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(Pasos)
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Chica: ¡Rápido llamad a un médico!- indicó al chico que estaba más cerca de la
puerta.
La verdad es que de cada vez estaba más confundida. ¿Dónde estaba? ¿Qué
hacía ahí? ¿Quienes eran aquellas personas?
En ese momento entró un hombre con una bata blanca entrado en años, se
podía apreciar como le estaban empezando a salir canas.
Chico: Doctor ella no nos reconoce- habló el mismo chico que llamó al doctor.
Me indicó que hiciese distintas cosas, como seguirle con la vista el dedo sin
mover la cabeza, me puso una luz en los ojos bastante molesta, me tocó el
cuello y la parte posterior de la cabeza.
Yo: Dieciocho.
Yo: No lo sé.
Se hizo el slencio hasta que el llanto de una de las chicas se hizo presente. La
verdad es que era muy guapa, pelirroja de alta estatura con unos ojos verdes
preciosos, esbelta y con un rostro libre de imperfecciones, sin granos ni
espinillas ni pecas, piel bastante pálida. La otra chica se acercó a consolarla,
también era bastante guapa, rubia de estatura media, bastante morena con
ojos castaños y delgada, ni le faltaba ni le sobraba de nada. Pude notar como a
esta también se le escapaba alguna que otra lágrima, las dos salieron de la
habitación.
Doctor: Parece ser que la señorita Salazar tiene una laguna mental provocada
por la contusión cerebral que le diagnosticamos nada más ingresar. No es
capaz de recordar nada a lo anterior del golpe, tan solo conserva la
información de si misma tales como su nombre y edad- explicó.
Las caras de aquellos chicos eran bastante deprimentes, las chicas luchaban
por no llorar mientras que los chicos simplemente apretaban con fuerza sus
manos en un claro gesto de rabia.
Yo: ¿Qué me ha sucedido doctor? ¿Por qué estoy aquí?- quise saber.
El doctor se quitó las gafas, se las metió en un bolsillo de la bata y nos miró a
todos fijamente, su expresión era realmente seria.
Doctor: Voy a serles sincero. No podemos saber si su pérdida de memoria será
permanente o tan solo temporal. Hemos tenido casos en los que recuperaron
la memoria en tan solo unos minutos, otros en unos cuantos meses y otros
que no lo han echo nunca, es imposible saberlo- contestó.
Este era último era muy guapo, cabello negro, ojos verdes esmeralda, más
bien bajo aunque no mucho, musculoso y a diferencia del otro chaval este
tenía una perillita muy bien cuidada que le hacía aún más atractivo.
Doctor: No prometo nada, pero podría ayudarle a agilizar un poco para poder
explorar su mente y acordarse de algo- finalizó
Salió por la puerta mientras que dos personas más entraban, estos eran esta
vez un hombre y una mujer que, para mi desgracia, me eran igual de
desconocidos.
Señora: Ainhoa por Dios ¡Al fin despiertas!- exclamó visiblemente alegre
mientras me abrazaba con fuerza al igual que aquel hombre.
Chica: Antonio, Lucía, tenemos algo que deciros- dijo, por fin alguien decía
algún nombre.
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Así pues me enteré de quien era cada uno de ellos. La mujer resultó ser mi
madre, se llamaba Lucía Aguiló Sánchez, tenía cuarenta y dos años y trabajaba
limpiando en la universidad. Tenía el pelo negro por los hombros, ojos miel,
más bien blanca que morena, estatura media y delgada, era bastante jovial
para su edad. El hombre como supuse era mi padre, se llamaba Antonio
Salazar Hernández, tenía cuarenta y tres años y era electricista. Pelo castaño,
ojos azules marino, muy moreno, cachas y muy alto, rondaría el metro
ochenta y cinco, lo único que tenía de barba eran las patillas. Un hombre
bastante guapo.
En cuanto a los demás chavales supe que eran mis amigos, todos éramos un
gran grupo. El chico con el pelo castaño (véase el capítulo anterior para no
hacerse un lío) se llamaba Javier Álvarez Carbó aunque todos le llamaban Javi.
Tenía diecisiete años y le conocía de hacía cuatro cuando coincidimos en la
misma clase en el instituto, por lo que me dijeron enseguida congeniamos y
éramos grandes amigos. La chica rubia se llamaba Marta Lozano Robles y tenía
la misma edad que yo. La conocía desde toda la vida y era mi mejor amiga,
con ella hice muchas locuras que me hicieron reír bastante cuando me las
contaron, éramos inseparables. También me contó que tenía una hermana
pequeña llamada Laura de siete años, decían que me volvía loca. El chico del
pelo negro se llamaba Sergio Medina Orgaz, este era el más mayor de todos
con veinte años, le conocía de hacía más de cinco y para mi asombro
llevábamos tres años de relación. Y por último llegó la chica pelirroja, se
llamaba Alicia Ferrer Mascaró y tenía diecinueve años, esta fue la última en
unirse al grupo, la conocí hace dos años y éramos buenas amigas, siempre nos
teníamos a mano y aunque no teníamos una amistad muy fuerte sabíamos que
podíamos confiar en la otra.
Enfermera: ¿Quieres estirar un poco las piernas antes de cenar? Es mejor que
lo hagas en mi compañía por si acaso, llevas mucho tiempo en la cama y
podrías caerte- ofreció amablemente.
Reconocí algunos rasgos de Lucía en mi rostro aunque para mi gusto era mas
parecida a Antonio. Enseguida volví a la cama quedándome pensativa. ¿Cómo
sería mi vida a partir de ahora? ¿Volvería a recuperar la memoria? ¿Qué
pasaría conmigo en el instituto? ¿Me enamoraría de nuevo de mi supuesto
novio? Ese era un tema que me preocupaba. No sentía nada por aquel
muchacho, al menos por el momento. ¿Tendría que decírselo? ¿Tendríamos
que acabar con la relación? Repasé mentalmente todo el día, estaba muy
cansada así que cerré los ojos y me dispuse a dormir.
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Señora: Hola Ainhoa. Mira te he traído esto para que puedas ducharte y
peinarte- me dijo ofreciéndome un neceser rojo.
Dejé caer mi mano sobre la pierna y clavé mi mirada en un punto fijo, después
la miré a los ojos.
Abrió la boca con la intención de decir algo pero no lo hizo, me miró, se acercó
a mi y me abrazó. En ese momento no había cosa que necesitara más que un
abrazo. ¿Cómo era posible que no supiera leer? ¿Significaba eso que tampoco
sabría escribir? ¿Cómo diantres iba a estudiar sin saber leer?
Yo: ¡Mierda tampoco puedo escribir!- espeté tirando el bolígrafo con fuerza a la
pared mientras me levantaba y me dirigía a la ventana para que no me viese
llorar.
Yo: ¿Qué no pasa nada? ¿Qué no pasa nada?- pregunté girándome sin
preocuparme ya de que viera mis lágrimas- Tengo una jodida laguna mental
que hace que ni siquiera reconozca a mi familia o a mis amigos ¡Joder ni
siquiera podría distinguir si tú eres mi madre o cualquiera de la calle! Queda
menos de un mes para que empiecen las clases y no sé ni leer ni escribir ¿Y
aún quieres que me tranquilice?
Lucía me miraba con tristeza, se había quedado muda ante tal reacción mía.
Lucía: Lo...lo siento mucho Ainhoa, te juro que si pudiera hacer algo lo haría
pero no puedo- dijo con la voz rota.
Ella asintió, la cogió, se sentó y empezó a leer. La carta ponía que ya se había
enterado de mi falta de memoria y que sentía mucho todo lo que tenía que
estar pasando. También decía que no le faltaba mucho para volver y que
estaba ansiosa por ir a verme, que aunque yo no la reconociera ella me echaba
mucho de menos. Me explicaba como era la ciudad en la que estaba y lo
capullo que era a veces su jefe con ella. Al final se despidió con un “Te quiero
hermanita” que me sacó una sonrisa.
Lucía: De nada faltaría más- contestó con una sonrisa- Me tengo que ir ya al
trabajo pero antes me encargaré de hablar con tu doctor y explicarle lo de la
carta.
Lucía: No tienes que responder nada, tan solo quiero que lo sepas- dijo, asentí
con la cabeza y antes de salir por la puerta me dedicó otra sonrisa.
Me levanté de la cama, cogí el neceser y entré al baño para colocar todas las
cosas que me había dado, desodorante, gel, champú, un peine, cepillo, pasta
de dientes...y más cosas por el estilo. Terminé de colocarlas y empecé a
caminar, me aburría mucho, no se podía hacer nada interesante entre esas
cuatro paredes. Por suerte la puerta se abrió indicándome que tenía visita
aunque fuera la enfermera cosa que por fortuna no fue así.
Yo: Ah Alicia es verdad, perdona. Sonará irónico pero tengo muchas cosas en
la cabeza y me cuesta un poco- dije sonriendo, ella me devolvió la sonrisa
dándome a entender que no pasaba nada.
Chica rubia: Pero que sosa que eres hija mía- le dijo a Alicia- Para saber mi
nombre vamos a jugar a algo.
Chica rubia: Si, juguemos al veo veo, te diré palabras que comiencen por las
letras de mi nombre, así será más divertido- explicó.
Yo: ¿Qué? ¿Estás hablando en serio?- pregunté, esta chica era muy extraña.
Chica rubia: Pues claro- afirmó segura y seria, después de unos segundos
mirándola con cara de pava acabó sonriendo- Que no boba que es coña, me
llamo Marta.
Yo: Antes de que vinierais mi madre vino a verme y me dio una carta de
Natalia- dije.
Alicia: ¿Qué harás entonces? Queda como mucho un mes de vacaciones ¿Te va
a dar tiempo a aprender para el instituto?- preguntó.
Se quedó rígido con la boca abierta, suponía que como todos tampoco se
esperaba esa noticia. Alicia miró las rosas con ¿ira? No supe descifrar su
mirada. Después le miró a los ojos fijamente y se levantó.
Apenas tuvo tiempo de dejar el ramo en la mesa cuando ella le cogió del brazo
y tiró con fuerza de el hasta que salieron.
Ella encogió los hombros indicándome que no tenía ni idea pero pude notar por
su expresión que ella sabía algo. Miré la puerta y vi que no la habían cerrado
del todo, había una pequeña obertura por la cual les observé. Me di cuenta de
que estaban discutiendo, y vaya discusión. Alicia estaba completamente roja,
enfurecida con los ojos aguados. Sergio la miraba amenazante, estaba muy
agitado pero más tranquilo que ella. El la cogió del brazo y la acercó a el de
manera que su boca quedaba en su oído. Le susurró algo que hizo que se
calmara un poco y observó la pared hasta que te topó con mi mirada. Mientras
me miraba le dijo algo a Sergio y después se fue corriendo.
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Ella encogió los hombros indicándome que no tenía ni idea pero pude notar por
su expresión que sabía algo, no quise darle mucha importancia. Miré la puerta
y vi que no la habían cerrado del todo, había una pequeña obertura por la cual
les observé. Me di cuenta de que estaban discutiendo, y vaya discusión. Alicia
estaba completamente roja, enfurecida con los ojos aguados. Sergio la miraba
amenazante, estaba muy agitado pero más tranquilo que ella. El la cogió del
brazo y la acercó a el de manera que su boca quedaba en su oído. Sergio le
susurró algo que hizo que se calmara un poco y observó la pared hasta que te
topó con mi mirada. Mientras me miraba le dijo algo a Sergio y después se fue
corriendo.
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Todo era muy raro ¿Por qué se habrían peleado? ¿Tendría que ver algo la
reacción que tuvo Alicia antes? Seguramente sería alguna cosa entre ellos pero
¿Era tan grave como para que Alicia se hubiera puesto de esa forma? En ese
momento entró Sergio en la habitación, me miró, cogió el ramo y me las
entregó sonriendo.
Yo: Gracias, déjalas en esa mesa- le dije señalando las flores, las dejó ahí y se
sentó en un sillón.
Yo: Adiós.
Puesto que no había ninguna prueba o algo que contradijese su palabra decidí
creerle ya que ¿Qué otra cosa podría ser? Algo sin importancia como bien
había dicho el.
Sergio: Ainhoa ¿Qué va a pasar con nosotros?- preguntó al cabo de unos
segundos de silencio, le miré y pude notar que estaba muy serio.
Sergio: Está bien, creo que lo mejor será dejar un paréntesis en nuestra
relación. Si llegas a recuperar la memoria y te embarga algún sentimiento
sobre mi te ruego que vayas a verme, me da igual si es mañana, en un mes o
en dos años, voy a seguir amándote igual- contestó el con lágrimas en los ojos
que luchaban por salir.
Pasaron dos días y yo seguía con mi rehabilitación por así decirlo, todos venían
a visitarme pero desde aquella vez en la que Alicia y Sergio discutieron no la
volví a ver. Pregunté por ella a todos pero nadie supo darme una respuesta,
me entristecí un poco ya que aunque la conociese de poco extrañaba su
compañía. Una tarde estaba levantada enfrente de la ventana tomando un
poco el aire cuando entró alguien que no conocía.
Yo: Buenos días, si viene a recoger mi ficha está ahí sobre la cama- le indiqué
pensando que era una enfermera.
No se movió, estaba ahí de pie mirándome fijamente hasta tal punto que tuve
que desviar la mirada por incomodidad. La chica era castaña, ojos azules muy
parecidos a los míos, bronceada, alta y delgada.
Chica: Si no has muerto ¿Por qué siento que he perdido a una hermana?-
preguntó con la voz apagada.
Por fin se separó de mi, la miré a los ojos y ella sonrió, la había detallado
mejor y la verdad es que nos parecíamos mucho. No lo pensé más y esta vez
la abracé yo, no recordaba nada de ella, al igual que todo el mundo, pero no
sabía por qué nada más verla le había cogido cariño.
Natalia: Oh Dios siento todo esto mucho pequeña, lo siento mucho- me dijo
cogiéndome las manos.
Yo: No, no me acuerdo de nada, según dijeron mis amigos estaba en casa de
Javi cuando tropecé y me di el golpe en la cabeza contra una mesa- conté.
Natalia: No soy médico pero, para haber perdido la memoria de toda tu vida y
incluso no saber ni escribir ni leer, un golpe con una mesa de madera no me
parece suficiente- confesó ella.
Yo: Bueno ahora que lo dices mi doctor me preguntó algo parecido, no está del
todo seguro que fuese esa la causa por la que perdí la memoria, el asegura
que el golpe fue contundente y incluso con algo un poco afilado, características
que no se encuentran en una mesa de madera- le expliqué.
Yo: No sé si tiene mucha importancia pero desde hace tiempo, incluso cuando
estaba inconsciente, una conversación se repite en mi mente- conté.
Natalia: Bueno, lo importante es que estás bien y que dentro de poco volverás
a casa ¿Verdad?- dijo cogiéndome las manos mientras sonreía.
Yo: Nos hemos dado un tiempo, yo no le recuerdo y tampoco siento nada por
el. Tendrías que haber visto la cara que puso cuando se lo dije, me sentó fatal-
contesté.
Yo: Bueno dejemos ese tema. ¿Y a ti como te van los hombres?- pregunté
sonriendo.
Natalia: Mi jefe me dio un día libre ya que había estado trabajando mucho, y
decidí ir a ver a Óscar a su hotel para darle una sorpresa. Cuando entré en su
habitación se estaba tirando a otra tía, el está completamente seguro de que
yo me acosté con mi jefe- volvió a llorar.
Yo: ¿Y es verdad?
Natalia: ¡Por supuesto que no! Yo a el le amo, jamás se me ocurriría hacerle
algo así- contestó con la voz ronca.
Yo: Tonterías, eres mi hermana te recuerde o no y creo que ha sido eso lo que
ha echo que esté tan a gusto contigo, puedes venir todas las veces que quieras
si necesitas a alguien con quien hablar, estaré encantada de recibirte- le dije
con una gran sonrisa.
Natalia: Gracias, me alegra saber que sigues siendo una gran persona- dijo
abrazándome.
Natalia: Me temo que tengo que irme ya. Cuando salgas de aquí ven a
visitarme, me alegrará verte y quizás a ti también, casi toda tu infancia te la
has pasado allí- me ofreció.
Yo: Por supuesto, me encantaría ir. Ten por seguro que una de las primeras
cosas que haga nada más volver a casa será visitarte- respondí sonriendo.
Natalia: Eso espero. Bueno me voy ya, cuídate Ainhoa. Adiós.
Yo: Hola. ¿Qué te ha pasado estos días? ¿Por qué no has venido a verme?-
pregunté rápidamente.
Yo: Bien, bueno, todo lo bien que se podría estar en mi situación- respondí
mirándola.
Alicia: ¿Ya has empezado con las clases de la lectura y escritura?- quiso saber.
Yo: Si, empecé hará unos dos días, es muy difícil y duro- admití.
Alicia: Supongo que si, si yo fuera tú no sé que hubiera echo.
Yo: ¿Por qué has evadido la primera pregunta que te he echo?- pregunté
cogiéndola por sorpresa.
Yo: Si que lo has echo. ¿Por qué no has venido a verme estos dos días? ¿Tiene
algo que ver la discusión con Sergio?- acribillé.
Alicia: No, no ha sido por la discusión. Y sobre lo que no he venido a verte era
porque necesitaba desconectar- contestó rápidamente.
Alicia: Veo que sigues siendo igual de curiosa y cotilla ¿Eh?- dijo ella riendo.
Yo: ¡No soy cotilla!- sonreí- Tan solo quiero saber por qué has desaparecido
estos días, he preguntado a todo el mundo y nadie sabía donde estabas.
Alicia: Son cosas entre el y yo, no es nada grave. Teníamos un problema que
ya hemos arreglado, nada más- contestó poco segura.
Yo: Desde hace unos días tengo la sensación de que todos me ocultáis algo y
todavía no encuentro la razón- dije un poco irritada.
Yo: No tengo ni idea. Supongo que es por eso, por quedarme sola, con todo lo
que ha pasado últimamente estoy muy sensible y cuando me quedo sola pues,
lloro- respondí empezando a llorar.
Alicia: No nena, no llores, no me gusta verte así- dijo abrazándome.
La rodeé con mis brazos y me desahogué con ella. Le dije todo lo que me
preocupaba, mis penas, mis miedos, absolutamente todo lo que me hacía
sentir mal.
Alicia: Pero no seas tonta Ainhoa, no estás sola. Estás rodeada de gente que te
quiere, tu hermana, tus padres, tus amigos... Nadie te va a dejar sola, y si los
demás lo hacen ten por seguro que yo estaré siempre para ti ¿Entendido?- me
animó.
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Poco menos de una semana después me dieron el alta y por fin pude ir a mi
casa. Vivía en el centro de la ciudad y pude afirmar que era una isla preciosa,
con unas playas maravillosas y lugares muy naturales con unas vistas
hermosas (Autora: ¿Me estoy pasando explicando lo maravillosa, preciosa y
perfecta que me parece mi isla? Jajaja) Sin lugar a dudas me encantaba
Mallorca.
Entonces me encontré con una foto que me dejó muda. Era Alicia, tumbada
boca abajo en el césped con el sol pegándole en media cara, me había
quedado embobada mirándola ¡Estaba preciosa! “¿Pero qué estás diciendo
Ainhoa?” Me di cuenta de lo que estaba pensando y cerré el portátil de un
golpe seco. Me levanté y me llevé las manos a la nuca empezando a caminar
por la habitación. “¿En qué estás pensando? Alicia es tú amiga, es tú amiga”
Alarmada por esos pensamientos hacia ella me tumbé en la cama y me quedé
dormida.
Abrí los ojos pero los tuve que cerrar enseguida por la luz. ¿Luz? Cuando me
quedé dormida recordaba que aún había luz. ¿Había dormido tantas horas?
Marta: Pues esperaba a que te despertases. ¿Tú sabes cuanto duermes? Estoy
harta de verte en la misma posición, más bien estoy harta de verte- respondió
sonriendo con la última frase.
Marta: No no lo eres, de echo tienes una de las caras más bonitas que he visto
en mucho tiempo, pero tienes que admitir que culona eres- me confesó
sonriendo.
Yo: ¡No soy culona! Haber si, tengo bastante culo pero tampoco es para tanto.
Marta: Jajaja que no mujer tienes el pandero perfecto, tu culo les pierde a los
hombres- dijo.
Yo: ¿Y eso de que tengo las tetas como una tabla de planchar? Eso es una
mentira muy gorda- le dije señalándomelas.
Marta: Algo tenía que añadir para rellenar...- contestó encogiendo los
hombros.
Marta: Ah si, casi se me olvidaba. Hoy vamos a ir a la playa, así que no puedes
faltar- me dijo.
Yo: ¿A la playa?
Marta: ¿Seguro?
Marta: De acuerdo.
Salió y cerró la puerta. Suspiré, me froté los ojos y miré la hora ¡Eran las tres
y media! Me había pasado casi un día entero durmiendo. Solté un sonido de
sorpresa y busqué en los cajones algún bikini pero no encontré ninguno, no me
quedó más remedio que buscar a Marta.
Yo: Un placer- mentí con una sonrisa hipócrita- No me habías dicho que tenías
novio.
Alicia: Se han ido, por eso decidimos ir a la playa, para no dejarte sola- dijo
sonriendo.
Alicia: Claro.
Yo: ¿Tienes idea de dónde tengo los bikinis?- susurré un poco avergonzada.
Pude notar como una sonrisa quería formarse en sus labios, lo que me faltaba,
se morreaba con un chaval en mi casa y encima se reía de mi.
Alicia: Creo que sé donde están, pero no estoy del todo segura- dijo
caminando hacia mi cuarto.
Alicia: ¿Ainhoa?
Me exalté al ver que me estaba mirando y me sonrojé y avergoncé ante la
posibilidad de que me hubiera pillado mirándola.
Yo: ¡¿Qué?!
Me mordí el labio, cerré los ojos y me apoyé de espaldas contra la puerta. ¡Le
estaba mirando el culo! ¿Qué me pasaba? ¿Por qué había reaccionado así al
verla con aquel chico? Una respuesta apareció como un relámpago por mi
mente pero me negué a aceptarla. Me quité la ropa y me vi en un espejo.
Tenía los senos medianamente grandes, lo normal, bien subiditos. Mi vientre
no era completamente plano, tenía un poco de barriguita pero era delgado al
igual que mis caderas. Mi sexo tenía escaso bello púbico, algo normal después
de todo ese tiempo en cama. Me giré y observé mi culo, como bien habíamos
comentado Marta y yo era bastante grande pero no por eso desagradable. Para
finalizar mis piernas no eran muy largas por mi estatura, también tenía
bastante carne pero, como siempre, nada que se saliera de lo normal. En
definitiva, tenía un cuerpo bonito pero no perfecto, y me alegraba por ello ya
que no me hubiera gustado estar esquelética.
Me puse el bikini, me vestí y fui al salón donde supuse que estarían y,
efectivamente allí estaban, besándose como si se fuera a acabar el mundo. De
nuevo el calor y las ganas de apartarlo de ella me invadieron.
Me dijeron que no, así que me senté junto a ellos mientras esperábamos a que
llegase Marta, deseaba con todas mis fuerzas que lo hiciera lo antes posible.
Pasaron los minutos en los que ellos no cesaban de darse muestras de afecto
haciendo que una mitad de mi no parase de enfurecerse con cada gesto, beso
y caricia que le daba a Alicia, mientras que la otra mitad se enfurecía por
enfurecerme de sus mimos (irónico ¿Verdad?) Por un milagro de Dios Marta
tocó el timbre.
Yo: Vamos, ya están aquí- dije cogiendo algunas cosas, entre ellas una bolsa
con toallas y crema y una neverita portátil que contenía cervezas y demás.
Ellos también cogieron las últimas bolsas y bajamos. Estaban Marta, Javi y
Sergio. Nos subimos al todo terreno de Marta y arrancamos, para mi mala
suerte me tocó al lado de 'los tortolitos'.
Marta: Realmente no es una playa, es una pequeña cala, se llama Cala Falcó,
llegaremos de aquí a unos veinte minutos- me contestó.
Dejamos las cosas y pusimos las toallas en la arena. El calor era abrasador, así
que empezamos a quitarnos la ropa. Los chicos fueron los que antes se
quitaron todo y nada más hacerlo fueron corriendo al agua. Fui la última en
desvestirme ya que se me había quedado enganchada la camiseta con el pelo
y, cuando iba a meterme en el agua me quedé con la boca abierta.
Alicia estaba al lado mía esperándome con la mano extendida, aunque eso fue
lo último en lo que me fijé. Era blanca, muy blanca y el bikini negro que
llevaba hacía que lo pareciese más. Tenía muchos lunares y pecas por todo el
cuerpo que le quedaban de maravilla. No tenía mucho pecho, el vientre plano y
unas piernas largas y delgadas y, cuando se giró, me quedé observando su
trasero. En definitiva, era muy distinta a mi. “¿Te das cuenta de lo que
piensas? Como sigas mirándola así te denunciará por acoso sexual visual” Salí
de mi ensoñación para ver como seguía con la mano extendida y con una
sonrisa preciosa.
Si antes había estado enfadada con esa sonrisa ya no quedaba ni rastro del
sentimiento que antes me embargaba.
Caminamos hasta el agua, la rocé con el dedo gordo del pie y me paré
inmediatamente.
Alicia: Venga no seas cobarde, es solo un poco de agua nada más- dijo
pasando su pie por el agua.
Alicia: Vale.
Yo: Por favor que alguien me ponga crema, me estoy achicharrando- pedí.
Yo: Gracias.
Ella se alejó y se tumbó de nuevo para tomar el sol. Al cabo de unos minutos
me até la parte de atrás del bikini y me levanté.
Alicia me miró, sonrió y me cogió la mano que usó para poder levantarse.
Me sentí un poco mal, así que decidí acabar con la broma empezando a reír y
abriendo los ojos. Todos me estaban observando con una cara de preocupación
increíble, Alicia que era la que me había llevado tenía incluso hasta lágrimas.
Marta: Déjala que se le pase un poco, después si eso te acercas -me aconsejó.
Yo: Hey perdóname, tan solo era una broma, no te pongas así- le susurré
cariñosamente.
Ella giró su cuello y vi como tenía los ojos mojados de llorar, en ese mismo
instante me sentí fatal.
Alicia: ¿Solo era una broma? Eso no era una broma Ainhoa- me reprochó con
la voz temblándole.
Alicia: No vuelvas a hacerme eso nunca más ¿Entendido? Pensaba que volvía a
perderte- sollozó.
Las siguientes horas nos las pasamos riendo, bailando y bebiendo. Después
Marta que era la única que tan solo se había tomado dos cervezas nos fue
llevando cada uno a su casa. En el camino de vuelta Andrés y Alicia no se
cortaron ni un pelo, incluso el empezaba a tocarla poniendo su mano en su
rodilla y muslo, la ira no se hizo esperar. Finalmente llegamos a mi casa, me
bajé y me despedí.
Lo último que pude ver fue como Andrés empezaba a tocar a Alicia y un nudo
en la garganta se formó. Subí a mi casa sin hacer mucho ruido ya que Lucía y
Antonio ya dormían, me cambié y me tumbé en la cama. Su aroma se había
incrustado en mi piel, aspiré hondamente para sentir su olor y la recordé, y
también deduje que tal y como estaban en el coche en esos mismos instantes
ella estaría entre las sábanas de ese imbécil. Entonces sentí algo que nunca
había sentido, era como si me hubieran clavado una daga en el corazón. Una
lágrima solitaria escapó de mis ojos al cerrarlos fuertemente para dormir. ¿Qué
me estás haciendo Alicia? Fue lo último que pensé antes de dormirme entre
lágrimas.
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Lo último que pude ver fue como Andrés empezaba a tocar a Alicia, un nudo en
la garganta se formó. Subí a mi casa sin hacer mucho ruido ya que Antonio y
Lucía ya dormían, me cambié y me tumbé en la cama. Su aroma se había
incrustado en mi piel, aspiré hondamente para sentir su olor y la recordé, y
también deduje que tal y como estaban en el coche en estos mismos instantes
ella estaría entre las sábanas de ese imbécil. Entonces sentí algo que nunca
había sentido, era como si me hubieran clavado una daga en el corazón. Una
lágrima solitaria escapó de mis ojos al cerrarlos fuertemente para dormir. ¿Qué
me estás haciendo Alicia? Fue lo último que pensé antes de dormirme entre
lágrimas.
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(Pasos)
Voz: ¡Oh Dios mío!
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Desperté con los ojos un poco adoloridos, supuse que sería por llorar. De
nuevo soñaba con aquella conversación, por mucho que intentara averiguar de
que se trataba no había manera de saberlo. Me senté, bostecé y miré la hora,
eran las diez y cuarto. Me levanté y fui a la cocina con una idea en mente.
Antonio: Buenos días hija- dijo dejando de leer el periódico que tenía en las
manos.
Antonio: Claro.
Yo: Gracias.
Yo: Pues muy bien, nos divertimos mucho. Son unos locos- respondí
sonriendo.
Lucía: Y tanto, sobre todo Marta, esa chica es un remolino. Cuando erais
pequeñas ella corría por todo el parque, te llevaba casi arrastras jajaja-
comentó riendo.
Antonio: Uf como me hace reír esa chica, tiene cada ocurrencia jajaja. Es muy
buena persona, me alegra que la tengas como amiga- afirmó.
Yo: La verdad es que si, me gustaría mucho poder recordar algo- dije
desanimada.
Lucía: Creo que ha nadie le cae bien. Te lo digo yo, ese chico es muy raro.
Yo: No hombre, no voy a hacer que me lleves hasta allí, está muy lejos- me
negué.
Antonio: No es molestia, tengo que ir a trabajar cerca de allí así que me pilla
de camino- contestó.
Yo: ¿Seguro?
Les sonreí, lavé mi plato y la taza y fui a mi cuarto. Me duché, elegí mi ropa,
me arreglé y Antonio me llevó a casa de Natalia, fue poco más de una hora de
trayecto. Cuando llegamos me dejó en la verja que había antes de entrar en la
casa. La abrí un poco y empecé a caminar hasta el caserón, habían unos 100
metros desde la verja hasta la casa en los que habían todo tipo de árboles,
arbustos y flores.
La casa tenía un porche aguantado por dos columnas, una a cada lado, era
rústica judgando el exterior y tenía pinta de ser bastante antigua. Detrás de la
casa habían unas cuantas hectáreas de terreno que no sabía si pertenecían a
Natalia o no. Finalmente llegué a la puerta y toqué el timbre. La puerta se
abrió al cabo de unos segundos dejándome a ver a una Natalia sorprendida.
Yo: Te dije que una de las primeras cosas que haría al salir del hospital sería ir
a verte- le recordé.
Yo: ¿Segura?
Natalia: Por supuesto, siempre serás bienvenida en esta casa, si algún día
tienes alguna duda, estás estresada o cualquier cosa puedes contar conmigo-
me sonrió cogiéndome la mano.
Hablamos un poco y después comimos una deliciosa paella que preparó ella en
una fogata que hizo. Después de haber comido y haber echo la digestión me
preguntó si quería bañarme en la piscina, acepté ya que hacía un calor
insoportable, estuvimos alrededor de una hora y salimos para ducharnos.
Yo: Todo ese campo que hay detrás de la casa ¿Es tuyo?- pregunté mientras
me secaba el pelo.
Natalia: Si ¿Ves donde están aquellos árboles más altos que los demás?- me
preguntó intentando señalármelos.
Yo: Si.
Natalia: Pues hasta ahí llega, lo que hay detrás es un bosque. Todo lo que
haya antes me pertenece- contestó sonriendo.
Yo: Vaya ¿Por qué los tios te dejaron todo esto a ti?- pregunté extrañada de
que no hubiera sido de Antonio y Lucía.
Natalia: Porque ellos por esa época también estaban enfadados con papá y
mamá y, como veían que no tenía donde quedarme ya que yo quería
independizarme me la vendieron- contó- Aunque el tiempo que les perteneció
a ellos hemos venido mucho por aquí, como ya te dije este lugar es tú segunda
casa por así decirlo.
Caminé hacia toda esa extensión de terreno que se abría ante mis ojos, a mi
izquierda vi un árbol que en seguida me llamó la atención así que fui allí.
Cuando llegué vi que era un árbol normal como cualquier otro, pero a mis ojos
era diferente. Me acerqué a el, me senté apoyando la espalda en el tronco y
disfruté de la brisa, el solecito y las preciosas vistas que me daba el pequeño
lago que había a menos de quince metros de mi. Me sentía tranquila y
relajada, tenía en el pecho una extraña sensación para mi, la sensación de
haber estado allí hace mucho tiempo. Ese lugar fue el primero en sentirlo
familiar y cercano, como si le tuviera mucho aprecio.
Tan solo quedaba una semana para empezar el instituto y estaba bastante
nerviosa, ya leía y escribía mucho mejor había echo un gran trabajo, pero
todavía era muy duro. Por la tarde me quedé sola, aunque Antonio y Lucía
intentaron convencerme para que saliera y no me quedara sola no lo
consiguieron. Estaba practicando mi escritura cuando tocaron el timbre, abrí la
puerta y vi que eran los chicos.
Yo: Hola, pasad- les dije abriendo la puerta, con alivio pude comprobar que
esta vez Andrés no estaba.
Alicia: Venimos a decirte que Lidia, una compañera de clase, hace mañana una
fiesta a la cual estás invitada- me dijo sonriendo, era imposible ser más
encantadora.
Yo: Oh vamos ¿Yo a una fiesta? No conoceré a nadie ¡Ni siquiera conozco a la
organizadora!- contradecí.
Alicia: Ya, pero ellos a ti si. Es una gran oportunidad para conocer a todos tus
compañeros, así el primer día en el instituto será mucho más agradable ¿No te
parece?- preguntó.
Alicia: Por favor Ainhoa, vente con nosotros- me pidió con una media sonrisa.
En ese instante me di cuenta de la respuesta que había salido de mis labios sin
permiso. 'Mierda' pensé. “¿Te está gustando de cada vez más?” No me gusta
“Es verdad, es poco para definir cuanto te gusta” Que no me “Calla que te
están hablando”
Javi: La fiesta es mañana a las ocho, vendremos a por ti a las siete y media
¡Empanada!- dijo mientras me empujaba poniendo dos dedos en mi frente.
Yo: Vale vale ¿Pero y si Antonio y Lucía no me dejan ir?- les planteé.
Marta: Tranquila, que de eso me encargo yo- contestó sonriendo, con lo poco
que la conocía ya sabía que significaba esa sonrisa, y era que sin duda alguna
iba a ir a la fiesta.
Estuvimos un rato más hasta que se tuvieron que ir, les acompañé hasta la
puerta.
Yo: Me da vergüenza pediros esto pero como tengo la fiesta ¿Podéis darme
dinero para comprar algún vestido bonito?- pregunté avergonzada una vez
hube terminado de desayunar.
Antonio: Pues es algo que tendrás que evitar con el tiempo, porque como sigas
así menuda la que nos espera- contestó riendo- ¿Cuánto necesitas?
Lucía: Dale cincuenta euros, con eso puedes comprarte un vestido, unos
zapatos y hasta una colonia si quieres- contestó sonriendo.
Antonio cogió la cartera, la abrió y sacó el billete.
Antonio: Toma.
Antonio: De nada- miró el reloj y se levantó- Me voy ya que llego tarde, adiós
mi amor- dijo besando a Lucía- Adiós cariño- me besó en la cabeza y salió.
Yo: Me gustaría comprarme uno que vi el otro día, era un palabra de honor
rojo precioso- le conté.
Pasaron dos horas y cuando terminé de comer fui a comprar. Cogí el vestido,
me decidí a comprarme una colonia que olía de maravilla y unos pendientes,
aún así me sobraron 20 euros. Llegué a casa y empecé a prepararme. Me
duché, cuando salí me sequé el pelo y lo ricé. Me puse el vestido, unas medias,
unos zapatos de tacón negros que tenía yo y finalmente los pendientes que me
había comprado esa tarde. Me miré en el espejo y casi no me reconocí ¡Estaba
preciosa! Después de haberme elogiado durante unos minutos mentalmente
me senté en el escritorio, saqué mi neceser y empecé a maquillarme, lo que
me llevó su tiempo. Estaba repasando un poco el rímel de mis ojos cuando el
timbre sonó indicando que Marta había llegado, supuse que le abrió Lucía.
Marta: ¡¿Quién está preparada para la fiesta?!- gritó entrando por la puerta, vi
por el espejo como levantaba los brazos mientras posaba, no pude evitar reír.
Yo: ¿Quién está preparada para la fiesta?- la imité posando yo también, al final
me había echo ilusión y todo asistir a la fiesta.
Marta: ¡Madre del amor hermoso, estás preciosa!- exclamó abriendo la boca al
verme.
Ella llevaba también un vestido solo que el suyo era de leopardo, el pelo un
poco alborotado que le quedaba genial y unos tacones marrones a juego con el
vestido.
Yo: Jajaja No me apetece mucho ligar la verdad, menos con Sergio por ahí-
respondí.
Yo: Si si, te los dejo todos para ti- contesté cogiendo un bolso pequeño y
metiendo mis cosas.
Cuando por fin acabé de arreglarme nos metimos en su coche y me llevó hasta
la fiesta.
Yo: ¿Y los demás como irán?- pregunté al ver que tan solo estaba yo.
Marta: Ellos vendrán con otros medio, pero nos esperan en la puerta, ya están
allí- me dijo cogiendo el móvil y moviéndolo.
Asentí y esperé a que llegáramos, de cada vez la calle estaba más llena de
coches y de gente, le costó horrores aparcar, lo hizo muy lejos de la casa,
caminamos y a los pocos minutos llegamos.
Marta: ¡Allí están!- gritó después de estar buscándolos un buen rato, apenas la
oí ya que la música estaba muy fuerte.
Javi: ¡Madre mía vaya dos bombones que estoy viendo!- exclamó haciéndonos
reír.
Yo: Hola Javi- le saludé con dos besos al igual que Marta.
Me giré para verla y pude jurar que sentí como mi corazón se paraba en ese
mismo instante. ¿La perfección no existe dicen? Eso es que no la han visto a
ella. No existían palabras para definir como estaba Alicia. ¿Preciosa,
maravillosa, espléndida, hermosa, bellísima, perfecta? Ni siquiera esa última
palabra abarcaba todo lo que era Alicia. En ese momento el tiempo se paró. Si,
podréis decir oh ¿Cuántas veces han dicho esa frase, cinco mil veces? Pero no,
realmente el tiempo se congeló a mi alrededor y todo tipo de sonido
desapareció, todo sonido excepto el acelerado batir de mi corazón.
Andrés: Mi vida ya te había perdido ¿Te he dicho lo preciosa que estás esta
noche?- le dijo besándola- Hola Ainhoa, tú también estás muy guapa.
Yo: Hola, muchas gracias- respondí con la más falsa sonrisa que haya podido
poner nunca.
Yo: Claro...claro- contesté aturdida mientras la abrazaba tan solo con un corto
y tímido abrazo.
Me di cuenta de lo que para mi habían sido siglos tan solo habían sido apenas
dos segundos en realidad. Sergio llegó y nos saludó a todos, pude notar como
me miraba en especial a mi incomodándome un poco. Finalmente entramos en
la casa. Si la música afuera era fuerte, dentro lo era más aún. Los chicos
fueron saludando a algunos chavales que se encontraban, algunos también me
saludaban a mi y yo no tenía más remedio que responderles. Llegamos a una
barra y pedimos algo para beber.
Marta: ¡Lidia!- gritó para llamar su atención, estaba a menos de 5 metros y
aún así no la había oído, volvió a probar con otro grito y esta vez si que lo
consiguió.
Lidia: ¡Hola chicos!- dijo saludándonos a cada uno- ¡Ainhoa cuanto tiempo si
verte! Menos mal que ya has salido del hospital, menudo susto nos diste a
todos.
Yo: Hey no te pongas así, se supone que esto es una fiesta, y las fiestas están
para divertirse. ¡Venga a bailar!- grité cogiéndola de la mano y llevándola al
centro de la pista.
No tenía ni idea del por qué la había sacado a bailar, lo único que tenía claro es
que yo había ido allí para divertirme y no tenía la intención de arruinar la
noche de los demás. Después de bailar cinco canciones seguidas paramos y,
tras despedirme de ella y agradecerle que me hubiera invitado me uní a los
chicos.
Javi: Vaya vaya, habrás perdido la memoria pero no cómo bailar- me elogió.
Yo: Gracias- contesté con la voz agitada, la verdad es que me había cansado.
Marta se fue de 'caza' como había dicho ella y Javi se fue a bailar,
quedándonos así Sergio, Alicia, el imbécil de Andrés y yo. Minutos después
sonó una canción lenta y Alicia y Andés salieron a bailarla.
Sergio: ¿Me concede este baile preciosa dama?- preguntó haciendo un gesto
de reverencia.
Yo: Sergio no confundas las cosas por favor, no te quiero como tú me quieres
a mi- contesté suavemente.
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No no no, no podía ser, no podía aceptarlo “¿No puedes o no quieres Ainhoa?”
Está bien, no quería aceptarlo. ¡No podía haberme enamorado de una chica!
No estaba bien, no estaba bien. ¿Por qué de ella? ¿Era acaso lesbiana? No
podía ser posible ¡Antes yo había salido con Sergio! “Como bien has dicho,
antes, ahora ni siquiera te acuerdas de el”
Me tiré así no supe cuanto tiempo, tan solo lloraba sin poder contenerlo,
necesitaba desahogarme después de tanto tiempo reprimiendo mis
sentimientos. En ese momento salió Marta de la fiesta y, al verme, fue
corriendo hacia mi.
Aunque ella dijese que estaba ardiendo yo justamente estaba sintiendo todo lo
contrario, estaba completamente helada, estaba tiritando.
Pero no pude dar ni dos pasos, mi cuerpo estaba presente pero mi mente
estaba perdida, apenas era consciente de lo que ocurría a mi alrededor pero
podía escucharla perfectamente.
Marta: Está bien, te dejaré en el coche, en seguida vuelvo- me avisó
sentándome en la acera apoyada contra el coche.
Yo tan solo me rodeé las rodillas con los brazos en un intento de calentarme y
seguí llorando, no había nada en ese momento que pudiera calmarme. A los
pocos minutos vi a un grupo de personas acercándose a paso rápido hacia mi,
eran los chicos.
Tan solo la miré sin contestar, tenía el pelo alborotado, su pintalabios estaba
completamente esparcido alrededor de los labios y su vestido estaba mal
colocado, todo eran pruebas de lo que había estado ocurriendo en aquella
habitación, mi llanto fue en aumento.
Sergio: ¿A tú casa? No creo que sea buena idea- habló después de toda la
noche sin oírle.
Andrés: Tiene razón, no creo que sea una buena idea mi amor- apoyó a
Sergio.
Marta: Pues a mi me parece una idea estupenda, y puesto que soy yo la que la
va a tener que llevar se irá con Alicia- concluyó ella.
Marta: Os iré dejando en vuestras casas, Andrés como tu casa es la que más
cerca está serás el primero en bajarte- indicó.
Andrés: Pues yo creo que sería mejor que me quedara en su casa para
ayudarla si necesita ayuda.
Andrés: No pero...
Alicia: ¡Da igual! Ven conmigo si tanta ilusión te hace- exclamó irritada.
Era ya lo único que me faltaba, tener al imbécil ese más cerca todavía, de cada
vez no podía evitar deprimirme más. De ese momento no supe nada más, tan
solo recordaba el escaso aire que conseguía recoger y lo difícil que se me hacía
respirar al tener una gran opresión en mi pecho. Cuando abrí los ojos estaba
tumbada en una cama, apenas podía moverme del frío que tenía así que tan
solo pude recostarme un poco apoyando mi brazo debajo de mi cuerpo. A lo
lejos pude escuchar unas voces.
La rabia que sentí en ese instante era indescriptible, me sentía una gran idiota.
Para ella era nada más que una carga, una gran molestia y, además, enferma.
Como pude me levanté y fui caminando hasta la puerta, me agarré al marco
de la puerta y intenté encontrar la puerta de su casa. Mi intención era
largarme de allí con el máximo silencio posible, pero mi llanto que ya se había
echo presente al escuchar aquella conversación no ayudaba mucho.
Cuando encontré la puerta intenté abrirla pero las fuerzas me fallaron y caí de
rodillas al suelo haciendo un gran estruendo, Alicia llegó al lugar donde me
encontraba en menos de cinco segundos.
Alicia: ¡Ainhoa! Ainhoa ¿Estás bien?- preguntó corriendo hacía mi y
agachándose.
Yo: Tan solo soy una molestia para ti- respondí llorando.
No me gustó verla así pero ¿acaso ella se había preocupado por mi al verme
llorar? “No puedes ser tan egoísta, ella ni siquiera sabe el por qué estás así, no
lo sabes ni tú misma” Tenía razón, no podía ser así con ella, así que dije lo
primero que se me vino por la mente.
Hasta ese momento no me había dado cuenta de que había vuelto a tiritar.
Alicia se levantó rápidamente, sacó un pijama y me miró nerviosa. Después de
unos segundos se acercó y temblorosa me empezó a desvestir hasta dejarme
en ropa interior para después ponerme el pijama. Me tumbó en la cama
tapándome con los edredones y se fue unos segundos, cuando volvió traía un
vaso con una pastilla que me tragué.
Cerré los ojos con intención de dormir, los abrí momentáneamente y vi que
Alicia se estaba cambiando, de cintura para arriba no tenía ninguna prenda. Mi
mirada se encontró con la suya y aunque me fijé en que se ruborizó no hizo
ningún movimiento para taparse, aunque yo tampoco la había mirado, tan solo
me quedé observando sus ojos hasta que los volví a cerrar. Al cabo de un par
de minutos sentí como ella se tumbaba junto a mi bajo los edredones. Abrí los
ojos y la descubrí mirándome, no le dije nada, tan solo me acerqué a ella
buscando calor humano, su fragancia invadió mis pulmones sacándome una
pequeña sonrisa de la que no se percató.
Cuando abrí los ojos sentí como si hubiera pasado un camión sobre mi cuerpo,
en especial sobre mi cabeza. Cuando me incorporé me di cuenta del calor que
hacía así que me destapé ya que estaba chorreando de sudor. Me percaté de
que Alicia estaba durmiendo a mi lado por lo que me levanté sin moverme
mucho para no despertarla. Cuando estuve de pie me faltó poco para caerme,
gracias a unos reflejos casi inhumanos conseguí agarrarme a una mesa.
Hice memoria de lo que había ocurrido la noche pasada, tan solo recordaba el
malestar en mi cuerpo y el gran dolor que sentía en el pecho. ¿Por qué me
había afectado tanto que Alicia se acostara con Andrés? “Eso si que es una
gran escena de celos” ¿Celos? ¿Por qué iba a sentir celos yo por ella? “Porque
estás enamorada de ella” Yo no estoy enamorada de Alicia, no, me niego a
aceptarlo, es una tontería pasajera tan solo “¿Estás completamente segura de
lo que has dicho?” Por supuesto “Bien, me encantaría poder hacer una
apuesta, pero sería imposible ya que estoy dentro de ti” Desgraciadamente si.
Yo: ¿Eh?
Alicia: Creo que aún tienes un poco de fiebre, estás bastante caliente- me
contestó.
Yo: ¿Si? Pues me estoy muriendo de calor, fíjate como he dejado el pijama- le
dije mientras le señalaba el pijama que estaba empapado de sudor.
Alicia: Puedes ducharte si quieres, avisé a tus padres por la mañana de que
estabas aquí- me ofreció sonriendo.
Alicia: Ahora te traeré algo de mi ropa, espero que te venga bien- me dijo.
Alicia: Mis padres están de viaje en Italia, no vuelven hasta la semana que
viene así que deja de entretenerte y ve a ducharte ya- contestó.
Yo: Si, aunque los pantalones me vienen un poco ajustados. ¿También son
tuyos?- pregunté.
Alicia: Si, solo que se los puso una vez mi madre y me los hizo grandes. Si
quieres puedes quedártelos- me ofreció.
Yo: Me encantaría pero me gustan más los pantalones que me dejan respirar-
contesté riendo- Gracias de todas formas.
Yo: De todas formas gracias, has dejado que me duche y me has cuidado, eso
es lo que importa- le dije.
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Lo que quedaba de semana me dediqué a ojear mis libros del instituto por
encima, me costaba un poco pero lograba entender algo. Nuestra alegría fue
inmensa al yo recordar gran parte de las lecciones de casi todos los libros, eso
me animó mucho ya que así no tendría tantas dificultades. Pero no todo lo
bueno duraba, el domingo pasó y cuando quise darme cuenta ya me
encontraba apagando el despertador.
Yo: Oh lunes, creo que tu y yo no nos vamos a llevar bien- susurré después de
bostezar.
Yo: Buenos días- saludé mientras les daba un beso a Lucía y a Antonio. Seguía
sin llamarles por mis padres pero los besos por la mañana me nacían darlos.
Yo: Bueno, estoy emocionada no voy a mentir, pero tengo un poco de miedo-
admití.
Lucía: Eso no quiere decir que sea imposible cariño. Vale has perdido la
memoria, apenas saber leer y escribir pero ¿qué has echo? Has afrontado esos
problemas y has empezado a aprender esas dos cosas de nuevo- me
reconfortó.
Yo: Ya, pero me sigue asustando.
Antonio: Menos mal, alguien que se toma la vuelta al instituto con un poco
más de entusiasmo- comentó el sonriendo.
Marta: No tienes que tener miedo, los primeros días no hacemos nada, así que
puedes estar tranquila que te va a dar tiempo a conocer a todos los
compañeros y a los profesores. Además todo el mundo está enterado de lo que
te ha pasado, no creo que sean duros contigo- me contestó para aliviarme.
Marta: Hay de verdad, que negativa que eres hija mía. Tú relájate y sé tú
misma- me aconsejó.
Marta: ¿Y qué? Tuviste tú primer día de instituto hace cinco años y mírate,
estás viva ¿no?- me dijo.
Marta: ¿Ya estamos de nuevo con lo mismo? ¡Te juro que cada vez que
menciones eso te daré una colleja! Sigues siendo la misma persona, y más de
la mitad de las lecciones te las sabes, no te preocupes por nada- contestó
acercándose al cristal para ver si venía algún coche.
Opté por callarme ya que en el tiempo que la conocía ya sabía que era muy
cabezota cuando quería. En menos de 15 minutos aparcó y me enseñó el
instituto.
Marta: Tendrá alrededor de cien años, es muy viejo ya- contestó sentándose
en un banco que había en una especie de plaza.
Marta: Por fuera no, pero por dentro si que hay algunas zonas que están
volviendo a construir- contestó.
Le sonó el móvil y lo cogió.
“Tranquilízate chica, tan solo es Alicia, tú amiga” Empezaba a odiar esa voz
interna, me volvía loca. “Tendrás que aguantarte, hasta que no la palmes no
me separaré de ti, así que más vale que nos llevemos bien” Intenté
desconectar mi mente de mi mente (cosas irónicas de la vida) y me concentré
en escuchar la conversación de Marta.
Marta: Si, tendría que estarlo si la pava no hubiera echado a perder cuarto de
eso, os conocísteis ahí- me contestó.
Yo: ¿Se debe a algo en especial que esta plaza se llame plaza del tubo?- le
pregunté al acordarme.
Ella se giró y me señaló un gran tubo rojo que atravesaba casi toda la plaza
sostenido por unas columnas.
Yo: Anda que se han esforzado en ponerle nombre- dije riendo, ella se unió a
mi.
Pasaron unos minutos en los que de cada vez estaba más tensa sin saber por
qué hasta que Marta habló.
Se acercó a nosotras y primero saludó a Marta que era la que más se había
adelantado, después se acercó a mi y me saludó con dos besos que, junto con
su fragancia, me dejaron embobada.
A nuestro alrededor ya se había formado un gran barullo así que nos metimos
dentro del instituto, descargamos peso poniendo algunos libros en nuestras
taquillas y esperamos pacientemente a que sonara el timbre. Cuando lo hizo
toda la gente que había fuera empezó a entrar formando un gran escándalo.
Alicia: Venga vamos- nos dijo señalándonos las escaleras con la cabeza.
Marta y yo asentimos y fuimos escaleras arriba. Era verdad que era bastante
viejo y por dentro más incluso, aún así estaba bastante bien. Nos paramos en
la puerta que nos tocaba, bueno, en la puerta que le tocaba a todo el mundo
ya que aún tenían que decir quién iba con quién. Alicia y Marta entraron, yo
dudé un poco.
Chico: ¿Vas a entrar o te vas a quedar ahí?- me preguntó un chico
amablemente mientras sonreía.
Yo: Estaba segura de que iba a pasar esto. ''Ainhoa, la chica de la memoria''-
indiqué visiblemente fastidiada.
Hombre: Bienvenidos todos de nuevo a este instituto, como ya tenéis más que
sabido soy el director de este centro, Paco Ruíz, lo repito porque veo alguna
que otra cara nueva, a los demás ya os tengo demasiado aborrecidos- dijo
sonriendo- Ha pasado un año más, y un año es lo que os queda para decidir
que haréis con vuestro futuro, pensadlo bien ya que es realmente importante,
segundo de bachiller no es para tomarlo a la ligera, es uno de los cursos más
importantes.
Siguió con una larga charla sobre las normas y comportamiento que dejaron a
todos bien aburridos, a mi como me pillaba de nuevo me interesé bastante.
Cuando acabaron todos los profesores de volverse a presentar Paco fue
llamando uno a uno indicando que clase le había tocado.
Alicia: Oh vamos dire si a usted le encanto ¿Qué será de su vida sin mi?
Tendrá que dimitir para poder soportar el dolor- contestó sonriendo.
Yo: Gracias.
Director: Bien. Pero este año las cosas se complican, y sintiéndolo mucho no
vamos a poder darle un nivel más fácil ya que ni sería justo para sus
compañeros ni tampoco nos lo aprueban, así que tendrá que esforzarse el
doble- me advirtió.
Yo: Bueno, contaba con ello, estaba segura de que no podría ser más fácil para
mi que para los demás- admití.
Yo: Que ya está al tanto de mi accidente y que lo siente mucho, y que por más
que lo ha intentado no puede conseguir rebajarme el nivel, por lo tanto me
tendré que esforzar el doble- le contesté.
La hora pasó muy rápidamente, y las dos siguientes también. Antes de que
pudiera darme cuenta ya estábamos en el patio. Estábamos Alicia, Marta y yo
hablando, más bien era un interrogatorio sobre Sebas.
Yo: No, haber es muy guapo hay que admitirlo, pero lo he conocido hoy, no
puedo sacar conclusiones- contesté.
Pasó algo muy raro, a Marta pareció que mi respuesta la sacó de sus casillas
ya que estaba segura de que si fuera ella se lo liaría, y a Alicia parecía que mi
respuesta la había aliviado. De repente unos brazos abrazaron con fuerza a
Alicia sacándola completamente de la conversación.
No podía ser, no podía creerlo ¿qué hacía Andrés ahí?. Recé mentalmente para
que no fuera lo que estaba pensando.
Andrés: Si, pasaba una pena de que me cogieran por la tarde, no podríamos
pasar tiempo juntos- le contestó meloso.
Fue como si me echaran un gran cubo de agua fría encima. No bastaba con
tener que aguantarlo por las tardes estando cariñoso con Alicia, si no que
ahora tenía que soportarlo hasta en el instituto. 'Dios ¿Qué te he echo?' me
dije a mi misma “Se supone que no debería importarte ya que Alicia es solo tú
amiga...palabras tuyas” 'Te juro que te odio' “Yo también te quiero Ainhoa”
¿Podría tener más mala suerte?
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Fue como si me echaran un gran cubo de agua fría encima. No bastaba con
tener que aguantarlo por las tardes estando cariñoso con Alicia, si no que
ahora tenía que soportarlo hasta en el instituto. 'Dios ¿Qué te he echo?' me
dije a mi misma “Se supone que no debería importarte ya que Alicia es solo tú
amiga...palabras tuyas” 'Te juro que te odio' “Yo también te quiero Ainhoa”
¿Podría tener más mala suerte?
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Alicia: Que si te importaría que al salir del instituto me pasara por tú casa a
buscar mi camisa, que desde aquella vez que tuviste fiebre no la he vuelto a
ver- me contestó.
Yo: Bueno por mi no hay problema, pero me he venido en coche con Marta- le
contesté.
Yo: Claro, solo que tendré que buscarla, soy un desastre- contesté sonriendo.
Andrés: Nos vemos esta tarde mi amor- le dijo acercándose ya que se había
ido.
Alicia: De acuerdo, hasta luego- se despidieron con un beso.
Las siguientes horas hasta que sonó el timbre para ir a casa pasaron bastante
rápido, casi ni me di cuenta.
La miré fijamente a los ojos hasta que la media sonrisa que tenía desapareció.
Puso sus manos alrededor de mi cara cogiendo las tiras del casco y intentó
abrocharlas.
Alicia: A partir de ahora tan solo tienes que agarrarte suavemente a mi ¿de
acuerdo?- me indicó.
Alicia: ¿Puedo llevarme los cascos? Si los dejo aquí me los pueden quitar- me
pidió.
Lucía: Buenos días, hacía tiempo que no nos veíamos- dijo ella mientras la
saludaba con dos besos al igual que Antonio.
Yo: No ha estado mal, pensaba que sería algo peor- contesté sinceramente.
Lucía: ¿Te puedes creer que antes de salir de aquí estaba como un flan? Se
pensaba que se la iban a comer- le comentó a Alicia riendo, ella también lo
hizo.
Entramos en mi cuarto y suspiré al ver los montones de ropa que había por
todos lados, no sabía ni por donde comenzar.
Alicia abrió un armario mío (no habíamos abierto ninguno ya que la ropa se
suponía que estaba por el suelo) y se quedó mirando algo fijamente, después
me miró y levantó una ceja.
Alicia: Pasa que eres la persona más desordenada y olvidadiza que he conocido
en mi vida. ¡Esto es lo que pasa!- exclamó cogiendo su camisa y
enseñándomela.
Alicia: “No si la ropa está en el suelo, tiene que estar”- me imitó poniendo una
voz de burla mientras intentaba no reír.
Antonio: ¿Por qué no te quedas a comer? Ya son las tres y vives bastante
lejos- propuso.
Antonio: ¿Cómo vas a ser molestia? Anda anda, deja ahí los cascos y siéntate,
a Ainhoa seguro que también le hace ilusión- dijo.
Alicia: ¿Te hace ilusión que me quede?- me preguntó con un tono de voz bajo
mientras me miraba fijamente.
Me puse nerviosa al instante de que me mirase así, junté mis manos, las miré
y contesté.
Ella sonrió, noté que no para mi si no más bien se sonrió a si misma, dejó los
cascos y volvió a mirarme.
Alicia: Uff no no, que va que va, estoy a reventar ahora mismo- contestó
sonriendo.
Yo: ¿No ves mi barriga? Si parece que tengo a un crío y todo- respondí
tocándome el vientre.
Yo: Que bien que me sentaría ahora mismo una siestecita- dije tumbada boca
abajo y con los ojos cerrados.
Yo: Aii no, para por favor baja- pedí al sentir su peso reposar en todo mi
vientre, tenía ganas de vomitar.
Pero no, ella siguió encima mía, no sé como me dio la vuelta y empezó a
hacerme cosquillas.
Alicia: Eso por querer dormir- dijo, yo intenté con mis brazos apartarla de mi
haciendo que ella tuviera que poner su cara en mi hombro como si me
estuviera abrazando.
Yo: Jajaja calabaza por favor para- pedí clemencia, el estómago me dolía de
tanto reír.
Ali: Dime por favor que no me estás gastando una broma- me pidió ella con
voz suplicante.
Yo: ¿Cómo podría mentirte yo con eso, calabaza? ¿O tendría que decir
zanahoria?- dije sonriendo, ella al escuchar esas palabras volvió a abrazarme.
Calabaza y zanahoria eran unos motes que le puse por su pelo, era realmente
rojizo. Podía sentir como su corazón palpitaba rápidamente, y no era para
menos, yo también me encontraba igual que ella.
Yo: ¿Tú?
Ali: Si, antes siempre que te pillaba tumbada te hacía cosquillas, quizás haya
sido eso- me contestó.
Yo: Haya sido por la razón que haya sido, te he recordado- afirmé sonriendo.
Ella se quedó petrificada en su sitio, esbozó una sonrisa que casi no le cupo en
la cara mientras sus lágrimas acudían a sus ojos.
Lucía: No puedes imaginarte la alegría que me has dado Ainhoa- dijo volviendo
a abrazarme.
Nos quedamos hablando un rato más, después Lucía se fue ya que había
quedado, no sin antes haberme dado otro gran abrazo.
Yo: Estoy... Uff, no puedo describir lo que siento. Estoy emocionada, alegre,
contenta, feliz, ilusionada- enumeré mordiéndome el labio inconscientemente.
¿Mirándome los labios? Pff Que estaría mirándome los labios, Ainhoa no
alucines. “Chica soñar es gratis” ¿Soñar? ¿Qué tiene que ver eso? “Estás
deseando que lo que te estuviera mirando fueran los labios, más bien es una
realidad. Te los estaba mirando.” Que no me estaba mirando los labios ¿por
qué me los iba a estar mirando? “¿Sabes? Sé muy bien el por qué te los estaba
mirando, pero como nunca me haces caso me lo ahorraré” Venga dímelo. “Que
no” Que sí “Que no” Que sí “No” Sí “¡No!” ¡Sí!
Yo: Que sí, que me he...- le enviaron un mensaje al móvil por lo tanto tuve
que parar.
“Salvada por la campana” ¡Calla! ¡Mira después lo que montas! “ No, lo montas
tú solita. ¿Qué no recuerdas que yo en verdad soy tú?”
Ali: Es Andrés, no me acordaba que había quedado con el- dijo tocándose el
pelo.
Mi cara cambió por completo al escuchar su nombre. ¿Por qué tenías que
aparecer, Andrés? Con lo bien que estaba yo sin ti.
Ali: A ninguna parte, no voy a quedar con el- concluyó guardando su móvil y
brindándome una sonrisa.
Ali: No. Me acabas de recordar ¿piensas que me voy a ir? De ninguna manera,
yo me quedo contigo- afirmó volviendo a sonreír- Además estoy un poco
cansada de el, por un día que no quedemos no pasará nada.
Cinco minutos estuvimos nada más para organizar qué haríamos esa tarde, ir a
alquilar varias películas y pasar la tarde viéndolas fue la predilecta. Así pues
cogí algo de dinero que junto con el que llevaba Ali suponíamos que nos
bastaría y me llevó al vídeo club más cercano que había.
Ali: Con lo que llevamos podemos alquilar dos películas- me informó mientras
nos parábamos enfrente de la estantería.
Si antes tan solo habíamos tardado cinco minutos para saber que haríamos,
estuvimos unos quince delante de la estantería como pasmarotes discutiendo
sobre cual sería nuestra elección. Finalmente yo elegí Moulin Rouge (una
película preciosa y triste que se la recomendaría a cualquiera que le gustaran
los musicales dramáticos). Ali tardó un poco más pero acabó decidiéndose por
Pearl Harbor (otra película que es muy buena). Pagamos las dos películas y
unas palomitas y volvimos a mi casa mientras ella me contaba lo que había
oído de las películas ya que ni ella ni yo la había visto, al menos que yo
supiera.
Salí corriendo de ahí al escuchar el ruido del microondas. Madre mía ¡lo había
vuelto a hacer! ¿Qué haces Ainhoa por Dios? ¡Contente! “¿De qué tienes que
contenerte? Si se supone que no te tendría que haber afectado en absoluto
esta escena, es más, tendrías que haber pasado de ella completamente, cosa
que no has echo” ¡¿Quieres callarte ya?! “Lo haría Ainhoa, lo haría. Pero mi
trabajo es hacerte la existencia lo más llevadera posible, y mira que te gusta
complicarte tú sola. ¿Qué harías sin mi?” ¿Vivir tranquila? “¡Volverte loca!”
Ali: ¿Pero qué has echo para que el vapor te queme ahí arriba?- me preguntó
un poco sorprendida.
Me resigné y la dejé tal y como estaba, al poco rato empezó a dolerme menos.
Se fue al baño, no tardó casi nada en volver con una crema, el bote era
transparente y la crema verde y gelatinosa. Apretó dos veces en el dispersador
y después de pedirme que me secara la mano con pequeños toquecitos me la
puso.
Yo: ¿Cómo sabías que si ponía agua fría sería peor?- le pregunté curiosa.
Ali: Quiero ser doctora, es algo que me gusta mucho- me contestó con una
sonrisa.
Cuando mi piel absorbió la crema Alicia me puso una especie de venda con una
servilleta.
Ali: Intenta que no se caiga pero no la aprietes más, tiene que poder pasar el
aire- me indicó.
Yo: Ja-ja-ja que graciosa. ¿Te tengo que recordar tu reacción en cadena?- le
dije.
Ali: ¿Qué reacción en cadena? Estás loca- me dijo intentando evitar que lo
dijese.
Yo: Sí sí, aquella vez que pisaste una chincheta, del dolor levantaste la mano
bruscamente rompiéndote la muñeca al darle a una puerta que a su vez
empujó a un chico y este tiró sus libros en la cabeza de Nerea- le recordé
empezando a reírme.
Me fui al comedor partiéndome de risa, aquel día fue muy bueno. Puse una
manta en el suelo enfrente del sofá, dos cojines encima y me senté en uno de
ellos apoyando mi espalda en el sofá. Al poco rato entró Alicia y se quedó un
poco sorprendida al verme.
Yo: ¿Qué ocurre?- le pregunté al verla ahí de pie.
Le sonreí complacida, ella me dio el bol con las palomitas y se sentó junto a
mi. Cogió el mando, encendió la tele y puso en marcha la película. Fueron tres
horas de película, las dos acabamos con lágrimas en la cara. Era devastador la
gran guerra y los muertos que aparecían, era realmente desalentador.
Yo: Aish, no puedo ver estás películas, mira como acabo- le dije sonriendo un
poco.
Yo: Venga vamos, no nos podemos tirar toda la vida aquí llorando- le dije
levantándome.
Había caído sobre ella, levanté la cabeza y nuestros labios quedaron a escasos
centímetros. La cercanía con ella hizo que mi cuerpo se agitara, me
descontrolaba los cinco sentidos. Nos quedamos así un buen rato, mirándonos
a los ojos, yo de cada vez más agitada y nerviosa hasta incluso empezando a
sudar frío. Estábamos en una posición muy sugerente, y ella estaba
extremadamente sexy, su aliento un poco mentolado chocaba contra mi cara
poniéndome los pelos de punta. Mis ojos se desviaron hacia sus labios, de
repente una fuerza brutal hizo que quisiera besarla, no sé como logré
controlarme y no cometer una locura. Finalmente reaccioné y me fui alejando
de ella poco a poco.
Entré en casa, cerré la puerta y me puse contra ella, deslicé mi espalda sobre
ella lentamente quedándome sentada en el suelo. No había sido consciente
hasta ese momento que al recordarla habían acudido a mi nuevos
sentimientos. Estaba temblando, sudando y con el corazón a mil por hora. Ella
me descontrolaba y no había manera alguna de desmentirlo.
“¿Por qué no dejas de mentirte a ti misma Ainhoa? ¿Es tan malo reconocerlo?
No eres un monstruo sigues siendo la misma persona, no sigas ocultándote lo
que es obvio” Por una vez decidí hacer caso a mi consciencia y decidí dejar de
fingir ya que ¿qué ganaba con eso? Estaba loca, perdida y irreprochablemente
enamorada de Alicia.
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“¿Por qué no dejas de mentirte a ti misma Ainhoa? ¿Es tan malo reconocerlo?
No eres un monstruo sigues siendo la misma persona, no sigas ocultándote lo
que es obvio” Por una vez decidí hacer caso a mi consciencia y decidí dejar de
fingir. Estaba locamente, perdidamente y irreprochablemente enamorada de
Alicia.
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¿Cómo había pasado? No tenía absolutamente idea, tan solo sabía lo que
sentía, y era un enorme y fuerte sentimiento hacia ella. Para mi todo eso era
nuevo, un hormigueo aparecía en mi estómago cada vez que la veía, tontas
sonrisas se me escapaban al pensar en ella, sudaba y suspiraba cada vez que
la tenía cerca, con tan solo verla o escuchar su nombre bastaba para que mi
corazón se volviese loco. Si eso era el amor, era un sentimiento extraño y
bonito a la vez. Pero al igual de maravilloso que era, también podía ser
realmente doloroso , bastaba con que Andrés la besara para que mi corazón
sintiera pinchazos, era una tortura si se pensaba bien.
Me levanté del suelo, encendí el termo y me di una ducha, no sabía para que
había puesto el termo ya que me duché con agua congelada, no tenía gana
alguna de pensar y una buena ducha fría era un remedio maravilloso.
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(Pasos)
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Desperté por el infernal ruido de mi alarma. Esta vez había ocurrido algo
diferente, al soñar con la conversación como cada noche las voces me sonaron
bastante familiares aunque no podía aún averiguar quien eran los dueños, todo
era muy confuso. Me levanté, me duché y fui a desayunar.
Yo: Si, no estoy del todo segura cómo pero la he recordado- le contesté
sonriendo.
Antonio: Hay mi niña, después de todo lo que hemos pasado por fin has
logrado recordar algo- me dijo besándome la cabeza.
Lucía: Tienes cita hoy a las cuatro y media en el hospital, el señor Giménez
también está muy contento- me anunció abrazándome.
ucía: No, me ha dicho que nos contará todo cuando vayamos- contestó.
Antonio: En ese caso voy a pedir un día libre en el trabajo, mi jefe también te
conoce desde pequeñita así que cuando le diga la razón estoy seguro de que
me dejará- nos dijo.
Marta: Dime que es verdad lo que me ha dicho Alicia, dime que es verdad, que
la has recordado- me suplicó, yo estaba intentando aguantar el equilibrio ya
que me había abrazado con mucha fuerza.
Lo que sentí en ese momento no fue diferente a lo que sentí en mi casa con
Alicia. Me separé de Marta, ella me miró extrañada, yo cerré los ojos para
asimilar todo lo que acababa de ocurrir. A los pocos segundos lo tuve claro y
abrí los ojos.
Yo: No me lo puedo creer, no me lo puedo creer- dije abrazándola fuerte
mientras comenzaba a llorar, ella no vio que detrás de esa cortina de lágrimas
se escondía una gran sonrisa.
Marta: ¿Qué? ¿qué pasa? ¿no te acuerdas de ella? ¿has vuelto a olvidarla?- me
preguntó impaciente y preocupada- ¿Qué es lo que no puedes creer?
Yo: No puedo creer que te haya olvidado, que haya olvidado todos los
momentos que hemos pasado juntas, no puedo creer que haya olvidado aquel
día en el que con cuatro años me perdí en el centro comercial al igual que tú-
enumeré.
Marta: Pero el día del centro comercial fue el día en el que nos co...- se calló
de repente analizando bien lo que le había dicho.
Yo: Fue el día que nos conocimos- terminé su frase con una risa de
incredulidad.
Elle me abrazó con fuerza al entender que significaba lo que le había dicho,
incluso pude escuchar como sollozaba un poco.
Yo: Marta sé quién eres, sé todo lo que hemos echo y vivido, sé exactamente
todos tus pensamientos, gustos, manías y demás- le dije, intenté separarme
para mirarla pero no me dejó, ella siguió abrazada a mi.
Supuse que sería por la emoción, seguramente eso para ella era muy
importante y que la noticia de mi laguna mental había sido un golpe muy duro,
para mi lo hubiera sido. Finalmente se separó de mi y la miré a los ojos,
estaban un poco húmedos pero ya no lloraba.
Ella se llevó las manos a los ojos y secó lo que quedaba mojado, su maquillaje
se había corrido por todas partes.
Todos se quedaron con la boca abierta, les había pillado por sorpresa.
Pasaron todas las clases y me fui emocionada a casa. Dejé la mochila y comí,
esperé al último momento para anunciar la gran noticia. Cuando lo dije Lucía y
Antonio apenas pudieron creérselo, nos abrazamos todos entre lágrimas y
sonrisas. Después de la gran noticia nos preparamos y partimos hacia el
hospital, llegamos en menos de veinte minutos. Esperamos en la sala de
espera y en poco tiempo nos hicieron pasar.
Doctor: Buenas tardes, siéntense por favor- nos indicó amablemente.
Doctor: Bien, explíquenme de nuevo si no les importa cómo ocurrió todo- nos
pidió.
Entre Lucía, Antonio y yo le contamos todo lo que había sucedido, lo que había
sentido y lo que había experimentado.
Antonio: Además señor Giménez Ainhoa nos ha dado hoy la expléndida noticia
de que también ha recordado a su mejor amiga- le explicó, no cabía duda por
su voz de que lo decía con orgullo.
Doctor: Pues aún hay más. Me ha dicho que ha recordado a sus dos mejores
amigas ¿verdad Ainhoa?- yo asentí- Bien, pues siendo así hay una probabilidad
enorme que logre recuperar por completo su memoria, mis más sinceras
felicitaciones- nos indicó sonriendo.
Me giré hacia Antonio y Luía, no dudé en abrazarlos llena de euforia. Esas
palabras me habían dado una seguridad y felicidad inigualables ¡en cualquier
momento podría recuperar los recuerdos de mi vida! Tras recomendaciones del
doctor y darnos de nuevo la enhorabuena salimos del hospital hacia casa con
una gran sonrisa en la cara, que me dijeran que probablemente iba a
recuperar mi memoria no era algo para tomárselo a la ligera.
Marta: ¿Pero qué te ha...- la interrumpió Javi que le golpeó suavemente con el
brazo en el vientre.
Javi se puso muy colorado y optó por callarse. Yo no entendí por qué Marta
había dicho eso y por qué se había avergonzado tanto.
Yo: ¿Por qué se ha puesto así? ¿por qué le has dicho eso?- pregunté con
curiosidad a Marta.
Javi: ¡No se lo cuentes!- exclamó al ver que iba a decírmelo.
Marta: Hicimos un trato hace mucho tiempo. Si el no decía nada a mis padres
de que había faltado una semana entera a clase por estar con mi novio de
aquel entonces cada vez que el me prohibiera algo tendría que privarme de
hacerlo, el trato dura un año- me contó.
Marta: Que si, que tenía el pelo por los hombros, la cara con una piel y unos
rasgos muy finos y una vocecita de pito- me contó.
Javi: Ainhoa lo admito hasta yo, parecía una niña- me confirmó agachando un
poco la cabeza.
Yo: Jajaja tengo que ver una foto, menuda panzada de reír me meteré.
Javi: Bueno bueno bueno ya basta, que nos estamos desviando del tema que
en verdad nos interesa- nos cortó el.
Marta: Y a mi.
Ali: Y a mi.
Javi nos echó una mirada asesina a cada una que nos hizo reír.
Marta: Está bien, está bien. ¿Qué es lo que te ha dicho médico?- me preguntó
dejando de reír.
Yo: Ah, pues me ha dicho...- dije bajando la cabeza y poniendo un tono serio.
Todos abrieron los ojos asombrados, la primera en reaccionar fue Marta que
gritó audiblemente.
Cuando escapé de sus brazos observé como Alicia y Javi contenían una gran
sonrisa en sus rostros. Alicia se acercó a mi y también me abrazó con fuerza.
Ali: No sabes la alegría que me das diciéndome esto- me dijo, podía sentir su
cuerpo totalmente pegado al mío provocándome escalofríos.
Javi: Felicidades Ainhoa- me dijo cogiéndome y elevándome.
Marta: Tus padres tienen que estar muy contentos ¿verdad?- me dijo con una
sonrisa cálida.
Javi: ¡Esto hay que celebrarlo! Como hoy es viernes nadie tiene excusa para no
venir, así que hoy os quiero ver a todos- nos dijo.
Javi: Propongo una cena formal, todos muy bien vestidos y firmes para
después volvernos locos en la discoteca bailando salvajemente toda la noche-
dijo moviéndose bruscamente.
Marta: ¡Pero mira que eres imbécil jajaja! Bueno, a mi me parece bien-
contestó mirando a Ali.
Tenía ahora tres miradas inquisitivas sobre mi, seguramente que ante una
negación me saltarían a la yugular matándome en el acto.
Yo: Oye como si no supiera que tengo que ponerme guapa. ¡No hace falta que
me lo repitas cada vez que salimos!- le dije mirándolo.
Javi: Ya lo sé, no te pongas así enana- me dijo revolviéndome el pelo.
El se acercó a mi de manera que su brazo estaba muy cerca del mío, y con su
mano marcó mi estatura.
Profesora: ¿Quién te piensas que eres Pedro? No pienso permitir esta conducta
y ofensa hacia otros compañeros de clase, tienes una falta de disciplina, un
castigo y probablemente la expulsión del centro, esta no es la primera vez que
te llamamos la atención, nos tienes hartos- le dijo ella muy cabreada.
Marta: ¿Eres gilipollas? Ven aquí que te parta la cara desgraciado- saltó en mi
defensa ella furiosa.
Alicia: No le hagas caso por favor Ainhoa ese tio es un imbécil, siempre lo ha
sido y siempre lo será, no vale la pena ponerse así por alguien que no tiene
nada en la cabeza- me dijo ella.
Profesora: ¡Callaros por favor!- exclamó, tuvimos que dejar de hablar para que
no nos llamaran más la atención.
Con el silencio sepulcral que se hizo la conversación que tenían Marta, Javi y la
profesora se escuchaba perfectamente, no sé por que nos habían mandado a
sentar.
Profesora: Marta lo que has echo no ha estado bien, no tendrías que haberle
pegado. ¿Sabes en el problema que te has metido?- la reprendió.
Sergio: Ahora mismo me encuentro a ese tio y lo parto en dos- dijo imitando
cómo le golpearía.
Andrés: Déjale, ya habrá tenido suficiente con el golpe de Marta, no sabía que
era una fiera- dijo bromeando, Marta levantó una ceja.
Marta: Pero bien a gusto que me he quedado, nariz rota, posible expulsión del
centro, humillación duradera...todo un gusto- dijo estirándose, todos nos
reímos.
Yo: Vuelve a hacer eso y seré yo quien te rompa la nariz, no quiero que
vuelvas a hacer lo mismo ¿entendido?- le dije seriamente.
Yo: Idiota.
Marta: Imbécil.
Yo: Te odio.
Marta: Me amas.
Marta: Sí claro.
Sergio: Entonces hoy a las ocho vamos a recoger a Ainhoa ¿verdad?- preguntó
para asegurarse.
Javi: Exacto.
Sergio: Bueno, pues nos vemos esta tarde. Hasta luego- se despidió y se fue.
Pocos minutos después nos despedimos todos y cada uno se fue a casa. No
sabía por qué tenía la extraña sensación de que no tenía que asistir a aquella
salida, decidí hacer caso omiso y seguí la tarde tranquilamente.
Pocos minutos después nos despedimos todos y cada uno se fue a casa. No
sabía por qué tenía la extraña sensación de que no tenía que asistir a aquella
salida, decidí hacer caso omiso y seguí la tarde tranquilamente.
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Alicia: ¿Me acompañas afuera?- dijo a modo de excusa, me había caído del
cielo en ese mismo instante para salvarme.
Chico: Oye ¿no ves que estamos hablando?- espetó el un poco irritado.
Alicia: Ya, que pena. Pero ella viene conmigo- soltó mirándolo.
Ella se quedó estática, sin saber que responder para alejar a aquel baboso.
Entonces dijo lo primero que se le pasó por la cabeza.
Ella aún no había soltado mi mano, tampoco quería que lo hiciese, sentir su
mano rodear la mía me llenaba de júbilo y nerviosismo a la vez. Mentiría si
dijese que no me hubiera gustado ser su novia aun sabiendo que ella estaba
enamorada de Andrés. Si habiendo sido un hombre hubiera sido casi imposible
conquistarla, siendo mujer era algo impensable.
Cinco, diez, quince minutos y ya habían pasado todos por donde yo estaba
menos ella y Andrés, mi corazón se encogió y me imaginé lo peor. Agitada me
levanté y fui a la barra, de mientras fui buscándolos con la mirada hasta que
los encontré. Efectivamente los dos estaban bailando muy pegados y como se
dice ''perreándose''. Me senté en la barra y me orienté hacia ellos, no
despegué mi mirada.
“Ainhoa por favor deja de mirarlos, los celos te están matando ¿no te das
cuenta? Te estás destruyendo” Pero yo no hacía caso de lo que me decía,
seguía mirándolos con tristeza, con celos, con rabia, con furia. En ese
momento me bebí de un solo trago el chupito de tequila que tenía en la mano,
dejé un billete de veinte a modo de pago y me dirigí deshecha en lágrimas
hacia ellos.
“¿Qué haces? No lo hagas, vete ¡vete antes de que cometas alguna tontería!”
Cuando estuve enfrente de ellos cogí con fuerza la muñeca de ella y los
separé, me llevé a Alicia lo más lejos posible de él mientras su mirada de
incertidumbre y sorpresa buscaban mis ojos. Cuando la gente a nuestro
alrededor era menos densa la solté quedándome de espaldas a ella y
desatando mi llanto.
Cuando encontré al que había estado buscando lo cogí del codo y le di la vuelta
para que me mirara, me reconoció rápidamente.
Estuve unos segundos sin contestar, pasé mis manos por su cuello y me
acerqué a él.
Alicia: ¿Me puedes explicar que es todo esto Ainhoa?- me preguntó cabreada.
Ella se quedó sin palabras, se había quedado con la boca abierta ante mi
respuesta.
Envuelta en lágrimas negué con la cabeza, el pobre chico estaba que no sabía
lo que ocurría. Me tapó con una sábana, se puso la camiseta y se fue a no sé
dónde, yo no podía dejar de pensar en ella. '¿Por qué Alicia, por qué?' me
repetía todo el rato. Llegó Julio con una taza de café, me la ofreció y se sentó a
mi lado, yo le conté todo lo que me ocurría y el por qué estaba así.
Julio: Pero Ainhoa no estés así, no vale la pena, te dolerá pero por mucho que
la llores y que grites su nombre ella tiene novio. Deja de auto destruirte y
apártala.- me dijo compasivo.
Julio: Pero aun estando contigo sufres, lo harás si está junto a ti tanto como si
no- contestó acariciándome la mano.
Yo: Entonces me declaro masoquista, porque no quiero que se aleje de mí.
Pero lo lograré, juro que lograré sacarla de mi corazón cueste lo que cueste-
sentencié seriamente.
Pasados unos cuantos minutos, una media hora, Julio me llevó a casa en su
coche. La verdad es que me había caído muy bien, no aparentaba ser el chico
de la discoteca, realmente era un trocito de pan, ya que me enteré que su
novia le había dejado y que estaba destrozado también, que cosas. Sentí como
el coche paraba y abrí los ojos, ya estábamos enfrente de mi casa.
Yo: E-es ella, esta aq-quí- le informé sintiendo como el corazón latía a mil por
hora.
Yo: E-es ella, esta aq-quí- le informé sintiendo como el corazón latía a mil por
hora.
Noté como Julio giró su cuello para mirar hacia mi portal. Yo me encontraba
muy nerviosa, estaba hiperventilando. Podría sonar muy exagerado pero
después de como la había tratado, de cómo estaba con Andrés y de que
además ella supiera que me había ido con Julio (me había encargado de que se
diera cuenta) el encontrarme con ella me ponía los pelos de punta.
Julio: Oye no, Ainhoa tranquilízate- me dijo cogiéndome la cara con sus dos
manos- No sabes si eso es cierto.
Yo: No, no por favor. Llévame a otro sitio, por favor- le rogué.
Tenía razón, no podía dejarla ahí, me daría algo si le llegara a pasar algo.
Yo: Sí- le afirmé- Y tú te has acostado con Andrés- dije con la voz temblorosa.
Se quedó callada como yo había hecho antes, en el mismo instante que dije la
pregunta me arrepentí, no quería saberlo.
Ali: Sí.
Inspiré fuertemente y aguanté la respiración, cerré los ojos. Quise morir, fue
como si me hubieran dado una patada en el corazón. Me sentía ridícula,
mientras yo me iba desmoronando a cada palabra que ella decía, Alicia
continuaba pasándoselo bien y continuando su vida, ahí iba a acabar todo.
Yo: Porque en ese momento me sentía mal, me dolía la cabeza y tú eras la que
más cerca estaba- improvisé rápidamente, no podía creer lo rápido que había
reaccionado en contestar.
Yo: Pues sí, pero como todo el mundo se lo estaba pasando genial pensé que
había sido una tontería molestarte y acabar la noche de todos por mi culpa, así
que fui a divertirme- volví a mentir, exteriormente aparentaba estar firme y
seria pero por dentro estaba mi yo interno con una sonrisa enorme, eso de
mentir no se me daba tan mal.
Ali: Y no pudiste escoger a otro, tenía que ser aquel que te había molestado
antes.
Yo: Lo que yo haga o deje de hacer es algo que no te importa lo más mínimo-
le susurré- Bueno yo me voy ya, estoy cansada y tengo sueño.
Alicia se quedó ahí de pie, ni me dijo nada ni hizo nada, tan solo observó cómo
abría la puerta de mi portal y me sumergía en la oscuridad del edificio. Tras la
puerta dejé que las lágrimas que me habían amenazado con dejarse ver antes
salieran, lo sabía, sabía que se había acostado con él. Me puse contra la pared
y me senté en el suelo.
Se había acostado con ese tio, se había acostado con él. Evidentemente yo no
era nadie para impedirle que lo hiciese, pero no podía evitar querer morir al
saber que unas manos y unos labios que no eran los míos la habían tocado.
Cuantas veces deseé yo besar sus labios, cuantas veces deseé hacerle el amor
como nunca nadie se lo había hecho, cuantas veces deseé poder despertarme
por la mañana y que la primera imagen que recibieran mis ojos fuera la de su
rostro, ese sería el más preciado de los tesoros que podría obtener jamás.
¿Si la amaba? La amaba con todo mí ser y más, la amé desde el primer día
que la conocí aquel afortunado día de clase, nunca pensé que repetir un curso
me daría la mayor felicidad posible, la felicidad de conocerla, pero que gran
tristeza saber que su corazón ya estaba ganado por Sergio, llevaban un año de
relación cuando la conocí.
Por mucho que intenté sacarla de mi cabeza me fue imposible, así que intenté
odiarla, fue lo peor que podría haber hecho. Intenté buscarle defectos, nunca
le encontré ninguno y a mis ojos era de cada vez más perfecta, cada día iba
amándola más. Fue entonces como acabé así, con un novio al que sí quería
mucho pero no amaba, pensé que quizás podría llegar a sentir algo por él,
después de nueve meses de relación aún esperaba ese amor repentino.
Sabía que estaba mal jugar con los sentimientos de Andrés de esa manera,
pero el llevaba mucho tiempo detrás de mí pidiéndome una oportunidad, ¿por
qué no iba a hacerlo? Amarla me destruía, quizás era por eso que cada vez que
los celos o la tristeza de saber que no podría ser mía me superaban me
acostaba con él para intentar sentirme un poco mejor. Primero lo conseguía,
después no podía evitar sentir que estaba traicionándola, una estupidez.
Limpié mis lágrimas, me levanté y fui caminando hasta mi moto, de nuevo otra
vez me iba con el corazón partido en mil pedazos, tendría que conformarme
con tener su amistad e intentar no ver cosas que me dolieran mucho.
Yo: Andrés basta, te he dicho que hoy no me apetece, vete por favor- le
indiqué abriéndole la puerta.
Él se quedó un poco extrañado pero cogió sus cosas, me besó y se fue, yo ni
ganas de cambiarme tenía, me tiré en la cama así tal cual. ¿Que por qué le
había mentido a Ainhoa diciéndole que sí me había acostado con Andrés? ¿Qué
iba a decirle, que no había podido porque su recuerdo no dejaba de
atormentarme? Cerré los ojos y suspiré al pensar de qué manera me había
complicado la vida al enamorarme de una persona que jamás podría
corresponder mis sentimientos, no me di cuenta cuando me quedé dormida.
Podía deberse a la falta de cariño por mis padres, o a la gran tensión a la que
me sometían y la perfección que estos buscaban en mí cada vez que
regresaban a casa después de sus maravillosos viajes. Por eso me gustaba
estar con Ainhoa, con ella me sentía bien, me sentía llena, me sentía relajada,
me sentía tranquila, me sentía yo misma, no como cuando aparentaba ser otra
persona delante de mis padres o de la mayoría de gente. Podía dejar de fingir
y mostrarme tal cual era delante de ella, quizás por eso era tan vulnerable
ante su presencia.
Por todas las razones anteriores era por la que cada día me juntaba con ella, y
cuando llegó el lunes eso fue lo que hice. No estaba preocupada sobre lo que
había ocurrido el pasado viernes, las dos estábamos un poco bebidas así que
no me extrañaba que estuviéramos un poco irritables las dos. Lo que si me
extrañó fue llegar al instituto y que al intentar acercarme a ella me rehuyese.
Pensé que quizás estaría ocupada pero en el patio y en las siguientes clases
intenté tener algún contacto con ella, fue un gran pinchazo de angustia en mi
corazón notar que efectivamente me estaba evitando.
'Quizás ha tenido un mal día y lo que quiere es estar sola' pensé ese día al
volver a casa. Aunque me había convencido a mí misma de que esa era la
causa de su comportamiento no dejaba de sentir un poco de tristeza al
rememorar como había pasado de mí.
Había pasado una semana, una semana en la que ni una sola palabra
intercambié con ella. Bueno realmente sí, pero lo único que obtuve fue su
indiferencia hasta que me quedé sola hablando. No lo entendía, no entendía
que era lo que había hecho mal. ¿Se habría molestado por lo del viernes? Yo
había intentado hablar con ella para pedirle disculpas si había dicho o echo
algo que la hubiese molestado, pero me giraba la cara y se marchaba a paso
rápido.
Al final de esa semana no había podido soportarlo más y fui a casa de Marta en
busca de alguna explicación, pero al parecer a la única que no le dirigía más la
palabra era a mí y a Andrés.
Yo: ¿Tú crees que le he hecho algo? ¿No te ha dicho nada?- le pregunté
sollozando.
Marta: Pues ya está, tú dale tiempo y ya verás cómo poco a poco se irá
acercando a ti a medida que su estrés se disipe- contestó con una sonrisa.
Decidí ser un poco más paciente y esperar un par de días más, pero de
ninguna manera conseguía que me hablase. Un poco desesperada intenté ir
acercándome poco a poco, al tercer intento me di cuenta de que por las
miradas que me echaba era mejor no seguir intentándolo, parecía incluso que
se me echaría encima a pegarme.
Yo: Ainhoa, ¿qué te he hecho? Dímelo por favor ¿Te he molestado? ¿Te he
ofendido?- le pregunté en el que decidí que sería el último intento.
Pero ella me ignoró y siguió caminando, en ese momento me enfadé, fui detrás
de ella, la cogí bruscamente del brazo y la giré para mirarla.
Ainhoa: ¡Soltadme!- intentaba zafarse pero los finos aunque fuertes brazos de
Javi se lo impedían.
Javi: Tú no te vas de aquí sin que nos hayas dicho que es lo que te pasa con
Alicia- aseguró.
Yo: Dejadla, dejadla por favor- les pedí, los tres me miraron.
En ese momento Ainhoa movió los brazos tan bruscamente que se soltó de
Javi.
Ainhoa: Está bien, ¿queréis saber qué es lo que me pasa? Lo que me pasa es
ella- dijo dirigiéndose a mí, se puso delante de mí y se calló.
Ainhoa: Siento un tremendo odio, un odio tan fuerte que cada día que pasa lo
que quiero es no verte la cara nunca más. No lo recuerdo, pero estoy
segurísima de que jamás he podido odiar a alguien con tanta fuerza como lo
hago contigo. ¿Lo entiendes? Lo que me pasa es que te odio y quiero que
desaparezcas de mi vida, para siempre- concluyó antes de salir corriendo fuera
de los baños.
¿Ella me odiaba sin motivo alguno? Entonces yo también la odiaría sin ningún
motivo. La idea al principio me pareció buenísima, poco a poco no lo era tanto,
pero lo haría. No podía seguir sufriendo de la manera en que lo hacía, iba a
caer enferma.
Me levanté del suelo, me limpié mis lágrimas, recogí mis cosas y me marché
alegando que tenía dolor de cabeza, en parte era cierto, estaba que no podía
con mi vida. Llegué a casa, abrí la puerta y me dirigí hacia mi cuarto, una voz
me detuvo por el camino.
Con gesto extraño me asomé por el comedor, me llevé una gran sorpresa.
Yo: Me duele la cabeza, no me encuentro muy bien- les dije poniendo mala
cara.
Carla: Así que nosotros nos vamos y ya vas faltando a clase y mintiendo,
¿quieres bajar de las nubes ya? ¡Cómo repitas este año también te enteras!-
me advirtió.
Yo: Mamá, acabas de llegar y ya me estás regañando. Además, va enserio, no
me encuentro bien- le contesté.
Carla: ¡A ti lo que te pasa es que eres una cuentista! A saber cuántas horas de
clase has perdido, vamos, ¡al instituto bien derechita!- me dijo señalándome la
puerta.
Yo: ¡Mamá te repito que no me encuentro bien! No siempre tengo por qué
mentir, estaría bien que comenzarais a confiar en mí, bueno, que comenzaras
a confiar en mí, parece que papá es algo que ya ha aprendido- le respondí
enfadada mientras me iba a mi cuarto.
Era el último día de clase antes de las vacaciones de navidad, que lento se me
había pasado. Mis padres en todo ese tiempo no viajaron, incluso me
prometieron que pasaríamos las navidades juntos. Yo me sorprendí mucho, ya
que la última vez que habíamos pasado unas navidades juntos si no recordaba
mal fue cuando yo tenía seis años. Pero como yo sospechaba no tardaron
mucho en romper la promesa, ''viajes de trabajo'' decían ellos. No tenía ni idea
de lo que hacían en esos ''viajes de trabajo'', sinceramente tampoco me
importaba. Un año más celebrando navidad y año nuevo sola, ¿y qué? Era algo
a lo que ya estaba acostumbrada.
¿Qué es lo que ha pasado con Ainhoa estos dos meses? De cada vez nos
alejamos más, habíamos intercambiado palabras, palabras realmente ofensivas
por su parte y por la mía, ella no quería dar su brazo a torcer, y yo muchísimo
menos. Aunque admitía que cada palabra que decía me hería en lo más
profundo de mi ser, a ella las mías no parecían ni hacerle cosquillas. Me había
enterado por Marta y Javi que había recordado absolutamente a todos y todo,
mi alegría no podría haber sido más grande. Me hubiera encantado poder
compartir mi felicidad junto a la suya, porque se notaba muy alegre, pero las
dos éramos muy cabezotas, creo que la palabra que nos definiría mejor sería
orgullosas.
Marta y Javi estaban un poco cabreados conmigo por mi actitud, decían que
era una niña pequeña por seguirle el juego a Ainhoa, si tan solo hubiera podido
contarles la mitad de lo que sentía hacia ella, el dolor que tenía cada vez que
pasaba de mí, me comprenderían. Me hubiera gustado mucho haber podido
contárselo pero el miedo al rechazo o a la humillación era más grande de lo
que había imaginado, y el hecho de quedarme sola me aterrorizaba. En el
grupo se había integrado Sebas, nos caía a todos muy bien pero yo no podía
evitar sentir un poco de celos al ver lo bien que se llevaba con Ainhoa, temía
de que sus intenciones no fueran tan solo para una amistad.
Profesor: Podéis salir, feliz navidad- indicó levantando el brazo en señal de
aprobación.
Yo: No no no, ni hablar. Tienes que estar con tú familia, yo tan solo sería un
estorbo- le contradije.
La miré asombrada, ella estaba con una sonrisa de oreja a oreja. Le sonreí
también y la abracé fuertemente.
Yo: Pues claro que quiero boba, muchas gracias- le dije aún abrazada a ella.
Javi: Me voy a poner celoso, ¡yo también quiero abracitos!- dijo sonriendo con
voz de niño pequeño, noté como Marta lo miraba de una forma en especial, no
supe identificar muy bien de qué se trataba.
Yo: ¿El nene quiere abracitos? Yo te doy un abracito- contesté con voz de niña
pequeña también.
Caminamos fuera del instituto, por fin, un par de semanas de relax. Estábamos
caminando hacia el coche de Marta cuando aparecieron Sergio y Ainhoa
abrazados de la cintura, ella evitaba mirar a cualquiera de nosotros mientras
que él estaba con una gran sonrisa.
No podía creer lo que estaba escuchando, no podía ser cierto, no podía ser
cierto. En ese mismo instante mi corazón se paró de golpe, la respiración me
faltaba. Ella había clavado sus ojos en mí, yo intenté buscar algún signo en ella
que me dejase saber que lo que Sergio había dicho no era cierto, pero no pude
ver nada. Sentí como mi corazón volvía a ser apaleado, por la misma persona,
del mismo modo, por la misma razón.
No podía creer lo que estaba escuchando, no podía ser cierto, no podía ser
cierto. En ese mismo instante mi corazón se paró de golpe, la respiración me
faltaba. Ella había clavado sus ojos en mí, yo intenté buscar algún signo en ella
que me dejase saber que lo que Sergio había dicho no era cierto, pero no pude
ver nada. Sentí como mi corazón volvía a ser apaleado, por la misma persona,
del mismo modo, por la misma razón.
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Sergio sonrió, la atrajo hacia él y la besó, ella le cogió la cara con sus dos
manos. Marta, Javi y yo nos quedamos boquiabiertos, enseguida aparté la
mirada de ellos dos y la clavé en el suelo, no podía soportaba verlo.
Marta: Bueno, supongo que os deseo suerte- les dijo rascándose la cabeza.
Sergio y Ainhoa me miraron, esta última lo hizo fijamente a los ojos. Yo tragué
saliva.
En ese instante un coche salió de la nada, del frenazo que di y con la velocidad
a la que iba salí volando por los aires, el coche pasó de mí y se dio a la fuga,
seguramente por miedo a haberme hecho algo.
Javi: ¿Queréis dejar de pelearos como niñas pequeñas? Hay que llevarla al
hospital- la reprendió él.
Yo: No, al hospital no, odio los hospitales- contesté poniéndome de pie- Estoy
bien.
Cuando fui a dar un paso sentí un fuertísimo dolor en las costillas que me dejó
de rodillas.
Forzosamente le hice caso, sentí sus brazos pasar por debajo de mi cuerpo
cogiéndome, con cada respiración que daba me dolía mi costado. Me llevó
hasta el coche y me sentó de la manera más delicada posible.
Javi: Toma, quítale las llaves y apárcala en ese espacio, ponle esto- le indicó,
supuse que se refería al candado que tenía para evitar que la arrastraran. Al
cabo de un par de minutos Marta y Ainhoa se pusieron a mi lado, Javi al
volante y Sergio de copiloto. Cerré los ojos, me estaba empezando a marear.
Marta: Dadme algún trapo o prenda, hay que detener la hemorragia- pidió.
Cerré un momento los ojos y cuando los volví a abrir vi a una enfermera a mi
lado haciéndome algo en la cabeza que me dolía mucho, yo estaba tumbada.
Marta, Javi y Ainhoa estaban sentados en una camilla que estaba enfrente mía,
de Sergio no había ni rastro. Tardé poco en darme cuenta de que la enfermera
me estaba poniendo puntos, al parecer sin anestesia ya que podía sentir cada
vez que la aguja se clavaba en mi piel y como el hilo se deslizaba.
Cerré los ojos y los puños fuertemente, no quería gritar y esa fue la única
manera que encontré para intentar soportar el dolor. Posiblemente no estuvo
más de cinco minutos tratándome la herida, para mi fueron años, años
eternos. Por fin se separó de mí y cogió la bandeja que estaba en una mesita
al lado de la camilla en la que me encontraba tumbada.
Enfermera: Ahora vendrá el doctor a revisarle para ver si tiene otro golpe o
herida- nos anunció saliendo por la puerta, los demás contestaron por mí, yo
no tenía fuerzas ni ganas de hablar ni moverme.
El doctor cerró la puerta, dejó una carpeta con varios papeles asomándose y se
dirigió a mí.
Yo negué con la cabeza, lo único que quería era acabar con eso lo antes
posible. El doctor me sentó y con su ayuda conseguí quitarme la camiseta
quedándome con el sujetador, estaba de frente a Ainhoa, Marta y Javi,
sinceramente no sentí vergüenza.
Yo: Si, me cuesta y me duele. También antes he intentado caminar y del dolor
no he podido- le indiqué.
Me tocó justo en el punto que más me dolía, solté un gran grito. Siguió
inspeccionándome durante unos segundos en los que lo único que deseaba era
que acabar de una vez. Me dolía tanto que hasta no pude evitar llorar un poco.
Doctor: Puedo afirmar con toda seguridad que tiene como mínimo una costilla
fracturada, para saberlo con exactitud le haremos una radiografía- me anunció.
Quizás estuvimos unos quince minutos hasta que volvió el doctor en los que
ninguno dijimos nada.
Doctor: Bien, como les había comentado la señorita Ferrer tiene dos costillas
fracturadas. Le recomiendo una semana entera de reposo, después puede
empezar a moverse pero evite hacer esfuerzos, es muy importante esto ya que
no ha tocado el pulmón de milagro, no debe hacer nada que pueda agitar su
respiración ya que de este modo la caja torácica se movería mucho poniéndola
en un grave peligro. La curación es bastante larga, algo más de un mes ya que
los huesos tienen que soldarse por ellos mismos, por ahora lo único que
podemos hacer por usted es darle estos medicamentos y ponerle unas vendas
que deberá ir cambiando cada dos días, tan solo será la primera semana- nos
dictó el médico.
Yo: Sí pero aún así duele- le respondí- Oye, ¿podéis dejarme a solas con
Ainhoa? Quiero intentar hablar con ella.
Marta: ¿Segura?
Yo: Sí.
Ella le hizo un gesto a Javi, discretamente se fueron alejando hasta que tan
solo quedamos Ainhoa y yo, ella estaba por delante mía.
Pensaba que iba a negarse y a inventarse algo, pero para mi sorpresa me hizo
caso y caminó hacia mi.
Yo: Explícame de verdad que es lo que te pasa conmigo, pero se sincera por
favor. No entiendo como un día dices que me odias, nos pasamos dos meses
enteros sin contacto y cuando ves que estoy mal vienes, me ayudas y hablas
como si no pasara nada. ¿Qué te ocurre?- le pregunté.
Por debajo de su pelo que tapaba sus ojos pude ver como dos lágrimas se
deslizaban por su mejilla.
Yo: ¿He dicho, echo o insinuado algo que te haya molestado o dolido? Por
favor, si es así dímelo, no sé qué es lo que he hecho- le pregunté.
Ainhoa: La culpa no la tienes tú, la única culpable soy yo- contestó negando
con la cabeza.
Yo: ¿Pero por qué? ¿Qué ha ocurrido? Sigues sin responder a mi pregunta- le
dije exasperada.
Ainhoa: No hagas esto más difícil de lo que ya es, por favor. Hazme caso, es
mejor que nos odiemos, tanto para mí como para ti. Si en algo me aprecias
deja de insistir- argumentó con la voz quebrada.
Yo: Pero Ainhoa- en ese momento echó a correr, lo último que pude ver fue su
cara empapada y sus ojos irradiando una gran tristeza.
Yo: ¡Ainhoa!- grité llamándola a pesar del dolor que me causó coger el aire.
No me hizo caso, siguió corriendo por todo el parquing hasta que la perdí de
vista. No había entendido absolutamente nada, había decidido hablar con ella
para aclarar las cosas, lo único que había conseguido era enredarme más
todavía. ¿Qué era lo que había hecho para que tuviera que odiarme? ¿Por qué
el echo de que hubiera hecho algo significara que tuviera que alejarme de ella?
Y, lo más importante, ¿estaría dispuesta a hacerle caso e ignorarla?
Sabía que le importaba, ella misma me lo había confesado, y eso mismo me
causó el sentimiento de no querer volver a apartarme de ella. ¿Entonces por
qué me había mentido dos meses antes cuando tomé la decisión de odiarla
también? Me estaba llenando de preguntas, tenía la cabeza a punto de
explotar.
Javi: ¿Qué te pasa a ti? ¡Llevamos dos minutos intentando hablarte mientras
que tú estabas con la mirada perdida!- exclamó.
Marta: Sí. ¿Te ha hecho algo? ¿Te ha dicho algo?- me preguntó rápidamente.
Javi y ella me miraron todo el rato en el que estuve callada con la cabeza un
poco ida, de verdad que estaba muy confundida y, añadiendo los
medicamentos, un poco drogada.
Yo: Creo que es mejor que vayamos a mi casa a buscar mi ropa y después, en
tú casa, os lo contaré- decidí, ellos asintieron un poco decepcionados.
Nos subimos a su coche, Javi me ayudo a hacerlo ya que era un todo terreno y
estaba un poco alto, y condujo hasta mi casa. Allí me enfrenté con mis padres,
quienes se mostraron muy preocupados por mí al contarles el accidente.
Disolví el agobio en el que me estaba metiendo diciéndoles el ofrecimiento de
Marta de quedarme las navidades con su familia y mi aceptación, se alegraron
mucho de que no pasara la navidad sola. Me ayudaron con la maleta, me
despedí de ellos con un gran abrazo (aunque con cuidado) y les deseé un buen
viaje y unas felices navidades, ellos a mí también.
Estaba ya muy cansada y cuando llegamos a casa de Marta, gracias a Dios,
pude tumbarme a descansar.
Yo: No quiero imaginarme las navidades que me esperan con las costillas
rotas, estoy molida, nunca mejor dicho- dije riéndome, enseguida se pudo
apreciar en mi cara el dolor que me provocó causando las risas de Marta y
Javi.
Javi: Pero mira que eres bestia jajaja, no creo que puedas aguantar mucho sin
reír, con la risa fácil que tienes- me dijo riéndose.
Javi: Eso te pasa por irresponsable. Mujer, ¿por qué reaccionaste así?- me
preguntó, Marta y el estaban sentados en el sofá junto a mí.
Javi: Yo también, es muy incómodo estar con ella fingiendo como si no hubiera
pasado nada- comentó tristemente.
Marta: Pero, ¿acaso teníamos alguna opción?- preguntó con la voz baja,
ninguno de nosotros contestó.
Yo: Yo sí, yo sí tenía opción, por eso me siento la más culpable de todos-
admití bajando la mirada.
Javi: Oye, no pienses eso. El único culpable de lo que pasó es el, ¿de acuerdo?
Nos obligó a hacerlo- me reconfortó poniéndome la mano en la rodilla.
Marta: Sí Javi pero por mucho que nos hubiera obligado nosotros podríamos
haberlo evitado. Quien más quien menos, todos somos culpables- rechistó ella
con un dejo de arrepentimiento.
Yo: Por eso estoy tan cabreada, no entiendo cómo puede salir con ella después
de lo que le ha hecho sin sentirse culpable- espeté con rabia.
Marta: ¿Para qué? Sergio aún puede cumplir sus amenazas, te lo recuerdo- le
advirtió a Javi.
Yo: Me ha dicho que la única solución era odiarme, que le hacía mucho daño y
que era mejor así, me lo dijo llorando- conté recordando la escena.
Esa era la pregunta del millón, la que me llevaba torturando desde que
abandonamos el hospital. ¿Qué haría? Me costó decidir la respuesta, pero una
vez la hube supe de inmediato que no era lo más correcto que podría hacer.
Yo: Supongo que le haré caso y la satisfaré, la dejaré de lado tal y como me ha
pedido- contesté con dificultad.
Yo: Supongo que le haré caso y la satisfaré, la dejaré de lado tal y como me ha
pedido- contesté con dificultad.
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Javi: Oye Ali, me llevo preguntando bastante tiempo, ¿con qué te amenazó a ti
Sergio?- preguntó al cabo de unos cuantos segundos.
Yo: Lo siento, por mucho que quiera es algo que me veo incapaz de decir-
decidí al final.
Javi: Por supuesto que sí, eres como mi hermana pequeña y una excelente
persona, nada ni nadie podría cambiar lo que pienso sobre ti- me dijo
besándome la cabeza.
Elena: ¡Hola chicos! Qué alegría veros- nos saludó a cada uno con un beso-
Hacía tiempo que no te veía Alicia- me abrazó.
Su abrazo no fue fuerte, pero para mis costillas fue como si un camión me
pasara por encima.
Yo: Dios mío como has crecido, el tiempo pasa volando- comenté revolviéndole
el pelo.
Elena: Jajaja sí, cuando quiera darme cuenta ya estará estudiando una
carrera- dijo riendo.
Yo: Ya, y yo diecinueve y aún tengo que hacer caso a mis padres- le dije,
todos reímos- Anda, ve a tu cuarto que después voy a verte- le pedí mientras
le daba una palmadita en el culo, ella me sonrió y obedeció.
Elena: Pero él os amenazó. El pasado pasado está, no podéis hacer nada ya,
además ya ha recuperado la memoria totalmente gracias a Dios- contestó
mirándonos.
Yo: No, es ella la que quiere odiarme, dice que yo le hago daño y que es mejor
que sea así- le respondí.
Elena: Madre mía, ¡no sé cómo ese chico se atreve!- exclamó horrorizada.
Yo: Por eso he tenido el accidente, cuando me enteré me cabreé tanto que cogí
la moto y me fui a una velocidad impresionante. De repente se me cruzó un
coche y di un frenazo saliendo por los aires- le expliqué, realmente no era del
todo mentira, sí que me había cabreado.
Elena: Pero con estas cosas hay que tener cuidado Alicia, podría haber sido
mucho peor- me regañó.
Elena: Jajaja pues sí. Por cierto ¿te ha dicho Marta nuestra oferta?- preguntó
mirándome.
Marta: Sí mamá, sé que te parece increíble que me haya acordado pero sí, se
lo he dicho- se adelantó.
Elena: ¿Quién eres tú y qué has hecho con mi hija?- bromeó haciéndonos reír.
Laura: Jo, siempre me quedo con las ganas de saber las cosas- se quejó
haciendo una mueca.
Yo: A mí me hacían lo mismo cuando era pequeña, es algo por lo que hemos
pasado todos.
Yo: No, no mola en absoluto- admití asintiendo- Bueno, ¿qué tal las notas?
Laura: Muy bien, he sacado las mejores notas de la clase, la profe dice que
está muy orgullosa de mi, pero mamá no me ha dicho nada-me contestó triste.
Yo: Tú madre está muy ocupada, tiene mucho trabajo y ya le queda poco para
que le den las vacaciones, pero ella está muy orgullosa de ti, aunque no te lo
diga- le dije para animarla. Y es que era cierto, sabía que su madre por estas
fechas tenía mucho trabajo en el banco y apenas tenía tiempo ni para ella
misma.
Laura: ¿Aunque no me lo diga?- me preguntó mirándome.
Laura: Me hace mucha ilusión que estas navidades las pases con nosotras- me
confesó.
Laura: ¿Y yo?- me preguntó haciendo un puchero, Dios era tan mona, ¡estaba
por comérmela!
Yo: Está bien, está bien- la dejé en paz, ella estaba llorando de la risa- Bueno
peque, creo que me voy a ir yendo ya.
Yo: Pero si me vas a tener aquí un montón de días, tenemos tiempo de sobra-
le contesté, me iba más que nada porque estaba cansada y me estaban
empezando a doler las costillas.
Caminé lentamente hasta el cuarto de Marta y abrí la puerta sin tocar. Javi
estaba sentado en su cama con la espalda en la pared, ella estaba sentada
encima de él mientras se besaban. Al darse cuenta de mi presencia se
separaron rápidamente y me miraron con los ojos muy abiertos.
Una vez cerrada caí en la cuenta de lo que acabada de ver, ¡se estaban
morreando! Lentamente abrí la puerta y asomé la cabeza, ellos se habían
separado y estaban sentados con la cara roja. Les miré, levanté una ceja y
entrecerré los ojos.
Yo: ¿Vosotros dos estáis...?- pregunté juntando dos de mis dedos refiriéndome
a si estaban juntos.
A pesar del dolor no podía parar de reír. Me parecía tan raro e increíble, Marta
y Javi, quien lo habría dicho. Como no podía parar de reír, Marta y Javi se
preocuparon ya que comencé a toser mucho también (sí, se me juntó en ese
momento todo) Así que Javi me cogió y me tumbó en la cama, Marta con un
cuaderno empezó a darme aire en la cara. Gracias a Dios poco a poco dejé de
reír calmándome, me llevé mis manos a las costillas.
Yo: Aii, aiii, como duele Dios mío- me quejé pero con una sonrisa en la cara
todavía.
Marta: Normal, ¿se puede saber a qué se debe tanta risa?- me preguntó.
Yo: Cof, cof, se debe a lo que he visto hace un par de minutos- contesté, al
recordarlo volví a soltar una pequeña carcajada.
Cada uno se sentó, bueno yo me quedé tumbada, y esperé hasta calmarme del
todo. En ese mismo instante bastaba con que dijeran tan solo una sola palabra
para que me volviera a dar una ataque de risa, así era yo.
Yo: ¿Entonces estáis saliendo?- pregunté una vez estuve serena del todo.
Yo: Ahora ya entiendo a qué se debían esas miraditas entre vosotros dos- me
dije a mi misma en voz alta.
Yo: Oh venga, hasta un tonto se daría cuenta. Os mirabais con unas caritas y
unos ojitos, solo que jamás me imaginé que fuera esto- admití.
Marta: Y eso que nos esforzábamos para que no se notase- se dirigió a Javi.
Yo: ¿Por qué no lo habéis hecho público?- pregunté mirándolos.
Javi: Tan solo llevamos un mes, queríamos asegurarnos de que la relación iba
bien antes de contarlo- me contó.
Marta: Lo descubrió ella. Me decía que estaba muy feliz y como yo no le daba
ninguna respuesta que fuera fiable me siguió un día y bueno, nos vio
besándonos- contestó.
Yo: Pues os felicito, ojalá tengáis mucha suerte- les dije con una sonrisa, ellos
dos me abrazaron sin hacerme daño y me lo agradecieron.
Yo: Es lo que tiene abrir la puerta sin tocar antes- me encogí de hombros- A
partir de ahora lo haré siempre, hoy ha sido un beso, no quiero tentar a la
suerte y encontrarme con otra cosa- dije riendo.
Marta: Alicia sabes que la que te va a tener que cambiar las vendas y ayudarte
en casi todo soy yo, ¿verdad?- me amenazó mirándome fijamente.
Yo: Ehhh, ¡Marta! ¿Te he dicho lo guapa, preciosa, inteligente y buena persona
que eres?- la alagué sacándonos las risas de todos.
Yo: Ña ña ña, yo la tengo tooooda la noche para mí- dije abrazándola por la
espalda y sacándole la lengua a él.
Yo: Me las tengo que quitar cada dos días, mañana me toca- le informé.
Marta: Es que no quiero que estés incómoda o que te moleste algo- me miró
apenada.
Yo: Estoy bien- volví a asegurarle, ambas ya estábamos cambiadas y
sentadas.
Marta: Ali prométeme que nunca volverás a hacer lo mismo, casi me da algo al
verte tirada en el suelo sin moverte- me dijo triste mientras me cogía la mano.
Yo: No lo volveré a hacer, lo juro- le prometí con una sonrisa, ella me abrazó
delicadamente.
Yo: Mucho.
A partir de ahí no hablamos más. Supe que se durmió a los pocos minutos ya
que su respiración se hizo más lenta y un poco más profunda, pero yo no pude
conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en Ainhoa, era una maldita
masoquista y además era consciente de ello, pero no podía sacármela de la
cabeza. Pensar que de nuevo caía en los brazos de Sergio me enfurecía
mucho, pero, ¿quién era yo para impedírselo? Tan solo era una cobarde
incapaz de admitir públicamente que mataría por ella, por tan solo poder
abrazarla, por tan solo poder besarla...por tan solo poder ser correspondida
por ella. ¿Qué estaría haciendo ella? ¿Pensaría en mí? ¿Me echaría tanto de
menos como yo a ella? O, lo que más me aterraba de todo, ¿estaría ella con
Sergio? Ese pensamiento me sentó como una patada en el estómago, no
quería ni imaginármelo, las manos de ella recorriendo su espalda, las manos
de él acariciando su abdomen… Suspiré fuertemente intentando sacarme de la
cabeza aquellas imágenes que no hacían más que oprimirme el pecho y traté
de concentrarme para dormir, al cabo de unas horas lo conseguí.
A partir de ahí no hablamos más. Supe que se durmió a los pocos minutos ya
que su respiración se hizo más lenta y un poco más profunda, pero yo no pude
conciliar el sueño. No podía dejar de pensar en Ainhoa, era una maldita
masoquista y además era consciente de ello, pero no podía sacármela de la
cabeza. Pensar que de nuevo caía en los brazos de Sergio me enfurecía
mucho, pero, ¿quién era yo para impedírselo? Tan solo era una cobarde
incapaz de admitir públicamente que mataría por ella, por tan solo poder
abrazarla, por tan solo poder besarla...por tan solo poder ser correspondida
por ella. ¿Qué estaría haciendo ella? ¿Pensaría en mí? ¿Me echaría tanto de
menos como yo a ella? O, lo que más me aterraba de todo, ¿estaría ella con
Sergio? Ese pensamiento me sentó como una patada en el estómago, no
quería ni imaginármelo, las manos de ella recorriendo su espalda, las manos
de él acariciando su abdomen… Suspiré fuertemente intentando sacarme de la
cabeza aquellas imágenes que no hacían más que oprimirme el pecho y traté
de concentrarme para dormirme, al cabo de un par de horas lo conseguí.
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Cuando desperté un rayo de luz se había colado por las cortinas, estaba sola.
Me estiré y bostecé, al instante solté un grito de dolor, no me acordaba de mis
costillas. Cuando el dolor amainó me reincorporé y me senté. ¿Qué hora sería?
Me levanté lentamente, cogí mi móvil y lo encendí, eran las diez y media. Cogí
unas zapatillas y salí del cuarto arrastrando los pies, me dirigí a la cocina.
Laura: ¡Buenos días!- gritó, que energía que tenían los niños por Dios.
Yo: Gracias por las molestias, podría habérmelo preparado yo- le dije a Elena
mientras mantenía el calor de la taza de café en sus manos.
Elena: Eres una invitada, ¿crees que voy a dejar que te prepares tú el
desayuno?- me preguntó con una ceja levantada.
Yo: Es verdad, olvidaba lo cabezona que eres con estas cosas, a pesar de que
me has dicho miles de veces que era casi de la familia. Yo creo que eso me da
el derecho de prepararme el desayuno- le contesté esparciendo la mermelada
que había cogido con el cuchillo en la tostada.
Elena: ¡Tienes dos costillas rotas! Se supone que no tendrías que salir ni de la
cama- me reprochó.
Yo: Y que voy a estar, ¿una semana entera tumbada en la cama, sin
ducharme, sin poder ir al baño ni cambiarme de ropa?- pregunté.
Marta: Tampoco es eso, pero recuerda lo que te dijo el médico, por poco te
tocan los pulmones. ¿Sabes el peligro que correrías si una costilla se te clavara
en el pulmón?- me comentó preocupada.
Laura: Yo no quiero que te pase nada- dijo mirándome con cara de tristeza
desde la otra punta de la mesa.
Yo: Sé muy bien el riesgo que correría si eso pasara, para algo quiero ser
doctora, pero yo me siento bien. Levantarme, caminar y hacer cuatro cosas no
van a hacer que las costillas se terminen de romper y que me alcancen los
pulmones- contesté dando un mordisco a la tostada.
Yo: Está bien, pero sigo diciendo que no me pasará nada, hace falta algo más
para acabar conmigo- dije sonriendo.
Marta: Confías demasiado en que todo va a ir bien, no todo es de color de
rosa, las cosas muchas veces fallan- me dijo mirándome.
Yo: Sé muy bien que las cosas no son siempre de color de rosa- dije, no había
podido evitar pensar en Ainhoa.
Yo: Me parece muy injusto que en época de fiestas le pongan deberes- dije
refiriéndome a Laura.
Marta: Ya, a mí también, se supone que las fiestas son para descansar y para
estar en familia- coincidió conmigo.
Marta: Sí, cuando nos descubriste pensamos que era una tontería seguir
ocultándolo, tampoco es justo hacerlo- me dijo.
Marta: Cuando digo a todos me refiero a todos. Sebas, Andrés, Sergio, Ainhoa
y tú- me contestó, yo hice una mueca- No quieres venir por ellos, ¿verdad?
Marta: Por Sergio y Ainhoa, no quieres venir por ellos- volvió a decirme. Por
Dios, ¿tanto se notaba?
Yo: No, no, es solo que no creo que Ainhoa quiera ir si yo estoy- contesté
desanimada.
Pasamos la mañana viendo la tele, en poco rato se nos unió Laura, la pobre
estaba aburridísima. El tiempo se nos pasó volando, hicimos la comida y la
degustamos, como siempre la comida de Marta volvía a sorprenderme. Cuando
terminamos de fregar hicimos tiempo hasta que llegó Elena de trabajar,
entonces nos empezamos a vestir. Me estaba poniendo la camiseta cuando
tocaron al timbre.
Me senté en la cama con los zapatos en la mano, pude escuchar como abría la
puerta y como Javi saludaba a Laura que había salido seguramente disparada
al escucharle. Cuando me eché para delante para ponerme los zapatos sentí
una pequeña molestia en las costillas. ‘Menudas navidades me esperan’ pensé.
Con dificultad me los puse, solté el aire y empecé a jadear. Había contenido el
aire ya que en esa posición inspirar me era extremadamente doloroso. Me
puse mi chaqueta de cuero y fui al comedor donde estaban Javi y Marta
abrazados en el sofá.
Yo: ¿Oléis eso? Es el olor del amor en su estado puro- bromeé pasando por
delante del sofá y saludando a Javi con dos besos.
Marta: No puedes quitársela, sin ella Alicia no sería Alicia- le dijo a Javi, ella
estaba recostada sobre su pecho.
Yo: Marta, tienes unos sofás preciosos y grandes, creo que son más cómodos
que el cuerpo de Javi- le dije.
Marta: Para mí mi novio es el sofá más precioso, grande y cómodo del mundo-
sonrió abrazándolo.
Javi: Ehhmm, ¿gracias?- dijo levantando una ceja. Marta se sentó, le miró y le
besó, el pasó su mano y la colocó en la nuca de ella, me sentía feliz de saber
que estaban así de bien.
Yo: Todos sabemos lo bonito y precioso que es estar enamorados, pero será
mejor que nos vayamos si no queremos llegar tarde- dije mirando mi reloj.
Yo: Me van a dar mucha guerra, apenas me he podido poner los zapatos, he
tenido que aguantar la respiración porque no había manera de ponérmelos-
suspiré.
Javi: Intenta no ser muy brusca y para mediados de enero ya estarás casi
curada- me dijo.
Ainhoa: ¿Qué hace ella aquí?- volvió a preguntar a Marta con el cejo fruncido.
Yo: No hagas esto nunca más, ¿entendido? Casi me da algo- le regañé, odiaba
que me asustaran.
Yo: He tenido que hacer la maleta, voy a pasar las navidades con Marta- dije
rápidamente mirándola, ella entendió que no quería que se enterase de mi
accidente.
Ainhoa: Bueno, ¿para qué nos has hecho venir aquí?- preguntó a Marta
visiblemente molesta mientras no despegaba ojo de nosotros.
Marta: Dice que se ha quedado sin gasolina, hay que ir a buscarle- nos informó
resoplando.
Marta: ¿Sabes? Mejor os quedáis las dos, solas- dijo empezando a marcharse.
Marta: ¡Lo siento pero no hay sitio!- le gritó, ya estaba bastante lejos.
Ainhoa: ¡Pues que alguien se quede por mí!- pidió echando a correr, pero ellos
se metieron en el coche rápidamente y se fueron, ella no tuvo más remedio
que volver.
Yo: Cada día que pasa entiendo menos cual es la maldita razón por la cual
estás así conmigo- susurré lo suficientemente alto como para que me oyera.
Ainhoa: Creo que habíamos dejado claro que no ibas a volver a sacar el tema-
dijo girándose hacia mí.
Yo: Pero entiéndeme, tan solo te pido una explicación, una maldita explicación-
contesté girándome yo también.
Yo: ¿Por qué? ¿Qué es eso tan malo que has hecho, Ainhoa? ¿Te están
amenazando, es eso?- le pregunté.
Ainhoa: Jamás podría ocurrir Alicia, no sé ni para que hablo- dijo esto último
para sí misma.
Yo: ¿No ves el daño que me estás causando Ainhoa? ¿No lo ves?- le pregunté
con la voz temblando.
Ainhoa: ¿Te piensas que eres la única que sufre? ¡Posiblemente yo sufro más
que tú con esta situación! Cada vez que te veo con…- se calló en ese instante,
estuvo a punto de decir algo.
Yo: ¿Qué sentirías si Javi te hiciese lo mismo que tú me estás haciendo a mí?-
le pregunté calmada.
Yo: ¿Existe la posibilidad de que algún día podamos volver a ser amigas?-
pregunté con un nudo en la garganta.
Ainhoa: No lo sé, no es algo que yo pueda elegir. Ojalá fuera así- se lamentó-
No por ahora.
Se secó rápidamente la lágrima que había conseguido huir de sus ojos, ella
también se estaba conteniendo para no acabar de la misma manera que yo.
Yo: ¿Puedo pedirte una última cosa antes de que vengan los demás y sigas
evitándome?- le pregunté.
Se quedó un poco sorprendida y confusa ante mis palabras, parecía que iba a
rechazarme pero se acercó a mí y rodeó fuertemente mi cuello con sus brazos,
yo puse mis brazos alrededor de su cintura y la estreché contra mí. Dios,
¿cómo aguantaría sin tenerla a mi lado?
Se quedó un poco sorprendida y confusa ante mis palabras, parecía que iba a
rechazarme pero se acercó a mí y rodeó fuertemente mi cuello con sus brazos,
yo puse mis brazos alrededor de su cintura y la estreché contra mí. Dios,
¿cómo podría aguantar sin tenerla a mi lado?
------------------------------
Echó su cabeza hacia atrás, me cogió la cara entre sus manos y me miró a los
ojos. Se acercó y me besó en la mejilla deteniendo la lágrima que se deslizaba
sobre ella, yo cerré mis ojos. Despegó lentamente sus labios de mí aún con las
manos a los costados de mi cabeza, abrí los ojos y me encontré con su mirada
penetrante.
Ainhoa: Lo siento mucho, de verdad que lo siento, pero es la única opción que
me queda- se disculpó bajando la mirada.
Ella claramente no lo escuchó, se sentó, replegó las rodillas mientras las cogía
con sus brazos y posó su cabeza sobre ellas. Yo, que no me podía permitir
encoger mi cuerpo de esa manera, tan solo me tumbé en el banco que tenía
detrás de mí esperando la llegada de los demás. No sé cuánto tiempo pasó, lo
suficiente como para que el sol se ocultará tras las nubes y que el cielo azul
quedase recubierto de una espesa capa de color gris oscuro.
Yo: Prefiero no hablar del tema ahora- contesté levantándome- ¿Y los demás?
Miré hacia donde me había indicado Marta, venían Sergio, Andrés, Sebas y Javi
hablando y riendo montando un gran escándalo. Miré a Ainhoa, esta se giró al
escuchar el ruido.
Sergio: Bueno, creo que es hora de que Marta y Javi nos expliquen a que se
debe esta reunión, ¿no os parece?- dijo abrazando a Ainhoa como Andrés lo
hacía conmigo apartando inmediatamente a Sebas de ella.
Marta: Sí, creo que sí- dijo mirando a Javi.
Javi: Tengo el enorme orgullo de poder decir que esta preciosa mujer es mi
novia- anunció besándole la mano.
Yo: Bueno yo ya lo sabía, pero os vuelvo a desear mucha suerte- les dije.
Javi: Nos descubrió besándonos el otro día en su cuarto, todo por no tocar a la
puerta- dijo mirándome divertido.
Yo: Perdona, pero yo, si hubiera sido tú, jamás la hubiera besado sabiendo que
yo estaba a un paso- le respondí- Bueno, en verdad no la hubiera besado
nunca, ¿tú le has visto la cara?- bromeé.
Yo: Sí hija sí, vi tu cara, no te puedes imaginar el susto que me metí. Después
parpadeé y vi mí preciosa cara angelical- le contesté.
Yo: Tengo que dejar de reírme durante una temporada- dije mirando a Marta.
Yo: No me pasa nada, tan solo que tengo mucho moco en el pecho y si me
pongo a reír me ahogo y empiezo a toser, no es nada por lo que me vaya a
morir- mentí rápidamente, todos excepto Sebas y Andrés (los únicos que no
sabían de mi accidente) me miraron sorprendidos ante mi improvisación.
Andrés: Está bien, pero como no mejores de aquí a tres días te llevo al
médico- me avisó.
Los dos días siguientes, nochebuena y Navidad, los pasamos metidos en casa,
con comidas familiares, juegos, risas y muy buen rollo. Eran las primeras
fiestas en las que no estaba sola, y sobre todo, las primeras en las que por
primera vez me divertía y me sentía a gusto. Mis padres me enviaron un
correo felicitándome y contándome lo precioso y maravilloso que era Miami, no
me sorprendió en absoluto que el tema principal del correo fuera expresar lo
bien que se lo estaban pasando y lo felices que eran. Yo les envié mi
respuesta, copié, pegué y envié el mismo correo que enviaba todos los años:
Me alegro de que lo estéis pasando bien, feliz Navidad y próspero año nuevo.
Atte.: Alicia. Aún seguía esperando que se dieran cuenta de que siempre les
enviaba el mismo texto, pero en el fondo sabía que eso no sucedería.
Los días pasaron y antes de que me diera cuenta faltaban tan solo un par de
minutos para las campanadas de fin de año. Tan solo estábamos Marta, Javi,
Laura y yo, la madre de Marta, después de muchos intentos para convencerla,
se fue con sus amigas de fiesta. Ella se negaba a ir ya que no nos quería dejar
solos, y mucho menos porque yo era una invitada, al final conseguimos que
aceptara ir. La familia de Javi, como no solía darle mucha importancia a este
tipo de celebraciones, no encontró ninguna pega para que el no pudiera venir
con nosotros.
Empezaron a sonar las campanadas, y nosotros comenzamos a comernos las
uvas al ritmo de estas. Lo único que odiaba era comérmelas, me encantaban
las uvas, pero cada año parecía que las campanadas iban más rápido,
¡cualquiera puede comerse las uvas sin atragantarse! Gracias a Dios la última
uva se deslizó por mi garganta a la vez que los petardos de fondo nos
indicaban que habíamos dejado un año atrás y que otro comenzaba.
Yo: Feliz año- felicité a Marta, a Javi y a Laura abrazándolos, ellos también me
felicitaron.
Después ellos también se felicitaron, y Laura se fue a dormir porque decía que
tenía mucho sueño, era tarde para lo que ella estaba acostumbrada. Después
de eso Marta y Javi se dieron abrazos y besos por doquier, yo ya no pintaba
nada ahí. Apagué la tele y, con la copa y botella de vino, me fui a la terraza,
les dejaría que lo celebraran como quisieran. Me quité los tacones que me
estaban matando, me senté y apoyé mi espalda contra la pared mientras el
vientecillo me daba en la cara. Me serví una copa y me la bebí, yo ya iba un
poco bebida, lo suficiente como para, después de todo un día viendo lo
cariñosos y felices que estaban Javi y Marta y todos los besos que se daban,
acabara llorando pensando en que jamás estaría de esa manera ni con Ainhoa
ni con nadie, al menos no con nadie que yo amase.
Marta: Al fin te encuentro, pensaba que te habías ido- me dijo detrás de mí-
Javi está aquí en la terraza- le gritó.
Giré mi cara y la miré, ella al ver que yo estaba llorando se sentó enfrente de
mí y me cogió las manos.
Javi: ¿Dónde te habías metido? Te esta…- en ese momento vio que estaba
llorando- ¿Qué te pasa?- se sentó a mi lado.
Yo: Estoy enamorada de una persona que pasa completamente de mí- sollocé.
Javi: ¿Entonces por qué empezaste a salir con él?- quiso saber.
Yo: Porque quería sacarme de la cabeza a esa persona, me sentía muy sola y
verla con su pareja me destrozaba. Pensé que algún día llegaría a sentir algo
por él, cada día me doy cuenta de que eso jamás pasará.
Yo: Ya te lo he dicho antes, me siento terriblemente sola y este amor cada día
me desuela más- le contesté.
Entonces me formularon la pregunta que evitaba a toda costa, pero que su
llegada era inminente.
Yo: Por favor, entendedme y perdonadme, pero no quiero deciros quien es. No
es cuestión de que no confíe en vosotros, pero quiero reservármelo para mí-
les contesté.
Javi: Déjame decirte una cosa. No sé quién es, pero estoy seguro de que no
merece ni que tú estés así por él ni que finjas una relación, tampoco es justo
para Andrés- me dijo poniéndome una mano en la rodilla.
Yo: Ya, ya lo sé, no me siento bien haciéndole esto. Él se porta muy bien
conmigo- admití- Soy una egoísta- comenté bebiendo de la botella de vino.
Marta: Creo que será mejor que dejes esto, ya es suficiente por hoy- me dijo
quitándome la botella.
Yo: Odio mi vida- dije sin motivo alguno empezando de nuevo a llorar, desde
luego el alcohol no me sentaba para nada bien.
Javi: Por Dios, no dejes que vuelva a tomar alcohol en su vida, mira cómo se
pone- se dirigió a Marta.
Al poco rato volvió con una taza, me la dio y se sentaron los dos a mi lado
Yo: Sí.
Yo: Exactamente.
Ainhoa
Desde que había tomado la decisión hacía dos meses de evitar a Alicia e
intentar odiarla había pasado un par de cosas. La primera es que a los pocos
días me di cuenta de que mi plan para sacarme a Alicia de mi cabeza no
furulaba bien, no sabía si le hacía más daño a ella o a mí, pero por alguna
razón seguí insistiendo. Seguía preocupándome por ella, le pedí a Marta que
discretamente me dijera que tal estaba, me rompía el corazón escucharla decir
que estaba destrozada y que no entendía qué era lo que había hecho para que
me alejase y que la tratase de aquella manera. Marta me amenazó muchas
veces con contarle que yo me preocupaba por ella, después de miles de
súplicas mías conseguía convencerla, ella no entendía porque me comportaba
así, yo no tenía ninguna intención de contarle que estaba enamorada de Alicia.
Los dos meses siguientes pasaron bastante lentos para mí, no había día en el
que Alicia y yo no discutiésemos o nos mirásemos agresivamente. Aunque no
me extrañaba que Alicia hubiera pasado de ser un corderito a un lobo, sí que
me dolía mucho cada palabra que me decía. Sin duda alguna me lo tenía bien
merecido. Desperté un sábado por la mañana bastante extraña, fui a
desayunar como siempre a la cocina dónde ya estaban Antonio y Lucía.
Cuando fui a pedir a Lucía si podía pasarme la mermelada en vez de llamarla
‘Lucía’ como hacía siempre, se me escapó ‘Mamá’. En ese mismo instante un
terrible dolor de cabeza acudió a mí, cerré fuertemente los ojos y me llevé las
manos a la cabeza. Ruidos, imágenes, fragmentos de conversaciones,
sentimientos… Cuando el dolor pasó abrí mis ojos, estaba de rodillas en el
suelo con las lágrimas cayéndome por la cara y a mis padres a mí lado con
cara de preocupación. No hizo falta muchos segundos para darme cuenta de
que los había recordado, y no solamente a ellos, había recuperado por
completo mi memoria.
Al día siguiente llamé a los chicos, con éstos me refería a Sebas, que se había
integrado no hacía mucho, Marta, Javi y Sergio. No quería llamar a Alicia ya
que no quería escuchar su rechazo. Mientras los chicos venían me puse a
pensar en lo que sentía. Había recordado a todos y eso conllevaba al cariño y
afecto que tenía por cada uno, eso me llevó a una conclusión: Había estado o
estaba enamorada de Sergio. Al pensar en él me embargaban los mismos
sentimientos y sensaciones que cuando pensaba en Alicia. Eran iguales, pero
tenía que admitir que no eran tan fuertes como los que sentía por ella. El
timbre de la puerta me sacó de mis pensamientos. Fui a abrir y entraron todos.
Los senté en el sofá y les pregunté si querían algo de beber, me contestaron
que no hacía falta. Entonces les conté la gran noticia, todos se quedaron muy
sorprendidos y cada uno fue abrazándome. Fuimos a dar una vuelta, pude
notar que desde que había contado el motivo por el cual los había citado
Sergio me miraba de una forma especial, y justo cuando íbamos a despedirnos
caí en la cuenta de lo que era.
Yo: Sí- afirmé sonriendo mientras ponía mis manos encima de las suyas que
estaban en mi cara.
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‘Serán los nervios’ pensé para mí misma. Entré en casa y me puse a estudiar
un poco, después me duché, cené, vi la televisión con mis padres un rato y me
fui a la cama. Allí como siempre me puse a pensar. ¿Estaría enamorada de
Sergio realmente? ‘Bueno, es un poco tarde para pensar eso, ¿no?’ (La
conciencia, por si no la recordabais jajaja) ¿Y qué quieres que haga? No estoy
completamente segura. ‘¿Entonces para que le pides que sea tú novio?’ Pues
porque me siento muy atraída hacia él, es muy parecido a lo que siento por
Alicia, y me conviene muchísimo más estar con Sergio que ir pensando en ella.
‘¿Entonces por qué te preguntas si estás enamorada de él con lo segura que
pareces estar?’ Porque jamás le había pedido salir a alguien, fue él quien me lo
pidió por primera vez, estoy agitada. Seguí con mi lucha interna llenándome de
preguntas y respuestas, enseguida me cansé y me quedé dormida.
Yo: Muy, muy lento, tenía unas ganas inmensas de acabar ya- contesté
cogiéndolo de la cintura.
Yo: Está bien, vamos- empecé a caminar hacia ellos, mantuve mi mirada en el
suelo.
Sergio: Ainhoa y yo volvemos a ser pareja- me estrechó en sus brazos, por fin
decidí mirarlos brindándoles una pequeña sonrisa.
Clavé mi mirada en los ojos de Alicia, se había quedado de piedra. Ella escrutó
mi mirada intentando descifrar algo que no pude averiguar, sentí un
calambrazo al mirar aquellos hermosos ojazos verdes.
Sergio y yo miramos a Alicia, pude notar que no les había alegrado mucho la
noticia.
Marta: ¡Ali!- gritó, pero ella la ignoró, subió a su moto y se fue a una velocidad
de vértigo.
Yo: Por supuesto que sí- le solté de la cintura y caminé rápidamente hasta el
coche de Marta, Sergio nos seguía de mala gana.
Cuando todos estuvimos dentro Marta arrancó y se fue a una gran velocidad.
La tensión se podía notar en el ambiente, yo tan solo esperaba que la
encontrásemos y que pudiéramos pararla antes de que le pasara cualquier
cosa. Entonces escuché un gran frenazo y un ruido sordo contra el suelo,
cuando miré enfrente vi a Alicia volando por el aire e impactando contra el
suelo, mi corazón dio un brinco. Abrí la puerta del coche y salí corriendo hacia
ella.
Yo: ¡Ali!- grité aterrorizada.
Llegué con la respiración agitada junto donde estaba ella tendida en el suelo,
me arrodillé.
Marta: Dios mío, te has hecho sangre- dijo cuando llegó tocándole la cabeza,
hasta ese momento no me había dado cuenta de que me había dado mucha
prisa.
Yo: ¿Pero estás loca? ¡Cómo se te ocurre ir a esa velocidad, podrías haberte
matado!- le grité enfadada y asustada a la vez.
Javi: ¿Queréis dejar de pelearos como niñas pequeña? Hay que llevarla a un
hospital- me regañó.
Ali: No, al hospital no, odio los hospitales- contestó poniéndose en pie- Estoy
bien.
Dio un paso e hizo una mueca y un grito de dolor que la dejó de rodillas.
Javi: Toma, quítale las llaves y apárcala en ese espacio de ahí, ponle esto- me
contestó entregándome una especie de candado amarillo.
Marta: Dadme algún trapo o prenda, hay que detener la hemorragia- nos pidió.
Yo: Ya te dije que no era así, tenía que alejarme, aun así ella me importa, me
importa muchísimo- le contesté bajando la voz.
Yo: ¿A qué viene eso ahora?- lo evadí, no podía decirle que en ese instante ella
me importaba mucho más que él, cosa que no quería aceptar del todo.
Sergio: Viene a que siempre cuando ella está cerca nuestra cambias
completamente, te vuelves fría y distante conmigo, apenas aceptas mis besos
y me rehúyes cuando te doy un abrazo o te acaricio, pero si no está ella te
vuelves la persona más cariñosa del mundo- me contestó, hasta ese momento
no me había dado cuenta de mi comportamiento.
Sergio: ¿Quieres que me vaya? Está bien, me voy- me dijo dándose la vuelta y
caminando.
Me sentí mal, no me gustaba pelear a los tan pocos días de relación, pero tenía
toda la razón. No tendría que haber empezado una relación sin saber
realmente cuáles eran mis sentimientos, pero ya era tarde para eso. Entré en
la habitación, cerré la puerta y me senté con Marta y Javi.
Marta: ¿Pasa algo?- me preguntó mirándome.
Al poco rato entró una enfermera que empezó a ponerle los puntos a Alicia, no
le puso anestesia ya que al parecer se había quedado inconsciente, la
enfermera nos tranquilizó diciéndonos que estaba bien. No pasó mucho tiempo
hasta que se despertó Alicia, nos dimos cuenta ya que vimos como agarraba
fuertemente la camilla con las manos intentando desahogar el dolor que le
debería de estar causándole la curación. La enfermera terminó de ponerle los
puntos y salió no sin antes decirnos que en seguida vendría un médico para
revisarle si tenía alguna lesión más.
El médico nos confirmó lo que había sospechado: tenía como mínimo una
costilla fracturada, se la llevaron para hacerle una radiografía y esperamos
unos cuantos minutos a que salieron los resultados, efectivamente tenía dos
costillas fracturadas. Le dieron todo tipo de recomendaciones y medicamentos
y nos marchamos. Estábamos en el parquin del hospital, yo era la que más
avanzada estaba de todos, sumergida en mis pensamientos.
Miré alrededor nuestra y descubrí con temor que estábamos solas, entonces
supe que la conversación que evitaba a toda costa estaba a punto de tener
lugar. Iba a contarle cualquier excusa para irme de allí pero fue más rápida
que yo.
Podría haber salido corriendo de ahí con la certeza de que no podría seguirme
pero por alguna razón le hice caso y me acerqué a ella.
Yo: Explícame de verdad que es lo que te pasa conmigo, pero se sincera por
favor. No entiendo como un día dices que me odias, nos pasamos dos meses
enteros sin contacto y cuando ves que estoy mal vienes, me ayudas y hablas
como si no pasara nada. ¿Qué te ocurre?- le pregunté.
No lo pude evitar, dos lágrimas se escaparon de mis ojos. ¿Cómo iba a hacer
que me dejara en paz sin contarle la verdad? ‘Quizás podrías contarle la
verdad’ Claro, y someterme a la mayor humillación mundial, ¿no?
Yo: Me haces daño Alicia, me haces mucho daño- le contesté, pude ver como
mi respuesta la dejaba confundida.
Ali: ¿He dicho, hecho o insinuado algo que te haya molestado o dolido? Por
favor, si es así dímelo, no sé qué es lo que he hecho- me preguntó.
Yo: La culpa no la tienes tú, la única culpable soy yo- contesté negando con la
cabeza.
Ali: ¿Pero por qué? ¿Qué ha ocurrido? Sigues sin responder a mi pregunta- me
dijo exasperada.
Yo: No hagas esto más difícil de lo que ya es, por favor. Hazme caso, es mejor
que nos odiemos, tanto para mí como para ti. Si en algo me aprecias deja de
insistir- argumenté con la voz quebrada, en ese instante había sido muy
egoísta,
No le hice caso y salí de allí lo más rápido que pude. A pesar de lo cansada que
estaba seguí corriendo hasta que el hospital quedó fuera de mi vista. Me senté
en el suelo apoyando mi espalda en una roca intentando recuperar el aliento.
Replegué las rodillas y me eché a llorar. No entendía nada, estaba hecha un
completo lío. No sabía si amaba a Sergio, no sabía cómo afrontar mi situación
con Alicia, no sabía lo que sentía. En su momento alejarme de ella me pareció
la mejor decisión que podría haber tomado, pero de cada vez esa sensación
me fue abandonando dejándome otra, y era que me había vuelto loca.
Volví a casa caminando, el paseíto fue muy largo pero me vino bien para
reflexionar y distraerme un poco. En el portal me encontré a Sergio, me pidió
perdón por lo que había ocurrido aquella tarde, le dije que no tenía nada de
qué preocuparse. Él quería subir y estar conmigo un rato pero le dije que no
quería y lo eché.
Subí a mi casa, estuve un rato con mis padres, cené con ellos y enseguida me
fui a la cama, aquel había sido un día largo y agotador. Desperté temprano por
la mañana, aproveché para salir a dar una vuelta un rato, después me di una
ducha y desayuné. Entonces recibí una llamada al móvil, era Marta.
Marta: Hey Calabaza. Como sé que esta tarde no tienes nada que hacer, y si
tienes algo que hacer lo cancelas porque soy más importante, hemos quedado
en un parque los chicos, Javi y yo tenemos que contaros algo- me explicó.
Yo: Así que eres más importante que cualquier cosa que tenga que hacer…-
comenté pensativa.
Marta: Exactamente jajaja- oí que dijo- Bueno, ¿entonces tienes algo que
hacer o no?
Yo: No, no tengo nada que hacer- le contesté mirándome las uñas.
El tiempo hasta que fue la hora se me pasó realmente rápido, por el camino
me encontré con Sergio así que fuimos juntos cogidos de la mano. Estábamos
ya en el parque, yo miraba el suelo mientras Sergio me contaba lo que había
hecho en todo el día cuando escuché hablar a Marta.
Ali: Espera, ¿ella no sabía que yo venía?- le preguntó confundida- Claro, ella
no sabía que yo venía- susurró aunque todos pudimos oírla..
Yo: Si llego a saberlo no vengo- dije mirando el suelo, realmente eso no era
del todo verdad.
Ali: He tenido que hacer la maleta, voy a pasar las navidades con Marta-
mintió, al parecer no quería que se enterase de su accidente
Andrés: ¿Sí? Me alegro por ti- contestó agarrándola por la cintura y besándola.
Yo: Bueno, ¿para qué nos has hecho venir aquí?- pregunté a Marta
visiblemente molesta mientras no despegaba ojo de ellos, odiaba reconocerlo
pero estaba extremadamente celosa.
Al poco rato Marta recibió un mensaje al móvil, precisamente, de él. Decía que
se había quedado sin gasolina y que teníamos que ir a buscarle. Como me
apetecía bien poco moverme dije que me quedaría, pero Alicia dijo lo mismo
que yo. Por mucho que lo intenté quedamos las dos solas, cosa que me puso
los pelos de punta.
su expresión.
Ali: Cada día que pasa entiendo menos cual es la maldita razón por la cual
estás así conmigo- susurró.
Yo: Creo que habíamos dejado claro que no ibas a volver a sacar el tema- dije
girándome.
Ali: Pero entiéndeme, tan solo te pido una explicación, una maldita explicación-
contestó girándose ella también.
Yo: ¡No puedo decirte la razón! No puedo decírtela, simplemente no puedo-
respondí mirándola fijamente.
Ali: ¿Por qué? ¿Qué es eso tan malo que has hecho, Ainhoa? ¿Te están
amenazando, es eso?- me preguntó.
Yo: Mira, no hay nada, absolutamente nada que puedas hacer para remediar el
error que he cometido contigo. Bueno…- me quedé dubitativa.
Yo: Jamás podría ocurrir Alicia, no sé ni para que hablo- dije para mí misma.
Jamás accedería a ser mi novia, por lo tanto eso era algo que estaba más que
descartado para mi desgracia.
Ali: ¿No ves el daño que me estás causando Ainhoa? ¿No lo ves?- me preguntó
con la voz temblando.
Ali: ¿Qué sentirías si Javi te hiciese lo mismo que tú me estás haciendo a mí?-
me preguntó calmada.
Yo: Lo siento, pero es mejor así, es mejor para las dos, hazme caso- suspiré,
esperaba que eso que acababa de decir fuera realmente cierto.
Ali: ¿Existe la posibilidad de que algún día podamos volver a ser amigas?-
preguntó.
Yo: No lo sé, no es algo que yo pueda elegir. Ojalá fuera así- me lamenté- No
por ahora.
Eso tan solo era cuestión de mi corazón, no podía ir y decirle: Hey, ¿qué tal si
dejas de estar hasta las trancas por Alicia y te desenamoras? Ojalá las cosas
fueran así de fáciles.
Ali: ¿Puedo pedirte una última cosa antes de que vengan los demás y sigas
evitándome?- me preguntó.
Eché mi cabeza hacia atrás, le cogí la cara entre sus manos y la miré a los
ojos. Ni siquiera lo pensé, me acerqué y le besé en la mejilla deteniendo la
lágrima que se deslizaba sobre ella, ella cerró los ojos. Despegué lentamente
sus labios de ella aún con las manos a los costados de su cabeza, abrió los ojos
y le eché una mirada penetrante
Yo: Lo siento mucho, de verdad que lo siento, pero es la única opción que me
queda- me disculpé bajando la mirada.
Fueron pasando los días y con ello los meses, Alicia y yo volvíamos a ser las
mismas amigas de siempre, no se me olvidará jamás la cara de felicidad que
puso al ver que yo quería ser su amiga de nuevo. Nuestra relación se hizo más
fuerte, ella contaba conmigo para todo, y yo por supuesto contaba con ella
también para todo. Aunque sí que era muy feliz de estar de nuevo junto a
Alicia eso no significó que no siguiera sufriendo, verla con Andrés me
destrozaba por dentro. Por mucho que intentase evitar los momentos en los
que estaba con él siempre había algo que acababa doliéndome o llenándome
de celos. Pero aun así aguanté, tan solo me bastaba que me dedicase una
sonrisa para que todo lo malo que me rodeaba desapareciera.
Aquella misma tarde teníamos una fiesta de despedida que el director había
aceptado. Fuimos todos los alumnos y profesores de segundo de bachiller.
Todos reímos, algunos lloraron, otros tuvieron expresión neutra…fue una noche
de muchos sentimientos. A los dos días siguientes ya estaba mirando para
entrar en la universidad y estudiar la carrera que me había apasionado desde
la primera vez que la estudié: psicología. Tampoco me estresé mucho, tan solo
estuve buscando información para estar un poco más preparada.
Era 24 de junio y el cumpleaños de Marta se acercaba, el día 27 cumplía ya 19.
Yo tan solo era mayor que ella por 4 meses. Una tarde cogí el coche de mi
padre y salí de compras, no tenía ni idea de que regalarle. Miré todos los
escaparates del centro de la ciudad y no había nada que encajase con lo que
buscaba. Decidí mirar en el último escaparate que quedaba, si no abandonaría
la operación y tendría que apañármelas de otra manera. Me acerqué y
entonces lo vi, la perfección divina. Unos preciosos tacones rojos con unos
detalles más preciosos todavía. No lo dudé, entré en la tienda y me lleve un
par de la talla 38, me costaron medio riñón, pero aquellos tacones lo valían,
estaba segura de que Marta se volvería loca.
Yo: ¿Te gustan?- le pregunté pero no hacía falta que contestara, su reacción lo
había dicho todo.
Marta: Cari no te pongas así, que yo te amo- dijo abrazándolo, todos reímos
ante la cara de enamorada que puso ella.
Sergio le había regalado una cartera (la había elegido yo), Alicia una pulsera
de pandora, Andrés una camiseta, Sebas una colonia y Javi le había hecho un
especie de mural con muchas fotos suyas, una carta y una caja de bombones,
había sido sin duda alguna el regalo que había triunfado más aquella noche.
Nos había invitado a cenar a su casa, su madre y Laura se habían ido. Después
de los regalos pusimos un poco de música y comenzamos a jugar a un típico
juego que siempre jugábamos, a las cartas. Podría sonar un poco aburrido y
soso, sí, pero era un ritual que formaba ya parte de nosotros y además con la
bebida que ya habíamos ingerido el tema estaba mucho más interesante.
Todos íbamos con el puntillo, pero Sebas se había pasado bastante. Aunque
insistimos en que se tumbara él se negó alegando que se encontraba bien. Nos
fuimos Sergio y yo a la cocina a preparar más bebidas mientras que los demás
estaban en el comedor preparando la mesa donde íbamos a jugar a cartas.
Sergio me cogió por la cintura y me empezó a besar el cuello, se notaba que
también estaba bebido.
Sergio: Venga ya, ¿me vas a decir que no te pone hacerlo aquí, ahora mismo?-
me preguntó en mí oído pasando sus manos de mi cintura a mi culo.
Ali: ¡Suéltame!- exclamó moviendo su brazo con fuerza para soltarse de mí.
Marta le susurró algo a Javi y este afirmó con la cabeza. Marta me cogió del
brazo y Javi hizo lo mismo con Alicia.
Yo: ¿Qué te pasa últimamente? ¿Estás cabreada con Sergio también? Cada vez
que estamos los dos juntos te comportas de una manera extraña, nos evitas e
intentas no estar cerca de nosotros, si te habla normalmente le contestas con
monosílabos y con mala cara. No sé si te hemos hecho algo pero si es así…
http://www.todorelatos.com/relato/99446/
Entonces se me acercó, cogió mi cara con sus dos manos y me besó. Mi asombro
no podía ser mayor, ¡me estaba besando! Oh Dios, ¿lo estaba haciendo? ¡Lo
estaba haciendo! Ni siquiera me dio tiempo a reaccionar, me quedé con los ojos
abiertos, quieta, pensando que el corazón me explotaría en ese mismo instante de
lo rápido que iba. Me había quedado en estado de shock. Sentí un fuerte
hormigueo en mi vientre a la vez que un calambrazo me recorría la columna
vertebral erizándome los pelos, sentí como la piel se me puso de gallina. Alicia se
separó lentamente de mis labios, abrió los ojos, me miró avergonzada y se alejó,
todavía notaba el calor de sus labios en los míos.
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Ella me miraba fijamente, al igual que yo, solo que mi mirada demostraba
asombro, la suya vergüenza.
En ese momento reaccioné, sin pensarlo cerré los ojos y la callé de un beso
dejándola igual o incluso más sorprendida que yo. Ella en un principio se quedó
quieta pero después empezó a mover sus labios adaptándose a los movimientos de
los míos. No podría explicar lo que sentí en ese instante. Sus labios eran
extremadamente suaves y cálidos, nada que ver con los de un hombre. ¿Cuánto
tiempo llevaba esperando ese momento? Mucho, muchísimo tiempo, y ahora que
había llegado lo disfruté plenamente. Apenas podía creerlo, había sufrido lo
impensable creyendo que si me animaba a hacer justo lo que había hecho Alicia
me rechazaría. Pero no, ahí estábamos las dos, envueltas en un tierno beso el cuál
no quería que acabase jamás. Pero tuvimos que separarnos. Cuando la miré ella
aún no había abierto sus ojos, se mordió el labio como si lo saborease y entonces
abrió los ojos. Sin darme cuenta había llevado mis manos a ambos lados de su
cara. Lo único que se escuchaba era nuestra agitada respiración cogiendo el
oxígeno que nuestros pulmones precisaban, la razón por la que nos habíamos
separado. Lentamente retiré mis manos de su cara, no sabíamos que decir.
Esa era una pregunta que cambiaría mi vida completamente, para bien o para mal,
pero la cambiaría. Ella estuvo un tiempo en silencio, cosa que me inquietó
bastante. Justo cuando abrió la boca para hablar sentimos como quitaban el
pestillo, rápidamente nos separamos volviendo cada una a sentarse en el lugar
donde antes habíamos estado. La puerta se abrió y apareció Marta, detrás de ella
se encontraba Javi.
Marta nos dejó un espacio, yo me levanté del suelo y salí rápidamente, aquella
habitación me estresaba. Alicia vino detrás de mí. Entramos en el comedor, allí
estaban Sebas y Sergio, charlando. Las cartas sobre la mesa indicaban que ya
habían jugado una o hasta incluso dos partidas, pero no pude saberlo con claridad,
allí dentro había perdido la noción del tiempo. Nos ofrecieron bebida, yo cogí el
vaso y di un trago largo bebiéndomelo todo.
Javi: ¿Seguro que estás bien, Ali? No te veo buena cara- le preguntó él.
Marta: Bueno, creo que es hora de que juguemos todos una partida, ¿no?- dijo
cogiendo las cartas y barajándolas, todos asentimos.
Marta: Creo que es mejor que paséis la noche aquí, nadie está en condiciones de
conducir- nos ofreció ella, nosotros aceptamos por cuestiones de seguridad, pero
Alicia se emperró en que ella se encontraba perfectamente.
Ali: Que no, que no estoy borracha, puedo conducir de verdad- nos intentaba
convencer, de todos ella era la que peor estaba.
Andrés: Mi amor si apenas puedes mantenerte en pie, quédate que puedes tener
un accidente- intentó hacerla entrar en razón pasando su mano por su cintura,
sentí unos celos tremendos.
Ali: ¡Qué no! ¡Que estoy bien, leches!- exclamó ella cogiendo sus llaves y saliendo
por la puerta.
En ese mismo instante salí corriendo en su búsqueda, si conducía tenía todos los
puntos para sufrir un accidente mortal. Me estremecí nada más imaginármelo.
Empecé a recorrer las calles con desesperación, ¿cómo podía haber ido tan rápido
con lo mal que estaba? Mi corazón latía frenéticamente, no tenía ni idea de dónde
había aparcado la moto. Había optado por ir a la derecha, pero quizás esa no era
la dirección que había tomado ella, quizás ya era demasiado tarde. Gracias a Dios
divisé a Alicia caminando en zig-zag cuesta abajo, corrí hacia ella. Cuando estuve
a su lado, la cogí del brazo.
Yo: ¿Estás loca? ¿Acaso quieres matarte?- le pregunté un poco enfadada y aliviada
de haberla encontrada.
Marta: ¿Cómo se te ocurre pensar que podrías conducir en el estado que estás?- la
reprendió ella.
Yo: Déjame un pijama anda, no quiero dormir con esto- le pedí a Marta.
Las tres nos desvestimos y nos cambiamos de ropa, no pude evitar mirar de arriba
a abajo a Ali, en seguida aparté mi mirada avergonzada de que cualquiera de las
dos me hubiera pillado.
Marta: Puesto que no hay sitio suficiente dos de nosotras tendrán que dormir
juntas, y te agradecería muchísimo que durmieras con Ainhoa, tengo la espalda
hecha polvo- se dirigió a Alicia.
Marta: Ainhoa por favor. ¿Qué más te da? Se supone que ya no tenéis ningún
problema, para algo os hemos encerrado antes. Y no te lo pediría si no me doliese
de verdad la espalda, por favor- me rogó mirándome.
Yo: Está bien- acepté.
La cogí, la enchufé y la puse al lado de la cama. A mis diecinueve años tenía miedo
a la oscuridad, era algo que no había podido superar de pequeña. Siempre dormía
con una pequeña luz encendida. También tenía miedo a los lugares cerrados y
pequeños, era claustrofóbica.
Hacía mucho que no la tenía tan cerca, y con el beso que había tenido lugar horas
antes no pude evitar sentirme incómoda i nerviosa. Cerré los ojos intentando
dormir, pero como siempre mi mente aprovechó para ponerse en funcionamiento
llenándome de preguntas. ¿Por qué me había besado Alicia? ¿Acaso sentiría ella lo
mismo por mí? Eso era algo impensable, pero ella me había dicho que llevaba
mucho tiempo queriendo besarme, aun así era algo que no podía creerme. Tan
solo haciéndole una pregunta obtendría la respuesta para calmar el acelerado
palpitar de mi corazón: ¿Qué había significado aquel beso? Antes había estado a
punto de contestarme, pero por desgracia nos habían interrumpido. Justamente en
el momento más oportuno, estaba que ni me aguantaba. Quería saber la
respuesta, necesitaba saber la respuesta.
Abrí los ojos y la miré, su respiración era suave y lenta, en su cara pegaba la luz
de la luna que entraba por la ventana. Jamás me cansaría de decirme lo preciosa
que era. Agaché un poco mi cabeza hasta tocar la suya e inspiré profundamente
sintiendo como su fragancia invadía mis pulmones, ese olor tan típico de ella que
me volvía loca. Armándome de valentía yo también pasé mis brazos sobre ella y la
abracé estrechándola delicadamente contra mí, en ese momento me sentí feliz y
cerré los ojos para dormirme.
Habrían pasado un par de horas, dos o tres, cuando me desperté al sentir algo
cálido rozar mi cuello y un leve peso sobre mí. Abrí mis ojos llevándome una gran
sorpresa: Alicia estaba sobre mí besándome el cuello.
Ali: Shhh- me susurró- Te amo Ainhoa, llevo mucho tiempo enamorada de ti, no
sabes cuánto deseaba que llegara este momento, el momento de poder besarte,
de dormir junto a ti y hacerte el amor como nadie jamás lo ha hecho. Sé que tú
sientes lo mismo por mí, esta noche he podido comprobarlo.
Levantó su cara y por fin pude mirarla a los ojos. Me miraba de una manera en la
que jamás había hecho, me miraba con lujuria. Lentamente se fue acercando a
mis labios hasta que nos fundimos en un beso. Movía sus labios lentamente, no
dudé en corresponderle. El beso se fue tornando apasionado, pasé mis manos por
su espalda, acariciándola, y ella mantuvo las suyas en mi cara. Abrió su boca
dejando pasar su lengua, cuando entró en contacto con la mía un escalofrío me
recorrió de arriba abajo poniéndome los pezones de punta, estaba bastante
caliente y eso Alicia lo notó.
Ella se separó un poco de mí, fue subiendo sus manos por mi abdomen hasta que
llegó a mis pechos los cuales apretó por encima de la camiseta haciéndome gemir.
Pasó sus dedos por mis erectos pezones, me mordí el labio para evitar emitir
ningún ruido haciéndola sonreír.
Su mano se escurrió por el pantalón y por mis bragas mojadas haciendo contacto
directo con mi intimidad. Pasó sus dedos por toda mi apertura embadurnando sus
dedos con mis flujos. Luego subió un poco la mano y empezó a masajear
circularmente mi clítoris. Al principio eran círculos lentos pero poco a poco empezó
a aumentar el ritmo según mi grado de excitación.
En ese mismo instante me desperté agitada, con el corazón a mil por hora y una
capa de sudor recubriéndome la frente. Abrí los ojos y observé a mí alrededor.
Alicia seguía abrazada a mí, durmiendo plácidamente. Todo seguía exactamente
igual. ‘Ha sido un sueño, ha sido un maldito sueño’ pensé. Sentía que estaba
mojada, eso fue lo único de real que había tenido ese sueño. Las lágrimas mojaron
mi cara, cómo deseaba que hubiera sido real pero tan solo había sido un sucio
juego de mi subconsciente. Intenté tranquilizarme abrazando con fuerza a Alicia,
poco a poco me fui relajando hasta que me quedé dormida.
Me froté los ojos con las manos quitándome las legañas, después bostecé y me
estiré. Miré a la izquierda y vi que Marta no estaba.
Ali: Ainhoa, quiero hablar sobre lo que sucedió ayer- me susurró girando el cuello
hacia mí.
Yo: No creo que sea un buen momento para hablar de eso- le contesté
rápidamente, evidentemente hacía referencia al beso.
Anoche tenía unas ganas terribles de saber que era lo que había significado aquel
beso, pero en ese momento no quería saberlo, no quería hablar de ello. Mi cabeza
tenía la esperanza de que quizás aquel beso había significado lo que yo tanto había
deseado, que ella me quisiera de la misma forma en que yo lo hacía. Por esa
misma razón no quería que me lo aclarase, porque probablemente aquel roce
entre nuestros labios tan solo se había debido al alcohol que Alicia ya llevaba
encima. Y no quería llevarme otra decepción, desde luego que no. Era feliz
pensando lo que pudo haber significado, no sabiéndolo.
Yo: Buenos días- contesté fría y evitando el contacto- Buenos días a todos- saludé,
en la cocina estaban Marta, Sebas, Javi y Andrés.
Marta: Tan solo quedaba este, pensé que te levantarías más tarde y que no te
apetecería desayunar- se excusó.
Puse los cereales y la leche y empecé a comer, tenía mucha hambre. Al poco rato
Ali se dejó ver, tenía los ojos rojos y aguados, instantáneamente sentí un pinchazo
de angustia.
Ali: Sí, no me pasa nada. Siempre que me levanto tengo los ojos un poco
hinchados- mintió sentándose.
Yo: Me marcho ya, tengo cosas que hacer en casa- dije entrando al comedor.
Yo: Me han llamado mis padres, dicen que la semana pasada ya me libré de la
limpieza general de la casa y que esta vez ya no me escabulliría- contesté
encogiéndome de hombros.
Me despedí de cada uno, de Alicia tan solo con una mirada y partí hacia mi casa.
Cuando llegué dejé las cosas y tal y como me dijeron comencé a limpiar, que tarea
tan divertida. Pasaron dos días en los que Alicia intentó comunicarse conmigo de
todas las maneras posibles: llamándome, enviándome mensajes, viniendo a casa y
tocando el timbre y a través de Marta y Javi. A cada uno de todos los intentos de
hablar conmigo yo rechacé o escapé, no quería afrontar un tema de tal magnitud,
tenía miedo de acabar sufriendo de nuevo.
Marta: No sé cuál es el problema que tenéis ahora, pero evitarlo no hará que
desaparezca, lo único que hará será aumentar de tamaño. Tarde o temprano
tendrás que afrontarlo, y puede que cuando decidas hacerlo ya sea demasiado
tarde. No eches a perder tú amistad con ella por esto, no lo permitas- me
aconsejó.
Marta: De acuerdo. Piensa bien lo que te he dicho, creo que vuestra amistad está
por encima de eso- me besó en la frente y salió dejándome sola
Lo que más odiaba de todo eso es que sabía que tenía razón, si no hacía algo ya
acabaría por romper nuestra amistad para siempre. Pero tan solo el hecho de
pensar escucharla decir que no me amaba me aterrorizaba, no sabía si aguantaría
verla sabiendo lo que algún día pudo haber. En ese momento recibí un mensaje al
móvil que me sacó de mis pensamientos.
Estuve unos cuantos minutos pensando. Sabía que tarde o temprano sabría la
respuesta, tan solo era cuestión de tiempo. Decidí que contra antes lo supiese,
antes me haría a la idea. Odiaba ser tan lenta y estúpida a la hora de tomar
decisiones.
Ali: Bueno, creo que es mejor que empiece yo a hablar- me dijo con una sonrisa
nerviosa.
‘Dios mío, no puede ser que me esté ocurriendo esto’ pensé para mí misma.
Ali: Ese beso significó lo más precioso para mí, lo más increíble y tierno que me
había ocurrido jamás, lo que había estado anhelando durante meses y meses, la
razón por la que he llorado y sufrido tanto. Yo, Ainhoa…te amo- me susurró.
Ali: Ainhoa por Dios dime algo- me dijo con la voz quebrada.
Me giré y la miré, tenía los ojos aguados. Me senté y le cogí las manos.
Yo: Cuando tuve el accidente no tenía ni idea de quiénes erais, no conocía a nadie,
no recordaba nada. No sabía si tenía un hermano, una hermana, si tenía padres o
no, no recordaba absolutamente nada. Me sentía sola, tenía un enorme vacío en
mi interior que hacía que cada noche llorase y llorase, me sentía indefensa. Estaba
aterrada. Cuando me dijeron quiénes erais me dio completamente igual, podría
incluso haberte confundido con mi madre, no tenía ni idea de que hacía allí. Me
dijeron que Sergio era mi novio, y apenas pude creerlo. No sentía absolutamente
nada hacia él, probablemente le tenía más cariño a la cama. Evidentemente
cortamos. Fueron pasando los días, la cercanía que tenía cada día con vosotros
hacía que tuviera nuevos sentimientos y recuerdos. Acabé sintiendo por todos una
gran amistad, pero contigo fue diferente. No quería aceptarlo, pero cada día me
pillaba mirándote con una sonrisa boba en la cara, pensando en ti, en lo que
habías hecho durante el día, en tu voz… No había momento en el que no
estuvieras presente en mis pensamientos. Ya sabía lo que me ocurría contigo, pero
no quise aceptarlo hasta el cumpleaños de Lidia. No sabes lo que me costó aceptar
que estaba enamorada de ti. Entonces fue pasando el tiempo, y yo intentaba de
todas las formas posiblemente humanas sacarte de mi cabeza, no podía
resignarme a estar enamorada de ti. Pensaba que dos mujeres no podían estar
juntas, tú ya tenías a Andrés y yo me desarmaba por completo viendo lo felices
que estabais, los besos que te daba, las caricias. Cuando recuperé la memoria por
completo, mis sentimientos hacia ti se volvieron mucho más fuertes, pero también
aparecieron sentimientos por Sergio. Yo a él le quiero mucho. Pero si te he
contado todo esto es para que sepas una cosa, y es que te amo- me desahogué.
Ella se quedó boquiabierta, no sabía que pensar. Ella puso su mano en mi mejilla,
se acercó a mí y cerró sus ojos dándome un tierno beso que yo no esperaba. Sin
ser consciente de mis actos puse mi mano en su nuca acercándola más a mí
dejándome llevar por lo que sentía. Sentía sus perfectos y carnosos labios
haciendo maravillas en mí, como en la primera vez que me besó aparecieron
mariposas en mi vientre, mi respiración se agitó al tener un contacto tan cercano a
ella. Lo estaba disfrutando pero de repente la imagen de Sergio apareció en mi
cabeza, me separé rápidamente de ella. Me sentía tremendamente culpable.
Yo: No, Alicia yo…lo siento. No puedo hacerle esto a Ser…- me interrumpió.
Ali: Llevo dos años enamorada de ti, el primer día que te vi algo cambió dentro de
mí, cuando te acercabas me ponía inexplicablemente nerviosa, tu sonrisa era el
foco de atención de mi mirada, estaba absolutamente embelesada por tu
presencia. Pero tú estabas saliendo con Sergio, si ya era imposible poder salir
contigo por el simple hecho de ser mujer, saliendo con Sergio era algo impensable.
Intenté odiarte, de verdad que lo intenté, pero de cada vez te veía más perfecta.
Empecé a salir con Andrés para olvidarte, pensaba que si salía con él llegaría a
amarle tanto como a ti, pero no ha dado resultado. Yo a él no le amo, te amo a ti.
Así que no termines esa frase, porque no es justo. Te besé, y tú después me
besaste a mí. Ese beso tuyo me dio esperanza, pequeña, pero esperanza al fin y al
cabo. No puedes decirme eso y echar a perder la poca ilusión que tenía tras dos
años amándote en silencio, no es justo que me la arrebates Ainhoa, no es justo-
me explicó.
Durante toda su explicación había tenido los ojos mojados, pero al terminar
empezó a llorar a lágrima viva, se me encogió el corazón.
Me sentía mal, y lo peor de todo es que llevaba toda la razón del mundo. ¿Dos
años enamorada de mí? Si yo ya lo había pasado mal y no llevaba ni un año, no
quería ni imaginarme cómo debería de haber pasado estos dos años Alicia.
‘Ainhoa, ¿has escuchado lo que te ha dicho? ¡Te ama! ¿Por qué te comportas así?’
¿Qué si la amaba? Con toda mi alma. Me separé de ella, limpié sus lágrimas y la
miré a los ojos.
Abrí los ojos lentamente y la miré, ella estaba con una sonrisa, no dudé en
responderla con otra de mi parte. Alargué mis brazos y la atrapé en un tierno
abrazo, metí mi cabeza en su cuello y las lágrimas empezaron a brotar de mis
ojos.
Ali: Yo tampoco, esto era con lo que soñaba cada noche- me dijo separándose de
mí- ¿Por qué me ignorabas?
Yo: No quería que me dijeses que ese beso había sido un error y que jamás habría
tenido que ocurrir. Tenía miedo- le respondí mirándola.
Ali: Habíamos pasado unos días muy agradables y apenas te había visto con
Sergio. Pero cuando salí del trastero os vi en la cocina besándoos con desespero,
el no dejaba de tocarte. Cuando nos encerraron estaba enfadada, pero no contigo,
con Sergio, estaba realmente celosa de él y bueno, éstos me impulsaron a
besarte- me confesó.
Yo: Sí, te perdono- contesté, tardé un poco ya que me había dejado descolocada.
Ali: Y con esto…- volvió a besarme, esta vez fue más intenso e introdujo su lengua
haciendo estragos en mi interior- ¿También me perdonas?
Yo: Ujum- murmuré ya que nada más terminar el beso yo volví a empezar otro.
Sus labios eran una droga para mí, de cada vez quería más y más, me estaba
volviendo loca. Ali se puso encima de mí de manera que quedé sentada con la
espalda apoyada en el respaldo del sofá y ella a horcajadas sobre mis piernas. Al
cabo de un buen rato sentí como me vibraba la pierna.
Yo: ¿Sí?
Ali: Necesito que me aclares algo antes de que todo esto vaya a más y acabemos
las dos sufriendo por un malentendido. ¿Qué somos?- me preguntó mirándome
fijamente.
Esa pregunta había acabado con la maravillosa tarde que habíamos tenido, y por la
expresión que hice con mi rostro ella se dio cuenta de eso.
Yo: No lo sé- admití- Te amo, te amo muchísimo, pero también está Sergio-
contesté, ella al oír esto se quitó de encima de mí visiblemente molesta.
Ali: No, continúa con lo que decías, quiero saber lo que sientes- me dijo, pude
notar en su voz cierto enfado.
Yo: ¿Estás segura?- quise saber.
Yo: Os quiero a los dos, sois muy importantes para mí. Mis sentimientos hacia
Sergio no son exactamente iguales a los que siento por ti, pero se asemejan. Le
quiero mucho y él me ha ayudado cuando he estado mal y tan solo he tenido
ganas de llorar y…
Ali: ¡Que te largues!- se acercó a mí, me cogió por el brazo y me dio mi bolso.
Yo: Me dijiste que querías saber lo que sentía, te advertí y me dijiste que
continuase- le reproché.
Ali: Eso no significa que sea imbécil. ¿Qué querías, experimentar cómo era estar
con una mujer? ¿Era eso?- me preguntó.
Ali: ¿Y entonces por qué demonios me besas y después me dices que quieres a
Sergio?- me encaró cerrando la puerta
Yo: ¡Por qué es la verdad! Mira, me has dicho que te diga lo que siento, y eso es lo
que he hecho. Le quiero, es verdad, pero hay una diferencia entre vosotros dos. A
Sergio le quiero, pero yo a ti te amo- le confesé con la voz más calmada.
Yo: Contigo me siento feliz, me siento completa. He estado todos estos meses
reprimiendo un sentimiento que al principio no quería que naciese, pero que más
tarde no pude evitar. Realmente lo he pasado muy mal pensando en que no podría
estar contigo, pero créeme cuando te digo que esta última hora me ha hecho ver
que amarte es lo más bonito que me podría haber pasado. Te amo Alicia, y eso es
algo que nada ni nadie va a poder evitar- me sinceré mirándola fijamente.
Yo: Creo…creo que tengo que irme ya- dije ida, sus besos me enloquecían.
Cogí mis llaves que estaban sobre la mesa, me colgué el bolso y abrí la puerta.
Llegó el ascensor, abrí la puerta y me fui. Cuando llegué abajo entré en el coche y
conduje hasta mi casa. Por el camino no podía evitar una sonrisa recordando todo
lo que había sucedido aquella noche. ‘Te amo’ Resonaba su voz en mi cabeza como
si de eco se tratase. Llegué a casa, subí en el ascensor y abrí la puerta.
Sergio: Pasaba por aquí y ya que estaba cerca decidí subir a saludarte. No estabas
pero tú madre me dijo que no tardarías mucho así que esperé a que vinieras- me
explicó- ¿No te alegras de verme?
Yo: No, no, no es eso. Es solo que no me lo esperaba- contesté con una sonrisa.
Sergio: Está bien- me dijo no muy convencido del todo- Te amo- me dijo
besándome.
Yo: Hola- saludé a mis padres- ¿Cuánto rato lleva aquí Sergio?
Terminamos de cenar, ayudé a fregar los platos y nos sentamos en el sofá a ver la
tele. Estuvimos hasta las tantas y cuando yo ya no pude aguantar más les deseé
buenas noches y me fui a la cama. Me tumbé, me cubrí con una fina sábana y
cerré los ojos con la intención de dormir. A los pocos segundos recibí un mensaje
al móvil.
Dejé el móvil sobre la mesita de noche y me dormí con una sonrisa en la cara.
Desperté la mañana siguiente con una capa de sudor en todo el cuerpo, hacía un
calor insoportable. Lo primero que hice nada más levantarme fue darme una
ducha, después desayuné junto a mis padres. El tiempo pasó normal, estuve un
rato en el ordenador, vi la tele y salí con mi padre a comprar un par de cosas para
la comida. Era por la tarde cuando me llamaron al móvil mientras leía, corrí hasta
mi cuarto dónde había dejado el móvil cargando y contesté sin mirar quien era.
Ali: Cualquiera diría que te alegras de que te llame- dijo fingiendo estar ofendida.
Yo: Me he recorrido toda la casa para coger el móvil antes de que saltara el
contestador de voz. Ni siquiera sabía que me llamabas tú- le dije.
Yo: Claro que lo hubiera cogido, tonta. ¿ Por qué no lo hubiera hecho?- le
pregunté.
Yo: Eh, no digas eso ni en broma. Te amo mucho- la regañé cerrando la puerta
para que no me escucharan.
No estaba delante de ella, pero supe que había sonreído.
Bajé por el ascensor, me dirigí al portal y salí afuera. Ali estaba apoyada en la
pared con las manos detrás de ella.
Ali: No. ¿Tú sabes cuánto he soñado con esto? No voy a permitir que lo que
piensen los demás me lo arruinen. ¿A ti te molesta?- quiso saber.
Me giré para ver lo que me había indicado pero no había nada. Cuando me volví a
girar para preguntarle tenía tres claveles rojos atados con un lazo enfrente de mí,
era mi flor favorita.
Acerqué los claveles a mi nariz e inspiré captando su olor. Después miré a Ali y le
sonreí.
Yo: Gracias, no tenías porque- le agradecí dándole un beso- ¿Cómo sabías que
eran mis favoritas?
Yo: ¡Mamá! ¿Hay algún florero en el que las pueda poner?- le pregunté cambiando
el tema.
Lucía: Claro, ahora te lo doy- respondió yéndose a buscarlo, nosotras nos fuimos a
mi cuarto.
Lucía: Aquí tienes- me dijo dándome un florero azul con un poco de agua y se fue.
Ali: Joder con tú madre. ¿A qué viene tanta pregunta?- preguntó suspirando
tumbándose en la cama.
Ali: ¿Qué querías que le dijera? Tú no ibas a decir nada, y supongo que no estabas
a favor de contarle lo nuestro- me dijo subiendo las cejas.
Yo: No sé, pero ahora estará dándome la lata con quién podría ser mi admirador
secreto- contesté poniendo las flores en el agua.
Yo: Creo que es muy pronto, no llevamos ni un día. Además, ¿qué le digo que
somos? No somos novias, tanto tú como yo tenemos una relación- le dije.
Ali: Tengo que hacerte una pregunta, y quiero que me contestes sinceramente-
me dijo.
Ali: ¿Estás segura que es conmigo con quién quieres estar?- me preguntó
mirándome fijamente a los ojos.
Ali: ¿Aún tengo que contestar a eso?- me dijo abrazándome por la cintura- ¿Acaso
no lo he demostrado ya?
Yo: Dime.
Lucía: ¿Tienes ropa oscura que poner a lavar? Voy a poner la lavadora- me
preguntó.
Lucía: Vale, ya no os molesto más- dijo saliendo y cerrando la puerta tras de sí.
Miré a Alicia, ella tenía los ojos un poco abiertos ante el susto y la respiración
acelerada al igual que la mía.
Yo: Quiero ser psicóloga, aunque aquí no hay muchas salidas ya que mucha gente
lo es. Si quiero dedicarme a ello probablemente para sacarme una buena carrera
tendría que estudiar en Barcelona.- contesté.
Ali: No dejes que eso influya en tu elección, si psicóloga es lo que quieres ser,
entonces dedícate a ello. No escojas algo que en lo que quizás tengas más
posibilidades en coger trabajo y no estar a gusto. Escoge realmente lo que desees
estudiar- me aconsejó.
Yo: Jamás haría eso, escoger una carrera de cinco años y arrepentirme. ¿Tú qué
estudiarás?
Yo: Eso está muy bien. ¿Serás mi enfermera cuando esté malita?- le pregunté
haciendo un puchero.
Yo: Serás una enfermera muy sexy- dije lo primero que se me pasó por la cabeza,
en seguida me avergoncé.
Yo: No sé cómo he podido estar tanto tiempo sin ti- le dije abrazándola.
Ali: Digo exactamente lo mismo. Todo esto me parece tan irreal- admitió.
Ali: ¿Tú, enamorada de mí, saliendo conmigo? Ni en mis mejores sueños lo habría
soñado- me contestó.
Yo: ¿Por qué la segunda mujer más feliz del mundo?- pregunté extrañada.
Ali: Porque la primera sería yo al ver tú sonrisa, al escuchar tú risa, al verte feliz-
me contestó.
Yo: ¿Se puede ser más dulce y tierna?- pregunté, ni para ella ni para mí, tan solo
era una pregunta que le hacía al mundo.
Ali: Ni yo, pero es tarde y tengo que hacer cosas en casa- me contestó.
Yo: Y yo a ti.
Me acerqué y la besé con cortos y rápidos besos en sus labios haciéndola reír.
Cuando me separé ella puso su mano en mi nuca evitando que me alejara y nos
volvimos a besar, esta vez con más pasión.
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La mañana del día siguiente no hice gran cosa, por la tarde me llamaron al móvil.
Feliz, pensando que sería Ali, contesté.
Sergio: ¿Cómo estás? Te echo de menos, no nos hemos visto en bastante tiempo-
continuó.
Yo: Ya, he estado ocupada. Con mis padres, la casa, mi hermana, ya sabes- mentí.
Yo: ¿Esta tarde?- dije intentando ganar tiempo para cualquier excusa.
Sergio: Venga no digas que no, quiero verte, te echo de menos. Además vamos a
ir todos, quedaremos mal si no vamos los dos- me informó.
Yo: No, no hace falta. Saldré con Natalia a mirar un par de cosas que me ha dicho,
ella me acercará- volví a mentir.
Sergio: Bueno, está bien- dijo con un tono de voz raro- Nos vemos allí, te amo.
Adiós.
No me apetecía en absoluto salir con él, pero si eso me daba una oportunidad para
ver a Ali, me parecía la idea más brillante del mundo. Sí que era verdad eso de
que el amor nos volvía gilipollas a todos. ‘¿Ves? Yo siempre llevo razón. Hasta tú
misma lo admites’ Anda, calla boca chancla. Me metí en la ducha para refrescarme
un poco, hacía un calor abrasador. Salí envuelta en una toalla y cogí el móvil con
intención de llamar a Alicia, pero éste empezó a vibrar indicando una llamada
entrante. Vi el número y sonreí instantáneamente.
Yo: Sí, me ha llamado Sergio. En un principio no quería ir, pero cuando me dijo
que ibas a ir tú enseguida le dije que sí- respondí con una sonrisa.
Dejé el móvil, cogí una toalla y empecé a secarme el pelo. Me vestí, me peiné y
esperé con impaciencia a que Alicia tocara el timbre. Al cabo de una media hora,
tal y como ella dijo, tocó el timbre y bajé.
Yo: Hola- saludé sonriendo.
Ali: Sí, yo soy la mujer más afortunada del mundo- contestó volviéndome a besar.
Solté una pequeña carcajada y atrapé sus labios con los míos. Aun no se me iba
aquel hormigueo en mi vientre al besarla.
Yo: Vámonos ya, que si no Sergio nos verá llegando juntas- le dije cogiéndola de
la mano.
Ali: Tanta prisa para que no haya nadie- me dijo mirando a nuestro alrededor para
ver si estaban.
Ali: Bueno, mejor. Más tiempo para nosotras- dijo apoyando su espalda contra un
árbol.
Ali: Shh, no te preocupes. Tan solo serán un par de besos- dijo volviendo a la
carga.
En cierto modo me sentía aliviada de que Sergio y Andrés no nos hubieran pillado,
me alegré de que hubieran sido Marta y Javi. Miré a Alicia para ver su reacción
pero se estaba besando con Andrés. Se me cayó el alma al suelo. Cuando se
separaron ella me miró como pidiendo perdón, realmente no tenía la culpa. Negué
con la cabeza y ella me dedicó una pequeña sonrisa. Cuando me giré vi a Javi
mirándonos, se había percatado de nuestra escena. Marta se le acercó, le susurró
algo al oído y se separó. Javi puso dos de sus dedos en sus ojos, y después los
acercó a mí haciendo el típico gesto de ‘te estoy vigilando’ haciéndome reír. Tan
solo ese gesto me hizo saber que ni me tenían asco ni nada por el estilo, cosa que
me quitó un peso de encima.
Dado que a todos nos pareció una buena idea nos dirigimos al bar más cercano.
Tuve a Sergio intentando mostrarme pruebas de afecto toda la tarde, a algunas
correspondía, tan solo si se trataban de besos o abrazarme muy efusivamente le
esquivaba. Pero eso no fue lo peor. Lo peor fue que Andrés estaba haciendo lo
propio con Alicia, pero esta no se resistía. Si él la besaba, ella le respondía. Si el la
acariciaba, ella sonreía y le acariciaba. La miraba muy fijamente a los ojos y
seguía teniendo ese toque de arrepentimiento, pero no lo parecía realmente.
Estábamos sentados en la misma mesa, así que era inevitable que tuviera que
soportar aquellas escenitas. Javi y Marta notaron mis miradas, pero ellos no
podían hacer nada. Hubo un momento en el que los celos me sacaron
completamente de mis casillas, no lo soportaba más.
Ali: Ainhoa…
Yo: ¿Sabes? Estos tres días han sido los mejores para mí, jamás me había sentido
igual. Han sido mágicos. Y todo porque tú estabas en ellos, conmigo, besándome y
cogiéndome la mano al caminar. Te amo, Alicia. Y ahora estás destrozando todo el
tiempo que hemos pasado juntas- le dije al borde del llanto.
Ali: Por Dios Ainhoa no llores, no llores- me suplicó cogiéndome las dos manos.
Yo: ¿Entonces si sabías que ibas a venir con él y que no le ibas a rechazar, por qué
no me dijiste que no viniera? ¿Cómo piensas que me siento viéndote con él?- le
dije
Ali: Si no le beso le hago daño a él, y si le beso te hago daño a ti. ¿Qué quieres
que haga?- me preguntó frustrada.
Yo: Creo que es mejor dejar lo que sea que tengamos aquí hasta que aclares lo
que sientes. Yo a Sergio le quiero, pero tengo clarísimo que es a ti a quien amo.
Tú no- dije con la intención de salir por la puerta, pero ella me abrazó por la
espalda.
Ali: No, no, no, Ainhoa no por favor, te lo ruego. Te amo a ti, tan solo a ti, eres la
única que quiero en mi vida, te amo más de lo que puedas imaginar. Lo siento, lo
siento muchísimo, si quieres ahora mismo hablo con Andrés y termino con él, pero
no me dejes por favor, no me dejes- me suplicó desesperada y rompiendo a llorar.
A pesar de que estaba realmente furiosa con ella no soportaba verla llorar, era
algo que simplemente no aguantaba.
Ali: He sido una estúpida egoísta lo admito, perdóname. No me dejes- volvió a
suplicarme.
Realmente no tenía derecho a reclamarle nada, porque no éramos más que eso,
nada. Los celos pasaron y pude pensar con claridad, ella tenía parte de razón
también.
Ali: Dime que no vas a dejarme- me dijo con los ojos brillantes.
Me miró con una mirada, por Dios que mirada, sentí como si se me saliese el
corazón del pecho.
Yo: Te pido perdón, me he dejado llevar por los celos. Comprendo lo de Andrés y
te voy a dar tú tiempo para que le dejes, pero comprende tú también que no es
fácil para mí ver como os besáis- le dije.
Ali: Mis besos tan solo te pertenecen a ti- me susurró depositando uno en mis
labios.
Yo: Creo que deberíamos volver ya, llevamos mucho tiempo- le dije.
Yo: Pues por querer besarme cuando quieras ahora tenemos que explicarle lo
nuestro a Javi y Marta- la regañé.
Al salir del baño tuvimos que separarnos, volvimos a la mesa ante las miradas
atentas de todos.
Andrés: Tienes los ojos rojos. ¿Has llorado?- preguntó dirigiéndose a Alicia.
Ali: ¿Qué? No, no. Es que no he dormido mucho. Como dice ella el calor es
insoportable- dijo frotándose los ojos para borrar cualquier rastro de lágrimas
Yo: ¿Por qué Sebas no podía venir?- pregunté a Marta para evitar más preguntas.
Ali: Sí, no me hubiera gustado para nada que nos hubieran visto- dijo ella
también.
Javi: Bueno, nos conformamos con que nos contéis qué era lo que hemos
presenciado. Y no vale decir que era un beso ya que eso está bastante claro- nos
dijo.
Marta: ¿Tiene algo que ver esto con que después de mi cumpleaños Ainhoa no
quisiera verte?- quiso saber.
Yo: Sí.
Yo: Cuando nos encerrasteis en el cuartito ella me besó. No quería verla porque no
quería que me dijera que aquel beso no tenía que haber ocurrido, que le echase la
culpa al alcohol. Entonces fui esquivándola, prefería quedarme con el recuerdo de
su beso que arriesgarme a que todo se desvaneciera- respondí mirándolos.
Javi: ¿Qué ha pasado con aquel chico del que estabas enamorada?- le preguntó.
Ali: No es lo que piensas. Aquel chico era Ainhoa, yo jamás dije si era un hombre o
una mujer. Os dije exactamente todo, pero no di a entender cuál era el sexo de
esa persona- aclaró rápidamente.
Yo: Bueno, yo he salido con Sergio y le he amado. Antes del accidente, pero ahora
está ella- afirmé.
Ali: ¿Hay algo que hayamos dicho que haga gracia?- preguntó sonriendo.
Marta: Ahora entiendo el ataque de risa que te entró cuando supiste lo nuestro
jajaja- rio dirigiéndose a mí.
Javi: ¿Cómo nos va a molestar? Nuestras dos mejores amigas saliendo juntas,
adelante pues si así sois felices- nos dijo.
Marta: A ti por besar a Andrés delante de Ainhoa. Deberías haber visto cómo te
miraba, celosa perdida- dijo dirigiéndose a Ali.
Marta: Lo que sea. Y a ti por hacerla llorar. Aunque se lo mereciera por el numerito
que ha montado, no quiero que os hagáis daño- me regañó.
Javi: Ojos rojos y aguados. No hay que ser un lince- contestó- Pero ya lo habéis
arreglado, ¿no?
Ali: ¿De verdad queréis saber que hemos hecho en el baño?- les preguntó con una
sonrisa maliciosa.
Yo: Todas las veces que hemos salido de fiesta has acabado acostándote con
Andrés- le dije con un tono de voz triste.
Javi: Olvidaos de Andrés y Sergio. Tan solo nosotros cuatro- aclaró.
Caminamos un rato más y Javi y Marta se fueron por su lado, Ali me acompañó a
casa.
Ali: ¿Te acuerdas aquella vez en la que salimos para celebrar que el médico te
había dicho que probablemente recuperarías la memoria?- me preguntó.
Yo: ¿Ves? Todas las veces te acostaste con él- le dije empezando a sentir un poco
de rabia.
Ali: Vine de estar con Andrés, pero no nos acostamos. Estuvimos a punto, pero yo
no quise- me explicó.
Yo: ¿Entonces por qué me dijiste que te habías acostado con él?- le pregunté.
Ali: Porque tú te habías acostado con aquel tío y estaba celosa- me contestó.
Me costó un poco digerir aquella información. Si supiera que eso fue lo que detonó
mi indiferencia hacia ella.
Yo: Me pasó lo mismo que a ti. No podía dejar de pensar en ti- admití mirándola.
Ali: ¿Sabes que las cosas no hubieran sido iguales si no me hubieses mentido?- me
dijo un poco exasperada.
Yo: Todos cometemos errores. Prométeme que no me ocultarás nada nunca más-
le pedí.
Yo: Adiós.
Subí a casa y descansé. Ya habíamos contado lo nuestro a Javi y a Marta. Tan solo
quedaba coger valor y decírselo a Sergio y Andrés. No era necesario decirles que
estábamos enamoradas, podíamos dejarles así sin más. Pero si queríamos poder
estar por la calle y besarnos en público era mejor explicárselo para evitar futuros
reproches. Después de eso tan solo quedaba lo que más me aterraba de todo:
contárselo a mí familia y ver su reacción.
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Lucía: Estos últimos días te he notado muy rara, muy feliz. ¿Ha ocurrido algo?-
quiso saber.
Yo: ¿Hace falta que me pase algo para estar feliz?- le contesté con otra pregunta a
la vez que sonreía.
Lucía: No, no, claro que no. Es solo que conozco esa sonrisa, y es la misma que yo
tenía de joven cuando estaba enamorada de tu padre. Cuéntame, ¿quién es ese
admirador secreto?- me preguntó cogiendo un cojín y poniéndoselo en el pecho.
Lucía: Oh, venga ya. ¿Me vas a decir que estás así de feliz porque tú relación con
Sergio va de maravilla?- objetó con una ceja levantada.
Lucía: Por eso mismo sé que hay otra persona, y creo adivinar quién es- me dijo
mirándome fijamente.
Aguanté la respiración agitada. Podría ser que mi madre fuera muy observadora,
pero para que se hubiera enterado de lo mío con Alicia habría tenido que estar
encima de mí todo el día.
Lucía: Tranquila hija, se notaba a leguas que estaba colado por ti. Es un chico muy
agradable, Sebas me parece muy buen hombre- me interrumpió.
Lucía: Venga ya, era muy evidente. El otro día me preguntó cuáles eran tus flores
favoritas, y hace dos días subes y ¿con qué me encuentro? A mi hija le han
regalado tres claveles- dijo levantando las manos mostrando un signo de
evidencia.
Yo: Mamá, Sebas no está colado por mí, ni yo por él- le aclaré.
En ese instante sonó su móvil, yo sonreí. ‘Salvada por los pelos’ pensé.
Lucía: Está vez te salvas, pero tarde o temprano te lo sacaré, como que me llamo
Lucía- me dijo entrecerrando los ojos.
Marta: Mujer estás rompedora, cualquiera diría que tienes pareja- me dijo
mirándome de arriba abajo.
Realmente sí que me había pasado un poco con la ropa, pero se debía a una buena
razón. Quería sorprender a Alicia y había escogido mi vestuario expresamente para
ello.
Marta: Ainhoa tengo que preguntarte una cosa que quiero que me contestes con
toda la sinceridad del mundo- me dijo de repente con una seriedad fuera de lo
normal.
Marta: Todos sabemos que antes del accidente estabas saliendo con Sergio y tú
estabas enamoradísima de él, me decías cuánto lo amabas una y otra vez- me
explicó.
Marta: No, déjame acabar. Con esto no estoy diciendo que me parezca mal
vuestra relación o lo que sea que seáis, si sois felices me parece perfecto pero no
puedes evitar que me preocupe por vosotras. Ainhoa, ¿tú realmente amas a
Alicia?- me preguntó mirándome fijamente.
Yo: La amo con todas mis fuerzas. Entiendo que estés preocupada, pero no saldría
con ella si no estuviera segura de lo que siento. ¿Tú sabes lo mal que lo he pasado
pensando que no me amaba? Las dos hemos sufrido mucho- le expliqué.
Marta: Por eso mismo no quiero que sufráis más. Tú sabes cómo es Ali, es la chica
más tierna que he conocido nunca, se ilusiona con facilidad y en el amor es muy
ingenua, basta ver su relación con Andrés. No quiero que le hagas daño- me dijo.
Yo: Ella con tan solo una frase podría destruirme, con tan solo decirme ‘no te amo’
haría que se me viniera el mundo a los pies. Aún sigo pasándolo mal, temo que se
arrepienta y que me diga que esto no debería haber pasado, que ha sido un error,
que no me ama- le susurré sintiendo como la inseguridad volvía a embargarme.
Marta: Que era una imbécil porque se había enamorado de alguien que jamás
podría corresponderle- me contestó.
Marta: Bueno, estamos aquí para divertirnos, no para llorar. Tan solo quería estar
segura, os quiero mucho a las dos. No quiero que os hagáis daño- me dijo.
Yo: Por comprendernos. Gracias a los dos, Javi para ti también va- dije hablando
un poco más alto.
Javi: De nada preciosa, tan solo esperamos que seáis felices juntas- me contestó
mirándome por el retrovisor.
Tras un par de minutos en los que hablamos, hicimos chistes y reímos llegamos
finalmente a casa de Ali. Salimos del coche ya que hacía un calor impresionante y
ella nos dijo que aún le faltaba un poco. Deseaba verla ya, no nos habíamos visto
desde hacía un día y tenía unas ganas inmensas de besarla. Oí la puerta de su
casa cerrarse y me di la vuelta para verla, me quedé estática. Llevaba un vestido
negro que si el mío me quedaba bien, a ella el suyo le quedaba de muerte.
Resaltaba sus curvas, su estrecha cintura y sus largas y firmes piernas. Llevaba su
pelirrojo pelo recogido por detrás, dos mechones enmarcaban su cara, no entendía
cómo tanta belleza podía ser posible. Era una Diosa bajada del Olimpo y yo una
simple mortal afortunada de haber sido escogida por ella. Al verme me dedicó una
sonrisa con su perfecta dentadura blanca que por poco me hizo morir en ese
mismo instante.
Marta: Cierra la boca Ainhoa, te va a entrar una mosca- me dijo haciendo fuerza
en mi mandíbula, escuché como reían todos.
Marta: Bueno y ella a mí, ahora por favor ¿seríais tan amables de entrar al coche?
Quiero bailar- nos interrumpió ella.
Marta: Que miren, mientras no toquen todo irá bien- me contestó haciéndome reír.
Yo: ¿Te lo estás pasando bien?- le pregunté a Ali dándole un beso rápido.
Ali: No tanto como tú- me contestó sonriendo.
Yo: Hacía mucho tiempo que no salía de fiesta, tenía unas ganas inmensas-
respondí.
Ali: A un par has dejado con unas ganas inmensas en la pista- me dijo, noté un
poco de ¿celos?
Yo: No les puedo arrancar los ojos. Además a ti también te han mirado
descaradamente, es algo inevitable- le dije.
Ali: Ya pero…
Yo: Estoy contigo Ali, no te preocupes. No quiero a nadie más que a ti- la
tranquilicé besándola.
Ali: Ya lo sé, lo siento. Es que cualquiera de estos babosos estará deseando tocarte
el culo o llevarte a la cama- me dijo acariciándome la cara.
Ella se pegó a mí, se pegó muchísimo a mí, sentía su culo rozarme parte de mis
piernas y pubis, un calor fuera de lo normal empezó a invadirme. Bailaba
divinamente, tanto que casi no podía apartar mi mirada de ella mientras me
quedaba quieta. Pero cogí el ritmo a la música y también empecé a moverme
restregándome contra ella, puse mis manos en su cadera y la estreché más contra
mí si era posible, ella tenía sus brazos levantados con sus manos en mi cara. Me
estaba provocando, lo sabía ya que siempre intentaba pegar su culo o sus pechos
contra mí. Si supiera lo excitaba que estaba… Pero yo no me quedé atrás, mientras
bailaba hacía todo lo posible para provocarla y ponerla nerviosa, la acercaba a mí,
la acariciaba, le echaba el aliento en el oído, me movía contra ella… Estábamos
brindando un espectáculo digno de ser observado, y tanto hombres como mujeres
nos echaban las miradas más lujuriosas posibles. Yo estaba completamente
mojada, su cuerpo contoneándose y pegándose al lado del mío era la tentación
más peligrosa que había conocido hasta ese momento. Me dio la vuelta
quedándome de espaldas a ella y me abrazó fuertemente, empezó a besarme el
cuello lentamente. La muy… sabía que ese era mi punto débil.
Pero ella siguió a lo suyo, solo que en vez de sus labios empezó a usar su lengua.
En ese instante tuve un autocontrol sobrehumano.
Yo: Alicia está bien, tú ganas- le rogué con los ojos cerrados.
Ella me dio la vuelta de nuevo, yo abrí los ojos. Me di cuenta de que nos habíamos
desplazado y ya no estábamos en la pista, estábamos cerca de los baños, apenas
había gente ahí. Ali me miró y se abalanzó sobre mis labios envolviéndonos en un
feroz beso, pasé mis brazos por su cuello y también la besé. Apenas era
consciente de lo que estaba ocurriendo, ella empezó a acariciarme y yo no podía
estar más embriagada. Me costó un mundo empezar a pensar con claridad a pesar
de sus enloquecedores besos y darme cuenta de que nos estábamos acercando
peligrosamente al baño.
Yo: Ali no quiero- le dije separándola de mí, hice que me mirara a los ojos- No
quiero que nuestra primera vez sea así, aquí. Espérame en la mesa voy a traer
algo para beber.
Me fui y la dejé ahí, seguramente confundida. Pero era verdad, podría sonar la
cosa más cursi del mundo pero quería que mi primera vez con ella fuera algo
especial, romántico y estando ebrias, no medio borrachas. Me acerqué a la barra y
llamé al camarero.
Yo: Dos vasos de Coca-Cola, por favor- le pedí, él se marchó para traerlo.
Me giré y la miré, era una morena un poco más alta que yo, me miraba fijamente.
Antes de que pudiera decir nada cogió mi cara con fuerza y me besó. Intenté
separarla pero ella era muy fuerte y no conseguía zafarme. Hacía tanta fuerza con
sus manos en mi cara para que no me escapara que me empezó a hacer bastante
daño. Su lengua intentaba hacer contacto con la mía pero se lo impedía cerrando
la boca lo más fuerte que podía. Miré hacia la derecha y antes de ser separadas vi
a Alicia viniendo hasta donde nos encontrábamos realmente furiosa.
Con sus brazos me llevó detrás de ella mientras yo me tocaba la cara donde
anteriormente habían estado las manos de esa mujer.
Desconocida: Venga que más te da, las pelirrojas sois unas zorras, y ella tiene un
cuerpazo… Compártela conmigo esta noche, déjame disfrutar de ese par de tetas y
culo que tiene- le contestó mirándome perversamente.
Ali al escuchar lo que había dicho le propinó una bofetada en la mejilla que tuvo
pinta de haberle dolido hasta ella.
De la nada apareció una mujer que agarró a tiempo a la otra antes de que
devolviera el golpe, yo por mi parte hice lo mismo con Ali que, insatisfecha,
también quería darle otro bofetón. Marta y Javi llegaron y me ayudaron a agarrar
a Ali que tan solo le gritaba insultos a la desconocida.
Aun así Ali todavía no cesaba, nunca la había visto perder los nervios de esa
manera. Saber que era por mí me hacía sentir inexplicablemente bien.
Yo: Estoy bien- volví a asegurarle con una sonrisa y cogiéndole las manos.
Ella me devolvió la sonrisa y depositó un beso en mis labios. Javi y Marta pidieron
bebida para ellos, nosotras cogimos lo que yo había pedido antes de todo aquel
rollo y volvimos a la mesa. La noche siguió sin ningún incidente más, bailamos,
bebimos, descansamos, reímos… Fue una noche realmente divertida.
Yo: ¿Te digo una cosa?- le pregunté abrazada a ella mientras Javi y Marta iban a
pagar las consumiciones.
Ali: Dime- quiso saber.
Yo: Antes, con todo el lío de la Ángela esa, me ha gustado lo celosa que te has
puesto por mí- le confesé sonriendo al oído.
Yo: ¿Qué no eran celos?- dije apartándome y mirándola con la boca abierta- Poco
más y no la dejas viva.
Ali: Celos- admitió sonriendo- Quiero disculparme por lo que pasó antes en los
baños, no deseaba que te sintieras incómoda. No quiero que pienses que quería
utilizarte por estar bebida y aprovecharme de ti y hacerte el amor allí mismo,
aunque en verdad sí era lo que quería pero no lo quería hacer, no porque no
quisiera si no…- empezó a decir haciéndose un lío, se estaba poniendo nerviosa.
Ali: Yo también quiero que sea algo especial y romántico, aunque habiéndolo
hecho aquí hubiera sido especial porque era contigo, pero no hubiera sido íntimo-
acabó suspirando.
Ali: Bueno, dejémoslo en que las dos nos amamos por igual, ¿vale?- me dijo.
Yo: Vale, pero que conste que yo te amo más, eh- le advertí.
Marta: ¿Oléis eso? Es el olor del amor en su estado puro- comentó pasando
delante nuestra.
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Lucía: Estos últimos días te he notado muy rara, muy feliz. ¿Ha ocurrido algo?-
quiso saber.
Yo: ¿Hace falta que me pase algo para estar feliz?- le contesté con otra pregunta a
la vez que sonreía.
Lucía: No, no, claro que no. Es solo que conozco esa sonrisa, y es la misma que yo
tenía de joven cuando estaba enamorada de tu padre. Cuéntame, ¿quién es ese
admirador secreto?- me preguntó cogiendo un cojín y poniéndoselo en el pecho.
Lucía: Oh, venga ya. ¿Me vas a decir que estás así de feliz porque tú relación con
Sergio va de maravilla?- objetó con una ceja levantada.
Lucía: Por eso mismo sé que hay otra persona, y creo adivinar quién es- me dijo
mirándome fijamente.
Aguanté la respiración agitada. Podría ser que mi madre fuera muy observadora,
pero para que se hubiera enterado de lo mío con Alicia habría tenido que estar
encima de mí todo el día.
Lucía: Tranquila hija, se notaba a leguas que estaba colado por ti. Es un chico muy
agradable, Sebas me parece muy buen hombre- me interrumpió.
Lucía: Venga ya, era muy evidente. El otro día me preguntó cuáles eran tus flores
favoritas, y hace dos días subes y ¿con qué me encuentro? A mi hija le han
regalado tres claveles- dijo levantando las manos mostrando un signo de
evidencia.
Yo: Mamá, Sebas no está colado por mí, ni yo por él- le aclaré.
En ese instante sonó su móvil, yo sonreí. ‘Salvada por los pelos’ pensé.
Lucía: Está vez te salvas, pero tarde o temprano te lo sacaré, como que me llamo
Lucía- me dijo entrecerrando los ojos.
Marta: Mujer estás rompedora, cualquiera diría que tienes pareja- me dijo
mirándome de arriba abajo.
Realmente sí que me había pasado un poco con la ropa, pero se debía a una buena
razón. Quería sorprender a Alicia y había escogido mi vestuario expresamente para
ello.
Marta: Ainhoa tengo que preguntarte una cosa que quiero que me contestes con
toda la sinceridad del mundo- me dijo de repente con una seriedad fuera de lo
normal.
Marta: Todos sabemos que antes del accidente estabas saliendo con Sergio y tú
estabas enamoradísima de él, me decías cuánto lo amabas una y otra vez- me
explicó.
Marta: No, déjame acabar. Con esto no estoy diciendo que me parezca mal
vuestra relación o lo que sea que seáis, si sois felices me parece perfecto pero no
puedes evitar que me preocupe por vosotras. Ainhoa, ¿tú realmente amas a
Alicia?- me preguntó mirándome fijamente.
Yo: La amo con todas mis fuerzas. Entiendo que estés preocupada, pero no saldría
con ella si no estuviera segura de lo que siento. ¿Tú sabes lo mal que lo he pasado
pensando que no me amaba? Las dos hemos sufrido mucho- le expliqué.
Marta: Por eso mismo no quiero que sufráis más. Tú sabes cómo es Ali, es la chica
más tierna que he conocido nunca, se ilusiona con facilidad y en el amor es muy
ingenua, basta ver su relación con Andrés. No quiero que le hagas daño- me dijo.
Yo: Ella con tan solo una frase podría destruirme, con tan solo decirme ‘no te amo’
haría que se me viniera el mundo a los pies. Aún sigo pasándolo mal, temo que se
arrepienta y que me diga que esto no debería haber pasado, que ha sido un error,
que no me ama- le susurré sintiendo como la inseguridad volvía a embargarme.
Marta: Eso no va a pasar. La conozco, al igual que te conozco a ti, y a ninguna de
las dos os había visto así de felices antes. Ella en fin de año se emborrachó y
empezó a llorar. ¿Sabes que me dijo?- me preguntó.
Marta: Que era una imbécil porque se había enamorado de alguien que jamás
podría corresponderle- me contestó.
Marta: Bueno, estamos aquí para divertirnos, no para llorar. Tan solo quería estar
segura, os quiero mucho a las dos. No quiero que os hagáis daño- me dijo.
Yo: Por comprendernos. Gracias a los dos, Javi para ti también va- dije hablando
un poco más alto.
Javi: De nada preciosa, tan solo esperamos que seáis felices juntas- me contestó
mirándome por el retrovisor.
Tras un par de minutos en los que hablamos, hicimos chistes y reímos llegamos
finalmente a casa de Ali. Salimos del coche ya que hacía un calor impresionante y
ella nos dijo que aún le faltaba un poco. Deseaba verla ya, no nos habíamos visto
desde hacía un día y tenía unas ganas inmensas de besarla. Oí la puerta de su
casa cerrarse y me di la vuelta para verla, me quedé estática. Llevaba un vestido
negro que si el mío me quedaba bien, a ella el suyo le quedaba de muerte.
Resaltaba sus curvas, su estrecha cintura y sus largas y firmes piernas. Llevaba su
pelirrojo pelo recogido por detrás, dos mechones enmarcaban su cara, no entendía
cómo tanta belleza podía ser posible. Era una Diosa bajada del Olimpo y yo una
simple mortal afortunada de haber sido escogida por ella. Al verme me dedicó una
sonrisa con su perfecta dentadura blanca que por poco me hizo morir en ese
mismo instante.
Marta: Cierra la boca Ainhoa, te va a entrar una mosca- me dijo haciendo fuerza
en mi mandíbula, escuché como reían todos.
Marta: Bueno y ella a mí, ahora por favor ¿seríais tan amables de entrar al coche?
Quiero bailar- nos interrumpió ella.
Marta: Que miren, mientras no toquen todo irá bien- me contestó haciéndome reír.
Yo: ¿Te lo estás pasando bien?- le pregunté a Ali dándole un beso rápido.
Yo: Hacía mucho tiempo que no salía de fiesta, tenía unas ganas inmensas-
respondí.
Ali: A un par has dejado con unas ganas inmensas en la pista- me dijo, noté un
poco de ¿celos?
Yo: No les puedo arrancar los ojos. Además a ti también te han mirado
descaradamente, es algo inevitable- le dije.
Ali: Ya pero…
Yo: Estoy contigo Ali, no te preocupes. No quiero a nadie más que a ti- la
tranquilicé besándola.
Ali: Ya lo sé, lo siento. Es que cualquiera de estos babosos estará deseando tocarte
el culo o llevarte a la cama- me dijo acariciándome la cara.
Ella se pegó a mí, se pegó muchísimo a mí, sentía su culo rozarme parte de mis
piernas y pubis, un calor fuera de lo normal empezó a invadirme. Bailaba
divinamente, tanto que casi no podía apartar mi mirada de ella mientras me
quedaba quieta. Pero cogí el ritmo a la música y también empecé a moverme
restregándome contra ella, puse mis manos en su cadera y la estreché más contra
mí si era posible, ella tenía sus brazos levantados con sus manos en mi cara. Me
estaba provocando, lo sabía ya que siempre intentaba pegar su culo o sus pechos
contra mí. Si supiera lo excitaba que estaba… Pero yo no me quedé atrás, mientras
bailaba hacía todo lo posible para provocarla y ponerla nerviosa, la acercaba a mí,
la acariciaba, le echaba el aliento en el oído, me movía contra ella… Estábamos
brindando un espectáculo digno de ser observado, y tanto hombres como mujeres
nos echaban las miradas más lujuriosas posibles. Yo estaba completamente
mojada, su cuerpo contoneándose y pegándose al lado del mío era la tentación
más peligrosa que había conocido hasta ese momento. Me dio la vuelta
quedándome de espaldas a ella y me abrazó fuertemente, empezó a besarme el
cuello lentamente. La muy… sabía que ese era mi punto débil.
Pero ella siguió a lo suyo, solo que en vez de sus labios empezó a usar su lengua.
En ese instante tuve un autocontrol sobrehumano.
Yo: Alicia está bien, tú ganas- le rogué con los ojos cerrados.
Ella me dio la vuelta de nuevo, yo abrí los ojos. Me di cuenta de que nos habíamos
desplazado y ya no estábamos en la pista, estábamos cerca de los baños, apenas
había gente ahí. Ali me miró y se abalanzó sobre mis labios envolviéndonos en un
feroz beso, pasé mis brazos por su cuello y también la besé. Apenas era
consciente de lo que estaba ocurriendo, ella empezó a acariciarme y yo no podía
estar más embriagada. Me costó un mundo empezar a pensar con claridad a pesar
de sus enloquecedores besos y darme cuenta de que nos estábamos acercando
peligrosamente al baño.
Yo: Ali no quiero- le dije separándola de mí, hice que me mirara a los ojos- No
quiero que nuestra primera vez sea así, aquí. Espérame en la mesa voy a traer
algo para beber.
Me fui y la dejé ahí, seguramente confundida. Pero era verdad, podría sonar la
cosa más cursi del mundo pero quería que mi primera vez con ella fuera algo
especial, romántico y estando ebrias, no medio borrachas. Me acerqué a la barra y
llamé al camarero.
Yo: Dos vasos de Coca-Cola, por favor- le pedí, él se marchó para traerlo.
Me giré y la miré, era una morena un poco más alta que yo, me miraba fijamente.
Antes de que pudiera decir nada cogió mi cara con fuerza y me besó. Intenté
separarla pero ella era muy fuerte y no conseguía zafarme. Hacía tanta fuerza con
sus manos en mi cara para que no me escapara que me empezó a hacer bastante
daño. Su lengua intentaba hacer contacto con la mía pero se lo impedía cerrando
la boca lo más fuerte que podía. Miré hacia la derecha y antes de ser separadas vi
a Alicia viniendo hasta donde nos encontrábamos realmente furiosa.
Con sus brazos me llevó detrás de ella mientras yo me tocaba la cara donde
anteriormente habían estado las manos de esa mujer.
Desconocida: Venga que más te da, las pelirrojas sois unas zorras, y ella tiene un
cuerpazo… Compártela conmigo esta noche, déjame disfrutar de ese par de tetas y
culo que tiene- le contestó mirándome perversamente.
Ali al escuchar lo que había dicho le propinó una bofetada en la mejilla que tuvo
pinta de haberle dolido hasta ella.
De la nada apareció una mujer que agarró a tiempo a la otra antes de que
devolviera el golpe, yo por mi parte hice lo mismo con Ali que, insatisfecha,
también quería darle otro bofetón. Marta y Javi llegaron y me ayudaron a agarrar
a Ali que tan solo le gritaba insultos a la desconocida.
Marta: Ali ya vale, déjala- intentó calmarla.
Aun así Ali todavía no cesaba, nunca la había visto perder los nervios de esa
manera. Saber que era por mí me hacía sentir inexplicablemente bien.
Yo: Estoy bien- volví a asegurarle con una sonrisa y cogiéndole las manos.
Ella me devolvió la sonrisa y depositó un beso en mis labios. Javi y Marta pidieron
bebida para ellos, nosotras cogimos lo que yo había pedido antes de todo aquel
rollo y volvimos a la mesa. La noche siguió sin ningún incidente más, bailamos,
bebimos, descansamos, reímos… Fue una noche realmente divertida.
Yo: ¿Te digo una cosa?- le pregunté abrazada a ella mientras Javi y Marta iban a
pagar las consumiciones.
Yo: Antes, con todo el lío de la Ángela esa, me ha gustado lo celosa que te has
puesto por mí- le confesé sonriendo al oído.
Yo: ¿Qué no eran celos?- dije apartándome y mirándola con la boca abierta- Poco
más y no la dejas viva.
Ali: Yo también quiero que sea algo especial y romántico, aunque habiéndolo
hecho aquí hubiera sido especial porque era contigo, pero no hubiera sido íntimo-
acabó suspirando.
Ali: Bueno, dejémoslo en que las dos nos amamos por igual, ¿vale?- me dijo.
Yo: Vale, pero que conste que yo te amo más, eh- le advertí.
Marta: ¿Oléis eso? Es el olor del amor en su estado puro- comentó pasando
delante nuestra.
Yo: Buenos días- saludé con los ojos entrecerrados para que la luz no me cegase.
Antonio: Buenos tardes, querrás decir. Se te han quedado pegadas las sábanas,
eh- me dijo sonriendo.
Yo: Muy bien. Bailamos, reímos, bebimos… Fue una noche divertida- le contesté
bostezando.
Antonio: ¿Tienes hambre? Tú madre ha ido a comprar las cosas para hacer la
comida- me dijo.
Yo: No quiero saber lo que es la comida hasta que mi estómago vuelva a estar
operativo- contesté tocándome la barriga.
Yo: ¡Es que están tan buenas! Entran solas, no puedo evitarlo- respondí sonriendo.
Después de aquella pequeña charla con mi padre volví a la cama, tenía unas
náuseas terribles, pensé en dormir un poco pero no pude conciliar el sueño por lo
tanto me quedé con los ojos cerrados intentando pensar en algo que no me diera
más motivos para vomitar. Llamaron a mi móvil un par de veces pero no tenía la
suficiente fuerza como para moverme.
¿Había escuchado bien? ¿Mi amor? Sergio me había llamado muchas veces así,
pero que ella lo hiciera lo hacía más especial. Justamente cuando iba a decirle algo
sentí como mi boca empezaba a salivar y como me subía algo por la garganta. Me
levanté a la velocidad del sonido y me metí en el baño que estaba en mí cuarto,
me arrodillé en el váter y comencé a expulsar lo que con toda seguridad me había
tenido en tan mal estado. Ali llegó tras de mi unos segundos después, me recogió
el pelo de la cara para que no me manchase y me puso su mano en mi frente.
Sinceramente hubiera preferido que no estuviera ahí, no era una escena muy
bonita, pero no me dio tiempo. Cuando acabé tiré de la cisterna y con ayuda de
Alicia me levanté y me eché agua en la cara para refrescarme un poco y limpiar
cualquier resto. Volvimos a mi cuarto y me senté en la cama con los ojos cerrados.
Ali: Ya lo sé, te he llamado al móvil pero como no lo cogías llamé al fijo, tu madre
me dijo que no te encontrabas bien y quise venir- me contestó.
Ali: ¿Por qué? ¿Por verte vomitar? Te amo, no hay nada de ti que me dé repulsión
o asco- me dijo.
Ali: Cierto es que hemos tenido momentos más bonitos, pero confío en que cuando
yo esté enferma tú también cuides de mi- contestó acercándose para besarme.
Fui al baño, me lavé bien los dientes asegurándome de que tan solo quedara el
olor a menta fresca y volví al cuarto.
Me acerqué a ella y la besé. Abrí mi boca y dejé pasar mi lengua que, disparada,
fue a encontrarse con su fiel compañera.
Ali: No has eliminado del todo el sabor- me dijo cuándo nos separamos.
Ali: Jajaja no, es broma, pero aun así te digo que me daría igual- me dijo haciendo
que me sentara encima de ella para evitar que me fuera- ¿Ya te encuentras
mejor?
Yo: Sí, me hacía falta expulsarlo todo. Estoy como nueva- le contesté sonriendo.
Ali: ¿Te apetece ir a ver una película? Solas, tú y yo, en una sala oscura con
intimidad para besarte cuánto quisiera…-me propuso cogiéndome la mano.
Yo: Es una oferta muy tentadora que no pienso rechazar, pero antes debo
ducharme, estoy pegajosa- le contesté.
Salió del cuarto, preparé la ropa que me iba a poner y me metí en el baño que
estaba en el pasillo ya que era más grande y ahí el agua salía con más presión. Me
desnudé, abrí la llave del agua y me metí en la ducha. El agua recorría mi cuerpo
dejándome una sensación de frescor muy agradable. Después de lavarme el pelo y
el cuerpo salí y me miré en el espejo. Se notaban pequeños cambios en mi cuerpo,
estaba más atlética y, con orgullo, podía decir que mis pechos habían aumentado
un poco de tamaño. Cuando estaba pasando la toalla por mi piel para secarla se
abrió la puerta. Alicia entró despreocupada mirando el suelo pero cuando levantó
la vista y me vio se puso roja.
Yo: No pasa nada, creo que podré perdonarte- le dije besándole la mejilla y
levantándome- Venga vámonos.
Cogí mi cartera, móvil y llaves y salimos por la puerta. Cogimos el bus ya que
caminando había un buen trecho y con el abrasador calor que hacía probablemente
nos habríamos derretido a mitad de camino. Elegimos una película romántica, más
bien elegí. No me costó mucho convencer a Ali, mi cara de ‘Mamá, no he roto
ningún plato’ bastó para que ella me dejase escoger. Ventajas de tener una ‘novia’
(todavía no lo éramos, todavía) que te amase tanto. Entramos a la sala y la
película comenzó. Palomitas por aquí, un par de besos por allá, la verdad es que
no podía haber pasado una tarde mejor. La película terminó, nos fuimos y
comenzamos a caminar lentamente.
Ella me sonrió y pasó un brazo por mi cintura pegándome a ella. Estábamos las
dos muy mimosas cuando me llamaron al móvil.
Sergio: Te llamo para decirte que no hagas planes el lunes, voy a hacer una
torrada en casa con la barbacoa y quiero invitaros a todos- me explicó.
Sergio: Sí, hace un par de días que lo llevo pensando y me apetecía- me dijo.
Yo: De acuerdo. Te dejo que justo ahora iba a salir con mi madre- mentí mirando
a Alicia.
Yo: Adiós- colgué la llamada- ¿Sabías algo de una torrada el lunes en casa de
Sergio?
Ali: Algo me había contado Andrés pero me dijo que no era seguro- contestó.
Yo: ¿Cómo quieres que me moleste? Después de tu risa es lo más bonito que he
escuchado en mucho tiempo- le respondí mirándola.
Ali: Te amo mucho, mi amor- me susurró remarcando esas últimas dos palabras.
La acompañé hasta su casa y después yo volví a la mía tras un largo paseo. El día
siguiente fue lento y aburrido, tan solo hablé con Alicia por la tarde cuando me dijo
que sus padres se habían vuelto a ir y que si quería al día siguiente podía
quedarme a dormir e ir juntas a casa de Sergio. No lo pensé dos veces cuando le
dije que iría, me dijo que podía ir a su casa a las nueve, tenía una sorpresa. Yo por
mi parte también tenía una noticia que darle, tras mucho tiempo dándole vueltas
lo había decidido.
Cuando no estaba con ella parecía que el tiempo se congelaba y que no pasaban
los minutos, hasta que fuera la hora decidí ducharme. Escogí ropa sencilla, unos
shorts blancos, una camisa a cuadros lila y negra y unas converse negras también.
Cuando al fin fue la hora conduje hasta su casa.
Me llevó hasta su comedor, el cual estaba bastante oscuro. Había una mesa muy
bien decorada con dos velas que emitían una tenue luz evitando que la estancia se
quedara en completa oscuridad, de fondo se escuchaba una suave melodía.
Mientras yo contemplaba los detalles que había colocado en el comedor me abrazó
por la espalda, en su mano llevaba una rosa.
Me giré aun atrapada en sus brazos y la miré, metí la mano en mi bolso y saqué
también la rosa que había comprado para ella, me sonrió.
Yo: Debo de ser la peor amante del mundo- admití con una risa y negando con la
cabeza.
Ali: ¿Por qué dices eso?- me preguntó cogiendo la rosa y acercándosela a la nariz.
Yo: Desde que empezamos a salir tú has tenido un montón de detalles conmigo y
yo tan solo te he dado una rosa- le expliqué.
Ali: Me has dado más de lo que tú te piensas, con decirme que me amabas me has
dado todo- me contestó ella
Le sonreí y la besé.
Me di prisa en colocar las velas y justo cuando me di la vuelta ella entró al cuarto.
Yo: Es un poco cutre ya que todo esto es tuyo y no he podido preparar nada más
pero me parecía justo- dije acercándome a ella.
Ali: Me dijiste que tenías una noticia que darme, ¿cuál era?- quiso saber.
(Nota Autora: No me matéis por hacer una mini pausa, creo que todos sabéis lo
que va a pasar y no quiero entreteneros, tan solo os quiero decir una cosa. Lo que
está escrito a partir de esto lo escribí escuchando la canción ‘My love by Sia’, es
una canción muy bonita y que no tiene desperdicio, os aconsejo que leáis esta
parte con la canción de fondo, seguro que hace más emotivo el momento. Os dejo
el link para los que queráis
escucharla: http://www.youtube.com/watch?v=mtM_cc4SPJI.)
Nuestros labios volvieron a juntarse brindándose calor, más del que nosotras ya
estábamos comenzando a notar. Dejamos paso a nuestras lenguas que,
juguetonas, se entrelazaron como si fueran una sola. Alicia llevó sus manos a los
botones de mi camisa y los fue desabrochando lentamente, me incorporé un poco
y la lancé a un lugar donde no nos molestase. Ella bajó por mi cuello y yo acaricié
su espalda por debajo de su camiseta, se la subí y ella levantando los brazos me
facilitó el trabajo de quitársela. Me di la vuelta dejándola debajo de mí y comencé
a lamerle el cuello y a darle algún que otro pequeño mordisco, mis manos
acariciaban su vientre plano. Hice un camino de saliva desde su cuello hasta el
lóbulo de su oreja, el cual besé y lamí.
Sentí su cuerpo estremecerse bajo el mío, volví a sus labios. Comencé un beso
más agresivo, me atreví a acariciar sus pechos por encima de su sujetador
consiguiendo el primer suspiro de la noche que prometía ser larga. Dirigí mis
manos a sus shorts y se los quité, una prenda menos se interponía en mi camino.
Besé lentamente su vientre ascendiendo por su pecho que, por mis caricias,
empezaba a agitarse de cada vez más. Ella también se animó y me quitó también
mis shorts. Intentó darse la vuelta para quedar encima de mí pero no se lo
permití.
Ella asintió volviéndome a besar. Mordí y estiré su labio inferior sin hacerle daño,
después me instalé en su cuello, dirigí mis manos a su espalda y desabroché su
sujetador, lentamente quité las tiras de sus brazos y lo alejé de nosotras, yo me
quedé absorta contemplando sus pechos. No se los había visto nunca. La areola no
era muy grande, su pezón era pequeño y estaba erecto, eran extremadamente
suaves. Ella se avergonzó y con las manos se los tapó.
Yo: Si antes pensaba que eras perfecta, ahora ya no lo puedes ser más. Te amo
tal y como eres, las tengas grandes o pequeñas. Son preciosas- afirmé.
Ella cogió mi cara y me besó, yo apreté sus tetas en mis manos haciéndola gemir
en mi boca. Bajé y por primera vez lamí su pezón. Lo chupaba como si fuera un
caramelo, el mejor caramelo de todos. Mientras lo chupaba, lamía y succionaba,
con mi otra mano masajeaba su pecho izquierdo, tardé poco en sustituir a mi
mano. Era mi primera vez con una mujer y tan solo me dejaba llevar por mis
instintos, sus gemidos me indicaban que iba por el buen camino. Fui bajando
besando cada parte de su abdomen siguiendo los abundantes lunares que tenía,
me volvían loca. Descendí hasta que me topé con la última prenda encima de su
cuerpo. En vez de quitársela fui besando y lamiendo su muslo izquierdo, al llegar a
su pantorrilla repetí el mismo proceso con su pierna derecha. Cuando decidí que ya
la había hecho esperar suficiente ascendí con mis manos acariciando sus piernas y,
cuando llegué al inicio de sus bragas, se las bajé.
‘Vale, me he equivocado, sí que puede ser más perfecta todavía’ pensé para mí
misma. Hubiera estado completamente depilada de no ser por un pequeño
triángulo pelirrojo que coronaba su pubis. Estaba completamente mojada y
excitada, su clítoris estaba muy hinchado.
Seguí con la penetración y las lamidas unos segundos más, después saqué mis
dedos y me limpié, tanto a ella como a mí. Subí besando su abdomen, fui por su
cuello y llegué finalmente a su boca, la besé con toda la ternura que fui capaz.
Yo: Creo que si hubiera habido otra vez lo recordaría- le contesté sonriendo.
Yo: No me digas que vas a cerrar los ojos y te vas a quedar quieta- bromeé
mirándola.
Yo: ¡Ahhhg!
Volví a besarla mientras sus brazos me envolvían, me dormí sintiendo los latidos
de su corazón.
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Pero no se inmutó, se acomodó y se abrazó todavía más a mí. Sonreí ante esto. Al
parecer tenía el sueño profundo.
Ella abrió un ojo, me miró y abrió el otro mientras inspiraba con fuerza, yo seguí
besándole el cuello.
Yo: No, no estás soñando. ¿Por qué piensas eso?- le pregunté mirándola.
Yo: Desde luego no estaría mal, pero mi estómago no dice lo mismo- dije
tocándome la barriga.
Yo: Vaya, y yo que pensaba que las mujeres no éramos tan descaradas- le dije.
Yo: Ayer estuviste en un lugar peor, ¿se te ocurre pedir perdón por mirarme las
tetas?- pregunté sonriendo.
Ella se me quedó viendo desde la cama con cara de ‘¿Me estás vacilando?’ Me
permití la confianza de coger algo de su armario y me dirigí al baño. Antes de
entrar le mandé un beso y cerré la puerta. Había cogido lo primero que había
visto, una camisa un poco ancha y unos shorts de deporte. Salí y me dirigí a la
cocina. Ali estaba poniendo pan en la tostadora, tan solo llevaba una fina bata de
seda puesta. Me acerqué a ella por detrás y la abracé besando su cuello.
Yo: Haré como que no he escuchado nada- dije, ella sonrió y volvió a lo suyo.
Puse el café en las tazas y ella acabó de preparar las tostadas, pusimos la mesa y
comenzamos a desayunar. Estaba tan hambrienta que podría haberme comido un
rebaño de ovejas y aun así seguiría teniendo hambre. Terminamos de comer y
recogimos todo. Ella se fue a su cuarto, segundos después la seguí yo. Busqué mi
ropa para vestirme, me despojé de la de Ali y me puse mis bragas, pero mi
sujetador no aparecía.
Ali: ¿No me habías dicho antes que mirar era gratis? No tengo que pagarte nada-
me contestó.
Yo: ¿De eso se trata? ¿Así que de eso se trata?- le pregunté, ella asintió.
Fui besando su cuello y clavícula hasta que llegué hasta ellos, mi boca se ocupó de
su pezón derecho lamiéndolo y metiéndolo en mi boca, al cabo de poco repetí el
mismo proceso con su otro pecho. Volví a sus labios mientras mi mano derecha se
dirigió a su sexo, con mis dedos empecé a masajear su clítoris.
Le di el último beso, bajé a sus pechos los cuales mimé de nuevo y me centré en
su intimidad. Acogí su clítoris con mi boca y empecé a lamerlo y a succionarlo
arrancándole gemidos de placer a Alicia. Probé lo que hizo ella conmigo la pasada
noche y la penetré con mi lengua, sus paredes vaginales atraparon mi lengua. La
penetré lo más rápido que pude mientras con el dedo gordo de mi mano derecha
estimulaba su clítoris. Decidí sustituir a mi lengua con un dedo, lo metí muy
despacio mirando la expresión de su rostro, se mordía el labio inferior con fuerza.
Poco a poco aumenté mi ritmo y añadí un segundo dedo mientras mi lengua no
daba tregua a su botoncito.
Inserté otro dedo dentro de ella penetrándola lo más rápido que mi brazo me
permitía. Empecé a sentir las contracciones de su vagina lo cual me dio más brío
para continuar con mi labor.
Durante unos instantes me detuve asustada pensando que le había hecho daño,
pero ella al iniciar el movimiento de sus caderas intentando conseguir placer me
dio a entender que había alcanzado el clímax. Saqué mis dedos de ella
completamente empapados, los chupé y fui besándola hasta llegar a su boca. Nos
besamos lentamente dejándole tiempo a que se recuperase.
Empezó a besarme y de nuevo volvimos a hacer el amor, solo que esta vez fue ella
la que me proporcionó más de un orgasmo. Al acabar nos quedamos abrazadas un
rato.
Yo: ¿Tengo derecho a recuperar mi sujetador?- quise saber jugando con su pelo.
Ali: La verdad es que podría quedármelo…- sugirió con una sonrisa.
Ali: Tranquila es todo tuyo. ¿Para qué iba a quererlo yo?- me preguntó.
Yo: Sí.
Yo: Yo he contestado a la pregunta que me has hecho. Además tiene que ver
conmigo, me gustaría saberlo. ¿Cuándo fue la última vez?- volví a preguntar.
Ella negó con la cabeza, estaba claro que no me lo iba a decir. Al girar su cuello se
miró su hombro, se giró todo lo que pudo y se lo tocó.
Se levantó y se metió en el baño, mi mirada estuvo encima de ella hasta que cerró
la puerta tras de sí. Yo cogí mi ropa y comencé a vestirme. Escuchaba el ruido del
agua desde el cuarto y no podía evitar imaginarme a Ali desnuda con las gotas de
agua recorriéndole esa piel tan blanca y suave llena de pecas y lunares que tenía.
La idea de meterme con ella en la ducha y volver a hacerle el amor pasó por mi
cabeza, pero tuve que rechazarla. No quería hacerle pensar que tan solo la quería
utilizar para tener sexo, no quería asustarla. Al terminar de vestirme le hice la
cama, recogí las velas, las guardé y cogí nuestras rosas, la mía la guardé en mi
bolso y la suya la puse en agua justo al lado de su mesita de noche. Al no saber
qué hacer me dirigí al salón, me tumbé en el sofá y cerré los ojos. Me quedé en un
estado en el que no estaba ni dormida ni despierta. Escuché la puerta del baño
abrirse y sus pasos, pero no se acercaban al salón. De fondo se escuchaba ruido,
luego más pasos cercanos, sentí como levantaba mis piernas, se sentaba y me las
dejaba en algo muy mullido y blando. Instantáneamente inundó mis pulmones el
olor característico de su champú. Abrí los ojos y la vi con unas gafas rojas que no
había visto en mi vida leyendo un libro.
Ali: Me he leído este libro un montón de veces, y aun así me sigue encantando.
Sinceramente, no sé qué es lo que me atrae tanto- me dijo.
Yo: No siempre tiene que haber un por qué- dije acercándome a ella de manera
que quité mis piernas de encima suya.
Ali: Sí, sí tiene que haberlo. Sé que lo que me atrae de la lectura es la manera en
la que me transporta a otros mundos, sé que lo que me atrae de ti es tú
personalidad, pero este libro es un misterio para mí- me explicó.
Yo: No te estreses tanto, la vida es más interesante así, misterios sin resolver-
comenté levantándome y yendo a la cocina.
Ali: Hoy hace un día precioso, podríamos ir a dar una vuelta- sugirió dejando el
libro y acercándose a mí.
Yo: Por poder podríamos ir a dar una vuelta con Obama- bromeé mirándola.
Ali: Ya, pero yo no quiero ir a dar una vuelta con Obama, quiero ir contigo- me
dijo cogiéndome las manos y brindándome una sonrisa.
Yo: Admite que no estaría mal, seríamos el centro de atención de todo el mundo-
le dije medio sonriendo.
Cogió sus llaves y nos fuimos. Caminamos por los alrededores, pasamos por la
costa , en las playas no cabía ni un alfiler. La mañana transcurrió así, decidimos
comer fuera en un restaurante con vistas al mar y una buena brisa, después de
eso seguimos caminando. Reímos, nos besamos, hablamos…cualquier cosa que
hiciera con ella era perfecta, no importaba si estábamos cinco minutos caminando
sin decir ni una palabra, el estar con ella hacía ese momento único y perfecto.
Llegamos a su casa y nos tumbamos en el sofá reventadas.
Ali: No quiero dejarte sola, además no nos dará tiempo a ir a casa de Sergio- se
negó.
Yo: Vale
Sentí algo acariciar mi mejilla, lentamente abrí los ojos y vi a Alicia con una
sonrisa.
Yo: Parece que lo has hecho, me has tenido para ti un día entero- le dije.
Ali: Y no sabes la pena que me da tener que acabar con el secuestro, lo único que
me alegra es que para esta noche cada una estará soltera y disponible para
cualquiera- dijo sonriendo.
Yo: Sí, es cierto. Quizás llame al número que me dio la tal Ángela el viernes-
contesté, por dentro sonreía maliciosamente.
Ali: ¿Le cogiste el número y me estás diciendo que no era fea?- usó un tono de voz
en el que pude adivinar cierto enfado, pero predominaban sobre todo los celos.
Ali: Vete a hacerle bromas a Ángela- dijo, noté como sus labios se curvaron
haciendo una pequeña sonrisa.
Yo: Podría, si tuviera su número-la besé-si realmente quisiera hacerle una broma-
volví a besarla- y si prefiriera pasar tiempo con ella antes que contigo- la besé por
tercera vez.
Pasó sus manos por mi cuello y me besó utilizando su lengua, la mía alegre fue a
darle una buena bienvenida.
Ella se quitó la ropa que llevaba, ya que se había cambiado para estar más
cómoda, y escogió ropa nueva. Yo, puesto que no había traído nada más, me puse
algo que ella me prestó. Terminamos de vestirnos y salimos hacia la casa de
Sergio, fuimos en mi coche. No fueron más de diez minutos, y cuando aparqué
empezamos a darnos los besos que tendríamos que reprimir durante toda la
noche.
Yo: Dime.
Ali: Cuando vayamos a dejar a Sergio y a Andrés, ¿les decimos que estamos
saliendo?- me preguntó.
Ali: Es que tengo miedo de las represalias que puedan tomar- me dijo mirándome
con temor.
Ali: Sí. No es que no quiera hacerlo oficialmente público, pero creo que sería mejor
esperar un poco y que si lo tienen que saber, que lo sepan porque nos vean o
porque se lo digan. Suena egoísta, pero es un favor que te pido- me dijo.
Yo: Está bien, no te preocupes, no pasa nada. Cortamos con ellos y ya está-
respondí para tranquilizarla.
Yo: Bien, hasta que hemos llegado aquí- confesé susurrando para que Sergio no
me escuchara mirando a Ali y a Andrés.
Sebas: Hola Ainhoa- me saludó con dos besos- Sergio ayúdame con esto.
Javi: Andrés está ciego, cualquiera podría ver lo incómoda que está Alicia con él,
no hace más que alejarse- comentó intentando animarme.
Yo: Hoy mismo, hemos acordado en hacerlo al final de la noche- contesté- Hasta
entonces, tengo que aguantar.
para que Alicia saliera con él. Con lo pegajoso, controlador y posesivo que es ella
jamás se hubiera fijado en Andrés- contestó.
Yo: Ya, aunque me caiga mal debo decir que ha sido un hombre con mucha suerte.
En otras circunstancias me daría pena porque va a perder a una gran mujer- les
dije.
Yo: Exacto, es mía- dije con orgullo dando un sorbo a la bebida que había cogido.
Cuando las brasas estuvieron listas empezamos a torrar la carne y todo lo que
habían comprado. Mientras los hombres se encargaban del fuego, nosotras
empezamos a preparar la mesa en el jardín, y, aprovechando, le robé a Alicia un
par de besos. La cena ya estaba preparada y servida así que comenzamos a comer
con hambre. Charlamos, reímos, brindamos y cenamos a gusto mientras el
vientecillo que corría nos refrescaba. Al terminar de cenar recogimos todo y
entramos dentro de la casa para pasar el rato. Sebas se tuvo que ir ya que había
quedado para salir de fiesta con un ligue. Dentro, en el salón, había una gran
chimenea que por cuestiones más que obvias no encendimos y, muy cerca, una
mesa de madera.
Yo: ¿Fue con esta mesa con la que me di el golpe en la cabeza?- les pregunté
curiosa.
Ellos dos se miraron con los ojos un poco abiertos, luego miraron a los demás.
Javi: Fue todo muy rápido, no sabemos muy bien si fue contra la mesa o con la
chimenea, ¿verdad?- explicó rápidamente.
Todos asintieron.
Yo: Voy a por más cervezas- les dije saliendo del cuarto.
Me dirigí a la cocina, abrí la nevera, cogí el pack de cervezas y volví. Justo cuando
estaba a punto de empujar la puerta para entrar escuché un murmullo, parecía
que estaban discutiendo. Pegué la oreja a la puerta y me dediqué a escuchar.
Sergio: ¡Pero qué dices! ¿No acordamos que diríamos que había sido con una
mesa?- escuché su voz un poco apagada por la puerta.
Sergio: ¡Yo qué sé! No pensé que el tema volvería a salir- se excusó.
Ali: Bueno, pero ha vuelto a salir, y es mejor que volvamos a enterrarlo. No creo
que sea muy buena idea hablar de su no-accidente estando ella a menos de veinte
metros de nosotros- dijo ella en un tono de voz firme y serio.
Empujé la puerta dejándome ver, ellos al verme abrieron los ojos como platos,
sobretodo Alicia, que era a quién estaba mirando. Su reacción fue distinta al del
resto, su rostro no demostraba sorpresa, era de terror.
Yo: ¿De qué estabais hablando?- pregunté elevando mi tono de voz y dejando las
cervezas.
Yo: ¡No! Habla, quiero saberlo- dije con en cejo fruncido mientras me cruzaba de
brazos.
Marta: Ocurrió el año pasado, era julio y nos habían invitado a una fiesta de
disfraces, el tema era de terror. A todos nos pareció perfecto ya que nos
encantaban este tipo de fiestas, pero tú no querías ir, te daba mucho miedo. Al
final te convencimos y asistimos todos- empezó a explicar.
Javi: La fiesta era a las diez, Marta fue a recogernos y fuimos todos juntos. Acabó
muy tarde, sería la una cuando decidimos irnos. Dado que tú eras la que se
asustaba con facilidad a Sergio se le ocurrió hacerte una broma de muy mal gusto.
Su idea era convencer a cinco amigos para que cuando te dejásemos sola fueran
hacia ti y te asustaran. Le costó, pero acabó convenciéndonos a todos. Alicia fue la
que más se resistió a ello, pero acabó aceptando también. Proseguimos con el
plan, en un momento de despiste por tu parte nos alejamos de ti y nos
escondimos en unos matorrales, Sergio hizo la llamada para que te asustaran.
Entonces aparecieron ellos y se acercaron a ti. Al principio hicieron un círculo
alrededor tuyo, tan solo consistía en eso. Pero entonces vimos como empezaron a
empujarte y a pasarte de uno a otro. Marta fue quien se dio cuenta de que
estaban empezando a robarte. En ese momento llamaron al móvil de Sergio, eran
sus amigos diciendo que se habían tenido que ir. Realmente te estaban robando.
Lo que pasó después no lo vimos con claridad, tan solo sabemos que Alicia arrancó
a correr hacia ti y te vio con una gran brecha en la cabeza. Quisimos intervenir
para ayudarte pero Sergio nos amenazó, ellos se hubieran ido y tú querrías haber
llamado a la policía, no quería que supieras lo que fue capaz de hacerte para que
no le dejaras- terminó de explicar.
Marta: ¡Se nos fue de las manos! No queríamos que te sucediera nada- intentó
explicar, estaba llorando.
Miré a Alicia, mantenía la cabeza baja mientras las lágrimas también invadían sus
ojos.
Yo: ¿No vas a decir nada?- le pregunté con furia.
Ali: Tan solo era una broma- dijo con la voz apagada.
Sergio: ¡Sí hombre! Ahora la culpa es toda mía, ¿verdad? ¡Todos participamos!-
dejó claro.
Yo: ¿Se puede saber qué clase de hijo de puta eres por hacerme eso?- le pregunté
con rabia, no esperaba una respuesta- ¿Con qué os amenazó a vosotros?- me
dirigí a Marta y Javi.
Marta: Mi madre andaba mal de dinero, apenas teníamos para comer. Con la
ayuda del padre de Javi mi madre tomó un préstamo no autorizado del banco para
poder pagar unas cuantas deudas que teníamos. Ahora ya está todo devuelto y no
hay nadie que pueda corroborar ese robo, pero por aquel entonces no era así. Nos
amenazó de llevarlos ante la policía, todavía no sé ni cómo se enteró- contestó
mirándolo con rabia.
Giré sobre mis talones y volví a dirigirme a Alicia, su respuesta era la que más me
importaba de todas.
Ali: Me amenazó con contarles a mis padres que era lesbiana y que estaba
enamorada de ti- confesó finalmente, no pudo ni mirarme a los ojos.
Yo: ¿Con eso te amenazó? ¿Eso fue lo que te impidió que pudieras ayudarme?- le
pregunté acercándome más a ella y cogiéndola con fuerza del brazo para que me
mirara.
Ali: ¡Si se hubieran enterado habrían renunciado a mí! Les daría asco,
probablemente me hubieran metido en un internado solo Dios sabe dónde
intentando curarme esta ‘enfermedad’ o me hubieran echado de casa, me hubiera
quedado sin nada- se explicó, pero aquello no hizo que me calmara.
Andrés: Eso no puede ser, tan solo es una estúpida idea, probablemente tan solo
querías ver qué era estar con una mujer, estás confundida. Debe de ser eso- le
dijo.
Ali: No es una estúpida idea Andrés, la única idea estúpida que he tenido en mi
vida ha sido salir contigo- admitió.
Yo: Me has estado mintiendo todo este tiempo. ¿Cómo sé que todos los te amo
que me has dicho no son mentira?- pregunté mientras más lágrimas caían de
parte de ambas.
Ali: ¿Te acuerdas lo que pasó ayer noche? No estaba teniendo sexo contigo, te
estaba haciendo el amor, te estaba amando con todo mi corazón. Mis sentimientos
eran y son puros. Hoy cuando me he despertado por la tarde y he sentido tu brazo
rodear mi cintura me he sentido la mujer más afortunada del universo, cuando me
he dado la vuelta y he visto tu cara mientras dormías tranquilamente he pensado:
‘¿Cómo ha podido elegirme esta mujer? ¿Cómo he podido ganarme el cielo de esta
forma?’ Y al despertar y ver tú sonrisa he sabido que hiciera lo que hiciera no
podría volver a recuperar mi corazón, te pertenece a ti- me confesó.
Cogió mis manos en busca de que se las apretara o que mostrara afecto, pero las
solté.
Yo: Me prometiste que jamás ibas a volver a mentirme y nada más al hacer la
promesa ya estabas mintiendo. No eres quien yo pensaba, me has decepcionado.
Todos me habéis decepcionado- dije, ella se derrumbó y empezó a llorar con más
fuera.
Sergio: ¿Me has estado engañando con ella?- preguntó detrás de mí.
Se sentó en una silla intentando asimilar todo lo que había ocurrido. Pasé por
delante de Alicia con la intención de irme.
Ali: Lo siento muchísimo, de verdad que lo siento. Cada día me he sentido culpable
de lo que ocurrió, cuando estabas en el hospital tumbada en esa cama en coma y
nos dijeron que no sabían cuándo ibas a despertar me sentí la persona más
horrible del mundo- sollozó.
Yo: Podrían haber abusado de mí, podría no haber recuperado la memoria. Podría
haber muerto- le dije mientras sentía que se formaba un nudo en mi garganta.
Ali: Lo sé, lo sé, me he estado atormentando durante mucho tiempo con eso, fui
una estúpida por dejarme llevar. Pero te amo Ainhoa, más de lo que te pudieras
imaginar- respondió cogiéndome de nuevo la mano.
Me fui de aquella habitación sintiendo como las lágrimas caían de mis ojos.
24
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Quizás muchos pensarán que era una exagerada, que no era para tanto, pero para
mí sí que lo era. Cuando me enamoraba depositaba toda mi confianza ciegamente
en esa persona, me entregaba completamente, daba lo mejor de mí. Lo había
hecho con Alicia. Perfectamente cualquiera podría haber pensado que ella se había
estado entregando mucho más que yo, y quizás tendría razón, pero eso no quitaba
que la amara con todas mis fuerzas. Y ella me había mentido. ¿Cómo tener la
certeza de que no lo volvería a hacer? ¿Cómo saber que no me dejaría si la
amenazaran con contarle a sus padres que era lesbiana? Hacía un año lo había
hecho, me había mentido porque le amenazaron con decírselo a sus padres.
¿Volvería a dejarme de lado? La cabeza me estaba comenzando a doler de tanto
pensar, me metí en la ducha para relajarme. Cuando acabé me vestí y cogí mis
llaves.
Yo: Voy a casa a coger ropa, no creo que tarde mucho- le dije.
Natalia: La primera que te dijo que esta era tu casa fui yo, no hace falta que me
agradezcas nada. Eres mi hermana y necesitas ayuda, ¿cómo iba a negarme?- me
dijo.
Antonio: ¿Qué ha pasado? Hasta hace un par de días estabas la mar de feliz y hoy
nos llama tu hermana diciéndonos que ibas a quedarte un par de días en su casa-
preguntó mirándome.
Antonio: Sí, parecía un loco. ¿Es cierto? ¿Le has dejado?- quiso saber.
Yo: Os prometo que más adelante os contaré todo. ¿Sabéis quien…llamaba todo el
rato?- pregunté lentamente.
Antonio: Llamaron muchas veces, una vez fue Sergio antes de venir, otra fueron
Javi y Marta, pero la que llamó varias veces fue Alicia- contestó mirándome
fijamente.
Yo: No es nada por lo que debáis preocuparos, podéis estar tranquilos. Necesito
tomarme un tiempo tan solo para mí y pensar- respondí.
Antonio: Sabes que estamos contigo y que te vamos a ayudar y apoyar en todo lo
que hagas, en cualquier problema que tengas, ¿verdad?- preguntó asegurándose.
Yo: Pues claro que lo sé, por eso os quiero tanto- contesté abrazándolos a la vez.
Yo: Voy a coger mis cosas- les dije con una sonrisa.
Fui a mi cuarto, cogí una maleta pequeña que tenía de un par de viajes que hice y
metí mi ropa, mi cepillo de dientes y todo lo que encontré necesario. Después de
repasar mentalmente que no me olvidaba nada volví al salón.
Yo: Me voy a la otra punta de la isla como máximo un mes, no a vivir a Nueva
York- contesté mientras reía.
Antonio: Me da igual, tú llámanos si tienes cualquier cosa que decir, aunque tan
solo sea para decirnos que tal estáis tú y tu hermana- me dijo besándome la
cabeza.
Yo: Está bien, lo haré- contesté besándolo en la mejilla.
Lucía: Espero que sea lo que sea eso que ha pasado sepas solucionarlo- me dijo
abrazándome, ¿era el día de los abrazos o qué?
Yo: Tranquila, tan pronto como tenga una decisión os contaré lo que ha pasado-
respondí.
Lucía: Está bien. No merece la pena que estés así por esa persona- dijo
besándome.
Mientras bajaba por el ascensor pensaba en la facilidad que siempre había tenido
mis padres en saber cuándo algo iba mal, ¿cómo se habría enterado de que estaba
mal por alguien y no por algo? Salí del edificio y me encaminé hacia mi coche.
Me quedé paralizada, su voz entró en mis oídos dejándome sin aire en mis
pulmones. Me giré lentamente y la miré, sus ojos estaban rojos y tenía unas
ojeras bastante marcadas.
Ella se quedó pensativa. Estaba segura de que la mala suerte me atraía. ‘Chica,
precisamente no te atrae la mala suerte, más bien eres tú quien atrae a la mala
suerte’ Gracias por los ánimos, eres fenomenal. ‘Siempre es un gusto ser de
ayuda’
Ali: ¿Crees que voy a quedarme de brazos cruzados mientras observo como te
pierdo?- respondió frunciendo el ceño.
Yo: Eso es justamente lo que tendrías que haber dicho hace un año- dije
mirándola fijamente.
Yo: ¿Crees que no tengo derecho a recibir un poco de descanso? He estado toda la
noche despierta, pensando, sin poder dormir, nerviosa, dolida, llorando- contesté
terminando esa lista que podía haberse alargado durante horas.
Ali: ¿Piensas que has tenido mejor noche que yo? Me he pasado toda la
madrugada llamándote al móvil, buscándote, preocupada de que te hubiera
pasado algo- me dijo.
Yo: ¿Te crees que tienes derecho de recriminarme eso?- le pregunté seriamente.
Ali: Tan solo te estoy diciendo que he estado toda la noche preocupada por ti-
contestó suavizando el tono.
Yo: Bueno, pues ya ves que estoy bien- dije dándome la vuelta para irme.
Ali: Dime que quieres que haga para que me perdones, haré lo que haga falta, lo
que sea. Dime, ¿qué tengo que hacer?- me preguntó derrotada, su mirada me lo
suplicaba.
Yo: ¿Que qué quiero que hagas? Quiero que me dejes en paz- le dije mirándola
fijamente.
Yo: ¡Alicia! No puedes pretender que haga como si no hubiera pasado nada, que
todo se arregle con un ‘Lo siento, perdóname’, que vuelva a confiar en ti como si
nada. Entiende que me has hecho daño- respondí.
Ali: Dime que nunca has cometido un error, dime que nunca te has arrepentido de
hacer algo, dime que nunca te has sentido culpable de cualquier cosa- me dijo.
Ali: No soy perfecta, lo sé, tengo mis defectos. ¿Quién no los tiene? He cometido
errores que por mucho que quiera no voy a poder solucionarlos. Aquella noche no
te ayudé, te dejé tirada, es cierto, pero ¿sabes qué? No estoy del todo arrepentida.
De no ser por ese accidente jamás te hubieras enamorado de mí, no hubiera
sabido lo que era besarte, no hubiera sabido lo que era hacerte el amor- me dijo,
de cada vez fue bajando el tono hasta que acabó en un susurro.
Yo: Me mentiste Alicia, te importó más lo que pensaran tus padres de ti que yo-
respondí con rabia.
Ali: Desde este mismo instante prometo no volver a mentirte nunca más.
Ali: Está bien, te dejaré espacio- dijo levantando los brazos y alejándose un poco.
Natalia: Lo sé cariño, lo sé, para ti nunca ha sido fácil tomar decisiones- contestó
comprensiva.
Natalia: Tú siempre has odiado que te ocultaran las cosas, que la gente no fuera
honesta contigo- me dijo.
Yo: Ya, pero aun así tenía miedo. La gente es muy impredecible- respondí mirando
a la nada.
Yo: Realmente no es ella la única culpable de que esté así. Marta, Javi y Alicia
también tienen la culpa. Por un motivo en el cual tendrían que haberme ayudado
no lo hicieron porque les amenazaron. Podía llegar a entender que no me
ayudasen tres personas, pero lo que le impidió que ella me ayudase fue que la
amenazaron con contarle a sus padres que era lesbiana. El motivo fue mi
accidente. Y tan solo fue eso lo que le impidió ayudarme. Por eso estoy tan
cabreada, y por eso me duele tanto- le conté lentamente.
Natalia: Sabía que ellos tenían algo que ver con tu accidente- dijo un poco
cabreada.
Yo: La cuestión es que todos tenían mínimamente una excusa, pero ella no-
suspiré.
Yo: Mamá me ha dicho que sea quien sea no merece que esté así por ella, que no
vale la pena. Pero no sabe lo que he vivido junto a ella, los momentos que hemos
tenido, los besos y los te amo que me ha dicho. Si lo supiera me entendería-
murmuré con voz queda.
Natalia: No sigas torturándote, no sirve para nada. Lo hecho, hecho está, por
mucho que pienses no podrás cambiar nada. Lo único que vas a cambiar y tan solo
depende de ti es si vas a perdonarla o si vas a confiar en ella de nuevo- me
susurró suavemente.
Natalia: Voy a ir preparando la cena, ven conmigo o si quieres ponte a ver la tele
un rato- me dijo.
Fui con ella y empezamos a preparar la cena, logró hacerme reír con un par de
chistes y unas anécdotas de algunos de sus compañeros del trabajo. Cenamos,
fregamos todo, nos cambiamos y nos pusimos a ver una película. Cuando acabó
cada una se fue a su cuarto para dormir, me tumbé en la cama suspirando. Había
sido un día bastante largo y estaba cansada. Mi mente no pudo dejar de dar
vueltas, centrándose como siempre en Alicia. Recordaba una y otra vez la
conversación que había tenido con ella aquella tarde, pero a la vez la noche en la
que me enteré de todo haciendo que dos sentimientos muy contradictorios se
peleasen entre sí. ¡Joder! ¿Por qué es todo tan complicado? pensé antes de
dormirme.
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Quizás muchos pensarán que era una exagerada, que no era para tanto, pero para
mí sí que lo era. Cuando me enamoraba depositaba toda mi confianza ciegamente
en esa persona, me entregaba completamente, daba lo mejor de mí. Lo había
hecho con Alicia. Perfectamente cualquiera podría haber pensado que ella se había
estado entregando mucho más que yo, y quizás tendría razón, pero eso no quitaba
que la amara con todas mis fuerzas. Y ella me había mentido. ¿Cómo tener la
certeza de que no lo volvería a hacer? ¿Cómo saber que no me dejaría si la
amenazaran con contarle a sus padres que era lesbiana? Hacía un año lo había
hecho, me había mentido porque le amenazaron con decírselo a sus padres.
¿Volvería a dejarme de lado? La cabeza me estaba comenzando a doler de tanto
pensar, me metí en la ducha para relajarme. Cuando acabé me vestí y cogí mis
llaves.
Yo: Voy a casa a coger ropa, no creo que tarde mucho- le dije.
Natalia: La primera que te dijo que esta era tu casa fui yo, no hace falta que me
agradezcas nada. Eres mi hermana y necesitas ayuda, ¿cómo iba a negarme?- me
dijo.
Antonio: ¿Qué ha pasado? Hasta hace un par de días estabas la mar de feliz y hoy
nos llama tu hermana diciéndonos que ibas a quedarte un par de días en su casa-
preguntó mirándome.
Lucía: Ayer vino Sergio muy tarde a buscarte, dice que le has dejado, y el teléfono
no dejó de sonar- me contó, se notaba que estaba preocupada.
Antonio: Sí, parecía un loco. ¿Es cierto? ¿Le has dejado?- quiso saber.
Yo: Os prometo que más adelante os contaré todo. ¿Sabéis quien…llamaba todo el
rato?- pregunté lentamente.
Antonio: Llamaron muchas veces, una vez fue Sergio antes de venir, otra fueron
Javi y Marta, pero la que llamó varias veces fue Alicia- contestó mirándome
fijamente.
Antonio: Sabes que estamos contigo y que te vamos a ayudar y apoyar en todo lo
que hagas, en cualquier problema que tengas, ¿verdad?- preguntó asegurándose.
Yo: Pues claro que lo sé, por eso os quiero tanto- contesté abrazándolos a la vez.
Yo: Voy a coger mis cosas- les dije con una sonrisa.
Fui a mi cuarto, cogí una maleta pequeña que tenía de un par de viajes que hice y
metí mi ropa, mi cepillo de dientes y todo lo que encontré necesario. Después de
repasar mentalmente que no me olvidaba nada volví al salón.
Yo: Me voy a la otra punta de la isla como máximo un mes, no a vivir a Nueva
York- contesté mientras reía.
Antonio: Me da igual, tú llámanos si tienes cualquier cosa que decir, aunque tan
solo sea para decirnos que tal estáis tú y tu hermana- me dijo besándome la
cabeza.
Lucía: Espero que sea lo que sea eso que ha pasado sepas solucionarlo- me dijo
abrazándome, ¿era el día de los abrazos o qué?
Yo: Tranquila, tan pronto como tenga una decisión os contaré lo que ha pasado-
respondí.
Lucía: Está bien. No merece la pena que estés así por esa persona- dijo
besándome.
Mientras bajaba por el ascensor pensaba en la facilidad que siempre había tenido
mis padres en saber cuándo algo iba mal, ¿cómo se habría enterado de que estaba
mal por alguien y no por algo? Salí del edificio y me encaminé hacia mi coche.
Me quedé paralizada, su voz entró en mis oídos dejándome sin aire en mis
pulmones. Me giré lentamente y la miré, sus ojos estaban rojos y tenía unas
ojeras bastante marcadas.
Ali: ¿Te vas?- me preguntó mirando la maleta.
Ella se quedó pensativa. Estaba segura de que la mala suerte me atraía. ‘Chica,
precisamente no te atrae la mala suerte, más bien eres tú quien atrae a la mala
suerte’ Gracias por los ánimos, eres fenomenal. ‘Siempre es un gusto ser de
ayuda’
Ali: ¿Crees que voy a quedarme de brazos cruzados mientras observo como te
pierdo?- respondió frunciendo el ceño.
Yo: Eso es justamente lo que tendrías que haber dicho hace un año- dije
mirándola fijamente.
Yo: ¿Crees que no tengo derecho a recibir un poco de descanso? He estado toda la
noche despierta, pensando, sin poder dormir, nerviosa, dolida, llorando- contesté
terminando esa lista que podía haberse alargado durante horas.
Ali: ¿Piensas que has tenido mejor noche que yo? Me he pasado toda la
madrugada llamándote al móvil, buscándote, preocupada de que te hubiera
pasado algo- me dijo.
Yo: ¿Te crees que tienes derecho de recriminarme eso?- le pregunté seriamente.
Ali: Tan solo te estoy diciendo que he estado toda la noche preocupada por ti-
contestó suavizando el tono.
Yo: Bueno, pues ya ves que estoy bien- dije dándome la vuelta para irme.
Ali: Dime que quieres que haga para que me perdones, haré lo que haga falta, lo
que sea. Dime, ¿qué tengo que hacer?- me preguntó derrotada, su mirada me lo
suplicaba.
Yo: ¿Que qué quiero que hagas? Quiero que me dejes en paz- le dije mirándola
fijamente.
Ali: Dime que nunca has cometido un error, dime que nunca te has arrepentido de
hacer algo, dime que nunca te has sentido culpable de cualquier cosa- me dijo.
Ali: No soy perfecta, lo sé, tengo mis defectos. ¿Quién no los tiene? He cometido
errores que por mucho que quiera no voy a poder solucionarlos. Aquella noche no
te ayudé, te dejé tirada, es cierto, pero ¿sabes qué? No estoy del todo arrepentida.
De no ser por ese accidente jamás te hubieras enamorado de mí, no hubiera
sabido lo que era besarte, no hubiera sabido lo que era hacerte el amor- me dijo,
de cada vez fue bajando el tono hasta que acabó en un susurro.
Yo: Me mentiste Alicia, te importó más lo que pensaran tus padres de ti que yo-
respondí con rabia.
Ali: Desde este mismo instante prometo no volver a mentirte nunca más.
Ali: Está bien, te dejaré espacio- dijo levantando los brazos y alejándose un poco.
Natalia: Lo sé cariño, lo sé, para ti nunca ha sido fácil tomar decisiones- contestó
comprensiva.
Natalia: Tú siempre has odiado que te ocultaran las cosas, que la gente no fuera
honesta contigo- me dijo.
Yo: Ya, pero aun así tenía miedo. La gente es muy impredecible- respondí mirando
a la nada.
Yo: Realmente no es ella la única culpable de que esté así. Marta, Javi y Alicia
también tienen la culpa. Por un motivo en el cual tendrían que haberme ayudado
no lo hicieron porque les amenazaron. Podía llegar a entender que no me
ayudasen tres personas, pero lo que le impidió que ella me ayudase fue que la
amenazaron con contarle a sus padres que era lesbiana. El motivo fue mi
accidente. Y tan solo fue eso lo que le impidió ayudarme. Por eso estoy tan
cabreada, y por eso me duele tanto- le conté lentamente.
Natalia: Sabía que ellos tenían algo que ver con tu accidente- dijo un poco
cabreada.
Yo: La cuestión es que todos tenían mínimamente una excusa, pero ella no-
suspiré.
Yo: Mamá me ha dicho que sea quien sea no merece que esté así por ella, que no
vale la pena. Pero no sabe lo que he vivido junto a ella, los momentos que hemos
tenido, los besos y los te amo que me ha dicho. Si lo supiera me entendería-
murmuré con voz queda.
Natalia: No sigas torturándote, no sirve para nada. Lo hecho, hecho está, por
mucho que pienses no podrás cambiar nada. Lo único que vas a cambiar y tan solo
depende de ti es si vas a perdonarla o si vas a confiar en ella de nuevo- me
susurró suavemente.
Natalia: Voy a ir preparando la cena, ven conmigo o si quieres ponte a ver la tele
un rato- me dijo.
Yo: Está bien- dije levantándome.
Fui con ella y empezamos a preparar la cena, logró hacerme reír con un par de
chistes y unas anécdotas de algunos de sus compañeros del trabajo. Cenamos,
fregamos todo, nos cambiamos y nos pusimos a ver una película. Cuando acabó
cada una se fue a su cuarto para dormir, me tumbé en la cama suspirando. Había
sido un día bastante largo y estaba cansada. Mi mente no pudo dejar de dar
vueltas, centrándose como siempre en Alicia. Recordaba una y otra vez la
conversación que había tenido con ella aquella tarde, pero a la vez la noche en la
que me enteré de todo haciendo que dos sentimientos muy contradictorios se
peleasen entre sí. ¡Joder! ¿Por qué es todo tan complicado? pensé antes de
dormirme.
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(Pasos)
Flashback
Sergio: Mi amor vamos a ir todos, ¿no crees que quedarás mal si eres la única que
no va?- me preguntó con voz suave.
Marta: A las tres estarás en casa más que dormida- me dijo con una sonrisa.
Pasaron dos días en los que me comí la cabeza buscando un disfraz, finalmente me
decidí a ponerme una bata blanca, unos pantalones blancos también y una
camiseta azul, todo un poco roto y manchado de sangre falsa. No es que diera
mucho miedo, pero menos era nada. Marta vino a buscarme a las nueve, todos
estaban ya en el coche. Condujo hasta la casa de Marina, la chica que hacía la
fiesta. Llegamos y comenzamos a bailar. La decoración era fantástica, y había muy
buenos disfraces. Dejando de lado alguna que otra bromita me lo pasé de
maravilla. Llegó la hora de irnos por lo tanto salimos a la calle. Empezamos a
caminar pero cuando me quise dar cuenta estaba sola.
Fui caminando hacia atrás para ver si se habían quedado parados en algún lado y
yo no me hubiese percatado de ello, pero no estaban.
Yo: ¡Si esto es una broma no tiene gracia!- grité empezando a asustarme de
verdad.
Desconocido: ¿Qué hace una mujercita tan guapa por aquí sola tan tarde?-
preguntó mirándome lascivamente.
Yo: ¿Qué queréis de mí?- pregunté asustada mientras hacían un círculo alrededor
mío.
Desconocido 3: ¡Hija de puta!- gritó en el suelo poniendo sus manos en sus partes.
Otro chico vino con lo que a mí me pareció un bate de béisbol, no pude distinguirlo
por la luz.
Yo: ¡Auxilio!
Sentí un zumbido pasar al lado de mi cabeza, después caí al suelo mientras sentía
cómo un líquido espeso y caliente bajaba de mi cabeza a mi cuello.
(Pasos)
Sentí un brazo colarse por debajo de mi cuello, enseguida escuché más pasos a mi
alrededor.
Ali: ¡Ainhoa! Ainhoa por Dios, abre los ojos- dijo dándome pequeños golpes en la
cara.
Abrí los ojos un poco, lo suficiente como para ver las lágrimas en su rostro.
Sentí algo líquido y frío caer en mi mejilla, al llegar a mi boca noté que tenía un
sabor salado. Salado igual que las lágrimas. Intentaba mantener los ojos abiertos
pero de cada vez me era más difícil.
Sin poder evitarlo cerré mis ojos y me sumergí en una oscuridad total, en un
silencio abrumador.
Abrí los ojos, el dolor de cabeza poco a poco fue cesando. Ahora lo entendía todo,
ahora lo recordaba. Había estado soñando con aquella noche, aquella conversación
fue una de las últimas cosas que escuché antes de desmayarme por completo.
Estaba asombrada, había estado un año entero soñando lo que por poco me deja
sin vida. Encontré interesante el hecho de haber guardado aquel fragmento
cuando no recordaba absolutamente nada de aquella noche hasta ahora. Supuse
que se debía a la confesión de los chicos. Seguía sin poder creerme lo que habían
sido capaces de hacer. Me levanté de la cama y fui a la cocina, Natalia ya estaba
despierta. Desayunamos, la ayudé a recoger y nos metimos en la piscina para
refrescarnos un poco. Pasamos la mañana ahí metidas, ella hacía todo lo posible
para hacerme sonreír y la mayoría de veces lo conseguía. A pesar de que no se lo
había expresado suficientemente, estaba enormemente agradecida con ella.
Salimos de la piscina arrugadas como una pasa, como era de esperar, y nos
pusimos a tomar el sol. Aquella mañana estuve completamente relajada y
tranquila, eso era lo que me hacía falta.
Por la tarde, justo después de comer, me llamaron al móvil. Contesté sin mirar.
Yo: ¿Qué te hace pensar que voy a aceptar esa propuesta?- le pregunté seria.
Marta: Me hace pensar que vas a aceptar esa propuesta el que nos conocemos
desde que tenemos memoria. No quiero perder a mi mejor amiga- respondió
sincera.
Javi: Por favor, te lo ruego. No nos dejes así- habló él con una voz suplicante.
Yo: De acuerdo.
Yo: Como vaya allí y me encuentre con que está Alicia os juro que no vuelvo a
hablaros- les advertí.
Javi: Tranquila, te prometo que no vendrá. Ni siquiera sabrá que hemos quedado-
me prometió.
Yo: Está bien. Adiós.
Dejé el móvil encima de la mesa y suspiré, no tenía muchas ganas de ir. Me metí
en la ducha para quitarme el cloro de la piscina, avisé a Natalia de que salía y
conduje hasta la ciudad. Caminé un par de minutos hasta que llegué al punto de
encuentro. Todavía quedaban diez minutos para las cinco por lo tanto me tocaba
esperar. Me entretuve mirando a mí alrededor, sobre todo el suelo. Estaba
bastante distraída y entretenida mirando como una colonia de hormigas
caminaban en fila india recolectando cualquier alimento que pudieran llevar a sus
hormigueros. La vida de las hormigas en ese instante me pareció muy interesante.
‘¿De verdad te estás divirtiendo mirando unas hormigas?’ ¿Qué pasa? Las
hormigas son muy trabajadoras y ordenadas, mira cómo se distribuyen, si hasta
parece que tienen guardias a los lados para protegerlas. ‘¡Son hormigas! ¿Cómo
quieres que tengan guardias protegiéndolas?’ Puede ser, me apuesto lo que sea a
que son guardias, guardias muy buenas. ‘Me apuesto lo que sea a que eres un
bicho raro’ Bicho raro tú. ‘Te estás llamando bicho raro a ti misma’ Dado que yo
soy tú y tú eres yo al llamarme bicho raro te has llamado bicho raro a ti también.
‘Touché’
En ese mismo instante un pie aplastó a la gran mayoría de las hormigas, subí mi
mirada y me encontré con Marta y Javi. ‘Toma, ahí tienes tus hormigas protectoras
jajaja’ Me cago en la madre que te…
Javi: Queremos explicarte todo de nuevo, esta vez bien del todo, y pedirte perdón-
me dijo mirándome.
Yo: Os escucho.
Y volvieron a contarme todo de nuevo, con algunos detalles de más y alguna que
otra anotación.
Javi: En un principio no nos pareció mal. Era una simple broma, de mal gusto,
pero una broma. Tú misma nos hiciste una cuando fuimos a la playa el año
pasado. Fingiste que te ahogabas, pero después resultó que era una broma- me
explicó.
Yo: Era una broma en la que por supuesto no corría ningún riesgo- le reproché- No
es lo mismo,
Nos quedamos unos segundos en silencio. Si lo pensaba bien tenían razón, ¿cómo
iban a saber que las cosas se torcerían? ‘Ainhoa, no es con ellos dos con quien
estás enfadada, y lo sabes’ No hace falta que me lo aclares, ya lo sé.
En ese momento me fijé en una persona que estaba en la barra del bar, acababa
de entrar. En seguida cambió mi rostro.
Mata: Te juro que no le hemos dicho que habíamos quedado contigo- me dijo.
Dirigimos nuestras miradas hacia ella, estaba pidiendo algo que al parecer era
para llevar, volví a sentarme. Miré fijamente cada movimiento que hacía, cómo
esperaba a que le trajeran su pedido. De repente Andrés se puso detrás de ella y
le dio la vuelta. Ella al verle abrió los ojos más de lo normal. Entonces empezaron
a hablar, en aquel mismo instante sentí la furia recorrerme las venas. ¿Acaso
habían vuelto? El beso que él le dio a ella me dio la respuesta.
Marta: Sé que tú lo has pasado muy mal, pero ella también. Cuando te fuiste
aquella noche ella quiso correr para alcanzarte pero el cabrón de Sergio se lo
impidió. Si supieras la mitad de las cosas que le dijo a Ali. Nos fuimos enseguida, y
ella no dejaba de llorar, no hacía más que insultarse a sí misma. La llevamos a
casa e intentamos tranquilizarla pero no nos escuchaba, tan solo quería salir e ir a
buscarte. Ninguno de los tres dormimos aquella noche, nos quedamos con ella,
estaba destrozada. Jamás la había visto así. Al día siguiente no quería moverse de
la cama, ni para comer ni para nada- me explicó.
Bajé la mirada y la dirigí a mis manos, después volví a subirla a sus ojos.
Marta: Nosotros no somos quiénes para decirte que vuelvas a salir con Ali, pero
piensa en ello- me aconsejó.
Nuestra salida llegó a su final, me metí en el coche y fui a casa de Natalia. Aquella
conversación, al contrario de lo que yo pensaba, me vino muy bien. Me dejó las
cosas más claras. Pasé la tarde tirada en el sofá y viendo un poco la tele cuando
sonó el timbre.
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Sergio: ¿Cómo pudiste ponerme los cuernos? Y además con una mujer- me dijo
mirándome decepcionado.
Yo: ¿Cómo puedes tener la cara de reprocharme nada? Eres un hijo de puta-
contesté mirándole con odio.
Sergio: ¿Qué es lo que he hecho mal para que te enamoraras de una mujer?-
preguntó con un hilo de voz.
Pude notar como su orgullo masculino caía en picado, y estaba dispuesta a hacer
que fuera más abajo aún.
Yo: Permitir que una gilipollez borrara por completo mi memoria y que hiciera que
me enamorara de Alicia, eso es lo que hiciste mal. Pero desde luego a mí me has
hecho un favor. Ahora sé que no pasaré ni un minuto más con un imbécil- contesté
tajante.
Sergio: Ella no te ama Ainhoa, está jugando contigo, está experimentando lo que
se siente al estar con una mujer- me intentaba explicar en vano.
Sergio: Piénsalo bien Ainhoa, es mejor que vuelvas conmigo- me di la vuelta para
entrar en casa- Ella no puede darte lo que yo en la cama, seguro que no te hace
gozar como yo.
Yo: Esto realmente no te interesa en absoluto pero tan solo me he acostado con
ella dos veces. ¿Y sabes qué? Tienes razón, no me ha hecho gozar como tú- dije
acercándome a él, tenía una sonrisa de satisfacción en su cara.
Sergio: Ya lo sabía.
Yo: No me ha hecho gozar como tú en absoluto, sería un insulto comparar el
placer que me ha dado ella con lo que me has dado tú- le dije, su cara fue
cambiando de expresión.
Yo: ¿Seguro? Ella ha sabido encontrar algo llamado clítoris que si estimulas con
delicadeza puede resultar millones de veces más placentero que el típico mete-
saca desenfrenado al que estaba acostumbrada contigo- le dije.
Yo: Ah por cierto, mis tetas no son dos pequeñas pelotas que puedas estrujar y
golpear con toda la fuerza del mundo. Tienen una sensibilidad que Alicia sí ha
sabido aprovechar y que con tan solo pasar su lengua por ahí ya me tenía
gimiendo en su oído pidiendo más. ¿Cuántas veces te he rogado yo para que
continuaras con tu labor?- le pregunté mirándole fijamente.
Yo: Ninguna, ¿verdad? Dime Sergio, ¿aún sigues pensando que me has dado más
placer que ella? Para igualarla no tienes ni para empezar- le susurré cara a cara.
Sergio: ¿Si tanto placer te da y tanto sabe hacerte gozar por qué no estás con ella
ahora mismo? ¿Eh? ¿Por qué te ha engañado y ha puesto tu vida en peligro, puede
ser? Hazme caso, ahora mismo ella está disfrutando de tenerte alejada de una vez
por todas, nunca le importaste una mierda- me contestó con furia a la vez que
chuleaba.
Aquello acabó con mi paciencia y cordura. Puse mis manos en sus hombros y con
mi rodilla le golpeé en la entrepierna lo más fuerte que me fue posible. Gritó y se
llevó las manos ahí mientras se retorcía casi en el suelo de dolor.
Yo: Agradéceme que evite que un humano tenga como padre un ser tan gilipollas
como lo eres tú- le dije furiosa.
Yo: Me reclamaba el que le hubiera puesto los cuernos. Quiso justificarse de lo que
me hizo intentando darme pena, pero más que pena me ha dado asco- le contesté
mirándola.
Natalia: Ya bastantes problemas tienes como para que venga este a dar la lata.
Como me lo encuentre lo echo a patadas- dijo levantándose.
Yo: No creo que vuelva por aquí, he herido su orgullo masculino- respondí
negando con la cabeza.
Natalia: Nada mejor para alejar a un hombre que herir su orgullo- dijo riendo.
Natalia: Ainhoa si quieres puedo cancelar mi cita y quedarme aquí contigo- me dijo
con voz suave.
Yo: No, no quiero que dejes de tener vida por mí. Estaré bien sola- reproché.
Natalia: Ya pero mi vida también es mi familia. Sabes que te quiero más que a
nada, eres mi hermana pequeña- dijo sentándose a mi lado y acariciándome la
mejilla.
Yo: Pero no quiero que dejes de lado tu vida social. Ve con ese chico, es muy
guapo- le dije mirándola.
Natalia: Tan solo es un compañero del trabajo, no me mires así- dijo sonriendo-
Solo somos amigos.
Natalia: Pues sí. ¿Seguro que estarás bien sola?- volvió a preguntarme.
Yo: Que sí, tranquila. Es más, hoy pienso salir de fiesta- dije mirándola.
Yo: No hace falta ir con alguien para poder salir de fiesta- le respondí sonriendo.
Yo: No voy a hacer nada, tan solo saldré a bailar y a tomar unas cuantas copas, ya
está- dije para tranquilizarla.
Esbozó una sonrisa y me tiró un cojín a la cara, lo detuve con mi mano, salió del
salón y escuché como subía las escaleras. En menos de una hora Natalia ya estaba
saliendo por la puerta destino a su cita. Cogí un libro y me tumbé en el sofá para
leer un poco. Tan solo conseguí leer tres páginas antes de pensar en todo lo
ocurrido. Todo lo que había dicho de Alicia era completamente cierto, jamás había
gozado tanto con el sexo. Pero aquello no cambiaba lo que pensaba de Alicia, lo
que me había hecho me seguía doliendo igual que el primer día. Cerré el libro
fastidiada, sabía que no podría conseguir concentrarme para enterarme de lo que
aparentemente estaba leyendo así que dejé el libro en la mesa y encendí la tele
con la esperanza de distraerme. Fui pasando los canales hasta que encontré uno
en el que justo estaba empezando una película, decidí dejarla. Tras hora y media
sentada en el sofá acabó finalmente, era tan mala que ni siquiera me había
quedado con el título. Miré el reloj y decidí arreglarme para salir. Me duché, me
vestí con una falda y una camisa ajustada y me sequé el pelo. Cogí un bolso, metí
un par de cosas y conduje hasta un bar en el paseo marítimo.
Mi intención era ponerme a tono allí en el bar ya que era muchísimo más barato y
después dirigirme a la discoteca. El motivo de aquella salida era, como no, por
Alicia. Hiciera lo que hiciera no dejaba de estar presente en mis pensamientos, y si
por las buenas no salía de mi cabeza, entonces tendría que salir por las malas.
Julio: ¿Ainhoa? ¿Eres tú?- preguntó una voz masculina detrás de mí.
Julio: Pues iba a tomarme unas copas. ¿Y tú?- contestó sentándose en el taburete
que estaba a mi lado.
La primera y última vez que le vi casi acabé acostándome con él, justo antes de
decidir que iba a tratar de odiar a Alicia. (Véase capítulo 10 por si no os acordáis)
Julio: Mmm, ¿cómo se llamaba?- se dijo a sí mismo- ¡Alicia! ¿Qué pasó al final con
ella?
Yo: Estoy segura de ello- reí- Oye, ¿te apetece ir a bailar? Necesito distraerme y
divertirme un poco.
Julio: Claro, pido la cuenta y nos vamos- asintió con una sonrisa.
Tras varios minutos insistiendo no pude evitar que me invitase a lo que yo había
tomado y salimos a la calle. Cada uno condujo con su coche, en menos de diez
minutos ya estábamos dentro de la discoteca. Empezamos a bailar todas las
canciones que pudimos. Muchos tíos me entraban y algunos intentaban
manosearme, gracias a Julio, que era un tío que imponía (musculoso y mínimo
1.85 de alto), todos se iban con el rabo metido entre las piernas. Me lo estaba
pasando realmente bien cuando sentí una mirada en mí. Miré a mí alrededor para
localizar a quién quiera que me estuviera observando. Cuando me crucé con mi
mirada me quedé de piedra. Julio notó que había dejado de bailar y me habló.
Yo: Detrás de ti, está mirando hacia aquí. Gírate con discreción- le dije.
Yo: ¿¡No te he dicho que te giraras con discreción!?- le regañé volviéndole a dar la
vuelta.
Julio: ¡Madre del amor hermoso y Santa Virgen María!. ¿La pelirroja era Alicia?-
me preguntó alucinado.
Yo: Sí, es ella- contesté fastidiada sin poder evitar mirarla, mi mirada era
agresiva.
Julio: ¡Joder, si está para meterle de todo menos miedo!. Es todo un bom…-se
calló al echarle una mirada asesina- Es mona, muy guapa- rectificó avergonzado.
Julio: Pues no deja de mirarnos. Bueno, más bien mirarte. Te está comiendo con la
mirada- me dijo.
Llevé mis manos a su cara y empecé a morrearme con él. En un principio se quedó
quieto y asombrado, luego intentó separarse de mí.
Julio: ¿Pero qué haces? ¿Estás loca? Alicia nos está viendo- me advirtió agitado.
Él pasó su brazo por mi espalda y antes de besarle miré a Ali, su mirada era como
la de un cachorrito abandonado que por un momento hizo que sintiera un pinchazo
de angustia en el corazón. Pero al recordar lo que me hizo aquella pena se
convirtió en rabia lo cual hizo que mi beso con Julio fuera realmente apasionado.
Había que aclarar que los chupitos que había bebido antes de entrar a la discoteca
se me estaban subiendo a la cabeza y que eran probablemente la causa de mi
atrevimiento para besar a Julio.
Ella tan solo se quedó mirándome sin decir nada, a pesar de la poca luz que había
pude preciar que tenía los ojos aguados.
Ali: ¿Puedes, por favor, no hacerme esto?- me pidió con la voz rota.
Ali: Si te hicieras la idea de lo arrepentida que estoy por hacerte eso- me dijo
frustrada- No puedo estar más tiempo sin ti, no lo soporto.
Yo: Estuviste dos años sin mí, ¿qué diferencia hay ahora?- le pregunté.
Ali: ¿Cómo puedes preguntarme eso? La diferencia es que por mucho que te pese
sé que me amas, sé lo que es besarte, sé lo que es despertarme por la mañana y
verte dormida a mi lado después de haberte hecho el amor, sé lo que es amarte.
Esa es la diferencia- me contestó agitada y mirándome fijamente- Te amo Ainhoa.
Y aquello era una mentira de las gordas, porque bien sabía que ella me amaba, me
lo había demostrado más de una vez. Pero mi enfado y decepción hacia ella era
tan grande que ni siquiera quería creer que me amaba.
Ali: Si yo no hubiera hecho lo que hice y no te hubiera mentido durante todo este
tiempo no habría llegado ni a decirte te amo porque tú estarías saliendo con
Sergio, pero enamorada de verdad- me contradijo.
Otra vez acertaba de lleno en la diana, tenía razón. Yo no habría tenido aquel
accidente, no la habría amado y ella seguiría haciéndolo en silencio. Lo único
bueno que habíamos sacado de todo es que las dos nos habíamos deshecho de
unos inútiles e imbéciles.
Yo: ¿Cómo sabes que no habría acabado enamorándome de ti? Si lo he hecho
cuando no te conocía también lo podría haber hecho conociéndote- le planteé.
Nos quedamos sin decir nada un par de segundos, cada una ensimismada en su
mundo.
Ali: ¿Qué tengo que hacer para que vuelvas a confiar en mí?- me preguntó
dulcemente.
Yo: Demostrarme que me amas lo suficiente como para poder enfrentar a tus
padres sea cuales sean las consecuencias- le respondí mirándola.
Ali: Te juro por mi vida que no pienso volver a traicionarte- me dijo ella muy seria.
Ali: ¿Te basta esto?- me preguntó, yo aún tenía mis ojos cerrados.
Yo: No vuelvas a hacer eso si yo no te he dado permiso- la advertí, más bien era
una justificación para mí misma.
Él me miró un poco extrañado pero cogió sus cosas y salimos de allí. Caminé hasta
mi coche y me apoyé en el con los brazos cruzados, Julio salió poco después que
yo.
Julio: ¿Qué pasa?- me preguntó confuso- Cuando te cogió de la mano y te llevó
estabas bien y ahora mírate.
Yo: ¿Que qué pasa? Pasa que a pesar de lo enfadada que estoy, de lo
decepcionada que me siento, soy débil ante ella. Me ha besado, y no he sido capaz
de alejarla de mí, no quería que lo hiciera. Después de lo que me ha hecho lo
único que quería era llevármela de aquí y pasar la noche junto a ella- le expliqué.
Julio: Dime una cosa. ¿No estás con ella por lo que te ha hecho o por tu orgullo?-
me preguntó mirándome.
Yo: Que lo que siento por ella sería más fuerte que mi enfado, y entonces no
tardaría ni un segundo en entrar allí y buscarla- contesté sincera.
Yo: Creo que debería irme a casa ya- dije rompiendo el silencio.
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Cuando desperté al día siguiente parecía que un camión había pasado por encima
de mi cuerpo. Me senté y me llevé las manos a la frente. ‘Si es que no aprendes,
no será que no sabes que beber no te sienta para nada bien’ Calla ya anda,
bastante tengo ya con el dolor como para soportarte a ti también ‘A ti, no puedes
soportarte ni a ti misma’. Con dificultad me levanté de la cama y me dirigí a la
cocina.
Yo: Explica, ¿qué tiene de buenos días?- pregunté con mala cara mientras me
sentaba junto a ella.
Natalia: Que puedo observar la resaca que tienes después de advertirte que
tuvieras cuidado- contestó riendo.
Yo: Como te odio- murmuré cruzando los brazos sobre la mesa y apoyando mi
cabeza.
Natalia: Eh, levanta, para dormir te quedas en la cama. Hoy tenemos que hacer
limpieza general, yo después salgo- me dijo terminándose el café y poniéndolo en
el fregadero.
Natalia: No lo sé, tan solo me dijo que tenía que hacer unos arreglos conmigo-
respondió poniéndose a fregar.
En unos diez minutos salí de la ducha y comenzamos a dejar la casa como los
chorros del oro, cosa que nos llevó toda la mañana. Comimos y yo me encargué de
fregar ya que Natalia había quedado bastante pronto con su jefe. Cuando se fue
cogí una tumbona que estaba en el patio, me puse el bikini y después de ponerme
crema solar y asegurarme de poner un poco de música en la radio me dispuse a
tomar el sol. El comentarista de la cadena de música empezó a ir poniendo las
típicas canciones que la gente puede ir dedicando a quien quisiera, un comentario
en especial me llamó la atención.
Comentarista: Allá vamos con otra nueva dedicatoria, se llama Alicia y la nota dice
así: ‘Sé que te he fallado y que soy culpable, pero sé que te amo más que a nada.
Espero que puedas escucharlo’.
No puedo.
Al acabar la canción sin poder contenerme mis lágrimas empezaron a caer por mis
mejillas. ¿Cómo decirle que yo sentía lo mismo, que me moría por volver a su
lado? ¿Cómo explicarle que en mi interior se estaba disputando una guerra entre
mi inseguridad y mi amor hacia ella? ¿Cómo decirle que la amaba, que estaba loca
por ella, pero que tan solo por una mentira no sabía si volver a confiar en ella?
Apagué la radio de mala gana y me tumbé en posición fetal en la tumbona. ¿Por
qué nadie me dijo que se sufría tanto por amor?
Un mes después
Con tan solo un mes de descanso por delante antes de comenzar la universidad
volví a mi casa. Por más que le agradeciese a Natalia su apoyo jamás podría
haberle hecho saber la gran ayuda que me había ofrecido. Había estado mirando
por mis estudios, tenía dos opciones a elegir: irme a la península por cuatro años y
volver con un gran título o quedarme en Mallorca y tan solo hacer una pequeña
preparación de sociología. Cualquiera escogería la primera opción, era una gran
oportunidad y mi sueño estaba destinado allí, pero para mí no era tan fácil. Había
una gran razón por la cual quedarme.
Tras muchas noches sin dormir y mucho pensar había llegado a la conclusión de
que si pasaba un día más separada de Alicia me volvería loca. La extrañaba, la
extrañaba con locura, necesitaba tenerla a mi lado. Ya me daba igual si volvía a
decepcionarme, si volvía a romper mi corazón, la amaba como jamás pensé que
amaría a nadie. ¿Volvería con ella? Lo haría, lo haría sin pensarlo ni una vez más,
sin dejar que mi orgullo me lo impidiese. El no saber de ella durante casi un mes
entero me había estado matando, imaginarme sin ella era impensable. Quería
abrazarla, besarla, acariciarla, olerla, quería hacerle el amor y rogarle que jamás
se separase de mí, que me hiciera sentir viva de nuevo y enseñarme a respirar con
tranquilidad. La quería a ella. Por esa misma razón al llegar a mi casa a las diez y
media de la noche, después dejar mis maletas y saludar a mis padres fui derecha
a su casa. Conducía con velocidad y nerviosismo, no quería esperar un segundo
más. Aparqué el coche, me acerqué y vi la puerta de su portal abierta, entré sin
más. Me detuve ante su puerta y con un cierto temblor en mi cuerpo toqué el
timbre, esperando ansiosa verla aparecer tras la puerta. Y esperando me quedé,
seguí insistiendo pero nadie me abría la puerta.
Yo: ¿Alicia? Soy Ainhoa- decía en voz alta mientras tocaba con los nudillos.
Pero nadie me contestó. Probablemente habría salido, por lo tanto me senté en las
escaleras esperando a que volviera. Se me ocurrió llamarla al móvil pero nada,
estaba fuera de servicio. Pasaron, literalmente, horas, y yo me estaba empezando
a preocupar de verdad. ¿Le habría pasado algo? Llamé a Marta, a Javi y a Sebas a
ver si sabían algo de ella, pero nadie supo decirme dónde se encontraba. La idea
de que quizás Andrés había tomado represalias contra ella me desesperó, traté de
calmarme un poco. Me levanté con la intención de ir a casa de Andrés a hablar con
él, no se me ocurría ninguna explicación lógica. ‘Sí que se te ocurre otra
explicación Ainhoa…’ Calla, no quiero ni pensarlo. Ella está bien, tiene que estar
bien. Entonces de repente oí la puerta del portal cerrarse y con gran alivio pude
ver a Alicia. Caminaba dando tumbos y tropezando, ¿estaba borracha?
Yo: Ali- la llamé para que me mirase, todavía no se había dado cuenta de mi
presencia.
La cogí del brazo antes de que cerrara la puerta dejándome fuera, ella volvió a
mirarme.
Ella asintió con la cabeza, fui hasta la cocina, cogí un vaso y lo llené de agua. En la
encimera vi un recipiente de decoración alargado y finito, con agua y la rosa que le
regalé la primera vez que estuvimos juntas. La pude reconocer por el lazo. Ya
estaba marchita, pero allí seguía. Una sonrisa apareció en mi cara. Salí de la
cocina y me dirigí al salón.
Yo: Toma, aquí tienes- le dije.
Pero ella no se movió, di un par de pasos y pude observar que se había quedado
dormida. Suspiré y dejé el vaso en la mesa. Aquello no me gustó, no quería
esperar más a decirle que la amaba y que la perdonaba pero al parecer Dios no
estaba a mi favor. Me acerqué a ella y con cuidado le quité los tacones, levanté
sus piernas, me senté y las dejé encima de las mías. Me quedé observándola,
detallando su rostro, contemplando su acompasada y tranquila respiración hasta
que el sueño me venció a mí también.
Sentí algo moverse encima de mí, abrí los ojos. Alicia se había despertado, tenía
una mueca extraña en la cara, probablemente estaría sintiendo las consecuencias
del alcohol. En el reloj del salón pude comprobar que eran las cuatro y media de la
madrugada. Ella me miró, enseguida abrió los ojos como platos.
Yo: ¿Por qué será que no me sorprende que no te acuerdes?- pregunté en voz
alta.
No pude aguantar más y la besé. Al entrar en contacto con su piel la mía reaccionó
haciendo que se me erizara todo el vello del cuerpo. ¿Cómo conseguía hacerme
sentir esto a pesar del tiempo que habíamos pasado juntas? Intenté profundizar
un poco más el beso pero ella me lo impidió.
Ali: Este mes que te has ido me ha servido para comprobar lo que venía
sospechando desde hacía tiempo, Sergio y Andrés tenían razón. Tan solo quería
saber qué se sentía al estar con una mujer, tenía curiosidad. Ha sido un capricho
tonto, en el fondo sé que para ti ha sido lo mismo- me explicó ella.
Ali: Amo a Andrés, sé que mi destino está con él. Soy feliz así. Siento haberte
hecho creer que sentía algo por ti- dijo apartando la mirada.
Ali: No te amo- dijo marcando cada sílaba, sin vacilar y a los ojos.
Ali: Confío en que seguirás con tu vida y que dejaremos esto atrás como un lejano
recuerdo- dijo con voz fría detrás de mí.
Yo: ¿Crees que me vas a hacer creer que no me amas después de todo lo que
hemos pasado juntas? ¿Qué pasa con todos los detalles, con todos los te amo, con
las veces que hemos hecho el amor?- le pregunté con rabia.
Ali: Quería saber qué se sentía al hacerlo con una mujer- repitió sin inmutarse.
Yo: ¿Y todo ese rollo que me soltaste aquel día en la discoteca cuando me viste
con ese tío? Estabas celosa Alicia, no podrás negármelo- le reproché
Ali: Es cierto que estaba celosa, pero no porque te ame. Después de los días que
habíamos pasado juntas me molestó el hecho de que te liaras con alguien tan
pronto, pero ya está, no era más que eso- me contestó encogiéndose de hombros.
Yo: ¿Y el abrazo que me has dado nada más verme? ¿Las lágrimas en tus ojos al
decirte lo que siento por ti?- volví a preguntar con rabia.
Yo: ¡Eres una maldita cobarde! ¿De verdad tanto daño te van a hacer tus padres
por tener una hija lesbiana? ¿Tan poca mujer eres que no puedes decirles la
verdad?- le grité.
Yo: No he conocido persona tan cobarde y miserable como tú, incapaz de afrontar
cualquier obstáculo que se te ponga por delante. Dos veces Alicia, dos veces me
has hecho lo mismo. Eres una inmadura- le dije seria.
Ali: Siento mucho haber dejado que esto se me fuera de las manos, de haber
sabido que esto acabaría así no lo habría empezado- dijo lamentándose.
Yo: Eres cobarde Alicia, cobarde y débil por no luchar por lo que realmente
quieres.
Reanudé mi camino, al escuchar la puerta cerrarse empecé a llorar con fuerza, salí
a la calle. Tanta era mi rabia que grité hasta que no me salió la voz. No me lo
podía creer, lo había vuelto a hacer, y tenía la cara de mentirme poniendo como
excusa que no me amaba. Me metí en el coche, puse el motor en marcha y
empecé a conducir con gran velocidad. Por el camino cogí el móvil y llamé a un
número.
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Le conté todo lo que me había dicho, que todo era una mentira y que no me
amaba.
Yo: Sé que me ama, pero es una cobarde incapaz de decírselo a sus padres- opiné
con la voz rota.
Marta: No entiendo qué mierda pasa por la cabeza de esa chica, de verdad que no
lo entiendo. Estoy segura que Andrés tiene algo que ver en todo esto- me dijo.
Yo: Yo creo que realmente siente algo por Andrés, quizás no tan fuerte como lo
que siente por mí, pero siente algo por él. Le es más fácil escogerle a él que luchar
por mí- contesté mientras sentía el daño que mis propias palabras me causaba.
Marta: No sé qué decirte Ainhoa, ella perjuraba que eras la mujer de su vida- me
dijo mirándome tristemente.
Yo: No digas nada, ya has hecho más que suficiente por mí- dije mientras me
limpiaba las lágrimas con el dorso de mi mano.
Yo: No podrá echarme la culpa- dije negando con la cabeza- He estado un tiempo
alejada de ella insegura, y probablemente es lo que quiere echarme en cara, pero
he intentado que lo nuestro funcionara, y de verdad me hubiera gustado que
nuestro futuro hubiera estado unido. Pero ella es ahora la que no ha querido. En
un principio su cobardía me unió a ella, pero ahora me ha alejado por completo.
Me encogí de hombros mientras sentía las lágrimas invadir de nuevo mis ojos.
Marta estuvo acompañándome toda la noche intentando darme consuelo. Lo único
que podría haberme hecho sentirme bien estaba fuera de mi alcance.
Aquella noche dormí en casa de Marta, si así se le puede decir. No pegué ojo en
toda la noche. No pude dejar de pensar, de decirme a mí misma lo idiota que era
por darle otra oportunidad, por simplemente enamorarme de alguien que jamás
podría aceptar delante de los demás lo que era. No sabía si me hubiera hecho más
daño saber que no me amaba o saber que me amaba pero que no quería dar la
cara por nosotras. Jamás hubiera pensado que sufriría tanto por amor, y mucho
menos por una mujer.
Tiré las llaves sobre la mesa y me dirigí a mi cuarto. A mitad de camino mi padre
se puso delante de mí cortándome el paso. Subí la cabeza y me encontré con su
mirada, penetrante y paternal. Sin poder evitarlo comencé a llorar, le abracé con
fuerza.
Volví a llorar desconsoladamente en sus brazos. Dios, la amaba tanto. ¿Por qué
me hacía esto? ¿Por qué era tan cobarde? ‘No merece la pena que te tortures así
Ainhoa’
Yo: Sé que os prometí que os contaría todo, pero no quiero hacerlo- les dije
mirándolos.
Lucía: Nos estás matando al verte así, ¿qué pasa?- volvió a insistir.
Me metí dentro, cerré la puerta y me tumbé en la cama. Tan solo tenía ganas de
estar allí acurrucada en mi almohada, llorando e intentando sacar a Alicia de mi
cabeza. Reí ante esa idea, bien sabía que eso era algo imposible. Lo había estado
intentando durante un mes y lo único que había conseguido era tenerla más
presente. Durante todo el día mis padres intentaron sacarme de mi habitación
pero no consiguieron ni que pestañeara, no iba a moverme de allí.
Mis padres habían llegado a tal punto de preocupación que habían llamado a
Marta, Javi y Sebas para que intentaran levantarme los ánimos. Este último ya
conocía la razón de mi bajón y también afortunadamente aceptaba mi condición
sexual.
Sebas: Necesitas salir de aquí, que te dé un poco el aire. Seguro que te sentirás
mejor- intentó convencerme.
Yo: Quizás es culpa mía que Alicia ya no quiera seguir conmigo- terminé de decir.
Marta: ¿Pero qué dices? Alicia es la única culpable, no pienso permitir que pienses
eso- me contradijo.
Javi: Sabes muy bien que eso no es cierto- intentó hacerme cambiar de parecer.
Sebas: Vamos, te vas a meter en la ducha, vas a vestirte y vamos a ir a dar una
vuelta- dijo cogiéndome del brazo.
Entre Javi y Sebas me metieron en el baño mientras Marta cogía un poco de ropa,
ella se metió en el baño conmigo y Javi y Sebas se fueron al salón.
Marta: Llevamos viéndonos desnudas desde que empezó a salirme pelo ahí abajo,
así que búscate una excusa mejor- contestó cruzándose de brazos y levantando
una ceja.
Yo: Por esto prefiero quedarme en casa- me quejé cegada por el sol.
Javi: Deja ya de refunfuñar y disfruta del día que hace- me regañó dándome un
pequeño golpe con el codo.
Marta: ¿Te ha parecido tan horrible e insoportable salir de casa y ver que existe el
mundo?- me preguntó mientras comía su helado.
Yo: Sí, en un principio puede- contesté riendo- Os agradezco que estéis aquí
conmigo.
Javi: No hay que agradecer nada, nos necesitabas y aquí hemos estado- me dijo
poniéndome su mano encima de la mía.
Yo: ¿Qué tal te va con Valentina? La he visto y es muy guapa- le pregunté a Sebas
por su ligue.
Sebas: No tiene que ser así. ¿Por qué piensas eso?- me preguntó.
No pude acabar la frase, mis ojos habían captado una imagen que me había
dejado de piedra. Los chicos al ver que mi mirada estaba fijada en un lugar en
concreto intentaron buscar qué era lo que había captado mi atención, no tardaron
mucho en ver lo mismo que yo.
Alicia dejó de besar a Andrés y me miró de una forma que todos los pelos de mi
cuerpo se me erizaron, tuve que apartar la mirada para no perderme en sus ojos.
Sabía que ellos dos estaban juntos, lo venía sospechando desde hacía un par de
días. Pero no era lo mismo confirmarlo con mis propios ojos.
Yo: Por eso no quiero volver a saber nada del amor- concluí la oración que antes
había comenzado.
Marta se había levantado del banco para ir probablemente a encarar a Ali, pero la
cogí del brazo.
Yo: No, déjala. Tengo que superarla y aunque me duela para dejarla atrás necesito
ver esto- le pedí con un hilo de voz.
Yo: No, no voy a darle el gusto de ver lo que quiere ver- negué firmemente.
Sebas me puso una mano en la rodilla para animarme, le dediqué una pequeña
sonrisa. Aunque las ganas de llorar me estaban casi matando me aguanté y traté
de mantenerme firme. No iba a permitirme a mí misma seguir así, sufriendo por
ella. No valía la pena, no lo merecía. Andrés se fue enseguida, Ali se recostó en el
banco de manera que nos daba la espalda y se quedó allí, sin hacer nada.
En todos aquellos días la había visto un par de veces a lo lejos, siempre apartaba
mi mirada de la suya que a diferencia de la mía buscaba contacto visual. Más de
una vez había tenido la sensación de que me miraba a escondidas, siempre alejaba
aquella idea de mi cabeza, era más probable que me partiera un rayo en dos.
Yo: ¿Crees que es tan fácil Marta? ¿Crees que estoy así por gusto? Me ha estado
utilizando como le ha dado la gana, me tenía comiendo de su mano y yo caí como
una tonta. No le ha importado lo que sentía, el dolor que siento me está matando.
No puedo olvidarme de todo así como así- le reproché con la voz rota.
Marta: Sé que te ha hecho daño Ainhoa, no sabes cómo me duele verte así. Pero
ya ha pasado casi un mes y sigues igual que el mismo día. No dudo que sea difícil
y que te parezca imposible olvidarla, pero debes hacerlo por tu bien- me dijo
suavizando su voz.
Yo: La amo Marta, la amo como jamás pensé amar a nadie- dije con lágrimas en
los ojos.
Yo: Intento olvidarla, pero es imposible. Cada lugar de esta ciudad me recuerda a
ella- susurré en sus brazos.
Yo: Estos días he estado pensando y dándole vueltas, y tal y como me encuentro
creo que será la mejor opción que pueda tomar- dije separándome de ella.
Yo: No quiero hacerlo, pero es lo mejor para mí- comenté limpiándome las
lágrimas.
Yo: Gracias por darme el valor que necesitaba para poder decidirme del todo- le
agradecí sinceramente.
Aquella noche volví a casa más tarde de lo normal, por lo tanto no me sorprendió
ver a mis padres sentados en el sofá esperando mi llegada.
Yo: Quiero disculparme por mi comportamiento de estos últimos días, no han sido
muy fáciles para mí- dije antes de que empezaran a hablar.
Lucía: Tú padre y yo hemos estado pensando en que quizás sería bueno para ti
que fueras a ver a un psicólogo- me comentó.
Yo: No, es enserio. No será necesario que vaya a ver a nadie- dije de nuevo.
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Yo: No ha sido la decisión más fácil de mi vida pero tampoco la más difícil. Puede
que quizás antes tuviera algo que me retuviese aquí-dije pensando en Alicia- Pero
ahora ya no.
Lucía: ¿Estás segura de que quieres hacerlo?- me preguntó con voz suave.
Yo: Es lo que debo hacer- respondí segura- Por mí, por mi futuro.
Un mes después
En todo este tiempo las cosas habían cambiado para mí. Mis padres insistieron en
llevarme al psicólogo, yo no pude resistirme. En un principio no quería colaborar,
pero poco a poco al ir conociendo a la mujer que me atendía y mostrándome su
simpatía logró ganarse mi confianza y empecé a contestar a las preguntas que me
hacía. A pesar de lo que yo pensaba en un principio sus sesiones conmigo me
ayudaron muchísimo, no solo a dejar a Ali aparte, si no a superar todo lo que mi
‘accidente’ me había causado. Había descubierto que la mayoría de los problemas
que tenía conmigo misma y el bajón que me había dado últimamente eran
causados por cómo había sido ese último año. La pérdida de memoria, volver a
aprender a escribir y a leer, recordar a mi familia, lo que sentía por Alicia,
haberme enterado de cómo fue realmente mi accidente… Evidentemente no le
conté que mis amigos habían provocado todo esto, discretamente fui dejándole
saber lo justo y necesario. Fue una gran ayuda para mí.
A ella no la había vuelto a ver, pero había conseguido dejarla aparte. Pensaba en
ella, no podía evitarlo, pero ya no estaba todo el día lamentándome y llorándola.
La seguía amando, tanto o más que el primer día, pero ella había decidido ir por el
camino más fácil y yo no podía hacer nada para remediarlo. Alicia sería en mi vida
como una copa de vino tinto derramada en una alfombra de pelo blanco, difícil de
quitar, y aun habiéndolo hecho quedaría una pequeña mancha que no se podría
eliminar nunca. No les conté a mis padres que ella era la que me tenía tan mal, no
tenía sentido que les dijera nada. Yo seguía considerándome heterosexual, las
mujeres no me atraían. Alicia fue una excepción, fue la única mujer que me gustó
y la única a la que amé.
Había conseguido deshacerme de Sergio, lo último que supe de él fue que sus
padres le habían enviado fuera de la isla, el lugar no lo sabía y tampoco me
importaba. De Andrés tampoco supe nada, suponía que estaba con Alicia, como si
nada hubiera pasado.
Fueron pasando los días en los que poco a poco fui quedando con mis conocidos y
amistades para despedirme antes de viajar a Barcelona.
Yo: ¿Sabes? Por un momento llegué a pensar que ella vendría- le dije a Marta,
aquella noche se había quedado a dormir en mi casa.
Marta: Si supiera algo te juro que te lo diría, pero no habla de ti. Sé que le
importas, sé que le duele que te vayas, cuando se lo conté sus ojos la delataron.
No entiendo por qué deja que la opinión de sus padres controle su vida- me
confesó.
Yo: Yo que sé. Quizás está diciendo la verdad y no me ama- opiné mirando mis
manos.
Yo: Lo que siento- dije mirándola fastidiada- Lo que siento por ella es muy fuerte,
muy fuerte y muy devastador. Por eso cuanto antes empiece a dejarla ir, mejor.
Yo: ¿Por qué quieres hablar de ello? Me voy en menos de una semana y tú quieres
ocupar el poco tiempo que nos queda hablando de ella- le dije un poco enfadada.
Marta: No estoy hablando de ella Ainhoa, estoy hablando de ti. Quiero hablar de
ello porque mi mejor amiga se va durante cuatro años a un lugar desconocido y va
a estar sola sin nadie con quien hablar de esto. Quiero asegurarme que estás bien-
me dijo mirándome cariñosamente.
Me cogió la mano y le sonreí para calmarla, sabía que estaba preocupada por mí.
Cambié de tema y le hablé de las tonterías que hacíamos de pequeñas,
empezamos a recordar los viejos tiempos mientras no dejábamos de reír.
Poco a poco los días fueron pasando, ya tan solo quedaban dos días para
marcharme. Aquella tarde decidí pasarla con Javi y Marta, antes de que pudiera
darme cuenta ya estaba despidiéndome de ellos ya que el día siguiente lo
dedicaría completamente a hacer la maleta, enviar la solicitud y despedirme de mi
familia.
Marta: Esto no será lo mismo sin ti- se separó de mí y pude ver que estaba
llorando al igual que yo.
Le cogí las manos y ella me sonrió, detrás de la calidez de su sonrisa pude notar
una gran tristeza.
Javi: Prométeme que no vas a repetir ningún curso para venir aquí lo antes
posible- me dijo mirándome.
Yo: Lo prometo- asentí extendiendo mi dedo meñique, el cruzó el suyo con el mío.
Yo: Antes de que os deis cuenta estaré por aquí molestando de nuevo- contesté
sonriendo.
Al poco rato les dejé solos y me fui a dormir. Era cierto que estaba triste porque
iba a dejar a mi familia y a mis amigos allí, pero parte de mi tristeza era porque
Alicia no había venido a despedirse de mí. Estaba claro que no lo iba a hacer, pero
me había quedado un poco de esperanza. Que idiota que era por pensar aquello,
me sentía estúpida por no haber enviado mi solicitud a la universidad por ella. No
iba a esperar más, tampoco podía. Al día siguiente acababa el plazo de inscripción
así que no me quedaba más remedio.
Desperté por mañana, desayuné con mis padres como siempre. No podían ocultar
su cara de tristeza lo cual también me entristecía a mí. Fuimos a comer a mi
restaurante favorito e hicimos todo lo posible para tener una charla agradable y
reírnos, nos lo pasamos muy bien.
Yo: No, justo me has llamado. ¿Ha pasado algo?- volví a preguntar preocupada.
Marta: Vale, pues no la envíes todavía. Javi y yo tenemos que quedar contigo- me
dijo.
Yo: Marta no puedo, mi hermana viene a las seis y media y ya son las cinco, el
vuelo sale a las diez. Sea lo que sea lo que tenéis que decirme debisteis habérmelo
contado ayer- reproché.
Marta: Es urgente Ainhoa, sabes que de no ser así no te habría llamado. No será
mucho tiempo, estamos en el parque de al lado de tu casa, baja un momento por
favor- me pidió un poco alterada.
Yo: Está bien, pero tan solo serán quince minutos- advertí.
Dejé el móvil sobre la mesa y suspiré, ¿qué querían ahora? Miré la pantalla de mi
portátil, ¿por qué no quería que enviara la solicitud? Desobedeciendo lo que me
había dicho pulsé el botón y envié la solicitud. Al cabo de unos segundos salió un
mensaje de error. ‘Falla el internet Ainhoa’ Vaya por Dios. Bueno, ya lo haré
después.
Salí del edificio y en menos de cinco minutos llegué al parque. Busqué a Javi y a
Marta pero no los encontré. Estuve allí un par de minutos pero no apareció nadie.
De repente me llamaron al móvil, vi el identificador de llamadas y vi que era
Marta. Atendí la llamada.
De fondo escuchaba unas voces, puse atención a lo que decían. Al escuchar su voz
me quedé de piedra.
Ali: Es lo mejor para ambas, ella tiene su futuro en Barcelona- decía su dulce voz.
Ali: ¿Cómo voy a hacer que se quede? Tendrá hecha la matrícula, el billete y un
piso alquilado, no puedo hacer que derroche ese dinero- reprochó.
Javi: Ella te ama Ali, lo está pasando muy mal. No la dejes marchar- le dijo.
Ali: La dejo marchar porque la amo, porque es lo mejor para ella- concluyó
zanjando ese tema.
Ali: Bastante bien, a veces me mareo pero por lo demás estoy bien. Es lo que
tiene estar embarazada- contestó.
Al escucharla decir eso abrí los ojos atónita, se me cayó el móvil al suelo de la
impresión. Ella al escuchar el ruido del móvil contra el suelo se giró, al verme su
cara cambió por completo.
Yo la miraba fijamente a los ojos, sin poder creerme lo que acababa de decir.
Ali: ¿Por qué la habéis traído?- les preguntó enfadada a Javi y a Marta.
Marta: Porque sois mis mejores amigas y estabais sufriendo, no podía permitir que
ella se fuera sin saber la verdad- le contestó.
Yo: ¿De cuánto estás?- pregunté intentando sonar lo más normal posible.
Yo: Estábamos juntas por aquel entonces- le dije afligida, ¿me había puesto los
cuernos? ‘No erais novias, así que no te ha sido infiel’
Ali: No, no es lo que piensas. Te juro que el tiempo que estuve contigo no me
acosté con Andrés, no sería capaz de hacerte eso- aclaró rápidamente y
cogiéndome de las manos.
Ali: Probablemente ocurrió el día anterior de que vinieras a hablar sobre el beso
que nos dimos en el cumpleaños de Marta. Estaba hecha trizas pensando que te
había perdido, Andrés estaba allí y la rabia pudo conmigo- me explicó.
Ali: Sí, pero se ha desentendido por completo. Me ha dado algo de dinero para
poder hacerme cargo del bebé cuando nazca y ya no he vuelto a saber nada más
de él- me explicó.
Bajé mi mirada y suspiré. ¿Embarazada? Pensaba que todo era un sueño y que
estaba a punto de despertar.
La miré fijamente a los ojos incapaz de creerme todo lo que había ocurrido.
Yo: ¿Por qué, Alicia? ¿Por qué me has apartado de todo esto?- le pregunté dolida
con un nudo en la garganta.
Ali: Tampoco ha sido fácil para mí, he tenido que decir la mentira más gorda de mi
vida, tuve que decirte que no te amaba. Si no hubiera estado embarazada con
mucho esfuerzo habría conseguido convencerte de que fueras a Barcelona a
estudiar, me habría costado pero lo hubiera acabado consiguiendo. Pero si te
hubiera dicho que estaba embarazada jamás habría podido convencerte para que
te fueras. No habría podido cargar con la culpa de ver como renunciabas a tu
futuro por mí- me explicó.
Yo: ¿Cómo crees que me hubiera sentido al venir aquí cuatro años después y
enterarme de que tenías un hijo, de que estabas embarazada cuando me fui?
¿Crees que habría podido tener la conciencia tranquila?- le pregunté frunciendo el
ceño.
Ali: Habría hablado contigo, te habría pedido que me dijeras si seguías sintiendo
algo por mí. Sé que cuatro años no es suficiente para dejar de amarte, lo he
estado tres años y créeme que eso no hubiera sido posible- contestó mirándome.
Entonces puse mis manos en sus mejillas, me acerqué a ella y antes de que
pudiera hacer nada la besé. Ella no me respondió al principio, supuse que estaba
sorprendida. Justo cuando estaba a punto de finalizar el beso dado que ella no me
correspondía su brazo rodeó mi cintura y colocó su mano en mi nuca
profundizando el beso. Hacía tanto que no probaba sus besos, hacía tanto que no
la tenía tan cerca de mí… La había extrañado con locura. Acabamos finalmente el
beso para coger un poco de aire, ella me miró.
Ella sonrió y me abrazó con fuerza, yo metí mi cabeza en su cuello. Era tanta la
alegría que sentía, que no pude evitar llorar de felicidad.
Yo: No me hagas esto tú, Alicia. No voy a dejarte sola estando como estás- dije
mirándola fijamente.
Ali: No puedes renunciar a ser lo que quieres por quedarte conmigo, no estaré
sola, Javi y Marta me ayudarán. Tienes que irte- intentó convencerme.
Yo: La única razón que tenía para irme de aquí eras tú, quería olvidarte, estaba
enfadada contigo y cada rincón de esta ciudad me recordaba a ti. Yo allí no tengo
nada que hacer- le expliqué cogiéndole las manos.
Yo: Y yo aquí una familia que cuidar- contesté poniendo delicadamente mis manos
sobre su vientre.
Yo: Tú y yo, ahora- contesté sonriendo- No quiero ocultarte más, no quiero seguir
mintiendo.
Marta: Nosotros os dejamos ya, hemos cumplido con nuestra misión- nos informó.
Ali: Muchas gracias por no saber guardar un secreto- les dijo un poco resentida.
Marta: Lo he hecho por vosotras dos. Tienes todo el derecho de estar cabreada
conmigo, pero las dos estabais sufriendo. ¿Crees que habrías podido criar al bebé
tú sola?- le preguntó seria.
Las caras de Javi y Marta estaban un tanto entristecidas, pero entonces Ali sonrió.
Ali: Pero os agradezco que seas tan poco fiables- les dijo mirándolos.
Las puertas del ascensor se abrieron, saqué mis llaves y abrí la puerta de mi casa
sin soltar la mano de Ali. Estaban mis padres y Natalia sentados en el sofá
tomando café.
Sentí una ligera presión en la mano, giré mi cuello y vi que Alicia me estaba
sonriendo, le devolví el gesto.
Antonio: ¿Por qué no os sentáis y tomáis algo? Así será un poco más fácil explicar
esto- ofreció mi padre.
Ali: Mi amor estás sudando, y se supone que tendría que ser yo la que debería
estar así. Relájate- me susurró para animarme.
Antonio: Bueno, ¿de qué se trata Ainhoa?- me preguntó mi padre al estar todos
sentados y servidos.
Lucía: ¿Cómo que no vas a ir a Barcelona? Ya tienes que tener la matrícula hecha-
me dijo ella.
Yo: Es que, yo… el año pasado con todo esto de… pues resulta que Alicia y yo-
empecé a titubear y a hacerme un lío.
Ali: Le dejé hace unos meses. Yo amo a Ainhoa- les aseguró cogiéndome la mano.
Antonio: Un momento, ¿tú eres la que ha tenido a mi hija tan mal todo este
tiempo?- le preguntó a Alicia.
Yo: Papá, es una muy larga historia- le dije para que no se enfadara.
Entre Alicia y yo poco a poco fuimos contándoles a mis padres todo lo que había
ocurrido aquel último año. Nos llevó nuestro tiempo explicarles todo pero el
momento más difícil de explicar fue la razón por la cual había estado tan mal y
había tenido que irme a casa de Natalia ese último mes. No quería mentir más y
no nos quedó más remedio que contar la verdad. No era la mejor manera para que
Alicia les cayera bien pero teníamos que ser honestas. Después de explicarles
aquello mi padre se puso hecho una furia.
Antonio: ¿Cómo pudiste dejar que le hicieran eso?- le preguntó enfadado a Alicia.
Ali: No tiene ni idea de lo que me arrepiento de eso- dijo para intentar calmarlo.
Antonio: ¿Cómo quieres que me calme? No le importaste una mierda Ainhoa, ¡te
dejó tirada!- exclamó con rabia.
Ali: Su hija es lo que más me importa en esta vida, la amo como no puede
imaginarse- le reprochó intentando no perder la calma.
Ali: Podrá negarme muchas cosas pero no voy a permitir que niegue que la amo-
le contestó empezando a enfadarse.
Antonio: Has perdido la memoria por su culpa, podrías haber muerto, podrías no
haber recordado nada. ¿Cómo puedes estar con ella?- me preguntó airado.
Yo: ¡Porque la amo!
Antonio: Por su culpa he tenido que experimentar que mi propia hija no recordara
mi nombre, que no supiera quien era. Podrías…-le interrumpí.
Yo: Podrías, podrías, podrías. ¡Ninguno de esos podrías se han hecho realidad! ¡De
todos los presentes en esta sala yo he sido la que más ha sufrido! No niego que a
vosotros os haya dolido que no os recordara, pero yo he tenido que cargar con que
no conocía a nadie, con saber que tenía una familia y un pasado y no recordar
nada, con que ni siquiera sabía leer ni escribir- enumeré dejando un gran silencio
en la sala.
Yo: La amo lo suficiente para perdonarla y para saber que ella también me ama a
mí. Y en el remoto caso de que me estuviera equivocando y no fuera así me daría
exactamente igual. ¿Sabéis por qué? Porque ella me hace feliz, y cada instante
que he pasado con ella ha valido la pena- concluí.
Yo: Me voy a quedar aquí para cuidar de ella y del bebé- afirmé mirándolos.
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Entre Alicia y yo poco a poco fuimos contándoles a mis padres todo lo que había
ocurrido aquel último año. Nos llevó nuestro tiempo explicarles todo pero el
momento más difícil de explicar fue la razón por la cual había estado tan mal y
había tenido que irme a casa de Natalia ese último mes. No quería mentir más y
no nos quedó más remedio que contar la verdad. No era la mejor manera para que
Alicia les cayera bien pero teníamos que ser honestas. Después de explicarles
aquello mi padre se puso hecho una furia.
Antonio: ¿Cómo pudiste dejar que le hicieran eso?- le preguntó enfadado a Alicia.
Ali: No tiene ni idea de lo que me arrepiento de eso- dijo para intentar calmarlo.
Yo: Papá por favor, cálmate- le pedí.
Antonio: ¿Cómo quieres que me calme? No le importaste una mierda Ainhoa, ¡te
dejó tirada!- exclamó con rabia.
Ali: Su hija es lo que más me importa en esta vida, la amo como no puede
imaginarse- le reprochó intentando no perder la calma.
Ali: Podrá negarme muchas cosas pero no voy a permitir que niegue que la amo-
le contestó empezando a enfadarse.
Antonio: Has perdido la memoria por su culpa, podrías haber muerto, podrías no
haber recordado nada. ¿Cómo puedes estar con ella?- me preguntó airado.
Antonio: Por su culpa he tenido que experimentar que mi propia hija no recordara
mi nombre, que no supiera quien era. Podrías…-le interrumpí.
Yo: Podrías, podrías, podrías. ¡Ninguno de esos podrías se han hecho realidad! ¡De
todos los presentes en esta sala yo he sido la que más ha sufrido! No niego que a
vosotros os haya dolido que no os recordara, pero yo he tenido que cargar con que
no conocía a nadie, con saber que tenía una familia y un pasado y no recordar
nada, con que ni siquiera sabía leer ni escribir- enumeré dejando un gran silencio
en la sala.
Yo: La amo lo suficiente para perdonarla y para saber que ella también me ama a
mí. Y en el remoto caso de que me estuviera equivocando y no fuera así me daría
exactamente igual. ¿Sabéis por qué? Porque ella me hace feliz, y cada instante
que he pasado con ella ha valido la pena- concluí.
Yo: Me voy a quedar aquí para cuidar de ella y del bebé- afirmé mirándolos.
Yo: Di algo mamá- dije mirándola con pena, no había hablado en toda la discusión.
Lucía: Fue un golpe muy duro para nosotros enterarnos que habías perdido la
memoria, entiende que se sienta enfadado al saber que estás saliendo con ella
cuando ha sido la razón de nuestro sufrimiento- me explicó.
Lucía: Tampoco- miró a Alicia- No soy nadie para juzgar si amas a mi hija o no,
pero te voy a decir que lo que hiciste no es propio de alguien que esté enamorado.
Ha pasado un año de eso y tú puedes haber cambiado, yo lo único que quiero es
que mi hija sea feliz.
Ali: Le aseguro que no hay cosa en este mundo que me importe más que la
felicidad de Ainhoa- afirmó segura.
Ali: Muy bien, es bastante raro pensar que voy a ser madre- contestó con una
sonrisa.
Lucía: Sabes que va a ser muy duro criar a ese bebé y que vas a tener que
renunciar prácticamente a tu vida para cuidarlo, ¿verdad?- le preguntó a modo de
advertencia.
Ali: Por esa razón le mentí a Ainhoa, no quería arrastrarla a este gran problema y
que renunciara a su futuro. He intentado convencerla de que se vaya pero se
niega.
Ali: Aún estás a tiempo de coger el avión- dijo intentando hacerme cambiar de
opinión.
Yo: Digas lo que digas no vas a conseguir que me marche- insistí mirándola
fijamente.
Lucía: Ainhoa, ¿estás completamente segura de querer formar parte de la vida del
bebé? Un niño conlleva muchas responsabilidades, vais a tener que renunciar a
muchas cosas.
Natalia: ¿Qué te han dicho tus padres?- le preguntó curiosa después de no haber
dicho nada en toda la tarde.
Ali: En comparación con mis padres Antonio ha sido un tierno y dulce corderito-
contestó con una sonrisa triste.
Ali: Lo dudo mucho- contestó negando con la cabeza- Se han ido a otro de sus
viajes de ‘trabajo’, no les he importado.
Lucía: Por muchas cosas que hagas o digas sigues siendo su hija, quizá tarden
más o menos en aceptarlo, pero ellos te quieren- la reconfortó, sabía lo difíciles
que podían llegar a ser sus padres.
Ali: Gracias por los ánimos- dijo sincera con una sonrisa.
Lucía: De nada.
Natalia: Se está haciendo tarde, tendría que irme ya- anunció levantándose del
sofá.
Ali: Gracias por guardarme el secreto estos años- le dijo dándole un abrazo.
Natalia: Tu caso podría definirse muy bien con el dicho ‘El que la sigue la
consigue’- le dijo, las dos se echaron a reír.
Yo: ¿Qué secreto? ¿Por qué dices eso del dicho?- le pregunté desconcertada.
Ali: No del todo, hubo una época en la que nos distanciamos mucho- dijo ella
ignorando mi pregunta.
Ali: Doy gracias a Dios cada día por ello- contestó orgullosa mirándome.
Ali: Tu hermana supo desde el principio que estaba enamorada de ti- me confesó.
Ali: Todavía no lo sé ni yo. Un día que vine a tu casa y tú aun no habías llegado
me dijo: A ti te gusta mi hermana.
Natalia: Deberías haber visto la cara de sorpresa que puso intentando decirme que
aquello no era verdad, parecía que había visto a un fantasma- recordó riéndose.
Ali: Me acuerdo como si fuera ayer, lo pasé realmente mal- dijo sonriendo- ¿Cómo
lo averiguaste?
Natalia: Me bastó con observar tú reacción cada vez que la veías con Sergio, la
manera en que la mirabas, la típica sonrisa tonta de enamorados… Aun no
entiendo cómo he sido la única en darme cuenta.
Yo: ¿Por qué no me lo dijiste antes? ¿Tú sabes lo mal que lo he pasado por pensar
que no ibais a aceptarme?
Natalia: Sé que amas a Ainhoa ya que todas las charlas y lágrimas que hemos
tenido me lo han demostrado, pero si no te dijera esto no sería una buena
hermana. Tan solo quiero pedirte que no le hagas daño.
Ali: Eso es lo último que deseo. Tal y como te dije en su día voy a vivir para
hacerla feliz- le aseguró.
Lucía: Tan solo me queda decirte que eres bienvenida a esta familia y que esta es
tu casa si algún día necesitas ayuda- dijo despidiéndose de ella.
Ali: Demasiado.
Yo: ¿Hablarás con papá?- le susurré para que tan solo me oyera ella.
Asentí y le sonreí.
Cerré la puerta y bajamos las tres en el ascensor, Natalia se fue por su lado y
nosotras por el nuestro.
Yo: En parte sí y en parte no. Sabía que no le iba a hacer gracia que tú estuvieras
embarazada y mucho menos que fueras una de las causas de mi accidente- le
contesté pisando el acelerador.
Yo: Ali ya pasó, está bien. Gracias a eso estoy hoy enamorada de la mujer más
hermosa, increíble, inteligente y adorable del mundo- le contesté sonriendo con
ternura.
Yo: Sí, me defraudaste. Pero has querido renunciar a tu felicidad por mi futuro, no
has sido egoísta porque sabías que si me decías que estabas embarazada no
querría irme. Con eso me basta- intenté hacerla entrar en razón.
Ali: Y por mi culpa has renunciado a tu futuro- repitió fastidiada mirando por la
ventana.
Yo: Es verdad que me quedo aquí por ti, pero no porque tú me lo hayas dicho si no
porque yo quiero. No es culpa tuya.
Yo: Si no nos hubiéramos visto hoy estaría en ese avión pensando que no me
amabas lo suficiente- contesté volviendo a poner en marcha el coche y
metiéndome en un tremendo atasco.
Ali: Poco después de que te fueras a casa de tu hermana decidí contarles a mis
padres que era lesbiana y que estaba enamorada de ti, que tan solo salí con
Andrés para que fuera mi tapadera. Como era de esperar me insultaron y me
dieron dos días para hacer las maletas y buscarme un piso para vivir- me explicó
mirándome esta vez.
Ali: Quería hacer las cosas bien contigo y era un buen comienzo, así no dudarías
de mi amor cuando volviéramos a vernos. Pero después me enteré de que estaba
embarazada así que…- añadió apretándome la mano.
Yo: Nunca dudé de lo que sentías por mí. Quise hacerlo, estaba tan enfadada
contigo que por un momento llegué a desear que no me amaras. Me fue más fácil
pensar que me amabas pero que era mejor para ti estar con Andrés- recordé
sintiendo un pinchazo en el corazón.
Yo: Lo sé, pero por aquel entonces todo me parecía posible- le dije- ¿Entonces
dónde vives ahora?
Ali: Mis padres fueron considerados conmigo y me dijeron que cada mes me
ingresarían algo de dinero en el banco para que pudiera alquilarme un piso y tener
algo de comer- me explicó.
Yo: No entiendo cómo pueden echarte de casa sabiendo el estado en el que estás-
comenté negando con la cabeza.
Ali: No lo saben, mi idea era decirles que era lesbiana y después decirles que
estaba embarazada pero antes de que pudiera empezar con la segunda parte ya
me estaban gritando- dijo haciendo una mueca- Si no me quieren por lo que soy
no quiero que me quieran por lo que llevo dentro.
Yo: Una de mis canciones preferidas de Edurne, muy bonita- contesté poniendo mi
mano sobre la suya- Me sentí identificada con la letra.
Ali: Porque justo el día después de dedicártela supe que estaba embarazada, y si
la hubieras escuchado no me habrías creído cuando tuve que decirte que no te
amaba.
Ali: Cuando viniste a buscarme yo ya había hablado con mis padres, ese era el
último día que me quedaba en casa, por eso salí a beber. Me daba igual estar
embarazada. No tenía ni idea de a dónde ir y estaba asustada, gracias a Dios
encontré un alquiler barato que podía costearme- me contó, se removió en su
asiento.
Yo: Yo…siento mucho lo que te dije aquella noche. Dios, he sido tan injusta- me
arrepentí cerrando los ojos y apoyando la cabeza contra el cristal de la ventanilla-
Yo insultándote, gritándote y echándote las cosas en cara sin saber a lo que te
estabas afrontando en el estado en el que te encuentras.
Ali: Mi amor, de las dos tú precisamente no eres la que debe disculparse- me dijo
acariciándome la mejilla con su mano.
Poco a poco el tráfico fue aligerándose de manera que pudimos salir de aquel
horrible atasco en diez minutos más. Ali fue indicándome qué calles debía tomar
hasta que llegamos al piso que tenía alquilado. Aparqué y apagué el motor
dejando el ambiente en el que hubiera sido un silencio total de no ser por el sonido
de unos grillos.
Ali: Poco a poco tendré que ir comprando cosas, de momento con esto me es
suficiente.
La casa era pequeña, tenía el espacio para máximo dos personas. La cocina tenía
barra americana por lo tanto también estaba conectado con el pequeño salón-
comedor.
Yo: Depende.
Yo: De si quieres que me quede a cenar- contesté con una sonrisa divertida
mientras la abrazaba por la cintura.
Yo: Perfecto.
Mientras ella sacaba las cosas para cocinar yo le envié un mensaje a mi madre
avisándola de que no iba a cenar en casa. Después me metí en la cocina y le
ayudé a preparar la cena. Estuvimos jugando y bromeando, manchándonos con la
salsa de tomate o con el agua como si fuéramos niñas pequeñas. Dentro de la
pequeña y vacía casa su risa era más potente, lo cual me alegraba de una manera
incomprensible. Terminamos de preparar la cena y empezamos a comer
hambrientas. A Alicia no se le daban bien muchas cosas ya que era bastante
patosa, había que admitirlo, pero cocinaba como una auténtica chef.
Ali: Me alegra que te guste- sonrió al verme comer con tantas ganas.
A mí se me podía ganar muy fácilmente por el estómago, eso Alicia lo tenía más
que dominado, una pequeña razón más por la cual amaba con locura a esa mujer.
Terminamos de cenar, recogimos los platos y la ayudé a fregar. Mientras me
secaba las manos me fijé en la hora que había en un reloj que estaba colgado en
la pared.
Ali: Podrías pasar la noche aquí conmigo…- ofreció cogiéndome de las manos.
Yo:…lo dudes- finalicé la oración dándole cortos y rápidos besos en los labios.
Le fui besando el cuello mientras poco a poco le iba desabrochando los botones de
su camisa.
Cogió su pijama y abandonó el cuarto con velocidad. Me senté donde ella había
estado antes desanimada y pensativa ante su reacción. Estuvo un par de minutos
en el baño, yo seguí empanada hasta que entró de nuevo en el dormitorio.
Yo: No es nada. Tan solo pensaba que después de las veces que hemos estado
juntas tendrías la suficiente confianza como para que volviera a verte desnuda.
Yo: ¿Entonces?
Ali: Mírame.
Yo: Es cierto que me resulta muy extraño verte así, desde luego no me imaginaba
verte de esta manera, pero no me sirve de nada sentirme mal por ello. Lo único
que puedo hacer ahora es apoyarte y ayudarte a cuidar al bebé- le respondí
sincera.
Yo: No quiero que te justifiques, ni que te sientas mal, ¿vale? Voy a hacer como
que todo este tiempo que has pasado sin mi te has dedicado a comer para poder
desahogar tú tristeza por no tenerme a tu lado y que, como es obvio, has
engordado- bromeé sonriendo.
Yo: Estando embarazada, gorda o en silla de ruedas, eres la mujer más preciosa y
sexy del mundo- respondí besándola.
Yo: Estás agotada Alicia, cada vez que te sientas suspiras cansada, probablemente
no has parado en todo el día y eso para tu embarazo no va bien. Déjame como
mínimo que intente que te relajes un poco- le contesté siguiendo con el masaje.
Iba a darme las gracias pero me llevé un dedo a mi boca en señal de que no dijera
nada, ella me sonrió y se tumbó un poco más abajo para estar más cómoda. Fui
intercambiando las caricias en sus dos pies.
Ali: Es extraño saber que dentro de ti está creciendo una nueva vida. Estoy
tremendamente agotada, los mareos cada vez son más frecuentes y de cada vez
tengo las tetas más duras y grandes. Mira, algo bueno he sacado de todo esto- rio
al decir la última oración.
Yo: No seas boba, antes las tenías bien. Al menos a mí me gustaban- le contesté
con un poco de timidez.
Ali: Eso parece. Sé que debo controlar lo que como, pero hay veces que es
imposible contener las ganas-
Ali: No hay- giró su tronco de manera que su lado izquierdo de la cara estaba
apoyado contra el colchón- Ya me lo he acabado- admitió con una sonrisa
mirándome.
Ali: Prefiero la vainilla mil veces. El chocolate está bueno, pero llega a empalagar.
Nos quedamos en silencio y yo continué con el masaje, ella poco a poco fue
quedándose dormida. Al principio cerraba los ojos lentamente e intentaba no
dormirse, pero de cada vez le costaba más mantenerse despierta hasta que cayó
en un profundo sueño. Me levanté para apagar la luz y me tumbé con cuidado a su
lado. Pasé mi brazo por su costado abrazándola. Me parecía increíble estar así con
ella de nuevo. El día anterior a la misma hora me estaba comiendo la cabeza
porque ella no me había ido a ver, pensando que no le importaba lo suficiente y
ahora la tenía dormida en mis brazos esperando un hijo suyo. ¿Cómo podía
cambiar todo tan rápido y de una manera tan drástica? Estaba pensando en ello
cuando Alicia se dio la vuelta, quedamos cara a cara. Me acerqué a ella y besé su
frente con ternura.
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Desperté la mañana siguiente, de las dos fui la que lo hizo primero. Ali seguía
dormida a mi lado, abrazada a mí como si nada de los últimos dos meses hubiera
pasado. La única diferencia era que ella iba en camino de ser madre. Dios, aun no
podía asimilarlo del todo, pensaba que estaba a punto de despertar de un sueño.
El sueño más extraño y hermoso de toda mi vida. Me acerqué a ella y besé su
frente, después con delicadeza quité su brazo de encima de mí y me levanté
haciendo el menor ruido posible. Fui a su cocina y fisgoneé un poco en busca de
algo que pudiera prepararnos para desayunar. Hice un par de tostadas, cogí un
poco de zumo que había en su nevera y unas cuantas galletas y lo puse todo en
una bandeja. Procurando que no se me cayera nada volví al cuarto, ella seguía
dormida. Dejé la bandeja en la mesita de noche, me metí en la cama y me recosté
sobre ella un poco apoyando el peso de mi cuerpo en mi brazo. Con mi nariz
perfilé su rostro haciendo que ella moviera la cara, dejándola más cerca de mí
todavía. Me acerqué a su cuello y fui besándolo lentamente, subiendo a su oreja y
pasando por sus mejillas y boca.
Ella se movió un poco y abrió los ojos lentamente, al mirarme esbozó una amplia
sonrisa.
Ali: Hoy estás mimosa, ¿eh?- me dijo cogiéndome la cara entre sus manos.
Yo: Hoy estoy más enamorada si cabe de la mujer más maravillosa, preciosa,
inteligente e increíble del mundo- contesté besándola en los labios.
Yo: Déjame que lo piense…- dije mirando hacia arriba simulando estar pensando
en la respuesta- No.
Volví a acercar mis labios a los suyos, me separé y mientras ella se sentaba
apoyando la espalda contra el cabezal de la cama deposité la bandeja en sus
piernas.
Ali: Muchas gracias, aunque aquí hay demasiada comida para mí.
Yo: Lo justo y necesario para tres personas- respondí cogiendo una galleta.
Ali: Una de las razones por las que no te conté mi embarazo fue porque sabía que
había muchas probabilidades de que no te marcharas, pero también temía que no
lo aceptaras y que me rechazases- me confesó bebiendo el zumo.
Yo: ¿Cómo se te ocurre pensar eso? ¿De verdad me veías capaz de dejarte tirada
esperando un bebé?- le pregunté un poco ofendida.
Ali: No, no, claro que no. Pero habíamos tenido una temporada muy mala y tú
estabas completamente furiosa conmigo, nunca te había visto tan enfadada. Y
entonces pensé: Si a mí me odia ¿cómo no va a hacerlo con el bebé?
Yo: Nunca te he odiado Alicia, he estado muy enfadada contigo pero nunca te he
odiado. ¿Cómo podría hacerlo? A mis ojos eres la perfección en persona, por más
que buscase no encontraría nada de ti que pudiera odiar- le contesté como si la
respuesta fuera obvia.
Yo: Adoro cada gesto, manía y expresión tuya. Sobre todo me parece
extremadamente tierno y dulce esa manera que tienes de arrugar la nariz cuando
te ríes o estás muy contenta- le contesté tocándole la punta de la nariz.
Yo: Te amo.
Ella me acarició la mejilla con una de sus manos mirándome con ternura.
Ali: Añoraba estar así contigo- me dijo echando la cabeza hacia atrás quedando así
más cerca de mí.
Yo: Creo que será lo mejor, me gustaría hablar con mi padre ahora que debe de
estar más calmado.
Ali: Claro.
Yo: ¿Te acuerdas de aquel día en el parque en el que yo estaba con los chicos y tú
con Andrés?
Ali: No le besé porque quisiera. Los dos habíamos quedado para hablar, quería
decirle que estaba embarazada de él. Me dijo que no quería responsabilizarse del
niño y que me daría una pequeña pensión para poder cuidarlo tal y como te dije.
Empezó a ser más cotilla y me preguntó si tú lo sabías, le dije que no.
Exactamente no sé por qué le conté que te había mentido con lo del embarazo
para que te marcharas a Barcelona, y en ese justo instante vosotros entrasteis al
parque. Me dijo que si no le daba un último beso cuando tú nos estuvieras
mirando te diría todo. No tuve más remedio que hacerle caso.
Ali: ¿Por qué te liaste con ese tío en la discoteca? Es decir, la razón creo que es
más que obvia, estabas enfadada conmigo pero…- lo dejó inacabado.
Yo: Aquella noche salí a beber a un bar para poder sacarte de mi cabeza durante
un par de horas, me encontré con un conocido y le conté mis penas. Luego al ir a
la discoteca tú ya habías desaparecido de mi mente pero al verte se me removió
todo. Me enrollé con él porque sabía que estabas mirándonos, quería ponerte
celosa, quería que te sintieras tan mal como yo me estaba sintiendo- le expliqué-
No te imaginas cómo me arrepiento de esa noche Alicia, lo siento mucho.
Yo: No te pegué porque me besaras sin mi permiso, lo hice porque no fui capaz de
separarme de ti.
Ali: ¿Quién te dijo que tuvieras que hacerlo?- me preguntó moviéndose hacia la
izquierda y girando su cuello de manera que quedamos a escasos centímetros.
Yo: ¿Por qué nos hemos hecho tanto daño?- pregunté mirándola a los ojos.
Ali: La vida no es fácil, siempre que estás en lo más alto algo te hace caer, y
mientras aún estás intentando levantarte habrá cosas que podrán volver a tirarte.
Pero al llegar al final te das cuenta de que todo ha valido la pena. La mía acaba de
empezar y yo ya lo siento así- me contestó apretándome las manos.
Yo: Coincido contigo. Todo lo que he sufrido por mi accidente, todo lo que he
llorado, todo ha valido la pena por estar ahora mismo abrazada a ti.
Ali: Me cuesta creer que tan solo esto haya valido la pena por todo tu sufrimiento.
Yo: ¿Cómo que tan solo? Estar así contigo es más de lo que hubiera podido
imaginar el año pasado.
Fui al salón para coger mi bolso, escuché sus pasos detrás de mí seguirme.
Yo: Si tienes algún problema, te duele algo, estás mareada o lo que sea, no dudes
en llamarme ¿vale?- le dije para asegurarme.
Ali: Que sí, no te preocupes por nada mi amor, si necesito algo yo te llamo- me
aseguró quitándome un mechón de pelo de la cara.
Yo: Bien.
Ella me sonrió, la atraje hacia mí y la besé rodeando su cintura con mis brazos.
Yo: Te amo.
Ali: Y yo a ti.
Ali: Adiós.
Bajé piso por piso hasta la calle, me metí en mi coche y conduje a mi casa. Hacía
minutos que la había visto y ya quería volver a su lado.
Yo: Pero mamá, si esta serie acabó ya hace años. ¿Qué haces viéndola de nuevo?
Reconocí cuál era inmediatamente, el uniforme azul con el símbolo del colegio tan
característico de El Internado.
Lucía: Tú la viste acabar hace años, yo me quedé a la mitad. Aprovecho ahora que
tú padre no está para poder verla de nuevo.
Yo: Es verdad, con esto de las vacaciones ya no sé ni qué día es- respondí
apoyando la espalda en el sofá.
Lucía: ¿Son las vacaciones lo que hace que no sepas qué día es o es una persona
que yo me sé que empieza por ‘a’ y acaba en ‘licia’?- me preguntó mirándome con
una sonrisa.
Lucía: No hace falta que lo jures, desde que has entrado llevas una sonrisa de
oreja a oreja.
Yo: La he echado mucho de menos, poder besarla y dormir junto a ella ha sido
algo increíble. Al despertar esta mañana y verla dormida abrazada a mí me he
sentido tan feliz mamá, después de todo este tiempo que he sufrido y lo he pasado
mal puedo decirlo. Soy feliz.
Yo: Y yo.
Yo: Sus padres la han echado de casa, ni siquiera saben que está embarazada-
confesé, no veía que hubiera nada de malo en que lo supiera.
Yo: Mintió, nada más decirles que era lesbiana empezaron a gritarle sin dejarla
terminar.
Lucía: ¿Y tú? Ayer me dijiste que sí pero ella estaba delante, conmigo puedes ser
sincera. ¿Preferirías que no estuviera embarazada?- me preguntó muy seria.
Yo: Pues claro que lo preferiría, las cosas para ambas serían mucho más fáciles.
Pero ella ha decidido tenerlo y yo voy a apoyarla en esto. He pensado en estudiar
un FP de auxiliar de psiquiatría, empezaré a trabajar y con un poco de suerte
podremos vivir juntas.
Yo: Es lo que quiero desde que supe que ella sería importante en mi vida- contesté
mirándola.
Lucía: Bien, pues tendrás que trabajar muy duro porque hasta que tenga al bebé y
mínimo los dos meses posteriores serás tú la que tenga que hacerse cargo de los
dos- me advirtió.
Yo: Lo sé, estoy dispuesta a hacer lo que sea para que no les falte de nada-
respondí firme.
Lucía: Si te soy sincera jamás me imaginé que fueras a salir con una mujer-
admitió después de unos segundos de silencio.
Yo: Te puedo asegurar que yo tampoco lo habría pensado, pero aquí estoy,
echándola de menos habiéndola visto hace menos de una hora.
Lucía: Me lo imagino, supongo que querréis recuperar todo este tiempo perdido-
contestó con un tono de voz en el que noté cierta picardía.
Yo: ¿Qué estás insinuando con ese tono de voz, mamá?- le pregunté mirándola
con los ojos entrecerrados.
Lucía: ¡Oh, vamos! ¿Me vas a decir que después de dos meses no queréis...?- dijo
poniendo cierto tono de voz de evidencia al dejar inacabada esa oración.
Yo: No sé qué crees que ocurrió anoche, pero lo único que hicimos en esa casa fue
dormir- le aclaré rápidamente.
Lucía: Tú quéjate y sonrójate, pero cuando notes que tu chica no quiera ni saber lo
que es el sexo, o bien no te deje ni respirar en todo el día, te acordarás de lo que
te he dicho. Al menos no tendré que preocuparme de que te quedes embarazada-
suspiró aliviada.
Lucía: Podría haber sido peor. Intenté hacerle ver que por mucho que le pese ya
no eres una niña pequeña, que ya eres lo suficientemente mayorcita para elegir
con quién estar y qué hacer. A fin de cuentas, es tu vida.
Yo: ¿Y…?
Lucía: Parece ser que lo entendió, te puedo asegurar que nada más verte lo
primero que hará será disculparse contigo, y no porque yo se lo haya dicho. Eso sí,
con Alicia quizás tendrás que darle un poquitín más de tiempo. Entiende que para
él no es fácil saber que estás saliendo con la persona que tanto nos ha hecho sufrir
a todos. Pero te puedo asegurar que acabará adorando a Alicia, lo hacía antes de
que salierais y lo hará ahora- me dijo tranquilizándome.
Yo: Eso espero. Yo lo único que quiero es ser feliz, y con ella lo soy mamá. Sé que
lo que hizo no estuvo bien, a mí también me dolió, pero hoy en día ¿quién estaría
en una relación si no se perdonaran las cosas?-
Yo: Hola- lo saludé con voz floja pero lo suficientemente fuerte como para que me
escuchara.
Antonio: Algo cansado y sudado como podrás ver- bromeó sonriendo- ¿Y tú?
Yo: Muy bien.
Asintió con la cabeza, se movió un poco y con la mano golpeó suavemente el sofá.
Antonio: Quiero disculparme por cómo me comporté ayer, por cómo os traté a ti y
a Alicia. Por favor, no hagas caso a lo que te dije- se disculpó, noté en sus ojos su
arrepentimiento.
Yo: No te preocupes papá, no pasa nada. Entiendo que reaccionaras así, en cierto
modo no puedo culparte de nada. Cuando me enteré de lo que me hizo Alicia hice
cosas peores- contesté sonriendo un poco.
Antonio: Me imagino. Es que te miro, tan preciosa y mayor que estás ya, veo que
estás haciendo tu vida y pienso: ¿Dónde quedó esa niña pequeña que no podía
dormir las noches de tormenta sin que le acariciaran el pelo? ¿Dónde quedó esa
niña pequeña a la que le aterrorizaban los fuegos artificiales? Por más que lo
intente y me cueste, se me hace imposible aceptar que ya eres toda una mujer-
me explicó con nostalgia.
Yo: Sigo siendo esa niña, solo que ya no tan pequeña. Lo que no puedes evitar es
que crezca- le dije abrazándolo.
Antonio: Ya, ya lo sé- me besó en la cabeza- He pensado que una buena manera
de disculparme con Alicia y empezar de nuevo con ella sería invitándola a cenar
esta noche a casa.
Antonio: En serio. ¿Qué te parece?- me preguntó con una sonrisa de oreja a oreja.
Yo: Me parece maravilloso. Gracias, sé que no es del todo fácil para ti- lo volví a
abrazar.
Lucía: ¿Ya habéis hecho las paces?- nos preguntó asomándome por la puerta.
Ali: Y yo- dijo dejándome pasar y cerrando la puerta- ¿Qué haces aquí? Pensaba
que ibas a llamarme.
Yo: Te he traído esto- dije sacando una gran tarrina de helado de vainilla con
caramelo y nueces de Pecán.
Ali: No sabes (beso) cuánto te amo (beso) en este mismo (beso) instante (beso).
Yo: Claro.
Fue a la cocina, cogí una silla y me senté enfrente de la barra americana, ella hizo
lo mismo pero en el lado de la cocina.
Ali: Mmmm, cuánta falta me había hecho- murmuró al llevarse una cucharada a la
boca.
Yo: Vaya, ya veo lo que me necesitas, creo que aquí sobro- le dije fingiendo estar
molesta y ofendida.
Ella abrió los ojos inmediatamente (que los había cerrado al probar el helado) y
me miró con angustia.
Yo: Ali tranquila, era una broma, no pasa nada- le contesté al ver lo afectada que
estaba, pude ver en sus ojos su terror.
Ali: Yo… lo siento, no sé qué me pasa- sollozó mientras dos lágrimas resbalaban
por sus mejillas.
Yo: Eh, no te pongas así mi vida, ya está, no pasa nada- le susurré abrazándola.
‘Sí que está sensible’ pensé. ‘Será por el embarazo o algo. Más te vale tener
mucha cautela los próximos seis meses’
Yo: Shh no llores, sabes de sobra que no soporto verte llorar- le dije acariciando
su espalda- No me vas a perder, no me perdiste nunca ¿me has oído?
Yo: Al final he acabado yo sintiéndome mal- reí limpiándole las lágrimas con mis
pulgares.
Yo: No te preocupes Alicia, ya está. Tan solo no me obligues a verte llorar otra vez
¿de acuerdo?- le dije mirándola a los ojos.
Ali: De acuerdo.
Le sonreí y volví a besarla, ella rodeó mi cuello con sus brazos. Su lengua estaba
fría por el helado, pero al juntarse con la mía no tardó en volver a tener la
temperatura correspondiente, incluso más caliente aún.
Yo: Aparte de que estaba deseando verte he venido aquí para informarte de una
cosa- le dije separándome un poco de ella.
Yo: Que no. ¿Quieres dejarme acabar?- le dije riendo ante su impaciencia.
Yo: No tienes que asustarte de nada bobita. Mi padre quiere que vengas a cenar
esta noche- le contesté cogiéndole las manos y sonriendo.
Ali: ¿Y dices que no tengo que asustarme de nada?- preguntó enarcando una ceja.
Ali: ¿Por qué no me has avisado con tiempo?- reprochó un poco nerviosa.
Ali: Pues porque son tus padres, con los cuales tuve una discusión sobre si te
amaba o no hace menos de dos días- me recordó.
Ali: Aun así no puedo evitar ponerme nerviosa al pensar que voy a cenar con los
padres de mi nov…- se calló antes de acabar esa palabra, probablemente
pensando que aquello no era cierto- Con tus padres.
Aquello me hizo pensar. Otra vez juntas, ¿y qué éramos? Nada, absolutamente
nada. No es que me molestase, pero sí que me había hecho reflexionar un poco
sobre la situación entre nosotras dos, ella parecía estar pensando en lo mismo que
yo. Mi impulso en ese momento casi me llevó a pedírselo en ese mismo instante,
pero me detuve. Si tenía que hacer algo, iba a hacerlo bien.
Yo: Pues deja el nerviosismo de lado, a las ocho y media tenemos que estar en
casa- le informé después de unos segundos de silencio.
Yo: Tienes tiempo de sobra para hacer todo lo que necesitas hacer.
Yo: Mi amor, no tienes por qué arreglarte, te pongas lo que te pongas estarás
preciosa- le dije al verla tan indecisa.
Ali: Pero…
Yo: ¿Entonces?
Su pregunta me dejó un poco descolocada, ¿no era que no quería que la viera
desnuda? Bueno, desde luego que yo no le pondría ninguna pega.
Salí del baño, fui a su cuarto, cogí la ropa y volví. Al entrar ella estaba enfrente del
espejo, aun desnuda, mirándose en el reflejo tocándose la barriga, no se dio
cuenta de mi presencia. Dejé la ropa, la abracé por la espalda poniendo mis manos
en su vientre sobre las suyas y la besé en la mejilla tiernamente.
Yo: En verdad, no sabes lo que me gusta vernos así, como una familia. Tu hijo, tú
y yo.
Ali: Nuestro hijo Ainhoa. Desde el momento en el que decidiste estar conmigo a
pesar de las circunstancias es tan tuyo como mío- me corrigió.
Yo: Gracias.
Yo: Por todo. Por amarme, por no ser egoísta al anteponer mi futuro a tu felicidad,
por darme una familia, por protegerme, por cuidarme, por hacerme sentir única y
especial, por hacerme feliz.
Ella se giró entre mis brazos y quedamos cara a cara, pasó sus manos por mi
cuello.
Ali: No hay nada que debas agradecerme, ni tan siquiera lo intentes- me susurró
besándome.
Crucé mis brazos en su estrecha cintura mientras aquel beso, que había
comenzado siendo tierno e inocente, se estaba tornando apasionado y lujurioso.
Su cuerpo, al estar tan pegado al mío, fue rozando la toalla que me cubría
llegando al punto en el que se cayó al suelo dejándome desnuda. Sus besos se
desviaron de mi boca a mi cuello, acelerándome el pulso al instante. El llevar tanto
tiempo sin satisfacerme sexualmente, tener a Alicia desnuda, enfrente de mí,
besándome el cuello y sentir sus pechos rozar los míos hizo que pasara de cero a
cien en cuestión de segundos. Estaba extasiada, sintiendo cómo reaccionaba mi
cuerpo ante sus caricias cuando recordé que mis padres nos esperaban para cenar.
Sabía que si no la detenía en ese mismo instante perdería el control y entonces no
habría nada que pudieran hacer para evitar que la llevara a la cama y le hiciera el
amor como nunca antes. En ese momento me mordió el cuello levemente,
entonces me corregí a mí misma. No me había hecho pasar de cero a cien, me
había hecho pasar de cero a un millón.
Yo: Ali- la detuve con un gemido aun con los ojos cerrados, intentando calmar mi
respiración para no abalanzarme sobre ella.
Ali: ¿Te he hecho daño? ¿He hecho algo que te moleste?- me preguntó angustiada.
Yo: No, tranquila, no me has hecho daño. Créeme cuando te digo que el esfuerzo
que estoy haciendo ahora mismo para no llevarte a la cama y hacerte el amor es
sobrehumano, porque lo estoy anhelando, pero no podemos hacerlo ahora.
Tenemos que estar en mi casa a las ocho y media- le recordé.
Bajé mi vista y pude apreciar que mis pezones estaban duros a diferencia de los
suyos. Me avergoncé bastante.
Se acercó a mí, me puso contra la pared y empezó a besarme otra vez. Iba a
replicar, a volverle a decir que no íbamos a llegar a tiempo, cuando sentí dos de
sus dedos recorrer mi entrada vaginal recogiendo mis jugos y apretando adrede mi
clítoris que estaba durísimo también. No pude contener un gemido.
Ali: Si ya estás así y apenas te he tocado, no me quiero imaginar cómo te habrías
puesto si hubiera continuado- me dijo separándose de mí.
Abrí los ojos y la miré, tenía los dos dedos que me habían tocado empapados de
mis flujos levantados. Sin dejar de mirarme se los metió en la boca y los chupó.
Aquel acto me excitó y sorprendió a la vez.
Ali: Buenísima.
Yo: ¿Buenísima? Tú sí que estás buena- bromeé dándole una pequeña cachetada
en la nalga- Venga, a vestirse.
Ali: ¿Te gusta?- me preguntó insegura haciendo una mueca con la cara.
Yo también sonreí y puse mis manos sobre su barriga, acariciándola. Ella me miró
y yo la besé sin apartar mis manos de ella. En un principio puede ser que no me
contentara mucho con lo del bebé, pero tan solo habían pasado dos días y ya lo
quería.
Ali: Es un vino que me dejo la chica que me alquiló el piso. No lo rechacé por
cortesía y porque es de los buenos- me dijo enseñándomelo- Al menos si voy a tu
casa que no sea con las manos vacías.
Ella asintió y sonrió. Di la vuelta a la llave y abrí la puerta, el olor a comida nos
llegó enseguida.
Antonio: ¡Hola chicas! Sois puntuales eh, las ocho y media justas- nos saludó.
Antonio: Siempre ha sido así. Hola Alicia, gracias por venir hoy- le dijo dándole un
abrazo y dos besos.
Lucía: ¿Dónde está nuestra invitada?- dijo mi madre apareciendo con el delantal
puesto.
Lucía: Hola Alicia, que guapa estás hoy. Bueno, que guapa lo estás siempre, pero
hoy en especial- le dijo respondiéndole al abrazo.
Ali: Muchas gracias- agradeció de nuevo sonriendo, sus mejillas estaban teñidas
de rojo.
Ali: No quería aparecer sin nada. Y una cosa. Yo os tutearé si vosotros me llamáis
Ali en vez de Alicia- los advirtió mirándolos.
Antonio: Antes que nada, quería disculparme por lo que te dije ayer. Sé que no ha
debido de ser fácil para ti ser lesbiana y tener unos padres que sabes que no van a
entenderlo, y que además por querer encubrir tu verdad casi hayas perdido a la
persona que amas, porque no dudo que ames a mi hija. Pero entiende también
que para nosotros tampoco ha sido fácil verla de esa manera, sin saber si iba a
recordarnos o no.
Cogí la mano de Alicia, la llevé hasta mí y rodeando su cintura con mis brazos la
besé. Ella me respondió un poco cortada.
Lucía: Eso sí que no te lo voy a negar. Ven que te doy las cosas- le dijo, las dos se
fueron a la cocina.
Yo: Sí, la pobre está hecha un flan, aunque sé que está haciendo todo lo posible
para relajarse- le contesté haciendo espacio en la mesa, mi padre empezó a
ayudarme.
Yo: No, que va. Ella es así de tímida, a veces incluso conmigo. Ayer no quiso ni
cambiarse delante de mí porque le daba vergüenza que le viera la barriga.
Luego recordé lo que había pasado esa misma tarde en el baño cuando nos
duchamos juntas, y lo que ocurrió al salir, aquella fogosidad que le entró de
repente a ella. Una sonrisa se escapó de mis labios.
Antonio: ¿Hay algo que podamos hacer para que se sienta más cómoda?
Yo: Tratarla tal cual como la estáis tratando ahora mismo. Al principio puede ser la
persona más tímida, pero cuando coge confianza es un amor de persona.
Ali: Muchas gracias por invitarme, ha sido una noche fantástica- les dijo
despidiéndose.
Lucía: De nada mujer, si tienes más dudas sobre el embarazo sabes que puedes
contar conmigo- le dijo dándole dos besos.
Antonio: Espero que repitamos otra noche con Natalia- comentó abrazándola.
Lucía: Antes de que te vayas quiero decirte una cosa. Ainhoa me ha contado la
discusión que tuviste con tus padres y que ahora estás viviendo sola, espero que
no te enfades con ella por esto. Quiero que sepas que puedes contar con nosotros
para lo que quieras y necesites, esta es tú casa- le dijo mirándola con afecto.
En ese momento me alegré de que mi madre se preocupara tanto por Alicia, pero
temí que le molestara que les contara sus problemas a mis padres.
Ali: Muchas gracias, lo tendré en cuenta- le agradeció abrazándola por última vez.
Antonio: ¿Por qué no hacemos una cosa? Te llevo yo a casa. Tú iras con nosotros,
Ainhoa volverá conmigo. Todos contentos- se ofreció.
Yo por mi parte estaba rogándole con la mirada que hiciéramos exactamente eso.
Yo: Sí que hace falta Alicia. ¿Y si te hace algo el taxista? O en el peor de los casos,
conociéndote, ¿y si vas andando y te pasa algo?
Yo: Sí, sí que me preocupo. Es muy peligroso salir a la calle tan tarde sola. Una
chica como tú, tan atractiva y llamativa no va a pasar desapercibida ante cualquier
degenerado que te puedas cruzar. No quiero que te ocurra nada - susurré
intranquila mirándola.
Yo: Te amo.
Mi padre cogió las llaves, nos metimos en el coche y Alicia fue indicándole el
camino a su casa. Cuando llegamos ella se lo agradeció mil veces a mi padre, nos
despedimos (muy, muy a mi pesar) y volvimos a casa. Nada más tocar el colchón
caí rendida, estaba agotada.
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1 mes después
Poco tiempo era el que había pasado desde que afortunadamente me enteré de
que Alicia estaba embarazada, pero eso no significó que no fuera el tiempo en el
que más feliz había sido. Después de todo lo que habíamos vivido Alicia y yo aquel
mes fue la primera vez que habíamos estado juntas de verdad. Es verdad que ya
lo habíamos estado antes, aquella semana en la que fuimos amantes hacía ya tres
meses en la que la hice mía por primera vez, antes de que ocurriese todo lo que
ocurrió, antes de pensar que jamás iba a volver con ella, antes de querer odiarla
con toda la fuerza posible. Cómo olvidar aquella semana. Pero no habíamos estado
completamente juntas, no como en aquel último mes. No teníamos que
preocuparnos por lo que dirían nuestros padres si se enteraran, no teníamos que
sentir la furia y la rabia de los celos cuando teníamos que fingir delante de Andrés
y Sergio que entre nosotras no había nada más que una bonita amistad, no
teníamos que sentirnos culpables por serles infieles (a pesar de que se merecían
eso y muchísimo más), no teníamos que preocuparnos en nada más que no fuera
ella, el bebé y yo. Por primera vez en mucho tiempo habíamos conocido lo que era
la paz y la tranquilidad, lo que era despertar por la mañana y mirarnos sabiendo
que nada ni nadie se interpondría entre nosotras (y pobre del que lo intentara, no
tendría compasión alguna con nadie), que nada iba a hacer que nos separásemos
otra vez, que nada iba a impedir que nos amásemos como tan solo nosotras
sabíamos. Y lo merecíamos. Después de tanto sufrimiento merecíamos ser felices.
Yo por mi parte podía asegurarlo, sería feliz mientras ella estuviera a mi lado.
Mientras eso fuera así no podría evitar sentirme invencible.
A pesar de todas las veces que nos habíamos quedado solas, tanto en su casa
como en la mía, ni una vez pudimos hacer el amor. ¿La razón? No, no era que no
quisiéramos, porque lo deseábamos con desespero. La razón era que siempre que
lo intentábamos (que no eran pocas) siempre algo nos interrumpía, ya fuera la
visita inesperada de Marta y Javi, la de mis padres o cualquier llamada urgente
que hacía que una de las dos tuviera que parar (llamadas telefónicas, en efecto,
pero también llamadas de la naturaleza. Que a mí me bajara la regla un día antes
del previsto para estar con Alicia se me había presentado en una ocasión, y a
pesar de intentar convencerla de tan solo satisfacerla a ella, se resistió). La
tensión sexual que había entre ambas era palpable, y yo iba más salida que el pico
de un armario. ¿Que por qué no me masturbaba y acababa con mi sufrimiento? El
poco tiempo que tenía para mí sola era por las noches ya que tenía clase por las
tardes excepto los viernes, y yo al final del día estaba demasiado agotada como
para ponerme a darle al temilla. Así pues no tenía otra opción que esperar que al
mundo le diera por ser compasivo con nosotras y que nos dejara ya de una vez
hacernos gritar del gusto. Y sí, esta insatisfacción sexual hacía que tuviera un
humor de perros. Y mucho más al ver a esa amiga de Alicia tan cerca de ella, se
llamaba Jennifer o ‘Jenny’, tal y como la llamaba Ali en tono cariñoso. Ellas dos se
conocían de antes y habían tenido la casualidad de estar en la misma clase. No era
que no me gustara que ella tuviera más amigas, pero ella en especial me ponía
enferma. Por suerte Alicia había aclarado a todos los de su clase sus preferencias y
que tenía pareja, de hecho ella me decía que les hablaba mucho de mí y que
Jenny y Samuel, o Samu, otro amigo suyo, tenían muchas ganas de conocerme.
Lucía: Alicia no podría ser más mona y simpática- comentó mi madre al llegar a
casa.
Aquella tarde habíamos quedado Ali y yo con mis padres para ir a dar una vuelta e
ir a comer un helado, con alegría podía decir que se estaban empezando a llevar
de maravilla.
Yo: Ya os dije que cuando pierde la vergüenza es un amor de persona- respondí
mientras nos sentábamos en el sofá.
Antonio: Las dos tenéis mucha suerte de haberos encontrado- opinó mirándome.
Yo: Lo sé.
Antonio: Y a este paso no lo seréis nunca- mi cara se puso seria- Lleváis más de
un año con todo este rollo, sufriendo y pasándolo mal, y un mes en el que de
verdad habéis conectado. ¿A qué estáis esperando?
Yo: No, no es eso. Bueno, realmente no lo sé, no he hablado de esto con ella-
respondí mirándola.
Antonio: Tan solo es una etiqueta, no tenéis por qué ponerla si no queréis, pero
después de todo lo que habéis pasado creo que merecéis ser algo por una vez-
opinó.
Se levantó ella también dejándome sola y pensativa. Era cierto que de eso con ella
no lo había hablado, y como bien habían dicho era solo una etiqueta, pero era una
etiqueta que sinceramente a mí me hacía bastante ilusión obtener. Ayudé a mi
madre a preparar la cena, comimos los tres juntos y me fui a la cama enseguida.
Poco a poco (muy poco a poco) fueron pasando los días y por fin llegó el viernes
tan ansiado. Había quedado con Alicia, y con Marta y Javi una hora más tarde,
queríamos estar un poco solas ella y yo. Habíamos acordado Ali y yo encontrarnos
en el parque de siempre a las cuatro y media, yo había llegado quince minutos
antes. Estaba impaciente por verla. Daba vueltas, observaba el suelo y sobre todo
no podía dejar de mirar la hora en el móvil. Entonces me di la vuelta y la vi a
menos de diez metros de mí. Esbocé una enorme sonrisa al verla, noté que ella
también y sin poder contenerme corrí hasta ella. La abracé con fuerza e incluso la
levanté un poco del suelo, ella respondió al abrazo rodeando mi cuello con sus
brazos.
Ali: No quiero volver estar tanto tiempo sin ti, no lo soporto- me susurró
volviéndome a abrazar.
Ali: Bien, estoy bien. Aún me sigo mareando pero bueno, es algo que se me
pasará.
Yo: ¿Segura que es normal que te marees tanto?- quise saber preocupada.
Ali: Dejemos de hablar de las cosas de clase y vamos a relajarnos ahora que por
fin estamos juntas- me dijo volviéndome a besar.
Le sonreí y le cogí las manos mientras nos mirábamos fijamente las dos.
Ali: ¿Te he dicho alguna vez que tienes unos ojos preciosos?
Yo: No.
Nos sentamos en un banco que había cerca nuestra, ella apoyó su cabeza en mi
hombro y yo entrelacé los dedos de nuestras manos y con mi otro brazo la abracé.
Empezamos a hablar de lo que nos había pasado durante estos días mientras nos
dábamos arrumacos y besos, no podía ni quería dejar de acariciarla.
Yo: Hasta hoy pensaba que no tenía ningún punto débil, ya sabes que tengo un
carácter muy fuerte y que no me dejo llevar fácilmente. Me acabo de dar cuenta
de que sí que tengo uno.
Yo: Tú- respondí mirándola con ternura- Si te pasara algo con el embarazo o con
cualquier otra cosa no sé qué haría.
Ali: ¿Por qué? Ya te dije que es tan hijo tuyo como mío. No todo el mundo habría
hecho lo que has hecho tú.
Yo: Hice lo que cualquier enamorado haría por la persona a la que ama- contesté
sincera.
Ali: No Ainhoa, no cualquier persona lo haría, por muy enamorada que esté, no
seas tan humilde quitándole importancia al asunto. Fuiste muy valiente y te lo
agradez…- la interrumpí antes de que acabara.
Yo: Tal y como me dijiste un día poco después de que empezáramos a vernos por
primera vez, no me lo agradezcas porque parece que te hubiera hecho un favor- le
recordé.
Ali: Podría ser si no me volviera tan loca como lo hace Ainhoa- concluyó
besándome.
Ali: A mí también- coincidió- Y en el caso de que sea niño debo decirte que no te
dejaré escoger, Iván me encanta.
Javi: ¡Ven aquí enana!- exclamó abrazándome con fuerza, pude ver que Marta iba
a saludar a Ali.
Reímos las dos, me acerqué a ella y la abracé con fuerza, Ali estaba haciendo lo
mismo con Javi.
Javi: Y nosotros a vosotras, pero vaya bienvenida me has dado. Ya sé con quién
no meterme.
Yo: Viene un tío al que no reconozco, se acerca a ella y simula que la besa en mis
narices. ¿Cómo esperabas que reaccionara?- le pregunté riendo.
Marta: Es que estabais tan acarameladas y juntitas que no pudimos evitar arruinar
el momento.
Reímos todos y empezamos a caminar hasta un café para entrar un poco en calor,
ya empezaba a hacer frío de nuevo. Pedimos nuestras bebidas, algo para picar y
charlamos alegremente de un poco de todo para ponernos al día. Tanto a Javi
como a Marta les iba de maravilla en la universidad, me alegraba mucho por ellos.
Poco a poco los minutos fueron convirtiéndose en horas, y yo de cada vez estaba
más nerviosa, tanto que me levanté repentinamente.
Con el corazón acelerado salí de aquel lugar, crucé a la calle de enfrente y entré en
una floristería. Estaba muy nerviosa, no había podido controlar las ganas. Estuve
mirando los escaparates hasta que la dependienta me atendió, escogí el ramo de
rosas que más me gustó sin importarme el precio y volví al café. Antes de entrar
me miré en el cristal de la puerta, suspiré y tras ponerme el ramo detrás de mi
espalda entré. Caminé poco hasta encontrar la mesa donde estábamos sentados
todos.
La miré a ella y entonces mi corazón empezó a palpitar más fuerte aún, estaba
sudando.
Yo: Nada más despertar aquel día en el hospital al verte me enamoré de ti, en un
principio no lo supe ni yo pero lo hice sin poder evitarlo. Hemos pasado por mucho
juntas, momentos buenos y malos, pero no cambiaría ni un segundo de ellos. Tuve
una charla el otro día con mis padres, y tenían razón. ¿A qué estamos esperando?
Merecemos dar otro paso más. Hemos sido desconocidas, hemos sido amigas,
hemos sido enemigas, hemos sido amantes…. Y es verdad que tan solo son
etiquetas, pero cada una de ellas definen nuestra historia y yo quiero tener aún
más. Es por eso que quiero preguntarte aquí, ahora mismo, delante de Javi, Marta
y toda la gente que nos esté mirando.
Me arrodillé y le enseñé el ramo de rosas que había estado oculto tras mi espalda.
Me permití mirar las caras de Javi y Marta que estaban con una sonrisa de oreja a
oreja, y luego miré la de Alicia. Se había llevado las manos a la boca pero por las
pequeñas arrugas que tenía a los lados de sus ojos supe que estaba sonriendo, y
yo también lo hice.
Ali: Pues claro que quiero ser tu novia- me contestó cogiendo el ramo.
Ella se levantó, puso sus manos en mis hombros y me besó con pasión. Pudimos
escuchar como los aplausos invadían el café. Cuando nos separamos ambas
estábamos sonriendo.
Ali: Te amo- me susurró al oído para que pudiera escucharla por encima de los
aplausos.
Yo: Y yo a ti.
Yo: Gracias.
Yo: Mi idea era llevarte a cenar y hacer algo un poco más íntimo y especial, pero
no he podido aguantar las ganas. Sé que no es la mejor manera de pedírtelo pero
así se ha dado.
Ali: Más o menos- le contestó con una sonrisa- Mi amor no te tortures, ha sido
perfecto. Entiende que para mí todo lo que hagas será siempre perfecto- murmuró
cogiéndome la mano.
Yo: ¿Te haces una idea de lo feliz que me has hecho al aceptar ser mi novia?- le
pregunté sentándome a su lado.
Dado que mis piernas estaban al lado de su cabeza hice que la pusiera sobre
estas.
Ali: Sí, creo que sí. Creo que tu felicidad se puede comparar con la felicidad que
siento al ser tu novia.
Yo: ¿Cómo es que mi hermana y tú os lleváis tan bien? ¿Hay algo que no me
hayáis contado?
Ali: Verás, como ya te dijimos ella fue la primera en saber que estaba enamorada
de ti y por alguna razón que desconozco nos hicimos más cercanas. Durante todo
lo que nos ocurrió ella y yo seguimos en contacto, ¿y a que no adivinas qué?
Yo: ¿Qué?
Ali: Ella me venía avisando desde algún tiempo que tú también estabas enamorada
de mí. Por aquel entonces se me hizo imposible creerla, simplemente lo veía
imposible. Ahora empiezo a creer que tu hermana es bruja o demasiado
observadora- bromeó haciéndonos reír.
Ali: De vez en cuando hablábamos, una de tantas veces de las que nos peleamos
no pude evitar llorar delante de ella. Desde entonces se convirtió en una especie
de confesora para mí, me ayudó muchísimo a pesar de saber que tú también
estabas sufriendo probablemente por mi culpa.
Yo: Ahora que hago memoria me acuerdo de una vez que insinuó que tú podrías
estar sintiendo lo mismo que yo. Al igual que tú no le hice caso, ¿cómo iba a
creerla a ella si cuando me lo confesaste tú misma apenas pude creerte?
Ali: Durante unos instantes me lo hiciste pasar realmente mal, estaba segura de
que esa era la escena más humillante del mundo- me miró con los ojos
entrecerrados.
Yo: Lo siento mucho mi amor pero entiende que me quedara en shock al oírte
decir lo que había estado deseando durante todo el año- me disculpé besándola.
Ali: Creo que en el fondo debo de dar las gracias a Sergio y todo. Si él no fuera así
de pesado e inoportuno jamás habría cogido el valor para besarte- admitió
mirándome.
Yo: Qué pena que ya no esté por aquí para poder agradecérselo- dije irónica.
Yo: La última vez que lo vi dejé su orgullo bastante tocado- sonreí maliciosamente.
Ali: ¿Y eso?
Yo: Al poco tiempo de vivir con Natalia después de todo lo que ocurrió se presentó
en su casa reclamándome que le hubiera puesto los cuernos contigo.
Ali: Supongo que ahí fue cuando bajó su autoestima- concluyó mirándome.
Yo: Bajó como la espuma. En resumen, te puse como una diosa del sexo. Le dije
que no te llegaba ni a la planta de los pies.
Yo: Lo estaba pero eso no significaba que no pudiera decir la verdad…- murmuré
empezando a besarla.
Ali: ¿Ah, sí? Así que soy una diosa del sexo- se rió mirándome.
Ali: No es eso, por supuesto que yo también quiero, sabes mejor que nadie que
me muero de ganas. Es solo que estoy muy cansada- se excusó ella.
Yo asentí con la cabeza aun sin mirarla, me sentía tremendamente cortada y ella
se dio cuenta de ello.
Ali: Mi vida mírame, no tienes por qué avergonzarte- me dijo cogiéndome la cara
para que la mirara- Me encanta cuando te ruborizas, te ves tan mona y tierna.
Yo: No, claro que no. Sabes que quiero que te sientas a gusto y cómoda para
hacerlo.
Ali: Sí, lo sé. Tengo suerte de que seas tan respetuosa en ese sentido.
Yo: ¿Te he presionado alguna vez para que hicieras algo en contra de tu
voluntad?- pregunté disgustada, si lo había hecho juraba por mi propia vida que
no había sido intencionalmente.
Ali: Mi amor puedes estar bien tranquila de que nunca me has obligado a nada, y
sé que nunca lo harás.
Yo: Con esto no estoy queriendo decir que vaya a hacerlo ni mucho menos, pero
nunca digas nunca- le dije mirándola.
Ali: A pesar de los pocos años de amistad que nos unen puedo asegurarte que te
conozco como la palma de mi mano, y de ti podría decir muchas cosas poniendo la
palabra nunca por delante sabiendo que no me equivocaré. De otro modo nunca
me habría enamorado de ti- me contestó, esto último con una sonrisa.
Yo: Deja de hacerme un lío y ven aquí- murmuré atrayéndola hacia mí.
Yo: Entonces según tu teoría puedo afirmar que nunca me cansaré de estar
así contigo.
Ali: ¿Ves? Mis hipótesis son muy buenas- dijo sin moverse, yo sonreí.
Yo: ¿Sabes qué es lo que está más bueno que tus hipótesis?
Ali: ¿Tú?
Yo: Sí, pero en este caso no estoy hablando de eso- bromeé, ella rio.
Me lo dijo con una voz tan neutra y decidida que no pude evitar reírme a
carcajadas. Ella empezó a mirarme con una sonrisa en la cara y las cejas
levantadas probablemente pensando la risa tan fácil que tenía, cosa que era
verdad. Era de esas que hasta en el momento más inoportuno cualquier cosa
podría hacerme reír descontroladamente.
Ali: Creo que hablar de mi hipótesis sobre las cosas que sé que nunca me harías
en más romántico que hablar de comida. Si sigues así te vas a poner gorda.
Yo: Mira quién lo dice, la que se come una tarrina enorme de helado en una sola
tarde.
Ali: Perdona pero lo mío son antojos muy difíciles de controlar. Tú eres una mujer,
creía que me entenderías- me dijo fingiendo estar ofendida.
Ali: Bueno, pues yo sí. No te culparé cuando me dejes por estar gorda y fea.
Yo: Ya te lo dije el otro día, te amaré igual tanto si estás gorda como si no. Y en el
caso de que fueras fea, cosa que no lo es en absoluto, para mí seguirías siendo la
mujer más preciosa del mundo.
Yo: Eso lo digo ahora y lo diré siempre. ¿Sabes por qué? Porque nunca he sido una
persona superficial y nunca lo seré- le dije usando su teoría.
Ali: Ahora es el momento en el que tengo que poner en duda mi hipótesis y lo que
acabas de decirme.
Yo: Sí, suena más cariñoso- respondí levantándome y yendo hacia ella.
Juntas preparamos algo para comer, cenamos y nos tumbamos en el sofá para ver
una película. Ya empezaba a hacer bastante frío así que no dudamos en
abrazarnos para compartir nuestro calor. La película fue transcurriendo y al acabar
noté que Alicia se había quedado dormida. No tenía más opción que llevarla en
brazos hasta su cama ya que dejarla durmiendo en el sofá le dejaría la espalda
molida y despertarla me daba mucha pena, se veía tan mona. El problema era que
no sabía si tendría la suficiente fuerza como para cargarla, ella era bastante alta a
diferencia de mí, medía un poco más de un metro setenta y cinco y yo apenas
sobrepasaba el metro sesenta.
Me levanté con delicadeza para no despertarla, apagué la tele y fui al cuarto para
hacer a un lado el edredón, así tan solo tendría que tumbarla y taparla. Volví al
comedor, me coloqué entre sus piernas, puse mis manos bajo su trasero (sí,
aproveché para tocar) y con toda mi fuerza la levanté, ella apenas se inmutó. De
camino al cuarto iba tambaleándome y caminando de lado, estaba segura que era
una escena bastante graciosa de ver. Con el paso acelerado llegué al dormitorio y
con toda la suavidad posible la dejé sobre la cama, sentía la cara caliente del
esfuerzo. ‘Creo que eso de con toda la suavidad posible te refieres a casi tirarla al
colchón’
Ali: Mi amor ¿por qué tienes la cara tan roja?- me preguntó adormilada.
Yo: Jo-der, si lo sé te des-pierto an-tes- murmuré con la voz agitada del esfuerzo.
Yo: No, he hecho un conjuro mágico y has aparecido en la cama- respondí con
ironía mirándola- Pues claro que te he llevado.
Yo: Ya, seguro. La próxima vez te lleva a la cama quién yo me sé- dije cerrando
los ojos.
Enseguida abrí mis ojos y la miré, tenía una gran sonrisa en su cara. Le encantaba
picarme de esa forma.
Yo: Antes de que esa tipa ponga un solo dedo encima de ti te llevo a la cama en
carretilla si hace falta.
Yo: Lo que sea para que ese cuerpo tan solo lo toque yo.
Ali: ¿Lo que es tuyo? Yo no veo por ningún lado tu nombre en mi cuerpo.
Yo: Mis labios, mis manos, mi piel y hasta mi saliva están tatuados invisiblemente
en cada rincón de tu cuerpo. Con eso basta y lo sabes.
Ella rió, se acercó aún más a mí y pegó su frente a la mía, yo entrelacé nuestras
manos.
Ali: Soy tuya incluso más de lo que soy mía- me susurró mirándome.
Yo: Sabes que es una forma de hablar y que en ningún momento estoy diciendo
que eres de mi propiedad ¿verdad?- le pregunté para asegurarme de que no se
estaba haciendo una idea errónea.
Yo: Entonces sí, eres más mía de lo que eres tuya- afirmé sonriendo.
Tan solo un pequeño movimiento de su cabeza bastó para que nuestros labios se
unieran dada la cercanía de nuestros rostros, apreté su mano contra la mía.
Ali: ¿Y tú?
Ali: Me gusta que me mires mientras duermo, me hace sentir protegida- susurró
con los ojos cerrados al cabo de un buen rato.
Yo: Entonces no dejaré de hacerlo hasta que me asegure de que estés bien
dormida.
Se acurrucó aún más en mi pecho y suspiró esta vez para dormirse de verdad.
Estuve mirándola dormir todo lo que pude, pero yo también tenía mis límites y caí
rendida.
Sonrió, se acercó un poco más y me besó en los labios. Estuvimos un buen rato en
la cama hablando y dándonos mimitos antes de levantarnos y prepararnos algo
para desayunar. La mañana se pasó rápida, la ayudé a limpiar un poco el piso y en
una revista estuvimos mirando muebles para que Alicia se hiciera una idea de
cómo ir amueblando el piso. Cerró la revista y se apoyó en el respaldo del sofá.
Ali: ¿Te vas a duchar con ropa?- me preguntó sacándome de mis pensamientos,
me había quedado embelesada mirándola.
Yo: No eres consciente de lo que me pone que te muerdas el labio de esa manera.
Es muy, muy sexy- le susurré antes de atacar su cuello.
Ali: Shh mi vida, tranquilízate- me intentó calmar ella- Ve tú, ahora salgo yo.
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¿Qué coño hacía ella ahí? No podía ser más inoportuna. De mala gana abrí la
puerta y la miré. Ella se quedó un poco sorprendida al verme, observó el número
de la puerta por si se había equivocado y volvió a mirarme.
Yo: No, este es el piso. Alicia está dentro- contesté, puse mi cabeza detrás de la
puerta y grité- Mi amor, tienes visita.
Yo: Pasa, pasa- le dije apartándome para que pudiera entrar pero no cerré la
puerta.
Jenny: ¿Y tú eres…?
Me extrañó que me preguntara eso. Sabiendo que Ali tenía novia y viendo tal y
como estaba en su casa ¿quién demonios se pensaba que era?
Jenny: Pues es un poco raro que tuviera muchas ganas de conocerte cuando este
mismo día he sabido de tu existencia- me contestó riendo un poco.
Mi cara debió de ser un poema, no podía ser, me estaba gastando una broma.
Sentí los pasos de Alicia venir hacia nosotras cuando ella me preguntó.
Justo en ese momento Alicia llegó a nosotras y la miré, su cara no era demasiado
reconfortante. En ese momento me sentí… ¿cómo decirlo? La palabra más acertada
sería engañada.
Ali: Jenny, ¿qué haces aquí?- le preguntó sorprendida y para cambiar de tema.
Jenny: Mira si eres despistada. ¿No te acuerdas que nos dijiste de quedar a Samu
y a mí para hacer el trabajo hoy?
Yo por mi parte estaba más que mosqueada y molesta, pude sentir las mejillas
calientes de la rabia. Toda la excitación que había podido tener antes se había
esfumado en un segundo.
Jenny: Creo que ella y yo no nos conocemos, ¿quién es?- le volvió a preguntar
amistosa y sin ninguna maldad, si supiera en el lío en el que la acababa de meter…
Bueno, mentira, Alicia se había metido ella solita.
En ese momento apareció por la puerta Samu que, al verme, abrió los ojos
atónito.
Samu: Ay madre mía Alicia, no sabía yo que tenías amigas tan guapas- comentó
mirándome descaradamente.
Aquello fue la gota que colmó el vaso, miré asesinamente a Ali. No, no me molestó
que me viera estando tapada tan solo por una toalla, me molestó que dijera
‘amigas’. Ella no pudo ni devolverme el gesto. Jenny al notar la tensión entre Ali y
yo le pegó un fuerte codazo. El chico aun así no pudo dejar de observarme.
Ali: ¡Samu deja de mirarla así ahora mismo!- le gritó celosa poniéndose delante de
mí para taparme.
Samu: ¡Lo siento! Pero es que si entro en tu casa y me encuentro con una mujer
así pues…- le contestó encogiéndose de hombros- Por cierto Ali, ¿quién es ella?
Yo: ¿Qué hay que explicar Alicia? ¿Que ellos esperaban encontrarse un hombre
junto a ti y no a mí, una mujer, y por eso nos mentiste?- la encaré perdiendo los
nervios.
Me estiró del brazo y me metió en la habitación sin poder evitar que dijera aquello.
Nos quedamos en silencio, yo estaba esperando a que ella hablara pero no se
atrevía.
Yo: ¿Cuándo ibas a decirme que después de dos semanas enteras sin verte habías
quedado para hacer un trabajo uno de los dos únicos días a la semana en los que
podemos vernos?- le pregunté alzando la voz.
Yo: ¿Cuándo ibas a decirme que en tu clase nadie tiene la menor idea de que eres
lesbiana?
Yo: No espera, esta es mejor. ¿Cuándo cojones ibas a decirme que tus amigos los
cuales supuestamente estaban deseando conocerme no tienen ni puta idea de
quién soy?- le pregunté bastante agresiva.
Ali: No les dije nada porque no sabía si iban a reaccionar bien o no. Quería
llevarme bien con todo el mundo- se atrevió a hablar.
Yo: Ya, y no sabías cómo iba a reaccionar yo si me enteraba ¿verdad? Qué
digo, probablemente pensabas que era tan imbécil que no me enteraría nunca.
Ali: No es verdad.
Yo: ¿Sabes qué es lo que más me molesta de todo esto? Ellos a mí me dan igual
porque estoy saliendo contigo y me importa una mierda si les parece bien o mal.
Lo que no logro entender es que tú misma hayas quedado hoy para hacer un
trabajo sabiendo que nos íbamos a ver- le reproché mirándola.
Ali: Te juro que no sé en qué coño estaba pensando ese día, hoy ni siquiera me
acordaba de ello. Quería estar contigo- me aseguró.
Yo: La semana pasada me dejaste tirada por lo mismo y por eso no nos pudimos
ver. Hace dos semanas te dije que no podíamos quedar porque tenía que estudiar,
por eso mismo te entendí y te dije que no pasaba nada. ¿Pero esta semana
también? Tenéis siete días a escoger y ¿tienes que elegir justamente el día que
tenemos para vernos? No quiero privarte de nada y que solo estés conmigo, pero
te extraño, te echo de menos y quiero tener al menos dos días contigo porque los
necesito, me hacen falta. ¿Y con qué me encuentro? Mi novia ha quedado para
hacer un trabajo y de rebote me entero de que me ha ocultado de sus amigos- le
expliqué realmente enfadada.
Cerró los ojos haciendo que sus lágrimas cayeran, puso su brazo en la cama y se
apoyó en su mano.
La miré con expresión neutra mientras acababa de ponerme los shorts, ella estaba
al tanto de lo que costaba hacer reserva en ese restaurante.
Yo: No te molestes, hace media hora que tendríamos que haber llegado y dudo
mucho que nos hayan guardado la mesa. Quédate haciendo el trabajo- respondí
cogiendo mi bolso.
La ignoré y caminé por el pasillo hasta llegar donde estaban Jenny y Samu,
probablemente habrían escuchado todo ya que no es que hubiera hablado
precisamente flojo.
Samu: Lo siento muchísimo Alicia, no tenía ni idea de que era tu novia. De haberlo
sabido te juro que no la habría mirado así- se disculpó, ella venía tras de mí.
Ali: Escúchame bien. Jamás vuelvas a decirme que me avergüenzo de que seas mi
novia porque no es verdad, ¿me has oído? Jamás- me dijo con la voz quebrada
ignorando lo que le había dicho.
Yo: Me has engañado de nuevo- murmuré intentando soltarme de sus manos, pero
ella me las apretó fuerte.
Ali: Dime que no te he perdido otra vez, por favor- me rogó sollozando.
Giré mi cabeza y la observé llorar. Ella juntó nuestras frentes y cerró los ojos.
Ali: Dime que no, dime que no por favor- repitió en un susurro y negando con la
cabeza, tragó saliva- No me hagas pasar por esto otra vez.
Me separé de ella, abrí la puerta y la miré por última vez antes de salir dando un
portazo. Me sentía engañada, triste, enfadada, decepcionada, furiosa… ¿El
embarazo le daba un poder mágico para mentir o qué? Salí de su edificio y
entrando en mi coche la pude escuchar gritar desde su piso.
Durante los siguientes minutos estuve comiéndome la cabeza hasta que el rugido
de mi estómago me sacó de mis pensamientos. Me fijé en la hora y me quedé
sorprendida, habían pasado dos horas. Tenía veinte llamadas perdidas y varios
mensajes en el buzón de voz de Alicia, ¿es que no se iba a cansar nunca? Decidí
pararme a comer algo sencillo en un bar y volví a casa cansada, tanto pensar me
había dado dolor de cabeza.
Lucía: Ainhoa ¿qué haces aquí? ¿No estabas con Alicia?- me preguntó sorprendida
al verme.
Le expliqué con todo detalle lo que había ocurrido (lo del baño no, no entré en
tanta especificación) y cómo se habían dado las cosas. Al acabar mi madre estaba
tan sorprendida como yo.
Yo: No, hoy no. Estoy demasiado enfadada como para hablar con ella y no quiero
decirle nada de lo que después me pueda arrepentir ahora que estoy en caliente.
Lucía: Te aconsejo que dejes de pensar y de preguntarte por qué lo hizo, porque
te vas a hacer una idea equivocada de lo que es en verdad. ¿Cómo has podido
pensar que te ha estado siendo infiel?
Yo: No lo sé mamá, son muchas las cosas que he pensado. Pero te puedo asegurar
que de todas esa es la idea más estúpida que he tenido- admití mirándola.
Lucía: No hace falta más que observar un poco para darse cuenta de que Alicia te
ama con locura. Se le nota en la mirada, se le nota en su actitud y hasta en la
cara. Y lo mismo puedo decir de ti.
Yo: Lo sé, no me siento bien al haber dudado de ella habiéndome demostrado mil
veces que me ama, pero eso no quita que esté cabreada con ella.
Lucía: Mira, deja ya de torturarte. Lo que hizo lo hizo por una razón y hasta que no
se te pase el mosqueo no podrás averiguarlo.
Lucía: Pues claro que tengo razón. Antes de ser madre he sido adolescente y
puedo asegurarte que ya he pasado por esto.
Lucía: Sabes que siempre voy a estar para lo que me necesites, no hace falta que
me agradezcas nada.
Le sonreí y ella reanudó lo que estaba haciendo antes de que yo llegara. Me quedé
tumbada en el sofá intentando relajarme un poco tal y como me había dicho ella.
Mi padre se levantó de la siesta, como le habían cambiado el turno y ahora
trabajaba por las noches no tenía más remedio que dormir por el día. Mi madre le
explicó por encima la razón por la cual estaba un poco distante y él se encargó de
sentarse a mi lado y sacarme un par de sonrisas. Aquella era la razón por la cual
los quería tanto, me parecía increíble que hubiera podido olvidarme de ellos, de
preguntarme quiénes eran y de no sentir nada hacia ellos. Mi madre nos informó
que aquella noche iríamos a cenar fuera para que me animara, me pareció una
idea estupenda para poder desconectar un poco. Decidimos arreglarnos un poco
para no ir del todo casual, esperamos que fuera una hora razonable para ir a cenar
y nos dirigimos al restaurante. La noche transcurrió sin ningún incidente, cenamos,
charlamos amenamente y bromeamos. A mi parecer fue una noche bastante
buena y divertida, sobretodo porque había conseguido mi objetivo, olvidarme
durante un par de horas de Alicia. Al salir del restaurante el frío caló en mis
huesos, había empezado a llover bastante fuerte y hacía un frío de perros, por
suerte íbamos en coche. Al llegar a casa mi madre aparcó un poco lejos del portal
así que nada más salir del coche tuvimos que sacas los paraguas y correr porque
aun así hacía tanto viento que era imposible no mojarse. Al llegar al portal tanto
mis padres como yo nos quedamos sorprendidos. Alicia estaba sentada en el suelo
completamente empapada y tiritando de frío, al levantar la vista se me quedó
mirando.
Yo: Alicia ¿qué haces aquí?- reaccioné inmediatamente corriendo hacia ella para
ponerla bajo la protección del paraguas.
Ali: Q-quería hablar cont-tigo de lo que p-pasó hoy. L-lo siento mu-cho- se
disculpó tartamudeando.
Yo: Shh no digas nada ahora- me agaché y llevé una mano a su mejilla, el tacto
me hizo querer apartarla al instante- Estás helada.
La interrumpí cogiéndola por el brazo con mi mano libre para levantarla, mi padre
ya había abierto la puerta así que entramos todos juntos y subimos al ascensor.
Estuvimos en silencio, yo tenía su mano cogida y la frotaba con las mías o le
echaba mi aliento para intentar que tuviera una temperatura normal. Se abrieron
las puertas del ascensor y entramos a casa.
Ali: P-pero…
Ella me miró durante un par de segundos, sus dientes castañeaban sin que ella
pudiera hacer nada. Me dio mucha lástima verla así.
Yo: Por favor- le rogué con la voz calmada y mirándola preocupada- Te vas a
poner enferma.
Al cabo de un buen rato sentimos la puerta del baño abrirse y Alicia apareció por el
comedor.
Ella le sonrió y luego me miró a mí, yo me levanté del sofá y nos dirigimos a mi
cuarto en silencio.
Ali: ¿Me puedo tapar con las mantas?- me preguntó un poco cortada.
Yo: No hace falta que me preguntes esas cosas después de todo lo que hemos
pasado- le contesté mientras se me escapaba una pequeña sonrisa ante la
ocurrencia de su pregunta.
Yo: ¿Por qué has venido? Es decir, ya sé que has venido para hablar pero
¿lloviendo y sin paraguas?
Ali: No quería esperar más para arreglar las cosas contigo y la lluvia me pilló a
mitad de camino de tu casa. Toqué el timbre pero como no respondía nadie supuse
que o estabas pasando de mí o no estabas en casa- me explicó después de dar un
largo trago.
Ella dejó la taza en mi escritorio y me cogió las manos temerosa de que volviera a
rechazarla, al ver que no las aparté cogió confianza. No me gustaba estar así con
ella.
Ali: Fui una estúpida, quería asegurarme de que si lo decía en clase nadie me iba a
juzgar o putear, ya bastante tuvimos con Sergio y Andrés como para que cualquier
otro imbécil se interpusiera entre nosotras. Temía que si te decía eso me dijeras
justamente todo lo que me dijiste, que me avergonzaba que fueras mi novia. Pero
créeme mi amor, si hay algo de lo que jamás me arrepentiré es de ser tu novia, mi
hijo y tú sois lo más importante que tengo.
Yo: ¿Es que acaso no tenemos confianza? Sé sincera por favor, te prometo que no
me voy a enfadar con tu respuesta sea cuál sea porque me interesa mucho
saberlo. ¿No confías en mí?
Ali: Si te mentí fue justo porque quería evitar esto. Claro que confío en ti, te
confiaría hasta mi vida y podría vivir bien tranquila. Es solo que no sabía cómo
ibas a reaccionar.
Yo: Si me hubieras dicho todo esto tal cual como me lo estás contando te habría
entendido perfectamente. Lo que me duele es que pensaras que no lo iba a hacer
y que prefirieras mentirme.
Yo: No digas eso- le dije suavemente mientras con mis manos levantaba su cara
para mirarla.
Ali: Es la verdad Ainhoa, no te merezco. Pero soy tan egoísta que te voy a pedir
que me perdones porque no soporto la idea de estar sin ti, no lo soporto- me dijo
negando con la cabeza mientras sus ojos empezaban a aguarse.
Yo: No eres imbécil y mucho menos egoísta, creo que eso ya ha quedado más que
claro- le susurré muy cerca de su cara.
Yo: Te perdono siempre y cuando me prometas, esta vez de verdad, que vamos a
hablar las cosas- le contesté mirándola, verla de aquella manera hizo que mi
enfado se esfumara en cuestión de segundos.
Pude notar que su piel aún seguía bastante fría y que a ella de tanto en tanto le
daban escalofríos.
Ali: Un poco.
Sonreí antes de volver a besarla, nos tumbamos de lado y pasé mi brazo por su
costado pegándola lo máximo posible a mí, ella hizo lo mismo conmigo. Nos
tapamos hasta arriba con las mantas.
Yo: ¿Mejor?
Ali: Siento mucho lo del restaurante, sé lo difícil que es hacer reserva ahí. Cómo
no, he tenido que fastidiarlo todo.
Yo: Bueno, eso sí que me va a costar aceptarlo- reí un poco para quitarle
importancia al asunto- Pero no te preocupes, no pasa nada.
Ali: Te lo recompensaré.
Ella se quedó unos cuantos segundos sin decir nada con expresión neutra, yo
estaba empezando a temer que se molestara por ello. Entonces empezó a reírse a
carcajadas.
Ali: Eso es un nivel de estupidez muy alto jajaja. ¿Cómo has podido llegar a esa
conclusión?
Ali: Me ofende un poco pero entiendo que estabas enfadada y sé que en esos
momentos se piensan cosas que no se sienten.
Yo: Sí. Si me hubiera explicado todo tal cual como lo ha hecho ahora desde un
principio nos habríamos ahorrado un mal trago pero bueno, ya está hecho.
Ali: ¡Ainhoa! ¿Estás bien? ¿Te has hecho daño?- se apresuró a preguntar
preocupada mientras me ayudaba a levantarme.
Yo: Me duele un poco aquí pero estoy bien- le contesté señalándole el punto dónde
me dolía.
Ali: ¿Pero tú estás loca? ¿Qué has hecho?- me preguntó mirándome, yo me senté
en la cama apoyando la espalda contra la pared.
Yo: ¡Yo qué sé! Antes de que pudiera abrir los ojos ya estaba en el suelo.
Ali: Sí, pero es la boba más tierna y guapa del mundo, y ¿sabes una cosa?
Yo: Dime.
Lucía: Tan solo he entrado porque he escuchado un ruido y no sabía qué era.
Alicia y yo nos miramos y empezamos a reírnos.
Ali: Jum, pues ahora no te hablo- puso cara de enfado, se giró y cruzó los brazos.
Yo: Con que no me quieres hablar ¿eh?- le dije al oído sin dejarla en paz.
Ali: Ainhoa no jajaja para por favor jajaja- me rogó entre carcajadas.
Decidí hacerle caso y paré, pero no la solté. Ella giró su cuello y me miró
sonriendo, se acercó y me besó. Yo le acaricié el pelo.
Yo: Te amo.
Ali: Y yo a ti.
Lucía: Bueno, cuando queráis desayunar apareced por la cocina, ya está todo listo.
Yo: Ali se tiene que ir, dejamos los domingos para terminar deberes de clase-
respondí un poco desanimada, no quería que se fuera.
Ali: Mi amor, creo que ayer no fui clara. ‘He acabado el trabajo’ significa que he
acabado con todo el trabajo que tenía.
Ali: Ya, pero ayer por la tarde por ser una estúpida e imbécil tuve mucho tiempo
libre.
Le sonreí y le cogí de la mano.
Ali: Claro, siempre que no sea una molestia- respondió mientras miraba a mi
madre.
Lucía: ¡Ainhoa!
Yo: ¿Pero por qué? ¿Es normal?- miré a mi madre, estaba hecha un manojo de
nervios.
Lucía: No creo que tarde mucho, un par de minutos nada más, estate tranquila.
Yo: ¿Seguro que es normal? ¿Y si algo va mal? ¿Y si hay alguna complicación con
el embarazo?- volví a preguntarle inquieta, preocupada sería poco para definir
cómo me encontraba en ese instante.
Lucía: ¡Ainhoa, respira un poco! A menos que el médico le haya dicho lo contrario
no tiene por qué haber algo mal, tanto ella como el feto están bien. ¿Te ha
comentado si el médico le ha dicho que es un embarazo de riesgo?
Sonreí un poco y volví a girarme para mirar a Alicia, su respiración era lenta y
pausada. Estuvimos un par de segundos así, mi padre seguía sosteniendo sus
piernas, se había puesto de rodillas en el sofá y había puesto los pies de ella en su
hombro para que fuera más fácil y cómodo. Yo seguía llamándola de tanto en
tanto, acariciándole la mejilla y pegándole suavemente. De cada vez estaba más
preocupada, el tiempo pasaba y ella no reaccionaba. Cuando estuve a punto de
volver a preguntarle a mi madre si era normal que estuviera tanto rato así ella
abrió los ojos lentamente y movió la cabeza, mirándome.
Yo: Mi amor por fin despiertas- le dije sonriendo con gran alivio y acariciando su
mejilla.
Yo: Te has desmayado. ¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo? ¿Estás mareada?- le
pregunté preocupada mientras la miraba.
Yo: ¿Segura?
Le retiré el pelo de la cara pasando mi mano por su frente y uní nuestros labios,
ella me cogió la mano. Al separarnos hizo el ademán de sentarse pero la voz de mi
madre la detuvo.
Lucía: Quédate tumbada durante unos minutos más, después si eso ya te sientas-
la aconsejó.
Ali: De acuerdo.
Lucía: Deberías haber visto cómo se ha puesto al verte, quería llamar a una
ambulancia y todo- le dijo a posta para hacerme avergonzar.
Yo: No me recuerdes esa época y ven aquí- le dije pasando mi mano por su nuca y
acercándola para besarla.
Pasaron unos cuantos minutos y ella se sentó, en ese momento notó que no
llevaba sujetador ya que este se le bajó al no estar abrochado e inmediatamente
se llevó las manos a sus pechos.
Yo: Por cierto, siento mucho haberles dicho a Jenny y a Samu que eras mi novia,
estaba muy cabreada y decepcionada porque pensaba que te avergonzabas de mí.
Ali: Te dije que no volvieras a decir eso, ¿cómo quieres que me avergüence de ti?
Todo lo contrario, me enorgullezco de ello. No tienes que disculparte.
Ali: ¿Podemos hablar de eso mañana? Estoy algo cansada- quiso evitar hablar del
tema abriendo la puerta y saliendo del coche.
Subimos a su piso en silencio, me sentía mal por haber descubierto algo que ella
no quería haciendo que sus amigos probablemente la juzgaran. La culpa me
carcomía. Al llegar a su casa lo primero que hice fue meterme en la cocina para
preparar la cena, ambas estábamos famélicas. A pesar de que la cocina no se me
daba muy bien Alicia me dio un voto de confianza. No estuve más de veinte
minutos en la cocina preparando macarrones ya que la pasta nos encantaba. Serví
los platos y nos sentamos a comer.
Ali: ¿Qué es lo peor que me puede ocurrir al probar esto?- bromeó antes de
empezar a comer.
Yo: Que mueras intoxicada- le seguí el rollo.
Mientras ella se llenaba el vaso de agua me atreví a probar los macarrones, y una
vez en la boca deseé no haberlo hecho. Era incomible.
Yo: ¿Te gustan?- pregunté simulando no tener ni idea de la bazofia que se estaba
llevando a la boca.
Ali: Sí, están muy buenos mi amor- mintió después de beberse el vaso para
quitarse el sabor como yo había hecho antes.
Yo: ¿Segura?
Ali: Que sí, te han salido muy buenos- dijo volviendo a meterse el tenedor en la
boca, tragó con rapidez y volvió a llenarse el vaso de agua.
Me causó gracia y ternura que quisiera ocultarme que no le gustaba para nada el
sabor. Pero no la detuve, quería saber hasta dónde era capaz de llegar.
Ali: Estaré encantada de comerlos- volvió a mentir con una sonrisa que se notaba
a leguas que era falsa.
Yo: Por Dios Alicia no finjas que te gusta y suelta esa porquería ahora mismo, no
se lo comería ni un cerdo.
Ella sin dudarlo tiró el tenedor al plato, se recostó en la silla y suspiró aliviada.
Ella rió, se acercó a mí y se sentó en mis piernas, rodeó mi cuello con sus brazos.
Ali: Gracias, la intención es lo que cuenta- repitió con un tono de voz burlesco.
Ali: Haré salsa de tomate para las dos y la pondré con los macarrones blancos que
han sobrado- me avisó al separarse de mí.
Recogí la mesa y tiré los macarrones que había hecho yo, me sabía mal
desperdiciarlos de esa manera pero es que ni las moscas se acercarían a ellos.
Alicia hizo la salsa en menos de diez minutos y cenamos, tuve el placer de poder
comer algo comestible y que estaba buenísimo. De ella no esperaba menos. Al
terminar de cenar recogimos todo y nos pusimos el pijama, ya se empezaba a
hacer tarde. Yo fui más rápida que Alicia por lo tanto me quedé observándola
mientras se quitaba la ropa. Tan solo el hecho de verla desnuda me puso a mil y
se lo hice saber. Me acerqué a ella, la abracé por la espalda y empecé a besarle el
cuello. Como tan solo tenía puestas sus bragas con cada mano cogí sus pechos y
los estrujé entre mis manos delicadamente.
Yo: ¿Te pasa algo conmigo Alicia? Hemos intentado incontables veces hacer el
amor y nunca hemos podido porque o nos han interrumpido, o me ha bajado la
regla o nos hemos calentado en un momento equivocado y poco oportuno, y
últimamente estoy sintiendo que me estás evitando en la cama poniendo excusas-
le dije un poco alterada- ¿Qué te ocurre? ¿Es que ya no te gusto?
Ali: ¿Por qué siempre te hago pensar justo lo contrario de lo que siento o pienso?-
se preguntó a sí misma- Mi amor pues claro que me gustas, me gustas muchísimo,
tienes un cuerpo de infarto y escandalosamente llamativo. Puedo asegurarte que
no me es desapercibido.
Yo: ¿Entonces qué ocurre? ¿No te gusta cómo lo hago? Si es eso puedo aprender,
eres la primera mujer con la que hago el amor y no sé cómo tratarte, te hago lo
que a mí me gustaría que me hicieran pero si a ti no te basta eso no sé, puedo
cambiar mi forma al hacerlo o tú puedes enseñarme qué es lo que te gusta- le dije
tratando de encontrar una manera que le gustara- Quiero que disfrutes tanto como
yo.
Ali: Ainhoa deja de decir cosas que no son. Te prohíbo rotundamente que cambies
tu forma de hacerme el amor porque así sí que estarás a dos velas, me encanta
todo lo que me haces.
Ali: Son las doce y media y mañana nos tenemos que levantar a las siete y si
ahora nos ponemos a hacer el amor vamos a estar toda la noche, porque créeme
que con las ganas que tengo te voy a dejar seca, por no hablar de que yo al
menos voy a despertar a todos los vecinos porque no podré contenerme a gritar.
No es que no quiera hacerlo, es que no podemos- me explicó cogiéndome las
manos a lo último.
Ali: No te preocupes, es normal. Sabes que yo estoy igual que tú o incluso peor-
me dijo levantándose para ponerse el pijama.
Yo: Es que llevo tanto tiempo sin sexo…- murmuré cerrando los ojos dejando caer
mi cuerpo en el colchón.
Ali: ¿No has vuelto a satisfacerte desde la última vez que lo hicimos?- preguntó un
poco sorprendida.
Yo: Mi amor, me he puesto cachonda con tan solo verte dos segundos desnuda,
creo que eso demuestra hasta dónde llega mi necesidad.
Ali: Jajaja no me rio de ti, es que me ha hecho gracia. Yo también llevo el mismo
tiempo que tú.
Yo: ¿Ah, sí?- le susurré acercándome a ella y mordiendo y lamiendo el lóbulo de su
oreja
Su comentario me sacó una sonrisa que se vio rota al abrir la boca y volver a
gemir, su mano se había metido en los pantalones del pijama y mis braguitas y
sus dedos estaban haciendo pleno contacto con mi clítoris. Antes de que volviera a
gemir audiblemente ella me calló de un beso, continuó moviendo lentamente sus
dedos sobre mi clítoris y de repente paró, sacó la mano de ahí y se tumbó.
Ali: Te dije que no jugaras con fuego, te advertí y ahora te has quemado. Me voy a
dormir porque me levanto en menos de siete horas.
Yo: Mi amor no puedes hacerme esto, no puedes dejarme así- le reproché casi sin
poder creerme lo que me estaba haciendo.
Ali: ¿Cómo que no? Lo estoy haciendo ahora mismo. Ahí tienes una baño por si
quieres darte una ducha o bien puedes acabar tú solita- contestó mirándome
maliciosamente, hasta ella era consciente de lo cruel que estaba siendo conmigo
en ese momento.
Yo: Hace demasiado frío como para darme una ducha ahora y no pienso tocarme
delante de ti.
Ali: ¿Por qué no?- me preguntó mirándome con una ceja levantada, sabía la gracia
que le debía estar causando esa situación.
Ali: Entonces tendrás que esperar hasta el viernes porque no pienso tocarte antes.
Ali: Te dije que te compensaría por lo del restaurante, llevaba un par de semanas
planeando llevarte a un hotel para pasar un fin de semana tan solo tú y yo y la
oportunidad para decidirme del todo se ha presentado así que…
Ali: Exacto, a no ser que quieras acabar con tus grandes ganas en solitario-volvió
a decir sonriendo.
Ali: ¿Ni me das un beso de buenas noches ni me abrazas? Qué sosa que te estás
volviendo.
Yo: Alicia por favor no juegues conmigo de esta manera, bastante mal me has
dejado ya.
Yo: Por favor mi amor si vas a hacerlo hazlo ya y si no, no me tortures más- le
rogué al sentir que mi clítoris estaba a punto de explotar.
Ali: Está bien- dijo finalmente al notar que estaba que no podía más.
Suspiré cuando ella quitó su mano de mi estómago, iba a tardar mucho en poder
calmarme y conciliar el sueño. Ella se echó un poco sobre mí, giré mi cuello para
mirarla y me besó tiernamente, no noté que lo hiciera para seguir incitándome.
Ali: Buenas noches, te amo- me susurró al oído.
Antes de que se separara cogí su cara entre mis manos y volví a acercarla para
besarla, aquel pequeño beso me había sabido a poco.
Yo: No tengo tiempo para mí sola así que supongo que no me queda otra.
Yo: Con lo mal que me lo estás haciendo pasar más te vale. Te juro que me las
vas a pagar.
Volví a la cama y me tapé hasta arriba, hacía un frío de perros. En esos momentos
extrañaba sentir el cuerpo de Alicia junto al mío, sabiendo que la tenía a menos de
un metro de mí era bastante difícil contenerme, tanto por lo excitada que estaba y
por lo que me encantaba dormir junto a ella. En ese momento ella pareció leer mis
pensamientos, se acercó a mí y me abrazó.
Ali: Mi amor ¿te molesto si te abrazo? Es que hace frío y tú estás muy calentita, no
lo digo con doble sentido.
Reí ante lo que dijo, giré el cuello y la miré, la luz de la luna alumbraba
tenuemente la mitad de su cara. Estaba preciosa.
Ali: Lo decía por lo de antes, si ves que va a ser mucha tentación para ti no pasa
nada- me explicó, no noté burla en su comentario.
Ali: Es que puedo sentir tu corazón y palpita bastante más fuerte de lo normal- me
contestó inocentemente.
Sonreí al escucharla.
Yo: Eso es porque estoy así contigo, no lo cambiaría ni por todo el oro del mundo.
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Di un brinco asustada, tan cegada estaba que ni siquiera me había dado cuenta de
su presencia. La miré, ella estaba con una sonrisa un tanto extraña.
Mi cara cambió por completo de expresión al escucharla decir eso. ¿Se había
enterado de lo que había soñado? ¿Cómo?
Ali: ¿Segura?
Cerré los ojos y me llevé una mano a la frente, fuera lo que fuera lo que había
dicho mientras dormía fue suficiente para que supiera qué había soñado. Se tumbó
encima de mí de manera que su boca quedó en mi oído.
Ali: ‘Mmm Alicia’ ‘Ahh no pares’ ‘Sigue Ali, sigue’- dijo repitiendo lo que supuse
que había estado diciendo mientras trataba de contener la risa.
Noté que la cara se me puso roja e intenté quitar a Alicia de encima de mí, pero se
abrazó más a mí mientras reía ahora sin contenerse.
Levantó la cabeza y me miró, al ver que estaba completamente roja sonrió más,
yo aparté la vista.
Yo: Viendo tal y como me dejaste ayer no debería sorprenderte tanto, no puedo
controlar lo que sueño- dije atreviéndome a mirarla.
Ali: Soy tan buena en la cama que no puedes evitar soñar conmigo.
Yo: No te lo creas tanto, eres normalita tirando para abajo- bromeé para ver qué
decía.
Ali: Jajaja mi amor no tienes por qué avergonzarte, es algo normal que sucede a
veces- me dijo después de haber estado un buen rato carcajeándose de mí.
Ali: Eso tiene sentido ahora que sé que te gustaba desde un principio, explica
muchas cosas.
Ali: Diciéndote que las dos veces te pillé mirándome el culo me entenderás- me
dijo sonriendo.
Empecé a reírme bastante fuerte al recordarlo, había que admitir que fui muy
obvia al hacerlo.
Ali: Por aquel entonces no quise darle mucha importancia dado que no quería
ilusionarme tontamente, pero luego todo tuvo sentido.
Yo: Es que mujer, así tal y como te pusiste las dos veces era imposible no mirar.
Ali: Sí, realmente no sé por qué pensé que quizás podría funcionar para intentar
llamar tu atención pero parece que dio resultado.
Yo: Te puedo asegurar que las dos veces tuviste mi atención por completo.
Ella sonrió y me besó. Estuvimos así un buen rato, a pesar de que yo ya estaba
agitada por el sueño no quise dejar de besarla, prefería quedarme con las ganas
que contenerme a besarla. De repente un sonido agudo y repetitivo inundó la
estancia interrumpiendo nuestro beso.
Me acerqué a ella y la abracé poniendo una pierna por encima de las suyas.
Yo: No vayas a clase, quédate aquí conmigo- le dije sabiendo que aquello no le
haría cambiar de opinión, ella era muy responsable.
Rió ante lo que había dicho y volvió a intentar convencerme de que me levantara.
Como vio que no podía me destapó por completo y metió sus manos debajo de la
camiseta del pijama, estaban heladas.
Yo: ¡Me cago en la madre…- grité intentando sacar sus manos, pero ella se había
agarrado bien a mi cintura- ¡Alicia sácalas de ahí ya!
Ali: La niña no quiere salir de la cama, pues mis manos tampoco quieren.
Para que no me acostumbrara al frío giró las manos y las puso esta vez en mi
abdomen, di un pequeño brinco.
Yo: Está bien, está bien, me levanto pero ¡saca las manos!
Riendo me hizo caso y sacó los dos hielos que tenía por manos de mi piel, antes de
que se le ocurriera volver a hacerlo me senté para demostrarle que iba a
levantarme.
Yo: Ja ja ja. ¿Puedo tomarme la ducha que me ofreciste ayer? Creo que me hace
más falta ahora.
Ali: Mi amor, quiero que sepas que esta casa es tu casa. Puedes hacer lo que
quieras sin tener que pedirme permiso.
Yo: No es lo mismo.
Ali: Sí que lo es, pero como no quiero seguir discutiendo tontamente te doy
permiso para que te duches.
Yo: Si dejaras que te ayudara con el alquiler sí que podría considerarla mi casa- le
susurré al oído.
Decidí hacerle caso para que no llegara tarde y nos diera tiempo a desayunar.
Yo: Vamos a hablar de esto tarde o temprano te guste o no- le advertí saliendo del
cuarto.
Me metí en el baño y me di una buena ducha con agua caliente, tardé bastante.
Después de veinte minutos salí, estaba sentada en el sofá esperando.
Yo: Sí.
Yo: Se supone que las embarazadas no deben hacer esfuerzos y coger peso y ya
que hoy estoy yo no pienso permitir que la lleves tú- le contesté colgándomela de
la espalda.
Ella se acercó a mí y me sonrió.
Ali: Gracias.
Ali: Bastante.
La miré sin entender a qué se refería pero no seguí insistiendo. Si ella decía que lo
sabría, pues lo sabría. Nos metimos en el coche y puse rumbo a la universidad, en
un par de minutos llegamos.
Ali: Aún faltan diez minutos para que empiecen las clases, ¿te apetece quedarte un
rato o tienes algo que hacer?- me preguntó al salir del coche.
Yo: Puedo quedarme pero ¿estás segura de que quieres que me quede?- quise
asegurarme apoyándome en el coche.
Yo: Alicia, sepárate que vienen tus amigos- la avisé, pero aun así siguió abrazada
a mí.
Ali: Hola Diego, ha estado bien. ¿El tuyo?- mientras hablaba había cogido mis dos
manos.
Diego: Alcohol, alcohol por todas partes- le respondió con una gran sonrisa.
Samu: Por favor Alicia, dime que el trabajo al final te lo quedaste tú, yo no lo
encuentro por ninguna parte- le dijo un poco desesperado.
Yo: Alicia, nos están mirando todos- le dije al oído aprovechando su cercanía.
Ella me sonrió y me guiñó el ojo, pero siguió sin decirme nada. Me estaba
poniendo muy nerviosa así que opté por separarme un poco.
Ali me miró y rió, se acercó a mí y me besó ahí, delante de todos. Tanta fue mi
sorpresa que ni cerré los ojos. Se separó al cabo de no mucho y me abrazó
apoyando su cabeza en mi hombro.
Se nos quedó mirando un poco sorprendido, podía jurar que yo lo estaba más que
él.
Jenny: Me alegra ver que lo habéis arreglado, al irnos de su casa nos sentimos
bastante mal- nos dijo una vez hubimos acabado el beso.
Samu: Y yo siento muchísimo haberte mirado así Ainhoa, de verdad, tanto por ser
la novia de Ali como por mi descaro. Hay veces que soy así de imbécil y baboso-
se disculpó un poco avergonzado.
Yo: No pasa nada, puedo asegurarte que eso fue lo que menos me importó en ese
momento.
En ese momento se escuchó el timbre a lo lejos indicando que las clases habían
comenzado.
Yo: No te quejes, que tú al menos estudias por las mañanas y luego tienes toda la
tarde libre.
Ali: Eso haré- volvió a besarme y se acercó a mi oído- El viernes paso a por ti a las
ocho- susurró.
Yo: Te amo.
Ali: Y yo a ti- se giró y alcanzó a sus amigos que ya iban un poco más
adelantados.
Sonreí inconscientemente sin saber del todo por qué, bueno sí que lo sabía. Era
más feliz aun si era eso posible. Iba a meterme en mi coche cuando una voz me
interrumpió.
Marta: ¿Ainhoa?
Javi: Deberíamos, pero ambos tenemos la primera hora libre y nos hemos
acordado demasiado tarde de ello, así que decidimos pasearnos por aquí un rato.
Ellos asintieron y conduje hasta la misma cafetería en la que había estado minutos
antes con Ali ya que ellos no habían comido nada. Como yo estaba llena no pedí
nada. Estuvimos hablando durante un buen rato de todo, les conté la discusión
que tuvimos Alicia y yo y ellos opinaron lo mismo que mi madre y yo, no le
encontraban sentido. Se alegraron de que lo hubiéramos arreglado y continuamos
charlando. Al cabo de un buen rato pagaron lo que habían consumido y los
acerqué a la universidad ya que no faltaba mucho para que entraran a clase. Nos
despedimos y fui al centro de la ciudad para mirar un par de tiendas. Lo que miré
no fue de mi agrado así que decidí volver a casa, ya seguiría buscando, tenía
tiempo de sobra.
Los días hasta el viernes pasaron con una lentitud realmente agobiadora y
exasperante, contra más lo deseaba más lejos lo veía. Cuando por fin llegó el tan
ansiado día al salir de clase estuve todo el día nerviosa e impaciente, a las seis en
punto justas tocaron el timbre de casa indicándome que Marta había llegado. Le
abrí y cuando estuvo arriba la hice pasar a mi cuarto.
Marta: Veamos, enséñame lo que tienes para Ali esta noche- me dijo frotándose
las manos con rapidez.
Sonreí, abrí mi armario, removí un par de cosas y saqué una bolsa blanca que dejé
en la cama. Mientras yo volvía a colocar mi armario Marta no tardó en sacar el
contenido de la bolsa.
Yo: En una tienda al lado de la Plaza Mayor. Me ha costado bastante, pero estoy
segura de que valdrá la pena.
Yo: Espera un momento, no digas nada. Tengo que terminar de ponerme una
cosa- le dije entrando al baño.
Marta: Estaría loca si no lo hiciera, me gusta hasta a mí. Debo admitirlo, con eso
puesto estás muy buena.
Yo: Gracias, espero que ella piense lo mismo- dije mirando el reloj- Joder parece
que el tiempo no pasa, las ganas me están matando.
Suspiré tratando de no pensar más en ello porque entonces más lento se me haría.
Lo único que deseaba era estar junto a ella y al fin sentirnos la una a la otra.
Marta me ayudó a elegir qué ropa ponerme, aprovechando que no hacía mucho
frío ese día me decidí por una falda hasta las rodillas y una camiseta roja, me
maquillé ligeramente y me despedí de Marta ya que faltaba menos de media hora
para que Alicia viniera a buscarme. Me miré en el espejo y tuve que admitir que
estaba preciosa, el corsé mantenía mis pechos más firmes aún y marcaba
muchísimo más mis curvas. Tan solo esperaba que Ali no se diera cuenta de lo que
llevaba debajo hasta que decidiera quitarme la ropa. Cuando sonó el timbre
apenas pude creerlo, casi se me salió el corazón del pecho. Cogí una pequeña
mochilita que había preparado para cambiarme y bajé a la calle, ella estaba
apoyada en el coche que muy rara vez usaba. No me llevó mucho tiempo
averiguar que lo hizo por el embarazo.
Yo: Déjame pagarte mi parte, por favor- le pedí mirándola, ella sabía que no me
gustaba eso.
Ali: Es un regalo que quiero hacerte, tú también ibas a invitarme a comer a aquel
restaurante y las dos sabemos que es caro.
Yo: Pero…
Ali: Pero nada, deja tus cosas y vamos a dar una vuelta.
La miré un poco fastidiada y ella me dio un pequeño beso. Le hice caso, dejé mis
cosas y fuimos a dar una vuelta por la costa y cenamos en un pequeño pero muy
acogedor restaurante, se me hacía inaguantable estar tantos días sin ella y
después tan pocas horas a su lado. Al terminar cada una se pagó lo suyo a petición
mía y volvimos al hotel, tanto ella como yo estábamos deseando lo que iba a
ocurrir en cuestión de minutos. Al llegar a nuestra habitación yo me metí en el
baño y la dejé en el dormitorio, que por cierto, la cama era enorme y había un par
de rosas y pétalos que estaba segura que Alicia se había encargado de colocar. Me
miré en el espejo nerviosa por lo que iba a hacer, traté de calmarme y cogiendo
aire decidí abrir la puerta, al hacerlo me quedé de piedra.
Volví a sentarme en sus piernas como antes sin dejar de moverme y la miré
fijamente a los ojos mientras le sonreía.
Ali: Me has dejado sin palabras, decir que estás preciosa sería el mayor insulto que
podría decirte, pero no encuentro otra palabra. Estás preciosa, y muy, muy buena-
me dijo saliendo de su asombro.
Al decir esas tres palabras succioné su cuello durante bastante tiempo, besé
aquella zona y subí a besarla agresivamente. No había hecho nada, ni siquiera me
había tocado y ya estaba excitadísima, verla vestida de aquella manera fue
suficiente para mí. Nuestras lenguas se acariciaban con una intensidad y furia
inigualables, tanto tiempo de abstinencia había sacado nuestro lado más pasional y
feroz. Empecé a mover mis caderas lentamente en un suave vaivén que nos
empezó a excitar a las dos. Cuando aquella posición ya me estaba comenzando a
resultar molesta me levanté, pasé mis brazos por debajo de su cuerpo y la tumbé
en el centro de la cama, yo me puse encima de ella. Volví a besar sus labios con
un poco más de calma mientras me quitaba los tacones empezando a tocar sus
caderas, su cintura y sus pechos. Ella empezó a pasar sus manos por mi espalda,
cuando noté que se dirigían a mi culo me detuve y se las cogí poniendo sus brazos
por encima de su cabeza.
Besé y lamí su cuello todo lo que quise, ella ya empezaba a suspirar. Subí mis
manos por su cintura y atrapé sus senos con mis manos, no dudé en apretarlos
delicadamente. Noté que ella ya estaba muy caliente así que eso me animó a
continuar con su tortura.
Bajé por su cuello besándola hasta sus pechos, sus pezones se notaban bajo la
fina tela. Apoyé mi barbilla en el comienzo de su estómago y empecé a
estimularlos pasando mis dedos por encima, jugando con ellos. Ali empezó a
gemir, eso la había vuelto loca. Con ellos hice de todo, los aplasté, los masajeé,
los apretujé y los retorcí siendo consciente de que con el embarazo toda ella
estaba mucho más sensible y, por tanto, más placer sentía ante cualquier
estímulo. Sabía que la estaba haciendo sufrir, se estaba muriendo por que
sustituyera mis manos por mi boca, y aquello me divertía y me encendía más. A
pesar de que se lo había prohibido había intentado tocarme obteniendo siempre mi
negación. Había tenido que atarle las manos al cabecero de la cama con una
pequeña cinta que había encontrado, lo cual añadió más morbo a la situación.
Ali: Mi amor por favor, ya que no me dejas tocarte al menos no me hagas sufrir
más- me rogó con una mirada suplicante.
Yo: No pensaste lo mal que se pasaba ¿verdad? ¿Te haces ya una idea de cómo
me dejaste la otra vez?- le pregunté en un susurro al oído, en ese momento posé
mi mano sobre su intimidad ejerciendo presión.
Ali: Sííí- gimió al sentir mi mano ahí.
Yo: Pues pienso dejarte peor- concluí apartando mi mano de esa zona.
Su cara me hizo reír, me lanzó una mirada asesina. Volví a besarla y para que no
se desesperara tanto empecé a levantar aquel fino camisón, como sus manos
estaban atadas a la cama no tuve más remedio que dejarlo enrollado en sus
muñecas. Masajeé sus pechos mientras me entretenía en el lóbulo de su oreja y su
cuello impacientándola aún más. Bajé al lugar que se encontraba entre sus senos y
luego me dirigí a su pecho izquierdo. Lejos de lo que ella creía no presté atención
a su pezón. Empecé a besar y a lamer cada rincón de su seno, pero no me acerqué
a la areola. Hice justo lo mismo con su otro pecho. Cogiéndola desprevenida metí
finalmente su pezón en mi boca empezando a mover mi lengua sobre él, ella pegó
un gritó. Estuve durante un par de minutos intercambiando las lamidas de un seno
a otro, mordisqueando y succionando ambos pezones mientras su pecho de cada
vez subía y bajaba con más rapidez.
Fui descendiendo poco a poco, al llegar a su vientre lo acaricié y besé con una
lentitud y un cuidado que no tenía nada que ver con lo que había hecho hasta el
momento, sentí el cuerpo de Ali estremecerse. Levanté mi vista y la vi mirándome
y sonriéndome con ternura, yo también le sonreí y continué con mi trabajo. Me
había instalado ahí, acariciando, lamiendo y besando cada una de las pecas y
lunares que tenía por toda aquella zona. Alicia sabía que me volvían loca, quizás
por eso ya se había mentalizado de que al llegar a esa zona pasaría incontables
minutos ahí, pero tampoco podía quejarse. Sabía que a ella le encantaba que le
hiciera aquello. Estando donde me encontraba podía notar el calor que emanaba
de su intimidad y hasta incluso podía oler su excitación, si ella se pensaba que
hacerla sufrir era todo diversión estaba equivocada, me estaba muriendo por
probar su sexo de nuevo.
Ali: Mi amor por favor, te lo suplico. Siento haberte excitado la semana pasada
sabiendo que no iba a continuar, de verdad que lo siento, pero por favor deja ya
de…
Ali: Mi amor, pensaba que me iba a morir del gusto- respondió agitada.
Yo: Me tomaré eso como un rotundo sí.
Ali: A pesar de que quiero tocarte y sentirte mejor me pone muchísimo vértelo
puesto. Aunque si te incomoda quítatelo.
Yo: No, da igual. Me lo he puesto para que tú disfrutes- respondí con una sonrisa.
Volvimos a besarnos mientras ella apretaba con fuerza la zona de mis pechos,
aunque lo que yo quería era que utilizara su boca no podía quejarme, me gustaba
bastante lo que me estaba haciendo y si a ella le gustaba verme así yo estaría más
que dispuesta a complacerla. Abandonó mis labios para volver a mi cuello y,
haciendo que subiera un poco más, alcanzó a llegar también mi clavícula. Sus
manos se dirigieron de nuevo a mi culo y cogiendo los bordes del culotte
lentamente y con mi ayuda me lo quitó. Fui ascendiendo por su cuerpo mientras
ella no dejaba de besar el mío hasta que ella empujándome un poco hizo que me
sentara sobre su cara. Me agarré al cabecero de la cama al notar la lengua de
Alicia en mi clítoris, jugando con él.
Yo: Eres una cerdita, te has pringado por todos lados- le dije sonriendo mientras la
limpiaba con mi mano.
Ali: ¿Cerdita yo? Tú, que te mueves mucho y sacas demasiada cantidad- me dijo
mirándome, eso me avergonzó un poco- Eso sí, a mí me encanta cómo sabes.
Mientras decía esto se llevó mis dedos con los cuales la había limpiado a su boca.
La miré mientras pensaba: ¿Podría volverme más loca esta mujer?
Ali: Con el corsé estabas preciosa, pero sin duda alguna te prefiero así- comentó
antes empezar a besar y acariciar mis pechos.
De cada vez empecé a moverme con mayor rapidez, siempre trataba de ejercer la
mayor presión posible con mi pierna derecha para darle mayor placer a Alicia, y
cuando me cansaba intentaba moverla con rapidez. Apoyaba parte de mi peso en
mis brazos para no chafar a Ali, lo cual también hacía que me cansara con rapidez.
Aun así no bajé el ritmo, de echo incluso lo aumenté. Empecé a besar su cuello y
ella me abrazó con fuerza, sus gemidos en mi oído era música para mí. Estuvimos
incontables minutos así, mi respiración de cada vez estaba más agitada y nuestros
gemidos pasaron a ser gritos. Nuestras bocas apenas se separaban, y si lo hacían
era para que pudiéramos respirar un poco.
Yo: Mi amor, aquí huele demasiado a sexo- comenté con una sonrisa.
Ali: Si nos tapamos bien y te abrazas mucho a mí no- me miró desde la cama.
Volví a sonreír, abrí la ventana y fui junto a Ali a la cama. Nos tapamos y tal y
como dijo me abracé a ella quedando cara a cara.
Yo: Te amo.
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Aquella mañana volví a despertar agitada y con un grado de excitación muy alto,
no podía ser. ¿Había vuelto a tener un sueño erótico con Alicia? Pensaba que la
situación se me estaba yendo de las manos cuando me di cuenta de que no era un
sueño. Abrí los ojos y pude contemplar a Alicia entre mis piernas mimando muy
cariñosamente a mi clítoris, su mano izquierda apretujaba uno de mis pezones.
Gemí mientras me mordía el labio, cerré los ojos con fuerza y eché mi cabeza
hacia atrás apoyando tan solo la parte superior en la almohada. Ella al notar que
estaba despierta puso más empeño en su tarea, enterré mis uñas en el colchón.
Esa mujer era una experta en hacer el amor, sabía exactamente dónde y cómo
tocarme para volverme loca, y lo mejor era que ella parecía disfrutarlo muchísimo.
Aquello me llevó a preguntarme con cuántas mujeres habría estado Alicia aparte
de mí para hacer las maravillas que me estaba brindando en ese instante.
Inmediatamente al pensar en eso me quedé con mal cuerpo, pero decidí apartar
ese pensamiento de mi cabeza para poder disfrutar de las caricias que tan
dulcemente Ali me estaba dando.
Ali: ¿Qué necesitas de mí?- volvió a preguntar juguetona, después de todo lo que
la había hecho esperar la noche pasada no me extrañaba en absoluto lo que me
estaba haciendo.
Al decir eso ella succionó con fuerza mi clítoris y deslizó un dedo dentro de mí,
gemí audiblemente. Retiró el dedo lentamente y volvió al juego de antes. Estuvo
un par de minutos metiendo de tanto en tanto un dedo, el índice o el corazón, e
incluso a veces metía los dos pero luego volvía a sacarlos para repetir todo el rato
lo mismo. Aquello se sentía extremadamente bien y a pesar de que estaba
deseando que me penetrara salvajemente ese jueguecito que ella hacía con sus
dedos me estaba matando del gusto. Lo que más me fascinaba era la delicadeza y
la ternura con la que me hacía el amor. Se tomaba su tiempo en cada zona para
deleitarse ella misma con mi cuerpo y lo hacía todo con una lentitud que lejos de
impacientarme me enternecía y excitaba a la vez. Podría ser que a veces sus
movimientos por ejemplo al penetrarme fueran rápidos, pero podía notar que
trataba por encima de todo no hacerme daño y, como no, buscaba siempre darme
el mayor placer posible.
Ella hundió más su cara entre mis piernas y movió rápidamente su cabeza de lado
a lado, había agarrado mi clítoris entre sus labios. Me estremecí y llevé mis manos
a su cabeza apretándola más aún a mí. No podía dejar de gemir, o más bien gritar,
una mezcla entre los dos. Pensaba que no podría sentir más placer cuando noté
entrar en mí tres de sus dedos a la vez, empezando a penetrarme a un ritmo
medio pero constante y fuerte. El grito que pegué debería haberse escuchado en
todo el hotel. Mi cadera empezó a moverse acompañando el vaivén que hacía
Alicia con sus dedos, arañé y estiré con fuerza las sábanas de la cama y arqueé mi
espalda de una forma casi inhumana. Ella continuó con lo suyo unos pocos
minutos más cuando sentí explotar en mí el mayor de los orgasmos que había
tenido nunca.
Mis piernas empezaron a temblar por sí solas y a esto le siguieron las brutales
convulsiones de mi cuerpo. Ella sacó sus dedos de mí y subió a abrazarme, yo me
aferré a su espalda con fuerza. Estuve un minuto entero sintiendo espasmos
mientras Alicia me besaba dulcemente el cuello y me repetía todo el rato al oído
que me amaba. Al cabo de un rato mi cuerpo dejó de estar tenso y encontró
descanso en el colchón, mi agitada respiración chocaba contra el cuello de Alicia.
Ella se alejó un poco de mí, me miró y me sonrió de la manera más tierna e
inocente que en mi corta vida había visto jamás. Se me ablandó el corazón.
Yo: Buenos días mi amor. Créeme cuando digo que daría todo lo que tengo por
poder despertarme cada día así contigo- le contesté un poco más calmada
acariciándole la espalda.
Ali: Quería devolverte todo lo que me hiciste sentir anoche- me contestó sonriendo
y besándome la frente.
Yo: Qué boba que eres Ali, ¿por qué no me lo dijiste? A mí no me habría importado
continuar haciéndote el amor, es más, todo lo contrario. Me encanta tocarte y
hacerte gozar- le dije sintiéndome mal, yo encantada habría aceptado.
Yo: ¡Ay, qué tonta!-reí con ternura mirándola- No debes avergonzarte por eso mi
vida, sé que en la cama no soy la mejor pero tú sabes que yo lo hago con gusto.
Ali: No digas tonterías, de todas has sido la mejor- me contradijo sonriendo, luego
al darse cuenta de lo que había dicho su rostro cambió inmediatamente.
Aquello me hizo recordar lo que había pensado antes, no pude evitar que se
reflejara en mi rostro lo mal que me había sentado ese comentario a pesar de que
estaba completamente segura de que no lo había dicho a propósito.
Yo: De todas- repetí con mala cara, lo había dicho de una manera que me dio a
entender que había estado en la cama de muchísimas mujeres, o ellas en la suya.
Ali: Ainhoa yo… lo siento muchísimo, no quería…- no sabía qué decirme, su cara
demostraba el arrepentimiento y la metedura de pata que acababa de cometer.
Yo: ¿Sabes qué? Olvídalo- comenté antes de abalanzarme sobre sus labios.
Mientras nuestras lenguas jugueteaban yo llevé mis manos a sus pechos y empecé
a acariciar sus pezones, estos se pusieron duros al instante y ella gimió en mi
boca. Mordí con fuerza su labio inferior con la intención de que lo notara y bajé a
su cuello. Me fijé y vi que tanto en el lado derecho como en el izquierdo tenía
varios chupetones míos, sonreí al verlo y decidí hacerle más. Primero pasé mi
lengua de abajo a arriba en el lado derecho, acabando en su oreja. Ella se
estremeció ante esto. Después besé y mordí suavemente la zona que había
cubierto con mi saliva y succioné su piel durante unos segundos. Al separarme
toda esa zona estaba rojiza. Sonreí y repetí el mismo proceso en el otro lado. Ella
se abrazó a mí y empezó a arañar mi espalda suavemente mientras de tanto en
tanto gemía en mi oído. No sabía bien si era por la estimulación de sus pezones,
por las lamidas, los besos, los mordiscos y succiones en su cuello o ambas, pero
me gustaba muchísimo escucharla.
Ali: Bueno, Ana tenía una fogosidad y una sensualidad al tocarme…- me picó, sabía
perfectamente el efecto que tendría aquel comentario en mí.
Llevó sus manos a mi cabeza e hizo presión para que utilizara mi boca, pero lo
único que consiguió fue que mis labios entraran en contacto con su piel. Detuve
todos los movimientos que había estado ejecutando.
Ali: Por favor- rogó moviendo más aún sus caderas en busca de contacto.
Yo: ¿Ana y ‘todas’ no te hacían sufrir? ¿O eran más benévolas que yo?- le
pregunté mientras en ese momento volvía a meter mis dedos en su interior con
fuerza, ella gritó.
Ali: No me hacían sufrir y eran muy benévolas, pero tú les das un millón de
patadas- me confesó mirándome.
Al acabar de escucharla decir eso continué con las embestidas de mis dedos y
decidí prestar atención a su clítoris, ella cerró los ojos, se mordió el labio con
fuerza y soltó un gran gemido. Dirigí mi mano izquierda, que había sido
reemplazada por mi boca, a sus pechos, y fui intercambiando las caricias de uno a
otro. Me mantuve así durante bastantes minutos, penetrándola, succionando y
lamiendo su clítoris y retorciendo sus pezones. Al poco rato no pudo soportarlo
más y después de una serie de contracciones en su vagina un agudo y largo grito
me hizo saber que había alcanzado el orgasmo.
Saqué mis dedos de ella y fui subiendo lentamente dando pequeños besos a su
piel. Al llegar a la altura de su cara me quedé mirándola durante unos instantes,
luego sonriendo le acaricié la mejilla y la besé.
Yo: ¿A cuántas mujeres hacías referencia antes con ‘todas’?- le pregunté con un
tono suave, casi acusador.
Ella cerró los ojos, se giró para que quedásemos cara a cara y volvió a abrirlos
mirándome.
Ali: He… estado con tantas mujeres que no puedo recordarlo- se resignó a darme
mi respuesta.
Por la expresión en su rostro pude notar que mis ojos habían reflejado lo que sentí
al escuchar su respuesta. Sí, lo admitía, era masoquista.
Ali: Lo siento, de haber sabido que iba a molestarte tanto no habría vuelto a
decírtelo antes- se disculpó avergonzada.
Yo: ¿Cómo no quieres que me moleste saber que unas manos que no eran las
mías te hayan tocado, que unos labios que no eran los míos te hayan besado, que
una mujer que no era yo te haya hecho el amor?
No pude evitar que mis celos hicieran presencia y ella lo notó. Sabía que no tenía
derecho a enfadarme con ella, de hecho no lo estaba, más bien estaba molesta. ‘Ni
enfadada ni molesta ni leches en vinagre, tú lo que estás es celosa perdida’
Ali: Lo sé mi amor, lo sé, y de verdad siento ser tan bocazas por haber soltado el
comentario más ingenioso en el momento más oportuno, pero te equivocas en una
cosa.
Ali: Lo máximo que he podido hacer con esas mujeres ha sido tener sexo. No
puedo asegurarte que eres la primera que me ha hecho el amor porque sería
mentir, pero lo que sí puedo asegurarte es que eres la primera a la que se lo hago-
me contestó mirándome con ternura.
Ali: Sé que para ti no es fácil pensar que he estado con más mujeres, si estuviera
en tu situación yo también me pondría así, pero antes yo era de esa manera.
Buscaba mujeres para pasar un buen rato, me acostaba con ellas y nada más,
luego si te he visto no me acuerdo. Ni siquiera me importaban sus sentimientos,
no me paraba a pensar en si les podía estar haciendo daño o no.
Yo: Perdóname, pero me cuesta muchísimo creer que hayas podido ser así. Eres
una de las personas más solidarias que conozco, siempre te has preocupado por
todos los que te han rodeado.
Ali: Ahora sí, pero antes era todo lo contrario. Mi mundo se basaba en yo, yo, yo y
más yo.
Ali: Eres la primera persona a la que se lo cuento, no tienes que decir nada.
Yo: Gracias por confiar en mí para contarme cómo eras antes, me gusta que lo
hayas hecho- le dije cogiéndole la mano.
Ali: Lo sé, apenas podía creerlo yo. No estoy muy orgullosa de lo que hice, me
arrepiento muchísimo de mi primera vez. La virginidad es algo que he empezado a
valorar en los últimos dos años.
Yo: Bueno mi amor, ya pasó. Yo no puedo decir lo mismo porque a pesar de que la
perdí con Sergio la perdí amándole y en su momento me pareció algo muy especial
y bonito.
Le sonreí y me acerqué para besarla, por alguna razón saber de su pasado me hizo
sentirme más unida a ella.
Ali: Decir que me encantó sería quedarme corta mi amor. En un principio al verte
bailar me causó un poco de gracia, pero poco a poco a medida que los segundos
pasaban aquel bailecito se convirtió en lo más sensual, sexy y excitante que había
visto en mi vida. Minutos después tuve que corregir esa última frase al verte con el
corsé puesto. Me encantó muchísimo, sin duda es la mejor noche que he tenido
nunca y que no pienso olvidar.
Yo: Me alegra que te gustara, estuve una semana entera buscando el corsé ideal.
Ali: Puedo asegurarte que lo encontraste. ¿Cómo te las arreglaste para ponértelo?
Yo: Le pedí a Marta que viniera un par de horas antes de que me recogieras para
que me ayudara a ponérmelo- al decir esto su rostro cambió.
Yo: ¡No me puedo creer que te estés poniendo celosa de Marta!- exclamé
empezando a reír- Mi amor, ella y yo llevamos viéndonos desnudas desde que
somos unas crías. Además, te recuerdo que ella está saliendo con nuestro querido
Javier, y por si eso no te es suficiente, ¿te acuerdas de que ella es heterosexual?
Yo: ¿Y entonces qué se supone que tendré que hacer yo cuando des a luz y tengas
a todos esos médicos alrededor tuyo mirando expectantes?
Yo: Mmm iré empezando a afilar los cuchillos por si veo que alguno se sobrepasa
con las miraditas- comenté entrecerrando los ojos.
Ali: Explicarte cómo era antes me ha hecho revivir toda esa época, lo
despreocupada que era y la manera en la que me comportaba. Me alegro de
haberte conocido no por estar ahora así contigo, que también, sino porque si no lo
hubiera hecho probablemente seguiría siendo de la misma manera.
Ali: Probablemente, pero con toda seguridad lo habría hecho demasiado tarde
como para poder hacer algo de provecho con mi vida. Te estoy agradecida por
ello- me dijo levantando la cabeza para mirarme.
Yo: Dime.
Al escucharla decir eso abrí los ojos, ella no se había movido ni un centímetro.
Yo: ¿Me vas a permitir coger un trabajo por la mañana para ayudarte con los
gastos?
Ali: No.
Yo: No quiero que me mantengas, una cosa es que lo hagan mis padres y otra
muy diferente que lo hagas tú- la interrumpí.
Yo: ¿Con qué derecho podría juzgarte Alicia? ¿Quién soy yo para reprocharte que
te hayas quedado embarazada? No me debes nada.
Ali: Estás metiendo en tu vida una carga de la que no tienes que ser responsable si
no quieres, no quiero obligarte. Si no quieres responsabilizarte del bebé te voy a
entender, no pienso echarte nada en cara.
Yo: Para para para, nos estamos desviando mucho del tema y estás diciendo cosas
que no son. Para empezar quiero aclararte que el bebé no es ninguna carga para
mí y si me estoy responsabilizando de él es porque lo quiero, quiero tener un hijo
contigo porque te amo- le dije muy seria mirándola- Que un imbécil el cual
supuestamente decía que te amaba se acostara contigo, te dejara embarazada y
luego se desentendiera completamente del niño huyendo como un puto cobarde no
significa que yo vaya a hacer lo mismo.
Ali: Tan solo quiero asegurarme de que es esto lo que quieres para tu vida.
Yo: Formar una familia es lo que quiero para mi vida, así que sí, esto es lo que
quiero.
Ali: Iríamos bastante justas pero si nos apretáramos el cinturón podríamos vivir
bien.
Ali: Entonces haré uso del dinero que me ha dejado Andrés y de lo que tengo yo
ahorrado.
Ali: Solo serán dos años Ainhoa, cuando acabes el FP y tengas trabajo entonces si
quieres podremos mudarnos a una casa más grande y ahí pagaremos la casa a
medias. Piénsalo, ¿vale? Con el bebé ya nos las arreglaremos.
Yo: Está bien, me lo pensaré, pero que conste que con esto no estoy diciendo que
sí.
La miré y también le sonreí, le besé la mejilla, luego los labios, la nariz y para
finalizar la frente. Ella me sonrió tiernamente y bajó la mirada.
Seguí con la vista hacia donde ella estaba mirando, su mirada estaba posada en mi
pezón que debido al frío se había puesto duro. Reí y ella me miró.
Se tumbó un poco en el colchón, pero aun así dejando la mitad de su cuerpo sobre
el mío, y subió el edredón hasta mi cuello. Al terminar de hacer eso ella recostó su
cabeza en el hueco de mi cuello y suspiró, yo apoyé mi cabeza sobre la suya y la
rodeé con mis brazos. Su mano, que estaba en mi hombro, me acariciaba
suavemente.
Ali: Te amo muchísimo- me susurró.
Ali: ¡¿Se puede saber qué coño estás haciendo aquí y quién diablos te crees para
mirar el cuerpo de mi novia?!- le gritó furiosa tapándome con el edredón al
instante.
Hombre: Y-yo lo siento mucho, pensaba que no había nadie- se disculpó con la
cara roja y apartando la mirada rápidamente.
Ali: No no, déjalo, si quieres te traes una silla, una cervecita y así continuas
comiéndote a mi novia con los ojos- espetó con un tono de voz realmente
agresivo, echaba chispas por los ojos.
Yo, a diferencia de ella, estaba realmente calmada. Entendía que el pobre hombre
al entrar a limpiar el cuarto se quedara un poco impresionado al ver a dos mujeres
juntas en una cama y una de ellas con el torso al descubierto. Y claro, los hombres
son hombres así que…
Aquel chico al escuchar lo que le dijo salió disparado del cuarto, pudimos escuchar
perfectamente el portazo que dio.
Me daba mucha ternura y gracia que se pusiera tan celosa por mí, estaba
realmente mona cuando se enfadaba de esa manera.
Yo: Mi amor, no hace falta que lo dramatices tanto, ¿qué iba a saber él que
estábamos desnudas, o para empezar, que estábamos?
Ali: Ha sido entrar en el cuarto y mirarte descaradamente las tetas, suerte que no
me he levantado porque se habría tragado la zapatilla.
Yo: ¡Es un hombre, si se encuentra a una mujer desnuda en la cama está claro
que va a mirar aunque no quiera!
Ali: ¡Como si es un mono! Que se le vaya un poco la vista puedo llegar a
entenderlo pero no que te mirara como te ha mirado. Y qué coño, ¡ni aunque se le
hubiera ido la vista un poco! No me da la gana que nadie te mire, voy a hacer
que…
Ali: Le despidan- acabó la frase que había dejado a medias abriendo los ojos.
Yo: No vas a hacer que despidan a nadie, bastante mal está la cosa como para que
al pobre chaval le despidan por un incidente completamente normal- cogí sus
manos y las llevé a mis pechos- Esto- luego las llevé a mis nalgas- Esto- para
acabar llevé su mano derecha a mi pubis- Y esto, es todo tuyo, así que deja de
ponerte tan celosa porque por mucho que me miren todo eso seguirá siendo tuyo,
y yo seguiré queriéndote a ti- murmuré muy cerca de su cara.
Ali: Y todo esto de aquí dentro, ¿también es mío?- me preguntó metiendo su dedo
corazón dentro de mí y removiéndolo.
Yo: Mi amor, de verdad que me quedaría aquí todo el día contigo haciendo el
amor, pero tenemos que salir. Me estoy muriendo de hambre- le dije antes de que
me excitara demasiado.
Ali: Jajaja está bien- dijo sacando su dedo de mí- Aunque yo podría comerte a ti.
Ali: Estaría un día entero en ayunas si hiciera falta para que me repitieras lo de
anoche- murmuró mirándome de arriba abajo con descaro.
Yo: Si te portas bien otro día te lo repetiré, y no hará falta que ayunes para ello- le
prometí guardando mis cosas en mi maleta y sacando ropa limpia- Voy a darme
una ducha bien calentita, ¿vienes o vas a quedarte en la cama hasta que salga?
Yo: Mi culo, lo odio. Creo que voy a operármelo, he encontrado una oferta
bastante barata- mentí a lo último, quería ver qué decía.
Ali: Estás de coña- murmuró riéndose, luego al ver mi cara de seriedad añadió-
¿Verdad?
Ali: Pero ¿por qué? Así está perfecto mi amor, a mí me encanta. Sabes de sobra
que es la parte de tu cuerpo que más me gusta- puso una cara de angustia con la
que me costó muchísimo aguantar la risa.
Ali: Pues no entiendo por qué, deberías sentirte orgullosa. Mi admiración por tu
trasero es enorme.
Yo: Tan enorme como él mismo. Está decidido, voy a hacer algo con él.
Ali: Como le hagas algo a ese pedazo de maravilla de la naturaleza tendré que
replantearme seriamente nuestra relación, o al menos nuestras relaciones
sexuales.
Yo: O sea, que nuestra relación o relaciones sexuales dependen de lo que decida
hacer con mi culo, ¿no?
Yo: No.
Se acercó a mí, me besó y nos metimos juntas en la ducha. Las duchas, cuando
las tomábamos ella y yo juntas, podían alargarse minutos y minutos, incluso
llegando a las dos horas. No podíamos contenernos a besarnos, a acariciarnos y a
jugar con el agua como si fuéramos niñas pequeñas, cambiando la temperatura del
agua a traición o cortándola de repente. Pero así éramos felices, ver su sonrisa y
escuchar su preciosa risa me hacía feliz. Ella lo significaba todo para mí,
absolutamente todo, y el simple hecho de imaginarme que algo pudiera ocurrirle a
ella con el embarazo hacía que se me viniera el mundo a los pies.
Yo: Nada, es que me parece muy fuerte que pongas por delante a mi culo que a
mí misma- mentí girando el cuello y sonriéndole.
Ali: Pondría mi vida por delante de la tuya si hiciera falta sin dudarlo ni un
segundo, ¿pero tu culo? Eso nunca- rió besándome el cuello.
Ali: No sé, es que es grande, redondo, duro, está justo en su sitio… es perfecto-
dijo agarrándome las nalgas con cada mano.
Ante esto reí, me giré y rodeé su cuello con mis brazos antes de besarla.
Yo: Tu culo tampoco se queda atrás, pero tus pechos… son mi perdición.
Yo: Son suaves, tersos, perfectamente redondos, bien subiditos, son bien
blanquitos y tienen el tamaño perfecto. Me encantan.
Yo: Dado que no es una palidez con apariencia enfermiza sí, me gusta mucho.
Ali: Tú y yo sabemos bien que son pequeñas- murmuró refiriéndose otra vez a sus
pechos.
Ella me sonrió y unió nuestros labios. Poco rato después nuestro beso se vio
interrumpido por el rugido de mi estómago. Alicia y yo nos separamos riendo.
Ali: Ahora que lo dices, sí. Contigo el tiempo pasa demasiado rápido- dijo esto
último con fastidio.
Yo: Menos mal que no soy la única que piensa eso- murmuré volviéndola a besar,
de nuevo mi estómago sonó.
Ali: Vamos a comer algo antes de que el hambre te consuma por dentro- comentó
con una sonrisa.
Yo: Exagerada.
Yo: ¡Alicia!- la regañé empujándola un poco para quedar yo delante de él, pude
leer en su traje que se llamaba Luís- Discúlpela por favor, esto del embarazo le
afecta un poco en la cabeza.
Luís: El que debe disculparse soy yo, no debí haberla mirado de aquella manera,
pero no tenía ni idea de que ustedes estaban dentro. Ruego que me disculpen, por
favor.
Yo: No se preocupe. Ahora que la habitación sí que está vacía puede entrar a
limpiarla con total tranquilidad.
Yo: Tranquilo, no pasa nada. Que pase un buen día- me despedí con una sonrisa.
Luís: Igualmente.
Empezamos a caminar alejándonos de él, noté que Alicia me estaba mirando así
que volteé a verla.
Yo: Ay mi amor, era para quitarle tensión al momento. ¿Has visto cómo se ha
quedado con tu comentario?
Yo: Ya vale. Entiendo que te ponga celosa que alguien me haya mirado estando
semi desnuda, pero te estás pasando- comenté mientras nos metíamos en el
ascensor.
Yo: ¿Qué?
Yo: Alicia, soy una humana completamente normal e igual al resto. Que a ti te
parezca atractiva no significa que vaya a gustarle a todo el mundo.
Ali: ¡Pues entonces tendría que insultarle por estar tan ciego!
Conciencia, dame paciencia en estos últimos pisos que quedan, por favor.
‘Conciencia, paciencia, te ha quedado bien y todo eh’ O sea, que según tú/yo estás
para hacerme la vida lo más llevadera posible, pero para una vez que te pido que
me ayudes te distraes a la más mínima tontería. ‘Luna quiere ser maaaaadre, y no
encuentras querer que te haga mujer, lala lala la laaaa lalala lala’ Ajjj.
Yo: Sí, le insultarías por estar ciego y luego volverías a insultarle por mirarme,
formándose así un bucle vicioso del que no saldrías nunca. ¿Quieres por favor
dejarlo ya?
Ali: Pero…
Hice un gesto de negación con la cabeza y sonriendo empecé a subir las escaleras
corriendo. Al llegar al tercer piso pude ver que las puertas ya se habían abierto,
una pareja de ancianos ingresaba al ascensor mientras Alicia salía muy seria y
ruborizada. Ante esto lo único que pude hacer fue empezar a reírme
escandalosamente. Ella pasó rápidamente por delante de mí.
Yo: Espera Ali, es muy tarde para desayunar, hagamos tiempo y así comemos
directamente- le dije cogiéndole la mano entre carcajadas.
Yo: Venga, ¿una sonrisita?- ella negó con la cabeza- Por mí, anda- volvió a negar-
¿Y si te digo que eres la mujer más preciosa del mundo?
Ella volvió a negar, pero no pudo evitar que las comisuras de sus labios se
curvaran un poco hacia arriba. Me acerqué a ella y pegué mi boca a su oído.
Yo: ¿Y si te digo que esta mañana una preciosidad de mujer, que casualmente es
lo más bonito que me ha pasado en la vida, me ha despertado haciéndome el
mejor sexo oral que he tenido en mi vida?- esta vez pude notar que se rió, me
separé un poco más de ella y la vi sonreír- Oh, eso sí que te saca una sonrisa ¿eh?
Ya veo por lo que te mueves.
Ella volvió a sonreír, me atrajo hacia ella y atrapó mis labios con los suyos. Varias
personas se nos quedaron mirando pero no nos importó en lo más mínimo.
Yo: Podríamos aprovechar las vistas que hay para hacernos un par de fotos, ¿no?
Ali: Pues con las otras muchas fotos que nos hemos hecho a lo largo de los años.
Ali: Mmm tienes razón, qué época más mala. Y pensar que no sabías lo que era
tener sexo conmigo, pobrecita.
Yo: Primero, no te lo creas tanto. Segundo, ¿eso es lo que es para ti, sexo?
Yo: No, no me refería a eso- dije empezando a caminar con una sonrisa- Es que lo
que haces no puede llamarse sexo- observé la reacción de su rostro.
Ali: Pues perdona, pero los gemidos y súplicas de esta mañana y ayer noche no
decían lo mismo- me siguió picada.
Yo: Para súplicas, las que me soltaste tú por la noche. Pero es que lo que tú me
haces es tan bueno, me gusta y lo gozo tanto, y hace que me corra de una manera
tan brutal como exquisita que hace que la palabra sexo se le quede enormemente
pequeña- concluí susurrando sacándole a ella una enorme sonrisa.
Yo: Por supuesto que lo sé, eres así de viciosa- reí cogiéndole la mano- ¿Vamos?
Ali: Vamos.
Yo: Tonto el que no entienda, cuenta una leyenda, que una hembra gitana conjuró
a la luna hasta el amanecer- empecé a cantar bajito.
Caminamos hasta que lo único que nos separó del mar fue un muro a la altura de
nuestras cinturas. Bueno, a la altura de la cintura de Alicia, a mí me quedaba un
poquitín más arriba. Saqué la cámara y empecé con la sesión de fotos. Estuvimos
alrededor de una hora haciéndonos fotos en todas las posturas posibles, pero
abundaban sobre todo fotos en las que salíamos besándonos. Noté que Alicia se
estaba empezando a cansar ya que íbamos de un lado a otro así que guardé la
cámara para no quitarle tanta energía, con las fotos que habíamos hecho estaba
más que satisfecha. Volvimos al hotel, entramos en el buffet y comenzamos a
comer hambrientas. Había de todo, pastas, ensaladas, carnes, verduras, sopas y
postres de todo tipo. Ali y yo nos hinchamos hasta reventar, pero bien a gusto que
nos quedamos, estaba todo riquísimo. Aunque, para ser sincera, donde hubiera un
plato de comida de mi queridísima novia que se quitara todo lo demás.
Para bajar la comida un poco decidimos volver a dar una vuelta pero en dirección
contraria a la que habíamos ido antes. Entonces recordé un lugar en el que había
estado muchas veces con mis padres que estaba segura que a Alicia le encantaría.
Hice que nos desviáramos un poco del camino que estábamos siguiendo para
adentrarnos en terreno montañoso. Después de un par de minutos encontré lo que
estaba buscando. El lugar era un parque completamente rodeado de almendros, al
ser otoño las hojas cubrían la mayor parte del suelo, dejándolo así con una
tonalidad blanca y un poco amarillenta. Yo, que conocía el amor de Ali por la flor
de ese árbol, no dudé ni un instante en adentrarme en aquel paraíso.
Saqué la cámara y discretamente le hice un par de fotos sin que se diera cuenta,
la fascinación de su rostro junto a la belleza de nuestro entorno hacían de esas
fotos unas de las más hermosas que había visto nunca. Alicia notó que no dejaba
de mirarla, así que se giró, me sonrió y al acercarse a mí me cogió las manos.
Ali: Estabas bien encaminada. Gracias por traerme- me agradeció apretándome las
manos.
Yo: No hay de qué- respondí besándoselas- ¿Quieres sentarte allí?- le señalé con
la cabeza un banco que estaba muy cerquita de un almendro.
Ali: Claro.
Nos acercamos y nos sentamos. Al poco rato un niño de unos cinco años
disfrazado de Batman vino por el mismo lugar que nosotras minutos antes. Corría
con el brazo derecho estirado y la mano cerrada en un puño, imitando a
Superman, por lo cual nos fue inevitable a Alicia y a mí reír un poco ante la
confusión de los super héroes. Aquel chiquitín se acercó a nosotras y cuando
estuvo enfrente nuestra se paró y se enderezó.
Niño: ¡No soy un chico! Soy Batman y lucho contra los malvados de la ciudad- le
explicó, Ali sonrió ampliamente y yo me limité a observarlos.
Niño: Sí, estaba dando una vuelta con mi mamá y mi papá y luego ya no los ví- le
dijo poniendo una carita realmente tierna, tanto a Alicia como a mí se nos estaba
cayendo la baba.
Niño: Sí.
Ella volvióa enderezarse (se había inclinado para hablar con el niño) y me miró.
Yo: Entonces ayúdemoslo a encontrar a sus padres- decidí, ella sonrió- Dime,
¿cuál es tu nombre?- me dirigí al pequeño.
Yo: Perdona, es que tengo mala memoria. ¿Crees que podrías decirnos dónde viste
a tus padres por última vez?
Él asintió enérgicamente con la cabeza, así que Ali y yo nos levantamos y nos
dejamos guiar por el niño. Estuvimos un buen rato caminando por el bosquecillo, y
Alicia no dejaba de bromear y jugar con el niño, haciendo como si realmente fuera
Batman. Yo también interactuaba un poco, pero me gustaba más ver cómo Ali se
desenvolvía con él, no dejaba de sonreír y reír, ambos estaban encantados. Al
cabo de media hora vimos a una pareja a lo lejos, que al reconocer a su hijo
salieron corriendo inmediatamente hacia nosotras.
Mujer: ¡Marcos! Gracias a Dios que estás bien, no vuelvas a desaparecer así de
esta manera- dijo con gran alivio abrazando al pequeño.
Hombre: ¿Sabes el susto que nos has metido?- le regañó, luego nos miró a
nosotras- Muchísimas gracias por cuidar de él, casi nos da algo al ver que no
estaba con nosotros.
Ali: No, no te preocupes no pasa nada- dijo ella buscando en su bolsillo- Toma,
para que sigas protegiéndonos de la gente mala- le dijo dándole un euro.
Marcos: ¡Muchas gracias!- exclamó como si un euro fuera una enorme cantidad.
Yo: Serás una madre estupenda, estoy segura de ello, disfrutabas tanto jugando
con él que la niña parecías tú- le dije con una gran sonrisa.
Ali: Es que me encantan los niños, ¿no te gustaría tener uno así?
Yo: Nada- reí negando con la cabeza- Es solo que me gusta mirarte, realmente se
te nota en la cara que te gusta este sitio.
Nos quedamos mirando a los ojos durante un par de segundos sin que ninguna de
las dos hablara.
Ali: Antes cuando estábamos en la ducha y me dijiste que no podrías decirme qué
era lo que más te gustaba de mí sin hablar sexualmente iba a contestarte que yo
tampoco, pero no habría dicho la verdad porque siempre he sabido que había algo
en ti que me gustaba por encima de todo, pero no sabía exactamente el qué.
Ali: Pues mira, sí que te voy a dejar con la intriga. Si no hubieras dicho eso
probablemente ya lo sabrías.
Yo: ¡Oh vamos, eso no se hace!- exclamé riendo, ella me miraba divertida.
Yo: Por fi, y te doy un beso de los que tanto te gustan- le susurré mirándola con
carita de pena.
Ali: Si me lo pides así podré obtener uno de los besos que tanto me gustan y tú
seguir sin saber qué es lo que me gusta tanto de ti- me dijo con una sonrisa pícara
cuando nos separamos.
Yo: Oye, yo ya no vuelvo a hacer tratos contigo- dije alejándome bastante de ella.
Ali: En ningún momento he dicho que con el beso iba a decírtelo- se defendió.
Se movió, puso los pies encima del banco y se recostó sobre mí.
Ali: Ja, pues como a ti, no será la de veces que te he tenido que rogar para
hacerte feliz.
Yo: ¿Perdona?- le pregunté separándome de ella un poco y mirándola con los ojos
y la boca abiertos.
En ese momento me moví, pero ella que ya sabía lo que ocurriría con su respuesta
se levantó y echó a correr hacia la zona de juego de los niños, yo fui tras ella. Al
llegar trepó por la pared del pequeño castillo que había y se metió en una red para
pasar al otro lado del castillo, debido a su altura tenía que ir encorvada.
Yo: ¡Ali, baja de ahí! A ver si te vas a caer y te vas a hacer daño- le dije
preocupada mirándola desde abajo.
Ali: Disfruta un poco de la vida y relájate Ainhoa, de pequeña era la reina del
parque- me contestó, justo en ese instante el pie se le quedó enganchado en la
red provocando que cayera suavemente hacia delante. Yo, al estar justo debajo,
pude observar que se había formado una gran sonrisa en su rostro.
Yo: No entiendo cómo a ti, teniendo veinte años, aún te divierte jugar en el parque
como si fueras una niña pequeña- respondí sonriendo.
Ali: Será que aún lo sigo siendo- dijo girándose e intentando sacar el pie del
pequeño agujero- Anda, sube aquí y ayúdame a sacar el pie de este trasto.
Trepé por la pared justo como lo había hecho ella minutos antes y al llegar a su
lado me agaché y me senté. Con una de mis manos cogí su pie y con la otra la
red, tratando de separar ambos lo máximo posible para que el pie le cupiera y
pudiera sacarlo. Al cabo de un par de segundos lo conseguimos. Ella se tumbó, se
llevó las dos manos a la nuca y suspiró satisfecha.
Yo: ¿Cómo?
Se levantó un poco, me cogió de las dos manos y me estiró haciendo que cayera
encima de ella y que nuestros rostros se quedaran tan solo a escasos centímetros.
Dado que nuestras manos seguían cogidas entrelacé nuestros dedos y las coloqué
cerca de los lados de su cara. Me acerqué a sus labios para besarla, pero justo
antes de que se tocaran me aparté, las dos sonreímos. Volví a acercarme pero de
nuevo tan pronto como estuvieron a milímetros de rozarse nuestros labios me
separé, esta vez ella rió mientras me miraba divertida. De nuevo me acerqué y sin
querer hacernos esperar más a ambas la besé con delicadeza y ternura. Esos
momentos junto a ella eran los que más me gustaban, ¿por qué hablar si
podíamos actuar?
Ali: Sabes, vida mía, que cuando cae el sol y se apaga el día, la luna brilla pura y
limpia pues tú la iluminas con tu amor, con tu belleza y con tu olor, con tu cariño,
tu alegría y con tu voz.
Al escucharla inmediatamente sonreí mientras un escalofrío me recorría de arriba
abajo, apreté la mano que aún estaba entrelazada con la suya y suspirando cerré
los ojos para seguir escuchando su voz.
Yo: Mucho. Ya de por sí la canción es preciosa, pero con tu voz lo es aún más.
Ali: Si algún día llegas a dudar de lo que siento por ti, te sientes triste, tienes
miedo o por el contrario estás rebosante de alegría quiero que te acuerdes de esta
canción para que recuerdes todo lo que te amo. Por alguna razón cada vez que la
escucho hace que me acuerde de ti.
Yo: Mira que te amo con locura, pero a veces eres realmente tonta, o te lo haces.
Yo: Veamos, ¿qué parte de ‘Hace un buen rato que tengo la sensación de que me
olvido algo’ no comprendes? Si te estoy diciendo que tengo la sensación de que
me olvido algo ¿cómo quieres que sepa qué es lo que me estoy olvidando?
Yo: Aunque no sé quién es más tonta de las dos, tú por hacerte la tonta aposta o
yo por no darme cuenta de que lo haces para sacarme de mis casillas.
Yo: ¿Ves? Ya sabía yo que algo me dejaba, y justo ahora recuerdo qué me ha
hecho salir corriendo- le dije quitándome de encima suya mientras le miraba con
los ojos entrecerrados.
Negué con la cabeza mientras reía y empecé a caminar a gatas para salir de ese
lugar, Ali se había colocado justo detrás de mí. En ese momento mi pulsera se
quedó enganchada en una pequeña obertura metálica que la goma del puente no
cubría.
Ali: Tranquila, tú tómate tu tiempo que yo estoy aquí muy bien- escuché que
decía.
Giré el cuello para mirarla, al apoyarme en mis antebrazos había dejado mi trasero
completamente en pompa, accesible a la perversa mirada de Alicia. Cuando la miré
estaba observándolo con descaro, y cuando notó que la estaba mirando me dedicó
una sonrisa triunfal. Me reí, volví a girarme y continué con mi tarea. Al cabo de un
par de segundos no noté tan solo la mirada de Alicia sobre mí, sino que también
sentí su mano acariciar mis nalgas. No pude evitar sonreír.
Ali: Aprovecho para acariciar lo que es mío, ¿o no me has dicho antes que toda
esta maravilla me pertenecía? Si quieres también puedo recordarte qué otras
cosas más me pertenecen…
A los pocos segundos conseguí por fin separar mi pulsera así que gateé
rápidamente hasta poder ponerme de pie, Ali hizo lo mismo.
Yo: Dios mío Alicia, eres insaciable- comenté agitada y mirándola, ella también
cayó agotada a mi lado.
Ali: No sé qué me pasa, a la mínima me excito y cada vez que te veo tengo unas
ganas terribles de tocarte y besarte.
Yo: Mi madre ya me avisó de que esto podría ocurrir, qué ingenua yo al pensar
que exageraba- murmuré sonriendo al recordar sus palabras.
Yo: Me dijo que con el embarazo tu apetito sexual cambiaría y que quizás no
querrías tocarme ni con un palo o por el contrario no me dejarías tranquila ni dos
segundos. En un principio no la creí, pero viendo lo de esta noche…- le expliqué, lo
último lo dije riendo.
Yo: Ay Alicia, pues claro que lo sabe, se imagina que como toda pareja hacemos el
amor. ¿O te piensas que cree que me invitas a pasar un fin de semana en un hotel
para hacer una fiesta de pijamas?
Ali: No, pero no sé…- se encogió de hombros- ¿No te avergüenza que lo sepa?
Ali: Si ves que me paso o no te apetece dímelo ¿vale? No quiero que te sientas
obligada porque a mí sí me apetezca.
Ali: ¿Dormimos?
Mientras ella se giraba para apagar la luz yo cogí el edredón y las mantas y nos
tapé, luego la abracé por la espalda.
Yo: Te amo.
Llevé mi mano a su vientre, ella puso su mano sobre la mía y entrelazó nuestros
dedos.
Ali: ¿Eh?
Yo: Hace tiempo me preguntaste un nombre de niña que me gustara para nuestro
hijo, ahora te digo uno de niño que también me gusta aparte de Iván.
Yo: Lo siento, es que como me lo dijiste la otra vez- me disculpé con rapidez- ¿Te
molesta?
Ali: Mmm no, todo lo contrario, suena increíblemente bien- suspiró apretándome la
mano.
Ali: Buenas noches mi vida- fue lo último que escuché antes de quedarme
dormida.
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- Buenas noches mi vida- fue lo último que escuché antes de quedarme dormida.
------------------
-¡AINHOA!
-¿Se puede saber qué es esto? ¿Qué has hecho con mi cuello?- me preguntó
horrorizada sin apartar la vista del espejo donde se veían reflejados su cuello y
todos los chupetones que le había hecho los dos días anteriores.
-Joder Alicia, me has asustado- reproché- Pues son chupetones, ¿qué van a ser?
-Ha sido instinto, pensaba que había entrado alguien a la habitación- me defendí
encogiéndome de hombros.
-¿Con una lámpara Ainhoa, con una lámpara pretendías atacar a alguien?- me
preguntó mirándome con los ojos entrecerrados.
-De nada eh, perdón por intentar defenderte- murmuré volviendo al cuarto.
-¿Defenderme de quién? Si la que me ha atacado has sido tú. ¿Te has parado a
mirar cómo me has dejado el cuello? Qué querías sacarme ¿sangre, petróleo?- se
quejó siguiéndome.
-Anda no exageres, déjame ver- le dije haciendo un gesto con la mano para que
se acercara.
Ella me obedeció, se sentó a mi lado y estiró su cuello dejándome ver todas las
marcas que había en su piel. Había que ser sincera, no estaba exagerando en
absoluto, me había pasado. Incluso tenía un morado con la forma de mis dientes.
-¿Te duele?- le pregunté con voz suave pasando el dedo encima de esa zona, ella
pegó un pequeño brinco.
-Solo ahí- contestó calmada al notar que me había dado cuenta de que me había
pasado.
-Así es, es que me encanta besarte el cuello- contesté riendo un poco, pero luego
volví a entristecerme.
-Ainhoa, sé que serías incapaz de ponerme una mano encima y mucho menos
sabiendo que estoy embarazada, así que deja de pensar en eso, ¿vale?- me dijo
cogiéndome la mano, yo le sonreí- Piensa más bien qué vamos a hacer con la
lámpara.
-¿Qué pasa con ella?- pregunté girándome para mirarla, entonces me di cuenta de
que la había roto- Mierda- murmuré llevándome una mano a la frente.
-Bueno, eso me deja claro que si se trata de mi seguridad te da igual los daños
colaterales que puedas causar para ayudarme.
-Incluso si eso significara matar a una, dos, tres y cien personas- aseguré con
firmeza y apretándole la mano.
-Tendría la vida más perfecta que jamás haya podido tener nadie.
-Entonces de momento no me queda más que vivir la vida igual que todos los
demás.
-Lo conseguiré, cueste lo que cueste lo conseguiré- me aseguró con los ojos
entrecerrados.
Reí y la besé.
-¿Y eso?- repetí incrédula- Cinco orgasmos Alicia, hice que tuvieras cinco
orgasmos para que la señorita no quedara insatisfecha y usé varias partes de mi
cuerpo para conseguirlo, ¿aún me preguntas que a qué se deben mis agujetas?
-¿Qué quieres que le haga? Siento como si tuviera un gran incendio dentro de mí
que cada vez que se apaga al cabo de un par de horas vuelve a resurgir- no pude
evitar reír ante su explicación.
-Estos meses voy a estar más en forma que en toda mi vida- dije, ella sonrió
mientras la besaba.
-El desayuno aún nos entra, así que date prisa antes de que alguien quiera entrar
a limpiar el cuarto y tengamos otro desagradable accidente.
-Sí, será mejor, que luego tengo que aguantarte con la mala leche que tienes…-
susurré levantándome y empezando a recoger mis cosas junto a Ali.
-Nada, que te amo muchísimo y que eres la mujer más afortunada del mundo por
tenerme a tu lado- dije mientras le besaba la mejilla.
-Me han encantado estos dos días contigo, desde luego que nos hacían falta- dije
eso último con una gran sonrisa que se vio respondida por otra de parte de Alicia.
-Estoy completamente de acuerdo- rió- Espero no tener que volver a pasar por
esta sequía porque me veo subida a las paredes.
-Ya sé que te da igual pero a mi amiguito de ahí abajo no- volvimos a reír- Puedo
asegurarte que después de todo lo que me has hecho estos dos días cualquier cosa
que pruebe me va a saber a poco.
-Pues supongo que entonces no te quedará otra que esperar a que nos veamos-
dije mientras la abrazaba por la cintura.
-¿Cómo que no aguanto? Estoy segura que aguanto más que tú.
-Pues claro. Deja que piense algo y la próxima vez que nos veamos se verá cuál
de las dos consigue contenerse más.
Acorté la poca distancia que nos separaba y la besé con ternura, ella rodeó mi
cuello con sus brazos justo como solía hacer siempre. Había que admitir que la
situación se nos fue un poco de las manos ya que la intensidad con la que nos
besábamos era bastante elevada. Yo la tenía arrinconada contra el coche y ella
había dejado sus manos en mis caderas, con la punta de los dedos peligrosamente
cerca de mi culo. Cuando al fin nos separamos ambas teníamos las respiraciones
agitadas.
-Creo que ahora mismo acabamos de dejar claro que no tenemos resistencia
alguna contra la otra- me susurró entrecortadamente.
Me di la vuelta y la miré.
-Natalia, ¿qué haces aquí?- le pregunté mientras la saludaba con un abrazo y dos
besos, haciendo esto tuvo que soltar la mano del hombre que la acompañaba.
-Vaya, con que tú eres el famoso Santiago- lo saludé con dos besos.
-Llámame Santi, por favor- comentó con una sonrisa- Y tú eres la famosa Ainhoa,
tu hermana me ha hablado mucho de ti.
Ellos dos se quedaron mirando fijamente y con una expresión un tanto extraña,
pero se acercaron y se saludaron con dos besos también.
-¿Y qué tal? Seguro que no ha podido ir peor que cuando yo les presenté a Alicia
como algo serio- bromeé sonriendo.
-Ha ido muy bien, de hecho el domingo que viene vamos a hacer una cena en casa
para que se conozcan mejor. Yo sé que los domingos no os veis y que tú el lunes
tienes clases temprano- dijo esto mirando a Alicia- pero me haría mucha ilusión
que pudierais estar las dos.
-Creo que me lo crucé una vez por la calle. ¿Hace cuánto empezaron a salir?
-¿El qué?
-No dejas que nadie más que tus padres te pague nada o te invite a algo, y si
alguien lo hace ya estás remugando e intentando por todos los medios devolver el
dinero que se han gastado en ti.
-Eso no es cierto.
-¿Ah no? ¿Y qué hacía este sobre con cincuenta euros en mi bolso?- me preguntó
enseñándomelo, bajé la mirada incómoda- No quiero tu dinero, ni siquiera sabes si
me he gastado más o menos.
-Dado que sé que nunca les pedirías tanto dinero a tus padres por la cara ya estás
metiendo inmediatamente el dinero de nuevo en tu banco.
-Pero Ali no Ainhoa, entiendo que no quieras ser una mantenida y eso está bien,
pero me quitas la ilusión de poder invitarte a algo. Si te pago alguna que otra cosa
es porque quiero, tú lo haces conmigo y a pesar de que me resisto un poco dejo
que lo hagas porque sé que te hace ilusión. ¿Por qué no me dejas hacer lo mismo?
-Te piensas que me estás haciendo un favor pero me estás haciendo sentir pobre-
me dijo apartando la mano rechazando el dinero.
-Dios, ¿por qué siempre se lían las cosas tanto?- murmuré mirando el suelo, luego
volví a mirarla- Mi amor, no he dicho eso en ningún momento y tampoco lo pienso.
-No quiero que por invitarme te falte nada en casa, ni siquiera la más mínima y
estúpida cosa. Mereces vivir como una reina.
-¿Y me vas a decir qué es una reina sin su rey, o en este caso sin su reina?- eso
me hizo sonreír.
-Te dije que me lo pensaría, tengo tantas ganas de irme a vivir contigo como tú.
Estoy pensando opciones para ayudarte en casa sin tener que ponerme a trabajar
por las mañanas ya que eso no te gusta ni un poquito de nada- comenté
besándole la punta de la nariz, ella por fin sonrió.
-¿Sabes qué es lo que me gusta menos que eso? Tener estas tontas discusiones
contigo- dijo mirándome y acariciándome el dorso de mi mano derecha.
-Pues la verdad es que yo no. Prefiero esto a tener una relación sin discusiones,
porque si no tuviéramos ningún problema eso significaría que tendríamos un gran
problema.
-Toma esto- me dijo metiendo su mano en su bolsillo trasero y sacando una llave-
Puedes venir a casa cuando quieras, esté o no esté.
-Gracias, por esto y por este fin de semana, y perdóname por ser tan difícil a
veces ¿vale? No me gusta que me inviten porque quiero demostrar que me puedo
valer por mí misma.
-Eh, pues no sé, nunca me lo había planteado. Supongo que las morenas- dijo
rascándose la cabeza, entonces me miró- Espera, no estarás pensando en traerme
a una stripper ¿no? Porque estás loca si piensas que voy a tocarla y mucho menos
estando tú delante.
-Y tú estás loca si piensas que voy a traerte a una mujer para que la toques y te
toque. No es eso, ya verás- dije besándola- Que te vaya bien la semana.
-Gracias, igualmente- me volvió a besar con intensidad esta vez, ninguna de las
dos queríamos separarnos- Te amo.
-Yo también te amo- nos besamos por última vez y con mucha fuerza de voluntad
me separé, giré un poco mi cuerpo para ir a casa pero continué mirándola- Por
cierto, es un gusto saber que soy de tu tipo- dicho esto le guiñé un ojo y cogiendo
mi maleta caminé hacia el portal.
Pude ver cómo sonrió ante mi comentario antes de girarme por completo. Cogí mi
maleta, abrí la puerta del portal y me giré para mirarla por última vez. Ella ya
estaba metida en el coche, me mandó un beso y aceleró hasta que la perdí de
vista. Me giré con una sonrisa y subí al fin a casa, al abrir la puerta y llegar al
comedor me encontré a mis padres tumbados y abrazados cariñosamente en el
sofá viendo la tele.
-Estupendamente, ¿y vosotros?
-Muy bien, esto ha estado muy tranquilo- dijo ella- ¿Qué tal os ha ido en el hotel?
-No nos podría haber ido mejor, ha sido…fantástico- resumí esbozando una gran
sonrisa.
-Veréis, hay algo que tengo que deciros- dije mirándolos a los dos.
-Tú dirás- comentó mi madre mientras los dos se sentaban para ponerse cómodos.
-Alicia me ha pedido que me vaya a vivir con ella, y lo único que me ha impedido
decirle que sí es que no quiero que me mantenga, así que voy a buscar un trabajo
por las mañanas para ayudarla con la casa- solté sin más observando la reacción
de sus caras.
Ambos tenían expresiones neutras, y no sabía si eso era bueno o malo. La primera
en hablar fue mi madre.
-Sé que será duro pero tengo que intentarlo, os puedo asegurar que si es
demasiado para mí dejaré el trabajo. Necesito el dinero.
-No lo sabe, me lo prohibió rotundamente así que os tengo que pedir que me
guardéis el secreto.
-Sé que apenas llevamos mucho juntas, dos meses es poco tiempo, pero después
de lo que hemos pasado siento como si hubiera estado saliendo con ella durante
todo este tiempo, y eso es un año. Ambas nos echamos mucho de menos, me
estoy perdiendo todo su embarazo y que ella pase tanto tiempo sola no me parece
bien- respondí mirándolo.
-Sé que os entristece ver que me hago mayor pero que me vaya a vivir con ella no
significa que no os vuelva a ver. Puedo venir a veros, comer los domingos aquí,
vosotros venir a casa de Ali o lo que sea, podemos ir viéndolo, tampoco es que me
vaya mañana.
-Creo que ya estarás harta de escuchar esto, pero si eso te hace feliz voy a
apoyarte en lo que haga falta a pesar de que no esté del todo de acuerdo- me
aseguró mirándome.
-Digo lo mismo que tu padre, no me parece del todo bien que tengas que ponerte
a trabajar pero si es lo que tú quieres no puedo prohibirte nada, ya eres mayor de
edad.
-Y cuando estés viviendo con ella ¿cómo harás para que no descubra que estás
trabajando? Porque probablemente tendrás uniforme, y ¿qué pasará cuando Ali no
se encuentre bien una mañana, decida no ir a clase y tú tengas que irte?
Me levanté del sofá, cogí mi maleta y fui a mi cuarto para colocar mi ropa, al sacar
el corsé no pude evitar sonreír. Lavé a mano la media que había entrado en
contacto con los flujos de Alicia y la dejé secándose en el baño. Acto seguido pasé
las fotos de la cámara al portátil y puse de fondo de pantalla una foto nuestra.
Después de eso empecé a hacer mi currículum, lo cual no me llevó mucho, e
imprimí unos cuantos para tenerlos preparados. Al acabar mi madre me llamó para
comer, así que dejé de lado mis tareas y me di un descanso.
Al llegar a casa me tumbé en el sofá con los pies hechos polvo, no podía dar ni un
paso más.
-¿Qué tal te ha ido?- me preguntó mi padre mientras se ataba las botas del
trabajo.
-He conseguido dejar dos currículums. El que diga que no hay trabajo es porque
no busca, pero eso sí, se tendrá que patear toda Palma entera para encontrar
algo- le contesté suspirando.
-Te lo diré esta noche al llegar a casa cuando esto de levantarme temprano y
caminar durante cinco horas después de estudiar toda la tarde me haya pasado
factura.
-Gracias, igualmente.
Al día siguiente estuve esperando alguna llamada en mi móvil por lo del trabajo,
pero nada. No era cuestión de un día y lo sabía, pero realmente tenía ganas de
empezar a trabajar. Por la tarde decidí hacer una visita a Ali, no la avisé dado que
quería que fuera una sorpresa y como me había dado la llave la situación era
perfecta.
Cuando llegué a su casa abrí la puerta con sumo cuidado y la cerré de la misma
manera, sabía que a esa hora ella aprovechaba para dormir un poco para no
cansarse tanto. Con delicadeza dejé el maletín que llevaba mi portátil en el suelo y
me acerqué silenciosamente a su dormitorio, la puerta estaba entreabierta. A
mitad de camino empecé a escuchar pequeños ruidos que al irme acercando a su
cuarto fueron aumentando de volumen. Al llegar a la puerta sonreí al darme
cuenta de que esos ruiditos eran gemidos. Asomé la cabeza y pude ver a Ali
tumbada en el centro de la cama completamente desnuda y con los ojos cerrados,
su mano izquierda apretujaba su pezón izquierdo mientras que la derecha
masajeaba con rapidez su clítoris y, de tanto en tanto, se penetraba con dos
dedos. Sonreí traviesamente, volví al comedor, me quité las botas para no hacer
ruido al caminar y volví a su dormitorio. Con el mayor sigilo posible me colé en su
cuarto y empecé a caminar de puntillas muy despacio, pensaba que si no me
descubría merecería un premio.
Al escucharla decir eso me paré por completo, sentí cierto calor en mi sexo.
Descubrirla masturbándose me había calentado un poco, pero descubrirla
masturbándose pensando en mí me había excitado muchísimo. Volví a reanudar mi
camino y al llegar al pie de la cama me tumbé entre sus piernas.
-Si quieres puedes dejar de pensar tanto en mí para que acabe yo el trabajo-
murmuré seductoramente.
Ella gritó asustada y se movió, con tan mala suerte que al hacer esto su pie me dio
una fuerte patada en la nariz tirándome al suelo. Me llevé las manos a la cara y
me las miré, estaban ensangrentadas al igual que la parte superior de mi camiseta
y el suelo, me había dado de lleno.
-Joder, con un simple ‘no’ bastaba- me quejé adolorida con las manos en la nariz.
-Déjame ver- dijo acercando su mano derecha a mi cara, pero la detuvo a mitad
de camino al darse cuenta de que sus dedos estaban pringados en sus flujos- Pero
será mejor que con esta mano no te toque- apartó la mano sacudiéndola un poco.
Eso hizo que empezara a reír a carcajadas, lo cual era una combinación extraña
dado que estaba completamente manchada de sangre, mientras que la incrédula
mirada de Alicia sobre mí hacía que me riera más.
-Espera un momento.
¡Ni se te ocurra ponerte así!- exclamó poniéndome la cabeza hacia abajo enfrente
del lavamanos, de manera que la sangre cayó ahí. Abrió la llave del agua y me
miró- Límpiate un poco y cuando acabes ponte papel, pero en ningún momento
subas la cabeza porque podrías ahogarte con tu propia sangre.
-Ali por favor, no seas tan exagerada- dije poniendo jabón mis manos.
Mientras yo me limpiaba la sangre ella fregó el suelo donde esta había caído. Al
cabo de un buen rato salí del baño y me senté en la cama, Ali aún estaba
terminando de limpiar el suelo.
-Ya decía yo que serías mi enfermera sexy- comenté mientras la miraba fijamente.
-Uy sí, soy una enfermera súper sexy, sobretodo estando embarazada.
-Eh no no, para empezar no eres una enfermera súper sexy, eres mi enfermera
súper sexy, y el hecho de estar embarazada no te quita encanto, más bien te lo
da.
-Mejor empieza por explicarme por qué estás aquí y no estudiando- dijo dejando la
fregona, cruzándose de brazos y mirándome fijamente con una ceja levantada,
como si fuera mi madre.
-Ayer nos dijeron que hoy no teníamos clase así que decidí darte una sorpresa y
venir a verte para que cuando despertaras de tu siesta me vieras al lado, solo que
la sorpresa me la he llevado yo al entrar y escuchar que gemías mi nombre
mientras te masturbabas- al decir esto ella se sonrojó- Y luego la patada ya ha
puesto la guinda al pastel.
-Veamos cómo está esto- dijo cogiendo el papel y separándolo de mi nariz, había
un hilillo de sangre que se apresuró a limpiar- Al menos ha dejado de sangrar.
-Lo siento mucho de verdad, pero es que me has pegado un buen susto- se
disculpó.
-No te preocupes. ¿Necesitas que te ayude a acabar con lo que estabas haciendo
antes?- le pregunté mientras le besaba el cuello.
-La verdad es con todo esto se me ha bajado el calentón de golpe, pero desde
luego no me importaría que me ayudaras a empezar otra vez- me susurró al oído.
-Sí- afirmé con sonrisa de niña pequeña sabiendo que le había cortado el rollo por
completo.
-¿Estás segura?
Ella se sentó en el sofá, yo cogí el ratón inalámbrico y me senté junto a ella. Al ver
la foto que tenía de fondo de pantalla sonrió.
-Pues te voy a dar a escoger. En una salen dos morenas, y en otra una rubia y una
morena, tú decides- dije mirándola.
Estaba completamente segura que ni siquiera se acordaba de aquel reto del que
hablamos.
Dicho esto cliqué en la película y me recosté. El principio era normal, dos mujeres
que se saludan y entran en una casa, mantienen una pequeña conversación hasta
que una de ellas se abalanza sobre la otra y bueno, no hay mucho más que contar,
la ropa comenzaba a sobrar. Empecé a reírme al ver la cara de Ali cuando se dio
cuenta del tipo de película que era.
-¿Algún problema? ¿Acaso temes no poder aguantar la película entera sin tener
que hacerme el amor brutalmente?- pregunté con una gran sonrisa.
-Pienso demostrarte que tengo más aguante del que tú te piensas- dijo decidida-
Conque no ibas a necesitar la camiseta…- murmuró mirándome, yo volví a sonreír.
-Quizás soy algo estúpida o tan solo te soy demasiado fiel, pero no puedo evitar
sentirme un poco mal al excitarme por otra mujer que no eres tú- al decir esto ella
me miró y sonrió.
-Eso es muy tierno. ¿Te sientes mejor si te digo que tienes mi permiso para
excitarte viendo esto?
‘Contrólate Ainhoa, contrólate por tu vida porque como la pilles no la dejas viva’
Dios mío, ¿por qué es tan sexy? ¿Cómo puede ser tan sexy? ‘Ahora mismo en el
estado en el que estás hasta una tortuga te parecería sexy’ Hombre, bien visto…
‘¡Asquerosa!’
En ese momento Alicia replegó su pierna izquierda y la dejó con la planta del pie
en el sofá, pero el talón de este quedó sospechosamente cerca de su sexo.
-Alicia, aparte ese pie inmediatamente de ahí, ¿es que no aguantas más?
Me hizo una mueca de fastidio pero me obedeció y estiró la pierna. Debieron pasar
diez minutos más hasta que decidí apartar la mirada de la pantalla, me dolían los
pezones y podía notar perfectamente las palpitaciones en mi clítoris. Había fijado
mi mirada cerca de Alicia, levanté la vista y vi que ella también me estaba
observando, nos aguantamos la mirada un par de segundos.
Sin desatender mis pechos bajó el cierre del pantalón y con rapidez lo despojó de
mí. Me incorporé un poco y cambié nuestras posiciones dejándola a ella debajo de
mi cuerpo. Atendí sus pezones y apreté con fuerza la tela de sus vaqueros en la
zona de su intimidad haciéndola gemir audiblemente, pude notar perfectamente su
calor. Le quité sus vaqueros y sus bragas a la vez dejándola completamente
desnuda, no tardé en hacer un camino de saliva desde su cuello hasta su clítoris,
lo atrapé con mis labios. Estuve un rato succionándolo y penetrándola con mis
dedos, pero yo no aguantaba más y Ali se dio cuenta de ello. Me cogió la cara con
sus manos e hizo que subiera para besarla.
Llevó su mano a mi vagina y después de mojar sus dedos con mis flujos empezó a
masturbarme, nada más al tocarme sus dedos empecé a gemir.
-¿Mejor así?
Me abracé a su pierna con fuerza mientras de cada vez aceleraba más la rapidez
con la que la embestía, ella puso sus manos en mi cadera, acariciándome y
acercándome más a su cuerpo. Se escuchaba perfectamente el ruido que nuestros
sexos hacían cada vez que se juntaban y se separaban debido a los abundantes
flujos que tanto ella como yo habíamos soltado, lo cual a mi parecer era
extremadamente excitante. Tenía la cara caliente por el esfuerzo y que fuera
invierno e hiciera un frío de perros no evitó que comenzara a sudar, y este mismo
tampoco evitó que moviera mis caderas a una velocidad vertiginosa. Mis pechos
botaban de arriba abajo debido al movimiento, lo cual al parecer agradó a Alicia ya
que no despegó la mirada de ellos.
-Te ves tan sensual moviéndote así, creo que podría correrme tan solo de mirarte.
Sonreí ante eso, ella alargó sus brazos para acariciármelos y pellizcar suavemente
mis pezones, en respuesta a su acto le acaricié la pierna que tenía sobre mi
hombro y le besé parte del gemelo y la rodilla. Estuve incontables minutos así, el
orgasmo parecía llegar pero cuando estaba a punto de alcanzar el clímax todo se
venía abajo y volvía a empezar, haciendo que gruñera de frustración y aumentara
mi ritmo, si eso aún era posible. Alicia se retorcía de gusto debajo de mí, sin poder
evitar moverse un poco también, dándome la satisfacción de verla disfrutar de
aquella manera y oírla gritar del placer que le daba. Apoyé mi mano izquierda en
la pared y con la otra acaricié su vientre, sus costillas y sus senos, cuando pasé
por su cadera me cogió la mano y entrelazó nuestros dedos, yo la apreté con
fuerza sintiendo cómo al fin se desencadenaba en mí el orgasmo que había estado
reteniendo durante tanto tiempo.
Grité con fuerza y me desplomé exhausta sobre el respaldo del sofá, pero el
descanso no me llegó tan rápidamente.
-Lo siento- me disculpé avergonzada. Entre eso y lo del otro día que la dejé con
ganas de más llevaba una rachita…
-¿Te has quedado bien? ¿Quieres que continúe?- le pregunté sin aliento para
asegurarme de que estaba satisfecha.
-Ven aquí- me indicó haciendo gestos para que me pusiera encima de ella.
Me separé del sofá, dejé con suavidad su pierna encima de este y me recosté con
cuidado sobre ella, metiendo mi cabeza en su cuello sin fuerzas ni siquiera para
poder besarla. Ella me abrazó y acarició tranquilamente mi espalda.
-No tenías por qué esforzarte tanto a lo último, se te va a salir el corazón del
pecho- me dijo suavemente al oído cuando se calmó, yo por el contrario no había
mejorado mucho.
-Quería que disfrutaras igual, como yo ya había acabado no sabía si era placentero
o no- conseguí decirle entrecortadamente.
-¿Placentero? Ha sido maravilloso, ¿cómo consigues mover las caderas tan rápido
sin romperte nada?- me preguntó fascinada mientras me acariciaba el pelo, su
pregunta me hizo reír pero no contesté dado que quería evitar una situación
incómoda- ¿Sergio?- acabó por deducir.
Noté que su cara se ensombreció un poco, pero antes de que pudiera decir nada
sonrió.
-¿Te das cuenta de que a pesar de no saber nada de él, de Andrés e incluso de las
mujeres con las que me he acostado seguimos teniéndolos presentes de una
manera u otra?
-No me molesta hablar de Sergio porque tú le dejas mal en todos los aspectos, al
menos en mi caso.
-¿Al menos en tu caso? ¿Estás poniendo en duda que contigo no siento tanto
placer?- preguntó alzando una ceja.
-No, no te equivocas.
-Pues tú sí. Primero, no hay ninguna altura, no tendría la cara tan dura de encima
requerirte experiencia o que seas buena, no lo he hecho nunca y jamás lo haré. Y
segundo, ¿cómo voy a hacerte lograr entender que lo que me das es mucho más
de lo que pido? Ser tocada por la persona que amo y que me ama es lo más
placentero para mí, así que ¿puedes quitarte de la cabeza esa estúpida idea? ¿Es
que no ves cómo me retuerzo de placer cada vez que me haces el amor?- me dijo
ella incluso más frustrada que yo por pensar todo lo anterior dicho.
Le sonreí reconfortada.
-Pero seguro que…- empecé a decir, pero me detuve al mirarla. Había levantado
su ceja mientras me miraba fijamente, no pude evitar reírme de su expresión-
Vale vale, está bien, no lo pondré más en duda.
-Ah, por fin- murmuró besándome con pasión- ¿Sabes que esto podría ser mucho
mejor si pudieras quitar esos gemidos de fondo? Con los nuestros tengo más que
suficiente.
-¿Pasa algo?
-A pesar de que odio a Sergio con toda mi alma siento mucha pena por él.
-Por ser tan tonto de dejarte ir. Si hubiera sido él jamás habría dejado que una
mujer como tú se fuera de mi lado, me habría esforzado para enamorarte cada
día, lo cual no habría sido para nada difícil porque tú le amabas muchísimo.
-Te amo más a ti de lo que le amaba a él- al decir esto pude notar como sus ojos
brillaron de emoción.
-Pero te amo Ali, te amo con locura, a ti y a esta pequeña cosita de aquí- murmuré
acariciándole la barriga y sonriéndole, ella me respondió con otra de su parte.
-No pienso cometer contigo los mismos errores que él, no voy a permitir que te
marches de mi lado- me aseguró abrazándome con fuerza.
-A todo esto, ¿quién ha ganado el reto?- me preguntó una vez nos separamos.
-Está claro que yo, has acercado tu pie ahí abajo para intentar aliviar tus ganas.
-Eso no es verdad, tan solo estaba buscando una posición cómoda- intentó
excusarse.
-Qué bien suena eso- dijo estirándose y bostezando- ¿Quieres darte una ducha?
Has sudado bastante.
-De verdad que iría, pero me he duchado nada más llegar de clase. Además, si nos
metemos en la ducha tú y yo vamos a estar un largo rato y tengo que empezar a
ahorrar agua.
-Vale- volví a besarla de la misma manera pero ahora en los labios- ¿Vas a
quedarte ahí?
-Ahora me levantaré.
Asentí, me quité de encima de ella y recogí mi ropa del suelo, la suya la dejé a un
lado del sofá. Traté de ser lo más breve posible con la ducha por lo que había
dicho Ali del agua, por lo que tras quince minutos ya estaba fuera. Cogí un jersey
de Alicia, ya que mi camiseta estaba en remojo por la sangre. Me fijé que ella aún
seguía en el sofá, al acercarme me di cuenta de que se había quedado dormida,
seguía desnuda. Me apresuré en cerrar del todo la corredera del balcón ya que la
habíamos dejado un poco abierta y toqué el cuerpo de Alicia, estaba fría. Cogí su
ropa interior, que tan solo trataba de la parte inferior, y con la máxima cautela
posible se la puse. No quería despertarla, aunque sabiendo el sueño profundo que
tenía no sería muy complicado vestirla sin que se inmutara. Fui a su cuarto,
busqué en sus cajones su pijama y decidí ponérselo, si la dejaba desnuda por
mucho que la tapara se resfriaría. Con mucha cautela conseguí ponerle los
pantalones, y con más precaución aun pude ponerle la camiseta. La tapé con una
manta hasta el cuello y empecé a recoger mi portátil, pero no lo apagué, lo puse
en la mesa y decidí repasar los apuntes de clase para no ir tan apurada.
-Es que estabas tan mona dormida, me daba pena- me excusé, ella sonrió.
-Eso es porque mis ganas de besarte y escuchar tu voz son más fuertes que
cualquier otra cosa. Además, antes de despertarte siempre me quedo mirándote
un rato- contesté cogiéndola de las manos y haciendo que se sentara en mis
piernas.
-No podía dejarte desnuda con el frío que hace, aunque las vistas habrían sido
realmente buenas- bromeé, las dos sonreímos.
-¿Y no darte tus bien merecidos besos de despedida? Ni hablar, bastante poco te
veo ya como para irme sin más- le dije acariciándole la pierna.
-Eso tendrá que esperar un poquito, después de que recoja mi portátil- dije
besándole la punta de la nariz.
-El viernes cuando vengas tendrás tu camiseta lista, no creo que quede ninguna
mancha de sangre.
-Bien, gracias- le dije, entonces recordé una cosa- Ah, ya decía yo que me
olvidaba de decirte algo. El jueves mis padres se van al pueblo de mi tía porque
tienen que solucionar un par de cosas y no vuelven hasta el sábado por el
mediodía. Sé que mi cama no es la más espaciosa ni la más cómoda, pero si te
apetece en vez de ir yo puedes dormir en mi casa, para cambiar un poco- le
expliqué.
-Pues claro que sí mi amor. Además, nos falta tu cama por estrenar así que…-no
pude evitar reír ante lo que dijo.
Ella me miró fijamente y después me pegó en el brazo como siempre hacía cuando
algo no le hacía gracia.
-No digas eso ni en broma- al ver que sonreía ante su reacción añadió me fulminó
con la mirada- Idiota.
-Ali ya sabes que es una broma, no sé por qué te lo tomas tan mal.
-Porque cuando me haces este tipo de bromas no puedo evitar imaginarme que
tienes un accidente con el coche o lo que sea. Si algo te ocurriera yo…
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