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Psicología Evolutiva I

Castorina, J.A.: “Alcances del Método de exploración clínica en Psicología Genética”.


La utilidad del método Clínico-Critico (Interacción dialéctica entre el investigador guiado
por una hipótesis que irá modificando en función a las respuestas, y el analizado del cual
se busca indagar en función a una teoría). Esta será la técnica por la cual la psicología del
niño intentara verificar sus hipótesis sobre el desarrollo infantil

Freud, S.: “Tres ensayos para una teoría sexual”.


Ensayo II: Un estudio a fondo de las manifestaciones sexuales de la infancia nos revelaría
probablemente los rasgos esenciales de la pulsión sexual, dejaría traslucir su desarrollo y
mostraría que está compuesta por diversas fuentes. Freud alude a una peculiar amnesia
infantil, que cubre los primeros años de su infancia, hasta el sexto o el octavo año de vida,
que le impide al sujeto dar cuenta de sus deseos y prácticas sexuales infantiles, creando la
ilusión de que estas nacen en la adolescencia.
Durante el periodo de latencia, se edifican los poderes anímicos que más tarde se
presentaran como inhibiciones en el camino de la pulsión sexual, y angostaran se cursó a
modo de diques
Las exteriorizaciones de la sexualidad infantil, poseen el carácter de auto eróticas, como el
chupeteo, ya que no están dirigidas a otra persona, sino a la satisfacción de una zona
erógena, los labios, nacida en principio, a partir de una necesidad orgánica, función
nutricia. El quehacer sexual se apuntala primero a una función de conservación, y luego se
independiza de ella.
La meta sexual de la sexualidad infantil, será siempre buscar la satisfacción pulsional que
demandan las zonas erógenas, mediante su estimulación apropiada. Algunas
predestinadas (como la boca), pero también lo puede ser cualquier parte del cuerpo o de
mucosa.
Las exteriorizaciones sexuales masturbatorias, el desarrollo del niño otorgara a este la
incorporación de otras zonas erógenas. La zona anal, a semejanza de la zona de los labios,
es apta por su posición para proporcionar un apuntalamiento de la sexualidad en otras
funciones corporales. El niño retiene las heces hasta que la acumulación de estas provoca
fuertes contracciones musculares y, al pasar por el ano ejercen una poderoso estimulo
sobre la mucosa. De esta manera se juega con sensaciones de placer-dolor
Bajo la influencia de la seducción el niño pueda convertirse en un perverso polimorfo,
siendo capaz de practicar toda clase de transgresiones, ya que aún no se han construido
los diversos diques mnémicos.
La investigación sexual infantil, por la cual desde entre los 3 a 5 años se inician las
actividades que se adscriben a la pulsión del saber. Su acción corresponde, por una parte,
a una manera sublimada del apoderamiento, y, por la otra, trabaja con la energía de la
pulsión de ver. Esta recae de manera insospechadamente precoz y con inesperada
intensidad, sobre los problemas sexuales.
Fases de desarrollo de la organización genital, llamaremos pre-genital a las organizaciones
de la vida sexual en las que la zona genital no ha alcanzado su papel hegemónico (fase oral
y sádico-anal). La primera de estas, aun no se ha separado de la función nutricia, su meta
consiste en incorporación del objeto. La segunda fase, se caracteriza por la división en
opuestos, que atraviesa la vida sexual, es decir, activo-pasivo. La actividad es producida
por la pulsión de apoderamiento, a través de la musculatura del cuerpo, y como órgano de
meta sexual pasiva se constituye la mucosa erógena del intestino. Posteriormente, ya en
una fase fálica, se consuma una elección de objeto, es decir, el conjunto de afanes sexuales
busca su satisfacción mediante una única persona. Aunque a diferencia de la fase genital a
partir de la pubertad, todavía no se encuentra una unificación de las pulsiones, bajo el
primado de los genitales.

Freud: Sobre el esclarecimiento sexual del niño


Yo veo en la constitución psicosexual y en ciertos deterioros de la vida sexual las más
importantes causas de las frecuentísimas neurosis
¿Porque se esconde lo sexual al niño? La verdad no se sabe el propósito del porque, pero
son todos necios.
Es sano mantener limpia la fantasía de los niños pero esa pureza se preserva mediante la
ignorancia. Mientras más se le oculte al varón o a la niña, tanto más maliciaran la verdad. Y
esta ansia satisfecha solo en parte, solo en secreto, exacerba el corazón y corrompe la
fantasía; el niño ya peca y los padres creen que el no sabe que es pecado.
En efecto se cree que la pulsión sexual falta en los niños y solo se instala en ellos en la
pubertad con la maduración de los órganos genésicos. He aquí un grosero error.
En realidad, el recién nacido trae consigo al mundo una sexualidad, ciertas sensaciones
acompañan su desarrollo desde la lactancias hasta la niñez y son los menos pequeños que
se sustraen, en la época anterior a la pubertad de quehaceres y sensaciones sexuales. Allí
averiguara que los órganos de la reproducción propiamente dichos no son las únicas que
parten del cuerpo que procuran sensaciones sexuales placenteras, y que la naturaleza ha
estatuido con todo rigor las cosas para que durante la infancia sean inevitables aun las
estimulaciones genitales.
LA PUBERTAD no hace sino procurar el primado a los genitales entre todas las zonas y
fuentes dispensadoras de placer, constriñendo así el erotismo a entrar al servicio de la
función reproductora, proceso este que desde luego pueden sufrir ciertas inhibiciones y
que en muchas personas, las que son luego perversas, neuróticas, solo se consuma de
manera incompleta.
Largo tiempo antes de la pubertad el niño es un ser completo en el orden del amor,
exceptuando la aptitud para la reproducción, y es licito entonces sostener que con
aquellos tapujos solo se consigue escatimarle la facultad para el dominio intelectual de
unas operaciones para las que esta psíquicamente preparado y respecto de las cuelas
tiene un acomodamiento somático.
Cuando los niños no reciben los esclarecimientos en demanda de los cuales han acudido a
los mayores, se siguen martirizando en secreto con el problema y arriban a soluciones en
que lo correcto vislumbrado se mezcla de la manera más asombrosa con inexactitudes
grotescas, o se cuchichean cosas en que, a raíz de la conciencia de culpa del joven
investigador, se imprime a la vida sexual el sello de cruel y lo asqueroso. Se requiere que lo
sexual sea tratado desde el comienzo en un pie de igualdad con todas las otras coas dignas
de ser conocidas.
Un esclarecimiento sexual así sobre la vida sexual, que progrese por etapas y en verdad no
se interrumpa nunca, y del cual la escuela tome iniciativa, paréceme el único que da razón
del desarrollo del niño y por eso sortea con felicidad los peligros existentes

LAPLANCHE: EL ORDEN VITAL Y LA GENSIS DE LA SEXUALIDAD HUMANA

Lo que en realidad acontece es que los Tres ensayos de una Teoría sexual no presentan una
teoría abstracta de las pulsiones en general, sino que describen una pulsión por
excelencia.
Es la sexualidad lo que representa el modelo de toda pulsión y probablemente la única
pulsión en el verdadero sentido del termino
Nuestro hilo conductor será el concepto de pulsión de trieb, y el par que este vocablo
forma con otro el termino de INSTINTO
En Freud el anterior es un comportamiento preformado, cuyo esquema es hereditario y
que se repite de acuerdo con modalidades relativamente adaptadas a un determinado tipo
de objeto
En pulsiones y sus destinos, Freud expresa 4 términos. La presión, el fin, el objeto y la
fuente
La presión, es el factor motor de la pulsión, el monto de fuerza o la medida de exigencia de
trabajo que representa. Este carácter de presión es una cualidad general de las pulsiones e
incluso constituye la esencia de las mismas
El fin, el único es siempre la satisfacción definida de manera más general: el
apaciguamiento de una tensión provocada por la presión
La definición de objeto hace que este aparezca en un principio como un medio aquello en
lo cual y por medio de lo cual alcanza el fin
El problema [contingencia del objeto]. En la medida en que el objeto es aquello en lo cual
el fin logra realizarse, poco importa después de todo la especifidad, la individualidad del
objeto; basta con que posea ciertos rasgos capaces de permitir que la acción satisfactoria
pueda realizarse; en sí mismo, permanece relativamente indiferente, contingente.
Objetos parciales: el pecho, pene y muchas otras partes del cuerpo, muchos otros
elementos relacionados con lo vivido corporal que tiene en común el rasgo fundamental
de ser, real o fantaseadamente separado o separable
Por fuente de la pulsión se entiende aquel proceso somático que se localiza en un órgano
o una parte del cuerpo y cuya excitación está representada en la vida psíquica por la
pulsión.
Este ensayo intenta ocuparse de la pulsión en general, no solo de la pulsión sexual sino de
todos los grupos de pulsiones, abarcando por lo tanto esas pulsiones del yo o pulsiones de
auto conservación.
Lo esencial es, para Freud, mostrar cuan vasto es este campo, casi universal, y como su
existencia destruye toda idea de un fin y un objeto determinados para la sexualidad.

UN RECUERDO INFANTIL DE LEONARDO DA VINCI [FREUD]


La observación de la vida cotidiana de los seres humanos nos muestra que la mayoría
consigue guiar hacia su actividad profesional porciones muy considerables de sus
esfuerzos pulsionales sexuales. Y la pulsión sexual es idónea para prestar esas
contribuciones, pues está dotada de la aptitud para la sublimación; o sea que es capaz de
permutar su meta inmediata por otras, que pueden ser más estimadas y no sexuales.
Consideramos mostrando ese proceso cuando la historia infantil de una persona muestra
que en su niñez esa pulsión hiperpotente estuvo al servicio de intereses sexuales.
Hallamos otra confirmación cuando en la vida sexual de la madurez se
Evidencia un llamativo angostamiento, como si ahora un fragmento del quehacer sexual
estuviera sustituido por el quehacer de la pulsión hiperpotente.
Muchos niños atraviesan hacia su tercer año de vida por un período de la investigación
sexual infantil. El apetito de saber despierta por la impresión de una importante vivencia
(el nacimiento de un hermano, consumado o temido por experiencias hechas afuera), en
que el niño ve una amenaza para sus intereses egoístas. La investigación se dirige a
averiguar de dónde vienen los niños, como si el niño buscara los medios y caminos para
prevenir ese indeseado acontecimiento. Así nos hemos enterado que el niño rehúsa
creencia a las noticias que le dan, y desde ese dato de incredulidad data su autonomía
espiritual; a menudo se siente en seria oposición a los adultos y nunca les perdonará que
le hayan escatimado la verdad en esa ocasión. Investiga por sus propios caminos, colige la
estadía del hijo en el seno materno y, guiado por las nociones de su propia sexualidad, se
forma opiniones sobre la concepción del hijo por algo que se come, su alumbramiento por
el intestino, el papel del padre, difícil de averiguar, y ya entonces sospecha la existencia del
acto sexual, que le parece hostil y violento. Pero como su propia constitución sexual no
está a la altura de la tarea de engendrar hijos, también tiene que resultar
Estéril su investigación acerca de dónde vienen los niños; y abandonarse por no
consumable. La impresión de este fracaso en el primer intento de su autonomía intelectual
parece ser duradera y deprimente.
Si el período de la investigación sexual infantil es clausurado por una oleada de enérgica
represión sexual, al ulterior destino de la pulsión de investigar se le abren 3 diversas
posibilidades derivadas de su temprano enlace con intereses sexuales:
1) La investigación puede compartir el destino de la sexualidad; el apetito de saber
permanece desde entonces inhibido, y limitado el libre quehacer de la inteligencia, en
particular porque poco tiempo después la educación erige la inhibición religiosa del
pensamiento. Este es el tipo de la inhibición neurótica.
2) En un 2° tipo, el desarrollo intelectual es bastante vigoroso para resistir la sacudida que
recibe de la represión sexual. Transcurrido algún tiempo luego del sepultamiento de la
investigación sexual infantil, cuando la inteligencia se ha fortalecido, la antigua conexión le
ofrece memoriosamente su auxilio para sortear la represión sexual y la investigación
sexual sofocada regresa a lo inconsciente como compulsión a cavilar, por cierto que
desfigurada y no libre, pero lo bastante potente para sexualizar al pensar mismo y teñir las
Operaciones intelectuales con el placer y la angustia de los procesos sexuales propiamente
dichos. El investigar deviene aquí quehacer sexual, muchas veces el único; el sentimiento
de la tramitación por medio del pensamiento, de la aclaración, reemplaza a la satisfacción
Sexual; el carácter inacabable de la investigación infantil se repite en el hecho de que ese
cavilar nunca encuentra un término, y que el buscado sentimiento intelectual de la
solución se traslada cada vez, situándose más y más lejos.
El tercer tipo, más raro y perfecto, en virtud de una particular disposición escapa tanto a la
inhibición del pensar como a la compulsión neurótica del pensamiento. Aquí también
interviene la represión de lo sexual, pero no consigue arrojar a lo inconsciente una pulsión
parcial del placer sexual, sino que la libido escapa al destino de la represión sublimándose
desde el comienzo mismo en un apetito del saber y sumándose como refuerzo a la
vigorosa pulsión de investigar. También aquí el investigar deviene en cierta medida de
compulsión y sustituto del quehacer sexual, pero le falta el carácter de la neurosis por ser
enteramente diversos los procesos psíquicos que están en su base; de él está ausente la
atadura a los originarios complejos de la investigación sexual infantil, y la pulsión puede
desplegarse libremente a su quehacer intelectual

4. El aporte de Melanie Klein. Importancia de la formulación del aparato psíquico


temprano

Klein Melanie: algunas conclusiones teóricas sobre la vida emocional del bebe

Al principio de la vida posnatal el bebe experimenta ansiedad proveniente de fuentes


internas y externas. Por muchos años sostuvo la idea de que la acción interna del instinto
de muerte produce el temor al aniquilamiento, y esto es la causa primaria de la ansiedad
persecutoria.
La hipótesis de que las primeras experiencias del lactante con el alimento y la presencia de
la madre inician, una relación de objeto con ella es uno de los conceptos básicos. Esta
relación es primeramente una relación con un objeto parcial, porque las pulsiones oral-
libidinales y oral-destructivas están dirigidas desde el principio de la vida hacia el pecho de
la madre en particular. Suponemos que también existe una interacción, aunque en
proporciones variables, entre las pulsiones libidinales y agresivas, que corresponde de la
fusión de los instintos de vida y de muerte. Por lo tanto, la fuerza de las pulsiones
destructivas en su interacción con las pulsiones libidinales suministraría la base
constitucional de la intensidad de la voracidad
El lactante proyecta sus pulsiones de amor y las atribuye al pecho gratificador (bueno), así
como proyecta sus pulsiones destructivas al exterior y las atribuye al pecho frustrador
(malo). El pecho bueno, externo e interno, llega a ser el prototipo de todos los objetos
protectores y gratificadores; el pecho malo el prototipo de todos los objetos perseguidores
externos e internos. La liberación de privaciones, y la experiencia de ser amado, son todos
atribuidos al pecho bueno. A la inversa, cualquier frustración e incomodidad es atribuida al
pecho malo
Es característico de las emociones del niño muy pequeño ser extremas y poderosas. El
objeto frustrador es sentido como un perseguidor terrible; el pecho bueno tiende a
transformarse en el pecho ideal que saciaría el deseo voraz de gratificación, ilimitada,
inmediata e incesante. El pecho idealizado constituye el corolario del pecho perseguidor; y
en la medida en que la idealización deriva de la necesidad de protección contra los objetos
perseguidores, es un medio de defensa contra la ansiedad.
El aniquilamiento del objeto perseguidor y de la situación de persecución está ligado al
control omnipotente del objeto en su forma más extrema.
La ansiedad persecutoria influye esencialmente en dichos procesos. Podemos suponer que
cuando la ansiedad persecutoria es menos intensa, la escisión es de menor alcance y por
lo tanto el yo es capaz de integrarse y sintetizar en cierta medida los sentimientos hacia los
objetos.
La síntesis entre sentimientos de amor y pulsiones destructivas hacia un mismo objeto
(pecho) origina, ansiedad depresiva, culpa y necesidad de reparar el objeto dañado, el
pecho bueno.
Podemos ver justamente con la escisión del pecho en dos aspectos, amado y odiado,
existe una escisión de distintas naturaleza que origina la sensación de que el yo, así como
su objeto, esta despedazado; estos procesos subyacen a los estados de desintegración.
Los factores externos desempeñan un papel vital desde el principio tenemos razones para
suponer que todo estimulo del temor a la persecución refuerza los mecanismos
esquizoides, es decir, la tendencia del yo a escindirse a sí mismo y al objeto, mientras que
toda experiencia positiva fortalece la confianza en el objeto bueno y contribuye a la
integración del yo y la síntesis del objeto.
El pecho bueno es parte vital del yo y fortalece su capacidad de integración
El hecho de que predominen sentimientos de frustración o de gratificación en la relación
del lactante con el pecho esta sin duda muy influido por las circunstancias externas; pero
no podemos dudar de que deben tenerse en cuenta los factores constitucionales, que
desde un principio contribuyen a fortalecer al yo. Sugerí anteriormente que la capacidad
del yo para tolerar la tensión y la ansiedad y por lo tanto, en cierta medida tolerar la
frustración, en un factor constitucional
En distintas fantasías el yo se posiciona por proyección de un objeto externo, en primer
lugar de la madre, y lo transforma en una extensión del yo. El objeto se transforma, hasta
cierto punto, en representante del yo y estos procesos constituyen a mí entender la base
de la identificación por proyección o identificación proyectiva. La identificación por
introyeccion y la identificación por proyección parecen ser procesos complementarios
A los 3 o 4 meses predomina la posición esquizo-paranoide. La interacción entre los
procesos de introyeccion y proyección determina el desarrollo del yo. La relación con el
pecho amado y odiado constituye la primera relación de objeto del lactante. Las pulsiones
destructivas y la ansiedad persecutoria se hallan en su apogeo. El deseo de ilimitada
gratificación tanto como la ansiedad persecutoria, contribuye a que el lactante sienta que
existe a la vez un pecho ideal y uno peligroso. Estos dos aspectos del pecho son
introyectados y constituyen el núcleo del superyó, la escisión, la omnipotencia, la
idealización, la negación y el control de los objetos internos y externos predominan en
este estadio.
La presencia en la mente del objeto bueno permite al yo conservar por momentos fuertes
sentimientos de amor y gratificación. El objeto bueno también ofrece protección contra el
objeto perseguidor porque el lactante siente que lo ha reemplazado
Procesos en la temprano infancia
a) Un yo que posee ciertos rudimentarios de integración y cohesión y progresa
constantemente en esa dirección
b) Relaciones de objeto, moldeadas por la libido y la agresión, por el amor y el odio, y
penetradas por una parte por la ansiedad persecutoria y por la otra por el corolario
de esta
c) Introyeccion y proyección, ligadas a la vida de fantasía del lactantes y a todas sus
emociones, y por lo tanto objetos internalizados de la naturaleza buena o mala,
que inician el desarrollo del súper yo

A medida que el yo adquiere mayor capacidad para tolerar la ansiedad, los métodos de
defensa se modifican paralelamente. Disminuye la fuerza de las pulsiones destructivas
y de la ansiedad persecutoria; se fortalece la ansiedad depresiva y llega a su clímax en
un siguiente periodo.
En el 2do trimestre. La gama de sus gratificaciones e intereses se amplia y aumenta su
capacidad de expresar sus emociones y de comunicarse con la gente. Al mismo tiempo
progresa la organización sexual del bebe; las tendencias uretrales, anales y genitales
adquieren fuerza, aunque los impulsos y deseos orales predominan aun.
El yo inhibe mas y mas los deseos instintivos y esto puede conducir a serias dificultades
del bebe para gustar o aceptar el alimento, y ulteriormente a series inhibiciones en el
establecimiento de relaciones tanto de afecto como eróticas.
La ansiedad con respecto a la madre internalizada, a la que se siente dañada,
sufriendo, en peligro de ser aniquilada, o ya aniquilada y perdida por siempre, conduce
a una mayor identificación con el objeto dañado. Esta identificación fortalece a la vez el
impulso a reparar y las tentativas del yo de inhibir las pulsiones agresivas.
Cuando predomina la ansiedad depresiva, el control de objetos e impulsos es
principalmente utilizado por el yo con el fin de prevenir la frustración, impedir la
agresión y el consiguiente peligro para los objetos amados, es decir, mantener a raya la
ansiedad depresiva. La escisión llega a ser principalmente una defensa contra la
ansiedad depresiva
De este modo se establecen las bases del desarrollo normal: se desarrollan las
relaciones con los demás, disminuye la ansiedad persecutoria referida a los objetos
internos y externos, se establecen más firmemente los objetos internos buenos, lo que
trae acarreado un sentimiento de mayor seguridad; todo o cual fortalece y enriquece
al yo. El yo más fuerte y coherente, aunque haga mayor uso de las defensas maniaca,
une repetidamente y sintetiza los aspectos escindidos del objeto y del yo. Todos estos
progresos conducen a una creciente adaptación a la realidad externa e interna.
La creciente adaptación a la realidad tiene como por resultado una relación más segura
con el mundo interna y externo.
Una de mis conclusiones ha sido que existe un lazo particularmente estrecha entre la
posición depresiva infantil y los fenómenos del duelo y melancolía. En el duelo normal
el individuo llega a establecer la persona amada y perdida dentro de su yo, mientras
que en la melancolía y en el duelo anormal este fracasa.
La posición depresiva está ligada a cambios fundamentales de la organización del bebe,
pues durante este periodo, el bebe entra en los estadios tempranos del Edipo positivo
y negativo, estos estadios tempranos se caracterizan por el importante papel que
siguen desempeñando los objetos parciales en la mente del bebe mientras se
establece la relación con los objetos totales. Los deseos genitales en los bebes de
ambos sexos se unen a los deseos orales, lo que trae aparcada una relación oral, así
como genital, con el pene del padre. Los deseos genitales también se dirigen hacia la
madre, porque el bebe siente que esta recibe el objeto codiciado, estas múltiples
emociones y deseos de ambos sexos subyacen tanto al completo de Edipo directo
como invertido.
Los estadios tempranos del desarrollo edipico son muy complejos: convergen deseos
de distintas orígenes; estos deseos se dirigen a objetos parciales así como a objetos
totales; el pene del padre, codiciado y odiado existe no solo como parte del cuerpo del
padre, sino que el bebe siente que esta simultáneamente en su propia interior y
dentro del cuerpo de la madre.
La envidia es característico de las emociones y voracidad intensas del bebe el atribuir a
los padres un estado constante de gratificación
Estos progresos están ligados a la posición depresiva. En ambos sexos el temor del
perder a la madre, objeto amado primario (es decir, la ansiedad depresiva) contribuye
a crear la necesidad de sustitutos respondiendo a ella el bebe se vuelve primeramente
hacia el padre, quien en ese estadio también es introyectados como persona total.
En esta forma, la libido y la ansiedad depresiva son derivadas de la madre en cierta
medida y este proceso de distribución estimula las relaciones de objeto y disminuye la
intensidad de los sentimientos depresivos, así pues los estadios tempranos del
complejo de Edipo positivo y negativo alivian las ansiedades del niño y lo ayudan a
superar la posición depresiva.
Para resumir: la posición depresiva desempeña un papel vital en el desarrollo
temprano del niño y normalmente, al llegar a su término la neurosis infantil alrededor
de los cinco años, la ansiedad persecutoria y la ansiedad depresiva se han modificado.
Durante este periodo la ansiedad persecutoria y depresiva se activan una y otra vez.
Los primeros objetos perseguidores externos e internos son el pecho malo de la madre
y el pene malo del padre; e interactúan los temores de persecución referidos a los
objetos internos y los referidos a los objetos externos. Las ansiedades persecutorias y
depresivas contribuyen fundamentalmente a crear los conflictos que surgen la
situación edipica e influyen en el desarrollo libidinal.
La predominancia de las tendencias genitales implica un gran progreso en la
integración del yo, ya que ellas se hacen cargo de los deseos libidinales y reparatorios
de carácter pre genital, produciéndose en esta forma la síntesis de las tendencias
reparatorias y pre genitales y genitales.
Con el surgimiento de la ansiedad depresiva y particularmente con el comienzo de la
posición depresiva, el yo se ve llevado a proyectar, desviar y distribuir los deseos y
emociones así como la culpa y la necesidad de reparar, en nuevos objetos e intereses,
a mi entender, estos procesos constituyen la fuente principal de las sublimaciones a lo
largo de la vida.
Un rasgo característico de la neurosis infantil lo constituyen las fobias tempranas. Tanto
la ansiedad persecutoria como la depresiva subyacen a las fobias tempranas, que
incluyen dificultades en la alimentación, ansiedad en ausencia de la madre, entre
otros. La necesidad de externalizar los objetos perseguidores es un elemento
intrínseco del mecanismo de las fobias.
La capacidad del yo para desarrollar paso a paso defensas que le permitan en cierta
medida elaborar las ansiedades, es parte esencial del proceso de modificación de la
ansiedad.
Los mecanismos obsesivos constituyen una parte importante del desarrollo del yo,
capacitan a este para mantener temporariamente a raya la ansiedad, está a su vez
ayudad al yo en el logro de mayor integración y fuerza; en esta forma es posible la
gradual elaboración, disminución y modificación de la ansiedad. No obstante, los
mecanismos obsesivos constituyen en este estadio tan solo una de las defensas, si son
excesivos y llegan a ser la defensa principal, esto puede considerarse como una
indicación de que el yo no puede manejar eficazmente la ansiedad de naturaleza
psicótica y de que se está desarrollando en el niño una grave neurosis obsesiva.
Otro cambio fundamental de las defensas caracteriza al estadio en que se fortalece la
libido genital.
Un factor esencial de la represión es el aspecto censurador y prohibidor del súper yo
Aspecto este que se fortalece como consecuencia del progreso en la organización del
súper yo. La represión desempeña el papel dominante entre las defensas.
Los cambios en la estructura del súper yo, que se efectúan gradualmente y están
siempre ligados al desarrollo edipico, contribuyen a la declinación del complejo de
Edipo al iniciarse el periodo de latencia. Está ligado a la modificación de las ansiedades
persecutoria y depresiva referidas a los padres internalizados, lo que implica mayor
seguridad en el mundo interno.

Posición y objeto en la obra de Melanie Klein: Willy Barranger

El concepto de posición ocupa una forma al principio de 1928 a 1934 donde Melanie
Klein define no del todo claramente el concepto de posición depresiva.
Recién introduce el concepto de POSICION esquizo paranoide lo que permite depurar y
delimitar el de posición depresiva
En 1952 ambas posiciones son descritas en una forma cabalmente sistematizada,
enfatizando la autora sus características contrapuestas.
En 1928 posición implica una serie de vínculos ordenados alrededor de un rol central,
de sentimientos distribuidos entre el padre y la madre, de identificaciones y elecciones
de objetos alternantes o superpuestas.
Sobre todo la posición se refiere a un ordenamiento situacional que se instala como
respuesta a un tipo de angustia especifico.
En momento de su evolución, el bebe llega a percibir a su madre como persona total
(corporalmente concreta) y su relación con ella se unifica. Se constituye así una
relación del objeto total (unificación de amor y odio) con una persona completa y
distinta. El yo se enfrenta con la necesidad de darse cuenta en alguna medida, tanto de
la realidad psíquica como de la realidad externa.
Los primeros pasos importantes en esta dirección se producen en mi opinión, cuando
el niño llega a reconocer a su madre como persona completa e identifica con ella como
con una persona concreta, real y amada, es entonces que la posición depresiva llega a
primer plano. La pérdida del objeto será entonces consecuencia de la agresión y culpa
A modo resumen de la posición depresiva; se produce como consecuencia de la
percepción de la madre como persona total, el niño unifica el amor y el odio que
habían sido mantenidos aparte en la relación anterior con los objetos parciales; el
advenimiento de esta posición es correlativo de la angustia depresiva, que se
manifiesta esencialmente por el miedo a perder el objeto bueno por los ataques de los
objetos malos y del ello, al mismo tiempo que aparecen sentimientos de culpa, los
sujetos externos e internos se vuelven moribundos, o mueren; el incipiente súper yo
inflexible y el sadismo está en su apogeo, se ubica entre los 4 o 5 meses; constituye la
posición central con el desarrollo psíquico; se establece mediante procesos destinados
a separar el objeto
La posición Maniaca, Esta se centraliza alrededor del control omnipotente de los
objetos y de la negación de la realidad psíquica y constituye una fase normal
desarrollo.
La posición depresiva es una situación completamente nueva, donde intervienen
factores nuevos y tan solos parcialmente conocidos. Si bien la adecuada elaboración de
la posición esquizo paranoide constituye un factor favorable para el advenimiento y la
superación de la posición depresiva, no constituye una garantía en este sentido, no
solo por factores externos (cambios en relación con la madre, o en la situación
familiar) sino por factores puramente endógenos (equipamiento congénito del yo,
características de los impulsos, etc.)
Angustia en Klein implica un peligro frente a objetos, sea amenazadores, acusadores,
dañados por el propio sujeto, reparables por él, con los múltiples matices que esto
involucra.
La posición esquizo-paranoide comienza con la primera fuente de angustia el trauma d
nacimiento: si el recién nacido muestra angustia es que alguien, si se quiere un yo
rudimentario, está sufriendo. (Como los bebes que nacen llorando).
La primera defensa salvadora es la de constituir dos campos o regiones de
experiencias: es el clivaje de todo lo doloroso, frustrador, angustiante, de un lado, y de
todo lo clarificador, placentero, reasegurado, del otro.
Se constituyen de este modo los objetos prototípicos- el centro de la gratificación o
pecho bueno, y el centro del sufrimiento o pecho malo- como tal emoción del lactante
son extrema y todos objetos cobran características fantasmaticas (idealizadas o
persecutorias). Tienen en realidad muy poco que ver con el pecho que un adulto
podría ver.
El yo rudimentario utiliza por lo tanto la introyeccion y la proyección, sea para atraer
dentro de sí un objeto bueno o idealizado, o bien un perseguidor para englobarlo y
controlarlo, sea para ubicar fuera de sí un objeto malo y alejar el peligro. La posición
esquizo-paranoide se vuelve indudablemente el periodo evolutivo y la situación donde,
tanto en adultos como en niños, predominan más ampliamente los sentimientos
destructivos.
La posición depresiva se define, por los sentimientos de culpa real (opuestos a las
auto-acusaciones melancólicas) y de preocupación por el otro. El objeto se puede
perder de múltiples maneras, puede cambiar y volverse malo, puede desaparecer o
morir, etc.
La posición depresiva es considerada como un eje de todo el desarrollo, si la posición
esquizo-paranoide no ha podido ser superada, o si las angustias depresivas son
excesivas pueden producirse una regresión a la posición anterior, o un estancamiento
en la posición depresiva o una salida lateral- regresiva hacia estados maniacos-
depresivos. Se ha podido constituirse y progresa, mediante la síntesis, la discriminación
y la reparación, se encaminan, a través de las vicisitudes normales de la neurosis
infantil, hace un desarrollo favorable.
La introducción del concepto de envidia primaria del pecho, estrechamente ligada a la
identificación proyectiva, provoca algo como un cambio de focalización de todo el
sistema teórico.
El clivaje que era una medida última para sobrevivir se vuelve factor necesario y
positivo del progreso, expresión de las tendencias vitales e integradoras.

5. el pensamiento de Donald Winnicott. La zona intermedia de la experiencia.

Los objetos transicionales y los fenómenos transicionales designan la zona intermedia de


experiencia, entre el pulgar y el osito, entre el erotismo oral y la verdadera relación de
objeto, entre la actividad creadora primaria y la proyección de lo que ya se ha
introyectado.
Entonces podríamos decir que el parloteo del bebé y la manera en que un niño mayor
repite un repertorio de canciones y melodías mientras se prepara para dormir se ubican en
la zona intermedia, como fenómenos transicionales, junto con el uso que se hace de
objetos que no forman parte del cuerpo del niño aunque todavía no se los reconozca
como pertenecientes a la realidad exterior.
De cada individuo que ha llegado a ser una unidad, con una membrana limitante, y un
exterior y un interior, puede decirse que posee una realidad interna, un mundo interior.
Una 3ª parte de la vida del ser humano es una zona intermedia de experiencia a la cual
contribuyen la realidad interior y la vida exterior.
Se trata de una zona que no es objeto de desafío alguno, porque no se le prestan
exigencias, salvo la de que exista como lugar de descanso para un individuo dedicado a la
perpetua tarea humana de mantener separadas y a la vez interrelacionadas la realidad
interna y la exterior.
La pauta de los fenómenos transicionales empieza a aparecer desde los 4 a 6 meses hasta
los 8 a 12 meses.
La necesidad de un objeto o de una pauta de conducta específicos, que comenzó a edad
muy temprana, puede reaparecer más adelante, cuando se presente la amenaza de una
privación.
Comentarios en la teoría psicoanalítica aceptada:
El objeto transicional representa el pecho materno o el objeto de la 1ª relación.
Es anterior a la prueba de realidad establecida.
En relación con el objeto transicional el bebé pasa del dominio omnipotente (mágico) al
dominio por manipulación (erotismo muscular y placer de la coordinación).
A la larga, el objeto transicional puede convertirse en un objeto fetiche y por lo tanto
persistir como una característica de la vida sexual adulta.
A consecuencia de la organización erótica anal, el objeto transicional puede representar
las haces.
Un niño no tiene posibilidad de pasar del principio del placer al de la realidad, o la
identificación primaria y más allá de ella, si no existe una madre lo bastante buena. La
“madre” lo bastante buena es la que lleva a cabo la adaptación activa a las necesidades de
éste y que la disminuye poco a poco, según la creciente capacidad del niño para hacer
frente al fracaso en materia de adaptación y para tolerar los resultados de la frustración.
La madre bastante buena comienza con una adaptación casi total a las necesidades de su
hijo, y a medida que pasa el tiempo se adapta poco a poco, en consonancia con la
creciente capacidad de su hijo para encarar este retroceso.
Entre los medios con que cuenta el bebé para enfrentar ese retiro materno, se encuentran
los siguientes:
1. Su experiencia en el sentido de que la frustración tiene un límite de tiempo.
2. Una creciente percepción del proceso.
3. El comienzo de la actividad mental.
4. La utilización de satisfacciones auto eróticas.
5. El recuerdo, el revivir de experiencias, las fantasías, los sueños: la integración del
pasado, presente y futuro.
Al comienzo, la mamá ofrece al bebé la posibilidad de crearse la ilusión de que su pecho es
parte de él. Parece encontrarse bajo su dominio mágico. La omnipotencia es casi un hecho
de la experiencia. La tarea posterior de la madre consiste en desilusionar al bebé en
Forma gradual, pero no lo logrará si al principio no le ofreció suficientes oportunidades de
ilusión.
El bebé crea el pecho una y otra vez a partir de su capacidad de amor o su necesidad. Se
desarrolla en él un fenómeno subjetivo, que llamamos pecho materno.
Las primeras experiencias del niño sano se expresan ante todo en la relación con la 1ª
posesión. Esta se vincula en el tiempo con los fenómenos auto eróticos y la succión del
puño y del pulgar, con juguetes blandos y más adelante con los juguetes duros. Por otra
parte tiene vinculaciones con el objeto exterior (el pecho materno) y con los objetos
internos (el pecho mágicamente introyectado), pero es distinta de ellos.
Los objetos y fenómenos transicionales pertenecen al reino de la ilusión que constituye la
base de iniciación de la experiencia. Esa 1ª etapa del desarrollo está posibilitada por la
capacidad especial de la madre para adaptarse a las necesidades de su hijo, con lo cual le
permite forjarse la ilusión de que lo que él cree existe en la realidad.
La zona intermedia de experiencia constituye la mayor parte de la experiencia del bebé, y
se conserva a lo largo de la vida en las intensas experiencias que corresponden a las artes
y la religión, a la vida imaginativa y la labor científica creadora.
El objeto transicional del bebé se descarga poco a poco, en especial, a medida que se
desarrollan los intereses culturales.
Cap. 6: El uso de un objeto y la relación por medio de identificaciones.
Es necesario que un analista se preocupe por desarrollar y establecer la aptitud para usar
objetos, y por reconocer la falta de ella, cuando es un hecho concreto.
La diferencia que hay entre la relación de objeto y el uso de objeto es la siguiente:
- En la relación de objeto, el sujeto permite que se produzcan ciertas alteraciones en la
persona. El objeto se ha vuelto significativo. Han actuado mecanismos de proyección e
identificación, y el sujeto se ve vaciado en la medida en que parte de él se encuentra en el
objeto, aunque enriquecida por el sentimiento.
- En el uso del objeto, hay una relación de objeto, pero además existen otros rasgos que
abarcan la naturaleza y conducta del objeto. Por ejemplo, si se desea usar un objeto, este
debe ser real en el sentido de formar parte de la realidad compartida, y no un manojo de
proyecciones.
El rasgo esencial del concepto de objetos y fenómenos transicionales es que el bebé crea
el objeto, pero este estaba ahí, esperando que se lo crease y que se lo denominara objeto
cargado.
Para usar un objeto es preciso que el sujeto haya desarrollado una capacidad que le
permita usarlos. Esto forma parte del paso al principio de realidad.
El desarrollo de la aptitud para usar un objeto va de la mano del proceso de maduración;
1° viene la relación de objeto y luego su uso; pero en la fase intermedia existe la ubicación
del objeto, por el sujeto, fuera de la zona de control omnipotente, es decir, su percepción
del objeto como un fenómeno exterior, no como una entidad proyectiva, y en rigor su
reconocimiento como una entidad por derecho propio.
Este paso significa que el sujeto destruye el objeto, pero el objeto puede sobrevivir a la
destrucción por el sujeto. Gracias a la supervivencia del objeto, el sujeto puede vivir una
vida en el mundo de los objetos. En la teoría ortodoxa se encuentra el supuesto de que la
agresión es una reacción al encuentro con el principio de realidad, pero aquí el impulso
destructivo es el que crea la exterioridad
Cap. 7: La ubicación de la experiencia cultural.
El lugar de ubicación de la experiencia cultural es el espacio potencial que existe entre el
individuo y el ambiente. Lo mismo puede decirse acerca del juego. La experiencia cultural
comienza con el vivir creador, cuya 1ª manifestación es el juego.
En cada individuo la utilización de dicho espacio la determinan las experiencias vitales que
surgen en las primeras etapas de su existencia.
Desde el principio, el bebé vive experiencias de máxima intensidad en el espacio potencial
que existe entre el objeto subjetivo y el objeto percibido en forma objetiva, entre las
extensiones del yo y el no- yo. Ese espacio se encuentra en el juego recíproco entre el no
existir otra cosa que yo y el existir de objetos y fenómenos fuera del control omnipotente.
El espacio potencial se da sólo en relación con un sentimiento de confianza por parte del
bebé, es decir, de confianza vinculada con la confiabilidad de la figura materna o de los
elementos ambientales, siendo la confianza la prueba de confiabilidad que comienza a ser
introyectada.
Si se quiere pensar en esta zona como parte de la organización del yo, hay una parte de
este que no es una porción corporal, es decir, que no se basa en la pauta del
funcionamiento del cuerpo, sino en experiencias corporales. Estas se refieren a la relación
de objeto del tipo no orgásmico, o a la que se puede denominar relación del no- yo, en el
lugar en que cabe afirmar que la continuidad deja paso a la contigüidad.
Todo lo que sucede en el juego se ha hecho antes, sentido antes, olido antes, y cuando
aparecen símbolos específicos de la unión entre el bebé y la madre (objetos
transicionales); dichos objetos fueron adoptados, no creados. Pero para el bebé c/u de los
detalles de su vida es un ejemplo de vivir creador. C/ objeto es un objeto “hallado”. Si se le
ofrece la posibilidad, el bebé empieza a vivir de manera creadora y a usar objetos reales
para mostrarse creativo en y con ellos.
El “niño privado” es inquieto e incapaz de jugar. La falta de confiabilidad o pérdida del
objeto significa para el niño la pérdida de la zona de juego, y la del símbolo significativo.
En circunstancias favorables el espacio potencial se llena de los productos de la
imaginación creadora del bebé. En los desfavorables, falta o es más o menos incierto el
uso creador de los objetos.
La capacidad para formar imágenes y usarlas de manera constructiva, por recombinación
en nuevas figuras, depende de la capacidad del niño para confiar.
Resumen:
La 3ª- zona, la del juego, que se ensancha en el vivir creador y en toda la vida cultural del
hombre es de gran importancia.
La zona de la experiencia está ubicada en el espacio potencial que existe entre el individuo
y el ambiente que al principio une y al mismo tiempo separa al bebé y la madre cuando el
amor materno, exhibido o manifestado como confiabilidad humana, otorga al bebé un
sentimiento de confianza en el factor ambiental.
El espacio potencial que existe entre el bebé y la madre, entre el niño y la familia, entre el
individuo y la sociedad, depende de la experiencia que conduce a confiar. Es allí donde el
individuo experimenta este vivir creador.
Un modelo de observación en el desarrollo emocional del niño. Estado simbiótico y
proceso de separación- individuación.
1- Fase autística normal.
2- Fase simbiótica normal. Características específicas de la simbiosis.
3-subfase de separación-individuacion.la constancia emocional

Winnicott, D.: “El proceso de maduración en el niño. Capítulo 7”.


Examina el crecimiento en términos de cambio gradual, que van desde la dependencia
hacia la independencia del sujeto. Esta última no es una independencia total hacia el resto
de los individuos de la sociedad, sino que se crea una relación entre el individuo y el medio
en la que podríamos calificarlos de interdependientes. El adulto se identifica con la
sociedad, sin tener que sacrificar excesivamente su espontaneidad personal.
Winnicott postula tres categorías:
• La Dependencia Absoluta, que ubica en el mundo interno, lo subjetivo, en el primer
semestre de vida. Al principio el niño depende completamente de la provisión
física aportada por la madre. Es el momento de la “fusión-ilusión”. Las funciones
maternas son la de sostén, la del manejo de la ilusión, y la de la presentación de la
realidad. El narcisismo primario, la indiscriminación yo, no-yo, la relación con un
objeto subjetivo, y la agresión no intencional, son las características de esta etapa.
• La Dependencia relativa, se ubica en un mundo intermedio, lo transicional, y se da
en el segundo semestre de vida. Consiste en una fase de adaptación. La totalidad
del procedimiento del cuidado infantil debe caracterizarse principalmente por el
modo firme y estable de presentarle el mundo a la criatura. La criatura comienza
de algún modo, a ser consciente de su dependencia. En esta etapa hay una
integración sumada a los logros madurativos; hay una separación madre- bebé;
aparece el objeto transicional en el espacio potencial del juego; hay una
diferenciación yo, no-yo, una agresión intencional, y un comienza de la relación de
objeto. La madre debe encargarse de la desilusión gradual.
• Hacia la independencia, se da en el mundo externo, lo objetivo, hacia el segundo
año de vida. El niño tiene consciencia de que la madre es necesaria. Hay logros de
autonomía ligados a la maduración; hay un proceso de mentalización, también una
capacidad para el uso de símbolos (lenguaje); hay instalación del área de los
fenómenos transicionales (juego-creatividad-cultura); hay una aceptación paulatina
de la realidad; pasaje al uso del objeto objetivo y comienzo de la socialización, el
niño se identifica con la sociedad. La madre debe captar las capacidades crecientes
y aceptar el desprendimiento.

6. el desarrollo emocional, aportes de Margaret Mahler y René Spitz

Mahler, M.: “El nacimiento psicológico del infante humano.”


Fases del proceso de separación-individuación:
Fase autística normal (0/2 meses)
Esta etapa se llama autística normal ya que el infante parece hallarse en una situación de
desorientación alucinatoria primitiva en la cual la satisfacción de necesidades parece
pertenecer a su propia órbita: “incondicionado”, omnipotente y autístico.
Hay una relativa ausencia de catexia (energía unida a algo) de los estímulos externos. Se
observa claramente la barrera que se opone a los estímulos, la falta innata de respuesta a
los estímulos externos. Pasa la mayor parte del día en un estado de semi sueño y semi
vigilia: se despierta sobre todo cuando el hambre y otras tensiones provocadas por
necesidades lo hacen llorar y cae nuevamente en el sueño cuando está satisfecho.
La función de este periodo debe encararse sobre todo en términos fisiológicos, no
psicológicos. Está protegido contra los estímulos externos para facilitar el crecimiento
fisiológico.
Es la maternación lo que saca gradualmente al infante de su tendencia innata a la
regresión vegetativa, y promueve la conciencia sensorial del ambiente y del contacto con
él. Tiene que ocurrir un desplazamiento progresivo de la libido desde el dentro del cuerpo
hacia la periferia.
Mahler propone dos estadios dentro de la fase de narcisismo primario:
 Durante las primeras semanas de vida extrauterina prevalece un estadio de
narcisismo primario absoluto, marcado por la falla de conciencia del infante
respecto de la existencia de un agente maternante. Este es el autismo normal.
 Va seguido de un estadio de oscura conciencia de que uno mismo no puede
proveer la satisfacción necesaria, sino que ésta proviene de algún lugar fuera de sí
mismo. Se podría llamar a este estadio de narcisismo primario, omnipotencia
alucinatoria condicionada (sabe que hay algo afuera que provee).
La tarea de esta fase es el logro del equilibrio homeostático del organismo dentro del
nuevo ambiente extra uterino, por mecanismos predominantemente somato-psíquicos
fisiológicos.
El neonato trae consigo al mundo exterior el equipo de autonomía primaria. Estos
aparatos de autonomía primaria obedecen a las reglas de la organización cenestésica del
sistema nervioso central: la reacción a cualquier estimulo que sobrepase el umbral de
recepción en las semanas de autismo es global, difusa, nos recuerda la vida fetal.
Comienzo fase simbiótica (2/3y4 meses)
El efecto de atenciones que la madre proporciona reduciendo los padecimientos de
hambre-necesidad no puede aislarse, ni el infante puede diferenciarlos de sus propios
intentos de reducir la tensión (orinar, toser, estornudar, etc.) que son todas maneras en
que el infante trata de librarse de una tensión desagradable. El efecto de estos fenómenos
expulsivos así como la gratificación que se obtiene con las atenciones de la madre, ayuda
al infante a diferenciar con el transcurso del tiempo entre una calidad de experiencia
“buena/placentera” y otra “penosa/mala”.
A partir del segundo mes una oscura conciencia de objeto que satisface las necesidades
marca el comienzo de la fase de simbiosis normal, en que el infante se comporta y
funciona como si él y su madre constituyeran un sistema omnipotente, una unidad dual
dentro de un límite unitario común.
El término simbiosis en este contexto es una metáfora. Es ese estado de indiferenciación,
de fusión con la madre, en que el “yo” no está aun diferenciado del “no yo” y en que lo
interno/externo solo están llegando en forma gradual a ser sentidos como diferentes.
La catexia libidinal investida en órbita simbiótica reemplaza la barrera institutiva innata
que se opone a los estímulos y protege al yo rudimentario de una tensión prematura no
específica de la fase, de los traumas por tensión excesiva.
El rasgo esencial de la simbiosis es la fusión somato-psíquica omnipotente, alucinatoria,
con la representación de la madre y la ilusión que existe un límite común entre 2
individuos físicamente separados.
El yo rudimentario del neonato y del infante pequeño tiene que complementarse con la
relación emocional establecida mediante el cuidado materno, una especie de simbiosis
social. Dentro de esta matriz de dependencia fisiológica y socio biológica, respecto de la
madre ocurre la diferenciación estructural que lleva a la organización del individuo para la
adaptación: el yo en funcionamiento.
La simbiosis era óptima cuando la madre permitía al infante pequeño enfrentar su cara a la
de ella, permitía y promovía el contacto visual, especialmente mientras daba el pecho o el
biberón al infante.
La cara humana en movimiento es el primer perceptor significativo y es el engrama
mnémico que suscita la sonrisa no especifica, llamada social. Esta respuesta específica de
sonrisa señala la entrada en el estadio de la relación con un objeto que satisface las
necesidades. Hay una catexia temporaria de la madre y/o atenciones que esta prodiga
(Que da con generosidad lo que tiene o lo pone al servicio de los demás) a raíz de la
pulsión de la necesidad. Esto corresponde a la entrada a la fase simbiótica. El narcisismo
primario prevalece sin embargo no es tan absoluto como era en la fase autística: el infante
comienza oscuramente a percibir la satisfacción de sus necesidades como algo que viene
de algún objeto- parte que satisface esas necesidades y se vuelve libidinalmente hacia esa
fuente o agente de maternación.
Desde el punto de vista de la imagen corporal, el cambio de una catexia
predominantemente propioceptiva-enteroceptiva a una catexia sensorioceptiva de la
periferia es un paso fundamental en el desarrollo. Este cambio fundamental es un
prerrequisito esencial de la formación del yo corporal.
Las sensaciones internas del infante constituyen el núcleo de su sí-mismo. A partir del cual
luego se establecerá el “sentimiento de identidad”.
Mahler plantea que la conducta de sostenimiento de la madre, la preocupación maternal
primaria en el sentido de Winnicott es el organizador simbiótico, el paterno de la
individualización, del nacimiento psi.
El autismo y simbiosis normal son prerrequisitos del comienzo del proceso de separación-
individuación. Entre todas las etapas incluida la de sep/ind, se pueden encontrar
similitudes: pueden diferenciarse conceptualmente sobre la base de agrupamientos de
fenómenos conductuales, pero se superponen en medida considerable. Pero desde un
punto de vista evolutivo, cada fase se presenta como un periodo en el que se hace una
contribución cualitativamente diferente al desarrollo psi del individuo.
#Fase autística normal: consolidación postnatal del desarrollo fisiológico extrauterino.
Promueve la homeostasis post-fetal.
#Fase simbiótica normal: marca la capacidad filogenética para investir a la madre dentro
de una vaga unidad dual, que constituye la tierra primordial a partir de la cual se forman
todas las relaciones humanas siguientes.
#Fase de separación e individuación: continuo aumento de la conciencia de separación del
sí-mismo y del “otro” que coincide con el origen del sentimiento de sí mismo, de la
verdadera relación de objeto y de la conciencia de una realidad existente en el mundo
exterior.
El autismo y simbiosis normal son los dos primeros estadios de no diferenciación: el
primero es no objetal, el segundo es pre-objetal.
Fase simbiótica normal
Está señalada x un aumento del investimento perceptual y afectivo por parte del infante,
de estímulos que nosotros (adultos) reconocemos como provenientes del mundo exterior
pero que el infante no reconoce como de origen externo.
Se va catexiando cada vez más el mundo, especialmente en la persona de la madre, pero
como unidad dual con el yo aún no claramente delineado, delimitado y experimentado.
La experiencia de dentro/fuera todavía es muy vaga, el objeto más catexiado, la madre, es
aún un objeto parcial.
Mahler formula la hipótesis de que las imágenes del objeto de amor y las imágenes del yo
corporal y más tarde yo psíquico, surgen de las huellas mnémicas cada vez más
abundantes de experiencias instintivas y emocionales placenteras y no placenteras y de las
percepciones con que éstas llegan a asociarse.
Cap. “Primera subfase: diferenciación y el desarrollo de la imagen corporal”
Alrededor de los 4/5 meses de edad, apogeo de la simbiosis, hay fenómenos conductuales
que parecen indicar el comienzo de la primera subfase de sep/ind, la diferenciación.
Durante los meses simbióticos el infante se ha familiarizado con la mitad maternante de su
yo simbólico, como lo indica la sonrisa social. Esta sonrisa se trasforma gradualmente en
la respuesta especifica de sonrisa a la madre, que es el signo crucial de que se ha
establecido un vinculo especifico entre el infante y su madre.
La ruptura del cascarón
#Evolución ontogenética gradual del sensorio –sistema perceptual consciente – que
permite al infante tener un sensorio más permanentemente alerta cuando está despierto.
La atención del infante que antes se dirigía en gran parte hacia adentro o se enfocaba en la
órbita simbiótica, se expande gradualmente con el advenimiento de la actividad
perceptual dirigida hacia el exterior durante los crecientes periodos de vigilia del niño. Este
es un cambio de grado más que de cualidad ya que durante el estado simbiótico el niño ha
estado por cierto muy atento a la figura maternante.
Hay una cierta apariencia nueva de alerta, insistencia y orientación hacia fines. El niño ya
no parece entrar y salir del estado de alerta, sino que tiene un sensorio más
permanentemente alerta cuando está en estado de vigilia.
Alrededor de los 6 meses comienzan los intentos de experimentar con la sep/ind. Se
puede observar en conductas como: tirar del cabello, orejas o nariz de la madre, poner
comida en la boca de la madre, etc.). Hay signos definidos de que el bebé comienza a
diferenciar su propio cuerpo del de su madre.
A los 6/7meses ocurre el apogeo de la exploración manual táctil y visual del rostro de la
madre, y de las partes cubiertas y desnudad del cuerpo de la madre.
Objetos transicionales y situaciones transicionales
El objeto trans. es un monumento a la necesidad de éste con el cuerpo de la madre que se
expresa tan conmovedoramente en la preferencia del infante por un objeto, que es
siempre el mismo, blando, flexible, cálido al tacto, pero especialmente x la exigencia de
que esté saturado x olores corporales. Ese objeto x lo general busca sustituir el pecho o el
cuello blando de la madre. La pauta de sedación o estimulación preferido por la madre es
adoptada, es decir asimilada x el infante a su propio modo y se transforma así en una
pauta transicional, que puede ejemplificarse con las caricias en la cara o ciertos
movimientos repetitivos.
Es posible observar individualmente diferentes inclinaciones y pautas, así como
características generales del estadio de diferenciación mismo. A todos los infantes les
gusta aventurarse y permanecer a corta distancia de los brazos de la madre; tan pronto
como su motricidad permite hacerlo tratan de desligarse del regazo materno pero tienden
a quedarse lo más cerca posible de los pies de ésta, gateando y jugando.
La pauta de verificación (7/8 meses)
La pauta visual de verificación de la madre, era el signo más importante y bastante regular
del comienzo de la diferenciación somato-psíquica. Parece ser la pauta normal más
importante de su desarrollo cognitivo emocional.
El bebé comienza un examen comparativo. Se interesa ahora en la madre y parece
compararla con otro, compara lo familiar con lo no familiar. Se familiariza con qué es de la
madre. También va descubriendo que pertenece o no al cuerpo de la madre (anteojos,
broche, etc.). Discrimina entre madre y el/la o lo que parece, produce la sensación, se
mueve en forma diferente de, o similar, a la madre.
Reacciones y ansiedad ante extraños
A los 8 meses el desarrollo de las reacciones ante extraños se ubica en un contexto amplio
que es el siguiente: una vez que el infante llegó a individuarse lo suficiente como para
reconocer el rostro de la madre y una vez que se familiariza con la modalidad y la manera
de sentir en general de su partícipe en la diada simbiótica, se aplica luego con mayor o
menor asombro y aprensión a una prolongada exploración visual y táctil y al estudio de los
rostros y la Gestalt de otros. Controla y compara los rasgos del rostro del extraño con los
del rostro de su madre y también con las imágenes internas que pueda tener de su madre.
En niños que han tenido una fase simbiótica óptima y en los que han prevalecido una
“expectativa confiada”, la curiosidad y el asombro, discernibles en nuestro ambiente de
investigación x la pauta de verificación, son los elementos predominantes en su examen a
los extraños.
Los dos carriles evolutivos de la separación y la individuación.
Al final del primer año y primeros meses del 2don podemos ver con claridad que el
proceso intrapsi de sep/ind sigue dos carriles evolutivos:
1) Individuación: evolución de la autonomía intrapsiquica, percepción,
memoria, cognición, la prueba de realidad.
2) Separación: sigue a la diferenciación, distanciamiento, formación de
límites y desvinculación con la madre.
Todos estos procesos de estructuración culminarán en auto representaciones
internalizadas, que se distinguen de las representaciones de los objetos.
Las situaciones óptimas parecen ser aquellas en que la conciencia de la separación
corporal, diferenciación de la madre, corre paralela con el desarrollo del funcionamiento
autónomo e independiente del deambulador: cognición, percepción, memoria, prueba de
realidad, etc., en una palabra las funciones del yo que sirven a la individuación.
Diferenciación -> Separación <-> Individuación.
Cap. 5 La segunda subfase: Ejercitación locomotriz
El primer periodo de ejercitación: la subfase de diferenciación se superpone con el
periodo de ejercitación locomotriz. Según las observaciones era útil concebir este periodo
en dos partes:
# 1° subfase de ejercitación: capacidad del infante de alejarse físicamente de su madre
gateando, trepando y poniéndose de pie pero aun agarrando.
# Período de ejercitación propiamente dicho: caracterizado por la locomoción vertical
libre.
Tres desarrollos interrelacionados contribuyen a que el niño haga sus primeros progresos
hacia la conciencia de separación y hacia la individuación.
Rápida diferenciación corporal de la madre
Establecimiento de un vínculo especifico con ella
Desarrollo y funcionamiento de los aparatos autónomos (movilidad) del yo en
estrecha proximidad con la madre.
Estos desarrollos parecen preparar el camino para que el interés del infante por su madre
se extienda a los objetos inanimados. El infante explora estos objetos visualmente e
investiga su gusto, textura y olor con boca y manos. Alguno de estos objetos puede
transformarse en un objeto transicional. Igualmente el interés por la madre parece tener
decidida precedencia.
La expansión de la capacidad locomotriz durante la 1° fase de ejercitación amplia el
mundo del niño; no solo tiene éste un rol más activo en determinar la cercanía y distancia
con su madre sino que las modalidades hasta entonces utilizadas para explorar el
ambiente relativamente familiar lo exponen repentinamente a un segmento más amplio
de la realidad.
El rasgo principal de esta subfase es el gozoso investimento en el ejercicio de las funciones
autónomas, especialmente la movilidad, hasta casi la fatal exclusión de un evidente interés
en la madre en algunos momentos
La distancia óptima parece ser la que permite al infante en movimiento y exploración, la
libertad y oportunidad de realizar tales actividades a cierta distancia física de su madre. O
sea la madre es siempre necesaria como punto estable, como “base de operaciones” que
satisface la necesidad de reabastecimiento mediante contacto físico. Es fácil observar
como el infante decaído y fatigado se anima y vigoriza en brevísimo tiempo luego de tal
contacto. Después prosigue sus exploraciones y queda de nuevo absorbido por su placer
de funcionamiento.
Subfase de ejercitación propiamente dicha: con el estímulo de las funciones autónomas
comienza el “idilio con el mundo”. El infante camina libremente en postura vertical; así
cambia el plano de su visión.
Durante estos 6/8 meses la catexia libidinal se desplaza sustancialmente y pasa al servicio
del yo autónomo en rápido desarrollo y de sus funciones, y el niño parece embriagado por
sus propias facultades y por la magnitud de su propio mundo. El narcisismo alcanza su
nivel máximo.
Comienza un investimento libidinal en continua progresión que se aplica a las habilidades
motrices de la ejercitación y a la exploración del ambiente que se va ampliando tanto en el
mundo humano como en el inanimado.
La principal característica de ésta subfase es el gran investimento narcisistico del niño en
sus propias funciones, su propio cuerpo y objetos y objetivos de su “realidad” en
expansión. Además de una gran impermeabilidad a los golpes y caídas y demás
frustraciones.
El niño se concentra en la ejercitación y dominio de sus propias habilidades y capacidades
autónomas (independientes de otros o de su madre). La exaltación de esta subfase no
tiene que ver solo con el ejercicio de los aparatos del yo sino también con la huida de la
fusión con la madre y el englobamiento en ella.
Importancia de la marcha: la marcha proporciona al infante un enorme aumento de
descubrimientos y pruebas de realidad del mundo mediante su propio control y dominio
mágico. Se ha descubierto que tanto en niños como en niñas, en el mes que sigue al logro
de la locomoción activa libre, la afirmación de la individualidad avanzaba a pasos
agigantados. Esto parece ser el primer gran paso hacia la formación de la identidad.
La renuncia de la madre a la posesión del cuerpo del infante es en su mayor parte
automática. En el caso de muchas madres, la preocupación llega a concentrarse
especialmente en el afán de que sus hijos caminaran. La locomoción vertical libre parece
transformarse para muchas madres en la prueba suprema del hecho de que el infante “lo
logró”.
El logro de la locomoción vertical es de suma importancia para el logro de la experiencia
de nacimiento psicológico; la ruptura del cascarón.
La expectación y confianza que la madre traslada cuando siente que su hijo es capaz de
“lograrlo” ahí afuera, parece ser un importante desencadenante del sentimiento de
seguridad en sí mismo que experimenta el niño, y quizá también el aliento inicial que lo
impulsa a intercambiar parte de su omnipotencia mágica por el placer de la propia
autonomía y de su creciente autoestima.
La bajada de tono: en la subfase de ejercitación los niños eran impermeables a golpes y
caídas, solo les bajaba el tono cuando se daban cuenta de que su madre no estaba en la
habitación. En esas oportunidades, disminuía su movilidad gestual y de actuación, se
reducía su interés en el ambiente y parecían estar preocupados con una atención
concentrada hacia adentro, “evocación de imágenes”.
Este estado “bajada de tono” deriva de 2 fenómenos recurrentes:
Si una persona que no era la madre trataba activamente de consolar al niño, éste
perdía su equilibrio emocional y rompía a llorar
El estado de bajada de todo del niño terminaba visiblemente en el momento de
su reencuentro con la madre, que había estado ausente por un breve lapso de
tiempo, aunque a veces no antes de que un corto llanto liberara su tensión
acumulada.

Hasta ese punto el niño había estado en un especial “estado del yo”: esta bajada de tono y
la evocación de la imagen de la madre que de ella se infiere, recuerda una depresión
analítica en miniatura.
Cap. 6 La tercera subfase: Acercamiento (año y medio a 2 años)
Consideraciones generales: con la adquisición de la locomoción vertical libre y con el logro
de ese estadio del desarrollo cognitivo, que Piaget considera como el comienzo de la
inteligencia representacional, el ser humano emerge como una persona separada y
autónoma. Estos dos poderosos organizadores constituyen los parteros del nacimiento psi.
En este estadio final del proceso de “ruptura del cascarón” el infante llega a constituir una
entidad individual separada.
A los 2 años y medio el infante se ha transformado en un deambulador. Se vuelve cada vez
más consciente y hace uso cada vez mayor de su separación física. Hay también una
disminución de su impermeabilidad previa a la frustración, así como una disminución de lo
que ha sido un relativo olvido de la presencia de la madre.
La falta relativa de interés por la presencia de la madre, que era característica de la subfase
de ejercitación, es reemplazada ahora por su interés aparentemente constante en
determinar dónde está la madre y por una conducta activa de acercamiento. A medida
que se desarrolla la conciencia de separación del infante –estimulada por su capacidad de
alejarse físicamente de su madre y por su desarrollo cognitivo- este parece tener una
necesidad mayor, un deseo de que la madre comparta con él todas sus nuevas habilidades
y experiencias, así como una necesidad de amor objetal.
Del año y medio a 2 años hay una búsqueda deliberada de contacto corporal íntimo, o su
evitamiento. Se vuelva cada vez más importante el lenguaje simbólico, la
intercomunicación vocal y de otros tipos y el juego.
Pautas de seguimiento y de huida: el seguimiento de la madre y la huida de ella, con la
expectativa de ser perseguido y arrebatado por los brazos de la madre, indican tanto el
deseo de reencuentro con el objeto de amor como el temor del niño de que ese objeto lo
absorba.
Se ve en el deambulador una “pauta de evitamiento” dirigida contra posibles
intromisiones en su autonomía, de reciente adquisición. Su incipiente temor de pérdida
del objeto amado representa un elemento del conflicto en vías de internalización.
En la época en que el deambulador pequeño de 12 a 15 meses se transforma en
deambulador grande, de hasta 24 meses (2 años), se ha llegado a un punto en que se
produce un giro emocional de suma importancia. El deambulador comienza experimentar
los obstáculos que entorpecen el camino de lo que sería su conquista del mundo. Junto a
la adquisición de habilidades y de facultades cognitivas perceptuales primitivas, ha habido
una diferenciación cada vez más clara, una separación entre la representación
intrapsiquica del objeto y la auto representación.
Si bien la individuación procede muy rápidamente y el niño la ejercita hasta el límite,
también se da cada vez más cuenta de su separación y emplea toda clase de mecanismos
para resistir y contrarrestar su separación real de la madre. [Ambivalencia]
Actitud de la madre: es la continuada disponibilidad emocional de la madre lo que resulta
esencial para que el yo autónomo del niño alcance su capacidad funcional óptima,
mientras va cediendo su confianza en la omnipotencia mágica. Si la madre está
“serenamente disponible”, la internalización de la relación entre la madre y el
deambulador puede progresar hasta el punto en que se inicia la comunicación verbal,
aunque aún predomine una vivaz conducta gestual es decir la afecto-movilidad.
El previsible compromiso emocional por parte de la madre parece facilitar el despliegue de
los procesos de pensamiento del deambulador, la prueba de realidad (distinguir estímulos
procedentes del mundo exterior de los internos) y la conducta imitativa al final del 2° o
comienzo del 3° año de vida.
Cuanto menos emocionalmente disponible esté la madre en la época de acercamiento,
con tanta mayor insistencia e incluso desesperación el deambulador intentara cortejarla.
En algunos casos, éste proceso drena una cantidad tan grande de la energía evolutiva de
que dispone el niño, que no queda energía ni libido ni agresión constructiva suficiente para
la evolución de muchas funciones emergentes del yo.
Esta fase de acercamiento se puede dividir en 3 periodos:
Comienzo del acercamiento
Crisis de acercamiento
Soluciones individuales de esta crisis, que dan por resultado pautaciones y
características de personalidad con las que el niño entre en la 4ta subfase de la
sep/ind, es decir la consolidación de la individuación.
Comienzo del acercamiento
Junto con la incipiente conciencia de separación, el niño llegaba a comprender que los
deseos de su madre no eran siempre de ninguna manera idénticos a los suyos o al
revés. Esta comprensión desafiaba fuertemente el sentimiento de grandeza y
omnipotencia del periodo de ejercitación, en la que se había sentido en la “cumbre del
mundo”.
La exaltada preocupación del deambulador por la locomoción y la exploración por si
misma estaba comenzando a disminuir. La fuente de máximo placer del niño se
desplazaba de la locomoción independiente y la exploración del mundo inanimado en
expansión, a la interacción social. Los juegos de escondidas, y también los de imitación
son ahora los pasatiempos favoritos. El reconocimiento de la madre como una persona
separada en el amplio mundo iba paralela a la conciencia de la existencia separada de
otros niños, de que éstos eran similares pero diferentes del yo de uno. Los niños
mostraban entonces un mayor deseo de tener o hacer lo que otro niño tenía o hacía,
un deseo de actividad especular, de imitación, identificación en cierta medida con el
otro niño. [Esto ocurre durante la fase anal, con características de adquisitividad, celos,
y envidias típicas de esa fase]. También se da el descubrimiento sexual, este
descubrimiento estimulaba la adquisición de una conciencia más neta del propio
cuerpo y de la relación de éste con los cuerpos de otras personas; posesión que le es
propia.
Expansión social y relación con los padres: el deseo de más autonomía por parte del
niño no solo se expresaba por el negativismo hacia la madre y otras personas, sino que
también llevaba a una extensión activa del mundo madre-hijo: principalmente para
incluir al padre. El padre como objeto de amor pertenece a una categoría de objetos
de amor totalmente distinta de la madre. Aunque no está totalmente fuera de la unión
simbiótica tampoco es parte plenamente de ella. Además el infante percibe que hay
una relación especial del padre con la madre.
Reacción a la separación en la 1° subfase: la ausencia de la madre producía un
aumento de actividad y la inquietud. El equivalente de la bajada de tomo, en el
momento en que el niño comprende su estado de separación, es el afecto o emoción
de tristeza. Soportar la tristeza parece requerir una gran dosis de robustez yoica, un
investimento que el niño no parece capaz de realizar a esa edad; la hiperactividad o la
inquietud pueden considerarse en este caso, como una actividad defensiva temprana
contra la conciencia del penoso estado afectivo de tristeza. A medida que progresaba
la subfase los niños descubren maneras más activas de enfrentar las ausencias de la
madre: se relacionaban con adultos sustitutos y se dedicaban al juego simbólico.
Muchas formas del juego revelaban una temprana identificación con la madre o el
padre. Parecía estar ocurriendo el comienzo de la internalización de la representación
objetal.
Para la mayoría el primer periodo de acercamiento culminaba a la edad de año y
medio en lo que parecía una consolidación y aceptación temporarias de la separación.
También se observan importantes indicios de la inminente lucha con el objeto de amor,
que traslucían a través de muchas conductas, como los berrinches.
Estructuralización del yo y establecimiento de un sí mismo cohesivo. La primera
conciencia de separación trajo como uno de los descubrimientos del niño notar que
uno podía pedir que satisficieran sus deseos, mediante el empleo de palabras y gestos
de pedido o de necesidad; también era importante el descubrimiento de que a uno lo
elogiaban y admiraban si realizaba proezas de habilidad motriz y otros tipos. Parecía
importante para el infante en periodo de acercamiento que pudiera proporcionar
placer a su madre (llevándole juguetes)
Crisis de acercamiento (año y medio y posterioridad)
Los niños preferían cada vez más que no les recordaran que a veces no podían
arreglárselas solos. Se producían como consecuencia conflictos que parecían centrarse en
el deseo de estar separado y ser grande omnipotente por una parte, y hacer que la madre
satisficiera mágicamente los deseos sin tener que reconocer que en realidad llegaba la
ayuda del exterior, por otro.
El periodo se caracteriza entonces por el deseo rápidamente alternante de alejar a la
madre y de aferrarse a ella. Ambivalencia característica de los niños que están en la mitad
de subfase de acercamiento. Era característico utilizar a la madre como una extensión de sí
mismo, proceso en el cual de alguna manera negaban la penosa conciencia de separación
(tirar de la mano de la madre y usarla como una herramienta para alcanzar objeto
deseado).
Aparece un fenómeno inesperado y extraño, la ansiedad repentina, que el infante
experimentaba de que su madre se hubiera ido, en ocasiones en que ésta ni siquiera se
había levantado de la silla.
El deseo de funcionar mediante el propio yo puede resultar amenazador para el niño en el
punto mismo del desarrollo en que sus sentimientos y deseos y los de la madre están aún
poco diferenciados. El deseo de ser autónomo y separado de la madre podría significar
también que la madre querría dejar al niño (periodo introyectado -proyectivo).
También se encuentra un enérgico resurgimiento de la ansiedad ante extraños. Por otro
lado la indecisión.
Ampliación del ámbito emocional y comienzo de empatía: muchos niños en las
observaciones mostraron por primera vez que estaban luchando contra sus lágrimas,
tratando de reprimir su necesidad de llorar. A esta edad ven muchos signos de
identificación con las actividades de otros, en especial madre o padre. Esto estaba en un
nivel superior de identificación del yo.
Reacciones ante la crisis: el infante no gustaba en general que lo “dejaran abandonado”.
Comenzaban a producirse dificultades en el proceso mismo de la despedida, expresadas
en la reacción de aferrarse a la madre, acompañada por depresión y una incapacidad
inicial, breve o prolongada de dedicarse a jugar.
Fenómenos transicionales: es otro mecanismo para enfrentar la separación durante esta
crisis de acercamiento. Son los fenómenos transicionales (pueden estar más o menos
relacionados con la madre). Poco a poco eran más capaces de dejar a la madre
activamente y por propia iniciativa. Puede haber un nuevo adulto para ofrecer
satisfacciones alternativas y canalizar así el descontento promoviendo sublimaciones
incipientes.
Moldeamiento del acercamiento; distancia óptima
Al año y nueve meses podía observarse una disminución general de la lucha por el
acercamiento. Cada niño parecía una vez más encontrar la distancia óptima respecto de su
madre, la distancia a la cual su funcionamiento era óptimo.
Los elementos de la creciente individuación que posibilitaban esta capacidad para
funcionar a mayor distancia son:
1) Desarrollo del lenguaje: designación de objetos y expresión de deseos con palabras
específicas. La capacidad de nombrar objetos proporciona al infante un mayor sentimiento
de capacidad de controlar su ambiente. Por ejemplo: el pronombre yo.
2) Proceso de internalización: actos de identificación con la madre y el padre “buenos” y
proveedores de satisfacciones como de la internalización de reglas y exigencias (comienzo
del súper yo).
3) Progreso de la capacidad de expresar deseos y fantasías mediante el juego simbólico, así
como el uso del juego para fines de dominio.
Las vicisitudes del proceso de individuación de los niños iban cambiando tan rápidamente,
que ya no se trataba de conductas específicas de una fase, sino individualmente muy
distintas y diferentes de un niño a otro. También parecía producirse una diferencia
bastante significativa en el desarrollo de los niños, en comparación con las niñas. Las niñas
estaban en mayor cercanía con la madre y estaban más persistentemente enredadas en
los aspectos ambivalentes de la relación con ella. Había un hecho muy importante: la
herida en el narcisismo, que experimentaban las niñas al no tener pene, era casi sin
excepción reprochada a la madre. Cuando los niños andaban por los 23 meses, parecía
que su capacidad para enfrentar la separación y también la separación física real, dependía
en cada caso de la historia de la relación madre-hijo así como el estado presente de esa
relación. Cada niño además había establecido sus propias maneras características de
sobreponerse a la ansiedad.
Esta fase final muy importante de acercamiento como desarrollo intrapsiquico parecía ser
la suma de las soluciones a las múltiples tareas evolutivas y maduracionales, a las que
había llegado cada niño individual durante el curso de su desarrollo particular en las
subfases, hasta el comienzo de la 4ta subfase.
El resultado clínico de esta crisis de acercamiento será determinado por:
Desarrollo hacia la constancia del objeto libidinal
La cantidad y calidad de las frustraciones posteriores
Posibles traumas por shock
Grado de ansiedad de castración
Destino del complejo de Edipo
Crisis evolutivas de la adolescencia.
Cap. 7 “4ta subfase: consolidación de la individualidad y los comienzos de la constancia
objetal emocional” (2 años a 3 años, y sigue)
La tarea principal de esta subfase es doble:
Logro de una individualidad definida y en ciertos aspectos, vitalicia.
Logro de un cierto grado de constancia objetal.
Hay una estructuralización de gran alcance del yo y se forman precursores del
súper yo.
El establecimiento de la constancia objetal afectiva depende de la gradual
internalización de una imagen constante positiva catexiada de la madre. La
constancia objetal emocional se basará en el logro cognitivo del objeto
permanente pero también participan todos los otros aspectos del desarrollo de la
personalidad del niño. Pero la constancia objetal implica algo más que el
mantenimiento de la representación del objeto de amor ausente. Implica la
unificación del objeto “bueno” y “malo” en una representación total.
Hoffer señala que la constancia objetal debe considerarse como el último estadio
en el desarrollo de una relación objetal madura. Tiene una repercusión especial
sobre el destino de los impulsos agresivos y hostiles. El objeto de amor no será
rechazado ni cambiado por otro cuando ya no pueda proporcionar satisfacción, en
ese estado aún se añora al objeto y no se lo rechaza como insatisfactorio
simplemente porque está ausente.
El establecimiento de la constancia objetal emocional incluye todos los aspectos
del desarrollo psíquico. Los determinantes previos esenciales son:
1. Fe y confianza a raíz de que ya en la fase simbiótica ha ocurrido un alivio regular
de la tensión, que es provocada por las necesidades y que es proporcionado por el
instrumento de satisfacción de necesidades. Este alivio de la tensión provocada por
las necesidades se va atribuyendo al objeto total que las satisface (madre) y se
transfiere luego por medio de la internalización a la representación de la madre.
2. Adquisición cognitiva de la representación interna simbólica del objeto
permanente (en sentido de Piaget); del objeto único de amor: la madre. Hay
implicados otros factores como dotación y maduración instintivas innatas,
neutralización de la energía instintiva, prueba de realidad, tolerancia a la
frustración, ansiedad, etc. Después de bien avanzada la constancia objetal, la
madre puede ser sustituida durante su ausencia física, por la presencia de una
imagen interna confiable, que se mantiene relativamente estable. Así, puede
prolongarse y tolerarse mejor la separación temporaria.
El establecimiento de la permanencia de objeto y de una imagen mental del objeto,
es un prerrequisito necesario pero no suficiente del establecimiento de la
constancia objetal libidinal. Hacen falta otros aspectos de maduración y desarrollo
instintivo y del yo para la lenta transición de la relación de amor más primitiva y
ambivalente, a la relación más madura, mutua, de dar y tomar, con el objeto de
amor, propia del niño en edad escolar y adulto.
La constancia del objeto libidinal es suficientemente estable en el niño normal de
tres años, como lo representa socio culturalmente la elección de esa edad como
punto común en que se considera apto al niño para entrar en jardín de infantes.
El niño se va volviendo en general cada vez más capaz de aceptar de nuevo la
separación de la madre (como en periodo de ejercitación). Cuando está absorbido
por el juego parece preferir quedarse en el cuarto sin la madre, a tener que dejar
ese cuarto para estar con ella. Considera la autora esto como signo de logro
incipiente de la constancia objetal emocional.
El logro de individualidad
La comunicación verbal que comenzó en la tercera subfase se desarrolla durante ésta y en
la 4ta subfase de la sep/ind y reemplaza lentamente a los otros modos de comunicación
(aunque lo gestual sigue siendo muy visible).
El juego se vuelve más planificado y constructivo. Comienzo del juego de fantasía,
desempeño de roles y juego como-sí. Las observaciones acerca del mundo real se vuelven
detalladas y están claramente incluidas en el juego.
Comienza a desarrollarse un sentimiento del tiempo (y de relaciones espaciales) y una
capacidad de tolerar la demora en la gratificación y de soportar la separación.
Fuerte resistencia activa a las exigencias de los adultos, una gran necesidad y deseo de
autonomía. También hay un leve o moderado negativismo que parece ser esencial para el
desarrollo del sentimiento de identidad.
Entonces esta subfase se caracteriza por el despliegue de funciones cognitivas complejas:
comunicación verbal, fantasía, y prueba de realidad. El establecimiento de
representaciones mentales del yo como algo netamente separado de las representaciones
de los objetos, prepara el camino para la formación de la auto identidad.
Principales condiciones de la salud mental: desarrollo pre-edipico. Logro y continuidad de
la capacidad del niño para retener o restablecer su autoestima en el contexto de una
relativa constancia objetal libidinal.
La madre interna”, imagen interna debe estar más o menos disponible al 3er año para
proporcionar confortación al niño en ausencia física de la madre. La primera base de
estabilidad y la cualidad de esta representación interna es la relación real madre- hijo
como la vimos desenvolverse en la interacción cotidiana entre ambos.
Spitz, R. “El primer año de vida del niño”
El precursor del objeto
LA RESPUESTA SONRIENTE
Con el comienzo del segundo mes de vida, el rostro humano se convierte en un perceptor
visual privilegiado, preferido a todas las demás “cosas” del medio circundante del infante.
Ahora le dedica su atención completa y prolongada. En el tercer mes, este “volverse hacia”
en respuesta al estimulo del rostro humano culmina en una respuesta nueva, claramente
definida, específicamente propia de la especie. La madurez física y el desarrollo
psicológico del infante le permiten coordinar al menos una parte de su equipo somático y
usarlo para la expresión de la experiencia psicológica; ahora responderá al rostro del
adulto con una sonrisa. Esta sonrisa es la primera manifestación de conducta activa,
dirigida e intencional.
En el tercer mes de vida el bebé responde el rostro del adulto sonriendo, si se cumplen
ciertas condiciones: que el rostro se muestre de frente, de modo que el infante pueda ver
los dos ojos y que el semblante tenga movilidad. A esa edad no hay ninguna otra cosa, ni
siquiera el alimento del infante, que provoque esta respuesta. Quedó establecido que la
respuesta sonriente del infante en el tercer mes de vida, su reconocimiento de la faz
humana no indica una verdadera relación de objeto. El niño percibe solo un signo. Este
signo es proporcionado por el rostro humano, pero no es la totalidad del semblante con
todos sus detalles lo que constituye el signo, sino más bien una Gestalt privilegiada que
forma parte de él. Esta gestalt privilegiada se compone de la frente, los ojos y la nariz,
todo ello en movimiento. Que el infante responde sin duda a una gestalt, se demuestra
por el hecho de que su respuesta no está limitada a un individuo (tal como la madre) sino
que aquellos individuos, a los que responde con la sonrisa, pueden intercambiarse con
toda libertad. La sonrisa del infante entre los 3 y los 6 meses no es suscitada por el rostro
del ser humano sino por un indicador Gestalt, un signo Gestalt. Es evidente que la gestalt
signo no es un objeto de verdad, por eso ha de denominarse un pre objeto. Lo que el
infante reconoce en esta gestalt signo, no son las cualidades esenciales del objeto libidinal,
ni los atributos propios del objeto que atiende a las necesidades del infante que lo protege
y satisface. Lo que reconoce durante la etapa preobjetal son atributos secundarios,
externos y no esenciales. Reconoce la gestalt signo que es la configuración de una parte
del rostro humano, no de un rostro individual especifico, sino de un semblante cualquiera
que se le presente de frente y en movimiento. Se necesitarán otros 4 o 6 meses para que
el bebé sea capaz de diferenciar un rostro entre muchos, de dotar a ese rostro con los
atributos del objeto. El infante entonces es capaz de transformar lo que era solo una
gestalt signo en su objeto de amor individual y único. Este es el indicador visual externo
del proceso intrapsiquico de la formación del objeto, la parte observable del proceso de
estabilización de un objeto libidinal. La gestalt signo que el niño reconoce a la edad de 3
meses es una transición desde la percepción de cosas al establecimiento del objeto
libidinal.
LA ANGUSTIA DEL 8VO MES
Entre el 6 y 8 mes se produce un cambio decisivo en la conducta del niño hacia los otros.
Ya no responderá el bebé con una sonrisa cuando un visitante casual se detenga junto a su
camita y le sonría moviendo la cabeza. Para esa edad la capacidad para la diferenciación
perceptiva diacrítica esta ya bien desarrollada. Ahora el infante distingue claramente entre
el amigo y el extraño. Si uno de éstos se acerca a él, dará muestras de diversas
intensidades de recelo y de angustia y rechazará al desconocido. Puede bajar los ojos
tímidamente puede cubrírselos con las manos, alzar sus vestidos para ocultarse el rostro,
arrojarse bocabajo y esconder la cara entre las mantas o puede llorar o chillar. El
denominador consiste en una negativa entrar en contacto con el desconocido, un volverle
la espalda, con matiz más o menos pronunciado de angustia. La angustia del 8vo mes el
autor la considera la primera manifestación de la angustia propiamente dicha. La angustia
del 8vo mes es enteramente diferente de la conducta miedosa. En la reacción hacia el
desconocido el niño responde a algo o a alguien con lo que no tuvo nunca antes una
experiencia desagradable. En esta etapa el niño ya está más avanzado en todos los
aspectos, si reacciona al enfrentarse con un desconocido es porque éste no es su madre:
su madre “lo ha dejado”. Este se siente burlado en el deseo de tener a su madre con él. La
angustia que manifiesta es en respuesta de su percepción de que el rostro del
desconocido no coincide con las huellas mnémicas del rostro de la madre. Como la
respuesta sonriente a los 3 meses, la angustia del 8vo mes señala una etapa diferente en
el desarrollo de la organización psíquica. Spitz supone que esta capacidad de
desplazamiento catéxico sobre las huellas mnémicas acumuladas con seguridad en el niño
de 8 meses reflejan el hecho de que ha llegado a establecer una verdadera relación de
objeto y que la madre se ha convertido en el objeto libidinal, su objeto amoroso. Antes de
esto, apenas se podía hablar de amor, pues este no existe hasta que el amado puede ser
distinguido de los demás y no hay objeto libidinal en tanto que éste sigue siendo
intercambiable. Que lleva a la constitución del objeto libidinal: 1) el establecimiento de la
representación del rostro humano en el sistema mnémico como un incentivo, nos informa
el surgimiento del precursor del objeto: esto señala el primer paso importante en el
desarrollo de las relaciones de objeto; 2) tres o cuatro meses después, en el 8vo, aparece
la angustia. Esta indica que el niño diferencia el semblante de la madre y le adjudica un
lugar único entre los demás rostros humanos.
El organizador de la psique es una construcción ideal, un modelo que el autor ha
encontrado útil para comprender determinados fenómenos del desarrollo psíquico. La
introducción del concepto del organizador queda justificada al observar que supera con
éxito la transición de una fase a la siguiente, actúa como un catalizador, espoleando el
desarrollo del infante. La interdependencia de los sectores del desarrollo la operación
perceptible de alimentación mutua entre ellos, hace que el concepto del organizador sea
muy adecuado para explicar la complejidad de los hitos de la maduración y del desarrollo
logrados por el infante. Estas construcciones ideales nos permiten condensar la
multiplicidad de los logros madurativos y evolutivos alcanzados por el infante en forma
manejable, sin tener que enumerarlos en cada caso.
DOMINIO DEL “NO”
Luego del establecimiento del segundo organizador se producen grandes
transformaciones en las relaciones objétales y el niño comienza a comprender gestos,
matices en las actitudes afectivas y surge la facultad de participación de una actividad
lúdica reciproca. Entre los más importantes progresos del niño en dicha fase esta la
comprensión de las prohibiciones y de las órdenes así como los comienzos del mecanismo
de identificación.
Cuando el niño comienza a caminar, se hace independiente, pone distancia entre él y su
madre y las intervenciones de ella se efectúan cada vez más a través de palabras y gestos.
Del murmullo con el que la mamá le hablaba a su bebe que no impedían ni obligaban a
nada, pasa la madre a expresar en sus frases prohibiciones, ordenes y esto forma parte de
la acción de la madre. El signo negativo y la palabra No representan el primer concepto
abstracto que se cristaliza en la vida mental del niño. Esto ya no es imitación pura pues el
niño lo usa cuando quiere.
El dinamismo por el cual se adquiere el signo semántico No es:
1) el objeto libidinal inflige una frustración al niño con el gesto NO, produciendo
desagrado;
2) el gesto deja un vestigio en la memoria.
3) la carga de desagrado produce en el Ello una sacudida agresiva que quedara asociada a l
vestigio de memoria en el YO.
El dominio del Yo presupone la adquisición de las facultades de JUICIO y NEGACIÓN. Con la
conquista del gesto negativo la acción (que implica contacto directo) se ve reemplazada
por el verbo, es decir, comienza la comunicación a distancia. A esta conquista, a la
adquisición del signo negativo y de la palabra NO, considera Spitz síntoma visible de la
formación del Tercer Organizador.

7. El juego. Significación obligatoria.


Piaget, J. & Inhelder, B. Cap.3. La función semiótica o simbólica
Al finalizar el periodo senso-motor, hacia los dos años, aparece la función semiótica o
simbólica, fundamental para la evolución de las conductas futuras. Ella consiste en poder
representar algo (un “significado” cualquiera: objeto, acontecimiento, esquema
conceptual, etcétera) por medio de un “significante” diferenciado y que sólo sirve para esa
representación: lenguaje, imagen mental, gesto simbólico, etc.
I.-La función semiótica y la imitación
En el periodo senso-motor no se observa representación (la evocación de un objeto
ausente). En este periodo toda asimilación consiste en conferir significaciones. Si hay ahí
significación de conjunto (dualidad entre significados y significantes) los significantes son
siempre perceptivos, indiferenciados de sus significados, lo que excluye hablar de función
semiótica en este nivel. Un significante indiferenciado no es aún, ni un símbolo ni un signo;
es un indicio. Un indicio está efectivamente indiferenciado de su significado, en el sentido
de que constituye una parte, un aspecto, etc.
1. Aparición de la función semiótica. En el curso del segundo año, aparece un conjunto de
conductas que implican la evocación representativa de un objeto o de un acontecimiento
ausentes y que supone, en consecuencia, la construcción o el empleo de significantes
diferenciados, ya que deben poder referirse a elementos no actualmente perceptibles
tanto como a los que están presentes. Pueden distinguirse cinco de esas conductas de
aparición casi simultánea y que vamos a enumerar en orden de complejidad creciente:
1) Imitación diferida, se inicia en ausencia del modelo. En una conducta senso-motora, el
niño comienza por imitar en presencia del modelo, sólo más tarde puede hacerlo en
ausencia del mismo sin que esto implique alguna representación en pensamiento. Esta
imitación diferida constituye un comienzo de representación, y el gesto imitador, un inicio
de significante diferenciado.
2) Juego simbólico juego de ficción, aquí la representación es neta y el significante
diferenciado es, de nuevo, un gesto imitador, pero acompañado de objetos que se han
hecho simbólicos.
3) Dibujo o imagen gráfica es un intermediario entre el juego y la imagen mental, aunque
no aparece apenas antes de los dos o de los dos años y medio.
4) Imagen mental, no se encuentra huella de ésta en el periodo senso-motor, y aparece
como una imitación interiorizada.
5) Lenguaje, permite la evocación verbal de acontecimientos no actuales.
2. Papel de la imitación. Las cuatro primeras formas de conductas se basan en la imitación
y el lenguaje mismo, que no es inventado por el niño, se adquiere en un contexto
necesario de imitación. La imitación, constituye a la vez la prefiguración senso-motora de
la representación y, en consecuencia, el término de paso entre el nivel senso-motor y el de
las conductas propiamente representativas.
La imitación es una prefiguración de la representación, es decir, que constituye, en el curso
del período senso-motor, una especie de representación en actos materiales, todavía no
en pensamiento.
Al término del período senso-motor, el niño ha adquirido una capacidad suficiente, en
dominio de la imitación generalizada, para que se haga posible la imitación diferida: la
representación en acto se libera de las exigencias senso-motoras de copia perceptiva
directa para alcanzar un nivel intermedio en el que el acto, desprendido así de su contexto,
se hace significante diferenciado y, consecuentemente, en parte ya representación en
pensamiento.
Con el juego simbólico y el dibujo este pasaje de la representación en acto a la
representación-pensamiento se refuerza. Con la imagen mental, la imitación no es ya sólo
diferida, sino interiorizada, y la representación que hace posible disociada de todo acto
exterior a favor de bosquejos internos de acciones, está entonces presta para convertirse
en pensamiento. La adquisición del lenguaje, accesible en esos contextos imitativos,
finaliza el proceso, asegurando un contacto con o demás, mucho más potente que la
simple imitación y que permite a la representación naciente aumentar sus poderes
apoyándose en la comunicación.
3. Dos clases de instrumentos que genera la función semiótica: los símbolos y los signos.
Los símbolos, son “motivados”, es decir, presentan, aunque significantes diferenciados,
alguna semejanza con sus significados. Los símbolos pueden ser construidos por el
individuo solo. Los primeros símbolos del juego del niño son buenos ejemplos de esas
creaciones individuales: la imitación diferida, el juego simbólico y la imagen mental
dependen directamente de la imitación, no como transmisión de modelos exteriores
dados, sino como paso de la pre-representación en acto a la representación en
pensamiento. Implica el ejercicio de esquemas sin un objeto al que acomodarse.
Por otro lado, los signos son arbitrarios o convencionales. El signo ha de ser
necesariamente colectivo: el niño lo recibe por el canal de imitación, pero esta vez como
adquisición de modelos exteriores; él solamente lo acomoda en seguida a su manera y lo
utiliza.
II.-El juego simbólico
Resulta indispensable a su equilibrio afectivo e intelectual que, el niño, pueda disponer de
un sector de actividad cuya motivación no sea la adaptación a lo real, sino, por el
contrario, la asimilación de lo real al yo, sin coacciones ni sanciones: el juego, que
transforma lo real, por asimilación más o menos pura, a las necesidades del yo; la
imitación (cuando constituye un fin en sí) es acomodación más o menos pura a los
modelos exteriores; y la inteligencia es equilibrio entre la asimilación y la acomodación.
El niño necesita de un medio propio de expresión, de un sistema de significantes
construidos por él y adaptables a sus deseos: tal es el sistema de los símbolos propios del
juego simbólico, tomados de la imitación a títulos de instrumentos; pero de una imitación
no perseguida por ella misma, sino simplemente utilizada como medio evocador al servicio
de la asimilación lúdica: tal es el juego simbólico, que no es sólo asimilación de lo real al
yo, como el juego en general, sino asimilación asegurada (lo que la refuerza) por el
lenguaje simbólico construido por el yo y modificable a la medida de las necesidades.
El niño tiene la necesidad de un simbolismo más directo, que le permita volver a vivir ese
acontecimiento, en vez de contentarse con una evocación mental.
Ese simbolismo centrado en el yo no consiste sólo en formular y en alimentar los diversos
intereses conscientes del sujeto. El juego simbólico se refiere frecuentemente también a
conflictos inconscientes: intereses sexuales, defensa contra la angustia, fobias, agresividad
o identificación con agresores, etc. el simbolismo del juego se une en estos casos al del
sueño. El durmiente pierde, a la vez, la utilización razonada del lenguaje, el sentido de lo
real y los instrumentos deductivos o lógicos de s inteligencia; se halla entonces, sin querer,
en la situación de asimilación simbólica que el niño busca por ella misma.
III.- El dibujo
Presenta el mismo placer funcional que el juego simbólico y comparte el esfuerzo de
imitación de lo real con la imagen mental.
Luquet ha demostrado que el dibujo del niño, hasta los ocho o los nueve años, es
esencialmente realista de intención pero que el sujeto comienza por dibujar lo que sabe
de un personaje o de un objeto mucho antes de expresar gráficamente lo que ve en él.
El realismo del dibujo pasa por diferentes fases. Realismo fortuito: fase de los garabatos.
Realismo frustrado: en esta fase los elementos de la copia están yuxtapuestos, en lugar de
coordinarlos en un todo. Realismo intelectual: en el que el dibujo ha superado las
dificultades primitivas, pero proporciona esencialmente los atributos conceptuales sin
preocupaciones de perspectiva visual. Realismo visual (8/9 años): muestra dos novedades;
por un lado, el dibujo no representa sino lo que es visible desde un punto de vista
perspectivo particular; por otro lado, el dibujo tiene en cuenta la disposición de los objetos
según un plan de conjunto y sus proporciones métricas.
IV.- Las imágenes mentales
1. Los problemas de la imagen. Las imágenes mentales aparecen relativamente tarde y
resultan de una imitación interiorizada. Esa imitación trata de proporcionar una copia
activa de los cuadros perceptivos con eventuales esbozos de referencias sensoriales.
El problema que suscita la imagen en psicología del niño consiste entonces en seguir, en el
curso del desarrollo, las relaciones entre el simbolismo imaginado y los mecanismos
preoperatorios u operatorios de pensamiento.
2. Dos tipos de imágenes. Se ha demostrado una nítida diferencia entre las imágenes de
nivel preoperatorio (hasta los 7 u 8 años) y las de los niveles operatorios.
Podemos distinguir dos grandes categorías de imágenes mentales: las imágenes
reproductoras, que se limitan a evocar espectáculos ya conocidos y percibidos
anteriormente, y las imágenes anticipadoras, que imaginan movimientos o
transformaciones, así como sus resultados, pero sin haber asistido anteriormente a su
realización. En principio, las imágenes reproductivas pueden ser: estáticas, cinéticas y de
transformación, porque esas tres clases de realidades se ofrecen constantemente en la
experiencia perceptiva del sujeto.
Al nivel preoperatorio, las imágenes mentales del niño son casi exclusivamente estáticas,
con dificultad sistemática para reproducir movimientos o transformaciones, así como sus
resultados en sí, sólo al nivel de las operaciones concretas, los niños consiguen esas
reproducciones de movimientos anticipadoras de categorías correspondientes. Eso parece
probar: 1)que la reproducción imaginada de movimientos o de transformaciones, incluso
conocidos, supone también una re anticipación; 2)que toda imagen, reproductora o
anticipadora, de movimientos o de transformaciones se apoya sobre las operaciones que
permiten comprender esos procesos, a la vez que imaginarlos.
3. Las imágenes-copias. En estas imágenes, el modelo que ante los ojos del sujeto o acaba
de ser percibido, sin que haya evocación diferida a días o semanas de distancia. Consiste
en una simple imitación material (gráfica o gestual) por oposición a la imagen menta, que
es una imitación interiorizada.
4. Imágenes cinéticas y de transformación. Se trata de imágenes mentales, son difíciles de
alcanzarlas, sólo se puede acceder a ellas a través de medios indirectos. Las imágenes
cinéticas y de transformación sólo son posibles después de los siete u ocho años, y ello
gracias a anticipaciones o re anticipaciones que se apoyan, sin duda, ellas mismas, en la
comprensión operatoria.
5. Imágenes y operaciones. Las imágenes mentales sólo constituyen un sistema de
símbolos que traducen, más o menos exactamente, pero en general con retraso, el nivel de
comprensión preoperatoria y luego operatoria de los sujetos. La imagen no basta para
engendrar las estructuras operatorias, la imagen en sí misma sigue estática y discontinua.
Cuando, después de los siete-ocho años, la imagen se hace anticipadora y, en
consecuencia, mejor para servir de soporte a las operaciones, ese progreso no resulta de
una modificación interna y autónoma de las imágenes, sino de la intervención de
aportaciones exteriores debidas a la formación de las operaciones. Estas se derivan, en
efecto, de la acción en sí y no del simbolismo imaginado, ni tampoco, del sistema de signos
verbales o del lenguaje.
V.- La memoria y la estructura de los recuerdos-imágenes
El problema principal del desarrollo de la memoria es el de su organización progresiva. Hay
dos tipos de memoria: de reconocimiento y de evocación. La memoria de reconocimiento
sólo actúa en presencia del objeto ya encontrado y consiste en reconocerlo. Esta memoria
es muy precoz (existe inclusive en los invertebrados) y está necesariamente ligada a
esquemas de acción o de hábito. La memoria de evocación consiste en evocar el objeto en
su ausencia, por medio de un recuerdo-imagen. Dicha memoria no aparece antes de la
imagen mental, el lenguaje plantea un problema esencial: el de su independencia o su
dependencia con relación al esquematismo general de las acciones y de las operaciones.
El problema de la memoria es, ante todo, un problema de delimitación. No toda la
conservación del pasado es memoria, ya que un esquema (desde el nivel senso-motor al
nivel operatorio) se conserva por su funcionamiento, incluso independiente de toda
“memoria”. Puede suponerse que la memoria no es otra cosa que el aspecto figurativo de
los sistemas de esquemas en su totalidad, a partir de los esquemas senso-motores
elementales (en los que el aspecto figurativo es el reconocimiento perceptivo) hasta los
esquemas superiores, cuyo aspecto figurativo de orden mnésico será el recuerdo-imagen.
La imagen que interviene en el recuerdo parece constituir una imitación interiorizada, lo
que implica igualmente un elemento motor, la conservación de recuerdos particulares
viene a inscribirse, sin dificultad, en ese posible cuadro de interpretación.
IV.- El lenguaje
En el niño normal, el lenguaje aparece aproximadamente al mismo tiempo que las otras
formas del pensamiento semiótico. En el sordomudo aparece mucho después de estas
formas y consiguen un lenguaje por gestos, éste constituirá una forma independiente y
original de función semiótica; pero en individuos normales resulta inútil por la transmisión
del sistema colectivo de los signos verbales ligados al lenguaje articulado.
1. Evolución. El lenguaje comienza tras una fase de balbuceo espontáneo (6 – 10/11
meses) y una fase de diferenciación de fonemas por imitación (11-12 meses), por un
estadio situado al término del periodo senso-motor, y que ha sido descrito como el de las
“palabras-frases”.esas palabras pueden expresar deseos, emociones o comprobaciones.
Desde el fin del segundo año se señalan frases de dos palabras; luego, pequeñas frases
completas sin conjugaciones ni declinaciones, y después una adquisición progresiva de
estructuras gramaticales. La adquisición de las reglas sintácticas no se reducía a una
imitación pasiva, sino que entrañaban no sólo una parte considerable de asimilación
generalizadora, sino también ciertas construcciones originales. Además, se ha demostrado
que esas reducciones de las frases adultas a modelos originales infantiles obedecían a
ciertas exigencias funcionales, tales como la conservación de un mínimo de información
necesaria y la tendencia a mejorar ese mínimo.

Erickson, E.: “Infancia y sociedad. Capítulos 6 y 7”.


Capítulo 6: Juego, trabajo y crecimiento:
El juego es el camino real para llegar a la comprensión de los esfuerzos que el yo infantil
realiza con el fin de lograr una síntesis. El juego le permite al niño lograr una victoria sobre
su cuerpo y su yo, integrándolo en una totalidad que funciona bien a partir del cerebro, los
nervios y los músculos de la voluntad y la totalidad del cuerpo. El juego puede pensarse
como si fuera una función del ego, un intento de sincronizar los procesos del cuerpo y los
procesos sociales de los cuales formamos parte, al mismo tiempo que seguimos siendo un
yo. El énfasis reside en la necesidad del ego en manejar distintos campos de la vida y
aquellos en los que el individuo encuentra a su yo, su cuerpo y su papel social. El poderío
del ego constituye el propósito del juego, pero el juego es el jefe indiscutible de sólo un
margen muy pequeño de la existencia. Cuando el hombre juega debe entremezclarse con
las leyes de las cosas y de las personas de una manera similarmente ligera y sin quedar
envuelto en ellas.
Debe hacer lo que haya elegido hacer, sin encontrarse obligado por intereses urgentes o
estimulado por una fuerte pasión; debe sentirse entretenido y libre de cualquier temor o
esperanza de serias consecuencias. Para el adulto que trabaja, el juego es creación. Le
permite una salida periódica de aquellas formas, de definida limitación, que constituyen
su realidad.
• Consideramos a la gravedad: saltar, hacer juegos de manos y treparse añaden
dimensiones poco comunes a la conciencia que tenemos de nuestro cuerpo. El
juego da en este caso, un sentimiento de libertad divina, de espacio sin
limitaciones.
• Consideremos al tiempo: en las bromas, en los entretenimientos, haraganeando,
nos burlamos de nuestro esclavizador. Cuando cada minuto cuenta, el juego
desaparecerá.
• Consideremos a la suerte y a la casualidad: que han determinado quiénes y qué
somos, y de dónde. En los juegos de suerte nosotros restablecemos la igualdad
ante la suerte. Si un jugador se olvida que dicho juego debe ser su elección libre, si
se deja poseer por el dominio del juego, desaparece la cualidad misma del juego.
Se transforma en un jugador, deja de ser alguien que se divierte.
• Consideramos a la realidad social y a nuestros determinados lugares dentro de
ella. En el juego de representación, podemos ser lo que en la vida no podemos o
no quisiéramos ser.
• Consideremos a las exigencias del propio cuerpo: nuestro deseo de jugar como si
fuera una necesidad. En los casos en que la necesidad de comer llegue a ser
compulsiva, se crea un estado de propensión leve y glotonería, que deja de
comunicar un sentimiento de abundancia y que origina una corriente de
descontento.
• El juego sexual en la vida amorosa, es decir, las distintas actividades que preceden
al acto final, estrechándolo a elegir y dando rienda suelta a “la naturaleza”. Cuando
estos actos preparatorios llegan a ser lo bastante apremiantes como para
remplazar totalmente el acto final, desaparece la cualidad de juego y comienza la
perversión o la inhibición.
Esta lista de situaciones con cualidad de juego, señala el campo estrecho dentro del cual
nuestro ego puede sentirse superior a los confinamientos del espacio y del tiempo a la
realidad social. Sólo dentro de dichas limitaciones el hombre puede sentirse unido a su
ego.
El psicoanálisis añadió a la teoría “catártica”, según la cual el juego posee una función
definida en el ser humano, ya que le permite descargarse de emociones pasadas y
encontrar un alivio imaginario para las pasadas frustraciones.
En el juego del “fort-da” observado por Freud en un niño de 18 meses, la frecuencia del
tema principal estaba en relación con la intensidad de la experiencia vital que reflejaba, es
decir, la madre que se iba durante la mañana y su retorno a la noche.
Es notorio como este niño, en el juego, hace uso de su gobierno sobre los objetos, y los
arregla de tal modo que le permiten imaginar que él también es gobernante de su vida.
Porque cuando la madre lo deja, ella se aleja de la esfera de sus llantos y exigencias; para
volver sólo cuando a ella le viene bien. El niño en su juego, tiene a la madre agarrada de
una soga y la hace irse para luego hacerla volver cuando se le place. “Ha transformado la
pasividad en actividad”: juega a que hace algo que en realidad le hacen a él.
El juego del niño comienza y se centra en su propio cuerpo. A esto lo denominamos Juego
auto cósmico (0-12 meses). Consiste en la exploración mediante la repetición de
percepciones sensuales, de sensaciones kinestésicas, de vocalizaciones, etc. luego, el niño
juega con las personas y las cosas que se encuentran a su alcance.
La Micro esfera (12-36 meses), es decir, el pequeño mundo de juguetes susceptibles de
manipular, es un pequeño mundo que el niño establece y que le permite volver a él
cuando su yo necesita reparaciones. Si el contacto con esta micro esfera es exitosos, el
niño sentirá el placer de dominar los juguetes como si fueran sus traumas; de lo contrario
se volcara a la masturbación, a la succión del pulgar o al ensueño diurno. Este mundo tiene
sus complicaciones: puede resistirse a la reconstrucción; puede destruirse; puede
pertenecer a algún otro y estar sometido a perderlo.
Por último, el juego llega a la Macro esfera (36º mes en adelante), al mundo compartido
con los otros. Al principio esos “otros” son tratados como cosas, por ello es necesario el
aprendizaje, ya que con éste el juego puede ser compartido con los otros.
Cada esfera tiene su propio sentido de realidad y dominio, se suele retomar el juego
solitario luego de momentos tormentosos.
El juego infantil no es el equivalente del juego del adulto, no es recreación. El adulto que
juega entra en otra realidad; el niño que juega se adelanta hacia nuevos estadios de
dominio. El juego del niño es la forma infantil que adopta la capacidad humana para tratar
no sólo con la experiencia, creando situaciones modelo, sino para dominar también la
realidad mediante el experimento y la planificación.
Comienzos de la identidad: Juego y medio ambiente: Un niño que se acaba de sentir capaz
de caminar se ve llevado a repetir el acto con el único fin de gozar con el funcionamiento y
por la necesidad de dominar y perfeccionar una función recientemente iniciada. Pero
también actúa con la conciencia inmediata de haber logrado un nuevo status y la estatura
de “quien puede caminar”, “alguien a quien habrá que observar porque puede ir
demasiado lejos”. La incorporación en el ego de una versión particular de “alguien que
puede caminar”, es uno de los distintos escalones en el desarrollo del niño que llevan a
una autoestima más realista. Dicha autoestima se transforma en la convicción de que el
ego está aprendiendo a dar pasos efectivos hacia un futuro colectivo tangible; que se está
desarrollando en un ego definido, dentro de una realidad social.
Un niño tiene una cantidad de oportunidades para identificarse así mismo, más o menos
experimentalmente, con hábitos, características, ocupaciones e ideas de personas reales o
ficticias de ambos sexos. Ciertas crisis lo fuerzan a hacer selecciones radicales. La utilidad
de la identificación depende de la forma en que simultáneamente llenen las exigencias del
estadio de madurez del organismo y los hábitos de síntesis del ego. Esta síntesis del ego, es
una síntesis del temperamento; el estadio de madurez (ejemplo: fálico), el estadio social
(Edipo) y su situación social, sus capacidades, el temperamento del padre y un prototipo
popular actual. La identidad del ego se desarrolla a partir de la integración gradual de
todas las identificaciones. La totalidad tiene una cualidad diferente que la de la suma de
sus partes. Lo que establece la diferencia es la integración de la totalidad, y no la cualidad,
ni la fuerza de sus partes

Cap. 3: El juego: exposición teórica.


El jugar tiene un lugar y un tiempo. No se encuentra adentro, pero tampoco afuera, es
decir, no forma parte del mundo repudiado, el no-yo, lo que el niño ha decidido reconocer
como verdaderamente exterior, fuera del alcance del dominio mágico. Para dominar lo que
está afuera es preciso hacer cosas, no sólo pensar o desear, y hacer cosas lleva tiempo.
Jugar es hacer. Lo universal es el juego y corresponde a la salud: facilita el crecimiento y
por lo tanto esta última; conduce a relaciones de grupo, puede ser una forma de
comunicación en psicoterapia y el psicoanálisis se ha convertido en una forma muy
especializada de juego al servicio de la comunicación consigo mismo y con los demás.
Teoría del juego: es posible describir una secuencia de relaciones vinculadas con el
proceso de desarrollo y buscar donde comienza el jugar.
-El niño y el objeto se encuentran fusionados. La visión que el niño tiene del objeto es
subjetiva, y la madre se orienta a hacer real lo que el niño está dispuesto a encontrar.
-El objeto es repudiado, re aceptado y percibido en forma objetiva. Este complejo proceso
depende en gran medida de que exista una madre o una figura materna dispuesta a
participar y a devolver lo que se ofrece.
Ello significa que la madre se encuentra en un “ir” y “venir” que oscila entre ser lo que el
niño tiene la capacidad de encontrar y ser ella misma, a la que espera que la encuentren.
Si se puede representar ese papel durante un tiempo, el niño vive cierta experiencia de
control mágico, es decir, la experiencia de omnipotencia.
En el estado de confianza que se forma cuando la madre puede hacer esta cosa que es tan
difícil, el niño empieza a gozar de experiencias basadas en un “matrimonio” de la
omnipotencia de los procesos intrapsíquicos con su dominio d lo real. La confianza en la
madre constituye un campo intermedio, en el que se origina la idea de lo mágico, pues el
niño experimenta en cierta medida la omnipotencia.
El juego es muy estimulante. Lo que siempre importa es lo precario de la acción recíproca
entre la realidad psíquica personal y la experiencia del dominio de los objetos reales. Se
trata de la precariedad de la magia misma, que surge en la intimidad, en una relación que
se percibe como digna de confianza.
-La etapa siguiente consiste en encontrarse solo en presencia de alguien. El niño juega
entonces sobre la base del supuesto de que la persona a quien ama y que es digna de
confianza se encuentra cerca, y que sigue estándolo cuando se la recuerda, después de
haberla olvidado. Se siente que dicha persona refleja lo que ocurre en el juego.
-El niño se prepara para la etapa que sigue, la cual consiste en permitir una superposición
de 2 zonas de juego. Tarde o temprano, la madre introduce su propio modo de jugar, y
descubre que los bebés varían en su capacidad para aceptar o rechazar la introducción de
ideas que les pertenecen.
Cap. 4: El juego: actividad creadora y búsqueda de la persona.
Un rasgo importante del juego es que en él, el niño y el adulto están en libertad de ser
creadores. Esta consideración surge como un desarrollo del concepto de los fenómenos
transicionales.
Con el relajamiento en las condiciones de confianza basada en la experiencia, la actividad
física y mental manifestada en el juego, y la suma de estas experiencias para formar la
base de un sentimiento de persona; el individuo puede integrarse y actuar como una
unidad, no en defensa contra la ansiedad, sino como expresión del yo soy, estoy vivo. A
partir de esta posición todo es creador.

8. la socialización en el niño. El psiquismo y lo histórico- cultural

Castoriadis, Cornelius: hecho y por hacer


La psique esta en el sentido: es preciso que todo tenga sentido, y según el modo de
tener sentido para la psique. El individuo es social, es fragmento total del mundo
instituido cada vez.
¿Qué hay en común entre psique y sociedad? Ocurre que para ambos hay y debe
haber sentido no funcional. La psique pide sentido, la sociedad lo hace renunciar a lo
que para la psique es sentido propio, imponiéndole encontrarlo en las instituciones.
En abstracto, la sociedad brinda objetos de investidura, modelos identificatorios,
promesas sustitutivas, etc. En concreto, la socialización no puede nunca sin la
presencia total y la intervención de al menos un individuo ya socializado, quien
deviene objeto de investidura y vía de acceso al mundo social cada vez instituido.
Si el lactante no puede experimentar satisfacciones a la vez alucinatorias y reales,
muere, no de anorexia, sino de simple inanición. El cuerpo es fuente de placer, pero de
un placer que debe ser revestido de representación. El destino total del lactante
depende de la manera en que teja y la madre lo ayude a tejer, juntos placer fantaseado
y satisfacción real. La ultima esta siempre inmersa en lo imaginario, y no se ve cómo
podría estar separado de él en el humano.
Lo esencial del aprendizaje humano no concierne a un mundo propio dado de una vez
y para siempre, sino que se relaciona con un mundo histórico- social diferente y
sociedades diferentes

Capítulo 7: Winnicott
El empleo por un niño de un objeto transicional, la primera posesión no-yo, es la primera
utilización de un símbolo por aquel y su primera experiencia de juego. El juego es un
símbolo de la unión del bebé y la madre (o parte de ésta). Ese símbolo puede ser
localizado (en el espacio potencial).

9. el desarrollo psicomotor del niño. La noción de cuerpo como representación psíquica


y como fenómeno social y cultural.

Dolto, F.: “Capitulo 1: Esquema corporal e imagen del cuerpo”.


Esquema corporal: representación que el individuo posee sobre su propio cuerpo, es una
realidad de hecho, es el mismo para todos los individuos de la misma especie. Lo que uno
puede decir de su propio cuerpo. Es en parte inconsciente, preconsciente y consiente.
La imagen del cuerpo: Es el mediador entre las tres instancias psíquicas (Ello, Yo, Súper-Yo)
en las representaciones alegóricas que el sujeto aporta. Es la síntesis viva de nuestras
experiencias emocionales. Gracias a nuestra imagen del cuerpo portada por nuestro
esquema corporal, podemos entrar en comunicación con el otro. Se la puede considerar
encarnación simbólica inconsciente del sujeto deseante y ello, antes inclusive de que el
individuo pueda designarse yo. En toda composición libre, se representa, se dice, la
imagen del cuerpo, y esta ha de ser revelada por el dialogo analítico.
Es frecuente que en un sujeto cohabiten un esquema corporal invalidado y una imagen del
cuerpo sano. Por ejemplo: un niño invalidado (parapléjico) tiene necesidad de jugar
verbalmente con su madre, hablando de correr, saltar, cosas que su madre sabe también
como el que ya jamás podrá realizar. Proyecta así, este niño una imagen sana del cuerpo,
simbolizada mediante la palabra y las relaciones gráficas. Hipótesis de DoIto: la no
estructuración de la imagen del cuerpo se debe en gran parte al hecho de que la instancia
tutelar desorientada por no tener nunca las respuestas habitualmente esperadas de un
niño de esta edad, ya no intenta comunicarse con él de otra manera que mediante un
cuerpo a cuerpo dirigido sólo a la satisfacción de sus necesidades y abandona su
humanización.
El esquema corporal refiere al cuerpo actual en el espacio de la experiencia inmediata. La
imagen del cuerpo puede hacerse independientemente del esquema corporal. Se articula
con él a través del narcisismo (cómo es investido ese chico, como amado completo o
incompleto).

Esquema corporal: es una realidad de hecho, es el mismo para todos los individuos.
Es frecuente q en un sujeto cohabiten un esquema corporal invalidado y una imagen del
cuerpo sano. Por ejemplo: un niño invalidado (parapléjico) tiene necesidad de jugar
verbalmente con su madre, hablando de correr, saltar, cosas q su madre sabe también
como el q ya jamás podrá realizar. Proyecta así, este niño una imagen sana del cuerpo,
simbolizada mediante la palabra y las relaciones gráficas.
Hipótesis de Dolto: la no estructuración de la imagen del cuerpo se debe en gran parte al
hecho de q la instancia tutelar desorientada por no tener nunca las respuestas
habitualmente esperadas de un niño de esta edad, ya no intenta comunicarse con él de
otra manera q mediante un cuerpo a cuerpo dirigido sólo a la satisfacción de sus
necesidades y abandona su humanización.
El esquema corporal es en parte inconsciente, preconsciente y conciente. Mientras q la
imagen del cuerpo es inconsciente. La imagen del cuerpo es la síntesis viva de nuestras
experiencias emocionales.
Gracias a nuestra imagen del cuerpo portada por nuestro esquema corporal, podemos
entrar en comunicación con el otro.
El esquema corporal refiere al cuerpo actual en el espacio de la experiencia inmediata. La
imagen del cuerpo puede hacerse
Independientemente del esquema corporal. Se articula con él a través del narcisismo
(cómo es investido ese chico, como amado completo incompleto).

Wallon, H.: “los orígenes del carácter del niño. Capítulos 1, 2, 3 y 4”.
Introducción: La cenestesia se refiere a los grados que el niño llega a realizar una noción
coherente y unificada de su ser físico, estas son el conjunto de sensaciones que dan cuenta
del propio cuerpo. La necesidad de encontrar correlaciones orgánicas para los hechos de la
vida psíquica determina que se señale a la cenestesia o sensibilidad del propio cuerpo
como sustrato del sentimiento de personalidad. Si en 2 momentos un individuo tiene
dificultad para reconocerse como él mismo, es su cenestesia la que cambió.
Capítulo 1: Así como la noción del yo psíquico implica la oposición más o menos latente y
virtual de personalidades extrañas a su propia personalidad, para el yo corporal, su noción
no se limita a la intuición de los órganos y de su actividad: ella exige que se haga la
distinción entre lo que debe ser referido al mundo exterior y lo que puede ser atribuido al
propio cuerpo, como definiéndolo en sus diferentes aspectos. Una condición indispensable
es que sea posible la ligazón entre la actividad que está volcada hacia el mundo exterior y
la que se refiere más inmediatamente a las necesidades y a las actitudes del cuerpo.
Hay por lo tanto una disociación entre los diferentes dominios funcionales: el dominio
interoceptivo que es el de la necesidad visceral, el dominio propioceptivo que comprende
las sensaciones ligadas al equilibrio, a las actitudes, a los movimientos, y el dominio
exteroceptivo o de la sensibilidad vuelta hacia las excitaciones de origen exterior.
Sensibilidad interoceptiva: De todas las manifestaciones orgánicas, las que están en
relación con el tubo digestivo y la alimentación son las que parecen tener mayor
concomitancia con el desarrollo psíquico del niño por lo que la función alimenticia supera
mucho a la circulación y a la respiración. Los primeros reflejos de la alimentación se
atrasan apenas respecto de los reflejos respiratorios, Preyer pudo obtener, por excitación
de los labios, un reflejo de succión. Succión y deglución se parecen por la forma, por el
encadenamiento, por la estrecha y precisa coordinación de movimientos al peristaltismo
esofágico, gástrico intestinal y sólo difieren por su asiento periférico y su mayor
diversificación.
Después del 2º mes, el hambre puede, fuera de toda excitación local, provocar
movimientos de succión. El niño en las primeras semanas de vida, al mamar, está
absorbido por los movimientos de su boca y de su faringe, los párpados cerrados, los
puños ligeramente apretados, el antebrazo flexionado.
Después del 4° mes, sonríe a su nodriza, vuelve la cabeza hacia una persona que se
aproxima, se interrumpe en ocasión de un débil estímulo auditivo o visual. Las excitaciones
exteroceptivas pueden ya disputar su atención a funciones interoceptivas. Pero pronto los
órganos interoceptivos van a servir de órganos exteroceptivos. El mundo irá tomando
mayor importancia para el niño a medida que se establezcan las conexiones entre estos 2
dominios de su actividad. Llevando todo lo que él toma a su boca, que es la zona de
sensibilidad más despierta de su cuerpo, aprende a distinguir las cosas entre sí.
Sensibilidad propioceptiva: contribuye de manera preponderante a constituir la noción del
propio cuerpo. Sus primeras manifestaciones son contemporáneas del nacimiento y
remontan al período fetal. Todas consisten en sistemas sinérgicos de movimientos y de
actividades, es decir, en sistemas constituidos de tal manera que el desplazamiento
efectuado por una parte del cuerpo y las resistencias que encuentra provocan, en el resto
del cuerpo, las actitudes y los movimientos que pueden mantener mejor el equilibrio
general y concurrir a la realización de la acción perseguida.
Primeras reacciones del aparato exteroceptivo: otras sinergias, que están en relación con
excitaciones que llegan del mundo exterior, en lugar de estar desde el nacimiento
despojadas de su individualidad, hacen su aparición en el curso de las primeras semanas o
de los primeros meses.
El equilibrio: Al mismo tiempo que se construyen sinergias parciales, van a desarrollarse
las sinergias generalizadas a las que se remite el equilibrio del cuerpo. Al cerebelo le
corresponde su regulación.
Entre el 1o y 2o mes comienza a levantar la cabeza hacia el pecho de la madre; entre el 2° y
el 3o mes la levanta estando en decúbito ventral. Entre el 3° y 4o mes, la cabeza comienza a
fijarse en posición derecha, primero sólo por algunos instantes, luego de manera
permanente. Entre el 4o v 10° mes se producen con éxito creciente los esfuerzos por
sentarse, por modificar, volviéndose, una posición incómoda. Un niño puede sostenerse
hacia el 5o mes sobre las 2 manos, entre el 8o y 9o mes aparecen las primeras tentativas de
locomoción (gateo). Entre el 9o y 10° mes llega a mantenerse parado solo, a ensayar
algunos pasos, pero a condición de estar sostenido. Y por último, entre el 10º mes y el 18º
mes ya logra marchar.
El equilibrio es el sistema incesantemente modificable de reacciones compensadoras, que
parecen modelar el organismo en relación con las fuerzas opuestas del mundo exterior y
sobre los objetos de la actividad motriz.

Capítulo 2: La sensibilidad exteroceptivas, que sólo es apta para proveer el conjunto de


impresiones contraponibles, como mundo exterior, al propio cuerpo, comienza por
suscitar sólo efectos sin relación con el mundo exterior.
Con el 2o mes, la movilidad de tipo afectivo da lugar a una actividad de un aspecto más
sensorio-motor. Al mismo tiempo que se constituyen las sinergias sensoriales, el rostro
adquiere los rasgos de la atención y de la preparación a las impresiones exteriores: tensión
de la frente, mayor apertura de los ojos, agudeza de la boca, avance de la lengua entre los
labios. Al terminar el 3er mes, el niño comienza a mantener su cabeza derecha. Un
resultado capital de las asociaciones inter-sensoriales es que se individualizan las fuentes
de excitación al mismo tiempo que se unifica el campo de la percepción. Se vuelve al
objeto del que acaba de alejarse. En el curso del 5o mes logra aprehender con una sola
mano, es decir, por flexión bien adaptada de los dedos; se satisface haciendo ruidos y
rompiendo papel. Entre el 6o y 7o mes se destaca la aptitud para anticiparse a la
percepción directa de las cosas y por los progresos de la actividad instrumental. En el
momento de comer, de ser sacado de su lecho, de ser vestido, de salir de paseo, la simple
espera del acontecimiento pone ya al niño en un estado de excitación. Entre el 10° y el 11°
mes, sigue los objetos con la mirada, los suelta y los mira caer.
El sistema de datos sensoriales o motrices que responden al objeto no puede hacerlo
percibir como objeto sino integrándose, en otro plano de la vida psíquica, a un orden
diferente de operaciones en las que intervienen la actividad simbólica.

Capítulo 3: En un primer período, que va del 3º al 6º mes, la entrada de sus miembros en


su campo perceptivo parece sorprenderlo y suscita un esfuerzo visible de reconocimiento
y de discriminación. Desde el final de la 12 a semana, el niño seguirá con sus ojos el
desplazamiento de sus manos, y recién en la 19 a semana se interesará por el movimiento
de sus pies y de los dedos de los pies. Al 4o mes el niño presta atención a su mano
derecha, la detiene delante de sus ojos, mira agitarse sus dedos y comienza a fijarse en
ella de manera prolongada y sostenida varias veces por día. Al finalizar el 4o mes, en el
momento de aprehender el objeto, se detiene ante su mano, la desplaza hasta la altura de
sus ojos. El niño se esfuerza por tomar un objeto, pero más aún sobre su mano que llega a
ser un objeto privilegiado en el desdoblamiento que se opera entre ella y el objeto. A
partir del 6o mes, el niño comienza a concederle al mundo exterior suficiente realidad
como para esperar de él ciertos efectos y para iniciar su actividad instrumental. Frente a su
propio cuerpo se libra una actividad de alguna manera complementaria, cuyo resultado es
individualizado y hace predominar sobre las sensibilidades orgánicas y subjetivas de la
sensibilidad de relación. El reconocimiento de las formas corporales se ejerce con una
actividad y a veces una intemperancia tanto mayores cuanto está más imperfectamente
integrada todavía al conjunto de la actividad psíquica. De allí el descubrimiento de
semejanzas que hace el niño y que asombran al adulto, cuando le parecen acertadas.
Reconocidas e individualizadas las partes del cuerpo no son integradas por el niño en su
individualidad física. A un año y 11 meses el niño de Preyer ofrece varias veces un
bizcocho a su propio pie, como si se lo ofreciera a sus padres, y se divierte mucho viendo
como lo toman los dedos de sus pies. Este es un simple juego.
Capítulo 4: Una contraprueba que muestra porque grados y dificultades debe pasar el niño
antes de llegar a reducir en una intuición de conjunto todo lo referente a su personalidad
física, es su manera de reaccionar, en presencia de su imagen en el espejo. Se trata de
saber cómo llega a reconocer como suyo su aspecto exteroceptivo.
El niño ante la imagen especular del otro. Realismo de las imágenes y estadio de
yuxtaposición: Hasta el final del 3º mes, el niño permanece insensible a las imágenes que
se forman en el espejo. En el curso del 4o mes, la imagen reflejada por el espejo parece
provocarla fijación de la mirada sin despertar interés por el rostro. El niño mira como si
estuviera frente a un extraño que ve por primera vez; 3 días después le sonríe. El hecho de
volverse de la imagen hacia la persona es la verificación de una relación, es un acto de
conocimiento.
El niño frente a su propia imagen especular. El simbolismo progresivo de las imágenes y su
reducción a lo real. Aparición del espacio supra sensorial: La representación del propio
cuerpo, debe responder a la condición de poder formarse exteriorizándose. El
conocimiento que hace de su imagen en el espejo es un procedimiento más o menos
episódico entre aquellos que le sirven para hacer entrar gradualmente en el número de
cosas y las personas cuyos rasgos de identidad fijó progresivamente, de manera de
considerarse a sí mismo como un cuerpo entre los cuerpos, como un ser entre los seres. Es
a través de innumerables puntos de referencia, usando analogías y por asimilación con
aquello que ya sabe percibir y representarse diferenciadamente, que llega a individualizar
y discernir los diferentes aspectos bajo los cuales le es posible tener una representación
de sí mismo. Para que logre unificar su yo en el espacio es necesario que sitúe su yo
exteroceptivo de tal manera que su percepción llegue a ser irrealizable por él mismo. Tan
pronto como vea su propia imagen, esta deja de coincidir en el espacio con su propio
cuerpo y debe tenerla por privada de la realidad; y tan pronto como suponga la realidad
de su aspecto exteroceptivo, debe tenerlo por inaccesible a sus propios sentidos. Es el
preludio de la actividad simbólica, por la que el espíritu llega a trasmutar en universo los
datos de la sensibilidad. La imagen en el espejo no tiene existencia por sí misma, ésta es
referida por el niño sobre su yo propioceptivo y táctil: es un sistema de referencias, apto
para orientar los gestos hacia las particularidades del propio cuerpo del cual da
indicaciones. Al vaciarse de existencia llega a ser puramente simbólica. Ha llegado a serlo
puesto que ahora puede ser considerada como exterior al sistema de imágenes con el cual
el niño identifica su cuerpo y su yo.

10. el dibujo, la importancia del dibujar en la constitución psíquica

Lowenfeld, V. y Brittain, W.: “Desarrollo de la capacidad creadora”.


Etapas del desarrollo del grafismo:
• Etapa del garabato (de 2 a 4 años).
• Etapa per-esquemática (de 4 a 7 años).
• Etapa esquemática (de 7 a 9 años).
• Etapa del realismo (de 9 a 12 años).
• Etapa pseudo-naturalista (de 12 a 14 años).
Etapa de garabatos: comienza alrededor de los 18 meses, y dura hasta los 4 años.
Comienza con trozos desordenados en papel, y termina en dibujos. En términos generales,
los garabatos se clasifican en tres categorías principales:
• Garabato desordenado (desde el 18º mes), en el cual el niño no posee un control
muscular preciso, no intenta reproducir nada, poseen distinta longitud y dirección,
poseen como base el desarrollo físico y psíquico del niño, y no la intención de
representar algo. El niño garabatea solo por satisfacción kinestésica.
• Garabato controlado (desde los 2 años), descubre el vínculo entre su movimiento, y
los trazos realizados; descubre el control visual sobre los que ejecuta; ahora las
líneas se pueden repetir; (3 años) toma el lápiz como adulto; le gusta el dominio;
logra descubrir cierta correspondencia con el ambiente.
• Garabato con nombre (desde los 3,5 años), comienza a dar nombres a los
garabatos; puede empezar con una idea; comienza a conectar sus movimientos con
el mundo que lo rodea; dibuja con intención; satisfacción con la relación dibujo-
mundo.
Etapa pre-esquemática: Comienza alrededor de los 4 años y concluye a los 7 años. Da
origen a una creación consiente de la forma; intenta establecer relaciones con lo que
representa; logran formas más reconocibles; generalmente lo primero que realizan es
un hombre con forma de “renacuajo”; no intenta replicar, sino que dedica su yo
(representa); su perspectiva egocéntrica del mundo es en esta época una visión de sí
mismo; poca relación de color; espacio desordenado.
Etapa esquemática: Va de los 7 a los 9 años. Esquema: concepto al que llega el niño
respecto de un objeto y que repite continuamente mientras no haya ninguna
experiencia intencional que influyan sobre él. Se puede dar cuenta de un esquema
humano, con la cual representara toda persona que quiera dibujar, modificándolo en
función de sus conocimientos, y un esquema espacial, donde descubre la existencia de
un orden espacial (descubre la línea de base sobre la cual ordena todos los objetos).
Empieza a ver una relación color-objeto, repite iguales colores en los mismos objetos.
Da cuenta de una relación lógica entre los objetos.
Etapa del realismo: Desde los 9 hasta los 12 años. El niño descubre ser parte de una
sociedad, una sociedad de pares; Se aleja del pensamiento egocéntrico; ya no utiliza
un esquema fijo; representa los sexos; ya no operan las exageraciones u omisiones;
diferentes colores (ya no tan esquemáticos); deja de usar la línea para usar el plano.
Etapa pseudo-naturalista: Desde los 12 a los 14 años. El niño se vuelve cada vez más
crítico con sus producciones; características sexuales exageradas en el dibujo muestran
sus inseguridades; se esfuerza por un realismo; objetos distantes se reducen en
tamaño.
Winnicott, Donald, cap. 4. Actividad creadora y búsqueda de la persona. Previamente

11. el desarrollo de las estructuras cognoscitivas. Aportes teóricos de jean Piaget


Piaget jean: 1964. Cap. 1 el recién nacido y el lactante, cap. 2 la primera infancia de los
dos a los siete años y cap. 3 la infancia de los siete a los doce años

Capitulo 1:
Este periodo consiste en una conquista, mediante las percepciones y los movimientos, de
todo el universo práctico que rodea el niño. Pero esta asimilación sensorio motriz del
mundo exterior inmediato lleva a cabo, de hecho 18 meses o en dos años, toda una
revolución copernicana en miniatura.
En primer lugar los reflejos de succión se afinan con el ejercicio: el recién nacido mama
mejor después de una o dos semanas que en los primeros días. El recién nacido asimila
una parte de su universo a la succión, hasta el extremo de que se podría expresar su
comportamiento inicial diciendo que para el mundo es, esencialmente, una realidad que
puede ser chupada. La sistemática succión del pulgar pertenece a una segunda fase, al
igual que los gestos de girar la cabeza en dirección a un ruido, o de seguir a un objeto en
movimiento.
La tercera fase, la de la inteligencia práctica o sensorio-motriz propiamente dicha. La
inteligencia aparece, efectivamente, mucho antes que el lenguaje, o sea mucho antes que
el pensamiento interior que supone la utilización de los signos verbales. Pero se trata de
una inteligencia práctica, que se aplica a la manipulación de los objetos y que no utiliza, en
vez de las palabras y los conceptos, más que percepciones y movimientos organizados en
esquema de acción.
Se pueden invocar dos tipos de factores.
En primer lugar las conductas precedentes se multiplican y diferencian cada vez más, hasta
adquirir una agilidad suficiente como para registrar los resultados de la experiencia, por
otra parte, los esquemas de acción, construidos a partir del nivel de la fase precedente y
multiplicados mediante estas nuevas conductas experimentales, se hacen susceptibles de
coordinarse entre sí, mediante asimilación reciproca, a la manera de lo que serán más
tarde las nociones o conceptos del propio pensamiento, en efecto, una acción apta para
ser repetida y generalizada y nuevas situaciones es comparable a una especie de concepto
sensorio-motriz.
Cuatro procesos fundamentales caracterizan esta revolución intelectual llevada a cabo
durante los dos primeros años de la existencia: se trata de las construcciones de las
categorías del objeto y el espacio, de la causalidad y del tiempo, todas ellas a titulo,
naturalmente, de categorías practicas o de acción pura, pero aun no de nociones del
pensamiento.
En efecto, se ha demostrado recientemente el parentesco de las emociones con el sistema
fisiológico de las actitudes o posturas; los primeros miedos, por ejemplo, pueden estar
relacionados con pérdidas de equilibrio o con bruscos contraste entre un acontecimiento
fortuito y la actitud anterior.
A la segunda fase (percepciones y hábitos) así como en los inicios de la inteligencia
sensorio-motriz corresponden una serie de sentimientos elementales o afectos
perceptivos relacionados con las modalidades de la propia actividad: lo agradable y
desagradable, el placer y el dolor, etc., así como los sentimientos de éxito y fracaso
Un tercer nivel de la afectividad: este nivel esta caracterizado precisamente, para utilizar el
vocabulario psicoanalítico, por la elección del objeto, ósea por la objetivación de los
sentimientos y por su proyección sobre otras actividades distintas a las del yo solo.
Esta elección de objeto se encamina en primer lugar, hacia la persona de la madre, y
posteriormente (tanto en negativo como positivo) sobre la del padre y las personas
próximas: este es el principio de las simpatías y las antipatías que se desarrollaran tan
ampliamente en el curso del siguiente periodo.

Capitulo 2:

El niño es capaz, mediante el lenguaje, de reconstruir sus acciones pasadas bajo la forma
de relato y de anticipar sus acciones futuras mediante la representación verbal. De ello se
derivan tres consecuencias esenciales para el desarrollo mental, un posible intercambio
entre individuos, ósea, el principio de la socialización de la acción; una interiorización de la
palabra, ósea, la aparición del pensamiento propiamente dicho, que tiene como soportes
el lenguaje interior y el sistema de signos; finalmente, y de forma primordial, una
interiorización de la acción como tal, que de ser puramente perceptiva y motriz, pasa a
reconstruirse en el plano intuitivo de las imágenes y las experiencias mentales.

A. La socialización de la acción
El resultado más evidente de la aparición del lenguaje es el permitir un intercambio y una
comunicación permanente entre los individuos. Con la palabra es la vida interior como tal
la que es puesta en común.
Existen 3 grandes categorías de hechos:
En primer lugar. Los hechos de subordinación y las relaciones de coacción espiritual
ejercida por el adulto sobre el niño. Con el lenguaje el niño descubre, en efecto, las
insospechadas riquezas, de un mundo de realidades superiores a él: sus padres y los
adultos que le rodean se le presentaban ya como seres grandes y fuertes, fuentes de
actividades imprevistas y a menudo misteriosas, pero, ahora estos mismos seres revelan
sus pensamientos y sus voluntades y este nuevo universo empieza por imponerse con un
brillo incomparable de seducción y prestigio.
En segundo lugar existen hechos de intercambios con el propio adulto o con los demás
niños, y estas intercomunicaciones representan igualmente un decisivo papel en el
progreso de la acción. En la medida en que estos intercambios conducen a formular la
acción propia y a hacer el relato de las acciones pasadas, también transforman las
conductas materiales en pensamientos.
Resumiendo. El examen del lenguaje espontaneo entre niños, al igual que el del
comportamiento de los pequeños en los juegos colectivos, demuestra que las primeras
conductas sociales permaneces aun a medio camino de la autentica socialización: en vez
de salir de su punto de vista propio para coordinarlo con el de los demás, el individuo
permanece aun inconscientemente centrado en sí mismo y este egocentrismo con
respecto al grupo social y reproduce y prolonga el que ya habíamos notado en el lactante
con respecto al universo físico; en ambos casos se trata de una indiferenciación entre el yo
y la realidad exterior, representada en este caso por los demás individuos y no ya
únicamente por los objetos, y en ambos casos esta especie de confusión inicial desemboca
en la primicia del punto de vista propio. En cuanto a las relaciones entre el niño y el adulto
es evidente que la coacción espiritual, ejercida por el segundo sobre el primero no excluye
en nada este mismo egocentrismo: aun sometiéndose al adulto y situándolo muy por
encima del, el niño le reduce a menudo a su escala, como hacen algunos creyentes
ignorantes con su divinidad y desemboca en su compromiso entre el punto de vista
superior y el suyo propio mas que en una coordinación bien diferenciada.

B. La génesis del pensamiento


La inteligencia, bajo la doble influencia del lenguaje y la socialización.
El lenguaje, en primer lugar, al permitir al sujeto explicar sus acciones, le facilita
simultáneamente el poder de reconstituir el pasado y por lo tanto de evocar en su
ausencia los objetos hacia los que se han dirigido las conductas anteriores, y anticipar las
acciones futuras, aun no ejecutadas, hasta sustituirlas a veces únicamente por la palabra
sin llevarlas nunca a cabo.
Pero con el pensamiento sucede lo mismo que con la conducta considerada globalmente:
en vez de adaptarse totalmente a las nuevas realidades que descubre y construye
paulatinamente, el sujeto debe empezar por una laboriosa incorporación de los datos a su
yo y a su actividad, y esta asimilación egocéntrica caracteriza tanto los inicios del
pensamiento del niño como los de su socialización.
Dos formas extremas de pensamientos. Esta primera forma es la de pensamiento por
incorporación o asimilación pura, de las que el egocentrismo excluye, por consiguiente
toda objetividad. La segunda de estas formas es la del pensamiento adaptado a los demás
y a lo real, que preludia de esta forma el pensamiento lógico. El pensamiento egocéntrico
puro se presenta en esa especie de juego al que se puede denominar juego simbólico.
El juego simbólico no es un intento de sumisión del sujeto a lo real, sino, al contrario, una
asimilación de formante de la realidad al yo. Por otra parte, si bien el lenguaje interviene
en esta especie de pensamiento imaginativo, es sobre todo la imagen o el símbolo lo que
constituye su instrumento.
Pensamiento instintivo. Se trata en cierto modo, de la experiencia y la coordinación
sensorio motriz propiamente dichas, pero reconstituidas o anticipadas mediante la
representación.

C. intuición
Nosotros distinguimos dos casos, el de la inteligencia propiamente practica y del
pensamiento tendiente al conocimiento, pero en el ámbito experimental.
Hay una inteligencia práctica que representa un considerable papel entre los dos y los siete
años prolongando, por una parte, la inteligencia sensorio motriz del periodo pre verbal y
preparado, por otra, las nociones técnicas que se desarrollaran hasta la edad adulta.
Lo característico de las intuiciones primarias es, en efecto, el ser rígidas e irreversibles,
estas intuiciones son comparables a los esquemas perceptivos y a los actos habituales, que
aparecen en bloque y no pueden alterarse. Todo hábito es, en efecto, irreversible.
La intuición articulada es, pues, susceptible de alcanzar un nivel de equilibrio más estable y
mas móvil simultáneamente con la acción sensorio motriz y esta constituye un progreso
del pensamiento característico de esta fase sobre la inteligencia que procede al lenguaje,
comparada con la lógica la intuición se encuentra, por tanto, es un equilibrio menos
estable por carecer de reversibilidad, pero comparada con los actos pre verbales es, sin
duda una evidente conquista.

D. La vida afectiva
En el nivel de desarrollo que estamos considerando, las 3 novedades afectivas, esenciales
son el desarrollo de los sentimientos interindividuales( afectos, simpatías y antipatías)
relacionados con la socialización de las acciones, la aparición de los sentimientos morales
intuitivos provenientes de las relaciones entre adultos y niños y las regulaciones y valores
relacionados con las del pensamiento intuitivo en general.
El interés es, afectivamente, la prolongación de las necesidades: es la relación entre un
objeto y una necesidad puesto que el objeto se hace interesante en la medida, en que
responde a una necesidad, por lo tanto, el interés es la orientación propia a cualquier acto
de asimilación mental; asimilar mentalmente es incorporar un objeto a la actividad del
sujeto y esta relación de incorporación entre el objeto y el yo no es otra cosa que el interés
en el sentido más sentido de la expresión. El interés se presenta, como es sabido, bajo dos
aspectos complementarios, por una parte regulador de energía, tal como ha de postrado.
Los intereses, las autovaloraciones, los valores espontáneos y los valores morales parecen
ser las principales cristalizaciones de la vida afectiva característica de este nivel del
desarrollo

Capitulo 3

A. Los progresos de la conducta y de la socialización.


Desde el punto de vista de las relaciones interindividuales el niño, a partir de los 7 años, es
capaz, efectivamente, de cooperar puesto que ya no confunde su propio punto de vista
con el de los demás, sino que disocia estos últimos para coordinarlos. Surgen entonces
posibilidades de discusión, que implican una comprensión con respecto a los puntos de
vista del adversario y de búsqueda de justificaciones o de pruebas respecto a la propia
afirmación.
El niño de 7 años empieza a liberarse de su egocentrismo social e intelectual y es capaz por
tanto, de nuevas coordinaciones que van a tener la mayor importancia tanto para la
inteligencia como para la afectividad. Por lo que respecta a la primera se trata, de hecho,
de los inicios de la propia, construcción lógica; la lógica constituye precisamente el sistema
de relaciones que permite la coordinación de los diversos puntos de vista entre sí, puntos
de vista correspondientes tanto a distintos individuos como aquellos que corresponden a
percepciones e intuiciones de un mismo individuo. Por lo que respecta a la afectividad el
propio sistema de coordinaciones sociales e individuales engendra una moral de
cooperación y de autonomía personal por oposición con la moral intuitiva de heteronomia
característica de los pequeños: pero este nuevo sistema de valores representa en el
ámbito afectivo el equivalente de la lógica en el caso de la inteligencia. En cuanto a los
instrumentos mentales que permitirán esta doble coordinación lógica y moral están
constituidos, en lo que concierne a la inteligencia, por la operación y por la voluntad en lo
referente al plano afectivo; se trata de dos nuevas realidades que están como veremos
muy próximas entre sí puesto que ambas provienen de una misma inversión o conversión
del egocentrismo primitivo.

B. Los progresos del pensamiento


Finalmente, hacia los 11 o 12 años el niño generaliza su esquema explicativo al propio
volumen y declara que, al ocupar cada una de las bolitas un pequeño lugar, la suma de
estos espacios es igual a la de los terrores de azúcar sumergidos, de tal modo que el nivel
no descenderá.
Supongo además y primordialmente, la existencia de auténticos principios de
conservación, lo que demuestra con toda evidencia que las operaciones en juego están
agrupadas en sistemas cerrados y coherentes, cuyas invariantes están representadas por
estas conservaciones.
Las nociones de permanencia, de las que acabamos de constatar una primera
manifestación son, sucesivamente, las de sustancia, peso y volumen, y resulta fácil volver a
encontrarlas en otras experiencias.
Las grandes conquistas de este pensamiento transformado: las del tiempo (y con el de la
velocidad) y del espacio concebidos, por encima de la causalidad y de las nociones de
conservación, como esquemas generales del pensamiento y ya no simplemente como
esquemas de acción o intuición.
El desarrollo de las nociones de tiempo plantea, en la evolución mental del niño, unos
problemas muy curiosos, en conexión con las cuestiones planteadas por la ciencia más
contemporánea.
¿Cómo se construye el tiempo? Mediante coordinaciones de operaciones análogas a las
que acabamos de referirnos; colocación en orden de sucesión de los acontecimientos, por
una parte, y ajuste de las duraciones concebidas como intervalos entre estos
acontecimientos, siendo coherentes ambos sistemas debido a que están relacionados
entre sí.
En cuanto a la velocidad los pequeños poseen, a cualquier edad, la intuición correcta de
que un móvil que adelanta a otro va más rápido que esto. La noción relacional de
velocidad, concebida como una relación entre el tiempo y el espacio recorrido, se elabora,
al contrario en conexión con el tiempo hacia los 8 años aproximadamente.

C. Las operaciones racionales


Una operación es pues, en primer lugar, psicológicamente una acción cualquiera, cuyo
origen es siempre motriz. Perceptivo o intuitivo.
¿Como se da el paso de las intuiciones en operaciones? Las primeras se transforman en las
segundas a partir del momento en que constituyen sistemas de conjunto a la vez
componibles y reversibles. Dicho de otro modo, las acciones se convierten en operatorias
a partir del momento en que dos acciones del mismo tipo pueden ser compuestas en una
tercera acción que pertenece aun a esta tipo y cuando estas diversas acciones pueden ser
invertidas o vueltas al revés.
El paso de la intuición a la lógica o a las operaciones matemáticas se efectua en el curso de
la segunda infancia mediante la construcción de agrupaciones y grupos o sea, que las
nociones y relaciones no pueden construirse aisladamente sino que constituyen
globalmente organizaciones de conjunto en las cuales todos los elementos son solidarios y
se equilibran entre sí. Esta estructura característica de la asimilación mental de orden
superior asegurar de esta forma al espíritu un equilibrio muy superior al de la asimilación
intuitiva o egocéntrica, puesto que la reversibilidad ya adquirida traduce la existencia de
un equilibrio permanente entre asimilación de las cosas por el espíritu y la acomodación
del espíritu de las cosas.

D. La afectividad, la voluntad y los sentimientos morales.


Un producto afectivo particularmente interesante del respeto mutuo es el sentimiento de
justicia, sentimiento que es muy fuerte entre compañeros y que actúa sobre las relaciones
entre niños y adultos hasta modificar a menudo las relaciones con respecto a los padres.
En los pequeños, la obediencia prevalece por encima de la justicia o para expresarlo de
otra forma, la noción de lo que es justo empieza por confundirse con lo que es ordenado o
impuestos desde arriba.
Podemos afirma que el respeto mutuo, que se diferencia gradualmente del respecto
unilateral, conduce a una nueva organización de los valores morales. Su principal carácter
consiste en implicar una relativa autonomía de la conciencia moral de los individuos y,
desde este punto de vista se puede considerar esta moral de la cooperación como una
forma de equilibrio superior a la de la moral de simple sumisión.
Pero si la moral, en tanto que coordinación de los valores, es comparable a una agrupación
lógica, debemos admitir entonces que los sentimientos interindividuales dan lugar a
diversas operaciones. Pero parece a primera vista que la vida afectiva sea de orden
puramente intuitivo y que su espontaneidad excluya todo lo que se parezca a una
operación de la inteligencia.
La voluntad es, por tanto, el autentico equivalente afectivo de las operaciones de la razón.
Pero la voluntad es una función de aparición tardía y su ejercicio real está relacionado
precisamente con el funcionamiento de los sentimientos morales autónomos.
La voluntad, es simplemente una regulación que se ha hecho reversible, y es en esto por lo
que es comparable con una operación: cuando el deber es momentáneamente más débil
que un deseo concreto, restablece los valores según su jerarquía anterior mientras postula
también su ulterior conservación y hace prevalecer, por tanto, la primera tendencia al
menor esfuerzo reforzándola. La voluntad actúa pues exactamente igual que una
operación lógica, cuando la deducción entra en conflicto con la apariencia perceptiva
mientras que el razonamiento operatorio corrige la apariencia actual regresando a los
estados anteriores. Así pues es natural que la voluntad se desarrolle durante el mismo
periodo que las operaciones intelectuales, al tiempo que los valores morales se organizan
en sistemas autónomos comparables con las agrupaciones lógicas.

12. adquisición y desarrollo del lenguaje, la adquisición del sistema lingüístico infantil.

Francescato, G.: “Lenguaje infantil: estructuración y aprendizaje”.


En la adquisición del lenguaje se dan 3 aspectos que son interdependientes: la fonología,
la semántica y la morfosintaxis.
Fonología
Formación del sistema fonológico:
La situación del niño en los inicios de la comprensión lingüística, puede ser muy similar a
un adulto que oye hablar por primera vez una lengua que le es totalmente desconocida.
Las primeras formas lingüísticas con las que se encuentra el niño son las secuencias
fónicas delimitadas por una pausa anterior y otra posterior. Lewis reconoce la importancia
de las manifestaciones vocales y de la presencia de personas, en el proporcionar estímulos
a los cuales el niño reacciona. Esto se puede comprobar desde los 2 meses de edad,
momento en que comienza un trabajo inconsciente que tiende a fijar el estímulo en
unidades cada vez más precisas, llegando por último a diferenciar los estímulos
lingüísticos de los demás estímulos.
El niño, en esta fase, intenta delimitar totalidades situacionales de las cuales surgirán las
totalidades fónicas, de manera que pueda establecer una relación entre unas y otras.
Según Borgstrom, los elementos constitutivos de la regulación lingüística son: el objeto; la
idea de la cosa y el nombre. En las primeras fases de la actividad de codificadora del niño,
se debe suponer que la estructuración de la realidad es todavía incierta, ya que la
situación concreta y los sonidos que la acompañan se confunden en una única
experiencia. El momento inicial de la actividad propiamente lingüística se tiene en el
momento que el elemento contextual y el fónico, se separan y se capta la relación que hay
entre ambos. Este "acto semántico" presupone el desarrollo de la capacidad de distinguir
ciertas "cosas" y la capacidad de "cortar" la cadena fónica en los puntos correctos para
distinguir la "palabra" referida a la "cosa".
Fase pre-lingüística del desarrollo del lenguaje infantil: esta fase comienza con la
identificación y el aprendizaje de unidades fónicas a las que se va asociando un
determinado significado.
El proceso de aprendizaje tiene 2 aspectos:
• Mayor clarificación de las unidades fónicas percibidas.
• Una creciente precisión del significado unido a ellas.
El primer aspecto tiene 2 caras, una "perceptiva" en la cual se distinguen los sonidos cada
vez más claramente, y otra "articulada" en la que se aprende gradualmente a
reproducirlas por medio de los órganos articuladores. El proceso perceptivo es un proceso
pasivo, de decodificación. Este proceso tiene el fin de descubrir las "estructuras" en la
estructura compleja de señales fónicas oídas. Esto ocurre con un procedimiento de
análisis y de comprensión. Los elementos "supra segmentarios" (entonación - acento) le
impresionan desde el primer momento y le permitirán llegar a una primera "clasificación"
de las señales fónicas de las cuales va adquiriendo experiencia. El niño entra en el período
de la melodía, por lo que se puede decir que "la entonación es el primer factor
significativo en el lenguaje del niño". Así, el niño construye su primer sistema lingüístico,
el cual es un sistema pasivo, ya que es comprendido pero no es utilizado.
Este "sistema inicial" constituye el primer peldaño a partir del cual el niño puede empezar
las 2 posibilidades de desarrollo que se le presentan: el paso de la parte pasiva a la activa,
y la construcción de "sistemas" lingüísticos más complicados.
La decodificación es el reconocimiento de las estructuras semántico-fónicas, desarrollado
por el niño durante los primeros meses de vida, pero poco sabemos de ese trabajo de
decodificación.
Teoría de Jakobson: Considera el desarrollo del lenguaje infantil desde el punto de vista
sincrónico, lo cual significa considerar el problema desde el punto de vista estructural. Va a
estudiar el desarrollo del lenguaje del niño como la formación orgánica de un sistema
destinado a proporcionar el código que el niño utilizará. Jakobson estudiará sólo el aspecto
fonológico del código. La adquisición de los sonidos en el lenguaje infantil está regida por
la ley del contraste máximo, según la cual se establece una sucesión cronológica relativa
que es siempre la misma.
Desarrollo: En la primera fase, el vocalismo se inicia con una vocal abierta y el
consonantismo con una consonante oclusiva. La primera vocal es regularmente "a”, y la
primera consonante es una labial (p, b). Como primer contexto consonántico, se desarrolla
el contraste entre sonidos labiales, orales y nasales. Estos 2 contrastes forman el
consonantismo mínimo. A estos 2 contrastes sigue el primer contraste vocálico: a la vocal
abierta se opone una vocal cerrada. En la siguiente etapa del vocalismo tiene lugar: o una
escisión de la vocal cerrada en anterior y posterior (papa- pipi- pupú-), o se desarrolla en
un grado medio de apertura (papa- pipi- pepe). Cada uno de estos 3 procesos conduce a
un sistema de 3 vocales: esto representa el vocalismo mínimo.
A partir de la teoría de Jakobson , podemos decir que el aprendizaje del lenguaje se
desarrolla siguiendo un proceso estructurado.
En el momento en que el niño empieza a hacer uso activo del lenguaje, suelen presentar
una especie de suspensión de los habituales ejercicios fónicos inconscientes y una radical
reducción, e inclusive desaparición total del gran número de sonidos que hasta el
momento habían sido capaces de utilizar. Sucesivamente, el niño empieza a hablar
nuevamente, pero de una manera muy distinta a la anterior: ahora se trata de grupos de
sonidos sencillos, a los cuales el sujeto atribuye un valor o un significado estable. Es decir,
que a la abundancia del período de balbuceo sigue la carencia fonética del primer período
del lenguaje articulado. Esto se debe a la actividad de interpretación, de decodificación
que el niño tiene que desarrollar. Ahora se presentan con evidencia ante la percepción del
niño, siguiendo las leyes del máximo contraste ciertos sonidos que reaparecen en el
lenguaje de los adultos. Una vez que son fijados estos sonidos perceptivamente, el niño se
esfuerza por sustituir las inconscientes y ocasionales articulaciones de la lalación con las
articulaciones que sirven para producir los sonidos deseados.
La discriminación entre tipos diversos de entonación que había tenido ocupada la
atención del sujeto durante el período pre-lingüístico se sustituye por la discriminación de
las diversas cualidades fonéticas que preludian e impulsan el pleno control fonético de la
lengua.
Los sonidos se convierten en "fonemas" por medio de la selección operada por el niño.
Los sonidos producidos por el niño sólo pueden ser parcialmente justificadas por el
"sistema" de la lengua adulta: cuando el niño se esfuerza por hablar como los adultos, lo
hace porque ha empezado a captar algunos elementos del código, pero está muy lejos de
controlarlo en su totalidad.
En esta fase, la reacción del niño ante el lenguaje adulto está totalmente dominada por 2
factores: el factor fonético y el factor sintagmático. El factor fonético domina, ya que al no
poseer el niño un sistema fonológico personal, sus reacciones están a menudo
determinadas por las impresiones auditivas en su estado puro. El factor sintagmático
domina porque el niño no se esfuerza en reproducir los sonidos emitidos por los adultos y
que él identifica, sino las secuencias de sonidos que constituyen unidades aisladas por él e
identificabas en el lenguaje adulto.
"En el aprendizaje del lenguaje, la discriminación auditiva de los fonemas de los adultos
precede a menudo al uso de estos fonemas por parte del sujeto".
En el niño, durante los primeros estadios del aprendizaje, se debe pensar que la
identificación tiene lugar según las características fonéticas. En tal caso, el análisis en
"trazos distintivos" tendría un papel decisivo en la identificación de los segmentos fónicos
y en la determinación de características cinestésicas que rigen la articulación.
Existe un proceso de adaptación (que puede durar 3 o 4 años) antes de que el sistema
fonológico infantil se confunda con el del adulto, es decir, antes que el aprendizaje del
aspecto fonológico de la lengua materna puede considerarse finalizado. Durante dicho
proceso, el niño se sirve de un o unos "sistemas fonológicos" gradualmente y más
cercanos a los del adulto. Estas razones confirman que el lenguaje infantil se desarrolla en
una serie de "sistemas sucesivos".
El niño capta las oposiciones fonéticamente más evidentes, las oposiciones máximas. Los
sonidos que presentan un contraste menos evidente son los últimos que se aprenden. El
"contraste" sería el principio coordinador sometido a la ley de la relatividad.
La pertinencia de las realizaciones fonéticas está basada en su capacidad de expresar una
diferencia semántica: el sistema de la lengua se basa en este principio para funcionar.
El niño se esfuerza por reproducir las secuencias más o menos largas de sonidos cuya
unidad consigue captar. Estas secuencias pueden ser denominadas "palabras".
Los esfuerzos que realiza el niño para adaptar sus "sonidos" son esfuerzos para hacer
funcionar eficazmente las "unidades", es decir, para adaptar sus unidades a las aceptadas
entre los adultos. Tal adaptación viene impuesta por razones sociales. La unidad de la
palabra no puede entenderse sin tener presente que está constituida por 2 partes: la
fonética (expresión, significante) y la semántica (contenido, significado).

Adquisición de sonidos: Los fenómenos que caracterizan a la fase pre-lingüística son:


• la desaparición de muchos sonidos, que puede coincidir con un "período de silencio"
casi total
• la afirmación de una "fase de la melodía", en la cual los significados del contexto
ambiental están vinculados con los hechos de entonación
• la delineación de elementos fónicos privilegiados, que se pueden llamar "pre fonemas".
Jakobson afirma que en la transición de la fase pre-lingüística a la adquisición de la
primera palabra, el niño pierde casi totalmente su capacidad de emisión fónica.
Esta continuación a partir de cero parece regida por un criterio de carácter auditivo.
En esta fase el niño parece depender de la entonación para comprender los datos
verbales. A este aprendizaje pasivo responde una análoga reacción activa en el niño. Ello
da lugar a la llamada "fase de la melodía", la cual va de los 4 a los 12 meses más o menos.
Junto al estable cimiento de las experiencias melódicas, el niño empieza a formar las
primeras asociaciones fónico-semánticas, es decir, asociaciones de determinados
segmentos fónicos con ciertos contextos situacionales. Al producto de tales asociaciones
se ha dado el nombre de "pre-fonemas". La emisión de dichos sonidos prepara y precede
la utilización fonemática de los sonidos, es decir, su transformación en fonemas. Se trata
de una utilización de sonidos que coloca al niño a mitad de camino entre las puras
"señales" fónicas y los "signos" lingüísticos.
Teoría de la formación silábica: Una secuencia de fonemas, no viene producida por un
fonema después de otro, sino que supone una actividad de programación preliminar de
toda secuencia. El niño tiende a reproducir las combinaciones sintagmáticas que son
características del lenguaje que aprende.
Operan 2 criterios, el "pan-crónico" que justifica ciertas limitaciones de las propiedades
reproductivas del niño, y el "específico", que determina los modelos que el niño tiende a
reproducir.
Las sílabas iniciales están siempre formadas por una sola consonante y una vocal; son
sílabas abiertas a las que sólo más tarde se añadirán sílabas cerradas. Las primeras formas
silábicas están caracterizadas por la reduplicación de la misma sílaba; sus palabras modelo
que contienen 3 o más sílabas, se abrevian por lo regular con la caída de la sílaba inicial.
En Resumen, podemos describir el desarrollo lingüístico del niño:
El niño desarrolla desde las primeras semanas de vida la capacidad de utilizar ciertas
"señales" fónicas, que va desde la risa y el llanto hasta la emisión más o menos casual de
sonidos (lalación o balbuceo). La emisión fónica va unida a circunstancias particulares.
Contemporáneamente, se desarrolla la capacidad de "decodificación" (interpretar), es
decir, de comprender en su valor simbólico los "sonidos" emitidos por adultos. Con esto el
niño llega a los umbrales del lenguaje verdadero (fase pre-lingüística). En la fase de
transición pre-lingüística expresa sus intenciones comunicativas a los elementos supra
segmentarios, melódicos del lenguaje; después mejora su propia capacidad de captar e
imitar las sucesiones segmentarias de los enunciados de los adultos: nos encontramos
ante la primera "palabra" ante la primera emisión de fonemas, los cuales se irán
convirtiendo en "sistema". Este sistema se adapta al de los adultos, tanto en el aspecto
paradigmático (la estructura y realización fonética del mismo sistema) como en el
sintagmático (la sucesión lineal de los segmentos fónicos). En cuanto se inicia la verdadera
actividad lingüística, ésta todavía se mezcla con la emisión de señales sin valor lingüístico,
en sentido limitado que representan la continuación del "balbuceo" y de otras emisiones
fónicas infantiles. Más tarde, el campo propio de esas señales se va restringiendo y
adaptando a los límites propios del uso adulto, y dichas señales permanecen como
intersecciones v similares, más o menos convencionales.
En general, en el momento de la edad escolar convencional (entre los 5 y 6 años), cada
niño controla el sistema fonológico de la lengua materna en todos sus aspectos con la
misma facilidad y precisión que los adultos; es decir, está totalmente integrado con los
que hablan la lengua como los nativos.
Semántica
Estructuración semántica: El niño aprende a captar la asociación que en el lenguaje adulto
va acompañada de un determinado "perfil" de la realidad y una secuencia fónica. Tal
asociación se capta con una cierta anticipación respecto al uso activo del lenguaje, en la
comprensión (es decir, en el uso positivo). En la comprensión los elementos válidos a nivel
fonológico (de la expresión) y los válidos a nivel semántico (del contenido) están unidos
entre sí de manera indestructible. Todo lo que el niño hace para pasar del lenguaje pasivo
al activo es reproducir una secuencia fónica más o menos adaptada a la de los adultos, en
correspondencia con estímulos reales análogos a los que ha conseguido identificaren el
comportamiento de los adultos.
El problema de la adquisición semántica se transfiere del nivel de un conjunto atomístico
al nivel de la estructuración.
El acto verbal que consagra la unidad fónica como hecho del lenguaje infantil establece
luego, inevitablemente, su validez como elemento de un "sistema" lexical. La pertenencia
al sistema, define tanto el "significado" actual como las posibilidades y los límites de los
"significados" futuros de todos los actos verbales homófonos. Esto quiere decir que el
acto verbal infantil no se agota en su comunicatividad, sino que encuentra el fundamento
de la propia creatividad en la lengua. Todo desarrollo ulterior del vocabulario infantil está
condicionado por la estructura y condiciona la estructura del "sistema" lexical infantil.
Dicho sistema se modela con el ejemplo del sistema de los adultos. Las condiciones
esenciales que rigen la salida del vocabulario infantil son 2:

• La identificación más precisa y adaptada de las "unidades reales" en las cuales se


configura el mundo de los adultos.
• La adaptación formal de los mensajes verbales a los de los adultos.
La asociación entre contexto (la substancia del contenido) y la palabra en la lingüística
infantil clásica debe ser situada por la asociación, en un nivel más elevado de abstracción
entre la "estructura inmanente" y la "estructura manifestada".
La identificación de unidades relacionadas en el ámbito de un conjunto estructurado,
presupone el desarrollo de 2 capacidades psicológicas de orden estructural en el niño:
• La capacidad de aislarlos detalles relevantes de la "situación del trasfondo de las
percepciones continuamente presentes.
• La capacidad de cortar la cadena hablada en los puntos deseados para identificar la
denominación. En estos 2 casos nos encontramos con fenómenos de "forma" (gestalt)
que intervienen para fijar las características del referente semántico identificado y para
identificar la "fórmula" de la palabra en medio de la variedad de secuencias fónicas
entre las cuales puede aparecer.
El sistema del lenguaje infantil opera en la primera fase del aprendizaje con restricciones,
expansiones y oposiciones semánticas que difícilmente se pueden poner en directa
correlación con las sancionadas por la convención en el lenguaje de los adultos.
Las "leyes" de organización del sistema lexical son 2:
• Una ley interna de diferencias y oposiciones.
• La ley de gradual adaptación de los "contextos situacionales" y de las respectivas
"denominaciones" al uso de los adultos. El niño identifica primero una
determinada secuencia fónica, una "palabra", con una cantidad de significados
muy variados: es un hecho que todos los estudiantes señalan con ejemplos. Pero
poco después, por la necesidad de diferenciar, el niño se sirve pronto de las nuevas
posibilidades que se le ofrecen por medio de un sistema fónico aumentado.
Aumento del léxico: La aparición de la primera palabra está subordinada al desarrollo del
proceso de maduración individual, el cual suele llegar a completarse hacia el año o año y
medio de edad. Pero esta maduración también depende de que se verifiquen muchas
circunstancias más o menos accidentales que pueden anticipar o retrasar el decisivo, el
cual provoca la primera asociación lingüística. Una vez sucedido esto, el proceso puede
repetirse con más facilidad y dar impulso a la rápida adquisición del vocabulario.
Las oscilaciones cronológicas en la aparición de la primera palabra van desde los 8 a los 18
meses, con pocos casos más tardíos que ya pueden ser considerados anormales.
Las "primeras palabras" parecen estar construidas sobre un núcleo silábico formado por
una vocal anterior (generalmente "a") y por una consonante labial, o dental, en general
sorda, o bien la semivocal "u". Estas características nos dan los tipos silábicos (pa, ba, ta,
va) y las palabras como papá, baba, tata, y similares. El significado de tales palabras
siempre es vago e indeterminante. El lenguaje infantil en estas primeras fases admite un
altísimo grado de homofonía, a la cual pone remedio con gestos y con la referencia a la
situación total.
La idea de que el niño sustituye los sonidos de los vocablos adultos con los sonidos que le
son más familiares, se vuelve importante si se interpreta en el sentido de que sonidos
"familiares" son los que el niño adquiere según las leyes del "máximo contraste".
La introducción de nuevas "palabras" implica un nuevo ajuste del sistema semántico: tal
introducción es provocada por el impulso del modelo adulto, que en un determinado
momento impone una distinción descuidada hasta el momento.
Hay que hacer una distinción entre léxico "pasivo" (conceptos- palabras comprendidas) y
el léxico "activo" (palabras usadas). El estudio de las "unidades" lingüísticas emitidas en un
determinado período de tiempo nos ofrece un campo paralelo de investigación; aquí se
puede tener en cuenta las unidades en cifras absolutas y los varios tipos categoriales
representados en un modelo recogido.
Morfosintaxis
Estructuración sintáctica: El problema morfológico suele ir unido con el problema de la
"clasificación de las partes de la oración".
No es posible usar cualquier palabra exclusivamente en su significado lexical, sin realizar
contemporáneamente unas relaciones morfológico-sintácticas. Desde este punto de vista,
la cuestión se resuelve afirmando la contemporaneidad de desarrollo de los aspectos
semánticos lexicales y gramaticales. Es decir, que las características de la "primera
articulación" lingüística aparecen al mismo tiempo en el lenguaje infantil y son
inescindibles.
Las dificultades inherentes a esta posición teórica dependen del hecho de que el lenguaje
infantil está caracterizado, en su fase inicial, por un período de duración en el cual las
manifestaciones propiamente lingüísticas del niño están constituidas por "palabras"
aisladas, es decir, por secuencias fónicas separables, a las cuales corresponde un
significado y que pueden ser interpretadas como "palabras", pero entre las cuales no es
posible evidenciar ningún vínculo sintáctico. La solución clásica del problema planteado
por la actividad lingüística infantil en esta fase, es que las "palabras aisladas" tienen un
valor "holofrastico", es decir, son usadas en función de frase.
Froschels afirma que la actividad lingüística infantil alcanza la "frase" cuando se produce la
primera conexión o acercamiento de 2 "palabras". En este punto está superada la fase
holofrástica y aparecen valores morfológicos y sintácticos explícitos. Las frases
constituidas por la sucesión de 2 palabras tienen un carácter "paragramatical": el niño,
poniendo las 2 primeras palabras una junto a la otra, genera en ellas una valencia
funcional que antes no tenían.
El importante elemento del contexto interviene para precisar los vínculos sintácticos y las
valencias funcionales que el niño ha intentado realizar con la combinación de 2 palabras.
Para el niño tal realización es clara y evidente.
Pero una "frase" del tipo que hemos indicado ahora corresponde al modelo de frases
oídas a los adultos y es fruto de una repetición, de una imitación, más que de una
creación original.
En conclusión: una vez que el niño hay llegado a la fase "paragramatical" caracterizada por
la conexión de 2 o más palabras en una “frase", se puede partir de la hipótesis que el niño
realiza un "sistema morfosintáctico" sui generis. Tal sistema está muy lejos del de los
adultos en el aspecto formal: sin embargo, contiene ya algunas de sus determinaciones
esenciales y está destinado a desarrollarse en la dirección señalada por el modelo.
La teoría de Braine, afirma que el niño fija inicialmente las palabras que usa en 2
categorías: pívot y X. La "frase" es el resultado de la combinación de un pivote con una X.
Braine intentó explicar el aprendizaje sintáctico infantil mediante una "organización
jerárquica de elementos", posibilitada por la "generalización contextual”. La hipótesis de
Braine se basa en la suposición de que "el aprendizaje lingüístico infantil tiene lugar
mediante la exposición casi exclusiva de ejemplos de frases afirmativas", generalmente del
tipo sujeto-predicado. Klima y Bellugi han partido de la hipótesis de que el niño desarrolla
un "sistema", que gradualmente se adapta al adulto.
"El lenguaje infantil presenta una sistematicidad propia y las frases infantiles no son sólo
una copia imperfecta de las de los adultos".
Tanto para la sintaxis como para la fonología, debemos imaginar un proceso basado en 2
supuestos:
• Uno de desarrollo individual, regido por las capacidades de abstracción e
identificación propias del niño.
• Otro supuesto es de carácter objetivo, determinado por la estructura lingüística de
la lengua aprendida.
Aprendizaje de la gramática: La aparición de la primera palabra tiene lugar a una edad que
gira alrededor del primer año. Con esta primera palabra, se asocia también la aparición de
la función morfológica, en cuanto que tal palabra se debe entender como elemento
"holofrastico". En esta primera fase, el sistema lingüístico del niño está formado por un
número limitado de secuencias fónicas que son recíprocamente exclusivas: están
diferenciadas en el sentido que el niño no usa nunca una secuencia en lugar de otra, sino
que las asocia constantemente con una situación o complejo de situaciones determinadas.
En una segunda fase, la gramaticalidad empieza a sugerir mediante el acercamiento de 2 o
más secuencias fónicas, las cuales habían permanecido aisladas hasta el momento. El
inicio de esta segunda fase se puede colocar a los 18 meses de edad: los límites de
oscilación son más amplios en esta segunda fase.
La gradación en la aparición de las llamadas palabras vacías, es decir, de las palabras que
sirven exclusivamente para expresar relaciones gramaticales, está caracterizada por la
limitada frecuencia todavía observable alrededor de los 2 años de edad.
Los niños de entre 4 y 7 años operan según reglas morfológicas claramente definidas. Son
capaces de usar reglas morfológicas inducidas por la experiencia y la evolución de estas
reglas tiene lugar de manera consistente, regular y simple. Los niños operan, durante el
aprendizaje lingüístico, construyendo "sistemas morfológicos" de tipo gradualmente más
complejo y adaptado al de los adultos.
El número y la complejidad de las "frases" pronunciadas por los sujetos crecen gradual y
rápidamente con el aumento de la edad, hasta parecerse prácticamente, a los 9 años, a las
prestaciones de los adultos.
A partir de la frase paragramatical, el niño llega al conocimiento de los hechos
morfosintácticos propios de su lengua materna a través de 2 procedimientos:
• El aprendizaje y la utilización de "unidades de la oración".
• El uso de la extensión analógica.
El aprendizaje y la utilización de las unidades así concebidas tiene lugar de manera análoga
a la descrita para las "palabras aisladas". Las estructuras aprendidas de esta manera
pueden ser variadas más tarde mediante la sustitución de un elemento y se fijan en el uso
del niño gracias a los normales procesos de control, aprobación y corrección por parte de
los adultos, y de experimento y ejercitación, feedback, por parte del niño.
El acercamiento de 2 unidades del género (y más tarde de 3 o 4 unidades del género),
favorecido por la repetición de modelos adultos equivalentes, puede conducir a la
realización de construcciones que tienen la apariencia de verdaderas 'frases"
gramaticalmente correctas. Así parece que la frase "paragramatical" haya sido superada.
La lengua representa la descripción total del conjunto de todas las "reglas" lingüísticas
inconscientes que rigen la lengua y corresponden a la competencia de la colectividad. La
competencia sólo existe en lo individual y en lo psíquico. Por el contrario, la lengua sólo
está en lo colectivo lingüístico conciente, es decir, que es el resultado de una investigación
o análisis lingüístico llevado a cabo deliberadamente según ciertas formas científicas
socialmente aprobadas.
La suma de las experiencias concretas (de los actos del habla) que son inteligibles gracias a
su correspondencia con un hecho de "estructura", tiene como resultado el surgimiento de
"sistemas" cada vez más complejos y más cercanos al sistema ideal que está en la base de
la "lengua" entendida como hecho colectivo.

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