Vous êtes sur la page 1sur 23

El APRA en el gobierno, o la segunda muerte de Haya de laTorre

I. Introducción y planteamiento del trabajo.

La Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), o más concretamente el


Partido Aprista Peruano, nace en 1924. Cuando simbólicamente se hace pública la
bandera de Indoamérica en México. Pero, ¿qué hace un partido peruano fundándose en
Mexico? ¿Qué es eso de Indoamérica? ¿Por qué el APRA es revolucionario? Bien, son
preguntas que nos vemos obligados a responder, aunque sea escuetamente, para poder
hacernos una idea de las diferencias que hay entre los ideales apristas –de Victor Raúl
Haya de la Torre- y la praxis aprista –comandada por la figura central de Alan García.

De este modo, haremos un repaso de la ideología elaborada por Haya, principal


pensador y fundador del APRA; trataremos de ver un poco la evolución ideológica del
partido; y luego, veremos cuáles han sido las políticas seguidas por Alan García durante
su primer gobierno (1985-1990) y su segundo (2006-2011).

II. ¿Qué es el APRA? : Una pequeña introducción al pensamiento


de Haya de la Torre.

Para entender las ideas de Haya tenemos que entender dos cosas: el contexto
mundial de la izquierda política en el que juega un papel fundamental para el APRA la
III Internacional; y el contexto económico mundial en el que EE.UU. empieza a
mostrarse nítidamente como la potencia hegemónica de América.

El contexto económico mundial es el siguiente. EE.UU. con su diplomacia del


dólar y la estrategia del big stick –seguidas de la buena vecindad- había ido
consolidando su dominio en la región. EE.UU., en competencia con Inglaterra, invirtió
millones de dólares para la extracción de materias primas en Latinoamérica. Además, el
modelo latinoamericano se basaba, fundamentalmente, en la venta de productos
agrícolas y ganaderos a las potencias desarrolladas. En ambos casos, se observa un
comportamiento perfectamente explicable por la clave geopolítica del centro y la
periferia, según la cual, el centro imperialista recibe los productos de la periferia
“saqueada” por el capital extranjero en connivencia con el nacional.
El contexto mundial de la izquierda está dominado por la máxima estalinista de
la III Internacional. La temática tratada para los países latinoamericanos era la del
imperialismo y el antiimperialismo a consecuencia del contexto económico mundial del
que hablábamos antes. En este sentido, la III Internacional promovía Ligas
Antiimperialistas controladas de facto por los partidos comunistas de América, e
impulsaba una estrategia revolucionaria de alianza entre campesinos y una clase obrera
naciente para derrotar a la burguesía nacional y emprender la modernización del país a
través de la lógica del socialismo.

Raúl Haya de la Torre, aunque marxista, no estará de acuerdo con el dogma


comunista y mantiene que las realidades temporales son distintas en Europa que en
Latinoamérica. Se ocupa de esta polémica en el artículo El APRA como partido. Allí
analiza la realidad latinoamericana en concreto y plantea una interesante reflexión
contra las tesis comunistas.

Los comunistas, basándose en la producción intelectual de Lenin, establecen el


imperialismo como la última etapa del capitalismo; sin embargo, Haya de la Torre
matizará esto diciendo que es la última etapa en Europa, pero en Latinoamérica es la
primera. Esto se debe a que el capital extranjero es quien empieza a dinamizar la
economía nacional y a industrializar el país, formando así una nueva estructura social en
la que se da una clase proletaria naciente1. De este modo, al contrario de lo que pasaba
en Europa, en Latinoamérica no había una burguesía nacional que luchase por los
intereses de su nación ni industrializase el país. Por el contrario, la burguesía
latinoamericana todavía conservaba la mentalidad de negocios precapitalista, rentista y
feudal de la nobleza ibérica. La pequeña industrialización de estos países de
“Indoamérica” estaba sostenida por el capital extranjero, como decíamos antes:

En Indoamérica no hemos tenido aún tiempo de crear una burguesía nacional


autónoma y poderosa, suficientemente fuerte para desplazar a las clases latifundistas –
prolongación del feudalismo colonial español–. (…) A las criollas burguesías incipientes, que
son como las raíces adventicias de nuestras clases latifundistas, se les injerta desde su origen el
imperialismo, dominándolas.2

1
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl: “El APRA como partido”, en Haya de la Torre, en OBRAS ESCOGIDAS
TOMOII: IDEOLOGÍA APRISTAEL ANTIIMPERIALISMO Y EL APRA, Comisión del Centenario del Nacimiento
de Victor Raúl Haya de la Torre (1995)
2
Ibíd. p. 86.
Basándose luego en la frase de Marx : “para que la emancipación de un pueblo coincida
con la emancipación de una clase dada dentro de una sociedad burguesa, es necesario
que esa clase como tal, represente al total de la sociedad”3, y en la inexistencia de que
la alianza entre obreros y campesinos represente al total del espectro social
latinoamericano afectado por el imperialismo; Haya llega a la conclusión de que, de
existir la posibilidad de revolución, ésta pasa por consolidar una fase verdaderamente
capitalista y dejar a un lado el modo de producción feudal. Para ello haría falta la ayuda
de la burguesía nacional representada por los sectores medios y pequeños burgueses.
Este sería el planteamiento que llevaría definitivamente a Latinoamérica a una fase
moderno-capitalista que permitiese la llegada del socialismo: “[El APRA] debe ser un
partido nacional de frente único, que agrupe todas las clases sociales amenazadas por
el imperialismo.”4

El concepto de “frente único” no sólo hace referencia a una unión de clases, sino
a que el el problema del imperialismo, y de la consecuente lucha antiimperialista, no
tiene que ver con la lucha en un solo país latinoamericano, sino en todos debido a la
fuerza y capacidad del imperialismo americano. Por eso se intentarán implementar otras
organizaciones del mismo corte y nombre en distintos países iberoamericanos. Por
supuesto, no alcanzaron nunca el peso que alcanzaron en Perú. Haya de la Torre lo
planteaba de la siguiente manera:

Como el problema es común a todos los países latinoamericanos, en los que las clases
gobernantes son aliadas del imperialismo y explotan unidos a nuestras clases trabajadoras, no
se trata, pues, de una aislada cuestión nacional, sino de un gran problema internacional para
todas las repúblicas de América Latina.5

El nombre “Indoamérica” es un símbolo, una palabra que viene a definir lo que


América Latina no ha sido nunca. Un fetiche que la reconcilia con su pasado, un
nombre realmente propio, dado por sí y para sí:

3
MARX, Karl, Hegelian Philosophy of Right, Selection Essays, Translated by H. J. Stenning. International
Publishers. New York, pág. 33.; cit. en Ibíd. p. 94.
4
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, “¿Qué clase de partido, y partido de qué clase, es el APRA?”, en op. cit.
p.96 (1995).
5
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, “¿Qué es el APRA?”, en op. cit. p. 73 (1995).
Indomaérica en más amplio, va más lejos, entra hondamente en la trayectoria total de
nuestros pueblos. Comprende la prehistoria, lo indio, lo latino y lo negro, lo mestizo y lo
cósmico (…) Hispano o Iberoamerica es igual a Colonia; latinoamericanismo igual a
independencia y República; panamericanismo, igual a Imperialismo; e indoamericanismo igual
a Revolución, afirmación o síntesis del fecundo y decisivo período de la historia que vivimos.”6

Así, concluimos que el planteamiento político original del APRA tiene como eje
principal el antiimperialismo. En Latinoamérica la acción política debe ir dirigida hacia
dejar atrás la colonia representada todavía por las clases de la burguesía nacional que se
comportan como señores feudales. En otras palabras, la intención de Haya de la Torre
–en su concepción materialista-histórica- es superar el modo de producción feudal para
pasar al modo de producción plenamente capitalista. Sin embargo, no deja de concebir
la toma del poder como lo hace el leninismo. Para Haya es necesaria una alianza
estratégica con la pequeña burguesía nacional para acabar con el imperialismo, que es
quién impide el avance histórico. De este modo, hecha la revolución, sería el socialismo
aprista quien dirigiese esa industrialización del país (al igual que Lenin y la NEP). En lo
que difieren la III Internacional y Haya es en la estrategia para tomar el poder, la
primera niega cualquier tipo de puesto representativo a la burguesía en la Revolución.
Así se expone:

Lo admirable de la concepción política de Sun Yat-sen estuvo en su realismo genial; tan genial
como el realismo de Lenin lo fue para Rusia. Uno y otro crearon para sus respectivos países las
fuerzas políticas que eran necesarias a sus medios propios. Y uno y otro aconsejaron, más
tarde, (…) que esas fuerzas se aliaran. Pero ni el Kuomintang ni el partido bolchevique ruso
perdieron nunca sus propios rumbos por tal alianza cuando ésta se produjo temporalmente.7

El único referente capaz de llevar a cabo esta tarea histórica sería, por tanto, la
lógica de la patria contra la oligarquía. Es decir, una alianza de clases que, barrida la
burguesía nacional-feudal, barrería con ella el imperialismo, y se dirigiría el
capitalismo. Se crearía un proletariado, y una burguesía nacional y nacionalista.

De esta manera, Haya logra equiparar nación e izquierda; e integra socialismo,


Revolución, democracia y capitalismo. En definitiva, parafraseando la idea de José

6
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, El leguaje político en Indoamérica, cit. en DE LA FUENTE, José Alberto,
Víctor Raúl Haya de la Torre, el APRA y el Indoamericanismo, Anuario de Filosofía Argentina y
Americana, pp. 79-101, no. 24, Cuyo (2007).
7
HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, “¿Qué clase partido y partido de qué clase es el APRA”, en op. cit. p.
102. (1995)
Alberto de la Fuente: mientras que Mariátegui cantaba la Internacional, Haya de la
Torre cantaba la Marsellesa. Conste que nosotros diríamos: mientras Mariátegui silbaba
la Internacional… pero ese no es el tema que nos atañe.

III. La dictadura militar: el primer cambio de rumbo del APRA.

En 1968 el General Juan Velasco Alvarado establece un Gobierno


revolucionario que emprenderá una serie de reformas que se llevaban postergando años
en el Perú, como la ansiada reforma agraria que expropiaba a los grandes latifundistas
para repartir la propiedad entre los campesinos (en muchos casos comunidades
indígenas). De todos modos, estas reformas igualitarias no lograron del todo su
propósito, ya que pese a crear una mayor clase media, no fueron capaces de sacar a los
pobres de su miseria. Con todo, el régimen de Velasco gozó de legitimidad y apoyo
popular, y hasta el Partido Comunista defendió a dictadura8.

Ha de entenderse la evolución del APRA en este determinante contexto nacional.


El aprismo no había gobernado en Perú, sin embargo era el único partido realmente
organizado con unas extensas bases y un liderazgo sólido encarnado en Haya de la
Torre. Por tanto, suponía, en principio, uno de los mayores peligros del nuevo régimen.
Para más inri, el APRA había defendido la rebelión armada contra los intentos de golpe
de estado, caso de la Revolución de Trujillo.

Cuando llegan los años ’50 ya habían cambiado muchas cosas dentro del APRA.
Durante los ’30 y ’40 hubo una fuerte marginación política del partido aprista
“radicalizado” por parte de las Fuerzas Armadas y de la oligarquía9. Debido a ello, el
partido de Haya de la Torre se vio condicionado a aceptar las normas que imponía la
hegemonía político-ideológica del momento. El resultado fue la línea de actuación
desarrollada en los ’5010, que consistió en la alianza con sectores de la oligarquía,
institucionalizándose y dejando de lado su vertiente más populista: la movilización de
masas. Con todo, la organización no dejó de tener este tipo de sesgos populistas,
controlando desde esa cúpula, cuasi mística, el mayor sindicato del país: la

8
SANBORN, Cynthia: “El APRA en un contexto de cambio”, en BONILLA, Heraclio; DRAKE, Paul: El APRA
de la ideología a la praxis 1968-1988, Nuevo Mundo, Lima.
9
Ibíd.
10
MANRIQUE, Nelson: Usted fue aprista! Bases para una historia crítica del APRA, CLACSO, Lima (2009).
Confederación de Trabajadores del Perú (CTP), a través de una política verticalista y
corporativa11.

Así, en la década de los ’60 nos encontramos con un partido que había ido poco
a poco haciéndose más conservador según sus élites se hacían más mayores. Por cierto
que es la misma época en la que estudiantes como Alan García empiezan a formarse
dentro de la organización.

De este modo, entre el movimiento hacia el centro del APRA, y el peligro que
suponía todavía su capacidad movilizadora (aunque dormida); el gobierno militar optó
por sustituir al APRA en lugar de reprimirla. De ahí que muchas de las reformas del
“Gobierno Revolucionario” fuesen las mismas que las propuestas por Haya de la Torre.
Por otro lado, los militares otorgaron categoría legal al sindicato Confederación General
de Trabajadores del Perú, ligado al Partido Comunista. Esto provocó la desmembración
de sindicato aprista y la efervescencia de la izquierda marxista más tradicional. A parte
de esto, nuevos grupos de maoístas, trotskistas, etc, comenzaron a encontrar sitio en el
espacio público. Es cierto que se encontraban enfrentados entre ellos, pero compartían
su sólido rechazo al APRA.

En definitiva nos encontramos con un APRA que era presionado por ambos
flancos, el de más a su izquierda (comunismo), y el de más a su derecha (Velasco). En
este contexto, se esperaría una reacción tajante de cualquier organización política
amenazada, sin embargo, no ocurrió así y el APRA adoptó la táctica de esperar y ver
qué pasa bajo la convicción de que, en breves, el gobierno militar caería por su propio
peso y habría elecciones. Aquél sería el momento de volver a tomar la iniciativa. Pero
aquello no iba a pasar, por lo menos la idea del General era no convocarlas hasta que
Haya de la Torre estuviese fuera de la escena política.

Realmente, el objetivo de Haya era hacer sobrevivir a toda costa su partido, cosa
que consiguió no oponiéndose frontalmente a la “revolución desde arriba”. Se temía que
un ataque al oficialismo pudiese terminar con los dirigentes en el exilio: “El jefe dirigía
el partido como un Inca moderno… su meta fue salvar su poder y al partido
primero”.12

11
Ibíd.
12
Entrevista a Hugo Otero Lanzarotti. Cit. en Ibíd. p. 96.
Buena muestra de ello fue la posición adoptada por el APRA cuando el régimen
dictatorial llegaba a su ocaso. Éste comenzó a tener problemas consecuencia a su vez de
sus reformas que se podrían resumir en nuevas contradicciones políticas, sociales y
económicas. Las reformas habían “liberado” a los campesinos; había acogido al
comunismo en su seno; y el desarrollismo había promovido la formación de una clase
obrera más numerosa nucleada en torno a la CGTP, también ligada al PC.

En consecuencia, se depuso a Velasco, poniendo en su lugar al Gral. Morales,


derechizando así el gobierno. Morales llevó a cabo una política autoritaria reprimiendo
las protestas e intentando estabilizar el país. De todos modos, en 1977, los militares
comenzaron a ver cómo su momento había terminado y comienzan a organizar una
transición hacia la democracia.

El Paro General de 1977 pondrá de relieve dos cosas: que el régimen militar
estaba dando sus últimos coletazos13; y la posición aséptica del APRA con respeto a las
protestas contra la dictadura.14 De esta manera se dio una reconciliación entre el ejército
y el APRA, viendo los primeros en estos últimos la organización política que les podía
asegurar la transición a la democracia mientras ellos se cubrían las espaldas15. El
símbolo de ambas cosas será el nombramiento de Haya de la Torre como presidente de
la Asamblea Constituyente de 1978 tras las elecciones del mismo año. Los resultados de
éstas serán los siguientes:

Partido Aprista Peruano (Apra) 1 241.174 votos (35,4%); Partido Popular


Cristiano (PPC) 835.294 votos (23,79%); Frente obrero, Campesino (FOCEP) 433.413
votos (12,32%); Partido socialista Revolucionario 232.520 votos (6,62%); Partido
Comunista Peruano (Unidad) 207.612 votos (5,91%); Unidad Democrático Popular
(UDP) 160.741 votos (4,58%); FRENATRACA 135.552 votos (3,86%); Democracia
Cristiana 83.075 votos (2,37%).16

Cada partido quiso utilizar la Asamblea Constituyente para una cosa. El APRA
para preparar las elecciones siguientes; la derecha para formular una constitución
liberal, que protegiese la propiedad privada, quitase derechos laborales…; y la izquierda

13
Ibíd.
14
MANRIQUE, Nelson: op. Cit. (2009).
15
Ibíd.
16
LUNAS VEGA, Ricardo: Contribución a la verdadera historia del APRA 1923-1988, Horizonte, Lima
(1990), cit. en: MANRIQUE, Nelson, op. Cit. (2009) p. 402.
para movilizar desde el parlamento a las masas a través de sus cuatro partidos que
sumaban 28 escaños17. Todo bajo la atenta mirada de los militares que no querían que
la situación se desestabilizase.

Finalmente se elabora la constitución de 1979. El papel del APRA en este contexto es el


mismo que el de una maquinaria electoral vacía de contenido ideológico:

“La ignorancia de los líderes apristas en temas económicos es impresionante. “Toda su


plana mayor estaba en la Comisión Principal, sin embargo el debate económico se dio entre los
constituyentes del PPC y los de la izquierda. Era tal su desconocimiento del tema que en las
últimas sesiones tuvieron que recurrir a integrar como “refuerzo” al constituyente Rodríguez
Vildósola, abogado especialista en cooperativas, que no formaba parte de la Comisión
Principal”18.

En este contexto convulso, Haya, gravemente enfermo desde hacía tiempo,


muere dejando huérfano al aprismo. No sólo intelectualmente, sino también en
cuestiones de liderazgo. Había sido el único e indiscutible líder de APRA, y pese a sus
idas y venidas desde la izquierda al centro, conservaba un halo de respeto y devoción
por parte de muchos peruanos. De modo que el APRA ve como sus peores pronósticos
se hacen reales. Las acusaciones de partido caudillista parecen ser demostradas en la
realidad y se enfrentarán dos bandos del partido: uno más a la derecha con Andrés
Townsend a la cabeza; y otro más izquierdista aliado con la generación joven (como
Alan García) liderado por Andrés Villanueva.

El espectáculo dado por ambos candidatos jugó a favor de los postulados más a
la derecha, ya que el ala derechista del APRA y el PPC se ayudaban mutuamente para ir
aprobando poco a poco la Constitución con la oposición de la izquierda marxista19.

Aprobada la Constitución de 1979 se convocan elecciones para 1980 con el


APRA como líder momentáneo. Pero el enfrentamiento entre ambos bandos del APRA
hizo que las Fuerzas Armadas desconfiasen de la capacidad del APRA para llevar a
cabo un proceso de transición democrática liderándolo. Villanueva había sido elegido
candidato presidencial y nuevo líder, sin embargo, Townsend seguía dando su propio

17
SANBORN, Cynthia: op. Cit.
18
MALPICA, Carlos: Título desconocido, cit. en op. Cit. (2009) p. 403.
19
MANRIQUE, Nelson, Op. Cit. (2009).
discurso liberal en plena campaña electoral; haciendo así campaña a favor de sí
mismo20. Tal panorama animó a los militares a retirar su primer apoyo al APRA a favor
de Belaúnde, expresidente y líder del partido Acción Popular. Finalmente Belaúnde
ganó las elecciones con un 45% de los sufragios, dejando a Villanueva con un 27%, al
PPC con un 15% y a la izquierda marxista con un 15% aunque dividida ahora en cinco
partidos.

Pero, ¿cómo es posible esta victoria tan abultada? En primer lugar, Belaúnde
tenía cierta legitimidad dada por ser el presidente que se encontraba ejerciendo el cargo
antes del golpe de estado. Además, en una transición democrática, representaba una
postura cívica y centrista que podía encaminar la vuelta a la democracia.

Otros motivos bastante plausibles son la retirada del apoyo por parte de los
militares al APRA, poniendo toda su maquinaria propagandística al servicio de la
candidatura de Belaúnde21. Por otra parte, el sentimiento anti-aprista se había forjado
como antes veíamos en la izquierda más obrerista y entre los demócratas por haber
sostenido al ejército con su silencio. De modo que algunos izquierdistas habrían votado
a Belaúnde para impedir la victoria de Villanueva22.

Al APRA le crecían los enanos y para las elecciones municipales los distintos
grupos de izquierda marxista se ponen de acuerdo para presentar una candidatura
conjunta de hasta seis partidos. Este movimiento estratégico de la izquierda –sumado a
las acciones cada vez más duras del grupo guerrillero Sendero Luminoso-, hicieron que
su discurso se encuadrase dentro de un socialismo democrático más moderado y
“responsable” como diría Villanueva. Además de esto, el APRA, pese a la victoria del
sector de Villanueva en las elecciones internas, seguía dividido y Townsend formó un
movimiento “autónomo” sin seguir la tendencia del partido. Si añadimos a la
competencia de la izquierda y a la “guerra civil” dentro del partido, el hecho de que se
encontró a Idiáquez (un alto cargo aprista) en el yate del narcotraficante más famoso de
Perú, y que el APRA había sido financiado por él; obtenemos una sonada derrota en las
elecciones municipales de 1980 con el 22% de los votos23.

20
SANBORN, Cynthia: op. Cit.
21
MANRIQUE, Nelson: op. Cit. (2009).
22
SANBORN, Cynthia: op. Cit.
23
Ibíd.
IV. El APRA de Alan García

IV. I. Renovación y primer gobierno de la historia del APRA.

El APRA, tras haber tocado fondo de manera estrepitosa, se propone una


renovación y una apertura a un debate ideológico en el seno del partido. Townsend es
expulsado del partido en 1981 y Villanueva abandona la primera línea para viajar por
Europa.

El protagonismo cae ahora sobre la personalidad de Alan García, un joven


alrededor de la treintena, carismático, que gozaba del favor de Haya de la Torre. La
voluntad de cambio del APRA se personificó en él siendo apoyado por líderes históricos
de la “vieja guardia” y por otras personalidades jóvenes hasta el momento ausentes de la
dinámica partidaria.

Con Alan García se produce una renovación completa de la imagen del partido,
así como una reafirmación en los ideales clásicos del mentor y fundador: se critica
ferozmente la política servil del gobierno con el FMI; se distancia de la “extrema
izquierda” dialogando con empresarios y otros agentes económicos del Perú dando el
aspecto de “responsable”; y se rehace la dirección del sindicalismo aprista para apoyar
las protestas obreras e incluso se llegan hacerlas con el CGTP. Además se intentó
democratizar más el partido aprista. García se dirigía así hacia una imagen que
equilibraba lo tradicionalmente de izquierdas con un tinte ya marcadamente
socialdemócrata con un apoyo fundamental entre las clases medias y empresariales del
país, en lugar de centrarse en el movimiento obrero organizado, partidario de IU. Esto
también jugaba en contra de IU, por no lanzarse a la “arena electoral” siendo
conservador en su nicho de votos. Pero ataque electoralista del APRAtambién ofrecía
problemas como la volatilidad de sus votantes.24

Los primeros signos de recuperación llegan con un 33% de los sufragios en 1983
en las municipales, sin embargo, le sigue de lejos la unión las izquierdas (IU) con un
28,8%25.

24
TANAKA, Martín: Los espejismos de la democracia: el colapso del sistema de partidos en Perú, Instituto
de Estudios Peruanos, Perú (1998).
25
Ibíd.
Llegan así las elecciones de 1985 con la popularidad de Alan García en franco
progreso. La campaña del APRA no dejó lugar a dudas de que el optimismo y la
confianza en el líder iban en aumento: se empapelaron toda clase de barrios; se
interpelaba a “todos los peruanos”; se viajó por todo el país buscando apoyos; no se
escatimó en propaganda electoral de cualquier tipo…. El Perú vivía momentos aciagos
por el problema de la deuda externa del estado y ambos candidatos a la presidencia
(Barrantes de IU, y García) llevaban programas similares aunque con diferencias que
definían notablemente los proyectos de estado. Barrantes prometía la nacionalización de
las minas y de la banca, no así el APRA.

El APRA arrasa en las elecciones con un 53.1 % de los votos, mientras que IU
se quedaba con el 24,7%26.

Al margen de que Alan García hubiera puesto de nuevo en la primera línea


política al APRA, hay que buscar el porqué de su victoria en otros factores de vital
importancia. Como adelantábamos antes, el voto del APRA fue extremadamente volátil
debido ya que probablemente hubo una lógica de voto útil desde la derecha hacia la
candidatura aprista, lo cual nos explicaría la rápida recomposición de la derecha para
1990, y la fulgurante caída de popularidad de García en la segunda mitad de su
mandato27.

El gobierno de Alan García comenzaba con grandes expectativas de cambio. Un


gobierno de Belaúnde completamente deslegitimado por haber intentado llevar a cabo
sus medidas neoliberales, dejaba al aprismo en una posición de responsabilidad de cara
al supuesto cambio que prometía. Además recaía sobre él la atenta mirada de las
Fuerzas Armadas, de las cuales dependía en su lucha contra el terrorismo de Sendero
Luminoso; y actores importantes desde la dictadura con el que el APRA había tenido
siempre una relación de amor-odio.

Alan García comienza por tanto su mandato con dos decisiones espectaculares:
una moratoria unilateral por un año de los pagos por servicios de la deuda externa y el
empleo de esos recursos en la reactivación; y una nueva orientación en materia
antisubversiva, signada por una política fuerte de respeto de los derechos humanos.

26
Ibíd.
27
Ibíd.
La primera decisión de la moratoria de la deuda con organismos internacionales
tiene por objetivo conseguir una excedente de capital para invertirlo desde el estado en
la economía. Así, el presidente peruano llevará a cabo la medida de pagar solamente el
10% del total del valor de las exportaciones del país. Esta decisión aparece reflejada en
un discurso en Lima durante una sesión de la Conferencia Nacional sobre la Deuda:

“Pero nosotros desde aquí, que sufrimos una circunstancia, una realidad, vamos a
darle... una respuesta adecuada, una respuesta realista... en la cual comprometemos nuestra
presencia moral, física, histórica, no solamente desde un consejo, sino desde la acción de los
países de América Latina, que debemos a la banca occidental, que nos enfrentamos al FMI. De
manera que vamos a pagar, pero en qué condiciones vamos a hacerlo, eso ya depende de
nuestra capacidad antiimperialista de no dejarnos sojuzgar por los malos acreedores. . .
Quiero, debida y definitivamente, aclarar lo que eso significa... todo el servicio de la deuda
externa, incluidos órganos financieros y países, más bancos comerciales, no tendrá más allá
del 10 por ciento del total de nuestras exportaciones. . . Pagar 10 por ciento significa cambiar
los plazos; pagar 10 por ciento significa variar de hecho la tasa de interés; pagar 10 por ciento
significa recuperar la independencia y la soberanía. Hasta ahora nos han gobernado desde
afuera; comencemos ahora a gobernarnos por nosotros mismos”28

Pese a que finalmente este famoso 10% se convirtió en un 34%29, la amenaza


surtió el efecto que buscaba y se renegoció la deuda, de modo que se pudieron dedicar
recursos a la activación de la economía con una lógica keynesiana que duró un año. La
inversión del estado cada vez iba rezagando más mientras que el consumo aumentaba en
relación a la capacidad inversora. Este consumo provocó un fenómeno inflacionario que
se quiso combatir con una mayor financiación. El estado no tenía instrumentos para ello
y el déficit iba en aumento, por lo que Alan García decide aliarse con los grandes
banqueros del país para animarlos a dar más crédito30. Esta lógica de aumento de la
producción “artificialmente”, que consecuentemente aumentaría la capacidad
adquisitiva del ciudadano a la par que se reactivaba la economía requería de una
inversión perpetua del estado, una inversión que no se podía permitir en el sentido de
que, por decirlo de algún modo, “soltar el dinero es algo inmediato, pero su vuelta es
paulatina”. Además, en esa suerte de tercera vía planteada por la socialdemocracia, se

28
UGARTECHE, Óscar: “Perú y el 10%. La política de deuda bajo presión”, en NUEVA SOCIEDAD No.98
Buenos Aires (1988), P. 30-39,
29
Ibíd.
30
TANAKA, Martín: op. Cit (1998)
produce cierta alianza entre el estado y la oligarquía, que salió realmente favorecida
después de las inversiones económicas del estado. Esto aseguraba dos cosas: la
incapacidad relativa para crecer económicamente debido a la no proliferación o
proliferación relativa de nuevas empresas productivas; y una inflación que llegaría tarde
o temprano.

El plan con los financieros no funcionó y el gobierno buscó otra serie de


medidas heterodoxas que siguiesen en la misma línea de “huida hacia delante” de su
política económica. Esto le hizo ganarse el enfrentamiento de los empresarios del país,
debido a que buscó en ellos el capital que faltaba al estado, queriendo hacer, por
ejemplo, obligatorias las compras de deuda pública a un número determinado de
empresas. El fracaso de esta medida le dejará sin demasiadas ideas de financiación.

Por su lado, la CGTP convocó una huelga general contra el gobierno en 1987.
Aquí de nuevo aparecían los problemas clásicos del APRA desde su giro en la dictadura
militar: la despreocupación por el movimiento obrero organizado y su incapacidad para
atraerlo, y la volatilidad de unos votantes movidos por inercia de la maquinaria electoral
que fue el APRA en 1985.

Con respecto a los derechos humanos, en 1986, un grupo de senderistas presos


se amotinó y tomó el control cárceles en Lima, lo que terminó en una sangrienta
represión. La masacre de los penales marcó un punto de inflexión en la estrategia
antisubversiva del gobierno, crecientemente militarizada.31

Si a todo esto, le sumamos la obligación de volver a pagar la deuda externa tras


un año de moratoria, el gobierno se encontró en una auténtica encrucijada de la que
Alan García volvió a intentar salir quemando las naves: para el gobierno, la solución
pasaba por nacionalizar la banca. El presidente la llevó al parlamento, ante lo que la
izquierda se alegró; la derecha obviamente se puso en contra; y los apristas estaban
divididos, precisamente porque esta medida volvía a alimentar la “paranoia” del
anticomunista y de la dictadura velasquista.

La administración de García se quedaba ya sin alternativas ni ideas y la inflación


(en un 114% en septiembre de 198832) era ya insostenible. Solo quedaba la posibilidad

31
Ibíd.
32
Ibíd. p.162.
de elaborar un paquete de medidas que redujera el gasto del estado con un déficit
galopante. Este año 1988 además, fue el que registró un mayor número de huelgas,
sobre todo en el sector minero, lo que paralizó la economía en muchas ocasiones y frenó
la exportación de productos, afectando a la balanza fiscal y de nuevo, al déficit.

El resultado fue una serie de “paquetazos” elaborados por el Ministerio de


Economía que no eran otra cosa que recortes en el presupuesto. Produjeron lo obvio:
paro, bajada del nivel adquisitivo, prácticas especulativas en los mercados, huelgas, y en
definitiva un caos económico parecido al que hoy en día vivimos en Europa.

Finalmente la popularidad de Alan García pasa de un 80% de aprobación


durante la primera etapa del mandato al 11%33. Luis Alva Castro será nombrado
secretario general del partido aprista todavía con García como presidente y en esta
tesitura se llega a las elecciones de 1990.

La situación lógica sería polarización política en torno a las dos alternativas que
se venían posicionando: la Izquierda Unida y el FREDEMO, movimiento derechista que
se había formado en torno a la figura de Mario Vargas Llosa. Sin embargo, en medio
aparece la figura de Fujimori, un completo desconocido que es quien de ganar las
elecciones de 1990.

La crisis que azotaba Perú era de dimensiones considerables; las crisis del
APRA por su gobierno también; y la oposición comenzó a fragmentarse, tanto a la
izquierda como a la derecha. Pero aún así esto solo no nos vale para entender la victoria
de Fujimori.

En primer lugar, las elecciones municipales de 1989 fueron una buena manera de
tomar el pulso a los electores: los partidos tradicionales perdieron todos votos a favor de
candidatos independientes (éstos últimos obtuvieron 28% votos). Por lo que un
candidato independiente, por el mero hecho de serlo y no “ser igual que todos”, ganaba
notoriedad y popularidad.

Por otra parte, el sistema electoral presidencialista contaba con balotaje.


FREDEMO fue el partido más votado por delante de Fujimori, mientras que la
izquierda estaba dividida en varios partidos, y el APRA en crisis. Así, la segunda vuelta

33
Ibíd. p. 182.
otorgó la victoria presidencial al “chino” gracias al voto de la izquierda en la segunda
vuelta.

Finalmente, y siendo esencial a todo lo antes comentado, había cambiado la


manera de “hacer política”. Los partidos tradicionales seguían conservando un papel
relevante a sus masas y a su capacidad para movilizarlas. Los partidos políticos
confiaban en que la cantidad y calidad de los actores sociales que dominaban serían los
que lo impulsarían a la victoria. Por ejemplo, la izquierda no creía posible ganar las
elecciones desligándose del CGTP. Pero ahora los partidos ya no tenían tantos
interlocutores como antes, había una tremenda masa social no afiliada a ningún actor
político, como un “movimiento social”, partido, asociación, sindicato, etc; pero era una
masa que podía votar. El primer síntoma de esto ya lo vimos en la elección de Alan
García, cuando este renuncia a captar el voto obrerista y consigue el 55% de los votos.

De este modo, lo que ahora causará una decisión en el voto del ciudadano no
será tanto su afiliación o su deslumbramiento por las movilizaciones apristas, liberales,
etc, o su asistencia a los mítines; sino que ahora cuenta (y mucho) la capacidad para
generar una buena impresión en la opinión pública.

Fujimori, eso sí, será la tercera fuerza en el Parlamento, lo que provocará un


gobierno inestable durante dos años. En 1992 se da un autogolpe y pasa a encabezar un
régimen autoritario hasta el año 2000.

IV.II. El segundo gobierno de Alan García: el giro radical de un APRA sin


ideas.

Durante el fujimorismo, el “exilio” de Alan García del país dejaba a la


organización de nuevo huérfana y sin liderazgo. El resultado fue desastroso obteniendo
un 1% del porcentaje de votos para las presidenciales en 1995. El partido fue perdiendo
militancia, capacidad de actuación y Perú vivió una despolitización general.

En definitiva, como apunta Tanaka, tras la caída del fujimorismo, Perú es un


país con unas instituciones inestables, sin partidos políticos representativos de la
mayoría social, un voto volátil y poco definido34…. El sistema de partidos agotado

34
Ibíd.
durante los ’80 parece no encontrar sustituto y esta tendencia se observa hasta hoy en
día con el también heterodoxo gobierno del presidente Ollanta Humala.

En 2001 se celebran elecciones con Alan García ya de vuelta a su patria para


postularse de nuevo como candidato a las presidenciales por el APRA. El APRA
tampoco se encuentra en una tesitura como para negarse. Como decíamos antes, la falta
de una personalidad, la pérdida de gente válida y capaz para la política, etc, después de
diez años de fujimorismo hicieron que de nuevo se dejase el destino del partido en mano
de García.

El APRA vuelve a la política llenando el hueco dejado por la izquierda


tradicional marxista, que se había desintegrado prácticamente. Alejandro Toledo
ocupaba el centro, mientras que el fujimorismo y Unidad Nacional ocupaban la derecha.
Así, el hueco en el espectro político será cubierto hábilmente por el renacido líder.

Probablemente, el relativo éxito del APRA en estas elecciones se deba a esta


estrategia electoral, pero a ello hay que sumarle lo que antes mencionábamos: la
incapacidad de los partidos políticos del Perú para consolidarse, deja el campo libre para
liderazgos coyunturales; y a pesar de todo Alan García seguía conservando alguno
restos de la grandeza que un día tuvo.

Siguiendo con lo que decíamos, en 2001 el vencedor es Toledo, pero el APRA


queda segundo cuando unos años antes se le daba por muerto. Esto le dio un buen
margen al expresidente para volver a recobrar el protagonismo perdido y hacerse con la
legitimidad de la que gozó. De este modo, comienza una oposición claramente a la
izquierda del oficialismo centrista con un perfil socialdemócrata. Por otro lado
emprende una dura crítica contra sí mismo en su anterior gobierno, echando la culpa a
su inexperiencia y a los impulsos de la juventud. Prometía ahora responsabilidad y
estabilidad al estado y a la sociedad. Esto le hizo mantener su electorado (solo
descendía dos puntos en primera vuelta, del 26% al 24%35) en 2006, pero no fue lo que
le dio la victoria.

Para entender la victoria y el gobierno del APRA en 2006 hay que comprender
también la fulgurante llegada de un nuevo invitado al panorama político peruano:

35
TANAKA, Martín: “Del voluntarismo exacerbado al realismo sin ilusiones: El giro del APRA y de Alan
García”, en NUEVA SOCIEDAD No 217, Buenos Aires (2008). P. 172-184.
Ollanta Humala y su Unión por Perú (UPP). Humala entró en escena como elefante en
cacharrería situándose a la izquierda del discurso del APRA y con una ideología
marcadamente nacionalista y antiimperialista. De hecho, el partido propio de Humala es
el Partido Nacionalista Peruano, pero como no le dio tiempo de inscribirlo para las
elecciones de 2006, la UPP le ofreció su candidatura.

Así fue cómo el hoy presidente logró hacerse con la mayor parte del sentimiento
“antisistema” y con el descontento ciudadano que clama por un cambio social. Recogía
así el testigo y el hueco electoral dejado por la izquierda marxista de los ’80. En este
sentido era bien representativa la propaganda del aprismo: “por el cambio
responsable”36contra el cambio radical de Ollanta. Humala logró así el favor del 31%
de los electores la primera vez que se presentaba a unas elecciones, el APRA se quedaba
en el 24,3% y la Unidad Nacional se quedaba con el 23,8%. Una diferencia entre
segundo y tercero de apenas sesenta mil votos37. Y de las 120 bancadas del parlamento,
45 quedaron en manos de la UPP; 36 el APRA; 17 Unidad Nacional; y 13 el
fujimorismo. Como vemos, el APRA también quedaba en minoría en el Parlamento con
respecto a Humala.

La segunda vuelta volvía a producirse entre dos candidatos de “izquierdas”. Para


la derecha, decantarse por uno u otro candidato en segunda vuelta era un auténtico
quebradero de cabeza. Por un lado la opción era votar a quién parecía el homólogo del
chavismo; por otro, la opción votar al extravagante Alan García.

Era obvio que García necesitaba el voto de la derecha para hacerse con la
presidencia, por lo que dejará al margen el discurso izquierdista practicado en la
oposición y siguió esforzándose por parecer una persona “responsable” que no tomaría
las decisiones tomadas durante su primer mandato. Finalmente, el miedo a Humala
pudo más que el amor por el APRA y mucho votaron a García “con la nariz tapada”. El
aprismo volvió a gobernar el Perú con un 53% de los votos.

Si a la ya moderación exhibida por el líder aprista, le sumamos la dependencia


que éste tenía de la derecha política en el Parlamento para que hubiese cierta
gobernabilidad; y el franco crecimiento económico en el que estaba inmerso el país,
obtenemos que el APRA dejó a un lado su carácter socialdemócrata iniciado en parte

36
Ibíd. 177.
37
Ibíd. p. 178.
con Haya de la Torre en los ’50 y consolidado por Alan García en los ’80. La nueva
manera de gobernar del APRA estaría basado en un realismo sin ideas, completamente
utilitarista, procurando no favorecer ni perjudicar a nadie que no estuviese ya
perjudicado o favorecido en el período de Toledo.

De tal modo, Alan García adoptará una ideología del todo neoliberal, continuista
con respecto a la etapa de Toledo e inaugurada en su totalidad por Fujimori. Prueba de
ello es la alianza geopolítica con EE.UU. a través de un Tratado de Libre Comercio; y
otras reuniones con presidentes y organizaciones regionalizadoras –como la Foro de
Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC)- las cuales buscan la implementación
del libre mercado alrededor del mundo y se oponen a cualquier tipo de
proteccionismo38. Pero no solamente eso, sino que en política interior, el gobierno del
APRA ha sido incapaz de llevar a cabo cualquier tipo de política social a pesar del
increíble crecimiento del PIB, tanto el acumulado en la legislatura anterior, como en la
propia. Tanaka expone que, al contrario que Toledo –el cual designaba ministros con
sensibilidad social para algunos campos, y otros más tecnocráticos para otros-, García
rechaza cualquier tipo de relación que pueda ser entendida como “de izquierdas”.
Además, Tanaka también cree que el APRA no cuenta con gente capaz de llevar a cabo
proyectos de envergadura al haberse perdido esa concepción de “partido-movimiento”.

El APRA ha conservado ministros de corte técnico, sin ideas como decíamos


antes, manteniendo así la tendencia inaugurada por Fujimori. En el caso de que se
intentase llevar a cabo una política de izquierdas, lo primero que se habría hecho sería
cambiar la Constitución de 1993 fujimorista; pero no es así, todo lo contrario, el
oficialismo tiene un acuerdo con la bancada fujimorista para conseguir que los decretos
sean aprobados. Se ha especulado con que aquello sea un canje según el cual el
exdictador se vería beneficiado en sus condenas39, pero no parece posible por los años
que luego le cayeron. En cualquier caso, lo salientable es que el APRA y el fujimorismo
estuvieron de acuerdo durante el mandato de García.

Realmente, la oposición más fuerte que se ha encontrado el gobierno aprista han


sido los movimientos sociales. Una tendencia en alza en toda Latinoamérica y que se

38
LEON, Carlos; MELÉNDEZ, Carlos: “Perú 2008: el juego de ajedrez de la gobernabilidad
en partidas simultáneas”, en Revista de Ciencia Política, volumen 29, Nº 2, (2009) p. 591 – 609
39
Ibíd.
centra en la resistencia contra políticas consideradas antisociales. En el Perú del 2006 a
2011 los dos sucesos más importantes de este tipo tuvieron que ver con multinacionales
y las minas de cobre en Moquegua (el Moqueguazo); y con cuestiones indígenas, como
el Baguazo.

En el tema de la cuestión indígena el tema es complejo, ya que por el medio nos


encontramos claras acusaciones de corrupción y clientelismo (no sería extraño tras la
financiación ilegal del APRA en la campaña de 2006)40. Así hablaba Toledo: “Señor
García, si piensa usted vender las comunidades campesinas y amazónicas, volveré a
alzar mi voz… el Perú no está en venta y usted no es el dueño del Perú, sólo un
inquilino. Lo han elegido para gobernar el país, no para regalarlo a sus socios”.41

La presidencia consideraba que había tierras que las comunidades indígenas


dejaban sin producir, por lo que quería aprobar una ley según la cual hiciese falta una
mayoría, menor a la ya impuesta por ley, para que las comunidades pudiesen vender
dichas tierras yermas. Las críticas llovieron de todos lados, y los indígenas de la selva se
levantaron en protesta con el saldo de 33 muertos entre policía, civiles e indios.

Por último, y en consecuencia de que la oposición fundamental han sido los


movimientos sociales, el gobierno del APRA reforzó el poder del ejército. En palabras
de García: “Si se va a poner en juego el orden, la seguridad y la estabilidad

40
TANAKA, Martín: op. Cit. (2008)
41
La Republica, 12 de septiembre de 2008.
democrática del Perú, no dude de que el Gobierno hará cuestión de Estado para que
eso no ocurra, porque el país lo que necesita es orden. Ya están notificados.”42

La alianza consiste en el rechazo total y absoluto de que algún cargo militar sea
juzgado por crímenes contra la humanidad por las, en ocasiones, atroces actuaciones
contra el grupo terrorista Sendero Luminoso. Incluso se rechaza cualquier tipo de
disculpa o perdón43.

En definitiva, el gobierno de Alan García ha sido del todo rocambolesco. En un


primer momento se erige como antiimperialista, respetuoso con los Derechos Humanos,
y consolida el partido como socialdemócrata llegando a plantear la nacionalización de la
banca. Posteriormente, todo lo contrario, refuerza el poder del ejército y adopta una
ideología y políticas neoliberales que hacen depender al Perú del capital extranjero sin
ningún tipo de redistribución de la riqueza.

V. Conclusiones

Si recordamos la primera parte del trabajo dedicado al pensamiento del fundador


del APRA, Raúl Haya de la Torre, vemos como Alan García ha corrompido totalmente
a su maestro.

Estamos de acuerdo con que el Jefe había ido mesurando su postura con los
años, llegando a trazar alianzas con la oligarquía y partidos tradicionales que le
permitiesen escalar al poder; inaugurando así un principio de ideología socialdemócrata
dentro del APRA. Además con la llegada de la dictadura de Velasco, esta postura se
relaja mucho más, sin criticar explícitamente al gobierno.

La consolidación de esta última línea socialdemócrata a través de esa generación


joven educada por Haya en la última etapa de su vida, queda patente en los ’80 cuando
Alan García fracasa en su gobierno. No negamos la posible incapacidad del líder ni su
demostrada rocambolesca actitud, sin embargo (y también podemos decirlo) no sólo
influyó esto en su gobierno. Las instituciones financieras internacionales asi como el
capitalismo global contribuyeron enormemente a hacer fracasar una iniciativa como la
del expresidente.

42
Perú21, 16 de mayo de 2008.
43
León, Carlos; Meléndez, Carlos: op. Cit. (2009)
Por otro lado, la actualidad (2006-2011) pone de manifiesto ese realismo
exacerbado del APRA sin ideas y su giro y asunción total del paradigma neoliberal. Lo
más curioso será el trato que Alan García y el APRA dispensan hoy día a los indígenas.
En su momento fue una de las mayores preocupaciones de Haya de la Torre,
preocupado de integrarlos en la sociedad mediante una reforma de la propiedad de la
tierra y mediante la integración de los mismos en el ejército con un componente cívico.
Mientras, ahora, como demuestra el Baguazo hay una clara tendencia a considerarlos
inferiores por oponerse al progreso, que no es otra cosa que ser invadido por
multinacionales. Todo ello en medio de redes clientelares que son las que realmente
determinan la situación de las explotaciones.

Por lo demás, a través de APRA, observamos un panorama en Perú débil


institucionalmente y débil políticamente. La crisis del sistema de partidos iniciada con
Fujimori dura hasta el día de hoy, como demuestra la falta de credibilidad en la
democracia por parte de muchos peruanos (cerca de un 40% en 2008)44. Esto tiene la
consecuencia de que cada grupo social busca resistir por sí mismo luchando por sus
intereses como mostrábamos antes en el gráfico sobre la conflictividad social.

Sin duda, el APRA, tras el segundo gobierno de García, ha quedado bajo


mínimos de nuevo pero en una situación muy distinta a la anterior. A la crisis global
–falta de representatividad de los partidos, descrédito, falta de militancia, falta de
proyectos de estado…-, hay que añadirle una nueva dimensión propiamente aprista: la
dependencia de un liderazgo fuerte, aunque sea vacío y sea sencillamente una
maquinaria electoral.

Por último, la elección de Humala en 2011, nos hizo creer a mucho que ese
descontento, hastío y descrédito político podía ser canalizado por el Partido
Nacionalista Peruano. Además de esa manera el sistema político se reharía alrededor de
él, consolidándose de ese modo un sistema de partidos consolidado y estable con una
volatilidad bastante menor. Sin embargo las esperanzas parecen ser vanas debido al
mismo giro ideológico que Humala ha dado en su gobierno, alineándose con las
potencias regionales cercanas a EE.UU.. Aun si negar sus logros, hemos de admitir que
ha sido una nueva “víctima” de la hegemonía ideológica dominante desde Fujimori.

44
Ibíd.
En este sentido, el APRA en ningún caso parece ser la posible alternativa. El
Perú ya no lo cree, está deslegitimado y su futuro probablemente sea la desaparición por
motivo de los problemas del sistema de partidos propio peruano; y a la crisis ideológica
y organizativa que vive el APRA.
Tuvo una última oportunidad para ocupar su lugar originario en la política peruana, pero
dejó pasar su oportunidad sin pena ni gloria.

BIBLIOGRAFÍA

- HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl: “El APRA como partido”, en Haya de la Torre,
en OBRAS ESCOGIDAS TOMOII: IDEOLOGÍA APRISTAEL ANTIIMPERIALISMO Y
EL APRA, Comisión del Centenario del Nacimiento de Victor Raúl Haya de la Torre
(1995)

“¿Qué clase de partido, y partido de qué clase, es el APRA?”, en Ibíd.

“¿Qué es el APRA?”, en Ibíd.

-DE LA FUENTE, José Alberto, Víctor Raúl Haya de la Torre, el APRA y el


Indoamericanismo, Anuario de Filosofía Argentina y Americana, pp. 79-101, no. 24,
Cuyo (2007).

- SANBORN, Cynthia: “El APRA en un contexto de cambio”, en BONILLA, Heraclio;


DRAKE, Paul: El APRA de la ideología a la praxis 1968-1988, Nuevo Mundo, Lima.

-
MANRIQUE, Nelson: Usted fue aprista! Bases para una historia crítica del APRA,
CLACSO, Lima (2009).

-TANAKA, Martín: Los espejismos de la democracia: el colapso del sistema de


partidos en Perú, Instituto de Estudios Peruanos, Perú (1998).

“Del voluntarismo exacerbado al realismo sin ilusiones: El giro del APRA y de Alan
García”, en NUEVA SOCIEDAD No 217, Buenos Aires (2008). P. 172-184.
- LEON, Carlos; MELÉNDEZ, Carlos: “Perú 2008: el juego de ajedrez de la
gobernabilidad en partidas simultáneas”, en Revista de Ciencia Política, volumen 29,
Nº2, (2009) p. 591 – 609.

- Diario Perú21.

- Diario La República.

Jacobo Calvo Rodríguez

Vous aimerez peut-être aussi