Vous êtes sur la page 1sur 4

QUE PASA CON LA DICHA DE LOS CANDIDATOS A LA PRESIDENCIA Y EL

CONGRESO DE COLOMBIA?

Los electores deciden entre más de lo mismo o algo distinto. En este caso,
identificamos dos espacios que, a pesar de ser antípodas, representan más de lo
mismo, de la política de los últimos cuatro períodos presidenciales y que ha
generado altos niveles confrontación y saturación y, tres espacios que podrían
representar, de alguna manera, el algo distinto.
El problema no radica en la existencia de las partidas para inversión regional en el
Congreso, sino en la forma como se asignan y distribuyen. La absoluta falta de
transparencia en la discusión de las mismas hace imposible realizar cualquier tipo
de seguimiento o control. El ejecutivo propicia esta situación deliberadamente
porque se ha vuelto la forma tradicional de asegurar los votos de los congresistas.
Al final el mecanismo no solo produce corrupción sino una forma de
gobernabilidad totalmente dañina para la democracia donde la relación entre
Ejecutivo y Legislativo impide que este último cumpla adecuadamente su labor
Importante tener en cuenta que los análisis no se deben quedar en nombres de
candidatos, de sus trayectorias, capacidades e incluso el temperamento, como
suele ocurrir, sino de los escenarios que representarían para determinar sus
opciones más realistas de aquí a las elecciones.
En tercer lugar, es clave que el objeto de análisis se centre en la primera vuelta
presidencial, pues como se sabe, al final en la segunda se definirá quien sale
elegido y el resto se acomodarán de acuerdo a sus intereses o eventuales
afinidades.
Además, es necesario considerar que una cosa son las elecciones presidenciales
y otra muy distinta las de Congreso y que, por mucho que se pretendan predefinir
opciones con base en apoyos políticos, los congresistas una vez elegidos en
marzo y con su curul en mano, ya no juegan a fondo y en su apetito y ambiciones
no tienen recato en moverse para tratar de apostar a ganador.
Tal como están las cosas y ante la variopinta cantidad de aspirantes y la
incertidumbre entre los espacios como aparecen, hoy no parece probable que
alguien gane en primera vuelta. Algunos de los muchos que aparecen hoy podrían
servir eventualmente como fórmulas vicepresidenciales aunque es preciso tener
claro que un vicepresidente si no le asignan algunas funciones administrativas u
operativas, queda relegado como una llanta de repuesto al lugar más profundo y
oscuro del baúl del carro, es importante agregar que en este régimen
presidencialista llevado a extremos, en el que todo el poder está concentrado en
un individuo, quien además de someter al Congreso y la justicia, por la vía de
incentivos financieros, ahora llamados “mermelada”, repartidos entre la clase
política, justicia, los organismos, de control, los aparatos seguridad del Estado,
igual hace con la gran empresa y los medios de comunicación. Así, nos
encontramos que todos los posibles candidatos presidenciales están haciendo
curso para autócrata, si seguimos la premisa del célebre economista peruano
Hernando De Soto cuando afirma que, por la vía electoral, cada tanto escogemos
por voto a nuestro dictador, tema sobre el cual trato a profundidad en un libro que
acabo de terminar y, que muy probablemente saldrá con el título Autocracias
Electorales en América Latina.
Una vez en el poder, si hacen, realmente hacen lo que les viene en gana, y
cuentan con el respaldo de una serie de analistas y opinólogos que afirman sin
empacho que para eso los eligieron y que al tener el poder lo que deben hacer es
mandar.
Los candidatos que se van perfilando para las elecciones presidenciales de 2018
en Colombia son todos adoradores incondicionales del Leviatán. Creen
firmemente en sus funciones asistenciales y en el intervencionismo a la carta
según la clientela, pero se diferencian por las formas de Proteo que cada uno
asume para cautivar al electorado o por la que les resulta más notoria de acuerdo
con su trayectoria, aunque no sea especialmente grata.
Ante un congreso que hiede a todas las podredumbres, ante un ejecutivo que
corrompe con cinismo y promueve mermeladas que socavan conciencias y hacen
complicidades sobre las necesidades, un sistema judicial que en la fiscalía preside
el segundo al mando de Cambio Radical y dio prioridad a la conveniencia política
que al ejercicio de funciones, que nombró fiscal anti corrupción al más experto de
los corruptos, que exonera a corruptos y persigue a los grupos de oposición, que
usa políticamente el sistema legal. Con unas cortes cooptadas por paramilitares y
ladrones del Estado como lo evidencia que tres de sus presidentes estén
cuestionados por vender fallos.
El problema no radica en la existencia de las partidas para inversión regional en el
Congreso, sino en la forma como se asignan y distribuyen. La absoluta falta de
transparencia en la discusión de las mismas hace imposible realizar cualquier tipo
de seguimiento o control. El ejecutivo propicia esta situación deliberadamente
porque se ha vuelto la forma tradicional de asegurar los votos de los congresistas.
Al final el mecanismo no solo produce corrupción sino una forma de
gobernabilidad totalmente dañina para la democracia donde la relación entre
Ejecutivo y Legislativo impide que este último cumpla adecuadamente su labor.
De igual forma es necesario descentralizar más el presupuesto del país. En la
situación actual los alcaldes de la mayoría de municipios del país no tienen
presupuesto para realizar inversiones y deben dedicarse a conseguir recursos en
el Gobierno central. Para ser atendidos por los ministros, los burgomaestres deben
agenciarse el padrinazgo de un parlamentario so pena de terminar hablando con
funcionarios de tercer nivel sin poder de decisión. Reequilibrar las cargas y que los
departamentos y municipios vuelvan a contar con recursos para sus propios
proyectos disminuye el tamaño de la mermelada y la necesidad de la
intermediación parlamentaria.
Se debe restituir la iniciativa de gasto al Congreso, con los debidos controles y
salvaguardas en términos de responsabilidad fiscal. Una de las funciones
trascendentales de los parlamentos es orientar el gasto en función de las
necesidades ciudadanas y por supuesto de las necesidades del electorado. En
cuanto los congresistas anuncian cuáles proyectos defienden los votantes reciben
el mensaje de cuáles intereses realmente representan. Esto tiene un efecto mucho
mayor y mejor que pensar en circunscripciones uninominales para promover la
responsabilidad política. Una versión atenuada de esta propuesta, que asuste
menos a los tecnócratas, sería establecer un procedimiento público y transparente
de intervención de los miembros del congreso en las asignaciones presupuestales
de inversión regional, Álvaro Uribe en su primer gobierno ensayó un mecanismo
similar hasta que descubrió que para asegurar su reelección era mejor seguir
corrompiendo el Congreso.
Una estrategia para restituir la transparencia en la relación del Gobierno y el
Congreso consiste en establecer un sistema de registro de gestiones
parlamentarias, esto implica la obligación de hacer públicas las solicitudes de los
trámites que realizan los parlamentarios, clarifica la actividad que desarrollan en
beneficio de las comunidades ante las oficinas del Gobierno, los inhibe de hacer
lobbies indebidos y evita que los congresistas sean chantajeados por el Ejecutivo.
Finalmente, es necesario modernizar la gestión presupuestal del Congreso. Los
parlamentos modernos cuentan con oficinas técnicas de apoyo a la labor de
seguimiento del gasto Esto ayuda a que además de incidir en el gasto se ejerza
control político sobre el mismo.
No será fácil, por fortuna hay candidatos claramente comprometidos a terminarla
con credibilidad para que los ciudadanos confíen en que realmente lo harán.
Los fiscales de alto, medio raso nivel comprometido con la corrupción de la
justicia, los presidentes y magistrados de las altas cortes involucradas en la
mercantilización de los fallos corruptos, abogados que se especializan en hacer
componendas y tráfico de influencias para frenar procesos y obtener sentencias
contra evidencias. El fin de la legalidad, la justicia y la grandeza de los poderes
públicos.
Ante el caos la alternativa no puede ser quejarnos, somos, de alguna manera, co-
responsables de lo que pasa. La abstención, la indiferencia, el quejumbrismo de
cafeterías y reuniones sociales sin asumir responsabilidades y acciones nos hacen
responsables de lo que pasa, le entregamos el Estado a la más perversa clase de
delincuentes, los de cuello blanco que contratan, legislan, juzgan e investigan todo
en favor de sus conveniencias.
El candidato o candidata a la presidencia también debe ser una persona de
integridad absoluta, que soporte todo tipo de escrutinio a su hoja de vida, a sus
declaraciones de renta, a sus andanzas y amistades. Debe ser transparente y
capaz, ético y diligente, con experiencia gerencial y capacidad estratégica,
independiente de los monopolios y grupos económicos, civilista y comprometido
(a) con la Paz, la lucha por erradicar corrupción y con un programa que incorpore
los Objetivos de Desarrollo.

Vous aimerez peut-être aussi