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10º Principio;[226];

Yo creo con fe completa, que el creador (bendito su nombre), sabe todos los actos de las
personas y todos sus pensamientos, como esta escrito "El moldeo cada corazón El que entiende
todos sus actos"
Que Él, elevado sea, conoce todos los actos del hombre y no les están ocultos;[227];. No es
como aquellos que opinan: “Dios ha abandonado al mundo”;[228]; (Ezequiel 8:12), sino, más
bien, como está escrito: “grande en consejo y poderoso es Dios, cuyos ojos están puestos
sobre todos los caminos del hombre;[229];” (Jeremías 32:19) y fue dicho: “y vio Dios que se
multiplicó la maldad del hombre sobre la tierra” (Génesis 6:5) y más aún: “las quejas de
Sodoma y Gomorra, pues son inmensas” todos ellos nos hablan acerca de este décimo
principio;[230];.

Comentarios:

; [226]; Como ya mencionáramos en la nota al comienzo del sexto principio, en algunas


ediciones este principio está ubicado, erróneamente, en sexto lugar, mas en realidad su
verdadero lugar es aquí, lo que posiblemente motivo tal equivocación en el orden, sea, tal vez
el hecho que este principio, otorga otras perspectivas acerca de la perfección de Dios, me
refiero a que, saber lo que ocurre es más perfección que ignorarlo. Este principio tiene un
aspecto teológico claro, tal es el Conocimiento Divino, es decir Sus cualidades, y por el otro
lado, este principio incluye una parte básica para el ser humano en forma personal, ya sea
observante de los preceptos de la Torah o no, es decir, la pregunta íntima que todos tienen:
¿Dios me conoce y sabe acerca de mí, presta atención a lo que hago o no? Es por este segundo
aspecto que es lógico que la ubicación de este principio sea aquí, en esta tercera
categoría, pues en la primera categoría de los principios se trata acerca de Dios en sí mismo,
independientemente de la existencia de este mundo, y nuestro principio se inscribe
temáticamente en la tercera categoría en donde se trata de la relación de Dios con la Creación,
es decir, recompensa y castigo y para ello es indispensable que Dios sepa lo que ocurre. Así
también, este principio que es el primero de la tercera categoría, marca el puente entre la
segunda categoría – que trata acerca de la profecía y el origen Divino de la Torah- y la tercera
categoría –que trata acerca de la recompensa y el castigo- pues, como ya quedó claro en el
sexto principio, para poder adquirir la profecía hace falta que el individuo alcance ciertas
perfecciones, tanto intelectuales como morales, y sólo entonces es cuando es posible que
Dios, si Él así lo desea, haga recaer sobre tal individuo el espíritu de la profecía, esto implica
que Dios debe conocer el estado de cada individuo. Además, es la Torah la que asegura que
Dios conoce todo lo que sucede, tal como lo atestiguan los versículos que cita Maimónides
para corroborar este principio.

; [227]; El hecho de que Dios conoce todo es algo que se impone para los que sostienen que
Dios es perfecto y que controla el mundo, Providencia Divina, y además tal como se afirmó en
el principio anterior, el de la profecía, Dios debe conocer al individuo para saber si es digno
que sobre él se pose la profecía o no, más aún, es indispensable para el establecimiento de
recompensa y castigo, es por esto que este principio antecede al que le sigue en el cual
pregona la recompensa y el castigo, pues si no conoce lo que cada individuo hace, ¿cómo
podrá saber a quién le corresponde recompensa y a quién castigo?
; [228]; Esta es la opinión de Aristóteles. Lo que lo llevó a pensar así, tal como lo explica
Maimónides en La Guía de los Perplejos, parte II, es el hecho que Dios está por sobre el
tiempo, y afirmar que Dios sabe lo que hacen los hombres -sostiene Aristóteles- implica
rebajar a Dios a las limitaciones del tiempo, pues el hombre actúa en ese ámbito (bajo las
coordenadas de espacio y tiempo). Además el saber de Dios impediría al hombre de su libre
albedrío –este tema lo expone también Maimónides en las leyes acerca del arrepentimiento,
[Hiljot Teshubá 5:5]- Pues si Dios lo sabe todo, entonces ya sabe si este individuo va a hacer tal
cosa o no, y una vez que Dios sabe con anticipación que tal individuo va a realizar determinada
cosa, es imposible que ese individuo no lo haga, pues si así fuera, resultaría que Dios no supo, y
esto es algo absurdo. Entonces como consecuencia, aquel individuo está “condenado” a hacer
lo que Dios ya sabe que ocurrirá sin tener la posibilidad, el individuo, de hacer otra cosa, y si no
lo hace, entonces resultaría que Dios no sabía que no lo haría, algo que ya descartamos.

Esta pregunta que aparentemente deja como alternativa que Dios no se mete con lo que
ocurre en la Tierra, es decir “Él elige no saber”, es la postura preferida por Aristóteles, mas tú
lector atento, percátate en la trampa absurda en la que han caído con este razonamiento,
fíjate cuán grande fue su omisión, pues para alejar de Dios la imperfección del tiempo, le han
atribuido una falencia aun mayor, tal es la ignorancia de lo que ocurre.

Existe una segunda alternativa en la que deberíamos afirmar que efectivamente el hombre no
posee libre albedrío. Pero también esta postura es irracional y ridícula para quien sostiene la fe
judía y la lógica, pues toda la Torah carecería de sentido, ¿cómo ordenar a alguien que haga
determinada cosa o que sea justo y correcto cuando ese individuo no posee el libre albedrío
para poder realizarlo?, ¿Cómo castigarlo por no hacer algo, que al fin y al cabo, no disponía de
la facultad de poder elegir hacerlo? -No obstante, no es el lugar para extendernos en este
punto, lo explicaremos en extensión en la nota al final del principio número 11º. Sin embargo,
la agudeza mental del gran Maimónides nos abre la posibilidad a otra opción y de esta manera
le responde a Aristóteles demostrándole su error. Es lo que explica en el capítulo quinto de
las leyes acerca del arrepentimiento, [Hiljot Teshubá], donde esboza la respuesta a este
paradigma “Tal vez te preguntes: ¿Acaso Dios no sabe todo lo que ocurrirá antes de que
ocurra? ¿Sabía que determinado individuo iba a ser justo o malvado o no lo sabía? Si ya sabía
que iba a ser un justo, es imposible que [ese individuo] no sea un justo y si dijeras que Él sabía
que sería un justo pero es factible [igualmente que ese individuo] sea un malvado, resulta que
Él no sabía. Has de saber que la respuesta a esta pregunta es más extensa que la tierra y más
profunda que el océano y muchos principios fundamentales y nociones trascendentales están
ligados a esta respuesta, empero es preciso que sepas y comprendas esto que voy a exponerte:
ya te he explicado en el segundo capítulo de las Leyes de los Fundamentos de la Torah [Hiljot
Isodé HaTorah], que el Santo bendito Él, no sabe por medio de un saber externo a Él, a la
manera del hombre, en donde él y su saber son dos [entes separados], sino que Él, elevado sea
Su Nombre, y Su saber, son uno, y le es imposible a la mente humana alcanzar a comprender
esto plenamente, tal como le es vedado a la mente humana la capacidad de comprender la
esencia misma del Creador, como fue dicho: “No me verá el hombre ni ningún ser vivo” (Éxodo
33:20) así tampoco está en la capacidad humana captar y comprender el pensamiento del
Creador, es lo que el profeta dice: “Pues no son Mis pensamientos como vuestros pensamientos
y no son Mis caminos como vuestros caminos” (Isaías 55:8) y por cuanto que así es, no
poseemos la capacidad para comprender cómo es que el Santo bendito Él, conoce a todas las
criaturas y sus respectivas acciones, pero sabremos, sin la menor duda, que los actos de los
hombres están en manos de ellos y Dios no lo obliga o decreta sobre él actuar de determinada
manera…” es decir que a pesar de que Dios conoce los pensamientos y acciones del ser
humano, éste sigue conservando su libre albedrío, es algo que la mente humana no está
capacitada para comprender. Aparentemente pareciera que Maimónides no está
respondiendo a la pregunta, o que la respuesta es que nosotros no sabemos, (tal como le
recrimina a Maimónides el comentarista Raavad) pero en realidad el que profundiza en las
palabras de Maimónides y comprende la agudeza de lo que se dijo, (tal como lo hace el sabio y
uno de los mejores comentaristas del Mishné Torah, Or Sameaj-Rabi Meir Simja Cohen) lo que
en realidad nos está diciendo es que arribar a esta conclusión -que el conocimiento por parte
de Dios de las acciones del hombre anula su libre albedrío- se debe a lo que se conoce con el
nombre de “antropomorfismo intelectual”, antropomorfismo es atribuirle a Dios formas
humanas, “antropomorfismo intelectual” es atribuirle a Dios actitudes intelectuales humanas,
es decir que pensamos que Dios piensa a la manera que piensan los hombres y esto no es así,
tal como lo dijo el profeta Isaías: “Pues mis pensamientos no son como vuestros pensamientos
y mis caminos no son como los vuestros” Por lo tanto las conclusiones a las que arribamos
utilizando el “antropomorfismo intelectual”, al ser que la premisa es errónea -pues Dios no
piensa a la manera que pensamos nosotros- su conclusión también lo es. Es decir también en
este caso, por ser que no podemos saber cómo funciona ni cómo es el conocimiento de Dios –
pues conocer la forma en que Dios sabe, implicaría conocer a Dios, pues Él, bendito es, y Su
saber son uno- entonces no podemos arribar a ninguna conclusión en ese ámbito. Y este es el
error que cometen quienes creen que el conocimiento de Dios anula el libre albedrío, pues
ellos están dando por sentado que Dios piensa a la manera que pensamos los hombres,
primero sabemos algo y luego eso ocurre, e imaginan que de idéntica manera ocurre con Dios,
por lo tanto ellos razonan erradamente: “Si Él ya lo sabe así, es imposible que no ocurra eso,
por lo tanto una vez que Dios sabe lo que hará determinado individuo es imposible que ese
individuo deje de hacerlo” pero en realidad no es así, como ya lo hemos explicado y aclarado.

Percátate de este punto, pues es muy sutil y muchos lo han pasado por alto. Esta respuesta
magistral de Maimónides a Aristóteles, ha dado por tierra con el razonamiento de Aristóteles,
y lo genial es que lo hizo utilizando el propio método que Aristóteles sostuvo, tal es que Dios es
distinto a nosotros, más no se percató Aristóteles, que su propio razonamiento, en este caso,
se encontraba impregnado de este error.

; [229]; Si bien este versículo está expresado en leguaje humano, no debe entenderse en su
literalidad sino en su sentido figurativo. Esto es claro y obvio para cualquiera, pues nadie en su
sano juicio puede suponer que Dios tenga ojos, o que necesite de ojos para ver. Dios sabe todo
sin necesidad de estar ahí, pues tal como ya mencionáramos anteriormente, Su saber es
distinto al nuestro, no se trata de una diferencia de cantidad sino que es de calidad. Y así como
la ciencia de Dios es distinta a la nuestra, también es distinta la manera en que esa ciencia
llega a Él es decir la manera en que Él percibe es distinta a la manera en que nosotros
percibimos.

; [230]; Es decir que Dios sí sabe lo que ocurre y lo que hace cada uno, aun en sus fueros más
íntimos. Los sabios suelen afirmar, que cuando el ser humano es juzgado luego de su muerte
todos sus actos son traídos a su presencia para demostrarle la veracidad y justicia del juicio y el
veredicto que se ha dictado acerca de él y si no lo ve así, podrá argumentar en su defensa, aun
las conversaciones más íntimas entre él y su esposa serán expuestas en su juicio.

11º Principio

Yo creo con fe completa, que el creador (bendito su nombre), recompensa a quienes cuidan sus
mandamientos (Mitzvot, las 613, no solo los 10 mandamientos) y castiga a quienes los
transgreden.
Él, exaltado sea, recompensa a aquel que realiza los preceptos de la Torah, y castiga;[231]; a
todo el que transgrede sus prohibiciones;[232];.

Con respecto a la recompensa mayor, indudablemente se trata del mundo venidero y el peor
castigo, es la aniquilación del alma, ya nos hemos extendido lo suficiente sobre este
tema;[233];.

Apela a este undécimo principio lo escrito: “Y ahora, absuelve su causa, de lo contrario,


bórrame de Tu libro” (Éxodo 32:32) a lo que le responde Dios: “Aquel que haya transgredido
contra Mí habré de borrarlo del libro” (Ibídem) esto nos comprueba que sabe quién transgrede
y quién Le es fiel, para dar castigo a uno y recompensa al otro;[234];.

Comentarios:

; [231]; Este principio encierra en sí la idea de que Dios castiga y recompensa a los hombres,
este es un tema muy espinoso pues muchas veces en la realidad vemos que ocurren cosas que
acorde a nuestro juicio no le deberían haber pasado a esa persona. Hubieron quienes, ante la
imposibilidad de poder explicar la existencia del mal junto al conocimiento de Dios, es decir, la
pregunta ¿Si Dios sabe que determinado individuo va a hacer algo mal o causar daño a alguien,
por qué no actúa y lo detiene? ¿Por qué le permite dañar a los demás que no se lo merecen? Y
para justificar a Dios –como si Dios precisara abogado defensor- en su insensatez,
argumentaron que en realidad Dios no quería que las cosas sucedan así, pero en realidad “no
pudo hacer nada” para impedirlo (como lo hace en el libro: “¿Por qué a las personas buenas
les pasan cosas malas”) Fíjate a lo que han llegado a afirmar estos individuos, en sus delirios, es
decir para justificar este problema y debido a que la ignorancia los alejaba de la respuesta
correcta, rebajaron a Dios, de Todopoderoso a limitado -¡Fuera de Él semejante imperfección!-
algo ridículo a todas luces. Sobre este tipo de opiniones se aplica lo dicho: “El tonto, cuando
abre su boca –para hablar- anuncia a todos su estupidez” (Eclesiastés) y cualquier mente sana
sabrá darse cuenta que este tipo de opiniones son esgrimidas por quienes tienen más buena
voluntad que sabiduría y esa buena voluntad no los califica para hablar y opinar sobre estos
temas profundos y delicados pues su insensatez supera por mucho a su inteligencia.

; [232]; Este tema merece un análisis más profundo, que tal vez lo edite como tema separado,
pues en este principio se esconde la gran pregunta: Si Dios recompensa a los buenos y castiga
a los malos ¿Por qué observamos en la vida diaria que a las personas buenas le pasan cosas
malas? Y ¿Por qué a las personas malas les va bien y prosperan?, si bien esta segunda
pregunta es más fácil de contestar, la primera fue producto de muchos debates y dilemas
desde tiempos remotos se ha tratado de dar una respuesta satisfactoria a este dilema. En la
Biblia se aborda este tema con su respuesta en el Libro de Job y en Salmos en el Cántico para
Shabbat, entre otros, no obstante estas respuestas son muy profundas y no todos las han
logrado captar y entender, hasta el punto tal que se han dado distintas explicaciones al libro
de Job cada cual explicando la respuesta a esta pregunta, de otra manera.

Son varias las respuestas clásicas que se han esbozado para este dilema:

a) Algunos, entre ellos los cristianos, opinan que el sufrimiento de los justos, es para expiar
por los pecados de los malvados y es por ello que veremos a personas completamente buenas
que padecen grandes sufrimientos, pero eso se debe a que él debe expiar los pecados de sus
contemporáneos. Esta opinión, es totalmente ajena y contraria a lo que judaísmo pregona,
pues está claro que la Torah sostiene que cada hombre es juzgado por sus propias acciones y
no por lo que hagan los demás, tal como dice el versículo: “No serán muertos padres por hijos
ni hijos por padres, cada hombre por su propia trasgresión será condenado”, el Talmud,
también es claro en este tema al expresar: “¿Los padres comerán dulces y sus hijos sufrirán el
dolor de muelas?”

b) Dentro del judaísmo están las que sostienen que en realidad se trata de una prueba, es
decir que cuando vemos a una persona buena sufriendo en verdad se trata de una prueba a la
que está siendo sometido por parte de Dios, para demostrar que realmente es un justo y
merece gran recompensa.

c) Hay quienes dicen que cuando observamos que a una persona buena le suceden cosas
malas en realidad eso ocurre para hacer a aquel individuo más meritorio y de esa manera
acrecentar su recompensa en el mundo venidero.

d) Otros, recurriendo a la justicia Divina estricta, aducen que en realidad los sufrimientos
que padecen las personas justas en este mundo son para espiar por aquellos pequeños errores
o transgresiones que han realizado en sus vidas para que de aquella manera, cuando muera,
sólo le quedará disfrutar de la recompensa por las cosas buenas que realizó. En cambio con los
malvados, ocurre al revés, es decir, Dios les recompensa en este mundo por las pequeñas
cosas buenas que hizo para que de esa forma, al morir, sólo le quede afrontar su castigo, pues
la recompensa ya la ha recibido.

e) Otra opinión sostiene la teoría de la reencarnación (a diferencia de las anteriores esta


respuesta no fue esbozada por ninguno de los sabios del Talmud, no obstante figura en el libro
Zohar y en el Ari zal–sabio cabalista- por otro lado, fue cuestionada por otros sabios como por
ejemplo Abraham Ibn Ezra y Maimónides) Esta teoría responsabiliza a los pecados cometidos
en vidas anteriores como la causa de los sufrimientos del justo sin aparentes motivos en el
presente.

f) Una cuarta opinión sustenta la idea de que se trata de algo que aparenta ser malo pero
en realidad se trata de algo bueno para él, y que muchas veces transcurrido una etapa de
tiempo él mismo puede comprobar que lo que sucedió y que pensaba que era algo malo, en
realidad fue para bien, por ejemplo una muerte prematura de alguien bueno puede ser
explicada, acorde con esta opinión, diciendo que fue quitado de este mundo para que no sufra
cosas malas que sucederán, o para que muera como justo porque Dios sabía que si seguirá con
vida en medio de esa sociedad terminaría él mismo estropeándose.
g) Otros afirman que los humanos, con nuestra limitada mente, no podemos juzgar qué es
bueno y qué es malo, pues venimos a la vida cuando la historia ya ha comenzado y nos vamos
de ella antes de que ésta acabe, por lo tanto no podemos emitir un juicio al respecto.

h) Otra respuesta a este tema, nos habla de lo que los sabios talmúdicos denominaron:
“Isurim veahaba” –sufrimientos por amor- es decir que no necesariamente todos los
sufrimientos deben ser tomado como castigo, producto de algo malo que realiza el ser
humano, sino que el dolor, también pueden ser un trampolín que lo eleve aun más. Si bien
esta postura se parece a la expuesta anteriormente en el inciso c), se diferencia de aquel en el
hecho de que allí se establece como seguro que ese sufrimiento le hará alcanzar un nivel
superior, mientras que este concepto de “Isurim veahaba”, no da por garantizado que
alcanzará un nivel más elevado, dependiendo de la actitud moral e intelectual del individuo
que lo padece.

i) Existe otra opinión más elevada y compleja, como así también completa, sostiene que
en realidad el verdadero mal y el verdadero bien tienen que ver con la lejanía y cercanía-
percepción- de Dios que posee ese individuo, por lo tanto si se observa con detenimiento
veremos que muchas de las cosas que llamamos “buenas” en realidad no son así, pues en
realidad no nos acercan a Dios y muchas cosas “malas”, nos acercan a Él, es decir, el verdadero
bien es el mundo venidero donde podremos alcanzar la mayor percepción de Dios y el mayor
mal, la lejanía de Él. Es lo que se puede observar del libro de Job y de varios salmos por
ejemplo el versículo de Salmos que dice: “Aunque anduviere por el valle de la muerte, nada
temeré, pues Dios está conmigo” No se refiere a no temer porque Dios lo salvará, pues si así
fuera debería haber dicho: “No temeré, porque nada me pasará” sino que el significado es que
cualquier cosa que pase, no es verdaderamente mala, siempre que se nos permita conservar la
cercanía de Dios, que es el verdadero y más preciado bien que puede alcanzar el hombre.

Pero ya me extendí demasiado sobre este tema y no es este el lugar para ello. Lo importante
es saber que aunque nuestra mente todavía no haya alcanzado la madurez intelectual ni esté
entrenada en esta área, como para poder elucidar estos temas –es decir poder comprender la
justicia Divina- debemos saber que ella –la justicia Divina- existe, y que es justa, que Dios sí
recompensa a los justos y castiga a los malvados.

Debe quedar claro que no me estoy refiriendo a lo esgrimido en la postura del inciso

g) de esta misma nota, sino que me refiero a que todo judío debe tener manifiesto y claro que
Dios hace justicia, a pesar de que, todavía su mente no logre entender por qué ocurren tales
cosas, no obstante, cuando se vuelva más versado en el estudio de la Torah y el Talmud, tal vez
llegue a ser de aquellos estudiosos que pueden comprender la forma con que Dios maneja al
mundo y poder él manejar sus asuntos de esa manera, tal como se nos encomendó en el
precepto: “Y te encaminarás en Sus sendas” es decir obrar como actúa Dios.

; [233]; Al principio de este compendio, cuando trata acerca de la recompensa verdadera para
el que cumple los preceptos, en donde cita los distintos grupos de creencias y expone
Maimónides la verdadera y más elevada recompensa.
; [234]; Cabe preguntarse, ¿por qué Maimónides no incluyó el libre albedrío como uno de los
principios básicos del judaísmo? Si el judaísmo, a diferencia del islamismo, no cree en el
fatalismo, es decir que todo ya está destinado, sería propio que lo exprese como uno de los
principios del judaísmo. El motivo lo explica el propio Maimónides en la introducción que
compuso al comentario de la Mishná de Avot, más conocido como: “Shemoná Perakim”,
pasaré a citar textualmente parte del octavo capítulo:

La falacia del destino.

Ciertamente te hemos aclarado este tema, para que no consideres verídicos los delirios con los
que suelen engañar los astrólogos; pues ellos afirman que la fecha de nacimiento es lo que
caracterizará al hombre como virtuoso o denigrado, y que tal persona está destinada a
comportarse de tal forma. No obstante, tú sabes que es algo aceptado dentro de la Torah y
también por los filósofos griegos, como ya se han verificado sus verdaderos argumentos, que
los actos del ser humano dependen únicamente de él. No hay determinismo con respecto a
ellos ni tampoco hay una influencia exógena que lo incline hacia las buenas cualidades o hacia
las malas; si bien existe la disposición de su temperamento, como ya aclaramos, que le hace
más fácil o más difícil una conducta; no obstante, (la idea) de que ya está condenado a actuar
de tal manera o abstenerse de algo, no existe en absoluto.

Si el ser humano hubiese estado determinado en sus conductas, a) no tienen sentido los
preceptos de la Torah y sus advertencias, siendo todo una gran falacia, ya que no habría libre
albedrío en el actuar del ser humano.

b) Del mismo modo, la postura del determinismo, quita sentido al estudio y la educación,
además del aprendizaje de los oficios, ya que todo esto sería vano, pues de todas formas, según
esta teoría, el ser humano estaría determinado de modo exógeno según los que sostienen así,
a ser atraído a realizar determinado hecho, a adquirir cierto conocimiento e incluso a adquirir
conducta ética establecida.

c) Más aún, la recompensa y el castigo serían una injusticia absoluta, ya sea entre el hombre y
su prójimo, como entre Dios con los humanos. Así, acorde al determinismo, si Shimón que
asesinó a Reubén, si hubiera estado destinado a asesinar a Reubén, y este último destinado a
ser asesinado: ¿por qué Shimón ha de ser castigado? Y ¿cómo es posible que Dios, Justo y
Recto, lo castigue por un hecho que estaba determinado a realizar, e incluso si hubiese
intentado no hacerlo no hubiera podido?

d) Asimismo, se anularían además todas las preparaciones: construir viviendas, ahorrar dinero,
escaparse en momentos de miedo, y todo lo semejante, porque si se decretó que algo debe
ocurrir es imposible que no ocurra.

Todo esto es una completa mentira, que contradice a la lógica y lo que se percibe (en la vida
diaria), además, destruye la construcción de la Torah y atribuye injusticia a Dios, fuera de Él
semejante falta.

El libre albedrío.
Sin embargo, verdaderamente, no cabe duda que los actos de los seres humanos
dependen únicamente de él, si quiere lo hace, si quiere no lo hace, sin nada que lo destine ni
obligue al respecto, por lo tanto es apropiado encomendar al ser humano: “¡Observa! he
puesto hoy ante ti la vida y lo bueno, la muerte y lo malo… y escogerás la vida.” (Debarim
30:15-19)

De tal modo, el libre albedrío fue entregado a nosotros, y se impone entonces el castigo para el
trasgresor y la retribución para el disciplinado: si escuchan (habrá bendición), si no escuchan
(habrá maldición (Deu.m 11:27-28). Por lo tanto es un deber el estudio y la enseñanza: “Las
enseñarás a tus hijos y meditarás en ellas, en tu casa y cuando andes por tu camino, al
acostarte y al levantarte” (Ibíd. 11:19). “Llamó Moshé a todo Israel y les dijo: Escucha Israel los
decretos y los juicios que yo te he declarado en tus oídos hoy, las enseñarán y cuidarán de
hacerlas.” (Ibíd. 5:1)

Maimónides era conciente que en el Talmud existen algunos sabios aislados que opinan
distinto, es decir que aparentemente sostienen la doctrina del destino y en su responsa al
respecto a los sabios de Marceille propone tres posibilidades para explicar la opinión de esos
sabios: 1) Que en realidad aquel sabio del Talmud, no quiso decir lo que nosotros entendemos
literalmente de sus palabras, es decir que se está expresando en forma alegórica, 2) Que aquel
sabio del Talmud, se expresó en un lenguaje exagerado, es decir para darle mayor énfasis a lo
que quería transmitir, recurrió a la exageración o 3) El tema estaba lejano a su entendimiento,
es decir, utilizó una expresión respetuosa y sutil para afirmar que el sabio que sostenía la
doctrina del destino, estaba equivocado.

12º Principio

Yo creo con fe completa, en la venida del redentor,y aunque se demore, de todas formas, espero
cada día que llegue
La época mesiánica;[235];. Es decir, saber con certeza que vendrá (surgirá) el Mesías;[236]; y
no pensar que se atrasará;[237]; y ”por más que se demore lo aguardaremos”;[238];.

No se le debe asignar un tiempo (a su llegada) ni tampoco se hacen especulaciones de las


escrituras para establecer la fecha (o la época) de su surgimiento;[239];. Los sabios
sentenciaron: “se entontezca el espíritu de los que sacan deducciones de la fecha”;[240];.

Asimismo, debemos saber que el Mesías poseerá honra, grandeza, honor y


superioridad;[241];, más que cualquier otro rey;[242]; que haya existido. Es nuestro deber
engrandecerlo, amarlo y rogar por él;[243];, tal como profetizaron sobre él desde Moisés hasta
(el último de los profetas) Malaquías.

Todo aquel que pone en duda o se burla de la venida del Mesías, reniega de la Torah, pues en
ella se asegura textualmente acerca de su llegada;[244];, tanto en el episodio de Bilam;[245];
como en Deuteronomio 30: 3-5.

Parte de este principio es ser consciente que no se considera rey de Israel sino sólo a aquel que
desciende de la dinastía del Rey David y en particular del Rey Salomón, y todo el que
contradice este punto;[246];, reniega de Dios y de Sus profetas;[247];.

Comentarios:
; [235]; La era mesiánica, pertenece a este mundo material; y como toda cosa de este mundo,
es un intermedio para alcanzar un ideal superior, es decir el Mundo Venidero. Tal como dijo
más arriba, en esta misma introducción: “En aquel tiempo la rectitud, integridad y
espiritualidad abundarán y de esta manera se harán meritorios del mundo por venir” o como
dijo en el Mishné Torah, “Hiljot Melajim”, que es donde establece las normas y leyes de los
reyes de Israel y el Mesías: “No ambicionaron los sabios y los profetas la era mesiánica, sino
para poder disponer de más tiempo para la dedicación a la Torah y su sabiduría… para poder
hacerse acreedores de la vida en el Mundo Venidero, como dijimos en Hiljot Teshubá –Leyes del
arrepentimiento.” A continuación citaremos textualmente lo que dice allá en el capítulo 9:2:
“Por este motivo, anheló todo Israel, profetas y sabios la era mesiánica, para que sean
liberados del dominio de los reinos –imperios- malvados que no le otorgaban a Israel tiempo ni
permiso para dedicarse con tranquilidad al estudio de la Torah y sus preceptos… para
aumentar su sabiduría y de esa forma alcanzar un mayor nivel en el Mundo Venidero, pues en
aquellos días –la era mesiánica- abundará la sabiduría la inteligencia y la verdad, pues está
dicho: ‘Se llenará la tierra del conocimiento de Dios’ y ‘No se entrenarán más para la guerra’ y
está dicho: ‘Y les transformará Dios vuestro corazón de piedra’ y por ser que el Mesías será un
rey de la dinatía de David, estará dotado de mucha sabiduría, más que la del Rey Salomón, y
será un gran profeta, cercano a Moisés, nuestro maestro, por lo tanto –él- enseñará a todo el
pueblo y les indicará el camino de Dios, y todos los pueblos acudirán a escucharlo, como está
escrito,… mas la recompensa última y el bien póstumo que carece de falencia, es la vida en el
Mundo Venidero, pero la época mesiánica es en este mundo, el cual seguirá su curso natural, -
el único cambio será- que el reino –autonomía e independencia- retornará a Israel, y ya han
expresado los sabios: ‘la única diferencia entre nuestros días y los del Mesías, es el
sometimiento a las demás naciones

-retornará el reinado a Israel-. Maimónides, rechaza enfáticamente la visión ilusoria de una


época mesiánica como un mundo completamente distinto, milagroso, todo celestial. A los ojos
del autor esto es una percepción infantil, en sus palabras: “No te imagines que el Rey Mesías,
debe realizar milagros y maravillas o crear cosas nuevas en el mundo o revivir muertos o cosas
por el estilo que sostienen los insensatos, pues Rabí Akiva, uno de los más grandes sabios de la
Mishná, era el escudero de Bar Kojbá y él –Rabi Akiva- solía decir acerca de bar Kojba, que era
el Mesías, y supuso él como la mayoría de los sabios de aquella época, que en efecto se trataba
del Rey Mesías, hasta que finalmente fue muerto –Bar Kojba- y por cuanto que murió, se supo
que no era el Mesías, mas los sabios no demandaron de él un milagro ni alguna maravilla.”

; [236]; El término Mesías proviene del vocablo hebreo Meshiaj, que literalmente significa:
ungido. Se consagraban así a los reyes y profetas de Israel, pues se los ungía con el aceite de
unción (con el cual Moisés ungió a Josué como líder después de él)

; [237]; Es decir, suponer que no vendrá.

; [238]; Jabakuk (2:3)

; [239]; En las distintas épocas han surgido falsas especulaciones acerca de la fecha en la que
surgirá el Mesías, pero esto, en todos los casos tuvo un efecto negativo, a pesar que la
intención era buena y muchas veces eran sugeridas por algunos rabinos cuya intención era
incentivar y estimular al pueblo en el cumplimiento de los preceptos ante la inminente llegada
del Mesías, no obstante, como dijimos en la mayoría de los casos a la larga fue negativo pues
la gente de a poco fue perdiendo su convicción en este tema pues veían que no se cristalizaba
en la realidad y suponían que era todo mentira, no solamente lo relacionado con este tema
sino que ahora dudaban de todos las demás cosas que dice la Torah profiriendo un daño muy
grande al judaísmo, es por eso que no se deben hacer especulaciones ni premoniciones acerca
de la llegada del Mesías, pues es algo que Dios no nos lo ha revelado.

Existen en el Talmud dos opiniones acerca de los detonantes que acercarán la llegada del
Mesías, hay quienes afirman que surgirá cuando la mayoría del pueblo judío se aleje
completamente de la Torah y sus preceptos, y otros que sostienen que el Mesías surgirá en
una generación en la que la mayoría de la gente respete la ley de la Torah. Maimónides se
inclina a favor de esta última opinión.

; [240]; Talmud Babilónico, tratado Sanedrín, pagina 97 folio b.

; [241]; Acorde a lo que escribe Maimónides la responsa a los habitantes de Temán –Higueret
Temán- y en el Mishné Torah, “Hiljot Melajim”, que es donde establece las normas y leyes de
los reyes de Israel y el Mesías, pareciera que la visión del autor con respecto a la era pre-
mesiánica sería algo así: primero regresará parte del pueblos Israel a la tierra de Israel (porque
no puede haber un rey sin un pueblo) y se establecerán un rey para ellos (alguien que los
gobierne), pues no puede existir un rey de Israel fuera de la tierra de Israel, y recién después,
posiblemente luego de varios reyes, se revelará el Mesías y materializará las visiones proféticas
acerca de la era mesiánica, vencerá a las naciones que lo rodean y que se le oponen,
reconstruirá el Templo de Jerusalem (todas estas acciones, obviamente precisan que parte del
pueblo de Israel se encuentre ya en la tierra de Israel) y luego reunirá a todo el restante del
pueblo de Israel en la tierra de Israel.

; [242]; El Mesías no será un súper hombre o un ángel, Maimónides, como ya lo mencionara


más arriba cuando se refiere a los Tiempos Mesiánicos, sostiene que se trata de un hombre de
carne y hueso que será muy sabio, más que el rey Salomón y que reinará haciendo prevalecer
la justicia de Dios, la Torah y haciendo el bien, llegando la sociedad a su máximo apogeo y
realización, una época y un reino ideal. No obstante Maimónides enuncia al final del Mishné
Torah, leyes acerca de los reyes de Israel –Hiljot Melajim- que en aquella época nada de la
naturaleza cambiará, sino que las cosas continuarán funcionando acorde a las leyes
naturales igual que hasta ahora; el gran cambio será en el aspecto socio-político, en el cual el
pueblo judío será regido por un sabio rey que los acercará al conocimiento de Dios y Sus leyes.
Llevando también al resto del mundo hacia el camino de la verdad y la justicia.

Maimónides es consciente que en el Talmud existen dos opiniones, una que sostiene que en la
época del Mesías la naturaleza cambiará y viviremos cosas milagrosas, y otra opinión sostiene
que las leyes naturales no cambiarán y todos aquellos versículos que aparentemente nos
describen una naturaleza distinta a la que conocemos hoy en día, como ser que el cordero
convivirá con el león, se refieren a una metáfora, es decir que ya los hombres o empresas más
agresivas no perseguirán ni se aprovecharán más del indefenso, y así con el resto de los
versículos. Maimónides se inclina por esta segunda opinión.
; [243]; Tal como lo expresó el autor más arriba: “El motivo de nuestro anhelo y sed por la era
mesiánica, no es por estos beneficios y riquezas, ni para montar en lujosos vehículos, tampoco
para beber exquisitos vinos, tal como piensan los simples dentro de nuestra religión, sino que el
verdadero motivo por el cual los profetas y los virtuosos aspiraban tanto la época mesiánica y
con tanto empeño se aferraban a ese anhelo, es por la sociedad de justos que se erigirá y las
buenas costumbres que en ella imperará, como así también la abundancia de la sabiduría, la
justicia e integridad de aquel rey grande en erudición y cercano a Dios, como dice: “ el Señor
me dijo, tú eres mi hijo, hoy te he dado a luz” (Salmos 2:7) El cumplimiento de los preceptos de
la Torah en aquella época no será una molestia o fastidio ni los harán por imposición, pues
está dicho: “Y no dirá más el hombre a su compañero, ni el hombre a su hermano: ¡conoce a
Dios!, ya que todos Me conocerán, desde los pequeños hasta los grandes” (Jeremías 31:33),
“puse mis fueros en medio de ellos” (Jeremías 31:32), “Y mudaré vuestro corazón de piedra por
un corazón de carne” (Ezequiel 36:26) y abundan los versículos al respecto. De esta forma
obtendrán una gran percepción del mundo por venir, que es el verdadero objetivo”.

; [244]; Y al burlarse, está poniendo en ridículo a la Torah y lo que ella afirma.

; [245]; Números capítulos 23 y 24.

; [246]; Se refiere al que contradice la norma de que el rey de Israel sólo puede ser aquel que
desciende de esa familia real. Si bien Maimónides sostiene que puede surgir un rey para el
pueblo de Israel que no sea de la dinastía de David quien reina en forma temporal y no sobre
la totalidad del pueblo, no obstante al referirse al Mesías imperiosamente éste debe ser
descendiente del rey Salomón. No sólo esta condición debe cumplir, sino también debe pelear
las luchas de los judíos, es decir, en contra de todo aquel que se levante contra los principios
judíos o contra Dios, como así también contra los antisemitas. Otro aspecto en el cual se
destacará el Mesías es que acercará a los judíos al cumplimiento de los preceptos. Si posee
estos tres aspectos: linaje real, luche las guerras de los judíos y acerque el corazón de los
hebreos a la Torah, entonces este individuo tiene las propiedades que lo califican para ser
Mesías y si logra hacer regresar a los judíos a Israel y fortalece el reino y construye el Templo
de Jerusalem entonces sabremos con certeza que se trata del verdadero Mesías. Es por eso que
uno de los más ilustres sabios talmúdicos, el famoso Rabí Akiva consideró a Bar Kojba como el
Mesías, pues guerreaba las guerras de los judíos contra los romanos que los acosaban e
impedían el cumplimiento de la Torah, era descendiente de la dinastía de David, mas cuando
Bar Kojba murió en manos de los romanos, supo que en realidad no era el Mesías”, hasta aquí
es cita de lo que Maimónides enuncia en el Mishné Torah, leyes acerca de los reyes de Israel.

Así también en nuestros días, varios eruditos y grandes sabios judíos poseían el potencial para
ser Mesías en caso que Dios así lo disponga, no obstante una vez que estos sabios fallecieron,
sabremos con certeza que no eran Mesías. Cabe recalcar que en el judaísmo no existe la
creencia cristiana de que el Mesías morirá y luego resucitará.

; [247]; Como ya lo mencionara más arriba El Mesías, fallecerá, y su hijo reinará en su lugar, y
luego el hijo de su hijo, dato que viene a confirmar, que el mundo continuará su curso natural
también en la época del Mesías. No obstante Maimónides afirma: “Su reinado se extenderá
por muchos años y los años de vida de los hombres también se incrementarán” y como dijeron
los sabios: “la gran asamblea cuando se reúna, no se dispersará rápidamente”. Cabe
preguntarnos: ¿Qué ocurrirá luego de esos muchos años? Pues las expresiones: “Su reinado se
extenderá por muchos años” o “no se dispersará rápidamente” nos hablan expresamente que
no se trata de una realidad eterna. ¿Acaso sostiene Maimónides que el hombre y el mundo
serán destruidos o se inclina por la idea que el mundo existirá para siempre? En la presente
obra, Maimónides no encara esta cuestión, pero en su Opus Mágnum, La Guía de los
Perplejos, en la segunda parte capítulo 27 y 28 le consagra un destacado lugar a esta cuestión.
La conclusión a la que arriba es que no existe ninguna obligación de creer que este mundo
dejará de existir en algún momento. Si bien el mundo fue creado, es decir no existió desde
siempre, sino que tuvo un comienzo, esto no quiere decir que análogamente tendrá un final.
En el capítulo 29 establece Maimónides que la idea de que el mundo dejará de existir es algo
que no figura en los profetas ni en las palabras de los sabios; no obstante lo afirmado en el
Talmud, Sanedrín 97a : “Seis mil años se mantendrá este mundo y luego se desmoronará”, esta
afirmación es rechazada por Maimónides con tres argumentos: 1) La frase que dice: “se
desmoronará” no implica necesariamente que el mundo dejará de existir, sino que existirá
pero en un estado de destrucción, 2) Esta postura es minoritaria y es sustentada por un solo
sabio y hay otros sabios que se oponían a esa postura, por ejemplo en el Talmud Rosh Hashaná
31 a, además de las palabras del propio Rey Salomón quien sostiene: “No hay/habrá nada
nuevo bajo el sol” y la destrucción del mundo, si en efecto ocurre, es una gran novedad. 3)
Esta opinión fue dada en un aspecto especial, es decir, que no se trata necesariamente de una
comprensión textual. Es factible que Maimónides haya interpretado esta frase como un
desmoronamiento o destrucción espiritual que ocurrirá luego del sexto milenio, que tal vez
acarree junto con ello una gran destrucción material. Tal vez esto ocurra luego de la era
mesiánica, pues a pesar que “la gran asamblea cuando se reúna, no se dispersará
rápidamente” se entiende que finalmente, después de mucho tiempo, también ella será
dispersada, posiblemente por las debilidades humanas; y luego de esto comenzará un nuevo
ciclo de la historia de la humanidad. Tal vez sea esta la respuesta de Maimónides al
cuestionamiento: Si los trece principios del judaísmo son eternos y para todas las épocas,
resulta que en la era mesiánica, ya no serán 13 sino 12, pues el principio de la llegada del
Mesías ya no será actual, y esto no es así, sino que seguirán siendo 13, pues de estas últimas
palabras podemos deducir que será un ciclo en la historia de la humanidad, que por períodos
tendrá épocas de oscurantismo y bajeza, pero Dios hará surgir luego un Mesías, justo que
ayudará a la humanidad a remontar los niveles superiores a los que el ser humano está
capacitado para llegar.

13º Principio;[248];

Yo creo con fe completa, que habrá vida en los muertos cuando el creador (bendito su nombre)
lo decida, y su nombre será enaltecido por siempre
La resurrección de los muertos;[249];, esto ya fue explicado;[250]; anteriormente;[251];.

9.- Conclusión final

Cuando el hombre sepa todos estos principios y crea;[252]; en ellos con fe sincera, entonces (y
sólo entonces) se considera parte de la congregación de Israel;[253]; y es un precepto amarlo,
apiadarse de él y el resto de las cosas que nos encomendó Dios, los unos para los otros en todo
lo que respecta a la fraternidad y amor al prójimo. Y a pesar que haya transgredido cualquiera
de los preceptos de la Torah, impulsado por sus pasiones o que haya sido presa de su mal
instinto, recibirá la pena acorde a sus actos, empero, igualmente tiene parte en el mundo
venidero, no obstante, es considerado entre los rebeldes del pueblo de Israel.

Pero si renegare de uno de estos trece fundamentos, he aquí, que se auto-excluye de la


congregación de Israel;[254];, y reniega de la totalidad del judaísmo;[255];. A este tipo de
individuos se los denomina: “Min” (ateo, agnóstico), apicorós y estropea las raíces del
árbol;[256];. Con respecto a este tipo de individuos, es un precepto aborrecerlo y despreciarlo.
Sobre él recae lo dicho: “¿Acaso no debo odiar a los que te aborrecen?” (Salmos 139:21)

He aquí que me he diversificado en varios temas y me he apartado de la finalidad de este


compendio, mas, he hecho esto, porque lo he considerado de gran utilidad para la fe judía,
pues he expuesto ante ti, temas en extremo importantes y útiles, que se hallan diseminados
por varios libros importantes;[257];. Por lo tanto, esfuérzate, aplícate en saberlos;[258]; y
vuelve sobre ellos reiteradamente analizándolos profundamente;[259];.

Si te engañare tu corazón, pensando que ya has comprendido absolutamente estos temas,


con sólo un primer análisis o aún luego de diez;[260];, Dios es testigo, que te estás
engañando;[261];. Por eso no te apresures en su lectura, pues no lo he compuesto en forma
superficial, sino que lo he escrito luego de un profundo análisis y concentración, analizando
opiniones correctas y otras erradas, teniendo presente los puntos básicos de nuestra fe,
aportando pruebas y razonamiento sobre cada asunto;[262];.

A Dios ruego para que me conceda el deseo de mi alma, tal es, conducirme por el camino de la
verdad…

Comentario:

; [248]; Aquí concluye la tercera categoría de los principios, los cuales podrían ser resumidos
de la siguiente manera: Conocimiento por parte de Dios de lo que hacen los hombres, juicio y
castigo, control de Dios de la historia y lo que sucede y la intervención Divina mediante el
milagro.

; [249]; Si bien aquí lo menciona en forma escueta, este principio se refiere a que los muertos
resucitarán, no se trata de un lenguaje metafórico o alegórico, sino que en realidad se refiere a
lo que se entiende literalmente. Obviamente estamos hablando de algo “anti-natural” o para
hablar con propiedad, algo que está fuera de la norma, algo anormal. No obstante esto no es
un impedimento pues la naturaleza la estableció Dios desde los seis días de la creación, por lo
tanto si Él dispuso la resurrección de los muertos, entonces necesariamente esto es parte de la
naturaleza, no obstante es algo fuera de lo que normalmente estamos acostumbrados a ver.

¿Cuál es el objetivo de esta resurrección?, ¿Para qué hace falta que vuelvan a vivir? ¿Acaso no
había aclarado ya el autor al principio del presente tratado, que el objetivo final y el máximo
bien es el mundo por venir? Entonces si ya lo alcanzaron ¿Para qué hacerlos volver a este
mundo?
Lo primero que hay que aclarar es que la resurrección de los muertos no le ocurrirá a todos,
sino sólo a los justos, tal como dijeron los sabios del Talmud: “Las lluvias benefician tanto a los
justos como a los malvados [pues hace crecer la cosecha que alimenta a todos indistintamente]
pero la resurrección de los muertos es sólo para los justos” Entonces, podríamos explicar que la
resurrección de los muertos no es una meta en sí misma, sino que es un medio para alcanzar el
gran objetivo de la vida, que, como ya dijera el autor, se trata del mundo venidero. No
obstante, está claro que la manera de alcanzar el mundo venidero y hacernos merecedores de
él, depende de este mundo y la manera en la que nos preparamos para eso, hasta el punto que
los sabios compararon este mundo con el pasillo o la antesala del palacio real, es el lugar por el
cual debemos atravesar para llegar ante el palacio del rey, no podemos ingresar en él sin antes
transitar por ese pasillo; también la antesala es el lugar en donde nos podemos arreglar,
corregir y retocar nuestra “apariencia” antes de presentarnos ante el rey. Así entonces este
mundo es el lugar en el cual podemos prepararnos y “entrenar” nuestra alma para que pueda
percibir a Dios y de esa manera nuestra alma quedará ligada a Él y Su eternidad. Si no lo
hacemos aquí entonces nada tendremos allí, tal como dijeron los sabios en forma alegórica:
“Aquel que no preparó su comida antes de Shabbat, entonces ¿qué comerá en Shabbat?” y el
Shabbat fue comparado al mundo venidero. Nótese qué fino hilaron los sabios al expresar esta
frase, pues no dijeron: “El que no prepara, no comerá” como si se tratase de un castigo, sino
que más bien se trata de la consecuencia lógica y natural de su actitud, ¿si no se preparó cómo
podrá percibir a Dios?

Es importante saber que en el mundo venidero existen distintos niveles, no se trata de estar
adentro o afuera, sino que así como en un teatro no sólo importa si entra o no a la sala, sino
que es importante la ubicación que posee, habiendo mejores lugares que otros para disfrutar
la función, así también ocurre con el mundo venidero, dependiendo de nuestros méritos el
lugar que alcanzaremos en el más allá.

Todos sabemos que no en todas las épocas el estudio de la Torah y el cumplimiento de los
preceptos fue algo sencillo, no era lo mismo dedicarse al estudio y profundización de la Torah
en la época del rey David que en la época de la inquisición, entonces, no sería justo que
alguien que vivió en una época en la cual el cumplimiento de los preceptos era difícil, mal visto
y hasta perseguido, motivo por el cual, ese individuo no pudo alcanzar su máximo potencial,
tenga un nivel inferior en el mundo venidero que aquel que alcanzó el que se crió en otra
sociedad en la cual se fomenta el crecimiento espiritual y el cumplimiento de los preceptos,
que con poco esfuerzo ya superó por mucho al que vivía en una sociedad hostil al mundo de la
Torah. Para ello Dios dispuso, que aquellos que realmente sean meritorios, puedan tener otra
oportunidad y re-vivir en una época ideal [la del Mesías] para poder entonces alcanzar su
máximo potencial y hacerse merecedores de un nivel superior en el mundo venidero, que,
como ya está claro, ese es el verdadero objetivo. Es decir se trata de otra chance que Dios
otorga a los justos para que viviendo en una sociedad ideal puedan elevarse más y alcanzar
una recompensa mayor, esto es, un nivel superior en el mundo por venir.

; [250]; En esta misma obra, el inciso Nro. 5, no obstante el autor se vio obligado a escribir
todo un compendio sobre este tema titulado: “Coloquio acerca de la resurrección de los
muertos” que se encuentra entre sus responsas.
; [251]; Cabe preguntar aquí: Si este es uno de los trece principios eternos del judaísmo,
ocurrirá que cuando los muertos resuciten, y dejará de existir este principio, y entonces ya no
serán más trece sino doce. Para responder a esta pregunta ver el final de la nota del principio
anterior. Pues como ya dejará explicado Maimónides, el objetivo final es el Mundo Venidero,
mientras que este mundo continuará su curso natural, eso quiere decir que continuarán
naciendo y muriendo nuevos seres humanos y los justos entre estos últimos, es decir los que
nacieron luego de la resurrección de los muertos, también tendrán ellos mismos el merito de
la resurrección de los muertos, como mecanismo para poder ascender en su posición en el
Mundo Venidero.

; [252]; Cuando decimos “creer” no nos referimos a una fe ingenua, sino al saber que
sobreviene como consecuencia del análisis y búsqueda de la verdad.

; [253]; Es decir, judío.

; [254]; Esta exclusión no tiene carácter de definitiva e irrebatible, sino que puede volver sobre
sus pasos, arrepentirse y volver a abrazar el judaísmo, sus preceptos y estudiando, creyendo y
sabiendo estos trece principios.

; [255]; Esto mismo lo afirma Maimónides con carácter de ley en “Hiljot Teshuba” – Leyes del
arrepentimiento, no obstante, esta salida del pueblo de Israel, no quiere decir que está exento
de todos lo preceptos y que ahora puede hacer lo que quiere sin recaer sobre él ninguna
trasgresión, sino que se trata de que pierde todos sus derechos y beneficios como judío, no
obstante, todas sus obligaciones como tal siguen en pie y deberá rendir cuentas por cada
trasgresión, pues un judío no deja nunca de ser judío, haga lo que haga, no obstante puede no
ser recibido en el seno de la congregación judía, pero su carácter de judío lo mantiene siempre
a pesar que se haya “convertido” a otra religión, él y los descendientes de una judía siguen
siendo judíos. Así es como se expresa Maimónides en “Hiljot Teshuba” capítulo
3:14 ¿Cuándo recae lo que hemos dicho acerca de quienes no tiene parte en Mundo
Venidero? Cuando ese individuo murió sin haberse arrepentido de lo que hizo o dijo, pero si se
arrepintió y murió arrepentido, es considerado entre los tienen parte en el Mundo Venidero,
pues no hay nada que puede interponerse ante el arrepentimiento…” No obstante, al propio
Maimónides le fue cuestionado acerca de la aparente contradicción que existe entre lo que
acabamos de citar con lo que escribe más adelante Maimónides en Hiljot Avodá Zara – Leyes
de la idolatría, capítulo 2:5 donde dice: Un judío que hace idolatría es considerado como un no-
judío en todos los aspectos… y no es recibido [en el seno del judaísmo] nunca más aunque se
arrepienta… y está prohibido dialogar con él… A esta aparente contradicción responde
Maimónides en sus responsas: Lo que consideraron contradicción acerca de los que hacen
idolatría, no existe ninguna contradicción y eso que dice “que no son recibidos [en el seno del
judaísmo] nunca más aunque se arrepientan” se refiere a que nosotros [los humanos] no
aceptamos su arrepentimiento, sino que lo mantenemos en su estatus anterior [de idólatra], y
aquello otro que dice: “Si se arrepintió y murió arrepentido, es considerado entre los meritorios
del Mundo Venidero, pues no hay nada que puede interponerse ante el arrepentimiento.” Se
refiere a su relación entre él y Dios, mientras que el caso anterior se refiere a la relación entre
él y sus prójimos. Es lógico que así sea, pues la idolatría es algo que además de sus acciones
exteriores, tiene que ver con conceptos que tiene el individuo en su mente, y eso nosotros los
humanos no podemos saber, por más que él diga que no piensa más eso, es algo que jamás
podremos comprobar, pues nadie puede entrar en su mente para saber qué es lo que
realmente piensa o si nos está engañando. Es por eso que no lo aceptamos más en el seno de
la congregación judía. Pero con respecto a Dios, que sabe y conoce los pensamientos de cada
individuo, si este judío idólatra, realmente se arrepiente y vuelve de sus pensamientos
idólatras, por ser que Dios puede saber si realmente abandonó esas creencias o no, se hace
posible entonces, que sea aceptado su arrepentimiento por parte de Dios.

; [256]; Es decir que atenta contra las raíces de la religión.

; [257]; Son muchos los que sostienen que el “Igdal” himno con el que se suelen terminar los
rezos de Shabbat, que contienen en forma de poesía estos trece principios, fue compuesto por
Maimónides.

; [258]; Los temas aquí tratados.

; [259]; Es decir, debe repasarlos, conocerlos y saberlos a fondo, hasta que no le quepan
dudas, tal como sabemos casi sin pensar que 2+2=4.

; [260]; En otras palabras es algo que debe repasarse periódicamente y pensar asiduamente en
ello, pues constituye la esencia del judaísmo.

; [261]; Pues estos temas son muy profundos y hacia ellos apunta la totalidad de los Preceptos
y la Torah. Es lo que los sabios han denominado: Maasé Mercaba (la metafísica) y Maasé
Bereshit (la física)

; [262]; Desgraciadamente, en nuestra época estos temas son menospreciados y casi no se le


dedica tiempo de estudio, con suerte los trece principios son enunciados casi de memoria al
final de los rezos y con eso se cree que los tiene asumidos cuando en realidad está muy lejos
de ser así. Aun dentro del mundo religioso abunda la ignorancia acerca de estos temas tan
importantes y vitales en el judaísmo, quiera Dios inspirarnos para que podamos estudiarlos en
profundidad hasta que en nuestro corazón no queden dudas al respecto.

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