se me habrá escapado alguna lagrimilla-


mentí, por la cara que puso supe inmediatamente que no me había creído.

Alicia: Ainhoa te conozco mejor de lo que te piensas y sé que estabas llorando,


venga va cuéntamelo- insistió.

Yo: Realmente no lo sé, siempre que me quedo sola me deprimo- contesté


triste.

Alicia: ¿Y eso por qué?- preguntó extrañada.

Yo: No tengo ni idea. Supongo que es por eso, por quedarme sola, con todo lo
que ha pasado últimamente estoy muy sensible y cuando me quedo sola pues,
lloro- respondí empezando a llorar.
Alicia: No nena, no llores, no me gusta verte así- dijo abrazándome.

La rodeé con mis brazos y me desahogué con ella. Le dije todo lo que me
preocupaba, mis penas, mis miedos, absolutamente todo lo que me hacía
sentir mal.

Alicia: Pero no seas tonta Ainhoa, no estás sola. Estás rodeada de gente que te
quiere, tu hermana, tus padres, tus amigos... Nadie te va a dejar sola, y si los
demás lo hacen ten por seguro que yo estaré siempre para ti ¿Entendido?- me
animó.

Asentí sonriendo, ella me devolvió la sonrisa y volví a abrazarla, me encantaba


hacerlo, me sentía reconfortada y protegida en sus brazos, cosa que me
incomodó al tener esos sentimientos hacia ella, hacia mi amiga. Le agradecí
que me hubiera escuchado y tras unos minutos se despidió de mi. Al poco rato
cené, me aseé en el baño y me dispuse a dormir, sin saber por qué mi último
pensamiento fue a parar a Alicia.

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Nota: A partir de aquí intervendrá en algunos casos la conciencia de Ainhoa


que será introducida por estas comitas: “ ”. Aclaro que es como una voz
aparte, Ainhoa tendrá sus pensamientos (introducidos por apóstrofes ' ',
aunque lo indicaré con una frase) y también aparte su conciencia. Vamos, lo
que vendría a ser esa vocecita en nuestra cabeza que siempre nos vuelve locos
y hace que nos peleemos con nosotros mismos jajaja.

Asentí sonriendo, ella me devolvió la sonrisa y volví a abrazarla, me encantaba


hacerlo, me sentía reconfortada y protegida en sus brazos, cosa que me
incomodó al tener esos sentimientos hacia ella, hacia mi amiga. Le agradecí
que me hubiera escuchado y tras unos minutos se despidió de mi. Al poco rato
cené, me aseé en el baño y me dispuse a dormir, sin saber por qué mi último
pensamiento fue a parar a Alicia.

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Poco menos de una semana después me dieron el alta y por fin pude ir a mi
casa. Vivía en el centro de la ciudad y pude afirmar que era una isla preciosa,
con unas playas maravillosas y lugares muy naturales con unas vistas
hermosas (Autora: ¿Me estoy pasando explicando lo maravillosa, preciosa y
perfecta que me parece mi isla? Jajaja) Sin lugar a dudas me encantaba
Mallorca.

Dejando de lado la isla, mi casa también me gustaba mucho. Vivíamos en un


apartamento amplio, iluminado y acogedor en el sexto piso. Tenía tres
habitaciones, la de Antonio y Lucía, la mía y un despacho que antes había sido
la habitación de Natalia, una cocina, dos baños, un salón y un pequeño balcón
que estaba en mi cuarto.

Nada más llegar me metí en mi cuarto y cerré la puerta, me quedé observando


la habitación. Enfrente de la puerta estaba la cama, tenía puesta ya el nórdico
de invierno ya que el frío se presentaría en breve, era blanco con algunos
detalles de lo que parecían ser algunas ramas de árbol y hojas cayendo de
color lila. A la izquierda estaba el balcón, habían unas cortinas blancas con un
bordado de hilo, no tenía forma. Al lado del balcón había una “cómoda
estante”, habían dos cajones y más arriba estaban los estantes. Pegado estaba
mi escritorio con algunos cuadernos y libros, una lámpara y un portátil.

Para finalizar en el hueco que dejaba mi escritorio y la pared había un gran


armario. La pared era blanca y había una banda con líneas curvas de color lila
a juego con el nórdico. En definitiva, mi habitación me gustaba. No sabía que
hacer así que hice lo primero que se me vino a la mente: mirar mi ropa. Me
acerqué a la cómoda y abrí un cajón, ya estaba puesta la ropa de invierno.
Jerséis, sudaderas, jeans, pantalones...nada del otro mundo. “Evidentemente
eres una chica normal y corriente ¿Qué esperabas encontrar Ainhoa? ¿Ropa de
Gucci o Louis Vuitton?”

Me senté en la silla de enfrente del escritorio, abrí mi portátil y lo encendí, por


suerte no tenía contraseña así que pude entrar directamente a mi usuario. La
foto de fondo de pantalla era mía y de Sergio, enseguida la quité y la borré,
con aquello se me ocurrió una idea. Entré en equipo, mis cosas y encontré la
carpeta que buscaba. Cliqué en “Fotos” y me salieron unas cuantas carpetas,
así que me puse a verlas.
Tenía mil fotos con Sergio, y mil fotos que se fueron a la papelera de reciclaje,
no quería tener nada con el por el momento. Entré en otra carpeta y había un
montón. Yo y Marta, yo y Alicia, yo con Marta y Alicia...En algunas ocasiones
reí al ver las poses y caras que poníamos, éramos muy tontas. Me miraba en
las fotos y me parecía una desconocida, sonriendo feliz con ellas dos como si
las conociese de toda la vida “Es que las conoces de toda la vida, exceptuando
a Alicia”

Entonces me encontré con una foto que me dejó muda. Era Alicia, tumbada
boca abajo en el césped con el sol pegándole en media cara, me había
quedado embobada mirándola ¡Estaba preciosa! “¿Pero qué estás diciendo
Ainhoa?” Me di cuenta de lo que estaba pensando y cerré el portátil de un
golpe seco. Me levanté y me llevé las manos a la nuca empezando a caminar
por la habitación. “¿En qué estás pensando? Alicia es tú amiga, es tú amiga”
Alarmada por esos pensamientos hacia ella me tumbé en la cama y me quedé
dormida.

Abrí los ojos pero los tuve que cerrar enseguida por la luz. ¿Luz? Cuando me
quedé dormida recordaba que aún había luz. ¿Había dormido tantas horas?

Marta: Buenos días dormilona- me saludó sonriendo.

Yo: ¡Joder!- exclamé asustada, estaba sentada en la silla al lado de mi cama-


¿Qué haces aquí?

Marta: Pues esperaba a que te despertases. ¿Tú sabes cuanto duermes? Estoy
harta de verte en la misma posición, más bien estoy harta de verte- respondió
sonriendo con la última frase.

Yo: ¿Y no has tenido la inteligencia de despertarme?- pregunté cerrando un


poco los ojos.

Marta: Oh créeme que dejándote dormir he sido muy inteligente.

Yo: ¿Por qué?


Marta: Digamos que tienes mal despertar, la última vez que lo hice me dejaste
un moratón en el ojo- dijo señalándoselo.

Yo: ¿Qué me dices?- dije incrédula.

Marta: Tranquila, si te sirve de consuelo estabas medio dormida, aunque me


vengué de ti- contestó.

Yo: Miedo me da...

Marta: Te pegué durante 1 semana un papelito en la espalda que ponía “Estoy


amargada y soy fea, culona y tengo las tetas como una tabla de planchar”-
explicó intentando no reír ''intentando''.

Yo: ¡Serás perra!- exclamé tirándole un cojín.

Marta: Jajaja no sabes lo mucho que me reí esa semana.

Yo: Oye, que yo no soy fea- le reproché.

Marta: No no lo eres, de echo tienes una de las caras más bonitas que he visto
en mucho tiempo, pero tienes que admitir que culona eres- me confesó
sonriendo.

Yo: ¡No soy culona! Haber si, tengo bastante culo pero tampoco es para tanto.

Marta: Jajaja que no mujer tienes el pandero perfecto, tu culo les pierde a los
hombres- dijo.
Yo: ¿Y eso de que tengo las tetas como una tabla de planchar? Eso es una
mentira muy gorda- le dije señalándomelas.

Marta: Algo tenía que añadir para rellenar...- contestó encogiendo los
hombros.

Yo: A todo esto ¿Qué haces aquí?

Marta: Ah si, casi se me olvidaba. Hoy vamos a ir a la playa, así que no puedes
faltar- me dijo.

Yo: ¿A la playa?

Marta: Si, sabes lo que es ¿Verdad?- me preguntó.

Yo: He perdido la memoria pero no soy imbécil- contesté un poco ofendida.

Marta: Perdona, no pretendía molestarte- se disculpó avergonzada.

Yo: No pasa nada- respondí.

Marta: ¿Seguro?

Yo: Tranquila, estoy bien- aseguré levantándome- Voy a cambiarme.

Marta: De acuerdo.

Esperé unos segundos a que saliera del cuarto pero no lo hizo.


Marta: Ah perdona lo siento, es la costumbre. Antes nos cambiábamos juntas,
ahora salgo- dijo levantándose rápidamente.

Salió y cerró la puerta. Suspiré, me froté los ojos y miré la hora ¡Eran las tres
y media! Me había pasado casi un día entero durmiendo. Solté un sonido de
sorpresa y busqué en los cajones algún bikini pero no encontré ninguno, no me
quedó más remedio que buscar a Marta.

Yo: Marta no sabrás por casualidad...- no terminé cuando entré en la cocina.

Estaba Alicia apoyada en la mesa besando a un tio que no conocía. No sabía


por qué pero de repente me había entrado un calor insoportable, y unas ganas
insoportables de tirarme encima de aquel tio, si ya me había quedado
sorprendida de verla fue mayor mi sorpresa al verla dándose el lote con ese.
Alicia al notar mi presencia se separó rápidamente de el y me miró nerviosa.

Alicia: Ho-hola- me saludó.

Yo: Buenos días- le respondí tensa.

Alicia: El es Andrés mi...

Andrés: Soy su novio, encantado- la cortó extendiéndome la mano.

En ese momento me di cuenta de que me había clavado las uñas en la palma


de la mano al apretar los dedos, que los tenía blancos por la tensión. Abrí la
mano y cogí la suya devolviéndole el saludo.

Yo: Un placer- mentí con una sonrisa hipócrita- No me habías dicho que tenías
novio.

Alicia: No había salido el tema- contestó con la cabeza gacha.


Yo: Ya... Oye ¿Dónde están Antonio y Lucía?- caí en la cuenta.

Alicia: Se han ido, por eso decidimos ir a la playa, para no dejarte sola- dijo
sonriendo.

Yo: Oh, gracias. ¿Y Marta?

Alicia: Ha ido a buscar a Javi y a Sergio, no tardará mucho en llegar- dijo.

Yo: Vaya ¿Puedo pedirte un favor?- pregunté.

Alicia: Claro.

Le hice un gesto y salimos de la cocina.

Yo: ¿Tienes idea de dónde tengo los bikinis?- susurré un poco avergonzada.

Pude notar como una sonrisa quería formarse en sus labios, lo que me faltaba,
se morreaba con un chaval en mi casa y encima se reía de mi.

Alicia: Creo que sé donde están, pero no estoy del todo segura- dijo
caminando hacia mi cuarto.

La seguí y entramos, miró en unos cuantos cajones y hizo un gesto con la


mano, se agachó enfrente de la cama y buscó algo. Tenía que decir que su
trasero quedaba en una posición muy sugerente, y sin darme cuenta me
encontraba observándolo fijamente. “¡¿Pero qué coño haces?!”

Alicia: ¿Ainhoa?
Me exalté al ver que me estaba mirando y me sonrojé y avergoncé ante la
posibilidad de que me hubiera pillado mirándola.

Yo: ¡¿Qué?!

Alicia: Los bikinis, estaban debajo de la cama- dijo enseñándomelos.

Yo: Ah, claro claro- dije cogiéndolos.

Alicia: ¿Estás bien?- preguntó mientras se levantaba.

Yo: Si si si, ya está, a-ahora me cambio- tartamudeé nerviosa mientras la


empujaba fuera de la habitación.

Alicia: ¿Seguro que estás bien?- volvió a preguntar.

Yo: Que si que si, ahora salgo- concluí cerrando la puerta.

Me mordí el labio, cerré los ojos y me apoyé de espaldas contra la puerta. ¡Le
estaba mirando el culo! ¿Qué me pasaba? ¿Por qué había reaccionado así al
verla con aquel chico? Una respuesta apareció como un relámpago por mi
mente pero me negué a aceptarla. Me quité la ropa y me vi en un espejo.
Tenía los senos medianamente grandes, lo normal, bien subiditos. Mi vientre
no era completamente plano, tenía un poco de barriguita pero era delgado al
igual que mis caderas. Mi sexo tenía escaso bello púbico, algo normal después
de todo ese tiempo en cama. Me giré y observé mi culo, como bien habíamos
comentado Marta y yo era bastante grande pero no por eso desagradable. Para
finalizar mis piernas no eran muy largas por mi estatura, también tenía
bastante carne pero, como siempre, nada que se saliera de lo normal. En
definitiva, tenía un cuerpo bonito pero no perfecto, y me alegraba por ello ya
que no me hubiera gustado estar esquelética.
Me puse el bikini, me vestí y fui al salón donde supuse que estarían y,
efectivamente allí estaban, besándose como si se fuera a acabar el mundo. De
nuevo el calor y las ganas de apartarlo de ella me invadieron.

Yo: Un poco de respeto por favor- dije molesta.

Se separaron y ella me miró avergonzada.

Alicia: Perdón- se disculpó.

Yo: ¿Queréis algo de beber?- ofrecí cambiando de tema.

Me dijeron que no, así que me senté junto a ellos mientras esperábamos a que
llegase Marta, deseaba con todas mis fuerzas que lo hiciera lo antes posible.

Yo: ¿Cuánto lleváis de relación?- pregunté para romper el hielo.

Andrés: 9 meses- contestó cogiéndole la mano y besándosela, miré con recelo


como lo hacía.

Pasaron los minutos en los que ellos no cesaban de darse muestras de afecto
haciendo que una mitad de mi no parase de enfurecerse con cada gesto, beso
y caricia que le daba a Alicia, mientras que la otra mitad se enfurecía por
enfurecerme de sus mimos (irónico ¿Verdad?) Por un milagro de Dios Marta
tocó el timbre.

Yo: Por fin- exclamé levantándome.

Me acerqué al telefonillo y me dijo que ya podíamos bajar.

Yo: Vamos, ya están aquí- dije cogiendo algunas cosas, entre ellas una bolsa
con toallas y crema y una neverita portátil que contenía cervezas y demás.
Ellos también cogieron las últimas bolsas y bajamos. Estaban Marta, Javi y
Sergio. Nos subimos al todo terreno de Marta y arrancamos, para mi mala
suerte me tocó al lado de 'los tortolitos'.

Yo: ¿Y a qué playa vamos?- pregunté.

Marta: Realmente no es una playa, es una pequeña cala, se llama Cala Falcó,
llegaremos de aquí a unos veinte minutos- me contestó.

El tiempo se me pasó muy lentamente, mientras miraba por la ventana el ruido


de los besos de Alicia y Andrés no dejaba de martirizarme. Cuando se me hizo
insoportable saqué mi MP3 y puse la música a toda pastilla casi dejándome
sorda, prefería eso que escuchar sus besos “¿Estás celosa Ainhoa?” ¿Yo?
¿Celosa? ¡Ni de coña!. El coche se paró, así que supuse que habíamos llegado,
apagué, enrollé, guardé mi MP3 y salí.

Estábamos rodeados de árboles y arbustos pero a lo lejos se podía ver el mar.


Cogimos las cosas y empezamos a caminar, a los pocos minutos llegamos a la
cala ¡Y qué cala! No era muy grande pero era preciosa y, para nuestra suerte,
no había nadie. La arena era blanca y fina, el agua cristalina y además
estábamos rodeados de árboles y dos grandes paredes de piedra que se
adentraban en el agua.

Yo: Es preciosa- comenté maravillada.

Marta: A que si ¿Eh? Cuando la vi me enamoré de ella- contestó sonriendo.

Dejamos las cosas y pusimos las toallas en la arena. El calor era abrasador, así
que empezamos a quitarnos la ropa. Los chicos fueron los que antes se
quitaron todo y nada más hacerlo fueron corriendo al agua. Fui la última en
desvestirme ya que se me había quedado enganchada la camiseta con el pelo
y, cuando iba a meterme en el agua me quedé con la boca abierta.
Alicia estaba al lado mía esperándome con la mano extendida, aunque eso fue
lo último en lo que me fijé. Era blanca, muy blanca y el bikini negro que
llevaba hacía que lo pareciese más. Tenía muchos lunares y pecas por todo el
cuerpo que le quedaban de maravilla. No tenía mucho pecho, el vientre plano y
unas piernas largas y delgadas y, cuando se giró, me quedé observando su
trasero. En definitiva, era muy distinta a mi. “¿Te das cuenta de lo que
piensas? Como sigas mirándola así te denunciará por acoso sexual visual” Salí
de mi ensoñación para ver como seguía con la mano extendida y con una
sonrisa preciosa.

Alicia: ¿Vamos?- preguntó señalándome el mar con la cabeza.

Si antes había estado enfadada con esa sonrisa ya no quedaba ni rastro del
sentimiento que antes me embargaba.

Yo: Vamos- contesté sonriendo y cogiéndole la mano.

Caminamos hasta el agua, la rocé con el dedo gordo del pie y me paré
inmediatamente.

Alicia: ¿Qué pasa?- preguntó extrañada al haberla parado tan de sopetón.

Yo: ¡Está helada!- dije abriendo los ojos.

Alicia: Jajaja mejor ¿No?- dijo sonriendo.

Yo: ¡Pues no!

Alicia: Venga no seas cobarde, es solo un poco de agua nada más- dijo
pasando su pie por el agua.

Yo: Bueno venga- me resigné.


Fuimos entrando poco a poco al agua hasta que me llegó hasta las caderas y
me paré.

Yo: Espera unos segunditos a que me acostumbre- le pedí.

Alicia: Vale.

Ella en ningún momento me soltó la mano y para mi desgracia se aprovechó


de ello, se tiró al agua y me arrastró con ella. El agua, tal y como había
comprobado antes, estaba helada.

Alicia: ¡Qué buena está!- dijo retirándose el pelo de la cara.

Yo: ¿Buena? ¡Está gélida!- me quejé temblando.

Alicia: No exageres, ya verás como en unos segundos te acostumbras- me


dijo.

Y, efectivamente, en unos segundos el agua dejó de ser fría para estar a la


temperatura ideal. Nos unimos con los demás y jugamos un rato con un balón
que los chicos habían traído, después nosotras salimos, nos tumbamos en las
toallas a tomar el sol y empezamos a charlar.

Marta: ¿Te molesta que Sergio haya venido?- me preguntó.

Yo: No, para nada.

Alicia: ¿Por qué debería importarte?- preguntó confusa.

Yo: Ya no estoy saliendo con el- le anuncié.


Alicia: ¡¿No?! ¡¿Y eso?!- preguntó sorprendida.

Yo: Pues porque no le recuerdo, no le amo y yo no iba a seguir con el así-


respondí.

Alicia: No me lo habías contado...- dijo con un tono de reproche en su voz.

Yo: No había salido el tema- contesté devolviéndole de su propia medicina.

La miré y vi como había cambiado su expresión, tenía los ojos brillantes


¿Estaba emocionada? Que iba a estar emocionada, no hice caso a mis
pensamientos, en esos días había estado pensando en tonterías “Tonterías no
tan tontas Ainhoa” Decidí ignorar esa voz interior y cerré los ojos mientras
sentía como el sol secaba mi cuerpo, cuando ya lo hubo echo empecé a notar
como me quemaba la piel de la espalda.

Yo: Por favor que alguien me ponga crema, me estoy achicharrando- pedí.

Alicia: Te la pondré yo, Marta se ha ido al agua- me informó.

Cogió el bote de crema y se sentó a mi lado, yo me desabroché el bikini para


que no me quedaran marcas de manera que mi espalda quedó totalmente
descubierta. Alicia no se acababa de decidir a expandirme la crema, la notaba
indecisa.

Yo: ¿Pasa algo?- pregunté girándome un poco.

Alicia: No no, tan solo estaba leyendo la etiqueta- contestó enseñándome el


bote.
Asentí y volví a girarme, entonces noté la fría crema en mi espalda. Empezó a
repartirla por toda mi espalda, lo hacía suave y lentamente, parecía que me
estuviera dando un masaje, cabe añadir que sus manos temblaban. Tan
relajada estaba que casi me quedé dormida, tan solo volví a prestar atención
cuando se levantó.

Alicia: Ya está- dijo suspirando.

Yo: Gracias.

Ella se alejó y se tumbó de nuevo para tomar el sol. Al cabo de unos minutos
me até la parte de atrás del bikini y me levanté.

Yo: ¿Vamos al agua?- pregunté esta vez yo sonriendo.

Alicia me miró, sonrió y me cogió la mano que usó para poder levantarse.

Alicia: Vamos que me muero de calor.

Entramos al agua y de nuevo estaba congelada, esta vez me metí


directamente al saber que después desaparecería. Nos acercamos a los demás
y estuvimos jugando un rato, nos salpicábamos, nos hundíamos en el agua,
hacíamos carreras etc... En un momento en el que me encontraba más al mar
abierto se me ocurrió hacer una broma, de mal gusto pero una broma al fin y
al cabo. Me sumergí y empecé a agitar los brazos simulando que me ahogaba.

Yo: ¡So-corro! ¡Ayu-da!- empecé a gritar.

Tardaron un poco en darse cuenta, pero cuando lo hicieron todos fueron


nadando hacia mi. Antes de que llegaran fingí haberme desmayado, cogí aire y
me puse boca abajo. La primera persona que llegó fue una de las chicas, no
supe diferenciar cuál de las dos. Me puso boca arriba y volví a respirar aunque
disimuladamente. Me llevaron a la arena y me tumbaron.
Alicia: ¡Dios Ainhoa despierta!- gritaba desesperada.

Me sentí un poco mal, así que decidí acabar con la broma empezando a reír y
abriendo los ojos. Todos me estaban observando con una cara de preocupación
increíble, Alicia que era la que me había llevado tenía incluso hasta lágrimas.

Marta: ¡Serás hija de perra!- dijo agachándose para darme un golpe en el


hombro, se veía enfadada pero no podía evitar sonreír de la alegría que no
fuese verdad, al igual que los demás, excepto Alicia.

Alicia: Imbécil- me susurró enfadada mientras se levantaba y se alejaba.

Me quedé desconcertada ante su reacción, miré a los demás en busca de


alguna explicación pero ellos me miraron igual que yo. Se fue hasta las rocas,
subió algunas y se sentó ahí. Iba a ir a pedirle disculpas cuando el brazo de
Marta me detuvo.

Marta: Déjala que se le pase un poco, después si eso te acercas -me aconsejó.

Al poco tiempo empezó a oscurecer, nos secamos, nos cambiamos (incluida


Alicia aunque lo hizo en el mismo lugar de antes), nos sentamos en las toallas
y sacamos las cervezas. Nos lo estábamos pasando muy bien pero aún había
una duda que me corroía ¿Por qué se había molestado tanto? Si, había sido
una broma muy pesada pero ninguno de los chcis se lo había tomado tan mal.
En un momento en el que Javi y Marta se habían puesto a bailar (no porque
estuvieran borrachos, si no porque así eran ellos) me escaqueé y me acerqué
al lugar donde estaba Alicia. Fui y me senté justo detrás suya, hacía bastante
brisa por lo tanto la carne se me puso de gallina. Ella ya había notado mi
presencia y no hizo nada para moverse y en un acto que me salió desde lo más
profundo de mi ser la abracé por el cuello.

Yo: Hey perdóname, tan solo era una broma, no te pongas así- le susurré
cariñosamente.

Ella giró su cuello y vi como tenía los ojos mojados de llorar, en ese mismo
instante me sentí fatal.
Alicia: ¿Solo era una broma? Eso no era una broma Ainhoa- me reprochó con
la voz temblándole.

Yo: Lo siento- me disculpé.

Alicia: No vuelvas a hacerme eso nunca más ¿Entendido? Pensaba que volvía a
perderte- sollozó.

Yo: Lo siento mucho de verdad, no volveré a hacerlo, no te pongas así- le pedí.

Ella me cogió las manos que estaban debajo de su cuello y yo apoyé mi


barbilla en su cabeza, antes de que pudiera pensar le deposité un beso en su
rojizo cabello y nos mantuvimos en esa posición unos minutos. Cuando el frío
se me hizo insoportable me levanté, le ayudé a hacer lo mismo y fuimos junto
a los demás abrazadas.

Javi: ¿Ya se te ha ido la mosca de detrás de la oreja?- le preguntó animado.

Alicia: Si- asintió sonriendo.

Las siguientes horas nos las pasamos riendo, bailando y bebiendo. Después
Marta que era la única que tan solo se había tomado dos cervezas nos fue
llevando cada uno a su casa. En el camino de vuelta Andrés y Alicia no se
cortaron ni un pelo, incluso el empezaba a tocarla poniendo su mano en su
rodilla y muslo, la ira no se hizo esperar. Finalmente llegamos a mi casa, me
bajé y me despedí.

Yo: Muchas gracias por todo- le agradecí.

Marta: De nada guapa, buenas noches- se despidió acelerando.

Lo último que pude ver fue como Andrés empezaba a tocar a Alicia y un nudo
en la garganta se formó. Subí a mi casa sin hacer mucho ruido ya que Lucía y
Antonio ya dormían, me cambié y me tumbé en la cama. Su aroma se había
incrustado en mi piel, aspiré hondamente para sentir su olor y la recordé, y
también deduje que tal y como estaban en el coche en esos mismos instantes
ella estaría entre las sábanas de ese imbécil. Entonces sentí algo que nunca
había sentido, era como si me hubieran clavado una daga en el corazón. Una
lágrima solitaria escapó de mis ojos al cerrarlos fuertemente para dormir. ¿Qué
me estás haciendo Alicia? Fue lo último que pensé antes de dormirme entre
lágrimas.

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Lo último que pude ver fue como Andrés empezaba a tocar a Alicia, un nudo en
la garganta se formó. Subí a mi casa sin hacer mucho ruido ya que Antonio y
Lucía ya dormían, me cambié y me tumbé en la cama. Su aroma se había
incrustado en mi piel, aspiré hondamente para sentir su olor y la recordé, y
también deduje que tal y como estaban en el coche en estos mismos instantes
ella estaría entre las sábanas de ese imbécil. Entonces sentí algo que nunca
había sentido, era como si me hubieran clavado una daga en el corazón. Una
lágrima solitaria escapó de mis ojos al cerrarlos fuertemente para dormir. ¿Qué
me estás haciendo Alicia? Fue lo último que pensé antes de dormirme entre
lágrimas.

************************************************

Voz: ¡No tiene gracia!

Voz: Quieta ahí, no te muevas.

Voz: Acaba con esto ya, te estás excediendo.

Voz: No pasará nada no os preocupéis, solo unos minutos más.

Voz: ¿Qué ha sido ese ruido?

Voz: Algo va mal.

(Pasos)
Voz: ¡Oh Dios mío!

*************************************************

Desperté con los ojos un poco adoloridos, supuse que sería por llorar. De
nuevo soñaba con aquella conversación, por mucho que intentara averiguar de
que se trataba no había manera de saberlo. Me senté, bostecé y miré la hora,
eran las diez y cuarto. Me levanté y fui a la cocina con una idea en mente.

Yo: Buenos días- saludé.

Antonio: Buenos días hija- dijo dejando de leer el periódico que tenía en las
manos.

Lucía: Hola Ainhoa- contestó ella mientras preparaba el desayuno.

Me senté en la mesa junto a Antonio, cogí un plato y dos tostadas.

Yo: Antonio ¿Puedes pasarme la mermelada?- le pregunté, a ellos les llamaba


por su nombre ya que se me hacía incómodo llamarles de otra manera, a ellos
no parecía importarles aunque en el fondo sabía que les dolía un poco.

Antonio: Claro.

Cogí un cuchillo, abrí el bote y restregué la mermelada por la tostada, de


mientras Lucía me puso una taza de leche al lado mía.

Yo: Gracias.

Ella sonrió y se sentó junto a nosotros para desayunar.


Antonio: ¿Qué tal lo pasásteis ayer?- preguntó mientras cogía el café.

Yo: Pues muy bien, nos divertimos mucho. Son unos locos- respondí
sonriendo.

Lucía: Y tanto, sobre todo Marta, esa chica es un remolino. Cuando erais
pequeñas ella corría por todo el parque, te llevaba casi arrastras jajaja-
comentó riendo.

Antonio: Uf como me hace reír esa chica, tiene cada ocurrencia jajaja. Es muy
buena persona, me alegra que la tengas como amiga- afirmó.

Yo: La verdad es que si, me gustaría mucho poder recordar algo- dije
desanimada.

Lucía: Bueno no pierdas la esperanza, puede ser que recuperes la memoria


Ainhoa- me animó- Para que te hagas una idea, parecía que os habían pegado
con pegamento, si tu ibas aquí ella iba contigo, si ella iba allá tu ibas con ella-
me dijo.

Sonreí y seguimos comiendo.

Antonio: ¿Y con Sergio que tal?

Yo: Hemos roto- les comenté.

Lucía: Normal, es evidente- dijo haciendo un gesto con la cabeza.

Antonio: ¿Y cómo se lo ha tomado?


Yo: Pues bien, mientras se lo explicaba se le saltaron algunas lágrimas y me
dijo que si recuperaba la memoria y sentía algo por el que se lo dijera-
expliqué.

Antonio: A mi este chaval nunca me ha gustado- confesó el.

Lucía: A mi tampoco, nunca me ha dado buena espina- argumentó.

Yo: Parece ser que viene de familia...

Antonio: ¿Y eso por qué?- preguntó mirándome.

Yo: Porque a Natalia tampoco le cae bien- respondí.

Lucía: Creo que ha nadie le cae bien. Te lo digo yo, ese chico es muy raro.

Yo: Oye hablando de Natalia. Se me ha ocurrido ir a comer hoy a su casa pero


no sé como ir ¿Podéis decirme si el metro te deja allí?- pregunté.

Antonio: Nada, te llevo yo- me dijo.

Yo: No hombre, no voy a hacer que me lleves hasta allí, está muy lejos- me
negué.

Antonio: No es molestia, tengo que ir a trabajar cerca de allí así que me pilla
de camino- contestó.

Yo: ¿Seguro?

Antonio: Que si Ainhoa, no pasa nada- dijo el sonriendo.


Yo: Bueno, si tu lo dices.

Antonio: Pues claro tonta- dijo acariciándome la mano cariñosamente.

Les sonreí, lavé mi plato y la taza y fui a mi cuarto. Me duché, elegí mi ropa,
me arreglé y Antonio me llevó a casa de Natalia, fue poco más de una hora de
trayecto. Cuando llegamos me dejó en la verja que había antes de entrar en la
casa. La abrí un poco y empecé a caminar hasta el caserón, habían unos 100
metros desde la verja hasta la casa en los que habían todo tipo de árboles,
arbustos y flores.

La casa tenía un porche aguantado por dos columnas, una a cada lado, era
rústica judgando el exterior y tenía pinta de ser bastante antigua. Detrás de la
casa habían unas cuantas hectáreas de terreno que no sabía si pertenecían a
Natalia o no. Finalmente llegué a la puerta y toqué el timbre. La puerta se
abrió al cabo de unos segundos dejándome a ver a una Natalia sorprendida.

Natalia: ¡Ainhoa!- exclamó.

Yo: Hola Natalia- la saludé.

Natalia: ¿Qué haces aquí?- preguntó sorprendida.

Yo: Te dije que una de las primeras cosas que haría al salir del hospital sería ir
a verte- le recordé.

Ella sonrió y me abrazó fuertemente.

Natalia: Vamos pasa, pasa- me dijo separándose.


Entré en su casa y, todo lo que podía decir es que era completamente
diferente al exterior. Todo era muy moderno, la idea que te podría haber dado
el exterior no tenía nada que ver con lo que había dentro. Aún así todo
encajaba a la perfección, los colores combinaban perfectamente.

Me llevó al comedor y nos sentamos en unos sofás de cuero negro.

Natalia: ¿Y te vas a quedar a comer?- preguntó.

Yo: Esa era mi idea, si no molesto claro- contesté.

Natalia: ¿Cómo me vas a molestar Ainhoa? No sabes lo feliz que me haces


visitándome- me reprochó ella sonriendo.

Yo: ¿Segura?

Natalia: Por supuesto, siempre serás bienvenida en esta casa, si algún día
tienes alguna duda, estás estresada o cualquier cosa puedes contar conmigo-
me sonrió cogiéndome la mano.

Yo: Muchas gracias Natalia, de verdad- le agradecí cogiéndole las manos


también.

Natalia: De nada mujer, no hace falta que lo agradezcas.

Hablamos un poco y después comimos una deliciosa paella que preparó ella en
una fogata que hizo. Después de haber comido y haber echo la digestión me
preguntó si quería bañarme en la piscina, acepté ya que hacía un calor
insoportable, estuvimos alrededor de una hora y salimos para ducharnos.

Yo: Todo ese campo que hay detrás de la casa ¿Es tuyo?- pregunté mientras
me secaba el pelo.
Natalia: Si ¿Ves donde están aquellos árboles más altos que los demás?- me
preguntó intentando señalármelos.

Yo: Si.

Natalia: Pues hasta ahí llega, lo que hay detrás es un bosque. Todo lo que
haya antes me pertenece- contestó sonriendo.

Yo: Vaya ¿Por qué los tios te dejaron todo esto a ti?- pregunté extrañada de
que no hubiera sido de Antonio y Lucía.

Natalia: Porque ellos por esa época también estaban enfadados con papá y
mamá y, como veían que no tenía donde quedarme ya que yo quería
independizarme me la vendieron- contó- Aunque el tiempo que les perteneció
a ellos hemos venido mucho por aquí, como ya te dije este lugar es tú segunda
casa por así decirlo.

Yo: ¿Puedo ir a dar una vuelta?- pregunté.

Natalia: Claro, mientras no te pierdas- respondió sonriendo.

Caminé hacia toda esa extensión de terreno que se abría ante mis ojos, a mi
izquierda vi un árbol que en seguida me llamó la atención así que fui allí.
Cuando llegué vi que era un árbol normal como cualquier otro, pero a mis ojos
era diferente. Me acerqué a el, me senté apoyando la espalda en el tronco y
disfruté de la brisa, el solecito y las preciosas vistas que me daba el pequeño
lago que había a menos de quince metros de mi. Me sentía tranquila y
relajada, tenía en el pecho una extraña sensación para mi, la sensación de
haber estado allí hace mucho tiempo. Ese lugar fue el primero en sentirlo
familiar y cercano, como si le tuviera mucho aprecio.

Ya anochecía cuando regresé a la casa. Natalia me esperaba en el salón


mientras veía la tele, me ofreció para quedarme a dormir y yo no
desaproveché la oportunidad de poder conocerla mejor.
Dos semanas después

Tan solo quedaba una semana para empezar el instituto y estaba bastante
nerviosa, ya leía y escribía mucho mejor había echo un gran trabajo, pero
todavía era muy duro. Por la tarde me quedé sola, aunque Antonio y Lucía
intentaron convencerme para que saliera y no me quedara sola no lo
consiguieron. Estaba practicando mi escritura cuando tocaron el timbre, abrí la
puerta y vi que eran los chicos.

Javi: Hola Ainhoa- me saludó con dos besos.

Yo: Hola, pasad- les dije abriendo la puerta, con alivio pude comprobar que
esta vez Andrés no estaba.

Después de servirles bebida nos sentamos en los sofás.

Marta: ¿Te pillamos ocupada?- preguntó al ver que cerraba el portátil.

Yo: Estaba escribiendo, nada que no pueda hacer después- contesté


sentándome junto a ellos- ¿Qué hacéis aquí?

Alicia: Venimos a decirte que Lidia, una compañera de clase, hace mañana una
fiesta a la cual estás invitada- me dijo sonriendo, era imposible ser más
encantadora.

Yo: ¿Una fiesta?

Marta: Una fiesta- afirmó.

Yo: ¿Quién ha dicho que yo quiera ir a una fiesta?- pregunté mirándolos.


Javi: Yo.

Yo: Tú ¿Y si no quiero ir?- volví a preguntar.

Marta: No existe esa respuesta, vendrás si o si- contestó segura.

Yo: Oh vamos ¿Yo a una fiesta? No conoceré a nadie ¡Ni siquiera conozco a la
organizadora!- contradecí.

Alicia: Ya, pero ellos a ti si. Es una gran oportunidad para conocer a todos tus
compañeros, así el primer día en el instituto será mucho más agradable ¿No te
parece?- preguntó.

Yo: No sé, no me hace mucha ilusión...- admití.

Javi: ¡Vamos Ainhoa no seas aguafiestas! Estarás con nosotros, no nos


separaremos de ti, lo prometo- me dijo poniendo su mano en el corazón,
sonreí ante el gesto.

Yo: Pero es que no me gustan las fiestas- me negué.

Marta: Te lo pasarás genial, ya verás- intentó convencerme.

Iba a reprochar cuando Alicia se acercó y me cogió de las manos.

Alicia: Por favor Ainhoa, vente con nosotros- me pidió con una media sonrisa.

Me estaba mirando de una manera en la que me fue imposible no quedarme


estática ¡Era simplemente preciosa!
Yo: Claro...- susurré atontada.

Alicia: ¡Gracias gracias!- exclamó abrazándome con fuerza.

En ese instante me di cuenta de la respuesta que había salido de mis labios sin
permiso. 'Mierda' pensé. “¿Te está gustando de cada vez más?” No me gusta
“Es verdad, es poco para definir cuanto te gusta” Que no me “Calla que te
están hablando”

Yo: ¿Eh?- dije desconcertada.

Javi: ¿Me has escuchado?- me preguntó mirándome.

Yo: No, perdona. ¿Qué decías?

Javi: La fiesta es mañana a las ocho, vendremos a por ti a las siete y media
¡Empanada!- dijo mientras me empujaba poniendo dos dedos en mi frente.

Yo: Vale vale ¿Pero y si Antonio y Lucía no me dejan ir?- les planteé.

Marta: Tranquila, que de eso me encargo yo- contestó sonriendo, con lo poco
que la conocía ya sabía que significaba esa sonrisa, y era que sin duda alguna
iba a ir a la fiesta.

Estuvimos un rato más hasta que se tuvieron que ir, les acompañé hasta la
puerta.

Marta: Y ponte guapa, ya verás como te lo pasarás genial- me dijo después de


despedirme de todos.

Yo: Más te vale- le amenacé señalándola con el dedo.


Marta: Que si tonta. Hasta mañana- se despidió.

Cerré la puerta y suspiré, no tenía muchas ganas de ir pero tuve que


resignarme. Me senté en la silla y reanudé mis clases. Antonio y Lucía llegaron
al cabo de poco y me dijeron que se habían encontrado con los chicos y que
me dejaban ir a la fiesta, Marta ya había cumplido con su parte. Cené, me
cambié y me fui a dormir.

Desperté temprano a causa del despertador que había dejado preparado la


noche anterior, lo apagué muerta de sueño. De nuevo, como cada noche,
aquella conversación se reproducía en sueños, había soñado tantas veces con
ella que ya me la sabía de memoria. Me levanté perezosamente y fui a la
cocina a desayunar.

Yo: Me da vergüenza pediros esto pero como tengo la fiesta ¿Podéis darme
dinero para comprar algún vestido bonito?- pregunté avergonzada una vez
hube terminado de desayunar.

Lucía: ¿Cómo que te da vergüenza? Ya sabemos de sobra que no nos


recuerdas pero nosotros somos tus padres y tú eres nuestra hija, y eso no va a
cambiar nunca. No tendría que darte vergüenza- me dijo agachándose y
poniéndome la mano en la rodilla.

Yo: Ya lo sé, pero es algo que no puedo evitar- respondí mirándola.

Antonio: Pues es algo que tendrás que evitar con el tiempo, porque como sigas
así menuda la que nos espera- contestó riendo- ¿Cuánto necesitas?

Yo: Pues no lo sé.

Lucía: Dale cincuenta euros, con eso puedes comprarte un vestido, unos
zapatos y hasta una colonia si quieres- contestó sonriendo.
Antonio cogió la cartera, la abrió y sacó el billete.

Antonio: Toma.

Yo: Muchas gracias- sonreí.

Antonio: De nada- miró el reloj y se levantó- Me voy ya que llego tarde, adiós
mi amor- dijo besando a Lucía- Adiós cariño- me besó en la cabeza y salió.

Lucía: ¿Tienes idea de qué vestido te comprarás?- me preguntó sentándose.

Yo: Me gustaría comprarme uno que vi el otro día, era un palabra de honor
rojo precioso- le conté.

Lucía: ¿Te fijaste en el precio?

Yo: Si, tranquila que el dinero me sobra- contesté anticipándome.

Lucía: Si quieres puedes comprarte unos zapatos o cualquier tontería- me dijo.

Yo: No sé, ya veré.

Pasaron dos horas y cuando terminé de comer fui a comprar. Cogí el vestido,
me decidí a comprarme una colonia que olía de maravilla y unos pendientes,
aún así me sobraron 20 euros. Llegué a casa y empecé a prepararme. Me
duché, cuando salí me sequé el pelo y lo ricé. Me puse el vestido, unas medias,
unos zapatos de tacón negros que tenía yo y finalmente los pendientes que me
había comprado esa tarde. Me miré en el espejo y casi no me reconocí ¡Estaba
preciosa! Después de haberme elogiado durante unos minutos mentalmente
me senté en el escritorio, saqué mi neceser y empecé a maquillarme, lo que
me llevó su tiempo. Estaba repasando un poco el rímel de mis ojos cuando el
timbre sonó indicando que Marta había llegado, supuse que le abrió Lucía.
Marta: ¡¿Quién está preparada para la fiesta?!- gritó entrando por la puerta, vi
por el espejo como levantaba los brazos mientras posaba, no pude evitar reír.

Enseguida después de haberme cercionado de que mi maquillaje estaba


perfecto me levanté y me giré.

Yo: ¿Quién está preparada para la fiesta?- la imité posando yo también, al final
me había echo ilusión y todo asistir a la fiesta.

Marta: ¡Madre del amor hermoso, estás preciosa!- exclamó abriendo la boca al
verme.

Yo: Gracias, gracias- contesté sonriendo mientras me acercaba a abrazarla- Tú


también estás guapísima.

Ella llevaba también un vestido solo que el suyo era de leopardo, el pelo un
poco alborotado que le quedaba genial y unos tacones marrones a juego con el
vestido.

Marta: Ya verás, esta noche ligamos- me aseguró ella sonriendo


perversamente.

Yo: Jajaja No me apetece mucho ligar la verdad, menos con Sergio por ahí-
respondí.

Marta: ¿No? Bueno, más para mi, tú te lo pierdes- respondió mientras se


tocaba el pelo enfrente del espejo

Yo: Si si, te los dejo todos para ti- contesté cogiendo un bolso pequeño y
metiendo mis cosas.
Cuando por fin acabé de arreglarme nos metimos en su coche y me llevó hasta
la fiesta.

Yo: ¿Y los demás como irán?- pregunté al ver que tan solo estaba yo.

Marta: Ellos vendrán con otros medio, pero nos esperan en la puerta, ya están
allí- me dijo cogiendo el móvil y moviéndolo.

Asentí y esperé a que llegáramos, de cada vez la calle estaba más llena de
coches y de gente, le costó horrores aparcar, lo hizo muy lejos de la casa,
caminamos y a los pocos minutos llegamos.

Marta: ¡Allí están!- gritó después de estar buscándolos un buen rato, apenas la
oí ya que la música estaba muy fuerte.

Javi: ¡Madre mía vaya dos bombones que estoy viendo!- exclamó haciéndonos
reír.

Yo: Hola Javi- le saludé con dos besos al igual que Marta.

Javi: Hey Alicia ¿No saludas?- preguntó mirando detrás mía.

Me giré para verla y pude jurar que sentí como mi corazón se paraba en ese
mismo instante. ¿La perfección no existe dicen? Eso es que no la han visto a
ella. No existían palabras para definir como estaba Alicia. ¿Preciosa,
maravillosa, espléndida, hermosa, bellísima, perfecta? Ni siquiera esa última
palabra abarcaba todo lo que era Alicia. En ese momento el tiempo se paró. Si,
podréis decir oh ¿Cuántas veces han dicho esa frase, cinco mil veces? Pero no,
realmente el tiempo se congeló a mi alrededor y todo tipo de sonido
desapareció, todo sonido excepto el acelerado batir de mi corazón.

No sé si estuve segundos, minutos, horas, días o semanas mirándola,


realmente no lo sé, pero no me habría cansado jamás de haberlo echo. Su pelo
pelirrojo estaba suelto y ligeramente rizado, su piel parecía de porcelana, creía
que si la tocaba se resquebrajaría y partiría en mil pedazos. Su cuerpo estaba
enfundado en un vestido azul marino con unas perlitas en un costado, unos
tacones de un azul parecido y unos pendientes negros.

Después de haber examinado su vestuario me atreví mirarla a los ojos y me


perdí en ellos por lo que me parecieron años. En ese momento un escalofrío
me recorrió toda la columna vertebral poniéndome la piel de gallina. Entonces,
después de que todo el mundo desapareciera un brazo entró en mi campo
visual agarrando la cintura de aquel ángel en forma humana que tenía enfrente
mía. Enseguida supe de quien era ese brazo y toda la emoción y éxtasis que
había sentido enseguida se derrumbó al ver la cara de ese imbécil.

De repente todo volvió a la normalidad, la música se coló por mis oídos y el


barullo de gente que antes había desaparecido se mostró a nuestro alrededor
de nuevo agobiándome.

Andrés: Mi vida ya te había perdido ¿Te he dicho lo preciosa que estás esta
noche?- le dijo besándola- Hola Ainhoa, tú también estás muy guapa.

Yo: Hola, muchas gracias- respondí con la más falsa sonrisa que haya podido
poner nunca.

Marta: ¿Y vosotras dos que, no os saludáis?- preguntó Marta que estaba a mi


lado.

Yo: Claro...claro- contesté aturdida mientras la abrazaba tan solo con un corto
y tímido abrazo.

Me di cuenta de lo que para mi habían sido siglos tan solo habían sido apenas
dos segundos en realidad. Sergio llegó y nos saludó a todos, pude notar como
me miraba en especial a mi incomodándome un poco. Finalmente entramos en
la casa. Si la música afuera era fuerte, dentro lo era más aún. Los chicos
fueron saludando a algunos chavales que se encontraban, algunos también me
saludaban a mi y yo no tenía más remedio que responderles. Llegamos a una
barra y pedimos algo para beber.
Marta: ¡Lidia!- gritó para llamar su atención, estaba a menos de 5 metros y
aún así no la había oído, volvió a probar con otro grito y esta vez si que lo
consiguió.

Lidia: ¡Hola chicos!- dijo saludándonos a cada uno- ¡Ainhoa cuanto tiempo si
verte! Menos mal que ya has salido del hospital, menudo susto nos diste a
todos.

Yo: Si, ya me imagino- contesté un poco cortada.

Lidia: ¿Qué te pasa? Te veo muy tímida- notó ella.

Marta me miró como pidiendo permiso para contar lo que me pasaba, yo


asentí.

Marta: Te lo voy a resumir, en estos instantes ella se está preguntando quien


eres, al igual que todo el mundo que está aquí- respondió.

Lidia: ¿Cómo?- se quedó unos instantes extrañada hasta que lo pillo- No me


digas ¿Has perdido la memoria?- preguntó exaltada.

Asentí y pude notar como se entristecía bastante.

Yo: Hey no te pongas así, se supone que esto es una fiesta, y las fiestas están
para divertirse. ¡Venga a bailar!- grité cogiéndola de la mano y llevándola al
centro de la pista.

No tenía ni idea del por qué la había sacado a bailar, lo único que tenía claro es
que yo había ido allí para divertirme y no tenía la intención de arruinar la
noche de los demás. Después de bailar cinco canciones seguidas paramos y,
tras despedirme de ella y agradecerle que me hubiera invitado me uní a los
chicos.
Javi: Vaya vaya, habrás perdido la memoria pero no cómo bailar- me elogió.

Yo: Gracias- contesté con la voz agitada, la verdad es que me había cansado.

Marta se fue de 'caza' como había dicho ella y Javi se fue a bailar,
quedándonos así Sergio, Alicia, el imbécil de Andrés y yo. Minutos después
sonó una canción lenta y Alicia y Andés salieron a bailarla.

Sergio: ¿Me concede este baile preciosa dama?- preguntó haciendo un gesto
de reverencia.

Yo: Está bien- acepté sonriendo.

Me cogió de la mano y me llevó a la pista, puso su mano en mi cintura y con la


otra cogió mi mano. Bailábamos muy pegados y muy lentamente, poco a poco
y sin darme cuenta Sergio empezó a acercarse hasta que me robó un beso,
cuando acabé me separé de el, no tenía intención de montar ningún escándalo.

Yo: Sergio no confundas las cosas por favor, no te quiero como tú me quieres
a mi- contesté suavemente.

Sergio: Perdona, me he dejado llevar- se disculpó avergonzado.

Yo: Tranquilo no pasa nada, pero no lo vuelvas a hacer- le advertí.

La música volvió a ser electrónica haciendo que la gente empezara a gritar y


cosas por el estilo. 'Bueno, aquí se acaba la tranquilidad' pensé. Sergio no se
adonde se fue, tampoco me importó, yo fui a la barra y me pedí un whisky. En
toda la noche no había visto más a Alicia y a Andrés, así que casi sin querer
empecé a buscarlos hasta que los encontré besándose agresivamente, en ese
momento se me formó un nudo en la garganta. Inconscientemente empecé a
pedir y a pedir bebida a medida que la fogosidad de sus besos aumentaba.
Andrés acariciaba su pierna, subía su mano y la bajaba hasta la rodilla. En una
de esas pasadas no se detuvo y directamente le cogió un pecho.
No sé como detuve las ganas de ir hasta ahí y matarlo en medio de todo el
mundo, para ese momento yo ya estaba completamente furiosa y bastante
pasadita de copas. Andrés se separó de Alicia y al fin pude verle la cara. Dios
que preciosa que era... ¿Qué había echo semejante imbécil para merecer a esa
Diosa? Ellos empezaron a moverse y yo me acerqué un poco a ellos para no
perderles de vista. Fueron hasta Lidia y Andrés le preguntó algo, ella asintió y
señaló arriba, entonces volvieron a caminar. Fueron hasta unas escaleras y en
el trayecto ya se habían vuelto a poner a tono.

Cuando me di cuenta de lo que iba a suceder en un instante u otro no pude


soportarlo más y me metí en el baño. Apoyé mis manos en el lavabo
extendiendo mis brazos y agachando la cabeza. Empecé a llorar y a jadear
fuertemente al intentar coger aire. ¿Por qué? ¿Por qué a mi? ¿Por qué me dolía
tanto? ¿Por qué me dolía que se besara con su novio? Levanté la cabeza y me
miré en el espejo, tenía las mejillas manchadas de negro ya que las lágrimas
habían echo que se me corriera el maquillaje. Estaba completamente roja por
las partes en las que el maquillaje no había llegado. No podía ser, no podía
aceptarlo era imposible. No había manera humana para que en aquel momento
mi cerebro aceptara que me había enamorado de mi mejor amiga.

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Cuando me di cuenta de lo que iba a suceder en un instante u otro no pude


soportarlo más y me metí en el baño. Apoyé mis manos en el lavabo
extendiendo mis brazos y agachando la cabeza. Empecé a llorar y a jadear
fuertemente al intentar coger aire. ¿Por qué? ¿Por qué a mi? ¿Por qué me dolía
tanto? ¿Por qué me dolía que se besara con su novio? Levanté la cabeza y me
miré en el espejo, tenía las mejillas manchadas de negro ya que las lágrimas
habían echo que se me corriera el maquillaje. Estaba completamente roja por
las partes en las que el maquillaje no había llegado. No podía ser, no podía
aceptarlo era imposible. No había manera humana para que en aquel momento
mi cerebro aceptara que me había enamorado de mi mejor amiga.

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No no no, no podía ser, no podía aceptarlo “¿No puedes o no quieres Ainhoa?”
Está bien, no quería aceptarlo. ¡No podía haberme enamorado de una chica!
No estaba bien, no estaba bien. ¿Por qué de ella? ¿Era acaso lesbiana? No
podía ser posible ¡Antes yo había salido con Sergio! “Como bien has dicho,
antes, ahora ni siquiera te acuerdas de el”

Me estaba empezando a encontrar muy mal, me dolía la cabeza y estaba


ardiendo así que salí del baño y me fui directamente fuera de la fiesta. Di un
par de pasos y me senté en el suelo contra un árbol mientras lloraba
descontroladamente. Me dolía el corazón, literalmente, me dolía mucho. Era
una sensación nueva a la que no sabía como actuar, aunque no estaba del
todo segura de que se pudiera actuar de ninguna manera en esos casos.

Me tiré así no supe cuanto tiempo, tan solo lloraba sin poder contenerlo,
necesitaba desahogarme después de tanto tiempo reprimiendo mis
sentimientos. En ese momento salió Marta de la fiesta y, al verme, fue
corriendo hacia mi.

Marta: ¿Qué te pasa Ainhoa?- me preguntó preocupada mientras se agachaba.

Yo: Me encuen-tro fat-tal- murmuré sollozando.

Ella se apoyó en el árbol y puso su mano en mi frente.

Marta: Dios mío estás ardiendo- comentó ella.

Aunque ella dijese que estaba ardiendo yo justamente estaba sintiendo todo lo
contrario, estaba completamente helada, estaba tiritando.

Marta: Vamos a avisar a los demás, vamos a irnos a casa- me anunció


intentando levantarme.

Pero no pude dar ni dos pasos, mi cuerpo estaba presente pero mi mente
estaba perdida, apenas era consciente de lo que ocurría a mi alrededor pero
podía escucharla perfectamente.
Marta: Está bien, te dejaré en el coche, en seguida vuelvo- me avisó
sentándome en la acera apoyada contra el coche.

Yo tan solo me rodeé las rodillas con los brazos en un intento de calentarme y
seguí llorando, no había nada en ese momento que pudiera calmarme. A los
pocos minutos vi a un grupo de personas acercándose a paso rápido hacia mi,
eran los chicos.

Alicia: ¿Qué pasa Ainhoa?- me preguntó ella preocupada.

Tan solo la miré sin contestar, tenía el pelo alborotado, su pintalabios estaba
completamente esparcido alrededor de los labios y su vestido estaba mal
colocado, todo eran pruebas de lo que había estado ocurriendo en aquella
habitación, mi llanto fue en aumento.

Alicia se metió en el coche, no sé quien me metió a mi también, después el


coche arrancó. Mi cabeza estaba en las rodillas de Alicia, ella con sus manos
me acariciaba la cara y me masajeaba la cabeza, ella probablemente no era
consciente de que así lo único que conseguía era hacerme daño, no físico si no
sentimental. Alguien me puso una chaqueta por encima para calentarme, no
hubo mucha diferencia.

Al fin llegamos a mi casa, abrieron la puerta y me sacaron, pude reconocer que


era Javi el que me tenía agarrada.

Marta: ¡Mierda se ha dejado las llaves en casa!- exclamó mientras observaba


mi bolso.

Alicia: ¿Qué hacemos?

Javi: ¿Y si la llevamos al médico? No deja ni de llorar ni de tiritar, y eso que


está ardiendo, y respira muy levemente- comentó el.
Marta: ¿Pero no ves como está? Lo que necesita ahora es estar en cama
tapada hasta arriba y con un medicamento que le baje la fiebre, no creo que
aguante hasta que lleguemos al médico- contestó ella.

Alicia: ¿Y si me la llevo a mi casa? Si mañana no mejora llamamos a sus


padres y al médico- propuso.

Sergio: ¿A tú casa? No creo que sea buena idea- habló después de toda la
noche sin oírle.

Andrés: Tiene razón, no creo que sea una buena idea mi amor- apoyó a
Sergio.

Marta: Pues a mi me parece una idea estupenda, y puesto que soy yo la que la
va a tener que llevar se irá con Alicia- concluyó ella.

Javi: A mi también me parece mejor así.

Marta: Pues ya está, metedla en el coche- dijo.

Javi me metió en el coche y como antes estaba en las piernas de Alicia, no


sabía si alegrarme o deprimirme.

Marta: Os iré dejando en vuestras casas, Andrés como tu casa es la que más
cerca está serás el primero en bajarte- indicó.

Andrés: Pues yo creo que sería mejor que me quedara en su casa para
ayudarla si necesita ayuda.

Sergio: Es verdad, tiene razón- comentó.


Alicia: ¿Qué ayuda voy a necesitar? ¿Tú crees que tal y como está se va a
mover?- preguntó.

Andrés: No, pero si necesitas cambiarla o algo va a ser peso en muerto-


comentó.

Marta: ¿Y crees que la va a poner en ropa interior delante tuya?- reprochó.

Andrés: No pero...

Alicia: ¡Da igual! Ven conmigo si tanta ilusión te hace- exclamó irritada.

Era ya lo único que me faltaba, tener al imbécil ese más cerca todavía, de cada
vez no podía evitar deprimirme más. De ese momento no supe nada más, tan
solo recordaba el escaso aire que conseguía recoger y lo difícil que se me hacía
respirar al tener una gran opresión en mi pecho. Cuando abrí los ojos estaba
tumbada en una cama, apenas podía moverme del frío que tenía así que tan
solo pude recostarme un poco apoyando mi brazo debajo de mi cuerpo. A lo
lejos pude escuchar unas voces.

Alicia: Ainhoa está en la otra habitación, no podemos hacerlo ahora.

Andrés: ¿Cómo que no? Venga, será rápido.

La rabia que sentí en ese instante era indescriptible, me sentía una gran idiota.
Para ella era nada más que una carga, una gran molestia y, además, enferma.
Como pude me levanté y fui caminando hasta la puerta, me agarré al marco
de la puerta y intenté encontrar la puerta de su casa. Mi intención era
largarme de allí con el máximo silencio posible, pero mi llanto que ya se había
echo presente al escuchar aquella conversación no ayudaba mucho.

Cuando encontré la puerta intenté abrirla pero las fuerzas me fallaron y caí de
rodillas al suelo haciendo un gran estruendo, Alicia llegó al lugar donde me
encontraba en menos de cinco segundos.
Alicia: ¡Ainhoa! Ainhoa ¿Estás bien?- preguntó corriendo hacía mi y
agachándose.

Yo: Es-estoy bien- contesté sollozando.

Alicia: ¿Pero qué haces?

Yo: M-me voy a c-casa- contesté intentando levantarme, ella me lo impidió.

Alicia: ¡Cómo que te vas a casa! ¿Estás loca?- exclamó alarmada.

Yo: Tan solo soy una molestia para ti- respondí llorando.

Alicia: ¿Pero tú estás tonta? ¿Cómo vas a ser una molestia?

Me levantó como pudo y me tumbó de nuevo en lo que supuse que sería su


cama, en ese momento apareció Andrés, tenía puesta la camiseta pero
faltaban sus pantalones, tenía puesto sus gallumbos que marcaban la erección
de su miembro, no pude evitar querer morir.

Alicia: ¡Vístete! ¡Vístete y lárgate de aquí!- gritó enfurecida.

Andrés: ¿Quieres que me vaya?- preguntó sorprendido.

Ella salió de la habitación, cogió toda su ropa, abrió la puerta de su casa y la


tiró fuera. Después se puso detrás de el y le sacó de su casa. Volvió a la
habitación donde estaba y se puso de rodillas mientras me hablaba, pero mi
mente estaba desconectada de ese cuarto, jamás pensé que una sola persona
pudiera hacer tanto daño.
Alicia: ¿Ainhoa? Ainhoa por favor contesta- me suplicó ella al borde del llanto.

No me gustó verla así pero ¿acaso ella se había preocupado por mi al verme
llorar? “No puedes ser tan egoísta, ella ni siquiera sabe el por qué estás así, no
lo sabes ni tú misma” Tenía razón, no podía ser así con ella, así que dije lo
primero que se me vino por la mente.

Yo: Tengo frío- murmuré.

Hasta ese momento no me había dado cuenta de que había vuelto a tiritar.
Alicia se levantó rápidamente, sacó un pijama y me miró nerviosa. Después de
unos segundos se acercó y temblorosa me empezó a desvestir hasta dejarme
en ropa interior para después ponerme el pijama. Me tumbó en la cama
tapándome con los edredones y se fue unos segundos, cuando volvió traía un
vaso con una pastilla que me tragué.

Cerré los ojos con intención de dormir, los abrí momentáneamente y vi que
Alicia se estaba cambiando, de cintura para arriba no tenía ninguna prenda. Mi
mirada se encontró con la suya y aunque me fijé en que se ruborizó no hizo
ningún movimiento para taparse, aunque yo tampoco la había mirado, tan solo
me quedé observando sus ojos hasta que los volví a cerrar. Al cabo de un par
de minutos sentí como ella se tumbaba junto a mi bajo los edredones. Abrí los
ojos y la descubrí mirándome, no le dije nada, tan solo me acerqué a ella
buscando calor humano, su fragancia invadió mis pulmones sacándome una
pequeña sonrisa de la que no se percató.

Cuando abrí los ojos sentí como si hubiera pasado un camión sobre mi cuerpo,
en especial sobre mi cabeza. Cuando me incorporé me di cuenta del calor que
hacía así que me destapé ya que estaba chorreando de sudor. Me percaté de
que Alicia estaba durmiendo a mi lado por lo que me levanté sin moverme
mucho para no despertarla. Cuando estuve de pie me faltó poco para caerme,
gracias a unos reflejos casi inhumanos conseguí agarrarme a una mesa.

Hice memoria de lo que había ocurrido la noche pasada, tan solo recordaba el
malestar en mi cuerpo y el gran dolor que sentía en el pecho. ¿Por qué me
había afectado tanto que Alicia se acostara con Andrés? “Eso si que es una
gran escena de celos” ¿Celos? ¿Por qué iba a sentir celos yo por ella? “Porque
estás enamorada de ella” Yo no estoy enamorada de Alicia, no, me niego a
aceptarlo, es una tontería pasajera tan solo “¿Estás completamente segura de
lo que has dicho?” Por supuesto “Bien, me encantaría poder hacer una
apuesta, pero sería imposible ya que estoy dentro de ti” Desgraciadamente si.

Mientras yo mantenía una discusión con mi conciencia Alicia se despertó y


empezó a mirarme.

Alicia: ¿Estás bien Ainhoa?- preguntó un poco temerosa.

No le contesté, simplemente porque ni siquiera la oí pero si que la veía.

Alicia: ¿Te encuentras bien?- volvió a preguntar acercándose a mi ya


preocupada.

“¡Empanada que te están hablando!” En ese momento giré la cabeza


bruscamente hacia donde estaba ella como cuando te dan un susto.

Yo: ¿Eh?

Alicia: ¿Estás bien?- volvió a preguntar mirándome.

Yo: Si, ya estoy mucho mejor- contesté.

Puso su mano en mi frente para comprobar mi temperatura.

Alicia: Creo que aún tienes un poco de fiebre, estás bastante caliente- me
contestó.

Yo: ¿Si? Pues me estoy muriendo de calor, fíjate como he dejado el pijama- le
dije mientras le señalaba el pijama que estaba empapado de sudor.
Alicia: Puedes ducharte si quieres, avisé a tus padres por la mañana de que
estabas aquí- me ofreció sonriendo.

Yo: Normalmente rechazaría la oferta ya que me parece abusar demasiado,


pero estoy echa una cerda así que, si me enseñas tu baño, estaré encantada-
respondí devolviéndole la sonrisa.

Ella se levantó y me guió a su cuarto de baño.

Alicia: Ahora te traeré algo de mi ropa, espero que te venga bien- me dijo.

Yo: ¿A tus padres no les importará que me duche?- pregunté para


asegurarme.

Alicia: Mis padres están de viaje en Italia, no vuelven hasta la semana que
viene así que deja de entretenerte y ve a ducharte ya- contestó.

Le sonreí y me metí en la ducha. Tardé unos quince minutos, salí, me sequé y


al no ver la ropa me envolví en una toalla y salí.

Yo: ¿Alicia?- la llamé.

Alicia: Toma, creo que esto...- dijo saliendo de una habitación.

Al verme se quedó un poco sorprendida, quizás un poco avergonzada y no


entendía el por que, supuestamente tendría que ser yo la que estuviera así,
cosa que tampoco era.

Yo: ¿Creo que esto...?- dije para que continuara.

Alicia: C-creo que esto puede v-venirte bien- contestó nerviosa.


Me acerqué a ella y cogí la ropa.

Yo: ¿Te encuentras bien?- pregunté.

Enseguida se sonrojó y bajó la mirada.

Alicia: Si si, tranquila. Ve a desvestir...osea a v-vestirte- dijo rápidamente


mientras se iba a su habitación.

Me quedé unos segundos con la boca abierta y parada en el mismo sitio. No


entendía a que se debía tanto nerviosismo. Dejé ese tema de lado y entré al
baño para cambiarme. Cuando salí oí ruido en la cocina así que fui allí. Entré y
estaba Alicia cocinando.

Alicia: Al final si que te ha quedado bien mi ropa- comentó cuando notó mi


presencia.

Yo: Si, aunque los pantalones me vienen un poco ajustados. ¿También son
tuyos?- pregunté.

Alicia: Si, solo que se los puso una vez mi madre y me los hizo grandes. Si
quieres puedes quedártelos- me ofreció.

Yo: Me encantaría pero me gustan más los pantalones que me dejan respirar-
contesté riendo- Gracias de todas formas.

Ella sonrió y se volvió a lo suyo. Me senté en una silla apoyando la espalda


contra la pared.
Yo: Alicia- la llamé, ella se giró- Quería agradecerte que te hayas tomado las
molestias de ofrecerte para cuidar de mi- le agradecí.

Alicia: De nada, no hace falta que lo agradezcas. Si que me has complicado un


poco la noche intentando marcharte pero bueno, no ha sido nada- contestó
sonriendo.

Lo recordé, pero también recordé como estaba Andrés cuando me llevó a la


habitación haciendo que me desanimara.

Yo: De todas formas gracias, has dejado que me duche y me has cuidado, eso
es lo que importa- le dije.

Ella me sonrió y siguió cocinando. Al cabo de pocos minutos me dio dinero


para coger un taxi y volver a casa. Cuando llegué Antonio y Lucía me
acribillaron a preguntas, no me quedó más remedio que contestar hasta que se
quedaron tranquilos. Después de leer y escribir un poco comí y vi la tele. Pasé
la tarde en mi casa, seguí leyendo y escribiendo y estuve un rato en mi
portátil. Cuando llegó la hora cené, me cambié y fui a dormir.

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Ella me sonrió y siguió cocinando. Al cabo de pocos minutos me dio dinero


para coger un taxi y volver a casa. Cuando llegué Antonio y Lucía me
acribillaron a preguntas, no me quedó más remedio que contestar hasta que se
quedaron tranquilos. Después de leer y escribir un poco comí y vi la tele. Pasé
la tarde en mi casa, seguí leyendo y escribiendo y estuve un rato en mi
portátil. Cuando llegó la hora cené, me cambié y fui a dormir.

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Lo que quedaba de semana me dediqué a ojear mis libros del instituto por
encima, me costaba un poco pero lograba entender algo. Nuestra alegría fue
inmensa al yo recordar gran parte de las lecciones de casi todos los libros, eso
me animó mucho ya que así no tendría tantas dificultades. Pero no todo lo
bueno duraba, el domingo pasó y cuando quise darme cuenta ya me
encontraba apagando el despertador.

Yo: Oh lunes, creo que tu y yo no nos vamos a llevar bien- susurré después de
bostezar.

Me levanté de la cama mientras me moría de sueño y me metí en la ducha,


después me vestí y fui a desayunar.

Yo: Buenos días- saludé mientras les daba un beso a Lucía y a Antonio. Seguía
sin llamarles por mis padres pero los besos por la mañana me nacían darlos.

Lucía: Buenos días ¿Preparada para tu primer día de clase?- me preguntó.

Yo: Bueno, estoy emocionada no voy a mentir, pero tengo un poco de miedo-
admití.

Antonio: ¿Miedo a qué?- preguntó el.

Yo: Pues miedo a todo, a la gente, a los profesores, al instituto...lo que se me


viene encima es muy grande para mi- contesté cogiendo la mermelada y
restregándola en un trozo de pan.

Antonio: Pero te has acordado de las lecciones ¿No?

Yo: Sí, pero no de todas, me va a costar mucho coger el ritmo y adaptarme-


contesté comiendo.

Lucía: Eso no quiere decir que sea imposible cariño. Vale has perdido la
memoria, apenas saber leer y escribir pero ¿qué has echo? Has afrontado esos
problemas y has empezado a aprender esas dos cosas de nuevo- me
reconfortó.
Yo: Ya, pero me sigue asustando.

Lucía: Tú no te preocupes, ya verás que no será nada- dijo.

Le sonreí y seguí desayunando, a los pocos minutos llegó Marta ya que se


había ofrecido para llevarme.

Marta: ¡Buenos días familia!- exclamó saludando a Antonio y a Lucía.

Antonio: Menos mal, alguien que se toma la vuelta al instituto con un poco
más de entusiasmo- comentó el sonriendo.

Marta: ¿No te apetece empezar las clases?- me preguntó mirándome.

Yo: No es que no me apetezca, tan solo tengo un poco de miedo- le contesté.

Marta: No tienes que tener miedo, los primeros días no hacemos nada, así que
puedes estar tranquila que te va a dar tiempo a conocer a todos los
compañeros y a los profesores. Además todo el mundo está enterado de lo que
te ha pasado, no creo que sean duros contigo- me contestó para aliviarme.

Yo: Genial, encima soy la noticia del instituto- respondí fastidiada.

Marta: Hay de verdad, que negativa que eres hija mía. Tú relájate y sé tú
misma- me aconsejó.

Yo: Está bien.

Terminé de desayunar y, después de que me desearan buena suerte nos


metimos en el coche de Marta y nos encaminamos hacia el instituto.
Marta: ¿Quieres tranquilizarte? No es para tanto- me dijo cuando vio que no
paraba de mover la pierna en un acto claro de nerviosismo.

Yo: ¡No puedo! Es como si fuera mi primer día de instituto- le contesté.

Marta: ¿Y qué? Tuviste tú primer día de instituto hace cinco años y mírate,
estás viva ¿no?- me dijo.

Yo: Ya, pero teniendo memoria- contesté moviendo la cabeza.

Marta: ¿Ya estamos de nuevo con lo mismo? ¡Te juro que cada vez que
menciones eso te daré una colleja! Sigues siendo la misma persona, y más de
la mitad de las lecciones te las sabes, no te preocupes por nada- contestó
acercándose al cristal para ver si venía algún coche.

Opté por callarme ya que en el tiempo que la conocía ya sabía que era muy
cabezota cuando quería. En menos de 15 minutos aparcó y me enseñó el
instituto.

Marta: Hogar, dulce hogar- dijo irónicamente mirando el edificio.

Yo: Parece muy antiguo. ¿Cuántos años tiene?- le pregunté.

Marta: Tendrá alrededor de cien años, es muy viejo ya- contestó sentándose
en un banco que había en una especie de plaza.

Yo: Madre mía, me extraña que no se caiga a cachos- comenté asombrada


sentándome junto a ella.

Marta: Por fuera no, pero por dentro si que hay algunas zonas que están
volviendo a construir- contestó.
Le sonó el móvil y lo cogió.

Marta: ¿Alicia?- al escuchar su nombre mi corazón empezó a palpitar


rápidamente.

“Tranquilízate chica, tan solo es Alicia, tú amiga” Empezaba a odiar esa voz
interna, me volvía loca. “Tendrás que aguantarte, hasta que no la palmes no
me separaré de ti, así que más vale que nos llevemos bien” Intenté
desconectar mi mente de mi mente (cosas irónicas de la vida) y me concentré
en escuchar la conversación de Marta.

Marta: ¿Te falta mucho?...Nosotras estamos en la plaza del tubo...Venga va, te


esperamos aquí...Hasta luego- colgó.

Yo: ¿Viene hacia aquí?- le pregunté.

Marta: Si, no tardará mucho en llegar- me contestó guardando el móvil.

Yo: ¿No tendría que estar en la universidad o en un FP?- pregunté mirándola.

Marta: Si, tendría que estarlo si la pava no hubiera echado a perder cuarto de
eso, os conocísteis ahí- me contestó.

Yo: ¿Se debe a algo en especial que esta plaza se llame plaza del tubo?- le
pregunté al acordarme.

Ella se giró y me señaló un gran tubo rojo que atravesaba casi toda la plaza
sostenido por unas columnas.

Yo: Anda que se han esforzado en ponerle nombre- dije riendo, ella se unió a
mi.
Pasaron unos minutos en los que de cada vez estaba más tensa sin saber por
qué hasta que Marta habló.

Marta: Mírala ahí llega- me anunció.

Inmediatamente sentí como mi corazón palpitaba frenéticamente sustituyendo


a la tensión anterior. La vi salir de su moto con unos jeans grises junto con
unas botas negras con un poco de tacón, una camisa de manga corta azul y
una chaqueta negra que acababa en su codo, todo esto adornada por su
preciosa sonrisa que siempre lucía en su cara.

Se acercó a nosotras y primero saludó a Marta que era la que más se había
adelantado, después se acercó a mi y me saludó con dos besos que, junto con
su fragancia, me dejaron embobada.

Alicia: ¿Preparada para tú primer día de clase?- me preguntó sonriendo.

Yo:-suspirando- Creo que sobreviviré- contesté haciéndola reír, me encantaba


hacerlo.

A nuestro alrededor ya se había formado un gran barullo así que nos metimos
dentro del instituto, descargamos peso poniendo algunos libros en nuestras
taquillas y esperamos pacientemente a que sonara el timbre. Cuando lo hizo
toda la gente que había fuera empezó a entrar formando un gran escándalo.

Alicia: Venga vamos- nos dijo señalándonos las escaleras con la cabeza.

Marta y yo asentimos y fuimos escaleras arriba. Era verdad que era bastante
viejo y por dentro más incluso, aún así estaba bastante bien. Nos paramos en
la puerta que nos tocaba, bueno, en la puerta que le tocaba a todo el mundo
ya que aún tenían que decir quién iba con quién. Alicia y Marta entraron, yo
dudé un poco.
Chico: ¿Vas a entrar o te vas a quedar ahí?- me preguntó un chico
amablemente mientras sonreía.

Yo: Claro claro- contesté sonriendo también.

Chico: Me llamo Sebastián, pero todos aquí me llaman Sebas- me dijo


mientras entrábamos dentro.

Intenté sentarme lo más cerca posible de Alicia y Marta sin interrumpir la


conversación, por suerte Sebas me siguió y lo conseguí, ellas me hicieron
señas que interpreté como ''¿Quién es ese?''

Yo: Yo me llamo Ainhoa- le dije una vez me hube sentado.

Sebas: ¿Ainhoa? ¿Tú eres la chica que perdió la memoria?- me preguntó


sorprendido.

En un instante mi sonrisa se desvaneció y agaché un poco la cabeza.

Yo: Estaba segura de que iba a pasar esto. ''Ainhoa, la chica de la memoria''-
indiqué visiblemente fastidiada.

Sebas: Lo siento, no era mi intención molestarte. Es verdad, aquí todo el


mundo habla de ti pero no te reconocen como ''La chica de la memoria''-
contestó en un intento de volverme a hacerme sonreír.

Yo: ¿Y como me conocen?- le pregunté entrecerrando los ojos.

Sebas: Muchos te llaman ''La chica de la memoria'', bueno, realmente todos te


llaman así, pero yo te llamo la chica más preciosa que han visto mis ojos- me
coqueteó sonriendo.
No pude evitar reír un poco y le respondí la sonrisa.

Yo: Muchas gracias- contesté un poco avergonzada.

Sebas: De nada, no cuesta decir la verdad- respondió guiñándome un ojo.

Volví a sonreír, entonces entraron unos cuantos profesores y pusieron orden en


la gran sala.

Hombre: Bienvenidos todos de nuevo a este instituto, como ya tenéis más que
sabido soy el director de este centro, Paco Ruíz, lo repito porque veo alguna
que otra cara nueva, a los demás ya os tengo demasiado aborrecidos- dijo
sonriendo- Ha pasado un año más, y un año es lo que os queda para decidir
que haréis con vuestro futuro, pensadlo bien ya que es realmente importante,
segundo de bachiller no es para tomarlo a la ligera, es uno de los cursos más
importantes.

Siguió con una larga charla sobre las normas y comportamiento que dejaron a
todos bien aburridos, a mi como me pillaba de nuevo me interesé bastante.
Cuando acabaron todos los profesores de volverse a presentar Paco fue
llamando uno a uno indicando que clase le había tocado.

Director: Montoya, clase A. Oh, la señorita Alicia Ferrer, le ha tocado la clase


B. No haga más estupideces como el año pasado y acabe de una vez bachiller
¡Me vuelve loco!- exclamó serio aunque se notaba como lo decía
cariñosamente, Alicia pasó por su lado y le contestó.

Alicia: Oh vamos dire si a usted le encanto ¿Qué será de su vida sin mi?
Tendrá que dimitir para poder soportar el dolor- contestó sonriendo.

Paco se giró y le dio en la cabeza suavemente con su agenda.

Director: ¡Váyase ya y deje de incordiar!- exclamó sonriendo.


Alicia le sonrió y finalmente abandonó la clase entre un coro de risas.

Director: Javier Álvarez, clase B. Alejandro Sellés, clase A. Sebastián Muñoz


clase B. Julia Moreno, clase D. Marta Lozano, clase B. Ainhoa Salazar, clase B,
espere en la puerta que tengo que hablar con usted- me indicó.

Me levanté y tal y como dijo le esperé en la puerta. Cuando terminó de llamar


a todos, unos cinco minutos, se acercó a mi.

Director: Hola Ainhoa, mira yo soy Paco Ruíz, su madre ya me ha indicado el


incidente que ha tenido usted este verano, lo siento mucho- me dijo.

Yo: Gracias.

Director: Su madre me ha comunicado que no reconoce a nadie y que apenas


sabe escribir y leer, pero algunas lecciones como sumar, restar, multiplicar,
dividir y parte del temario de años anteriores está intacto ¿Verdad?- me
preguntó.

Yo: Si, la gran mayoría lo recuerdo- le contesté mirándolo.

Director: Bien. Pero este año las cosas se complican, y sintiéndolo mucho no
vamos a poder darle un nivel más fácil ya que ni sería justo para sus
compañeros ni tampoco nos lo aprueban, así que tendrá que esforzarse el
doble- me advirtió.

Yo: Bueno, contaba con ello, estaba segura de que no podría ser más fácil para
mi que para los demás- admití.

Director: Es muy buena estudiante Ainhoa, aproveche eso y consiga dar el


máximo posible de si misma, es difícil pero no imposible, ánimo- me dijo antes
de marcharse.
Cogí mi horario y miré la clase que me tocaba, psicología. Caminé unos
minutos ya que me perdí, el instituto era muy grande, hasta que finalmente
encontré la clase.

Yo: Disculpe, me he perdido- dije mientras entraba rápidamente.

Profesora: Venga Ainhoa, siéntate- me pidió.

Yo la obedecí y me senté en el único sitio que había sitio: al lado de Alicia.

Alicia: ¿Qué te ha dicho el director?- me preguntó susurrando mientras la


profesora hacía una pequeña presentación.

Yo: Que ya está al tanto de mi accidente y que lo siente mucho, y que por más
que lo ha intentado no puede conseguir rebajarme el nivel, por lo tanto me
tendré que esforzar el doble- le contesté.

Alicia: Vaya mierda...- dijo quejándose.

La hora pasó muy rápidamente, y las dos siguientes también. Antes de que
pudiera darme cuenta ya estábamos en el patio. Estábamos Alicia, Marta y yo
hablando, más bien era un interrogatorio sobre Sebas.

Marta: ¿Te gusta? Mira que es guapo- me decía ella.

Alicia: Eso ¿te gusta?- preguntó muy interesada.

Yo: No, haber es muy guapo hay que admitirlo, pero lo he conocido hoy, no
puedo sacar conclusiones- contesté.

Pasó algo muy raro, a Marta pareció que mi respuesta la sacó de sus casillas
ya que estaba segura de que si fuera ella se lo liaría, y a Alicia parecía que mi
respuesta la había aliviado. De repente unos brazos abrazaron con fuerza a
Alicia sacándola completamente de la conversación.

Andrés: Hola mi amor, ya te echaba de menos- le dijo mientras le besaba la


mejilla.

No podía ser, no podía creerlo ¿qué hacía Andrés ahí?. Recé mentalmente para
que no fuera lo que estaba pensando.

Alicia: ¿Te han cogido en el turno diurno?- le preguntó mirándolo.

Andrés: Si, pasaba una pena de que me cogieran por la tarde, no podríamos
pasar tiempo juntos- le contestó meloso.

Yo: ¿Estudias aquí?- le pregunté.

Andrés: Bueno, estoy haciendo un FP- contestó.

Fue como si me echaran un gran cubo de agua fría encima. No bastaba con
tener que aguantarlo por las tardes estando cariñoso con Alicia, si no que
ahora tenía que soportarlo hasta en el instituto. 'Dios ¿Qué te he echo?' me
dije a mi misma “Se supone que no debería importarte ya que Alicia es solo tú
amiga...palabras tuyas” 'Te juro que te odio' “Yo también te quiero Ainhoa”
¿Podría tener más mala suerte?

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Fue como si me echaran un gran cubo de agua fría encima. No bastaba con
tener que aguantarlo por las tardes estando cariñoso con Alicia, si no que
ahora tenía que soportarlo hasta en el instituto. 'Dios ¿Qué te he echo?' me
dije a mi misma “Se supone que no debería importarte ya que Alicia es solo tú
amiga...palabras tuyas” 'Te juro que te odio' “Yo también te quiero Ainhoa”
¿Podría tener más mala suerte?
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Alicia: ¿Ainhoa estás bien?- me preguntó con el cejo fruncido.

Yo: ¿Eh?- pregunté.

Alicia: Que si estás bien, te estaba hablando y estás mirando a no sé dónde-


me dijo.

Yo: Ah perdona ¿Qué decías?.

Alicia: Que si te importaría que al salir del instituto me pasara por tú casa a
buscar mi camisa, que desde aquella vez que tuviste fiebre no la he vuelto a
ver- me contestó.

Yo: Bueno por mi no hay problema, pero me he venido en coche con Marta- le
contesté.

Alicia: No te preocupes yo he venido en moto. ¿Te va bien entonces?- volvió a


preguntar.

Yo: Claro, solo que tendré que buscarla, soy un desastre- contesté sonriendo.

Alicia: Bueno no me importa esperar unos cuantos minutos- dijo riendo.

Me quedé absorta mirando su sonrisa, era realmente preciosa a mis ojos. El


maldito timbre me sacó de mis pensamientos.

Andrés: Nos vemos esta tarde mi amor- le dijo acercándose ya que se había
ido.
Alicia: De acuerdo, hasta luego- se despidieron con un beso.

Las siguientes horas hasta que sonó el timbre para ir a casa pasaron bastante
rápido, casi ni me di cuenta.

Alicia: Cambio los libros y nos vamos ¿vale?- me dijo.

Yo: Vale, te espero afuera- le contesté saliendo.

En menos de dos minutos salió y me llevó hasta su moto.

Alicia: ¿Habías montado alguna vez en una?- me preguntó pasándome un


casco.

La miré fijamente a los ojos hasta que la media sonrisa que tenía desapareció.

Alicia: Oh lo siento mucho de verdad, no me he dado cuenta- contestó


avergonzada mientras se tapaba la boca con la mano.

Yo: No te preocupes, no pasa nada- respondí.

Alicia: De verdad lo siento mucho- se disculpó.

Yo: Tranquila, ya estoy acostumbrada- contesté con una sonrisa.

Alicia: Venga vamos- me dijo subiendo a la moto.


Yo todavía estaba intentando ponerme el casco ¡no había manera! Alicia al
parecer se percató de eso y se levantó para ayudarme.

Alicia: Déjame a mi anda- contestó acercándose a mi.

Yo: ¡Está muy duro!- exclamé riendo.

Puso sus manos alrededor de mi cara cogiendo las tiras del casco y intentó
abrocharlas.

Alicia: Vaya pues si que está fuerte- suspiró.

Yo: ¿Ves? No es culpa mía, es tú casco el rarito- le contesté mirándola.

Alicia: Ya, seguro- dijo sonriendo.

Acercó su cara a la mía lentamente, no podía ser ¡iba a besarme! Mi corazón


empezó a latir desenfrenadamente haciendo que mi respiración también
aumentara. Instintivamente cerré los ojos y esperé a que posara sus labios
sobre los míos, con el tiempo me di cuenta de que no se acercaba a mi por lo
que decidí abrir un ojo. La vi sonriendo mientras me miraba extrañada.

Alicia: ¿Por qué cierras los ojos?- me preguntó.

Yo: ¿Q-ué has e-echo?- le pregunté agitada.

Alicia: He cerrado el botón con la boca, estaba muy duro- me contestó.

Pude notar como mi cara se calentaba dándome a entender que me había


sonrojado mientras la vergüenza se apoderaba de mi. ¿Cómo pude pensar que
iba a besarme? Lo que más me molestaba de todo es que si así hubiera sido no
hubiera echo nada para impedirlo. “Ainhoa Ainhoa ¿no es mejor dejarte de
tonterías y aceptar de una vez lo que sientes?” Lo haría, si sintiese algo. “Eres
un caso perdido...”

Yo: ¿Nos vamos?- apremié para despejarme un poco.

Alicia: Claro, vamos siéntate- me dijo mientras lo hacía ella.

Me senté y encendió el motor creando un poco de ruido.

Alicia: A partir de ahora tan solo tienes que agarrarte suavemente a mi ¿de
acuerdo?- me indicó.

Yo: Entendido- contesté todavía atontada por lo reciente ocurrido.

Le hice caso y posé mis manos alrededor de su cintura, cuando la moto


empezó a moverse clavé un poco mis uñas. El trayecto que en el coche fueron
unos 15 minutos en moto se me pasaron volando, apenas me di cuenta cuando
apagó el motor.

Alicia: Bueno ya estamos- dijo levantándose.

Yo la imité y me desabroché el casco sin problemas.

Alicia: ¿Puedo llevarme los cascos? Si los dejo aquí me los pueden quitar- me
pidió.

Yo: Claro- contesté sonriendo.

Abrí la puerta con mis llaves y subimos en el ascensor, en menos de un minuto


ya me encontraba en casa. Cerré la puerta y me dirigí a la cocina donde estaba
ya la comida casi lista.
Yo: Ha venido Alicia a por unas cosas suyas- les informé.

Lucía: Buenos días, hacía tiempo que no nos veíamos- dijo ella mientras la
saludaba con dos besos al igual que Antonio.

Alicia: Si, me he perdido un poco- admitió llevándose las manos a la nuca.

Antonio: ¿Qué tal el primer día de clase?- nos preguntó.

Yo: No ha estado mal, pensaba que sería algo peor- contesté sinceramente.

Lucía: ¿Te puedes creer que antes de salir de aquí estaba como un flan? Se
pensaba que se la iban a comer- le comentó a Alicia riendo, ella también lo
hizo.

Yo: Bueno si dejáis de meteros conmigo podré buscar la ropa de Alicia,


gracias- bromeé yendo hacia mi habitación, sentí como Alicia me seguía.

Entramos en mi cuarto y suspiré al ver los montones de ropa que había por
todos lados, no sabía ni por donde comenzar.

Alicia: Madre mía. ¿Esto es una jaula de leones o tú cuarto?- me preguntó al


ver el gran desorden que había.

Yo: Ja-ja-ja muy graciosa- le dije mirándola.

Alicia: Bueno ahora enserio. ¿Quieres que te ayude a buscar?- me ofreció.

Yo: Sí por favor.


Así pues comenzamos a buscar. Revolvimos toda mi ropa, la tiramos de un
lado para otro, la apartamos, la chutamos etc... Después de veinte minutos no
habíamos encontrado nada.

Yo: ¿Pero dónde coño se ha metido la puñetera camisa?- exclamé un poco


cabreada mientras me sentaba en el suelo.

Alicia abrió un armario mío (no habíamos abierto ninguno ya que la ropa se
suponía que estaba por el suelo) y se quedó mirando algo fijamente, después
me miró y levantó una ceja.

Yo: ¿Qué pasa?- le pregunté.

Alicia: Pasa que eres la persona más desordenada y olvidadiza que he conocido
en mi vida. ¡Esto es lo que pasa!- exclamó cogiendo su camisa y
enseñándomela.

Yo: ¡No jodas!- exclamé también mientras me acercaba a ella.

Efectivamente era su camisa, su pantalón estaba en el cajón de mi armario.

Yo: No puede ser- susurré cerrando los ojos y sentándome en el suelo.

Alicia empezó a reírse, al cabo de poco me encontraba riendo también.

Alicia: “No si la ropa está en el suelo, tiene que estar”- me imitó poniendo una
voz de burla mientras intentaba no reír.

Yo: ¡Vete por ahí anda!- le contesté riendo.


Salimos de mi cuarto y me asomé por la cocina.

Alicia: Misión cumplida, ya me voy- se despidió de Antonio y Lucía.

Antonio: ¿Por qué no te quedas a comer? Ya son las tres y vives bastante
lejos- propuso.

Alicia: No es necesario- declinó ella amablemente.

Lucía: Que si mujer, no seas tonta- continuó.

Alicia: No quiero ser molestia- respondió sonriendo.

Antonio: ¿Cómo vas a ser molestia? Anda anda, deja ahí los cascos y siéntate,
a Ainhoa seguro que también le hace ilusión- dijo.

Alicia: ¿Te hace ilusión que me quede?- me preguntó con un tono de voz bajo
mientras me miraba fijamente.

Me puse nerviosa al instante de que me mirase así, junté mis manos, las miré
y contesté.

Yo: C-claro que s-sí- tartamudeé.

Ella sonrió, noté que no para mi si no más bien se sonrió a si misma, dejó los
cascos y volvió a mirarme.

Alicia: Entones si no es molestia, por mi no hay ningún problema- concluyó


ella.
Le sonreí y nos sentamos a comer, no tardamos en dejar limpios los platos ya
que estábamos muy hambrientas.

Alicia: Estaba buenísimo- elogió a Lucía.

Lucía: ¿Quieres más?- le preguntó.

Alicia: Uff no no, que va que va, estoy a reventar ahora mismo- contestó
sonriendo.

Lucía: Y tú Ainhoa ¿quieres más?- se dirigió a mi.

Yo: ¿No ves mi barriga? Si parece que tengo a un crío y todo- respondí
tocándome el vientre.

Antonio: Mira que eres bruta- dijo riendo.

Charlamos un rato más y después de que Antonio se fuera ayudamos a mi


madre a limpiar los platos, después nos dirigimos a mi cuarto y nos tumbamos
en mi cama.

Yo: Que bien que me sentaría ahora mismo una siestecita- dije tumbada boca
abajo y con los ojos cerrados.

Alicia: No, que dormir después de comer engorda- me reprochó.

Yo: Da igual yo soy especial, no engordo- susurré empezando a quedarme


sobada.

Estaba muy tranquila, de repente me había entrado el sueño. Estaba muy


relajada cuando de repente sentí un peso encima mío.
Alicia: ¡Qué no te duermas!- exclamó tumbándose encima de mi.

Yo: Aii no, para por favor baja- pedí al sentir su peso reposar en todo mi
vientre, tenía ganas de vomitar.

Pero no, ella siguió encima mía, no sé como me dio la vuelta y empezó a
hacerme cosquillas.

Yo: Jajaja ai no para jajaja- rogaba mientras reía a más no poder.

Alicia: Eso por querer dormir- dijo, yo intenté con mis brazos apartarla de mi
haciendo que ella tuviera que poner su cara en mi hombro como si me
estuviera abrazando.

Yo: Jajaja calabaza por favor para- pedí clemencia, el estómago me dolía de
tanto reír.

En ese preciso instante Alicia paró de hacerme cosquillas, se quedó unos


instantes en la misma posición y después poco a poco se fue enderezando
hasta mirarme con los ojos muy abiertos, yo me había quedado igual.
Entonces una masa de voces y imágenes pasaron por mi cabeza, era tal el lío
que tenía que tuve que cerrar los ojos a causa del dolor que me estaba
causando.

Veía imágenes, escenas, voces, conversaciones... Todo relacionado con Alicia,


por desgracia algunas cosas también eran de Andrés. Cuando mi mente se
hubo calmado un poco un cúmulo de sentimientos me azotó de arriba a abajo
erizándome la piel. Abrí los ojos y vi a Alicia mirándome sorprendida, había
sido tan fuerte las emociones sentidas que me encontraba llorando.

Alicia: ¿Cómo me has llamado?- preguntó con un hilo de voz.


Me quedé bloqueada unos cuantos segundos, no hizo falta mucho tiempo para
darme cuenta de que algo en mi había cambiado.

Yo: Te recuerdo... Ali te recuerdo...- murmuré pasmada.

En cuestión de segundos sus ojos se llenaron de lágrimas junto a los míos, me


senté bien y la abracé fuertemente mientras llorábamos las dos.

Yo: Te recuerdo, te recuerdo, te recuerdo...- susurraba todo el rato incrédula.

No podía creerlo ¡la había recordado! Hice un repaso mental, me acordaba de


la primera vez que la vi, la primera vez que hablé con ella, salidas por la tarde,
secretos, sentimientos...¡La recordaba como si no hubiera pasado nada!

Ali: Dime por favor que no me estás gastando una broma- me pidió ella con
voz suplicante.

Yo: ¿Cómo podría mentirte yo con eso, calabaza? ¿O tendría que decir
zanahoria?- dije sonriendo, ella al escuchar esas palabras volvió a abrazarme.

Calabaza y zanahoria eran unos motes que le puse por su pelo, era realmente
rojizo. Podía sentir como su corazón palpitaba rápidamente, y no era para
menos, yo también me encontraba igual que ella.

Yo: ¿Cómo ha ocurrido?- pregunté perpleja.

Ali: Creo que he sido yo- me contestó mirándome.

Yo: ¿Tú?

Ali: Si, antes siempre que te pillaba tumbada te hacía cosquillas, quizás haya
sido eso- me contestó.
Yo: Haya sido por la razón que haya sido, te he recordado- afirmé sonriendo.

Ali: ¡Vamos a decírselo a tú madre!- exclamó de repente.

Nos levantamos y fuimos al comedor donde estaba ella.

Lucía: ¿Qué ocurre?- preguntó al vernos de pie.

Guardé unos segundos de silencio mientras mantenía mi sonrisa, ella de cada


vez levantaba más las cejas en señal de que esperaba a que dijera algo.

Yo: La he recordado- murmuré mirándola.

Ella se quedó petrificada en su sitio, esbozó una sonrisa que casi no le cupo en
la cara mientras sus lágrimas acudían a sus ojos.

Lucía: ¿Cómo?- dijo perpleja.

Yo: He recordado a Alicia- volví a decir acercándome a ella para abrazarla.

Cuando llegué a ella ya me esperaban sus brazos abiertos, sin dudarlo la


abracé sabiendo que también significaba mucho para ella.

Lucía: ¿Cómo ha ocurrido?- preguntó con la voz un poco rota.

Entre Alicia y yo le contamos más o menos lo que hicimos y todas las


sensaciones que me embargaron en ese momento.
Lucía: No puedo creerlo. Mañana mismo pido cita para ver al doctor- anunció
emocionada.

Yo: De acuerdo- respondí sonriéndole.

Lucía: No puedes imaginarte la alegría que me has dado Ainhoa- dijo volviendo
a abrazarme.

Yo: Yo también estoy muy feliz.

Nos quedamos hablando un rato más, después Lucía se fue ya que había
quedado, no sin antes haberme dado otro gran abrazo.

Ali: ¿Cómo te sientes?- me preguntó.

Yo: Estoy... Uff, no puedo describir lo que siento. Estoy emocionada, alegre,
contenta, feliz, ilusionada- enumeré mordiéndome el labio inconscientemente.

Ali: No sabes cuanto me alegro- contestó mirándome los labios.

¿Mirándome los labios? Pff Que estaría mirándome los labios, Ainhoa no
alucines. “Chica soñar es gratis” ¿Soñar? ¿Qué tiene que ver eso? “Estás
deseando que lo que te estuviera mirando fueran los labios, más bien es una
realidad. Te los estaba mirando.” Que no me estaba mirando los labios ¿por
qué me los iba a estar mirando? “¿Sabes? Sé muy bien el por qué te los estaba
mirando, pero como nunca me haces caso me lo ahorraré” Venga dímelo. “Que
no” Que sí “Que no” Que sí “No” Sí “¡No!” ¡Sí!

Ali: ¿Sí qué?- preguntó curiosa.

Yo: ¿El qué?


Ali: A pues no sé, de repente has gritado : '¡Sí!'

'¡Mierda! Tengo que empezar a no decir las cosas en alto' pensé.

Yo: Que sí, que me he...- le enviaron un mensaje al móvil por lo tanto tuve
que parar.

“Salvada por la campana” ¡Calla! ¡Mira después lo que montas! “ No, lo montas
tú solita. ¿Qué no recuerdas que yo en verdad soy tú?”

Yo: ¿Quién es?- pregunté al ver su cara, no era muy agradable.

Ali: Es Andrés, no me acordaba que había quedado con el- dijo tocándose el
pelo.

Mi cara cambió por completo al escuchar su nombre. ¿Por qué tenías que
aparecer, Andrés? Con lo bien que estaba yo sin ti.

Yo: ¿Adónde iréis?- le pregunté desanimada.

Ali: A ninguna parte, no voy a quedar con el- concluyó guardando su móvil y
brindándome una sonrisa.

Yo: ¿No?- dije emocionada sintiendo como me cambiaba la cara.

Ali: No. Me acabas de recordar ¿piensas que me voy a ir? De ninguna manera,
yo me quedo contigo- afirmó volviendo a sonreír- Además estoy un poco
cansada de el, por un día que no quedemos no pasará nada.

Cinco minutos estuvimos nada más para organizar qué haríamos esa tarde, ir a
alquilar varias películas y pasar la tarde viéndolas fue la predilecta. Así pues
cogí algo de dinero que junto con el que llevaba Ali suponíamos que nos
bastaría y me llevó al vídeo club más cercano que había.

Ali: Con lo que llevamos podemos alquilar dos películas- me informó mientras
nos parábamos enfrente de la estantería.

Si antes tan solo habíamos tardado cinco minutos para saber que haríamos,
estuvimos unos quince delante de la estantería como pasmarotes discutiendo
sobre cual sería nuestra elección. Finalmente yo elegí Moulin Rouge (una
película preciosa y triste que se la recomendaría a cualquiera que le gustaran
los musicales dramáticos). Ali tardó un poco más pero acabó decidiéndose por
Pearl Harbor (otra película que es muy buena). Pagamos las dos películas y
unas palomitas y volvimos a mi casa mientras ella me contaba lo que había
oído de las películas ya que ni ella ni yo la había visto, al menos que yo
supiera.

Yo: ¿Cuál vemos primero?- le pregunté

Ali: Me da igual. ¿Pearl Harbor?- dijo.

Yo: De acuerdo. Ve poniéndola mientras yo hago las palomitas- le indiqué


entrando en la cocina.

Abrí el microondas y puse las palomitas a cuatro minutos. Entonces escuché un


ruido y a Ali exclamar: Mierda.

Yo: ¿Qué pasa?- pregunté entrando al comedor.

Cuando lo hice mi vista se fue directamente a una parte de su cuerpo, se me


hizo imposible no hacerlo.

Ali: Se me ha caído el mando al suelo y la pila se ha metido debajo de la


mesa- me contestó agachada de rodillas exponiendo su trasero a mi inquisitiva
mirada.
“¿Te das cuenta que esta es la segunda vez que le miras el trasero? Luego
dirás que tan solo es una amiga”

Ali: ¿Ainhoa?- me llamó.

“Y esta es la segunda vez que te pilla mirándole el pandero jajaja. Como me


encantaría ver tú cara”

Ali: ¿Qué miras?- me preguntó.

Salí corriendo de ahí al escuchar el ruido del microondas. Madre mía ¡lo había
vuelto a hacer! ¿Qué haces Ainhoa por Dios? ¡Contente! “¿De qué tienes que
contenerte? Si se supone que no te tendría que haber afectado en absoluto
esta escena, es más, tendrías que haber pasado de ella completamente, cosa
que no has echo” ¡¿Quieres callarte ya?! “Lo haría Ainhoa, lo haría. Pero mi
trabajo es hacerte la existencia lo más llevadera posible, y mira que te gusta
complicarte tú sola. ¿Qué harías sin mi?” ¿Vivir tranquila? “¡Volverte loca!”

Miré mi cara en un espejo que había en el pasillo notándose mucho el color


rojizo en mis mejillas. Abrí el microondas, cogí la bolsa y me dispuse a abrirla.
“¡Ainhoa cuidado con...”

Yo: ¡Ostias!- grité adolorida apartando mi mano de la bolsa de palomitas.

“...cuidado con el vapor” 'Ah ah ah ¡mierda cómo duele!' me decía a mi misma


“Mira que he intentando avisarte”

Ali: ¿Qué pasa?- preguntó preocupada entrando en la cocina.

Yo: Me he quemado con el vapor de las palomitas- le dije.


Se acercó a mi, me cogió la mano y echó un vistazo a la quemadura, me
cubría en centro de la parte de arriba de la mano.

Ali: ¿Pero qué has echo para que el vapor te queme ahí arriba?- me preguntó
un poco sorprendida.

Yo: Ahh no sé, solo sé que me duele mucho- me quejé.

Me acercó al grifo y me puso agua un poco fría aunque no demasiado. Iba a


ponerla más fría cuando me detuvo.

Ali: No lo hagas, te aliviará más pero solo conseguirás herir la piel- me


advirtió.

Me resigné y la dejé tal y como estaba, al poco rato empezó a dolerme menos.

Ali: ¿Tienes alguna crema con aloe vera?- me preguntó mirándome.

Yo: Creo que si, mira en el baño- le indiqué.

Se fue al baño, no tardó casi nada en volver con una crema, el bote era
transparente y la crema verde y gelatinosa. Apretó dos veces en el dispersador
y después de pedirme que me secara la mano con pequeños toquecitos me la
puso.

Yo: No aprietes tanto, me duele- le pedí.

Ali: Perdón- se disculpó.

Yo: ¿Cómo sabías que si ponía agua fría sería peor?- le pregunté curiosa.
Ali: Quiero ser doctora, es algo que me gusta mucho- me contestó con una
sonrisa.

Cuando mi piel absorbió la crema Alicia me puso una especie de venda con una
servilleta.

Ali: Intenta que no se caiga pero no la aprietes más, tiene que poder pasar el
aire- me indicó.

Yo: Gracias- le dije con una gran sonrisa.

Ali: Ves al comedor, yo me ocupo de las palomitas. Espero no quemarme con


vapor en un lugar de mi mano que es casi imposible hacerlo- bromeó
sonriendo.

Yo: Ja-ja-ja que graciosa. ¿Te tengo que recordar tu reacción en cadena?- le
dije.

Ali: ¿Qué reacción en cadena? Estás loca- me dijo intentando evitar que lo
dijese.

Yo: Sí sí, aquella vez que pisaste una chincheta, del dolor levantaste la mano
bruscamente rompiéndote la muñeca al darle a una puerta que a su vez
empujó a un chico y este tiró sus libros en la cabeza de Nerea- le recordé
empezando a reírme.

Ali: Ya ya ya, vale, que no me río más- contestó un poco avergonzada.

Me fui al comedor partiéndome de risa, aquel día fue muy bueno. Puse una
manta en el suelo enfrente del sofá, dos cojines encima y me senté en uno de
ellos apoyando mi espalda en el sofá. Al poco rato entró Alicia y se quedó un
poco sorprendida al verme.
Yo: ¿Qué ocurre?- le pregunté al verla ahí de pie.

Ali: Es que así nos poníamos siempre tú y yo en nuestras tardes de películas.


Me parece increíble que hayas recordado lo de mi accidente y esto- me
contestó con los ojos brillantes.

Le sonreí complacida, ella me dio el bol con las palomitas y se sentó junto a
mi. Cogió el mando, encendió la tele y puso en marcha la película. Fueron tres
horas de película, las dos acabamos con lágrimas en la cara. Era devastador la
gran guerra y los muertos que aparecían, era realmente desalentador.

Yo: Aish, no puedo ver estás películas, mira como acabo- le dije sonriendo un
poco.

Ali: Yo tampoco, soy muy sensible con estás cosas- contestó.

La miré y vi como una lágrima se deslizaba sobre su mejilla, no me gustó verla


así.

Yo: Venga vamos, no nos podemos tirar toda la vida aquí llorando- le dije
levantándome.

Ella se levantó también y empezamos a recoger, cuando estuvo todo ordenado


Alicia me pidió la hora.

Yo: Son las nueve y media- le contesté.

Ali: Creo que me tengo que ir ya, se me va a hacer tarde- me dijo.

Yo: Está bien.

La acompañé a la puerta y nos abrazamos fuertemente.


Ali: Cuídate esa mano ¿vale?- me dijo.

Yo: Sí, no te preocupes- le sonreí.

Me dio dos besos como despedida y se fue en el ascensor. Cerré la puerta


sintiendo un gran vacío. 'Creo que voy a tener que ir acostumbrándome a esto'
pensé. Me dirigí hacia mi cuarto cuando en el pasillo vi los cascos de Alicia. Los
cogí y me fui corriendo a la puerta, no quería que se fuera sin casco. Abrí la
puerta rápidamente y eché a correr arrollando a Alicia que estaba apunto de
tocar el timbre.

Había caído sobre ella, levanté la cabeza y nuestros labios quedaron a escasos
centímetros. La cercanía con ella hizo que mi cuerpo se agitara, me
descontrolaba los cinco sentidos. Nos quedamos así un buen rato, mirándonos
a los ojos, yo de cada vez más agitada y nerviosa hasta incluso empezando a
sudar frío. Estábamos en una posición muy sugerente, y ella estaba
extremadamente sexy, su aliento un poco mentolado chocaba contra mi cara
poniéndome los pelos de punta. Mis ojos se desviaron hacia sus labios, de
repente una fuerza brutal hizo que quisiera besarla, no sé como logré
controlarme y no cometer una locura. Finalmente reaccioné y me fui alejando
de ella poco a poco.

Yo: ¿Es-estás bien?- le pregunté ayudándola a levantarse.

Ella tardó un poco más en reaccionar pero agarró mi mano y se levantó.

Ali: Sí, sí, estoy bien- contestó un poco aturdida.

Me agaché, recogí los cascos y se los entregué.

Yo: Se te habían olvidado- le dije.

Ali: Ya lo sé. Había vuelto a subir a buscarlos- contestó mirándome fijamente.


Su mirada me inquietó mucho y me puso más nerviosa si cabía.

Ali: Adiós- se despidió aún desconcertada.

Yo: Adiós- dije al ver cerrarse la puerta del ascensor.

Entré en casa, cerré la puerta y me puse contra ella, deslicé mi espalda sobre
ella lentamente quedándome sentada en el suelo. No había sido consciente
hasta ese momento que al recordarla habían acudido a mi nuevos
sentimientos. Estaba temblando, sudando y con el corazón a mil por hora. Ella
me descontrolaba y no había manera alguna de desmentirlo.

“¿Por qué no dejas de mentirte a ti misma Ainhoa? ¿Es tan malo reconocerlo?
No eres un monstruo sigues siendo la misma persona, no sigas ocultándote lo
que es obvio” Por una vez decidí hacer caso a mi consciencia y decidí dejar de
fingir ya que ¿qué ganaba con eso? Estaba loca, perdida y irreprochablemente
enamorada de Alicia.

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“¿Por qué no dejas de mentirte a ti misma Ainhoa? ¿Es tan malo reconocerlo?
No eres un monstruo sigues siendo la misma persona, no sigas ocultándote lo
que es obvio” Por una vez decidí hacer caso a mi consciencia y decidí dejar de
fingir. Estaba locamente, perdidamente y irreprochablemente enamorada de
Alicia.

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¿Cómo había pasado? No tenía absolutamente idea, tan solo sabía lo que
sentía, y era un enorme y fuerte sentimiento hacia ella. Para mi todo eso era
nuevo, un hormigueo aparecía en mi estómago cada vez que la veía, tontas
sonrisas se me escapaban al pensar en ella, sudaba y suspiraba cada vez que
la tenía cerca, con tan solo verla o escuchar su nombre bastaba para que mi
corazón se volviese loco. Si eso era el amor, era un sentimiento extraño y
bonito a la vez. Pero al igual de maravilloso que era, también podía ser
realmente doloroso , bastaba con que Andrés la besara para que mi corazón
sintiera pinchazos, era una tortura si se pensaba bien.

Me levanté del suelo, encendí el termo y me di una ducha, no sabía para que
había puesto el termo ya que me duché con agua congelada, no tenía gana
alguna de pensar y una buena ducha fría era un remedio maravilloso.

Tres días después

***************************************************

Voz: ¡No tiene gracia!

Voz: Quieta ahí, no te muevas.


Voz: Acaba con esto ya, te estás excediendo.

Voz: No pasará nada no os preocupéis, solo unos minutos más.

Voz: ¿Qué ha sido ese ruido?

Voz: Algo va mal.

(Pasos)

Voz: ¡Oh Dios mío!

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Desperté por el infernal ruido de mi alarma. Esta vez había ocurrido algo
diferente, al soñar con la conversación como cada noche las voces me sonaron
bastante familiares aunque no podía aún averiguar quien eran los dueños, todo
era muy confuso. Me levanté, me duché y fui a desayunar.

Yo: Buenos días- los saludé.

Los dos se levantaron a saludarme y darme dos besos y un abrazo, yo efusiva


también los abracé.

Antonio: ¿De verdad te has acordado de Alicia?- me preguntó tiernamente.

Yo: Si, no estoy del todo segura cómo pero la he recordado- le contesté
sonriendo.

El también sonrió se volvió a abrazarme con fuerza.

Antonio: Hay mi niña, después de todo lo que hemos pasado por fin has
logrado recordar algo- me dijo besándome la cabeza.

Lucía: Tienes cita hoy a las cuatro y media en el hospital, el señor Giménez
también está muy contento- me anunció abrazándome.

Yo: ¿Te ha dicho algo más?- le pregunté interesada.

ucía: No, me ha dicho que nos contará todo cuando vayamos- contestó.
Antonio: En ese caso voy a pedir un día libre en el trabajo, mi jefe también te
conoce desde pequeñita así que cuando le diga la razón estoy seguro de que
me dejará- nos dijo.

Yo le sonreí a modo de aceptación. Nos sentamos, desayunamos y me fui


enseguida al instituto, esta vez quise ir en bus. Al cabo de quince minutos
llegué, caminé unos cinco y entré en el instituto. Me dirigí a las taquillas, a lo
lejos estaban los chicos. Marta fue la primera en verme y cuando lo hizo fue
corriendo hacia mi y me abrazó fuertemente, en todo el trayecto no había
dejado de lado su sonrisa.

Marta: Dime que es verdad lo que me ha dicho Alicia, dime que es verdad, que
la has recordado- me suplicó, yo estaba intentando aguantar el equilibrio ya
que me había abrazado con mucha fuerza.

Yo: Es verdad, me acuerdo de ella. Me acuerdo cuando hicimos una excursión


con el instituto a la montaña y nosotras tres nos perdimos durante dos días,
me acuerdo de tú cumpleaños...- me callé enseguida, de nuevo me vino un
enorme dolor de cabeza y me agitaron miles de sentimientos, voces y
imágenes.

Lo que sentí en ese momento no fue diferente a lo que sentí en mi casa con
Alicia. Me separé de Marta, ella me miró extrañada, yo cerré los ojos para
asimilar todo lo que acababa de ocurrir. A los pocos segundos lo tuve claro y
abrí los ojos.
Yo: No me lo puedo creer, no me lo puedo creer- dije abrazándola fuerte
mientras comenzaba a llorar, ella no vio que detrás de esa cortina de lágrimas
se escondía una gran sonrisa.

Marta: ¿Qué? ¿qué pasa? ¿no te acuerdas de ella? ¿has vuelto a olvidarla?- me
preguntó impaciente y preocupada- ¿Qué es lo que no puedes creer?

Reí un poco aunque no dejé de abrazarla, a nuestro alrededor algunos nos


miraban con curiosidad ya que estábamos en medio del pasillo.

Yo: No puedo creer que te haya olvidado, que haya olvidado todos los
momentos que hemos pasado juntas, no puedo creer que haya olvidado aquel
día en el que con cuatro años me perdí en el centro comercial al igual que tú-
enumeré.

Marta: Pero el día del centro comercial fue el día en el que nos co...- se calló
de repente analizando bien lo que le había dicho.

Yo: Fue el día que nos conocimos- terminé su frase con una risa de
incredulidad.
Elle me abrazó con fuerza al entender que significaba lo que le había dicho,
incluso pude escuchar como sollozaba un poco.

Yo: Marta sé quién eres, sé todo lo que hemos echo y vivido, sé exactamente
todos tus pensamientos, gustos, manías y demás- le dije, intenté separarme
para mirarla pero no me dejó, ella siguió abrazada a mi.

Supuse que sería por la emoción, seguramente eso para ella era muy
importante y que la noticia de mi laguna mental había sido un golpe muy duro,
para mi lo hubiera sido. Finalmente se separó de mi y la miré a los ojos,
estaban un poco húmedos pero ya no lloraba.

Marta: ¿Cómo es posible?- preguntó emocionada.

Yo: No tengo ni idea, la cuestión es que ya te recuerdo, te recuerdo- afirmé


sonriendo.

Ella volvió a abrazarme feliz, vi como los chicos se acercaban a nosotras ya


que hacía bastante rato que Marta había ido hacia mi.
Alicia: ¿Qué pasa? ¿por qué os habéis parado aquí en medio?- nos preguntó
curiosa.

Javi: Marta ¿has llorado?- comentó al verle los ojos mojados.

Ella se llevó las manos a los ojos y secó lo que quedaba mojado, su maquillaje
se había corrido por todas partes.

Sergio: ¿Ha ocurrido algo?- preguntó al no contestar ninguna de las dos.

Marta: ¿Quién lo dice?- me preguntó mirándome.

Me quedé pensando unos pequeños segundos la respuesta, en seguida lo tuve


claro.
Yo: Hazlo tú- contesté, sabía que le hacía más ilusión a ella que a mi.

Marta: Ainhoa me ha...me ha recordado- anunció con una sonrisa que


reflejaba su alegría.

Todos se quedaron con la boca abierta, les había pillado por sorpresa.

Alicia: ¿En serio?- dijo emocionada.

Yo asentí sacándole una gran sonrisa, se acercó a mi y me abrazó


efusivamente, todos estuvimos todo el día con una gran sonrisa en la cara.

Pasaron todas las clases y me fui emocionada a casa. Dejé la mochila y comí,
esperé al último momento para anunciar la gran noticia. Cuando lo dije Lucía y
Antonio apenas pudieron creérselo, nos abrazamos todos entre lágrimas y
sonrisas. Después de la gran noticia nos preparamos y partimos hacia el
hospital, llegamos en menos de veinte minutos. Esperamos en la sala de
espera y en poco tiempo nos hicieron pasar.
Doctor: Buenas tardes, siéntense por favor- nos indicó amablemente.

Nosotros obedecimos y nos sentamos en unas sillas que había enfrente de su


escritorio.

Doctor: Bien, explíquenme de nuevo si no les importa cómo ocurrió todo- nos
pidió.

Entre Lucía, Antonio y yo le contamos todo lo que había sucedido, lo que había
sentido y lo que había experimentado.

Antonio: Además señor Giménez Ainhoa nos ha dado hoy la expléndida noticia
de que también ha recordado a su mejor amiga- le explicó, no cabía duda por
su voz de que lo decía con orgullo.

Doctor: ¿Enserio? Eso es una noticia maravillosa- contestó alegre- Ainhoa si no


le importa me gustaría hacerle unas pequeñas pruebas, nada fuera de lo
normal.
Yo: Por supuesto.

Doctor: Siéntese aquí por favor- me indicó señalándome una camilla.

Haciéndole caso me senté en la camilla, cogió su estetoscopio, me apartó un


poco la camiseta que llevaba y empezó a auscultarme. Después con sus manos
fue tocándome la cabeza, apretando mi nuca, en general palpando toda mi
cabeza. Cuando acabó me senté y doctor Giménez nos comunicó su
diagnóstico.

Doctor: La inflamación que tenía su cerebro a causa del traumatismo ya está


completamente desinflamada, he echado un vistazo a la herida y ha cicatrizado
bien, su corazón no tiene ninguna alteración así que todo está perfectamente-
nos indicó.

Lucía: No sabe la tranquilidad que nos da escuchar eso doctor- dijo


emocionada ella.

Doctor: Pues aún hay más. Me ha dicho que ha recordado a sus dos mejores
amigas ¿verdad Ainhoa?- yo asentí- Bien, pues siendo así hay una probabilidad
enorme que logre recuperar por completo su memoria, mis más sinceras
felicitaciones- nos indicó sonriendo.
Me giré hacia Antonio y Luía, no dudé en abrazarlos llena de euforia. Esas
palabras me habían dado una seguridad y felicidad inigualables ¡en cualquier
momento podría recuperar los recuerdos de mi vida! Tras recomendaciones del
doctor y darnos de nuevo la enhorabuena salimos del hospital hacia casa con
una gran sonrisa en la cara, que me dijeran que probablemente iba a
recuperar mi memoria no era algo para tomárselo a la ligera.

Como cada mañana sonó el despertador, me duché, desayuné y fui a clase.


Nada más llegar fui a buscar a los chicos ya que les había avisado que iba a ir
al médico y me dijeron que querían que les contase todo lo que me dijese. Los
encontré en la cafetería y me acerqué a ellos lentamente, nos saludamos.

Javi: ¿Has ido al médico? ¿qué te ha dicho, qué te ha dicho?- me preguntó un


poco nervioso.

Marta: ¿Qué tal ha ido? ¿Hay buenas noticias?

Alicia: ¡Di algo Ainhoa!- exclamó ella.


Yo: ¿¡Pero queréis callaros!?- grité haciéndome oír entre el barullo que habían
formado, se callaron al instante, se pusieron en linea, se enderezaron y se
llevaron la mano a la sien como si fueran militares, reí ante lo tontos que eran-
Gracias.

Marta: ¿Pero qué te ha...- la interrumpió Javi que le golpeó suavemente con el
brazo en el vientre.

Javi: ¡Cállese sargento Rubiales!- exclamó intentando no reír.

Marta: ¡Eh a mi no me manda a callar ni Dios, y menos usted sargento '¿Qué


es, niña o niño?'- le contestó partiéndose de risa.

Javi se puso muy colorado y optó por callarse. Yo no entendí por qué Marta
había dicho eso y por qué se había avergonzado tanto.

Yo: ¿Por qué se ha puesto así? ¿por qué le has dicho eso?- pregunté con
curiosidad a Marta.
Javi: ¡No se lo cuentes!- exclamó al ver que iba a decírmelo.

Marta: Oh venga ya, si ella ya lo ha sabido y tan solo te estuvo amargando


toda la infancia- rió ella.

Yo: Eh, yo jamás me reiría de alguien y mucho menos joderle la infancia-


reproché mirándola.

Marta: Ya, eso ahora.

Yo: Anda cuéntamelo- le dije.

Javi: ¡Marta te lo prohíbo!- replicó- Y sabes muy bien que no puedes


desobedecerme.

Marta: Mierda. ¡Serás capullo!- le dijo pegándole suavemente en el brazo.


Yo: ¿Por qué no puedes decírmelo?.

Marta: Hicimos un trato hace mucho tiempo. Si el no decía nada a mis padres
de que había faltado una semana entera a clase por estar con mi novio de
aquel entonces cada vez que el me prohibiera algo tendría que privarme de
hacerlo, el trato dura un año- me contó.

Javi: Si, y aún te quedan tres meses- se burló.

Ali: Bueno como a mi no me has prohibido nada ni hago tratos ni apuestas


estúpidas puedo contárselo yo- se adelantó ella que había estado un buen rato
sin decir nada.

Javi: Está bien, pero no te rías Ainhoa- me pidió resignándose.

Ainhoa: Que no pesado- le contesté.


Ali: Pues verás, aquí donde ves a un hombre bien musculado, aunque un poco
flacucho, con su barbita que le queda muy bien, muy atractivo y varonil
cuando era chiquitín no se sabía con exactitud si era una niña o un niño- me
contó riéndose.

Yo: No me lo creo- dije firme.

Marta: Que si, que tenía el pelo por los hombros, la cara con una piel y unos
rasgos muy finos y una vocecita de pito- me contó.

Ali: ¿Ah sí? Eso no lo sabía jajaja- empezó a reírse.

Yo: Hasta que no vea una foto no me lo creo- le contesté sonriendo,

Javi: Ainhoa lo admito hasta yo, parecía una niña- me confirmó agachando un
poco la cabeza.
Yo: Jajaja tengo que ver una foto, menuda panzada de reír me meteré.

Marta: Oh si, yo tengo una foto en mi casa, un día te la enseñaré- me dijo.

Yo: ¿De verdad? ¡Yo quiero verla!- exclamé.

Javi: Bueno bueno bueno ya basta, que nos estamos desviando del tema que
en verdad nos interesa- nos cortó el.

Yo: A mi me interesa mucho este tema- dije levantando la mano.

Marta: Y a mi.

Ali: Y a mi.
Javi nos echó una mirada asesina a cada una que nos hizo reír.

Marta: Está bien, está bien. ¿Qué es lo que te ha dicho médico?- me preguntó
dejando de reír.

Yo: Ah, pues me ha dicho...- dije bajando la cabeza y poniendo un tono serio.

Ali: ¿Te ha dicho...?

Yo: Me ha dicho que...

Marta: ¿Te ha dicho qué?- repitió.

Yo: El médico que ha dicho que...- volví a dejarlo en suspense.


Javi: ¡Ainhoa que te ha dicho el médico joder!- me zarandeó impaciente.

Yo: Me ha dicho que...¡qué lo más probable es que recupere la memoria!-


exclamé.

Todos abrieron los ojos asombrados, la primera en reaccionar fue Marta que
gritó audiblemente.

Marta: ¡Ahhhhh! ¡No me lo puedo creer!- me abrazó.

Cuando escapé de sus brazos observé como Alicia y Javi contenían una gran
sonrisa en sus rostros. Alicia se acercó a mi y también me abrazó con fuerza.

Ali: No sabes la alegría que me das diciéndome esto- me dijo, podía sentir su
cuerpo totalmente pegado al mío provocándome escalofríos.
Javi: Felicidades Ainhoa- me dijo cogiéndome y elevándome.

Marta: Tus padres tienen que estar muy contentos ¿verdad?- me dijo con una
sonrisa cálida.

Yo: Sí, estamos todos muy emocionados- admití.

Javi: ¡Esto hay que celebrarlo! Como hoy es viernes nadie tiene excusa para no
venir, así que hoy os quiero ver a todos- nos dijo.

Ali: ¿Y qué quieres hacer?- preguntó ella mirándolo.

Javi: Propongo una cena formal, todos muy bien vestidos y firmes para
después volvernos locos en la discoteca bailando salvajemente toda la noche-
dijo moviéndose bruscamente.
Marta: ¡Pero mira que eres imbécil jajaja! Bueno, a mi me parece bien-
contestó mirando a Ali.

Ali: A mi también- me miró a mi.

Tenía ahora tres miradas inquisitivas sobre mi, seguramente que ante una
negación me saltarían a la yugular matándome en el acto.

Yo: Está bien, me parece perfecto- afirmé sonriendo.

Marta: Sabia elección- me dijo mirándome con los ojos entrecerrados.

Javi: Estupendo, pasamos a recogerte a las ocho y media ¡ponte guapa!- me


dijo.

Yo: Oye como si no supiera que tengo que ponerme guapa. ¡No hace falta que
me lo repitas cada vez que salimos!- le dije mirándolo.
Javi: Ya lo sé, no te pongas así enana- me dijo revolviéndome el pelo.

Yo: ¿Enana?- le dije con un tono de reproche ya que le sacaba un año.

El se acercó a mi de manera que su brazo estaba muy cerca del mío, y con su
mano marcó mi estatura.

Javi: Enana- afirmó sonriendo.

Le pegué en el brazo cariñosamente, si que era verdad que me sacaba


bastantes centímetros. Tocó el timbre y nos dispersamos para entrar en clase,
que agonía la que me esperaba, tan solo llevaba cinco días y ya estaba
contando cuantos quedaban para acabar de una vez el instituto. Las horas
fueron pasando sin mayores incidentes hasta que llegó la hora de castellano.
La profesora me pidió amablemente que leyera un texto en voz alta, como
había mejorado bastante en ese tema ya que leía claramente aunque si un
poco lento no me importó. El problema llegó cuando mis ojos detectaron un
fragmento que me fue imposible leer, y no sabía la razón ya que era de lo más
corriente. Lo intenté pero de mi boca solo salieron incomprensibles fonemas y
algún que otro tartamudeo.
Chaval: Por favor no leas en chino que encima con lo penoso que lo haces y el
tartamudeo pareces retrasada. Que pasa ¿también te has olvidado de como
leer y hablar? Jajaja- se burló un chaval que estaba en la esquina.

Profesora: ¿Quién te piensas que eres Pedro? No pienso permitir esta conducta
y ofensa hacia otros compañeros de clase, tienes una falta de disciplina, un
castigo y probablemente la expulsión del centro, esta no es la primera vez que
te llamamos la atención, nos tienes hartos- le dijo ella muy cabreada.

Marta: ¿Eres gilipollas? Ven aquí que te parta la cara desgraciado- saltó en mi
defensa ella furiosa.

Alumnos: Uhhhh- hicieron de coro al escuchar lo que le dijo.

Pedro: ¿Qué me vas a partir tu eh, microbio?- le vaciló.

Lo último que vi fue a Javi levantarse también en mi defensa, yo me levanté y


salí corriendo ante la mirada de aprobación de la profesora, escuché a alguien
que quiso detenerme pero no identifiqué la voz. Corrí hasta llegar al baño, una
vez ahí me senté en el suelo, replegué las rodillas y di rienda suelta a mi
llanto. Sus palabras me habían echo daño, me habían echo mucho daño, y que
mi desgracia fuera tema de diversión para los demás no hacía más que
humillarme y entristecerme más.

De repente se escucharon unos gritos en el pasillo diciendo mi nombre, pocos


segundos después se abrió la puerta dejándome ver ante la vista de Alicia, que
estaba agitada de correr. Supuse que era ella la que me siguió antes.

Alicia: Ainhoa- susurró al verme sentada.

Se acercó a mi, se agachó y me abrazó, separé mis brazos de mis rodillas y la


rodeé también en busca de consuelo.

Alicia: No le hagas caso por favor Ainhoa ese tio es un imbécil, siempre lo ha
sido y siempre lo será, no vale la pena ponerse así por alguien que no tiene
nada en la cabeza- me dijo ella.

Yo: Eso no significa que no duela- le contesté cerrando los ojos.


Se separó de mi, puso ambas manos en mis mejillas y con el dedo pulgar me
limpió las lágrimas.

Alicia: El que tiene deseos de aprender aprovecha cada oportunidad para


hacerlo, y no conozco persona que aún habiendo olvidado algo tan simple le
haya puesto tantas ganas en ello como tú- dijo mirándome fijamente- Te
admiro por ello ¿Sabes? Yo jamás hubiera tenido el valor para afrontar lo que
significa olvidar toda tu vida, todo lo básico que aprendes desde los cinco años.
Pero tú si, y eso te hace una de las personas más grandes que he conocido
nunca. Por tú superación, por tú fuerza, por tus ganas de aprender, por tú
ímpetu, por tú actitud, por tú motivación, por todo.

Le sonreí y la abracé fuertemente, no hizo falta que le dijera nada, supe en el


mismo instante en que la abracé que sabía lo agradecida que estaba de que
me hubiera reconfortado.

Alicia: Te quiero mucho- me susurró.

Yo: Yo también- le contesté, mi corazón pedía a gritos que ella me quisiera de


la misma manera en que yo lo hacía, pero sabía que era más probable que me
partiera un rayo en dos que obtener su amor.
Alicia: Venga vamos a clase, ya habrán echado a ese gilipollas- dijo
tendiéndome sus manos para ayudarme a levantarme.

Caminamos hasta la clase, entramos y nos encontramos a Marta y a la


profesora hablando, Javi también estaba a su lado, todos los demás estaban
sentados en su sitio.

Yo: ¿Qué ha pasado?- pregunté acercándome.

Profesora: ¿Estás mejor Ainhoa?- me preguntó eludiendo mi pregunta.

Yo: Si, gracias.

Antes de que pudiera volver a preguntar algo nos mandó a mi y a Alicia a


sentarnos. Sebas, que se sentaba a mi lado, se giró hacia mi.

Sebas: ¿Te encuentras bien?- me preguntó preocupado


Yo: Tranquilo, estoy viva- bromeé, el sonrió- ¿Qué ha ocurrido?

Sebas: Pues después de que te fueras Marta se abalanzó encima de Pedro y le


enganchó un buen puñetazo. Pedro iba a devolverle el golpe pero Javi se metió
empujándole y insultándole, ha tenido que venir hasta el profesor de educación
física para separarlos- me contó el, casi no lo creía.

Yo: Que me dices.

Sebas: Lo que oyes.

Yo: ¿Y Pedro?- le pregunté.

Sebas: Se lo han llevado a enfermería, Marta le ha roto la nariz- contestó


sonriendo.
Yo abrí al boca sorprendida, no me quería imaginar el problema en el que se
había metido por mi culpa.

Profesora: ¡Callaros por favor!- exclamó, tuvimos que dejar de hablar para que
no nos llamaran más la atención.

Con el silencio sepulcral que se hizo la conversación que tenían Marta, Javi y la
profesora se escuchaba perfectamente, no sé por que nos habían mandado a
sentar.

Profesora: Marta lo que has echo no ha estado bien, no tendrías que haberle
pegado. ¿Sabes en el problema que te has metido?- la reprendió.

Marta: Y que esperaba ¿qué me quedara de brazos cruzados? Tanto usted


como toda la clase ha oído lo que Pedro le ha dicho a Ainhoa, y me da
exactamente igual el problema en el que me haya metido, el golpe que le he
dado se lo merecía, lo sabe hasta usted- dijo ella firmemente.

Profesora: La violencia no es una solución Marta, ni tampoco la agresión verbal


Javier, tampoco has actuado bien.
Javi: Tal y como ha dicho Marta yo no iba a quedarme como un pasmarote, ha
insultado, humillado y ofendido a mi mejor amiga, y después estaba en camino
de agredir a mi otra mejor amiga, yo no estaba dispuesto ha dejar que eso
sucediera- contestó.

Profesora: Intentaré que salgáis lo mejor parados posible pero no prometo


nada- les dijo- Podéis sentaros.

El día pasó normal, en cuestión de minutos todo el instituto se había enterado


de la pelea y del puñetazo de Marta a Pedro, se pasaron el resto del día
felicitándola y rememorando el momento, no había quien no se riera al ver a
Pedro pasar por los pasillos con unas tiritas y unas vendas en la nariz.
Finalmente acabaron las clases, todos nos reunimos en el parque del tubo
(estaba justo detrás de la plaza).

Sergio: Ahora mismo me encuentro a ese tio y lo parto en dos- dijo imitando
cómo le golpearía.

Andrés: Déjale, ya habrá tenido suficiente con el golpe de Marta, no sabía que
era una fiera- dijo bromeando, Marta levantó una ceja.
Marta: Pero bien a gusto que me he quedado, nariz rota, posible expulsión del
centro, humillación duradera...todo un gusto- dijo estirándose, todos nos
reímos.

Yo: Vuelve a hacer eso y seré yo quien te rompa la nariz, no quiero que
vuelvas a hacer lo mismo ¿entendido?- le dije seriamente.

Marta: Si mamá- contestó mirándome y imitando la voz de una niña pequeña.

Yo: ¿Todo tienes que tomártelo a broma?- le pregunté.

Marta: Posiblemente- contesto asintiendo y con una sonrisa.

Yo: Idiota.
Marta: Imbécil.

Yo: Te odio.

Marta: Me amas.

Yo: Más quisieras.

Marta: Sí claro.

Después de unos cuantos segundos discutiendo tontamente nos cortaron la


conversación.

Sergio: Entonces hoy a las ocho vamos a recoger a Ainhoa ¿verdad?- preguntó
para asegurarse.
Javi: Exacto.

Sergio: Bueno, pues nos vemos esta tarde. Hasta luego- se despidió y se fue.

Pocos minutos después nos despedimos todos y cada uno se fue a casa. No
sabía por qué tenía la extraña sensación de que no tenía que asistir a aquella
salida, decidí hacer caso omiso y seguí la tarde tranquilamente.

Pocos minutos después nos despedimos todos y cada uno se fue a casa. No
sabía por qué tenía la extraña sensación de que no tenía que asistir a aquella
salida, decidí hacer caso omiso y seguí la tarde tranquilamente.

***************************************************************
*******

Lucía: Ainhoa ya han llegado- me anunció dejándose ver por el marco de la


puerta.
Yo: Diles que ahora bajo- le pedí.

Ella asintió y se fue, yo terminé de arreglarme. Aquella noche tenía en mi


pecho una sensación no muy agradable, había estado todo el día
replanteándome si sería buena idea inventarme cualquier excusa tonta para
dejarlo para otro día, o simplemente cancelarlo y no sacar el tema nunca. ¿La
razón? Mi cerebro no tenía la más mínima idea del por qué ese repentino
cambio, pero más abajo mi corazón estaba ya destrozado, y pedía clemencia
para que dejaran de herirlo.

Si iba a esa salida tenía la entera certeza de que no lo soportaría, no


soportaría ver como Alicia pasaba por una especie de metamorfosis: Primero
en la cena estaría muy atenta y serena, sería como siempre había sido.
Después de la cena y con unas copitas de vino nos dirigiríamos a la discoteca y
ahí ocurriría la fatalidad que mi corazón evitaba a toda costa.

Ella comenzaría a beber y poco a poco se iría desmadrando, bailaría como si


fuera la última vez que lo fuera a hacer y después allí estaría Andrés para
poner la guinda al pastel, los dos empezarían con besos agresivos y
pasionales, toqueteos por parte de Andrés y ellos tendrían su final en la cama
de ella o de él. Yo no podría soportar los celos y la cosa podría acabar de tres
maneras: Me tragaría todos mis celos, y mi autoestima y moral acabarían por
los suelos, acabaría haciendo cualquier tontería o, simplemente acabaría
sufriendo las consecuencias de las dos cosas. Sabía que esa última opción era
la correcta.
Pero ya era tarde para echarme atrás, ellos estaban ahí y podía escuchar
perfectamente a Lucía decirles que esa noche estaba radiante y preciosa, no
tenía escapatoria. Así pues salí de la habitación después de ensayar una
sonrisa falsa y me dejé ver ante los demás. “Perfecto Ainhoa, has pasado de
sufrir por ocultar lo que sientes para sufrir por saber lo que sientes,
enhorabuena.” 'Es la verdad, prefiero sufrir con eso que con una mentira'

Tal y como había pensado, el tiempo de la cena Alicia estuvo de lo más


relajada y sobria, llegué incluso a pasármelo bien. Habíamos elegido un
restaurante italiano cerca del paseo marítimo, corría una brisa muy
reconfortante. Minutos después nos encontrábamos ya dentro de la discoteca
no muy lejana del restaurante, brindando por la felicidad de saber que
recuperaría mi memoria.

Javi: ¡Por Ainhoa!- exclamó alzando su vaso.

Marta, Sergio, Alicia y Andrés: ¡Por Ainhoa!- gritaron.

Bajaron sus vasos y bebieron de un solo trago el chupito, yo también les


acompañé. A partir de ahí los chupitos y bebidas fueron yendo y viniendo, las
risas, el barullo, los bailes etc. Yo hasta el momento me lo había estado
pasando fenomenal, en ningún momento me había girado para ver que hacían
Alicia y Andrés aunque me moría de ganas por hacerlo. En un momento en el
que descansaba sentada sola en la mesa en la que nos habíamos instalado un
chico se acercó a mí.
Chico: ¿Qué hace una preciosidad como tú sentada aquí sola?- me preguntó, él
se había sentado junto a mí.

Yo: Estoy descansando un poco- le contesté sin inmutarme.

Chico: ¿Podría esperar a que te recuperaras para que vengas conmigo?- me


preguntó lascivamente mientras ponía una mano en mi rodilla.

Eso me enfureció mucho. Le quité la mano bruscamente y cogiendo el valor


que sabía que tan solo tenía por estar bebida iba a decirle mil cosas y a echarle
con las palabras más obscenas que os podáis imaginar, pero para mi asombro
no me hizo falta, Alicia estaba ya a mi lado.

Alicia: ¿Me acompañas afuera?- dijo a modo de excusa, me había caído del
cielo en ese mismo instante para salvarme.

Chico: Oye ¿no ves que estamos hablando?- espetó el un poco irritado.
Alicia: Ya, que pena. Pero ella viene conmigo- soltó mirándolo.

Chico: Lo dudo mucho- rio.

Ella se quedó estática, sin saber que responder para alejar a aquel baboso.
Entonces dijo lo primero que se le pasó por la cabeza.

Alicia: Perdona pero ¿podría MI novia acompañarme afuera, por favor?-


exclamó cogiéndome de la mano y llevándome lejos de él.

Aquel tipo al escuchar su respuesta no se molestó en seguir insistiendo y se


marchó decepcionado. Yo en cambio estaba exaltada. Había sido solo para
salvarme, pero ¿había dicho que era su novia? Mi corazón no puedo evitar
agitarse.

Yo: Gracias- le dije agradecida.


Alicia: No hay de que- contestó aún con el cejo fruncido.

Ella aún no había soltado mi mano, tampoco quería que lo hiciese, sentir su
mano rodear la mía me llenaba de júbilo y nerviosismo a la vez. Mentiría si
dijese que no me hubiera gustado ser su novia aun sabiendo que ella estaba
enamorada de Andrés. Si habiendo sido un hombre hubiera sido casi imposible
conquistarla, siendo mujer era algo impensable.

Me llevó a la pista de baile y bailamos unas cuantas canciones seguidas,


acabamos reventadas. Volvimos a nuestra mesa y hablamos un poco, yo fui al
baño ya que tenía unas ganas inmensas de mear, estuve diez minutos
haciendo una cola enorme, cuando por fin me tocó a mí bendije a Dios y hasta
a Mahoma. Volví a la mesa pero ya no estaba, no es que esperara que ella
siguiera ahí pero me sorprendió.

Cinco, diez, quince minutos y ya habían pasado todos por donde yo estaba
menos ella y Andrés, mi corazón se encogió y me imaginé lo peor. Agitada me
levanté y fui a la barra, de mientras fui buscándolos con la mirada hasta que
los encontré. Efectivamente los dos estaban bailando muy pegados y como se
dice ''perreándose''. Me senté en la barra y me orienté hacia ellos, no
despegué mi mirada.

Poco a poco y con la calentura aumentando empezaron a besarse, sin dejar de


mirarlos empecé a pedir y a pedir mientras veía el espectáculo que estaban
montando. Puede que Andrés estuviera con ella, pero mis ojos tan solo la
enfocaban a ella, a cada gesto suyo, como unía sus labios con los de él, como
se acariciaban... aun así no dejé ni un solo instante de mirarlos mientras el
número de bebida que pedía subía de cada vez más. Yo ya me encontraba
llorando.

“Ainhoa por favor deja de mirarlos, los celos te están matando ¿no te das
cuenta? Te estás destruyendo” Pero yo no hacía caso de lo que me decía,
seguía mirándolos con tristeza, con celos, con rabia, con furia. En ese
momento me bebí de un solo trago el chupito de tequila que tenía en la mano,
dejé un billete de veinte a modo de pago y me dirigí deshecha en lágrimas
hacia ellos.

“¿Qué haces? No lo hagas, vete ¡vete antes de que cometas alguna tontería!”
Cuando estuve enfrente de ellos cogí con fuerza la muñeca de ella y los
separé, me llevé a Alicia lo más lejos posible de él mientras su mirada de
incertidumbre y sorpresa buscaban mis ojos. Cuando la gente a nuestro
alrededor era menos densa la solté quedándome de espaldas a ella y
desatando mi llanto.

Alicia: ¿Qué te ocurre Ainhoa?- me preguntó ella acercándose a mí.

Me giré y la observé. Tenía ganas de gritarle que la amaba, que me moría de


celos al verla con él, que quería dormirme y que al despertar en mi cama ella
estuviera a mi lado dándome un beso de buenos días, que no soportaba el
dolor que me provocaba amarla, que me estaba volviendo loca por ella, que mi
corazón moría por tenerla.
Alicia: ¿Ainhoa?

Pero no le dije absolutamente nada de eso, empecé a caminar y la dejé atrás.


Sabía que la amaba y lo aceptaba, pero eso no significaba que me resignara a
ello. Si algo me propuse esa noche fue sacármela de la cabeza y de mi
corazón, no estaba dispuesta a sufrir ni un segundo más por una persona que
jamás podría ser mía. ¿Cómo había logrado enamorarme de alguien que
pasaba completamente de mí?

Cuando encontré al que había estado buscando lo cogí del codo y le di la vuelta
para que me mirara, me reconoció rápidamente.

Chico: Vaya. ¿Qué quieres?- me preguntó desconcertado.

Estuve unos segundos sin contestar, pasé mis manos por su cuello y me
acerqué a él.

Chico: Espera, ¿y tú novia?- me detuvo.


Giré el cuello y divisé a Alicia a menos de 5 metros mirándonos asombrada,
volví a girar el cuello y le miré a los ojos.

Yo: A mi novia que le den- contesté firmemente mientras le besaba.

El tardó un poco en responderme pero cuando lo hizo nos envolvimos en un


beso agresivo. Estuvimos alrededor de unos 2 minutos besándonos
desenfrenadamente, tuvimos que separarnos agitados para recuperar el
aliento. Observé por el rabillo del ojo como Alicia se acercaba a mí y me cogía
del brazo alejándome de aquel chico como yo había hecho con ella minutos
antes.

Alicia: ¿Me puedes explicar que es todo esto Ainhoa?- me preguntó cabreada.

Yo: ¿Qué es el que?

Alicia: Me coges y me apartas bruscamente de Andrés llorando


desconsoladamente, te pregunto si estás bien y no me contestas. De repente
te vas sin decir nada y empiezas a darte el lote con un tio al que una hora
antes te había estado acosando. ¿Qué te ocurre?- volvió a preguntarme.
Yo: Para empezar aquel chico no me estaba acosando, has sido tú la que ha
venido a echarle, cosa que podría haber hecho yo. Y lo que yo haga o deje de
hacer no te importa, si me quiero liar con este tio me lo lio, si me quiero tirar a
ese otro me lo tiro. ¿Algún problema?- inquirí enfadada.

Ella se quedó sin palabras, se había quedado con la boca abierta ante mi
respuesta.

Yo: Mejor vete con tú novio, te estará esperando en la cama. Ahora si no te


importa, voy a salir a divertirme un poco, que me hace falta- le dije pasando
por su lado.

Alicia se había quedado de piedra. Me dolió haberle hablado así pero no


conseguía apartar de mi mente todas las escenas que había visto antes
poniéndome furiosa. Volví a encontrar a aquel chaval y nos volvimos a besar,
desde ese momento no volví a saber de Alicia y de los demás.

Lo que pasó después de la discoteca lo recordaba muy escasamente, sí que


recordé estar en casa de aquel chico en su dormitorio. Yo tan solo llevaba
puesta mi ropa interior, él tenía aún sus pantalones. Me besaba el cuello
agresivamente y fue bajando hasta mi sujetador. Cuando me abrazó para
quitármelo no pude evitar llorar como una niña pequeña y empezar a decir el
nombre de Alicia.
Julio (me enteré que así se llamaba): ¿Ainhoa qué te ocurre? ¿No te
encuentras bien?- me preguntó preocupado.

Envuelta en lágrimas negué con la cabeza, el pobre chico estaba que no sabía
lo que ocurría. Me tapó con una sábana, se puso la camiseta y se fue a no sé
dónde, yo no podía dejar de pensar en ella. '¿Por qué Alicia, por qué?' me
repetía todo el rato. Llegó Julio con una taza de café, me la ofreció y se sentó a
mi lado, yo le conté todo lo que me ocurría y el por qué estaba así.

Julio: Pero Ainhoa no estés así, no vale la pena, te dolerá pero por mucho que
la llores y que grites su nombre ella tiene novio. Deja de auto destruirte y
apártala.- me dijo compasivo.

Yo: No puedo, no puedo. La amo demasiado como para echarla de mi vida, me


moriría sin ella- reconocí sollozando.

Julio: Pero aun estando contigo sufres, lo harás si está junto a ti tanto como si
no- contestó acariciándome la mano.
Yo: Entonces me declaro masoquista, porque no quiero que se aleje de mí.
Pero lo lograré, juro que lograré sacarla de mi corazón cueste lo que cueste-
sentencié seriamente.

Pasados unos cuantos minutos, una media hora, Julio me llevó a casa en su
coche. La verdad es que me había caído muy bien, no aparentaba ser el chico
de la discoteca, realmente era un trocito de pan, ya que me enteré que su
novia le había dejado y que estaba destrozado también, que cosas. Sentí como
el coche paraba y abrí los ojos, ya estábamos enfrente de mi casa.

Julio: Bueno, ya estamos- dijo apagando el motor.

Yo: Muchas gracias por todo Julio- le agradecí.

Julio: De nada mujer, espero que arregléis las cosas- me dijo.

Yo: Eso espero yo...


Le sonreí pero cuando giré mi cabeza para abrir la puerta miré mi portal, la
sonrisa se desvaneció enseguida.

Julio: ¿Qué te pasa?- me preguntó el al ver que no salía del coche.

Yo: E-es ella, esta aq-quí- le informé sintiendo como el corazón latía a mil por
hora.

Ayúdame a recordar 11.

Yo: E-es ella, esta aq-quí- le informé sintiendo como el corazón latía a mil por
hora.

Noté como Julio giró su cuello para mirar hacia mi portal. Yo me encontraba
muy nerviosa, estaba hiperventilando. Podría sonar muy exagerado pero
después de como la había tratado, de cómo estaba con Andrés y de que
además ella supiera que me había ido con Julio (me había encargado de que se
diera cuenta) el encontrarme con ella me ponía los pelos de punta.

Julio: Ainhoa cálmate, no va a matarte- intentó tranquilizarme el.


Yo: No puedo, seguramente vendrá de haber estado con él, no quiero- empecé
a decir negando con la cabeza, se me mojaron los ojos de pensarlo.

Julio: Oye no, Ainhoa tranquilízate- me dijo cogiéndome la cara con sus dos
manos- No sabes si eso es cierto.

Yo: Sí, sí que lo es- insistí cerrando los ojos.

Julio: Entonces sal afuera y ve a ver que quiere- me dijo.

Yo: No, no por favor. Llévame a otro sitio, por favor- le rogué.

Julio: ¿Y piensas dejarla ahí en la calle? Puede pasarle cualquier cosa- me


advirtió.

Tenía razón, no podía dejarla ahí, me daría algo si le llegara a pasar algo.

Yo: Tienes razón.

Una sonrisa de victoria apareció en su cara.

Julio: Me voy, tranquila que no pasará nada- me aseguró el.

Yo: De acuerdo- sentí.

Nos despedimos y bajé del coche, el arrancó y se fue. Con el corazón en la


mano me acerqué a mi portal, ella se giró para verme, estaba o había llorado,
no pude saberlo del todo.

Yo: ¿Qué pasa?- le pregunté preocupada.


Ella se levantó y se puso enfrente de mí, entonces se acercó a mí y pegó su
cuerpo al mío. Metió su cabeza en mi cuello y aspiró profundamente
manteniendo el aire en sus pulmones durante unos segundos, después poco a
poco fue soltándolo.

Ali: Te has acostado con el- me susurró en forma de pregunta y afirmación a la


vez, en ese momento supe que lloraba ya que una lágrima cayó en mi hombro
descubierto, también supe que iba bebida ya que apestaba a alcohol.

No sabía que contestarle, ¿qué no me había acostado con el porque me puse a


llorar y a gimotear su nombre?

Yo: Sí- le afirmé- Y tú te has acostado con Andrés- dije con la voz temblorosa.

Se quedó callada como yo había hecho antes, en el mismo instante que dije la
pregunta me arrepentí, no quería saberlo.

Ali: Sí.

Inspiré fuertemente y aguanté la respiración, cerré los ojos. Quise morir, fue
como si me hubieran dado una patada en el corazón. Me sentía ridícula,
mientras yo me iba desmoronando a cada palabra que ella decía, Alicia
continuaba pasándoselo bien y continuando su vida, ahí iba a acabar todo.

Me separé de ella bruscamente y le di la espalda, luego volví a girarme y la


miré.

Yo: ¿Qué quieres?- le pregunté intentando mantener la calma.

Ali: ¿Por qué te has comportado de manera tan extraña?


Yo: No me he comportado de manera extraña- contradije.

Ali: ¡Sí, sí que lo has hecho! ¿Por qué me separaste de Andrés?

Yo: Porque en ese momento me sentía mal, me dolía la cabeza y tú eras la que
más cerca estaba- improvisé rápidamente, no podía creer lo rápido que había
reaccionado en contestar.

Ali: Ya y, ¿no te dolía la cabeza cuando te pusiste a comerle la boca a aquel


tio?- preguntó con la ceja levantada, Dios como me encantaba que lo hiciera.

Yo: Pues sí, pero como todo el mundo se lo estaba pasando genial pensé que
había sido una tontería molestarte y acabar la noche de todos por mi culpa, así
que fui a divertirme- volví a mentir, exteriormente aparentaba estar firme y
seria pero por dentro estaba mi yo interno con una sonrisa enorme, eso de
mentir no se me daba tan mal.

Ali: Y no pudiste escoger a otro, tenía que ser aquel que te había molestado
antes.

Me acerqué a ella y puse mi cabeza al lado de la suya, mi boca quedaba en su


oído.

Yo: Lo que yo haga o deje de hacer es algo que no te importa lo más mínimo-
le susurré- Bueno yo me voy ya, estoy cansada y tengo sueño.

Alicia se quedó ahí de pie, ni me dijo nada ni hizo nada, tan solo observó cómo
abría la puerta de mi portal y me sumergía en la oscuridad del edificio. Tras la
puerta dejé que las lágrimas que me habían amenazado con dejarse ver antes
salieran, lo sabía, sabía que se había acostado con él. Me puse contra la pared
y me senté en el suelo.

Estaba cansada de sufrir, estaba cansada de llorar, estaba cansada de


amargarme, estaba cansada de los celos, estaba cansada de amarla... Iba a
hacerla desaparecer de mi memoria de una vez por todas.
Alicia

Ainhoa: Lo que yo haga o deje de hacer es algo que no te importa lo más


mínimo- susurró- Bueno yo me voy ya, estoy cansada y tengo sueño.

Se alejó de mí, abrió la puerta de su portal y desapareció de mi vista. Cuando


escuché el ruido de la puerta cerrarse sentí las lágrimas deslizarse por mi
mejilla, me acerqué a la pared y me senté apoyando la espalda contra esta.

Se había acostado con ese tio, se había acostado con él. Evidentemente yo no
era nadie para impedirle que lo hiciese, pero no podía evitar querer morir al
saber que unas manos y unos labios que no eran los míos la habían tocado.
Cuantas veces deseé yo besar sus labios, cuantas veces deseé hacerle el amor
como nunca nadie se lo había hecho, cuantas veces deseé poder despertarme
por la mañana y que la primera imagen que recibieran mis ojos fuera la de su
rostro, ese sería el más preciado de los tesoros que podría obtener jamás.

¿Si la amaba? La amaba con todo mí ser y más, la amé desde el primer día
que la conocí aquel afortunado día de clase, nunca pensé que repetir un curso
me daría la mayor felicidad posible, la felicidad de conocerla, pero que gran
tristeza saber que su corazón ya estaba ganado por Sergio, llevaban un año de
relación cuando la conocí.

¿Que por qué no me arriesgaba y le decía que estaba perdidamente


enamorada de ella? Sabía que era algo imposible, yo era una mujer, jamás
podría fijarse en mí y además mis padres no lo aceptarían jamás, les asquearía
tener a una hija lesbiana.

Por mucho que intenté sacarla de mi cabeza me fue imposible, así que intenté
odiarla, fue lo peor que podría haber hecho. Intenté buscarle defectos, nunca
le encontré ninguno y a mis ojos era de cada vez más perfecta, cada día iba
amándola más. Fue entonces como acabé así, con un novio al que sí quería
mucho pero no amaba, pensé que quizás podría llegar a sentir algo por él,
después de nueve meses de relación aún esperaba ese amor repentino.
Sabía que estaba mal jugar con los sentimientos de Andrés de esa manera,
pero el llevaba mucho tiempo detrás de mí pidiéndome una oportunidad, ¿por
qué no iba a hacerlo? Amarla me destruía, quizás era por eso que cada vez que
los celos o la tristeza de saber que no podría ser mía me superaban me
acostaba con él para intentar sentirme un poco mejor. Primero lo conseguía,
después no podía evitar sentir que estaba traicionándola, una estupidez.

Limpié mis lágrimas, me levanté y fui caminando hasta mi moto, de nuevo otra
vez me iba con el corazón partido en mil pedazos, tendría que conformarme
con tener su amistad e intentar no ver cosas que me dolieran mucho.

Llegué a mi casa, todo estaba en gran silencio. Ya me había acostumbrado,


mis padres no hacían más que viajar de un lado para otro, era normal
quedarme sola. Fue grande mi sorpresa al ver que Andrés aún seguía allí.

Yo: ¿Qué haces aquí?- le pregunté extrañada.

Andrés: Quería esperarte- contestó el- ¿Dónde has ido?

Yo: A dar una vuelta, ya te lo he dicho antes- le mentí.

Andrés: Entonces podremos acabar lo que hemos comenzado antes- me


susurró agarrándome por atrás y besándome el cuello.

Yo: No Andrés, hoy no me apetece- le aparté de mí.

Andrés: Venga Ali, tengo muchas ganas- volvió a insistir el cogiéndome un


pecho.

Yo: Andrés basta, te he dicho que hoy no me apetece, vete por favor- le
indiqué abriéndole la puerta.
Él se quedó un poco extrañado pero cogió sus cosas, me besó y se fue, yo ni
ganas de cambiarme tenía, me tiré en la cama así tal cual. ¿Que por qué le
había mentido a Ainhoa diciéndole que sí me había acostado con Andrés? ¿Qué
iba a decirle, que no había podido porque su recuerdo no dejaba de
atormentarme? Cerré los ojos y suspiré al pensar de qué manera me había
complicado la vida al enamorarme de una persona que jamás podría
corresponder mis sentimientos, no me di cuenta cuando me quedé dormida.

La mañana siguiente me levanté con un dolor terrible de cabeza, me tomé una


pastilla y no salí de la cama en casi todo el día, apenas tenía fuerzas para
acomodarme en la cama. Andrés no dejaba de llamarme, y yo no dejaba de
rechazar todas las llamadas entrantes. Al final pareció cansarse y desistió. El
domingo decidí hacer algo de provecho y salí de la cama, al caminar me
crujieron todos los huesos, no me extrañaba en absoluto. Desayuné, comí y
me puse a estudiar, cosa rara. Después salí a dar una vuelta y se me pasó
toda la tarde, cuando quise darme cuenta ya estaba metida en la cama
poniendo en marcha el despertador para la mañana siguiente. Odiaba mi vida
tan monótona y simple, sentía que me faltaba algo, hiciera lo que hiciera no
podía dejar de lado la sensación de insatisfacción que llevaba desde años,
quizás fueran dos.

Podía deberse a la falta de cariño por mis padres, o a la gran tensión a la que
me sometían y la perfección que estos buscaban en mí cada vez que
regresaban a casa después de sus maravillosos viajes. Por eso me gustaba
estar con Ainhoa, con ella me sentía bien, me sentía llena, me sentía relajada,
me sentía tranquila, me sentía yo misma, no como cuando aparentaba ser otra
persona delante de mis padres o de la mayoría de gente. Podía dejar de fingir
y mostrarme tal cual era delante de ella, quizás por eso era tan vulnerable
ante su presencia.

Por todas las razones anteriores era por la que cada día me juntaba con ella, y
cuando llegó el lunes eso fue lo que hice. No estaba preocupada sobre lo que
había ocurrido el pasado viernes, las dos estábamos un poco bebidas así que
no me extrañaba que estuviéramos un poco irritables las dos. Lo que si me
extrañó fue llegar al instituto y que al intentar acercarme a ella me rehuyese.
Pensé que quizás estaría ocupada pero en el patio y en las siguientes clases
intenté tener algún contacto con ella, fue un gran pinchazo de angustia en mi
corazón notar que efectivamente me estaba evitando.

'Quizás ha tenido un mal día y lo que quiere es estar sola' pensé ese día al
volver a casa. Aunque me había convencido a mí misma de que esa era la
causa de su comportamiento no dejaba de sentir un poco de tristeza al
rememorar como había pasado de mí.

Había pasado una semana, una semana en la que ni una sola palabra
intercambié con ella. Bueno realmente sí, pero lo único que obtuve fue su
indiferencia hasta que me quedé sola hablando. No lo entendía, no entendía
que era lo que había hecho mal. ¿Se habría molestado por lo del viernes? Yo
había intentado hablar con ella para pedirle disculpas si había dicho o echo
algo que la hubiese molestado, pero me giraba la cara y se marchaba a paso
rápido.

Yo: Es que no entiendo qué ha pasado, no sé qué he hecho mal- exploté a


llorar en los brazos de Marta, estábamos en su casa.

Marta: Yo tampoco tengo ni idea de lo que le pasa, conmigo se comporta igual


que siempre- me dijo acariciándome la cabeza.

Al final de esa semana no había podido soportarlo más y fui a casa de Marta en
busca de alguna explicación, pero al parecer a la única que no le dirigía más la
palabra era a mí y a Andrés.

Yo: ¿Tú crees que le he hecho algo? ¿No te ha dicho nada?- le pregunté
sollozando.

Marta: No Ali, le he preguntado y me contesta con evasivas, no quiere hablar


del tema ni por asomo. Cuando le pregunto cambia la expresión
completamente, no sé qué le ha ocurrido- me contestó ella desalentándome.

Me siguió consolando durante unos cuantos minutos, tanto ella como yo


estábamos perplejas ante su cambio repentino de actitud.

Yo: Muchas gracias por escucharme, me hacía bastante falta- le agradecí


cuando me calmé.
Marta: De nada mujer. No te sigas torturando, quizás esté pasando por
muchos problemas en casa con lo de la memoria y está mosqueada y quizás lo
paga contigo, ¿no te parece?- me dijo acariciándome la mejilla.

Yo: Puede ser- reconocí.

Marta: Pues ya está, tú dale tiempo y ya verás cómo poco a poco se irá
acercando a ti a medida que su estrés se disipe- contestó con una sonrisa.

La abracé y volví a agradecerle su ayuda, por lo menos me quedaba ella, que


me sentía exactamente igual que con Ainhoa, sin tener que ocultar mi
verdadera personalidad. Aquella tarde volví a casa un poco reconfortada, Marta
tenía razón, esa semana habíamos tenido muchos exámenes y sí a mí me
había costado a ella no quería ni imaginármelo. Así pues decidí darle espacio y
no atosigarla tanto en las siguientes semanas. Pensaba que al cabo de una
semana me hablaría, no fue para nada como Marta me había dicho. Se había
alejado más de mí si cabía y si antes me miraba de vez en cuando, ahora ni
siquiera conseguía contacto visual con ella.

Decidí ser un poco más paciente y esperar un par de días más, pero de
ninguna manera conseguía que me hablase. Un poco desesperada intenté ir
acercándome poco a poco, al tercer intento me di cuenta de que por las
miradas que me echaba era mejor no seguir intentándolo, parecía incluso que
se me echaría encima a pegarme.

Yo: Ainhoa, ¿qué te he hecho? Dímelo por favor ¿Te he molestado? ¿Te he
ofendido?- le pregunté en el que decidí que sería el último intento.

Pero ella me ignoró y siguió caminando, en ese momento me enfadé, fui detrás
de ella, la cogí bruscamente del brazo y la giré para mirarla.

Yo: ¡Dímelo joder!- le grité fuertemente.

No lo vi venir, tan solo sentí un zumbido antes de que su mano impactara


contra mi mejilla propinándome una bofetada, una bofetada de las grandes.
Giré mi cuello lentamente para mirarla con mi mano en donde me había
pegado, ella tenía los ojos un poco abiertos como si estuviera sorprendida,
enseguida cambió su rostro.

Ainhoa: No me grites, no me sigas, no me toques- dijo esto soltándose de mi


bruscamente- No me mires, ¡déjame en paz!- gritó antes de marcharse.

Me quedé estática en el mismo lugar, no pude evitar derramar mis lágrimas.


¿Qué había pasado para que llegásemos a ese punto? ¿Cómo habíamos pasado
de reír a carcajadas hasta echarnos las más agresivas miradas? En ese
momento vi como Javi y Marta se dirigían a paso rápido hacia Ainhoa, la
cogieron de los hombros y la entraron dentro de los baños, yo los seguí.

Marta: ¡¿Qué coño te pasa?¡- le grito realmente enfurecida- ¡¿Puedes


explicarnos a que se debe tu jodido comportamiento?!

Ainhoa: ¡Soltadme!- intentaba zafarse pero los finos aunque fuertes brazos de
Javi se lo impedían.

Javi: Tú no te vas de aquí sin que nos hayas dicho que es lo que te pasa con
Alicia- aseguró.

Yo: Dejadla, dejadla por favor- les pedí, los tres me miraron.

Marta: No, hasta que no hable no se marchará.

Ainhoa: ¡¿Queréis dejarme?!- gritaba.

Yo: Javi por favor- le pedí mirándolo.

Pero se negó, siguieron con el interrogatorio, ella de cada vez se empezaba a


calmar más y su expresión cambió, pude ver en sus ojos que tenía miedo.
Javi: ¿Qué pasa? Tú antes no eras así Ainhoa- le dijo el también más calmado.

En ese momento Ainhoa movió los brazos tan bruscamente que se soltó de
Javi.

Ainhoa: Está bien, ¿queréis saber qué es lo que me pasa? Lo que me pasa es
ella- dijo dirigiéndose a mí, se puso delante de mí y se calló.

Mi corazón latía muy rápidamente, no tenía ni idea de lo que me iba a decir.


Para mi asombro no me miraba con agresividad ni con desprecio, parecía más
bien ternura, me dejó muy desconcertada. Estaba meditando su respuesta,
parecía que hablaría pero siempre se quedaba en movimientos con la boca sin
sonido.

Ainhoa: Lo que me pasa eres tú, siento un sentimiento terriblemente fuerte


hacia ti, no puedes imaginarte cuan fuerte es. ¿Que qué es lo que siento?-
preguntó dejándolo al aire.

Tardó un par de segundos, estaba muy insegura. Finalmente se decidió a


hablar

Ainhoa: Siento un tremendo odio, un odio tan fuerte que cada día que pasa lo
que quiero es no verte la cara nunca más. No lo recuerdo, pero estoy
segurísima de que jamás he podido odiar a alguien con tanta fuerza como lo
hago contigo. ¿Lo entiendes? Lo que me pasa es que te odio y quiero que
desaparezcas de mi vida, para siempre- concluyó antes de salir corriendo fuera
de los baños.

Me quedé asimilando lo que me había dicho. Me odiaba, me odiaba...Miré a


Javi y a Marta, ellos estaban igual de perplejos que yo. Salí de allí corriendo
para que no me vieran llorar, llegué a una zona en la que no había
absolutamente nadie, justo lo que buscaba. Caminé hasta la pared, me senté
sobre la gravilla y apoyé mi espalda. Entonces eso era lo que le pasaba, que
me odiaba. La pregunta era, ¿Por qué? ¿Por qué me odiaba? Yo no le había
hecho absolutamente nada, no entendía la razón de su odio.
Sonó el timbre indicando el final del patio, hice como si no lo hubiera
escuchado y seguí con lo mío. Tenía que buscar una solución, no podía seguir
así, viendo como pasaba de mí, destrozada. Entonces se me ocurrió algo. No
me la quitaría de la cabeza, ni mucho menos, pero por lo menos intentaría que
sus reacciones me afectasen lo mínimo posible.

¿Ella me odiaba sin motivo alguno? Entonces yo también la odiaría sin ningún
motivo. La idea al principio me pareció buenísima, poco a poco no lo era tanto,
pero lo haría. No podía seguir sufriendo de la manera en que lo hacía, iba a
caer enferma.

Me levanté del suelo, me limpié mis lágrimas, recogí mis cosas y me marché
alegando que tenía dolor de cabeza, en parte era cierto, estaba que no podía
con mi vida. Llegué a casa, abrí la puerta y me dirigí hacia mi cuarto, una voz
me detuvo por el camino.

Carla: ¿Alicia?- me llamó.

Con gesto extraño me asomé por el comedor, me llevé una gran sorpresa.

Yo: ¿Mamá, papá?- dije sorprendida.

Ricardo: Hija mía, te he echado de menos- me abrazó fuertemente, mi madre


también se levantó a abrazarme.

Carla: ¿Qué haces que no estás en clase?- me preguntó mirándome fijamente.

Yo: Me duele la cabeza, no me encuentro muy bien- les dije poniendo mala
cara.

Carla: Así que nosotros nos vamos y ya vas faltando a clase y mintiendo,
¿quieres bajar de las nubes ya? ¡Cómo repitas este año también te enteras!-
me advirtió.
Yo: Mamá, acabas de llegar y ya me estás regañando. Además, va enserio, no
me encuentro bien- le contesté.

Carla: ¡A ti lo que te pasa es que eres una cuentista! A saber cuántas horas de
clase has perdido, vamos, ¡al instituto bien derechita!- me dijo señalándome la
puerta.

Ricardo: Carla...- la llamó con tono de voz de reproche.

Yo: ¡Mamá te repito que no me encuentro bien! No siempre tengo por qué
mentir, estaría bien que comenzarais a confiar en mí, bueno, que comenzaras
a confiar en mí, parece que papá es algo que ya ha aprendido- le respondí
enfadada mientras me iba a mi cuarto.

Carla: ¡A mí no me gritas! Eh, ¡que te estoy hablando!- la escuché gritar, yo la


ignoré, me metí en mi cuarto y cerré la puerta.

Pude escuchar de fondo como mi padre intentaba hacer entrar en razón a mi


madre, de verdad que acababa de llegar y estaba deseando que se marchara.
Sabía que me querían, al igual que yo a ellos, solo que me exigían demasiado
con los estudios y eran demasiado estrictos, bueno, tan solo mi madre era
estricta.

Me quité los zapatos y me acurruqué entre las sábanas de mi cama. Mi menté


empezó a divagar y se centró como siempre en ella, no podía dejar de pensar
en ella, en lo que me dijo en los baños, por un momento parecía que me iba a
decir otra cosa, o eso era lo que yo deseaba. Pero no, tenía que intentar
quitármela de la cabeza, por mi salud y orgullo, no iba a permitir que me
humillara más de lo que ya lo había hecho. ¿Ella me odiaba? Entonces yo la
odiaría más aún.

Dos meses después

Era el último día de clase antes de las vacaciones de navidad, que lento se me
había pasado. Mis padres en todo ese tiempo no viajaron, incluso me
prometieron que pasaríamos las navidades juntos. Yo me sorprendí mucho, ya
que la última vez que habíamos pasado unas navidades juntos si no recordaba
mal fue cuando yo tenía seis años. Pero como yo sospechaba no tardaron
mucho en romper la promesa, ''viajes de trabajo'' decían ellos. No tenía ni idea
de lo que hacían en esos ''viajes de trabajo'', sinceramente tampoco me
importaba. Un año más celebrando navidad y año nuevo sola, ¿y qué? Era algo
a lo que ya estaba acostumbrada.

¿Qué es lo que ha pasado con Ainhoa estos dos meses? De cada vez nos
alejamos más, habíamos intercambiado palabras, palabras realmente ofensivas
por su parte y por la mía, ella no quería dar su brazo a torcer, y yo muchísimo
menos. Aunque admitía que cada palabra que decía me hería en lo más
profundo de mi ser, a ella las mías no parecían ni hacerle cosquillas. Me había
enterado por Marta y Javi que había recordado absolutamente a todos y todo,
mi alegría no podría haber sido más grande. Me hubiera encantado poder
compartir mi felicidad junto a la suya, porque se notaba muy alegre, pero las
dos éramos muy cabezotas, creo que la palabra que nos definiría mejor sería
orgullosas.

La echaba de menos, la echaba mucho de menos. Sentía una enorme brecha


en mi pecho, como si me faltara algo de mi ser, no había noche en la que no
me durmiera sin pensar en ella. Me hacían falta sus sonrisas, su voz, su risa,
sus gestos, sus abrazos...me hacía falta ella. Que dichoso era el mundo, ¿no
podía dejarme ser feliz? ¿Tan mala persona había sido en otra vida para sufrir
de esa manera? Todos habían notado en mí una ligera depresión, yo no creía
que se me notara tanto pero al parecer no era así.

Incluso hasta Andrés me atosigaba con el tema, no había día en el que no me


preguntase si dormía y comía bien, ¡qué pesadilla! Le quería mucho pero a
veces no soportaba su compañía. Con el me sentía bien, me divertía y me
relajaba mucho, pero jamás podría verle como algo más, era imposible. Por lo
menos me reconfortaba mucho cuando se ponía cariñoso conmigo, me hacía
sentir querida y eso subía un poco mi autoestima.

Marta y Javi estaban un poco cabreados conmigo por mi actitud, decían que
era una niña pequeña por seguirle el juego a Ainhoa, si tan solo hubiera podido
contarles la mitad de lo que sentía hacia ella, el dolor que tenía cada vez que
pasaba de mí, me comprenderían. Me hubiera gustado mucho haber podido
contárselo pero el miedo al rechazo o a la humillación era más grande de lo
que había imaginado, y el hecho de quedarme sola me aterrorizaba. En el
grupo se había integrado Sebas, nos caía a todos muy bien pero yo no podía
evitar sentir un poco de celos al ver lo bien que se llevaba con Ainhoa, temía
de que sus intenciones no fueran tan solo para una amistad.
Profesor: Podéis salir, feliz navidad- indicó levantando el brazo en señal de
aprobación.

Todos: ¡Feliz navidad!- exclamaron todos, todos menos yo.

De repente se formó un enorme tumulto en la puerta, nunca lo entendería,


¿por qué tanta prisa por salir? ¿Acaso se quemaba el edificio o algo?. Cuando
la puerta estuvo despejada recogí mis cosas y salí por la puerta.

En el pasillo me esperaban Javi y Marta, estaban hablando muy


animadamente.

Marta: ¿Tienes algún plan para estas navidades?- me preguntó ella.

Yo: Me parece increíble que nunca te canses de preguntar lo mismo sabiendo


que siempre vas a escuchar la misma respuesta- le dije sonriendo- No, mis
padres se vuelven a ir de viaje.

Marta: ¡Perfecto! Estas navidades las pasas conmigo- anunció.

Yo: No no no, ni hablar. Tienes que estar con tú familia, yo tan solo sería un
estorbo- le contradije.

Marta: ¡No seas tonta! Si a mi madre le encantas, le pregunté el otro día si


podías pasar las navidades con nosotras, estuvo encantada con la propuesta.
Claro, siempre y cuando tú quieras venir, no eres una molestia en absoluto-
me sonrió, tan solo estaríamos su madre, ella, su hermana pequeña y yo, ella
no sabía nada de su padre.

La miré asombrada, ella estaba con una sonrisa de oreja a oreja. Le sonreí
también y la abracé fuertemente.
Yo: Pues claro que quiero boba, muchas gracias- le dije aún abrazada a ella.

Marta: De nada, es un placer- me susurró.

Javi: Me voy a poner celoso, ¡yo también quiero abracitos!- dijo sonriendo con
voz de niño pequeño, noté como Marta lo miraba de una forma en especial, no
supe identificar muy bien de qué se trataba.

Yo: ¿El nene quiere abracitos? Yo te doy un abracito- contesté con voz de niña
pequeña también.

Javi: ¡Bieeeeen!- exclamó atrapándome entre sus brazos y moviéndome de


izquierda a derecha.

Nos separamos y miramos a Marta, se estaba riendo.

Javi: ¿Y tú, no me das un abracito?- le preguntó mirándola fijamente con una


sonrisa.

Ella se puso un poco roja, se acercó y se abrazaron muy cariñosamente.


Después él le susurró algo en su oído haciéndola reír y se separaron.

Marta: Venga, vámonos ya- me dijo.

Caminamos fuera del instituto, por fin, un par de semanas de relax. Estábamos
caminando hacia el coche de Marta cuando aparecieron Sergio y Ainhoa
abrazados de la cintura, ella evitaba mirar a cualquiera de nosotros mientras
que él estaba con una gran sonrisa.

Sergio: Tenemos una gran noticia que daros- nos indicó.


Javi, Marta y yo nos miramos dubitativamente, intentamos buscar la mirada de
Ainhoa pero como antes ella tenía la vista baja.

Sergio: Ainhoa y yo volvemos a ser pareja- afirmó estrechándola en sus


brazos, ella por fin se dignó a mirarnos con una leve sonrisa.

No podía creer lo que estaba escuchando, no podía ser cierto, no podía ser
cierto. En ese mismo instante mi corazón se paró de golpe, la respiración me
faltaba. Ella había clavado sus ojos en mí, yo intenté buscar algún signo en ella
que me dejase saber que lo que Sergio había dicho no era cierto, pero no pude
ver nada. Sentí como mi corazón volvía a ser apaleado, por la misma persona,
del mismo modo, por la misma razón.

No podía creer lo que estaba escuchando, no podía ser cierto, no podía ser
cierto. En ese mismo instante mi corazón se paró de golpe, la respiración me
faltaba. Ella había clavado sus ojos en mí, yo intenté buscar algún signo en ella
que me dejase saber que lo que Sergio había dicho no era cierto, pero no pude
ver nada. Sentí como mi corazón volvía a ser apaleado, por la misma persona,
del mismo modo, por la misma razón.

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Marta: ¿De verdad?- preguntó asombrada.

Javi: ¿No es coña?- la secundó el.

Todos la mirábamos a ella, queríamos oírlo de su boca.

Ainhoa: Es cierto, estoy saliendo con el- nos afirmó.

Sergio sonrió, la atrajo hacia él y la besó, ella le cogió la cara con sus dos
manos. Marta, Javi y yo nos quedamos boquiabiertos, enseguida aparté la
mirada de ellos dos y la clavé en el suelo, no podía soportaba verlo.
Marta: Bueno, supongo que os deseo suerte- les dijo rascándose la cabeza.

Javi: Felicidades- dijo con una media sonrisa.

Sergio y Ainhoa me miraron, esta última lo hizo fijamente a los ojos. Yo tragué
saliva.

Yo: Os felicito- dije secamente.

No tuve tiempo de escuchar si me lo agradecieron o no, me fui rápidamente


antes de que pudieran decirme algo.

Marta: ¡Ali!- escuché que gritó detrás de mí.

La ignoré, subí a mi moto y me marché a una velocidad que hizo temblar el


suelo mientras las lágrimas empañaban mis ojos. Había conseguido estar dos
meses sin llorar por mucho que había tenido unas ganas increíbles pero no
podía aceptar que Sergio volviera a salir con Ainhoa, no después de lo que hizo
aquella noche. Por desgracia ella no lo recordaba. Tendría que ver como se
besaban a diario y se mostraban muestras de afecto, no podría soportarlo.

En ese instante un coche salió de la nada, del frenazo que di y con la velocidad
a la que iba salí volando por los aires, el coche pasó de mí y se dio a la fuga,
seguramente por miedo a haberme hecho algo.

Yo: ¡Mierda!- exclamé adolorida mientras me retorcía en el suelo con una


mano en mis costillas, me había dado un buen golpe.

Ainhoa: ¡Ali!- escuché que gritó


Abrí los ojos y la vi corriendo hacia mí. ¿Qué hacía allí? Por detrás vi como del
coche de Marta Javi y ella también salían corriendo hasta donde estaba yo,
Sergio iba caminando.

Ainhoa: Alicia, ¿estás bien?- me preguntó arrodillada al lado mía.

Me había cogido y había colocado mi cabeza en sus piernas, era el primer


contacto y la primera frase entera que me dedicaba en mucho tiempo, no pude
evitar un escalofrío.

Marta: Dios mío, te has hecho sangre- comentó tocándome un lado de la


cabeza.

Yo: ¡Ah! No toques, no toques- le pedí alejando su mano.

Ainhoa: ¿Pero estás loca? ¡Cómo se te ocurre ir a esa velocidad, podrías


haberte matado!- me gritó enfadada, ya decía yo que no podíamos estar sin
gritarnos mucho tiempo.

Javi: ¿Queréis dejar de pelearos como niñas pequeñas? Hay que llevarla al
hospital- la reprendió él.

Yo: No, al hospital no, odio los hospitales- contesté poniéndome de pie- Estoy
bien.

Cuando fui a dar un paso sentí un fuertísimo dolor en las costillas que me dejó
de rodillas.

Yo: ¡Ahh!- volví a gritar con mi mano en el costado izquierdo.

Javi: ¿Estás bien?- me preguntó.


Yo: ¿A ti que te parece?- le contesté un poco violenta- No puedo caminar.

Javi: Ponte de pie- me indicó.

Forzosamente le hice caso, sentí sus brazos pasar por debajo de mi cuerpo
cogiéndome, con cada respiración que daba me dolía mi costado. Me llevó
hasta el coche y me sentó de la manera más delicada posible.

Ainhoa: ¿Qué hacemos con su moto?- oí que preguntó.

Javi: Toma, quítale las llaves y apárcala en ese espacio, ponle esto- le indicó,
supuse que se refería al candado que tenía para evitar que la arrastraran. Al
cabo de un par de minutos Marta y Ainhoa se pusieron a mi lado, Javi al
volante y Sergio de copiloto. Cerré los ojos, me estaba empezando a marear.

Marta: Dadme algún trapo o prenda, hay que detener la hemorragia- pidió.

Ainhoa se movió, sacó una bufanda de su mochila y la apretó contra mi herida,


emití un ruido de dolor.

Ainhoa: No cierres los ojos- me indicó mirándome.

No entendía su comportamiento, ¿no se suponía que me odiaba, que no me


quería ver? Sus actos me dejaban muy confusa y con una extraña sensación
en el pecho, no sabría decir si negativa o positiva. Mis párpados querían
cerrarse, pero ahí estaba Ainhoa, dándome pequeños golpecitos en la cara
para despertarme. Al cabo de media hora Javi aparcó en el parquin del
hospital, me cogió en brazos y me llevó a la sala de espera, me atendieron
enseguida.

Cerré un momento los ojos y cuando los volví a abrir vi a una enfermera a mi
lado haciéndome algo en la cabeza que me dolía mucho, yo estaba tumbada.
Marta, Javi y Ainhoa estaban sentados en una camilla que estaba enfrente mía,
de Sergio no había ni rastro. Tardé poco en darme cuenta de que la enfermera
me estaba poniendo puntos, al parecer sin anestesia ya que podía sentir cada
vez que la aguja se clavaba en mi piel y como el hilo se deslizaba.

Cerré los ojos y los puños fuertemente, no quería gritar y esa fue la única
manera que encontré para intentar soportar el dolor. Posiblemente no estuvo
más de cinco minutos tratándome la herida, para mi fueron años, años
eternos. Por fin se separó de mí y cogió la bandeja que estaba en una mesita
al lado de la camilla en la que me encontraba tumbada.

Enfermera: Ahora vendrá el doctor a revisarle para ver si tiene otro golpe o
herida- nos anunció saliendo por la puerta, los demás contestaron por mí, yo
no tenía fuerzas ni ganas de hablar ni moverme.

En la habitación se hubiera hecho el silencio de no ser por mi fuerte


respiración, me costaba y dolía mucho coger aire. De repente entró el doctor.

Doctor: ¿Señorita Ferrer?- preguntó.

Marta: Es aquí- le confirmó.

El doctor cerró la puerta, dejó una carpeta con varios papeles asomándose y se
dirigió a mí.

Doctor: ¿Qué le ha ocurrido?- me preguntó, era un hombre joven, no pasaría


de los treinta.

Yo: Iba con mi moto a gran velocidad, de repente un coche se puso en mi


camino y no tuve más remedio que frenar cayéndome por delante de ella-
contesté con dificultad y pensativa.

Doctor: ¿Le duele un sitio en concreto?- me preguntó.

Yo: Las costillas.


Doctor: Tendré que quitarle la camiseta, ¿le importa que estén sus amigos?-
me preguntó antes de proceder.

Yo negué con la cabeza, lo único que quería era acabar con eso lo antes
posible. El doctor me sentó y con su ayuda conseguí quitarme la camiseta
quedándome con el sujetador, estaba de frente a Ainhoa, Marta y Javi,
sinceramente no sentí vergüenza.

Doctor: Uff, vaya golpe se ha dado- me comentó.

Bajé la mirada y vi que tenía un enorme morado en la zona izquierda.

Doctor: ¿Le cuesta respirar o le duele al hacerlo?- me preguntó.

Yo: Si, me cuesta y me duele. También antes he intentado caminar y del dolor
no he podido- le indiqué.

Doctor: Esto le dolerá un poco, le aviso.

Me tocó justo en el punto que más me dolía, solté un gran grito. Siguió
inspeccionándome durante unos segundos en los que lo único que deseaba era
que acabar de una vez. Me dolía tanto que hasta no pude evitar llorar un poco.

Doctor: Puedo afirmar con toda seguridad que tiene como mínimo una costilla
fracturada, para saberlo con exactitud le haremos una radiografía- me anunció.

En la misma camilla me llevaron a otra sala en la que estuve un par de


minutos para hacerme la prueba, después me puse la camiseta y volví a la
misma sala de antes.
Doctor: Si hacen el favor de esperar aquí a que pueda traerles la radiografía,
no tardará mucho.

Quizás estuvimos unos quince minutos hasta que volvió el doctor en los que
ninguno dijimos nada.

Doctor: Bien, como les había comentado la señorita Ferrer tiene dos costillas
fracturadas. Le recomiendo una semana entera de reposo, después puede
empezar a moverse pero evite hacer esfuerzos, es muy importante esto ya que
no ha tocado el pulmón de milagro, no debe hacer nada que pueda agitar su
respiración ya que de este modo la caja torácica se movería mucho poniéndola
en un grave peligro. La curación es bastante larga, algo más de un mes ya que
los huesos tienen que soldarse por ellos mismos, por ahora lo único que
podemos hacer por usted es darle estos medicamentos y ponerle unas vendas
que deberá ir cambiando cada dos días, tan solo será la primera semana- nos
dictó el médico.

Me puso las vendas, me dio las recetas de los medicamentos y nos


marchamos, yo andaba muy lentamente.

Marta: ¿Te encuentras mejor?- me preguntó ella caminando a mi velocidad.

Yo: Sí pero aún así duele- le respondí- Oye, ¿podéis dejarme a solas con
Ainhoa? Quiero intentar hablar con ella.

Marta: ¿Segura?

Yo: Sí.

Ella le hizo un gesto a Javi, discretamente se fueron alejando hasta que tan
solo quedamos Ainhoa y yo, ella estaba por delante mía.

Yo: Ainhoa- la llamé, ella se giró- Tengo que hablar contigo.


Miró por todas partes en busca de Marta y Javi, al comprobar que estábamos
solas pareció asustarse.

Yo: Por favor- le pedí antes de que pudiera decirme nada.

Pensaba que iba a negarse y a inventarse algo, pero para mi sorpresa me hizo
caso y caminó hacia mi.

Yo: Explícame de verdad que es lo que te pasa conmigo, pero se sincera por
favor. No entiendo como un día dices que me odias, nos pasamos dos meses
enteros sin contacto y cuando ves que estoy mal vienes, me ayudas y hablas
como si no pasara nada. ¿Qué te ocurre?- le pregunté.

Ella no me contestó, clavó su mirada en el suelo lejos de la mía, no parecía


estar dispuesta a contestar.

Yo: Ainhoa por favor- le rogué impaciente poniendo mi mano en su antebrazo.

Por debajo de su pelo que tapaba sus ojos pude ver como dos lágrimas se
deslizaban por su mejilla.

Yo: Hey, ¿qué pasa?- le pregunté pasando mi mano de su brazo a su mejilla.

Ella giró su cabeza, posó su mano delicadamente sobre la mía y la apartó de


su rostro, no obstante nuestras manos siguieron unidas.

Ainhoa: No continúes con esto, por favor- me pidió susurrando.

Yo: ¿Qué no continúe con que?- le pregunté confusa.

Ella separó nuestras manos y se dio la vuelta, volvió a girarse y me miró


directamente a los ojos.
Ainhoa: Me haces daño Alicia, me haces mucho daño- me contestó, yo de cada
vez estaba más confusa. ¿Qué le había hecho?

Yo: ¿He dicho, echo o insinuado algo que te haya molestado o dolido? Por
favor, si es así dímelo, no sé qué es lo que he hecho- le pregunté.

Ainhoa: La culpa no la tienes tú, la única culpable soy yo- contestó negando
con la cabeza.

Yo: ¿Entonces qué es lo que has hecho? No entiendo nada.

Ainhoa: ¿Que qué es lo que he hecho? Me he condenado a sufrir- dijo riendo


tristemente- Lo único que me queda por hacer es odiarte.

Yo: ¿Pero por qué? ¿Qué ha ocurrido? Sigues sin responder a mi pregunta- le
dije exasperada.

Ainhoa: No hagas esto más difícil de lo que ya es, por favor. Hazme caso, es
mejor que nos odiemos, tanto para mí como para ti. Si en algo me aprecias
deja de insistir- argumentó con la voz quebrada.

Yo: Pero Ainhoa- en ese momento echó a correr, lo último que pude ver fue su
cara empapada y sus ojos irradiando una gran tristeza.

Yo: ¡Ainhoa!- grité llamándola a pesar del dolor que me causó coger el aire.

No me hizo caso, siguió corriendo por todo el parquing hasta que la perdí de
vista. No había entendido absolutamente nada, había decidido hablar con ella
para aclarar las cosas, lo único que había conseguido era enredarme más
todavía. ¿Qué era lo que había hecho para que tuviera que odiarme? ¿Por qué
el echo de que hubiera hecho algo significara que tuviera que alejarme de ella?
Y, lo más importante, ¿estaría dispuesta a hacerle caso e ignorarla?
Sabía que le importaba, ella misma me lo había confesado, y eso mismo me
causó el sentimiento de no querer volver a apartarme de ella. ¿Entonces por
qué me había mentido dos meses antes cuando tomé la decisión de odiarla
también? Me estaba llenando de preguntas, tenía la cabeza a punto de
explotar.

Marta: ¡Eh eh eh!- me decía zarandeándome levemente.

Yo: ¿Eh? ¿Qué pasa?- contesté asustada.

Javi: ¿Qué te pasa a ti? ¡Llevamos dos minutos intentando hablarte mientras
que tú estabas con la mirada perdida!- exclamó.

Yo: ¿En serio?- le pregunté sorprendida.

Marta: Sí. ¿Te ha hecho algo? ¿Te ha dicho algo?- me preguntó rápidamente.

Javi y ella me miraron todo el rato en el que estuve callada con la cabeza un
poco ida, de verdad que estaba muy confundida y, añadiendo los
medicamentos, un poco drogada.

Yo: Creo que es mejor que vayamos a mi casa a buscar mi ropa y después, en
tú casa, os lo contaré- decidí, ellos asintieron un poco decepcionados.

Nos subimos a su coche, Javi me ayudo a hacerlo ya que era un todo terreno y
estaba un poco alto, y condujo hasta mi casa. Allí me enfrenté con mis padres,
quienes se mostraron muy preocupados por mí al contarles el accidente.
Disolví el agobio en el que me estaba metiendo diciéndoles el ofrecimiento de
Marta de quedarme las navidades con su familia y mi aceptación, se alegraron
mucho de que no pasara la navidad sola. Me ayudaron con la maleta, me
despedí de ellos con un gran abrazo (aunque con cuidado) y les deseé un buen
viaje y unas felices navidades, ellos a mí también.
Estaba ya muy cansada y cuando llegamos a casa de Marta, gracias a Dios,
pude tumbarme a descansar.

Yo: No quiero imaginarme las navidades que me esperan con las costillas
rotas, estoy molida, nunca mejor dicho- dije riéndome, enseguida se pudo
apreciar en mi cara el dolor que me provocó causando las risas de Marta y
Javi.

Javi: Pero mira que eres bestia jajaja, no creo que puedas aguantar mucho sin
reír, con la risa fácil que tienes- me dijo riéndose.

Yo: No tiene gracia- contesté mirándole con los ojos entrecerrados.

Javi: Eso te pasa por irresponsable. Mujer, ¿por qué reaccionaste así?- me
preguntó, Marta y el estaban sentados en el sofá junto a mí.

Yo: Me cabreé mucho, no sé cómo Sergio puede tener la conciencia tranquila-


contesté rápidamente.

Marta: Pero Ali, tú sabes que todos...

Yo: Ya lo sé, no hace falta que me lo recuerdes, no hay día que no me


arrepienta- la interrumpí.

Javi: Yo también, es muy incómodo estar con ella fingiendo como si no hubiera
pasado nada- comentó tristemente.

Marta: Pero, ¿acaso teníamos alguna opción?- preguntó con la voz baja,
ninguno de nosotros contestó.

Yo: Yo sí, yo sí tenía opción, por eso me siento la más culpable de todos-
admití bajando la mirada.
Javi: Oye, no pienses eso. El único culpable de lo que pasó es el, ¿de acuerdo?
Nos obligó a hacerlo- me reconfortó poniéndome la mano en la rodilla.

Marta: Sí Javi pero por mucho que nos hubiera obligado nosotros podríamos
haberlo evitado. Quien más quien menos, todos somos culpables- rechistó ella
con un dejo de arrepentimiento.

Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo al recordarlo dejándome un mal sabor


de boca, la culpabilidad me invadió.

Yo: Por eso estoy tan cabreada, no entiendo cómo puede salir con ella después
de lo que le ha hecho sin sentirse culpable- espeté con rabia.

Marta: Se está aprovechando de ella- reconoció.

Javi: ¿Creéis que deberíamos contárselo?- propuso después de unos segundos


de silencio.

Marta: ¿Para qué? Sergio aún puede cumplir sus amenazas, te lo recuerdo- le
advirtió a Javi.

Yo: Tan solo nos ganaríamos su odio, y yo ya he tenido suficiente


últimamente- respondí suspirando.

Javi: Por cierto, ¿qué es lo que te dijo en el hospital?- me preguntó interesado.

Yo: Pues al parecer realmente no me odia.

Marta: ¿Entonces qué problema tiene contigo?- preguntó desconcertada.


Yo: Me dijo que había hecho algo y que la única culpable era ella, no yo. Es
decir, tiene un problema conmigo pero yo no tengo la culpa, al menos es lo
que me ha dado a entender- contesté encogiendo los hombros.

Javi: ¿Y por qué te dijo que te odiaba?

Yo: Me ha dicho que la única solución era odiarme, que le hacía mucho daño y
que era mejor así, me lo dijo llorando- conté recordando la escena.

Marta: ¿Y si intentas averiguar que ha hecho?- me propuso.

Yo: Me pidió que si en algo la apreciaba que no insistiese más.

Javi: ¿Entonces qué harás?

Esa era la pregunta del millón, la que me llevaba torturando desde que
abandonamos el hospital. ¿Qué haría? Me costó decidir la respuesta, pero una
vez la hube supe de inmediato que no era lo más correcto que podría hacer.

Yo: Supongo que le haré caso y la satisfaré, la dejaré de lado tal y como me ha
pedido- contesté con dificultad.

Yo: Supongo que le haré caso y la satisfaré, la dejaré de lado tal y como me ha
pedido- contesté con dificultad.

--------------------

Marta: Pero, ¿es lo que tú quieres?- me cuestionó.


Yo: Claro que no, a mí me encantaría poder estar a su lado, pero ¿tengo que
obligarla a ser mi amiga si no quiere?

Marta: Hombre, evidentemente no.

Yo: Pues eso...

Nos quedamos en silencio, ni incómodo ni agradable, tan solo silencio.

Javi: Oye Ali, me llevo preguntando bastante tiempo, ¿con qué te amenazó a ti
Sergio?- preguntó al cabo de unos cuantos segundos.

Marta: Es verdad, no nos lo has contado- dijo también.

¿Podría arriesgarme a decirlo sin que me juzgasen? ¿Correría el riesgo ante la


duda de si me rechazarían? La mitad de mi quería contárselo, la otra se
negaba en rotundo a la humillación que quizás podría sufrir.

Yo: Lo siento, por mucho que quiera es algo que me veo incapaz de decir-
decidí al final.

Javi: ¿Tan fuerte es?- me preguntó mirándome.

Yo: Es algo inesperado y no del todo corriente, explicaría muchas cosas si lo


supierais, pero también existe la posibilidad de que os apartéis de mí, no
quiero correr ese riesgo, no quiero quedarme sola- murmuré con un nudo en la
garganta.

Marta y Javi se dieron cuenta de mi debilidad e inestabilidad emocional,


enseguida se acercaron a mí y me abrazaron.
Marta: Tranquila, no pasa nada, no hace falta que nos lo cuentes. Pero si algún
día lo haces, ten por seguro que te apoyaremos y estaremos contigo, ¿verdad
Javi?

Javi: Por supuesto que sí, eres como mi hermana pequeña y una excelente
persona, nada ni nadie podría cambiar lo que pienso sobre ti- me dijo
besándome la cabeza.

Yo: Muchas gracias chicos- les agradecí.

Nos separamos y cada uno volvió a su sitio. En ese momento se escuchó la


puerta cerrarse dándonos a entender que la madre de Marta había llegado.

Elena: ¡Hola chicos! Qué alegría veros- nos saludó a cada uno con un beso-
Hacía tiempo que no te veía Alicia- me abrazó.

Su abrazo no fue fuerte, pero para mis costillas fue como si un camión me
pasara por encima.

Yo: ¡Ahh!- grité fuertemente.

Marta: ¡Cuidado mamá!- la avisó tarde.

Elena: ¿Qué pasa? ¿Qué te has hecho?- preguntó preocupada apartándose de


mi al instante.

Javi: Ha tenido un accidente con la moto, se ha roto dos costillas- le informó.

Laura: ¿Has tenido un accidente Ali?- preguntó la hermana pequeña de Marta


con voz triste entrando al salón.

Yo: Sí, pero no ha sido nada peque, estoy bien- mentí.


Me agaché y abrí los brazos, ella vino corriendo hacia mí y me abrazó, por
suerte pasó sus manos por mi cuello evitándome el daño, yo también la
abracé.

Yo: Dios mío como has crecido, el tiempo pasa volando- comenté revolviéndole
el pelo.

Elena: Jajaja sí, cuando quiera darme cuenta ya estará estudiando una
carrera- dijo riendo.

Javi: Bueno, aún queda mucho para eso- comentó sonriendo.

Elena: ¿Y Ainhoa? Hace muchísimo que no veo a esa chica.

Nuestros rostros cambiaron automáticamente, recordamos la no muy


agradable conversación que había tenido hacía escasos minutos, su madre se
dio cuenta de que algo pasaba.

Elena: Laura ve a tu cuarto- le pidió amablemente.

Laura: ¡Jo mamá, que ya tengo siete años!- se quejó.

Yo: Ya, y yo diecinueve y aún tengo que hacer caso a mis padres- le dije,
todos reímos- Anda, ve a tu cuarto que después voy a verte- le pedí mientras
le daba una palmadita en el culo, ella me sonrió y obedeció.

Elena: ¿Ha ocurrido algo?- preguntó preocupada.

Javi: Estábamos hablando del accidente de Ainhoa- susurró.


Elena: ¿Aún seguís con el tema? Creía que habíamos acordado dejarlo de lado,
el único culpable es Sergio no vosotros- contestó de la misma manera mientras
se acercaba.

Marta: Todos somos culpables mamá, podríamos habernos negado- la


contradijo.

Elena: Pero él os amenazó. El pasado pasado está, no podéis hacer nada ya,
además ya ha recuperado la memoria totalmente gracias a Dios- contestó
mirándonos.

Yo: Sí, pero no recuerda esa noche- contesté mirándola.

Javi: En verdad habíamos acabado hablando de eso porque Ainhoa ahora no se


habla con Ali- le contó.

Elena: ¿Os habéis peleado?- me preguntó.

Yo: No, es ella la que quiere odiarme, dice que yo le hago daño y que es mejor
que sea así- le respondí.

Elena: Vaya, que cosas más extrañas.

Marta: ¿Sabes? Sergio ha vuelto con Ainhoa- le dijo.

Elena: Madre mía, ¡no sé cómo ese chico se atreve!- exclamó horrorizada.

Yo: Por eso he tenido el accidente, cuando me enteré me cabreé tanto que cogí
la moto y me fui a una velocidad impresionante. De repente se me cruzó un
coche y di un frenazo saliendo por los aires- le expliqué, realmente no era del
todo mentira, sí que me había cabreado.
Elena: Pero con estas cosas hay que tener cuidado Alicia, podría haber sido
mucho peor- me regañó.

Yo: Ya sabes como soy, impulsiva como yo sola- contesté riendo.

Elena: Jajaja pues sí. Por cierto ¿te ha dicho Marta nuestra oferta?- preguntó
mirándome.

Marta: Sí mamá, sé que te parece increíble que me haya acordado pero sí, se
lo he dicho- se adelantó.

Elena: ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi hija?- bromeó haciéndonos reír.

Marta: Qué exagerada que eres mujer.

Elena: Jajaja. Bueno, ¿entonces te quedas?

Yo: Sí, muchas gracias por invitarme- le afirmé sonriendo.

Elena: Anda anda, sí ya eres como de la familia- respondió levantando la mano


y devolviéndome la sonrisa- Bueno os dejo, tengo que hacer cosas, entre
otras, vuestra cena.

Dicho esto salió del comedor y nos dejó solos.

Marta: ¿Vamos a mi cuarto?- sugirió.

Yo: Id vosotros, yo antes iré a ver a tú hermana, se lo prometí- les dije


sonriendo, ellos asintieron.
Caminé hasta el cuarto de Laura, toqué la puerta, la abrí y asomé la cabeza.

Yo: ¿Se puede?- pregunté.

Laura: Pasa, pasa- contestó moviendo su mano para que me acercara.

Entré, cerré la puerta y me senté en la cama junto a ella.

Laura: ¿De qué habéis hablado?- me preguntó.

Yo: Son cosas de mayores, no es nada de lo que tengas que preocuparte,


tranquila- le contesté.

Laura: Jo, siempre me quedo con las ganas de saber las cosas- se quejó
haciendo una mueca.

Yo: A mí me hacían lo mismo cuando era pequeña, es algo por lo que hemos
pasado todos.

Laura: Pues no mola.

Yo: No, no mola en absoluto- admití asintiendo- Bueno, ¿qué tal las notas?

Laura: Muy bien, he sacado las mejores notas de la clase, la profe dice que
está muy orgullosa de mi, pero mamá no me ha dicho nada-me contestó triste.

Yo: Tú madre está muy ocupada, tiene mucho trabajo y ya le queda poco para
que le den las vacaciones, pero ella está muy orgullosa de ti, aunque no te lo
diga- le dije para animarla. Y es que era cierto, sabía que su madre por estas
fechas tenía mucho trabajo en el banco y apenas tenía tiempo ni para ella
misma.
Laura: ¿Aunque no me lo diga?- me preguntó mirándome.

Yo: Aunque no te lo diga- afirmé.

Laura: Me hace mucha ilusión que estas navidades las pases con nosotras- me
confesó.

Yo: A mí también me hace ilusión, es estupendo poder pasar tiempo con


personas como vosotras. Tú madre y tú hermana me han ayudado mucho
desde que las conozco, son personas maravillosas- le contesté sinceramente.

Laura: ¿Y yo?- me preguntó haciendo un puchero, Dios era tan mona, ¡estaba
por comérmela!

Yo: Jajaja, ¡tú también!- le empecé a hacer cosquillas, me encantaba la


manera en la que reía, se veía tan feliz e inocente.

Laura: ¡Para, para por favor!- me pedía.

Yo: Está bien, está bien- la dejé en paz, ella estaba llorando de la risa- Bueno
peque, creo que me voy a ir yendo ya.

Laura: Nooo, quédate un ratito más- me rogó.

Yo: Pero si me vas a tener aquí un montón de días, tenemos tiempo de sobra-
le contesté, me iba más que nada porque estaba cansada y me estaban
empezando a doler las costillas.

Laura: Bueno, está bien- se resignó ella encogiendo los hombros.


Yo: Nos vemos luego- me acerqué a ella, le besé la cabeza y salí de la
habitación.

Caminé lentamente hasta el cuarto de Marta y abrí la puerta sin tocar. Javi
estaba sentado en su cama con la espalda en la pared, ella estaba sentada
encima de él mientras se besaban. Al darse cuenta de mi presencia se
separaron rápidamente y me miraron con los ojos muy abiertos.

Yo: ¡Oops, lo siento, lo siento!- reaccioné disculpándome y cerré de nuevo la


puerta.

Una vez cerrada caí en la cuenta de lo que acabada de ver, ¡se estaban
morreando! Lentamente abrí la puerta y asomé la cabeza, ellos se habían
separado y estaban sentados con la cara roja. Les miré, levanté una ceja y
entrecerré los ojos.

Yo: ¿Vosotros dos estáis...?- pregunté juntando dos de mis dedos refiriéndome
a si estaban juntos.

Javi y Marta: Sí- me afirmaron avergonzados.

Yo: Ahh- dije entrando y cerrando la puerta.

Apoyada contra la puerta volví a mirarles, entonces no pude evitarlo y


comencé a reírme de una manera incontrolable. Mis carcajadas se juntaban
con gritos y quejidos de dolor (como por escrito puede ser una combinación un
poco desastrosa y complicada, mejor imaginaos vosotros como podría sonar
jajaja)

A pesar del dolor no podía parar de reír. Me parecía tan raro e increíble, Marta
y Javi, quien lo habría dicho. Como no podía parar de reír, Marta y Javi se
preocuparon ya que comencé a toser mucho también (sí, se me juntó en ese
momento todo) Así que Javi me cogió y me tumbó en la cama, Marta con un
cuaderno empezó a darme aire en la cara. Gracias a Dios poco a poco dejé de
reír calmándome, me llevé mis manos a las costillas.
Yo: Aii, aiii, como duele Dios mío- me quejé pero con una sonrisa en la cara
todavía.

Marta: Normal, ¿se puede saber a qué se debe tanta risa?- me preguntó.

Yo: Cof, cof, se debe a lo que he visto hace un par de minutos- contesté, al
recordarlo volví a soltar una pequeña carcajada.

Cada uno se sentó, bueno yo me quedé tumbada, y esperé hasta calmarme del
todo. En ese mismo instante bastaba con que dijeran tan solo una sola palabra
para que me volviera a dar una ataque de risa, así era yo.

Yo: ¿Entonces estáis saliendo?- pregunté una vez estuve serena del todo.

Javi: Así es- contestó cogiéndole la mano a Marta, está sonrió.

Yo: Ahora ya entiendo a qué se debían esas miraditas entre vosotros dos- me
dije a mi misma en voz alta.

Marta: ¿Qué miraditas? ¿De qué hablas?- me preguntó alarmada.

Yo: Oh venga, hasta un tonto se daría cuenta. Os mirabais con unas caritas y
unos ojitos, solo que jamás me imaginé que fuera esto- admití.

Javi: ¿Tanto se nos notaba?

Yo: Hombre, si te fijabas bien...

Marta: Y eso que nos esforzábamos para que no se notase- se dirigió a Javi.
Yo: ¿Por qué no lo habéis hecho público?- pregunté mirándolos.

Javi: Tan solo llevamos un mes, queríamos asegurarnos de que la relación iba
bien antes de contarlo- me contó.

Yo: ¿Y tú madre, lo sabe?- le pregunté a Marta.

Marta: Lo descubrió ella. Me decía que estaba muy feliz y como yo no le daba
ninguna respuesta que fuera fiable me siguió un día y bueno, nos vio
besándonos- contestó.

Yo: ¿Cómo reaccionó?- quise saber.

Marta: Muy bien, aprobó la relación. Me lo esperaba, ya que se conocen desde


hace muchos años- respondió apretándole la mano a Javi.

Yo: Pues os felicito, ojalá tengáis mucha suerte- les dije con una sonrisa, ellos
dos me abrazaron sin hacerme daño y me lo agradecieron.

Pasamos el tiempo organizando mi ropa, Javi como era de esperar se puso en


el ordenador a jugar. No le culpo, no es que fuera la tarea más entretenida
para un hombre. Después de un par de minutos acabamos de arreglar todo,
justo a tiempo para la cena. Cenamos todos, recogimos y Javi se despidió de
Marta.

Marta: Te amo mucho- le dijo acariciándole la cara.

Javi: Y yo a ti- le contestó besándola.

Elena: Ehh Marta, ¿ella...?- dijo señalándome.


Marta: Tranquila, ya lo sabe- contestó con una sonrisa.

Yo: Es lo que tiene abrir la puerta sin tocar antes- me encogí de hombros- A
partir de ahora lo haré siempre, hoy ha sido un beso, no quiero tentar a la
suerte y encontrarme con otra cosa- dije riendo.

Marta y Javi se pusieron rojos enseguida, Elena y yo estábamos riendo mucho


(y yo muriéndome del dolor). Ella tenía mucho humor, así que este tipo de
bromas se las tomaba bien.

Elena: Jajaja muy buena, chócala- me dijo alzando su mano, yo se la choqué


con una sonrisa.

Marta: Alicia sabes que la que te va a tener que cambiar las vendas y ayudarte
en casi todo soy yo, ¿verdad?- me amenazó mirándome fijamente.

Yo: Ehhh, ¡Marta! ¿Te he dicho lo guapa, preciosa, inteligente y buena persona
que eres?- la alagué sacándonos las risas de todos.

Marta: Jajaja anda, déjate de tonterías- me dijo.

Javi: ¿Nos vemos mañana?- le preguntó.

Marta: Pues claro- asintió dándole un beso.

Yo: Ña ña ña, yo la tengo tooooda la noche para mí- dije abrazándola por la
espalda y sacándole la lengua a él.

El me miró con los ojos entrecerrados y me hizo una mueca de burla.

Marta: Dios mío, he metido el demonio en mi casa- se lamentó negando con la


cabeza.
Yo: Tranquila cariño, no te haré nada que tú no quieras- le dije guiñándole un
ojo.

Marta: ¡Serás boba!- exclamó riendo y dándome un golpe suave en la cara.

Javi me miró con cara de asesino, yo le abracé.

Yo: Ya sabes que lo digo de coña, hasta luego- me despedí.

Finalmente se fue, Elena se fue a acostar a Laura y Marta y yo nos metimos en


su cuarto.

Marta: Ya te has tomado las pastillas, ¿no?- me preguntó.

Yo: Sí- asentí quitándome la camiseta para ponerme el pijama.

Marta: ¿Y las vendas?- me volvió a preguntar desnudándose ella también.

Yo: Me las tengo que quitar cada dos días, mañana me toca- le informé.

Marta: ¿Seguro que no te duele? Puedo darte un ibuprofeno- me ofreció.

Yo: Tranquila Marta, estoy bien no pasa nada- le contesté mirándola.

Marta: Es que no quiero que estés incómoda o que te moleste algo- me miró
apenada.
Yo: Estoy bien- volví a asegurarle, ambas ya estábamos cambiadas y
sentadas.

Marta: Ali prométeme que nunca volverás a hacer lo mismo, casi me da algo al
verte tirada en el suelo sin moverte- me dijo triste mientras me cogía la mano.

Yo: No lo volveré a hacer, lo juro- le prometí con una sonrisa, ella me abrazó
delicadamente.

Marta: Te quiero mucho- me susurró.

Yo: Yo también- le contesté acariciándole la espalda.

Nos separamos y ella se levantó para preparar mi cama. Apartó un par de


trastos de en medio y sacó la cama de debajo de la suya, me puso un par de
mantas y cojines y me tumbé tranquilamente.

Marta: ¿Estás cómoda?- me preguntó para asegurarse.

Yo: Mucho.

Marta: Cualquier cosa no dudes en despertarme, ¿eh?

Yo: Sí mami-le respondí sonriendo.

Me devolvió la sonrisa y apagó la luz.

Marta: Buenas noches- me deseó.

Yo: Eh, espera. ¿Y mi beso de buenas noches?- pregunté.


Sin mirarme levantó la mano y me enseñó el dedo de en medio.

Yo: Ojj, que grosera- comenté, pude escucharla reír.

Marta: Duérmete anda, duérmete- me dijo.

A partir de ahí no hablamos más. Supe que se durmió a los pocos minutos ya
que su respiración se hizo más lenta y un poco más profunda, pero yo no pude
conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en Ainhoa, era una maldita
masoquista y además era consciente de ello, pero no podía sacármela de la
cabeza. Pensar que de nuevo caía en los brazos de Sergio me enfurecía
mucho, pero, ¿quién era yo para impedírselo? Tan solo era una cobarde
incapaz de admitir públicamente que mataría por ella, por tan solo poder
abrazarla, por tan solo poder besarla...por tan solo poder ser correspondida
por ella. ¿Qué estaría haciendo ella? ¿Pensaría en mí? ¿Me echaría tanto de
menos como yo a ella? O, lo que más me aterraba de todo, ¿estaría ella con
Sergio? Ese pensamiento me sentó como una patada en el estómago, no
quería ni imaginármelo, las manos de ella recorriendo su espalda, las manos
de él acariciando su abdomen… Suspiré fuertemente intentando sacarme de la
cabeza aquellas imágenes que no hacían más que oprimirme el pecho y traté
de concentrarme para dormir, al cabo de unas horas lo conseguí.

A partir de ahí no hablamos más. Supe que se durmió a los pocos minutos ya
que su respiración se hizo más lenta y un poco más profunda, pero yo no pude
conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en Ainhoa, era una maldita
masoquista y además era consciente de ello, pero no podía sacármela de la
cabeza. Pensar que de nuevo caía en los brazos de Sergio me enfurecía
mucho, pero, ¿quién era yo para impedírselo? Tan solo era una cobarde
incapaz de admitir públicamente que mataría por ella, por tan solo poder
abrazarla, por tan solo poder besarla...por tan solo poder ser correspondida
por ella. ¿Qué estaría haciendo ella? ¿Pensaría en mí? ¿Me echaría tanto de
menos como yo a ella? O, lo que más me aterraba de todo, ¿estaría ella con
Sergio? Ese pensamiento me sentó como una patada en el estómago, no
quería ni imaginármelo, las manos de ella recorriendo su espalda, las manos
de él acariciando su abdomen… Suspiré fuertemente intentando sacarme de la
cabeza aquellas imágenes que no hacían más que oprimirme el pecho y traté
de concentrarme para dormirme, al cabo de un par de horas lo conseguí.
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Cuando desperté un rayo de luz se había colado por las cortinas, estaba sola.
Me estiré y bostecé, al instante solté un grito de dolor, no me acordaba de mis
costillas. Cuando el dolor amainó me reincorporé y me senté. ¿Qué hora sería?
Me levanté lentamente, cogí mi móvil y lo encendí, eran las diez y media. Cogí
unas zapatillas y salí del cuarto arrastrando los pies, me dirigí a la cocina.

Yo: Buenos días- saludé bostezando.

Marta y Elena me saludaron normalmente, Laura se levantó de la silla, fue


corriendo hacia mí y me abrazó por la cintura.

Laura: ¡Buenos días!- gritó, que energía que tenían los niños por Dios.

Yo: Buenos días- dije agachándome y abrazándola tiernamente.

Laura: ¿Has dormido bien?- me preguntó levantando la cabeza sin dejar de


abrazarme.

Yo: Muy bien, ¿y tú?- le pregunté sonriendo.

Laura: Yo también- me devolvió la sonrisa.

Le besé la cabeza, me levanté y me senté en la mesa, ya había preparado en


la mesa para mí dos tostadas con un café con leche, sonreí ante lo evidente
que eran mis gustos.

Yo: Gracias por las molestias, podría habérmelo preparado yo- le dije a Elena
mientras mantenía el calor de la taza de café en sus manos.
Elena: Eres una invitada, ¿crees que voy a dejar que te prepares tú el
desayuno?- me preguntó con una ceja levantada.

Yo: Es verdad, olvidaba lo cabezona que eres con estas cosas, a pesar de que
me has dicho miles de veces que era casi de la familia. Yo creo que eso me da
el derecho de prepararme el desayuno- le contesté esparciendo la mermelada
que había cogido con el cuchillo en la tostada.

Marta: Ahí tienes razón- comentó ella levantando el dedo en señal de


aprobación.

Elena: ¡Tienes dos costillas rotas! Se supone que no tendrías que salir ni de la
cama- me reprochó.

Yo: Y que voy a estar, ¿una semana entera tumbada en la cama, sin
ducharme, sin poder ir al baño ni cambiarme de ropa?- pregunté.

Marta: Tampoco es eso, pero recuerda lo que te dijo el médico, por poco te
tocan los pulmones. ¿Sabes el peligro que correrías si una costilla se te clavara
en el pulmón?- me comentó preocupada.

Laura: Yo no quiero que te pase nada- dijo mirándome con cara de tristeza
desde la otra punta de la mesa.

Yo: Sé muy bien el riesgo que correría si eso pasara, para algo quiero ser
doctora, pero yo me siento bien. Levantarme, caminar y hacer cuatro cosas no
van a hacer que las costillas se terminen de romper y que me alcancen los
pulmones- contesté dando un mordisco a la tostada.

Elena: En cualquier caso, estás bajo mi responsabilidad, y no pienso dejarte


hacer nada que te pueda perjudicar, así que no repliques más- contestó
tajante.

Yo: Está bien, pero sigo diciendo que no me pasará nada, hace falta algo más
para acabar conmigo- dije sonriendo.
Marta: Confías demasiado en que todo va a ir bien, no todo es de color de
rosa, las cosas muchas veces fallan- me dijo mirándome.

En ese momento bajé la mirada y suspiré.

Yo: Sé muy bien que las cosas no son siempre de color de rosa- dije, no había
podido evitar pensar en Ainhoa.

Marta: ¿Pasa algo?- me preguntó.

Yo: No, no pasa nada- contesté fría.

Terminamos de desayunar, Elena y Marta fregaron (no me dejaron hacer nada)


mientras yo hablaba con Laura en el sofá. Cuando terminé Laura fue a su
cuarto a hacer los deberes que le había mandado el colegio, Elena se fue a
trabajar y Marta se sentó a mi lado.

Yo: Me parece muy injusto que en época de fiestas le pongan deberes- dije
refiriéndome a Laura.

Marta: Ya, a mí también, se supone que las fiestas son para descansar y para
estar en familia- coincidió conmigo.

Yo: ¿Y tú madre cuando tiene fiesta?- le pregunté.

Marta: Hoy acaba, no volverá hasta después de reyes- me informó.

Yo: Como nosotras- dije a modo de afirmación.

Marta: Sí, más o menos.


Yo: Bueno, ¿vamos a hacer algo de provecho hoy?- pregunté después de unos
minutos de silencio.

Marta: Javi y yo teníamos pensado en reunirnos todos, queremos contar lo


nuestro- me respondió sonriendo.

Yo: ¿En serio?

Marta: Sí, cuando nos descubriste pensamos que era una tontería seguir
ocultándolo, tampoco es justo hacerlo- me dijo.

Yo: ¿A quiénes te refieres cuando dices ‘todos’?- le pregunté.

Marta: Cuando digo a todos me refiero a todos. Sebas, Andrés, Sergio, Ainhoa
y tú- me contestó, yo hice una mueca- No quieres venir por ellos, ¿verdad?

Yo: ¿Qué quieres decir?- me hice la desentendida.

Marta: Por Sergio y Ainhoa, no quieres venir por ellos- volvió a decirme. Por
Dios, ¿tanto se notaba?

Yo: No, no, es solo que no creo que Ainhoa quiera ir si yo estoy- contesté
desanimada.

Marta: Sí que lo hará, ya verás- me aseguró.

Yo: Si tú lo dices…- me encogí de hombros.

Pasamos la mañana viendo la tele, en poco rato se nos unió Laura, la pobre
estaba aburridísima. El tiempo se nos pasó volando, hicimos la comida y la
degustamos, como siempre la comida de Marta volvía a sorprenderme. Cuando
terminamos de fregar hicimos tiempo hasta que llegó Elena de trabajar,
entonces nos empezamos a vestir. Me estaba poniendo la camiseta cuando
tocaron al timbre.

Marta: Debe de ser Javi- me avisó saliendo del cuarto.

Me senté en la cama con los zapatos en la mano, pude escuchar como abría la
puerta y como Javi saludaba a Laura que había salido seguramente disparada
al escucharle. Cuando me eché para delante para ponerme los zapatos sentí
una pequeña molestia en las costillas. ‘Menudas navidades me esperan’ pensé.
Con dificultad me los puse, solté el aire y empecé a jadear. Había contenido el
aire ya que en esa posición inspirar me era extremadamente doloroso. Me
puse mi chaqueta de cuero y fui al comedor donde estaban Javi y Marta
abrazados en el sofá.

Yo: ¿Oléis eso? Es el olor del amor en su estado puro- bromeé pasando por
delante del sofá y saludando a Javi con dos besos.

Javi: Podrías cambiar la broma, ya la has repetido demasiadas veces- me dijo


sonriendo.

Yo: No puedo, le he cogido cariño, ya forma parte de mí.

Marta: No puedes quitársela, sin ella Alicia no sería Alicia- le dijo a Javi, ella
estaba recostada sobre su pecho.

Yo: Marta, tienes unos sofás preciosos y grandes, creo que son más cómodos
que el cuerpo de Javi- le dije.

Marta: Para mí mi novio es el sofá más precioso, grande y cómodo del mundo-
sonrió abrazándolo.
Javi: Ehhmm, ¿gracias?- dijo levantando una ceja. Marta se sentó, le miró y le
besó, el pasó su mano y la colocó en la nuca de ella, me sentía feliz de saber
que estaban así de bien.

Yo: Todos sabemos lo bonito y precioso que es estar enamorados, pero será
mejor que nos vayamos si no queremos llegar tarde- dije mirando mi reloj.

Ellos se miraron, volvieron a besarse y se levantaron. Marta metió en su bolso


sus llaves y su móvil, nos despedimos y salimos por la puerta, subimos a su
coche y condujo hasta el parque donde habíamos quedado, llegamos en menos
de quince minutos.

Javi: ¿Qué tal llevas lo de las costillas?- me preguntó apoyado en una


barandilla.

Yo: Me van a dar mucha guerra, apenas me he podido poner los zapatos, he
tenido que aguantar la respiración porque no había manera de ponérmelos-
suspiré.

Javi: Intenta no ser muy brusca y para mediados de enero ya estarás casi
curada- me dijo.

Marta: Si bueno pero ya sabes que Alicia no puede quedarse quieta ni un


segundo, puede ser muchas cosas, pero jamás será una persona sedentaria.
Simplemente no puede- añadió riéndose.

Yo: Me encanta que me conozcas tanto- dije sonriendo.

Javi: No me hubiera gustado conocerte de pequeña- admitió.

Yo: No, no te hubiera gustado- reconocí- Pero era un encanto.

Marta: Bueno, eso tendremos que preguntárselo a tú madre- volvió a reír.


Ainhoa: ¿Qué hace ella aquí?- nos interrumpió su voz, yo me giré ya que ella
estaba a mis espaldas, Sergio venía cogido de su mano.

Yo: Ho-hola- la saludé nerviosa.

Ainhoa: ¿Qué hace ella aquí?- volvió a preguntar a Marta con el cejo fruncido.

Yo: Espera, ¿ella no sabía que yo venía?- le pregunté confundida, entonces lo


entendí todo- Claro, ella no sabía que yo venía- susurré de manera que todos
pudieron oírlo.

Ainhoa: Si llego a saberlo no vengo- escuché que dijo mirando el suelo, no


pude evitar sentir un doloroso pinchazo en mi corazón.

Marta: Ainhoa…- la llamó a modo de reproche.

En ese instante unos brazos me abrazaron por la cintura provocándome un


pequeño brinco por el susto.

Andrés: ¿Qué te ha pasado estos días? Te he estado llamando y no me cogías


el teléfono- me dijo al oído.

Me giré y lo miré, después me separé.

Yo: No hagas esto nunca más, ¿entendido? Casi me da algo- le regañé, odiaba
que me asustaran.

Andrés: Perdona mi amor, es que te echaba de menos. ¿Qué te ha pasado?-


me preguntó cogiéndome de las manos.
Marta: Pues ha teni…-la interrumpí.

Yo: He tenido que hacer la maleta, voy a pasar las navidades con Marta- dije
rápidamente mirándola, ella entendió que no quería que se enterase de mi
accidente.

Andrés: ¿Sí? Me alegro por ti- contestó agarrándome por la cintura y


besándome.

Ainhoa: Bueno, ¿para qué nos has hecho venir aquí?- preguntó a Marta
visiblemente molesta mientras no despegaba ojo de nosotros.

Marta: Tenemos que esperar a Sebas, el también viene- nos indicó.

Al poco rato Marta recibió un mensaje al móvil, precisamente, de él.

Marta: Dice que se ha quedado sin gasolina, hay que ir a buscarle- nos informó
resoplando.

Ainhoa y yo: Yo me quedo- dijimos al unísono, nos quedamos mirando.

Ainhoa: Entonces yo voy- informó, yo bajé la cabeza.

Marta: ¿Sabes? Mejor os quedáis las dos, solas- dijo empezando a marcharse.

Ainhoa: Ah no, ni de coña- dijo abriendo los ojos y siguiéndoles.

Marta: ¡Lo siento pero no hay sitio!- le gritó, ya estaba bastante lejos.
Ainhoa: ¡Pues que alguien se quede por mí!- pidió echando a correr, pero ellos
se metieron en el coche rápidamente y se fueron, ella no tuvo más remedio
que volver.

Se apoyó en la barandilla a mi lado tal y como yo estaba, la tensión del


ambiente en ese momento se hubiera podido cortar con un cuchillo.

Yo: Si hubieras sabido que yo estaba aquí, ¿hubieras venido?- le pregunté


rompiendo el silencio aun habiéndolo escuchado segundos antes.

Ainhoa: No, no hubiera venido- me contestó resoplando.

Bajé la mirada y cerré los ojos.

Yo: Cada día que pasa entiendo menos cual es la maldita razón por la cual
estás así conmigo- susurré lo suficientemente alto como para que me oyera.

Ainhoa: Creo que habíamos dejado claro que no ibas a volver a sacar el tema-
dijo girándose hacia mí.

Yo: Pero entiéndeme, tan solo te pido una explicación, una maldita explicación-
contesté girándome yo también.

Ainhoa: ¡No puedo decirte la razón! No puedo decírtela, simplemente no


puedo- respondió mirándome fijamente.

Yo: ¿Por qué? ¿Qué es eso tan malo que has hecho, Ainhoa? ¿Te están
amenazando, es eso?- le pregunté.

Ainhoa: ¡No, no es nada de eso!- respondió impaciente.

Yo: ¡¿Y entonces qué es?!- inquirí desesperada.


Ainhoa: Mira, no hay nada, absolutamente nada que puedas hacer para
remediar el error que he cometido contigo. Bueno…- se quedó dubitativa.

Yo: ¿Hay alguna?- pregunté esperanzada.

Ainhoa: No no, es imposible- restó importancia.

Yo: ¡Dime cual es!- exigí.

Ainhoa: Jamás podría ocurrir Alicia, no sé ni para que hablo- dijo esto último
para sí misma.

Yo: ¿No ves el daño que me estás causando Ainhoa? ¿No lo ves?- le pregunté
con la voz temblando.

Ainhoa: ¿Te piensas que eres la única que sufre? ¡Posiblemente yo sufro más
que tú con esta situación! Cada vez que te veo con…- se calló en ese instante,
estuvo a punto de decir algo.

Yo: ¿Cada vez que me ves…?- quise saber.

Ainhoa: Nada, olvídalo- se volvió a apoyar en la barandilla y fijó su mirada en


un punto lejano.

Yo: ¿Qué sentirías si Javi te hiciese lo mismo que tú me estás haciendo a mí?-
le pregunté calmada.

Ella se quedó callada, me miró a los ojos, los tenía cristalinos.


Ainhoa: Lo siento, pero es mejor así, es mejor para las dos, hazme caso-
suspiró.

Yo: ¿Existe la posibilidad de que algún día podamos volver a ser amigas?-
pregunté con un nudo en la garganta.

Ainhoa: No lo sé, no es algo que yo pueda elegir. Ojalá fuera así- se lamentó-
No por ahora.

No pude contener más mi llanto, ella se giró y me miró tristemente, como si


quisiera hacer cualquier cosa para calmar mi dolor, pero algo se lo impedía y
eso me frustraba todavía más.

Ainhoa: Por favor Alicia, no llores- me pidió con la voz rota.

Se secó rápidamente la lágrima que había conseguido huir de sus ojos, ella
también se estaba conteniendo para no acabar de la misma manera que yo.

Yo: ¿Puedo pedirte una última cosa antes de que vengan los demás y sigas
evitándome?- le pregunté.

Ella se quedó pensativa, intentando averiguar cuál sería mi petición.

Ainhoa: Sí- contestó finalmente asintiendo.

Yo: Abrázame- le pedí.

Se quedó un poco sorprendida y confusa ante mis palabras, parecía que iba a
rechazarme pero se acercó a mí y rodeó fuertemente mi cuello con sus brazos,
yo puse mis brazos alrededor de su cintura y la estreché contra mí. Dios,
¿cómo aguantaría sin tenerla a mi lado?
Se quedó un poco sorprendida y confusa ante mis palabras, parecía que iba a
rechazarme pero se acercó a mí y rodeó fuertemente mi cuello con sus brazos,
yo puse mis brazos alrededor de su cintura y la estreché contra mí. Dios,
¿cómo podría aguantar sin tenerla a mi lado?

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Ella intentó alejarse, pero se lo impedí atrayéndola hacia mí cuerpo, el abrazo


había durado como mucho cinco segundos.

Yo: Por favor- le rogué apoyando mi cabeza en su hombro.

Echó su cabeza hacia atrás, me cogió la cara entre sus manos y me miró a los
ojos. Se acercó y me besó en la mejilla deteniendo la lágrima que se deslizaba
sobre ella, yo cerré mis ojos. Despegó lentamente sus labios de mí aún con las
manos a los costados de mi cabeza, abrí los ojos y me encontré con su mirada
penetrante.

Ainhoa: Lo siento mucho, de verdad que lo siento, pero es la única opción que
me queda- se disculpó bajando la mirada.

Finalmente se separó de mí y se alejó dirección a un banco.

Yo: Te amo…-susurré inaudiblemente a medida que se alejaba.

Ella claramente no lo escuchó, se sentó, replegó las rodillas mientras las cogía
con sus brazos y posó su cabeza sobre ellas. Yo, que no me podía permitir
encoger mi cuerpo de esa manera, tan solo me tumbé en el banco que tenía
detrás de mí esperando la llegada de los demás. No sé cuánto tiempo pasó, lo
suficiente como para que el sol se ocultará tras las nubes y que el cielo azul
quedase recubierto de una espesa capa de color gris oscuro.

De repente alguien me tocó la rodilla, levanté mi mirada y vi a Marta, estaba


arrodillada a mi lado.
Marta: ¿Habéis hablado?- me preguntó en voz baja.

Me incorporé, suspiré y la miré, ella tenía las cejas levantadas, esperando mi


respuesta.

Yo: Sí- afirmé.

Marta: ¿Qué te ha dicho?- volvió a preguntar.

Yo: Prefiero no hablar del tema ahora- contesté levantándome- ¿Y los demás?

Marta: Ahí vienen- me indicó señalándome un punto con la cabeza.

Miré hacia donde me había indicado Marta, venían Sergio, Andrés, Sebas y Javi
hablando y riendo montando un gran escándalo. Miré a Ainhoa, esta se giró al
escuchar el ruido.

Sebas: Hola Alicia- me saludó con dos besos.

Después se acercó a Ainhoa, la abrazó y la levantó un poco mientras le daba


también dos besos, ella empezó a reír, les miré con mala cara. Sergio, que
estaba a mi lado, también les miraba. Probablemente y por primera vez en la
vida habíamos hecho algo en común: mirar con celos. Mientras los dos
hablaban no paraban de reír o sonreír, en ese instante envidié a Sebas.

Andrés me abrazó por detrás y apoyó su cabeza en mi hombro a la vez que


Sergio se dirigía a Ainhoa y Sebas, Marta y Javi estaban al lado nuestra.

Sergio: Bueno, creo que es hora de que Marta y Javi nos expliquen a que se
debe esta reunión, ¿no os parece?- dijo abrazando a Ainhoa como Andrés lo
hacía conmigo apartando inmediatamente a Sebas de ella.
Marta: Sí, creo que sí- dijo mirando a Javi.

Él le cogió la mano, le sonrió y nos miró.

Javi: Tengo el enorme orgullo de poder decir que esta preciosa mujer es mi
novia- anunció besándole la mano.

Todos se quedaron un poco sorprendidos, Sergio fue el primero en reaccionar.

Sergio: Vaya, parece que es época de noviazgos- comentó refiriéndose a su


reciente relación con Ainhoa.

Ainhoa: ¡No me lo puedo creer!- gritó emocionada, arrancó a correr y abrazó


fuertemente a Marta- Te lo tenías bien guardado, ¡nunca me dijiste nada so
guarra!- dijo riendo.

Marta: Me daba demasiada vergüenza que lo supieras, ni siquiera sabía si el


sentía lo mismo que yo- admitió sonriendo.

Andrés se separó de mí y fue a felicitarles, yo también me acerqué.

Yo: Bueno yo ya lo sabía, pero os vuelvo a desear mucha suerte- les dije.

Ainhoa: ¿Tú ya lo sabías?- me preguntó con el cejo fruncido.

Javi: Nos descubrió besándonos el otro día en su cuarto, todo por no tocar a la
puerta- dijo mirándome divertido.
Yo: Perdona, pero yo, si hubiera sido tú, jamás la hubiera besado sabiendo que
yo estaba a un paso- le respondí- Bueno, en verdad no la hubiera besado
nunca, ¿tú le has visto la cara?- bromeé.

Marta: Habló, ¿alguna vez te has mirado en el espejo?- me siguió el juego.

Yo: Sí hija sí, vi tu cara, no te puedes imaginar el susto que me metí. Después
parpadeé y vi mí preciosa cara angelical- le contesté.

Marta: ¿Preciosa cara angelical? Se parece más a la de un orco de Mordor.

En ese momento ninguna de las dos pudo aguantar más y empezamos a


reírnos como unas descosidas, yo comencé a toser mientras sentía un
tremendo dolor.

Andrés: ¿Alicia estás bien?- me preguntó preocupado.

Me senté y me tranquilicé, al poco rato dejé de toser.

Yo: Tengo que dejar de reírme durante una temporada- dije mirando a Marta.

Andrés: ¿Qué te ocurre?- quiso saber.

Yo: No me pasa nada, tan solo que tengo mucho moco en el pecho y si me
pongo a reír me ahogo y empiezo a toser, no es nada por lo que me vaya a
morir- mentí rápidamente, todos excepto Sebas y Andrés (los únicos que no
sabían de mi accidente) me miraron sorprendidos ante mi improvisación.

Andrés: Te voy a acompañar al médico, esa tos no me parece normal mi amor-


me dijo.
Yo: ¡No!, no, no hace falta, estoy tomando un jarabe que me ha recomendado
la madre de Marta, se me pasará en seguida, ya verás- dije agitada.

Me miró extrañado, como si no se creyese del todo lo que le había dicho.

Andrés: Está bien, pero como no mejores de aquí a tres días te llevo al
médico- me avisó.

Yo: De acuerdo- le sonreí.

Se acercó, me abrazó y me besó.

Andrés: Te amo- me dijo.

Yo: Y yo a ti- mentí sonriéndole.

Los dos días siguientes, nochebuena y Navidad, los pasamos metidos en casa,
con comidas familiares, juegos, risas y muy buen rollo. Eran las primeras
fiestas en las que no estaba sola, y sobre todo, las primeras en las que por
primera vez me divertía y me sentía a gusto. Mis padres me enviaron un
correo felicitándome y contándome lo precioso y maravilloso que era Miami, no
me sorprendió en absoluto que el tema principal del correo fuera expresar lo
bien que se lo estaban pasando y lo felices que eran. Yo les envié mi
respuesta, copié, pegué y envié el mismo correo que enviaba todos los años:
Me alegro de que lo estéis pasando bien, feliz Navidad y próspero año nuevo.
Atte.: Alicia. Aún seguía esperando que se dieran cuenta de que siempre les
enviaba el mismo texto, pero en el fondo sabía que eso no sucedería.

Los días pasaron y antes de que me diera cuenta faltaban tan solo un par de
minutos para las campanadas de fin de año. Tan solo estábamos Marta, Javi,
Laura y yo, la madre de Marta, después de muchos intentos para convencerla,
se fue con sus amigas de fiesta. Ella se negaba a ir ya que no nos quería dejar
solos, y mucho menos porque yo era una invitada, al final conseguimos que
aceptara ir. La familia de Javi, como no solía darle mucha importancia a este
tipo de celebraciones, no encontró ninguna pega para que el no pudiera venir
con nosotros.
Empezaron a sonar las campanadas, y nosotros comenzamos a comernos las
uvas al ritmo de estas. Lo único que odiaba era comérmelas, me encantaban
las uvas, pero cada año parecía que las campanadas iban más rápido,
¡cualquiera puede comerse las uvas sin atragantarse! Gracias a Dios la última
uva se deslizó por mi garganta a la vez que los petardos de fondo nos
indicaban que habíamos dejado un año atrás y que otro comenzaba.

Yo: Feliz año- felicité a Marta, a Javi y a Laura abrazándolos, ellos también me
felicitaron.

Después ellos también se felicitaron, y Laura se fue a dormir porque decía que
tenía mucho sueño, era tarde para lo que ella estaba acostumbrada. Después
de eso Marta y Javi se dieron abrazos y besos por doquier, yo ya no pintaba
nada ahí. Apagué la tele y, con la copa y botella de vino, me fui a la terraza,
les dejaría que lo celebraran como quisieran. Me quité los tacones que me
estaban matando, me senté y apoyé mi espalda contra la pared mientras el
vientecillo me daba en la cara. Me serví una copa y me la bebí, yo ya iba un
poco bebida, lo suficiente como para, después de todo un día viendo lo
cariñosos y felices que estaban Javi y Marta y todos los besos que se daban,
acabara llorando pensando en que jamás estaría de esa manera ni con Ainhoa
ni con nadie, al menos no con nadie que yo amase.

Marta: Al fin te encuentro, pensaba que te habías ido- me dijo detrás de mí-
Javi está aquí en la terraza- le gritó.

Giré mi cara y la miré, ella al ver que yo estaba llorando se sentó enfrente de
mí y me cogió las manos.

Marta: Hey, ¿qué te ocurre?- me preguntó preocupada.

Javi: ¿Dónde te habías metido? Te esta…- en ese momento vio que estaba
llorando- ¿Qué te pasa?- se sentó a mi lado.

Aumenté mi llanto, Marta se acercó y me abrazó, con su mano acariciaba mi


espalda, pude notar que con la mano libre se estaba comunicando con Javi
mediante gestos.
Marta: ¿Qué te pasa? ¿Te duelen las costillas?- preguntó en un intento de
averiguar que me pasaba, negué con la cabeza.

Yo: Soy una imbécil, una completa imbécil- conseguí decir.

Javi: No eres una imbécil, ¿por qué dices eso?- me preguntó.

Yo: Estoy enamorada de una persona que pasa completamente de mí- sollocé.

Marta: ¿Andrés no te quiere? ¿Ha cortado contigo?- me preguntó


desconcertada.

Yo: No es Andrés, nunca he estado enamorada de Andrés- confesé bajando la


mirada.

Javi: ¿Cómo que nunca has estado enamorada de él?- negué.

Marta y Javi se miraron extrañados, seguramente jamás lo habrían imaginado.

Javi: ¿Entonces por qué empezaste a salir con él?- quiso saber.

Yo: Porque quería sacarme de la cabeza a esa persona, me sentía muy sola y
verla con su pareja me destrozaba. Pensé que algún día llegaría a sentir algo
por él, cada día me doy cuenta de que eso jamás pasará.

Marta: Entonces si no le amas, ¿por qué no le dejas?- me preguntó.

Yo: Ya te lo he dicho antes, me siento terriblemente sola y este amor cada día
me desuela más- le contesté.
Entonces me formularon la pregunta que evitaba a toda costa, pero que su
llegada era inminente.

Javi: ¿Quién es el?- quiso saber.

“¿Quién es ella?” le corregí mentalmente. Durante toda la conversación había


evitado hacer referencia al sexo de esa persona, para ellos era evidente que
me refería a un hombre. ¿Estaría preparada para contarles que realmente era
Ainhoa la autora de todos mis males?

Yo: Por favor, entendedme y perdonadme, pero no quiero deciros quien es. No
es cuestión de que no confíe en vosotros, pero quiero reservármelo para mí-
les contesté.

Marta: Está bien, te entendemos- respondió tranquilizándome al instante.

Javi: Déjame decirte una cosa. No sé quién es, pero estoy seguro de que no
merece ni que tú estés así por él ni que finjas una relación, tampoco es justo
para Andrés- me dijo poniéndome una mano en la rodilla.

Yo: Ya, ya lo sé, no me siento bien haciéndole esto. Él se porta muy bien
conmigo- admití- Soy una egoísta- comenté bebiendo de la botella de vino.

Marta: Creo que será mejor que dejes esto, ya es suficiente por hoy- me dijo
quitándome la botella.

Me levanté cogiéndome a la barandilla y entré en la casa, tan solo dos pasos


fueron suficientes para casi caerme al suelo, Javi evitó la caída.

Javi: No camines, mejor te llevo al cuarto- dijo cogiéndome de la cintura.


Después de unos cuantos segundos en los que yo no paraba de tropezarme y
perder el equilibrio llegamos a la habitación de Marta y me tumbó en la cama.

Yo: Odio mi vida- dije sin motivo alguno empezando de nuevo a llorar, desde
luego el alcohol no me sentaba para nada bien.

Javi: Por Dios, no dejes que vuelva a tomar alcohol en su vida, mira cómo se
pone- se dirigió a Marta.

Marta: Voy a prepararle un café, a ver si se le baja un poco la borrachera-


informó.

Al poco rato volvió con una taza, me la dio y se sentaron los dos a mi lado

Javi: ¿Puedo preguntarte desde cuando estás enamorada de ese chico?- me


preguntó cauteloso.

Di un sorbo al café, lo dejé unos instantes en mi boca y después me lo tragué.

Yo: Dos años- contesté sin vacilar.

Marta: ¡¿Dos años?!- exclamó sorprendida.

Yo: Dos años- afirmé.

Javi: ¿Lo conocemos?

Yo: Sí.

Se miraron incrédulos, no tenían ni idea de quién era.


Marta: Entonces saliste con Andrés para intentar olvidarle, pero eso no ha
dado resultado- me dijo.

Yo: Exactamente.

Javi: ¿Y por qué no te atreves y le cuentas lo que sientes?- me propuso.

Yo: Ni de coña, está en una relación. Si se lo digo, además de rechazarme y


quedar en ridículo, se alejaría más de lo que ya está- conté.

Marta: ¿No os lleváis bien?

Yo: Antes sí, pero ahora ya no- contesté sin ganas.

Claramente estaba describiendo mi situación con Ainhoa, pero ellos jamás se


darían cuenta a no ser que yo les dijera que de quién estaba enamorada era
una mujer, cosa que no pasaría. Terminé de beberme el café, me había
sentado de maravilla, ya estaba mucho mejor. Javi se fue, yo me cambié junto
con Marta y después de un interrogatorio en la cama sobre ese ‘chico’ del que
estaba completamente loca nos dormimos.

Ainhoa

Desde que había tomado la decisión hacía dos meses de evitar a Alicia e
intentar odiarla había pasado un par de cosas. La primera es que a los pocos
días me di cuenta de que mi plan para sacarme a Alicia de mi cabeza no
furulaba bien, no sabía si le hacía más daño a ella o a mí, pero por alguna
razón seguí insistiendo. Seguía preocupándome por ella, le pedí a Marta que
discretamente me dijera que tal estaba, me rompía el corazón escucharla decir
que estaba destrozada y que no entendía qué era lo que había hecho para que
me alejase y que la tratase de aquella manera. Marta me amenazó muchas
veces con contarle que yo me preocupaba por ella, después de miles de
súplicas mías conseguía convencerla, ella no entendía porque me comportaba
así, yo no tenía ninguna intención de contarle que estaba enamorada de Alicia.

Hubo un día en el que si hubiera tenido un poco más de coraje se lo hubiera


contando. Aquel día perdí los nervios dándole una bofetada, ver su carita y sus
ojos llorosos me hicieron sentir la persona más cruel y ruin del mundo, y eso
se me notó en la cara. Le dije de todo para intentar ocultar mis sentimientos y
me marché, estaba muy agitada. Más lo estuve cuando Javi y Marta me
llevaron al baño y me acorralaron pidiéndome explicaciones, apenas me
dejaban respirar y los brazos de Javi no dejaban que me moviese ni un
milímetro. Allí estaba Alicia en el fondo, con la mano todavía en la mejilla
pidiendo que me dejaran en paz, no comprendía porque me seguía
defendiendo a pesar de la manera en la que la traté, ¡incluso la había pegado!

Javi y Marta aun así no desistieron y me siguieron presionando y estresando.


Al final no lo pude soportar más y me zafé de los brazos de Javi, me dirigí a
Alicia con la intención de contarle todo lo que me hacía sentir, todo lo que la
amaba, todo el sufrimiento que me causaba estar alejada de ella. Yo no podría
estar más nerviosa, en ese momento mi cerebro ganó la batalla al corazón y le
dije justamente todo lo contrario. Después de eso salí corriendo como la
cobarde que era, ese mismo día no la volví a ver.

Los dos meses siguientes pasaron bastante lentos para mí, no había día en el
que Alicia y yo no discutiésemos o nos mirásemos agresivamente. Aunque no
me extrañaba que Alicia hubiera pasado de ser un corderito a un lobo, sí que
me dolía mucho cada palabra que me decía. Sin duda alguna me lo tenía bien
merecido. Desperté un sábado por la mañana bastante extraña, fui a
desayunar como siempre a la cocina dónde ya estaban Antonio y Lucía.
Cuando fui a pedir a Lucía si podía pasarme la mermelada en vez de llamarla
‘Lucía’ como hacía siempre, se me escapó ‘Mamá’. En ese mismo instante un
terrible dolor de cabeza acudió a mí, cerré fuertemente los ojos y me llevé las
manos a la cabeza. Ruidos, imágenes, fragmentos de conversaciones,
sentimientos… Cuando el dolor pasó abrí mis ojos, estaba de rodillas en el
suelo con las lágrimas cayéndome por la cara y a mis padres a mí lado con
cara de preocupación. No hizo falta muchos segundos para darme cuenta de
que los había recordado, y no solamente a ellos, había recuperado por
completo mi memoria.

Cuando lo dije a mis padres, estos se miraron como si hubieran visto un


fantasma, después me miraron a mí y me abrazaron con mucha fuerza,
llorábamos de completa felicidad. No tenía ni idea de cómo había ocurrido,
pero no tardé ni un segundo en llamar a Natalia y contarle todo, ella enseguida
empezó a llorar y esa misma tarde quedamos en casa. Cuando llegó me miró y
nos abrazamos, las dos acabamos llorando como una magdalena. Pasamos
todo el día en familia, incluso con mis padres, estaban tan alegres que habían
dejado de lado sus problemas con Natalia y me hicieron disfrutar de un día que
hubiera deseado que no acabara jamás.

Al día siguiente llamé a los chicos, con éstos me refería a Sebas, que se había
integrado no hacía mucho, Marta, Javi y Sergio. No quería llamar a Alicia ya
que no quería escuchar su rechazo. Mientras los chicos venían me puse a
pensar en lo que sentía. Había recordado a todos y eso conllevaba al cariño y
afecto que tenía por cada uno, eso me llevó a una conclusión: Había estado o
estaba enamorada de Sergio. Al pensar en él me embargaban los mismos
sentimientos y sensaciones que cuando pensaba en Alicia. Eran iguales, pero
tenía que admitir que no eran tan fuertes como los que sentía por ella. El
timbre de la puerta me sacó de mis pensamientos. Fui a abrir y entraron todos.
Los senté en el sofá y les pregunté si querían algo de beber, me contestaron
que no hacía falta. Entonces les conté la gran noticia, todos se quedaron muy
sorprendidos y cada uno fue abrazándome. Fuimos a dar una vuelta, pude
notar que desde que había contado el motivo por el cual los había citado
Sergio me miraba de una forma especial, y justo cuando íbamos a despedirnos
caí en la cuenta de lo que era.

Yo: ¿Te acuerdas de lo que me dijiste en el hospital cuando nos quedamos


solos?- le pregunté cuando se marcharon todos.

Sergio: No lo he olvidado en todo este tiempo- me contestó con los ojos


brillantes.

Bajé la mirada y suspiré, estaba nerviosa.

Yo: Si recuperaba la memoria y sentía algo por ti me dijiste que te lo contase-


dije mirándole a los ojos, el asintió- Bueno, pues, quería decirte que, sí siento
algo por ti- suspiré aliviada.

La expresión de su rostro cambió inmediatamente, una sonrisa se dibujó en


sus labios dejando ver sus blancos dientes y me abrazó dándome un beso en la
cabeza.
Sergio: ¿Qué me quieres decir con esto?- me preguntó aun abrazado a mí.

Yo: Pues me gustaría que lo volviéramos a intentar- respondí.

Él se separó de mí y me cogió la cara entre sus manos.

Sergio: ¿Me estás pidiendo que sea tú novio?- me preguntó mirándome


fijamente a los ojos.

Ese contacto visual con él me inquietó bastante.

Yo: Sí- afirmé sonriendo mientras ponía mis manos encima de las suyas que
estaban en mi cara.

Me devolvió la sonrisa, se acercó lentamente a mí rozando nuestros labios. No


se volvió a mover, esperó a que yo diera el último paso. No lo pensé mucho e
hice desaparecer la distancia que separaban nuestros labios. Fue un beso lento
y largo, cargado de pasión. Cuando nos separamos me sonrió.

Sergio: Te amo- dijo caminando hacia atrás.

No le respondí, tan solo le dediqué una sonrisa y esperé a que se marchara.


Una duda me corroía por dentro. ¿Por qué no le había contestado?

No le respondí, tan solo le dediqué una sonrisa y esperé a que se marchara.


Una duda me corroía por dentro. ¿Por qué no le había contestado?

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‘Serán los nervios’ pensé para mí misma. Entré en casa y me puse a estudiar
un poco, después me duché, cené, vi la televisión con mis padres un rato y me
fui a la cama. Allí como siempre me puse a pensar. ¿Estaría enamorada de
Sergio realmente? ‘Bueno, es un poco tarde para pensar eso, ¿no?’ (La
conciencia, por si no la recordabais jajaja) ¿Y qué quieres que haga? No estoy
completamente segura. ‘¿Entonces para que le pides que sea tú novio?’ Pues
porque me siento muy atraída hacia él, es muy parecido a lo que siento por
Alicia, y me conviene muchísimo más estar con Sergio que ir pensando en ella.
‘¿Entonces por qué te preguntas si estás enamorada de él con lo segura que
pareces estar?’ Porque jamás le había pedido salir a alguien, fue él quien me lo
pidió por primera vez, estoy agitada. Seguí con mi lucha interna llenándome de
preguntas y respuestas, enseguida me cansé y me quedé dormida.

La semana siguiente pasó normal, yendo a clase, haciendo los deberes y


estudiando y quedando por las tardes. Cuando me levanté el viernes tan solo
tenía ganas de acabar el día para por fin tener las tan ansiadas vacaciones. El
día pasó muy lentamente, cuando tocó el timbre vi la luz, enseguida me
escabullí y salí de la maldita clase para ir al patio y buscar a Sergio.

Sergio: Hola mi amor- me saludó con una sonrisa.

Yo: Hola cariño- lo besé-¿Qué tal ha ido tú día?

Sergio: Bastante aburrido, estaba deseando verte. ¿Y el tuyo?- me preguntó.

Yo: Muy, muy lento, tenía unas ganas inmensas de acabar ya- contesté
cogiéndolo de la cintura.

Sergio: ¿Cuándo contaremos lo nuestro a los demás?- me preguntó


mirándome.

Yo: No lo sé, no se ha dado la ocasión- evadí, por el momento no quería


hacerlo público.

Sergio: Mira, ahí están, vamos a decirlo- me dijo.


Yo: Pero Sergio…- me interrumpió.

Sergio: ¡Siempre estás evadiendo el tema! ¿Por qué no quieres hacerlo


público?- me recriminó.

Yo: Está bien, vamos- empecé a caminar hacia ellos, mantuve mi mirada en el
suelo.

Sergio: Tenemos una gran noticia que daros- indicó.

Ellos se miraron entre sí, yo seguí con la mirada baja.

Sergio: Ainhoa y yo volvemos a ser pareja- me estrechó en sus brazos, por fin
decidí mirarlos brindándoles una pequeña sonrisa.

Clavé mi mirada en los ojos de Alicia, se había quedado de piedra. Ella escrutó
mi mirada intentando descifrar algo que no pude averiguar, sentí un
calambrazo al mirar aquellos hermosos ojazos verdes.

Marta: ¿De verdad?- preguntó asombrada.

Javi: ¿No es coña?- dijo tras de ella.

Todos me miraban, me sentí intimidada.

Yo: Es cierto, estoy saliendo con él- les afirmé.

Sergio me atrajo y me besó, yo le atrapé la cara con las dos manos.


Marta: Bueno, supongo que os deseo suerte- dijo rascándose la cabeza.

Javi: Felicidades- nos dijo con una media sonrisa.

Sergio y yo miramos a Alicia, pude notar que no les había alegrado mucho la
noticia.

Alicia: Os felicito- dijo secamente.

Antes de que pudiéramos decirle nada echó a correr.

Marta: ¡Ali!- gritó, pero ella la ignoró, subió a su moto y se fue a una velocidad
de vértigo.

Javi: ¿Qué le pasa?- preguntó desconcertado.

Marta: No lo sé, pero pienso seguirla. A la velocidad a la que se ha ido puede


ocurrirle cualquier cosa- dijo empezando a caminar, se me encogió el corazón.

Sergio: ¿Vamos a ir?- me preguntó cuándo notó que yo también había


comenzado a caminar.

Yo: Por supuesto que sí- le solté de la cintura y caminé rápidamente hasta el
coche de Marta, Sergio nos seguía de mala gana.

Cuando todos estuvimos dentro Marta arrancó y se fue a una gran velocidad.
La tensión se podía notar en el ambiente, yo tan solo esperaba que la
encontrásemos y que pudiéramos pararla antes de que le pasara cualquier
cosa. Entonces escuché un gran frenazo y un ruido sordo contra el suelo,
cuando miré enfrente vi a Alicia volando por el aire e impactando contra el
suelo, mi corazón dio un brinco. Abrí la puerta del coche y salí corriendo hacia
ella.
Yo: ¡Ali!- grité aterrorizada.

Llegué con la respiración agitada junto donde estaba ella tendida en el suelo,
me arrodillé.

Yo: Alicia, ¿estás bien?- le pregunté colocando su cabeza en mis piernas.

Marta: Dios mío, te has hecho sangre- dijo cuando llegó tocándole la cabeza,
hasta ese momento no me había dado cuenta de que me había dado mucha
prisa.

Ali: ¡Ah! No toques, no toques- pidió alejando su mano.

Yo: ¿Pero estás loca? ¡Cómo se te ocurre ir a esa velocidad, podrías haberte
matado!- le grité enfadada y asustada a la vez.

Javi: ¿Queréis dejar de pelearos como niñas pequeña? Hay que llevarla a un
hospital- me regañó.

Ali: No, al hospital no, odio los hospitales- contestó poniéndose en pie- Estoy
bien.

Dio un paso e hizo una mueca y un grito de dolor que la dejó de rodillas.

Ali: ¡Ahh!- emitió.

Javi: ¿Estás bien?- le preguntó.

Ali: ¿A ti que te parece?- respondió violentamente- No puedo caminar.


Javi: Ponte de pie- le pidió.

Con dificultad le hizo caso, el la cogió en brazos lo más cuidadosamente


posible y la sentó en el coche delicadamente.

Yo: ¿Qué hacemos con su moto?- pregunté.

Javi: Toma, quítale las llaves y apárcala en ese espacio de ahí, ponle esto- me
contestó entregándome una especie de candado amarillo.

Le hice caso, dejé la moto en la acera, le puse el candado y entré en el coche,


estaba a la derecha de Alicia, que cerraba los ojos cada vez más a menudo.

Marta: Dadme algún trapo o prenda, hay que detener la hemorragia- nos pidió.

Cogí la mochila, saqué mi bufanda y le apreté la herida, ella se quejó un poco.

Yo: No cierres los ojos- le dije mirándoselos fijamente.

De vez en cuanto los seguía cerrando, yo le daba pequeños golpes en la cara


para que no se durmiera. Tenía algún que otro arañazo en la cara pero seguía
siendo la más hermosa mujer que mis ojos jamás hubieran podido ver, y yo
estaba perdidamente enamorada de ella. Pero también estaba Sergio, al que
también quería muchísimo, estaba completamente confundida. Finalmente
llegamos al hospital, Javi cogió en brazos a Alicia y la llevamos a la sala de
espera, no tardaron mucho en atendernos y a ella la tumbaron en una camilla.

Enfermera: Si esperan unos minutos vendrá alguien a curarle la herida de la


cabeza- nos indicó, nosotros sonreímos amablemente.
Javi y Marta se sentaron en unos sillones, yo iba a hacer lo mismo cuando el
brazo de Sergio me detuvo, me llevó fuera de la sala.

Sergio: ¿Vas a quedarte?- me preguntó de mala gana.

Yo: Sí, voy a quedarme-afirmé.

Sergio: ¿No se suponía que la odiabas y que no te caía bien?- me preguntó


dejándome completamente en blanco.

Yo: Ya te dije que no era así, tenía que alejarme, aun así ella me importa, me
importa muchísimo- le contesté bajando la voz.

Sergio: ¿Te importa más que yo?- volvió a preguntarme.

Yo: ¿A qué viene eso ahora?- lo evadí, no podía decirle que en ese instante ella
me importaba mucho más que él, cosa que no quería aceptar del todo.

Sergio: Viene a que siempre cuando ella está cerca nuestra cambias
completamente, te vuelves fría y distante conmigo, apenas aceptas mis besos
y me rehúyes cuando te doy un abrazo o te acaricio, pero si no está ella te
vuelves la persona más cariñosa del mundo- me contestó, hasta ese momento
no me había dado cuenta de mi comportamiento.

Yo: No pienso discutir en un hospital, es mejor que te vayas- le dije.

Sergio: ¿Quieres que me vaya? Está bien, me voy- me dijo dándose la vuelta y
caminando.

Me sentí mal, no me gustaba pelear a los tan pocos días de relación, pero tenía
toda la razón. No tendría que haber empezado una relación sin saber
realmente cuáles eran mis sentimientos, pero ya era tarde para eso. Entré en
la habitación, cerré la puerta y me senté con Marta y Javi.
Marta: ¿Pasa algo?- me preguntó mirándome.

Yo: No, no es nada- contesté con una sonrisa forzada.

Al poco rato entró una enfermera que empezó a ponerle los puntos a Alicia, no
le puso anestesia ya que al parecer se había quedado inconsciente, la
enfermera nos tranquilizó diciéndonos que estaba bien. No pasó mucho tiempo
hasta que se despertó Alicia, nos dimos cuenta ya que vimos como agarraba
fuertemente la camilla con las manos intentando desahogar el dolor que le
debería de estar causándole la curación. La enfermera terminó de ponerle los
puntos y salió no sin antes decirnos que en seguida vendría un médico para
revisarle si tenía alguna lesión más.

Nos hubiéramos quedado en silencio de no ser por la agitada y fuerte


respiración de Ali, se notaba que coger aire le dolía y costaba. Entró un médico
en la sala, le preguntó si le dolía algo y ella contestó afirmativamente, se quejó
de un intenso dolor en su costado. El doctor le quitó la camiseta y pudimos
observar un gran morado en su piel. Haciendo eso me sentí realmente mal,
pero no pude evitar intercambiar mi mirada entre su morado, lugar donde
debería estar mirando, y sus pechos, lugar donde mi vista quería estar
mirando. Me quedé completamente embobada hasta que sus gritos de dolor
me devolvieron a la realidad. Le estaba tocando el morado, sus lágrimas
denotaban el dolor que estaba sintiendo, no pude evitar que se me encogiera
el corazón ante la escena.

El médico nos confirmó lo que había sospechado: tenía como mínimo una
costilla fracturada, se la llevaron para hacerle una radiografía y esperamos
unos cuantos minutos a que salieron los resultados, efectivamente tenía dos
costillas fracturadas. Le dieron todo tipo de recomendaciones y medicamentos
y nos marchamos. Estábamos en el parquin del hospital, yo era la que más
avanzada estaba de todos, sumergida en mis pensamientos.

Ali: Ainhoa- me llamó, yo me giré- Tengo que hablar contigo.

Miré alrededor nuestra y descubrí con temor que estábamos solas, entonces
supe que la conversación que evitaba a toda costa estaba a punto de tener
lugar. Iba a contarle cualquier excusa para irme de allí pero fue más rápida
que yo.

Ali: Por favor- me pidió.

Podría haber salido corriendo de ahí con la certeza de que no podría seguirme
pero por alguna razón le hice caso y me acerqué a ella.

Yo: Explícame de verdad que es lo que te pasa conmigo, pero se sincera por
favor. No entiendo como un día dices que me odias, nos pasamos dos meses
enteros sin contacto y cuando ves que estoy mal vienes, me ayudas y hablas
como si no pasara nada. ¿Qué te ocurre?- le pregunté.

Clavé mi mirada en el suelo intentando evitar contestar.

Ali: Ainhoa por favor- me rogó poniendo su mano en mi antebrazo.

No lo pude evitar, dos lágrimas se escaparon de mis ojos. ¿Cómo iba a hacer
que me dejara en paz sin contarle la verdad? ‘Quizás podrías contarle la
verdad’ Claro, y someterme a la mayor humillación mundial, ¿no?

Ali: Hey, ¿qué te pasa?- me preguntó poniendo su mano en mi mejilla.

Giré mi cabeza, cogí su mano de mi cara y la separé, aun así no le solté la


mano.

Yo: No continúes con esto, por favor- le pedí en un susurro.

Ali: ¿Que no continúe con qué?- me preguntó confusa.

Separé mi mano de la suya y me di la vuelta soltando una pequeña risa de la


que probablemente no se dio cuenta. ¿Qué no continuase con qué? ¿Era
realmente ella la que no tenía que continuar? No, por supuesto que no, la
única que no tenía que continuar era yo. Tenía que dejar de continuar con mi
papel de amor-odio que interpretaba tan solo cuando estaba ella, tenía que
dejar de continuar portándome como una cría inmadura, porque no era más
que eso, una niña inmadura incapaz de afrontar los problemas de frente. Tan
solo había una cosa que Alicia tenía que dejar de continuar, y era dejar de
volverme loca. Claro, eso era algo que no estaba al alcance ni de ella ni de mi
propia voluntad, tan solo estaba al alcance de mi corazón.

Volví a darme la vuelta y la miré fijamente a los ojos.

Yo: Me haces daño Alicia, me haces mucho daño- le contesté, pude ver como
mi respuesta la dejaba confundida.

Ali: ¿He dicho, hecho o insinuado algo que te haya molestado o dolido? Por
favor, si es así dímelo, no sé qué es lo que he hecho- me preguntó.

Yo: La culpa no la tienes tú, la única culpable soy yo- contesté negando con la
cabeza.

¿Cómo explicarle que ella no había hecho absolutamente nada? Bueno, no


había hecho absolutamente nada intencionadamente, tan solo su presencia
hacía estragos en mi interior.

Ali: ¿Entonces qué es lo que has hecho? No entiendo nada.

Yo: ¿Que qué es lo que he hecho? Me he condenado a sufrir- dije riendo


tristemente- Lo único que me queda por hacer es odiarte.

Ali: ¿Pero por qué? ¿Qué ha ocurrido? Sigues sin responder a mi pregunta- me
dijo exasperada.

Yo: No hagas esto más difícil de lo que ya es, por favor. Hazme caso, es mejor
que nos odiemos, tanto para mí como para ti. Si en algo me aprecias deja de
insistir- argumenté con la voz quebrada, en ese instante había sido muy
egoísta,

Ali: Pero Ainhoa…- en ese momento eché a correr.

No le dejé tiempo para que terminara de acabar la frase.

Ali: ¡Ainhoa!- gritó llamándome.

No le hice caso y salí de allí lo más rápido que pude. A pesar de lo cansada que
estaba seguí corriendo hasta que el hospital quedó fuera de mi vista. Me senté
en el suelo apoyando mi espalda en una roca intentando recuperar el aliento.
Replegué las rodillas y me eché a llorar. No entendía nada, estaba hecha un
completo lío. No sabía si amaba a Sergio, no sabía cómo afrontar mi situación
con Alicia, no sabía lo que sentía. En su momento alejarme de ella me pareció
la mejor decisión que podría haber tomado, pero de cada vez esa sensación
me fue abandonando dejándome otra, y era que me había vuelto loca.

Volví a casa caminando, el paseíto fue muy largo pero me vino bien para
reflexionar y distraerme un poco. En el portal me encontré a Sergio, me pidió
perdón por lo que había ocurrido aquella tarde, le dije que no tenía nada de
qué preocuparse. Él quería subir y estar conmigo un rato pero le dije que no
quería y lo eché.

Subí a mi casa, estuve un rato con mis padres, cené con ellos y enseguida me
fui a la cama, aquel había sido un día largo y agotador. Desperté temprano por
la mañana, aproveché para salir a dar una vuelta un rato, después me di una
ducha y desayuné. Entonces recibí una llamada al móvil, era Marta.

Yo: Hola rubia- la saludé.

Marta: Hey Calabaza. Como sé que esta tarde no tienes nada que hacer, y si
tienes algo que hacer lo cancelas porque soy más importante, hemos quedado
en un parque los chicos, Javi y yo tenemos que contaros algo- me explicó.
Yo: Así que eres más importante que cualquier cosa que tenga que hacer…-
comenté pensativa.

Marta: Exactamente jajaja- oí que dijo- Bueno, ¿entonces tienes algo que
hacer o no?

Yo: No, no tengo nada que hacer- le contesté mirándome las uñas.

Marta: Perfecto, pues hemos quedado a las cinco en el parque de siempre- me


dijo.

Yo: ¿A quiénes te refieres con ‘hemos’?- le pregunté frunciendo el cejo a pesar


de saber que no estaba frente a ella.

Marta: Sergio, Sebas, Javi, tú y yo- me contestó- Tranquila, Alicia no viene.

Yo: De acuerdo, hasta ahora- me despedí.

Marta: Adiós- colgó.

El tiempo hasta que fue la hora se me pasó realmente rápido, por el camino
me encontré con Sergio así que fuimos juntos cogidos de la mano. Estábamos
ya en el parque, yo miraba el suelo mientras Sergio me contaba lo que había
hecho en todo el día cuando escuché hablar a Marta.

Marta: Bueno, eso tendremos que preguntárselo a tú madre- dijo riendo,


levanté mi vista y me encontré con Alicia, ella estaba de espaldas pero su
cabello rojizo se me fue imposible de confundir.

Yo: ¿Qué hace ella aquí?- interrumpí, ella se giró y me miró.

Ali: Ho-hola- me saludó.


Yo: ¿Qué hace ella aquí?- volví a preguntar a Marta con el cejo fruncido.

Ali: Espera, ¿ella no sabía que yo venía?- le preguntó confundida- Claro, ella
no sabía que yo venía- susurró aunque todos pudimos oírla..

Yo: Si llego a saberlo no vengo- dije mirando el suelo, realmente eso no era
del todo verdad.

Marta: Ainhoa…- me llamó a modo de reproche.

Entonces apareció Andrés detrás de ella abrazándola cariñosamente por la


cintura.

Andrés: ¿Qué te ha pasado estos días? Te he estado llamando y no me cogías


el teléfono- le dijo al oído.

Se giró y lo miró, después se separó.

Ali: No hagas esto nunca más, ¿entendido? Casi me da algo- le regañó.

Andrés: Perdona mi amor, es que te echaba de menos. ¿Qué te ha pasado?- le


preguntó, ese tío me daba potera

Marta: Pues ha teni…-la interrumpió.

Ali: He tenido que hacer la maleta, voy a pasar las navidades con Marta-
mintió, al parecer no quería que se enterase de su accidente

Andrés: ¿Sí? Me alegro por ti- contestó agarrándola por la cintura y besándola.
Yo: Bueno, ¿para qué nos has hecho venir aquí?- pregunté a Marta
visiblemente molesta mientras no despegaba ojo de ellos, odiaba reconocerlo
pero estaba extremadamente celosa.

Marta: Tenemos que esperar a Sebas, el también viene- nos indicó.

Al poco rato Marta recibió un mensaje al móvil, precisamente, de él. Decía que
se había quedado sin gasolina y que teníamos que ir a buscarle. Como me
apetecía bien poco moverme dije que me quedaría, pero Alicia dijo lo mismo
que yo. Por mucho que lo intenté quedamos las dos solas, cosa que me puso
los pelos de punta.

Ali: Si hubieras sabido que yo estaba aquí, ¿hubieras venido?- me preguntó


rompiendo el silencio.

Yo: No, no hubiera venido- volví a confirmar resoplando.

Mi mirada se perdía en unos cuantos árboles, aunque la miraba de reojo para


ver

su expresión.

Ali: Cada día que pasa entiendo menos cual es la maldita razón por la cual
estás así conmigo- susurró.

Yo: Creo que habíamos dejado claro que no ibas a volver a sacar el tema- dije
girándome.

Ali: Pero entiéndeme, tan solo te pido una explicación, una maldita explicación-
contestó girándose ella también.
Yo: ¡No puedo decirte la razón! No puedo decírtela, simplemente no puedo-
respondí mirándola fijamente.

Ali: ¿Por qué? ¿Qué es eso tan malo que has hecho, Ainhoa? ¿Te están
amenazando, es eso?- me preguntó.

Yo: ¡No, no es nada de eso!- respondí impaciente.

Ali: ¡¿Y entonces qué es?!- inquirió.

Yo: Mira, no hay nada, absolutamente nada que puedas hacer para remediar el
error que he cometido contigo. Bueno…- me quedé dubitativa.

Ali: ¿Hay alguna?- preguntó esperanzada.

Yo: No no, es imposible- resté importancia.

Ali: ¡Dime cual es!- exigió.

Yo: Jamás podría ocurrir Alicia, no sé ni para que hablo- dije para mí misma.

Jamás accedería a ser mi novia, por lo tanto eso era algo que estaba más que
descartado para mi desgracia.

Ali: ¿No ves el daño que me estás causando Ainhoa? ¿No lo ves?- me preguntó
con la voz temblando.

En ese momento pensé. ¿Estaría siendo demasiado egoísta al apartarla de mí?


Posiblemente, no era justo para ella, nada justo.
Yo: ¿Te piensas que eres la única que sufre? ¡Posiblemente yo sufro más que
tú con esta situación! Cada vez que te veo con…- me callé en ese instante.

Ali: ¿Cada vez que me ves…?- quiso saber.

Y: Nada, olvídalo- me volví a apoyar en la barandilla y fijé mi mirada en un


punto lejano.

Cada vez que te veo con Andrés, besándolo y abrazándolo, me dije a mí


misma.

Ali: ¿Qué sentirías si Javi te hiciese lo mismo que tú me estás haciendo a mí?-
me preguntó calmada.

Me quedé callada, no pude evitar que se me mojaran un poco los ojos.

Yo: Lo siento, pero es mejor así, es mejor para las dos, hazme caso- suspiré,
esperaba que eso que acababa de decir fuera realmente cierto.

Ali: ¿Existe la posibilidad de que algún día podamos volver a ser amigas?-
preguntó.

Yo: No lo sé, no es algo que yo pueda elegir. Ojalá fuera así- me lamenté- No
por ahora.

Eso tan solo era cuestión de mi corazón, no podía ir y decirle: Hey, ¿qué tal si
dejas de estar hasta las trancas por Alicia y te desenamoras? Ojalá las cosas
fueran así de fáciles.

En ese momento me fijé en que Alicia estaba llorando, la miré tristemente


queriendo hacer cualquier cosa para que dejase de hacerlo.
Yo: Por favor Alicia, no llores- le pedí con la voz rota.

Me sequé rápidamente la lágrima que se me había escapado, me estaba


conteniendo para no dar rienda suelta a mi llanto.

Ali: ¿Puedo pedirte una última cosa antes de que vengan los demás y sigas
evitándome?- me preguntó.

Me quedé pensativa intentando averiguar cuál sería su petición.

Yo: Sí- contesté finalmente asintiendo.

Ali: Abrázame- me pidió.

Me sorprendió mucho, no era el tipo de propuesta que hubiera esperado. Me


acerqué a ella y la rodeé con mis brazos, ella metió su cara en mi cuello. Pude
sentir su entrecortada respiración chocar contra mi cuello poniéndome la piel
de gallina. Me quise separar rápidamente de ella, pero me lo impidió con un
‘Por favor’.

Eché mi cabeza hacia atrás, le cogí la cara entre sus manos y la miré a los
ojos. Ni siquiera lo pensé, me acerqué y le besé en la mejilla deteniendo la
lágrima que se deslizaba sobre ella, ella cerró los ojos. Despegué lentamente
sus labios de ella aún con las manos a los costados de su cabeza, abrió los ojos
y le eché una mirada penetrante

Yo: Lo siento mucho, de verdad que lo siento, pero es la única opción que me
queda- me disculpé bajando la mirada.

Me alejé de ella y me metí de lleno en mis pensamientos, apenas me di cuenta


cuando vinieron los chicos. Pasamos la tarde juntos, me enteré con sorpresa
del noviazgo de Marta y Javi, les felicité, de verdad que esperaba que fueran
felices, los dos eran muy importantes para mí. Aquel día acabó y los siguientes
los pasé con mi familia, y cuando decía con mi familia me refería también con
Natalia, parecía ser que mi accidente nos había vuelto a unir a todos, los días
hasta noche vieja fueron muy felices para mí. Para el día de fin de año hicimos
una cena, comimos las uvas y nos despedimos del año que me había traído
tantos problemas, complicaciones y dolores de todo tipo, físicos, mentales y,
sobretodo, sentimentales.

Hicimos un brindis, cada uno se bebió su copa simbolizando su propósito para


el nuevo año. No tenía ni idea de cuáles podrían ser los de mis padres y de mi
hermana, pero yo, con una sonrisa y después de muchos días dándole vueltas
en mi cabeza, brindé y bebí por volver a iniciar mi amistad con Alicia. No era lo
que quería, por supuesto, pero era algo con lo que tendría que conformarme.
Me había dado cuenta de que su amistad me importaba más que cualquier
cosa y no estaba dispuesta a arruinarlo tan solo porque su corazón no sintiera
lo mismo que el mío.

Fueron pasando los días y con ello los meses, Alicia y yo volvíamos a ser las
mismas amigas de siempre, no se me olvidará jamás la cara de felicidad que
puso al ver que yo quería ser su amiga de nuevo. Nuestra relación se hizo más
fuerte, ella contaba conmigo para todo, y yo por supuesto contaba con ella
también para todo. Aunque sí que era muy feliz de estar de nuevo junto a
Alicia eso no significó que no siguiera sufriendo, verla con Andrés me
destrozaba por dentro. Por mucho que intentase evitar los momentos en los
que estaba con él siempre había algo que acababa doliéndome o llenándome
de celos. Pero aun así aguanté, tan solo me bastaba que me dedicase una
sonrisa para que todo lo malo que me rodeaba desapareciera.

Antes de que me pudiera dar cuenta ya estábamos a dos días de final de


curso, era increíble lo rápido que se me había pasado a pesar de algunos malos
momentos que pudiera haber tenido. Aquellos últimos días no hicimos
absolutamente casi nada, fue más que nada un gran cachondeo en el que nos
lo pasamos bien. Cuando el timbre nos indicó el final de nuestra última clase
ene se instituto no pude evitar un sentimiento de tristeza, había pasado
muchos buenos momentos allí que se me harían imposibles de olvidar.

Aquella misma tarde teníamos una fiesta de despedida que el director había
aceptado. Fuimos todos los alumnos y profesores de segundo de bachiller.
Todos reímos, algunos lloraron, otros tuvieron expresión neutra…fue una noche
de muchos sentimientos. A los dos días siguientes ya estaba mirando para
entrar en la universidad y estudiar la carrera que me había apasionado desde
la primera vez que la estudié: psicología. Tampoco me estresé mucho, tan solo
estuve buscando información para estar un poco más preparada.
Era 24 de junio y el cumpleaños de Marta se acercaba, el día 27 cumplía ya 19.
Yo tan solo era mayor que ella por 4 meses. Una tarde cogí el coche de mi
padre y salí de compras, no tenía ni idea de que regalarle. Miré todos los
escaparates del centro de la ciudad y no había nada que encajase con lo que
buscaba. Decidí mirar en el último escaparate que quedaba, si no abandonaría
la operación y tendría que apañármelas de otra manera. Me acerqué y
entonces lo vi, la perfección divina. Unos preciosos tacones rojos con unos
detalles más preciosos todavía. No lo dudé, entré en la tienda y me lleve un
par de la talla 38, me costaron medio riñón, pero aquellos tacones lo valían,
estaba segura de que Marta se volvería loca.

Marta: ¡Madre del amor hermoso!- exclamó abriendo la boca al desenvolver mi


regalo, yo estaba con una sonrisa de oreja a oreja.

Yo: ¿Te gustan?- le pregunté pero no hacía falta que contestara, su reacción lo
había dicho todo.

Marta: ¿Qué si me gustan? ¡Me encantan! Jamás había creído en el amor a


primera vista hasta hoy- exclamó- ¡Gracias gracias gracias!- me abrazó.

Javi: Gracias por la parte que me toca, mi amor- le reprochó haciéndose el


enfadado.

Marta: Cari no te pongas así, que yo te amo- dijo abrazándolo, todos reímos
ante la cara de enamorada que puso ella.

Sergio le había regalado una cartera (la había elegido yo), Alicia una pulsera
de pandora, Andrés una camiseta, Sebas una colonia y Javi le había hecho un
especie de mural con muchas fotos suyas, una carta y una caja de bombones,
había sido sin duda alguna el regalo que había triunfado más aquella noche.
Nos había invitado a cenar a su casa, su madre y Laura se habían ido. Después
de los regalos pusimos un poco de música y comenzamos a jugar a un típico
juego que siempre jugábamos, a las cartas. Podría sonar un poco aburrido y
soso, sí, pero era un ritual que formaba ya parte de nosotros y además con la
bebida que ya habíamos ingerido el tema estaba mucho más interesante.
Todos íbamos con el puntillo, pero Sebas se había pasado bastante. Aunque
insistimos en que se tumbara él se negó alegando que se encontraba bien. Nos
fuimos Sergio y yo a la cocina a preparar más bebidas mientras que los demás
estaban en el comedor preparando la mesa donde íbamos a jugar a cartas.
Sergio me cogió por la cintura y me empezó a besar el cuello, se notaba que
también estaba bebido.

Yo: Sergio, aquí no por favor- contesté riendo.

Sergio: Venga ya, ¿me vas a decir que no te pone hacerlo aquí, ahora mismo?-
me preguntó en mí oído pasando sus manos de mi cintura a mi culo.

Me dio la vuelta, me arrinconó contra la encimera y comenzó a besarme


agresivamente. Iba a separarlo de mí volviéndole a decir que no era el
momento cuando el fuerte portazo de una puerta nos asustó haciendo que nos
separásemos, vi a Alicia salir enfurecida hacia el comedor.

Yo: ¿Qué pasa Alicia?- le pregunté siguiéndola.

Ella me ignoró, se acercó a la mesa y empezó a colocar los posavasos que


llevaba en la mano, todos nos mirábamos extrañados de su comportamiento.

Yo: Ali…-la cogí del antebrazo.

Ali: ¡Suéltame!- exclamó moviendo su brazo con fuerza para soltarse de mí.

Marta: Eh eh eh, ya vale. ¿Qué os pasa?- nos preguntó separándonos.

Yo: No lo sé, estábamos en la cocina y de repente se ha enfadado, ya habéis


escuchado el portazo- contesté yo encogiéndome de hombros.

Marta le susurró algo a Javi y este afirmó con la cabeza. Marta me cogió del
brazo y Javi hizo lo mismo con Alicia.

Javi: Venid con nosotros- nos dijeron apartándonos del comedor.


Nos llevaron al pasillo, abrieron la puerta de un pequeño cuartito y antes de
que pudiéramos hacer nada nos metieron dentro, cerraron la puerta y pusieron
el pestillo.

Marta: Hasta que no arregléis vuestras diferencias de una vez no saldréis de


aquí, volveremos en quince minutos para ver cómo estáis- nos dijeron.

Ali: ¡Sacadnos de aquí!- golpeó la puerta, no nos hicieron caso.

Estuvimos un par de minutos dando golpes a la puerta, paramos al ver que no


nos iban a sacar de allí. Encendimos la luz, que era poca, y nos sentamos en el
suelo.

Yo: ¿Estás cabreada conmigo?- le pregunté, ella no contestó- Vale, estás


cabreada conmigo.

Se hizo el silencio, ninguna de las dos habló.

Yo: ¿Qué te pasa últimamente? ¿Estás cabreada con Sergio también? Cada vez
que estamos los dos juntos te comportas de una manera extraña, nos evitas e
intentas no estar cerca de nosotros, si te habla normalmente le contestas con
monosílabos y con mala cara. No sé si te hemos hecho algo pero si es así…

Ali: Perdóname- me interrumpió mirándome fijamente.

Yo: ¿Cómo?- dije sin entender.

Entonces se me acercó, cogió mi cara con sus dos manos y me besó. Mi


asombro no podía ser mayor, ¡me estaba besando! Oh Dios, ¿lo estaba
haciendo? ¡lo estaba haciendo! Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar, me
quedé con los ojos abiertos, quieta, pensando que el corazón me explotaría en
ese mismo instante de lo rápido que iba. Me había quedado en estado de
shock. Sentí un fuerte hormigueo en mi vientre a la vez que un calambrazo me
había recorrido la columna vertebral erizándome los pelos, sentía como la piel
se me había puesto de gallina. Alicia se separó lentamente de mis labios, abrió
los ojos, me miró avergonzada y se alejó, todavía notaba el calor de sus labios
en los míos.

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Siguiente capitulo 17 en este link

Entonces se me acercó, cogió mi cara con sus dos manos y me besó. Mi asombro
no podía ser mayor, ¡me estaba besando! Oh Dios, ¿lo estaba haciendo? ¡Lo
estaba haciendo! Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar, me quedé con los ojos
abiertos, quieta, pensando que el corazón me explotaría en ese mismo instante de
lo rápido que iba. Me había quedado en estado de shock. Sentí un fuerte
hormigueo en mi vientre a la vez que un calambrazo me recorría la columna
vertebral erizándome los pelos, sentí como la piel se me puso de gallina. Alicia se
separó lentamente de mis labios, abrió los ojos, me miró avergonzada y se alejó,
todavía notaba el calor de sus labios en los míos.

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Ella me miraba fijamente, al igual que yo, solo que mi mirada demostraba
asombro, la suya vergüenza.

Ali: Lo siento, no debí hacerlo, pero ya no podía aguantarlo más. Necesitaba


besarte, deseaba besarte, lo anhelaba desde hacía mucho tiempo y ya no podía
soportarlo. Soy consciente de que me he cargado nuestra amistad pero…

En ese momento reaccioné, sin pensarlo cerré los ojos y la callé de un beso
dejándola igual o incluso más sorprendida que yo. Ella en un principio se quedó
quieta pero después empezó a mover sus labios adaptándose a los movimientos de
los míos. No podría explicar lo que sentí en ese instante. Sus labios eran
extremadamente suaves y cálidos, nada que ver con los de un hombre. ¿Cuánto
tiempo llevaba esperando ese momento? Mucho, muchísimo tiempo, y ahora que
había llegado lo disfruté plenamente. Apenas podía creerlo, había sufrido lo
impensable creyendo que si me animaba a hacer justo lo que había hecho Alicia
me rechazaría. Pero no, ahí estábamos las dos, envueltas en un tierno beso el cuál
no quería que acabase jamás. Pero tuvimos que separarnos. Cuando la miré ella
aún no había abierto sus ojos, se mordió el labio como si lo saborease y entonces
abrió los ojos. Sin darme cuenta había llevado mis manos a ambos lados de su
cara. Lo único que se escuchaba era nuestra agitada respiración cogiendo el
oxígeno que nuestros pulmones precisaban, la razón por la que nos habíamos
separado. Lentamente retiré mis manos de su cara, no sabíamos que decir.

Yo estaba muy aturdida y confusa, también agitada y excitada (no confundáis, no


excitada sexualmente). La fija mirada de Alicia sobre mí no hacía más que añadir
el nerviosismo a la lista anterior.
Yo: ¿Qué significa esto?- me animé a preguntar rompiendo el silencio.

Esa era una pregunta que cambiaría mi vida completamente, para bien o para mal,
pero la cambiaría. Ella estuvo un tiempo en silencio, cosa que me inquietó
bastante. Justo cuando abrió la boca para hablar sentimos como quitaban el
pestillo, rápidamente nos separamos volviendo cada una a sentarse en el lugar
donde antes habíamos estado. La puerta se abrió y apareció Marta, detrás de ella
se encontraba Javi.

Marta: ¿Ya habéis hablado?- nos preguntó mirándonos.

Yo miré a Alicia, al igual que ella a mí, e intercambiamos nuestras miradas en


busca de la respuesta.

Alicia y yo: Sí- afirmamos al unísono.

Marta nos dejó un espacio, yo me levanté del suelo y salí rápidamente, aquella
habitación me estresaba. Alicia vino detrás de mí. Entramos en el comedor, allí
estaban Sebas y Sergio, charlando. Las cartas sobre la mesa indicaban que ya
habían jugado una o hasta incluso dos partidas, pero no pude saberlo con claridad,
allí dentro había perdido la noción del tiempo. Nos ofrecieron bebida, yo cogí el
vaso y di un trago largo bebiéndomelo todo.

Sergio: Eh tranquila fiera, más despacio- me dijo acariciándome el hombro


cariñosamente.

Sentí la mirada de Alicia sobre nosotros, al levantar la mirada y comprobar que


efectivamente nos estaba mirando me sentí realmente incómoda así que me moví
rechazando el gesto de Sergio.

Javi: ¿Seguro que estás bien, Ali? No te veo buena cara- le preguntó él.

Ali: Tranquilo, estoy bien- le aseguró.

Marta: Bueno, creo que es hora de que juguemos todos una partida, ¿no?- dijo
cogiendo las cartas y barajándolas, todos asentimos.

Empezamos a jugar al póker, yo era realmente buena y ya llevaba una racha de


dos partidas. Seguimos jugando varias partidas y a diferentes tipos de juego. Toda
la noche Alicia estuvo buscando mi mirada con la suya, pero yo siempre la evitaba
o la rehuía, me sentía realmente extraña y confundida y para intentar que se me
pasase esa sensación bebí más de lo normal. Bueno, todos lo hicimos, al final
acabamos como cubas hasta el punto en el que difícilmente podíamos
mantenernos en pie. El final de la noche llegó y con ello la hora de irse a casa.

Marta: Creo que es mejor que paséis la noche aquí, nadie está en condiciones de
conducir- nos ofreció ella, nosotros aceptamos por cuestiones de seguridad, pero
Alicia se emperró en que ella se encontraba perfectamente.
Ali: Que no, que no estoy borracha, puedo conducir de verdad- nos intentaba
convencer, de todos ella era la que peor estaba.

Andrés: Mi amor si apenas puedes mantenerte en pie, quédate que puedes tener
un accidente- intentó hacerla entrar en razón pasando su mano por su cintura,
sentí unos celos tremendos.

Ali: ¡Qué no! ¡Que estoy bien, leches!- exclamó ella cogiendo sus llaves y saliendo
por la puerta.

En ese mismo instante salí corriendo en su búsqueda, si conducía tenía todos los
puntos para sufrir un accidente mortal. Me estremecí nada más imaginármelo.
Empecé a recorrer las calles con desesperación, ¿cómo podía haber ido tan rápido
con lo mal que estaba? Mi corazón latía frenéticamente, no tenía ni idea de dónde
había aparcado la moto. Había optado por ir a la derecha, pero quizás esa no era
la dirección que había tomado ella, quizás ya era demasiado tarde. Gracias a Dios
divisé a Alicia caminando en zig-zag cuesta abajo, corrí hacia ella. Cuando estuve
a su lado, la cogí del brazo.

Yo: ¿Estás loca? ¿Acaso quieres matarte?- le pregunté un poco enfadada y aliviada
de haberla encontrada.

Ali: Que estoy bien, no me va a pasar nada- insistió ella.

Vi que tenía las llaves en su mano derecha, de un movimiento rápido se las


arranqué de la mano.

Yo: No te vas a subir a esa moto- le dije.

Ali: ¿Por qué?- me reclamó.

Yo: Porque quiero que te quedes- le contesté.

Ali: ¿Por qué?- preguntó de nuevo.

Yo: Porque no quiero que te mates- respondí.

Alicia: ¿Por qué?- volvió a preguntar, esta vez su pregunta me desconcertó.

Yo: Porque te quiero- contesté sin vacilar y mirándola a los ojos,

Ella no contestó, estaba seria, parecía que estaba procesando la información. El


sonido de los grillos nos envolvió.

Ali: Está bien- aceptó y camino calle hacia arriba.

Yo suspiré y la seguí, hasta que no pisé una pequeña piedra no me di cuenta de


que mis pies tan solo estaban protegidos por las finas y transparentes medias que
llevaba debajo del vestido. Las dos entramos en casa de Marta, estaban todos
excepto Andrés y Sergio que habían salido a buscar a Alicia.

Marta: ¿Cómo se te ocurre pensar que podrías conducir en el estado que estás?- la
reprendió ella.

Ali no contestó, tan solo se encogió de hombros y se tiró en el sofá al lado de


Sebas. Literalmente, se dejó caer como si sus piernas no la sujetasen.

Marta: Los chicos dormirán en la salita, nosotras en mi cuarto- me comentó, yo


asentí con la cabeza.

Al cabo de un par de minutos llegaron Sergio y Andrés, a este último se le notó


aliviado al ver a Alicia tirada en el sofá. Marta les dijo el sitio dónde dormirían y se
fue con ellos a preparar las camas. Vino Andrés, cogió a Ali en brazos y se la llevó
al cuarto de Marta supuse. Fui detrás de él, entró en el cuarto y la dejó en la
cama. Después de darle un beso en la frente salió dejándonos a las tres solas. Me
acerqué a la puerta y la cerré despertando a Ali.

Yo: Lo siento- me disculpé, ella me hizo un gesto con la cabeza de que no


importaba.

Me senté en una silla y suspiré.

Yo: Déjame un pijama anda, no quiero dormir con esto- le pedí a Marta.

Ella asintió, abrió su armario y sacó tres pijamas, me lanzó uno.

Marta: ¿Tú también quieres uno?- le preguntó a Alicia.

Ali: Sí por favor- asintió, ella se lo pasó.

Las tres nos desvestimos y nos cambiamos de ropa, no pude evitar mirar de arriba
a abajo a Ali, en seguida aparté mi mirada avergonzada de que cualquiera de las
dos me hubiera pillado.

Marta: Puesto que no hay sitio suficiente dos de nosotras tendrán que dormir
juntas, y te agradecería muchísimo que durmieras con Ainhoa, tengo la espalda
hecha polvo- se dirigió a Alicia.

Ali y yo nos miramos, no me podía hacer eso, no podía. Al imaginármelo sentí un


fuerte hormigueo en mi vientre.

Yo: Pero Marta…- intenté replicar.

Marta: Ainhoa por favor. ¿Qué más te da? Se supone que ya no tenéis ningún
problema, para algo os hemos encerrado antes. Y no te lo pediría si no me doliese
de verdad la espalda, por favor- me rogó mirándome.
Yo: Está bien- acepté.

Marta: ¡Gracias!- me dijo tumbándose.

Yo: ¿Tienes aquella pequeña lamparita?- le pregunté.

Marta: Sí, cógela, está en la mesa- me dijo señalándomela.

La cogí, la enchufé y la puse al lado de la cama. A mis diecinueve años tenía miedo
a la oscuridad, era algo que no había podido superar de pequeña. Siempre dormía
con una pequeña luz encendida. También tenía miedo a los lugares cerrados y
pequeños, era claustrofóbica.

Apagué la luz dejando tan solo la leve iluminación de la lamparita, me acerqué a la


cama y pasé por encima de Ali tumbándome al lado de la madera que separaba a
Marta de nosotras. Nos movimos para taparnos y quedamos frente a frente, nos
miramos a los ojos.

Ali: Buenas noches- me dijo dándome la espalda.

Yo: Bue-nas noches- dije nerviosa.

Hacía mucho que no la tenía tan cerca, y con el beso que había tenido lugar horas
antes no pude evitar sentirme incómoda i nerviosa. Cerré los ojos intentando
dormir, pero como siempre mi mente aprovechó para ponerse en funcionamiento
llenándome de preguntas. ¿Por qué me había besado Alicia? ¿Acaso sentiría ella lo
mismo por mí? Eso era algo impensable, pero ella me había dicho que llevaba
mucho tiempo queriendo besarme, aun así era algo que no podía creerme. Tan
solo haciéndole una pregunta obtendría la respuesta para calmar el acelerado
palpitar de mi corazón: ¿Qué había significado aquel beso? Antes había estado a
punto de contestarme, pero por desgracia nos habían interrumpido. Justamente en
el momento más oportuno, estaba que ni me aguantaba. Quería saber la
respuesta, necesitaba saber la respuesta.

Sacudí la cabeza, no tenía sentido que me comiera la cabeza sabiendo que no


podría sacar nada en claro, lo único que conseguiría sería ponerme más de los
nervios. Me concentré en dormir, poco a poco me fui relajando pero cuando estaba
a puntito de caer rendida Alicia estando dormida se giró y me abrazó metiendo su
cabeza debajo de mi cuello quedando así completamente pegada a mí.

Abrí los ojos y la miré, su respiración era suave y lenta, en su cara pegaba la luz
de la luna que entraba por la ventana. Jamás me cansaría de decirme lo preciosa
que era. Agaché un poco mi cabeza hasta tocar la suya e inspiré profundamente
sintiendo como su fragancia invadía mis pulmones, ese olor tan típico de ella que
me volvía loca. Armándome de valentía yo también pasé mis brazos sobre ella y la
abracé estrechándola delicadamente contra mí, en ese momento me sentí feliz y
cerré los ojos para dormirme.
Habrían pasado un par de horas, dos o tres, cuando me desperté al sentir algo
cálido rozar mi cuello y un leve peso sobre mí. Abrí mis ojos llevándome una gran
sorpresa: Alicia estaba sobre mí besándome el cuello.

Yo: ¿A-li?- la llamé con la respiración entrecortada a causa de sus besos.

Ali: ¿Sí?- contestó besándome ahora justo debajo de la mandíbula.

Yo: ¿Qué ha-ces?- le pregunté con nerviosismo.

Ali: ¿No te gusta?- me preguntó subiendo a mi oreja y besándome ahí.

Se me escapó un suspiro que no pude reprimir, sentí como reía al percatarse lo


que causaba en mí.

Yo: Alicia yo…- me interrumpió.

Ali: Shhh- me susurró- Te amo Ainhoa, llevo mucho tiempo enamorada de ti, no
sabes cuánto deseaba que llegara este momento, el momento de poder besarte,
de dormir junto a ti y hacerte el amor como nadie jamás lo ha hecho. Sé que tú
sientes lo mismo por mí, esta noche he podido comprobarlo.

Levantó su cara y por fin pude mirarla a los ojos. Me miraba de una manera en la
que jamás había hecho, me miraba con lujuria. Lentamente se fue acercando a
mis labios hasta que nos fundimos en un beso. Movía sus labios lentamente, no
dudé en corresponderle. El beso se fue tornando apasionado, pasé mis manos por
su espalda, acariciándola, y ella mantuvo las suyas en mi cara. Abrió su boca
dejando pasar su lengua, cuando entró en contacto con la mía un escalofrío me
recorrió de arriba abajo poniéndome los pezones de punta, estaba bastante
caliente y eso Alicia lo notó.

Ali: ¿Estás excitada?- me preguntó perversamente al oído.

Yo: No- susurré débilmente, me daba mucha vergüenza que lo notase.

Ella se separó un poco de mí, fue subiendo sus manos por mi abdomen hasta que
llegó a mis pechos los cuales apretó por encima de la camiseta haciéndome gemir.

Ali: ¿Segura?- volvió a preguntar, yo asentí.

Pasó sus dedos por mis erectos pezones, me mordí el labio para evitar emitir
ningún ruido haciéndola sonreír.

Ali: ¿Estás completamente segura de eso?- me preguntó por tercera vez


mordiéndome el lóbulo de la oreja.

Yo: Síííí- gemí.


Lentamente deslizó su mano hasta que se topó con los pantalones del pijama,
metió la mano por dentro y la coloco justo encima de mi clítoris, que ya estaba
hinchado y mojado. Ella ejerció presión.

Yo: Ahh- volví a gemir.

Ali: Yo no estoy tan segura de eso- susurró en mis labios.

Llegué a tal punto de excitación que me fue insoportable. Me di la vuelta quedando


yo encima de Alicia, busqué su boca con la mía y la besé agresivamente
recorriendo con mis manos su vientre.

Ali: Te amo- me susurró.

Aquello me encendió más. Pasé de sus labios a su cuello, y mis manos de su


vientre a sus pechos, eran muy suaves y tenía los pezones erectos al igual que yo,
no dudé en apretujarlos con mis dedos índice y pulgar.

Ali: Mmm- gimió en mi oreja calentándome más.

Su mano se escurrió por el pantalón y por mis bragas mojadas haciendo contacto
directo con mi intimidad. Pasó sus dedos por toda mi apertura embadurnando sus
dedos con mis flujos. Luego subió un poco la mano y empezó a masajear
circularmente mi clítoris. Al principio eran círculos lentos pero poco a poco empezó
a aumentar el ritmo según mi grado de excitación.

Yo: Ahh- grité.

En ese momento no me preocupé por despertar a Marta o a los chicos, estaba


sintiendo como un gran orgasmo estaba a escasos pasos de culminar. Mi cadera se
movía frenéticamente. Alicia deslizó un dedo penetrándome con él, estuvo unos
minutos más cuando sentí una oleada de placer recorrerme el cuerpo.

Yo: ¡Te amo!- exclamé en el punto de mayor éxtasis.

Ali: Y yo a ti, mi amor- me susurró dándome un suave beso.

En ese mismo instante me desperté agitada, con el corazón a mil por hora y una
capa de sudor recubriéndome la frente. Abrí los ojos y observé a mí alrededor.
Alicia seguía abrazada a mí, durmiendo plácidamente. Todo seguía exactamente
igual. ‘Ha sido un sueño, ha sido un maldito sueño’ pensé. Sentía que estaba
mojada, eso fue lo único de real que había tenido ese sueño. Las lágrimas mojaron
mi cara, cómo deseaba que hubiera sido real pero tan solo había sido un sucio
juego de mi subconsciente. Intenté tranquilizarme abrazando con fuerza a Alicia,
poco a poco me fui relajando hasta que me quedé dormida.

Por la mañana desperté a causa de un movimiento a mí lado. Abrí los ojos y vi a


Alicia, se estaba estirando.
Ali: Perdona, te he despertado- se disculpó mirándome.

Yo: No pasa nada- le quité importancia al asunto.

Me froté los ojos con las manos quitándome las legañas, después bostecé y me
estiré. Miré a la izquierda y vi que Marta no estaba.

Yo: ¿Y Marta?- le pregunté.

Ali: Supongo que ya se ha levantado- me contestó.

Nos quedamos en silencio, las dos estábamos sentadas.

Ali: Ainhoa, quiero hablar sobre lo que sucedió ayer- me susurró girando el cuello
hacia mí.

Yo: No creo que sea un buen momento para hablar de eso- le contesté
rápidamente, evidentemente hacía referencia al beso.

Anoche tenía unas ganas terribles de saber que era lo que había significado aquel
beso, pero en ese momento no quería saberlo, no quería hablar de ello. Mi cabeza
tenía la esperanza de que quizás aquel beso había significado lo que yo tanto había
deseado, que ella me quisiera de la misma forma en que yo lo hacía. Por esa
misma razón no quería que me lo aclarase, porque probablemente aquel roce
entre nuestros labios tan solo se había debido al alcohol que Alicia ya llevaba
encima. Y no quería llevarme otra decepción, desde luego que no. Era feliz
pensando lo que pudo haber significado, no sabiéndolo.

Ali: Pero Ainhoa…- la interrumpí.

Yo: Alicia, no quiero hablar de eso- contesté mientras me levantaba rápidamente y


salía de la habitación dejándola sola.

Mi comportamiento fue de todo menos maduro. Era típico de mí, me enfrentaba a


una situación que me daba miedo y en vez de plantar la cara y hacerle frente huía
como una cobarde. Tal vez me había merecido todo el sufrimiento que había
vivido. Tal vez no mereciese ni una oportunidad con Alicia.

Sergio: Buenos días mí amor- me saludó abrazándome por la cintura.

Yo: Buenos días- contesté fría y evitando el contacto- Buenos días a todos- saludé,
en la cocina estaban Marta, Sebas, Javi y Andrés.

Andrés: ¿Y Alicia?- me preguntó.

Yo: Sigue en el cuarto- le contesté sentándome en la mesa- ¿Hay algo para


desayunar?
Marta: Tú eliges, cereales, cereales o cereales- me dijo dando un sorbo a una taza
de café.

Yo: ¿Y café?- le pregunté.

Marta: Tan solo quedaba este, pensé que te levantarías más tarde y que no te
apetecería desayunar- se excusó.

Yo: No pasa nada- dije cogiendo un bol.

Puse los cereales y la leche y empecé a comer, tenía mucha hambre. Al poco rato
Ali se dejó ver, tenía los ojos rojos y aguados, instantáneamente sentí un pinchazo
de angustia.

Andrés: Hola mi vida- la saludó besándola.

Ali: Buenos días- saludó carraspeando su garganta.

Marta: ¿Te encuentras bien?- le preguntó al mirarle a los ojos.

Ali: Sí, no me pasa nada. Siempre que me levanto tengo los ojos un poco
hinchados- mintió sentándose.

Todos empezaron a hablar y a comentar cosas mientras desayunábamos, todos


menos Alicia y yo. No tenía ánimo para charlar. Terminé de beber la leche
rápidamente, lo puse en el fregadero y me fui al cuarto a vestirme.

Yo: Me marcho ya, tengo cosas que hacer en casa- dije entrando al comedor.

Marta: ¿Tan pronto?- me preguntó reprochándome.

Yo: Me han llamado mis padres, dicen que la semana pasada ya me libré de la
limpieza general de la casa y que esta vez ya no me escabulliría- contesté
encogiéndome de hombros.

Marta: Está bien- aceptó.

Yo: Muchas gracias por todo- le agradecí abrazándola.

Marta: No hay de qué- me contestó besándome la mejilla.

Sergio: ¿Quieres que te acompañe?

Yo: No hace falta.

Me despedí de cada uno, de Alicia tan solo con una mirada y partí hacia mi casa.
Cuando llegué dejé las cosas y tal y como me dijeron comencé a limpiar, que tarea
tan divertida. Pasaron dos días en los que Alicia intentó comunicarse conmigo de
todas las maneras posibles: llamándome, enviándome mensajes, viniendo a casa y
tocando el timbre y a través de Marta y Javi. A cada uno de todos los intentos de
hablar conmigo yo rechacé o escapé, no quería afrontar un tema de tal magnitud,
tenía miedo de acabar sufriendo de nuevo.

Marta: No sé cuál es el problema que tenéis ahora, pero evitarlo no hará que
desaparezca, lo único que hará será aumentar de tamaño. Tarde o temprano
tendrás que afrontarlo, y puede que cuando decidas hacerlo ya sea demasiado
tarde. No eches a perder tú amistad con ella por esto, no lo permitas- me
aconsejó.

Estaba tumbada en mi cama, Marta volvía a intentar convencerme de hablar con


Alicia, esta vez por su propia cuenta. Ya no sabía qué hacer, me estaba ahogando
a mí misma.

Marta: Me tengo que marchar ya, mi madre me espera en casa y ya es tarde- me


anunció.

Yo: Dale recuerdos de mi parte, a Laura también- le recordé.

Marta: De acuerdo. Piensa bien lo que te he dicho, creo que vuestra amistad está
por encima de eso- me besó en la frente y salió dejándome sola

Lo que más odiaba de todo eso es que sabía que tenía razón, si no hacía algo ya
acabaría por romper nuestra amistad para siempre. Pero tan solo el hecho de
pensar escucharla decir que no me amaba me aterrorizaba, no sabía si aguantaría
verla sabiendo lo que algún día pudo haber. En ese momento recibí un mensaje al
móvil que me sacó de mis pensamientos.

‘Por Dios Ainhoa, escúchame o dime algo, tú indiferencia me está matando.


Tenemos que hablar. Atte. Alicia’

Estuve unos cuantos minutos pensando. Sabía que tarde o temprano sabría la
respuesta, tan solo era cuestión de tiempo. Decidí que contra antes lo supiese,
antes me haría a la idea. Odiaba ser tan lenta y estúpida a la hora de tomar
decisiones.

‘Está bien. Dime dónde y cuándo. Atte. Ainhoa’

¿Te va bien venir a mí casa ahora? Atte. Alicia’

‘De acuerdo, ahora voy. Atte. Ainhoa’


Ya eran las ocho, un poco tarde, pero salí de la cama y me metí en el baño para
arreglarme, no quería retrasar la conversación. Tarde o temprano íbamos a
tenerla. Me peiné, me puse los zapatos, dejé una nota a mis padres, cogí las llaves
y conduje hasta su casa. Estaba muy nerviosa, una mitad de mi quería saber las
miles de respuestas a mis preguntas, pero la otra parte de mi estaba acojonada.
Cuando llegué a su casa ya era bien de noche, apagué las luces y el motor. Me
replanteé seriamente volver a encender el motor y salir pitando de ahí, pero me
armé de valor y salí del coche, eso no hubiera sido para nada maduro, y ya había
hecho el tonto lo suficiente. Caminé con paso seguro y toqué el timbre, ya no
había vuelta atrás.

Ali: ¿Sí?- preguntó por el telefonillo.

Yo: Soy Ainhoa- le dije.

Ali: Sube- contestó abriéndome la puerta.

Llamé el ascensor, esperé a que estuviera abajo y subí. En menos de quince


segundos ya estaba enfrente de su puerta.

Yo: Hola- la saludé nerviosa.

Ali: Hola- dijo cerrando la puerta.

Di un par de pasos y me di la vuelta para mirarla.

Ali: ¿Quieres algo de beber? Agua, un refresco…- me ofreció.

Yo: No, no tengo sed. Gracias- rechacé cortés.

Ali: Vamos a sentarnos.

Dejé mi bolso en la mesa y me senté junto a ella en el sofá, el ambiente estaba


muy tenso.

Ali: Bueno, creo que es mejor que empiece yo a hablar- me dijo con una sonrisa
nerviosa.

Yo: Está bien.

Ali: La noche del cumpleaños de Marta, después de…besarnos, me preguntaste


qué había significado ese beso- yo asentí- Pues ese beso significó para mi…
alegría, ya que no sabes cuánto tiempo había estado deseando hacerlo, significó
miedo a qué me rechazases, a que me humillaras…- la interrumpí.

Yo: Yo jamás haría eso- le contradije con el cejo fruncido.

Ali: Por favor no me interrumpas o no voy a poder acabar ya que esto es


realmente difícil para mí. Significó asombro, yo misma ni siquiera me creía lo que
acababa de hacer. Pero sobre todo, aquel beso significó todo lo que siento por ti,
todo lo que me haces sentir cada vez que me miras, cada vez que me hablas, cada
vez que estás a mi lado, cada vez que me tocas. ¿Ves? Ahora mismo mi corazón
está a punto de explotar- me dijo esto último poniendo mi mano sobre su pecho,
se podía notar perfectamente el acelerado batir de su corazón.

‘Dios mío, no puede ser que me esté ocurriendo esto’ pensé para mí misma.

Ali: Ese beso significó lo más precioso para mí, lo más increíble y tierno que me
había ocurrido jamás, lo que había estado anhelando durante meses y meses, la
razón por la que he llorado y sufrido tanto. Yo, Ainhoa…te amo- me susurró.

No podía dar crédito a lo que había escuchado. Me había quedado mirándola,


esperando a que empezara a reírse diciendo que tan solo era una broma. Pero no,
ahí estaba ella, abriéndome su corazón y dejándome escuchar lo que tanto había
deseado. Me levanté dándole la espalda y me llevé las manos a la cabeza, no
podía creérmelo, no podía. Quería llorar de lo feliz que estaba.

Ali: Ainhoa por Dios dime algo- me dijo con la voz quebrada.

Me giré y la miré, tenía los ojos aguados. Me senté y le cogí las manos.

Yo: Cuando tuve el accidente no tenía ni idea de quiénes erais, no conocía a nadie,
no recordaba nada. No sabía si tenía un hermano, una hermana, si tenía padres o
no, no recordaba absolutamente nada. Me sentía sola, tenía un enorme vacío en
mi interior que hacía que cada noche llorase y llorase, me sentía indefensa. Estaba
aterrada. Cuando me dijeron quiénes erais me dio completamente igual, podría
incluso haberte confundido con mi madre, no tenía ni idea de que hacía allí. Me
dijeron que Sergio era mi novio, y apenas pude creerlo. No sentía absolutamente
nada hacia él, probablemente le tenía más cariño a la cama. Evidentemente
cortamos. Fueron pasando los días, la cercanía que tenía cada día con vosotros
hacía que tuviera nuevos sentimientos y recuerdos. Acabé sintiendo por todos una
gran amistad, pero contigo fue diferente. No quería aceptarlo, pero cada día me
pillaba mirándote con una sonrisa boba en la cara, pensando en ti, en lo que
habías hecho durante el día, en tu voz… No había momento en el que no
estuvieras presente en mis pensamientos. Ya sabía lo que me ocurría contigo, pero
no quise aceptarlo hasta el cumpleaños de Lidia. No sabes lo que me costó aceptar
que estaba enamorada de ti. Entonces fue pasando el tiempo, y yo intentaba de
todas las formas posiblemente humanas sacarte de mi cabeza, no podía
resignarme a estar enamorada de ti. Pensaba que dos mujeres no podían estar
juntas, tú ya tenías a Andrés y yo me desarmaba por completo viendo lo felices
que estabais, los besos que te daba, las caricias. Cuando recuperé la memoria por
completo, mis sentimientos hacia ti se volvieron mucho más fuertes, pero también
aparecieron sentimientos por Sergio. Yo a él le quiero mucho. Pero si te he
contado todo esto es para que sepas una cosa, y es que te amo- me desahogué.

Ella se quedó boquiabierta, no sabía que pensar. Ella puso su mano en mi mejilla,
se acercó a mí y cerró sus ojos dándome un tierno beso que yo no esperaba. Sin
ser consciente de mis actos puse mi mano en su nuca acercándola más a mí
dejándome llevar por lo que sentía. Sentía sus perfectos y carnosos labios
haciendo maravillas en mí, como en la primera vez que me besó aparecieron
mariposas en mi vientre, mi respiración se agitó al tener un contacto tan cercano a
ella. Lo estaba disfrutando pero de repente la imagen de Sergio apareció en mi
cabeza, me separé rápidamente de ella. Me sentía tremendamente culpable.

Yo: No, Alicia yo…lo siento. No puedo hacerle esto a Ser…- me interrumpió.

Ali: No lo digas, por favor no lo digas, porque si lo dices no sé si tendré el valor


suficiente como para volverte a mirar a la cara- me dijo cerrando los ojos.

Yo: Lo siento- me excusé, en el fondo sabía que no merecía su perdón.

Ali: Llevo dos años enamorada de ti, el primer día que te vi algo cambió dentro de
mí, cuando te acercabas me ponía inexplicablemente nerviosa, tu sonrisa era el
foco de atención de mi mirada, estaba absolutamente embelesada por tu
presencia. Pero tú estabas saliendo con Sergio, si ya era imposible poder salir
contigo por el simple hecho de ser mujer, saliendo con Sergio era algo impensable.
Intenté odiarte, de verdad que lo intenté, pero de cada vez te veía más perfecta.
Empecé a salir con Andrés para olvidarte, pensaba que si salía con él llegaría a
amarle tanto como a ti, pero no ha dado resultado. Yo a él no le amo, te amo a ti.
Así que no termines esa frase, porque no es justo. Te besé, y tú después me
besaste a mí. Ese beso tuyo me dio esperanza, pequeña, pero esperanza al fin y al
cabo. No puedes decirme eso y echar a perder la poca ilusión que tenía tras dos
años amándote en silencio, no es justo que me la arrebates Ainhoa, no es justo-
me explicó.

Durante toda su explicación había tenido los ojos mojados, pero al terminar
empezó a llorar a lágrima viva, se me encogió el corazón.

Yo: Por Dios, no llores, no llores- le dije abrazándola fuertemente- No soporto


verte llorar.

Ali: No es justo, no es justo- sollozó.

Me sentía mal, y lo peor de todo es que llevaba toda la razón del mundo. ¿Dos
años enamorada de mí? Si yo ya lo había pasado mal y no llevaba ni un año, no
quería ni imaginarme cómo debería de haber pasado estos dos años Alicia.
‘Ainhoa, ¿has escuchado lo que te ha dicho? ¡Te ama! ¿Por qué te comportas así?’

Ali: ¿Tú me amas?- me preguntó.

¿Qué si la amaba? Con toda mi alma. Me separé de ella, limpié sus lágrimas y la
miré a los ojos.

Yo: Sí- afirmé firmemente y sin pensarlo.

Ali: Entonces bésame- me pidió con la voz rota.


Esta vez sí pensé realmente lo que hacía, pero aquello no impidió que actuase
rápidamente. Cerré mis ojos y la besé sintiendo como mis labios se fundían con los
suyos. Estaban mojados y tenían un sabor salado a causa de su llanto pero no me
importó, pasé mi lengua por sus labios limpiando el rastro de su llorar. Ella se
estremeció ante este acto. Estaba extasiada, no sabía si era de día o de noche, me
perdí en su aroma y en la textura de su boca. Ella introdujo su lengua tímidamente
con temor a ser rechazada. Sin dudarlo abrí mi boca un poco más para dejar que
nuestras lenguas se encontraran por primera vez. Al tocarse creí que moría, era
tan cálida y suave… El vello se me erizó. Ella puso fin al beso separándose un poco
de mí, emití un sonido de disgusto ya que yo quería más. Juntamos nuestras
frentes, no quise abrir los ojos por temor de que fuera todo un sueño, pero su voz
en mi oído hizo que desechara aquella idea.

Ali: Te amo- me susurró débilmente.

Abrí los ojos lentamente y la miré, ella estaba con una sonrisa, no dudé en
responderla con otra de mi parte. Alargué mis brazos y la atrapé en un tierno
abrazo, metí mi cabeza en su cuello y las lágrimas empezaron a brotar de mis
ojos.

Ali: ¿Qué te ocurre?- me preguntó preocupada.

Yo: No me puedo creer que me correspondas, que me quieras de la misma manera


que yo- contesté.

Ali: Yo tampoco, esto era con lo que soñaba cada noche- me dijo separándose de
mí- ¿Por qué me ignorabas?

Yo: No quería que me dijeses que ese beso había sido un error y que jamás habría
tenido que ocurrir. Tenía miedo- le respondí mirándola.

Ali: Y, ¿te arrepientes de haber venido?- me preguntó.

Yo: No, no me arrepiento- contesté sonriendo- ¿Por qué me besaste? Es decir,


¿qué fue lo que te impulsó a hacerlo?

Ali: Los celos- me dijo un poco avergonzada.

Yo: ¿Los celos?

Ali: Habíamos pasado unos días muy agradables y apenas te había visto con
Sergio. Pero cuando salí del trastero os vi en la cocina besándoos con desespero,
el no dejaba de tocarte. Cuando nos encerraron estaba enfadada, pero no contigo,
con Sergio, estaba realmente celosa de él y bueno, éstos me impulsaron a
besarte- me confesó.

Yo: Te perdono- le solté.

Ali: ¿Cómo?- preguntó desconcertada.


Yo: Antes de besarme, me pediste perdón. Te perdono- le expliqué, ella sonrió.

Ali: Y si hago esto- se acercó a mí y me besó apasionadamente- ¿Me perdonas?

Yo: Sí, te perdono- contesté, tardé un poco ya que me había dejado descolocada.

Ali: Y con esto…- volvió a besarme, esta vez fue más intenso e introdujo su lengua
haciendo estragos en mi interior- ¿También me perdonas?

Yo: Ujum- murmuré ya que nada más terminar el beso yo volví a empezar otro.

Sus labios eran una droga para mí, de cada vez quería más y más, me estaba
volviendo loca. Ali se puso encima de mí de manera que quedé sentada con la
espalda apoyada en el respaldo del sofá y ella a horcajadas sobre mis piernas. Al
cabo de un buen rato sentí como me vibraba la pierna.

Ali: Te llaman al móvil- me dijo separándose, pero volví a besarla.

Yo: Que llamen- contesté.

Seguimos besándonos pero unos minutos después volvió a sonar.

Ali: Ainhoa cógelo- me dijo.

Yo: No quiero- me negué aún en sus labios.

Ali: Puede ser importante- me reprochó.

Ante tanta insistencia no me quedó otra que responder.

Yo: ¿Sí?

Lucía: Ainhoa, ¿dónde estás?

Yo: Estoy en casa de Alicia

Lucía: ¿No era que no querías hablar con ella?

Yo: No quería, pero tarde o temprano tendría que hacerlo-.

Lucía: Está bien. ¿Sabes a qué hora llegarás a casa?

Yo: Pues no lo sé, no tardaré mucho.

Lucía: Vale, te llamaba tan solo para saber dónde estabas.

Yo: Te he dejado una nota sobre la encimera.


Lucía: ¿Ah, sí?...Anda, es verdad. No la había visto. Bueno te dejo, no vengas
tarde.

Yo: De acuerdo. Te quiero. Adiós.

Lucía: Adiós cariño.

Colgué, me metí el móvil de nuevo en el pantalón y centré mi atención en Alicia,


quién me miraba de una manera que no sabría explicar pero que me volvía loca.

Yo: Me encanta que me mires así- admití con una sonrisa.

Ali: ¿En serio?- me preguntó con una ceja levantada.

Yo: ¿Qué es lo que no me encanta de ti?- pregunté mirándola.

Ali: Pues muchas cosas probablemente- contestó.

Yo: Te equivocas. Eres preciosa, inteligente, madura, sensible y comprensiva. Eres


una mujer que sabe lo que quiere, firme, seria y extremadamente tierna. Eres la
perfección en persona- le susurré.

Ali: Eso no es cierto- me dijo con las mejillas coloradas.

Yo: Es verdad, no es cierto- noté como su cara se descomponía- Se me había


olvidado decir lo dulce que eres.

Me acerqué y la besé, el poder hacerlo cuando se me antojase me llenaba de


alegría. Pocos segundos después Ali se separó.

Ali: Espera, espera.

Yo: ¿Qué ocurre?- le pregunté extrañada.

Ali: Necesito que me aclares algo antes de que todo esto vaya a más y acabemos
las dos sufriendo por un malentendido. ¿Qué somos?- me preguntó mirándome
fijamente.

Esa pregunta había acabado con la maravillosa tarde que habíamos tenido, y por la
expresión que hice con mi rostro ella se dio cuenta de eso.

Yo: No lo sé- admití- Te amo, te amo muchísimo, pero también está Sergio-
contesté, ella al oír esto se quitó de encima de mí visiblemente molesta.

Yo: Ali…- la llamé a modo de reproche.

Ali: No, continúa con lo que decías, quiero saber lo que sientes- me dijo, pude
notar en su voz cierto enfado.
Yo: ¿Estás segura?- quise saber.

Ali: Sí- afirmó seria.

Yo: Os quiero a los dos, sois muy importantes para mí. Mis sentimientos hacia
Sergio no son exactamente iguales a los que siento por ti, pero se asemejan. Le
quiero mucho y él me ha ayudado cuando he estado mal y tan solo he tenido
ganas de llorar y…

Ali: Fuera- me interrumpió levantándose.

Yo: ¿Qué?- pregunté desconcertada.

Ali: ¡Fuera!- me gritó abriéndome la puerta, estaba llorando.

Yo: Pero Ali…

Ali: ¡Que te largues!- se acercó a mí, me cogió por el brazo y me dio mi bolso.

Yo: No me has dejado acabar- le dije.

Ali: Vete- contestó ignorándome.

Yo: Me dijiste que querías saber lo que sentía, te advertí y me dijiste que
continuase- le reproché.

Ali: Eso no significa que sea imbécil. ¿Qué querías, experimentar cómo era estar
con una mujer? ¿Era eso?- me preguntó.

Yo: ¿Qué? ¡No! Por supuesto que no- negué rápidamente.

Ali: ¿Y entonces por qué demonios me besas y después me dices que quieres a
Sergio?- me encaró cerrando la puerta

Yo: ¡Por qué es la verdad! Mira, me has dicho que te diga lo que siento, y eso es lo
que he hecho. Le quiero, es verdad, pero hay una diferencia entre vosotros dos. A
Sergio le quiero, pero yo a ti te amo- le confesé con la voz más calmada.

Ali: Ainhoa, no te quiero compartir- sollozó abrazándome.

Yo: No me vas a compartir- le susurré.

Acaricié su espalda intentando reconfortarla. Estuvo un par de minutos abrazada a


mí desahogándose.

Ali: Ainhoa si no tengo ninguna posibilidad contigo dímelo, no quiero hacerme


ilusiones para que después me duela más- me dijo separándome de mi.
Yo: ¿No me has oído? Te amo Alicia, te amo. Siento haberte hecho creer que
Sergio era más importante, tú me pediste que te dijera lo que sentía, y no me
dejaste acabar- le dije.

Ali: Entonces acaba- me pidió.

Yo: Contigo me siento feliz, me siento completa. He estado todos estos meses
reprimiendo un sentimiento que al principio no quería que naciese, pero que más
tarde no pude evitar. Realmente lo he pasado muy mal pensando en que no podría
estar contigo, pero créeme cuando te digo que esta última hora me ha hecho ver
que amarte es lo más bonito que me podría haber pasado. Te amo Alicia, y eso es
algo que nada ni nadie va a poder evitar- me sinceré mirándola fijamente.

Ali: ¿De verdad?- me preguntó con una media sonrisa.

Yo: De verdad- afirmé.

Dicho esto se acercó a mí y me besó dulcemente, yo puse mis manos en su


cadera. No sé cuánto tiempo estuve aferrada a sus labios, pero por mucho rato
que estuviera no tenía suficiente. Puse fin al beso muy a mi pesar, ya que sabía
que si no lo hacía en ese momento no lo haría nunca.

Yo: Creo…creo que tengo que irme ya- dije ida, sus besos me enloquecían.

Ali: Está bien- me dijo.

Cogí mis llaves que estaban sobre la mesa, me colgué el bolso y abrí la puerta.

Ali: Conduce con cuidado- me avisó.

Yo: Lo haré- contesté sonriendo.

Me di la vuelta para llamar el ascensor.

Ali: Ainhoa- me llamó.

Yo: ¿Sí?- dije pulsando el botón del ascensor.

Ali: Te amo- me dijo desde la puerta.

Yo: Y yo a ti- le contesté con una sonrisa.

Llegó el ascensor, abrí la puerta y me fui. Cuando llegué abajo entré en el coche y
conduje hasta mi casa. Por el camino no podía evitar una sonrisa recordando todo
lo que había sucedido aquella noche. ‘Te amo’ Resonaba su voz en mi cabeza como
si de eco se tratase. Llegué a casa, subí en el ascensor y abrí la puerta.

Yo: Ya he llegado- anuncié entrando al comedor.


Pero al entrar me quedé estática en el lugar.

Sergio: Hola mi amor- me saludó acercándose y dándome un beso.

Yo: ¿Qué haces aquí?- le pregunté sorprendida.

Sergio: Pasaba por aquí y ya que estaba cerca decidí subir a saludarte. No estabas
pero tú madre me dijo que no tardarías mucho así que esperé a que vinieras- me
explicó- ¿No te alegras de verme?

Yo: No, no, no es eso. Es solo que no me lo esperaba- contesté con una sonrisa.

Me sentía realmente incómoda, acababa de estar con Alicia y ahora venía el a


complicarme la existencia.

Sergio: ¿Te encuentras bien? Te noto rara- me preguntó.

Yo: Sí, es solo que estoy cansada. Deberías irte- le expliqué.

Sergio: Está bien- me dijo no muy convencido del todo- Te amo- me dijo
besándome.

Yo: Adiós- me despedí esquivando el beso, cosa que le desconcertó.

Cuando escuché la puerta de la entrada cerrarse suspiré. Dejé mi bolso y fui a la


cocina.

Yo: Hola- saludé a mis padres- ¿Cuánto rato lleva aquí Sergio?

Antonio: Un par de minutos nada más- me contestó.

Lucía: ¿Tienes hambre?- me preguntó.

Yo: Mucha- respondí.

Lucía: Venga ve a ponerte el pijama, te esperamos para cenar- me dijo.

Me fui a mi cuarto, me desvestí y me puse un pijama ligero, hacía mucho calor.


Volví a la cocina y ya estaban los platos servidos.

Antonio: Te veo muy alegre. ¿Ha pasado algo?- me preguntó.

Yo: No, la verdad es que no- mentí reprimiendo una sonrisa.

Antonio: Tú cara no dice lo mismo- me dijo.

Yo: En serio, no ha pasado nada- insistí.


Antonio: Si tú lo dices…

Terminamos de cenar, ayudé a fregar los platos y nos sentamos en el sofá a ver la
tele. Estuvimos hasta las tantas y cuando yo ya no pude aguantar más les deseé
buenas noches y me fui a la cama. Me tumbé, me cubrí con una fina sábana y
cerré los ojos con la intención de dormir. A los pocos segundos recibí un mensaje
al móvil.

‘Ali: Te echo de menos’

Sonreí al leer el mensaje, no tardé en contestarle.

‘Yo: Yo también, echo de menos tus besos’

‘Ali: ¿Mis besos? ¿Qué tienen de especial mis besos?

‘Yo: Pues que son tuyos’

‘Ali: ¿Y eso los hacen especiales?’

‘Yo: Eso los hacen muy especiales’

‘Ali: Ya, seguro… ¿Qué haces?’

‘Yo: Estoy en la cama, iba a dormir’

‘Ali: ¿Te he despertado?’

‘Yo: No, me acabo de acostar’


‘Ali: Entonces te dejo dormir’

‘Yo: Si no tuviera tanto sueño reprocharía eso, pero estoy agotada’

‘Ali: No te preocupes, descansa’

‘Yo: De acuerdo, buenas noches. Te amo’

‘Ali: Buenas noches, yo también te amo’

Dejé el móvil sobre la mesita de noche y me dormí con una sonrisa en la cara.
Desperté la mañana siguiente con una capa de sudor en todo el cuerpo, hacía un
calor insoportable. Lo primero que hice nada más levantarme fue darme una
ducha, después desayuné junto a mis padres. El tiempo pasó normal, estuve un
rato en el ordenador, vi la tele y salí con mi padre a comprar un par de cosas para
la comida. Era por la tarde cuando me llamaron al móvil mientras leía, corrí hasta
mi cuarto dónde había dejado el móvil cargando y contesté sin mirar quien era.

Yo: ¿¡Sí!?- exclamé antes de que colgaran.

Ali: Cualquiera diría que te alegras de que te llame- dijo fingiendo estar ofendida.

Instantáneamente sonreí al escuchar su voz.

Yo: Me he recorrido toda la casa para coger el móvil antes de que saltara el
contestador de voz. Ni siquiera sabía que me llamabas tú- le dije.

Ali: ¿Entonces si lo hubieras sabido lo no habrías cogido?- preguntó.

Yo: Claro que lo hubiera cogido, tonta. ¿ Por qué no lo hubiera hecho?- le
pregunté.

Ali: No lo sé, quizás ya te has cansado de mí- me contestó

Yo: Eh, no digas eso ni en broma. Te amo mucho- la regañé cerrando la puerta
para que no me escucharan.
No estaba delante de ella, pero supe que había sonreído.

Ali: Baja al portal- me dijo.

Yo: ¿Al portal? ¿Por qué?- le pregunté extrañada.

Ali: Porque estoy abajo- me dijo colgando.

Me alejé el móvil de la oreja y lo miré, después lo guardé. Me puse los zapatos,


cogí un bolso con un par de cosas y salí.

Yo: Me voy, he quedado- avisé antes de salir.

Bajé por el ascensor, me dirigí al portal y salí afuera. Ali estaba apoyada en la
pared con las manos detrás de ella.

Yo: ¿Qué haces aquí?- le pregunté sorprendida.

Ali: Quería verte- me contestó dándome un beso.

Yo: ¿No te importa que la gente nos vea?- le pregunté.

Ali: No. ¿Tú sabes cuánto he soñado con esto? No voy a permitir que lo que
piensen los demás me lo arruinen. ¿A ti te molesta?- quiso saber.

Yo: Pienso lo mismo que tú- contesté.

Ali: Mira eso- me dijo señalándome un punto detrás de mí.

Me giré para ver lo que me había indicado pero no había nada. Cuando me volví a
girar para preguntarle tenía tres claveles rojos atados con un lazo enfrente de mí,
era mi flor favorita.

Yo: ¿Y esto?- le pregunté cogiéndolos.

Ali: Son para ti- me respondió con una sonrisa.

Yo: ¿Por qué?- volví a preguntarle.

Ali: Porque te amo- contestó.

Acerqué los claveles a mi nariz e inspiré captando su olor. Después miré a Ali y le
sonreí.

Yo: Gracias, no tenías porque- le agradecí dándole un beso- ¿Cómo sabías que
eran mis favoritas?

Ali: Trucos en la manga, ponlas en agua, si no se marchitarán- me dijo.


Yo: Ven, sube conmigo- la cogí de la mano y subimos a mi casa.

Lucía: ¿Y esas flores?- me preguntó al verlas.

En ese momento me quedé en blanco, no había pensado en qué decirle. No quería


decirle la verdad, ya que con eso tendría que explicar lo mío con Alicia, cosa que
no tenía muchas ganas de hacer.

Ali: Estaban en el buzón, al parecer tiene un admirador secreto- mintió


rápidamente.

Lucía: ¿Y cómo sabes que son para ti?- volvió a preguntar.

Yo: Había una nota- dije.

Lucía: ¿Y dónde está?- volvió a preguntar señalando el ramo.

Ali: La he tirado. O sea ella, la ha tirado- explicó nerviosa.

Lucía: ¿Por qué?- preguntó por cuarta vez.

Yo: ¡Mamá! ¿Hay algún florero en el que las pueda poner?- le pregunté cambiando
el tema.

Lucía: Claro, ahora te lo doy- respondió yéndose a buscarlo, nosotras nos fuimos a
mi cuarto.

Lucía: Aquí tienes- me dijo dándome un florero azul con un poco de agua y se fue.

Ali: Joder con tú madre. ¿A qué viene tanta pregunta?- preguntó suspirando
tumbándose en la cama.

Yo: Supongo que le ha extrañado que tenga un ‘admirador secreto’- le dije


remarcando esto último.

Ali: ¿Qué querías que le dijera? Tú no ibas a decir nada, y supongo que no estabas
a favor de contarle lo nuestro- me dijo subiendo las cejas.

Yo: No sé, pero ahora estará dándome la lata con quién podría ser mi admirador
secreto- contesté poniendo las flores en el agua.

Ali: Podríamos decirle la verdad- me dijo.

Me di la vuelta ya que estaba de espaldas a ella y la miré.

Yo: Creo que es muy pronto, no llevamos ni un día. Además, ¿qué le digo que
somos? No somos novias, tanto tú como yo tenemos una relación- le dije.

Ali: Yo tengo una relación con alguien que no amo- contestó.


Yo: Quiero a Sergio y no deseo hacerle daño, aunque eso es inevitable. Dame mi
tiempo para poder pensar que decirle cuando le deje- le pedí cogiéndole las
manos.

Ali: Tengo que hacerte una pregunta, y quiero que me contestes sinceramente-
me dijo.

Yo: Está bien.

Ali: ¿Estás segura que es conmigo con quién quieres estar?- me preguntó
mirándome fijamente a los ojos.

Yo: Te amo Ali, quiero estar contigo- le afirmé.

Cogí su cabeza con mis manos, me acerqué y la besé con ternura.

Yo: ¿Y tú estás segura que quieres estar conmigo?- le pregunté separándome.

Ali: ¿Aún tengo que contestar a eso?- me dijo abrazándome por la cintura- ¿Acaso
no lo he demostrado ya?

Yo: La gente cambia de opinión- miré al suelo.

Ali: ¿Sabes lo que quiero?- me preguntó.

Yo: Dime.

Ali: Te quiero a ti- contestó volviendo a unir nuestros labios.

Sus manos acariciaban mi espalda lentamente de arriba abajo mientras que yo


acariciaba su cabeza jugando con su pelo. Dios, la amaba tanto, no podía creer
que el corazón no me explotase ante tanto amor. Su lengua jugueteaba con la mía
intercambiando nuestras salivas, recorriendo nuestras bocas. En ese momento
oímos unos pasos acercándose y la puerta abrirse haciendo que nos separásemos
velozmente.

Lucía: ¿Tienes ropa oscura que poner a lavar? Voy a poner la lavadora- me
preguntó.

Yo: No, no tengo nada- contesté nerviosa y agitada.

Lucía: Vale, ya no os molesto más- dijo saliendo y cerrando la puerta tras de sí.

Miré a Alicia, ella tenía los ojos un poco abiertos ante el susto y la respiración
acelerada al igual que la mía.

Ali: Vamos a dar una vuelta- propuso.

Yo: Sí, creo que es lo mejor- asentí.


Cogí mi bolso, metí un par de cosas y nos fuimos a un parque que estaba al lado
de mi casa.

Ali: ¿Entonces ya has elegido lo que quieres estudiar?- me preguntó.

Caminábamos lentamente cogidas de la mano observando los pájaros revolotear


en el aire y los niños jugar en la arena.

Yo: Quiero ser psicóloga, aunque aquí no hay muchas salidas ya que mucha gente
lo es. Si quiero dedicarme a ello probablemente para sacarme una buena carrera
tendría que estudiar en Barcelona.- contesté.

Ali: No dejes que eso influya en tu elección, si psicóloga es lo que quieres ser,
entonces dedícate a ello. No escojas algo que en lo que quizás tengas más
posibilidades en coger trabajo y no estar a gusto. Escoge realmente lo que desees
estudiar- me aconsejó.

Yo: Jamás haría eso, escoger una carrera de cinco años y arrepentirme. ¿Tú qué
estudiarás?

Ali: Estudiaré enfermería en la universidad, quiero ayudar a la gente- me contestó.

Yo: Eso está muy bien. ¿Serás mi enfermera cuando esté malita?- le pregunté
haciendo un puchero.

Ali: Pues claro, seré tú enfermera- respondió sonriendo.

Yo: Serás una enfermera muy sexy- dije lo primero que se me pasó por la cabeza,
en seguida me avergoncé.

Ali: Con que una enfermera sexy- repitió riéndose.

Yo: Lo siento…- musité.

Ali: ¿Por qué? Estaré encantada de ser tú enfermera sexy- contestó.

Me giré y la miré, ella se acercó a mí y me besó rodeando mi cuello con sus


brazos.

Yo: No sé cómo he podido estar tanto tiempo sin ti- le dije abrazándola.

Ali: Digo exactamente lo mismo. Todo esto me parece tan irreal- admitió.

Yo: ¿Por qué?- le pregunté.

Ali: ¿Tú, enamorada de mí, saliendo conmigo? Ni en mis mejores sueños lo habría
soñado- me contestó.

Yo: Exageras demasiado- le dije sonriendo.


Ali: Para ti puede parecer así, pero esto es lo más bonito que me ha pasado-
contestó estrechándome contra ella- Hace un año me juré a mí misma que si algún
día tenía la posibilidad de salir contigo basaría mi existencia en hacerte sonreír
cada día, en hacerte la segunda mujer más feliz del mundo- me explicó.

Yo: ¿Por qué la segunda mujer más feliz del mundo?- pregunté extrañada.

Ali: Porque la primera sería yo al ver tú sonrisa, al escuchar tú risa, al verte feliz-
me contestó.

Sus palabras me derritieron, no dudé ni un instante en besarla. Jamás me había


sentido igual, sus palabras entraban por mis oídos como la más bella melodía
imaginada y se incrustaban en mi alma como si parte de ella se tratase.

Yo: ¿Se puede ser más dulce y tierna?- pregunté, ni para ella ni para mí, tan solo
era una pregunta que le hacía al mundo.

Ali: El algodón de azúcar es muy dulce y tierno, se deshace en la boca- me


contestó con una sonrisa.

Yo: Bueno, pues tú te deshaces en mi corazón- le dije.

Ali: Te amo, no me cansaré de decírtelo jamás- me susurró.

Le sonreí, la cogí de la mano y continuamos caminando. La tarde se nos pasó así,


entre besos, abrazos, palabras, caricias, amor… Antes de que pudiera darme
cuenta ya estábamos en el portal de mi casa.

Yo: Gracias por esta tarde, ha sido magnífica- le dije.

Ali: Shh, no agradezcas nada, suena como si te estuviera haciendo un favor- me


susurró.

Yo: No quiero que te vayas- le dije.

Ali: Ni yo, pero es tarde y tengo que hacer cosas en casa- me contestó.

Yo: Bueno, entonces ve.

Ali: Te amo- me dijo mirándome con ternura.

Yo: Y yo a ti.

Me acerqué y la besé con cortos y rápidos besos en sus labios haciéndola reír.
Cuando me separé ella puso su mano en mi nuca evitando que me alejara y nos
volvimos a besar, esta vez con más pasión.

Yo: Adiós- me despedí finalmente.


Ella besó su mano y sopló enviándome el beso con una sonrisa, después se dio la
vuelta y empezó a caminar. Suspiré y subí a casa. Me cambié, cené, jugué con mis
padres a las cartas y me fui a dormir acabando otro día. ‘No han pasado más que
un par de horas y ya la echas de menos’ Es lo que tiene el amor ‘Sí, vuelve
gilipollas a todo el mundo, no sé qué es lo que tiene’ No me he vuelto gilipollas
‘No, tú ya lo eras anteriormente.’ Ja ja ja, que gracia ‘¿Verdad que sí? Soy la
monda’ Poco a poco me fui quedando dormida.

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La mañana del día siguiente no hice gran cosa, por la tarde me llamaron al móvil.
Feliz, pensando que sería Ali, contesté.

Yo: Hola cielo- saludé.

Sergio: Hola mi amor- oí su voz al otro lado de la línea.

Inmediatamente al escucharle mi sonrisa se desvaneció de mi cara, tenía más


ganas de recorrerme toda la isla a pie que hablar con él.

Sergio: ¿Cómo estás? Te echo de menos, no nos hemos visto en bastante tiempo-
continuó.

Yo: Ya, he estado ocupada. Con mis padres, la casa, mi hermana, ya sabes- mentí.

Sergio: ¿Te apetece quedar esta tarde?- me preguntó.

Yo: ¿Esta tarde?- dije intentando ganar tiempo para cualquier excusa.

Sergio: Sí, para dar una vuelta o algo.

Yo: Es que…- iba a replicar cuando me interrumpió.

Sergio: Venga no digas que no, quiero verte, te echo de menos. Además vamos a
ir todos, quedaremos mal si no vamos los dos- me informó.

Yo: ¿Todos?- dije interesándome.

Sergio: Sí. Marta, Javi, Andrés, Alicia…

Yo: ¿Alicia va?- volví a preguntar aun habiéndomelo confirmado.

Sergio: Sí, vamos todos- insistió cansado.

Yo: Bueno, está bien. Iré- afirmé con una sonrisa.


Sergio: Genial. Hemos quedado a las cinco en el parque de siempre. ¿Quieres que
vaya a recogerte?- me ofreció.

Yo: No, no hace falta. Saldré con Natalia a mirar un par de cosas que me ha dicho,
ella me acercará- volví a mentir.

Sergio: Bueno, está bien- dijo con un tono de voz raro- Nos vemos allí, te amo.
Adiós.

Yo: Hasta luego- respondí colgando.

No me apetecía en absoluto salir con él, pero si eso me daba una oportunidad para
ver a Ali, me parecía la idea más brillante del mundo. Sí que era verdad eso de
que el amor nos volvía gilipollas a todos. ‘¿Ves? Yo siempre llevo razón. Hasta tú
misma lo admites’ Anda, calla boca chancla. Me metí en la ducha para refrescarme
un poco, hacía un calor abrasador. Salí envuelta en una toalla y cogí el móvil con
intención de llamar a Alicia, pero éste empezó a vibrar indicando una llamada
entrante. Vi el número y sonreí instantáneamente.

Yo: Buenos días- saludé.

Ali: Hola- contestó alegremente.

Yo: Ahora mismo iba a llamarte- le dije.

Ali: ¿A sí? ¿Y para qué querías llamarme?- me preguntó.

Yo: Pues porque quería escucharte- contesté.

Ali: Que tierna. ¿Vas hoy al parque, verdad?- me preguntó.

Yo: Sí, me ha llamado Sergio. En un principio no quería ir, pero cuando me dijo
que ibas a ir tú enseguida le dije que sí- respondí con una sonrisa.

Ali: A mí me ha pasado lo mismo con Andrés. ¿Quieres que vaya a buscarte?-


ofreció.

Yo: Claro, pero tendremos que ir pronto, Sergio también se ha ofrecido y le he


dicho que me acercaría mi hermana- le expliqué.

Ali: Vale, ahora salgo. En media hora estoy allí- me dijo.

Yo: Está bien. Hasta luego. Te amo- me despedí.

Ali: Yo también- me colgó.

Dejé el móvil, cogí una toalla y empecé a secarme el pelo. Me vestí, me peiné y
esperé con impaciencia a que Alicia tocara el timbre. Al cabo de una media hora,
tal y como ella dijo, tocó el timbre y bajé.
Yo: Hola- saludé sonriendo.

Ali: ¿Soy yo o cada día estás más bella?- preguntó besándome.

Le respondí al beso y llevé mis manos a su cuello.

Yo: Eres tú- contesté sonriendo.

Ali: Sí, yo soy la mujer más afortunada del mundo- contestó volviéndome a besar.

Solté una pequeña carcajada y atrapé sus labios con los míos. Aun no se me iba
aquel hormigueo en mi vientre al besarla.

Yo: Vámonos ya, que si no Sergio nos verá llegando juntas- le dije cogiéndola de
la mano.

Ella me sonrió y empezamos a caminar. Tardamos alrededor de quince minutos en


llegar donde habíamos quedado.

Ali: Tanta prisa para que no haya nadie- me dijo mirando a nuestro alrededor para
ver si estaban.

Yo: Más vale prevenir que curar- contesté

Ali: Bueno, mejor. Más tiempo para nosotras- dijo apoyando su espalda contra un
árbol.

Me cogió los brazos y me acercó peligrosamente a ella.

Yo: Ali aquí no, en cualquier momento pueden…- me interrumpió besándome.

Ali: Shh, no te preocupes. Tan solo serán un par de besos- dijo volviendo a la
carga.

En un principio intenté separarme, pero poco a poco me fui rindiendo al calor de


sus labios y me perdí completamente en su sabor. Su lengua daba pequeños
toquecitos a la mía y después se escabullía haciéndome gemir de desesperación al
quererla sobre la mía. Sus manos acariciaban mi cadera mientras que las mías
estaban apoyadas al lado de su cuerpo apoyándome en el árbol dejándola apenas
sin movilidad. De repente sentí unos brazos impactar contra mi alejándome
bruscamente de Alicia. Abrí los ojos asustada y vi que era Marta, la cual estaba
con la respiración agitada de correr. Javi estaba detrás de ella, mirándonos
fijamente. Yo no sabía que decir, nos habían pillado, y su reacción no había sido
muy buena. Miré a Ali, estaba con los ojos abiertos de sorpresa aun apoyada en el
árbol. Iba a decir algo cuando una voz me interrumpió por detrás.

Sergio: Hola mi amor- me abrazó por la espalda y me besó en el cuello.

Me giré y vi a Andrés dirigiéndose a Alicia, entonces lo comprendí.


Yo: Gracias- le susurré a Marta sin que los demás se dieran cuenta.

Marta: Luego me quiero enterar de todo- me contestó mirándome fijamente, yo


asentí.

En cierto modo me sentía aliviada de que Sergio y Andrés no nos hubieran pillado,
me alegré de que hubieran sido Marta y Javi. Miré a Alicia para ver su reacción
pero se estaba besando con Andrés. Se me cayó el alma al suelo. Cuando se
separaron ella me miró como pidiendo perdón, realmente no tenía la culpa. Negué
con la cabeza y ella me dedicó una pequeña sonrisa. Cuando me giré vi a Javi
mirándonos, se había percatado de nuestra escena. Marta se le acercó, le susurró
algo al oído y se separó. Javi puso dos de sus dedos en sus ojos, y después los
acercó a mí haciendo el típico gesto de ‘te estoy vigilando’ haciéndome reír. Tan
solo ese gesto me hizo saber que ni me tenían asco ni nada por el estilo, cosa que
me quitó un peso de encima.

Sergio: ¿Dónde vamos?- preguntó cogiéndome la mano.

Yo: A mí me es igual- contesté alejándome de el con discreción.

Javi: Podemos ir a tomar algo- propuso.

Ali: Me parece bien- contestó.

Dado que a todos nos pareció una buena idea nos dirigimos al bar más cercano.
Tuve a Sergio intentando mostrarme pruebas de afecto toda la tarde, a algunas
correspondía, tan solo si se trataban de besos o abrazarme muy efusivamente le
esquivaba. Pero eso no fue lo peor. Lo peor fue que Andrés estaba haciendo lo
propio con Alicia, pero esta no se resistía. Si él la besaba, ella le respondía. Si el la
acariciaba, ella sonreía y le acariciaba. La miraba muy fijamente a los ojos y
seguía teniendo ese toque de arrepentimiento, pero no lo parecía realmente.
Estábamos sentados en la misma mesa, así que era inevitable que tuviera que
soportar aquellas escenitas. Javi y Marta notaron mis miradas, pero ellos no
podían hacer nada. Hubo un momento en el que los celos me sacaron
completamente de mis casillas, no lo soportaba más.

Yo: Me voy al baño- dije muy seriamente.

Me levanté y me dirigí al baño. Puse mis manos en el lavamanos y me miré en el


espejo. Pude ver mis lágrimas caer. Poco después entró Alicia, me miró con pena.

Ali: Ainhoa…

Yo: ¿A qué juegas Alicia?- la interrumpí.

Ali: No estoy jugando a nada- contestó seria.

Yo: ¿No? ¿Entonces por qué me siento tu juguete?- le pregunté furiosa.


Ali: No eres ningún juguete, no estoy jugando contigo. Yo te amo- me susurró
acercándose.

Yo: Llevas toda la maldita tarde besándolo, acariciándolo y abrazándolo, delante


de mí además. ¿Cómo puedes tener la cara tan dura de decirme que me amas?

Ali: No es lo que…- volví a interrumpirla.

Yo: ¿Sabes? Estos tres días han sido los mejores para mí, jamás me había sentido
igual. Han sido mágicos. Y todo porque tú estabas en ellos, conmigo, besándome y
cogiéndome la mano al caminar. Te amo, Alicia. Y ahora estás destrozando todo el
tiempo que hemos pasado juntas- le dije al borde del llanto.

Ali: Por Dios Ainhoa no llores, no llores- me suplicó cogiéndome las dos manos.

Yo: No me toques- espeté moviendo los brazos.

Ali: La madre de Andrés ha ingresado al hospital, se le han encharcado los


pulmones y está muy grave. Él lo está pasando muy mal, y tal y como tú dices con
Sergio, quiero a Andrés. No le amo, pero le quiero. No podía estar rechazándole e
ignorándole, necesita apoyo. Entiéndeme por favor, no me siento bien haciendo
esto- me explicó.

Yo: ¿Entonces si sabías que ibas a venir con él y que no le ibas a rechazar, por qué
no me dijiste que no viniera? ¿Cómo piensas que me siento viéndote con él?- le
dije

Ali: Tú también estás con Sergio- me reprochó.

Yo: ¡Por Dios Alicia! No le he aceptado ni un beso, ni uno. No tienes derecho a


reclamarme nada- contesté enfadada.

Ali: Si no le beso le hago daño a él, y si le beso te hago daño a ti. ¿Qué quieres
que haga?- me preguntó frustrada.

Yo: Creo que es mejor dejar lo que sea que tengamos aquí hasta que aclares lo
que sientes. Yo a Sergio le quiero, pero tengo clarísimo que es a ti a quien amo.
Tú no- dije con la intención de salir por la puerta, pero ella me abrazó por la
espalda.

Ali: No, no, no, Ainhoa no por favor, te lo ruego. Te amo a ti, tan solo a ti, eres la
única que quiero en mi vida, te amo más de lo que puedas imaginar. Lo siento, lo
siento muchísimo, si quieres ahora mismo hablo con Andrés y termino con él, pero
no me dejes por favor, no me dejes- me suplicó desesperada y rompiendo a llorar.

A pesar de que estaba realmente furiosa con ella no soportaba verla llorar, era
algo que simplemente no aguantaba.
Ali: He sido una estúpida egoísta lo admito, perdóname. No me dejes- volvió a
suplicarme.

Realmente no tenía derecho a reclamarle nada, porque no éramos más que eso,
nada. Los celos pasaron y pude pensar con claridad, ella tenía parte de razón
también.

Ali: Di algo, lo que sea, tú silencio me mata- me pidió separándose.

Yo: No sé qué decir- le dije encogiéndome de hombros.

Ali: Dime que no vas a dejarme- me dijo con los ojos brillantes.

Me miró con una mirada, por Dios que mirada, sentí como si se me saliese el
corazón del pecho.

Yo: No voy a dejarte- dije sin poder resistirme a ella.

Se acercó y volvió a abrazarme. Me había precipitado al decirle eso, no estaba


pensando lo que decía. ¿Cómo iba a dejarla si ella era la que me daba alegría?

Yo: Te pido perdón, me he dejado llevar por los celos. Comprendo lo de Andrés y
te voy a dar tú tiempo para que le dejes, pero comprende tú también que no es
fácil para mí ver como os besáis- le dije.

Ali: Mis besos tan solo te pertenecen a ti- me susurró depositando uno en mis
labios.

Yo: Creo que deberíamos volver ya, llevamos mucho tiempo- le dije.

Ali: Cómo desearía poder besarte cuando quisiera- se lamentó.

Yo: Pues por querer besarme cuando quieras ahora tenemos que explicarle lo
nuestro a Javi y Marta- la regañé.

Ali: ¿Te molesta que lo sepan?

Yo: En absoluto, me siento aliviada de hecho al no tener que mentirles, pero me


hubiera gustado presentarnos como novias y no como…- dije levantando las
manos intentando definir lo que éramos.

Ali: Yo me encargo. Ahora vámonos- me dijo besando el dorso de la mano.

Al salir del baño tuvimos que separarnos, volvimos a la mesa ante las miradas
atentas de todos.

Sergio: ¿Qué te ocurre? Estás muy rara- me preguntó extrañado.


Yo: Es el calor, no lo soporto. He ido a ponerme un poco de agua en la cara- mentí
sonando convincente.

Andrés: Tienes los ojos rojos. ¿Has llorado?- preguntó dirigiéndose a Alicia.

Ali: ¿Qué? No, no. Es que no he dormido mucho. Como dice ella el calor es
insoportable- dijo frotándose los ojos para borrar cualquier rastro de lágrimas

Ni Sergio ni Andrés parecían conformes con nuestras respuestas, lo pude notar en


sus miradas.

Yo: ¿Por qué Sebas no podía venir?- pregunté a Marta para evitar más preguntas.

Marta: Al parecer tiene gastroenteritis, no deja de vomitar- me explicó bebiendo


de su refresco.

Javi: En verano suele ocurrir- apuntó.

Estuvimos hablando de un poco de todo. Andrés seguía haciéndole mimitos a


Alicia, solo que esta vez ella me echó una mirada que identifiqué que significaba
mi permiso. A pesar de que no me gustaba en absoluto le dije que sí con la
cabeza. A mí no me hubiera gustado que mí pareja no me diera cariño si lo
precisaba. Tampoco me hubiera gustado que mi pareja tuviera un amante.
Entonces miré a Sergio que hablaba animadamente con Javi. No se merecía lo que
le estaba haciendo. Ninguno de los dos se merecía lo que les estábamos haciendo
Ali y yo. Pero no tenía el valor suficiente para decírselo, para decirle que le había
dejado por una mujer. No sabía cómo reaccionaría. Pero era Alicia con la que
quería estar, de eso no cabía duda alguna.

Sergio: ¿Eh Ainhoa?- me preguntó.

Yo: ¿Qué?- dije saliendo de mis pensamientos.

Sergio: Andrés y yo nos vamos, digo que si te quedas o te vas- me preguntó.

Ali me miró y asintió con la cabeza.

Yo: No, me quedo- contesté con una sonrisa.

Sergio: Está bien. Me voy ya, te amo- me dijo dándome un beso.

No le rechacé pero tampoco respondí al beso.

Yo: Adiós- me despedí.

Él y Andrés salieron por la puerta dejándonos a los cuatro solos. Se hizo un


silencio incómodo, ninguno sabía cómo empezar a hablar.
Yo: De verdad, os agradezco mucho que hayáis evitado que nos vieran antes-
agradecí mirándolos.

Ali: Sí, no me hubiera gustado para nada que nos hubieran visto- dijo ella
también.

Javi: Bueno, nos conformamos con que nos contéis qué era lo que hemos
presenciado. Y no vale decir que era un beso ya que eso está bastante claro- nos
dijo.

Marta: Joder, y que beso. Poco más y no os volvéis a separar- comentó.

Ali y yo bajamos la cabeza en un claro signo de vergüenza.

Ali: Ainhoa y yo estamos…saliendo- les dijo cogiéndome la mano por encima de la


mesa.

Yo se la apreté y los miramos para saber su reacción.

Javi: ¿Cuánto tiempo lleváis?- preguntó lentamente por la sorpresa.

Ali: Tres días- contestó firme.

Marta: ¿Tiene algo que ver esto con que después de mi cumpleaños Ainhoa no
quisiera verte?- quiso saber.

Yo: Sí.

Marta: ¿Por qué?- volvió a preguntar.

Dios mío, aquello parecía un interrogatorio.

Yo: Cuando nos encerrasteis en el cuartito ella me besó. No quería verla porque no
quería que me dijera que aquel beso no tenía que haber ocurrido, que le echase la
culpa al alcohol. Entonces fui esquivándola, prefería quedarme con el recuerdo de
su beso que arriesgarme a que todo se desvaneciera- respondí mirándolos.

Javi: ¿Qué ha pasado con aquel chico del que estabas enamorada?- le preguntó.

Le eché una mirada asesina.

Yo: ¿Qué chico?- pregunté mirándola con los ojos entrecerrados.

Ali: No es lo que piensas. Aquel chico era Ainhoa, yo jamás dije si era un hombre o
una mujer. Os dije exactamente todo, pero no di a entender cuál era el sexo de
esa persona- aclaró rápidamente.

Marta: ¿Llevas dos años enamorada de ella?- preguntó perpleja.


Ali: Sí- contestó.

Marta: O sea, que sois lesbianas- dijo.

Yo: Bueno, yo he salido con Sergio y le he amado. Antes del accidente, pero ahora
está ella- afirmé.

Marta y Javi se miraron los dos, volvieron a mirarnos y se echaron a reír a


carcajada limpia.

Ali: ¿Hay algo que hayamos dicho que haga gracia?- preguntó sonriendo.

Javi: Jajaja no pero ¿tú y Ainhoa? Jajajaja- siguió riendo.

Marta: Ahora entiendo el ataque de risa que te entró cuando supiste lo nuestro
jajaja- rio dirigiéndose a mí.

Yo: ¿Entonces no os molesta?- les pregunté.

Javi: ¿Cómo nos va a molestar? Nuestras dos mejores amigas saliendo juntas,
adelante pues si así sois felices- nos dijo.

Alicia y yo nos levantamos y fuimos a abrazarlo. Después fuimos a Marta que


también nos abrazó fuertemente.

Marta: No obstante os tengo que echar la bronca- nos dijo al separarnos.

Ali: ¿Por qué?- preguntó extrañada.

Marta: A ti por besar a Andrés delante de Ainhoa. Deberías haber visto cómo te
miraba, celosa perdida- dijo dirigiéndose a Ali.

Ali: Eso tiene una explicación- se excusó.

Marta: Lo que sea. Y a ti por hacerla llorar. Aunque se lo mereciera por el numerito
que ha montado, no quiero que os hagáis daño- me regañó.

Yo: Son cosas que se dicen cuando se está cabreado- le contesté.

Ali: ¿Tanto se notaba?- le preguntó.

Javi: Ojos rojos y aguados. No hay que ser un lince- contestó- Pero ya lo habéis
arreglado, ¿no?

Ali: Sí- contestó sonriente mientras me cogía la mano.

Marta: ¿Y el besito de reconciliación?- nos chinchó haciéndonos reír.

Yo: Ya lo hemos tenido- respondí con los ojos entrecerrados.


Javi: A saber que habéis hecho en el baño. Demasiado tiempo para tan solo
palabras- nos dijo.

Nosotras nos pusimos completamente rojas mientras ellos se echaban a reír de


nuevo.

Ali: ¿De verdad queréis saber que hemos hecho en el baño?- les preguntó con una
sonrisa maliciosa.

Marta: Ilustradnos por favor- dijo levantando los brazos.

Le sonreí a Ali y nos envolvimos en un apasionado beso. Nuestras lenguas


recorrían nuestras cavidades bucales alegres de encontrarse de nuevo, se dieron
un buen saludo. Cuando encontramos que ya habíamos dado una buena
explicación de lo que habíamos hecho dentro del baño (cosa que no era del todo
mentira, habíamos hablado pero también nos habíamos besado) nos separamos y
los miramos con una sonrisa.

Javi: Que monas, ¿verdad?- le preguntó a Marta, nosotras nos reímos.

Marta: ¿Hace cuánto que no me das un beso como el de ellas?- le preguntó en


broma frunciendo en cejo.

Él se acercó a Marta, la cogió por la cintura y la empezó a besar. Ali y yo nos


miramos sonriendo.

Javi: ¿Contenta?- le preguntó al separarse.

Ella no contestó, se había quedado ahí plantada.

Javi: El silencio otorga- dijo sonriendo.

Marta: ¿Dónde has aprendido a besar? No me habías besado así nunca.

Javi: Nunca me habías pedido que te besara así- le contestó pícaro.

Marta: Pues no hace falta que te lo pida para que lo hagas.

Ellos dos se sonrieron y se cogieron de la mano. Pagamos la cuenta y salimos del


bar.

Javi: ¿Os apetece salir de fiesta mañana?- propuso.

Yo: No- me apresuré a decir tajante.

Ali: ¿Por qué?- me preguntó mirándome.

Yo: Todas las veces que hemos salido de fiesta has acabado acostándote con
Andrés- le dije con un tono de voz triste.
Javi: Olvidaos de Andrés y Sergio. Tan solo nosotros cuatro- aclaró.

Yo: Entonces sí.

Caminamos un rato más y Javi y Marta se fueron por su lado, Ali me acompañó a
casa.

Ali: Lo que has dicho antes no es del todo cierto- me dijo.

Yo: ¿Lo de Andrés?- ella asintió- Sí que es cierto.

Ali: ¿Te acuerdas aquella vez en la que salimos para celebrar que el médico te
había dicho que probablemente recuperarías la memoria?- me preguntó.

Cómo no iba a recordarlo, aquella noche fue la que decidí ignorarla.

Yo: Sí- contesté asintiendo.

Ali: Bueno, pues cuando volviste a casa y me encontraste en tu portal venía de


estar con Andrés- me dijo.

Yo: ¿Ves? Todas las veces te acostaste con él- le dije empezando a sentir un poco
de rabia.

Ali: Vine de estar con Andrés, pero no nos acostamos. Estuvimos a punto, pero yo
no quise- me explicó.

Yo: ¿Por qué?- quise saber.

Ali: Me sentía culpable, tu imagen no paraba de aparecerse en mi mente, no


dejaba de pensar en ti. A pesar de no estar juntas, ni de siquiera saber que tú me
amabas, no podía hacerte eso. Me sentía como si te estuviera traicionando. No era
la primera vez que me pasaba- me dijo mirándome fijamente.

Yo: ¿Entonces por qué me dijiste que te habías acostado con él?- le pregunté.

Ali: Porque tú te habías acostado con aquel tío y estaba celosa- me contestó.

Me costó un poco digerir aquella información. Si supiera que eso fue lo que detonó
mi indiferencia hacia ella.

Yo: No me acosté con él- susurré débilmente pero lo suficientemente alto.

Ali: ¿Cómo?- dijo sorprendida.

Yo: Me pasó lo mismo que a ti. No podía dejar de pensar en ti- admití mirándola.

Ali: ¿Por qué me mentiste?- quiso saber.


Yo: Me imaginaba que te habías acostado con Andrés, mi orgullo no me permitió
decirte la verdad- le contesté.

Ali: ¿Sabes que las cosas no hubieran sido iguales si no me hubieses mentido?- me
dijo un poco exasperada.

Yo: ¿Por qué?

Ali: Porque si hubiera escuchado decirte no, te habría besado- contestó.

Yo: Lo estás diciendo para quedar bien- dije incrédula.

Ali: Lo digo muy enserio- afirmó.

La cantidad de lágrimas, noches sin dormir, celos, rabia y desesperación que me


habría ahorrado.

Yo: Todos cometemos errores. Prométeme que no me ocultarás nada nunca más-
le pedí.

Ella se quedó dubitativa, como si no quisiera hacer esa promesa.

Ali: Te lo prometo- me contestó con una sonrisa.

Me acerqué a ella y la besé.

Yo: Nos vemos mañana. Te amo- le dije.

Ali: Y yo a ti. Adiós- se despidió.

Yo: Adiós.

Subí a casa y descansé. Ya habíamos contado lo nuestro a Javi y a Marta. Tan solo
quedaba coger valor y decírselo a Sergio y Andrés. No era necesario decirles que
estábamos enamoradas, podíamos dejarles así sin más. Pero si queríamos poder
estar por la calle y besarnos en público era mejor explicárselo para evitar futuros
reproches. Después de eso tan solo quedaba lo que más me aterraba de todo:
contárselo a mí familia y ver su reacción.

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Lucía: ¿Te pasa algo?- me preguntó sentándose al lado mía.

Yo: No, ¿por qué?- le dije mirándola.

Lucía: Estos últimos días te he notado muy rara, muy feliz. ¿Ha ocurrido algo?-
quiso saber.
Yo: ¿Hace falta que me pase algo para estar feliz?- le contesté con otra pregunta a
la vez que sonreía.

Lucía: No, no, claro que no. Es solo que conozco esa sonrisa, y es la misma que yo
tenía de joven cuando estaba enamorada de tu padre. Cuéntame, ¿quién es ese
admirador secreto?- me preguntó cogiendo un cojín y poniéndoselo en el pecho.

Yo: ¡Mamá! Si se le llama admirador secreto es, justamente, porque es secreto. No


tengo ni idea de quién podría ser- intenté evadir el tema.

Lucía: Oh, venga ya. ¿Me vas a decir que estás así de feliz porque tú relación con
Sergio va de maravilla?- objetó con una ceja levantada.

Yo: ¿Cómo lo sabes?- le pregunté asombrada.

Lucía: Hija mía, te conozco, sé que tú relación con él se ha quedado estancada-


me contestó.

Me había quedado muy sorprendida, jamás pensé que se notase tanto. O mi


madre era muy buena observadora o yo era muy evidente.

Lucía: Por eso mismo sé que hay otra persona, y creo adivinar quién es- me dijo
mirándome fijamente.

Aguanté la respiración agitada. Podría ser que mi madre fuera muy observadora,
pero para que se hubiera enterado de lo mío con Alicia habría tenido que estar
encima de mí todo el día.

Yo: Mamá, yo…

Lucía: Tranquila hija, se notaba a leguas que estaba colado por ti. Es un chico muy
agradable, Sebas me parece muy buen hombre- me interrumpió.

Solté el aire que había estado conteniendo en los pulmones aliviada.

Yo: ¿Cómo que se le nota a leguas?- pregunté extrañada.

Lucía: Venga ya, era muy evidente. El otro día me preguntó cuáles eran tus flores
favoritas, y hace dos días subes y ¿con qué me encuentro? A mi hija le han
regalado tres claveles- dijo levantando las manos mostrando un signo de
evidencia.

Yo: Mamá, Sebas no está colado por mí, ni yo por él- le aclaré.

Lucía: ¿Entonces quién es?- preguntó cruzándose de brazos.

En ese instante sonó su móvil, yo sonreí. ‘Salvada por los pelos’ pensé.
Lucía: Está vez te salvas, pero tarde o temprano te lo sacaré, como que me llamo
Lucía- me dijo entrecerrando los ojos.

Me levanté y fui corriendo a mi cuarto soltando una carcajada. Me cambié, estuve


un rato en el portátil y ayudé a hacer la cena, esperamos a que viniera mi padre y
cenamos todos juntos. Poco después me fui a dormir.

Habíamos quedado a las once de la noche, cenaríamos cada uno en su casa y


después Javi y Marta pasarían a buscarme, después iríamos a por Alicia y nos
dirigiríamos a una discoteca en el paseo marítimo. En todo el día no hice gran
cosa. Quedé con Natalia para dar una vuelta y charlar un rato, me invitó a comer a
un restaurante italiano. Nos despedimos y yo hice tiempo hasta que llegase la
noche. Me duché y escogí lo que ponerme. Un vestido azul marino oscuro que me
llegaba a medio muslo, un cinturón que se ceñía a mi cintura, unos pequeños
tacones negros y, por supuesto, mi maquillaje. Cogí un pequeño bolso, metí un par
de cosas y esperé a que vinieran a recogerme. Diez minutos después ya estaba
entrando dentro del coche de Marta.

Marta: Mujer estás rompedora, cualquiera diría que tienes pareja- me dijo
mirándome de arriba abajo.

Yo: ¿De verdad?- pregunté mirando cómo iba vestida.

Realmente sí que me había pasado un poco con la ropa, pero se debía a una buena
razón. Quería sorprender a Alicia y había escogido mi vestuario expresamente para
ello.

Marta: ¿Tú que dices Javi?- le preguntó, él iba conduciendo.

Javi: Las dos estáis preciosas- comentó mirándonos por el retrovisor.

Marta: No podría ser de otra manera- comentó haciéndonos reír.

Javi puso la radio para dejarla de fondo.

Marta: Ainhoa tengo que preguntarte una cosa que quiero que me contestes con
toda la sinceridad del mundo- me dijo de repente con una seriedad fuera de lo
normal.

Yo: ¿Qué ocurre?- le pregunté un poco asustada.

Marta: Todos sabemos que antes del accidente estabas saliendo con Sergio y tú
estabas enamoradísima de él, me decías cuánto lo amabas una y otra vez- me
explicó.

Yo: Marta…- le dije sabiendo por dónde quería ir.

Marta: No, déjame acabar. Con esto no estoy diciendo que me parezca mal
vuestra relación o lo que sea que seáis, si sois felices me parece perfecto pero no
puedes evitar que me preocupe por vosotras. Ainhoa, ¿tú realmente amas a
Alicia?- me preguntó mirándome fijamente.

Yo: La amo con todas mis fuerzas. Entiendo que estés preocupada, pero no saldría
con ella si no estuviera segura de lo que siento. ¿Tú sabes lo mal que lo he pasado
pensando que no me amaba? Las dos hemos sufrido mucho- le expliqué.

Marta: Por eso mismo no quiero que sufráis más. Tú sabes cómo es Ali, es la chica
más tierna que he conocido nunca, se ilusiona con facilidad y en el amor es muy
ingenua, basta ver su relación con Andrés. No quiero que le hagas daño- me dijo.

Yo: Ella con tan solo una frase podría destruirme, con tan solo decirme ‘no te amo’
haría que se me viniera el mundo a los pies. Aún sigo pasándolo mal, temo que se
arrepienta y que me diga que esto no debería haber pasado, que ha sido un error,
que no me ama- le susurré sintiendo como la inseguridad volvía a embargarme.

Marta: Eso no va a pasar. La conozco, al igual que te conozco a ti, y a ninguna de


las dos os había visto así de felices antes. Ella en fin de año se emborrachó y
empezó a llorar. ¿Sabes que me dijo?- me preguntó.

Yo: ¿Qué?- quise saber.

Marta: Que era una imbécil porque se había enamorado de alguien que jamás
podría corresponderle- me contestó.

Yo: Lo mismo pensaba yo- admití con la miraba perdida.

Marta: Bueno, estamos aquí para divertirnos, no para llorar. Tan solo quería estar
segura, os quiero mucho a las dos. No quiero que os hagáis daño- me dijo.

Yo: Gracias- le dije abrazándola.

Marta: ¿Por qué?- me preguntó.

Yo: Por comprendernos. Gracias a los dos, Javi para ti también va- dije hablando
un poco más alto.

Javi: De nada preciosa, tan solo esperamos que seáis felices juntas- me contestó
mirándome por el retrovisor.

Tras un par de minutos en los que hablamos, hicimos chistes y reímos llegamos
finalmente a casa de Ali. Salimos del coche ya que hacía un calor impresionante y
ella nos dijo que aún le faltaba un poco. Deseaba verla ya, no nos habíamos visto
desde hacía un día y tenía unas ganas inmensas de besarla. Oí la puerta de su
casa cerrarse y me di la vuelta para verla, me quedé estática. Llevaba un vestido
negro que si el mío me quedaba bien, a ella el suyo le quedaba de muerte.
Resaltaba sus curvas, su estrecha cintura y sus largas y firmes piernas. Llevaba su
pelirrojo pelo recogido por detrás, dos mechones enmarcaban su cara, no entendía
cómo tanta belleza podía ser posible. Era una Diosa bajada del Olimpo y yo una
simple mortal afortunada de haber sido escogida por ella. Al verme me dedicó una
sonrisa con su perfecta dentadura blanca que por poco me hizo morir en ese
mismo instante.

Ali: Hola- me saludó besándome.

Yo: Hola. Estás…- le dije mirándola de arriba abajo.

Marta: Cierra la boca Ainhoa, te va a entrar una mosca- me dijo haciendo fuerza
en mi mandíbula, escuché como reían todos.

Yo: Estás preciosa- le dije finalmente.

Ali: Gracias, tú también estás hermosa- me contestó con una sonrisa.

Me acerqué a ella y la besé cogiendo sus manos.

Yo: Te he echado de menos- le dije.

Marta: Bueno y ella a mí, ahora por favor ¿seríais tan amables de entrar al coche?
Quiero bailar- nos interrumpió ella.

Nosotras reímos y entramos al coche, Javi lo puso en marcha y empezó a


conducir.

Ali: Yo también te he echado de menos- me dijo besando mi mano.

Empezamos a hablar de un poco de todo, metiéndole prisa a Javi ya que teníamos


muchas ganas de llegar. Finalmente aparcó y entramos a la discoteca. Nos fuimos
a una mesa un poco apartada y pedimos la bebida, Javi y Marta se empeñaron en
hacer un brindis.

Javi: ¡Por Ali y Ainhoa!- exclamó levantando el chupito.

Nos lo bebimos de un trago e inmediatamente fuimos a la pista para empezar a


bailar. Empecé un par de canciones con Marta ya que era mi indudable pareja de
baile, Ali se quedó con Javi que tampoco lo hacía nada mal. Sentí muchas miradas
sobre nosotras y no me extrañaba. Una rubia y una morena que, para que
negarlo, estábamos muy bien físicamente bailando como unas locas. Más de uno
se nos quedó mirando desde la barra mientras sonreían.

Yo: Creo que tenemos fans- le dije un poco agitada y al oído.

Marta: Que miren, mientras no toquen todo irá bien- me contestó haciéndome reír.

Tras un par de canciones decidimos ir a la mesa a descansar un poco, yo estaba


sudando. Alicia y Javi ya estaban ahí.

Yo: ¿Te lo estás pasando bien?- le pregunté a Ali dándole un beso rápido.
Ali: No tanto como tú- me contestó sonriendo.

Yo: Hacía mucho tiempo que no salía de fiesta, tenía unas ganas inmensas-
respondí.

Ali: A un par has dejado con unas ganas inmensas en la pista- me dijo, noté un
poco de ¿celos?

Yo: No les puedo arrancar los ojos. Además a ti también te han mirado
descaradamente, es algo inevitable- le dije.

Ali: Ya pero…

Yo: Estoy contigo Ali, no te preocupes. No quiero a nadie más que a ti- la
tranquilicé besándola.

Ali: Ya lo sé, lo siento. Es que cualquiera de estos babosos estará deseando tocarte
el culo o llevarte a la cama- me dijo acariciándome la cara.

Yo: Eso no va a pasar- le dije cogiéndola de la mano y llevándomela a la pista-


Venga baila conmigo.

Ella se pegó a mí, se pegó muchísimo a mí, sentía su culo rozarme parte de mis
piernas y pubis, un calor fuera de lo normal empezó a invadirme. Bailaba
divinamente, tanto que casi no podía apartar mi mirada de ella mientras me
quedaba quieta. Pero cogí el ritmo a la música y también empecé a moverme
restregándome contra ella, puse mis manos en su cadera y la estreché más contra
mí si era posible, ella tenía sus brazos levantados con sus manos en mi cara. Me
estaba provocando, lo sabía ya que siempre intentaba pegar su culo o sus pechos
contra mí. Si supiera lo excitaba que estaba… Pero yo no me quedé atrás, mientras
bailaba hacía todo lo posible para provocarla y ponerla nerviosa, la acercaba a mí,
la acariciaba, le echaba el aliento en el oído, me movía contra ella… Estábamos
brindando un espectáculo digno de ser observado, y tanto hombres como mujeres
nos echaban las miradas más lujuriosas posibles. Yo estaba completamente
mojada, su cuerpo contoneándose y pegándose al lado del mío era la tentación
más peligrosa que había conocido hasta ese momento. Me dio la vuelta
quedándome de espaldas a ella y me abrazó fuertemente, empezó a besarme el
cuello lentamente. La muy… sabía que ese era mi punto débil.

Yo: Ali- la llamé en una exhalación.

Pero ella siguió a lo suyo, solo que en vez de sus labios empezó a usar su lengua.
En ese instante tuve un autocontrol sobrehumano.

Yo: Alicia está bien, tú ganas- le rogué con los ojos cerrados.

Ella me dio la vuelta de nuevo, yo abrí los ojos. Me di cuenta de que nos habíamos
desplazado y ya no estábamos en la pista, estábamos cerca de los baños, apenas
había gente ahí. Ali me miró y se abalanzó sobre mis labios envolviéndonos en un
feroz beso, pasé mis brazos por su cuello y también la besé. Apenas era
consciente de lo que estaba ocurriendo, ella empezó a acariciarme y yo no podía
estar más embriagada. Me costó un mundo empezar a pensar con claridad a pesar
de sus enloquecedores besos y darme cuenta de que nos estábamos acercando
peligrosamente al baño.

Yo: No Ali- dije separándome de ella.

Ali: ¿Qué ocurre?- preguntó volviéndome a besar el cuello.

Yo: Ali no quiero- le dije separándola de mí, hice que me mirara a los ojos- No
quiero que nuestra primera vez sea así, aquí. Espérame en la mesa voy a traer
algo para beber.

Me fui y la dejé ahí, seguramente confundida. Pero era verdad, podría sonar la
cosa más cursi del mundo pero quería que mi primera vez con ella fuera algo
especial, romántico y estando ebrias, no medio borrachas. Me acerqué a la barra y
llamé al camarero.

Yo: Dos vasos de Coca-Cola, por favor- le pedí, él se marchó para traerlo.

Desconocida: Bailas muy bien- escuché una voz a mi derecha.

Me giré y la miré, era una morena un poco más alta que yo, me miraba fijamente.

Yo: Gracias- le dije con indiferencia.

Desconocida: Eres muy hermosa, ¿lo sabías?- me coqueteó acercándose más a mí


y poniendo su mano sobre la mía.

Yo: No estoy disponible- contesté incómoda apartando mi mano.

Desconocida: Oh vamos, seguro que a tú novia la pelirroja no le importará, se ve


que le gusta provocar- me dijo riendo, se notaba a leguas que estaba borracha.

Antes de que pudiera decir nada cogió mi cara con fuerza y me besó. Intenté
separarla pero ella era muy fuerte y no conseguía zafarme. Hacía tanta fuerza con
sus manos en mi cara para que no me escapara que me empezó a hacer bastante
daño. Su lengua intentaba hacer contacto con la mía pero se lo impedía cerrando
la boca lo más fuerte que podía. Miré hacia la derecha y antes de ser separadas vi
a Alicia viniendo hasta donde nos encontrábamos realmente furiosa.

Ali: ¿Pero qué coño estás haciendo?- le dijo empujándola violentamente.

Con sus brazos me llevó detrás de ella mientras yo me tocaba la cara donde
anteriormente habían estado las manos de esa mujer.

Desconocida: Joder, ¿qué coño te pasa?- le gritó intentando aguantar el equilibrio.


Ali: Ella está conmigo- le explicó enfadada.

Desconocida: Venga que más te da, las pelirrojas sois unas zorras, y ella tiene un
cuerpazo… Compártela conmigo esta noche, déjame disfrutar de ese par de tetas y
culo que tiene- le contestó mirándome perversamente.

Ali al escuchar lo que había dicho le propinó una bofetada en la mejilla que tuvo
pinta de haberle dolido hasta ella.

Ali: ¿Pero tú eres retrasada o qué?- le gritó furiosa.

De la nada apareció una mujer que agarró a tiempo a la otra antes de que
devolviera el golpe, yo por mi parte hice lo mismo con Ali que, insatisfecha,
también quería darle otro bofetón. Marta y Javi llegaron y me ayudaron a agarrar
a Ali que tan solo le gritaba insultos a la desconocida.

Marta: Ali ya vale, déjala- intentó calmarla.

Desconocida 2: Perdonadla, cuando bebe no sabe lo que hace. Acaba de dejarle su


novia y ha cogido el pedo del siglo- se disculpó avergonzada.

Aun así Ali todavía no cesaba, nunca la había visto perder los nervios de esa
manera. Saber que era por mí me hacía sentir inexplicablemente bien.

Desconocida 2: Vamos Ángela, por hoy es suficiente- dijo llevándosela.

Ángela: Me puso los cuernos en mi propia cara, en mi propia cara- sollozó


mientras su amiga la sacaba de ahí.

Cuando salieron de nuestro campo visual Ali se tranquilizó, se dio la vuelta y me


miró.

Ali: ¿Estás bien?- me preguntó con voz calmada.

Yo: Sobreviviré- dije sonriendo mientras me señalaba los costados de mi cara.

Ali: Te ha dejado marca- me dijo mirándome con ternura mientras me acariciaba


la cara.

Yo: Estoy bien- volví a asegurarle con una sonrisa y cogiéndole las manos.

Ella me devolvió la sonrisa y depositó un beso en mis labios. Javi y Marta pidieron
bebida para ellos, nosotras cogimos lo que yo había pedido antes de todo aquel
rollo y volvimos a la mesa. La noche siguió sin ningún incidente más, bailamos,
bebimos, descansamos, reímos… Fue una noche realmente divertida.

Yo: ¿Te digo una cosa?- le pregunté abrazada a ella mientras Javi y Marta iban a
pagar las consumiciones.
Ali: Dime- quiso saber.

Yo: Antes, con todo el lío de la Ángela esa, me ha gustado lo celosa que te has
puesto por mí- le confesé sonriendo al oído.

Ali: No eran celos- contestó un poco avergonzada.

Yo: ¿Qué no eran celos?- dije apartándome y mirándola con la boca abierta- Poco
más y no la dejas viva.

Ali: Es que después de que te fueras-dijo esto un poco apenada- Me quedé


bastante desconcertada pero fui a la mesa tal y como me dijiste. Como veía que
tardabas me levanté y fui a buscarte, cuando vi que esa tía te estaba besando
sentí un calor tremendo y una furia que no fui capaz de controlar- me explicó.

Yo: Celos- le dije levantando una ceja.

Ali: Celos- admitió sonriendo- Quiero disculparme por lo que pasó antes en los
baños, no deseaba que te sintieras incómoda. No quiero que pienses que quería
utilizarte por estar bebida y aprovecharme de ti y hacerte el amor allí mismo,
aunque en verdad sí era lo que quería pero no lo quería hacer, no porque no
quisiera si no…- empezó a decir haciéndose un lío, se estaba poniendo nerviosa.

Yo: Shh Ali, te entiendo, no te preocupes no pasa nada- la tranquilicé cogiéndole la


cara con las dos manos- No me he sentido incómoda ni utilizada.

Ali: Yo también quiero que sea algo especial y romántico, aunque habiéndolo
hecho aquí hubiera sido especial porque era contigo, pero no hubiera sido íntimo-
acabó suspirando.

Conociéndola sabía que esa conversación la avergonzaba, no por hablar de sexo, si


no por hablar del sexo que quería tener conmigo.

Yo: ¿Sabes cuánto te amo?- le pregunté cariñosamente.

Ali: No más que yo- me contestó.

Yo: Eso es mentira- le reproché.

Ali: No es verdad- contestó riendo.

Yo: Sí que lo es, yo te amo más- volví a insistir.

Ali: Bueno, dejémoslo en que las dos nos amamos por igual, ¿vale?- me dijo.

Yo: Vale, pero que conste que yo te amo más, eh- le advertí.

Ella rio, me abrazó y me besó la cabeza, escondí mi cara en su cuello y le di


pequeños besos.
Ali: Te amo- me susurró abrazándome fuertemente.

Yo: Y yo a ti- le contesté besándola.

Marta: ¿Oléis eso? Es el olor del amor en su estado puro- comentó pasando
delante nuestra.

Nos separamos y los cuatro empezamos a reír.

Marta: Tantos años esperando a encontrar a alguien que de verdad te hiciera


ponerte más dulce que el caramelo de dulce de leche, deseaba tanto decirte esto-
le dijo.

Ali: Esa es mi broma, no puedes quitármela- le reprochó sonriendo.

Marta: Nos la has repetido tantas veces que me da igual, ya me he quedado a


gusto- le contestó- Y ahora podemos volver a casita.

Nos metimos en el coche y me dejaron a mi primero ya que mi casa era la que


más cerca estaba. Me despedí de todos, subí a casa, me cambié y caí agotada en
la cama.

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-------------------------------

Lucía: ¿Te pasa algo?- me preguntó sentándose al lado mía.

Yo: No, ¿por qué?- le dije mirándola.

Lucía: Estos últimos días te he notado muy rara, muy feliz. ¿Ha ocurrido algo?-
quiso saber.

Yo: ¿Hace falta que me pase algo para estar feliz?- le contesté con otra pregunta a
la vez que sonreía.

Lucía: No, no, claro que no. Es solo que conozco esa sonrisa, y es la misma que yo
tenía de joven cuando estaba enamorada de tu padre. Cuéntame, ¿quién es ese
admirador secreto?- me preguntó cogiendo un cojín y poniéndoselo en el pecho.

Yo: ¡Mamá! Si se le llama admirador secreto es, justamente, porque es secreto. No


tengo ni idea de quién podría ser- intenté evadir el tema.

Lucía: Oh, venga ya. ¿Me vas a decir que estás así de feliz porque tú relación con
Sergio va de maravilla?- objetó con una ceja levantada.

Yo: ¿Cómo lo sabes?- le pregunté asombrada.


Lucía: Hija mía, te conozco, sé que tú relación con él se ha quedado estancada-
me contestó.

Me había quedado muy sorprendida, jamás pensé que se notase tanto. O mi


madre era muy buena observadora o yo era muy evidente.

Lucía: Por eso mismo sé que hay otra persona, y creo adivinar quién es- me dijo
mirándome fijamente.

Aguanté la respiración agitada. Podría ser que mi madre fuera muy observadora,
pero para que se hubiera enterado de lo mío con Alicia habría tenido que estar
encima de mí todo el día.

Yo: Mamá, yo…

Lucía: Tranquila hija, se notaba a leguas que estaba colado por ti. Es un chico muy
agradable, Sebas me parece muy buen hombre- me interrumpió.

Solté el aire que había estado conteniendo en los pulmones aliviada.

Yo: ¿Cómo que se le nota a leguas?- pregunté extrañada.

Lucía: Venga ya, era muy evidente. El otro día me preguntó cuáles eran tus flores
favoritas, y hace dos días subes y ¿con qué me encuentro? A mi hija le han
regalado tres claveles- dijo levantando las manos mostrando un signo de
evidencia.

Yo: Mamá, Sebas no está colado por mí, ni yo por él- le aclaré.

Lucía: ¿Entonces quién es?- preguntó cruzándose de brazos.

En ese instante sonó su móvil, yo sonreí. ‘Salvada por los pelos’ pensé.

Lucía: Está vez te salvas, pero tarde o temprano te lo sacaré, como que me llamo
Lucía- me dijo entrecerrando los ojos.

Me levanté y fui corriendo a mi cuarto soltando una carcajada. Me cambié, estuve


un rato en el portátil y ayudé a hacer la cena, esperamos a que viniera mi padre y
cenamos todos juntos. Poco después me fui a dormir.

Habíamos quedado a las once de la noche, cenaríamos cada uno en su casa y


después Javi y Marta pasarían a buscarme, después iríamos a por Alicia y nos
dirigiríamos a una discoteca en el paseo marítimo. En todo el día no hice gran
cosa. Quedé con Natalia para dar una vuelta y charlar un rato, me invitó a comer a
un restaurante italiano. Nos despedimos y yo hice tiempo hasta que llegase la
noche. Me duché y escogí lo que ponerme. Un vestido azul marino oscuro que me
llegaba a medio muslo, un cinturón que se ceñía a mi cintura, unos pequeños
tacones negros y, por supuesto, mi maquillaje. Cogí un pequeño bolso, metí un par
de cosas y esperé a que vinieran a recogerme. Diez minutos después ya estaba
entrando dentro del coche de Marta.

Marta: Mujer estás rompedora, cualquiera diría que tienes pareja- me dijo
mirándome de arriba abajo.

Yo: ¿De verdad?- pregunté mirando cómo iba vestida.

Realmente sí que me había pasado un poco con la ropa, pero se debía a una buena
razón. Quería sorprender a Alicia y había escogido mi vestuario expresamente para
ello.

Marta: ¿Tú que dices Javi?- le preguntó, él iba conduciendo.

Javi: Las dos estáis preciosas- comentó mirándonos por el retrovisor.

Marta: No podría ser de otra manera- comentó haciéndonos reír.

Javi puso la radio para dejarla de fondo.

Marta: Ainhoa tengo que preguntarte una cosa que quiero que me contestes con
toda la sinceridad del mundo- me dijo de repente con una seriedad fuera de lo
normal.

Yo: ¿Qué ocurre?- le pregunté un poco asustada.

Marta: Todos sabemos que antes del accidente estabas saliendo con Sergio y tú
estabas enamoradísima de él, me decías cuánto lo amabas una y otra vez- me
explicó.

Yo: Marta…- le dije sabiendo por dónde quería ir.

Marta: No, déjame acabar. Con esto no estoy diciendo que me parezca mal
vuestra relación o lo que sea que seáis, si sois felices me parece perfecto pero no
puedes evitar que me preocupe por vosotras. Ainhoa, ¿tú realmente amas a
Alicia?- me preguntó mirándome fijamente.

Yo: La amo con todas mis fuerzas. Entiendo que estés preocupada, pero no saldría
con ella si no estuviera segura de lo que siento. ¿Tú sabes lo mal que lo he pasado
pensando que no me amaba? Las dos hemos sufrido mucho- le expliqué.

Marta: Por eso mismo no quiero que sufráis más. Tú sabes cómo es Ali, es la chica
más tierna que he conocido nunca, se ilusiona con facilidad y en el amor es muy
ingenua, basta ver su relación con Andrés. No quiero que le hagas daño- me dijo.

Yo: Ella con tan solo una frase podría destruirme, con tan solo decirme ‘no te amo’
haría que se me viniera el mundo a los pies. Aún sigo pasándolo mal, temo que se
arrepienta y que me diga que esto no debería haber pasado, que ha sido un error,
que no me ama- le susurré sintiendo como la inseguridad volvía a embargarme.
Marta: Eso no va a pasar. La conozco, al igual que te conozco a ti, y a ninguna de
las dos os había visto así de felices antes. Ella en fin de año se emborrachó y
empezó a llorar. ¿Sabes que me dijo?- me preguntó.

Yo: ¿Qué?- quise saber.

Marta: Que era una imbécil porque se había enamorado de alguien que jamás
podría corresponderle- me contestó.

Yo: Lo mismo pensaba yo- admití con la miraba perdida.

Marta: Bueno, estamos aquí para divertirnos, no para llorar. Tan solo quería estar
segura, os quiero mucho a las dos. No quiero que os hagáis daño- me dijo.

Yo: Gracias- le dije abrazándola.

Marta: ¿Por qué?- me preguntó.

Yo: Por comprendernos. Gracias a los dos, Javi para ti también va- dije hablando
un poco más alto.

Javi: De nada preciosa, tan solo esperamos que seáis felices juntas- me contestó
mirándome por el retrovisor.

Tras un par de minutos en los que hablamos, hicimos chistes y reímos llegamos
finalmente a casa de Ali. Salimos del coche ya que hacía un calor impresionante y
ella nos dijo que aún le faltaba un poco. Deseaba verla ya, no nos habíamos visto
desde hacía un día y tenía unas ganas inmensas de besarla. Oí la puerta de su
casa cerrarse y me di la vuelta para verla, me quedé estática. Llevaba un vestido
negro que si el mío me quedaba bien, a ella el suyo le quedaba de muerte.
Resaltaba sus curvas, su estrecha cintura y sus largas y firmes piernas. Llevaba su
pelirrojo pelo recogido por detrás, dos mechones enmarcaban su cara, no entendía
cómo tanta belleza podía ser posible. Era una Diosa bajada del Olimpo y yo una
simple mortal afortunada de haber sido escogida por ella. Al verme me dedicó una
sonrisa con su perfecta dentadura blanca que por poco me hizo morir en ese
mismo instante.

Ali: Hola- me saludó besándome.

Yo: Hola. Estás…- le dije mirándola de arriba abajo.

Marta: Cierra la boca Ainhoa, te va a entrar una mosca- me dijo haciendo fuerza
en mi mandíbula, escuché como reían todos.

Yo: Estás preciosa- le dije finalmente.

Ali: Gracias, tú también estás hermosa- me contestó con una sonrisa.

Me acerqué a ella y la besé cogiendo sus manos.


Yo: Te he echado de menos- le dije.

Marta: Bueno y ella a mí, ahora por favor ¿seríais tan amables de entrar al coche?
Quiero bailar- nos interrumpió ella.

Nosotras reímos y entramos al coche, Javi lo puso en marcha y empezó a


conducir.

Ali: Yo también te he echado de menos- me dijo besando mi mano.

Empezamos a hablar de un poco de todo, metiéndole prisa a Javi ya que teníamos


muchas ganas de llegar. Finalmente aparcó y entramos a la discoteca. Nos fuimos
a una mesa un poco apartada y pedimos la bebida, Javi y Marta se empeñaron en
hacer un brindis.

Javi: ¡Por Ali y Ainhoa!- exclamó levantando el chupito.

Nos lo bebimos de un trago e inmediatamente fuimos a la pista para empezar a


bailar. Empecé un par de canciones con Marta ya que era mi indudable pareja de
baile, Ali se quedó con Javi que tampoco lo hacía nada mal. Sentí muchas miradas
sobre nosotras y no me extrañaba. Una rubia y una morena que, para que
negarlo, estábamos muy bien físicamente bailando como unas locas. Más de uno
se nos quedó mirando desde la barra mientras sonreían.

Yo: Creo que tenemos fans- le dije un poco agitada y al oído.

Marta: Que miren, mientras no toquen todo irá bien- me contestó haciéndome reír.

Tras un par de canciones decidimos ir a la mesa a descansar un poco, yo estaba


sudando. Alicia y Javi ya estaban ahí.

Yo: ¿Te lo estás pasando bien?- le pregunté a Ali dándole un beso rápido.

Ali: No tanto como tú- me contestó sonriendo.

Yo: Hacía mucho tiempo que no salía de fiesta, tenía unas ganas inmensas-
respondí.

Ali: A un par has dejado con unas ganas inmensas en la pista- me dijo, noté un
poco de ¿celos?

Yo: No les puedo arrancar los ojos. Además a ti también te han mirado
descaradamente, es algo inevitable- le dije.

Ali: Ya pero…

Yo: Estoy contigo Ali, no te preocupes. No quiero a nadie más que a ti- la
tranquilicé besándola.
Ali: Ya lo sé, lo siento. Es que cualquiera de estos babosos estará deseando tocarte
el culo o llevarte a la cama- me dijo acariciándome la cara.

Yo: Eso no va a pasar- le dije cogiéndola de la mano y llevándomela a la pista-


Venga baila conmigo.

Ella se pegó a mí, se pegó muchísimo a mí, sentía su culo rozarme parte de mis
piernas y pubis, un calor fuera de lo normal empezó a invadirme. Bailaba
divinamente, tanto que casi no podía apartar mi mirada de ella mientras me
quedaba quieta. Pero cogí el ritmo a la música y también empecé a moverme
restregándome contra ella, puse mis manos en su cadera y la estreché más contra
mí si era posible, ella tenía sus brazos levantados con sus manos en mi cara. Me
estaba provocando, lo sabía ya que siempre intentaba pegar su culo o sus pechos
contra mí. Si supiera lo excitaba que estaba… Pero yo no me quedé atrás, mientras
bailaba hacía todo lo posible para provocarla y ponerla nerviosa, la acercaba a mí,
la acariciaba, le echaba el aliento en el oído, me movía contra ella… Estábamos
brindando un espectáculo digno de ser observado, y tanto hombres como mujeres
nos echaban las miradas más lujuriosas posibles. Yo estaba completamente
mojada, su cuerpo contoneándose y pegándose al lado del mío era la tentación
más peligrosa que había conocido hasta ese momento. Me dio la vuelta
quedándome de espaldas a ella y me abrazó fuertemente, empezó a besarme el
cuello lentamente. La muy… sabía que ese era mi punto débil.

Yo: Ali- la llamé en una exhalación.

Pero ella siguió a lo suyo, solo que en vez de sus labios empezó a usar su lengua.
En ese instante tuve un autocontrol sobrehumano.

Yo: Alicia está bien, tú ganas- le rogué con los ojos cerrados.

Ella me dio la vuelta de nuevo, yo abrí los ojos. Me di cuenta de que nos habíamos
desplazado y ya no estábamos en la pista, estábamos cerca de los baños, apenas
había gente ahí. Ali me miró y se abalanzó sobre mis labios envolviéndonos en un
feroz beso, pasé mis brazos por su cuello y también la besé. Apenas era
consciente de lo que estaba ocurriendo, ella empezó a acariciarme y yo no podía
estar más embriagada. Me costó un mundo empezar a pensar con claridad a pesar
de sus enloquecedores besos y darme cuenta de que nos estábamos acercando
peligrosamente al baño.

Yo: No Ali- dije separándome de ella.

Ali: ¿Qué ocurre?- preguntó volviéndome a besar el cuello.

Yo: Ali no quiero- le dije separándola de mí, hice que me mirara a los ojos- No
quiero que nuestra primera vez sea así, aquí. Espérame en la mesa voy a traer
algo para beber.

Me fui y la dejé ahí, seguramente confundida. Pero era verdad, podría sonar la
cosa más cursi del mundo pero quería que mi primera vez con ella fuera algo
especial, romántico y estando ebrias, no medio borrachas. Me acerqué a la barra y
llamé al camarero.

Yo: Dos vasos de Coca-Cola, por favor- le pedí, él se marchó para traerlo.

Desconocida: Bailas muy bien- escuché una voz a mi derecha.

Me giré y la miré, era una morena un poco más alta que yo, me miraba fijamente.

Yo: Gracias- le dije con indiferencia.

Desconocida: Eres muy hermosa, ¿lo sabías?- me coqueteó acercándose más a mí


y poniendo su mano sobre la mía.

Yo: No estoy disponible- contesté incómoda apartando mi mano.

Desconocida: Oh vamos, seguro que a tú novia la pelirroja no le importará, se ve


que le gusta provocar- me dijo riendo, se notaba a leguas que estaba borracha.

Antes de que pudiera decir nada cogió mi cara con fuerza y me besó. Intenté
separarla pero ella era muy fuerte y no conseguía zafarme. Hacía tanta fuerza con
sus manos en mi cara para que no me escapara que me empezó a hacer bastante
daño. Su lengua intentaba hacer contacto con la mía pero se lo impedía cerrando
la boca lo más fuerte que podía. Miré hacia la derecha y antes de ser separadas vi
a Alicia viniendo hasta donde nos encontrábamos realmente furiosa.

Ali: ¿Pero qué coño estás haciendo?- le dijo empujándola violentamente.

Con sus brazos me llevó detrás de ella mientras yo me tocaba la cara donde
anteriormente habían estado las manos de esa mujer.

Desconocida: Joder, ¿qué coño te pasa?- le gritó intentando aguantar el equilibrio.

Ali: Ella está conmigo- le explicó enfadada.

Desconocida: Venga que más te da, las pelirrojas sois unas zorras, y ella tiene un
cuerpazo… Compártela conmigo esta noche, déjame disfrutar de ese par de tetas y
culo que tiene- le contestó mirándome perversamente.

Ali al escuchar lo que había dicho le propinó una bofetada en la mejilla que tuvo
pinta de haberle dolido hasta ella.

Ali: ¿Pero tú eres retrasada o qué?- le gritó furiosa.

De la nada apareció una mujer que agarró a tiempo a la otra antes de que
devolviera el golpe, yo por mi parte hice lo mismo con Ali que, insatisfecha,
también quería darle otro bofetón. Marta y Javi llegaron y me ayudaron a agarrar
a Ali que tan solo le gritaba insultos a la desconocida.
Marta: Ali ya vale, déjala- intentó calmarla.

Desconocida 2: Perdonadla, cuando bebe no sabe lo que hace. Acaba de dejarle su


novia y ha cogido el pedo del siglo- se disculpó avergonzada.

Aun así Ali todavía no cesaba, nunca la había visto perder los nervios de esa
manera. Saber que era por mí me hacía sentir inexplicablemente bien.

Desconocida 2: Vamos Ángela, por hoy es suficiente- dijo llevándosela.

Ángela: Me puso los cuernos en mi propia cara, en mi propia cara- sollozó


mientras su amiga la sacaba de ahí.

Cuando salieron de nuestro campo visual Ali se tranquilizó, se dio la vuelta y me


miró.

Ali: ¿Estás bien?- me preguntó con voz calmada.

Yo: Sobreviviré- dije sonriendo mientras me señalaba los costados de mi cara.

Ali: Te ha dejado marca- me dijo mirándome con ternura mientras me acariciaba


la cara.

Yo: Estoy bien- volví a asegurarle con una sonrisa y cogiéndole las manos.

Ella me devolvió la sonrisa y depositó un beso en mis labios. Javi y Marta pidieron
bebida para ellos, nosotras cogimos lo que yo había pedido antes de todo aquel
rollo y volvimos a la mesa. La noche siguió sin ningún incidente más, bailamos,
bebimos, descansamos, reímos… Fue una noche realmente divertida.

Yo: ¿Te digo una cosa?- le pregunté abrazada a ella mientras Javi y Marta iban a
pagar las consumiciones.

Ali: Dime- quiso saber.

Yo: Antes, con todo el lío de la Ángela esa, me ha gustado lo celosa que te has
puesto por mí- le confesé sonriendo al oído.

Ali: No eran celos- contestó un poco avergonzada.

Yo: ¿Qué no eran celos?- dije apartándome y mirándola con la boca abierta- Poco
más y no la dejas viva.

Ali: Es que después de que te fueras-dijo esto un poco apenada- Me quedé


bastante desconcertada pero fui a la mesa tal y como me dijiste. Como veía que
tardabas me levanté y fui a buscarte, cuando vi que esa tía te estaba besando
sentí un calor tremendo y una furia que no fui capaz de controlar- me explicó.

Yo: Celos- le dije levantando una ceja.


Ali: Celos- admitió sonriendo- Quiero disculparme por lo que pasó antes en los
baños, no deseaba que te sintieras incómoda. No quiero que pienses que quería
utilizarte por estar bebida y aprovecharme de ti y hacerte el amor allí mismo,
aunque en verdad sí era lo que quería pero no lo quería hacer, no porque no
quisiera si no…- empezó a decir haciéndose un lío, se estaba poniendo nerviosa.

Yo: Shh Ali, te entiendo, no te preocupes no pasa nada- la tranquilicé cogiéndole la


cara con las dos manos- No me he sentido incómoda ni utilizada.

Ali: Yo también quiero que sea algo especial y romántico, aunque habiéndolo
hecho aquí hubiera sido especial porque era contigo, pero no hubiera sido íntimo-
acabó suspirando.

Conociéndola sabía que esa conversación la avergonzaba, no por hablar de sexo, si


no por hablar del sexo que quería tener conmigo.

Yo: ¿Sabes cuánto te amo?- le pregunté cariñosamente.

Ali: No más que yo- me contestó.

Yo: Eso es mentira- le reproché.

Ali: No es verdad- contestó riendo.

Yo: Sí que lo es, yo te amo más- volví a insistir.

Ali: Bueno, dejémoslo en que las dos nos amamos por igual, ¿vale?- me dijo.

Yo: Vale, pero que conste que yo te amo más, eh- le advertí.

Ella rio, me abrazó y me besó la cabeza, escondí mi cara en su cuello y le di


pequeños besos.

Ali: Te amo- me susurró abrazándome fuertemente.

Yo: Y yo a ti- le contesté besándola.

Marta: ¿Oléis eso? Es el olor del amor en su estado puro- comentó pasando
delante nuestra.

Nos separamos y los cuatro empezamos a reír.

Marta: Tantos años esperando a encontrar a alguien que de verdad te hiciera


ponerte más dulce que el caramelo de dulce de leche, deseaba tanto decirte esto-
le dijo.

Ali: Esa es mi broma, no puedes quitármela- le reprochó sonriendo.


Marta: Nos la has repetido tantas veces que me da igual, ya me he quedado a
gusto- le contestó- Y ahora podemos volver a casita.

Nos metimos en el coche y me dejaron a mi primero ya que mi casa era la que


más cerca estaba. Me despedí de todos, subí a casa, me cambié y caí agotada en
la cama.

La mañana siguiente desperté con un dolor en todo el cuerpo increíble, la cabeza


me iba a explotar. ‘Eso te pasa por beber alcohol con bebidas dulces. ¿Qué no
sabes que contra más dulce más te pega en la cabeza?’ Calla ya, bastante lío
tengo ya como para tener que aguantarte a ti, es decir, a mí misma. Y es que en
verdad tenía razón, siempre que bebía alcohol con bebidas dulces lo pasaba fatal,
no bebía lo suficiente como para dejarme borracha perdida pero sí para tener una
buena resaca al día siguiente, tal y como se me presentaba de buena mañana.
Bueno, de buena mañana nada ya que me fijé en la hora y eran las tres. Me
levanté de la cama y me dirigí al salón.

Yo: Buenos días- saludé con los ojos entrecerrados para que la luz no me cegase.

Antonio: Buenos tardes, querrás decir. Se te han quedado pegadas las sábanas,
eh- me dijo sonriendo.

Yo: Llegué muy tarde- contesté sentándome al lado suya.

Antonio: ¿Qué tal os fue?- me preguntó.

Yo: Muy bien. Bailamos, reímos, bebimos… Fue una noche divertida- le contesté
bostezando.

Antonio: ¿Tienes hambre? Tú madre ha ido a comprar las cosas para hacer la
comida- me dijo.

Yo: No quiero saber lo que es la comida hasta que mi estómago vuelva a estar
operativo- contesté tocándome la barriga.

Antonio: ¿Bebidas dulces, verdad?- me preguntó con una media sonrisa.

Yo: ¡Es que están tan buenas! Entran solas, no puedo evitarlo- respondí sonriendo.

Antonio: Jajaja, nunca aprenderás- dijo riendo.

Después de aquella pequeña charla con mi padre volví a la cama, tenía unas
náuseas terribles, pensé en dormir un poco pero no pude conciliar el sueño por lo
tanto me quedé con los ojos cerrados intentando pensar en algo que no me diera
más motivos para vomitar. Llamaron a mi móvil un par de veces pero no tenía la
suficiente fuerza como para moverme.

Lucía: ¿No te encuentras bien?- me preguntó mi madre, no la había escuchado


entrar.
Yo: Estoy mareada- le contesté con los ojos cerrados.

Ella se fue y volvió al cabo de unos segundos.

Lucía: Bébete esto y duerme un poco- me dijo ofreciéndome el vaso.

Bebí su contenido que, para mi sorpresa, no estaba malo, y volví a apoyar mi


cabeza sobre la almohada. Después de tanto rato insistiendo finalmente me quedé
dormida. Al cabo de unas horas o minutos, no lo sabía con certeza, sentí unas
manos hacer presión en mi cabeza haciéndome un reconfortante y suave masaje,
abrí mis ojos y descubrí que era Alicia.

Ali: Hola mi amor- me saludó con voz suave.

¿Había escuchado bien? ¿Mi amor? Sergio me había llamado muchas veces así,
pero que ella lo hiciera lo hacía más especial. Justamente cuando iba a decirle algo
sentí como mi boca empezaba a salivar y como me subía algo por la garganta. Me
levanté a la velocidad del sonido y me metí en el baño que estaba en mí cuarto,
me arrodillé en el váter y comencé a expulsar lo que con toda seguridad me había
tenido en tan mal estado. Ali llegó tras de mi unos segundos después, me recogió
el pelo de la cara para que no me manchase y me puso su mano en mi frente.
Sinceramente hubiera preferido que no estuviera ahí, no era una escena muy
bonita, pero no me dio tiempo. Cuando acabé tiré de la cisterna y con ayuda de
Alicia me levanté y me eché agua en la cara para refrescarme un poco y limpiar
cualquier resto. Volvimos a mi cuarto y me senté en la cama con los ojos cerrados.

Ali: Creo que no te ha gustado que te llame mi amor- me dijo.

Yo: No seas tonta, llevo toda la mañana así- dije mirándola.

Ali: Ya lo sé, te he llamado al móvil pero como no lo cogías llamé al fijo, tu madre
me dijo que no te encontrabas bien y quise venir- me contestó.

Yo: Hubiera preferido que te quedaras fuera del baño- le dije.

Ali: ¿Por qué? ¿Por verte vomitar? Te amo, no hay nada de ti que me dé repulsión
o asco- me dijo.

Yo: No ha sido muy bonito.

Ali: Cierto es que hemos tenido momentos más bonitos, pero confío en que cuando
yo esté enferma tú también cuides de mi- contestó acercándose para besarme.

Yo: No, espera- la detuve.

Ali: ¿Qué pasa?- me preguntó.


Yo: Puede que no haya nada de mí que te pueda dar asco, pero no creo que
besarme con el olor que me ha quedado te vaya a gustar mucho- le dije
levantándome- Voy a lavarme los dientes.

Fui al baño, me lavé bien los dientes asegurándome de que tan solo quedara el
olor a menta fresca y volví al cuarto.

Ali: ¿Ya está su majestad?- me preguntó burlonamente.

Yo: Sí, ya estoy- contesté.

Me acerqué a ella y la besé. Abrí mi boca y dejé pasar mi lengua que, disparada,
fue a encontrarse con su fiel compañera.

Ali: No has eliminado del todo el sabor- me dijo cuándo nos separamos.

Yo: ¿En serio?- pregunté alarmada y levantándome para volver al baño.

Ali: Jajaja no, es broma, pero aun así te digo que me daría igual- me dijo haciendo
que me sentara encima de ella para evitar que me fuera- ¿Ya te encuentras
mejor?

Yo: Sí, me hacía falta expulsarlo todo. Estoy como nueva- le contesté sonriendo.

Ali: ¿Te apetece ir a ver una película? Solas, tú y yo, en una sala oscura con
intimidad para besarte cuánto quisiera…-me propuso cogiéndome la mano.

Yo: Es una oferta muy tentadora que no pienso rechazar, pero antes debo
ducharme, estoy pegajosa- le contesté.

Ali: Está bien, voy a la cocina a beber algo- me dijo levantándose.

Salió del cuarto, preparé la ropa que me iba a poner y me metí en el baño que
estaba en el pasillo ya que era más grande y ahí el agua salía con más presión. Me
desnudé, abrí la llave del agua y me metí en la ducha. El agua recorría mi cuerpo
dejándome una sensación de frescor muy agradable. Después de lavarme el pelo y
el cuerpo salí y me miré en el espejo. Se notaban pequeños cambios en mi cuerpo,
estaba más atlética y, con orgullo, podía decir que mis pechos habían aumentado
un poco de tamaño. Cuando estaba pasando la toalla por mi piel para secarla se
abrió la puerta. Alicia entró despreocupada mirando el suelo pero cuando levantó
la vista y me vio se puso roja.

Ali: ¡Perdón! Lo siento, lo siento- dijo rápidamente mientras volvía a cerrar la


puerta.

Su reacción me hizo gracia, a pesar de que sentí un poco de vergüenza me gustó


que me hubiera visto semi-desnuda, me había dado tiempo a taparme un pecho y
mi pubis, pero mi pecho derecho había quedado al descubierto. Lo encontré
excitante. Terminé la tarea que había dejado a medias y empecé a vestirme. Me
sequé el pelo un poco con la toalla y salí lista para marcharnos.

Yo: ¿Estás lista?- le pregunté a Ali.

Ali: Sí- contestó evitando mirarme y con las mejillas ruborizadas.

Aquello enterneció mi corazón. ¡Todavía estaba avergonzada! No pude evitar reír.

Ali: ¿Qué pasa?- preguntó.

Me acerqué a ella y me senté en sus piernas.

Yo: Cuando me hagas el amor, ¿también evitarás mirarme porque estaré


desnuda?- le pregunté divertida.

Sus mejillas volvieron a teñirse de rojo.

Ali: No parpadearía para no perderme ni un segundo- me dijo- Pero no sabía que


estabas en ese baño, pensaba que estabas en el de tu cuarto.

Yo: No pasa nada, creo que podré perdonarte- le dije besándole la mejilla y
levantándome- Venga vámonos.

Cogí mi cartera, móvil y llaves y salimos por la puerta. Cogimos el bus ya que
caminando había un buen trecho y con el abrasador calor que hacía probablemente
nos habríamos derretido a mitad de camino. Elegimos una película romántica, más
bien elegí. No me costó mucho convencer a Ali, mi cara de ‘Mamá, no he roto
ningún plato’ bastó para que ella me dejase escoger. Ventajas de tener una ‘novia’
(todavía no lo éramos, todavía) que te amase tanto. Entramos a la sala y la
película comenzó. Palomitas por aquí, un par de besos por allá, la verdad es que
no podía haber pasado una tarde mejor. La película terminó, nos fuimos y
comenzamos a caminar lentamente.

Ali: ¿Cuál ha sido la parte de la película que más te ha gustado?- me preguntó.

Yo: La parte en la que has recostado tu cabeza en mi hombro- contesté mirándola.

Ella me sonrió y pasó un brazo por mi cintura pegándome a ella. Estábamos las
dos muy mimosas cuando me llamaron al móvil.

Yo: Es Sergio- le dije a Ali mirando el número.

Ali: Cógelo- me contestó intentando aparentar indiferencia pero noté su fastidio.

Yo: Hola- saludé.

Sergio: Hola cariño.


Yo: ¿Qué tal?

Sergio: Muy bien, ¿y tú?

Yo: Bien- ‘bien hasta que llamaste tú’ pensé.

Sergio: Te llamo para decirte que no hagas planes el lunes, voy a hacer una
torrada en casa con la barbacoa y quiero invitaros a todos- me explicó.

Yo: ¿Una torrada?- repetí.

Sergio: Sí, hace un par de días que lo llevo pensando y me apetecía- me dijo.

Yo: Vale. ¿A qué hora tenemos que estar allí?- pregunté.

Sergio: Sobre las siete más o menos- me contestó.

Yo: De acuerdo. Te dejo que justo ahora iba a salir con mi madre- mentí mirando
a Alicia.

Sergio: Vale. Nos vemos el lunes. Te amo- se despidió.

Yo: Adiós- colgué la llamada- ¿Sabías algo de una torrada el lunes en casa de
Sergio?

Ali: Algo me había contado Andrés pero me dijo que no era seguro- contestó.

Yo: Pues tenemos que estar allí a las siete- le dije.

Ali: Bueno, pues a las siete estaremos- afirmó.

Seguimos caminando un rato en silencio.

Ali: ¿Entonces no te molesta que te llame mi amor o amor?- me preguntó.

Yo: ¿Cómo quieres que me moleste? Después de tu risa es lo más bonito que he
escuchado en mucho tiempo- le respondí mirándola.

Ali: Te amo mucho, mi amor- me susurró remarcando esas últimas dos palabras.

Yo: Y yo a ti, amor- dije recalcando también la última palabra.

La acompañé hasta su casa y después yo volví a la mía tras un largo paseo. El día
siguiente fue lento y aburrido, tan solo hablé con Alicia por la tarde cuando me dijo
que sus padres se habían vuelto a ir y que si quería al día siguiente podía
quedarme a dormir e ir juntas a casa de Sergio. No lo pensé dos veces cuando le
dije que iría, me dijo que podía ir a su casa a las nueve, tenía una sorpresa. Yo por
mi parte también tenía una noticia que darle, tras mucho tiempo dándole vueltas
lo había decidido.
Cuando no estaba con ella parecía que el tiempo se congelaba y que no pasaban
los minutos, hasta que fuera la hora decidí ducharme. Escogí ropa sencilla, unos
shorts blancos, una camisa a cuadros lila y negra y unas converse negras también.
Cuando al fin fue la hora conduje hasta su casa.

Ali: Has llegado pronto- me dijo cuándo me abrió la puerta.

Yo: Tenía ganas de verte- contesté.

Ali: Ven- me dijo cogiéndome la mano.

Me llevó hasta su comedor, el cual estaba bastante oscuro. Había una mesa muy
bien decorada con dos velas que emitían una tenue luz evitando que la estancia se
quedara en completa oscuridad, de fondo se escuchaba una suave melodía.
Mientras yo contemplaba los detalles que había colocado en el comedor me abrazó
por la espalda, en su mano llevaba una rosa.

Yo: ¿Y todo esto?- le pregunté abrumada cogiendo la rosa.

Ali: Esto era la sorpresa, una cena romántica- me susurró al oído.

Me giré aun atrapada en sus brazos y la miré, metí la mano en mi bolso y saqué
también la rosa que había comprado para ella, me sonrió.

Yo: Debo de ser la peor amante del mundo- admití con una risa y negando con la
cabeza.

Ali: ¿Por qué dices eso?- me preguntó cogiendo la rosa y acercándosela a la nariz.

Yo: Desde que empezamos a salir tú has tenido un montón de detalles conmigo y
yo tan solo te he dado una rosa- le expliqué.

Ali: Me has dado más de lo que tú te piensas, con decirme que me amabas me has
dado todo- me contestó ella

Le sonreí y la besé.

Yo: Muchas gracias por todo- le agradecí al oído.

No me contestó, tan solo me sonrió y me llevó a la mesa. Trajo los platos y


comenzamos a cenar. Había hecho carne con salsa con patatas hervidas de
guarnición, algo sencillo pero muy bueno de comer. La velada transcurrió animada,
hablamos de un poco de todo y reímos. Cuando acabamos de cenar ella se levantó
para recoger los platos.

Yo: Déjame que te ayude- le dije cogiendo los platos.

Ali: No, ya lo hago yo, es un momento- me dijo quitándomelos de las manos.


Se fue dejándome sola, yo no hacía más que repetirme lo precioso que estaba
todo, entonces se me ocurrió una idea arriesgada pero sí romántica. Rápidamente
cogí las velas y las llevé a su cuarto, las dejé a ambos lados de la cama de manera
que el dormitorio tuviera la máxima luz posible, pero aun así estaba todo bastante
oscuro. Llevé las rosas y las puse cruzadas en el centro de su cama y, por último,
cogí el reproductor de música que estaba en el comedor y lo coloqué en su cuarto.
Su armario estaba medio abierto, pude ver más velas pero pequeñas. ‘Perfecto’
pensé. Cogí unas cuantas y con el fuego de las otras dos las fui encendiendo y
colocando por encima de los muebles creando un ambiente más acogedor.

Ali: ¿Ainhoa?- me llamó desde el pasillo.

Me di prisa en colocar las velas y justo cuando me di la vuelta ella entró al cuarto.

Ali: ¿Qué es esto?- me preguntó asombrada mirando el dormitorio.

Yo: Es un poco cutre ya que todo esto es tuyo y no he podido preparar nada más
pero me parecía justo- dije acercándome a ella.

Me cogió las manos y me acercó lo máximo posible a ella.

Ali: Me dijiste que tenías una noticia que darme, ¿cuál era?- quiso saber.

Yo: Lo he estado pensando mucho y no quiero esperar más- le dije.

Ali: ¿Qué pasa?

Yo: Mañana lo dejaré con Sergio, no quiero seguir mintiendo- le dije.

Ali: ¿De verdad?- me preguntó con los ojos brillantes.

Yo: Tan solo te amo a ti- le susurré en la penumbra.

(Nota Autora: No me matéis por hacer una mini pausa, creo que todos sabéis lo
que va a pasar y no quiero entreteneros, tan solo os quiero decir una cosa. Lo que
está escrito a partir de esto lo escribí escuchando la canción ‘My love by Sia’, es
una canción muy bonita y que no tiene desperdicio, os aconsejo que leáis esta
parte con la canción de fondo, seguro que hace más emotivo el momento. Os dejo
el link para los que queráis
escucharla: http://www.youtube.com/watch?v=mtM_cc4SPJI.)

Ali: Te ha quedado precioso, no es nada cutre- me dijo refiriéndose al cuarto.

Yo: Es romántico, especial, íntimo…-enumeré sonriendo.

Ella enseguida entendió a lo que me refería y me devolvió la sonrisa. Puse mis


manos en su cuello y la besé lentamente. No tenía prisa alguna por lo que iba a
suceder, quería que fuera lo más lento y pasional posible. Ella delicadamente me
fue llevando a su cama sin dejar de besarme, apartó las rosas y las dejó en la
mesa, yo ocupé su lugar y Ali se quedó encima de mí.

Ali: ¿Estás segura de que quieres hacerlo?- me preguntó.

Yo: Muy segura. ¿Y tú?

Ali: Jamás había deseado algo con tanta fuerza- afirmó.

Nuestros labios volvieron a juntarse brindándose calor, más del que nosotras ya
estábamos comenzando a notar. Dejamos paso a nuestras lenguas que,
juguetonas, se entrelazaron como si fueran una sola. Alicia llevó sus manos a los
botones de mi camisa y los fue desabrochando lentamente, me incorporé un poco
y la lancé a un lugar donde no nos molestase. Ella bajó por mi cuello y yo acaricié
su espalda por debajo de su camiseta, se la subí y ella levantando los brazos me
facilitó el trabajo de quitársela. Me di la vuelta dejándola debajo de mí y comencé
a lamerle el cuello y a darle algún que otro pequeño mordisco, mis manos
acariciaban su vientre plano. Hice un camino de saliva desde su cuello hasta el
lóbulo de su oreja, el cual besé y lamí.

Yo: Te amo- le susurré al oído.

Sentí su cuerpo estremecerse bajo el mío, volví a sus labios. Comencé un beso
más agresivo, me atreví a acariciar sus pechos por encima de su sujetador
consiguiendo el primer suspiro de la noche que prometía ser larga. Dirigí mis
manos a sus shorts y se los quité, una prenda menos se interponía en mi camino.
Besé lentamente su vientre ascendiendo por su pecho que, por mis caricias,
empezaba a agitarse de cada vez más. Ella también se animó y me quitó también
mis shorts. Intentó darse la vuelta para quedar encima de mí pero no se lo
permití.

Yo: Déjame a mí- le dije mirándola.

Ella asintió volviéndome a besar. Mordí y estiré su labio inferior sin hacerle daño,
después me instalé en su cuello, dirigí mis manos a su espalda y desabroché su
sujetador, lentamente quité las tiras de sus brazos y lo alejé de nosotras, yo me
quedé absorta contemplando sus pechos. No se los había visto nunca. La areola no
era muy grande, su pezón era pequeño y estaba erecto, eran extremadamente
suaves. Ella se avergonzó y con las manos se los tapó.

Yo: ¿Por qué te tapas?- le pregunté.

Ali: Me avergüenza, son pequeñas- me contestó.

No eran ni muy grandes ni muy pequeñas, me cabían perfectamente en la mano.


Inmediatamente quise besarlas y manejarlas a mi antojo.

Yo: Si antes pensaba que eras perfecta, ahora ya no lo puedes ser más. Te amo
tal y como eres, las tengas grandes o pequeñas. Son preciosas- afirmé.
Ella cogió mi cara y me besó, yo apreté sus tetas en mis manos haciéndola gemir
en mi boca. Bajé y por primera vez lamí su pezón. Lo chupaba como si fuera un
caramelo, el mejor caramelo de todos. Mientras lo chupaba, lamía y succionaba,
con mi otra mano masajeaba su pecho izquierdo, tardé poco en sustituir a mi
mano. Era mi primera vez con una mujer y tan solo me dejaba llevar por mis
instintos, sus gemidos me indicaban que iba por el buen camino. Fui bajando
besando cada parte de su abdomen siguiendo los abundantes lunares que tenía,
me volvían loca. Descendí hasta que me topé con la última prenda encima de su
cuerpo. En vez de quitársela fui besando y lamiendo su muslo izquierdo, al llegar a
su pantorrilla repetí el mismo proceso con su pierna derecha. Cuando decidí que ya
la había hecho esperar suficiente ascendí con mis manos acariciando sus piernas y,
cuando llegué al inicio de sus bragas, se las bajé.

‘Vale, me he equivocado, sí que puede ser más perfecta todavía’ pensé para mí
misma. Hubiera estado completamente depilada de no ser por un pequeño
triángulo pelirrojo que coronaba su pubis. Estaba completamente mojada y
excitada, su clítoris estaba muy hinchado.

Ali: Ainhoa, por favor- me rogó al tardar tanto.

No quise hacerla esperar más y di un lametón de abajo a arriba acabando en su


pubis, ella pegó un grito. Su sabor era un tanto salado que, para nada, me
disgustó. Moví mi inexperta lengua sobre su clítoris de todas las formas posibles,
de arriba abajo, de izquierda a derecha, en círculos, en diagonal y dando pequeños
toquecitos, intentando darle el mayor placer posible. Coloqué dos dedos en su
entrada y sin aviso previo la penetré, la sensación hizo que me mojara más de lo
que ya estaba. Inicié un mete-saca lento mientras mi lengua seguía con su clítoris,
la mano que tenía libre se ocupaba de acariciar su vientre y pechos. Fui
aumentando la velocidad de mis dedos y lengua sintiendo como las contracciones
en su vagina eran cada vez más frecuentes. La miré sin dejar de otorgarle placer,
tenía los ojos cerrados fuertemente, su espalda arqueada y con sus manos se
agarraba a las sábanas.

Ali: ¡Oh Dios!- gritó alcanzando el orgasmo.

Seguí con la penetración y las lamidas unos segundos más, después saqué mis
dedos y me limpié, tanto a ella como a mí. Subí besando su abdomen, fui por su
cuello y llegué finalmente a su boca, la besé con toda la ternura que fui capaz.

Yo: ¿Te ha gustado?- le pregunté suavemente al oído.

Ella finalmente abrió los ojos y me miró.

Ali: ¿Estás segura de que…esta es tú primera vez…con una mujer?- me preguntó


con la respiración agitada.

Yo: Creo que si hubiera habido otra vez lo recordaría- le contesté sonriendo.

Ali: He tenido el mejor orgasmo de mi vida- admitió un poco más calmada.


Yo: ¿Sí?- le pregunté besándole el cuello.

Ali: Sí- contestó dejándome debajo de ella.

Me besó lentamente, poco a poco se tornó más brusco. Se dirigió a mi oreja, la


besó y lamió. Con esto yo ya estaba más que excitada, Alicia se percató de ello.
Llevó sus manos al broche del sujetador y lo desabrochó con destreza liberando
mis pechos. Se quedó unos instantes contemplándolos sin hacer nada.

Yo: No me digas que vas a cerrar los ojos y te vas a quedar quieta- bromeé
mirándola.

Ella subió su mirada y me sonrió.

Ali: Te dije que no pensaba perderme ni un instante- me contestó

Dicho esto se metió mi pezón en su boca envolviéndolo con su lengua, casi me


corrí del gusto. Se dedicó a lamer y besar mis pechos por todas partes sin dejar ni
un hueco, me estaba desesperando. Pareció leer mis pensamientos y por fin se
dirigió a la zona sur de mi cuerpo. Abrió mis piernas y besó mis muslos por la cara
interna, gemí de impaciencia. Con una lentitud exasperante me fue dejando poco a
poco tal y como Dios me trajo al mundo. Yo, a diferencia de ella, sí que estaba
completamente depilada. Tal vez fue eso lo que le impulsó a acariciar mi monte de
venus. Sentí su lengua hacer contacto con mi clítoris, una nueva oleada de calor
me sacudió. Lo succionó como si le fuera la vida en ello llevándome al séptimo
cielo. Pasó su lengua por mi raja absorbiendo todos mis jugos y empezó a
penetrarme con su lengua, un gritó escapó de mi garganta. Llevaba tanto tiempo
sin sexo…Pero eso no era sexo, me estaba haciendo el amor de la manera más
tierna y dulce humanamente posible. Algo que tan solo ella podía lograr. Arqueé
mi espalda al sentir dos de sus dedos dentro de mí, comencé a mover mi cadera
desenfrenadamente. Mi corazón parecía a punto de explotar, sentía perlitas de
sudor resbalar por mi cuello. Y es que si alguien entrara por esa puerta moriría
achicharrado. Mi cuerpo se tensó, arañé involuntariamente la espalda de Alicia con
fuerza y grité sintiendo como estallaba en mí un poderoso orgasmo.

Yo: ¡Ahhhg!

Mi cuerpo encontró descanso en el colchón, relajé mis músculos y me abandoné a


la electrizante sensación que recorría mi cuerpo. Alicia buscó mis labios y me besó,
durante corto tiempo ya que mis pulmones necesitaban con urgencia oxígeno.
Mientras esperaba a que me recuperase un poco fue acariciándome suavemente.

Yo: Mi amor- la llamé.

Ali: ¿Sí?- contestó mirándome.

Yo: Eres…una Diosa- le dije.


Ella ente mi respuesta rio, se acercó y me besó. Yo puse mis manos a los lados de
su cara.

Yo: Te amo- le susurré mirándola fijamente.

Ali: Y yo a ti- contestó ella.

Volví a besarla mientras sus brazos me envolvían, me dormí sintiendo los latidos
de su corazón.

---------------------

Desperté la mañana siguiente, inmediatamente una sonrisa se formó en mi rostro


al sentir el brazo de Alicia abrazarme, su mano estaba en mi vientre. Con
delicadeza para no despertarla me giré y la observé, no había palabras para
describir lo que sentí en ese instante. Miré su cuerpo desnudo reposar en la cama,
era increíblemente sexy. Pero lo que te mataba de ella era su sonrisa, madre mía,
su sonrisa. Era capaz de iluminar el día más desastroso que alguien pudiera tener,
de llevarte a otro mundo, de enamorarte en tan solo cuestión de segundos. Me
dediqué a contemplarla mientras dormía, respiraba lenta y profundamente. No
sabía cuánto tiempo habría pasado. ¿Cinco, diez, quince minutos? No me cansaría
jamás de mirarla. Fuera la hora que fuera mi estómago rugía debido al hambre así
que decidí despertarla. Me acerqué a ella y empecé a besar su cuello, sus mejillas
y sus labios.

Yo: Mi amor despierta- la llamé suavemente.

Pero no se inmutó, se acomodó y se abrazó todavía más a mí. Sonreí ante esto. Al
parecer tenía el sueño profundo.

Yo: Hey dormilona, levanta- volví a llamarla.

Ella abrió un ojo, me miró y abrió el otro mientras inspiraba con fuerza, yo seguí
besándole el cuello.

Ali: ¿Estoy soñando?- preguntó haciéndome reír.

Yo: No, no estás soñando. ¿Por qué piensas eso?- le pregunté mirándola.

Ali: Porque he estado soñando con esto casi a diario- me contestó.

Me acerqué y la besé en los labios, ella puso una mano en mi cara.

Yo: Ya no hace falta que lo sueñes- le susurré.

Ella me sonrió y volvió a unir sus labios con los míos.

Ali: ¿Has dormido bien?- me preguntó.


Yo: Dormir bien no es suficiente para definirlo- le repliqué.

Ali: ¿Y qué es suficiente?- preguntó con media sonrisa.

Yo: Dormir como los Dioses- le contesté.

Ella sonrió y me besó la mano.

Ali: Podría quedarme aquí contigo toda la vida- me dijo.

Yo: Desde luego no estaría mal, pero mi estómago no dice lo mismo- dije
tocándome la barriga.

Ella me miró pero no a mi estómago, su mirada se desvió a algo un poco más


arriba que, al parecer, llamaba más su atención.

Yo: Vaya, y yo que pensaba que las mujeres no éramos tan descaradas- le dije.

Apartó su vista rápidamente de mí y se pudo colorada, yo comencé a reír.

Ali: Lo-lo siento- se disculpó.

Yo: Ayer estuviste en un lugar peor, ¿se te ocurre pedir perdón por mirarme las
tetas?- pregunté sonriendo.

Ali: Soy así- contestó riendo.

Yo: Para tu información, mirar es gratis. Y tocar también…- insinué


seductoramente.

Ali se echó encima de mí y comenzó a besarme, acaricié suavemente su espalda


con las yemas de mis dedos. Su respiración poco a poco se agitó, cuando levantó
la cabeza para bajar a mi cuello me levanté.

Yo: Por desgracia la vida no es gratis y es de un solo uso, y si no como ahora


mismo algo, no creo que pueda usar otra- dije levantándome con una sonrisa
maligna.

Ella se me quedó viendo desde la cama con cara de ‘¿Me estás vacilando?’ Me
permití la confianza de coger algo de su armario y me dirigí al baño. Antes de
entrar le mandé un beso y cerré la puerta. Había cogido lo primero que había
visto, una camisa un poco ancha y unos shorts de deporte. Salí y me dirigí a la
cocina. Ali estaba poniendo pan en la tostadora, tan solo llevaba una fina bata de
seda puesta. Me acerqué a ella por detrás y la abracé besando su cuello.

Yo: Te amo- le susurré.

Giró su cuello y me devolvió el beso en la mejilla.


Ali: Y yo, pero no creerás que voy a hacerte todo el desayuno yo sola ¿verdad?-
me dijo.

Yo: Tranquila, voy a preparar el café- contesté- ¿Con o sin leche?

Ali: Con leche, por favor- respondió.

Puse el café en la cafetera, mientras se calentaba el agua en el fuego puse la leche


en dos tazas y las metí en el microondas. Cuando el pitido indicó que ya había
pasado el minuto que había programado lo abrí.

Ali: Cuidado, no vaya a ser que te quemes con el vapor- se burló.

Me giré y la miré con una ceja levantada.

Yo: Haré como que no he escuchado nada- dije, ella sonrió y volvió a lo suyo.

Puse el café en las tazas y ella acabó de preparar las tostadas, pusimos la mesa y
comenzamos a desayunar. Estaba tan hambrienta que podría haberme comido un
rebaño de ovejas y aun así seguiría teniendo hambre. Terminamos de comer y
recogimos todo. Ella se fue a su cuarto, segundos después la seguí yo. Busqué mi
ropa para vestirme, me despojé de la de Ali y me puse mis bragas, pero mi
sujetador no aparecía.

Yo: ¿Has visto mi sujetador?- le pregunté mirando debajo de la cama.

Notaba su mirada sobre mi cuerpo y aunque no me avergonzaba sí que me


intimidaba un poco. Levanté la cabeza para mirarla, estaba sentada en un sillón
sonriendo con mi sujetador en la mano.

Ali: Quería ver tu figura- se justificó.

Yo: Me las vas a pagar- le dije acercándome a ella.

Ali: ¿No me habías dicho antes que mirar era gratis? No tengo que pagarte nada-
me contestó.

Me senté encima en sus piernas pero escondió mi sujetador detrás de ella.

Ali: Te estoy devolviendo lo de esta mañana- me dijo refiriéndose a lo que pasó


antes de que me levantase dejándola con las ganas.

Yo: ¿De eso se trata? ¿Así que de eso se trata?- le pregunté, ella asintió.

La cogí en brazos y comencé a besarla acercándome a la cama, la tumbé y me


puse encima de ella. Mientras la besaba empecé a acariciarla por encima de la
bata, al pasar por sus pechos noté sus pezones duros. Besé su cuello y el lóbulo de
su oreja, lo lamí y mordí agitándola. Volví a sus labios y su lengua jugó con la mía,
nuestras salivas se mezclaron. Poco a poco fui desatando el nudo de su bata y la
abrí, estrujé sus pechos en mis manos.

Ali: Ainhoa…-gimió en mi oído.

Fui besando su cuello y clavícula hasta que llegué hasta ellos, mi boca se ocupó de
su pezón derecho lamiéndolo y metiéndolo en mi boca, al cabo de poco repetí el
mismo proceso con su otro pecho. Volví a sus labios mientras mi mano derecha se
dirigió a su sexo, con mis dedos empecé a masajear su clítoris.

Yo: Estás muy mojada- le dije en un susurro.

Ali: Tú me…haces estar…así- me contestó entrecortadamente.

Le di el último beso, bajé a sus pechos los cuales mimé de nuevo y me centré en
su intimidad. Acogí su clítoris con mi boca y empecé a lamerlo y a succionarlo
arrancándole gemidos de placer a Alicia. Probé lo que hizo ella conmigo la pasada
noche y la penetré con mi lengua, sus paredes vaginales atraparon mi lengua. La
penetré lo más rápido que pude mientras con el dedo gordo de mi mano derecha
estimulaba su clítoris. Decidí sustituir a mi lengua con un dedo, lo metí muy
despacio mirando la expresión de su rostro, se mordía el labio inferior con fuerza.
Poco a poco aumenté mi ritmo y añadí un segundo dedo mientras mi lengua no
daba tregua a su botoncito.

Ali: Ahhh- gritaba ella sin cesar.

Inserté otro dedo dentro de ella penetrándola lo más rápido que mi brazo me
permitía. Empecé a sentir las contracciones de su vagina lo cual me dio más brío
para continuar con mi labor.

Ali: ¡Ainhoa!- bramó con fuerza.

Durante unos instantes me detuve asustada pensando que le había hecho daño,
pero ella al iniciar el movimiento de sus caderas intentando conseguir placer me
dio a entender que había alcanzado el clímax. Saqué mis dedos de ella
completamente empapados, los chupé y fui besándola hasta llegar a su boca. Nos
besamos lentamente dejándole tiempo a que se recuperase.

Yo: ¿Ya te he devuelto lo de esta mañana o no has quedado satisfecha?- le


pregunté.

Ali: Servida y sobrada- contestó sonriendo.

Empezó a besarme y de nuevo volvimos a hacer el amor, solo que esta vez fue ella
la que me proporcionó más de un orgasmo. Al acabar nos quedamos abrazadas un
rato.

Yo: ¿Tengo derecho a recuperar mi sujetador?- quise saber jugando con su pelo.
Ali: La verdad es que podría quedármelo…- sugirió con una sonrisa.

Yo: No puedes quedártelo, es mi favorito. Me costó una pasta- respondí mirándola.

Ali: Tranquila es todo tuyo. ¿Para qué iba a quererlo yo?- me preguntó.

Yo: Se me ocurren un par de cosas…

Ali: ¡Eres una guarra!- exclamó riendo y pegándome suavemente en el brazo.

Yo: ¿Alguna vez lo has hecho?- le pregunté sonriendo.

Ali: ¿Masturbarme pensando en ti?- preguntó un poco tensa.

Yo: Sí.

Se puso completamente roja, más roja que un tomate, y apartó la mirada de mí


muy avergonzada.

Yo: ¡Lo has hecho!- exclamé riendo.

Ella había escondido su cara en la almohada probablemente deseando que la tierra


se la tragase. Sinceramente, me había sentido halagada.

Ali: ¿Y tú lo has hecho conmigo?- se animó a preguntar levantando la cabeza.

Yo: No, pero…- me detuve.

Ali: ¿Qué?- quiso saber.

Yo: Tuve un sueño erótico contigo- admití.

Ali: ¿En serio?- preguntó sonriendo.

Yo: Sí, fue la noche en la que dormimos juntas en el cumpleaños de Marta- le


expliqué.

Ali: No habrás hecho algo conmigo después, ¿verdad?- me preguntó entrecerrando


los ojos.

Yo: ¿Qué? No por favor, jamás se me ocurriría aprovecharme de ti- negué


rápidamente.

Ali: ¿Has tenido otros sueños?- quiso saber.

Yo: No. ¿Y tú? ¿Cuándo te has masturbado pensando en mí?- le pregunté


haciéndola sonrojar.
Ali: ¿Es necesario que conteste a eso? Es algo íntimo- intentó evadir.

Yo: Yo he contestado a la pregunta que me has hecho. Además tiene que ver
conmigo, me gustaría saberlo. ¿Cuándo fue la última vez?- volví a preguntar.

Ella negó con la cabeza, estaba claro que no me lo iba a decir. Al girar su cuello se
miró su hombro, se giró todo lo que pudo y se lo tocó.

Yo: ¿Qué ocurre?- le pregunté extrañada.

Ali: O me autolesiono mientras estoy dormida o tu eres demasiado pasional- me


dijo sonriendo.

Me fijé en su hombro y pude apreciar claramente unas marcas rojas de arañazos


que iban desde este hasta la mitad de su espalda.

Yo: Ali yo…lo siento mucho- me disculpé disgustada.

Ali: Ainhoa no te preocupes, son un par de arañazos. Si he sobrevivido a dos


fracturas de costillas creo que a esto también- respondió.

Le brindé una pequeña sonrisa y ella me besó.

Ali: Me voy a duchar- me anunció.

Se levantó y se metió en el baño, mi mirada estuvo encima de ella hasta que cerró
la puerta tras de sí. Yo cogí mi ropa y comencé a vestirme. Escuchaba el ruido del
agua desde el cuarto y no podía evitar imaginarme a Ali desnuda con las gotas de
agua recorriéndole esa piel tan blanca y suave llena de pecas y lunares que tenía.
La idea de meterme con ella en la ducha y volver a hacerle el amor pasó por mi
cabeza, pero tuve que rechazarla. No quería hacerle pensar que tan solo la quería
utilizar para tener sexo, no quería asustarla. Al terminar de vestirme le hice la
cama, recogí las velas, las guardé y cogí nuestras rosas, la mía la guardé en mi
bolso y la suya la puse en agua justo al lado de su mesita de noche. Al no saber
qué hacer me dirigí al salón, me tumbé en el sofá y cerré los ojos. Me quedé en un
estado en el que no estaba ni dormida ni despierta. Escuché la puerta del baño
abrirse y sus pasos, pero no se acercaban al salón. De fondo se escuchaba ruido,
luego más pasos cercanos, sentí como levantaba mis piernas, se sentaba y me las
dejaba en algo muy mullido y blando. Instantáneamente inundó mis pulmones el
olor característico de su champú. Abrí los ojos y la vi con unas gafas rojas que no
había visto en mi vida leyendo un libro.

Yo: ¿Desde cuándo usas gafas?- le pregunté.

Ali: Tan solo las uso para leer- me contestó mirándome.

Yo: Te quedan bien- le dije.

Ali: Gracias- contestó sonriendo.


Yo: ¿Qué lees?- le pregunté.

Ali: Hamlet- contestó volteando el libro para enseñarme la tapa.

Yo: Un clásico- comenté.

Ali: Me he leído este libro un montón de veces, y aun así me sigue encantando.
Sinceramente, no sé qué es lo que me atrae tanto- me dijo.

Yo: No siempre tiene que haber un por qué- dije acercándome a ella de manera
que quité mis piernas de encima suya.

Ali: Sí, sí tiene que haberlo. Sé que lo que me atrae de la lectura es la manera en
la que me transporta a otros mundos, sé que lo que me atrae de ti es tú
personalidad, pero este libro es un misterio para mí- me explicó.

Yo: No te estreses tanto, la vida es más interesante así, misterios sin resolver-
comenté levantándome y yendo a la cocina.

Ali: ¿Qué día es?- me preguntó desde el sofá.

Yo: Día siete- contesté fijándome en el calendario.

Al contestar se quedó pensativa, mirando al vacío con una expresión extraña.

Yo: ¿Ocurre algo?- le pregunté cogiendo un vaso.

Ali: No, no es nada- respondió sonriéndome.

Cogí la botella de agua de la nevera, la puse en el vaso y bebí sedienta.

Ali: Hoy hace un día precioso, podríamos ir a dar una vuelta- sugirió dejando el
libro y acercándose a mí.

Yo: Por poder podríamos ir a dar una vuelta con Obama- bromeé mirándola.

Ali: Ya, pero yo no quiero ir a dar una vuelta con Obama, quiero ir contigo- me
dijo cogiéndome las manos y brindándome una sonrisa.

Pasé mi brazo por su cintura, la acerqué a mí y la besé.

Yo: Admite que no estaría mal, seríamos el centro de atención de todo el mundo-
le dije medio sonriendo.

Ali: Tú eres el centro de atención de mi mundo- respondió acariciándome la cara.

Le sonreí y volví a besarla, después de unos segundos me separé para besar la


punta de su nariz y, después, hice lo mismo con su frente.
Yo: Te amo- dije mirándola cariñosamente.

Ali: Y yo a ti- me contestó.

Yo: Vamos a dar esa vuelta- dije empezando a caminar.

Cogió sus llaves y nos fuimos. Caminamos por los alrededores, pasamos por la
costa , en las playas no cabía ni un alfiler. La mañana transcurrió así, decidimos
comer fuera en un restaurante con vistas al mar y una buena brisa, después de
eso seguimos caminando. Reímos, nos besamos, hablamos…cualquier cosa que
hiciera con ella era perfecta, no importaba si estábamos cinco minutos caminando
sin decir ni una palabra, el estar con ella hacía ese momento único y perfecto.
Llegamos a su casa y nos tumbamos en el sofá reventadas.

Ali: ¿Qué hora es?- me preguntó.

Yo: Las cuatro y media- contesté mirando el móvil.

Ali: Tengo un sueño increíble- me dijo bostezando.

Yo: Duerme un poco- sugerí.

Ali: No quiero dejarte sola, además no nos dará tiempo a ir a casa de Sergio- se
negó.

Yo: No seas tonta, ve y duerme un poco. Yo ya encontraré algo que hacer, y de


tiempo vamos sobradas. Venga- le dije señalándole el cuarto.

Ali: ¿Seguro que no te importa?- volvió a preguntar- Me sabe mal.

Yo: Que no, me da igual. Ve a dormir mi amor- le aseguré sonriendo.

Ali: Está bien, me pondré el despertador a las seis.

Yo: Vale

Se levantó, se fue a su cuarto y cerró la puerta. Suspiré y miré a mí alrededor,


todo se había quedado en silencio. Mi lado cotilla se presentó en ese momento y
me hizo mirar en un cajón que había debajo de la televisión, había una caja que en
la tapa tenía escrito con un rotulador ‘Fotos’. Cogí la caja, me senté en el sofá y la
abrí, había un álbum. Empecé a pasar páginas y a medida que veía las fotos no
dejaba de sonreír. La mayoría eran de Alicia cuando era pequeña junto a su
familia, eran tan mona, su sonrisa para aquel entones ya era encantadora.
Terminé de revisar toda la caja en un abrir y cerrar de ojos, volví a dejarlo todo en
su sitio. Caminé hasta su cuarto, abrí la puerta lentamente y volví a cerrarla tras
de mí con la misma delicadeza para no despertar a Ali. Estaba tumbada de lado
cara a mí, una sábana cubría su cuerpo hasta su cintura. Me senté en la cama, me
quité los zapatos y me metí debajo de la sábana junto a ella. Acaricié su pelo y le
quité un mechón de la cara, ella resopló, cogió mi brazo y se abrazó a él. Apoyé la
cabeza en la almohada mientras sonreía y continué observándola hasta que el
sueño me venció.

Sentí algo acariciar mi mejilla, lentamente abrí los ojos y vi a Alicia con una
sonrisa.

Ali: Hola princesa- me saludó suavemente.

Me estiré y le cogí la mano que anteriormente me había acariciado la mejilla.

Yo: Hola mi amor. ¿Qué tal?

Ali: Después de verte dormir durante bastantes minutos, fenomenal. ¿Y tú?- me


preguntó.

Yo: Pues muy bien- contesté- ¿Qué hora es?

Ali: Las siete y cuarto- contestó mirando la hora en el despertador.

Yo: ¿Has estado mirándome durante una hora y cuarto?- le pregunté


entrecerrando los ojos.

Ali: Probablemente, me desperté porque sentí un peso encima de mí. Al parecer te


gusta abrazar mientras duermes- comentó sonriendo.

Yo: A ti también, antes cuando me he acostado querías raptar mi brazo- bromeé.

Ali: Más que tú brazo, querría raptarte a ti- admitió.

Yo: Parece que lo has hecho, me has tenido para ti un día entero- le dije.

Ali: Y no sabes la pena que me da tener que acabar con el secuestro, lo único que
me alegra es que para esta noche cada una estará soltera y disponible para
cualquiera- dijo sonriendo.

Yo: Sí, es cierto. Quizás llame al número que me dio la tal Ángela el viernes-
contesté, por dentro sonreía maliciosamente.

Ali: ¿Te dio su número? ¿Y tú se lo cogiste?- empezó a preguntar exaltándose.

Yo: Oye, la mujer no era para nada fea…- continué.

Ali: ¿Le cogiste el número y me estás diciendo que no era fea?- usó un tono de voz
en el que pude adivinar cierto enfado, pero predominaban sobre todo los celos.

Yo: Jajajaja- no pude aguantar más y comencé a reír.

Me pegó bastante fuerte en el brazo mientras su expresión me daba más ganas de


reír.
Ali: ¡Eres imbécil!- exclamó incorporándose, estaba enfadada a medias.

Yo: Mi amor no te enfades- evité que se levantase abrazándola por la cintura- Es


una broma.

Ali: Vete a hacerle bromas a Ángela- dijo, noté como sus labios se curvaron
haciendo una pequeña sonrisa.

Hice fuerza y la tumbé, me puse encima de ella.

Yo: Podría, si tuviera su número-la besé-si realmente quisiera hacerle una broma-
volví a besarla- y si prefiriera pasar tiempo con ella antes que contigo- la besé por
tercera vez.

Pasó sus manos por mi cuello y me besó utilizando su lengua, la mía alegre fue a
darle una buena bienvenida.

Yo: Vamos, tenemos que irnos- dije levantándome.

Ella se quitó la ropa que llevaba, ya que se había cambiado para estar más
cómoda, y escogió ropa nueva. Yo, puesto que no había traído nada más, me puse
algo que ella me prestó. Terminamos de vestirnos y salimos hacia la casa de
Sergio, fuimos en mi coche. No fueron más de diez minutos, y cuando aparqué
empezamos a darnos los besos que tendríamos que reprimir durante toda la
noche.

Ali: Una pregunta mi amor- me dijo.

Yo: Dime.

Ali: Cuando vayamos a dejar a Sergio y a Andrés, ¿les decimos que estamos
saliendo?- me preguntó.

Yo: No lo sé, yo no quiero seguir ocultando lo nuestro a nadie- le contesté


mirándola.

Ali: Es que tengo miedo de las represalias que puedan tomar- me dijo mirándome
con temor.

Yo: ¿Lo dices por tus padres?- le pregunté.

Ali: Sí. No es que no quiera hacerlo oficialmente público, pero creo que sería mejor
esperar un poco y que si lo tienen que saber, que lo sepan porque nos vean o
porque se lo digan. Suena egoísta, pero es un favor que te pido- me dijo.

Yo: Está bien, no te preocupes, no pasa nada. Cortamos con ellos y ya está-
respondí para tranquilizarla.

Ali: Gracias, te amo- dijo besándome por última vez.


Yo: Y yo a ti.

Salimos del coche, cruzamos la verja y tocamos el timbre.

Sergio: Hola mi amor- me saludó alegremente dándome un beso.

Yo: Hola- respondí forzando una sonrisa.

Entramos dentro y fuimos al jardín, ya estaban empezando a preparar la barbacoa.

Andrés: Hola princesa- saludó a Alicia dándole un gran abrazo y un beso, me


obligué a mí misma a apartar la mirada de ellos.

‘Ainhoa tranquilízate, mañana la tendrás para ti sola’ Ya lo sé, pero me mata


verlos juntos. Me dirigí donde estaban Marta y Javi.

Yo: Buenas- los saludé con un beso a cada uno.

Marta: ¿Qué tal?- me preguntó.

Yo: Bien, hasta que hemos llegado aquí- confesé susurrando para que Sergio no
me escuchara mirando a Ali y a Andrés.

Sebas: Hola Ainhoa- me saludó con dos besos- Sergio ayúdame con esto.

Sergio dejó su bebida en la mesa y le acompañó.

Javi: Andrés está ciego, cualquiera podría ver lo incómoda que está Alicia con él,
no hace más que alejarse- comentó intentando animarme.

Yo: Ya, cualquiera podría verlo menos él- contesté suspirando.

Marta: ¿Cuándo vais a dejarlos?- me preguntó.

Yo: Hoy mismo, hemos acordado en hacerlo al final de la noche- contesté- Hasta
entonces, tengo que aguantar.

Javi: Sin duda alguna yo sabía que había algún motivo

para que Alicia saliera con él. Con lo pegajoso, controlador y posesivo que es ella
jamás se hubiera fijado en Andrés- contestó.

Yo: Ya, aunque me caiga mal debo decir que ha sido un hombre con mucha suerte.
En otras circunstancias me daría pena porque va a perder a una gran mujer- les
dije.

Marta: Pero no te da pena porque esa mujer es tuya- añadió sonriendo.

Yo: Exacto, es mía- dije con orgullo dando un sorbo a la bebida que había cogido.
Cuando las brasas estuvieron listas empezamos a torrar la carne y todo lo que
habían comprado. Mientras los hombres se encargaban del fuego, nosotras
empezamos a preparar la mesa en el jardín, y, aprovechando, le robé a Alicia un
par de besos. La cena ya estaba preparada y servida así que comenzamos a comer
con hambre. Charlamos, reímos, brindamos y cenamos a gusto mientras el
vientecillo que corría nos refrescaba. Al terminar de cenar recogimos todo y
entramos dentro de la casa para pasar el rato. Sebas se tuvo que ir ya que había
quedado para salir de fiesta con un ligue. Dentro, en el salón, había una gran
chimenea que por cuestiones más que obvias no encendimos y, muy cerca, una
mesa de madera.

Yo: ¿Fue con esta mesa con la que me di el golpe en la cabeza?- les pregunté
curiosa.

Marta, Javi, Sergio y Alicia se miraron entre ellos.

Sergio y Marta: Sí. No- contestaron respectivamente y contradiciéndose.

Ellos dos se miraron con los ojos un poco abiertos, luego miraron a los demás.

Javi: Fue todo muy rápido, no sabemos muy bien si fue contra la mesa o con la
chimenea, ¿verdad?- explicó rápidamente.

Todos asintieron.

Yo: Voy a por más cervezas- les dije saliendo del cuarto.

Me dirigí a la cocina, abrí la nevera, cogí el pack de cervezas y volví. Justo cuando
estaba a punto de empujar la puerta para entrar escuché un murmullo, parecía
que estaban discutiendo. Pegué la oreja a la puerta y me dediqué a escuchar.

Sergio: ¡Pero qué dices! ¿No acordamos que diríamos que había sido con una
mesa?- escuché su voz un poco apagada por la puerta.

Javi: Por si no lo recuerdas en verdad acordamos que había sido en mi casa, no en


la tuya- le reprochó un poco enfadado.

Sergio: ¡Yo qué sé! No pensé que el tema volvería a salir- se excusó.

Ali: Bueno, pero ha vuelto a salir, y es mejor que volvamos a enterrarlo. No creo
que sea muy buena idea hablar de su no-accidente estando ella a menos de veinte
metros de nosotros- dijo ella en un tono de voz firme y serio.

Empujé la puerta dejándome ver, ellos al verme abrieron los ojos como platos,
sobretodo Alicia, que era a quién estaba mirando. Su reacción fue distinta al del
resto, su rostro no demostraba sorpresa, era de terror.

Yo: ¿De qué estáis hablando?- pregunté perpleja.


Miré a Marta y a Javi, estos cerraron los ojos lamentándose. Después de volver a
abrirlos miraron con pena a Ali, como si le pidieran perdón. Nadie se animó a
hablar.

Yo: ¿De qué estabais hablando?- pregunté elevando mi tono de voz y dejando las
cervezas.

Marta: Tu accidente no fue lo que te hicimos creer- se dignó a hablar.

Sergio: ¡Cállate!- le ordenó cabreado.

Yo: ¡No! Habla, quiero saberlo- dije con en cejo fruncido mientras me cruzaba de
brazos.

Marta: Ocurrió el año pasado, era julio y nos habían invitado a una fiesta de
disfraces, el tema era de terror. A todos nos pareció perfecto ya que nos
encantaban este tipo de fiestas, pero tú no querías ir, te daba mucho miedo. Al
final te convencimos y asistimos todos- empezó a explicar.

Yo: Continúa- exigí.

Javi: La fiesta era a las diez, Marta fue a recogernos y fuimos todos juntos. Acabó
muy tarde, sería la una cuando decidimos irnos. Dado que tú eras la que se
asustaba con facilidad a Sergio se le ocurrió hacerte una broma de muy mal gusto.
Su idea era convencer a cinco amigos para que cuando te dejásemos sola fueran
hacia ti y te asustaran. Le costó, pero acabó convenciéndonos a todos. Alicia fue la
que más se resistió a ello, pero acabó aceptando también. Proseguimos con el
plan, en un momento de despiste por tu parte nos alejamos de ti y nos
escondimos en unos matorrales, Sergio hizo la llamada para que te asustaran.
Entonces aparecieron ellos y se acercaron a ti. Al principio hicieron un círculo
alrededor tuyo, tan solo consistía en eso. Pero entonces vimos como empezaron a
empujarte y a pasarte de uno a otro. Marta fue quien se dio cuenta de que
estaban empezando a robarte. En ese momento llamaron al móvil de Sergio, eran
sus amigos diciendo que se habían tenido que ir. Realmente te estaban robando.
Lo que pasó después no lo vimos con claridad, tan solo sabemos que Alicia arrancó
a correr hacia ti y te vio con una gran brecha en la cabeza. Quisimos intervenir
para ayudarte pero Sergio nos amenazó, ellos se hubieran ido y tú querrías haber
llamado a la policía, no quería que supieras lo que fue capaz de hacerte para que
no le dejaras- terminó de explicar.

No podía creer lo que acababa de oír, sentí la furia invadir mi cuerpo.

Yo: ¿¡Cómo fuisteis capaces!?- pregunté gritando.

Marta: ¡Se nos fue de las manos! No queríamos que te sucediera nada- intentó
explicar, estaba llorando.

Miré a Alicia, mantenía la cabeza baja mientras las lágrimas también invadían sus
ojos.
Yo: ¿No vas a decir nada?- le pregunté con furia.

Levantó la cabeza y me miró.

Ali: Tan solo era una broma- dijo con la voz apagada.

Yo: ¡Tan solo una broma!- repetí con sorna.

Ali: ¡Quisimos ayudarte pero Sergio no nos dejó!- intentó justificarse.

Sergio: ¡Sí hombre! Ahora la culpa es toda mía, ¿verdad? ¡Todos participamos!-
dejó claro.

Yo: ¿Se puede saber qué clase de hijo de puta eres por hacerme eso?- le pregunté
con rabia, no esperaba una respuesta- ¿Con qué os amenazó a vosotros?- me
dirigí a Marta y Javi.

Marta: Mi madre andaba mal de dinero, apenas teníamos para comer. Con la
ayuda del padre de Javi mi madre tomó un préstamo no autorizado del banco para
poder pagar unas cuantas deudas que teníamos. Ahora ya está todo devuelto y no
hay nadie que pueda corroborar ese robo, pero por aquel entonces no era así. Nos
amenazó de llevarlos ante la policía, todavía no sé ni cómo se enteró- contestó
mirándolo con rabia.

Giré sobre mis talones y volví a dirigirme a Alicia, su respuesta era la que más me
importaba de todas.

Yo: ¿Y a ti? ¿Con qué te amenazó?- le pregunté.

Ella me miró fijamente incapaz de contestar.

Sergio: Venga, díselo- la presionó.

Ali: Me amenazó con contarles a mis padres que era lesbiana y que estaba
enamorada de ti- confesó finalmente, no pudo ni mirarme a los ojos.

En ese instante sentí la sangre hervirme con más intensidad.

Yo: ¿Con eso te amenazó? ¿Eso fue lo que te impidió que pudieras ayudarme?- le
pregunté acercándome más a ella y cogiéndola con fuerza del brazo para que me
mirara.

Ali: ¡Si se hubieran enterado habrían renunciado a mí! Les daría asco,
probablemente me hubieran metido en un internado solo Dios sabe dónde
intentando curarme esta ‘enfermedad’ o me hubieran echado de casa, me hubiera
quedado sin nada- se explicó, pero aquello no hizo que me calmara.

Andrés: ¿Estás enamorada de ella?- preguntó lentamente y atónito.


Ali: Sí, y hoy mismo iba a cortar contigo- contestó fría.

Andrés: Eso no puede ser, tan solo es una estúpida idea, probablemente tan solo
querías ver qué era estar con una mujer, estás confundida. Debe de ser eso- le
dijo.

Ali: No es una estúpida idea Andrés, la única idea estúpida que he tenido en mi
vida ha sido salir contigo- admitió.

Yo: ¿Cómo te has atrevido a tocarme, a besarme?- le pregunté retrocediendo y


negando con la cabeza.

Ali: Ainhoa, yo te amo- dijo con los ojos llenos de tristeza

Yo: Me has estado mintiendo todo este tiempo. ¿Cómo sé que todos los te amo
que me has dicho no son mentira?- pregunté mientras más lágrimas caían de
parte de ambas.

Ali: ¿Te acuerdas lo que pasó ayer noche? No estaba teniendo sexo contigo, te
estaba haciendo el amor, te estaba amando con todo mi corazón. Mis sentimientos
eran y son puros. Hoy cuando me he despertado por la tarde y he sentido tu brazo
rodear mi cintura me he sentido la mujer más afortunada del universo, cuando me
he dado la vuelta y he visto tu cara mientras dormías tranquilamente he pensado:
‘¿Cómo ha podido elegirme esta mujer? ¿Cómo he podido ganarme el cielo de esta
forma?’ Y al despertar y ver tú sonrisa he sabido que hiciera lo que hiciera no
podría volver a recuperar mi corazón, te pertenece a ti- me confesó.

Cogió mis manos en busca de que se las apretara o que mostrara afecto, pero las
solté.

Yo: Me prometiste que jamás ibas a volver a mentirme y nada más al hacer la
promesa ya estabas mintiendo. No eres quien yo pensaba, me has decepcionado.
Todos me habéis decepcionado- dije, ella se derrumbó y empezó a llorar con más
fuera.

Marta y Javi se acercaron a ella e intentaron darle consuelo, de mientras me


miraron tristemente, esquivé sus miradas.

Sergio: ¿Me has estado engañando con ella?- preguntó detrás de mí.

Yo. De todos tú eres el que menos mereces una explicación- contesté.

Se sentó en una silla intentando asimilar todo lo que había ocurrido. Pasé por
delante de Alicia con la intención de irme.

Ali: Ainhoa- me detuvo cogiéndome del brazo- Lo siento, lo siento mucho,


perdóname por favor- me rogó.
Yo: ¿Sabes? Yo jamás hubiera aceptado hacerte una broma de ese tipo, y mucho
menos me hubiera quedado de brazos cruzados viendo cómo te robaban y con la
alta posibilidad de no salir viva de ahí, ni aunque me hubieran amenazado Alicia-
le dije mirándola fijamente y con un tono de voz muy duro.

Ali: Lo siento muchísimo, de verdad que lo siento. Cada día me he sentido culpable
de lo que ocurrió, cuando estabas en el hospital tumbada en esa cama en coma y
nos dijeron que no sabían cuándo ibas a despertar me sentí la persona más
horrible del mundo- sollozó.

Yo: Podrían haber abusado de mí, podría no haber recuperado la memoria. Podría
haber muerto- le dije mientras sentía que se formaba un nudo en mi garganta.

Ali: Lo sé, lo sé, me he estado atormentando durante mucho tiempo con eso, fui
una estúpida por dejarme llevar. Pero te amo Ainhoa, más de lo que te pudieras
imaginar- respondió cogiéndome de nuevo la mano.

Yo: No puedo volver a confiar en ti- le dije mirándola y soltándome de ella.

Ali: ¿Estás rompiendo conmigo?- me preguntó lentamente.

Yo: Nunca fuimos algo- contesté fría y dejándola de piedra.

Me fui de aquella habitación sintiendo como las lágrimas caían de mis ojos.

Ali: ¡Ainhoa! ¡Ainhoa!- gritaba a mis espaldas.

Subí a mi coche, lo puse en marcha y me marché a toda velocidad. ¿Cómo pudo


hacerme eso? ¿Cómo pudieron? Habría confiado mi vida a Alicia, Marta y Javi, y
luego me enteraba de que ellos mismos la habían puesto en peligro por una
estupidez. Mínimamente entendía que Marta y Javi no hubiesen hecho nada ante la
amenaza de Sergio. ¿Pero Alicia? ¿Tanto juraba amarme para que a la hora de la
verdad me fallara? ¿Lo que pensaran sus padres de ella le parecía más importante
que mi propia vida? Eso no lograba entenderlo, por más que me esforzase no lo
entendía. Y aquello era lo que más me dolía, lo que más me enfadaba, lo que más
me destruía. Llegué al lugar dónde quería ir en unos cuarenta minutos, no había ni
un alma. Durante todo el camino mi móvil no había dejado de sonar, y todas eran
llamadas de Alicia. Crucé la verja, toqué el timbre y esperé.

Natalia: ¿Ainhoa? ¿Qué ocurre?- me preguntó abriéndome la puerta.

Me lancé a sus brazos a llorar, ella me abrazó, entramos en su casa y me preparó


un café. Le conté todo lo que llevaba dentro, solo que modificando lagunas cosas.
No le conté nada de lo que había pasado esa noche, me limité a contarle lo que me
había pasado en el último año: Que me había enamorado de una persona que
tenía pareja, que era imposible que pudiera salir con esa persona, que me moría
de celos, que me alejé para no sufrir, que al final empecé a salir con ella y que me
había enterado de una cosa que me había hecho mucho daño, lo cual me había
llevado a dejarla. En ningún momento hice referencia si se trataba de una mujer o
de un hombre, tan solo expulsé lo que sentía. Estuve alrededor de una hora
explicándole todo mientras lloraba, ella pacientemente escuchó todo lo que tenía
que decir. Al acabar me dio una manta y me dijo que podía pasar la noche allí. Le
agradecí que me hubiera escuchado y que me dejara quedarme, nos despedimos y
ella subió a su cuarto.

Me sentía traicionada, enfadada y humillada en cierto modo. Jamás pensé que


sería capaz de hacerme algo así, que antepusiera lo que dirían sus padres a mi
salud. Alicia tenía razó n en una cosa, tenía razón en que esa noche las dos
íbamos a quedar solteras.

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Me sentía traicionada, enfadada y humillada en cierto modo. Jamás pensé que


sería capaz de hacerme algo así, que antepusiera lo que dirían sus padres a mi
salud. Alicia tenía razón en una cosa, tenía razón en que esa noche las dos nos
íbamos a quedar solteras.

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Decidí quedarme un par de días en casa de Natalia, a ella no le importaba y yo


necesitaba estar alejada de la ciudad para ordenar mis ideas y aclarar mis
pensamientos, no se me ocurrió un lugar mejor que aquel. Estaba muy dolida, mis
mejores amigos me habían traicionado, por su culpa había sufrido lo inimaginable.
Había tenido que volver a aprender a leer y a escribir, jamás había hecho algo tan
difícil. Había tenido que moverme alrededor de gente que no conocía y volver a
conocerlos, había tenido que soportar burlas. Había tenido que rehacer mi vida de
nuevo. Lo había conseguido, pero ¿y si no lo hubiera hecho? ¿Y si no hubiera
despertado del coma? ¿Y si no hubiera recuperado la memoria? No tenía sentido
torturarme con algo que ya había ocurrido, pero hubo una mínima posibilidad de
que aquello que ya consideraba pasado formara parte de mi realidad, exceptuando
a la muerte, claramente.

¿Podría volver a confiar en una persona que me había mentido a lo largo de un


año? Mi corazón decía a gritos que sí, que sí que podía, que quería a Alicia junto a
mi lado, pero mi cerebro me decía que no. Y es que tan solo habían pasado un par
de horas y ya la volvía a echar de menos, mi corazón la echaba de menos.
Necesitaba pensar y meditar, tenía que estar totalmente segura de querer volver
dejar entrar a Alicia en mi vida, porque si la dejaba entrar no volvería a salir por
mucho daño que me hiciese. Esa era la razón de mi miedo. Tenía miedo de volver
a salir con ella, que volviera a defraudarme, que volviera a hacerme daño y que no
fuera capaz de dejarla ir. Nunca me había dado motivos para desconfiar de ella,
eso era cierto, pero también estaba demasiado enamorada como para ante
cualquier signo de desconfianza por su parte haberlo ignorado. Esperaría a que mi
enfado se disipase y luego entonces tomaría una decisión.

Quizás muchos pensarán que era una exagerada, que no era para tanto, pero para
mí sí que lo era. Cuando me enamoraba depositaba toda mi confianza ciegamente
en esa persona, me entregaba completamente, daba lo mejor de mí. Lo había
hecho con Alicia. Perfectamente cualquiera podría haber pensado que ella se había
estado entregando mucho más que yo, y quizás tendría razón, pero eso no quitaba
que la amara con todas mis fuerzas. Y ella me había mentido. ¿Cómo tener la
certeza de que no lo volvería a hacer? ¿Cómo saber que no me dejaría si la
amenazaran con contarle a sus padres que era lesbiana? Hacía un año lo había
hecho, me había mentido porque le amenazaron con decírselo a sus padres.
¿Volvería a dejarme de lado? La cabeza me estaba comenzando a doler de tanto
pensar, me metí en la ducha para relajarme. Cuando acabé me vestí y cogí mis
llaves.

Yo: Voy a casa a coger ropa, no creo que tarde mucho- le dije.

Natalia: Está bien- contestó mirándome.

Yo: Gracias por dejar que me quede- le agradecí.

Natalia: La primera que te dijo que esta era tu casa fui yo, no hace falta que me
agradezcas nada. Eres mi hermana y necesitas ayuda, ¿cómo iba a negarme?- me
dijo.

Me acerqué a ella y la abracé afectuosamente, ella pasó sus brazos detrás de mi


espalda.

Yo: Eres la mejor- dije separándome.

Natalia: Venga ve a coger tus chismes, yo iré preparando tu habitación- dijo


levantándose.

Salí de la casa, me metí en mi coche y conduje hasta la ciudad. Aparqué y entré


en casa.

Lucía: Hola cariño- me saludó abrazándome.

Yo: Hola mamá- respondí al saludo.

Lucía: ¿Cómo estás?- me preguntó mirándome tristemente.

Yo: Hago lo que puedo- contesté suspirando.

Antonio: Hola pequeña- saludó entrando al salón.

Yo: Papá- le abracé a él también, sus fornidos brazos me tuvieron retenida


durante un par de segundos.

Antonio: ¿Qué ha pasado? Hasta hace un par de días estabas la mar de feliz y hoy
nos llama tu hermana diciéndonos que ibas a quedarte un par de días en su casa-
preguntó mirándome.

Yo: Ni yo misma sé exactamente qué ha pasado- respondí encogiéndome de


hombros.
Lucía: Ayer vino Sergio muy tarde a buscarte, dice que le has dejado, y el teléfono
no dejó de sonar- me contó, se notaba que estaba preocupada.

Yo: ¿Sergio vino a buscarme?- volví a preguntar.

Antonio: Sí, parecía un loco. ¿Es cierto? ¿Le has dejado?- quiso saber.

Yo: Sí, le he dejado-contesté con un resoplido.

Lucía: ¿Por qué?

Yo: Os prometo que más adelante os contaré todo. ¿Sabéis quien…llamaba todo el
rato?- pregunté lentamente.

Antonio: Llamaron muchas veces, una vez fue Sergio antes de venir, otra fueron
Javi y Marta, pero la que llamó varias veces fue Alicia- contestó mirándome
fijamente.

Mi corazón dio un brinco al escuchar su nombre, me parecía increíble lo que tan


solo causaba en mí su nombre.

Lucía: Todo el mundo te buscaba. ¿Qué pasó anoche Ainhoa?- me preguntó


acrecentando su preocupación.

Yo: No es nada por lo que debáis preocuparos, podéis estar tranquilos. Necesito
tomarme un tiempo tan solo para mí y pensar- respondí.

Antonio: Sabes que estamos contigo y que te vamos a ayudar y apoyar en todo lo
que hagas, en cualquier problema que tengas, ¿verdad?- preguntó asegurándose.

Yo: Pues claro que lo sé, por eso os quiero tanto- contesté abrazándolos a la vez.

Lucía: Y nosotros a ti, hija- me dijo.

Yo: Voy a coger mis cosas- les dije con una sonrisa.

Fui a mi cuarto, cogí una maleta pequeña que tenía de un par de viajes que hice y
metí mi ropa, mi cepillo de dientes y todo lo que encontré necesario. Después de
repasar mentalmente que no me olvidaba nada volví al salón.

Antonio: Llámanos- me dijo volviéndome a abrazar.

Yo: Me voy a la otra punta de la isla como máximo un mes, no a vivir a Nueva
York- contesté mientras reía.

Antonio: Me da igual, tú llámanos si tienes cualquier cosa que decir, aunque tan
solo sea para decirnos que tal estáis tú y tu hermana- me dijo besándome la
cabeza.
Yo: Está bien, lo haré- contesté besándolo en la mejilla.

Lucía: Espero que sea lo que sea eso que ha pasado sepas solucionarlo- me dijo
abrazándome, ¿era el día de los abrazos o qué?

Yo: Tranquila, tan pronto como tenga una decisión os contaré lo que ha pasado-
respondí.

Lucía: Está bien. No merece la pena que estés así por esa persona- dijo
besándome.

Yo: Adiós- me despedí.

Antonio y Lucía: Adiós- dijeron al unísono.

Mientras bajaba por el ascensor pensaba en la facilidad que siempre había tenido
mis padres en saber cuándo algo iba mal, ¿cómo se habría enterado de que estaba
mal por alguien y no por algo? Salí del edificio y me encaminé hacia mi coche.

Ali: ¿Ainhoa?- preguntó tras de mí.

Me quedé paralizada, su voz entró en mis oídos dejándome sin aire en mis
pulmones. Me giré lentamente y la miré, sus ojos estaban rojos y tenía unas
ojeras bastante marcadas.

Ali: ¿Te vas?- me preguntó mirando la maleta.

Yo: Necesito un cambio de aires, pensar con claridad- contesté firmemente.

Ella se quedó pensativa. Estaba segura de que la mala suerte me atraía. ‘Chica,
precisamente no te atrae la mala suerte, más bien eres tú quien atrae a la mala
suerte’ Gracias por los ánimos, eres fenomenal. ‘Siempre es un gusto ser de
ayuda’

Ali: Ainhoa déjame que te explique- me dijo empezando a derrumbarse.

Yo: No Alicia, ya basta- contesté exasperada- Empiezo a estar cansada de esto.

Ali: ¿Crees que voy a quedarme de brazos cruzados mientras observo como te
pierdo?- respondió frunciendo el ceño.

Yo: Eso es justamente lo que tendrías que haber dicho hace un año- dije
mirándola fijamente.

Abrió la boca para decir algo pero no emitió ningún sonido.

Yo: ¿Crees que no tengo derecho a recibir un poco de descanso? He estado toda la
noche despierta, pensando, sin poder dormir, nerviosa, dolida, llorando- contesté
terminando esa lista que podía haberse alargado durante horas.
Ali: ¿Piensas que has tenido mejor noche que yo? Me he pasado toda la
madrugada llamándote al móvil, buscándote, preocupada de que te hubiera
pasado algo- me dijo.

Yo: ¿Te crees que tienes derecho de recriminarme eso?- le pregunté seriamente.

Ali: Tan solo te estoy diciendo que he estado toda la noche preocupada por ti-
contestó suavizando el tono.

Yo: Bueno, pues ya ves que estoy bien- dije dándome la vuelta para irme.

Ali: Ainhoa, escúchame un minuto- pidió cogiéndome del brazo, yo me solté de


ella.

Yo: ¿Qué quieres?- dije fría.

Ali: Dime que quieres que haga para que me perdones, haré lo que haga falta, lo
que sea. Dime, ¿qué tengo que hacer?- me preguntó derrotada, su mirada me lo
suplicaba.

Yo: ¿Que qué quiero que hagas? Quiero que me dejes en paz- le dije mirándola
fijamente.

Ali: Haré cualquier cosa menos eso- contestó.

Yo: ¡Alicia! No puedes pretender que haga como si no hubiera pasado nada, que
todo se arregle con un ‘Lo siento, perdóname’, que vuelva a confiar en ti como si
nada. Entiende que me has hecho daño- respondí.

Ali: Dime que nunca has cometido un error, dime que nunca te has arrepentido de
hacer algo, dime que nunca te has sentido culpable de cualquier cosa- me dijo.

Mi silencio le otorgó la respuesta.

Ali: No soy perfecta, lo sé, tengo mis defectos. ¿Quién no los tiene? He cometido
errores que por mucho que quiera no voy a poder solucionarlos. Aquella noche no
te ayudé, te dejé tirada, es cierto, pero ¿sabes qué? No estoy del todo arrepentida.
De no ser por ese accidente jamás te hubieras enamorado de mí, no hubiera
sabido lo que era besarte, no hubiera sabido lo que era hacerte el amor- me dijo,
de cada vez fue bajando el tono hasta que acabó en un susurro.

Yo: Me mentiste Alicia, te importó más lo que pensaran tus padres de ti que yo-
respondí con rabia.

Ali: Desde este mismo instante prometo no volver a mentirte nunca más.

Yo: ¿Cómo quieres que esté contigo si ya ni siquiera sé si vas a volver a


traicionarme?- le pregunté con rabia.
Ali: Por aquel entonces no éramos nada- dijo a modo de excusa.

Yo: La cuestión no es que estuviera saliendo contigo o no Alicia. Lo que importa


aquí es que me amabas y preferiste arriesgar mi vida para salvar la opinión que
tenían tus padres de ti. ¿Cómo pretendes que vuelva a confiar en ti?- le expliqué.

Ali: Yo…-la interrumpí.

Yo: De verdad necesito un descanso, desconectar y relajarme. Dame tiempo por


favor- le pedí con todas las ganas de que lo entendiera de una vez.

Ali: Está bien, te dejaré espacio- dijo levantando los brazos y alejándose un poco.

Asentí con la cabeza y me giré para volver al coche.

Ali: Ainhoa- me detuvo.

Volví a girarme y la miré preguntándole con la mirada qué quería.

Ali: Sabes que te amo, ¿verdad?- me preguntó.

Yo: Ahora mismo no sé nada- admití suspirando.

Ali: Bueno, pues te lo digo para que lo sepas. Te amo- repitió.

Dicho esto se dio la vuelta y reanudó su camino. Me metí en el coche, dejé la


maleta en el asiento del copiloto, apoyé mi cabeza en el respaldo y cerré los ojos
para evitar que las lágrimas cayeran. Dios, ¿por qué me lo ponía tan difícil? ¿Por
qué era tan irresistible? ¿Por qué era tan débil ante ella? Si se le hubiera ocurrido
besarme no habría reunido las fuerzas suficientes para alejarme, y esa era una de
las cosas que más me hacían cabrear. Odiaba que tuviera ese control sobre mí,
conscientemente o inconscientemente, lo odiaba. Me sequé las lágrimas con el
dorso de la mano, encendí el motor y conduje hasta la casa de Natalia, apenas fui
consciente de que había llegado. Me metí en el cuarto de invitados y observé lo
que sería mi dormitorio durante los próximos días, no estaba para nada mal. Fui
colocando mis cosas y cuando terminé me senté en la cama pensativa.

Natalia: ¿Quieres hablar?- me preguntó asomándose por el marco de la puerta.

Yo: Ya te he aburrido demasiado- contesté sonriendo.

‘¿Demasiado? Demasiado es bien poco, si casi le cuentas hasta cuando te pusiste


tu primer tampón’

Natalia: No digas bobadas, no me importa- dijo sentándose a mi lado.

Yo: Te he contado todo lo que tenía que decir- respondí encogiéndome de


hombros.
Natalia: Eso no es verdad, me has contado todo lo que ha ocurrido aunque
sospecho que hay más tela por contar, pero no me has contado cómo te sientes-
me dijo poniéndome la mano encima de la mía.

Yo: ¿Cómo me siento? Me siento frustrada por no saber si va a volver a hacerme


daño. Tú sabes lo insegura que he sido siempre- dije mirándola.

Natalia: Lo sé cariño, lo sé, para ti nunca ha sido fácil tomar decisiones- contestó
comprensiva.

Yo: ¿Sabes que es lo peor de todo? Que yo confiaba completamente en esa


persona, pensaba que jamás sería capaz de traicionarme- dije.

Natalia: Tú siempre has odiado que te ocultaran las cosas, que la gente no fuera
honesta contigo- me dijo.

Yo: No me lo esperaba, de ella no- comenté negando con la cabeza.

Natalia: ¿Ella?- preguntó.

La miré fija e intensamente.

Yo: Me he enamorado de una mujer- confesé.

Esperaba su reacción, que gritase, que me insultara, o que simplemente no hiciera


nada. Su expresión mostró asombro y noté que estaba un poco confusa.

Natalia: Bueno…no pasa nada. Para mí no cambia nada, sigues siendo mi


hermana- me dijo quitándome un gran peso de encima- ¿Mamá y papá lo saben?

Yo: No, tenía miedo de su reacción, de vuestra reacción- contesté.

Natalia: Puedes estar tranquila, lo entenderán perfectamente- me dijo.

Yo: Ya, pero aun así tenía miedo. La gente es muy impredecible- respondí mirando
a la nada.

Natalia: ¿Qué es lo que te hizo para que estés así?- me preguntó.

Yo: Realmente no es ella la única culpable de que esté así. Marta, Javi y Alicia
también tienen la culpa. Por un motivo en el cual tendrían que haberme ayudado
no lo hicieron porque les amenazaron. Podía llegar a entender que no me
ayudasen tres personas, pero lo que le impidió que ella me ayudase fue que la
amenazaron con contarle a sus padres que era lesbiana. El motivo fue mi
accidente. Y tan solo fue eso lo que le impidió ayudarme. Por eso estoy tan
cabreada, y por eso me duele tanto- le conté lentamente.

Natalia: Sabía que ellos tenían algo que ver con tu accidente- dijo un poco
cabreada.
Yo: La cuestión es que todos tenían mínimamente una excusa, pero ella no-
suspiré.

Natalia: Te ha decepcionado- dijo por mí.

Yo: Sí- afirmé.

Natalia: ¿Mamá o papá te han dicho algo?- preguntó.

Yo: Mamá me ha dicho que sea quien sea no merece que esté así por ella, que no
vale la pena. Pero no sabe lo que he vivido junto a ella, los momentos que hemos
tenido, los besos y los te amo que me ha dicho. Si lo supiera me entendería-
murmuré con voz queda.

Natalia: No sigas torturándote, no sirve para nada. Lo hecho, hecho está, por
mucho que pienses no podrás cambiar nada. Lo único que vas a cambiar y tan solo
depende de ti es si vas a perdonarla o si vas a confiar en ella de nuevo- me
susurró suavemente.

Yo: Tienes razón.

Natalia: Voy a ir preparando la cena, ven conmigo o si quieres ponte a ver la tele
un rato- me dijo.

Yo: Está bien- dije levantándome.

Fui con ella y empezamos a preparar la cena, logró hacerme reír con un par de
chistes y unas anécdotas de algunos de sus compañeros del trabajo. Cenamos,
fregamos todo, nos cambiamos y nos pusimos a ver una película. Cuando acabó
cada una se fue a su cuarto para dormir, me tumbé en la cama suspirando. Había
sido un día bastante largo y estaba cansada. Mi mente no pudo dejar de dar
vueltas, centrándose como siempre en Alicia. Recordaba una y otra vez la
conversación que había tenido con ella aquella tarde, pero a la vez la noche en la
que me enteré de todo haciendo que dos sentimientos muy contradictorios se
peleasen entre sí. ¡Joder! ¿Por qué es todo tan complicado? pensé antes de
dormirme.

-----------------------------------------

Me sentía traicionada, enfadada y humillada en cierto modo. Jamás pensé que


sería capaz de hacerme algo así, que antepusiera lo que dirían sus padres a mi
salud. Alicia tenía razón en una cosa, tenía razón en que esa noche las dos nos
íbamos a quedar solteras.

-------------------------------------

Decidí quedarme un par de días en casa de Natalia, a ella no le importaba y yo


necesitaba estar alejada de la ciudad para ordenar mis ideas y aclarar mis
pensamientos, no se me ocurrió un lugar mejor que aquel. Estaba muy dolida, mis
mejores amigos me habían traicionado, por su culpa había sufrido lo inimaginable.
Había tenido que volver a aprender a leer y a escribir, jamás había hecho algo tan
difícil. Había tenido que moverme alrededor de gente que no conocía y volver a
conocerlos, había tenido que soportar burlas. Había tenido que rehacer mi vida de
nuevo. Lo había conseguido, pero ¿y si no lo hubiera hecho? ¿Y si no hubiera
despertado del coma? ¿Y si no hubiera recuperado la memoria? No tenía sentido
torturarme con algo que ya había ocurrido, pero hubo una mínima posibilidad de
que aquello que ya consideraba pasado formara parte de mi realidad, exceptuando
a la muerte, claramente.

¿Podría volver a confiar en una persona que me había mentido a lo largo de un


año? Mi corazón decía a gritos que sí, que sí que podía, que quería a Alicia junto a
mi lado, pero mi cerebro me decía que no. Y es que tan solo habían pasado un par
de horas y ya la volvía a echar de menos, mi corazón la echaba de menos.
Necesitaba pensar y meditar, tenía que estar totalmente segura de querer volver
dejar entrar a Alicia en mi vida, porque si la dejaba entrar no volvería a salir por
mucho daño que me hiciese. Esa era la razón de mi miedo. Tenía miedo de volver
a salir con ella, que volviera a defraudarme, que volviera a hacerme daño y que no
fuera capaz de dejarla ir. Nunca me había dado motivos para desconfiar de ella,
eso era cierto, pero también estaba demasiado enamorada como para ante
cualquier signo de desconfianza por su parte haberlo ignorado. Esperaría a que mi
enfado se disipase y luego entonces tomaría una decisión.

Quizás muchos pensarán que era una exagerada, que no era para tanto, pero para
mí sí que lo era. Cuando me enamoraba depositaba toda mi confianza ciegamente
en esa persona, me entregaba completamente, daba lo mejor de mí. Lo había
hecho con Alicia. Perfectamente cualquiera podría haber pensado que ella se había
estado entregando mucho más que yo, y quizás tendría razón, pero eso no quitaba
que la amara con todas mis fuerzas. Y ella me había mentido. ¿Cómo tener la
certeza de que no lo volvería a hacer? ¿Cómo saber que no me dejaría si la
amenazaran con contarle a sus padres que era lesbiana? Hacía un año lo había
hecho, me había mentido porque le amenazaron con decírselo a sus padres.
¿Volvería a dejarme de lado? La cabeza me estaba comenzando a doler de tanto
pensar, me metí en la ducha para relajarme. Cuando acabé me vestí y cogí mis
llaves.

Yo: Voy a casa a coger ropa, no creo que tarde mucho- le dije.

Natalia: Está bien- contestó mirándome.

Yo: Gracias por dejar que me quede- le agradecí.

Natalia: La primera que te dijo que esta era tu casa fui yo, no hace falta que me
agradezcas nada. Eres mi hermana y necesitas ayuda, ¿cómo iba a negarme?- me
dijo.

Me acerqué a ella y la abracé afectuosamente, ella pasó sus brazos detrás de mi


espalda.

Yo: Eres la mejor- dije separándome.


Natalia: Venga ve a coger tus chismes, yo iré preparando tu habitación- dijo
levantándose.

Salí de la casa, me metí en mi coche y conduje hasta la ciudad. Aparqué y entré


en casa.

Lucía: Hola cariño- me saludó abrazándome.

Yo: Hola mamá- respondí al saludo.

Lucía: ¿Cómo estás?- me preguntó mirándome tristemente.

Yo: Hago lo que puedo- contesté suspirando.

Antonio: Hola pequeña- saludó entrando al salón.

Yo: Papá- le abracé a él también, sus fornidos brazos me tuvieron retenida


durante un par de segundos.

Antonio: ¿Qué ha pasado? Hasta hace un par de días estabas la mar de feliz y hoy
nos llama tu hermana diciéndonos que ibas a quedarte un par de días en su casa-
preguntó mirándome.

Yo: Ni yo misma sé exactamente qué ha pasado- respondí encogiéndome de


hombros.

Lucía: Ayer vino Sergio muy tarde a buscarte, dice que le has dejado, y el teléfono
no dejó de sonar- me contó, se notaba que estaba preocupada.

Yo: ¿Sergio vino a buscarme?- volví a preguntar.

Antonio: Sí, parecía un loco. ¿Es cierto? ¿Le has dejado?- quiso saber.

Yo: Sí, le he dejado-contesté con un resoplido.

Lucía: ¿Por qué?

Yo: Os prometo que más adelante os contaré todo. ¿Sabéis quien…llamaba todo el
rato?- pregunté lentamente.

Antonio: Llamaron muchas veces, una vez fue Sergio antes de venir, otra fueron
Javi y Marta, pero la que llamó varias veces fue Alicia- contestó mirándome
fijamente.

Mi corazón dio un brinco al escuchar su nombre, me parecía increíble lo que tan


solo causaba en mí su nombre.

Lucía: Todo el mundo te buscaba. ¿Qué pasó anoche Ainhoa?- me preguntó


acrecentando su preocupación.
Yo: No es nada por lo que debáis preocuparos, podéis estar tranquilos. Necesito
tomarme un tiempo tan solo para mí y pensar- respondí.

Antonio: Sabes que estamos contigo y que te vamos a ayudar y apoyar en todo lo
que hagas, en cualquier problema que tengas, ¿verdad?- preguntó asegurándose.

Yo: Pues claro que lo sé, por eso os quiero tanto- contesté abrazándolos a la vez.

Lucía: Y nosotros a ti, hija- me dijo.

Yo: Voy a coger mis cosas- les dije con una sonrisa.

Fui a mi cuarto, cogí una maleta pequeña que tenía de un par de viajes que hice y
metí mi ropa, mi cepillo de dientes y todo lo que encontré necesario. Después de
repasar mentalmente que no me olvidaba nada volví al salón.

Antonio: Llámanos- me dijo volviéndome a abrazar.

Yo: Me voy a la otra punta de la isla como máximo un mes, no a vivir a Nueva
York- contesté mientras reía.

Antonio: Me da igual, tú llámanos si tienes cualquier cosa que decir, aunque tan
solo sea para decirnos que tal estáis tú y tu hermana- me dijo besándome la
cabeza.

Yo: Está bien, lo haré- contesté besándolo en la mejilla.

Lucía: Espero que sea lo que sea eso que ha pasado sepas solucionarlo- me dijo
abrazándome, ¿era el día de los abrazos o qué?

Yo: Tranquila, tan pronto como tenga una decisión os contaré lo que ha pasado-
respondí.

Lucía: Está bien. No merece la pena que estés así por esa persona- dijo
besándome.

Yo: Adiós- me despedí.

Antonio y Lucía: Adiós- dijeron al unísono.

Mientras bajaba por el ascensor pensaba en la facilidad que siempre había tenido
mis padres en saber cuándo algo iba mal, ¿cómo se habría enterado de que estaba
mal por alguien y no por algo? Salí del edificio y me encaminé hacia mi coche.

Ali: ¿Ainhoa?- preguntó tras de mí.

Me quedé paralizada, su voz entró en mis oídos dejándome sin aire en mis
pulmones. Me giré lentamente y la miré, sus ojos estaban rojos y tenía unas
ojeras bastante marcadas.
Ali: ¿Te vas?- me preguntó mirando la maleta.

Yo: Necesito un cambio de aires, pensar con claridad- contesté firmemente.

Ella se quedó pensativa. Estaba segura de que la mala suerte me atraía. ‘Chica,
precisamente no te atrae la mala suerte, más bien eres tú quien atrae a la mala
suerte’ Gracias por los ánimos, eres fenomenal. ‘Siempre es un gusto ser de
ayuda’

Ali: Ainhoa déjame que te explique- me dijo empezando a derrumbarse.

Yo: No Alicia, ya basta- contesté exasperada- Empiezo a estar cansada de esto.

Ali: ¿Crees que voy a quedarme de brazos cruzados mientras observo como te
pierdo?- respondió frunciendo el ceño.

Yo: Eso es justamente lo que tendrías que haber dicho hace un año- dije
mirándola fijamente.

Abrió la boca para decir algo pero no emitió ningún sonido.

Yo: ¿Crees que no tengo derecho a recibir un poco de descanso? He estado toda la
noche despierta, pensando, sin poder dormir, nerviosa, dolida, llorando- contesté
terminando esa lista que podía haberse alargado durante horas.

Ali: ¿Piensas que has tenido mejor noche que yo? Me he pasado toda la
madrugada llamándote al móvil, buscándote, preocupada de que te hubiera
pasado algo- me dijo.

Yo: ¿Te crees que tienes derecho de recriminarme eso?- le pregunté seriamente.

Ali: Tan solo te estoy diciendo que he estado toda la noche preocupada por ti-
contestó suavizando el tono.

Yo: Bueno, pues ya ves que estoy bien- dije dándome la vuelta para irme.

Ali: Ainhoa, escúchame un minuto- pidió cogiéndome del brazo, yo me solté de


ella.

Yo: ¿Qué quieres?- dije fría.

Ali: Dime que quieres que haga para que me perdones, haré lo que haga falta, lo
que sea. Dime, ¿qué tengo que hacer?- me preguntó derrotada, su mirada me lo
suplicaba.

Yo: ¿Que qué quiero que hagas? Quiero que me dejes en paz- le dije mirándola
fijamente.

Ali: Haré cualquier cosa menos eso- contestó.


Yo: ¡Alicia! No puedes pretender que haga como si no hubiera pasado nada, que
todo se arregle con un ‘Lo siento, perdóname’, que vuelva a confiar en ti como si
nada. Entiende que me has hecho daño- respondí.

Ali: Dime que nunca has cometido un error, dime que nunca te has arrepentido de
hacer algo, dime que nunca te has sentido culpable de cualquier cosa- me dijo.

Mi silencio le otorgó la respuesta.

Ali: No soy perfecta, lo sé, tengo mis defectos. ¿Quién no los tiene? He cometido
errores que por mucho que quiera no voy a poder solucionarlos. Aquella noche no
te ayudé, te dejé tirada, es cierto, pero ¿sabes qué? No estoy del todo arrepentida.
De no ser por ese accidente jamás te hubieras enamorado de mí, no hubiera
sabido lo que era besarte, no hubiera sabido lo que era hacerte el amor- me dijo,
de cada vez fue bajando el tono hasta que acabó en un susurro.

Yo: Me mentiste Alicia, te importó más lo que pensaran tus padres de ti que yo-
respondí con rabia.

Ali: Desde este mismo instante prometo no volver a mentirte nunca más.

Yo: ¿Cómo quieres que esté contigo si ya ni siquiera sé si vas a volver a


traicionarme?- le pregunté con rabia.

Ali: Por aquel entonces no éramos nada- dijo a modo de excusa.

Yo: La cuestión no es que estuviera saliendo contigo o no Alicia. Lo que importa


aquí es que me amabas y preferiste arriesgar mi vida para salvar la opinión que
tenían tus padres de ti. ¿Cómo pretendes que vuelva a confiar en ti?- le expliqué.

Ali: Yo…-la interrumpí.

Yo: De verdad necesito un descanso, desconectar y relajarme. Dame tiempo por


favor- le pedí con todas las ganas de que lo entendiera de una vez.

Ali: Está bien, te dejaré espacio- dijo levantando los brazos y alejándose un poco.

Asentí con la cabeza y me giré para volver al coche.

Ali: Ainhoa- me detuvo.

Volví a girarme y la miré preguntándole con la mirada qué quería.

Ali: Sabes que te amo, ¿verdad?- me preguntó.

Yo: Ahora mismo no sé nada- admití suspirando.

Ali: Bueno, pues te lo digo para que lo sepas. Te amo- repitió.


Dicho esto se dio la vuelta y reanudó su camino. Me metí en el coche, dejé la
maleta en el asiento del copiloto, apoyé mi cabeza en el respaldo y cerré los ojos
para evitar que las lágrimas cayeran. Dios, ¿por qué me lo ponía tan difícil? ¿Por
qué era tan irresistible? ¿Por qué era tan débil ante ella? Si se le hubiera ocurrido
besarme no habría reunido las fuerzas suficientes para alejarme, y esa era una de
las cosas que más me hacían cabrear. Odiaba que tuviera ese control sobre mí,
conscientemente o inconscientemente, lo odiaba. Me sequé las lágrimas con el
dorso de la mano, encendí el motor y conduje hasta la casa de Natalia, apenas fui
consciente de que había llegado. Me metí en el cuarto de invitados y observé lo
que sería mi dormitorio durante los próximos días, no estaba para nada mal. Fui
colocando mis cosas y cuando terminé me senté en la cama pensativa.

Natalia: ¿Quieres hablar?- me preguntó asomándose por el marco de la puerta.

Yo: Ya te he aburrido demasiado- contesté sonriendo.

‘¿Demasiado? Demasiado es bien poco, si casi le cuentas hasta cuando te pusiste


tu primer tampón’

Natalia: No digas bobadas, no me importa- dijo sentándose a mi lado.

Yo: Te he contado todo lo que tenía que decir- respondí encogiéndome de


hombros.

Natalia: Eso no es verdad, me has contado todo lo que ha ocurrido aunque


sospecho que hay más tela por contar, pero no me has contado cómo te sientes-
me dijo poniéndome la mano encima de la mía.

Yo: ¿Cómo me siento? Me siento frustrada por no saber si va a volver a hacerme


daño. Tú sabes lo insegura que he sido siempre- dije mirándola.

Natalia: Lo sé cariño, lo sé, para ti nunca ha sido fácil tomar decisiones- contestó
comprensiva.

Yo: ¿Sabes que es lo peor de todo? Que yo confiaba completamente en esa


persona, pensaba que jamás sería capaz de traicionarme- dije.

Natalia: Tú siempre has odiado que te ocultaran las cosas, que la gente no fuera
honesta contigo- me dijo.

Yo: No me lo esperaba, de ella no- comenté negando con la cabeza.

Natalia: ¿Ella?- preguntó.

La miré fija e intensamente.

Yo: Me he enamorado de una mujer- confesé.


Esperaba su reacción, que gritase, que me insultara, o que simplemente no hiciera
nada. Su expresión mostró asombro y noté que estaba un poco confusa.

Natalia: Bueno…no pasa nada. Para mí no cambia nada, sigues siendo mi


hermana- me dijo quitándome un gran peso de encima- ¿Mamá y papá lo saben?

Yo: No, tenía miedo de su reacción, de vuestra reacción- contesté.

Natalia: Puedes estar tranquila, lo entenderán perfectamente- me dijo.

Yo: Ya, pero aun así tenía miedo. La gente es muy impredecible- respondí mirando
a la nada.

Natalia: ¿Qué es lo que te hizo para que estés así?- me preguntó.

Yo: Realmente no es ella la única culpable de que esté así. Marta, Javi y Alicia
también tienen la culpa. Por un motivo en el cual tendrían que haberme ayudado
no lo hicieron porque les amenazaron. Podía llegar a entender que no me
ayudasen tres personas, pero lo que le impidió que ella me ayudase fue que la
amenazaron con contarle a sus padres que era lesbiana. El motivo fue mi
accidente. Y tan solo fue eso lo que le impidió ayudarme. Por eso estoy tan
cabreada, y por eso me duele tanto- le conté lentamente.

Natalia: Sabía que ellos tenían algo que ver con tu accidente- dijo un poco
cabreada.

Yo: La cuestión es que todos tenían mínimamente una excusa, pero ella no-
suspiré.

Natalia: Te ha decepcionado- dijo por mí.

Yo: Sí- afirmé.

Natalia: ¿Mamá o papá te han dicho algo?- preguntó.

Yo: Mamá me ha dicho que sea quien sea no merece que esté así por ella, que no
vale la pena. Pero no sabe lo que he vivido junto a ella, los momentos que hemos
tenido, los besos y los te amo que me ha dicho. Si lo supiera me entendería-
murmuré con voz queda.

Natalia: No sigas torturándote, no sirve para nada. Lo hecho, hecho está, por
mucho que pienses no podrás cambiar nada. Lo único que vas a cambiar y tan solo
depende de ti es si vas a perdonarla o si vas a confiar en ella de nuevo- me
susurró suavemente.

Yo: Tienes razón.

Natalia: Voy a ir preparando la cena, ven conmigo o si quieres ponte a ver la tele
un rato- me dijo.
Yo: Está bien- dije levantándome.

Fui con ella y empezamos a preparar la cena, logró hacerme reír con un par de
chistes y unas anécdotas de algunos de sus compañeros del trabajo. Cenamos,
fregamos todo, nos cambiamos y nos pusimos a ver una película. Cuando acabó
cada una se fue a su cuarto para dormir, me tumbé en la cama suspirando. Había
sido un día bastante largo y estaba cansada. Mi mente no pudo dejar de dar
vueltas, centrándose como siempre en Alicia. Recordaba una y otra vez la
conversación que había tenido con ella aquella tarde, pero a la vez la noche en la
que me enteré de todo haciendo que dos sentimientos muy contradictorios se
peleasen entre sí. ¡Joder! ¿Por qué es todo tan complicado? pensé antes de
dormirme.

-----------------------------------------

-----------------------------------------------------------------------

Voz desconocida: ¡No tiene gracia!

Voz desconocida: Quieta ahí, no te muevas.

Voz desconocida: Acaba con esto ya, te estás excediendo.

Voz desconocida: No pasará nada no os preocupéis, solo unos minutos más.

Voz desconocida: ¿Qué ha sido ese ruido?

Voz desconocida: Algo va mal.

(Pasos)

Voz desconocida: ¡Oh Dios mío!

Desperté con la respiración agitada y sudando, de repente me vino un dolor de


cabeza insoportable, llevé mis manos a mi cabeza.

Flashback

Yo: ¿Tengo que ir a la fiesta, de verdad?- pregunté con fastidio.

Marta: Si quieres puedes ir de mentira- se burló.

Yo: Imbécil- dije pegándole suavemente en el brazo- No me gustan las fiestas de


este tipo, lo sabes.

Javi: Ainhoa será divertido, ya lo verás- intentó convencerme.


Yo: ¡No será divertido! ¿Desde cuándo ‘fiesta de miedo’ es sinónimo de diversión?-
pregunté levantando una ceja- Bueno, olvidaba lo masoquistas que sois.

Ali: Iremos disfrazados, bailaremos, beberemos y nos lo pasaremos bien. Antes de


las tres cada uno estará en casa, no tienes por qué tener miedo- dijo mirándome.

Yo: Pero es que…

Sergio: Mi amor vamos a ir todos, ¿no crees que quedarás mal si eres la única que
no va?- me preguntó con voz suave.

Yo: A las tres quiero estar en casa- me resigné finalmente.

Marta: A las tres estarás en casa más que dormida- me dijo con una sonrisa.

Pasaron dos días en los que me comí la cabeza buscando un disfraz, finalmente me
decidí a ponerme una bata blanca, unos pantalones blancos también y una
camiseta azul, todo un poco roto y manchado de sangre falsa. No es que diera
mucho miedo, pero menos era nada. Marta vino a buscarme a las nueve, todos
estaban ya en el coche. Condujo hasta la casa de Marina, la chica que hacía la
fiesta. Llegamos y comenzamos a bailar. La decoración era fantástica, y había muy
buenos disfraces. Dejando de lado alguna que otra bromita me lo pasé de
maravilla. Llegó la hora de irnos por lo tanto salimos a la calle. Empezamos a
caminar pero cuando me quise dar cuenta estaba sola.

Yo: ¿Sergio?- lo llamé.

Nadie contestó, miré a mí alrededor pero no los veía.

Yo: ¿Hola?- volví a gritar.

Fui caminando hacia atrás para ver si se habían quedado parados en algún lado y
yo no me hubiese percatado de ello, pero no estaban.

Yo: ¡Si esto es una broma no tiene gracia!- grité empezando a asustarme de
verdad.

Vi un grupo de hombres, unos cinco, viniendo hacia mí al final de la calle. Empecé


a caminar rápidamente para alejarme de ellos pero me alcanzaron.

Desconocido: ¿Qué hace una mujercita tan guapa por aquí sola tan tarde?-
preguntó mirándome lascivamente.

Yo: ¿Qué queréis de mí?- pregunté asustada mientras hacían un círculo alrededor
mío.

Desconocido 2: ¿Que qué queremos de ti?- volvió a preguntar.

Empezaron a pasarme de uno a otro, me sobaban todo el cuerpo.


Yo: Tomad mi bolso, no me hagáis nada- rogué con las lágrimas a punto de
saltarme.

Desconocido 3: No nos basta con tu bolso…- murmuró tocándome el culo.

Yo: ¡Aléjate de mí!- grité pegándole una patada en los huevos.

Desconocido 3: ¡Hija de puta!- gritó en el suelo poniendo sus manos en sus partes.

Otro chico vino con lo que a mí me pareció un bate de béisbol, no pude distinguirlo
por la luz.

Yo: ¡Socorro!- grité desesperada al ver una luz lejana.

Desconocido 4: ¡Calla zorra!- me amenazó con el bate.

Desconocido 5: ¿Quieres que te mate?- me amenazó también enseñándome una


navaja.

Lloraba descontroladamente, estaba muerta de miedo. En un acto de valentía volví


a gritar.

Yo: ¡Auxilio!

Sentí un zumbido pasar al lado de mi cabeza, después caí al suelo mientras sentía
cómo un líquido espeso y caliente bajaba de mi cabeza a mi cuello.

Ali: ¡No tiene gracia!

Sergio: Quieta ahí, no te muevas.

Javi: Acaba con esto ya, te estás excediendo.

Sergio: No pasará nada no os preocupéis, solo unos minutos más.

Marta: ¿Qué ha sido ese ruido?

Javi: Algo va mal

(Pasos)

Ali: ¡Oh Dios mío!

Sentí un brazo colarse por debajo de mi cuello, enseguida escuché más pasos a mi
alrededor.

Ali: ¡Ainhoa! Ainhoa por Dios, abre los ojos- dijo dándome pequeños golpes en la
cara.
Abrí los ojos un poco, lo suficiente como para ver las lágrimas en su rostro.

Marta: ¡Joder! Ainhoa, ¿me oyes?- me preguntó, yo no contesté- ¡Llamad a una


ambulancia!

Sentí algo líquido y frío caer en mi mejilla, al llegar a mi boca noté que tenía un
sabor salado. Salado igual que las lágrimas. Intentaba mantener los ojos abiertos
pero de cada vez me era más difícil.

Javi: No cierres los ojos, no cierres los ojos- me decía.

Ali: ¡Esto es culpa tuya!- le gritó a Sergio, él me miraba fijamente.

Sin poder evitarlo cerré mis ojos y me sumergí en una oscuridad total, en un
silencio abrumador.

(Fin del flashback)

Abrí los ojos, el dolor de cabeza poco a poco fue cesando. Ahora lo entendía todo,
ahora lo recordaba. Había estado soñando con aquella noche, aquella conversación
fue una de las últimas cosas que escuché antes de desmayarme por completo.
Estaba asombrada, había estado un año entero soñando lo que por poco me deja
sin vida. Encontré interesante el hecho de haber guardado aquel fragmento
cuando no recordaba absolutamente nada de aquella noche hasta ahora. Supuse
que se debía a la confesión de los chicos. Seguía sin poder creerme lo que habían
sido capaces de hacer. Me levanté de la cama y fui a la cocina, Natalia ya estaba
despierta. Desayunamos, la ayudé a recoger y nos metimos en la piscina para
refrescarnos un poco. Pasamos la mañana ahí metidas, ella hacía todo lo posible
para hacerme sonreír y la mayoría de veces lo conseguía. A pesar de que no se lo
había expresado suficientemente, estaba enormemente agradecida con ella.
Salimos de la piscina arrugadas como una pasa, como era de esperar, y nos
pusimos a tomar el sol. Aquella mañana estuve completamente relajada y
tranquila, eso era lo que me hacía falta.

Por la tarde, justo después de comer, me llamaron al móvil. Contesté sin mirar.

Yo: ¿Sí?- pregunté.

Marta: Ainhoa- escuché que dijo.

Yo: Marta- dije al igual que ella.

Marta: Pensaba que no me cogerías el móvil- me dijo.

Yo: No me he molestado en mirar quien llamaba- contesté fría.

Marta: Quiero que hablemos- me dijo después de un par de segundos de silencio.

Yo: ¿Qué te hace pensar que voy a aceptar esa propuesta?- le pregunté seria.
Marta: Me hace pensar que vas a aceptar esa propuesta el que nos conocemos
desde que tenemos memoria. No quiero perder a mi mejor amiga- respondió
sincera.

Yo: Está bien, habla- le dije.

Marta: No quiero hacerlo por el móvil, quiero hacerlo cara a cara.

No contesté, todavía estaba bastante dolida.

Marta: Ainhoa por favor, queremos hablar contigo- rogó.

Yo: ¿Queremos?- pregunté.

Marta: Javi y yo- contestó.

Seguí sin contestar.

Marta: Te juro que Alicia no va a venir- dijo finalmente.

Realmente aquello era lo que quería escuchar, no me apetecía volver a sentirme


débil ante ella.

Javi: Por favor, te lo ruego. No nos dejes así- habló él con una voz suplicante.

Estuve un par de minutos pensando sin decir nada.

Yo: Está bien- asentí finalmente.

Javi: Gracias- me dijo.

Yo: ¿Dónde quedamos?- pregunté.

Javi: ¿Te va bien hoy a las cinco en el parque de siempre?- me propuso.

Yo: De acuerdo.

Javi: Nos vemos allí- me dijo.

Yo: Espera- le detuve antes de que colgara.

Javi: ¿Qué pasa?- preguntó.

Yo: Como vaya allí y me encuentre con que está Alicia os juro que no vuelvo a
hablaros- les advertí.

Javi: Tranquila, te prometo que no vendrá. Ni siquiera sabrá que hemos quedado-
me prometió.
Yo: Está bien. Adiós.

Javi: Adiós- colgó.

Dejé el móvil encima de la mesa y suspiré, no tenía muchas ganas de ir. Me metí
en la ducha para quitarme el cloro de la piscina, avisé a Natalia de que salía y
conduje hasta la ciudad. Caminé un par de minutos hasta que llegué al punto de
encuentro. Todavía quedaban diez minutos para las cinco por lo tanto me tocaba
esperar. Me entretuve mirando a mí alrededor, sobre todo el suelo. Estaba
bastante distraída y entretenida mirando como una colonia de hormigas
caminaban en fila india recolectando cualquier alimento que pudieran llevar a sus
hormigueros. La vida de las hormigas en ese instante me pareció muy interesante.
‘¿De verdad te estás divirtiendo mirando unas hormigas?’ ¿Qué pasa? Las
hormigas son muy trabajadoras y ordenadas, mira cómo se distribuyen, si hasta
parece que tienen guardias a los lados para protegerlas. ‘¡Son hormigas! ¿Cómo
quieres que tengan guardias protegiéndolas?’ Puede ser, me apuesto lo que sea a
que son guardias, guardias muy buenas. ‘Me apuesto lo que sea a que eres un
bicho raro’ Bicho raro tú. ‘Te estás llamando bicho raro a ti misma’ Dado que yo
soy tú y tú eres yo al llamarme bicho raro te has llamado bicho raro a ti también.
‘Touché’

En ese mismo instante un pie aplastó a la gran mayoría de las hormigas, subí mi
mirada y me encontré con Marta y Javi. ‘Toma, ahí tienes tus hormigas protectoras
jajaja’ Me cago en la madre que te…

Javi: Hola- me saludó.

Yo: Hola- contesté fría.

Marta no se contentó con un simple saludo, se acercó y me abrazó fuertemente.


No hice nada, ni la abracé ni la rechacé, tan solo dejé que me abrazara.

Yo: Marta- la avisé al notar que se estaba pasando con el abrazo.

Marta: Lo siento, necesitaba hacerlo- se disculpó.

Javi: ¿Vamos a tomar algo?- propuso mirándonos.

Yo: Está bien- asentí con expresión neutra.

Comenzamos a caminar, en todo el trayecto no hablamos nada. Fue un silencio


bastante incómodo. Entramos en un bar bastante grande y luminoso, nos pusimos
casi al final y pedimos nuestras bebidas.

Yo: ¿De qué queríais hablar?- pregunté finalmente.

Javi: Queremos explicarte todo de nuevo, esta vez bien del todo, y pedirte perdón-
me dijo mirándome.
Yo: Os escucho.

Y volvieron a contarme todo de nuevo, con algunos detalles de más y alguna que
otra anotación.

Marta: Te aseguro que en cualquier otra situación habría sido la primera en ir y


ayudarte, te lo juro. Pero si iba Sergio se encargaría de meter a mi madre y al
padre de Javi en la cárcel, no podía arriesgarme- me dijo.

Yo: Pero os arriesgasteis a hacerme aquella broma- comenté levantando la ceja.

Javi: En un principio no nos pareció mal. Era una simple broma, de mal gusto,
pero una broma. Tú misma nos hiciste una cuando fuimos a la playa el año
pasado. Fingiste que te ahogabas, pero después resultó que era una broma- me
explicó.

Yo: Era una broma en la que por supuesto no corría ningún riesgo- le reproché- No
es lo mismo,

Marta: Nosotros pensábamos que tú no corrías ningún riesgo- contestó


contundente.

Nos quedamos unos segundos en silencio. Si lo pensaba bien tenían razón, ¿cómo
iban a saber que las cosas se torcerían? ‘Ainhoa, no es con ellos dos con quien
estás enfadada, y lo sabes’ No hace falta que me lo aclares, ya lo sé.

En ese momento me fijé en una persona que estaba en la barra del bar, acababa
de entrar. En seguida cambió mi rostro.

Yo: Me prometisteis que ella no vendría- les reclamé con rabia.

Ellos dos se giraron y al verla me miraron.

Mata: Te juro que no le hemos dicho que habíamos quedado contigo- me dijo.

Yo: Ya, claro- dije cogiendo mi bolso para marcharme.

Javi: Ainhoa, te lo decimos en serio. Ella no lo sabía- me dijo poniendo su mano en


mi brazo.

Dirigimos nuestras miradas hacia ella, estaba pidiendo algo que al parecer era
para llevar, volví a sentarme. Miré fijamente cada movimiento que hacía, cómo
esperaba a que le trajeran su pedido. De repente Andrés se puso detrás de ella y
le dio la vuelta. Ella al verle abrió los ojos más de lo normal. Entonces empezaron
a hablar, en aquel mismo instante sentí la furia recorrerme las venas. ¿Acaso
habían vuelto? El beso que él le dio a ella me dio la respuesta.

Javi: Ainhoa…- me dijo.


Miré mis manos, estaba apretando su mano entre las mías con toda la fuerza que
podía, tenía los nudillos blancos., no me había dado cuenta. En seguida se la solté.
¿Qué habían significado los días que habíamos pasado juntas para ella? Ver
aquello hizo que una lágrima rodara por mi mejilla, Javi y Marta fueron testigos de
aquello. Pero de repente Alicia se apartó bruscamente de él y le dio una bofetada
girándole la cara a Andrés, le gritó algo. Fuera lo que fuera estaba muy cabreada.

Marta: No pienses mal, ella te adora- me dijo casi en un susurro.

Bajé mi cabeza y me limpié un par de lágrimas más con mi mano.

Yo: No sé si podré volver a confiar en ella- confesé con la voz quebrada.

Javi: Ella te ama, como no te haces idea- me informó.

Yo: Nunca lo he dudado, pero…- dije sin acabar.

Marta: Sé que tú lo has pasado muy mal, pero ella también. Cuando te fuiste
aquella noche ella quiso correr para alcanzarte pero el cabrón de Sergio se lo
impidió. Si supieras la mitad de las cosas que le dijo a Ali. Nos fuimos enseguida, y
ella no dejaba de llorar, no hacía más que insultarse a sí misma. La llevamos a
casa e intentamos tranquilizarla pero no nos escuchaba, tan solo quería salir e ir a
buscarte. Ninguno de los tres dormimos aquella noche, nos quedamos con ella,
estaba destrozada. Jamás la había visto así. Al día siguiente no quería moverse de
la cama, ni para comer ni para nada- me explicó.

Yo: ¿Cómo sé que no va a volver a decepcionarme si la posibilidad de que se


enteren sus padres se presentase?- les pregunté frustrada.

Javi: No puedes saberlo, al igual que yo no sé si voy a estar el resto de mi vida


con Marta. Pero sabes que la amas y que ella te ama a ti, y puede que en el
pasado no lo hiciera, pero sé que ella ahora mismo haría cualquier cosa por ti. Y
me apuesto el cuello a que tú también. ¿Me equivoco?- me preguntó mirándome.

Bajé la mirada y la dirigí a mis manos, después volví a subirla a sus ojos.

Yo: No, no te equivocas- admití negando con la cabeza.

Marta: Nosotros no somos quiénes para decirte que vuelvas a salir con Ali, pero
piensa en ello- me aconsejó.

Yo: Lo haré- contesté.

Nuestra salida llegó a su final, me metí en el coche y fui a casa de Natalia. Aquella
conversación, al contrario de lo que yo pensaba, me vino muy bien. Me dejó las
cosas más claras. Pasé la tarde tirada en el sofá y viendo un poco la tele cuando
sonó el timbre.

Yo: Ya voy yo- grité.


Me acerqué a la puerta, la abrí y vi a la persona que menos me apetecía ver en
ese momento.

Yo: ¿Cómo sabías que estaba aquí?- le pregunté asombrada.

Sergio: Ainhoa tenemos que hablar- contestó evadiendo mi pregunta.

Sergio: Ainhoa tenemos que hablar- contestó evadiendo mi pregunta.

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Yo: ¿Cómo me has encontrado?- volví a preguntar enfadada bajando el tono y


cerrando un poco la puerta para que Natalia no nos escuchara.

Sergio: Te he estado siguiendo- contestó sin vacilar.

Yo: ¿Quieres que te denuncie por acoso?- le pregunté seriamente.

Sergio: ¿Cómo pudiste ponerme los cuernos? Y además con una mujer- me dijo
mirándome decepcionado.

Yo: ¿Cómo puedes tener la cara de reprocharme nada? Eres un hijo de puta-
contesté mirándole con odio.

Sergio: Ainhoa, yo te amo- me dijo cogiéndome de las manos.

Yo: ¡No me toques!- me aparté bruscamente de él- No quiero volver a verte en mi


vida.

Sergio: Lo siento muchísimo de verdad, pero si hubiera ido a ayudarte tú querrías


haber llamado a la policía. Hubieran empezado a investigar, habrías descubierto la
verdad y te habría perdido para siempre- intentó justificarse.

Yo: Me has perdido igual- respondí tajante.

Sergio: No me digas eso- susurró con voz triste.

De cada vez me cabreaba más. Había puesto mi vida en peligro, ¿y ahora


esperaba a que le perdonara? ¿De qué iba? Me hervía la sangre que se hiciera la
víctima.

Yo: O te vas ahora mismo de aquí o te juro que te denuncio- le amenacé.

Sergio: ¿La amas?- me preguntó de repente.

Lo miraba fijamente, sin indicios de contestar a esa pregunta.

Yo: No tengo que darte explicaciones- concluí entrando en la casa.


Él me cogió con fuerza por el brazo evitando que entrara.

Sergio: Contéstame Ainhoa. ¿La amas?- volvió a preguntar enfadado.

Su mano hacía mucha presión en mi brazo, me hacía daño.

Yo: ¡Suéltame, me haces daño!- intenté zafarme de él.

Sergio: ¡Responde joder! ¡¿La amas?!- preguntó exclamando mientras me


zarandeaba violentamente.

Yo: ¡Sí, la amo!- grité liberándome por fin de su mano.

Se formó un silencio incómodo, él me miraba fijamente con una expresión extraña


en su rostro, yo me sobaba la parte del brazo que me dolía.

Sergio: ¿Qué es lo que he hecho mal para que te enamoraras de una mujer?-
preguntó con un hilo de voz.

Pude notar como su orgullo masculino caía en picado, y estaba dispuesta a hacer
que fuera más abajo aún.

Yo: ¿Que qué es lo que has hecho mal?- volví a preguntar.

Él no contestó, esperaba mi respuesta.

Yo: Permitir que una gilipollez borrara por completo mi memoria y que hiciera que
me enamorara de Alicia, eso es lo que hiciste mal. Pero desde luego a mí me has
hecho un favor. Ahora sé que no pasaré ni un minuto más con un imbécil- contesté
tajante.

Sergio: Ella no te ama Ainhoa, está jugando contigo, está experimentando lo que
se siente al estar con una mujer- me intentaba explicar en vano.

Yo: No te creo Sergio, no te creo nada- le dije mirándole.

Sergio: Piénsalo bien Ainhoa, es mejor que vuelvas conmigo- me di la vuelta para
entrar en casa- Ella no puede darte lo que yo en la cama, seguro que no te hace
gozar como yo.

Me quedé quieta al escuchar lo que dijo, me di la vuelta, le miré y no pude evitar


reír.

Yo: Esto realmente no te interesa en absoluto pero tan solo me he acostado con
ella dos veces. ¿Y sabes qué? Tienes razón, no me ha hecho gozar como tú- dije
acercándome a él, tenía una sonrisa de satisfacción en su cara.

Sergio: Ya lo sabía.
Yo: No me ha hecho gozar como tú en absoluto, sería un insulto comparar el
placer que me ha dado ella con lo que me has dado tú- le dije, su cara fue
cambiando de expresión.

Sergio: Eso no te lo crees ni tú- comentó evidentemente ofendido.

Yo: ¿Seguro? Ella ha sabido encontrar algo llamado clítoris que si estimulas con
delicadeza puede resultar millones de veces más placentero que el típico mete-
saca desenfrenado al que estaba acostumbrada contigo- le dije.

Su cara tenía una mueca de desagrado bastante importante, se había puesto


totalmente rojo. Aquello me acabó divirtiendo así que aproveché para continuar.

Yo: Ah por cierto, mis tetas no son dos pequeñas pelotas que puedas estrujar y
golpear con toda la fuerza del mundo. Tienen una sensibilidad que Alicia sí ha
sabido aprovechar y que con tan solo pasar su lengua por ahí ya me tenía
gimiendo en su oído pidiendo más. ¿Cuántas veces te he rogado yo para que
continuaras con tu labor?- le pregunté mirándole fijamente.

Él se quedó callado mirando el suelo cabreado.

Yo: Ninguna, ¿verdad? Dime Sergio, ¿aún sigues pensando que me has dado más
placer que ella? Para igualarla no tienes ni para empezar- le susurré cara a cara.

Sergio: ¿Si tanto placer te da y tanto sabe hacerte gozar por qué no estás con ella
ahora mismo? ¿Eh? ¿Por qué te ha engañado y ha puesto tu vida en peligro, puede
ser? Hazme caso, ahora mismo ella está disfrutando de tenerte alejada de una vez
por todas, nunca le importaste una mierda- me contestó con furia a la vez que
chuleaba.

Aquello acabó con mi paciencia y cordura. Puse mis manos en sus hombros y con
mi rodilla le golpeé en la entrepierna lo más fuerte que me fue posible. Gritó y se
llevó las manos ahí mientras se retorcía casi en el suelo de dolor.

Sergio: ¡Hija de puta!- me gritó con lágrimas en los ojos.

Yo: Agradéceme que evite que un humano tenga como padre un ser tan gilipollas
como lo eres tú- le dije furiosa.

Me di la vuelta, entre en casa y cerré con un portazo¿Cómo se atrevía a buscarme


y encima a pedir explicaciones? Estaba segura que mi rostro estaba rojo de rabia.

Natalia: ¿Qué pasa? ¿Quién era?- me preguntó entrando en mi campo visual.

Tenía puesto un albornoz, con una toalla se estaba secando el pelo.

Yo: Nadie, no era nadie- contesté tensa y yéndome de ahí.


Natalia: Oh, que bien. Ahora resulta que me estoy volviendo paranoica y que
escucho voces. Tendré que hacérmelo mirar- respondió con ironía mientras me
seguía.

Me senté en el sofá, ella todavía estaba de pie esperando mi respuesta.

Yo: Era Sergio- contesté con fastidio.

Natalia: ¿Sergio? ¿Cómo te ha encontrado?- preguntó sorprendida.

Yo: Dice que me ha estado siguiendo- le respondí rascándome la cabeza.

Natalia: ¿Qué quería?- me preguntó sentándome a mi lado.

Yo: Me reclamaba el que le hubiera puesto los cuernos. Quiso justificarse de lo que
me hizo intentando darme pena, pero más que pena me ha dado asco- le contesté
mirándola.

Natalia: Será imbécil. ¿Qué pretende? ¿Qué le perdones?- dijo incrédula.

Yo: Parece ser- contesté.

Natalia: Ya bastantes problemas tienes como para que venga este a dar la lata.
Como me lo encuentre lo echo a patadas- dijo levantándose.

Yo: No creo que vuelva por aquí, he herido su orgullo masculino- respondí
negando con la cabeza.

Natalia: Nada mejor para alejar a un hombre que herir su orgullo- dijo riendo.

Yo: Y tanto- comenté mirando al vacío.

Nos quedamos en silencio, yo me adentré en mis pensamientos.

Natalia: Ainhoa si quieres puedo cancelar mi cita y quedarme aquí contigo- me dijo
con voz suave.

Levanté mi cabeza y la miré.

Yo: No, no quiero que dejes de tener vida por mí. Estaré bien sola- reproché.

Natalia: Ya pero mi vida también es mi familia. Sabes que te quiero más que a
nada, eres mi hermana pequeña- dijo sentándose a mi lado y acariciándome la
mejilla.

Yo: Pero no quiero que dejes de lado tu vida social. Ve con ese chico, es muy
guapo- le dije mirándola.
Natalia: Tan solo es un compañero del trabajo, no me mires así- dijo sonriendo-
Solo somos amigos.

Yo: Bueno, toda relación sale de una amistad, ¿no?

Natalia: Pues sí. ¿Seguro que estarás bien sola?- volvió a preguntarme.

Yo: Que sí, tranquila. Es más, hoy pienso salir de fiesta- dije mirándola.

Natalia: ¿Enserio?- me preguntó sorprendida.

Yo: Sí, me agobia estar todo el día aquí metida- le contesté.

Natalia: ¿Con quién vas?- quiso saber.

Yo: No hace falta ir con alguien para poder salir de fiesta- le respondí sonriendo.

Natalia: No hagas ninguna tontería, por favor- me pidió angustiada.

Yo: No voy a hacer nada, tan solo saldré a bailar y a tomar unas cuantas copas, ya
está- dije para tranquilizarla.

Natalia: Te quiero de una sola pieza- me advirtió entrecerrando los ojos.

Yo: Sí, mami- contesté riendo.

Esbozó una sonrisa y me tiró un cojín a la cara, lo detuve con mi mano, salió del
salón y escuché como subía las escaleras. En menos de una hora Natalia ya estaba
saliendo por la puerta destino a su cita. Cogí un libro y me tumbé en el sofá para
leer un poco. Tan solo conseguí leer tres páginas antes de pensar en todo lo
ocurrido. Todo lo que había dicho de Alicia era completamente cierto, jamás había
gozado tanto con el sexo. Pero aquello no cambiaba lo que pensaba de Alicia, lo
que me había hecho me seguía doliendo igual que el primer día. Cerré el libro
fastidiada, sabía que no podría conseguir concentrarme para enterarme de lo que
aparentemente estaba leyendo así que dejé el libro en la mesa y encendí la tele
con la esperanza de distraerme. Fui pasando los canales hasta que encontré uno
en el que justo estaba empezando una película, decidí dejarla. Tras hora y media
sentada en el sofá acabó finalmente, era tan mala que ni siquiera me había
quedado con el título. Miré el reloj y decidí arreglarme para salir. Me duché, me
vestí con una falda y una camisa ajustada y me sequé el pelo. Cogí un bolso, metí
un par de cosas y conduje hasta un bar en el paseo marítimo.

Yo: Un whiskey, por favor- le pedí al camarero al sentarme en la barra.

Mi intención era ponerme a tono allí en el bar ya que era muchísimo más barato y
después dirigirme a la discoteca. El motivo de aquella salida era, como no, por
Alicia. Hiciera lo que hiciera no dejaba de estar presente en mis pensamientos, y si
por las buenas no salía de mi cabeza, entonces tendría que salir por las malas.
Julio: ¿Ainhoa? ¿Eres tú?- preguntó una voz masculina detrás de mí.

Me di la vuelta, al ver su cara le recordé de inmediato.

Yo: ¡Julio! ¿Qué haces aquí?- le pregunté sorprendida.

Julio: Pues iba a tomarme unas copas. ¿Y tú?- contestó sentándose en el taburete
que estaba a mi lado.

Yo: Más de lo mismo- respondí dando un trago a mi vaso.

La primera y última vez que le vi casi acabé acostándome con él, justo antes de
decidir que iba a tratar de odiar a Alicia. (Véase capítulo 10 por si no os acordáis)

Julio: Cuanto tiempo sin vernos- dijo al pedir su consumición al camarero.

Yo: Mucho, pensaba que ya no iba a volver a verte- le respondí mirándolo, él


sonrió.

Julio: Mmm, ¿cómo se llamaba?- se dijo a sí mismo- ¡Alicia! ¿Qué pasó al final con
ella?

Instantáneamente la expresión de mi rostro cambió de una sonrisa a una cara


larga, bajé la mirada.

Julio: Tema delicado ¿verdad?- preguntó con una mueca en su rostro.

Durante bastantes minutos estuve resumiéndole todo lo que me había pasado


desde la última vez que le vi. ¿Que por qué le contaba mi vida prácticamente un
desconocido? No lo sabía ni yo. El chico era majo y a pesar de conocerme poco me
comprendió muy bien en su momento. Básicamente aquello fue lo que me impulsó
a contárselo.

Julio: Estoy seguro que te llevarías un best-seller si te animases a escribir un libro-


bromeó cuando acabé de contarle todo.

Yo: Estoy segura de ello- reí- Oye, ¿te apetece ir a bailar? Necesito distraerme y
divertirme un poco.

Julio: Claro, pido la cuenta y nos vamos- asintió con una sonrisa.

Tras varios minutos insistiendo no pude evitar que me invitase a lo que yo había
tomado y salimos a la calle. Cada uno condujo con su coche, en menos de diez
minutos ya estábamos dentro de la discoteca. Empezamos a bailar todas las
canciones que pudimos. Muchos tíos me entraban y algunos intentaban
manosearme, gracias a Julio, que era un tío que imponía (musculoso y mínimo
1.85 de alto), todos se iban con el rabo metido entre las piernas. Me lo estaba
pasando realmente bien cuando sentí una mirada en mí. Miré a mí alrededor para
localizar a quién quiera que me estuviera observando. Cuando me crucé con mi
mirada me quedé de piedra. Julio notó que había dejado de bailar y me habló.

Julio: ¿Qué ocurre?- me preguntó.

Yo: Alicia está ahí- contesté apartando mi mirada de ella.

Julio: ¿Dónde?- preguntó mirando a los lados.

Yo: Detrás de ti, está mirando hacia aquí. Gírate con discreción- le dije.

Él, haciendo buen uso de la palabra discreción, se giró bruscamente y


exageradamente para mirarla.

Yo: ¿¡No te he dicho que te giraras con discreción!?- le regañé volviéndole a dar la
vuelta.

Julio: ¡Madre del amor hermoso y Santa Virgen María!. ¿La pelirroja era Alicia?-
me preguntó alucinado.

Yo: Sí, es ella- contesté fastidiada sin poder evitar mirarla, mi mirada era
agresiva.

Julio: ¡Joder, si está para meterle de todo menos miedo!. Es todo un bom…-se
calló al echarle una mirada asesina- Es mona, muy guapa- rectificó avergonzado.

Yo: No puedes imaginarte el odio que ahora mismo le tengo- comenté.

Julio: Pues no deja de mirarnos. Bueno, más bien mirarte. Te está comiendo con la
mirada- me dijo.

Yo: Me has dicho que estás soltero, ¿verdad?- le pregunté mirándolo.

Julio: Así es. ¿Por qué?- me preguntó extrañado.

Llevé mis manos a su cara y empecé a morrearme con él. En un principio se quedó
quieto y asombrado, luego intentó separarse de mí.

Julio: ¿Pero qué haces? ¿Estás loca? Alicia nos está viendo- me advirtió agitado.

Yo: Esa es la idea, vamos a ponerla celosa- propuse volviéndolo a besar.

Julio: Espera, espera. ¿Estás segura de querer tentarla de esa manera?- me


preguntó para asegurarse.

Yo: Muy segura- contesté.

Él pasó su brazo por mi espalda y antes de besarle miré a Ali, su mirada era como
la de un cachorrito abandonado que por un momento hizo que sintiera un pinchazo
de angustia en el corazón. Pero al recordar lo que me hizo aquella pena se
convirtió en rabia lo cual hizo que mi beso con Julio fuera realmente apasionado.
Había que aclarar que los chupitos que había bebido antes de entrar a la discoteca
se me estaban subiendo a la cabeza y que eran probablemente la causa de mi
atrevimiento para besar a Julio.

De repente sentí como me cogían de la mano y me separaban bruscamente de


Julio, no me hizo falta pensar mucho para adivinar quién era. ‘La historia se
repite…’ Ali me llevó a un sitio un poco más apartado de la gente, luego me soltó
la mano y me miró.

Yo: ¿Qué coño te pasa?- le pregunté enfadada.

Ella tan solo se quedó mirándome sin decir nada, a pesar de la poca luz que había
pude preciar que tenía los ojos aguados.

Ali: ¿Puedes, por favor, no hacerme esto?- me pidió con la voz rota.

Yo: Tú y yo ni fuimos ni somos nada, no te debo nada- le susurré muy cerca de su


oído.

Ali: Si te hicieras la idea de lo arrepentida que estoy por hacerte eso- me dijo
frustrada- No puedo estar más tiempo sin ti, no lo soporto.

Yo: Estuviste dos años sin mí, ¿qué diferencia hay ahora?- le pregunté.

Ali: ¿Cómo puedes preguntarme eso? La diferencia es que por mucho que te pese
sé que me amas, sé lo que es besarte, sé lo que es despertarme por la mañana y
verte dormida a mi lado después de haberte hecho el amor, sé lo que es amarte.
Esa es la diferencia- me contestó agitada y mirándome fijamente- Te amo Ainhoa.

Yo: ¿Sabes cuál es el problema de todo esto?- le pregunté mirándola- Que si tú no


me hubieras mentido durante todo este tiempo quizás podría creerme algo de lo
que has dicho.

Y aquello era una mentira de las gordas, porque bien sabía que ella me amaba, me
lo había demostrado más de una vez. Pero mi enfado y decepción hacia ella era
tan grande que ni siquiera quería creer que me amaba.

Ali: Si yo no hubiera hecho lo que hice y no te hubiera mentido durante todo este
tiempo no habría llegado ni a decirte te amo porque tú estarías saliendo con
Sergio, pero enamorada de verdad- me contradijo.

Otra vez acertaba de lleno en la diana, tenía razón. Yo no habría tenido aquel
accidente, no la habría amado y ella seguiría haciéndolo en silencio. Lo único
bueno que habíamos sacado de todo es que las dos nos habíamos deshecho de
unos inútiles e imbéciles.
Yo: ¿Cómo sabes que no habría acabado enamorándome de ti? Si lo he hecho
cuando no te conocía también lo podría haber hecho conociéndote- le planteé.

Ali: Lo sé porque en dos años de amistad no te fijaste en mí como mujer, sé notar


esas cosas. Y en el caso de que lo hubieras hecho jamás habrías cogido el valor de
dejar a Sergio y decirme lo que sentías- me contestó segura- Por supuesto al igual
que yo.

Nos quedamos sin decir nada un par de segundos, cada una ensimismada en su
mundo.

Ali: ¿Qué tengo que hacer para que vuelvas a confiar en mí?- me preguntó
dulcemente.

Yo: Demostrarme que me amas lo suficiente como para poder enfrentar a tus
padres sea cuales sean las consecuencias- le respondí mirándola.

Ali: Te juro por mi vida que no pienso volver a traicionarte- me dijo ella muy seria.

Yo: No me bastan palabras Alicia, yo quiero hechos- le reproché.

Se quedó pensativa durante un momento, entonces se acercó a mí, rodeó mi


cuello con sus brazos y me besó. Me quedé quieta sin hacer nada y con los ojos
abiertos, aquello no me lo esperaba. Sentir sus labios rozar los míos me provocó
un fuerte hormigueo en mi vientre. Mi primera reacción fue intentar alejarla de mí
pero ella puso resistencia. Al final no pude evitarlo y empecé a responder al beso,
llevé mis manos a su cintura. Ella finalizó el beso alejándose fastidiándome, no
quería que lo hiciera.

Ali: ¿Te basta esto?- me preguntó, yo aún tenía mis ojos cerrados.

¡Mierda, lo ha vuelto a hacer!, pensé. La rabia que sentí en ese instante, no


porque me besara, si no por ser vulnerable a su presencia y no haber podido evitar
el beso me llevó a abrir los ojos y pegarle un bofetón.

Yo: No vuelvas a hacer eso si yo no te he dado permiso- la advertí, más bien era
una justificación para mí misma.

Dicho eso me di la vuelta y me fui de allí.

Julio: Ainhoa, ¿estás bien? ¿Qué te ha dicho?- empezó a bombardearme a


preguntas, yo tan solo quería irme de allí.

Yo: Vámonos por favor- le pedí.

Él me miró un poco extrañado pero cogió sus cosas y salimos de allí. Caminé hasta
mi coche y me apoyé en el con los brazos cruzados, Julio salió poco después que
yo.
Julio: ¿Qué pasa?- me preguntó confuso- Cuando te cogió de la mano y te llevó
estabas bien y ahora mírate.

Yo: ¿Que qué pasa? Pasa que a pesar de lo enfadada que estoy, de lo
decepcionada que me siento, soy débil ante ella. Me ha besado, y no he sido capaz
de alejarla de mí, no quería que lo hiciera. Después de lo que me ha hecho lo
único que quería era llevármela de aquí y pasar la noche junto a ella- le expliqué.

Julio: Dime una cosa. ¿No estás con ella por lo que te ha hecho o por tu orgullo?-
me preguntó mirándome.

Me quedé unos segundos pensativa antes de contestar.

Yo: Ambas cosas. Pero principalmente la primera- admití suspirando.

Julio: Y si ahora mismo dejaras el orgullo de lado, ¿qué ocurriría?- volvió a


preguntar tan solo por mera curiosidad.

Yo: Que lo que siento por ella sería más fuerte que mi enfado, y entonces no
tardaría ni un segundo en entrar allí y buscarla- contesté sincera.

Julio: Estabas realmente enfadada con ella- comentó.

Yo: Entonces ya te haces una idea de cuánto la amo- respondí seria.

Julio: ¿Por qué no lo haces?- me preguntó después de unos segundos de silencio.

Yo: ¿No lo he dejado claro antes? Soy demasiado orgullosa.

Julio: Me refiero a dejar de lado tu orgullo.

Yo: Porque detrás de él oculto la inseguridad que me trae pensar si volverá a


hacerme daño o no- confesé.

Nos quedamos sin decir nada, yo estaba ensimismada en mis pensamientos.

Yo: Creo que debería irme a casa ya- dije rompiendo el silencio.

Julio: Sí, yo también debería.

Mientras yo me separaba del coche el sacó su móvil.

Julio: Dame tú número, si te apetece salir de fiesta o hablar puedes contar


conmigo- me dijo.

Le sonreí y le dicté mi número, luego yo hice lo mismo con el suyo y nos


despedimos.

Julio: Buenas noches, conduce con cuidado- me dijo.


Yo: Gracias, igualmente- le contesté.

Se metió en su coche y yo en el mío. Estaba muerta de sueño, agotada y un poco


bebida, lo cual dificultó mucho mi llegada a casa de Natalia. Más lejos no podría
vivir, pensé. Cuando finalmente llegué me quité los tacones y me tumbé reventada
en la cama, concilié el sueño nada más tocar el colchón.

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Cuando desperté al día siguiente parecía que un camión había pasado por encima
de mi cuerpo. Me senté y me llevé las manos a la frente. ‘Si es que no aprendes,
no será que no sabes que beber no te sienta para nada bien’ Calla ya anda,
bastante tengo ya con el dolor como para soportarte a ti también ‘A ti, no puedes
soportarte ni a ti misma’. Con dificultad me levanté de la cama y me dirigí a la
cocina.

Natalia: Buenos días- me saludó antes de dar un sorbo a su café.

Yo: Explica, ¿qué tiene de buenos días?- pregunté con mala cara mientras me
sentaba junto a ella.

Natalia: Que puedo observar la resaca que tienes después de advertirte que
tuvieras cuidado- contestó riendo.

Yo: Como te odio- murmuré cruzando los brazos sobre la mesa y apoyando mi
cabeza.

Natalia: Eh, levanta, para dormir te quedas en la cama. Hoy tenemos que hacer
limpieza general, yo después salgo- me dijo terminándose el café y poniéndolo en
el fregadero.

Yo: ¿Vuelves a salir?- le pregunté extrañada.

Natalia: Mi jefe quiere hablar conmigo- contestó, noté su preocupación.

Yo: ¿De qué?- le pregunté.

Natalia: No lo sé, tan solo me dijo que tenía que hacer unos arreglos conmigo-
respondió poniéndose a fregar.

Yo: No te va a despedir, ¿no?- dije compartiendo su preocupación.

Natalia: Ruego porque no sea así- suspiró.

Me levanté, la abracé cariñosamente por la espalda y la besé en la mejilla.


Yo: Ya verás que no será nada- intenté animarla- Voy a ducharme para intentar
despejar un poco la cabeza y empezamos con la limpieza.

En unos diez minutos salí de la ducha y comenzamos a dejar la casa como los
chorros del oro, cosa que nos llevó toda la mañana. Comimos y yo me encargué de
fregar ya que Natalia había quedado bastante pronto con su jefe. Cuando se fue
cogí una tumbona que estaba en el patio, me puse el bikini y después de ponerme
crema solar y asegurarme de poner un poco de música en la radio me dispuse a
tomar el sol. El comentarista de la cadena de música empezó a ir poniendo las
típicas canciones que la gente puede ir dedicando a quien quisiera, un comentario
en especial me llamó la atención.

Comentarista: Allá vamos con otra nueva dedicatoria, se llama Alicia y la nota dice
así: ‘Sé que te he fallado y que soy culpable, pero sé que te amo más que a nada.
Espero que puedas escucharlo’.

Empezó a sonar la melodía de la canción, yo me había levantado para acercarme a


la radio. ¿Era la misma Alicia que estaba pensando? (Link de la
canción:http://www.youtube.com/watch?v=_By_L_Q_gXM)

‘Despertar sin tú calor lo hace todo gris.

La mañana no es de sol, un día más sin ti.

Soledad, sal de mí, ya no sé qué hacer.

No puedo olvidarme de ti, lo sé.

Lo intento y no puedo seguir.

Sin ti, sin fe.’

No podía creer lo que estaba escuchando, se me había formado un nudo en la


garganta y mi corazón latía acelerado.

‘Aunque no haya luz, aún queda el calor.

El perderte a ti también, fue perderme yo.

Ayúdame, vuelve aquí, detén este dolor.

No puedo olvidarme de ti, lo sé.

Lo intento y no puedo seguir.

Sin ti, sin fe.


Cayendo al vacío, te siento tan lejos.

Y grito tú nombre, no puedes oírlo.

No puedo.

Lo intento y no puedo seguir.

Sin ti, sin fe’

Al acabar la canción sin poder contenerme mis lágrimas empezaron a caer por mis
mejillas. ¿Cómo decirle que yo sentía lo mismo, que me moría por volver a su
lado? ¿Cómo explicarle que en mi interior se estaba disputando una guerra entre
mi inseguridad y mi amor hacia ella? ¿Cómo decirle que la amaba, que estaba loca
por ella, pero que tan solo por una mentira no sabía si volver a confiar en ella?
Apagué la radio de mala gana y me tumbé en posición fetal en la tumbona. ¿Por
qué nadie me dijo que se sufría tanto por amor?

Un mes después

Con tan solo un mes de descanso por delante antes de comenzar la universidad
volví a mi casa. Por más que le agradeciese a Natalia su apoyo jamás podría
haberle hecho saber la gran ayuda que me había ofrecido. Había estado mirando
por mis estudios, tenía dos opciones a elegir: irme a la península por cuatro años y
volver con un gran título o quedarme en Mallorca y tan solo hacer una pequeña
preparación de sociología. Cualquiera escogería la primera opción, era una gran
oportunidad y mi sueño estaba destinado allí, pero para mí no era tan fácil. Había
una gran razón por la cual quedarme.

Tras muchas noches sin dormir y mucho pensar había llegado a la conclusión de
que si pasaba un día más separada de Alicia me volvería loca. La extrañaba, la
extrañaba con locura, necesitaba tenerla a mi lado. Ya me daba igual si volvía a
decepcionarme, si volvía a romper mi corazón, la amaba como jamás pensé que
amaría a nadie. ¿Volvería con ella? Lo haría, lo haría sin pensarlo ni una vez más,
sin dejar que mi orgullo me lo impidiese. El no saber de ella durante casi un mes
entero me había estado matando, imaginarme sin ella era impensable. Quería
abrazarla, besarla, acariciarla, olerla, quería hacerle el amor y rogarle que jamás
se separase de mí, que me hiciera sentir viva de nuevo y enseñarme a respirar con
tranquilidad. La quería a ella. Por esa misma razón al llegar a mi casa a las diez y
media de la noche, después dejar mis maletas y saludar a mis padres fui derecha
a su casa. Conducía con velocidad y nerviosismo, no quería esperar un segundo
más. Aparqué el coche, me acerqué y vi la puerta de su portal abierta, entré sin
más. Me detuve ante su puerta y con un cierto temblor en mi cuerpo toqué el
timbre, esperando ansiosa verla aparecer tras la puerta. Y esperando me quedé,
seguí insistiendo pero nadie me abría la puerta.
Yo: ¿Alicia? Soy Ainhoa- decía en voz alta mientras tocaba con los nudillos.

Pero nadie me contestó. Probablemente habría salido, por lo tanto me senté en las
escaleras esperando a que volviera. Se me ocurrió llamarla al móvil pero nada,
estaba fuera de servicio. Pasaron, literalmente, horas, y yo me estaba empezando
a preocupar de verdad. ¿Le habría pasado algo? Llamé a Marta, a Javi y a Sebas a
ver si sabían algo de ella, pero nadie supo decirme dónde se encontraba. La idea
de que quizás Andrés había tomado represalias contra ella me desesperó, traté de
calmarme un poco. Me levanté con la intención de ir a casa de Andrés a hablar con
él, no se me ocurría ninguna explicación lógica. ‘Sí que se te ocurre otra
explicación Ainhoa…’ Calla, no quiero ni pensarlo. Ella está bien, tiene que estar
bien. Entonces de repente oí la puerta del portal cerrarse y con gran alivio pude
ver a Alicia. Caminaba dando tumbos y tropezando, ¿estaba borracha?

Yo: Ali- la llamé para que me mirase, todavía no se había dado cuenta de mi
presencia.

Levantó la cabeza y se quedó mirándome fijamente, se rió y metió la llave en la


cerradura.

Ali: Esto de beber no me sienta nada bien- se dijo a sí misma.

La cogí del brazo antes de que cerrara la puerta dejándome fuera, ella volvió a
mirarme.

Yo: Estoy aquí- dije.

Se quedó anonadada, mirándome con asombro. Entré en su casa y cerré la puerta,


ella no se movió.

Ali: Ainhoa…- susurró, yo le sonreí.

Ella me abrazó con fuerza, yo metí mi cabeza en su cuello e inspiré profundamente


captando aquel olor que tanto me enloquecía, pero a pesar de todo no pude
apreciarlo plenamente, ella apestaba a alcohol. Se separó de mí y me miró a los
ojos, los suyos estaban aguados.

Ali: Ne…necesito tumbarme- dijo lentamente.

La llevé al sofá y la tumbé.

Yo: ¿Te traigo un poco de agua?- le pregunté.

Ella asintió con la cabeza, fui hasta la cocina, cogí un vaso y lo llené de agua. En la
encimera vi un recipiente de decoración alargado y finito, con agua y la rosa que le
regalé la primera vez que estuvimos juntas. La pude reconocer por el lazo. Ya
estaba marchita, pero allí seguía. Una sonrisa apareció en mi cara. Salí de la
cocina y me dirigí al salón.
Yo: Toma, aquí tienes- le dije.

Pero ella no se movió, di un par de pasos y pude observar que se había quedado
dormida. Suspiré y dejé el vaso en la mesa. Aquello no me gustó, no quería
esperar más a decirle que la amaba y que la perdonaba pero al parecer Dios no
estaba a mi favor. Me acerqué a ella y con cuidado le quité los tacones, levanté
sus piernas, me senté y las dejé encima de las mías. Me quedé observándola,
detallando su rostro, contemplando su acompasada y tranquila respiración hasta
que el sueño me venció a mí también.

Sentí algo moverse encima de mí, abrí los ojos. Alicia se había despertado, tenía
una mueca extraña en la cara, probablemente estaría sintiendo las consecuencias
del alcohol. En el reloj del salón pude comprobar que eran las cuatro y media de la
madrugada. Ella me miró, enseguida abrió los ojos como platos.

Ali: Ai…Ainhoa- dijo sorprendida.

Yo: ¿Pensabas que iba a volver a irme?- le pregunté sonriendo tiernamente.

Ali: ¿Qué haces aquí?- preguntó extrañada.

Yo: ¿Por qué será que no me sorprende que no te acuerdes?- pregunté en voz
alta.

Ella estaba desconcertada, me miraba como si no creyese que estuviera ahí.

Yo: Quiero hablar contigo- le dije acercándome un poco a ella.

Replegó sus piernas de manera que quedamos sentadas frente a frente.

Yo: Te mentiría si te dijese que ya no me duele lo que me hiciste, lo que ocurrió


aquella noche. Aún me cuesta creer que hubieras sido capaz de traicionarme de
esa manera. Cuando Javi y Marta contaron la causa de mi accidente y te pedí
explicaciones no sabes con cuanta fuerza deseé que me dieras una razón válida,
alguna buena excusa que hubiera justificado tus actos. Se me congeló el corazón
al escucharte decir tus motivos. No pude creer que me dejaras expuesta ante el
peligro por mantenerte dentro del armario- empecé a contar.

Ali: Ainhoa…- intentó detenerme, pero la ignoré.

Yo: En todo este tiempo no he podido dejar de pensar, de llorar, de recordar


momentos juntas, de extrañarte. No he dejado de preguntarme a mí misma,
¿cómo saber que no va a volver a hacerme lo mismo? ¿Cómo estar segura de que
no va a defraudarme de nuevo? Todavía ni siquiera tengo claro eso. Pero tengo
bien claro que te amo, que no quiero estar más separada de ti, que eres la mujer
que quiero ver cada día al despertar, que quiero tus besos y tus caricias, que
quiero amarte hasta desgastar mi corazón. Quiero estar a tú lado- expliqué con
voz suave acariciándole la mejilla.
Ella bajó la mirada, sus ojos empezaron a aguarse.

Yo: No me importa volver a salir herida, no me importa que vuelvas a mentirme,


no me importa que rompas mi corazón. Lo único que me importa ahora es no
separarme de ti- confesé.

No pude aguantar más y la besé. Al entrar en contacto con su piel la mía reaccionó
haciendo que se me erizara todo el vello del cuerpo. ¿Cómo conseguía hacerme
sentir esto a pesar del tiempo que habíamos pasado juntas? Intenté profundizar
un poco más el beso pero ella me lo impidió.

Ali. Ainhoa- me detuvo separándose.

Yo: ¿Qué ocurre?- le pregunté mirándola extrañada.

Ella se levantó del sofá indecisa, se apoyó en la mesa y me miró.

Ali: No puedo hacer esto- me dijo.

Me giré hacia ella y la miré.

Yo: No te entiendo- contesté desconcertada.

Ella resopló y se llevó las manos a la cabeza.

Ali: No quiero estar contigo- aclaró mirándome fijamente.

Escuchar aquellas palabras me dejó sin aire en mis pulmones, no lo creía.

Ali: Este mes que te has ido me ha servido para comprobar lo que venía
sospechando desde hacía tiempo, Sergio y Andrés tenían razón. Tan solo quería
saber qué se sentía al estar con una mujer, tenía curiosidad. Ha sido un capricho
tonto, en el fondo sé que para ti ha sido lo mismo- me explicó ella.

Me levanté del sofá y me puse enfrente de ella.

Yo: ¿Qué estás diciendo?- dije con un hilo de voz.

Ali: Amo a Andrés, sé que mi destino está con él. Soy feliz así. Siento haberte
hecho creer que sentía algo por ti- dijo apartando la mirada.

Yo: No te creo- murmuré seria.

Me miró penetrantemente con aquellos ojos que me transportaban a otro mundo


en milésimas de segundo.

Ali: No te amo- murmuró volviendo a apartar la mirada.


Yo: Mírame, mírame a los ojos y dímelo- inquirí con rabia y cogiéndole la cara con
mi mano, de manera que no tenía más lugares donde mirar.

Ali: No te amo- dijo marcando cada sílaba, sin vacilar y a los ojos.

Solté su cara, me di la vuelta para que no viera mis lágrimas caer.

Ali: Confío en que seguirás con tu vida y que dejaremos esto atrás como un lejano
recuerdo- dijo con voz fría detrás de mí.

Me giré enfadada y la miré furiosa.

Yo: ¿Crees que me vas a hacer creer que no me amas después de todo lo que
hemos pasado juntas? ¿Qué pasa con todos los detalles, con todos los te amo, con
las veces que hemos hecho el amor?- le pregunté con rabia.

Ali: Quería saber qué se sentía al hacerlo con una mujer- repitió sin inmutarse.

Parpadeé haciendo que más lágrimas cayeran. Lloraba, pero de rabia.

Yo: ¿Y todo ese rollo que me soltaste aquel día en la discoteca cuando me viste
con ese tío? Estabas celosa Alicia, no podrás negármelo- le reproché

Ali: Es cierto que estaba celosa, pero no porque te ame. Después de los días que
habíamos pasado juntas me molestó el hecho de que te liaras con alguien tan
pronto, pero ya está, no era más que eso- me contestó encogiéndose de hombros.

Yo: ¿Y el abrazo que me has dado nada más verme? ¿Las lágrimas en tus ojos al
decirte lo que siento por ti?- volví a preguntar con rabia.

Ali: Estaba borracha, ni siquiera me acuerdo de lo que ha pasado. Y lo de las


lágrimas es porque me ha emocionado tú discurso, nada más- mintió, se le notaba
en la cara que todo lo que estaba diciendo no era verdad.

Yo: ¡Eres una maldita cobarde! ¿De verdad tanto daño te van a hacer tus padres
por tener una hija lesbiana? ¿Tan poca mujer eres que no puedes decirles la
verdad?- le grité.

Ali: ¡No es eso!- inquirió.

Yo: No he conocido persona tan cobarde y miserable como tú, incapaz de afrontar
cualquier obstáculo que se te ponga por delante. Dos veces Alicia, dos veces me
has hecho lo mismo. Eres una inmadura- le dije seria.

Ali: Siento mucho haber dejado que esto se me fuera de las manos, de haber
sabido que esto acabaría así no lo habría empezado- dijo lamentándose.

Me di la vuelta para que no me mirara y me llevé las manos a la cara intentando


ahogar un sollozo.
Ali: Por favor, márchate, no quiero que me causes más problemas- me pidió
abriendo la puerta.

Me giré y la miré con odio, pasé por delante de ella y me paré.

Yo: Eres cobarde Alicia, cobarde y débil por no luchar por lo que realmente
quieres.

Reanudé mi camino, al escuchar la puerta cerrarse empecé a llorar con fuerza, salí
a la calle. Tanta era mi rabia que grité hasta que no me salió la voz. No me lo
podía creer, lo había vuelto a hacer, y tenía la cara de mentirme poniendo como
excusa que no me amaba. Me metí en el coche, puse el motor en marcha y
empecé a conducir con gran velocidad. Por el camino cogí el móvil y llamé a un
número.

Marta: ¿Sí?- preguntó su voz adormilada.

Yo: Mar-ta, ¿pue-do ir a tú ca-sa?- le pregunté entre sollozos.

Marta: ¿Qué pasa Ainhoa?- preguntó alarmada.

Yo: Te ne-cesito- dije.

Marta: Ven, aquí te espero. ¿Qué ha pasado?- volvió a preguntar.

Ignoré su pregunta y colgué. Llegué en menos de cinco minutos, fui a la puerta y


toqué el timbre.

Marta: Ainhoa, ¿qué ha pasado?- me preguntó al verme.

Me tiré a sus brazos y exploté a llorar, ella me abrazó mostrándome su apoyo.

Yo: Ali-cia, eso es lo que ha pasa-do. Es lo que siem-pre me ha pasa-do- sollocé


con dificultad.

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Yo: Ali-cia, eso es lo que ha pasa-do. Es lo que siem-pre me ha pasa-do- sollocé


con dificultad.

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Me metió dentro de su casa y me sentó en el sofá, yo no podía dejar de llorar.

Marta: ¿Qué te ha hecho?- quiso saber.

Le conté todo lo que me había dicho, que todo era una mentira y que no me
amaba.
Yo: Sé que me ama, pero es una cobarde incapaz de decírselo a sus padres- opiné
con la voz rota.

Marta: No entiendo qué mierda pasa por la cabeza de esa chica, de verdad que no
lo entiendo. Estoy segura que Andrés tiene algo que ver en todo esto- me dijo.

Yo: Yo creo que realmente siente algo por Andrés, quizás no tan fuerte como lo
que siente por mí, pero siente algo por él. Le es más fácil escogerle a él que luchar
por mí- contesté mientras sentía el daño que mis propias palabras me causaba.

Marta: No sé qué decirte Ainhoa, ella perjuraba que eras la mujer de su vida- me
dijo mirándome tristemente.

Yo: No digas nada, ya has hecho más que suficiente por mí- dije mientras me
limpiaba las lágrimas con el dorso de mi mano.

Marta: Se dará cuenta de su error- comentó.

Yo: No podrá echarme la culpa- dije negando con la cabeza- He estado un tiempo
alejada de ella insegura, y probablemente es lo que quiere echarme en cara, pero
he intentado que lo nuestro funcionara, y de verdad me hubiera gustado que
nuestro futuro hubiera estado unido. Pero ella es ahora la que no ha querido. En
un principio su cobardía me unió a ella, pero ahora me ha alejado por completo.

Marta: ¿Qué harás?- me preguntó mirándome.

Me quedé mirando a la nada, pensando en la respuesta.

Yo: No lo sé- contesté.

Marta: Se arrepentirá de haberte dejado ir- me aseguró.

Me encogí de hombros mientras sentía las lágrimas invadir de nuevo mis ojos.
Marta estuvo acompañándome toda la noche intentando darme consuelo. Lo único
que podría haberme hecho sentirme bien estaba fuera de mi alcance.

Aquella noche dormí en casa de Marta, si así se le puede decir. No pegué ojo en
toda la noche. No pude dejar de pensar, de decirme a mí misma lo idiota que era
por darle otra oportunidad, por simplemente enamorarme de alguien que jamás
podría aceptar delante de los demás lo que era. No sabía si me hubiera hecho más
daño saber que no me amaba o saber que me amaba pero que no quería dar la
cara por nosotras. Jamás hubiera pensado que sufriría tanto por amor, y mucho
menos por una mujer.

La mañana siguiente me despedí de Marta después de agradecerle su compañía y


volví a casa.

Lucía: ¿Qué te pasa Ainhoa?- preguntó mi madre preocupada al verme.


Yo: No me pasa nada- mentí.

Tiré las llaves sobre la mesa y me dirigí a mi cuarto. A mitad de camino mi padre
se puso delante de mí cortándome el paso. Subí la cabeza y me encontré con su
mirada, penetrante y paternal. Sin poder evitarlo comencé a llorar, le abracé con
fuerza.

Antonio: Mi niña…-murmuró rodeándome con sus brazos.

Volví a llorar desconsoladamente en sus brazos. Dios, la amaba tanto. ¿Por qué
me hacía esto? ¿Por qué era tan cobarde? ‘No merece la pena que te tortures así
Ainhoa’

Antonio: ¿Qué te han hecho?- me preguntó con tristeza.

Negué con la cabeza.

Yo: Sé que os prometí que os contaría todo, pero no quiero hacerlo- les dije
mirándolos.

Lucía: Nos estás matando al verte así, ¿qué pasa?- volvió a insistir.

Yo: Lo siento, pero no quiero- negué y caminé a mi cuarto.

Me metí dentro, cerré la puerta y me tumbé en la cama. Tan solo tenía ganas de
estar allí acurrucada en mi almohada, llorando e intentando sacar a Alicia de mi
cabeza. Reí ante esa idea, bien sabía que eso era algo imposible. Lo había estado
intentando durante un mes y lo único que había conseguido era tenerla más
presente. Durante todo el día mis padres intentaron sacarme de mi habitación
pero no consiguieron ni que pestañeara, no iba a moverme de allí.

A la mañana siguiente consiguieron que me fuera a duchar y que comiera algo.


Cuando quise volver a mi cuarto me di cuenta de que lo habían cerrado de manera
que no pude entrar, no tuve más remedio que quedarme en el comedor. Cualquier
persona que me viese podría afirmar que estaba mirando la televisión junto a mi
madre, pero realmente ni siquiera veía las imágenes. Pasé un par de días en los
que me pasaba horas en mi habitación tumbada, sin hacer absolutamente nada.

Marta: Ainhoa no puedes seguir así- me dijo ella.

Mis padres habían llegado a tal punto de preocupación que habían llamado a
Marta, Javi y Sebas para que intentaran levantarme los ánimos. Este último ya
conocía la razón de mi bajón y también afortunadamente aceptaba mi condición
sexual.

Sebas: Necesitas salir de aquí, que te dé un poco el aire. Seguro que te sentirás
mejor- intentó convencerme.

Yo: Quizás es culpa mía- murmuré con la mirada perdida.


Javi: ¿Culpa tuya el qué?- me preguntó con voz suave.

Yo: Quizás es culpa mía que Alicia ya no quiera seguir conmigo- terminé de decir.

Marta: ¿Pero qué dices? Alicia es la única culpable, no pienso permitir que pienses
eso- me contradijo.

Yo: Quizás si no la hubiera tenido tanto tiempo esperando no se habría cansado,


no se habría echado hacia atrás- contesté con tristeza.

Javi se arrodilló delante de mí y me cogió la cara con sus dos manos.

Javi: Sabes muy bien que eso no es cierto- intentó hacerme cambiar de parecer.

Sebas: Vamos, te vas a meter en la ducha, vas a vestirte y vamos a ir a dar una
vuelta- dijo cogiéndome del brazo.

Yo: No, no Sebas por favor. No quiero- reproché sin éxito.

Entre Javi y Sebas me metieron en el baño mientras Marta cogía un poco de ropa,
ella se metió en el baño conmigo y Javi y Sebas se fueron al salón.

Marta: Venga, entra en la ducha- me ordenó sentándose en el váter para no


quedarse de pie.

La miré fijamente mientras trataba de inventarme cualquier excusa.

Yo: Me da vergüenza desnudarme delante de ti- dije, inmediatamente supe que


aquello no serviría de nada.

Marta: Llevamos viéndonos desnudas desde que empezó a salirme pelo ahí abajo,
así que búscate una excusa mejor- contestó cruzándose de brazos y levantando
una ceja.

Su respuesta me hizo reír pero al final empecé a quitarme la ropa.

Yo: Tendrás una jungla ahí- bromeé mientras me quitaba la camiseta.

Marta: Sabes que me gusta tenerlo bien despejado- contestó riendo.

Yo: ¿Le gusta a Javi?- pregunté mientras me metía en la ducha.

Marta: Le encanta- respondió sacándonos a ambas unas risas.

Tardé alrededor de diez minutos en ducharme y vestirme. Cogí mi bolso, metí un


par de cosas y salimos a la calle, acababa de ducharme y ya estaba sudando.

Yo: Por esto prefiero quedarme en casa- me quejé cegada por el sol.
Javi: Deja ya de refunfuñar y disfruta del día que hace- me regañó dándome un
pequeño golpe con el codo.

A pesar de que no me apetecía en absoluto decidí intentar pasármelo bien y


despejar un poco mi mente. Al principio me parecía imposible pero poco a poco
con las tonterías y bromas de los chicos mi ánimo fue aumentando
considerablemente. Fuimos a comprar un helado y nos sentamos en el parque para
disfrutar del día.

Marta: ¿Te ha parecido tan horrible e insoportable salir de casa y ver que existe el
mundo?- me preguntó mientras comía su helado.

Yo: Sí, en un principio puede- contesté riendo- Os agradezco que estéis aquí
conmigo.

Javi: No hay que agradecer nada, nos necesitabas y aquí hemos estado- me dijo
poniéndome su mano encima de la mía.

Le sonreí afectuosamente mientras degustaba mi helado de vainilla.

Yo: ¿Qué tal te va con Valentina? La he visto y es muy guapa- le pregunté a Sebas
por su ligue.

Sebas: Pues nos va de maravilla. Es inteligente, amable, guapa y sensible. Siento


decepcionarte pero esta mujer me la quedo yo- bromeó.

Yo: Tranquilo, no me interesa. No quiero saber lo que es el amor nunca más-


contesté suspirando hondamente.

Sebas: No tiene que ser así. ¿Por qué piensas eso?- me preguntó.

Yo: Pues porque…- empecé a decir cuando levanté la mirada.

No pude acabar la frase, mis ojos habían captado una imagen que me había
dejado de piedra. Los chicos al ver que mi mirada estaba fijada en un lugar en
concreto intentaron buscar qué era lo que había captado mi atención, no tardaron
mucho en ver lo mismo que yo.

Alicia dejó de besar a Andrés y me miró de una forma que todos los pelos de mi
cuerpo se me erizaron, tuve que apartar la mirada para no perderme en sus ojos.
Sabía que ellos dos estaban juntos, lo venía sospechando desde hacía un par de
días. Pero no era lo mismo confirmarlo con mis propios ojos.

Yo: Por eso no quiero volver a saber nada del amor- concluí la oración que antes
había comenzado.

Marta se había levantado del banco para ir probablemente a encarar a Ali, pero la
cogí del brazo.
Yo: No, déjala. Tengo que superarla y aunque me duela para dejarla atrás necesito
ver esto- le pedí con un hilo de voz.

Ella me miró con pena pero asintió y volvió a sentarse.

Javi: ¿Quieres irte?

Yo: No, no voy a darle el gusto de ver lo que quiere ver- negué firmemente.

Sebas me puso una mano en la rodilla para animarme, le dediqué una pequeña
sonrisa. Aunque las ganas de llorar me estaban casi matando me aguanté y traté
de mantenerme firme. No iba a permitirme a mí misma seguir así, sufriendo por
ella. No valía la pena, no lo merecía. Andrés se fue enseguida, Ali se recostó en el
banco de manera que nos daba la espalda y se quedó allí, sin hacer nada.

Terminamos nuestros helados y continuamos con nuestra charla. Ya no era lo


mismo, todos estábamos un poco más distraídos y a nuestra bola y sabía que era
por mí, por lo que habíamos visto. Pero iba a acabar con eso, no iba a permitir que
ella controlara mi vida de esa manera, que tuviera ese control sobre mí. Fuera lo
que fuere lo que tuvimos, aquella misma tarde lo enterré todo en una caja y tiré la
llave. Tiré la llave de los recuerdos del amor de mi vida.

Pasaron bastantes días en los cualquier persona que me conociera se preguntaría


si realmente era Ainhoa. Era cierto que mi cuarto había dejado de ser lo único que
vieran mis ojos, pero mi forma de ser había cambiado sin que pudiera hacer nada.
Me había vuelto fría y distante, fácilmente me desconcentraba y si alguien
conseguía arrancarme una sonrisa se le podría hacer un monumento. Aunque no
quisiera reconocerlo Alicia seguía controlando mi vida al comportarme así, a pesar
de habérmelo jurado a mí misma. Para eso no hacía falta que la viera, tan solo
bastaba que su recuerdo me atormentara.

En todos aquellos días la había visto un par de veces a lo lejos, siempre apartaba
mi mirada de la suya que a diferencia de la mía buscaba contacto visual. Más de
una vez había tenido la sensación de que me miraba a escondidas, siempre alejaba
aquella idea de mi cabeza, era más probable que me partiera un rayo en dos.

Marta: ¿Me estás escuchando?- me preguntó zarandeándome.

Yo: ¿Eh?- dije saliendo de mis pensamientos.

Marta: Hasta aquí he llegado, no lo soporto más- dijo enfadada.

Yo: ¿Qué?- le pregunté mirándola.

Marta: ¡Ainhoa, no puedes seguir así!- me gritó.

Yo: ¿Así cómo?- le pregunté haciéndome la tonta.


Marta: Tienes una vida, un futuro por delante, una carrera que escoger.
Entiéndelo, Alicia te ha dejado y no va a volver. ¡Tienes que dejarla atrás y seguir
adelante!- me contestó con rabia.

Yo: ¿Crees que es tan fácil Marta? ¿Crees que estoy así por gusto? Me ha estado
utilizando como le ha dado la gana, me tenía comiendo de su mano y yo caí como
una tonta. No le ha importado lo que sentía, el dolor que siento me está matando.
No puedo olvidarme de todo así como así- le reproché con la voz rota.

Marta: Sé que te ha hecho daño Ainhoa, no sabes cómo me duele verte así. Pero
ya ha pasado casi un mes y sigues igual que el mismo día. No dudo que sea difícil
y que te parezca imposible olvidarla, pero debes hacerlo por tu bien- me dijo
suavizando su voz.

Yo: La amo Marta, la amo como jamás pensé amar a nadie- dije con lágrimas en
los ojos.

Ella se acercó a mí y me abrazó con fuerza.

Marta: Lo sé cariño, lo sé- murmuró meciéndome cariñosamente en sus brazos.

Yo: Intento olvidarla, pero es imposible. Cada lugar de esta ciudad me recuerda a
ella- susurré en sus brazos.

Marta: Tienes que ser fuerte- me dijo acariciándome la cabeza.

Yo: Estos días he estado pensando y dándole vueltas, y tal y como me encuentro
creo que será la mejor opción que pueda tomar- dije separándome de ella.

Marta: Javi y yo te vamos a apoyar en cualquier decisión que tomes, he estado


hablando de esto con él y ambos pensamos que te vendría muy bien- contestó ella
que ya sabía a lo que me refería.

Yo: No quiero hacerlo, pero es lo mejor para mí- comenté limpiándome las
lágrimas.

Marta: Es lo que debes hacer- me dijo ella frotándome el brazo afectuosamente,


yo la abracé con fuerza.

Yo: Gracias por darme el valor que necesitaba para poder decidirme del todo- le
agradecí sinceramente.

Marta: No hay nada que agradecer- me susurró.

Aquella noche volví a casa más tarde de lo normal, por lo tanto no me sorprendió
ver a mis padres sentados en el sofá esperando mi llegada.

Lucía: Siéntate, tenemos que hablar- me ordenó con voz seria.


Obedecí, dejé el bolso sobre la mesa y me senté enfrente de ellos.

Yo: Quiero disculparme por mi comportamiento de estos últimos días, no han sido
muy fáciles para mí- dije antes de que empezaran a hablar.

Antonio: ¿Qué te ocurre hija? No te reconocemos, tú madre y yo estamos muy


preocupados por ti- me dijo angustiado.

Yo: Lo siento mucho, de verdad- volví a disculparme.

Lucía: Tú padre y yo hemos estado pensando en que quizás sería bueno para ti
que fueras a ver a un psicólogo- me comentó.

Yo: No será necesario- negué.

Antonio: Has estado muy deprimida últimamente, no es porque pensemos que


estés…- le interrumpí.

Yo: No, es enserio. No será necesario que vaya a ver a nadie- dije de nuevo.

Ellos quedaron curiosos y expectantes a que les contara el motivo de mi negación.


Lo había estado evitando a pesar de saber que tarde o temprano me decantaría
por aquella opción, imaginarme lejos de mi familia y amistades me había estado
echando para atrás. Pero dadas las circunstancias sabía que era lo mejor que
podía hacer por mí.

Yo: Me iré a estudiar a Barcelona- dije finalmente.

Yo: Me iré a estudiar a Barcelona- dije finalmente.

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Los dos me miraron bastante sorprendidos.

Antonio: ¿Irás…a estudiar allí?- preguntó para asegurarse.

Yo: No ha sido la decisión más fácil de mi vida pero tampoco la más difícil. Puede
que quizás antes tuviera algo que me retuviese aquí-dije pensando en Alicia- Pero
ahora ya no.

Lucía: ¿Estás segura de que quieres hacerlo?- me preguntó con voz suave.

Yo: Es lo que debo hacer- respondí segura- Por mí, por mi futuro.

Me levanté y me metí en mi cuarto para cambiarme. Apenas cené algo y


enseguida me fui a dormir.

Un mes después
En todo este tiempo las cosas habían cambiado para mí. Mis padres insistieron en
llevarme al psicólogo, yo no pude resistirme. En un principio no quería colaborar,
pero poco a poco al ir conociendo a la mujer que me atendía y mostrándome su
simpatía logró ganarse mi confianza y empecé a contestar a las preguntas que me
hacía. A pesar de lo que yo pensaba en un principio sus sesiones conmigo me
ayudaron muchísimo, no solo a dejar a Ali aparte, si no a superar todo lo que mi
‘accidente’ me había causado. Había descubierto que la mayoría de los problemas
que tenía conmigo misma y el bajón que me había dado últimamente eran
causados por cómo había sido ese último año. La pérdida de memoria, volver a
aprender a escribir y a leer, recordar a mi familia, lo que sentía por Alicia,
haberme enterado de cómo fue realmente mi accidente… Evidentemente no le
conté que mis amigos habían provocado todo esto, discretamente fui dejándole
saber lo justo y necesario. Fue una gran ayuda para mí.

Mis padres me habían comprado ya el billete a Barcelona y yo me había encargado


de buscar un piso de alquiler en el que me pudiera quedar, lo único que tenía que
hacer era llegar allí y hablar con el dueño. Me quedaba una semana en Mallorca
antes de irme y todavía no había sido capaz de enviar mi solicitud a la universidad,
eso mis padres no lo sabían. A pesar de que parecía muy decidida en marcharme
había pensado que era mejor esperar al último día del plazo que tenía para
enviarla por si acababa por arrepentirme. Me sentía una idiota pensando eso, pero
muy en el fondo de mi corazón tenía la esperanza de que Alicia me detuviera, de
que me diera una explicación lógica a todo y que me pidiera que me quedara por
ella. Sabía que Marta y ella habían hablado y de una manera u otra ella sabía que
me iba. Era una estupidez pero no había podido resistirme a ello. Soñar era gratis.

A ella no la había vuelto a ver, pero había conseguido dejarla aparte. Pensaba en
ella, no podía evitarlo, pero ya no estaba todo el día lamentándome y llorándola.
La seguía amando, tanto o más que el primer día, pero ella había decidido ir por el
camino más fácil y yo no podía hacer nada para remediarlo. Alicia sería en mi vida
como una copa de vino tinto derramada en una alfombra de pelo blanco, difícil de
quitar, y aun habiéndolo hecho quedaría una pequeña mancha que no se podría
eliminar nunca. No les conté a mis padres que ella era la que me tenía tan mal, no
tenía sentido que les dijera nada. Yo seguía considerándome heterosexual, las
mujeres no me atraían. Alicia fue una excepción, fue la única mujer que me gustó
y la única a la que amé.

Había conseguido deshacerme de Sergio, lo último que supe de él fue que sus
padres le habían enviado fuera de la isla, el lugar no lo sabía y tampoco me
importaba. De Andrés tampoco supe nada, suponía que estaba con Alicia, como si
nada hubiera pasado.

Fueron pasando los días en los que poco a poco fui quedando con mis conocidos y
amistades para despedirme antes de viajar a Barcelona.

Yo: ¿Sabes? Por un momento llegué a pensar que ella vendría- le dije a Marta,
aquella noche se había quedado a dormir en mi casa.

Marta: Si supiera algo te juro que te lo diría, pero no habla de ti. Sé que le
importas, sé que le duele que te vayas, cuando se lo conté sus ojos la delataron.
No entiendo por qué deja que la opinión de sus padres controle su vida- me
confesó.

Yo: Yo que sé. Quizás está diciendo la verdad y no me ama- opiné mirando mis
manos.

Marta: No lo creo- me dijo.

Yo: Bueno, ahora ya no importa- contesté intentando cambiar de tema- Lo que he


sentido por ella ha sido muy bonito pero ya está, se acabó.

Marta: ¿Lo que has sentido?- preguntó levantando una ceja.

Yo: Lo que siento- dije mirándola fastidiada- Lo que siento por ella es muy fuerte,
muy fuerte y muy devastador. Por eso cuanto antes empiece a dejarla ir, mejor.

Marta: ¿Crees que lo conseguirás?- me preguntó mirándome.

Yo: ¿Por qué quieres hablar de ello? Me voy en menos de una semana y tú quieres
ocupar el poco tiempo que nos queda hablando de ella- le dije un poco enfadada.

Marta: No estoy hablando de ella Ainhoa, estoy hablando de ti. Quiero hablar de
ello porque mi mejor amiga se va durante cuatro años a un lugar desconocido y va
a estar sola sin nadie con quien hablar de esto. Quiero asegurarme que estás bien-
me dijo mirándome cariñosamente.

Yo: No estoy bien- contesté sincera- Pero lo estaré.

Me cogió la mano y le sonreí para calmarla, sabía que estaba preocupada por mí.
Cambié de tema y le hablé de las tonterías que hacíamos de pequeñas,
empezamos a recordar los viejos tiempos mientras no dejábamos de reír.

Poco a poco los días fueron pasando, ya tan solo quedaban dos días para
marcharme. Aquella tarde decidí pasarla con Javi y Marta, antes de que pudiera
darme cuenta ya estaba despidiéndome de ellos ya que el día siguiente lo
dedicaría completamente a hacer la maleta, enviar la solicitud y despedirme de mi
familia.

Marta: Te voy a echar de menos- dijo abrazándome con fuerza.

Yo: Lo sé, y yo a ti. Pero seguiremos en contacto, nos llamaremos y hablaremos, y


cuando haya vacaciones vendré a veros- le dije.

Marta: Esto no será lo mismo sin ti- se separó de mí y pude ver que estaba
llorando al igual que yo.

Le cogí las manos y ella me sonrió, detrás de la calidez de su sonrisa pude notar
una gran tristeza.
Javi: Prométeme que no vas a repetir ningún curso para venir aquí lo antes
posible- me dijo mirándome.

Yo: Lo prometo- asentí extendiendo mi dedo meñique, el cruzó el suyo con el mío.

Javi: Cuatro años pasan rápidamente, ¿verdad?- me preguntó intentando sonar


sereno y tranquilo.

Yo: Antes de que os deis cuenta estaré por aquí molestando de nuevo- contesté
sonriendo.

Él me miró y me atrapó en sus brazos.

Javi: Te queremos mucho, lo sabes ¿no?- me susurró frotándome la espalda.

Yo: Lo sé, y yo a vosotros- contesté separándome.

Pasamos un par de minutos más soltando alguna que otra lagrimita y me


acompañaron a casa. Lo iba a pasar muy mal sin ellos, sería muy duro empezar de
cero en una ciudad nueva. Llegué a casa y lo primero que hice fue darme una
ducha. Al salir me senté en el sofá con mis padres a ver la tele.

Antonio: ¿Estás bien?- me preguntó mirándome.

Yo: No- respondí sincera mirándole.

Lucía: Lo superarás- me dijo mostrándome su apoyo.

Yo: Lo sé- le sonreí tristemente.

Al poco rato les dejé solos y me fui a dormir. Era cierto que estaba triste porque
iba a dejar a mi familia y a mis amigos allí, pero parte de mi tristeza era porque
Alicia no había venido a despedirse de mí. Estaba claro que no lo iba a hacer, pero
me había quedado un poco de esperanza. Que idiota que era por pensar aquello,
me sentía estúpida por no haber enviado mi solicitud a la universidad por ella. No
iba a esperar más, tampoco podía. Al día siguiente acababa el plazo de inscripción
así que no me quedaba más remedio.

Desperté por mañana, desayuné con mis padres como siempre. No podían ocultar
su cara de tristeza lo cual también me entristecía a mí. Fuimos a comer a mi
restaurante favorito e hicimos todo lo posible para tener una charla agradable y
reírnos, nos lo pasamos muy bien.

Yo: ¿A qué hora vendrá Natalia?- pregunté a mi madre al llegar a casa.

Lucía: Sobre las seis y media, después te acompañaremos al aeropuerto. El vuelo


sale a las diez- me recordó.

Yo: Ya, ya lo sé.


Me metí en mi cuarto y empecé a hacer las maletas. Hasta ese momento no me
había dado cuenta de cuánta ropa tenía, sobre todo zapatos. La mitad no me los
había puesto más de una vez así que cogí una bolsa aparte y fui metiendo los que
no quería. Una vez hube acabado me senté en mi escritorio, encendí mi portátil y
me metí en la página de la universidad. Justo cuando estaba a punto de pulsar el
botón para enviar mi solicitud me llamaron al móvil.

Yo: ¿Sí?- contesté.

Marta: Ainhoa, es urgente- me dijo.

Yo: ¿Qué pasa?- pregunté extrañada.

Marta: ¿Qué estás haciendo?- me preguntó.

Yo: Estaba a punto de enviar mi solicitud a la universidad- contesté.

Marta: ¿Ya lo has hecho?- preguntó alarmada.

Yo: No, justo me has llamado. ¿Ha pasado algo?- volví a preguntar preocupada.

Marta: Vale, pues no la envíes todavía. Javi y yo tenemos que quedar contigo- me
dijo.

Yo: Marta no puedo, mi hermana viene a las seis y media y ya son las cinco, el
vuelo sale a las diez. Sea lo que sea lo que tenéis que decirme debisteis habérmelo
contado ayer- reproché.

Marta: Es urgente Ainhoa, sabes que de no ser así no te habría llamado. No será
mucho tiempo, estamos en el parque de al lado de tu casa, baja un momento por
favor- me pidió un poco alterada.

Miré el reloj, estuve unos segundos sin decir nada.

Yo: Está bien, pero tan solo serán quince minutos- advertí.

Marta: Con eso es suficiente, no te arrepentirás- me aseguró.

Yo: Hasta ahora- me despedí.

Marta: Adiós- colgó.

Dejé el móvil sobre la mesa y suspiré, ¿qué querían ahora? Miré la pantalla de mi
portátil, ¿por qué no quería que enviara la solicitud? Desobedeciendo lo que me
había dicho pulsé el botón y envié la solicitud. Al cabo de unos segundos salió un
mensaje de error. ‘Falla el internet Ainhoa’ Vaya por Dios. Bueno, ya lo haré
después.

Cogí mis llaves y salí de casa.


Yo: Salgo unos minutos, enseguida vuelvo- avisé a mis padres.

Salí del edificio y en menos de cinco minutos llegué al parque. Busqué a Javi y a
Marta pero no los encontré. Estuve allí un par de minutos pero no apareció nadie.
De repente me llamaron al móvil, vi el identificador de llamadas y vi que era
Marta. Atendí la llamada.

Yo: ¿Dónde estás? Os estoy buscando y no os veo- pregunté enfadada.

De fondo escuchaba unas voces, puse atención a lo que decían. Al escuchar su voz
me quedé de piedra.

Ali: Es lo mejor para ambas, ella tiene su futuro en Barcelona- decía su dulce voz.

No entendía nada, ¿estaban con Alicia?

Javi: Su vuelo sale a la diez, tienes tiempo de detenerla. Si se lo pides ella se


quedará- intentó convencerla.

Ali: ¿Cómo voy a hacer que se quede? Tendrá hecha la matrícula, el billete y un
piso alquilado, no puedo hacer que derroche ese dinero- reprochó.

Marta: Ella no ha enviado la solicitud aún Ali, tenía la esperanza de que la


detuvieras. El alquiler no lo confirmará hasta que hablé con el dueño en persona y
el billete no son más de treinta euros- le contó.

Ali: ¿Me ha estado esperando?- preguntó asombrada.

Javi: Ella te ama Ali, lo está pasando muy mal. No la dejes marchar- le dijo.

Empecé a caminar intentando averiguar dónde estaban mientras seguía


escuchando.

Ali: La dejo marchar porque la amo, porque es lo mejor para ella- concluyó
zanjando ese tema.

El corazón me dio un brinco al escucharla decir aquello, y empezó a batir más


fuerte cuando los vi sentados en un banco a lo lejos. Empecé a caminar
rápidamente hacia ellos.

Marta: ¿Cómo lo llevas?- le preguntó mirándome a los ojos después de unos


segundos en silencio, no sabía a qué se refería.

Yo estaba detrás de Ali, no se había percatado de mi presencia.

Ali: Bastante bien, a veces me mareo pero por lo demás estoy bien. Es lo que
tiene estar embarazada- contestó.
Al escucharla decir eso abrí los ojos atónita, se me cayó el móvil al suelo de la
impresión. Ella al escuchar el ruido del móvil contra el suelo se giró, al verme su
cara cambió por completo.

Ali: ¿Qué hace ella aquí?- preguntó enfadada.

Yo la miraba fijamente a los ojos, sin poder creerme lo que acababa de decir.

Yo: ¿Estás…embarazada?- le pregunté incrédula.

Bajé mi vista a su estómago, no era muy notorio.

Ali: ¿Por qué la habéis traído?- les preguntó enfadada a Javi y a Marta.

Marta: Porque sois mis mejores amigas y estabais sufriendo, no podía permitir que
ella se fuera sin saber la verdad- le contestó.

Yo: ¿Vosotros lo sabíais?- les pregunté.

Javi: Nos lo contó ayer noche- respondió.

Mi mirada volvió a posarse sobre Alicia, ella me miraba avergonzada.

Yo: ¿De cuánto estás?- pregunté intentando sonar lo más normal posible.

Ali: De dos meses y medio- contestó tocándose la barriga.

Mentalmente hice un par de cálculos.

Yo: Estábamos juntas por aquel entonces- le dije afligida, ¿me había puesto los
cuernos? ‘No erais novias, así que no te ha sido infiel’

Ali: No, no es lo que piensas. Te juro que el tiempo que estuve contigo no me
acosté con Andrés, no sería capaz de hacerte eso- aclaró rápidamente y
cogiéndome de las manos.

Me quedé en silencio, todavía estaba asimilando lo que acababa de ocurrir.

Ali: Probablemente ocurrió el día anterior de que vinieras a hablar sobre el beso
que nos dimos en el cumpleaños de Marta. Estaba hecha trizas pensando que te
había perdido, Andrés estaba allí y la rabia pudo conmigo- me explicó.

Yo: ¿Él lo sabe?- quise saber.

Ali: Sí, pero se ha desentendido por completo. Me ha dado algo de dinero para
poder hacerme cargo del bebé cuando nazca y ya no he vuelto a saber nada más
de él- me explicó.
Bajé mi mirada y suspiré. ¿Embarazada? Pensaba que todo era un sueño y que
estaba a punto de despertar.

Yo: Entonces quieres tenerlo- dije lentamente.

Ali: En un principio no quería, iba a abortar, pero cuando me hice la ecografía y le


vi, tan pequeño e indefenso, se me hizo imposible no quererlo- me explicó con una
sonrisa.

La miré fijamente a los ojos incapaz de creerme todo lo que había ocurrido.

Yo: ¿Por qué, Alicia? ¿Por qué me has apartado de todo esto?- le pregunté dolida
con un nudo en la garganta.

Ali: Cuando te contamos lo que ocurrió realmente en tu accidente y te marchaste,


tardé menos de una semana en enterarme que estaba embarazada. La regla no
me bajaba y se me ocurrió comprar un test de embarazo. Cuando dio positivo
apenas pude creérmelo, recuerdo que lo primero que hice fue llorar. ¿Yo
embarazada? No me cabía en la cabeza. Cuando decidí tenerlo pensé que mi vida
iba a cambiar, no podría estudiar, tendría que empezar a trabajar para poder
alimentarnos al bebé y a mí. Yo no podía arrastrarte a esto Ainhoa. Si no hubiera
estado embarazada cuando viniste a mi casa a decirme que me perdonabas no
habría dudado ni un segundo en decirte que sí. Pero no podía hacer eso, habría
sido demasiado egoísta por mi parte- me contó mirándome con tristeza.

Yo: Todo este tiempo he estado pensando que no te importaba, que no me


amabas lo suficiente para enfrentar a tus padres, que había sido un juego. ¿Cómo
crees que me he sentido?- le reproché con las lágrimas en los ojos.

Ali: Tampoco ha sido fácil para mí, he tenido que decir la mentira más gorda de mi
vida, tuve que decirte que no te amaba. Si no hubiera estado embarazada con
mucho esfuerzo habría conseguido convencerte de que fueras a Barcelona a
estudiar, me habría costado pero lo hubiera acabado consiguiendo. Pero si te
hubiera dicho que estaba embarazada jamás habría podido convencerte para que
te fueras. No habría podido cargar con la culpa de ver como renunciabas a tu
futuro por mí- me explicó.

Yo: ¿Cómo crees que me hubiera sentido al venir aquí cuatro años después y
enterarme de que tenías un hijo, de que estabas embarazada cuando me fui?
¿Crees que habría podido tener la conciencia tranquila?- le pregunté frunciendo el
ceño.

Ali: Habría hablado contigo, te habría pedido que me dijeras si seguías sintiendo
algo por mí. Sé que cuatro años no es suficiente para dejar de amarte, lo he
estado tres años y créeme que eso no hubiera sido posible- contestó mirándome.

Yo: ¿Y si hubiera vuelto con alguien?


Ali: Entonces ni siquiera te habría buscado, no podría entrometerme en tu vida
como si nada después de cuatro años- respondió negando con la cabeza.

Nos quedamos mirando un par de segundos, su mirada me transmitía una ternura


infinita.

Yo: Eres una completa imbécil, estúpida e inconsciente- le dije enfadada,


enseguida su cara cambió a una de tristeza.

Entonces puse mis manos en sus mejillas, me acerqué a ella y antes de que
pudiera hacer nada la besé. Ella no me respondió al principio, supuse que estaba
sorprendida. Justo cuando estaba a punto de finalizar el beso dado que ella no me
correspondía su brazo rodeó mi cintura y colocó su mano en mi nuca
profundizando el beso. Hacía tanto que no probaba sus besos, hacía tanto que no
la tenía tan cerca de mí… La había extrañado con locura. Acabamos finalmente el
beso para coger un poco de aire, ella me miró.

Ali: ¿Y esto?- me preguntó con la respiración agitada.

Yo: Esto porque te amo más que a nada- contesté entrecortadamente.

Ella sonrió y me abrazó con fuerza, yo metí mi cabeza en su cuello. Era tanta la
alegría que sentía, que no pude evitar llorar de felicidad.

Ali: Ainhoa, tienes que irte- me dijo separándose de mí.

Yo: No, no lo haré- me negué.

Ali: Por favor, no me hagas esto- me pidió.

Yo: No me hagas esto tú, Alicia. No voy a dejarte sola estando como estás- dije
mirándola fijamente.

Ali: No puedes renunciar a ser lo que quieres por quedarte conmigo, no estaré
sola, Javi y Marta me ayudarán. Tienes que irte- intentó convencerme.

Yo: La única razón que tenía para irme de aquí eras tú, quería olvidarte, estaba
enfadada contigo y cada rincón de esta ciudad me recordaba a ti. Yo allí no tengo
nada que hacer- le expliqué cogiéndole las manos.

Ali: ¡Tienes una carrera que estudiar!- me reprochó.

Yo: Y yo aquí una familia que cuidar- contesté poniendo delicadamente mis manos
sobre su vientre.

Ali: No voy a conseguir hacerte cambiar de opinión, ¿verdad?- me preguntó


empezándose a dar por vencida.

Yo: Nada ni nadie me va a volver a alejar de ti- concluí besándola de nuevo.


Ali: ¿Qué van a decir tus padres?- me preguntó preocupada.

Yo: Eso lo averiguaremos en breve- le contesté besándole la punta de la nariz.

Ali: ¿Averiguaremos?- preguntó sorprendida.

Yo: Tú y yo, ahora- contesté sonriendo- No quiero ocultarte más, no quiero seguir
mintiendo.

Ali: Tengo miedo- me confesó.

Yo: Estarás conmigo, no tienes que tener miedo de nada- le susurré


cariñosamente.

Ali: ¿Tú no tienes miedo?- me preguntó mirándome.

Yo: Antes lo tenía, pero ahora ya no- contesté segura.

Ella me cogió la mano, yo le sonreí.

Marta: Nosotros os dejamos ya, hemos cumplido con nuestra misión- nos informó.

Ali: Muchas gracias por no saber guardar un secreto- les dijo un poco resentida.

Marta: Lo he hecho por vosotras dos. Tienes todo el derecho de estar cabreada
conmigo, pero las dos estabais sufriendo. ¿Crees que habrías podido criar al bebé
tú sola?- le preguntó seria.

Ali: Me las habría apañado- contestó enfadada.

Las caras de Javi y Marta estaban un tanto entristecidas, pero entonces Ali sonrió.

Ali: Pero os agradezco que seas tan poco fiables- les dijo mirándolos.

Entre los tres se abrazaron un par de segundos.

Yo: Nos vemos chicos, mañana hablamos- me despedí abrazándolos.

Javi: Mucha suerte- nos dijo a ambas.

Les sonreímos y empezamos a caminar. En el corto trayecto a mi casa no dijimos


nada pero pude notar el nerviosismo de Ali.

Yo: Tranquila mi amor, no va a pasar nada- la tranquilicé mientras subíamos en el


ascensor.

Ali: Echaba de menos que me llamaras ‘mi amor’- me dijo sonriendo.


Yo: Yo te echaba de menos a ti- le susurré besándola.

Las puertas del ascensor se abrieron, saqué mis llaves y abrí la puerta de mi casa
sin soltar la mano de Ali. Estaban mis padres y Natalia sentados en el sofá
tomando café.

Lucía: Oh vaya, no os esperábamos chicas- dijo un poco sorprendida.

Yo: Siento mucho llegar tarde- me disculpé cerrando la puerta.

Natalia: No te preocupes, acabo de llegar- dijo acercándose a mí y abrazándome-


Te voy a echar de menos, hermanita.

Yo: De eso precisamente os quería hablar- dije al terminar el abrazo.

Mis padres y Natalia me miraban fijamente, esperando a que hablara.

Yo: No sé ni por dónde empezar…- comenté rascándome la cabeza.

Sentí una ligera presión en la mano, giré mi cuello y vi que Alicia me estaba
sonriendo, le devolví el gesto.

Ali: ¿Quieres que te ayude?- me preguntó.

Yo: No, creo que puedo yo sola- me negué.

Estaba nerviosa, ¿cómo iba a decírselo? No había pensado todavía la manera de


contarlo.

Antonio: ¿Por qué no os sentáis y tomáis algo? Así será un poco más fácil explicar
esto- ofreció mi padre.

Yo: Está bien, está bien- asentí nerviosa.

Lucía: ¿Quieres algo Alicia?- le preguntó.

Ali: Un poco de agua, por favor- le pidió amablemente.

Sin soltar su mano nos sentamos en el sofá, mi padre y mi hermana estaban


hablando.

Ali: Mi amor estás sudando, y se supone que tendría que ser yo la que debería
estar así. Relájate- me susurró para animarme.

Yo: No puedo, ¿y si no me aceptan? ¿Y si no son tan tolerantes como yo pensaba?-


le pregunté, había perdido la calma que antes tenía.

Ali: No lo harán, ellos te adoran. Van a seguir queriéndote igual- me aseguró.


Mi madre volvió con un una botella de agua y un vaso para Alicia.

Antonio: Bueno, ¿de qué se trata Ainhoa?- me preguntó mi padre al estar todos
sentados y servidos.

Yo: No voy a ir a Barcelona- solté sin más.

Mis padres se miraron confusos.

Lucía: ¿Cómo que no vas a ir a Barcelona? Ya tienes que tener la matrícula hecha-
me dijo ella.

Yo: No he enviado la solicitud- confesé bajando la mirada.

Antonio: ¿Por qué no lo has hecho?- preguntó confuso.

Yo: Es que, yo… el año pasado con todo esto de… pues resulta que Alicia y yo-
empecé a titubear y a hacerme un lío.

Alicia giró mi cara con su mano, se acercó a mí y me besó delante de todos,


nuestro roce no duró más de cinco segundos. Al separarnos miré a mis padres y a
Natalia, cogí valor y hablé:

Yo: Estoy enamorada de Alicia- confesé finalmente.

Sus caras eran de sorpresa, esperé pacientemente a que dijeran algo.

Lucía: ¿Pero tú no…estabas saliendo con Andrés?- le preguntó un poco


desconcertada.

Ali: Le dejé hace unos meses. Yo amo a Ainhoa- les aseguró cogiéndome la mano.

El silencio nos rodeó, nadie dijo nada.

Antonio: Bueno, en lo que a mí respecta sigues siendo mi hija, para mí no cambia


quién eres- me dijo.

Lucía: ¿Por qué no nos lo has dicho antes?- me preguntó mirándome.

Yo: Tenía miedo que no lo aceptarais- confesé avergonzada.

Antonio: Un momento, ¿tú eres la que ha tenido a mi hija tan mal todo este
tiempo?- le preguntó a Alicia.

Ali: Eso me temo- afirmó cabizbaja.

Yo: Papá, es una muy larga historia- le dije para que no se enfadara.

Lucía: ¿Es por ella que no quieres ir a Barcelona?- me preguntó.


Yo: En una situación normal habría accedido a mantener una relación a distancia
con ella, pero… está embarazada- anuncié observando sus rostros.

Lucía: ¿Cómo?- exclamó sorprendida.

El silencio volvió a invadir la sala, el ambiente estaba cargadito de tensión.

Antonio: ¿A cuánta historia hacías referencia antes?- preguntó pasándose las


manos por la cara.

Yo: A la historia de un año- contesté mirándolos fijamente, Alicia me apretó la


mano mostrándome su apoyo, yo se la besé y le sonreí.

Entre Alicia y yo poco a poco fuimos contándoles a mis padres todo lo que había
ocurrido aquel último año. Nos llevó nuestro tiempo explicarles todo pero el
momento más difícil de explicar fue la razón por la cual había estado tan mal y
había tenido que irme a casa de Natalia ese último mes. No quería mentir más y
no nos quedó más remedio que contar la verdad. No era la mejor manera para que
Alicia les cayera bien pero teníamos que ser honestas. Después de explicarles
aquello mi padre se puso hecho una furia.

Antonio: ¿Cómo pudiste dejar que le hicieran eso?- le preguntó enfadado a Alicia.

Ali: No tiene ni idea de lo que me arrepiento de eso- dijo para intentar calmarlo.

Yo: Papá por favor, cálmate- le pedí.

Antonio: ¿Cómo quieres que me calme? No le importaste una mierda Ainhoa, ¡te
dejó tirada!- exclamó con rabia.

Iba a replicar, a decirle que se estaba pasando pero Alicia se adelantó.

Ali: Su hija es lo que más me importa en esta vida, la amo como no puede
imaginarse- le reprochó intentando no perder la calma.

Antonio: Si fuera lo más importante de tu vida no habrías permitido que le hicieran


eso, si la amaras de verdad no habrías permitido que ella sufriera de esa manera-
la encaró.

Yo: ¡Papá, basta!- le grité levantándome pero no me hizo caso.

Ali: Podrá negarme muchas cosas pero no voy a permitir que niegue que la amo-
le contestó empezando a enfadarse.

Yo: Ali tranquilízate, no es bueno para el bebé- le dije suavemente.

Antonio: Has perdido la memoria por su culpa, podrías haber muerto, podrías no
haber recordado nada. ¿Cómo puedes estar con ella?- me preguntó airado.
Yo: ¡Porque la amo!

Antonio: Por su culpa he tenido que experimentar que mi propia hija no recordara
mi nombre, que no supiera quien era. Podrías…-le interrumpí.

Yo: Podrías, podrías, podrías. ¡Ninguno de esos podrías se han hecho realidad! ¡De
todos los presentes en esta sala yo he sido la que más ha sufrido! No niego que a
vosotros os haya dolido que no os recordara, pero yo he tenido que cargar con que
no conocía a nadie, con saber que tenía una familia y un pasado y no recordar
nada, con que ni siquiera sabía leer ni escribir- enumeré dejando un gran silencio
en la sala.

Mi padre hizo el amago de decir algo pero me adelanté.

Yo: La amo lo suficiente para perdonarla y para saber que ella también me ama a
mí. Y en el remoto caso de que me estuviera equivocando y no fuera así me daría
exactamente igual. ¿Sabéis por qué? Porque ella me hace feliz, y cada instante
que he pasado con ella ha valido la pena- concluí.

Ella me sonrió y me apretó cariñosamente la mano.

Yo: Me voy a quedar aquí para cuidar de ella y del bebé- afirmé mirándolos.

Antonio: ¿Esa es tu decisión?- me preguntó mirándome fijamente.

Yo: Sí- contesté segura.

Antonio: Está bien- contestó levantándose y saliendo del comedor.

Clavé mi mirada en el suelo bastante entristecida.

Yo: Di algo mam

Yo: A la historia de un año- contesté mirándolos fijamente, Alicia me apretó la


mano mostrándome su apoyo, yo se la besé y le sonreí.

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Entre Alicia y yo poco a poco fuimos contándoles a mis padres todo lo que había
ocurrido aquel último año. Nos llevó nuestro tiempo explicarles todo pero el
momento más difícil de explicar fue la razón por la cual había estado tan mal y
había tenido que irme a casa de Natalia ese último mes. No quería mentir más y
no nos quedó más remedio que contar la verdad. No era la mejor manera para que
Alicia les cayera bien pero teníamos que ser honestas. Después de explicarles
aquello mi padre se puso hecho una furia.

Antonio: ¿Cómo pudiste dejar que le hicieran eso?- le preguntó enfadado a Alicia.

Ali: No tiene ni idea de lo que me arrepiento de eso- dijo para intentar calmarlo.
Yo: Papá por favor, cálmate- le pedí.

Antonio: ¿Cómo quieres que me calme? No le importaste una mierda Ainhoa, ¡te
dejó tirada!- exclamó con rabia.

Iba a replicar, a decirle que se estaba pasando pero Alicia se adelantó.

Ali: Su hija es lo que más me importa en esta vida, la amo como no puede
imaginarse- le reprochó intentando no perder la calma.

Antonio: Si fuera lo más importante de tu vida no habrías permitido que le hicieran


eso, si la amaras de verdad no habrías permitido que ella sufriera de esa manera-
la encaró.

Yo: ¡Papá, basta!- le grité levantándome pero no me hizo caso.

Ali: Podrá negarme muchas cosas pero no voy a permitir que niegue que la amo-
le contestó empezando a enfadarse.

Yo: Ali tranquilízate, no es bueno para el bebé- le dije suavemente.

Antonio: Has perdido la memoria por su culpa, podrías haber muerto, podrías no
haber recordado nada. ¿Cómo puedes estar con ella?- me preguntó airado.

Yo: ¡Porque la amo!

Antonio: Por su culpa he tenido que experimentar que mi propia hija no recordara
mi nombre, que no supiera quien era. Podrías…-le interrumpí.

Yo: Podrías, podrías, podrías. ¡Ninguno de esos podrías se han hecho realidad! ¡De
todos los presentes en esta sala yo he sido la que más ha sufrido! No niego que a
vosotros os haya dolido que no os recordara, pero yo he tenido que cargar con que
no conocía a nadie, con saber que tenía una familia y un pasado y no recordar
nada, con que ni siquiera sabía leer ni escribir- enumeré dejando un gran silencio
en la sala.

Mi padre hizo el amago de decir algo pero me adelanté.

Yo: La amo lo suficiente para perdonarla y para saber que ella también me ama a
mí. Y en el remoto caso de que me estuviera equivocando y no fuera así me daría
exactamente igual. ¿Sabéis por qué? Porque ella me hace feliz, y cada instante
que he pasado con ella ha valido la pena- concluí.

Ella me sonrió y me apretó cariñosamente la mano.

Yo: Me voy a quedar aquí para cuidar de ella y del bebé- afirmé mirándolos.

Antonio: ¿Esa es tu decisión?- me preguntó mirándome fijamente.


Yo: Sí- contesté segura.

Antonio: Está bien- contestó levantándose y saliendo del comedor.

Clavé mi mirada en el suelo bastante entristecida.

Yo: Di algo mamá- dije mirándola con pena, no había hablado en toda la discusión.

Lucía: Lo primero que voy a decirte es que tu padre no se ha comportado así


porque salgas con ella, tal y como él ha dicho a nosotros no nos importa con quien
estés mientras seas feliz- contestó ella con voz suave.

Yo: ¿Entonces por qué se ha comportado así? Sé lo que me ha hecho, lo he sufrido


en mis propias carnes, y entiendo que le moleste, pero ella me hace feliz- le dije
confusa.

Lucía: Fue un golpe muy duro para nosotros enterarnos que habías perdido la
memoria, entiende que se sienta enfadado al saber que estás saliendo con ella
cuando ha sido la razón de nuestro sufrimiento- me explicó.

Yo: ¿La odiáis?- pregunté con temor.

Lucía: Quizás tu padre piense eso, pero no la odia- respondió segura.

Yo: ¿Y tú?- volví a preguntarle.

Lucía: Tampoco- miró a Alicia- No soy nadie para juzgar si amas a mi hija o no,
pero te voy a decir que lo que hiciste no es propio de alguien que esté enamorado.
Ha pasado un año de eso y tú puedes haber cambiado, yo lo único que quiero es
que mi hija sea feliz.

Ali: Le aseguro que no hay cosa en este mundo que me importe más que la
felicidad de Ainhoa- afirmó segura.

Mi madre asintió en respuesta a su afirmación, después de eso nos quedamos en


silencio unos cuantos segundos. Ali y yo estábamos cogidas de la mano, ella con el
dedo gordo me acariciaba el dorso.

Lucía: ¿Cómo llevas el embarazo?- le preguntó amistosamente.

Ali: Muy bien, es bastante raro pensar que voy a ser madre- contestó con una
sonrisa.

Lucía: Sabes que va a ser muy duro criar a ese bebé y que vas a tener que
renunciar prácticamente a tu vida para cuidarlo, ¿verdad?- le preguntó a modo de
advertencia.
Ali: Por esa razón le mentí a Ainhoa, no quería arrastrarla a este gran problema y
que renunciara a su futuro. He intentado convencerla de que se vaya pero se
niega.

Miró la hora en su reloj y me miró a mí.

Ali: Aún estás a tiempo de coger el avión- dijo intentando hacerme cambiar de
opinión.

Yo: Digas lo que digas no vas a conseguir que me marche- insistí mirándola
fijamente.

Al contestarle vi como su rostro se entristeció desesperanzado por conseguir su


objetivo.

Lucía: Ainhoa, ¿estás completamente segura de querer formar parte de la vida del
bebé? Un niño conlleva muchas responsabilidades, vais a tener que renunciar a
muchas cosas.

Yo: Quiero formar parte de la vida de Alicia, y yo no puedo obligarla a abortar si


ella no quiere, así que sí, quiero formar parte de la vida del niño- contesté segura.

Natalia: ¿Qué te han dicho tus padres?- le preguntó curiosa después de no haber
dicho nada en toda la tarde.

Ella bajó su mirada a sus manos visiblemente incómoda por la pregunta.

Ali: En comparación con mis padres Antonio ha sido un tierno y dulce corderito-
contestó con una sonrisa triste.

Natalia: Con el tiempo se les pasará, ya verás.

Ali: Lo dudo mucho- contestó negando con la cabeza- Se han ido a otro de sus
viajes de ‘trabajo’, no les he importado.

Lucía: Por muchas cosas que hagas o digas sigues siendo su hija, quizá tarden
más o menos en aceptarlo, pero ellos te quieren- la reconfortó, sabía lo difíciles
que podían llegar a ser sus padres.

Ali: Gracias por los ánimos- dijo sincera con una sonrisa.

Lucía: De nada.

Natalia: Se está haciendo tarde, tendría que irme ya- anunció levantándose del
sofá.

Ali: Yo también debería irme.


Yo: Siento haber roto tus esperanzas para perderme de vista- bromeé abrazando a
Natalia para despedirme de ella.

Natalia: No seas boba, sabes que te quiero mucho- me dijo al oído.

Yo: Y yo a ti- le contesté separándome.

Se acercó Ali a ella para despedirse también.

Ali: Gracias por guardarme el secreto estos años- le dijo dándole un abrazo.

Natalia: Tu caso podría definirse muy bien con el dicho ‘El que la sigue la
consigue’- le dijo, las dos se echaron a reír.

Yo: ¿Qué secreto? ¿Por qué dices eso del dicho?- le pregunté desconcertada.

Ali: No del todo, hubo una época en la que nos distanciamos mucho- dijo ella
ignorando mi pregunta.

Natalia: Bueno, pero la cuestión es que la tienes ¿no?

Ali: Doy gracias a Dios cada día por ello- contestó orgullosa mirándome.

Yo: ¿Me he perdido algo?- volví a preguntar.

Ali: Tu hermana supo desde el principio que estaba enamorada de ti- me confesó.

Yo: ¿Cómo?- dije asombrada.

Ali: Todavía no lo sé ni yo. Un día que vine a tu casa y tú aun no habías llegado
me dijo: A ti te gusta mi hermana.

Natalia: Deberías haber visto la cara de sorpresa que puso intentando decirme que
aquello no era verdad, parecía que había visto a un fantasma- recordó riéndose.

Ali: Me acuerdo como si fuera ayer, lo pasé realmente mal- dijo sonriendo- ¿Cómo
lo averiguaste?

Natalia: Me bastó con observar tú reacción cada vez que la veías con Sergio, la
manera en que la mirabas, la típica sonrisa tonta de enamorados… Aun no
entiendo cómo he sido la única en darme cuenta.

Yo: ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Tú sabes lo mal que lo he pasado por pensar
que no ibais a aceptarme?

Natalia: Le perjuré a Alicia que no te diría nada, y aunque estuve tentada a


contártelo no pude romper mi promesa- se justificó.
Yo: Consigues que hasta mi familia se ponga en mi contra- le dije mirándola con
los ojos entrecerrados.

Ella se encogió de hombros a la vez que una pequeña sonrisa se le escapaba.

Natalia: Sé que amas a Ainhoa ya que todas las charlas y lágrimas que hemos
tenido me lo han demostrado, pero si no te dijera esto no sería una buena
hermana. Tan solo quiero pedirte que no le hagas daño.

Ali: Eso es lo último que deseo. Tal y como te dije en su día voy a vivir para
hacerla feliz- le aseguró.

Aquella conversación me sirvió para darme cuenta de que mi hermana y Alicia


tenían una relación más cercana de lo que yo pensaba. Más tarde investigaría
sobre eso.

Lucía: Tan solo me queda decirte que eres bienvenida a esta familia y que esta es
tu casa si algún día necesitas ayuda- dijo despidiéndose de ella.

Ali: Se lo agradezco muchísimo- contestó sonriéndole.

Lucía: Por favor tutéame, dejémonos ya de formalismos.

Ali: Está bien.

Lucía: Dale paciencia a Antonio, esto le ha impactado un poco pero puedo


asegurarte que os adorará tanto a ti como al bebé- le aseguró.

Ali: Me alivia mucho oír eso- respondió suspirando.

Yo: Te acompaño a casa.

Ali: No hace falta mi amor.

Yo: No te lo estaba preguntando, lo estaba afirmando- le dije con una sonrisa.

Ali: A veces eres imposible- me miró negando con la cabeza.

Me acerqué a ella y la besé con ternura.

Yo: Aun así y todo te encanto- le susurré al oído.

Ali: Demasiado.

Me acerqué a mi madre para despedirme.

Yo: ¿Hablarás con papá?- le susurré para que tan solo me oyera ella.

Lucía: Sí. No le tomes en cuenta lo de esta tarde, sabes que te adora.


Yo: Ya lo sé, en cierto modo entiendo que se haya puesto así.

Lucía: Tú dale tiempo y ya verás.

Asentí y le sonreí.

Yo: Te quiero. Adiós- me despedí.

Cerré la puerta y bajamos las tres en el ascensor, Natalia se fue por su lado y
nosotras por el nuestro.

Ali: ¿Te esperabas lo de tu padre?- me preguntó mientras encendía el motor del


coche.

Yo: En parte sí y en parte no. Sabía que no le iba a hacer gracia que tú estuvieras
embarazada y mucho menos que fueras una de las causas de mi accidente- le
contesté pisando el acelerador.

Ali: Ainhoa…- me detuvo con la mano, dejé el coche inmóvil.

Yo: ¿Qué ocurre?

Ali: No te he explicado lo suficiente lo avergonzada, estúpida e inmadura que me


siento por lo que te hice aquella noche- me dijo angustiada.

Yo: Ali ya pasó, está bien. Gracias a eso estoy hoy enamorada de la mujer más
hermosa, increíble, inteligente y adorable del mundo- le contesté sonriendo con
ternura.

Ali: Pero te defraudé.

Yo: Sí, me defraudaste. Pero has querido renunciar a tu felicidad por mi futuro, no
has sido egoísta porque sabías que si me decías que estabas embarazada no
querría irme. Con eso me basta- intenté hacerla entrar en razón.

Ali: Y por mi culpa has renunciado a tu futuro- repitió fastidiada mirando por la
ventana.

Yo: Es verdad que me quedo aquí por ti, pero no porque tú me lo hayas dicho si no
porque yo quiero. No es culpa tuya.

Ali: Si no nos hubiéramos visto hoy ya estarías en ese avión.

Yo: Si no nos hubiéramos visto hoy estaría en ese avión pensando que no me
amabas lo suficiente- contesté volviendo a poner en marcha el coche y
metiéndome en un tremendo atasco.

Ali: Ya no vivo en casa de mis padres.


Giré mi cuello y la miré asombrada.

Yo: ¿Cómo que ya no vives con tus padres?- le pregunté sorprendida.

Ali: Me han echado de casa- soltó sin mirarme.

En vez de preguntarle la razón esperé a que tomara ella la iniciativa.

Ali: Poco después de que te fueras a casa de tu hermana decidí contarles a mis
padres que era lesbiana y que estaba enamorada de ti, que tan solo salí con
Andrés para que fuera mi tapadera. Como era de esperar me insultaron y me
dieron dos días para hacer las maletas y buscarme un piso para vivir- me explicó
mirándome esta vez.

Me había quedado de piedra, no me lo esperaba en absoluto.

Yo: Lo siento mucho Ali- le dije cogiéndola de la mano.

Ali: Quería hacer las cosas bien contigo y era un buen comienzo, así no dudarías
de mi amor cuando volviéramos a vernos. Pero después me enteré de que estaba
embarazada así que…- añadió apretándome la mano.

Yo: Nunca dudé de lo que sentías por mí. Quise hacerlo, estaba tan enfadada
contigo que por un momento llegué a desear que no me amaras. Me fue más fácil
pensar que me amabas pero que era mejor para ti estar con Andrés- recordé
sintiendo un pinchazo en el corazón.

Ali: Nunca volví con él si es lo que estás pensando- me aclaró.

Yo: Lo sé, pero por aquel entonces todo me parecía posible- le dije- ¿Entonces
dónde vives ahora?

Ali: Mis padres fueron considerados conmigo y me dijeron que cada mes me
ingresarían algo de dinero en el banco para que pudiera alquilarme un piso y tener
algo de comer- me explicó.

Yo: No entiendo cómo pueden echarte de casa sabiendo el estado en el que estás-
comenté negando con la cabeza.

Ali: No lo saben, mi idea era decirles que era lesbiana y después decirles que
estaba embarazada pero antes de que pudiera empezar con la segunda parte ya
me estaban gritando- dijo haciendo una mueca- Si no me quieren por lo que soy
no quiero que me quieran por lo que llevo dentro.

El claxon de las decenas de coches que nos rodeaban se convirtió en un verdadero


martirio. A pesar del barullo que había montado fuera el silencio hizo presencia
entre Alicia y yo. Odiaba aquello.
Yo: Escuché la canción que me dedicaste en la radio- comenté en un intento de
romper el silencio.

Giró su cuello y me miró a los ojos un poco sorprendida.

Ali: ¿En serio?.

Yo: Una de mis canciones preferidas de Edurne, muy bonita- contesté poniendo mi
mano sobre la suya- Me sentí identificada con la letra.

Ali: No pensé que la escucharas, de hecho quería que no lo hicieras.

Yo: ¿Por qué?

Ali: Porque justo el día después de dedicártela supe que estaba embarazada, y si
la hubieras escuchado no me habrías creído cuando tuve que decirte que no te
amaba.

Yo: Es que no te creí.

Ali: Cuando viniste a buscarme yo ya había hablado con mis padres, ese era el
último día que me quedaba en casa, por eso salí a beber. Me daba igual estar
embarazada. No tenía ni idea de a dónde ir y estaba asustada, gracias a Dios
encontré un alquiler barato que podía costearme- me contó, se removió en su
asiento.

Yo: Yo…siento mucho lo que te dije aquella noche. Dios, he sido tan injusta- me
arrepentí cerrando los ojos y apoyando la cabeza contra el cristal de la ventanilla-
Yo insultándote, gritándote y echándote las cosas en cara sin saber a lo que te
estabas afrontando en el estado en el que te encuentras.

Ali: Mi amor, de las dos tú precisamente no eres la que debe disculparse- me dijo
acariciándome la mejilla con su mano.

La miré con ternura y le sonreí. Mirases cómo la mirases era simple e


inexplicablemente hermosa.

Yo: Te amo- le susurré.

Ali: Yo también te amo.

Poco a poco el tráfico fue aligerándose de manera que pudimos salir de aquel
horrible atasco en diez minutos más. Ali fue indicándome qué calles debía tomar
hasta que llegamos al piso que tenía alquilado. Aparqué y apagué el motor
dejando el ambiente en el que hubiera sido un silencio total de no ser por el sonido
de unos grillos.

Ali: ¿Quieres subir?- me preguntó mirándome.


Yo: Claro.

Salimos del coche, subimos en el ascensor y entramos en su nueva casa. No tenía


recibidor, directamente al entrar te encontrabas con el comedor. Estaba muy
vacío, tan solo había un sofá, un mueble, una televisión y una mesa con dos sillas.

Ali: Poco a poco tendré que ir comprando cosas, de momento con esto me es
suficiente.

La casa era pequeña, tenía el espacio para máximo dos personas. La cocina tenía
barra americana por lo tanto también estaba conectado con el pequeño salón-
comedor.

Yo: Es acogedora- comenté mirando a mi alrededor.

Ali: ¿Vas a quedarte a cenar?- me preguntó dejando su bolso.

Yo: Depende.

Ali: ¿De qué?- me preguntó levantando una ceja.

Yo: De si quieres que me quede a cenar- contesté con una sonrisa divertida
mientras la abrazaba por la cintura.

Ali: Si no quisiera que te quedaras no te lo habría ofrecido- me contestó cruzando


sus manos detrás de mí.

Yo: ¿Eso es un sí?- pregunté acercándome a sus labios.

Ali: Sí- susurró antes de besarme.

Mientras nuestros labios jugueteaban acaricié suavemente su espalda.

Yo: ¿Qué tenemos de menú?- pregunté al separarme de ella.

Ali: Vayamos a ver.

Deshizo el abrazo y se metió en la cocina, yo me apoyé en la barra observándola.

Ali: Podemos hacer un poco de pasta- ofreció enseñándome un paquete de


espaguetis.

Yo: Perfecto.

Mientras ella sacaba las cosas para cocinar yo le envié un mensaje a mi madre
avisándola de que no iba a cenar en casa. Después me metí en la cocina y le
ayudé a preparar la cena. Estuvimos jugando y bromeando, manchándonos con la
salsa de tomate o con el agua como si fuéramos niñas pequeñas. Dentro de la
pequeña y vacía casa su risa era más potente, lo cual me alegraba de una manera
incomprensible. Terminamos de preparar la cena y empezamos a comer
hambrientas. A Alicia no se le daban bien muchas cosas ya que era bastante
patosa, había que admitirlo, pero cocinaba como una auténtica chef.

Yo: Ali esto está buenísimo- la elogié al probar la salsa.

Ali: Me alegra que te guste- sonrió al verme comer con tantas ganas.

A mí se me podía ganar muy fácilmente por el estómago, eso Alicia lo tenía más
que dominado, una pequeña razón más por la cual amaba con locura a esa mujer.
Terminamos de cenar, recogimos los platos y la ayudé a fregar. Mientras me
secaba las manos me fijé en la hora que había en un reloj que estaba colgado en
la pared.

Yo: Debería irme ya.

Ali: Es muy tarde, no me gusta que conduzcas a estas horas. Es peligroso.

Yo: ¿Y qué sugieres?- le pregunté con picardía.

Ali: Podrías pasar la noche aquí conmigo…- ofreció cogiéndome de las manos.

Yo: ¿Durmiendo contigo, abrazada a ti, toda la noche?- pregunté acercándome a


ella.

Ali: Ajam- murmuró besándome el cuello.

Yo: No…- suspiré.

Ali: ¿No?- preguntó extrañada separándose.

Yo:…lo dudes- finalicé la oración dándole cortos y rápidos besos en los labios.

Ali: Voy a darte algo para dormir.

Volví a enviarle un mensaje a mi madre indicándole que no iba a dormir a casa y


fui tras Alicia hasta el que supuse sería su dormitorio. Había una cama
matrimonial, una mesita de noche y un armario el cual había abierto.

Ali: Toma este- me dijo pasándome un pijama.

Lo cogí y empecé a desvestirme mientras ella aún estaba de espaldas. Me quité la


camiseta, los zapatos y los pantalones. Cuando me llevé las manos al broche del
sujetador Ali se dio la vuelta y se quedó mirándome fijamente de arriba abajo
embobada, se sentó en la cama. Sonreí al ver su reacción. Lentamente me lo fui
quitando y lo dejé en la cama junto al resto de mi ropa. Primero me puse los
shorts del pijama y luego, después de un buen rato contoneándome delante de la
expectante mirada de Alicia, me puse la camiseta.
Yo: ¿Quieres que te ayude?- le pregunté seductoramente sentándome
delicadamente en sus rodillas.

Le fui besando el cuello mientras poco a poco le iba desabrochando los botones de
su camisa.

Ali: ¡No! No hace falta, puedo yo sola. Mejor…mejor voy al baño.

Cogió su pijama y abandonó el cuarto con velocidad. Me senté donde ella había
estado antes desanimada y pensativa ante su reacción. Estuvo un par de minutos
en el baño, yo seguí empanada hasta que entró de nuevo en el dormitorio.

Ali: ¿Qué ocurre?- me preguntó al verme tan distraída.

Yo: Nada, no pasa nada. Es una tontería- negué con la cabeza.

Ali: Si te tiene distante entonces no es ninguna tontería, al menos no para mí.

Yo: No es nada. Tan solo pensaba que después de las veces que hemos estado
juntas tendrías la suficiente confianza como para que volviera a verte desnuda.

Ella bajó la mirada desanimada, yo suspiré.

Yo: ¿Ves? Es una tontería, mi amor no pasa nada. Si no te sientes preparada


después de todo este tiempo yo lo entiendo, no me importa- la animé cogiéndole
la mano.

Ali: No, no es nada de eso- negó rápidamente.

Yo: ¿Entonces?

Ali: Mírame.

Y le hice caso, la miré de arriba abajo intentando encontrar algo, me encogí de


hombros.

Yo: Tienes un cuerpo de infarto- comenté riendo.

A diferencia de lo que creía que iba a provocarle mi comentario, me pegó en el


brazo.

Ali: ¡Ainhoa esto es serio!

Yo: ¡Au! Yo no te veo nada diferente- me quejé sobándome el brazo.

Ali: ¿Enserio? ¿Esto no es nada diferente?- preguntó irónica señalando su barriga.

Yo: Pero Ali, a mí eso no me importa- contesté para restarle importancia.


Ali: Pero a mí sí me importa.

Yo: ¿Te avergüenza que te vea?

Ali: Me molesta e incomoda, porque si yo fuera tú precisamente no me agradaría


verte así.

Suspiré, le cogí las manos y la miré.

Yo: Es cierto que me resulta muy extraño verte así, desde luego no me imaginaba
verte de esta manera, pero no me sirve de nada sentirme mal por ello. Lo único
que puedo hacer ahora es apoyarte y ayudarte a cuidar al bebé- le respondí
sincera.

Ali: Aun así, es incómodo para mí.

Yo: No quiero que te justifiques, ni que te sientas mal, ¿vale? Voy a hacer como
que todo este tiempo que has pasado sin mi te has dedicado a comer para poder
desahogar tú tristeza por no tenerme a tu lado y que, como es obvio, has
engordado- bromeé sonriendo.

Ali: Entonces no querré que me mires porque estoy gorda.

Yo: Estando embarazada, gorda o en silla de ruedas, eres la mujer más preciosa y
sexy del mundo- respondí besándola.

Ali: Eres una mentirosa- susurró ella antes de que la besara.

Yo: Eso es completamente incierto- dije antes de volver a besarla.

Cuando iba a separarme ella me puso su mano en mi mejilla impidiéndomelo,


recorrí con mi lengua sus labios provocándonos a ambas un escalofrío. Al
separarnos finalmente ella me sonrió mirándome dulcemente.

Ali: Gracias por darme esta segunda oportunidad- me agradeció.

Yo: Shh, no lo hagas.

La tumbé con delicadeza y empezamos a besarnos lentamente. No quise


excitarnos a ninguna de las dos, razón por la cual no intensifiqué mucho mis
besos, tan solo nos besábamos mientras ella jugaba con mi pelo y yo de tanto en
tanto perfilaba con mi nariz su rostro. La mitad de mi cuerpo estaba sobre ella
pero cargaba todo mi peso en mi brazo izquierdo por miedo de hacerle daño al
feto. Me incorporé y me senté a sus pies.

Ali: ¿Qué haces?

Yo: Tú déjate hacer.


Cogí uno de sus pies y empecé a masajearlo con fuerza con los dedos pulgares.
Recorrí toda la planta de su pie ejerciendo presión.

Ali: Mi amor no hace falta que me hagas un masaje.

Yo: Estás agotada Alicia, cada vez que te sientas suspiras cansada, probablemente
no has parado en todo el día y eso para tu embarazo no va bien. Déjame como
mínimo que intente que te relajes un poco- le contesté siguiendo con el masaje.

Iba a darme las gracias pero me llevé un dedo a mi boca en señal de que no dijera
nada, ella me sonrió y se tumbó un poco más abajo para estar más cómoda. Fui
intercambiando las caricias en sus dos pies.

Yo: ¿Qué se siente al estar embarazada?- le pregunté con curiosidad.

Ali: Es extraño saber que dentro de ti está creciendo una nueva vida. Estoy
tremendamente agotada, los mareos cada vez son más frecuentes y de cada vez
tengo las tetas más duras y grandes. Mira, algo bueno he sacado de todo esto- rio
al decir la última oración.

Yo: No seas boba, antes las tenías bien. Al menos a mí me gustaban- le contesté
con un poco de timidez.

Ella levantó un poco la cabeza y me miró sonriendo, yo le respondí con otra


sonrisa de mi parte.

Ali: No sabes lo que daría ahora por un poco de helado.

Yo: ¿Ya empiezas con los antojos?

Ali: Eso parece. Sé que debo controlar lo que como, pero hay veces que es
imposible contener las ganas-

Yo: ¿Quieres que te traiga un poco?

Ali: No hay- giró su tronco de manera que su lado izquierdo de la cara estaba
apoyado contra el colchón- Ya me lo he acabado- admitió con una sonrisa
mirándome.

Yo me reí negando con la cabeza, ella volvió a tumbarse bien.

Yo: ¿Qué helado es?

Ali: Vainilla con caramelo y nueces de Pecán.

Yo: Y yo que pensaba que eras más de chocolate.

Ali: Prefiero la vainilla mil veces. El chocolate está bueno, pero llega a empalagar.
Nos quedamos en silencio y yo continué con el masaje, ella poco a poco fue
quedándose dormida. Al principio cerraba los ojos lentamente e intentaba no
dormirse, pero de cada vez le costaba más mantenerse despierta hasta que cayó
en un profundo sueño. Me levanté para apagar la luz y me tumbé con cuidado a su
lado. Pasé mi brazo por su costado abrazándola. Me parecía increíble estar así con
ella de nuevo. El día anterior a la misma hora me estaba comiendo la cabeza
porque ella no me había ido a ver, pensando que no le importaba lo suficiente y
ahora la tenía dormida en mis brazos esperando un hijo suyo. ¿Cómo podía
cambiar todo tan rápido y de una manera tan drástica? Estaba pensando en ello
cuando Alicia se dio la vuelta, quedamos cara a cara. Me acerqué a ella y besé su
frente con ternura.

Yo: Te amo- le susurré no del todo segura de que me hubiera escuchado.

Ella se acurrucó en mi pecho mientras una enorme alegría me invadía. La observé


dormir todo el tiempo que me fue posible hasta que Morfeo se apoderó de mí.

Ella se acurrucó en mi pecho mientras una enorme alegría me invadía. La observé


dormir todo el tiempo que me fue posible hasta que Morfeo se apoderó de mí.

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Desperté la mañana siguiente, de las dos fui la que lo hizo primero. Ali seguía
dormida a mi lado, abrazada a mí como si nada de los últimos dos meses hubiera
pasado. La única diferencia era que ella iba en camino de ser madre. Dios, aun no
podía asimilarlo del todo, pensaba que estaba a punto de despertar de un sueño.
El sueño más extraño y hermoso de toda mi vida. Me acerqué a ella y besé su
frente, después con delicadeza quité su brazo de encima de mí y me levanté
haciendo el menor ruido posible. Fui a su cocina y fisgoneé un poco en busca de
algo que pudiera prepararnos para desayunar. Hice un par de tostadas, cogí un
poco de zumo que había en su nevera y unas cuantas galletas y lo puse todo en
una bandeja. Procurando que no se me cayera nada volví al cuarto, ella seguía
dormida. Dejé la bandeja en la mesita de noche, me metí en la cama y me recosté
sobre ella un poco apoyando el peso de mi cuerpo en mi brazo. Con mi nariz
perfilé su rostro haciendo que ella moviera la cara, dejándola más cerca de mí
todavía. Me acerqué a su cuello y fui besándolo lentamente, subiendo a su oreja y
pasando por sus mejillas y boca.

Yo: Buenos días mi amor- dije mientras volvía a besar su cuello.

Ella se movió un poco y abrió los ojos lentamente, al mirarme esbozó una amplia
sonrisa.

Ali: Si esto es un sueño no quiero despertarme nunca- murmuró entrecerrando los


ojos.

Sonreí al escucharla decir eso y seguí dándole besitos por el cuello.

Ali: Hoy estás mimosa, ¿eh?- me dijo cogiéndome la cara entre sus manos.
Yo: Hoy estoy más enamorada si cabe de la mujer más maravillosa, preciosa,
inteligente e increíble del mundo- contesté besándola en los labios.

Ali: ¿Algún día dejarás de ponerme en un pedestal?- me preguntó.

Yo: Déjame que lo piense…- dije mirando hacia arriba simulando estar pensando
en la respuesta- No.

Volví a acercar mis labios a los suyos, me separé y mientras ella se sentaba
apoyando la espalda contra el cabezal de la cama deposité la bandeja en sus
piernas.

Ali: Mi amor, no tenías por qué hacerlo.

Yo: Lo sé, pero quería- contesté sonriendo.

Ali: Muchas gracias, aunque aquí hay demasiada comida para mí.

Yo: Lo justo y necesario para tres personas- respondí cogiendo una galleta.

Ella me miró y sonrió, cogió el vaso y bebió un poco de zumo.

Ali: Una de las razones por las que no te conté mi embarazo fue porque sabía que
había muchas probabilidades de que no te marcharas, pero también temía que no
lo aceptaras y que me rechazases- me confesó bebiendo el zumo.

Yo: ¿Cómo se te ocurre pensar eso? ¿De verdad me veías capaz de dejarte tirada
esperando un bebé?- le pregunté un poco ofendida.

Ali: No, no, claro que no. Pero habíamos tenido una temporada muy mala y tú
estabas completamente furiosa conmigo, nunca te había visto tan enfadada. Y
entonces pensé: Si a mí me odia ¿cómo no va a hacerlo con el bebé?

Yo: Nunca te he odiado Alicia, he estado muy enfadada contigo pero nunca te he
odiado. ¿Cómo podría hacerlo? A mis ojos eres la perfección en persona, por más
que buscase no encontraría nada de ti que pudiera odiar- le contesté como si la
respuesta fuera obvia.

Ali: Estoy segura de que eso no es cierto- me dijo medio riendo.

Yo: Adoro cada gesto, manía y expresión tuya. Sobre todo me parece
extremadamente tierno y dulce esa manera que tienes de arrugar la nariz cuando
te ríes o estás muy contenta- le contesté tocándole la punta de la nariz.

Ella me sonrió e imitó el gesto que acababa de mencionar. Me acerqué a ella y la


besé tiernamente.

Yo: Te amo.
Ella me acarició la mejilla con una de sus manos mirándome con ternura.

Ali: Yo también te amo.

Entre besos, caricias y risas terminamos de desayunar y volvimos a apalancarnos


en su cama. Yo estaba tumbada con la espalda apoyada en el cabezal de la cama y
ella estaba entre mis piernas. La abracé con mis brazos y puse mis manos en su
vientre, ella puso las suyas sobre las mías.

Ali: Añoraba estar así contigo- me dijo echando la cabeza hacia atrás quedando así
más cerca de mí.

Yo: Yo también, te he echado de menos- le contesté recostando mi mejilla en su


cabeza- Pero me temo que tendré que irme en breve.

Ali: ¿Tan pronto?

Yo: Creo que será lo mejor, me gustaría hablar con mi padre ahora que debe de
estar más calmado.

Ali: Sí, tienes razón.

Nos quedamos en un silencio reconfortante, bajo mi brazo podía notar el calmado


palpitar de su corazón.

Yo: ¿Puedo hacerte una pregunta?

Ali: Claro.

Yo: ¿Te acuerdas de aquel día en el parque en el que yo estaba con los chicos y tú
con Andrés?

Ali: Sí- tardó en contestar, probablemente estaba haciendo memoria.

Yo: ¿Por qué le besaste?

Se quedó unos segundos sin decir nada, en silencio.

Ali: No le besé porque quisiera. Los dos habíamos quedado para hablar, quería
decirle que estaba embarazada de él. Me dijo que no quería responsabilizarse del
niño y que me daría una pequeña pensión para poder cuidarlo tal y como te dije.
Empezó a ser más cotilla y me preguntó si tú lo sabías, le dije que no.
Exactamente no sé por qué le conté que te había mentido con lo del embarazo
para que te marcharas a Barcelona, y en ese justo instante vosotros entrasteis al
parque. Me dijo que si no le daba un último beso cuando tú nos estuvieras
mirando te diría todo. No tuve más remedio que hacerle caso.

Yo: No se puede ser más repelente y patético- dije con asco.


Ali: ¿Te puedo hacer una pregunta yo?

Yo: Por supuesto.

Ali: ¿Por qué te liaste con ese tío en la discoteca? Es decir, la razón creo que es
más que obvia, estabas enfadada conmigo pero…- lo dejó inacabado.

Yo: Aquella noche salí a beber a un bar para poder sacarte de mi cabeza durante
un par de horas, me encontré con un conocido y le conté mis penas. Luego al ir a
la discoteca tú ya habías desaparecido de mi mente pero al verte se me removió
todo. Me enrollé con él porque sabía que estabas mirándonos, quería ponerte
celosa, quería que te sintieras tan mal como yo me estaba sintiendo- le expliqué-
No te imaginas cómo me arrepiento de esa noche Alicia, lo siento mucho.

La estreché aún más a mí mientras comenzaba a acariciarle el vientre.

Ali: No te disculpes, no pasa nada. Yo en tú lugar no sé qué habría hecho.

Yo: ¿Te dolió mucho la bofetada?- quise saber.

Ali: No tanto como tu rechazo.

Yo: No te pegué porque me besaras sin mi permiso, lo hice porque no fui capaz de
separarme de ti.

Ali: ¿Quién te dijo que tuvieras que hacerlo?- me preguntó moviéndose hacia la
izquierda y girando su cuello de manera que quedamos a escasos centímetros.

Yo: Absolutamente nadie- respondí besándola.

Puso su mano izquierda en mi mejilla mientras que yo la puse en su nuca. Su


lengua acariciaba la mía provocándome un sentimiento de plenitud que aceleró mi
corazón. Nos separamos y ella se quedó mirándome, nuestros rostros aún estaban
muy cerca. Con la mano que tenía libre le aparté el pelo de la cara.

Yo: ¿Por qué nos hemos hecho tanto daño?- pregunté mirándola a los ojos.

Ella se encogió de hombros.

Ali: La vida no es fácil, siempre que estás en lo más alto algo te hace caer, y
mientras aún estás intentando levantarte habrá cosas que podrán volver a tirarte.
Pero al llegar al final te das cuenta de que todo ha valido la pena. La mía acaba de
empezar y yo ya lo siento así- me contestó apretándome las manos.

La miré y sonreí, volví a acercarme y la besé.

Yo: Coincido contigo. Todo lo que he sufrido por mi accidente, todo lo que he
llorado, todo ha valido la pena por estar ahora mismo abrazada a ti.
Ali: Me cuesta creer que tan solo esto haya valido la pena por todo tu sufrimiento.

Yo: ¿Cómo que tan solo? Estar así contigo es más de lo que hubiera podido
imaginar el año pasado.

Ali: Yo tampoco habría imaginado jamás que me quisieras de la misma manera


que yo.

Le besé la cabeza y nos quedamos unos cuantos segundos en silencio. Comprobé


en mi móvil que ya eran las doce y media, consideré que ya era hora de irme.

Yo: Mi amor tengo que irme- le dije al oído.

Ali: Podría secuestrarte, así no tendrías que marcharte- comentó sonriendo.

Yo: Mi vida, un secuestro es retener a alguien en contra de su voluntad, así que


eso sería de todo menos un secuestro- le contesté sonriendo e incorporándome,
ella se quitó de encima de mí.

Ali: Era una forma de hablar mujer.

Fui al salón para coger mi bolso, escuché sus pasos detrás de mí seguirme.

Ali: ¿Nos vamos a ver esta tarde?- me preguntó abriéndome la puerta.

Yo: No lo sé, te llamo luego- dije recostándome en el marco de la puerta.

Ali: Está bien.

Yo: ¿Vas a estar bien sola?- le pregunté un poco preocupada.

Ali: Ya llevo un par de días aquí y no me ha pasado nada, tranquila- me contestó


con una sonrisa.

Yo: Si tienes algún problema, te duele algo, estás mareada o lo que sea, no dudes
en llamarme ¿vale?- le dije para asegurarme.

Ali: Que sí, no te preocupes por nada mi amor, si necesito algo yo te llamo- me
aseguró quitándome un mechón de pelo de la cara.

Yo: Bien.

Ella me sonrió, la atraje hacia mí y la besé rodeando su cintura con mis brazos.

Yo: Te amo.

Ali: Y yo a ti.

Volví a besarla con besos cortos y rápidos haciéndola sonreír.


Yo: Hasta luego- me despedí separándome de ella finalmente.

Salí de su casa y llamé al ascensor, ella me miraba apoyada desde la puerta, la


había cerrado de manera que tan solo se veía la mitad de su cuerpo. Cuando llegó
el ascensor ella me miró y sonrió.

Ali: Adiós.

Bajé piso por piso hasta la calle, me metí en mi coche y conduje a mi casa. Hacía
minutos que la había visto y ya quería volver a su lado.

Yo: Buenos días- saludé al entrar al salón.

Estaba mi madre viendo la televisión abrazada un cojín. Aquello no podía significar


más que estaba viendo uno de esos culebrones que tanto le encantaban.

Lucía: Buenos días.

Me senté junto a ella y me uní a mirar la tele.

Yo: Pero mamá, si esta serie acabó ya hace años. ¿Qué haces viéndola de nuevo?

Reconocí cuál era inmediatamente, el uniforme azul con el símbolo del colegio tan
característico de El Internado.

Lucía: Tú la viste acabar hace años, yo me quedé a la mitad. Aprovecho ahora que
tú padre no está para poder verla de nuevo.

Yo: ¿Papá no está?- le pregunté extrañada.

Lucía: Trabaja cariño, hoy es jueves.

Yo: Es verdad, con esto de las vacaciones ya no sé ni qué día es- respondí
apoyando la espalda en el sofá.

Lucía: ¿Son las vacaciones lo que hace que no sepas qué día es o es una persona
que yo me sé que empieza por ‘a’ y acaba en ‘licia’?- me preguntó mirándome con
una sonrisa.

La miré y reí, no me hizo falta contestarle.

Lucía: ¿Cómo has pasado la noche?

Yo: De maravilla, simplemente ha sido perfecto- contesté recordándola.

Lucía: No hace falta que lo jures, desde que has entrado llevas una sonrisa de
oreja a oreja.
Yo: La he echado mucho de menos, poder besarla y dormir junto a ella ha sido
algo increíble. Al despertar esta mañana y verla dormida abrazada a mí me he
sentido tan feliz mamá, después de todo este tiempo que he sufrido y lo he pasado
mal puedo decirlo. Soy feliz.

Lucía: Me alegro mucho por ti- me dijo mirándome.

Yo: Y yo.

Lucía: ¿Sus padres no os han dicho nada?- me preguntó curiosa.

Me quedé unos instantes en silencio pensando si decirle la verdad o no.

Yo: Sus padres la han echado de casa, ni siquiera saben que está embarazada-
confesé, no veía que hubiera nada de malo en que lo supiera.

Lucía: ¿Cómo? Pero si Alicia dijo que…- dijo sorprendida.

Yo: Mintió, nada más decirles que era lesbiana empezaron a gritarle sin dejarla
terminar.

Lucía: ¿Por qué no nos dijo la verdad?

Yo: Vergüenza, supongo- respondí encogiéndome de hombros.

Lucía: Pobrecita, tan joven y tantos problemas y responsabilidades- se


compadeció- ¿Está segura de que realmente quiere tener el niño? No podrá ni
estudiar ni trabajar, no podrá tener apenas vida social si no tiene a alguien que la
ayude.

Yo: Parece ser que sí, lo tiene decidido.

Lucía: ¿Y tú? Ayer me dijiste que sí pero ella estaba delante, conmigo puedes ser
sincera. ¿Preferirías que no estuviera embarazada?- me preguntó muy seria.

Yo: Pues claro que lo preferiría, las cosas para ambas serían mucho más fáciles.
Pero ella ha decidido tenerlo y yo voy a apoyarla en esto. He pensado en estudiar
un FP de auxiliar de psiquiatría, empezaré a trabajar y con un poco de suerte
podremos vivir juntas.

Lucía: ¿Entonces eso es lo que quieres?

Yo: Es lo que quiero desde que supe que ella sería importante en mi vida- contesté
mirándola.

Lucía: Bien, pues tendrás que trabajar muy duro porque hasta que tenga al bebé y
mínimo los dos meses posteriores serás tú la que tenga que hacerse cargo de los
dos- me advirtió.
Yo: Lo sé, estoy dispuesta a hacer lo que sea para que no les falte de nada-
respondí firme.

Lucía: Si te soy sincera jamás me imaginé que fueras a salir con una mujer-
admitió después de unos segundos de silencio.

Yo: Te puedo asegurar que yo tampoco lo habría pensado, pero aquí estoy,
echándola de menos habiéndola visto hace menos de una hora.

Lucía: Me lo imagino, supongo que querréis recuperar todo este tiempo perdido-
contestó con un tono de voz en el que noté cierta picardía.

Yo: ¿Qué estás insinuando con ese tono de voz, mamá?- le pregunté mirándola
con los ojos entrecerrados.

Lucía: ¡Oh, vamos! ¿Me vas a decir que después de dos meses no queréis...?- dijo
poniendo cierto tono de voz de evidencia al dejar inacabada esa oración.

Al entender a qué se refería me puse completamente roja.

Yo: ¡Mamá, por Dios!- exclamé avergonzada.

Lucía: ¿Qué? Yo lo entiendo, aposta no te pedí más explicaciones cuando me


dijiste que ibas a quedarte a dormir a su casa.

Yo: No sé qué crees que ocurrió anoche, pero lo único que hicimos en esa casa fue
dormir- le aclaré rápidamente.

Lucía: ¿Esperas que me crea eso?- me preguntó alzando una ceja.

Yo: ¡Ella está embarazada!

Lucía: ¿Y qué? Estar embarazada no significa no poder mantener relaciones


sexuales. Es más, puedo asegurarte que en ese estado las mujeres somos mucho
más sensibles y que los orgasmos son muchísimo más placenteros. Y ya ni hablar
del apetito sexual.

Yo: Vale mamá, no quería tanta información.

Lucía: Tú quéjate y sonrójate, pero cuando notes que tu chica no quiera ni saber lo
que es el sexo, o bien no te deje ni respirar en todo el día, te acordarás de lo que
te he dicho. Al menos no tendré que preocuparme de que te quedes embarazada-
suspiró aliviada.

Yo: No mamá, puedes estar tranquila- respondí riendo.

Volvimos a centrarnos durante unos instantes en la pantalla de la televisión, no


pude contenerme a preguntar.
Yo: ¿Has hablado con papá?

Lucía: Sí, después de que os fuerais.

Yo: ¿Qué tal?

Lucía: Podría haber sido peor. Intenté hacerle ver que por mucho que le pese ya
no eres una niña pequeña, que ya eres lo suficientemente mayorcita para elegir
con quién estar y qué hacer. A fin de cuentas, es tu vida.

Yo: ¿Y…?

Lucía: Parece ser que lo entendió, te puedo asegurar que nada más verte lo
primero que hará será disculparse contigo, y no porque yo se lo haya dicho. Eso sí,
con Alicia quizás tendrás que darle un poquitín más de tiempo. Entiende que para
él no es fácil saber que estás saliendo con la persona que tanto nos ha hecho sufrir
a todos. Pero te puedo asegurar que acabará adorando a Alicia, lo hacía antes de
que salierais y lo hará ahora- me dijo tranquilizándome.

Yo: Eso espero. Yo lo único que quiero es ser feliz, y con ella lo soy mamá. Sé que
lo que hizo no estuvo bien, a mí también me dolió, pero hoy en día ¿quién estaría
en una relación si no se perdonaran las cosas?-

Lucía: Ya lo sé hija, lo sé.

Le sonreí, la abracé y me fui a mi cuarto. Encendí mi portátil y al abrir el


explorador me salió la página de la universidad, la quité enseguida. ‘Suerte que el
internet te falló en el momento más oportuno, si no ahora mismo estarías en
Barcelona pegándote cabezazos contra la pared por ser tan cabezota’ Por primera
vez en todos los años que llevamos juntas, puedo darte la razón. Estuve un buen
rato informándome en qué institutos se hacía el FP que yo quería cursar, por
fortuna encontré uno que no estaba muy lejos de casa. Lo único que tenía que
hacer era comentárselo a mis padres y enviar la matrícula (esta vez de verdad) lo
antes posible para no comenzar el curso ya empezado. Mientras me estaba
estirando en la silla escuché la puerta de casa cerrarse indicando que mi padre
había llegado de trabajar. Suspiré, me levanté y fui a hablar con él. Me asomé por
el marco de la puerta del comedor, mi madre ya se había ido y él estaba sentado
en el sofá.

Yo: Hola- lo saludé con voz floja pero lo suficientemente fuerte como para que me
escuchara.

El giró su cuello, me miró y sonrió.

Antonio: Hola cielo.

Yo: ¿Cómo estás?- le pregunté para entablar una conversación.

Antonio: Algo cansado y sudado como podrás ver- bromeó sonriendo- ¿Y tú?
Yo: Muy bien.

Asintió con la cabeza, se movió un poco y con la mano golpeó suavemente el sofá.

Antonio: Ven, siéntate aquí conmigo.

Le hice caso y me senté junto a él.

Antonio: Quiero disculparme por cómo me comporté ayer, por cómo os traté a ti y
a Alicia. Por favor, no hagas caso a lo que te dije- se disculpó, noté en sus ojos su
arrepentimiento.

Yo: No te preocupes papá, no pasa nada. Entiendo que reaccionaras así, en cierto
modo no puedo culparte de nada. Cuando me enteré de lo que me hizo Alicia hice
cosas peores- contesté sonriendo un poco.

Antonio: Me imagino. Es que te miro, tan preciosa y mayor que estás ya, veo que
estás haciendo tu vida y pienso: ¿Dónde quedó esa niña pequeña que no podía
dormir las noches de tormenta sin que le acariciaran el pelo? ¿Dónde quedó esa
niña pequeña a la que le aterrorizaban los fuegos artificiales? Por más que lo
intente y me cueste, se me hace imposible aceptar que ya eres toda una mujer-
me explicó con nostalgia.

Yo: Sigo siendo esa niña, solo que ya no tan pequeña. Lo que no puedes evitar es
que crezca- le dije abrazándolo.

Antonio: Ya, ya lo sé- me besó en la cabeza- He pensado que una buena manera
de disculparme con Alicia y empezar de nuevo con ella sería invitándola a cenar
esta noche a casa.

Yo: ¿En serio?- pregunté sorprendida mirándolo.

Antonio: En serio. ¿Qué te parece?- me preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.

Yo: Me parece maravilloso. Gracias, sé que no es del todo fácil para ti- lo volví a
abrazar.

Antonio: Estuve pensando hoy: Si Ainhoa la ha perdonado, ¿por qué debo yo


enfadarme? Mientras tú seas feliz, yo seré feliz, me da igual si sales con un
hombre o con una mujer- me besó en la cabeza.

Lucía: ¿Ya habéis hecho las paces?- nos preguntó asomándome por la puerta.

Yo: Nunca estuvimos en guerra- contesté sonriendo.

Lucía: Ya podéis venir, la comida ya está lista.

Me levanté, cogí la mano de mi padre y le estiré para que se levantara. A duras


penas conseguí moverle, incluso casi caí al suelo en el intento. Con una sonrisa se
levantó, estiró de mi brazo, se agachó un poco y cuando su empujón hacia él me
había acercado lo suficiente me levantó del suelo, yo lo abracé con mis piernas y
brazos. No pudimos dejar de reírnos durante un buen rato mientras mi madre nos
observaba desde la puerta con una sonrisa también. Cuando por fin pude tocar el
suelo comimos los tres envueltos en una más que agradable conversación, no
hacía falta pensar mucho para darse cuenta de que aquello que me había dicho mi
padre había alegrado mi día por completo. Pasaron un par de horas en las que me
dediqué a leer un poco y a hablar sobre la matrícula del FP que había mirado con
mis padres, no les pareció mal. Después de eso me arreglé un poco y cogí un par
de cosas, entre ellas, algo de dinero.

Yo: ¿A qué hora vengo con Alicia?

Lucía: Sobre las ocho y media.

Yo: De acuerdo. Hasta luego.

Antes de ir a su casa hice una parada en el súper para comprar un pequeño


detalle, estaba segura de que por lo menos le alegraría un buen rato. Cuando
estuve enfrente de su puerta toqué el timbre impaciente por volver a verla de
nuevo. Cuando la puerta se abrió vi a una sorprendida Alicia, la cual
probablemente no se esperaba verme allí.

Yo: Hola mi amor- la saludé besándola- Ya te echaba de menos.

Ali: Y yo- dijo dejándome pasar y cerrando la puerta- ¿Qué haces aquí? Pensaba
que ibas a llamarme.

Yo: Quería darte una sorpresa. ¿Te molesta?

Ali: No, en absoluto, de hecho me encanta. Tan solo no me lo esperaba.

Yo: Te he traído esto- dije sacando una gran tarrina de helado de vainilla con
caramelo y nueces de Pecán.

Ella al verlo abrió los ojos, lo cogió, me abrazó y sonrió.

Ali: No sabes (beso) cuánto te amo (beso) en este mismo (beso) instante (beso).

Yo: No, pero puedo hacerme una idea- dije sonriendo.

Ali: ¿Quieres un poco?- me ofreció.

Yo: Claro.

Fue a la cocina, cogí una silla y me senté enfrente de la barra americana, ella hizo
lo mismo pero en el lado de la cocina.
Ali: Mmmm, cuánta falta me había hecho- murmuró al llevarse una cucharada a la
boca.

Yo: Vaya, ya veo lo que me necesitas, creo que aquí sobro- le dije fingiendo estar
molesta y ofendida.

Ella abrió los ojos inmediatamente (que los había cerrado al probar el helado) y
me miró con angustia.

Ali: Mi amor ya te he dicho todo lo que te he echado de menos, lo que te amo y lo


agradecida que estoy por tener una segunda oportunidad contigo- aclaró
rápidamente y casi desesperada.

Yo: Ali tranquila, era una broma, no pasa nada- le contesté al ver lo afectada que
estaba, pude ver en sus ojos su terror.

Ali: Yo… lo siento, no sé qué me pasa- sollozó mientras dos lágrimas resbalaban
por sus mejillas.

En seguida me levanté y fui a su lado.

Yo: Eh, no te pongas así mi vida, ya está, no pasa nada- le susurré abrazándola.

Ali: Es que… me aterra la idea de volver a perderte, no quiero- murmuró en mi


oído apretándome con fuerza en sus brazos.

‘Sí que está sensible’ pensé. ‘Será por el embarazo o algo. Más te vale tener
mucha cautela los próximos seis meses’

Yo: Shh no llores, sabes de sobra que no soporto verte llorar- le dije acariciando
su espalda- No me vas a perder, no me perdiste nunca ¿me has oído?

Ella se separó un poco de mí y asintió con la cabeza, yo le sonreí y la besé con


toda la ternura que fui capaz.

Yo: Al final he acabado yo sintiéndome mal- reí limpiándole las lágrimas con mis
pulgares.

Ali: Lo siento de verdad, no sé qué me ha pasado.

Yo: No te preocupes Alicia, ya está. Tan solo no me obligues a verte llorar otra vez
¿de acuerdo?- le dije mirándola a los ojos.

Ali: De acuerdo.

Le sonreí y volví a besarla, ella rodeó mi cuello con sus brazos. Su lengua estaba
fría por el helado, pero al juntarse con la mía no tardó en volver a tener la
temperatura correspondiente, incluso más caliente aún.
Yo: Aparte de que estaba deseando verte he venido aquí para informarte de una
cosa- le dije separándome un poco de ella.

Ali: ¿Vas a ir a Barcelona?

Yo: No, no es nada de eso. Ya te he dicho que no pienso dejarte sola.

En sus ojos noté desilusión y alegría a la vez.

Yo: He hablado con mi padre.

Ali: ¿No te deja verme más?- me interrumpió angustiada.

Yo: Que no. ¿Quieres dejarme acabar?- le dije riendo ante su impaciencia.

Ali: Es que me asustas Ainhoa- se defendió.

Yo: No tienes que asustarte de nada bobita. Mi padre quiere que vengas a cenar
esta noche- le contesté cogiéndole las manos y sonriendo.

Ella se quedó mirándome pensativa, sin decir nada.

Ali: ¿Y dices que no tengo que asustarme de nada?- preguntó enarcando una ceja.

Yo: Se ha disculpado conmigo por cómo se comportó ayer y ha pensado que la


mejor manera para disculparse contigo es invitándote a cenar esta noche, y yo
también lo creo- le dije apartándole un mechón de pelo de la cara.

Ali: ¿Por qué no me has avisado con tiempo?- reprochó un poco nerviosa.

Yo: Me he enterado hace un par de horas. ¿Por qué te inquieta tanto?

Ali: Pues porque son tus padres, con los cuales tuve una discusión sobre si te
amaba o no hace menos de dos días- me recordó.

Yo: Ya te he dicho que se ha disculpado, está muy arrepentido. Alicia, sé


perfectamente que cuando des a luz ese crío va ser el niño de los ojos de mis
padres. Lo adorarán, os adorarán.

Ali: Aun así no puedo evitar ponerme nerviosa al pensar que voy a cenar con los
padres de mi nov…- se calló antes de acabar esa palabra, probablemente
pensando que aquello no era cierto- Con tus padres.

Aquello me hizo pensar. Otra vez juntas, ¿y qué éramos? Nada, absolutamente
nada. No es que me molestase, pero sí que me había hecho reflexionar un poco
sobre la situación entre nosotras dos, ella parecía estar pensando en lo mismo que
yo. Mi impulso en ese momento casi me llevó a pedírselo en ese mismo instante,
pero me detuve. Si tenía que hacer algo, iba a hacerlo bien.
Yo: Pues deja el nerviosismo de lado, a las ocho y media tenemos que estar en
casa- le informé después de unos segundos de silencio.

Ali: ¿A las ocho y media?- se quejó.

Yo: Tienes tiempo de sobra para hacer todo lo que necesitas hacer.

Ali: Voy a mirar qué ponerme, luego me ducharé.

Se dirigió a su cuarto, yo la seguí. Estaba mirando distintos cajones, sacando ropa,


volviéndola a guardar, removiendo la ropa sin saber qué ponerse.

Yo: Mi amor, no tienes por qué arreglarte, te pongas lo que te pongas estarás
preciosa- le dije al verla tan indecisa.

Ali: Eso no es cierto.

Me acerqué un poco a ella y la giré para que me mirara.

Yo: Sí que es cierto- le reproché besándola- Ve a la ducha, ya te sacaré yo algo.

Ali: Pero…

Yo: A la ducha- la interrumpí antes de que se pusiera a reclamar.

Haciéndome caso cogió un par de cosas de la habitación mientras yo escogía su


ropa, lo cual no duró ni dos minutos. Al acabar me senté en la cama, ella me miró.

Ali: ¿Ya has acabado?

Yo: Sí, y ni se te ocurra decirme que no es lo suficientemente formal- la advertí


sonriendo.

Ali: No, no es eso.

Yo: ¿Entonces?

Se quedó dubitativa durante unos cuantos segundos.

Ali: ¿Quieres ducharte conmigo?- me ofreció un poco avergonzada.

Su pregunta me dejó un poco descolocada, ¿no era que no quería que la viera
desnuda? Bueno, desde luego que yo no le pondría ninguna pega.

Yo: Sí, claro.

Ella me dedicó una pequeña sonrisa y se fue al baño, yo la seguí. Mientras


regulaba la temperatura del agua empecé a desvestirme. En ningún momento dejó
de mirarme, lo cual hizo que me avergonzara un poco y que me entrara la risa.
Ella al ver que me había dado cuenta de que me estaba mirando descaradamente
se sonrojó un poco, una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Para que no se
sintiera incómoda entré en la bañera y cerré un poco la mampara dejándole un
poco de intimidad. Me metí debajo del chorro de agua, cerré los ojos y disfruté
sintiendo el agua fría mojar mi pelo por completo y recorrer mi cuerpo. Escuché el
ruido de la mampara al cerrarse, abrí los ojos y la vi, por fin pude apreciar con
detalle lo que había crecido su barriga. Aunque no era mucho, sin ropa se notaba
muchísimo más. Subí mi mirada un poco sin poder evitarlo y miré sus pechos,
eran un poco más grandes debido al embarazo. Esta vez fue ella la que me pilló
mirándola, negó con la cabeza mientras las dos sonreímos a la vez, a partir de ese
momento traté de no observarla mucho para no incomodarla. Terminamos de
ducharnos al cabo de un par de minutos y salimos.

Ali: ¿Y la ropa?- me preguntó mientras se escurría el pelo.

Yo: La he dejado en el cuarto- le contesté envolviendo una toalla en mi cuerpo-


Ahora te la traigo.

Salí del baño, fui a su cuarto, cogí la ropa y volví. Al entrar ella estaba enfrente del
espejo, aun desnuda, mirándose en el reflejo tocándose la barriga, no se dio
cuenta de mi presencia. Dejé la ropa, la abracé por la espalda poniendo mis manos
en su vientre sobre las suyas y la besé en la mejilla tiernamente.

Yo: Eres preciosa. No debes incomodarte porque te vea desnuda, porque a mí no


me incomoda, ni mucho menos me molesta- le dije al oído mientras nos miraba en
el espejo.

Ella giró su cuello, me sonrió y me besó.

Yo: En verdad, no sabes lo que me gusta vernos así, como una familia. Tu hijo, tú
y yo.

Ali: Nuestro hijo Ainhoa. Desde el momento en el que decidiste estar conmigo a
pesar de las circunstancias es tan tuyo como mío- me corrigió.

La estreché más contra mí y besé su hombro.

Yo: Gracias.

Ali: ¿Por qué?- preguntó desconcertada.

Yo: Por todo. Por amarme, por no ser egoísta al anteponer mi futuro a tu felicidad,
por darme una familia, por protegerme, por cuidarme, por hacerme sentir única y
especial, por hacerme feliz.

Ella se giró entre mis brazos y quedamos cara a cara, pasó sus manos por mi
cuello.
Ali: No hay nada que debas agradecerme, ni tan siquiera lo intentes- me susurró
besándome.

Crucé mis brazos en su estrecha cintura mientras aquel beso, que había
comenzado siendo tierno e inocente, se estaba tornando apasionado y lujurioso.
Su cuerpo, al estar tan pegado al mío, fue rozando la toalla que me cubría
llegando al punto en el que se cayó al suelo dejándome desnuda. Sus besos se
desviaron de mi boca a mi cuello, acelerándome el pulso al instante. El llevar tanto
tiempo sin satisfacerme sexualmente, tener a Alicia desnuda, enfrente de mí,
besándome el cuello y sentir sus pechos rozar los míos hizo que pasara de cero a
cien en cuestión de segundos. Estaba extasiada, sintiendo cómo reaccionaba mi
cuerpo ante sus caricias cuando recordé que mis padres nos esperaban para cenar.
Sabía que si no la detenía en ese mismo instante perdería el control y entonces no
habría nada que pudieran hacer para evitar que la llevara a la cama y le hiciera el
amor como nunca antes. En ese momento me mordió el cuello levemente,
entonces me corregí a mí misma. No me había hecho pasar de cero a cien, me
había hecho pasar de cero a un millón.

Yo: Ali- la detuve con un gemido aun con los ojos cerrados, intentando calmar mi
respiración para no abalanzarme sobre ella.

Ali: ¿Te he hecho daño? ¿He hecho algo que te moleste?- me preguntó angustiada.

Abrí los ojos y la miré, en seguida sus ojos me mostraron su preocupación.

Yo: No, tranquila, no me has hecho daño. Créeme cuando te digo que el esfuerzo
que estoy haciendo ahora mismo para no llevarte a la cama y hacerte el amor es
sobrehumano, porque lo estoy anhelando, pero no podemos hacerlo ahora.
Tenemos que estar en mi casa a las ocho y media- le recordé.

Ali: Tienes razón, lo siento mucho- se disculpó visiblemente avergonzada y


separándose de mí.

Yo: No tienes nada de lo que disculparte y avergonzarte. Yo también tengo


muchas ganas, no te lo puedes ni imaginar- le dije para que no se sintiera mal.

Ali: Ya veo ya- sonrió mirando en dirección a mis pechos.

Bajé mi vista y pude apreciar que mis pezones estaban duros a diferencia de los
suyos. Me avergoncé bastante.

Ali: Déjame comprobar algo…

Se acercó a mí, me puso contra la pared y empezó a besarme otra vez. Iba a
replicar, a volverle a decir que no íbamos a llegar a tiempo, cuando sentí dos de
sus dedos recorrer mi entrada vaginal recogiendo mis jugos y apretando adrede mi
clítoris que estaba durísimo también. No pude contener un gemido.
Ali: Si ya estás así y apenas te he tocado, no me quiero imaginar cómo te habrías
puesto si hubiera continuado- me dijo separándose de mí.

Abrí los ojos y la miré, tenía los dos dedos que me habían tocado empapados de
mis flujos levantados. Sin dejar de mirarme se los metió en la boca y los chupó.
Aquel acto me excitó y sorprendió a la vez.

Ali: Buenísima.

Yo: ¿Buenísima? Tú sí que estás buena- bromeé dándole una pequeña cachetada
en la nalga- Venga, a vestirse.

Entre un par de miradas y sonrisas conseguimos vestirnos. Dado que yo ya había


acabado y el baño era pequeño nos estábamos empezando a agobiar así que la
dejé sola para que acabara de arreglarse. Me senté en el sofá y esperé paciente a
que terminara. Había pasado, sin exagerar, más de quince minutos y ella seguía
sin aparecer, mi paciencia ya se había acabado. Justo cuando estaba
levantándome apareció, embobada me levanté por completo lentamente. La ropa
que tenía puesta no era la que yo había escogido, así que supuse que aquella era
la razón por la cual había tardado tanto. Pero podía asegurar que la espera había
valido la pena. Se había puesto unos leggins negros que marcaban bien su figura,
una camiseta ligeramente ajustada y escotada. La parte inferior de la blusa era
azul turquesa y a medida que iba ascendiendo el color se degradaba a un azul un
poco más claro, tenía puestas unas sandalias negras con un tacón casi
imperceptible. Llevaba poco maquillaje, lo habitual en ella, y se había ondulado el
pelo. Cuando entró en la sala su perfume inundó la estancia. ¿En resumen? Me
había dejado sin palabras.

Ali: ¿Te gusta?- me preguntó insegura haciendo una mueca con la cara.

Me acerqué a ella mirándola de arriba abajo.

Yo: ¿Cómo puedes dudarlo?

Ella se encogió de hombros y sonrió inocentemente.

Yo: ¿No te ha gustado la ropa que he escogido?

Ali: No es eso. Es que al intentar abrocharme los pantalones no pude- me contestó


bajando la mirada a su vientre y sonriendo.

Yo también sonreí y puse mis manos sobre su barriga, acariciándola. Ella me miró
y yo la besé sin apartar mis manos de ella. En un principio puede ser que no me
contentara mucho con lo del bebé, pero tan solo habían pasado dos días y ya lo
quería.

Yo: ¿Ya estás lista?

Ali: Tan solo tengo que coger una cosa.


Fue a la cocina, escuché el ruido de un armario cerrarse y volvió.

Ali: Es un vino que me dejo la chica que me alquiló el piso. No lo rechacé por
cortesía y porque es de los buenos- me dijo enseñándomelo- Al menos si voy a tu
casa que no sea con las manos vacías.

Le sonreí, la cogí de la mano y después de cerrar la puerta de la entrada tras


nosotras conduje hasta mi casa. Al meter la llave en la cerradura ella me cogió la
mano nerviosa.

Yo: Tranquila, no va a pasar nada. Tú cálmate, déjate llevar y verás como te lo


pasas bien.

Ella asintió y sonrió. Di la vuelta a la llave y abrí la puerta, el olor a comida nos
llegó enseguida.

Antonio: ¡Hola chicas! Sois puntuales eh, las ocho y media justas- nos saludó.

Yo: Ya sabes como soy, no me gusta atrasarme ni un minuto-le respondí dándole


dos besos.

Antonio: Siempre ha sido así. Hola Alicia, gracias por venir hoy- le dijo dándole un
abrazo y dos besos.

Ali: De nada, a ustedes por invitarme- le contestó con una sonrisa.

Antonio: Tutéanos por favor, que no somos tan viejos.

Ali: Lo siento, estoy acostumbrada.

Antonio: No pasa nada- le dijo separándose y mirándola- Estás preciosa, ya veo


que mi hija tiene buen gusto.

Lo dijo mirándome, yo sonreí mientras ella agachaba un poco la cabeza


avergonzada.

Ali: Muchas gracias. Os he traído esto- dijo dándole el vino.

Antonio: No tenías por qué. Muchas gracias- le agradeció mirando la botella.

Ali: Era lo mínimo que podía hacer.

Lucía: ¿Dónde está nuestra invitada?- dijo mi madre apareciendo con el delantal
puesto.

Ali: Buenas noches- la saludó con dos besos.

Lucía: Hola Alicia, que guapa estás hoy. Bueno, que guapa lo estás siempre, pero
hoy en especial- le dijo respondiéndole al abrazo.
Ali: Muchas gracias- agradeció de nuevo sonriendo, sus mejillas estaban teñidas
de rojo.

Lucía: Hola cariño- me saludó a mí.

Yo: Hola mamá- dije dándole dos besos.

Antonio: Mira lo que nos ha traído Alicia- le enseñó el vino a mi madre.

Lucía: Muchas gracias, no era necesario.

Ali: No quería aparecer sin nada. Y una cosa. Yo os tutearé si vosotros me llamáis
Ali en vez de Alicia- los advirtió mirándolos.

Antonio: Trato hecho- dijo extendiéndole la mano, ella se la estrechó.

Lucía: Voy a poner esto en la nevera- anunció saliendo del comedor.

Antonio: Antes que nada, quería disculparme por lo que te dije ayer. Sé que no ha
debido de ser fácil para ti ser lesbiana y tener unos padres que sabes que no van a
entenderlo, y que además por querer encubrir tu verdad casi hayas perdido a la
persona que amas, porque no dudo que ames a mi hija. Pero entiende también
que para nosotros tampoco ha sido fácil verla de esa manera, sin saber si iba a
recordarnos o no.

Ali: No te preocupes, no pasa nada. Yo también me disculpo por lo que hice, lo


hice con ella y ahora lo hago con vosotros- le dijo mirándolo.

Antonio: ¿Entonces estamos en paz?- preguntó abriendo los brazos.

Ali: Estamos en paz- contestó abrazándolo.

Yo no había dejado de sonreír en toda aquella conversación, estaba tan


contenta de que por fin las cosas empezaran a ir bien entre nosotras dos que por
un momento temí que fuera un sueño.

Antonio: ¿Y esa sonrisa de oreja a oreja?- me preguntó mirándome.

Yo: Soy feliz- contesté encogiéndome de hombros.

Cogí la mano de Alicia, la llevé hasta mí y rodeando su cintura con mis brazos la
besé. Ella me respondió un poco cortada.

Yo: No te molesta ¿no?- le pregunté a mi padre refiriéndome al beso al separarme


de ella.

Antonio: ¿A mí? En absoluto. ¿Y a vosotras?- nos preguntó en broma.

Ali: No, creo que no- respondió riendo y volviéndome a besar.


Lucía: Hacen buena pareja, ¿verdad que sí?- le preguntó a mi padre al volver a
entrar al comedor.

Antonio: Sí, la verdad es que sí- admitió sonriendo.

Ali: ¿Hay algo que pueda hacer?- preguntó separándose de mí.

Lucía: Sí. Sentarte en la mesa y esperar la cena- le contestó sonriendo.

Ali: Me refiero si puedo ayudar- aclaró sonriendo también.

Lucía: No te preocupes, no queda casi nada.

Ali: Al menos dejadme ayudar a poner la mesa- siguió insistiendo.

Lucía: Eso sí que no te lo voy a negar. Ven que te doy las cosas- le dijo, las dos se
fueron a la cocina.

Antonio: La veo bastante nerviosa y vergonzosa, ¿puede ser?

Yo: Sí, la pobre está hecha un flan, aunque sé que está haciendo todo lo posible
para relajarse- le contesté haciendo espacio en la mesa, mi padre empezó a
ayudarme.

Antonio: ¿Es por algo que haya dicho o hecho?

Yo: No, que va. Ella es así de tímida, a veces incluso conmigo. Ayer no quiso ni
cambiarse delante de mí porque le daba vergüenza que le viera la barriga.

Luego recordé lo que había pasado esa misma tarde en el baño cuando nos
duchamos juntas, y lo que ocurrió al salir, aquella fogosidad que le entró de
repente a ella. Una sonrisa se escapó de mis labios.

Antonio: ¿Hay algo que podamos hacer para que se sienta más cómoda?

Yo: Tratarla tal cual como la estáis tratando ahora mismo. Al principio puede ser la
persona más tímida, pero cuando coge confianza es un amor de persona.

Antonio: No lo dudo, si no estoy seguro de que no te habrías fijado en ella.

Mi madre y Alicia empezaron a poner la mesa, y al cabo de poco ya estábamos


cenando. Mi padre descorchó la botella de vino y empezó a servir.

Antonio: ¿Quieres un poco Ali?

Ali: No, gracias. No puedo- rechazó con una sonrisa.

Antonio: Ostras, es verdad. Lo siento, no había caído en ello- se disculpó al caer


en la cuenta de que estaba embarazada y que no debía ingerir alcohol.
Ella sonrió y nos limitamos a cenar envueltos en una charla más que entretenida y
alegre. Por fin pude notar por primera vez en toda la noche como Alicia se relajaba
y comenzaba a estar a gusto. Reímos, le preguntaron sobre el embarazo,
bromeamos y, en resumen, nos lo pasamos realmente bien. Ver a las tres
personas que más amaba en este mundo (exceptuando a Natalia que no se
encontraba presente) reírse y llevarse tan bien me había dado una sensación de
satisfacción inmensa. Antes de que pudiéramos darnos cuenta ya se había hecho
realmente tarde así que tuvimos que acabar la velada.

Ali: Muchas gracias por invitarme, ha sido una noche fantástica- les dijo
despidiéndose.

Lucía: De nada mujer, si tienes más dudas sobre el embarazo sabes que puedes
contar conmigo- le dijo dándole dos besos.

Ali: No dudaré en preguntar.

Antonio: Espero que repitamos otra noche con Natalia- comentó abrazándola.

Ali: Cuando vosotros me digáis.

Lucía: Antes de que te vayas quiero decirte una cosa. Ainhoa me ha contado la
discusión que tuviste con tus padres y que ahora estás viviendo sola, espero que
no te enfades con ella por esto. Quiero que sepas que puedes contar con nosotros
para lo que quieras y necesites, esta es tú casa- le dijo mirándola con afecto.

En ese momento me alegré de que mi madre se preocupara tanto por Alicia, pero
temí que le molestara que les contara sus problemas a mis padres.

Ali: Muchas gracias, lo tendré en cuenta- le agradeció abrazándola por última vez.

Yo: Mi amor no me gusta que vayas por la calle a estas horas.

Ali: Me iré en taxi, no me pasará nada.

Yo: Puedo acompa…

Ali: A mí tampoco me gusta que vayas por la calle a estas horas y si me


acompañas a casa tendrás que volver sola. Así que no- me interrumpió.

Antonio: ¿Por qué no hacemos una cosa? Te llevo yo a casa. Tú iras con nosotros,
Ainhoa volverá conmigo. Todos contentos- se ofreció.

Ali: No hace falta, no quiero molestar- rechazó mirándolo.

Yo por mi parte estaba rogándole con la mirada que hiciéramos exactamente eso.

Antonio: Voy a por las llaves del coche.


Ali: De verdad que no hace falta.

Yo: Sí que hace falta Alicia. ¿Y si te hace algo el taxista? O en el peor de los casos,
conociéndote, ¿y si vas andando y te pasa algo?

Ali: No te preocupes, ni me va a hacer nada el taxista ni me van a hacer nada por


la calle- murmuró cogiéndome la mano.

Yo: Sí, sí que me preocupo. Es muy peligroso salir a la calle tan tarde sola. Una
chica como tú, tan atractiva y llamativa no va a pasar desapercibida ante cualquier
degenerado que te puedas cruzar. No quiero que te ocurra nada - susurré
intranquila mirándola.

Ali: Está bien, me acompañará tu padre, cálmate- me dijo al notar


verdaderamente mi angustia.

Me acarició la cara y me besó tiernamente, yo acaricié su pelo. No sabía si era


porque estaba embaraza o qué, pero no podía evitar ser tan sobreprotectora con
ella.

Yo: Te amo.

Ali: Yo también te amo.

Mi padre cogió las llaves, nos metimos en el coche y Alicia fue indicándole el
camino a su casa. Cuando llegamos ella se lo agradeció mil veces a mi padre, nos
despedimos (muy, muy a mi pesar) y volvimos a casa. Nada más tocar el colchón
caí rendida, estaba agotada.

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1 mes después

Poco tiempo era el que había pasado desde que afortunadamente me enteré de
que Alicia estaba embarazada, pero eso no significó que no fuera el tiempo en el
que más feliz había sido. Después de todo lo que habíamos vivido Alicia y yo aquel
mes fue la primera vez que habíamos estado juntas de verdad. Es verdad que ya
lo habíamos estado antes, aquella semana en la que fuimos amantes hacía ya tres
meses en la que la hice mía por primera vez, antes de que ocurriese todo lo que
ocurrió, antes de pensar que jamás iba a volver con ella, antes de querer odiarla
con toda la fuerza posible. Cómo olvidar aquella semana. Pero no habíamos estado
completamente juntas, no como en aquel último mes. No teníamos que
preocuparnos por lo que dirían nuestros padres si se enteraran, no teníamos que
sentir la furia y la rabia de los celos cuando teníamos que fingir delante de Andrés
y Sergio que entre nosotras no había nada más que una bonita amistad, no
teníamos que sentirnos culpables por serles infieles (a pesar de que se merecían
eso y muchísimo más), no teníamos que preocuparnos en nada más que no fuera
ella, el bebé y yo. Por primera vez en mucho tiempo habíamos conocido lo que era
la paz y la tranquilidad, lo que era despertar por la mañana y mirarnos sabiendo
que nada ni nadie se interpondría entre nosotras (y pobre del que lo intentara, no
tendría compasión alguna con nadie), que nada iba a hacer que nos separásemos
otra vez, que nada iba a impedir que nos amásemos como tan solo nosotras
sabíamos. Y lo merecíamos. Después de tanto sufrimiento merecíamos ser felices.
Yo por mi parte podía asegurarlo, sería feliz mientras ella estuviera a mi lado.
Mientras eso fuera así no podría evitar sentirme invencible.

Yo ya estaba estudiando aquel FP que había mirado y no podría irme mejor.


Aunque lo que verdaderamente quería ser era una psiquiatra y no una ayudante
no podía quejarme, me gustaba mucho y realmente tenía ganas de aprender.
Alicia, para mi sorpresa, había entrado en la universidad. Un dato que no me había
contado era que había podido entrar sin dificultad en la carrera de enfermería y
que no estaba dispuesta a dejar que su embarazo la retrasara un año entero,
obligándola a tomarse un año sabático. Ella sabía que cuando llegara el momento
tendría que dejar los estudios durante un tiempo pero estaba convencida de que
no faltaría mucho para que acabara el curso y que podría terminar el primer año
de carrera. Ver que a ella le iba igual de bien que a mí o incluso mejor me
alegraba mucho.

A pesar de todas las veces que nos habíamos quedado solas, tanto en su casa
como en la mía, ni una vez pudimos hacer el amor. ¿La razón? No, no era que no
quisiéramos, porque lo deseábamos con desespero. La razón era que siempre que
lo intentábamos (que no eran pocas) siempre algo nos interrumpía, ya fuera la
visita inesperada de Marta y Javi, la de mis padres o cualquier llamada urgente
que hacía que una de las dos tuviera que parar (llamadas telefónicas, en efecto,
pero también llamadas de la naturaleza. Que a mí me bajara la regla un día antes
del previsto para estar con Alicia se me había presentado en una ocasión, y a
pesar de intentar convencerla de tan solo satisfacerla a ella, se resistió). La
tensión sexual que había entre ambas era palpable, y yo iba más salida que el pico
de un armario. ¿Que por qué no me masturbaba y acababa con mi sufrimiento? El
poco tiempo que tenía para mí sola era por las noches ya que tenía clase por las
tardes excepto los viernes, y yo al final del día estaba demasiado agotada como
para ponerme a darle al temilla. Así pues no tenía otra opción que esperar que al
mundo le diera por ser compasivo con nosotras y que nos dejara ya de una vez
hacernos gritar del gusto. Y sí, esta insatisfacción sexual hacía que tuviera un
humor de perros. Y mucho más al ver a esa amiga de Alicia tan cerca de ella, se
llamaba Jennifer o ‘Jenny’, tal y como la llamaba Ali en tono cariñoso. Ellas dos se
conocían de antes y habían tenido la casualidad de estar en la misma clase. No era
que no me gustara que ella tuviera más amigas, pero ella en especial me ponía
enferma. Por suerte Alicia había aclarado a todos los de su clase sus preferencias y
que tenía pareja, de hecho ella me decía que les hablaba mucho de mí y que
Jenny y Samuel, o Samu, otro amigo suyo, tenían muchas ganas de conocerme.

Lucía: Alicia no podría ser más mona y simpática- comentó mi madre al llegar a
casa.

Aquella tarde habíamos quedado Ali y yo con mis padres para ir a dar una vuelta e
ir a comer un helado, con alegría podía decir que se estaban empezando a llevar
de maravilla.
Yo: Ya os dije que cuando pierde la vergüenza es un amor de persona- respondí
mientras nos sentábamos en el sofá.

Antonio: Las dos tenéis mucha suerte de haberos encontrado- opinó mirándome.

Yo: Lo sé.

Lucía: No puedo creer que vaya a ser abuela tan joven.

Yo: Teóricamente no vas a ser abuela, no estamos casadas. Ni siquiera somos


novias- le dije sonriendo.

Antonio: Y a este paso no lo seréis nunca- mi cara se puso seria- Lleváis más de
un año con todo este rollo, sufriendo y pasándolo mal, y un mes en el que de
verdad habéis conectado. ¿A qué estáis esperando?

Él tenía razón, ¿a qué estábamos esperando? La verdad es que no lo sabía. Había


pensado bastante en ello, pero Alicia parecía muy cómoda así tal cual estábamos y
yo no quería estropear lo que teníamos tan solo por poner nombre a lo que
éramos.

Yo: No lo sé- contesté encogiéndome de hombros.

Lucía: ¿Ella no quiere?- preguntó curiosa.

Yo: No, no es eso. Bueno, realmente no lo sé, no he hablado de esto con ella-
respondí mirándola.

Antonio: Tan solo es una etiqueta, no tenéis por qué ponerla si no queréis, pero
después de todo lo que habéis pasado creo que merecéis ser algo por una vez-
opinó.

Me dio un beso en la cabeza, se levantó y se fue.

Lucía: Pienso lo mismo.

Se levantó ella también dejándome sola y pensativa. Era cierto que de eso con ella
no lo había hablado, y como bien habían dicho era solo una etiqueta, pero era una
etiqueta que sinceramente a mí me hacía bastante ilusión obtener. Ayudé a mi
madre a preparar la cena, comimos los tres juntos y me fui a la cama enseguida.

El fin de semana lo pasé estudiando a más no poder teniendo que privarme de


quedar con Ali por dos exámenes que tenía el lunes. La semana siguiente estuve
hasta arriba de deberes, ejercicios, trabajos y, como no, exámenes. No entendía
cómo podíamos estar tan ocupados llevando tan poco curso por delante. Y lo que
era peor, no podría ver a Alicia hasta el viernes de la semana siguiente (nuestro
día específico para vernos eran los viernes). Al parecer le había salido un
imprevisto y había tenido que cancelar nuestra salida para terminar un trabajo. Así
serían dos semanas que no nos veíamos lo cual me desanimaba enormemente.
¿La razón por la cual nos veíamos tan poco? Nuestros turnos no coincidían, ella
estudiaba por la mañana y yo por la tarde. No me bastaba con llamarla y escuchar
su voz, quería tenerla, abrazarla, poder besarla y dormir junto a ella. Se me hacía
insoportable estar tanto tiempo lejos de ella. A Marta y a Javi hacía incluso más
tiempo que no los veía. Ellos dos estaban estudiando en la universidad, Marta
ingeniería informática y Javi derecho, de vez en cuando Ali y ellos se veían.

Poco a poco (muy poco a poco) fueron pasando los días y por fin llegó el viernes
tan ansiado. Había quedado con Alicia, y con Marta y Javi una hora más tarde,
queríamos estar un poco solas ella y yo. Habíamos acordado Ali y yo encontrarnos
en el parque de siempre a las cuatro y media, yo había llegado quince minutos
antes. Estaba impaciente por verla. Daba vueltas, observaba el suelo y sobre todo
no podía dejar de mirar la hora en el móvil. Entonces me di la vuelta y la vi a
menos de diez metros de mí. Esbocé una enorme sonrisa al verla, noté que ella
también y sin poder contenerme corrí hasta ella. La abracé con fuerza e incluso la
levanté un poco del suelo, ella respondió al abrazo rodeando mi cuello con sus
brazos.

Yo: Hola mi niña- la saludé alegre dándole miles de besos en el cuello- Te he


echado de menos.

Ali: Yo también, como no te puedes imaginar mi vida- respondió apartando


suavemente mi cabeza de su cuello y besándome al fin en los labios.

Puse mi mano derecha en su nuca y la izquierda en su mejilla, ella seguía


rodeando mi cuello con fuerza. Nuestro beso estuvo cargado de pasión y un poco
de desespero, no nos separamos hasta que pasó un buen rato. Y al hacerlo me
arrepentí al instante.

Ali: No quiero volver estar tanto tiempo sin ti, no lo soporto- me susurró
volviéndome a abrazar.

Yo: Yo tampoco. Pero ya está, ya te tengo aquí- sonreí besándola de nuevo.

Nuestras lenguas se encontraron desesperadas, añoraban el calor de la otra y


jugar entre sí. La estreché contra mí. No queríamos separarnos, habían sido
catorce días sin vernos, hacía mucho que no estábamos tanto tiempo separadas.

Yo: ¿Cómo estás? ¿Cómo te encuentras?- le pregunté acariciándole la barriga al


finalizar el beso.

Ali: Bien, estoy bien. Aún me sigo mareando pero bueno, es algo que se me
pasará.

Yo: ¿Segura que es normal que te marees tanto?- quise saber preocupada.

Ali: Sí, me lo dijeron al hacerme la primera ecografía. Me advirtieron de todos los


síntomas y molestias que iba a tener. Tranquila- contestó para calmarme- ¿Y tú?
¿Cómo estás?
Yo: Harta de todo. Y estamos tan solo al principio, no quiero imaginarme cómo
estaremos a final de curso- me compadecí de mí misma.

Ali: Dejemos de hablar de las cosas de clase y vamos a relajarnos ahora que por
fin estamos juntas- me dijo volviéndome a besar.

Yo: Te amo- murmuré acariciándole la cara.

Ali: Yo te amo más.

Le sonreí y le cogí las manos mientras nos mirábamos fijamente las dos.

Ali: ¿Te he dicho alguna vez que tienes unos ojos preciosos?

Yo: No.

Ali: Tienes unos ojos preciosos- me dijo sonriendo.

Yo: Gracias. ¿Te he dicho alguna vez que eres preciosa?

Ali: Un millón de veces- respondió suspirando.

Yo: Pues no son suficientes. Eres preciosa- repetí haciéndola sonreír.

Nos sentamos en un banco que había cerca nuestra, ella apoyó su cabeza en mi
hombro y yo entrelacé los dedos de nuestras manos y con mi otro brazo la abracé.
Empezamos a hablar de lo que nos había pasado durante estos días mientras nos
dábamos arrumacos y besos, no podía ni quería dejar de acariciarla.

Ali: ¿En qué piensas?- me preguntó levantando la cabeza.

Yo: Hasta hoy pensaba que no tenía ningún punto débil, ya sabes que tengo un
carácter muy fuerte y que no me dejo llevar fácilmente. Me acabo de dar cuenta
de que sí que tengo uno.

Ali: ¿Cuál es?- preguntó con curiosidad.

Yo: Tú- respondí mirándola con ternura- Si te pasara algo con el embarazo o con
cualquier otra cosa no sé qué haría.

Ali: No es un embarazo de riesgo, estoy bien. No me va a pasar nada, te lo


prometo- me dijo apretándome la mano.

La acerqué a mí y la besé lentamente.

Yo: Qué te gustaría que fuera, ¿niño o niña?

Ali: Una niña- respondió sonriendo- ¿Y a ti?


Yo: También una niña, una niña como tú.

Ali: ¿Cómo te gustaría llamarla?

Yo: Creo que eso deberías elegirlo tú.

Ali: ¿Por qué? Ya te dije que es tan hijo tuyo como mío. No todo el mundo habría
hecho lo que has hecho tú.

Yo: Hice lo que cualquier enamorado haría por la persona a la que ama- contesté
sincera.

Ali: No Ainhoa, no cualquier persona lo haría, por muy enamorada que esté, no
seas tan humilde quitándole importancia al asunto. Fuiste muy valiente y te lo
agradez…- la interrumpí antes de que acabara.

Yo: Tal y como me dijiste un día poco después de que empezáramos a vernos por
primera vez, no me lo agradezcas porque parece que te hubiera hecho un favor- le
recordé.

Ella asintió con una sonrisa.

Yo: Paula me gusta mucho.

Ali: ¿Quién es esa Paula?- bromeó levantando una ceja.

Yo: Una de por ahí- continué con la broma.

Ali: Con que una de por ahí… A mí me gusta muchísimo Victoria.

Yo: ¿Tengo que ponerme celosa de esa Victoria?

Ali: Pues no sé yo, podría ser.

La miré con cara de incredulidad.

Ali: Podría ser si no me volviera tan loca como lo hace Ainhoa- concluyó
besándome.

Yo: Los dos nombres me gustan mucho.

Ali: A mí también- coincidió- Y en el caso de que sea niño debo decirte que no te
dejaré escoger, Iván me encanta.

Yo: También es muy bonito. Tenemos mucho tiempo para pensarlo.

Nos quedamos en un silencio gratificante. De repente un hombre apareció por


detrás nuestra, se acercó a Ali y se abalanzó sobre ella separándonos y besándola,
no le pude ver la cara.
Yo: ¡Eh, qué coño estás haciendo!- le grité enfadada.

Me levanté con la intención de empujarle, pero entonces se separó de Alicia y me


miró. Me quedé probablemente con cara de gilipollas al ver a Javi sonriendo.

Yo: ¿Pero qué…?- dije entrecerrando los ojos.

Javi: ¡Ven aquí enana!- exclamó abrazándome con fuerza, pude ver que Marta iba
a saludar a Ali.

Yo: ¿Acabas de besarla en mi propia cara?

Javi: Tranquila, puse la mano delante para que no gritara.

Marta: Sí, esa cosa llamada broma que tú no sabes aceptar.

Reímos las dos, me acerqué a ella y la abracé con fuerza, Ali estaba haciendo lo
mismo con Javi.

Yo: Os he echado de menos.

Javi: Y nosotros a vosotras, pero vaya bienvenida me has dado. Ya sé con quién
no meterme.

Yo: Viene un tío al que no reconozco, se acerca a ella y simula que la besa en mis
narices. ¿Cómo esperabas que reaccionara?- le pregunté riendo.

Javi: Pues con un ‘Hola buenos días’ y un besito en la mejilla.

La pegué un pequeño golpe en el brazo.

Marta: Es que estabais tan acarameladas y juntitas que no pudimos evitar arruinar
el momento.

Ali: Claro, eso siempre es una gran excusa.

Reímos todos y empezamos a caminar hasta un café para entrar un poco en calor,
ya empezaba a hacer frío de nuevo. Pedimos nuestras bebidas, algo para picar y
charlamos alegremente de un poco de todo para ponernos al día. Tanto a Javi
como a Marta les iba de maravilla en la universidad, me alegraba mucho por ellos.
Poco a poco los minutos fueron convirtiéndose en horas, y yo de cada vez estaba
más nerviosa, tanto que me levanté repentinamente.

Yo: Voy al baño, ahora vuelvo.

Con el corazón acelerado salí de aquel lugar, crucé a la calle de enfrente y entré en
una floristería. Estaba muy nerviosa, no había podido controlar las ganas. Estuve
mirando los escaparates hasta que la dependienta me atendió, escogí el ramo de
rosas que más me gustó sin importarme el precio y volví al café. Antes de entrar
me miré en el cristal de la puerta, suspiré y tras ponerme el ramo detrás de mi
espalda entré. Caminé poco hasta encontrar la mesa donde estábamos sentados
todos.

Marta: ¿Por qué has tardado tanto?- me preguntó extrañada.

Me quedé de pie sin decir nada, tragué saliva.

Ali: ¿Qué pasa Ainhoa?- me preguntó preocupada.

La miré a ella y entonces mi corazón empezó a palpitar más fuerte aún, estaba
sudando.

Yo: Nada más despertar aquel día en el hospital al verte me enamoré de ti, en un
principio no lo supe ni yo pero lo hice sin poder evitarlo. Hemos pasado por mucho
juntas, momentos buenos y malos, pero no cambiaría ni un segundo de ellos. Tuve
una charla el otro día con mis padres, y tenían razón. ¿A qué estamos esperando?
Merecemos dar otro paso más. Hemos sido desconocidas, hemos sido amigas,
hemos sido enemigas, hemos sido amantes…. Y es verdad que tan solo son
etiquetas, pero cada una de ellas definen nuestra historia y yo quiero tener aún
más. Es por eso que quiero preguntarte aquí, ahora mismo, delante de Javi, Marta
y toda la gente que nos esté mirando.

Me arrodillé y le enseñé el ramo de rosas que había estado oculto tras mi espalda.
Me permití mirar las caras de Javi y Marta que estaban con una sonrisa de oreja a
oreja, y luego miré la de Alicia. Se había llevado las manos a la boca pero por las
pequeñas arrugas que tenía a los lados de sus ojos supe que estaba sonriendo, y
yo también lo hice.

Yo: ¿Quieres ser mi novia?- le pregunté finalmente.

El bar completo se quedó en silencio, probablemente estábamos siendo el centro


de atención de todos.

Ali: Pues claro que quiero ser tu novia- me contestó cogiendo el ramo.

Ella se levantó, puso sus manos en mis hombros y me besó con pasión. Pudimos
escuchar como los aplausos invadían el café. Cuando nos separamos ambas
estábamos sonriendo.

Ali: Te amo- me susurró al oído para que pudiera escucharla por encima de los
aplausos.

Yo: Y yo a ti.

Señor mayor: ¡Esto es una aberración! ¡Va en contra de la naturaleza! Sois la


vergüenza de Dios- exclamó levantándose indignado de su asiento.

Iba a contestarle respetuosamente pero se me adelantaron.


Hombre joven: Cállese abuelete y deje a estas chicas con su felicidad en paz.
Modernícese un poco y deje vivir a los demás- le dijo, aquel señor se sentó
indignado y el chico joven se dirigió a nosotras- No tengo ni idea de quiénes sois,
pero os felicito.

Ali y yo: Gracias- le dijimos a la vez.

Marta y Javi se levantaron.

Marta: ¡Felicidades corazón!- exclamó abrazándome.

Yo: Gracias.

Javi: Ya era hora- me dijo abrazándome también.

Yo: Pensaba que me iba a dar algo- bromeé volviéndonos a sentar.

Ali: Son preciosas- me dijo oliendo las rosas.

Yo: Mi idea era llevarte a cenar y hacer algo un poco más íntimo y especial, pero
no he podido aguantar las ganas. Sé que no es la mejor manera de pedírtelo pero
así se ha dado.

Marta: ¿Siempre es así de imbécil?- le preguntó, me hizo reír.

Ali: Más o menos- le contestó con una sonrisa- Mi amor no te tortures, ha sido
perfecto. Entiende que para mí todo lo que hagas será siempre perfecto- murmuró
cogiéndome la mano.

Le sonreí y se la besé. Pasamos la tarde allí hablando de todo y de nada, Ali y yo


estábamos con una gran sonrisa en la cara. Por fin ya éramos novias, después de
todo lo que habíamos pasado por fin éramos algo. Pagamos lo que habíamos
bebido, nos despedimos y como cada viernes fui a casa de Ali a dormir. Lo primero
que hizo fue tumbarse en el sofá, estaba reventada. La pobre de cada vez se
cansaba con más facilidad.

Yo: ¿Te haces una idea de lo feliz que me has hecho al aceptar ser mi novia?- le
pregunté sentándome a su lado.

Dado que mis piernas estaban al lado de su cabeza hice que la pusiera sobre
estas.

Ali: Sí, creo que sí. Creo que tu felicidad se puede comparar con la felicidad que
siento al ser tu novia.

Empecé a acariciarle la cabeza haciéndole un pequeño masaje.

Yo: Hace bastante tiempo que tengo la curiosidad de preguntarte algo.


Ali: ¿Qué es?

Yo: ¿Cómo es que mi hermana y tú os lleváis tan bien? ¿Hay algo que no me
hayáis contado?

Ella rio levemente, la miré queriendo saber la respuesta.

Ali: Verás, como ya te dijimos ella fue la primera en saber que estaba enamorada
de ti y por alguna razón que desconozco nos hicimos más cercanas. Durante todo
lo que nos ocurrió ella y yo seguimos en contacto, ¿y a que no adivinas qué?

Yo: ¿Qué?

Ali: Ella me venía avisando desde algún tiempo que tú también estabas enamorada
de mí. Por aquel entonces se me hizo imposible creerla, simplemente lo veía
imposible. Ahora empiezo a creer que tu hermana es bruja o demasiado
observadora- bromeó haciéndonos reír.

Yo: Hazme caso, algo de bruja tiene.

Ali: De vez en cuando hablábamos, una de tantas veces de las que nos peleamos
no pude evitar llorar delante de ella. Desde entonces se convirtió en una especie
de confesora para mí, me ayudó muchísimo a pesar de saber que tú también
estabas sufriendo probablemente por mi culpa.

Yo: Ahora que hago memoria me acuerdo de una vez que insinuó que tú podrías
estar sintiendo lo mismo que yo. Al igual que tú no le hice caso, ¿cómo iba a
creerla a ella si cuando me lo confesaste tú misma apenas pude creerte?

Ali: Durante unos instantes me lo hiciste pasar realmente mal, estaba segura de
que esa era la escena más humillante del mundo- me miró con los ojos
entrecerrados.

Yo: Lo siento mucho mi amor pero entiende que me quedara en shock al oírte
decir lo que había estado deseando durante todo el año- me disculpé besándola.

Ali: Creo que en el fondo debo de dar las gracias a Sergio y todo. Si él no fuera así
de pesado e inoportuno jamás habría cogido el valor para besarte- admitió
mirándome.

Yo: Qué pena que ya no esté por aquí para poder agradecérselo- dije irónica.

Ali: ¿No has vuelto a saber nada de él?

Yo: No, ha desaparecido del mapa.

Ali: ¿Cuándo fue la última vez que le viste?

Hice memoria y lo recordé, no pude evitar reír.


Ali: ¿Qué ocurre?

Yo: La última vez que lo vi dejé su orgullo bastante tocado- sonreí maliciosamente.

Ali: ¿Y eso?

Yo: Al poco tiempo de vivir con Natalia después de todo lo que ocurrió se presentó
en su casa reclamándome que le hubiera puesto los cuernos contigo.

Ali: ¿Qué te dijo?

Yo: Básicamente me quiso dar a entender que tú no me amabas y que lo mejor


era volver con él ya que podría hacerme disfrutar en la cama como nadie- expliqué
sin poder evitar reír.

Ali: Supongo que ahí fue cuando bajó su autoestima- concluyó mirándome.

Yo: Bajó como la espuma. En resumen, te puse como una diosa del sexo. Le dije
que no te llegaba ni a la planta de los pies.

Ella se levantó un poco, me miró y sonrió.

Ali: Y eso que estabas enfadada conmigo.

Yo: Lo estaba pero eso no significaba que no pudiera decir la verdad…- murmuré
empezando a besarla.

Ali: ¿Ah, sí? Así que soy una diosa del sexo- se rió mirándome.

Yo también reí y volví a besarla intensamente. Ella se dejaba hacer, no se movió.


Bajé de su boca a su cuello mientras con mis manos empecé a tocarle sus pechos
por encima de la ropa.

Ali: Mi amor- me detuvo.

Yo: ¿Qué ocurre?- pregunté mientras le lamía el cuello.

Ali: Es que no me apetece ahora- me dijo suavemente al oído.

Inmediatamente paré y me separé, noté que me puse roja.

Yo: Lo….siento. Pensaba que tú también querías- me disculpé avergonzada y


evitando mirarla.

Ali: No es eso, por supuesto que yo también quiero, sabes mejor que nadie que
me muero de ganas. Es solo que estoy muy cansada- se excusó ella.

Yo asentí con la cabeza aun sin mirarla, me sentía tremendamente cortada y ella
se dio cuenta de ello.
Ali: Mi vida mírame, no tienes por qué avergonzarte- me dijo cogiéndome la cara
para que la mirara- Me encanta cuando te ruborizas, te ves tan mona y tierna.

Yo sonreí tímidamente, ella me acarició la mejilla y me besó.

Ali: No te molesta ¿verdad?

Yo: No, claro que no. Sabes que quiero que te sientas a gusto y cómoda para
hacerlo.

Ali: Sí, lo sé. Tengo suerte de que seas tan respetuosa en ese sentido.

Yo: Jamás se me ocurriría obligarte a hacer algo que tú no quisieras.

Ali: Eso no es verdad.

Yo: ¿Te he presionado alguna vez para que hicieras algo en contra de tu
voluntad?- pregunté disgustada, si lo había hecho juraba por mi propia vida que
no había sido intencionalmente.

Ali: Me obligaste a estar sin ti en contra de mi voluntad durante mucho tiempo.

Suspiré aliviada mientras la miraba con ganas de matarla, ella sonreía.

Ali: Mi amor puedes estar bien tranquila de que nunca me has obligado a nada, y
sé que nunca lo harás.

Yo: Con esto no estoy queriendo decir que vaya a hacerlo ni mucho menos, pero
nunca digas nunca- le dije mirándola.

Ali: A pesar de los pocos años de amistad que nos unen puedo asegurarte que te
conozco como la palma de mi mano, y de ti podría decir muchas cosas poniendo la
palabra nunca por delante sabiendo que no me equivocaré. De otro modo nunca
me habría enamorado de ti- me contestó, esto último con una sonrisa.

Yo: Deja de hacerme un lío y ven aquí- murmuré atrayéndola hacia mí.

Ella sonrió, me cogió de las manos y me besó tiernamente recostándose sobre mi


pecho. Al separarnos cerró los ojos, apoyó su cabeza en mi clavícula y suspiró
profundamente, yo la abracé llevando mis manos como solía hacer a su barriga.

Yo: Entonces según tu teoría puedo afirmar que nunca me cansaré de estar

así contigo.

Ali: ¿Ves? Mis hipótesis son muy buenas- dijo sin moverse, yo sonreí.

Yo: ¿Sabes qué es lo que está más bueno que tus hipótesis?
Ali: ¿Tú?

Yo: Sí, pero en este caso no estoy hablando de eso- bromeé, ella rio.

Ali: Entonces no se me ocurre nada más.

Yo: La comida que cocinas.

Ella se levantó un poco y me miró fija e intensamente.

Ali: Eres la asesina del romanticismo.

Me lo dijo con una voz tan neutra y decidida que no pude evitar reírme a
carcajadas. Ella empezó a mirarme con una sonrisa en la cara y las cejas
levantadas probablemente pensando la risa tan fácil que tenía, cosa que era
verdad. Era de esas que hasta en el momento más inoportuno cualquier cosa
podría hacerme reír descontroladamente.

Yo: ¡Como si hablar de tu hipótesis fuera de lo más romántico!

Ali: Creo que hablar de mi hipótesis sobre las cosas que sé que nunca me harías
en más romántico que hablar de comida. Si sigues así te vas a poner gorda.

Yo: Mira quién lo dice, la que se come una tarrina enorme de helado en una sola
tarde.

Ali: Perdona pero lo mío son antojos muy difíciles de controlar. Tú eres una mujer,
creía que me entenderías- me dijo fingiendo estar ofendida.

Yo: Mi amor si yo te entiendo, cuando a mí me baja la regla sabes que me chifla


comer pipas, pero no me acabo una bolsa entera- le dije sonriendo.

Ali: Bueno, pues yo sí. No te culparé cuando me dejes por estar gorda y fea.

Yo: Ya te lo dije el otro día, te amaré igual tanto si estás gorda como si no. Y en el
caso de que fueras fea, cosa que no lo es en absoluto, para mí seguirías siendo la
mujer más preciosa del mundo.

Ali: Ya, eso lo dices ahora.

Yo: Eso lo digo ahora y lo diré siempre. ¿Sabes por qué? Porque nunca he sido una
persona superficial y nunca lo seré- le dije usando su teoría.

Ella entrecerró los ojos y me miró.

Ali: Ahora es el momento en el que tengo que poner en duda mi hipótesis y lo que
acabas de decirme.

Yo: ¿Ves? Por eso era mejor lo de la comida.


Ali: Tranquila que ahora te doy de comer puerca- me dijo levantándose.

Yo: ¿Puerca? ¿Cómo que puerca?

Ali: Si prefieres que te llame cerdita- contestó entrando en la cocina y apoyándose


en la barra americana.

Yo: Sí, suena más cariñoso- respondí levantándome y yendo hacia ella.

Juntas preparamos algo para comer, cenamos y nos tumbamos en el sofá para ver
una película. Ya empezaba a hacer bastante frío así que no dudamos en
abrazarnos para compartir nuestro calor. La película fue transcurriendo y al acabar
noté que Alicia se había quedado dormida. No tenía más opción que llevarla en
brazos hasta su cama ya que dejarla durmiendo en el sofá le dejaría la espalda
molida y despertarla me daba mucha pena, se veía tan mona. El problema era que
no sabía si tendría la suficiente fuerza como para cargarla, ella era bastante alta a
diferencia de mí, medía un poco más de un metro setenta y cinco y yo apenas
sobrepasaba el metro sesenta.

Me levanté con delicadeza para no despertarla, apagué la tele y fui al cuarto para
hacer a un lado el edredón, así tan solo tendría que tumbarla y taparla. Volví al
comedor, me coloqué entre sus piernas, puse mis manos bajo su trasero (sí,
aproveché para tocar) y con toda mi fuerza la levanté, ella apenas se inmutó. De
camino al cuarto iba tambaleándome y caminando de lado, estaba segura que era
una escena bastante graciosa de ver. Con el paso acelerado llegué al dormitorio y
con toda la suavidad posible la dejé sobre la cama, sentía la cara caliente del
esfuerzo. ‘Creo que eso de con toda la suavidad posible te refieres a casi tirarla al
colchón’

Ali: Mi amor ¿por qué tienes la cara tan roja?- me preguntó adormilada.

Yo: Jo-der, si lo sé te des-pierto an-tes- murmuré con la voz agitada del esfuerzo.

Fui al otro lado de la cama, me tumbé y nos tapé.

Ali: ¿Qué pasa?

Yo: Olvida lo que te he dicho antes, no te querré gorda, al menos no querré


llevarte a la cama. Si casi nos tiro a las dos al suelo.

Ali: ¿Me has llevado en brazos?

Yo: No, he hecho un conjuro mágico y has aparecido en la cama- respondí con
ironía mirándola- Pues claro que te he llevado.

Ali: Pero si eres un retaco- contestó sincera.

Yo: Yo también te quiero mi amor.


Ali: Jajaja cariño pero si sabes que es verdad, exactamente no es que destaques
por tu altura. Eso sí, a mí me encanta que seas así de chiquitina para poder
abrazarte así- me dijo pasando su brazo izquierdo sobre mí y acercándome a ella
de manera que quedamos cara a cara.

Yo: Ya, seguro. La próxima vez te lleva a la cama quién yo me sé- dije cerrando
los ojos.

Ali: Bueno, si tú no quieres llevarme a la cama no me importaría en absoluto que


una jovencísima profesora de prácticas de la universidad lo hiciera. Estoy segura
de que ese cuerpo ha pasado incontables horas en el gimnasio, bien sudoroso.

Enseguida abrí mis ojos y la miré, tenía una gran sonrisa en su cara. Le encantaba
picarme de esa forma.

Yo: Antes de que esa tipa ponga un solo dedo encima de ti te llevo a la cama en
carretilla si hace falta.

Ali: Tú siempre tan delicada.

Yo: Lo que sea para que ese cuerpo tan solo lo toque yo.

Ali: Oh, qué posesiva.

Yo: Tan solo cuido lo que es mío.

Ali: ¿Lo que es tuyo? Yo no veo por ningún lado tu nombre en mi cuerpo.

Yo: Mis labios, mis manos, mi piel y hasta mi saliva están tatuados invisiblemente
en cada rincón de tu cuerpo. Con eso basta y lo sabes.

Ella rió, se acercó aún más a mí y pegó su frente a la mía, yo entrelacé nuestras
manos.

Ali: Soy tuya incluso más de lo que soy mía- me susurró mirándome.

Yo: Sabes que es una forma de hablar y que en ningún momento estoy diciendo
que eres de mi propiedad ¿verdad?- le pregunté para asegurarme de que no se
estaba haciendo una idea errónea.

Ali: Serías incapaz de tratar de esa manera a nadie.

Yo: Entonces sí, eres más mía de lo que eres tuya- afirmé sonriendo.

Tan solo un pequeño movimiento de su cabeza bastó para que nuestros labios se
unieran dada la cercanía de nuestros rostros, apreté su mano contra la mía.

Ali: Tengo sueño.


Yo: Duerme.

Ali: ¿Y tú?

Yo: Yo también dormiré.

Ella cerró los ojos lentamente y bostezó, yo le besé la frente.

Yo: Buenas noches mi vida.

Ali: Buenas noches mi amor.

A diferencia de lo que le dije me mantuve despierta mirándola, grabando en mi


mente cada lunar, cada peca y hasta el más mínimo detalle de su rostro.

Ali: Me gusta que me mires mientras duermo, me hace sentir protegida- susurró
con los ojos cerrados al cabo de un buen rato.

Sonreí ante la evidencia de mis actos.

Yo: Entonces no dejaré de hacerlo hasta que me asegure de que estés bien
dormida.

Se acurrucó aún más en mi pecho y suspiró esta vez para dormirse de verdad.
Estuve mirándola dormir todo lo que pude, pero yo también tenía mis límites y caí
rendida.

Desperté al sentir algo rozar mi cuello y acariciar mi espalda, inmediatamente


sonreí. Me estiré mientras Alicia subía de mi cuello a mis mejillas.

Ali: Buenos días princesa- me saludó mirándome.

Yo: Despertar así no tiene precio.

Sonrió, se acercó un poco más y me besó en los labios. Estuvimos un buen rato en
la cama hablando y dándonos mimitos antes de levantarnos y prepararnos algo
para desayunar. La mañana se pasó rápida, la ayudé a limpiar un poco el piso y en
una revista estuvimos mirando muebles para que Alicia se hiciera una idea de
cómo ir amueblando el piso. Cerró la revista y se apoyó en el respaldo del sofá.

Ali: Creo que me voy a dar una ducha.

Yo: Pues date prisa, tengo una sorpresa para ti.

Ali: ¿Una sorpresa? ¿Qué es?

Yo: Ya lo descubrirás, primero ve a la ducha.

Ali: Tan solo si te duchas conmigo.


Puso una carita con la que me fue imposible no sonreír. ¿Cómo iba a negarme si
me lo pedía así?

Yo: Está bien.

Me cogió de la mano y nos metimos en el baño. En mi bolso tenía unos folletos de


un restaurante bastante caro en el que casi era imposible reservar mesa y yo lo
había conseguido tras mucho esfuerzo. Mi bolsillo iba a salir un poco perjudicado
pero me daba igual, el sitio merecía la pena. La sorpresa de Alicia merecía la pena
por encima de todo.

Ali: ¿Te vas a duchar con ropa?- me preguntó sacándome de mis pensamientos,
me había quedado embelesada mirándola.

Yo: No, claro que no- respondí sonriendo.

Me desnudé y me metí con ella en la ducha, ambas no podíamos dejar de mirarnos


de arriba a abajo. Antes de que me descontrolara y volviera a cometer la
metedura de pata del día anterior cogí el champú, me di la vuelta y empecé a
enjabonarme el pelo. Cuando me puse debajo del chorro de agua para quitarme el
jabón Alicia me abrazó por detrás sacándome del agua y empezó a mover sus
manos que estaban llenas de gel en mi vientre formando espuma. Fue subiendo
sus manos y cada una me cogió un pecho empezando a masajearlos. Mi espalda
estaba completamente pegada a ella, de manera que notaba sus tetas en mi
espalda y su pubis rozar mi culo. Mis pezones se pusieron duros al instante y ella
no dudó en apretujarlos con sus dedos índice y pulgar provocando que gimiera.
Continuó moviendo sus manos, pasaron por mis hombros, mis brazos, mis manos
y volvió a mis hombros. Me giré aún atrapada en sus brazos y alcé la vista, ella me
miró con lujuria y se mordió el labio con una sensualidad que no era de ese
mundo. La empujé suavemente y la acorralé contra la pared, mi boca fue directa a
su oído.

Yo: No eres consciente de lo que me pone que te muerdas el labio de esa manera.
Es muy, muy sexy- le susurré antes de atacar su cuello.

Ella tiró la cabeza hacia atrás apoyándola en la pared dejándome su cuello a mi


merced. Lo besé, lamí y mordí tantas veces como quise, subí por su quijada, la
miré con intensidad y la besé agresivamente. Estaba fuera de control. Acaricié las
costillas de Ali e instalé mis manos en sus pechos como ella había hecho
anteriormente conmigo, pasé mis dedos índice de izquierda a derecha sobre sus
pezones en ambos de sus pechos haciéndola gemir. Ella por su parte estaba
bajando su mano por mi vientre, acercándose lentamente a mi pubis cuando de
repente sonó el timbre de su casa, lo que hizo que nos detuviéramos y abriéramos
los ojos.

Yo: No puede ser…- murmuré.

Se volvió a escuchar el timbre, Alicia se separó de mi fastidiada y suspiró.


Yo: ¿Es que no nos van a dejar hacer el amor nunca?- pregunté mirando el techo y
elevando la voz.

Ali: Shh mi vida, tranquilízate- me intentó calmar ella- Ve tú, ahora salgo yo.

Me escurrí el pelo, salí de la bañera, me envolví en una toalla atándola por el


pecho y fui a abrir la dichosa puerta con un humor de perros y maldiciendo a la
persona que había interrumpido nuestro momento. Observé por la mirilla de la
puerta para ver quién era, mi furia acrecentó más aún.

Me escurrí el pelo, salí de la bañera, me envolví en una toalla atándola por el


pecho y fui a abrir la dichosa puerta con un humor de perros y maldiciendo a la
persona que había interrumpido nuestro momento. Observé por la mirilla de la
puerta para ver quién era, mi furia acrecentó más aún.

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¿Qué coño hacía ella ahí? No podía ser más inoportuna. De mala gana abrí la
puerta y la miré. Ella se quedó un poco sorprendida al verme, observó el número
de la puerta por si se había equivocado y volvió a mirarme.

Yo: Hola- la saludé intentando sonar amigable.

Jenny: Ho-hola- respondió sonrojada- Creo que me he equivocado.

Yo: No, este es el piso. Alicia está dentro- contesté, puse mi cabeza detrás de la
puerta y grité- Mi amor, tienes visita.

Volví a mirar a Jennifer la cual se veía muy confusa y sorprendida. Me sentía


realmente enfadada.

Yo: Pasa, pasa- le dije apartándome para que pudiera entrar pero no cerré la
puerta.

Jenny: Yo soy Jennifer, pero puedes llamarme Jenny- se presentó.

Yo la conocía porque Alicia me la había señalado de lejos, pero ella a mí no.

Yo: Ya, ya sé quién eres.

Jenny: ¿Y tú eres…?

Me extrañó que me preguntara eso. Sabiendo que Ali tenía novia y viendo tal y
como estaba en su casa ¿quién demonios se pensaba que era?

Yo: Soy Ainhoa.

Jenny: Encantada de conocerte- me dijo un poco cortada.


Yo: Igualmente- fingí una sonrisa- Alicia me había dicho que tenías muchas ganas
de conocerme.

Su cara era de desconcierto.

Jenny: Pues es un poco raro que tuviera muchas ganas de conocerte cuando este
mismo día he sabido de tu existencia- me contestó riendo un poco.

Mi cara debió de ser un poema, no podía ser, me estaba gastando una broma.
Sentí los pasos de Alicia venir hacia nosotras cuando ella me preguntó.

Jenny: ¿Quién eres?- volvió a preguntar y no precisamente para saber mi nombre.

Justo en ese momento Alicia llegó a nosotras y la miré, su cara no era demasiado
reconfortante. En ese momento me sentí… ¿cómo decirlo? La palabra más acertada
sería engañada.

Ali: Jenny, ¿qué haces aquí?- le preguntó sorprendida y para cambiar de tema.

Jenny: Mira si eres despistada. ¿No te acuerdas que nos dijiste de quedar a Samu
y a mí para hacer el trabajo hoy?

La expresión de su cara cambió completamente, se llevó las manos a la cara y


cerró los ojos.

Ali: Mierda mierda mierda, se me había olvidado- murmuró sin atreverse a


mirarme.

Yo por mi parte estaba más que mosqueada y molesta, pude sentir las mejillas
calientes de la rabia. Toda la excitación que había podido tener antes se había
esfumado en un segundo.

Jenny: Creo que ella y yo no nos conocemos, ¿quién es?- le volvió a preguntar
amistosa y sin ninguna maldad, si supiera en el lío en el que la acababa de meter…
Bueno, mentira, Alicia se había metido ella solita.

Ali: Eh esto, yo…

En ese momento apareció por la puerta Samu que, al verme, abrió los ojos
atónito.

Samu: Ay madre mía Alicia, no sabía yo que tenías amigas tan guapas- comentó
mirándome descaradamente.

Aquello fue la gota que colmó el vaso, miré asesinamente a Ali. No, no me molestó
que me viera estando tapada tan solo por una toalla, me molestó que dijera
‘amigas’. Ella no pudo ni devolverme el gesto. Jenny al notar la tensión entre Ali y
yo le pegó un fuerte codazo. El chico aun así no pudo dejar de observarme.
Ali: ¡Samu deja de mirarla así ahora mismo!- le gritó celosa poniéndose delante de
mí para taparme.

Samu: ¡Lo siento! Pero es que si entro en tu casa y me encuentro con una mujer
así pues…- le contestó encogiéndose de hombros- Por cierto Ali, ¿quién es ella?

Yo: Sí Ali, ¿quién soy?- le pregunté mirándola fijamente y cruzándome de brazos.

Ali: Te lo puedo explicar Ainhoa, yo…

Yo: ¿Qué hay que explicar Alicia? ¿Que ellos esperaban encontrarse un hombre
junto a ti y no a mí, una mujer, y por eso nos mentiste?- la encaré perdiendo los
nervios.

Ali: ¿Nos disculpáis un momento?- les preguntó mirándolos.

Jenny y Samu: Cla-claro- murmuraron a la vez sorprendidos por la escena que le


estaba montando.

Ali me cogió de la muñeca y me llevó al pasillo. Antes de que entráramos a su


cuarto les dije:

Yo: ¡Ah, un placer conoceros! Soy su novia.

Me estiró del brazo y me metió en la habitación sin poder evitar que dijera aquello.
Nos quedamos en silencio, yo estaba esperando a que ella hablara pero no se
atrevía.

Yo: ¿Cuándo ibas a decirme que después de dos semanas enteras sin verte habías
quedado para hacer un trabajo uno de los dos únicos días a la semana en los que
podemos vernos?- le pregunté alzando la voz.

Ella iba a decir algo pero no se lo permití.

Yo: ¿Cuándo ibas a decirme que en tu clase nadie tiene la menor idea de que eres
lesbiana?

Antes de que pudiera decir nada volví a hablar.

Yo: No espera, esta es mejor. ¿Cuándo cojones ibas a decirme que tus amigos los
cuales supuestamente estaban deseando conocerme no tienen ni puta idea de
quién soy?- le pregunté bastante agresiva.

Ella me miró tristemente, la había cagado triplemente.

Ali: No les dije nada porque no sabía si iban a reaccionar bien o no. Quería
llevarme bien con todo el mundo- se atrevió a hablar.
Yo: Ya, y no sabías cómo iba a reaccionar yo si me enteraba ¿verdad? Qué
digo, probablemente pensabas que era tan imbécil que no me enteraría nunca.

Ali: No es verdad.

Yo: ¿Sabes qué es lo que más me molesta de todo esto? Ellos a mí me dan igual
porque estoy saliendo contigo y me importa una mierda si les parece bien o mal.
Lo que no logro entender es que tú misma hayas quedado hoy para hacer un
trabajo sabiendo que nos íbamos a ver- le reproché mirándola.

Ali: Te juro que no sé en qué coño estaba pensando ese día, hoy ni siquiera me
acordaba de ello. Quería estar contigo- me aseguró.

Yo: La semana pasada me dejaste tirada por lo mismo y por eso no nos pudimos
ver. Hace dos semanas te dije que no podíamos quedar porque tenía que estudiar,
por eso mismo te entendí y te dije que no pasaba nada. ¿Pero esta semana
también? Tenéis siete días a escoger y ¿tienes que elegir justamente el día que
tenemos para vernos? No quiero privarte de nada y que solo estés conmigo, pero
te extraño, te echo de menos y quiero tener al menos dos días contigo porque los
necesito, me hacen falta. ¿Y con qué me encuentro? Mi novia ha quedado para
hacer un trabajo y de rebote me entero de que me ha ocultado de sus amigos- le
expliqué realmente enfadada.

Ali: Tienes razón- murmuró con los ojos aguados.

Me giré, me quité la toalla y empecé a vestirme. En un movimiento tiré mi bolso al


suelo desparramando un par de cosas. Alicia se agachó, recogió lo que se había
caído y se quedó mirando los folletos del restaurante al que quería llevarla.

Ali: ¿Y esto?- me preguntó mirándome sentada en el suelo

Yo. Esa era tu sorpresa- le dije con indiferencia.

Cerró los ojos haciendo que sus lágrimas cayeran, puso su brazo en la cama y se
apoyó en su mano.

Ali: Soy gilipollas- se dijo a sí misma.

La miré con expresión neutra mientras acababa de ponerme los shorts, ella estaba
al tanto de lo que costaba hacer reserva en ese restaurante.

Ali: Voy a decirles que se marchen para que vayamos a comer.

Yo: No te molestes, hace media hora que tendríamos que haber llegado y dudo
mucho que nos hayan guardado la mesa. Quédate haciendo el trabajo- respondí
cogiendo mi bolso.

Ali: Lo siento mucho Ainhoa- se disculpó mirándome avergonzada.


Yo: Yo también siento que te avergüences de tenerme como novia- dije abriendo
la puerta para marcharme.

Ali: Eso no es cierto- me detuvo cogiéndome de la muñeca, pero me zafé de ella-


¡Ainhoa!

La ignoré y caminé por el pasillo hasta llegar donde estaban Jenny y Samu,
probablemente habrían escuchado todo ya que no es que hubiera hablado
precisamente flojo.

Samu: Lo siento muchísimo Alicia, no tenía ni idea de que era tu novia. De haberlo
sabido te juro que no la habría mirado así- se disculpó, ella venía tras de mí.

Alicia lo miró pero no hizo caso al comentario.

Yo: Que lo paséis bien.

Abrí la puerta pero ella empujándola volvió a cerrarla.

Yo: No quiero montar otro espectáculo delante de ellos.

Ali: Escúchame bien. Jamás vuelvas a decirme que me avergüenzo de que seas mi
novia porque no es verdad, ¿me has oído? Jamás- me dijo con la voz quebrada
ignorando lo que le había dicho.

Yo: Pues no lo parece- la miré fijamente.

Se acercó para besarme pero giré mi cabeza de manera que me lo dio en mi


mejilla, al ver que había hecho esta acción apoyó su frente justo encima de mi
oreja y me cogió las manos (para que veáis lo alta que era en comparación a mí)

Yo: Me has engañado de nuevo- murmuré intentando soltarme de sus manos, pero
ella me las apretó fuerte.

Ali: Dime que no te he perdido otra vez, por favor- me rogó sollozando.

Giré mi cabeza y la observé llorar. Ella juntó nuestras frentes y cerró los ojos.

Ali: Dime que no, dime que no por favor- repitió en un susurro y negando con la
cabeza, tragó saliva- No me hagas pasar por esto otra vez.

Yo: Eso tan solo depende de ti.

Me separé de ella, abrí la puerta y la miré por última vez antes de salir dando un
portazo. Me sentía engañada, triste, enfadada, decepcionada, furiosa… ¿El
embarazo le daba un poder mágico para mentir o qué? Salí de su edificio y
entrando en mi coche la pude escuchar gritar desde su piso.

Ali: ¡Esto me pasa por imbécil!


Encendí el motor y pisé el acelerador. Conduje durante varios minutos, aparqué y
comencé a caminar junto al Paseo Marítimo, ver el mar, los barcos y escuchar las
olas me relajaba mucho. Durante un buen rato mi móvil no dejó de sonar, Alicia
trataba de conectar conmigo pero lo último que me apetecía hacer era hablar con
ella. Apagué el móvil para que dejara de incomodarme. No entendía a Alicia, de
verdad que por mucho que lo intentara no encontraba el sentido. ¿Qué necesitad
tenía de mentirme? ¿Por qué me había dicho que sus amigos sabían que era
lesbiana y que estaba conmigo? ¿Por qué no me lo dijo? Intentó convencerme de
que no le avergonzaba ser mi novia pero ¿y si era mentira? ¿Y si de verdad le
avergonzaba que fuéramos novias? No, tampoco era posible. La cara de felicidad
que puso al pedírselo no podría ser fingida. Entonces ¿qué? Quizás ella no se
sentía preparada para contarlo aún y quizás inconscientemente la había
presionado para que lo hiciera y optó por mentirme. Pero de ser así ¿por qué no
me dijo que no quería? ¿Y si me estaba siendo infi… no, no podía tan siquiera
imaginármelo, Alicia no sería capaz de hacerme eso. Pero también pensaba que no
sería capaz de hacerme lo que me hizo aquella noche y mira, resulta que la niña
estaba llena de sorpresas. No, ella me amaba, me lo había demostrado
mintiéndome con lo del embarazo… mintiéndome otra vez. Si lo pensaba bien
nuestra relación tanto amistosa como sentimental había estado envuelta en un
manojo de mentiras. ¿Y si de verdad me estaba poniendo los cuernos? Si se
pensaba todo tenía sentido. Ella me decía que sus amigos sabían que tenía novia y
así de esa manera yo no insistía en ese tema, mucho más sabiendo que Jenny no
me caía muy bien que se diga. Luego por otro lado se acostaba con su amante que
bien podría ser Jenny o Samu teniendo la certeza de que no le pedirían ninguna
explicación ni compromiso, total, ella no tenía pareja aparentemente. Al pensar en
todo esto no pude evitar sentir cómo se me caía el mundo al suelo. ‘Espera espera
espera, ¿pero tú te estás escuchando? ¿Eres consciente de la película mental que
te has montado? Para empezar, en el caso de que Alicia te estuviera poniendo los
cuernos cosa que no es en absoluto, ¿te crees que sería tan imbécil de quedar con
sus supuestos amantes en su propia casa sabiendo que ibas a estar tú? Alicia no
es estúpida Ainhoa. Ahora, con todo lo que te has imaginado e inventado no puedo
poner en duda que tú lo seas. ¡Deja de hacer el imbécil niña!’ Madre mía tienes
razón, estoy haciendo una montaña de un grano de arena. Pero aun así, ¿eso
justifica que me haya mentido durante este tiempo? ‘No, no lo justifica, pero no
puedes juzgarla de esa manera sin tener ninguna prueba fiable’

Durante los siguientes minutos estuve comiéndome la cabeza hasta que el rugido
de mi estómago me sacó de mis pensamientos. Me fijé en la hora y me quedé
sorprendida, habían pasado dos horas. Tenía veinte llamadas perdidas y varios
mensajes en el buzón de voz de Alicia, ¿es que no se iba a cansar nunca? Decidí
pararme a comer algo sencillo en un bar y volví a casa cansada, tanto pensar me
había dado dolor de cabeza.

Lucía: Ainhoa ¿qué haces aquí? ¿No estabas con Alicia?- me preguntó sorprendida
al verme.

La cara que puse le hizo saber la respuesta.

Lucía: Os habéis peleado- dijo intuyendo lo que había pasado.


Yo: Me ha vuelto a mentir.

Lucía: ¿Quieres hablar de ello?

Asentí con la cabeza mientras me sentaba en el sofá, ella se acercó a mí.

Yo: Necesito que me des tu opinión porque yo ya no doy para más, me va a


explotar la cabeza.

Le expliqué con todo detalle lo que había ocurrido (lo del baño no, no entré en
tanta especificación) y cómo se habían dado las cosas. Al acabar mi madre estaba
tan sorprendida como yo.

Lucía: Si te soy sincera no le encuentro mucho sentido a la situación.

Yo: Hasta ahí he llegado yo también- le dije poniendo mi brazo en el sofá y


apoyando mi cabeza en la mano- No la entiendo, si no quería decírselo a sus
amigos ¿por qué no me lo dijo?

Lucía: Lo mejor que puedes hacer es hablar con ella y preguntárselo.

Yo: No, hoy no. Estoy demasiado enfadada como para hablar con ella y no quiero
decirle nada de lo que después me pueda arrepentir ahora que estoy en caliente.

Lucía: Te aconsejo que dejes de pensar y de preguntarte por qué lo hizo, porque
te vas a hacer una idea equivocada de lo que es en verdad. ¿Cómo has podido
pensar que te ha estado siendo infiel?

Yo: No lo sé mamá, son muchas las cosas que he pensado. Pero te puedo asegurar
que de todas esa es la idea más estúpida que he tenido- admití mirándola.

Lucía: No hace falta más que observar un poco para darse cuenta de que Alicia te
ama con locura. Se le nota en la mirada, se le nota en su actitud y hasta en la
cara. Y lo mismo puedo decir de ti.

Yo: Lo sé, no me siento bien al haber dudado de ella habiéndome demostrado mil
veces que me ama, pero eso no quita que esté cabreada con ella.

Lucía: Mira, deja ya de torturarte. Lo que hizo lo hizo por una razón y hasta que no
se te pase el mosqueo no podrás averiguarlo.

Estuvimos un par de segundos en silencio, pensaba en lo que me había dicho.

Yo: Tienes razón.

Lucía: Pues claro que tengo razón. Antes de ser madre he sido adolescente y
puedo asegurarte que ya he pasado por esto.

Yo: Gracias por escucharme y aconsejarme- le agradecí mirándola.


Ella me sonrió, se levantó y me besó con ternura en la frente.

Lucía: Sabes que siempre voy a estar para lo que me necesites, no hace falta que
me agradezcas nada.

Le sonreí y ella reanudó lo que estaba haciendo antes de que yo llegara. Me quedé
tumbada en el sofá intentando relajarme un poco tal y como me había dicho ella.
Mi padre se levantó de la siesta, como le habían cambiado el turno y ahora
trabajaba por las noches no tenía más remedio que dormir por el día. Mi madre le
explicó por encima la razón por la cual estaba un poco distante y él se encargó de
sentarse a mi lado y sacarme un par de sonrisas. Aquella era la razón por la cual
los quería tanto, me parecía increíble que hubiera podido olvidarme de ellos, de
preguntarme quiénes eran y de no sentir nada hacia ellos. Mi madre nos informó
que aquella noche iríamos a cenar fuera para que me animara, me pareció una
idea estupenda para poder desconectar un poco. Decidimos arreglarnos un poco
para no ir del todo casual, esperamos que fuera una hora razonable para ir a cenar
y nos dirigimos al restaurante. La noche transcurrió sin ningún incidente, cenamos,
charlamos amenamente y bromeamos. A mi parecer fue una noche bastante
buena y divertida, sobretodo porque había conseguido mi objetivo, olvidarme
durante un par de horas de Alicia. Al salir del restaurante el frío caló en mis
huesos, había empezado a llover bastante fuerte y hacía un frío de perros, por
suerte íbamos en coche. Al llegar a casa mi madre aparcó un poco lejos del portal
así que nada más salir del coche tuvimos que sacas los paraguas y correr porque
aun así hacía tanto viento que era imposible no mojarse. Al llegar al portal tanto
mis padres como yo nos quedamos sorprendidos. Alicia estaba sentada en el suelo
completamente empapada y tiritando de frío, al levantar la vista se me quedó
mirando.

Yo: Alicia ¿qué haces aquí?- reaccioné inmediatamente corriendo hacia ella para
ponerla bajo la protección del paraguas.

Ali: Q-quería hablar cont-tigo de lo que p-pasó hoy. L-lo siento mu-cho- se
disculpó tartamudeando.

Yo: Shh no digas nada ahora- me agaché y llevé una mano a su mejilla, el tacto
me hizo querer apartarla al instante- Estás helada.

Antonio: Que suba a casa para que pueda calentarse.

Ali: N-no es neces-sario, t-tan solo q-quiero…

La interrumpí cogiéndola por el brazo con mi mano libre para levantarla, mi padre
ya había abierto la puerta así que entramos todos juntos y subimos al ascensor.
Estuvimos en silencio, yo tenía su mano cogida y la frotaba con las mías o le
echaba mi aliento para intentar que tuviera una temperatura normal. Se abrieron
las puertas del ascensor y entramos a casa.

Lucía: Alicia dúchate para entrar en calor- le aconsejó.


Ali: De v-verdad que no hace f-falta, me conf-formo con poder ha-blar con Ainhoa-
rechazó intentando sonar lo más normal posible pero no podía evitar seguir
temblando.

Yo: Dúchate no seas tonta- insistí.

Ali: P-pero…

Yo: Hasta que no te duches y estés en condiciones humanas me voy a negar a


hablar contigo- la advertí muy seriamente.

Ella me miró durante un par de segundos, sus dientes castañeaban sin que ella
pudiera hacer nada. Me dio mucha lástima verla así.

Yo: Por favor- le rogué con la voz calmada y mirándola preocupada- Te vas a
poner enferma.

Ali: E-está bien- aceptó finalmente.

Mientras mi madre ponía el termo yo le preparé el baño dejándole ropa mía y me


fui a mi cuarto para ponerme el pijama y con una toalla secarme el pelo, se había
mojado un poco. Volví al comedor y me senté junto a mis padres. Ellos no me
preguntaron mucho, no era muy difícil adivinar que en ese mismo instante sabía lo
mismo que ellos. No podía evitar seguir sintiéndome enfadada con ella, más que
enfadada decepcionada de que no confiara en mí para decirme las cosas, pero
verla de aquella manera había hecho que ya no lo estuviera tanto. Me daba mucha
pena y no podía dejar de preguntarme cuánto tiempo habría estado ahí
esperándome y congelándose. Que hubiera estado expuesta al frío, a la lluvia y al
viento todo ese rato tan solo para poder hablar conmigo me dio mucha ternura.

Al cabo de un buen rato sentimos la puerta del baño abrirse y Alicia apareció por el
comedor.

Antonio: ¿Ya te sientes mejor?- le preguntó amistosamente.

Ali: Sí, muchas gracias por dejar ducharme- agradeció sonriendo.

Lucía: Toma, te he hecho un café con leche bien calentito, no sé si te apetecerá- le


ofreció saliendo de la cocina con la taza.

Ali: Ahora mismo es justo lo que necesito, muchísimas gracias.

Lucía: De nada, si necesitas algo más tan solo pídelo.

Ella le sonrió y luego me miró a mí, yo me levanté del sofá y nos dirigimos a mi
cuarto en silencio.

Ali: ¿Me puedo tapar con las mantas?- me preguntó un poco cortada.
Yo: No hace falta que me preguntes esas cosas después de todo lo que hemos
pasado- le contesté mientras se me escapaba una pequeña sonrisa ante la
ocurrencia de su pregunta.

Ella me sonrió, se sentó en mi cama apoyando la espalda en la pared, se tapó


hasta la cintura y con sus manos agarró la taza para coger todo el calor posible.

Yo: ¿Por qué has venido? Es decir, ya sé que has venido para hablar pero
¿lloviendo y sin paraguas?

Ali: No quería esperar más para arreglar las cosas contigo y la lluvia me pilló a
mitad de camino de tu casa. Toqué el timbre pero como no respondía nadie supuse
que o estabas pasando de mí o no estabas en casa- me explicó después de dar un
largo trago.

Me senté a su lado en la cama y la miré.

Yo: ¿Por qué me mentiste Alicia? ¿Qué necesidad tenías de hacerlo?

Ella dejó la taza en mi escritorio y me cogió las manos temerosa de que volviera a
rechazarla, al ver que no las aparté cogió confianza. No me gustaba estar así con
ella.

Ali: Fui una estúpida, quería asegurarme de que si lo decía en clase nadie me iba a
juzgar o putear, ya bastante tuvimos con Sergio y Andrés como para que cualquier
otro imbécil se interpusiera entre nosotras. Temía que si te decía eso me dijeras
justamente todo lo que me dijiste, que me avergonzaba que fueras mi novia. Pero
créeme mi amor, si hay algo de lo que jamás me arrepentiré es de ser tu novia, mi
hijo y tú sois lo más importante que tengo.

Yo: ¿Es que acaso no tenemos confianza? Sé sincera por favor, te prometo que no
me voy a enfadar con tu respuesta sea cuál sea porque me interesa mucho
saberlo. ¿No confías en mí?

Ali: Si te mentí fue justo porque quería evitar esto. Claro que confío en ti, te
confiaría hasta mi vida y podría vivir bien tranquila. Es solo que no sabía cómo
ibas a reaccionar.

Yo: Si me hubieras dicho todo esto tal cual como me lo estás contando te habría
entendido perfectamente. Lo que me duele es que pensaras que no lo iba a hacer
y que prefirieras mentirme.

Ali: Ya lo sé, y lo siento mucho a pesar de que sé que no merezco perdón. Te


mentí una vez y perdí toda la confianza que tenías en mí por no decir que casi te
pierdo a ti, y ahora que lo he recuperado todo por ser una inconsciente e imbécil
te he vuelto a defraudar. No te merezco- me explicó evitando mirarme.

Yo: No digas eso- le dije suavemente mientras con mis manos levantaba su cara
para mirarla.
Ali: Es la verdad Ainhoa, no te merezco. Pero soy tan egoísta que te voy a pedir
que me perdones porque no soporto la idea de estar sin ti, no lo soporto- me dijo
negando con la cabeza mientras sus ojos empezaban a aguarse.

No aguantaba más esa escena. Ella se estaba menospreciando demasiado y la


culpa era mía por permitirlo. Me acerqué a ella y la besé para que dejara de seguir
insultándose a sí misma, cada palabra que decía me dolía más a mí que a ella.

Yo: No eres imbécil y mucho menos egoísta, creo que eso ya ha quedado más que
claro- le susurré muy cerca de su cara.

Ali: ¿Entonces me perdonas?

Yo: Te perdono siempre y cuando me prometas, esta vez de verdad, que vamos a
hablar las cosas- le contesté mirándola, verla de aquella manera hizo que mi
enfado se esfumara en cuestión de segundos.

Ali: Te lo prometo- me dijo abrazándome con fuerza.

Pude notar que su piel aún seguía bastante fría y que a ella de tanto en tanto le
daban escalofríos.

Yo: Cariño ¿sigues teniendo frío?- le pregunté separándome de ella.

Ali: Un poco.

Yo: ¿Quieres que te traiga más mantas?

Ali: Me basta con que me abraces bien fuerte y no te separes de mí.

Sonreí antes de volver a besarla, nos tumbamos de lado y pasé mi brazo por su
costado pegándola lo máximo posible a mí, ella hizo lo mismo conmigo. Nos
tapamos hasta arriba con las mantas.

Yo: ¿Mejor?

Ella asintió y juntó nuestras frentes, yo empecé a frotar su espalda.

Ali: Siento mucho lo del restaurante, sé lo difícil que es hacer reserva ahí. Cómo
no, he tenido que fastidiarlo todo.

Yo: Bueno, eso sí que me va a costar aceptarlo- reí un poco para quitarle
importancia al asunto- Pero no te preocupes, no pasa nada.

Ali: Te lo recompensaré.

Yo: Eso espero- le sonreí- ¿Al final acabaste el trabajo?


Ali: Sí, salir a buscarte no era muy buena idea ya que estabas realmente enfadada
así que ya que había jodido el día con el trabajo decidí acabarlo. No quiero ni
imaginarme qué habrás pensado de mí.

Yo: Créeme, no quieres saberlo. Mi cabeza se ha lucido en llegar a un nivel de


estupidez muy alto.

Ali: ¿Qué nivel de estupidez es ese?

Yo: El nivel de llegarme a cuestionar si me habías sido infiel. No me siento


orgullosa de haberlo pensado.

Ella se quedó unos cuantos segundos sin decir nada con expresión neutra, yo
estaba empezando a temer que se molestara por ello. Entonces empezó a reírse a
carcajadas.

Ali: Eso es un nivel de estupidez muy alto jajaja. ¿Cómo has podido llegar a esa
conclusión?

Sonreí aliviada y también me reí.

Yo: Ni siquiera lo sé yo. Empecé a pensar y a pensar y me monté una película


mental muy grande.

Ali: No hace falta que lo jures.

Yo: ¿No te molesta que haya pensado eso de ti?

Ali: Me ofende un poco pero entiendo que estabas enfadada y sé que en esos
momentos se piensan cosas que no se sienten.

Moví mi cabeza y la besé tiernamente, ella correspondió inmediatamente.


Estuvimos así durante incontables minutos, besándonos, separándonos,
mirándonos y acariciándonos. Ella poco a poco fue cerrando los ojos hasta que se
quedó dormida, la pobre debía estar reventada. Yo a diferencia de ella no tenía
nada de sueño así que con cuidado me levanté, la tapé bien y la besé. La
diferencia de calor de dentro de la cama y fuera era brutal. Fui al comedor e hice
compañía a mi padre, mi madre ya se había ido a dormir.

Antonio: ¿Habéis arreglado las cosas?

Yo: Sí. Si me hubiera explicado todo tal cual como lo ha hecho ahora desde un
principio nos habríamos ahorrado un mal trago pero bueno, ya está hecho.

Antonio: Me alegro por vosotras. ¿Dónde está ella?

Yo: En la cama, se ha quedado dormida.

Antonio: Déjala dormir aquí, debe estar cansada.


Continuamos hablando de un poco de todo durante un buen rato hasta que mi
padre me abandonó y se fue a dormir. Como en la tele no estaban dando nada
productivo al poco rato fui a mi cuarto y me metí en la cama. Me pegué mucho a
Alicia para calentarme y empecé a observarla, se me hizo imposible no pasar un
dedo por sus facciones, acariciándola. Me acerqué a ella y le robé un pequeño beso
de buenas noches antes de quedarme dormida.

La mañana siguiente desperté al sentir mi cuerpo chocar contra el suelo formando


un gran estruendo.

Yo: Hostia terrible…- murmuré en el suelo.

Ali: ¡Ainhoa! ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?- se apresuró a preguntar
preocupada mientras me ayudaba a levantarme.

Yo: Me duele un poco aquí pero estoy bien- le contesté señalándole el punto dónde
me dolía.

Ali: ¿Pero tú estás loca? ¿Qué has hecho?- me preguntó mirándome, yo me senté
en la cama apoyando la espalda contra la pared.

Yo: ¡Yo qué sé! Antes de que pudiera abrir los ojos ya estaba en el suelo.

Nos quedamos en silencio un par de segundos, los labios de Alicia empezaron a


curvarse en una sonrisa hasta que se convirtió en una carcajada, yo la imité y
empezamos a reírnos ante lo absurdo del momento.

Ali: Eres boba- me dijo sonriendo sentándose a horcajadas sobre mí.

Yo: Pues no sé tú, pero estás saliendo con una boba.

Ali: Sí, pero es la boba más tierna y guapa del mundo, y ¿sabes una cosa?

Yo: Dime.

Ali: La amo con locura- susurró antes de besarme.

Rodeé con mis brazos su cintura y acaricié su espalda lentamente mientras


nuestros labios y lenguas se saludaban. En ese momento la puerta se abrió, abrí
los ojos y miré a mi madre que acababa de entrar a la habitación, Alicia también
se giró para mirarla.

Lucía: Perdón, ¿he interrumpido algo?

Yo: No, para nada- le respondí con una sonrisa.

Alicia se quitó de encima de mí un poco avergonzada.

Lucía: Tan solo he entrado porque he escuchado un ruido y no sabía qué era.
Alicia y yo nos miramos y empezamos a reírnos.

Yo: Me he girado durmiendo y me he caído al suelo, la cama es bastante pequeña


para dos personas.

Lucía: Me lo imagino jajaja. ¿Te has hecho daño?

Yo: No mucho, quizás tendré un pequeño morado pero nada más.

Lucía: Me alegra ver que ya habéis arreglado las cosas.

Ambas sonreímos, le cogí la mano y la besé.

Yo: Es como una niña pequeña, no puede evitar meterse en líos.

Ali: ¡Oye! Eso no es verdad.

Yo: Sí que lo es.

Ali: Jum, pues ahora no te hablo- puso cara de enfado, se giró y cruzó los brazos.

Me reí, me puse de rodillas y la abracé abalanzándome un poco sobre su espalda.


Empecé a hacerle cosquillas mientras le besaba el cuello, ella no podía dejar de
reír e intentar quitarme de encima.

Yo: Con que no me quieres hablar ¿eh?- le dije al oído sin dejarla en paz.

Ali: Ainhoa no jajaja para por favor jajaja- me rogó entre carcajadas.

Decidí hacerle caso y paré, pero no la solté. Ella giró su cuello y me miró
sonriendo, se acercó y me besó. Yo le acaricié el pelo.

Yo: Te amo.

Ali: Y yo a ti.

Lucía: Bueno, cuando queráis desayunar apareced por la cocina, ya está todo listo.

Yo: Ali se tiene que ir, dejamos los domingos para terminar deberes de clase-
respondí un poco desanimada, no quería que se fuera.

Ali: Mi amor, creo que ayer no fui clara. ‘He acabado el trabajo’ significa que he
acabado con todo el trabajo que tenía.

Yo: Pero si me dijiste que tenías mucho que hacer.

Ali: Ya, pero ayer por la tarde por ser una estúpida e imbécil tuve mucho tiempo
libre.
Le sonreí y le cogí de la mano.

Yo: ¿Te quieres quedar?

Ali: Claro, siempre que no sea una molestia- respondió mientras miraba a mi
madre.

Lucía: Ya eres de la familia, y a mí mi familia no me molesta.

Ali: Entonces sí, me quedo.

Le di un pequeño beso y nos levantamos para ir a desayunar. Pasamos todo el día


juntas, se quedó a comer y por la tarde intentó ayudarme con mis deberes ya que
yo no los había terminado. Estando ella ahí a mi lado era imposible concentrarse, o
bromeaba, o nos besábamos o se reía de mí por mi cara de concentración. Tuve
que dejarla en el comedor junto a mis padres viendo la tele para quedarme sola en
mi cuarto y poder acabar con tranquilidad. Al cabo de media hora pude escuchar
un poco de barullo en el comedor y a mi madre llamarme.

Lucía: ¡Ainhoa!

Yo: Estoy con los deberes- le contesté lo suficientemente alto.

Lucía: ¡Es Alicia!

En ese mismo instante solté el lápiz y el bolígrafo que tenía en mi mano, me


levanté rápidamente y corrí hasta el comedor. Alicia estaba entre los brazos de mi
padre, sin consciencia.

Yo: ¿Qué ha pasado?- pregunté preocupada mientras me acercaba a ella.

Antonio: Se ha levantado porque quería ir un momento a ver qué tal te iba y se ha


desmayado, por suerte me ha dado tiempo a cogerla antes de que cayera.

Yo: ¿Pero por qué? ¿Es normal?- miré a mi madre, estaba hecha un manojo de
nervios.

Lucía: Tranquilízate, a veces suele ocurrir en los embarazos. Al cambiar de


posición rápidamente le habrá bajado la tensión provocando el desmayo, cuando
estaba embarazada de ti también me pasó- me explicó intentando calmarme, cosa
que no consiguió.

Yo: ¿Qué hacemos? ¿Llamamos a una ambulancia?

Lucía: No exageres, no será necesario. Antonio levántale las piernas y tú Ainhoa


desabróchale el sujetador- nos indicó.

Yo: ¿Para qué tengo que desabrocharle el sujetador?


Lucía: Cuando estaba embarazada de ti me dieron algunos consejos por si me
desmayaba, uno de ellos era desabrochar el sujetador porque podía dificultar la
respiración- me explicó- Yo voy a traer un poco de agua para cuando despierte.

Me acerqué a ella, metí mis manos por debajo de su camiseta y al encontrar el


broche del sujetador de un pequeño movimiento lo desabroché. Retiré un poco las
tiras de sus brazos pero no se lo quité por estar mi padre delante. Me arrodillé
junto a su cabeza y llevé mi mano a su mejilla, dándole pequeños golpecitos.

Yo: Mi amor despierta- le susurraba.

Noté que mi madre llegó, me giré y la miré.

Yo: ¿Cuándo se va a despertar?

Lucía: No creo que tarde mucho, un par de minutos nada más, estate tranquila.

Yo: ¿Seguro que es normal? ¿Y si algo va mal? ¿Y si hay alguna complicación con
el embarazo?- volví a preguntarle inquieta, preocupada sería poco para definir
cómo me encontraba en ese instante.

Lucía: ¡Ainhoa, respira un poco! A menos que el médico le haya dicho lo contrario
no tiene por qué haber algo mal, tanto ella como el feto están bien. ¿Te ha
comentado si el médico le ha dicho que es un embarazo de riesgo?

Yo: No, me dijo que todo estaba bien.

Lucía: Pues entonces cálmate, no debes de ponerte tan nerviosa.

Antonio: Decirlo es muy fácil Lucía, lo complicado es hacerlo. Yo estuve en su


situación y puedo asegurarte que hasta que no te despertaste estuve casi
pegándome cabezazos contra la pared. Entiendo perfectamente cómo se está
sintiendo, y debo decirte que también es normal ponerse así.

Sonreí un poco y volví a girarme para mirar a Alicia, su respiración era lenta y
pausada. Estuvimos un par de segundos así, mi padre seguía sosteniendo sus
piernas, se había puesto de rodillas en el sofá y había puesto los pies de ella en su
hombro para que fuera más fácil y cómodo. Yo seguía llamándola de tanto en
tanto, acariciándole la mejilla y pegándole suavemente. De cada vez estaba más
preocupada, el tiempo pasaba y ella no reaccionaba. Cuando estuve a punto de
volver a preguntarle a mi madre si era normal que estuviera tanto rato así ella
abrió los ojos lentamente y movió la cabeza, mirándome.

Yo: Mi amor por fin despiertas- le dije sonriendo con gran alivio y acariciando su
mejilla.

Ali: ¿Dónde estoy?- preguntó en un susurro y mientras miraba alrededor.

Mi padre le dejó las piernas en el sofá y se sentó.


Yo: Estás en casa.

Ali: ¿Qué ha pasado?- preguntó frunciendo el cejo.

Yo: Te has desmayado. ¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo? ¿Estás mareada?- le
pregunté preocupada mientras la miraba.

Ali: Estoy bien, un poco desorientada pero no es nada.

Yo: ¿Segura?

Ali: Tranquila mi amor, estoy bien- me aseguró con una sonrisa.

Le retiré el pelo de la cara pasando mi mano por su frente y uní nuestros labios,
ella me cogió la mano. Al separarnos hizo el ademán de sentarse pero la voz de mi
madre la detuvo.

Lucía: Quédate tumbada durante unos minutos más, después si eso ya te sientas-
la aconsejó.

Ali: De acuerdo.

Antonio: No nos tomamos la molestia de preguntar qué tal te encuentras porque


ya vemos que Ainhoa se encarga de ello- le dijo, ella sonrió.

Ali: Estoy en buenas manos.

Lucía: Deberías haber visto cómo se ha puesto al verte, quería llamar a una
ambulancia y todo- le dijo a posta para hacerme avergonzar.

Alicia al escucharla se rió y me miró con ternura.

Ali: El médico ya me avisó que esto podría ocurrir.

Yo: Lo que no entiendo es porque tú no me has avisado. Me has asustado mi


amor.

Ali: Lo siento cariño, se me ha pasado. Cuando me lo dijo el médico aún ni siquiera


nos hablábamos.

Yo: No me recuerdes esa época y ven aquí- le dije pasando mi mano por su nuca y
acercándola para besarla.

Pasaron unos cuantos minutos y ella se sentó, en ese momento notó que no
llevaba sujetador ya que este se le bajó al no estar abrochado e inmediatamente
se llevó las manos a sus pechos.

Ali: ¿Por qué no llevo el sujetador?- preguntó un poco alterada y confusa.


Nos miramos mis padres y yo y reímos.

Yo: Era para que pudieras respirar mejor- le expliqué mirándola.

Ella sonrió un poco avergonzada y se lo volvió a abrochar. Mi madre le ofreció el


vaso de agua que había traído anteriormente para ella y lo aceptó gustosa. Se
empezó a hacer tarde y Alicia decidió que ya era la hora de irse a su casa, por más
que intenté convencerla de que se quedara en casa por miedo a que volviera a
desmayarse me fue imposible hacerla entrar en razón, por lo tanto no me quedó
más remedio que auto invitarme a dormir en su casa. Sabía que a mis padres no
les importaba y aunque Alicia intentó hacerme ver lo contrario sabía que a ella
tampoco, es más, lo estaba deseando. Así pues me despedí de mis padres, cogí las
llaves del coche y conduje hasta su casa.

Ali: Sabes que yo mañana madrugo ¿no?

Yo: Sí, lo sé. Mi idea era invitarte a desayunar tempranito y llevarte a la


universidad en coche- le expliqué mis planes- Pero tranquila, intentaré que no me
vean para que no sospechen, si quieres incluso puedo dejarte un poco antes.

Ali: No es necesario, compórtate como si fueras una amiga, nadie al verte va a


pensar que eres mi novia.

Yo: Por cierto, siento mucho haberles dicho a Jenny y a Samu que eras mi novia,
estaba muy cabreada y decepcionada porque pensaba que te avergonzabas de mí.

Ali: Te dije que no volvieras a decir eso, ¿cómo quieres que me avergüence de ti?
Todo lo contrario, me enorgullezco de ello. No tienes que disculparte.

Yo: ¿Qué te dijeron?

Ali: ¿Podemos hablar de eso mañana? Estoy algo cansada- quiso evitar hablar del
tema abriendo la puerta y saliendo del coche.

Yo: No te han aceptado ¿verdad?- le pregunté cerrando el coche.

Ali: Por favor Ainhoa, mañana.

Subimos a su piso en silencio, me sentía mal por haber descubierto algo que ella
no quería haciendo que sus amigos probablemente la juzgaran. La culpa me
carcomía. Al llegar a su casa lo primero que hice fue meterme en la cocina para
preparar la cena, ambas estábamos famélicas. A pesar de que la cocina no se me
daba muy bien Alicia me dio un voto de confianza. No estuve más de veinte
minutos en la cocina preparando macarrones ya que la pasta nos encantaba. Serví
los platos y nos sentamos a comer.

Ali: ¿Qué es lo peor que me puede ocurrir al probar esto?- bromeó antes de
empezar a comer.
Yo: Que mueras intoxicada- le seguí el rollo.

Mientras ella se llenaba el vaso de agua me atreví a probar los macarrones, y una
vez en la boca deseé no haberlo hecho. Era incomible.

Ali: ¿Qué tal está?- preguntó con curiosidad.

Yo: Compruébalo tú misma- contesté antes de beberme el vaso entero de agua.

Me fijé expresamente en su cara al probar los macarrones, tuve que aguantarme


las ganas de reír ante la cara que puso.

Yo: ¿Te gustan?- pregunté simulando no tener ni idea de la bazofia que se estaba
llevando a la boca.

Ali: Sí, están muy buenos mi amor- mintió después de beberse el vaso para
quitarse el sabor como yo había hecho antes.

Yo: ¿Segura?

Ali: Que sí, te han salido muy buenos- dijo volviendo a meterse el tenedor en la
boca, tragó con rapidez y volvió a llenarse el vaso de agua.

Me causó gracia y ternura que quisiera ocultarme que no le gustaba para nada el
sabor. Pero no la detuve, quería saber hasta dónde era capaz de llegar.

Yo: Pues entonces te los haré a menudo- dije con naturalidad.

Me llevé la servilleta a la boca simulando estar limpiándome para que no viera la


sonrisa que me había sacado la expresión que puso al escuchar eso.

Ali: Estaré encantada de comerlos- volvió a mentir con una sonrisa que se notaba
a leguas que era falsa.

Con el tenedor removió la pasta, pinchó algunos macarrones y se llevó el tenedor


lentamente a la boca. Antes de que lo hiciera decidí acabar con su agonía.

Yo: Por Dios Alicia no finjas que te gusta y suelta esa porquería ahora mismo, no
se lo comería ni un cerdo.

Ella sin dudarlo tiró el tenedor al plato, se recostó en la silla y suspiró aliviada.

Ali: Madre mía, gracias, no habría aguantado comerme el plato entero.

Yo: Creo que tú y yo tenemos un grave problema con esto de la comunicación-


dije mientras ponía los macarrones de mi plato en el suyo y luego mi plato debajo
de este.

Pude escucharla reír.


Ali: No quería ofenderte diciéndote el vomitivo sabor que tenía.

La miré con la ceja levantada.

Yo: Se dice ‘Gracias, la intención es lo que cuenta’

Ella rió, se acercó a mí y se sentó en mis piernas, rodeó mi cuello con sus brazos.

Ali: Gracias, la intención es lo que cuenta- repitió con un tono de voz burlesco.

Le pegué con suavidad en el brazo e intenté levantarme pero me lo impidió


besándome apasionadamente dejándome bastante ida.

Ali: Haré salsa de tomate para las dos y la pondré con los macarrones blancos que
han sobrado- me avisó al separarse de mí.

Recogí la mesa y tiré los macarrones que había hecho yo, me sabía mal
desperdiciarlos de esa manera pero es que ni las moscas se acercarían a ellos.
Alicia hizo la salsa en menos de diez minutos y cenamos, tuve el placer de poder
comer algo comestible y que estaba buenísimo. De ella no esperaba menos. Al
terminar de cenar recogimos todo y nos pusimos el pijama, ya se empezaba a
hacer tarde. Yo fui más rápida que Alicia por lo tanto me quedé observándola
mientras se quitaba la ropa. Tan solo el hecho de verla desnuda me puso a mil y
se lo hice saber. Me acerqué a ella, la abracé por la espalda y empecé a besarle el
cuello. Como tan solo tenía puestas sus bragas con cada mano cogí sus pechos y
los estrujé entre mis manos delicadamente.

Ali: Mi amor, como no pares no voy a poder controlarme- me avisó en un suspiro.

Yo: Pues no lo hagas.

Le di la vuelta y empecé a besarla apasionadamente, cuando la tumbé en la cama


me detuvo.

Ali: Para Ainhoa.

Me separé de ella mirándola fastidiada, no podía creérmelo. ¿Qué le pasaba ahora?

Yo: ¿Qué ocurre?

Ali: Te juro que tengo tantas ganas como tú pero…- la interrumpí.

Yo: ¿Te pasa algo conmigo Alicia? Hemos intentado incontables veces hacer el
amor y nunca hemos podido porque o nos han interrumpido, o me ha bajado la
regla o nos hemos calentado en un momento equivocado y poco oportuno, y
últimamente estoy sintiendo que me estás evitando en la cama poniendo excusas-
le dije un poco alterada- ¿Qué te ocurre? ¿Es que ya no te gusto?
Ali: ¿Por qué siempre te hago pensar justo lo contrario de lo que siento o pienso?-
se preguntó a sí misma- Mi amor pues claro que me gustas, me gustas muchísimo,
tienes un cuerpo de infarto y escandalosamente llamativo. Puedo asegurarte que
no me es desapercibido.

Yo: ¿Entonces qué ocurre? ¿No te gusta cómo lo hago? Si es eso puedo aprender,
eres la primera mujer con la que hago el amor y no sé cómo tratarte, te hago lo
que a mí me gustaría que me hicieran pero si a ti no te basta eso no sé, puedo
cambiar mi forma al hacerlo o tú puedes enseñarme qué es lo que te gusta- le dije
tratando de encontrar una manera que le gustara- Quiero que disfrutes tanto como
yo.

Ali: Ainhoa deja de decir cosas que no son. Te prohíbo rotundamente que cambies
tu forma de hacerme el amor porque así sí que estarás a dos velas, me encanta
todo lo que me haces.

Yo: ¿Entonces por qué no quieres hacerlo?

Ali: Son las doce y media y mañana nos tenemos que levantar a las siete y si
ahora nos ponemos a hacer el amor vamos a estar toda la noche, porque créeme
que con las ganas que tengo te voy a dejar seca, por no hablar de que yo al
menos voy a despertar a todos los vecinos porque no podré contenerme a gritar.
No es que no quiera hacerlo, es que no podemos- me explicó cogiéndome las
manos a lo último.

Bajé la cabeza y me avergoncé inmediatamente por haberle reprochado eso, me


sentía un poco estúpida.

Yo: Tienes razón, lo siento.

Ali: No te preocupes, es normal. Sabes que yo estoy igual que tú o incluso peor-
me dijo levantándose para ponerse el pijama.

Yo: Es que llevo tanto tiempo sin sexo…- murmuré cerrando los ojos dejando caer
mi cuerpo en el colchón.

Ali: ¿No has vuelto a satisfacerte desde la última vez que lo hicimos?- preguntó un
poco sorprendida.

Yo: Mi amor, me he puesto cachonda con tan solo verte dos segundos desnuda,
creo que eso demuestra hasta dónde llega mi necesidad.

Escuché cómo reía mientras terminaba de ponerse el pijama, cuando se tumbó


junto a mí en la cama aún estaba sonriendo.

Yo: No te rías de mí, lo estoy pasando muy mal.

Ali: Jajaja no me rio de ti, es que me ha hecho gracia. Yo también llevo el mismo
tiempo que tú.
Yo: ¿Ah, sí?- le susurré acercándome a ella y mordiendo y lamiendo el lóbulo de su
oreja

Ali: Mi amor no juegues con fuego porque te vas a quemar- me advirtió


susurrando.

Sonreí maliciosamente, bajé a besarle el cuello, subí por su mandíbula y acabé en


su boca. Su respiración estaba agitada.

Yo: ¿Qué pasa mi amor? ¿Tienes calor?- le susurré al oído sonriendo.

Ella se puso encima de mí y empezó a besarme agresivamente, cuando quise


acariciarla no me dejó. Su mano izquierda masajeo mi pecho derecho por encima
de mi camiseta, y su mano derecha se aventuró a posarse en mi intimidad,
empezando a acariciarme por encima de la ropa.

Yo: Ahh Alicia- gemí en su oído.

Ali: ¿Qué pasa mi amor? ¿Tienes calor?- repitió con burla.

Su comentario me sacó una sonrisa que se vio rota al abrir la boca y volver a
gemir, su mano se había metido en los pantalones del pijama y mis braguitas y
sus dedos estaban haciendo pleno contacto con mi clítoris. Antes de que volviera a
gemir audiblemente ella me calló de un beso, continuó moviendo lentamente sus
dedos sobre mi clítoris y de repente paró, sacó la mano de ahí y se tumbó.

Yo: ¿Qué ha-ces?- le pregunté agitada.

Ali: Te dije que no jugaras con fuego, te advertí y ahora te has quemado. Me voy a
dormir porque me levanto en menos de siete horas.

Yo: Mi amor no puedes hacerme esto, no puedes dejarme así- le reproché casi sin
poder creerme lo que me estaba haciendo.

Ali: ¿Cómo que no? Lo estoy haciendo ahora mismo. Ahí tienes una baño por si
quieres darte una ducha o bien puedes acabar tú solita- contestó mirándome
maliciosamente, hasta ella era consciente de lo cruel que estaba siendo conmigo
en ese momento.

Yo: Hace demasiado frío como para darme una ducha ahora y no pienso tocarme
delante de ti.

Ali: ¿Por qué no?- me preguntó mirándome con una ceja levantada, sabía la gracia
que le debía estar causando esa situación.

Yo: Pues porque no Alicia, me da corte.

Ali: Sí bueno, ¿pero me vas a decir que no te excita la idea de masturbarte


mientras te observo?
La muy…me conocía muy bien y se estaba aprovechando de ello para hacerme
sentir avergonzada.

Yo: Sí, pero no pienso hacerlo.

Ella sonrió, yo aparté la mirada.

Ali: Entonces tendrás que esperar hasta el viernes porque no pienso tocarte antes.

Yo: ¿Por qué hasta el viernes?

Ali: Te dije que te compensaría por lo del restaurante, llevaba un par de semanas
planeando llevarte a un hotel para pasar un fin de semana tan solo tú y yo y la
oportunidad para decidirme del todo se ha presentado así que…

Yo: Nada de nada hasta el viernes- concluí.

Ali: Exacto, a no ser que quieras acabar con tus grandes ganas en solitario-volvió
a decir sonriendo.

La miré con ganas de matarla, apagué la luz y me tumbé dándole la espalda.


Estaba excitadísima y no me convenía mucho juntarme a ella para dormir,
necesitaba relajarme.

Yo: Buenas noches.

Ali: ¿Ni me das un beso de buenas noches ni me abrazas? Qué sosa que te estás
volviendo.

Yo: Alicia por favor no juegues conmigo de esta manera, bastante mal me has
dejado ya.

Ali: No te he hecho nada que tú no hayas querido hacerme. ¿O me vas a negar


que no querías dejarme exactamente como yo te he dejado?- sentí su voz en mi
oído al sentir su cuerpo contra mi espalda.

Metió su mano bajo mi camiseta y empezó a acariciarme circularmente la barriga,


simulaba que iba a bajar hasta mi intimidad pero al rozar el pantalón volvía a
subir. Estaba completamente mojada, notaba incluso las palpitaciones en mi
clítoris que ya estaba más que duro e hinchado.

Yo: Por favor mi amor si vas a hacerlo hazlo ya y si no, no me tortures más- le
rogué al sentir que mi clítoris estaba a punto de explotar.

Ali: Está bien- dijo finalmente al notar que estaba que no podía más.

Suspiré cuando ella quitó su mano de mi estómago, iba a tardar mucho en poder
calmarme y conciliar el sueño. Ella se echó un poco sobre mí, giré mi cuello para
mirarla y me besó tiernamente, no noté que lo hiciera para seguir incitándome.
Ali: Buenas noches, te amo- me susurró al oído.

Antes de que se separara cogí su cara entre mis manos y volví a acercarla para
besarla, aquel pequeño beso me había sabido a poco.

Yo: Yo también te amo.

Se separó de mí y se acomodó en su lado.

Ali: ¿Crees que podrás aguantar hasta el viernes?

Yo: No tengo tiempo para mí sola así que supongo que no me queda otra.

Ali: Merecerá la pena, ya lo verás.

Yo: Con lo mal que me lo estás haciendo pasar más te vale. Te juro que me las
vas a pagar.

Ali: A palabras necias oídos sordos- evadió el tema.

No hablamos más. Estuve pensando en cosas bastante desagradables que no


tomaré la molestia de nombrar para que mi excitación disminuyera y al cabo de
unos pocos minutos pareció dar resultado, había conseguido tranquilizarme
bastante. Pero aun así seguía estando demasiado agitada como para poder
dormirme así que fui al baño para mojarme la cara con agua bien fría. Ay Alicia,
¿por qué tenía que gustarte tanto devolver las cosas? Si no fuera porque la amaba
más que a mi propia vida le habría dicho cuatro cosas bien dichas. Realmente no
podía culparla del todo, me lo había buscado yo solita. Pero ya se lo devolvería el
viernes, mi cabecita había empezado a maquinar un plan.

Volví a la cama y me tapé hasta arriba, hacía un frío de perros. En esos momentos
extrañaba sentir el cuerpo de Alicia junto al mío, sabiendo que la tenía a menos de
un metro de mí era bastante difícil contenerme, tanto por lo excitada que estaba y
por lo que me encantaba dormir junto a ella. En ese momento ella pareció leer mis
pensamientos, se acercó a mí y me abrazó.

Ali: Mi amor ¿te molesto si te abrazo? Es que hace frío y tú estás muy calentita, no
lo digo con doble sentido.

Reí ante lo que dijo, giré el cuello y la miré, la luz de la luna alumbraba
tenuemente la mitad de su cara. Estaba preciosa.

Yo: Mi vida tú nunca me molestas.

Ali: Lo decía por lo de antes, si ves que va a ser mucha tentación para ti no pasa
nada- me explicó, no noté burla en su comentario.

Me giré y le besé la cabeza.


Yo: Ya se me ha pasado un poco. El sentimiento que me embarga al dormir
abrazadita a ti me compensa.

Ella se acurrucó en mi pecho y yo pasé mi brazo izquierdo sobre ella, abrazándola.


Se sentía tan bien al estar así con ella.

Ali: ¿Te encuentras bien?

Yo: Sí, ¿por qué lo preguntas?

Ali: Es que puedo sentir tu corazón y palpita bastante más fuerte de lo normal- me
contestó inocentemente.

Sonreí al escucharla.

Yo: Eso es porque estoy así contigo, no lo cambiaría ni por todo el oro del mundo.

Ella se acurrucó más a mí y respiró profundamente, la conocía y sabía que aquello


significaba que estaba dispuesta a dormir. Yo la imité, cerré los ojos y traté de
dormirme. No fue fácil, la verdad es que estuve alrededor de una hora mirando
cómo dormía Alicia pero acabé cayendo rendida junto a ella.

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Ella se acurrucó más a mí y respiró profundamente, la conocía y sabía que aquello


significaba que estaba dispuesta a dormir. Yo la imité, cerré los ojos y traté de
dormirme. No fue fácil, la verdad es que estuve alrededor de una hora mirando
cómo dormía Alicia pero acabé cayendo rendida junto a ella.

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La mañana siguiente me desperté abruptamente y muy agitada, me sentía


tremendamente excitada y mojada. No tardé mucho en recordar el sueño que
acababa de tener. Suspiré, cerré los ojos y me llevé las manos a la cara, vaya
despertares que había tenido últimamente. De nuevo había tenido un sueño
erótico con Alicia, me había parecido sumamente real. Joder, ¿de verdad estaba
tan necesitada como para tener que soñar eso y ponerme así?

Ali: Buenos días mi amor.

Di un brinco asustada, tan cegada estaba que ni siquiera me había dado cuenta de
su presencia. La miré, ella estaba con una sonrisa un tanto extraña.

Yo: Buenos días- la saludé con un corto beso, no me convenía alargarlo.

Ali: ¿Qué tal has dormido?

Yo: Bien- recordé el sueño- ¿Y tú?


Ali: Estupendamente- se estiró haciendo que crujiera algún que otro hueso y
bostezó- ¿Qué soñabas?

Mi cara cambió por completo de expresión al escucharla decir eso. ¿Se había
enterado de lo que había soñado? ¿Cómo?

Yo: No sé, no me acuerdo- mentí avergonzada.

Ali: ¿Segura?

Yo: ¿Por qué lo preguntas?

Ali: Es que me he levantado más temprano de lo normal y decidí verte mientras


dormías. Acabo de descubrir que hablas mientras duermes- me dijo sonriendo
ampliamente.

Cerré los ojos y me llevé una mano a la frente, fuera lo que fuera lo que había
dicho mientras dormía fue suficiente para que supiera qué había soñado. Se tumbó
encima de mí de manera que su boca quedó en mi oído.

Ali: ‘Mmm Alicia’ ‘Ahh no pares’ ‘Sigue Ali, sigue’- dijo repitiendo lo que supuse
que había estado diciendo mientras trataba de contener la risa.

Noté que la cara se me puso roja e intenté quitar a Alicia de encima de mí, pero se
abrazó más a mí mientras reía ahora sin contenerse.

Yo: Vete por ahí.

Levantó la cabeza y me miró, al ver que estaba completamente roja sonrió más,
yo aparté la vista.

Ali: ¿De verdad tantas ganas tienes?

Yo: Viendo tal y como me dejaste ayer no debería sorprenderte tanto, no puedo
controlar lo que sueño- dije atreviéndome a mirarla.

Ali: Soy tan buena en la cama que no puedes evitar soñar conmigo.

Yo: No te lo creas tanto, eres normalita tirando para abajo- bromeé para ver qué
decía.

Ali: ¿Ah, sí? Eso no era lo que decías antes.

Volví a sonrojarme y ella volvió a reír.

Ali: Jajaja mi amor no tienes por qué avergonzarte, es algo normal que sucede a
veces- me dijo después de haber estado un buen rato carcajeándose de mí.

Yo: ¿Cómo quieres que no me avergüence diciéndome lo que me dices?


Ali: Sabes que lo hago aposta, no es algo para sentirse así. A mí de echo me gusta
porque así sé que me deseas- me dijo acercándose y robándome un beso.

Yo: Quien no te deseara está loco- volví a besarla.

Ali: Eso tiene sentido ahora que sé que te gustaba desde un principio, explica
muchas cosas.

Yo: ¿Qué cosas?

Ali: Diciéndote que las dos veces te pillé mirándome el culo me entenderás- me
dijo sonriendo.

Empecé a reírme bastante fuerte al recordarlo, había que admitir que fui muy
obvia al hacerlo.

Ali: Por aquel entonces no quise darle mucha importancia dado que no quería
ilusionarme tontamente, pero luego todo tuvo sentido.

Yo: La discreción no es lo mío.

Ali: No hace falta que lo jures.

Yo: Vaya, pues yo sinceramente pensaba que no te habías dado cuenta.

Ali: Pues pensabas mal.

Yo: Es que mujer, así tal y como te pusiste las dos veces era imposible no mirar.

Ali: Lo sé, lo hice a propósito- admitió sonriendo.

La miré con las cejas levantadas.

Yo: ¿En serio?

Ali: Sí, realmente no sé por qué pensé que quizás podría funcionar para intentar
llamar tu atención pero parece que dio resultado.

Yo: Te puedo asegurar que las dos veces tuviste mi atención por completo.

Ella sonrió y me besó. Estuvimos así un buen rato, a pesar de que yo ya estaba
agitada por el sueño no quise dejar de besarla, prefería quedarme con las ganas
que contenerme a besarla. De repente un sonido agudo y repetitivo inundó la
estancia interrumpiendo nuestro beso.

Ali: Hora de levantarse- murmuró mientras se estiraba para apagar el despertador.

Yo: No quiero- dije bostezando.


Me tumbé boca abajo y me tapé hasta arriba con las mantas, se estaba muy
calentita ahí dentro.

Ali: Vamos Ainhoa, no seas una cría- me regañó destapándome la cabeza.

Me acerqué a ella y la abracé poniendo una pierna por encima de las suyas.

Yo: No vayas a clase, quédate aquí conmigo- le dije sabiendo que aquello no le
haría cambiar de opinión, ella era muy responsable.

Ali: Me parece muy fuerte que me estés incitando a hacer novillos.

Yo: Si cuela cuela.

Ali: Y si no me la pela, ¿no?

Yo: A mí no se me puede pelar nada.

Rió ante lo que había dicho y volvió a intentar convencerme de que me levantara.
Como vio que no podía me destapó por completo y metió sus manos debajo de la
camiseta del pijama, estaban heladas.

Yo: ¡Me cago en la madre…- grité intentando sacar sus manos, pero ella se había
agarrado bien a mi cintura- ¡Alicia sácalas de ahí ya!

Ali: La niña no quiere salir de la cama, pues mis manos tampoco quieren.

Para que no me acostumbrara al frío giró las manos y las puso esta vez en mi
abdomen, di un pequeño brinco.

Yo: Está bien, está bien, me levanto pero ¡saca las manos!

Riendo me hizo caso y sacó los dos hielos que tenía por manos de mi piel, antes de
que se le ocurriera volver a hacerlo me senté para demostrarle que iba a
levantarme.

Ali: Lo que no consiguen dos manos congeladas en invierno no lo consigue nada-


dijo levantándose y abriendo su armario para elegir qué ponerse.

Yo: Ja ja ja. ¿Puedo tomarme la ducha que me ofreciste ayer? Creo que me hace
más falta ahora.

Ali: Mi amor, quiero que sepas que esta casa es tu casa. Puedes hacer lo que
quieras sin tener que pedirme permiso.

Yo: No puedo considerarla mi casa sin estar pagando nada.

Ali: Entonces realmente tu casa no es tu casa porque tú no estás pagando nada.


Yo: Pero mis padres sí.

Ali: Bueno, yo soy tu novia y también pago.

Yo: No es lo mismo.

Ali: Sí que lo es, pero como no quiero seguir discutiendo tontamente te doy
permiso para que te duches.

Me levanté, me acerqué a ella y la abracé por la espalda.

Yo: Si dejaras que te ayudara con el alquiler sí que podría considerarla mi casa- le
susurré al oído.

Ali: No digas tonterías Ainhoa, no tienes dinero.

Yo: Puedo conseguir un trabajo a tiempo parcial por la mañana.

Ali: Ah no, eso sí que no pienso permitirlo.

Yo: ¿Por qué no?

Ali: Pues porque no.

Yo: Pero Ali…- me interrumpió.

Ali: Se nos va a hacer tarde, ve a ducharte.

Decidí hacerle caso para que no llegara tarde y nos diera tiempo a desayunar.

Yo: Vamos a hablar de esto tarde o temprano te guste o no- le advertí saliendo del
cuarto.

Me metí en el baño y me di una buena ducha con agua caliente, tardé bastante.
Después de veinte minutos salí, estaba sentada en el sofá esperando.

Ali: ¿Ya estás?

Yo: Sí.

Se levantó lentamente para evitar mareos o desmayos, antes de que se acercara a


la mesa para coger su mochila me adelanté y lo hice yo.

Ali: ¿Qué haces?

Yo: Se supone que las embarazadas no deben hacer esfuerzos y coger peso y ya
que hoy estoy yo no pienso permitir que la lleves tú- le contesté colgándomela de
la espalda.
Ella se acercó a mí y me sonrió.

Ali: Gracias.

Yo: De nada- la besé durante unos cuantos segundos- ¿Tienes hambre?

Ali: Bastante.

Yo: Pues venga, vamos a desayunar.

Bajamos a la calle, nos metimos en el coche y empecé a conducir hasta una


pequeña cafeteria, al llegar allí pedimos y empezamos a desayunar. Hacía un muy
buen día, el sol brillaba y no había ni una sola nube pero aun así hacía muchísimo
frío. Estuvimos hablando de un poco de todo y me explicó qué es lo que estaban
dando en clase. Aquello me recordó a Jenny y a Samu, no pude contenerme a
preguntarle de nuevo por ellos.

Yo: ¿Me vas a contar ya lo de Jenny y Samu?- le pregunté mientras pagaba en


caja.

Ali: Dentro de poco lo sabrás- me dijo sonriendo.

La miré sin entender a qué se refería pero no seguí insistiendo. Si ella decía que lo
sabría, pues lo sabría. Nos metimos en el coche y puse rumbo a la universidad, en
un par de minutos llegamos.

Ali: Aún faltan diez minutos para que empiecen las clases, ¿te apetece quedarte un
rato o tienes algo que hacer?- me preguntó al salir del coche.

Yo: Puedo quedarme pero ¿estás segura de que quieres que me quede?- quise
asegurarme apoyándome en el coche.

Ali: Que sí mi amor, tú tranquila- me abrazó por la cintura.

No la entendía, me decía que no quería decir lo nuestro y ¿ahora me cogía de las


manos y se ponía cariñosa delante de medio campus? A lo lejos tres personas
miraron hacia Ali y empezaron a acercarse, entre ellos estaban Samu y Jenny.

Yo: Alicia, sepárate que vienen tus amigos- la avisé, pero aun así siguió abrazada
a mí.

Desconocido: Hey Alicia, ¿qué tal el finde?- le preguntó amistoso al llegar a


nuestro lado, había que admitir que no era para nada feo.

Ali: Hola Diego, ha estado bien. ¿El tuyo?- mientras hablaba había cogido mis dos
manos.

Yo: Ali, ¿qué haces?- le pregunté en un susurro.


Ella me miró un momento pero no me dijo nada, estaba escuchando lo que le
decía su compañero.

Diego: Alcohol, alcohol por todas partes- le respondió con una gran sonrisa.

Ali: Jajaja no esperaba menos de ti.

Samu: Por favor Alicia, dime que el trabajo al final te lo quedaste tú, yo no lo
encuentro por ninguna parte- le dijo un poco desesperado.

Jenny: Yo tampoco lo tengo, así que o lo tienes tú o se ha perdido.

Ali: Tranquilos, está ahí en mi maleta- me señaló a mí ya que la tenía yo,


acercándose más aun poniéndome bastante nerviosa, ella lo notó.

Yo: Alicia, nos están mirando todos- le dije al oído aprovechando su cercanía.

Ella me sonrió y me guiñó el ojo, pero siguió sin decirme nada. Me estaba
poniendo muy nerviosa así que opté por separarme un poco.

Diego: ¿Quién eres?- me preguntó mirándome.

Yo: Soy Ainhoa, una amiga de Alicia- me presenté sonriendo.

Ali me miró y rió, se acercó a mí y me besó ahí, delante de todos. Tanta fue mi
sorpresa que ni cerré los ojos. Se separó al cabo de no mucho y me abrazó
apoyando su cabeza en mi hombro.

Ali: No es mi amiga, es mi novia. Y debo decirte que si no lo aceptas y quieres


apartarte de mi lado adelante, hazlo porque no pienso permitir que lo que más
amo en este mundo se atreva a volver a pensar que me avergüenzo de ella.

Se nos quedó mirando un poco sorprendido, podía jurar que yo lo estaba más que
él.

Diego: Vaya, me sorprende bastante pero no pienso apartarme de ti tan solo


porque tus gustos no sean los que la gente considera normales. Un placer
conocerte Ainhoa.

Yo: L-lo mismo digo- le contesté aun asombrada.

Alicia se giró y me miró con una gran sonrisa.

Ali: Cuando te fuiste el sábado ellos dos se quedaron tranquilizándome un poco,


entonces me di cuenta de que me daba igual que lo supieran o que no me
aceptaran, lo único que me importaba e importa es estar contigo. Siento no
haberme dado cuenta antes y haberte mentido.

Yo: No pasa nada mi amor- le contesté acariciando su mejilla.


Ella me sonrió y me volvió a besar, esta vez sí que le respondí.

Jenny: Me alegra ver que lo habéis arreglado, al irnos de su casa nos sentimos
bastante mal- nos dijo una vez hubimos acabado el beso.

Samu: Y yo siento muchísimo haberte mirado así Ainhoa, de verdad, tanto por ser
la novia de Ali como por mi descaro. Hay veces que soy así de imbécil y baboso-
se disculpó un poco avergonzado.

Yo: No pasa nada, puedo asegurarte que eso fue lo que menos me importó en ese
momento.

Samu: Aun así quiero disculparme.

Yo: Estás perdonado- le sonreí.

En ese momento se escuchó el timbre a lo lejos indicando que las clases habían
comenzado.

Diego: Ale, de vuelta a empezar la semana- comentó cogiendo su maleta.

Ali: Qué tortura.

Yo: No te quejes, que tú al menos estudias por las mañanas y luego tienes toda la
tarde libre.

Ali: Es verdad, es un lujazo- sonrió riéndose de mí.

Yo: Venga ve, que vas a llegar tarde.

Ali: Gracias por invitarme a desayunar y por traerme.

Yo: De nada mi amor- la acerqué a mí y la besé- Estudia mucho.

Ali: Eso haré- volvió a besarme y se acercó a mi oído- El viernes paso a por ti a las
ocho- susurró.

Le sonreí perversamente mientras le daba la mochila y empezaba a caminar hacia


atrás.

Yo: Te amo.

Ali: Y yo a ti- se giró y alcanzó a sus amigos que ya iban un poco más
adelantados.

Sonreí inconscientemente sin saber del todo por qué, bueno sí que lo sabía. Era
más feliz aun si era eso posible. Iba a meterme en mi coche cuando una voz me
interrumpió.
Marta: ¿Ainhoa?

Me giré y la vi, Javi estaba a su lado.

Javi: ¿Qué haces aquí?

Me acerqué a ellos y los saludé con dos besos a cada uno.

Yo: He traído a Ali a clase.

Marta: ¿No era que los domingos no estabais juntas?

Yo: Una larga historia… ¿y vosotros? ¿No deberíais estar en clase?

Javi: Deberíamos, pero ambos tenemos la primera hora libre y nos hemos
acordado demasiado tarde de ello, así que decidimos pasearnos por aquí un rato.

Yo: Podemos ir a tomar algo si queréis hasta que pase el tiempo.

Ellos asintieron y conduje hasta la misma cafetería en la que había estado minutos
antes con Ali ya que ellos no habían comido nada. Como yo estaba llena no pedí
nada. Estuvimos hablando durante un buen rato de todo, les conté la discusión
que tuvimos Alicia y yo y ellos opinaron lo mismo que mi madre y yo, no le
encontraban sentido. Se alegraron de que lo hubiéramos arreglado y continuamos
charlando. Al cabo de un buen rato pagaron lo que habían consumido y los
acerqué a la universidad ya que no faltaba mucho para que entraran a clase. Nos
despedimos y fui al centro de la ciudad para mirar un par de tiendas. Lo que miré
no fue de mi agrado así que decidí volver a casa, ya seguiría buscando, tenía
tiempo de sobra.

Los días hasta el viernes pasaron con una lentitud realmente agobiadora y
exasperante, contra más lo deseaba más lejos lo veía. Cuando por fin llegó el tan
ansiado día al salir de clase estuve todo el día nerviosa e impaciente, a las seis en
punto justas tocaron el timbre de casa indicándome que Marta había llegado. Le
abrí y cuando estuvo arriba la hice pasar a mi cuarto.

Marta: Veamos, enséñame lo que tienes para Ali esta noche- me dijo frotándose
las manos con rapidez.

Sonreí, abrí mi armario, removí un par de cosas y saqué una bolsa blanca que dejé
en la cama. Mientras yo volvía a colocar mi armario Marta no tardó en sacar el
contenido de la bolsa.

Marta: Ay madre mía ¡qué pícara!

Yo: ¿Te gusta?

Marta: Opinaré mejor cuando te lo vea puesto.


Había estado toda la semana buscando por todas las tiendas de Palma un corsé
especialmente para aquella noche, después de tres días cuando ya casi estaba por
desechar la idea encontré justo lo que iba buscando. Le había pedido a Marta que
me ayudara a ponérmelo ya que tenía que ajustarme la lazada posterior y era
bastante complicado hacerlo yo sola. El corsé era negro con un bordado que hacía
una forma de espiral realmente bonito.

Empecé a desnudarme quedándome tan solo en bragas. Fui indicándole cómo


colocármelo tal cual me había dicho la mujer de la tienda, me cerró unos cierres
metálicos por delante casi imperceptibles y después pasó a estirarme y a
ajustarme el corsé por detrás.

Marta: ¿A qué hora pasará a recogerte?- me preguntó mientras apretaba la


lazada.

Yo: A las ocho.

Marta: ¿Dónde lo compraste?- dijo refiriéndose al corsé.

Yo: En una tienda al lado de la Plaza Mayor. Me ha costado bastante, pero estoy
segura de que valdrá la pena.

Marta: No lo dudo- en ese momento lo estrechó demasiado.

Yo: Marta se trata de que se me marque la figura un poco, no de quitarme la


respiración. Me han dicho que tengo que estar cómoda- la advertí al sentir cómo
me apretaba.

Marta: Lo siento, esto no es fácil.

Estuvo un par de minutos hasta que encontramos que estaba lo suficientemente


ajustado.

Yo: Espera un momento, no digas nada. Tengo que terminar de ponerme una
cosa- le dije entrando al baño.

Me quité las bragas que tenía puestas y me puse un culotte negro


semitransparente con un bordado que a mi parecer eran unas rosas. Luego
enfundé mis piernas en unas medias de encaje negras que me llegaban hasta un
poco más arriba de la rodilla. Dado que el corsé llevaba incorporado un liguero uní
las cuatro tiras (dos por delante y dos por detrás) a las medias. Por último me
calcé con unos tacones negros también y me puse enfrente del espejo para
mirarme, aún no me acostumbraba a verme vestida de aquella manera. Me veía
completamente sexy y provocativa. Salí del baño y me dejé observar por la atenta
mirada de Marta, la cual al verme esbozó una gran sonrisa. Me di la vuelta e hice
un poco el idiota para sacarnos unas risas, luego me acerqué a ella.

Yo: ¿Qué tal?


Marta: Dios mío Ainhoa, te queda como un guante.

Yo: ¿Crees que a Alicia le gustará?

Marta: Estaría loca si no lo hiciera, me gusta hasta a mí. Debo admitirlo, con eso
puesto estás muy buena.

Yo: Gracias, espero que ella piense lo mismo- dije mirando el reloj- Joder parece
que el tiempo no pasa, las ganas me están matando.

Marta: Tranquila mujer, tan solo te queda una hora.

Suspiré tratando de no pensar más en ello porque entonces más lento se me haría.
Lo único que deseaba era estar junto a ella y al fin sentirnos la una a la otra.
Marta me ayudó a elegir qué ropa ponerme, aprovechando que no hacía mucho
frío ese día me decidí por una falda hasta las rodillas y una camiseta roja, me
maquillé ligeramente y me despedí de Marta ya que faltaba menos de media hora
para que Alicia viniera a buscarme. Me miré en el espejo y tuve que admitir que
estaba preciosa, el corsé mantenía mis pechos más firmes aún y marcaba
muchísimo más mis curvas. Tan solo esperaba que Ali no se diera cuenta de lo que
llevaba debajo hasta que decidiera quitarme la ropa. Cuando sonó el timbre
apenas pude creerlo, casi se me salió el corazón del pecho. Cogí una pequeña
mochilita que había preparado para cambiarme y bajé a la calle, ella estaba
apoyada en el coche que muy rara vez usaba. No me llevó mucho tiempo
averiguar que lo hizo por el embarazo.

Ali: Hola mi amor- me saludó efusivamente con un abrazo y un beso, al llevar el


abrigo encima no notó el corsé.

Yo: Hola mi vida, casi me vuelvo loca esperando.

Ali: Estás preciosa- me dijo separándose de mí y mirándome.

Yo: Tú también- la volví a besar.

Ella me sonrió y nos metimos en el coche. Condujo hasta el hotel y subimos a


nuestra habitación, era muy espaciosa y tenía unas vistas preciosas al mar.

Yo: Mi amor ¿cuánto te has gastado en esto?- le pregunté asombrada.

Ali: Eso no se dice.

La miré y me acerqué a ella.

Yo: Déjame pagarte mi parte, por favor- le pedí mirándola, ella sabía que no me
gustaba eso.

Ali: Es un regalo que quiero hacerte, tú también ibas a invitarme a comer a aquel
restaurante y las dos sabemos que es caro.
Yo: Pero…

Ali: Pero nada, deja tus cosas y vamos a dar una vuelta.

La miré un poco fastidiada y ella me dio un pequeño beso. Le hice caso, dejé mis
cosas y fuimos a dar una vuelta por la costa y cenamos en un pequeño pero muy
acogedor restaurante, se me hacía inaguantable estar tantos días sin ella y
después tan pocas horas a su lado. Al terminar cada una se pagó lo suyo a petición
mía y volvimos al hotel, tanto ella como yo estábamos deseando lo que iba a
ocurrir en cuestión de minutos. Al llegar a nuestra habitación yo me metí en el
baño y la dejé en el dormitorio, que por cierto, la cama era enorme y había un par
de rosas y pétalos que estaba segura que Alicia se había encargado de colocar. Me
miré en el espejo nerviosa por lo que iba a hacer, traté de calmarme y cogiendo
aire decidí abrir la puerta, al hacerlo me quedé de piedra.

Alicia estaba recostada en la cama con un camisón prácticamente transparente, lo


único que no se veía del todo eran sus pechos. Tenía una sonrisa extremadamente
sexy que… qué coño, ¡ella entera era extremadamente sexy! Le sonreí y me
acerqué lentamente, ella se sentó en el borde de la cama queriendo levantarse
pero se lo impedí sentándome encima de sus muslos con las piernas abiertas.

Yo: Estás preciosa mi amor- le susurré al oído.

Le mordí y besé el lóbulo de su oreja, ella suspiró. Antes de que se emocionara y


comenzara a besarme y a tocarme me levanté y saqué mi móvil, ella se quedó
desconcertada. Puse una canción, dejé mi móvil en la mesita de noche que estaba
a nuestro lado y empecé a bailarle lo más provocadora, sexy y excitantemente
posible. Ella en un principio me miraba sonriendo probablemente sorprendida de
que empezara a bailar, pero poco a poco al moverme tan cerca y comenzar a
provocarla más aún dejó esa sonrisa de lado para mirarme atentamente e intentar
tocarme, cosa que no permití. Intentaba mover mucho mis caderas y dejar mi culo
lo más cerca de ella, tentándola.

Ali: Déjame tocarte, por favor- me pidió mirándome fijamente.

Yo me reí y negué con la cabeza. Me quedé de espaldas a ella y fui desabotonando


la camiseta sin dejar de contonearme al ritmo de la lenta y suave música, cuando
me la quité sin mirarla la lancé hacia atrás estando completamente segura que le
había caído encima y que la había apartado rápidamente. No me di la vuelta,
lentamente fui bajando la falda hasta que tocó el suelo y con cuidado de no
caerme, ya que estaba con los tacones, la aparté de una pequeña patada.
Entonces fui girándome dejando que me viera por delante y la miré, la cara que
tenía me sacó una sonrisa enorme. Me acerqué a ella y dejé que siguiera
deleitándose con mi cuerpo.

Ali: Mi amor, estás…- murmuró sin acabar mirándome de arriba a abajo.

Volví a sentarme en sus piernas como antes sin dejar de moverme y la miré
fijamente a los ojos mientras le sonreía.
Ali: Me has dejado sin palabras, decir que estás preciosa sería el mayor insulto que
podría decirte, pero no encuentro otra palabra. Estás preciosa, y muy, muy buena-
me dijo saliendo de su asombro.

Yo: Y soy tuya- concluí besándole el cuello.

Ali: Y eres mía.

Al decir esas tres palabras succioné su cuello durante bastante tiempo, besé
aquella zona y subí a besarla agresivamente. No había hecho nada, ni siquiera me
había tocado y ya estaba excitadísima, verla vestida de aquella manera fue
suficiente para mí. Nuestras lenguas se acariciaban con una intensidad y furia
inigualables, tanto tiempo de abstinencia había sacado nuestro lado más pasional y
feroz. Empecé a mover mis caderas lentamente en un suave vaivén que nos
empezó a excitar a las dos. Cuando aquella posición ya me estaba comenzando a
resultar molesta me levanté, pasé mis brazos por debajo de su cuerpo y la tumbé
en el centro de la cama, yo me puse encima de ella. Volví a besar sus labios con
un poco más de calma mientras me quitaba los tacones empezando a tocar sus
caderas, su cintura y sus pechos. Ella empezó a pasar sus manos por mi espalda,
cuando noté que se dirigían a mi culo me detuve y se las cogí poniendo sus brazos
por encima de su cabeza.

Ali: ¿Por qué no quieres que te toque?- me preguntó agitada.

Yo: Porque sé que lo deseas y hoy pienso vengarme de lo que me hiciste la


semana pasada.

Besé y lamí su cuello todo lo que quise, ella ya empezaba a suspirar. Subí mis
manos por su cintura y atrapé sus senos con mis manos, no dudé en apretarlos
delicadamente. Noté que ella ya estaba muy caliente así que eso me animó a
continuar con su tortura.

Bajé por su cuello besándola hasta sus pechos, sus pezones se notaban bajo la
fina tela. Apoyé mi barbilla en el comienzo de su estómago y empecé a
estimularlos pasando mis dedos por encima, jugando con ellos. Ali empezó a
gemir, eso la había vuelto loca. Con ellos hice de todo, los aplasté, los masajeé,
los apretujé y los retorcí siendo consciente de que con el embarazo toda ella
estaba mucho más sensible y, por tanto, más placer sentía ante cualquier
estímulo. Sabía que la estaba haciendo sufrir, se estaba muriendo por que
sustituyera mis manos por mi boca, y aquello me divertía y me encendía más. A
pesar de que se lo había prohibido había intentado tocarme obteniendo siempre mi
negación. Había tenido que atarle las manos al cabecero de la cama con una
pequeña cinta que había encontrado, lo cual añadió más morbo a la situación.

Ali: Mi amor por favor, ya que no me dejas tocarte al menos no me hagas sufrir
más- me rogó con una mirada suplicante.

Yo: No pensaste lo mal que se pasaba ¿verdad? ¿Te haces ya una idea de cómo
me dejaste la otra vez?- le pregunté en un susurro al oído, en ese momento posé
mi mano sobre su intimidad ejerciendo presión.
Ali: Sííí- gimió al sentir mi mano ahí.

Yo: Pues pienso dejarte peor- concluí apartando mi mano de esa zona.

Su cara me hizo reír, me lanzó una mirada asesina. Volví a besarla y para que no
se desesperara tanto empecé a levantar aquel fino camisón, como sus manos
estaban atadas a la cama no tuve más remedio que dejarlo enrollado en sus
muñecas. Masajeé sus pechos mientras me entretenía en el lóbulo de su oreja y su
cuello impacientándola aún más. Bajé al lugar que se encontraba entre sus senos y
luego me dirigí a su pecho izquierdo. Lejos de lo que ella creía no presté atención
a su pezón. Empecé a besar y a lamer cada rincón de su seno, pero no me acerqué
a la areola. Hice justo lo mismo con su otro pecho. Cogiéndola desprevenida metí
finalmente su pezón en mi boca empezando a mover mi lengua sobre él, ella pegó
un gritó. Estuve durante un par de minutos intercambiando las lamidas de un seno
a otro, mordisqueando y succionando ambos pezones mientras su pecho de cada
vez subía y bajaba con más rapidez.

Fui descendiendo poco a poco, al llegar a su vientre lo acaricié y besé con una
lentitud y un cuidado que no tenía nada que ver con lo que había hecho hasta el
momento, sentí el cuerpo de Ali estremecerse. Levanté mi vista y la vi mirándome
y sonriéndome con ternura, yo también le sonreí y continué con mi trabajo. Me
había instalado ahí, acariciando, lamiendo y besando cada una de las pecas y
lunares que tenía por toda aquella zona. Alicia sabía que me volvían loca, quizás
por eso ya se había mentalizado de que al llegar a esa zona pasaría incontables
minutos ahí, pero tampoco podía quejarse. Sabía que a ella le encantaba que le
hiciera aquello. Estando donde me encontraba podía notar el calor que emanaba
de su intimidad y hasta incluso podía oler su excitación, si ella se pensaba que
hacerla sufrir era todo diversión estaba equivocada, me estaba muriendo por
probar su sexo de nuevo.

Reanudé mi camino, bajé un poco y tuve su intimidad frente a mi cara, a simple


vista se notaba que sus bragas estaban inundadas en sus flujos vaginales, aquello
me llevó a plantearme si la estaba haciendo sufrir demasiado. Levanté mi vista y
la vi con la espalda arqueada, la respiración agitada, los ojos cerrados y
mordiéndose el labio. Verla así me hizo amarla más. Decidí hacerla esperar un
poco, estaba siendo cruel con ella pero luego me esforzaría tanto en pagarle su
sufrimiento que estaba segura que no lo olvidaría jamás. Su clítoris estaba
ligeramente marcado en sus bragas, lo besé haciendo que Ali se agitara aún más y
me lamí los labios que habían quedado mojados ante esa acción, su sabor seguía
siendo igual de exquisito.

Ali: Mi amor…- gimió moviendo sus caderas al ver que no continuaba.

Sonriendo me desvié y fui besando y lamiendo su ingle izquierda, pasando por su


muslo interno, su rodilla y llegando hasta su pie. Hice el mismo caminito, volví a
besar su clítoris esta vez haciendo más presión y repetí el mismo proceso con su
otra pierna. Entonces abrí sus piernas un poco más, me acomodé entre ellas y le
quité las bragas. Al observar su intimidad pude notar un cambio, no estaba el
típico y pequeño triángulo de pelo que acostumbraba llevar, esta vez había dejado
crecer escasamente su pelo por todo su pubis. Como siempre, sus labios y toda la
zona cercana a ellos estaba más que depilada. Ese cambio de ‘look’ me había
gustado mucho. La palidez de su piel en esa zona se veía interrumpida por el color
rojizo de toda su vagina, su clítoris y sus labios estaban hinchados y podría decirse
que su entrada se había convertido en un río de flujos, decir que estaba empapada
era quedarse corta.

Acerqué mi cara y di un lametón empezando por su raja y acabando en su clítoris,


su sabor en mi boca me excitó más.

Ali: ¡Ainhoa!- gritó impaciente.

Repetí aquello diversas veces, daba un lametón y esperaba un par de segundos,


Alicia estaba que no podía más.

Ali: Mi amor por favor, te lo suplico. Siento haberte excitado la semana pasada
sabiendo que no iba a continuar, de verdad que lo siento, pero por favor deja ya
de…

Su súplica había quedado interrumpida al ella pegar un gran gemido. Había


escuchado justo lo que quería, así que decidí que ya era hora de hacerla disfrutar
como se merecía. Acogí su clítoris con mis labios y lo estiré ligeramente, llevé mis
manos a sus pechos y empecé a estimular sus pezones. Ella gritaba y gemía sin
cesar mientras movía sus caderas. Empecé a succionar su clítoris, a lamerlo y
sobre todo morderlo, me encantaba hacerlo. Claro, siempre con su debido cuidado.
Pasé fugazmente mi lengua de izquierda a derecha durante un buen rato, no
dejaban de emanar flujos de ella. Dejé libre su pecho izquierdo y metí de golpe en
su interior dos dedos, estos se deslizaron sin ninguna dificultad. Mientras seguía
lamiendo su clítoris empecé a penetrarla con cambios de ritmo regulares: lento,
rápido, medio, lento otra vez… y aquello parecía que a Alicia le encantaba. Estuve
así un buen rato, lo suficiente para que me empezara a doler el brazo hasta que al
fin poco a poco fui notando las contracciones en su vagina, así que comencé a
penetrarla lo más rápido que pude. Su cuerpo se tensó y empezó a convulsionarse
agresivamente mientras ella lanzaba un gran grito, me había quedado
impresionada de la fuerza de su orgasmo. Saqué mis dedos de ella, los lamí y
empecé a subir besando cada parte de su cuerpo lentamente mientras este
temblaba, su respiración era veloz. Besé su vientre, sus pechos, su cuello y antes
de ir a sus labios me estiré un poco más y desaté sus manos de la cama. Ella bajó
sus brazos y lo primero que hizo fue abrazarse a mí con fuerza. La miré con una
sonrisa en la cara, ella respondió al acto y la besé con toda la ternura que fui
capaz mientras acariciaba su cabeza.

Yo: ¿Te he hecho sufrir mucho?- pregunté con la voz calmada.

Ella asintió con cara de pena, aún no podía ni hablar.

Yo: ¿Ha valido la pena?

Ali: Mi amor, pensaba que me iba a morir del gusto- respondió agitada.
Yo: Me tomaré eso como un rotundo sí.

Ali: Puedes tomártelo como un rotundísimo sí- afirmó sonriendo empezando a


calmarse.

Volví a besarla e instantáneamente sus manos se posaron sobre mi culo, eso me


sacó una sonrisa. Noté que me empezó a desabrochar los ligueros, tanto por
delante como por detrás, y al acabar pudo meter sus manos por dentro del culotte
que llevaba puesto con más facilidad, empezando a agarrar, a mover y a arañar
mis nalgas. Era la parte de mi cuerpo que más le gustaba y, precisamente, la que
más odiaba yo. Pensaba que iba a ponerse encima de mí, pero me sorprendió al
hacer que yo subiera un poco dejando mi cuello a su entera disposición, me hacía
una idea de lo que quería hacer. Mientras ella jugaba con mi cuello empezando a
agitar mi respiración llevé mis manos a la lazada trasera del corsé para aflojarlo y
poder quitármelo pero Alicia se dio cuenta de ello y me interrumpió.

Ali: No te lo quites aún.

Yo: ¿Por qué?

Ali: A pesar de que quiero tocarte y sentirte mejor me pone muchísimo vértelo
puesto. Aunque si te incomoda quítatelo.

Yo: No, da igual. Me lo he puesto para que tú disfrutes- respondí con una sonrisa.

Volvimos a besarnos mientras ella apretaba con fuerza la zona de mis pechos,
aunque lo que yo quería era que utilizara su boca no podía quejarme, me gustaba
bastante lo que me estaba haciendo y si a ella le gustaba verme así yo estaría más
que dispuesta a complacerla. Abandonó mis labios para volver a mi cuello y,
haciendo que subiera un poco más, alcanzó a llegar también mi clavícula. Sus
manos se dirigieron de nuevo a mi culo y cogiendo los bordes del culotte
lentamente y con mi ayuda me lo quitó. Fui ascendiendo por su cuerpo mientras
ella no dejaba de besar el mío hasta que ella empujándome un poco hizo que me
sentara sobre su cara. Me agarré al cabecero de la cama al notar la lengua de
Alicia en mi clítoris, jugando con él.

Ella empezó a hacer virguerías con su lengua, o bien me penetraba o estimulaba


mi clítoris con ella de una manera divina. Para mí esa posición era de lo más
excitante posible, bajar la vista y ver cómo Ali me miraba mientras me hacía subir
al cielo me ponía demasiado, y por la manera en la que me miraba sabía que a ella
también le encendía ver la cara de placer que ponía. Al sentir dos dedos de Alicia
penetrarme me agarré con más fuerza al cabecero de la cama y apoyé mi mejilla
contra la pared mientras un grito escapaba de mi garganta, lo que me hacía me
estaba gustando demasiado. Empecé a mover suavemente mi cadera
instintivamente, ella de cada vez intensificaba más sus caricias haciendo que yo
gimiera más fuerte y a menudo. Llevé una mano a su cabeza al ella morder mi
clítoris y agarré suavemente su pelo. Rodeó mis piernas con sus brazos para
apartar mis labios dejando así más expuesto aquel pequeño botoncito de gran
placer. No podía más, sentía que estaba a punto de explotar, y así fue. Empecé a
sentir las contracciones en mi vagina hasta que explotó en mí un gran orgasmo,
me agarré con más fuerza aún al cabecero de la cama al sentir cómo temblaba mi
cuerpo. Estuve un par de segundos sin moverme, tratando de calmarme un poco
mientras Alicia me acariciaba y besaba mis piernas donde llegaba. Al cabo de un
rato me quité de encima de ella y bajé a besarla, tenía mis flujos un poco
esparcidos por su barbilla y alrededor de sus labios.

Yo: Eres una cerdita, te has pringado por todos lados- le dije sonriendo mientras la
limpiaba con mi mano.

Ali: ¿Cerdita yo? Tú, que te mueves mucho y sacas demasiada cantidad- me dijo
mirándome, eso me avergonzó un poco- Eso sí, a mí me encanta cómo sabes.

Mientras decía esto se llevó mis dedos con los cuales la había limpiado a su boca.
La miré mientras pensaba: ¿Podría volverme más loca esta mujer?

Yo: Cuando me enamoré de ti me di cuenta de una cosa- le dije mientras le


acariciaba el pelo.

Ali: ¿De qué?

Yo: Las pelirrojas me ponen muchísimo- confesé besándola.

Ali: Espera, espera. ¿Todas las pelirrojas te ponen muchísimo?- preguntó


mirándome alzando una ceja.

Yo: Solo mi novia preciosa, sexy y pelirroja me pone muchísimo, y además en


especial porque es natural.

Ali: Mmm eso está mejor- murmuró besándome.

Empecé a tocar sus pechos y en cuestión de segundos sus rosados pezones se


pusieron erectos, no dudé en apretujarlos entre mis dedos. Comenzó a gemir en
mi boca así que me dirigí a su cuello y al lóbulo de su oreja, luego de un par de
minutos dando atención a aquella zona bajé a sus pechos de nuevo. Jugueteaba
con ellos, los movía de lado a lado, pasaba mis dedos por sus pezones y los lamía.
Mientras prestaba toda mi atención a esas dos preciosidades mi mano bajó hasta
la entrepierna de Alicia, ya volvía a estar empapada y su clítoris hinchadísimo. De
un rápido movimiento ella se levantó y quedó sentada a horcajadas encima de mis
piernas mientras volvía a buscar mi boca. Nuestras lenguas se entrelazaban,
acariciándose, gustosas de la compañía que le ofrecía la otra. Alicia bajó por mi
mandíbula hasta mi cuello y se quedó ahí un buen rato.

Ali: Mi amor, ¿cómo se quita esto?- me preguntó susurrándome al oído.

Sonreí, cogí sus manos y las llevé a mi espalda.

Yo: Estira de aquí suavemente- le indiqué antes de besar su hombro.


Ella obedeció y estiró con cuidado de la lazada, noté cómo empezó a aflojarse y
solté un suspiro de alivio, estaba empezando a molestarme bastante. Cuando
Alicia notó que ya estaba lo suficientemente flojo volvió a mirarme sin saber qué
hacer, yo le señalé la parte central del corsé y lo entendió. Empezó a desabrochar
por arriba los pequeños broches metálicos y a medida que mi piel iba quedando
expuesta ella me dio pequeños besos. Al acabar de quitarme todos los broches
lanzó con suavidad el corsé al suelo y se me quedó mirando.

Ali: Con el corsé estabas preciosa, pero sin duda alguna te prefiero así- comentó
antes empezar a besar y acariciar mis pechos.

Gemí y me abracé a ella mientras se metía un pezón en la boca, después de tanto


tiempo teniéndolo erecto sin que le prestaran atención me había empezado a
doler. Fue intercambiando los mimos de un pecho a otro y poco a poco volví a
estar excitada. Mi pierna derecha estaba entre las de Ali y empezó a moverse
suavemente encima de ella. Al entender lo que quería hacer la detuve.

Yo: Mi amor no hagas esfuerzos, déjame a mí- le dije tumbándola y poniéndome


encima de ella.

Ali: Pero Ainhoa…

Yo: No me molesta, y no quiero que te esfuerces- le repetí besándole el cuello.

Me cogió la cara entre sus manos y me miró con ternura.

Ali: Te amo tanto- me susurró acariciándome la mejilla.

Yo: Y yo a ti mi amor, muchísimo- le contesté besándola.

Empecé a moverme encima de ella, mi sexo se frotaba contra su pierna y el suyo


contra la mía, se sentía bastante diferente pero no por eso era menos placentero.
Lo que más me gustaba de esa postura era que mientras nosotras nos
satisfacíamos a la vez podíamos besarnos. Sentir los gemidos de las dos mientras
lo hacíamos era muy excitante.

De cada vez empecé a moverme con mayor rapidez, siempre trataba de ejercer la
mayor presión posible con mi pierna derecha para darle mayor placer a Alicia, y
cuando me cansaba intentaba moverla con rapidez. Apoyaba parte de mi peso en
mis brazos para no chafar a Ali, lo cual también hacía que me cansara con rapidez.
Aun así no bajé el ritmo, de echo incluso lo aumenté. Empecé a besar su cuello y
ella me abrazó con fuerza, sus gemidos en mi oído era música para mí. Estuvimos
incontables minutos así, mi respiración de cada vez estaba más agitada y nuestros
gemidos pasaron a ser gritos. Nuestras bocas apenas se separaban, y si lo hacían
era para que pudiéramos respirar un poco.

Ali: Si-gue mi a-mor, no pa-res- gemía ella.


A pesar de que estaba agotada continué moviéndome, al cabo de pocos minutos
empezaron las contracciones en mi vagina, y por la expresión y los gemidos de
Alicia pude adivinar que ella estaba en la misma situación que yo. Al no poder
contenernos más ambas tuvimos un gran orgasmo a la vez, Alicia arañó mi
espalda y yo me desahogué succionándole el cuello. Me desplomé sobre ella
exhausta, con el corazón a mil por hora y el cuerpo temblando. Alicia volvió a
abrazarse a mí con más ternura mientras me besaba el cuello y los hombros, en
ese momento noté una gota de sudor resbalarme por la mejilla. Mi respiración fue
calmándose lentamente, estaba quedándome dormida encima de Alicia y ella se
percató de ello.

Ali: Mi amor, me estás chafando y te estás durmiendo- me dijo al oído


suavemente.

Yo: Perdona, lo siento- me disculpé levantándome de ella, tanto mi pierna como la


suya estaban pringadas de nuestros flujos- Voy a traer algo para limpiarnos.

Me levanté de la cama y me metí en el baño. Me quité las medias, la de la pierna


derecha estaba un poco mojada por los flujos de Ali que habían resbalado hasta
llegar a ella. Limpié mi muslo y mi vagina en el bidé y me sequé con una toalla,
cogí una más pequeña, la mojé un poco con agua y volví al cuarto. Había un
extraño olor en el ambiente. Me tumbé entre las piernas de Alicia y con la toalla le
limpié el muslo, cuando acabé hice lo mismo con su entrepierna. Traté de hacerlo
con cuidado sabiendo que la zona estaría aún un poco sensible y al acabar
deposité miles de suaves besos por toda su intimidad, luego subí un poco y
empecé a acariciar y besar con ternura su vientre, imaginándome el diminuto
tamaño que debería tener nuestro pequeñín. Al hacer esto ella me miró, me sonrió
y cogió mi mano, yo se la apreté con fuerza mientras levantaba mi vista y le
dedicaba también una sonrisa. Estuve un par de minutos así, luego subí a sus
labios, le di un apasionado beso y me levanté para dejar la toalla en el baño.
Cuando entré en la habitación de nuevo pude notar aún aquel olor.

Yo: Mi amor, aquí huele demasiado a sexo- comenté con una sonrisa.

Ali: Abre la ventana.

Yo: ¿No tendremos frío?

Ali: Si nos tapamos bien y te abrazas mucho a mí no- me miró desde la cama.

Volví a sonreír, abrí la ventana y fui junto a Ali a la cama. Nos tapamos y tal y
como dijo me abracé a ella quedando cara a cara.

Yo: Te amo.

Ali: Yo también te amo.


Me acerqué un poco y la besé con dulzura, ella puso su mano en mi cintura. Las
dos estábamos muy cansadas así que fue inevitable que al poco rato cayéramos en
un profundo sueño.

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Aquella mañana volví a despertar agitada y con un grado de excitación muy alto,
no podía ser. ¿Había vuelto a tener un sueño erótico con Alicia? Pensaba que la
situación se me estaba yendo de las manos cuando me di cuenta de que no era un
sueño. Abrí los ojos y pude contemplar a Alicia entre mis piernas mimando muy
cariñosamente a mi clítoris, su mano izquierda apretujaba uno de mis pezones.
Gemí mientras me mordía el labio, cerré los ojos con fuerza y eché mi cabeza
hacia atrás apoyando tan solo la parte superior en la almohada. Ella al notar que
estaba despierta puso más empeño en su tarea, enterré mis uñas en el colchón.
Esa mujer era una experta en hacer el amor, sabía exactamente dónde y cómo
tocarme para volverme loca, y lo mejor era que ella parecía disfrutarlo muchísimo.
Aquello me llevó a preguntarme con cuántas mujeres habría estado Alicia aparte
de mí para hacer las maravillas que me estaba brindando en ese instante.
Inmediatamente al pensar en eso me quedé con mal cuerpo, pero decidí apartar
ese pensamiento de mi cabeza para poder disfrutar de las caricias que tan
dulcemente Ali me estaba dando.

Su mano derecha empezó a acariciar mi vientre y mi pierna izquierda, que era la


que estaba a su alcance, y sentí la extraña pero grata combinación del placer y las
agradables cosquillas que su mano al recorrer mi piel me causaba. Su mano
izquierda abandonó mi pecho, bajó lentamente hasta mi intimidad y se quedó allí
empezando a jugar con mi entrada vaginal. Embadurnó dos de sus dedos en mis
flujos y empezó a moverlos lenta y circularmente sin penetrarme. Me estaba
desesperando.

Yo: Mi amor, por favor- le reclamé gimiendo.

Ali: ¿Qué ocurre?- me preguntó sin despegarse de mi clítoris.

Yo: Te necesito ya.

Ali: ¿Qué necesitas de mí?- volvió a preguntar juguetona, después de todo lo que
la había hecho esperar la noche pasada no me extrañaba en absoluto lo que me
estaba haciendo.

Yo: Te necesito dentro de mí, por favor- volví a pedirle desesperada.

Al decir eso ella succionó con fuerza mi clítoris y deslizó un dedo dentro de mí,
gemí audiblemente. Retiró el dedo lentamente y volvió al juego de antes. Estuvo
un par de minutos metiendo de tanto en tanto un dedo, el índice o el corazón, e
incluso a veces metía los dos pero luego volvía a sacarlos para repetir todo el rato
lo mismo. Aquello se sentía extremadamente bien y a pesar de que estaba
deseando que me penetrara salvajemente ese jueguecito que ella hacía con sus
dedos me estaba matando del gusto. Lo que más me fascinaba era la delicadeza y
la ternura con la que me hacía el amor. Se tomaba su tiempo en cada zona para
deleitarse ella misma con mi cuerpo y lo hacía todo con una lentitud que lejos de
impacientarme me enternecía y excitaba a la vez. Podría ser que a veces sus
movimientos por ejemplo al penetrarme fueran rápidos, pero podía notar que
trataba por encima de todo no hacerme daño y, como no, buscaba siempre darme
el mayor placer posible.

Ali: ¿Te gusta?- preguntó, noté que había levantado su vista.

Yo: Me encanta, no pares mi amor- le contesté entre gemidos, no encontré la


fuerza suficiente para mirarla al responderle.

Ella hundió más su cara entre mis piernas y movió rápidamente su cabeza de lado
a lado, había agarrado mi clítoris entre sus labios. Me estremecí y llevé mis manos
a su cabeza apretándola más aún a mí. No podía dejar de gemir, o más bien gritar,
una mezcla entre los dos. Pensaba que no podría sentir más placer cuando noté
entrar en mí tres de sus dedos a la vez, empezando a penetrarme a un ritmo
medio pero constante y fuerte. El grito que pegué debería haberse escuchado en
todo el hotel. Mi cadera empezó a moverse acompañando el vaivén que hacía
Alicia con sus dedos, arañé y estiré con fuerza las sábanas de la cama y arqueé mi
espalda de una forma casi inhumana. Ella continuó con lo suyo unos pocos
minutos más cuando sentí explotar en mí el mayor de los orgasmos que había
tenido nunca.

Yo: ¡ALICIA!- grité con todas mis fuerzas al alcanzar el clímax.

Mis piernas empezaron a temblar por sí solas y a esto le siguieron las brutales
convulsiones de mi cuerpo. Ella sacó sus dedos de mí y subió a abrazarme, yo me
aferré a su espalda con fuerza. Estuve un minuto entero sintiendo espasmos
mientras Alicia me besaba dulcemente el cuello y me repetía todo el rato al oído
que me amaba. Al cabo de un rato mi cuerpo dejó de estar tenso y encontró
descanso en el colchón, mi agitada respiración chocaba contra el cuello de Alicia.
Ella se alejó un poco de mí, me miró y me sonrió de la manera más tierna e
inocente que en mi corta vida había visto jamás. Se me ablandó el corazón.

Ali: Buenos días princesita- me saludó besándome tiernamente, pude notar


perfectamente mi sabor en su boca.

Yo: Buenos días mi amor. Créeme cuando digo que daría todo lo que tengo por
poder despertarme cada día así contigo- le contesté un poco más calmada
acariciándole la espalda.

Ali: Quería devolverte todo lo que me hiciste sentir anoche- me contestó sonriendo
y besándome la frente.

Yo: ¿Acaso no te lo devolví yo ayer?


Ali: Bueno, debo confesar que no me habría negado ante uno o dos orgasmos
más, pero estabas tan cansada que decidí dejarte dormir- me contestó
acariciándome la mejilla.

Yo: Qué boba que eres Ali, ¿por qué no me lo dijiste? A mí no me habría importado
continuar haciéndote el amor, es más, todo lo contrario. Me encanta tocarte y
hacerte gozar- le dije sintiéndome mal, yo encantada habría aceptado.

Ali: Ya lo sé mi amor, a mí también me encanta hacerte el amor, pero viendo que


casi te dormiste encima de mí y al notar que tú ya estabas bien me dio vergüenza
pedírtelo.

Yo: ¡Ay, qué tonta!-reí con ternura mirándola- No debes avergonzarte por eso mi
vida, sé que en la cama no soy la mejor pero tú sabes que yo lo hago con gusto.

Ali: No digas tonterías, de todas has sido la mejor- me contradijo sonriendo, luego
al darse cuenta de lo que había dicho su rostro cambió inmediatamente.

Aquello me hizo recordar lo que había pensado antes, no pude evitar que se
reflejara en mi rostro lo mal que me había sentado ese comentario a pesar de que
estaba completamente segura de que no lo había dicho a propósito.

Yo: De todas- repetí con mala cara, lo había dicho de una manera que me dio a
entender que había estado en la cama de muchísimas mujeres, o ellas en la suya.

Ali: Ainhoa yo… lo siento muchísimo, no quería…- no sabía qué decirme, su cara
demostraba el arrepentimiento y la metedura de pata que acababa de cometer.

Yo: ¿Sabes qué? Olvídalo- comenté antes de abalanzarme sobre sus labios.

Ali: Pero- intentó separarse de mí para poder disculparse de nuevo, pero no la


dejé.

Volví a besarla agresivamente, me moví y la dejé debajo de mí. Pude sentir la


rabia de los celos apoderarse de mí, ¿cuántas mujeres habrían estado en mi
misma situación, tocándola, besándola y haciéndole el amor? Pero yo no era
ninguna de ellas, e iba a esforzarme en dejárselo saber. Le haría el amor de tal
manera que al acabar no se acordaría de ninguna más que yo.

Mientras nuestras lenguas jugueteaban yo llevé mis manos a sus pechos y empecé
a acariciar sus pezones, estos se pusieron duros al instante y ella gimió en mi
boca. Mordí con fuerza su labio inferior con la intención de que lo notara y bajé a
su cuello. Me fijé y vi que tanto en el lado derecho como en el izquierdo tenía
varios chupetones míos, sonreí al verlo y decidí hacerle más. Primero pasé mi
lengua de abajo a arriba en el lado derecho, acabando en su oreja. Ella se
estremeció ante esto. Después besé y mordí suavemente la zona que había
cubierto con mi saliva y succioné su piel durante unos segundos. Al separarme
toda esa zona estaba rojiza. Sonreí y repetí el mismo proceso en el otro lado. Ella
se abrazó a mí y empezó a arañar mi espalda suavemente mientras de tanto en
tanto gemía en mi oído. No sabía bien si era por la estimulación de sus pezones,
por las lamidas, los besos, los mordiscos y succiones en su cuello o ambas, pero
me gustaba muchísimo escucharla.

Ali: Me encantas- gimió.

Me separé de ella un poco y la miré, apenas tenía los ojos abiertos.

Yo: ¿Más que ‘todas’?- pregunté mirándola fijamente.

Ali: Bueno, Ana tenía una fogosidad y una sensualidad al tocarme…- me picó, sabía
perfectamente el efecto que tendría aquel comentario en mí.

Reaccioné exactamente como ella quería. Me acerqué a besarla con brusquedad y


apretujé con fuerza sus pezones, ella gritó en una mezcla de placer y dolor. Sabía
que lo había dicho para ponerme celosa y que fuera más agresiva al tocarla, pero
no podía evitar sentirme furiosa al pensar que varias mujeres la habían poseído.
Decidí dejar su boca libre y descendí por su cuello hasta sus pechos. Observé su
pezón izquierdo antes de metérmelo en la boca y empezar a lamerlo, succionarlo y
morderlo durante un buen rato. Mientras empezaba a mimar su otro pezón mi
mano se dirigió a su sexo, estaba mojadísima. Masajeé lenta y circularmente su
clítoris y Ali empezó a mover su cadera contra mi mano, en ningún momento dejé
de estimular sus pezones con mi boca de todas las maneras posibles. Los gemidos
de Alicia poco a poco dejaron de ser tan inaudibles dado que había aumentado el
ritmo con el que masajeaba su clítoris. La mano que me quedaba libre se dedicó a
arañar suavemente la piel de Ali: sus piernas, su abdomen, sus brazos… todo lo
que estaba a su alcance. Descubrí que a ella le gustaba mucho que lo hiciera, así
que no me detuve.

Lentamente fui descendiendo de sus pechos a su barriga, y de esta a su sexo


palpitante. A pesar de que mi cara estaba a escasos centímetros de él mi boca no
lo tocó, el dedo pulgar de mi mano izquierda se encargó de su clítoris y los dedos
de mi mano derecha fueron turnándose para penetrarla. Lo hacía lentamente pero
con fuerza, doblando mis dedos en su interior. Ella ya se estaba retorciendo de
placer y ni siquiera había utilizado mi boca.

Ali: Amor no seas mala- me dijo en un gemido.

Llevó sus manos a mi cabeza e hizo presión para que utilizara mi boca, pero lo
único que consiguió fue que mis labios entraran en contacto con su piel. Detuve
todos los movimientos que había estado ejecutando.

Ali: Por favor- rogó moviendo más aún sus caderas en busca de contacto.

Yo: ¿Ana y ‘todas’ no te hacían sufrir? ¿O eran más benévolas que yo?- le
pregunté mientras en ese momento volvía a meter mis dedos en su interior con
fuerza, ella gritó.
Ali: No me hacían sufrir y eran muy benévolas, pero tú les das un millón de
patadas- me confesó mirándome.

Al acabar de escucharla decir eso continué con las embestidas de mis dedos y
decidí prestar atención a su clítoris, ella cerró los ojos, se mordió el labio con
fuerza y soltó un gran gemido. Dirigí mi mano izquierda, que había sido
reemplazada por mi boca, a sus pechos, y fui intercambiando las caricias de uno a
otro. Me mantuve así durante bastantes minutos, penetrándola, succionando y
lamiendo su clítoris y retorciendo sus pezones. Al poco rato no pudo soportarlo
más y después de una serie de contracciones en su vagina un agudo y largo grito
me hizo saber que había alcanzado el orgasmo.

Saqué mis dedos de ella y fui subiendo lentamente dando pequeños besos a su
piel. Al llegar a la altura de su cara me quedé mirándola durante unos instantes,
luego sonriendo le acaricié la mejilla y la besé.

Ali: ¿Cómo pudiste llegar a pensar que no me gustaba tu forma de hacerme el


amor?- me preguntó agitada.

Me encogí de hombros con expresión neutra y me tumbé a su lado, ella me miró


fijamente.

Ali: ¿Qué pasa?- habló al cabo de un par de segundos.

Yo: ¿A cuántas mujeres hacías referencia antes con ‘todas’?- le pregunté con un
tono suave, casi acusador.

Ella cerró los ojos, se giró para que quedásemos cara a cara y volvió a abrirlos
mirándome.

Ali: Se me escapó, no quería decirlo. Luego cuando empezaste a tocarme pude


notar lo celosa que estabas, me hizo gracia y por eso volví a comentártelo.

Yo: No contestas a mi pregunta.

Ali: ¿Es necesario que te responda eso?

Yo: Sí, y no me mientas.

Ella se quedó unos instantes cavilando la respuesta.

Ali: No puedo recordarlo.

Yo: Alicia- la llamé para que me diera una respuesta completa.

Ali: He… estado con tantas mujeres que no puedo recordarlo- se resignó a darme
mi respuesta.
Por la expresión en su rostro pude notar que mis ojos habían reflejado lo que sentí
al escuchar su respuesta. Sí, lo admitía, era masoquista.

Ali: Lo siento, de haber sabido que iba a molestarte tanto no habría vuelto a
decírtelo antes- se disculpó avergonzada.

Yo: ¿Cómo no quieres que me moleste saber que unas manos que no eran las
mías te hayan tocado, que unos labios que no eran los míos te hayan besado, que
una mujer que no era yo te haya hecho el amor?

No pude evitar que mis celos hicieran presencia y ella lo notó. Sabía que no tenía
derecho a enfadarme con ella, de hecho no lo estaba, más bien estaba molesta. ‘Ni
enfadada ni molesta ni leches en vinagre, tú lo que estás es celosa perdida’

Ali: Lo sé mi amor, lo sé, y de verdad siento ser tan bocazas por haber soltado el
comentario más ingenioso en el momento más oportuno, pero te equivocas en una
cosa.

Yo: ¿En qué?

Ali: Lo máximo que he podido hacer con esas mujeres ha sido tener sexo. No
puedo asegurarte que eres la primera que me ha hecho el amor porque sería
mentir, pero lo que sí puedo asegurarte es que eres la primera a la que se lo hago-
me contestó mirándome con ternura.

Aquello irremediablemente me sacó una sonrisa.

Ali: Sé que para ti no es fácil pensar que he estado con más mujeres, si estuviera
en tu situación yo también me pondría así, pero antes yo era de esa manera.
Buscaba mujeres para pasar un buen rato, me acostaba con ellas y nada más,
luego si te he visto no me acuerdo. Ni siquiera me importaban sus sentimientos,
no me paraba a pensar en si les podía estar haciendo daño o no.

Me quedé bastante sorprendida ante lo que me dijo, no me lo esperaba en


absoluto.

Yo: Perdóname, pero me cuesta muchísimo creer que hayas podido ser así. Eres
una de las personas más solidarias que conozco, siempre te has preocupado por
todos los que te han rodeado.

Ali: Ahora sí, pero antes era todo lo contrario. Mi mundo se basaba en yo, yo, yo y
más yo.

Yo: ¿Qué te hizo cambiar?- pregunté con curiosidad.

Ali: Quién, más bien- me dijo sonriendo-Tú- me miró, mi asombro fue en


aumento- Antes me tomaba la vida a la ligera, salía de fiesta, me emborrachaba
día sí y día también, pasaba de cama en cama y de mujer en mujer… a ese ritmo
no era de extrañar que repitiera curso. Y entonces te conocí a ti- en ese momento
acarició mi mejilla y me miró con dulzura- Pusiste mi mundo patas arriba Ainhoa,
cambiaste por completo mi forma de pensar y de ser. Me enamoré perdidamente
de ti.

Yo: No tenía ni idea, no sé qué decir.

Ali: Eres la primera persona a la que se lo cuento, no tienes que decir nada.

Yo: Gracias por confiar en mí para contarme cómo eras antes, me gusta que lo
hayas hecho- le dije cogiéndole la mano.

Ali: No tienes que agradecerme nada.

Yo: Aun me cuesta creerlo, simplemente no puedo imaginarte siendo así.

Ali: Lo sé, apenas podía creerlo yo. No estoy muy orgullosa de lo que hice, me
arrepiento muchísimo de mi primera vez. La virginidad es algo que he empezado a
valorar en los últimos dos años.

Yo: Bueno mi amor, ya pasó. Yo no puedo decir lo mismo porque a pesar de que la
perdí con Sergio la perdí amándole y en su momento me pareció algo muy especial
y bonito.

Ali: Me alegra que puedas conservar bonitos recuerdos de ello.

Le sonreí y me acerqué para besarla, por alguna razón saber de su pasado me hizo
sentirme más unida a ella.

Yo: ¿Te gustó el baile y la sorpresita de ayer?

Ali: Decir que me encantó sería quedarme corta mi amor. En un principio al verte
bailar me causó un poco de gracia, pero poco a poco a medida que los segundos
pasaban aquel bailecito se convirtió en lo más sensual, sexy y excitante que había
visto en mi vida. Minutos después tuve que corregir esa última frase al verte con el
corsé puesto. Me encantó muchísimo, sin duda es la mejor noche que he tenido
nunca y que no pienso olvidar.

Yo: Me alegra que te gustara, estuve una semana entera buscando el corsé ideal.

Ali: Puedo asegurarte que lo encontraste. ¿Cómo te las arreglaste para ponértelo?

Yo: Le pedí a Marta que viniera un par de horas antes de que me recogieras para
que me ayudara a ponérmelo- al decir esto su rostro cambió.

Ali: ¿A Marta? ¿Te pusiste desnuda delante de Marta?

Yo: ¡No me puedo creer que te estés poniendo celosa de Marta!- exclamé
empezando a reír- Mi amor, ella y yo llevamos viéndonos desnudas desde que
somos unas crías. Además, te recuerdo que ella está saliendo con nuestro querido
Javier, y por si eso no te es suficiente, ¿te acuerdas de que ella es heterosexual?

Ali: Ya ya, ya lo sé, lo siento. Es que la idea de estar tú desnuda delante de


alguien más…

Yo: Te pone celosa- añadí mirándola con una sonrisa.

Ali: Me pone celosa- admitió respondiéndome con otra sonrisa de su parte.

Yo: ¿Y entonces qué se supone que tendré que hacer yo cuando des a luz y tengas
a todos esos médicos alrededor tuyo mirando expectantes?

Ella soltó una carcajada y me miró.

Ali: Entonces supongo que no tendrás otro remedio que aguantarte.

Yo: Mmm iré empezando a afilar los cuchillos por si veo que alguno se sobrepasa
con las miraditas- comenté entrecerrando los ojos.

Ella volvió a reír, se acurrucó a mí abrazándome por la cintura y se tapó hasta el


cuello, dada la postura en la que estaba ella mi torso seguía descubierto, cosa que
me importó poco.

Ali: Gracias por todo- me dijo de repente.

Yo: ¿Por qué me dices eso ahora?- pregunté desconcertada.

Ali: Explicarte cómo era antes me ha hecho revivir toda esa época, lo
despreocupada que era y la manera en la que me comportaba. Me alegro de
haberte conocido no por estar ahora así contigo, que también, sino porque si no lo
hubiera hecho probablemente seguiría siendo de la misma manera.

Yo: Estoy segura de que tarde o temprano habrías cambiado- le contesté


acariciándole el hombro.

Ali: Probablemente, pero con toda seguridad lo habría hecho demasiado tarde
como para poder hacer algo de provecho con mi vida. Te estoy agradecida por
ello- me dijo levantando la cabeza para mirarme.

Yo: No debes agradecerme nada mi amor.

Ella me sonrió, me besó la barriga y volvió a recostar la cabeza sobre esta.


Levanté la mirada y miré las preciosas vistas al mar y la montaña a través del
gran ventanal que había en la pared, el cielo estaba nublado y eso para mi gusto
aumentaba la belleza del paisaje. Volví a posar mi mirada sobre Alicia, parecía que
se había quedado dormida. No me extrañaba, no debían ser más ocho de la
mañana, al parecer se había levantado con ganas de fiesta. Estuve observándola
durante un par de minutos más hasta que decidí continuar durmiendo. Entonces,
poco después de haber cerrado los ojos, su voz me llamó.

Ali: ¿Mi amor?

Yo: Dime.

Ali: Ven a vivir conmigo.

Al escucharla decir eso abrí los ojos, ella no se había movido ni un centímetro.

Yo: ¿Me vas a permitir coger un trabajo por la mañana para ayudarte con los
gastos?

Ali: No.

Yo: Entonces ahí tienes tu respuesta.

Ali: Pero…- empezó a decir girándose para mirarme.

Yo: No quiero que me mantengas, una cosa es que lo hagan mis padres y otra
muy diferente que lo hagas tú- la interrumpí.

Ali: A mí no me importa Ainhoa. Después de ver lo mucho que te has preocupado


por mí estos dos meses, de ver lo bien que me has aceptado con el embarazo, de
entenderme, de no juzgarme, de no reprocharme nada, de ni tan solo
preguntarme algo siento que es lo mínimo que debo hacer.

Yo: ¿Con qué derecho podría juzgarte Alicia? ¿Quién soy yo para reprocharte que
te hayas quedado embarazada? No me debes nada.

Ali: Estás metiendo en tu vida una carga de la que no tienes que ser responsable si
no quieres, no quiero obligarte. Si no quieres responsabilizarte del bebé te voy a
entender, no pienso echarte nada en cara.

Yo: Para para para, nos estamos desviando mucho del tema y estás diciendo cosas
que no son. Para empezar quiero aclararte que el bebé no es ninguna carga para
mí y si me estoy responsabilizando de él es porque lo quiero, quiero tener un hijo
contigo porque te amo- le dije muy seria mirándola- Que un imbécil el cual
supuestamente decía que te amaba se acostara contigo, te dejara embarazada y
luego se desentendiera completamente del niño huyendo como un puto cobarde no
significa que yo vaya a hacer lo mismo.

Ali: Tan solo quiero asegurarme de que es esto lo que quieres para tu vida.

Yo: Formar una familia es lo que quiero para mi vida, así que sí, esto es lo que
quiero.

Ali: Entonces ven a vivir conmigo.


Yo: ¿Crees que no sé que a duras penas estás pagando el alquiler y todos los
demás gastos? No puedes permitirte que otra persona viva contigo y lo sabes de
sobra.

Ali: Iríamos bastante justas pero si nos apretáramos el cinturón podríamos vivir
bien.

Yo: ¿Y cuando nazca el bebé qué? No llegaremos a fin de mes ni queriendo.

Ali: Entonces haré uso del dinero que me ha dejado Andrés y de lo que tengo yo
ahorrado.

Yo: No quiero…- antes de que pudiera seguir hablando me interrumpió.

Ali: Solo serán dos años Ainhoa, cuando acabes el FP y tengas trabajo entonces si
quieres podremos mudarnos a una casa más grande y ahí pagaremos la casa a
medias. Piénsalo, ¿vale? Con el bebé ya nos las arreglaremos.

Me quedé unos segundos mirándola, ella no apartó la vista.

Yo: Está bien, me lo pensaré, pero que conste que con esto no estoy diciendo que
sí.

Ella me sonrió, se acercó a mí y tumbándose encima de mí me besó. Al separarnos


empecé a hacerle cosquillas, se retorció encima de mí tratando de apartarse pero
con un brazo evité que lo hiciera. Entonces ella también empezó a hacerme
cosquillas. Estuvimos así un par de minutos hasta que Ali decidió que la mejor
manera de pararme era besarme. Como pudo se escapó un segundo de mis manos
y me besó, su lengua buscó la mía. Al instante dejé de hacerle cosquillas, pero mis
manos no se quedaron quietas, empecé a acariciar su espalda con suavidad.

Ali: Ya sé cómo llamar tu atención rápidamente- comentó sonriendo al separarse.

La miré y también le sonreí, le besé la mejilla, luego los labios, la nariz y para
finalizar la frente. Ella me sonrió tiernamente y bajó la mirada.

Ali: ¿Tienes frío?- me preguntó sin mirarme.

Seguí con la vista hacia donde ella estaba mirando, su mirada estaba posada en mi
pezón que debido al frío se había puesto duro. Reí y ella me miró.

Yo: Un poco- admití.

Se tumbó un poco en el colchón, pero aun así dejando la mitad de su cuerpo sobre
el mío, y subió el edredón hasta mi cuello. Al terminar de hacer eso ella recostó su
cabeza en el hueco de mi cuello y suspiró, yo apoyé mi cabeza sobre la suya y la
rodeé con mis brazos. Su mano, que estaba en mi hombro, me acariciaba
suavemente.
Ali: Te amo muchísimo- me susurró.

Yo: Yo también te amo, más de lo que te puedas imaginar.

Puso sus manos a ambos lados de mí y volvió a acurrucarse, se quedó dormida en


cuestión de minutos. Poco tiempo después yo me uní a ella. Al cabo de un par de
horas desperté al sentir un movimiento brusco sobre mí y algunos gritos. Abrí los
ojos y vi a un hombre en la puerta del cuarto mirando hacia la cama con los ojos
muy abiertos. Me costó entender un poco que lo que estaba mirando era cierta
parte de mi cuerpo que estaba descubierta.

Ali: ¡¿Se puede saber qué coño estás haciendo aquí y quién diablos te crees para
mirar el cuerpo de mi novia?!- le gritó furiosa tapándome con el edredón al
instante.

Hombre: Y-yo lo siento mucho, pensaba que no había nadie- se disculpó con la
cara roja y apartando la mirada rápidamente.

Ali: No no, déjalo, si quieres te traes una silla, una cervecita y así continuas
comiéndote a mi novia con los ojos- espetó con un tono de voz realmente
agresivo, echaba chispas por los ojos.

Yo: Ali, tranquila- le susurré al oído.

Yo, a diferencia de ella, estaba realmente calmada. Entendía que el pobre hombre
al entrar a limpiar el cuarto se quedara un poco impresionado al ver a dos mujeres
juntas en una cama y una de ellas con el torso al descubierto. Y claro, los hombres
son hombres así que…

Aquel chico al escuchar lo que le dijo salió disparado del cuarto, pudimos escuchar
perfectamente el portazo que dio.

Ali: Pienso ir a quejarme- comentó molesta.

Me daba mucha ternura y gracia que se pusiera tan celosa por mí, estaba
realmente mona cuando se enfadaba de esa manera.

Yo: Mi amor, no hace falta que lo dramatices tanto, ¿qué iba a saber él que
estábamos desnudas, o para empezar, que estábamos?

Ali: Ha sido entrar en el cuarto y mirarte descaradamente las tetas, suerte que no
me he levantado porque se habría tragado la zapatilla.

No pude evitarlo más y comencé a reír.

Yo: ¡Es un hombre, si se encuentra a una mujer desnuda en la cama está claro
que va a mirar aunque no quiera!
Ali: ¡Como si es un mono! Que se le vaya un poco la vista puedo llegar a
entenderlo pero no que te mirara como te ha mirado. Y qué coño, ¡ni aunque se le
hubiera ido la vista un poco! No me da la gana que nadie te mire, voy a hacer
que…

En ese momento la interrumpí besándola y poniéndome encima de ella. Al


separarnos ella continuó con los ojos cerrados debido a la intensidad del beso.

Ali: Le despidan- acabó la frase que había dejado a medias abriendo los ojos.

Yo: No vas a hacer que despidan a nadie, bastante mal está la cosa como para que
al pobre chaval le despidan por un incidente completamente normal- cogí sus
manos y las llevé a mis pechos- Esto- luego las llevé a mis nalgas- Esto- para
acabar llevé su mano derecha a mi pubis- Y esto, es todo tuyo, así que deja de
ponerte tan celosa porque por mucho que me miren todo eso seguirá siendo tuyo,
y yo seguiré queriéndote a ti- murmuré muy cerca de su cara.

Ella empezó a masajear lentamente mi clítoris mientras me miraba fijamente.

Ali: Y todo esto de aquí dentro, ¿también es mío?- me preguntó metiendo su dedo
corazón dentro de mí y removiéndolo.

Yo: Mmmm sí- gemí en su boca.

Ali: Bueno es saberlo.

Yo: Mi amor, de verdad que me quedaría aquí todo el día contigo haciendo el
amor, pero tenemos que salir. Me estoy muriendo de hambre- le dije antes de que
me excitara demasiado.

Ali: Jajaja está bien- dijo sacando su dedo de mí- Aunque yo podría comerte a ti.

Yo: Yo también, pero si quieres más de lo de anoche tendrás que aguantarte- le


dije mirándola con una sonrisa pícara y levantándome de la cama.

Ali: Estaría un día entero en ayunas si hiciera falta para que me repitieras lo de
anoche- murmuró mirándome de arriba abajo con descaro.

Le sonreí, recogí mi ropa del suelo y cogí el corsé.

Yo: Si te portas bien otro día te lo repetiré, y no hará falta que ayunes para ello- le
prometí guardando mis cosas en mi maleta y sacando ropa limpia- Voy a darme
una ducha bien calentita, ¿vienes o vas a quedarte en la cama hasta que salga?

Ali: Voy, voy- bostezó estirándose.

Mientras ella terminaba de estirarse yo fui metiéndome al baño, me puse frente al


espejo y me giré un poco viéndome el trasero.
Ali: ¿Qué tanto te miras?- me preguntó al cabo de un rato.

Yo: Mi culo, lo odio. Creo que voy a operármelo, he encontrado una oferta
bastante barata- mentí a lo último, quería ver qué decía.

Ali: Estás de coña- murmuró riéndose, luego al ver mi cara de seriedad añadió-
¿Verdad?

Yo: Lo digo muy en serio Alicia.

Ali: No serías capaz.

Yo: ¿No? ¿Estás completamente segura de ello?

Ali: Pero ¿por qué? Así está perfecto mi amor, a mí me encanta. Sabes de sobra
que es la parte de tu cuerpo que más me gusta- puso una cara de angustia con la
que me costó muchísimo aguantar la risa.

Yo: Y tú sabes de sobra que es la parte de mi cuerpo que más detesto.

Ali: Pues no entiendo por qué, deberías sentirte orgullosa. Mi admiración por tu
trasero es enorme.

Yo: Tan enorme como él mismo. Está decidido, voy a hacer algo con él.

Ali: Como le hagas algo a ese pedazo de maravilla de la naturaleza tendré que
replantearme seriamente nuestra relación, o al menos nuestras relaciones
sexuales.

Yo: O sea, que nuestra relación o relaciones sexuales dependen de lo que decida
hacer con mi culo, ¿no?

Ali: Ahí le has dao.

Yo: ¿Me tengo que tomar tu ultimátum en serio?

Ali: ¿Me tengo que tomar tu decisión de operarte el culo en serio?

Yo: No.

Ali: Pues entonces tampoco.

Yo: Perfecto- concluí con una sonrisa.

Se acercó a mí, me besó y nos metimos juntas en la ducha. Las duchas, cuando
las tomábamos ella y yo juntas, podían alargarse minutos y minutos, incluso
llegando a las dos horas. No podíamos contenernos a besarnos, a acariciarnos y a
jugar con el agua como si fuéramos niñas pequeñas, cambiando la temperatura del
agua a traición o cortándola de repente. Pero así éramos felices, ver su sonrisa y
escuchar su preciosa risa me hacía feliz. Ella lo significaba todo para mí,
absolutamente todo, y el simple hecho de imaginarme que algo pudiera ocurrirle a
ella con el embarazo hacía que se me viniera el mundo a los pies.

Ali: ¿Qué te ocurre?- me preguntó abrazándome por la espalda notando mi


malestar ante ese pensamiento.

Yo: Nada, es que me parece muy fuerte que pongas por delante a mi culo que a
mí misma- mentí girando el cuello y sonriéndole.

Ali: Pondría mi vida por delante de la tuya si hiciera falta sin dudarlo ni un
segundo, ¿pero tu culo? Eso nunca- rió besándome el cuello.

Yo: ¿Por qué te gusta tanto? No lo entiendo- negué con la cabeza.

Ali: No sé, es que es grande, redondo, duro, está justo en su sitio… es perfecto-
dijo agarrándome las nalgas con cada mano.

Ante esto reí, me giré y rodeé su cuello con mis brazos antes de besarla.

Yo: Tu culo tampoco se queda atrás, pero tus pechos… son mi perdición.

Ali: Vaya, ahora la sorprendida soy yo. ¿Por qué te gustan?

Yo: Son suaves, tersos, perfectamente redondos, bien subiditos, son bien
blanquitos y tienen el tamaño perfecto. Me encantan.

Ali: ¿Te gusta que sea tan blanca?

Yo: Dado que no es una palidez con apariencia enfermiza sí, me gusta mucho.

Me miró unos instantes, al parecer sorprendida por mi respuesta, y volvió a hablar.

Ali: Tú y yo sabemos bien que son pequeñas- murmuró refiriéndose otra vez a sus
pechos.

Yo: ¡Eso no es cierto! Y aunque lo fueran me daría igual, te seguirían haciendo a


mis ojos igual de sexy y femenina.

Ali: Pensaba que eso era mi forma de morderme el labio.

Yo: Me refería sexualmente hablando. Lo que más me atrae de ti


normalmente….no podría escoger nada, me encantas tú entera.

Ella me sonrió y unió nuestros labios. Poco rato después nuestro beso se vio
interrumpido por el rugido de mi estómago. Alicia y yo nos separamos riendo.

Ali: Alguien tiene hambre.


Yo: Me parece que sí. ¿Te das cuenta que llevamos alrededor de diez minutos
abrazadas y hablando con el agua cayendo habiendo acabado ya hace un buen
rato nuestra ducha?

Ali: Ahora que lo dices, sí. Contigo el tiempo pasa demasiado rápido- dijo esto
último con fastidio.

Yo: Menos mal que no soy la única que piensa eso- murmuré volviéndola a besar,
de nuevo mi estómago sonó.

Ali: Vamos a comer algo antes de que el hambre te consuma por dentro- comentó
con una sonrisa.

Yo: Exagerada.

Salimos de la ducha y entre besos y risas conseguimos vestirnos. Cogimos un par


de cosas y salimos de la habitación. Justo cuando yo estaba cerrando la puerta el
mismo hombre que había entrado a nuestro cuarto aquella mañana sacando el
lado más celoso de Alicia estaba sacando el carrito de la limpieza de la habitación
de enfrente. Aquel hombre se nos quedó mirando avergonzado.

Ali: No quiero que la mires ni con ropa, ¿entendido?- le susurró


amenazadoramente pensando que no la estaba escuchando, el hombre se quedó
de piedra.

Yo: ¡Alicia!- la regañé empujándola un poco para quedar yo delante de él, pude
leer en su traje que se llamaba Luís- Discúlpela por favor, esto del embarazo le
afecta un poco en la cabeza.

Noté como Ali me echó una mirada asesina, pero la ignoré.

Luís: El que debe disculparse soy yo, no debí haberla mirado de aquella manera,
pero no tenía ni idea de que ustedes estaban dentro. Ruego que me disculpen, por
favor.

Yo: No se preocupe. Ahora que la habitación sí que está vacía puede entrar a
limpiarla con total tranquilidad.

Luís: Eso haré, y de verdad lo siento mucho.

Yo: Tranquilo, no pasa nada. Que pase un buen día- me despedí con una sonrisa.

Luís: Igualmente.

Empezamos a caminar alejándonos de él, noté que Alicia me estaba mirando así
que volteé a verla.

Ali: ‘¿Esto del embarazo le afecta un poco en la cabeza?’ ¿En serio?


Empecé a reír y le cogí la mano.

Yo: Ay mi amor, era para quitarle tensión al momento. ¿Has visto cómo se ha
quedado con tu comentario?

Ali: Y debería haberle dicho algo más.

Yo: Ya vale. Entiendo que te ponga celosa que alguien me haya mirado estando
semi desnuda, pero te estás pasando- comenté mientras nos metíamos en el
ascensor.

Ali: Vale, tienes razón, lo siento- se disculpó al fin.

Yo: Bien, menos mal que entras en razón.

Estuvimos unos segundos en silencio, como aun notaba su mirada en mí volví a


mirarla.

Yo: ¿Qué?

Ali: ¿Has visto cómo coqueteaba contigo?

Puse los ojos en blanco, suspiré y volví a mirarla.

Yo: Alicia, soy una humana completamente normal e igual al resto. Que a ti te
parezca atractiva no significa que vaya a gustarle a todo el mundo.

Ali: ¡Pues entonces tendría que insultarle por estar tan ciego!

Conciencia, dame paciencia en estos últimos pisos que quedan, por favor.
‘Conciencia, paciencia, te ha quedado bien y todo eh’ O sea, que según tú/yo estás
para hacerme la vida lo más llevadera posible, pero para una vez que te pido que
me ayudes te distraes a la más mínima tontería. ‘Luna quiere ser maaaaadre, y no
encuentras querer que te haga mujer, lala lala la laaaa lalala lala’ Ajjj.

Yo: Sí, le insultarías por estar ciego y luego volverías a insultarle por mirarme,
formándose así un bucle vicioso del que no saldrías nunca. ¿Quieres por favor
dejarlo ya?

Ali: Pero…

Antes de que continuara me abalancé sobre ella arrinconándola contra la esquina


del ascensor y empecé a besarla apasionadamente, la agarré de la cintura. Mi
lengua recorrió su cavidad bucal ya que ella se había quedado tan sorprendida que
ni tiempo tuvo de corresponderme. El ascensor se paró y se abrió, así que me
separé de ella y caminé hacia el pasillo. Me giré y vi que Ali aún seguía contra la
pared bastante despistada, y cuando empezó a caminar para salir del ascensor las
puertas de este se cerraron.
Ali: ¡Eh!- pude escucharla decir antes de que las puertas metálicas se juntaran.

Hice un gesto de negación con la cabeza y sonriendo empecé a subir las escaleras
corriendo. Al llegar al tercer piso pude ver que las puertas ya se habían abierto,
una pareja de ancianos ingresaba al ascensor mientras Alicia salía muy seria y
ruborizada. Ante esto lo único que pude hacer fue empezar a reírme
escandalosamente. Ella pasó rápidamente por delante de mí.

Ali: Vamos a desayunar.

Yo: Espera Ali, es muy tarde para desayunar, hagamos tiempo y así comemos
directamente- le dije cogiéndole la mano entre carcajadas.

Se giró y me miró fijamente.

Ali: Está bien- respondió fríamente.

Yo: ¡Vamos, ha sido gracioso!- exclamé estirando de su mano para que


quedáramos frente a frente.

Ali: ¡Habrá sido gracioso para ti!

Yo: Venga, ¿una sonrisita?- ella negó con la cabeza- Por mí, anda- volvió a negar-
¿Y si te digo que eres la mujer más preciosa del mundo?

Ali: Uhum- murmuró.

Yo: ¿Eres lo más bonito que me ha pasado en la vida?

Ella volvió a negar, pero no pudo evitar que las comisuras de sus labios se
curvaran un poco hacia arriba. Me acerqué a ella y pegué mi boca a su oído.

Yo: ¿Y si te digo que esta mañana una preciosidad de mujer, que casualmente es
lo más bonito que me ha pasado en la vida, me ha despertado haciéndome el
mejor sexo oral que he tenido en mi vida?- esta vez pude notar que se rió, me
separé un poco más de ella y la vi sonreír- Oh, eso sí que te saca una sonrisa ¿eh?
Ya veo por lo que te mueves.

Ella volvió a sonreír, me atrajo hacia ella y atrapó mis labios con los suyos. Varias
personas se nos quedaron mirando pero no nos importó en lo más mínimo.

Ali: ¿Dónde quieres ir?- me preguntó apartándome un mechón de pelo de la cara.

Yo: Podríamos aprovechar las vistas que hay para hacernos un par de fotos, ¿no?

Ali: ¿Has traído la cámara?


Yo: Sí, la tengo en el bolso. Es que me he dado cuenta de que no tengo ninguna
foto nuestra desde que empezamos a salir, ¿con qué voy a recordarnos cuando
llevemos mucho tiempo sin vernos?

Ali: Pues con las otras muchas fotos que nos hemos hecho a lo largo de los años.

Yo: ¿Sabes cuál es el problema? Que en ninguna de esas fotos salimos


besándonos, ni abrazadas, ni haciéndonos cariñitos y mimitos. Además, esas fotos
me recuerdan que aún faltaba mucho para que estuviéramos juntas.

Ali: Mmm tienes razón, qué época más mala. Y pensar que no sabías lo que era
tener sexo conmigo, pobrecita.

La miré levantando la ceja.

Yo: Primero, no te lo creas tanto. Segundo, ¿eso es lo que es para ti, sexo?

Ali: Sabes muy bien que es una forma de hablar.

Yo: No, no me refería a eso- dije empezando a caminar con una sonrisa- Es que lo
que haces no puede llamarse sexo- observé la reacción de su rostro.

Ali: Pues perdona, pero los gemidos y súplicas de esta mañana y ayer noche no
decían lo mismo- me siguió picada.

Me paré y me giré, al estar Alicia justo detrás de mí quedamos completamente


pegadas, nuestros rostros estaban a escasos centímetros.

Yo: Para súplicas, las que me soltaste tú por la noche. Pero es que lo que tú me
haces es tan bueno, me gusta y lo gozo tanto, y hace que me corra de una manera
tan brutal como exquisita que hace que la palabra sexo se le quede enormemente
pequeña- concluí susurrando sacándole a ella una enorme sonrisa.

Ay su sonrisa, era tan perfectamente preciosa que no podía evitar perderme en


ella cada vez que la veía asomar entre sus perfectos carnosos labios.

Ali: ¿Sabes que me encanta que me digas estas guarradas?

Yo: Por supuesto que lo sé, eres así de viciosa- reí cogiéndole la mano- ¿Vamos?

Ali: Vamos.

Bajamos las escaleras, salimos del hotel y empezamos a caminar.

Yo: Tonto el que no entienda, cuenta una leyenda, que una hembra gitana conjuró
a la luna hasta el amanecer- empecé a cantar bajito.

Ali: ¿Y ahora? Mira que hace tiempo de Mecano.


‘Jajajaja ¿ves? Admite que la canción es pegadiza’ Mierda.

Yo: No sé, me ha venido a la cabeza- contesté sonriendo.

Caminamos hasta que lo único que nos separó del mar fue un muro a la altura de
nuestras cinturas. Bueno, a la altura de la cintura de Alicia, a mí me quedaba un
poquitín más arriba. Saqué la cámara y empecé con la sesión de fotos. Estuvimos
alrededor de una hora haciéndonos fotos en todas las posturas posibles, pero
abundaban sobre todo fotos en las que salíamos besándonos. Noté que Alicia se
estaba empezando a cansar ya que íbamos de un lado a otro así que guardé la
cámara para no quitarle tanta energía, con las fotos que habíamos hecho estaba
más que satisfecha. Volvimos al hotel, entramos en el buffet y comenzamos a
comer hambrientas. Había de todo, pastas, ensaladas, carnes, verduras, sopas y
postres de todo tipo. Ali y yo nos hinchamos hasta reventar, pero bien a gusto que
nos quedamos, estaba todo riquísimo. Aunque, para ser sincera, donde hubiera un
plato de comida de mi queridísima novia que se quitara todo lo demás.

Para bajar la comida un poco decidimos volver a dar una vuelta pero en dirección
contraria a la que habíamos ido antes. Entonces recordé un lugar en el que había
estado muchas veces con mis padres que estaba segura que a Alicia le encantaría.

Yo: Ali, ¿me dejas enseñarte algo?

Ali: Claro que sí.

Hice que nos desviáramos un poco del camino que estábamos siguiendo para
adentrarnos en terreno montañoso. Después de un par de minutos encontré lo que
estaba buscando. El lugar era un parque completamente rodeado de almendros, al
ser otoño las hojas cubrían la mayor parte del suelo, dejándolo así con una
tonalidad blanca y un poco amarillenta. Yo, que conocía el amor de Ali por la flor
de ese árbol, no dudé ni un instante en adentrarme en aquel paraíso.

Ali: Madre mía- murmuró maravillada adelantándose a mí y observando a su


alrededor.

Saqué la cámara y discretamente le hice un par de fotos sin que se diera cuenta,
la fascinación de su rostro junto a la belleza de nuestro entorno hacían de esas
fotos unas de las más hermosas que había visto nunca. Alicia notó que no dejaba
de mirarla, así que se giró, me sonrió y al acercarse a mí me cogió las manos.

Ali: Esto es precioso, me encanta.

Yo: Al recordar este lugar supe que te gustaría.

Ali: Estabas bien encaminada. Gracias por traerme- me agradeció apretándome las
manos.

Yo: No hay de qué- respondí besándoselas- ¿Quieres sentarte allí?- le señalé con
la cabeza un banco que estaba muy cerquita de un almendro.
Ali: Claro.

Nos acercamos y nos sentamos. Al poco rato un niño de unos cinco años
disfrazado de Batman vino por el mismo lugar que nosotras minutos antes. Corría
con el brazo derecho estirado y la mano cerrada en un puño, imitando a
Superman, por lo cual nos fue inevitable a Alicia y a mí reír un poco ante la
confusión de los super héroes. Aquel chiquitín se acercó a nosotras y cuando
estuvo enfrente nuestra se paró y se enderezó.

Ali: ¿Te has perdido chico?- le preguntó al no ver a sus padres.

Niño: ¡No soy un chico! Soy Batman y lucho contra los malvados de la ciudad- le
explicó, Ali sonrió ampliamente y yo me limité a observarlos.

Ali: Oh, perdón- se disculpó ella- ¿Y atrapas a muchos malvados?

Niño: Oh sí, a muchos- afirmó el orgulloso.

Ali: ¿Estás aquí solo?

Niño: Sí, estaba dando una vuelta con mi mamá y mi papá y luego ya no los ví- le
dijo poniendo una carita realmente tierna, tanto a Alicia como a mí se nos estaba
cayendo la baba.

Ali: O sea, te has perdido.

Niño: Sí.

Ella volvióa enderezarse (se había inclinado para hablar con el niño) y me miró.

Ali: No podemos dejarlo solo- me dijo.

Yo: Entonces ayúdemoslo a encontrar a sus padres- decidí, ella sonrió- Dime,
¿cuál es tu nombre?- me dirigí al pequeño.

Niño: Ya lo he dicho, soy Batman.

Reí y negué con la cabeza.

Yo: Perdona, es que tengo mala memoria. ¿Crees que podrías decirnos dónde viste
a tus padres por última vez?

Él asintió enérgicamente con la cabeza, así que Ali y yo nos levantamos y nos
dejamos guiar por el niño. Estuvimos un buen rato caminando por el bosquecillo, y
Alicia no dejaba de bromear y jugar con el niño, haciendo como si realmente fuera
Batman. Yo también interactuaba un poco, pero me gustaba más ver cómo Ali se
desenvolvía con él, no dejaba de sonreír y reír, ambos estaban encantados. Al
cabo de media hora vimos a una pareja a lo lejos, que al reconocer a su hijo
salieron corriendo inmediatamente hacia nosotras.
Mujer: ¡Marcos! Gracias a Dios que estás bien, no vuelvas a desaparecer así de
esta manera- dijo con gran alivio abrazando al pequeño.

Hombre: ¿Sabes el susto que nos has metido?- le regañó, luego nos miró a
nosotras- Muchísimas gracias por cuidar de él, casi nos da algo al ver que no
estaba con nosotros.

Ali: No ha sido molestia, es un encanto de niño- restó importancia revolviéndole el


pelo a Marcos con una sonrisa.

Mujer: Es un desastre, no hace más que correr de un lado a otro- comentó


mirándolo con cariño.

Yo: Hemos podido notarlo- dije sacándonos las risas a todos.

Hombre: ¿Vamos a casa?- le preguntó extendiéndole la mano a su hijo.

Este asintió, pero en vez de cogerle la mano se acercó a nosotras y extendió la


mano a Ali.

Marcos: Acepto dinero para luchar contra los malvados.

Ella me miró, no pudimos evitar reír.

Mujer: ¡Marcos! ¿Cómo se te ocurre?- le dijo avergonzada- Por favor, no le hagáis


caso, bastante habéis hecho ya.

Ali: No, no te preocupes no pasa nada- dijo ella buscando en su bolsillo- Toma,
para que sigas protegiéndonos de la gente mala- le dijo dándole un euro.

Marcos: ¡Muchas gracias!- exclamó como si un euro fuera una enorme cantidad.

Mujer: Gracias por todo de verdad, habéis sido muy amables.

Yo: Ha sido un placer.

El pequeño se despidió de nosotras con un gran abrazo y luego se marcharon.


Nosotras volvimos al parque ya que aun seguíamos cerca y volvimos a sentarnos
en el mismo banco.

Yo: Serás una madre estupenda, estoy segura de ello, disfrutabas tanto jugando
con él que la niña parecías tú- le dije con una gran sonrisa.

Ali: Es que me encantan los niños, ¿no te gustaría tener uno así?

Yo: Sería maravilloso, y estoy segura de que lo tendremos- le aseguré sonriéndole


y cogiéndole la mano.
Nos quedamos un rato ensimismadas en nuestros pensamientos, al cabo de un
rato giré mi cuello y miré a Alicia. Estaba con los ojos cerrados, disfrutando del
lugar, del canto de los pájaros y del sol que poco a poco se estaba haciendo lugar
entre las nubes. Me quedé un buen rato mirándola hasta que ella abrió los ojos y
me descubrió observándola.

Ali: ¿Qué?- me preguntó sonriendo.

Yo: Nada- reí negando con la cabeza- Es solo que me gusta mirarte, realmente se
te nota en la cara que te gusta este sitio.

Nos quedamos mirando a los ojos durante un par de segundos sin que ninguna de
las dos hablara.

Ali: Antes cuando estábamos en la ducha y me dijiste que no podrías decirme qué
era lo que más te gustaba de mí sin hablar sexualmente iba a contestarte que yo
tampoco, pero no habría dicho la verdad porque siempre he sabido que había algo
en ti que me gustaba por encima de todo, pero no sabía exactamente el qué.

Volvió a mirarme fijamente y le sonreí.

Yo: Bueno, no pasa nada, yo no lo sé y tú no lo sabes.

Ali: La cosa es que me acabo de dar cuenta de qué es.

Yo: ¿Y qué es? ¿O me vas a dejar con la intriga?

Ali: Pues mira, sí que te voy a dejar con la intriga. Si no hubieras dicho eso
probablemente ya lo sabrías.

Yo: ¡Oh vamos, eso no se hace!- exclamé riendo, ella me miraba divertida.

Ali: Quizás algún día te lo diga, pero no ahora.

Yo: Si me lo dices seré consciente de ello, y entonces trataré de hacerlo a


menudo- intenté convencerla.

Ali: Es que no lo haces a menudo, lo haces siempre, ahora mismo lo estás


haciendo. No sé cómo no he podido darme cuenta antes.

Yo: Ali no seas mala, quiero saberlo.

Ella negó con la cabeza. Me acerqué y me puse tentadoramente cerca de sus


labios.

Yo: Por fi, y te doy un beso de los que tanto te gustan- le susurré mirándola con
carita de pena.

Ali: Bueno, si me lo pides así…


Acorté la distancia entre ella y yo y la besé con pasión, rodeé con mi brazo
derecho su cintura. El beso duró bastante, justo como a ella le gustaba, largo,
intenso y húmedo.

Ali: Si me lo pides así podré obtener uno de los besos que tanto me gustan y tú
seguir sin saber qué es lo que me gusta tanto de ti- me dijo con una sonrisa pícara
cuando nos separamos.

Yo: Oye, yo ya no vuelvo a hacer tratos contigo- dije alejándome bastante de ella.

Ali: En ningún momento he dicho que con el beso iba a decírtelo- se defendió.

Yo: ¡Se sobreentendía que era así!

Se movió, puso los pies encima del banco y se recostó sobre mí.

Ali: Si no te lo digo es porque sé que cuando lo sepas te aprovecharás de ello y en


los momentos de interés lo utilizarás en mi contra, por mucho que me resista me
tendrás a tus pies y jo, yo necesito hacerme la dura un poco.

La manera en la cual me lo dijo y la última frase me hizo reír.

Yo: A ti lo que te gusta es que te ruegue.

Ali: Ja, pues como a ti, no será la de veces que te he tenido que rogar para
hacerte feliz.

Yo: ¿Perdona?- le pregunté separándome de ella un poco y mirándola con los ojos
y la boca abiertos.

Ali: Estás perdonada- me contestó sonriendo.

En ese momento me moví, pero ella que ya sabía lo que ocurriría con su respuesta
se levantó y echó a correr hacia la zona de juego de los niños, yo fui tras ella. Al
llegar trepó por la pared del pequeño castillo que había y se metió en una red para
pasar al otro lado del castillo, debido a su altura tenía que ir encorvada.

Yo: ¡Ali, baja de ahí! A ver si te vas a caer y te vas a hacer daño- le dije
preocupada mirándola desde abajo.

Ali: Disfruta un poco de la vida y relájate Ainhoa, de pequeña era la reina del
parque- me contestó, justo en ese instante el pie se le quedó enganchado en la
red provocando que cayera suavemente hacia delante. Yo, al estar justo debajo,
pude observar que se había formado una gran sonrisa en su rostro.

Yo: Tú lo has dicho, de pequeña, ya no eres ninguna cría- le contesté mirándola a


los ojos- ¿Te has hecho daño?
Ali: Estoy bien, tranquila- dijo arrastrando las palabras- No entiendo cómo tú
siendo menor que yo te tomas algunas cosas con tanta seriedad.

Yo: No entiendo cómo a ti, teniendo veinte años, aún te divierte jugar en el parque
como si fueras una niña pequeña- respondí sonriendo.

Ali: Será que aún lo sigo siendo- dijo girándose e intentando sacar el pie del
pequeño agujero- Anda, sube aquí y ayúdame a sacar el pie de este trasto.

Yo: Con lo guapa que estabas quietecita.

Trepé por la pared justo como lo había hecho ella minutos antes y al llegar a su
lado me agaché y me senté. Con una de mis manos cogí su pie y con la otra la
red, tratando de separar ambos lo máximo posible para que el pie le cupiera y
pudiera sacarlo. Al cabo de un par de segundos lo conseguimos. Ella se tumbó, se
llevó las dos manos a la nuca y suspiró satisfecha.

Yo: ¿Estás cómoda?

Ali: Mucho, pero ¿sabes cómo estaría mejor?

Yo: ¿Cómo?

Se levantó un poco, me cogió de las dos manos y me estiró haciendo que cayera
encima de ella y que nuestros rostros se quedaran tan solo a escasos centímetros.

Ali: Así- susurró mirándome, su aliento pegó en mi cara haciendo que se me


erizaran todos los pelos de mi cuerpo.

Dado que nuestras manos seguían cogidas entrelacé nuestros dedos y las coloqué
cerca de los lados de su cara. Me acerqué a sus labios para besarla, pero justo
antes de que se tocaran me aparté, las dos sonreímos. Volví a acercarme pero de
nuevo tan pronto como estuvieron a milímetros de rozarse nuestros labios me
separé, esta vez ella rió mientras me miraba divertida. De nuevo me acerqué y sin
querer hacernos esperar más a ambas la besé con delicadeza y ternura. Esos
momentos junto a ella eran los que más me gustaban, ¿por qué hablar si
podíamos actuar?

Separé mi mano derecha de la suya para llevarla a su mejilla y acariciarla y ella


llevó la suya a mi nuca, enredando sus dedos en mi pelo. Cuando nos separamos
nos sonreímos y después de que me besara la frente recosté mi cabeza en su
pecho. Al poco rato, sin dejar de jugar con mi pelo, empezó a cantarme con
suavidad y lentitud una canción que sin duda alguna me sabía de memoria.

Ali: Sabes, vida mía, que cuando cae el sol y se apaga el día, la luna brilla pura y
limpia pues tú la iluminas con tu amor, con tu belleza y con tu olor, con tu cariño,
tu alegría y con tu voz.
Al escucharla inmediatamente sonreí mientras un escalofrío me recorría de arriba
abajo, apreté la mano que aún estaba entrelazada con la suya y suspirando cerré
los ojos para seguir escuchando su voz.

Ali: Pero si tú no estás, si tú te vas, la luna mengua y desaparece y las estrellas la


encontrarán, y descubrirán que mis lágrimas mece en algún lugar sin más amparo
que mi propia soledad.

Estuve los siguientes minutos escuchándola cantar, notando su calmado palpitar


bajo mi cuerpo mientras suavemente se movía de lado a lado al compás de lo que
estaba cantando. Cuando acabó giré mi cuello y la miré, ella estaba con una
pequeña sonrisa.

Yo: Cantas muy bien, tienes una voz muy bonita.

Ali: Gracias. ¿Te ha gustado?

Yo: Mucho. Ya de por sí la canción es preciosa, pero con tu voz lo es aún más.

Ali: Si algún día llegas a dudar de lo que siento por ti, te sientes triste, tienes
miedo o por el contrario estás rebosante de alegría quiero que te acuerdes de esta
canción para que recuerdes todo lo que te amo. Por alguna razón cada vez que la
escucho hace que me acuerde de ti.

Yo: Lo haré- le aseguré acercándome para besarla, ella me correspondió al


instante- Hace un buen rato que tengo la sensación de que me olvido algo.

Ali: ¿Qué es?

La miré enarcando una ceja.

Yo: Mira que te amo con locura, pero a veces eres realmente tonta, o te lo haces.

Ali: ¿Qué pasa?

Yo: Veamos, ¿qué parte de ‘Hace un buen rato que tengo la sensación de que me
olvido algo’ no comprendes? Si te estoy diciendo que tengo la sensación de que
me olvido algo ¿cómo quieres que sepa qué es lo que me estoy olvidando?

A lo largo de mi explicación ella no dejó de sonreír, entonces lo comprendí.

Yo: Aunque no sé quién es más tonta de las dos, tú por hacerte la tonta aposta o
yo por no darme cuenta de que lo haces para sacarme de mis casillas.

Ali: Veo que vas conociéndome.

Yo: Qué remedio me queda…-dije encogiéndome de hombros, entonces recordé lo


que me había olvidado-¡Mi bolso!
Ella giró rápidamente su cuello en dirección al banco en el que habíamos estado
antes.

Ali: Está ahí.

Yo: ¿Ves? Ya sabía yo que algo me dejaba, y justo ahora recuerdo qué me ha
hecho salir corriendo- le dije quitándome de encima suya mientras le miraba con
los ojos entrecerrados.

Ali: Te amo- me dijo besándose la mano y soplándosela mientras me guiñaba un


ojo.

Negué con la cabeza mientras reía y empecé a caminar a gatas para salir de ese
lugar, Ali se había colocado justo detrás de mí. En ese momento mi pulsera se
quedó enganchada en una pequeña obertura metálica que la goma del puente no
cubría.

Yo: Espera mi amor que se me ha quedado enganchada la pulsera- la avisé


apoyándome en mis antebrazos para tener la mano izquierda libre.

Ali: Tranquila, tú tómate tu tiempo que yo estoy aquí muy bien- escuché que
decía.

Giré el cuello para mirarla, al apoyarme en mis antebrazos había dejado mi trasero
completamente en pompa, accesible a la perversa mirada de Alicia. Cuando la miré
estaba observándolo con descaro, y cuando notó que la estaba mirando me dedicó
una sonrisa triunfal. Me reí, volví a girarme y continué con mi tarea. Al cabo de un
par de segundos no noté tan solo la mirada de Alicia sobre mí, sino que también
sentí su mano acariciar mis nalgas. No pude evitar sonreír.

Yo: Alicia, no te pases.

Ali: Aprovecho para acariciar lo que es mío, ¿o no me has dicho antes que toda
esta maravilla me pertenecía? Si quieres también puedo recordarte qué otras
cosas más me pertenecen…

Yo: No gracias, me acuerdo muy bien. Adelante, disfruta y deléitate de lo que es


tuyo por favor- le dije pues sabía que si se le antojaba era completamente capaz
de tocarme entera y hacerme el amor ahí mismo.

Ali: Bien- murmuró satisfecha con mi respuesta.

A los pocos segundos conseguí por fin separar mi pulsera así que gateé
rápidamente hasta poder ponerme de pie, Ali hizo lo mismo.

Ali: Eres una corta rollos- comentó resoplando.

Yo: Y tú una abusona- le contesté riendo.


Bajamos del castillo y fuimos hasta el banco, una vez allí revisé si me habían
robado algo, por fortuna estaba todo. Estuvimos allí unos minutos más y luego nos
marchamos. La tarde se nos pasó volando, antes de que pudiera darme cuenta ya
había oscurecido así que como ambas empezábamos a tener hambre fuimos a
cenar al hotel. Al acabar subimos a nuestra habitación y nada más cerrar la puerta
Ali se echó sobre mí besándome apasionadamente, íbamos a aprovechar muy bien
nuestra última noche allí. La tumbé delicadamente en la cama e hicimos el amor,
sin exagerar, durante horas. Le brindé ni más ni menos la friolera de cinco
orgasmos para que no ocurriera lo de la noche pasada, mientras que yo con tres
quedé más que satisfecha.

Cuando acabamos caí rendida y sudorosa al colchón con el corazón a punto de


explotar de lo rápido que me iba, reventada sería poco en comparación a cómo
estaba.

Yo: Dios mío Alicia, eres insaciable- comenté agitada y mirándola, ella también
cayó agotada a mi lado.

Ali: No sé qué me pasa, a la mínima me excito y cada vez que te veo tengo unas
ganas terribles de tocarte y besarte.

Yo: Mi madre ya me avisó de que esto podría ocurrir, qué ingenua yo al pensar
que exageraba- murmuré sonriendo al recordar sus palabras.

Ali: ¿Qué te dijo?

Me tomé unos segundos para calmarme antes de responder.

Yo: Me dijo que con el embarazo tu apetito sexual cambiaría y que quizás no
querrías tocarme ni con un palo o por el contrario no me dejarías tranquila ni dos
segundos. En un principio no la creí, pero viendo lo de esta noche…- le expliqué, lo
último lo dije riendo.

Ella abrió los ojos asombrada y se puso roja de la vergüenza.

Ali: ¿Tu… tu madre sabe que tú y yo nos acostamos?

Yo: Ay Alicia, pues claro que lo sabe, se imagina que como toda pareja hacemos el
amor. ¿O te piensas que cree que me invitas a pasar un fin de semana en un hotel
para hacer una fiesta de pijamas?

Ali: No, pero no sé…- se encogió de hombros- ¿No te avergüenza que lo sepa?

Yo: Pues la verdad es que no.

Ali: No le hablarás sobre ello, ¿verdad?

Yo: Que no me moleste que lo sepa no significa que le hable deliberadamente de


eso. Lo que hacemos en la cama se queda entre tú y yo cariño- respondí
acercándome para besarla- Me has dejado muerta mi amor, no sé si podré
aguantar este ritmo los próximos seis meses- dije sonriendo.

Ali: Si ves que me paso o no te apetece dímelo ¿vale? No quiero que te sientas
obligada porque a mí sí me apetezca.

Yo: En condiciones normales puedo asegurarte que lo único a lo que no podrás


obligarme jamás es a hacerte el amor.

Ella me sonrió y me besó.

Ali: ¿Dormimos?

Yo: Sí, por favor.

Mientras ella se giraba para apagar la luz yo cogí el edredón y las mantas y nos
tapé, luego la abracé por la espalda.

Yo: Te amo.

Ali: Yo también te amo.

Llevé mi mano a su vientre, ella puso su mano sobre la mía y entrelazó nuestros
dedos.

Yo: Álvaro me gusta mucho.

Ali: ¿Eh?

Yo: Hace tiempo me preguntaste un nombre de niña que me gustara para nuestro
hijo, ahora te digo uno de niño que también me gusta aparte de Iván.

Ali: ¿Nuestro hijo?

Yo: Lo siento, es que como me lo dijiste la otra vez- me disculpé con rapidez- ¿Te
molesta?

Ali: Mmm no, todo lo contrario, suena increíblemente bien- suspiró apretándome la
mano.

Sonreí, le besé el cuello y me apreté contra ella más aún.

Yo: Buenas noches amor.

Ali: Buenas noches mi vida- fue lo último que escuché antes de quedarme
dormida.

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- Buenas noches mi vida- fue lo último que escuché antes de quedarme dormida.

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-¡AINHOA!

Me desperté de inmediato, salté de la cama, cogí la lamparita que estaba en la


mesita de noche y corrí hacia la voz de Alicia, arrancando así de cuajo el enchufe.

-¿Qué ocurre?- me planté en el baño agitada, preparada para enfrentarme a


cualquier agresor.

‘Claro, desnuda vas a poder enfrentarte perfectamente a cualquier agresor. Di que


sí mujer, con dos ovarios’ ¿Te callas un poquito? Gracias.

-¿Se puede saber qué es esto? ¿Qué has hecho con mi cuello?- me preguntó
horrorizada sin apartar la vista del espejo donde se veían reflejados su cuello y
todos los chupetones que le había hecho los dos días anteriores.

Suspiré aliviada y me calmé.

-Joder Alicia, me has asustado- reproché- Pues son chupetones, ¿qué van a ser?

En ese momento ella se giró y me miró, se me quedó observando un rato.

-¿Qué cojones haces con una lámpara en la mano?

Me miré la mano y volví a posar mi mirada en sus ojos.

-Ha sido instinto, pensaba que había entrado alguien a la habitación- me defendí
encogiéndome de hombros.

-¿Con una lámpara Ainhoa, con una lámpara pretendías atacar a alguien?- me
preguntó mirándome con los ojos entrecerrados.

-De nada eh, perdón por intentar defenderte- murmuré volviendo al cuarto.

-¿Defenderme de quién? Si la que me ha atacado has sido tú. ¿Te has parado a
mirar cómo me has dejado el cuello? Qué querías sacarme ¿sangre, petróleo?- se
quejó siguiéndome.

Dejé la lamparita en la mesa y me senté en la cama mirándola.

-Anda no exageres, déjame ver- le dije haciendo un gesto con la mano para que
se acercara.

Ella me obedeció, se sentó a mi lado y estiró su cuello dejándome ver todas las
marcas que había en su piel. Había que ser sincera, no estaba exagerando en
absoluto, me había pasado. Incluso tenía un morado con la forma de mis dientes.
-¿Te duele?- le pregunté con voz suave pasando el dedo encima de esa zona, ella
pegó un pequeño brinco.

-Solo ahí- contestó calmada al notar que me había dado cuenta de que me había
pasado.

-Lo siento, no pensé que me había sobrepasado tanto.

Ella giró el cuello y al ver mi mirada de culpa me sonrió.

-¿Qué, no encontrabas otro lugar donde descargar tanta pasión?- bromeó.

-Así es, es que me encanta besarte el cuello- contesté riendo un poco, pero luego
volví a entristecerme.

-Mi amor no te sientas tan culpable.

-Es que…parece que te he pegado- murmuré con el cejo fruncido.

Al mirarla no podía evitar sentirme mal, verla así no me gustaba ni un poquito.

-Ambas sabemos que eso no es verdad.

-Pero lo parece- repetí apartando la mirada.

-Ainhoa, sé que serías incapaz de ponerme una mano encima y mucho menos
sabiendo que estoy embarazada, así que deja de pensar en eso, ¿vale?- me dijo
cogiéndome la mano, yo le sonreí- Piensa más bien qué vamos a hacer con la
lámpara.

-¿Qué pasa con ella?- pregunté girándome para mirarla, entonces me di cuenta de
que la había roto- Mierda- murmuré llevándome una mano a la frente.

-Bueno, eso me deja claro que si se trata de mi seguridad te da igual los daños
colaterales que puedas causar para ayudarme.

-Pues claro que sí- le dije rápidamente y mirándola.

-¿Incluso si eso significara matar a una persona?

Me quedé unos segundos en silencio.

-Incluso si eso significara matar a una, dos, tres y cien personas- aseguré con
firmeza y apretándole la mano.

Ella me sonrió con dulzura.

-Tendremos que avisar en recepción- dijo refiriéndose a la lámpara.


-Qué remedio- suspiré- A todo esto, ni siquiera me has dado los buenos días.

Ella me miró, me tumbó en la cama y se puso encima de mí. Empezó a besarme


ambos lados de mi cuello, subió por mi mandíbula derecha a mi mejilla y de ahí a
mis labios, besándome con pasión y delicadeza a la vez. Mis manos recorrieron con
tranquilidad su espalda y sus nalgas.

-Buenos días mi amor.

Sonreí, abrí los ojos y la miré intensamente mientras acariciaba su cabeza.

-Buenos días mi vida, eso sí es un saludo como Dios manda.

-Podría hacerlo todos los días durante el resto de mi vida.

-Tendría la vida más perfecta que jamás haya podido tener nadie.

-Si te mudas conmigo- añadió mirándome divertida.

-Entonces de momento no me queda más que vivir la vida igual que todos los
demás.

-Lo conseguiré, cueste lo que cueste lo conseguiré- me aseguró con los ojos
entrecerrados.

Reí y la besé.

-¿Sabes que tengo unas agujetas bastante importantes en mi brazo y en ciertas


partes de mi cuerpo?- comenté mirándola con picardía.

-¿Y eso?- me preguntó inocentemente.

-¿Y eso?- repetí incrédula- Cinco orgasmos Alicia, hice que tuvieras cinco
orgasmos para que la señorita no quedara insatisfecha y usé varias partes de mi
cuerpo para conseguirlo, ¿aún me preguntas que a qué se deben mis agujetas?

Ella se sonrojó un poco.

-¿Qué quieres que le haga? Siento como si tuviera un gran incendio dentro de mí
que cada vez que se apaga al cabo de un par de horas vuelve a resurgir- no pude
evitar reír ante su explicación.

-Estos meses voy a estar más en forma que en toda mi vida- dije, ella sonrió
mientras la besaba.

-Tendríamos que ir recogiendo nuestras cosas- comentó quitándose de encima de


mí.
-Es una pena, podría acostumbrarme a esto- me compadecí estirándome- Al
menos podremos desayunar antes de irnos, ¿no?

Ella rió y me miró.

-Realmente eso es lo único que te importa, ¿verdad?

-Un poco- admití sonriendo, ella negó con la cabeza.

-El desayuno aún nos entra, así que date prisa antes de que alguien quiera entrar
a limpiar el cuarto y tengamos otro desagradable accidente.

-Sí, será mejor, que luego tengo que aguantarte con la mala leche que tienes…-
susurré levantándome y empezando a recoger mis cosas junto a Ali.

-¿Qué has dicho?

-Nada, que te amo muchísimo y que eres la mujer más afortunada del mundo por
tenerme a tu lado- dije mientras le besaba la mejilla.

-Modestia aparte, ¿verdad?

-Por supuesto que sí.

Nos vestimos, terminamos de recoger nuestras cosas y bajamos a desayunar.


Después de eso fuimos a informar del desperfecto de nuestra habitación, a pesar
de la mala cara que nos puso aquel hombre nos dejó marchar sin pagar la lámpara
así que cogimos nuestras maletas y Ali me llevó a casa acabando con aquel mágico
fin de semana. Aparcó justo en frente del portal de mi casa y bajó conmigo del
coche para despedirse.

-Me han encantado estos dos días contigo, desde luego que nos hacían falta- dije
eso último con una gran sonrisa que se vio respondida por otra de parte de Alicia.

-Estoy completamente de acuerdo- rió- Espero no tener que volver a pasar por
esta sequía porque me veo subida a las paredes.

-Siempre puedes complacerte tú sola, ya sabes que a mí no me importa.

-Ya sé que te da igual pero a mi amiguito de ahí abajo no- volvimos a reír- Puedo
asegurarte que después de todo lo que me has hecho estos dos días cualquier cosa
que pruebe me va a saber a poco.

-Pues supongo que entonces no te quedará otra que esperar a que nos veamos-
dije mientras la abrazaba por la cintura.

-Ya lo estoy deseando con ansias.


-¿Ya? ¿Tan pronto?- pregunté asombrada, ella asintió un poco avergonzada- Joder
Ali, si es que no aguantas nada mujer.

-¿Cómo que no aguanto? Estoy segura que aguanto más que tú.

-Ja, sí claro. ¿Estás segura de ello?

-¿Quieres que lo comprobemos?- me retó levantando una ceja.

-Pues claro. Deja que piense algo y la próxima vez que nos veamos se verá cuál
de las dos consigue contenerse más.

-Está bien- aceptó mirándome.

Acorté la poca distancia que nos separaba y la besé con ternura, ella rodeó mi
cuello con sus brazos justo como solía hacer siempre. Había que admitir que la
situación se nos fue un poco de las manos ya que la intensidad con la que nos
besábamos era bastante elevada. Yo la tenía arrinconada contra el coche y ella
había dejado sus manos en mis caderas, con la punta de los dedos peligrosamente
cerca de mi culo. Cuando al fin nos separamos ambas teníamos las respiraciones
agitadas.

-Creo que ahora mismo acabamos de dejar claro que no tenemos resistencia
alguna contra la otra- me susurró entrecortadamente.

-Tendremos que desempatar otro día.

Alicia iba a contestar pero una voz a mis espaldas la interrumpió.

-¡Vaya par de caramelitos!

Me di la vuelta y la miré.

-Natalia, ¿qué haces aquí?- le pregunté mientras la saludaba con un abrazo y dos
besos, haciendo esto tuvo que soltar la mano del hombre que la acompañaba.

-He venido a ver a mamá y a papá- me dijo separándose y saludando a Alicia de la


misma manera que yo- Hola Ali, ¿qué tal?

-Muy bien, ¿y tú?

-Excelente. Mira, este es mi chico- me dijo con una gran sonrisa.

-Vaya, con que tú eres el famoso Santiago- lo saludé con dos besos.

-Llámame Santi, por favor- comentó con una sonrisa- Y tú eres la famosa Ainhoa,
tu hermana me ha hablado mucho de ti.

-Espero que cosas buenas- bromeé.


-Pues claro que sí, puedes estar tranquila. Un placer conocerte al fin.

-Lo mismo digo.

-Y esta es Alicia, la novia de mi hermana- los presentó Natalia.

Ellos dos se quedaron mirando fijamente y con una expresión un tanto extraña,
pero se acercaron y se saludaron con dos besos también.

-Encantada de conocerte- dijo al fin Ali sonriendo, dado que la conocía


perfectamente no me fue para nada difícil darme cuenta que detrás de esa
amigable y agradable sonrisa se escondía una gran
hostilidad.

-Igualmente- respondió algo tenso.

-¿Se lo has presentado a mamá y a papá?- quise saber.

-Sí- afirmó cogiéndole la mano.

-¿Y qué tal? Seguro que no ha podido ir peor que cuando yo les presenté a Alicia
como algo serio- bromeé sonriendo.

-Ha ido muy bien, de hecho el domingo que viene vamos a hacer una cena en casa
para que se conozcan mejor. Yo sé que los domingos no os veis y que tú el lunes
tienes clases temprano- dijo esto mirando a Alicia- pero me haría mucha ilusión
que pudierais estar las dos.

Giré mi cuello y miré a Ali en busca de la respuesta.

-No te preocupes, no creo que tenga ningún problema- afirmó sonriendo.

Estuvimos los siguientes minutos charlando un poco y conociéndonos mejor, él era


un chico bastante normal. Alto, pelo castaño, ojos verdes, atractivo y delgado, la
verdad es que hacían buena pareja. Noté a Ali bastante incómoda durante toda la
conversación. Al cabo de un buen rato, cuando se marcharon, aproveché para
preguntar.

-¿Pasa algo Alicia?

-No, nada, es solo que creo que ya lo he visto antes.

-¿Ah sí? ¿Dónde?

-Creo que me lo crucé una vez por la calle. ¿Hace cuánto empezaron a salir?

-Pues creo que hace dos meses, ¿por qué lo preguntas?

-Curiosidad- contestó sonriendo- Tendría que ir yendo a casa ya.


-Detesto esto- comenté cogiéndole las manos.

-¿El qué?

-Pasar cada semana dos maravillosos días a tu lado y después separarnos.

-Ven a vivir conmigo- volvió a proponerme incansable acariciándome la mejilla.

Puse mi mano sobre la suya, la llevé a mi boca y se la besé delicadamente.

-Ten cuidado al conducir- le dije a modo de negativa.

Ella bajó la cabeza decepcionada ante mi respuesta.

-No te enfades- le dije poniendo dos dedos en su barbilla levantando su cabeza


para que me mirara.

-No me enfado, es solo que eres demasiado testaruda y orgullosa.

-¿Orgullosa? ¿Qué tiene que ver mi orgullo en esto?

-No dejas que nadie más que tus padres te pague nada o te invite a algo, y si
alguien lo hace ya estás remugando e intentando por todos los medios devolver el
dinero que se han gastado en ti.

-Eso no es cierto.

-¿Ah no? ¿Y qué hacía este sobre con cincuenta euros en mi bolso?- me preguntó
enseñándomelo, bajé la mirada incómoda- No quiero tu dinero, ni siquiera sabes si
me he gastado más o menos.

Cogió mi mano e hizo que cogiera el sobre.

-Dado que sé que nunca les pedirías tanto dinero a tus padres por la cara ya estás
metiendo inmediatamente el dinero de nuevo en tu banco.

-Pero Ali…- me interrumpió.

-Pero Ali no Ainhoa, entiendo que no quieras ser una mantenida y eso está bien,
pero me quitas la ilusión de poder invitarte a algo. Si te pago alguna que otra cosa
es porque quiero, tú lo haces conmigo y a pesar de que me resisto un poco dejo
que lo hagas porque sé que te hace ilusión. ¿Por qué no me dejas hacer lo mismo?

-Porque sé que tu economía no es la mejor. Por favor, acepta el sobre, ya no por


devolverte el dinero del hotel, si no para cualquier gasto- le pedí extendiéndoselo.

-Te piensas que me estás haciendo un favor pero me estás haciendo sentir pobre-
me dijo apartando la mano rechazando el dinero.
-Dios, ¿por qué siempre se lían las cosas tanto?- murmuré mirando el suelo, luego
volví a mirarla- Mi amor, no he dicho eso en ningún momento y tampoco lo pienso.

-Pues es lo que me estás dando a entender.

Le cogí las manos y se las apreté.

-No quiero que por invitarme te falte nada en casa, ni siquiera la más mínima y
estúpida cosa. Mereces vivir como una reina.

-¿Y me vas a decir qué es una reina sin su rey, o en este caso sin su reina?- eso
me hizo sonreír.

-Te dije que me lo pensaría, tengo tantas ganas de irme a vivir contigo como tú.
Estoy pensando opciones para ayudarte en casa sin tener que ponerme a trabajar
por las mañanas ya que eso no te gusta ni un poquito de nada- comenté
besándole la punta de la nariz, ella por fin sonrió.

-¿Sabes qué es lo que me gusta menos que eso? Tener estas tontas discusiones
contigo- dijo mirándome y acariciándome el dorso de mi mano derecha.

-Pues la verdad es que yo no. Prefiero esto a tener una relación sin discusiones,
porque si no tuviéramos ningún problema eso significaría que tendríamos un gran
problema.

-Tienes toda la razón- dijo antes de besarme- Ahora sí que me voy.

-Está bien, ve con cuidado- le repetí mirándola.

-Toma esto- me dijo metiendo su mano en su bolsillo trasero y sacando una llave-
Puedes venir a casa cuando quieras, esté o no esté.

Cogí la llave y la miré con una sonrisa.

-Gracias, por esto y por este fin de semana, y perdóname por ser tan difícil a
veces ¿vale? No me gusta que me inviten porque quiero demostrar que me puedo
valer por mí misma.

-Lo sé mi amor, pero a mí no me tienes que demostrar nada.

Le sonreí, me acerqué a ella y la besé sabiendo que en cinco días no podría


hacerlo.

-Antes de que te vayas, ¿qué tipo de mujeres te gustan?- le pregunté al


separarnos.

-¿Qué?- preguntó desconcertada y frunciendo el cejo.


-Morenas, rubias, castañas, pelirrojas… ¿Cuál es tu tipo? Te prometo que no me
voy a enfadar, quiero que contestes con honestidad, necesito saberlo para eso de
cuál de las dos aguanta más.

-Eh, pues no sé, nunca me lo había planteado. Supongo que las morenas- dijo
rascándose la cabeza, entonces me miró- Espera, no estarás pensando en traerme
a una stripper ¿no? Porque estás loca si piensas que voy a tocarla y mucho menos
estando tú delante.

-Y tú estás loca si piensas que voy a traerte a una mujer para que la toques y te
toque. No es eso, ya verás- dije besándola- Que te vaya bien la semana.

-Gracias, igualmente- me volvió a besar con intensidad esta vez, ninguna de las
dos queríamos separarnos- Te amo.

-Yo también te amo- nos besamos por última vez y con mucha fuerza de voluntad
me separé, giré un poco mi cuerpo para ir a casa pero continué mirándola- Por
cierto, es un gusto saber que soy de tu tipo- dicho esto le guiñé un ojo y cogiendo
mi maleta caminé hacia el portal.

Pude ver cómo sonrió ante mi comentario antes de girarme por completo. Cogí mi
maleta, abrí la puerta del portal y me giré para mirarla por última vez. Ella ya
estaba metida en el coche, me mandó un beso y aceleró hasta que la perdí de
vista. Me giré con una sonrisa y subí al fin a casa, al abrir la puerta y llegar al
comedor me encontré a mis padres tumbados y abrazados cariñosamente en el
sofá viendo la tele.

-Buenos días- saludé sentándome junto a ellos.

-Hola cariño- respondió al saludo mi madre.

-Anda, pero si la desaparecida se ha dignado a aparecer por casa- bromeó mi


padre, los tres reímos- ¿Qué tal estás?

-Estupendamente, ¿y vosotros?

-Muy bien, esto ha estado muy tranquilo- dijo ella- ¿Qué tal os ha ido en el hotel?

-No nos podría haber ido mejor, ha sido…fantástico- resumí esbozando una gran
sonrisa.

-Nos alegramos mucho por ti- me sonrió él-

Asentí y me puse seria.

-Veréis, hay algo que tengo que deciros- dije mirándolos a los dos.

-Tú dirás- comentó mi madre mientras los dos se sentaban para ponerse cómodos.
-Alicia me ha pedido que me vaya a vivir con ella, y lo único que me ha impedido
decirle que sí es que no quiero que me mantenga, así que voy a buscar un trabajo
por las mañanas para ayudarla con la casa- solté sin más observando la reacción
de sus caras.

Ambos tenían expresiones neutras, y no sabía si eso era bueno o malo. La primera
en hablar fue mi madre.

-¿Estudiar y trabajar Ainhoa? Eso es un suicidio- me dijo mirándome fijamente.

-Sé que será duro pero tengo que intentarlo, os puedo asegurar que si es
demasiado para mí dejaré el trabajo. Necesito el dinero.

-¿Alicia qué dice de esto?- quiso saber él.

-No lo sabe, me lo prohibió rotundamente así que os tengo que pedir que me
guardéis el secreto.

-¿No crees que es un poco pronto?

-Sé que apenas llevamos mucho juntas, dos meses es poco tiempo, pero después
de lo que hemos pasado siento como si hubiera estado saliendo con ella durante
todo este tiempo, y eso es un año. Ambas nos echamos mucho de menos, me
estoy perdiendo todo su embarazo y que ella pase tanto tiempo sola no me parece
bien- respondí mirándolo.

-No, si eso lo entendemos pero…- murmuró mientras miraba a mi padre.

Entonces entendí lo que les pasaba, no pude evitar sonreír un poco.

-Sé que os entristece ver que me hago mayor pero que me vaya a vivir con ella no
significa que no os vuelva a ver. Puedo venir a veros, comer los domingos aquí,
vosotros venir a casa de Ali o lo que sea, podemos ir viéndolo, tampoco es que me
vaya mañana.

-No sé qué decir, me ha pillado por sorpresa- admitió un poco desanimado.

-Mirad, no quiero sonar brusca, ni grosera ni maleducada, pero no os estoy


pidiendo permiso, os estoy informando, y de verdad me gustaría que me apoyarais
con esta decisión porque yo también tengo miedo del cambio que irme de aquí
supondría- dije empezando a mostrarme nerviosa.

Mi padre se incorporó y me acarició la rodilla mientras me brindaba aquella sonrisa


que de pequeña siempre me calmaba, y esta vez no tuvo efecto distinto en mí.

-Creo que ya estarás harta de escuchar esto, pero si eso te hace feliz voy a
apoyarte en lo que haga falta a pesar de que no esté del todo de acuerdo- me
aseguró mirándome.
-Digo lo mismo que tu padre, no me parece del todo bien que tengas que ponerte
a trabajar pero si es lo que tú quieres no puedo prohibirte nada, ya eres mayor de
edad.

Me levanté y los abracé con fuerza a los dos.

-Gracias, esto es muy importante para mí. Sois los mejores.

Ellos me sonrieron y yo volví a mi lugar.

-¿Y de qué pretendes trabajar?

-Pues en la panadería de la esquina han puesto un cartel de que están buscando


personal, me informaré y si los horarios son lo que estoy buscando dejaré mi
currículum a ver si hay suerte, y si no pues probaré otra cosa.

-Y cuando estés viviendo con ella ¿cómo harás para que no descubra que estás
trabajando? Porque probablemente tendrás uniforme, y ¿qué pasará cuando Ali no
se encuentre bien una mañana, decida no ir a clase y tú tengas que irte?

-Cuando empiece a vivir con ella se lo diré, y como ya tendré el trabajo no me


hará dejarlo. ¿Si se cabreará? Me tiemblan las rodillas nada más de imaginarme el
cabreo que cogerá, pero no me siento mal porque sé que estoy haciendo lo
correcto.

-Parece que estás muy segura de todo.

-Realmente lo estoy- les aseguré mirándolos.

Me levanté del sofá, cogí mi maleta y fui a mi cuarto para colocar mi ropa, al sacar
el corsé no pude evitar sonreír. Lavé a mano la media que había entrado en
contacto con los flujos de Alicia y la dejé secándose en el baño. Acto seguido pasé
las fotos de la cámara al portátil y puse de fondo de pantalla una foto nuestra.
Después de eso empecé a hacer mi currículum, lo cual no me llevó mucho, e
imprimí unos cuantos para tenerlos preparados. Al acabar mi madre me llamó para
comer, así que dejé de lado mis tareas y me di un descanso.

La tarde se me pasó realmente rápida, me concentré en acabar los deberes,


estudiar un poco y preparar el reto que nos habíamos puesto Ali y yo. La mañana
del día siguiente me desperté temprano, fui a la panadería y pregunté acerca de
los días y las horas que cubriría en el caso de trabajar ahí. Cuando me lo dijeron
pensé que no podría tener más suerte, los horarios eran de siete a doce de la
mañana de lunes a viernes, no dudé en dejarles mi currículum con una gran
sonrisa. Me dijeron que ya me llamarían tanto como para decirme que sí o que no,
pero como sabía que probablemente no recibiría ninguna llamada me pasé toda la
mañana buscando trabajo. Preguntaba los horarios, y si coincidían con lo que
andaba buscando les dejaba mi currículum y me marchaba, el dinero que me
pagaran realmente no me importaba, si no salía del lugar y buscaba en otra parte.
A media mañana tan solo había conseguido encontrar dos locales que se ciñeran a
lo que quería, pero lo cierto era que cada vez que salía por la puerta de cualquier
lugar con una respuesta negativa entraba por otra con más ganas y entusiasmo.

Al llegar a casa me tumbé en el sofá con los pies hechos polvo, no podía dar ni un
paso más.

-¿Qué tal te ha ido?- me preguntó mi padre mientras se ataba las botas del
trabajo.

-He conseguido dejar dos currículums. El que diga que no hay trabajo es porque
no busca, pero eso sí, se tendrá que patear toda Palma entera para encontrar
algo- le contesté suspirando.

-¿Estás segura de poder trabajar y estudiar?

-Te lo diré esta noche al llegar a casa cuando esto de levantarme temprano y
caminar durante cinco horas después de estudiar toda la tarde me haya pasado
factura.

Él me miró compadeciéndose de mí, se acercó y me besó en la frente.

-Me voy a trabajar cariño, que te vaya bien.

-Gracias, igualmente.

Escuché que se despidió de mi madre y se fue.

-¿Quieres que te caliente la comida?- me preguntó ella.

-Sí por favor, me estoy muriendo de hambre.

Me levanté, comí junto a mi madre, empecé a preparar la mochila y salí de casa a


quince minutos de que empezaran las clases, de los cuales tardé diez en llegar.
Pasaron las horas y llegué a casa a las diez de la noche como en la mayoría de los
días. Cené junto a mis padres y me fui a dormir enseguida, estaba reventada. Lo
único bueno que había tenido ese día fue el momento en el que nos dijeron que al
día siguiente por un par de motivos no había clase, la alegría de todos fue
inmensa. Estuve repasando mentalmente el día todo el tiempo que me fue posible
hasta que me quedé dormida.

Al día siguiente estuve esperando alguna llamada en mi móvil por lo del trabajo,
pero nada. No era cuestión de un día y lo sabía, pero realmente tenía ganas de
empezar a trabajar. Por la tarde decidí hacer una visita a Ali, no la avisé dado que
quería que fuera una sorpresa y como me había dado la llave la situación era
perfecta.

Cuando llegué a su casa abrí la puerta con sumo cuidado y la cerré de la misma
manera, sabía que a esa hora ella aprovechaba para dormir un poco para no
cansarse tanto. Con delicadeza dejé el maletín que llevaba mi portátil en el suelo y
me acerqué silenciosamente a su dormitorio, la puerta estaba entreabierta. A
mitad de camino empecé a escuchar pequeños ruidos que al irme acercando a su
cuarto fueron aumentando de volumen. Al llegar a la puerta sonreí al darme
cuenta de que esos ruiditos eran gemidos. Asomé la cabeza y pude ver a Ali
tumbada en el centro de la cama completamente desnuda y con los ojos cerrados,
su mano izquierda apretujaba su pezón izquierdo mientras que la derecha
masajeaba con rapidez su clítoris y, de tanto en tanto, se penetraba con dos
dedos. Sonreí traviesamente, volví al comedor, me quité las botas para no hacer
ruido al caminar y volví a su dormitorio. Con el mayor sigilo posible me colé en su
cuarto y empecé a caminar de puntillas muy despacio, pensaba que si no me
descubría merecería un premio.

-Mmm Ainhoa- gimió mordiéndose el labio.

Al escucharla decir eso me paré por completo, sentí cierto calor en mi sexo.
Descubrirla masturbándose me había calentado un poco, pero descubrirla
masturbándose pensando en mí me había excitado muchísimo. Volví a reanudar mi
camino y al llegar al pie de la cama me tumbé entre sus piernas.

-Si quieres puedes dejar de pensar tanto en mí para que acabe yo el trabajo-
murmuré seductoramente.

Ella gritó asustada y se movió, con tan mala suerte que al hacer esto su pie me dio
una fuerte patada en la nariz tirándome al suelo. Me llevé las manos a la cara y
me las miré, estaban ensangrentadas al igual que la parte superior de mi camiseta
y el suelo, me había dado de lleno.

-Joder, con un simple ‘no’ bastaba- me quejé adolorida con las manos en la nariz.

-¡Ainhoa!- exclamó levantándose de la cama y corriendo hacia mí- Dios, lo siento


muchísimo, ¿estás bien?

-Estoy estupendamente, esto de las patadas en la cara me encanta, es una


maravilla- contesté irónica.

-Déjame ver- dijo acercando su mano derecha a mi cara, pero la detuvo a mitad
de camino al darse cuenta de que sus dedos estaban pringados en sus flujos- Pero
será mejor que con esta mano no te toque- apartó la mano sacudiéndola un poco.

Eso hizo que empezara a reír a carcajadas, lo cual era una combinación extraña
dado que estaba completamente manchada de sangre, mientras que la incrédula
mirada de Alicia sobre mí hacía que me riera más.

-Espera un momento.

Se levantó, se vistió rápidamente, me ayudó a levantarme y me llevó al baño.

-Quítate la camiseta, a ver si con suerte al ponerla en agua no te deja mancha-


me ordenó.
Le hice caso, me quité la camiseta y volví a llevarme las manos a la nariz para que
no goteara al suelo. Ella salió un momento del baño, yo de mientras eché la
cabeza hacia arriba para que dejara de salirme sangre. Cuando Ali entró y me vio
se escandalizó.

¡Ni se te ocurra ponerte así!- exclamó poniéndome la cabeza hacia abajo enfrente
del lavamanos, de manera que la sangre cayó ahí. Abrió la llave del agua y me
miró- Límpiate un poco y cuando acabes ponte papel, pero en ningún momento
subas la cabeza porque podrías ahogarte con tu propia sangre.

-Ali por favor, no seas tan exagerada- dije poniendo jabón mis manos.

-No exagero, es la verdad. Es obvio que no podrías ahogarte porque estás


despierta, pero imagina que estuvieras inconsciente. Lo último que haría sería
ponerte la cabeza hacia arriba- me explicó.

Mientras yo me limpiaba la sangre ella fregó el suelo donde esta había caído. Al
cabo de un buen rato salí del baño y me senté en la cama, Ali aún estaba
terminando de limpiar el suelo.

-Ya decía yo que serías mi enfermera sexy- comenté mientras la miraba fijamente.

Ella se giró y me sonrió.

-Uy sí, soy una enfermera súper sexy, sobretodo estando embarazada.

-Eh no no, para empezar no eres una enfermera súper sexy, eres mi enfermera
súper sexy, y el hecho de estar embarazada no te quita encanto, más bien te lo
da.

-Mejor empieza por explicarme por qué estás aquí y no estudiando- dijo dejando la
fregona, cruzándose de brazos y mirándome fijamente con una ceja levantada,
como si fuera mi madre.

-Ayer nos dijeron que hoy no teníamos clase así que decidí darte una sorpresa y
venir a verte para que cuando despertaras de tu siesta me vieras al lado, solo que
la sorpresa me la he llevado yo al entrar y escuchar que gemías mi nombre
mientras te masturbabas- al decir esto ella se sonrojó- Y luego la patada ya ha
puesto la guinda al pastel.

Ella se acercó y se sentó en mis piernas.

-Veamos cómo está esto- dijo cogiendo el papel y separándolo de mi nariz, había
un hilillo de sangre que se apresuró a limpiar- Al menos ha dejado de sangrar.

Durante los siguientes minutos estuvo tocándome la nariz e indicándome que


hiciera un par de cosas y que le dijera si me dolía o no.
-Bueno, parece que no está rota pero no lo des por descartado hasta dentro de
tres días, ahí es cuando normalmente suelen aparecer los síntomas. Si te duele
mucho y la notas rara ve al médico ¿vale?

-Vale- asentí mirándola.

Ella me sonrió y me la besó con cuidado.

-Lo siento mucho de verdad, pero es que me has pegado un buen susto- se
disculpó.

-No te preocupes. ¿Necesitas que te ayude a acabar con lo que estabas haciendo
antes?- le pregunté mientras le besaba el cuello.

-La verdad es con todo esto se me ha bajado el calentón de golpe, pero desde
luego no me importaría que me ayudaras a empezar otra vez- me susurró al oído.

-¿Y si vemos una peli?- le pregunté separándome de ella y mirándola.

-¿Una peli?- repitió desanimada.

-Sí- afirmé con sonrisa de niña pequeña sabiendo que le había cortado el rollo por
completo.

Se me quedó mirando un rato, pero luego sonrió.

-Claro- dijo acariciando mi pelo- Vamos a verla.

La acerqué a mí y la besé con ternura, luego ella se levantó y fuimos al comedor


cogidas de la mano.

-Ainhoa, no tengo DVD- cayó en la cuenta.

-Tranquila, lo tengo todo controlado- dije sonriendo y sacando mi portátil.

-Voy a traerte una camiseta.

-No, da igual, te aseguro que no me hará falta- la detuve mientras colocaba mi


portátil en una silla cercana a la televisión y conectaba el cable HDMI, de manera
que lo que se veía en mi portátil pasó a verse en la tele.

-¿Estás segura?

-Tú espera y verás.

Ella se sentó en el sofá, yo cogí el ratón inalámbrico y me senté junto a ella. Al ver
la foto que tenía de fondo de pantalla sonrió.

-Anda que has tardado en ponerla.


-¿Te gusta?

-Mucho, de todas fue la que más me gustó.

Sonreí complacida y empecé a abrir carpetas desde el sofá.

-¿Y qué película veremos?

-Pues te voy a dar a escoger. En una salen dos morenas, y en otra una rubia y una
morena, tú decides- dije mirándola.

-Pero ¿de qué van?

-Las dos van de lo mismo- sonreí- Venga, ¿cuál de las dos?

-Me da igual, la de las dos morenas mismo- decidió.

Estaba completamente segura que ni siquiera se acordaba de aquel reto del que
hablamos.

-Ya que no me quieres decir de qué trata, ¿crees que me gustará?

-Oh, puedo asegurarte que al final te encantará- sonreí perversa- Quizás ni


siquiera veamos el final, puede que nos quedemos a la mitad o a los quince
minutos, depende, pero seguro que te gustará.

-¿De qué depende?

-De lo que seamos capaces de aguantar.

Dicho esto cliqué en la película y me recosté. El principio era normal, dos mujeres
que se saludan y entran en una casa, mantienen una pequeña conversación hasta
que una de ellas se abalanza sobre la otra y bueno, no hay mucho más que contar,
la ropa comenzaba a sobrar. Empecé a reírme al ver la cara de Ali cuando se dio
cuenta del tipo de película que era.

-¿Me has traído una película porno?

-¿Algún problema? ¿Acaso temes no poder aguantar la película entera sin tener
que hacerme el amor brutalmente?- pregunté con una gran sonrisa.

-Pienso demostrarte que tengo más aguante del que tú te piensas- dijo decidida-
Conque no ibas a necesitar la camiseta…- murmuró mirándome, yo volví a sonreír.

-¿Te molesta? Si quieres me tapo.

-Como si estuvieras en tu casa.


Después de eso nos concentramos en la película. Poco a poco los minutos pasaron
y las imágenes que Ali y yo veíamos no pasaron desapercibidas por nuestros
cuerpos, a los quince minutos las dos empezábamos a removernos inquietas en
nuestros lugares, producto de la excitación que comenzábamos a sentir.

-Quizás soy algo estúpida o tan solo te soy demasiado fiel, pero no puedo evitar
sentirme un poco mal al excitarme por otra mujer que no eres tú- al decir esto ella
me miró y sonrió.

-Eso es muy tierno. ¿Te sientes mejor si te digo que tienes mi permiso para
excitarte viendo esto?

-Un poco- admití.

La película siguió transcurriendo y yo podía notar perfectamente la humedad entre


mis piernas, estaba terriblemente excitada y no sabía cuánto tiempo más podría
aguantar. Mi mirada fue a parar a Alicia, lo cual fue un error. Mordía su labio de la
manera que a mí me volvía loca, bajé un poco la vista y pude notar perfectamente
sus pezones porque ella no llevaba sujetador, inmediatamente unas ganas
irrefrenables de arrancarle la camiseta y manejar sus pechos a mi antojo se
hicieron presentes, pero rápidamente tuve que descartar la idea.

‘Contrólate Ainhoa, contrólate por tu vida porque como la pilles no la dejas viva’
Dios mío, ¿por qué es tan sexy? ¿Cómo puede ser tan sexy? ‘Ahora mismo en el
estado en el que estás hasta una tortuga te parecería sexy’ Hombre, bien visto…
‘¡Asquerosa!’

En ese momento Alicia replegó su pierna izquierda y la dejó con la planta del pie
en el sofá, pero el talón de este quedó sospechosamente cerca de su sexo.

-Alicia, aparte ese pie inmediatamente de ahí, ¿es que no aguantas más?

Me hizo una mueca de fastidio pero me obedeció y estiró la pierna. Debieron pasar
diez minutos más hasta que decidí apartar la mirada de la pantalla, me dolían los
pezones y podía notar perfectamente las palpitaciones en mi clítoris. Había fijado
mi mirada cerca de Alicia, levanté la vista y vi que ella también me estaba
observando, nos aguantamos la mirada un par de segundos.

-A la mierda todo- escuché que dijo.

Entonces como si lo hubiéramos tenido planeado ambas nos acercamos y nos


besamos con desespero, su piel ardía en contacto con la mía. Ella no perdió
tiempo, en seguida llevó sus manos a mi espalda y me desabrochó el sujetador, no
dudó en aplastar mis pechos haciendo que gimiera en sus labios. Sin dejar de
besarme me tumbó con cuidado y se entretuvo en mi cuello, aproveché para
quitarle la camiseta dejándola en las mismas condiciones que yo. Ella atacó mis
pechos con voracidad, el alivio y el placer que sentí en ese momento fue
indescriptible. Desabrochó el botón de mis pantalones y su mano se coló entre
ellos, acariciándome por encima de mis braguitas.
-Tan mal no te estarías sintiendo por excitarte mirando a otra- murmuró al notar
mi humedad.

-Y no lo hacía, no pude evitar pensar en ti- susurré entrecortadamente.

Sin desatender mis pechos bajó el cierre del pantalón y con rapidez lo despojó de
mí. Me incorporé un poco y cambié nuestras posiciones dejándola a ella debajo de
mi cuerpo. Atendí sus pezones y apreté con fuerza la tela de sus vaqueros en la
zona de su intimidad haciéndola gemir audiblemente, pude notar perfectamente su
calor. Le quité sus vaqueros y sus bragas a la vez dejándola completamente
desnuda, no tardé en hacer un camino de saliva desde su cuello hasta su clítoris,
lo atrapé con mis labios. Estuve un rato succionándolo y penetrándola con mis
dedos, pero yo no aguantaba más y Ali se dio cuenta de ello. Me cogió la cara con
sus manos e hizo que subiera para besarla.

-Acabemos juntas- me dijo agitada entre beso y beso.

-¿Acabar? Ni siquiera he empezado- dije, ella sonrió.

-Bueno, eso se puede arreglar.

Llevó su mano a mi vagina y después de mojar sus dedos con mis flujos empezó a
masturbarme, nada más al tocarme sus dedos empecé a gemir.

-¿Mejor así?

-Mmm mucho mejor.

De tanto en tanto me penetraba brevemente con dos dedos y luego volvía a


prestar atención a mi clítoris. Cuando encontré que ya estaba bien me separé de
ella, no sin antes besarla intensamente, y después de quitar de mi cuerpo la única
prenda que evitaba que sintiera a Ali coloqué mi sexo entre sus piernas, de
manera que el mío y el suyo chocaron entre sí dándonos gran placer a ella y a mí.
Como sus piernas eran largas y le resultaba bastante incómodo dejar la pierna
derecha sobre la parte superior del sofá se la levanté dejándola sobre mí, con el
gemelo apoyado en mi hombro. Entonces empecé a mover mis caderas
lentamente, ella y yo gemimos a la vez.

-Jo-der- murmuró cerrando los ojos y estirando el cuello hacia atrás.

Me abracé a su pierna con fuerza mientras de cada vez aceleraba más la rapidez
con la que la embestía, ella puso sus manos en mi cadera, acariciándome y
acercándome más a su cuerpo. Se escuchaba perfectamente el ruido que nuestros
sexos hacían cada vez que se juntaban y se separaban debido a los abundantes
flujos que tanto ella como yo habíamos soltado, lo cual a mi parecer era
extremadamente excitante. Tenía la cara caliente por el esfuerzo y que fuera
invierno e hiciera un frío de perros no evitó que comenzara a sudar, y este mismo
tampoco evitó que moviera mis caderas a una velocidad vertiginosa. Mis pechos
botaban de arriba abajo debido al movimiento, lo cual al parecer agradó a Alicia ya
que no despegó la mirada de ellos.

-Te ves tan sensual moviéndote así, creo que podría correrme tan solo de mirarte.

Sonreí ante eso, ella alargó sus brazos para acariciármelos y pellizcar suavemente
mis pezones, en respuesta a su acto le acaricié la pierna que tenía sobre mi
hombro y le besé parte del gemelo y la rodilla. Estuve incontables minutos así, el
orgasmo parecía llegar pero cuando estaba a punto de alcanzar el clímax todo se
venía abajo y volvía a empezar, haciendo que gruñera de frustración y aumentara
mi ritmo, si eso aún era posible. Alicia se retorcía de gusto debajo de mí, sin poder
evitar moverse un poco también, dándome la satisfacción de verla disfrutar de
aquella manera y oírla gritar del placer que le daba. Apoyé mi mano izquierda en
la pared y con la otra acaricié su vientre, sus costillas y sus senos, cuando pasé
por su cadera me cogió la mano y entrelazó nuestros dedos, yo la apreté con
fuerza sintiendo cómo al fin se desencadenaba en mí el orgasmo que había estado
reteniendo durante tanto tiempo.

Grité con fuerza y me desplomé exhausta sobre el respaldo del sofá, pero el
descanso no me llegó tan rápidamente.

-Ainhoa- se quejó llevando su mano derecha a su clítoris y moviéndola con


rapidez- No pares ahora.

Entonces entendí que ella no había acabado aun.

-Lo siento- me disculpé avergonzada. Entre eso y lo del otro día que la dejé con
ganas de más llevaba una rachita…

Volví a enderezarme y retomé el acelerado vaivén que había detenido un par de


segundos antes. Ella retiró su mano y volvió a posar sus dos manos en mi cadera,
acompañando el movimiento. Dado que yo ya había acabado y no sentía nada más
que su piel me preocupé por si ella estaría disfrutando igual que antes, ya que no
tenía nada por lo que guiarme, así que sin importarme lo cansada que estaba
arremetí contra ella igual de rápido que con anterioridad. Poco a poco sus manos
fueron cerrándose con fuerza en mi cadera hasta que por fin también llegó al
orgasmo. Detuve mis movimientos poco a poco, apoyando mi mano en su pubis
durante unos segundos antes de volver a dejarme caer sobre el respaldo del sofá,
sudorosa y con el corazón a mil por hora.

-¿Te has quedado bien? ¿Quieres que continúe?- le pregunté sin aliento para
asegurarme de que estaba satisfecha.

-No, ha sido…intenso- dijo riendo un poco, también con el pulso acelerado- Te


prometo que te avisaré cuando tenga más ganas.

Yo asentí tragando saliva, tenía la boca seca.

-Ven aquí- me indicó haciendo gestos para que me pusiera encima de ella.
Me separé del sofá, dejé con suavidad su pierna encima de este y me recosté con
cuidado sobre ella, metiendo mi cabeza en su cuello sin fuerzas ni siquiera para
poder besarla. Ella me abrazó y acarició tranquilamente mi espalda.

-No tenías por qué esforzarte tanto a lo último, se te va a salir el corazón del
pecho- me dijo suavemente al oído cuando se calmó, yo por el contrario no había
mejorado mucho.

-Quería que disfrutaras igual, como yo ya había acabado no sabía si era placentero
o no- conseguí decirle entrecortadamente.

-¿Placentero? Ha sido maravilloso, ¿cómo consigues mover las caderas tan rápido
sin romperte nada?- me preguntó fascinada mientras me acariciaba el pelo, su
pregunta me hizo reír pero no contesté dado que quería evitar una situación
incómoda- ¿Sergio?- acabó por deducir.

-Sí- contesté apenada.

Noté que su cara se ensombreció un poco, pero antes de que pudiera decir nada
sonrió.

-¿Te das cuenta de que a pesar de no saber nada de él, de Andrés e incluso de las
mujeres con las que me he acostado seguimos teniéndolos presentes de una
manera u otra?

También sonreí y aproveché para besarla al fin.

-No me molesta hablar de Sergio porque tú le dejas mal en todos los aspectos, al
menos en mi caso.

-¿Al menos en tu caso? ¿Estás poniendo en duda que contigo no siento tanto
placer?- preguntó alzando una ceja.

-Ni dudo ni dejo de dudar, tan solo no hablo por ti.

-¿Por qué estás empeñada en pensar que no estás a la altura?

Me quedé asombrada de que supiera exactamente lo que estaba pensando.

-Te conozco, y sé perfectamente que mentalmente te estás repitiendo que no


estás a la altura para mí, que me he acostado con muchas mujeres, perdón por
repetirlo tanto, todas ellas lesbianas y piensas que es imposible que tú, siendo yo
tu primera experiencia lésbica, y espero que única- ante esto no pude evitar
sonreír- seas mejor en la cama que ellas, ¿me equivoco?

-No, no te equivocas.

-Pues tú sí. Primero, no hay ninguna altura, no tendría la cara tan dura de encima
requerirte experiencia o que seas buena, no lo he hecho nunca y jamás lo haré. Y
segundo, ¿cómo voy a hacerte lograr entender que lo que me das es mucho más
de lo que pido? Ser tocada por la persona que amo y que me ama es lo más
placentero para mí, así que ¿puedes quitarte de la cabeza esa estúpida idea? ¿Es
que no ves cómo me retuerzo de placer cada vez que me haces el amor?- me dijo
ella incluso más frustrada que yo por pensar todo lo anterior dicho.

Le sonreí reconfortada.

-¿Entonces de verdad te gusta?- volví a preguntar con voz suave para


asegurarme.

-No hay palabras para definir lo que me haces sentir.

-Pero seguro que…- empecé a decir, pero me detuve al mirarla. Había levantado
su ceja mientras me miraba fijamente, no pude evitar reírme de su expresión-
Vale vale, está bien, no lo pondré más en duda.

-Ah, por fin- murmuró besándome con pasión- ¿Sabes que esto podría ser mucho
mejor si pudieras quitar esos gemidos de fondo? Con los nuestros tengo más que
suficiente.

Reí, volví a besarla y me levanté para quitar la película, lo cual no me llevó ni


medio minuto. Al acabar fui de nuevo al sofá, me quedé unos instantes enfrente
de sus piernas y me detuve a observar su cuerpo. Su preciosa cara de porcelana,
sus pechos con sus rosados pezones, su vientre de cada vez más abultado, sus
largas piernas abiertas y dobladas en forma de eme con sus características rodillas
rojas y su sexo, también enrojecido, con escaso vello púbico.

-¿Pasa algo?

-Eres preciosa Alicia, jamás me cansaré de decírtelo. No entiendo cómo la


naturaleza ha podido crear un cuerpo con tanta belleza junta, tanto física como
psicológicamente hablando. Eres una persona muy bella, por dentro y por fuera- le
dije con toda la sinceridad del mundo.

Pude notar que se sonrojó un poco, lo cual me pareció extremadamente tierno.


Sonreí y volví a acomodarme en ella, acercándome a sus labios para besarlos con
lentitud.

-Creo que si alguien estuviera encerrado con nosotras en un cuarto no tardaría en


vomitar miel, ¿no te parece que somos verdaderamente cursis?- me preguntó
mirándome con una sonrisa.

-Realmente me da igual- apoyé mi cabeza en su pecho, suspiré y cerré los ojos,


relajándome- Lo único que sé es que estoy enamorada de ti, y no puedo evitar
decir todas estas cosas que me nace decir solo cuando estoy contigo. Nunca me
había sentido así, y tengo miedo de que todo esto se acabe, de que sea un sueño
o de que algo haga que nos separemos.
Ella me acarició la cabeza y me la besó.

-A pesar de que odio a Sergio con toda mi alma siento mucha pena por él.

-¿Por qué?- pregunté extrañada.

-Por ser tan tonto de dejarte ir. Si hubiera sido él jamás habría dejado que una
mujer como tú se fuera de mi lado, me habría esforzado para enamorarte cada
día, lo cual no habría sido para nada difícil porque tú le amabas muchísimo.

-Te amo más a ti de lo que le amaba a él- al decir esto pude notar como sus ojos
brillaron de emoción.

-Fue imbécil, lo reitero.

-Yo pensé justo lo mismo de Andrés.

-La situación no es la misma, soy lesbiana. Andrés no habría conseguido nunca


que le amara.

-Y yo soy heterosexual y estoy saliendo contigo. Eres una excepción Alicia,


conseguiste lograr que te amara aun cuando yo estaba completamente segura de
que las mujeres no me gustaban ni atraían. De hecho, lo sigo estando.

-Eso no es muy tranquilizador.

Levanté mi cabeza y la miré.

-Pero te amo Ali, te amo con locura, a ti y a esta pequeña cosita de aquí- murmuré
acariciándole la barriga y sonriéndole, ella me respondió con otra de su parte.

-No pienso cometer contigo los mismos errores que él, no voy a permitir que te
marches de mi lado- me aseguró abrazándome con fuerza.

-Tampoco pensaba irme.

Me acerqué a ella y nos envolvimos en un tierno beso, no era capaz de entender la


adicción que tenía a sus besos y a sus labios.

-A todo esto, ¿quién ha ganado el reto?- me preguntó una vez nos separamos.

-Está claro que yo, has acercado tu pie ahí abajo para intentar aliviar tus ganas.

-Eso no es verdad, tan solo estaba buscando una posición cómoda- intentó
excusarse.

-¡Eres una mentirosa!


-Estaba en desventaja clara, ya tenía ganas de antes cuando estaba en pleno
proceso de autoestima y sabes perfectamente que con el embarazo mis ganas de
sexo son incontrolables, y aun así he conseguido aguantar el mismo tiempo que
tú. He ganado yo.

- ¿Sabes? Podría quedarme discutiendo e intentando darle la vuelta a las cosas


para que aceptaras que he ganado yo, pero estoy tan cansada que prefiero darte
la razón. Estabas en lo cierto, aguantas más que yo- acabé admitiendo, realmente
se había contenido.

-Qué bien suena eso- dijo estirándose y bostezando- ¿Quieres darte una ducha?
Has sudado bastante.

-Pues ya que me lo ofreces no voy a rechazar esta oferta. ¿Vienes conmigo?-


pregunté dándole besos rápidos en el cuello y las mejillas.

-De verdad que iría, pero me he duchado nada más llegar de clase. Además, si nos
metemos en la ducha tú y yo vamos a estar un largo rato y tengo que empezar a
ahorrar agua.

-Vale- volví a besarla de la misma manera pero ahora en los labios- ¿Vas a
quedarte ahí?

-Ahora me levantaré.

Asentí, me quité de encima de ella y recogí mi ropa del suelo, la suya la dejé a un
lado del sofá. Traté de ser lo más breve posible con la ducha por lo que había
dicho Ali del agua, por lo que tras quince minutos ya estaba fuera. Cogí un jersey
de Alicia, ya que mi camiseta estaba en remojo por la sangre. Me fijé que ella aún
seguía en el sofá, al acercarme me di cuenta de que se había quedado dormida,
seguía desnuda. Me apresuré en cerrar del todo la corredera del balcón ya que la
habíamos dejado un poco abierta y toqué el cuerpo de Alicia, estaba fría. Cogí su
ropa interior, que tan solo trataba de la parte inferior, y con la máxima cautela
posible se la puse. No quería despertarla, aunque sabiendo el sueño profundo que
tenía no sería muy complicado vestirla sin que se inmutara. Fui a su cuarto,
busqué en sus cajones su pijama y decidí ponérselo, si la dejaba desnuda por
mucho que la tapara se resfriaría. Con mucha cautela conseguí ponerle los
pantalones, y con más precaución aun pude ponerle la camiseta. La tapé con una
manta hasta el cuello y empecé a recoger mi portátil, pero no lo apagué, lo puse
en la mesa y decidí repasar los apuntes de clase para no ir tan apurada.

No sabía cuánto tiempo había pasado, pero de la hora no me escapaba. Estaba


realmente concentrada con lo mío cuando unos brazos me rodearon el cuello y
unos labios me besaron la mejilla.

-Deberías haberme despertado, ahora por la noche tardaré en dormirme y mañana


estaré muerta de sueño- me dijo con la voz algo ronca, como siempre la tenía
cuando acababa de despertarse.
Giré mi cuello y la miré.

-Es que estabas tan mona dormida, me daba pena- me excusé, ella sonrió.

-Pues por las mañanas no te da ninguna pena.

-Eso es porque mis ganas de besarte y escuchar tu voz son más fuertes que
cualquier otra cosa. Además, antes de despertarte siempre me quedo mirándote
un rato- contesté cogiéndola de las manos y haciendo que se sentara en mis
piernas.

-Gracias por vestirme- me agradeció algo avergonzada.

-No podía dejarte desnuda con el frío que hace, aunque las vistas habrían sido
realmente buenas- bromeé, las dos sonreímos.

-¿Vas a irte ya?

-Supongo, se está haciendo tarde. Estaba esperando a que te despertaras para


poder darte una buena despedida.

-Qué tonta, podías haberte ido antes si querías.

-¿Y no darte tus bien merecidos besos de despedida? Ni hablar, bastante poco te
veo ya como para irme sin más- le dije acariciándole la pierna.

-Qué considerada. Y bien, ¿dónde están mis besos?

-Eso tendrá que esperar un poquito, después de que recoja mi portátil- dije
besándole la punta de la nariz.

Se levantó y yo empecé a guardarlo, luego hablamos durante un buen rato hasta


que oscureció del todo y decidí que ya era hora de irme. Le di la sesión de besos
que con anterioridad le había prometido y me acompañó a la puerta.

-El viernes cuando vengas tendrás tu camiseta lista, no creo que quede ninguna
mancha de sangre.

-Bien, gracias- le dije, entonces recordé una cosa- Ah, ya decía yo que me
olvidaba de decirte algo. El jueves mis padres se van al pueblo de mi tía porque
tienen que solucionar un par de cosas y no vuelven hasta el sábado por el
mediodía. Sé que mi cama no es la más espaciosa ni la más cómoda, pero si te
apetece en vez de ir yo puedes dormir en mi casa, para cambiar un poco- le
expliqué.

-Pues claro que sí mi amor. Además, nos falta tu cama por estrenar así que…-no
pude evitar reír ante lo que dijo.

-Alicia, eres insaciable.


-Creo que eso ya me lo habías dicho- admitió con una sonrisa.

-Y me da que no será la última vez que lo haga.

Volvió a dedicarme una sonrisa, se acercó a mí y me besó por largo rato.

-Ten cuidado al conducir.

-Eso siempre- contesté colgándome el maletín donde llevaba el portátil- No te


librarás de mí tan fácilmente- bromeé.

Ella me miró fijamente y después me pegó en el brazo como siempre hacía cuando
algo no le hacía gracia.

-No digas eso ni en broma- al ver que sonreía ante su reacción añadió me fulminó
con la mirada- Idiota.

-Ali ya sabes que es una broma, no sé por qué te lo tomas tan mal.

-Porque cuando me haces este tipo de bromas no puedo evitar imaginarme que
tienes un accidente con el coche o lo que sea. Si algo te ocurriera yo…

-Ya, ya lo sé mi amor, no pienses más en ello ¿vale?- la interrumpí acariciándole la


cara cariñosamente- No me va a pasar nada.

Ella suspiró y acarició la mano que estaba en su mejilla, yo le sonreí levemente


para tranquilizarla.

-Te amo muchísimo- dijo mirándome fijamente.

-Sabes que yo también.

Dicho esto me acerqué a besarla por última vez.

-Adiós- me despedí abriendo la puerta.

-Adiós mi amor- me miró y antes de cerrar la puerta con lentitud y delicadeza me


brindó una pequeña sonrisa que me hizo no querer irme de allí.

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