Vous êtes sur la page 1sur 4

DURACION DELA BUENA FE

La buena fe cobra relevancia vinculada a la posesión ilegitima. Existirá en tanto en cuanto


el poseedor crea que obra con ella.

Dispone el artículo 907:

La buena fe dura mientras las circunstancias permitan al poseedor creer que posee
legítimamente o, en todo caso, hasta que sea citado en juicio, si la demanda resulta fundada.

El numeral emplea la expresión circunstancias, que es imprecisa y hasta de difícil


determinación. Hay que entender el término en el sentido de momento, que emplean los
códigos mexicano (ART.808) y panameño (art. 420), cuando disponen la buena fe dura
hasta el “momento en que existan actos que acrediten que el poseedor no ignora que posee
la cosa indebidamente o que es citado en juicio”.

Hay dos casos que ponen término a la buena fe:

1º, Existirá buena fe hasta el momento en que el poseedor se entere o cerciore de la


ilegitimidad de su posesión; a partir de ahí el poseedor sabe, conoce que su posesión es
indebida, o sea de mala fe. Cualquier medio le hará conocer que su posesión es ilegitima e
indebida. Por ejemplo, si leyendo el periódico se entera de su arrendador del inmueble que
ocupa es un simple usurpador. Parece ser que, en este extremo, el código hace referencia a
la toma de conocimiento extrajudicial, pues la otra hipótesis surge exclusivamente de lo
judicial.

2º, La buena fe termina obligatoriamente cuando es emplazado en un proceso


judicial. Desde ese momento el poseedor sabe que su título posesorio es inválido. Nulo o
inexistente. Automáticamente se convierte en poseedor de mala fe. Bien se trate de un
derecho personal o real. Igualmente la citación judicial constituye en mora al deudor (art.
1333) y eso lo obliga a pagar los daños y perjuicios (art. 1.336).

Pero lo más importante está referido al poseedor usucapiente. En efecto, la citación con la
demanda interrumpe la prescripción, o sea el decurso hacia la usucapio (argumento. Por
analogía del art. 1.996,3º). Ejemplo el poseedor es demandado por el propietario
reivindicante.

No obstante, el codificador ha cometido un desliz cuando dispone en la parte final del


artículo 907 que la buena fe dura hasta que sea ciado en juicio “si la demanda resulta
fundada”. Este añadido sencillamente debe ser eliminado. Independientemente del
resultado del proceso, por el solo hecho de haber sido emplazado judicialmente, el poseedor
tórnase de mala fe.854 No hay que olvidar que estamos hablando de un poseedor ilegítimo.
Su título es inválido, nulo o inexistente; el hecho de que la demanda sea declarada
infundada i improcedente, no puede tomarlo en un título legítimo, válido. Sin duda hay en
el artículo 907 in fine un contrasentido lógico.

LA PRESUNCION DE BUENA FE

Buena fe y mala fe son nociones contrapuestas, incompatibles, aunque muchas veces el


límite buena–mala fe es difícil de establecer.

El estado de buena fe del poseedor se presume; es una presunción iuris tantum (art.
914,part.1º).

Quien debe probar la mala fe es su contradictor. Empero en la praxis no es tan fácil el


asunto. El poseedor que alega buena fe, también tiende a probarla. “Si la buena fe descansa
en la ignorancia de vicios invalidatorios de la adquisición y, en cuanto a la usucapión, en la
creencia, en la legitimación del transmitente, esto es, lo que ampara la presunción, y esto es
los que ha de demostrar que no es así quien aduzca la mala fe”.

EFECTOS DE LA BUENA FE

Por oposición al de mala fe, el poseedor de buena fe goza de numerosos beneficios


(derechos). Estos se observan en varios campos. Advertimos que la buena fe no sólo
beneficia al poseedor, sino también al propietario, pero aquí y ahora, sólo nos ocuparemos
del primero.

1.- Frutos. Dispone el artículo 908: El poseedor de buena fe hace suyos los frutos.

Es una consecuencia lógica que, quien posee buena fe –es decir, quien por error o
ignorancia desconoce la invalidez de su título, hace suyos los frutos (naturales. Industriales
o civiles).

La norma reviste relevancia en la acción reivindicatoria. La buena fe dura hasta que es


emplazado con la demanda (rei vindicatio). Sucede en la práctica que el actor generalmente
apareja a su demanda (reivindicación) el pago de los frutos. Conforme a esta disposición,
no procederá el pago de los frutos si obró de buena fe. De acuerdo con una vieja ejecutoria:
“La posesión derivada de un error de derecho legítima la percepción de frutos”.

Además de los frutos, y de acuerdo con el artífculo895, también hace suyos los productos,
si el bien poseído es un bien productivo.

2.- Usucapión. La possessio ad usucapionem favorece al poseedor de buena fe, a


través del acortamiento de los plazos. Así, en la usucapión inmobiliaria, aquel que posee de
buena fe y con justo título, necesita cinco años para usucapir, al paso que si es de mala fe,
dicho lapso se duplicará: diez años (art.950). En la usucapión mobiliaria, quien posee de
buena fe necesita dos años, que igualmente se duplicarán cuando actúe con mala fe: cuatro
años (art. 951). Quiere decir que la buena fe acorta, reduce a la mitad los plazos
prescriptorios.

3.- Derecho a las mejoras. El poseedor de buena fe tiene derecho a un adecuado


pago (indemnización) por las adiciones que constituyan mejoras (art. 917). Hasta el
momento en que es emplazado con la demanda.

4.- Derecho de retención. El poseedor tiene el derecho de retención del bien


mientras no se le reembolsen los gastos efectuados por mejoras (art. 918).

5.- El poseedor de buena fe, en fin, tiene otros derechos que no han sido incluidos
expresamente, asi : el de solicitar se le ministre posesión del bien; el de no ser desposeído
si antes no ha sido citado, oído y vencido en proceso judicial.

Existen otros casos donde tienen importancias los efectos de la buena fe en la posesión,
pero se relacionan más bien con la propiedad., por ejemplo, la adquisición de las crías
(art.946,ap.3º): adquisición de buena fe de bienes muebles (art. 906). Especificación (art.
937), entre otros.

POSESION ILEGITIMA DE MALA FE

La posesión de mala fe es, a fortiori, absolutamente ilegítima.

El código no triplica la mala fe. La posesión ilegítima es de maña de cuando el


poseedor tiene pleno y cabal conocimiento (conciencia) de su ilegitimidad. Aquí no existe
ignorancia ni error en cuanto a la adquisición de la posesión; sabe que su título es inválido
o que simplemente es nulo, inexistente (argum. A contrario, art.906). En otros términos, la
posesión de mala fe tiene dos orígenes causales: la falta (ausencia) de título o el
conocimiento de los vicios invalidatorios.

Por consiguiente, el poder fáctico del poseedor va acompañado del conocimiento del
poseedor de lesionar el derecho ajeno.

La posesión de mala fe está relacionada siempre, por oposición, al dominio. No


puede ser nunca manifestación del ius possidendi. Toda posesión ilegítima es de mala fe, y
se presenta en quien tiene el ius possessionis.

Es poseedor de mala fe el ladrón de un bien mueble y el ururpadodr de un inmuble


(falta de título), el subarrendatario que contrata con el locatario a sabiendas que éste no está
facultado para ello (título inválido). En el poseedor precario pueden presentarse
cualesquiera de los supuestos (falta de título o invalidez de él).

En la mala fe hay tres hipótesis: a) la prueba de la mala fe desde el origen de la


posesión; b) la prueba de la mala fe en tiempo posterior al comienzo de la posesión y
anterior al emplazamiento judicial; c) mala fe resultante de la citación (emplazamiento)
judicial (Hernandez Gu.). Evidentemente en cualesquiera de estos tres casos, el obligado a
probar la mala fe del poseedor es el contradictor.

EFECTOS DE LA MALA FE

El poseedor de mala fe resulta de ordinario perjudicado, incluso a veces en forma


severa. Salvo uno, prácticamente no tiene derechos, sino obligaciones.

OBLIGACION DE DEVOLVER LOS FRUTOS INDEVIDAMENTE PERCIBIDOS

La primera obligación del poseedor de mala fe es la devolución de los frutos


indebidamente percibidos. Y si ya no existen, el pago de su valor al tiempo que los percibió
o debió percibir. Así lo dispone el artículo 910:

El poseedor de mala fe está obligado a entregar los frutos percibidos y, si no existen, a


pagar su valor estimado al tiempo que los percibió o debió percibir.

Sin duda el precepto impone una sanción exagerada y hasta draconiana, pues aunque
no hubiere percibido fruto alguno´, y por la razón que fuer. Debe responder por ello. No
hay que olvidar que muchos son poseedores de mala fe, especialmente los poseedores
precarios de viviendas destinadas a casa-habitación. El problema jurídico está vinculado a
uno mayor (social): la falta de vivienda en el país. Claro que esto no significa exculpar al
poseedor, pero si atenuar la pena.

RESPONSABILIDAD POR LA PERDIDA O DETERIORO DEL BIEN.

Estipula el artículo 909:

El poseedor de mala fe responde de la pérdida o detrimento del bien, aun por caso fortuito o
fuerza mayor, salvo que este también se hubiese producido en caso de haber estado en
poder de su titular.

La responsabilidad del poseedor de mala fe por la pérdida o deterioro del bien no solo se
produce por dolo o culpa, sino incluso cuando ella se produzca por caso fortuito, solución
para algunos es justa pero excepcional pues según la teoría de las obligaciones, el caso
fortuito exime la responsabilidad. El poseedor podrá eximirse si prueba que el daño se
hubiera producido igualmente de haber estado el bien en poder de su titular.

Vous aimerez peut-être aussi