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Algunos ejemplos pueden dar idea de hasta qué punto Aristóteles estableció las
bases que configurarían el pensamiento europeo: las teologías cristiana y
musulmana del Medioevo asumieron su metafísica; la física y la astronomía
aristotélicas se mantuvieron vigentes hasta el siglo XVII; sus estudios zoológicos,
hasta el XIX; la lógica, hasta el siglo XX; sus apenas cincuenta páginas sobre
estética se siguen debatiendo en nuestros días.
En la Academia de Platón
Aristóteles nació en el año 384 a.C. en Estagira, una pequeña localidad macedonia
cercana al monte Athos; de su población natal procede una designación habitual
para referirse al filósofo: el Estagirita. Su padre, Nicómaco, era médico de la corte
de Amintas III, padre de Filipo II de Macedonia y, por tanto, abuelo de Alejandro
Magno. Nicómaco pertenecía a la familia del Asclepíades, que se reclamaba
descendiente del dios fundador de la medicina y cuyo saber se transmitía de
generación en generación. Ello invita a pensar que Aristóteles fue iniciado de niño
en los secretos de la medicina, y que de ahí le vino su afición a la investigación
experimental y a la ciencia positiva. Huérfano de padre y madre en plena
adolescencia, fue adoptado por Proxeno, al cual podría mostrar años después su
gratitud adoptando a un hijo suyo llamado Nicanor.
En el año 367, es decir, cuando contaba diecisiete años de edad, fue enviado a
Atenas para estudiar en la Academia de Platón. No se sabe qué clase de relación
personal se estableció entre ambos filósofos, pero, a juzgar por las escasas
referencias que hacen el uno del otro en sus escritos, no cabe hablar de una amistad
imperecedera.
Sócrates
(Atenas, 470 a.C. - id., 399 a.C) Filósofo griego. Pese a
que no dejó ninguna obra escrita y son escasas las ideas
que pueden atribuírsele con seguridad, Sócrates es una
figura capital del pensamiento antiguo, hasta el punto de
ser llamados presocráticos los filósofos anteriores a él.
Rompiendo con las orientaciones predominantes
anteriores, su reflexión se centró en el ser humano,
particularmente en la ética, y sus ideas pasaron a los dos
grandes pilares sobre los que se asienta la historia de la filosofía occidental: Platón,
que fue discípulo directo suyo, y Aristóteles, que lo fue a su vez de Platón.
Pocas cosas se conocen con certeza de la biografía de Sócrates. Fue hijo de una
comadrona, Faenarete, y de un escultor, Sofronisco, emparentado con Arístides el
Justo. En su juventud siguió el oficio de su padre y recibió una buena instrucción;
es posible que fuese discípulo de Anaxágoras, y también que conociera las
doctrinas de los filósofos eleáticos (Jenófanes, Parménides, Zenón) y de la escuela
de Pitágoras.
Con los bienes que le dejó su padre al morir pudo vivir modesta y austeramente, sin
preocupaciones económicas que le impidiesen dedicarse al filosofar. Se tiene por
cierto que Sócrates se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le dio
dos hijas y un hijo. Cierta tradición ha perpetuado el tópico de la esposa despectiva
ante la actividad del marido y propensa a comportarse de una manera brutal y soez.
En cuanto a su apariencia, siempre se describe a Sócrates como un hombre
rechoncho, con un vientre prominente, ojos saltones y labios gruesos, del mismo
modo que se le atribuye también un aspecto desaliñado.
Viajó por Oriente y el sur de Italia, donde entró en contacto con los discípulos de
Pitágoras; tras una negativa experiencia en Siracusa como asesor en la corte del
rey Dionisio I el Viejo, pasó algún tiempo prisionero de unos piratas, hasta que fue
rescatado y pudo regresar a Atenas. Allí fundó en el año 387 una escuela de
filosofía, situada en las afueras de la ciudad, junto al jardín dedicado al héroe
Academo, de donde procede el nombre de Academia. La Academia de Platón, una
especie de secta de sabios organizada con sus reglamentos, contaba con una
residencia de estudiantes, biblioteca, aulas y seminarios especializados, y fue el
precedente y modelo de las modernas instituciones universitarias.
La cuestión filosófica que más ocupó a los pensadores de Mileto fue la del arjé (o
arché), palabra que puede traducirse como «principio» en su doble sentido: como
principio constitutivo (aquello de que están hechas las cosas) y como principio
originario (aquello de lo que proceden todas las cosas). Es obvio que la fisis, la
naturaleza o universo físico, es un conjunto de seres de muy diversa índole; pese a
ello, Tales y los filósofos milesios supusieron que existía un principio constitutivo
único, una sustancia común a toda esta multiplicidad de seres. Pero a la hora de
determinar cuál podía ser este primer principio, cada uno de los pensadores de la
escuela milesia dio una respuesta distinta: para Tales de Mileto el arjé es el agua;
para Anaximandro, el ápeiron, lo indefinido; para Anaxímenes, el aire.