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Señala Waters (2002: 98) que en las actuales circunstancias de globalización, el principio de soberanía es
frecuentemente violado bajo el pretexto de que los habitantes del planeta experimentan un conjunto de
problemas comunes que pueden ser agudizados por las acciones individuales de un Estado-nación. Las
violaciones de soberanía se pueden referir tanto a aspectos políticos, incluidos aquí los ataques militares
considerados como "guerras preventivas" en el más puro estilo de Clausewitz (caso Iraq) o económicos,
como cuando las instituciones financieras globales entran en un país aplastando a los competidores locales
(Stiglitz, 2002: 55).
Veamos a continuación cuáles son esos problemas comunes de la humanidad y cómo las directrices
políticas globales15 se superponen a la soberanía política, y en ocasiones cultural, de los distintos Estados:
— Otro problema considerado planetario sería el referido al medio ambiente, al que nos referiremos
posteriormente, y a cuestiones de salud como el sida y actualmente la gripe aviar.
— El tema del desarrollo se introdujo en la agenda global después de la Segunda Guerra Mundial (Alcañiz,
2005: 5), con el objetivo de conseguir una mejora en los niveles de vida de las personas; si bien este
objetivo lejos de conseguirse está dando lugar a diferencias entre las distintas partes del planeta llevando
a considerar a la desigualdad como uno de sus problemas más importantes. La pobreza es tema central
en la agenda global actual, así expresado en los Objetivos del Milenio (2000) de las Naciones Unidas.
— Finalmente, no podemos obviar el tema de la paz y la seguridad. A los tradicionales conflictos bélicos
entre Estados, se unen ahora las guerras civiles étnicas o religiosas en el interior de éstos, y el terrorismo
internacional "estrella mediática" diaria y talón de Aquiles de los Estados, hasta ahora únicos detentadores
de la violencia legítima, al decir de Weber.
Los Estados se encuentran en el centro de una malla de nuevas relaciones que se extienden desde el nivel
local hasta el global, compartiendo, pues, soberanía con todos los nuevos organismos, instituciones y
organizaciones en el ámbito político y en lo que hace referencia al ámbito económico, compitiendo en el
proceso de globalización económica con las empresas multinacionales y con los otros Estados-nación que
compiten por obtener mejor posición económica a nivel internacional.
Jens Bartelson, otro destacado pensador político, afirma que la manera segura de
«salvar» la democracia pasa por extender su definición más allá de su relación con
el estado-nación. En este sentido, la globalización y la democracia han de
establecer una relación simbiótica, en la que si no crecen a la par, finalmente se
separarán. El impacto de esta sinergia da lugar a una comunidad política que
trasciende los límites de los estados y une a personas independientemente de su
nacionalidad para crear un mundo globalizado.
Por tanto, la globalización amenaza nuestra anticuada concepción de la
democracia, pero el resultado es sin duda positivo. Aunque el fomento de la
democracia por todo el mundo se ve, por lo general, como algo bueno, se necesita
cautela para evitar que se vendan formas establecidas de democracia que
ostensiblemente apoyan a los poderes hegemónicos. A pesar de que la democracia
es tentadora, está claro que no existe un modelo «talla única». La democracia ha
de atender a los márgenes y diferencias culturales.
¿Qué voces tienen derecho a ser escuchadas en debates acerca del calentamiento
global, energía nuclear, terrorismo o sida? Los límites territoriales no condicionan
dichos asuntos. Por consiguiente, no deberían ser el criterio para determinar
quién participa o no en un debate sobre una cuestión que nos afecta a todos. Hoy
en día es imposible estar aislado. Los conflictos entre dos estados pueden acarrear
importantes repercusiones en las regiones vecinas y en el mundo entero. Sin lugar
a dudas, la democracia actual supone la puesta en práctica de los derechos civiles
de los ciudadanos en un contexto intergubernamental. Es por ello que Held
enfatiza en el hecho de que la democracia ha de ser sostenida por estructuras de
poder, organismos y organizaciones transnacionales.
Digitalización. La digitalización de fotografías es una de las tareas que toda fototeca está estudiando o
ha comenzado a realizar en la actualidad. Pero va a ser una actividad característica de una determinada
coyuntura porque, en poco tiempo, no habrá ya fotografías que digitalizar. No garantiza que el deterioro de las
imágenes continúe pero ayuda a ralentizarlo porque ya no es tan necesario acceder físicamente a los originales.
Por otra parte, la digitalización suele ir orientada a la difusión en un nuevo medio de alcance mundial como es la
WWW. Con la digitalización se pretende crear un sistema automático integrado de recuperación y difusión de
información que mejore las características de conservación, tratamiento y acceso.
a deontología profesional periodística es un orden normativo que afecta a la actividad periodística. Está formado
por un conjunto de normas o principios generales que, en determinadas circunstancias, se sienten como
obligatorias. También desarrollan esta función reguladora, entre otros, el derecho y la moral.
Más concretamente, podría decirse que un código deontológico es un conjunto de normas específicas de la
profesión que pretenden regular el actuar profesional de un informador en el ámbito periodístico. Están basadas en
dos principios básicos: la responsabilidad social y la veracidad informativa. Además, exigen del corresponsal un
continuo reciclaje y autoperfeccionamiento profesional.
SEMIOTICA DE LA IMAGEN
Legislación de la fotografía
Ser fotógrafo impone un reto a respetar la privacidad de aquellos que son capturados en
nuestras imágenes. No es raro ver fotógrafos que retraten a extraños en la calle y por
ende, nos preguntamos ¿Qué sucede si alguien toma una foto mía? ¿Qué puede hacer
con ella? ¿Qué puedo hacer si no estoy de acuerdo con lo que se hace o donde se
publique la misma?.
En Venezuela, a falta de una ley explícita sobre el tema, conociendo como funcionan las
leyes de protección civil en distintos países y jurisdicciones internacionales, y luego de
hacer un estudio exhaustivo de las leyes nacionales; les redactaré estas líneas para que,
tanto mis colegas fotógrafos, como aquellos que son fotografiados, conozcan el alcance
legal de las atribuciones que ambos partícipes pueden tener.
Derechos de autor[editar]
Artículo principal: Derecho de autor
El derecho de autor considera a las imágenes fotográficas a los fines de tutelar las imágenes de personas o de
aspectos, elementos o hechos de la vida natural o social obtenidas mediante el empleo de un procedimiento
fotográfico o proceso análogo.
Todos los autores, sean profesionales o no, tienen, por el solo hecho de haber creado su obra, en exclusiva una
serie de derechos de carácter económico y moral sobre ésta.
Los derechos morales definen el respeto de su autoría sobre la obra y por tanto el deber de hacer constar siempre
su nombre, y el derecho que no se modifique la obra sin su consentimiento. Los derechos morales son
irrenunciables e inalienables. Por lo tanto siempre han de ser respetados y no tiene valor la renuncia.
Corresponde al fotógrafo, salvo en algunas cuestiones relativas a los retratos fotográficos, el derecho exclusivo de
reproducción, difusión y venta. Sin embargo, si la obra se ha obtenido en el marco de contrato de arrendamiento de
servicios o de trabajo, y bajo expreso consentimiento del autor, el derecho de reproducción, difusión y venta puede
corresponder al responsable del encargo contractual, mientras que los derechos de autoría son irrenunciables. La
duración de los derechos sobre la fotografía la determina el acuerdo legal entre el autor y el responsable del
encargo contractual.
El Derecho también protege la privacidad del sujeto fotográfico. De hecho está permitida la difusión de fotografías
sin el permiso del sujeto solo en los casos de personajes públicos, entendidos como personas que, por trabajo o
cargo público, resultan de notoriedad pública. En el resto de los supuestos, el fotógrafo titular de la obra debe
obtener el permiso del sujeto a la publicación y exposición pública. En caso de hacerlo sin permiso del sujeto
fotografiado, éste tiene derecho a denunciar al fotógrafo.
La fotografía no es una copia fiel de la realidad, no es sólo una reproducción de algo que existe o ha
existido. La fotografía es una representación icónica mucho más codificada de lo que habitualmente se
admite. Y aunque se acuñen frases que pasan a ser estereotipos que la definen como la “cristalización del instante
visual”, el “certificado de presencia” o la “reproducción no mediatizada”, lo cierto es que la fotografía se separa mucho de
la realidad o, incluso, de la percepción humana de la realidad: En primer lugar, la fotografía elimina cualquier
información (sonora, táctil, gustativa, olfativa) no susceptible de ser reproducida por medios ópticos. Además,
reduce la tridimensionalidad característica del mundo real a la bidimensionalidad propia del plano, remarcada
por el cuadro, elegido por el fotógrafo, como límite infranqueable y con una remarcable alteración de la escala
de representación. La fotografía, salvo mediante recursos convencionales de lenguaje visual, no reproduce el
movimiento, más aún, detiene el tiempo y, además, elimina o altera el color. Es decir, que consideramos a la
fotografía como un documento integrado por soporte e información transmisor de un mensaje codificado que
exige un esfuerzo decodificador por parte del destinatario. Por todo ello hay que insistir en que cuando
analizamos fotografías no analizamos la realidad sino una representación de la realidad, si bien es cierto que se
trata de una representación que percibimos muy fiel pese a los códigos.
Ahora bien, dejando al margen las fotos manipuladas o trucadas, lo que sí puede afirmarse es que lo que
aparece en una fotografía estuvo ante el objetivo de la cámara, la fotografía es lo que fue, lo que existió en un
momento dado. Desde nuestra perspectiva documentalista esta dimensión testimonial e histórica es
enormemente importante, es lo que confiere a la fotografía su función de memoria individual y colectiva. Como
señala Gubern “el prestigio documental de la fotografía, y también su dimensión mágica, surgida de la extrema fidelidad al objeto
fotografiado, radican en su realismo esencial”.
Ya en 1859 Charles Baudelaire, en su crítica a la fotografía como sustituta de la obra de arte, destacaba la
dimensión documental de la fotografía al escribir que ésta debía regresar “a su verdadero deber, que consiste en ser la
sirvienta de las ciencias y de las artes (...) Que enriquezca rápidamente el álbum del viajero y de a sus ojos la precisión que faltaría a
su memoria; que adorne la biblioteca del naturalista, exagere los animales microscópicos, hasta que fortifique con algunos informes
las hipótesis del astrónomo; que sea en fin secretaria y libro de notas de quien tenga necesidad en su profesión de una
absoluta exactitud material (...) que salve del olvido las carcomidas ruinas, los libros, las estampas y los manuscritos que devora el
tiempo, las cosas preciosas cuya forma va a desaparecer y que reclaman un lugar en los archivos de nuestra memoria...”
Para comprender la dimensión documental de la fotografía es preciso analizar la relación que ésta
establece con la realidad, puesto que ésta es el objeto de representación. Las imágenes, y como tal la fotografía,
establecen tres modos de relación con el mundo:
El modo simbólico, presente desde los orígenes de la humanidad en la utilización de la imagen como
símbolo mágico o religioso y después con muchos otros objetivos indicadores. Los bisontes de Altamira o las
Venus prehistóricas son ejemplos primitivos característicos, y esa misma relación se establece ahora con
muchos símbolos religiosos, políticos o deportivos.
El modo epistémico, según el cual la imagen aporta informaciones (de carácter visual) sobre el mundo
cuyo conocimiento permite así abordar incluso en sus aspectos no visuales. Es una función general de
conocimiento y la fotografía cumple de este modo una función mediadora; el fotógrafo nos sustituye o mejor
nos representa en el lugar del hecho, es nuestros ojos e incorpora lo no vivido a nuestra memoria. Esta función
de conocimiento y mediación es especialmente significativa en la fotografía documental, en la fotografía de
prensa o en la fotografía científica. Y algo más de un año después del acontecimiento más visual y visualizado
de la historia se hace especialmente evidente.
El modo estético, pues la imagen está destinada a complacer al espectador, a proporcionarle sensaciones
específicas. Es una noción indisoluble, o casi, de la de arte, hasta el punto de que se confunden: ¿son arte todas
las imágenes?
Ciertamente la fotografía participa de los tres modos de relación con el mundo y aunque el modo
epistémico pueda resultar el más accesible al procesamiento documental clásico lo cierto es que la dimensión
simbólica y la dimensión estética no deben ser soslayadas. De hecho, muchas fotografías cambian por
diversas razones su modo de relación. Así, la fotografía del soldado republicano español de Robert Capa, un
icono de la Guerra Civil española. Y casi como consecuencia de estos modos de relación con la realidad
surgen distintos tipos de imágenes. Sin ánimo de establecer tipologías, siempre excluyentes, discutibles,
queremos señalar algunas características de la fotografía documental:
Fotografía documental: Fotografía creada con intención de documentar todo tipo de entes, acciones o
instancias. Miguel Ángel Yáñez, historiador sevillano de la fotografía, define el documentalismo fotográfico o
fotodocumentalismo, como aquella cualidad de algo pasado, objetivamente registrada y mostrable al espectador en soporte
fotográfico, y que encierra potencialidad para testimoniar, instruir e informar sobre ese algo. Su objetivo es testimoniar, instruir,
informar de forma objetiva sobre lo que representa. Para Yáñez, la estructura de la fotografía documental tiene
tres núcleos compositivos: Elfactor ético implícito en el hecho de buscar la verdad mediante la testificación de la
realidad. El factor documentogénico, o el poder de despertar el interés del espectador por el simple paso del tiempo,
surge de una comparación inconsciente entre el mundo que le ha tocado vivir y el del tiempo representado en la
imagen. Este factor se puede ver afectado por la temática del documento o por los análisis sobre su significación
que se pongan en práctica. El tercer factor es el objetivismo, sólo atemperado por las decisiones técnicas y
compositivas del fotógrafo. Dentro de esta categoría se sitúa claramente la fotografía de reproducción de obras
de arte y patrimonio artesanal o antropológico. También la fotografía de documentación profesional y científica
para disciplinas diversas: arqueología, arquitectura, ingeniería, industria, astronomía, antropología; o la fotografía
institucional al servicio de empresas u organismos o, incluso, la fotografía para catálogo comercial.
La fotografía periodística, sin embargo, no es exactamente fotografía documental: Nace con voluntad
comunicativa y mediadora y pretende testimoniar y notificar los acontecimientos reales, reflejados e
interpretados visualmente por un fotógrafo, por medio de un mensaje visual que se sumará al mensaje verbo-
icónico del resto del periódico, especialmente al mensaje textual que constituye la noticia. No tiene la cualidad
objetiva del fotodocumentalismo pues el componente editorial del periódico va a pesar mucho en el momento
de la selección del tema, del enfoque, de la imagen elegida para publicar, pero sobre todo, del enfoque de la
noticia y del correspondiente pie de foto que conducirá nuestra lectura.
La fotografía privada, el retrato, la fotografía familiar son imágenes comunes, más o menos
estandarizadas, de individuos privados para uso privado. Aunque por propia esencia, desde sus orígenes, es una
fotografía marcadamente social pues viene a certificar la posición del individuo en la sociedad alienando
visualmente su personalidad y transformándolo en estereotipo. Quizás en la actualidad ha evolucionado hacia
una certificación de la extensión visual del individuo y aunque ahora las fotografías son aparentemente más
personales en realidad todos tenemos las mismas.
Las fronteras entre estas categorías son evidentemente muy difusas: Las fotografías del brasileño
Sebastiao Salgado son obras realizadas para su publicación en el periódico, pero son objeto de exposición y
de publicación en libros y son consideradas obras de arte. Las fotografías privadas antiguas tienen un
marcado carácter documental. La fotografía científica pasa a ser publicada en el periódico muchas veces.
Alguien puede señalar que la fotografía de modas o la fotografía publicitaria es fotografía artística. Y sin
duda puede aparecer la fotografía documental como la más fiable fuente histórica, pero en la fotografía
privada, por ejemplo en los retratos de familia, están muchas de las claves que nos permiten comprender
determinados aspectos de las relaciones sociales, familiares y de género en una sociedad.
Las Ciencias de la Información y Documentación y sus procesos y técnicas tienen una gran
trascendencia en la fotografía. La Documentación, como Ciencia, se ocupa del documento como objeto y
como contenido o información y la fotografía, tanto o más que los documentos textuales, necesita ese
enfoque. Una fotografía es un objeto que hay que conservar, cuidar, almacenar, restaurar, tocar: Se estropea
con facilidad, le afectan muchos elementos externos y, además, la inextricable unión entre soporte y
contenido hacen que el deterioro de aquel repercuta sobre la percepción y buena interpretación de éste. Una
reproducción en un libro o en una revista o a través de una pantalla de ordenador de un daguerrotipo no es
ni remotamente un daguerrotipo y aunque con una intención de difusión bien sea con fines científicos,
didácticos, de entretenimiento o de información admitamos esta contemplación amputada del documento
debemos ser muy conscientes de esta amputación. Probablemente la fotografía digital va a trastocar nuestra
concepción del hecho fotográfico porque va a romper la dependencia del objeto y el contenido, va a
cambiar nuestra idea de la fotografía instantánea definitivamente fijada en un papel o en una diapositiva.
¿Dejaremos de coleccionar fotos para tener un banco de imágenes en nuestro ordenador doméstico? Es
difícil predecirlo porque el objeto fotográfico juega un papel importante en nuestra actual civilización y
especialmente es inseparable de algunos aspectos propios de nuestra cultura como el turismo o la crianza y
cuidado de la infancia en el contexto familiar. Las fotografías están en nuestros hogares en álbumes,
enmarcadas en la pared o encima de una cómoda, en las estanterías, pinchadas en un tablón o en nuestras
carteras. Nos recuerdan cómo éramos en nuestros mejores momentos, las fechas señaladas que han marcado
nuestras vidas, los rostros de los que están y de los que se fueron. Son nuestra memoria familiar y personal.
La naturaleza, los retratos, los cuerpos desnudos, las guerras y conflictos sociales, las
catástrofes, los monumentos, el niño en su primera comunión, el arte, la actividad política, la
moda, los deportes, la publicidad, la ciencia, la historia, el último modelo de lavadora en un
catálogo comercial, la foto artística, la foto de satélite meteorológico, el mundo entero está
fotografiado por aficionados y profesionales que contribuyen con su aportación a llenar nuestras
vidas de imágenes, a fijar en dos dimensiones la realidad haciéndola memorizable, clasificable,
archivable, manipulable, transportable, transmisible, recortable o reproducible... De esta manera
se publica en periódicos, revistas, libros, carteles o en páginas web, y también entra en fototecas,
archivos, bancos de imágenes, colecciones, ficheros o álbumes. No todas las fotografías se
coleccionan o se conservan pero muchas de ellas entran a formar parte de esa memoria cultural
que es necesario preservar.
Lo que se sitúa ante la cámara, una vez efectuado el disparo que abre el obturador y realizados los
procesos técnico que permitan obtener la fotografía, pasa a formar parte de un sistema de organización de
conocimiento e información y puede ser almacenado y clasificado en esquemas que van, en palabras de
Susan Sontag, “desde el orden toscamente cronológico de las series de instantáneas familiares hasta las tenaces acumulaciones
y meticulosas catalogaciones necesarias para la utilización de la fotografía en predicciones meteorológicas, astronomía,
microbiología, geología, investigaciones policiales, educación, diagnóstico médico, reconocimiento militar e historia del arte”.
Pero aunque muchas colecciones de fotografías tienen, desde los comienzos de la historia de la
fotografía, precisamente este origen, servir de memoria personal no es la función única de la colección de
fotografías y cada género ha dado lugar a colecciones o conjuntos específicos.
En la consideración de la fotografía como objeto de análisis será preciso estudiar todos
sus atributos, entendiendo este término como cualquier tipo de característica, componente o propiedad del
objeto que pueda ser representado en un sistema de procesamiento de información. Los atributos no se limitan
a las características puramente visuales e incluyen también respuestas cognitivas, afectivas o interpretativas y
otras que describen sus características espaciales, semánticas, simbólicas o emocionales. Así, habrá que tratar
sus atributos morfológicos y materiales, soporte físico, emulsión, estado de conservación; sus atributos de origen o
biográficos, autor, escuela, publicación o exhibición; sus atributos temáticos o de contenido, es decir, lo que la fotografía
trata, lo que “dice” y cómo lo dice, pues la forma de la expresión puede ser de gran trascendencia en la
recepción; sus atributos relacionales, pues los documentos fotográficos establecen entre sí y con otros documentos
relaciones necesarias para su comprensión.
No siempre es fácil determinar el tema de una fotografía y muchas veces será vista por
distintas personas de forma diferente, por lo que propondremos metodologías adecuadas para
su interrogación completa y objetivable. Pero habrá aspectos difícilmente objetivos. Junto a los
tiempos clásicos de la fotografía, el de la creación y el de la representación, aparece un nuevo
tiempo que trata de establecer la relación entre uno, otro y el propio objeto fotográfico. Es el
tiempo del tratamiento documental en el que la imagen puede ser considerada neutra, objetiva,
despojada de su orientación primera, tratando de preservar todos los significados posibles o bien
pude mantener exclusivamente su primer significado evitando cualquier interpretación. Ambas
posturas tienen ventajas e inconvenientes. Lo denotado por la fotografía deberá ser considerado
y tratado objetivamente, lo connotado, lo simbólico, lo sugerido por la fotografía deberá ser
cuidadosamente estudiado y preservado.
Lo cierto es que una fotografía tiene multitud de lecturas, a veces tantas como lectores, pero algunas
serán mentirosas, falaces o manipuladoras. El analista tiene dos posibilidades no excluyentes: Buscar en la
fotografía lo que el autor quería expresar o buscar en la fotografía lo que ésta dice, independientemente de
las intenciones del autor. En este segundo caso se articula la oposición entre: Buscar en la fotografía lo que
dice con referencia a su misma coherencia contextual y a la situación de los sistemas de significación a los
que se remite; o buscar en la fotografía lo que el lector encuentra con referencia a sus propios sistemas de
significación y/o con referencia a sus deseos, pulsiones o arbitrios.
La opción primera, basada en la relación imagen / contexto, perseguiría cierta objetividad y parece la
más apropiada para el documentalista que, apoyado en otras fuentes, se dispone a analizar la imagen para
introducirla en un sistema documental. La opción segunda, ciertamente subjetiva, se puede aplicar al
ilustrador que escoge imágenes para crear nuevos documentos.
Existe, sin embargo, un riesgo en la utilización de fotografías como recurso de ilustración cambiando
o reinterpretando el significado original, especialmente cuando en la fotografía aparecen personas. Es
conocido el caso, recogido por Giselle Freund, de una fotografía de Robert Doisneau en la que aparece una
mujer joven junto a un hombre maduro en la barra de un bar con unas copas de vino frente a ellos. Esta
foto había aparecido en una revista en un reportaje ilustrado sobre las tascas de París y además había pasado
a formar parte del fondo documental de una agencia fotográfica. Poco después la foto reaparece en un
periódico para ilustrar un artículo contra el alcoholismo, hecho que indigna a los personajes de la fotografía.
Y, algún tiempo después, la foto resurge en una revista sensacionalista con el titular "Prostitución en los
Campos Elíseos", provocando una denuncia del personaje fotografiado contra la revista, la agencia y el
fotógrafo.
La fotografía no fue siempre considerada un arte. Su integración al arte fue un proceso muy discutido que comenzó
con los fotógrafos retratistas. El retrato fotográfico tuvo gran acogida como reemplazo del retrato pintado ya que
aquel era mucho más barato. Debido a la popularización creciente del retrato fotográfico en detrimento del pintado,
gran cantidad de pintores decidieron convertirse en fotógrafos retratistas para sobrevivir. Este fue el caso de Félix
Tournachon, Gustave Le Gray y el segundo de los hermanos Bisson. Éste fue el primer ingreso de la fotografía al
medio artístico. Además estos pintores fueron algunos de los que lucharon por que la fotografía fuera considerada
un arte.
A mediados del siglo XIX apareció una nueva tendencia artística, el naturalismo. La aparición de esta nueva
tendencia, centrada en la objetividad, buscaba imitar la realidad y la naturaleza con un alto grado de perfección y
despreciaba la subjetividad. Así, el naturalismo fue la puerta que se abrió para dar a la fotografía una verdadera
importancia en el arte ya que al imitar de una forma casi perfecta la realidad, superaba ampliamente a la pintura en
este aspecto. Por otra parte, el constante desarrollo de la fotografía en esa época, básicamente con las nuevas
técnicas sobre la utilización de la luz del sol, dio origen a fotos con un mayor significado estético, lo que llevó a un
nuevo acercamiento de la fotografía hacia el arte.
Más tarde se descubrieron técnicas usando clara de huevo, que hacían posible que la imagen por sí misma se
quedara grabada en el papel. Esta técnica se fue perfeccionando gracias a la comprensión del fenómeno químico
implicado y a una continua experimentación con materiales alternativos. Pronto fue posible tener una caja con
un papel fotosensible oculto de la luz, un cañón con el que enfocarla, y un obturador para hacer pasar la luz el
tiempo suficiente para que impresionara la película.
La fotografía como arte, ciencia y experiencia humana fueron evolucionado en paralelo durante este tiempo. En
cuanto fue posible hacer de la cámara un dispositivo móvil fácil de manejar apareció la posibilidad de influir en el
espectador mediante la posición de la cámara y su enfoque, lo que permitían trasladar la subjetividad del fotógrafo
a la fotografía, además de ir construyendo un lenguaje artístico.
En la actualidad, la fotografía artística en sí, tiene un carácter muy subjetivo. Los movimientos artísticos durante las
primeras décadas del siglo XX, particularmente el Modernismo y sus ramas derivadas que van desde
el impresionismo en la pintura y su consiguiente marcha hacia lo abstracto tuvieron una gran influencia en la
fotografía.20 Ya en la actualidad, la fotografía artística pura es casi completamente subjetiva y la manipulación de
las imágenes se ha convertido en una herramienta fundamental en su expresión artística; la fotografía de Annie
Leibovitz, Helmut Newton y David LaChapelle entre otros, siguen siendo parte de la nueva revolución fotográfica.
El lenguaje artístico fotográfico partió de la herencia de la pintura. Sin embargo, rápidamente amplió su léxico
gracias a la facilidad de hacer enfoques extremos (picados, contrapicados, etc.), la captura del movimiento con
largos tiempos de obturador y la decisión del momento. La presión sobre el fotógrafo para marcar su subjetividad
en la fotografía forjó un lenguaje lleno de sutilezas pero perfectamente comprensible, muy directo para cualquier
observador.
Hoy la fotografía es practicada por millones de personas en todo el mundo armados con buenas cámaras
fotográficas. Actualmente se prefieren las cámaras con una buena óptica y muchas opciones que añadan
flexibilidad, frente a las cámaras orientadas al consumidor, donde la óptica y el obturador quedan dirigidos por la
electrónica restando al hecho de hacer una foto gran parte de su imprevisibilidad. La aparición de las cámaras
digitales, cámaras mixtas con vídeo y la fotografía en entornos de realidad virtual complican, enriqueciendo, el
futuro de este arte.
La fotografía publicitaria
En fotografía publicitaria poco queda de aquellos primeros anuncios en los que sólo se enseñaba el producto y se
exclamaba alguna de sus virtudes. Hoy en día, estos productos llevan añadidos valores que, o bien la publicidad
quiere resaltar, o es ella misma la que se los otorga.
Para todo esto existen numerosos recursos fotográficos y de postproducción que hacen
de la foto publicitaria unas de las más creativas dentro del sector
El ejemplo más creativo suele ser la metáfora que compara lo que vemos con las
características que el anunciante quiere darle al producto.
Uno de los recursos más utilizados en fotografía publicitaria para conseguir su finalidad, es decir, llamar la atención,
permanecer en la memoria del cliente y realizar la compra final, suele ser el sexo.
La publicidad está inundada de connotaciones eróticas y el sexo ha sido utilizado como instrumento de persuasión
casi desde los orígenes de la publicidad. Incluso a veces de manera subliminal.
A partir de su descubrimiento e implementación, la fotografía constituyó “un registro de vida” que posibilitó dar a
conocer las características, modos y costumbres de la sociedad en la cual se desarrolló.
Desde entonces, “el documento visual” atesora infinidad de códigos y matices que los investigadores han tratado
de desentrañar y clarificar.
Así, para muchos, toda fotografía es un documento a partir de su concepción y depende del momento histórico, la
ideología que denote y el criterio estético de su autor, la representación que se haga de la imagen realizada.
Nuestro planteo basa su premisa en el sustento histórico que hace a la fotografía “un documento social”, como lo
definiera Gisele Freund, con un gran criterio filosófico y emocional.
Bien es cierto que desde fines del siglo XX, se inició una corriente que pone en crisis la idea hegemónica de la
fotografía como recorte, registro o realidad sustentada, independientemente del soporte tecnológico que la registre.
Pese a ello, en los últimos trabajos realizados, se alude al significado que la fotografía fue adquiriendo con el
transcurso del tiempo. Olivier Richon en su artículo Pensando las cosas, al referirse a ¿Qué se ha hecho de la
fotografía?, sostiene que: Se presupone que hemos perdido de vista a la fotografía o que la fotografía es algo que
se ha extraviado; que tal vez ha perdido el rumbo o que no la encontramos donde debería estar; que ha sido
colocada en un lugar inapropiado o que permanece en algún lugar sin reclamar, en cualquier oficina de objetos
perdidos de la cultura. Se podría responder que la fotografía como tal es menos sólida; no ha sido aniquilada, por
supuesto, pero es más fluida; se ha convertido en lo fotográfico.
Es verdad que cuando se analiza el concepto de la fotografía, en este caso como documento, y aún incurriendo en
áreas filosóficas, salta el criterio de la tecnicidad de la imagen, o sea del soporte que la sustenta.
Desde nuestra mirada, la fotografía está relacionada con la historia y con el devenir de los tiempos, por lo cual
tenemos que remitirnos a ella para poder interpretar el criterio asumido.
Para el historiador Marc Bloch en un simpático libro titulado Introducción a la Historia, considera que “la palabra
historia es muy vieja, tan vieja que ha llegado a cansar. Tanto que alguna vez se ha llegado a querer eliminarla del
vocabulario, y continúa: Es absurda la idea de que el pasado, considerado como tal, pueda ser objeto de la ciencia.
Porque ¿Cómo puede ser objeto de un conocimiento racional, sin una delimitación previa, una serie de fenómenos
que no tienen otro carácter común que el de no ser nuestros contemporáneos?”
Y prosigue “¿qué ha ocurrido, cada vez, que se haya parecido pedir imperiosamente la intervención de la historia?
Es que ha aparecido lo humano”. Pues para Bloch: El objeto de la historia es esencialmente el hombre. Mejor
dicho: los hombres. … Detrás de los rasgos sensibles del paisaje, de las herramientas o de las máquinas, detrás de
los escritos aparentemente más fríos y de las instituciones aparentemente más distanciadas de los que las han
creado, la historia quiere aprehender a los hombres. Quien no lo logre no pasará jamás, en el mejor de los casos,
de ser un obrero manual de la erudición.
Y la fotografía tiene esencialmente eso: su humanidad. Detrás de esa imagen que contemplamos, hubo alguien que
en un momento dado eligió o fue elegido por esa escena para que perdurase. De tal manera, que resulta imposible
adentrarnos en la terminología correspondiente si no tenemos en cuenta que lo emocional aflora de manera
definitiva.
La palabra documento remite, según la definición de la Real Academia Española a “diploma, carta, relación u otro
escrito que ilustra acerca de algún hecho, principalmente de los históricos”. En su segunda acepción es “escrito en
que constan datos fidedignos o susceptibles de ser empleados como tales para probar algo”.
Si reuniéramos ambos conceptos, el de Bloch desde la cientificidad y el de la Real Academia Española, nos
encontraríamos con variables que muy bien se adaptan a lo que los investigadores de la historia de la fotografía
consideran: un objeto –entendiendo como tal el soporte que la sustenta-, con un alto contenido humano, que ilustra
acerca de algún hecho determinado y nos remite a un tiempo y un espacio asequible sólo por este medio.
Que toda fotografía contiene información es harto sabido por todos, que esa información puede ser decodificada
según los parámetros culturales y sociales donde se desarrolla, también.
Peter Osborne alude a la unidad distributiva y la forma predominante siguiendo el criterio de Greenberg de la
fantasía ideológica de un “medio”. Así, considera que:
Se produce una ilusión constitutiva basada en la unificación imaginada y llevada a la práctica mediante el proceso
tecnológico concreto (óptico/mecánico/químico) y una serie determinada de funciones sociales (solemnización de lo
festivo/ documentación/ pornografía/ publicidad/ /vigilancia/ entre otros). Concluyendo la identificación del proceso
(fotografía) con una cualidad de la experiencia particular (la imagen fotográfica).
La fotografía documental, tal como la consideramos hoy, nace prácticamente junto con la fotografía en sí. Las
llamadas “excursiones daguerreanas”, derivación del primer soporte patentado (el daguerrotipo), darán cuenta de
paisajes y territorios puestos a disposición de la asombrada mirada del siglo XIX.
Y será con el calotipo que se tendrá una concepción más precisa del alcance que la imagen puede llegar a dar en
ese entrecruzamiento entre el arte y la técnica. La posibilidad de la duplicación permitirá a David Octavius Hill y
Robert Adamson registrar por primera vez la vida cotidiana del puerto de New Haven, en Escocia.
Con la aparición del colodión húmedo, en 1851, la fotografía se afianza en territorios hasta ese momento
inexplorados, iniciando un derrotero que transita entre la alegoría, la composición artística y el documento bélico.
Así, nombres como Nadar, Cameron y Carroll en la creación y Fenton y Brady en la lucha, darán impulso a un
fenómeno que se instala en el ideario colectivo.
El último cuarto del siglo XIX, traerá consigo la tecnificación y popularización de la fotografía a través del proceso
de placa seca, conocido como gelatino-bromuro que abrirá el camino hacia el siglo XX, transitando la imagen por la
abstracción, la investigación técnica y el descubrimiento de nuevos enfoques, que deambulan entre lo
cinematográfico y lo espontáneo, la denuncia social y el testimonio.
La influencia de las corrientes artísticas y el advenimiento del cine, dotarán a la fotografía de una estética donde el
erotismo y el juego visual cautivarán como ejes de una nueva expresión. Nombres tales como Man Ray, Alexander
Rodtchenko, Lazlo Moholy Nagy, Herbert Bayer, entre otros, demostrarán las múltiples posibilidades que la
fotografía brinda. Serán técnicos “creativos” tal como los define Bécquer Casaballe, que a través del trabajo “de
laboratorio” establecerán documentos de profunda intensidad.
Para la historia la fotografía es un documento que transmite información y nos sitúa en un tiempo y espacio
determinado. Ese recorte de la realidad, que también hoy es puesto en discusión.
Esta categorización “del pasado”, puesto que al momento de su obtención se constituye en “lo que ha sido”,
determina su carácter de documento dentro del ámbito de la investigación histórica.
La íntima relación que se establece entre el objeto y el sujeto, es algo que aún tiene una singular vigencia.
Por eso decimos que nos encontramos frente a un fenómeno que todavía transita entre lo emocional y lo filosófico,
como se planteó anteriormente. Muy bien establece Marie-Loup Sougés que “al ser la fotografía un medio de
implantación reciente en la historia, acusa de manera frontal las filiaciones de quienes escriben su historia”, al
referirse, según su concepto, que aún no tenemos la distancia suficiente como para emitir un juicio preciso. La
historia de la fotografía como una rama de la investigación documental y/o como una ciencia interdisciplinaria
difiere según los países y las culturas que la aprehendieron. Si bien en el siglo XIX se publicaron artículos, escritos
y monografías que aludían ya a “la historia”, es con Beaumont Newhall en la primera mitad del siglo XX, que se
arriba a un libro que ha sido fundacional en el camino de la investigación fotográfica. La fotografía, al igual que
cualquier otra disciplina de las artes visuales, es un referente de su cultura y de su tiempo. En la Argentina el
documentalismo tiene su mejor exponente en la Sociedad Fotográfica Argentina de Aficionados, un grupo de
hombres que intentaron rescatar hacia 1889 el documento de un país en plena transformación y cambio, ante la
disyuntiva de las dos corrientes ideológicas que los sustentaban: el progresismo y el nacionalismo.
Andrea Cuarterolo, en el capítulo Imágenes de la Argentina opulenta, perteneciente al libro Civilización y Barbarie
en el cine Argentino y Latinoamericano, compilado por Ana Laura Lusnich, al efectuar un análisis sobre la película
Nobleza Gaucha y remitirse a esta entidad, explica la idea de documentar lo que para ellos significaba el enorme
cambio que se estaba operando.
Boris Kossoy define la representación fotográfica como “algo que refleja y documenta en su contenido no sólo una
estética inherente a su expresión, sino también una estética de la vida en un momento de la historia”.
Hace algunos años, en el 6° Congreso de Historia de la Fotografía, realizado en Salta, planteamos la importancia
de la enseñanza de la historia de la fotografía, un tema relativamente nuevo en ese momento en la currícula
educativa, dando énfasis a la trascendencia de los hechos particulares para poder llegar a la “gran historia” que
hace a la esencia del hombre.
Este interés por lo particular histórico ha servido no sólo como entretenimiento. Ha contribuido a unir a las
comunidades espiritualmente dispersadas por las presiones de la globalización. Ha posibilitado desarrollar estudios
sobre aspectos poco conocidos o descuidados por los historiadores. Ha ayudado a esclarecer procesos históricos
amplios y significativos. Estableciendo las adecuadas relaciones, la historia de lo particular, en nuestro caso la
fotografía, adquiere una fisonomía más dinámica, se integra a la información general en vez de sólo yuxtaponerse y
se establece, en fin, una visión más comprensiva de los hechos.
Alfred Stieglitz, referente y cabeza de compañía del Grupo Photo Secession, nacido en los Estados Unidos hacia
1902, manifestó hacia 1921, prácticamente 20 años después del planteo de la propuesta que modificó el sustento
de la fotografía: “Cada foto que hago, incluso de un negativo, es una nueva experiencia, un nuevo problema… La
fotografía es mi pasión. La búsqueda de la Verdad es mi obsesión”. Como legado documental, y podríamos
atrevernos a decir monumental que expresara hacia el final de su vida profesional, comenta:
“Quise fotografiar nubes para descubrir qué es lo que había aprendido sobre fotografía en cuarenta años. A través
de las nubes, para establecer mi filosofía de vida, para demostrar que mis fotos no se debían al tema, ni a
privilegios especiales: las nubes están allí para todos, todavía no hay impuestos sobre ellas: son gratuitas”.
Siguiendo esta corriente de pensamiento Edward Weston, Ansel Adams, Imogen Cunningham, entre otros, nos
convocarán a admirar y justipreciar la naturaleza, la textura de los objetos, los elementos.
A través del Grupo F/64, nacido también en los Estados Unidos, sus integrantes propondrán una fotografía directa
que “documenta y presenta el detalle y la forma en su más pura apariencia”.
A su vez, W. Eugene Smith, el artífice por excelencia del ensayo fotográfico, un modo de contar historias a través
de las imágenes, se ha inmortalizado por su particular modo de ver y sentir la condición humana. Y de este modo lo
ha manifestado:
“La fotografía es, a lo sumo, una pequeña voz pero llega de vez en cuando y no siempre es verdad que una única
foto, mirando un conjunto, seduce nuestros sentidos al punto de desembocar en una toma de conciencia. Todo
depende del que la mire. Ciertas fotos suscitan tal emoción que engendran la reflexión … La fotografía es una
pequeña voz. Lo creo. Si es bien concebida, conseguirá hacerse escuchar”.
Aprovechemos pues, las nubes de Stieglitz, las dunas de Weston, las flores de Cunningham, el sentimiento de
Smith y todo aquello que nos permita ver, sentir, comunicar. Sea tanto como documento –registro de una
interpretación de la realidad- o como eje documental –testimonio social de lo que se representa ante nuestros ojos-
para realizar ese registro que la vida nos ofrece.
Cierro estas reflexiones con las palabras del filósofo contemporáneo Jean Baudrillard, quien a modo de metáfora,
en esa secreta ceremonia que se establece entre el fotógrafo y la cosa fotografiada ha dicho: “Usted cree que está
fotografiando esa escena para su disfrute personal, pero en realidad es la escena la que desea ser fotografiada …”
La luz incidente genera una pequeña señal eléctrica en cada receptor. A continuación,
esta señal es transformada en datos digitales por el conversor ADC, datos que
podemos representar como una serie de cadenas de ceros y unos, denominados
dígitos binarios.
La imagen digital
Una vez esta imagen es interpretada (leída), los ordenadores la transforman en una
imagen visible a través de la pantalla e imprimible también, a través de cualquier
dispositivo de salida. La gran ventaja del archivo digital es que puede duplicarse y
copiarse tantas veces como se quiera.
Las imágenes digitales pueden ser icónicas (de diferentes grados de figuración y
realismo) o aicónicas (abstractas, esquemáticas), tridimensionales y planas, fijas o
móviles.