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EL CEREBRO ADOLESCENTE

Sarah-Jayne Blakemore y Uta Frith, investigadoras de la


University College of London, han dirigido diferentes
investigaciones que combinan la neurociencia y el aprendizaje.
Queremos hacer referencia a su investigación en la evolución
del cerebro durante la adolescencia, donde se producen
cambios drásticos, sobre todo en la corteza prefrontal, región
del cerebro responsable de las funciones ejecutivas como la
planificación y esencial en la regulación de las emociones,
continúa durante todo este período crítico. El hecho de que la
comprensión socio-emocional esté desarrollándose durante la
adolescencia conlleva importantes implicaciones en el ámbito
educativo, dado que puede interferir en el proceso de
aprendizaje. El conocimiento del desarrollo cerebral en la
adolescencia se nos antoja crucial para el proceso de
enseñanza y aprendizaje en el aula.

Experimentos en cerebros de adolescentes

La aplicación de técnicas modernas de visualización cerebral ha


permitido obtener imágenes de gran calidad del cerebro
humano. A continuación, analizamos algunos resultados
obtenidos en estudios que han aplicado la técnica de la
resonancia magnética.
1)
Materia gris y materia blanca: La materia o sustancia
gris está formada por masas de axones que al microscopio o
en las imágenes de resonancia magnética parecen grises,
mientras que la materia o sustancia blanca son masas de
axones que al microscopio o en las imágenes de resonancia
magnética se ven de color blanco debido a las vainas de
mielina.)

Se han observado diferencias en la densidad de sustancia


blanca y sustancia gris entre los cerebros de niños (en
promedio, de nueve años) y un grupo de adolescentes (en
promedio, de 14 años). Los adolescentes mostraban un mayor
volumen de sustancia blanca y un menor volumen de sustancia
gris en las cortezas frontal y parietal. Esto se explica porque
las neuronas, en su fase de desarrollo, crean una capa de
mielina en torno a sus axones. La mielina es una sustancia
grasa que aumenta la velocidad de transmisión de las
neuronas.

El volumen de sustancia gris en el lóbulo frontal aumenta


durante la infancia y los primeros años de la adolescencia,
obteniéndose un máximo en torno a los doce años para luego
ir disminuyendo durante la adolescencia. El incremento de
sustancia gris al comienzo de la pubertad conlleva un aumento
de la densidad de las sinapsis mientras que el descenso gradual
de sustancia gris, que ocurre en determinadas regiones del
cerebro durante la adolescencia, ha sido atribuido a la poda
sináptica. Tras la pubertad, las sinapsis más utilizadas se
fortalecen y mejoran mientras que las menos utilizadas se
eliminan. La poda sináptica conlleva un aumento de la
eficiencia de la región ejecutiva. El hecho de que en los
adolescentes no se pongan en funcionamiento determinadas
regiones cerebrales de forma automática, a diferencia de los
adultos, conlleva una menor variedad de recursos y podría
explicar la variabilidad que observamos en el carácter de
aquellos.

También se ha observado un aumento en el grosor del cuerpo


calloso y un fortalecimiento de los circuitos que conectan el
hipocampo con el lóbulo frontal, lo que permite una mejora en
la planificación de tareas y en la toma de decisiones con un
mejor uso de la memoria.

2) Diferencias sexuales

El máximo de sustancia gris en los lóbulos frontal y parietal se


alcanza en las chicas en torno a los once años, mientras que
en los chicos aparece a los doce años. Esto sugiere posibles
interacciones entre las hormonas de la pubertad y el desarrollo
de sustancia gris.

Diversos estudios muestran también diferencias en los ganglios


basales y algunas estructuras límbicas. Por ejemplo, el
hipocampo se desarrolla más rápidamente en las chicas
mientras que la amígdala lo hace en los chicos. La incidencia
menor de la depresión de los chicos podría estar relacionada
con el incremento de los niveles de testosterona.
3) Efectos de algunos neurotransmisores

En los adolescentes existe una sensibilidad muy grande del


cerebro a la dopamina. La dopamina es un neurotransmisor
cerebral que desempeña un papel fundamental en el control de
la atención o la cognición y que activa los circuitos de
gratificación. Esto explica que los adolescentes den más
importancia a la recompensa que a los riesgos en la búsqueda
de lo novedoso. Existe también una sensibilidad a la oxitocina
que hace más gratificantes las relaciones sociales lo que
justifica la necesidad del adolescente por relacionarse con
compañeros de su misma edad. El llamado “cerebro social”,
que engloba regiones cerebrales que intervienen en lo afectivo
y cognitivo en relación a los demás, sigue desarrollándose
durante la adolescencia.

Implicaciones académicas

La educación debería considerar la enseñanza de habilidades


relacionadas con las regiones del cerebro que sufren cambios
más significativos durante la adolescencia, por ejemplo, el
autocontrol o la empatía. Los programas eficaces deberían
enseñar a los niños a calmarse, a hablar con naturalidad de sus
sentimientos (hablar de los sentimientos propios y compartirlos
con los demás constituye un buen antídoto contra la depresión)
para resolver problemas interpersonales y a considerar los
efectos de nuestras conductas sobre los demás.

Si asumimos que la adolescencia no es un problema y la


consideramos como una fase adaptativa (la plasticidad cerebral
garantiza la evolución y continuidad del aprendizaje) podremos
gestionar los conflictos en el aula como ocasiones para enseñar
y aprender habilidades socioemocionales.

Los docentes sabemos que el adolescente busca nuevas


expectativas y su mejora en el razonamiento abstracto le
permite investigar sobre su propia identidad. Como plantea
Howard Gardner, al estar dispuestos a una gran variedad de
temas, deberíamos animarles a adoptar formas de
pensamiento abiertas. Si implicamos a nuestros alumnos en la
participación de proyectos polifacéticos podrán diversificar sus
conocimientos. Al estar el adolescente más dispuesto a
trascender sus límites, deberíamos fomentar un pensamiento
interdisciplinario que no coarte su curiosidad ni interfiera en su
motivación.

Los docentes somos conscientes también que las situaciones


socio-emocionales que impregnan el entorno educativo
interfieren en los recursos dedicados por nuestros alumnos al
aprendizaje. Como comenta Sarah-Jayne Blakemore,”las
evidencias indican que la pubertad y la adolescencia suponen
períodos críticos en el desarrollo de la conciencia emocional,
especialmente en el contexto de las relaciones entre
compañeros”. Los primeros años de la adolescencia deberían
aprovecharse para incorporar programas educativos que
fomenten la empatía y las relaciones interpersonales. La
adolescencia no constituye un problema sino una gran
oportunidad que hemos de aprovechar para optimizar el
aprendizaje útil. Y es que el error forma parte del mismo.

Sarah-Jayne Blakemore, investigadora de la University College


of London, ha escrito un libro, “Cómo aprende el Cerebro, las
claves para la Educación”, del cual realizamos a continuación
un resumen:

1.- ¿Cómo se desarrolla el cerebro a través del ciclo


vital? ¿Cuáles son los hitos del desarrollo del cerebro?

Se ha conocido mucho sobre el desarrollo temprano del cerebro


a partir de los experimentos realizados con animales en las
décadas de 1950 y 1960. Un proceso de desarrollo importante
afecta al “cableado” de las células cerebrales (neuronas) – la
intrincada red de conexiones (sinapsis) entre las neuronas. Al
principio del desarrollo, el cerebro comienza a formar nuevas
sinapsis, de modo que la densidad sináptica – el número de
sinapsis por unidad de volumen de tejido cerebral – excede con
mucho los niveles de los adultos. Este proceso de proliferación
sináptica, la ‘sinaptogénesis’, dura hasta varios meses,
dependiendo de la especie animal.

El aumento en el número de sinapsis es seguido por un período


de eliminación sináptica (o poda) en el que el exceso de
conexiones se marchita. Este proceso está pre programado en
gran medida – sucederá en todos los ambientes. Sin embargo,
el medio también pueden influir en la poda sináptica,
reforzando aquellas conexiones utilizadas con frecuencia y
eliminando las conexiones raramente utilizadas.

Esta investigación sugiere que el desarrollo del cerebro es


particularmente sensible a la influencia ambiental muy al
principio de la vida. No fue hasta la década de 1970 que la
investigación en cerebros humanos post-mortem reveló que
algunas áreas del cerebro humano, en particular, la corteza
frontal, siguen desarrollándose más allá de la infancia. La
corteza frontal es el área responsable de las habilidades
cognitivas tales como la capacidad de hacer planes, recordar
hacer cosas en el futuro, tareas múltiples e inhibición de
comportamientos inadecuados (funciones ejecutivas). La
corteza frontal también juega un papel importante en la auto-
conciencia y la comprensión de otras personas. Peter
Huttenlocher, en la Universidad de Chicago, recopiló cerebros
humanos post mortem de todas las edades, descubriendo que
la corteza frontal de los cerebros de los niños pre-púberes era
notablemente diferente de la de los adolescentes post-púberes.
Mientras en las áreas sensoriales del cerebro, como la corteza
visual, la sinaptogénesis y la poda sináptica ocurren
relativamente temprano y la densidad sináptica llega a niveles
adultos a mediados de la niñez, la reorganización sináptica en
la corteza frontal continúa mucho después, hasta bien entrada
la adolescencia. Huttenlocher encontró que el número de
sinapsis en el lóbulo frontal es alta alrededor de la pubertad,
después de la cual se reduce su número (debido a la poda
sináptica), a lo largo de la adolescencia.

Otro proceso del desarrollo que se da durante varias décadas


en la corteza frontal es la mielinización. Mientras las neuronas
se desarrollan, crean una capa de mielina en sus axones (sus
largas fibras de transmisión de señales desde cada célula del
cerebro). La mielina es una sustancia grasa que aísla a los
axones y aumenta enormemente la velocidad de transmisión
de los impulsos eléctricos entre neuronas. Mientras que las
regiones sensoriales y motoras del cerebro son plenamente
mielinizadas en los primeros años de vida, los axones de
algunas regiones corticales, especialmente en los lóbulos
frontal y parietal, continúan siendo mielinizados en el cerebro
humano hasta bien entrada la adolescencia.
Recientes estudios de resonancia magnética han confirmado
estos primeros estudios celulares, demostrando que algunas
regiones del cerebro humano continuará desarrollando durante
varios decenios (véase más abajo).

2. ¿Dónde es el cerebro más plástico –y el


comportamiento moldeable-, y donde menos?

Hasta hace relativamente poco, estaba muy extendida la


creencia de que el cerebro adulto no es capaz de cambiar. Solía
haber una fuerte presunción de que después de los primeros
años de vida el cerebro está equipado con todas las células que
tendrá jamás, y que la edad adulta representa una espiral
descendente de pérdida de células cerebrales y deterioro en el
aprendizaje, la memoria y el rendimiento general. Pero la
investigación está empezando a mostrar que esta visión del
cerebro es demasiado pesimista: el cerebro adulto es flexible,
puede crear nuevas células y hacer nuevas conexiones, por lo
menos en algunas regiones. Aunque la capacidad de asentar
nueva información se vuelve menos eficiente con la edad, no
hay un límite de edad para el aprendizaje.

La plasticidad del cerebro – su capacidad de adaptarse


continuamente a nuevas circunstancias – depende críticamente
de cuánto se usa. La investigación sobre plasticidad sugiere
que el cerebro está bien preparado para el aprendizaje
permanente y la adaptación al medio, y que la rehabilitación
educativa en la edad adulta es posible y una inversión que vale
la pena. Por otro lado, la investigación también sugiere que no
hay una necesidad biológica de precipitarse y empezar la
enseñanza formal cada vez más temprano. Más bien, el
comienzo tardío podría reconsiderarse como perfectamente en
tiempo con el cerebro natural y el desarrollo cognitivo. Por
supuesto, el cerebro envejecido se vuelve menos maleable y,
como todo el mundo experimenta al envejecer, aprender
nuevas cosas lleva más tiempo.

3.- ¿Por qué la adolescencia es un periodo tan


conflictivo?

La adolescencia es una época de cambio mental profundo, que


afectan a la educación, a la adaptación social y el carácter, así
como a la disposición a varias formas de enfermedad mental.
Hasta hace poco había sorprendentemente pocas evidencias
científicas sobre el desarrollo cognitivo y neural durante este
importante período de la vida humana.

Las investigaciones recientes sobre el cerebro humano han


revelado que la corteza prefrontal continúa desarrollándose
hasta mucho después de la infancia. Esta región del cerebro es
responsable de las funciones “ejecutivas”, tales como la
capacidad para inhibir la conducta inapropiada y atender dos
cosas a la vez, así como la comprensión social y la consciencia
de sí mismo.

En mi investigación, utilizamos pruebas informatizadas


pruebas para estudiar el desarrollo durante la adolescencia de
las habilidades cognitivas sociales, tales como auto-consciencia
y la comprensión de las otras personas. Esta investigación ha
demostrado la mejora y los cambios en estos procesos
cognitivos sociales durante la adolescencia.

Además, utilizamos técnicas de imagen cerebral (resonancia


magnética funcional, o fMRI) para rastrear los cambios en la
función cerebral durante los años de adolescencia. La fMRI se
puede utilizar para ver el cerebro humano vivo en acción.
Cuando las células del cerebro están activas, provocan un
aumento local del flujo sanguíneo, que puede ser detectado por
el escáner de resonancia magnética. Esta técnica notable nos
permite mirar dentro del cerebro humano y descubrir cómo
procesa la información. Mi investigación examina cómo el
cerebro nos permite comprender las intenciones y emociones
de otras personas y cómo la actividad cerebral que subyace a
estas capacidades cognitivas sociales se desarrolla. Una serie
de estudios han demostrado cambios en la actividad de las
regiones del cerebro implicadas en la comprensión de otras
personas entre la adolescencia y la madurez.

El hallazgo de que la comprensión emocional y social, y la


actividad cerebral durante el procesamiento social-emocional,
están aún en desarrollo durante la adolescencia tiene
implicaciones potenciales para la política social y la educación.
El contexto altamente social y emocionalmente-cargado en
potencia, del ambiente de un aula o de un colegio puede
interferir con los recursos cognitivos que podrían dedicarse al
aprendizaje académico. Los adolescentes también deben tener
la oportunidad de aprender sobre su propio desarrollo cerebral
en el colegio, ya que esto puede ser útil e interesante para
ellos.

El hallazgo de que la toma de decisiones, y el desarrollo socio-


emocional y cerebral continúan en la adolescencia tiene
consecuencias para la comprensión de los trastornos
psiquiátricos, muchos de los cuales tienen su edad media de
aparición durante la adolescencia (por ejemplo, trastornos
anímicos, la esquizofrenia, las adicciones). Entender el
desarrollo del cerebro de los adolescentes puede tener
consecuencias de gran alcance para la identificación precoz y
el tratamiento preventivo de los grupos de riesgo entre niños
y adolescentes.

4.- Perspectivas y peligros de las ciencias del cerebro


para la educación.

El conocimiento de cómo aprende el cerebro podría, y lo hará,


tener un gran impacto en la educación. La comprensión de los
mecanismos cerebrales que subyacen al aprendizaje y la
memoria, y los efectos de la genética, el medio, la emoción y
la edad en el aprendizaje podrían transformar las estrategias
de educación y permitirnos diseñar programas que optimicen
el aprendizaje de las personas en todas las edades y de
acuerdo con todas las necesidades. Sólo mediante la
comprensión de cómo el cerebro adquiere y establece la
información y las destrezas seremos capaces de llegar a los
límites de su capacidad de aprendizaje. La neurociencia puede
ahora ofrecer una cierta comprensión de cómo el cerebro
aprende nueva información y procesa la misma durante toda la
vida (véase Blakemore y Frith, 2005).

La comprensión de las bases cerebrales del funcionamiento y


el desarrollo social es crucial para el fomento de la competencia
social dentro y fuera de las aulas. El funcionamiento social
desempeña un papel en dar forma al aprendizaje y el
rendimiento académico (y viceversa), y así comprender la base
neural de la conducta social puede contribuir a comprender los
orígenes y el proceso del éxito y fracaso en la escolarización.
Esto también puede facilitar la comprensión de cómo los niños
con necesidades socio-emocionales adicionales pueden ser
incluidos en las escuelas ordinarias y el modo de reducir la
exclusión.

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