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Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro


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Avery F. Gordon
Trad.: M. Rosario Martín Ruano y África Vidal Claramonte

Abordar la realidad de los que pasaron a perdido, invisible o aparentemente ausente


engrosar la lista de desaparecidos por cau- se da a conocer o se nos revela. Y lo hace a
sa del terrorismo patrocinado por el Estado través de una aparición gracias a la que nos
en Argentina, en el seno de lo que Michael atrae afectivamente a la sensación estructu-
Taussig (1992) denomina el Sistema Ner- rada de una realidad que experimentamos
vioso, o, como también expongo en el cuar- entonces como un reconocimiento. El reco-
to capítulo de mi obra Ghostly Matters, de nocimiento de esa presencia de lo inquie-
quienes se perdieron rumbo a Norteaméri- tante es una forma especial de conocer lo
ca en los flujos de un comercio internacio- que ha ocurrido o lo que está ocurriendo.
nal jurídicamente permitido de mercancías A mi juicio, son tres las características
humanas, supone reconocer a los espectros definitorias de las realidades habitadas por
y a su recurrente e inquietante presencia un inquietantes presencias. En primer lugar, el
papel en la construcción y desconstrucción espectro trae consigo una carga de extrañe-
de los acontecimientos históricos de reper- za de la que se imbuye el lugar o la esfera
cusión internacional. Con todo, si algo pue- donde se manifiesta, desestabilizando así
de aprenderse de las investigaciones que las fronteras que delimitan lo que cae dentro
se adentran en el terreno de lo espectral de la corrección y la propiedad en un área de
es que este tipo de desapariciones no pue- actividad o en un campo del saber. Por otra
de abordarse como si se tratase de gran- parte, el espectro es, ante todo, sintomático
des hechos históricos, como un conjunto de lo que no está. Deja constancia no sólo
de datos que van acumulándose hasta con- de sí mismo, sino también de lo que repre-
figurar un evento que, al quedar marcado en senta. Y por lo general lo que representa es
una secuencia de tiempo vacío y lineal, alla- una pérdida, en ciertas ocasiones de la vida,
na el camino al advenimiento de un futuro en otras de algún camino que al final no se
que se ha liberado de su espíritu. Respecto emprende. Ahora bien, desde otra perspecti-
a los espectros, sólo es posible experimen- va, el espectro también representa una posi-
tar la sensación de que se hacen presentes, bilidad para el futuro, una esperanza. Por
con lo cual la propia experiencia confirma la último, el espectro está vivo, por así decir-
naturaleza de la cosa misma: una desapari- lo. Se relaciona con nosotros y para nosotros
ción es real sólo cuando se aparece. Y esto tiene designios, hasta el punto de que esta-
es así porque el espectro o la aparición es la mos obligados a la deferencia de tenerlo en
modalidad principal mediante la cual algo cuenta, de intentar invocar su memoria de

1
El título procede de Como en la guerra, de Luisa Valenzuela (V., 229). A partir de aquí, todas las refe-
rencias a esta obra se consignarán siguiendo la misma referencia abreviada.
A Luisa Valenzuela están dedicadas estas páginas, como agradecimiento a los detalles y a la inmensa
generosidad que ha mostrado hacia mí.
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The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed


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Avery F. Gordon

To confront those who become desapare- Thus far, I have considered three charac-
cido (disappeared) under the auspices of teristic features of haunting. We have seen
state-sponsored terror in Argentina, within that the ghost imports a charged strange-
what Michael Taussig (1992) calls the Nerv- ness into the place or sphere it is haunting,
ous System, or, as we will see in chapter 4, thus unsettling the propriety and property
to confront those who were lost on their way lines that delimit a zone of activity or knowl-
to North America in the flow of a juridically edge. I have also emphasized that the ghost
enforced international trade in human prop- is primarily a symptom of what is missing.
erty, is to contemplate ghosts and haunting It gives notice not only to itself but also to
at the level of the making and unmaking of what it represents. What it represents is
world historical events.’ Yet if there is one usually a loss, sometimes of life, sometimes
point to be learned from the investigation of a path not taken. From a certain vantage
of ghostly matters, it is that you cannot en- point the ghost also simultaneously rep-
counter this kind of disappearance as a resents a future possibility, a hope. Finally,
grand historical fact, as a mass of data add- I have suggested that the ghost is alive, so to
ing up to an event, marking itself in straight speak. We are in relation to it and it has de-
empty time, settling the ground for a future signs on us such that we must reckon with it
cleansed of its spirit. In these matters, you graciously, attempting to offer it a hospita-
can only experience a haunting, confirming ble memory out of a concern for justice. Out
in such an experience the nature of the thing of a concern for justice would be the only
itself: a disappearance is real only when it reason one would bother.
is apparitional. A disappearance is real only To look for lessons about haunting
when it is apparitional because the ghost or when there are thousands of ghosts; when
the apparition is the principal form by which entire societies become haunted by terri-
something lost or invisible or seemingly not ble deeds that are systematically occurring
there makes itself known or apparent to us. and are simultaneously denied by every
The ghost makes itself known to us through public organ of governance and communi-
haunting and pulls us affectively into the cation; when the whole purpose of the ver-
structure of feeling of a reality we come to bal denial is to ensure that everyone knows
experience as a recognition. Haunting rec- just enough to scare normalization into a
ognition is a special way of knowing what state of nervous exhaustion; when there
has happened or is happening. are guileless ghosts and malevolent ghosts

1
The title of this chapter is from Luisa Valenzuela’s He Who Searches (Como en la Guerra), 30.
All further references to He Who Searches will be given in parentheses as V.
This chapter is dedicated to Luisa Valenzuela in appreciation of her gifts and her enormous generosity
to me.
Cargando con el mundo a las espaldas
Carrying the weight of the world on your shoulders
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 13

una manera hospitalaria, siempre a partir del terrorismo interno, las sendas culturales
de una preocupación por la justicia. De no del tango y las pampas, las deudas, las eco-
ser por esa preocupación por la justicia, ni nomías internacionales del dinero y el orgu-
nos tomaríamos la molestia. llo nacional, la valiente resistencia política,
Tratar de extraer conclusiones acer- etc.– no terminan de encajar. Pueden aislar-
ca del influjo de esas inquietantes presen- se y sacarse a la luz, y ponerse al servicio de
cias cuando los espectros se cuentan por la tarea política de la denuncia, pero se diría
miles; cuando hay sociedades enteras ator- que en esa misma acción es como si regre-
mentadas por hechos terribles que ocu- sara el espectro, pidiendo nuevos tipos de
rren con tanta sistematicidad como luego conocimiento, una forma de reconocimien-
se niegan por parte de los órganos públi- to distinta.
cos de decisión política y de los medios de Mi intención no es desacreditar el
comunicación; cuando el propósito mismo imperativo político que llama a cantar las ver-
de esa negación es garantizar que la gente dades al poder cuando éstas se hacen mani-
sepa solamente lo justo para que la norma- fiestas, aportando la evidente factualidad de
lización termine abocando a un estado de todos esos elementos y piezas mediante ese
extenuación nerviosa; cuando los espectros lenguaje de las ciencias sociales que está
inocentes y los malévolos conviven codo con concebido para contribuir al desenmascara-
codo; cuando la situación en general pide a miento y la demistificación (si bien hay que
gritos que se distinga la verdad de las menti- reconocer, dicho sea de paso, que existen
ras, lo que se conoce de lo que se desconoce, muy buenas razones para mentir al poder,
lo real de lo impensable, si bien precisa- aun cuando por lo general no sea eso lo que
mente eso resulta de todo punto imposible; se pretende cuando se rechaza la distinción
cuando tus allegados y conocidos están ahí entre la verdad y el poder). Más bien, mi
y al minuto siguiente ya no lo están; cuan- objetivo es propugnar que la forma misma en
do las palabras y los objetos familiares se la que descubrimos cosas, aprendemos sobre
transforman en las más siniestras armas y los demás o lidiamos con la historia está ínti-
significados; cuando la fachada de un edi- mamente ligada a las cosas mismas, o a sus
ficio de lo más corriente por el que se pasa formas de operar variables y, por consiguien-
a diario separa el grito asociado a los actos te, a cómo podríamos cambiarlas.
terroristas que allí se cometen del callado Y es ahí precisamente donde las histo-
bisbiseo de las conversaciones temerosas; rias de lo espectral entroncan con la noción
cuando todos los aspectos de la vida se han de historiografía materialista de Walter
enredado hasta extremos insospechados en Benjamin, una historiografía compatible
el tráfico de muertos y muertos vivientes… con la tarea sociológica consistente en escri-
Lograr entender, cuanto más digerir, esa bir historias del presente:
realidad social puede acompañarse de la
sensación de que uno carga con el mundo a En la base de la historiografía materialista
las espaldas. Es simplemente imposible lle- hay […] un principio constructivo [por
varlo con delicadeza, a pesar de que en esas oposición al procedimiento aditivo]. No
circunstancias es una necesidad imperiosa. sólo el movimiento de las ideas, sino
Proclives como son a cambiar más rápido de que también su detención forma parte
lo que a los estudiosos les gustaría, los ele- del pensamiento. Cuando éste se para
mentos y piezas del puzzle –los gritos y llo- de pronto en una constelación saturada
ros, los silencios, la densidad de la historia de tensiones, le propina a ésta un golpe
de la nación, las justificaciones ideológicas, por el cual cristaliza en mónada. El
las fuerzas geopolíticas, la sólida creatividad materialista histórico se acerca a un
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asunto de historia únicamente cuando del presente, como si estuvieran lo suficien-


dicho asunto se le presenta como monada. temente próximos para recibir ese afectuoso
En esta estructura reconoce el signo de abrazo, un aspecto sobre el que volveremos
una detención mesiánica del acaecer, o más tarde. Ese pasado oprimido no es ni
dicho de otra manera: de una coyuntura lineal, un punto en una secuencia temporal,
revolucionaria en la lucha a favor del ni un pasado alternativo que goce de autono-
pasado oprimido. La percibe para hacer mía. En cierto sentido, es lo que la violencia
que una determinada época salte del curso organizada de distinto signo ha reprimido y,
homogéneo de la historia; y del mismo gracias a ello, configurado como un pasado,
modo hace saltar a una determinada vida una historia, que sin embargo sigue viva y
de una época y a una obra determinada dispuesta a presentarse. A pesar de que la
de la obra de una vida. El alcance de su lucha en favor del pasado oprimido resulta
procedimiento consiste en que la obra de ser un gesto paradójico, es la forma en que
una vida está conservada y suspendida en Benjamin concibe la relación del materia-
la obra, en la obra de una vida de la época lismo histórico con lo que, aunque aparen-
y en la época el decurso completo de la temente está muerto, sin embargo vive y
historia. (Benjamin 1989: 190) opera en el presente, aunque sea de mane-
ra oblicua, casi invisible. En el momento en
Se trata de un tipo de construccionismo que se produce el reconocimiento, el pasado
social distinto al que suele ser habitual en oprimido o lo espectral nos conmocionará
las ciencias sociales y que en buena medida hasta el punto de hacernos reconocer asi-
busca inspiración en las técnicas de montaje mismo su dimensión de fuerza motriz. De
de la modernidad, que reclaman la atención hecho, la lucha en favor del pasado oprimi-
no sólo hacia la cosa pensada sino también do supone conseguir que este pasado cobre
hacia el modo en que se implica el pensador vida como motor de la obra del presente; y
(el “movimiento de las ideas” y “su deten- esto se logra al difuminar las fuentes y las
ción”). El materialista histórico se acerca circunstancias que vinculan la violencia de
a un asunto de historia únicamente, sola- lo aparentemente zanjado con ese presente,
mente cuando dicho asunto se le presenta al poner punto y final a esa historia e ins-
como mónada, cuando se le presenta lo que taurar un futuro diferente. En este sentido,
yo he dado en llamar el espectro. De repen- la clarividencia de Benjamin reside en reco-
te, a uno se le detiene el pensamiento, se nocer la relación de reciprocidad entre, por
conmociona, por decirlo de alguna mane- un lado, el tipo de pensamiento que emplea
ra, para transformarse en una configuración el estudioso, preparado para experimentar
o coyuntura en la que cristaliza la esencia la conmoción y el momento en que llega a
social de un acontecimiento, ya sea trágico o comprender, y, por otro, el papel vivificador
banal. La mónada o el espectro se presenta de la existencia, del periodo o de los aconte-
ante el pensador a modo de señal que anun- cimientos en que tal estudioso se centra.
cia, en palabras de Benjamin, una coyuntu- De todos modos, enfrentarse a los
ra revolucionaria en la lucha en favor del espectros u optar por esta aproximación no
pasado oprimido, afirmación que a mi jui- resulta tan sencillo como podría deducirse
cio ofrece la interpretación de que el pasado de las palabras de Benjamin. Exige cierto
está lo suficientemente vivo en el presente, esfuerzo reconocer el espectro y reconstruir
en el ahora, como para justificar ese enfo- el mundo de asociaciones que éste evoca. Y
que. Pero Benjamin va aún más lejos, en la en este sentido se explica el concepto que
medida en que hace un llamamiento para usa Benjamin de “hacer saltar”, un méto-
que protejamos a los muertos de los peligros do dialéctico que reconstruye “la obra de
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living in tight quarters; when the whole and power is repudiated.) Rather, my pur-
situation cries out for clearly distinguish- pose is to encourage us to think that the very
ing between truth and lies, between what way in which we discover things or learn
is known and what is unknown, between about others or grapple with history is inti-
the real and the unthinkable and yet that mately tied to the very things themselves, to
is what is precisely impossible; when peo- their variable modes of operation, and thus
ple you know or love are there one minute to how we would change them.
and gone the next; when familiar words It is here that the ghost story meets
and things transmute into the most sinis- up with Walter Benjamin’s materialist his-
ter of weapons and meanings; when an or- toriography, a historiography compatible
dinary building you pass every day harbors with the sociological task of writing histo-
the facade separating the scream of its ter- ries of the present:
roristic activities from the hushed talk of
fearful conversations; when the whole of Materialistic historiography… is based on
life has become so enmeshed in the traffic a constructive [as opposed to an additive]
of the dead and the living dead… To broach, principle. Thinking involves not only
much less settle on, a firm understanding of the flow of thoughts, but their arrest as
this social reality can make you feel like you well. Where thinking suddenly stops in a
are carrying the weight of the world on your configuration pregnant with tensions, it
shoulders. It simply cannot be carried with gives that configuration a shock, by which
any delicacy, a strict requirement in these it crystallizes into a monad. A historical
circumstances. Changing shape more read- materialist approaches a historical
ily than the scholarly analyst might like, all subject only where he encounters it as a
the bits and pieces-the screams and cries, monad. In this structure he recognizes …
the silences, the density of the nation’s his- a revolutionary chance in the fight for the
tory, the ideological justifications, the geo- oppressed past. He takes cognizance of it
political forces, the long-standing creative in order to blast a specific era out of the
capacity for domestic terror, the cultural homogeneous course of history-blasting
pathways of the tango and the pampas, the a specific life out of the era or a specific
debts, the international economies of mon- work out of the lifework. As a result of this
ey and national pride, the courageous polit- method the lifework is preserved in this
ical resistance, and so on-do not quite add work and at the same time canceled; in the
up. They can be isolated and laid bare, and lifework, the era; and in the era, the entire
they can be put to the political task of expo- course of history.
sure, but it seems as if in that very act the (Benjamin 1969: 262-63)
ghosts return, demanding a different kind
of knowledge, a different kind of acknowl- This is a different type of social construc-
edgment. tionism than most social scientists are fa-
My purpose is not to malign the po- miliar with, drawing a good deal of its
litical injunction to speak truth to power inspiration from modernist montage tech-
where the truth arrives, bearing the posi- niques, requiring not only attention to the
tive facticity of all those bits and pieces, in thing thought, but also attention to the
a social scientific language designed to un- thinker’s mode of engagement (the flow
mask and demystify. (Although, one must and arrest of thoughts). The historical
admit that there are very good reasons to lie materialist approaches a historical sub-
to power even if this is not usually what is ject only where he encounters it as a mon-
meant when the distinction between truth ad, encounters what I have been calling
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the ghost. All of a sudden your thinking is account for Benjamin’s use of the notion of
stopped, shocked, as it were, into a config- blasting, a method of dialectics that recon-
uration or conjuncture that crystallizes the structs a lifework by following the scram-
social gist of a dramatic or mundane event. bled trail the ghost leaves, picking up its
The monad or the ghost presents itself as a pieces, setting them down elsewhere. Blast-
sign to the thinker that there is a chance in ing might be conceived as entering through
the fight for the oppressed past, by which I a different door, the door of the uncanny, the
take Benjamin to mean that the past is alive door of the fragment, the door of the shock-
enough in the present, in the now, to war- ing parallel. Entering one place, another
rant such an approach. Benjamin goes even often emerges in juxtaposition, along the
further, calling on us to protect the dead lines of a defamiliarization coalescing into
from the dangers of the present as if they a moment of connection, a configuration.
were proximate enough for such loving em- Through this door a certain kind of search
brace, a point to which we will return. This is established, one that often leads along an
oppressed past is neither linear, a point in associative path of correspondences that in-
a sequential procession of time, nor an au- vigorates Benjamin’s montage-based con-
tonomous alternative past. In a sense, it is structivism. This path ofcorrespondences
whatever organized violence has repressed is not like the causality associated with so-
and in the process formed into a past, a his- cial science or related modes that share its
tory, remaining nonetheless alive and ac- basic epistemology: it blasts through the ra-
cessible to encounter. Fighting for this past tional, linearly temporal, and discrete spa-
appears to be a paradoxical gesture, but it tiality of our conventional notions of cause
is Benjamin’s way of figuring the histori- and effect, past and present, conscious and
cal materialist’s relationship to what seems unconscious.
dead, but is nonetheless alive, operating in There is a certain routineness to
the present, even if obliquely, even if bare- shocking associations in Argentina. For
ly visible. Upon recognition, the oppressed example, you are studying the work of an
past or the ghostly will shock us into recog- author who is very interested in the similar-
nizing its animating force. Indeed, to fight ities and differences between individual and
for an oppressed past is to make this past social madness. The title of a book of her
come alive as the lever for the work of short stories, Open Door, turns out to be the
the present: obliterating the sources and name of “the most traditional, least threat-
cond itions that link the violence of what ening lunatic asylum in Argentina” (Valen-
seems finished with the present, end- zuela 1988a: viii). However, as soon as you
ing this history and setting in place a dif- think you have simply come across an in-
ferent future. Benjamin’s insight here is teresting little fact to share, or just smile at,
to recognize the reciprocal relationship you find yourself at the El Banco detention
between the type of thinking the analyst camp where a “system called ‘open doors’
employs, ready for the shock and the mo- was started, whereby the doors of the cells
ment of understanding, and the animating were opened while the prisoners remained
role of the life or the era or the events the inside chained to a wall” (Amnesty Interna-
analyst confronts. tional 1980: 8). In and of themselves, these
Encountering a ghost or approaching correlations do not provoke the tensions to
a subject in this way is never quite as easy as which Benjamin is referring and of which
Benjamin might be taken to suggest. It takes hauntings are made. They can be collected,
some effort to recognize the ghost and to re- but they will lie like the debris of a system
construct the world it conjures up. This may barely thinkable and yet abounding in ex-
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una vida” siguiendo las confusas huellas zante de Argentina” (Valenzuela 1988a: viii).
que deja el espectro, recogiendo sus pie- Sin embargo, por si uno creyera haber dado
zas, reubicándolas en otro lugar. “Hacer sal- con un pequeño hecho que puede ser inte-
tar” puede concebirse como el proceso por resante para otros o que simplemente sus-
el que se accede a través de otra puerta, la cita una sonrisa, enseguida se encuentra en
puerta de lo siniestro, la del fragmento, la el centro de detención de El Banco, donde,
del paralelismo sobrecogedor. A menudo, según un informe de Amnistía Internacio-
al adentrarse en un sitio aparece otro en nal (1980: 8), “se instauró un sistema deno-
yuxtaposición, como secuela de un proceso minado “de puertas abiertas”, por el cual las
de desfamiliarización que, en un momento puertas de las celdas permanecían abiertas
dado, desencadena el enlace, la conceptuali- mientras los presos seguían en su interior
zación. A través de esta puerta se inicia cier- encadenados a la pared”. En sí mismas y por
to tipo de búsqueda, una que a menudo lleva sí mismas, estas correlaciones no generan
por un camino asociativo de corresponden- las tensiones a las que se refiere Benjamin y
cias que revitaliza el constructivismo basado que son consustanciales a la presencia de lo
en la noción de montaje de Benjamin. Este inquietante. Pueden recopilarse, pero que-
camino de correspondencias no se asemeja darán como los despojos de un sistema que
a la causalidad asociada a las ciencias socia- apenas puede pensarse y sin embargo origi-
les o a otras modalidades relacionadas con na un exceso de significaciones. La historio-
ésta que comparten su base epistemológica: grafía materialista de Benjamin depende de
salta fuera de la espacialidad discreta, racio- manera fundamental de su carácter anima-
nal y lineal en términos cronológicos de que do, de la capacidad de poner de manifies-
se imbuyen nuestras nociones convencio- to ante los demás el momento en que una
nales de causa y efecto, pasado y presente, puerta abierta cobra vida y nos detiene en
consciente e inconsciente. seco, al originar un reconocimiento o un
En Argentina, lo de establecer asocia- encuentro distinto con la realidad. Y en ese
ciones sobrecogedoras tiene algo de rutina- sentido es esencial la vivificadora experien-
rio. Baste citar como ejemplo la obra de una cia que desatan, al aparecerse, las presen-
autora que está muy interesada en las simi- cias inquietantes.
litudes y diferencias entre la locura social e A continuación me adentraré por la
individual. El título que se eligió para una puerta del surrealismo o realismo mági-
de sus colecciones de cuentos editada en co de Luisa Valenzuela2, si bien a riesgo de
lengua inglesa, Open Door [literalmente, ofender a los que preferirían menos ambi-
Puerta abierta], resulta ser el nombre de “el güedad ante el terrorismo patrocinado por
manicomio más tradicional y menos amena- el Estado, pero con el fin de contribuir a una

2
Nacida en Buenos Aires en 1938, Luisa Valenzuela se considera la autora más traducida de la litera-
tura latinoamericana contemporánea (Garfield 1988: 281). Hay traducción al inglés, entre otras, de las
novelas Como en la guerra (traducida como He Who Searches, 1979a); Novela negra con argentinos
(Black Novel [with Argentines], 1992), que, ambientada en la ciudad de Nueva York, explora la relación
entre el sadomasoquismo en su doble vertiente de placer sexual y terrorismo político; y Cola de lagartija
(Lizard’s Tail, 1983). Esta última es una fascinante obra sobre José López Rega, ministro de Bienestar
Social de Juan Perón. En 1956, durante su exilio, Perón conoció a su tercera esposa, Isabel (María Estela
Martínez), en un club nocturno de Panamá, el cabaret Happy Land, donde ella era bailarina. El propieta-
rio, Raúl Lastiri, se convertiría en uno de los pesos pesados del gobierno que formó Perón cuando regresó
al poder, como también lo sería el suegro de Lastiri, José López Rega, apodado el Brujo por su afición al
espiritismo, en tiempos un siniestro cabo de policía conocido por sus escritos sobre los hechizos de amor
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mejor comprensión de las cuestiones rela- especie de embrujamiento malévolo se ha


cionadas con los espectros. Luisa Valen- apoderado de la vida en la sociedad argen-
zuela es una escritora argentina, autora de tina, Valenzuela también se ha comprome-
varias novelas y volúmenes de cuentos que tido con la tarea de entender el espinoso
en todos los casos exploran las dimensio- tema de la pasividad y complicidad de la
nes social y psicosexual de la represión y clase media durante los años protagoniza-
el deseo. Como otras autoras del Cono Sur, dos por el terror, durante la “guerra sucia”,
a esta escritora le interesan de un modo una guerra que se libró aunque nunca lle-
especial no sólo la mentalidad del tortu- gase a declararse oficialmente. Como en la
rador, sino también los vínculos íntimos guerra, traducida al inglés como He Who
entre los miembros de las Fuerzas Arma- Searches por razones que quedarán claras
das que ejercen como captores y las cauti- más adelante, es una novela breve que apa-
vas (por lo general, mujeres), los vínculos reció por primera vez en 1979 en su edición
de la represión sexual y política. A partir de inglesa. Lejos de ser un testimonio o una
una voluntad de explorar la idea de que una novela naturalista3, es alegórica, fragmen-

de Venus y Saturno. Podría decirse que López Rega, que se inició en la magia en Brasil de mano de exper-
tos en la práctica de la macumba, era el hombre más poderoso de Argentina. En muchas de las fotografías
en las que figura, aparece siempre como una presencia en la sombra, detrás de Juan e Isabel Perón o a su
lado. Como ministro de Bienestar Social tenía a su disposición un gran presupuesto y una red de mandos
dispersos por toda la nación. En dicho ministerio precisamente dio forma a un poderoso escuadrón de
la muerte denominado la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), que operó por primera vez en el
aeropuerto de Ezeiza en 1973, el día en que Perón regresaba del exilio (Simpson y Bennett 1985: 62-63).
Véase “El encuentro” en estas mismas páginas.
También se han publicado en lengua inglesa diversas antologías de cuentos de Luisa Valenzuela, en-
tre las que cabe citar los siguientes títulos: Clara: Thirteen Short Stories and a Novel (1976 [traducción
de Hay que sonreír y Los heréticos]), Other Weapons (1985 [traducción de Cambio de armas]) y Open
Door (1988a [selección de Los heréticos, Aquí pasan cosas raras y Donde viven las águilas]). Valenzuela
ha publicado numerosos cuentos en revistas editadas en inglés, entre los que cabe destacar la apabullante
“Symmetries” (traducción de “Simetrías”) (1988). En 1986 se publicó un monográfico sobre su obra en
la publicación Review of Contemporary Fiction. Entre las obras que no se han traducido al inglés cabe
citar El gato eficaz (1972), Libro que no muerde (1980) y algunos relatos de Los heréticos (1967) y Donde
viven las águilas (1983).
Para estudios de crítica literaria centrados en Como en la guerra, por lo general muy marcados por
el psicoanálisis, véase Glantz (1986), Hicks (1991), Hoeppner (1992), Maci (1986) y Magnarelli (1988).
Para investigaciones desde la crítica literaria de otras obras, véase Addis (1989), Craig (1991), García
Moreno (1991), Hart (1993), Magnarelli (1988), Martínez (1986) y Rubio (1989).
Se podría prácticamente postular la existencia de todo un género desligado del naturalismo, nacido
de la pluma de autoras del Cono Sur, que nos pide que reflexionemos sobre cómo y por qué toleramos la
violencia más abominable. Véase Orphée (1985), Peri Rossi (1989) y Ortiz (1986-87). Sobre Gambaro,
véase Garfield (1988) y D. Taylor (1990). Añadimos dos libros posteriores a esta lista de autoras latinoa-
mericanas: el de García Pinto (1991), compuesto de entrevistas y análisis, y el de Castro Klaren, Molly y
Sarlo (1991), una antología.
3
Véase Beverley (1993: 69-99), Beverley y Zimmerman (1990), Harlow (1987), Jara y Vidal (1986) y
Yúdice (1991) sobre la cuestión del testimonio. Aunque en muchos casos las investigaciones en el terreno
de la literatura que se han ocupado de la narrativa de la esclavitud, en sí misma de tipo testimonial, la
sitúan dentro del marco de la historia de la literatura afroamericana, ciertos estudiosos que son pioneros
en el estudio del testimonio, como John Beverley, defienden la postura contraria: “A mi modo de ver el
testimonio implica una ruptura o separación frente a la novela y la ficción como tal [...] El testimonio no
es una modalidad de novela” (1993: 154).
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cessive significations. Benjamin’s material- story collections all exploring the social and
ist historiography depends fundamentally psychosexual dimensions of repression and
on animation, on being able to demonstrate desire. Like several other women writers
to others the moment in which an open door from the Southern Cone, she is particularly
comes alive and stops us in our tracks, pro- concerned not only with the mentality of the
voking a different kind of encounter and torturer, but also with the intimate bonds
recognition. And for that, the quickening between military captor and the usually fe-
experience of haunting is essential. male captive, the bonds of political and sex-
It is through the door of Luisa Valen- ual repression.2 Willing to entertain the idea
zuela’s surreal or magically realist fiction that a certain kind of wicked sorcery has
that I enter, at the risk of offending those dominated Argentine life, Valenzuela has
who would prefer less ambiguity in the face also made it her task to understand the sen-
of state-sponsored terror, but in order to sitive issue of middle-class quiescence and
further an understanding of ghostly mat- complicity during the years of terror, dur-
ters. Luisa Valenzuela is an Argentine writ- ing the “dirty war,” a war never officially de-
er, the author of several novels and short clared, but nonetheless undertaken. Coma

2
Born in Buenos Aires in 1938, Luisa Valenzuela is reportedly the most translated contemporary Latin
American woman author (Garfield 1988: 281). Work translated into English includes the novels He Who
Searches (1979a); Black Novel (with Argentines) (1992), an exploration of the relationship between sa-
domasochism as sexual pleasure and sadomasochism as political terror set in New York City; and The
Lizard’s Tail (1983). The Lizard’s Tale is a wild fiction about Jose Lopez Rega, Juan Peron’s public wel-
fare minister. In 1956, Peron, in exile, met his third wife, Isabel (Marfa Estela Martinez), in a Panama
City nightclub, the Happy Land Bar. She was a dancer in the floor show there. The manager of the bar,
Raul Lastiri, would become one of the most important members of the returning government, as would
Lastiri’s father-in-law, Jose Lopez Rega, a witch doctor and “obscure ex-corporal in the Argentine police”
known for his writings on the love charms of Venus and Saturn. Lopez Rega learned his magic in Brazil
from the practitioners of the macumba. Lopez Rega was perhaps the most powerful man in Argentina
. In the many photographs of him he is always a shadowy presence, behind or to the side of Juan and
Isabel Peron, His post as minister of social welfare gave him access to a large budget and a nationwide
network of officials. It was at the ministry that he put together a powerful death squad called the Triple A
(Alianza Anti-Comunista Argentina, the Argentine Anti-Communist Alliance). Its first operation was at
Ezeiza Airport on the day of Perori’s return from exile in 1973 (Simpson and Bennett 1985: 62-63). See
“The Encounter” in chapter 3.
Several collections of Valenzuela’s short stories have also been published in English: Clara: Thirteen
Short Stories and a Novel (1976), Strange Things Happen Here (1979b), Other Weapons (1985), and
Open Door (1988a). Valenzuela has published many short stories in English-speaking periodicals,
including the stunning “Syrnmetries” (1988b). A special issue about her writing was published in 1986
by the Review of Contemporary Fiction. Work remaining untranslated includes Los Hereticos (1967), El
Gato Eficaz (1972), Libra Que No Muerde (1980), and Donde Viven Las Aguilas (1983).
For literary criticism on He Who Searches, which tends to be heavily psychoanalytic, see Glantz
(1986), Hicks (1991), Hoeppner (1992), Maci (1986), and Magnarelli (1988). For literary criticism on
Valenzuela’s other works, see Addis (1989), Craig (1991), Garcia-Moreno (1991), Hart (1993), Magnarelli
(1988), Martinez (1986), and Rubio (1989).
One might almost describe a genre of nonnaturalist fiction by Southern Cone women writers that
asks us to contemplate how and why we tolerate the most abominable violence. See Orphee (1985), Peri
Rossi (1989), and Ortiz (1986-87). On Gambaro, see Garfield (1988) and D. Taylor (1990). Two recent
books add to our knowledge of Latin American women writers: Garcia Pinto (1991) consists of interviews
and analysis; Castro-Klaren, Molloy, and Sarlo (1991) is an anthology.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 20

en la Guerra (As in War), translated as He Page zero. A man is being interro-


Who Searches for reasons we shall see, is gated. They keep asking him about an un-
a 1977 novella first published in English in named “her” and about what he was looking
1979. It is not a testimonio or a naturalist for when he visited her apartment regular-
novel.3 It is allegorical, fragmented, narra- ly in Barcelona. He is being interrogated
tively incoherent, and difficult to compre- and tortured. He is in great pain. He thinks
hend in any straightforward way that would “There have been better times” and shouts
easily answer the questions all readers ask: “‘I don ‘t know a thing!’” (V 6). A trigger ex-
who speaks, what happens, where does it plodes.
happen, how, what does it mean? It offers The Discovery. The protagonist, AZ,
its opinions on various theoretical questions is an Argentine living in Barcelona; he is
concerning the nature of subjectivity, the a professor of semiotics and a psychoana-
project of psychoanalysis, the dimensions lyst familiar with the teachings of Jacques
of political and sexual repression, and the Lacan.4 His work, which he does nightly
form of revolution. Luisa Valenzuela gets in sundry disguises and masquerades, in-
into the story and comments on its develop- volves analyzing a patient, variouslya wom-
ments; characters change shape and form; an, a prostitute, a witch, a “She.” She, who
the duration of time and space expands and has no name, is in political exile from Ar-
contracts. Valenzuela’s mode is ironic, full gentina perhaps-this is not clear-because
of black humor and complicated puns, yet she has been betrayed by her lover, the rev-
serious. One might describe her as a writ- olutionary Alfredo Navoni, whose dreams
er who understands the difference between she tells/dreams as if they were her own.5
storytellers who claim ownership and pos- Her twin sister, whom she calls “she-she,”
session of the words they speak and sto- has “vanished during the day and no one
rytellers who mediate between ritual and ever saw her in the Pasaje des Escudellers”
writing, who speak seriously yet with a cer- (V 56). According to the professor, She
tain abandon. does not know she is being anal yzed and
He Who Searches is divided into five cannot know this so he visits her in disguis-
times, places, or fields-Page zero, The Dis- es, a transvestitism of sorts. He initially de-
covery, The Loss, The Journey, and The sires to know: What does she want? Who
Encounter-that constitute a mapping of an is she? He who masquerades in his week-
exploration and the strategic maneuvers of a ly nocturnal visits to her wants her to re-
war. The plot goes something like this: veal the self behind the mask. He wants to

3
See Beverley (1993: 69-99), Beverley and Zimmerman (1990), Harlow (1987), Jara and Vidal (1986),
and Yudice (1991) on the testimonio. We will see in chapter 4 that a good deal of contemporary literary
scholarship on the slave narrative, itself a type of testimony, places it in the history of AfricanAmerican
literature, while pioneering scholars of the testimonio, such as John Beverley, make a case for the re-
verse: “I want to argue that testimonio involves a break or split with the novel and fictionaliry as such. …
Testimonio is not a form of the novel” (1993: 154).
4
As Guillermo Maci (1986) notes, this character is “almost without a name. He has a frame for a name:
AZ. A chain of signifiers Perhaps AZ is the ironic sign of the possession of absolute knowledge The
inquisitorial traits assumed by AZ in the effort to sound out the other, to dominate the other, sanction
with the irony of the letter (AZ) the infatuation of a knowledge which becomes lost on that same road
which it seeks to conquer” (67-68).
5
Alfredo Navoni is a recurring character in Valenzuela’s writing. He appears in the stories collected in
Other Weapons (1985) and in The Lizard’s Tale (1983).
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 21

taria, incoherente desde un punto de vista ducen un gran dolor. Piensa: “Hubo épocas
narrativo y de difícil comprensión lineal, a mejores” (p. 202), y grita: “¡No sé nada!”
saber, en la forma que daría respuesta a las (V., 202). Se oye un disparo.
preguntas que suelen hacerse todos los lec- “El descubrimiento”: El protagonis-
tores: ¿quién habla?, ¿qué sucede?, ¿dónde ta, AZ, es un argentino afincado en Barcelo-
sucede?, ¿cómo?, ¿qué significa? La obra se na; es profesor de semiótica y psicoanalista,
pronuncia sobre varias cuestiones teóricas seguidor de las teorías de Jacques Lacan4. Su
relacionadas con la naturaleza de la subje- trabajo, que lleva a cabo por la noche, dis-
tividad, el proyecto ligado al psicoanálisis, frazado y caracterizado de diversas mane-
las dimensiones de la represión política y ras, consiste en psicoanalizar a una paciente
sexual, y la forma de la revolución. Luisa (en sus diversas facetas de mujer, prostituta,
Valenzuela se introduce en el relato e inser- bruja, “ella”). Ella, que carece de nombre, es
ta comentarios sobre su desarrollo; los per- una argentina exiliada por razones políticas,
sonajes cambian de contorno y forma; la tal vez porque —este punto no queda claro—
duración del tiempo y el espacio se expande la ha engañado su amante, el revoluciona-
y se contrae. La actitud que adopta Valen- rio Alfredo Navoni, cuyos sueños cuenta/
zuela es irónica, llena de humor negro y de sueña como si fueran los suyos propios5. Su
chistes complicados, aunque no exentos de hermana gemela, a quien llama “ella-ella”,
gravedad. Se la podría describir como una “se esfumaba durante el día y nadie se la
escritora que comprende la diferencia entre cruzaba por el pasaje des Escudellers” (V.,
los narradores que se reivindican propieta- 260). Según el profesor, ella no sabe que él
rios y en posesión de las palabras que emi- la está psicoanalizando, y no debe saberlo,
ten y los que están a medio camino entre así que la visita disfrazado de mujer, traves-
el ritual y la escritura, que hablan en serio tido cada vez de una manera. Al principio,
pero con cierta despreocupación. él desea saber: ¿Qué quiere ella? ¿Quién es?
Como en la guerra se divide en cin- Él, que acude disfrazado a sus visitas noc-
co momentos, lugares o ámbitos (“Página turnas semanales, quiere que ella le revele el
cero”, “El descubrimiento”, “La pérdida”, yo que oculta tras su propia máscara. Quiere
“El viaje” y “El encuentro”) que conforman saber su verdadero nombre. Ella, que no tie-
la cartografía de una exploración y de las ne nombre y que lo sabe todo, ríe y piensa en
maniobras estratégicas de una guerra. El asesinarle porque es peligroso ser objeto de
argumento es más o menos el siguiente: deseo y el objetivo de sus pesquisas, la razón
“Página cero”: Están interrogando a de su deseo. Las visitas son encuentros tan-
un hombre. Le preguntan una y otra vez por to psicoanalíticos como sexuales, y ambos
una tal “ella”, cuyo nombre nunca aparece, tratan de confundir al otro. Los vecinos de
y también qué buscaba él en sus repetidas ella se quejan, y la llaman puta/bruja, por-
visitas al apartamento de ella en Barcelona. que ha organizado a las prostitutas para que
Le están interrogando y torturando. Le pro- exijan seguridad social y una jornada labo-

4
Como recalca Guillermo Maci (1986), este personaje está “prácticamente sin nombre. Por tal tiene un
marco: AZ. Una cadena de significantes [...] Tal vez AZ actúa como signo irónico de la posesión de la ver-
dad total [...] Los rasgos inquisitoriales que adopta AZ en el esfuerzo de sonsacar, de dominar, sancionan
con la ironía de la letra (AZ) la infatuación de un conocimiento que queda perdido en el mismo camino
que precisamente trata de conquistar” (67-68).
5
Alfredo Navoni es un personaje recurrente en la obra de Valenzuela: aparece en cuentos de la antología
Cambio de armas y en Cola de Lagartija.
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 22

ral de ocho horas. Los vecinos le tienen mie- A veces, los guardianes patean a la gente con
do; están convencidos de que se come “las algún puntapié bien ubicado, guardianes
partes más vitales de los hombres” (V., 232). “muy bien calzados” (V., 335). Se encuentra
Hay una esposa, Beatriz, que advierte a AZ con una anciana que le pregunta qué bus-
que tenga cuidado con salir de noche y se ca. Él ha aprendido que “[c]onsumir histo-
preocupa de que la otra mujer se haya tra- rias como quien traga sables no es hazaña
gado “a su maridito vivito y coleando” (V., ninguna” (V., 336), así que sigue adelante,
240). Sin embargo, poco a poco también ella ignorando a algunos ambulantes que ven-
se va involucrando en el análisis. den banderines con las consignas “Santa y
“La pérdida”: AZ pierde a su pacien- Milagro” (V., 338). “Su cometido es llegar”
te, aunque conserva el magnetofón que se (V., 339), “[D]e golpe una mano lo toma del
ha estropeado cuando Bea intenta trans- brazo y lo tira hacia abajo. Cuerpo a tierra
cribir las palabras de ella, durante un epi- justo en el instante en que se oye el tabletear
sodio de alucinaciones en las que aparecen de una ametralladora y empieza el tiroteo.
una habitación vacía y unas fotografías. Alguien le pone un casco sobre la cabeza,
Como si hubiese resucitado al tercer día, otro un fusil en la mano y él recibe una boca-
salió sabiendo (V., 296). Tiene que “cam- nada de felicidad inexplicable porque sien-
biar de plano para proseguir su búsqueda” te que por fin pertenece” (V., 339). Metido a
(V., 296), así que empieza, a un tiempo, a la fuerza en la lucha, sigue las órdenes de la
perderse y a buscarse. Una parte del psicoa- purobarro y dinamita el objetivo. “Las pare-
nálisis ha terminado. des de la fortaleza revientan como una gran
“El viaje”: AZ abandona España y se cáscara y emerge brillante el corazón del
va a México, donde se somete a un ritual fruto” (V., 342).
de purificación con unas mujeres indígenas Es importante no dar pábulo a la idea
que le dan hongos para soñar. Aunque pro- de que la novela de Valenzuela no es más
nuncia un nombre, María Sabina, debe de que un estudio psicológico o estético de una
ser el efecto de los hongos alucinógenos que realidad brutal. De una manera comparable
ha tomado (María Sabina fue una curandera a Walter Benjamin, Luisa Valenzuela utiliza
indígena que vivía en Oaxaca, México, que un tipo distinto de materialismo, según el
en 1955 compartió con el mundo occiden- cual mucho de lo que puede conocerse está
tal su extenso conocimiento mazateca sobre íntimamente ligado a la búsqueda y al proce-
los hongos sagrados y su uso ceremonial en so necesario para llegar a dicho conocimien-
veladas curativas. Nació en 1894 y murió en to. De hecho, la obra de Valenzuela se centra
1985, y fue la primera en probar los hongos en las bisagras que abren y cierran lo que es
de la especie psilocybe para vencer el ham- evidente y lo que ha desaparecido; lo que
bre). El profesor se enfrenta a un tiempo vemos y lo que permanece en la sombra; lo
mágico y de ensueño, a memorias míticas y que se puede decir y lo que se susurra de un
al surrealismo político cuando se encuentra modo inaudible; lo que es verdad y lo que es
con unos revolucionarios en la selva y escu- mentira; lo que es racional y lo que es mági-
cha dos importantes historias, una sobre la co; lo que es real y lo que es surrealista; lo
derrota de las guerrillas en Tucumán y otra, que es consciente y lo que es inconsciente.
un Misterio, sobre una joven camarada que Sin duda, hay consideraciones prácticas que
apodan la gorda. llevaron a Valenzuela a escribir esta narra-
“El encuentro”: El profesor sigue su tiva tan fragmentada, alegórica y difícil de
viaje hacia el sur y llega a una ciudad lati- entender, como por ejemplo la censura, el
noamericana, donde ve largas colas de seres exilio y la amenaza de convertirse en aque-
humanos acampando en las calles (V., 332). llo sobre lo que se está escribiendo, es decir,
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 23

know her real name. She, who has no name The Encounter. He continues to trav-
and knows everything, laughs and thinks of el southward and arrives in a Latin Ameri-
murdering him because it is dangerous to can city. He sees people waiting in lines that
be the object of desire and the object of a stretch endlessly throughout the city. At
search, the question of his desire. His visits times, the police kick people to the ground,
are both anal ytic and sexual encounters, police with “good Argentine boots” (V 128).
and they both keep getting the two con- He meets an old woman who asks what he is
fused. Her neighbors complain, calling her searching for. He has learned that to “con-
a bitch/witch because she has organized sume stories like swallowing swords is not
the prostitutes into a union and they are a heroic deed” and so he keeps on going, ig-
demanding social security and an eight- noring the vendors selling flags inscribed
hour day. The neighbors are scared of her with the words “Holy and Miracle.” “His
and think that she “eats … men’s most vital task is to arrive” (V 131). “Suddenly a hand
parts” (V 33). There is a wife, Beatriz, who grabs him by the arms and pulls him down.
warns AZ about going out in the night, wor- His body hits the ground just as he hears the
ries that the other woman has “swallowed chatter of a machine gun. Someone puts a
her husband alive,” but begins to get in- helmet on his head, a rifle in his hand, and
volved in his case. he experiences an inexplicable puff of happi-
The Loss. AZ loses his patient, but re- ness because he feels that he finally belongs”
tains the tape recorder that has broken down (V 131-32). Thrust into battle, he takes the
when Bea tries to transcribe She’s words, in charges and the instructions the mudwom-
a hallucinatory episode involving an empty an gives him and blows up the designated
room and some photographs. As if restored target. “The walls of the fortress burst like
to life on the third day, he came out know- a great husk and the gleaming heart of the
ing (V 92). He has to “change levels in order fruit emerges” (V 134).
to continue his search” and so he begins to It is worth withholding the judgment
both lose and search for himself. One part of that Valenzuela’s novel too simply aestheti-
the analysis is over. cizes or psychologizes a reality best under-
The Journey. He leaves Spain and stood as brutally realistic. Not unlike Walter
travels to Mexico, where he undergoes a Benjamin, Luisa Valenzuela employs a dif-
purification ritual with indigenous women ferent kind of materialism where a great deal
who give him mushrooms for dreaming. He of what can be known is tied to the search
speaks a name, Mafia Sabina, but that may for knowing it. Indeed, Valenzuela’s writ-
be more from the mushrooms than anything ing seems centrally concerned with the hing-
else. (Maria Sabina was a holy woman, living es that open and close what is apparent and
in Oaxaca, Mexico, who shared her knowl- what is disappeared; what can be seen and
edge of Mazatee sacred mushroom healing what is in the shadows; what can be said and
ceremonies with outsiders in 1955. Shewas what is whispering inaudibly; what is true
born in 1894 and died in 1985, having first and what is a lie; what is rational and what
eaten psilocybin mushrooms to overcome is magical; what is real and what is surreal;
hunger.) Magic and dream time, mythic what is conscious and what is unconscious.
memories, and political surreality confront There are no doubt practical considerations
him as he meets revolutionaries in a jungle that lead Valenzuela to write such a frag-
and hears two important tales, one about mented, allegorical, and hard-to-understand-
the defeat of the guerrillas in Tucumán and what-is-happening narrative. These practical
another, a Mystery, about a young comrade considerations include censorship, exile, and
named Fatty. the threat of becoming the very thing you are
Una mano enorme se acerca a la cara del hombre para estallar
An enormous hand approaches his face, about to explode
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 25

desaparecida6. Cuando el objetivo es expre- bre es perseguido por el inquietante hechizo


sar o representar eficazmente los espectros de una mujer que apenas está presente. Él
(y no sólo los muertos) que rondan los sis- la busca, busca el conocimiento, se busca a
temas de desaparición apadrinados por el sí mismo, y tarda bastante en descubrir qué
Estado, entran en juego otras considera- inquietantes presencias la persiguen a ella.
ciones: la dificultad de representar lo que Para él, la búsqueda lo es todo. ¿Qué encuen-
parece irrepresentable, si no impensable, tra cuando se pone a buscar a la mujer que
una dificultad que obliga al escritor a decidir se ha convertido en una aparición? El víncu-
entre el silencio paralizante y el lenguaje frío lo entre lo espectral y lo real. Así que, llega-
e inerte; la naturaleza misma de la desapari- dos a este punto, teniendo presente nuestro
ción y su peculiar dialéctica entre certidum- principio constructivista, sigamos el camino
bre y duda; la importancia que políticamente que nos marca Valenzuela desde la “Página
reviste transcodificar, e incluso transformar, cero” hasta “El descubrimiento”, “La pérdi-
la preocupación por quien hace la búsqueda da”, “El viaje” y “El encuentro”.
en una preocupación por lo que arrojará la
búsqueda; el reconocimiento de la imposibi- Página cero
lidad de cargar con el mundo a las espaldas La Sra. A.Z. (legajo n°. 1127), argentina,
sin un cierto grado de magia y ayuda, ayuda abogada, fue secuestrada el sábado, 20
que en parte procede de saber que los diver- de noviembre de 1976, a las 11 horas [...]
sos relatos sobre las desapariciones, desde [F]ue sometida a las torturas habituales
los literarios hasta los documentos oficiales, (golpes y picana), además de otros
constituyen un tipo de principio constructi- procedimientos como el “enterramiento”:
vo en sí mismos, de tal forma que yacen, cual “Cuando las personas llegaban allí eran
palimpsestos, uno junto al otro, ayudándo- llevadas a fosos que cavaban en la tierra
nos durante el proceso mediante el cual la con anterioridad, enterraban allí a las
mónada de Benjamin o nuestro espectro se personas hasta el cuello, a veces durante
manifestará de manera sobrecogedora. cuatro o más días [...] Los tenían sin
En el relato de Luisa Valenzuela, un hom- agua y sin comida al sol o bajo lluvia. Al

6
Luisa Valenzuela permaneció autoexiliada durante buena parte del periodo correspondiente a la dic-
tadura militar argentina. Véase la entrevista a la autora recogida en Katz (1983: 60-70). Además de la
confiscación y quema de libros de bibliotecas públicas y privadas, el gobierno militar instauró una serie
de normas con las que garantizó la censura. El primero de ellos, el Comunicado nº. 19, emitido por la
Junta el 24 de marzo de 1976, establecía lo siguiente: “Será reprimido con reclusión de hasta diez años
el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes, con
el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las actividades de las fuerzas armadas, de seguri-
dad o policiales” (CONADEP 1986: 362-68). Más tarde, en 1977, la revisión del Código Penal incluyó
medidas tan radicales que “ya no [era] necesario prohibir ningún libro por decreto. El nuevo Código
Penal sanciona[ba] […] al impresor, para que nadie se atrev[ier]a a imprimir un texto simplemente du-
doso, y también al distribuidor y al librero, para que nadie se atrev[ier]a a venderlo, y por si fuera poco
castiga[ba] al lector, para que nadie se atrev[ier]a a leerlo y mucho menos a guardarlo. El consumidor de
un libro recib[ía] así el trato que las leyes reserva[ba]n al consumidor de drogas” (Galeano 2006:361). La
dictadura militar sometió a una especial vigilancia al colectivo de periodistas: muchos fueron apresados
o engrosaron la lista de desaparecidos; se expulsó del país a los corresponsales de agencias extranjeras.
Poco después del golpe de Estado, se intervino militarmente la Federación Argentina de Trabajadores de
Prensa (CONADEP 1986: 362-68). Véase asimismo Andersen (1993:194-204) sobre la guerra total que
tenía por objetivo “la conquista de las mentes”, como lo articuló el general Vilas, y sus repercusiones en
el plano educativo y cultural.
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 26

desenterrarlos (los enterraban desnudos) de 1976 [...] esa práctica [...] no es, proba-
salían con ronchas de las picaduras de blemente, tan reciente” (Amnistía Inter-
insectos y hormigas. De allí los llevaban a nacional 1981: 1). Amnistía Internacional,
la sala de torturas”. para datar sus orígenes, se remonta hasta
–SIMPSON Y BENNETT el Jefe del Estado Mayor alemán, el Maris-
The Disappeared and the Mothers of the Plaza7 cal de Campo Wilhelm Keitel, cuyo Decreto
Nacht und Nebel (Noche y Niebla), relati-
A pesar de las sombras que rodean a las des- vo a los territorios más occidentales ocupa-
apariciones, Como en la guerra empieza dos por Alemania, tuvo como resultado la
situándonos, en un par de páginas, en lo que detención, la deportación a Alemania y el
se ha convertido en su mise-en-scène más internamiento en campos de concentración
paradigmática8: “Yo no fui. No sé nada, les de aproximadamente siete mil personas.
juro que nunca tuve nada con ella [...] ¡Can- El Decreto Noche y Niebla “ordenaba que,
tá! [...] Una mano enorme se acerca a la cara a excepción de aquellos casos en los que la
del hombre para estallar [...] dolor [...] AHO- culpabilidad pudiese probarse más allá de
RA APRIETO EL GATILLO” (V., 201, 202). toda duda, todo el que fuese detenido en
El secuestro ilegal por parte de la calidad de sospechoso de ‘poner en peligro
policía, de los escuadrones militares y para- la seguridad alemana’ debía ser transferido
militares, la detención en centros clandes- [clandestinamente] a Alemania al `abrigo
tinos, la tortura, el habitual desenlace fatal de la noche’” (Amnistía Internacional 1981:
y el enterramiento indebido, y la negación 2). Las detenciones secretas, el transporte
por parte de las autoridades, son las horri- al amparo de la oscuridad de la noche, la
bles características del sistema organizado negativa a dar información “[a los prisione-
de represión conocido como desaparición. ros] sobre su paradero o sobre qué suerte
Es ésta una extendida forma de represión iban a correr” y la creencia de que sería más
usada en muchos países y en muy diver- fácil “disuadir” a la resistencia si la gente
sas situaciones políticas. Aunque el tér- desaparecía “sin dejar rastro” son los ele-
mino desaparición nació asociado en un mentos que prefiguran el sistema de repre-
principio a la represión política de Guate- sión conocido como desaparición (Keitel en
mala “desde 1966, en Chile desde finales Amnistía Internacional 1981: 2). Por lo tan-
de 1973 y en Argentina después de marzo to, las desapariciones, lejos de ser exclusi-

7
The Disappeared, pág. 401 [traducido para esta edición a partir de la versión española del informe de la
CONADEP al que se alude a continuación]. Simpson y Bennett citan este caso tomando como fuente un
breve resumen del informe de la CONADEP, publicado durante el proceso de redacción de su obra. AZ
es el pseudónimo de la Dra. Teresita Hazurun. Una versión algo más detallada de la barbarie de que fue
víctima se encuentra en dicho informe (CONADEP 1986: 28-29).
8
Entre las principales fuentes disponibles en lengua inglesa sobre el sistema de las desapariciones y sus
precedentes históricos, hay que destacar las de Amnistía Internacional (1980, 1981, 1994), el informe de
la CONADEP (1986) y la obra de Berman y Clark (1983). Por otra parte, están los estudios de Andersen
(1993), Hodges (1991), y Simpson y Bennett (1985). Weschler (1990) ofrece una crónica periodística
comparable (de Uruguay), Guest (1990) resalta el papel desempeñado por las Naciones Unidas y Pion-
Berlin (1989) examina la relación entre la doctrina económica y la ideología del terrorismo de Estado en
Argentina y Perú. De los testimonios más conocidos sobre la experiencia quienes estuvieron desapare-
cidos durante un tiempo, los de Partnoy (1986) y Timerman (1981) también están traducidos al inglés.
La chilena Marjorie Agosín ha escrito in extenso sobre la desaparición en Argentina y en otras partes de
América Latina, tanto en poesía como en prosa (1988, 1989, 1990).
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 27

writing about, that is, disappeared.6 When else it takes him a long time to figure out.
the goal is to effectively express or represent The search is everything to him. What does
the ghosts (and not only the dead) that haunt he find when he goes looking for the woman
state-sponsored systems of disappearance, who has become an apparition? The knot of
other considerations come into play: the dif- the ghostly and the real. And so now, with
ficulty of representing what seems unrepre- our constructivist principle in mind, let us
sentable, if not unthinkable, a difficulty that follow the path Valenzuela establishes from
tosses the writer between paralyzing silence Page zero to The Discovery, The Loss, The
and dead, cold language; the nature of dis- Journey, and The Encounter.
appearance itself and its peculiar dialectic
of certainty and dou bt; the political impor- Page zero
tance of transcoding, if not transforming, Mrs. A.Z., (case number 1127), Argentine
the concern with the one who searches into citizen, lawyer, was kidnapped on
a concern for what the search will yield; the Saturday 20 November 1976 at II a.m....
recognition of the impossibility of carrying She was submitted to the usual torture
the world on your shoulders without a cer- (blows, the picana) as well as other
tain degree of magic and help. Some of this treatment such as the one known as
assistance comes from knowing that the var- “burial”: “When people were brought here
ious stories of disappearance, ranging from they were put in ditches which had been
the fictional to the official document, form previously dug, and buried up to the neck,
a type of constructive principle themselves sometimes for four days or more. … They
such that they lie like palimpsests upon each were kept without food or water, exposed
other, helping us along in the process by to the elements. When they were dug
which Benjamin’s monad or our ghost cre- out they were covered with insect bites;
ates its apparitional impact. they had been buried naked. From there
In Luisa Valenzuela’s story, a man they were taken straight to the torture
becomes haunted by a woman who is barely chambers.”
there. He is searching for her, for knowledge, –SIMPSON & BENNETT
for himself. She is haunted by something The Disappeared and the Mothers of the Plaza7

6
Luisa Valenzuela was in self-imposed exile during most of Argentina’s military rule. See her interview in Katz
(1983: 60-70). In addition to public and private book seizures and burnings, the military government passed
censorship decrees. The first, communique No. 19, issued by the junta on March 24, 1976, made “anyone who
by any means emits, spreads, or propagates news, communiques or images with a view to upsetting, prejudicing
or demeaning the activity of the Armed, Security, or Police Forces... liable to a punishment of up to ten years in
prison” (Argentine National Commission on the Disappeared 1986: 363). Later, in 1977, the Argentine Penal
Code was revised to include rules so sweeping “it [was] no longer necessary to ban any book by decree. The new
Penal Code penalize[d]... the printer (so that no one [would] dare to print a text that [was] merely doubtful)
and the distributor and the bookstore (so that no one [would] dare sell it); and as if this weren’t enough, it also
penalize[d] the reader, so that no one [would] dare read it, much less keep it. Thus the consumer of a book [got]
the same treatment the law applie[d] to consumers of drugs” (Galeano 1978: 306-7). Journalists, in particular,
were the object of special scrutiny by the military government. Many were imprisoned and disappeared; foreign
journalists were expelled. Shortly after the coup, the military seized and took over the journalists’ union, the Ar-
gentine Journalists’ Federation (Argentine National Commission on the Disappeared 1986: 362-68). See also
Andersen (1993: 194-214) on the total war to “conquer minds,” as General Vilas put it, and its educational and
cultural front.
7
The Disappeared, 401. Simpson and Bennett cite this case from a condensed summary the Argentine
National Commission on the Disappeared issued at the time they were writing their book. AZ is a
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 28

Despite the shadow that surrounds disap- dividuals. The Night and Fog Decree “or-
pearance, He Who Searches opens in two dered that, with the exception of those cases
brief pages by placing us in what has become where guilt could be established beyond a
its most paradigmatic mise-en-scene.8 ‘‘’I doubt, everyone arrested for suspicion of
wasn’t there. I don’t know anything, I swear ‘endangering German security’ was to be-
I had nothing to do with her’… ‘Talk’… an transferred [secretly] to Germany under
enormous hand approaches his face, about ‘coverofnight’” (Amnesty International 1981:
to explode… pain… IM GOING TO PULL THE TRIG- 2). Secret arrest, transportation under cover
GER NOW” (V 5-6). of darkness, the refusal to give information
Illegal abduction by the police, mili- “ ‘as to [the prisoners’] whereabouts or their
tary and paramilitary squads, detention in fate, ‘” and the belief that “deterring” resist-
secret centers, torture, usually death and ance could be best accomplished by people
improper burial, and denial by the author- vanishing “without leaving a trace” are the
ities-these are the horrifying characteris- elements that prefigure the system of re-
tics of the organized system of repression pression known as disappearance (Keitel in
known as disappearance. Disappearance is Amnesty International 1981: 2). Disappear-
a widespread form of repression, used in ance is not therefore unique to Argentina. It
many countries and in varied political situa- is a worldwide phenomenon that may have
tions. Although the term disappearance ini- a history antedating this name. In the con-
tially arose to describe political repression text of Latin America, Argentina remains a
in Guatemala “after 1966, in Chile since late significant case not only because disappear-
1973, and in Argentina after March 1976… ance was practiced there with a systematic
[the practice it self… is probably not such a vigor paralleled only by Guatemala, but also
recent development” (Amnesty Internation- because it produced an important model of
al 1981: 1). Amnesty International traces collective resistance to state terror through
its origins to the chief of the German High disappearance in the actions and philoso-
Command, Field Marshal Wilhelm Keitel, phies of the Mothers of the Plaza de Mayo.
whose 1941 Night and Fog Decree pertain- During the military government of
ing to Germany’s western occupied terri- 1976-83, it is estimated that thirty thou-
tories resulted in the arrest, deportation to sand people disappeared. It does not en-
Germany, and internment in concentration tirely matter whether forty-five thousand or
camps of approximately seven thousand in- nine thousand disappeared.9 Thirty thou-

pseudonym for Dr. Teresita Hazurun. A slightly longer version of her ordeal can be found in Argentine
National Commission on the Disappeared (1986: 28-29).
8
Major works in English documenting the system of disappearance and its historical precedents include
Amnesty International (1980, 1981, 1994), Argentine National Commission on the Disappeared (1986),
and Berman and Clark (1983). Additional studies include Andersen (1993), Hodges (1991), and Simpson
and Bennett (1985) . Weschler (1990) provides a comparative (Uruguay) journalistic account, Guest
(1990) emphasizes the role of the United Nations, and Pion-Berlin (1989) investigates the relationship
between economic doctrine and the ideology of state terror in Argentina and Peru. Partnoy (1986) and
Timerman (1981) are the two most widely known English-language testimonies of the experience of being
disappeared. The Chilean poet and writer Marjorie Agosin has written extensively on disappearance in
Argentina and elsewhere in Latin America, combining poetry and prose (1988, 1989, 1990).
9
There is some disagreement over the actual numbers of people disappeared and the methods for calcu-
lating the figures. The Argentine National Commission on the Disappeared appointed by Raul Alfonsfn
in 1983 stated that nine thousand had disappeared. Colonel Raman Camps, police chief for the province
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 29

vas del ámbito argentino, son un fenómeno dio lugar a una auténtica tradición represiva.
mundial que seguramente tiene una histo- Entre 1930, fecha del primer golpe militar
ria anterior a la acuñación del término. En en la Argentina posterior a la Independencia
el contexto de América Latina, Argentina (1816), y el derrocamiento de Isabel Perón en
sigue siendo un caso muy significativo, no 1976, se cuentan en seis los golpes de Estado
sólo porque allí se practicaban de una for- y en 21 los años de dictadura militar. El de
ma sistemática, únicamente igualada por Juan Domingo Perón entre 1946 y 1951 fue
Guatemala, sino también porque dio ori- el único gobierno civil que duró toda la legis-
gen a un importante modelo de resistencia latura. También él fue derrocado en 1955,
colectiva ante el terrorismo de Estado gra- y no volvió del exilio hasta 1973. El “prece-
cias a la acción y la filosofía de las Madres dente inmediato de las medidas represivas
de Plaza de Mayo. de la Junta” fue el golpe de Estado de 1966
Se calcula que durante el gobierno liderado por el general Juan Carlos Onganía,
militar de 1976 a 1983 desaparecieron trein- que derrocó al gobierno civil electo del pre-
ta mil personas. Con independencia de si sidente Arturo Umberto Illia. Onganía ile-
fueron cuarenta y cinco mil o nueve mil9, galizó los partidos políticos, encarceló a los
treinta mil desaparecidos es el número sim- líderes sindicales y eliminó las estructuras de
bólico al que se dirige la réplica, igualmente gobierno internas de las universidades y las
poderosa, del Nunca más. La mayoría eran asociaciones estudiantiles. Asumió el poder
jóvenes (aproximadamente el 80% tenía con la promesa de “combatir ‘la infiltración
entre 16 y 35 años), y por lo general estu- ideológica, la subversión y el caos’” (Ander-
diantes y trabajadores (CONADEP 1986: sen 1993: 52), legándole “a la Junta que se
284-385)10. Aunque hubo desapariciones hizo con el poder en 1976 [bajo la dirección
antes de 1976 y, en menos casos, después del general Jorge Videla, el almirante Emi-
de 1979, el acmé de la llamada Guerra Sucia lio Eduardo Massera y el brigadier Orlando
tuvo lugar entre 1976 y 1978. Ramón Agosti] el papel de las Fuerzas Arma-
La larga historia de los privilegios militares, das para preservar la salud moral e ideoló-
la dictadura militar y la fe en el orden castren- gica de la nación, así como el concepto del
se como sacrosanta salvación de Argentina enemigo interno” (Bouvard 1994: 20).

9
No existe acuerdo sobre las cifras reales de desaparecidos ni sobre el procedimiento para los cálculos. La
Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas instituida por Raúl Alfonsín en el año 1983 (en lo
sucesivo, CONADEP) denunció la desaparición de 9.000 personas. El coronel Ramón Camps, jefe de la
policía bonaerense, situó la cifra en más de 45.000 personas. Las Madres de Plaza de Mayo la calculaban
en al menos 30.000. Véase Bouvard (1994:31-32).
10
Como parte de la guerra cultural que libró el gobierno militar para reorganizar y controlar la univer-
sidad y la educación secundaria, la Junta prohibió toda actividad estudiantil y puso en el punto de mira
de las desapariciones al estudiantado, en particular a los alumnos de secundaria. Aunque fueron muchos
quienes sufrieron torturas o llegaron incluso a perder la vida, tal vez el incidente más conocido es el de
la Noche de los lápices, denominada así evocando la Noche de los cuchillos largos del Tercer Reich y de
la represión que sufrieron las universidades argentinas en la Noche de los bastones largos. Poco después
del golpe de Estado, los estudiantes de la provincia de Buenos Aires organizaron manifestaciones de
protesta contra la eliminación del descuento en la tarifa de autobuses que habían conseguido gracias a
la campaña organizada el año anterior. “El 16 de septiembre de 1976, en La Plata, la capital de la pro-
vincia de Buenos Aires, el jefe de policía, el coronel Ramón Camps (a quien el gobierno de Alfonsín más
tarde acusaría de ‘participación directa en la muerte de miles de personas’) ordenó aniquilar a quienes
habían participado en las protestas. En la provincia, se secuestró a más de 20 adolescentes” (Andersen
1993:221). Sólo sobrevivieron tres de estos estudiantes, uno de los cuales tenía catorce años de edad.
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 30

Treinta mil. Todos ellos torturados, era desmontar la dialéctica entre duda y cer-
la mayoría asesinados, sus cuerpos calcina- tidumbre que caracteriza las desaparicio-
dos, arrojados al mar, al Río de la Plata o a nes. Cincuenta mil páginas que intentan dar
la selva tucumana por efectivos de la Fuer- cuenta de una violencia que a la mayoría de
za Aérea y la Armada, o enterrados por el nosotros nos resulta inimaginable. Cincuen-
Ejército en tumbas sin nombre. El Río de la ta mil páginas que intentan reconstruir, uno
Plata, que debe su nombre a una esperanza a uno, los casos de cada individuo desapare-
—la de encontrar este metal—, el lugar que cido, dejar constancia de lo que como perso-
vio nacer a Argentina como nación. El Río na tenía de especial, rescatar en la memoria
de la Plata, donde “el primer día del golpe a tu vecino, hermano, hermana, madre, hija
militar, engañosamente pacífico”, el 23 de o amigo de entre un cúmulo de datos de vio-
marzo de 1976, “se detuvo a varios cientos lación, dolor y cirugía política. Cincuenta mil
de bases sindicales, se los llevó hasta unos páginas pensadas para devolver a la vida a la
barcos amarrados en el Río” y se los asesinó persona torturada allí donde sólo existen los
(Simpson y Bennett 1985: 34). El mismo río signos de la supuesta descomposición y sub-
en el que la Fuerza Aérea y la Armada se des- versión del cuerpo social. Cincuenta mil pági-
harían más tarde de los cuerpos de sus víc- nas y casi ni una palabra de ellas obtenida a
timas. “Sólo el Ejército enterró a la gente en los torturadores. Y es que, a pesar de los jui-
tumbas”, amparados por el convencimien- cios y de las investigaciones de la Comisión,
to, obviamente, de que la dictadura militar los torturadores no han hablado, excepto, tal
“duraría siempre”. Casi todos los cemente- vez, para sí o entre ellos. La CONADEP con-
rios tenían su cuota de tumbas sin nombre. dena su silencio y la verdad que éste oculta,
Librarse de los cadáveres era un problema la inmunidad que pone en evidencia. Al tor-
para un país que negaba que hubiera cadáve- turador, por comprensibles razones mora-
res que enterrar: No se trata de preguntarle les y éticas, se le ve como un monstruo que
al director por qué hay semejantes diferen- carece de cualquier capacidad normalmente
cias entre las explicaciones que dan unos y asimilada al ser humano; de ahí que sea casi
las que dan los otros; la verdad es que ni una especie de categoría de desaparecido en
él ni sus subordinados quieren hablar del los análisis e informes de los que dispone-
tema. Es como si pensasen, desde la supers- mos. Si bien este hecho parece lógico desde
tición que subyace a sus elegantes trajes y el punto de vista moral y político, a pesar de
a su cuidada educación, que la desgracia se todo es preciso reconocer que hay algo en la
cebará con ellos si comentan sobre un tema naturaleza misma del concepto de desapari-
tan poco afortunado (ibid.: 32). ción que perdemos con esta argumentación,
Gracias a las meticulosas y valientes porque no se llega a entender qué tiene en
investigaciones de Amnistía Internacional, común el torturador con el ciudadano de a
las Madres de Plaza de Mayo, la CONADEP pie que cierra los ojos a la presencia y persis-
y de los periodistas y académicos que par- tencia de la tortura sistemática11.
ten de ellas para profundizar sobre el tema, Al sacar a la luz lo que los torturadores
hoy sabemos mucho sobre las desaparicio- hacen a los demás y, por implicación, lo que
nes. Sólo la Comisión compiló cincuenta nos podrían hacer a nosotros mismos, una
mil páginas de documentación: cincuenta labor que se emprende con el objetivo último
mil páginas de tremebundos datos cuyo fin de que evitar que la tortura y el terror vuelvan

Véase Fisher (1989) y Bouvard (1994) sobre las críticas y el rechazo hacia el informe de la CONADEP
11

por parte de las Madres de Plaza de Mayo.


The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 31

sand desaparecidos is the symbolic number outlawed political parties, imprisoned un-
to which the equally powerful retort Nunca ion leaders, and eliminated the universities’
Más (Never Again) is directed. Most were internal governance structures and the stu-
young-approximately 80 percent of those dent associations. He assumed office with a
disappeared were between the ages of six- promise to “combat ‘ideological infiltration,
teen and thirty-five, and most were workers subversion and chaos’” (Andersen 1993: 52),
and students (Argentine National Commis- bequeathing “to the junta that took power in
sion on the Disappeared 1986: 284-385).10 1976 [under the direction of General Jorge
Some disappeared before 1976 and fewer Videla, Admiral Emilio Eduardo Massera,
disappeared after 1979; the height of the so- and Brigadier Raman Agosti] the military’s
called Dirty War took place between 1976 role in preserving the moral and ideological
and 1978. health of the nation as well as the concept of
The long history of military privilege, the enemy as internal” (Bouvard 1994: 20).
military dictatorship, and the reliance on the Thirty thousand. All of them tor-
sacred salvation of military order in Argen- tured, most of them killed, their bodies
tina created a veritable tradition of repres- burned, thrown into the sea, into the Riv-
sion. There were six coups and twenty-one er Plate, or into the jungles of Tucumán by
years of military dictatorship between 1930, the air force and navy; or buried by the army
when the first military coup in Argentina’s in Non nombre (identity unknown) graves.
post-Independence (18 I 6) history occurred, The River Plate, named after a hope, silver,
and the overthrow of Isabel Peron in 1976. the birthplace of Argentina as a nation. The
Juan Peron’s 1946 to 1951 administration River Plate, there where on the “first, de-
was the only civilian government to last its ceptively peaceful, day of the military take-
full term. He too was removed from office over” on March 23, 1976, “several hundred
in 1955 and did not return from exile until lower-ranking union officials [were] ar-
1973. The immediate “precedent for the jun- rested and taken to vessels moored out in
ta’s repressive measures” was the 1966 coup the River” and shot (Simpson and Bennett
led by General Juan CarIos Ongania, who 1985: 34). That same river into which the air
deposed the elected civilian government of force and navy would later dump the bod-
President Arturo Umberto Illia. Ongania ies of their victims. “Only the Army buried

of Buenos Aires, claimed more than forty-five thousand disappeared. The Mothers of the Plaza de Mayo
estimated at least thirty thousand. See Bouvard (1994: 31-32).
10
As part of the military government’s cultural war to reorganize and control university and secondary
education, the junta banned all student activity and targeted students, including high school students,
for disappearance. Although many students were tortured and killed, perhaps the best-known incident
of student repression was the La Noche de Los Ldpices (Night of the Pencils), named after the Third
Reich’s Night of the Long Knives and after the 1966 raid on the Argentine universities known as the Night
of the Long Sticks. Shortly after the coup, students in Buenos Aires province organized protests against
the elimination of the half-rate bus fare they had won in a campaign the year before. “On September
16, 1976, in the Buenos Aires provincial capital of La Piata, police chief Col. Raman Camps-a man the
Alfonsfn government later charged was responsible for the ‘direct participation in the deaths of thou-
sands of people’-ordered the deaths of those who participated in the protest. Throughout the province
more than twenty adolescents were kidnapped” (Andersen 1993: 201). Only three of the students, one of
whom was only fourteen years old, survived.
All further references to Argentine National Commission on the Disappeared, Nunca Más. The
Report of the Argentine National Commission on the Disappeared will be given as CONADEP.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 32

people in graveyards,” obviously believing the judicial trials and the commission’s in-
military rule would “last for ever.” Virtually vestigations, the torturers have not spoken,
every cemetery had its quota of Non nombre except perhaps to themselves or each other.
graves. Getting rid of corpses was a problem CONADEP condemns their silence and the
for a country that denied there were any truth it hides, the immunity it flaunts. Cast
corpses to bury. There is no question of ask- for understandable moral and ethical rea-
ing the director why there is such a differ- sons as a monster lacking in basic human
ence between the one plot and the other; the capacities, the torturer is almost a catego-
subject is not one which he or his staff want ry of missing person elaborately etched in
to talk about. It is as though they feel, with the available reports and analyses. It would
a superstiousness which belies their smart be beyond the current parameters of politi-
suits and obvious education, that harm can cal mandate and moral tolerance to expect
come from discussing so unlucky a subject it to be otherwise, but we must nonetheless
(ibid.: 32). acknowledge that something of the nature
As a result of meticulous and often of disappearance is thus lost to our under-
courageous investigation by Amnesty Inter- standing. So too something of what ties the
national, the Mothers of the Plaza de Mayo, torturer to the ordinary citizen who shuts
the Argentine National Commission on the his or her eyes to the presence and persis-
Disappeared (CONADEP), and the jour- tence of systematic torture is then not un-
nalists and scholars who draw upon their derstood.11
efforts, we now know a good deal about dis- Stopping torture and terror from
appearance. The commission alone compiled happening or preventing them from hap-
fifty thousand pages of documentation: fifty pening again by notifying the public of what
thousand pages of gruesome data, designed they do to others and by implication what
to dismantle the dialectic of certainty and they could do to oneself is one reason Am-
doubt that so characterizes disappearance. nesty International suggests that” ‘disap-
Fifty thousand pages that attempt to com- pearances’ is a misnomer.... Many prisoners
municate a violence virtually unimaginable who have ‘disappeared’ may well, at worst,
to most of us in the United States. Fifty thou- have ceased to be. None, however, is lost or
sand pages that attempt to reconstruct, case vanished. Living or dead, each is in a very
by case, the individuals disappeared, the real place as a result of a real series of de-
special person each was: conjuring up your cisions taken and implemented by real
neighbor, brother, sister, mother, daughter, people. Someone does know and, more im-
friend from within a mass of data of viola- portantly, is responsible” (1981: 1). We will
tion, pain, and political surgery. Fifty thou- return to think more about why disappear-
sand pages designed to bring back to life the ance is not a misnomer after all, but here it
person in torture where only the signs of the suffices to note the good reason Amnesty In-
social body’s purported decay and subver- ternational has for arguing thus. No one has
sion exist. Fifty thousand pages and hardly a vanished in an abstract metaphysical sense:
word of it gotten from the torturers. Despite real actions are taken by identifiable agents

11
See Fisher (1989) and Bouvard (1994) on the Mothers of the Plaza de Mayo’s criticism and rejection of
the CONADEP report. The commission did not have the authority to subpoena military personnel; their
effective immunity (especially from being named ) led the Mothers to conclude not only that the report
was inadequate, but also that “‘the book was paralysing because they describe all this horror and they
don’t give a way out’’’ (Graciela de Jeger in Fisher 1989: 131).
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 33

a suceder o a campar a sus anchas, Amnistía lles de los informes oficiales y los documen-
Internacional sugiere que “‘desapariciones’ tos de asociaciones pro derechos humanos
no es la palabra adecuada [...] Muchos pre- logran transmitir en parte lo que significa la
sos que han ‘desaparecido’ pueden, muy pro- desaparición así vista12. Entre dichos deta-
bablemente y en el peor de los casos, haber lles cabe citar los siguientes:
muerto. Sin embargo, ninguno se ha perdi- –Los secuestros ilegales: Caracte-
do o evaporado. Vivo o muerto, cada uno de rizados por una amedrentadora violen-
ellos está en un lugar muy real como resul- cia, suponían una fractura total con la vida
tado de una serie de decisiones adoptadas y cotidiana de cada cual. Era también lo que
materializadas por individuos concretos. Sí Michael Taussig (1993b) ha denominado un
hay alguien que sabe lo que ocurrió y que secreto público, algo sabido pero no decla-
es responsable” (1981: 1). Más adelante nos rado ni reconocido. Y es que, a pesar del
replantearemos si la palabra “desaparición” secretismo y la clandestinidad, el secuestro
no es, en realidad, adecuada, pero aquí nos ilegal por otra parte se planificaba en coor-
limitaremos a dejar constancia del razona- dinación con la policía local y en su ejecu-
miento con que Amnistía Internacional jus- ción se garantizaba que los demás supieran
tifica su rechazo: nadie se desvanece en un lo que estaba ocurriendo. El secreto público
sentido abstracto o metafísico, sino que hay de la desaparición al mismo tiempo procla-
unos agentes perfectamente identificables maba el poder del terrorismo y normalizaba
que ejecutan acciones reales contra perso- la imposibilidad de vivir permanentemente
nas reales en sitios reales. Especialmente en un estado de miedo. El secuestro ilegal
en el contexto de la clandestinidad impues- era también una forma de apropiación de
ta, esforzarse por hacer visible y palpable el bienes: las casas, los enseres y el dinero que
dolor “invisible” de ser detenido y torturado se sustraían al secuestrado constituían una
se convierte en un importante medio de unir importante fuente de ingresos para las acti-
el saber a la oposición y la enmienda (véa- vidades de las Fuerzas Armadas y los para-
se Scarry 1985: 51). La urgencia humanitaria militares, un botín de guerra.
y política, por tanto, lleva a poner énfasis en –Los centros de detención: Allí
el “cuerpo que siente dolor” (Scarry 1985) y “comenzaba la desaparición” (CONADEP
lo que podríamos denominar la arquitectura 56) y en ellos vivían (a duras penas) los des-
social de la escena de la tortura. aparecidos, en condiciones deplorables y
Complementando la apasionada elo- con una alimentación nauseabunda; eran
cuencia del análisis de una autora como el centro de operaciones donde se los alo-
Elaine Scarry, las páginas plagadas de deta- jaba, interrogaba, torturaba y asesinaba.

12
En un artículo en el que analiza cómo, durante la década de los sesenta y setenta, los regímenes auto-
ritarios del Cono Sur no sólo perpetuaron formas de represión ya arraigadas sino que inventaron otras,
Jean Franco distingue cuatro aspectos del “nuevo terror”. Así, era, “en primer lugar, más sistemático
y anónimo en su naturaleza, y se caracterizaba por cierta ‘regularidad’ en sus procedimientos; [...] en
segundo lugar, integraba la desaparición como un método nuevo de control social y, a la inversa, la apa-
rición esporádica de cadáveres actuaba a modo de advertencia para el resto de la población; en tercer
lugar, mutilaba, calcinaba o arrojaba al mar a las víctimas a fin de evitar su identificación, con la consi-
guiente aniquilación de la identidad y la imposibilidad de erigirlos en mártires (a diferencia, por ejemplo,
de lo que sucedía en los funerales en Sudáfrica); y, en cuarto lugar, los acontecimientos se acompaña-
ban de una particular puesta en escena a fin de producir efectos calculados en la población en gene-
ral” (Franco 1986:9). Estas cuatro características son, a mi parecer, consustanciales al sistema general
de la desaparición.
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 34

Desperdigados por todo el país, los aproxi- la CONADEP (10), “[l]os casos transcritos no
madamente 340 centros clandestinos de son de aquéllos que constituyan excesos, ya
detención existentes se ubicaban en locales que tales excesos no existieron si se entiende
civiles, dependencias policiales, acuartela- por ello la comisión de actos aislados parti-
mientos de las Fuerzas Armadas y centros cularmente aberrantes. Es que todo el siste-
penitenciarios comunes. Sus irónicos nom- ma, toda la metodología, desde su ideación,
bres, la disposición de la cama, la letrina, la constituyó el gran exceso; lo aberrante fue
sala de torturas y las dependencias de los práctica común y extendida. Los actos ‘espe-
guardias han podido reconstruirse y carto- cialmente’ atroces se cuentan por miles”.
grafiarse gracias al esfuerzo de investiga- Con los ojos vendados y sometidos a pali-
dores y de supervivientes. Estos últimos, zas hasta que terminaban encerrándose en
en particular, muestran una extraordina- un mundo propio, privado de todo contacto
ria capacidad para el recuerdo, y permiten con familiares, amigos o abogados, los dete-
establecer pautas al haber memorizado “los nidos perdían su nombre al asignárseles un
cambios de guardias, los pasos de aviones número que encontraba su lugar propio en el
o de trenes, las horas habituales de tortu- aparato burocrático general de visados, codi-
ra” (CONADEP 58) y al haber rememorado ficaciones y errores y percances habituales.
cuántos pasos distaban desde la cama a la Un número que pasaba a ser la persona.
puerta, desde la puerta al aseo, desde el ves-
tíbulo a la sala de torturas, desde el interior La tortura psicológica de la “capucha”
hasta fuera. A pesar de que en estos centros es tanto o más terrible que la física,
se les tenía con los ojos vendados, han des- aunque sean dos cosas que no se pueden
crito la arquitectura social de los centros de comparar ya que una procura llegar a los
detención gracias a una memoria corporal umbrales del dolor. La capucha procura la
en la que se agudizaban los otros sentidos desesperación, la angustia y la locura. [...]
en un claro “‘aferramiento’ a la realidad y a Con la capucha puesta, tomé
la vida” (ibid.). No deja de ser elocuente en plena conciencia de que el contacto con
relación con el recuerdo que “[e]n muchos el mundo exterior no existe. Nada te
de los reconocimientos realizados por la protege, la soledad es total. Esa sensación
CONADEP en los C.C.D. [centros clandes- de desprotección, aislamiento y miedo
tinos de detención], los testigos se coloca- es muy difícil de describir. El solo hecho
ron un pañuelo o una venda, o simplemente de no poder ver va socavando la moral,
cerraron fuertemente los ojos para revivir disminuyendo la resistencia. [...]
ese tiempo de terror y efectuar correcta- [L]a “capucha” se me hacía
mente los recorridos del dolor” (ibid.). insoportable, tanto es así que un miércoles
–La normalización del exceso: El de traslado pido a gritos que se me
terror y la tortura crean un universo propio, traslade: “A mí.., a mí..., 571”. (La capucha
que se completa con una cartografía de sub- había logrado su objetivo, ya no era
ordinación sistemática ejercida a través de la Lisandro Raúl Cubas, era un número). [...]
violencia física. Como se lee en el informe de (Legajo N°. 6974) (CONADEP: 57)13

13
El “traslado”, lejos de referirse a la liberación del preso o su desplazamiento a otro lugar, designaba
las exterminaciones en masa, por lo general el lanzamiento de personas drogadas e inconscientes, pero
vivas, al mar. Los detenidos eran perfectamente conscientes de los indicios que indicaban la inminencia
de un traslado y también de que éste equivalía a la muerte. Véase Amnistía Internacional (1980: 22-28)
y Andersen (1993: 206).
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 35

toward real people in real places. Particular- –Detention centers. Secret and un-
ly in the context of coercive secrecy, an em- official detention centers were where “’dis-
phasis on making visible and palpable the appearance’ began” (CONADEP 56) and
“invisible” pain of being detained and tor- where the disappeared lived (barely) in de-
tured becomes an important means of link- plorable conditions on sickening food, the
ing knowledge to oppositional and remedial key operations site for their housing, in-
action (see Scarry 1985: 51). Humanitarian terrogation, torture, and death. Approx-
and political urgency, then, leads to an em- imately 340 detention centers, housed in
phasis on both the “body in pain” (Scarry civilian buildings, military buildings, po-
1985) and on what we might call the social lice stations, and common prisons, were
architecture of the scene of torture. found throughout the country. Their iron-
Combined with the passionate elo- ic names, the layout of bed, toilet, torture
quence of an analyst like Elaine Scarry, the room, and guard quarters, have been recon-
pages of detail contained in official reports structed and mapped by investigators and
and human rights documents convey some- surviving witnesses. Survivors, in particu-
thing of what disappearance means when it lar, have demonstrated an extraordinary
is viewed from these perspectives.12 The de- ability to remember, establishing patterns
tails include the following. by recollecting “the change of guard, the
–Illegal abduction. Illegal abduction noise of planes and trains, and usual tortur-
was violent, frightening, and a world-shat- ing times” (ibid.: 58) and by retracing the
tering interruption of one’s normal life. It number of steps and turns taken to move
was also what Michael Taussig (1993b) has from bed to door, from door to toilet, from
called a public secret, something known but hallway to torture room, from inside to out-
unspoken and unacknowledged. Covert and side. Survivors have described the social ar-
clandestine, the illegal abduction was at the chitecture of the detention centers where
same time planned and coordinated with lo- they were constantly blindfolded through
cal police and implemented to make sure a corporeal memory whose nonvisual sens-
others knew what was happening. The public es were sharpened “as a means of clinging
secret of disappearance simultaneously an- to reality and life” (ibid.). In a telling form
nounced terror’s power and normalized the of remembering, “on many of the inspec-
impossibility of living in a constant state of tions of the SDCs [secret detention centers]
fear. Illegal abduction was also a medium of carried out by the Commission, witnesses
economic appropriation: houses, household would put on a scarf or bandage, or simply
goods, and money stolen from the abducted shut their eyes tight, in order to relive that
were a significant resource base for military time of terror and be able to remember the
and paramilitary activities, war booty. ordeal in detail” (ibid.).

12
In her analysis of how, in the 1960s and 1970s, the Southern Cone authoritarian regimes both contin-
ued long-standing forms of repression and invented new ones, Jean Franco identifies four aspects of the
“new terror.” It “1) was more systematic and anonymous in nature, characterized by a certain ‘regularity’
in the proceedings;… 2) involved the use of disappearance as a novel method of social control and in
contrary fashion, the random appearance of dead bodies was meant to act as a warning to the general
population; 3) involved the mutilation, burning or drowning of bodies in order to prevent identification,
and thus the elimination of identity and also the impossibility of martyrdom (contrast this, for example
with the funerals in South Africa); 4) involved the staging of events in order to produce calculated ef-
fects on the general population” (Franco 1986: 9). I treat these four characteristics as part of the general
system of disappearance.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 36

–Normalization of excess. Terror and tor- had achieved its aim, I was no longer
ture create their own world, complete with Lisandro Raul Cubas, I was a number.
a cartography of systematic and physically (File No. 6974). (ibid.: 57)13
violent subordination. As the National Com-
mission on the Disappeared states, “The cas- With little sense of location and recogniz-
es highlighted in the report were not due to able temporality, and in a context where
any ‘excesses,’ because no such thing exist- domestic objects and familiar names and
ed, if by ‘excess’ we mean isolated incidents activities were transformed into their sin-
which transgress a norm. The system of re- ister and defamiliarizing counterparts (“My
pression itself, and its planning and execu- first Seizor choked in my throat and I had
tion, was the greatest ‘excess’-transgression to spit it out.... I say… first… because it can’t
was common and widespread. The dreadful be the same word I knew. It’s not the word
‘excesses’ themselves were the norm” (ibid.: I used when I said, ‘Senor, could you please
ro). Brought blindfolded and beaten into a tell me the time?’ or ‘Senor Perez, could you
self-enclosed world closed off from any con- wait a while.’… It’s not the same Seizor of
tact with relatives, friends, or lawyers, de- ‘Senor Gonzalo Martinez and his wife are
tainees lost their names and were assigned very pleased to invite you’” [Partnoy 1986:
a number that had its own place within the 98, 97]), life as a desaparecido was char-
general bureaucratic apparatus of green acterized by the unpredictable regularity of
cards, coding schemes, and ordinary errors torture, interrogation, kindness, brutality,
and mishaps. A number that became the small resistances, dramatic repressions.
person. –Interrogation. Interrogation and
torture are not two discrete sets of acts, but
The psychological torture of the “hood” together constitute a routine of terror. But
was as bad or worse than the physical, it is also the case, as Elaine Scarry points
although the two cannot be compared out, that the interrogation or the putative
since whereas the latter attempts to information to be gained therein is not the
reachthelimits ofpain, the hoodcauses driving motivation for the abduction or the
despair, anxietyand madness… torture: “The idea that the need for infor-
With the hood on, I became fully mation is the motive for the physical cruelty
aware of my complete lack of contact with arises from the tone and form of the ques-
the outside world. There was nothing to tioning rather than from its content: the
protect you, you were completely alone. questions, no matter how contemptuously
That feeling of vulnerability, isolation and irrelevant their content, are announced, de-
fear is very difficult to describe. The mere livered, as though they motivated the cru-
inability to see gradually undermines your elty, as if the answers to them were crucial”
morale, diminishing your resistance… (Scarry 1985: 28-29). Indeed, testimonies
The “hood” became unbearable, suggest that the questions asked during in-
so much so that one Wednesday, trans- terrogation were often incomprehensible
fer day, I shouted for them to have me and primarily designed to break down per-
transferred: “Me. … me… 571.” “The hood ceptual boundaries and to convert all past

13
The Transfer was the name given not to release or to being moved to another site, but to mass assas-
sination, usually involving the dumping of persons who were drugged and unconscious, but alive, into the
sea. Detainees were aware of the signs indicating that a transfer was imminent and aware that transfer
meant death. See Amnesty International (1980:22-28) and Andersen (1993: 206).
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 37

Sin apenas sentido de la orientación ni Sala de Tortura. Mediodía


del tiempo, y en un contexto en el que los –¿Nos vas a decir a quién le
objetos familiares y los nombres y activida- escribió esto tu mujer?
des conocidas se transmutaban para arro- Con los ojos infectados por la
jar las correspondencias más siniestras y venda trata de leer en el viejo cuaderno
desfamiliarizantes (“El primer ‘Señor’ se que todavía conserva el olor de su casa.
me atragantó en la garganta y lo tuve que –Al arroyo –dice, y le duelen las
escupir [...] porque no puede ser la misma lastimaduras en la lengua.
[palabra] que yo conocía. Quiero decir, no –No macanées.
es la misma de: ‘Señor, ¿me puede decir –Sí señor, al arroyo…
la hora por favor?’ o ‘Señor Pérez, ¿puede –No sigas mintiendo porque te
esperar un momentito? El Señor García vamos a dar máquina.
lo atenderá en unos minutos’. No es tam- –Si no le miento señor, le escribió
poco la de ‘El Señor Gonzalo Martínez y al arroyo, cuando lo entubaron.
Sra. tienen el agrado de invitar…’” [Part- –Bolazos, esto fue escrito para
noy 2006: 84-83]), la vida del que perma- algún asqueroso subversivo. Preparen la
necía desaparecido estaba marcada por la Picana (Partnoy 2006: 91-92).
regularidad impredecible de la tortura, el
interrogatorio, la amabilidad, la brutali- –La tortura: Entendida como un perverso
dad, los pequeños actos de resistencia, la contacto entre el arma y una parte del cuer-
represión drástica. po, era una característica ubicua en la des-
–El interrogatorio: Éste y la tortu- aparición y se practicaba con extraordinaria
ra no eran hechos diferenciados, sino que regularidad y precisión científica, algo que se
juntos constituían una rutina del terror. No refleja hasta cierto punto en la claridad con
obstante, como también señala Elaine Sca- que los testigos rememoran sus vivencias y
rry, el interrogatorio en sí o la información las de otros en este sentido. En esos intentos
que potencialmente pueda extraerse no es presididos por la histeria y el recelo en los
el principal motivo que lleva al secuestro que los torturadores traban de desenterrar
ni a la tortura: “La idea de que la necesidad y desterrar la subversión, ese objeto apenas
de conseguir información es el desencade- humano que percibían como una amenaza
nante de la crueldad física se deduce del mortal para su mundo, crearon una forma
tono y la forma del interrogatorio más que extrema de deshumanización y objetualiza-
de su contenido: las preguntas, con inde- ción por la cual instauraban para su disfru-
pendencia de lo descaradamente irrele- te “la ficción de [su] poder absoluto” (Scarry
vantes que sean, se formulan, se plantean, 1985:27). El mecanismo básico sobre el que
como si justificaran la crueldad, como si se mantenía esta ficción tan amenazante
las respuestas fuesen esenciales” (Scarry para la vida era tratar de hacer a los presos
1985: 28-29). De hecho, de los testimonios sentirse permanentemente próximos a la
se desprende que las preguntas formuladas muerte: “parar justo al borde de arrebatar la
durante los interrogatorios eran a menu- vida y, al tiempo, inspirar el intenso temor
do incomprensibles y tenían por principal mental e infligir buena parte de la agonía
objetivo quebrar los límites de la percep- física de la muerte” (Taussig 1987: 39). En
ción y transmutar todas las actividades o el este sentido, se les obligaba a presenciar la
conocimiento que pudiera tenerse o haber- tortura de familiares, amigos y otros presos,
se acumulado en el pasado en esa peligro- e incluso a tomar parte en ella, así como a
sa subversión que se proponía aniquilar el recibir “tratamiento médico” a manos de
torturador. doctores cuyo único objetivo era mantener-
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 38

les con vida para que pudieran seguir siendo hermana, miembro de la guerrilla, debe de
torturados. Tal vez la característica más elo- estar escondida en la clandestinidad. Por
cuente de la vida en este “espacio de muer- supuesto, hubo pronunciamientos oficiales.
te” (Taussig 1987: 4; Timerman 1981) era Las negaciones: “No hay detenidos políticos
el recordatorio, permanente y clarísimo, de en la República Argentina, excepto algunas
que uno estaba desaparecido, perdido a los personas que podrían estar involucradas
ojos de su mundo, sin que hubiera ninguna en las actas institucionales, que están real-
esperanza de ser encontrado. mente detenidas por su labor política. No
hay detenidos por ser meramente políticos
De todo ese tiempo, el recuerdo más o por no compartir las ideas que susten-
vívido, más aterrorizante, era ese ta el Gobierno”, declaró el general Roberto
de estar conviviendo con la muerte. Viola en 1978 (Bouvard 1994: 34 [transcri-
Sentía que no podía pensar. Buscaba, to en esta edición a partir del informe de la
desesperadamente, un pensamiento CONADEP]). Y las declaraciones más desca-
para poder darme cuenta de que estaba radas: “En la noche del 22 de abril, se veda
vivo. De que no estaba loco. Y, al mismo la impresión de informes o referencia sobre
tiempo, deseaba con todas mis fuerzas que episodios subversivos, hallazgos de cadáve-
me mataran cuanto antes. [...] res, muertes de elementos sediciosos y ase-
sinatos de militares, policías o agentes de
El trato habitual de los torturadores seguridad, a menos que tales hechos cons-
y guardias con nosotros era el de ten en partes oficiales” (Simpson y Bennett
considerarnos menos que siervos. Éramos 1985: 41).
como cosas. Además cosas inútiles. Y Por esta razón, recuperar informa-
molestas. Sus expresiones: “vos sos bosta”. ción acerca de los desaparecidos y procla-
Desde que te “chupamos” no sos nada. mar públicamente lo que les ocurrió es una
“Además ya nadie se acuerda de vos”. “No actividad política crucial que han abrazado
existís”. “Si alguien te buscara (que no las organizaciones en pro de los derechos
te busca) ¿vos crees que te iban a buscar humanos. La acuciante urgencia desde el
aquí?” “Nosotros somos todo para vos”. “La punto de vista de lo humano que anima a
justicia somos nosotros”. “Somos Dios”. esta recuperación exige una forma de abor-
Esto dicho machaconamente. Por todos. darlo que pueda granjearse la credibilidad y
Todo el tiempo. (CONADEP 23, 25) legitimidad de los gobiernos, los medios de
comunicación y las agencias internaciona-
Desde que te “chupamos” no sos nada. Ade- les. Y para ello es indispensable minimizar
más ya nadie se acuerda de vos. No existís. en lo posible la ambigüedad, la complicidad,
Un elemento terrorífico de la desaparición lo que es fruto de la imaginación y el surrea-
es que, además del propio desaparecido, lismo que necesariamente caracterizan al
desaparecen también todos los datos públi- escenario del terror. Es obligatorio trans-
cos y oficiales sobre él. Sí hay informaciones mitir una realidad clara e inequívoca mar-
en la sombra, claro –y de hecho si la desapa- cada por el dolor y la violencia inflingida
rición sume en el terror a toda una nación es en las propias carnes de personas corrien-
en buena medida gracias a la incertidumbre tes. Entre los medios mediante los cuales
que destila ese secreto publicado a voces–, los investigadores dan sentido y transmiten
pero el Estado y sus representantes asegu- racionalmente un terror con pautas defini-
ran no saber nada. O únicamente que tu das, aunque irracional, hay que citar unos
hijo se ha ido al extranjero, o que tu mari- límites morales claramente delimitados, la
do mantiene una relación secreta, o que tu presentación de los hechos como verdades,
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 39

and present knowledge and activity into death” (Taussig 1987: 39). Prisoners were
that dangerous subversion the torturer was forced to witness and often participate in
trying to eliminate. the torture of family, friends, or other pris-
oners and were compelled to receive medi-
The Interrogation Room. Noon time. cal “treatment” from doctors whose sole job
–Are you going to tell us who your was to sustain life only so that it could with-
wife wrote this for? stand more torture. Perhaps the most telling
His eyes infected, he tries to read feature of life in this “death-space” (Taussig
from the old notebook that still has the 1987: 4; Timerman 1981) was the remind-
smell of his home. er, constant and loud, that you were dis-
–She wrote it remembering the appeared, lost to your world, without an y
Naposta stream. When he talks his tongue hope of retrieval.
aches from the wounds.
–Don’t lie to us. The most vivid and terrifying memory
–Sir, I’m telling you the truth. She I have of all that time was of always liv-
wrote the poem about that stream near ing with death. I felt it was impossible to
our house. think. I desperately tried to summon up
–If you keep on telling lies, we’ll a thought in order to convince myself I
take you to the machine. wasn’t dead. That I wasn’t mad. At the
–Sir, I’m not lying. She wrote it same time, I wished with all my heart that
when they channeled the stream under- they would kill me as soon as possible…
ground. The normal attitude of the tortur-
–Bullshit, I know that poem was ers and guards towards us was to consider
written to honor some fucking guerrilla. us less than slaves. We were objects. And
Get the electricprod ready. useless, troublesome objects at that. They
(Partnoy 1986: 106) would say: “You’re dirt.” “Since we ‘disap-
peared’ you, you’re nothing. Anyway, no-
–Torture. The perverse meeting of weapon body remembers you.” “You don’t exist.”
and body part, torture was a ubiquitous fea- “If anyone were looking for you (which
ture of disappearance, undertaken with ex- they aren’t), do you imagine they’d look
traordinary vigor and scientific precision, for you here?” “We are everything for
reflected to some extent in the clarity with you.” “We are justice.” “We are God.”. . .
which witnesses recount what happened to Repeated endlessly. Byall of them. Allthe
them and to others. In the torturers’ vigi- time. (CONADEP 23 ,25)
lant and hysterical attempts to unearth and
cast out subversion, that barely human ob- Since we disappeared you, you’re noth-
ject they saw as mortally endangering their ing. Anyway, nobody remembers you. You
world, they created a corollary form of de- don’t exist. A terrifying constituent feature
humanization and objectification, thereby of disappearance is that the desaparecidos
establishing for themselves the “fiction of have disappeared and so too all public and
[their] absolute power” (Scarry 1985: 27). official knowledge of them. There is shad-
The primary mechanism for the mainte- owy knowledge, to be sure, and indeed dis-
nance of this life-threatening fiction was the appearance terrorizes a nation’s population
attempt to keep prisoners in a constant state to a large extent through the uncertainty
of imminent death: “to just stop short of tak- that such a publicized secret harbors, but the
ing life while inspiring the acute mental fear state and its various representatives claim
and inflicting much of the physical agony of to know nothing. Or only that your child has
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 40

gone abroad, or that your husband is having way that terror makes mockery of sense-
a secret affair, or that your guerrilla sister making” (Taussig 1987: 132). It makes a
must be hiding out underground. Of course, mockery of sense-making not because ter-
there were the official pronouncements. The ror is senseless but, on the contrary, because
denials. “There are no political prisoners it is itself so involved with knowledge-mak-
in Argentina except for a few persons who ing. Spiraling between unbelievable facts
may have been detained under government and potent fictions, fantastic realities and
emergency legislation.... There are no pris- violent fantasies, the knowledge of disap-
oners being held merely for being political pearance cannot but be bound up with the
or because they do not share the ideas held bewitching and brutal breaks and armature
by the government,” declared General Rob- of disappearance itself. And a key aspect of
erto Viola in 1978 (Bouvard 1994: 34). And state-sponsored disappearance is precisely
the brazen declarations. “As from 22 April the elaborate suppression and elimination
1976, it is forbidden to report, comment on, of what conventionally constitutes the proof
or make reference to subjects related to sub- of someone’s whereabouts. The disappeared
versive incidents, the appearance of bodies have lost all social and political identity: no
and the deaths of subversive elements and/ bureaucratic records, no funerals, no memo-
or members of the armed and security forc- rials, no bodies, nobody. “All societies live
es, unless these are announced by a high by fictions taken as real. What distinguish-
official source. This includes kidnappings es cultures of terror is that the epistemologi-
and disappearances” (Simpson and Bennett cal, ontological, and otherwise philosophical
1985: 41). problem of representationreality and illu-
Recovering knowledge of the disap- sion, certainty and doubt-becomes infinitely
peared and making public what has hap- more than a ‘merely’ philosophical problem
pened to them is thus a crucial political of epistemology, hermeneutics, and decon-
activity that human rights organizations struction. It becomes a high-powered medi-
carry out. The pressing humanitarian needs um of domination” (ibid.: 121). Uruguayan
that drive this recovery require a mode of Marcelo Vignar captures well the vocabu-
address considered credible and legitimate lary of this medium:
by governments, media, and international
agencies. Such an address must minimize All torn and twisted and broken, with so
the ambiguity, complicity, imagination, and much of the brokenness concentrated
surreality that necessarily characterize the around this notion of knowledge, of know-
theater of terror. It is obliged to commu- ing: “You can’t possibly know what it was
nicate an unambiguous, unequivocal real- like.” “We didn’t know, we didn’t realize.”
ity of pain and violence at the level of the The torturer’s “I know everything about
ordinary individual body. Clearly defined you.” The victim’s “I don’t even know what
moral boundaries; disclosure as truth, vis- I said, what I did.” (Weschler 1990: 171)
ible evidence of injury, accessible language,
verifiable intent, impartiality, objectivity, Knowledge is also a medium of resistance,
authenticated witnesses, and so on are the as the invaluable work the human rights re-
means by which investigators make sense of ports accomplish attests. But despite the
and rationally communicate a patterned but charts, maps, tables, file numbers, cases,
irrational terror. despite all the detail set out with the social
However, if there is one thing that scientific precision of establishing the way it
those who have returned to tell their tales was/is, we are left with the impression that
can report it is that “we are… blind to the a crucial aspect of what we need to know in
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 41

las pruebas palmarias de las lesiones, el uso Todo roto, retorcido y destrozado, donde
de un lenguaje accesible, de una intenciona- buena parte de ese destrozo gira en torno
lidad comprobable, de la imparcialidad, la a la noción de conocer, de saber: “Es
objetividad y los testimonios acreditados. imposible saber cómo era”. “No supimos,
Sin embargo, si hay algo en lo que no nos dimos cuenta”. El “lo sabemos
coinciden quienes han regresado para con- todo sobre ti” de los torturadores. El “no
tar su versión de la historia es que “estamos sé siquiera lo que dije, lo que hice” de las
[...] ciegos en cuanto a la forma en que el víctimas”. (Weschler 1990: 171)
terror se burla de los intentos de buscarle
el sentido” (Taussig 1987: 132). Y se burla Saber es asimismo una forma de resistencia,
no porque el terror no tenga sentido sino, como demuestran los logros de incalculable
por el contrario, porque forma parte asi- valor conseguidos gracias a los informes de
mismo de un proceso de creación de saber. asociaciones pro derechos humanos. Pero a
Inmerso en una espiral en la que conviven pesar de los gráficos, los mapas, las tablas,
hechos increíbles y ficciones de gran poder, los números de expedientes, los casos, a
realidades fantasiosas y fantasías violentas, pesar del lujo de detalles que se exponen
el saber acerca de la desaparición no puede con la precisión propia de las ciencias socia-
desvincularse de la armadura y las fracturas les a fin de establecer cómo fue o es algo en
fascinantes y brutales implícitas en la propia realidad, seguimos con la impresión de que,
desaparición. Y un factor esencial en la des- para comprender la desaparición, nos fal-
aparición auspiciada por el Estado es preci- ta todavía saber algo más aparte de lo que
samente la cuidada supresión y eliminación figura en dichos informes y en los documen-
de lo que convencionalmente suele tomar- tos oficiales (por mucho que “[c]ualquiera
se como prueba del paradero de las perso- de [los testimonios] por sí solo permitiría
nas. Los desaparecidos pierden todo rasgo formular la misma condena moral a la que
de identidad social y política: no figuran en arriba esta Comisión” [CONADEP 10] y de
los documentos oficiales, no tienen funeral, hecho es suficiente como para quitarle a uno
ni actos conmemorativos, ni cuerpo, no son las ganas de saber más). Pues aun cuando la
nadie. “Todas las sociedades viven gracias a tortura siempre acompaña a la desaparición,
ficciones a las que se da estatuto de realidad. y a pesar de que la muerte casi siempre es
Lo que diferencia a las culturas marcadas el desenlace, la desaparición no es un mero
por el terror es que el problema epistemoló- eufemismo para referirse a ellas. El poder
gico, ontológico y en último extremo filosó- que reside en la trémula y compleja relación
fico de la representación –la dicotomía real/ entre subjetividad y sometimiento no ter-
ilusorio, certeza/duda– es muchísimo más mina de adecuarse a la definición de tortu-
que un mero problema filosófico desde el ra o asesinato14. Por eso, aun partiendo de la
punto de vista epistemológico, hermenéuti- significativa certeza de que el terror emplea
co y de la desconstrucción. Se convierte en la duda epistemológica como estrategia de
un potente medio de dominación” (ibid: dominación, conviene no obstante que vol-
121). El uruguayo Marcelo Vignar capta a la vamos a formularnos las preguntas, como si
perfección el vocabulario con que se maneja no estuviéramos tan seguros: ¿Qué es la des-
este medio: aparición? ¿Cómo abordar la investigación y

14
Tampoco encaja en la definición de “derogación ignominiosa de la ley”, como ha demostrado Julie
Taylor (1994).
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 42

las averiguaciones sobre este tema? ¿Cómo de la modernización” en el complejo neoim-


evitarla? A continuación trataremos de ofre- perialismo que caracteriza a América Latina.
cer reflexiones a partir de estas preguntas en Sin duda, la literatura y los círculos litera-
las que vuelve a resurgir la dimensión espec- rios han desempeñado un importante papel
tral que se echa en falta en los informes de histórico a la hora de criticar dicha violencia
las asociaciones pro derechos humanos y en en el contexto latinoamericano, una heren-
los documentos oficiales. cia que Luisa Valenzuela hereda y transfor-
Una mano enorme se acerca a la cara ma15. Valenzuela nos lleva más allá de los
del hombre para estallar (V., 201). Y con informes, no sólo porque el medio que utili-
ella Luisa Valenzuela nos ofrece una ima- za es más adecuado, sino también porque lo
gen del peligro, esa mano que se acerca en usa para captar las inquietantes presencias
el tiempo presente y, sin embargo, es a la vez que dejan las desapariciones, haciéndonos
un recuerdo de lo que le ha ocurrido o le ocu- ver cómo es “una especie de danza espectral
rrirá a AZ, o a muchos. No en vano, “Mano” alrededor de los muertos en una guerra que
era el nombre de un grupo de derechas for- empezaron con la conquista y que todavía
mado por policías fuera de servicio que, ya hoy continúa” (Franco 1986: 7).
en 1970, secuestraban a estudiantes y sindi- AZ no es sólo una víctima de la tor-
calistas de izquierdas. “La mayoría de estas tura y del asesinato por parte del Esta-
víctimas se evaporaban sin dejar rastro, y los do. Deliberadamente, Luisa Valenzuela no
pocos que reaparecían hablaban de torturas” ofrece una explicación tan racional para su
(Rock 1985: 355). Esa mano enorme que se muerte. Por el contrario, escribe [c]uartilla
acerca a la cara de AZ es sólo el principio, sobre cuartilla hasta llegar a estas hojas
no sólo por cómo fue, sino que es el punto que ahora estoy llenando, prieta escritura
de partida en la búsqueda de lo que ha des- para enredar aún más la madeja y compli-
aparecido pero se ha apoderado de nosotros. car la historia donde los otros, los menos
Luisa Valenzuela empieza su libro allí don- iluminados, pretenden ver claro. Pero si
de los documentos oficiales tienen vedado el él hubiera tenido acceso a cierta informa-
acceso. Y es que tal vez la ficción sea capaz de ción, su posterior tortura (y posterior es la
establecer más fácilmente ese principio de palabra) y hasta quizá su muerte, habrían
irrealidad que permite comprender deter- tenido para él una razón de ser y eso es lo
minados elementos de lo que Jean Franco intolerable: la causa que justifica los efec-
denomina tan acertadamente “la violencia tos, la explicación racional infiltrándose en

15
¿Por qué ha tenido la literatura un papel tan importante? “Porque dado que se le impidió hacer apor-
taciones al pensamiento científico [y debido también a la neutralización política de los estudiosos de las
ciencias sociales], los intelectuales se vieron obligados a moverse en un ámbito que no exigía formación
específica ni la institucionalización del conocimiento, es decir, la literatura. Es ahí, por tanto, donde sur-
ge el enfrentamiento entre el discurso metropolitano y el proyecto utópico de una sociedad autónoma”
(Franco 1988: 504). La complejidad de este enfrentamiento es tal que resultaría imposible abordarla en
este ensayo, pero Jean Franco la expone con brillantez en diversas publicaciones (1986, 1988, 1989).
Véase también Beverley y Oviedo (1993), Galeano (1978, 1985, 1987, 1988), Schwarz (1992), Sumway
(1991), Sommer (1991) y Weiss (1991). Es interesante mencionar que, si bien hay bibliografía abundante
y muy relevante sobre el importante papel desempeñado por la literatura y por los círculos literarios
en los debates sobre el nacionalismo y la modernización, no hay casi nada disponible en lengua inglesa
sobre el papel similar que desempeñaron los psicoanalistas en Argentina. Véase al respecto el epígrafe
titulado “Implicaciones psicoanalíticas”, en estas mismas páginas, y la aportación excepcional de Ho-
llander (1990).
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 43

order to understand disappearance is miss- the name of a right-wing group reported-


ing from the human rights reports and of- ly made up of off-duty police, who, as early
ficial documents (even if “a single one of as 1970, abducted students and leftist trade
these testimonies would in itself be enough unionists. “Most of these victims simply
to permit the moral condemnation which vanished without trace, and the few to re-
the Commission has expressed” [CONADEP appear spoke of torture” [Rock 1985: 355].)
10] and is enough to make you feel as if you That enormous hand approaching AZ’s face
really don’t want to know any more). Be- is only the beginning, not simply the way it
cause while torture always accompanies dis- was but the point of entry into the search for
appearance, and death almost always is its that which has disappeared, but has seized
consequence, disappearance is not just a eu- hold of us. Luisa Valenzuela begins her book
phemism for torture and death. The power where the official documents can go no fur-
of the tremulous and complex relationship ther. Perhaps fiction can more easily es-
of subjectivity and subjection is not ad- tablish an unreality principle the better to
equately framed as torture or homicide.14 understand certain elements of what Jean
Even with the very significant knowledge Franco so aptly terms the “violence of mod-
that terror makes epistemological doubt it- ernization” in the complicated neoimperial-
self a form of domination, we must nonethe- ism that characterizes Latin America. It is
less repeat the questions, as if we were not certainly the case that literature and a liter-
so certain. What is disappearance? How do ary intelligentsia have played an important
we investigate and know it? How do we pre- role historically in criticizing the violence
vent it from happening? To the elaboration of modernization in Latin America, a lega-
of these questions, which will turn on the cy Luisa Valenzuela both inherits and trans-
ghostly elements missing from the human forms.15 Valenzuela gets us further than the
rights reports and the official documents, is reports not only because the medium she
where we now proceed. employs is more suited to the task but also
An enormous hand approaches his because she uses it to capture the haunting
face, about to explode. And it is thus with elements of disappearance, the way it is “a
that hand that Luisa Valenzuela invites us kind of ghost dance… around the dead of a
into an image of danger, to that hand ap- war that began with the conquest and goes
proaching all present tense and yet a mem- on today” (Franco 1986: 7).
ory of what has or will befall AZ, or what AZ is not only or just a victim of torture
has happened to many. (Mano [hand] was and murder by the state. Deliberately, Luisa

14
Neither is it adequately framed as the aberrant suspension of law, as Julie Taylor (1994) has shown.
15
Why has literature played such an important role? “Because it was blocked from making contributions
to the development of scientific thought [and because of the political suppression of social scientists], the
intelligentsia was forced into the one area that did not require professional training and the institution-
alization of knowledge-that is, into literature. It is here, therefore, that the confrontation between met-
ropolitan discourse and the utopian project of an autonomous society takes place” (Franco 1988: 504).
The complex nature of this confrontation is beyond the scope of my considerations, but it is brilliantly
explored by Jean Franco (1986,1988,1989). See also Beverley and Oviedo (1993), Galeano (1978, 1985,
1987,1988), Schwarz (1992), Shumway (1991), Sommer (1991), and Weiss (1991). It is interesting to note
that while seminal scholarship has been produced on the crucial role literature and the literary intelligen-
tsia have played in debates on nationalism and modernization, virtually no work exists in English on the
similar role played by psychoanalysts in Argentina. See my discussion, “Psychoanalytic Implications,” in
chapter 3 and Hollander’s (1990) unique contribution.
Lo que queda sin decir, lo implícito y omitido y censurado y sugerido, adquiere la
importancia de un grito
What goes unsaid, that which is implied and omitted and censured and suggested,
acquires the importance of a scream
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 45

medio de toda la irracionalidad (V., 270- nalista malísimo. En tanto que etnógrafo,
271). El rechazo de la explicación raciona- toma diligentemente notas de campo en las
lista es muy importante. Al final de Como que deja constancia de lo que le ronda a ella
en la guerra, en “El encuentro”, AZ toda- por la cabeza y lleva a cuestas ese maldito
vía va en pos del “motivo” que nunca llega. magnetófono del que piensa nadie se perca-
Que merezca la tortura (¿y posiblemente la ta. Como mero aficionado al psicoanálisis,
muerte?) con que se abre la novela en “Pági- AZ le ofrece a ella diagnósticos de lo más
na cero” resulta inaceptable para Valenzue- tontos, del tipo: “Siempre hay que tener en
la, pues ese razonamiento es el del Estado: cuenta al falo como significante por excelen-
“`Algo habrá hecho’” (Bouvard 1994: 43). cia” (V., 213). Y como “humilde” semiótico
“Hay una guerra civil en marcha, tenemos que, al parecer, ocupa un puesto universita-
que parar a los comunistas”; “La seguridad rio, es consciente de que ella habla en cla-
nacional exige disciplina y sacrificio”: éstas ve, pero no acaba de saber interpretar las
eran las cantinelas de justificación que con- señales que tiene delante. AZ tiene un pro-
vertían a los ciudadanos de a pie en “cómpli- yecto de investigación que es también una
ces de la impunidad del gobierno” (Bouvard historia de amor. Decidido a estudiar el
1994: 43). La búsqueda de AZ tiene que ver inconsciente de la mujer como si estuviera
con cómo dejar de ser un cómplice silencio- loca, reúne los recuerdos que tiene ella de
so. AZ se convierte en un desaparecido, no su infancia y hace que su mujer los trans-
en una víctima de homicidio. Es un mensa- criba para la posteridad. Todo eso en secre-
jero que viene del otro lado. to, piensa, expresado siempre con el plural
La mano se acerca; el Estado está a mayestático, y con “nuestros propios méto-
punto de sacudir, pero “de golpe la mano que dos de análisis[;] les pedimos por favor que
se nos está acercando se diluye e ingresamos los respeten” (V., 206). Quiere saberlo todo
en ella, entramos en un universo compuesto de ella, “sólo que ella no podía saber nada
por las líneas de la vida, del corazón [...] La de mí” (V., 207). A pesar de los elaborados
mano es el vehículo y resulta fácil dejarse lle- disfraces que se pone durante sus visitas a
var por él hasta el fondo de las cosas y pene- la habitación que ella tiene en el pasaje des
trar en un mundo sin señales, un mundo Escudellers, a pesar de su deseo de sonsa-
difuso donde yo me reformo y recompongo” carle la verdad (“Ella no debe tener secre-
(V., 201-202). Luisa Valenzuela nos pide que tos para mí, ése es mi precio”, V., 212), tarea
tomemos esa mano y nos adentremos en ese que emprende “con vistas a una segura
mundo, un mundo en el que nos transforma- acción terapéutica” (V., 210), AZ es un hom-
remos, para bien o para mal, por efecto de la bre tímido de hábitos moderados: Yo soy un
búsqueda de los desaparecidos. Luisa Valen- hombre tímido de hábitos moderados casi
zuela los está buscando. Busca una manera sin exigencias. Y hete aquí ahora al hom-
de buscarlos. También sabe que los desapa- bre tímido, moderado-casi-sin-exigencias,
recidos se están buscando unos a otros. Y, llevando una doble vida no porque una esté
sobre todo, busca cómo identificar los efectos oculta a la otra aunque también un poco,
que tiene la desaparición sobre lo que es visi- sino porque eso que llama su vida, ese que-
ble y tolerable: Una mano enorme se acerca hacer cotidiano que lo lleva a la cátedra y
a la cara del hombre para estallar. le impone estudios y le despierta intereses
se ha visto cortado en dos. Por un lado está
El descubrimiento el hombre que camina, hace y deshace, por
Incidentes previos que no vienen al caso otro bien distinto el que masca los recuer-
A pesar de todos los enfoques que emplea dos y vive vicariamente rasguñando y ras-
en su faceta interpretativa, AZ es un psicoa- cando para meterse bajo la piel de otro. De
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 46

otra, para colmo de males, de una mujer quizá con peluca o con maquillajes y luces
(V., 247). que le dan una cara [...] de lobo (V., 224),
AZ es pésimo, ya como etnógrafo, un provocador recordatorio de ese singular
como psicoanalista o como semiótico. Nin- momento en el que Sabina Spielrein, al ver
guna de las ciencias hermenéuticas le ayu- el lobo en el espejo, empezó a hablarle.
da en absoluto. Su compromiso paródico A pesar de su aspecto de alucinación
con “la ciencia” (V., 243) sería totalmente y de sus palabras, ella sabe mucho más de
cómico si no hubiese un atisbo de verdad lo que cree AZ, entre otras cosas que se dis-
que deja secuelas en su compromiso amo- fraza (“puedo aceptarlo con distintos dis-
roso. Todo a su alrededor grita Argentina, fraces y jugar a no reconocerlo”, V., 223) y
Argentina, y yo con cualquier cara que me que siente miedo, no sólo timidez. Le pasa
ponga, con cualquier disfraz o acento se incluso por la cabeza asesinarlo, lo cual le
lo huelo en el acto (V., 212). El profesor es permitiría, en una especie de hilarante fan-
incapaz de entender la mayoría de las cosas tasía vengativa, “estudiarlo, saber qué se
que ella dice o escribe, y es tan tonto como trae entre manos, cómo está hecho por den-
para pensar que la engaña con sus disfraces: tro, qué pretende. Por fin un hombre para
“Ella ignoraba que yo estaba ocupado en su mí solita, por fin mis viejos sueños” (V.,
terapia [...] No sabía quién era yo [...] Ni 222-223). Intenta ocultarle todo lo verda-
podía saber que yo era yo todas las veces que deramente importante, para darle placer
iba a verla” (V., 207). Llega al punto de plan- pero no información. No obstante, ella tie-
tearse disolver su matrimonio burgués con ne una historia guerrillera, y una necesidad:
Beatriz (quien se convierte en Bea y después La necesidad de escapar fue necesidad acu-
en B, una letra como él), pero mientras tan- ciante, escapar de ella misma, salirse de su
to subestima la opinión que su mujer tiene piel tan lastimada, olvidarse del amor de
de él: que es peligrosamente inocente y no ese Alfredo Navoni sin preguntarse más
demasiado sensible a la temperatura de los si había sido o no el traidor que finalmen-
otros (V., 228). Ella, la que no tiene nombre, te acabó delatándolos (V., 261). Tiene una
apenas está, a pesar de sus múltiples iden- vida que nunca podrá contar a terceros: Ella
tidades y potente presencia. Es al mismo entonces tenía su universo y un amante que
tiempo escritora, prostituta, una bruja para pasó a la clandestinidad y se olvidó de ella
sus vecinos porque ha envenenado la men- [...] Se cuidó muy bien de hablar de Navo-
te de las demás chicas “y ahora las chicas se ni, de su hermana la capitana, de Adela o
creen gente, se creen seres humanos” (V., de Miguel o de la Organización. Si AZ cono-
233), una revolucionaria desencantada en ciera estos detalles podría interpretar los
el exilio, una mujer hace tiempo desapareci- símbolos, descifrar el significado de los
da. También dista de ser una heroína ideal. compañeros en la cárcel, conocer los secre-
De hecho, todo cuanto la concierne nos tos. Habría interpretado los odios de ella
habla de los peligros de las falsas idealiza- hacia su hermana mítica, su doble, y qui-
ciones, especialmente los ideales que pesan zá hasta habría sacado conclusiones (V.,
sobre mujeres y naciones, políticas públicas 254, 270). Y en un momento de “indefinible
transparentes o el conocimiento inocente. sospecha” (V., 244), llega a pensar que AZ
Se la asocia con lo extraño, con todo aque- puede ser un agente de alguna organización
llo que nos desconcierta. ¿Quién es capaz de internacional (V., 244), pero también con-
entender las crípticas e inquietantes pala- jetura que lo que ella tiene que ocultar no
bras que dice en clave? Y tiene cara de lobo: le concierne: Lo que ella realmente quiere
Muchas veces llego pisándole los talones y ocultar no tiene por qué importarle a él, que
la encuentro ya recompuesta, cambiada, navega en otras aguas (V., 254). Ella tiene
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 47

Valenzuela will not provide such a rational- visible and tolerable. an enormous hand ap-
istic explanation for his death. She writes to proaches his face, about to explode.
“add to the confusion and complicate this
story that the less enlightened claim to see The Discovery
clearly. Butifhehad had access to certain in- Events Beside the Point
formation, his torture in the end, and per- AZ is a lousy analyst, despite his multimeth-
haps even his death, would have given him odological identity as an interpreter. As an
a reason for being and that is intolerable: ethnographer, AZ diligently makes his field
the cause that justifies the ends, the rational notes, recording the things in She’s head and
explanation creeping in in the middle of all carrying that blasted tape recorder he thinks
the irrationality” (V 66). The refusal of the no one notices around with him all the time.
rationalistic explanation is very important, As an amateur psychoanalyst, AZ delivers
as we will also see in chapter 4. At the end silly diagnostic pronouncements to She like,
of He Who Searches, in The Encounter, AZ “One must always take the phallus into ac-
is still heading toward “the motive” (V 127) count as the signifier par excellence” (V 16).
that never arrives. That he deserved the tor- And as a “humble” semiotician who seems
ture (and the death?) that opens the novel to hold a university position, he knows she
on Page zero is unacceptable to Valenzuela talks in code, but he can’t seem to read the
because it is the reasoning of the state. “’He signs in front of his face. AZ has a research
must have done something’” (Bouvard 1994: project that is also a love affair. He has de-
43). “There’s a civil war going on, we’ve got cided to study her unconscious as if she were
to stop the communists.” “National securi- a crazy woman, and he collects her child-
ty requires discipline and sacrifice.” The se hood memories and has his wife transcribe
were the refrains of justification that made them for posterity. All in secret, he thinks, in
ordinary citizens “accomplices to the impu- the voice of the royal we and with “our own
nity of the government” (Bouvard 1994: 43). methods of analysis… we ask you to kindly
AZ’s whole search will be about ceasing to respect” (V 9). He wants to know everything
become a quiet accomplice. AZ becomes a about her, “except that she could know noth-
desaparecido, not a homicide victim. He is ing of me” (V 11 ). Despite the elaborate dis-
a messenger from the other side. guises he dons on his visits to her room in
The hand approaches; the state is the Pasaje des Escudellers, despite his desire
about to strike. But “suddenly the hand that to get the truth out of her (“She must have no
is approaching dissolves and we are inside secrets from me, that’s my price” [V 15]), and
it, we enter a universe formed by its life-line, despite his “view to effective therapeutic ac-
its heart-line.… The hand is the vehicle and tion” (V 13), he is a timid and moderate man.
it is not easy to be transported by it to the I’m a timid man of moderate habits and
bottom of things and enter a diffuse world” very few needs. And here you have the tim-
(V 5). Luisa Valenzuela asks us to take that id man of moderatehabitsandveryfewneeds
hand and enter its world, a world where we living a double life, not because one life is
will be touched and altered, for good or ill, hidden from the other though there is some
by the search for the disappeared. Luisa of that, but because what he calls his life, the
Valenzuela is looking for the disappeared. daily routine that takes him to his classroom
She is looking for a way to search for the at the university and makes him study and
disappeared. She also knows that the disap- awakens his interest, has been cut in two.
peared are looking for each other. And, most On the one hand there is the man who goes
significantly, she is looking for how to iden- along, who does and undoes, and on the
tify the effects of disappearance on what is other hand a very different man who mulls
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 48

over his memories and lives vicariously by lected, her clothes changed, a wig in place,
digging and scratching around to put him- her face made up and lights on that made
self in somebody else’s skin. That ofanother her look like… a wolf (V 26)-a provocative
woman, to cap it all (V 45). reminder of that singular moment of anima-
AZ is a lousy analyst, whether as eth- tion when Sabina Spielrein saw the wolf in
nographer, psychoanalyst, or semiotician. the mirror and spoke to it.
All the interpretive sciences do not help Despite her hallucinatory appearance
him one bit. His parodic commitment to and words, she knows much more than AZ
the “sake of science” (V 41) would be utterly thinks, including that he disguises himself
comical if there weren’t a grain of truth and (“I see him arriving in different disguises
a consequential result to this amorous com- and pretend not to recognize him” [V 25]),
mitment. Everything around her cries out including that he has a tremulous fear inside
Argentina, Argentina, and no matter what of him, and not just a moderate timidity. She
guise she assumes, or what accent, I smell it is even considering murdering him, after
immediately (V 14). Yet he cannot compre- which, in a hilarious revenge fantasy, “I can
hend most of what she says or writes, and study him, find out what he’s up to, what he’s
he is foolish enough to think that his vari- like inside, what he wants. at last a man for
ous disguises fool her: “She didn’t know that me alone, at last a dream come true” (V 24).
I was giving her therapy.... She didn’t know She’s trying to hide everything of importance
who I was.... She didn’t know that I was one from him, so she will give him pleasure but
and the same person every time I saw her” no information. She has a story, though: be-
(V 11). He even thinks of leaving his conven- cause I didn’t dare put the bomb in the right
tional bourgeois marriage to Beatriz (who place? (V 37). And she has a need, The need
eventually becomes Bea and then B, a letter to escape was enormous, to escape from her-
just like him), but in the meantime he thor- self, to get out of her badly wounded skin, to
oughly underestimates his wife’s insight forget the love of Alfredo Navoni not know-
about him-that he is dangerously innocent ing if he was the traitor who finally turned
and not very good at taking the temperature them in to the police (V 57). She has a life that
of others (V 28). She, with no name, is bare- can never be told to a third party. She had
ly there, despite her multiple identities and her universe then and a lover enrolled in the
potent presence. She is variously a writer, a guerrilla forces who went underground and
prostitute, a witch to her neighbors because forgot her.… She was careful not to speak of
she has organized the prostitutes into a un- Navoni, of her sister the guerrilla leader; of
ion and “bewitched those girls into believing Adela or Michael. If AZ had known these de-
they ‘re somebody” (V 33), a disenchanted tails he might have interpreted the symbols,
revolutionary in exile, a woman already long deciphered the meaning of her companions
disappeared. She is also less than an ide- in the jail in Formosa (Argentina). He might
al heroine. In fact, everything about her is have interpreted her hatred of her mythi-
meant to point up the dangers of misplaced cal sister, her double, and might even have
idealizations, especially ideals of women and drawn conclusions (V 51, 66). And in a mo-
nations and clean body politics and inno- ment of “indefinable suspicion,” she believes
cent knowledge. She is associated with the he is from Army Intelligence or Interpol or
uncanny, with unsettled things confounding the CIA (V 43), but she also suspects that
explanation. Who can understand the cryp- what she hides does not concern him. What
tic and haunting words she speaks in code? she really wants to hide is of no importance
And she has a wolf face-Many times I arrive to him, it could only interest him if there
right on her heels and find her cool and col- were some remote possibility of his joining
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 49

miedo de ser sólo un fantasma en el recuer- desapareciendo. En el tenso escenario del


do de ciertos señores que si bien encuentran análisis, AZ y ella se entregan durante bas-
agradable el atarearse conmigo no pueden tante tiempo (la mitad del libro) a este baile
tolerar por demasiado tiempo mi presencia de secretos y revelaciones y deseos que van
(V., 252), lo cual puede deberse a su capaci- dando traspiés, comiendo tamales y hablan-
dad de hacer suyos los sueños de los demás, do solos. Es una situación en el que él pocas
como hace con los de Alfredo Navoni. Su oportunidades tiene. Si ella era ya una des-
hermana gemela, “ella-ella”, ha desapare- aparecida cuando la encontró, al final de “El
cido. “Ella desaparecía durante las horas de descubrimiento” habrá desaparecido de su
luz, se esfumaba durante el día y nadie se vista por completo, y será mucho después
la cruzaba por el pasaje des Escudellers ni cuando se acerque al mundo social que ella
por la calle homónima ni por la Plaza Real deja tras de sí, y aun entonces él entenderá
que bien podía gustarle porque tenía palme- mucho menos de lo que cabría esperar. La
ras y haciendo un esfuerzo le recordaría a búsqueda de Como en la guerra es de quien
su América” (V., 260-261). ¿O es ella quien no halla lo que por otra parte no se capta,
ha desaparecido?, pues peleaban por una un error que crea un contexto propicio para
misma causa y hasta encontraban la for- la recurrente presencia de lo inquietante. La
ma de tener esperanzas. Después no, ya no, mujer espectral dejará en él mucha huella,
atadas de pies y manos y humilladas [...] mucha más que su esperanza inicial de lle-
El perder de vista a la hermana, al grupo var a cabo una estimulante experiencia psi-
(V., 261). Las imágenes vuelven a ella como coanalítica y obtener una publicación que
dibujadas a mano alzada (V., 255). Se ve tenga éxito en la comunidad científica. Y es
obligada a olvidar “todo ese pasado dema- precisamente ese carácter espectral de ella
siado doloroso para ser cierto” (V., 261), lo que pone en marcha la búsqueda que, ine-
aunque es también la guardiana de esos vitablemente, le cambiará. Lo que queda sin
monstruos venerados por él (V., 263). decir, lo implícito y omitido y censurado y
AZ intenta acelerar la transferencia: sugerido, adquiere la importancia de un
“hay que acelerar la transferencia nos diji- grito (Valenzuela 1986: 10).
mos quizá impacientes. No se puede dejar a Entonces, ¿qué descubrimos en “El
la enferma librada a sus afectos” (V., 207). descubrimiento”? [E]lla es un elemento
El espíritu científico del profesor es apa- valioso para el estudio [...] y por lo tanto
sionado y, sin embargo, bastante estúpido. debo concentrarme en mi obra y no dis-
Ella se ríe y le dice: “me estoy acordan- traerme con incidentes previos que no
do de estas cosas para usted, doctor” (V., vienen al caso (V., 253). AZ es casi una cari-
207), una especie de profecía lanzada por catura del intelectual racional y neutral en
un espectro, si es que cabe hablar de ello. Él tanto insiste en mantenerse a distancia res-
intenta que se acuerde de todo para él, y por pecto a “incidentes previos que no vienen
supuesto con ello no se da cuenta de que la al caso”, hechos que están ocurriendo en el
transferencia no es sólo cosa de dos: lo que mundo espeluznante que le rodea, hechos
ella recordará para él le conducirá a lo que él que le ocurren a él. El analista de signos
no capta, que es precisamente lo que puede lo tiene complicado para averiguar qué es
matarle. Ella intenta ocultar lo que a él no importante, incluido el hecho de que él mis-
le interesa, y en ese aspecto tampoco ella se mo, a pesar de las opciones que toma y sus
da cuenta de que la transferencia no es sólo interminables discursos sobre los métodos
cosa de dos: generará en él, si no interés, sí empleados, actúa tal y como si estuviese en
una peligrosa curiosidad sobre una causa Argentina. AZ habita en una realidad surrea-
en la que él caerá al ir en pos de ella. Están lista y dual, en la que una frágil normalidad y
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 50

estabilidad encubren y revelan las nerviosas control de análisis. A veces me asalta el


actuaciones de un sistema de terror tal que pánico y pienso con horror que la uso de
se puede ser testigo de un hecho sin aparen- espejo, me pongo máscaras para verme
temente verlo ni oírlo, y en ese sentido está mejor y ella tiene que restituirme mi verda-
y no está ya allí donde está ella. Tiene una dera imagen. Debo saber, quiero saber [...]
existencia espectral. Pero todavía no se bus- Es difícil desatar este nudo (V., 253-254).
ca a sí mismo, sino que sólo intenta anali- Pero su relación con ella es sexual, personal,
zar el inconsciente de una argentina a quien narcisista y en última instancia estúpida;
ha conocido y que le saca del aburrimiento estúpida porque, como AZ sabrá después, es
de su trabajo y de su matrimonio. No es de un grave error intentar convertirse en aquel
extrañar que AZ no sea capaz de interpre- a quien estás estudiando, como si, invirtien-
tar los signos y símbolos políticos, centra- do el distanciamiento, uno pudiera meterse
do como está en el inconsciente y traumas de lleno en el mundo de otro sin desenca-
de la infancia de ella. Es imposible nombrar denar consecuencias. Por lo tanto, AZ no
ninguno de los fantasmas que la persiguen es tan obtuso como pudiera parecer. Está
ni lo que significa su propia existencia fan- alerta a las relaciones emocionales, subje-
tasmagórica cuando el pasado y el presen- tivas y poco razonables que se establecen
te, lo público y lo privado, se han segregado entre quien analiza y quien es analizado;
tan artificialmente, cuando es obligado gas- de hecho, espera cultivarlas acelerando la
tar tanta energía para seguir pendiente de transferencia.
“mi obra” y no distraerse con lo que parece El concepto de transferencia es una
“no venir al caso”. Aun admitiendo que en importante aportación del psicoanálisis que
los informes sobre derechos humanos y los ayuda a entender la influencia de aquel-a-
demás documentos oficiales se presentan a quien-se-pretende-conocer en el analista.
los individuos como si no tuvieran vidas psí- La transferencia muestra hasta qué punto
quicas que influyeran significativamente en las fuerzas que estructuran y se entrecru-
cómo viven la desaparición (mientras pro- zan en el encuentro entre un analista y las
badamente Luisa Valenzuela está preocu- cosas o personas que éste estudia transfie-
pada por que entendamos que los activistas ren o llevan desde un punto de vista afecti-
políticos, los revolucionarios y los desapare- vo al analista y al conocimiento de un sitio
cidos tienen un inconsciente que no es sim- a otro. Sin embargo, tal y como he sugerido
plemente el repositorio de unos recuerdos antes, nunca está únicamente motivada por
personales traumáticos), lo contrario, es el campo libidinal de los deseos, relaciones y
decir la total evacuación de lo político del compromisos individuales, ni sus resultados
inconsciente, no es ni mucho menos la solu- se limitan a él. AZ se involucra, de acuerdo,
ción. De ahí que Luisa Valenzuela se asegure pero a la par está atascado en un atolladero
de que nos demos cuenta de que el distan- freudiano (en ocasiones lacaniano) de confi-
ciamiento de AZ no da los frutos esperados: dencias, ocultaciones y revelaciones, tratan-
tan obcecado está por unas fantasías y unos do de sonsacar los secretos que él cree que
deseos heterosexuales convencionales en residen y se originan en la cabeza y el cuerpo
los varones que su distanciamiento analítico de ella, y esperando descubrir así el verda-
resulta ridículo. dero enigma de la feminidad en el mundo de
El distanciamiento no da los frutos los sueños y de los deseos, y de los síntomas
esperados. AZ lo sabe, aun cuando insista del inconsciente.
en que actúa en nombre de un ideal de cien- Valenzuela concede mucha importan-
tificidad que rara vez se materializa. Lamen- cia a la transferencia, en tanto es una manera
to no tener [...] nadie capaz de hacerme un de poner de manifiesto la falsedad del distan-
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 51

the cause (V 51). She is afraid of being only . If she was already desaparecido when he
a ghost in the memory of certain gentlemen encountered her, by the end of The Discov-
who find it pleasant to busy themselves with ery she will be gone from his sights entirely
me but can’t bear my presence for long (V and it will be a long time in the story before
50), which may partially be the result of her he gets close to the social world she keeps,
capacity to dream other people’s dreams, as and even then he will understand much less
she does with those of Alfredo Navoni. Her than we might hope for. He who searches is
twin sister “she-she” has disappeared. “She he who misses what he is missing, an error
vanished during the day and no one ever saw that almost always establishes the conditions
her in the Pasaje des Escudellers in the street for a haunting. The ghostly woman will have
of the same name or in the Plaza Real which an impact on him well beyond his hopes for
might have pleased her with palm trees that a stimulating analytic experience and a well-
reminded her of her South America” (V 56). received publication. And it is precisely her
Or is it She who has disappeared? used to ghostliness that launches the search that
fight for the same cause and even found a will, ineluctably, change him. What goes
way to have hope. Not later, no, trapped as unsaid, that which is implied and omit-
they had been, tortured and humiliated.… ted and censured and suggested, acquires
Losing sight of her sister, of the group (V the importance of a scream (Valenzuela
57). Images return to her “as if sketched un- 1986: 10) .
der threat” (V 52) . She is compelled to forget What, then, do we discover in The
a “past too painful to be true” (V 57). But she Discovery? She’s a valid subject for study…
is also the guardian of the monsters that he so I must concentrate on my work and
worshipped (V 59). not… be distracted by prior events beside
He’s trying to hurry the transference the point (V 51). AZ is almost a caricature
along, “we said to ourselves impatiently. The of the rational and neutral scholar as he in-
sick woman can’t be left a prey to her affects” sists on detachment from “prior events be-
(V 10). His scientific spirit is ardent and ever side the point,” events that are happening
so stupid. She laughs and tells him, I remem- in the spooky social world, events that are
ber all this for you, doctor, a prophetic spell happening to him. The analyst of signs is
cast by a specter if ever there was one. He’s having a hard time seeing what is signifi-
trying to get her to remember everything for cant, including that he himself is, despite
him. Of course, this makes him blind to the his stated preferences and his endless chat-
fact that the transference is never a two-par- ter about methods, acting like he is in Ar-
ty affair: what she will remember for him will gentina. Living in a dual and surreal reality
lead him to what he’s missing that can kill where a fragile veneer of normalcy and sta-
him.She’strying to hide what does not inter- bility simultaneously cloaks and reveals
est him. This is her blindness to the fact that the nervous workings of a system of terror
the transference is never a two-party affair: such that one can witness an event with-
she will generate in him, if not an interest, out seemingly ever hearing or seeing it, AZ
then a dangerous curiosity, about the cause is already there and not there where She
into which he will fall looking for her. They is. Living a ghostly existence. But he is not
are disappearing people. A charged scene yet searching for himself, he is only trying
of study, AZ and She go on for quite some to analyze the unconscious of an Argentine
time (half the book) in this dance of secrets woman whom he has met and who alleviates
and disclosures and stumbling desires, eat- the boredom of his job and marriage. It is
ing tamales and talking to themselves. It is a no surprise that he can’t read the political
setup and he does not have much of a chance symbols and signs when he is so focused on
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 52

her individual unconscious and on her per- them by hurrying the transference along.
sonal childhood traumas. No thing of what The notion of transference is a signal
haunts her or of what her haunting exist- contribution of psychoanalysis to our under-
ence means can be broached when the past standing of the impact of the to-be-known
and the present, the public and the private upon the knower. Transference registers the
have been so artificially segregated, when so powerful way in which the forces structur-
much energy must be expended to remain ing and crisscrossing the encounter between
alert to “my work” and not be distracted by an analyst and the things or people she stud-
what seems “beside the point.” Even if we ies affectively transfer or carry analyst and
admit that the human rights reports and the knowledge from one place to another. But as
official documents describe individuals who I suggested earlier, the transference is never
have no psychic lives that significantly influ- solely motivated by nor its results limited to
ence their experience of disappearance (and the libidinal field of individual desires, in-
there is evidence that Luisa Valenzuela is vestments, and attachments. AZ is involved,
concerned that we understand that political all right, but he is also stuck in a Freudian
activists, revolutionaries, and those who are (or sometimes Lacanian) terrain of confi-
disappeared possess an unconscious that is dences, concealments, and exposures, fer-
not simply the repository of traumatic po- reting out the secrets he believes reside and
litical memories), the obverse evacuation of originate in She’s body and head, hoping
the political from the unconscious is certain- to discover the very enigma of femininity,
ly not a solution. And thus Luisa Valenzuela there in the world of dreams and wishes and
makes sure that we see that AZ’s detach- unconscious symptoms.
ment is malfunctioning. He is so transpar- Valenzuela confers considerable po–
ently bound up with the most conventional wer on transference in the general sense to
of heterosexual male fantasies and desires expose the falsity of detachment, to dislocate
that his analytic distance is laughable. the analyst’s secure footing so that when the
The detachment is not working. AZ re- analyst stumbles the view from the fall pro-
ally does know this, even as he insists on op- vides new awareness, and to make the anal
erating under the name of a scientific ideal ytic scene something other than what we
hardly anybody ever practices. I regret not think it is. The transference, which AZ is al-
having someone … capable of checking my ways inviting and trying to manipulate, be-
work. At times I panic and think with hor- comes his undoing, not simply because he
ror that I’m using her as a mirror, putting is invested and involved and interested, as
on.masks in order to see myself better, ex- we inevitably all are, but because he believes
pecting her to send back my real image. I he controls his not-working detachment, as
must know. I want to know.… It’s hard to if simply knowing about transference and
untie this knot (V 51). But his connection to discussing it were all there was to it. I must
She is sexual, perso nal, narcissistic, and ul- have passed on the word fear to her. I be-
timately foolish. (Foolish because, as AZ will lieve it was before she spoke to me of mur-
learn, it is a grave mistake to try to become derers or mentioned their names (V 46). But
the one you are studying as if in a reversal Valenzuela is clear that AZ is being prepared
of detachment you can become immersed in to be dispatched right into the real world
the world of another without consequence.) he has been running away from and that he
AZ is not, then, as obtuse as he might seem. thinks is her “beside the point. “ Alas, the
He is alert to the emotional, subjective, and very real, if also fantastic, world of state ter-
unreasonable relations between analyst and ror, the nervous system that will take hold
analysand; indeed, he hopes to cultivate of AZ, is more powerful than he is. And so,
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 53

ciamiento, de hacer que se tambalee la posi- y procedimientos, por no mencionar su


ción de equilibrio en que se sitúa el analista y prestigio intelectual, ha llevado a muchos
hacerlo caer para que la visión que éste obtie- intelectuales a encontrar en él todo cuanto
ne en la caída arroje luz sobre otras cuestio- necesitan (véase Clément 1987). No parece
nes, así como de convertir el escenario del necesario abundar en las críticas que pue-
análisis en algo distinto de lo que pensamos den hacerse ante el hecho de que la relación
que es. La transferencia, que AZ está siem- psicoanalítica que AZ establece y promueve,
pre intentando manipular, se convierte en la que él cree que puede orquestar, es una
su perdición, no sólo porque él está motiva- manera muy limitada de entender empáti-
do de partida por un compromiso, un interés camente el inconsciente de otra persona o
y una implicación, como nos ocurre inevi- incluso los designios de su consciencia. Las
tablemente a todos, sino porque cree tener relaciones que cultiva el psicoanálisis de AZ,
controlado este distanciamiento que no da situadas en lo más privado, le hacen desoír
frutos, como si simplemente con saber lo que la relevancia pública y social de la mujer
es la transferencia y hablar de ella fuese sufi- espectral que él tanto desea hacer suya. El
ciente: debo de haberle transmitido a ella la psicoanálisis que practica AZ tiene mucho
palabra miedo. Fue antes, creo, de que me menos que decir sobre secretos de lo que
hablara de asesinos o mencionara sus nom- él cree. De hecho, niega el sobrecogedor
bres (V., 247-248). Pero Valenzuela deja cla- secreto público que es la desaparición mis-
ro que AZ está preparándose para caer en ma, en tanto reproduce la lógica que ésta
el mundo real del que ha estado huyendo y lleva implícita en cuanto a lo que se conoce
que él piensa que “no viene al caso”. ¡Ay!, ese y se desconoce. AZ todavía no se da cuen-
mundo real, aunque también atravesado por ta de que ella porta el espectro del Estado,
la fantasía, del terrorismo de Estado, el siste- de que la mano de éste se ha adentrado en
ma nervioso que se apoderará de AZ y que es el cerrado universo del profesor, de que es
más fuerte que él. En este sentido, cualquier más poderoso que él y de que no puede con-
autoridad y poder que pudiera tener el ana- trolarlo con las herramientas psicoanalíticas
lista (el de silenciar a quien se está estudian- de las que dispone.
do, el de abordar el análisis como si fuera un
interrogatorio, el de contar la propia historia Implicaciones psicoanalíticas
en nombre de otro, etc.) no es comparable La crítica irónica que enarbola Valenzuela
al poder que ejerce el Estado o la violencia contra el psicoanálisis, unida a la prominen-
que perpetra. Por eso es tan importante dar- cia que se le concede en una novela sobre las
se cuenta de que la transferencia es siempre desapariciones, sirve para mostrar que la
más que una cosa de dos. Es precisamente separación entre psique y sociedad es clara-
la tercera de las partes implicadas (la mano mente un desatino y ciertamente un absur-
del Estado y ese universo compuesto por las do en Argentina. Pero también deja entrever
líneas de la vida) lo que convierte este descu- que, aun cuando seamos conscientes de la
brimiento en lo que es: que ella esconde sin falacia de la separación, podemos seguir
éxito todo lo que con él tiene que ver; que él siendo impermeables a algunas de sus
lo huele y hace como que está en Argentina, implicaciones más importantes. La Asocia-
pero se aferra desastrosamente a los placeres ción Psicoanalítica Argentina (APA) se fun-
del descubrimiento amoroso del inconscien- dó en 1942, diecinueve años después de que
te de una mujer. se tradujesen al español las obras completas
El inconsciente como mundo del psi- de Freud. Como señala Nancy Caro Hollan-
coanálisis es sin duda muy rico, y la seduc- der en su importante y original estudio
ción ejercida por sus narrativas, enfoques sobre el psicoanálisis en Argentina, “duran-
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 54

te los años ochenta, la comunidad psicoana- (ibid.: 898). Si la clase media pudo haber
lítica argentina era la cuarta más numerosa utilizado el psicoanálisis “como una estra-
del mundo, sólo detrás de los Estados Uni- tegia menos cara que la adquisición de bie-
dos, Francia y Alemania. Se dice que Bue- nes materiales en el impulso frenético para
nos Aires, donde reside un tercio de los 26 hacerse con las características asociadas al
millones de personas del país, es el lugar del ascenso social y al estatus” (ibid.: 897), el
mundo con más psicoanalistas per cápita” psicoanálisis también atrajo a muchos libe-
(1990: 889). Efectivamente, Valenzuela ha rales, activistas de izquierdas y estudiantes,
comentado que “hay una zona muy de moda sobre todo tras la caída del poder de Perón
en Buenos Aires que tiene tantos psicólogos en 1955, el posterior ascenso de la derecha
y psiquiatras que se la conoce como ‘Villa y el golpe militar de 1966. El psicoanálisis
Freud’. Los bares se llaman ‘Freud’ y ‘Sig- “permeaba los intensos debates entre los
mund’. El personaje de cómic más conocido estudiantes de clase media y los intelectua-
en Argentina es una especie de pato llamado les que frecuentaban los cineclubes, las aso-
Clemente que se somete a sesiones de psi- ciaciones de filosofía y los grupos literarios
coanálisis” (Katz 1983: 62). que se multiplicaron durante este periodo”
El psicoanálisis ocupa, desde hace porque ofrecía una serie de respuestas a
mucho, un prestigioso lugar en la cultu- preguntas existenciales, filosóficas y socia-
ra cosmopolita de la capital argentina, una les (ibid: 898). Al ser más económico en su
cultura forjada por la inmigración a gran mantenimiento que una facultad de medici-
escala de pueblos, políticas de clase e ideas na, cuyos proyectos de investigación a gran
llegados desde Europa a principios del siglo escala había dejado de financiar el Estado,
XIX16. Desde la fundación de la Asociación y más seguro que las ciencias sociales, que
Psicoanalítica Argentina en los años cua- estaban sometidas a una gran persecución
renta del pasado siglo y durante toda la política debido a su “progresiva orientación
turbulenta década de los sesenta, el psicoa- política y énfasis en la investigación para la
nálisis tuvo una “extraordinaria influencia” comunidad”, el psicoanálisis se antojó como
en la cultura de la capital. Los psicoanalistas plataforma idónea a ojos de los intelectuales
daban conferencias, impartían cursos para de izquierdas (ibid.).
estudiantes y para el público en general, La historia del psicoanálisis en Argen-
viajaban y presentaban ponencias en con- tina pone de manifiesto el contradictorio
gresos. “Hablaban en la radio, escribían en papel que desempeñaron la clase media, las
los periódicos y publicaban libros y mono- profesiones ligadas a ésta y los intelectuales
grafías, todos dedicados a explicar el psi- en la vida política argentina. Por un lado, el
coanálisis a toda la población” (Hollander psicoanálisis era una fuente de pensamiento
1990: 897). Concretamente la clase media crítico y oposición radical a la explotación,
respondió con gran entusiasmo, extendien- la opresión y la represión política. Los psi-
do la popularidad del psicoanálisis y logran- coanalistas intentaban sintetizar marxismo
do que los psicoanalistas, a mediados de los y psicoanálisis, fraguar vínculos entre los
cincuenta, “estuvieran entre los profesiona- obreros y los sindicatos, y desarrollar una
les más prestigiosos de la ciudad porteña” praxis institucional y clínica popular y nada

16
Véanse las breves explicaciones de Hollander (1990) y las de Rock (1985), más extensas, sobre la his-
toria del papel de la inmigración europea y su declive a finales de la década de los 30 a la hora de crear la
mezcla explosiva de clase, raza y política que ha caracterizado a la cultura argentina.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 55

whatever other authority and power the anal Psychoanalytic Implications


yst may possess-to silence the one studied, Valenzuela’s ironic lambasting of psychoa-
to treat analysis as if it were an interroga- nalysis, and the prominent place it occupies
tion, to tell one’s own story in the name of in her novel about disappearance, is de-
another, and so on-it is not equivalent to the signed to show that the separation of psy-
power the state exercises or the violence it che and society is clearly wrong-headed
administers. This is why understanding that anywhere and certainly ludicrous in Argen-
there are always more than two parties at a tina. But she also suggests that we can be
transference is so crucial. It is precisely the aware of the fallaciousness of the separation
third party-the hand of the state and the uni- while still remaining impervious to some of
verse formed by its lifeline-that is making its deeper implications. The Argentine Psy-
this Discovery what it is: she hiding every- choanalytic Association (APA) was founded
thing to do with it, unsuccessfully; he smell- in 1942, nineteen years after the transla-
ing it and acting like he’s in Argentina, but tion of Freud’s complete works into Span-
sticking to the pleasures of a loving discovery ish. As Nancy Caro Hollander notes in her
of a woman’s unconscious, abysmally. extremely important and original study of
The unconscious world of psychoa- psychoanalysis in Argentina, “By the 1980s,
nalysis is a rich one indeed, and the seduc- Argentina’s psychoanalytic community was
tion of its narratives, drives, and processes, the fourth largest in the world, led only by
not to mention its intellectual prestige, has those of the United States, France, and Ger-
led many scholars to find in it all the world many. It is said that in Buenos Aires, where
they need (see Clement 1987). It seems un- a third of the country’s 26 million people re-
necessary to belabor the point that the psy- side, there are more psychoanalysts per cap-
choanalytic connection AZ establishes and ita than anywhere else in the world” (1990:
promotes, the one he believes he can or- 889). Indeed, as Valenzuela has comment-
chestrate, is a very circumscribed way of ed, “There is a fashionable area of Buenos
empathically understanding another’s con- Aires that has so many psychologists and
scious or unconscious life world. The deeply psychiatrists, it is known as ‘Villa Freud.’
privatized associations AZ’s psychoanaly- The bars there are named ‘Freud’ and ‘Sig-
sis cultivates cause him to miss the public mund.’ The most popular comic strip char-
and social significance of the ghostly wom- acter in Argentina is a ducklike bird named
an he is so intent on making his own. The Clemente who undergoes psychoanalysis”
psychoanalysis AZ practices knows less (Katz 1983: 62).
about secrets than it thinks. Indeed, it de- Psychoanalysis has long held a pres-
nies the overwhelming public secret that is tigious place in the cosmopolitan culture of
disappearance itself as it reproduces its very the Argentine metropolitan capital, a cul-
logic of knowing and not knowing. AZ does ture forged by large-scale immigration of
not yet grasp that She bears the ghost of the European peoples, ideas, and class politics
state, that its hand has entered into his en- beginning in the nineteenth century.16 From
closed universe, that it is more powerful the founding of the Argentine Psychoana-
than he is, and that he cannot control it with lytic Association in the 1940s through the
the analytic tools at his disposal. turbulent years of the 1960s, psychoanal-

16
See Hollander (1990) for a brief and Rock (1985) for an extensive history of the role of European im-
migration and its demise in the late 1930s in creating the explosive mix of class, race, and state politics
that has long characterized Argentine culture.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 56

ysis had an “extraordinary impact” on the gressive political orientation and emphasis
capital’s culture. Psychoanalysts gave pub- on community research,” psychoanalysis
lic lectures, taught courses for students and provided a home of sorts for the left-liberal
the general public, traveled, and presented intelligentsia (ibid.).
papers. They “spoke on the radio, wrote The history of psychoanalysis in Ar-
columns for newspapers, and published gentina highlights the contradictory role
monographs and books, all dedicated to the played by the middle class, the professional
dissemination of psychoanalysis within the middle class, and the intelligentsia in Argen-
population at large” (Hollander 1990: 897). tine political life. On the one hand, psycho-
The middle class, in particular, respond- analysis was a source of critical thought and
ed enthusiastically, making psychoanalysis radical opposition to exploitation, oppres-
remarkably popular and making psycho- sion, and political repression. Psychoana-
analysts by the mid 1950S “among the port lysts attempted to synthesize Marxism and
city’s most prestigious professionals” (ibid.: psychoanalysis, to forge links to worker and
898). While middle-class consumption of union movements, and to develop a popu-
psychoanalysis might have “functioned as a lar and nonelite institutional and clinical
less expensive tactic than acquisition of ma- practice. On the other, more official, hand,
terial goods in the frenetic impulse to ac- psychoanalysis promoted a cautious and
quire the accoutrements of upward mobility conservative professionalism. It focused
and status” (ibid.: 897), psychoanalysis also on developing technique, it insisted on the
appealed to many liberal and left activists principle and practice of analytic and profes-
and students, particularly after Peron’s loss sional neutrality, it cultivated a depoliticized
of power in 1955, the subsequent rise of the understanding of trauma, and it provided
right, and the military coup of 1966. Psycho- a kind of social sedative as it assuaged the
analysis “permeated the intense discussions anxieties of the middle class reclining on its
among middle-class students and intellec- couches. This struggle over the political pa-
tuals who frequented the film clubs, philo- rameters of psychoanalysis marks its origins
sophical societies, and literary groups that and development in Argentina.
multiplied during this period” as it provided The founders of the Argentine Psy-
a source of answers to a range of existential, choanalytic Association-Angel Garma, Celes
philosophical, and social questions (ibid.: Ernesto Carcamo, Arnaldo Rascovsky, Enri–
898). Cheaper than medical school, whose que Pichon Riviere, Marie Langer, many of
large-scale research projects had been de- whom had studied in Europe-sought to es-
funded by the state, and safer than the social tablish psychoanalysis in Argentina as both a
sciences, which had been subject to severe social and a psychoanalytic theoretical prac-
political persecution because of their “pro- tice.17 They believed, as many have before

17
Angel Garma, born in Spain and a friend of Salvador Dali and Federico Garcia Lorca, had trained at the
Berlin Psychoanalytic Institute with Theodor Reik, Otto Fenichel, and Wilhelm Reich. Ernesto Carcamo,
an Argentine doctor, studied psychoanalysis in France. Arnaldo Rascovsky, born in Argentina into a
left-liberal Jewish family, was initially schooled in the classics and Russian literature. Enrique Pichon
Riviere, a French-born Argentine, was involved as a student in support work for the Spanish Republic
and worked with writers and artists to found the Goya Socialist Party (Hollander 1990: 891-93) . Marie
Langer, who played a crucial role in later developments, was from an assimilated liberal bourgeois Jewish
family in Vienna; her “education ... included attendance at the famous Schwerzwald School, where she
had become versed in Marxism and feminism. After finishing medical school, she spent several years at
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 57

elitista. Por otro lado, en su vertiente más 1982; Marcuse 1955, 1969; Mitchell 1974;
oficial, el psicoanálisis promovió una forma Reich 1970, 1972; Rubin 1975; Rustin 1991;
de ejercer la profesión cauta y conservado- Turkle 1992; Žižek 1989). No obstante, como
ra. Se centraba en la técnica del desarro- dice Hollander, en los primeros años la APA
llo, insistía en el principio y la práctica de se centró especialmente en crear “un institu-
la neutralidad profesional y analítica, cul- to eminentemente dedicado a la formación
tivaba una forma de comprender el trau- en el ejercicio profesional”, un éxito que sin
ma totalmente despolitizada y ofrecía una embargo instauró la crisis en la asociación
especie de sedación social en tanto aliviaba (Hollander 1990: 895). Si durante la década
las preocupaciones de la clase media que se de los años cincuenta del siglo XX coexistie-
reclinaba en sus divanes. Esta pugna en tor- ron más o menos el prestigio y el radicalis-
no a la dimensión política del psicoanálisis mo cultural, tras el golpe de 1966, la Huelga
marca sus orígenes y desarrollo en Argen- General de 1969 y los Congresos Psicoana-
tina. líticos Internacionales de 1969 y 1971 (cele-
Los fundadores de la Asociación Psi- brados, respectivamente, en Roma y Viena),
coanalítica Argentina (Ángel Garma, Celes surgió un conflicto político de proporciones
Ernesto Carcomo, Arnaldo Rascovsky, Enri- enormes, en parte definido generacional-
que Pichón Riviere o Marie Langer, muchos mente. Tanto en el congreso de 1969 como
de los cuales habían estudiado en Europa) en el de 1971, el clima político generalizado
intentaron establecer la disciplina en Argen- de disenso entre los estudiantes y los traba-
tina como teoría y práctica tanto psicoanalíti- jadores era, lógicamente, muy evidente. Así
ca como social17. Creían, como muchos otros las cosas, en el congreso de 1971 de Viena
antes y después, que el análisis marxista de Marie Langer presentó
las contradicciones e injurias del capitalismo
podía integrarse en una perspectiva psicoa- una ponencia muy polémica titulada
nalítica de la subjetividad y la represión de “Psicoanálisis y/o revolución social”.
la psique, y que podía articularse una teoría Langer afirmaba la inevitabilidad de la
general de la revolución y la liberación (véase transformación radical de la sociedad
Adorno [1950] 1969, 1967, 1968; Brenkman contemporánea y urgía a sus colegas
1987; Deleuze y Guattari 1983; Fanon 1967; a usar sus conocimientos sobre el
Fromm 1962; Jacoby 1975, 1983; Lichtman psicoanálisis para facilitar, y no para

17
Ángel Garma, nacido en España y amigo de Salvador Dalí y de Federico García Lorca, había estudiado
en el Instituto Psicoanalítico de Berlín con Theodor Reik, Otto Fenichel y Wilhelm Reich. Ernesto Car-
como, médico argentino, estudió psicoanálisis en Francia. Arnaldo Rascovsky, nacido en Argentina en el
seno de una familia judía liberal de izquierdas, estudió primero a los clásicos y literatura rusa. Enrique
Pichón Riviere, de nacionalidad argentina pero nacido en Francia, en su época de estudiante apoyó a la
República española y trabajó con escritores y artistas para fundar el Partido Socialista de la ciudad de
Goya (Hollander 1990: 891-93). Marie Langer desempeñó un papel muy importante en las etapas pos-
teriores. Procedente de una familia judía burguesa liberal de Viena, como parte de su educación “pasó
por la famosa Escuela Schwerzwald, donde se especializó en marxismo y feminismo. Tras sus estudios
en la facultad de medicina, estuvo varios años en el Instituto Psicoanalítico de Viena, donde completó su
formación con Richard Sterba y asistió a las clases de Helene Deutsch y Jeanne Lampl de Groot. Con el
ascenso del austrofascismo, el activismo político antifascista de Langer la llevó a [...] España, donde par-
ticipó en las Brigadas Internacionales como personal médico [...] Obligada al final a salir de Europa, pasó
cinco difíciles años en Uruguay antes de llegar a Buenos Aires, donde una vez más retomó su compromiso
profesional con el psicoanálisis” (Hollander 1990: 893-94).
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 58

dificultar, el proceso de cambio. Así, determinantes sociales en la vida psíquica


advirtió a su audiencia que no siguieran tenía importantes consecuencias en cuanto a
los pasos de los psicoanalistas que habían la trascendencia de nociones psicoanalíticas
dejado Cuba a partir de la revolución o a elementales, especialmente en un contexto
aquellos que se habían marchado de Chile marcado por la represión política y, a partir
tras la elección de Salvador Allende. “Esta de 1976, de las desapariciones y el terroris-
vez”, declaró Langer, “no renunciaremos mo de Estado generalizados. Los disiden-
ni a Marx ni a Freud” (ibid.: 903-4). tes hacían preguntas como las siguientes:
¿Cómo podía fluir en el contexto psicoana-
La ponencia de Langer hizo estallar las crí- lítico la “asociación libre”, ese método cons-
ticas de la APA, y en octubre de 1971 los dos titutivo de la técnica psicoanalítica según
grupos disidentes Plataforma y Documen- el cual se deja hablar libremente al pacien-
to abandonaron formalmente la asociación, te, algo fundamental para la aparición del
creándose un cisma en la organización y en inconsciente y para el ritual de la cura,
la comunidad psicoanalítica argentina.18 cuando la asociación libre no es posible en
El conflicto, surgido hace más de la sociedad? ¿Cómo podía descubrir un ana-
veinte años y que cobró nuevas fuerzas con lista cuándo empieza la resistencia psíquica
el aumento de las protestas públicas con- y cuándo se busca, necesaria y consciente-
tra el gobierno militar, giraba en torno al mente, la ocultación de realidades doloro-
vínculo entre la represión social y la indi- sas, incriminatorias o innombrables? Y ¿de
vidual y la negativa de la APA a asumir un qué manera podía éste entender el incons-
compromiso con cuestiones sociales y polí- ciente individual de un paciente cuando el
ticas. El polémico debate se articuló en tor- Estado mismo es un importante agente de
no dos temas generales: en primer lugar, si represión, o la compleja sensación de mie-
los síntomas y procesos individuales psí- do y pérdida que corroe a quienes viven en
quicos y psicológicos tienen determinan- un país donde campa el terrorismo de Esta-
tes sociales o son inmunes a la vida social do? ¿Cómo podía el psicoanalista creer en
y a la violencia social; en segundo lugar, si una transferencia diádica que elimina todo
los psicoanalistas deberían diagnosticar y el “contenido social y político de los pen-
tratar la relación entre realidad social y el samientos y sentimientos de los pacientes”
inconsciente individual o, por el contrario, (ibid.: 906) y mucho menos materializar-
centrarse exclusivamente en los síntomas la? ¿No serían esos analistas “culpables de
del individuo derivados inconscientemente represiones conscientes o inconscientes o de
de la experiencia familiar. Los psicoanalis- una incapacidad para vérselas con sus pro-
tas más radicales defendían la fundamental pias reacciones de contratransferencia ante
imbricación de la vida pública y la privada, un material amenazante que influía en sus
y rechazaban entender el trauma como algo vidas igual que en la de sus pacientes” (id.)?
individualizado o de carácter infantil, mien- Los aspectos más polémicos deri-
tras que la APA defendía su separación. vados de estas preguntas giraban en torno
Establecer el papel desempeñado por los a la cuestión de la neutralidad analítica y

18
La completa historia en clave revisionista que ha recopilado Hollander a partir de entrevistas y docu-
mentos diversos es importantísima por cuanto “la versión del cisma que se ofrecía oficialmente desde la
APA, publicada once años después por quienes se quedaron, describía a los activistas como individuos
que cayeron presa de la confusión por considerar que determinadas cuestiones políticas e ideológicas
eran centrales en la teoría y la práctica psicoanalíticas” (Hollander 1990: 905).
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 59

and since them, that Marxism’s analysis of of radical transformation of contemporary


the contradictions and injuries of capitalism society and urged her colleagues to
could be integrated with a psychoanalytic use their psychoanalytic knowledge to
understanding of subjectivity and psychic facilitate rather than to oppose the process
repression and that a full theory of revolu- of change. She admonished her audience
tion and liberation could be established (see not to follow in the footsteps of the
Adorno [1950] 1969, 1967,1968; Brenkman analysts who had left Cuba following the
1987; Deleuze and Guattari 1983; Fanon revolution or those who were departing
1967; Fromm 1962; Jacoby 1975, 1983; Li- from Chile on the heels of the election
chtman 1982; Marcuse 1955, 19 69; Mitchell of Salvador Allende. “This time,” she
1974; Reich 1970, 1972; Rubin 1975; Rustin declared, “we will renounce neither Marx
1991; Turkle 1992; Žižek 1989). Yet, as Hol- nor Freud.” (ibid.: 903-4)
lander points out, the early years of the de-
velopment of the APA were heavily focused Langer’s paper brought the critique of the
on building a “highly professional training APA to a head and in October 1971 the two
institute and society,” an energetic success dissident groups Plataforrna and Documen-
that nonetheless spelled crisis for the APA to formally left the APA, splitting the organ-
(Hollander 1990: 895). If during the 1950S ization and the Argentine psychoanalytic
prestige and cultural radicalism more or less community.18
coexisted, after the coup of 1966, the Gener- The conflict, now more than twenty
al Strike of 1969, and the 1969 (Rome) and years old and renewed in the context of in-
1971 (Vienna) International Psychoanalytic creasing public protest to military rule, re-
Congresses, a political conflict of major pro- volved around the link between social and
portions, partially generationally defined, individual repression and the APA’s refusal
erupted. At both the 1969 and the 1971 in- to engage social and political questions as a
ternational meetings, the general political fundamental mandate. Two general issues
climate of student and worker dissent was, framed the contentious and fractious de-
not surprisingly, palpably evident. At the bate. First, do individual psychic or psycho-
1971 congress in Vienna, however, Marie logical symptoms and processes have social
Langer delivered determinants, or do they remain fundamen-
tally immune to sociallife and social vio-
a highly controversial paper entitled lence? Should psychoanalysis diagnose and
“psychoanalysis and/or Social Revo- treat the relationship between social reality
lution.” Langer asserted the inevitability and the individual unconscious, or should

the Vienna Psychoanalytic Institute, where she completed a training analysis with Richard Sterba and
attended classes taught by Helene Deutsch and jeanne Lampl de Groot. With the rise of Austro-fascism,
Langer’s antifascist political activism led her to… Spain, where she participated in an international medi-
cal brigade... . Forced ultimately to flee Europe, she spent five difficult years in Uruguay before coming to
Buenos Aires, where she once again took up her professional commitment to psychoanalysis” (Hollander
1990: 893-94).
18
The thorough and revisionist history Hollander has fashioned from interviews and various documents
is all the more important since “the interpretation of the break offered in the official history of APA,
published eleven years later by those who remained, depicted the activists as individuals who had fallen
into confusion by considering political and ideological questions to be central to psychoanalytic theory
and practice” (Hollander 1990: 905) .
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 60

psychoanalysis focus exclusively on the in- necessity of neutrality. The entire integrity
dividual’s unconsciously derived symptoms of the profession, they believed, was threat-
of familial experience? The radical psycho- ened by subordinating value-neutral stand-
analysts argued for the fundamental imbri- ards of analysis and professional conduct
cation of public and private life, rejecting a to social and political criteria and aims. By
view of trauma as individualized or infan- contrast, the opposition argued that neu-
tile, while the APA upheld the separation. trality was an “impossible professional ide-
Determining the role of social determinants al” (ibid.) that incorrectly presumed that
in psychic life had serious consequences for science is free of ideology and that the psy-
the meaning of basic psychoanalytic con- choanalyst is somehow different from the
cepts, particularly in the context of politi- other members of society who are bound to
cal repression and, after 1976, widespread class, culture, and gendered embodiments.
disappearance and state terror. The dissi- For the dissidents, this implausible non-
dents asked questions like these: How could partisanship actually constituted a form of
“free association,” the technique of unstruc- denial that was, whether intended or not,
tured talk crucial to both the appearance of a highly mystified politicized choice under
the unconscious and the ritual of cure, oc- the circumstances. Accusations of complic-
cur in the analytic setting when free associa- ity and collaboration flew hard and fast. In-
tion was not possible in society? How could deed, some went further and suggested that
an analyst tell when psychic resistance be- “only [political] repression could account
gins and when the concealment of painful for a lack of affect on the part of either pa-
or incriminating or unspeakable realities is tient or analyst regarding the experience
being necessarily and consciously pursued? of living in the midst of state terror” (ibid.:
How could an analyst understand a patient’s 906-7, emphasis added). In the place of des-
singular unconscious when the state itself is ocialized psychoanalytic concepts and in the
a major agent of repression? How could an place of a fraudulent professional impartial-
analyst understand the complicated sense ity, the radical psychoanalysts “demanded a
of fear and loss that crawls under the skin psychoanalysis bound to an ethic of engage-
of people living in a state of stateproduced ment in the struggle against a repressive so-
terror? How could an analyst believe in, ciety,” a psychoanalysis whose methodology
much less manage, a dyadic transference would not be put in the service of “adapting
that eliminates all the “social and political to the status quo,” but rather would “con-
content of patients’ thoughts and feelings” tribute to the alteration of existing psycho-
(ibid.: 906)? Wouldn’t those analysts be logical and social realities” (ibid.: 905,903).
“guilty of conscious or unconscious repres- These were not, strictly speaking, the-
sion or an inability to deal with their own oretical issues. The radical psychoanalysts
countertransference reactions to threaten- took their critique to the heart of the APA’s
ing material which touched their lives as organizational structure, accusing it of elit-
well as those of their patients” (ibid.)? ism in training and client services. The rad-
These questions formed their most ical psychoanalysts sought to “democratize
charged articulations around the question psychoanalytic training,” and they formed
of analytic and political neutrality, around the Organization of Mental Health Work-
whose lives were touched. However the ma- ers, “which for the first time eliminated the
jority or even a minority of psychoanalysts long-standing differences between medi-
actually responded to the challenging ques- cal and nonmedical members of the mental
tions posed to them, the official response of health community by offering psychoana-
the APA was to insist on the viability and lytic training and supervision to psycholo-
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 61

política, y a la de a qué vidas afectaba. Sin radicales, en un intento de “democratizar


embargo, con independencia de la reac- la formación de los psicoanalistas”, crearon
ción individual mayoritaria o minoritaria a la Coordinadora de Trabajadores de Salud
estas desafiantes preguntas, la respuesta ofi- Mental, que “eliminó por primera vez las
cial de la APA era insistir en la viabilidad y diferencias entre el personal médico y de
necesidad de la neutralidad a partir del con- otro tipo involucrado en el sector de la salud
vencimiento de que la integridad de toda la mental, ofreciendo formación psicoanalíti-
profesión se vería amenazada si se subor- ca a psicólogos y trabajadores sociales que
dinaba la neutralidad en el análisis y en la no habían podido entrar en la APA, hasta
conducta profesional a cuestiones y criterios entonces controlada por los médicos” (ibid.:
políticos y sociales. Por el contrario, desde 907). Hubo una serie de psicoanalistas que
la oposición se argumentaba que la neutra- abandonaron completamente el psicoanáli-
lidad era un “ideal profesional imposible” sis para convertirse en activistas, y otros que
(id.) que, incorrectamente, presuponía que en cambio no se atrevieron a cruzar las divi-
la ciencia está libre de toda ideología y que el siones de clase celosamente vigiladas para
psicoanalista es de algún modo diferente al ofrecer sus servicios a los sindicatos y a las
resto de miembros de la sociedad, a quienes clases trabajadoras.
sí se les asume influidos por cuestiones de El golpe de 1976 cambió, significa-
clase, cultura o género. Para los disidentes, tiva y drásticamente, las condiciones bajo
esta imparcialidad inviable era en realidad las que operaba el psicoanálisis como ins-
una forma de negación que, intencionada- titución y las de todos los psicoanalistas en
mente o no, se convertía en una opción muy general. Las actividades de los psicoana-
marcada desde el punto de vista político, si listas con una dimensión política los con-
bien muy mistificada, dadas las circunstan- virtieron en objetivos claros (no en vano,
cias. Aparecieron enseguida acusaciones de a juicio de las Fuerzas Armadas, Marx y
complicidad y colaboración. Algunos fueron Freud eran los mayores enemigos de la civi-
más lejos, hasta el punto de sugerir que “sólo lización cristiana occidental), y el hecho de
la represión [política] podría explicar la fal- ser considerados una devastadora amena-
ta de reacción por parte del paciente o del za para el orden militar y para la seguridad
analista ante la experiencia de vivir el terro- nacional los obligó a exiliarse o los expu-
rismo de Estado” (ibid.: 906-7; la cursiva es so a la detención, la tortura, la desapari-
mía). Frente a una fundamentación psicoa- ción y la aniquilación. La dictadura militar
nalítica ajena a lo social y a una fraudulenta imposibilito e ilegalizó el disenso, así como
imparcialidad profesional, los psicoanalis- la publicación de material que contuviese
tas más radicales “exigían un psicoanálisis alusiones a las Fuerzas Armadas, las des-
ligado a un compromiso ético en la lucha apariciones o cualquier otra cosa que los
contra una sociedad represiva”, un psicoa- censores entendiesen en clave crítica. Por
nálisis cuya metodología no se “doblegara al eso los psicoanalistas radicales asumieron
status quo” sino que “contribuyera a alterar entonces el desafío que suponía tratar a
las realidades sociales y psicoanalíticas exis- personas aquejadas por traumas políticos.
tentes” (ibid.: 905, 903). Empezaron así a enfrentarse a la dificultad
En el fondo, no se trataba de meras de analizar la desaparición y el terror en el
cuestiones teóricas. Los psicoanalistas radi- libre fluir de la conversación cuando sacar
cales llevaron sus críticas hasta la estructura el tema de las desapariciones era totalmen-
misma de la APA, y denunciaron el elitis- te ilegal; a la de enfrentarse a la estratifi-
mo de sus programas de formación y de cación del miedo, del terror y a hablar de
los servicios ofrecidos. Los psicoanalistas ellos; a la de no saber si en algún momen-
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 62

to el psicoanálisis iba ser interrumpido por que justificar que la Asociación Psicoanalíti-
la policía, los soldados o los paramilitares, ca Internacional (API) evitara hablar expre-
que podían sacar a uno de los dos a rastras, samente de Argentina, cuando, en 1981,
dejando al otro con la duda de quién les hizo una declaración en contra “‘de la vio-
había pasado la información; a la de abor- lación de los derechos humanos que ha ocu-
dar y zanjar el proceso de duelo de aquellas rrido en determinadas zonas geográficas’”
personas cuyos seres queridos habían des- (Derrida 1991: 208). En 1981, en un encuen-
aparecido19. Pero ¿qué pasó con los otros tro en el que se reunieron en París psicoana-
psicoanalistas, con los que sin duda hubie- listas franceses y latinoamericanos, Jacques
ran condenado la violación de los derechos Derrida dio el discurso inaugural. La decla-
humanos y la inferencia de la policía y del ración de la API y la violencia concreta que,
Estado en la confidencialidad de la relación en Argentina, oculta la abstracción “deter-
médico-paciente? Mientras se perseguía minadas zonas geográficas” dieron pie al
a sus colegas y el Estado perfeccionaba su filósofo para hacer un comentario sobre lo
uso de técnicas terapéuticas psico-simbóli- que él denomina el “geopsicoanálisis”:
cas para practicar un terror más preciso y
calculado, ellos se agarraron a la necesidad Lo que a partir de ahora llamaré la
de mantener la neutralidad de la institución América Latina del psicoanálisis es la
y su interés científico, convencidos, a partir única parte del mundo donde coexisten,
de una necesidad diferente a la anterior, de con confrontaciones o no, por un lado
que de eso dependía la supervivencia de su una potente institución psicoanalítica
propia institución. y, por otra, una sociedad (sociedad civil
La cuestión de la supervivencia no o Estado) que practica la tortura a gran
debe ser abordada con ligereza, y lanzar pie- escala, en unas dimensiones que traspasan
dras desde la distancia no hará que enten- con mucho lo que se ha hecho hasta
damos mejor la complicidad callada o la ahora [...] Los tipos de tortura a los que
aparente falta de motivación de quienes cie- me refiero se apropian en ocasiones de
rran los ojos, siguen con su rutina diaria y técnicas psico-simbólicas, involucrando
encuentran todos los medios posibles para así en estos abusos al ciudadano-
no saber, para protegerse de lo que está psicoanalista como un participante activo
ocurriendo a su alrededor. Al fin y al cabo, tanto de un lado como del otro, o tal vez
había una institución muy poderosa decidi- en ambos lados a la vez. Sea como fuere,
da a apoyar una violenta y prolongada cam- el psicoanálisis está, por tanto, atravesado
paña cuyo fin era crear “una sociedad de por este tipo de violencia, lo que, directa
sonámbulos” (Galeano 2006: 362), sordos o indirectamente, deja su marca en todas
y mudos. Al final de este ensayo volveré a sus relaciones intra-institucionales, en
analizar el importante problema de la quies- todas sus prácticas clínicas y en todas
cencia de la clase media ante las crisis de la sus relaciones con la sociedad civil o con
nación. Pero no había excusa posible con la el Estado. Por tanto, éste es un ámbito

19
El tratamiento de los efectos psicológicos de la tortura y las desapariciones continúa todavía hoy en Ar-
gentina. Este esfuerzo lo llevan a cabo las doctoras Diana Kordon y Lucila Edelman junto con sus colegas,
desde que formaron el Equipo inicial de asistencia psicológica de las Madres de Plaza de Mayo (véase
Kordon et al. 1988). Para otros casos comparables, véase el trabajo de Felman y Laub (1992) con supervi-
vientes del Holocausto y el de Fanon (1967: 249-310) sobre los “trastornos mentales” como secuela de la
guerra de independencia de Argelia. La obra de Fanon es especialmente interesante porque, a diferencia
de lo que ocurrió en Argentina, él trató a víctimas y verdugos.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 63

gists and social workers who had not been process of those whose loved ones had dis-
able to enter the medically controlled APA” appeared.19 And what of the other analysts,
(ibid.: 907). A number of psychoanalysts the ones who surely would have condemned
abandoned psychoanalysis altogether to be- the violation of human rights and the po-
come labor activists, and those who did not lice or state interference with patient con-
attempted to cross heavily guarded class fidentiality? As their colleagues were being
lines to offer their services to the unions and persecuted and as the state refined its use
working-class people. of psycho-symbolic-therapeutic techniques
The coup of 1976 significantly and se- for an ever more calculated and precise ter-
verely altered the conditions under which ror, they clung to the necessity of the formal
the institution of psychoanalysis and all psy- neutrality of the institution and their scien-
choanalysts operated. The activities of the tific interest, believing with a different kind
political psychoanalysts made them open of valence and urgency than before that the
targets (Marx and Freud were the great- survival of their own institution depended
est enemies of Western Christian civiliza- upon it.
tion, thought the armed forces), and as they The question of survival is not to be
came to be viewed as a ruinous threat to mil- treated lightly, and casting stones from a
itary order and national security, they were distance does not advance our understand-
forced into exile, arrested, tortured, disap- ing of the quiet, unmotivated complicity of
peared, and killed. Military rule made overt those who shut their eyes, go about their
dissent and organizing, as well as publica- daily routines, and find every means avail-
tion of any material mentioning the armed able to not know, to shelter themselves from
forces or disappearance or anything at all what is happening all around them. After
deemed critical by the censors, illegal and all, a very powerful institution was engaged
impossible. Thus the radical analysts shift- in a sustained and violent campaign to cre-
ed their attention to the challenges of treat- ate a society of deaf and mute “sleepwalk-
ing people who were suffering from political ers” (Galeano 1978: 307). I will come back
trauma. They began to deal with the diffi- at the end of this chapter to discuss the cru-
culty of analyzing disappearance and terror cial problem of middle-class quiescence in
through talk when talk of disappearance was the face of national crises. But there was no
legally prohibited; the difficulty of confront- excuse for the refusal of the International
ing the layers of fear, of the terror itself and Psychoanalytic Association (IPA) to name
of speaking of it; the difficulty of not know- Argentina when, in 1981, it issued a state-
ing whether at any moment the analysis ment opposing “’the violation of human
might be abruptly interrupted by police or rights which has occurred in certain geo-
soldiers or paramilitary personnel dragging graphical areas’” (Derrida 1991: 208). At a
someone away, leaving the one remaining 1981 meeting of French and Latin Ameri-
in doubt about who informed; the difficulty can psychoanalysts held in Paris, Jacques
of dealing with and resolving the mourning Derrida delivered the opening address. The

19
Treating the psychological effects of torture and disappearance continues to this day in Argentina.
This effort is led by Dr. Diana Kordon, Dr. Lucila Edelman, and their colleagues in the Psychological
Assistance to Mothers of Plaza de Mayo Group (see Kordon et al. 1988). For comparative cases, see Fel-
man and Laub (1992) on their work with Holocaust survivors and Fanon (1967: 249-310) on the “mental
disorders” resulting from the colonial war in Algeria. Fanon’s work is particularly interesting because,
unlike the Argentines, he treated victims and perpetrators.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 64

IPA’s statement and the specific violence in It is one reason she shares with the radical
Argentina hidden by the abstraction “cer- psychoanalysts a vehement critique of insti-
tain geographical areas” provide the occa- tutionally sanctioned detachment and of the
sion for Derrida’s discussion of what he calls disassociation of scholar and citizen it im-
“geopsychoanalysis”: plies. It is also one reason why most of her
writing, even more than the work in ques-
What I shall from now on call the tion here, evokes and describes the pres-
Latin America of psychoanalysis is ence of what Derrida has called “the agency
the only area in the world where there of psychoanalysis,” describes its presence in
is a coexistence, whether actively ad- detention, in the relationship between tor-
versarial or not, between a strong turer and victim, in the experience of exile,
psychoanalytic institution on the one hand in the everyday rituals of Argentines trying
and a society on the other (civilsociety or to go about their business amid widespread
State) that engages in torture on a scale state terror. But my examples of the agen-
and of a kind far surpassing the crude cy of psychoanalysis are not primarily de-
traditional forms familiar everywhere…. signed to call for a “properly psychoanalytic
The kinds of torture to which I refer reflection upon human rights, upon what the
sometimes appropriate… psycho- meaning of ‘right’ might be in a world where
symbolic techniques, thereby involving psychoanalysis is a contemporary reality”
the citizenpsychoanalyst, as such, as (ibid.: 216), although Valenzuela herself
an active participant either on one side might welcome such an innovation. Neither,
or the other, or perhaps even on both however, are the examples designed to sim-
sides at once, of these abuses. In any ply replace psychoanalysis with a rational
case, the medium of psychoanalysis is in sociology. The discovery of determ inant so-
consequence traversed by the violence cial forces and politics by psychoanalysis is
in question, and this, whether directly or not the enlightenment AZ achieves.
indirectly, inevitably leaves its mark on Valenzuela exposes the absurdity of
all its intra-institutional relationships, all a scientific practice (whether it is psychoa-
its clinical practice, and all its dealings nalysis, semiology, or anthropology) with-
with civil society or with the State. This out social and political reference. And she
is an area, then, where no relationship is simply brilliant at conveying that absurd-
of the psychoanalytic sphere to itself ity; those who have read her book can attest
can be conceived of that does not bear to her very pointed black humor. The folly
traces of internal and external violence of the scientific pretension, however, is not
of this kind. In short, the psychoanalytic only methodologically derived. It is a func-
medium no longer enjoys any simple tion of the very nature of a society that has
interiority. We are obliged to acknowledge long been engaged in a deadly struggle to
that this pattern-a dense psychoanalytic define itself and whose official means have
colonization and a strong psychoanalytic more often than not involved fantastic forms
culture coupled with the highest possible of state-sponsored terror that have had an
intensity of modern military and police inevitable impact on the very fabric of the
violence-is at once without equivalent and society itself. Argentina is a country where
exemplary in character. (1991: 228-29) the dead are just nameless bodies, entirely
disposable in an effort to cleanse and dis-
The implication and involvement of psy- infect the body politic, and also a country
choanalysis with state terror is exemplary where the dead are venerated to the point
in Argentina. Luisa Valenzuela knows this. of obsession. Argentina is a country where
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 65

en el que no se puede concebir ninguna Valenzuela expone lo absurdo de una


relación de la esfera del psicoanálisis práctica científica (ya sea el psicoanálisis, la
consigo misma que no contenga huellas de semiología o la antropología) que no tenga
violencia interna y externa de este tipo. En una referencia social y política. Y es sim-
resumen, el psicoanálisis ya no se limita plemente brillante cuando demuestra ese
a un sencillo mundo interior. Estamos absurdo: quienes han leído su libro dan fe
obligados a reconocer que este modelo de su mordaz humor negro. Sin embargo,
(una fuerte colonización psicoanalítica y la locura de la pretensión científica no sólo
una fuerte cultura psicoanalítica unida a deriva de la metodología empleada; es una
la mayor intensidad de violencia policial función fruto de la naturaleza misma de una
y militar contemporánea) no tiene sociedad que desde hace mucho libra una
parangón y, al mismo tiempo, es de una lucha mortal por definirse a sí misma y en la
naturaleza ejemplar (1991: 228-9). cual los medios oficiales en numerosas oca-
siones se han puesto al servicio de formas
La implicación del psicoanálisis con el terro- increíbles de terror patrocinado por el Esta-
rismo de Estado es ejemplar en Argentina. do que han dejado una huella imborrable en
Luisa Valenzuela lo sabe. Es una razón por el propio tejido social. Argentina es un país
la que comparte con los psicoanalistas radi- en el que los muertos no son más que cadá-
cales una vehemente crítica a la imparcia- veres anónimos totalmente prescindibles en
lidad, impulsada institucionalmente, y a la un intento por limpiar y desinfectar el Esta-
disociación entre los intelectuales y la ciu- do, pero también es un país donde se vene-
dadanía que ello implica. Es también una ra a los muertos hasta extremos obsesivos.
razón por la que la mayor parte de su obra, Argentina es un país en que se arrojan los
tal vez más que la que en concreto analizo en cuerpos al río o al mar, pero también donde
estas páginas, evoca y describe la presencia los ricos y poderosos son enterrados en su
de lo que Derrida ha llamado “la agencia del propia y opulenta ciudad, el cementerio de la
psicoanálisis”: describe cómo está presente Recoleta, “una de las atracciones [turísticas]
en la detención, en la relación entre vícti- más famosas de Argentina” (Barnes 1978:
ma y torturador, en la experiencia del exilio, 2). Argentina es un país en el que la gente
en los rituales cotidianos de los argentinos desaparece en apariencia por haber caído
que intentan seguir a lo suyo en una situa- en manos de los “enemigos”, pero también
ción permeada por el terrorismo de Estado. donde un pueblo entero se manifestó con
Sin embargo, los ejemplos que ofrezco para enorme vehemencia por el robo y desapari-
ilustrar esa “agencia del psicoanálisis” no ción del cadáver de Eva Perón, y donde uno
tienen por principal objetivo propiciar “una de sus anteriores presidentes fue asesinado
reflexión psicoanalítica sobre los derechos en un intento de obligarle a desvelar dónde
humanos, sobre lo que puede significar lo estaba ese cuerpo (ibid.: 176). Argentina es
‘legítimo’ en un mundo en el que el psicoaná- un país donde “hoy en día es un alivio ver a la
lisis es una realidad contemporánea” (ibid.: gente llegar, confirmando así que aún están
216), aunque puede que la propia Valenzue- vivos. [Y] [...] también un alivio, desafortu-
la estuviese de acuerdo con ese nuevo giro. nado, pero un alivio, enterarse de que están
Los ejemplos tampoco están pensados para muertos [...] [porque] la otra posibilidad
simplemente reemplazar el psicoanálisis por es la verdaderamente intolerable” (Valen-
una sociología racionalista. La existencia de zuela 1983: 127). Tanto una sociedad con
una política y de unas fuerzas sociales deter- esas características como las acciones, sen-
minantes no es lo que AZ termina descu- timientos y creencias de su pueblo pueden
briendo gracias al psicoanálisis. ser explicadas, diagnosticadas y analizadas:
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 66

efectivamente, “[u]na profunda racionali- mación y las creencias e incapaz también de


dad se esconde por debajo de las aparien- conciliar vocabularios incomparables, siem-
cias” (Galeano 2006: 360). Pero algo crucial pre parece desilusionar. Los más-psicoana-
respecto de su modus operandi (la arbitra- líticos-que-marxistas nunca llegan a aceptar
riedad, el manto paralizante del miedo, las que el sujeto es un efecto superestructural
fascinaciones macabras, la total ausencia o que el mundo psíquico podría llegar a ser
de explicaciones, en resumen, la naturale- anulado por el mundo social. En el fondo de
za inquietante de todo ello) no logra asirse su corazón siguen manteniendo una deuda
cuando se presume que el racionalismo en con Freud y sus textos, y siguen compro-
lo referente al comportamiento humano y al metidos con la rica experiencia estética de
sistema social es el criterio que rige su dispo- la ambivalencia y la complejidad. Los más-
sición y espíritu. Tampoco logra asirse, por marxistas-que-psicoanalíticos nunca llegan
tanto, lo que es crucial para combatirlo. a aceptar la autonomía del mundo psíquico
Luisa Valenzuela abre una puer- y no se fían de una política que se basa en
ta necesaria (no la única ni suficiente en sí la explicación psicológica. En el fondo de su
misma, pero necesaria en cualquier caso) al corazón siguen vinculados a Marx y sus tex-
mostrarnos que AZ no halla lo que se echa tos, y comprometidos con la exigente tarea
en falta. Lo que falta podría haberse relle- de rastrear el flujo del capital y las luchas
nado con el tipo de marxismo psicoanalítico de los grupos sociales oprimidos. Corazón y
que el psicoanálisis radical tan valientemen- fuerza, individuo y clase, repetición y revo-
te defendió y que representa una larga y lución, impulsos y redes: el matrimonio que
honorable tradición de análisis crítico y nunca llega a funcionar.
lucha política. No cabe duda de que Valen- Las desapariciones son un ejemplo en
zuela comparte con los psicoanalistas radi- el que los límites de lo racional y lo irracio-
cales su pasión por la justicia social. Pero el nal, los hechos y la ficción, la subjetividad y la
marxismo psicoanalítico o el psicoanálisis objetividad, el individuo y el sistema, la fuer-
marxista que ella propugna requeriría un za y el efecto, lo consciente y lo inconsciente,
marxismo y un psicoanálisis social capaces el conocimiento y el desconocimiento, son
de abordar el influjo de la presencia de lo constitutivamente inestables. Nada caracte-
inquietante como una fuerza objetiva. Más riza a una sociedad terrorista donde el Esta-
allá de “comparar procedimientos” y “plan- do, en nombre de un capitalismo patriarcal,
tear analogías entre situaciones” (Jameson nacionalista y cristiano, hace desaparecer a
1995: 84), por muy productivo que esto sea, las personas más que el rasgo de estar ator-
exigiría una nueva forma, en la línea de esa mentada por las inquietantes presencias que
interdisciplinariedad que no se rige por pro- deja tras de sí. El hechizo de estas presen-
cedimientos aditivos por la que abogaba cias, sin embargo, son precisamente lo que
Roland Barthes. Sin embargo, hasta ahora impiden la neutralidad racional, imposibi-
los esfuerzos por crear un marxismo psi- litan el control deliberado, impiden la diso-
coanalítico o un psicoanálisis marxista han ciación de la lucha de clases y de nuestros
intentado ensamblar dos diferentes moda- sentimientos, motivaciones, puntos débi-
lidades de análisis y curación, dos mundos les, locuras y deseos. Una sociedad donde
diferentes, pero sin abrir la puerta a que está presente lo inquietante está poblada
esta unión los transformara y dejando la por espectros, y éstos siempre traen consigo
respuesta a la cuestión crucial de la media- un mensaje, aunque no en forma de tratado
ción en manos de la solución más mecánica. académico ni de caso clínico, ni de invectiva
La fusión, incapaz de desvincularse de prio- polémica o informe abrumador: que la dis-
ridades ya existentes en el terreno de la for- tancia entre lo personal y lo social, lo públi-
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 67

bodies are dumped without burial into the choanalytic Marxism or the Marxist psycho-
river or sea and also a country where the analysis she envisions would require a social
rich and powerful are buried in their own psychoanalysis and a Marxism capable of
opulent city,the Recoleta cemetery, “one treating haunting as an objective force. Be-
of the most popular [tourist] attractions in yond “comparing procedures” and “posit-
Argentina” (Barnes 1978: 2). Argentina is a ing analogies of situation” (Jameson 1995:
country where people are disappeared for 84), however fruitful, it would require a
seemingly having fallen into “enemy” hands new form, along the lines of the nonadditive
and where a whole people was impassioned interdisciplinarity Roland Barthes called for.
over the theft and disappearance of Eva Per- The efforts to create a psychoanalytic Marx-
on’s dead body and where a former Argen- ism or a Marxist psychoanalysis have thus
tine president was murdered in an attempt far, however, attempted to patch together
to make him tell where this body had been two distinct modes of analysis and healing,
hidden (ibid.: 176). Argentina is a country two distinct worlds, all the while allowing
where “it’s a relief to see people arrive these neither to be essentially altered by the union
days, confirming the fact that they’re still and leaving the crucial question of media-
alive. [And]… also a relief, unfortunate, but tion to be answered by the most mechanical
a relief, to find out they’re dead… [because] of solutions. The merger, bound to previous-
the other possibility is the most intolerable ly existing priorities of training and belief
one“ (Valenzuela 1983: 127). Such a society and to often incommensurate vocabularies,
and the actions, feelings, and beliefs of its always seems to produce disappointment.
people can be explained, diagnosed, and an- The more-psychoanalytic-than-Marxist ne-
alyzed; indeed, a “deep rationality lurks be- ver quite accept that the subject is a super-
hind appearances” (Galeano 1978: 306). But structural effect or that the psychic world
something crucial to its very modus operan- could really be trumped by the social world.
di-the arbitrariness, the paralyzing blanket Their hearts are really with Freud and his
of fear, the macabre fascinations, the abun- texts and the richly aesthetic experience of
dant absence of explanation, in short, the ambivalence and complication. The more-
fundamental haunting quality of it-is lost Marxist-than-psychoanalytic never quite ac-
when a rationalism of human behavior and cept the autonomy of the psychic world and
social system is presumed to be the defini- distrust a politics that relies on psychologi-
tive measure of its disposition and spir- cal explanation. Their hearts are really with
it. And so too something crucial to what is Marx and his texts and the demanding task
needed to motivate the fight against it and of tracing the flow of capital and the strug-
succeed is missing. gles of oppressed social groups. Heart and
Luisa Valenzuela opens a necessary force, individual and class, repetition and
door-not the only one and not a self-suffi- revolution, drives and networks-the mar-
cient one, but necessary nonetheless-when riage never quite succeeds.
she shows us that AZ is missing what he is Disappearance is an exemplary ins–
missing. What is missing could have been tance in which the boundaries of rational
filled in with the kind of psychoanalyt- and irrational, fact and fiction, subjectivi-
ic Marxism the radical psychoanalysts val- ty and objectivity, person and system, force
iantly advocated; it represents a long and and effect, conscious and unconscious,
honored tradition of critical analysis and knowing and not knowing are constitutively
political struggle. There is no doubt Valen- unstable. Nothing characterizes a terroris-
zuela shares with the radical psychoanalysts tic society where the state, in the name of
their passion for social justice. But the psy- a patriarchal, nationalistic, Christian capi-
A ella soy capaz de reconocerla en cualquier parte aunque se trate de una imagen muy
borrosa y más bien indiferente
I could recognize her anywhere even though it’s a blurred, rather nondescript photo
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 69

co y lo privado, lo objetivo y lo subjetivo es la historia del contacto es a su vez una espe-


engañosa. Es decir, llevan siempre a algún cie de proceso de colonización inverso (y
otro sitio, hacen ver cosas de las que no se en esta historia, como veremos, AZ tendrá,
ha percatado uno antes, dejan huella en los literalmente, que desandar la ruta que hicie-
individuos; así, inevitablemente cambia la ron los primeros conquistadores de Amé-
relación con las cosas que parecen aisladas o rica Latina). La última parte de la historia
invisibles. Esto no significa que la distancia de Valenzuela se titula “El encuentro”, que,
o la reificación no sea una experiencia tre- también a la inversa, precede al fallido des-
mendamente fuerte y real, ni tampoco que la cubrimiento, al viaje crucial y la inevitable
influencia de la presencia de lo inquietante pérdida de contacto y del yo. AZ la descubre
trascienda las relaciones sociales realmente a ella, y antes siquiera de darse cuenta de
existentes según las cuales vivimos, pensa- que el espectro ejerce una influencia deter-
mos y repensamos nuevos conceptos y visio- minante en quien busca, la pierde, a ella y
nes de la existencia. Todo lo contrario. Sin también a parte de su antiguo yo.
embargo, estas cuestiones siguen estando
ahí: ¿en virtud de qué la distancia se configu- La pérdida
ra como un síntoma complejo y sistematiza- Asombros mil porque hoy todo ha recupera-
do? Y ¿en virtud de qué llega a identificarse do la diurnidad [...] Nada demasiado enfá-
el momento en el que entendemos que está, tico, todo prudente [...] De nuevo todo bien
en efecto, engañándonos? sopesadito y bajo control (V., 273). Todo ha
Éstas son las preocupaciones de vuelto a la normalidad, pero no por mucho
Valenzuela y la cuestión en que se centra: tiempo. A AZ, que lee el periódico en casa,
¿cómo afecta una sociedad atormentada por le llama la atención una noticia: La historia
la presencia de lo inquietante al psicoana- comenzó por la tarde, en un bar de la calle
lista que intenta descubrir determinados des Escudellers, donde un joven banderille-
misterios o mistificaciones de la vida? Es lo ro que está allí con su pareja se enzarza en
espectral lo que lo atormenta e inquieta. AZ un duelo de apuestas envalentonadas con el
no entiende lo que está a punto de ocurrir- varón de otra pareja y, a fin de salir victo-
le, a saber, que no será capaz de controlar rioso de aquel juego cada vez más extremo,
la relación que entabla con ella. Su impul- rompe el casco de la cerveza que tomaba y
so es el de entender y entrar en su mundo, se raja la muñeca izquierda (V., 274). Tras-
pero este mundo de ella (que es también de ladado apresuradamente al hospital, el ban-
él, sólo que él se niega a reconocerlo) es peli- derillero sale de la cama y, reduciendo al
groso. Y ésta es en parte la razón por la que personal sanitario, desaparece al oír que el
la forma de actuar hacia la que él indirecta- doctor iba a llamar a la policía. Al volver a
mente se inclina no es la solución, sino una su habitación para recibir primeros auxilios,
condición de la búsqueda que emprende y el banderillero termina siendo capturado
de su desenlace. La influencia de la presen- por la policía, pero es puesto en libertad y
cia de lo inquietante no es racional: implica detenido otra vez posteriormente por invo-
ser llevado por algo más poderoso que tú… lucrarse en una pelea en otro bar. AZ nota
al menos por el momento. Efectivamente, al la “roja sangre” subirle, y por obra y gra-
menos por el momento, porque el equilibrio cia y bonhomía de un desdoblamiento [...] a
de fuerzas está siempre a la espera de revi- ella la reconozco en el dibujo que ilustra la
sarse, prosaica y dramáticamente. Por eso la página del diario, a ella soy capaz de reco-
historia de Valenzuela acerca de este indivi- nocerla en cualquier parte aunque se tra-
duo que busca es, ante todo, una narración te de una imagen muy borrosa y más bien
de la historia del contacto. Y la narración de indiferente (V., 275). Y no es casualidad que
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 70

sea en la calle des Escudellers, que se repite la! [...] y pensar, y pensar, yo me creí mag-
como una pesadilla, la calle donde vive ella, nánimo queriendo defenderla contra ella
la calle donde desapareció su hermana. Da misma (V., 284, 295).
la impresión de que la calle des Escudellers AZ la reconoce en una imagen en el
es, de manera surrealista, la única calle, y periódico como si de un milagro se tratara;
todas a la vez, que cruzan los argentinos. Es escucha entonces lo que había permanecido
más, AZ no sólo reconoce una cara familiar; en silencio ante él hasta entonces, las “ocul-
“veo la obra de su mano aunque no haya tas ametralladoras” (V., 278) y “sus aullidos
sido propiamente la que rompió la botella [...] aquí las piedras han sido arañadas en
para cortar las venas” (V., 277). un desesperado intento por aferrarse a algo,
Y AZ sabe entonces que “ella está aquí tuvo un espasmo, convulsiones. dobló
en mí” (V., 275). cada pedacito interno de por esta calle curva, se detuvo bajo este arco y
mi cuerpo la desdobla y conforma, cada a pesar de la oscuridad logró proyectar som-
partícula-yo tiene nombre de ella a pesar bras de dolor y de espanto [...] [un hombre]
de esa extraña contingencia que la vuel- la tomó de la mano” (V., 284). El profesor
ve a ella innominada (V., 275). Empieza a espera tras llamar a una puerta, pero nadie
descubrirse la capacidad analítica pruden- responde. se produce la explosión. en mi
te, normal, apenas palpable de AZ. Porque cabeza (V., 286). Ella estuvo allí, en esa habi-
aun teniéndola debidamente calibrada y tación oscura; él lo huele. Y entonces empieza
tabulada y viviseccionada y anotada, cla- a mirarlas, las otras fotografías: las imáge-
sificada, impresa, de nada serviría porque nes de ella están cruelmente pinchadas a la
con ella de ejemplo jamás se podrá deducir pared con alfileres [...] cada foto de ella me
ley alguna (V., 272). Empieza a compren- brinda un rostro distinto y todos para mí;
der que “me he quedado ciego de esa mane- la cuarta contando desde abajo me sonríe,
ra extraña que significa: los ojos ya no me la primera a la derecha casi me da la espal-
sirven más para encontrarla, los ojos no me da, hay una que dice no con la mirada (V.,
llevan a su puerta. ahora ven la vida de los 286-287). Se le ocurre que podría murmurar
otros, se han enceguecido de puro confor- el nombre de ella, “pero no quiero y tampo-
mistas” (V., 276). La realidad de ella le resul- co lo sé” (V., 287). AZ tiene miedo. Miedo de
ta ahora al profesor dudosa, y los “conceptos “dispersar[se]”, miedo de “integrar[se] a ella
falsos” de un “empírico espejo” no le sirven en esta pieza”, miedo de “estallar y disper-
ya de inspiración para gestos de grandiosi- sarme por las cuatro paredes” (V., 287). Oye
dad científica, sino que le parecen privados voces “que me ningunean, me dejan de lado
“de tantos dones, de la sabiduría superficial para hablar entre ellas y entenderse a fondo”
y la profunda” (V., 276-277). Al “perderla”, (V., 289). Y ella “me acoge y me desgarra” y
se percata de su sombra, una sombra que “yo aprendo por fin lo que significa penetrar
“me obliga a doblar una esquina”, que “me en alguien” (V., 289).
permite ver” (V., 279). No le queda al profe- En duermevela, con una sensación
sor mucho de sí (“no me queda ni una espi- de sed que sacia bebiendo, entre temblores
na de mí mismo”), y persigue la sombra de y escalofríos, AZ se hunde y se pierde en la
ella: “trepo por las empinadas escaleras y turbulenta experiencia de desvanecerse y
paseo por largos corredores y doblo ángulos volver a recuperar la consciencia. AZ, desnu-
rectos [...] y no la encuentro” (V., 280). AZ do, a oscuras, a solas: “siento que están poco
va “corriendo en busca de ella y topándome a poco rompiéndome por dentro, demolien-
con esas zonas demasiado reales donde sé do mis escasas defensas. a veces cortan con
que no está” (V., 283). y yo sintiéndome tan un bisturí afiladísimo, a veces me desgarran
docto, creyéndola estudiable y estudiándo- con la mano arrancándome pedazos de car-
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 71

talism, is disappearing people more than the moment because the balance of forces is
haunting does. Haunting, however, is pre- always there to be restruck, prosaically and
cisely what prevents rational detachment, dramatically. This is why Valenzuela’s story
prevents your willful control, prevents the of the searcher is more than anything else
disaggregation of class struggle and your a narration of the story of contact. The nar-
feelings, motivations, blind spots, crazi- ration of the story of contact is a kind of re-
ness, and desires. A haunted society is full verse colonization (and in this story, as we
of ghosts, and the ghost always carries the shall see, AZ will literally have-to retrace the
message-albeit not in the form of the aca- steps of the initial conquest of Latin Amer-
demic treatise, or the clinical case study, or ica). The end point of Valenzuela’s story is
the polemical broadside, or the mind-numb- the Encounter, which, in inverse fashion,
ing factual report-that the gap between precedes the failed Discovery, the crucial
personal and social, public and private, ob- Journey, and the inevitable Loss of contact
jective and subjective is misleading in the and self. AZ discovers She, and before he re-
first place. That is to say, it is leading you alizes just how the ghost has a determinant
elsewhere, it is making you see things you agency on the one who searches, he loses
did not see before, it is making an impact her and some of his old self.
on you; your relation to things that seemed
separate or invisible is changing. This is not The Loss
to say that the gap or the reification is not A thousand surprises because today eve-
an enormously powerful real experience. rything has returned to normal… Nothing
Nor is it to say that haunting somehow overemphasized, everything moderate…
transcends the actually existing social rela- Everything nicely weighed again and un-
tions in which we live, think, and think up der control (V 68). Everything is normal but
new concepts and visions of life. Quite the not for very long, you can be assured. AZ is
contrary. But these questions remain: what at home reading the paper when a news sto-
effectively describes the gap as an organized ry catches his eye. It all began in the after-
and elaborate symptom, and what describes noon in a bar on the Calle des Escudellers
the moment when we understand that it is, when a young banderillero was sitting in
in fact, misleading us? the bar and a boasting match ensued among
This is Valenzuela’s concern and her the men of two couples having drinks there.
focus: what does a haunted society do to the To win the match, which had gotten wild-
analyst who is searching to discover cer- er and wilder, the banderillero broke a beer
tain mysteries or mystifications of life? The bottle and slashed his left wrist, exclaim-
ghostly matter of it haunts the analyst. AZ ing, “’There!’” (V 70). Rushed to the hospi-
does not understand what is about to hap- tal half unconscious, the banderillero “got
pen to him, which is that he will not be able out of bed, subdued the physician and his
to control the contact he makes with She. assistants, took to his heels, and vanished”
He has a drive to understand and to enter when he heard that the doctor was going to
her world, but this world of hers (which is call the police (V 70). Having returned to his
his too, only he refuses to acknowledge it) is room to seek first aid, the banderillero was
dangerous. This is partly why the politics to- eventually caught by the police, released,
ward which he is indirectly moving is not a and then arrested again for fighting in an-
solution but a condition of his search and its other bar. AZ’s “red blood” starts to rush
resolution. Haunting is not reason: it is be- and by the grace and favor of an unfolding
ing carried away and into the forces that are of the paper, I recognize her in the sketch
more powerful than you… at the moment. At that illustrates the page, I could recognize
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 72

her anywhere even though it’s a blurred, nanimous in wanting to defend her against
rather nondescript photo (V 72). Not just her own self (V 80, 90).
anywhere but in the Calle des Escudellers, AZ recognizes She in a photograph
which keeps repeating like a bad dream, the in the newspaper and as if in a miracle, he
street where She lives, the street where her hears what has been silent to him before,
sister has disappeared. Apparently Calie des the hidden “machine guns” and her cries,
Escudellers is the very surreal every street the stones have been clawed in a desper-
and the only street the Argentines traverse. ate attempt to cling to something, here she
Moreover, AZ does not just recall a famil- had a spasm, convulsions. she turned down
iar face; he sees the work of her hand even this winding street, she stopped under this
though, properly speaking, she was not the arch-way, and despite the darkness man-
one who broke the bottle and cut the ban- aged to project shadows of pain and fear.…
derillero’s veins (V 74). he takes her by the hand (V 75, 80-81). He
And AZ then knows that “she is in- is at a door knocking. There is no response
side me” (V 72). every little internal part from the other side. then an explosion. in
of my body duplicates her and conforms my head (V 82). She was here, in this dark-
to her, each and every I -particle has her ened room, he smells it. And then he spies
name despite the strange contingency that them, the other photographs: the images
makes her unnamed (V 72). AZ’s moderate, of her are cruelly attached to the wall with
normal, underemphasized analytic stance pins.… each photo of her offers me a dif-
is starting to unravel. Even if she were duly ferent face and all of them are for me; the
measured and tabulated and vivisected and fourth up from the bottom smiles at me, the
recorded, classified, printed, it wouldn’t first to the right has her back to me, there’s
help at all (V 67). He begins to understand one with eyes that say no (V 83). He thinks
that “I have remained blind in that strange of saying her name but he doesn’t want to
way that means: my eyes no longer serve to and “anyway I don’t know it” (V 83). AZ is
help me find her, my eyes do not take me afraid. Afraid of “falling apart,” afraid of “be-
to her door. they now see the life of other coming one with her in this room,” afraid of
people, they have been blinded because of “exploding and spattering all four walls” (V
their sheer conformity” (V 73). Her reality 83). Little by little he melts and “weeps” and
seems doubtful to him now, and the “false discovers “everything that I’ve been losing
concepts” of an “empirical mirror” no long- little by little in life because of fear” (V 85).
er inspire him to gestures of scientific gran- He hears voices that “reduce me to nobody-
deur, but seem deprived “of so many gifts, ness, that leave me by myself so they can talk
of wisdom, both superficial and profound “ among themselves and come to a complete
(V 75). “Losing her,” he grasps hold of her understanding” (V 85). And he does indeed
shadow, a shadow that “forces me to turn “receive” her, but “she tears me apart” and
a corner,” that “permits me to see” (V 76). “I finally appreciate what it means to pen-
There is not much left of his normal self, etrate someone” (V 85).
and he pursues her shadow, climbing “steep Sleeping and waking, thirsting and
stairs,” walking “down long corridors,” and drinking, shuddering and trembling, AZ
going “around angles,” and “I don’t find her” is sinking and losing himself in the whirl-
(V 76). AZ is “running in search of her and ing experience of vanish ing and regaining
coming up against those all too real zones consciousness. AZ, dark, alone, and na-
where 1 know she isn’t” (V 80). and I felt so ked: “they are breaking me inside little by
learned, believing she could be studied and little, demolishing my scanty defenses. at
studying her.… and I thought I was mag- times they cut with a sharp scalpel, at times
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 73

ne” (V., 294). Pero ¿quiénes son ellos? Los desencadenan ciertas fotografías depende
padres invisibles: adopte un padre invisi- no sólo de la imagen concreta, sino también
ble, dicen los carteles [...] adoptar un padre del contexto social en la que aparecen. ¿De
invisible significa correr insospechados qué dan fe las fotografías que ve AZ? Prue-
riesgos, volverse ilimitado, perder pie has- ban fehacientemente que la desaparición
ta dentro de la propia cama y no saber más es real sólo cuando se aparece, sólo cuan-
qué significa el sentirse seguro. en nuestra do quien no está, o se ha perdido, o aquel a
ciudad hay diecisiete hijos de padres adop- quien se echa en falta se deja ver, en el lugar
tados y se los reconoce claramente [...] los menos esperable, en el instante en que se
temientes son ellos [...] se arrastran con- produce ese reconocimiento de índole afec-
tra las paredes más invioladas [...] después tiva que define la detección de la presencia
avanzan unos pasitos más, se los ve como de lo inquietante. Y esto entronca, de nue-
achacosos y estériles, y arrastran sus pesa- vo, con la relación entre dicha presencia y
das botas porque aquello que les pesa es las historias de espectros con la fotografía,
algo sin nombre y sin ninguna posibilidad que, sin que deba extrañarnos en absoluto,
de olvido (V., 293). AZ sabe que él “nunca participa de la naturaleza fantasmagórica
tendr[á] el coraje de adoptar padre alguno” de las cosas, pues el carácter vacilante de
(V., 294). Toma una decisión: “no pienso una realidad habitada por la presencia de lo
dejarles ganar en este juego donde está en inquietante a menudo depende de qué signo
juego mi vida y la de ella, voy a buscarla por o imagen hace salir al espectro o de lo que
el mismo camino por donde ellos lograron significa para nuestra atención consciente y
arrastrarla, reaparecerá para mí si sigo los visible. La relación que establece la fotogra-
vericuetos por los que me la han llevado” fía con estas realidades no es sencilla. Cuan-
(V., 291). Pero ¿no será demasiado tarde? do aparecen fotos en contextos presididos
por la presencia de lo inquietante, pasan a
La animación de la fotografía integrarse en la pugna que registra el espec-
AZ, sintiendo ráfagas de “la roja sangre”, la tro entre lo familiar y lo extraño, el dolor y la
distingue en una imagen del periódico que cura. La fotografía es un factor que tener en
ilustra la crónica, amena por otra parte, de cuenta en cuanto la desaparición patrocina-
un suceso ocurrido en una calle siniestra. AZ da por el Estado tiene de fantasmagórico.
también se topa con una pared llena de foto- El 28 de junio de 1966, el presiden-
grafías, clavadas con alfileres, en una estan- te Arturo Umberto Illia se encontraba en su
cia oscura en la que oye voces. Las fotografías despacho de la Casa Rosada, donde había
parecen estar allí para él. ¿Es en realidad ella pasado la noche con un grupo de miembros
a quien ve AZ en las fotos o es la obra de su de la juventud radical, preparándose para
mano? La capacidad analítica de AZ se des- el golpe de Estado que pondría fin a los 22
compone a medida que las fotografías comu- meses en el gobierno, y firmaba fotogra-
nes ponen el mundo patas arriba. No en fías a modo de dedicatorias para los jóve-
vano, dice Susan Sontag que las fotografías nes que le habían acompañado durante la
“juegan con la escala del mundo” (1980: 14). última noche de su presidencia (Simpson y
Las fotografías ofrecen un tipo de Bennett 1985: 46) cuando el general Also-
pruebas específico. Su declarativa verosimi- garay, del I Cuerpo del Ejército, tiró de un
litud nos convence de lo que ya sabíamos o indiferente manotazo al suelo las fotos que
intuíamos, o demuestra la existencia de algo estaban sobre la mesa y anunció que, en
de lo que dudábamos, aunque albergára- representación de las Fuerzas Armadas,
mos alguna sospecha. La cualidad e inten- venía a obtener la dimisión de Illia. Y se
sidad de ese “¡ah, claro!” probatorio que dice que el presidente respondió: “Soy yo
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 74

[...] quien represento a las Fuerzas Arma- mos a ellos”; “ya no se acuerdan de vos”; “ya
das. Usted hace uso de una fuerza que debe- nadie los quiere”; “vos no sos nada”; “tene-
ría estar al servicio de la Constitución y de mos acá tus recuerdos”; “ahora sos parte de
las leyes. No puede invocar una representa- nuestra familia”.
ción que no ostenta” (ibid.). Pero sí puede Si desaparecer es existir en un mun-
invocarse, hacer valer y utilizar represen- do regido por la sensación de desposesión
taciones que no pertenecen a uno, y apro- e irrealidad, la fotografía tiene un inmenso
piárselas, como bien sabía el general, que ya poder para “permit[ir] la posesión imagina-
tenía experiencia en este sentido. ria” de un presente o de un pasado “irreal”.
Desde que por primera vez la policía Y a este poder se le saca partido en la tor-
parisiense emplease fotografías tomadas en tura, en la que el pasado y el presente no
labores de vigilancia para justificar la deten- están separados de la misma manera que en
ción de los miembros de la Comuna en 1871 la vida normal, y donde el torturador inten-
hasta llegar a los carnés con fotos identifi- ta que el desaparecido se revele y se reco-
cativas que se nos requiere enseñar hoy por nozca como ese subversivo que se proponen
doquier, la fotografía ha demostrado ser un aniquilar las Fuerzas Armadas. La fotogra-
medio idóneo para que los estados moder- fía del “subversivo muerto” persigue este
nos vigilen y controlen a la población. En fin, pues a pesar de que “[l]a imagen puede
Argentina, las Fuerzas Armadas y sus apo- distorsionar, [...] siempre hay la presunción
yos paramilitares la emplearon durante la de que existe o existió algo semejante a lo
dictadura militar integrada en el sistema que está en la imagen” (ibid., 16). La capa-
de desapariciones como medio de vigilan- cidad documental que siempre acompaña a
cia. Pero no sólo eso: también se sirvieron la fotografía se convierte en una poderosa
de ella, junto con otros accesorios y armas, arma en esta arriesgada construcción de la
durante los interrogatorios y torturas. En realidad. “¿Quién es ésa? ¿Cómo se llama?”
estos contextos, las fotografías eran princi- “Sabemos que lo sabés; vamos, canten” “Tus
palmente de dos clases. Las Fuerzas Arma- camaradas se mataron entre sí” “Estamos
das siempre fotografiaban a los muertos; ganando la guerra. Vos y los tuyos están
también confiscaban, de manera rutina- perdidos”. “¿Creés que es broma? Acá está
ria, fotos familiares en los secuestros y en la prueba”. “Éste es tu rostro, éste es tu des-
los allanamientos de los hogares. En ambos tino”. cada foto de ella me brinda un rostro
casos, y en el contexto de la desaparición, distinto y todos para mí; la cuarta contan-
las fotos son, literalmente, “memento mori” do desde abajo me sonríe, la primera a la
(Sontag 1980: 25). Si la foto familiar ya trae derecha casi me da la espalda, hay una que
consigo las huellas espectrales de la fami- dice no con la mirada.
lia dispersa en otros lugares –en la medida No obstante, pocas veces el tortura-
en que consigue “conmemorar y restablecer dor tiene mayor rango que el de coronel. Los
simbólicamente la continuidad amenazada generales, almirantes y comandantes, en su
y la borrosa extensión de la vida familiar” afán de no mancharse las manos, evidente-
(ibid., 19)–, su empleo en la sala de torturas mente no son los autores de las fotografías.
añade dispersión, pero también la seguri- (¿Quién las hace?, me pregunto. ¿Se ponen a
dad añadida de los lazos de parentesco, una hacer las fotos en lugar de torturar y matar?
carga extremadamente siniestra. El tortu- O ¿es comparable la sensación del disparo?
rador rebozaba la foto familiar por la cara ¿Al hacer la foto se limita la experiencia que
mientras, a gritos o con voz queda, seguía tiene el fotógrafo de la muerte, la guerra y del
intimidando a la víctima hasta lograr su traslado de otros al mundo de las tinieblas de
extenuación nerviosa: “También los tene- la desaparición o convierte ésta en una ima-
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 75

they claw me apart with a hand and tear off yes!” photographs produce depend not only
pieces of flesh” (V 90). They? The invisi- on the specific image in question, but also
ble fathers. adopt an invisible father, the on the social context of their appearance.
placards say.… adopting an invisible fa- What are the photographs AZ sees certify-
ther means running unsuspected risks, be- ing? They provide the evidence that a disap-
coming unlimited, losing one’s footing even pearance is real only when it is apparitional,
inside one’s own bed and no longer know- only when the missing or the lost or the not
ing what it means to feel secure. in our city there shines through, there where it might
there are seventeen sons of adopted fathers not have been expected, there in that mo-
and one can recognize them clearly.… they ment of affective recognition that is dis-
are the fearful ones… they drag themselves tinctive to haunting. We return, then, to the
along the unbroken walls afterward they question of the photograph’s relationship to
move ahead a few steps more, one can see haunting and to the ghost story. The pho-
how sickly and sterile they are, and they tograph is involved in the ghostly matter of
drag their heavy boots that aren’t heavy, things and not surprisingly, since the waver-
what weighs on them is nameless, impossi- ing quality of haunting often hinges on what
ble to forget (V 89). AZ knows that he “shall sign or image raises the ghost and what it
never… adopt a father” (V 90). He makes a means to our conscious visible attention.
decision: “I don’t think I’ll let them win this The photograph’s relationship to haunting
game in which my life and hers are at stake. is never simple. When photographs appear
I’ll search for her along the road they took in contexts of haunting, they become part of
when they dragged her away, she’ll reap- the contest between familiarity and strange-
pear for me if I follow the trackless paths ness, between hurting and healing, that the
they used to carry her off” (V 87). But is it ghost is registering. The photograph is in-
too late? volved in the ghostly matter of state-spon-
sored disappearance.
The Animating Photograph On June 28, 1966, President Ar-
AZ, “red blood” pumping, perceives She in turo Umberto Illia was in his office in the
a newspaper photograph illustrating an en- Casa Rosada, having spent the night there
tertaining human interest/crime story that with a group of young Radical men prepar-
took place in an uncanny street. AZ also ing for the coup that would end his thirty-
comes face to face with a wall of photo- twomonth government. The president was
graphs, stuck with pins, in a darkened room signing photographs as mementos for
where he hears voices. The photographs the young men who had kept him compa-
seem to be there for him. Is it She AZ sees ny during the last night of his presidency
in the photographs, or is it the work of her (Simpson and Bennett 1985: 46). As Gener-
hand? AZ’s analytic stance comes unglued al Alsogaray of the First Army Corps swept
as ordinary photographs turn the world up- the photos off the desk and onto the floor,
side down. (Susan Sontag says that photo- indifferent to them, he announced that he
graphs “fiddle with the scale of the world” represented the armed forces and had come
[1977: 4]). to receive Illia’s resignation. The president
Photographs furnish a type of ev- was reputed to have said, ‘’’The armed forc-
idence. Their declarative verisimilitude es… are represented by me. You are making
convinces us of what we already know or use of a force which should be at the dis-
surmise, or proves the existence of some- posal of the Constitution and the law. You
thing we have doubted, but suspected. The cannot invoke a representation which is not
quality and intensity of that evidential “ah yours ‘” (ibid.). But you can indeed invoke,
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 76

uphold, and use representations that do not “unreal” past or present. This photograph-
belong to you, making them yours, as the ic power is harnessed in torture, where past
general well knew. He had had experience in and present do not have the same bounda-
this regard. ries they have in normal life and where the
From the first use of the surveillance torturer attempts to make the desaparecido
photograph by the Paris police in the arrest own and own up to the subversiveness it is
of the Communards in June 1871 to the ubiq- the military’s purpose to eliminate. The pho-
uity of the photo identification card we dis- tograph of the “dead subversive” serves this
play on demand, photography has proved to purpose because although “the picture may
be a propitious tool by which modern states distort… there is always a presumption that
can survey and control their populations. something exists, or did exist, [or will exist]
During military rule and as part of the sys- which is like what’s in the picture” (ibid.: 5).
tem of disappearance, the Argentine armed The always lingering documentary quality
forces and their paramilitary auxiliary not of the photograph becomes a potent weapon
surprisingly used photographs for surveil- in this perilous construction of reality. “Who
lance. But this was not the only application. is that? What’s her name?” “We know you
Photographs were also employed, along know. Come on, talk now.” “Your comrades
with other props and weapons of which have killed each other.” “We’re winning the
they inevitabl y became a part, during tor- war. You and your kind are doomed.” “You
ture and interrogation. Two principal types think we’re joking, here’s the proof.” “This
of photographs were deployed in interroga- is your face, this is your fate.” each pho-
tion and torture. The military always pho- to of her offers me a different face and all
tographed the bodies of the assassinated, of them are for me; the fourth up from the
and they routinely confiscated family pho- bottom smiles at me, the first to the right
tographs when they abducted people and has her back to me, there’s one with eyes
ransacked their homes. Both of these types that say no.
of photographs literally become “memento But the torturer rarely rises above the
mori” in the context of disappearance (Son- rank of colonel. The generals and admirals
tag 1977: 15). If the family photograph al- and commanders try not to get their hands
ready evokes the ghostly traces of dispersed dirty, and they certainly do not take the pic-
relativesbecause it “memorialize[s]… [and] tures. (Who does take these pictures? I won-
restates symbol ically … the imperiled conti- der about that. Do they get to take pictures
nuity and vanishing extendedness of family instead of torturing and killing? Or does the
life” (ibid.: 9)-its use in torture gives dis- shooting feel comparable? Does taking the
persion, if not also the security of kinship, photographs limit the photographer’s ex-
a highly sinister charge. Waving the family perience of death, war, and transporting
photograph in front of your face, the tortur- people into the netherworld of disappear-
er may shout or speak quietly, intimidating ance or convert it into a manageable still
you to nervous exhaustion: “We have them image? Do they take pride in their work?)
too. “ “They don’t care about you anymore.” This is military rule, after all. There are pro-
“Nobody loves you anymore.” “You are no- cedures to be followed, ranks to be respect-
body.” “We own your memories.” “You are ed, and paperwork to be compl eted. The
part of our family now.” armed forces had not only to perform, but
To disappear is to exist in a world also to provide evidence of meritorious con-
where dispossession and unreality rule. duct, through appropriate channels, and in
The photograph has an enormous power to that quintessential representational form
“give people an imaginary possession of” an of bureaucratic rationality, the memo. And
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 77

gen pétrea manejable? ¿Le enorgullecerá su pero poderosas, que lanzan sus destellos
trabajo?). Y es que estamos hablando de una aquí (y allá) a plena luz del día, el problema
dictadura, a fin de cuentas. Hay que seguir estructural que experimenta el sistema.
ciertos protocolos, respetar a los mandos, El opúsculo sobre la fotografía de
cumplir con trámites burocráticos. En este Roland Barthes titulado La cámara lúci-
sentido, las Fuerzas Armadas no sólo tenían da (1990) nos puede servir para entender
que actuar, sino también dejar constancia lo que experimenta AZ con la fotografía y la
probatoria de su comportamiento meritorio presencia de lo inquietante que el encuentro
a través de los canales adecuados y en esa con ella destapa. Quién mejor que Barthes,
modalidad representativa por excelencia de quien “quería, costase lo que costase, saber
la racionalidad burocrática que es el infor- lo que aquélla [la esencia de la fotografía]
me. De ahí que la fotografía del “subversivo era ‘en sí’”; quien, “’científicamente’ solo’ y
muerto” se hiciera, no ya pensando en el des- desarmado”, la encontró en una foto en la
aparecido, sino para los superiores. Y, una que aparecía su madre de niña, la encontró
vez hecha, se incluía en los sumarios men- allí mientras su propio pasado inquietante
suales, los informes que los coroneles “envia- se convertía en una alucinación compartida
ban al I Cuerpo del Ejército y al Presidente de (29, 36)? Al principio Barthes siente cier-
la República” (Amnistía Internacional 1980: ta incomodidad, bamboleándose como está
17-18) para mostrar que se estaba haciendo entre dos lenguajes: “expresivo el uno, críti-
bien el trabajo y a fin de proporcionar ejem- co el otro; y en el seno de este último, entre
plos para los periódicos de la mañana. varios discursos, los de la sociología, de la
“Un objeto que comenta la pérdi- semiología y del psicoanálisis” (36-37). Insa-
da, destrucción, desaparición de objetos. tisfecho con todos y con el reduccionismo que
No habla de sí mismo. Comenta sobre los acompaña a esos paradigmas, Barthes toma
demás” (Jasper Johns en Sontag 1980: una decisión crítico-analítica, una que segu-
209). La imagen del periódico que perturba ramente hará sonar las alarmas de los soció-
a AZ no sólo habla de sí misma, del bande- logos suspicaces: así, decide “tomar como
rillero bravucón y de sus proezas. Habla de punto de partida para mi investigación ape-
los demás; más bien, evoca la ausencia de nas algunas fotos, aquellas de las que estaba
una mujer y los signos (la calle, la policía) seguro que existían para mí” (37). Barthes
de su desaparición misteriosa y, sin embar- espera acabar con el punto muerto “entre la
go, organizada. Si bien no da demasiado pie subjetividad y la ciencia” ¡con la invención de
para proseguir la búsqueda, en cualquier “una nueva ciencia”! (38)
caso, en un instante importante de deses- Dejando de lado este último punto, el
tabilizadora instigación, AZ la ve de una descubrimiento esencial de Barthes remite a
manera diferente, tanto a ella como la obra una experiencia (o un experimento) que nor-
de su mano. Al toparse con la fotografía AZ malmente pone nerviosa a la ciencia. En este
es capaz de ver por primera vez lo que has- sombrío desierto, tal foto, de golpe, me llega
ta entonces le había pasado desapercibido. a las manos; me anima y yo la animo. Es
La foto del desaparecido o la foto que pone así, pues, como debo nombrar la atracción
de manifiesto su ausencia siempre registra que la hace existir: una animación. La foto,
la doble cara de las realidades habitadas por de por sí, no es animada [...], pero me ani-
la presencia de lo inquietante: por un lado, ma: es lo que hace toda aventura (55). La
la singularidad de la pérdida de mis apoyos verdadera aportación de la reflexión de Bar-
y seguridades previas, el problema concre- thes sobre la fotografía y del giro metodoló-
to que me plantea el espectro; y, por otro, gico que propicia su descubrimiento reside
el carácter social de esas fuerzas abstractas, en el papel central que atribuye a la anima-
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 78

ción. Este autor capta que si la fotografía es la fotografía (los signos reconocibles y apre-
capaz de hacer que el significado cobre signi- hensibles desde un punto de vista cultural
ficado, de transmitir la existencia de algo tan de una familia, un desastre, una revolución,
profundo, tan vívido o tan elocuente como un acto de barbarie, un instante de afecto,
para afectar al espectador, en último extre- un retrato dignificador). En la medida en
mo se debe a su atracción, a su capacidad de que interpela nuestros hábitos culturalmen-
“animarme”, de engancharme, en ocasiones te aprendidos, el studium provoca un inte-
a pesar de mí mismo. Barthes indaga en la rés “educado”, y a su vez educa la cultura
esencia de la fotografía tras dedicar muchos cívica y se comunica con ella (66). “Puede
años al análisis de los sistemas de signos, ‘gritar’, nunca herir” (86).
sus gramatologías y sus efectos ideológicos, El punctum es lo que “viene a dividir
y concluye que su esencia irreductible resi- (o escandir)” el studium. A juicio de Barthes,
de en la fuerza del afecto. Halla, pues, lo que no es algo que vaya buscándose, sino que “es
busca: “era por ello mismo por lo que yo él quien sale de la escena como una flecha y
quería, yo debía reducir la Foto” (57). Pero viene a punzarme” (64-65). El punctum es
lo que no desea es reducir su “intenciona- “ese azar que en ella me despunta (pero que
lidad afectiva”. Quiere guardarla consigo también me lastima, me punza)” (65); es una
(“retener[la]”), y transmitirnos su magnetis- “herida”, un “pinchazo”, el signo de puntua-
mo y su atractivo. “[P]ero, ¿se podía retener ción que marca un episodio que conmueve
una intencionalidad afectiva, una intención desde el punto de vista afectivo. El punctum
del objeto que apareciese inmediatamente es el “detalle” que atrae a uno, sorteando el
henchida de deseo, de repulsión, de nostal- interés cultural educado hacia ese studium
gia, de euforia? (57). A partir de esa inves- que resulta interesante desde el punto de
tigación basada en la experiencia de las vista histórico o ecuánime desde el punto de
fotografías “de las que estaba seguro que vista político; el que me hace “entregarme”
existían para mí”, Barthes establece una dis- (89). Por otra parte, provoca un irresistible
tinción que nos es útil para arrojar luz sobre asombro ante la realidad –“Esto ha sido” – y
cómo opera la capacidad de instigar de la ante la verdad –“¡Es esto!”– (192). “Tanto si
fotografía o su animismo, y que nos permi- se distingue como si no, es un suplemento: es
te entender mejor el papel que desempeñan lo que añado a la foto y que sin embargo está
las fotografías en situaciones marcadas por ya en ella” (105). Para Barthes, el punctum
la presencia de lo inquietante. es el detalle que hace despertar la foto fija de
Barthes denomina el elemento en la su inmovilismo plano y a partir del cual el
fotografía que “transforma enfáticamente la universo en movimiento que está más allá de
‘realidad’ sin desdoblarla, sin hacerla vaci- las cuatro esquinas de la imagen salta ante
lar”, el elemento sin “ningún dual, ningún nuestros ojos: es el medio por el que cobran
indirecto, ninguna disturbancia”, el studium vida la fotografía y su marco de referencia.
(85). Efectivamente, este elemento crea un El punctum, por tanto, no se correspon-
interés, “emocionado a veces, pero cuya de meramente con mi experiencia estéti-
emoción es impulsada racionalmente por ca particular; es lo que resucita la vida que
una cultura moral y política” (63). El stu- está fuera de la foto, lo que Barthes denomi-
dium, lejos de remitir al estudio imparcial na la “dinámica” del “campo ciego”. Uno de
de una foto, indica una especie de partici- los ejemplos que el propio autor proporciona
pación en la información cultural, histórica ayuda a comprender este concepto:
y políticamente transparente de la fotogra-
fía, “sin agudeza especial” (63). Entronca He aquí a la reina Victoria fotografiada
por lo general con la escena más evidente de (en 1863) por George W. Wilson; está a
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 79

so the photograph of the “dead subversive” uneasily, feeling torn between languages:
was taken not only for the desaparecido , it “one expressive, the other critical; and at the
was taken for one’s superiors. Not only tak- heart of this critical language, between sev-
en, but included “in the monthly resumes,” eral discourses, those of sociology, of sem-
the memos the colonels “dispatched to the iology, and of psychoanalysis” (8). He gets
First Army Corps and to the President of the fed up with all of them and the reductions
Republic” (Amnesty Inter national 1980: their paradigms enforce. Barthes makes a
17-18) to show that the job was being done critical analytic decision, one bound to raise
well and to give them copy for the morning red flags for suspecting sociologists: he re-
newspaper. solves “to start my inquiry with no more
“An object that tells of loss, destruc- than a few photographs, the ones I was sure
tion, disappearance… does not speak of it- existed for me” (8). Barthes hopes to con-
self. Tells of others” (Jasper Johns in Sontag found the stalemate between “science and
1977: 199). The newspaper photograph that subjectivity” by inventing “a new science for
disturbs AZ does not only speak of itself, of each object” (8)!
the boasting banderillero and his exploits. Barthes’s wish to invent a new science
It tells of others, or, rather, it conjures up notwithstanding, his crucial discovery is at-
a missing woman and the signs (the street, tained through an experience (or an experi-
the police) of her mysterious yet organized ment) that normally makes science nervous.
disappearance. It is not much to go on, but In this glum desert, suddenly a specific pho-
nonetheless, in an important moment of un- tograph reaches me; it animates me, and I
settling solicitation, AZ sees both She and the animate it. So that is how I must name the
work of her hand in a new way. The encoun- attraction which makes it exist: an anima-
ter with the photograph is the inaugural mo- tion. The photograph itself is in no way an-
ment of AZ’s ability to see what he had been imated … but it animates me: this is what
missing before. The photograph of the dis- creates every adventure (20). The decisive
appeared or the photograph that summons insight of Barthes’s meditation on photog-
the missing presence of a desaparecido al- raphy and of the methodological turn he
ways registers the double edge of haunting: makes upon its discovery is the pivotal role
the singularity of the loss of my previously of animation. Barthes grasps that the pho-
held securities and supports, the particular tograph’s capacity to make meaning mean-
trouble the ghost is making for me; and the ingful, to convey the existence of something
sociality of those abstract but compelling profoundly or vividly or eloquently so that it
forces flashing now (and then) in the light matters to the viewer, is bound to its power
of day, the organized trouble the system is to attract, “to animate me,” to draw me in,
experiencing. sometimes besides myself. Barthes is look-
Roland Barthes’s small book on pho- ing for the essence of the photograph-he has
tography, Camera Lucida (1981), might spent many years studying sign systems,
help us to understand AZ’s experience with their grammatologies, and their ideologi-
the photograph and the haunting it inau- cal effects. He finds the irreducible essence
gurates. Who better than Barthes, who of the photograph in its affective power. He
“wanted to learn at all costs” what the pho- has found what he is looking for: “it was
tographic essence consisted of, who ‘’’scien- thereby what I wanted, what I ought to re-
tifically’ alone and disarmed” found it in a duce the Photograph to” (21). But he doesn’t
photograph of his mother as a child, found want to reduce the affective “intentionality”
it there as his own haunted past became a of the photograph. He wants to keep it with
shared hallucination (3, 7)? Barthes begins him (to “retain” it), and he wants to deliv-
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 80

er its magnetism and its enticements to us. the historically interesting or the politically
“But could I retain an affective intentional- poised studium, that causes me to “give my-
ity, a view of the object which was immedi- self up” (43). It creates a compelling aston-
ately steeped in desire, repulsion, nostalgia, ishment with reality-” that-has-been”-and
euphoria?” (21). On the basis of his expe- with truth-”there-sheis!” (113). “Whether
riential inquiry into the photographs he or not it is triggered, it is an addition: it is
“was sure existed for me,” Barthes devises what I add to the photograph and what is
a distinction of elements that helps fore- nonetheless already there“ (55). For Bar-
ground the way in which the photograph’s thes, the punctum is the detail that arouses
incitements or its animism works and that the still image from its flat immobility and
enables us to better understand how photo- from which the moving world beyond the
graphs participate in haunting. four corners of the image emerges for us:
Barthes names the element of the it is the medium by which the photograph
photograph that “transforms ‘reality’ with- and its reference come alive. The punctum,
out doubling it, without making it vacillate”, then, is not simply my individual aesthetic
the element without “duality… indirection… experience; it is what brings to life the life
disturbance”, the studium (41). The stu- external to the photo, what Barthes calls the
dium creates an interest, “one that is even “dynamics” of the “blind field” (57). An ex-
stirred sometimes, but in regard to [it] my ample from him might help:
emotion requires the rational intermedi-
ary of an ethical and political culture” (26). Here is Queen Victoria photographed
The studium does not refer to the detached in 1863 by George W. Wilson; she ison
study of a photograph, but rather to a kind horseback, her skirt suitably draping
of participation in the cultural, historical, the entire animal (this is the historical
and politically transparent information of interest, the studium); but beside her,
the photograph, “without special acuity” attracting my eyes, a kilted groom holds
(26). It is usually the most obvious tableaux the horse’s bridle: this is the punctum; for
of the photograph-the recognizable and cul- even if I do not know just what the social
turally comprehensible signs of a family, status of this Scotsman may be (servant?
a disaster, a revolution, an atrocity, a lov- equerry?), I can see his function clearly:to
ing moment, a dignified portrait. Because supervise the horse’s behavior: what if
it appeals to our cultured habits, the studi- the horse suddenly began to rear? What
um generates “polite interest” and educates would happen to the queen’s skirt, i.e., to
and communicates with civility (27). It may her majesty? The punctum fantastically
shout, but it does not wound (41). “brings our” the Victorian nature (what
The punctum is what “breaks” or else can one call it?) of the photograph,
“punctuates” the studium. In Barthes’s it endows this photograph with a blind
view, it is not so much something that one field. (57)
looks for as what “rises from the scene,
shoots out of it like an arrow, and pierc- The blind field and its fundamental imbrica-
es me” (26). The punctum is “that acci- tion in the visible field is what we are aiming
dent which pricks me (but also bruises me, to comprehend. The blind field is what the
is poignant to me)” (27). The punctum is ghost’s arrival signals. The blind field is nev-
a “wound,” or a “prick,” the punctuation er named as such in the photograph. How
mark of an affectively moving episode. It is could it be? It is precisely what is pressing
the “offcenter detail” that draws one in and in from the other side of the fullness of the
around the polite cultural engagement with image displayed within the frame; the punc-
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 81

caballo, cubriendo dignamente con su que inquieta. Es el detalle, la insignifican-


falda la grupa del animal (esto es el interés te pero cargadísima nimiedad que propicia
histórico, el studium); pero junto a ella, ese instante en el que la animación te hace
atrayendo mi mirada, un ayudante escocés detenerte, que insufla vida en el mundo de
con falda tiene cogidas las riendas de la los espectros20. Es imposible predecir con
montura: es el punctum; pues, aunque no antelación ni en virtud del rigor metodoló-
conozca exactamente el estamento social de gico cuál será ese detalle hechizante. Es, sin
este escocés (¿doméstico? ¿caballerizo?), duda, y a pesar del deseo de Barthes de darle
deduzco bien su función: vigilar la estatus de ciencia, un fenómeno muy singu-
docilidad del animal: ¿y si se pusiese de larizado y a la vez claramente social. Lui-
pronto a caracolear? ¿Qué sucedería con la sa Valenzuela no nos dice en virtud de qué
falda de la reina, es decir, con su majestad? reconoció AZ la obra de su mano. ¿Sería la
El punctum, fantasmáticamente, hace salir mirada que traslucía el rostro del bande-
al personaje victoriano (es del caso decirlo) rillero? ¿Algún elemento en segundo pla-
de la fotografía, proporciona a esa foto un no que no distingue la autora? ¿Las letras
campo ciego (106-108). escritas en el casco de cerveza? ¿El delantal
que llevaba, torcido, el camarero que está de
Justamente el campo ciego y su car- pie junto a la mesa? ¿La angulosa sombra
dinal imbricación con lo que cae dentro del que proyecta la taza de café de AZ sobre el
campo visual es lo que tratamos de enten- periódico abierto? La prueba de la natura-
der: el campo ciego es hacia donde apunta leza espectral de la situación es lo que aña-
la visita del espectro, y nunca, por otra parte, do a la foto y que sin embargo está ya en
aparece expresamente nombrado en la foto- ella. En cualquier caso, hay mucho en juego
grafía. ¿Podría siquiera? Es precisamente lo en ese relativo equilibrio de fuerzas entre lo
que presiona desde el otro lado de la imagen que yo añado y lo que ya está en ella. Como
que, en toda su plenitud, se muestra enmar- ya hemos visto, la capacidad de la fotografía
cada; el punctum sólo lo invoca, e invoca asi- de inquietar –la fuerza de la animación que
mismo cuán necesario es dar con ello. Con no querríamos reducir– puede utilizarse por
todo, el campo ciego está presente, y cuan- parte del Estado con fines intimidatorios,
do logramos detectar sus virtudes gracias a para combatir la imaginación, para contro-
la paradójica experiencia de ver lo que apa- lar la proporción de certeza y duda, reali-
rentemente no está sabemos que estamos dad e irrealidad que se manipula siempre a
ante la presencia de lo inquietante. Si sali- través de la desaparición. La fotografía, por
mos expresamente en busca del campo cie- tanto, toma parte en las pugnas en las que se
go, tenemos que ir hallando nuestro camino, evoca la presencia de lo inquietante.
y para ello hemos de estar atentos a la parti- Y precisamente en una pugna com-
cular forma con que nos llama. En cualquier parable hicieron su entrada las Madres de
caso, aun cuando no vayamos buscándo- Plaza de Mayo con fotos prendidas al pecho.
lo, también puede ser que nos arrebate sin Se trataba de mujeres de mediana edad, la
habernos pedido permiso previamente. mayoría amas de casa sin experiencia en
A los interesados en investigar la esen- el terreno de la política, que se habían ido
cia de las cosas, ¿qué sentido cabe extraer de conociendo durante los respectivos proce-
esa fotografía que puntúa? El punctum es lo sos de búsqueda de sus hijos en las distintas

20
Véase Schor (1987) para un interesante análisis del detalle y sus connotaciones desde una perspectiva
de género.
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 82

salas de espera del Ministerio del Interior21. que tanto echaban de menos a repartir foto-
Su salida a la luz con la policía de seguridad copias de caras, ojos y bocas (véase Bouvard
haciéndoles sombra en lo que constituyó el 1994: 159). La foto, de por sí, no es animada
primer –y durante mucho tiempo el único– [...], pero me anima a mí y a los demás.
movimiento de protesta pública (ilegal) con- Para las Madres, la fotografía actua-
tra el régimen data de abril de 1977, cuando ba como guía espiritual que las conducía
catorce mujeres comenzaron a pasear dan- hacia los desaparecidos y hacia la desapa-
do vueltas y vueltas tranquilamente por la rición en general como un sistema organi-
Plaza de Mayo, donde se concentra física- zado de represión. En la medida en que la
mente el poder estatal en Argentina, con fotografía es “un signo de ausencia” y prue-
el palacio presidencial, diversas sedes del ba fehaciente de lo que está presente de una
gobierno, los principales bancos y la cate- manera desgarradora, con ellas se consti-
dral en su recinto. Ése fue el comienzo de tuyó un repertorio de contraimágenes, par-
las marchas que semanalmente celebraban te de un movimiento que tenía por objetivo
los jueves y de la importantísima asociación puntuar el silencio, para romper el carácter
en que se organizaron, en principio con el más cercano al studium de la desaparición,
objetivo de encontrar a sus hijos desapare- como “tentativas de alcanzar o poseer otra
cidos y luego con el de exigir el final de la realidad” (Sontag 1980: 26). Al reapropiar-
dictadura militar y la represión económica se de lo que se les había arrebatado “casi en
y el de luchar por la transformación radical un acto de magia diabólica”, las fotografías
de la sociedad argentina. Llevaban zapa- lanzan un corrosivo mensaje: “Este rostro
tos planos para salir corriendo si las perse- es mío [...] y tengo derecho a encontrarlo”
guían, dejaban los bolsos en casa (cfr. María (Agosín 1989: 94). Las Madres transforma-
del Rosario en Fisher 1989: 28) y a la cabeza ron el retrato dócil o, en el caso de las fotoco-
se anudaban pañuelos blancos en los que al pias, la reproducción mecánica de un órgano
principio llevaban bordados los nombres de disociado del cuerpo en un punctum públi-
sus hijos y la fecha en que habían desapare- co. Como punzante detalle que desencadena
cido y, a partir de 1984, su nuevo lema, Apa- la aparición del campo ciego, estas fotogra-
rición con vida. También portaban carteles fías consignaban una referencia específica, a
con fotografías ampliadas de sus hijos o lle- saber, una vez estuvieron aquí; ahora debe-
vaban estas fotos prendidas a la ropa con rían estar aquí; ¿dónde están? Y personifica-
alfileres. Ahora bien, aunque al principio era ban a la persona ausente, la figura en torno a
así, cuando empezaron a celebrarse los pro- la cual convergían el poder banal y singular
cesos judiciales tras la elección democrática de la represión estatal. Las fotografías de las
de Alfonsín las Madres pasaron de exhibir Madres expresaban un “deseo de habita[r]
únicamente la fotografía de los hijos a los [...] ni onírico [...] ni empírico [...]; es fan-

21
El excelente trabajo de Bouvard (1994) es el estudio más exhaustivo sobre las Madres hasta la fecha
de su publicación. En la bibliografía constan las fuentes en que basa su investigación. La obra de Fisher
(1989), un ejemplo notable de astucia política, también se basa en investigación original, vertebrado
como está a partir de extensas entrevistas con las Madres. Ningún otro libro es comparable en cuanto al
acceso que permiten a las propias voces de las protagonistas ni al análisis de su evolución en el tiempo.
Fisher proporciona una descripción particularmente interesante de cómo se fueron conociendo en su
errar desde las prisiones a las comisarías y al Ministerio del Interior, en esas esperas en las que sufrían
los embustes de las autoridades. Véase también Simpson y Bennett (1985), Agosín (1990), Franco (1986,
1988), Arditti y Lykes (1993), Chelala (1993), Carlson (1993), Elshtain (1992) y Schirmer (1988). En Ago-
sín (1993) hay varios artículos que tratan genéricamente el tema de las mujeres y los derechos humanos
en América Latina y otros específicos sobre las mujeres y el terrorismo de Estado en Chile y El Salvador.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 83

tum only ever evokes it and the necessity Into such a contest is exactly where
of finding it. Yet the blind field is present, the Mothers of the Plaza de Mayo entered,
and when we catch a glimpse of its endow- photographs pinned to their hearts. The
ments in the paradoxical experience of see- Mothers were middle-aged women, most-
ing what appears to be not there we know ly housewives with no political experience,
that a haunting is occurring. If you are look- who met while searching for their children
ing for the blind field, you first have to make in the various waiting rooms of the Interior
your way to it, open to its particular mode of Minisrry.21 They made their public appear-
address. If you are not looking for it, it can ance, the first and for a long time the only
take you to it without your permission. (illegal) public protest against the regime,
For the searcher of essences, what in the shadow of the security police in April
significance should we make of the punc- 1977 when fourteen women walked quietly
tuating photograph? The punctum is what in a circle around the Plaza de Mayo. (The
haunts. It is the detail, the little but heavi- Plaza de Mayo is the center of state author-
ly freighted thing that sparks the moment of ity in Argentina. The presidential palace fac-
arresting animation, that enlivens the world es it, as do government offices, major banks,
of ghosts.20 The enchanting detail cannot be and the cathedral.) This was to be the start
predicted in advance or calculated for meth- of their weekly Thursday demonstrations
odological rigor. It is without doubt, and de- and the crucial organization they formed
spite Barthes’s desire to create a science of first to find their disappeared children and
it, a highly particularized, if also fully social, then later to demand the end of military au-
phenomenon. Luisa Valenzuela does not tell thority and economic repression and to fight
us what triggered AZ’s recognition of the for a radical transformation of Argentine
work of her hand. Was it the look on the society. The women wore “flat shoes so we
banderillero’s face? Was it something in the could make a run for it if they came after us”
background she does not identify? Was it the and left their handbags at home (Maria del
writing on the beer bottle? Was it the askew Rosario in Fisher 1989: 28). The Mothers
apron the waiter was wearing as he stood to donned white shawls (the paizuelo) embroi-
the side of the table? Was it the angle of the dered initially with the names of their own
shadow AZ’s coffee cup made on the unfold- disappeared children and the dates they dis-
ing newspaper? The evidence for the ghost- appeared, and later in 1984 embroidered
ly matter is what I add to the photograph with their new slogan, Aparición con vida,
and what is nonetheless already there. Yet or Bring them back alive. They also carried
much hinges on the relative balance of forc- posters with enlarged photographs of their
es between what I add and what is nonethe- children on them or wore the photographs
less already there. We have seen that the attached to their clothing with pins. Their
photograph’s very power to haunt-the ani- own children at first, but by the time of the
mating force we do not want to reduce-s-can trials after the democratic election of Alfon-
be used by the state to intimidate, to wage sin, the Mothers had moved well beyond the
war against the imagination, to control the unique photograph of my child that I long
balance of certainty and doubt, reality and for to handing out photocopies of faces,
unreality that disappearance manipulates. eyes, and mouths (see Bouvard 1994: 159).
The photograph, then, takes its place in this The photograph is in no way animated…
contest of haunting. but it animates me and others.

20
For an interesting study on the detail and its gendered connotations, see Schor (1987).
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 84

For the Mothers, the photographs ly image can sometimes bestow. The long-
were a spirit guide to the desaparecidos and ing to inhabit carries me forward and back,
to disappearance as an organized system of from force to hand to face, and “it is as if I
repression. The photographs “token[s] of were certain of having been there or of go-
absence” and potent evidence of what is har- ing there” (ibid.).
rowingly present constituted a repertoire of The Mothers came out of the shadows
counterimages, part of a movement to punc- carrying that most modern of image-making
tuate the silence, to break the studium-like devices in order to precisely name the ter-
quality of disappearance, to “lay claim to ror and repression otherwise simply known
ano ther reality” (Sontag 1977: 16). Repos- as the Proceso (the Process of National Re-
sessing what has been taken away “as if by organization) and to end it. Systematic dis-
a diabolical magic act,” the photographs appearance of people is a method of control
abrade: “’This face is mine … and I have that requires a calculation that can easily go
a right to find it” (Agosin 1989: 94). The wrong. Everyone must know just enough to
Mothers transformed the docile portrait or, be terrified, but not enough either to have a
in the case of the photocopies, the disem- clear sense of what is going on or to acquire
bodied mechanical reproduction of a bodi- the proof that is usually required by legal tri-
ly organ into a public punctum. The prickly bunals or other governments for sanction.
detail that triggers the presence of the blind The architects of the Dirty War were well
field, these photographs gave specific ref- aware of this and were, for a time, success-
erence: They have been here once. They ful in avoiding the mistakes made in Chile
should be here now. Where are they? And and Uruguay. (In Chile, public mass assassi-
they personified the missing person, the fig- nations were too public; in Uruguay the po-
ure around which the banal and the singu- litical prisoners were able to organize.) “No
lar power of the state to repress converged. one was demonstrating in the capitals of the
The Mothers’ photographs express a “long- Western world about Argentina as they had
ing to inhabit… neither oneiric… nor empir- four years earlier [1973] about Chile. No for-
ical… it is fantasmatic, deriving from a kind eign government had broken off diplomatic
of second sight which seems to bear me for- relations with the Videla regime, as they had
ward to a utopian time, or to carry me back with that of General Pinochet. It was gen-
to somewhere in myself” (Barthes 1981: 40). erally known that unpleasant things were
This second sight, which transports long- happening in Argentina, but since it was
ing between the somewhere in myself that impossible to say precisely what the nature
is right here in the middle of all the terror of those things was, protest and complaint
and the utopian elsewhere that I imagine were difficult to focus” (Simpson and Ben-
for my future, is what embracing the ghost- nett 1985: 152). The Mothers used the pho-

21
Bouvard’s excellent (1994) work provides the most thorough and up-todate study of the Mothers. The
sources for her original research can be found in her bibliography. Fisher’s (1989) politically astute book
is also based on original research and is organized around extensive interviews with the Mothers. No
other book on the Mothers offers better access to their own voices and analyses as they developed over
time. Fisher provides a particularly compelling description by the Mothers themselves of how they met,
wandering from prison to police station to the Ministry of the Interior, waiting and being deceived by
all the authorities. See also Simpson and Bennett (1985), Agosin (1990), Franco (1986,1988), Arditti
and Lykes (1993), Chelala (1993), Carlson (1993), Elshtain (1992), and Schirmer (1988). Agosin (1993)
includes general essays on women and human rights in Latin America and essays on women and state
terror in Chile and El Salvador.
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 85

tasmático, deriva de una especie de videncia tales del mundo occidental por la situación
que parece impulsarme hacia adelante, hacia en Argentina como hicieran cuatro años
un tiempo utópico, o volverme hacia atrás, antes [1973] por la de Chile. Ningún gobier-
no sé adónde de mí mismo” (Barthes 1990: no extranjero rompió las relaciones diplo-
83-84). Esta clarividencia, que traslada el máticas con el régimen de Videla, aunque sí
deseo desde ese lugar en mi interior que está lo habían hecho con el del general Pinochet.
justo aquí en mitad de todo el terror hasta Era de dominio público que en Argentina
ese otro sitio imaginario que diviso como el estaba sucediendo algo feo, pero, dado que
futuro, es lo que a veces puede obtenerse al era imposible detallar con precisión de qué
enarbolar la imagen espectral. El deseo de se trataba, resultaba difícil canalizar la pro-
habitar me impulsa hacia delante y me vuel- testa y la queja” (Simpson y Bennett 1985:
ve hacia atrás, desde la fuerza hasta la mano 152). Las Madres utilizaban las fotografías a
y al rostro, y “todo sucede como si yo estu- fin de representar ese conocimiento y des-
viese seguro de haber estado en [esos paisa- conocimiento que es tan característico de la
jes] o de tener que ir” (id.) desaparición, del terror que produce y de su
Las Madres surgieron de las sombras poder político. En este contexto, las fotogra-
pertrechadas con los más modernos apara- fías no debían ser melodramáticas, si bien
tos de reproducción de imágenes precisa- necesitaban invocar los espectros y esa pre-
mente con el fin, en primer lugar, de poner sencia de lo inquietante tan propias de la
nombre al terror y a la represión que, de desaparición. Y lo lograron no sólo porque
lo contrario, simplemente se acogían a la captaran la esencia del rostro y la voz del ser
denominación de “El Proceso” (Proceso de querido, sino por exhibirse en público, lo
Reorganización Nacional) y, a la postre, de que en sí mismo ya es un ejemplo de oposi-
acabar con él. La desaparición sistemática ción en lo que a imaginería política se refie-
de personas es un método de control que re, un acto sedicioso.
requiere una capacidad de cálculo tal que El poder de las fotografías que enar-
es sencillo incurrir en fallos: la gente debe bolaban las Madres no reside en la conde-
saber sólo lo justo para que se apodere de na moral que inspiran como retrato de la
ella el terror, pero no lo suficiente como atrocidad. Cuando, tras la caída del régimen
para que logre hacerse cargo de lo que ocu- golpista, el gobierno de Alfonsín comen-
rre ni recabar las pruebas que por lo general zó la exhumación de cadáveres con intensa
exigen los tribunales u otros gobiernos para cobertura por parte de la prensa, las Madres
proceder a sancionarlo. Los arquitectos de veían con ojos críticos la sobresaturación de
la Guerra Sucia bien lo sabían y, durante un imágenes del sufrimiento. “Cuando Alfon-
tiempo, lograron no caer en los errores que sín llegó al poder la prensa sensacionalista
se habían cometido en Chile y Uruguay, don- comenzó el ‘espectáculo’. La gente estaba
de, en el primer caso, las ejecuciones masi- horrorizada por la saturación y ya no que-
vas por parte de los poderes públicos fueron ría saber más, porque el horror tiene sus
demasiado públicas y donde, en el segundo límites. Ésa era la intención” (Graciela de
caso, los presos políticos fueron capaces de Jeger en Fisher 1989: 129)22. Sin embargo,
organizarse. “Nadie protestaba en las capi- las Madres tenían otras intenciones. Pre-

22
La cuestión de lo que ya se sabía revestía especial importancia para las Madres, pues desde hacía años
habían actuado activamente como archivo. Y aunque agradecían que mucha de la información se hubiera
mantenido salvaguardada del público, no disculpaban la indiferencia del Estado hacia los conocimientos
que atesoraban ni hacia los datos y explicaciones que exigían.
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 86

tendían forzar un conflicto a nivel nacional planteado que la sarta de embustes que
donde había heridas y dolor irredimibles; se había ido tejiendo en los organismos
para entonces, ya organizadas en asocia- gubernamentales, las comisarías y los
ción, contaban con un programa político en acuartelamientos fuera a desencadenar el
toda regla que propugnaba la reestructu- primer movimiento de oposición real a su
ración radical de la sociedad argentina, un hegemonía.
objetivo que pasaba necesariamente por la
depuración de responsabilidades y el cas- Por otra parte, la naturaleza misma
tigo de quienes habían participado en las de este movimiento de oposición les
desapariciones. Pero también querían que causó sorpresa. En buena medida las
entendiéramos algo muy importante sobre Fuerzas Armadas se arrogaban autoridad
la desaparición. Al atestiguar que “el objeto moral por creerse los únicos capaces de
ha sido real, la foto induce subrepticiamente defender los valores de la Cristiandad
a creer que es viviente [...] [E]l rasgo inimi- y de la familia frente a la amenazante
table de la Fotografía [...] es el hecho de que “subversión marxista”. Y se toparon con
alguien haya visto el referente [...] en car- una imagen que, desde una perspectiva
ne y hueso, o incluso en persona” (Barthes influida por la Iglesia, personificaba la
1990: 139-140). Más allá de esta creencia estabilidad y el orden de la vida familiar.
subrepticia, las Madres hacían hincapié en No sabían cómo reaccionar a la callada
que la desaparición es un estado distintivo. pero acusadora presencia de las Madres
Aparición con vida. Y así llegamos no sólo en la plaza [...] Trataron de recurrir a la
a lo que aprende AZ a través de la pérdida, fuerza para disolver las manifestaciones,
sino también a lo más profundo de la clari- efectuaron detenciones y lanzaron
vidente percepción de las Madres. amenazas convencidos de que bastaría
para amedrentarlas, pero cada semana
Aparición con vida eran más y más las Madres que allí se
El régimen militar estaba convencido de la congregaban (Fisher 1989: 60).
locura de estas Madres, a quienes llamaban
las locas: “No nos preocupa este asunto. Son numerosos los estudios que han explica-
Estas mujeres están locas”, se declaró en do cómo las Madres de Plaza de Mayo logra-
1977 desde la Presidencia de la Repúbli- ron tejer un poderoso movimiento político al
ca Argentina, en respuesta a una pregunta apropiarse de las concepciones tradicionales
sobre la campaña emprendida en nombre y cristianas de la maternidad y transformar-
de los desaparecidos (Simpson y Bennett las, pasando así de la imagen de madres de
1985: 152). Al principio, se las tomaron mediana edad relativamente apolíticas a
a risa: presentarse como las herederas y guardia-
nas de los ideales políticos que suscribieran
Dado que habían logrado sofocar toda sus hijos en nombre de la justicia social. Este
la resistencia organizada de los obreros papel contrastaba de plano con el tradicio-
y de las organizaciones políticas, a las nal conservadurismo asociado a la materni-
Fuerzas Armadas les resultaba irrisoria la dad. Y, de hecho, su concepción social de la
idea de que un grupo de mujeres pudiera maternidad y la filosofía radical pro vida que
representar algún peligro. Sin embargo, la reflejaban sus estrategias y acciones políti-
súbita aparición de las Madres en Plaza de cas fueron un modelo que inspiró a los movi-
Mayo puso en grandes aprietos la aparente mientos organizados de mujeres en toda
inexpugnabilidad del aparato represivo América Central y Latina en su lucha con-
de la dictadura. Y es que éste ni se había tra la represión del Estado. La maternidad
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 87

tographs to represent just this knowing and in flesh and blood, or again in person” (Bar-
not knowing that is characteristic of disap- thes 1981: 79). More than this surreptitious
pearance, its terror and its political power. belief, the Mothers would insist that disap-
In this context, the photographs had hard- pearance is a state of being. Aparici6n con
ly to be melodramatic, but they did need to vida. And thus we come not only to what AZ
conjure the ghosts and the haunting quality learns through loss, but also to the heart of
of disappearance. The photographs did this the Mothers’ second sight.
not only because they captured the essence
of the lost loved face and voice but also be- Aparición con vida
cause of their public display, itself already The military government thought the moth-
an instance of an oppositional political im- ers were crazy-las locas, they called them.
aginary at work, an act of sedition. (“’This is a matter of no concern to us. These
The power of the Mothers’ photo- women are mad.’-Official of the Office of the
graphs was not the moral condemnation President of the Argentine Republic, ques-
the portrait of atrocity commands. After the tioned about the campaign on behalf of the
coup had ended and the Alfonsin govern- disappeared, June 1977” [Simpson and Ben-
ment started exhuming bodies prominent- nett 1985: 152].) Initially, they also thought
ly displayed in the daily newspapers, the the women were laughable:
Mothers were especially sensitive to over-
saturation of images of suffering. “’When After their success in stamping out all
Alfonsin took power the sensationalist press organized resistance of working class
began the “show.” People were saturated and political organizations, the military
with horror and they didn’t want to know dismissed as laughable the suggestion that
any more about it, because horror has its a group of women could pose any threat
limits. That was the intention’” (Graciela to their position. In reality the sudden
de Jeger in Fisher 1989: 129)22. The Moth- appearance of the Mothers in Plaza de
ers had other intentions. They wanted to Mayo had provoked serious difficulties in
force a national confrontation with irrevo- the seemingly impenetrable repressive ap-
cable wounds and grief; by this time in their paratus of military rule. They had failed
development as an organization, they had to anticipate that the trail of deceptions
a full blown political agenda for the funda- they had laid in government offices, police
mental restructuring of Argentine society stations and military headquarters would
that first and foremost required accounta- be the setting for the first real challenge to
bility and punishment for those responsible their rule.
for disappearance. But they also wanted us
to understand something very important They were also surprised by the nature
about disappearance. The photograph at- of the challenge. The military had
tests “that the object has been real, the pho- acquired much of their moral authority
tograph surreptitiously induces belief that by promoting themselves as the only
it is alive… Photography’s inimitable fea- ones capable of defending the values of
ture… is that someone has seen the referent Christianity and the family in the face

22
The issue of what was already known was a particularly important one for the Mothers since they had
for years been an active archive. And although they appreciated that most information had been kept
from the public, they did not excuse the state’s indifference to their knowledge and to the information
and accounting they demanded.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 88

of a threat from ‘Marxist subversives.’ overwhelmingly present. The maintenance


They found themselves confronted by the and cultivation of the connection to the dis-
very image which, in a vision they shared appeared, the responsibility the Mothers
with the church, personified the stability took for them, their attempt to communi-
and order of family life. They did not cate with them and to locate them, showing
know how to react to the silent accusing their faces, eyes, and mouths in public, and
presence of Mothers in the square. … They the Mothers’ extraordinary absence of fear
tried using force to break up the meetings, of trafficking in and with the haunting re-
made arrests, issued threats, believing that mains of state terror enabled them to assert
this would be enough to frighten them off, that disappearance is not torture, death, or
but every week the Mothers came back in homicide.
greater numbers. (Fisher 1989: 60) Disappearance is a complex system of
repression, a thing in itself. With less noise
That the Mothers of the Plaza de Mayo cre- than expected, it removes people-including
ated a powerful political movement by ap- and significantly those it never tortures or
propriating and transforming conventional kills-from their familiar world, with all its
and Christian notions of motherhood has small joys and pains, and transports them
been well documented. The transformation to an unfamiliar place where certain princi-
of relatively apolitical middle-aged mothers ples of social reality are absent. The disap-
into the inheritors and guardians of “their” peared, then, are not dead terrorists or dead
children’s political aspirations for social jus- children. They are people who have disap-
tice was a trenchant refutation of the usual peared through enforced absence and fear-
conservatism of motherhood. And indeed, ful silence. When the disappeared make
the social maternity and radical right-to- their presence known outside their own
life philosophy their political strategies and netherworld of darkened rooms, mourn-
actions reflected was a model for women ful moans, terrifying agony, and stolen mo-
organizing against state repression through- ments of tenderness and solidarity with
out Latin and Central America. Motherhood their fellow desaparecidos, they must per-
was without doubt the originating identity force appear as ghosts. Even when the dead
that drove the Mothers and that continued return to the world of living, they are always
to sustain their always dangerous political ghostly, they are alive with the force that has
work. But the truly unique contribution of prompted their return.
the Mothers was their extraordinary under- It would certainly be reasonable to
standing of haunting and its crucial place in ‘consider “the disappeared” the dead since
a society fraught with state-sponsored dis- the probability of death was very high. Why
appearance. then did the Mothers, those who searched
The Mothers are the ones who under- for the disappeared, insist that disappear-
stood, better than Amnesty International ance, not death, is the salient and crucial
or CONADEP or the radical psychoanalysts condition? Because they wanted to know
and all the rest, what it meant to be connect- what happened to the missing ones; they
ed to the disappeared, connected visceral- wanted us to know; they wanted those re-
ly, connected through kinship, connected sponsible to account for their actions; they
through a shared social experience. They wanted to talk with the missing; they want-
understood this connection not because ed the disappeared returned. Death ex-
they were mothers per se, but because they ists in the past tense, disappearance in the
made, as AZ begins to make, a special con- present. In 1978 a delegation of Mothers
tact with loss and with what was missing but was in Rome. Standing in a receiving line,
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 89

fue, sin duda, el factor identitario que en un tenebroso de las salas oscuras, los lloros afli-
principio las impulsó y que siguió presidien- gidos, la agonía aterradora y algún momen-
do su arriesgada acción política. Pero si algo to robado de ternura y solidaridad con sus
único aportan las Madres es la extraordina- compañeros también desaparecidos, por
ria forma en la que entendieron esa realidad fuerza deben aparecer como espectros.
habitada por la presencia de lo inquietante Incluso cuando quienes regresan al mun-
y su importancia en una sociedad en la que do de los vivos ya están muertos, también
la desaparición auspiciada por el Estado se tienen este carácter espectral, pues cobran
había convertido en norma. vida con la fuerza que ha desencadenado
Superando a Amnistía Internacio- su regreso.
nal, la CONADEP, el psicoanálisis radical Sería bastante lógico dar por muer-
y demás, las Madres fueron quienes mejor tos a los desaparecidos, dada la alta proba-
comprendieron lo que significaba sentirse bilidad que tenía este desenlace. Siendo así,
vinculadas a los desaparecidos: vinculadas ¿por qué esa insistencia de las Madres, a la
de una manera visceral, a través de lazos de hora de buscar a sus desaparecidos, en que
sangre, a través de una experiencia social la desaparición, y no la muerte, es su condi-
compartida. Y lo comprendían no sólo por el ción vital? Porque querían saber lo que les
hecho de por ser madres, sino porque, como había ocurrido y querían que nosotros tam-
AZ, desarrollaron una especial relación con bién lo supiéramos; ansiaban que los res-
la pérdida y con lo que, a pesar de no estar, ponsables pagaran por sus acciones y hablar
era abrumadora presencia. Al mantener y con los que no estaban; deseaban el regreso
nutrir el vínculo con los desaparecidos, al de los desaparecidos. La muerte se conjuga
asumir en su nombre una responsabilidad, en el pasado, la desaparición en el presente.
al tratar de comunicarse con ellos y de dar En 1978, una delegación de las Madres viajó
con su paradero, mostrando en público sus a Roma y, mientras hacían cola para hablar
caras, sus ojos y sus bocas, por un lado, y con el Papa, “Hebe de Bonafini le tendió
al no mostrar en ningún momento el más fotos de sus hijos, gritando: ‘¡Por favor ayu-
mínimo temor al moverse y mover los ves- de a los desaparecidos!’. El Pontífice, dejan-
tigios de la presencia de lo inquietante que do caer las fotos al suelo, siguió su camino.
dejaba tras de sí el terrorismo de Estado, Hebe volvió a gritarle: ‘¡Haga algo por los
reivindicaron con rotundidad que la des- desaparecidos!’” (Bouvard 1994: 88). Ayu-
aparición no es lo mismo que la tortura, la de a los desaparecidos. Haga algo por ellos.
muerte o el asesinato. Díganos dónde están... porque en algún sitio
La desaparición es un sistema de están.
represión complejo, de carácter distinti- Pero ¿dónde? Los desaparecidos están en
vo. Sin hacer ruido apenas, saca a la gente otro mundo, uno al que también fueron
(incluida a quienes nunca mata o tortura) arrastradas algunas de las Madres, una de
de su mundo conocido, de sus pequeñas ale- las razones por las que éstas sabían a ciencia
grías y penas, para trasladarlos a un lugar cierta que la desaparición no era lo mismo
ajeno donde se percibe una total ausencia de que la muerte. La desaparición las circun-
esos principios claros que construyen la rea- daba; la olían, la percibían, sentían su fasci-
lidad social. Así, los desaparecidos no son ni nante apremio: amenazaba constantemente
terroristas ni hijos fallecidos. Son personas con tragárselas. Los desaparecidos se han
que se han evaporado a través de la impo- marchado por la otra puerta, el llanto con
sición de su ausencia y del silencio presidi- su consuelo dentro. Y es esa otra puerta la
do por el miedo. Cuando los desaparecidos que otorga poder a la desaparición como
revelan su presencia fuera de ese mundo sistema de terror y represión: cruzar de un
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 90

empujón ese pavoroso umbral por donde Aunque en cuanto llegó al poder Alfonsín
se accede a un sitio de coordenadas y ubi- revisó estas leyes, no modificó lo esencial,
cación desconocidas y amenazantes. La otra ni siquiera el artículo por el cual el Estado
puerta y el llanto son lo que se apodera de podía “solicitar una partida de defunción
la población hasta sumirla en un trémulo contra los deseos de la familia”, de for-
silencio. La otra puerta es, por otra parte, ma que “podía certificarse judicialmente
lo que debe invocarse. No la muerte. Insis- el fallecimiento de una persona sin que se
tir que la desaparición no es la muerte sino produjese el menor intento de investigar
un estado distintivo, con su consuelo den- las circunstancias de la desaparición” (id.).
tro (porque existe y vive con nosotros, y En 1984, cuando a diario se realizaban en
obra en nosotros, nos asusta, nos empuja a Argentina exhumaciones de tumbas anóni-
dejar nuestros hogares rumbo al exilio, nos mas, las Madres comenzaron a recibir misi-
impregna de una inconsolable soledad, de la vas emitidas por el gobierno en las que se
locura, de la incapacidad de ver lo que está les pedía que fueran a recoger los restos de
justo ante nuestras narices, o nos aguijonea sus hijos. O recibían cajas con restos óseos,
a proseguir la lucha) es hacer hincapié en acompañadas por cartas como la que recibió
las inquietantes presencias que deja como Beatriz de Rubinstein sobre su hija Patricia,
secuela. Y resistir y desafiar el poder que se desaparecida en febrero de 1977:
logra de esta manera exige hablarles a esa
inquietantes presencias directamente, sin Mar de Plata, noviembre de 1984
que nos paralice el miedo, una acción que Estimada señora:
mana siempre a partir de una preocupación Como culminación de la incesante
por la justicia. “¿Cómo podemos hablar con búsqueda de su hija Patricia, hemos
ellos?” (Agosín 1990: 37). decidido enviarle una parte de lo que
La exigencia de las madres de que les queda de ella pero sin duda satisfará sus
devuelvan a sus hijos vivos, Aparición con ansias de reencontrarse con su querida
vida, no entra en contradicción con la pro- hija antes de lo previsto por Jehová.
babilidad o incluso el hecho cierto de que la Esta decisión fue tomada luego de
mayoría de los desaparecidos fueran asesi- un meditado análisis de la actuación de su
nados. Se trata de una exigencia extraordi- hija en el campo de la guerrilla armada,
naria que no gozaba del agrado general a y por si usted no lo sabe a continuación
partir de 1984, cuando, restituido el poder hacemos una síntesis de los delitos que
a los civiles, la nación parecía inclinada a cometió junto a [...] su marido:
olvidar como fórmula para seguir adelante. —TRAICIÓN A LA PATRIA
A pesar de que la Junta en principio negó —ENCUBRIMIENTO DE LAS
rotundamente todas las desapariciones, ACTIVIDADES DEL ENEMIGO
en 1979 aprobaría dos leyes en las que los —COLABORAR ACTIVAMENTE
desaparecidos quedaban englobados en la CON LOS ASESINOS MONTONEROS
definición de muertos: una que regulaba la Por las causas antes mencionadas
presunción del fallecimiento y otra que esta- la condenamos a morir fusilada.
blecía el derecho de las familias de los des- Que Dios nuestro Señor se apiade
aparecidos a ser indemnizadas. La primera, de su alma.
de aplicación a los que desaparecieron entre Legión Cóndor, Escuadra 33, Mar
los años 1974 y 1979, tenía por objetivo de Plata” (Fisher 1989: 140 [transcrito
convertir a los desaparecidos en “‘presun- para esta edición a partir de la cita de
tamente fallecidos’ a fin de que las Madres Marcelo Cohen Salama en Tumbas
cesaran sus presiones” (Bouvard 1994: 139). anónimas]).
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 91

hoping to speak to the pope, “Hebe de Bon- one that was not entirely popular in 1984
afini thrust pictures of their children into when a civilian government was restored to
his hands, crying out, ‘Please help the dis- power and the national mood favored for-
appeared!’ He allowed the pictures to slip getting and moving on. Although the jun-
through his hands onto the floor and kept ta initially denied all disappearances, they
walking. Hebe cried out once again, ‘Do passed two laws in 1979 that defined the
something for the disappeared!’” (Bouvard disappeared as dead: the presumption of
1994: 88). Help the disappeared. Do some- death law and a law granting economic rep-
thing for them. Tell us where they are… be- arations to the families of the deceased. The
cause they are somewhere. presumption of death law applied to those
Where are the disappeared? The dis- who went missing between 1974 and 1979;
appeared are in another world, a world its purpose was to turn the disappeared into
some Mothers were taken to also. This the” ‘presumed dead’ so that the Mothers
is, surely, one of the reasons the Mothers would stop pressing their cases” (Bouvard
knew that disappearance was not death. 1994: 139). Upon taking office, Alfonsin re-
Disappearance was all around them, they vised these laws, but their basic features
smelled it, they sensed it, they felt its be- remained the same, including the proviso
witching compulsion: it was always threat- that the state could “request a declaration
ening to envelop them. The disappeared of death against the wishes of the family”
have gone through the other door, its floods so that “a judge could then declare a person
of tears with consolation enclosed. The pre- dead without any attempt to investigate the
cise power of disappearance as a system of circumstances of the disappearance” (ibid.).
terror and repression is the other door, be- By 1984, when mass exhumations of Non
ing thrust across a menacing threshold and nombre graves were a daily feature of Argen-
into a somewhere whose whereabouts and tine life, the Mothers began to receive letters
coordinates are unknown and threaten- from the government instructing them to
ing. The other door and it’s floods of tears collect the remains of their children. Or they
are what haunt the population into trem- received boxes of bones accompanied by let-
bling silence. The other door is what must ters like the following one that Beatriz de
be conjured otherwise. Not death. To insist Rubinstein got about her daughter Patricia,
that disappearance is not death but its own who had disappeared in February 1977:
state of being consolation enclosed-because
it exists and is living with us, doing things Mar del Plata, November 1984
to us, scaring us, driving us from our homes Dear Madam,
into exile, making us inconsolably lonely, or As a culmination to your endless
crazy, or unable to see what is right in front search for your daughter Patricia, we have
of our faces, or because it is goading us to decided to send you what’s left of her,
fight-is to pinpoint its haunting quality. To which, without any doubt, will satisfy your
withstand and to defy its haunting power re- anxiety to meet her again earlier than was
quires speaking to it directly, not paralyzed foreseen by God.
with fear, out of a concern for justice. How This decision was taken as a
we can talk with them? (Agosin 1990: 37). result of a long investigation into your
There is no contradiction between the daughter’s activities with the armed
probability or even the fact that most disap- guerrillas and, just in case you don’t know,
peared had been killed and the Mothers’ de- we will give you a synthesis of the crimes
mand, Aparición con vida. Bring them back that she committed, together with her
alive. This is an extraordinary demand and husband.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 92

—TREASON. We know who they are.... They have to


—AIDING AND ABETTING THE explain what they don’t want to explain.
ACTIVITIES OF THE ENEMY. This is the meaningof aparicion con vida.
—COLLABORATING (GracieladeJegerinFisher 1989: 128-29)
ACTIVELY WITH THE MONTONERO The bones don’t interest us. What are we
MURDERERS. going to do with the bones? (Beatriz de
As a consequence of all the above Rubinstein in Fisher 1989: 129)
we condemned her to death.
May God, our Father, have mercy A bag of bones tells us nothing about disap-
on her soul. pearance. A bag of bones is not justice. A bag
Legion Condor-Squadron 33-Mar of bones is knowledge without acknowledg-
de Plata (Fisher 1989: 140). ment, the “sacramental transformation” of
information into publicly sanctioned truth
Aparición con vida. The Mothers were vig- (Weschler 1990: 4). A bag of bones only
orously opposed to the presumption of aims to eradicate “any meaning that death
death, to posthumous homage, and to eco- might have in society,” aims to eliminate
nomic reparations. “historical memory” and public memori-
als in a context where death is a supreme
But the truth is, we know they’ve killed instance of national sovereignty (Franco
them. Aparici6n con vida means that 1986: 12). The Mothers insisted on keeping
although the majority of them are dead, the disappeared alive because they opposed
no one has taken responsibility for their the false reconciliation that national-spon-
deaths. (Carmen de Guede in Fisher sored grieving for the dead and for burying
1989: 127) the “terrible” past promised. The Mothers
insisted on Aparición con vida because they
We already know that thousands of sought not to bury and forget the dead, but
desaparecidos were secretly murdered rather a “dynamic reintegration of the dead
and buried. The exhumations don’t tell us and disappeared into contemporaneity”
anything we don’t already know.… With (ibid.: 14). Argentina put the generals on tri-
the exhumations they want to eradicate al, which was unusual, but little came of it
the problem of the disappearances, except restrictions on filing complaints for
because then there are no more crimes committed during military rule (Pun-
desaparecidos, only dead people.... They to final) and Obediencia Debida (the Law of
have returned people who disappeared… Due Obedience), which upheld the immuni-
saying they’d died in “entrentamientos” ty of military subordinates for actions tak-
[armed confrontations, the military en under order.23 Aparición con vida meant
explanation for the appearance of dead ending the conditions that produced dis-
bodies]. If you accept this, in your appearance, the only way to provide a hos-
desperation to have the remains of pitable memory for the desaparecidos.
your loved one, you lose all your rights. Aparición con vida meant that these con-
Wedon’t want the names of the victims. ditions had not ended.24 Aparición con vida

23
See Taylor (1994) and the response by Marcus (1994) on the trials . On the military’s response to the
trials , which included two uprisings, and on the Punto final (Full Stop) and Due Obedience laws, see
Fisher (1989: 135-48).
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 93

Aparición con VIDA. Las Madres se opo- te sancionada (Weschler 1990: 4). Una bolsa
nían vigorosamente a la presunción de falle- con restos óseos sólo intenta erradicar “cual-
cimiento, al homenaje póstumo y también a quier significado que la muerte pueda tener
las indemnizaciones. en la sociedad”, trata de aniquilar “la memo-
ria histórica” y las conmemoraciones públi-
Pero lo cierto es que sabemos que los han cas en un contexto en el que la muerte es el
asesinado. Aparición con vida significa ejemplo por antonomasia de la soberanía
que, aunque la mayoría estén muertos, de la nación (Franco 1986: 12). Las Madres
nadie ha asumido responsabilidades por insistían en mantener vivos a los desapareci-
sus muertes (Carmen de Guede en Fisher dos porque se oponían a la falsa reconcilia-
1989: 127). ción que prometía ese duelo nacional por los
muertos y el intento de enterrar el “terrible”
Sabemos que a miles de desaparecidos se pasado. Se aferraron al lema Aparición con
les asesinó y enterró clandestinamente. vida porque no era su intención enterrar a
Las exhumaciones no nos dicen nada que los muertos y olvidarlos, sino abanderar una
ya no sepamos [...] Con las exhumaciones “reintegración dinámica de los muertos y
quieren erradicar el problema de desaparecidos en la época contemporánea”
las desapariciones, porque entonces (ibid.: 14). Argentina llevó a los genera-
no habrá más desaparecidos, sólo les a los tribunales, algo inusual, pero poco
muertos [...] Han devuelto a gente que se sacó de aquello salvo restricciones para
desapareció [...] diciendo que murieron encausar a los responsables en razón de los
en “enfrentamientos”. Si aceptas eso delitos cometidos durante la dictadura mili-
llevada por la desesperación de querer tar, en forma de las leyes de Punto Final y
tener contigo los restos de tu ser querido, Obediencia Debida, que garantizaron a los
pierdes todos los derechos. No queremos subordinados la inmunidad por las accio-
los nombres de las víctimas. Sabemos nes que hubieran ejecutado acatando órde-
quiénes son [...] Tienen que explicarnos nes23. Aparición con vida significaba acabar
lo que no quieren explicar. Eso es lo que con las condiciones en que se gestaba la des-
significa aparición con vida (Graciela de aparición, la única forma de invocar de una
Jeger en Fisher 1989: 128-129). manera hospitalaria la memoria de los des-
aparecidos. Aparición con vida significaba,
Los huesos no nos interesan. ¿Qué vamos pues, que estas condiciones seguían existien-
a hacer con unos huesos? (Beatriz de do24; también que seguía habiendo un terre-
Rubinstein en Fisher 1989: 129). no propicio para el influjo de la presencia de
lo inquietante y que el reconocimiento a los
Una bolsa con huesos no nos dice nada de espectros aún estaba por llegar. En 1987, las
la desaparición. No hace justicia. Se erige Madres asumieron el lema CONTRA EL AUTORI-
en conocimiento sin reconocimiento previo, TARISMO CÍVICO-MILITAR (Bouvard 1994: 169).
por mor de la “transformación sacramental” La desaparición no es equiparable
de ciertos datos en una verdad públicamen- sólo a la muerte. Es algo distintivo, la condi-

23
Véase Taylor (1994) y la réplica de Marcus (1994) sobre los juicios. Sobre las reacciones de las Fuerzas
Armadas a estos juicios, entre ellas dos levantamientos, y sobre las leyes de Punto Final y Obediencia
Debida, véase Fisher (1989: 135-48).
24
Véase Dabat y Lorenzano (1984) para un análisis de la vigencia de esas condiciones, el movimiento
democrático y las perspectivas de futuro.
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 94

ción de las víctimas de la represión. Luchar El viaje


contra ella y contra su particular forma de Ellos venían haciendo el viaje de sur a
operar exige familiarizarse con todo lo que norte [...] El hemisferio norte quizá no
supone y elaborarlo. Como veremos a con- sea el que le corresponda. Se pone cabeza
tinuación, la desaparición apadrinada por abajo y empieza a descender hacia el
el Estado es un procedimiento que deja a su polo negativo que es el suyo no tanto por
estela espectros que persiguen tan angustio- elección sino por nacimiento. Es decir
samente a la población que logran su com- que cuando ellos dicen norte (por decir
pleto sometimiento. frío) nosotros decíamos sur (sur y sombra,
AZ pierde a la mujer, pero encuentra sursombra) y de golpe le aterra la soledad
el espectro. Y, puesto que ya sabemos que de un continente donde los líquidos
éste ejerce un efecto obsesivo en quien bus- internos giran en sentido contrario.
ca, AZ deja de estudiar y empieza a buscar- SABE QUE HA DE VOLVER

la porque la visibilidad de una persona en intuye que la búsqueda


tanto sujeto está ligada al modo en que ocu- de ella es quizá sólo una excusa para
rrió su desaparición. El profesor atraviesa devolverlo a donde pertenece pero hay
la otra puerta. Pero Luisa Valenzuela no le mucho que andar, todavía, mucho por
deja morir. Aún no, dice: aprender. Sobre todo saber reconocer
los dones que le son ofrecidos, no
Necesitó entonces cambiar de plano para dejarlos escapar entre los dedos un poco
proseguir su búsqueda, porque en éste despreciándolos y otro poco estrujándolos.
ya la había encontrado en cierta forma Tome acá un librito de cuentos
[...] Algunos pocos suspiramos aliviados, radiante espesura,
los más no notaron nada distinto en mala letra
la ciudad cuando se borró una puerta, letra
una habitación con diván desvencijado, tra
algunas pin-ups en la pared, una ventana a
oscura y rejas. El infierno de AZ se nos de América, y adelante
fue para siempre y casi nadie lo supo (V., 327, 311)
[...] Por suerte tuvo agua, de otra forma
lo hubiéramos encontrado muerto allí AZ viaja de norte a sur, volviendo sobre los
mismo sin siquiera un gesto de rebeldía. pasos de los europeos que protagonizaron el
¿Encontrado muerto, dónde? Ese allí descubrimiento de las Américas, de España
fue creado tan sólo para él y entonces su a México y luego hasta Argentina, el punto
cadáver, luego de tres días de clausura, más meridional en América Latina, hoy fun-
habría emergido quizás en medio de Las damentalmente conocida porque linda con
Ramblas y al alcance de todos. Todos los los grandes estados donde campó el terro-
que no supieron, los que no vieron: los rismo de inspiración norteamericana: Chi-
bienaventurados (V., 296). le, Uruguay y Paraguay. Con una escritura
precaria o simplemente radiante por efec-
AZ entró por la otra puerta y, empujado a la to del denso realismo mágico de América y
imperiosa dialéctica que mantienen la visi- más allá, AZ deja Barcelona y el psicoanáli-
bilidad y la invisibilidad, el saber y el dejar sis, resucitado milagrosamente por la pluma
de saber, el reconocimiento y la negación, de Luisa Valenzuela. Al llegar a México, “[s]
empujado a la irrealidad normalizada del on mujeres reviejas las que los reciben (me
otro lado, inicia un viaje. Vuelve a su Améri- reciben) [...] Mujeres que rezan con los pies,
ca y por primera vez la reconoce (V., 297) el mundo dado vuelta” (V., 298).
En eso estoy: en recorrer la cinta de Moebius por América
Here I am: traveling the Moebius strip through America
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 96

meant that the haunting ground remained AZ entered the other door, and, thrust into
and that the reckoning with the ghosts had the imperious dialectic of visibility and in-
yet to take place. In 1987 the Mothers raised visibility, learning and un learning, ac-
the slogan AGAINST MILITARY CIVIL AU- knowledgment and denial, thrust into the
THORITARIANISM (Bouvard 1994: 169). normalized unreality of the other side, he
Disappearance is not only about takes a journey. He returns to his Latin
death. Disappearance is a thing in itself, a America and for the first time recognizes
state of being repressed. To counter it and it (V 93).
its particular mode of operation requires
contact with and work on what it is. As we The Journey
shall see in a moment, disappearance is a They were traveling from south to north,
state-sponsored procedure for producing while he was going from north to south...
ghosts to harrowingly haunt a population The northern hemisphere is perhaps not
into submission. the one that suits him best. He places
AZ loses the woman but gains the himself head down and begins to descend
ghost. We already know that the ghost has a toward the negative pole that is his not
compelling effect on the person who is search- so much by choice as by birth. When they
ing. AZ stops studying and starts to look for say north (to say cold) we say south (south
her because the visibility of a subject is tied and shadow), and suddenly he is terrified
to the mode of its disappearance. He passed by the loneliness of a continent whose
through the other door. But Luisa Valenzuela internal liquids turn the other way round.
won’t let him die. Not yet, she says:
HE KNOWS THAT HE MUST GO BACK

He then had to change levels in order to he feels that the search


continue his search, because in this level for her may be only an excuse to bring him
she had already been found in a certain back to where he belongs. But there is still
form…. A few of us sighed with relief, but a long way to go, much to learn. Above all,
most people noticed nothing different in learning how to recognize the gifts that are
the city when a door, a room with a rickety offered him, not letting them slip through
divan, some pin-ups on the wall, and a dark his fingers by disdaining them a bit on the
window with bars disappeared. AZ’s hell one hand and squeezing them a little on
left us forever and almost no one realized the other.
it.... Luckily he had water, otherwise we Here take the gift of a little book of
would have found him dead right there and stories
without a gesture of rebellion. Found dead radiant thickness
where? That there was created only for him bad writing
and then his corpse, after being shut up bad writ
for three days, would have emerged in the ba
middle of the Ramblas and within reach of a
everyone. All those who didn’t know, who of America, and on-
didn’t see: the fortunate ones. (V 92) ward (V120,106-7)

See Dabat and Lorenzano (1984) for an analysis of these ongoing conditions, the democratic move-
24

ment, and its prospects.


Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 97

AZ avanza “por camino de cabras”, individualistas, o tal vez ha regresado a sus


camino que parece rememorar como si lo orígenes perdidos, influidos por los ritua-
hubiera transitado en otra época, por “don- les de sanación de los chamanes25. Poco le
de nació Quetzalcóatl” (V., 299). Enfren- importa a quien, tras ingresar en el mun-
tándose a los elementos del agua, el aire y el do del mito, ahora cambia de máscara, de
fuego en una dimensión diferente, “[l]e ha sexo y de idioma bajo el “resplandor de
llegado la hora de su primera purificación y luna” (V., 317). AZ “[c]orre entonces cami-
las mujeres quizá logren hacérselo entender no abajo, se sacude la máscara, se aleja en
hablando náhuatl. O quizá logran algo bas- una lancha a motor y se interna en el mon-
tante más turbio como [...] una forma de hip- te donde sabe que andan sus hermanos” (V.,
nosis poco clara” (V., 300). Aunque el humo 318). Por primera y última vez sus labios
resulta sofocante en el temazcal de adobe, pronuncian el nombre secreto de ella –ape-
AZ aguanta hasta el final del ritual de puri- nas un susurro–. Sus labios se cierran y ya
ficación, del que sale limpio. Montado en un lo ha olvidado (V., 319). Nunca volverá a
desvencijado vehículo, “la carrindanga”, que pronunciarlo.
asciende y desciende por la sinuosa ladera de Y la siguiente noticia que tenemos de
una montaña “a paso de hombre cansado” AZ nos lo sitúa en Chiapas, que también es
(V., 304), “acced[e] así al techo de este mun- la selva de Tucumán (“esta selva es también
do de techos” (V., 305) con un nombre en los la selva misionera” [V., 320]). El viaje le ha
labios, María Sabina, y en una época mítica. conducido, pues, a la escena primigenia don-
En eso estoy: en recorrer la cinta de Moebius de se produjo la desaparición de ella. Va por
por América porque el espacio donde ella se la selva de Chiapas y ¿cómo es que le llegan
encuentra no es el euclidiano ni el tiempo de las palabras de los otros allá en Misiones?
ella es éste del que tenemos una pobre con- Le llegan ráfagas de ella en aquella vida
ciencia al ver envejecer nuestro pellejo (V., que ella se encargó tan bien de ocultarle,
306). María Sabina le da los hongos y “[d]e la vida cuando ella tenía conciencia de las
golpe todo es maelstrom” (V., 306). AZ sube cosas y luchaba por una causa concreta y
y baja, a gritos, oteando abajo “la miseria de se sentía segura de sí misma. Épocas en las
los otros”. Avanza “sin que el tiempo parez- que ella quiso olvidar porque había espe-
ca correr tampoco” (V., 309), y todo lo que ranzas y con la muerte de las esperanzas
consideraba sagrado y profano termina fun- ya ni valía la pena mantener una memoria.
diéndose mientras baila irracionalmente y ¿Cómo le llegaron a él las palabras de Alfre-
contempla su propia muerte. También por do Navoni al que nunca oyó nombrar, que
efecto de los hongos, recibe “indicaciones figura en otra historia, la historia escondida
para la fabricación de cirios” y “consejos para por ella? (V., 319) Enseguida volveremos a
armar un buen ataúd” (V., 314) la importante pregunta de cómo le llegan las
AZ ahora está muy lejos del universo palabras de Navoni y de otros que están en
del psicoanálisis y sus rituales de curación Tucumán. Pero, antes de que AZ tenga opor-

25
Sobre el psicoanálisis y el chamanismo, véase Clément (1987) y Lévi-Strauss (1963), especialmente
el sorprendente capítulo “El hechicero y su magia”, que comienza, dicho sea de paso, con la historia de
la desaparición de un hechicero, así como el capítulo más citado “La eficacia simbólica”. Por otra parte,
impresiona el análisis lírico de Clément de lo que se perdió el psicoanálisis, y por extensión las ciencias
sociales en general, cuando la ciencia vino a ocupar el lugar de lo que Lévi-Strauss denomina el “com-
plejo chamanístico”, la capacidad del chamán de concitar el poder colectivo de verbalizar un conflicto
inconsciente y reprimido.
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 98

tunidad de pararse a pensarlo, y “después la Subversión” (J. Taylor 1994: 200) por la
de tanto andar, tantos esfuerzos llega al fin” Junta en parte porque la Declaración de la
hasta sus “hermanos” (V., 322); se encuen- Independencia Nacional se firmó allí. Cua-
tra con revolucionarios que, allí en la selva, tro días más tarde, el Ejército lanzó el que
“están ahora llorando porque son más ata- dio en llamarse Operativo Independencia
cados que atacantes y tienen que velar al que para librar una “guerra santa” contra el ERP.
peleó y murió en medio de la selva. Ése sí que Se trataba de una campaña despiadada que
fue hermano y sigue siéndolo, en el centro de integraba “acciones psicológicas” dirigidas
esta rueda de vida que se ha armado en torno por Jorge Conti, quien “se consideraba un
de su muerte” (V., 322). alto mando de la Tripe A”, la Alianza Antico-
munista Argentina. Diseñada para presentar
El familiar a las Fuerzas Armadas como representan-
Tucumán es una región montañosa de cli- tes del pueblo, también incluía “acciones
ma semitropical cuya llanura al norte del civiles” dirigidas por el tristemente célebre
país, dedicada al cultivo de la caña de azú- López Rega, otra de las cabezas de la Triple
car, se conoce por la larga historia de con- A, y junto a éstas secuestros, torturas, ejecu-
flictos sindicales en el seno de la industria ciones y desapariciones indiscriminados. El
azucarera. En 1962, Mario Roberto Santu- Operativo Independencia al cargo del cual
cho, tras visitar Cuba en 1961, publicó “Cua- estuvo el general Vilas promovió activamen-
tro tesis sobre el Norte argentino”, en las te la imagen de que se estaba librando una
que argumentaba que, al ser la industria del guerra convencional entre dos ejércitos ene-
azúcar el pilar central de la economía de la migos comparables. Acuartelados al sur de
región, los trabajadores del sector tenían el San Miguel de Tucumán, la capital de la pro-
potencial de erigirse en la vanguardia del vincia, el Ejército refirió numerosas bata-
proletariado. A finales de los sesenta, sin llas con el poderoso ERP. Sin embargo, los
embargo, cerraron muchas de las centrales cinco mil hombres que componían las tro-
azucareras, principalmente por el recorte de pas del Ejército allí destacadas, junto con la
las subvenciones a los precios agrícolas por Policía de seguridad, se enfrentaban a entre
parte del régimen de Juan Carlos Onganía, 120 y 140 guerrilleros del ERP (Andersen
con el consiguiente empobrecimiento de la 1993: 125). El Ejército, en realidad, libra-
región. Avalado por la fuerte tradición sin- ba una guerra urbana clandestina, para lo
dicalista, las semejanzas de Tucumán con la que se había infiltrado en las ciudades de
parte oriental de Cuba y las expectativas que San Miguel de Tucumán y Concepción, y se
fueron creando las actividades en Bolivia servía de los sombríos terrenos montañosos
del Che Guevara, argentino de nacimiento, para tapar su rastro. Como destaca Ander-
el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) sen, la retórica patrocinada de que se estaba
se decidió a lanzar en Tucumán “el desafío librando una guerra legítima en Tucumán
más audaz –y fatal– al Estado argentino” cumplía tres propósitos principales: permi-
(Andersen 1993: 127). tía al Ejército poner en práctica unos méto-
En noviembre de 1974, Isabel Perón decla- dos terroristas que pronto generalizaría en
ró el estado de sitio. El 5 de febrero del año todo el país (la picana eléctrica, el enterra-
siguiente, sancionó con su firma el Decreto miento, la suspensión de las víctimas); por
secreto Nº. 261, que autorizaba a las Fuer- otra parte, extendía una “cortina de humo”,
zas Armadas a “neutralizar y/o aniquilar en palabras de un lugarteniente, que encu-
el accionar de elementos subversivos que bría la violencia a manos del Ejército; y, en
actúan en la provincia de TUCUMÁN”, llama- tercer lugar, legitimaba la presencia y des-
da “Cuna de la Independencia. Tumba de pliegue de poder de dicho Ejército.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 99

AZ is traveling from north to south, retracing The mushrooms will do that and so he also
the steps of the original European discovery receives instructions for making candles
of the Americas, from Spain to Mexico to and a good coffin (V 109).
Argentina, the southern-most point of Lat- AZ is a long way now from the world
in America, mostly remembered in our time of psychoanalysis and its individualistic cur-
for bordering on the great states of North ing rituals, or perhaps he has returned to its
American-inspired terror: Chile, Uruguay, lost origins in shamanistic healing.25 It mat-
and Paraguay. Bad writing or just radiant ters little to the one who, having entered
with the thick magical reality of America and the world of myth, is now changing masks
onward, AZ leaves Barcelona and psychoa- and sexes and languages in the “splendor
nalysis, having been miraculously resurrect- of the moonlight” (V 111). AZ “runs down-
ed by Luisa Valenzuela. Arriving in Mexico, hill, shakes off the mask, departs in a mo-
“very old women receive him (receive me)… tor launch, and heads toward the jungle
Women who pray with their feet, the world where he knows his brothers are” (V 113).
turned upside down” (V 94). For the first and last time his lips pro-
AZ moves “along goat paths,” paths nounce her secret name-a whisper. His lips
he appears to recollect as if in another time close and he’s forgotten it (V 114). He will
he wandered here, the “place where Quet- never pronounce her name again.
zalcoatl was born” (V 95)’ Confronting the And the next thing we know AZ is in
elements of water, air, and fire in a different Chiapas, which is “in fact also the Tucumán
dimension, “the hour for his first purifica- jungle” (V 114). His journey thus far has
tion has come and perhaps the women will brought him to the primal scene of She’s
contrive to make him understand this by disappearance. He goes through the jungle
speaking nahuatl. Or perhaps they will ac- of Chiapas, how come the words of the oth-
complish this in some more obscure way ers in Tucumán reach him here? He expe-
such as… some vague form of hypnosis” riences what had been her experiences in
(V 96). The smoke in the adobe hut is suf- the life that she took such great care to hide
focating, but AZ stays put to complete the from him, the life when she was aware of
purification ritual and emerge cleansed. things and fought for a specific cause and
Journeying up and down the rnountainside felt sure of herself. Periods that she want-
on a rickety bus poking along “at the pace ed to forget because there were hopes and
of a tired man,” AZ “arrives at the roof of with the death of hope it was no longer
this world of roofs” (V 1OO) with a name, worth the trouble to keep a memory. How
Maria Sabina, on his lips, and on mythi- did the words of Alfredo Navoni reach him,
cal time. Here I am: traveling the Moebius that man who figures in another story, the
strip through America because the space story she concealed? (V 114). We will come
where she is to be found is not Euclide- back in a moment to the important question
an space nor is her time the same time of of how the words of Navoni and the others
which we’re dimly aware when we see our in Tucumán reach him. But before AZ has
skin aging (V 101). Maria Sabina gives him the chance to think that question through,
the mushrooms and “suddenly everything and “after so much wandering about and
is a maelstrom” (V 102). AZ is rising and so much effort he finally” meets up with
sinking, shouting, and catching a glimpse his “brothers” (V 115, 113). He meets up
of the misery of others below. “Time seems with revolutionaries in the jungle who are
to stand still” and everything he had known “weeping because they are attacked rather
about the sacred and the profane melts as he than attacking and must keep an all-night
dances wildly and witnesses his own death. vigil for the dead guerrilla in the midst of
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 100

the jungle. That man was a brother and con- gentine Declaration of Independence was
tinues to be one, in the center of the wheel signed there.) Four days later, the army
of life that has formed around his death” (V launched Operativo Independencia (Oper-
115). ation Independence) to wage “Holy War”
against the ERP. The operation was a ruth-
El Familiar less campaign that involved “psychological
Tucumán is a semitropical mountainous action” directed by Jorge Conti, who was
region with a flat suga rcanegrowing plain “reputed to be a ranking member of the
in the north of the country known for its Triple A,” the Argentine AntiCommunist
long history of labor struggles over sugar. Alliance. Designed to present the military
In 1962 Mario Roberto Santucho, who had as the representative of the people, it in-
visited Cuba in 1961, issued “Four Hypoth- cluded “civil actions” directed by the infa-
eses on Northern Argentina,” in which he mous Lopez Rega, another Triple A leader,
argued that the sugar industry constituted and indiscriminate abduction, torture, exe-
the center of the regional economy, making cution, and disappearance. General Vilas’s
it’s workers the potential proletarian van- Operativo Independencia actively promot-
guard. By the late 1960s, however, many ed an image of conventional warfare be-
of the sugar mills in Tucumán had closed, tween two comparable armies. Camped
primarily because the regime of Juan Car- south of San Miguel de Tucumán, the
los Ongania cut government price supports, provincial capital, the army told of many
and the region became even more impover- battles with the powerful ERP. But five
ished. The tradition of strong labor organ- thousand army troops, along with state se-
izing, the resemblance Tucumán bore to curity police, were “arrayed against” some
eastern Cuba, and the expectations raised 120 to 140 ERP guerrillas (Andersen 1993:
by Argentine-born Che Guevara’s activities 125). The army was, in fact, waging a cov-
in Bolivia led the ERP (Ejercito Revolucion- ert urban war, infiltrating the cities of San
ario del Pueblo, the People’s Revolution- Miguel de Tucumán and Concepcion, us-
ary Army) in June 1974 to launch “its most ing the shadow of the mountains to cover
audacious-and fatal-ehallenge to the Ar- their tracks. As Andersen notes, the ongo-
gentine state” in Tucumán (Andersen 1993: ing rhetoric of a legitimate war in Tucumán
127). served three purposes. It allowed the army
In November 1974, Isabel Peron de- to practice methods of terror it would soon
clared a state of siege. On February 5, 1975, deploy in the country at large: the electric
she signed secret Decree no. 261, which prod, live burial, hanging by wire. It pro-
authorized the army to neutralize subver- vided a “smoke screen,” in the words of a
sive elements in Tucumán, the “Cradle of lieutenant, for the illegal violence perpe-
Independence and Tomb of Subversion” trated by the army. And it legitimated the
(J. Taylor 1994: 200). (The junta gave army’s presence and power for its impend-
Tucumán this name in part because the Ar- ing takeover.

25
On psychoanalysis and shamanism, see Clement (1987) and Levi-Strauss (1963), especially the quite
amazing chapter “The Sorcerer and His Magic,” which begins, by the way, with the story of a shaman who
has disappeared, and the more widely cited “The Effectiveness of Symbols.” Clement’s lyrical analysis of
what was lost to psychoanalysis, and by extension to social science in general, when science replaced the
core of what Levi-Strauss calls the shamanistic complex-the ability of the shaman to summon the group’s
power for abreaction-is quite breathtaking.
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 101

En el noroeste de Argentina la tradición de cha –en el primer trimestre de 1976, se


leyendas folklóricas es muy fuerte. En la atribuyeron 549 asesinatos a los escuadro-
provincia de Santiago del Estero muchos nes de la muerte de la Triple A (ibid.: 20)–,
de los cuentos tienen un giro mágico y la justificación pública del golpe de Estado,
benévolo [...] Pero en el territorio del la necesidad de aniquilar a la “subversión
azúcar, particularmente en Tucumán, izquierdista”, sonaba a charada depravada y
donde los campesinos creían en diablos y letal. La llamada Guerra Sucia comenzó tras
demonios, el mito local más importante la derrota del minúsculo y apenas operati-
era siniestro y amenazante. Gira en vo ERP. Se inició, en efecto, una vez termi-
torno al Perro Familiar, conocido por los nó la guerra que casi no existió en la selva
campesinos de Tucumán sencillamente tucumana. Ahora bien, esa Guerra Santa y
como “el Familiar”. Sucia, que jamás se declaró oficialmente,
que se prolongó en el tiempo tras su inicio
Se creía comúnmente que “el Familiar” con la derrota del supuesto enemigo y que
era el hijo del Diablo y se acercaba tuvo un carácter asimismo fantasmagórico,
cautelosamente a su presa a la caída de la no fue menos real por haber sido simple-
tarde. Cuando un campesino desaparecía mente “una especie de” guerra. Esa “espe-
misteriosamente y a veces se encontraba cie de” metafórico es tan real como la vida
su cuerpo destrozado, sus compañeros misma. Ellos están ahora llorando. “Hoy
lloraban la pérdida [...]. Cuando la provincia [de Tucumán] tiene la sede del
estaban incapacitados o no dispuestos a único Museo de la Subversión gubernamen-
explicar el fenómeno, lo atribuían a las tal de toda la nación [...] donde se ha con-
depredaciones de El Familiar. servado el recuerdo oficial de la Junta de
sus víctimas [...] y su capital ha terminado
Hay varias interpretaciones [...] de la siendo la única ciudad de la República don-
aparición de El Familiar en la región de ha sido imposible crear grupos de debate
donde crece la caña de azúcar [...] Algunos [...] de las Madres de los desaparecidos” (J.
sostuvieron que la obra de El Familiar era Taylor 1994: 200).
en realidad la de los propietarios de los
ingenios [azucareros] y sus capataces [...] La representación del Misterio
Por supuesto, a AZ no le dicen todo esto los
Para los campesinos de Tucumán, la hermanos, pues están llorando y su presen-
aparición de Vilas y el Ejército en el cia es apenas tangible en la más evocado-
Operativo Independencia no era diferente ra de las selvas. Lo que sí le relatan es “un
del regreso de El Familiar (ibid.: 136) cuentito” no sin antes reconocer lo siguien-
te: “Ahora estamos mejor con nosotros mis-
A finales de 1975, el Operativo Independen- mos porque finalmente sabemos cuál es la
cia había logrado quebrar al ERP (Guest lucha [...] Antes era distinto, aunque estaba
1990: 19). A pesar del drástico recrudeci- muy en relación...” (V., 322-323)26. En dicho
miento de la violencia a manos de la dere- cuento, titulado “La larga noche de los tea-

26
El ERP y otros grupos rebeldes armados erraron al calibrar la naturaleza de la lucha, particularmente
en lo que respecta a su propia posición frente al peronismo. Véase Andersen (1993: 127-130) para una
descripción y análisis de los puntos ciegos y errores de la estrategia política y las actividades del ERP en
Tucumán, especialmente su falta de previsión ante la inminencia de la dictadura militar. Véase también
Castañeda (1993).
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 102

trantes”, ocho teatrantes amateur, o cama- en que se fundó Argentina. En 1534, el rey
radas, montan una representación de La Carlos V de Castilla prometió un condado y
Boda en la plaza del pueblo donde se hallan. un estipendio anual a Pedro de Mendoza si
No será una representación cualquiera. éste a cambio se adelantaba a los portugue-
Comienza con Carlos en el papel de novio, ses y conquistaba el reino indio legendario
Pedro en el del cura y Pancho en el del padri- del interior de esas tierras. Mendoza partió
no, mientras que el de novia está reservado al año siguiente de España con 16 navíos y
a quien apodan la gorda, que acaba de incor- 600 hombres, “el triple de los que acom-
porarse al grupo. En escena el resto cocina pañaron a Cortés en la conquista de Méxi-
panqueques. Después, traen a la gorda a co dieciséis años antes” (Rock 1985: 10) y,
escena vestida con saris indios coloristas y en 1536, desembarcó en el Río de la Plata
le vendan los ojos para desvestirla y “para y bautizó este primer asentamiento con el
poder empezar a cubrirla con los panque- nombre de Puerto de Nuestra Señora Santa
ques puntilla [...] Le hicimos un velo de sala- María del Buen Aire. Puesto que llegaron al
me. La perfumamos con esencia de vainilla, final del verano del hemisferio sur y no lle-
le pusimos un collar de guindas, le dimos vaban consigo cereales que plantar, comen-
un artístico racimo de uvas para que lo lle- zaron a tener problemas de abastecimiento,
vara en la mano, le pintamos con dulce los que se recrudecieron cuando los indios que-
panqueques sobre el pecho como si fueran randíes empezaron a combatir a los españo-
flores”. Fue todo “de lo más ritual”, hasta les, que intentaban esclavizarlos y robarles
que se torcieron las cosas con la invitación los víveres (ibid.). “Tiritan de frío y de mie-
que lanza el padrino al público: “‘Vengan do los fundadores. La brisa arranca una
todos a comer con nosotros’, y empezamos música crujiente a las copas de los árboles
suavemente a comerle el vestido a la gorda, y más allá, en los campos infinitos, silen-
de a bocaditos, poco a poco y cuidándonos ciosos espían los indios y los fantasmas”
de los alfileres pero cada vez con más gula (Galeano 1982: 176). Así que comenzaron
porque el público entusiasmado se nos iba a comerse. En la recién bautizada Argenti-
uniendo y empezamos a hacer mucho ruido na, unos hombres blancos hambrientos y
como chanchos, mascando y mascando y no solitarios se comieron los cadáveres de sus
sé dónde la cosa se puso a andar mal pero hermanos, en silencio y en secreto, a fin de
de golpe me encontré con algo duro entre satisfacer el hambre en la más banal de las
los dientes y no sé qué habré pensado en ese acepciones:
momento pero cuando quisimos acordarnos
de la gorda sólo quedaban algunos huesitos. Al final, tal era la necesidad y la miseria
Y no todos” (V., 325-326). Cuando AZ pre- que ya no quedaban ratas, ni ratones,
gunta “¿Se comieron a la gorda enterita?”, le ni serpientes para acallar la hambruna
responden: “Bueno, tanto como comérnos- terrible y la pobreza inenarrable, y se
la... No creo. Hubiera habido sangre, tripas, comieron los zapatos y el cuero y todo lo
esas cosas. [...] [A]lgo raro pasó y de la gor- demás. Sucedió que tres españoles robaron
da nunca más se supo [...] Nosotros desapa- un caballo y lo comieron a escondidas,
recimos esa misma noche” (V., 326). pero cuando se supo los apresaron e
AZ escucha la historia de cómo pue- interrogaron bajo torturas. Tras lo cual,
de alguien desaparecer, ser devorado vivo tan pronto como admitieron su culpa, se
entre juegos y diversión, sin que nadie se les condenó a morir en la horca; los tres
dé cuenta hasta que ya es demasiado tarde: fueron ahorcados. Justo después, por la
sólo quedaban algunos huesitos. La histo- noche, otros tres españoles llegaron hasta
ria es también la parábola sobre la forma la horca, donde estaban los tres colgados, y
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 103

Throughout the Argentine northwest dramatically-in the first three months of


the tradition of folk legends was very 1976, 549 murders were attributed to the
strong. In the province of Santiago del Triple A death squads (ibid.: 20)-the public
Estero many of the tales had a magical, justification for the coup, the need to elim-
benevolent twist.… But in sugar terri- inate “left-wing subversion,” was a vicious
tory, particularly in Tucumán, where and deadly charade. The so-called Dirty War
peasants believed in devils and de- began after the defeat of the small and large-
mons, the most important local myth ly ineffective ERP. The Dirty War began after
was sinister and threatening. It re- the war that didn’t quite exist in the forests
volved around the shadowy Perro Fa- of Tucumán was over. Como en la Guerra,
miliar (the Family Dog), known to Like in War. The Holy Dirty War, never of-
Tucumán’s peasants as simply “el Fa- ficially declared, initiated with the defeat
miliar.” of the putative enemy, long in the making,
spooky as all, was not any less real for mere-
It was commonly believed that “el Fa- ly being “like” a war. The metaphorical “like”
miliar” was the son of the Devil and is as real as you can get. They are weeping.
stalked its prey after midnight. When “Today the province [of Tucumán] possess-
a peasant mysteriously disappeared, es the nation’s only public Museum of the
sometimes to be found later with his Subversion where the junta’s official mem-
body ripped apart, his co-workers ory of its victims has been enshrined and its
mourned the loss.… To explain the phe- capital has proven to be the only city in the
nomenon, they chalked it up to the pre- Republic where it has been impossible to es-
dations of “el Familiar”. tablish discussion groups… of the mothers
of the disappeared” (J. Taylor 1994: 200).
There are a number of… interpretations
for the appearance of “el Familiar” The Mystery Play
in the sugar-growing region.… Some Of course the brothers don’t tell AZ all this
claimed the work of “el Familiar” was because they are weeping and are barely
in fact that of the mill owners and their there at all in this most powerful of conjur-
foremen .… ing jungles. Instead, they tell him a story
that begins with this admission: “’We’re on
For the peasants of Tucumán the ap- better terms with ourselves now because fi-
pearance of Vilas and the army in Op- nally we understand the struggle.... It was
erativo lndependencia was no different different before, though closely related’” (V
than a return of “el Familiar” (ibid.: rr6).26 The story is called “The long night
136). of the thespians.” Eight amateur thespi-
ans, or comrades, put on a performance of
By the end of 1975, Operativo Independen- The Wedding in the main square of the vil-
cia “had broken the ERP” (Guest 1990: 19). lage where they were staying. But this was
Although right-wing violence had increased no ordinary performance. It started simply

26
The ERP and the various armed rebel groups miscalculated the nature of the struggle, particularly with
regard to their stance toward Peronism. See Andersen (1993: 127-30) for a description and analysis of the
blind spots and failures of the political strategies and activities of the ERP in Tucuman, especially their
unpreparedness for the forthcoming military dictatorship. See also Castafieda (1993).
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 104

with Carlos as the bridegroom, Pedro as the conquest of Mexico some sixteen years pre-
priest, Pancho as the best man, and Fatty, a viously” (Rock 1985: la). In 1536 Mendoza
recent arrival, as the bride. The rest of the arrived at the River Plate and christened his
cast was cooking pancakes on the stage. Fat- encampment Puerto Nuestra Senora San-
ty was brought onstage dressed in fancy and ta Maria del Buen Aire. Arriving at the end
colorful saris. She was blindfolded and un- of the southern summer, the Spaniards had
dressed “so we could cover her body with no cereals to plant, and severe food short-
the lacepancakes and her face with a veil of ages got worse as the Querandi waged war
salami. We perfumed her with vanilla ex- against the Spaniards, attempting to enslave
tract, we put a collar of mazard berries on them and steal their food (ibid.). The found-
her, we gave her an artistic bunch of onions ers’ teeth chatter from cold and fear [and
to hold, we painted the pancakes covering hunger]. The breeze plays rustling music
her breasts with jam.” They were following in the treetops, and beyond, on the endless
the ritual “strictly.” Things went awry when plains, Indians and phantoms silently spy
the best man invited the audience to “’come, on them (Galeano 1985: 153). And so they
eat with us,’ and we all began to eat Fat- started to eat each other. In the newly chris-
ty’s clothes-in little bites at first, then more tened Argentina, lonely, hungry white men
and more greedily as the enthusiastic audi- ate their own already dead brothers in si-
ence joined us onstage and we snorted like lence and secrecy to satisfy the most banal
hogs, chewing and chewing, and I don’t re- of hungers:
call when things began to go wrong but sud-
denly I found something hard between my Finally, there was such want and misery
teeth and I don’t know what I could have that there were neither rats, nor mice,
been thinking of just then but when next we nor snakes to still the great dreadful
looked for Fatty all that was left of her was hunger and unspeakable poverty, and
bones. And not all of them at that” (V 119). shoes and leather were resorted to for
AZ asks, “’So you ate Fatty up?’” The answer: eating and everything else. It happened
“ ‘Well, if you put it that way. I don’t suppose that three Spaniards stole a horse, and ate
so. There would have been blood, innards, it secretly, but when it was known, they
things like that.… Something strange took were imprisoned and interrogated under
place that night and we never heard of Fat- the torture. Whereupon, as soon as they
ty again. That same night we disappeared” admitted their guilt, they were sentenced
(V 119). to death by the gallows, and all three were
AZ hears a story about how someone hanged. Immediately afterwards, at night,
can disappear, can be eaten up alive, while three other Spaniards came to the gallows
playing and having some fun, without an- to the three hanging men, and hacked off
yone really noticing until it is too late. All their thighs and pieces of their flesh, and
that was left of her was bones. It is also a took them home to still their hunger. A
little parable about the founding of Argen- Spaniard also ate his brother, who died in
tina. In 1534 Charles V of Castile made a the city of Buenos Aires. (Luis Dominguez
land gift and a promise of riches to Pedro in Rock 1985: 11)
de Mendoza, who was expected in return to
forestall the Portuguese and to conquer the The beginning, perhaps, of a culture of
legendary Indian kingdom of the interior. In terror that secretly eats its own. There is
1535 Mendoza left Spain with sixteen ships something pathetic in the image of these
and sixteen hundred men, “three times the conquistadors left with nothing but each oth-
number that accompanied Cortes in the er to consume, and secretly, surreptitiously,
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 105

les cortaron los muslos y otros miembros, no es baladí. AZ está descendiendo a la ver-
para llevárselos a casa a acallar el hambre. dadera acción política (que promete cierto
Un español llegó a comerse a su hermano, alivio; pongámonos, a la postre, manos a la
que murió en la ciudad de Buenos Aires obra) y, sin embargo, escucha la narración
(Luis Domínguez en Rock 1985: 11). de un Misterio en el que alguien desaparece
justo ante nuestra mirada. En lugar de hallar
Éste es el comienzo, quizás, de una la tranquilizante claridad del análisis políti-
cultura del terror que a escondidas se come co inequívoco, AZ experimenta más confu-
a los suyos. Y hay algo patético en la imagen sión en virtud de los mitos, los sueños y la
de estos conquistadores a quienes no les reversibilidad de los símbolos y la acción.
queda otra cosa que comer que otros con- ¿Por qué? Porque la acción real, lejos de
géneres, y que lo hacen en secreto, subrep- limitarse a una violenta pugna en la que está
ticiamente, sin el consuelo del ritual o la en juego el control de la infraestructura polí-
mitología27. No obstante, “[e]l comerse a tica y económica del país, implica asimismo,
la gente tiene eso de peligroso: el irrepri- de una manera fundamental e indisociable
mible eructo. De golpe el otro vuelve como de esa batalla en torno al capitalismo y la
una bocanada desde lo más profundo de las democracia que creemos más importante
tripas y uno ¿qué hace? Sólo puede poner desde el punto de vista sociológico y políti-
cara de inocente y tragar otra vez inflando co, una contienda letal por ver quién domina
los carrillos”. “Si sólo fuera así” (V., 327). las pasiones de la gente, sus pensamientos,
Ellos venían haciendo el viaje de sur a nor- sus sueños y pesadillas, e incluso la capaci-
te, mientras que AZ iba de norte a sur, lige- dad de imaginar dentro, contra o más allá
ramente confundido sobre lo que ocurría del ahogante poder absoluto de un gobierno
en sueños y en la vida real, algo irritado capitalista, moderno aunque extrañamente
por tener que tragarse fábulas: “ya soy un feudal, cristiano, patriarcal y militarizado.
hombre grande” (V., 328). AZ experimen- Una batalla de estas características, en la
ta aún un par de revelaciones relacionadas que lo que está en juego es la esencia mis-
con engullir a otros y los riesgos que supo- ma de lo que constituyen las fallas sísmicas
ne para las entrañas, pero enseguida se y la cultura vivida de la contemporaneidad
encuentra volando, primero “volando por (nuestra relación con el pasado y las condi-
otras estratosferas” de manera sobrenatural ciones operativas de la vida social), siempre
y, después, por supuesto, en avión, hacia la se libra a cierta distancia de la frialdad y la
ciudad “al sur de los sures” (V., 330, 331). vacuidad de las grandes palabras. Militari-
Los hermanos de la selva le cuentan a zada, patriarcal, cristiana, capitalista... Ni
AZ un cuento trascendental, y que quienes siquiera hacía falta ser un descreído para
lo narren se autoproclamen revolucionarios desaparecer.

27
Véase Michael Taussig respecto del temor que inspira el canibalismo de los indios algo más al norte, en
Colombia, un temor que “alimentó una mitología paranoide de tintes coloniales presididas por la sonrisa
malévola del desmembramiento, el canibalismo y la exhibición de las partes del cuerpo y de las calaveras”
(Taussig 1987: 104). Este autor describe de manera extraordinaria el hambre, y también los límites, de un
mundo que grotescamente vuelve a dibujarse, alimentado por la dimensión ritual del espejo invertido del
canibalismo, el colonialismo en sí mismo. Para otra perspectiva, véase la obra de Sigmund Freud (1913)
sobre el nacimiento de la cultura, Tótem y tabú, que también pasa por comerse a los hermanos. Emily
Hicks (1991: 73) analiza “La larga noche de los teatrantes” en clave de parodia del banquete totémico que
describe Freud.
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 106

El verdadero poder de la por el terror que producen las desaparicio-


presencia de lo inquietante nes, un miedo que “extermina cualquier tipo
El terror organizado que desataron el Esta- de vida social en el ámbito de lo público”, un
do y las Fuerzas Armadas se diseñó con el miedo que te va corroyendo poco a poco, es
objetivo de destruir la oposición manifiesta y vivir no “a la luz de la fría razón, del cálcu-
organizada, pero también la disposición a la lo realista, de las tradiciones de los distintos
oposición, la propensión a resistirse al agra- bandos” (Perelli en Weschler 1990: 89, 213),
vio y a la injusticia y el deseo de pronunciar- sino en los vestigios de tu propia sombra, en
se claramente o simplemente de simpatizar. la penumbra de una vida cotidiana cargada
Los fuertes, los débiles e incluso los indife- de fantasmagoría.
rentes: todo eran objetivos. “Primero mata- Efectivamente, los propios militares
remos a todos los subversivos; luego a sus veían fantasmas por todas partes. La Doctri-
colaboradores; después [...] a sus simpati- na de la Seguridad Nacional (que en ningún
zantes; enseguida [...] a aquellos que perma- modo era exclusiva de Argentina) era un
necen indiferentes y, finalmente, mataremos programa de purificación que se proponía
a los tímidos”, dictaminó el general Ibérico extirpar de la nación la enfermedad interna
Saint Jean, gobernador de la provincia de que estaba devorándole los órganos vitales
Buenos Aires (Simpson y Bennett 1985: 66). y corrompiéndole la mente. Los militares
El régimen autoritario no podría matar a llamaban a esta enfermedad simplemente
todo el mundo, pero gracias a esa determi- “subversión”, una versión fácilmente adap-
nación apocalíptica de destruir a los vivos, de table de la siempre omnipresente Conspira-
acabar con el mundo (¿de qué otra manera si ción Internacional Comunista. La definición
no podía entenderse el plan del gobernador de subversión era muy vaga, pero a la vez
de matar a todos excepto a los asesinos?), flexible. En 1981 el Ejército uruguayo la defi-
se creó una amenaza permanente y un mie- nía así: “las acciones, ya sean violentas o no,
do atenazante cuyo fin era conseguir “que con móviles políticos, en todos los campos
todos los argentinos desaparecieran como de la actividad humana dentro de la esfe-
personas y como ciudadanos” (las Madres ra interna de un Estado cuyos propósitos
en Bouvard 1994: 43). Philipe Sollers lo des- se perciban como no convenientes para el
cribe muy bien: “¿Quién está llamado a des- sistema político en su conjunto” (Weschler
aparecer? Un poquito de cada cual y, por 1990: 121). Es, ciertamente, un ejemplo de
extensión, aquellos que se atreven a pregun- mala redacción, pero lo más sorprendente y
tar lo que fue de uno. El tejido social que- significativo de la amenaza de la subversión
da así en suspenso [...] Miedo, agonía, culpa, —el único elemento de precisión en medio
ansiedad, preocupación, malestar generali- de tanta vaguedad— era precisamente cuán
zado: los vivos se tornan prácticamente des- mágica y espectral les resultaba a los mili-
parecidos, espectros potenciales [...] Es un tares. Esto es lo que decía, por ejemplo, el
envenenamiento lento, una bomba psíqui- general Breno Borges Forte, Jefe del Estado
ca retardada. Nos cambian la identidad, nos Mayor del Ejército brasileño: “El enemigo es
hipnotizan” (1994: 11). El ejercicio del poder indefinido [...] se adapta a cualquier entor-
por parte del Estado a través de las desapa- no [...] Se disfraza de sacerdote, estudiante
riciones pasa por controlar la imaginación y o campesino, de defensor de la democracia
el significado de la muerte, por crear nuevas o de intelectual, de alma piadosa o de extre-
identidades, por atormentar con la presencia mista: va a los campos y a las escuelas, a las
de lo inquietante a la población hasta lograr fábricas y a las iglesias, a las universidades
su sometimiento. Sobre el terreno, en cada y a la magistratura [...] Llevará uniforme o
momento de la vida diaria. Vivir abrumado atuendo civil [...] [y] engañará” (ibid.: 122).
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 107

without the benefit of ritual or mythology.27 and politically significant battle over capital-
But ‘’’eating people has one danger: the ir- ism and democracy, a lethal contest for the
repressible belch. It overtakes you sud- mastery of people’s passions, their thoughts,
denly like a mouthful coming up from the their dreams and nightmares, and their very
guts, and what can you do? put on an in- capacity to imagine within, against, and be-
nocent face and swallow again while putting yond the constricting stranglehold of a mili-
out your cheeks.’ ‘If only that were all there tarized, patriarchal, Christian, oddly feudal,
is to it’” (V 120). They were traveling from modern capitalist polity. Such a war, staked
south to north, while AZ was going from as it is on the very essence of what consti-
north to south, going along somewhat con- tutes the fault lines and the lived culture of
fused about what is happening in dream contemporaneity (our relation to the past
time and what is happening in real time, a and the operating conditions of social life),
little irritated about a “grown man” having always occurs at a certain remove from the
to accept fairy tales (V 121). AZ has a couple coldness and emptiness of the big words.
more revelations about incorporating oth- Militarized, patriarchal, Christian, capital-
ers and the dangers it poses to your insides, ist… You didn’t even need to be a nonbeliev-
but soon he is flying, “flying through other er to disappear.
stratospheres” supernaturally, and then of
course on a plane to the city “to the south of The Real Haunting Business
all souths” (V 122, 124). The organized terror unleashed by the state
The brothers in the jungle tell AZ a and the military was designed to destroy not
very important story. And the telling of this just the organized and overt opposition, but
story by self-proclaimed revolutionaries the disposition to opposition, the propensity
carries its own significance. AZ starts to get to resist injury and injustice, and the desire
to the real political action (and it promises a to speak out, or simply to sympathize. The
certain relief: finally, let’s get down to busi- strong, the weak, and even the indifferent
ness), but instead he is told a Mystery about were equally targets. “’First we will kill all
how someone disappears right before your the subversives; then we will kill their col-
eyes. Rather than the satisfying clarity of in- laborators; then … their sympathizers, then
dubitable political analysis, AZ is confound- … those who remain indifferent; and finally
ed by myths and dreams and the reversibility we will kill the timid.’-General Iberico Saint
of symbols and action. Why? Because the Jean, Governor of Buenos Aires, May 1976”
real action involves not only a violent strug- (Simpson and Bennett 1985: 66). The au-
gle for control over the country’s economic thoritarian regime could not kill everyone,
and political infrastructure. The real action but the apocalyptic determination to de-
includes, at its core and indissociably from stroy the living, to end the world (how else
what we think of as the more sociologically could we understand the governor’s plan to

27
See Michael Taussig’s discussion of the fear of Indian cannibalism further north in Columbia, a fear
that “fed a colonially paranoid mythology in which dismemberment, cannibalism, and the exposure of
body parts and skulls grinned wickedly” (Taussig 1987: 104). Taussig superbly describes the hunger, as
well as the boundaries, of a world being grotesquely redrawn for a second time, fed by the ritualistic qual-
ity of the inverted mirror of cannibalism, colonialism itself. For a different angle, see Sigmund Freud’s
(1913) story of the founding of culture, Totem and Taboo, which also involves eating and brothers. Emily
Hicks (1991: 73) analyzes “The long night of the thespians” as a parody of the totemic meal described
by Freud .
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 108

kill everyone except the killers?), created all political system” (Weschler 1990: 121).
a permanent menace and a collapsing fear Bad writing certainly, but the most strik-
that was designed to make “all the Argen- ing and significant aspect of the threat of
tineans disappear as persons and as citi- subversionthe precision in the midst of the
zens” (the Mothers in Bouvard 1994: 43). vagaries-was just how magical and ghostly
Philipe Sollers puts it well: “Who is called on it appeared to the military. Listen to Gen-
to disappear? A little bit of everyone, and, by eral Breno Borges Forte, chief of staff of the
extension, those who will dare to ask what Brazilian army: “’The enemy is undefined…
became of you. The social fabric is thus held it adapts to any environment.... It disguises
in suspension… Fear, agony, guilt, anxiety, itself as a priest, a student or a campesino,
trouble, pervasive malaise: the living be- as a defender of democracy or an advanced
come virtually disappeared, potential spect- intellectual, as a pious soul or as an extrem-
ers.… It is a question of slow poisoning, a ist protester: it goes into the fields and the
delayed psychic bomb. Identity is changed, schools, the factories and the churches, the
it becomes hypnotized” (1994: II). The ex- universities and the magistracy.... It will
ercise of state power through disappear- wear a uniform or civil garb… [and] it will…
ance involves controlling the imagination, deceive’” (ibid.: 122).
controlling the meaning of death, involves What is this enemy if not a conjuring
creating new identities, involves haunting malevolent specter? It is not what it seems
the population into submission to its will. to the visible eye. It has extraordinary pow-
On the ground of the very shape and skin of ers to take familiar shapes and to surrep-
everyday life itself. To live under the man- titiously mess up boundaries and proper
tle of the omnipresent dread disappearance protocols. It travels across fields promis-
produces, a fear that “exterminate[s] all so- cuously. It shimmers through the walls of
cial life in the public realm,” a fear that eats factories and schools. It emerges uninvit-
away at you bite by bite, is to live not “in ed from plots of land growing sugar and
the light of cold reason, of realistic calcula- wheat. It deceives us, this insinuating all-
tion, of party traditions” (Perelli in Wesch- encompassing force that appears only to
ler 1990: 89, 213) but in the vestiges of your some and with such command that it makes
own shadow, in the gray shades of an every- all “disconfirmation by empirical contrast
day life charged with a phantom reality. impossible” (Perelli in Weschler 1990: 123).
Indeed, the military itself saw ghosts eve- The military saw specters, all right, and they
rywhere. The Doctrine of National Securi- were afraid despite all their manly postur-
ty (not unique to Argentina by any means) ing, and it did not matter one bit whether
was a program of purification to cleanse the the phantoms they saw were their own ma-
nat ion of the internal sickness devouring its lignant and grotesque reflections, because
vital organs and corrupting its mind. The they acted like they saw ghosts and they
military called this sickness simply subver- possessed the power to make their actions
sion, a highly adaptable version of the ever matter.
looming International Communist Conspir- Ghosts and haunting are major weap-
acy. The definition of subversion was fairly ons wielded by the military in the war to steal
vague, yet flexible. In 1981 the Uruguayan and own the people’s hands, feet, heads, and
army defined it this way: “actions, violent hearts. To eliminate the threatening pres-
or not, with ultimate purposes of a political ence of subversion that the army thought
nature, in all fields of human activity within was vexing the nation to hell, the military
the internal sphere of a state and whose aims attempted to replace one set of ghosts with
are perceived as not convenient for the over- another. For disappearance is a state-spon-
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 109

¿Qué es este enemigo sino un espec- aquello que consigue apoderarse de su inte-
tro malévolo? No es lo que parece a simple rior, sea o no explicable racionalmente, sea
vista. Es capaz de adoptar formas que nos o no siempre visible o proceda de una fuen-
resultan conocidas y confundir límites y te externa identificable. A sabiendas de esto,
protocolos. Traspasa fronteras promiscua- exige pactos de sangre y de honor y coraje de
mente. Se aparece a través de las paredes de los soldados, que utiliza para ejercer el poder
fábricas y escuelas. Se cuela, sin invitación, más pernicioso, el de inquietar. El Estado deja
desde los campos donde se cultiva azúcar de ser simplemente un aparato o una organi-
o trigo. Nos engaña insinuando una enor- zación, cualificada por etiquetas como capita-
me fuerza que se aparece sólo a algunos con lista o autoritario, y se convierte en un medio
tal firmeza que “hace imposible negarlo por muy poderoso, arbitrado por generales histé-
contraste empírico” (Perelli en Weschler ricos, coroneles sádicos y torturadores solita-
1990: 123). Los militares veían espectros, de rios, cuyo fin es exorcizar los fantasmas que
acuerdo, y a pesar de su aparente pose viril en su opinión están destruyendo la nación.
tenían miedo, pero poco importaba si los Desde el punto de vista del Estado
fantasmas que veían eran sus propios refle- autoritario, los desaparecidos no pueden
jos malignos y grotescos, pues la forma en quedar escondidos sino que, por el con-
que actuaban al ver esos fantasmas dejaba trario, deben dejarse entrever lo suficien-
de manifiesto que vaya si tenían poder para te como para asustar “un poquito de cada
hacer que importara. cual” hasta conseguir convertirle en la som-
Los fantasmas y la presencia de lo bra de uno mismo, someterle. La desapari-
inquietante fueron armas que los militares ción es un secreto público. Al arrogarse una
blandieron durante la guerra con el fin de soberanía que creen poseer y tener que pro-
conquistar y hacerse con las manos, los pies, teger, los regímenes militares piensan que
las cabezas y los corazones de la gente. Para pueden controlar el impacto espectral de las
eliminar la amenazadora presencia de la desapariciones de las que son responsables.
subversión, que a juicio del Ejército traía Porque encontrarse con los desaparecidos o
de cabeza a la nación, los militares inten- enfrentarse a la desaparición significa cho-
taron sustituir unos fantasmas por otros. Y car y entrar en contacto con el cautivador
es que la desaparición en tanto que método hechizo del Estado. ¿Cómo es que le llegan
patrocinado por el Estado crea fantasmas las palabras de los otros allá en Misiones
cuyos inquietantes efectos marcan los lími- [en Tucumán]?¿Cómo le llegaron a él las
tes del inconsciente de una sociedad. Es una palabras de Alfredo Navoni? (V., 126). Ni
forma de poder, de magia maléfica, que está los desaparecidos ni el conocimiento de los
específicamente diseñada para destruir las mismos aparecen nunca si no es en compa-
diferencias entre lo visible y lo invisible, la ñía de fantasmas, hasta el punto de que se
certidumbre y la duda, la vida y la muerte, dejan ver recurrentemente incluso en las
que normalmente utilizamos para mante- explicaciones reparadoras, en los revolucio-
ner una existencia más o menos segura. Las narios, en nuestra memoria. Una desapari-
desapariciones tienen por objetivo sembrar ción es real sólo cuando se aparece.
la inquietud, crear ese estado en el que se El concepto de desaparición transgre-
es vulnerable y donde también se está alerta de la distinción entre los vivos y los muertos.
ante la precariedad del orden social. El Esta- Hay, efectivamente, dos tipos de desapare-
do autoritario sabe, y de hecho de manera cidos. En primer lugar, están los que, lite-
muy decidida amparándose en su sobera- ralmente, vuelven; a ésos puede que se les
nía, que a la gente la guía, la emociona, la deje en una esquina con los zapatos en la
conmueve, la preocupa y la entristece todo mano o puede que salgan por su propio pie
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 110

del centro de detención y vayan a la parada terreno de los afectos en el que opera la pre-
del autobús. Estos desaparecidos son capa- sencia de lo inquietante. Los desaparecidos
ces de hablar, aunque con la voz entrecor- llevan consigo el mensaje de la otra puerta,
tada, ante comisiones, jueces, periódicos pero por la otra puerta lo que encontramos
y familiares con un lenguaje cotidiano. En es el llanto con su consuelo dentro. ¿Qué es
segundo lugar, están quienes reaparecen el consuelo? ¿Qué ha intentado reprimir el
sólo como apariciones. Como dije antes, Estado? ¿Qué deseo siniestro y prohibido
no están simplemente muertos y enterra- quiere inhibir y censurar este sistema repre-
dos, sino que son espectros animados por sor? La subversión, la oposición, la concien-
una especie de vida cuyo futuro debe quedar cia política, la lucha por la justicia social,
también asegurado. Sus caras, ojos y bocas la capacidad de imaginar con otro lenguaje
tal vez se alcen mirando al cielo en la pla- que no sea el del propio Estado, la capacidad
za; es posible que sus huesos lleguen por de ver “lo que está pasando abajo: el ham-
correo; quizá aparezcan incluso de otra gui- bre, la mezquindad, la miseria” (V., p. 123) y
sa, como por ejemplo en forma de paciente. la de actuar en consonancia. Tiene muchos
Estos desaparecidos apenas hablan con voz nombres, pero yo lo llamaré simplemen-
propia, y no lo hacen, en cualquier caso, en te, y a pesar de la reputación de ingenui-
la lengua habitual. Hablan en la lengua de dad evasiva que pesa sobre la designación,
los sueños, o tal vez escuchemos un susurro lo utópico: el discernimiento de la diferen-
en un rincón, un grito inaudible que sale de cia fundamental entre el mundo que tene-
un Ford Falcon: estos desaparecidos sólo mos y el que podríamos tener; el deseo y el
hablan la lengua hechizante de las inquie- impulso de crear un mundo justo y equita-
tantes presencias. Pero la desaparición, ade- tivo. Lo utópico, el objetivo más general de
más de transgredir la distinción entre los la represión del Estado, también se apare-
vivos y los muertos, también transgrede la ce; vaga entre los restos humeantes de una
de estos dos tipos de desaparecidos. En nin- guerra sucia. ¿Derrotado? No se liquidan
guno de los casos están solos cuando se apa- estas cosas con unas simples balas. No. (V.,
recen, regresan o nos sobrecogen; siempre 322). Ese súbito destello con forma de pro-
portan el fantasma del Estado, cuyo poder mesa que irradia la espectral sombra de los
estriba en ser la fuerza definitoria del cam- desaparecidos era a lo que se agarraban las
po de la desaparición. La tortura, la agonía, Madres, e intentaban mantener vivo tras la
el terror, esa experiencia difícil de describir muerte de sus hijos y la muerte en vida de la
con palabras de estar desaparecido: los des- sociedad. La capacidad para ver en la cara
aparecidos portan y transmiten las huellas de los desaparecidos, o en una foto de una
del poder que tiene el Estado para determi- cara, el fantasma de la brutal autoridad del
nar el significado de la vida y la muerte. El Estado y simultáneamente el fantasma del
Estado crea una identidad que sigue ator- impulso utópico que el Estado ha intentado
mentando a quienes están marcados por su suprimir permitió a estas Madres entender
mano y a todos aquellos a quienes se extien- que cualquier respuesta política que preten-
de esa mano. diese tener éxito ante la desaparición tenía
Aunque se supone que los desapare- que salir desde ese mismo ámbito hechizan-
cidos sólo dejan entrever veladamente este te de lo inquietante.
amenazante poder del Estado, es imposible
controlar al fantasma. Porque tomar con- El encuentro
tacto con los desaparecidos significa vérse- Tras un largo viaje, AZ llega “por fin a su
las con el espectro de lo que el Estado ha ciudad del sur” (V., 332). Hay “barricadas
intentado reprimir, significa vérselas en el pacíficas” (id.) en la calle y “largas colas de
A veces [los guardianes] bajan a alguno de un cachiporrazo, pero son los menos. Casi siempre
se contentan con algún puntapié bien ubicado. Guardianes especialmente adiestrados en Brasil,
que saben caporeira. Y muy bien calzados.
At times the police beat someone to the ground with their nightsticks, but not too often. By and large
a well-placed kick did the trick. Police especially trained in Brazil, experts at handling assailants.
And with good Argentine boots.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 112

sored method for producing ghosts, whose ther the disappeared nor knowledge of them
haunting effects trace the borders of a so- ever appears unaccompanied by ghosts,
ciety’s unconscious. It is a form of power, haunting even those critically motivated ac-
or maleficent magic, that is specifically de- counts of reparation, haunting the revolu-
signed to break down the distinctions be- tionaries, haunting us. A disappearance is
tween visibility and invisibility, certainty real only when it is apparitional.
and doubt, life and death that we normally Disappearance transgresses the dis-
use to sustain an ongoing and more or less tinction between the living and the dead.
dependable existence. Disappearance tar- There are, in effect, two classes of disap-
gets haunting itself, targets just that state peared. First, there are those who have dis-
of being vulnerable, and also alert, to the appeared and who literally return. They
precariousness of social order. The authori- may be left standing on a corner, shoes in
tarian state knows, and with an intentness hand; they may walk out of the detention
its sovereignty grants, that people are guid- center and look for the bus. These disap-
ed, touched, stirred, moved, reached, trou- peared can speak for themselves, halting-
bled, motivated, and grieved by things that ly, to be sure, to commissions and judges
inhabit them, whether or not these things and newspapers and relatives in the lan-
are sensible or rationally explicable or al- guage of everyday speech. Second, there are
ways visible or arise from an identifiable ex- those who have disappeared who reappear
ternal source. The authoritarian state acts only as apparitions. They are not, as I sug-
on this knowledge, demanding blood pacts gested earlier, simply dead and safely en-
and honor and courage from the soldiers it sconced, but are ghostly, animated with a
deploys to exercise its most pernicious pow- certain kind of life whose future must also
er, the power to haunt. The state ceases to be secured. Their faces, eyes, and mouths
be simply an apparatus or an organization, may be raised high to the sky in the plaza;
however qualified by such labels as capital- their bones may arrive in the mail; they may
ist or authoritarian, and becomes a high- indeed even appear in other guises, such
powered medium, refereed by hysterical as your patient. These disappeared bare-
generals, sadistic colonels, and lonely tor- ly speak for themselves and not in the ver-
turers, for exorcising the ghosts it believes nacular. They speak in the language of your
are ruining the nation. dreams. Or you might hear a whisper from
From the authoritarian state’s point around a corner, an inaudible cry emanat-
of view, the disappeared cannot remain ing from a Ford Falcon. These disappeared
hidden away, but rather must be discerni- speak only the language of haunting. But
ble enough to scare “a little bit of everyone” disappearance transgresses the distinction
into shadows of themselves, into submis- between the living and the dead and be-
sion. Disappearance is a public secret. As- tween these two types of desaparecidos.
suming the sovereignty they believe they Neither of these disappeared ever appear
own and must protect, the military rulers or return or startle alone. The desapareci-
think they can control the ghostly impact do always bears the ghost of the state whose
of the disappearances they have produced. very power is the defining force of the field
Because encountering the disappeared or of disappearance. The torture, the agony,
confronting disappearance means colliding the terror, the difficult-to-put-into-words
with and touching the bewitching spell of experience of being disappeared: the disap-
the state. How come the words of the others peared sustain and convey the traces of the
in Tucumán reach him here? How did the state’s power to determine the meaning of
words of Alfredo Navoni reach him? Nei- life and death. The state creates an identity
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 113

seres humanos” (id.) a la espera de que se pasó a ser su segunda esposa, que promo-
produzca algún acontecimiento sobre el que vió el derecho de las mujeres a votar y se
no se ofrecen explicaciones. “Ya se están embarcó en grandes espectáculos públicos
formando los equipos limpiadores para de caridad. También había allí integrantes
cuando llegue el tiempo nuevo de la recu- de la llamada Juventud Peronista, de algu-
peración” (V., 333). Cuando AZ habla con nos sectores de trabajadores del campo y
la gente que hay en la cola le preguntan por de diversos grupos rebeldes como Tenden-
qué está él allí. “Porque busco [...] Busco la cia Revolucionaria. Bajo el marbete de los
búsqueda” (V., 335), contesta. AZ “está del Montoneros, habían organizado una cam-
lado del mito, casi en el punto exacto don- paña guerrillera que había colaborado para
de se encuentra aquello hacia donde todos acabar con la dictadura militar y devolver a
dirigen sus pasos: el aquí-lugar de la vene- Perón a la presidencia. Por último, junto a
ración, en una de ésas el motivo” (V., 335). los “grandes sindicatos peronistas” (ibid.:
¿El motivo? ¿Para qué? ¿El de las personas 57) que Perón había cuidado como apo-
que hacen cola? ¿El de los guardianes espe- yos cuando era Ministro de Trabajo y Pre-
cialmente adiestrados en Brasil y muy bien visión Social durante el gobierno de 1943,
calzados que “[a] veces bajan a alguno de un también habían acudido las facciones de la
cachiporrazo” (V., 335)? ¿Para la muerte de extrema derecha.
AZ? ¿Para la búsqueda? ¿Para el encuentro? Cuando los Montoneros llegaron al
AZ oye las palabras “Santa y Milagro” y ve lugar, se encontraron con que la derecha
también a algunos vendedores ofreciendo peronista, la mayor parte de ellos milita-
banderines con estas palabras inscritas en res, había ocupado por completo la parte
ellos como consignas, igual que ocurriera el delantera del palco desde el cual Perón se
día en que las masas invadieron el aeropuer- iba a dirigir a la multitud. Tras mucho for-
to para dar la bienvenida a Juan Perón a su cejear, los Montoneros se abrieron paso
regreso al país: hasta la parte de delante. “En cuanto lo con-
siguieron, se encontraron con una lluvia de
El 20 de junio de 1973 se reunió en el balazos. Así que la derecha, lejos de haber
aeropuerto de Ezeiza la mayor multitud intentado excluirlos, les había tendido una
que jamás se había congregado en emboscada. Varias docenas de personas
Argentina [...] para dar la bienvenida a que estaban en el palco [...] dispararon sus
Juan Perón, en su llegada al país tras 18 fusiles y metralletas contra las columnas de
años de exilio por razones políticas. Fue los Montoneros” (id.). Perón todavía esta-
uno de los momentos más importantes de ba en el avión, que fue desviado. La embos-
la historia del país [...] Los vendedores de cada “echó a perder el efecto de su regreso
banderitas y adornos del partido y de fotos [...] pero él no le guardó rencor a la dere-
baratas del general y su difunta esposa cha de su partido por lo que había hecho”;
Evita hicieron negocio. Los tambores antes bien, aprovechó esa oportunidad para
también sonaron en todo su esplendor empezar otra “campaña de persecución
(Simpson y Bennett 1985: 56). contra la Tendencia Revolucionaria” (id.).
El segundo gobierno peronista fue aún más
La multitud estaba formada por tres grupos corrupto que el primero, y la tercera esposa
que, en frágil coalición, ponían de relieve la de Perón, Isabel Perón, que le sucedió en la
complejidad ideológica del peronismo. Por presidencia tras su muerte en 1974, dio a las
un lado, estaba “la clase trabajadora [...] fuerzas de seguridad rienda suelta para ate-
que había sido cautivada para siempre” por rrorizar a la población y para ejecutar des-
Eva Perón, actriz que de amante de Perón apariciones en nombre del orden.
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 114

AZ no deja de correr, y aunque “correr una tarima blanca, toda resplandeciente,


en pos de algo es poner en movimiento la irradiando una luz sorda pero intensísi-
mecánica del cambio” (V., 336), ¿quién es ma, majestuosa en su ataúd de vidrio que
él ahora que sabe que “[c]onsumir histo- es como un diamante (V., 342).
rias como quien traga sables no es hazaña Habiéndose producido el encuentro,
ninguna” (V., 336)? AZ “se siente tan lejos el final de la búsqueda, ¿qué encuentra AZ?
de estos que esperan porque él se encamina Encuentra el vínculo entre lo fantasmagóri-
hacia el encuentro” (V., 337). “Su cometido co y lo real: los guardianes bien calzados, el
es llegar, donde quiera que sea” (V., 339). Día del Movimiento de Recuperación Nacio-
Es como si la calle fuera un cementerio, lle- nal, el comienzo de la lucha y la luz inten-
no de gente en filas y, sin embargo, “desier- sísima que es ella. ¿Qué aprendemos sobre
ta” (V., 338). Por suerte, los guardianes no el concepto de encuentro? Pues que para
pueden verle porque “no tienen casi manera entender y transformar el poder del Esta-
de ver los sueños” (V., 336). Pero, por des- do, para luchar contra el Estado más coer-
gracia, pues es un presagio de que AZ se ha citivo, amenazante, militarizado y violento,
convertido en lo mismo que su querida ella, hay que contar la historia de un modo que
“[n]o sabe que ha transgredido el límite y se incorpore la presencia de lo inquietante.
ha vuelto visible para todos, como tampo- La historia de lo que le ocurre a AZ y a los
co supo nunca que por unos días extraños demás debe tener esta dimensión crucial,
había sido así como invisible para algunos” que es también, nos guste o no, un tipo de
(V., 339). De golpe, una mano lo toma del experiencia. ¿Por qué hay que contar la his-
brazo, alguien le pone un fusil en la mano toria de ese modo?
y no sabe si la búsqueda “ya ha acabado o Porque la historia, que está muy viva,
sólo ahora empieza” (V., 339). Empiece o sucede en y a través del influjo de lo inquie-
acabe, esta búsqueda ya ha alterado nues- tante. Ya hemos visto que la desaparición es
tra concepción convencional del andar, al un método patrocinado por el Estado para
terminar aquí, o eso parece, con el encuen- atormentar a una población. El poder de una
tro. Sin embargo, hay que recordar que la desaparición a la hora de infundir terror y a
búsqueda de AZ le hace “recorrer la cinta la hora de controlar, destruir la vida de un
de Moebius por América porque el espacio pueblo y de una sociedad, radica no tanto en
donde ella se encuentra no es el euclidia- el mensaje cognitivo que difunde el Estado
no ni el tiempo de ella es éste del que tene- (“Obedecerás o morirás”) cuanto en cómo
mos una pobre conciencia al ver envejecer lo emite. La desaparición se nos impone en
nuestro pellejo” (V., 306). Para clarificar un el ámbito de nuestra vida: en los significa-
poco las cosas, Valenzuela declara: “lo que dos ya captados de los que se han apropiado
empieza es la lucha” (V., 339). Pero AZ lle- ellos, y que reelaboran y reintroducen en una
ga finalmente a verla a ella tras la agotadora estructura de sentimientos que abarca des-
búsqueda. Los helicópteros vuelan en cír- de lo banal a lo mágico. El poder de la des-
culos, los refuerzos están a punto de llegar aparición radica en ser capaz de controlar la
y AZ logra finalmente colocar la dinamita realidad cotidiana, de convertir lo irreal en
que le da la purobarro. Las paredes de la real, de perturbar “los conceptos esencia-
fortaleza revientan como una gran cásca- les de nuestra cultura” (Barthes 1987: 15) y
ra y emerge brillante el corazón del fruto. cómo los transformamos en un mundo en
Y él grita ¡es ella! Y las voces, millones de el que insuflamos vida. El poder de la des-
voces a sus espaldas también gritan es ella, aparición es el poder de que alguien hable
es ella [...] Y él cree volver a verla después por nosotros, de que el hecho de esfumar-
de tanto tiempo, allá arriba en lo alto sobre se sea la condición misma de nuestra exis-
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 115

that remains to haunt those marked by its stand that any successful political response
hand and all the others to whom that hand to disappearance had to get on the very
is extended. ground of haunting.
Although the disappeared are only
supposed to intimate this menacing state The Encounter
power, the ghost cannot be so completely After a long journey, AZ finally arrives at “his
managed. Because making contact with city in the south” (V 125). There are barriers
the disappeared means encountering the in the street and long lines of people wait-
specter of what the state has tried to re- ing for some vague and unexplained event.
press, means encountering it in the affec- “Clean up teams are being formed for the
tive mode in which haunting traffics. The new day of national recovery” (V 126). AZ
disappeared carry the message of the oth- talks to the people in line and they ask him
er door, but inside the other door is a flood why he is there. “Because I’m searching....
of tears and consolation. What is consola- I’m searching for the search, “ he answers
tion? What has the state tried to repress? (V 127). AZ is “on the side of myth toward
What looming and forbidden desire is this which all of them are heading: the here-
system of repression designed to inhibit place of veneration, perhaps the motive” (V
and censor? Subversion, opposition, polit- 128). The motive? For what? For the people
ical consciousness, the struggle for social in line? For the police, trained in Brazil with
justice, the capacity to imagine otherwise good Argentine boots, who “at times… beat
than through the language of the state, the someone to the ground” (V 128)? For AZ’s
ability to see “what is going on below: hun- death? For his search? For the Encounter?
ger, pettiness, misery” and to act on it (V AZ hears the words “Holy and Miracle”. He
123). It has many names that I will call sim- also sees the little flags inscribed with these
ply, and despite the reputation it has ac- words the vendors are selling, like they did
quired of evasive naivete, the utopian: the on the day when crowds amassed at the air-
apperception of the fundamental differ- port to greet Juan Peron on his return to the
ence between the world we have now and country:
the world we could have instead; the de-
sire and drive to create a just and equitable On 20 June 1973, the largest crowd ever
world. The utopian, the most general object to assemble in Argentina was gathered at
of the state’s repression, makes its appear- Ezeiza airport… to greet Juan Peron on his
ance too, lingering among the smoldering final return to the country after 18 years
remains of a dirty war. Defeated? Can these of political exile.It was to prove one of the
things be liquidated by a mere handful of most significant moments in the country’s
bullets? No (V 116). The radiant flicker of history.... The sellers of Party favours and
promise that the ghostly shadow of the dis- of cheap portraits of the general and his
appeared illuminates was what the Moth- dead wife Evita did good business. The
ers grabbed hold of, called living, and tried drums were out in full force too. (Simpson
to keep alive in the wake of their children’s and Bennett 1985: 56)
deaths and in the wake of the living death
the society had become. Their capacity to The crowds were composed of three groups
see in the face of the disappeared, or in a who, in fragile coalition, indicated the ideo-
photo of a face, the ghost of the state’s bru- logical complexities of Peronism. One group
tal authority and simultaneously the ghost was the “working-class… who had been won
of the utopian impulse the state has tried for ever” by Eva Peron, a radio actress who
to suppress allowed the Mothers to under- was once Peron’s mistress and then his sec-
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 116

ond wife, who helped get women the vote, removed from the waiting crowd because he
and who engaged in grand public spectacles for his part is moving toward the encoun-
of charity. Also present were participants in ter” (V 130). His “task is to arrive, wherev-
the Peronist youth Xnd tenant movements er it may be” (V 131).1t is like a graveyard
and the various rebel groups, including the in the streets, crowded with people in line
Tendencia Revolucionaria. Allied as the and yet” deserted.” Luckily, the cops can-
Montoneros, they had waged a campaign of not see him because “they don’t see dreams”
guerrilla warfare that had helped to bring the (V 129). But unhappily, because it is a har-
earlier military dictatorship to an end and binger of AZ’s having become as his belov-
Peron back as president. Finally, in addition ed She, “he doesn’t know that he’s gone past
to the “big Peronist unions” (ibid.: 57) that the limit and become visible to one and all,
Peron had cultivated as a power base when just as he never knew that for a few strange
he was secretary of labor and welfare in the days he had been invisible to some” (V 131).
1943 government, the extreme right factions Suddenly, a hand grabs him and gives him
were there. a rifle and “he does not know if the search
When the Montoneros reached the is over now or just beginning” (V 132).
field, they found that the mostly military Beginning or ending, this search has al-
right-wing Peronists had fully occupied ready rerouted our conventional notions
the front of the platform from which Peron of the steps, ending here, or so it seems at
would address the crowd. After much strug- any rate, with the Encounter. But remem-
gling, the Montoneros forced their way to ber that AZ’s search has him “traveling the
the front. “As soon as they did so, a fusillade Moebius strip through America because the
of shots met them. The right-wing had not, space where she is to be found is not Eucli-
after all, tried to exclude them: it had ar- dean space nor is her time the same time of
ranged an ambush. Several dozen people on whichwe’re dimly aware when we see our
the speaker’s platform… fired rifles and sub- skin aging” (V 101). To clarify matters some-
machine guns into the densely packed ranks what, Valenzuela declares: in “the beginning
of the Montoneros” (ibid.). Peron was still in is the struggle” (V 132). But AZ does finally
the air and his plane was diverted. The am- get to see She after such a strenuous search.
bush “ruined the effect of his homecoming… Helicopters are circling and reinforcements
but he bore no grudge against the right-wing are about to arrive and AZ successfully plac-
of his party for what it had done”; instead, es the dynamite the mudwoman gives him.
he used the opportunity to initiate yet an- The walls of the fortress burst like a great
other “campaign of persecution against the husk and the gleaming heart of the fruit
Revolutionary Tendency” (ibid.). The sec- emerges. And he shouts: “It is she!” and the
ond Peronist regime was even more corrupt voices, millions ofvoices also shout, it is she,
than the first, and Peron’s third wife, Isabel it is she.… And he sees her once again af-
Peron, who succeeded him as president af- ter such a long time, high on a white dais,
ter his death in 1974, gave the security forc- resplendent, radiating a silent but intense
es free rein to terrorize the population and light from within her glass coffin that is like
to disappear people in the name of order. a diamond (V 134).
AZ is running and running, and even though Having reached the Encounter, the
“to run after something is to put the ma- end of the search, what does AZ find? AZ
chinery of change in motion,” who is he finds the knot of the ghostly and the real:
now that he knows that “to consume sto- the police with good Argentine boots, the
ries like swallowing swords is not a heroic Holy Day of National Recovery, the begin-
deed, it benefits no one” (V 129)? AZ is “far ning of the struggle, and the burst of light
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 117

tencia. El poder de la desaparición es lograr pre se le había escapado a pesar de tenerlo


un consentimiento sepulcral a partir de una tan cerca, de lo que en realidad le envolvía.
heterodoxia y una voluntad de disentir que Y tiene que perderse para encontrarlo, para
se nos ha robado. La manera principal de la ver el campo ciego de su particular estam-
que se sirve la desaparición para hacer su pa del mundo. La clase media tiene especial
trabajo sucio en el ámbito de lo nervioso es protagonismo en la historia de Valenzuela
haciendo presente lo inquietante. porque su quiescencia, las cinco manos con
No obstante, y esto es lo difícil, es la las que se tapa los ojos, los oídos y la boca, y
presencia de lo inquietante también lo que su deseo de mantener el orden y la sociedad
requiere la clase media, en particular, para de consumo fueron cruciales para legitimar
encontrar algo que no es posible simple- la dictadura militar y el terror que éste trajo
mente ignorar, entender o “explicar” al des- aparejado.
pojarlo de toda su magia; algo cuya evidente Con todo, la clase media no es, ni
repugnancia no es posible echar directa- mucho menos, el único factor determinante.
mente en cara a alguien. La presencia de lo Importantísimo fue, obviamente, el papel
inquietante es también donde la clase media de los bancos internacionales, las empre-
necesita encontrar algo que tienes que ave- sas con sede en Estados Unidos, la políti-
riguar por ti mismo, sintiéndolo en lo más ca exterior y de seguridad estadounidense
profundo hasta que por fin te percatas de lo y, en particular, la ayuda y entrenamiento
que está pasando, de la locura de la pasión ofrecidos a las Fuerzas Armadas latinoame-
(Taussig 1987: 10-11). AZ no es el trasunto ricanas por los militares estadounidenses y
de cualquier argentino o de todos ellos. Es el sus representantes29. En 1976, ascendían a
representante de la amplia y próspera clase seiscientos los militares argentinos forma-
media, con todas sus fortalezas y debilida- dos en la Escuela de las Américas de la Zona
des, entre ellas su tendencia al romanticismo del Canal de Panamá, una Escuela inaugu-
tanto conservador como radical28. AZ es un rada por John F. Kennedy en el marco de
profesional de clase media, un profesor uni- la Alianza para el Progreso, un programa
versitario y psicoanalista que viaja, impeli- diseñado, a primera vista, para combatir la
do por un deseo narcisista y provinciano de miseria en América Latina. La base teórica
hacer suya una mujer y su esencia femeni- y las técnicas de la tortura eran un impor-
na, hasta lo más profundo de lo que siem- tante componente del curso de 40 semanas

28
Muchos de los grupos revolucionarios armados tienen en sus filas a estudiantes, antiguos alumnos y a
los hijos de la clase media.
29
A pesar de que Jimmy Carter fuera elegido presidente y de que su gobierno había suscrito un compro-
miso explícito con los derechos humanos, en 1977 la dictadura del general Videla recibió 500 millones
de dólares de los bancos norteamericanos y 415 millones del Banco Mundial y del Banco Internacional
de Desarrollo. Los préstamos del Fondo Monetario Internacional pasaron de los 64 millones de dólares
recibidos en 1975 a los 700 millones de 1977 (Galeano 1978: 295). Respecto a la cuestión de los préstamos
y la deuda externa, véase Payer (1974, 1982).
Henry Kissinger aprovechó el viaje de cinco días que realizó a Buenos Aires en 1978 para asegurarle
al general Videla no sólo que aprobaba la política de los desaparecidos (siempre y cuando ésta fuese
eficaz) sino también que las políticas de derechos humanos del presidente Carter no respondían sino a la
sensiblería de un presidente que sólo gozó de un único mandato. Véase Agosín (1990: 38, 40) y Simpson
y Bennett (1985: 273). En relación con la carta de felicitación de David Rockefeller a Videla, véase Ga-
leano (1988: 246). Sobre los derechos humanos y el papel de Washington como apoyo de los regímenes
autoritarios, Chomsky y Herman (1979).
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 118

que se impartía, y se dice que “se acostum- especialmente para los lectores norteameri-
braba a los alumnos a su filosofía sometién- canos. Durante la dictadura militar, la clase
dolos a ellos mismos a torturas” (Simpson media argentina en su conjunto permane-
y Bennett 1985: 54). También en la Acade- ció aislada, en silencio y ciega ante lo que
mia de Policía de Washington, la Academia la rodeaba, como si estuviera metida en una
de Control de la Frontera de Texas y el Cen- urna de cristal, urna de la que no salió hasta
tro de Fuerzas Especiales de Fort Bragg, en que se vio obligada a ello por la actuación
Carolina del Norte, se formaron los altos de las Madres y hasta que la total imposi-
mandos argentinos y de otros países lati- bilidad de las Fuerzas Armadas para ganar
noamericanos. Hay que decir, sin embargo, una pequeña guerra real en las Malvinas la
que, como señala Eduardo Galeano, “sería avergonzó. Ante eso, desplegó una concien-
injusto no reconocer cierta capacidad crea- cia más amplia de clase media, intensificada
dora, en este campo de actividades, a las cla- por lo personal, lo familiar, lo profesional y
ses dominantes latinoamericanas” (2006: lo fortuito. Es ésta una conciencia de clase
360). Efectivamente, muchos analistas lati- que tiene una tendencia a personalizar y pri-
noamericanos rechazan, por “simplista”, la vatizar los problemas sociales, y que ahorra
opinión de que la doctrina de la seguridad la mayor parte de la energía pública política
nacional era sobre todo un producto norte- que actúa ante desastres naturales y campa-
americano (Weschler 1990: 119). Además de ñas varias para emplearlo en lo relacionado
la presencia de veteranos franceses de Arge- con el orden, la higiene y el comportamien-
lia e Indochina y oficiales israelíes, “funda- to personal adecuado. Es una conciencia de
mentalmente, a lo que los alumnos de la clase que siempre tiene algo más en mente:
Escuela de las Américas y de otras institu- las facturas, los recados, la casa, las mez-
ciones parecidas estaban expuestos era [...] quinas tiranías de la administración, a los
los unos a otros” (id.). “Entre los orgullosos colegas y parientes (con todas sus ventajas y
graduados”, en línea con el anti-imperialis- desventajas). Es una conciencia de clase que
mo nacionalista de las Fuerzas Armadas, “se escapa a la verdadera vida pública porque
manejaba la teoría de que había una influen- está cansada, ocupada o porque, de todas
cia a la inversa, y así, por ejemplo, sugerían formas, ¿qué se puede hacer? Ve a poner-
que era la forma híbrida latinoamericana, le gasolina al coche. Tu tía ha llamado ¿y
profundamente virulenta, de la doctrina de le mandaste una nota de agradecimiento?
seguridad nacional la que posteriormente Contesta al teléfono y, por cierto, esta sema-
volvía a inyectarse, vengativamente, en la na me voy a la boda, ¿qué me pongo? Tengo
política estadounidense, mediante perso- que ir a trabajar; hablaremos más tarde. No
najes tan obsesionados con América Latina es de tu incumbencia. ¿Has visto a esa mujer
como Oliver North, ‘Chi-Chi’ Quintero, Felix comprando un helado con sus vales canjea-
Rodríguez, John Hull o el general John Sin- bles? La clase media siempre quiere que las
glaub” (ibid.: 119-20). cosas se hagan correctamente, y siempre se
De todas formas, a pesar de las redes está quejando de lo que está a punto de per-
de información y personal con que contaban der, como si el mundo fuese a dejar de girar
los militares y la elite, y los flujos de capital si el medio se hunde. Teme caer allí donde
en el hemisferio (correspondientes a la cul- viven los demás, y ansía historias de éxito
tura internacional de estados en guerra), la de cualquier tipo. Pero, intimidada por el
conciencia de la clase media es en sí misma atractivo del éxito, interioriza un agresivo
una potente formación interna con carácter complejo de inferioridad que proyecta sis-
trasnacional, que Valenzuela trata de iden- temáticamente mientras se queda senta-
tificar y que plantea cuestiones espinosas, da a esperar y otros actúan en su nombre.
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 119

that is She. What do we learn about encoun- something you cannot just ignore, or un-
tering? We learn that in order to understand derstand at a distance, or “explain away” by
and to transform state power, to fight even stripping it of all its magical power; some-
the most coercive, threatening, militarized, thing whose seemingly selfevident repug-
and violent state, the story must be told in nance you cannot just rhetorically throw
the mode of haunting. The story of what in someone’s face. Haunting is also the
happens to AZ and to all the others must in- mode by which the middle class needs to
clude this crucial dimension, which is also encounter something you have to tryout
willy-nilly a mode of experience. Why must for yourself, feeling your way deeper and
the story be told this way? deeper into the heart of darkness until you
Because the story, which is very much do feel what is at stake, the madness of the
alive, is happening in and through haunting. passion (Taussig 1987: 10-II). AZ is not any
We have already seen that disappearance or every Argentine. He is a representative
is a statesponsored method for haunting a of the large prosperous middle class, with
population. The power of disappearance to all its strengths and weaknesses, includ-
instill tremendous fear and to control, to ing its tendency to both conservative and
destroy the life of a people and a society, radical romanticism.28 AZ is a middle-class
rests not principally on the cognitive mes- professional, a university professor and psy-
sage the state delivers-You will obey or die- choanalyst, who journeys, propelled by a pa-
but on the way it utters it. Disappearance rochial and narcissistic desire to acquire a
imposes itself on us where we live: within woman and her feminine essence, into the
the alreadyunderstood meanings that have very heart of what he was always missing yet
been appropriated, worked over, settled into what was so proximate to him, indeed en-
a structure of feeling that oscillates between veloping him. He has to lose himself to find
the banal and the magical. The power of dis- what he was missing, the blind field of his
appearance is the power to control everyday picture of the world. The middle class plays
reality, to make the unreal real, to disturb an important part in Valenzuela’s story be-
“the essential concepts of our culture” (Bar- cause its quiescence, its five hands covering
thes 1986: 5) and how we make of them our its eyes, ears, and mouths, and its desire for
breathing life world. The power of disap- order and the good consumer life were cru-
pearance is the power to be spoken for, to be cial for legitimating military rule and the
vanished as the very condition of your exist- terror it wrought.
ence. The power of disappearance is to cre- The middle class is not the only im-
ate a deathly consent out of our own stolen portant actor here, by any means. The role
heterodoxy and will to dissent. The funda- of international banks, V.S.-based corpora-
mental mode by which disappearance does tions, the V.S. foreign policy and security
its dirty nervous work is haunting. establishment, and, in particular, the as-
But, and this is the very difficult part, sistance and training provided by the V.S.
haunting is also the mode by which the mid- military and its proxies to the Latin Amer-
dle class, in particular, needs to encounter ican military were obviously significant.29

28
Many of the armed revolutionary groups were composed of students, former students, and the chil-
dren of the middle class.
Despite Jimmy Carter’s election as president and his administration’s commitment to human rights,
29

General Videla’s dictatorship received $500 million from private D.S. banks and $415 million from the
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 120

By 1976, six hundred Argentine officers V.S. politics, by way of such Latin-America-
had graduated from the V.S. Army School obsessed characters as Oliver North, ‘Chi-
of the Americas in the Panama Canal Zone, Chi’ Quintero, Felix Rodriguez, John Hull,
set up by John F. Kennedy under the terms and General John Singlaub” (ibid.: 119-20).
of the Alliance for Progress, a program de- Notwithstanding military and elite
signed, ostensibly, to combat poverty in networks of information and personnel, and
Latin America. The methods and theory of hemispheric capital flows-the international
torture were an important component of the culture of warfare states-middle-class con-
forty-week course, and “students were re- sciousness is a potent transnational domes-
portedly hardened to the idea by being tor- tic formation in its own right, one Valenzuela
tured themselves” (Simpson and Bennett is rightly concerned to identify, and one that
1985: 54). The Washington Police Acade- raises pointed questions especially for U.S.
my, the Academy for Border Control in Tex- readers. During military rule, the Argentine
as, and the Special Forces Center in Fort middle class as a whole stayed insulated,
Bragg, North Carolina, also provided train- quiet, and blind to what was all around it,
ing for Argentine and other Central and Lat- as if behind a shield of glass. And they did
in American officers. But it needs to be said not come out until the Mothers forced them
that, as Eduardo Galeano puts it, “it would and the armed forces’ utter failure to win a
be unjust not to credit Latin America’s rul- small real war in the Malvinas/Falkland Is-
ing classes with a certain creative capaci- lands shamed them. In this they displayed
ty in this field” (1978: 305). Indeed, many a broader middle-class consciousness en-
Latin American analysts reject, as an “over- grossed by the personal, the familial, the
simplification,” the view that the doctrine of professional, and the accidental. This is a
national security was essentially an Ameri- class consciousness that has an authorizing
can export (Weschler 1990: 119). In addition tendency to personalize and privatize social
to the presence of French veterans of Alge- problems, saving most of its public politi-
ria and Indochina and Israeli officers, “the cal energy for natural disasters and various
main thing the guests at the School of the campaigns for order, hygiene, and proper
Americas and its brother institutions were personal behavior. This is a class conscious-
exposed to… was each other” (ibid.). “Proud ness that always has something else on its
graduates,” in keeping with the military’s mind: the bills, the errands, the car, the
nationalist antiimperialism, “speculate[d] house, the petty tyrannies of administrators,
on an obverse flow of influence, suggest- colleagues, relatives-its seemingly absolute
ing, for example, that it was the intensely advantages and disadvantages. This is a
virulent Latin American hybrid of the na- class consciousness that escapes real public
tional security doctrine which subsequently civic life because it is tired or busy or what
got introjected, with a vengeance, back into can you do about it anyway? Go fill the car

World Bank and the Bank of International Development in 1977. Argentina’s rights for International
Monetary Fund loans increased from $64 million in 1975 to $700 million in 1977 (Galeano 1978: 295)
. On the issue of lending and foreign debt, see Payer (1974,1982).
Henry Kissinger took the opportunity of his five-day trip to Buenos Aires in 1978 to assure General
Videla not only that he approved of disappearing people (provided it was efficient), but also that
President Carter’s human rights policies were the foolish sentiments of a one-term president. See Agosin
(1990: 38,40) and Simpson and Bennett (1985: 273). For David Rockefeller’s congratulatory letter to
Videla, see Galeano (1988: 246). On human rights and Washington’s role in supporting authoritarian
regimes, see Chomsky and Herman (1979).
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 121

La clase media odia y adora la autoridad, que no puedes hurtarte al poder a base de
y levanta sus puños ante los padres invisi- explicaciones, porque cualquier explicación
bles que desfilan con aires castrenses y que es fría, y este poder está al rojo vivo y late
se reproducen dejando descendencia una por tus venas. Y, de todas formas, hacen
y otra vez30. En Argentina, no se respetaba quemas de libros... Entender la necesidad
en absoluto a la clase media por su come- del encuentro significa saber que tienes que
dimiento, porque, si bien el objetivo de los ponerte en contacto con aquello que te está
militares era matar también a los indiferen- haciendo daño, que tienes que encontrarte
tes y a los tímidos, sabían que el ya atemo- con lo más profundo, la otra puerta con su
rizado centro nacional no podía soportar consuelo dentro. AZ tuvo que desaprender
más miedo. los parámetros por los que se definían sus
La guardiana del fuego mientras intereses, deseos y motivaciones; su ámbi-
tanto organizaba monstruos con las lla- to social. Todo lo que aprendió AZ fue gra-
mas, sacaba ojos de gato de las brasas y cias al hechizo de lo inquietante, gracias a
él prefería incorporarse al juego a hablar que tomó un camino equivocado, gracias a
del juego, ser parte de la representación la inmensa huella que dejó en él una mujer
y no un mero espectador, un mero escu- que no era lo que parecía, una mujer que era
cha (V., 328). Al acompañar en su búsque- un fantasma que representaba todo aquello
da a AZ (que empieza como un profesional que él había estado evitando; gracias a que
de clase media tímido y moderado), Luisa AZ siguió las huellas del fantasma.
Valenzuela sugiere o imagina que el hechi- El hechizo de lo inquietante excede de
zo de la presencia de lo inquietante puede lo que se habla en la oficina, de los estudios
sacar a la clase media de su particular estu- que puedan realizarse o del tipo de memo-
por, ampliar sus intereses más allá del uni- ria liberal que restringe la historia oficial a
verso privado de la familia y el trabajo, y “la angustia personal y privada del indivi-
hacerles dar un paso: de tratar de “encon- duo” o a los hechos descontextualizados de
trar una explicación convincente” que aclare la tortura y la violencia (Marcus 1994: 207).
la naturaleza de las fuerzas que corren por En realidad, es algo “diferente a moralizar
sus venas a sentir más y más [...] hasta que desde afuera o plantear las contradiccio-
sientes lo que está pasando. Un encuentro nes que surgen, como si el tipo de conoci-
de trémula trascendencia, un simple deste- miento que nos preocupa no fuesen el poder
llo que resulta iluminador, es lo único que y el saber unidos en uno y se mostrase por
se requiere para rasgar ese velo. Entender la lo tanto inmune a dichos procedimientos”
necesidad del encuentro significa caer en la (Taussig 1987: 11). El hechizo de lo inquie-
cuenta de que no puedes huir, porque ter- tante es más mágico que todo eso: tiene que
minarás agotado y además ellos siempre ver con revivir hechos en toda su intensidad,
van mejor calzados. Entender la necesidad originalidad y violencia con el fin de superar
del encuentro significa percatarse de que las secuelas que siguen latiendo, pulsando.
no puedes esconderte porque este poder del Es ese encuentro en el que se toca el espec-
que intentas ocultarte es muy hábil, y domi- tro o la dimensión espectral de las cosas: las
na en realidad a la perfección el arte de infil- ambigüedades, las complejidades del poder,
trarse en los lugares más ocultos, ya sea bajo la violencia y la esperanza, las realidades
tu cama o en el interior tu mente. Entender que se desvanecen, las sombras de nuestras
la necesidad del encuentro significa captar identidades y de nuestra sociedad. Cuando

30
Sobre el miedo a caer, véase Ehrenreich (1989), y sobre la reverencia a la autoridad, Newfield (1996).
Por la otra puerta, es el llanto con su consuelo dentro 122

se toca el fantasma o lo espectral (o cuando Bibliografía


él nos toca), una coalición en la que se com-
binan los agravios y lo utópico, se nota algo Addis, Mary. 1989. “Fictions of Mother-
distinto a lo que uno esperaba. Sin duda, el hood: Three Short Stories by Luisa
hechizo de lo inquietante aterroriza, pero Valenzuela.” Romance Languages
ofrece algo que hay que probar uno mismo. Annual 1:353-360.
La locura y el sentimiento de lo que está Adorno, Theodor W. 1967. “Sociology and
pasando es lo que finalmente halla AZ; ésa Psychology-I.” New Left Review
es la trascendencia del encuentro. Y es ahí 46:67-80.
donde termina la historia de terror y locu- —.1968. “Sociology and Psychology-II.” New
ra de Valenzuela, una historia que empezó Left Review 47:79-96.
con un psicoanalista profesional que ansia- Adorno, Theodor W. et al. [1950] 1969. The
ba un encuentro emocionante, una historia Authoritarian Personality. Nue-
contada como una historia fantasmagórica va York: Norton. [Existe edición en
angustiosa pero esperanzadora. Y con lo que español: La Personalidad Autori-
termina dicha historia es con ese encuentro taria. Buenos Aires: Ediciones Pro-
en el que AZ halla realmente algo que bus- yección, 1965. Prólogo de Eduardo
car, algo por lo que vivir, un maravilloso y Colomo].
valioso don que se le confía a él y a todos Agosín, Marjorie. 1988. Zones of Pain/Las
aquellos que son como él. Zonas Del Dolor. Trad.: Cola Fran-
Poco a poco, durante todos [...] estos zen. Fredonia, NY: White Pine.
meses, los fantasmas han empezado a —1989. Women of Smoke: Latin American
colarse en este tribunal. Hasta el fiscal sen- Women in Literature & Life. Trad.:
tía que no estaba solo (Guest 1990: 2, 4) Y Janice Molloy. Stratford, Ontario:
es que tal vez apareció por allí la sombra Williams- Wallace. [Existe edición en
de AZ, una sombra que se proyecta por las español: Mujeres de humo. Madrid:
Américas y que se inclina en dirección hacia Editorial Torremozas, 1987]
donde estoy, hacia mi casa, un lugar donde —1990. The Mothers of Plaza de Mayo
también está sucediendo otro tipo de histo- (Línea Fundadora): The Story of
ria fantasmagórica. Renée Epelbaum 1976-1985. Trad.:
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The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 123

with gas. Your aunt called and did you send deeper and deeper … until you do feel what
her a thank-you note? Answer the phone is at stake. An encounter of tremulous sig-
and by the way I’m going to the wedding nificance, a profane illumination, is what is
this week, what should I wear? I’ve got to required to tear such a veil. Understanding
go to work, we’ll talk later. It’s none of our the necessity of the encounter means under-
business. Did you see that woman buying standing that you can’t run away because the
ice cream with her food stamps? The mid- running will exhaust you and besides they
dle class always wants things taken care of, have better boots. Understanding the ne-
done right, and is always complaining about cessity of the encounter means understand-
what it is about to lose, as if the whole world ing that you can’t hide because this power
would end if the middle collapses. It fears you’re hiding from is very adept; indeed,
falling down where the others live and it it has perfected the art of infiltrating most
craves success stories of whatever kind. But hiding places, from under the bed to inside
it is cowed by the lure of achievement, inter- your head. Understanding the necessity of
nalizing an aggressive inferiority it projects the encounter means understanding that
remarkably consistently, as it often sits wait- you can’t explain the power away because
ing, distracted, while others act in its name. the explanations are cold and this power is
It hates authority and loves authority at the hot, pulsing through your blood, and any-
same time, rattling its fists at the invisible way they burn the books. Understanding
fathers who parade in a martial manner the necessity of the encounter means un-
and reproducing their sons and daughters derstanding that you have to make contact
again and again.30 In Argentina, the middle with what is harming you, have to encounter
class got no respect for its moderation be- the very heart of it, the other door its floods
cause the military wanted to kill the indif- of tears with consolation enclosed. AZ had
ferent and the timid too and they knew that to unlearn everything that defined the pa-
the already scared national center could not rameters of his investments and desires and
stand up to any more fear since their bellies motivations, his social field. AZ learned eve-
were already filled with it. rything that he did because he was haunted,
Meanwhile the guardian of the tire because he took a wrong turn, because he
made monsters out of the flames and it’s was affected deeply by a woman who wasn’t
eyes out of the coals, and he chose to take what she seemed, a woman who was a ghost
part in the game rather than just to talk bearing all that he had been avoiding, be-
about it, to be part of the performance cause he followed the tracks of the ghost.
rather than a mere spectator, a mere listen- Haunting is not just talking in your
er (V 121). As she takes AZ, who starts out office, or doing a study, or the kind of liberal
as a timid and moderate middle-class pro- memory that restricts the official story to “the
fessional man, on his search, Luisa Valen- personal, private anguish of individual[s)”
zuela suggests, or imagines, that haunting or to the cold decontextualized facts of tor-
can galvanize the middle class, can wrench ture or violence (Marcus 1994: 207). Haunt-
it from its particular kind of stupor, can ing is “different from moralizing from the
shift its investments away from the private sidelines or setting forth the contradictions
world of family and work, can move it away involved, as if the type of knowledge with
from “explaining away” the forces that run which we are concerned were somehow not
through its veins toward feeling your way power and knowledge in one and hence im-

30
On the fear of falling, see Ehrenreich (1989), and on loving authority see Newfield (1996).
The other door, it’s floods of tears with consolation enclosed 124

mune to such procedures” (Taussig 1987: 11 Bibliography


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counter; it is what the encounter is finally all —1989. Women of Smoke: Latin American
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story that started with a professional analyst liams-Wallace.
eager for an exciting encounter, a story told —1990. The Mothers of Plaza de Mayo (Li-
as a harrowing but hopeful ghost story. The nea Fundadora): The Story of Renee
story ends with the Encounter that gives AZ Epelbaum 1976-1985. Trans. Janice
something to really search and to live for, MolIoy. Trenton, N.J.: Red Sea.
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