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Lo que en realidad acontece es que los Tres ensayos de una Teoría sexual no presentan una
teoría abstracta de las pulsiones en general, sino que describen una pulsión por
excelencia.
Es la sexualidad lo que representa el modelo de toda pulsión y probablemente la única
pulsión en el verdadero sentido del termino
Nuestro hilo conductor será el concepto de pulsión de trieb, y el par que este vocablo
forma con otro el termino de INSTINTO
En Freud el anterior es un comportamiento preformado, cuyo esquema es hereditario y
que se repite de acuerdo con modalidades relativamente adaptadas a un determinado tipo
de objeto
En pulsiones y sus destinos, Freud expresa 4 términos. La presión, el fin, el objeto y la
fuente
La presión, es el factor motor de la pulsión, el monto de fuerza o la medida de exigencia de
trabajo que representa. Este carácter de presión es una cualidad general de las pulsiones e
incluso constituye la esencia de las mismas
El fin, el único es siempre la satisfacción definida de manera más general: el
apaciguamiento de una tensión provocada por la presión
La definición de objeto hace que este aparezca en un principio como un medio aquello en
lo cual y por medio de lo cual alcanza el fin
El problema [contingencia del objeto]. En la medida en que el objeto es aquello en lo cual
el fin logra realizarse, poco importa después de todo la especifidad, la individualidad del
objeto; basta con que posea ciertos rasgos capaces de permitir que la acción satisfactoria
pueda realizarse; en sí mismo, permanece relativamente indiferente, contingente.
Objetos parciales: el pecho, pene y muchas otras partes del cuerpo, muchos otros
elementos relacionados con lo vivido corporal que tiene en común el rasgo fundamental
de ser, real o fantaseadamente separado o separable
Por fuente de la pulsión se entiende aquel proceso somático que se localiza en un órgano
o una parte del cuerpo y cuya excitación está representada en la vida psíquica por la
pulsión.
Este ensayo intenta ocuparse de la pulsión en general, no solo de la pulsión sexual sino de
todos los grupos de pulsiones, abarcando por lo tanto esas pulsiones del yo o pulsiones de
auto conservación.
Lo esencial es, para Freud, mostrar cuan vasto es este campo, casi universal, y como su
existencia destruye toda idea de un fin y un objeto determinados para la sexualidad.
Klein Melanie: algunas conclusiones teóricas sobre la vida emocional del bebe
A medida que el yo adquiere mayor capacidad para tolerar la ansiedad, los métodos de
defensa se modifican paralelamente. Disminuye la fuerza de las pulsiones destructivas
y de la ansiedad persecutoria; se fortalece la ansiedad depresiva y llega a su clímax en
un siguiente periodo.
En el 2do trimestre. La gama de sus gratificaciones e intereses se amplia y aumenta su
capacidad de expresar sus emociones y de comunicarse con la gente. Al mismo tiempo
progresa la organización sexual del bebe; las tendencias uretrales, anales y genitales
adquieren fuerza, aunque los impulsos y deseos orales predominan aun.
El yo inhibe mas y mas los deseos instintivos y esto puede conducir a serias dificultades
del bebe para gustar o aceptar el alimento, y ulteriormente a series inhibiciones en el
establecimiento de relaciones tanto de afecto como eróticas.
La ansiedad con respecto a la madre internalizada, a la que se siente dañada,
sufriendo, en peligro de ser aniquilada, o ya aniquilada y perdida por siempre, conduce
a una mayor identificación con el objeto dañado. Esta identificación fortalece a la vez el
impulso a reparar y las tentativas del yo de inhibir las pulsiones agresivas.
Cuando predomina la ansiedad depresiva, el control de objetos e impulsos es
principalmente utilizado por el yo con el fin de prevenir la frustración, impedir la
agresión y el consiguiente peligro para los objetos amados, es decir, mantener a raya la
ansiedad depresiva. La escisión llega a ser principalmente una defensa contra la
ansiedad depresiva
De este modo se establecen las bases del desarrollo normal: se desarrollan las
relaciones con los demás, disminuye la ansiedad persecutoria referida a los objetos
internos y externos, se establecen más firmemente los objetos internos buenos, lo que
trae acarreado un sentimiento de mayor seguridad; todo o cual fortalece y enriquece
al yo. El yo más fuerte y coherente, aunque haga mayor uso de las defensas maniaca,
une repetidamente y sintetiza los aspectos escindidos del objeto y del yo. Todos estos
progresos conducen a una creciente adaptación a la realidad externa e interna.
La creciente adaptación a la realidad tiene como por resultado una relación más segura
con el mundo interna y externo.
Una de mis conclusiones ha sido que existe un lazo particularmente estrecha entre la
posición depresiva infantil y los fenómenos del duelo y melancolía. En el duelo normal
el individuo llega a establecer la persona amada y perdida dentro de su yo, mientras
que en la melancolía y en el duelo anormal este fracasa.
La posición depresiva está ligada a cambios fundamentales de la organización del bebe,
pues durante este periodo, el bebe entra en los estadios tempranos del Edipo positivo
y negativo, estos estadios tempranos se caracterizan por el importante papel que
siguen desempeñando los objetos parciales en la mente del bebe mientras se
establece la relación con los objetos totales. Los deseos genitales en los bebes de
ambos sexos se unen a los deseos orales, lo que trae aparcada una relación oral, así
como genital, con el pene del padre. Los deseos genitales también se dirigen hacia la
madre, porque el bebe siente que esta recibe el objeto codiciado, estas múltiples
emociones y deseos de ambos sexos subyacen tanto al completo de Edipo directo
como invertido.
Los estadios tempranos del desarrollo edipico son muy complejos: convergen deseos
de distintas orígenes; estos deseos se dirigen a objetos parciales así como a objetos
totales; el pene del padre, codiciado y odiado existe no solo como parte del cuerpo del
padre, sino que el bebe siente que esta simultáneamente en su propia interior y
dentro del cuerpo de la madre.
La envidia es característico de las emociones y voracidad intensas del bebe el atribuir a
los padres un estado constante de gratificación
Estos progresos están ligados a la posición depresiva. En ambos sexos el temor del
perder a la madre, objeto amado primario (es decir, la ansiedad depresiva) contribuye
a crear la necesidad de sustitutos respondiendo a ella el bebe se vuelve primeramente
hacia el padre, quien en ese estadio también es introyectados como persona total.
En esta forma, la libido y la ansiedad depresiva son derivadas de la madre en cierta
medida y este proceso de distribución estimula las relaciones de objeto y disminuye la
intensidad de los sentimientos depresivos, así pues los estadios tempranos del
complejo de Edipo positivo y negativo alivian las ansiedades del niño y lo ayudan a
superar la posición depresiva.
Para resumir: la posición depresiva desempeña un papel vital en el desarrollo
temprano del niño y normalmente, al llegar a su término la neurosis infantil alrededor
de los cinco años, la ansiedad persecutoria y la ansiedad depresiva se han modificado.
Durante este periodo la ansiedad persecutoria y depresiva se activan una y otra vez.
Los primeros objetos perseguidores externos e internos son el pecho malo de la madre
y el pene malo del padre; e interactúan los temores de persecución referidos a los
objetos internos y los referidos a los objetos externos. Las ansiedades persecutorias y
depresivas contribuyen fundamentalmente a crear los conflictos que surgen la
situación edipica e influyen en el desarrollo libidinal.
La predominancia de las tendencias genitales implica un gran progreso en la
integración del yo, ya que ellas se hacen cargo de los deseos libidinales y reparatorios
de carácter pre genital, produciéndose en esta forma la síntesis de las tendencias
reparatorias y pre genitales y genitales.
Con el surgimiento de la ansiedad depresiva y particularmente con el comienzo de la
posición depresiva, el yo se ve llevado a proyectar, desviar y distribuir los deseos y
emociones así como la culpa y la necesidad de reparar, en nuevos objetos e intereses,
a mi entender, estos procesos constituyen la fuente principal de las sublimaciones a lo
largo de la vida.
Un rasgo característico de la neurosis infantil lo constituyen las fobias tempranas. Tanto
la ansiedad persecutoria como la depresiva subyacen a las fobias tempranas, que
incluyen dificultades en la alimentación, ansiedad en ausencia de la madre, entre
otros. La necesidad de externalizar los objetos perseguidores es un elemento
intrínseco del mecanismo de las fobias.
La capacidad del yo para desarrollar paso a paso defensas que le permitan en cierta
medida elaborar las ansiedades, es parte esencial del proceso de modificación de la
ansiedad.
Los mecanismos obsesivos constituyen una parte importante del desarrollo del yo,
capacitan a este para mantener temporariamente a raya la ansiedad, está a su vez
ayudad al yo en el logro de mayor integración y fuerza; en esta forma es posible la
gradual elaboración, disminución y modificación de la ansiedad. No obstante, los
mecanismos obsesivos constituyen en este estadio tan solo una de las defensas, si son
excesivos y llegan a ser la defensa principal, esto puede considerarse como una
indicación de que el yo no puede manejar eficazmente la ansiedad de naturaleza
psicótica y de que se está desarrollando en el niño una grave neurosis obsesiva.
Otro cambio fundamental de las defensas caracteriza al estadio en que se fortalece la
libido genital.
Un factor esencial de la represión es el aspecto censurador y prohibidor del súper yo
Aspecto este que se fortalece como consecuencia del progreso en la organización del
súper yo. La represión desempeña el papel dominante entre las defensas.
Los cambios en la estructura del súper yo, que se efectúan gradualmente y están
siempre ligados al desarrollo edipico, contribuyen a la declinación del complejo de
Edipo al iniciarse el periodo de latencia. Está ligado a la modificación de las ansiedades
persecutoria y depresiva referidas a los padres internalizados, lo que implica mayor
seguridad en el mundo interno.
El concepto de posición ocupa una forma al principio de 1928 a 1934 donde Melanie
Klein define no del todo claramente el concepto de posición depresiva.
Recién introduce el concepto de POSICION esquizo paranoide lo que permite depurar y
delimitar el de posición depresiva
En 1952 ambas posiciones son descritas en una forma cabalmente sistematizada,
enfatizando la autora sus características contrapuestas.
En 1928 posición implica una serie de vínculos ordenados alrededor de un rol central,
de sentimientos distribuidos entre el padre y la madre, de identificaciones y elecciones
de objetos alternantes o superpuestas.
Sobre todo la posición se refiere a un ordenamiento situacional que se instala como
respuesta a un tipo de angustia especifico.
En momento de su evolución, el bebe llega a percibir a su madre como persona total
(corporalmente concreta) y su relación con ella se unifica. Se constituye así una
relación del objeto total (unificación de amor y odio) con una persona completa y
distinta. El yo se enfrenta con la necesidad de darse cuenta en alguna medida, tanto de
la realidad psíquica como de la realidad externa.
Los primeros pasos importantes en esta dirección se producen en mi opinión, cuando
el niño llega a reconocer a su madre como persona completa e identifica con ella como
con una persona concreta, real y amada, es entonces que la posición depresiva llega a
primer plano. La pérdida del objeto será entonces consecuencia de la agresión y culpa
A modo resumen de la posición depresiva; se produce como consecuencia de la
percepción de la madre como persona total, el niño unifica el amor y el odio que
habían sido mantenidos aparte en la relación anterior con los objetos parciales; el
advenimiento de esta posición es correlativo de la angustia depresiva, que se
manifiesta esencialmente por el miedo a perder el objeto bueno por los ataques de los
objetos malos y del ello, al mismo tiempo que aparecen sentimientos de culpa, los
sujetos externos e internos se vuelven moribundos, o mueren; el incipiente súper yo
inflexible y el sadismo está en su apogeo, se ubica entre los 4 o 5 meses; constituye la
posición central con el desarrollo psíquico; se establece mediante procesos destinados
a separar el objeto
La posición Maniaca, Esta se centraliza alrededor del control omnipotente de los
objetos y de la negación de la realidad psíquica y constituye una fase normal
desarrollo.
La posición depresiva es una situación completamente nueva, donde intervienen
factores nuevos y tan solos parcialmente conocidos. Si bien la adecuada elaboración de
la posición esquizo paranoide constituye un factor favorable para el advenimiento y la
superación de la posición depresiva, no constituye una garantía en este sentido, no
solo por factores externos (cambios en relación con la madre, o en la situación
familiar) sino por factores puramente endógenos (equipamiento congénito del yo,
características de los impulsos, etc.)
Angustia en Klein implica un peligro frente a objetos, sea amenazadores, acusadores,
dañados por el propio sujeto, reparables por él, con los múltiples matices que esto
involucra.
La posición esquizo-paranoide comienza con la primera fuente de angustia el trauma d
nacimiento: si el recién nacido muestra angustia es que alguien, si se quiere un yo
rudimentario, está sufriendo. (Como los bebes que nacen llorando).
La primera defensa salvadora es la de constituir dos campos o regiones de
experiencias: es el clivaje de todo lo doloroso, frustrador, angustiante, de un lado, y de
todo lo clarificador, placentero, reasegurado, del otro.
Se constituyen de este modo los objetos prototípicos- el centro de la gratificación o
pecho bueno, y el centro del sufrimiento o pecho malo- como tal emoción del lactante
son extrema y todos objetos cobran características fantasmaticas (idealizadas o
persecutorias). Tienen en realidad muy poco que ver con el pecho que un adulto
podría ver.
El yo rudimentario utiliza por lo tanto la introyeccion y la proyección, sea para atraer
dentro de sí un objeto bueno o idealizado, o bien un perseguidor para englobarlo y
controlarlo, sea para ubicar fuera de sí un objeto malo y alejar el peligro. La posición
esquizo-paranoide se vuelve indudablemente el periodo evolutivo y la situación donde,
tanto en adultos como en niños, predominan más ampliamente los sentimientos
destructivos.
La posición depresiva se define, por los sentimientos de culpa real (opuestos a las
auto-acusaciones melancólicas) y de preocupación por el otro. El objeto se puede
perder de múltiples maneras, puede cambiar y volverse malo, puede desaparecer o
morir, etc.
La posición depresiva es considerada como un eje de todo el desarrollo, si la posición
esquizo-paranoide no ha podido ser superada, o si las angustias depresivas son
excesivas pueden producirse una regresión a la posición anterior, o un estancamiento
en la posición depresiva o una salida lateral- regresiva hacia estados maniacos-
depresivos. Se ha podido constituirse y progresa, mediante la síntesis, la discriminación
y la reparación, se encaminan, a través de las vicisitudes normales de la neurosis
infantil, hace un desarrollo favorable.
La introducción del concepto de envidia primaria del pecho, estrechamente ligada a la
identificación proyectiva, provoca algo como un cambio de focalización de todo el
sistema teórico.
El clivaje que era una medida última para sobrevivir se vuelve factor necesario y
positivo del progreso, expresión de las tendencias vitales e integradoras.
Hasta ese punto el niño había estado en un especial “estado del yo”: esta bajada de tono y
la evocación de la imagen de la madre que de ella se infiere, recuerda una depresión
analítica en miniatura.
Cap. 6 La tercera subfase: Acercamiento (año y medio a 2 años)
Consideraciones generales: con la adquisición de la locomoción vertical libre y con el logro
de ese estadio del desarrollo cognitivo, que Piaget considera como el comienzo de la
inteligencia representacional, el ser humano emerge como una persona separada y
autónoma. Estos dos poderosos organizadores constituyen los parteros del nacimiento psi.
En este estadio final del proceso de “ruptura del cascarón” el infante llega a constituir una
entidad individual separada.
A los 2 años y medio el infante se ha transformado en un deambulador. Se vuelve cada vez
más consciente y hace uso cada vez mayor de su separación física. Hay también una
disminución de su impermeabilidad previa a la frustración, así como una disminución de lo
que ha sido un relativo olvido de la presencia de la madre.
La falta relativa de interés por la presencia de la madre, que era característica de la subfase
de ejercitación, es reemplazada ahora por su interés aparentemente constante en
determinar dónde está la madre y por una conducta activa de acercamiento. A medida
que se desarrolla la conciencia de separación del infante –estimulada por su capacidad de
alejarse físicamente de su madre y por su desarrollo cognitivo- este parece tener una
necesidad mayor, un deseo de que la madre comparta con él todas sus nuevas habilidades
y experiencias, así como una necesidad de amor objetal.
Del año y medio a 2 años hay una búsqueda deliberada de contacto corporal íntimo, o su
evitamiento. Se vuelva cada vez más importante el lenguaje simbólico, la
intercomunicación vocal y de otros tipos y el juego.
Pautas de seguimiento y de huida: el seguimiento de la madre y la huida de ella, con la
expectativa de ser perseguido y arrebatado por los brazos de la madre, indican tanto el
deseo de reencuentro con el objeto de amor como el temor del niño de que ese objeto lo
absorba.
Se ve en el deambulador una “pauta de evitamiento” dirigida contra posibles
intromisiones en su autonomía, de reciente adquisición. Su incipiente temor de pérdida
del objeto amado representa un elemento del conflicto en vías de internalización.
En la época en que el deambulador pequeño de 12 a 15 meses se transforma en
deambulador grande, de hasta 24 meses (2 años), se ha llegado a un punto en que se
produce un giro emocional de suma importancia. El deambulador comienza experimentar
los obstáculos que entorpecen el camino de lo que sería su conquista del mundo. Junto a
la adquisición de habilidades y de facultades cognitivas perceptuales primitivas, ha habido
una diferenciación cada vez más clara, una separación entre la representación
intrapsiquica del objeto y la auto representación.
Si bien la individuación procede muy rápidamente y el niño la ejercita hasta el límite,
también se da cada vez más cuenta de su separación y emplea toda clase de mecanismos
para resistir y contrarrestar su separación real de la madre. [Ambivalencia]
Actitud de la madre: es la continuada disponibilidad emocional de la madre lo que resulta
esencial para que el yo autónomo del niño alcance su capacidad funcional óptima,
mientras va cediendo su confianza en la omnipotencia mágica. Si la madre está
“serenamente disponible”, la internalización de la relación entre la madre y el
deambulador puede progresar hasta el punto en que se inicia la comunicación verbal,
aunque aún predomine una vivaz conducta gestual es decir la afecto-movilidad.
El previsible compromiso emocional por parte de la madre parece facilitar el despliegue de
los procesos de pensamiento del deambulador, la prueba de realidad (distinguir estímulos
procedentes del mundo exterior de los internos) y la conducta imitativa al final del 2° o
comienzo del 3° año de vida.
Cuanto menos emocionalmente disponible esté la madre en la época de acercamiento,
con tanta mayor insistencia e incluso desesperación el deambulador intentara cortejarla.
En algunos casos, éste proceso drena una cantidad tan grande de la energía evolutiva de
que dispone el niño, que no queda energía ni libido ni agresión constructiva suficiente para
la evolución de muchas funciones emergentes del yo.
Esta fase de acercamiento se puede dividir en 3 periodos:
Comienzo del acercamiento
Crisis de acercamiento
Soluciones individuales de esta crisis, que dan por resultado pautaciones y
características de personalidad con las que el niño entre en la 4ta subfase de la
sep/ind, es decir la consolidación de la individuación.
Comienzo del acercamiento
Junto con la incipiente conciencia de separación, el niño llegaba a comprender que los
deseos de su madre no eran siempre de ninguna manera idénticos a los suyos o al
revés. Esta comprensión desafiaba fuertemente el sentimiento de grandeza y
omnipotencia del periodo de ejercitación, en la que se había sentido en la “cumbre del
mundo”.
La exaltada preocupación del deambulador por la locomoción y la exploración por si
misma estaba comenzando a disminuir. La fuente de máximo placer del niño se
desplazaba de la locomoción independiente y la exploración del mundo inanimado en
expansión, a la interacción social. Los juegos de escondidas, y también los de imitación
son ahora los pasatiempos favoritos. El reconocimiento de la madre como una persona
separada en el amplio mundo iba paralela a la conciencia de la existencia separada de
otros niños, de que éstos eran similares pero diferentes del yo de uno. Los niños
mostraban entonces un mayor deseo de tener o hacer lo que otro niño tenía o hacía,
un deseo de actividad especular, de imitación, identificación en cierta medida con el
otro niño. [Esto ocurre durante la fase anal, con características de adquisitividad, celos,
y envidias típicas de esa fase]. También se da el descubrimiento sexual, este
descubrimiento estimulaba la adquisición de una conciencia más neta del propio
cuerpo y de la relación de éste con los cuerpos de otras personas; posesión que le es
propia.
Expansión social y relación con los padres: el deseo de más autonomía por parte del
niño no solo se expresaba por el negativismo hacia la madre y otras personas, sino que
también llevaba a una extensión activa del mundo madre-hijo: principalmente para
incluir al padre. El padre como objeto de amor pertenece a una categoría de objetos
de amor totalmente distinta de la madre. Aunque no está totalmente fuera de la unión
simbiótica tampoco es parte plenamente de ella. Además el infante percibe que hay
una relación especial del padre con la madre.
Reacción a la separación en la 1° subfase: la ausencia de la madre producía un
aumento de actividad y la inquietud. El equivalente de la bajada de tomo, en el
momento en que el niño comprende su estado de separación, es el afecto o emoción
de tristeza. Soportar la tristeza parece requerir una gran dosis de robustez yoica, un
investimento que el niño no parece capaz de realizar a esa edad; la hiperactividad o la
inquietud pueden considerarse en este caso, como una actividad defensiva temprana
contra la conciencia del penoso estado afectivo de tristeza. A medida que progresaba
la subfase los niños descubren maneras más activas de enfrentar las ausencias de la
madre: se relacionaban con adultos sustitutos y se dedicaban al juego simbólico.
Muchas formas del juego revelaban una temprana identificación con la madre o el
padre. Parecía estar ocurriendo el comienzo de la internalización de la representación
objetal.
Para la mayoría el primer periodo de acercamiento culminaba a la edad de año y
medio en lo que parecía una consolidación y aceptación temporarias de la separación.
También se observan importantes indicios de la inminente lucha con el objeto de amor,
que traslucían a través de muchas conductas, como los berrinches.
Estructuralización del yo y establecimiento de un sí mismo cohesivo. La primera
conciencia de separación trajo como uno de los descubrimientos del niño notar que
uno podía pedir que satisficieran sus deseos, mediante el empleo de palabras y gestos
de pedido o de necesidad; también era importante el descubrimiento de que a uno lo
elogiaban y admiraban si realizaba proezas de habilidad motriz y otros tipos. Parecía
importante para el infante en periodo de acercamiento que pudiera proporcionar
placer a su madre (llevándole juguetes)
Crisis de acercamiento (año y medio y posterioridad)
Los niños preferían cada vez más que no les recordaran que a veces no podían
arreglárselas solos. Se producían como consecuencia conflictos que parecían centrarse en
el deseo de estar separado y ser grande omnipotente por una parte, y hacer que la madre
satisficiera mágicamente los deseos sin tener que reconocer que en realidad llegaba la
ayuda del exterior, por otro.
El periodo se caracteriza entonces por el deseo rápidamente alternante de alejar a la
madre y de aferrarse a ella. Ambivalencia característica de los niños que están en la mitad
de subfase de acercamiento. Era característico utilizar a la madre como una extensión de sí
mismo, proceso en el cual de alguna manera negaban la penosa conciencia de separación
(tirar de la mano de la madre y usarla como una herramienta para alcanzar objeto
deseado).
Aparece un fenómeno inesperado y extraño, la ansiedad repentina, que el infante
experimentaba de que su madre se hubiera ido, en ocasiones en que ésta ni siquiera se
había levantado de la silla.
El deseo de funcionar mediante el propio yo puede resultar amenazador para el niño en el
punto mismo del desarrollo en que sus sentimientos y deseos y los de la madre están aún
poco diferenciados. El deseo de ser autónomo y separado de la madre podría significar
también que la madre querría dejar al niño (periodo introyectado -proyectivo).
También se encuentra un enérgico resurgimiento de la ansiedad ante extraños. Por otro
lado la indecisión.
Ampliación del ámbito emocional y comienzo de empatía: muchos niños en las
observaciones mostraron por primera vez que estaban luchando contra sus lágrimas,
tratando de reprimir su necesidad de llorar. A esta edad ven muchos signos de
identificación con las actividades de otros, en especial madre o padre. Esto estaba en un
nivel superior de identificación del yo.
Reacciones ante la crisis: el infante no gustaba en general que lo “dejaran abandonado”.
Comenzaban a producirse dificultades en el proceso mismo de la despedida, expresadas
en la reacción de aferrarse a la madre, acompañada por depresión y una incapacidad
inicial, breve o prolongada de dedicarse a jugar.
Fenómenos transicionales: es otro mecanismo para enfrentar la separación durante esta
crisis de acercamiento. Son los fenómenos transicionales (pueden estar más o menos
relacionados con la madre). Poco a poco eran más capaces de dejar a la madre
activamente y por propia iniciativa. Puede haber un nuevo adulto para ofrecer
satisfacciones alternativas y canalizar así el descontento promoviendo sublimaciones
incipientes.
Moldeamiento del acercamiento; distancia óptima
Al año y nueve meses podía observarse una disminución general de la lucha por el
acercamiento. Cada niño parecía una vez más encontrar la distancia óptima respecto de su
madre, la distancia a la cual su funcionamiento era óptimo.
Los elementos de la creciente individuación que posibilitaban esta capacidad para
funcionar a mayor distancia son:
1) Desarrollo del lenguaje: designación de objetos y expresión de deseos con palabras
específicas. La capacidad de nombrar objetos proporciona al infante un mayor sentimiento
de capacidad de controlar su ambiente. Por ejemplo: el pronombre yo.
2) Proceso de internalización: actos de identificación con la madre y el padre “buenos” y
proveedores de satisfacciones como de la internalización de reglas y exigencias (comienzo
del súper yo).
3) Progreso de la capacidad de expresar deseos y fantasías mediante el juego simbólico, así
como el uso del juego para fines de dominio.
Las vicisitudes del proceso de individuación de los niños iban cambiando tan rápidamente,
que ya no se trataba de conductas específicas de una fase, sino individualmente muy
distintas y diferentes de un niño a otro. También parecía producirse una diferencia
bastante significativa en el desarrollo de los niños, en comparación con las niñas. Las niñas
estaban en mayor cercanía con la madre y estaban más persistentemente enredadas en
los aspectos ambivalentes de la relación con ella. Había un hecho muy importante: la
herida en el narcisismo, que experimentaban las niñas al no tener pene, era casi sin
excepción reprochada a la madre. Cuando los niños andaban por los 23 meses, parecía
que su capacidad para enfrentar la separación y también la separación física real, dependía
en cada caso de la historia de la relación madre-hijo así como el estado presente de esa
relación. Cada niño además había establecido sus propias maneras características de
sobreponerse a la ansiedad.
Esta fase final muy importante de acercamiento como desarrollo intrapsiquico parecía ser
la suma de las soluciones a las múltiples tareas evolutivas y maduracionales, a las que
había llegado cada niño individual durante el curso de su desarrollo particular en las
subfases, hasta el comienzo de la 4ta subfase.
El resultado clínico de esta crisis de acercamiento será determinado por:
Desarrollo hacia la constancia del objeto libidinal
La cantidad y calidad de las frustraciones posteriores
Posibles traumas por shock
Grado de ansiedad de castración
Destino del complejo de Edipo
Crisis evolutivas de la adolescencia.
Cap. 7 “4ta subfase: consolidación de la individualidad y los comienzos de la constancia
objetal emocional” (2 años a 3 años, y sigue)
La tarea principal de esta subfase es doble:
Logro de una individualidad definida y en ciertos aspectos, vitalicia.
Logro de un cierto grado de constancia objetal.
Hay una estructuralización de gran alcance del yo y se forman precursores del
súper yo.
El establecimiento de la constancia objetal afectiva depende de la gradual
internalización de una imagen constante positiva catexiada de la madre. La
constancia objetal emocional se basará en el logro cognitivo del objeto
permanente pero también participan todos los otros aspectos del desarrollo de la
personalidad del niño. Pero la constancia objetal implica algo más que el
mantenimiento de la representación del objeto de amor ausente. Implica la
unificación del objeto “bueno” y “malo” en una representación total.
Hoffer señala que la constancia objetal debe considerarse como el último estadio
en el desarrollo de una relación objetal madura. Tiene una repercusión especial
sobre el destino de los impulsos agresivos y hostiles. El objeto de amor no será
rechazado ni cambiado por otro cuando ya no pueda proporcionar satisfacción, en
ese estado aún se añora al objeto y no se lo rechaza como insatisfactorio
simplemente porque está ausente.
El establecimiento de la constancia objetal emocional incluye todos los aspectos
del desarrollo psíquico. Los determinantes previos esenciales son:
1. Fe y confianza a raíz de que ya en la fase simbiótica ha ocurrido un alivio regular
de la tensión, que es provocada por las necesidades y que es proporcionado por el
instrumento de satisfacción de necesidades. Este alivio de la tensión provocada por
las necesidades se va atribuyendo al objeto total que las satisface (madre) y se
transfiere luego por medio de la internalización a la representación de la madre.
2. Adquisición cognitiva de la representación interna simbólica del objeto
permanente (en sentido de Piaget); del objeto único de amor: la madre. Hay
implicados otros factores como dotación y maduración instintivas innatas,
neutralización de la energía instintiva, prueba de realidad, tolerancia a la
frustración, ansiedad, etc. Después de bien avanzada la constancia objetal, la
madre puede ser sustituida durante su ausencia física, por la presencia de una
imagen interna confiable, que se mantiene relativamente estable. Así, puede
prolongarse y tolerarse mejor la separación temporaria.
El establecimiento de la permanencia de objeto y de una imagen mental del objeto,
es un prerrequisito necesario pero no suficiente del establecimiento de la
constancia objetal libidinal. Hacen falta otros aspectos de maduración y desarrollo
instintivo y del yo para la lenta transición de la relación de amor más primitiva y
ambivalente, a la relación más madura, mutua, de dar y tomar, con el objeto de
amor, propia del niño en edad escolar y adulto.
La constancia del objeto libidinal es suficientemente estable en el niño normal de
tres años, como lo representa socio culturalmente la elección de esa edad como
punto común en que se considera apto al niño para entrar en jardín de infantes.
El niño se va volviendo en general cada vez más capaz de aceptar de nuevo la
separación de la madre (como en periodo de ejercitación). Cuando está absorbido
por el juego parece preferir quedarse en el cuarto sin la madre, a tener que dejar
ese cuarto para estar con ella. Considera la autora esto como signo de logro
incipiente de la constancia objetal emocional.
El logro de individualidad
La comunicación verbal que comenzó en la tercera subfase se desarrolla durante ésta y en
la 4ta subfase de la sep/ind y reemplaza lentamente a los otros modos de comunicación
(aunque lo gestual sigue siendo muy visible).
El juego se vuelve más planificado y constructivo. Comienzo del juego de fantasía,
desempeño de roles y juego como-sí. Las observaciones acerca del mundo real se vuelven
detalladas y están claramente incluidas en el juego.
Comienza a desarrollarse un sentimiento del tiempo (y de relaciones espaciales) y una
capacidad de tolerar la demora en la gratificación y de soportar la separación.
Fuerte resistencia activa a las exigencias de los adultos, una gran necesidad y deseo de
autonomía. También hay un leve o moderado negativismo que parece ser esencial para el
desarrollo del sentimiento de identidad.
Entonces esta subfase se caracteriza por el despliegue de funciones cognitivas complejas:
comunicación verbal, fantasía, y prueba de realidad. El establecimiento de
representaciones mentales del yo como algo netamente separado de las representaciones
de los objetos, prepara el camino para la formación de la auto identidad.
Principales condiciones de la salud mental: desarrollo pre-edipico. Logro y continuidad de
la capacidad del niño para retener o restablecer su autoestima en el contexto de una
relativa constancia objetal libidinal.
La madre interna”, imagen interna debe estar más o menos disponible al 3er año para
proporcionar confortación al niño en ausencia física de la madre. La primera base de
estabilidad y la cualidad de esta representación interna es la relación real madre- hijo
como la vimos desenvolverse en la interacción cotidiana entre ambos.
Spitz, R. “El primer año de vida del niño”
El precursor del objeto
LA RESPUESTA SONRIENTE
Con el comienzo del segundo mes de vida, el rostro humano se convierte en un perceptor
visual privilegiado, preferido a todas las demás “cosas” del medio circundante del infante.
Ahora le dedica su atención completa y prolongada. En el tercer mes, este “volverse hacia”
en respuesta al estimulo del rostro humano culmina en una respuesta nueva, claramente
definida, específicamente propia de la especie. La madurez física y el desarrollo
psicológico del infante le permiten coordinar al menos una parte de su equipo somático y
usarlo para la expresión de la experiencia psicológica; ahora responderá al rostro del
adulto con una sonrisa. Esta sonrisa es la primera manifestación de conducta activa,
dirigida e intencional.
En el tercer mes de vida el bebé responde el rostro del adulto sonriendo, si se cumplen
ciertas condiciones: que el rostro se muestre de frente, de modo que el infante pueda ver
los dos ojos y que el semblante tenga movilidad. A esa edad no hay ninguna otra cosa, ni
siquiera el alimento del infante, que provoque esta respuesta. Quedó establecido que la
respuesta sonriente del infante en el tercer mes de vida, su reconocimiento de la faz
humana no indica una verdadera relación de objeto. El niño percibe solo un signo. Este
signo es proporcionado por el rostro humano, pero no es la totalidad del semblante con
todos sus detalles lo que constituye el signo, sino más bien una Gestalt privilegiada que
forma parte de él. Esta gestalt privilegiada se compone de la frente, los ojos y la nariz,
todo ello en movimiento. Que el infante responde sin duda a una gestalt, se demuestra
por el hecho de que su respuesta no está limitada a un individuo (tal como la madre) sino
que aquellos individuos, a los que responde con la sonrisa, pueden intercambiarse con
toda libertad. La sonrisa del infante entre los 3 y los 6 meses no es suscitada por el rostro
del ser humano sino por un indicador Gestalt, un signo Gestalt. Es evidente que la gestalt
signo no es un objeto de verdad, por eso ha de denominarse un pre objeto. Lo que el
infante reconoce en esta gestalt signo, no son las cualidades esenciales del objeto libidinal,
ni los atributos propios del objeto que atiende a las necesidades del infante que lo protege
y satisface. Lo que reconoce durante la etapa preobjetal son atributos secundarios,
externos y no esenciales. Reconoce la gestalt signo que es la configuración de una parte
del rostro humano, no de un rostro individual especifico, sino de un semblante cualquiera
que se le presente de frente y en movimiento. Se necesitarán otros 4 o 6 meses para que
el bebé sea capaz de diferenciar un rostro entre muchos, de dotar a ese rostro con los
atributos del objeto. El infante entonces es capaz de transformar lo que era solo una
gestalt signo en su objeto de amor individual y único. Este es el indicador visual externo
del proceso intrapsiquico de la formación del objeto, la parte observable del proceso de
estabilización de un objeto libidinal. La gestalt signo que el niño reconoce a la edad de 3
meses es una transición desde la percepción de cosas al establecimiento del objeto
libidinal.
LA ANGUSTIA DEL 8VO MES
Entre el 6 y 8 mes se produce un cambio decisivo en la conducta del niño hacia los otros.
Ya no responderá el bebé con una sonrisa cuando un visitante casual se detenga junto a su
camita y le sonría moviendo la cabeza. Para esa edad la capacidad para la diferenciación
perceptiva diacrítica esta ya bien desarrollada. Ahora el infante distingue claramente entre
el amigo y el extraño. Si uno de éstos se acerca a él, dará muestras de diversas
intensidades de recelo y de angustia y rechazará al desconocido. Puede bajar los ojos
tímidamente puede cubrírselos con las manos, alzar sus vestidos para ocultarse el rostro,
arrojarse bocabajo y esconder la cara entre las mantas o puede llorar o chillar. El
denominador consiste en una negativa entrar en contacto con el desconocido, un volverle
la espalda, con matiz más o menos pronunciado de angustia. La angustia del 8vo mes el
autor la considera la primera manifestación de la angustia propiamente dicha. La angustia
del 8vo mes es enteramente diferente de la conducta miedosa. En la reacción hacia el
desconocido el niño responde a algo o a alguien con lo que no tuvo nunca antes una
experiencia desagradable. En esta etapa el niño ya está más avanzado en todos los
aspectos, si reacciona al enfrentarse con un desconocido es porque éste no es su madre:
su madre “lo ha dejado”. Este se siente burlado en el deseo de tener a su madre con él. La
angustia que manifiesta es en respuesta de su percepción de que el rostro del
desconocido no coincide con las huellas mnémicas del rostro de la madre. Como la
respuesta sonriente a los 3 meses, la angustia del 8vo mes señala una etapa diferente en
el desarrollo de la organización psíquica. Spitz supone que esta capacidad de
desplazamiento catéxico sobre las huellas mnémicas acumuladas con seguridad en el niño
de 8 meses reflejan el hecho de que ha llegado a establecer una verdadera relación de
objeto y que la madre se ha convertido en el objeto libidinal, su objeto amoroso. Antes de
esto, apenas se podía hablar de amor, pues este no existe hasta que el amado puede ser
distinguido de los demás y no hay objeto libidinal en tanto que éste sigue siendo
intercambiable. Que lleva a la constitución del objeto libidinal: 1) el establecimiento de la
representación del rostro humano en el sistema mnémico como un incentivo, nos informa
el surgimiento del precursor del objeto: esto señala el primer paso importante en el
desarrollo de las relaciones de objeto; 2) tres o cuatro meses después, en el 8vo, aparece
la angustia. Esta indica que el niño diferencia el semblante de la madre y le adjudica un
lugar único entre los demás rostros humanos.
El organizador de la psique es una construcción ideal, un modelo que el autor ha
encontrado útil para comprender determinados fenómenos del desarrollo psíquico. La
introducción del concepto del organizador queda justificada al observar que supera con
éxito la transición de una fase a la siguiente, actúa como un catalizador, espoleando el
desarrollo del infante. La interdependencia de los sectores del desarrollo la operación
perceptible de alimentación mutua entre ellos, hace que el concepto del organizador sea
muy adecuado para explicar la complejidad de los hitos de la maduración y del desarrollo
logrados por el infante. Estas construcciones ideales nos permiten condensar la
multiplicidad de los logros madurativos y evolutivos alcanzados por el infante en forma
manejable, sin tener que enumerarlos en cada caso.
DOMINIO DEL “NO”
Luego del establecimiento del segundo organizador se producen grandes
transformaciones en las relaciones objétales y el niño comienza a comprender gestos,
matices en las actitudes afectivas y surge la facultad de participación de una actividad
lúdica reciproca. Entre los más importantes progresos del niño en dicha fase esta la
comprensión de las prohibiciones y de las órdenes así como los comienzos del mecanismo
de identificación.
Cuando el niño comienza a caminar, se hace independiente, pone distancia entre él y su
madre y las intervenciones de ella se efectúan cada vez más a través de palabras y gestos.
Del murmullo con el que la mamá le hablaba a su bebe que no impedían ni obligaban a
nada, pasa la madre a expresar en sus frases prohibiciones, ordenes y esto forma parte de
la acción de la madre. El signo negativo y la palabra No representan el primer concepto
abstracto que se cristaliza en la vida mental del niño. Esto ya no es imitación pura pues el
niño lo usa cuando quiere.
El dinamismo por el cual se adquiere el signo semántico No es:
1) el objeto libidinal inflige una frustración al niño con el gesto NO, produciendo
desagrado;
2) el gesto deja un vestigio en la memoria.
3) la carga de desagrado produce en el Ello una sacudida agresiva que quedara asociada a l
vestigio de memoria en el YO.
El dominio del Yo presupone la adquisición de las facultades de JUICIO y NEGACIÓN. Con la
conquista del gesto negativo la acción (que implica contacto directo) se ve reemplazada
por el verbo, es decir, comienza la comunicación a distancia. A esta conquista, a la
adquisición del signo negativo y de la palabra NO, considera Spitz síntoma visible de la
formación del Tercer Organizador.
Capítulo 7: Winnicott
El empleo por un niño de un objeto transicional, la primera posesión no-yo, es la primera
utilización de un símbolo por aquel y su primera experiencia de juego. El juego es un
símbolo de la unión del bebé y la madre (o parte de ésta). Ese símbolo puede ser
localizado (en el espacio potencial).
Esquema corporal: es una realidad de hecho, es el mismo para todos los individuos.
Es frecuente q en un sujeto cohabiten un esquema corporal invalidado y una imagen del
cuerpo sano. Por ejemplo: un niño invalidado (parapléjico) tiene necesidad de jugar
verbalmente con su madre, hablando de correr, saltar, cosas q su madre sabe también
como el q ya jamás podrá realizar. Proyecta así, este niño una imagen sana del cuerpo,
simbolizada mediante la palabra y las relaciones gráficas.
Hipótesis de Dolto: la no estructuración de la imagen del cuerpo se debe en gran parte al
hecho de q la instancia tutelar desorientada por no tener nunca las respuestas
habitualmente esperadas de un niño de esta edad, ya no intenta comunicarse con él de
otra manera q mediante un cuerpo a cuerpo dirigido sólo a la satisfacción de sus
necesidades y abandona su humanización.
El esquema corporal es en parte inconsciente, preconsciente y conciente. Mientras q la
imagen del cuerpo es inconsciente. La imagen del cuerpo es la síntesis viva de nuestras
experiencias emocionales.
Gracias a nuestra imagen del cuerpo portada por nuestro esquema corporal, podemos
entrar en comunicación con el otro.
El esquema corporal refiere al cuerpo actual en el espacio de la experiencia inmediata. La
imagen del cuerpo puede hacerse
Independientemente del esquema corporal. Se articula con él a través del narcisismo
(cómo es investido ese chico, como amado completo incompleto).
Wallon, H.: “los orígenes del carácter del niño. Capítulos 1, 2, 3 y 4”.
Introducción: La cenestesia se refiere a los grados que el niño llega a realizar una noción
coherente y unificada de su ser físico, estas son el conjunto de sensaciones que dan cuenta
del propio cuerpo. La necesidad de encontrar correlaciones orgánicas para los hechos de la
vida psíquica determina que se señale a la cenestesia o sensibilidad del propio cuerpo
como sustrato del sentimiento de personalidad. Si en 2 momentos un individuo tiene
dificultad para reconocerse como él mismo, es su cenestesia la que cambió.
Capítulo 1: Así como la noción del yo psíquico implica la oposición más o menos latente y
virtual de personalidades extrañas a su propia personalidad, para el yo corporal, su noción
no se limita a la intuición de los órganos y de su actividad: ella exige que se haga la
distinción entre lo que debe ser referido al mundo exterior y lo que puede ser atribuido al
propio cuerpo, como definiéndolo en sus diferentes aspectos. Una condición indispensable
es que sea posible la ligazón entre la actividad que está volcada hacia el mundo exterior y
la que se refiere más inmediatamente a las necesidades y a las actitudes del cuerpo.
Hay por lo tanto una disociación entre los diferentes dominios funcionales: el dominio
interoceptivo que es el de la necesidad visceral, el dominio propioceptivo que comprende
las sensaciones ligadas al equilibrio, a las actitudes, a los movimientos, y el dominio
exteroceptivo o de la sensibilidad vuelta hacia las excitaciones de origen exterior.
Sensibilidad interoceptiva: De todas las manifestaciones orgánicas, las que están en
relación con el tubo digestivo y la alimentación son las que parecen tener mayor
concomitancia con el desarrollo psíquico del niño por lo que la función alimenticia supera
mucho a la circulación y a la respiración. Los primeros reflejos de la alimentación se
atrasan apenas respecto de los reflejos respiratorios, Preyer pudo obtener, por excitación
de los labios, un reflejo de succión. Succión y deglución se parecen por la forma, por el
encadenamiento, por la estrecha y precisa coordinación de movimientos al peristaltismo
esofágico, gástrico intestinal y sólo difieren por su asiento periférico y su mayor
diversificación.
Después del 2º mes, el hambre puede, fuera de toda excitación local, provocar
movimientos de succión. El niño en las primeras semanas de vida, al mamar, está
absorbido por los movimientos de su boca y de su faringe, los párpados cerrados, los
puños ligeramente apretados, el antebrazo flexionado.
Después del 4° mes, sonríe a su nodriza, vuelve la cabeza hacia una persona que se
aproxima, se interrumpe en ocasión de un débil estímulo auditivo o visual. Las excitaciones
exteroceptivas pueden ya disputar su atención a funciones interoceptivas. Pero pronto los
órganos interoceptivos van a servir de órganos exteroceptivos. El mundo irá tomando
mayor importancia para el niño a medida que se establezcan las conexiones entre estos 2
dominios de su actividad. Llevando todo lo que él toma a su boca, que es la zona de
sensibilidad más despierta de su cuerpo, aprende a distinguir las cosas entre sí.
Sensibilidad propioceptiva: contribuye de manera preponderante a constituir la noción del
propio cuerpo. Sus primeras manifestaciones son contemporáneas del nacimiento y
remontan al período fetal. Todas consisten en sistemas sinérgicos de movimientos y de
actividades, es decir, en sistemas constituidos de tal manera que el desplazamiento
efectuado por una parte del cuerpo y las resistencias que encuentra provocan, en el resto
del cuerpo, las actitudes y los movimientos que pueden mantener mejor el equilibrio
general y concurrir a la realización de la acción perseguida.
Primeras reacciones del aparato exteroceptivo: otras sinergias, que están en relación con
excitaciones que llegan del mundo exterior, en lugar de estar desde el nacimiento
despojadas de su individualidad, hacen su aparición en el curso de las primeras semanas o
de los primeros meses.
El equilibrio: Al mismo tiempo que se construyen sinergias parciales, van a desarrollarse
las sinergias generalizadas a las que se remite el equilibrio del cuerpo. Al cerebelo le
corresponde su regulación.
Entre el 1o y 2o mes comienza a levantar la cabeza hacia el pecho de la madre; entre el 2° y
el 3o mes la levanta estando en decúbito ventral. Entre el 3° y 4o mes, la cabeza comienza a
fijarse en posición derecha, primero sólo por algunos instantes, luego de manera
permanente. Entre el 4o v 10° mes se producen con éxito creciente los esfuerzos por
sentarse, por modificar, volviéndose, una posición incómoda. Un niño puede sostenerse
hacia el 5o mes sobre las 2 manos, entre el 8o y 9o mes aparecen las primeras tentativas de
locomoción (gateo). Entre el 9o y 10° mes llega a mantenerse parado solo, a ensayar
algunos pasos, pero a condición de estar sostenido. Y por último, entre el 10º mes y el 18º
mes ya logra marchar.
El equilibrio es el sistema incesantemente modificable de reacciones compensadoras, que
parecen modelar el organismo en relación con las fuerzas opuestas del mundo exterior y
sobre los objetos de la actividad motriz.
Capitulo 1:
Este periodo consiste en una conquista, mediante las percepciones y los movimientos, de
todo el universo práctico que rodea el niño. Pero esta asimilación sensorio motriz del
mundo exterior inmediato lleva a cabo, de hecho 18 meses o en dos años, toda una
revolución copernicana en miniatura.
En primer lugar los reflejos de succión se afinan con el ejercicio: el recién nacido mama
mejor después de una o dos semanas que en los primeros días. El recién nacido asimila
una parte de su universo a la succión, hasta el extremo de que se podría expresar su
comportamiento inicial diciendo que para el mundo es, esencialmente, una realidad que
puede ser chupada. La sistemática succión del pulgar pertenece a una segunda fase, al
igual que los gestos de girar la cabeza en dirección a un ruido, o de seguir a un objeto en
movimiento.
La tercera fase, la de la inteligencia práctica o sensorio-motriz propiamente dicha. La
inteligencia aparece, efectivamente, mucho antes que el lenguaje, o sea mucho antes que
el pensamiento interior que supone la utilización de los signos verbales. Pero se trata de
una inteligencia práctica, que se aplica a la manipulación de los objetos y que no utiliza, en
vez de las palabras y los conceptos, más que percepciones y movimientos organizados en
esquema de acción.
Se pueden invocar dos tipos de factores.
En primer lugar las conductas precedentes se multiplican y diferencian cada vez más, hasta
adquirir una agilidad suficiente como para registrar los resultados de la experiencia, por
otra parte, los esquemas de acción, construidos a partir del nivel de la fase precedente y
multiplicados mediante estas nuevas conductas experimentales, se hacen susceptibles de
coordinarse entre sí, mediante asimilación reciproca, a la manera de lo que serán más
tarde las nociones o conceptos del propio pensamiento, en efecto, una acción apta para
ser repetida y generalizada y nuevas situaciones es comparable a una especie de concepto
sensorio-motriz.
Cuatro procesos fundamentales caracterizan esta revolución intelectual llevada a cabo
durante los dos primeros años de la existencia: se trata de las construcciones de las
categorías del objeto y el espacio, de la causalidad y del tiempo, todas ellas a titulo,
naturalmente, de categorías practicas o de acción pura, pero aun no de nociones del
pensamiento.
En efecto, se ha demostrado recientemente el parentesco de las emociones con el sistema
fisiológico de las actitudes o posturas; los primeros miedos, por ejemplo, pueden estar
relacionados con pérdidas de equilibrio o con bruscos contraste entre un acontecimiento
fortuito y la actitud anterior.
A la segunda fase (percepciones y hábitos) así como en los inicios de la inteligencia
sensorio-motriz corresponden una serie de sentimientos elementales o afectos
perceptivos relacionados con las modalidades de la propia actividad: lo agradable y
desagradable, el placer y el dolor, etc., así como los sentimientos de éxito y fracaso
Un tercer nivel de la afectividad: este nivel esta caracterizado precisamente, para utilizar el
vocabulario psicoanalítico, por la elección del objeto, ósea por la objetivación de los
sentimientos y por su proyección sobre otras actividades distintas a las del yo solo.
Esta elección de objeto se encamina en primer lugar, hacia la persona de la madre, y
posteriormente (tanto en negativo como positivo) sobre la del padre y las personas
próximas: este es el principio de las simpatías y las antipatías que se desarrollaran tan
ampliamente en el curso del siguiente periodo.
Capitulo 2:
El niño es capaz, mediante el lenguaje, de reconstruir sus acciones pasadas bajo la forma
de relato y de anticipar sus acciones futuras mediante la representación verbal. De ello se
derivan tres consecuencias esenciales para el desarrollo mental, un posible intercambio
entre individuos, ósea, el principio de la socialización de la acción; una interiorización de la
palabra, ósea, la aparición del pensamiento propiamente dicho, que tiene como soportes
el lenguaje interior y el sistema de signos; finalmente, y de forma primordial, una
interiorización de la acción como tal, que de ser puramente perceptiva y motriz, pasa a
reconstruirse en el plano intuitivo de las imágenes y las experiencias mentales.
A. La socialización de la acción
El resultado más evidente de la aparición del lenguaje es el permitir un intercambio y una
comunicación permanente entre los individuos. Con la palabra es la vida interior como tal
la que es puesta en común.
Existen 3 grandes categorías de hechos:
En primer lugar. Los hechos de subordinación y las relaciones de coacción espiritual
ejercida por el adulto sobre el niño. Con el lenguaje el niño descubre, en efecto, las
insospechadas riquezas, de un mundo de realidades superiores a él: sus padres y los
adultos que le rodean se le presentaban ya como seres grandes y fuertes, fuentes de
actividades imprevistas y a menudo misteriosas, pero, ahora estos mismos seres revelan
sus pensamientos y sus voluntades y este nuevo universo empieza por imponerse con un
brillo incomparable de seducción y prestigio.
En segundo lugar existen hechos de intercambios con el propio adulto o con los demás
niños, y estas intercomunicaciones representan igualmente un decisivo papel en el
progreso de la acción. En la medida en que estos intercambios conducen a formular la
acción propia y a hacer el relato de las acciones pasadas, también transforman las
conductas materiales en pensamientos.
Resumiendo. El examen del lenguaje espontaneo entre niños, al igual que el del
comportamiento de los pequeños en los juegos colectivos, demuestra que las primeras
conductas sociales permaneces aun a medio camino de la autentica socialización: en vez
de salir de su punto de vista propio para coordinarlo con el de los demás, el individuo
permanece aun inconscientemente centrado en sí mismo y este egocentrismo con
respecto al grupo social y reproduce y prolonga el que ya habíamos notado en el lactante
con respecto al universo físico; en ambos casos se trata de una indiferenciación entre el yo
y la realidad exterior, representada en este caso por los demás individuos y no ya
únicamente por los objetos, y en ambos casos esta especie de confusión inicial desemboca
en la primicia del punto de vista propio. En cuanto a las relaciones entre el niño y el adulto
es evidente que la coacción espiritual, ejercida por el segundo sobre el primero no excluye
en nada este mismo egocentrismo: aun sometiéndose al adulto y situándolo muy por
encima del, el niño le reduce a menudo a su escala, como hacen algunos creyentes
ignorantes con su divinidad y desemboca en su compromiso entre el punto de vista
superior y el suyo propio mas que en una coordinación bien diferenciada.
C. intuición
Nosotros distinguimos dos casos, el de la inteligencia propiamente practica y del
pensamiento tendiente al conocimiento, pero en el ámbito experimental.
Hay una inteligencia práctica que representa un considerable papel entre los dos y los siete
años prolongando, por una parte, la inteligencia sensorio motriz del periodo pre verbal y
preparado, por otra, las nociones técnicas que se desarrollaran hasta la edad adulta.
Lo característico de las intuiciones primarias es, en efecto, el ser rígidas e irreversibles,
estas intuiciones son comparables a los esquemas perceptivos y a los actos habituales, que
aparecen en bloque y no pueden alterarse. Todo hábito es, en efecto, irreversible.
La intuición articulada es, pues, susceptible de alcanzar un nivel de equilibrio más estable y
mas móvil simultáneamente con la acción sensorio motriz y esta constituye un progreso
del pensamiento característico de esta fase sobre la inteligencia que procede al lenguaje,
comparada con la lógica la intuición se encuentra, por tanto, es un equilibrio menos
estable por carecer de reversibilidad, pero comparada con los actos pre verbales es, sin
duda una evidente conquista.
D. La vida afectiva
En el nivel de desarrollo que estamos considerando, las 3 novedades afectivas, esenciales
son el desarrollo de los sentimientos interindividuales( afectos, simpatías y antipatías)
relacionados con la socialización de las acciones, la aparición de los sentimientos morales
intuitivos provenientes de las relaciones entre adultos y niños y las regulaciones y valores
relacionados con las del pensamiento intuitivo en general.
El interés es, afectivamente, la prolongación de las necesidades: es la relación entre un
objeto y una necesidad puesto que el objeto se hace interesante en la medida, en que
responde a una necesidad, por lo tanto, el interés es la orientación propia a cualquier acto
de asimilación mental; asimilar mentalmente es incorporar un objeto a la actividad del
sujeto y esta relación de incorporación entre el objeto y el yo no es otra cosa que el interés
en el sentido más sentido de la expresión. El interés se presenta, como es sabido, bajo dos
aspectos complementarios, por una parte regulador de energía, tal como ha de postrado.
Los intereses, las autovaloraciones, los valores espontáneos y los valores morales parecen
ser las principales cristalizaciones de la vida afectiva característica de este nivel del
desarrollo
Capitulo 3
12. adquisición y desarrollo del lenguaje, la adquisición del sistema lingüístico infantil.