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A partir de la reforma Constitucional del diez de junio de 2011, ha surgido para todos los
Jueces y Magistrados la función de control constitucional en sede nacional y de manera
difusa. Dicho control debe ser realizado por órgano interno, en atención a que es en la
última parte del artículo 133 en relación con el artículo 1o. Constitucionales, en donde se
impone a todos los órganos jurisdiccionales la obligación de respetar los derechos humanos
contenidos en la Constitución y en los tratados internacionales, aun a pesar de las
disposiciones en contrario que se encuentren en cualquier norma inferior.
El control es difuso, en atención a que si bien los jueces no pueden hacer una declaración
general sobre la invalidez o expulsar del orden jurídico las normas que consideren
contrarias a los derechos humanos contenidos en la Constitución y en los tratados en
materia de derechos humanos; empero, sí están obligados a dejar de aplicar las normas
inferiores dando preferencia a las contenidas en la Constitución y en los tratados en materia
de derechos humanos. Ello contrario a lo que sucede en las vías de control directas y
concentradas establecidas expresamente en los artículos 103, 105 y 107 de la Constitución,
relativas al juicio de amparo, acciones y controversias constitucionales, cuya competencia
corresponde exclusivamente a los órganos integrantes del Poder Judicial de la Federación.
1
Juez Tercero Familiar del Distrito Judicial de Querétaro, Qro., Magistrado Supernumerario del Tribunal
Superior de Justicia del Estado de Querétaro, Maestro en Derecho Privado y Candidato a Doctor por la
Universidad Autónoma de Querétaro.
“… a) Interpretación conforme en sentido amplio, lo que significa que los jueces del país -
al igual que todas las demás autoridades del Estado Mexicano-, deben interpretar el orden
jurídico a la luz y conforme a los derechos humanos reconocidos en la Constitución y en
los tratados internacionales en los cuales el Estado Mexicano sea parte, favoreciendo en
todo tiempo a las personas con la protección más amplia; b) Interpretación conforme en
sentido estricto, lo que significa que cuando hay varias interpretaciones jurídicamente
válidas, los jueces deben, partiendo de la presunción de constitucionalidad de las leyes,
preferir aquella que hace a la ley acorde a los derechos humanos reconocidos en la
Constitución y en los tratados internacionales en los que el Estado Mexicano sea parte,
para evitar incidir o vulnerar el contenido esencial de estos derechos; y, c) Inaplicación de
la ley cuando las alternativas anteriores no son posibles.”2
Ahora bien, para la elaboración del presente trabajo, cobra relevancia lo previsto por los
artículos 1°, 4° y 29 Constitucionales, donde se destaca el derecho fundamental a la
igualdad entre hombres y mujeres; la prohibición a la discriminación motivada por origen
étnico o nacional, el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las
condiciones de salud, la religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o
cualquier otra que atente contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar
los derechos y libertades de las personas, aún en aquellos casos graves en que la
Constitución permite la restricción o suspensión de derechos humanos y garantías
constitucionales. Sin embargo, más que hablar de que “todos son iguales ante la ley”,
resulta más acertado indicar que: “ la ley debe ser igual, en igualdad de circunstancias.”
La cuestión así planteada, obliga a establecer cuándo una distinción es relevante, así como a
ciertas disquisiciones en torno a los alcances de este derecho, pues la elaboración de un
estándar de análisis de constitucionalidad resulta importante, ya que siempre es posible
encontrar una diferencia fáctica entre personas o entre situaciones. De aceptarse cualquier
justificación –sin tomar en cuenta su relevancia-, podría vaciar de contenido el derecho de
igualdad.
Cuando se habla del principio de igualdad, debe distinguirse entre un concepto formal de
igualdad a un concepto material, entendida como la necesidad de que el Estado adopte
medidas tendientes a remover los obstáculos que impidan de hecho la igualdad. La
evolución de una concepción formal, hacia una igualdad fáctica o real, permite establecer
un cambio en el paradigma, ya que la visión tradicional de la igualdad se ve
complementada con otra más moderna que advierte que la mera supresión de ciertos
obstáculos normativos, no se traduce necesariamente en un resultado igualitario, sino que es
necesario realizar acciones positivas a fin de asegurar la igualdad real.
Partiendo de ésta distinción, podemos sostener que no todo tratamiento jurídico diferente es
discriminatorio, porque no toda distinción de trato puede considerarse, por sí misma,
ofensiva a la dignidad humana. Sólo es discriminatoria cuando "carece de una justificación
objetiva y razonable".
La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sostenido que cuando una ley contiene una
distinción basada en una categoría sospechosa, es decir, en alguno de los criterios
enunciados en el último párrafo del artículo 1o. constitucional (el origen étnico o nacional,
el género, la edad, las discapacidades, la condición social, las condiciones de salud, la
religión, las opiniones, las preferencias sexuales, el estado civil o cualquier otra que atente
contra la dignidad humana y tenga por objeto anular o menoscabar los derechos y libertades
de las personas), el juzgador debe realizar un escrutinio estricto de la medida para examinar
su constitucionalidad a la luz del principio de igualdad, puesto que estas distinciones están
afectadas de una presunción de inconstitucionalidad. Si bien la Constitución no prohíbe que
el legislador utilice categorías sospechosas, el principio de igualdad garantiza que sólo se
empleen cuando exista una justificación muy robusta para ello.
El máximo Tribunal del país, ha señalado que para determinar si un trato diferenciado es
discriminatorio, el ejercicio del análisis de constitucionalidad debe constar de tres pasos:
2. Examinar la racionalidad de la medida, esto es, que exista una relación de índole
instrumental entre los medios utilizados y el fin pretendido; y,
De ahí que la Corte, haya sostenido que la constitucionalidad de las distinciones legislativas
que se apoyan en categorías sospechosas detalladas en el artículo 1o., párrafo quinto, de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, requieren de una justificación
robusta que venza la presunción de inconstitucionalidad que las afecta, siendo menester la
aplicación del respectivo test de proporcionalidad (fin legítimo, idoneidad, necesidad y
proporcionalidad en estricto sentido)
Los artículos 137 y 273 del Código Civil para el Estado de Querétaro, reconocen
jurídicamente que para la conformación de un matrimonio o un concubinato requieren
respectivamente: a) a la unión de un hombre y una mujer, y b) a la unión de un hombre y
una mujer, libres de matrimonio.
Al analizarse el artículo 143 del Código Civil del Estado de Oaxaca, en lo que se refiere a
la imposibilidad de conformar el matrimonio entre parejas del mismo sexo –que también
podría ser aplicable al concubinato-, la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación, determinó que dicha exclusión vulnera los principios de igualdad y no
discriminación contenidos en el artículo 1° de la Constitución, que no solo les priva de los
beneficios expresivos, sino también de los materiales, económicos y no económicos, que
las leyes adscriben al matrimonio (por causa de muerte de uno de los cónyuges, de
solidaridad, de propiedad, en la toma subrogada de decisiones médicas, migratorios,
etcétera, indicando que también dicha discriminación afecta a sus hijos, al colocarlos en un
plano de desventaja respecto de los hijos de las parejas heterosexuales.
También refirió que aunque la norma citada conceda el poder normativo para casarse a
cualquier persona, con independencia de su preferencia sexual, si ese poder únicamente
puede ejercitarse con alguien del sexo opuesto, es indudable que sí comporta en realidad
una distinción basada en las preferencias sexuales, porque una persona homosexual
únicamente puede acceder al mismo derecho que tiene una persona heterosexual si niega su
orientación sexual, que es precisamente la característica que lo define como tal. Que si bien
la distinción que realiza dicha norma entre parejas homosexuales y heterosexuales,
satisface la primer grada de un escrutinio estricto de la medida, pues persigue una finalidad
imperiosa consistente en la protección a la organización y desarrollo de la familia,
consagrada en el artículo 4o. constitucional; no supera la segunda grada del análisis, ya que
no está directamente conectada con esa finalidad, debido a que, la Constitución protege a la
familia como realidad social, es decir, todas las formas y manifestaciones de familia que
existen en la sociedad, entre las que se encuentran las homoparentales conformadas por
padres del mismo sexo con hijos (biológicos o adoptivos) o sin ellos, lo que muestra la falta
de idoneidad de la medida para cumplir con la protección de la familia como realidad
social, quedando desvinculado el matrimonio a la función procreativa.
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CÓNYUGES Y CONCUBINOS. AL SER PARTE DE UN GRUPO FAMILIAR ESENCIALMENTE IGUAL, CUALQUIER
DISTINCIÓN JURÍDICA ENTRE ELLOS DEBE SER OBJETIVA, RAZONABLE Y ESTAR DEBIDAMENTE JUSTIFICADA.
Décima Época, Primera Sala, Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, Libro 5, Abril de 2014, Tomo I,
Tesis: 1a. CXXXVIII/2014 (10a.) Página: 795
Ahora, si son fuentes de la familia tanto el matrimonio, como el concubinato, cualquier
trato legal diferenciado, debe someterse al test de proporcionalidad, a fin de verificar si
dicha distinción resulta objetiva, razonable y justificada. En ese contexto, si los artículos
273 y 274 del Código Civil para el Estado de Querétaro disponen que el concubinato
necesariamente se integra por dos personas heterosexuales, libres de matrimonio, y que en
lo referente a los derechos y obligaciones de los concubinarios, resultan aplicables las
disposiciones previstas para el matrimonio, llama la atención el trato desigual que se da
entre el concubinato, con respecto al matrimonio, donde sí se reconoce el derecho a
reclamar una compensación por virtud del divorcio necesario, pues el artículo 268 de la
normatividad sustantiva civil determina:
Artículo 268. En el caso de divorcio necesario, cuando por convenio tácito o expreso, uno
de los cónyuges se hubiere dedicado íntegramente la mayor parte de su vida matrimonial
al cuidado del hogar o a la atención de los hijos, si careciere de bienes propios tendrá
derecho a recibir del otro cónyuge una compensación.
El monto de la compensación será determinado por el juez al momento de dictar la
sentencia del divorcio, tomando en cuenta la masa patrimonial formada o incrementada
durante el matrimonio, así como las circunstancias especiales del caso, sin que ésta pueda
ser inferior del diez por ciento o exceder el cincuenta por ciento del mismo.
Se presume que el cónyuge que solicite la compensación, contribuyó a la formación o
incremento de la masa patrimonial, salvo prueba en contrario.
La regulación desigual que por razón del estado civil entre el matrimonio y concubinato se
presenta, es en atención a que se desconoce a los concubinarios el derecho a recibir una
compensación por terminación del concubinato, cuando se carezca de bienes propios, ya
que no se dictaría una sentencia de divorcio que fijara su monto, y si bien es cierto, el
artículo 273 del referido ordenamiento establece que los bienes adquiridos durante el
concubinato, se rigen por las reglas relativas a la comunidad de bienes, y que a la misma le
son aplicables las reglas relativas a la copropiedad según refiere el ordinal 164 de la
normatividad en mención, no menos lo es que el régimen de comunidad de bienes fue
integrado a la norma sustantiva civil del Estado de Querétaro en el año de 2003, razón por
lo cual, a los bienes que se hubieren adquirido con anterioridad a esa fecha, no les resultaría
aplicable dicha disposición patrimonial, máxime si todos o la mayoría de los bienes que se
hayan adquirido por uno de los concubinarios, se obtuvo antes del reconocimiento legal de
la comunidad de bienes, se estima que no existen razones objetivas y justificadas para no
reconocer a la figura de la compensación en ambas instituciones.
Otro trato diferenciado establecido por el legislador, se presenta en los numerales 439
fracción II y 640 del Código Civil para el Estado de Querétaro, que reconocen en la
emancipación por virtud del matrimonio, una forma de acabar con la patria potestad, sin
embargo, los numerales en cita desconocen el mismo efecto cuando se actualiza el
concubinato entre menores de edad, estimándose de igual manera que si los concubinarios
menores de edad, establecen un domicilio común, con el afán de integrar una familia,
existiría una razón de peso para otorgar una solución similar consistente en determinar que
acabó la patria potestad y como consecuencia, la representación legal de quien la ejerce,
para en su caso, otorgar al mayor de 16 años, el derecho a designar a su tutor.
Igualmente, resultan trascendentes citar los siguientes preceptos legales del Código Civil
para el Estado de Querétaro que a la letra indican:
Artículo 235. El matrimonio contraído de buena fe, aunque sea declarado nulo, produce
todos los efectos civiles en favor de los cónyuges mientras dure…
Artículo 236. Si ha habido buena fe de parte de uno solo de los cónyuges, el matrimonio
produce efectos civiles únicamente respecto de él y de los hijos...
Artículo 237. La buena fe se presume; para destruir esta presunción se requiere prueba
plena.
Artículo 241. Declarada la nulidad del matrimonio se procederá a la división de los bienes
comunes. Los productos repartibles, si los dos cónyuges hubieren procedido de buena fe,
se dividirán entre ellos en la forma convenida en las capitulaciones matrimoniales; si
sólo hubiere habido buena fe por parte de uno de los cónyuges, a éste se aplicarán
íntegramente esos productos...
Finalmente, los preceptos 163 y 1159 del Código Civil para el Estado de Querétaro, tratan
diferenciadamente y sin razones de peso a los cónyuges respecto a los concubinarios, en
cuanto a la no interrupción de la prescripción para estos últimos cuando aún subsiste el
propósito de integrar una familia y realizar una comunidad de vida, dado que puede
presentarse el caso de que su patrimonio no quede integrado a la comunidad de bienes que
rige al concubinato, y que por ello no les resulten aplicables las reglas de la copropiedad.
CONCLUSIONES