Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Necesidad lógica
159
significado de 'peyorativo1. La prim era especie de ignorancia, es de
cir, la ignorancia del hom bre que no sabe 'qué es la verdad' (lo 'ver
dadero') parece no tener nada que ver con la capacidad de utilizar
la palabra correctam ente, puesto que, al preguntarnos a nosotros
mismos qué es la verdad, no inquirimos por una definición de dic
cionario con referencia a la cual podamos siempre utilizar la palabra
en todas circunstancias. Nuestro interés no tiene que ver con la prác
tica. Cuando los filósofos han sugerido que la verdad es una corres
pondencia entre las enunciaciones y los hechos, o la realidad, han
tratado de hacer más inteligible el concepto de verdad m ediante su
comparación con otros conceptos, estableciendo 'relaciones de fa
m ilia’ entre conceptos, o presentando al que está en cuestión como
cayendo en un particulado lugar de una jerarquía de conceptos. A ve
ces la investigación de un concepto consiste en el intento de m ostrar
que es complejo, y, en algún sentido, definible en térm inos de otros
conceptos que se expresan como primitivos y no-analizables.
La pregunta '¿Qué es la necesidad lógica?' es sem ejante a la
pregunta '¿Qué es la verdad?'. Cuando la formulamos, no inquirim os
prim ariam ente una definición con referencia a la cual podamos decir
si una proposición dada es lógicamente necesaria o no lo es. Busca
mos analogías entre esa y otras nociones, nos preguntamos si es una
noción simple o compleja, y, si es compleja, en térm inos de qué nocio
nes más simples puede ser definida o analizada. El propósito de esa
investigación es el de m ejorar la comprensión teórica, y pensamos
que lo conseguimos progresivamente a medida que vemos la interre-
lación de los conceptos. Pero hay tam bién una razón práctica para
esa investigación, una razón para la que tal vez no hay análogo en las
investigaciones acerca de la noción de verdad. Aunque generalmen
te no encontram os dificultad alguna en decidir qué proposiciones
son lógicamente necesarias y cuáles no lo son, no siempre es así.
Se puede afirm ar sin miedo a errar que dos líneas rectas no pueden
cerrar un espacio, pero puede no verse claro de qué especie de nece
sidad (o imposibilidad) se trata. Al examinar con más insistencia la
noción de necesidad lógica es posible que se avance algo hacia el es
tablecimiento de diferencias entre la necesidad lógica y otras clases
de necesidad.
En este capítulo consideraré brevemente dos temas que a ve
ces han sido pensados para ilum inar la noción de necesidad lógica:
prim ero, la relación de la imposibilidad lógica a la contradicción y a
la autocontradicción; segundo, la noción de analiticidad.
160
Necesidad lógica y autocontradicción
161
chas veces «Es contradictorio decir tal y cual» o «Quien dice tal y
cual, se contradice». En otras palabras, podemos em plear 'lógica
m ente imposible', 'inconsecuente', 'contradictorio' y 'autocontradic-
torio' como aproxim adam ente sinónimos. Pero la aproxim ada sino
nimia de esas palabras en el lenguaje ordinario es desorientadora.
Pueden tam bién utilizarse en un sentido más estricto y, cuando se
usan de ese modo, 'inconsecuente' (o 'lógicamente imposible') y
'autocontradictorio' (o 'contradictorio') tienen funciones diferentes.
Decir, en un sentido estricto, que sería inconsecuente afirm ar A y ne
gar B, es decir que sería lógicamente imposible que A y la negación
de B fueran a la vez verdaderas, pero no sería decir que A y B eran
contradictorias, ni siquiera 'contrarias'. 3 Decir que A y B son con
tradictorios es decir que A es la negación de B. No es difícil m ostrar
que cuando utilizamos esas palabras con precisión sus funciones
son diferentes. Podemos decir significativamente que es inconse
cuente afirm ar y negar la misma cosa. Pero si 'ser inconsecuente'
significara 'afirm ar y negar la m ism a cosa' (es decir, contradecirse a
sí mismo), entonces sólo se habría logrado decir que afirm ar y negar
la misma cosa es afirm ar y negar la misma cosa. En realidad, la fun
ción de la palabra 'inconsecuente' en un enunciado así es afirm ar la
imposibilidad lógica de afirm ar y negar la misma cosa.
Las palabras 'contradictorio' y 'autocontradictorio' se usan de
tres m aneras diferenciables:
162
dos proposiciones «se contradicen a sí mismas» en el segundo senti
do, a la confusa suposición de que son contradictorias en el prim er
seiitido. Y, como un resultado de ese desliz, podemos ser equivocada
m ente conducidos a pensar que todos los errores lógicos son infrac
ciones del principio deno-contradicción.
La tentación de pensar que todas las leyes de la lógica son en
algún sentido especificaciones de la más evidente de ellas, el prin
cipio de no-contradicción, es, sobre todo, atractiva para el convencio-
nalista lógico. Porque, si pudiera m ostrarse que eso es verdad, la
tarea del convencionalista se simplificaría grandem ente. Para esta
blecer que la lógica formal descansa sobre reglas lingüísticas, sola
m ente necesitaría poner de manifiesto que aquella única ley resulta
ba de nuestras reglas para las palabras y símbolos que se utilizan
en su formulación. Las demás leyes de la lógica podrían derivarse
de aquélla como teoremas. Sin embargo, ningún lógico sistemático
ha pretendido nunca derivar todas las leyes de la lógica del prin
cipio de no-contradicción. En realidad, ésa es una tarea imposible.
Si a p a rtir de las prem isas 'p’ y 'si p, q* yo pretendiese concluir
*no-q\ o, a p artir de las prem isas Todo M es P* y 'algunos S son Ai',
yo pretendiese concluir 'Ningún S es P \ cometería un desatino ló
gico. Pero la inconsecuencia cometida no consiste en transgredir el
principio de que una proposición y su contradictoria no pueden ser
a la vez verdaderas. 'Ningún S es P' rio es la contradictoria de 'Todo
Ai es P y algunos S son A f; es la contradictoria de 'Algún S es P',
que es la consecuencia lógica de las prem isas, pero que no es idéntica
a éstas. La ley que ha sido transgredida no es la de no-contradicción,
sino una ley de la lógica de términos. Sólo puedo utilizar la palabra
'contradictorio' o decir que eso es contradecirse a sí mismo —para
condenar la inferencia ilegítima— si doy a dichos térm inos el senti
do 2. Y puesto que es así, es preferible que utilicemos un vocabulario
menos desorientador y digamos, en vez de eso, que la conclusión
es ilegítima, o lógicamente imposible.
El enunciado «Una enunciación lógicamente necesaria es aque
lla cuya contradictoria es autocontradictoria» expresa, o una propo
sición falsa, o una que es trivial. Si se pretende expresar por aquél
la proposición de que las proposiciones lógicamente necesarias con
sisten solamente en aquellas cuyas negaciones infringen el principio
de no-contradicción, es falso. Si, por el contrario, la palabra 'autocon
tradictoria’ ha de entenderse en el sentido 2 (es decir, como equiva
lente a lógicamente falsa), la proposición es verdadera, pero trivial. No
arroja luz alguna sobre la necesidad lógica decir que las contra
dictorias de las proposiciones lógicamente necesarias son lógicamen
163
te falsas, como tampoco arroja luz sobre la noción de verdad decir
que una proposición verdadera es una proposición cuya contradic
toria es falsa. Pero aunque fuera verdad que todo error lógico con
sistiese en infracciones del principio de no-contradicción, de modo
que fuera verdad que solamente las proposiciones autocontradicto-
rias fuesen inconsecuentes, no habríam os descubierto el significado
de 'inconsecuente'. Si descubriéram os que solamente las cosas que
tienen la propiedad / tienen tam bién la propiedad g, podríam os ha
ber descubierto, para valernos de una distinción tradicional, la ex
tensión de las 'cosas-g', pero no la intensión (o «comprensión»)
de g; dicho de modo más sencillo, habríam os descubierto qué cosas
son g, pero no qué significa decir que una cosa tiene la propiedad g.
Decir que solamente las cosas agradables son dignas de ser persegui
das no es decir que 'agradable' significa 'digno de ser perseguido'. La
conclusión general que debemos sacar es que la presunta defini
ción que hemos considerado no arroja luz alguna sobre el significa
do de 'necesidad lógica'.
164
parte metafórico. Por ejemplo, no es fácil form ular con precisión
lo que él entiende cuando dice que un concepto está contenido en
cubiertam ente en otro concepto, o que un concepto puede estar 'fue
ra de la esfera' de otro concepto. Pero, aunque haya oscuridades en
su m anera de ver, es posible poner en claro su posición general. La
distinción que señala no es la misma que hay entre las proposiciones
necesarias y las contingentes. Aunque las proposiciones analíticas
son necesarias, tam bién pueden ser necesarias, en opinión de Kant,
ciertas proposiciones sintéticas. Así, aun cuando el concepto de 'tener
una causa' no está, según Kant, encubiertam ente contenido en el
concepto de 'evento', la proposición 'Todo evento tiene una causa' es,
para Kant, necesaria, o 'a p r i o r i según él dice. Kant insiste en la
posibilidad de proposiciones sintéticas a priori, tanto como de pro
posiciones analíticas a priori. Así pues, decir que una proposición es
analítica no equivale a decir que es necesaria, sino que es más
bien, en cierto sentido, decir por qué es necesaria. El criterio de ana-
liticidad ofrecido por Kant es doble: en prim er lugar, el concep
to predicado debe estar encubiertam ente contenido en el concepto-
sujeto; en segundo lugar (y quizá como una consecuencia), las
proposiciones analíticas son de tal clase que negarlas sería contrade
cirse. Así es como puede presum irse que entiende Kant lo que dice
de que la conexión del predicado con el sujeto se concibe a través de
la identidad. Está claro que Kant consideraba que ambos criterios
eran satisfechos por 'Todos los cuerpos son extensos', que el concep
to-predicado, 'extensos', está encubiertam ente contenido en el con
cepto-sujeto, 'cuerpos', y que la proposición no puede negarse sin
contravenir el principio de no-contradicción. No está igualmente cla
ro si Kant exigiría que ambos criterios fueran siempre satisfechos.
Indudablem ente, si hubiera aceptado Todas las sustancias extensas
son extensas' como una proposición analítica, habría debido abando
nar la pretensión de que el concepto-predicado esté contenido encu
biertamente en el concepto-sujeto. Para los fines de nuestra presen
te investigación no necesitamos llegar a una decisión sobre este
punto.
Como quiera que él aceptaba la clasificación aristotélica de las
proposiciones, Kant restringe la aplicación de las palabras 'analítico'
y 'sintético' a proposiciones de la form a sujeto-predicado. No es sor
prendente que la posterior modificación o abandono del análisis aris
totélico haya llevado a una extensión de 'analítico' a otras clases de
proposiciones. Pero, aunque la palabra 'analítico' ha llegado a ser
parte del vocabulario normal de la lógica, los lógicos no se han pues
to de acuerdo en una definición precisa de la misma. No obstante,
165
4.
167
confusión entre enunciados y proposiciones que es, o parece ser,
básica a todo convencionalismo lógico. No repetiré por extenso las
argumentaciones que ya he ofrecido anteriorm ente, sino que me li
m itaré a considerar un ejemplo particular.
Consideremos la pretensión de que Todos los cuerpos son ex
tensos1es analítica, según 'analítica' es definido por Pap; o, lo que es
lo mismo, que 'Todos los cuerpos son extensos' es verdadera por de
finición. Si, al presentar esa proposición, entendemos por la frase
'Todos los cuerpos' todas las sustancias una de cuyas propiedades es
la extensión, entonces la proposición puede ser expresada como «To
das las sustancias extensas son extensas», o «Todos los cuerpos son
extensos», o de un núm ero indefinidamente grande de otras maneras,
en los diferentes lenguajes. La proposición que sería siempre expre
sada, en esos distintos enunciados, ejemplifica la ley formal de que
si algo tiene la propiedad /, tiene la propiedad f, que puede verse,
a su vez, como una ejemplificación del principio de identidad, 'para
todo p, si p, entonces p \ Lo que hace a la proposición 'Todos los
cuerpos son extensos' necesariamente verdadera no es el hecho de
que «cuerpo» signifique «sustancia extensa». Se tra ta de o tra cosa.
Lo que hace que el enunciado «Todos los cuerpos son extensos» ex
prese la proposición que expresa (es decir, la proposición lógicamen
te verdadera de que las sustancias que tienen la propiedad de la ex
tensión, tienen la propiedad de extensión) es el hecho de que la
palabra «cuerpo» significa «sustancia extensa». No se tra ta de que
la proposición en cuestión sea verdadera por el significado y defini
ción de 'cuerpo' ('por definición'), sino de que el enunciado utiliza
do expresa la proposición en cuestión por el significado o defini
ción de «cuerpo». Una corta reflexión revelará que cualquier su
puesto ejemplo de 'verdades por definición' es explicable del mismo
modo.
W aismann ofrece una explicación de la analiticidad menos ob
jetable que las que hemos considerado antes. «Una enunciación es
analítica —dice W aismann— si puede, por medio de m eras defini
ciones, ser convertida en una verdad lógica.» 12 Una virtud de esa
caracterización es que no pretende explicar la naturaleza de la nece
sidad lógica con referencia a la analiticidad. Pero no podemos con
siderarla satisfactoria. Decir que una enunciación analítica puede
ser convertida en una verdad lógica es adm itir, por implicación,
que ella misma no es una verdad lógica, o que, si lo es, es al menos
una verdad lógica diferente de aquella en la que puede ser converti
12 F. W a ism a n n ; o b r a c i t a d a .
168
da. No obstante, estoy seguro de que W aismann habría deseado decir
que la proposición Todos los planetas se mueven en torno al Sol'
es en sí misma lógicamente verdadera. Al menos, habría convenido
en que el enunciado «Todos los planetas se mueven en torno al
Sol» expresa una verdad lógica cuando quien lo enuncia entiende
por 'planeta' 'cuerpo celeste que se mueve en torno al Sol'; y sola
m ente cuando la palabra 'planeta' se usa de ese modo puede llamarse
analítica la proposición expresada. La verdad es más bien que —si
es que es apropiado utilizar la palabra 'analítico' para clasificar enun
ciaciones— la 'enunciación analítica' 'Todos los planetas se mueven
en torno al Sol' es una verdad lógica. Es la misma enunciación que
podría expresarse igualmente bien como «Todos los cuerpos celestes
que se mueven en torno al Sol se mueven en torno al Sol», no necesi
ta convertirse en esa enunciación. Ella misma, y no alguna enuncia
ción diferente en la cual pudiera convertirse, es una verdad lógica.
¿Queda algún lugar en el vocabulario de la lógica para una ex
presión como 'enunciación analítica'? Si la desterram os, parece
que es poca cosa lo que perdemos, como no sea una fuente de posible
confusión. Si las llamadas 'enunciaciones analíticas' son simplemen
te las verdades lógicas, y si 'verdad por definición' es una frase que
carece de aplicación, ¿no sería m ejor eliminarla de la filosofía, como
'flogisto' fue eliminada del vocabulario de las ciencias naturales?
Sin embargo, está tan arraigada en el lenguaje de la filosofía que es
difícil que pueda ser desarraigada por completo.
Y quizás haya, después de todo, un uso aceptable para la pala
bra 'analítico'. No es exactamente la misma cosa decir «Todos los
solteros son no-casados» y decir «Todos los hombres no-casados son
no-casados», aun cuando se pretenda que cada uno de esos enuncia
dos se entienda como expresando una verdad lógica. Captamos el
significado del segundo enunciado con mayor facilidad que el signi
ficado del prim ero. Quizá fue la im portancia de esa diferencia lo que
Kant tenía en la m ente cuando dijo que el concepto-predicado estaba
incluido encubiertamente en el concepto- sujeto.
La diferencia entre esos enunciados podría señalarse caracteri
zando al prim ero como 'analítico'. Si hubiéram os de seguir ese ca
mino, deberíam os aplicar la palabra 'analítico' no a las proposicio
nes, sino solamente a los enunciados; a saber: a aquellos enunciados
que, aunque expresan verdades lógicas, puede parecer a prim era
vista que expresan proposiciones empíricas factuales. Pero el que
una proposición fuera expresada 'analíticam ente' no tendría interés
lógico, sino solamente psicológico.
La consideración de la relación entre autocontradicción y nece
169
sidad lógica, y de las llamadas proposiciones analíticas, nos ha acer
cado a una respuesta a la pregunta con la que empezamos. No he
mos conseguido descubrir conceptos que sean más fundam entales
que el de necesidad lógica, y en térm inos de los cuales pueda ser
definida la necesidad lógica. Mis conclusiones son negativas, y la no
ción de necesidad queda sin explicar. No hay gran dificultad en ilus
tra r la necesidad mediante una m ultiplicación de ejemplos de relacio
nes que deben tener lugar; pero (aun sin pretender que la noción
de necesidad sea genuinamente prim itiva y pueda ser captada intui
tivamente, pero no explicada) no puedo ver m anera alguna de redu
cirla a términos más simples. Lo único que parece posible es suge
rir, simplemente por vía de ensayo, un criterio para distinguir la
necesidad lógica de otras especies de necesidad. Que la necesidad no
sea exclusivamente una noción lógica, parece probable. Si bien nunca
es necesario que los cambios o procesos físicos se den de esta o de
aquella m anera, parece difícil negar que un hom bre puede pregun
tarse significativamente: «¿Es necesario que tales y tales sustancias
reaccionen del modo en que observamos que reaccionan?». Y al pre
guntarse tal cosa no parece que lo que se pregunte sea si una relación
es lógicamente necesaria. Como dijimos anteriorm ente, uno puede
reconocer la necesidad de una verdad de la geometría euclidiana sin
ninguna noción clara de qué clase de necesidad es la necesidad geo
métrica.
En un capítulo anterior propusim os una doble teoría de la no
ción de leyes lógicas. La lógica de las proposiciones elementales, adu
jimos, consiste en la presentación de los límites dentro de los cuales
es únicam ente posible, para un ser capaz de considerar proposicio
nes verdaderas y falsas, pensar significativamente. Dijimos además
que las leyes de la lógica de térm inos están en correlación con (y, en
cierto sentido, revelan) las 'categorías' o m aneras no-aprendidas e
incomunicables en térm inos de las cuales nos encontram os pensan
do el mundo. Así, sostuvimos que la lógica de sujeto-predicado reve
la una m anera prim itiva de ordenación, cosa-atributo, de nuestra
experiencia consciente del mundo. Esos principios categoriales de or
denación fueron distinguidos de las clasificaciones empíricas que
encontram os conveniente adoptar. Estas últim as clasificaciones pue
den ser cambiadas o modificadas por nosotros; nunca dan origen a
principios lógicos ni están conectadas con principio lógico especial
alguno.
Esta teoría de la lógica sugiere un posible criterio para distinguir
la necesidad lógica de otras especies de necesidad. La sugerencia
consiste en que son lógicamente necesarias aquellas verdades nece-
170
«arias que han de relacionarse a las categorías que conform an nues
tra experiencia, y a los conceptos prim itivos de negación, conjunción,
disyunción y condicionalidad. La sugerencia de que, para decidir
si un caso dado de necesidad es o no lógico, debemos preguntam os si
corresponde a una categoría prim itiva del pensamiento, es quizá de
masiado imprecisa para servirnos de guía clara. Podía, además,
llevarnos a paradójicas extensiones del alcance de la necesidad lógi
ca. Así, si sostenemos que no podemos por menos de pensar los cons
titutivos del m undo físico como estando causalmente interrelacio-
nados entre sí, pero, al mismo tiempo, concluimos que es nuestro
modo de ver el mundo lo que nos determ ina a verlo de ese modo,
entonces, de acuerdo con el criterio sugerido, deberemos concluir
que 'cualquier evento tiene (necesariam ente) una causa' o 'nece
sariamente, nada llega a ser a p a rtir del no-ser', son verdades lógicas.
Al final, podríam os vernos, pues, llevados a la conclusión de que,
después de todo, toda necesidad es necesidad lógica, e invertir así
nuestra prim era suposición, la del sentido común.
Debe advertirse, sin embargo, que tal conclusión sería diferente
de aquella a la que han llegado la mayoría de los filósofos que han
argum entado que toda necesidad es lógica. Cuando se m antiene que,
si una proposición como 'Todo evento tiene su causa' es necesaria
en absoluto, lógicamente necesaria o tautológica, lo que siempre, o
casi siempre, quiere decirse es que puede ponerse de manifiesto que
ejemplifica un principio lógico aceptado (por ejemplo, el principio
de no-contradicción). La conclusión a la que apunta la línea de argu
m entación que hemos seguido aquí últim am ente, es otra; a saber:
que la proposición ejemplifica una ley prim itiva e irreductible que
no es derivable de las leyes de la lógica tal como son comúnmente
aceptadas. Así pues, al llegar a una conclusión así, pretenderíam os
estar descubriendo nuevas leyes lógicas, y no extendiendo las aplica
ciones de las viejas leyes aceptadas de la lógica.