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“¡No es justo que la justicia sea tan injusta con los corruptos!”.
“¡Pobrecitos sus hijos y sus cónyuges!”. Ese es el principal argumento con el
que fundamenta el Partido Alianza Patriótica el proyecto de reforma a la Ley
sobre Privación Definitiva del Dominio de Bienes de Origen Ilícito, para
impedir que les quiten los bienes a los corruptos. Por cierto, la única iniciativa
partidaria y, además, defendida apasionadamente por sus autoridades.
Afirmar que los corruptos provocan menos daño que los narcotraficantes y
los lavadores de dinero, es cinismo en grado superlativo, porque saben (¡es un
hecho notorio!) que los déficits en salud, educación, seguridad jurídica,
infraestructura vial, etc., y sus consecuencias, como la pobreza, el desempleo y
la inequidad, tienen su origen, justamente, en la apropiación ilegal de los
recursos destinados a esos servicios públicos.
Los narcotraficantes y los lavadores de dinero hacen mucho daño, pero no son
los responsables de nuestro subdesarrollo. Lo son los corruptos. En las grandes
potencias el lavado de dinero es inmenso y pululan los narcotraficantes, pero
eso no ha sido óbice para crecer ni desarrollarse. Es más, hay países que han
crecido, justamente, por facilitar el lavado de dinero. Suiza, es el ejemplo más
conocido y su población disfruta de uno de los mejores sistemas de convivencia
en el mundo.