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L UCA
P ACIOLI


D E L A S C U E N TA S
Y L AS ESCRITURAS

D E L AS C UENTAS Y L AS E SCRITURAS

LUCA PACIOLI
ISBN 978-84-96648-27-2



9 788496 648272

aeca

LUCA PACIOLI

D E L A S C U E N TA S
Y LAS ESCRITURAS
Título Noveno, Tratado XI de su

SUMMA DE ARITHMETICA, GEOMETRIA,


PROPORTIONI ET PROPORTIONALITA
Venecia, 1494

Estudio introductorio, traducción, notas


y presentación de la 2ª edición

por

Esteban Hernández Esteve

Con una reproducción fotográfica del original

Editado por
ASOCIACIÓN ESPAÑOLA DE CONTABILIDAD Y ADMINISTRACIÓN
DE EMPRESAS (AECA)


Reservados todos los derechos.
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro,
ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna
forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico,
por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso
previo y por escrito de los titulares del Copyright.

1ª edición
ISBN: 84-86414-54-7
Depósito legal: M. 6587 - 1994

Presentación de la 2ª edición
ISBN: 978-84-96648-27-2
Depósito legal: M. 25462 - 2009

© Asociación Española de Contabilidad


y Administración de Empresas
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Indice

PRESENTACIÓN DE LA SEGUNDA EDICIÓN

ESTUDIO INTRODUCTORIO SOBRE


LA VIDA Y OBRA DE LUCA PACIOLI,
por Esteban Hernández Esteve

INTRODUCCIÓN ................................................................... 11

VIDA Y ENTORNO DE LUCA PACIOLI ................................... 21


Nacimiento y entorno familiar ................................... 23

Años de estudio y formación....................................... 26

Tiempos de madurez y docencia................................. 31

Fallecimiento .............................................................. 43

Iconografía de Luca Pacioli ........................................ 45

LA OBRA DE PACIOLI........................................................... 51
Sus escritos, en general................................................ 53

De Divina Proportione ................................................ 58

Summa de Arithmetica, Geometria,


Proportioni & Proportionalita ..................................... 62

Tractatus XI particularis
de computis et scripturis.............................................. 71

Acusaciones de plagio
y de falta de originalidad ........................................... 90

La traducción ............................................................. 116

BIBLIOGRAFÍA CITADA........................................................ 121

DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS,


por Luca Pacioli ........................................................................ 139

DE COMPUTIS ET SCRIPTURIS,
por Luca Pacioli (reproducción fotográfica) ....................... 237

V
A modo de presentación
de la segunda edición:
«De las Cuentas y las Escrituras»
y el Encuentro Internacional
Luca Pacioli
de Historia de la Contabilidad
C
orría el año 1992 y la Comisión de Historia de la Contabilidad de
AECA, patrocinada por el Ilustre Colegio Central de Titulados Mer-
cantiles y Empresariales, había sido recién presentada en sociedad
en un Encuentro, memorable por muchos conceptos, celebrado en la Resi-
dencia “La Cristalera” de la Universidad Autónoma de Madrid, bajo la direc-
ción y organización de Jorge Tua, a la sazón Vicerrector de dicha Universi-
dad. Poco después, Leandro Cañibano, actual Presidente de Asociación
Española de Contabilidad y Administración de Empresas, me propuso que
tradujera al español el Tractatus Particularis De Computis et Scripturis in-
cluido en la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Propor-
tionalita de Luca Pacioli: deseaba que AECA publicara el Tratado, en-
tonces prácticamente desconocido en nuestro país, al cumplirse en
1994 el Quinto Centenario de su aparición. Acepté encantado, porque
me proporcionaba la oportunidad de conocer a fondo dicha obra y,
además, porque pensaba que era muy oportuno que España contara
con una traducción del primer texto publicado sobre la contabilidad
por partida doble.

Efectivamente, la traducción se efectuó y se publicó, junto a un es-


tudio introductorio sobre la vida y la obra de Pacioli, y un facsímil del
tratado original. Al cabo de pocos meses la edición se agotó. Se hizo
después otra edición más modesta, de bolsillo, sin el estudio introducto-
rio ni el facsímil, al objeto de poder distribuir los ejemplares en algunos
de los encuentros de historia de la contabilidad organizados por AECA.

A pesar del poco tiempo transcurrido desde entonces, sólo quince


años, lo cierto es que ha pasado mucha agua bajo los puentes, como
dicen los ingleses para significar que han ocurrido cosas que han cam-
biado el panorama. La principal de ellas ha sido en nuestro contexto la
eclosión de un gran interés por la historia de la contabilidad —dentro,
claro está, del ámbito muy minoritario en que se desenvuelve esta dis-
ciplina— que ya se apuntaba tímidamente por aquellos años, pero cu-
ya dimensión, alcanzada en tan poco tiempo, nadie podía sospechar
por aquel entonces. En efecto, el auge que este interés ha experimen-
tado en países de los cinco continentes ha sido realmente sorprenden-

IX
A modo de presentación

te. En este movimiento, España ha ocupado uno de los lugares más


destacados, con unas cifras de publicaciones e investigaciones que se
cuentan entre las primeras del mundo y que se acercan a las presenta-
das por los Estados Unidos de Norteamérica, cuya Academy of Ac-
counting Historians ha sido la verdadera impulsora de este auge. A la
sombra del mismo, y siguiendo el ejemplo de la Academy, han surgido
en diversos países instituciones dedicadas a la promoción de la disci-
plina, instituciones que, a su vez, han dado lugar a la organización de
Congresos y Encuentros, al establecimiento de premios para reconocer
la excelencia de las investigaciones publicadas, a la publicación de re-
vistas especializadas en la materia, etc. Este ha sido el caso en Italia,
España, Inglaterra, Portugal, Australia, Japón, Francia, China, Turquía y
algunas naciones más.

Por lo que respecta a España, desde que se puso en marcha la


Comisión de Historia de la Contabilidad en 1992, todos los Congresos
AECA disponen de un área dedicada a sesiones paralelas sobre esta
disciplina. Aparte de ello, la Comisión ha venido organizando En-
cuentros de Trabajo de Historia de la Contabilidad donde se presen-
tan y discuten ponencias y comunicaciones. El primero de ellos fue
el ya indicado de “La Cristalera”, celebrado los días 24 a 26 de sep-
tiembre de 1992, bajo el lema “En torno a la elaboración de una His-
toria de la Contabilidad en España”. El segundo Encuentro se celebró
en Mairena del Aljarafe (Sevilla) los días 24 a 26 de septiembre de
1998, bajo el lema “Dos formas de entender la Historia de la Contabi-
lidad”. El tercero tuvo lugar en Santo Domingo de Silos los días 28 a
30 de junio de 2001, bajo la divisa “Orare et Rationem Reddere: La
historia de la contabilidad en el milenario del Monasterio Benedictino
de Santo Domingo de Silos”. A éste le siguió el de Carmona, que se
desarrolló los días 2 a 4 de diciembre de 2003 bajo el lema “Historia
de la Contabilidad Bancaria”. El quinto se celebró en Toledo los días
20 a 22 de abril de 2005 bajo el lema “Cervantes y la Real Hacienda”,
y se enmarcó en los Actos conmemorativos del IV Centenario de la
publicación del Quijote. El sexto y último de los organizados hasta
ahora ha sido el de Valladolid, que tuvo como materia principal la de
“Cuentas de mercaderes, banqueros e instituciones” y se celebró los
días 5 a 7 de noviembre de 2008. Asimismo, otras instituciones como
la Asociación Española de Profesores Universitarios de Contabilidad
(ASEPUC), la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, y alguna más,
organizan Encuentros y Seminarios dedicados total o parcialmente a
la exposición y discusión de temas histórico-contables.

* * *

X
A modo de presentación

En el contexto de este movimiento impulsor de la historia de la


contabilidad, en AECA abrigábamos desde hace algún tiempo la ilusión
de honrar la memoria de Luca Pacioli poniendo en marcha la celebra-
ción de unos Encuentros en homenaje al maestro de Sansepolcro, y
haciéndolos recaer precisamente en el día 19 de junio, fecha de su fa-
llecimiento. Pero pensábamos que no tenía mucho sentido empezar a
celebrar estos Encuentros en un año cualquiera, sin ninguna significa-
ción relevante. La iniciativa de convocar el primero de estos Encuen-
tros precisamente este año, 2009, en el que se conmemora el 500 ani-
versario de la publicación de una de las obras más importantes del
matemático franciscano: De Divina Proportione, se debe al Director
Gerente de AECA, José Luis Lizcano Álvarez, siempre atento a cual-
quier hecho que pueda fomentar el interés por la historia de la conta-
bilidad.

Para nosotros, los historiadores de la contabilidad y para los mate-


máticos, y seguramente también desde el punto de vista de su relevan-
cia científica, la obra más importante de Pacioli es, sin duda, la Summa
de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportionalita —que inclu-
ye el Tractatus XI Particularis De Computis et Scripturis, tan querido
para nosotros—, pues esta Summa contiene todo el saber matemático
conocido a finales de la Edad Media. Pero, en cualquier caso, De Divi-
na Proportione es una obra asimismo de gran importancia y enverga-
dura, la preferida y más conocida de los arquitectos e historiadores del
arte, pues de algún modo representa la culminación del pensamiento
matemático pacioliano: se trata de una obra de madurez que supera
los planteamientos puramente teóricos de la matemática para penetrar-
los sabiamente de pensamientos filosóficos y teológicos.

Debido a la coyuntura del Quinto Centenario de la De Divina Pro-


portione se ha elegido, pues, este año de 2009 para celebrar el “I En-
cuentro Internacional Luca Pacioli de Historia de la Contabilidad”, eli-
giendo también este evento como escenario ideal para presentar la
segunda edición del libro De las Cuentas y las Escrituras, traducción al
español del Tractatus incluido en la Summa, todo ello en evocación y
homenaje al fraile de Sansepolcro. Ambos acontecimientos, Encuentro
y segunda edición —en realidad se trata de una reimpresión— del Tra-
tado, muy demandada tras tantos años de agotada la primera, van,
pues, estrechamente ligados.

La convocatoria y organización del Encuentro han corrido a cargo


conjuntamente de AECA y de la revista De Computis. Revista Española
de Historia de la Contabilidad, publicación de proyección internacio-

XI
A modo de presentación

nal, única de las cinco revistas existentes en el mundo dedicadas espe-


cíficamente a esta materia que se publica exclusivamente en formato
electrónico. Su acceso, también de forma única entre sus compañeras,
es enteramente gratuito, gracias al generoso mecenazgo de UNESA,
presidida por Pedro Rivero, otro de los grandes valedores de la historia
de la contabilidad. Las entidades organizadoras, asimismo como home-
naje a Luca Pacioli, han asignado al I Encuentro el lema de La historia
de la contabilidad: vía privilegiada de aproximación a la investigación
histórica. Pues, ¿qué mejor homenaje puede hacerse al divulgador de
la contabilidad por partida doble que destacar la importancia de la dis-
ciplina que él enseñó y propagó?

Y es que, realmente, la contabilidad es una práctica tan antigua co-


mo la propia Humanidad y se extiende a todas las actividades huma-
nas que tengan una vertiente económica y manejen magnitudes men-
surables que deban ser recordadas y tomadas en consideración. Por
ello, desde que el hombre es hombre, y aun mucho antes de conocer
la escritura, ha necesitado llevar cuentas.

Recientes investigaciones de la arqueóloga Denise Schmandt-Besse-


rat (Before Writing. Vol. 1: From Counting to Cuneiform. Austin: Univer-
sity of Texas Press, 1992) han servido para mostrar cómo los antiguos
mesopotámicos, ya hace 8.000 años, mucho antes por consiguiente de la
invención de la escritura, llevaban la cuenta de sus bienes por medio de
bolas de arcilla en las que introducían piedrecillas a las que se asignaba
un valor simbólico.

Mucho antes todavía, era bien conocido el uso de tarjas o mues-


cas, en huesos, palos de caña o de madera, de las que hasta hace bien
poco se servían aún algunos lugareños para registrar y dejar constancia
de compras, ventas, deudas de diverso tipo, así como también como
justificante de la liquidación de ellas (Baxter: “Early accounting: the
tally and checkerboard”, en The Accounting Historians Journal, vol. 16,
núm. 2, diciembre de 1989, pp. 43-83).

Por otra parte, es conocido asimismo el empleo de sistemas a base


de cuerdas con nudos, utilizados también para llevar cuentas sin nece-
sidad de usar la escritura. Los incas fueron el principal pueblo que usó
este sistema, llamado “quipus”, que Felipe Guamán Poma de Ayala,
que se declara inca, señor y príncipe, describe en una extensa carta
manuscrita de más de mil páginas dirigida al rey de España Felipe III
(Guamán, Primer Nueva Coronica y Buen Gobierno, 1615?, en Bibliote-
ca Real de Dinamarca). L. Leland Locke fue, posiblemente, el primero

XII
A modo de presentación

o uno de los primeros autores modernos en estudiar esta materia (The


Ancient Quipu or Peruvian Knot Record, New York: American Museum
of Natural History, 1923).

En lo que concierne a los registros contables ya en forma escrita,


las relativamente recientes investigaciones de los destacados arqueólo-
gos e historiadores de la Antigüedad, especializados en la historia de
Mesopotamia, Hans Nissen, Peter Damerow y Robert Englund (Archaic
Bookkeeping. Writing and Techniques of Economic Administration in
the Ancient Near East, Chicago y Londres: The University of Chicago
Press, 1993), permiten afirmar que los primeros documentos escritos
que se conocen, constituidos por millares de tablillas de arcilla con ins-
cripciones en caracteres protocuneiformes, elaboradas en el cuarto mi-
lenio antes de Jesucristo, es decir, hace más de 5.000 años, contienen
tan sólo números y textos relativos a cuentas. A este objeto, los meso-
potámicos instrumentaron unos complejos sistemas numéricos ad hoc
que Nissen y sus colaboradores han conseguido descifrar y explicar.

Las cuentas contenidas en estas tablillas eran de diverso tipo y se


referían a tres temas principales:

1. Rebaños de ovejas, registrando el número de ovejas nacidas,


vendidas o muertas, el número de cabezas de que constaban
los rebaños, el aprovechamiento de los mismos, los rebaños
confiados a cada pastor, manufactura de productos lácteos, etc.
2. Distribución de campos de cultivo, cosechas y almacenamiento
de grano, dejando constancia de las entradas y salidas, las
existencias en almacén, consumos y precios de venta, etc.
3. Fabricación de cerveza, entradas de cebada, salario de los
obreros, volumen de producción, coste de la misma, etc.

Estos hechos hacen concluir a los indicados investigadores que la


escritura debió de surgir, hacia el año 3300 a.J., como consecuencia
precisamente de la necesidad que sentían los antiguos habitantes de
Mesopotamia de registrar y dejar constancia de sus cuentas. No fue,
pues, el deseo de legar a la posterioridad el recuerdo de hazañas gue-
rreras, relatos de héroes o dioses, como Gilgamesh, el primer relato
épico novelado de la historia, escrito en Sumer en algún momento del
siglo XXVII a.J. (Federico Lara: Poema de Gilgamesh, Madrid, 1997), o de
plasmar normas jurídicas para su permanente constancia y cumpli-
miento, como el Código de Hammurabi, dictado en el siglo XVIII a.J.,
en Babilonia (Federico Lara: Código de Hammurabi, Madrid, 1997), lo

XIII
A modo de presentación

que motivó el nacimiento de la escritura, como se creía y explicaba


hasta ahora, sino simple y llanamente la necesidad de recoger, memo-
rizar y conservar las cuentas originadas como consecuencia de proce-
sos productivos y administrativos. A la contabilidad se debe, pues, se-
gún estos investigadores, la invención de la escritura.

* * *

De acuerdo con su carácter de reconocimiento a la figura del ma-


temático de Sansepolcro, el I Encuentro Luca Pacioli de Historia de la
Contabilidad dedicará una especial atención a sus dos obras principa-
les: la Summa y la De Divina Proportione, con sendas conferencias so-
bre ellas.

Pero el acto de homenaje a Luca Pacioli no quiere contentarse con


esto. Por el contrario, yendo más allá, quiere postular una nueva, y
más amplia y profunda visión, de la naturaleza y horizontes de la his-
toria de la contabilidad, que le confiera la condición y el rango que le
corresponden. De hecho, desde que en los últimos años del siglo XIX y
primeros del XX comenzó a estudiarse esta disciplina con cierto siste-
ma, la misma no ha hecho sino ir ampliando su ámbito y su alcance.
De este modo, en sus primeros tiempos el interés se centró de forma
casi exclusiva en el estudio de la evolución de las técnicas contables y,
sobre todo, de los hechos que llevaron al descubrimiento de la partida
doble. La fuente utilizada estuvo constituida principalmente por los tra-
tados contables. La fase siguiente se inició en 1937 con la aparición del
trabajo del historiador belga Raymond de Roover: “Aux origines d’une
technique intellectuelle: la formation et l’expansion de la comptabilité
à partie double”, que fue publicado, y no casualmente, en Annales
d’Histoire Economique et Sociale, vol. IX. Este trabajo supuso una ver-
dadera revolución, pues fue la primera aproximación realmente cientí-
fica a la historia de la contabilidad. En esta fase Edward Peragallo (Ori-
gin and Evolution of Double Entry Bookkeeping. A Study of Italian
Practice from the Fourteen Century, Nueva York, 1938) y, después,
Raymond de Roover generalizaron el estudio de los libros de cuentas.
El contacto con los libros de cuentas despertó el interés por las opera-
ciones económicas registradas, con lo que el campo de investigación
de la historia de la contabilidad trascendió del simple estudio de las
prácticas contables. Paralelamente, se estimuló el estudio de la influen-
cia que los requerimientos externos ejercieron sobre el perfecciona-
miento de las técnicas contables. Ello supuso una primera y significati-
va ampliación de los horizontes de la disciplina.

XIV
A modo de presentación

El estudio de las operaciones económicas registradas excitó el inte-


rés por el contexto que rodeaba a estas operaciones y por los sistemas
contables utilizados. Se abrió así una nueva etapa de la historia de la
contabilidad, en la que asimismo se despertó el interés por la influencia
que estos sistemas contables ejercían sobre las operaciones en sí, sobre
la organización de la entidad que los empleaba y sobre el contexto eco-
nómico en general. En esta dirección, fue otra vez Raymond de Roover
quien dio un paso de gigante, al poner de manifiesto la influencia de la
partida doble en la eclosión de la Revolución Comercial del siglo XIII,
con su artículo “The Commercial Revolution of the Thirteen Century”
[Bulletin of the Business Historical Society, XVI (2), 1942, 34-42. Discus-
sion of the paper by N. S. B. GRAS, “Capitalism - Concepts and History”,
pp. 21-42], un trabajo que en 1965 amplió sustancialmente con su con-
tribución “The Organization of Trade”, en The Cambridge Economic
History of Europe, vol. III. En ellos se explicaba cómo, a partir de los si-
glos XII y XIII, los grandes hombres de negocios italianos hicieron gran-
des innovaciones en materia comercial, tanto en lo concerniente al de-
recho mercantil con la elaboración de normas que posibilitaron la
creación de compañías de responsabilidad limitada, como en la puesta
a punto de instituciones aseguradoras, el establecimiento de redes de
banqueros con corresponsales en toda Europa occidental, la creación
de instrumentos crediticios para el desplazamiento de fondos sin movi-
miento de dinero en efectivo y, en fin, la invención de la contabilidad
por partida doble como medio de controlar más eficazmente, desde la
distancia, a factores y filiales. Todas estas innovaciones, en esos tiem-
pos de malas comunicaciones y poca seguridad en viajes y caminos,
contribuyeron a proteger el tráfico y los intereses de los mercaderes ita-
lianos, estimulando sus actividades y situándolos en una posición privi-
legiada, con más de cien años de adelanto con respecto al resto de co-
merciantes europeos. La Revolución Comercial rompió el esquema
tradicional del comercio internacional europeo vigente en la Baja Edad
Media, basado en el intercambio en las ferias de la Champaña de los
productos aportados por dos protagonistas principales: los mercaderes
flamencos, que aportaban las mercaderías procedentes de la Europa
central, nórdica y occidental, y los mercaderes italianos, que a su vez
llevaban mercaderías del sur y este de Europa, así como de Oriente. Al
contar con el nuevo escenario proporcionado por sus innovaciones, los
mercaderes italianos fueron estableciendo sucursales y factores en las
plazas comerciales más importantes y, con ello, cesaron de acudir a las
ferias. Dejaron de este modo de ser mercaderes itinerantes para conver-
tirse en grandes hombres de negocios sedentarios, cada vez más ricos e

XV
A modo de presentación

influyentes, que controlaban las operaciones desde sus despachos. Su


espíritu innovador y emprendedor, interesado por todo lo humano, los
convirtió en los primeros hombres renacentistas y sus riquezas posibili-
taron que promovieran y financiaran el Renacimiento cultural, ejercien-
do una eficaz labor de mecenazgo.

Los posteriores trabajos de Raymond de Roover, así como los de


otros investigadores que vieron las posibilidades que iba adquiriendo
la historia de la contabilidad, ahondaron y consolidaron en esta etapa
una cuádruple dimensión de la disciplina:

1º Estudio de la evolución de las técnicas contables, tanto a tra-


vés de textos como de libros de cuentas.
2º Estudio de las operaciones económicas registradas.
3º Estudio del contexto y de su influencia en la entidad propieta-
ria de los libros y en el sistema contable.
4º Finalmente, estudio de la influencia del sistema contable en el
contexto económico y social.

Las obras del historiador económico italiano Federigo Melis contri-


buyeron también a dotar a la historia de la contabilidad de este carác-
ter tetradimensional, aunque en menor medida. Por otra parte, contri-
buyó a desdibujar algo el verdadero carácter de la disciplina al calificar
los libros de cuentas como las “fuentes más significativas de la historia
económica”.

A comienzos de la década de los 80 comenzó una nueva etapa,


supuesta por la irrupción de un nuevo planteamiento de la historia de
la contabilidad, la auto titulada “nueva historia de la contabilidad” que,
en su afán por construirse un sitio, se caracterizó en los primeros mo-
mentos por sus virulentos ataques y descalificaciones de toda la inves-
tigación histórico-contable anterior. Estaba inserta en los movimientos
postmodernistas y, como no podía menos de ser, era heredera de las
ideas que originaron en la década anterior la llamada “nueva historia
económica”. La nueva historia de la contabilidad nació con un claro
carácter multidisciplinar, hasta el punto de que algunos de sus funda-
dores se preciaron de no ser historiadores profesionales. Profesaban
un relativismo total y negaban la posibilidad de que pudiera alcanzarse
en absoluto el menor grado de objetividad. Por ello, negaban en re-
dondo la relevancia de la investigación de los hechos, y se centraban
en una nueva interpretación de hechos ya investigados anteriormente.
Ni qué decir tiene que su ideología era declaradamente marxista y que

XVI
A modo de presentación

hacían de la lucha de clases y de la explotación de la clase trabajadora


el punto de partida de sus análisis.

Con los años, la virulencia de los ataques ha ido disminuyendo y


la mayoría de sus adeptos iniciales, conservando algunas de sus ideas,
se han ido incorporando a los esquemas de la investigación histórica
tradicional. A pesar de que nominalmente se aferran a la división que
han adoptado de historia interpretativa e historia narrativa, desdeñando
totalmente esta última, lo cierto es que investigan hechos. Su condi-
ción de practicantes de la historia interpretativa la logran mediante el
inevitable y simple empleo de teorías sociológicas al uso, a las que
acostumbran a referirse explícitamente y con profusión, incluyéndolas
en sus investigaciones y explicando los hechos estudiados a su luz.

Pero con todas estas limitaciones y otras que podrían aducirse, yo


personalmente creo que debe darse la bienvenida a la nueva historia
de la contabilidad. Ella es la responsable del animado debate entre los
partidarios de una y otra forma de entender la disciplina, un debate
que ha despertado un interés por la historia de la contabilidad que an-
teriormente nunca se hubiera podido sospechar, como apuntaba más
arriba. Aparte de ello, ha venido a despertar las inquietudes de los his-
toriadores tradicionales con respecto a las adherencias que en el curso
de los años se han ido pegando insensiblemente al cuerpo de doctrina
y que se han aceptado pasivamente, sin un análisis riguroso. Su recha-
zo frontal de la idea de que exista una tendencia constante y lineal ha-
cia el progreso, de forma que estemos siempre en el mejor de los
mundos posibles, es un claro ejemplo de ello. En este sentido, la nue-
va historia de la contabilidad ha supuesto como una bocanada de aire
fresco en el ambiente enrarecido de la historia tradicional, apegada a
las ideas y los postulados heredados.

Por otra parte, su llegada ha venido a abrir un abanico de nuevos


temas que no se habían tocado antes, temas relativos por lo general a
colectivos más o menos marginados: mujeres, inmigrantes, razas mino-
ritarias, pueblos colonizados, etc. La contabilidad de costes, con los
elementos de control y disciplina del personal que incorpora, es asi-
mismo uno de sus temas preferidos.

* * *

Llegados a este punto en el desarrollo del concepto, objetivos y


ámbito de la historia de la contabilidad, la Comisión de Historia de la
Contabilidad de AECA cree que ha llegado el momento de dar un paso

XVII
A modo de presentación

adelante y de presentar la historia de la contabilidad tal como verdade-


ramente es, es decir, una vía de aproximación privilegiada a todo tipo
de investigación histórica. Esta es la verdadera naturaleza de la discipli-
na, y parece que los tiempos están maduros para aceptarlo y recono-
cerlo así, en función de la siguiente línea argumental:

1. Todas o casi todas las actividades humanas tienen un aspecto


económico.
2. Por consiguiente, necesitan llevar cuentas.
3. Hay millones de libros de cuentas y legajos de registros conta-
bles en el mundo, cubiertos de polvo, que no han sido nunca
tocados por la mano del historiador.
4. La mayoría de hechos históricos, incluso los más importantes,
han sido descritos e interpretados sin tener en cuenta la posibili-
dad de que existieran registros contables relacionados con ellos.
5. Si tales registros existieran efectivamente y no hubieran sido
tenidos en cuenta, la descripción e interpretación de los mis-
mos no podría ser considerada completa ni satisfactoria: care-
cerían del conocimiento objetivo, preciso y exacto, así como
de las cabales interrelaciones entre sus distintos elementos,
que sólo los registros contables pueden proporcionar.
6. Ciertamente, muchos historiadores han empleado libros de
cuentas como fuentes en sus investigaciones. El propio Federi-
go Melis, como se comentaba anteriormente, llamó a los regis-
tros contables “una de las fuentes más significativas de la his-
toria económica”.
7. Es cierto, sin duda. Pero la historia de la contabilidad es mu-
cho más que un mero yacimiento de datos en forma de regis-
tros contables, sin más. La historia de la contabilidad es una
forma de entender y valorar estos registros; una forma de si-
tuarlos en su tiempo; una forma de conocer a través de ellos la
organización y el trámite de la entidad que los llevaba, fuera
individual o colectiva; una forma de bucear en su actitud, su
filosofía, su forma de pensar con respecto al aspecto económi-
co de sus actividades: si tenía proyectos a largo plazo y reser-
vaba los medios para realizarlos, o si, por el contrario, consu-
mía rápidamente las utilidades de su trabajo, si era
conservadora y prefería la seguridad, o si, por el contrario, era
audaz y arriesgada en sus planteamientos, si tenía preferencia
de liquidez o, por el contrario, colocaba rápidamente sus fon-

XVIII
A modo de presentación

dos sobrantes para sacarles rendimiento. Por otra parte, un


análisis profundo y adecuado de los registros nos da pistas pa-
ra conocer cómo la entidad se insertaba en su medio; cómo se
relacionaba con terceras personas, fueran compañeros de acti-
vidad, empleados, si los tenía, gente ajena, autoridades, etc.
También podemos saber a través de la historia de la contabili-
dad si el dueño de los registros era sensible a las influencias
del entorno, si era dado a la innovación o se mostraba reacio
a nuevos métodos y planteamientos, si buscaba la autolegiti-
mación o justificación ante terceras personas o si tenía una
personalidad fuerte que no necesitaba de estos apoyos. Por
fin, y tal vez lo más importante, los registros contables nos
permiten conocer con precisión y de forma interrelacionada
las actividades y operaciones llevadas a cabo por la entidad
dueña de ellos, como se comentaba más arriba.
8. En suma, a la vista de todo lo anterior, la historia de la conta-
bilidad debe entenderse, y así lo hacemos nosotros, como el
estudio de los registros y demás documentación contable con
el fin de extraer todos los conocimientos que puedan obtener-
se a través de ellos, y como tal es un medio privilegiado de
encarar la investigación de cualquier o casi cualquier sector de
la actividad humana, sea ésta política, artística, bélica, médica,
comercial, económica, cultural, financiera, pedagógica, intelec-
tual, religiosa, etc.

Esta es la nueva concepción de la historia de la contabilidad que


deseamos postular públicamente y someter a la consideración del co-
lectivo de historiadores, para su discusión y debate.

Cuando hace unos días explicaba estas cosas a un buen amigo


mío, historiador como yo, me comentó: “Esto que dices es una obvie-
dad”. A lo que le repuse: “Ciertamente, es una obviedad, pero no hay
nada más difícil de conseguir que la gente tome en consideración una
cosa que se considera obvia, pues se acepta sin reflexión, de forma
instintiva, y se pasa de largo, sin detenerse a pensar en ella. Es como
el huevo de Colón: era una obviedad, pero a nadie se le ocurrió hacer-
lo hasta que Colón lo hizo”.

Claro que esto no cuenta para los historiadores de la contabilidad:


casi todos ellos están practicando hoy sus investigaciones de acuerdo
con esta concepción, todavía no proclamada, de la disciplina. Pero pa-
ra la mayoría de los historiadores de otras especialidades, y no diga-

XIX
A modo de presentación

mos de los intelectuales y de la gente común, la historia de la contabi-


lidad es una disciplina minúscula, de mínimo interés, que pierde el
tiempo estudiando las minucias técnicas de unas prácticas rutinarias,
propias de empleadillos de comercio.

* * *

Para presentar esta concepción hemos elegido, precisamente, el


I Encuentro Internacional Luca Pacioli, organizado en su homenaje,
conmemorando el día de su muerte y el año en que su cumple el
Quinto Centenario de la publicación de una de sus obras maestras, De
Divina Proportione.

Y para celebrar el Encuentro hemos escogido el Real Centro Uni-


versitario Escorial-María Cristina, la antigua Universidad María Cristina.
Y ello por diversas razones. En primer lugar, por las magníficas insta-
laciones de que dispone, y por la vinculación que une al Real Centro
con la Universidad Complutense de Madrid, a través de la Vicedecano
de su Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, Esther Fidal-
go, así como por la estrecha y antigua amistad que une al autor de es-
tas líneas con el Director del Real Centro, Sixto Álvarez Melcón. En se-
gundo lugar, porque no hubiera podido hallarse un lugar más
adecuado para presentar nuestro planteamiento, ya que una de las
conferencias que se darán en el Encuentro trata de la guerra entre Fe-
lipe II, recién coronado, por un lado, y Enrique II, rey de Francia, y el
Papa Paulo IV, por el otro —vista a través de las cuentas de su finan-
ciación y sus gastos—, en el curso de la cual tuvo lugar la batalla de
San Quintín, en cuya conmemoración se levantó el Monasterio de San
Lorenzo. Y, finalmente, aunque no por ello en último lugar de impor-
tancia, porque la Real Biblioteca del Monasterio, de la que es director
el padre José Luis del Valle, cuenta con un magnífico conjunto de do-
cumentos, entre ellos el Codex Vigilanus, del año 976, en el que figu-
ran los primeros números indo-arábigos conocidos en Occidente, así
como un par de memoriales de Pedro Luis de Torregrosa, buen amigo
de los historiadores españoles de la contabilidad, por de haber dado
el visto bueno a la publicación de la obra de Bartolomé Salvador de
Solórzano: Libro de Caxa y Manual de cuentas de Mercaderes, y otras
personas, con la declaracion dellos, publicado en Madrid en 1590, que
constituye el primer tratado escrito por un español sobre la contabili-
dad por partida doble. Aparte de ello, Torregrosa, por encargo de Fe-
lipe II, fue el introductor de la partida doble para llevar las cuentas
centrales de la Real Hacienda en 1592. Este hecho convirtió a España

XX
A modo de presentación

en la primera gran nación en el mundo que llevó su contabilidad esta-


tal por este sistema contable.

Del gran acervo de documentos que custodia la Real Biblioteca


merece capítulo aparte, pues resulta especialmente importante para
nosotros, la impresionante colección de libros de cuentas relativos a
las actividades religiosas, administrativas y económicas de la comuni-
dad, cuyos primeros volúmenes corresponden a las últimas décadas
del siglo XVI. Se da la circunstancia de que hasta ahora estos libros de
cuentas no estaban a disposición de los investigadores, pues no esta-
ban inventariados. Nosotros tenemos la fortuna de que en estos mo-
mentos, coincidiendo felizmente con la celebración el I Encuentro In-
ternacional Luca Pacioli de Historia de la Contabilidad, se acaba de
elaborar un esmerado y completo catálogo de los mismos, que será
publicado próximamente. De este modo, los investigadores tendremos
a nuestra disposición las cuentas de este imponente Monasterio, Patri-
monio de la Humanidad, que ha sido testigo de tantos acontecimientos
señalados de nuestra historia. Realmente, resulta abrumador pensar en
la enorme cantidad de libros de cuentas conteniendo apasionantes y
desconocidos relatos y explicaciones sobre el devenir de nuestra Espa-
ña, que se hallan huérfanos de la atención de los historiadores por fal-
ta de brazos. Mucha mies para tan pocos obreros. Una pequeña mues-
tra de estos libros y de la demás documentación mencionada será
expuesta al final el Encuentro, como parte importante del mismo.

Debemos decir, como final de esta presentación, que nuestra deci-


sión de elegir el Real Centro Universitario Escorial-María Cristina como
sede del Encuentro ha sido acogida con un extraordinario espíritu de
hospitalidad y deseo de colaboración por todos los responsables del
Centro, empezando por su Rector, padre Edelmiro Mateos Mateos, y si-
guiendo por su Director, Sixto Álvarez Melcón; el Decano de la Facul-
tad de Dirección y Administración de Empresas, padre Agustín Alonso
Rodríguez; el Director de la Real Biblioteca, padre José Luis del Valle
Merino, y la Responsable del Departamento de Congresos y Semina-
rios, Raquel Fernández-Burgos. A todos ellos les queremos expresar
nuestro vivo agradecimiento por su amabilidad, su espíritu de acogida
y las facilidades brindadas.

ESTEBAN HERNÁNDEZ ESTEVE


San Lorenzo de El Escorial, 19 de junio de 2009

XXI
Estudio Introductorio
sobre la Vida y Obra
de Luca Pacioli

por

Esteban Hernández Esteve


La edición de la presente obra por la ASOCIACIÓN ESPAÑOLA
DE CONTABILIDAD Y ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS (AECA),
para conmemorar el quinientos aniversario de su primera
publicación, tiene origen en la propuesta presentada por
D. Carlos Cubillo Valverde (q.e.p.d.) aprobada por la
Junta Directiva de la Asociación.
A mi buen amigo Jorge Tua Pereda,
que siente la misma fascinación que yo
por la aventura del hombre y su pasado.

Esteban Hernández Esteve


Introducción
H
oy se acepta prácticamente con carácter general el hecho de
que Luca Pacioli fue el primero en publicar un tratado de
contabilidad exponiendo y divulgando el sistema conocido
por el nombre de partida doble. 1

No es que nadie crea ya que él fue el inventor del sistema, como


algún investigador pudo pensar en tiempos pasados. Sabemos ahora
que la contabilidad por partida doble era perfectamente conocida por
los mercaderes italianos desde hacía por lo menos un par de siglos
cuando apareció el tratado de Pacioli. En efecto, como ha señalado
Federigo Melis,2 y junto a él otros distinguidos historiadores, dicho sis-
tema contable debió de surgir en algún momento del siglo XIII, de for-
ma más o menos simultánea, en varios lugares de Italia a la vez.3

El hallazgo debió de producirse de forma paulatina, como culmi-


nación de un lento proceso evolutivo, con sus altibajos, avances y re-
trocesos, en tanto consecuencia natural del desarrollo de las implica-
ciones y posibilidades que encerraban las novedades que se iban

1 Quiero expresar mi agradecimiento a mis buenos amigos Gaspar Feliu i Montfort,


Enrique Fernandez Peña, José María González Ferrando y Pierre Jouanique que han
tenido la paciencia y la generosidad de revisar el borrador de este trabajo y de ha-
cer valiosos comentarios y sugerencias que han contribuido, sin duda, a mejorar el
original. La responsabilidad por los errores e inexactitudes que, pese a todo, ha-
brán quedado todavía es exclusivamente mía.
2 Ver su obra Storia della Ragioneria, Bolonia, 1950, así como la recensión que le de-
dica Raymond de Roover, en Journal of Economic History, vol. 14, 1954, págs. 279 s.
3 Posiblemente los trabajos más importantes referidos al nacimiento y primeros tiem-
pos de la contabilidad por partida doble sean los publicados por Raymond de Roo-
ver: “Aux origines d’une technique intellectuelle: la formation et l’expansion de la
comptabilité à partie double”, en Annales d’histoire économique et sociale, marzo
de 1937, vol. IX, así como: “The Development of Accounting prior to Luca Pacioli
according to the Account Books of Medieval Merchants”, en Studies in the History
of Accounting, editados por A.C. Littleton y B.S. Yamey, Londres, 1956. El libro de
Federigo Melis citado anteriormente, Storia della Ragioneria, contiene también
abundante y excelente información de primera mano. Será útil asimismo la consul-
ta del libro de Joseph H. Vlaemminck: Historia y doctrinas de la contabilidad, Ma-
drid, 1961, traducido, revisado y ampliado por el distinguido historiador español de
la contabilidad José María González Ferrando.

13
ESTUDIO INTRODUCTORIO Introducción

aplicando a los métodos contables tradicionales por la mera fuerza del


espíritu de progreso. Y también como resultado concreto de la pre-
sión que en este frente, como en otros más, debieron de ejercer los
nuevos planteamientos que cristalizaron en la llamada Revolución Co-
mercial del siglo XIII, necesitados de contar con sistemas contables
más perfeccionados y completos para poder culminar, entre otras co-
sas, el proceso de sustitución de la comercialización internacional de
los productos a través de las ferias, por los más modernos y eficaces
sistemas de comercialización a través de la creación y mantenimiento
de factorías y filiales en los principales puntos de tráfico y de consu-
mo.4

En efecto, la necesidad de controlar más eficazmente, desde la dis-


tancia, estos núcleos periféricos de la actividad comercial de la empre-
sa debió de activar la urgencia de los grandes mercaderes por hallar e
instrumentar procedimientos contables más perfectos y, sobre todo,
más fiables y seguros, que integraran el registro de las operaciones
mercantiles en un todo global y completo, donde no fuera fácil hurtar
o añadir a posteriori información aislada sobre negocios u operaciones
concretas.

De ahí que la contabilidad por partida doble estuviera vinculada


desde sus comienzos a la idea de fiabilidad y veracidad. En este senti-
do, sus usuarios mostraban una gran preocupación por reforzar las ga-
rantías intrínsecas ofrecidas por los conceptos de globalidad, exclusivi-
dad y unidad inherentes al sistema, mediante la adopción de medidas
formales como el requisito de que los libros tuvieran que estar encua-
dernados, de que no se permitieran espacios en blanco en el Diario ni
folios sin utilizar en el Mayor, de que se especificaran reglas definidas
para rectificar los errores, a través de las cuales los efectos contables
quedaban corregidos, pero los errores en sí permanecían siempre visi-

4 Véase sobre esta interesante cuestión el corto pero esclarecedor artículo de Ray-
mond de Roover: “The Commercial Revolution of the Thirteen Century”, en Bulle-
tin of the Business Historical Society, 1942, núm. XVI, págs. 34-39, y también el tra-
bajo posterior del mismo autor, que refleja, tal vez mejor que ninguna otra de sus
obras, su visión general y su gran profundidad como historiador económico: “The
Organization of Trade”, escrito para la Cambridge Economic History of Europe, vol.
III, 1965. En mi trabajo: “La Historia de la Contabilidad y los primeros tiempos de la
partida doble en España”, en Técnica Económica, Madrid, Número extraordinario
con motivo del Centenario del Ilustre Colegio Central de Titulares Mercantiles 1881-
1981, págs. 103-121, se ofrece una presentación general y resumida de la significa-
ción que la Revolución Comercial del siglo XIII tuvo en el surgimiento de la partida
doble y de los cambios que esa Revolución originó en las prácticas y la organiza-
ción comercial de la época.

14
Introducción ESTUDIO INTRODUCTORIO

bles, desterrando de esta manera la práctica de tachaduras o borradu-


ras, etc. 5

En cualquier caso, al hablar de los factores impulsores del hallazgo


de la partida doble, no debemos subvalorar, en modo alguno, lo que
posiblemente constituya el factor marco o principal, es decir, el repre-
sentado sin más por el espíritu de curiosidad y progreso propio de la
época, el Renacimiento. Si lo hicieramos estaríamos desconociendo
probablemente uno de los rasgos esenciales del acontecimiento: su in-
serción en el conjunto de movimientos culturales, artísticos, jurídicos,
zcomerciales, financieros e intelectuales que hicieron eclosión en esa
época determinada en un pueblo, Italia, que ya había dado con ante-
rioridad muestras sobradas de su genio.6

A Luca Pacioli no le corresponde, pues, en modo alguno, la pater-


nidad de la contabilidad por partida doble, paternidad que él nunca
reclamó, por otra parte; todo lo contrario, pues en su tratado especifica
claramente que va a limitarse a explicar el método que usan los co-
merciantes para registrar sus anotaciones, exponiendo a estos efectos
“el método de Venecia, que es ciertamente el más recomendable de to-
dos y que puede servir de orientación en todos los demás casos”.

5 Estas características de la partida doble fueron precisamente las que llevaron a la


corona española a promulgar, como primera nación en el mundo, una legislación
específica, las pragmáticas de 4 de diciembre de 1549, de Cigales, y de 11 de mar-
zo de 1552, de Madrid, disponiendo que todos los mercaderes y banqueros, nacio-
nales y extranjeros, que residieran en los reinos de Castilla, tenían la obligación de
llevar sus cuentas por dicho sistema. He tratado este interesante tema en mi traba-
jo “Legislación castellana de la baja Edad Media y comienzos del Renacimiento so-
bre contabilidad y libros de cuentas de mercaderes”, en Hacienda Pública Espa-
ñola, núm. 95, 1985. Asimismo la fiabilidad de la partida doble y su cualidad de
integrar todos los registros en una visión contable completa, global y unitaria de
todas las operaciones motivaron a la corona española a introducir dicho sistema,
también como primera gran nación en el mundo, para llevar las cuentas centrales
de su Real Hacienda. Véanse a este respecto mis trabajos: “Pedro Luis de Torre-
grosa, primer contador del Libro de Caxa de Felipe II. Introducción de la contabi-
lidad por partida doble en la Real Hacienda de Castilla (1592)”, en Revista de His-
toria Económica, año III, núm. 2, 1985; y Establecimiento de la partida doble en
las cuentas centrales de la Real Hacienda de Castilla (1592), vol. I: Pedro Luis de
Torregrosa, primer contador del libro de caja, Madrid, Banco de España, Servicio
de Estudios, 1985.
6 De la inserción del proceso de hallazgo de la contabilidad por partida doble en los
movimientos culturales, en el sentido más amplio del término, que plasmaron el
Renacimiento, he hablado brevemente en mi trabajo: Propuestas de contabilidad
por partida doble para llevar las cuentas centrales de la Real Hacienda castellana
(hacia 1574). Lección inaugural del IV Encuentro de Profesores Universitarios de
Contabilidad, Santander, 30-31 de mayo, 1 de junio de 1991, Santander, 1991. Pu-
blicado posteriormente en Técnica Contable, núms. 524-525, agosto-septiembre
1992, año XLIV, y núm. 526, octubre 1992, año XLIV.

15
ESTUDIO INTRODUCTORIO Introducción

Lo que sí le corresponde a Luca Pacioli es, ciertamente, el mérito


de haber publicado en forma impresa el primer trabajo sobre el tema.
Ello no quiere decir obviamente que fuera el primero en escribir sobre
él. A este respecto ha habido voces interesadas en acusarle de copia-
dor e incluso de plagiario. En este estudio tendremos oportunidad de
hablar de esta cuestión. No parece que estas acusaciones tengan base
firme en lo que respecta a su obra contable, a la vista de que se cono-
ce sólo un escrito anterior al suyo tocando el tema de las cuentas por
partida doble y de que su contenido es claramente inferior. Lo que no
excluye evidentemente la posibilidad o incluso la probabilidad de que
los conocimientos de Pacioli se nutrieran, además de su experiencia
directa de la vida de los negocios, que la tuvo, de algún o algunos ma-
nuscritos desconocidos hasta hoy que las escuelas del ábaco utilizaran
en la enseñanza contable y mercantil de sus alumnos.
Sea como fuere, la fama alcanzada por el tratado de contabilidad
compuesto por Luca Pacioli fue considerable, aunque las condiciones
de su publicación no parece que fueran las más favorables para ello,
pues el tratado, con sus 23 páginas, se halla alojado, como una simple
sección más, bajo el título de De Computis et Scripturis, en el interior
de un grueso volumen con más de 600 páginas, sin que en su título
Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, se
destaque ni se dé a entender de ninguna manera el hecho de que en
su interior se contienen unos folios sobre contabilidad.
Claro está que, al margen de este tratado, Luca Pacioli era un co-
nocidísimo profesor de matemáticas, de manera que su Summa adqui-
rió gran notoriedad. Por otro lado, en esta obra se contienen también
importantes noticias sobre figuras, prácticas y usos comerciales de su
tiempo, que si bien no fue el primero en tratar, sí expuso de una for-
ma tan completa y sistemática que aún hoy los historiadores de la eco-
nomía acuden a sus páginas como fuente de consulta. 7 No es raro,
pues, que también su tratado específico sobre la forma de llevar las
cuentas entre los mercaderes llegase al conocimiento de los sectores

7 Para Balduin Penndorf estos pasajes de la Summa que tratan de materias mercanti-
les son también muy interesantes, “da sie eine gute Ergänzung für einige Stellen der
Abhandlung über die Buchhaltung bilden. Sie haben aber auch für die Ge-
schichte des kaufmännischen Rechnens und für die Wirtschaftsgeschichte erhebli-
chen Wert”, o sea, “pues constituyen un buen complemento de algunas partes del
tratado sobre contabilidad. Tienen también un valor considerable para la historia
del cálculo mercantil, así como para la historia económica”. Ver Luca Pacioli: Ab-
handlung über die Buchhaltung 1494. Nach dem italienischen Original von 1494
ins Deutsche übersetzt und mit einer Einleitung über Die italienische Buchhaltung
im 14. und 15. Jahrhundert und Paciolis Leben und Werk versehen von Balduin
Penndorf, Stuttgart, 1933, pág. 60.

16
Introducción ESTUDIO INTRODUCTORIO

interesados, máxime en aquel ambiente renacentista, en donde cual-


quier logro de la mente humana despertaba el interés de la clase culta.

De ello da evidente prueba la propia vida de Luca Pacioli, muy in-


troducido en los sectores intelectuales, palaciegos y eclesiásticos, ami-
go cercano de grandes pintores como Piero della Francesca o Leonar-
do da Vinci, de Papas como Sixto IV o Julio II, 8 de arquitectos como

8 Luca Pacioli tuvo relación, mayor o menor, con todos los Papas que ocuparon el
solio pontificio durante su vida activa, como veremos en el curso de este estudio.
Estos Papas por orden cronológico fueron los siguientes:
Pablo II. Llamado en el siglo Pietro Barbo. Nació en Venecia en 1417 y murió en
Roma en 1471. Ocupó la sede pontificia desde 1464 hasta 1471. Se opuso al hu-
manismo pagano y modificó las cláusulas del capitulado de convenciones, que
había sido aprobado por los cardenales reunidos en el Cónclave que le eligió.
Sixto IV. Su nombre era Francesco della Rovere y pertenecía a una prestigiosísima
familia. Nació en Celle (Liguria) en 1414 y murió en Roma en 1484. Ocupó el solio
desde 1471 a 1484. Fue nombrado superior general de la orden de San Francisco
en 1464 y cardenal en 1467. Fue un verdadero Papa del Renacimiento; protegió las
artes, embelleció a Roma con ricas edificaciones, entre otras un puente sobre el Tí-
ber; mandó construir la Capilla Sixtina y enriqueció la Biblioteca Vaticana. Introdu-
jo la Inquisición en España y nombró Inquisidor general a Torquemada.
Inocencio VIII. Se llamaba Giovanni Battista Cibo y nació en Génova el año 1432,
muriendo en Roma en 1492. Fue Papa desde 1484 hasta 1492. Durante su ponti-
ficado se puso fin a la Reconquista española, con la toma de Granada por Isabel
y Fernando, a los que concedió el título de Reyes Católicos.
Alejandro VI. Era español y se llamaba Rodrigo de Borja. Nació en Játiva hacia
1431 y murió en Roma en 1503. Ocupó el solio pontificio desde 1492 hasta 1503.
Fue padre de los célebres César y Lucrecia Borja o Borgia, que tuvo, junto a otros
tres hijos más, de su matrimonio con Vanozza dei Cattanei. Fue arzobispo de Va-
lencia. Expidió en 1493 las llamadas Bulas Alejandrinas dividiendo el Nuevo Mun-
do entre Portugal y España mediante el establecimiento de una Línea de Demar-
cación, que posteriormente fue rectificada por el Tratado de Tordesillas de 7 de
junio de 1494, firmado por los Reyes Católicos, por parte española, y por Juan II,
por parte portuguesa. El Papa Alejandro VI hizo condenar a Savonarola y cooperó
en la caída de las casas de Sforza, Orsini y Colonna. Instituyó en 1501 la censura
de los libros y patrocinó a los artistas Bramante, Miguel Angel, Rafael, etc.
Pío III. Llamado Francesco Tedeschini Piccolomini, sobrino de Pío II. Nació en
Siena, en 1440, y murió en Roma, en 1503. Estaba enfermo de gota y su reinado
sólo duró unos días, desde el 22 de septiembre hasta el 18 de octubre de 1503.
Julio II. Se llamaba Giuliano della Rovere y era sobrino del anterior Papa Sixto IV.
Nació en Albissola, cerca de Savona, el año 1443, y murió en Roma en 1513. Fue
Papa desde 1503 hasta 1513. Con la ayuda de España y Suiza logró expulsar a
los franceses de Italia. Se le considera como el Papa más enérgico de toda la his-
toria. Fue un gran mecenas y protector de las artes. Protegió especialmente a
Bramante, Rafael y Miguel Angel, a quien encargó que esculpiera su tumba, que
se encuentra inacabada en la iglesia de San Pietro in Vincoli, en Roma, con la fa-
mosa estatua de Moisés.
León X. Se llamaba Juan de Médicis y era hijo de Lorenzo el Magnífico. Nació en
Florencia en 1475 y murió en Roma el año 1521. Ocupó la sede pontificia desde
1513 hasta 1521. Hombre del Renacimiento protegió a los artistas y, en especial,
a Miguel Angel y Rafael, que embellecieron el Vaticano por orden suya. Dio fin
al quinto concilio de Letrán en 1517. Excomulgó a Lutero en 1520 con la bula
Exurge Domine y luchó al lado del emperador Carlos V contra el rey francés
Francisco I.

17
ESTUDIO INTRODUCTORIO Introducción

Leon Battista Alberti, etc. De hecho, la epístola en la que Pacioli dedica


su Summa a Guido Ubaldo, duque de Urbino, resulta una lista impre-
sionante de amigos y conocidos pertenecientes a estos ambientes.

Por otra parte, la Summa no es la única obra publicada por Luca


Pacioli. Antes y después de ella escribió y publicó, como luego vere-
mos, otros libros, de los cuales el más famoso e importante fue De Di-
vina Proportione, en el que insistió en su vieja idea de relacionar las
matemáticas con todas las actividades artísticas, científicas, culturales,
comerciales e intelectuales del hombre, en general.

Con todos estos antecedentes y con su incidencia en tan diversos


campos de la actividad intelectual, no es de extrañar que la vida y la
obra de Luca Pacioli hayan merecido una gran atención por parte de
estudiosos y biógrafos, procedentes tanto del campo de la historia de
la contabilidad, como de la historia de las matemáticas y de la del de-
recho mercantil, o de la historia económica y financiera, de la historia
del arte y hasta de la arquitectura.9 Los estudios sobre Luca Pacioli son,
pues, muy copiosos, aunque no han agotado el tema, pues restan to-
davía innumerables puntos oscuros en su vida, que en parte podrían
esclarecerse mediante la investigación en los archivos de los conventos
en los que transcurrió su vida de monje franciscano, y en los de las
universidades en las que enseñó.10

9 Una amplia biografía de Luca Pacioli desde el punto de vista matemático la ofrece
H. Staigmüller, bajo el título: “Luca Paciouli”, en la Zeitschrift für Mathematik und
Physik, año 34, Historisch-literarische Abteilung, págs. 81 ss. y 121 ss. Leonardo
Olschki, en su libro: Geschichte der Neusprachlichen Wissenschaftlichen Literatur,
tomo I, Heidelberg, 1919, págs. 153 ss., presenta una interesante evaluación cientí-
fica de la obra de Pacioli. También M. Cantor: Vorlesungen über Geschichte der
Mathematik, tomo II, Leipzig, 1913, ofrece valiosa información sobre el papel de
Pacioli en la historia de las matemáticas. G. Loria, por su parte, estudia la importan-
cia de Pacioli en el desarrollo de la geometría en su: Storia della Geometria Des-
crittiva dalle origini ai nostri giorni, Milán, 1921, mientras L. Vagneti se preocupa
de las aportaciones de nuestro fraile en el campo de la perspectiva desde un punto
de vista arquitectónico: “De naturali et artificiali perspectiva”, en Studi e Documenti
di Architettura, Florencia, año 1979, núms. 9 y 10.
10 Una extensa y prácticamente completa bibliografía de los trabajos publicados hasta
ese momento sobre Luca Pacioli se ofrece en el excelente libro de R. Emmett Tay-
lor: No Royal Road. Luca Pacioli and his Times, University of North Carolina Press,
Chapel Hill, 1942, aunque desde entonces se han publicado numerosos trabajos so-
bre nuestro autor. De hecho, el libro de Taylor es el único estudio biográfico sobre
Pacioli que cita expresamente Federigo Melis, junto al de Fernando Vieira Gonçal-
ves da Silva: “Luca Pacioli: O homen e a obra”, en Revista de Contabilidade e Co-
mercio, Oporto, tomo XVI, 1948, págs. 5-27. Ver Federigo Melis: Storia della Ragio-
neria, obra citada, pág. 621.

18
Introducción ESTUDIO INTRODUCTORIO

En las páginas que siguen, se intentará dar una visión resumida de


los conocimientos que se poseen sobre la vida y la obra de Luca Pa-
cioli, haciendo hincapié en los aspectos más ilustrativos a nuestro res-
pecto, al objeto de que sirva de introducción a la versión española de
su tratado De Computis et Scripturis que se ofrecerá a continuación.
Aparte de ello, se harán algunos comentarios sobre la metodología se-
guida en la traducción de este Tratado. De esta manera, los interesados
de habla castellana dispondrán de un estudio relativo a la figura del
primer tratadista y divulgador de la contabilidad por partida doble, que
ha conservado a lo largo de 500 años el concepto, marco general y es-
tructuras fundamentales que expuso ya Luca Pacioli.

19
Vida y entorno
de Luca Pacioli
Nacimiento y entorno familiar

L
uca Pacioli nació en la ciudad de Sansepolcro, una población si-
tuada a orillas del río Tíber perteneciente a la provincia de Arez-
zo, en los confines sudorientales de la Toscana, muy cercana a
las lindes con la Umbria, por el sur, con Las Marcas, por el este, y con
la Emilia, por el norte; situada, pues, prácticamente en el centro del
triángulo formado por las ciudades de Florencia, Perusa y Urbino, a
pocos kilómetros de la ciudad de Arezzo, capital de su provincia.

No existe ninguna duda en relación con su nacimiento en esta ciu-


dad, pues el mismo Pacioli gustaba de llamarse Frater Luca dal Borgo
San Sepolcro, como hace en la Summa, donde no figura en ningún lu-
gar con su nombre completo, sino sólo con esta denominación, en va-
rias ocasiones. Así lo hace al comienzo de la obra, en su epístola dedi-
cándosela a Guido Ubaldo, duque de Urbino, tanto en la versión
italiana, como en la latina, que consigna a continuación. O en el colo-
fón del volumen, en el que se firma, en latín, Frater Lucas de Burgo
Sancti Sepulchri, Ordinis minorum et Sacre theologie humilis professor.
Esta misma expresión se utiliza para dirigirse en las líneas iniciales de
la obra al patricio véneto Marco Sanuto.

La misma denominación se da a sí mismo en otros escritos suyos,


como, por ejemplo, en su otra obra magna, De Divina Proportione, en
cuyo comienzo, como encabezamiento del índice, señala que ha sido
compuesta por el Rdo. P. de sacra theologia professore Maestro Lucha
dal Borgo San Sepolcro del ordine de li menori.11

Por otra parte, en el testamento ológrafo otorgado, en italiano, de


su propio puño y letra, por Luca Pacioli en Venecia, el 9 de noviembre
de 1508, y depositado en manos del notario Bartolomé de Pedrettis, se
confirma su lugar de nacimiento, al tiempo que aparece también su
apellido vinculado a la denominación que acostumbraba a utilizar, se-
gún hemos visto en lo anterior. Con ello se despeja cualquier duda

11 Citado de la magnífica reproducción en facsímile realizada por el Consiglio Nazio-


nale dei Ragionieri e Periti Commerciali y los Collegi dei Ragionieri d’Italia a par-
tir del ejemplar manuscrito conservado en la Biblioteca Ambrosiana, de Milán. Sil-
vana Editoriale, Milán, 1982.

23
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

que pudiera surgir sobre si el citado fray Luca era realmente Luca Pa-
cioli. En efecto, el indicado testamento comienza en latín de la siguien-
te manera: “Ego frater Lucas bartolomei de patiolis de burgo sancti se-
pulcri ordinis minorum et sacre theologie humilis professor...” 12

Parece que el segundo nombre, Bartolomé, le venía a Pacioli de su


padre, que se llamaba así.13 Tenía dos sobrinos segundos, hijos de su
primo carnal Pietro de Olivo, llamados Zinepero y Ambrogio, pertene-
cientes asimismo a la orden de San Francisco, así como una sobrina se-
gunda, hija del mismo primo carnal, que se llamaba Langiola.14 Asimis-
mo tenía otro sobrino llamado Antonio de Masso de Barbaglia, con una
hija que respondía al nombre de Maddalena. De todos ellos se acuerda
en su testamento. Luca Pacioli tenía además un tío, Benedetto Baiardo,
que según parece fue un famoso condottiere. También un sobrino su-
yo, a la vez que de Baiardo, llamado Francesco Paciolo o Francesco del
Borgo; fue un conocido hombre de armas que murió en Ragusa.15 Esto,
o poco más, es lo que se sabe de la familia de Luca Pacioli, que según
algún biógrafo antiguo fue plebeya y de poco lustre.16 Otros, en cam-
bio, más modernos, la clasifican entre las de la clase media baja.17

12 Se cita a partir de la transcripción del testamento ofrecida por Vincenzo Vianello en


su obra: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, con documenti inediti, Messi-
na, 1896, págs. 165-174. Este testamento se conserva en el Archivio di Stato, de Ve-
necia, signatura núm. 786, testamentos de Pedretti, y ofrece alguna información so-
bre la familia de Pacioli. Se conoce otro testamento posterior de Pacioli, el
otorgado en latín el 21 de noviembre de 1511 ante el notario Bartolomeo di Nicolò
Fedeli, que se conserva en el Archivio Generale dei Contratti, de Florencia, en el
tomo de protocolos del citado notario correspondiente a los años 1498 a 1534, fo-
lios 130 y 131. Este testamento, que no ofrece grandes novedades en relación con
el anterior, fue transcrito por Baldassare Buoncompagni: “Intorno alle vite inedite
di tre matematici- Giovanni Danck di Sassonia, Giovanni de Nineriis e Fra Luca Pa-
ciolo”, en Bollettino di Bibliografia e di Storia delle Scienze Matematiche e Fisiche,
tomo XII, año 1879, págs. 352-438 y 863-872. Posteriormente Karl Peter Kheil ofre-
ció una traducción alemana del mismo en su artículo: “Das Testament des Luca Pa-
cioli”, en Handels-Akademie, Leipzig, 1896. También se encuentra transcrito este
segundo testamento en la obra en ruso de Otto Bauer, cuyo título traducido al cas-
tellano sería algo así como: Apuntes para la historia de la contabilidad, Moscú,
1911, pág. 64, y en el libro de P.G.A. de Waal: De leer van het boekhouden in de
Nederlanden tijdens de zestiende eeuw, Roermond, 1927, págs. 290 ss.
13 Ver V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 11.
14 Parece que la referencia que hace Luca Pacioli en De Divina Proportione a los “P.
Zinepero e Frate Ambrogio miei carnali fratelli del medesimo ordine seraphyco” y
que según Vianello indica la existencia de dos hermanos carnales de Pacioli de
este nombre, además de los sobrinos segundos, podría referirse a éstos. Ver V.
Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 11.
15 Ibídem, págs. 10 s.
16 Así lo expresa Baldi, nacido en Urbino en 1553 y muerto en 1617, que compuso
un trabajo, Vite dei matematici, que no fue nunca publicado enteramente. En esta
obra se incluye un estudio sobre la vida de Luca Pacioli, que, aunque con diver-
sos errores y lagunas, constituye el único estudio antiguo de que se dispone sobre
la materia. Este estudio fue publicado por Baldassare Buoncompagni en la obra a
la que ya se ha hecho referencia: “Intorno alle vite inedite di tre matematici”. Las
palabras de Baldi relativas a la familia de Pacioli son las siguientes: “Fu de la fami-
glia de Pacciouli, ignobile per cuanto credo e di poco splendore”.
17 Entre ellos se encuentra Vianello. Ver su obra, ya citada: Luca Paciolo nella Storia
della Ragioneria, pág. 9.

24
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

En relación con la forma correcta de expresar el apellido familiar,


no ha habido completo acuerdo entre los historiadores. Lo cierto es
que el nombre de Pacioli lo encontramos escrito de las más diversas
maneras: en latín, Patiolus o de Patiolis, como hemos visto en el testa-
mento, y, en italiano, Pacciolus, Paciolus, Pacioulo, Pacciolo, Paciolo,
Paccioli, Pacioli, etc.18 No tiene mucha importancia la cuestión, como
comentaba Raymond de Roover. Sin embargo, parece que últimamente
la forma más empleada es la de Pacioli, por lo que nos adheriremos a
ella en este trabajo, sin caer en la tentación del doble empleo de Pa-
ciolo o Luca Pacioli, según sea el caso, que hacen algunos autores en
homenaje a los usos antiguos de la Toscana.

Otra cuestión que dio lugar a largas discusiones en el pasado, y


que todavía continúa viva para algunos autores, fue la relativa a la del
año de nacimiento de Luca Pacioli, que no se conocía exactamente,
aunque se presumía que había ocurrido entre l445 y 1450.19 Las investi-
gaciones de Ivano Ricci, archivero jefe del archivo de Sansepolcro,20 y

18 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck ofrecen en su obra: Luca Pacioli: Sa vie. Son
oeuvre, Vesoul, 1975, págs. 30 ss., una gama prácticamente completa de los dife-
rentes nombres dados a Luca Pacioli por los distintos autores, siguiendo los pasos
de R. Emmett Taylor: “The Name of Pacioli”, en The Accounting Review, enero de
1944, págs. 69-76, y de John B. Geijsbeek: Ancient Double-Entry Bookkeeping. Lu-
cas Pacioli’s Treatise (A.D. 1494 -the earliest known writer on bookkeeping) repro-
duced and translated with reproductions, notes and abstracts from Manzoni, Pie-
tra, Mainardi, Ympyn, Stevin and Dafforne, Denver (Colorado), 1914. En todas
estas formas, dejando aparte las acabadas en “olus”, de clara filiación latina, se
aprecia la existencia de dos tipos de variantes, las terminadas en “o” y las acaba-
das en “i”. A este respecto, los citados autores se adhieren a la teoría que sobre el
significado y empleo de las mismas formula Federigo Melis, en el sentido de que
en la Toscana se daba corrientemente la existencia y uso simultáneos de las dos
formas de un mismo apellido, correspondiendo en principio la forma terminada
en “i” a un plural que denotaba la pertenencia al clan familiar, fuera o no precedi-
da de la contracción dei, es decir, de los, como era al principio. Así Luca Pacioli
quiere decir Luca de los Pacioli, y en este sentido hay que tomar esta forma de
expresión. Cuando se usaba el apellido solo, sin nombre, se empleaba la forma
terminada en “o”, o sea, Paciolo. Lo mismo ocurría en otros múltiples casos, co-
mo, por ejemplo, Macchiavello y Nicola Machiavelli, o Buonnarroto y Michelange-
lo Buonnarroti (Ver Federigo Melis: Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 409,
nota 78). De esta manera, Haulotte y Stevelinck, lo mismo que hace Melis, usan
una u otra forma según corresponda, de acuerdo con su teoría. Raymond de Roo-
ver se ocupó también de este problema de la correcta expresión del apellido de
Luca Pacioli en su artículo: “Paciolo or Pacioli”, en The Accounting Review, enero
de 1944, págs. 58-59, y abril de 1944, pág. 193, quitando importancia a la cues-
tión, aunque prefiriendo usar la forma de Paciolo.
19 Ver R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, en Studies in the History of Accounting, edi-
tados por A.C. Littleton y B.S. Yamey, Londres, 1956, pág. 175. En su obra No Ro-
yal Road. Luca Pacioli and his Times, University of North Carolina Press, Chapel
Hill, 1942, pág. 9, Taylor dice que 1445 es el año corrientemente aceptado como
el del nacimiento de Pacioli.
20 Ivano Ricci: Fra Luca Pacioli. L’uomo e lo Scienziato, Sansepolcro, 1940.

25
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

de Akira Nakanishi han logrado, sin embargo, precisar más el año del
nacimiento de Pacioli, situándolo en 1447.21

Años de estudio y formación

No se sabe qué sucedió con sus padres, pero lo cierto es que a


temprana edad Luca Pacioli pasó a vivir con la familia de Folco de Be-
folci en la misma ciudad de Sansepolcro, que se hizo cargo de su ali-
mentación y de su instrucción, como él mismo relata en su testamento
de 1508.22 Los Befolci eran una rica familia de hombres de negocios y
comerciantes, de prominente posición en Borgo Sansepolcro.

Se supone que aparte de lo que pudiera aprender en casa de los


Befolci, donde parece que debió de hacerse especial hincapié en las
materias mercantiles, Luca recibiría enseñanzas de los monjes francis-
canos de su ciudad natal.23

Al mismo tiempo, teniendo en cuenta que hacia 1416 había nacido


en esa ciudad Piero della Francesca,24 se cree que posiblemente Luca
21 En efecto, en el Necrologium del monasterio franciscano de la Santa Croce, de
Florencia, se encuentra la siguiente inscripción: “1517, S. Sepolcro- P. M. Luca Pa-
cioli, per primo dette all’algebra linguaggio e struttura di scienza, dettó opere di
matematica, consultato, da Leonardo da Vinci, mori forse in patria a 70 anni”, es
decir: “1517, S. Sepolcro- P.M. Luca Pacioli, que fue el primero en dar al álgebra
estructura y lenguaje científicos, que dictó obras de matemáticas y que fue consul-
tado por Leonardo da Vinci, murió, quizás en su ciudad natal, a la edad de 70
años”. Ver Akira Nakanishi: “On the Life of Luca Pacioli”, en The Accounting
Historians Journal, vol. 6, núm. 2, otoño 1979, pág. 54. Si Luca Pacioli murió en 1517
a los 70 años de edad, quiere decirse que su año de nacimiento fue el de 1447.
22 Dice así Luca Pacioli: “Uno de li primi de la stirpe e prole de dicte degna casa de be-
folci de dicto borgo, la quale in pueritia me nutri e alevo, per li quali tutti de conti-
nuo in questo mondo e in laltro pregaro lonnipotente dio che sempre li conservi in
sanita e paci e accresca de bene in meglio in suo sancto servitio e a lultimo li piacia
concedere vita eterna, e cosi me facia degno”, es decir: “Uno de los primeros de la
estirpe y descendencia de la dicha digna casa de los Befolci, la cual me alimentó e
instruyó en la niñez, y por los cuales rezo de continuo en este mundo y rezaré en
el otro a Dios omnipotente para que siempre les conserve la salud y la paz, y les
incremente sus bienes de forma que redunde en su mejor santo servicio, y que, al
final, se digne concederles la vida eterna, y así me haga a mí más digno”. V. Viane-
llo: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 172.
23 Ver E. Emmet Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 175.
24 Como recordaremos, Piero della Francesca fue uno de los más notables pintores
italianos del Renacimiento, que mostró una temprana preocupación por los pro-
blemas de la perspectiva y del escorzo en las figuras, problemas cuya resolución
sometió a reglas matemáticas. Entre sus discípulos destacaron Luca Signorelli y
Melozzo da Forli. Aparte de a su actividad artística, dedicó fructíferos esfuerzos a
la escritura de textos sobre matemáticas y sobre el arte de la pintura. Parece que
hacia el año 1472 empezó a tener problemas con la vista, quedándose al final
completamente ciego. Murió en 1492.

26
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

recibiera también clases de ese famoso pintor y matemático renacentis-


ta, que por aquella época sería ya un personaje respetado y reconoci-
do, y que durante la década de los sesenta estaba trabajando en Sanse-
polcro. En efecto, muchos jóvenes aprendieron de Piero della
Francesca nociones de matemáticas, de perspectiva y de pintura, por
lo que no sería extraño que Luca Pacioli, que más tarde fue buen ami-
go y protegido suyo, concurriera también a sus clases.25 De su mano
daría Luca los primeros pasos en álgebra y matemáticas. De cualquier
forma, parece indudable que Piero della Francesca ejerció gran in-
fluencia sobre la joven mente de Luca, de forma que éste hizo suyas
las preocupaciones del maestro por la perspectiva y las proporciones,
que constituían a la sazón uno de sus grandes temas de investigación.26

Durante el tiempo en que Pacioli estudió con Piero della Frances-


ca, hicieron juntos frecuentes viajes a la ciudad de Urbino, que dista
aproximadamente unos 70 kilómetros de Sansepolcro. Della Francesca
estaba bien introducido en la corte de Federigo da Montefeltro, duque
de Urbino, 27 el cual tenía una de las bibliotecas más importantes del
mundo, que, según se dice, podía compararse ventajosamente con la
de los Papas en el Vaticano. Pacioli supo granjearse el favor y la amistad

25 Esta relación fue puesta ya de manifiesto por el pintor, arquitecto e historiador del
arte Giorgio Vasari en su famosa obra Le vite de’ più eccellenti architetti, pittori, et
scultori italiani, da Cimabue insino a’ tempi nostri, publicada por primera vez en
Florencia en 1550, y ha sido aceptada por la gran mayoría de estudiosos, entre
ellos por Ernest Stevelinck que, en un principio, afirmaba que el joven Luca Pacioli
fue alumno de Piero della Francesca (ver el libro del que es coautor con Robert
Haulotte: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada, pág. 35). Sin embargo, más
tarde cambia de opinión, comentando que: “La vocación de matemático parece na-
cida en ‘la edad en que sus uñas todavía eran tiernas’, según explica el propio Lu-
ca, de forma que no sería ciertamente en el taller del pintor donde aquél pasaría su
juventud”. Más adelante dice que “esto es suficiente para poner en tela de juicio la
afirmación de Vasari, quien, sin ninguna prueba, convierte a Piero en maestro de
su joven compatriota” (Ernest Stevelinck: “Luca Pacioli y Piero della Francesca”, en
Técnica Contable, año XXXVII, núm. 436, abril de 1985, págs. 155 s.)
26 Véase R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, New York,
1963, pág. 11.
27 Federigo III, conde de Montefeltro y duque de Urbino, era hijo natural de Guido
Antonio. Nació en 1410 y murió en 1482. Cuando en 1444 sucedió en el ducado de
Urbino a su hermanastro Antonio fue muy bien acogido por sus súbditos, dadas
sus dotes de valeroso militar y hábil gobernante. Una de sus hijas casó en 1474 con
Giovanni della Rovere, sobrino del Papa Sixto IV, que fue quien concedió a Federi-
go el título de duque de Urbino. Cuando en 1474, al frente de las tropas de Floren-
cia, entró en Volterra, del espléndido botín conquistado tomó para sí tan sólo una
magnífica biblia hebrea, con la que enriqueció su notable biblioteca que contenía
una importante colección de clásicos griegos y latinos, de obras de teología, de li-
teratura medieval y de humanistas de principios del Renacimiento. Fue un hombre
muy versado en las ciencias y en las artes, gran protector de unas y otras. Se hizo
construir un magnífico palacio que fue la admiración de los contemporáneos.

27
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

del duque Federigo, y posteriormente los de su hijo Guido Ubaldo, 28 na-


cido en 1472, a quien dio clase en diversas ocasiones y a quien dedicó,
según se ha visto, su Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni &
Proportionalita. Como consecuencia de esa amistad, Luca Pacioli vio
abierto el acceso a la biblioteca de los duques de Urbino, teniendo así
ocasión de familiarizarse con los libros más importantes en su materia.29

El gran afecto y la admiración que sentía Piero della Francesca por


Luca Pacioli hizo que hablara de él a Leon Battista Alberti, otro de los
grandes hombres del Renacimiento, escritor, pintor, escultor, matemáti-
co, inventor y arquitecto genial, a quien se atribuye, no se sabe si con
razón, la construcción del espléndido Palazzo Venezia en la capital ita-
liana.30 De él se dice que personificó como nadie el genuino espíritu
del primer Renacimiento, de igual forma que Leonardo da Vinci incor-
poró en sí la esencia del tardío. Parece que Alberti se llevó a Luca con
él a Venecia hacia el año 1464, donde le colocó en casa de Antonio
Rompiasi, gran mercader de origen hebreo, como preceptor de sus tres
hijos, Bartolomeo, Francesco y Paolo, a los que posiblemente Pacioli
enseñó aritmética y rudimentos de cálculo mercantil, puesto que tales
materias eran necesarias para que los tres jóvenes aprendieran a ser
buenos comerciantes. Precisamente a ellos les dedicó Luca Pacioli su
primer texto, escrito hacia 1470, y que era una obra sobre álgebra, que
nunca llegó a editarse y que se ha perdido, aunque se puede suponer

28 Guidobaldo o Guido Ubaldo, conde de Montefeltro y segundo duque de Urbino,


nacido en 1472, murió en 1508. Participó en diversas campañas bélicas al servicio
de los Papas Inocencio VIII y Alejandro VI, aunque finalmente se enfrentó con
César Borgia y tuvo que refugiarse en Mantua. Muerto Alejandro VI en 1503, tomó
nuevamente posesión de sus Estados donde pasó tranquilamente el resto de sus
días, bajo la protección de su cuñado Julio II.
29 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, págs.
11 s.
30 Leon Battista Alberti nació el año 1404 y murió en Roma el 25 de abril de 1472.
Sus contemporáneos le llamaban “hombre enciclopédico” a causa de su ilustra-
ción universal. En pintura son importantes sus ensayos de perspectiva ejecutados
científicamente; como arquitecto se distinguió por su comprensión de las obras de
Vitrubio, que volvían entonces a apreciarse y se apartó de sus colegas de la época
por atenerse severamente a las leyes del estilo romano. Fue sacerdote, doctor en
ambos derechos y secretario pontificio de la curia romana. Escribió numerosas
obras sobre multitud de temas distintos y, a pesar de su conocimiento y de su
simpatía por el latín, se esforzó por estimular el uso del italiano o lengua vulgar,
como entonces se le llamaba.

28
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

con cierto fundamento que su contenido sería incorporado posterior-


mente por su autor a la Summa.31

Pacioli aprovechó su estancia en Venecia para ampliar y profundi-


zar sus conocimientos de matemáticas asistiendo a las clases de Dome-
nico Bragadino, un patricio veneciano contratado por el gobierno de la
República para que diera clases públicas de esta materia, y el cual ha-
bía sucedido en la cátedra de matemáticas a Paolo della Pergola. Com-
pañero de estudios de Luca en esta ocasión fue Antonio Cornaro,
miembro de una prestigiosa familia veneciana que, luego, sucedió a
Bragadino en la citada cátedra. En esas aulas surgió una amistad que
unió a Pacioli y a Cornaro durante muchos años.32

Durante su estancia con los Rompiasi, Luca Pacioli tuvo oportuni-


dad de viajar frecuentemente a Padua y de asistir a las clases de su
Universidad. Al mismo tiempo, se supone también que durante estos
años, el joven Luca estaría en contacto con su tío Benedetto Baiardo,
el condottiere, que por el año 1466 prestaba sus servicios a dicha ciu-
dad de Padua. Parece que los primeros conocimientos en materia mar-
cial y en arquitectura militar le fueron proporcionados a Pacioli por su
tío Benedetto.33

31 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, pág.


12. Ver también V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra cita-
da, págs. 12 ss. Por otra parte, el propio Luca Pacioli es quien da noticia de este
libro y de su estancia con los Rompiasi en su Summa de Arithmetica, Geometria,
Proportioni & Proportionalita, Venecia, 1494, Distinción Quinta, Tratado Primero,
folio 67 vº: “Quello che nel 1470 deriçamo a li nostri relevati discipuli ser Bartº e
francesco e paulo fratelli de rompiasi da la çudeca, degni mercatanti in vinegia,
figliuoli gia de ser Antonio, sotto la cui ombra paterna e fraterna i lor propia casa
me relevai”, o sea: “El que en el año 1470 dedicamos a nuestros queridos discípu-
los los hermanos Bartolomé, Francisco y Pablo de Rompiasi de la Giudecca, dig-
nos mercaderes de Venecia, hijos de D. Antonio, bajo cuya sombra paterna y fra-
terna en su propia casa permanecí”.
32 También es Luca Pacioli quien nos da cuenta de sus estudios con Domenico Bra-
gadino y de los hechos relacionados con esta circunstancia: “E a simile scientie
sotto la disciplina de miser Domeneco bragadino li in vinegia da la excelsa signo-
ria lectore de ogni scientia publico deputato. Qual fo imediate successore al perspi-
cacissimo e Rdo doctore e di san Marco canonico maestro paulo de la pergola suo
preceptore. E ora a lui al presente el Magnifico et eximio doctore miser Antonio
cornaro nostro condiscipulo”. Ver su Summa de Arithmetica, Geometria, Propor-
tioni & Proportionalita, Distinción Quinta, Tratado Primero, folio 67 vº. Véase tam-
bién R. Emmet Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 176. Asimismo Augusto
Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, Milano, 1982, pág. 5.
33 Ver R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pags. 176 s.

29
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

La formación teórica obtenida por Luca Pacioli durante los seis o


siete años en los que vivió en Venecia con los Rompiasi, en calidad
más de amigo que de empleado, fue completada con una buena for-
mación práctica en materia mercantil, pues como él mismo dice acom-
pañó frecuentemente a su patrón en los peligrosos viajes de negocios
que hacía por tierra y por mar.34 De esta manera, inmerso en el mundo
de los negocios, entre comerciantes, contables, factores y gentes de to-
do tipo, acumuló preciosos conocimientos sobre contabilidad, tenedu-
ría de libros, tarifas, monedas, usos y costumbres comerciales, etc., así
como sobre la vida mercantil en general, conocimientos que le marca-
ron para siempre, dándole una visión práctica y realista del mundo. En
efecto, como muchos biógrafos han hecho observar, la actividad inte-
lectual de Luca Pacioli se distinguió siempre por sus enfoques pragmá-
ticos, por la forma en que buscaba un sentido práctico a los conoci-
mientos especulativos, de manera que pudieran servir a los artistas,
comerciantes o estudiosos en la consecución de sus objetivos concre-
tos. Una faceta más de ese rasgo de su carácter estaba constituida, pre-
cisamente, por su preocupación por transferir al idioma vulgar, el ita-
liano, los conocimientos que él había tenido que obtener penosamente
a base de lecturas en latín, poniéndolos de este modo al alcance de to-
dos.35 Parece que Alberti tuvo también un destacado papel en la géne-
sis de estas características de la futura vida intelectual de Pacioli, al
alentarle a que escribiera en italiano y a que dedicara su talento a la
enseñanza e investigación de las matemáticas.36

En 1470 ó 1471 Pacioli dejó la casa de los Rompiasi, su trato con


los mercaderes y su actividad como preceptor, pues Alberti se lo llevó
con él de vuelta a la Toscana y después a Roma.37 Allí Luca, de la ma-

34 Ver el manuscrito de Luca Pacioli: De Viribus Quantitatis, capítulo LVI, compuesto


en 1508, Biblioteca de la Universidad de Bolonia.
35 Ver Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, obra citada, pá-
gina 5.
36 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, pági-
na 13.
37 El mismo Pacioli da cuenta de su estancia en Roma como huésped de Alberti en
la versión impresa de su De Divina Proportione: “el nostro compatriota Leon Ba-
tista de li Alberti florentino, con lo quale più e più mesi ne l’alma Roma, al tempo
del pontifice Paulo Barbo da Vinegia in proprio domicilio con lui a sue spesi sem-
pre ben trattato”, es decir, “nuestro compatriota Leon Batista de li Alberti, florenti-
no, con el cual estuve meses y meses en la inmortal Roma, en tiempos del pontífi-
ce Paulo Barbo, de Venecia, en su propio domicilio, a su costa, siempre bien
tratado”. Venecia, Paganino de Paganini, 1509, II parte, capítulo VIII. Citado de
Antonio M. González: “Introducción”, en Luca Pacioli: La divina proporción, To-
rrejón de Ardoz, 1987, pág. 8.

30
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

no de Alberti, tuvo ocasión de completar su formación y de conocer a


personas principales de la sociedad romana; entre ellas, muy especial-
mente, a la familia della Rovere, uno de cuyos miembros, Francesco
della Rovere, había entrado en la orden franciscana en 1423, de la que
llegó a ser superior general en 1464; siendo luego nombrado Papa, en
1471, con el nombre de Sixto IV, a la muerte de Pablo II, a quien Pa-
cioli tuvo también oportunidad de conocer a través de Alberti. El Papa
della Rovere ocupó la sede romana hasta 1484.

Dos de los sobrinos de Francesco tuvieron especial amistad y rela-


ción con Pacioli; uno, Giovanni della Rovere, que se convirtió después
en cuñado de Guido Ubaldo da Montefeltro, de quien ya se ha habla-
do. Otro, Giuliano della Rovere, que pasados los años habría de con-
vertirse en el Papa Julio II, que ejerció su pontificado desde 1503 hasta
1513.38

Tiempos de madurez y docencia

En abril de 1472 murió en Roma Leon Battista Alberti y es enton-


ces, según parece, cuando Luca Pacioli, a los 25 años de edad, decide
abrazar la vida religiosa, ingresando en la orden de San Francisco. No
se sabe el origen de esta decisión ni si tendría influencia en ella su re-
lación con Francesco della Rovere, el Papa Sixto IV, que como se ha
dicho era franciscano.39 Luca Pacioli explica simplemente que entró en
la orden siguiendo un voto o promesa.40 Algunos historiadores han
mostrado su recelo en relación con la autenticidad de la vocación reli-
giosa de Pacioli, so pretexto de que su vida no transcurrió entre los es-
trechos límites de los claustros, sino en contacto con el mundo y con
las cortes señoriales, dedicada a la investigación y a la docencia uni-
versitaria de las matemáticas, aunque él, como se ha visto, se llamaba
a sí mismo sacre theologie humilis professor. Aducen de esta manera
que lo que realmente indujo a Pacioli a ingresar en la orden francisca-

38 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli. Sa vie. Son oeuvre, obra citada,
pág. 40.
39 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, pág. 13.
40 “E questo era quando eravamo al secolo. Ma da poi che labito indegnamente del
seraphyco san francesco ex voto pigliammo...”, es decir, “y esto era cuando estába-
mos en el siglo. Pero desde que, por un voto, tomamos indignamente el hábito
del seráfico San Francisco...”. Summa de Arithmetica, Geometria, Proportione &
Proportionalita, folio 67 rº.

31
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

na fueron las oportunidades que ésta le ofrecía de dedicarse a ampliar


sus estudios y de obtener una cátedra universitaria.41
Sea como fuere, al margen de lo que pueda haber de verdad en
estas especulaciones, lo cierto es que en 1475 encontramos a Luca Pa-
cioli enseñando matemáticas en la Universidad de Perusa. Ello con-
cuerda con la presunción de que Luca debió de ingresar en la orden
de los franciscos hacia 1472, teniendo en cuenta, por una parte, que la
citada Universidad era pontificia y que consiguientemente los docentes
tenían que ser sacerdotes y, por la otra, que para ser ordenado sacer-
dote en la orden de San Francisco se requería en esa época un novi-
ciado de por lo menos tres años, con independencia del talento y cua-
lificación que pudiera tener el novicio.42
En principio, Luca Pacioli fue contratado por la Universidad de Pe-
rusa por un período de tres años, al término de los cuales renovó su
compromiso por otros dos y, finalmente, por uno más.43 Durante este
período, y más concretamente en 1476, escribió un segundo libro sobre
álgebra y los cuerpos regulares, que dedicó a la juventud de Perusa.44
El año 1481 encontramos a Pacioli en Zara, la ciudad dálmata a la
otra orilla del Adriático, donde redactó un tercer libro de álgebra más
completo y elaborado que los dos anteriores, pues como él mismo di-
ce trata de casos más sutiles y avanzados.45
41 Ver, por ejemplo, R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 177. Por su
parte, Emil Ludwig Jäger, que era también de esta opinión, especifica cómo en
ese tiempo la orden franciscana había adquirido una gran relevancia y significa-
ción científicas, de forma que muchos hombres de grandes dotes intelectuales y
espirituales se sintieron llamados a ingresar en ella. Ver su obra: Lucas Paccioli
und Simon Stevin, nebst einigen jüngeren Schriftstellern über Buchhaltung. Skiz-
zen zur Geschichte der kaufmännischen, staatlichen und landwirtschaftlichen
Buchführung, Stuttgart, 1876, pág. XI.
42 Akira Nakanishi: “On the life of Luca Pacioli”, obra citada, pág. 57.
43 Vincenzo Vianello sustenta la opinión de que hasta noviembre de 1477 Pacioli de-
bió de enseñar en Perusa en plan privado, pues hasta la fecha indicada no apare-
ce registrado su nombre como profesor público en los anales de la Universidad
perusina. En dichos registros figura que Luca Pacioli enseñó aritmética desde el
mes indicado hasta junio de 1480. Ver su obra, ya citada: Luca Paciolo nella Sto-
ria della Ragioneria, págs. 16 ss.
44 El mismo Luca Pacioli da cuenta de este hecho: “Per loperare de larte magiore,
ditta dal vulgo la regola de la cosa over algebra e amucabala servaremo noi in
questo le qui da lato abreviature over caratteri, si commo ancora nell’altri nostri
quatro volumi de simili discipline per noi compilati havemo usati: cioe in quello
che a li gioveni de peroscia in tutalai nel 1476, nel quale non con tanta copiosita
se tratto,...”, es decir: “Para operar con el arte mayor, llamado por el vulgo la regla
de la cosa, o bien álgebra o amucabala, nos serviremos en éste de las abreviaturas
o signos puestos al margen, como hicimos ya en los otros cuatro libros que he-
mos compilado sobre esta disciplina; esto es, en el que dediqué a los jóvenes de
Perusa en 1476, en el que, sin embargo, no traté la materia con tanta extensión...”.
Ver Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, Distinción
Quinta, Tratado Primero, folio 67 rº y vº. En relación con el año en que fue redac-
tado este escrito, ver más adelante, págs. 53 ss.
45 En efecto, dice así Pacioli: “In quello che a Çara nel 1481 de casi piu sutili e forti
componemmo”. Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita,
Distinción Quinta, Tratado Primero, folio 67 vº.

32
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

Parece que durante los años siguientes Pacioli estuvo ausente de


Italia, viajando por diversos países, en los cuales completaría su forma-
ción universitaria, pues al volver utilizaba el título de Magister en Sa-
grada Teología que hasta entonces no había usado nunca. Su vuelta a
Italia obedeció en parte a las presiones a que le sometió en este senti-
do Francesco Sansoni, superior general de la orden franciscana, que le
ordenó que volviera a la Universidad de Perusa, a desempeñar una cá-
tedra de matemáticas, según él mismo nos comenta.46

Efectivamente, el año 1487 encontramos a Pacioli enseñando en


Perusa por segunda vez, aunque, como él indica, a su vuelta del ex-
tranjero, se detuvo antes, no sabemos durante cuánto tiempo, en Flo-
rencia.47 No debió de permanecer mucho tiempo en Perusa sin embar-
go, pues en otro pasaje de la Summa manifiesta que en el año 1489 se
hallaba enseñando en Roma.48 Parece que la docencia en la Sapienza,
la Universidad de Roma, le fue proporcionada a Pacioli merced a los
buenos oficios del cardenal Pietro Valetari, obispo de Carpentras, como
indica Pungileoni en su comentario sobre la vida de Luca.49

46 R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 178.


47 Pacioli comenta este hecho así como el sacrificio que, en cierta manera, le supo-
nía haber vuelto a asumir la enseñanza en dicha ciudad con las siguientes pala-
bras: “Si commo a me el peso cotidiano de lo legere e insegnare qui in questa alma
e augusta cita de peroscia dove a loro communa satisfatione partendomi del fior
del mondo, cioe de fiorença harivai, e tal peso presi per la perpetua obligatione o
con tutti di questa cita nel 1487 a di primo magio”. Es decir: “Así como la carga
cotidiana de leer y enseñar en la universidad de esta augusta ciudad de Perusa,
adonde arribé en primero de mayo de 1487 para general satisfacción partiendo de
la flor del mundo, es decir, de Florencia, y tomé tal carga por la perpetua obliga-
ción que tengo con todos los de esta ciudad”. Summa de Arithmetica, Geometria,
Proportioni & Proportionalita, Distinción Sexta, Epílogo, folio 98 vº.
48 “Havenga che nel 1489 nella cita d roma dove publice legiavamo, Mº pier lione da
spoleti medico che li se stava i casa del Rmo. Card. de san marco a sua Rma. S.
(me presente e tutti a una mensa p sua humanita) mostro un liº...”, es decir: “Su-
cedió que el año 1489, en la ciudad de Roma, donde me hallaba yo enseñando
públicamente, el señor Pier Lione da Spoleti, médico, que estaba en casa del
Rvdmo. Cardenal de San Marco le mostró a éste un libro, y yo estaba presente,
reunidos todos en torno a una mesa, tal era la sencillez de Su Reverencia”. Sum-
ma de Arithmetica, Geometria, Proportione & Proportionalita, 2ª parte, Distinción
Octava, De corporibus regularibus, folio 74 vº.
49 El Padre Maestro Luigi Pungileoni, de los frailes menores conventuales, nació en
Correggio el 20 de agosto de 1762 y murió en Roma en enero de 1845. Publicó un
artículo titulado “Commentario sopra la vita e le opere di Fra Luca Pacciolo conos-
ciuto ancora sotto il nome di Luca dal Borgo, steso ad eccitamento del Sig. G. Va-
llardi di Milano”, en Giornale Arcadico di Scienze, Lettere ed Arti, vol. LXII, núme-
ros de enero y febrero de 1834, dando algunas noticias sobre la vida de Luca
Pacioli, extraídas en su mayor parte del trabajo de Baldi, del que ya se ha dado
noticia. Véase V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada,
págs. 10 y 22.

33
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

Sea como fuere, lo cierto es que Pacioli aprovechó su estancia en


Roma para renovar su vieja amistad con la familia Della Rovere. Pare-
ce, incluso, que ese año de 1489 se alojó en el palacio de Giuliano
della Rovere, que, como hemos visto, fue nombrado Papa unos años
después, bajo el nombre de Julio II.50

Al dejar de enseñar en Roma el año 1490, Luca Pacioli pasó a Ná-


poles, donde estuvo enseñando durante tres años. Entre sus oyentes se
contaban personalidades de renombre, tales como Giovanni Pontano,51
los capitanes G. Giacomo Triulzio y Camillo Vitelli, y el orador florenti-
no Pier Vettori,52 con los que según Gaetano Marini se reunió en una
ocasión en el palacio del conde de Sarno; ello es una prueba más de
lo introducido que estaba Pacioli en los más selectos círculos del arte,
la Iglesia, la cultura y la aristocracia por dondequiera que iba.53

En 1493 pasó Luca Pacioli a la Universidad de Padua, donde dictó


algunas lecciones de aritmética y geometría, pero fue reclamado por
los superiores de su orden que, bajo amenaza de excomunión y de
privación de la venia legendi, le conminaron a que se presentara en
Asís en el plazo de ocho días, cosa que efectivamente hizo.54 Parece
que la dificultad estribaba en que los superiores de la orden no veían

50 R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 179.


51 Giovanni Pontano fue un famoso poeta, historiador y político italiano, nacido en
Cerreto el año 1426 y muerto en Nápoles en 1503. Por cuestiones políticas, tuvo
que emigrar de su comarca natal y se refugió en Nápoles, donde el rey Alfonso de
Aragón le acogió con benevolencia, empleándole en su cancillería. Durante el si-
guiente reinado, en 1486, negoció el tratado entre el rey Fernando de Aragón e
Inocencio VIII, sustituyendo después a Petruccio como secretario del rey. Como
escritor se distinguió por la pureza de su lenguaje; sus poesías son notables tanto
por su gracia y armonía, como por su naturalidad. Fue además un humanista no-
table: corrigió el manuscrito de las Poesías de Cátulo, descubrió los comentarios
de Donato sobre Virgilio y la Gramática de Remio Palemon. Según Draghesti, fue
el primero en señalar la ley de continuidad en física y en adoptar la antigua opi-
nión atribuida a Demócrito de que la vía láctea está formada por infinidad de pe-
queñas estrellas. Entre sus obras históricas destaca su historia de la guerra de Ná-
poles, que por sí sola hubiera bastado para haber inmortalizado su recuerdo.
52 Pacioli mismo nos indica el hecho de que enseñó en Nápoles y de que discutía
sobre cuestiones matemáticas con las personas indicadas. Ver su epístola de dedi-
catoria a Guido Ubaldo da Montefeltro en la Summa de Arithmetica, Geometria,
Proportioni & Proportionalita, folio 2 vº.
53 Gaetano Marini: Lettera dell’abate ... al chiarissimo Monsignor Giuseppe Muti Pa-
pazzuri, già Casali nella quale si illustra il ruolo dei professori dell’archiginnasio
romano per l’anno MDXIV, pág. 48. Citado de V. Vianello: Luca Paciolo nella Sto-
ria della Ragioneria, obra citada, págs. 22 s.
54 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 23 s.

34
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

con buenos ojos las correrías de Pacioli y el que éste ejerciera su do-
cencia en ambientes profanos y en universidades no religiosas.55

La inquietud viajera de Pacioli debía de ser grande, empero, y las


relaciones con sus superiores le permitirían un arreglo, tal vez merced
a la intervención del Papa de aquellos momentos, Inocencio VIII, que
también era amigo suyo, pues poco tiempo después lo encontramos
en Urbino, ciudad donde fue cordialmente acogido. Allí sometió el ma-
nuscrito de su Summa a varios cortesanos y hombres expertos en ma-
temáticas, como el conde Ottaviano Ubaldino 56 y Paulo de Middelbur-
go, 57 que por aquel tiempo habría de ser nombrado obispo de
Fossombrone, según comenta el abate Marini.58 Parece que el propio
Guido Ubaldo de Montefeltro, a quien dedicaría la obra, estuvo ani-
mándole y ayudándole a preparar los últimos detalles para su publica-
ción.59

Algunos autores piensan que durante el tiempo de la estancia de


Pacioli en Roma, o entre ésta y su traslado a Padua, es decir, entre
1490 y 1493, Luca debió de pasar alguna temporada en su ciudad na-
tal, escribiendo o preparando la Summa.60 Efectivamente, antes de fi-
nalizar el año 1492 Pacioli debía de estar ya escribiendo su obra, pues
como él mismo dice: “El sublime pictore (a li di nostri ancor vivente)
maestro Pietro de li Franceschi, nostro coterraneo del Borgo San Se-
polchro, ha nei questi di composto degno libro de ditta prospectiva”, es
decir, “el sublime pintor (vivo todavía en nuestros días) maestro Pietro
de li Franceschi, conciudadano nuestro de Borgo San Sepolchro, ha
compuesto en estos tiempos un excelente libro sobre la indicada pers-
pectiva”. Como es sabido, Piero della Francesca falleció el 12 de octu-

55 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, págs.


14 s.
56 Ottaviano Ubaldino era un excelente matemático, introducido en la corte del du-
que de Urbino, donde había ejercido de secretario del duque Federigo.
57 Paulo de Middelburgo fue un matemático holandés, que nació en Middelburgo en
1445 y murió en Roma el año 1534. Era canónigo de su ciudad natal y explicó
matemáticas en Lovaina con tal acierto que la República de Venecia le llamó para
que las enseñase en la Universidad de Padua. En 1494 fue nombrado obispo de
Fossombrone por Alejandro VI. Se distinguió también como médico, y en calidad
de tal prestó servicios al duque de Urbino, que le dio en recompensa la abadía de
Castel Duranti.
58 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 23 s.
59 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, pági-
na 15.
60 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada,
pág. 47.

35
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

bre de 1492, día del descubrimiento de América, por lo que este pasaje
de la Summa tuvo que ser escrito con anterioridad.61

Con todo, no parece que Pacioli pudiera permanecer mucho tiem-


po en Urbino, pues a comienzos o mediados de 1494 tendría que en-
contrarse en Venecia interviniendo en la impresión de su obra. Robert
Haulotte y Ernest Stevelinck dicen que con ocasión del viaje o viajes a
Venecia que emprendiera Pacioli en esa época con el citado motivo, 62
conoció a Marino Sanuto, llamado el joven, patricio veneciano que es-
cribió la historia de la República.63 Vianello confiesa que, a pesar de
sus numerosas pesquisas, no le fue posible encontrar pruebas de esta
estancia de Luca Pacioli en Venecia, que él empero da como segura, a
partir de las propias manifestaciones del autor de la Summa.64 De lo
que no cabe la menor duda, según el mismo Vianello, es de que Pa-
cioli conocía y había estado en el convento franciscano de Venecia,
pues cita unos detalles de él en su libro De Divina Proportione.65

La aparición de la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni


& Proportionalita causó sensación en los medios intelectuales de toda
Italia. El propio Pacioli se muestra orgulloso de su obra, a la que deno-
mina “grand opera nostra” en el capítulo primero de su otra obra mag-

61 Ver Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportione & Proportionali-


ta, Distinctio sexta, Tractatus primus, folio 68 vº. El libro de Piero della Francesca
al que se refiere Pacioli es seguramente De Perspectiva pingendi, que se cree que
fue compuesto antes del año 1482 y que ha sido editado hace algunos años por
G. Nicco Fasola: Il trattato “De Prospectiva pingendi” di Piero della Francesca, Flo-
rencia, 1942.
62 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada,
pág. 47.
63 Marino Sanuto, el joven, nació en Venecia el año 1466, muriendo en la misma ciu-
dad en 1536. Joven aún, fue admitido en el Gran Consejo y formó parte también
de la Academia fundada por Aldo el viejo. Escribió una obra copiosísima, publica-
da toda ella después de su muerte. Su obra más importante está constituida por
los Diarii, que constituyen una inapreciable fuente para el estudio de Venecia en
su época; contienen gran número de cartas, documentos originales y relatos de
primera mano sobre la cultura, el comercio, la historia y las costumbres del final
del siglo XV y comienzos del XVI. Los Diarii fueron publicados en 58 volúmenes,
los años 1879-1902.
64 En efecto, en el colofón de la segunda parte de la Summa de Arithmetica, Geome-
tria, Proportioni & Proportionalita, denominada Tractatus Geometrie, folio 76 rº,
Pacioli dice que, ayudando a los impresores, corrigió de su propia mano las prue-
bas de imprenta de la Summa: “Ac impressoribus assistens die noctuque proposse
manu propria castigavit”. Teniendo en cuenta la dimensión de la obra, tal correc-
ción implicaría que Pacioli tuvo que estar en Venecia varios meses antes de que el
libro viera la luz en noviembre de 1494.
65 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 24 s.

36
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

na, De Divina Proportione, capítulo que contiene la epístola en que la


dedica al “Principe Ludovico maria sforza, Anglo, Duca de Milano”.66
En su manuscrito De Viribus Quantitatis manifiesta otra vez Pacioli es-
ta satisfacción por su obra, a la que llama “grande nostra opera detta
Summa de Arismethica Geometria proportioni proportionalita”, y de la
que dice que está “gia per tutto luniverso divulgata”.67

No es de extrañar, pues, que sabedor Ludovico Sforza, apodado el


Moro, de la importancia de la obra publicada por Pacioli, le mandara
llamar, habida cuenta del insaciable afán que el duque de Milán sentía
por mantener al más alto nivel los estudios en su corte, en la Universi-
dad de Milán y en la Universidad de Pavía, incorporando para ello los
mejores profesores del momento.68 A Milán se dirigió, pues, Luca Pa-
cioli, siguiendo esta invitación, el año 1496, para enseñar aritmética, ál-
gebra, geometría y tácticas militares, tanto en la corte del duque como
en la Universidad. De esta manera, entró a formar parte de un distin-
guido grupo de intelectuales, jurisconsultos, artistas y arquitectos, entre
los cuales habría de destacar con luz propia Leonardo da Vinci,69 que

66 En efecto, Pacioli dice así refiriéndose a su Summa y a su vocación matemática:


“E ben che prima quasi da natura innato mi fosse el simile: con ciascuno usitare
maxime de quelle faculta de le quali fra gli altri al altissimo per sua inmensa be-
nignita piacque dotarme cioe de le necessarie scientie e dignissime discipline ma-
thematici. Non di meno gia stracco per li laboriosi affanni si diurni e nocturni
corporali commo i ancho spirituali. E che tutto a chi con diligentia la grand opera
nostra di simil discipline e faculta compilata”; o sea: “Cierto que, en un principio,
de forma casi innata, por naturaleza, seguí la máxima, pues con todos practicaba
y comunicaba al máximo esa facultad de que el Altísimo, por su inmensa benigni-
dad, quiso de entre todas las demás dotarme, quiero decir de la necesaria ciencia
y capacidad para las dignísimas disciplinas matemáticas. Pero no es menos cierto
que me he agotado también en su estudio con mis laboriosos afanes, tanto diur-
nos como nocturnos, tanto corporales como espirituales, para componer la gran
obra que hemos compilado diligentemente sobre esta disciplina”. De Divina Pro-
portione, reproducción facsímile del manuscrito de la Biblioteca Ambrosiana, de
Milán, obra citada, folio II vº.
67 Citado de V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 21.
68 Ludovico Sforza, llamado el Moro, nació en Vigevano el año 1452 y murió en el
castillo de Loches (Francia), en el destierro, en 1508. Accedió al ducado de Milán
en 1481, al suceder a su sobrino Giangaleazzo Sforza, a quien destronó y mandó
encerrar, junto con su esposa, en el castillo de Pavía. Hombre del Renacimiento,
fue famoso por su mecenazgo a los artistas e intelectuales, de quienes reunió un
buen grupo en su corte. Participó en la lucha contra los turcos al lado de Fernan-
do el Católico y del emperador Maximiliano. Se anexionó Génova y Novara. En
1495 entró en la liga contra Francia, siendo vencido en 1499 por Luis XII, que le
hizo prisionero y le desterró.
69 Recordemos simplemente que Leonardo nació en Vinci, en la Toscana, el año
1452, muriendo en 1519 en el palacio de Clux, cerca de Amboise (Francia). Era hi-
jo ilegítimo de un notario florentino y siendo niño entró en el taller de Verroc-
chio, en Florencia, ciudad en la que permaneció hasta 1482. Ese año pasó a Mi-
lán, donde estuvo al servicio de Ludovico Sforza hasta finales de siglo. En 1516
marchó a Francia, invitado por Francisco I.

37
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

se encontraba en la ciudad desde hacía varios años, y que a la sazón


estaba trabajando en el proyecto de una estatua ecuestre en bronce del
duque, que por desgracia nunca fue terminada. Se dice, precisamente,
que Luca Pacioli ayudó a Leonardo a calcular la cantidad de bronce
que necesitaría para hacer su estatua.70 Asimismo se comenta que Luca
afianzó y amplió notablemente los conocimientos matemáticos de Leo-
nardo.71

En cualquier caso, lo cierto es que se desarrolló una buena


amistad entre los dos hombres, que tenían intereses comunes y que
poseían unas capacidades y unos talentos complementarios, sin que
fuera óbice para ello la diferencia de los cinco años que Pacioli le
llevaba a Leonardo. Durante los tres años en que estuvieron traba-
jando juntos en Milán, intercambiando ideas, comentarios y enseñan-
zas, cada uno de ellos consiguió por su cuenta una obra memorable:
Leonardo da Vinci pintó su Ultima cena y Luca Pacioli escribió su
De Divina Proportione, que terminó en 1498, aunque la obra no fue
impresa y publicada hasta 1509. En este libro se dio precisamente
una famosa colaboración entre los dos amigos, pues Leonardo fue
quien dibujó y grabó las figuras geométricas que ilustran el tratado,
como el mismo Pacioli comenta con gran entusiasmo, aunque Leo-
nardo da Vinci, reconocido obviamente en vida, no adquirió real-
mente toda su merecida fama hasta después de su muerte, acaecida
en 1519. Pacioli, en cambio, era ya a la sazón famoso y apreciado en
todos los círculos artísticos e intelectuales de Italia. Su presencia y
sus enseñanzas eran requeridas por las más importantes cortes seño-

70 R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, págs. 180 s.


71 Como indica Marinoni, pocos son los que saben que los conocimientos matemáti-
cos que poseía Leonardo da Vinci antes de encontrar a Luca Pacioli eran más bien
escasos. En efecto, Vasari dice que Leonardo cuando era niño hacía novillos en la
escuela del ábaco porque sabía más que el maestro; pero, lo cierto es que cuan-
do, en manuscritos anteriores a 1496, Leonardo trata de la forma de calcular las
raíces cuadradas y cúbicas, de multiplicar y dividir fracciones o, incluso, de reali-
zar simples multiplicaciones, pone de manifiesto lagunas y desconocimientos de
extraordinaria gravedad. Antes de ese año, la geometría estaba prácticamente au-
sente de sus escritos. Los pocos dibujos contenidos en los llamados códices A y B
se refieren a la construcción de polígonos según las normas prácticas que se ense-
ñaban a los estudiantes de dibujo. Los esquemas de sombras y luces del códice C,
a base de redes y circunferencias, no tienen tampoco un contenido geométrico
sustancial. El dibujo de la serie de poliedros que Pacioli le pidió a Leonardo que
le dibujara para su tratado sí requería, en cambio, un buen conocimiento de la
geometría euclidiana, la especialidad de Luca Pacioli. No cabe duda de que Pacio-
li tendría que instruir a su amigo en esa materia. Ver Augusto Marinoni: Luca Pa-
cioli e il “De Divina Proportione”, obra citada, pág. 17.

38
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

riales y universidades; sus libros eran dedicados a los príncipes más


ilustres.72

No parece que durante sus años de estancia en Milán, Pacioli


permaneciera todo el tiempo en esta ciudad, pues en algunos escritos
descubiertos y publicados por Buoncompagni aparece su nombre co-
mo guardián del convento de San Francisco de Sansepolcro en
1497.73

A finales de siglo, Milán fue conquistado por el rey francés Luis XII
y Ludovico el Moro fue hecho prisionero. Luca Pacioli y Leonardo da
Vinci optaron por abandonar la ciudad para dirigirse a Venecia, pero an-
tes de llegar se detuvieron y se asentaron en Mantua. Parece que en esta
población, Pacioli compuso un libro llamado De ludis in genere o, sim-
plemente, Schifanoia, que dedicó a los marqueses de Mantua, Giovanni
Francesco Gonzaga e Isabella Extense.74 En este libro, que Pacioli califica

72 En efecto, Luca Pacioli pondera entusiásticamente en varios lugares las grandes


dotes artísticas de Leonardo da Vinci y, en especial, las figuras que dibujó para su
De Divina Proportione, que “en dibujo con perspectiva nadie en el mundo hubie-
ra podido hacer mejor, ni aun en el caso de que resucitaran Apeles, Mirón, Poli-
creto o cualquier otro, que las hechas y formadas por la inefable mano izquierda,
capaz de todas las empresas, del que es hoy príncipe de los mortales, florentino
ante todo, nuestro Leonardo da Vinci, en aquellos felices tiempos en que juntos
disfrutábamos del mismo estipendio en la maravillosa ciudad de Milán, donde nos
encontrábamos”. Así dice en una página de su obra compuesta en 1508, aunque
no publicada, De Viribus Quantitatis, es decir, “De la fuerza de los números”, se-
gún nos recuerda Augusto Marinoni. Insiste todavía en otro pasaje de la misma
obra, en el capítulo CXV, diciendo: “Suo effecto largamente manifesta l’opera del
nostro Leonardo Venci, compatriota fiorentino, quando con tutta forza feci in ditto
libro de sua gloriosa mano li corpi mathematici, qual ancora apresso di noi tene-
mo maravigliosi a ognuno che li mirano”, o sea: “Su efecto se manifiesta amplia-
mente en la obra de nuestro Leonardo da Vinci, compatriota florentino, cuando
con todo vigor dibujó con su gloriosa mano los cuerpos matemáticos para el cita-
do libro, dibujos que conservo conmigo y que maravillan a todos aquellos que los
contemplan”. Ver Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”,
obra citada, pág. 16.
73 Ver Baldassare Buoncompagni: “Intorno alle vite inedite di tre matematici”, obra
citada, págs. 863 s.
74 Los Gonzaga asumieron el poder de Mantua en 1328. Hacia finales de ese siglo,
Luigi II fundó con los manuscritos regalados por Petrarca una biblioteca pública.
Giovanni Francesco II, nombrado primer marqués de Mantua en 1432 por el em-
perador Segismundo, llamó a su corte a Vittorino di Feltre e hizo de Mantua un
centro intelectual de primer orden. Giovanni Francesco III, cuarto marqués de
Mantua, continuó la tradición cultural de sus antecesores, junto con su esposa,
Isabella Extense, hermana de Alfonso di Ferrara y madre de Leonore di Urbino,
con quien había casado en 1490. Fue ésta una mujer de gran cultura, que sostuvo
correspondencia y amistad con los más célebres ingenios de la época, incremen-
tando considerablemente la rica colección de libros y pinturas de la casa de los
Gonzaga.

39
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

de festivo y alegre, y del cual no ha llegado ningún ejemplar hasta nues-


tros días, se trataba de diversos juegos y, en especial, del ajedrez.75

Poco tiempo después, Luca Pacioli y Leonardo da Vinci prosiguie-


ron su viaje y llegaron a Florencia, donde Pacioli se avecindó y aceptó
un puesto de docente en la Universidad, enseñando ininterrumpida-
mente desde 1502 hasta 1505. Así figura registrado en los anales de di-
cha Universidad, aunque ocasionalmente impartiría también clases du-
rante estos años de comienzos de siglo en la Universidad de Pisa (años
1500 a 1505),76 en la de Bolonia (años 1501 y 1502) y en la de Perusa
(años 1500 y 1501), como demuestra la inscripción de su nombre en
las listas de profesores de todas estas instituciones.77

Por otra parte, en el capítulo general que los religiosos de su or-


den celebraron en Troyes el año de 1504, Pacioli fue elegido superior
de algunos conventos de Rumania, aunque como dice Pungileoni no
se sabe si llegó a hacer efectivo el cargo. En julio de 1505 fue incorpo-
rado al convento de la Santa Croce, de Florencia.78

Al dejar la Universidad de Florencia, en 1506, parece que Pacioli


viajó nuevamente a Roma, donde se detuvo algún tiempo en la corte
del cardenal Galeotto Franciotti.79 Luego se dirigió otra vez a la Univer-
sidad de Pisa, en la que enseñó geometría euclidiana. No satisfecho
con los textos a disposición de los estudiantes, parece que por tal mo-
tivo preparó una nueva traducción al italiano del libro de Euclides o
una revisión de la que según parece pudo haber compuesto en 1480.80

75 En la dedicatoria del único ejemplar existente del manuscrito De Viribus Quanti-


tatis, Pacioli manifiesta, viendo aproximarse ya los últimos días de su vida, que ha
dedicado constantes esfuerzos, asiduas vigilias y no mediocres afanes a obras tales
como la traducción de los libros de Euclides, el máximo monarca de las discipli-
nas matemáticas, “insieme col iocondo et alegro tractadto ‘De ludis’ in genere, cum
illicitorum reprobatione, spetialmente di quello de schachi, in tutti modi detto
‘Schifanoia’, et alle Excellentie del Segnior Marquese et Marchegiana di Mantoa,
Francesco e Isabella Extense, a questi dedicato”. Ver Augusto Marinoni: Luca Pa-
cioli e il “De Divina Proportione”, obra citada, pág. 7.
76 De la actividad de Luca Pacioli como profesor de matemáticas en la Universidad
de Pisa habla en particular A. Agostini: “Matematica e matematici nell’Ateneo pisa-
no”, en Bolletino Storico Pisano, Pisa, 1945, pág. 220. Ver, por otra parte, Tito An-
toni: “Las escuelas de ábaco en Pisa en el siglo XIV”, en Técnica Contable, año
XXXIX, núm. 457, enero de 1987.
77 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 28 s.
78 Ibídem, pág. 29.
79 Ibídem.
80 Ver más adelante, pág. 42, y también R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Pa-
ciolo on Accounting, obra citada, págs. 15 s.

40
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

También pudiera ser que se tratase simplemente de la revisión de la


traducción al latín de la obra de Euclides realizada por Giovanni Cam-
pano.81

Es difícil seguir los movimientos de Luca Pacioli en esta época.


Llegado a la cúspide de su fama, las cortes y universidades más famo-
sas se disputaban sus lecciones y conferencias, que abarrotaban las au-
las con los personajes más ilustres. En una ocasión, el 11 de agosto de
1508, dio una conferencia en Venecia sobre el libro V de Euclides ante
una distinguida audiencia, compuesta por más de 500 personas. La
conferencia tuvo lugar en la iglesia de San Bartolomé de Rialto y lleva-
ba el título de Proportioni et Proportionalita.82

Por esa misma época, debió de redactar Luca Pacioli su obra De


Viribus Quantitatis, dedicada a un príncipe desconocido, pues las pri-
meras líneas del único ejemplar manuscrito que se conoce fueron cui-
dadosamente borradas. Este ejemplar se conserva en la biblioteca de la
Universidad de Bolonia y trata del poder de los números y de la geo-
metría, incluyendo una serie de problemas y juegos matemáticos.83

También por estos tiempos fue cuando Pacioli redactó el testamen-


to ológrafo del que hemos hablado antes. Tenía ya 61 años y se en-
contraba cansado, deseando descansar después de tantos años de dura
labor, pues como decía: “Estoy acostumbrado a estudiar duramente
desde los más tiernos años, pues realmente no he hecho otra cosa des-
de la cuna”.84 Los franciscanos debían vivir en la más absoluta pobreza
personal, pero su buen amigo el Papa Julio II, a quien Pacioli visitaba
en sus viajes a Roma, expidió en 28 de abril de 1508 una bula especial
concediéndole el derecho a poseer propiedades personales. A juzgar
por sus testamentos, no parece, sin embargo, que Luca llegara a po-
seer un patrimonio realmente significativo.85

81 Ver pág. 42.


82 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 29 s.; R.
Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, págs. 181 s.
83 Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, obra citada, pági-
nas. 6 s.
84 R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 182.
85 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, pá-
gina 16.

41
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

Durante la estancia en Venecia que se indicaba con anterioridad,


Pacioli ultimó los preparativos para la publicación de su obra De Divi-
na Proportione y de la traducción de la obra de Euclides realizada por
Giovanni Campano que él había revisado y corregido, de acuerdo con
lo señalado anteriormente.86 Las dos obras aparecieron en 1509.

El curso siguiente, 1509-1510, lo pasó ejerciendo de nuevo la do-


cencia en la Universidad de Perusa. Pero sintiéndose mal de salud, se
retiró al convento de San Francisco de su ciudad natal. El 22 de febre-
ro de 1510 fue nombrado superior de dicho convento,87 esperando tal
vez haber conquistado con ello una bien merecida tranquilidad. No
fue así, sin embargo. Tuvo diversas disensiones con sus hermanos de
religión, que se quejaban de que no atendía debidamente sus obliga-
ciones en el monasterio. De hecho, parece que en el convento francis-
cano de Sansepolcro no sentaban bien los privilegios especiales de
que disfrutaba fray Luca. En efecto, había sido dispensado de la obli-
gación de asistir a la misa conventual, así como a los otros rezos y ce-
remonias, al tiempo que se le había concedido el privilegio de efectuar
sus comidas privadamente, en su celda, con sus amigos.88 Por otra par-
te, el vicario del monasterio discutía su autoridad. Las controversias
fueron tan agrias que, por lo menos en dos ocasiones, tuvieron que ser
elevadas para su resolución al juicio de los superiores de la orden.89

En 21 de noviembre de 1511, encontrándose en casa de su sobrino


Antonio, en Sansepolcro, Luca Pacioli mandó llamar a un notario para
otorgar el segundo de sus testamentos que conocemos. Ante este nota-
rio y bajo la invocación de Dios sabio, venerable y misericordioso afir-
mó solemnemente que tenía pleno derecho, poder y autoridad para
disponer libremente de sus bienes, que se cifraban en trescientos du-
cados grandes de oro.90

86 Giovanni Campano fue un célebre matemático italiano, nacido en Novara, con-


temporáneo del pontífice Urbano IV, que subió al solio pontificio en 1261. Fue el
primer traductor y comentarista de Euclides, cuyas obras tradujo al latín a partir de
un texto árabe. Escribió además sobre astronomía y geometría, ciencias en las que
según parece no conoció rival en su tiempo. Sus manuscritos se conservan, princi-
palmente, en la biblioteca Ambrosiana, de Milán, y en la de San Marcos, de Vene-
cia.
87 Commissario, dice V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra ci-
tada, pág. 31.
88 Akira Nakanishi: “On the Life of Luca Pacioli”, obra citada, pág. 56.
89 R. Emmett Taylor: “Luca Pacioli”, obra citada, pág. 182.
90 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada,
pág. 73.

42
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

No acabaron aquí, sin embargo, las andanzas docentes de Luca Pa-


cioli. El Papa León X, de la familia de los Médicis, que ocupó la sede
pontificia desde 1513 hasta 1521, y que fue gran protector de las artes,
las letras y las ciencias, quiso potenciar la Universidad de Roma y llevó
al efecto los mejores profesores de todo el occidente europeo. Entre
ellos se contaba Luca Pacioli, al que confió una cátedra de matemáti-
cas, como indican los registros de la Sapienza romana.

Sin embargo, se supone que no permaneció mucho tiempo en Ro-


ma, pues parece que al año siguiente, 1515, se retiró de nuevo a San-
sepolcro, no habiendo constancia de que efectuara ningún otro viaje.
Una anotación del municipio de Sansepolcro del 14 de marzo de 1516
comenta: “El Reverendo Padre Maestro en sagrada teología Luca Pacio-
li vive en concordia y paz con sus hermanos monjes, habiendo renun-
ciado a sus privilegios apostólicos”.91 Esta es la última noticia que po-
seemos de la vida de Pacioli, cuyo final estaba ya muy próximo.

Fallecimiento

Como se ha indicado anteriormente, las indagaciones de Ivano


Ricci y de Akira Nakanishi han permitido precisar que la muerte de Lu-
ca Pacioli tuvo lugar el año de 1517.

En efecto, Ivano Ricci, director del archivo de Sansepolcro, locali-


zó dos cartas del convento de San Francisco de esa ciudad concluyen-
tes al respecto. La primera, fechada el 15 de abril de 1517, iba dirigida
a todos los participantes en la reunión anual de la orden de San Fran-
cisco a celebrar en Asís y decía así: “Todos los monjes esperamos jus-
tamente que el Maestro Luca Pacioli sea elegido Provincial de Asís, da-
da su virtud, su conveniente edad y el respeto que inspira a toda la
gente de este distrito”. La segunda está fechada el 20 de octubre del
mismo año 1517 y se dirige al Provincial pidiéndole que perdone la
violencia cometida por los dos frailes sobrinos de Luca Pacioli, para no
enturbiar “la bona memoria di mº Luca”. Del contenido de estas dos
cartas Ricci infiere, lógicamente, que la muerte de Pacioli tuvo que
ocurrir entre el 15 de abril y el 20 de octubre de 1517.92

91 Ivano Ricci: Fra Luca Pacioli: L’uomo e lo Scienziato, obra citada, pág. 23.
92 Ibídem, obra citada, págs. 23 s.

43
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

Conociendo este dato, el profesor Akira Nakanishi, de la Universi-


dad de Cuo, se desplazó a Florencia y Sansepolcro con la idea de efec-
tuar investigaciones que le permitieran precisar más exactamente la fe-
cha del fallecimiento de Pacioli. Como se ha comentado en una nota
anterior, en el Necrologium o libro de defunciones del monasterio de
la Santa Croce, en Florencia, localizó Nakanishi una inscripción hacien-
do referencia a que Pacioli había fallecido en 1517. Sin embargo, esta
inscripción no estaba escrita en el libro, sino mecanografiada en un
pedazo de papel unido a la página 171 del libro. Parece que esta nota
había sido escrita, unos pocos años antes, por un monje llamado Fray
Tarcisio della Rovere, fallecido en 1976.

Por otra parte, el abad del convento de la Santa Croce, Mario Fran-
chi, le explicó a Nakanishi que antes de insertar esta nota en el libro,
figuraba inscrita en una página anterior una simple anotación: “S. Se-
polcro - P.M. Luca Pacioli”, sin explicar ningún detalle ni indicar el año
del fallecimiento. Debe decirse que el libro de defunciones examinado
por el profesor Nakanishi correspondía al día 19 de junio y recogía los
nombres de los monjes que habían fallecido ese día, cualquiera que
fuese el año, pues es costumbre de ese monasterio llevar un Necrolo-
gium por separado para cada día del año, al objeto de recordar en la
misa del día a todos los monjes que hubiesen fallecido en esa jornada,
no importa de qué año. De esta manera, según apunta Nakanishi, du-
rante siglos se habrá rezado por el alma de Luca Pacioli en la misa di-
cha cada día 19 de junio por los monjes franciscanos del monasterio
de la Santa Croce, de Florencia.93

Hay que decir, sin embargo, que este Necrologium no era el origi-
nal, pues había sido preparado durante los años 1930 y 1931 por un
Provincial anterior, a partir de un libro antiguo que quedó destruido en
la inundación que sufrió el sótano del convento en 1966 debido al des-
bordamiento del río Arno.

De acuerdo con lo expresado en su testamento de 1508, Pacioli


deseaba ser enterrado en la iglesia del monasterio donde falleciera, de
la forma en que determinasen los superiores de la orden bajo cuya ju-
risdicción se encontrara en ese momento.94 Guiado por esta idea, Na-
kanishi indagó en busca de la tumba de Pacioli en el convento de San
Francisco de Sansepolcro. En efecto, los frailes de ese convento habían
mantenido tradicionalmente la creencia de que el cuerpo de Luca Pa-

93 Akira Nakanishi: “On the Life of Luca Pacioli”, obra citada, págs. 54 ss.
94 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 168.

44
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

cioli había sido enterrado bajo el altar de la capilla, aunque los docu-
mentos que lo atestiguaban se habían perdido durante la invasión de
los ejércitos napoleónicos. No obstante, a pesar de todos sus esfuerzos,
Nakanishi no pudo encontrar la tumba de Pacioli.

Sin embargo, algunos ciudadanos de Sansepolcro comentaron al


citado profesor, no se sabe con qué fundamento, que no debía buscar
la tumba de Luca Pacioli en el monasterio de San Francisco, pues sus
restos estaban enterrados bajo el altar de la iglesia de San Juan, donde,
según lo indicado en el citado testamento, reposaban también sus an-
tepasados. A la sazón, cuando Nakanishi realizó estas pesquisas, en
1978, la iglesia de San Juan, erigida en 1331 y situada en la parte nor-
deste de la población, al lado de la muralla, era utilizada como alma-
cén por el Ayuntamiento de Sansepolcro.95

Iconografía de Luca Pacioli

Se conocen tres pinturas que, según se admite hoy generalmente,


recogen la auténtica efigie de Luca Pacioli, retratada, en su misma épo-
ca, directamente del original. Dos de ellas son de Piero della Frances-
ca, que aprovechó su amistad con Luca para hacerlo figurar en dos de
sus cuadros, y una, más tardía, pintada en 1495 y firmada Jaco. Bar. Vi-
gennis. P., que algunos atribuyen a Jacopo de Barbari, aunque existe
una discrepancia de fechas que hace que esta atribución resulte impro-
bable.

La primera pintura de Piero della Francesca donde aparece la efi-


gie de Luca Pacioli se titula Madonna col Bambino, i Santi e gli angeli
e Federigo da Montefeltro inginocchiato davanti a Lei, y se encuentra
en la Academia de Brera, en Milán. En este cuadro aparece la Virgen
en primer término, sentada, con las manos juntas en actitud de ora-
ción. Tumbado en su regazo está el niño Jesús. A ambos lados de la
Virgen y a su espalda, se encuentran varias figuras que permanecen de
pie y la rodean en semicírculo. A la izquierda del cuadro, están San
Juan Bautista, San Bernardino y San Jerónimo; detrás, hay cuatro figu-
ras de ángeles; a la derecha del cuadro, San Francisco, San Pedro Már-
tir y San Andrés. La efigie de San Pedro Mártir, del que sólo se ve la

95 Akira Nakanishi: “On the Life of Luca Pacioli”, obra citada, pág. 57.

45
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

cabeza, entre las figuras completas de San Francisco y de San Andrés,


corresponde a los rasgos de Luca Pacioli. Delante de estas tres figuras,
arrodillado a los pies de la Virgen, con las manos juntas, orando y mi-
rando al niño Jesús, se encuentra el duque Federigo de Urbino. La es-
cena transcurre en el transepto de una iglesia renacentista. Al fondo se
halla el presbiterio, con el ábside semicircular, y una bóveda de cañón
con casetones.96

La otra pintura de Piero della Francesca se encaja dentro de un


retablo, originario de la iglesia de San Antonio, de Perusa, que hoy
se encuentra en la Pinacoteca de esta ciudad. El retablo se llama
Madonna col Bambino e Santi. En el cuerpo central, bajo una esce-
na de la Anunciación en el cuerpo superior, se encuentra la imagen
de la Virgen sentada, sosteniendo al niño en su regazo. En la calle
de la izquierda, aparece de pie un santo con el hábito y el cordón
típico franciscano y la cabeza aureolada, al lado de San Juan Bautis-
ta. La efigie de este santo, según creyó reconocer R. Emmett Tay-
lor,97 es la de Luca Pacioli, que lleva entre sus manos un grueso vo-
lumen.98

Se ha especulado en torno a la época en que estos cuadros debie-


ron de ser pintados, a partir de la edad representada por la efigie de
los personajes retratados, Luca Pacioli y el duque de Urbino. No pare-
ce, sin embargo, que se haya llegado a ninguna conclusión fiable.

El tercer cuadro en el que se recoge la imagen de Luca Pacioli fue


pintado en 1495 y se encuentra en la Galleria Nazionale di Capodi-
monte, en Nápoles. Como se ha dicho, la pintura está firmada Jaco.
Bar. Vigennis. P. 1495, en un trozo de papel que aparece encima de la
mesa. Con este motivo, se le ha atribuido a Jacopo de Barbari, pintor
veneciano, nacido hacia el año 1440 y muerto en 1516 en Bruselas. Vi-
vió en Bélgica y Alemania, donde era conocido como Jakob Walch y
donde hizo amistad con Alberto Durero, sobre el que ejerció alguna
influencia, según se dice. Esta atribución parece tanto más plausible,

96 Ernest Stevelinck ha dedicado muchos años de su vida y mucho esfuerzo a la in-


vestigación de la iconografía de Luca Pacioli. Ver su artículo: “The Many Faces of
Luca Pacioli: Iconographic Research over Thirty Years”, en The Accounting Histo-
rians Journal, Vol. 13, No. 2, Fall 1986.
97 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada, pág.
XVII.
98 Ernest Stevelinck: “The Many Faces of Luca Pacioli: Iconographic Research over
Thirty Years”, obra citada, pág 18.

46
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

por cuanto se supone que Jacopo Barbari conoció a Pacioli y que fue
el mediador de una visita que Durero realizó a Pacioli en la ciudad de
Bolonia.99 Sin embargo, la palabra vigennis que figura en la firma pare-
ce referirse al hecho de que el pintor tenía a la sazón veinte años, lo
cual descartaría totalmente a Barbari. Algún autor, sin embargo, ha su-
gerido que la citada expresión podría referirse no a la edad del pintor,
sino a su lugar de nacimiento, por ejemplo, Vigano o Vige, aunque
también aventura la opinión de que la pintura podría ser obra de un
pintor y arquitecto que durante estos años estuvo trabajando en la cor-
te del duque de Urbino, llamado Jacopo Barocci.100

Para Berenson, en cambio, la pintura, que indiscutiblemente le pa-


rece de la escuela veneciana, podría ser debida a un artista próximo al
taller de Giovanni Bellini.101

No falta tampoco quien piensa que el cuadro puede ser obra de


un pintor miembro de la familia de Pacioli, teniendo en cuenta que
uno de sus sobrinos se llamaba, como hemos visto, Antonio de Masso
de Barbaglia, sobrenombre que, por lo que parece, se aplicaba en oca-
siones a todo el clan familiar. De esta manera, la abreviatura Bar. po-
dría corresponder al apelativo Barbaglia.102

Sea como fuere, la pintura, que unas veces se ha llamado Una lec-
ción de matemáticas, y otras Retrato de Luca Pacioli con Guidobaldo
de Montefeltro, que es el título que lleva actualmente, representa a un
monje franciscano, Luca Pacioli, como figura central, puesto de pie de-
lante de una mesa cubierta con un tapete verde, de cara al espectador,
con un puntero en su mano derecha, señalando un dibujo geométrico

99 En efecto, durante su segundo viaje a Italia, Durero escribió a su amigo Pirckhei-


mer que tenía la intención de desplazarse a Bolonia antes de regresar a Nurem-
berg, pues había alguien allí “que me instruirá en los secretos de la perspectiva”.
P. Strieder: Dürer: Paintings, Prints, Drawings, Londres, 1982, pág. 27. Panofsky
comenta que la persona a la que se refería Durero podía ser tanto Luca Pacioli,
como el arquitecto Bramante, que para él eran los dos candidatos más probables,
aunque no descartaba que pudiera tratarse de cualquier otro pintor o profesor de
la Universidad de Bolonia. Erwin Panofsky: The Life and Art of Albrecht Dürer,
Princeton, 1955, pág. 252. Ambos autores, Strieder y Panofsky, se citan de Basil S.
Yamey: Arte e Contabilità, Credito Romagnolo, Bolonia, 1986, págs. 270 ss. Tam-
bién E. Bortolotti se hace eco de la intención de Alberto Durero de visitar a Pacio-
li durante su viaje a Bolonia. Ver su libro: L’Ecole mathematique de Bologne, Bolo-
nia, 1928, pág. 18.
100 Luigi Servolini: Jacopo de’ Barbari, Padua, 1944, págs. 147 ss.
101 B. Berenson: Venetian Painting in America, Nueva York, 1916, págs. 222 ss.
102 Antonio M. González: “Introducción”, en Luca Pacioli: La divina proporción, obra
citada, pág. 10.

47
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

trazado con tiza sobre una pizarra colocada sobre la mesa. Su mano iz-
quierda reposa sobre un libro abierto. Su actitud es la de estar expli-
cando una cuestión geométrica a un auditorio situado frente a él. El
borde de la pizarra lleva escrita la inscripción Euclides. A la derecha
del cuadro, sobre la mesa, al lado del libro abierto, se halla un grueso
volumen cerrado, en cuyo canto se lee: Li. R. Luc. Bur., que debe in-
terpretarse según Margaret Daly Davis como Liber Reverendi Luca Bur-
gensis.103 Encima del libro se halla un dodecaedro de madera, haciendo
referencia, sin duda, al hecho de que Pacioli realizó modelos de cuer-
pos sólidos regulares. Aparte de estos objetos, sobre la mesa se en-
cuentran también una esponja, un transportador de ángulos, un peda-
zo de tiza, una pluma con su tintero, un estuche, un compás y el trozo
de papel que se ha indicado con la firma del artista.

A la izquierda del cuadro, colgando del techo de un cordel, se ha-


lla un poliedro de cristal, iluminado por la luz que entra por una ven-
tana que no figura en la pintura. Reflejados en algunas caras del polie-
dro se distinguen unos edificios, pertenecientes posiblemente al
palacio ducal de Urbino.

A la derecha del cuadro, en segundo término, aparece la figura de


un hombre joven, elegantemente vestido, al que tradicionalmente se
ha tomado por Guido Ubaldo da Montefeltro, como consecuencia de
una inscripción que, según antiguas descripciones de la pintura, se
encontraba sobre la tela diciendo: “Divo principi Guido”. Sin embar-
go, parece que dicha inscripción constituía una dedicatoria de la pin-
tura y no la indicación de la persona retratada, pues los rasgos del jo-
ven que figura en el cuadro no se asemejan en absoluto a los
auténticos del príncipe. Por eso hoy se cree que este retrato constitu-
ye una interpolación, es decir, algo ajeno a la escena que representa
la pintura, tal vez una evocación de Luca Pacioli, o incluso el autorre-
trato del pintor.104

Hay que indicar, por otra parte, que en la cifra que indica el año
en que fue pintado el cuadro, el número 5 aparece cubierto por una
mosca, de forma que la exactitud de dicho año resulta dudosa, a pesar
de la generalidad con que se acepta. Un examen de la pintura con ra-

103 Margaret Daly Davis: Piero della Francesca’s Mathematical Treatises, Rávena,
1977, págs. 69 ss. Citado de Basil S. Yamey: Arte e Contabilità, obra citada, pág.
273.
104 Margaret Daly Davis: Piero della Francesca’s Mathematical Treatises, obra citada,
pág. 69. Citado de Basil S. Yamey: Arte e Contabilitá, obra citada, pág. 273.

48
Vida y entorno de Luca Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

yos X descubre que tanto la inscripción de la firma, como la de Eucli-


des en el marco de la pizarra y la de Li. R. Luc. Burg. en el canto del
volumen cerrado fueron añadidas con posterioridad a la terminación
del cuadro.105

Finalmente, Margaret Daly Davis, después de un análisis minucioso


del cuadro, ha ensayado una interpretación del significado de la pintu-
ra, comentando que la misma ilustra y relaciona los dos temas princi-
pales que ocuparon la atención de Pacioli: los cuerpos sólidos regula-
res y la sección áurea o divina proporción, representados por el
dodecaedro y por el poliedro suspendido, respectivamente. La lección
que el cuadro materializa podría ilustrar, por otra parte, la evolución y
culminación del pensamiento de Luca Pacioli, es decir, el paso de la
Summa de Arithmetica, Geometria, Proportione & Proportionalita a la
obra De Divina Proportione.106

Algunos autores han querido ver asimismo la efigie de Luca Pacioli


en el dibujo de un monje que ilustra la letra capital al inicio del tratado
sobre contabilidad, así como el prefacio de la obra en general, en la
mayor parte de los ejemplares de la primera edición de la Summa. Este
monje está también de pie, al estilo del que figura en el cuadro de Ná-
poles, y tiene ante él, sobre una mesa, un libro abierto, con figuras geo-
métricas. En su mano izquierda sostiene un compás. En los ejemplares
de esta primera edición, el fraile está con el semblante serio, mientras
en los de la segunda aparece sonriente. Más adelante se hablará, por
otra parte, con mayor detalle, de diversas discrepancias que se obser-
van en distintos ejemplares de la primera edición de la Summa.

Asimismo se ha querido ver la efigie de Pacioli en el dibujo que


ilustra la copia manuscrita de la obra De Divina Proportione que se
custodia en la Biblioteca Pública y Universitaria de la ciudad de Gine-
bra. En este dibujo se ve al duque de Milán, Ludovico Sforza, sentando
en su sillón, rodeado de cortesanos, recibiendo un volumen que le en-
trega un fraile franciscano, Luca Pacioli, que inicia una genuflexión.
Junto a él, la efigie de otro monje.107 De cualquier forma, y a pesar del
parecido cierto de estos dibujos con la efigie de Pacioli, no pasan de

105 Cirio Fiorilla (editor): Leonardo e il leonardismo a Napoli e a Roma. Catalogo


della mostra del 1983-84, pág. 76 e ilustración 85. Citado de Basil S. Yamey: Arte
e Contabilitá, obra citada, págs. 273 s.
106 Margaret Daly Davis: Piero della Francesca’s Mathematical Treatises, obra citada,
pág. 69. Citado de Basil S. Yamey: Arte e Contabilità, obra citada, pág. 273.
107 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada,
pág. 66.

49
ESTUDIO INTRODUCTORIO Vida y entorno de Luca Pacioli

ser meros apuntes que poco pueden ilustrar sobre la imagen de nues-
tro autor.

Aparte de las mencionadas, se conocen y se citan otras representa-


ciones de la efigie de Luca Pacioli, pero parece que todas son moder-
nas y, o bien son falsas, o bien se han elaborado partiendo de la ima-
gen representada en las pinturas comentadas.

Entre ellas, puede que la más citada y reproducida sea el busto


que, según comenta Stevelinck, fue localizado por Vincenzo Gitti en
un museo de Florencia, llevando esculpida la inscripción: Luca Pacio-
li.108 Sin embargo, la escultura es ciertamente moderna y parece que
sus rasgos fueron totalmente imaginarios. Balduin Penndorf la repro-
duce también en su traducción al alemán de la obra de Pacioli, aunque
advirtiendo que es obra del profesor Luigi Mangoni, que esculpió el
busto en 1878.109

Puede citarse también, pues es ampliamente conocido, el relieve


con la efigie de Luca Pacioli, debido al cincel del profesor Silvio Zan-
chi, que fue colocado en 1925 en la placa de mármol que el Ayunta-
miento de Sansepolcro dedicó al ilustre matemático en 1878, fijándola
en una de las paredes de la fachada del Palazzo delle Laudi, sede del
Ayuntamiento.110 La efigie de Luca Pacioli está fielmente inspirada en el
retrato de Nápoles.

Por otra parte, debe señalarse para finalizar este capítulo que exis-
ten diversidad de bustos modernos de Pacioli, debido a un concurso
que se convocó al objeto de premiar uno de ellos y de elegirlo para
presidir el vestíbulo principal de la nueva Escuela de Comercio, inau-
gurada en Fidenza, una localidad de la Emilia, cerca de Parma. De to-
dos ellos da cumplida referencia Ernest Stevelinck.111

108 Ernest Stevelinck: “The Many Faces of Luca Pacioli: Iconographic Research over
Thirty Years”, obra citada, págs. 3 s.
109 Luca Pacioli: Abhandlung über die Buchhaltung 1494. Nach dem italienischen
Original von 1494 ins Deutsche übersetzt und mit einer Einleitung über Die ita-
lienische Buchhaltung im 14. und 15. Jahrhundert und Paciolis Leben und Werk
versehen von Balduin Penndorf, obra citada, págs 53 ss.
110 Ernest Stevelinck: “The Many Faces of Luca Pacioli: Iconographic Research over
Thirty Years”, obra citada, pág. 6.
111 Ibídem, págs. 7 ss.

50
La obra de Pacioli
Sus escritos en general

D
e una forma u otra, se tiene noticia de que Luca Pacioli escri-
bió varios trabajos, aunque algunos de ellos no fueron publi-
cados, conservándose de forma manuscrita, y otros se han
perdido definitivamente o no han podido ser localizados hasta el mo-
mento. De la mayor parte de ellos, si no de todos, se ha hablado ya en
las páginas anteriores.

A continuación se ofrece, a título orientativo, una relación sistemá-


tica de los mismos, por orden cronológico, junto con una descripción
somera de su contenido:112

1. Texto manuscrito sobre álgebra, compuesto hacia 1470, y dedi-


cado a los hijos del rico mercader veneciano Antonio Rompiasi,
que eran sus discípulos. Como se ha indicado anteriormente, es
el mismo Pacioli quien da noticia de este libro en su Summa.113
Se ha perdido totalmente y no ha llegado hasta nosotros ningún
ejemplar, no conociéndose ni siquiera su título. Sin embargo,
puede suponerse que los conocimientos que expusiera Pacioli
en sus páginas serían incorporados luego a la Summa.

2. Texto manuscrito sobre álgebra y cuerpos regulares. Este ma-


nuscrito fue compuesto en 1476 y fue dedicado a los jóvenes
de Perusa, donde por estas fechas Pacioli ejercía su docencia. El
mismo autor da cuenta de la existencia de este texto en su
Summa, de acuerdo con lo que antes se ha indicado.114 Se ha
conservado este manuscrito en la Biblioteca Vaticana, de Roma.
En él afirma Pacioli que lo escribió de su propio puño y letra, y
contrariamente a lo que dice en la Summa, donde cita proba-

112 Compárese con la relación ofrecida por R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston:
Paciolo on Accounting, obra citada, págs. 5 ss.
113 Ver págs. 28 s.
114 Véase pág. 32.

53
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

blemente de memoria, comenta que lo comenzó el 1 de diciem-


bre de 1477 y lo acabó el 29 de abril de 1478. Su contenido cu-
bre tanto el estudio del álgebra, como el de los cinco cuerpos
regulares de la geometría. Aparte de estos temas, de los que se
dice que pudieron ser producto de la mera traducción de un
trabajo hecho sobre la misma materia por Piero della Francesca,
su maestro y amigo, Pacioli discurre ampliamente sobre las cos-
tumbres comerciales de Venecia, Florencia, Génova, Roma, etc.,
sobre las diversas monedas, pesas y medidas, sobre los cam-
bios, las letras de cambio, compañías, baratos, préstamos, inte-
reses, etc. De esta manera, en este manuscrito, que según Via-
nello, que lo ha estudiado, constituye una verdadera Suma,
aparece ya buena parte del contenido que, cerca de veinte años
más tarde, se ofrecerá a este respecto en su obra magna, la
Summa.115

3. Texto manuscrito sobre geometría euclidiana, compuesto en


1480. Se abrigan dudas de que este manuscrito llegara a existir
realmente, desconociéndose en cualquier caso la naturaleza
exacta de su contenido. La razón de que se considere la posibi-
lidad de su existencia es que Pacioli manifiesta que escribió un
texto sobre esta materia hacia esa época. Por otra parte, en un
manuscrito vaticano se hace referencia a que en diciembre de
1480 un tal fray Antonio recibió en Perusa un ejemplar de un li-
bro sobre Euclides de Luca Pacioli. Es posible que este libro
fuera una traducción de la geometría de Euclides al italiano,
pues es perfectamente plausible pensar que Pacioli tradujera a
Euclides al italiano. Aparte de ello, según se acaba de apuntar,
en un pasaje de la Summa que hemos indicado anteriormen-
te,116 Pacioli hace referencia a que había escrito ya otros cuatro
textos sobre matemáticas con anterioridad a la Summa, aunque
no explicita más que tres, dejándose tal vez éste. En todo caso,
este texto, si existió alguna vez, se ha perdido.

4. Texto manuscrito sobre álgebra, compuesto por Luca Pacioli en


Zara el año 1481, del que ya se ha dado noticia anteriormen-
te.117 Se ha perdido también, aunque posiblemente su contenido
fuera similar al de los trabajos redactados en Venecia y Perusa,

115 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 18 s.
116 Ver página 32.
117 Ibídem.

54
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

pese a constituir un esfuerzo independiente. De cualquier for-


ma, y al igual que en los casos anteriores, cabe esperar que sus
planteamientos fueran incorporados a la Summa.

5. Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionali-


ta, publicada en Venecia el año 1494 y dedicada, como se ha
dicho, a Guido Ubaldo da Montefeltro, duque de Urbino. Pro-
bablemente es la obra más importante de Pacioli, que reúne to-
dos los conocimientos expuestos hasta entonces en sus otros
escritos. Contiene en su seno el tratado De Computis et Scriptu-
ris, que es considerado como la primera exposición impresa de
la contabilidad por partida doble. Se hablará específicamente y
con mayor amplitud de esta obra. En 1523 tuvo lugar una se-
gunda edición de la Summa, que prácticamente constituye una
reimpresión y que fue llevada a cabo por el mismo impresor,
Paganino de Paganini, en Toscolano, población situada a orillas
del lago de Garda.

6. Texto manuscrito de la obra De Divina Proportione, compuesta


en Milán y dedicada a Ludovico Sforza, duque de Milán, al que
le fue entregada en 1498, aunque su impresión y publicación
no tuvieron lugar hasta 1509, en Venecia, por Paganino de Pa-
ganini. Es la segunda obra en importancia de Luca Pacioli y, co-
mo se ha indicado, en ella colaboró Leonardo da Vinci dibujan-
do las ilustraciones que se insertan al final de la misma.118
Habremos de volver también sobre esta obra, aunque dejare-
mos constancia aquí de que al pasarla a la imprenta se añadió
una segunda parte, redactada por el propio Pacioli, en la que
trata de las proporciones empleadas en la arquitectura. Asimis-
mo se añadió una tercera que contiene, simplemente, la traduc-
ción al italiano de la obra compuesta por Piero della Francesca
en latín Libellus de quinque corporibus regularibus. Como no
hace ninguna referencia al autor de la obra, este hecho le valió
la justa acusación de plagiario, con el consiguiente escándalo
de sus incondicionales seguidores contables de hoy y de ayer.

7. La Scuola Perfetta dei Mercanti, que según se dice fue publica-


da en Toscolano por Paganino de Paganini el año 1504. Parece
que constituye una simple reimpresión por separado y bajo
otro título del tratado De Computis et Scripturis, así como de la
parte anterior que trata de diversas materias mercantiles. No se

118 Véase anteriormente, pág. 38.

55
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

tiene constancia de que exista actualmente ningún ejemplar de


esta edición separada del Tratado, de la que parece que dio pri-
mera noticia un comentario efectuado por Andreas Wagner en
su traducción al alemán de la obra de Edward Jones, indicando,
no obstante, que estaba impresa en Venecia, que tenía una ex-
tensión total bastante considerable y que estaba dedicada a Gia-
como Brunari, factor de una firma alemana en esa localidad.119
R. Beigel insistió en la existencia de esta separata, rectificando
su lugar de impresión y comentando que “aún hoy se custodia
un ejemplar de ella en la Biblioteca imperial de Viena”.120 Sin
embargo, dos años depués, Karl Peter Kheil afirmaba categórica-
mente que en la Biblioteca imperial vienesa no se encontraba
ningún ejemplar de dicha obra.121 Vincenzo Vianello, sumándose
a la opinón de Jäger y de Gitti, estima que probablemente pu-
diera tratarse de una reimpresión fraudulenta, más o menos
adulterada o modificada, del Tratado de Pacioli, teniendo en
cuenta que el año 1504 había caducado el privilegio de impre-
sión concedido por 10 años.122 Balduin Penndorf, por su parte,
denuncia la poca fiabilidad que le merece Wagner.123 Basil S. Ya-
mey que ha estudiado el tema a fondo más recientemente esti-
ma que el enigma planteado por la supuesta existencia de esta
obra, sólo podría ser resuelto si apareciese un ejemplar de la
misma.124 Entre tanto, no puede descartarse totalmente que den-
tro de los varios procesos de impresión efectuados de la primera
edición de la Summa, de los que después hablaremos, se realiza-
ra también alguna impresión por separado del tratado contable.

8. De ludis in genere o Schifanoia, compuesto en Mantua hacia el


año 1505 y dedicado a los marqueses de Mantua, Francesco e

119 Edward Jones: Edward T. Jones neuerfundene Englische Buchhalterey... bearbei-


tet von Andreas Wagner, Leipzig, 1801, págs. 47-48.
120 R. Beigel: Rechnungswesen und Buchführung der Römer, Karlsruhe, 1904, pág. 77.
121 Karl Peter Kheil: Benedetto Cotrugli Raugeo. Ein Beitrag zur Geschichte der
Buchhaltung, Viena, 1906, pág. 9.
122 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 58 ss.
123 Luca Pacioli: Abhandlung über die Buchhaltung 1494. Nach dem italienischen
Original von 1494 ins Deutsche übersetzt und mit einer Einleitung über Die ita-
lienische Buchhaltung im 14. und 15. Jahrhundert und Paciolis Leben und Werk
versehen von Balduin Penndorf, obra citada, pág. 58.
124 Basil S. Yamey: “Luca Pacioli’s ‘Scuola Perfetta’: A Bibliographical Puzzle”, apare-
cido originalmente en Gutenberg-Jahrbuch, Mainz, 1974, y citado de la reimpre-
sión en Basil S. Yamey: Essays on the History of Accounting, Nueva York, 1978.

56
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

Isabella Extense, de acuerdo con lo expresado con


anterioridad.125 El libro, que el propio Pacioli calificaba de lúdi-
co y alegre, trataba de diversos juegos y, en especial, del aje-
drez. Parece que fue publicado en Florencia, aunque no ha lle-
gado ningún ejemplar hasta nuestros días.

9. Texto manuscrito de la obra De Viribus Quantitatis, que según


parece empezó a componer en Milán, al mismo tiempo que la
obra De Divina Proportione, aunque no la terminó hasta el año
1508. La dedicó a un príncipe desconocido, como se ha comen-
tado anteriormente, pues las primeras líneas del único ejemplar
que se conoce del manuscrito fueron cuidadosamente
borradas.126 Trata de la fuerza y vigor de los números, y contie-
ne cuestiones, acertijos, proverbios, juegos matemáticos y no
matemáticos, así como curiosidades varias. El único ejemplar
del manuscrito que ha llegado hasta nosotros se conserva en la
biblioteca de la Universidad de Bolonia.127

10. Revisión de la traducción al latín efectuada por Giovanni Cam-


pano de la obra en griego de Euclides, que contenía muchos
errores e imprecisiones no achacables al traductor, según se co-
menta en la propia introducción de la obra.128 La impresión de
esta edición de Pacioli fue efectuada por Paganino de Paganini,
en Brescia, el año 1509.

125 Ver páginas 39 s.


126 Véase página 41.
127 En su artículo: “De viribus quantitatis’ di Luca Pacioli”, en Periodico di Matemati-
ca, Bolonia, 1927, A. Agosti estudia el manuscrito y ofrece una selección de los
textos más notables.
128 En efecto, en la introducción a la obra se dice que “Luca Pacioli, insigne teólogo,
versado entre todos en la más alta ciencia de las disciplinas matemáticas”, puso
al día y corrigió con el más severo espíritu crítico las obras de Euclides de Mega-
ra, filósofo muy penetrante y príncipe sin igual de todos los matemáticos, que
habían sido fielmente trasladadas (del griego al latín) por Campanus, traductor, y
que, posteriormente, por la detestable negligencia de los libreros, habían sido de
tal modo desfiguradas por horribles faltas que apenas podía reconocerse a Eucli-
des. Citado de Albert Dupont: Contribution à l’Histoire de la Comptabilité. “Luca
Paciolo”, l’un de ses fondateurs. Conférence faite à la Société de Comptabilité de
France, le 25 avril 1925, París, 1925, pág. 14.

57
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

De Divina Proportione

Como ya se ha comentado, De Divina Proportione es la segunda


obra en importancia escrita por Luca Pacioli, después de su Summa de
Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita. Por eso parece
apropiado dar una ligera idea de su contenido y características.

Según se ha dicho también, la obra fue compuesta en Milán y se


terminó en 1498, año en que fue entregada a Ludovico Sforza, duque
de Milán, a quien iba dirigida. Se hicieron tres ejemplares manuscritos
de la obra: el primero, dedicado al duque de Milán, se conserva en la
Biblioteca Pública y Universitaria de la ciudad de Ginebra; en él apare-
ce el dibujo de Pacioli del que se ha hablado. El segundo ejemplar, lo
entregó Luca Pacioli a Giangaleazzo Sanseverino, y se conserva en la
Biblioteca Ambrosiana, de Milán; de este ejemplar es de donde se cita
en el presente estudio, a partir de la reproducción facsímile de la que
ya se ha dado noticia en páginas anteriores.129 El colofón de este ejem-
plar consigna como fecha de terminación el día 14 de diciembre de
1498, en el séptimo año del pontificado de Alejandro VI. El tercer
ejemplar, ofrecido a Pietro Soderini,130 se ha perdido.

De Divina Proportione no fue impresa hasta 1509, año en que Pa-


ganino de Paganini, el impresor favorito de Pacioli por lo que parece,
la sacó a la luz pública en Venecia.131 Luca Pacioli dedicó la edición a

129 Ver, por ejemplo, pág. 23.


130 Pietro Soderini era un político florentino que nació hacia el año 1450 y murió
después de 1512. Típico hombre del Renacimiento, protegió las artes y las cien-
cias. En 1501 fue elegido gonfaloniero perpetuo de la República, con la misión
de representarla en todo lo referente a relaciones con el extranjero. Como es sa-
bido, en principio, el título de gonfaloniero se daba al que portaba el gonfalón o
estandarte que llevaban los señores feudales en la Edad Media para conducir sus
huestes al combate. Luego, se convirtió en una simple dignidad o título honorífi-
co que concedían los señores e incluso la Iglesia a elevados personajes. Entre los
toscanos, sin embargo, se dio este nombre a los magistrados municipales.
131 Existen dos traducciones al español de la versión impresa de la obra De Divina
Proportione: la primera efectuada por Ricardo Resta, para la Editorial Losada, de
Bueno Aires, que fue publicada en 1946, y la segunda, llevada a cabo por Juan
Calatrava, para Ediciones Akal, S.A., de Madrid, publicada en 1987. En esta últi-
ma edición se encuentra un interesante y bien construido estudio introductorio
sobre la vida y la obra de Luca Pacioli, que ya hemos citado un par de veces, de-
bido a la pluma de Antonio M. González, que no tiene más tacha que la de igno-
rar prácticamente todos los estudios llevados a cabo a este respecto por los his-
toriadores de la contabilidad.

58
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

Pietro Soderini, sin cuyo interés y diligencia el libro, probablemente, se


hubiera perdido después de la derrota y la muerte de Ludovico Sforza.
Aparte del natural agradecimiento, hay que tener en cuenta, además,
como razón de esta dedicatoria, la amistad que unía a Pacioli con los
Soderini y, en especial, con el cardenal de Volterra, hermano de Pietro,
que había acogido siempre a Luca, desde joven, con afecto y cariño.132
Al imprimir la obra, se incorporaron, como ya se ha indicado anterior-
mente, dos nuevos textos, completamente autónomos e independien-
tes del primitivo: el Tractato delarchitectura y el Libellus in tres partia-
les tractatus divisus.

En efecto, el último no es más que una traducción al italiano de la


obra compuesta por Piero della Francesca en latín Libellus de quinque
corporibus regularibus, que Pacioli dedicó a Pietro Soderini, mientras
que el Tractato delarchitectura, que figura dedicado a “sus queridos
alumnos de Perusa”, trata de las proporciones empleadas en la arqui-
tectura, que se derivan a su vez de las que pueden encontrarse en el
cuerpo humano, aparte de recrearse en la ejecución de bellísimas le-
tras del alfabeto, trazadas por el propio Pacioli con la simple ayuda de
la regla y el compás, a base tan sólo de círculos y cuadrados. Como se
ve, nada de ello tiene que ver con la divina proportione o sección áu-
rea, título que, en consecuencia, sólo conviene a la primera parte del
libro impreso, tal como estaba pensado en un principio al componer el
manuscrito, aunque no puede decirse tampoco que todo él se ocupe
de este tema. 133

El manuscrito se compone de 130 folios, escritos por las dos caras:


10 sin numerar, al principio, conteniendo el índice, y 120 numerados,
que componen el cuerpo de la obra, incluidos los 30 folios que reco-
gen, al final, los 60 dibujos de Leonardo da Vinci, uno por cara.

El texto se halla dividido en 71 capítulos. En el primero de ellos,


Pacioli manifiesta que, grandemente fatigado por el esfuerzo de com-
poner la Summa,134 estaba decidido a dejar de escribir y “a retirarse
con los otros a un lugar soleado a ver pasar los años”. Pero con oca-
sión de una justa científica organizada por Ludovico Sforza, duque de
Milán, en la que participaron las figuras más ilustres de su corte de in-
telectuales, escuchó al duque decir con “áureas y melifluas palabras”

132 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 26 s.
133 Ver Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, obra citada,
pág. 8.
134 Ver nota núm. 66, en la página 37.

59
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

que Dios ordenó al mundo que aquel que poseyera alguna virtud o
capacidad, debía comunicarla a los demás. Vivamente impresionado
por esta exhortación, “cobró aliento en la playa desierta”, dice Pacioli
poéticamente, tomando prestado para su pluma el verbo de Dante, co-
mo tanto gustaba de hacer, y se dispuso a emprender la redacción de
“questo breve compendio e utilissimo tractato detto De Divina Propor-
tione”.135

Los tres siguientes capítulos exponen el plan de la obra, significan


la importancia de las matemáticas para todas las ramas de la actividad
y el saber humanos, hacen un poco de historia sobre su desarrollo y
resumen los últimos libros de los Elementos, de Euclides.

En el capítulo V se plantea el tema de la divina proporción o sec-


ción áurea, como se llama modernamente, que, según es sabido, no es
más que la división de un segmento en dos partes desiguales, en tal
proporción que la menor sea a la mayor, como la mayor al todo.

Los capítulos siguientes, hasta el XXIII, se dedican a explicar e


ilustrar las características de esta proporción, así como los trece “mara-
villosos” efectos que se desprenden de ella. Las referencias que en es-
tos capítulos se hace a los libros XIII y XIV de Euclides son constantes.

En los dos capítulos siguientes se enlazan los indicados efectos


con la existencia de los cuerpos regulares esenciales, demostrándose,
tanto por razones matemáticas como filosóficas, que estos cuerpos no
pueden ser más de cinco. Los capítulos XXVI al XXX enseñan el modo
de construir estos cuerpos. A continuación, los capítulos XXXI a XLVII
tratan de las diversas relaciones de los cuerpos regulares entre sí.

Los capítulos XLVIII a LVII constituyen posiblemente la parte esen-


cial de la obra y se relacionan estrechamente con los sesenta dibujos
de Leonardo da Vinci, incluidos al final del tratado. En ellos se estu-
dian las formas derivadas de los cinco cuerpos regulares, tanto las sóli-
das, como las huecas, así como otras formas irregulares, aunque utilísi-
mas por sus aplicaciones arquitectónicas. Entre los ejemplos que
Pacioli cita de una de estas formas, se encuentra “el inestimable tem-
plo Pantheon, llamado hoy La Rotonda por los cristianos de esta parte
del mundo”, edificio concebido y dispuesto con tanto respeto y cono-
cimiento de las proporciones, “che ‘l lume de uno solo occhietto nel suo
fastigio aperto, relicto, tutto el rende splendido e luminoso”, es decir,

135 De Divina Proportione, edición facsímile ya citada, folio III rº.

60
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

“que la luz de un único orificio, abierto en lo alto de la cúpula, con-


vierte por sí sola el conjunto en esplendente y luminoso”.136

En el capítulo LVIII se comienza a tratar de los cuerpos sólidos no


inscribibles en una esfera e independientes, consiguientemente, de
cualquier referencia a su diámetro.

El capítulo LXIX supone propiamente la conclusión de la obra, ya


que los dos restantes contienen simples instrucciones para la compren-
sión de los dibujos, así como un glosario de los principales términos
técnicos empleados. En el capítulo indicado se repiten, pues, las pala-
bras adulatorias hacia el duque de Milán que se habían consignado al
principio, habituales de la época por otra parte, atribuyéndole un inge-
nio “peregrino y especulativo” que le hacía comprender y seguir per-
fectamente cualquier disquisición matemática: “Su Ducal Excelsitud,
con su sola mirada, sana y alegra cualquier vista turbada, y verdadera-
mente hace como el sol, que calienta e ilumina tanto el uno como el
otro polo”.137

Aunque, realmente, algo de vergüenza sí que debería sentir Pacioli


al escribir estas palabras, tan exageradamente adulatorias, pues se cree
obligado a decir que él es ajeno a toda adulación, tanto por naturaleza
como por oficio, y si tú, lector, comenta, le acusases de ello, “serías tan
culpable de envidia y rencor hacia Su Excelsitud, como yo de adula-
ción, al no sentir admiración por tantas excelencias y dones celestiales
como posee”. Pues, como sigue diciendo, “Sed quod oculis vidimus,
testamur”, o sea: “Damos testimonio de lo que vemos con los ojos”.138

136 De Divina Proportione, reproducción en facsímile citada, folio LX rº. Ver también
el trabajo, ya citado, de Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportio-
ne”, pág. 13, en el que nos apoyamos en esta breve descripción de la obra de
Pacioli.
137 A Augusto Marinoni parece que le disgustan particularmente estas expresiones,
que no eran sino parte de las inesquivables fórmulas cortesanas de esos tiempos.
Ver su: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, págs. 14 s.
138 De Divina Proportione, reproducción en facsímile citada, folio LXXXII vº.

61
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

Summa de Arithmetica, Geometria,


Proportioni & Proportionalita

Ya se ha señalado que ésta es la obra cumbre de Luca Pacioli. Para


algunos autores es, fundamentalmente, la que le convierte en el mejor
matemático y en uno de los genios más grandes del siglo XV.139 Otros
no se expresan con tanta rotundidad, pero en cualquier caso piensan
que no se debe tomar a la ligera la importante contribución científica
que representó en su momento la Summa de Luca Pacioli, que no te-
nía ningún precedente en cuanto a amplitud y profundidad de conteni-
do. Aportaciones originales suyas, dejando aparte la supuesta por el
tratado contable, son las relativas al cálculo de probabilidades, a la so-
lución de ecuaciones exponenciales, al cálculo de un logaritmo nepe-
riano más de cien años antes de que John Neper los expusiera, así co-
mo a la exposición de sus desarrollos algebraicos.140

Prácticamente todos los autores están de acuerdo en reconocer la


gran aportación de Luca Pacioli a la ciencia matemática de su tiempo.
Y realmente sería difícil no reconocerla, a la vista de la gran notorie-
dad que alcanzó en sus días y del orgullo y desembarazo con que el
mismo Pacioli se refería a ella en sus obras, destinadas a los círculos
más selectos de la ciencia e intelectualidad italianas de su tiempo, co-
mo hemos tenido ocasión de comentar en las páginas anteriores.141

Como se ha dicho, la primera edición de la Summa de Arithmeti-


ca, Geometria, Proportioni & Proportionalita vio la luz en Venecia el
año 1494, de la mano del impresor Paganino de Paganini, de Brescia.142
De acuerdo con lo que se dice en el colofón, se terminó de imprimir

139 Ver Federigo Melis: Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 621. Ya Emil Lud-
wig Jäger se mostraba convencido de este hecho, pues comenta que “a pesar de
que Pacioli no fuera el primero en introducir el álgebra en Italia ni en traducir
los Elementos de Euclides, ello no obstaba para que pudiera ser el más grande
matemático de su tiempo”. Ver su obra ya citada: Lucas Paccioli und Simon Ste-
vin, pág. XIII.
140 Augusto Marinoni: Luca Pacioli e il “De Divina Proportione”, obra citada, pág. 6.
141 Ver págs. 37 s.
142 Existe una edición facsimilar completa de esta primera edición de la Summa pu-
blicada por Guanda Editore, Parma, 1970, bajo el cuidado de Carlo Antinori, que
comprendía sólo 200 ejemplares numerados. Posteriormente se ha hecho otra re-
producción en Japón, también con un número limitado de ejemplares.

62
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

el día 10 de noviembre, aunque en el primer folio del volumen se indi-


ca el día 20, durante el gobierno en Venecia del serenísimo príncipe
Augustino Barbadico, que concedió el privilegio de que nadie pudiera
reimprimir la obra en sus dominios durante los 10 años siguientes, ni
habiéndola reimpreso en otro lugar llevarla a Venecia.143

Como se verá con detalle en las páginas siguientes, la Summa de


Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita compone un vo-
lumen de 8 folios sin numerar, es decir, 16 páginas, más 300 folios nu-
merados, partidos en dos distintas numeraciones: la primera que abar-
ca desde el folio número 1 al 224, y la segunda que comprende desde
el folio 1 al folio 76. En total, pues, es un volumen con 308 folios, es
decir, 616 páginas.

El volumen se abre con un folio que contiene el título completo


de la obra, bajo el cual figura una tabla en la que se relaciona el conte-
nido del volumen, de forma muy abreviada, por grandes sectores,
veintitrés en total. Así, el tratado contable merece simplemente un par
de líneas: “Ordine a saper tener ogni conto e scripture e del quaderno
in vinegia”, o sea: “Orden para saber llevar cualquier cuenta y anota-
ción, y del libro Mayor en Venecia”.

En el reverso de este folio se contiene una dedicatoria en latín a


Marco Sanuto, patricio veneciano. A continuación, se consignan dos
epigramas laudatorios de la obra, uno al lado del otro. El primero, a la
izquierda, está escrito en latín por el propio Pacioli, presentando su
obra a los lectores. El epigrama está redactado en Forlimpopoli, locali-
dad cuyo nombre latino era el de Forum Popilii. El segundo, a la dere-
cha, está escrito en italiano por el Clarísimo Señor Giorgio Summarip-
pa, patricio veronés, y va dirigido al autor. Una circunstancia curiosa,
que ha llamado la atención del investigador Pierre Jouanique, es que
en ambos epigramas no se hace mención más que de la obra matemá-
tica, pero no de la parte comercial y contable.144 Este hecho viene a re-
forzar las consideraciones que se hacen más adelante sobre la impre-

143 Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, obra citada, fo-
lio 76 rº, de la segunda parte.
144 Pierre Jouanique me comentó privadamente esta circunstancia que le resultaba
chocante, y que encaja perfectamente con la impresión general que me produce
la Summa, de acuerdo con lo que se verá. Por otra parte, Jouanique se interesó
por saber qué había llevado a Pacioli a la localidad de Forlimpopoli donde com-
puso el epigrama citado; a estos efectos dirigió un escrito a la alcaldía de dicha
población, pero no obtuvo ningún resultado. Igual le ocurrió a Ernest Stevelinck
que se interesó asimismo por la cuestión a instancias de Jouanique.

63
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

sión que da la Summa de constituir un collage o encoladura de ele-


mentos compuestos con distinto motivo y diferente ocasión.

Al final de la página se consigna la Tabula o tabla con las signatu-


ras utilizadas para distinguir los distintos cuadernillos a efectos de faci-
litar la labor de confección y encuadernación de los ejemplares. Cada
cuadernillo se designa con una letra del alfabeto u otro signo cuando
aquéllas se acaban. Esta letra se consigna en el ángulo inferior derecho
de la primera página del primer pliego del cuadernillo. En los sucesi-
vos pliegos se hace constar la misma letra seguida del número II, III,
etc., según le corresponda.145 Como se indica en la tabla todos los cua-
dernillos tienen cuatro pliegos, excepto el penúltimo que tiene cinco y
el último que tiene siete. Se señala también que en el último folio del
volumen se hace constar el Registrum Geometrie, como efectivamente
ocurre. Este registro es una forma distinta de distinguir los pliegos del
libro y consiste en consignar la primera o las primeras palabras del
texto de la primera página de cada pliego.146 Este sistema, combinado
con el de signaturas, se utiliza para la última parte del libro, destinada
a la geometría, y que, como veremos, constituye un cuerpo aparte, con
su paginación independiente.

Finalmente, se escribe la fecha: Mo.cccco.lxliiijo.xxa.Novembris. Ve-


netijs. Obsérvese cómo en esta fecha se indica el día 20 de noviembre,
en lugar del 10 señalado en el colofón, según se decía anteriormente.
Por otra parte, véase también cómo está representado el número no-
venta: L y luego XL, en lugar de consignar directamente XC. Merece
asimismo la pena, por último, fijarse en la separación por miles, cente-
nas y decenas practicada ya en aquellos tiempos para mayor facilidad
en la lectura.

El segundo folio se abre con la epístola de dedicatoria, en italiano,


al príncipe Guido Ubaldo de Urbino, que ocupa dos páginas y media.
Acto seguido, sin dejar espacios en blanco, se repite la misma dedica-
toria, aunque esta vez en latín, ocupando parecido espacio.

145 Este tipo de indicaciones o referencias impresas, llamadas signaturas, fue em-
pleado por primera vez en Colonia, en el libro Praeceptorium de Nider, impreso
por Johann Koelhoff en 1472. Ver Albert Labarre: “Les incunables: la présentation
du livre”, en Histoire de l’Edition française, París, Promodis, 1982, pág. 203. De-
bo el conocimiento de este trabajo a la amabilidad de mi buen amigo Pierre
Jouanique.
146 Este sistema, llamado registro de palabras, fue el primero que se utilizó para faci-
litar la ordenación de los pliegos. Apareció en Italia hacia el año 1470. Ibídem.

64
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

A continuación, en el reverso del folio 4, se inicia un resumen o


sumario explicando el contenido de la obra, que el autor divide en
cinco partes principales:

La primera parte principal, según el sumario, trata de los números


en todos sus modos, y de las operaciones que con ellos se realizan, es
decir, dividir, multiplicar, sumar y restar, así como de toda clase de
progresiones y de extracción de raíces, de todo tipo, con instrumentos
númericos y geométricos. Se plantea también la resolución de proble-
mas y cuestiones prácticas de forma algebraica. Se trata asimismo de
proporciones y de proporcionalidad. Para ello, el autor dice que se
apoya en las obras de los más ilustres matemáticos antiguos, y espe-
cialmente de Euclides y de Severín Boecio, así como de “nostri moder-
ni Leonardo Pisano, Giordano, Biagio da Parma, Giovanni Sacrobus-
co e Prodocimo Padoano, da i quali in magior parte cavo el presente
volume”, es decir, “de los cuales saco el presente volumen en su ma-
yor parte”.

Esta primera parte principal contiene también, como indica Pacioli,


toda suerte de cálculos de índole mercantil, utilizados por los comer-
ciantes para hacer sus operaciones. Esta es, junto con la última, la par-
te más sustancial de la Summa, y abarca los primeros 150 folios nume-
rados, escritos por sus dos caras.

La segunda parte principal trata de las compañías mercantiles, y de


cómo se fundan, regulan y disuelven, con todos los casos que pueden
presentarse. Asimismo trata de las formas de tráfico mercantil, como la
barata o trueque; y de los cambios, en todas sus formas, seco, real, fic-
ticio y también minuto o común; y de la letra de cambio. Trata tam-
bién de los descuentos y de la moneda. Esta parte comprende en total
47 folios, por las dos caras, y ya se ha comentado anteriormente la im-
portancia que la misma reviste para el estudio de la historia económica
italiana de la época.

La tercera parte principal es, en palabras de Pacioli, la que contiene


las reglas, modos, formas y vías de llevar todas las cuentas y escrituras
de los comerciantes, e incluso de una tienda en particular, de la mane-
ra en que se usa en todo el universo y especialmente en Venecia, ma-
nera que puede aplicarse a cualquier otro método que se quiera. Con
ello se sabrá llevar el libro Mayor, con su Diario y su Borrador, que es
la raíz y el origen de todos los demás libros, según dice nuestro autor.
Asimismo trata de la forma de hacer el balance del libro Mayor y de la
manera de anotar por debe y haber las partidas en el Diario, introdu-

65
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

ciéndolas con los términos utilizados al efecto, es decir, Por y A. Tam-


bién se explica el modo de cancelar las partidas en el Diario y de con-
signar los folios de referencia de las cuentas del debe y del haber, de
forma que se pueda rehacer el libro Mayor si llegara a perderse. Se in-
dica finalmente en el sumario que al final de esta parte se incluirá un
resumen de todas las reglas indicadas en la misma. Esta tercera parte
es la que abarca menor número de folios de toda la Summa, pues se
desarrolla en tan sólo 13 folios, de doble cara como los anteriores.

La cuarta parte principal contiene lo que el vulgo llama común-


mente Tarifa, que es una relación de los usos y costumbres, pesas y
medidas, monedas y mercancías utilizadas en los países de Levante y
de Poniente, y en general de todo el mundo. El conocimiento de estas
cuestiones es necesario para el tráfico mercantil y todo comerciante
debe llevar consigo una recopilación de ellas. Pacioli incluye estas no-
ticias en su libro, “benche per altri molti se n abino recolte per diversi
tempi”, es decir, “a pesar de que ya han sido recogidas por otros mu-
chos en diversos momentos”. Esta parte abarca 14 folios, también por
las dos caras.

Finalmente, en la quinta parte principal se contienen todas las


cuestiones que pertenecen a la práctica de la geometría, según se ope-
ra en todo el universo. De esta manera, se trata de la forma de trazar y
medir todo tipo de líneas y superficies, sean rectas, curvas, triángulos,
cuadriláteros, pentágonos, hexágonos, círculos, secciones, etc. Lo mis-
mo se hace después con los cuerpos sólidos. Al final de esta parte,
que abarca 76 folios, se contiene un tratado especial sobre los cinco
cuerpos regulares, junto con el índice específico de toda la parte.

A pesar de que en este sumario, el tratado de geometría se inclu-


ye, según hemos visto, como una parte principal más, la quinta, de he-
cho en el volumen se trata separadamente, dotándolo de paginación
aparte. Por otro lado, en el primer folio del tratado de geometría se
abandona ya la idea de que sea la quinta parte principal y, de manera
más acorde con la forma de paginar, se la denomina segunda parte
principal, integrando las cuatro primeras en una sola y única parte. De
esta manera, se llama a este texto: Tractatus Geometrie. Pars secunda
principalis huius operis & primo eius divisio.

Al final del sumario, hay un apartado destinado a explicar la es-


tructura de la obra, comentando que las partes enunciadas se dividirán
en Distinctioni o Títulos, como hemos traducido nosotros, y cada Dis-
tinctio se dividirá, a su vez, en Tratados. Estos, por su parte, se dividi-

66
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

rán en Artículos. Sin embargo, esta estructura no regirá para la última


parte, es decir, para la dedicada a la geometría, la cual recibirá en con-
junto el título de Tratado, como ya se ha visto. Las Distinctioni de este
tratado se dividirán directamente en Capítulos. Dentro de la Distinctio
octava, que no se divide en Capítulos, sino en Casos, se encuentra in-
corporado el Particularis tractatus circa corpora regularia & ordinaria
incipit, del que se ha hablado.

Añadiremos por nuestra cuenta que la estructura general tampoco


rige enteramente para la segunda, la tercera ni la cuarta parte, sino tan
sólo para la primera. En la segunda parte, los Tratados se dividen en
Casos; en la tercera, en Capítulos; y en la cuarta, otra vez en Casos.
Aparte de esto, las Distinctioni se numeran correlativamente, sin inte-
rrupción, a lo largo de estas primeras partes.

En el reverso del folio 5 comienza la tabla o índice general de las


cinco partes principales, de acuerdo con lo expresado y con indicación
del folio donde se contiene el epígrafe enunciado. No parece, sin em-
bargo, que la estructura del índice se ajuste especialmente al plan de la
obra que expone Pacioli en el sumario que hemos comentado, en
donde se divide la Summa en cinco partes.

En efecto, la primera parte principal ocupa, ella sola, ocho Titulos


o Distinctioni, con un total de 29 Tratados. Las partes segunda, tercera
y cuarta del sumario, en cambio, se incluyen las tres en una sola Dis-
tinctio, la novena. Así, la parte segunda comprende los 10 primeros
Tratados de esta Distinctio nona; la parte tercera, es decir, la contable,
comprende un solo Tratado, el undécimo, Tractatus XI particularis de
computis et scripturis, como se dice en latín al comienzo de su texto, o
como más específica y propiamente se explica en italiano, Del particu-
lar tractato a saper tenere el quaderno e ognaltro conto ordinatamente,
en el índice que estamos comentando. La parte cuarta no tiene ningún
Tratado y comprende directamente 194 casos.

La parte quinta o Tractatus Geometrie se divide en ocho Distinc-


tioni, estando incluido en la última, como ya se ha dicho, el Tratado
particular de los cuerpos regulares. Sin embargo, en el índice que ana-
lizamos, las siete primeras Distinctioni de esta parte aparecen engloba-
das en un solo epígrafe; la Distinctio octava da lugar, en cambio, a
cuatro epígrafes. Al comienzo de los epígrafes correspondientes a esta
parte quinta se incluye otro correspondiente al índice particular de la
parte, igual que se había hecho también en el caso de la parte tercera,
es decir, la contable.

67
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

Una curiosidad de este índice es que la paginación de todas las


partes aparece corrida, hasta llegar al folio 299, correspondiente a la
tabla particular de la parte quinta que ya se ha comentado, con lo que
añadiendo el folio donde se contiene el colofón, se completan los 300
folios numerados, de doble cara, de que consta la obra. Sin embargo,
como ya se ha señalado, en el volumen hay en realidad dos distintas
paginaciones: una, que comprende 224 folios, para las cuatro primeras
partes principales; y otra con 76 folios, para la quinta parte principal,
el Tractatus Geometrie.

Por otra parte, debe hacerse constar también que el tratamiento


dado en el índice a las distintas partes es muy diverso. En efecto, el ín-
dice de la primera parte, la cual abarca 150 folios, contiene en total
unas 320 entradas o epígrafes. El de la parte segunda, con 47 folios,
contiene 33 entradas. El de la tercera, en cambio, con 13 folios, contie-
ne sólo dos epígrafes, uno de ellos para el índice particular. El índice
de la parte cuarta, que tiene 14 folios, tiene sólo un epígrafe, el corres-
pondiente al índice particular, que encabeza el texto y que en este ca-
so está dispuesto por orden alfabético. El índice de la quinta, con sus
76 folios, incluido el del colofón, tiene solamente cinco epígrafes, uno
de ellos el de la tabla particular. Claro que esta diversidad de trata-
miento puede explicarse por la existencia de índices particulares para
las partes tercera, cuarta y quinta. Pero, de cualquier modo, pone se-
guramente de manifiesto la ausencia de un criterio unitario, global, en
la concepción del volumen.

Esta misma idea se obtiene de la distinta estructuración de las par-


tes: en un caso, la parte se divide en Distinctioni, Tratados y Artículos;
en otro caso, tres partes componen una sola Distinctio, dividiéndose a
su vez las partes en Tratados y Casos, o Tratados y Capítulos, según
sea la parte; en un tercer caso, en fin, la parte se llama Tratado y sus
divisiones son las Distinctioni, que unas veces se dividen en Capítulos
y otras en Casos.

La impresión que, inevitablemente, se obtiene de todo ello es la


de que la Summa constituye realmente un conglomerado de obras di-
versas, escritas, en principio, sin ningún criterio unitario y compuestas
tal vez en distintos momentos, que se han juntado luego, con mayores
o menores retoques, para componer una obra común, aunque conser-
vando cada una de ellas su propia estructura, hasta el punto de que no
se ha renunciado a que cada cual mantuviera su propio índice, si es
que lo tenía, en lugar de integrarlo, completo, en el índice general. Po-
siblemente, en el plan inicial la obra sólo contendría las partes dedica-

68
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

das al tratamiento de la aritmética, las proporciones y la proporcionali-


dad, por un lado, y a la geometría, por el otro; es decir, las partes pri-
mera y quinta en la enumeración final. Esto explicaría por qué, al co-
mienzo de la parte geométrica, se la llama segunda parte principal,
como se ha indicado. También explicaría que en el título de la obra no
se haga mención más que del contenido de estas dos partes, cosa que
también ocurre en los epigramas iniciales, según se ha visto. De esta
manera, las partes segunda, tercera y cuarta serían añadidos que se ha-
brían intercalado en la Summa con posterioridad a su diseño y con-
cepción originales.

Sea como fuere, el índice general acaba en el reverso del folio 8


sin numerar. A continuación comienza el texto de la obra, en el folio
número 1 paginado. Los ocho folios anteriores, de los que hemos tra-
tado hasta ahora, correspondientes a dedicatorias, epigramas, sumario
e índice, no llevan propiamente numeración.

El texto propiamente dicho se inicia con un corto prefacio, dirigi-


do una vez más Ad illustrissimum Principem Gui. Ubaldum Urbini Du-
cem Montisferetri. Acto seguido se pasa, sin más, al Título primero,
Tratado primero, Artículo primero.

Como ya se ha indicado, la primera edición de la Summa vio la


luz en Venecia, el año 1494, de mano del impresor Paganino de Paga-
nini. Sin embargo, no fue una edición unitaria, hecha de una sola vez,
pues ya en el año 1863, Enrico Narducci hizo notar que existían va-
riantes entre los ejemplares de esta primera edición de la obra, de los
cuales en un volumen de actas de la Accademia Pontificia de’ Nuovi
Lincei se identificaba la existencia de noventa y nueve.147 En este mis-
mo volumen, en virtud de las divergencias detectadas, se distinguían
tres distintas variantes de la Summa: la variante A, la variante B y la
variante C. El príncipe Baldassare Buoncompagni poseía veintisiete de
los noventa y nueve ejemplares citados, así como diecisiete de los
treinta y seis de la segunda edición de Toscolano, de 1523, relaciona-
dos asimismo en el volumen indicado. Estos libros los tenía Buoncom-
pagni, según detalla morosamente Narducci, en su casa de Roma, Via
del Corso, número 213, tercera planta. En el resto de su trabajo, Nar-
ducci se dedica a especificar, una a una, las peculiaridades de todos
los ejemplares poseídos por Buoncompagni.148

147 Atti dell’Accademia Pontificia de’ Nuovi Lincei, tomo XVI, año XVI, 1862-1863,
Roma, 1863, sesión 2ª, del 4 de enero de 1862, págs. 103-126.
148 Enrico Narducci: Intorno a due edizioni della Summa de Arithmetica di Fra Luca
Pacioli. Nota di..., Tipografia delle Scienze Matematiche e Fisiche, Roma, 1863.

69
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

La investigadora Anna Dunlop se interesó en 1961 por algunas di-


ferencias que se percibían entre dos distintos ejemplares de la primera
edición de la Summa existentes en dos bibliotecas escocesas.149 Robert
Haulotte y Ernest Stevelinck hicieron referencia asimismo a la existen-
cia de divergencias e incluyeron en su traducción al francés de la obra
de Pacioli reproducciones de algunas diferencias entre ejemplares de
su primera edición. Posteriormente, Carlo Antinori, alertado por el tra-
bajo de Dunlop y por las ilustraciones de Haulotte y Stevelinck, se
ocupó también de la cuestión, exponiendo nuevas y diversas divergen-
cias entre ejemplares de la primera edición de la Summa en el III Con-
greso Internacional de Historiadores de la Contabilidad, celebrado en
Londres en 1980.150 Anna Dunlop volvió sobre el tema en la ponencia
que presentó en el IV Congreso Internacional de Historiadores de la
Contabilidad celebrado en Pisa el año 1984.151

Las divergencias localizadas se refieren tanto a algunas letras capi-


tales decoradas, como a simples letras iniciales, a los tipos empleados
en el texto e, incluso, a las marcas de agua del papel. Sobre todo, se
encuentran divergencias ocasionadas por la corrección de errores tipo-
gráficos deslizados en anteriores impresiones.

La explicación más extendida sobre el hecho de estas diferencias


entre ejemplares de la misma edición, según la resume Anna Dunlop
en el último trabajo citado, es la de que la primera edición de la Sum-
ma de Pacioli, habida cuenta del elevado número de ejemplares que
se conservan de ella, debió de ser objeto de una tirada extraordinaria-
mente grande en relación con lo acostumbrado en la época. En efecto,
lo habitual es que los incunables sean libros muy raros, de forma que
nos lleguen sólo unos pocos ejemplares. Esta tirada relativamente
grande de la Summa no se haría de una sola vez, sino a medida que la
demanda fuese requiriendo más ejemplares. En las sucesivas impresio-
nes, aunque conservando la fecha de impresión original, se irían recti-
ficando algunos errores tipográficos advertidos, al tiempo que se cam-
biaban también en algunos casos tipos y letras capitales. Es posible,

149 Anna B. G. Dunlop era la Conservadora de la Colección de Libros Antiguos del


Institute of Chartered Accountants of Scotland y tuvo oportunidad de exponer la
circunstancia apuntada en su artículo: “Pacioli’s Summa de Arithmetica”, en The
Accountant’s Magazine, septiembre de 1961.
150 Carlo Antinori: An Anomalous Edition of the “Summa” 1494 by Luca Pacioli (edi-
ción bilingüe, inglés e italiano), Parma, 1980.
151 Anna B. G. Dunlop: “Bibliographical Notes on Five Examples of Pacioli’s Summa
(1494) in Scotland”, en Abacus, vol. 21, núm. 2, 1985.

70
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

incluso, que en algún caso no todos los pliegos fueran reimpresos, si-
no sólo los que hubieran sido objeto de rectificación, por conservarse
todavía ejemplares de los demás. El hecho de que los impresores fue-
ran también normalmente los vendedores de sus libros, pero no sus
encuadernadores, de forma que en muchos casos los compradores re-
cibían los libros en pliegos sueltos, podría haber introducido un ele-
mento adicional de diversificación.152

El investigador español Fernando Martín Lamouroux ha señalado


también, por su cuenta, algunas divergencias entre ejemplares de la
primera edición de la Summa que ha tenido ocasión de examinar,
uniendo su exposición a un interesante análisis de las citas sobre esta
obra que aparecen en los principales catálogos de incunables.153

En cualquier caso, lo cierto es que la demanda de la Summa de


Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita debió de conti-
nuar, de forma que a Paganino de Paganini, fallecido ya el autor, le de-
bió de parecer rentable emprender una nueva edición completa, que
apareció en Toscolano en 1523, y que, prácticamente, no es más que
una simple reimpresión, con un tipo de letra gótico romano muy pare-
cido al anterior.

Tractatus XI particularis de computis et scripturis

Como ya se ha señalado, el Tractatus XI particularis de computis et


scripturis, título en latín que se consigna al comienzo del texto, o Del
particular tractato a saper tenere el quaderno e ognaltro conto ordina-
tamente, según se dice en italiano en el índice general de la Summa,
constituye la tercera parte principal de la obra, de acuerdo con lo ex-
puesto en el sumario descriptivo que figura al comienzo de la misma.

Esta parte es la que contiene la primera exposición impresa del


sistema de contabilidad por partida doble, que ha hecho famoso el
nombre de Luca Pacioli entre los contables de nuestros días. A esta ex-
posición se dedica todo el Tratado XI de la Distinctio nona o Título
noveno, que contiene, según se ha comentado, las partes segunda, ter-

152 Ibídem, págs. 166 ss.


153 Fernando Martín Lamouroux: Peculiaridades de la Summa de Pacioli, Trabajo
presentado en las II Jornadas de Contabilidad, Aveiro (Portugal), 1984.

71
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

cera y cuarta de dicha Summa, de acuerdo con el plan enunciado por


Pacioli en el referido sumario.

El texto del Tratado propiamente dicho comienza en el folio 198


vº, aunque su índice se inicia ya al final del folio 197 vº, bajo el título
Tavola del Quaderno, es decir, Tabla del cuaderno o del folleto, pues
no parece que en este caso la expresión Quaderno pueda referirse al
libro Mayor, aunque ésta sea la traducción que generalmente le corres-
ponde en un contexto contable. El índice ocupa cerca de dos páginas
y en él se relacionan los 36 capítulos de que consta el Tratado, aunque
sin hacer constar el folio en el que se inician. No se incluyen en este
índice los dos últimos apartados correspondientes a las cosas que con-
viene anotar en el libro de los mercaderes y a las que deben registrar-
se en el memorándum llevado a este efecto. Tampoco se hace referen-
cia en el índice a los ejemplos de asientos de Mayor que figuran al
final del Tratado. Este concluye en el folio 210 vº, que ocupa entera-
mente. De esta manera, el Tratado comprende en total, índice incluido,
poco más de 26 páginas de escritura densa y apretada.

Al comienzo del capítulo 1º, se justifica la motivación que le indu-


jo a Luca Pacioli a compilar un tratado específico o particular sobre
anotaciones mercantiles y a incluirlo como complemento de las cosas
estudiadas en la obra. Se reconoce de esta manera que la exposición
contable está, de un modo u otro, algo fuera de lugar en el contexto
de la obra, de igual manera que también lo están las partes segunda y
cuarta, que tratan asimismo de materias mercantiles, como se ha indi-
cado antes. Efectivamente, ya se ha apuntado anteriormente que nada
en el título de la obra, Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni
& Proportinalita, permite suponer que en su seno se han de encontrar
explicaciones sobre cuestiones comerciales. El título no sólo no hubie-
ra defraudado a ningún lector, sino que hubiera resultado incluso más
ajustado al contenido, si éste se hubiese limitado a la primera y a la
quinta parte.

Además de la explicación, en este capítulo 1º se enuncian también


las tres condiciones que necesita quien desee dedicarse al comercio:
dinero o patrimonio, destreza en el cálculo mercantil y conocimientos
contables. Con respecto a esta última condición, que es la que interesa
en el Tratado, se anuncia la organización de las explicaciones en dos
partes, una llamada Inventario, que comprenderá la clasificación, valo-
ración y registro de todo el patrimonio, y otra llamada Disposición,
que tratará de la forma de llevar y disponer las anotaciones contables.
Estas dos partes, sin embargo, no dan lugar a ninguna estructuración

72
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

formal del texto. Es en este capítulo donde Luca Pacioli especifica que
el método contable que va exponer es el que se usa en Venecia, pues,
a su juicio, es el más recomendable de todos, y sus planteamientos
pueden aplicarse a cualquier otro método que quiera utilizarse.

En el capítulo 2º se define y describe brevemente lo que es el in-


ventario, pasándose en el capítulo siguiente a ofrecer un modelo prácti-
co del mismo, con las fórmulas y procedimientos a emplear en la ano-
tación de los distintos bienes, que a estos efectos se agrupan en quince
distintas categorías: caja, joyas, vestidos, plata labrada, lencería y ajuar
de la casa, ropa de cama, mercancías corrientes, mercancías escogidas,
cueros y pieles para forros, pieles finas, casas y edificios, tierras de la-
bor y campos, depósitos bancarios, créditos y, finalmente, débitos.

En el capítulo 4º se abunda sobre el detalle y minuciosidad con


que debe anotarse cada partida del inventario, haciéndose hincapié,
con varias citas y proverbios, en la diligencia y laboriosidad que debe
mostrar el comerciante en todo momento, al objeto de no caer en el
desorden y la confusión.

El capítulo 5º da inicio a la segunda parte de las explicaciones, es


decir, a la relativa a la organización y forma de llevar las anotaciones
contables. Se enuncia en este capítulo que las explicaciones sobre esta
materia se dividirán, a su vez, en dos partes. La primera tratará de las
anotaciones relativas a las operaciones comerciales en su conjunto. La
segunda, de las relativas a las operaciones efectuadas por una tienda.
Tampoco esta división origina ninguna estructuración formal, que en
cualquier caso no procedería, dada la desproporción existente entre
una y otra parte, como en su momento se verá. Por otro lado, se mani-
fiesta que los libros de contabilidad necesarios para llevar las anotacio-
nes son tres: el Borrador, el Diario y el Mayor.

En el capítulo 6º se explica lo que es el Borrador, para qué sirve y


cómo se ha de llevar. También se da cuenta de cómo han de señalarse
los libros para poderlos identificar y diferenciar unos de otros, cuando
por el transcurso del tiempo se tengan varios de cada clase.

El capítulo 7º se destina a explicar y encomiar la costumbre que


existe en diversos lugares de hacer autenticar o legalizar los libros de
cuentas por las oficinas públicas de mercaderes, como los consulados
o similares, al objeto de garantizar su autenticidad.

El capítulo 8º se dedica a explicar cómo deben ser asentadas las


partidas en el Borrador, mientras en el 9º se enuncian las nueve formas

73
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

principales en que los mercaderes acostumbran a efectuar sus com-


pras.

En el capítulo 10º se define el libro Diario y se comenta la impor-


tancia de su función. Se indica que las partidas del inventario deben
pasarse directamente en este libro Diario, ya que éste es el libro secre-
to del mercader, que debe custodiarse cuidadosamente. En un capítulo
anterior se había indicado, efectivamente, que no era conveniente ano-
tar las partidas del inventario en el Borrador, pues este libro estaba
abierto a demasiadas miradas.

Las fórmulas o expresiones que se utilizan para introducir las par-


tes deudoras y acreedoras en los asientos de Diario se exponen en el
capítulo siguiente, al tiempo que se anticipa la necesidad de que en to-
dos estos asientos existan dos partes, la deudora y la acreedora. Debe
destacarse a este respecto que, hijo al cabo de su época, no parece
que Pacioli conociera los asientos complejos; por lo menos, no apare-
ce ninguno en todo su Tratado.

El capítulo 12º se dedica a explicar la forma de realizar estos


asientos, con ejemplos prácticos tomados del pase de las partidas del
inventario. Se indica asimismo que en la columna de cantidades del
Diario sólo podrá utilizarse una única moneda de cuenta, explicando
también la forma de cancelar las partidas del Borrador a medida que
se van pasando al Diario. Por otra parte, se introduce y explica el
nombre, contenido y naturaleza de las dos primeras cuentas a utilizar,
la de Caja y la de Capital, comentándose de pasada, como regla prácti-
ca, que la cuenta de Caja nunca podrá ser acreedora. Con respecto a
esta cuestión de las cuentas, debe decirse que Luca Pacioli distinguía
perfectamente distintas clases, como cuentas personales, cuentas de
valores, cuentas de gastos, cuentas de resultados y cuenta de capital.

En relación con la valoración de las partidas del inventario, se espe-


cifica en este mismo capítulo 12º que aunque el valor a utilizar será el co-
rriente o de mercado, se procurará en todo caso que la valoración aplica-
da a los bienes poseídos inicialmente sea más bien alta que baja, pues
“de esta manera será más fácil que obtengas beneficio”. A despecho de la
interpretación que hacen algunos autores, posiblemente no quepa dar
más valor a estas palabras que el de una simple recomendación práctica
en el sentido de que con una valoración alta se hace más difícil caer en
la tentación de vender un bien a un precio demasiado bajo.

La definición del libro Mayor se contiene en el capítulo siguiente,


el 13º, donde se indica asimismo la conveniencia de que este libro
cuente con un Indice o Alfabeto.

74
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

El capítulo 14º habla en general de la forma de pasar los asientos


del Diario al Mayor y de por qué cada partida del primero da origen a
dos, es decir, a una partida doble, en el segundo. Se habla también de
la forma de cancelar o señalar las partidas del Diario a medida que se
pasan al Mayor y de la inscripción de los folios de referencia del Ma-
yor en cada asiento del Diario. Asimismo, se dice cómo en cada parti-
da del Mayor tiene que consignarse el folio de la cuenta de contrapar-
tida. Se explica al mismo tiempo que en este libro no se puede asentar
nada en el debe que no se asiente también en el haber, y viceversa, y
cómo de este principio nace “el balance que se hace cuando se cierra
el libro, pues lo mismo tiene que dar el debe que el haber”.

En el capítulo que sigue se dan ejemplos prácticos de asientos del


Mayor, a partir de los ofrecidos antes para el caso del Diario, señalan-
do cómo no es preciso que la explicación de estos asientos sea muy
minuciosa, pues ya constan todos los detalles en el Diario. Se insiste
asimismo en la importancia de consignar el número de los folios de las
cuentas del Mayor en el respectivo asiento del Diario, para poder re-
construir exactamente el libro Mayor si llegara a perderse o destruirse.
También se dan instrucciones prácticas sobre la colocación de las
cuentas del Mayor y cómo, si se prevé que las cuentas habrán de ser
cortas, pueden abrirse dos o tres en un mismo folio. Se señala final-
mente cómo deberán inscribirse las cuentas del Mayor en el Indice de
éste, al objeto de poder localizarlas rápidamente cuando sea necesario.

En el capítulo 16º se continúa ofreciendo casos prácticos de asien-


tos en el libro Mayor, a partir del pase de las partidas del inventario re-
lativas a las mercancías.

El capítulo 17º se dedica a especificar el especial cuidado que de-


be guardar el mercader al registrar las anotaciones y custodiar los com-
probantes correspondientes a las operaciones que realice con oficinas
públicas, bien sean éstas bancos oficiales, u otros organismos, debido
al frecuente cambio de las personas que llevan las cuentas en estos lu-
gares y a que cada nuevo contable piensa que debe llevar los libros a
su manera, pues las demás no son adecuadas.

En el capítulo 18º se insiste sobre el particular y se ofrecen abun-


dantes ejemplos prácticos de cómo deben asentarse en el Borrador, en
el Diario y en el Mayor las operaciones hechas en Venecia a través de
los corredores públicos, agrupados en el organismo llamado Messeta-
ria, con el oportuno pago de los derechos percibidos por esta organi-
zación.

75
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

El capítulo 19º explica la forma de proceder contablemente al


efectuar el pago de compras a través de libranzas o por medio de abo-
nos en cuenta bancaria, ampliando de paso la relación de formas de
pago enunciadas en un capítulo anterior.

En el capítulo siguiente se trata de la contabilización de las opera-


ciones de barata o trueque, considerando la posibilidad de llevar por
separado los géneros adquiridos de esta forma, al objeto de poder
identificar más fácilmente los resultados de la operación.

De forma análoga, en el capítulo 21º se explica la forma de conta-


bilizar en los libros normales las operaciones en compañía que se rea-
licen, cuando uno mismo sea el gestor de la compañía, de tal manera
que no se mezclen con las operaciones propias. Se comenta asimismo
la posibilidad de llevar libros por separado para la compañía. Como en
casos anteriores, se ofrecen también en este capítulo ejemplos prácti-
cos que ilustran las explicaciones.

El capítulo 22º trata de las diversas cuentas de gasto y de la forma


de contabilizar éstos, asimismo con ejemplos prácticos de asientos. Se
distinguen varios tipos de gastos, tales como gastos domésticos u ordi-
narios de la casa, gastos extraordinarios, gastos de personal, etc. Entre
ellos se cuentan también los gastos de mercancías, para los que se
abre una cuenta específica, pues aunque los gastos originados por una
mercancía deberán cargarse, en principio, directamente a la cuenta de
la mercancía correspondiente, se comenta que no vale la pena tomarse
el trabajo de imputar los gastos menores mercancía por mercancía,
aparte de que en ocasiones, debido a que este tipo de gastos se acos-
tumbra a contraer en bloque, resulta difícil discernir la parte que co-
rresponde a cada una de ellas.

Como se anunciaba en el capítulo 5º, en el 23º se trata de la parte


dedicada a la contabilidad de una tienda, llevada por separado del nú-
cleo de los negocios, pero a la que se surte diariamente de los artícu-
los necesarios. Se distinguen en este contexto dos casos: que la tienda
sea llevada por el propio dueño de los libros o que sea llevada por un
encargado. En cualquier caso, al objeto de hacerle comprender bien la
relación contable originada con tal motivo, se recomienda al interesa-
do que se imagine “que la tienda es como una persona que te debe to-
do lo que, de un modo u otro, le entregas o pagas por su cuenta. Por
el contrario, tendrás que abonarle todo lo que saques y recibas de ella,
como si fuese un deudor que te paga una partida”. Encontramos ya
con ello en Pacioli un ejemplo del célebre principio pedagógico de

76
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

personificar las cuentas para hacer más comprensible la naturaleza


contable de las relaciones que se establecen.

En este mismo capítulo, Pacioli define la naturaleza de la contabili-


dad, que para él no es más que “un ordenamiento ad hoc pensado por
el comerciante para que su uso regular le proporcione información
constante de todos sus negocios”.

El capítulo 24º se destina a explicar la contabilización de las opera-


ciones realizadas con los bancos de giro y depósito, incluidos los ne-
gocios de cambio. Asimismo, se considera la contabilización que debe-
ría hacerse en el caso de que el dueño de los libros fuese quien
ejerciera de banquero.

En el capítulo siguiente, el 25º, se habla brevemente de una cuenta


de ingresos y gastos extraordinarios, llamada de Entrada y Salida, que
algunos mercaderes llevan en un libro aparte hasta el final del ejerci-
cio, en que lo saldan por traspaso a los libros generales.

La contabilización de los viajes de negocios, tanto los efectuados


por el propio mercader, como los encomendados a otros, es objeto de
tratamiento específico en el capítulo 26º, explicándose cómo dichos
viajes originan la necesidad de llevar unos libros aparte, que se saldan
al regreso.

El capítulo 27º se dedica a hablar de la cuenta de Pérdidas y Ga-


nancias, o como quiera que se llame la cuenta de resultados utilizada,
explicando la forma de saldar las cuentas de mercaderías por abono o
adeudo de su saldo a la misma, según haya sido el resultado de las
respectivas operaciones de compraventa. Se declara asimismo el signi-
ficado del saldo de esta cuenta de Pérdidas y Ganancias y cómo la
misma se salda por traspaso a la cuenta de Capital. Se explica, además,
que esta cuenta viene al final de todas, pues mediante ella se liquidan
todas las otras cuentas del Mayor. De esta manera, se dice que no es
necesario que las partidas de esta cuenta se pasen en el Diario, “pues
basta con que se pasen directamente al Mayor, porque surgen en éste
de los beneficios o pérdidas producidos en el debe y en el haber”.

En el capítulo 28º se explica, con ejemplos prácticos, la forma de


cerrar y arrastrar una cuenta del Mayor a un folio nuevo, cuando el an-
terior se haya completado, mientras que en el capítulo siguiente se
ilustra, con toda brevedad, sobre cómo se ha de proceder para consig-
nar el cambio de año en las cuentas del libro Mayor, en el caso de que
a fin de año no se cierren los libros.

77
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

El capítulo 30º expone la manera de presentar las cuentas a un


deudor o, en su caso, al principal, si es que se realizan actividades co-
merciales por cuenta ajena.

En el capítulo 31º se declara la forma de subsanar los errores que


puedan producirse, sin dar a lugar a tachaduras, borraduras o enmiendas.

El capítulo 32º explica cómo debe realizarse el cierre del libro Ma-
yor y cómo deben traspasarse los saldos al libro nuevo, después de
haber punteado sus partidas con los asientos del Diario y de haber
efectuado otras comprobaciones diversas. Se expresa también el signi-
ficado de los errores que puedan encontrarse al llevar a cabo estas
comprobaciones y el modo de subsanarlos.

La manera de contabilizar las operaciones que se realicen durante


el período de cierre de los libros se declara en el capítulo 33º.

El capítulo 34º abunda sobre la forma de cerrar las cuentas del Ma-
yor viejo, al tiempo que explica con todo detalle la forma de estable-
cer el balance del libro Mayor o summa summarum como lo llama Pa-
cioli. Indica con especial minuciosidad la forma de cerrar las cuentas
diferenciales, que según se comenta no hace falta llevar al nuevo Ma-
yor, ya que se saldan por traspaso a la cuenta de Pérdidas y Ganan-
cias. Esta se salda, a su vez, como ya se había dicho antes, con la
cuenta de Capital, que deberá ser la última cuenta en cerrarse de todos
los libros Mayores. La cuenta de Capital se podrá traspasar al libro Ma-
yor nuevo por el saldo, por las sumas o, incluso, partida por partida.
La summa summarum es la comprobación definitiva de que el libro
Mayor ha sido bien llevado y bien cerrado, y está exento de errores, lo
cual ocurre cuando la suma del debe es igual a la del haber.

En el capítulo siguiente, el 35º, se explica la forma de guardar y


archivar los documentos sueltos, tales como libranzas, contratos, reci-
bos, sentencias, etc., así como también la correspondencia, para la cual
debe establecerse un registro “en un libro especial, reservado a este
solo objeto”.

El último capítulo, el 36º, se destina a ofrecer, a modo de recorda-


torio, un resumen de las principales normas y reglas que deben obser-
varse en una contabilidad por partida doble.

Fuera de índice, se agregan, como se ha indicado anteriormente,


dos capítulos o apartados más. El primero recoge las cosas que deben

78
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

hacerse figurar sin falta en el libro Mayor. Se hace mención en este


contexto de los negocios de aseguramiento, indicando la cuenta que
debe abonarse al recibir la prima del seguro concertado. Asimismo, se
indica el trámite a seguir cuando se reciba mercancía por cuenta de al-
guien para venderla o baratarla, especificando el tratamiento contable
a dar a los gastos efectuados por cuenta de esta mercancía.

En el segundo apartado, se habla de las cosas que, por su peque-


ña importancia o por su índole u otras circuntancias, no sea pertinente
consignar en los libros oficiales, pero sí en un libro Memorándum dis-
puesto al efecto. Se había hablado ya de este Memorándum en el capí-
tulo 35º, donde se dice: “Cada día, al caer la tarde, antes de ir a la ca-
ma, echarás un vistazo a este libro para ver si hay que hacer o
despachar alguna cosa que no hubiese sido tramitada todavía”.

El Tratado acaba con una explicación de las abreviaturas emplea-


das en relación con las monedas, pesas y medidas sacadas a colación,
así como con la exposición de diez ejemplos de asientos de Mayor,
cinco del debe y cinco del haber, relacionados entre sí, pertenecientes
a cuatro distintas cuentas.

La mera descripción del contenido de los capítulos resulta un claro


exponente del carácter amplio, completo y coherente, en general, del
Tratado, así como del grado de detalle y profundidad que se alcanza
en el tratamiento de la materia. Como se ha visto, y aparte de las pala-
bras introductorias y de las recomendaciones generales de carácter
moral o profesional, las explicaciones se extienden no sólo a presentar
la técnica de la partida doble, a expresar la naturaleza y forma de fun-
cionamiento de los tres libros principales, a declarar el sentido y razón
de ser de la contabilidad, a exponer las reglas prácticas de anotar el
patrimonio y las actividades comerciales, comenzando por la clasifica-
ción, valoración y registro de los bienes poseídos, a cerrar y traspasar
las cuentas y los libros, a hacer el balance de comprobación, etc., sino
que entran también a describir las particularidades de determinadas
operaciones y de su contabilización, como las baratas, las compañías,
las cuentas con organismos públicos y con bancos, etc. Se habla asi-
mismo de las peculiaridades que muestran algunas cuentas, como las
de gastos, entradas y salidas extraordinarias, Pérdidas y Ganancias, Ca-
ja, Capital, etc., al tiempo que se describen contabilizaciones específi-
cas como las producidas por el mantenimiento de una tienda abierta al
margen del conjunto de las actividades comerciales habituales o por la
realización de viajes de negocios por el propio dueño de los libros o
por un agente. Tampoco se omite, en fin, hablar de la forma de custo-

79
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

diar los libros y demás documentos mercantiles, del modo de despa-


char y registrar la correspondencia o de llevar un Memorándum para
recordar los asuntos pendientes de despacho. Pacioli trasciende incluso
en su Tratado de la problemática particular del comerciante que quiere
llevar su contabilidad de forma correcta y ordenada, para recomendar
que las oficinas públicas de carácter mercantil legalicen los libros de
cuentas al objeto de desterrar la práctica de las dobles contabilidades.

No es de extrañar, pues, que a despecho de algunas pequeñas de-


ficiencias formales de estructuración y organización del contenido, a
las que ya se ha hecho referencia, de algunas repeticiones y ambigüe-
dades sin mayor importancia y de algunos indicios que hacen suponer
que su texto no fue objeto de una redacción unitaria, 154 como más ade-
lante se verá, el Tratado De Computis et Scripturis logre exponer las
técnicas fundamentales y las reglas prácticas de la contabilidad por
partida doble con una amplitud, un detalle y una precisión tales que
las hacen perfectamente comprensibles y válidas incluso para los hom-
bres de nuestro tiempo, salvando los naturales avances e innovaciones
que se han ido produciendo con el transcurso de los años.155 Como R.
Gene Brown y Kenneth S. Johnston destacan, muchos de los párrafos
del Tratado de Pacioli podrían insertarse en los libros de texto actuales
sin más cambio que una ligera modernización de algunas palabras.156
Del mismo modo, hay que decir que a pesar de la ausencia de un caso
práctico completo, presente en algunos tratados posteriores, y a despe-
cho de lo que opina Tommaso Zerbi,157 muchos autores piensan que el

154 Trato de esas ambigüedades y puntos oscuros que contiene el Tratado de Luca
Pacioli, que a menudo han ocasionado no pocas dudas y quebraderos de cabeza
a los traductores y estudiosos verdaderamente interesados, en mi trabajo “Com-
ments on Some Obscure or Ambiguous Points of the Treatise De Computis et
Scripturis by Luca Pacioli” en curso de publicación en The Accounting Historians
Journal. Originalmente, este trabajo constituyó una ponencia presentada en el
16th Annual Congress of The Europcan Accounting Association, celebrado en
Turku, Finlandia, los días 28 a 30 de abril de 1993.
155 Emil Ludwig Jäger en el estudio introductorio a la traducción que hace del Trata-
do de Luca Pacioli, que es la primera traducción realizada a un idioma extranje-
ro, comenta ya que, por lo que se sabe, Pacioli fue el primero en exponer la
Teoría de la Contabilidad por partida doble “und zwar in einem nahezu vollen-
deten Zustande”, es decir, “y ello de una forma casi perfecta”. Ver su obra ya ci-
tada: Lucas Paccioli und Simon Stevin, pág. VII.
156 Ver su obra, ya citada: Paciolo on Accounting, pág. XIII.
157 La falta de un supuesto práctico completo es uno de los reproches que con más
insistencia se le han hecho a Pacioli. Más adelante se volverá sobre la cuestión.
Zerbi define De Computis et Scripturis como una “tardía elaboración de Fray Luca
Paciolo, muy posterior a las primeras y más significativas manifestaciones de la

80
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

De Computis et Scripturis legado por Luca Pacioli no fue superado en


su conjunto por ninguno de los textos publicados en los siglos inme-
diatamente posteriores.158

Lo explicado no quiere decir, por supuesto, que el Tratado de Pa-


cioli deba considerarse como una obra perfecta, insuperable. Lo que
ocurre es que, al valorar sus cualidades, indudablemente altas, algunos
evaluadores adoptan, sin poderlo evitar, una óptica relativista que tiene
en cuenta el contexto de la época y los objetivos perseguidos por el
autor. Pues, en efecto, no hay que olvidar el hecho de que Pacioli no
pretendía escribir un libro teórico, que desentrañara la esencia, la natu-
raleza y la lógica interna de la contabilidad por partida doble. Por eso
no debemos exigir tal cosa de él. Escribió su Tratado, como él mismo
afirma continuamente, con una finalidad meramente didáctica, con la
simple pretensión de poner a disposición de los lectores las principales
normas, prácticas y reglas que les permitieran utilizar para sus propios
fines el sistema contable que era ya corrientemente empleado por los
mercaderes vénetos.159 Aunque, incluso, con vistas a la consecución de

práctica mercantil y profesional italiana”. Poco más adelante reafirma su idea de


que el Tratado presenta algunas incongruencias, tanto de forma como de conteni-
do, y de que técnicamente es muy inferior a las contabilidades por partida doble
que se llevaban ya con anterioridad a su publicación. Tommaso Zerbi: Le origini
della Partita Doppia, Milán, Ed. Marzorati, 1952. Citado de Luca Pacioli: Summa
de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportionalità. Distinctio IX - Tractatus
XI (Tractatus de computis et scripturis). Trascrizione del Prof. Carlo Antinori, se-
parata de la Rivista Bancaria - Minerva Bancaria, Milán, 1959, pág. 8.
158 Más moderado, Vincenzo Vianello piensa simplemente que, a despecho de algu-
nas deficiencias formales y de organización, todo aquel que haya leído y estudia-
do el Tratado particular De Computis et Scripturis de Luca Pacioli debe reconocer
que es una obra verdaderamente superior, frente a la cual empalidecen muchos,
por no decir la mayor parte, de los trabajos sobre partida doble publicados en los
siglos siguientes. Ver su libro ya citado: Luca Paciolo nella Storia della Ragione-
ria, págs. 113 s. Por su parte, Carlo Antinori opina que la obra de Angelo Pietra,
Indrizzo degli economi o sia ordinatissima instruttione da regolatamente formare
qualunque scrittura in un libro doppio, publicada en Mantua el año 1586, es la
primera que puede considerarse superior a la de Pacioli. Ver Luca Pacioli: Sum-
ma de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportionalità. Distinctio IX - Trac-
tatus XI (Tractatus de computis et scripturis). Trascrizione del Prof. Carlo Antinori,
separata de la Rivista Bancaria - Minerva Bancaria, obra citada, págs. 8 s.
159 Una ponderada exposición de las limitaciones que presentaría el Tratado conta-
ble de Luca Pacioli desde un punto de vista moderno la hace Balduin Penndorf
en su estudio introductorio a la traducción de la obra del fraile franciscano. Ver
Luca Pacioli: Abhandlung über die Buchhaltung 1494. Nach dem italienischen
Original von 1494 ins Deutsche übersetzt und mit einer Einleitung über Die ita-
lienische Buchhaltung im 14. und 15. Jahrhundert und Paciolis Leben und Werk
versehen von Balduin Penndorf, obra citada, págs. 61 s. Albert Dupont, por su
parte, echa en falta alguna noción de contabilidad industrial o siquiera la men-
ción de una cuenta de transformación, ausencias que le parecen tanto más extra-
ñas por cuanto Venecia era ya en esa época, según piensa, una ciudad industrial.
Ver su conferencia: Contribution à l’Histoire de la Comptabilité. “Luca Paciolo”,
l’un de ses fondateurs, obra citada, págs. 34 s.

81
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

estos mismos objetivos, se echa de menos en la obra de Luca Pacioli


una exposición, siquiera fuera somera, de los principios prácticos que
rigen el adeudo y el abono de las cuentas.160 Esta es, precisamente,
una de las tres insuficiencias que Basil S. Yamey, en un excelente estu-
dio en el que ensaya un análisis del valor pedagógico del Tratado para
los lectores contemporáneos, le achaca a Pacioli. Las otras dos son: la
falta de un supuesto contable o modelo integrado de asientos que ilus-
tre las explicaciones teóricas, y la falta de claridad en la explicación
del proceso de cierre y balance de las cuentas.161

Desde un punto de vista técnico, las características de la partida


doble expuesta por Luca Pacioli pueden resumirse, de acuerdo en par-
te con lo que comenta Carlo Antinori, de la siguiente manera:162

1. Es una contabilidad esencialmente analítica, es decir, las cuentas


se abren a cada elemento patrimonial singular, tanto activo co-
mo pasivo. De esta manera, no se lleva, por ejemplo, una sola
cuenta global de Mercaderías, sino una cuenta singular para ca-
da clase de mercancía.
2. El cierre de los libros se produce al final de cada año o de un
período mayor. Al cerrar cada período se establecen las ganan-
cias o las pérdidas.
3. Para abrir o cerrar las cuentas no se emplean unas cuentas es-
pecíficas al estilo de las de Balance de Apertura y Balance de
Cierre, ni tampoco se contraponen las cuentas del Activo a las
cuentas del Pasivo, directamente o a través de la cuenta de Ca-
pital. No se hace ningún asiento general de cierre o apertura.
Las cuentas del Mayor se cierran llevando el saldo al lado con-

160 Tampoco los sucesores inmediatos de Pacioli se preocupan de exponer unas


normas positivas para determinar las reglas de cargo y abono de las cuentas. El
primero en caer en ello es el alemán Sebastian Gamersfelder que en 1579 publi-
có en Dantzig su libro Buchhalten durch zwey Bücher nach Italianischer Art
und Weise. Ver Joseph-H. Vlaemminck: Historia y doctrinas de la contabilidad,
obra citada, págs. 152 s.
161 Véase Basil S. Yamey: “Pacioli’s pioneering exposition of double-entry bookkee-
ping: a belated review”, en Studi in Memoria di Federigo Melis, vol. III, Giannini
Editore, 1978.
162 Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportinalità.
Distinctio IX - Tractatus XI (Tractatus de computis et scripturis). Trascrizione del
Prof. Carlo Antinori, separata de la Rivista Bancaria - Minerva Bancaria, obra
citada, págs.10 s. Ver también el estudio introductorio a la traducción al italiano
moderno que este mismo autor, Carlo Antinori, ha hecho recientemente del trata-
do de Pacioli: Il Trattato dalla “Summa” del Paciolo. A cura di Carlo Antinori, en
Summit. Gli speciali di Summa. Suplemento del núm. 40 de Summa, noviembre
de 1990, pág. 7.

82
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

trario, como si se tratase de un simple arrastre a folio nuevo, sin


hacer ningún asiento en el Diario. Este saldo se consigna luego,
en el lado que le corresponda, como primera partida de la
cuenta en el libro Mayor nuevo.
4. En el Diario se registran tan sólo las operaciones de gestión: los
traspasos de cuentas y de partidas debidos a razones puramente
contables no se asientan en el Diario, sino solamente en el Mayor.
Esto ocurre también con los asientos de cierre del Mayor antiguo
y los de apertura del Mayor nuevo, según hemos visto, lo mismo
que con las correcciones y rectificaciones de errores y que con los
asientos de regularización. La propia cuenta de Pérdidas y Ganan-
cias no figura nunca en el Diario, sino sólo en el Mayor.
5. En el Diario sólo se anotan asientos simples, introduciendo las
cuentas con los términos Per, para las deudoras, y A, para las
acreedoras.
6. Se ha hecho mucho hincapié por parte de algunos estudiosos de
la obra de Pacioli en que el “balance del libro” al que se refiere
este autor es, en realidad, un mero balance de comprobación y
no de situación o de fin de ejercicio. Sin duda, esta afirmación
se debe en gran parte al hecho de que el propio Pacioli presen-
ta su summa summarum como la comprobación por excelencia
de la exactitud de las anotaciones del libro Mayor. No debería
olvidarse, sin embargo, que este balance, de sumas exclusiva-
mente, se realiza después de haberse efectuado los asientos de
regularización de las cuentas diferenciales y de gastos. Por otra
parte, como más adelante se verá, debe distinguirse esta summa
summarum del bilancio explicado en el resumen ofrecido en el
capítulo 36º, que contiene tanto las sumas como los saldos y
que sirve de punto de partida para cerrar las cuentas del Mayor
viejo y para abrir las del Mayor nuevo.

Sea como fuere, y aun con las limitaciones técnicas visibles hoy a
la luz de la moderna teoría contable, lo cierto es que el Tratado de Pa-
cioli, pese a la circunstancia ya comentada de encontrarse, con sus 26
páginas, prácticamente perdido en un grueso volumen de 600, encon-
tró una excelente acogida específica en los medios contables, hasta el
punto de que, según se ha indicado, parece que llegó a hacerse una ti-
rada aparte del mismo bajo el título de La Scuola Perfetta dei Mercanti,
publicada en Toscolano por Paganino de Paganini el año 1504.

Es más, bien fuese porque los tiempos estuvieran maduros para


ello, bien porque la obra diera la pauta, parece que la aparición del
Tratado contable de Luca Pacioli constituyó como una especie de pis-

83
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

toletazo de salida para la publicación de numerosos textos sobre con-


tabilidad por partida doble que fueron apareciendo en el siglo siguien-
te. Algunos autores piensan que, en su mayor parte, estos textos no
fueron sino adaptaciones mejor o peor pergeñadas, cuando no simples
transcripciones de la obra de Luca Pacioli.163

Así, dentro del grupo de autores más destacados de textos de


contabilidad por partida doble del siglo XVI, se descubren huellas
patentes de la influencia, directa o indirecta, del fraile franciscano de
Sansepolcro en los italianos Domenico Manzoni 164 y Alvise
Casanova; 165
en el flamenco Jehan Ympyn Christophels; 166
en el ale-

163 Véase Karl Peter Kheil: Über einige ältere Bearbeitungen des Buchhaltungs-Trac-
tates von Luca Pacioli, Praga, 1896. Se cita de la traducción española, efectuada
por Fernando López y López: Historia de la Contabilidad, Alicante, 1902, pág. 9.
164 Autor de una obra titulada Quaderno doppio col suo giornale secondo il costume
de Venetia, publicada por primera vez en Venecia el año 1534. Sobre la gran si-
militud que guarda esta obra con el Tratado de Pacioli ver Ernst Ludwig Jäger:
Lucas Paccioli und Simon Stevin, nebst einigen jüngeren Schriftstellern über
Buchhaltung, obra citada, pág. XV, y F. A. Bonalumi: Sullo Svolgimento del Pen-
siero Computistico in Italia, Novara, 1880, pág. 18.
165 Casanova publicó el año 1558 en Venecia una obra titulada Specchio lucidissimo,
que según Kheil no es más que una copia de las obras de Manzoni y Giovanni
Antonio Tagliente, al que tampoco le era desconocido el Tratado de Pacioli. Ver
Karl Peter Kheil: Historia de la Contabilidad, obra citada, pág. 14.
166 El libro de Jehan Ympyn: Nieuwe Instructie Ende bewijs der looffelijcker Consten
des Rekenboecks ende Rekeninghete te houdene nae die Italiaensche maniere, fue
publicado en doble edición, flamenca y francesa, en Amberes, el año 1543, por
su viuda, Anna Swinters, algunos años después de la muerte del autor. Sin em-
bargo, en el título se indica que el libro no es original, pues se trata de una tra-
ducción al flamenco de un texto italiano, llevada a cabo por Jehan Ympyn. En el
prólogo, Ympyn precisa que el autor del original es Giovanni Paolo di Bianchi,
de Perugia, un hombre de gran reputación “que ha mostrado más diligencia en
esta materia que nadie”. Pese a las intensas investigaciones y rastreos efectuados
desde entonces, sobre todo por Vittorio Alfieri y Vincenzo Vianello no se ha po-
dido descubrir ningún rastro de este Di Bianchi. Por otra parte, entre los nom-
bres citados por Ympyn como autores de los que ha aprendido contabilidad, en-
comia especialmente al broeder (hermano) Lucas de borgo sancti sepulcri. De
hecho la estructura del manual que traduce es muy semejante a la del tratado de
Pacioli, según comenta Federigo Melis (Storia della Ragioneria, obra citada, pág.
657). Vincenzo Vianello había ido más lejos, pues después de estudiar la edición
francesa del libro de Ympyn dice que los 29 capítulos que componen la parte
teórica de la obra no son sino una traducción fiel del Tratado de Luca Pacioli
(Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 62). Raymond de
Roover se ha ocupado especialmente del libro de Ympyn en sus trabajos: Jan
Ympyn; essai historique et technique sur le premier traité flamand de comptabi-
lité, 1543, Amberes, 1928, y “Een en ander over Jan Ympyn Christoffels, den
schrijver van de eerste Nederlandsche handleiding over het koopmansboekhou-
den”, en Tijdschrift voor geschiedenis, núm. 52, 1937. Posteriormente Basil S. Ya-
mey se ha ocupado del tema de la autoría y de las fuentes del tratado publicado
por Ympyn, en su trabajo: “The Authorship and Sources of the Nieuwe Instruc-
tie”, en O. Kojima y B. S. Yamey, editores: Ympyn: A Notable and very Excellente
Woorke, 1549, Kyoto, 1975.

84
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

mán Wolffgang Schweicker;167 y en los ingleses Hugh Oldcastle,168 Ja-


mes Peele169 y John Mellis.170 En España, Antich Rocha, traductor de la
obra de Valentin Mennher, conocía también ciertamente la obra de
Luca Pacioli.171

167 Autor de un libro titulado Zwifach Buchhalten, sampt seine Giornal des selben
Beschlus auch Rechnung zuthun &c., publicado en Nürnberg el año 1549. En es-
te libro se percibe con toda claridad la influencia de las obras de Pacioli y de
Manzoni. Karl Peter Kheil: Historia de la Contabilidad, obra citada, págs. 109 ss.
168 Se dice que Hugh Oldcastle publicó en Londres el año 1543 un libro titulado: He-
re ensueth a profitable treatyce called the instrument or boke to learne to knowe
the good order of the kepyng of the famous reconyng, called in latyn Dare and Ha-
bere, and in Englyshe Debitor and Creditor. Sin embargo, de este libro no se co-
noce ningún ejemplar y se sabe de su existencia simplemente porque 45 años
más tarde John Mellis lo reproduce en un volumen que edita, completando y am-
pliando la obra de Oldcastle, así como por su inclusión en un catálogo, publicado
en 1779, de los libros propiedad de un tal Edward Rowe Mores. Según la mayoría
de los investigadores, el libro de Oldcastle no es, prácticamente, más que una
mera traducción del Tratado de Pacioli. Ver Richard Brown: A History of Accoun-
ting and Accountants, Edimburgo, 1905, pág. 344. Ver también la interesante po-
nencia dedicada a este tema y presentada por Juan José Lanero Fernández, Enri-
que López González, Alicia Rodríguez Pérez y Secundino Villoria Andreu en The
Sixth World Congress of Accounting Historians, Kyoto, 20th-22th August 1992, ba-
jo el título: Translation in English Accounting Historiography of the 16th Century.
169 James Peele publicó el año 1553 en Londres un libro sobre contabilidad titulado:
The maner and fourme how to kepe a perfecte reconyng, after the order of the
moste worthie and notable accompte, of Debitour and Creditour. Los plantea-
mientos hechos por el autor, autorizan a pensar que se inspiró en el Tratado de
Pacioli. En cualquier caso, Peele conocía bien la contabilidad a la italiana y su
obra presenta numerosos puntos de semejanza con el libro de Manzoni. Ernest
Stevelinck: La Comptabilité à travers les Âges, Bruselas, 1970, págs. 34 ss.; Juan
José Lanero Fernández et alter: Translation in English Accounting Historiography
of the 16th Century, obra citada.
170 El título de la obra de John Mellis en la que se reproduce el libro de Hugh Old-
castle es: A briefe instruction and maner how to keepe bookes of Accomptes after
the order of Debitor and Creditor, & as well for proper Accompts partible, etc. By
the three bookes named the Memorial, Journall & Leager. Fue publicado en Lon-
dres el año 1588. El libro se limita, según las manifestaciones de Mellis, a repro-
ducir la obra de Oldcastle, añadiendo un modelo de inventario, de Diario y de
Mayor. Véase el libro de Arthur H. Woolf, que abunda en la opinión de Richard
Brown: A Short History of Accountants and Accountancy, Londres, 1912, págs.
131 s. Sin embargo, Juan José Lanero Fernández y sus compañeros, en la ponen-
cia citada, manifiestan que el libro de Mellis, aparte de las adiciones, no contiene
una reproducción exacta del texto de Oldcastle, pues incorpora algunas ideas
nuevas tomadas de su propia experiencia y del libro de Weddington: A breffe
instruction, and manner, howe to kepe, marchantes bokes, of accomptes. After the
order of debitor and creditor, publicado en Amberes en 1567, y de las obras de
James Peele: The maner and fourme how to kepe a perfecte reconyng, after the or-
der of the moste worthie and notable accompte, of Debitour and Creditour, Lon-
dres, 1553, y The Pathe waye to perfectness, in th’ accomptes of Debitour and Cre-
ditour, Londres, 1569. Ver Juan José Lanero et alter: Translation in English
Accounting Historiography of the 16th Century, obra citada.
171 En efecto, como comenta José María González Ferrando, Antich Rocha conocía
la obra de Luca Pacioli, pues ello se pone de manifiesto a través de las citas que
hace en su libro Arithmetica. José María González Ferrando: “Antich Rocha y la
primera obra impresa en España sobre la contabilidad por partida doble”, en
Técnica Económica, núm. 5, mayo de 1958, y núm. 3, mayo de 1960.

85
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

También en los siglos XVII y XVIII es vivo el recuerdo de Pacioli


como excelente autor de un libro sobre contabilidad por partida doble,
como comenta Ludovico Flori en su conocido Trattato del modo di te-
nere il libro doppio domestico col suo essemplare, publicado en Palermo
el año 1636, que vio una segunda edición en Roma, en 1677, y una ter-
cera también en Roma el año 1839. Lo mismo ocurre con Giacomo Ven-
turoli que menciona a Pacioli en su obra Scorta di Economia o sia Dia-
logo di Scrittura famigliare, publicada en Bolonia el año 1717.172
En el extranjero se mantiene vivo asimismo durante estos siglos el
recuerdo de Luca Pacioli como escritor de contabilidad por partida do-
ble. Así, Matthieu de la Porte, en 1685, hace referencia a Pacioli, o frère
Luc, como él lo llama, diciendo que es el escritor más antiguo que ha
visto sobre esta materia.173
Por lo que respecta a España, Sebastián de Jócano y Madaria, que
escribe más de un siglo después de Matthieu de la Porte su notable li-
bro Disertación crítica y apologética del arte de llevar cuenta y razón
contra la opinión del barón de Bielfeld, acerca del arte en general y del
método llamado de partidas dobles en particular, obra inapreciable pa-
ra seguir el desarrollo de la contabilidad por partida doble en nuestro
país, no conoce el Tratado de Pacioli, pero tiene la agudeza de relacio-
nar el frère Luc que cita La Porte con el Lucas Paciolo del que hablaba
Carlos Jacobo María Denina, en sus cartas críticas a la Enciclopedia.174
En efecto, dice así: “El Señor Abate Denina en la quinta de sus Cartas
críticas dice, que los primeros libros de Cuenta y razón en Partida do-
ble fueron de un sabio italiano llamado Lucas Paciolo. Acaso será éste
el que Laporte llama Frere Luc”.175

172 Karl Peter Kheil: Historia de la Contabilidad, obra citada, págs. 14 s.


173 Matthieu de la Porte: Le guide des négocians et teneurs de livres. Ou nouveau
traité sur les livres de comptes à parties doubles, contenant une instruction géné-
rale pour les biens tenir suivant la véritable méthode italienne, París, 1685, pág.
XII. Antes de Matthieu de la Porte, cita el nombre del frère Luc, aunque haciendo
más bien referencia a su obra matemática, un curioso libro de comienzos del si-
glo XVII debido a la pluma de Claude-Gaspard Bachet, señor de Méziriac, nota-
ble matemático francés de su época, titulado: Problèmes plaisants et délectables
qui se font par les nombres. Ver Albert Dupont: Contribution à l’Histoire de la
Comptabilité. “Luca Paciolo”, l’un de ses fondateurs, obra citada, pág. 35.
174 Carlos Jacobo María Denina: Cartas críticas, Madrid, 1788, Carta V al Sr. Conde de
Mirabeau. Denina, historiador y erudito italiano, nació en Revello el año 1731 y
murió en París en 1813. Se ordenó sacerdote y ganó una cátedra en la Universi-
dad de Turín. Sin embargo, escritor de ideas enciclopedistas y nacionalista italia-
no, fue desposeído de su cátedra y confinado en Vercelli. Fue llamado a Prusia
por Federico II. En 1804, Napoleón I le nombró bibliotecario imperial en París.
175 Sebastián de Jócano y Madaria: Disertación crítica y apologética del arte de llevar
cuenta y razón contra la opinión del barón de Bielfeld, acerca del arte en gene-
ral y del método llamado de partidas dobles en particular, Madrid, 1793, pág. 36.

86
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

J. Beckmann cita también a Luca Pacioli como inventor del sistema


italiano de contabilidad en su historia de las invenciones traducida al
inglés en 1797, y lo mismo hace A. Anderson en su obra sobre los orí-
genes del comercio.176

Por esa misma época, en 1803, publica Pierre Boucher su libro en


París afirmando que “Frère Luc inventa les parties doubles”.177

En 1825 se publica, en Madrid, la obra de José María Brost, en la


que también se recuerda a Luca Pacioli como inventor de la partida
doble en 1495 (sic).178 El año 1834 publica el Padre Maestro Luigi Pun-
gileoni su artículo comentando la vida y la obra de Luca Pacioli, del
que dice que todavía era conocido bajo el nombre de Luca dal Bor-
go.179 Francesco Bruneri, en su Aritmetica teorico-pratica, habla el año
1836 de un tal Fra Lucio da Firenze, refiriéndose sin duda a Luca Pa-
cioli, que, según él, inventó la partida doble.180 Lo mismo dice, en
1872, Ramón Fernández y Parreño, que hablando de la partida doble
comenta: “Este sistema cuenta más de cuatro siglos de existencia entre
las naciones extranjeras; pero en España fue conocido posteriomente.
Se sabe que en 1495 (sic) escribió en Italia un tratado de contabilidad
el P. Fray Lucas”.181

176 Beckmann era profesor de economía en la Universidad de Göttingen y redactó


una historia de las invenciones en tres volúmenes, que luego fue traducida al in-
glés con el título: A History of Inventions and Discoveries, Londres, Bell, 1797.
Entre sus fuentes indica la obra de A. Anderson: An Historical and Chronologi-
cal Deduction of the Origin of Commerce, 2 vols., Londres, A. Miller, 1764. Revisó
y amplió su trabajo que publicó en cuatro volúmenes en 1787-1789, reimpri-
miéndolo posteriormente en 1801. Citado de Michael E. Scorgie: “Early Arithme-
tics and Accounting Histories: A Comment”, en Abacus, Vol. 27, Núm. 1, marzo
de 1991, págs. 79 s.
177 Pierre Boucher: La science des négociants et teneurs de livres, París, 1803, pág. 3.
178 José María Brost: Curso completo de teneduría de libros, o modo de llevarlos por
partida doble, Madrid, 1825, pág. V. Parece que Brost era de origen francés y que
se había establecido en Madrid en 1815, comenzando a practicar la enseñanza de
la teneduría de libros. Luego fue catedrático de geografía y cronología de la Uni-
versidad de Valladolid, socio fundador de la Sociedad Económica de Amigos del
País, de Logroño, catedrático de matemáticas y director de la Academia de Dibujo
del Consulado de Burgos. Su aportación a la enseñanza de la contabilidad en Es-
paña fue importante, pues extendió en nuestro país las doctrinas francesas de la
época, y, en especial, las profesadas por Edmond Degranges, del que se declara-
ba admirador. Ver mi libro: Contribución al estudio de la historiografía contable
en España, Banco de España, Servicio de Estudios, Madrid, 1981, págs. 57 s.
179 Luigi Pungileoni: “Commentario sopra la vita e le opere di Fra Luca Pacciolo co-
nosciuto ancora sotto il nome di Luca dal Borgo, steso ad eccitamento del Sig. G.
Vallardi di Milano”, obra citada.
180 Francesco Bruneri: Aritmetica teorico-pratica, Turín, 1836.
181 Ramón Fernández Parreño: Contabilidad general, Sevilla, 1872. Véase mi libro, ya
citado: Contribución al estudio de la historiografía contable en España, página 54.

87
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

Pese a estos destellos que atestiguan claramente que nunca se per-


dió del todo, en los medios contables, la memoria de Luca Pacioli co-
mo primero en publicar una obra sobre la partida doble, parece, sin
embargo, que el tiempo fue difuminando el recuerdo del fraile de San-
sepolcro. De esta manera, cuando en 1869, es decir, seis años después
de que en las Actas de la Accademia Pontificia de’ Nuovi Lincei se rela-
cionaran los 99 ejemplares localizados de la primera edición de la
Summa y los 36 de la segunda, la Accademia dei Ragionieri, de Milán,
encargó al profesor Lucchini que diera una conferencia sobre un tema
de su elección, y éste, llevado por una idea ocasional, disertó sobre la
obra contable de Luca Pacioli, su presentación pudo revestir caracteres
de una verdadera revelación, de un descubrimiento.182

En cualquier caso, lo cierto es que la disertación de Lucchini signi-


ficó el comienzo de los estudios modernos sobre Luca Pacioli como
autor contable y aun como autor matemático. En efecto, aunque el ale-
mán Ernst Ludwig Jäger había hecho ya referencia a Luca Pacioli en
1868 en su libro, publicado en Stuttgart, Die Berechtigung der einfa-
chen Buchhaltung gegenüber der italienischen, referencia que repitió y
amplió en 1874 en su obra Beiträge zur Geschichte der Doppelbuchhal-
tung, que vio la luz también en Stuttgart, hasta 1876 no publicó, asi-
mismo en Stuttgart, su obra cumbre sobre este autor, conteniendo la
primera traducción del Tratado a un idioma extranjero, el alemán: Lu-
cas Paccioli und Simon Stevin, nebst einigen jüngeren Schriftstellern
über Buchhaltung. Luego, en 1878, extendiendo su campo de interés
en relación con la obra del fraile de Sansepolcro, publicó también en
Stuttgart un discurso sobre Der Traktat des Lucas Paccioli von 1494
über den Wechsel. Ese mismo año de 1878 publicó Vincenzo Gitti en
Turín su famosa transcripción de la obra de Luca Pacioli, con una ex-
celente introducción e interesantes notas.183 Pocos meses antes había
publicado, asimismo en Turín, su trabajo Sulla Storia della Ragioneria,
en el que también había dado noticias del fraile franciscano, lo mismo
que había hecho el año anterior en su ensayo titulado Gli scrittori clas-
sici della Partita doppia, que vio la luz asimismo en Turín. Tres años
después, en 1881, aparece su artículo “Luca Paciolo come ragioniere”
en el Giornale Ragioniere.

182 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada,
págs. 14 ss. Ver también Ernest Stevelinck: La Comptabilité à travers les Âges,
Bruselas, 1970, pág. XI.
183 La transcripción de Vincenzo Gitti, con las mismas notas y observaciones, fue re-
producida por Giovanni Massa el año 1911 en su Opere antiche di Ragioneria,
Milán, Amministrazione de “Il Monitore dei Ragionieri”.

88
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

El año 1879 se publica la vida de Luca Pacioli escrita por Baldi a


finales del siglo XVI o comienzos del XVII por iniciativa del príncipe
Baldassare Buoncompagni, a quien conocemos ya por la imponente
colección de ejemplares de la Summa que poseía.184 En 1880 Francesco
A. Bonalumi se ocupa de Pacioli en su libro: Sullo Svolgimento del
Pensiero computistico in Italia, publicado en Novara. Lo mismo hace
Giuseppe Cerboni, en 1886, en su libro La Ragioneria scientifica e le
sue relazioni con le diszipline amministrative e sociale, que vio la luz
en Roma. En 1889, H. Staigmüller publica en la Zeitschrift für Mathe-
matik und Physik su artículo: “Lucas Paciouli. Eine biographische Skiz-
ze”. El año 1893 E. G. Waldenberg publica en San Petersburgo su tra-
ducción al ruso del Tratado de Pacioli y un año después, 1894, Karl
Peter Kheil escribe en Praga la traducción al checo: Luka Pacioli: Trak-
tát o úcetnictví z roku 1494. En 1895 aparece la obra de B. Worthing-
ton Professional Accountants donde se hace mención de la obra de
Luca Pacioli.185 Un año más tarde, en 1896, Kheil, también en Praga,
publica su obra: Über einige ältere Bearbeitungen des Buchhaltungs-
Tractates von Luca Pacioli. Asimismo en este año de 1896 ve la luz, en
Messina, el conocido y excelente estudio de Vicenzo Vianello: Luca
Paciolo nella Storia della Ragioneria. El mismo año aparece, en Rotter-
dam, la traducción de la obra de Pacioli al holandés, efectuada por J.
Volmer Y C. van Rijnberk.

Un nutrido elenco, como se ve, que podría ser aumentado, de es-


critos tratando o mostrando interés por la obra de Luca Pacioli, en po-
co más de un cuarto de siglo a partir de la conferencia de Lucchini en
la Accademia dei Ragionieri, de Milán.186

184 Como ya se ha citado, Baldassare Buoncompagni incluye el escrito de Baldi so-


bre Pacioli, junto con algunos documentos y comentarios, en su trabajo: “Intorno
alle vite inedite di tre matematici- Giovanni Danck di Sassonia, Giovanni de Ni-
neriis e Fra Luca Paciolo”, en Bollettino di Bibliografia e di Storia delle Scienze
Matematiche e Fisiche, tomo XII, págs. 352-438 y 863-872, año 1879.
185 Ver Gary J. Previts, Lee D. Parker y Edward N. Coffman: “Accounting History:
Definition and Relevance”, en Abacus, Vol. 26, Núm. 1, marzo de 1990, pág. 1.
186 De esta manera, ya en 1878, cuando publicó su transcripción del Tratado de Pa-
cioli, nueve años después de la conferencia de Lucchini, Vincenzo Gitti podía
decir en la Introducción: “Non v’è trattato di scrittura doppia, que un tantino si
rispetti, che non ricordi l’opera del vecchio frate”, es decir: “No hay tratado de
contabilidad por partida doble que se respete un poco que no recuerde la obra
del viejo fraile”. Fra Luca Paciolo: Tractatus de Computis et Scripturis. Trattato
de’ Computi e delle Scritture. Con prefazione e note. Edito per cura del Prof. Vin-
cenzo Gitti, Turín, 1878, pág. 11.

89
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

Acusaciones de plagio y de falta de originalidad

Como ya se ha anticipado en páginas anteriores, Luca Pacioli ha


sido acusado de plagiario por distintos autores y por distintas causas.

El primero de estos acusadores fue, posiblemente, Goffredo Tory,


que, en su obra Champ fleury. L’art et la science de la vraye proportion
des Lettres Attiques ou Antiques, autrement dictes Romaines, publicada
en 1529, no sólo dice que Pacioli habla del tema de las letras antiguas
con absoluta ignorancia en la segunda parte de la obra impresa De Di-
vina Proportione, lo mismo que un clérigo podría hablar de armas, si-
no que afirma además que Pacioli sustrajo furtivamente a Leonardo da
Vinci las letras del alfabeto que presenta. Es más, llega incluso a poner
en duda que el libro De Divina Proportione fuera verdaderamente obra
del fraile franciscano, al referirse a dicho libro diciendo: “qu’il (Pacioli)
dit avoir faicte”.187

La acusación más conocida tachando a Pacioli de plagiario fue for-


mulada, sin embargo, pocos años después y se debe a la pluma de
Giorgio Vasari, el conocido artista e historiador del arte. En efecto, en
la primera edición de su conocidísima obra Le Vite de’ piú eccellenti ar-
chitetti, pittori, et scultori italiani, da Cimabue insino a’ tempi nostri,
verdadero Vademécum de todos los estudiosos de la historia del arte
italiano,188 que apareció en Florencia el año 1550, al hablar de Piero
187 G. Manzoni en su libro Studi di bibliografia analitica, 1881, estudio segundo, págs.
76 ss, trata ampliamente de esta cuestión. Goffredo Tory nació en Bourges hacia el
año 1485. Hizo dos viajes a Italia; en el primero asistió a la escuela de Filippo Be-
roaldo, en Bolonia, y a la Sapienza, la Universidad de Roma. En el segundo, que
realizó probablemente el año 1518, tuvo oportunidad de conocer muchos artistas e
intelectuales, así como de dibujar monumentos de la época clásica romana y de co-
piar obras de Rafael y de su escuela. Noticias recogidas de Vincenzo Vianello: Luca
Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 67 ss. Henri-Jean Martin, por
su parte, comenta que los ataques dirigidos por Tory contra Pacioli y también con-
tra Durero denotan una grave dosis de ruindad, teniendo en cuenta lo que debía a
sus ideas y planteamientos. Ver su trabajo: “Au commencement était le signe”, en
Histoire de l’Edition Française, París, Promodis, 1982, pág. 467.
188 En efecto, al efectuar la presentación de la nueva edición de la obra de Giorgio
Vasari, Giovanni Previtali dice: “Hace cien, o sólo cincuenta años, toda persona
que se interesase por el arte italiano, fuese un simple aficionado, un historiador
o un artista, tenía Le Vite en su mesilla de noche. Recuerdo que Roberto Longhi
me relató que, en los años treinta, en el curso de una discusión histórico-artística
con un profesor alemán, le hizo a éste una observación que su interlocutor con-
sideró demasiado elemental, por lo que le respondió con aire ofendido: He leído
mi Vasari”. Por otra parte, al comienzo del texto de dicha presentación se consig-
nan las palabras de Julius von Schlosser: “Vasari es en todos los sentidos, tanto
los buenos como los malos, el verdadero patriarca y padre de la iglesia de la
nueva historia del arte”. Giorgio Vasari: Le Vite de’ piú eccellenti architetti, pittori,
et scultori italiani, da Cimabue insino a’ tempi nostri. Nell’edizione per i tipi di
Lorenzo Torrentino, Firenze 1550. A cura di Luciano Bellosi e Aldo Rossi. Presen-
tazione di Giovanni Previtali, Turín, 1991, vol. I, pág. VII.

90
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

della Francesca, Vasari dice lo siguiente: “Y aquel que con todas sus
fuerzas debía procurar mantenerle la gloria y acrecentar su nombre y
su fama, pues había aprendido de él todo cuanto sabía, actuando no
como discípulo agradecido y fiel, sino como enemigo cruel y maligno,
se lo usurpó todo, dando a la luz bajo nombre propio, es decir, de fray
Luca del Borgo, el fruto de todas las fatigas de aquel buen viejo”.189

Esta misma acusación fue recogida pocos años más tarde por Igna-
zio Danti, que en 1583 en el prólogo a Le due regole di prospettiva pra-
tica, de Iacomo Barozzi da Vignola, decía: “El primero en el tiempo y
el que con mejor método y forma ha escrito sobre ello es el maestro
Piero della Francesca del Borgo de San Sepolcro, del cual tenemos hoy
tres libros escritos a mano, excelentemente dispuestos..., aunque F. Lu-
ca los hizo imprimir bajo su nombre”.190

Aunque durante muchos años intentó negarse la veracidad de esta


acusación genérica de plagio, alegando el afecto y veneración que
siempre demostró Luca Pacioli por Piero della Francesca, de los que
son buena muestra las elogiosas palabras que le dedica en diversas
ocasiones,191 lo cierto es que M. Jordán en 1880 precisó exactamente el
alcance y la naturaleza del plagio cometido por Luca Pacioli en su tra-

189 Giorgio Vasari: Le Vite de’ piú eccellenti architetti, pittori, et scultori italiani, da
Cimabue insino a’ tempi nostri, obra citada, vol. I, pág. 338. El texto de la segun-
da edición, publicada asimismo en Florencia el año 1568 presenta algunas ligeras
modificaciones, ampliando y afirmando aún más la acusación: “Y aquel que de-
bía procurar con todas sus fuerzas acrecentar su gloria y su nombre, pues había
aprendido de él todo cuanto sabía, como enemigo cruel y maligno intentó anular
el nombre de Piero, su preceptor, y usurpar para sí mismo el honor que sólo a él
le correspondía, publicando bajo nombre propio, es decir, el de fray Luca del
Borgo, el fruto de todas las fatigas de aquel viejo. Y llegado Piero a la vejez y la
muerte, después de haber escrito muchos libros, el dicho maestro Luca, se apro-
pió de ellos y los hizo imprimir como propios, llegándole a las manos después
de la muerte del maestro”. Citado de V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della
Ragioneria, obra citada, pág. 68.
190 ”Il primo di tempo e che con migliore metodo e forma ne abbia scritto è stato ma-
estro Piero della Francesca dal Borgo a San Sepolcro, del quale habbiamo hoggi
tre libri scritti a mano, eccellentissimamente disegnati... se bene F. Luca gli
stampò poi sotto suo nome”. Le due regole della prospettiva pratica di M. Iacomo
Barozzi da Vignola con i comentarij del R.P.M. Egnatio Danti dell’Ordine dei
Predicatori, matematico dell Studio di Bologna, Roma, F. Zanetti, 1583. Ver Luca
Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportinalità. Distinc-
tio IX - Tractatus XI (Tractatus de computis et scripturis). Trascrizione del Prof.
Carlo Antinori, separata de la Rivista Bancaria - Minerva Bancaria, obra citada,
págs. 6 s.
191 Véase, por ejemplo, V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, págs.
70 ss.

91
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

bajo “Der vermisste Traktat des Piero della Francesca über die fünf re-
gelmässigen Körper”,192 en donde se demuestra que la parte tercera de
la obra De Divina Proportione, publicada en Venecia el año 1509 por
Luca como propia, con el título Libellus in tres partiales tractatus divi-
sus, no es más que la traducción literal al italiano del manuscrito de
Piero: Libellus de quinque corporibus regularibus.193

Con todo, muchos historiadores de la contabilidad no se resignan


a aceptar, con toda su crudeza, el hecho de que Luca Pacioli actuara
en esta ocasión como un vulgar plagiario, y arguyen que en aquella
época no había un concepto de la propiedad intelectual tan estricto
como en nuestros días. Lo cual es indudablemente cierto. También es
cierto que Luca Pacioli no escatima en varios lugares de sus obras, co-
mo recordaremos en seguida con más detalle, el reconocimiento de su
deuda genérica con diversos autores. Pero todo ello no empece para
que Vasari, pocos años después de la muerte de Pacioli, considerase
reprobable su conducta, lanzando una acusación verdadera, aunque
obviamente exagerada y desprovista de objetividad por su carácter ge-
neral e impreciso.

Aun otros autores de nuestros días, con una fidelidad sin límites al
Padre de los tratadistas contables, como lo llama Federigo Melis,194 lle-
gan incluso a considerar la posibilidad de que Luca Pacioli cediera a
Piero della Francesca el manuscrito redactado en Zara en 1481, para
que éste, aquejado ya de su ceguera, pudiera ofrecerlo, una vez tradu-
cido al latín, como obra propia a Guido Ubaldo de Urbino y justificar
así la protección y mecenazgo de que era objeto. Una vez muerto el

192 Publicado en Jahrbuch der Königlich-preussischen Kunstsammlungen, vol. I, año


1880, págs. 112-119.
193 Antes que Jordan, se había ocupado de la cuestión E. Harzen en un artículo
titulado: “Über den Maler Piero degli Franceschi und seinen vermeintlichen
Plagiarius, den Franziskanermönch Luca Pacioli”, en Archiv für die zeichnen-
den Künste, Leipzig, 1856, II. Posteriormente, trataron del asunto C. Winter-
berg: “Der Traktat des Piero dei Franceschi über die fünf regelmässigen Kör-
per und Luca Pacioli”, en Repertorium für Kunstwerke, 1882, págs. 33 ss.; G.
Mancini: “L’opera ‘De corporibus regularibus’ di Piero Franceschi usurpata da
Luca Pacioli”, en Memoria della Reale Accademia dei Lincei, Roma, 1909-
1915, págs. 441-580; y G. Arrighi: “Piero della Francesca e Luca Pacioli. Ras-
segna della questione del plagio e nuove valutazioni”, en Atti della Fondazio-
ne Giorgio Ronchi, vol. 23, año 1968. Julius von Schlosser trató también de
toda esta cuestión en su libro: La letteratura artistica, Florencia, 1956, págs.
123 ss.
194 Federigo Melis: Storia della Ragioneria, Bolonia, 1950, pág. 621.

92
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

maestro, nada le impedía ya a Luca Pacioli asumir la auténtica paterni-


dad del escrito y publicarlo como lo que era, obra propia.195

El descubrimiento y publicación del manuscrito de Piero della


Francesca titulado Trattato d’Abaco ha reavivado y ampliado la polé-
mica sobre el alcance del plagio efectuado por Luca Pacioli, pues en
este trabajo de Piero se encuentran también elementos incluidos en
una obra del fraile franciscano.196 En esta ocasión se trata de práctica-
mente todos los problemas sobre cuerpos regulares contenidos en la
última parte principal de la Summa.197

No han sido las de Tory, Vasari y Danti las únicas acusaciones de


plagio o incompetencia lanzadas contra Luca Pacioli en la época subsi-
guiente a su muerte. El matemático Girolamo Cardano encuentra nu-
merosos deficiencias en la Summa y habla, al respecto, “de erroribus
Fra Luca quos nel transferendo non diligenter examinavit, nel descri-
bendo per incuriam praeterit, nel inveniendo deceptus est”, es decir,
“de los errores de Fray Luca, pues cuando transcribe no muestra la su-
ficiente diligencia, cuando describe peca de descuido y cuando crea es
decepcionante”.198

Niccoló Tartaglia no se muestra menos contundente y atribuye in-


cluso a Pacioli, con evidente exageración, la culpa de que no se publi-
cara el libro de Leonardo Fibonacci, llamado el Pisano, comentando
que “esta obra nunca se ha dado a la luz y se dice que ello es debido
a que Luca Paciolo, como el mismo Paciolo atestigua en varios lugares,
recogió todas las flores y las distribuyó profusamente en su propia
obra”.199 Esta misma acusación le hacen más tarde Targioni Tozzetti y
otros historiadores. En concreto, Tozzetti escribe: “Luca Paciolo tuvo
en sus manos esta obra (la de Fibonacci) y la explotó a fondo para su

195 Ernest Stevelinck: “Luca Pacioli y Piero della Francesca”, obra citada, pág. 158.
196 El indicado manuscrito de Piero della Francesca, que se encuentra en la Bibliote-
ca Laurenziana, de Florencia, ha sido publicado por G. Arrighi, bajo el título:
Trattato d’Abaco, Pisa, 1970.
197 Ver Margaret Daly Davis: Piero della Francesca’s Mathematical Treatises, obra ci-
tada.
198 Girolamo Cardano: Practica Arithmeticae et Mensurandi Singularis, Milán, 1539,
libro 2º. Citado de V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra
citada, pág. 74.
199 Niccoló Tartaglia: General trattato dei numeri i misuri, vol. II, libro 1, Venecia,
1556, capítulo “Cosa sia l’aritmetica”. Citado de V. Vianello: Luca Paciolo nella
Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 74.

93
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

aritmética, sin mencionarla más que una o dos veces de modo inciden-
tal”.200 No obstante, debe decirse que si es cierto que Pacioli, efectiva-
mente, usa profusamente de la obra del Pisano, no es menos cierto
que no le regatea reconocimientos, dentro del marco habitual en esa
época, que no era dado a la cita formal y concreta. De esta manera,
Leonardo Pisano es nombrado en la Summa como fuente prioritaria de
conocimientos no una o dos veces, sino nueve en total: una en el su-
mario, cinco en las cuatro primeras partes y tres en la última o Tracta-
tus Geometrie.

Otra acusación de plagio que se ha formulado contra Luca Pacioli


se refiere a la cuarta parte de la Summa, que como se recordará con-
tiene la “Tarifa de todas las costumbres, cambios, monedas, pesas, me-
didas y usos de letras de cambio y términos de las dichas letras que se
acostumbran en los países y en las diversas tierras”. Debe admitirse, en
efecto, que toda esta cuarta parte es transcripción literal de un volu-
men publicado en Florencia el año 1481 por el impresor Francesco di
Dino. Este volumen tiene un total de 6 folios sin numerar, conteniendo
el índice, más 96 folios numerados, impresos por las dos caras. En el
anverso del primer folio figura el título, que dice: Questo e el libro che
tracta di mercatantie et usanze de paesi, sin indicación del autor ni de
ninguna otra clase. En el reverso del folio 96, figura el colofón, con la
fecha y la ciudad de impresión, así como el nombre del impresor, que
algunos tomaron en principio por el del autor. En efecto, dice así este
colofón: “Finito el libro di tucti i chostumi: cambi: monete: pesi: misu-
re; & usanze di lectere di cambi: & termini di decte lectere che ne paesi
si costuma et in diverse terre. Per me Francesco di Dino di Iacopo Kar-
tolaio Fiorentino a di X di Dicembre MCCCCLXXXI. In Firenze apresso
al munistero di Fuligno”. El título del libro que se detalla en el colofón
es exactamente el mismo que utiliza Pacioli en su Summa, con la sal-
vedad de que en lugar de usar la palabra libro, emplea la de Tarifa.
Por lo demás, este mismo título aparece en el primer folio numerado
del volumen indicado, antes de comenzar el texto propiamente di-
cho.201

200 Targioni Tozzetti: Relazioni di viaggi, vol. 2º. Citado de V. Vianello: Luca Paciolo
nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 74.
201 Cito del microfilm incluido en la Goldsmiths’ Library, Reel 1, Núm. 3, que repro-
duce el ejemplar poseído por Augustus De Morgan, en el que consta una nota
manuscrita de fecha 27 de abril de 1852 comentando que Francesco di Dino era
el nombre del impresor y que existían tres ediciones de la obra: una sin fecha, la
correspondiente al volumen en el que se escribía la nota y otra de fecha poste-
rior. Esta edición posterior corresponde posiblemente a la del año 1497.

94
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

Aunque el libro no contiene ningún dato del autor, se le atribuye


corrientemente a Giorgio di Lorenzo Chiarini, debido a que en la Bi-
blioteca Magliabechiana 202 existe un manuscrito que contiene esta obra
y en el mismo figura un retrato a cuyo pie está escrito: “G. di L. Chiari-
ni”. Sin embargo, Vianello duda de que esta atribución sea correcta,
pues en otro códice, custodiado en el Fondo Palatino de la Biblioteca
Central de Florencia, que recoge también la misma obra, se lee lo si-
guiente: “Yo, Giorgio di Lorenzo Chiarini, lo he escrito. Y es de Ricciar-
do di Vieri del Bene, de Florencia. El cual libro fue copiado en Ragusa
en la casa de Stefano de Gianmangnia, alquilada por Martino Chiarini
de Pazi, de Barcelona, el día XXII de enero MCCCCLVIII”. De esta ins-
cripción, Vianello deduce que Giorgio di Lorenzo Chiarini fue simple-
mente el copista del texto.203

Sea como fuere, lo cierto es que en el libro no consta el autor y


que el único nombre que figura en él es el del impresor: buena prueba
de que no se consideraba importante la autoría de una obra que no
era sino una simple recopilación de datos y usos mercantiles en rela-
ción con distintas plazas. Tampoco figura el nombre del autor en otra
edición del libro que fue impresa asimismo en Florencia, probable-
mente el año 1497, por Bartolommeo de Libro “appetitione di Ser Piero
da Pescia”. Parece, por lo demás, que este tipo de recopilaciones era
bastante frecuente y demandado en aquellas fechas.204 En efecto, de la
de Bartolommeo di Pasi o di Paxi, que fue impresa en Venecia el año
1503, se conocen otras dos ediciones más, la de 1521 y la de 1540, am-
bas en Venecia.205 Otra recopilación de tipo similar fue la compuesta
por Giovanni Manenti, impresa también en Venecia, el año 1534.206

En cualquier caso, no parece que Pacioli pudiera tener interés en


apropiarse de la paternidad de la obra de Chiarini, pues, como recor-
daremos, en el sumario contenido al principio de la Summa, dice que

202 Se llama Magliabechiana a la Biblioteca Nazionale de Florencia, honrando la me-


moria de su fundador, Francesco Magliabechi.
203 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 45 ss.
204 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 55 ss.
Más modernamente ha estudiado el tema Franco Borlandi en su obra: El libro di
Mercatantia et Usanze de’ Paesi, Turín, S. Lattes e C. Editori, 1936.
205 Bartolommeo di Pasi: Tariffa de pexi e mesure. Albertin da Lisona, Venecia, 1503.
Las otras dos ediciones citadas fueron impresas asimismo en Venecia.
206 Giovanni Manenti: Tariffa de cambi e altro composta per.... Venecia, G. A. di Ni-
colini di Sabio, 1534.

95
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

incluye las condiciones de la Tarifa “a pesar de que ya han sido recogi-


das por otros muchos en diversos momentos”. Por este motivo, parece
que está en lo cierto Vianello cuando afirma que no hay verdadero
motivo para tachar de plagiario a Pacioli por el hecho de haber inclui-
do en su obra la tarifa atribuida a Chiarini.

Existen también algunos libros y manuscritos, conocidos genérica-


mente como procedentes de los llamados maestros del ábaco, de los
que se dice que Pacioli pudo haber tomado pasajes enteros de su
Summa. Las escuelas del ábaco comenzaron a surgir en Italia a finales
del siglo XIII para enseñar, bajo el influjo del libro de Leonardo Fibo-
nacci y atendiendo la demanda de los comerciantes, la aplicación de
los conocimientos matemáticos a las operaciones mercantiles y banca-
rias.207 En estas escuelas, que Melis estima de un nivel medio-elemen-
tal, los futuros mercaderes aprendían los rudimentos teóricos de su
profesión que luego completarían con el ejercicio práctico de la mis-
ma. Las necesidades de la enseñanza llevaron a los maestros del ábaco
a componer manuales que servirían tanto a sus alumnos como a los
mercaderes, en general. Nos son conocidos varios maestros del ábaco
que devinieron famosos, como Alvise da le Karte, Troylo de Cancella-
riis, su hijo Francesco Troilo, Antonio Demanzinghi, Pagholo, Paolo
Dagomari, Giovanni di Bartolo, Antonio, Pietro Borghi, Filippo Calan-
dri, Jacopo di Lorenzo di Jacopo Marsuzini, Zentil de l’abaco, su hijo
Bertucium, Balsamus doctor abachi, Michael abacherio de Bononia, Fi-
lippo de Follis, Tomaso de Abaco, su hijo Jacopo dell’Abaco, etc.208 De
todos ellos, parece que el que obtuvo mayor fama y reconocimiento
fue Troylo de Cancellariis, de Venecia. Se han conservado los escritos

207 Leonardo Fibonacci, llamado el Pisano, nació según parece en Pisa hacia el año
1180 y murió en esa misma ciudad en 1250. Según él mismo explica, de niño vi-
vió en Africa, en la ciudad de Bugía, donde su padre ejercía de notario en la
aduana. Allí conoció los números indios o arábigos. Viajó después, por razones
de negocio, por Egipto, Siria, Grecia, Sicilia y la Provenza. Se detuvo en Constan-
tinopla a finales del siglo XII, manteniendo conversaciones con los matemáticos
de aquella ciudad. En 1202 escribió su obra más importante, el Liber abaci, un
tratado de aritmética y álgebra que alcanzó gran prestigio y difusión, y del que
existen varios ejemplares. Introdujo en Europa el sistema de numeración arábigo.
Después escribió otras obras más: Pratica geometriae, Liber quadratorum, Flos
super solutionibus quarumdam quaestionum ad numerum et ad geometriam vel
ad utrumque pertinentium, De modo solvendi quaestiones avium et similium, Li-
bro de merchadanti detto di menor guisa, etc.
208 De estos tres últimos. que actuaban en Pisa a finales del siglo XIV financiados
por el gobierno de la ciudad, nos da noticia Tito Antoni en su trabajo: “Las es-
cuelas de ábaco en Pisa en el siglo XIV”, obra citada.

96
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

de algunos de estos maestros, que tratan mayormente de materias de


cálculo mercantil, pues por lo visto la contabilidad se enseñaría de for-
ma oral, aunque no cabe en absoluto descartar que existieran también
manuales contables entre los escritos de los maestros del ábaco, que
en cualquier caso no han llegado hasta nosotros.209

Entre los textos anónimos o menos conocidos de estos maestros


del ábaco, podemos recordar el tratado de aritmética contenido en los
349 primeros folios del códice Ottoboniano custodiado en la Biblioteca
Vaticana,210 el códice conteniendo también un tratado de práctica arit-
mética que se custodia en la Biblioteca Pública Municipal de Siena,211 el
códice CCCCXCVII custodiado en la Biblioteca Marciana de Venecia,212
otros dos sobre esta misma materia guardados en el Fondo Palatino de
la Biblioteca Central de Florencia,213 etc.

En relación con estos dos últimos manuscritos, es digno de espe-


cial consideración el segundo, pues la materia que contiene es tratada
por Pacioli en el Tratado quinto de la Distinctio nona siguiendo prácti-
camente el mismo orden.214

De cualquier forma, no debe darse a este hecho especial significa-


ción, ni tampoco a las indudables analogías que se presentan, en ge-
neral, entre algunos pasajes de la Summa de Pacioli y los manuscritos
anteriormente citados, pues las mismas vienen condicionadas por el
hecho de que la mayoría de los escritos de la época referidos a mate-
rias de enseñanza mercantil procedían fundamentalmente de una mis-
ma fuente común, el Liber abaci, de Leonardo Fibonacci, el Pisano,
compuesto en 1202, así como de otros trabajos de este autor; de que
las cuestiones tratadas componían un elenco muy limitado que, forzo-
samente, debía repetirse en unos y otros autores; y de que los distintos

209 Federigo Mellis: Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 608 ss.
210 Signatura núm. 3.307.
211 Signatura L.IV.21
212 De este códice, así como del códice XXXV, titulado Trattato dabacho, compues-
to por Jacopo di Lorenzo di Jacopo Marsuzini, que se conserva también en la Bi-
blioteca Marciana de Venecia, trató Vincenzo Vianello de forma amplia en su ar-
tículo “Antichi Codici e libri di computisteria e di scrittura doppia”, en Rivista di
amministrazione e contabilità, Como, mayo de 1895.
213 Signaturas E.5.5.14 y L.IV.21.
214 Aparte de Federigo Melis, Vincenzo Vianello da también amplia información so-
bre los maestros del ábaco y sus textos. Ver su trabajo, repetidas veces citado:
Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, págs. 77 ss.

97
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

tratadistas transmitían las enseñanzas recibidas en la misma o semejan-


te forma, sin especiales pretensiones de originalidad. Por otro lado, ya
hemos visto que Luca Pacioli no se recató de reconocer explícitamen-
te, en el resumen o sumario con que da comienzo a su obra, que la
mayor parte de la misma la había sacado de los escritos de ilustres ma-
temáticos antiguos, y especialmente de los de Euclides y de Severín
Boecio, así como de los modernos Leonardo Pisano, Giordano, Biagio
da Parma, Giovanni Sacrobusco y Prodocimo Padoano.

Todas las anteriores observaciones relativas a antecesores de Luca


Pacioli, de los que bien podría haber recogido éste, como se decía, algu-
nos o muchos de los conocimientos expuestos en su Summa, se refieren,
según se ha visto, a partes de esta obra ajenas a su Tratado contable.

Con referencia a De Computis et Scripturis también le han sido he-


chas a Luca Pacioli algunas imputaciones, con el ánimo, si bien quizás
no de acusarle directamente de plagio, sí por lo menos de reducir las
pretensiones de primacía y originalidad que en este campo de la parti-
da doble le han sido atribuidas por sus partidarios.

De esta manera, en 1891 Vittorio Alfieri presentó el libro Della


mercatura et del mercante perfetto de Benedetto Cotrugli, natural de
Ragusa, como el primer texto escrito sobre contabilidad por partida
doble, pues aunque el libro fue impreso en Venecia el año 1573, se di-
ce en su título que el original había sido redactado más de 110 años
antes.215 Un año después, insistió en el tema Pietro Rigobon, en su tra-
bajo Di un contributo del prof. Vittorio Alfieri alla storia della Ragione-
ria, e di Benedetto Cotrugli primo espositore della scrittura doppia, rati-
ficando que Cotrugli fue el primero en escribir sobre la partida
doble.216

El año 1906 Karl Peter Kheil publicó un trabajo estudiando a fondo


y transcribiendo el capítulo 13 del libro primero de la obra de Bene-
detto Cotrugli, que lleva por título: Dell’ordine di tenere le scritture
mercantilmente, y que es el relativo a la contabilidad. Kheil indica que
en la última página del libro, que tiene 106 folios numerados, escritos
por las dos caras, figura el siguiente colofón:“Finisce l’opera di merca-
tura, dettata per M. Benedetto di Cotrugli; a Francesco de Steffani Deo

215 Vittorio Alfieri: La Partita doppia applicata alle scritture delle antiche aziende
mercantili veneziane, Turín, 1891.
216 Publicado como separata de tres artículos aparecidos en el Bollettino del Collegio
dei Ragionieri di Milano, año 1892.

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La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

gratias. Apud Castrum Serpici dum epidemia vexat urbem Neapolita-


nam. MCCCCLVIII. Die XXV. Augusti. Feliciter”, es decir: “Aquí acaba
la obra sobre el comercio, dedicada por el señor Benedetto de Cotrugli
a Francesco de Steffani. Sean dadas gracias a Dios. En el castillo de
Serpico mientras la peste aqueja a la urbe napolitana. Día 25 de agosto
de 1458. ¡Buena suerte!”. Precisamente, en la dedicatoria de Cotrugli a
Francesco de Steffani, importante comerciante de Ragusa, que figura al
comienzo de la obra, se dan a conocer algunos detalles de la vida de
Cotrugli y de las circunstancias en las que redactó el manuscrito.

Parece que el manuscrito de Cotrugli pasó por diferentes manos y


que, finalmente, fue copiado por un tal Giovanni Giuseppi, que lo ce-
dió a Francesco Patritio o Patrizi, también dálmata de origen, que co-
bró fama en Italia como filósofo.217 Patritio, percatado de la importancia
de la obra, la dio a la imprenta en Venecia, con una dedicatoria a Gia-
como Ragazzoni, en la que da cuenta de las circunstancias en que el
manuscrito había llegado a su poder. Comenta que el mismo es origi-
nal de Benedetto Cotrugli, un hombre de singular sabiduría y de gran
experiencia en los negocios.

La obra de Cotrugli se divide en cuatro libros, que cuentan en con-


junto con unos 50 capítulos. El primer libro trata de diversas materias
mercantiles y de los conocimientos que debe poseer el hombre de ne-
gocios. En este libro se encuentra el capítulo 13 que es el que importa
a nuestros fines, como ya se ha dicho. El libro segundo trata de mate-
rias morales y religiosas. El tercero se dedica a explicar las cualidades
y condiciones morales que debe tener el mercader. Finalmente, el libro
cuarto considera cuestiones domésticas relativas a la vida y a la casa
del comerciante, su forma de vestir, su mujer, cuidado y educación de
los hijos, servidumbre, etc.

Aparte de la primera edición de Venecia, de 1573, el libro de Co-


trugli fue objeto de una segunda edición en Brescia, el año 1602, así
como de una traducción al francés en 1582.218

217 Francesco Patritio nació el año 1529 en la isla de Cherso y estudió en Padua. Se
estableció después en Ferrara, donde dio clases sobre Platón, siendo considerado
uno de los primeros representantes de la escuela neoplatónica. Viajó por toda
Italia, así como por Francia, España y países orientales, visitando Venecia en mu-
chas ocasiones. El Papa Clemente VIII le nombró profesor de filosofía en la Uni-
versidad de Roma, ciudad en la que murió el año 1597.
218 Traicte de la marchandise et du parfaict marchand, traduit de l’italien de Benoist
Cotrugli Raugean, par Jean Boyron, oeuvre tres-necessaire a tout marchand,
Lyon, 1582.

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ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

A despecho del interés que tiene el capítulo que trata de la conta-


bilidad, que convierte a Cotrugli en el primer autor conocido que com-
puso un texto sobre esta materia, Karl Peter Kheil opina que el trabajo
de Cotrugli supone sólo un bosquejo breve y general de la contabili-
dad por partida doble, que no ofrece ninguna regla concreta para su
empleo práctico, sino simples consideraciones generales sobre su utili-
dad y objeto, así como sobre la naturaleza y uso de los tres libros, Bo-
rrador, Diario y Mayor, que deben emplearse. Por ello, no puede en
forma alguna empañar el mérito y originalidad de la obra contable de
Luca Pacioli.219

A este respecto, y en contra de la opinión de Pietro Rigobon, Vin-


cenzo Vianello había negado poco antes el hecho de que Cotrugli se
refiriese en su escrito a la contabilidad por partida doble, pues no ha-
cía mención de este término en ningún lugar del mismo ni, según él,
demostraba conocimiento de las características y fórmulas propias de
este sistema.220 A esto arguye Kheil con razón que, si bien es cierto que
Cotrugli no menciona en ningún lugar de su escrito el concepto de
partida doble, todas sus explicaciones se insertan indudablemente en
el contexto de este método.221

Con posterioridad al estudio de Karl Peter Kheil, ha habido hasta


ahora otros muchos análisis de la obra de Cotrugli con conclusiones
diversas, aunque la mayoría de los autores se suman a la tesis del in-
vestigador checoslavaco.222

Muy recientemente, el hallazgo y la presentación de dos manuscri-


tos que contienen el texto del libro de Cotrugli han puesto fin a las
controversias y a las dudas que pudieran existir sobre si, realmente, el

219 Karl Peter Kheil: Benedetto Cotrugli Raugeo. Ein Beitrag zur Geschichte der Buch-
haltung, Viena, 1906, págs. 22 s.
220 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 132.
221 ”Stellenweise sind darin solche Andeutungen enthalten, dass darüber kaum ein
Zweifel bestehen kann”. Karl Peter Kheil: Benedetto Cotrugli Raugeo. Ein Beitrag
zur Geschichte der Buchhaltung, obra citada, pág. 24.
222 Véase, a título de ejemplo, Federigo Melis: Storia della Ragioneria, obra citada,
págs. 604 ss.; o Ernest Stevelinck y Robert Haulotte: “Galerie des Grands Auteurs
Comptables”, en Documentation Commerciale et Comptable, Bruxelles, núm.
143, noviembre de 1956. Entre los estudiosos españoles, ha mostrado especial
preocupación por el tema Fernando Martín Lamouroux, que lo trata en su texto:
Contabilidad, Salamanca, 1987, págs. 306 ss.

100
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

escrito presentado por Patritio existía y era de la fecha indicada, y so-


bre si Cotrugli se refería o no a la partida doble, pues el capítulo con-
table contenido en dichos manuscritos, más amplio que el del texto
impreso, resulta concluyente a este respecto. De cualquier forma, hay
que advertir en seguida que, pese a todo, el tratamiento contable de
Cotrugli sigue constituyendo un simple bosquejo, una mera presenta-
ción del tema, que trata de forma muy sucinta y general, sin ninguna
pretensión de ofrecer un manual práctico y completo, aunque su ex-
posición contiene ya, de forma embrionaria, casi todos los elementos
que unos años más tarde habría de desarrollar Luca Pacioli. No quiere
esto decir, de ninguna manera, que éste hubiera tenido que inspirarse
en el escrito de Cotrugli, sino simplemente que ambos bebían de la
tradición y de las prácticas contables vigentes en aquellos tiempos en
Italia.

En resumen, pues, debe señalarse que, aunque se confirma, efecti-


vamente, que el escrito de Cotrugli es la primera exposición conocida
de la contabilidad por partida doble, sigue sin poderse parangonar con
el tratado de Luca Pacioli ni poderle disputar la primacía en cuanto a
amplitud, profundidad, sistemática y utilidad práctica se refiere. Ténga-
se en cuenta que todo el texto contable de Cotrugli abarca apenas cua-
tro páginas.

Los manuscritos conteniendo la obra de Cotrugli han sido localiza-


dos en Florencia. El primero de ellos pertenece al fondo Strozzi de la
Biblioteca Nazionale223 y se terminó de copiar el 17 de marzo de 1484,
es decir, 26 años después de haberse escrito el original y 10 años antes
de publicarse la Summa de Pacioli. El segundo se custodia en la Bi-
blioteca Marucelliana, asimismo de Florencia.224 Pertenecía a un jesuita,
Girolamo Lagomarsini, que lo donó en 1754 al convento de su orden
en dicha ciudad. El texto está incompleto y termina en el capítulo 18
del libro tercero. No lleva fecha, pero a juzgar por su letra debió de ser
escrito también en el siglo XV.

Estos dos manuscritos muestran algunas diferencias entre sí y, so-


bre todo, con el texto impreso, bien fuera por grave descuido al trans-
cribir e imprimir los textos, bien porque el manuscrito del que se par-
tió para ello mostrara divergencias con los ahora localizados, cosa que
en cualquier caso parece bastante posible. Tal hecho motivó que el

223 Signatura Magl. XIX, 97 - prov. Strozzi, 4º, núm. 613.


224 Signatura Ms. C. 16.

101
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

historiador Ugo Tucci se decidiera a emprender la tarea de publicar


una nueva edición crítica de la obra de Cotrugli, bajo el título: Il libro
dell’arte di mercatura. Ha partido para ello del manuscrito conservado
en el fondo Strozzi, con indicación en todo caso de las variaciones que
presenta en relación con el códice de la Biblioteca Marucelliana y con
el libro publicado por Patritio en 1573. El texto de la obra va precedi-
do de un amplio e importante estudio introductorio.225

En relación con el capítulo 13 del libro primero, se pone de mani-


fiesto que los textos de los dos manuscritos localizados presentan en-
tre sí relativamente pocas y muy ligeras diferencias.226 En cambio, las
divergencias son mucho mayores y bastante más importantes en rela-
ción con el texto impreso y publicado por Patritio. En primer lugar,
debe decirse que el texto de este capítulo en los manuscritos viene a
ser como un 40 por 100 más extenso que el impreso, aunque sin ser
propiamente abundante: téngase en cuenta que apenas llega a las
1.400 palabras, mientras el editado por Patritio se acerca a las 1.000.
Esta mayor extensión se debe a un pasaje bastante amplio en el que
se habla de la forma de llevar el libro mayor. En este pasaje, que omi-
te el texto impreso, queda claro el carácter de partida doble del siste-
ma contable del que habla Cotrugli: “Ogni partita che si scrive in libro
grande debbe essere scripta due volte, una volta facciendo debitore co-
lui che de’ dare, l’altra volta facciendo creditore colui che de’ havere”,
es decir, “todas las partidas que se anotan en el libro mayor deben es-
tar asentadas dos veces, una vez haciendo deudor al que debe dar, y
la otra vez haciendo acreedor al que ha de haber”. Por otra parte, este
pasaje contiene también instrucciones relativas al cierre de las cuentas
que arrojen beneficios o pérdidas, según sean sus saldos acreedores o
deudores, por traspaso a la cuenta de ganancias, así como al cierre de
ésta, a fin de año, por traspaso a la de capital. Aparte de ello, este pa-
saje nos proporciona la sorpresa de ver que Cotrugli cambia los lados
habituales de las cuentas del Mayor, pues el lado de la izquierda se lo
asigna al haber, mientras el de la derecha lo destina al debe: “Ogni
partita debbe havere scriptura da ambedue li lati del foglio, cioè dalla

225 Benedetto Cotrugli Raguseo: Il libro dell’arte di mercatura. A cura di Ugo Tucci,
Venecia, Arsenale Editrice, 1990.
226 Ugo Tucci manifiesta que aunque los dos manuscritos están estrechamente em-
parentados, no parece que el uno se derive del otro, sino que ambos proceden
de un modelo común. Benedetto Cotrugli Raguseo: Il libro dell’arte di mercatu-
ra. A cura di Ugo Tucci, obra citada, pág. 18.

102
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

banda dextra dello libro lo de’ dare, et dalla sinistra lo de’ havere”, es
decir, “cada cuenta tiene que tener anotaciones en los dos lados del
folio, o sea, a la derecha del libro el debe, y a la izquierda el haber”.227

En otros pasajes, en cambio, el texto editado resulta más amplio,


aparte de distinto, que el recogido en los manuscritos. Así sucede en el
párrafo siguiente, donde se comienza explicando la forma de pasar los
asientos en el libro diario. Pero, sin embargo, los textos manuscritos
resultan también más concluyentes en lo que respecta al carácter de
partida doble de la contabilidad propuesta. De esta manera, se dice:
“Quello che nel giornale si scrive in una partita, nel libro si scrive in
due”, o sea, “lo que se asienta en el diario en una partida, en el libro
mayor se escribe en dos”, repitiendo la regla ya indicada antes. En el
texto impreso las instrucciones relativas al libro diario son mucho más
ambiguas y generales, consignándose a continuación algunas explica-
ciones sobre el cierre y traspaso de las cuentas del mayor a un libro
nuevo, que en los manuscritos aparecen dentro del extenso párrafo
dedicado al libro mayor, del que ya se ha hablado.

También es más amplio en el libro impreso el párrafo siguiente,


relativo al borrador, así como el último párrafo, que hace referencia a
la dificultad de explicar con detalle por escrito todos los aspectos prác-
ticos de la cuestión, un problema que también preocupaba mucho a
Luca Pacioli.

Por otra parte, Cotrugli, lo mismo que Pacioli, hace referencia al


orden que debe mantenerse en el archivo de las cartas, las letras de
cambio, los escritos de propia mano, tales como recibos, pagarés, etc.,
y los instrumentos notariales. Las similitudes entre ambos autores son
notables, salvando la amplitud con que cada cual explica la materia,
que es mucho mayor en Pacioli.

En la versión impresa de su escrito, Cotrugli hace referencia a la


necesidad de llevar otros tres libros, un memorándum, un copiador de
cartas y un copiador de las cuentas enviadas, libros que no se mencio-
nan en los manuscritos. Como se recordará, los dos primeros son tam-
bién mencionados por Pacioli, que asimismo hace referencia a un cua-
derno donde el mercader debía hacerse escribir los recibos de las
cantidades que entregase.

227 Esta inversión de los lados en que se sitúan el debe y el haber se encuentra tam-
bién en algunos autores posteriores, como Cardano, según es bien sabido.

103
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

Otra semejanza entre Cotrugli y Pacioli, aparte de las inevitables


analogías impuestas por la materia que tratan, es el énfasis que ponen
en decir que hacen falta más saberes para ser mercader que para ser
doctor en leyes (juez, comenta Cotrugli), haciendo referencia los dos al
dicho popular.228 De igual modo, ambos hacen hincapié en que si los
comerciantes no llevan las cuentas de forma correcta y ordenada, su
negocio se convertirá en un “caos y una confusión babilónica”, como
dice Cotrugli en su texto impreso,229 mientras Pacioli emplea para ex-
presar esta idea el proverbio latino: “Ubi non est ordo ibi est confusio”,
es decir, “donde no hay orden, todo es confusión”.230

Una novedad significativa con respecto al Tratado de Luca Pacioli


la presentan los manuscritos de Cotrugli al hablar de la cuenta de cam-
bios, diciendo que deberá tener dos columnas, una para consignar la
moneda extranjera y otra para la moneda nacional en la que se acos-
tumbre a llevar los libros. El texto impreso no hace referencia a esta
cuenta y tampoco el fraile de Sansepolcro hace mención de esta parti-
cularidad.231

También puede citarse como novedad de Cotrugli en relación con


Pacioli el que aquél intente, en una ocasión, con referencia a un ejem-
plo concreto, dar una regla de por qué se carga una cuenta y se adeu-
da otra. Así, al explicar que, en una venta de paños al contado, se
adeuda la caja y se abona la cuenta de los paños, dice: “eccho che la
cassa è debitrice che riceve il danaio, et li panni deono havere, perché
danno il danaio”, es decir, “y así, la caja es deudora, pues recibe el di-
nero, y los paños son acreedores, porque dan el dinero”. Como se re-
cordará, una de las insuficiencias más graves que se imputan al Trata-
do de Pacioli es la de que no intenta establecer unas reglas explicando
la razón de los adeudos y los abonos, de forma que el lector pueda sa-
ber qué cuenta debe cargar y qué otra tiene que abonar.232

228 ”Più vuole affare uno mercatante che uno giudice di leggie”, dice Cotrugli. Ver su
libro ya citado: Il libro dell’arte di mercatura. A cura di Ugo Tucci, pág. 135.
229 Ibídem, pág. 175, nota 7.
230 Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita,
obra citada, folio 198 vº.
231 Véase mi trabajo sobre este tema “Benedetto Cotrugli, precursor de Pacioli en la
exposición de la partida doble”, en Cuadernos de Estudios Empresariales, ním. 2,
Madrid 1992, pág. 93.
232 Ver, por ejemplo, Joseph-H. Vlaemmick: Historia y doctrinas de la contabilidad
obra citada, pág. 124. Basil S. Yamey insiste en ese punto en su excelente análisis
del contenido del Tratado De Computis et Scripturis de Pacioli: “Pacioli’s pionee-
ring exposition of double-entry bookkeeping: a belated review”, obra citada, pág.
572.

104
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

Volviendo a las diferencias entre los manuscritos y el texto impre-


so, Pierre Jouanique, en un trabajo que acaba de escribir sobre el par-
ticular, manifiesta que, en su opinión, la supresión de los pasajes que
se ha indicado en la obra impresa se debe al deseo del editor, Fran-
cesco Patritio, de aligerar la materia de detalles que consideraba su-
perfluos. Las variaciones y adiciones se deben también a la actuación
de este editor.233

Parece, en efecto, bastante plausible que Patritio deseara aligerar


el libro de detalles técnicos contables que no aportaban gran cosa a su
objeto general y que, en consecuencia, decidiera abreviar considera-
blemente el amplio párrafo relativo a la forma de llevar el libro Mayor.
Pero tal forma de proceder estaría en franca contradicción con la adi-
ción de los otros párrafos que supuestamente añade al texto, según se
ha visto.

Por otra parte, debe tenerse en cuenta que los manuscritos locali-
zados en Florencia no constituyen el original de la obra, sino simples
copias. El hecho de su existencia da pie para pensar que el texto de
Cotrugli tuvo alguna difusión en su momento y que es posible, inclu-
so, que se hicieran copias de copias, por lo que la introducción de va-
riaciones durante el proceso no resultaría demasiado extraña. De esta
manera, no hay razón para descartar la posibilidad de que las adicio-
nes, mutilaciones y variaciones observadas en el texto impreso en rela-
ción con los manuscritos estuvieran contenidas en la copia que sirvió
de base para la impresión.234

En cualquier caso, el descubrimiento de los indicados manuscritos


y su estudio y presentación por parte de Ugo Tucci han venido a con-
firmar, como se decía anteriormente, que la primacía temporal en la re-
dacción de un texto sobre contabilidad por partida doble le correspon-
de sin ningún género de dudas, por lo que se sabe hasta hoy, a
Benedetto Cotrugli, natural de Ragusa.

Otra acusación de plagio o, al menos, de falta de originalidad, fue


la lanzada contra Pacioli por Fabio Besta, sobre la base de simples

233 Pierre Jouanique: “Benedetto Cotrugli reencontrado”, trabajo pendiente de publi-


cación en Técnica Contable.
234 Ver mi artículo ya citado “Benedetto Cotrugli, precursor de Pacioli en la exposi-
ción de la partida doble”, pág. 94.

105
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

conjeturas y extrapolaciones,235 por estimar que Luca Pacioli no tenía


los conocimientos prácticos ni teóricos suficientes para poder escribir
un tratado como el De Computis et Scripturis..236 Besta creyó siempre, y
así lo expuso en su magna obra comenzada a publicar el año 1891, en
la existencia de algún manual veneciano sobre contabilidad por partida
doble procedente de las escuelas de ábaco del que tuvo que copiar
Pacioli al escribir su obra. De hecho recomendó a Vincenzo Vianello y
a otros investigadores que indagasen a fondo en los archivos venecia-
nos en busca del referido manuscrito, donde según él tenía que en-
contrarse dicho documento.237 Fabio Besta tenía incluso su teoría sobre

235 De esta misma opinión es Carlo Antinori, que considera la argumentación de


Besta ayuna de toda validez. Va más lejos al afirmar que “il Besta, in questa sua
ostinata e vana difesa di una sua personale convinzione, ha messo in evidenza
tutti i suoi limiti como storico”, es decir, que “con esta obstinada y vana defensa
de una opinión personal suya, Besta ha puesto en evidencia todas sus limitacio-
nes como historiador”. Ver su trabajo, ya citado, Il Trattato dalla “Summa” del
Paciolo. A cura di Carlo Antinori, pág. 6.
236 Efectivamente, Besta escribe en su obra: “Sin embargo, no consigo persuadirme
de que un hombre como Paciolo hubiera podido siquiera pensar en escribir tan
detalladamente sobre los libros de cuentas, si no hubiese encontrado la materia
ya preparada por otros. No habría tenido ni el tiempo ni la manera de adquirir
unos conocimientos tan amplios y detallados de los negocios y de los usos mer-
cantiles venecianos como los que tenía el compilador del tratado”. Un poco más
adelante, añade: “Y si el tractatus... de computis et scripturis fuese todo del fraile
de Borgo San Sepolcro, constituiría la parte más original de la Summa, por no
decir quizás la única original”. Fabio Besta: La Ragioneria, Parte I, vol. III, 2º edi-
ción revisada y ampliada, Milán, 1916, págs. 363 s.
237 Vincenzo Vianello, por su parte, estaba también convencido de que debía de ha-
ber algún manuscrito en el que Pacioli se hubiese apoyado para escribir su trata-
do. En efecto, veamos sus reflexiones: “¿Cómo es posible, me pregunto, que un
hombre como Paciolo, que vivía en un ambiente de príncipes y cortesanos, ma-
temático ilustre, especialista en perspectiva, pero que no era un comerciante ni
un contable, sino que vivía totalmente ajeno al mundo de los negocios y del trá-
fico mercantil, pudiera mostrarse tan experto en cuestiones comerciales, hasta el
punto de poder argumentar extensamente sobre ellas y de exponer de forma
científica y práctica un método que, si bien había sido aplicado en gran escala
en las empresas venecianas tanto comerciales como industriales, nunca había si-
do expuesto hasta entonces por nadie, y sólo en la práctica real de las empresas
había acreditado su bondad y su perfección? Una obra como la de Paciolo, un
tratado tan completo y puede decirse incluso que tan científico sobre la partida
doble, presupone necesariamente la existencia de estudios anteriores; presupone
la existencia de obras ya escritas, a las cuales Paciolo tenía que haber recurrido
con amplitud, por no decir llanamente transcrito en su Summa. Esta duda que
tengo y que he tenido siempre, y que tiene también el Prof. Besta, que tan enri-
quecedores consejos me dio al hacer este trabajo, y que tienen asimismo tantos
otros estudiosos, a la par que yo, me indujo a emprender una serie de detalladas

106
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

el autor de este manual, que a su juicio no podía ser otro que Troylo
de Cancellariis, el más famoso y acreditado de los maestros del ábaco
veneciano, que se sabe que enseñó entre los años 1421 y 1454.

Guiado por esta idea y basado tanto en las analogías como en las
diferencias existentes entre el tratado publicado por Hugh Oldcastle,
de acuerdo con la transcripción que del mismo hace John Mellis, pues
no ha llegado hasta nosotros ningún ejemplar del libro de Oldcastle,
como se ha dicho anteriormente, y el Tratado De Computis et Scripturis
de Pacioli, que se asemejan extraordinariamente, Fabio Besta llegó a la
conclusión de que ambos estaban plagiados prácticamente en su totali-
dad de una fuente común, es decir, del manuscrito supuestamente es-
crito por Troylo de Cancellariis.238

Para fundamentar esta conclusión y por lo que se refiere a la obra


de Pacioli, comenta Besta que la lengua usada en el tratado contable
no es la utilizada en el resto de la Summa, es decir, el toscano, sino el
veneciano, es decir, la variante del italiano utilizada en Venecia. De es-
ta forma, el Tratado sería una incorporación extraña, ajena al cuerpo
de la Summa.

Por otra parte, observa unas diferencias entre el tratado de Old-


castle y el de Pacioli que le parecen significativas. Así, comenta que en
el libro de Oldcastle falta el capítulo 7º, que se refiere a la autentica-
ción o legalización de los libros de cuentas en el consulado de merca-
deres de Perusa. La explicación que encuentra para ello es que este
capítulo no figuraba tampoco en el manuscrito de Troylo de Cancella-

investigaciones en el Archivio di Stato de Venecia y en el Museo Civico de la


misma ciudad, así como en otras bibliotecas venecianas, para ver si era posible
descubrir algún manuscrito de partida doble anterior al tratado de Paciolo. En es-
tas indagaciones me alentaba el hecho de que si Paciolo se había guiado de tra-
bajos ya existentes, estos trabajos no podían ser sino venecianos, pues en el tra-
tado de Paciolo todo es veneciano: es veneciano el método, como Paciolo
reconoce expresamente; son venecianas las indicaciones relativas a las monedas,
a los pesos y a las medidas usadas; son venecianos muchos nombres de cuentas;
y es italiano-veneciano el mismo idioma utilizado por Paciolo. Pero no fui afortu-
nado en mis búsquedas. He podido encontrar no pocos manuscritos anteriores a
Paciolo que tratan de aritmética comercial, e incluso un manuscrito de partida
doble posterior en pocos años a la Summa, pero ningún trabajo de partida doble
que fuera anterior a Paciolo”. V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragio-
neria, obra citada, págs. 115 s.
238 Fabio Besta: La Ragioneria, Venecia, 1891-1910. Se cita de la edición de Milán,
1916, Parte I, vol. III, págs. 361-378.

107
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

riis, pues era una aportación original de Pacioli, que lo intercaló en el


texto del maestro del ábaco.

Aparte de ello, algunos de los proverbios que en el texto de Pacio-


li aparecen en italiano, se consignan en latín en el de Oldcastle. De
ello deduce Besta que mientras el fraile de Sansepolcro tradujo a la
lengua vulgar las máximas expresadas en latín en el desaparecido ma-
nuscrito de Troylo de Cancellariis, Oldcastle las dejó tal como las en-
contró.

Finalmente, de la falta en el libro de Oldcastle de los ejemplos de


asientos a la manera toscana, según se dice, que figuran al final de la
obra de Pacioli deduce Besta que estos asientos los introdujo este últi-
mo en su tratado, sin que figurasen en el manuscrito de Troylo de
Cancellariis.239

Como se ve, toda la argumentación de Besta reposa en un entra-


mado de conjeturas o intuiciones que no resiste el menor análisis críti-
co, empezando por la pretendida existencia de un manuscrito anterior,
escrito precisamente por Troylo de Cancellariis, del que nadie tiene
ninguna noticia.

El historiador inglés Richard Brown explica la semejanza entre el


libro de Oldcastle y el tratado de Pacioli atribuyéndola simplemente al
hecho de que el primero no es más que una traducción inglesa del se-
gundo.240

Las diferencias entre ambos textos también pueden tener explica-


ción satisfactoria, sin necesidad de recurrir a los argumentos que aduce
Besta. De esta manera, es perfectamente plausible que el traductor al
inglés suprimiera el capítulo dedicado por Pacioli a describir los usos
de Perusa relativos a la autenticación de los libros de cuentas, por esti-
mar que los mismos no aportaban nada al lector de su nacionalidad.
Lo mismo hizo Oldcastle, por otra parte, con los pormenores relativos

239 Se dice que los ejemplos de asientos de Mayor que ofrece Pacioli al final de su
Tratado son de tipo toscano por dos razones fundamentalmente: En primer lu-
gar, porque los apellidos utilizados, Forestani, Foraboschi y Cavalcanti, son típi-
camente toscanos. En segundo lugar, porque la indicación de las cuentas de con-
trapartida no se hace a la veneciana, como en los ejemplos que se insertan en el
texto, sino a la manera toscana. Por otra parte, como indico en un reciente traba-
jo, también la moneda de cuenta utilizada en la columna de cantidades era la
empleada en Florencia, “Luca Pacioli’s treatise De Computis et Scripturis: A com-
posite or a unified work?», en curso de publicación en la revista ABFH Accoun-
ting, Business and Financial History.
240 Richard Brown: A history of accounting and accountants, obra citada, págs, 117, 126 s.

108
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

a las relaciones con las oficinas públicas de Venecia, que Pacioli trata
en sus capítulos 17, 18 y 24, y que en cambio no había razón para que
Troylo de Cancellariis dejara de considerar.

Tampoco hay razón para presumir que Oldcastle no pudo preferir


consignar en latín los proverbios que Pacioli cita en italiano en su li-
bro, puesto que procedían del latín, en lugar de traducirlos al inglés,
idioma en el que posiblemente no tuvieran un significado específico.
En cualquier caso, esta circunstancia no tiene por qué apuntar necesa-
riamente a la existencia de una fuente común a los dos libros, en la
que los indicados proverbios vinieran expresados en latín, como asu-
me Fabio Besta.

El hecho de que Oldcastle suprimera los ejemplos de asientos que


Pacioli consigna al final de su tratado no parece tampoco que pueda
probar gran cosa, teniendo en cuenta que el escritor inglés había aña-
dido ya por su cuenta varios casos prácticos.

Por otra parte, Federigo Melis, que es quien, al igual que había he-
cho antes Balduin Penndorf, rebate los argumentos de Besta de la for-
ma expuesta, manifiesta que no percibe una diferencia idiomática en-
tre el tratado contable de Luca Pacioli y el resto de la Summa, pues las
expresiones venecianas a que se refiere Besta son exclusivamente las
relativas a los términos contables, así como a algunos bienes inventa-
riados, a algunos oficios o profesiones, y también a algún nombre pro-
pio.241

En un reciente trabajo al que ya se ha hecho referencia y en el


que se realiza un análisis lingüístico de la obra de Oldcastle, que nos
es tan sólo conocida por la reproducción que de ella nos legó John
Mellis, se ratifican totalmente, con aportación de nuevas razones, las
conclusiones a que había llegado ya Federigo Melis. Se detectan ade-
más varias divergencias entre lo que pudo ser el tratado de Oldcastle y
la versión ofrecida por Mellis, que los autores del trabajo atribuyen a

241 Federigo Melis: Storia della Ragioneria, obra citada, págs. 623 ss. Balduin Penn-
dorf había rebatido ya previamente los argumentos de Besta de forma parecida.
Ver Luca Pacioli: Abhandlung über die Buchhaltung 1494. Nach dem italieni-
schen Original von 1494 ins Deutsche übersetzt und mit einer Einleitung über
Die italienische Buchhaltung im 14. und 15. Jahrhundert und Paciolis Leben
und Werk versehen von Balduin Penndorf, obra citada, págs. 65 ss. Basil S. Ya-
mey hace un buen resumen de la discusión en su trabajo: “Fifteenth and Six-
teenth Century Manuscripts on the Art of Bookkeeping”, en Journal of Accoun-
ting Research, vol. V, año 1967.

109
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

avances contables y de planteamiento que este último autor conocía a


través de los trabajos de Ympyn, Peele y Weddington.242

Otra circunstancia que ha dado pie para suponer que Luca Pacioli
había copiado su Tratado De Computis et Scripturis de un manuscrito
anterior es el comentario que, según se ha apuntado anteriormente,243
hace Jehan Ympyn de que su obra es la traducción del manuscrito ita-
liano de un tal Giovanni Paulo di Biancy o di Bianchi, hombre de gran
reputación, que dedicó a la enseñanza de la contabilidad más esfuer-
zos y diligencia que ningún otro.244 El manuscrito del citado Di Bianchi
no ha podido ser localizado, ni siquiera se ha conseguido hallar nin-
gún rastro de su supuesto autor, a pesar de las intensas búsquedas rea-
lizadas. Sin embargo, lo que resulta claro es que una buena parte de la
obra de Ympyn no es más que una traducción del Tratado de Pacioli,
capítulo a capítulo. Por ello ha surgido la idea de que tanto dicho Tra-
tado como la obra de Ympyn pudieran haberse nutrido de una fuente
común, el desconocido escrito de Di Bianchi. Complica más la cues-
tión el hecho de que, como se ha visto, Jehan Ympyn no se recatara
de citar al broeder Lucas como uno de los autores de cuyas obras ha-
bía recibido enseñanza. Haulotte y Stevelinck hacen reparar, por otra
parte, en el hecho, que ya había indicado Kheil, de que en los ejem-
plos que utiliza Ympyn en su obra aparecen unos personajes llamados
Nicolás y Pierquin Forestain, de apellido extrañamente parecido al del
Lodovico di Piero Forestani que aparece en los ejemplos de asientos
de Mayor que Luca Pacioli consigna al final de su Tratado.245

Karl Peter Kheil, en un esfuerzo por encontrar una explicación a


estos hechos, sugirió la hipotética posibilidad de que Ympyn hubiera
sufrido un error al escribir el nombre del autor del desconocido ma-
nuscrito, de forma que en lugar de llamarse Biancy o Biansi, se llama-
se Piansi, y que este nombre, a su vez, fuese una mala transcripción
del apellido Ropiansi, como a veces se ha escrito el nombre de los

242 Juan José Lanero Fernández et alter: Translation in English Accounting Historio-
graphy of the 16th Century, obra citada. Por su parte, Basil S. Yamey había ad-
vertido ya sobre algunas de estas circunstancias en su trabajo “Oldcastle, Peele
and Mellis: A Case of Plagiarization in the Sixteenth Century”, en Accounting
and Business Research, vol. IX, año 1979.
243 Ver nota 166 en página 84.
244 Karl Peter Kheil: Historia de la Contabilidad, obra citada, pág. 18.
245 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada,
págs. 56 s.

110
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

Rompiasi, en cuya casa de Venecia Pacioli ejerció de preceptor, como


sabemos. De esta manera, el Giovanni Paolo di Biancy se convertiría
en Paolo Rompiasi, uno de los tres hermanos alumnos de Pacioli, y el
manuscrito entregado a Jehan Ympyn no sería, así, más que los apun-
tes de clase confeccionados por el maestro o por el discípulo, dejando
constancia de sus explicaciones.246

Sea como fuere, lo cierto es que todo son puras conjeturas y que
tampoco en este caso hay ningún rastro de la existencia de un manus-
crito anterior del que Luca Pacioli hubiera podido copiar.

Por otra parte, el hecho de que Luca Pacioli incurriera en patente


plagio al incluir, como tercera parte de su obra De Divina Proportione,
el escrito de Piero de la Francesca Libellus de quinque corporibus regu-
laribus, y de que asimismo transcribiera al pie de la letra, como cuarta
parte de su Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Propor-
tionalita, la totalidad de la Tarifa atribuida a Giorgio Chiarini sin men-
cionar la procedencia, no autoriza, a la luz de los conocimientos actua-
les, a suponer que también su Tratado De Computis et Scripturis fuera
producto de plagio. Tampoco autoriza a regatearle méritos en la redac-
ción y publicación de esta obra, aunque en sentido estricto, sobre todo
después de la localización de los manuscritos de Cotrugli presentados
por Ugo Tucci, escritos antes de la publicación de la Summa, la pater-
nidad de la autoría del primer escrito sobre contabilidad por partida
doble deba recaer, sin lugar a dudas, sobre el comerciante ragusino.
Pero ya hemos visto que dicho texto en la nueva versión proporciona-
da por el conocimiento de los manuscritos abarcaba apenas cuatro pá-
ginas. Aparte de ello el tratamiento, de carácter general e introductorio,
no admite parangón con el empleado por Pacioli, mucho más comple-
to y con un propósito claramente didáctico y de utilidad práctica.

Eso no quiere decir, por supuesto, como a lo largo de las páginas


anteriores se ha puesto continuamente de manifiesto, que deba pen-
sarse que el tratado De Computis et Scripturis surgió de la nada y que a
Luca Pacioli le corresponde poco menos que la invención de la conta-
bilidad por partida doble. Sabemos que no es así. En primer lugar, por-
que el propio Pacioli declaró manifiestamente una y otra vez que el
sistema contable que iba a exponer era profusamente utilizado por los
mercaderes venecianos, de manera que no puede hablarse en absoluto
de invención, sino simplemente de exposición. En segundo lugar, por-

246 Karl Peter Kheil: Historia de la Contabilidad, obra citada, págs. 20 s.

111
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

que una obra tan elaborada como la de Pacioli no parece, efectiva-


mente, como opinaban Besta, Vianello y tantos otros, que pudiera sur-
gir sin ningún antecedente, siquiera oral. A este respecto, se piensa
justamente que la contabilidad por partida doble era enseñada en las
escuelas de ábaco y que por tal motivo, cuando Pacioli compuso su
tratado, existiría ya una acreditada tradición oral de enseñanza y expo-
sición, que bien pudo haber quedado recogida en apuntes o escritos
de clase, aunque ninguno de ellos haya llegado hasta nosotros. Ello no
quiere decir, por supuesto, que aunque Pacioli hubiera bebido de es-
tos textos, hecho perfectamente legítimo y natural, teniendo en cuenta
que su obra era un trabajo de compilación y vulgarización, forzosa-
mente hubiese tenido que copiar al pie de la letra uno de estos escri-
tos.247

A este respecto, debe decirse, sin embargo, que en el Tratado de


Luca Pacioli hay hechos que abonan la idea de que pudiera tratarse en
parte de una copia o yuxtaposición de elementos anteriores, ajenos a
la Summa; aunque también hay otros que, en cambio, parecen opo-
nerse a tal conclusión. Entre estos últimos, deben incluirse las referen-
cias que se hacen en un par de ocasiones a otros capítulos y pasajes
de la Summa, no incluidos en el De Computis et Scripturis, como, por
ejemplo, ocurre en el capítulo 20º, al tratar de las baratas, donde se in-
dica que en la Distinctio nona, Tractatus tertius, folios 161 a 167, se
podrán encontrar abundantes noticias sobre clases y características de
dicha operación mercantil. Lo mismo sucede en el capítulo 24º, en que
al hablar de la honesta comisión que se percibe en los cambios, se ha-
ce referencia a lo dicho con pleno detalle en su lugar, al tratar de los
cambios reales, es decir, en la Distinctio nona, Tractatus quartus, fo-
lios 168 y siguientes.

En contra de la idea de que el Tratado sea, en sí mismo, una com-


pilación o yuxtaposición, sin más, de diversos textos, se manifiestan las
continuas y oportunas referencias que se hacen a otros pasajes y capí-
tulos del propio Tratado. Igual ocurre con la unidad de estilo y la co-
herencia entre los distintos capítulos, así como con las repetidas alusio-
nes a la propia vida y a los usos mercantiles de los lugares que,
efectivamente, frecuentó Pacioli. Todo ello hace pensar que al menos
los treinta y cinco primeros capítulos están escritos de un tirón por la
misma mano y que esta mano fue la de Luca Pacioli, lo cual no quiere

247 Esta es la opinión también de Raymond de Roover: “Aux origines d’une techni-
que intellectuelle: La formation et l’expansion de la comptabilité à partie double”,
en Annales d’Histoire Economique et Sociale, año 1937, vol. IX, pág. 279 s.

112
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

decir, obviamente, —hay que decirlo una vez más— que el fraile de
Sansepolcro no pudiera haberse inspirado en escritos anteriores al re-
dactar sus líneas.

Por el contrario, son de notar diversos indicios que podrían inter-


pretarse en el sentido de que, tanto el resumen o sumario que se con-
signa como capítulo 36º, como los dos apartados que se insertan a
continuación, incluidos los ejemplos finales, constituyen partes inde-
pendientes del cuerpo de la exposición, como si compusieran unos
textos aparte, pues no llevan ninguna referencia expresa a los prime-
ros treinta y cinco capítulos. En efecto, esta parte final del Tratado, que
por algunos autores ha sido considerada toda ella como constitutiva
del capítulo 36º,248 presenta algunas diferencias de concepción conta-
ble, como veremos, e introduce algunas novedades en relación con el
texto que presuntamente debe resumir. Por ello, podría tener distinto
origen que el cuerpo de la exposición y haber sido escrita en diferente
momento y oportunidad, sin que ello quiera decir que el autor tuviera
que ser distinto. Tal vez, Pacioli escribiera estas partes en otra ocasión,
antes o después de escribir el cuerpo de la exposición, con el fin de
dar a determinado público una explicación abreviada de las reglas que
debía seguir un comerciante para llevar sus libros por partida doble.
Luego, al componer la Summa, querría aprovechar estos textos para
enriquecer su Tratado. Esta suposición podría verse reforzada por el
hecho de que ni los dos últimos apartados, ni los ejemplos finales de
asientos, están incluidos en el índice.

A este respecto, ya hemos visto cómo los ejemplos finales de


asientos de Mayor eran atribuidos por diversos autores a la forma de
hacer toscana, mientras en el texto del Tratado los asientos se

248 De esta manera, Carlo Antinori, en su versión del Tratado de Luca Pacioli al ita-
liano moderno, incluye los apartados relativos a las cosas que conviene anotar
en el libro de los mercaderes y a las cosas que deben anotarse en el Memorán-
dum, así como los ejemplos finales de asientos, como partes del capítulo 36º,
que estructura a este objeto de la siguiente manera: “Capitolo XXXVI. Riepilogo
ovvero riassunto di tutto il presente Trattato affinché con poca fatica si possano
ricordare le cose dette: A-Sommario di regole e modi per tenere i libri mercantili;
B-Cose che conviene mettere nei libri dei mercanti; C-Cose che devono essere mes-
se per memoria del mercante”. A continuación, incorpora, sin ningún título ni se-
paración formal con respecto a la parte C, las abreviaturas de monedas y medi-
das de peso, y acto seguido los ejemplos finales. A este respecto, debe
recordarse que el título general que Antinori da al capítulo 36º es el que, efecti-
vamente, figura en la Tabla de Materias ofrecida por Pacioli. Sin embargo, en el
propio capítulo, como epígrafe del mismo, Pacioli consigna el título que Antinori
da a la parte A.

113
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

formulaban siguiendo el modo veneciano. Pero, aparte de ello, se dan


algunas otras circunstancias que diferencian las partes finales del texto
anterior y en las que, por lo que se sabe, no se ha reparado mucho has-
ta ahora, haciendo excepción de Basil S. Yamey, que en su excelente es-
tudio, ya citado, analizando el contenido y los valores pedagógicos del
Tratado de Pacioli, pone de manifiesto algunas de estas diferencias e, in-
cluso, comenta, en tono algo jocoso, que los que opinan que Pacioli era
un plagiario podrían encontrar en ellas motivo para afirmar que el fraile
franciscano al escribir su Tratado no sólo plagió una obra, sino dos.249

Veamos un resumen de las diferencias principales.250 En primer lu-


gar, puede observarse que la redacción de los asientos de arrastre o
cierre que se ofrecen en el sumario o resumen final arroja algunas dis-
crepancias con la redacción expuesta en los capítulos 28º y 34º, donde
se trata de estas cuestiones. Lo mismo ocurre en el apartado siguiente:
“Casos que conviene anotar en el libro de los mercaderes”, al explicar
el modo de hacer el inventario —expresión que, por otra parte, no se
emplea en el sumario—, es decir, de contabilizar todos los bienes po-
seídos por el mercader al inicio de las operaciones. Al explicar este
proceso, el apartado en cuestión dice que todas las partidas poseídas
se cargarán en el Mayor en la respectiva cuenta, abonándolas en con-
trapartida a la cuenta del propio comerciante, o sea, a sí mismo: “a tu
propio nombre”, dice el texto. Esta indicación se hace repetidas veces,
empleando idénticos o parecidos términos. En ningún momento se ha-
ce mención de la cuenta de Capital, utilizada invariablemente a estos
efectos en los capítulos anteriores.

Por otra parte, en el indicado resumen o sumario ofrecido en el


capítulo 36º se señala que puede omitirse la explicación de los asien-
tos registrados en la cuenta de Caja, puesto que dicha explicación está
ya contenida de forma completa en el asiento de contrapartida. En los
capítulos anteriores no se habla de esta posibilidad; hay que esperar
hasta este sumario para enterarse de ella.

Tampoco se habla en los capítulos precedentes de la abreviatura


Rº, es decir, resto o saldo, que según el capítulo 36º deberá ponerse
delante de los asientos de saldo de una cuenta, por arrastre a cuenta
nueva, para indicar la particular naturaleza de estos asientos.

249 Ver Basil S. Yamey: “Pacioli’s pioneering exposition of double-entry book-


keeping: a belated review”, en Studi in Memoria di Federigo Melis, obra citada,
pág. 577, nota 15.
250 Los interesados en el tema pueden consultar mi trabajo ya citado “Luca Pacioli’s
treatise De Computis et Scripturis: A composite or a unified work?”.

114
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

Del mismo modo, mientras en el capítulo 31º, al hablar de la for-


ma de corregir o anular los asientos incorrectos, se expresa que tanto
éstos como los contraasientos de anulación deberán señalarse con una
cruz u otra señal cualquiera para no incluirlos en los extractos de
cuenta que se confeccionen, en el resumen contenido en el capítulo
36º se añade la posibilidad nueva y expresa de marcar estos asientos
con una H, aparte de poderlos señalar con la cruz.

Una diferencia más importante es la de que, para cerrar el Mayor


viejo, según señala este capítulo 36º, lo que deberá hacerse en primer
lugar es establecer el balance del libro y cuadrarlo debidamente. A
continuación, desde este balance se pasarán los saldos de las cuentas
al nuevo Mayor, por el mismo orden en que figuran en el balance. En
el capítulo 34º, en cambio, donde se habla específicamente de esta
materia, se dice que los saldos se pasarán del Mayor viejo al Mayor
nuevo como si se tratase de un arrastre de cuenta a un folio posterior,
pues no hace falta ponerlos en el Diario. No se habla en absoluto de
pasarlos previamente a la hoja de balance. Lo mismo ocurre con el cie-
rre de las cuentas del Mayor viejo, que, según lo explicado en el capí-
tulo 36º, debe hacerse también a partir del balance, cosa que no se in-
dica en el capítulo 34º, donde el cierre se efectúa directamente,
inmediatamente antes de pasar el saldo a la cuenta abierta en el nuevo
libro.

Por otro lado, al hablar de la hoja de balance, el capítulo resumen


no le da la denominación de summa summarum, en la que tanto hin-
capié se hace en el capítulo 34º, hasta el punto de mencionarla en el
título del mismo. En su lugar, se habla simplemente de bilancio del li-
bro vechio, o sea, “balance del libro viejo”. De igual modo, en el resu-
men contenido en el capítulo 36º se especifica lo que se entiende por
balance del libro Mayor, que deberá confeccionarse en un pliego ple-
gado longitudinalmente, circunstancia esta del plegado que no se men-
ciona en el capítulo 34º al hablar de la summa summarum. Como se
ve, puede decirse que, en general, las explicaciones que se dan en el
resumen en relación con el proceso de cierre presentan diferencias no-
tables con las expuestas en los capítulos anteriores.251

251 Basil S. Yamey ha destacado la confusión y las dificultades que esta circunstancia
pudo crear en su momento entre los que se acercasen al libro con ánimo de
aprender a manejar la partida doble. Ver su artículo ya citado: “Pacioli’s pionee-
ring exposition of double-entry bookkeeping: a belated review”.

115
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

En un terreno algo menos tangible, pero no por ello menos impor-


tante, habría que decir también que mientras en los capítulos anterio-
res del Tratato no se aprecia una neta diferenciación entre los términos
“asiento” y “cuenta”, conceptos ambos para los que se usa corriente-
mente la expresión partita, en este capítulo y apartados finales se em-
plean en cada caso con propiedad los términos partita y conto, según
correspondan.

Finalmente, puede ser asimismo interesante a nuestros efectos co-


mentar que en los dos últimos apartados, relativos a las cosas que de-
ben asentarse en el libro Mayor y a las que deben anotarse en el Me-
morándum, respectivamente, se da noticia de operaciones no tratadas
en los capítulos anteriores, como son, por ejemplo, las operaciones de
seguro marítimo o de otra índole, con el cobro de las correspondientes
primas; o la recepción de mercancías en consignación, operaciones de
préstamo, operaciones condicionadas, etc.

No olvidemos tampoco, a este respecto, dentro de la impresión


general recogida en su momento de que la Summa en su conjunto
aparece como un gran collage, el hecho de que el índice particular del
tratado contable se titula Tavola del Quaderno. Descartando, por im-
probable, que la expresión Quaderno pudiera referirse en este caso al
libro Mayor, la explicación más plausible que nos viene al encuentro
es la de que el Tratado De Computis et Scripturis en sí mismo consti-
tuía en su origen un cuaderno o trabajo independiente. Ya hemos vis-
to, por otra parte, la escasa preocupación de Pacioli por dotar a su
Summa de una estructura unitaria o por disimular la posible diversidad
de orígenes de las distintas partes de su obra. Sin embargo, sí hace el
esfuerzo de armonizar las fechas de los asientos contables ofrecidos,
tanto del texto como de los ejemplos finales, caso de que éstos hubie-
ran sido compuestos efectivamente en distinto momento.

La traducción

El estilo de la Summa no es, ciertamente, fácil ni fluido, como co-


menta Federigo Melis,252 por más que Gaetano Daniello, en su carta a
Daniello Raniero con la que le enviaba la traducción y el comentario

252 Federigo Melis: Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 628.

116
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

de Luca Pacioli sobre Euclides, dijera que aquél, además de maestro


muy docto en teología era un elegante escritor. 253 Ya Baldi, a finales
del siglo XVI o comienzos del XVII, había afirmado que el decir de Pa-
cioli era tan “bárbaro, irregular, tosco, desgraciado, que da náuseas a
los que lo leen”. Un poco después añadía que Pacioli mezclaba las fra-
ses latinas con las vulgares, estropeando las unas y las otras; su idioma
era, en su mayor parte, el hablado en su ciudad natal, ya de por sí feo
y odioso, pero que por añadidura lo combinaba con el veneciano y
con las peores lenguas italianas. La culpa, sin embargo, no era toda de
Pacioli, reconocía Baldi algo más adelante, pues en parte “debe tam-
bién atribuirse a aquel siglo, en el cual, si bien la lengua latina era
muy finamente practicada en los círculos cultos, la vulgar estaba poco
menos que sumida en el fango”.254

Libri, por su parte, añadía que las obras de Pacioli estaban escritas
tan bárbaramente que merecían, sin duda, el calificativo que les había
dado Annibale Caro, el célebre traductor de la Eneida y embajador an-
te el emperador Carlos V, al llamarlas “cenizas de orfebre”, pues en su
miseria se escondían verdaderas joyas de oro.255

No parece que el estilo del Tratado De Computis et Scripturis pue-


da eximirse de este juicio general, que tal vez deba reputarse, empero,
excesivamente severo. Si acaso, en opinión de los especialistas, puede
que sea precisamente en este Tratado donde se halle mayor número
de palabras venecianas mezcladas con las toscanas propias de la re-
gión natal de Fray Luca.

En cualquier caso, es cierto que, para el no nativo, el italiano de la


época, todavía no desarrollado del todo, y salpicado además, aquí y allá,
de expresiones dialectales, ofrece serias dificultades para su correcta
comprensión e interpretación, agravadas aún más por el corriente uso
de abreviaturas. Estas dificultades han podido ser salvadas en gran parte
gracias a las transcripciones de Vincenzo Gitti 256 y de Carlo Antinori.257

253 V. Vianello: Luca Paciolo nella Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 63.
254 Ibídem, págs. 64 s.
255 Giuseppe de Sallusti: Storia dell’origine e de’ progressi delle Matematiche di più
autori riunita in commentarij a forma di cronaca, Roma, 1846. Citado de Federi-
go Melis: Storia della Ragioneria, obra citada, pág. 628.
256 Fra Luca Paciolo: Tractatus de Computis et Scripturis. Trattato de’ Computi e delle
Scritture. Con Prefazione e note. Edito per cura del Prof. Vincenzo Gitti, obra citada.
257 Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportionalità. Dis-
tinctio IX - Tractatus XI (Tractatus de computis et secripturis). Trascrizione del Prof.
Carlo Antinori, separata de la Rivista Bancaria - Minerva Bancaria, obra citada.

117
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

En efecto, aunque la traducción se ha realizado directamente del


texto del Tractatus XI de la Distinctio IX de la primera edición de la
Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Proportionalita, a
partir del ejemplar perteneciente a la colección de Augustus de Mor-
gan, de la Universidad de Londres, microfilmado en la Goldsmiths’-
Kress Library of Economic Literature, se han tenido siempre a la vista
las dos transcripciones antes indicadas.

Aparte de ello, se han consultado también continuamente, con


gran provecho, las traducciones al inglés de John B. Geijsbeek, de
1914,258 de Pietro Crivelli, de 1924,259 y de R. Gene Brown y Kenneth S.
Johnston, de 1963;260 al alemán de Ernst Ludwig Jäger, de 1876,261 y de
Balduin Penndorf, de 1933;262 al francés de Robert Haulotte y Ernest
Stevelinck, de 1975;263 al italiano moderno de Carlo Antinori, de 1990;264
al portugués de Francisco Valle y Armando Aloe, de 1966;265 y al espa-
ñol de Giorgio Berni y Ramón Cárdenas, de 1962, traducción que fue
luego revisada y ampliada con una introducción y gran aparato de no-
tas por parte de Ramón Cárdenas, haciendo un meritorio esfuerzo, pa-
ra dar lugar a una segunda edición, publicada en 1991266. Dicho sea de
paso, debo lamentar que, desgraciadamente, el ilustre estudioso meji-

258 John B. Geijsbeek: Ancient Double-Entry Bookkeeping. Lucas Pacioli’s Treatise


(A.D. 1494 -the earliest known writer on bookkeeping) reproduced and translated
with reproductions, notes and abstracts from Manzoni, Pietra, Mainardi, Ympyn,
Stevin and Dafforne, Houston, Texas, 1914.
259 Pietro Crivelli: An Original Translation of the Treatise on Double-Entry Book-
Keeping by Frater Lucas Pacioli, London, The Institute of Book-Keepers, Ltd., 1924.
260 R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston: Paciolo on Accounting, obra citada.
261 Ernst Ludwig Jäger: Lucas Paccioli und Simon Stevin, nebst einigen jüngeren
Schriftstellern über Buchhaltung, obra citada.
262 Luca Pacioli: Abhandlung über die Buchhaltung, 1494. Nach dem italienischen
Original von 1494 ins Deutsche übersetz und mit einer Einleitung über Die Italie-
nische Buchhaltung im 14. und 15. Jahrhundert und Paciolis Leben und Werk
versehen von Balduin Penndorf, obra citada.
263 Robert Haulotte y Ernest Stevelinck: Luca Pacioli: Sa vie. Son oeuvre, obra citada.
264 Carlo Antinori: Il Trattato dalla “Summa” del Paciolo. A cura di..., obra citada.
265 Francisco Valle y Armando Aloe: Fra Luca Pacioli e o seu Tratado de Escritu-
raçao das Contas, Sao Paulo, Brasil, 1966.
266 Fra Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Proportionali-
ta... Distinctio Nona, Tractatus XI, De Computis et Scripturis (De las Cuentas y la
Escritura). Venecia, 1523, 2ª Edición. Versión y arreglo al español: Ramón Cár-
denas C.; Traducción, prólogo y revisión: Dr. Giorgio Berni. (Segunda Edición),
UANL, Monterrey, N. L., México, 1991.

118
La obra de Pacioli ESTUDIO INTRODUCTORIO

cano no pueda ver publicada esta nueva traducción al castellano, de la


que en su momento recibió un ejemplar mecanografiado, pues falleció
el 23 de diciembre del pasado año 1993.

Como es lógico, la traducción ha estado en todo momento presidi-


da por un espíritu de absoluta fidelidad al sentido y al significado del
texto pacioliano, fidelidad que se ha extendido en lo posible a la mis-
ma letra. De esta manera, se ha considerado y procurado verter al espa-
ñol con todo cuidado cada palabra, cada expresión contenida en la ver-
sión original, aunque fuera simplemente una repetición o refuerzo para
ilustrar y completar el sentido de la frase. Con todo, no se ha querido
llegar al extremo de permitir que esta fidelidad a la letra entorpeciera o
hiciera incomprensible la lectura de las palabras de Pacioli. Así, por
ejemplo, se ha suprimido la mayoría de los innumerables etcéteras con
que el fraile de Sansepolcro gustaba de adornar su discurso, teniendo
en cuenta que en esa época los tales etcéteras se utilizaban a menudo
como simple fórmula elegante de rematar las oraciones, según comenta
Pierre Jouanique en su artículo ya citado anteriormente.267 Por otro lado,
ha habido que colocar los signos de puntuación convenientes para una
mejor comprensión del texto por parte de los lectores de nuestros días
e, incluso, introducir los puntos y aparte demandados por el discurso.

En numerosas ocasiones, precisamente en aras de esa decidida fi-


delidad al espíritu del texto original, ha habido que hacer un esfuerzo
por interpretar el sentido de las expresiones de Pacioli, demasiado sin-
téticas u oscuras, desarrollándolas de forma más explícita en la versión
española, pues si bien en su momento pudieron tener un significado
claro para los lectores de esa lengua y de esa época, en los momentos
actuales, traducidas literalmente al castellano, palabra por palabra, hu-
bieran carecido totalmente de él. En esta tarea, siempre aventurada,
han sido de gran utilidad la consulta y la comparación de las interpre-
taciones dadas en las traducciones que hemos citado como punto de
referencia. En el caso de que ninguna de ellas satisficiera completa-
mente las inquietudes del traductor, se ha optado por ensayar una
nueva interpretación.268

267 Pierre Jouanique: Benedetto Cotrugli retrouvé. Ver también la obra que él mismo
cita: Bernhard Bischoff: Paléographie de l’Antiquité romaine et du Moyen Age oc-
cidental, París, 1985, pág. 190.
268 En mi trabajo ya citado, “Comments on Some Obscure or Ambiguous Points of
the Treatise De Computis et Scripturis by Luca Pacioli”, comparo, en estos casos,
las interpretaciones dadas por los diferentes traductores con la mía propia, expli-
cando las razones por las que creo que ésta es la más apropiada.

119
ESTUDIO INTRODUCTORIO La obra de Pacioli

Como regla general, en la versión española se ha procurado utili-


zar un lenguaje moderno, sin querer caer en la tentación de emplear
las expresiones en castellano antiguo más o menos equivalentes a las
empleadas por Pacioli. Se ha renunciado así a querer adivinar cómo un
traductor de la época hubiera vertido al castellano el Tratado De Com-
putis et Scripturis. Se piensa que con ello, además de evitar una mixtifi-
cación, se ha proporcionado mayor agilidad a la lectura. Ciertamente
que, en contrapartida, se ha perdido gran parte del encanto y del evo-
cador sabor a vetusto que hacen las delicias del lector del texto origi-
nal. Se sigue percibiendo, pese a todo, cierto aroma del primitivo deje
a través del ritmo, del planteamiento y de la estructura del discurso.
Con esa misma intención, se han mantenido los diversos proverbios y
expresiones en latín, añadiendo a continuación su traducción al caste-
llano, aun en el caso de que Pacioli no hubiera consignado su versión
al italiano.

Finalmente, debe indicarse que en la labor de traducción, aparte


de los diccionarios especializados como el Remondini 269 y el Antone-
lli,270 que prestan atención específica al antiguo vocabulario mercantil y
financiero italiano, se ha utilizado con singular provecho el excelente
estudio efectuado por Florence Edler, cuya vida, merced a los comunes
intereses profesionales, habría de quedar unida a la de uno de los más
grandes maestros modernos de la historia de la contabilidad, Raymond
de Roover.271

Los errores e inexactitudes en que, a pesar de tan numerosas y ex-


celentes ayudas, habré sin duda incurrido, son obviamente de mi ente-
ra responsabilidad.

269 Dizionario del cittadino ossia Ristretto storico teorico e pratico del Commercio,
Stamperia Remondini, 1765.
270 Enciclopedia del negoziante, ossia gran dizionario del Commercio, Industria, del
Banco e delle Manifatture, Venecia, Ed. Giuseppe Antonelli, 1841.
271 Florence Edler: Glossary of Mediaeval Terms of Business. Italian Series 1200-
1600, Cambridge, Mass., The Mediaeval Academy of America, 1934.

120
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123
ESTUDIO INTRODUCTORIO Bibliografía citada

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132
Bibliografía citada ESTUDIO INTRODUCTORIO

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lienischen Original von 1494 ins Deutsche übersetzt und mit einer
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PACIOLI, Luca: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Propor-
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scripturis). Trascrizione del Prof. Carlo Antinori, separata de la Ri-
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133
ESTUDIO INTRODUCTORIO Bibliografía citada

PACIOLI, Luca: Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni et Propor-


tionalita... Distinctio Nona, Tractatus XI, De Computis et Scripturis
(De las Cuentas y la Escritura). Venecia, 1523, 2ª Edición. Versión
y arreglo al español: Ramón Cárdenas C.; Traducción, prólogo y
revisión: Dr. Giorgio Berni. (Segunda Edición), UANL, Monterrey,
N. L., México, 1991. Hay una primera edición, publicada también
en Monterrey, el año 1962.
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conservado en la Biblioteca de la Universidad de Bolonia.
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y los Collegi dei Ragionieri d’Italia a partir del ejemplar manuscrito
conservado en la Biblioteca Ambrosiana, de Milán. Silvana Edito-
riale, Milán, 1982.
PACIOLI, Luca: De Divina Proportione, Venecia, 1509. Existen dos traduc-
ciones al español de la versión impresa de la obra De Divina Pro-
portione: la primera efectuada por Ricardo Resta, para la Editorial
Losada, de Bueno Aires, que fue publicada en 1946, y la segunda,
llevada a cabo por Juan Calatrava, para Ediciones Akal, S.A., de
Torrejón de Ardoz, Madrid, publicada en 1987, con un estudio in-
troductorio de Antonio M. González.
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PORTE, Matthieu de la: Le guide des négocians et teneurs de livres. Ou


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nant une instruction générale pour les biens tenir suivant la vérita-
ble méthode italienne, París, 1685.

134
Bibliografía citada ESTUDIO INTRODUCTORIO

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135
ESTUDIO INTRODUCTORIO Bibliografía citada

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VLAEMMINCK, Joseph H.: Historia y doctrinas de la contabilidad, Madrid,
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136
Bibliografía citada ESTUDIO INTRODUCTORIO

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y reimpreso posteriormente en Basil S. Yamey: Essays on the His-
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YAMEY, Basil S.: “Two Typographical Ambiguities in Pacioli’s ‘Summa’


and the Difficulties of its Translators”, aparecido originalmente en
Gutenberg-Jahrbuch, Mainz, 1974, y reimpreso posteriormente en
Basil S. Yamey: Essays on the History of Accounting, Nueva York,
1978.

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137
ESTUDIO INTRODUCTORIO Bibliografía citada

YAMEY, Basil S.: Arte e Contabilità, Credito Romagnolo, Bolonia, 1986.

YMPYN CHRISTOFFELS, Jehan: Nieuwe Instructie Ende bewijs der looffel-


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die Italiaensche maniere, Amberes, 1543.

YMPYN CHRISTOFFELS, Jehan: Nouvelle Instruction et Demostration de la


tres excellente science du livre de compte, pour compter & mener
comptez, a la maniere d’Italie moult profitable & necessaire, a tous
Marschands... Translatte a grande diligence d’Itallian en Flameng,
ecc., Imprime aux despens de Anne Swinter, Amberes, 1543.

YMPYN CHRISTOFFELS, Jehan: A notable and very excellente woorke expiel-


leyng and declaring the maner and forme how to kepe a boke of
accomptes or reconynges, verie expedient and necessary to all Mar-
chantes, Receivers, Auditors, Notaries, and all other. Traslated with
greate diligence of the Italian toung into Dutche, and out of Dut-
che, into French, and now out Frenche into Englishe, 1547.

ZERBI, Tommaso: Le origini della Partita Doppia, Milán, Ed. Marzorati,


1952.

138
De las Cuentas
y las Escrituras
por

Luca Pacioli

Traducción de

Esteban Hernández Esteve


SUMA DE ARITMÉTICA,
GEOMETRÍA, PROPORCIONES
Y PROPORCIONALIDAD

SUMARIO DE LA TERCERA PARTE PRINCIPAL 1

La tercera parte principal contiene las reglas, los modos, los me-
dios y las vías de llevar las cuentas y las escrituras de los mercaderes,
en general, así como de una tienda o establecimiento, en particular, de
forma suficiente y bastante para llevarlos en todo el universo, a la ma-
nera especial de Venecia, que es aplicable a cualquier otro caso que se
desee. Merced a lo contenido en ella, se sabrá llevar adecuadamente
un libro Mayor, con su Diario y Borrador, que es siempre el origen y la
raíz de todos los libros y escrituras que los comerciantes tienen en to-
dos los lugares del mundo, como verás en el lugar correspondiente,
por el orden seguido en la tabla o índice colocado al principio de di-
cho tratado, con especificación de los capítulos. En esta parte, dividi-
da, como se ha dicho, en capítulos, se trata del modo de hacer el ba-
lance del libro Mayor; de cómo se anotan las partidas en el debe y en
el haber; de los dos términos que se usan en el Diario, es decir, Por y
A, y lo que significan; del pase de los asientos del Diario al Mayor, así
como del modo de cancelar las partidas del Diario con dos rayas: una
para el deudor y otra para el acreedor; y de la anotación de los folios
del Mayor, que se consignan en el margen del Diario y que indican el
número de los folios del Mayor donde se pasan los acreedores y los
deudores, gracias a lo cual, como verás, se podría reconstruir exacta-
mente el libro Mayor, si se perdiera, con los mismos folios que tenía el
primero. Al final del tratado, se consigna un resumen de todas las es-
crituras y anotaciones.

1 El Summario de la terça parte principale comienza al final del reverso del folio
cuarto, sin numerar, de la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Propor-
tinalita y termina en el anverso del folio siguiente. Ofrece un resumen del conteni-
do del Tratado De Computis et Scripturis.

141
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

TABLA DE MATERIAS 2

De las cosas que principalmente necesita el verdadero


mercader y del buen orden con que se debe llevar un libro
Mayor, con su Diario, en Venecia o en cualquier otro lugar.
.................................................................................................. capítulo 1

De la primera parte principal de este Tratado, llamada


Inventario; qué es el Inventario y cómo lo deben hacer los
mercaderes.
..................................................................................................... capítulo 2

Modelo de inventario con todas las formalidades


requeridas.
.................................................................................................. capítulo 3

Utilísima advertencia y enseñanzas de valor para el buen


mercader.
.................................................................................................. capítulo 4

De la segunda parte principal del presente Tratado,


llamada Disposición; cómo ha de entenderse, en qué
consiste en relación con el comercio y de los tres libros
principales que usan los mercaderes.
.................................................................................................. capítulo 5

Del primer libro, llamado Borrador; qué se entiende


por él, cómo se ha de llevar y por quién.
.................................................................................................. capítulo 6

De cómo en muchos lugares se deben autenticar todos los


libros de los mercaderes, y por qué y por quién.
.................................................................................................. capítulo 7

2 La Tavola del Quaderno está inmediatamente antes del inicio de la Distinctio no-
na, Tractatus XI, Particularis de Computis & Scripturis, y comienza al final del re-
verso del folio 197, terminando al principio del reverso del folio 198.

142
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Cómo se deben asentar las partidas en el Borrador, con


ejemplos de ello.
.................................................................................................. capítulo 8

De las nueve maneras en que los mercaderes acostumbran


a comprar, y de las mercaderías que las más de las veces
se han de comprar a plazo.
.................................................................................................. capítulo 9

Del segundo libro principal de los mercaderes, llamado


Diario; de lo que es y de cómo se debe llevar
adecuadamente.
................................................................................................ capítulo 10

De los dos términos que se acostumbra a utilizar sobre


todo en Venecia en los asientos del Diario, uno llamado
Por y el otro llamado A, y lo que significan.
.................................................................................................. capítulo 11

Del modo de asentar y disponer las partidas de debe y


haber en el Diario, con muchos ejemplos, y de las otras
dos expresiones empleadas en el Mayor, una llamada Caja
y la otra Capital, y qué debe entenderse por ellas.
.................................................................................................. capítulo 12

Del tercero y último libro principal de los mercaderes,


llamado Mayor, cómo hay que llevarlo, y de su Índice o
Alfabeto, cómo debe ordenarse, simple o doble.
.................................................................................................. capítulo 13

Del modo en que deben pasarse al Mayor las partidas del


Diario, y por qué de una en el Diario se pasan dos en el
Mayor; y del modo de cancelar las partidas del Diario, y de
los dos números de los folios del Mayor que se ponen en
el margen de los folios del Diario, y por qué.
.................................................................................................. capítulo 14

Del modo de pasar las partidas de la Caja y del Capital en


el libro Mayor en el debe y en el haber, y del año, que se
consigna al comienzo del folio, a la antigua usanza, y de
su variación, y de la manera de repartir el espacio de los

143
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

folios según que las cuentas sean pequeñas o grandes


conforme las necesidades de los negocios.
.................................................................................................. capítulo 15

Cómo se deben pasar al debe y haber del libro Mayor las


partidas de las mercancías que, de acuerdo con el
Inventario o según otras fuentes, posea el mercader.
.................................................................................................. capítulo 16

De la manera de llevar las cuentas con las Oficinas


Públicas, y por qué, y de la Cámara de los Empréstitos de
Venecia, que está organizada por distritos.
.................................................................................................. capítulo 17

Cómo se debe llevar la cuenta con la oficina de la


Messetaria de Venecia y cómo se pasan sus partidas en el
Borrador, el Diario y el Mayor, y también de la cuenta de
la Cámara de los Empréstitos. 3
................................................................................................ capítulo 18

Del modo de pasar una partida de género, comprada al


contado, en los tres libros, es decir, en el Borrador, en el
Diario y en el Mayor, y cómo se pasaría si la compra
hubiera sido parte al contado y parte a plazo.
............................................................................... en el mismo capítulo

Cómo registrarás en tus libros principales los pagos que


debas hacer por libranza o por abono en banco.
.................................................................................................. .capítulo 19

De algunas principales y peculiares modalidades del tráfico


mercantil llamadas baratas, compañías, etc.; de cómo deben
asentarse y disponerse las correspondientes partidas en los

3 Aquí se acaba el título del capítulo 18 en la tabla de materias y asimismo en el pro-


pio capítulo en la versión original del Tratado. No obstante, en la tabla de materias
se consigna a continuación, como se verá, el título de otro capítulo, del que se dice
que se incluye en el anterior y cuyo contenido se trata, efectivamente, dentro del
texto del capítulo 18, conjuntamente con las materias contenidas en el título de és-
te. Por eso, respetando la disposición de la tabla de materias, en el texto se ha aña-
dido el título de este capítulo sin número al del capítulo 18.

144
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

libros de los mercaderes, empezando por el caso de las


baratas simples, compuestas y a plazo, con ejemplos expresos
de cada una de ellas en el Borrador, el Diario y el Mayor.
.................................................................................................. capítulo 20

De otra importante partida llamada compañía; de cómo se


debe registrar y disponer en los libros en todos los casos
que se puedan presentar.
.................................................................................................. capítulo 21

De las cuentas de toda clase de gastos, tales como los


domésticos u ordinarios de la casa, los extraordinarios y
los de las mercancías, salario de dependientes y factores;
de cómo han de pasarse y disponerse en los libros.
.................................................................................................. capítulo 22

Del orden y manera de llevar las cuentas de una tienda


administrada por ti mismo o confiada a otros, y de cómo
se deben hacer las anotaciones en los libros oficiales del
dueño y también, por separado, en los de la tienda.
.................................................................................................. capítulo 23

Cómo deben asentarse en el Diario y en el Mayor las


partidas de los bancos de giro y depósito, y qué se
entiende por ellos, y dónde están; y de los cambios que
hagas con ellos, siendo tú mercader, o con otros, si fueras
tú el banquero; y de los recibos que se dan por los
cambios y por qué se hacen por duplicado.
.................................................................................................. .capítulo 24

De otra cuenta que se acostumbra a llevar a veces en el


Mayor y que se llama Entrada y Salida, aunque otras veces
se lleva en libro especial, y por qué.
.................................................................................................. capítulo 25

Cómo deben asentarse en los libros las partidas de los


viajes que hagas por ti mismo o que encomiendes a otros,
y cómo necesariamente estos viajes dan lugar a dos libros
Mayores.
.................................................................................................. capítulo 26

145
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

De otra cuenta principal llamada Pérdidas y Ganancias,


y también Aumentos y Disminuciones; cómo se ha de
llevar en el Mayor y por qué no se pasa en el Diario
como las demás cuentas.
......................................................................................... capítulo 27

Cómo hay que arrastrar a un folio posterior las cuentas del


Mayor cuando se completan, y dónde debe ponerse el
saldo para que no se diga que el Mayor es fraudulento.
.................................................................................................. capítulo 28

Del modo de cambiar el año al pasar las partidas de cada


día en el libro Mayor, en el caso de que al acabar el año
no se cierren los libros.
.................................................................................................. capítulo 29

Cómo presentar la cuenta al deudor que lo pidiera, o al


principal, si se es factor o encargado de la administración
de su hacienda.
.................................................................................................. capítulo 30

Del modo y manera de detraer o anular una o más partidas


que se hubieran pasado erróneamente en lugar incorrecto,
como ocurre a veces por distracción u olvido.
.................................................................................................. capítulo 31

Cómo debe procederse al balance o cierre del libro Mayor,


y del modo de pasar un libro al otro, es decir, el Mayor
viejo al nuevo, y del modo de puntearlo con su Diario y su
Borrador, y de otras comprobaciones diversas dentro y
fuera de dicho Mayor.
................................................................................................ capítulo 32

Del modo y orden de registrar los negocios que se


produzcan durante el tiempo en que se hace balance, es
decir, en que se cierran los libros, y de cómo no se debe
escribir ni asentar nada nuevo en los libros viejos durante
dicho tiempo, y la razón de ello.
.................................................................................................. capítulo 33

146
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Cómo se deben saldar todas las cuentas del libro Mayor


viejo, contra qué y por qué, y de la summa summarum
del debe y del haber, última comprobación del cierre.
.................................................................................................. capítulo 34

Del modo y orden de guardar los escritos sueltos, como


son los escritos de propia mano, las cartas personales, los
recibos, los procesos, las sentencias y otros documentos,
así como del registro de las cartas importantes.
.................................................................................................. capítulo 35

Epílogo o resumen sumario de todo el presente tratado,


de modo que con brevedad se tenga memoria de las cosas
más sustanciales.
................................................................................................ capítulo 36

147
TÍTULO NOVENO. TRATADO XI.
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS 4

Capítulo I

DE LAS COSAS NECESARIAS AL VERDADERO MERCADER


Y DEL BUEN ORDEN CON QUE SE DEBE LLEVAR
UN LIBRO MAYOR, CON SU DIARIO, EN VENECIA
O EN CUALQUIER OTRO LUGAR 5

Al objeto de que los deferentes súbditos de Vuestra Señoría Ducal,


muy noble señor, puedan conocer en plenitud todas las reglas que les
sean precisas en relación con la actividad mercantil, he considerado
necesario compilar este tratado particular, como complemento a las co-
sas ya dichas en esta obra. Y a este solo fin incluyo el tratado en el li-
bro, con la intención de que pueda servir a todos los que tienen que
tratar con cuentas y escrituras, o dar razón de ellas.

Con tal motivo, me propongo exponer de forma suficiente y bas-


tante las reglas necesarias para que puedan llevar ordenadamente to-
das sus cuentas y libros.

Como es bien sabido, quien desee dedicarse al comercio y operar


con la debida eficacia, necesita fundamentalmente tres cosas:

4 Este es propiamente el principio de la Distinctio nona. Tractatus XI. Particularis


de Computis & Scripturis, que comienza en el reverso del folio 198 y termina al fi-
nal del reverso del folio 210.
5 Traducimos Quaderno por libro Mayor y Giornale por Diario, aunque, como es
bien sabido, en los primeros tiempos de la partida doble en Castilla el nombre
que comúnmente recibía el Mayor era el de libro de Caxa, mientras el Diario reci-
bía el nombre de Manual.

149
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

La principal de ellas es el dinero en efectivo (pecunia numerata)


o cualquier otro bien patrimonial reducible a dinero, pues sin dinero o
medios de pago difícilmente se puede negociar. Iuxta illud phy unum
aliquid necessarium est substantia (ya lo dijo el Filósofo: sólo una cosa
es necesaria: la sustancia, es decir, el patrimonio).6 No obstante, no de-
be desconocerse que hay quienes se dedican a los negocios sin contar
con más cosa que su buena fe y que, habiendo comenzado a negociar
merced a créditos escrupulosamente reembolsados luego, han llegado
a acumular grandes riquezas; yo mismo he conocido bastantes de ellos
en mis viajes por Italia. De hecho, en las grandes repúblicas ya se con-
sideraba que no había nada superior al crédito o a la fe concedida a la
palabra de un buen comerciante, de forma que los juramentos se for-
mulaban diciendo: Palabra de buen mercader. Tal cosa no debe causar
admiración, pues todos nos salvamos por la fe católica y sin ella no se
podría complacer a Dios.

La segunda cosa que se precisa para el tráfico mercantil es ser un


buen contador y saber hacer las cuentas con rapidez. Y para conseguir
esto, hemos explicado anteriormente las reglas y los procedimientos
necesarios para resolver todos los cálculos, de forma que cualquier
lector aplicado los podrá aprender por sí mismo. Porque aquellos que
no sean diestros en esta cuestión, poco provecho obtendrán pasando a
la siguiente.

6 La abreviatura phy que emplea Pacioli se refiere indudablemente al Filósofo, es


decir, a Aristóteles, pues éste era el apelativo con que, por antonomasia, se le co-
nocía en la Edad Media. Pierre Jouanique en su excelente artículo “La regla ‘Quien
recibe, debe’: Una herencia de antigua raigambre en la contabilidad moderna”, en
Técnica contable, año XXXIX, núm. 461, mayo de 1987, págs. 253 s., hace un in-
teresante análisis del empleo hecho por Pacioli del término latino substantia, tra-
ducción del griego ousia, empleado por Aristóteles para designar lo esencial, o
sea, lo que permanece en las cosas que cambian, recordando que en el griego
moderno periousia significa patrimonio. En cualquier caso, esta interpretación re-
sulta absolutamente familiar a los estudiosos de lengua alemana, pues aún hoy
una de las acepciones de Substanz es la de capital real o efectivo. En efecto, la
expresión “von der Substanz zehren” quiere decir, en la jerga financiera, “vivir del
capital” o “comerse el capital”.
Por otra parte, debe recordarse que, como es generalmente sabido por los estu-
diosos, Pacioli dice en su cita de Aristóteles necessariorum en lugar de necessa-
rium, sin duda por error.

150
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

La tercera y última cosa necesaria es la de registrar y anotar todos


los negocios de manera ordenada, a fin de que se pueda tener noticia
de cada uno de ellos con rapidez, tanto en lo que concierne al débito,
como al crédito, pues de otras cuestiones no entiende el comercio. Y
esta última cosa es entre todas la más útil, pues sería imposible regir
bien los negocios si no se registrasen debidamente las operaciones. Sin
tal registro, la mente de los mercaderes no tendría reposo y debería es-
tar continuamente en acción. Por esto, he compuesto el presente trata-
do, incluyéndolo junto con las demás cuestiones tratadas aquí, al obje-
to de ir explicando, capítulo por capítulo, el modo de efectuar toda
suerte de anotaciones o escrituras. Y aunque no se pueda escribir todo
lo que sería menester, espero que con lo que diga será suficiente para
que el lector ilustrado lo aplique a cualquier otro caso que pueda pre-
sentársele.

Para nuestro propósito nos serviremos del método de Venecia, que


es ciertamente el más recomendable de todos y que puede servir de
orientación en todos los demás casos.

Dividiremos nuestra exposición en dos partes principales; a la una


la llamaremos Inventario y a la otra Disposición,7 y tanto en la una,
primero, como en la otra, después, se procederá de acuerdo con el or-
den previsto en la tabla de materias ofrecida, de manera que el lector
podrá encontrar fácilmente las que le interesen a partir del número de
los capítulos en las correspondientes hojas.

El que quiera saber, pues, cómo llevar con el debido orden un li-
bro Mayor con su correspondiente Diario, esté atento a lo que aquí di-
ligentemente se dirá. Y para que se entienda bien el proceso, supon-
dremos el caso de un mercader que da comienzo a sus negocios, e
iremos indicando cómo debe actuar ordenadamente para llevar sus
cuentas y anotaciones, de manera que pueda encontrar cada cosa en
su sitio, pues de no hacerlo así, vendría a caer en grandísimo trabajo y
confusión de toda su hacienda: Iuxta comune dictum ubi non est ordo
ibi est confusio (pues, como afirma el dicho común: donde no hay or-
den, todo es confusión).

7 Se ha respetado la expresión utilizada por Pacioli, aunque dispositione significa,


en este contexto, organización u ordenación de las anotaciones, forma de dispo-
ner y llevar los registros. Carlo Antinori, en su traducción del Tratado de Pacioli al
italiano moderno, repetidas veces citada, traduce dispositione por gestione.

151
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Y para ofrecer un modelo completo a todos los comerciantes, divi-


diré mi exposición, como antes decía, en dos partes principales, las
cuales trataré a continuación con claridad, de forma que la explicación
pueda dar sus frutos. En primer lugar explicaremos lo que es el Inven-
tario y cómo se ha de hacer.

Capítulo II

DE LA PRIMERA PARTE PRINCIPAL DE ESTE TRATADO,


LLAMADA INVENTARIO; QUÉ ES EL INVENTARIO
Y CÓMO LO DEBEN HACER LOS MERCADERES

Partimos de la base de que todo el que actúa persigue un fin y de


que para alcanzar este fin hace todos los esfuerzos que sean necesa-
rios. El fin de cualquier comerciante es el de conseguir una ganancia
lícita y suficiente para atender a su sustento.

Por eso, deberá comenzar siempre sus actividades en el nombre


de Dios Nuestro Señor, cuyo santo nombre tendrá constantemente en
la mente y hará constar al inicio de todos los libros. En primer lugar,
habrá de establecer un Inventario minucioso de esta manera: escribirá
en un folio o en un libro aparte todo aquello que posea en el mundo,
tanto en bienes muebles como inmuebles, empezando siempre por las
cosas de mayor valor o más fáciles de perder, como el dinero contante,
joyas, plata, etc., porque los bienes inmuebles, como son las casas, las
tierras, las lagunas, los valles, las pesquerías y similares no pueden
perderse como los bienes muebles.

A continuación, escribirá las otras cosas, de una en una, no olvi-


dándose nunca de consignar al comienzo del Inventario el día, el año,
el lugar y su propio nombre. Todo el Inventario debe completarse o
referirse a un solo día, porque de otra manera su uso posterior podría
dar lugar a errores y entorpecimientos. Y para que te sirva de ilustra-
ción, pondré aquí un modelo de cómo se debe hacer, de manera que
tú, por ti mismo, puedas aplicarlo en cualquier circunstancia.

152
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Capítulo III

MODELO DE INVENTARIO
CON TODAS LAS FORMALIDADES REQUERIDAS

En el nombre de Dios, 1493, el día 8 de noviembre, en Venecia. Lo


que sigue es el Inventario de los bienes que me pertenecen a mí, N.,
de Venecia, calle del Santo Apóstol, escrito ordenadamente de mi pro-
pia mano, o que he hecho escribir a Fulano de Tal, de todos los bienes
muebles e inmuebles, débitos y créditos, que poseo en este mundo en
el susodicho día.

Primera partida. En primer lugar, soy poseedor de tantos ducados


en metálico, en oro y monedas, de los cuales tantos son de oro
veneciano, y tantos de oro húngaro, y tantos florines grandes,
entre papales, sieneses y florentinos. El resto se compone de
monedas de plata y cobre de varias clases, como troni, marce-
lli, carlini del rey y del Papa, gruesos florentinos, testoni de Mi-
lán, etc.

2ª partida. Asimismo poseo tantas joyas montadas y sueltas,8 de las


cuales tantas son balajes tallados en tabla y montados en anillos
de oro que pesan tantas onzas, quilates y granos cada uno, o
tantos en total, según prefieras; y tantas son zafiros, también en
tabla, montados en aderezos de mujer, que pesan tanto, y tan-
tas, rubíes cónicos,9 sueltos, que pesan tanto; el resto se compo-
ne de diamantes en bruto, en tabla y en punta, especificando a
tu conveniencia las clases y los pesos.

3ª partida. Asimismo poseo vestimentas de varias clases, tantas de


tal y tantas de cual, indicando sus características, colores, forros
y modelos.

8 Pacioli emplea la palabra joyas para designar preferentemente piedras preciosas.


9 Según Carlo Antinori los rubini coculegni que dice Pacioli podrían ser, tal vez, ru-
bíes procedentes de Cochin, en las Indias Orientales, costa de Malabar.

153
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

4ª partida. Asimismo poseo plata labrada de varias clases, como ta-


zas, vasijas, escalfadores, cucharas, tenedores,10 etc., describien-
do todas las clases, una a una, e indicando el peso de cada una
por separado con todo cuidado y dando cuenta del número de
piezas y de los pesos correspondientes, así como de las leyes,
veneciana o ragusiana, y haciendo mención asimismo del signo
o marca que tuviesen.

5ª partida. También poseo en el ajuar de mi casa distintos tipos de


ropa, como sábanas, manteles, camisas, pañuelos, etc., en la si-
guiente cantidad: tantas sábanas de 3 anchos o de 2,50, de tela
paduana o de otra, nuevas o usadas, tantas largas y tantas cor-
tas; y tantas camisas, tantos manteles de hilo, tantos pañuelos
grandes y tantos pequeños, nuevos, usados, etc., describiendo a
tu modo las diferentes clases.

6ª partida. Asimismo poseo tantos edredones de pluma, con sus al-


mohadas de pluma nueva, o usada, forros nuevos, que en total,
o pieza por pieza, pesan tantas libras, marcados con mi signo o
con otro, como se acostumbra.

7ª partida. Asimismo poseo mercancías en casa, o en el almacén,


de varias clases; en primer lugar, tantos bultos de jengibre ordi-
nario, que pesan tantas libras, señalados con la marca tal, etc. Y
así irás relacionando las indicadas mercancías, clase por clase,
con todas las señales y características que sea posible, y con in-
dicación lo más clara y precisa que se pueda de su peso, núme-
ro y medida.

8ª partida. Asimismo poseo tantos bultos de jengibre escogido, y


tantos de pimienta, pimienta larga o redonda, según sea el caso;
y tantos fardos de canela, que pesan tanto; y tantos bultos de
clavo que con el tallo, polvo y caperuza, o bien sin ellos, pesan
tanto; tantos trozos de verçini,11 que pesan tanto; tantos trozos

10 La palabra empleada por Pacioli es pironi, que no es un término italiano, sino


griego, habiendo extrañado desde siempre a los estudiosos la utilización de esta
palabra por el fraile de Sansepolcro o las vías por las que su uso llegó a estable-
cerse en Venecia. De cualquier forma, Jäger, primer traductor del Tratado a una
lengua extranjera, traduce ya correctamente el término por Gabeln, tenedores.
11 En su traducción al alemán de 1933, Balduin Penndorf traduce verçini o verzini
por Brasilholz, palo de Brasil, un tipo de madera que servía para teñir de rojo, se-
gún comenta Carlo Antinori (Luca Pacioli: Summa de Arithmetica, Geometria, Pro-
portioni et Proportionalità. Distinctio IX - Tractatus XI (Tractatus de computis et
scripturis) Trascrizione del Prof. Carlo Antinori, obra citada, pág. 16), y lo mismo

154
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

de sándalo rojo o blanco, que pesan tanto; y así irás relacionan-


do por orden una mercancía después de la otra.

9ª partida. Asimismo soy poseedor de cueros y pieles para forros,


de cordero blanco y de machos cabríos de la Apulia o de las
Marcas, tantas de una clase y tantas de la otra; y tantas de zorro

hacen R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston en su traducción al inglés de 1963, lla-


mándola Brazilwood, palo de Brasil. Todas las demás traducciones consultadas dejan
el término sin traducir. Algunos autores se extrañan de cómo en 1494 podía ya cono-
cerse en Venecia un producto denominado con el nombre de un país que hasta el año
1500 no fue sometido a la soberanía de Portugal y empezado a colonizar. En efecto,
aunque se sabe que navegantes como Vicente Yáñez Pinzón, compañero de Colón,
Alonso de Ojeda, acompañado de Américo Vespucio, y Diego de Lepe ya habían visi-
tado anteriormente las costas de Brasil, hasta el 22 de abril de 1500 no tomó oficial-
mente posesión del mismo en nombre de la Corona portuguesa Pedro Alvarez Cabral,
que desembarcó en Porto Seguro, lugar que designó con el nombre de “Isla de la Vera
Cruz”. Esta misma circunstancia es, seguramente, la que habrá movido a muchos tra-
ductores a dejar el término sin traducir. Pero, a este respecto, no hay que olvidar que
el nombre de Brasil se deriva del sustantivo “brasa” y es anterior al descubrimiento del
Nuevo Mundo; el producto en sí, palo de Brasil, en el sentido amplio de madera tintó-
rea era asimismo conocido antes de este descubrimiento. Precisamente, la denomina-
ción de esta madera fue lo que dio nombre al Brasil. De hecho, parece que una tradi-
ción que se remonta a los siglos XIII y XIV afirmaba que en algún lugar del Atlántico
existía un país misterioso donde los bosques producían gran cantidad de madera tintó-
rea de la que entonces se usaba para teñir de rojo; madera que por el color de fuego o
de brasas que producía era llamada palo brasil. Los cartógrafos de la época tenían a
este país por una isla, que pintaban en medio del Océano Atlántico, a la altura del ca-
bo inglés de Land’s End. Los primeros viajeros que penetraron en Vera Cruz encontra-
ron allí gran abundancia de madera tintórea roja, de forma que creyeron haber descu-
bierto el verdadero país del palo brasil, por lo que empezaron a llamarlo con este
nombre, que fue el que a la postre prevaleció. Es posible, en consecuencia, que el
verzino del que habla Pacioli, aunque no fuera verdadero palo de Brasil tal como lo
conocemos hoy, es decir, madera del árbol Caesalpina echinata, sí fuera, por exten-
sión, otra clase de madera tintórea de color rojo, como palo compeche (Haematoxylon
campechianun), que se da en el Caribe, o palo sapán (Caesalpina sappan), que se en-
cuentra en la India, etc. Y esto sin contar que en las Antillas se encuentran otras espe-
cies y variedades de Caesalpina que también dan madera tintórea de color rojo. En
cualquier caso, en la Tariffa de tutti costumi, cambi, monete, pesi, misure, e usanse di
lettere di cambi, e termini di dette lettere che ne paesi si costuma, e in diverse terre, in-
cluida en la Summa como Tractatus XII, de la Distinctio nona, se habla en el folio 223
rº de un verçino colombino que “debe ser grueso y bermellón, de buen color”. De este
modo, a fin de cuentas, sí podría resultar que el término verzino empleado por Pacioli
correspondiera a una especie de madera tintórea, aunque no fuese propiamente palo
de Brasil. Con respecto a éste, propiamente dicho, Frederic C. Lane en su obra Venise,
une république marchande, 1985, pág. 399, informa apoyándose en Marino Sanuto:
Diarii, XVIII, de que sólo veinte años después de que los portugueses arribasen a las
costas de Brasil, es decir, hacia 1520, los senadores venecianos tuvieron conocimiento
de que los portugueses habían llevado palo de Brasil a Siria, vendiéndolo ventajosa-
mente en los mismos mercados donde antes acostumbraban a comprarlo.

155
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

de las Marcas curtidas y tantas sin curtir; y tantas de gamuza


curtidas y tantas sin curtir.

10ª partida. Asimismo poseo pieles finas de animales salvajes, varios


lomos de armiño, de marta cebellina, tantos de tal clase y tantos
de tal otra, etc. Y así irás relacionando y distinguiendo una a una
diligentemente, con toda veracidad, pues es la verdad la que tie-
ne que guiarte, teniendo siempre en cuenta la unidad empleada
en cada caso: número, peso o medida; porque de estas tres ma-
neras se acostumbran a vender. Y algunas pieles se venden por
millares y otras por centenares; unas por libras de peso, otras
por onzas; unas por unidades, o sea, contándolas una a una, co-
mo los cueros; y otras por piezas, como si fueran joyas o perlas
finas. Y de todas estas cosas dejarás constancia adecuada, cosa
por cosa. Con lo dicho tendrás suficiente para guiarte y para
que, por ti mismo, puedas resolver los demás casos.

11ª partida. Asimismo, en lo tocante a bienes inmuebles, poseo una


casa de tantos pisos, con tantas habitaciones, patio, pozo, huer-
to, ubicada en la calle del Santo Apóstol, cabe el canal tal, co-
lindando con tal y tal, con especificación de las lindes y hacien-
do referencia a las escrituras, si existen, que cuanto más
antiguas sean, tanto más auténticas. Lo mismo deberás hacer
con las demás casas que poseyeras en otros lugares.

12ª partida. Asimismo poseo tierras de labor, tantos campos, prados


o trigales,12 designándolas según la costumbre del país donde te
encuentres o donde las tierras se hallen, y expresando las tavo-
le, canne, pertiche, bevolche, etc., que cada campo o prado ten-
ga de extensión, así como su lugar de ubicación, sea Padua u
otro sitio, con expresión de las lindes y tierras colindantes. De
igual modo indicarás las escrituras o partidas del catastro por las
cuales pagues los impuestos al municipio; quién cultiva las tie-
rras y cuánta renta producen al año, tanto en especie y tanto en
dinero. Y así irás relacionando todas las posesiones y el ganado
que tengas.

13ª partida. Asimismo tengo depositado en la Cámara de los Em-


préstitos,13 o en tal otro banco, un capital de tantos ducados en

12 Así hemos traducido los términos campi, staoire y panora del original, aunque en
las traducciones consultadas no hay unanimidad a este respecto.
13 La Cámara de los Empréstitos era un organismo público de Venecia que se ocupa-
ba del servicio y amortización de la deuda pública veneciana, y que estaba organi-

156
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

el distrito de Canareggio, o bien parte en un distrito y parte en


otro, indicando siempre claramente a nombre de quién está
abonado el dinero, así como el libro donde está contenida la
cuenta, el número del folio donde se halla, y el nombre del ofi-
cial que lleva dicho libro, de forma que puedas encontrar fácil-
mente tu dinero cuando vayas a retirarlo, pues con tales oficinas
tienes que tener a veces mucho cuidado, habida cuenta de la
multitud de gente que opera en ellas. Y anota asimismo el año
en que vence el depósito y los plazos de las liquidaciones, de
forma que sepas siempre cuándo vencen los intereses y el tanto
por ciento que te corresponde.

14ª partida. Asimismo tengo tantos deudores, uno es Fulano de Tal,


que me debe tantos ducados,14 otro es Zutano de Cual, y así irás
relacionando todos los deudores uno a uno, indicando clara-
mente todas sus señas identificativas, nombres, apellidos, luga-
res y el importe y motivo de sus deudas. Expresarás también si
existen documentos justificativos de las mismas o escrituras no-
tariales. En total, dirás, debo percibir en buen dinero tantos du-
cados, en el caso de que se trate de deudores solventes; en caso
contrario, dirás en triste o mal dinero.

15ª partida. Por otra parte, soy deudor en total de tantos ducados,
tantos a Fulano de Tal y tantos a Zutano, y nombrarás a tus
acreedores uno por uno, con expresión de si existen justifican-
tes acreditativos, indicando si los hubiera si son documentos
privados o escrituras notariales, así como de quién, y el cómo,
el día, el lugar, etc., pues estos extremos pueden resultarte úti-
les en caso de juicio o aun sin que lo haya.

zado por barrios o distritos, disponiendo de una oficina en cada una de las seis
circunscripciones en que se dividía Venecia. La Cámara de los Empréstitos alcanzó
su forma definitiva en el período 1224 a 1252 y parece que, aparte de sus funcio-
nes de gestión de la deuda pública, admitía también cuentas y depósitos de par-
ticulares a los que prestaba un servicio de caja y transferencia. Ver Florence Edler:
Glossary of Mediaeval Terms of Business. Italian Series 1200-1600, Cambridge,
Mass., 1934, pág. 58, así como Gino Luzzatto: “Il debito pubblico nel sistema fi-
nanziario veneziano dei secoli XIII-XV”, en Studi di Storia economica veneziana,
Padua, 1954, págs. 211-224.
14 La expresión utilizada por Pacioli es deve dare, es decir, debe dar. Esta expresión
es también la que se usa en los asientos deudores del Mayor, que he traducido
simplemente por debe, de acuerdo con lo que se estilaba en aquella época en los
libros de cuentas castellanos. La expresión correspondiente que emplea Pacioli
para el haber es deve avere, que se ha traducido por ha de haber, que era asimis-
mo la usada en los libros castellanos.

157
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Capítulo IV

UTILÍSIMA ADVERTENCIA Y ENSEÑANZAS DE VALOR


PARA EL BUEN MERCADER

Y así irás indicando con diligencia todas las cosas que poseas, tan-
to en bienes muebles como inmuebles, una a una, aunque fuesen diez
mil, y de qué condición y calidad son, así como lo que tengas en ban-
cos y en préstamos. Pues para el buen orden conviene que lo indiques
todo en este Inventario con todas las características y señales posibles,
y con nombres y apellidos, ya que para un mercader las cosas nunca
pueden estar lo suficientemente claras, debido a los infinitos casos que
pueden darse en el comercio, como aprende en seguida cualquiera
que se dedique a él. Pues como bien dice el refrán, se necesitan más
saberes para ser un buen comerciante que para ser doctor en leyes. En
efecto, ¿quién puede enumerar los casos y las partidas que les llegan a
los mercaderes por mar o por tierra, tanto en tiempos de paz y abun-
dancia como en tiempos de guerra y necesidad, tanto en tiempos de
salud como de enfermedad? Los mercaderes deben saber en todo mo-
mento lo que tienen que hacer con sus mercancías, tanto en los mer-
cados como en las ferias, que se celebran ora en uno, ora en otro país
o ciudad. Por eso, el comerciante se parece al gallo, que es el más vi-
gilante de todos los animales, pues ya sea invierno o verano nunca de-
ja de vigilar, ni siquiera por la noche, sin tomarse un momento de re-
poso. También se dice esto de Filomena, es decir, del ruiseñor,15 que
canta toda la noche, pero ello no es cierto más que en verano, cuando
hace calor, pero no en invierno, como la experiencia demuestra. Asi-
mismo, hay quien dice que el comerciante debería tener cien ojos en
la cara y que, aun así, no le bastarían para saber todo lo que tiene que
hacer y decir, aunque esto solamente puede entenderlo quien lo haya
tenido que experimentar.16

15 Como es bien sabido y explica Ramón Cárdenas en la segunda edición de su tra-


ducción de la obra de Pacioli al español, Filomela, que es a quien claramente se
refiere el autor, era hija de Pandion, rey de Atenas, y fue objeto del acoso de Te-
reo, esposo de su hermana Progne. Perseguida por Tereo se transformó en ruise-
ñor.
16 Pacioli hace en este pasaje clara alusión al personaje mitológico Argos, de quien
se dice que tenía cien ojos y era extremadamente vigilante.

158
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Así lo dicen los venecianos, los florentinos, los genoveses, los na-
politanos, los milaneses, los anconitanos, los brescianos, los bergamas-
cos, los aquilanos, los sieneses, los luqueses, los perusinos, los urbinos,
los forolinos, los cagliareses, los ugobinos, los castellanos, los borgue-
ses y los fulignatos, junto con los pisanos, los boloñeses y ferrareses,
los mantuanos, los veroneses, los vicentinos, los paduanos, los traneses,
los leceos, los barenses y los betontos, vecinos todos ellos de repúbli-
cas que ostentan la primacía del comercio en Italia, aunque el principa-
do le corresponde sobre todo a la excelsa ciudad de Venecia, junto con
la de Florencia, ya que ellas son las que dictan las normas y las reglas
que rigen en todas partes y que todos tienen que conocer. Pues como
bien dicen las leyes municipales: Vide licet vigilantibus et non dormien-
tibus, Jura subveniunt, o sea, las leyes no ayudan a los que duermen,
sino a los que velan. Y así en los divinos oficios de la Santa Iglesia se
canta que Dios ha prometido la corona a los que permanecen vigilan-
tes. Y esta misma enseñanza es la que le da Virgilio a Dante, cuando en
el canto 24 del Infierno, tratándole de hijo, le exhorta a que soporte las
fatigas por las cuales se llega a la cima de la virtud:

Es hora ya de que te sacudas la pereza, hijito,


Me dijo mi maestro, pues no es recostado sobre plumas
Como alcanzarás la fama, ni tampoco arrebujado en una colcha.
Pues el que su vida bajo ella cobijado pasa,
De su paso por la tierra deja la misma huella,
Que el humo en el aire y en el agua la espuma.

Y en otro poema, un poeta también de lengua vulgar nos confirma


este mismo pensamiento diciendo:

No te sea extraña la fatiga,


Pues Marte no adjudica jamás una batalla
A aquellos que hacen del reposo su alimento.

El mismo pensamiento expresan las palabras del sabio recomen-


dando al perezoso que se mire en el ejemplo de la hormiga. Y el após-
tol Pablo declara que no será digno de recibir la corona más que el
que haya combatido bien su combate.

He querido recordarte estos ejemplos en tu provecho, para que no


te pese el diario cuidado que requieren tus negocios y, sobre todo, pa-
ra que no tengas pereza en tomar la pluma cada día y escribir todo lo
que te acaezca, día a día, como se dirá en las páginas siguientes. Pero,
principalmente y sobre todo, mantendrás siempre a Dios y a tu próji-

159
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

mo ante los ojos y nunca dejarás de oír misa por la mañana, pues recuer-
da que no por asistir a ella harás menos camino ni por la caridad dismi-
nuirán tus riquezas, como dice el santo verso: Nec charitas opes, nec mis-
sa minuit iter. Y a esto mismo nos exhorta el Salvador en el Evangelio
según San Mateo, cuando dice: Primum quaerite regnum Dei, et haec
omnia adjicientur vobis. Buscad primero, cristianos, el reino de los Cie-
los, y todas las otras cosas temporales y espirituales las conseguiréis des-
pués fácilmente, pues vuestro Padre celestial conoce perfectamente vues-
tras necesidades. Y creo que con esto tendrás suficiente para saber
establecer correctamente el Inventario y las demás cosas necesarias.

Capítulo V

DE LA SEGUNDA PARTE PRINCIPAL DEL PRESENTE TRATADO,


LLAMADA DISPOSICIÓN; CÓMO HA DE ENTENDERSE,
EN QUÉ CONSISTE EN RELACIÓN CON EL COMERCIO
Y DE LOS TRES LIBROS PRINCIPALES
QUE USAN LOS MERCADERES

Comienza ahora la segunda parte principal del presente tratado,


que llamamos Disposición, y en la cual convendrá que me extienda
mucho más que en la anterior, al objeto de explicarla bien. A este ob-
jeto, la dividiré, a su vez, en dos partes: la una tratará en general del
conjunto de tus negocios y la otra se dedicará a hablar de la tienda, en
particular. Hablaremos primero de la parte general y de todos sus pro-
cesos y requerimientos. Y así diré, en primer lugar, que inmediatamen-
te después de hacer el Inventario, deberás abrir tres libros que te serán
necesarios para tu comodidad y buen orden: uno llamado Borrador,
otro llamado Diario y otro llamado Mayor,17 aunque algunos comer-
ciantes, dado el escaso volumen de sus negocios, emplean sólo dos, el
Diario y el Mayor. Comenzaremos tratando del primero, es decir, del
Borrador, y luego, a continuación, de los otros dos, de su naturaleza y
contenido, y de la forma en que deben ser llevados. Pero antes que
nada daremos su definición.

17 El nombre que da Pacioli al libro Borrador es el de Memoriale; el Diario lo llama


Giornale; y, finalmente, al libro Mayor lo denomina Quaderno, aunque, a veces,
lo llama también Libro Grande o, simplemente, Libro.

160
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Capítulo VI

DEL PRIMER LIBRO, LLAMADO BORRADOR;18 QUÉ SE ENTIENDE


POR ÉL, CÓMO SE HA DE LLEVAR Y POR QUIÉN

El Borrador es un libro en el cual el mercader escribe todos los ne-


gocios, grandes o pequeños, que realiza, día a día, y hora a hora. En
este libro anota minuciosamente todas las compras y ventas, así como
las otras operaciones que lleva a cabo, no dejándose ni una coma, de-
clarando el quién, el qué, el cuándo, el dónde, con toda claridad y de-
talle, como ya se ha explicado ampliamente al hablar del Inventario y
por ello no hace falta insistir más. Y muchos acostumbran a registrar
también su Inventario en este libro, pero como pasa por muchas ma-
nos y lo ven muchos ojos, no te recomiendo que relaciones en él to-
dos tus bienes muebles e inmuebles.

Este libro se lleva solamente a causa de la prisa y urgencia con


que se hacen los negocios, y por ello escriben en él tanto el patrón,
como los factores, dependientes y hasta las mujeres, si saben, en au-
sencia de unos y otros, pues un comerciante importante no tiene siem-
pre disponibles a estos efectos a los factores y dependientes, ya que
los envía allí o allá. De esta manera, algunas veces están todos ausen-
tes, el patrón y los demás, unos en las ferias, otros en los mercados,
etc., y sólo quedan en casa las mujeres o algún mozo, que quizás a
duras penas sepan escribir, pero para no ahuyentar a los clientes tie-
nen que atenderles y realizar las operaciones normales, cobrar el im-
porte de las ventas, o comprar y pagar, todo ello, claro está, de acuer-
do con las instrucciones recibidas del principal. Y ellos mismos deben,
en la medida de su capacidad, registrar en el Borrador todas las opera-
ciones que hagan, indicando simplemente los importes y el peso de
las mercancías objeto de las transacciones, así como la clase de mone-
da en la que cobran o pagan, porque en este libro no es necesario, co-
mo ocurre en el Diario o el Mayor, sacar a una columna de cantidades

18 En este contexto, Luca Pacioli además de llamar a este libro por el nombre que
habitualmente le da, Memoriale, lo llama también, alternativamente, Squartafoglio
o Vachetta.

161
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

todos los importes expresados en una sola moneda,19 pues el tenedor


de libros cuidará de arreglarlo y completarlo todo cuando pase las
anotaciones al Diario, como después se dirá.20

Al volver el principal, consultará el Borrador y se enterará así de


todos los negocios efectuados en su ausencia, registrándolos de nuevo,
si estima que no habían sido bien anotados. Por eso, les resulta muy
necesario este libro a quienes tienen muchos negocios, ya que sería
muy difícil y comprometido asentarlos directamente en limpio en los
libros oficiales, que deben ser llevados con toda pulcritud y esmero.

En este libro, así como en todos los demás, deberá ponerse antes
que nada una señal en la cubierta, por la parte de fuera, de manera
que cuando, por el transcurso de los negocios, se haya llenado de
anotaciones o cuando, pasado cierto tiempo, quieras abrir otro libro,
puedas distinguir uno de otro. Pues, en efecto, en diversos lugares se
acostumbra a veces a cerrar los libros cada año, aunque no estén com-
pletamente llenos o sean nuevos, y se abren otros, como después se
verá. Y, si se quiere proceder con el debido orden, en este segundo li-
bro habrá que poner una señal distinta a la del primero, de manera
que en cualquier momento se puedan localizar las anotaciones con
presteza. A este mismo objeto se pone también el año. Entre los verda-
deros católicos se acostumbra a señalar el primer libro con el glorioso
signo del que huye nuestro enemigo espiritual y ante el que tiembla
justamente toda la caterva infernal, es decir, con la señal de la Santa
Cruz, con la cual en tus tiernos años comenzaste a aprender el alfabe-
to.21 Y, en este caso, los libros siguientes los señalarás por orden con

19 La expresión que emplea Pacioli para indicar esta acción es la de cavar fore o
fora, es decir, sacar afuera, que es una expresión usada también en Castilla en esa
época, haciendo referencia a que la cantidad se sacaba fuera del cuerpo del asien-
to, para colocarla en la columna de cantidades.
20 La denominación que emplea Pacioli para designar al tenedor de libros es la de
quaderniere, es decir, el encargado de llevar el Quaderno o libro Mayor. En Casti-
lla pasaba algo parecido, pues, en ocasiones, se le llamaba caxero, o sea, el en-
cargado de llevar el libro de Caxa, como en aquella época se denominaba el Ma-
yor.
21 Curiosamente, cerca de trescientos años después, los contables del Banco Nacio-
nal de San Carlos, antecesor directo del Banco de España, señalaron el primer li-
bro Mayor de su Teneduría General, correspondiente al año 1783, con este mismo
signo de la cruz, lo que demuestra la pervivencia de estas costumbres piadosas:
“Libro maior † de la Tened.a General del Banco Naz.l de S.n Carlos”, libro 69, Ar-
chivo Histórico del Banco de España. Madrid.

162
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

las letras del alfabeto, o sea, con la A el segundo, con la B el tercero y


así sucesivamente. Con esto, los primeros libros reciben el nombre de
Borrador de la Cruz, Diario de la Cruz, Mayor de la Cruz, Índice o Re-
pertorio de la Cruz,22 etc., y los segundos, el de Borrador A, Diario A,
Mayor A, etc.

En todos estos libros, por muchas razones y cautelas que deben


tener sus propietarios, conviene numerar los folios, aunque muchos di-
cen que tal práctica no es necesaria en el Diario ni en el Borrador, por-
que las anotaciones se registran en ellos día a día, una debajo de la
otra, y ello es suficiente para localizarlas. Tal argumento sería válido si
las operaciones de un día cupieran en un solo folio, pero vemos que
muchos traficantes importantes llenan no un folio, sino dos o tres en
un solo día, de manera que si alguien quisiera actuar fraudulentamente
podría cortar y quitar uno de ellos, sin que tal hecho pudiera ser ad-
vertido ni descubierto en razón de la fecha, porque los días aparece-
rían en sucesión regular, sin ninguna interrupción por el hecho de ha-
berse quitado un folio. De forma que, por esta razón, y también por
otras asimismo importantes, es conveniente numerar y marcar todas las
hojas de los libros de cuentas, sean éstos de la casa o de la tienda.

Capítulo VII

DE CÓMO EN MUCHOS LUGARES SE DEBEN AUTENTICAR 23


TODOS LOS LIBROS DE LOS MERCADERES, Y POR QUÉ Y POR QUIÉN

En diversos lugares en los que he estado se tiene la buena costum-


bre de llevar y presentar estos libros en una determinada oficina o
centro oficial de mercaderes, como es, por ejemplo, el consulado de la
ciudad de Perusa, donde se declara que aquéllos son los libros que

22 Se refiere al índice o repertorio del libro Mayor.


23 Luca Pacioli emplea el término autenticare, cuya traducción literal autenticar se
emplea también en español, en su primera acepción, de acuerdo con el Dicciona-
rio de la Lengua Española, editado por la Real Academia Española, con el mismo
sentido de “autorizar o legalizar alguna cosa”. Sin embargo, debe recordarse que
el término utilizado oficialmente en España en la actualidad para indicar la acción
expresada, según el artículo 27 del Código de Comercio en la redacción vigente
desde el 1º de enero de 1990, es el de diligenciado o legalización de los libros.

163
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

quieres escribir o hacer escribir por mano de Fulano de Tal para regis-
trar ordenadamente todos tus negocios, diciendo en qué moneda los
quieres llevar, es decir, en lire de picioli 24
o lire de grossi, o bien en

24 La cuestión de la unidad de cuenta empleada por Pacioli en los ejemplos de


asientos contables que ofrece ha dado lugar a muchas confusiones. Por otra parte,
reviste singular importancia a la hora de distinguir dos partes diferentes en el Tra-
tado. Por ello, resulta conveniente esclarecer con detenimiento las distintas clases
de unidades monetarias utilizadas en Venecia.
En la época de Pacioli se empleaban en Venecia dos unidades monetarias: la lira de
piccioli y la lira de grossi. La lira di piccioli era el sistema principal o real, el que se
empleaba en los pagos, y perduró desde el siglo X hasta la introducción del sistema
decimal en 1806. Se derivaba directamente de la libra de Carlomagno y como ella te-
nía 20 sueldos y cada sueldo tenía 12 dineros. Durante mucho tiempo la única mo-
neda acuñada de este sistema fue el dinero, también llamado piccolo, que era una
moneda de plata. La continua disminución del peso de metal fino contenido en el di-
nero hizo que, en 1200, tuviera que empezar a acuñarse el grosso, al mismo tiempo
que el dinero, con un valor de 26 dineros. En 1284 se comenzó a acuñar el ducado
de oro y al cabo de dos siglos se había producido tal desbarajuste monetario, con las
sucesivas disminuciones de peso de las monedas, que, en 1472, se dejó de acuñar el
grosso y, en cambio, se comenzó a acuñar la lira, siendo ésta la primera vez que apa-
reció la lira como moneda real. Haciendo referencia al nombre del dux que inició su
acuñación, Nicolo Tron, durante siglos se la conoció como la Lira Tron. Tampoco
pudo librarse de una continua degradación de su contenido metálico.
Por su parte, la lira di grossi era una simple moneda de cuenta, sin existencia real,
que comenzó a usarse desde el siglo XIII, para paliar los inconvenientes que las
frecuentes alteraciones monetarias le producían al comercio y al sistema de pagos,
en general. Su vigencia se prolongó hasta el siglo XVI. La lira di grossi se dividía
en 20 sueldos y valía 10 ducados. Cada sueldo valía 12 grossi y cada grosso valía,
a su vez, 32 piccioli. Estos grossi y estos piccioli no existían tampoco en la reali-
dad, pues eran simples monedas de cuenta, y para distinguirlos de los reales eran
llamados grossi de oro y piccioli de oro. Ver W.-A. Shaw: Histoire de la monnaie
1252-1894, París, Guillaumin et Cie., 1896, 251 ss.
Estas dos formas de notación de los importes son, por otra parte, expuestas por
Alvise Casanova en su obra Specchio lucidissimo..., publicada en Venecia el año
1558. En efecto, en el primer folio de su libro, después de la dedicatoria, párrafo
tercero, dice así: “Non si denno tener piu dì due qualità de Caratteri, Luna serà a
lire de grossi, e l’altra a lire de piccioli, quella delle lire de grossi, sono per quelli,
che fanno grosse mercantie... I Libri veramente, che si hanno a tener a lire de pic-
cioli: questi sono per Botteghieri”. O sea, “No se deben usar más que dos clases de
notación, una es la de liras de grossi y la otra es la de liras de piccioli. La de liras
de grossi es para los que operan al por mayor... Los libros que verdaderamente
han de llevarse en liras de piccioli son los de los tenderos”.
Domenico Manzoni, en su libro Quaderno doppio col suo giornale..., impreso en
Venecia por primera vez en 1534, aunque se cita de la edición de 1540, en el folio
señalado con * vº (capítulo XIV), había ya explicado ampliamente estos dos siste-
mas monetarios, dando noticia además de una tercera variante: “Comunamente due
sono le sorti di monete che si usano, nel vendere et comprare. La prima è quella che
dal vulgo molto e frequentata, la quale si vede, et con mano si tocca, cioe L S P, et
con questa moneta comunamente si comprano quelle cose che sono necessarie a
l’uso comune, la quale si divide a questo modo, che soldi 20 fanno una lira, e piccio-
li 12 fanno un soldo, et propriamente sono dimandate, lire de picciole a moneta co-
mune. Un’altra sorte di moneta vi è, che molto fra mercadanti de qui è usitata, la
quale quantunque la non si veda, ne si tocchi come quella di sopra, nondimeno la
s’intende in vero essere come se aponto la se maneggiasse, et è quella con la quale si
vende e compra quasi ogni sorte di mercantie. Adunque questa sorte di moneta, in
tal modo se divide, che 24 grossi fanno un ducato, et 32 piccioli fanno un grosso, in-
tendendo piccioli a oro, et non a moneta, che uno picciolo a oro ne fa quasi doi a
moneta, che venia a essere piccioli et 15 sedecimi luno, a ponto. Con le quali due
sorti di monete, molti libri fra mercanti e altri, si introvino esser tenuti, che uno tene-
ra li soi conti a L S P, un’altro a Ducs G P, como di sopra al capo 8 fu detto. Ma altri
mercadanti, tengono un’altra sorte di moneta la quale a ponto è quella che noi usia-

164
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

ducados y liras, o en florines y sueldos y dineros, o en onzas, tarines,25


granos, dineros, etc., extremo que un buen mercader debe consignar
siempre en el primer folio de todos sus libros. Y si posteriormente se
mo nel quaderno et è dimandata a lire di grossi, la quale in tal modo si divide, che
una lira prima s’intende esser dieci ducati, poi le ditte lire si dividono in soldi, li soldi
in grossi, et li grossi in piccioli, che soldi 20 fanno similmente una lira, et grossi 12
fanno un soldo, et 32 piccioli fanno un grosso, come di sopra. Cioe piccioli a oro, che
a moneta comune verriano a essere piccioli 62 per grosso, percio che ogni grosso a
oro viene a essere S 5 P 2 a moneta comune. Et questo è perche il ducato corrente
s’intende L 6 S 4, a moneta comune. Adunque, se dieci ducati fanno una lira, et
una lira sonno 20 soldi a oro, come è detto, ogni ducato viene a essere doi soldi, che
sono aponto 24 grossi, pur a oro”. Es decir, “comúnmente son dos las clases de mo-
nedas que se usan para vender y comprar. La primera es la más utilizada por la
gente, y es la que se ve y se toca con la mano, es decir L (liras) S (sueldos) P (pic-
cioli), y con esta moneda se compran normalmente las cosas que son necesarias en
la vida corriente; se divide de esta manera: 20 sueldos hacen una lira y 12 piccioli
hacen un sueldo; esta clase de moneda se llama propiamente liras de piccioli en
moneda común. Hay otra clase de moneda que usan mucho los comerciantes, la
cual, aunque no se vea ni se toque como la anterior, no por ello se usa menos que
si se pudiera hacerlo, y con ella se vende y compra cualquier tipo de mercancías.
Esta clase de moneda se divide de tal forma que 24 grossi hacen un ducado, y 32
piccioli hacen un grosso (grueso), entendiendo que son piccioli en oro, y no en mo-
neda, pues un piccioli en oro vale casi dos en moneda, concretamente uno y 15
dieciseisavos. En estas dos clases de monedas se llevan muchos libros de mercade-
res y de otras personas, y así el uno llevará sus cuentas en L S P y el otro en Ducs
(ducados) G (gruesos) P (piccioli), como anteriormente se dijo en el capítulo 8. Sin
embargo, hay otros mercaderes que utilizan otra clase de moneda, la cual es preci-
samente la que nosotros empleamos en el libro mayor; esta moneda se llama liras
de grossi y se divide de manera que una lira vale, en primer lugar, diez ducados;
por otra parte, la lira se divide en sueldos, los sueldos en gruesos, y los gruesos en
piccioli, de modo que 20 sueldos valen una lira, y 12 gruesos hacen un sueldo, y 32
piccioli hacen un grueso, como en el caso anterior. Se entiende piccioli en oro, pues
en moneda común serían 62 piccioli por grueso, ya que cada grueso en oro equiva-
le a S (sueldos) 5 P (piccioli) 2 en moneda común. Y esto es así porque un ducado
corriente vale L (liras) 6 S (sueldos) 4 en moneda común. En consecuencia, si diez
ducados hacen una lira, y una lira vale 20 sueldos en oro, como se ha dicho, cada
ducado valdrá dos sueldos, que son precisamente 24 gruesos, todo ello en oro”.
Este mismo sistema de unidades de cuenta en liras, sueldos, gruesos y piccioli es el
que emplea también Giovanni Antonio Tagliente en la parte sobre partida doble inclui-
da en su libro Luminario de Arithmetica, impreso en Venecia el año 1525. En cambio,
en la parte de ese mismo libro en el que explica un sistema contable llevado simple-
mente en un solo libro, el mayor, emplea una moneda de cuenta distinta, las liras,
sueldos y dineros, que era el sistema de unidades de cuenta utilizado en Florencia.
Como en seguida veremos, y él mismo indica de forma expresa, en los treinta y cin-
co primeros capítulos Pacioli emplea en las columnas de cantidades del Diario y del
Mayor la lira de grossi, en oro, como unidad de cuenta. En el texto de los asientos
acostumbra a emplear los ducados, divididos en grossi y piccioli. Esta misma unidad
de cuenta es la que consigna en la columna de cantidades del Borrador. En cambio,
en los ejemplos de asientos contables que ofrece en el capítulo XXXVI y secciones
siguientes, utiliza como unidad de cuenta las liras, sueldos y dineros, que era el sis-
tema monetario de cuenta empleado por los tenedores de libros florentinos.
25 La expresión empleada por Pacioli es la de tari, que según dice Jäger en su tra-
ducción del Tratado de Luca Pacioli el tari era, cuando él redactó su escrito, una
moneda napolitana de un valor aproximado de 6 Groschen, es decir, de 60 cénti-
mos de marco. Del origen del tari habla Robert S. López en su artículo “Settecen-
to anni fa: Il ritorno all’oro nell’Occidente duecentesco”, en Quaderni della Rivista
Storica Italiana, núm. 4, págs. 6 s. En España también se conocía el tarín, que era
una moneda de plata, pequeña, con el valor de ocho cuartos y medio. Parece que
la palabra procede del árabe tari y tenía el significado de fresco, reciente, de don-
de pasó a aplicarse a esa moneda de nuevo cuño.

165
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

cambiase la persona que se declaró que iba a llevar los libros, conven-
drá hacerlo constar también en la citada oficina. El escribano inscribirá
todos los extremos declarados en los libros registro de la oficina, indi-
cando cómo en tal día presentaste tales y tales libros, señalados con tal
signo, llamado el uno así y el otro asá, de los cuales el uno tenía tan-
tos folios y el otro tantos, y que estos libros habrían de ser llevados
personalmente por ti o por mano de Fulano de Tal, aunque en uno,
llamado Borrador, o bien Vacchetta o según otros Scartafaccio, podría
efectuar anotaciones cualquiera de los miembros de la casa por las ra-
zones ya indicadas. Después, dicho escribano consignará todos estos
extremos de su propia mano, en nombre de la oficina, en el primer fo-
lio de tus libros, dando fe de ellos, y estampará el sello de la oficina
en testimonio oficial que te servirá en todos los juicios que pudieran
producirse.

Esta costumbre debe ser muy ensalzada, lo mismo que los lugares
que la observan, pues de hecho muchos mercaderes llevan dos juegos
de libros: uno que muestran al comprador y otro que enseñan al ven-
dedor, y, lo que es peor todavía, juran y perjuran tanto sobre el uno
como sobre el otro, práctica que es absolutamente reprobable. La pre-
sentación de los libros en la citada oficina hace menos fácil mentir y
defraudar al prójimo.

Después de haber presentado los libros, y de tenerlos debidamen-


te señalados y ordenadamente registrados, podrás volver a casa con la
bendición de Dios, preparado ya para empezar a anotar tus negocios.
Y, en primer lugar, deberás pasar por orden todas las partidas del In-
ventario al Diario, como se explicará posteriormente, pero antes ten-
drás que aprender a llevar el Borrador.

Capítulo VIII

CÓMO SE DEBEN ASENTAR LAS PARTIDAS EN EL BORRADOR,


CON EJEMPLOS DE ELLO

Si tienes buena memoria, recordarás cómo he dicho ya que todos


los tuyos pueden efectuar anotaciones en el Borrador, o Vacchetta o
Scartafaccio, como otros lo llaman. Por tal circunstancia, no es oportu-

166
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

no dar reglas rigurosas sobre la forma de hacer estas anotaciones, pues


algunos de tu casa serían capaces de entenderlas, pero otros no.

Lo que se acostumbra a hacer normalmente es lo siguiente: supon-


gamos que has comprado algunas piezas de paño, digamos 20 paños
blancos de Brescia, al precio de 12 ducados cada uno. Bastará con que
anotes simplemente esta partida: Este día hemos o he comprado al se-
ñor Felipo de Rufoni, de Brescia, 20 paños blancos brescianos, situa-
dos en el almacén de Stefano Tagliapietra, y cada una de las piezas tie-
ne una longitud de tantas brazas, al precio de tantos ducados cada
una, y están marcadas con tal número. Asimismo indicarás si los paños
son a tres lizos o bien lisos, bajos o altos, finos o medianos, de Bérga-
mo o de Vicenza, de Verona o de Padua, de Florencia o de Mantua,
etc., y también detallarás, en su caso, si en la compra intervino un co-
rredor y si el pago fue todo al contado, o parte al contado y parte a
plazo, y dirás a cuánto tiempo, o bien si fue parte en efectivo y parte
en género, y en tal caso especificarás el género, la cantidad, el peso o
la medida, y cuál era el precio del millar, del centenar, de la libra o de
la unidad de cuenta empleada. Y si el pago se aplazó totalmente, indi-
carás el plazo: por ejemplo, si fue a las galeras de Beirut o a las de
Flandes,26 o al retorno de las naves, etc., y en tal caso especificarás la
fecha de llegada de las mismas, y si el plazo fuese a una feria o a otra
solemnidad, como la de la Ascensión próxima futura o de la Pascua de
Navidad o de Resurrección, o del Carnaval, etc., también lo especifica-
rás, de acuerdo con lo que se haya concertado en la operación. En fin,
puede decirse que en el Borrador no conviene omitir ningún detalle;
por el contrario, si fuera posible convendría incluso escribir al pie de
la letra las mismas palabras que se hubiesen pronunciado, porque co-
mo se decía al hablar del Inventario para el comerciante toda claridad
es poca.

26 En su transcripción del Tratado de Luca Pacioli de 1878, Vincenzo Gitti indica, en


nota de pie de página, que a la sazón zarpaban de Venecia, en fechas estableci-
das, dos flotas de galeras mercantiles, una con destino a Siria, que sería la que Pa-
cioli llama de Beirut, y la otra para Flandes.

167
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Capítulo IX

DE LAS NUEVE MANERAS EN QUE LOS MERCADERES


ACOSTUMBRAN A COMPRAR, Y DE LAS MERCADERÍAS
QUE LAS MÁS DE LAS VECES SE HAN DE COMPRAR A PLAZO

Y puesto que estamos hablando de comprar, advierte que tus com-


pras pueden hacerse corrientemente de nueve maneras distintas, a sa-
ber: al contado; a plazo; contra entrega de género, transacción que
normalmente se llama barata;27 parte al contado y parte a plazo; parte

27 La expresión empleada por Luca Pacioli es literalmente la siguiente: “overo alincon-


tro dar robba. Qual acto communamente e ditto baratto”. De esta manera, baratto
puede traducirse simplemente por trueque o permuta, como han hecho práctica-
mente todos los traductores consultados. El baratto era una operación muy corrien-
te en Italia a la sazón y tenía sus peculiaridades específicas, que la diferenciaban
del simple trueque, propiamente dicho, como se aprecia más adelante, en el capítu-
lo XX, en el que se explica la contabilización de las operaciones de baratto. Por
otro lado, en otra parte de su Summa, que se indica en el citado capítulo, Pacioli
trata abundantemente del baratto y de sus clases; allí se comprueba que, efectiva-
mente, era una operación con diversas variedades. Teniendo en cuenta que en cas-
tellano existe también la expresión barata, con el mismo significado de trueque,
cambio, en su segunda acepción, de acuerdo con el Diccionario de la Lengua Espa-
ñola, se ha optado por este término para traducir la expresión italiana. La tercera
acepción de barata es la de mohatra, venta fingida. De hecho, en el diccionario de
Sebastián de Covarrubias, Tesoro de la Lengua Castellana, o Española, impreso en
Madrid el año 1611, por baratar se entendía: “trocar unas cosas por otras; y de aquí
se dixo baratillo, cierta junta de gente ruyn, que a boca de noche se juntan en un
rincon de la plaça y debaxo de capa venden lo viejo por nuevo y se engañan unos
a otros”. Joan Corominas, en su Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Caste-
llana, Madrid, 1980, recoge también este matiz de fraude y engaño contenido en el
concepto. Dice así: “El sustantivo barato es derivado del antiguo verbo baratar, h.
1250, ‘hacer negocios’, ‘alterar el precio de algo para ganar dinero’, ‘trocar, permu-
tar’ (acepción usual aún en el S. XVII)”. Sea como fuere, lo cierto es que, aunque
se haya elegido esta palabra como traducción menos infiel, o más alertadora y me-
nos neutra, de la expresión baratto empleada por Pacioli, la misma no se puede
identificar plenamente con lo que el término italiano significaba en su mundo de
los negocios de esa época o de poco después. En efecto, aunque importada proba-
blemente del vocabulario mercantil italiano, como tantos otros términos empleados
en el comercio, el significado original de barata o mohatra, como también se la lla-
maba en la jerga mercantil, había evolucionado hasta convertirse en la Castilla del
siglo XVI en una operación doble, de venta a plazo de unas mercancías a un alto
precio, seguida de una recompra al contado a un precio más bajo. Esta operación
se consideraba altamente reprobable por los juristas y moralistas de la época, por
cuanto encubría una operación de préstamo, cuando no un abuso leonino. La ope-
ración estaba perfectamente definida y catalogada, mereciendo amplia atención por
parte de los tratadistas. Ver, por ejemplo, Tomás de Mercado: Summa de tratos, y
contratos, Sevilla, 1571, Capítulo XXI, De las baratas, folios 106 rº a 109 vº, o el ju-
rista Francisco García, que sigue en este aspecto a Mercado: Del tratado utilissimo y

168
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

al contado y parte en género; parte en género y parte a plazo; por una


libranza u orden de pago;28 parte por libranza y parte a plazo; y, final-
mente, parte por libranza y parte en género. Estas nueve son las mane-
ras en que la mayor parte de las veces se acostumbra a comprar.

muy general de todos los contractos quantos en los negocios humanos se suelen of-
frecer, Valencia, 1583, Capítulo 22, De las ventas licitas o illicitas por razon del fin: y
particularmente de las baratas, o mohatras, págs. 586 a 603.
28 La expresión empleada por Luca Pacioli es exactamente la siguiente: “overo per as-
segnatione de ditta”. El término ditta significa actualmente, en italiano, razón so-
cial, empresa o firma. Algunos traductores han traducido la expresión por letra de
cambio o giro, como hacen por ejemplo R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston
que dicen simplemente en inglés “by draft”, y otros por orden de pago contra una
empresa, como Ernst Ludwig Jäger, que la traslada al alemán diciendo: “Anweisung
einer Firma”. Sin embargo, originalmente, con anterioridad a los tiempos de Luca
Pacioli, el término ditta o detta tenía otro significado específico, el de una orden
de pago oral —de ahí el nombre de ditta— dada a un banco por el cliente o paga-
dor en presencia del beneficiario, como explica Federigo Melis: “una girata orale,
pronunciata dal beneficiario alla presenza del trattario, a somiglianza di quanto
avveniva fra girante e giratario di conto presso le banche di giro”. (Ver su trabajo:
“Una girata cambiaria del 1410 nell’Archivio Datini di Prato”, en Federigo Melis: La
banca pisana e le origini della banca moderna, Florencia, 1987, pág. 303). Precisa-
mente, a propósito de esta cuestión se originó hace algunos años una conocida e
interesante polémica entre Abbot P. Usher y Raymond de Roover, por un lado, y
Federigo Melis, por el otro, pues los primeros tendían a pensar que en la Italia del
siglo XIV todas las órdenes de pago a los bancos debían ser transmitidas oralmente
y requerían necesariamente la presencia de las dos partes. Melis, por el contrario,
defendía que, aunque ésta fuera la costumbre corriente, ello no excluía la existen-
cia de órdenes de pago escritas, antecedente de los modernos cheques, que po-
dían ser entregadas al banco por mensajeros o, incluso, por los propios beneficia-
rios, sin que fuera necesaria la presencia de los ordenantes.
En nuestro caso, parece que la interpretación correcta de las palabras de Pacioli
tiene que ser la de libranza u orden de pago escrita contra un banco, mientras que
la modalidad de pago por banco que el autor cita posteriormente, en el capítulo
XIX, al lado de la de la ditta, en una nueva relación de formas de pago de las
compras más amplia que la que presenta aquí, debe de referirse al abono directo
en cuenta, por traspaso desde la cuenta del pagador. Volveremos sobre ello en ese
momento. De cualquier forma, no puede descartarse totalmente que el término
ditta, tal como lo emplea Pacioli, pudiera significar en algún caso simplemente una
libranza, con independencia de quién fuera el librado.
Por otra parte, y a título de curiosidad, diremos que la práctica de la ditta en su
sentido original de orden oral, empleada también en el caso de las órdenes de
transferencia bancaria de cuenta a cuenta, incluso cuando la cuenta del abonado
no se llevaba en el mismo banco, se conocía todavía en Castilla a comienzos del
siglo XVII, como se refleja en el célebre manuscrito de Juan López Ossorio relativo
a las ferias de Medina del Campo, terminado según parece en 1616, aunque referi-
do a los buenos tiempos de las ferias, 40 ó 50 años antes. En efecto, dice así López
Ossorio: “El que había de pagar a quien debía, llegábase al Banco con quien tenía
armada cuenta, y decía: —Debe Pedro, por Juan tantos mil maravedís, que le da
por obligación—. Y si era por cédula de cambio, decían lo mismo. Y si la persona
que cobraba esta partida tenía su cuenta en el mismo Banco, quedábase allí, y

169
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Y si compraras de alguna otra forma, harás bien en cuidar de con-


signarla, o de que otros la consignen por ti, en el Borrador, con cuida-
do y exactitud.

Cuando hagas las compras a plazo, describe punto por punto la


operación en el Borrador, tal como se ha producido, en sus mismos
términos, o bien haz que otro la describa por ti. Estos casos se acos-
tumbran a producir a veces cuando se compra hierba o cereal para fo-
rraje 29, vino, sal o cueros y sebo a los carniceros. En estos casos el
vendedor se obliga ante el comprador a entregarle toda la hierba que
recoja en el momento de cumplirse el plazo, y el carnicero te vende y
promete todos los cueros, pieles y sebo que obtenga aquel año en su
carnicería, tal clase a tanto la libra, tal otra a tanto, y así el sebo de
buey, de cordero, y las pieles de cordero negro a tanto el centenar, y a
tanto las pieles de cordero blanco, etc.30 Lo mismo ocurre en el caso de
la hierba o cereal de forraje, en el que se especificará el precio por
unidad de medida, tanto al millar y tanto al staro o al moggio, o por
cesto de cereal, según lo acostumbrado en Chiusi, localidad del térmi-
cuando pasaban las partidas del Manual al Mayor de Caja, hacía el Banco acreedor
al que cobraba y deudor al que pagaba, a cada uno en la cuenta que les tenía ar-
mada; y si el que cobraba tenía cuenta en otro cambio, acabada de asentar la parti-
da en el Manual, decía: —Pasa a Fulano—, que era el cambio donde tenía su
cuenta, y ponía al pie de la partida el nombre del cambio del que cobraba; y los
cambios tenían armadas sus cuentas unos con otros de estas partidas que se pasa-
ban, y cada dos días referían los cambios unos con otros estas cuentas para ver
quién debía a quién, y al fin de los pagos pagábale un cambio a otro lo que se al-
canzaba”. Aparte de demostrar la plena vigencia de las órdenes orales en la prácti-
ca bancaria española en ese momento ya tardío, el anterior pasaje nos ofrece una
magnífica descripción de cómo funcionaba la compensación bancaria en las ferias
castellanas en los primeros siglos de la Edad Moderna. Ver mi trabajo: “La banca
en el alba de los tiempos modernos. Modelos bancarios en Castilla y Aragón en la
España de los siglos XV y XVI”, en Pedro Puy Fraga (coordinador): Estudios en Ho-
menaje al profesor Carlos G. Otero Díaz, Universidade de Santiago de Compostela,
Facultade de Dereito, Santiago de Compostela, 1991, págs. 65 s.
29 Los términos que emplea Pacioli son: “Como se costuma ale volte farse de guati o
vero biade”. La traducción normalmente empleada es la que hemos dado: “hierba”
y “cereal de forraje”. Sin embargo, Pierre Jouanique opina que la traducción correc-
ta de guati es la de hierba pastel o glasto, de cuyas hojas se obtiene una sustancia
tintórea que sirve para teñir de azul. Esto explicaría que, según Pacioli, dicha hier-
ba se comprara por cestos y no por carros, como era lo habitual para la hierba y el
heno. El nombre de esta hierba pastel en italiano moderno es el de guado. Por
otra parte, el término biade que hemos traducido por cereal de forraje, que es su
significado moderno, podría tener quizás también el sentido de sustancia tintórea
en el texto de Pacioli, pues aún hoy la expresión biadetto, es decir, en diminutivo,
significa materia de color azul usada por los pintores.
30 En mi reciente libro, titulado Noticia del abastecimiento de carne en la ciudad de Bur-
gos (1536-1537). Libro Mayor del obligado de las carnicerías, Madrid, Banco de Espa-
ña, Servicio de Estudios, 1992, se da cuenta, efectivamente, de un contrato de compra-
venta de los pellejos de los carneros sacrificados concertado en los términos descritos.

170
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

no de Perusa, o de hierba, como en nuestro Borgo Sansepolcro, o en


Mercatello, Santangelo, Città di Castello, Forli, etc.31

Después de anotar todo esto en el Borrador, el buen tenedor de li-


bros, al cabo de cuatro o cinco días, u ocho, a lo sumo, lo pasará al Dia-
rio, día por día, por el orden en que se hayan producido las operacio-
nes. Aunque hará una diferencia, pues no será preciso que en el dicho
Diario se extienda en tantos detalles como en el Borrador: bastará con
que haya anotado las cosas bien detalladas en éste, ya que después, en
el Diario, hará referencia siempre a esas anotaciones. En cambio, es muy
importante que, los que lleven los tres libros indicados, no pongan nada
en el Diario que no hayan consignado previamente en el Borrador. Sea
suficiente lo dicho en relación con el orden que debe tener el Borrador
llevado por ti personalmente o por otra persona en tu nombre. Y advier-
te de pasada que, de las mismas maneras en que tú puedes comprar a
otros, puedes vender, es decir, pueden comprarte otros a ti. Por eso, no
me detendré en las ventas, ya que tú, por ti mismo, conociendo las for-
mas de comprar, podrás aplicarlas al caso de las ventas.

Capítulo X

DEL SEGUNDO LIBRO PRINCIPAL DE LOS MERCADERES,


LLAMADO DIARIO; DE LO QUE ES Y DE CÓMO SE DEBE
LLEVAR ADECUADAMENTE

El segundo libro principal de los mercaderes se llama Diario y, co-


mo ya se ha dicho, debe tener la misma señal o signo distintivo que ha-
yamos puesto en el Borrador; asimismo deben signarse también todos
sus folios de igual manera. Por las razones indicadas, al comienzo de
cada folio pondrás siempre el año y el día. En primer lugar, pasarás or-

31 Las palabras que emplea Pacioli son la siguientes: “al Borgo Sansepolcro nostro.
Mercatello. Santangnilo. Cita de Castello. Furli etc.” Normalmente la traducción da-
da por los traductores ha sido la de: “en nuestro mercadillo de Borgo Sansepol-
cro…” Sin embargo, Pierre Jouanique me hace notar la posibilidad de que el térmi-
no Mercatello se refiera a la población de este nombre, situada a orillas del río
Metauro, precisamente en la confluencia de los torrentes Meta y Auro que dan ori-
gen a dicho río. Creo que el ilustre historiador francés de la contabilidad tiene toda
la razón, teniendo en cuenta la colocación del signo ortográfico de separación, así
como el hecho de que todas las poblaciones citadas se encuentran próximas unas
de otras. En efecto, el nombre de Santangelo puede referirse a dos poblaciones:
Santangelo in Lizzola, cerca de la costa y de Pesaro, y Santangelo in Vado, a orillas
del mismo río Metauro; Città di Castello se encuentra cerca de Sansepolcro, hacia
el sur; y Forli, la más lejana, se halla al norte, cerca de Rávena.

171
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

denadamente en dicho libro todas las partidas de tu Inventario, una


después de la otra, pues por ser este Diario tu libro secreto podrás ano-
tar en él tranquilamente todas tus posesiones en bienes muebles e in-
muebles, haciendo referencia siempre al folio en el que hubieras escrito
el Inventario, por ti mismo o por otra persona. Y guardarás este folio
en una caja o cajón, o en una carpeta, paquete o bolsa, que son las co-
sas que se usan para ello, como te indicaré al hablar de las cartas y de
los escritos sueltos. Las partidas del citado Diario deben ser redactadas
de un modo más escueto, sin adornos ni detalles superfluos, aunque
tampoco de manera demasiado sucinta, como te mostraré en seguida
con algunos ejemplos. Pero, primero, hay que hablar de dos términos
que se acostumbra a utilizar en esta muy excelsa ciudad de Venecia pa-
ra formular los asientos del Diario, como inmediatamente veremos.

Capítulo XI

DE LOS DOS TÉRMINOS QUE SE ACOSTUMBRA A UTILIZAR


SOBRE TODO EN VENECIA EN LOS ASIENTOS DEL DIARIO,
UNO LLAMADO POR Y EL OTRO LLAMADO A,
Y LO QUE SIGNIFICAN

Como se ha dicho, dos son los términos utilizados en el libro Dia-


rio, uno se llama Por y el otro se llama A, y tienen un significado com-
pletamente opuesto. Por indica siempre el deudor, o los deudores, si
hay más de uno; mientras que con A se designa al acreedor, o a los
acreedores que sea. Y nunca se asienta una partida ordinaria en el Dia-
rio, que luego haya de pasarse en el Mayor, en la que no se empleen
dichos términos. De los cuales, el primero, Por, se escribe siempre al
comienzo de cada partida, porque en primer lugar debe especificarse
el deudor, e inmediatamente después el acreedor, separados el uno del
otro por dos líneas o rayitas, de esta manera ||, como verás por el
ejemplo más adelante.32

32 A pesar de que Pacioli habla de unas virgolette, término italiano que en su acep-
ción moderna significa “comillas”, Fabio Besta ya indica en su conocida obra La
Ragioneria (vol. III, pág. 376) que el significado antiguo de virgolette era el de dos
líneas o rayitas. Basil S. Yamey hace referencia también a este hecho, especificando
que dichas rayitas eran oblicuas, en su artículo “Two Typographical Ambiguities in
Pacioli’s ‘Summa’ and the Difficulties of its Translators”, aparecido originalmente en
Gutenberg-Jahrbuch, Maguncia, 1974, y reimpreso posteriormente en Basil S. Ya-
mey: Essays on the History of Accounting, Nueva York, 1978. Efectivamente, en el

172
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Capítulo XII

DEL MODO DE ASENTAR Y DISPONER LAS PARTIDAS


DE DEBE Y HABER EN EL DIARIO, CON MUCHOS EJEMPLOS,
Y DE LAS OTRAS DOS EXPRESIONES EMPLEADAS EN EL MAYOR,
UNA LLAMADA CAJA Y LA OTRA CAPITAL,
Y QUÉ DEBE ENTENDERSE POR ELLAS

Y después de lo dicho, podrás ya comenzar, en el nombre de


Dios, a escribir en el Diario la primera partida de tu Inventario, es de-
cir, la cantidad de dinero contante y sonante que poseas. Para saber
pasar dicho Inventario al Mayor y al Diario, necesitas conocer otras
dos expresiones, la primera se llama Caja y la segunda Capital. Por
Caja se entiende la tuya propia, es decir, tu bolsa o portamonedas; por
Capital se entiende todo el patrimonio que poseas al presente. Al co-
mienzo de todos los Mayores y Diarios debe ponerse este Capital en el
haber, mientras la Caja se pone siempre en el debe. Y nunca, en nin-
gún momento de tu actividad mercantil, podrá ser la Caja acreedora,
sino sólo deudora, de forma que si en el balance del Mayor apareciese
como acreedora, ello indicaría que en dicho libro existía un error, co-
mo en su momento, después, se recordará someramente. Dicha partida
de dinero contante se asentará en el Diario de la siguiente manera.

supuesto contable incluido por Domenico Manzoni en su Quaderno doppio col suo
giornale, ya citado, se utilizan dos rayitas oblicuas delante del término A para sepa-
rar la cuenta deudora de la acreedora. Lo mismo se hace en la obra de Alvise Casa-
nova Specchio lucidissimo, asimismo citada, así como en la de Angelo Pietra In-
drizzo degli Economi, impresa en Mantua el año 1586. De cualquier forma, debe
advertirse que Luca Pacioli no consigna en este pasaje dos rayitas oblicuas, sino
verticales, y que luego, pese a sus palabras, en la formulación de los asientos que
ofrece en su texto como ejemplos prácticos, no utiliza ningún tipo de rayitas, ni
verticales ni oblicuas, sino simplemente uno o dos puntos. Sea como fuere, si-
guiendo el ejemplo de Pacioli, Johann Gottlieb, tanto en su libro Ein Teutsh vers-
tendig Buchhalten, publicado en 1531, como en el siguiente Buchhalten, zwey
künstliche unnd verstendige Buchhalten, aparecido en Nuremberg el año 1546, uti-
liza en los supuestos que ofrece de asientos de Diario dos líneas verticales, en la
forma que indica Pacioli, para separar la enunciación de las cuentas del debe y del
haber. Igual hace Wolffgang Schweicker en su obra Zwifach Buchhalten, sampt si-
nem Giornal, des Selben Beschlus, auch Rechnung zuthun etc., impresa en Nurem-
berg el año 1549. Según explica Schweicker, en el momento de componer su libro
se encontraba residiendo en Venecia. Lo anterior hace suponer que, a este objeto,
se utilizaban tanto las rayas verticales como las oblicuas. El hecho de que Pacioli
usara en los ejemplos prácticos uno o dos puntos, en lugar de las dos rayitas que
él mismo indica, se debería posiblemente a motivos de facilidad tipográfica.

173
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Forma de pasar los asientos en el Diario:33


M.CCCC.LXXXXIII, a 8 de noviembre, en Venecia
Deudor 1 1º Por Caja de contado: A Capital de mí, Fulano de Tal, por
raya del debe

Acreed. 2 el dinero en metálico que se encuentra al presente en mi caja, tanto en


oro como en monedas, de plata y cobre, de distinto cuño, como
aparece en el folio del Inventario, importando todo el oro tantos
ducados, y las monedas tantos, que en total, a nuestra manera ve-
neciana en oro, es decir, a 24 gruesos por ducado y a 32 picioli
por grueso, en liras de oro, valen 34
L(iras) S(ueldos) G(ruesos) P(icioli).

La segunda partida la asentarás así:


2º Por joyas montadas y sin montar de varias clases: A dicho Capital,
por tantos balajes montados, que pesan tanto, y tantos zafiros, y
rubíes y diamantes, etc., como aparece en el susodicho Inventa-
rio, que al valor común valen los balajes tanto, etc., y así indicarás
el valor común de cada clase, montando en total tantos ducados,
etc., valen L. S. G. P.
Y si has indicado ya el día y el deudor e incluso el acreedor, en el
asiento siguiente, siempre que no interpongas ningún otro, podrás de-
cir, para mayor brevedad: En dicho día, Por el dicho y A dicho.
3º Por plata labrada: A dicho, es decir, A Capital, por varias clases
de plata que poseo en estos momentos, es decir, tantas vasijas, tantos
escalfadores, tantas tazas, tantos tenedores, tantas cucharas, etc.,
que pesan en total tanto y valen L. S. G. P.

En estas primeras partidas distinguirás cada cosa de por sí, como


hiciste en el Inventario, y las valorarás según tu criterio a su valor co-
rriente, que procurarás sea más bien alto que bajo. Por ejemplo, si te
parece que una cosa vale 20, tú pon 24, y de esta manera será más fá-
cil que obtengas beneficio. Y así irás poniendo todas las cosas, una a
una, con sus pesos, cantidades y valores.

33 La raya vertical que, según se indica en el primer asiento, debe aparecer en su


margen izquierdo, corresponde a una señal que denota que la partida del debe ha
sido pasada al libro Mayor, como el propio Pacioli explica más adelante, en el ca-
pítulo XIV de su Tratado. Ver nota núm. 38.
34 Como se indica en el texto del asiento y se ha explicado ya ampliamente en una
nota anterior, en el sistema de unidades de cuenta empleado por Pacioli en los
ejemplos de asientos ofrecidos en su Tratado un ducado equivalía a 24 gruesos, y
un grueso valía 32 piccioli en oro. En la columna de cantidades se desarrollan es-
tas equivalencias en las distintas monedas de cuenta que componían el sistema de
la siguiente forma: una lira de grossi o en oro tenía 20 sueldos; cada sueldo valía
12 gruesos y cada grueso equivalía a 32 piccioli. De esta manera, una lira en oro
valía 10 ducados y cada uno de éstos, a su vez, equivalía a 2 sueldos, es decir, a
24 gruesos. Indican también estas equivalencias John Geijsbeek: Ancient Double-
Entry Bookkeeping, obra citada, pág. 86, y Luca Pacioli: Abhandlung über die
Buchhaltung 1494... von Balduin Penndorf, obra citada, pág. 105, nota 42.

174
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

4º Por vestimentas de lana: A dicho, por tantos vestidos de tal co-


lor, y de tal modelo, forrados, usados o nuevos, míos o de mi
mujer, o de mis hijos, cuyo valor, el uno con el otro, estimo en
total en tantos ducados, y por tantas capas o abrigos de tal color,
que describirás igual que hiciste con los vestidos, diciendo luego
que todas las partidas de vestimentas en total valen L. S. G. P.
5º Por ropa de lino: A dicho, por tantas sábanas, etc., y lo descri-
birás todo igual que está en el Inventario, que montan y valen

L. S. G. P.
6º Por edredones de pluma: A dicho, por tantas plumas, etc., y
describes la partida tal como está en el Inventario, que montan y
valen L. S. G. P.
7º Por jengibre ordinario: A dicho, por tantos bultos, etc., que
describirás tal como se contiene en el Inventario, y que de acuer-
do con la estimación corriente montan y valen tantos ducados
L. S. G. P.

De esta manera, por ti mismo, irás consignando también las parti-


das de todos los demás géneros, asentando una por separado para cada
género, como se ha hecho con el jengibre, y dándole el valor que ten-
ga corrientemente, como se ha dicho antes, e indicando asimismo la
cantidad, marca y peso, de igual forma que figuran en el folio del In-
ventario. En el texto del asiento podrás valorar el género en la moneda
que tú quieras, pero procurarás emplear siempre la misma moneda al
sacar el valor de las partidas en la parte o columna de fuera, pues no
estaría bien que en esta columna se empleasen distintas clases de mo-
neda. Y cerrarás todas estas partidas del Diario, una a una, tirando una
raya por debajo desde la parte en que comienza el texto hasta que se
acaba y empieza la cantidad que se pone en la columna de fuera. Ce-
rrarás del mismo modo las partidas del Borrador, y a medida que las
vayas pasando al Diario, las cancelarás en el Borrador, atravesando ca-
da una de ellas con una raya transversal de esta forma /, con lo cual in-
dicarás que la partida ha sido pasada al Diario. Y si no quisieras cruzar
las partidas con una raya, puntearás la primera letra de la partida, o
bien la última, como se ha hecho al comienzo de ésta.35 O bien harás
cualquier otra señal que te recuerde que la partida ha sido pasada ya al
Diario. Y aunque tú, por ti mismo, puedas idear muchas marcas o seña-
les variadas y diversas, siempre deberás procurar emplear las que los
otros mercaderes del lugar acostumbren a utilizar, de forma que no pa-
rezca que te quieres apartar de los usos y costumbres mercantiles.

35 La expresión empleada literalmente por Pacioli es la de: “tu lanciarai la prima let-
tera”, es decir, “tú lancearás la primera letra”, haciendo referencia al gancho o
punta de lanza que hacen aún hoy los contables al puntear las partidas o las can-
tidades. También Florence Edler hace referencia a este término con el mismo sig-
nificado. Ver su obra ya citada: Glossary of Mediaeval Terms of Business, páginas
148 s. En cualquier caso, pese a sus palabras, el punteo anunciado por Pacioli no
aparece en el lugar indicado.

175
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Capítulo XIII

DEL TERCERO Y ÚLTIMO LIBRO PRINCIPAL DE LOS MERCADERES,


LLAMADO MAYOR, CÓMO HAY QUE LLEVARLO, Y DE SU ÍNDICE O
ALFABETO, CÓMO DEBE ORDENARSE, SIMPLE O DOBLE 36

Después de haber pasado ordenadamente todas las partidas al Dia-


rio, deberás sacarlas de allí y pasarlas al tercer libro, llamado Mayor,
que normalmente acostumbra a tener doble número de folios que el
Diario. Será conveniente que este libro Mayor tenga un Índice o Alfabe-
to, también llamado por algunos Repertorio o Trovarello; los florentinos
lo llaman Stratto. En este Índice pondrás todas las cuentas deudoras y
acreedoras que tengas, con indicación del número de su folio, ordena-
das por la letra con la que comiencen, es decir, aquellas que comiencen
por A, en la letra A, etc., y, dentro de cada una de ellas, por las letras
que correspondan, si es que el índice lo llevas de forma doble. Convie-
ne que el libro Mayor lleve la misma señal o marca que pusiste en el
Borrador y en el Diario, y que sus folios estén numerados, inscribiendo
el año arriba de todo, tanto en un lado como en el otro.

36 A pesar de que Pacioli distingue en el título, como se ve, entre índice simple y do-
ble, luego en el texto del capítulo no ofrece ninguna explicación de esta cuestión,
aunque en la traducción se ha procurado salvar esta omisión. Karl Peter Kheil ex-
plica la diferencia entre el índice simple y el índice doble, al ocuparse del texto de
Jehan Ympyn. En el índice simple, se destina simplemente una página del cuader-
no para cada letra del alfabeto y en ella se consignan las cuentas cuyo epígrafe o
nombre de pila de los titulares comienza por esta letra, indicando los respectivos
folios. En esa página, los títulos de las cuentas se van inscribiendo sin ningún or-
den, a medida que se van abriendo en el libro Mayor. En cambio, en el índice do-
ble, dentro de la página o doble página destinada a cada letra, se relacionan, a su
vez, todas las letras, con un espacio reservado a cada una de ellas, formando una
subdivisión alfabética. Las cuentas se inscriben en la subdivisión que les correspon-
da atendiendo a la primera letra del apellido, si se trata de una cuenta personal, o
de la segunda palabra de su título, en otro caso. Ver Karl Peter Kheil: Historia de la
Contabilidad, Alicante, 1902, pág. 71 ss. Más recientemente, Basil S. Yamey se ocu-
pó de la cuestión de los índices del Mayor en su artículo: “The Index to the Ledger:
Some Historical Notes”, en The Accounting Review, vol. 55, núm. 3, julio de 1980,
tema al que también se ha referido de pasada, con su habitual sentido del detalle y
la minuciosidad, José María González Ferrando en su trabajo: “Bartolomé Salvador
de Solórzano, adelantado de la ‘Contabilidad Aplicada’ en España”, en Revista Es-
pañola de Financiación y Contabilidad, vol. XX, núm. 68, julio-septiembre de
1991, págs. 727 ss. Por otra parte, en el libro de Jehan Ympyn Christoffels: Nieuwe
Instructie, ya citado, se contiene un ejemplo de índice doble.

176
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

En el primer folio, por la parte de dentro, es decir, por el reverso,


pondrás la Caja, en el debe, pues ya que ella es la primera en el Diario
también debe serlo en el Mayor. Y estas dos páginas frente a ti se
acostumbran a reservar para la Caja, de manera que ni en el debe ni
en el haber se pone nada más. Esto se hace así debido a que la Caja se
utiliza más que ninguna otra cuenta, a todas horas, para meter y sacar
dinero, y por esto se le deja mucho espacio. El Mayor debe estar raya-
do con tantas columnas como monedas quieras sacar fuera a las co-
lumnas de cantidades. Si quieres utilizar liras, sueldos, dineros y picio-
li, deberás habilitar cuatro columnas, y delante de la de las liras
tendrás que hacer otra para inscribir el número del folio de la contra-
partida, es decir, de la cuenta que se enlaza en el juego del debe y el
haber. Al comienzo, trazarás otras dos rayas, para inscribir dentro los
días, uno a uno, como se hace en los demás libros, para poder encon-
trar las partidas con facilidad, aunque no quiero extenderme mucho en
esta cuestión.37 Aparte de ello, el Mayor se marcará también con la se-
ñal de la cruz, lo mismo que los otros libros.

Capítulo XIV

DEL MODO EN QUE DEBEN PASARSE AL MAYOR LAS PARTIDAS


DEL DIARIO, Y POR QUÉ DE UNA EN EL DIARIO SE PASAN
DOS EN EL MAYOR; Y DEL MODO DE CANCELAR LAS PARTIDAS
DEL DIARIO, Y DE LOS DOS NÚMEROS DE LOS FOLIOS
DEL MAYOR QUE SE PONEN EN EL MARGEN DE LOS FOLIOS
DEL DIARIO, Y POR QUÉ

En primer lugar, tienes que saber que de cada partida que hayas
asentado en el Diario tendrás que pasar siempre dos en el Mayor, esto
es, una en el debe y otra en el haber, porque en el Diario se necesitan

37 Sin embargo, en el capítulo XV indica Pacioli: “En el Mayor no se acostumbra a


poner el día arriba de todo..., sino dentro del asiento”. Efectivamente, los ejem-
plos que ofrece el monje de Sansepolcro de asientos de Mayor llevan la fecha,
que comprendía día y mes, pues el año sí se consignaba al principio del folio,
dentro del texto del asiento, inmediatamente después del nombre de la cuenta y
de la fórmula “debe” o “ha de haber”.

177
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

las dos partes para hacer una partida: la del deudor, que se introduce
por la expresión Por, y la del acreedor, que se indica por el término A,
como ya se ha dicho.

En el Mayor estas dos partes se pasan por separado, la del deudor,


que se pone en el lado de la izquierda, y la del acreedor, que se colo-
ca en el lado de la derecha. Y en la partida del deudor tienes que po-
ner como referencia el folio donde se encuentra la del acreedor, y en
la del acreedor el folio en que se halla su deudor. De este modo se en-
lazan siempre, unas con otras, todas las partidas del Mayor, en el cual
no se debe asentar nunca nada en el debe que no se asiente también
en el haber, y, de igual manera, no se puede escribir nada en el haber
que no se ponga también en el debe. De este principio nace el hecho
de que, después, en el balance que se hace cuando se cierra el libro,
lo mismo tenga que dar el debe que el haber. Es decir, que sumadas
todas las partidas del debe en una hoja, aunque fueran 10.000, y suma-
das después de análoga forma todas las partidas que aparecen en el
haber, las dos sumas deberán dar igual resultado. Si no fuera así, ello
evidenciaría que existe un error en el libro Mayor, como se explicará
con más detalle al hablar de la forma de hacer el balance. Y como de
una partida del Diario pasas dos en el Mayor, trazarás dos rayas atrave-
sadas en las partidas del Diario a medida que las vayas pasando. Es
decir, si pasas primero la del debe, harás la raya al comienzo de la par-
tida, lo cual indicará que ya ha sido inscrita en el debe del Mayor, y si
pasas la del haber, trazarás la raya al final, a mano derecha, donde aca-
ba la partida, para denotar que ya la has pasado al haber del Mayor. Y
las partidas del haber pueden pasarse antes o después que las del de-
be, pues sucede a veces que el tenedor del libro tiene que pasar dos o
tres partidas en un mismo folio del Mayor y, por no andar yendo y vi-
niendo, las escribe todas a la vez, y de esta manera va trazando las ra-
yas a medida que pasa las partidas, al objeto de cancelarlas. Estas ra-
yas adoptan la forma que se ve más arriba en la partida primera de
Caja, y la una se llama raya del debe y la otra raya del haber.38

38 A pesar de lo que dice Pacioli, en el ejemplo citado, que corresponde al capítulo


XII, no aparecen las dos rayas oblicuas indicadas, sino en su lugar, posiblemente
por dificultades de impresión, una frase escrita verticalmente, simulando la raya,
que dice “Raya del debe”. Se ocupa de este tema Basil S. Yamey en su artículo, ya
citado: “Two Typographical Ambiguities in Pacioli’s ‘Summa’ and the Difficulties of
its Translators”. Véase también mi trabajo ya citado: “Comments on Some Obscure
or Ambiguous Points of the Treatise De Computis et Scripturis by Luca Pacioli”.

178
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Asimismo, delante de ellas, en el margen al comienzo del asiento


del Diario, deberás poner dos números, uno encima del otro: el de
arriba indicará el folio en que se ha pasado la partida del deudor en el
Mayor, y el de abajo el folio de dicho libro en que se ha pasado el
acreedor, como verás en la partida de Caja que antes se ha indicado,
en que se consigna estos dos números así 12 , sin raya enmedio, aunque
algunos acostumbran a ponerlos con raya, de esta manera 12 , como si
fueran un quebrado, cosa que obviamente no son. Por eso, es mejor
ponerlos sin raya, de forma que a nadie que los vea puedan parecerle
fracciones o quebrados. De este modo, el 1 de encima quiere decir
que la Caja está en el primer folio del libro Mayor, en el debe, y el Ca-
pital está en el segundo, en el haber. Y advierte que cuanto más cerca
pongas la cuenta del acreedor de la de su deudor, tanto mejor dispues-
tas estarán las cuentas, aunque en esencia no importe demasiado dón-
de se coloca la cuenta del acreedor. Pero podría causar mal efecto si
entre las cuentas del deudor y del acreedor se interpone otra que co-
rresponda a diferente año, como a veces puede ocurrir, aparte de las
dificultades que se ocasionarían para localizar las cuentas por sus fe-
chas, como bien sabe quien lo haya experimentado, porque yo no
puedo explicar aquí todas las cosas con tanto detalle; por ello, es ne-
cesario que tú mismo te ayudes con tu ingenio natural. Por tal razón,
procura poner siempre la cuenta del acreedor inmediatamente después
de la del deudor, en el mismo folio, o todo lo más en el siguiente, no
interponiendo entre una y otra ninguna otra cuenta, pues el mismo día
en que nace la cuenta deudora, nace también la acreedora, y por este
motivo la una debe estar siempre junto a la otra.

179
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Capítulo XV

DEL MODO DE PASAR LAS PARTIDAS DE LA CAJA Y DEL


CAPITAL EN EL LIBRO MAYOR EN EL DEBE Y EN EL HABER,
Y DEL AÑO, QUE SE CONSIGNA AL COMIENZO DEL FOLIO,
A LA ANTIGUA USANZA, Y DE SU VARIACIÓN, Y DE LA MANERA
DE REPARTIR EL ESPACIO DE LOS FOLIOS SEGÚN QUE
LAS CUENTAS SEAN PEQUEÑAS O GRANDES CONFORME
LAS NECESIDADES DE LOS NEGOCIOS

Dichas estas cosas para tu conocimiento, pasaremos ahora la pri-


mera partida de Caja en el debe del libro Mayor y después la de Capi-
tal en el haber. Pero como ya se ha indicado anteriormente, en el Ma-
yor deberás poner primero, encima de todo, el año en la forma
antigua de notación, es decir, en letras, así: M.CCCC.LXXXXIII. En el
Mayor no se acostumbra a poner el día arriba de todo, como se hace
en el Diario, porque una cuenta en el Mayor tendrá asientos de diver-
sos días y, en consecuencia, la fecha no se puede poner arriba, como
se explicará más ampliamente en el capítulo siguiente, sino dentro del
asiento, según entenderás con facilidad. Y cuando un asiento de la
cuenta se produzca en otro año distinto del indicado arriba, como les
suele suceder a los que no cierran y saldan los libros cada año, se
pondrá el nuevo año fuera, al margen, delante de donde comienza la
partida, a su lado, como se ve en el ejemplo ofrecido más abajo. Esto
sólo sucede en el libro Mayor, pues en los otros no puede darse esta
circunstancia. Por lo tanto, dirás así, llevando el año fuera y escribién-
dolo a la antigua usanza para mayor belleza, aunque no importa si lo
escribes de otra manera. Digo que escribirás así:

JHS M.CCCC.LXXXXIII

Caja de contado debe el día 8 de noviembre por Capital, por


efectivo metálico de varias clases, entre oro y monedas, que
tengo en ella, en el presente día, en total, folio 2
L.10.000 S. G. P.39

39 En el Tratado de Pacioli, en lugar de L.10.000, figura la expresión: L. X.m

180
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Y no hace falta que aquí te extiendas mucho, pues ya lo has he-


cho en el Diario, de forma que procurarás ser siempre breve. En el pri-
mer asiento se indica lo que corresponda; en el siguiente, si es lo mis-
mo, se dice tan sólo: el dicho día, por el tal, etc., folio tal L. S. G. P.

Una vez hayas pasado esta partida, cancelarás el asiento del debe
en el Diario en la forma antes indicada y después, para pasar el Capital
en el haber, dirás lo siguiente:
JHS M.CCCC.LXXXXIII
Capital de mí, Fulano de Tal, ha de haber el día 8 de noviembre
por Caja, por el contado que poseo en ella el presente día, en
oro y monedas de varias clases, en total, folio 1
L.10.000 S.0 G.0 P.0.40

Y en esta anotación bastará también con que hagas una explicación


sucinta, por la razón comentada anteriormente. Asimismo, en las parti-
das siguientes que estén en el mismo folio no hará falta que lo escribas
todo; será suficiente con que digas: y a tantos días, por tal cosa, etc.,
como ya has visto en las páginas precedentes y de acuerdo con el
ejemplo que después se ofrecerá. Y así procederás con todas las parti-
das, y máxime con aquellas que sólo te conciernan a ti, es decir, de las
que no tengas que rendir cuentas a nadie. En cambio, en el caso de las
partidas de las que tengas que rendir cuentas, escribirás todo lo que te
convenga decir, por más que siempre podrás recurrir al Diario para ma-
yor claridad. Y después harás la otra señal en el Diario en la parte del
haber, como te indiqué antes, en el capítulo 12, y en el margen, delante
del asiento, pondrás los dos números, como expliqué también en el ci-
tado lugar, para dejar constancia de los folios donde se encuentran el
deudor y el acreedor; de esta manera: el del deudor, encima, y el del
acreedor, debajo, como hicimos antes en la partida de Caja. E inmedia-
tamente después inscribirás en tu Índice, es decir, en el Repertorio, este
deudor y este acreedor, cada cual en su letra, como sabes que dije an-
teriormente, o sea, la Caja en la letra C, diciendo lo siguiente: Caja de
contado, f. 1, y después, también en la letra C, el Capital, diciendo: Ca-
pital de mí mismo, f. 2. Y así, por tu cuenta, podrás ir anotando todas
las cuentas y nombres de los deudores, personas, cosas, y también de
los acreedores, en el indicado Repertorio, dentro de sus respectivas le-
tras, de forma que con facilidad puedas encontrarlos rápidamente en el
dicho Mayor.

40 La expresión que figura en el original es: L. X.m S.0.G.0.P.0.

181
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

De esta manera, si perdieras el libro Mayor a causa de un robo, un


incendio, un naufragio, etc., podrías reconstruirlo a partir de uno de
los otros dos libros, es decir, del Borrador o del Diario, poniendo las
mismas partidas, día a día, incluso en el mismo folio en que se encon-
traban en el libro perdido. Podrás hacer esto con mayor facilidad si
conservas el Diario, pues al pasar las partidas al Mayor consignaste al
lado de ellas los dos números, el del deudor y el del acreedor, uno en-
cima del otro, que indicaban los folios del Mayor donde las habías pa-
sado, de forma que, gracias a tu ingenio, podrás volver a pasar dichas
partidas precisamente en los mismos folios. Y esto baste en relación
con el registro de la primera partida.

En relación con el pase al Mayor del segundo asiento, relativo a


las joyas, deberás determinar antes que nada el lugar que le correspon-
de a la cuenta y luego procederás de la siguiente manera, aunque pri-
mero y siempre, no lo olvides nunca, tendrás que escribir el año al co-
mienzo del folio, caso, claro está, de que no estuviera ya puesto con
ocasión de otra cuenta inscrita con anterioridad.41 Digo esto porque, a
veces, en un mismo folio se colocan dos o tres cuentas, si se sabe que
el espacio será suficiente para desarrollarlas, pues puede suceder que
sepas que una cuenta tendrá escaso movimiento, en cuyo caso podrás
asignarle menos espacio que a otra que vaya a tener operaciones cada
día, como antes, en el capítulo 13, se comentaba en relación con las
cuentas de Caja y de Capital, a las que se acostumbra a dejar todo el
folio del Mayor, ya que son cuentas que deben manejarse muy a me-
nudo, dado su gran volumen de operaciones, y si no lo hicieras así,
deberías andar traspasando la cuenta de un lugar a otro con demasiada
frecuencia.

Una vez determinado el lugar que corresponda, dirás así en el de-


be, es decir, en el lado izquierdo, pues el débito se pone siempre en
este lado:

41 Luca Pacioli no hacía diferenciación estricta, desde un punto de vista terminológi-


co, entre partida y cuenta, utilizando con preferencia el término de partita para
designar ambas cosas, sobre todo en estos treinta y cinco primeros capítulos de su
Tratado, pues, luego, al final del mismo, distingue con más precisión, como se ha
explicado en el estudio introductorio. Sin embargo, como es lógico, al traducir se
ha procurado utilizar el término español correspondiente en cada caso.

182
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Joyas de varias clases deben el día 8 de noviembre por Capital,


por tantas piezas, que pesan tanto, de las cuales tantas son
balajes montados, y tantas, zafiros, tantas, rubíes cónicos, y
tantas, diamantes en bruto, todo lo cual en total, o bien clase
por clase, estimo que al valor corriente de contado importan
tantos ducados, fol. 2 L. 40 S. 0 G. 0 P. 0.42

Y acto seguido cancelarás la partida en el Diario, trazando la raya


que dejé dicha anteriormente en el capítulo 12. Después irás a la cuen-
ta de Capital y pasarás esta misma partida, con texto abreviado por las
razones ya expuestas en este capítulo, poniéndola en el haber, debajo
de la que ya pasaste como contrapartida de la de Caja. Y escribirás:
El día tal, o dicho día, por joyas de varias clases, como aparece
en el fol. 3 L. 40 S. 0 G. 0 P. 0

Hecho esto, harás la otra raya en el Diario, en el haber, tal como


te mostré anteriormente en el capítulo 12, y pondrás al margen los nú-
meros de los folios donde pasaste las partidas en el Mayor, uno encima
del otro, de la forma en que antes dijimos e hicimos. Con esto doy por
hecho que ya has pasado la partida del debe en el folio 3 y que la del
Capital está también en su lugar en el folio 2, al cual llevarás también
todas las demás que le correspondan en tanto la página no esté llena,
como después entenderás con total claridad cuando hablemos del tras-
paso de las cuentas a un folio nuevo. Y esto te bastará para proceder
en casos similares. Cuando hayas pasado la cuenta al Mayor y cancela-
do el asiento del Diario, la inscribirás inmediatamente en el Repertorio
o Índice, como ya se indicó antes en este mismo capítulo, y lo harás
en la letra G 43 o en la letra Z, según lo que prefieras, como pasa en di-
versos países, pues en Venecia se acostumbra mucho a usar la Z 44
mientras nosotros, en Toscana, utilizamos la G; de forma que tú mis-
mo, con tu buen juicio, decidirás.

42 En este caso, como en el siguiente, Pacioli emplea números arábigos en toda la


expresión.
43 El término italiano que emplea Pacioli para joyas es gioje.
44 Según dice Vincenzo Gitti en su transcripción del Tratado de Luca Pacioli, en Ve-
necia se usaba la inicial Z porque no se tomaba la palabra toscana gioje, sino la
veneciana zogie.

183
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Capítulo XVI

CÓMO SE DEBEN PASAR AL DEBE Y HABER DEL LIBRO MAYOR


LAS PARTIDAS DE LAS MERCANCÍAS QUE, DE ACUERDO
CON EL INVENTARIO O SEGÚN OTRAS FUENTES,
POSEA EL MERCADER

Las otras cuatro partidas de bienes muebles que siguen, es decir,


las de plata, ropa, edredones de pluma y vestimentas, podrás pasarlas
fácilmente por ti mismo en el Diario a partir del Inventario, tal como
en éste se detallan, pues recordarás que como dijimos anteriormente,
en el capítulo 6, el Inventario no se pasa al Borrador por la razón que
se indicaba. Por eso, no te explicaré cómo debes pasarlas en el Diario,
ni tampoco al debe y al haber del Mayor, ni cómo inscribirlas en el
Índice; dejaré que sigas para ello el dictado de tu singular ingenio, en
el que tanto confío. De esta forma, pasaremos directamente a asentar
en el Diario y también en el Mayor la partida séptima, de jengibre or-
dinario, con lo cual tendrás suficiente para aprender a pasar todas las
demás partidas de mercancías que te salgan al paso, teniendo siempre
en cuenta sus cantidades, pesos, medidas y valores, en todas las moda-
lidades en que las tales mercancías se acostumbran a vender y com-
prar entre los mercaderes en el Rialto o en otras partes, según sean los
países.45 De estas cosas no puedo ponerte aquí ejemplos exhaustivos,
aunque con facilidad podrás comprenderlas a tu satisfacción merced a
los pocos que pueda exponer, pues si quisiera ponerte ejemplos de los
modos, formas y maneras de comerciar en Trani, Lecia, Bari y Betonta,
indicando los términos, pesos y medidas que usan, e hiciera lo mismo
con los utilizados en la Marca o en nuestra Toscana, este volumen, que
quiero concluir con brevedad, se haría demasiado extenso. Y por lo
que respecta a la séptima partida, de jengibre, escribiremos lo siguien-
te en el Diario:

45 Como dice Vincenzo Gitti, la cita del puente de Rialto hace referencia al centro de
la ciudad de Venecia, que era donde se encontraban y reunían los mercaderes en
tiempos de Pacioli. Aún ahora hay un mercado allí.

184
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Por Jengibre ordinario a granel, sin envasar, o en bultos,


dirás lo que corresponda, A dicho, por lo cual se entiende el Capital,
porque inmediatamente antes lo tendrás puesto, pues habrás pasado
el Inventario por orden, como decíamos anteriormente en el capítulo
12 al hablar de la partida segunda correspondiente a las joyas, por
tantos bultos, o que pesa tantas libras si se tratase de género a
granel, sin envasar, que poseo en estos momentos, que al valor
corriente estimo que vale tanto el ciento o la libra, importando en
total en neto tantos ducados L. S. G. P.

Depués de pasar esta partida en el Diario, podrás cancelar con un


punteo la del Borrador o directamente la del Inventario, de acuerdo
con lo explicado en el capítulo 12. Lo mismo harás con todas las de-
más. Y como con cualquier otra partida del Diario, cuando la pases al
Mayor la pasarás siempre dos veces, es decir, primero una en el debe
y luego otra en el haber, según decíamos antes en el capítulo 14. Para
pasarla en el debe del Mayor, procederás de este modo: en primer lu-
gar pondrás el año, si no estuviera puesto ya al comienzo del folio, sin
consignar el día, pues como se decía en el capítulo 15, el día no se
acostumbra a poner en el comienzo de los folios del Mayor, dado que
en aquella misma página tal vez tengas que abrir otras cuentas, de di-
versos deudores o acreedores, las cuales aunque se abriesen el mismo
año, pudieran corresponder a meses o días distintos, como podrás
comprender si piensas sobre el asunto . Y aunque en este folio no se
abriera más que una sola cuenta, como en el caso de la de Caja u otra
similar, tampoco deberás escribir el día al principio de la página, por-
que ocurrirá que en dicha cuenta deberás pasar asientos correspon-
dientes a diversos meses y días. Por esto los antiguos no acostumbra-
ban a poner nunca el día al comienzo de los folios del Mayor y de los
otros libros de mercaderes, pues no veían forma, ni manera, ni modo
de hacerlo sin faltar a la verdad. Y la indicada partida del debe la pasa-
rás de esta manera:
Jengibre ordinario a granel, o bien en bultos, debe el día 8 de noviembre
por Capital, por tantos bultos, que pesan tantas libras, que tengo de
presente en casa, o en el almacén, y que al valor corriente estimo
que valen tantos ducados el ciento, valiendo en total tantos ducados,
G. P., folio 2 L. S. G. P.

Luego, anularás la partida del debe en el Diario, o sea, a mano iz-


quierda, como varias veces te he dicho, y después asentarás la partida
de Capital en el haber, en la misma forma que en el capítulo 15 te en-
señé a hacer en el caso de las joyas:
El día tal, o dicho día, por jengibre ordinario a granel, o bien en
bultos, folio 3 L. S. G. P.

185
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Una vez hecho esto, cancelarás la partida del haber en el Diario,


es decir, a mano derecha, como verás que se hizo antes. Y consignarás
los números de los folios delante del asiento, uno encima del otro, o
sea, el 3 arriba y el 2 debajo, porque has llevado el deudor al folio 3
del libro Mayor y el acreedor, es decir, el Capital, al folio 2. Y, en se-
guida, inscribirás la cuenta en el Índice o Repertorio, en su letra, esto
es, en la Z si el nombre empleado comienza por Z, o bien en la G,46
por la misma razón expuesta al hablar en el capítulo precedente de la
cuenta de las joyas.

Capítulo XVII

DE LA MANERA DE LLEVAR LAS CUENTAS CON LAS OFICINAS


PÚBLICAS, Y POR QUÉ, Y DE LA CÁMARA DE LOS EMPRÉSTITOS
DE VENECIA, QUE ESTÁ ORGANIZADA POR DISTRITOS

No te doy más normas en relación con las otras mercancías, como


pieles y cueros para forros, curtidos o sin curtir, pieles finas, etc., todas
las cuales deberás ir pasando al Diario y al Mayor, una a una, por or-
den, cancelando y señalando todas las cosas debidamente para no ol-
vidarlas, pues el comerciante necesita un cerebro vivo y no de los que
se venden en las carnicerías.

En lo concerniente a tus cuentas con la Cámara de Empréstitos o


con otra entidad crediticia, como el Monte de las Dotes, en Floren-
cia,47 o los Luoghi, de Génova,48 etc., o con otra oficina pública cual-

46 La palabra empleada por Pacioli para designar el jengibre en italiano es la de zen-


zero. Sin embargo, como indica Vincenzo Gitti, se empleaba también la de genge-
vo, como hacía Bocaccio, o incluso la de gengiovo.
47 Sobre el Monte o Fondo de las Dotes, de Florencia, han publicado un estudio Ju-
lius Kirshner y Anthony Molho: “The Dowry Fund and the Marriage Market in Early
Quattrocento Florence”, en The Journal of Modern History, Vol. 50, l978, págs. 403-
438, complementado posteriormente por Anthony Molho: “Investimenti nel Monte
delle doti di Firenze. Un’analisi sociale e geografica”, en Quaderni storici, vol. 61,
1986, págs. 147-170. Puede consultarse también el trabajo de Julius Kirshner y Ja-
cob Klerman: “The Seven per Cent Fund of Renaissance Florence”, en Banchi pub-
blici, banchi privati e monti di pietà nell’Europa preindustriale. Amministrazione,
tecniche operative e ruoli economici. Atti del Convegno, Genova, 1-6 ottobre 1990,
nella sede della Società Ligure di Storia Patria, Génova, 1991, págs. 367-396. En
esencia, se trataba de una institución que, a cambio de la imposición de determina-
da cantidad al nacimiento de los niños, se obligaba a entregarles al cumplir los 18
años un suma preestablecida.

186
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

quiera con la cual tuvieses que ver por alguna razón, procura que te
den siempre los oportunos comprobantes, tanto del debe como del ha-
ber, con todo el detalle y la claridad posibles, y que estén escritos de
puño y letra por los escribanos de dichos lugares. Y custódialos siem-
pre, de la misma manera que te indicaré para las escrituras y cartas,
porque en tales entidades se suele mudar a menudo de escribano, y
todos quieren llevar los libros a su modo, cada cual según su método,
criticando siempre a los anteriores, que según ellos no llevaban bien
los libros. Y todos piensan que su sistema es mejor que el de los de-
más, de forma que en las tales oficinas se cruzan y se disponen a ve-
ces las partidas de tal manera que no se corresponden las unas con las
otras. ¡Desgraciado del que tiene que ver con los tales escribanos! De
forma que guarda muy bien los comprobantes en tu casa o bajo el cui-
dado del encargado de tu negocio, pues puede que los escribanos que
decimos actúen con absoluta buena fe, pero no por ello resulta menos
peligrosa su ignorancia.

Lo mismo harás con las cuentas que lleves con los recaudadores
de impuestos de las cosas que vendas y compres,49 o embarques y
desembarques, como se acostumbra a hacer en Venecia, donde la ma-
yor parte de la gente mantiene una extensa cuenta con la oficina de la
Messetaria,50 unos al 2, otros al 1 y otros al 4 por 100, haciendo refe-

48 Los luoghi o loca eran unos títulos valores uniformes, de un valor nominal de 100
liras, rentando todos el mismo tipo de interés, que se introdujeron en el año de
1407, en la drástica reforma de las finanzas genovesas llevada a cabo ese año, pa-
ra reconvertir y unificar la deuda pública, y poner fin al sinnúmero de deudas y
préstamos de diversa clase contraídos por el municipio. La agrupación de sus pro-
pietarios dio origen a la Casa u Officium Sancti Georgii. Ver Giuseppe Felloni: “I
primi banchi pubblici della Casa di San Giorgio (1408-45)”, en Banchi pubblici,
banchi privati e monti di pietà nell’Europa preindustriale. Amministrazione, tecni-
che operative e ruoli economici. Atti del Convegno, Genova, 1-6 ottobre 1990, nella
sede della Società Ligure di Storia Patria, Génova, 1991, págs. 225-246.
49 Los recaudadores de impuestos que cita Pacioli son, en concreto, los gabellari y
los datiari.
50 Como indica Vincenzo Gitti, por Messetaria o Messetteria se entendía originalmente
un impuesto que gravaba la compraventa de mercancías en Venecia. En efecto, se-
gún explica G. Orlandini en su trabajo Officiali alla Messettaria, Venecia, 1898, este
impuesto fue instituido en el siglo XIII y tomó nombre de los messeti o misseti, es
decir, de los mediadores o intermediarios, posiblemente porque era recaudado o
devengado a través de su intervención en las operaciones. La palabra italiana mes-
seti se deriva, a su vez, de la expresión griega messitès, con el mismo significado de
corredores, intermediarios. En principio, el impuesto sólo gravaba la compraventa
de bienes muebles, pero más tarde, en 1338, se extendió también a los bienes in-
muebles. Era pagado a partes iguales por el comprador y por el vendedor, y afecta-

187
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

rencia en tu libro al corredor que haya intervenido. Y asimismo anota-


rás también el libro matriz en que se inscribe la operación,51 es decir, el
libro en el que se registran las compraventas en la indicada oficina,
que así se llama dicho libro en Venecia. Pues todos los corredores tie-
nen un libro o un sitio reservado en alguno de los libros de dicha ofi-
cina, donde deben registrar todas las operaciones en que intervienen,
tanto con nacionales como con extranjeros. Si no lo hacen así, incu-
rren en pena y son inhabilitados. Y es justo que su excelsa Señoría los
castigue, a ellos y a los escribanos que no actúan correctamente, como
recuerdo que les ocurrió en el pasado a muchos que fueron severa-
mente castigados. A estos efectos, se designa un funcionario con la mi-
sión específica de supervisar todas las oficinas y de comprobar si sus
libros están bien o mal llevados.

ba únicamente a las compraventas en las que, al menos, una de las parte fuera de
origen veneciano o residiera en la ciudad de Venecia o en el territorio de la repú-
blica. En la época final de ésta, su importe ascendía al 3 por 100 en caso de com-
praventa de bienes ubicado en Venecia y al 2 por 100 si los bienes estaban situa-
dos en Tierra Firme. El establecimiento de este impuesto dio lugar a la creación del
organismo encargado de su recaudación, la Messetaria. En el siglo XVI, sus compe-
tencias fueron reducidas, pues la recaudación del impuesto en relación con las
compraventas de mercancías y bienes muebles se traspasó al Ufficio di Entrata da
Terra. A la Messetaria le siguió correspondiendo tan sólo la competencia de recau-
dar el impuesto en las compraventas de molinos, terrenos, valles, presas, casas,
aguas, bosques, naves y aparejos de navegación, etc. El número de magistrados de
la Messetaria, llamados Visdomini, que tradicionalmente había sido de cuatro, se
redujo a tres en 1400, aumque en 1401 se restableció el antiguo número de cuatro.
En el Archivo de Estado de Venecia, existe una sección denominada “Officiali alla
Messetteria”, que consta de unas cuatrocientas piezas y legajos. Ver A. da Mosto:
L'Archivio di Stato di Venezia. Indice generale storico, descrittivo, analitico, Roma,
1937, I, pág. 198. Como en seguida veremos parece que los sensari o corredores a
los que se refiere Pacioli prestaban sus servicios por cuenta de la Messetaria o, en
todo caso, en íntima conexión con ella, pues estaban obligados a comunicarle las
operaciones en las que intervenían facilitando de esta manera la recaudación del
impuesto y un servicio de registro y de fe pública.
51 La expresión que utiliza Pacioli para designar este libro matriz es la de “la mare”,
o sea, “la madre”.

188
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Capítulo XVIII

CÓMO SE DEBE LLEVAR LA CUENTA CON LA OFICINA


DE LA MESSETARIA DE VENECIA Y CÓMO SE PASAN
SUS PARTIDAS EN EL BORRADOR, EL DIARIO Y EL MAYOR,
Y TAMBIÉN DE LA CUENTA DE LA CÁMARA DE LOS EMPRÉSTITOS.
DEL MODO DE PASAR UNA PARTIDA DE GÉNERO,
COMPRADA AL CONTADO, EN LOS TRES LIBROS, ES DECIR,
EN EL BORRADOR, EN EL DIARIO Y EN EL MAYOR,
Y CÓMO SE PASARÍA SI LA COMPRA HUBIERA SIDO
PARTE AL CONTADO Y PARTE A PLAZO 52

Así que cuando quieras tener cuenta con dichas oficinas, procede-
rás de la siguiente forma. A la Cámara de los Empréstitos le adeudarás
todos los capitales que impongas, al tanto por ciento que sea, indican-
do en qué distrito los impusiste. Y, del mismo modo, si un día compra-
ses más de lo que vendieses, pues allí se vende mucho, tanto por ti
como por otros, como bien sabe el que frecuenta el Rialto, te cerciora-
rás bien de a quién se le abonan los fondos, y en dónde. Asimismo,
cuando retires tu dinero acreditarás siempre a la Cámara por los im-
portes dispuestos, y eso lo harás día a día, y distrito por distrito.
Con la oficina de la Messetaria llevarás la cuenta de esta manera:
cuando compres alguna mercadería a través de corredor, acreditarás el
2, el 3 ó el 4 por 100 de todo su importe a la dicha oficina, cargando
dicho porcentaje a la mercancía por la cual pagas. Y advierte que con-
viene que el comprador retenga siempre al vendedor la parte que le
corresponda de esta cantidad cuando efectúe el pago de la mercancía,
bien sea al contado o bien de cualquier otra manera, porque la indica-
da oficina no quiere andar reclamando el porcentaje que le correspon-
de, y que conoce perfectamente por la nota que le pasan los corredo-
res de las operaciones efectuadas, con el cómo, el qué y el cuándo.
Ello representa, por otro lado, una ventaja considerable para las partes
cuando entre ellas surge alguna diferencia, como a veces sucede, pues
como dice el refrán popular: El que no actúa, no yerra, y el que no ye-
rra, nunca aprende. De esta manera, cuando las partes quieren aclarar
alguna cuestión, no tienen más que recurrir a la anotación registrada
por el corredor, la cual tiene el carácter de fe pública, otorgado por
decreto oficial, lo mismo que si se tratase de un instrumento notarial.
Llegado el caso, el digno Consulado de Mercaderes se rige la mayoría

52 Como se ha señalado en la traducción del índice o tabla de materias, la segunda


parte del título de este capítulo no figura en el texto original, sino solamente en
dicha tabla de materias, en la que se hace figurar aparte, aunque indicando que
su contenido está incluido en el mismo capítulo XVIII.

189
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

de las veces por el contenido de estas anotaciones para dictar sus sen-
tencias. Digo, por consiguiente, que, si compras algún género, no de-
bes olvidarte del pago a la Messetaria y de retener la mitad de su im-
porte al vendedor. Esto es, si el género tiene que pagar el 4 por 100 a
la oficina según el decreto promulgado por el gobierno, tú le deduci-
rás al vendedor el 2 por 100, de forma que con esta deducción recibirá
lo que le corresponde. Y tú quedarás obligado a pagarlo todo a la ofi-
cina, de manera que la acreditarás en tu libro por el total, y adeudarás
la mercancía comprada, como se decía, porque la oficina en cuestión
no quiere saber nada del que vende, sino del que compra.
Después, a estos compradores, mediante presentación del corres-
pondiente resguardo en el puesto de salida, se les permite sacar del
país tanta mercancía cuanta hubieran liquidado a la Messetaria, y pue-
den sacarla por tierra o por mar, tanta como quieran sacar en el día.
Por eso, conviene mucho que los mercaderes lleven bien la cuenta con
la dicha oficina, pues así sabrán siempre cuánta mercancía pueden sa-
car, porque no les dejan sacar mayor cantidad de la que compraron, a
menos de que paguen los correspondientes derechos a la Messetaria.
A continuación te pongo un ejemplo de cómo debe registrarse en
el Diario y en el Mayor una de estas compras. En primer lugar, escribi-
rás simplemente esto en el Borrador:
Yo, o bien nosotros, en el día arriba indicado, he comprado del
señor Zuan Antonio de Mesina tantas cajas o tantos panes de
azúcar de Palermo, cuyo peso neto en total, sin embalajes, cajas,
cuerdas ni paja, es de tantas libras, que al precio de tantos ducados
el ciento, importan tantos ducados, y le deduzco tantos ducados,
gruesos, picioli, por la parte que le corresponde de la Messetaria, a
razón de tantos por ciento. Corredor señor Zuan de’ Gagliardi,
valen tantos ducados g. p. netos, que pagamos al contado.

Esta partida se pasará al Diario de esta manera, como ejemplo de


una compra al contado:
Por azúcar de Palermo: A Caja, pagado al señor Zuan di Antonio
de Mesina, por tantas cajas, tantos panes, que pesan en neto, sin
cajas, ni embalajes, ni cuerdas ni paja, tantas libras, y que al
precio de tantos ducados el ciento importan tantos ducados, de
los cuales deduzco por la parte que le corresponde de la
Messetaria tantos ducados, a razón de tantos por ciento, y restan
netos tantos ducados. Corredor señor Zuan de’ Gagliardi.
L. S. G. P.

En el Mayor se pasará así:


Azúcar de Palermo debe en tal día, por Caja, al señor Zuan
d’Antonio de Mesina por tal número de panes, que pesan en
neto tantas libras, y que al precio de tantos ducados el ciento
montan en total neto, f. 1 L. S. G. P.

190
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Y por este mismo importe acreditarás la cuenta de Caja.

Asimismo acreditarás siempre a la oficina de la Messetaria por el


doble de lo que retengas al vendedor, es decir, tanto por la parte que
le corresponde a él como por la que te corresponde a ti. De forma
que, inmediatamente después de asentar la mercancía, harás otro
asiento debajo abonando a dicha oficina el importe que se le debe por
la compra del azúcar, con cargo a dicha mercancía, como verás más
abajo. Y valga esto como ejemplo de una compra al contado.

Veamos ahora una compra pagada parte al contado y parte a pla-


zo. En primer lugar, el Borrador:

Al contado y a plazo, a tantos días.


He comprado en el dicho día al señor Zuan d’Antonio de Mesina
tantos panes de azúcar de Palermo, que pesan en neto tantas
libras y que, al precio de tantos ducados el ciento, importan
tantos ducados, y deduzco tantos ducados por la parte que le
corresponde de la Messetaria, a razón de tantos por ciento, de
los cuales le he entregado al presente de contado tantos
ducados,53 y por el resto me da tiempo hasta finales de agosto
venidero. Corredor señor Zuan de’ Gagliardi, valen duc. g. p.

Sabrás que cuando las operaciones son intervenidas por un corre-


dor de la Messetaria, no es necesario formalizar ningún documento,
pues basta con el registro que aquél hace de la operación, aunque al-
gunos lo hacen a veces, pese a todo, por mayor precaución.

En el Diario, pasarás la operación de esta manera: primero, asenta-


rás una partida haciendo acreedor de todo el género al vendedor, y,
luego, harás otro asiento adeudándole el importe recibido al contado.

JHS 1493, a tantos días de tal mes.

Por azúcar de Palermo: A señor Zuan d’Antonio de Mesina por


tantos panes, que pesan en total un neto de tantas libras, y que
al precio de tantos ducados el ciento, montan tantos ducados, y
le deduzco tantos ducados de la parte que le corresponde de la
Messetaria, a razón de tantos por ciento, restan tantos ducados,
de los cuales le debo pagar al presente de contado tantos y para
el resto me da de plazo hasta finales del mes de agosto venidero.
Corredor señor Zuan de’ Gagliardi, valen L. S. G. P.

53 Las palabras que emplea Pacioli son: de’ quali al presente li n’o contati duc. tanti,
es decir, “de los cuales al presente le he contado tantos”, giro que ilustra a la per-
fección sobre el origen de la expresión moderna “pagar al contado”, es decir, pa-
gar contando el dinero que se entrega.

191
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Acto seguido, harás acreedora a la oficina de la Messetaria de su


porcentaje:
Por el dicho: A la Oficina de la Messetaria por el importe antes
indicado de tantos ducados, a razón de tantos por ciento por la
parte que me corresponde, y otro tanto por la parte que le
corresponde al vendedor, que en total importa tantos ducados g.
p., valen L. S. G. P.

El importe pagado al contado se lo adeudarás al vendedor y se lo


abonarás a la Caja, de la siguiente manera:
Por el señor Zuan d’Antonio de Mesina: A Caja, por tantos
ducados que le han sido pagados al contado por la parte arriba
indicada del azúcar comprado en los términos susodichos, según
consta en recibo escrito de su mano, valen L. S. G. P.

En el Mayor estas partidas figurarán así:


Azúcar de Palermo debe en tal día de noviembre, por el señor
Zuan d’Antonio de Mesina, por tantos panes, que pesan en neto
tantas libras, y que al precio de tantos ducados el ciento,
importan descontada la Messetaria, f. 4 L. S. G. P.

Esto sería si este asiento fuera el primero del folio, pero si hubiera
ya alguno anterior, te bastaría con poner lo siguiente:
Tal día, por el señor Zuan d’Antonio de Mesina, por tantos
panes, que pesan tantas libras, e importan, f. 4 L. S. G. P.

Esta misma partida se pasaría del siguiente modo al haber del Mayor:
Señor Zuan d’Antonio de Mesina ha de haber en tal día de
noviembre por azúcar de Palermo, tantos panes, que pesan en
neto tantas libras, y que al precio de tantos ducados el ciento,
importan, descontada la Messetaria, tantos ducados, de los
cuales debo darle al presente de contado tantos ducados, y para
el resto me concede de plazo hasta fines de agosto venidero.
Corredor señor Zuan de’ Gagliardi, valen, f. 4 L. S. G. P.

Al pagarle la parte de contado, dirás así:


Señor Zuan debe, por la operación de enfrente en tal día, por la
Caja, tantos ducados que le di de contado en pago de una parte
del azúcar que hube de él, según nuestro contrato, que figura
escrito en el cuaderno, valen, f. 1 L. S. G. P.

El asiento de la Messetaria, lo mismo que el que se produciría en


el caso anterior, lo registrarás así en el Mayor:
La oficina de la Messetaria ha de haber en tal día, por azúcar de
Palermo, comprado al señor Zuan d’Antonio de Mesina, por un
importe total de tantos ducados, a tantos el ciento. Corredor
señor Zuan de’ Gagliardi, montan, f. tal L. S. G. P.

192
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Capítulo XIX

CÓMO REGISTRARÁS EN TUS LIBROS PRINCIPALES LOS PAGOS


QUE DEBAS HACER POR LIBRANZA O POR ABONO EN BANCO 54

Lo dicho hasta aquí te resultará suficiente para orientarte en la


anotación de todas las compras, sean éstas a pagar al contado, o parte
al contado y parte a plazo, o al contado y por una libranza, o todo por
un banco, o al contado y por un banco, o al contado y en género, o
en género y por una libranza, o todo por una libranza, o en género y a

54 La expresión empleada por Pacioli es la de “Commo se debia ordinare el paga-


mento che havesse a fare per ditta e banco d scritta”. El concepto banco di scritta
quiere decir banco de giro y depósito, y se refiere, generalmente, a los bancos
que aceptaban depósitos de sus clientes y les prestaban un servicio de tesorería o
de caja, con pagos en efectivo por su cuenta, así como también un servicio de pa-
gos sin empleo de dinero metálico, a través de abonos en cuenta corriente por
traspaso o transferencia de cuenta a cuenta, según se ha visto anteriormente en la
nota número 28 de la página 169. En este caso, la expresion utilizada por Pacioli
de banco di scritta no se refiere tanto a los bancos que realizaban este tipo de
operaciones, cuanto a la misma operación de abono en cuenta por traspaso o
transferencia de otra cuenta. Esta operación se llamaba en realidad, como el pro-
pio Pacioli recoge en otros pasajes de su Tratado, scritta di banco. Tanto las órde-
nes de pago en efectivo que, según se ha visto en la nota indicada, Pacioli llama-
ba ditta, como las órdenes de abono en cuenta por traspaso o transferencia de la
cuenta del ordenante, que es lo que Pacioli llama scritta di banco, según se acaba
de explicar, podían ser cursadas, en principio, tanto oralmente, práctica que las
dio el nombre, como por escrito, y eran una de las operaciones más corrientes de
los bancos de la época y, en especial, de los llamados bancos de giro y depósito,
es decir, de los bancos que no realizaban operaciones cambiarias (compraventa
de letras de cambio) ni de crédito, como sucedía en nuestro país con las Taules
de Canvi i Comuns Dipòsits catalano-aragonesas. Federigo Melis llama a este tipo
de abonos en cuenta bancaria por transferencia o scritta di banco, operaciones de
giro-conto. Ver sus trabajos “Note di storia della banca pisana nel Trecento” y “La
grande conquista trecentesca del ‘credito di esercizio’ e la tipologia dei suoi stru-
menti fino al XVI secolo”, reproducidos ambos en Federigo Melis: La banca pisana
e le origini della banca moderna, Florencia, 1987, págs. 55-293 y 307-324, respecti-
vamente. Todo lo dicho nos confirma la conclusión, anticipada en la nota número
28, de que la diferenciación que Luca Pacioli hace entre las formas de pago per dit-
ta y per scritta di banco o, simplemente, per banco, consistía en que la primera se
refería a la entrega de una libranza u orden escrita para que el banco pagase en
efectivo la cantidad indicada a la persona señalada como beneficiario en la misma
orden, mientras que en el segundo caso se trataba de una orden de transferencia,
con abono a la cuenta del beneficiario, pudiendo ser dicha orden lo mismo escrita
que oral, pues el concepto de scritta no hacía referencia a la orden, sino al hecho
de abonar o escribir en la cuenta del beneficiario. Véase también Florence Edler:
Glossary of Mediaeval Terms of Business, obra citada, págs. 40 y 265.

193
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

plazo, o en género y por banco, o por banco y a plazo, o por banco y


por libranza, o por banco, al contado, por libranza y en género, etc.,
pues de todas estas maneras se acostumbra a comprar, y tú por tu pro-
pia cuenta, a la vista de lo precedente, sabrás pasar las anotaciones
primero en el Borrador, y luego en el Diario y en el Mayor.

Cuando tengas que hacer el pago parte por banco y parte en li-
branza, entrega primero la libranza y luego por el resto haces el abono
por banco para mayor seguridad; esta misma precaución la toman mu-
chos, y hacen bien, cuando tienen que pagar parte al contado y el res-
to por banco, para completar el pago, que primero asientan el pago al
contado. Y si debes pagar parte por banco, parte en género, parte por
libranza y parte al contado, adeuda la cuenta del vendedor por todos
estos conceptos, con abono a cada uno de ellos, cada uno por su or-
den. Y si acaeciera que tuvieses que pagar la compra de otra manera,
procede de forma análoga.

Por otra parte, habiendo comprendido las diversas maneras en que


se actúa en caso de compra, no te será difícil invertir los términos, pa-
ra saber cómo proceder cuando tú vendas algo a los demás; en este
caso, deberás adeudarles el importe de los géneros, con abono a los
mismos, o bien cargando la cuenta de Caja si te pagan al contado, o la
de las libranzas si te pagan con ellas, acreditando luego la cuenta
cuando el banco las haga efectivas. Todo ello por orden, como has vis-
to en el caso de las compras, y abonarás la cuenta del comprador por
todo aquello que te entregue en pago de tus mercancías. Esto bastará
a este respecto para tu conocimiento e instrucción.

194
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Capítulo XX

DE ALGUNAS PRINCIPALES Y PECULIARES MODALIDADES


DEL TRÁFICO MERCANTIL LLAMADAS BARATAS,
COMPAÑIAS, ETC.; DE CÓMO DEBEN ASENTARSE
Y DISPONERSE LAS CORRESPONDIENTES PARTIDAS
EN LOS LIBROS DE LOS MERCADERES, EMPEZANDO POR EL CASO
DE LAS BARATAS SIMPLES, COMPUESTAS Y A PLAZO, CON EJEMPLOS
EXPRESOS DE CADA UNA DE ELLAS EN EL BORRADOR,
EL DIARIO Y EL MAYOR

A continuación, trataré del modo en que se han de asentar algunas


partidas muy conocidas y particulares, que en el tráfico mercantil se
suelen las más de las veces singularizar y poner aparte, para que, por
ser distintas de las demás, se pueda saber el beneficio y la pérdida que
producen de por sí. Estas partidas son las baratas y las compañías, los
viajes por cuenta ajena, los viajes por cuenta propia, las consignacio-
nes recibidas de otros, los abonos por transferencia bancaria o las li-
branzas, los cambios reales, las cuentas de una tienda, etc. De todas
ellas te daré suficiente noticia a continuación, y te indicaré cómo las
debes pasar y registrar en tus libros de forma correcta, a fin de que no
se cree confusión en tus negocios.

En primer lugar, mostraremos cómo se debe asentar una barata.


Las baratas son comúnmente de tres clases, como anteriormente, en el
Título Noveno, Tratado Tercero, folios 161 a 167, se explicó amplia-
mente al hablar de los cálculos y las operaciones aritméticas a que da-
ban lugar, de forma que allí tienes que acudir si quieres comprender
bien la cuestión. Digo, pues, que en todas las ocasiones en que tengas
que registrar una barata en los libros, sea de la clase que sea, lo harás
primero en el Borrador, describiendo, al pie de la letra, en el texto del
asiento todas sus características y las condiciones en que se ha hecho
y en que se concluirá, y si se ha concertado a través de un mediador o
directamente por las partes. Cuando lo hayas descrito todo, reducirás
la operación a dinero contante y, de acuerdo con lo que tú estimes
que vale el género, sacarás fuera el importe en la moneda que quieras,
que aquí en el Borrador no importa, porque luego el tenedor de libros
lo expresará en la moneda que deba ser, cuando pase el asiento al
Diario y al Mayor. Y esto se hace así, sacando fuera del texto el valor

195
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

de las mercancías objeto de la barata, porque de otra manera sólo con


gran dificultad podrías saber por tus cuentas y escrituras los beneficios
o pérdidas que se produzcan. Por eso conviene reducir siempre a tér-
minos de dinero el valor de los géneros.

Y si quisieras tener cuenta particular de las mercaderías obtenidas


por barata, para poder distinguirlas de las otras mercancías de la mis-
ma clase que tuvieses ya en tu casa o que comprases luego, al objeto
de conocer cuáles te resultaron más ventajosas, lo podrás hacer. O, por
el contrario, si lo deseas, podrás juntar estas mercancías con las de la
misma clase que ya tuvieras. En este último caso, suponiendo que fue-
ra jengibre el género que recibieses a través de una operación de bara-
ta, harías el siguiente asiento en el Diario:
Por jengibre escogido, a granel, o bien en bultos: A azúcar de tal
clase, por tantos bultos, que pesan tantas libras, procedentes de
la barata de azúcar efectuada con Fulano en la siguiente manera:
se calculó el ciento de azúcar a 24 ducados, de los cuales me en-
tregó un tercio al contado. Y se calculó el ciento de jengibre a
tantos ducados, por el cual jengibre le conté tantos panes de
azúcar, y pesan tantas libras, que de contado valen 20 ducados
el ciento. Y por el dicho jengibre se dieron tantas libras que son
tantos panes, y valen L. S. G. P.

Y si, en algún caso, no supieras en ese preciso momento el núme-


ro exacto de panes de azúcar que tienes que entregar por el jengibre,
no importa, porque luego, en la partida siguiente, suplirás lo que, en
su caso, faltara, y si algo sobrase, lo reducirías en el asiento de Caja.
De esta forma, el debe, en tanto contrapartida del azúcar, siempre cua-
drará, pues las dos partidas del debe se contraponen a la del azúcar,
de modo que ésta no pierde nada en razón del número de panes o del
peso; de cualquier forma, no siempre es posible llevar cuenta por se-
parado de cada menudencia. Por aquella parte de la operación que de-
bas cobrar al contado, adeudarás la Caja y, de forma similar, acredita-
rás la cuenta del azúcar, diciendo:
Por Caja: A dicho, que percibí de contado en la dicha barata de
Fulano por tantos panes, que pesan tantas libras y valen
L. S. G. P.

Y estas partidas son las que formularás y anotarás en el Diario, re-


flejando la barata efectuada, en el caso de que no quieras llevar las
cuentas de ésta por separado. Pero si quisieras llevarlas de esta forma
en el Diario, tendrías que decir lo siguiente:

196
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Por jengibre escogido que por cuenta de la barata se hubieron


de Fulano: A azúcar..., y después lo describirás todo, punto por
punto, igual que en el caso anterior.

De esta manera, el jengibre procedente de la barata tendría en el


Mayor una cuenta distinta que el otro. Y pienso que esto será suficien-
te para saber lo que tienes que hacer en todas las operaciones de bara-
tas que puedas concertar por tu cuenta, pues sabrás caminar por ti
mismo sin necesidad de que me extienda más.

Capítulo XXI

DE OTRA IMPORTANTE PARTIDA LLAMADA COMPAÑÍA; DE CÓMO


SE DEBE REGISTRAR Y DISPONER EN LOS LIBROS EN TODOS
LOS CASOS QUE SE PUEDAN PRESENTAR

Otra partida muy corriente es la que se refiere a la compañía que


puedas formar con alguien, con cualquier motivo, como negocios de
paños, de sedas, de especias, de algodones, de tintes o de cambios.

Estas partidas de compañía requieren siempre llevar las cuentas


por separado en los tres libros indicados. En el primero, es decir, en el
Borrador, puesto que ya tienes puesta la fecha, podrás empezar a es-
cribir la partida sin más trámite, con todas las características y condi-
ciones que hayáis convenido, haciendo referencia a la escritura que
hayáis otorgado o a cualquier otro documento que hayáis instrumenta-
do, indicando el tiempo por el que se constituye, y su objeto, y los
factores y dependientes que hubiereis de tener, y lo que aporta cada
uno de por sí en género o en dinero, o en deudores y acreedores, etc.
Y de cada cosa, una por una, harás acreedores a los socios o miem-
bros de la compañía, a cada uno según lo que aporte, y deudora a la
Caja de la dicha compañía, si la tiene por sí misma, cosa que es conve-
niente, pues mejor funcionarán los negocios si la tienes separada de tu
Caja particular en caso de que seas tú el gestor de la tal compañía. En
tal caso, si no quieres meterte en complicaciones, te convendrá llevar
unos libros específicos aparte, en la forma, orden y manera que hasta
aquí hemos dicho, al objeto de registrar toda tu gestión y operaciones
por cuenta de la compañía.

197
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Cierto que, alternativamente, podrías utilizar tus propios libros pa-


ra registrar estas operaciones, pero ello sólo en el caso de que abras
unas cuentas específicas, como diremos en seguida, cuentas que se lla-
man peculiares porque están separadas de todas las demás. Y ahora te
explicaré sucintamente cómo tienes que pasar estas partidas en el Bo-
rrador, y después en el Diario y el Mayor, porque si llevas los libros
por separado no hay que decir más sino que los lleves de la misma
manera en que llevas los de tu propio negocio. En el Borrador pon-
drás lo siguiente:
En este día hemos hecho compañía con Fulano, Zutano, etc., pa-
ra tratar en lanas, con las características y condiciones que apare-
cen en la escritura o en el instrumento tal, por tantos años, y Fu-
lano dio tanto en dinero de contado, Zutano tantas balas de lana
francesa, con un peso neto de tantas libras, que se pusieron en
cuenta a tantos ducados el millar, y Mengano aportó tantos deu-
dores solventes, a saber, tal de tantos ducados, y tal de tantos, y
yo por mi parte desembolsé tantos ducados, sumando todo el
cuerpo o capital de la compañía en total tantos ducados.

Después, en el Diario, asentarás cada cosa en su sitio. A este res-


pecto, abrirás una cuenta de Caja de la Compañía y una de Capital de
la Compañía, y de igual manera en todas las cuentas que abras harás
siempre referencia a la compañía, de forma que puedas reconocer es-
tas cuentas y distinguirlas de las tuyas propias. Y primero comenzarás
con la Caja, como hiciste antes, asentando después sucesivamente to-
das las demás.
Por Caja de la Compañía: A Fulano por cuenta de la Compañía,
de forma que si tuvieses otras cuentas con el mismo, no se mez-
clen. Por dinero puesto este día por su participación, de acuerdo
con nuestro convenio que figura en la escritura o instrumento
tal, valen L. S. G. P.

A continuación, asentarás igualmente el género que hayan aporta-


do, de esta manera:
Por lana francesa de la Compañía: A Zutano, por tantas balas
que en total pesan un neto de tantas libras, cuyo valor se estima
por acuerdo entre todos en tantos ducados el millar, según los
términos del convenio que figura en la escritura otorgada por
nosotros, importa en total tantos ducados, valen L. S. G. P.

Y así irás registrando todas las aportaciones. En el caso de los deu-


dores aportados, dirás así:

198
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Por el tal por cuenta de la Compañía: A Mengano, que nos lo


consignó en virtud de nuestro convenio por deudor solvente de
tantos ducados, valen L. S. G. P.

Dicho esto, no me quiero extender más, pues ya está explicado al


principio, y si lo hiciera ahora de nuevo sería como quererte enseñar
cada cosa dos veces. Por eso, no te explicaré nada en relación con la
forma de pasar las partidas en el Mayor, pues sé que te será fácil ha-
cerlo sabiendo quién es el deudor y quién es el acreedor en el Diario.
De modo que tú mismo, por tu cuenta, las asentarás en el debe y en el
haber siguiendo el procedimiento que te enseñé anteriormente, en el
capítulo 15; y luego las cancelarás en el Diario como dije antes en el
capítulo 12, no dejando nunca de poner delante, en el margen, el nú-
mero de los folios en que pusiste el deudor y el acreedor en el Mayor.
De igual manera, a medida que vayas pasando las cuentas en el Mayor
o Libro Grande, las pondrás en el Índice de la forma en que con ante-
rioridad hemos explicado más de una vez.

Capítulo XXII

DE LAS CUENTAS DE TODA CLASE DE GASTOS, TALES


COMO LOS DOMÉSTICOS U ORDINARIOS DE LA CASA,
LOS EXTRAORDINARIOS Y LOS DE LAS MERCANCÍAS,
SALARIOS DE DEPENDIENTES Y FACTORES; DE CÓMO
HAN DE PASARSE Y DISPONERSE EN LOS LIBROS

Además de todas las cuentas ya dichas, te conviene tener también


en todos tus libros este tipo de cuentas, es decir, gastos de mercade-
rías, gastos domésticos u ordinarios de la casa, gastos extraordinarios,
así como una cuenta de entrada y salida, y una de beneficios y daños,
que también podrás llamar de aumentos y disminuciones, de utilidades
y daños o de pérdidas y ganancias, que tanto da una cosa como la
otra. Estas cuentas le son sumamente necesarias a todo comerciante, al
objeto de que pueda conocer en todo momento su capital y de que, al
cierre de las operaciones, pueda saber cómo le han ido éstas. En las
páginas siguientes daremos las nociones necesarias para que sepas có-
mo disponer estas cuentas en tus libros.

199
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

La cuenta de gastos de mercaderías se lleva porque no siempre


puedes asentar en el acto todos los gastos en las partidas de género
que vendas o compres, pues sucede a veces que muchos días después
tendrás que pagar cargadores, pesadores, empaquetadores, barqueros,
porteadores y similares, al uno un sueldo, al otro dos, etc., y no mere-
cería la pena hacer una partida suelta de cada uno, pues llevaría dema-
siado tiempo y, además, de minimis non curat praetor, es decir, el ge-
neral no se ocupa de las minucias. Por otra parte, sucede también que
estos porteadores, cargadores, barqueros y empaquetadores los utiliza-
rás a veces en un mismo momento para diversas cosas, pues en oca-
siones se los contrata para que descarguen y carguen a la vez varias
clases de mercaderías, y se les paga por todo el trabajo en bloque, de
forma que no se puede determinar exactamente lo que corresponde a
cada mercancía. Por estas razones se abre esta cuenta de gastos de
mercaderías, la cual siempre es deudora, como ocurre también con to-
das las otras cuentas de gastos. Y hasta los salarios de los factores y
dependientes de la tienda pueden meterse en esta cuenta, aunque al-
gunos los pasan primero por una cuenta específica al objeto de saber
cuánto gastan al año por este concepto, saldándola luego con cargo a
ésta. Y como antes se decía, de ninguna manera pueden estas cuentas
ser acreedoras: de ser así, estaríamos en presencia de un error en el
Mayor. Los gastos indicados se pasarán al Borrador de esta manera:
En este día hemos pagado a porteadores, barqueros, empaqueta-
dores, pesadores, etc., que cargaron y descargaron tales y tales
cosas, tantos ducados.

Luego, en el Diario, pondrás lo siguiente:


Por Gastos de mercaderías: A Caja de contado, por barcas y por-
teadores, cuerdas y empaquetadores de tales cosas, tantos duca-
dos en total, valen L. S. G. P.

En el Mayor dirás:
Gastos de mercaderías, deben en tal día por la Caja, valen, f. tal
L. S. G. P.

Sin la cuenta de gastos domésticos u ordinarios de la casa no pue-


de uno pasarse. Por gastos domésticos se entienden los de trigo, vino,
leña, aceite, sal, carne, zapatos, sombreros, hechuras de vestidos, jubo-
nes, medias y sastres, bebidas, propinas y albricias, barberos, horneros,
aguadores, lavado de la ropa, menaje de cocina, jarros, vasos y todos

200
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

los objetos de vidrio, cubos, barreños y toneles, etc., aunque muchos


utensilios de esta índole suelen tener una cuenta separada, para poder
encontrarla fácilmente cuando tengas que pasar las nuevas partidas. Y
tú podrás hacer también lo mismo, no digo ya de estas cosas sino de
cualquier otra que se te ocurra, pues yo sólo te enseño las que son im-
prescindibles para los negocios.

Esta cuenta de gastos domésticos la dispondrás de igual forma que


la dicha para la de gastos de mercaderías. Y a medida que vayas ha-
ciendo gastos importantes, los irás pasando, día a día, en los libros,
sean de trigo o de vino, de leña, etc., aunque de estas partidas muchos
acostumbran a llevar cuentas por separado, para poder saber fácilmen-
te al acabar el año, o de tiempo en tiempo, cuánto han gastado por ca-
da concepto.

En el caso de gastos menudos, como son la compra al por menor


de carne y pescado, o barberos y barqueros,55 se pueden tomar de gol-
pe uno o dos ducados y ponerlos en una bolsa, para ir pagando con
ellos los gastos menudos, porque no sería posible llevar la cuenta de
tales gastos uno por uno. Y al tomar los ducados, dirás así en el Dia-
rio:
Por Gastos domésticos: A Caja, por tantos ducados que tomé y
metí en una bolsa para gastos menudos, valen L. S. G. P.

En estos gastos domésticos podrás incluir también, si lo crees


oportuno, los gastos extraordinarios que hagas con motivo de diversio-
nes, como tirar con el arco o la ballesta, u otros juegos, así como las
pérdidas en que incurras, o si extraviases dinero o género, o si te los
quitaran, o si los perdieses en el mar o por un incendio, pues todos
éstos pueden considerarse gastos extraordinarios. Aunque si quieres
llevarlos aparte, también lo puedes hacer, que muchos lo hacen para
saber a fin de año cuánto han gastado neto por este concepto, dentro
del cual se incluyen asimismo los regalos y presentes que hicieras a al-
guien por alguna razón.

No me quiero extender más en esta clase de gastos, porque tengo


la certeza de que tú, por ti mismo, habiendo aprendido ya las cosas
explicadas, sabrás registrarlos, cosa que antes no hubieras sabido ha-

55 No debe extrañar la insistencia con la que se habla de barqueros en el capítulo de


gastos. Téngase en cuenta que el autor se sitúa en Venecia.

201
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

cer. Por eso, dejaremos esta cuestión y diremos ahora el modo de lle-
var las cuentas de una tienda, tanto en el caso de que la des a gestio-
nar a otro, como en el de que la lleves personalmente por ti mismo, y
ésta es una cosa que te recomiendo que aprendas, pues es algo muy
interesante y digno de ser sabido; así que fíjate bien.

Capítulo XXIII

DEL ORDEN Y MANERA DE LLEVAR LAS CUENTAS


DE UNA TIENDA ADMINISTRADA POR TI MISMO O CONFIADA
A OTROS, Y DE CÓMO SE DEBEN HACER LAS ANOTACIONES
EN LOS LIBROS OFICIALES DEL DUEÑO Y TAMBIÉN,
POR SEPARADO, EN LOS DE LA TIENDA

Digo, por lo tanto, que si tuvieras una tienda, ubicada fuera de tu


casa y del edificio de la misma, a la que cada día surtieses de género,
para llevarla con buen orden tendrías que hacer lo siguiente: deberías
adeudarla por todos los géneros que cada día le llevases, con abono a
dichos géneros, uno a uno.

Imagina a este respecto que la tienda es como una persona que te


debe todo lo que, de un modo u otro, le entregas o pagas por su
cuenta. Por el contrario, tendrás que abonarle todo lo que saques y re-
cibas de ella, como si fuese un deudor que te paga una partida. De es-
ta manera, cada vez que pases cuentas con la tienda, sabrás cómo te
funciona, si va bien o va mal, y consiguientemente podrás tomar tus
medidas para dirigirla en debida forma. Otros muchos lo que hacen es
adeudar en sus libros no a la tienda, sino al agente que la atiende,
aunque esto no se puede hacer propiamente sin la conformidad del
mismo. Pues no se debe ni razonablemente se puede inscribir a nadie
como deudor en el Mayor, sin que él lo sepa. Ni tampoco puedes ins-
cribir ninguna condición que limite la disponibilidad de un crédito, sin
el consentimiento del acreedor. Y si hicieras alguna de estas cosas, no
actuarías ortodoxamente y tus libros serían considerados falsos.

También cargarás a la tienda los utensilios que le sean necesarios


para su actividad. Así, si se trata de una droguería o farmacia, te con-
vendrá proveerla de jarras, calderos, hornillos de trabajo, etc., de todo
lo cual la harás deudora a ella o a la persona que la atienda, como se

202
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

ha dicho, por medio de un Inventario escrito de su mano o de otra,


por mandato suyo, de manera que todo quede bien justificado.

Estimo que con esto será suficiente si la tienda la has confiado a


otro para que la lleve por ti y sea tu comisionado. Pero si la tienda la
llevaras tú personalmente, deberías tener en cuenta también las si-
guientes consideraciones. Supongamos que todo lo que compras y
vendes lo canalizas a través de la tienda en cuestión, de forma que no
tienes ningún otro trato. En tal caso, llevarás los libros tal como te he
indicado en general, y de lo que vendas y compres harás acreedor al
que te vende la mercancía a plazo, si es que compras a plazo, o a la
Caja, si es que pagas al contado, adeudando el importe a la tienda. Y
todo el dinero que recibas por las ventas al por menor, es decir, por
aquello cuyo importe no llegue a 4 ó 6 ducados, lo pondrás en una ar-
queta o una alcancía; al cabo de 8 ó 10 días, sacarás el dinero de allí y
lo depositarás en la Caja, cargándole el importe que sea y abonándose-
lo a la tienda. Y en la partida dirás que es por diversos artículos vendi-
dos, de los cuales habrás tomado nota. Pero tampoco quiero extender-
me demasiado en ésta y en otras muchas cuestiones al respecto,
porque, con lo que hemos explicado detalladamente en las páginas
anteriores, podrás entenderlas por ti mismo. Pues las cuentas no son,
en realidad, más que un ordenamiento ad hoc pensado por el comer-
ciante para que su uso regular le proporcione información constante
de todos sus negocios, de manera que sepa fácilmente si las cosas le
van bien o le van mal, ya que como dice el refrán: Al que tiene un co-
mercio y no está al tanto de él, se le escapan volando los dineros co-
mo si fueran moscas. Y según cómo le vayan los negocios, así actuará.
Y si para ello le faltara alguna información, siempre podrá añadir nue-
vas cuentas, tantas como necesite. Con esto, date por satisfecho.

203
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Capítulo XXIV

CÓMO DEBEN ASENTARSE EN EL DIARIO Y EN EL MAYOR


LAS PARTIDAS DE LOS BANCOS DE GIRO Y DEPÓSITO,
Y QUÉ SE ENTIENDE POR ELLOS, Y DÓNDE
ESTÁN; Y DE LOS CAMBIOS QUE HAGAS CON ELLOS,
SIENDO TU MERCADER, O CON OTROS, SI FUERAS
TÚ EL BANQUERO; Y DE LOS RECIBOS QUE SE DAN
POR LOS CAMBIOS Y POR QUÉ SE HACEN POR DUPLICADO

Con respecto a los bancos de giro y depósito56, de los cuales en-


contramos hoy en Venecia, Brujas, Amberes y Barcelona, así como en
otros lugares famosos por su comercio, te convendrá conocer que, si
tienes cuenta con alguno de ellos, deberás saber cómo confrontar sus
libros con los tuyos con gran diligencia.

Es práctica común tener relaciones con un banco, adonde llevarás


tu dinero para que esté más protegido o lo dejarás en forma de depósito
a la vista, para poder hacer tus pagos con total seguridad a Piero, Gioan-
ni y Martino, porque las libranzas de los bancos son como instrumento
público de notario, ya que están garantizadas por los poderes públicos.
Al imponer tu dinero en el banco, lo harás deudor, haciendo mención
del dueño o los socios del mismo, y acreditarás tu Caja, escribiendo lo
siguiente en el Diario:

56 La expresión empleada por Pacioli es la de “banchi di scritta”, que traducida lite-


ralmente quiere decir bancos de escritos o de abonos escritos en cuenta. Con esta
expresión, que ya conocemos por haber hablado con algún detalle de la cuestión
en unas notas anteriores, se designaba a los bancos que hacían transferencias o
traspasos de cuenta a cuenta, y a los cuales en la terminología moderna se los lla-
ma bancos de giro y depósito. Un ejemplo clásico de este tipo de bancos nos lo
ofrecen, como ya se ha dicho, las Taules de Canvi i Comuns Dipòsits catalano-ara-
gonesas. Precisamente en la línea siguiente Pacioli hace referencia a la Taula de
Canvi de Barcelona, que fue el primer banco municipal de esta clase fundado en
Europa, el año 1401. Véase mi trabajo “Aspectos organizativos, operativos, admi-
nistrativos y contables del proyecto de erarios públicos. Contribución al estudio
de la banca pública en España durante la baja Edad Media y comienzos de la mo-
derna”, en Banchi pubblici, banchi privati e monti di pietà nell’Europa preindus-
triale. Amministrazione, tecniche operative e ruoli economici. Atti del Convegno,
Genova, 1-6 ottobre 1990, nella sede della Società Ligure di Storia Patria, Génova,
1991, págs. 963-1.033.

204
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Por Banco de Lipamani:57 A Caja, por dinero que le entregué al


contado, yo en persona u otro por mí, en este día, para mi cuen-
ta, entre oro y monedas tantos ducados en total, valen
L. S. G. P.

Y harás que los banqueros te den unas líneas por escrito en un fo-
lio para mayor seguridad, y si haces más imposiciones en el día harás
lo mismo. Cuando saques el dinero, será el banquero quien te hará es-
cribir a ti el recibo, y así las cosas estarán siempre justificadas. Es ver-
dad que algunas veces no se piden estos recibos, pues, como se ha di-
cho, los libros de un banco son siempre públicos y oficiales. Pero
siempre es bueno tener precaución, ya que, como dijimos anterior-
mente, para un comerciante las cosas nunca están lo suficientemente
claras y justificadas. También podrías llevar la cuenta a nombre del
dueño o de los socios del banco, pues es lo mismo. Nombrando el
banco, como se ha hecho antes, se incluye al dueño y a sus socios. Si
quieres llevar la cuenta con el dueño, dirás: Por señor Girolimo Lipa-
mani, del Banco, añadiendo y socios, cuando los tuviera, A Caja, y
completarás el asiento en igual forma que el de antes.

En tus libros dejarás siempre constancia de los acuerdos, contratos


y condiciones que surjan en vuestras relaciones, así como de los docu-
mentos escritos de propia mano,58 y del lugar donde los guardas, en un
legajo, estuche, bolsillo o caja, de forma que puedas encontrarlos con
facilidad, pues estos documentos deben conservarse con gran cuidado
ad perpetuam rei memoriam, es decir, para perpetua memoria de las
cosas, por lo que pudiera ocurrir.

A veces puede pasar que tengas numerosas operaciones con ban-


queros, concernientes a negocios y tratos relativos a las mercaderías,
por ti o por cuenta de otros en calidad de agente suyo. En estos casos

57 El ejemplo de banco que emplea Pacioli en estos asientos es real. En efecto, el


banco de Lippomano fue fundado en 1480 por Tommaso Lippomano y Andrea
Capello, y quebró en 1499, cuando era dirigido por Girolamo Lippomano. Ver
Frederic C. Lane: “Venetian Bankers, 1496-1533: A Study in the Early Stages of De-
posit Banking”, en The Journal of Political Economy, vol. 45, núm. 2, abril de
1937, pág. 189. Fabio Besta destaca ya este hecho. Ver su obra ya citada de La
Ragioneria, vol. 3, págs. 367 s.
58 ”Scripti de mano” llama Pacioli a este tipo de documentos, haciendo referencia,
posiblemente, a todo tipo de cartas de obligación y finiquito, contratos y docu-
mentos privados, no autorizados por notario, que debían ser escritos precisamente
de puño y letra por la parte obligada.

205
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

te convendrá tener varias cuentas con los bancos, para no mezclar


churras con merinas, ya que tal cosa te produciría gran confusión. Así
que en tus partidas dirás: por cuenta de tal cosa, o por cuenta de Fula-
no, o por cuenta de mercaderías, o por cuenta del dinero depositado a
tu nombre, o al de otros, como antes se ha dicho. Y sé que por ti mis-
mo sabrás ingeniártelas en todas estas cosas.

Si alguien ingresa dinero para alguna de tus cuentas, cualquiera


que sea, harás deudor al banco en tu libro, en la cuenta de que se tra-
te, por el pago efectuado por dicha persona, consignando si es un pa-
go parcial o bien si es por saldo, haciéndola a ella acreedora, por la
misma cuenta, y de esta manera, habrás registrado la operación correc-
tamente. Cuando saques dinero en efectivo de dicho banco, o le orde-
nes que abone una cantidad a alguien, bien sea para hacerle un pago
parcial o bien por saldo, o quieras que remita una cantidad a alguien
en otro país, tendrás que hacer lo contrario de lo dicho, es decir, si sa-
cas dinero en efectivo, adeudarás tu Caja y acreditarás al banco o a su
dueño, por el importe que retires. Y si hicieras una transferencia, es
decir, si mandases abonar una cantidad en la cuenta de alguien, harás
deudora a esta persona y acreedor al banco o a su dueño por el im-
porte en cuestión, indicando el motivo. De esta manera, en el caso de
retirada de dinero en efectivo, dirás lo siguiente en el Diario:
Por Caja: A banco o a señor Gerolimo Lipamani, por el dinero en
efectivo que en tal día, o en este día, he retirado para mis nece-
sidades, que en total montan tantos ducados, valen

L. S. G. P.

Y si mandases abonar una cantidad a alguien, digamos a Martino,


escribirías así:
Por Martino de Tal: A dicho más arriba, por tantos ducados que
le hice abonar por parte o por saldo, o a buena cuenta, o por
préstamo, etc., en este día, valen L. S. G. P.

Del Diario pasarás siempre dichas partidas a su lugar correspon-


diente en el Mayor, cuidando luego de inscribir las cuentas en el Índi-
ce, como antes te indiqué, y de cancelarlas en el Borrador y en el Dia-
rio. Y lo que falte, lo añadirás por tu cuenta, ya que no es posible
explicarlo siempre todo plenamente, de forma que, por tu parte, te
conviene estar atento. El mismo procedimiento seguirás cuando quie-
ras remitir cambios a un lugar distinto, como Londres, Brujas, Roma,
Lyon, o retirarlos de otro, y detallarás el vencimiento de la letra, a la

206
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

vista, o a una fecha, o a su conveniencia, como se acostumbra a hacer,


y harás mención de si es la 1ª, la 2ª, la 3ª, etc., a fin de que no se pro-
duzca ningún error entre tu corresponsal y tú. Indicarás también la
moneda que giras y remites, así como su contravalor, y las comisiones
y gastos, daños e intereses, que pudieran producirse en caso de pro-
testo, pues de todo tiene que hacerse mención, con su porqué y su có-
mo.

Si el que actuara como banquero fueses tú, procederías mutatis


mutandi de igual manera que la explicada en el caso de que tú fueras
el cliente del banco. De este modo, cuando pagues un importe harás
deudor al que recibe y acreedora a tu Caja. Y si tu cliente, sin retirar
dinero en efectivo de su cuenta, quisiera abonarlo o escribirlo a otro,
es decir, transferírselo a su cuenta, dirás en el Diario: Por Fulano, tu
cliente, A Zutano, que es aquel a quien le abonas el importe. De este
modo, cambiarás un acreedor por otro, pero tú seguirás debiendo lo
mismo, pues en este caso vienes a ser simplemente como una especie
de mediador neutral, un testigo y factor de las partes, contribuyendo al
acto con tu tinta, tu papel, el uso de tus instalaciones, tu trabajo y tu
tiempo. Por eso, la honesta comisión que se percibe por los cambios
es siempre lícita, máxime cuando el dinero no corre ningún peligro de
viaje como cuando se trae de fuera por terceras personas, según se ha
dicho con pleno detalle en su lugar, al hablar de los cambios reales.

Por otra parte, si actúas como banquero tendrás que recordar que,
al liquidar las cuentas con tus clientes o acreedores, deberás hacerles
devolver los papeles, documentos y escritos de propia mano que les
hubieras dado. A estos efectos, cuando entregues estos documentos, in-
dícalo siempre en el Mayor, al objeto de que no te olvides de ello y
puedas, así, reclamarlos y destruirlos en su momento, no vaya a ser que
alguien venga después con ellos a pedirte algo. Y hazte dar siempre re-
cibos cumplidos de todo, como acostumbran a hacer los que tratan en
cambios, pues la costumbre es que si tú vienes, por ejemplo, a Venecia
desde Ginebra con una letra de cambio sobre esta plaza, contra el se-
ñor Giovanni Francesco Baldi, de Florencia, y asociados, para que te
paguen a la vista, a una fecha determinada o a tu conveniencia, diga-
mos 100 ducados, en reembolso de un importe equivalente que tú en-
tregaste allí al que libró la letra, los indicados señor Giovanni y asocia-
dos, al aceptar la letra y pagarte dicho dinero, te harán escribir de puño
y letra dos recibos de un mismo tenor, y si no supieras escribir, lo ten-
dría que hacer un tercero por ti o un notario. No se contentarán con
uno, porque este uno deberán enviarlo al banquero de Ginebra que les

207
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

giró la letra diciendo que te pagaran por su cuenta los dichos 100 duca-
dos y que hicieran honor a su firma, como cortésmente han hecho, en
prueba de lo cual le remiten el recibo escrito de tu mano. El otro recibo
lo conservarán ellos, de forma que cuando pasen cuentas con él, no
pueda negárselo, y que tampoco tú puedas negarlo cuando vuelvas
allá, quejándote de él o del señor Giovanni, pues si así lo hicieras, te
mostraría dicho recibo escrito de tu propia mano y no sabrías qué de-
cir. Todas estas precauciones son necesarias por la poca honestidad que
hay hoy en día. Esta operación dará origen a dos partidas en los libros
de las partes, una en el del señor Giovanni haciendo deudor al que le
ha librado la letra de cambio, y otra en el del corresponsal de Ginebra
haciendo acreedor al señor Giovanni del importe de los 100 ducados,
una vez haya llegado a sus manos el indicado recibo. Y éstos son la
forma y el orden correctos que siguen los cambiadores de todo el mun-
do para que sus negocios se desarrollen con la adecuada claridad y jus-
tificación. De la misma manera, tú podrás, por tu parte, asentar todas
las cosas con mucha diligencia, si te tomas la debida molestia.

Capítulo XXV

DE OTRA CUENTA QUE SE ACOSTUMBRA A LLEVAR A VECES


EN EL MAYOR Y QUE SE LLAMA ENTRADA Y SALIDA,
AUNQUE OTRAS VECES SE LLEVA
EN LIBRO ESPECIAL, Y POR QUÉ

Algunos suelen tener en sus libros una cuenta llamada entrada y


salida, en la cual inscriben cosas fuera de lo corriente o lo que su ima-
ginación les da a entender. Otros llevan una de gastos extraordinarios,
en la que asientan, por ejemplo, igual que hacen en la de entrada y sa-
lida, obsequios que les hubieran hecho. A medida que reciben y dan,
llevan la cuenta por debe y haber, y al final la saldan, junto con las
otras, por pérdidas y ganancias, y por Capital, como verás cuando ha-
blemos del balance. Aunque la verdad es que, con la cuenta enunciada
anteriormente de gastos domésticos, tendrás suficiente para todas estas
cosas, a menos que, por curiosidad, quieras llevar cuenta particular has-
ta de una hebilla o pasador; y si quieres hacerlo, nada te lo impide, pe-
ro, ¿con qué objeto? Más te valdrá asentar las cosas con brevedad. En
otros lugares acostumbran a tener un libro ex profeso para la cuenta de

208
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

entrada y salida, y lo cierran al tiempo del balance por traspaso a los li-
bros principales, uniendo su saldo al del resto de las operaciones. Esta
práctica no es rechazable en sí misma, pero da algo más de trabajo.

Capítulo XXVI

CÓMO DEBEN ASENTARSE EN LOS LIBROS LAS PARTIDAS


DE LOS VIAJES QUE HAGAS POR TI MISMO O QUE
ENCOMIENDES A OTROS, Y CÓMO NECESARIAMENTE
ESTOS VIAJES DAN LUGAR A DOS LIBROS MAYORES

Los viajes pueden realizarse de dos maneras, haciéndolos uno por


sí mismo o encargándoselos a otros. La forma de llevar las cuentas será
distinta, según los viajes sean de una u otra clase, pero en cualquier
caso será necesario llevar dos juegos de libros, pues un Mayor quedará
en casa, y en el viaje hará falta llevar otro.

Si el viaje en cuestión lo haces por ti mismo, convendrá que para


el buen orden y registro de todo lo que lleves contigo hagas tu Inven-
tario, y lleves un Mayor auxiliar, un Diario auxiliar, etc. Todo ello de la
forma en que ya se ha dicho; y al vender, comprar o baratar, harás
deudoras y acredoras las cuentas que corresponda de las personas, los
géneros, la caja, capital de viaje, pérdidas y ganancias de viaje, etc. Es-
to es lo más claro, digan lo que digan. Podrás abrir una cuenta a tu ca-
sa, que es la que te proporciona los géneros que llevas en el viaje, ha-
ciéndola acreedora en el Mayor auxiliar de tu viaje, con cargo a las
mercancías que lleves, una a una. Y lo mismo harás con la cuenta de
Caja, de Capital, etc., que abrirás de forma ordenada, igual que en los
libros principales. Y al volver sano y salvo, entregarás a tu casa los bie-
nes que hayas traído en lugar de los que llevaste, o el dinero obtenido
por ellos, saldando así tu cuenta, y los beneficios o las pérdidas los lle-
varás a su lugar correspondiente en el Mayor principal, con lo que tus
cuentas quedarán liquidadas.

Si encargases el viaje a otro, le harás deudor en tu libro de todas


aquellas mercaderías que le entregues, diciendo: Por viaje encomenda-
do a Fulano de Tal, etc. Y tendrás cuenta con él, como si fuese un
cliente tuyo, de todo el género y el dinero, partida por partida. Y él,

209
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

por su parte, abrirá un Mayor auxiliar en el que te hará acreedor de to-


do. Al volver liquidará contigo sin pérdida de tiempo.59

Capítulo XXVII

DE OTRA CUENTA PRINCIPAL LLAMADA PÉRDIDAS


Y GANANCIAS, Y TAMBIÉN AUMENTOS Y DISMINUCIONES;
CÓMO SE HA DE LLEVAR EN EL MAYOR Y POR QUÉ NO SE PASA
EN EL DIARIO COMO LAS DEMÁS CUENTAS

Al final de todas las otras cuentas, viene una llamada de pérdidas


y ganancias, que quiere decir beneficios y daños, o bien aumentos y
disminuciones, según lo usado en algunos países. Mediante esta cuen-
ta se liquidan todas las otras del Mayor, como se dirá al hablar del ba-
lance. Y las partidas de esta cuenta no hace falta que se escriban en el
Diario, pues basta con que se pasen directamente al Mayor, porque
surgen en éste de los beneficios o pérdidas producidos en el debe y el
haber. Y en estos casos dirás: pérdidas y ganancias debe o pérdidas y
ganancias ha de haber.

En efecto, cuando hayas tenido pérdida en alguna mercadería, la


cuenta que recoge esta mercadería arrojará una suma mayor en el de-
be que en el haber. Por eso, tendrás que ayudar a su haber para que
se empareje con el debe, aumentándolo en el importe que le falta, al
objeto de saldar la cuenta. Y así dirás en la cuenta de la mercadería:
Ha de haber por pérdidas y ganancias, que pongo por saldo de esta
cuenta por la pérdida producida, y consignarás el folio de la cuenta de
pérdidas y ganancias al sacar fuera el importe. Y en el debe de la
cuenta de pérdidas y ganancias dirás: Debe en tal día por tal mercade-
ría, por la pérdida experimentada en dicho género de tanto dinero,
que he pasado por saldo en el haber de su cuenta, a folios tantos.

59 La última frase parece que no está completa en el original, por lo que no es se-
gura la interpretación que le hemos dado. Carlo Antinori, en su traducción al ita-
liano moderno, adopta también esta interpretación. Lo mismo hacen otros traduc-
tores.

210
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Si la mercadería en cuestión arrojase una suma mayor en el haber


que en el debe, se procedería a la inversa. Lo mismo harás con todas
las cuentas de las mercaderías ya totalmente vendidas, una a una, tanto
si han producido beneficio como si han ocasionado pérdida, de forma
que las cuentas de tu Mayor cuadren siempre, es decir, que sume lo
mismo el debe que el haber, porque así tiene que ser si el libro se ha
llevado correctamente, como se dirá al hablar del balance. Y de este
modo verás a simple vista si has ganado o has perdido, y cuánto.

Después, tendrás que saldar esta cuenta con la de Capital, la cual


es la última en cerrarse de todo el libro Mayor y, por ello, receptáculo
de todas las demás, como podrás entender.60

60 En ocasiones, esta expresión se ha entendido en el sentido de que Pacioli propug-


naba la realización de unos asientos de cierre y apertura por contrapartida a la
cuenta de Capital (Véase, por ejemplo, Carlo Antinori: “Il Trattato dalla ‘Summa’
del Paciolo. A cura di...”, obra citada, pág. 7). Sin embargo, lo expuesto en el ca-
pítulo XXXIV y también en el resumen que figura en el capítulo XXXVI especifica
claramente que las cuentas del Mayor viejo deben saldarse y cerrarse una a una,
independientemente, con traspaso directo de su saldo a la cuenta que se abre en
el nuevo libro Mayor, por lo que parece que debe excluirse totalmente la posibili-
dad de que Pacioli estuviera pensando en la realización de unos asientos genera-
les de cierre y apertura. En consecuencia y dado el contexto que nos ocupa, pare-
ce que las palabras de Pacioli en este pasaje que se ofrece íntegro a continuación,
una vez resueltas las comprometidas abreviaturas: “E questa partita poi ancora lei
si converra saldare in quella del cavedale, la quale e ultima de tutti li quaderni, e
per consequente receptaculo de tutte le altre”, pueden referirse simplemente a las
cuentas diferenciales y de gasto. En una interpretación más amplia, podría esti-
marse también que se refieren a todas las cuentas patrimoniales, pasadas a la
cuenta de Capital al contabilizar el Inventario al comienzo de las operaciones,
aunque en este caso no tendría sentido la alusión dentro del contexto al hecho de
que dicha cuenta debe ser la última en cerrarse. Véase al respecto, como asimis-
mo en el caso de otros pasajes de interpretación dudosa, mi trabajo ya citado:
“Comments on Some Obscure or Ambiguous Points of the Treatise De Computis et
Scripturis by Luca Pacioli”.

211
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Capítulo XXVIII

CÓMO HAY QUE ARRASTRAR A UN FOLIO POSTERIOR


LAS CUENTAS DEL MAYOR CUANDO SE COMPLETAN,
Y DÓNDE DEBE PONERSE EL SALDO PARA QUE NO SE DIGA
QUE EL MAYOR ES FRAUDULENTO

Cuando el folio de una cuenta se haya completado, bien sea en el


debe o en el haber, de forma que ya no quepa en ella ningún asiento
más, deberás trasladar la cuenta al primer folio libre, delante de todas
las demás, de modo que no quede ningún espacio en el libro Mayor
entre las otras cuentas y la trasladada o arrastrada, pues de no ser así,
se daría lugar a que el libro pudiera ser tachado de fraudulento. Y se
debe proceder de la siguiente manera: lo mismo que se decía anterior-
mente en relación con la cuenta de pérdidas y ganancias, que no había
que poner las partidas del debe y del haber en el Diario, habrá que
hacer también en este caso, pues no hace falta que los traslados los
pongas en el Diario, aunque, si quisieras, no habría ningún inconve-
niente, y hasta quedaría bien, pero no es necesario y te tomarías un
trabajo de más, sin ningún fruto. Pues bien, de igual manera que en
aquel caso se decía, tendrás que aumentar el lado cuya suma sea me-
nor; es decir, si el debe suma más, tendrás que poner la partida del
arrastre en el haber, para hacer su importe igual al del debe. Te expon-
dré un ejemplo para que quede más claro. Supongamos que Martino
ha mantenido una cuenta extensa contigo, de muchas partidas, de ma-
nera que tienes que arrastrarla a un folio nuevo; esta cuenta está en el
folio 30 de tu Mayor, mientras que la última de las cuentas del Mayor
está en el folio 60, folio en el cual queda todavía espacio para poner la
cuenta de Martino. Éste te era deudor de L. 80, S. 15, G. 15, P. 24, de
las cuales te ha devuelto en total L. 72, S. 9, G. 3, P. 17, es decir, que si
de su debe le restamos su haber, que suma 72, 9, 3, 17, tendremos un
saldo de L. 8, S. 6, G. 5, P. 7, que es lo que le tienes que adeudar en la
nueva cuenta.61 Y este mismo importe es el que tendrás que aumentar
en el haber, diciendo así:

61 Como indica ya Ernst Ludwig Jäger, primer traductor de la obra de Pacioli a un


idioma extranjero, al hallar el saldo de los gruesos se ha producido obviamente
un error.

212
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

En el día tal, por sí mismo, por el saldo de L. 8, S. 6, G. 5, P. 7


que llevo más adelante, valen, f. 60 L. S. G. P.

Y anularás la cuenta en el debe y en el haber trazando una raya


transversal. Hecho esto, irás al debe del folio 60 y pondrás este saldo,
escribiendo antes el año encima de todo, si no estuviera ya escrito, se-
gún se indicó anteriormente. Y dirás lo siguiente:

Martino debe en tal día, por sí mismo, por saldo puesto más atrás
en el haber para cancelar la cuenta, valen, f. 30 L. S. G. P.

Esto mismo harás con todas las cuentas que tuvieras que arrastrar
a un folio nuevo, posterior, engarzándolas del modo indicado, sin de-
jar ningún espacio en blanco entre ellas y las anteriores, porque las
cuentas se han de colocar siempre en el lugar que les corresponde, si-
guiendo el mismo orden en que se originaron, por su día y año, de
manera que nadie te pueda calumniar.

Capítulo XXIX

DEL MODO DE CAMBIAR EL AÑO AL PASAR LAS PARTIDAS


DE CADA DÍA EN EL LIBRO MAYOR, EN EL CASO
DE QUE AL ACABAR EL AÑO NO SE CIERREN LOS LIBROS

A veces, si no cierras los libros al finalizar el año, puede darse el


caso de que tengas que cambiar el año al pasar una partida en el libro
Mayor. En tal caso, deberás poner el año al margen, enfrente de la par-
tida de que se trate, como se dijo anteriormente en el capítulo 15. De
esta manera, se entenderá que todas las partidas que se escriban a
continuación corresponden a dicho año. Pero lo más conveniente es
cerrar los libros cada año, máxime si tienes asociados, pues como dice
el refrán: Cuentas frecuentes, amistad larga. Y esto es lo que harás en
todos los casos que se presenten.

213
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Capítulo XXX

CÓMO PRESENTAR LA CUENTA AL DEUDOR QUE LO PIDIERA,


O AL PRINCIPAL, SI SE ES FACTOR O ENCARGADO DE LA
ADMINISTRACIÓN DE SU HACIENDA

Además de aprender lo que se ha dicho hasta aquí, es necesario


también que sepas presentar la cuenta al deudor que te lo pidiera, a lo
que ciertamente no te podrás negar, sobre todo si ha tenido cuenta
contigo durante varios meses o años. Así que empezarás con buena
voluntad la cuenta desde el comienzo de vuestras relaciones, o a par-
tir del momento que él quisiera, o desde el último cierre, si ya hubie-
ras tenido alguno anteriormente. Y pasarás la cuenta en un folio lo
bastante grande. Si no cupiera todo en una página, cerrarás la cuenta y
trasladarás el saldo del debe o del haber a la otra cara del folio, tal co-
mo se dijo en el capítulo 28. Así irás continuando hasta el final. Cuan-
do llegues a él, sacarás el saldo neto, y lo pondrás como una sola par-
tida en el debe o en el haber, según corresponda. Estas cuentas o
extractos de cuenta se tienen que presentar con gran cuidado.

Lo dicho es lo que tienes que hacer con respecto a las relaciones


que mantengas por tu cuenta con tus clientes. Si actuases por cuenta
de otros, bien fuera a comanda,62 bien por encargo o comisión,63 le
presentarás la cuenta a tu principal, de la misma forma en que figure
en el Mayor, en el que te habrás ido abonando de tiempo en tiempo

62 La comanda era un contrato de compañía, conocido ya en el siglo X, mediante el


cual una parte suministraba a la otra bienes o dinero, para que ésta los gestionase.
Era la forma en que se desarrollaban normalmente los contratos de compañía para
realizar viajes de negocios. La parte capitalista recibía por lo regular tres cuartas
partes de los beneficios obtenidos, mientras la parte que viajaba y aportaba su tra-
bajo y su gestión, recibía la cuarta parte restante.
63 Luca Pacioli emplea en este caso el término “commissioni”. En general, el contrato
de comisión consistía en encargar la venta o gestión de unos bienes o de un ne-
gocio a alguien que no perteneciese a la empresa, es decir, que no fuera emplea-
do ni tuviera participación en la misma, mediante el pago de una cantidad o por-
centaje sobre el total de los bienes. No se puede asegurar que Pacioli empleara
rigurosamente el término en el sentido expresado, por cuanto en el epígrafe del
capítulo emplea la expresión “fattore”, como se ha visto.

214
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

las comisiones que te correspondieran, de acuerdo con los términos de


vuestro convenio. Al final, por saldo neto de los bienes recibidos, pon-
drás el importe por el que quedas deudor, o acreedor, si es que has
aportado más de lo que has recibido. Tu principal comprobará la
cuenta que le has presentado, confiriéndola con sus libros, y si la en-
cuentra conforme, te apreciará más y confiará más en ti. Porque es ne-
cesario que le rindas de tus manos una cuenta ordenada de todo aque-
llo que te ha dado y mandado. Y esto debes tenerlo muy en cuenta. A
la inversa, harás que tus factores, comisionado o similares te rindan
cuentas de forma análoga. Pero antes de entregar las cuentas, tendrás
que conferir y puntear bien todas sus partidas con el Mayor, el Diario y
el Borrador, así como con todos los sitios donde las tengas escritas, de
manera que no pueda producirse ningún error entre las partes.

Capítulo XXXI

DEL MODO Y MANERA DE DETRAER O ANULAR UNA O MÁS


PARTIDAS QUE SE HUBIERAN PASADO ERRÓNEAMENTE
EN LUGAR INCORRECTO, COMO OCURRE A VECES
POR DISTRACCIÓN U OLVIDO

Un buen tenedor de libros necesita asimismo saber detraer, es de-


cir, corregir a la florentina, una partida que, por error, hubiera pasado
en un lugar incorrecto, como sería el caso, por ejemplo, si hubiera pa-
sado al debe una partida que hubiera tenido que pasar al haber, o al
revés, o si una partida que hubiera debido pasar a la cuenta de Marti-
no, la hubiera pasado a la de Zuani, o viceversa. Pues por mucha aten-
ción que se preste, no puede uno evitar a veces el cometer errores, y
como bien dice el refrán: El que no actúa, no yerra, y el que no yerra,
nunca aprende. Para detraer la partida, harás lo siguiente. Supongamos
que has pasado una partida al debe, cuando correspondía pasarla al
haber. Para anularla pasarás en contrapartida otra al haber, por el mis-
mo importe, diciendo lo siguiente: En el día tal, por la partida de en-
frente que se pasó al debe, cuando debía haberse pasado aquí en el
haber, valen, a folio tal, y llevarás fuera el mismo importe en L. S. G. P.
que pusiste por error. Y delante de esta partida pondrás una cruz u
otra señal cualquiera, de forma que, cuando tengas que hacer un ex-

215
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

tracto de la cuenta, puedas omitirla. Una vez pasado este contraasiento


de anulación, habrás dejado las cosas como si no se hubiera escrito
nada en el debe, de forma que podrás proceder a pasar la partida co-
rrectamente en el haber, con lo cual todo quedará en orden.

Capítulo XXXII

CÓMO DEBE PROCEDERSE AL BALANCE O CIERRE DEL LIBRO


MAYOR, Y DEL MODO DE PASAR UN LIBRO AL OTRO,
ES DECIR, EL MAYOR VIEJO AL NUEVO, Y DEL MODO
DE PUNTEARLO CON SU DIARIO Y SU BORRADOR,
Y DE OTRAS COMPROBACIONES DIVERSAS
DENTRO Y FUERA DE DICHO MAYOR

Una vez bien aprendidas las cosas dichas en las páginas anteriores,
es preciso hablar ahora de la forma de pasar de un Mayor a otro nue-
vo cuando quisieras cambiar de libro, bien porque el anterior estuviese
completo, bien por cierre anual de las cuentas, como suele hacerse en
lugares importantes, en donde los grandes mercaderes cambian siem-
pre de libros cada año, al llegar el año nuevo.

Y a este acto, unido a los que se explicará a continuación, se le


llama hacer el balance del Mayor. Si se quiere hacer tal cosa, es preci-
so tener grandísimo cuidado y diligencia, y proceder por el siguiente
orden. En primer lugar, procurarás buscar alguien que te ayude, pues
mal podrías hacerlo tú solo. A él le darás el Diario, pues tú, para ma-
yor precaución, te reservarás el Mayor. Y le dirás que, comenzando
por la primera partida del Diario, te indique los folios del Mayor donde
figura que se ha pasado, primero en el debe y después en el haber, y
tú, siguiendo sus indicaciones, irás a los lugares que te diga. Entonces
te indicará qué partida es y de quién, y de cuánto es el importe que fi-
gura en la columna de cantidades, y así comprobarás si en aquel lugar,
adonde te ha enviado, se encuentra realmente aquella partida, y si es
de quien te ha dicho y si el importe sacado fuera es el mismo. Y si la
encontraras correcta, la puntearás, es decir, harás un signo en forma de
punta de lanza, o cualquier otra marca a tu gusto, encima de las liras o
en cualquier otro lugar donde no pueda confundirte, y le dirás a tu
compañero que haga también esta señal, o lanzada como se acostum-

216
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

bra a decir en otros sitios, en la misma partida del Diario. Pon cuidado
en no poner nunca el punteo en ninguna partida tú solo, sin que lo
ponga él, o viceversa, porque de ello podrían seguirse grandes errores,
pues puntear una partida quiere decir que está registrada correctamen-
te, en debida forma. Y esto mismo lo tienes que hacer cuando presen-
tes la cuenta a un deudor, antes de entregársela, pues antes de hacerlo
deberás haber conferido y punteado las partidas del extracto con las
del Mayor y Diario, así como con las de todos los otros sitios donde
hubieras podido registrarlas, como antes se dijo en el capítulo 30.

Hecho esto en debida forma en todo el Mayor y el Diario, si ha-


béis punteado, tanto tú como él, todas las partidas del debe y todas las
del haber, quiere decirse que estarán correctas y bien pasadas. Obser-
va que él, en el Diario, para dejar perfecta constancia, deberá hacer
dos punteos o poner dos puntos en cada asiento, mientras que tú sólo
pondrás uno en cada asiento del Mayor, pues como de cada partida
del Diario se originan dos en el Mayor, será necesario puntear aquélla
dos veces. De esta manera, cuando se punteen las partidas en el Diario
será conveniente poner los dos puntos o los dos punteos uno encima
del otro, en las liras, pues ello indicará que la partida ha sido bien pa-
sada en el libro Mayor, tanto en el debe como en el haber. Sin embar-
go, algunos, al puntear el Diario, ponen el punteo del debe delante de
Por, y el del haber detrás de las liras. Se pueden hacer las dos cosas,
pues ambas son correctas. Aunque, bien mirado, podría bastar con un
solo punteo en el Diario, el del debe, porque por ti mismo podrías
comprobar el haber, ya que en la partida del debe en el Mayor se indi-
ca el número del folio donde está pasada la partida del haber. De esta
manera, aunque el del Diario no te lo indicase, conociendo tú la parti-
da del debe en el Mayor, tú mismo por tu cuenta podrías encontrar la
del haber. Pero lo más cómodo será proceder con el compañero en la
forma ya dicha.

Si al acabar de puntear el Diario, te quedase en el Mayor algún


asiento del debe o del haber sin puntear, ello querría decir que había
un error en este libro Mayor, es decir, que había una partida de más en
el dicho debe o haber. Este error podrás corregirlo en el acto haciendo
un contraasiento del mismo importe; o sea, si la partida sobrante está
en el debe, harás el contraasiento por el mismo importe en el haber, y
viceversa. Anteriormente, en el capítulo precedente, se ha explicado
cómo deben redactarse estos contraasientos. Y haciendo esto, habrá
quedado todo arreglado.

Si donde hubiera una partida de más fuera en el Diario, y esta par-


tida faltase en el debe o en el haber del Mayor, ello denotaría también

217
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

un fallo en el Mayor, pues se habría dejado de pasar la indicada parti-


da del Diario. Este fallo debería subsanarse del modo contrario al ante-
rior, pues lo que tendrías que hacer en este caso sería pasar inmediata-
mente la partida en el Mayor, en el debe y en el haber, haciendo
referencia a la diferencia de fecha, ya que estos asientos se pondrían
en el Mayor mucho más tarde de lo debido. El buen tenedor de libros
debe hacer siempre referencia a estas diferencias de fecha, porque en
caso contrario podrían surgir sospechas sobre la corrección del libro, y
en esto debe actuar como un buen notario, que en sus protocolos no
puede añadir ni quitar nada sin hacer mención expresa de tal hecho. Y
lo mismo debe hacer siempre el buen tenedor de libros, de manera
que la realidad de los hechos mercantiles quede patente en todo mo-
mento. Si la indicada partida faltara sólo en un lado, el del debe o el
del haber, bastará con que la pases en el lado de que se trate, con la
mención ya dicha, es decir, que se había pasado en tal fecha a causa
del error producido. Así quedarán en orden todos tus asientos y, por la
comprobación efectuada de acuerdo con lo dicho, te habrás cerciorado
de que tu libro Mayor es correcto y ha sido bien llevado.

No tienes que olvidar, empero, a este respecto, que en el Mayor se


encontrarán a veces muchas partidas que no han sido punteadas con
el Diario, pues no deben estar pasadas en éste, como son los asientos
por arrastre de saldo a folio nuevo, según se decía en el capítulo 28.
En estos casos, deberás comprobar por ti mismo en el Mayor la correc-
ción de los saldos arrastrados, confiriéndolos con los consignados en
el debe y en el haber en los folios indicados en las partidas de que se
trate. Si los encuentras correctamente escritos en los lugares que les
correspondan, podrás aseverar que el libro Mayor está bien.

Como comprenderás, todo lo dicho hasta aquí en relación con la


comprobación del Mayor con el Diario, tendrás que aplicarlo también en
el caso del Borrador con el Diario, día a día, si es que llevas Borrador en
la forma dicha al comienzo de este tratado. Lo mismo deberás hacer con
todos los otros libros que lleves. Y al hacer estas comprobaciones, será
conveniente que tengas en cuenta que el último libro en comprobar de-
be ser siempre el Mayor, y el penúltimo el Diario. Ideo…64

64 Me hace observar Pierre Jouanique que esta palabra latina Ideo, que normalmente
los traductores omiten en sus versiones, introduce una petición de intercesión. En
efecto, en algún lugar que otro, Pacioli pide a sus lectores que recen por él. En
éste, lo mismo que en el párrafo final del capítulo 35, se limita a consignar la pri-
mera palabra de la fórmula final del Confiteor en latín: Ideo precor… et vos fratres,
orare pro me ad Deum Dominum nostrum, es decir, “Por eso ruego… y a voso-
tros hermanos que intercedáis por mí ante Dios Nuestro Señor”.

218
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Capítulo XXXIII

DEL MODO Y ORDEN DE REGISTRAR LOS NEGOCIOS QUE


SE PRODUZCAN DURANTE EL TIEMPO EN QUE SE HACE
BALANCE, ES DECIR, EN QUE SE CIERRAN LOS LIBROS,
Y DE CÓMO NO SE DEBE ESCRIBIR NI ASENTAR NADA
NUEVO EN LOS LIBROS VIEJOS DURANTE DICHO TIEMPO,
Y LA RAZÓN DE ELLO

Mientras haces y observas todas estas cosas en debida forma, cui-


darás de no asentar ninguna partida nueva en ninguno de los libros
viejos, Mayor, Borrador o Diario, porque se entiende que todos los li-
bros deben cerrarse el mismo día. Y si ocurriera que tuvieses que re-
gistrar un negocio en medio de la operación de cierre, o de balance, lo
pasarás en el libro nuevo que vayas a utilizar como Borrador o Diario,
pero nunca en el Mayor, porque todavía no habrás traspasado los sal-
dos del primer Mayor. Si no hubieses preparado todavía los libros nue-
vos, registrarás el negocio, indicando el día del mismo, en una hoja
aparte, hasta que se dispongan y marquen los nuevos libros, que todos
tendrán la nueva marca o señal; es decir, si los libros que cierras esta-
ban marcados con una cruz, éstos los señalarás con la A.

Capítulo XXXIV

CÓMO SE DEBEN SALDAR TODAS LAS CUENTAS DEL LIBRO MAYOR


VIEJO; CONTRA QUÉ Y POR QUÉ, Y DE LA SUMMA
SUMMARUM DEL DEBE Y DEL HABER;
ÚLTIMA COMPROBACIÓN DEL CIERRE

Cuando hayas hecho esto con diligencia y cuidado, cerrarás todo


el Mayor, cuenta a cuenta, de la siguiente manera. Primero, comenza-
rás por la Caja, los deudores, las mercaderías y los clientes, llevando
los saldos directamente al Mayor A, o sea, al Mayor nuevo, pues como
se dijo antes no es preciso pasarlos en el Diario. Para ello, sumarás to-

219
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

das las partidas de cada cuenta, las del debe y las del haber, comple-
tando siempre la suma menor, como te dije anteriormente al hablar del
arrastre de las cuentas, pues este traspaso a un nuevo Mayor es similar
en todo a aquel arrastre, con la única diferencia de que, en aquel caso,
el saldo se llevaba a un folio posterior del mismo Mayor, mientras que
en el nuestro se lleva a otro libro; consiguientemente, en aquel caso el
folio que se indicaba como referencia era uno del mismo libro, mien-
tras que ahora se indica un folio del libro siguiente. De esta manera,
en el traspaso de un libro a otro, se pone la partida del saldo una sola
vez en cada Mayor. Y esta prerrogativa la tienen en el Mayor sólo las
partidas de saldo y cierre, pues en todos los demás casos, como habrás
observado, las partidas tienen que tener su contrapartida en el mismo
libro.

Dicho traspaso deberás hacerlo así. Supongamos que Martino te


es deudor de un saldo de L. 12, S. 15, G. 10, P. 26 en el folio 60 de tu
Mayor de la Cruz, y que tienes que llevar este saldo al debe del folio
8 de tu Mayor A. Tendrás que aumentar el haber del Mayor de la
Cruz, diciendo lo siguiente al final de todas las partidas que hayas
asentado en dicho haber: En el día tal, y escribirás siempre el día en
que haces el balance, traspaso por él mismo al debe del Mayor A por
saldo de esta cuenta, que pongo aquí por cierre, valen, a folio 8,
L. 12, S. 15, G. 10, P. 26. Luego, cancelarás esta cuenta, tanto en el de-
be como en el haber, con una raya transversal, como te enseñé a ha-
cer al hablar de los arrastres de cuenta. Al final de la cuenta, pondrás
la suma de todas las partidas, lo mismo en el debe que en el haber, es
decir, tanto en un lado como en el otro, para que salte a la vista en
seguida que ambas sumas están cuadradas, y al cerrar la cuenta, cuan-
do pases el saldo, sacarás fuera también el número del folio del Ma-
yor A donde lo llevas. Luego, en el debe del Mayor A, después de po-
ner en la cabecera del folio sólo el año que corresponda, por la razón
explicada antes en el capítulo 15, escribirás la partida, consignando su
día: Martino de Tal debe en tal día por sí mismo por el saldo traspasa-
do del Libro Mayor de la Cruz, que paso en el debe por cierre de
aquella cuenta, valen, folio 60, L. 12, S. 15, G. 10, P. 26. De esta ma-
nera irás cerrando todas las cuentas del Mayor de la Cruz que tengas
que traspasar al Mayor A, es decir, las de Caja, Capital, mercaderías,
muebles, inmuebles, deudores, acreedores, organismos, corredores,
pesadores municipales, etc., con los cuales se acostumbra a veces a
tener cuentas extensas.

220
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Las cuentas que no tengas que llevar al indicado Mayor A, como


pueden ser aquellas que sólo te incumban a ti y de las cuales no ten-
gas que rendir cuentas a nadie, como son las de gastos de mercade-
rías, gastos domésticos, entrada y salida, y todos los gastos extraordi-
narios, alquileres, pensiones, mercedes o censos, etc., podrás saldarlas
en el mismo Mayor de la Cruz, pasándolas a la cuenta de pérdidas y
ganancias, o de aumentos y disminuciones, o de beneficios y daños,
de esta manera: llevarás el saldo deudor de estas cuentas al debe de
la de pérdidas y ganancias, pues raramente podrá darse el caso de
que las cuentas de gastos tengan un saldo acreedor, y lo abonarás por
cierre a las propias al objeto de igualar las sumas, pues, como se ha
indicado ya repetidas veces, al cerrar una cuenta tendrás que llevar su
saldo al lado cuya suma sea menor. Y en este asiento de cierre dirás:
Por pérdidas y ganancias, en este libro a folio tal. Una vez pasadas to-
das estas cuentas a pérdidas y ganancias, sumando el debe y el haber
de esta cuenta, podrás conocer en el acto la ganancia o la pérdida
que hayas experimentado, porque con el cierre se igualan todas las
cuentas y sus saldos son traspasados a la de pérdidas y ganancias, de
forma que lo que tenga que ser disminuido, será disminuido, y lo que
tenga que ser aumentado, será aumentado. Si esta cuenta de pérdidas
y ganancias tuviera el debe mayor que el haber, habrás perdido el im-
porte de esta diferencia desde el comienzo de tus negocios; y si fuera
mayor el haber, podrás decir que esto es lo que ganaste en el dicho
tiempo.

Después de haber visto lo que hayas ganado o perdido, saldarás


esta cuenta con la de Capital, donde al empezar tus actividades pasaste
el Inventario de toda tu hacienda. Y para cerrar la cuenta de pérdidas
y ganancias procederás de la siguiente manera: si las pérdidas han sido
mayores que las ganancias, de lo cual guarde Dios a los que realmente
se han comportado como buenos cristianos, llevarás el saldo al haber
para aumentarlo en la forma acostumbrada, diciendo: En tal día por
Capital en este libro por la pérdida sufrida, a folio tal, valen. Y cance-
larás la cuenta con una raya transversal en el debe y en el haber, como
se decía anteriormente, poniendo en el debe y en el haber las sumas
que has tenido que igualar. Y después, escribirás en el debe de la
cuenta de Capital: Capital debe en el día tal por pérdidas y ganancias,
por la pérdida sufrida, como se ha asentado en aquélla al haber para
cerrarla, valen, a folio tal, L. S. G. P. Si se hubiesen obtenido benefi-
cios, lo que ocurrirá cuando el haber de la cuenta de pérdidas y ga-
nancias sea mayor que el debe, cerrarás esta cuenta pasando su saldo
al debe y diciendo que lo traspasas al folio que sea de la cuenta de

221
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Capital, en donde lo asentarás en el haber, al lado de las otras partidas,


mercaderías, bienes muebles e inmuebles.65

Por esta cuenta de Capital, que conviene que sea siempre la última
cuenta que se cierre en todos los libros Mayores, podrás saber, a cuán-
to asciende toda tu hacienda, pues reúne los débitos y los créditos que
llevaste al Mayor A. Acto seguido, saldarás y traspasarás esta cuenta de
Capital del Mayor de la Cruz al Mayor A, igual que hiciste con las
otras. Este traspaso lo podrás hacer por el saldo o por las sumas de de-
be y haber, o incluso, si quieres, partida por partida. Pero lo más co-
rriente es pasar la cuenta por sus sumas, porque ellas recogen todo el
Inventario. Y al hacerlo, acuérdate de indicar los folios. Luego asenta-
rás todas las cuentas del Mayor A en el Índice nuevo, cada una en su
sitio, siguiendo las instrucciones que te di anteriormente en el capítulo
5, de forma que, cuando lo necesites, puedas localizar siempre con fa-
cilidad las cuentas que recogen tus negocios.

De esta manera habrás completado el cierre del primer libro Ma-


yor, con su Diario y su Borrador. Y para mayor certeza de que todo es-
tá en orden, harás esta otra comprobación: Pondrás en un folio, a ma-
no izquierda, todas las sumas del debe del Mayor de la Cruz, y a mano
derecha consignarás todas las sumas del haber. A continuación, suma-
rás todas las sumas del debe, obteniendo un total que se llamará sum-

65 Basil S. Yamey advierte que este pasaje y el que inmediatamente le sigue constitu-
yen uno de los puntos más oscuros de la obra de Pacioli, habiendo creado serias
dificultades a los estudiosos y, sobre todo, a los traductores, que han tenido que
optar por interpretarlos a su buen saber y entender. Ver su artículo ya citado: “Pa-
cioli’s pioneering exposition of double-entry bookkeeping: a belated review”,
págs. 573 ss. Sin embargo, parece evidente que Pacioli, al hablar de que se anota-
rá en el haber de la cuenta de Capital el saldo acreedor de la cuenta de pérdidas
y ganancias, al lado de las otras partidas del Activo, se refería al momento en que,
al pasar el Inventario, se habían abonado estas cuentas en el haber de Capital. Así
parece que lo entiende también Carlo Antinori en su versión del Tratado de Pacio-
li al italiano moderno. En lo que se refiere al traspaso de la cuenta de Capital al li-
bro nuevo, del que se habla en el párrafo siguiente, me ha parecido que la inter-
pretación correcta, que daba todo su sentido a las palabras de Pacioli, era la de
ofrecer las tres posibilidades dichas: traspaso de la cuenta partida por partida; tras-
paso de las sumas del debe y del haber; y, finalmente, traspaso del saldo. Téngase
en cuenta, con respecto a la posibilidad de traspasar la cuenta de Capital al nuevo
libro Mayor partida por partida, que no estaba previsto hacer Inventario al co-
mienzo de cada ejercicio, sino solamente al inicio de los negocios. Véase, por otra
parte, mi trabajo ya citado: “Comments on Some Obscure or Ambiguous Points of
the Treatise De Computis et Scripturis by Luca Pacioli”.

222
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

ma summarum, y lo mismo harás con las del haber, cuyo total tam-
bién llamarás summa summarum, pero mientras la primera será la
summa summarum del debe, la segunda será la summa summarum
del haber. Ahora bien, si estas dos summe summarum son iguales, es
decir, si suma lo mismo la del debe que la del haber, ello querrá decir
que tu libro Mayor se ha llevado bien y que está correctamente cerra-
do, por la razón ya explicada en el capítulo 14. Si una de dichas sum-
me summarum fuera mayor que la otra, se pondría en evidencia que
existe un error en tu Mayor, error que tendrás que ponerte a buscar
con diligencia, empleando para ello toda la potencia del ingenio que
Dios te ha dado, así como los conocimientos aritméticos y contables
que habrás aprendido a fondo. Pues estos conocimientos, como decía-
mos al principio del presente tratado, son sumamente necesarios al
buen comerciante, porque si éste no fuera buen contable y no hiciera
bien sus cuentas desarrollaría su actividad a tientas, como si estuviera
ciego, de lo cual podría seguírsele grave daño. De forma que esfuérza-
te en ser un buen contable y un buen contador, a base de estudio in-
tenso y dedicación, pues la manera de llegar a serlo te la he ofrecido
plenamente y a tu comodidad en esta excelente obra, con todas las re-
glas e instrucciones necesarias debidamente ordenadas, las cuales po-
drás encontrar con toda facilidad gracias a la tabla dispuesta al princi-
pio. Aparte de ello, tal como te prometí en el capítulo 12, haré más
adelante un resumen de las cosas dichas para que te acuerdes mejor
de ellas, resumen que será como un sumario de lo más esencial que
contiene este tratado, cosa que sin duda te será de mucha utilidad. Y a
cambio, te acordarás de rezar por mí al Altísimo, para que yo pueda
seguir mi trabajo, mejorándolo siempre en alabanza y gloria suya.

223
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Capítulo XXXV

DEL MODO Y ORDEN DE GUARDAR LOS ESCRITOS SUELTOS;


CÓMO SON LOS ESCRITOS DE PROPIA MANO,
LAS CARTAS PERSONALES, LOS RECIBOS, LOS PROCESOS,
LAS SENTENCIAS Y OTROS DOCUMENTOS,
ASÍ COMO DEL REGISTRO DE LAS CARTAS IMPORTANTES

A continuación, hablaremos del modo y del orden que debe tener-


se para guardar los escritos y documentos sueltos, como son escrituras
privadas y comprobantes de los pagos hechos, recibos de los cambios
y de los géneros entregados, cartas personales, etc., pues todos estos
escritos son de gran valor e importancia para los mercaderes y es muy
peligroso perderlos o extraviarlos.

Empezaremos por las cartas personales, que tan a menudo os cru-


záis tus clientes y tú. Hasta finales de mes colocarás y guardarás dichas
cartas encima de una mesa, y al acabar el mes las atarás formando con
ellas un legajo que pondrás aparte, indicando en cada una, por la par-
te de fuera, el día que la recibiste y el que la contestaste. Y así lo harás
mes a mes. Al finalizar el año, con todos estos mazos harás un legajo
grande, por separado, en el que pondrás el año, de forma que cuando
quieras encontrar alguna carta puedas recurrir a él.

En tu despacho o escritorio tendrás unas bolsas donde colocarás


las cartas que te den los amigos para que las envíes con las tuyas. Si la
carta debe ser enviada a Roma, la pondrás en la bolsa de Roma, y si
tiene que ir a Florencia, en la de Florencia, etc. Después, cuando expi-
das el mensajero, las juntarás con las tuyas para hacérselas llegar a tu
corresponsal en el lugar de destino, porque siempre es bueno servir, y
hasta se suele dar una propina para que le sirvan a uno. Y en relación
con lo anterior podrías también tener un cincho o panel con tantos
bolsillos como lugares con los que mantengas negocios, es decir, Ro-
ma, Florencia, Nápoles, Milán, Génova, Lyon, Londres, Brujas, etc., y
en cada bolsillo escribirás su nombre, colocándolo por orden; así a
uno lo llamarás Roma, al otro Florencia, etc. En estos bolsillos pondrás
asimismo las cartas que, según lo dicho, algún amigo te haya dado pa-
ra enviar, cada una en su respectivo sitio.

224
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Cuando hayas contestado una carta y despachado la respuesta,


consignarás en dicha carta, por la parte de fuera, cómo la recibiste y a
través de quién, indicando también que ya la has contestado, por
quién enviaste la respuesta y en qué día.

Y hablando del día, procurarás que no falte en ninguno de tus es-


critos, lo mismo si se refieren a negocios grandes como a pequeños, y
mucho menos en las cartas, en las cuales se debe poner siempre el
año, el día y el lugar, así como el nombre. Se acostumbra a poner el
nombre al pie de la carta, a mano derecha, en una esquina. El año,
con el día y el lugar, lo acostumbran a escribir los mercaderes en la
parte de arriba, al principio de la carta. Pero antes, a la buena manera
cristiana, no te olvidarás nunca de poner el glorioso nombre de nues-
tra Salvación, es decir, el dulce nombre de Jesús, o bien, en su lugar, la
señal de la Santa Cruz, bajo cuya invocación deben ser desarrolladas
todas nuestras actividades. Dirás así: Cruz, 1494, a día 17 de abril en
Venecia. Y después podrás comenzar a escribir, o sea, por ejemplo:
queridísimo, etc. Los estudiosos y otras gentes que no comercian, co-
mo pueden ser los religiosos, acostumbran a poner debajo el lugar
donde se escribió la carta, junto con el día y el año, pero, como se ha
dicho, los mercaderes lo suelen poner arriba. Si no pusieras el día se
podría originar confusión y además se burlarían de ti, porque de las
cartas que no llevan el día se dice que han sido escritas por la noche,
y de las que no llevan lugar, se dice que han sido escritas en el otro
mundo, y no en éste. Pero, aparte de las burlas, lo peor es que estas
omisiones te podrían ocasionar graves dificultades, como ya te dije. Y
cuando hayas enviado la contestación, depositarás la carta en el sitio
indicado al efecto, según lo que has entendido; y lo que se dice para
una sola, vale para todas.

Debe tenerse en cuenta también que cuando las cartas que man-
des sean importantes, tendrás que registrarlas previamente en un libro
especial, reservado a este solo objeto. En este registro, si la carta es de
gran importancia se deberá copiar al pie de la letra; esto sucede con
las letras de cambio, o con las que den cuenta del envío de género o
dinero, etc. En otros casos, se indica solamente lo esencial, a título de
recordatorio, diciendo, por ejemplo: en este día hemos escrito a Fula-
no que por Zutano le enviamos tal cosa, según nos pidió y encargó
por la suya de tal fecha, que está guardada en la bolsa tal. Y después
de sellar la carta que se envía y de poner la dirección, muchos acos-
tumbran a consignar su señal por fuera, para que se vea que es una
cosa de mercaderes, a los que se debe mucha consideración, porque

225
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

ellos son los que mantienen las repúblicas, como al principio de este
tratado te decía. Y a este mismo objeto de reverencia y consideración
los eminentísimos cardenales consignan en la parte de fuera su distin-
guido nombre, para que nadie pueda alegar que no sabía de quién era
la carta. Con el mismo propósito, pero con mucha mayor rotundidad,
el Santo Padre deja abiertas adrede las suyas, como sucede con las bu-
las, los privilegios, etc., aunque las cosas más íntimas y de mayor con-
tenido las pone bajo el sello del pescador. Después, todas las cartas,
mes a mes, y año a año, las atarás en mazos o legajos, y las colocarás
ordenadamente en un armario o alacena que sea segura, pues como
recibes cartas cada día, es conveniente que las guardes ordenadas para
que puedas encontrarlas en seguida cuando las necesites. No quiero
decir nada más sobre este asunto, porque sé que de sobras lo habrás
entendido.

Los escritos de propia mano, como pagarés y libranzas que no ha-


yan sido pagados todavía por tus deudores, los custodiarás en un lugar
más secreto, como son cajas y arquetas personales, según te dije en el
capítulo 17. Los finiquitos y documentos similares los guardarás tam-
bién en un lugar seguro a todos los efectos. Cuando efectúes algún pa-
go a alguien, harás que te escriba el recibo en un cuaderno de pagos
como te dije al principio, de forma que no se pueda extraviar o perder
fácilmente. Iguales precauciones tomarás en el caso de todos los de-
más documentos de interés, como son las liquidaciones de corredores,
de compraventas y de pesadores, o los resguardos de las mercaderías
entradas o salidas de las aduanas de mar o de tierra, o las sentencias y
notificaciones de los consulados y otros organismos, así como los ins-
trumentos en pergamino de notarios, que se deben guardar por sepa-
rado, lo mismo que las copias de las escrituras, los procesos y los pro-
tocolos de litigios, de procuradores y de abogados. Asimismo es
conveniente llevar un libro especial, llamado Memorándum,66 para de-
jar constancia cada día de las cosas que tengas que recordar, pues su
olvido pudiera causarte algún perjuicio. Cada día, al caer la tarde, an-
tes de ir a la cama, echarás un vistazo a este libro para ver si hay que
hacer o despachar alguna cosa que no hubiese sido tramitada todavía.
Una vez realizada la gestión, cancelarás la anotación. Aquí tomarás no-
ta también de las cosas que prestes al vecino o al amigo por uno o dos
días, como pueden ser jarros de la tienda, calderos y otros utensilios.

66 El nombre que le da Luca Pacioli a este libro es el de Ricordanze.

226
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Y tú mismo, con tu ingenio, instrumentarás otros procedimientos,


que unirás y combinarás con los utilísimos que te he indicado en las
páginas anteriores, añadiendo o quitando según los tiempos y lugares,
pues en materia de mercaderías no es posible agotar las normas e ins-
trucciones, explicándolo todo punto por punto, porque, como se ha
dicho antes, se requieren más saberes para ser comerciante que para
ser doctor en leyes. Ideo, etc.67 Pero, si aprendes bien las cosas que
hasta ahora se han explicado, estoy seguro de que saldrás adelante en
todos tus negocios con ayuda de tu raro ingenio.

Capítulo XXXVI

SUMARIO DE REGLAS Y MANERAS DE LLEVAR UN LIBRO


DE MERCADERES

Tienes que asentar en el Mayor todos los acreedores a mano dere-


cha y los deudores a mano izquierda. Todas las partidas que pases al
Mayor tienen que ser dobles, es decir, que si haces a alguien acreedor,
habrás de hacer también deudor a alguien. Todas las partidas, tanto las
del debe, como las del haber, deben contener tres cosas: día del pago,
importe del pago y razón del pago.68 El último nombre de la partida
deudora debe ser el primero de la partida acreedora.69 El mismo día en
que se escribe la partida del debe, tiene que escribirse la partida del
haber.

Por balance del libro Mayor se entiende un folio plegado en senti-


do longitudinal en el cual se copian, a mano derecha, los acreedores
del Mayor y, a mano izquierda, los deudores; se ve si la suma del debe

67 Véase nota al pie de la página 218.

68 Pacioli usa expresamente la palabra pagamento, aunque por el sentido que da a


sus palabras parece más bien que se refiere a operación que a pago.

69 Esta práctica es la utilizada en los ejemplos de asientos de Mayor que se consig-


nan al final del Tratado y los cuales, según se comentaba en el estudio introducto-
rio, están redactados a la manera toscana. Sin embargo, no es la seguida en los
ejemplos ofrecidos en los capítulos anteriores, en los que se ha empleado el mo-
do veneciano. Ver a este respecto mi trabajo, ya citado, “Luca Pacioli's treatise De
Computis et Scripturis: A composite or a unified work?”.

227
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

es igual a la del haber, y en tal caso el Mayor estará correcto. Pues el


balance del Mayor debe cuadrar, es decir, la suma, no digo de los
acreedores y de los deudores, sino la del haber, tiene que ser igual a la
del debe; si no fuera así habría un error en el libro Mayor. La cuenta
de Caja tiene que ser siempre deudora o tener saldo cero, pues de otro
modo habría un error en el Mayor. No se debe ni puede hacer a al-
guien deudor en el Mayor sin su autorización y conformidad, y si se
hiciera tal cosa, el asiento sería falso; de forma análoga, no se pueden
poner limitaciones ni condiciones a un crédito sin el permiso y la vo-
luntad del acreedor, y si se hiciera tal cosa, la anotación sería falsa.
Conviene que la columna de cantidades del Mayor se refiera siempre a
la misma moneda, aunque en el texto del asiento pueden consignarse
las monedas que realmente hubieran intervenido en la operación, bien
fueran ducados, liras, florines, escudos de oro o la moneda de que se
tratase. Pero al sacar los importes a la columna de cantidades, convie-
ne que vayan todos en la misma moneda en que comenzaste el Mayor.

El que quiera, puede abreviar los asientos que haga en el debe o en


el haber de la cuenta de Caja, omitiendo la explicación y diciendo sola-
mente: de Fulano en tal día, o a Fulano en tal día, pues la causa se indi-
ca en el asiento de contrapartida. Si tienes que abrir una cuenta nueva,
deberás utilizar un folio nuevo, sin volver atrás, aunque allí hubiera es-
pacio para colocarla. Al abrir las cuentas no se debe retroceder, sino
avanzar siempre, por orden, de igual manera que transcurren los días,
que nunca retroceden; si hicieras otra cosa, el libro Mayor podría ser ta-
chado de falso. Si se hubiera pasado por error en el libro Mayor una
partida en un lugar equivocado, como ocurre a veces por distracción o
falta de memoria, y tú la quisieras anular, la señalarás con una cruz o
con una H, y después escribirás un contraasiento, en el lado opuesto de
la misma cuenta. Es decir, si hubieras escrito erróneamente en el haber
una partida por un importe de L. 50, S. 10, D. 6, harás un asiento en el
debe y dirás: Debe L. 50, S. 10, D. 6, que son por la partida de enfrente,
señalada con una cruz, que se anula porque está equivocada y no tiene
que estar. Este contraasiento lo señalarás también con una cruz, como el
asiento anterior. Con ello quedará arreglado el error.70

70 Se habrá observado que en el ejemplo numérico que se cita en este párrafo, lo


mismo que se hace en el ejemplo del párrafo siguiente, así como en el conjunto
de diez asientos relacionados de Mayor que se ofrece al final del Tratado, Pacioli
no utiliza las unidades monetarias de cuenta que había venido empleando en los
capítulos anteriores, o sea, L. S. G. P., es decir, liras, sueldos, gruesos y piccioli,
sino L. S. D., o sea, liras, sueldos y dineros, que eran las unidades monetarias de

228
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Cuando el espacio de una cuenta se haya completado, de manera


que no puedas escribir ningún asiento más en ella y tú quisieras arras-
trarla a un folio posterior, harás lo siguiente: averigua el saldo de dicha
cuenta, es decir, halla la diferencia entre el debe y el haber. Si supone-
mos que la cuenta tiene un saldo acreedor de L. 28, S. 4, D. 2, entonces
tendrás que escribir una simple línea en la parte opuesta, sin fecha, di-
ciendo: Debe L. 28, S. 4, D. 2, por saldo de esta cuenta que pongo en
el haber en el folio tal de éste. Con lo cual quedará hecho lo que que-
rías. Y la línea indicada tienes que señalarla en el margen delantero de
esta manera: Rº, que significa resto (saldo), lo cual indica que la partida
en cuestión no es deudora aunque se halle en el debe, ya que es un
saldo acreedor que se traspasa a través de su adeudo. Para hacerlo ten-
drás que ir tan adelante como sea necesario para encontrar un folio
nuevo donde puedas llevar la indicada cuenta, consignando su nombre,
y asentar luego sin indicar el día su saldo acreedor en el haber. De esta
forma, dirás lo siguiente: Fulano de Tal y Tal 71 ha de haber L. 18, S. 4,
D. 2, importe del saldo de su cuenta llevada en éste en el folio tal.72 Es-
te asiento se deberá señalar también con la abreviatura Rº, que significa
resto (saldo), y con ello se habrá zanjado la cuestión. Lo mismo que te
he mostrado cuando la cuenta tiene saldo acreedor, deberás hacerlo
también cuando el saldo sea deudor, sólo que lo que has puesto en el
lado del haber, lo tendrás que meter en el debe.

Cuando tu libro Mayor esté lleno o sea viejo, y quieras traspasarlo


a un libro nuevo, harás lo siguiente: Antes que nada tendrás que com-
probar si tu libro viejo está marcado en la cubierta, digamos que con
la letra A; en tal caso, tendrás que señalar la cubierta del libro nuevo

cuenta que se empleaban mayormente en Florencia. Ello confirma la idea de que


los asientos ofrecidos al final del Tratado estaban formulados a la toscana, al tiem-
po que establece una relación entre esos asientos y el resumen presentado en el
capítulo 36, reforzando la hipótesis de que formaban en principio un todo inde-
pendiente de los primeros 35 capítulos del Tratado. Ver a este respecto mis traba-
jos ya citados “Comments on Some Obscure or Ambiguous Points of the Treatise
De Computis et Scripturis by Luca Pacioli” y “Luca Pacioli's treatise De Computis et
Sripturis: A composite or a unified work?”.
71 Las palabras empleadas por Pacioli son exactamente las siguientes “tale di tale d
tali de havere”, que también podrían haberse traducido como: “tal día Fulano de
Tal ha de haber”. Sin embargo, teniendo en cuenta lo expresado en la línea ante-
rior, ha parecido más correcto traducirlas de la forma efectuada.
72 El libro de Pacioli muestra una clara errata en el importe en liras de este asiento,
que debe ser de 28, y no de 18.

229
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

donde quieras traspasar el antiguo con la B, porque los libros de los


mercaderes van señalados siguiendo el orden de las letras del alfabeto,
A, B, C, etc. Luego establecerás el balance del Mayor viejo y lo cuadra-
rás, como es debido, y después copiarás de este balance todos los
acreedores y deudores en el Mayor nuevo, por el mismo orden en el
que están en el balance, y pondrás a cada deudor y a cada acreedor
cada uno de por sí, dejándoles tanto espacio como creas que vas a ne-
cesitar por las operaciones que pienses realizar con ellos.

Y en cada cuenta deudora escribirás lo siguiente: Por tanto que


importa el saldo deudor en el libro viejo señalado con la A, en el folio
tal; y en las cuentas de los acreedores deberás decir: Por tanto que im-
porta el saldo acreedor en el libro viejo señalado con la A, en el folio
tal. Con esto habrás traspasado el Mayor viejo al Mayor nuevo. Sólo te
faltará cancelar el Mayor viejo, para lo cual tendrás que cerrar todas las
cuentas abiertas, cosa que podrás hacer a partir del susodicho balance.
En efecto, si una cuenta del Mayor viejo es acreedora, como verás por
el balance, la saldarás poniendo el saldo al debe, diciendo: Por tanto
que importa el saldo acreedor de esta cuenta, traspasada al haber del
Mayor nuevo señalado con la B, en el folio tal. De esta manera habrás
cerrado todo el libro Mayor viejo y abierto el Mayor nuevo. Y de igual
modo que te he enseñado en relación con una cuenta acreedora, pro-
cederás con una deudora, salvo que donde al acreedor se le hace deu-
dor, tendrás que hacer acreedor al que debe. Y listo.

CASOS QUE DEBEN ANOTARSE EN EL LIBRO


DE LOS MERCADERES

Todo el dinero en efectivo que poseyeras, bien por haberlo gana-


do en el pasado, bien porque te hubiera sido dejado en herencia por
tus padres fallecidos, o bien porque te lo hubiera dado cualquier prín-
cipe, lo abonarás a tu propio nombre y lo cargarás en la cuenta de
Caja.

Todas las joyas y mercaderías que fueran tuyas, por haberlas gana-
do, o porque te hubieran sido legadas en testamento, o por haberlas
recibido en donación, las valorarás en dinero contante una a una, por
separado. Asimismo las anotarás en el Mayor asentando una partida
para cada cosa, de forma que a cada una la harás deudora diciendo:

230
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

Por tantos dineros que se estima que vale tal cosa que poseo en el día
de hoy, y que abono en mi cuenta en éste a tal folio. Y acreditarás tu
cuenta, es decir, a ti mismo, por el importe de cada partida. Pero, ad-
vierte que estas partidas no deben ser menores de diez ducados cada
una, ya que las cosas pequeñas y de poco valor no se meten en el Ma-
yor.

Todos los bienes inmuebles que poseas, como son casas, propie-
dades, tiendas, has de hacerlos deudores. Así, estimarás lo que a tu jui-
cio vale la casa en dinero contante y sonante, y la harás deudora de
dicho importe, abonándotelo a ti mismo en tu susodicha cuenta. Y lue-
go harás deudoras a las propiedades una a una, por separado, esti-
mando lo que valen, y te harás acreedor a ti mismo, en la indicada
cuenta. Y como te he dicho al hablar de las reglas, todos los asientos
deben contener tres cosas, a saber: el día, el importe y la causa.

Asimismo harás deudoras a cualesquier mercancías o cosas que


compres al contado, con abono a la Caja. Y si me dijeras: yo no las
compré al contado, como has dicho, pues fue un banco el que las pa-
gó por mí, o lo hizo un amigo mío, yo te respondería: de cualquier
modo tendrás que hacer deudora a la mercadería en cuestión, como se
indicó antes, pero donde te dije que hicieras acreedora a la Caja, ahora
te digo que hagas acreedor al banco o al amigo que la pagó por ti.
Cuando compres una mercadería o una cosa a plazo, tendrás que ha-
cer deudora a la mercancía y acreedor a aquel a quien se la hayas
comprado por ese plazo. Si las mercaderías o las cosas que compras
las pagas parte al contado y parte a plazo, deberás hacer deudoras a
las mercancías y acreedor a aquel a quien se las compraste, indicando
las condiciones pactadas con él, digamos de pagarle un tercio al conta-
do y el resto en los seis meses siguientes. Y después de asentar esta
partida, harás otra, adeudando al vendedor de las mercancías el impor-
te del tercio de las mismas que le pagas al contado, y abonando dicho
importe a la Caja o al banco que lo paga por ti.

Cuando vendas mercaderías u otras cosas, procederás en todo de


forma semejante a la indicada, excepto que has de hacer lo contrario,
es decir, que donde te dije que habías de adeudar siempre la cuenta
de la mercadería, aquí, en el caso de las ventas, tendrás que acreditar
siempre la mercancía y adeudar la cuenta de Caja, si recibiste el impor-
te de la venta al contado, o la del banco que te hubiese prometido el
pago. Y si la venta fue a plazo, tendrás que adeudar la cuenta de aquel
a quien le vendiste la mercancía a ese plazo. Si el pago del género fue-
se parte al contado y parte a plazo, habrás de hacer los dos asientos

231
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

que te he mostrado anteriormente para el caso de las compras. Supon-


te que hubieses vendido género a barata, y que me dices: He vendido
mil libras de lana de Inglaterra a la barata de pimienta, por dos mil li-
bras de ésta, ¿cómo he de anotar esta operación en mi libro Mayor? Te
respondo que harás lo siguiente: valora lo que vale la pimienta, según
tu criterio, en dinero contante y sonante; pongamos que la valoras en
12 ducados el ciento, con lo que las dos mil libras valen 240 ducados
al contado. En consecuencia, harás acreedora la cuenta de la lana por
los 240 ducados por los que la has vendido. Y esta es la manera que
emplearás siempre en las operaciones de barata, como lo has hecho
en ésta, en la que obtuviste dos mil libras de pimienta valoradas en
240 ducados, según indicarás en el asiento que hagas en la cuenta de
la lana: Se ha puesto en el debe de dicha pimienta en este libro en el
folio tal. Luego, efectivamente, harás deudora la cuenta de la pimienta.

Si prestaras dinero contante a algún amigo, has de hacer deudor al


amigo a quien se lo has prestado y acreedora a la Caja. Si, por el con-
trario, recibieses un préstamo de dinero en efectivo de algún amigo tu-
yo, habrás de hacer deudora la Caja y acreedor al amigo.

Si hubieras recibido ocho o diez o veinte ducados para asegurar


una nave o una galera u otra cosa, harás acreedora la cuenta de Segu-
ros de navíos, explicando con toda claridad el qué, el cómo, el cuán-
do, el dónde y el cuánto por ciento, y adeudarás la cuenta de Caja.

Cuando recibas mercancías que alguien te envíe con el encargo de


venderlas o baratarlas, con la percepción por tu parte de la correspon-
diente comisión, harás deudora en el Mayor a dicha mercancía perte-
neciente a Fulano de Tal por los gastos de puerto, impuestos, fletes y
acarreos hasta el almacén, acreditando en contrapartida la cuenta de
Caja. Todos los gastos que te produzca esta mercancía en dinero en
efectivo, lo mismo si es por fletes, que por impuestos, carruajes, corre-
tajes o acarreos los abonarás a la cuenta de Caja, y se los cargarás a la
mercancía que te los ocasiona.

CASOS QUE CONVIENE ANOTAR EN EL MEMORÁNDUM


DEL MERCADER

Inscribirás todos los enseres que tengas en tu casa o en tu tienda,


y lo harás ordenadamente, es decir, todas las cosas de hierro por un la-

232
Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

do, con espacio suficiente para poder añadir más si hiciera falta, y al
margen se indicará las que se hubiesen perdido, o vendido, o regalado
o desgastado. Y no incluirás entre estas cosas aquellas de poco valor.
De igual manera, dejarás constancia de todas las cosas de latón por se-
parado, y lo mismo las de estaño, las de madera, las de cobre, las de
plata y las de oro, dejando siempre algunos folios en blanco para po-
der añadir más cosas, si fuese necesario, y también para dar noticia de
lo que faltase.

Anotarás asimismo todas las garantías, fianzas o promesas que hu-


bieses prestado en favor de algún amigo, explicando bien el qué y el
cómo. También inscribirás todas las mercaderías u otras cosas que se
te hubieran confiado en custodia o en prenda, todo lo que te hubieran
prestado los amigos, así como todo lo que tú les hubieses prestado a
ellos, todas las operaciones condicionadas, es decir, las compras o ven-
tas sujetas a alguna condición, como puede ser el caso, por ejemplo,
de un contrato por el que tú te comprometes a enviarme con las próxi-
mas galeras que vuelvan de Inglaterra tantos quintales de lana de Li-
mistri,73 y en caso de que sea buena y dé el peso, yo te daré tanto por
cada quintal o por un ciento de ellos, o te mandaré en contrapartida
tantos quintales de algodón. Pondrás asimismo todas las casas, propie-
dades, tiendas o joyas que tuvieras alquiladas, indicando los ducados o
liras de alquiler al año. Y cuando cobres el dinero del alquiler, deberás
asentarlo en el libro Mayor, como anteriormente te dije. El préstamo de
alguna joya o de una vajilla de oro y plata a algún amigo por ocho o
quince días no se anota en el libro Mayor, porque has de recuperar ta-
les cosas en pocos días, pero sí tienes que anotarlas en el Memorán-
dum. Y lo mismo harás con las cosas que te prestaran, que no las ano-
tarás en el Mayor, pero sí en el Memorándum para acordarte de que
pronto las tienes que devolver.

73 La expresión que emplea Pacioli es la de lane dilimistri que no se encuentra inter-


pretada en las traducciones de Ernst Ludwig Jäger al alemán, de Giorgio Berni y Ra-
món Cárdenas al español, o de Robert Haulotte y Ernest Stevelinck al francés. Tam-
poco Vincenzo Gitti logra interpretar el significado de esta palabra en su trascripción
del Tratado de Pacioli. R. Gene Brown y Kenneth S. Johnston, sin embargo, en su
versión inglesa de la obra, la traducen por mixed wool, lo mismo que Crivelli, mien-
tras Balduin Penndorf la traduce por reine Wolle, es decir, todo lo contrario. Carlo
Antinori, sin embargo, piensa que Limistri es el nombre de una población, tal vez Li-
merick, en Irlanda.

233
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

Cómo se escriben liras, y sueldos, y dineros


y piccioli, y otras abreviaturas

Liras Sueldos Dineros Picioli Libras Onzas Dineros Granos Quilates Ducados

Florines grandes

Forma de escribir las partidas del debe:74

MCCCC.LXXXXIII
Lodovico di Piero Forestani debe el día 14 de noviembre de 1493,
L. 44, S. 1, D. 8, por dinero en efectivo que se llevó prestado, y lo
pongo al haber de Caja, a folio 2
L. 44 S. 1 D. 8

74 Los ejemplos que siguen los pone Pacioli en su tratado en dos columnas, la de
la izquierda para el debe y la de la derecha para el haber, simulando un libro
Mayor. Juega con cuatro cuentas, por este orden: la de Lodovico di Piero Fores-
tani, con dos asientos en el debe y uno en el haber; la de la Caja en manos de
Simone d’Alesso Bombeni, con un asiento en el debe y dos en el haber; la de
Martino di Piero Foraboschi, con un asiento en el debe y otro en el haber; y, fi-
nalmente, la de Francescho d’Antonio Cavalcanti, también con un asiento en el
debe y otro en el haber. El debe y haber de las cuatro cuentas se presenta en-
frentado, con una pequeña separación entre cuenta y cuenta, de forma que pue-
da verse con facilidad el juego entre ellas. Los importes de los asientos, aparte
de estar consignados en el texto, se sacan fuera, a la columna de cantidades, de
acuerdo con las explicaciones que da Luca Pacioli en su Tratado. Como se ha
indicado en una nota anterior, la unidad monetaria de cuenta utilizada en estos
asientos no es la empleada en los ejemplos ofrecidos en los treinta y cinco capí-
tulos primeros, sino otra distinta, utilizada mayormente en Florencia, es decir,
las liras, los sueldos y los dineros. Este sistema era asimismo puramente imagi-
nario, es decir, sin existencia real, y se usaba sólo para expresar los importes
monetarios en los libros de los mercaderes. Hasta 1584 no se acuñó en Florencia
la primera lira real, a iniciativa de Cósimo I, en forma de pieza de plata; hasta
ese momento se había venido usando el florín de oro como moneda de elevada
cuantía. Ver W.-A. Shaw: Histoire de la monnaie 1252-1894, obra citada, pág.
246. Por otra parte, el texto de los asientos varía ligeramente de unos a otros,
sin duda para ilustrar el hecho de que no tenía que ajustarse a un modelo rígi-
do. Sin embargo, debe observarse que, en general, la redacción y disposición de
los asientos es diferente de la que se da en los ejemplos incluidos en el texto
del Tratado, según ha sido señalado por varios autores, que indican que los
asientos de este ejemplo práctico final han sido dispuestos a la manera toscana.
De igual forma, de acuerdo con lo que Pacioli recomienda en la parte final de
su obra, las explicaciones de la cuenta de Caja omiten la razón de las operacio-

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Traducción DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS

El día 18 del dicho L. 18, S. 11, D. 6 que prometemos por él a Martino


di Piero Foraboschi a su conveniencia, y lo pongo en el haber en éste, a
folio 2

L. 18 S. 11 D. 6

Caja en manos de Simone d’Alesso Bombeni debe el día 14 de


noviembre de 1493, L. 62, S. 13, D. 2 por Francescho d’Antonio
Cavalcanti en éste, a folio 2 75

L. 62 S. 13 D. 6

Martino di Piero Foraboschi debe el día 20 de noviembre de 1493, L.18,


S. 11, D. 6, que se llevó él mismo de contado, lo pongo en Caja, a fo-
lio 2

L. 18 S. 11 D. 6

Francescho d’Antonio Cavalcanti debe el día 12 de noviembre de 1493,


L. 20, S. 4, D. 2, que nos ha prometido a nuestra conveniencia por
Lodovico di Piero Forestani, a folio 2

L. 20 S. 4 D. 2

Forma de escribir las partidas del haber:


MCCCC.LXXXXXIII

Lodovico di Piero Forestani ha de haber el día 22 de noviembre de


1493, L. 20, S. 4, D. 2, en concepto de pago parcial, que por él nos ha
prometido a nuestra conveniencia Francescho d’Antonio Cavalcanti,
como pongo en el debe, a folio 2

L. 20 S. 4 D. 2

Caja en manos de Simone d’Alesso Bombeni ha de haber el día 14 de


noviembre de 1493, L. 44, S. 1, D. 8, a Lodovico di Piero Forestani, en
éste, a folio 2

L. 44 S. 1 D. 8

nes, puesto que ésta ya se ofrece en los asientos de contrapartida. Como se ha


visto a lo largo de toda la obra, para Pacioli la cuenta de Caja tiene entidad pro-
pia y no está personificada, como ocurría todavía muchos años más tarde en
Castilla. Sin embargo, en estos ejemplos finales, se explicita en manos de quién
está depositada la Caja.
75 Hay una discrepancia entre los dineros consignados en el texto y los sacados a la
columna de cantidades.

235
DE LAS CUENTAS Y LAS ESCRITURAS Traducción

En el día 22 de noviembre de 1493, L. 18, S. 11, D. 6, a Martino di Piero


Foraboschi, a folio 2

L. 18 S. 11 D. 6

Martino di Piero Foraboschi ha de haber el día 18 de noviembre de1493,


L. 18, S. 11, D. 6, que le prometimos a su conveniencia por Lodovico di
Piero Forestani, como pongo en el haber 76 en éste, a folio 2

L. 18 S. 11 D. 6

Francescho d’Antonio Cavalcanti ha de haber el día 14 de noviembre de


1493, L. 62, S. 13, D. 6, que trajo él mismo de contado, como pongo en
el debe de Caja, a folio 2

L. 62 S. 13 D. 6

76 Obviamente debe decir “en el debe”.

236
De Computis
et Scripturis
por

Luca Pacioli

(Reproducción fotográfica)
E
n esta reproducción se ofrecen los textos de la primera edición
de la Summa de Arithmetica, Geometria, Proportioni & Propor-
tionalita que han sido objeto de traducción. En primer lugar,
aparecen los folios 4 vº y 5 rº, sin numerar, del comienzo del volumen,
donde consta el Sumario de la terça parte principale. A continuación
figuran, sin solución de continuidad, los folios numerados desde el 197
vº, donde comienza la Tavola del Quaderno, hasta el 210 vº, en que
termina el Tratado.

La reproducción se ha efectuado a partir de uno de los dos ejem-


plares custodiados en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla: el re-
gistrado con la signatura 335/68. Con este motivo, me complace agra-
decer públicamente a Dª Rocío Caracuel, directora de la citada
Biblioteca, todas sus atenciones y facilidades brindadas para el buen
éxito de los trabajos de reproducción.

Aparte de estos dos ejemplares de la primera edición de la Sum-


ma, Sevilla cuenta con otro ejemplar, el conservado en la Biblioteca
Colombina. De acuerdo con el Catálogo General de Incunables en Bi-
bliotecas Españolas, coordinado y dirigido por Francisco García Cra-
viotto (Madrid 1989, pág. 568), se encuentran localizados en España
otros tres ejemplares de la primera edición de esta obra: uno, en la Bi-
blioteca Pública de Avila, otro, en la Biblioteca del Real Monasterio de
El Escorial, y un tercero, en la del Monasterio de los Agustinos, de Va-
lladolid. El ejemplar de la Summa custodiado en la Biblioteca Nacio-
nal, de Madrid, pertenece a la segunda edición, impresa en Toscolano
el año 1523.

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