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Así quedó zanjado el asunto: de un lado los pensadores y del otro, los
medios, el público y, quizás, el país. La anécdota no va más allá de la
llamada, pero deja ver el estado actual de una relación fría e indiferente.
Los filósofos, en su mayoría, parecen encontrarse en la torre de marfil de
la academia, distanciados de una realidad compleja y fecunda para el
pensamiento. ¿Por qué?
Solo hace falta hojear los principales diarios para darse cuenta de que el
filósofo se quedó por fuera del debate público. Desde luego, existen las
excepciones: Jorge Restrepo en El Tiempo y Jorge Giraldo en El
Colombiano. El Espectador, por su parte, ha tenido que comprar las
columnas de Umberto Eco, no se sabe si por falta de oferta nacional o por
simple descuido periodístico. Existe, dicho sea de paso, el fenómeno del
filósofo de formación que pertenece a la vida pública, pero que no ejerce
verdaderamente como filósofo. Entre otros, se destacan Enrique Santos
Calderón, Mauricio Pombo y Mavé —sí, la del tarot de Mavé—.
“Yo creo que esta ausencia es una gran pérdida, porque los filósofos
colombianos eran intelectuales públicos reputados. El último fue quizás
Estanislao Zuleta. Y antes de él, Cayetano Betancur, quien siempre fue
columnista de los principales periódicos del país”, comenta Jorge Giraldo,
filósofo de la Universidad de Antioquia, decano de la Escuela de Ciencias y
Humanidades de la Eafit y profesor de filosofía política. ¿Qué se hicieron
entonces los filósofos públicos? ¿Dónde quedó la figura del pensador?
Parece haber aquí una cuestión generacional. Para la generación actual de
filósofos “ya no importa tanto el individuo, la figura o el personaje del
filósofo. Se trata más bien de grupos, en los que se lleva a cabo un trabajo
3
Pensándolo mejor…
Pero esta visión del problema desconoce que, justamente, una gran
tendencia en el contexto internacional es el retorno de la filosofía al ámbito
público y a la vida cotidiana: el filósofo como un mediador de las personas
y sus problemas vitales, así como un divulgador de una herramienta
preciosa: el pensamiento. Giraldo resalta la importancia, en el entramado
intelectual internacional, de figuras como Fernando Savater, el célebre
pedagogo español, Slavoj Žižek, el filósofo y psicoanalista esloveno que
alimenta su pensamiento con la cultura popular, o el judío-estadounidense
Michael Walzer y su célebre revista Dissent. Sin ir más lejos, en Argentina,
el ateo y optimista Alejandro Rozitchner mantiene cuatro blogs de alto
tráfico y nivel filosófico y escribe en el diario La Nación de Argentina
artículos muy filosóficos con títulos como: ¿Por qué toman alcohol los
jóvenes? o Qué es ser buena persona. También colabora con el portal en
español de Yahoo! y divulga en sus páginas web videos y capítulos de sus
catorce libros, el último de los cuales se llama Ganas de vivir. Y Rozitchner
es solo la muestra de toda una generación de filósofos, como José Pablo
Feinmann o Alberto Buela, que se preocupan por divulgar su pensamiento
y publicar sus obras en Internet.
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En Colombia, las herramientas están, pero parece que los filósofos no. En
un rápido sondeo realizado con ayuda del profesor de Zubiría, una decena
de estudiantes de últimos semestres de filosofía fueron interrogados sobre
su concepción y uso de herramientas como los blogs, las redes sociales e
Internet en general para divulgar, debatir y leer contenidos filosóficos. Los
resultados son, por decir lo menos, alarmantes. Cinco de los diez proyectos
de filósofo no usa Internet con fines filosóficos sino para casos
estrictamente necesarios —consultar el diccionario latín-español o buscar
algún libro que no se encuentra en las bibliotecas—. Apenas tres usan
Facebook para compartir ideas filosóficas y sólo dos exploran la red —esto
es, blogs y Youtube— como un recurso válido de investigación.
los profesores Diego Pineda y Miguel Ángel Pérez, que busca establecer
una serie de recursos multimedia para un diplomado. Está también el
espacio ‘Filósofo-No Filósofo’, un proyecto televisivo del Departamento de
filosofía de la Nacional que invita a personajes no filosóficos —chefs,
cantantes de rock o un neurobiólogo— para debatir temas junto a filósofos
profesionales.
Dice el profesor Sierra que “el filósofo debe atender a su tiempo”. ¿No es
hora ya de que los pensadores colombianos salgan de su fortín académico
y entren decididamente en la discusión pública de los problemas del país?
Siempre que un ciudadano occidental tiene como propósito para su vida, es decir,
como proyecto racional de vida, realizar una carrera profesional, especialmente, si
es de corte humanista, es preciso que ella esté obligada a reencontrarse con la
historia y la filosofía griegas; pues es a Grecia a quien Occidente le debe casi toda
la génesis de su pensamiento y el acuñamiento del término cultura. Más
precisamente, el término cultura deviene del desarrollo de la cultura griega. En
esta afirmación encontramos alguna semejanza con las especulaciones de otros
grandes hombres de la Historia como lo son Hegel y Jaeger. El filósofo de Sttugart
se expresó de la siguiente manera en sus Lecciones sobre la Historia de la
Filosofía: “La filosofía comienza en Grecia. La verdadera filosofía comienza en
Occidente. Es aquí donde aparece por primera vez esa libertad de la conciencia
de sí mismo que hace pasar a segundo plano la conciencia natural y da vuelo al
espíritu. Bajo el brillo del oriente, el individuo desaparece; en el Occidente, la luz
se convierte en la chispa del pensamiento que brota de sí mismo y se crea desde
dentro de su mundo”1. Con estas expresiones hegelianas queda manifiesto el
interés del filósofo alemán por dejar claro que la “verdadera filosofía” tiene sus
cimientos en la cultura griega, aunque ya en Oriente existía una tradición
especulativa que estaba circunscrita a escudriñar sobre la esencia misma de las
religiones orientales, como quiera que estas se convierten en una forma de vida
para sus practicantes. En la cultura oriental, la “filosofía” no centra su leitmotiv en
el estudio y análisis de la historia del pensamiento, sino en el estudio del ser
humano, con todo lo que este concepto comprende. Más concretamente, los
“filosofías” orientales dejan de ser precisamente filosofías para pasar a ser “estilos
o formas de vida”, más propiamente religiones, disciplinas espirituales que tienen
como fin último el bienestar del individuo, si se quiere en otros términos, la
felicidad, el nirvana.
1
HEGEL, George Wilhelm Friedrich. Lecciones sobre la historia de la filosofía. Vol. I. México, D.F. F.C.E.
1977.Página 95.
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Para empezar a desarrollar este primer capítulo se hace indispensable traer como
referencia las especulaciones de uno de los grandes filósofos de Alemania, como
es Hegel, quien nos dejó escrito en sus conferencias sobre La historia de la
filosofía lo siguiente: “La historia de la filosofía puede ser estudiada como una
introducción a la filosofía, porque presenta el origen de la filosofía. Pero es el
objeto de la historia de la filosofía enseñar cómo la filosofía ha aparecido en el
tiempo”3. Con estas afirmaciones hegelianas podemos entender claramente que
para el desarrollo de un curso introductorio de la filosofía, es necesario el estudio
de la historia de la filosofía. Explicado esto de otra manera, es, que no puede
hablarse de la filosofía sino se considera de qué manera apareció en la historia;
sabiéndose ello, podría asegurarse que las concepciones o elucubraciones
filosóficas surgieron con la historia del pensamiento del hombre.
Cuando se pretende caminar por los senderos de la historia del pensamiento, hay
que iniciar explicando las primeras concepciones de los primeros filósofos de la
cultura occidental.
2
Ibíd. Página 112.
3
HEGEL, George Wilhelm Friedrich. Introducción a la historia de la filosofía. Colección Los Grandes
pensadores. Madrid. Sarpe, S.A. 1983. Página 25.
8
En esta primera parte, se inicia con los primeros pensadores de la Antigua Grecia,
a los cuales algunos historiadores han asignado diferentes nombres, a saber:
presocráticos, estos por ser anteriores a Sócrates, (470 a 399 a. c.), pero dentro
de los presocráticos están los Jónicos, los pitagóricos, los Eleáticos, los atomistas.
Para otro de los historiógrafos de la filosofía griega como Carlos García. Tales de
Mileto para a ser considerado como el primero de los famosos siete sabios. Pero
Tales también fue considerado “astrónomo, geómetra, viajero, estadista, estudioso
de la naturaleza en un sentido amplio, tales representa u nuevo tipo de sophos” 5.
Tales era natural de miletos. Se inicia con él las primeras elucubraciones que
intentaron interpretar el origen del universo, por ello su búsqueda se dirigió a la
naturaleza de las cosas, pues sus especulaciones apuntaron a responder la
pregunta ¿De qué está hecho todo o qué clase de “Sustancia” entra en la
composición de las cosas? El respecto se habla en lo posterior.
5
GARCÏA Gual, Carlos. Los siete sabios y tres más. Biblioteca temática Alianza. Ediciones del Prado. Madrid.
1995. Página 49.
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Tales era consciente de las diversas clases de cosas que podían componer el
universo, como por ejemplo, tierra, aire, nubes, océanos, las cuales cambiaban
constantemente asemejándose a otras y llegando a estar relacionadas con lo uno.
Pero básicamente para él, la “sustancia” o elemento que formaría toda realidad
física, es el agua, dicha afirmación es la que se conoce del estagirita Aristóteles –
el filosófico por antonomasia- quien nos relata en su metafísica que “en cuanto al
número y a la naturaleza de estos elementos, estos filósofos no están de acuerdo.
Tales, fundador de esta clase de filosofía, considera al agua como primer principio
(es por esto que también pretendía que la tierra flotaba sobre el agua); Sin duda le
indujo esta idea el observara que todas las cosas se alimentaban de la humedad y
que incluso lo caliente mismo procede de ella (ahora bien, aquello de donde todo
proviene es el principio de todas las cosas). Esta observación fue la que hizo
adoptar este concepto, y también esta otra; que las semilla son húmedas por
naturaleza, y que el agua es el principio de la naturaleza de las cosas húmedas” 8,
desde esta interpretación aristotélica han sabido darse muchas otras, las
6
Hegel, op. Cit. 160
7
García, op. Cit. P. 49
8
Aristóteles. Metafísica. Libro I capitulo III. Barcelona. Iberia 1971 p. 10