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KENDON
Para que se desarrolle el lenguaje, lo que se requiere es una forma de usar la acción
para representar conceptos.
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El mono no puede pensar al tigre, puede percibirlo y nada más, en cambio nosotros
podemos pensar, podemos referirnos a un mundo representativo nuestro.
No cabe revisar aquí la evidencia bastante amplia que se ha acumulado sobre que
diferentes especies de animales se comportan de maneras que se interpretan mejor
como que no respeonden como autómatas a estimulos específicos con patrones dijos
de conducta, sino que tratan al objeto econtrado como si fueran representantes de
clases de cosas y que muestran la clase de flexibilidad y adaptabilidad al abordar tales
situaciones que sugiere fuertemente que pueden, aunque sea de manera limitada,
realizar lo que llamaríamos pensamiento si fuera hecho por humanos. Me concentraré
únicamente en los chimpancés. Las líneas evolutivas que llevan separadamente a los
chimpancés y al homo sapiens probablemente se dividieron hace 5 millones de años, y
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cualquier característica que tengan los chimpancés y compartan con los humanos son,
casi con seguridad, características que tuvieron los ancestros de ambas especies. Por
lo tanto, si podemos demostrar la presencia en los chimpancés de capacidades
cognitivas que también están implícitas en el lenguaje humano, será suficiente, en este
contexto, para demostrar la continuidad entre los límites de las especies de las
capacidades necesarias para el lenguaje.
7. ¿Por qué el autor afirma que los chimpancés parecen estar al borde de
desarrollar un lenguaje pero que, sin embargo, no lo han hecho?
Cognitivamente los monos parecieran tener todos los elementos para desarrollar el
lenguaje, sin embargo no lo han hecho.
Hay una discontinuidad entre el hombre y el animal, ya que los animales no han
tenido la necesidad de desarrollar el lenguaje, por lo tanto no lo van a desarrollar
nunca.
Para concluir, permítanme destacar dos características del enfoque que he tratado de
desarrollar. En primer lugar, que el estudio comparativo de la conducta de los primates
resulta obviamente esencial para el desarrollo de una teoría sobre los orígenes del
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lenguaje pero que este estudio comparativo no debe confinarse, como se hace muchas
veces, a las prácticas comunicativas obvias de los primates. En particular, hacer énfasis
exclusivamente en el estudio comparativo de la comunicación oral de los primares no
nos aportara tanto como podríamos pensar en un comienzo cuando tratamos de
entender cómo pudo haber surgido el lenguaje. Al menos, no nos ayudará si
esperamos encontrar en el uso de la vocalización entre primates no humanos
continuidades con las funciones referenciales del habla de los humanos. Para eso
debemos apartarnos de la vocalización y analizar el gesto, pero también debemos
considerar el desarrollo de los procesos de pensamiento en los primates. Debemos
considerar los aspectos de su conducta que parecen no tener absolutamente nada que
ver con la comunicación.
En segundo lugar, el enfoque del lenguaje que sugerimos aquí es uno que ve el
fenómeno del lenguaje oral como un componente y sólo un componente de toda una
gama de maneras en las que los humanos representan sus ideas para el beneficio
mutuo. El lenguaje oral aparece, con seguridad, como una manera especialmente
elaborada de hacerlo, y tratarlo como si fuera un sistema completamente autónomo,
distinto de todos los demás procedimientos de representación es válido hasta cierto
punto. Pero esto puede ir demasiado lejos y creo que, en última instancia, la manera
de entender la naturaleza del lenguaje, según la concepción lingüística tradicional se
enriquecería enormemente si examinamos el lenguaje oral y sus relaciones con el
gesto, la pantomima, la descripción gráfica y todos los demás modos que los humanos
usamos para la representación.