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TEMA 1.

- LA CORRUPCION: ORIGENES, HISTORIA,


REALIDAD
Son innumerables los casos de corrupción que asolan Perú, América , Europa,
en todo el mundo, sus responsables han conseguido de manera ilícita miles de
millones de dólares.
La corrupción es casi tan antigua como la vida misma. Desde hace miles de años
ha habido casos de este tipo y también entonces los autores fueron reprendidos, aunque
no siempre con facilidad.
La Biblia recoge ejemplos de ello. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo
muestran cómo el "justo" debía luchar contra el soborno, el fraude y el robo de aquello
que recaudaban a los que trabajando debían pagar sus impuestos. Como si tiempo no
hubiera pasado.
La corrupción para el cristianismo entraña un pecado grave, en consecuencia, para la
sociedad, el Estado y ley actual, es considerado un delito, grave. pues es una agresión
al prójimo y también al bien común. Aunque de carácter más general dos de los
diez mandamientos engloba este tipo de actuaciones. Concretamente el que dice: "no
codiciarás los bienes ajenos" y el que sin medias tintas afirma que "no robarás". Además
de ellos, la Biblia está repleta de alusiones muy explícitas a una corrupción que se
asemeja mucho a la que está destruyendo España y en las que se marca el camino que
el "justo" debe seguir.
Antiguo Testamento
- El importante profeta Isaías ya aseguraba en el siglo VIII antes de Cristo que "el que
rehúsa ganancias fraudulentas, el que se sacude la palma de la mano para no
aceptar soborno, el que se tapa las orejas para no oír hablar de sangre, y cierra sus
ojos para no ver el mal. Ese morará en las alturas, subirá a refugiarse en la fortaleza de
las peñas, se le dará su pan y tendrá el agua segura". (Is. 33, 15-16).
- El libro del Levítico, uno de los que forma el Pentateuco y escrito unos 1.500 años a.C
cita también: "no hurtaréis; no mentiréis ni os defraudaréis unos a otros" (Lv 19, 11).
En él igualmente aparece que "no haréis sentencias injustas, ni cometeréis injusticias en
pesos y medidas. Tened balanza, pesas y medidas exactas" (Lv 19, 35).
- El Deuteronomio, otro de los grandes libros del AT muestra referencias claras: "no
torcerás el derecho, no harás acepción de personas, no aceptarás soborno, porque
el soborno cierra los ojos de los sabios y corrompe las palabras de los justos". (Dt,
16, 19). En otro punto escribe que "maldito quien acepte soborno para quitar la vida a
un inocente" (Dt 27, 25).
- También el libro de los Salmos contiene distintas referencias a esta lacra. "No morará
en mi casa quien cometa fraude" (Sal 101, 7). "No juntes mi alma con los pecadores,
ni mi vida con los hombres sanguinarios, que tienen en sus manos la infamia, y su diestra
repleta de soborno" (Sal 26, 10).
- En el libro de Samuel, por ejemplo, se citan también los presentes como agasajo para
conseguir favores: "sus hijos no siguieron su camino: fueron atraídos por el lucro,
aceptaron regalos y torcieron el derecho" (I Sam 8, 3). El profeta Daniel tiene un
mensaje para un colectivo cuestionado. "Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado
al colmo los delitos de tu vida pasada, dictador de sentencias injustas, que condenabas
a los inocentes y absolvías a los culpables" (Dn 13, 53). Hay muchísimas referencias más
entre los libros y profetas del Antiguo Testamento que inciden en estas cuestiones.
Nuevo Testamento
Las referencias a sobornos, extorsiones y fraude en general también tienen gran cabida
en los Evangelios así como entre los apóstoles en sus cartas posteriores, especialmente
en San Pablo. Quizás el ejemplo más claro es Zaqueo, un recaudador de impuestos que
se había enriquecido defraudando aún más a su pueblo y que ve pasar a Jesús a su paso
por Jericó. Su conversión fue inmediata y en el Evangelio de Lucas se cuenta que
conmovido fue consciente de lo que había hecho hasta entonces afirma: "daré, Señor,
la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré
el cuádruple".
También en Lucas aparece un pasaje de Juan Bautista, al que acudieron muchos a
bautizarse entre los que había personas que no actuaban cumpliendo las normas. El
pasaje dice así: "Preguntáronle también unos soldados: 'Y nosotros ¿qué debemos
hacer?' El les dijo: 'No hagáis extorsión a nadie, no hagáis denuncias falsas, y
contentaos con vuestra soldada". Igualmente, en Mateo se cuenta que los sumos
sacerdotes "sobornaron" a los guardias que custodiaban el sepulcro cuando Jesús
resucitó para que no dijeran la verdad.
San Pablo en su carta a los Romanos habla de la importancia de no evadir impuestos
ante una costumbre extendida entonces. El apóstol de los gentiles insta a esta
comunidad: "por eso precisamente pagáis los impuestos, porque son funcionarios de
Dios, ocupados asiduamente en ese oficio Dad a cada cual lo que se debe: a quien
impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien
honor, honor. Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al
prójimo, ha cumplido la ley".

Ejemplo el Apostol Pablo, no soborno a Felix; eso significa pregonar con la


verdad“ Confiamos en que tenemos una conciencia honrada —escribió a los
judíos cristianos—, puesto que deseamos comportarnos honradamente en
todas las cosas.” (Hebreos 13:18.)Palas, uno de los hombres más ricos del
mundo antiguo, acumuló casi toda su fortuna, calculada en 45.000.000 de
dólares, mediante el soborno y la extorsión. Sin embargo, su capital parece
insignificante cuando se compara con los miles de millones de dólares que han
ocultado en cuentas bancarias secretas algunos gobernantes corruptos del
siglo XX.

La lucha contra la corrupción es moral, y no puede ganarse solo con leyes o con “la
espada” de sanciones legales (Romanos 13:4, 5). Han de sembrarse en el corazón
de la gente las semillas de la virtud y la integridad. La mejor manera de
lograrlo es usando lo que el apóstol Pablo llama “la espada del espíritu”, la
Palabra de Dios, la Biblia (Efesios 6:17).

La Biblia condena la corrupción


¿Por qué se negó Pablo a tolerar la corrupción? Porque deseaba hacer la voluntad de
Dios, “que no trata a nadie con parcialidad ni acepta soborno” (Deuteronomio
10:17). Además, muy probablemente recordaba el mandato específico de la Ley de
Moisés: “No debes ser parcial ni aceptar soborno, porque el soborno ciega los ojos de
los sabios y tuerce las palabras de los justos” (Deuteronomio 16:19). El rey David
entendía asimismo que Jehová odia la corrupción, y le pidió que no lo contara entre los
pecadores, “cuya diestra está llena de soborno” (Salmo 26:10).
Quienes adoran a Dios con sinceridad tienen más razones para rechazar la corrupción.
“El rey con la justicia afianza la Tierra —escribió Salomón—, pero el hombre que
acepta soborno la destruye.” (Proverbios 29:4, La Biblia de las Américas.) La justicia
afianza el país, en especial cuando la practican desde el funcionario más elevado hasta
el más bajo, mientras que la corrupción lo empobrece. Es digno de mención que la
revista Newsweek señaló lo siguiente: “En un sistema en el que todo el mundo
desea un pedazo del pastel de la corrupción y sabe cómo conseguirlo, la
economía sencillamente se derrumba”.
Aun cuando la economía no se derrumbe por completo, los amantes de la justicia se
sienten frustrados cuando la corrupción florece sin trabas (Salmo 73:3, 13). También
se deshonra al Creador, quien nos dio el deseo inherente de justicia. En el pasado,
Jehová intervino para erradicar la corrupción flagrante. Por ejemplo, explicó sin rodeos
a los habitantes de Jerusalén por qué los entregaría a sus enemigos.
Dijo mediante el profeta Miqueas: “Oigan, por favor, esto, ustedes los cabezas de la
casa de Jacob y ustedes los comandantes de la casa de Israel, los que detestan la
justicia y los que hacen aun torcido todo lo que es derecho. Sus propios cabezas
juzgan meramente por un soborno, y sus propios sacerdotes instruyen solo por precio,
y sus propios profetas practican adivinación sencillamente por dinero [...]. Por lo tanto,
a causa de ustedes Sión será arada como un simple campo, y Jerusalén misma llegará
a ser simples montones de ruinas”. La corrupción había arruinado la sociedad
israelita, tal como debilitó a Roma siglos más tarde. En conformidad con la
advertencia divina, aproximadamente un siglo después que Miqueas escribió esas
palabras, Jerusalén fue destruida y abandonada (Miqueas 3:9, 11, 12).
No obstante, ningún hombre ni nación tiene que ser corrupto. Dios anima a los
malvados a dejar su modo de vida y cambiar de manera de pensar (Isaías 55:7).
Desea que todos y cada uno de nosotros sustituyamos la avaricia por la generosidad y
la corrupción por la justicia. “El que defrauda al de condición humilde ha vituperado a
su Hacedor, pero el que muestra favor al pobre Lo glorifica”, nos recuerda Jehová
(Proverbios 14:31).
EN EL IMPERIO ROMANO

Fue una de las civilizaciones, que por su administración fueron admiradas, y en el aspecto
legal, sus leyes, hoy siguen siendo los pilares fundamentales del ordenamiento jurídico,
pero no pudieron con un enemigo insidioso: La Corrupción, ésta fue la causa de su caída.
Y de muchos imperios del mundo.

TEMA II.- CORRUPCION Y FILOSOFIA


SOCRATES: fundador de filosofía moral, luego Aristóteles, lo llamó Ética: Platon:
“Defensa de Socrates”.

Al practicar la mayéutica, llegar a conclusiones llenos de ironía, lo acusaron de ateísmo


y corrupción a la juventud, Muere víctima de su amor a la justicia que respeta hasta el
último momento, no aceptando retractarse ni escapar a ella por medios ilícitos. Reúnen
suficiente dinero para pagar a los carceleros y a los posibles delatores profesionales de
los que se fugaban, tal como se lo cuenta Critón, a quien encargaron la tarea de visitarlo
en la prisión y convencerlo del plan. Se trataba de un doble acto de corrupción, con
soborno y pago de chantaje de por medio. Quienes creen que es un fenómeno sólo de
ahora están equivocados. Como lo están quienes creen que es algo propio de la
naturaleza humana. Es propio no de la naturaleza sino de la libre voluntad de las
personas que deforman su conciencia.

El relato de Platón en el diálogo “Critón” es sencillamente espectacular. Lo resumo:


Critón entra en la madrugada a la cárcel sobornando al carcelero y se presenta ante
Sócrates con la propuesta ya mencionada que conlleva comprar a los carceleros y a los
delatores. Le insiste en que hay plata suficiente para pagarles a todos. Para Sócrates
aceptar eso sería traicionar su vida, su pensamiento y su conciencia. Y sería invalidar
todo lo que ha enseñado. Ese dios que lo exhorta a enseñar la virtud a los hombres,
ahora le da razones más poderosas que el deseo de conservar la vida. Las razones de
sus discípulos son muy débiles frente a las leyes que deben ser respetadas para no
provocar la ruina de la democracia. Además hay razones íntimas, de índole personal,
que le impiden tanto retractarse de lo que ha enseñado como aceptar el soborno para
salvar la vida. Su última lección es el primer grito de “cero corrupción” en la
historia de la ética

ARISTOTELES (384 a.c.- 322ac.): "Pues bien, los hombres cometen injusticia cuando
piensan que poner en práctica una determinada acción es posible, y posible para ellos
mismos, ya porque consideren que han de quedar ocultos después de realizarla, ya
porque, aún sin quedar ocultos estimen que no sufrirán proceso o que, en caso de
sufrirlo, la pena será, para ellos o para quienes son objeto de interés, menor que la
ganancia. (...) Pero, por su parte, quienes sobre todo piensan que pueden cometer
injusticia impunemente son los dotados de elocuencia, los hombres de acción, los
expertos en muchas clases de debates judiciales, los que tienen muchos amigos y los
que son ricos. Y piensan que pueden, en especial si ellos mismos están en las
condiciones acabadas de decir; pero también, de lo contrario, si disponen de amigos
servidores o cómplices con estas cualidades, puesto que, por su medio, pueden actuar,
quedar ocultos y no sufrir proceso. E, igualmente, si son amigos de aquellos contra
quienes han cometido la injusticia o de los jueces: en el primer caso, en efecto, los
amigos no están prevenidos contra la injusticia que se les hacen y se avienen a una
conciliación antes de proceder; y, en el segundo, los jueces son favorables a quienes
son sus amigos y, o bien los dejan en completa libertad, o bien les imponen penas
pequeñas".Retórica Libro I Cap. 12 5-20.

Desde el punto de vista filosófico, “es un derecho humano tener un Estado


decente”

Frans Geraedts (Holanda, 1956), filósofo y socio fundador de Governance & Integrity
(Gobernanza e Integridad, www.gi-nederland.com), una pequeña empresa que lleva
más de 20 años trabajando por la democracia y la integridad de los servicios públicos en
Holanda, Bélgica, el área del Caribe y Ucrania, entre otros lugares. A Geraedts y los otros
dos fundadores, Ruud Meij y Leonard de Jong, también filósofos, les mueve la convicción
de que todos los ciudadanos del mundo se merecen un Estado honesto y eficaz.
“Disponer de un Estado decente es un derecho humano central”, dice Geraedts. “Al fin
y al cabo, sin un buen funcionamiento del Estado sus ciudadanos difícilmente pueden
hacer valer todos sus demás derechos”.

Pensadores y sus frases sobre corrupción

10. Honoré de Balzac

«Las leyes injustas son la telaraña a través de la cual pasan las moscas grandes y las
más pequeñas quedan atrapadas».

Voltaire:

«Aquellos que pueden hacerte creer absurdidades, pueden hacerte cometer


atrocidades».

8. Galileo Galilei

«Los beneficios deben escribirse en bronce y las injurias en el aire».

7. Confucio

«Ver una injusticia y no hacer nada es no tener valor».

6. Martin Luther King Jr

«La injusticia en cualquier parte, es una amenaza a la justicia en todas partes».

5. Anthony Hope

«Se podría escribir un libro con las injusticias de los justos».

4. Charles Bukowski

«Supongo que el único momento en que la mayoría de la gente piensa en la injusticia


es cuando le sucede a ellos».

3. Bertolt Brecht

«La injusticia es humana, pero más humana es la lucha contra la injusticia».

2. Edgar Allan Poe

«El hombre es un animal que estafa, y no hay otro animal que estafe además del
hombre».
1. Montesquieu

«Una injusticia hecha al individuo es una amenaza hecha a toda la sociedad».

La lapidaria frase del papa Francisco (Gorge Bergoglio)sobre la corrupción: "La política está

muy enferma en América Latina" Sobre Perú, manifestó: "¿Qué pasa que cuando uno

deja de ser presidente lo meten preso?


"No descuidemos eso -advirtió el papa argentino- porque si caemos en manos de
personas que sólo entienden el lenguaje de la corrupción, estamos fritos"

La "decadencia" y la "corrupción" que azotan a la política en gran parte de la región,


fueron temas que ya había abordado el viernes pasado en Perú, cuando el
pontífice llamó a luchar contra el "virus" de la corrupción, que lo "infecta
todo".

TEMA III .- LA COMUNIDAD INTERNACIONAL Y SU


LUCHA CONTRA LA CORRUPCION ¿Cómo puede
frenarse la corrupción?
Uno de los hechos notables ocurridos en el transcurso de la última dé- cada del siglo XX,
además del fin de la Guerra Fría y de la creación de la Corte Penal Internacional, es lo
que podríamos calificar como el fin de la época de oro de la corrupción, particularmente
a escala internacional. Como veremos luego, asistimos a una nueva época en este
campo: la de la internacionalización de la lucha contra la corrupción y la necesaria
gestación y desarrollo de sistemas internacionales de prevención y lucha contra la
corrupción. En efecto, recién en 1996 se adoptó, en el marco de la Organización de
Estados Americanos, la primera Convención Internacional contra la Corrupción; en 1997,
a escala interregional, en el marco de la Organización de Cooperación y de Desarrollo
Económico (OCDE), la primera Convención de Lucha contra la Corrupción de Agentes
Públicos Extranjeros en las Transacciones Comerciales Internacionales; en 1999, la
primera convención europea al respecto, intitulada Convención Penal sobre la
Corrupción; y, finalmente, a nivel mundial, en el marco de las Naciones Unidas, la tan
esperada e importante Convención contra la Corrupción de 2003. Durante ese mismo
año se adoptó, en el marco de la Unión Africana, la Convención sobre la Prevención y la
Lucha contra la Corrupción. Debe mencionarse que existen numerosos acuerdos
internacionales realizados a partir de entonces en diversas instituciones internacionales
intergubernamentales y regiones del mundo, incluida Asia. Los tratados y acuerdos
internacionales contra la corrupción expresan una radical e importante novedad en
Derecho internacional. Por primera vez en la historia, la prevención de la corrupción y la
lucha contra ella no son más dos asuntos que competen exclusivamente a los Estados.
Como en otros campos, la comunidad internacional está interesada en llevar al cabo
ambas acciones, con el fin de coadyuvar en algo que había sido antes de dominio
exclusivo de los Estados. Estos cambios, de alguna manera, son tributarios y no hubieran
sido posibles sin la institución, después de 1945 y sobre la base de la Carta de las
Naciones Unidas, de un nuevo orden público internacional. Este nuevo orden, hasta hoy
en día, aunque no sin ambigüedades vigentes, entre otros elementos constitutivos,
otorga cierta entidad jurídica a la comunidad internacional y reformula los conceptos de
dominio reservado y la soberanía de los Estados en su acepción clásica1 . La
internacionalización de la lucha contra la corrupción, que de manera vertiginosa se está
desarrollando a nivel regional, interregional y mundial, ocasiona indudables efectos sobre
todos los países, particularmente sobre aquellos en los que las prácticas corruptas se
habían institucionalizado y habían generado una especie de costumbre o de subcultura
que comprometía —y compromete— a diversos sectores económicos, sociales y políticos
que consideraban como natural y necesarias dichas prácticas. Pero también tendrá
efectos sobre aquellos otros países en los que la corrupción, si bien se había proscrito
internamente, pareciera tener raíces tan profundas que se torna virtualmente imposible
de erradicar; o porque posee, como la Hidra de la mitología griega, una capacidad de
autorregeneración tal que, como advertía Kant, es parte de ese mal que anida en el ser
humano mismo2 . La internacionalización en cuestión tendrá efectos, finalmente, en
ciertos países conocidos como «desarrollados», en los que se aceptaba la corrupción
hacia «afuera», con lo cual se instauraba una moral internacionalmente perversa que a
la larga repercutía en la cultura y en los valores de toda la comunidad internacional. Es
sabido, así, que no hace dos décadas, como se ha recordado en otras intervenciones,
ciertos países «desarrollados» no penalizaban de jure o de facto la corrupción de
funcionarios o agentes extranjeros porque la consideraban algo así como un mal
necesario para tener éxito en los negocios que realizaban con los gobiernos de países
llamados

Mensaje del Secretario General Kofi Annan La corrupción es un flagelo insidioso que
empobrece a muchos países, y nos afecta a todos. La firma de la Convención de las
Naciones Unidas contra la Corrupción es una importante victoria en nuestra lucha contra
ese flagelo. Cada año, este día se celebrará como el Día de las Naciones Unidas contra
la Corrupción. Hemos recorrido un largo camino. Hasta principios de los años 90, la
corrupción rara vez se mencionaba en los círculos oficiales, aunque todos sabían que
existía. Se requirieron grandes esfuerzos y la perseverancia de muchas personas para
aumentar la toma de conciencia acerca de los efectos corrosivos de la corrupción sobre
las sociedades, e incorporar la lucha contra esa plaga en el programa mundial. Ahora se
entiende perfectamente que la corrupción mina los resultados económicos, debilita las
instituciones democráticas y el Estado de derecho, perturba el orden social y destruye la
confianza pública, permitiendo de esta forma que prosperen la delincuencia organizada,
el terrorismo y otras amenazas para la seguridad humana. Ningún país —rico o pobre—
es inmune a ese fenómeno maligno. Tanto el sector público como el privado resultan
afectados. Y es siempre el bien público el que sufre. Pero la corrupción perjudica a los
pueblos pobres de los países en desarrollo en forma desproporcionada. Afecta su vida
cotidiana de muchas maneras diferentes y tiende a empobrecerlos aún más, al negarles
su participación legítima en los recursos económicos o en la ayuda que salva vidas. La
corrupción pone los servicios públicos básicos fuera del alcance de los que no pueden
darse el lujo de pagar sobornos. Al desviar los escasos recursos destinados al desarrollo,
la corrupción también hace más difícil satisfacer necesidades fundamentales, como las
de alimentación, salud y educación. Crea discriminación entre los diferentes grupos de
la sociedad, trae desigualdad e injusticia, desalienta la inversión y la ayuda extranjera y
obstaculiza el crecimiento. Es, por consiguiente, un obstáculo importante a la estabilidad
política y al éxito del desarrollo social y económico. Nuestra única esperanza de eliminar
este obstáculo es mediante la aplicación efectiva del principio del Estado de derecho.
Quiero felicitar a los muchos gobiernos que ya han promulgado una legislación nacional
contra la corrupción. Desde luego, esto no significa que la nueva Convención sea menos
importante. Los criminales no han perdido tiempo en aprovechar la economía globalizada
de hoy y la tecnología de avanzada que ésta trae consigo. Hasta el momento, nuestros
esfuerzos para combatirlos han sido fragmentarios. Pero ahora, la Convención de Mérida,
junto con otro instrumento sin precedentes —la Convención de Naciones Unidas contra
la Delincuencia Organizada Transnacional, que entró en vigor hace poco más de dos
meses—, nos proporciona los mecanismos para atacar la delincuencia y la corrupción en
una escala mundial. 2 Con una mejor cooperación internacional, podremos lograr un
mayor impacto sobre la delincuencia en todo el mundo. Eso puede parecer evidente.
Pero el acuerdo sobre la nueva Convención sólo se logró tras negociaciones muy difíciles,
que duraron dos años. Felicito a los negociadores por haber logrado elaborar un
instrumento que es equilibrado, fuerte y pragmático. La Convención pone de manifiesto
que la eliminación de la corrupción es una responsabilidad de los Estados, y les ofrece
un conjunto integral de normas que pueden aplicar para fortalecer sus regímenes y sus
instituciones de reglamentación. Permítaseme recalcar, en particular, las disposiciones
sobre la recuperación de bienes —las primeras de su clase—, que exigen que los Estados
Miembros devuelvan los activos obtenidos mediante la corrupción al país del cual se
robaron. Ésta es una importante conquista que ayudará a abordar un problema
apremiante para muchos países en desarrollo, donde las élites corruptas han robado
miles de millones de dólares que los nuevos gobiernos necesitan desesperadamente para
corregir el daño social y económico infligido a sus sociedades. La Convención también
pone de manifiesto que, para tener éxito en nuestros esfuerzos por eliminar la
corrupción, el apoyo y la participación de la sociedad civil, incluido el sector privado, son
cruciales. En particular, me alienta el hecho de que incluye medidas para promover la
transparencia y la rendición de cuentas de los medios empresariales internacionales. Mi
Pacto Mundial puede cumplir un papel activo ayudando a aplicar la nueva Convención.
Las medidas prácticas para luchar contra la corrupción son ya una parte integrante de
muchos enfoques desarrollados a su amparo. El Pacto está organizando un diálogo
internacional sobre la transparencia y la lucha contra la corrupción, que se celebrará en
enero de 2004 en París, y estamos planificando una Cumbre de Líderes del Pacto
Mundial, que se celebrará en junio de 2004 en Nueva York. Tengo la esperanza de que,
según avancemos, encontraremos maneras prácticas para que las empresas y otros
protagonistas no estatales comiencen a promover activamente la lucha contra la
corrupción. Deseo agregar que las propias Naciones Unidas han puesto en marcha una
Iniciativa de Integridad de la Organización para reforzar la integridad como un valor
central dentro de la Organización, y para asegurar que practiquemos lo que predicamos.
La iniciativa tiene sus raíces en mi determinación de fortalecer la transparencia y la
rendición de cuentas general en la Organización, y para hacer de las Naciones Unidas
un instrumento más eficaz al servicio de los pueblos del mundo. El principal reto que
enfrentamos en la actualidad es asegurar que los pueblos de todo el mundo puedan vivir
con dignidad, libres de la pobreza, el hambre, la violencia, la opresión y la injusticia. Para
muchas personas integrantes de sociedades corruptas, esas libertades siguen siendo
sólo un sueño. Insto a todos los Estados a que ratifiquen la Convención lo antes posible.
Hagamos de su entrada en vigor una cuestión de urgencia. De aplicarse plenamente,
puede ayudar a asegurar que los débiles y vulnerables estén protegidos de la codicia de
los funcionarios corruptos y los especuladores inescrupulosos. Puede ayudar a asegurar
que en el mundo de hoy, donde todo cambia rápidamente, los pobres no se 3
empobrezcan aún más. Y al eliminar un obstáculo importante al desarrollo, puede
ayudarnos a lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio y mejorar la vida de millones
de personas en todo el mundo. Deseo asegurarles que las Naciones Unidas seguirán
haciendo su parte, trabajando con los gobiernos y la sociedad civil en esa trascendental
lucha mundial. Quiero expresar mi agradecimiento al Gobierno de México, y al Municipio
y el pueblo de Mérida, por haber patrocinado este acontecimiento trascendental.
También deseo dar las gracias a todos los que participan en esta conferencia. Su
presencia envía un claro mensaje de que la comunidad internacional está decidida a
luchar contra la corrupción, y que ya no tolerará ese abuso de la confianza pública.

el primer paso para poner freno a la corrupción es reconocer que es dañina y


que está mal, pues beneficia a quienes no tienen escrúpulos en perjuicio de los demás.
Es indudable que se han hecho avances en esa dirección. James Foley, portavoz del
Departamento de Estado, dijo: “Todos reconocemos que el costo del soborno es alto.
Los sobornos debilitan el buen gobierno, dañan la buena marcha y el desarrollo de la
economía, distorsionan el comercio y perjudican a los ciudadanos de todo el mundo”.
Muchos están de acuerdo con él. El 17 de diciembre de 1997, 34 grandes
países firmaron la “convención sobre el soborno”, que está concebida para “tener
un gran impacto en la lucha mundial contra la corrupción”. La convención “califica de
delito ofrecer, prometer o dar un soborno a un funcionario público extranjero con el
objeto de obtener o conservar acuerdos comerciales internacionales”.

No obstante, los sobornos para conseguir contratos comerciales en otros países son tan
solo la punta del iceberg. Eliminar la corrupción a todos los niveles exige un segundo
paso mucho más difícil: requiere un cambio de corazón o, mejor dicho, de
muchos corazones. En todas partes la gente debe aprender a odiar el soborno
y la corrupción. Solo entonces desaparecerán estas prácticas. Con ese fin, la
revista Newsweek dijo que, en opinión de algunas personas, los gobiernos deberían
“fomentar un sentimiento general de virtud cívica”. Un grupo de presión
anticorrupción llamado Transparency International recomienda asimismo que sus
seguidores “siembren una ‘semilla de integridad’” en el lugar de empleo.

Natalia Volosin, en la sustentación de su tesis doctoral para Harvard acerca de la


corrupción argentina, comentó que “los empresarios y burócratas entienden que si hay
corrupción, todos ganan” y escribió: “[…] el que no tiene dinero no existe en la política
[…], no puede comprar jueces, ni gobernantes, ni periodistas. […] No se puede hacer
política sin el dinero sucio del sector privado, […] no se pueden hacer negocios sin
permisos, privilegios y acceso a lo que el Estado tiene […]”. Además, Volosin explica que
las causas de corrupción surgen a partir de la falta de una infraestructura cívica y legal
efectiva. Por ejemplo, menciona que Argentina carece de “mecanismos de control y
equilibrio de los poderes” y de “organizaciones que lleven adelante auditorías e
inspecciones”, además de que tiene una ley de ética pública que es poco efectiva, una
oficina anticorrupción inoperante, un gobierno poco transparente y programas de
amnistía fiscal que son injustos e incompetentes.
TEMA IV El PERU FRENTE A LA CORRUPCION,
ESPECIFICAMENTE, COMO FUNCIONNA EL SISTEMA
ANTICORRUPCION EN LA LIBERTAD: ROL DEL
MINISTERIO PUBLICO Y EL PODER JUDUCIAL- HAY
RESPUESTA DE LA CIUDADANIA?
QUE TIPO DE CIUDADANOS LIBERTEÑOS, SON
PROCESADOS POR EL DELITO DE CORRUPCION DE
FUNCIONARIOS, Y POR QUE HECHOS U ACCIONES?

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