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AUTOCONSISTENCIA
Documento base:
Prescott Lecky (1977). Autoconsistencia: Una teoría de
personalidad. Bilbao: Desclée de Brouwer.
2010
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Principio de la Unificación
Autoconsistencia
Volviendo al conductismo, está claro que, una vez rechazado el propósito, el mecanicista se
encuentra ahora en una posición difícil. Porque es obvio que tiene que emplear algún
instrumento condensador que tenga la misma función que el concepto del propósito o
intención, no importa cuál sea el nombre que le ponga.
La técnica de la autoconsistencia
Lecky concibió a la personalidad como a la verdadera unidad lógica, aun cuando los
sentidos sean incapaces de percibirla. Sería absurdo considerar a la personalidad en el
sentido de objeto físico, pero, sin embargo, tampoco hay que considerarla como algo tan
vago como “la manera de comportase de una persona”, o “la suma total de sus sistemas de
hábitos”. Es una organización individual de potencialidades de reacción, que representa una
la concepción organizada que un individuo tiene del mundo, y su único y peculiar sistema
de valores. Mientras que la conducta objetiva está sometida a rápido y continuo cambio, la
personalidad tiende a ser relativamente estable y no cambiante. Es un sistema que se resiste
al cambio por la necesidad que tiene de conservar su integración y unidad esencial. El
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Educación
Sin embargo, como la experiencia personal es más o menos azarosa desde un punto de vista
educativo, en el sistema siempre hay un cierto número de valores aceptados sin la evidencia
suficiente. Estos valores, cuya retención depende totalmente el éxito con que se los pueda
racionalizar y convertir en consistentes, o al menos en no inconsistentes, dan lugar a
resistencias que probablemente han de ser perjudiciales para el individuo.
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En este sentido la teoría de Autoconsistencia de Lecky es similar a la teoría de Disonancia Cognoscitiva
de Festinger con la tendencia a reducir la inconsistencia, y con los teóricos de la Gestalt donde lo que es
consistente se asimila y lo que es inconsistente se rechaza, a menos que lo nuevo sea tan completo que
cambie la consistencia del sujeto.
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Aquellos que pretenden “no tener una mente matemática” son víctimas de su propia
resistencia. Tal estudiante puede haberse definido a sí mismo en la infancia a través de
insinuaciones hechas por los padres o los maestros al niño, relativas a su falta de aptitud
matemática. Estas sugestiones fueron aceptadas, y ahora forman parte de la concepción que
el estudiante se ha forjado de sí mismo2.
La concentración energética significa simplemente que una persona está libre de conflictos
y es capaz de concentrar su esfuerzo en la tarea. La capacidad o incapacidad de aprendizaje
de una persona depende, al menos en gran parte, de lo que haya aprendido al definirse a sí
misma3. En conexión con esto habría que recordar que toda persona puede aceptar
cualquier definición, si es que previamente no ha aprendido nada en contra de la misma que
se interfiera con su aceptación; mientras que la definición contraria le ofrece una especie de
inmunidad.
Por otra parte toda persona ha aceptado otros muchos valores además de aquellos que son
los causantes de su infelicidad. Por consiguiente tenemos que dirigir la atención de aquellos
valores que ofrecen una cierta esperanza de acción unificada.
A pesar de lo indeseable que desde un punto de vista social sea una definición determinada,
ésta no será rechazada hasta que no le parezca inconsistente al propio sujeto. Nosotros no
buscamos la coherencia con las demandas de la sociedad, sino con nosotros mismos.
Nuestra meta es la autoconsistencia. El problema social desaparece cuando se resuelve el
problema personal y se consigue la unidad de acción.
La conducta de los demás es algo lógico desde su propio punto de vista. Si a nosotros nos
parece ilógica la conducta de otra persona, ello es debido a que no la comprendemos, y no a
que sea irracional. La conducta de los demás únicamente parece irracional e incomprensible
cuando las definiciones que están intentando mantener son muy distintas de las nuestras. La
conducta de aquellos cuyas definiciones son similares a las nuestras parece totalmente
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Este concepto está relacionado con el “efecto Pigmalión” o “la hipótesis que se autocumple” de Rosenthal
(1968), donde la ocurrencia es la respuesta a nuestra expectativa.
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Hay una relación con los conceptos de Dirección de pensamiento y de Pensamiento vertical en creatividad.
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racional y natural; ella es comprensible por la simple razón de que nosotros nos
comportaríamos de la misma manera.
Lecky creyó que la configuración básica de a personalidad estaba determinada por la propia
concepción que de sí misma tenía la persona. Consideró que esta concepción del sí mismo
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La personalidad efectiva sólo secundariamente está determinada por un cuerpo sano, una
buena apariencia física, el nivel de inteligencia, el temperamento y otros factores
constitucionales. Todos ellos pueden estar presentes en una persona muy inadaptada. Sólo
cuando tales atributos deseables se consolidan, gracias a un entrenamiento eficaz, en un
estilo de vida válido e internamente consistente, la personalidad se hará adecuada para
enfrentarse con la vida. En la medida en que una persona es capaz de control volitivo sobre
su conducta, este control es gobernado por sus concepciones de sí mismo con la relación al
mundo. En situaciones en las que no está dominada de un modo impulsivo por los estados
afectivos, una persona hace aquello que debe hacer, basada en su experiencia.
Es obvio que la conducta es selectiva y que la base de la selección tiene que estar dentro del
organismo que hace la selección; no puede estar en los estímulos del medio, ya que, de lo
contrario, todos los organismos de la misma especie puestos en una misma situación se
comportarían de la misma manera.
Está claro que hay que suponer que todo cambio de conducta tiene que ir acompañado de
un cambio en el estado fisiológico, pero que la conducta no puede ser adecuadamente
conceptualizada en términos de tales estados fisiológicos.
En general, puede afirmarse que el significado que un estímulo tiene para un organismo
depende primariamente del estado dinámico del organismo en el momento en que recibe al
estímulo. Si tal estado dinámico no es desalojado con facilidad, entonces se tiende a pasar
por alto estímulos que podrían evocar motivos conflictivos. Si el motivo presente no está
muy organizado, o si el estímulo es de naturaleza que no puede ser pasado por alto o
reevaluado, el organismo estará motivado en una nueva dirección, y si persiste aquél,
entonces se producirá una condición de conflicto temporal.
Según nuestra definición, una idea es una interpretación de una experiencia (la interacción
del individuo, a través de los llamados órganos de los sentidos, tanto internos como
externos, con los estímulos internos y externos) hecha por una persona. Una idea es el
significado de una experiencia desde el punto de vista del individuo; puede ir desde una
imagen mental vaga (auditiva, visual, etc.) hasta una alucinación; desde una observación de
sentido común hasta un concepto científico.
El papel de la asimilación
Las primeras interpretaciones del niño son asimiladas de un modo automático y si crítica
alguna, debido a la ausencia de puntos de referencia en qué apoyar la evaluación. Estas
ideas primitivas, particularmente las de uno mismo, son fundamentales para determinar la
naturaleza y la tasa de asimilación de las nuevas ideas, las cuales son plenamente aceptadas
como parte integral de la organización total de ideas o mente. El criterio conforme al cual
se acepta o se rechaza una idea es la conducta de la persona, ya que, una vez que se asimiló
una idea, ésta tiene que ser mantenida por la persona, a no ser que sea desplazada por una
nueva organización o reorganización de ideas. La conducta ambivalente en todas las áreas
indica un núcleo inestable y falto de autoconsistencia, en el cual compiten en busca de
aceptación ideas o interpretaciones contradictorias. Cuando, al fin, una de éstas es aceptada
y la otra rechazada, desaparece la ambivalencia y se consigue la consistencia interna. Esta
conducta ambivalente puede darse en un niño que no se haya identificado a sí mismo
nunca, a causa de la conducta voluble de las personas significativas de su situación infantil.
Para que sea inmediatamente asimilada, toda idea nacida a resultas de una nueva
experiencia, tiene que parecer al individuo consistente con la organización total de ideas, y
especialmente de las ideas relativas al sí mismo. Las ideas coherentes tienden a ser
rápidamente asimiladas. Las inconsistentes pueden: a) ser inmediatamente rechazadas o
ignoradas, b) ser consideradas temporalmente, produciendo ambivalencia hasta que son
aceptadas o rechazadas, c) obligar a una reorganización de la mente, cuando se presentan
con la suficiente fuerza lógica, con la consiguiente eliminación de las ideas inconsistentes y
la retención de las nuevas más consistentes; o, por último, d) puede llevar a una
desorganización más o menos permanente si no se termina con la inconsistencia. Es obvio
que la organización de ideas llamada mente es muy inestable e inconstante, ya que está
siendo constantemente modificada por nuevas experiencias que llevan a un continuo
proceso de asimilación y reorganización gobernado por el principio dinámico universal: el
afán de unidad. Las ideas que han sido asimiladas, las cuales constituyen la organización
ideacional global (mente) y que al individuo le parecen coherentes, tienen que ser
mantenidas.
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Crecimiento mental
Reorganización nuclear
Las ideas nucleares de una persona, concernientes al significado de sí misma y del mundo,
sufren constantemente una revisión y organización a medida que se presentan nuevas
experiencias que llevan a interpretaciones que entran en conflicto con las antiguas. Aunque
las ideas de constelaciones de ideas complejas antiguas tienden a mantenerse, debido a su
consistencia interna, y obliga a la persona a rechazar aquellas ideas nuevas que sean
incompatibles con la organización existente, sin embargo, la organización existente sufre
un continuo bombardeo de ideas nuevas con valores diferentes, las cuales tienden a forzar
su aceptación y el rechazo de las antiguas ideas insostenibles.
El papel de la emoción
Las reacciones afectivas del organismo pueden ser consideradas como conductas instintivo-
impulsivas que sirven al propósito biológico básico de movilizar los recursos a favor de las
necesidades básicas del organismo. Aunque las pautas básicas emocionales están
determinadas por la constitución del individuo, las actitudes y condiciones específicas
parecen ser aprendidas de la experiencia. De acuerdo con la teoría de la autoconsistencia,
los llamados fenómenos emocionales, más que entidades separadas, son consideradas como
expresiones del único impulso fundamental de la unidad, autoconservación y producción.
Aunque las reacciones emocionales puedan ser analizadas y descritas en términos
fisiológicos, ya que incluyen perturbaciones fisiológicas del organismo, su importancia
organísmica sólo puede concebirse en términos psicológicos. Todas las emociones pueden
remontarse directamente a experiencias que son interpretadas por el individuo como
soportes o amenazas para una o más ideas del sí mismo. Una experiencia que sea
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interpretada como un apoyo o confirmación de una o más ideas del sí mismo, será una
experiencia unificante, y producirá respuestas emocionales positivas de distinta cualidad e
intensidad, las cuales, de ordinario, son llamadas amor. En cambio, las experiencias que
sean interpretadas como una amenaza a una o más ideas del sí mismo, estas serán
desorganizativas y producirán respuestas emocionales negativas de miedo y cólera.
Tanto las reacciones afectivas positivas como las negativas actúan para reforzar y mantener
la organización dinámica de ideas; el individuo reaccionando a la situación total lo mejor
que puede, se moverá en la dirección de una mayor unidad y consistencia interna desde su
propio punto de vista.
Mecanismos dinámicos
El pensamiento, el ensueño y los sueños en menor grado, son procesos dinámicos mentales
que suponen una reorganización y recombinación de ideas reguladas por la necesidad de
unidad y autoconsistencia.
Los sentimientos de inferioridad tienen su origen en áreas del comportamiento en las que la
persona es incapaz de conservar una o más ideas del sí mismo. Una vez que se ha asimilado
una idea negativa, la persona se comportará de modo consistente con su autoevaluación
negativa. Entonces se producirá una restricción del campo de la conducta, y las actitudes
negativas invadirán progresivamente la composición nuclear hasta resultar en una
estructura neurótica o menos organizada.
Consideraciones teóricas
Por eso, la aceptabilidad de una idea está determinada por sus necesidades en cuanto
individuo. Con vistas a poder comprender el medio, la persona tiene que hacer que sus
interpretaciones sean consistentes con su experiencia, pero para conservar su individualidad
tiene que organizar sus interpretaciones de modo que formen un sistema de ideas que sea
internamente consistente. Por supuesto, esa consistencia no es objetiva sino subjetiva,
privada y totalmente individual.
Desde este punto de vista, el aprendizaje no puede ser considerado como un proceso de
formación de hábitos independiente, sino únicamente en términos del desarrollo de la
personalidad total. Más aún, aunque el aprendizaje y la resistencia parecen apuntar hacia
direcciones opuestas, en realidad ambos sirven a un mismo propósito. En ambos casos
estamos defendiendo al sistema de la inconsistencia y del conflicto. Ambos son necesarios
para poder preservar la unidad del sistema.
La dificultad mayor para una acción constructiva es el dogma bien establecido, aunque
quizá inconscientemente, de que el aprendizaje es resultado de la enseñanza, una reacción
mecánica en lugar de un logro intencional.
En psicología y en educación las teorías suelen ser aceptadas simplemente porque parecen
plausibles; pero en las ciencias físicas, el valor de una teoría es calibrado por su capacidad
para hacer predicciones que, posteriormente serán verificadas por la experiencia.
La mayoría de nosotros ha aprendido que los hábitos son establecidos por el ejercicio y por
la satisfacción obtenida mediante su práctica, y que las predicciones basadas en esta teoría
son muy fiables. Sin embargo, en la realidad, tales predicciones suelen ser muy poco
fiables.
La conducta escolar del muchacho tiene que ser interpretada en términos de las normas que
está tratando de mantener. Tomemos el ejemplo del hecho bien conocido de que, por lo
general, los niños son más lentos que las niñas en el aprendizaje de la lectura. Según la
teoría de la autoconsistencia, la explicación es la de que a la mayor parte de los chicos el
material de lectura les parece infantil y afeminado. El niño de 6 a 8 años de edad, justo
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Discurso pronunciado en 1938 por Prescott Lecky ante la Sección de Higiene Mental de la Sociedad de
Nueva York para el estudio experimental de la educación.
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Cuando se les ofrecen libros sobre trenes o aeroplanos, entonces desaparece la resistencia, y
los niños aprenden a leer con la misma rapidez que las niñas. De este modo, la resistencia
del alumno a aprender ciertos temas es realmente la resistencia a comportarse de modo
incoherente con sus normas personales. La disposición a aprender, por otra parte, es debida
a los esfuerzos del niño por mantener y confirmar sus normas.
El alumno que se considera un mal deletreador o lector, o que quizá no has sido dotado de
una mente matemática, mientras considere esta concepción como verdadera, es tan nítida y
tan positiva como cualquier otra norma. Aunque parece que está diciendo “no puedo”, lo
que realmente está afirmando es que “no lo intentaré”. Muchas personas creen difícil que
una persona defenderá y tratará de conservar una idea que no es ventajosa para ella. Pero la
evidencia no permite otra conclusión.
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En México hay frases como “mi mamá me mima” o “ese oso se hace así”.
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Para verse libre sería necesario establecer una norma nueva y superior que únicamente
estuviera confirmada por la consistencia. Pero él no puede decidirse a dar este paso porque
no conoce con claridad el problema. De ahí que no sólo se aferre a la idea inhibidora, sino
que la defienda con racionalizaciones, por ejemplo, pensando que dado que todo el mundo
tiene sus debilidades, es una tontería preocuparse. A racionalización enmascara el problema
con tanta habilidad que el alumno no encuentra ninguna inconsistencia que corregir, y de
ahí que carezca de motivación para el cambio de actitud.
El paso siguiente consiste en demostrar al alumno que también posee otras normas que
igualmente tiene que conservar; por ejemplo, la concepción de sí mismo como persona
confiada en sí misma, independientemente, socialmente aceptable y capaz de solucionar sus
problemas con su propio esfuerzo.
Por último, le hacemos ver sin criticarle la inconsistencia entre las normas maduras y las
inmaduras. Le presentamos el conflicto de la manera más clara posible. De este modo
utilizamos su necesidad de consistencia y la hacemos trabajar a favor del alumno y no
contra él.
Esta sugestión es totalmente radical desde un punto de vista humanístico. Sin embargo,
toda teoría construida sobre la base de ese presupuesto, y toda técnica clínica derivada de la
misma, tiene automáticamente prohibido suponer una pluralidad de propósitos. El único
principio dinámico universal es la existencia de una única fuente de motivos: la necesidad
de mantener la unidad del sistema. El postulado fundamental ha de ser la unidad, no el
conflicto.
Aunque de ordinario suele estar presente el conflicto, éste no es producido por la estructura
de la personalidad. Más bien se debe a los cambios ambientales, los cuales presentan una
serie de nuevos problemas a resolver.
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Discurso de Prescott Lecky ente la Reunión anual de la Asociación Americana del Personal Universitario.
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La psicología evidentemente necesita crear un objeto conceptual similar, para hacer que sus
datos sean inteligibles. Desde un punto de vista descriptivo, un ser humano es simplemente
una masa de células; no puede ser descubierto en él nada que corresponda a la mente. Pero
es posible crear el concepto de mente después de describirlo. El concepto de mente o
personalidad, de hecho, es más antiguo que el de átomo, pero desde el punto de vista de la
ciencia descriptiva tiene grandes inconvenientes. Está tan claro que no es objeto físico, que
la psicología se sentido impulsada a evitarlo como si fuera una especulación mística. Sin
embargo, no es más místico que el átomo y ciertamente tampoco menos necesario.
El núcleo del sistema, en torno al cual gira el resto del mismo, es la idea de concepción que
el individuo tiene de sí mismo. Toda idea entrante en el sistema que sea inconsistente con la
concepción del sí mismo no podrá ser asimilada, sino que originará una inconsistencia, la
cual tendrá que ser eliminada tan pronto como sea posible.
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Como ya hemos indicado, los diversos estados emocionales no pueden ser estudiados de
manera independiente, sino que tienen que ser considerados como aspectos diferentes de un
motivo único, el afán de unidad. El amor es la emoción subjetivamente experimentada
hacia una persona u objeto ya asimilado, y que sirve de firme soporte a la idea del sí
mismo. Experimentamos pena cuando tenemos que reorganizar nuestra personalidad a
consecuencia de la pérdida de uno de sus soportes. El odio y la cólera son impulsos de
rechazo y destrucción que se tienen hacia objetos inadmisibles. La emoción del temor
aparece cuando se nos presenta repentinamente una situación para cuya asimilación no
estamos preparados.
Desde nuestro punto de vista, la emoción es un concepto que sólo es necesario cuando el
problema de conducta es formulado en términos del mundo aparente. Una teoría
psicológica que conciba a la motivación como un fenómeno de organización no tiene
necesidad alguna de conceptos de emoción.
importantes, no sólo en sí, sino además porque establecen las condiciones para el rechazo
de otros valores, cualquiera que sea su naturaleza, que tenderían a precipitar un conflicto.
Sin embargo, como la experiencia de toda persona es más o menos aleatoria, en el sistema
siempre hay un cierto número de ideas aceptadas con base en una evidencia insuficiente.
Estas ideas, cuya retención depende totalmente del éxito con que las podamos racionalizar,
y hacer que parezcan consistentes, producen resistencias que probablemente serán
perjudiciales a la larga.
La técnica clínica que se deriva de la concepción teórica del problema tiene que ir dirigida,
por lo tanto, a producir en el sujeto un reexamen de aquellas ideas que bloquean su
desarrollo. Como es obvio, el método tiene que descansar sobre los intentos de inducir al
sujeto a que observe el sistema de contradicciones en el cual se ha visto envuelto.
La resistencia brota del hecho de que en algún momento del pasado, el estudiante aceptó la
sugestión de ser, por ejemplo, un mal lector incorporándola a la definición de sí mismo, y
ahora esta forma parte integral de su personalidad total. De este modo su dificultad es
considerada como un caso especial del principio general de que una persona tiene
necesariamente que ser veraz consigo misma. Esto es, tiene que intentar comportarse de un
modo consistente con la idea de sí mismo. En tales casos, hallamos que la definición de sí
mismo y, consecuentemente, la resistencia a aprender correctamente, puede ser eliminada,
de ordinario, con una serie de entrevistas.
Es significativo que no sólo los malos lectores, sino los tartamudos y otros con defectos
similares suelen, por lo general, admitir francamente que ellos se aceptan a sí mismos tal
como son y, por lo tanto, no hacen esfuerzo alguno por cambiar. Esto es una excelente
defensa, por supuesto, ya que no sienten ninguna inconsistencia una vez que la definición
haya sido aceptada. Y frecuentemente intentan evitar el esfuerzo de mantener una
definición más útil refiriendo su defecto a la herencia o a desajustes neuromusculares.
Nuestra experiencia también nos muestra que si una persona no tiene una visión
extraordinariamente optimista del futuro, probablemente no anticipará una actitud benigna
por parte de los demás con respecto a sus errores de lectura.
Asimismo, los que pretenden “no tener una mente matemática” son víctimas de su propia
resistencia. Tales estudiantes pueden haberse definido en la infancia en términos totalmente
contrarios a algún compañero inadmisible que, sin embargo, era un ejemplo brillante de
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Por otra parte debemos recordar que otros muchos valores han sido aceptados, además de
aquellos que son la causa de la infelicidad. Si esto no fuera así, el sujeto se contentaría con
apartarse todavía más del mundo externo, y refugiarse más en su fantasía. Es esta
incapacidad de unificar todo curso de acción, de hecho, la que le mantiene
permanentemente a la búsqueda de una solución, y la que nos brinda la oportunidad de
ayudarle una idea más clara de su problema.
Por consiguiente, tenemos que dirigir la atención a aquellos valores que ofrecen alguna
esperanza de acción unificada. La mayoría de las personas se conciben a sí mismas como
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Esto fue comprobado por Robert Rosenthal en 1968 en la publicación de su tesis de doctorado sobre la
hipótesis que se auto-cumple o efecto Pigmalión, donde la ocurrencia es la respuesta a nuestra expectativa,
con el antecedente de los estudios de Robert K. Merton sobre las conductas hacia la deflación durante la
gran depresión económica en Estado Unidos.
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inteligentes y seguras de sí. Pero todavía se halla más sólidamente anclada la idea de uno
mismo como persona útil para los demás, deseoso de conseguir sus propios fines, y capaz
de hacer una contribución al grupo al que pertenece.
Como toda personalidad es un sistema organizado en el que todas las ideas están
relacionadas, es obvio que todo intento de forzar las cosas y eliminar la resistencia
mediante el ataque a la misma, está regando fuera del tiesto. Por ello el consejero tendrá
probablemente más éxito si no fuerza demasiado las cosas. Nos ayudaría recordarnos a
nosotros mismos que únicamente el individuo es capaz de resolver su problema, y que
necesariamente tiene que hacerlo a su modo.
Predicar al muchacho, decirle lo que debería y lo que no debería hacer, tratar de que acepte
nuestras ideas y normas, es ineficaz por la simple razón de que el muchacho ya ha aceptado
otras ideas. Su resistencia a nuestras sugestiones no es debida a obstinación, sino a la
incapacidad de aceptarlas hasta no haber reconsiderado y rechazado ideas contrarias.
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BIBLIOGRAFIA
Kelly, G. A. (1955). Theory of Personality: The Psychology of Personal Constructs.
New York: W. W. Norton.