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Entre los enemigos de la democracia están "los que salen a protestar con una cacerola",
según Savater, que dio su charla frente a ex presidentes como Tabaré Vázquez o Jorge
Batlle.
Se premia "al que sale a protestar con una cacerola y no al que trata de institucionalizar
ese reclamo", dijo el autor de "Ética para Amador".
Durante su intervención de casi media hora, tomó distancia respecto del movimiento de
los indignados que se moviliza en España, al asegurar que su lema es absurdo. "No es
que los políticos no nos representan, como sostienen ellos, sino que nos representan
mal", manifestó, aunque agregó que la irrupción de esta forma de protesta está en cierta
medida justificada por la crisis económica que se vive en su país.
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"Sin embargo, la indignación tiene que ser sólo el primer paso, porque las instituciones
se transforman con trabajo, no con indignación", remarcó.
"Los enemigos de la Democracia en el Siglo XXI" fue el lema de una charla en la que
también Savater proclamó a "la miseria y la ignorancia" como las dos grandes amenazas
para las democracias actuales.
"La miseria genera las más grandes diferencias entre los humanos", disparó Savater, y la
describió como "la radicalización brutal de la desigualdad". Además, el español ponderó
que "el buen funcionamiento de los servicios públicos es el elemento de redistribución
económica más importante" de las sociedades modernas.
En esa línea, criticó las "diferencias abismales" que existen entre "los sueldos de
grandes ejecutivos, que ganan como 50 mil maestros juntos" y aseguró que esa
coyuntura "rompe cierta igualdad que se había alcanzado en el siglo XX", según recoge
agencia Télam.
El sistema judicial también se encuentra manipulado por los políticos haciendo que
parezcan una prolongación de su poder. Los órganos de los jueces deberían ser elegidos
por ellos mismos y no por representantes políticos.
Las entidades financieras como las cajas de ahorros tienen en sus consejos de
administración representantes políticos y sindicales que se encargan de direccionar los
recursos para poder realizar inversiones, muchas veces innecesarias, con el fin de atraer
la atención de los electores y ganarse su favor.
En síntesis, vivimos en un sistema que nos ofrece una libertad guiada en la que somos
manipulados a cambio de “caramelos” que hacen más llevadero su control.