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Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 1

COLECCIÓN DE OBRAS RELATIVAS


A LAS CIENCIAS HERMÉTICAS

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TEORÍAS Y SÍMBOLOS DE LOS


ALQUIMISTAS, LA GRAN OBRA
Seguido de un ensayo sobre la bibliografía de los Alquimistas del siglo XIX
Obra engalanada con 15 planchas representando 42 figuras

ALBERT POISSON
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POST LABOREM SCIENTIAM

BIBLIOTECA CHACORNAC
11 Quai Saint- Michel Paris
1891
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 2

Titulo original Theories et Symboles des Alchimistes


© Albert Poisson, 1891
BIBLIOTHEQUE CHACORNAC
11 Quai Saint-Michel Paris

Traducido del original francés por Guillermo Olenchuk Peña


Cayena (Guayana francesa) en Febrero del 2007
Digitalizado por (Aeth+Ophis) aethophis@yahoo.com.br
Texto de circulación privada con autorización de la Societe Amis d´ Fulcanelli (F.C.H.)
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 3

Prólogo del Traductor


La Tradición Esotérica Occidental –en sus Escuelas de Misterios, Ordenes Mágicas y Logias
Secretas- ha enseñado muchas técnicas del Despertar Interior y de Desarrollo personal a
aquellos que han buscado la sabiduría. Su guía ha estado siempre allí, accesible a los pocos
que el sistema de Logias podía mantener, pero satisfaciendo las necesidades de los tiempos.
Ahora ha llegado el momento de expandir el acceso a estas técnicas esotéricas más allá de las
limitaciones de la Logia, y publicarlas en forma moderna para el beneficio de los muchos. El
destino llama a la puerta. Hemos pasado el punto en el que podíamos descansar. El
movimiento ascendente ha empezado y tenemos que aceptar la responsabilidad personal del
equilibrio de fuerzas de las que cada uno es el centro. Y es a aquellos que sienten la agitación
de los Recursos Internos de la psique, a quienes va dirigido este libro.

Cada lector construye no sólo para sí, sino para toda la humanidad, (como aspirante a ser un
miembro de la Verdadera e Invisible Orden Rosa+Cruz), porque todos somos parte los unos
de los otros, y el crecimiento consciente individual es compartido por la Conciencia Colectiva
del Planeta.

La alquimia es la ciencia de las transmutaciones. Pernety la ha definido así:

“Es el arte de trabajar con la Naturaleza sobre los cuerpos para perfeccionarlos”.

En todo tiempo los investigadores han conducido sus estudios sobre los dos puntos
principales: la transmutación de los metales y la fabricación de un elixir de larga vida que seria
una fuente de Juvenia, al mismo tiempo que una medicina universal.

Los alquimistas afirman que se ha conseguido muchas veces fabricar oro, y citan el ejemplo de
Raimundo Lullio que hizo oro para el rey de Inglaterra.

La otra finalidad de los alquimistas es la fabricación de un elixir de la larga vida que también
llaman oro potable. Lo han presentado como un fluido vital que da al enfermo una fuerza
extraída de las fuerzas de la Naturaleza

Las operaciones que debe sufrir el Mercurio de los Filósofos son esencialmente químicas; de
todas maneras, los antiguos alquimistas admitían que la acción se completaba por una especie
de magnetismo, una acción directa del adepto sobre la materia con el apoyo de las fuerzas de
la Naturaleza propicias, que el debía captar.

De esta parte del trabajo alquímico, hoy controvertida, proviene la existencia, al lado del
trabajo químico, de una enseñanza mística propia para desarrollar los poderes mágicos del
individuo.
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En su Anfiteatro de la Ciencia Eterna, Enrique Khunrath muestra a un alquimista arrodillado


y rezando antes de entregarse a las operaciones. Sus brazos extendidos, imploran y recuerdan
el apoyo que le vendrá de lo alto.

Khunrath, Amphitheatrum sapientiæ æternæ , 1609

Los alquimistas extraen la armonía de la corriente “astral”, de la que hablan los hermetistas,
en donde viven y vibran los ritmos e imágenes de lo que es fue o que será. Paracelso llamaba a
esta fuerza ARQUEA, porque según su creencia es la que manda a todos los grupos
moleculares y hace que, con composición idéntica, los cuerpos agrupados diferentemente no
puedan parecerse de ninguna manera. Poisson dice referente a este asunto:

«La fuerza que Paracelso llama arquea, los cabalistas la llaman, con Eliphas Levy,
fuego astral y gran serpiente. Se puede obtener de la corriente astral. » (Iniciación
Alquímica).
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La captación de la Arquea o Gran Serpiente, conduce a dos operaciones; material una y


espiritual la otra. Poisson en forma de instrucciones a un novicio, nos describe de la manera
siguiente la operación espiritual, que coloca en primer lugar. Es preciso animar la materia que
se anima espontáneamente bajo la voluntad del hombre; es necesario hacer intervenir una
fuerza natural, de naturaleza superior mejor adaptada al efecto que quiere producirse. Sobre la
materia que se quiere animar, debe proyectarse a la vez la Arquea y el propio fluido vital ¿De
que manera se conseguirá? Primeramente es preciso desarrollarse a si mismo.

«El método que propongo, dice Poisson, al novicio, consiste primeramente en


desarrollar la voluntad; para esto deben suprimirse las costumbres inútiles que nos
esclavizan, ejemplo: el tabaco y el uso de alcoholes fuera de las comidas. Si tenéis
algún defecto luchad hasta obtener la victoria; en una palabra, os pido contra vosotros
mismos, una lucha de todos los momentos; es preciso que vuestra alma y voluntad
lleguen a dominar completamente vuestro cuerpo, convirtiéndolo en instrumento dócil.
» (Iniciación Alquímica).

Antes de apoderarse de las fuerzas que lo rodean, el alquimista primeramente debe conocer y
utilizar las que residen en él. Poisson aconseja por ello a su alumno que procure conocer el
magnetismo en los medios de realización que ofrece; dice:

«El cual os servirá para acostumbraros a la manipulación de los fluidos… Una vez
sabiendo reconocer, condensar y dirigir los fluidos vitales del hombre (fluido astral), los
fluidos poco conocidos que circulan por la atmósfera que nos rodea, es cuando poseeréis
el secreto de los filósofos. » (Iniciación Alquímica).

Otro beneficio del desarrollo del magnetismo personal del adepto, aparte de que le confiere
poderes psíquicos, es proporcionarle una gran paciencia en los trabajos que emprende. En
efecto, los que afirman haber triunfado en ciertas operaciones alquímicas, califican la obra
como de larga duración, caprichosa en sus resultados y llena de desilusiones. Por esta razón el
novicio no debe confiarse a sus solas fuerzas, sino hacer llamamiento a las divinas que no se
niegan al que las solicita con constancia y humildad.

«La plegaria, dice Poisson es indispensable al alquimista ¡no olvidemos que una de las
divisas favoritas de los adeptos de la Edad Media era la de: “Lee, lee, lee, y relee, reza
y encontrarás. »

La preparación del Mercurio de los Filósofos, a pesar de ser compleja y difícil se resume en un
pequeño número de prescripciones y la llave de la operación química, si damos crédito a los
alquimistas, se resume en dos palabras: Solve y Coagula. Poisson las define así:
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«Solve: es decir disuelve, abre, tortura, rompe la materia, destruye las resistencias que
podrían oponerse a las fuerzas exteriores.
Coagula: es decir, reúne, acumula, y después condensa sobre la materia preparada las
fuerzas de las que has conseguido apoderarte.
Aquí está la clave de la obra. Es fácil de comprender, pero muy difícil de realizar. Hacer
falta paciencia y perseverancia.» (Iniciación Alquímica).

Estas palabras, que no son ciertamente de deslumbradora claridad, confirman de todas


maneras sobre un punto a las que pronunciábamos más arriba; es necesario que el adepto
destruya el ritmo de la materia que se transforma sirviéndose a la vez de la reacción química y
de las fuerzas del ambiente, le imponga otro, el del metal, que debe obtenerse, ya que todo el
mundo sabe que no es más que ritmo y armonía.

Como ya hemos dicho, los alquimistas perseguían otro sueño buscaban el elixir de la larga
vida. La concepción de los alquimistas, idea proseguida por Mesmer, cuando con el refuerzo
del reclamo levanto la ciencia magnética, era que no existía más que una sola enfermedad: el
desequilibrio de fuerzas. No existe, pues, más que un equilibrante: la fuerza magnética. Esta
idea, que apareció entonces extremadamente nueva, esta hoy adoptada por los médicos
naturistas

«No existe más que una sola enfermedad: el desequilibrio de fuerzas. No hay más que
un remedio, la vuelta a una vida sana y rítmica que devuelva al enfermo las fuerzas y la
calma necesaria. El resultado se obtiene por los dos agente naturales; el magnetismo, el
sol, y el aire que penetran el organismo para adoptar las fuerzas nuevas a sus
necesidades, el agua, la gimnasia y también una sugestión amigable que dé, de nuevo
fuerza a la moral que tanta influencia tiene sobre la vida y sobre la salud física. »

Los alquimistas habían soñado con otra cosa: deseaban crear un elixir cargado con fuerzas
benéficas. Hubieran querido captarlas de la Naturaleza e infundirlas en el cuerpo humano, ya
haciéndolas ingerir a los que trataban o mezclando los fluidos a sus baños, de manera que
proporcionaban al cuerpo gastado un nuevo vigor, detener o curar la ancianidad y rehacer al
hombre inmortal, no bajo la forma de un anciano, sino en el aspecto de un hombre en la fuerza
de la edad, capaz de luchas y de trabajos.

El autor de una curiosa obra aparecida en Londres en 1753: La Verdad Saliendo del pozo
hermético, se expresa en los siguientes términos referente a la confección de la medicina
universal:

«En los tiempos pasados, se vio en los Caldeos, Egipcios, Hebreos, Israelitas y Judíos,
lo mismo que en los Árabes, Chinos, Escitas y Griegos, enfermos y hasta agonizantes
curados radicalmente y llamados a la vida y a la perfecta salud por el uso del polvo o
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del elixir hermético; también se vieron regenerados, rejuvenecidos y conducidos a una


perfecta fuerza y vigor de temperamento por el baño de juventud, hecho, preparado, y
tomado según el arte de la medicina universal: algunos encontraron y practicaron el
medio secreto de prolongar su vida en perfecta salud, fuera de los límites ordinarios y
durante varios siglos, por medio del mismo medio universal; esto fue considerado como
cosa verdadera y notoria el estado de las personas que tuvieron la suerte de obtener
estos beneficios den fe de sus aseveraciones: los testimonios declaran, los autores
publican los milagros y la razón de la virtud divina, infusa y operante en aquel remedio,
da el sello de autenticidad a tales maravillas. »

Para devolver al organismo la juventud y la fuerza es preciso eliminar todo lo que priva y
molesta a esa fuerza y, en primer lugar, debe devolverse al ser gastado, cierto vigor para
ayudar a la eliminación. No puede tratarse de remedios químicos que acelerarían la
intoxicación. Todo debe efectuarse por el mismo cuerpo, asistido por la fuerza del médico.

«El gran arte, prosigue nuestro autor, es el de ayudar a la Naturaleza a reparar por un
secreto resorte el vicio por el cual peca, separando y expulsando, sin esfuerzo ni
violencia, de su dominio los humores impuros y terrestres que pervierten su oficio y sus
trabajos y que el espíritu de malignidad y corrupción introdujo; esto debe hacerse sin
expulsarla del individuo en que reside y que tiene la intención y el encargo de conservar
en buen estado y hasta de empujar a la perfección en su iliada y no se puede llegar a
este resultado cargándola con nuevos obstáculos que tenga la fuerza de vencer, digerir
resolver y rectificar, para ayudarla a triunfar de la causa pecante y del espíritu maligno
que la fomenta; tampoco disminuyendo, alterando u omitiendo su principio de
movimiento y de acción vital, ni fatigando y oprimiendo o suprimiendo sus funciones,
se puede ayudarle en su obra medicinal del cuerpo que el pretende regir, según el orden
de la sabiduría, que el Todopoderoso le confía… El único medio de hacer trabajar el
resorte secreto de la Naturaleza para la conservación de su propia obra, consiste en
retener y conservar en su gobierno las pocas fuerzas vitales que se quedan para
concurrir, junto con las nuevas de su esfera y análogas que deben reintroducirse a su
reparación. »

El secreto de continuar joven, y también el de curar, seria el de reparar el desgaste orgánico por
medio de nuevas fuerzas extraídas a nuestro alrededor. Es cierto que el magnetismo, sin hablar
de este elixir hipotético de larga vida, puede devolver y conservar la salud, hacer recuperar
fuerzas a los organismos más debilitados. No debemos discutir la existencia de un elixir, cuya
fórmula, en todas las obras alquimistas está siempre velada bajo alegorías intraducibles. Sea
lo que sea, en la mayoría de los autores que tratan de el y al margen de las imágenes
simbólicas, hay consejos excelentes y entre otros, el que constituye el fondo de la mayoría de
las obras: la verdadera medicina es la que se ocupa del terreno, que ve primeramente el ser
total del enfermo, que busca la causa del mal, sin preocuparse primero del efecto, salvo para
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hacer cesar el dolor. Cuando la causa esté destruida, cuando el equilibrio esté restablecido, el
efecto cesará automáticamente. Habiendo eliminado los elementos malos que producían
desequilibrio en la armonía del ser humano, no queda más que devolver al paciente las fuerzas
vitales que son necesarias para rehacerse.

Como hemos observado, esta alquimia algo materialista, encierra una parte de psiquismo. La
del ser humano es la que nos interesa más especialmente. No es necesario que tratemos de
obtener la piedra filosofal, tal como los hermetistas lo desearon; pero nos es útil encontrar, por
el perfeccionamiento de nosotros mismos, la piedra ideal que representa para el adepto el
equilibrio del cuerpo, la sublimación del espíritu y la elevación del alma hacia Dios. Todo esto
exige un plan que, aunque no sea tan temible como el que se practicaba en los centros
iniciáticos, de todas maneras tiene exigencias cuando se quiere seriamente obtener un
resultado. Existen grandes analogías en esta transformación del ser humano en esta criatura
superior y la que cambiaba el plomo, estaño o mercurio en oro perfecto y puro.

Estudiemos las operaciones que conducen al adepto a las comas superiores de la evolución.
Desde el punto de vista químico, la piedra filosofal se obtiene y se hace perfecta cuando tiene
el poder de cambiar en oro, con su contacto, los metales inferiores sobre los cuales se proyecta.
Esta es la opinión de los alquimistas. Por lo mismo, añaden, el adepto, digno de este nombre,
debe ser capaz de irradiar sobre lo que lo rodea y de proyectar sus propias fuerzas a su
alrededor para la evolución de los que le piden guía, curación y dirección.

En su estudio sobre la Gran Obra, M. Grillot de Givry expone de la siguiente manera esta
idea:

«Es una alquimia trascendental, la de sí mismo. Es ante todo necesario para


perfeccionar la alquimia de los elementos. La nobleza de la obra requiere la nobleza del
actuante…»

Y añade dirigiéndose directamente al investigador:

«La transmutación debe operarse en tu alma. La Piedra, en su estado definitivo es el


mismo Absoluto; el disolvente purificador, son las formulas de hermosura y perfección,
con las cuales adornarás tu vida. »

Continúa en otra parte:

«Eres la materia de la Gran Obra. »

En efecto, la personalidad del hombre es indefinidamente perceptible y su evolución no tiene


otro objeto que el de acercar a la divinidad. Es, pues, necesario al que quiere hacer obra
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trascendental, llegar a ser otro hombre, estudiando en si mismo sus posibilidades y los
defectos de su armonía para destruirlos y acercarlos a la armonía soberana a la cual debe
acercarse. Este acuerdo será absoluto cuando el hombre haya terminado su evolución. Para
purificar el vil metal, es preciso encender el Athanor del alquimista, someter la materia al
Fuego del Espíritu, de tal manera que se encuentre purificada por la lenta combustión de las
impurezas y escorias. Se puede someter una obra imperfecta al juicio de Dios y de los
hombres, cuando se tiene el deseo de llegar a adepto. El Fuego del Athanor voluntario, lo
mismo por el plan que por el entusiasmo, debe destruir lo impuro, exaltar lo bajo de tal manera
que se convierta en explosión y radiosidad, todo lo que antes era pesado, lúgubre y deslucido.
De todas maneras, no son transformaciones que se operen en un solo día, se necesita tiempo y
larga paciencia. La obra alquímica es siempre lenta, ya se opere en el laboratorio o dentro de
nuestra personalidad.

Es una educación completa la que debe hacerse y podemos escuchar con fruto los consejos que
M. Grillot de Givry nos da referentes a este asunto:

«Coordina todas tus acciones e impresiones, a fin de formar un conjunto armónico y


perfecto. Esfuérzate en adquirir una extremada lucidez de tu entendimiento. Sepárate
de lo que ensucia la vista. No escuches lo que profana el oído. Exalta en ti el
sentimiento de la personalidad para esforzarte en absorber a continuación ésta, en el
seno del Absoluto. » (La Gran Obra).

Una vez el discípulo depurado de todo lo que ensuciaba sus sentidos y sus órganos internos de
percepción y, en concordancia con las vibraciones más delicadas, debe continuar esta alquimia:

«Posees, dice M. Grillot de Givry, dirigiéndose todavía al discípulo, un tesoro


inmenso de fuerzas escondidas que ignoras, fuerzas considerables e invencibles,
hundidas en ti y que sobrepasan las fuerzas corporales; aprende a usarlas obligándolas
a obedecer a tu voluntad, haciéndote su absoluto dueño. »

El ser purificado de cualquier mal pensamiento, debe buscar las fuerzas vivas. Ciertamente
que se le puede ayudar, ¿pero esta transmisión de poderes se hace por una palabra, por un
discurso ininteligible, o por una varita mágica? No, dice el adepto y continúa esta instrucción
que puede servir de modelo para la alquimia interior:

«Sabe que tal poder no te será concedido más que por un laborioso y lento cultivo de las
fuerzas psíquicas subsistentes en ti en estado latente. Debes abstraerte en la vida
superior, exaltando poderosamente tu voluntad. Eleva a tu alrededor una especie de
muro que retenga y emane de ti hacia las cosas sensibles; enciérrate en la ciudad
hermética, de donde un día saldrás invulnerable. » (La Gran Obra).
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Tal es la verdadera enseñanza iniciática que se esconde en los viejos recetarios alquimistas. Es
preciso primeramente, desarrollar en si todas las energías superiores que reemplazan los malos
instintos, destruidos no sin combate. A continuación, habiendo aspirado conscientemente
hacia las fuerzas superiores, después de asimilarlas, el adepto podrá irradiarlas hacia los que
piden una ayuda, ya para la curación del cuerpo, ya para el alivio del alma que tiene sus malos
dolores, sus caídas y que tenemos como deber evolucionar y ayudar, si queremos hacernos
dignos del bien superior que se nos ha concedido.

Ad Rosam Per Crucem, Ad Crucem Per Rosam


Aeth+Ophis
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INTRODUCCIÓN

I
La Alquimia es la ciencia más nebulosa (misteriosa) que nos ha legado la Edad media. La
Escolástica con su argumentación, la Teología con su fraseología ambigua, la Astrología tan
extensa y tan complicada, sólo son juegos de niños, comparadas a la Alquimia.

¡Abran uno de estos venerables Tratados herméticos de los siglos quince o dieciséis y léanlos!
Si no hicieron estudios específicos sobre el tema, si no están iniciados en la terminología
alquímica, y si finalmente no tienen un determinado conocimiento de la química inorgánica,
cerrarán pronto el libro decepcionados y desalentados.

Algunos dirán que estas alegorías no tienen sentido, que estos símbolos misteriosos son
figuras hechas a placer. Es fácil despreciar una cosa que no se entiende, pero son muy pocos
los que tienen la resistencia irritante y que les gusta la lucha. Aquellos que son los elegidos de
la ciencia, tienen la perseverancia que es la primera virtud del científico. Si un problema se
presenta ante ellos, trabajarán sin descanso para encontrar la solución: el ilustre químico
Dumas a partir de un hecho, ¡estuvo diez años para descubrir la ley de las sustituciones!

Los Tratados herméticos son oscuros, es verdad, pero, bajo esta oscuridad se oculta la luz.
Una vez que la teoría alquímica es conocida, poseyendo la clave de los principales símbolos,
pueden audazmente emprender la lectura de Raimundo Lulio, Paracelso, Bernardo el
Trevisano, Flamel, Roger Bacon, Filaleteo. Lo que les parecía vacío de sentido, ustedes lo
encontrarán lógico, leerán como Marielle leía los Jeroglíficos, probarán el descifrarlos por
ustedes mismos, a deletrear por decirlo así esta lengua desconocida, e ir paso a paso, pero
seguramente hacia la luz.
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II
Como algunas otras ciencias la alquimia nació en el antiguo Egipto. En su origen el
conocimiento estaba reservado a los sacerdotes y a los iniciados que sólo operaban con el
mayor misterio en el silencio de los santuarios. Llego hasta allí la conquista romana, los
secretos isíacos pasaron a los neoplatónicos y a los gnósticos. Es de este tiempo (siglos II y III
de la era cristiana) que data verdaderamente la alquimia. Es entonces que se escribieron los
primeros tratados alquímicos. Algunos de ellos nos han llegado, los de los renombrados
Ostanes, Pelagio, el pseudo-democrito, Sinésius, Zosimo, Hermes, el anónimo cristiano,
Cleopatra. Estos tratados, en donde el arte de hacer oro se encuentra lleno de recetas
metalúrgicas, fueron estudiados y puestos al día por M.Berthelot en su "Introducción al
estudio de la Química" y sobre todo en su "Colección de alquimistas griegos". Se puede
constatar que por lo tanto que la alquimia está constituida con todas sus piezas, sus teorías
atravesaron las edades sin cambiar, hasta nuestro gran Lavoisier.

Luego los bárbaros invaden Europa, las ciencias, las artes, las letras quedan muertas en
occidente. Es en Oriente que la encontramos en manos de los árabes. Sus químicos
observadores pacientes y operadores hábiles, aumentaron el ámbito de la ciencia y le quitaron
sus elementos extraños, magia, cábala y misticismo. El más famoso de ellos es Geber el
primero que habla del ácido nítrico y del agua regia. A nosotros nos basta con citar algunos
nombres: Avicena, Rhases, Alphidius, Calid, Morieno, Avenzoar. Con los árabes finalizo el
inicio de la alquimia, de aquí en adelante ira hacia su apogeo.

En la Europa libre de los terrores del Año Mil, hubo como una clase de renacimiento (se nos
perdona este anacronismo de volver a lo mismo). Las Cruzadas habían permitido a Occidente
adquirir gloria y ciencia. Lo que los Cruzados aportaron como más precioso, fueron las obras
de Aristóteles y los Tratados de los alquimistas Árabes.

La filosofía tomó un nuevo desarrollo y la alquimia contó en Europa con sus primeros grandes
maestros: Alain de Lille, Alberto el Grande, Roger Bacon, Santo Tomas de Aquino,
Raimundo Lulio. La vía estaba de ahora en más ampliamente abierta, no solamente para la
Alquimia sino para todas el ciencias de la observación: ¿Roger Bacon y Alberto el Grande no
hubieran sustituido la experiencia por la autoridad de los antiguos?

Los Alquimistas se multiplican sobre todo a finales del siglo XIV y XV, en Inglaterra,
Georges Ripley, Norton, Bartholomey, en Francia, Bernardo el Trevisano, el famoso Nicolas
Flamel, en Alemania Eck de Sultz Bach, Ulsted, Trithemius, Basilio Valentín, Isaac el
Holandés.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 13

III
Con Basilio Valentín entramos en una nueva era, la Alquimia tiende al misticismo, ella se
combina de nuevo, como en su infancia con la cábala y la magia, al mismo tiempo que la
química propiamente dicha aparece poco a poco y se separa de su madre.

El representante más famoso de la alquimia del siglo XVI es Paracelso. Nunca un reformador
fue tan violento, ningún hombre tuvo amigos tan entusiastas y enemigos tan hostigadores.
Un volumen entero no bastaría para enumerar las obras de sus discípulos y las sátiras
virulentas de sus detractores. Conocidos paracelsistas fueron Thurmeysser, Croll, Dorn,
Roche-le Baillis, Bernard Penot, Quercetanus y sobre todo Libavius. Los otros alquimistas de
este tiempo que no pertenecen a ninguna escuela son el famoso Denys Zachaire, Blaise de
Vigenère, Barnauld, Grosparny, Vicol, Gaston Claves o Dalco, Kelley, Sendivogius o el
Cosmopolita. Se puede agregar a ellos Jean- Baptiste Porta, el muy conocido autor de la
Magia natural y de la Fisonomía humana.

En el siglo XVII la Alquimia está en todo su esplendor, los adeptos recorren Europa,
demostrando la verdad de la ciencia de Hermes con transmutaciones realmente asombrosas.

Verdaderos apóstoles, viviendo pobremente, se ocultan bajo una miserable apariencia, van por
las grandes ciudades, no se dirigen más que a los científicos; su único deseo es demostrar la
verdad de la Alquimia por los hechos. Por ello Van Helmont, Bàrigard de Pisa, Crosset de
Haumerie, Helvitius se convencieron de la Alquimia. El resultado fue obtenido, la sed del oro
se apoderó del mundo entero, todos los conventos tienen un laboratorio, los príncipes y los
reyes en compañía de alquimistas aprenden a trabajar en la Gran Obra, los médicos sobre
todo y los farmacéuticos se dedican al hermetismo. Al mismo tiempo aparece la famosa
Sociedad de la Rosa Cruz (Rose Croix) sobre la cual no se sabe hoy día nada muy certero.

Los Tratados de alquimia que se realizaron en el siglo XVII son innumerables, pero no hay
grandes nombres para citar a excepción de Filaleteo, el Presidente d´ Espagnet y Michael
Maier. En segunda fila encontramos: Chartier, Nuysement, Clleson, d´ Atremont, Salmon,
Helias, Barchusen, Planiscampi, Saint Romaní. etc.
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IV
En el siglo XVIII la Alquimia está en plena decadencia, la química por el contrario ha
progresado, ella se ha constituido en ciencia, los descubrimientos se suceden, los hechos se
comprueban. La Alquimia tiene aún sus partidarios, pero ya se ocultan para trabajar, se los
observa como a insanos, dementes. No hay más adeptos, se limita a reimprimir Tratados
antiguos, o de producir compilaciones sin valor ninguno. De los pocos nombres que deben
citarse: Pernety, Respour, Lengtet Dufresnoy, autor de La Historia de la Filosofía Hermética,
Libois, Saint-Germain. La historia de la Alquimia en el siglo XVIII termina con dos
charlatanes, Cagliostro y Etteila.

En nuestro siglo la Alquimia aparece como muerta, esta ya no es más que una ciencia curiosa,
interesante de conocer para la historia de la química. De los alquimistas afines a la antigua
doctrina, nosotros encontramos dos Cyliani y Cambriel. En cuanto a Tiffereau y a Louis
Lucas es sobre la química moderna que se apoyan para llegar a las mismas conclusiones que
los alquimistas propiamente dichos, ya que cosa curiosa, los últimos descubrimientos de la
ciencia tienden a demostrar la unidad de la materia y por lo tanto la posibilidad de la
transmutación. Es verdad que Pitágoras ya había dicho positivamente que la tierra gira en
torno al sol, y más adelante

¡Con dos mil de años de error Copérnico restablecía esta vieja verdad!
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V
Algunas palabras sobre este libro. Nos esforzamos en hacerlo lo más claro posible, pero todas
las cosas aquí que se encadenan rigurosamente como en una demostración, es necesario pues
leerlo con atención y método. Los grabados fueron reproducidos por métodos fototípicos, que
no dejan pues nada que desear por su exactitud. Las numerosas citas que eran indispensables
para apoyarnos mientras avanzábamos fueron traducidas exactamente o si están en viejo
francés son reproducidas con su ortografía.

Se encontrará al final del volumen un diccionario que resumirá el significado de los símbolos
herméticos más comunes, una lista de los autores citados en este libro y un ensayo sobre la
bibliografía alquímica de nuestro siglo, finalmente una tabla analítica muy detallada.

Esta obra sigue una serie de estudios sobre la Alquimia, serie que habíamos comenzado por la
publicación de los Cinq traités d'Alchimie (Cinco Tratados de Alquimia). Nos proponemos
analizar sucesivamente, a la Alquimia desde la antigüedad hasta nuestros días, luego un
estudio sobre los laboratorios alquímicos, los instrumentos y las operaciones químicas de los
filósofos herméticos.

Albert Poison.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 16

TEORÍAS & SÍMBOLOS


DE LOS ALQUIMISTAS
LA GRAN OBRA

PRIMERA PARTE

LAS TEORÍAS

CAPÍTULO I
DEFINICIÓN DE LA ALQUIMIA. - LA ALQUIMIA VULGAR Y LA FILOSOFÍA
HERMÉTICA. -SOPLADORES Y ADEPTOS. - LOS OBJETIVOS DE LA
ALQUIMIA: LA GRAN OBRA, EL HOMUNCULUS, EL ALKAEST, LA
PALINGENESIA, EL SPIRITUS MUNDI, LA QUINTAESENCIA, EL ORO
POTABLE.

¿Que es, la Alquimia? para nosotros no es más que una ciencia natural, madre de la Química.
Pero los propios Alquimistas, la definían cómo ciencia.

« La Alquimia, dice Paracelso, es una ciencia que enseña a cambiar los metales de una
especie en otra especie. » (El cielo de los filósofos).

Es la definición que dan la mayoría de alquimistas, así Dénys Zachaire, en su Opuscule de la


philosophie naturelle des métaux, dice:

« Es una clase de filosofía natural, la cuál demuestra la forma de perfeccionar los


metales sobre tierra, imitando a la Naturaleza en sus operaciones, o a lo sumo en lo
más cerca posible- »

Roger Bacon, espíritu exacto, da una definición más precisa:

« La Alquimia es la ciencia que enseña a preparar una determinada medicina, o elixir,


el que se proyecta sobre los metales imperfectos y les comunica la perfección, en el
mismo momento de la proyección. » (El Espejo de la Alquimia.)

Así mismo
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 17

« Argiropea y lo Crisopea es el arte que enseña a dar a las materias próximas al oro y a
la plata, la forma de estos metales » (G. Claves: Apología Chrysopaiœ et
Argyropœtiœ).

En siglo XVIII en que la química brillaba en todo su esplendor, fue necesario diferenciar a las
dos ciencias, y he aquí cómo habla Dom Pernety:

« La química vulgar es el arte de destruir los compuestos que la naturaleza ha formado,


y la química hermética es el arte de trabajar con la naturaleza para perfeccionarlos. »
(Fábulas griegas y egipcias).

Pero todos estos alquimistas no tenían en vista la alta Alquimia; había en efecto dos especies
de alquimistas:

¾ los sopladores, gente desprovista de la teoría, trabajaban por aventura, lo que ellos
buscaban es la verdadera piedra filosofal, pero empíricamente, mientras tanto, hacían química
industrial, fabricando jabones, piedras preciosas falsas, ácidos, aleaciones, colores; son ellos
quienes dieron nacimiento a los químicos; son ellos los que vendían por dinero el secreto de
hacer oro, charlatanes y ladrones, hacían monedas falsas, más de un soplador fue colgado en la
horca dorada, suplicio reservado a esta clase de impostores;

¾ los filósofos herméticos; por el contrario (despreciaban estos trabajos que ellos castigaban
con el nombre de sofisticaciones), se dedicaban a la búsqueda de la piedra filosofal, no por
avaricia, pero si, por amor a la ciencia. Ellos tenían teorías especiales que no les permitían
apartarse de algunos límites en sus investigaciones.

Así pues, los filósofos, en la preparación de la piedra filosofal, sólo trabajaban sobre los
metales y generalmente sobre los metales preciosos, mientras que los sopladores hacían
desfilar en sus retortas productos heteróclitos (extraños) del reino vegetal, animal y mineral.
Por eso los Filósofos han perseverado en la vía que se han trazado, sus doctrinas atravesaron
intactas los siglos, mientras que los sopladores han abandonado poco a poco las costosas y
muy largas investigaciones, para ocuparse de cosas prosaicas pero de buen resultado, poco a
poco la Química se constituye en ciencia y se separa de la Alquimia.

No se puede mejor resumir esta cuestión que citando un pasaje de la Physica Subterranea de
Beccher:

« Los falsos alquimistas no buscan más que hacer oro, los verdaderos filósofos sólo
desean la ciencia, los primeros sólo hacen tinturas, sofisticaciones, inepcias, los otros
se inquieren (o buscan) en los principios de las cosas. »
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 18

Vamos ahora a examinar los problemas que los alquimistas se proponían resolver.

El primero y el principal consistía en la preparación de un compuesto, llamado elixir,


magisterio, medicina, piedra filosófica o filosofal, dotado de la propiedad de transmutar los
metales ordinarios en oro o en plata.

Se reconocían dos elixires, uno blanco que transmuta los metales en plata y otro rojo que los
transmuta en oro. Los alquimistas griegos conocían esta distinción en dos elixires, el primero
blanqueaba los metales, λευξωσιζ, el segundo los amarilleaba, ξχν×φωσιζ ; (ver
Berthelot: Orígenes de la alquimia).

La piedra filosofal no tuvo en primer lugar más que un simple poder transmutatorio sobre los
metales, pero más tarde los filósofos herméticos le reconocieron una multitud de otras
propiedades: producir piedras preciosas, diamantes, curar todas las enfermedades, prolongar la
vida humana más allá de los límites ordinarios, da al que la posee la ciencia innata y el poder
de controlar las potencias celestes, etc. Se encontrará este punto, más desarrollado en la
segunda parte de esta obra.

Los primeros alquimistas sólo tenían por objetivo la transmutación de los metales, pero más
adelante se propusieron otros problemas. En su orgullo, creyeron, poder igualarse a Dios y
crear por todas partes seres animados. Y según la Leyenda Alberto el Grande habría
construido un autómata en madera, un androide al cual le había dado la vida por potentes
conjuraciones. Paracelso fue más lejos y pretendió crear un ser vivo de carne y hueso, el
homunculus. Se encuentra en su Tratado: De Natura rerum (Paracelsi opera omnia medico
chimico chirurgica , volumen II) la manera de proceder. En un recipiente se colocan diferentes
productos animales que no nombraremos y por; las influencias favorables de los planetas y un
suave calor que son necesarios para el éxito de la operación. Pronto una ligero vapor se eleva
en el recipiente, toma poco a poco la forma humana, la pequeña criatura se agita, habla, el
homunculus ha nacido, y Paracelso indica muy seriamente el provecho que de el se puede sacar
y la manera de alimentarlo.

Los alquimistas buscaban el alkaest o disolvente universal. Este líquido debía disolver todos
los cuerpos que en el se sumergían. Unos creyeron verlo en la potasa cáustica, otros en el agua
regia, Glauber en su sal admirable (sulfato de soda). Pero se habían olvidado un punto, es que
el alkaest que lo disuelve todo, habría atacado el vaso que lo contenía.

Pero como no hay hipótesis tan falsa que no haga descubrir alguna verdad, buscando el alkaest
los alquimistas encontraron varios cuerpos nuevos.

La Palingenesia, puede como concepción, acercase al homunculus. Esta palabra significa


resurrección, era en efecto una operación por la cual se reconstituía un arbusto, una flor, de sus
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 19

cenizas. Kircher en su Mundus subterraneus indicó la manera de hacer reaparecer una flor de
sus cenizas.

Los alquimistas intentaron también recoger el Spiritus mundit el espíritu del mundo. Esta
sustancia expandida en el aire, saturada de influencias planetarias poseía una multitud de
propiedades maravillosas, en particular, de disolver el oro. La buscaban en el rocío, en el flos
cœlis o nostoc, clase de criptógamo, que aparece después de las grandes lluvias:

« Las gotas del equinoccio sirven de instrumento para hacer salir de la tierra el flos
cœlis o el maná universal que voy a recoger para hacerlo corromper, con el fin de separar
milagrosamente un agua que es la verdadera fuente de la juventud que disuelve el oro
radicalmente. » (de Respour, Raras experiencias sobre el espíritu mineral).

El problema de la Quintaesencia era más racional, se trataba de extraer de cada cuerpo las
partes más activas: el resultado inmediato fue el perfeccionamiento de los métodos
destilatorios.

Finalmente los alquimistas buscaban el oro potable. Según ellos, el oro que es un cuerpo
perfecto, debía ser un remedio enérgico y capaz de comunicarle al organismo una resistencia
considerable a toda clase de enfermedades. Unos se servían de una solución de cloruro de oro
así como se puede el ver en el siguiente pasaje:

« Si se vierte abundantemente agua en esta solución y se le coloca estaño, plomo,


hierro o bismuto, el oro que se precipita, tiene por costumbre el ligarse al metal. Y tan
pronto como remuevan el agua, el oro precipitado se asemeja a un limo turbio que se
aglomera en el agua. » (Glauber: La medicina universal).

Pero generalmente los empíricos vendían muy caro bajo el nombre de oro potable, todo líquido
que ofrecía un bello color amarillo, en particular, la solución de percloruro de hierro.

Como se lo ve, a los Alquimistas no les faltaban temas para ejercer su paciencia: pero la
mayoría que olvidaba los problemas secundarios solo proseguía la realización de la Gran
Obra.

La mayoría de los Tratados herméticos solo hablan de la piedra filosofal, por eso solo
examinan ese único punto, sin nos ocuparnos más de los problemas de segundo orden que el
resto, es porque aparecen muy tarde en la historia de la Alquimia, y fueron sometidos a una
variedad de variaciones, donde cada uno modifica el problema o le da una solución diferente.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 20

CAPÍTULO II
LAS TEORÍAS ALQUÍMICAS. - UNIDAD DE LA MATERIA. - LOS TRES
PRINCIPIOS: AZUFRE, MERCURIO, SAL O ARSÉNICO. – LA TEORÍA DE
ARTEFIO. - LOS CUATRO ELEMENTOS.

A menudo se ha repetido que los alquimistas trabajaban a ciegas, es un grave error, ellos
tenían teorías muy racionales que emitidas por los filósofos griegos del segundo siglo de la era
cristiana, se mantuvieron sin alteración hasta alrededor del siglo XVIII.

En la base de la teoría Hermética, se encuentra una gran ley: la Unidad de la Materia.

La Materia es una, pero puede tomar distintas formas y bajo estas formas nuevas combinarse
a sí misma y producir nuevos cuerpos en número indefinido. Esta materia primera era llamada
semilla, caos, sustancia universal. Sin entrar en más de detalles, Basilio Valentin coloca en
principio la unidad de la materia.

« Todas las cosas vienen de una misma semilla (simiente), están todas en su origen
paridas por la misma madre. » (El Carro Triunfal del Antimonio).

Sendivogius, más conocido bajo el nombre de el Cosmopolita, es más explícito en su Carta a


los Verdaderos Discípulos de Hermes.

« los cristianos, dice, creen que Dios en primer lugar creo una cierta materia primera...
y que de esta materia por vía separación, hayan salido los cuerpos simples, que a
continuación se han mezclado unos con otros, y por vía composición sirvieron para
hacer lo que vemos... Hay en la creación una especie de subordinación, de modo que los
seres más simples han servido de principios para la composición de los siguientes y
éstos de los otros, »

Resume finalmente todo lo que acaba de decir en estas dos propuestas

« Saber: 1° la producción de una materia primera de la que nada procede; 2° la división


de esta materia en elementos, y finalmente pero con estos elementos la fabricación y la
composición de los Mixtos » (Carta XI).

Se entiende por Mixto toda especie de cuerpo compuesto.

D'Espagnet completa a Sendivogius, estableciendo la indestructibilidad de la materia, y


añade que ella no puede más que cambiar de forma.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 21

«.... Todo lo que lleva el carácter del ser o de su sustancia no puede ya dejarlo y por las
leyes de la naturaleza, no le está permitido el pasar a no ser. Esta es la razón por la que
Trismegisto dice muy a este propósito, en el Poimandres que nada muere en el mundo,
pero que todas las cosas pasan y cambian. » (Enchiridion phisicæ restitutæ)

Naturalmente el admite la existencia de una materia primera.

« Los Filósofos creyeron, dice, que había una determinada materia primera, anterior a
los elementos. »

Esta hipótesis así mismo - ya se encuentra en Aristóteles. Examinemos a continuación las


cualidades que los metafísicos tienen asignada a la materia. Barlet nos enseña sobre este
punto:

« La sustancia universal es el Todo el Todo, interiormente sin distinción de genero o


sexo, es decir, grosera, fecunda e impresa de todas cosas sensibles por venir. » (Barlet:
La théotechnie ergocosmique).

Es lo que equivale a decir que la materia primera no contiene ningún cuerpo en acción y los
representa a todos en potencia. Generalmente se admitía que la materia primera es líquida, es
un agua que en el origen del mundo era el caos.

« Era la materia primera la que contenía todas las formas en potencia... Este cuerpo
uniforme era acuático y llamado por los Griegos υλη, indicando por la misma palabra
el agua y la materia. » (Carta filosófica).

Más adelante dice que es el fuego el que juega el rol de varón con relación a la materia
femenina, y así tomaron nacimiento todos los cuerpos que componen el universo.

Como se lo ve la hipótesis de la materia primera estaba en la base misma de la Alquimia, a


partir de este principio, era racional admitir la transmutación de los metales.

La materia, se diferenciaba en primer lugar en azufre y en mercurio, y estos dos principios se


unían en distintas proporciones formando todos los cuerpos.

« Todo se compone de materias sulfurosas y mercuriales. »

Dice el Anónimo cristiano, un alquimista griego.


Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 22

Más tarde se añadirá un tercer principio la sal o arsénico, pero sin darle tanta importancia
como al azufre y al mercurio. Estos tres principios no designaban de ninguna manera cuerpos
vulgares. Ellos representaban: ciertas cualidades de la materia, así el azufre en un metal,
figura el color, la combustibilidad, la propiedad de atacar a los otros metales, la dureza, por el
contrario el mercurio representa el resplandor, la volatilidad, la fusibilidad, la maleabilidad. En
cuanto a la sal era un medio simplemente de unión entre el azufre y el mercurio, como lo es el
espíritu vital entre el cuerpo y el alma.

La sal, se introdujo como principio ternario, sobre todo por Basilio Valentin, Khunrath,
Paracelso, en una palabra por los alquimistas místicos. Antes de ellos Roger Bacon había
hablado bien, pero incidentalmente sin asignarle cualidades especiales, sin ocuparse mucho, al
contrario Paracelso se eleva en contra de sus antecesores que no conocían la sal.

« Ellos han creído, que el Mercurio y el Azufre eran los principios de todos los metales,
y ellos no han mencionado incluso el tercer principio. » (El tesoro de los tesoros).

Pero la sal es muy poco importante e incluso después de Paracelso, muchos alquimistas la
pasaron en silencio.

El Azufre, el Mercurio y la Sal no son pues más que abstracciones, cómodas para designar
uno conjunto de propiedades, si un metal era amarillo o rojo, y difícilmente fusible, se decía
que el Azufre abundaba en él. Pero no es necesario olvidar que el Azufre, el Mercurio y la Sal
derivaban de la Materia primera:

«Oh maravilla, el Azufre, el Mercurio y la Sal me hacen ver tres sustancias en una
sola materia. » (La Luz que sale por sí misma de las Tinieblas, Marc fra Antonio)

Eliminar en un cuerpo ciertas propiedades, era separar el Azufre o el Mercurio, por ejemplo
volver un metal infusible transformándolo en cal u óxido, era tener volatilizado el Mercurio y
extraído su Azufre.

Otro ejemplo, el Mercurio ordinario contiene metales extraños que permanecen en la retorta
cuando se lo destila, esta parte fija era considerada como el Azufre del Mercurio vulgar por los
alquimistas; transformando el argento vivo o mercurio en bicloruro, obtenían así un cuerpo
completamente volátil y creían haber extraído por esta operación el Mercurio principio del
Mercurio metal.

No podemos dejar la cuestión de los tres principios sin mencionar la teoría de Artphius
(Artefio), alquimista del siglo XI. Para quién el Azufre representa en los metales las
propiedades visibles, y el Mercurio, las propiedades ocultas o latentes. En todo cuerpo es
necesario distinguir las propiedades visibles: color, resplandor, amplitud, es el Azufre que
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 23

representa eso; luego las propiedades ocultos que solo se revelan por la intervención de una
fuerza exterior: fusibilidad, maleabilidad, volatilidad, etc., propiedades debidas al Mercurio.
Esta explicación difiere poco de la dada arriba.

Junto al Azufre, el Mercurio y la Sal, los alquimistas admitían cuatro elementos teóricos, la
Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego; estas palabras eran tomadas en un sentido absolutamente
diferente del sentido vulgar.

En la teoría alquímica los cuatro elementos como los tres principios, no representan cuerpos
particulares, son simples estados de la materia, modalidades. El Agua es sinónimo de líquido,
la Tierra lo es del estado sólido, el aire lo es del estado gaseoso. El Fuego es un estado gaseoso
muy sutil, tal como lo es un gas dilatado por el calor. Los cuatro elementos representan pues
los estados bajo los cuales la materia se presenta a nosotros, se podía por lo tanto decir
lógicamente que los elementos componen todo el Universo.

Para un alquimista todo líquido es un Agua, todo sólido es Tierra y en último análisis, todo
vapor es Aire. Es por esto que se encuentra en los antiguos Tratados de física que el agua
ordinaria calentada se cambia en Aire. Esto no quiere decir que el agua se transforme en la
mezcla respirable que constituye la atmósfera, aunque el agua, en primer lugar liquida se
cambie en un fluido aeriforme, en un gas como se dirá más tarde.

Los Elementos representaban no solamente estados físicos, más por extensión las cualidades.

«Todo lo que era de cualidad caliente fue llamado por los antiguos: fuego; lo que era
seco y sólido, tierra; lo que era húmedo y fluido, agua; lo que era frío y sutil, aire »
(Epístola de Alejandro).

El Agua se transforma en vapor así como todos los líquidos cuando se los calienta, como por
otra parte los cuerpos sólidos que son generalmente combustibles, los Filósofos Herméticos
habían creído poder reducir el número de los Elementos a dos visibles, la Tierra y el Agua,
conteniendo en ellos los elementos invisibles, el Fuego y el Aire. La tierra contiene en sí el
Fuego, y el Agua contiene el aire en estado invisible. Cuando una causa exterior viene a
actuar, el fuego y el aire se manifestarán. Aproximemos esto a la teoría de Artéphius
mencionada más arriba, la Tierra corresponderá al Azufre, el Agua al Mercurio y así
recíprocamente.

En resumen los cuatro elementos con el Azufre y el Mercurio representaban las mismas
modificaciones de la materia primera, destinados a componer el resto de los cuerpos.
Solamente el Azufre y el Mercurio representaban cualidades metálicas estando muy
especialmente reservadas a los Metales y a los minerales mientras que los cuatro Elementos
se aplicaban al reino vegetal y animal.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 24

Cuando un alquimista destilaba una madera y obtenía un residuo fijo, una esencia o aceite, y
productos inflamables, decía haber dividido esta madera en Tierra, Agua y Fuego.

Más adelante a los cuatro Elementos se les sobreañadió un quinto, la Quintaesencia:

« Se pueden llamar a las partes más sólidas tierra, a las más húmedas agua, a las más
sueltas y espirituales aire, al calor natural, fuego de la naturaleza y a las otras que
están ocultas y son esenciales se llaman con todo propósito naturalezas celestes y
astrales o Quintaesencia. » (D'espagnet: Enchiridion phisicæ restitutæ)

Esta quintaesencia correspondería a la Sal. Se ve en cuánto las teorías de los alquimistas eran
coherentes. Mientras que los Sopladores se perdían en este dédalo, tres principios cuatro
elementos, una Materia universal, un Filósofo reconciliaba fácilmente estas aparentes
diferencias. Y ahora se comprenderá cuan necesario es escuchar estas palabras del monje
Hélias.

« Es con los cuatro elementos que todo lo que está en este mundo a sido creado por la
omnipotencia de Dios » (Hélias: Espejo de la Alquimia).

Estas teorías existían desde los orígenes de la Alquimia. En los Griegos el alquimista
Sinesius en su comentario sobre el libro de Demócrito nos señala que en la operación
alquímica el artista no crea nada, el modifica la Materia, el cambia su Forma. El Anónimo
Cristiano que ya citamos pertenece a la misma época. En cuanto a los cuatro elementos ellos
eran conocidos ya hace mucho tiempo. Zosimo da a su conjunto el nombre de Tetrasomio o los
Cuatro Cuerpos.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 25

CAPÍTULO III
LOS SIETE METALES. - SU COMPOSICIÓN. - SU GÉNESIS. - EL FUEGO
CENTRAL. – CICLO DE FORMACIÓN. - INFLUENCIAS PLANETARIAS.

Los alquimistas que trabajan sobre todo con los Metales, se comprende que se hayan
extendido mucho sobre el génesis y la composición de los metales, reconocían siete a los que
ellos les asignaban el nombre y el signo de los siete planetas:

Oro o Sol ,
Plata o Luna ,
Mercurio ,
Plomo o Saturno ,
Estaño o Júpiter ,
Hierro o Marte ,
Cobre o Venus .

Ellos los dividían en metales perfectos, e inalterables, que eran el oro y la plata y en metales
imperfectos, cambiándose en cal, (óxidos) al fuego o al aire, fácilmente atacables por los
ácidos.

« El elemento fuego corrompe los metales imperfectos y los destruye. Estos metales
son en número cinco: , , , , y . Los metales perfectos son inalterables en el
fuego.» (Paracelso: El Cielo de los filósofos).

Veamos cuál es la aplicación de la teoría hermética a los metales.

En primer lugar los metales deben derivar todos de una misma fuente: la Materia primera. Los
filósofos herméticos son en esto unánimes sobre este punto.

« Los metales son todos similares en su esencia, ellos difieren solo en su forma »
(Alberto el Grande: De Alchimia).

« No hay más que una única materia primera de los metales, que reviste distintas
formas según el grado de cocción, según la fuerza más o menos potente de un
determinado agente natural » (Arnaldo de Vilanova: El Camino del camino).

A propósito está teoría es absolutamente aplicable a los minerales.


Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 26

«No hay más que una materia para todos los metales y minerales. » (Basilio Valentin)

y finalmente:

«la naturaleza de las piedras es la misma que la de las otras cosas. » (El Cosmopolita).

El pasaje de Alberto el Grande no puede ser más explícito: la materia es una para todo lo que
existe, se diría hoy, se diferencia de ella misma por la forma, es decir que los átomos idénticos
entre ellos, crean al agruparse distintas formas geométricas y de allí viene la diferenciación
entre los cuerpos. En química, la alotropía justifica perfectamente esta forma de ver.

Por tanto, el Azufre y el Mercurio, principios secundarios (por oposición a la Materia,


principio primero) no representan un conjunto de cualidades:

« Y así tu puedes ver claramente que el Azufre no es una cosa aparte o fuera de la
sustancia del Mercurio, y que este no es un Azufre vulgar. Ya que así, la Materia de
los metales no sería de una naturaleza homogénea, lo que está contra de lo declarado
por los filósofos. » (Bernardo el Trevisano: Libro de la Filosofía natural de los metales).

En la misma obra, Bernardo el Trevisano advierte sobre este importante tema:

« El Azufre no es que esté dividido del argento vivo, ni separado; pero solamente este
calor y esta sequedad que no dominan a la frialdad y humedad del Mercurio, al cuál el
Azufre después digiere, y domina las dos cualidades restantes, es decir, la frialdad y
humedad y sus virtudes. Y por estos diversos grados de decocciones es que se forman la
diversidad de los metales. » (ídem).

El Azufre, de carácter caliente, es activo, el Mercurio de carácter frío es pasivo:

« Yo digo: hay dos naturalezas, una activa, y otra pasiva. Mi maestro me pregunta
¿Cuáles son estas dos naturalezas? Y yo le respondí: una es de la naturaleza del calor,
la otra del frío.
¿Cuál es la naturaleza del calor? El calor es activo y el frío pasivo » (Artéphius: Clavis
majoris sapientæ).

El Azufre o el Mercurio pueden dominar en la composición de los metales, en una palabra


algunas cualidades pueden triunfar sobre otras. En cuanto a la Sal, ya explicamos que este
principio era desconocido para los primeros alquimistas, solo tuvo más adelante una
importancia limitada a pesar de los Paracelsistas. La Sal o Arsénico no es más que el vínculo
que une los otros dos principios:
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 27

«El Azufre, el Mercurio y el Arsénico son los principios componentes de los metales.
El Azufre es el principio activo, el Mercurio, el principio pasivo, el Arsénico es el
vínculo que los une » (Roger Bacon: Breve breviarium de dono dei.)

Él mismo Roger Bacon le daba poca importancia a la Sal, que en otra de sus obras; no la
menciono como un principio componente.

« Tengan en cuenta, dice, que los principios de los metales son el Mercurio y el Azufre.
Estos dos principios dieron nacimiento a todos los metales y a todos los minerales de
los que existe con todo un gran número de especies diferentes. » (El Espejo de la
Alquimia).

Pues se puede decir que todos los metales están formados de Azufre y Mercurio, ambos
reducibles a la materia primera.

« Ya que todos los metales de Azufre están formados de Argento Vivo lo que tienen
son dos espermas de los metales. » (Nicolas Flamel: Sumario).

El Azufre es el padre (principio activo) de los metales, decían aún los Alquimistas, y el
Mercurio (principio pasivo) es su madre.

« Mercurius es el Argento Vivo que gobierna los siete metales, ya que es su madre.»
(Jehan de la Fontaine: La Fuente de los enamorados de la ciencia)

Nosotros no nos ocuparemos del Azufre y el Mercurio y de su rol en el Génesis de los


metales. Estos dos principios existen separados en el seno de la tierra. El Azufre bajo forma de
un cuerpo sólido, fijo, consistente, el Mercurio en forma de vapor.

« El Azufre es la grasa la tierra, espesado en las Minas por una cocción moderada,
hasta que endurece, entonces constituye el Azufre » (Alberto el Grande: De
Alchimia.)

Atraídos sin cesar uno hacia otro, los dos principios se combinan en distintas proporciones
para formar metales y minerales.

El. Alquimistas admitían en efecto la existencia de uno fuego situado en las entrañas de la
tierra, la mezcla de Azufre y el Mercurio más o menos cocido y digerido, variaba por sus
propiedades:
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 28

« Se observa que la naturaleza de los metales, tal como nosotros a conocemos, es


generada por el Azufre y el Mercurio. La diferencia de cocción y de digestión produce la
variedad en la especie metálica. » (Alberto el Grande: El Compuesto de los
Compuestos).

En lo que se refiere a la pureza, citaremos el siguiente pasaje:

« Según la pureza o la impureza de los principios componentes, Azufre y Mercurio, se


producen metales perfectos o imperfectos. » (Roger Bacon: El Espejo de la Alquimia).

Esto nos lleva a que digamos que los metales imperfectos nacen primeros, así el hierro se
transforma en cobre; luego mejorando el cobre se transforma en plomo, este último a su vez se
convierte en estaño, mercurio, luego plata y finalmente oro. Los metales recorren una suerte de
ciclo:

« En efecto demostramos claramente en nuestro Tratado de los minerales, que la


generación de los metales es circular: ellos pasen fácilmente de uno a otro siguiendo un
círculo. Los metales vecinos tienen propiedades similares; es por eso que la plata se
cambia fácilmente en oro. » (Alberto el Grande: El Compuesto de los Compuestos).

Glauber va más lejos, emite la opinión singular que los metales una vez llegados al estado de
oro, recorren el ciclo en sentido opuesto, al ser cada vez más imperfectos hasta el hierro, para
remontar a continuación en perfección y así sucesivamente indefinidamente.

« Por la virtud y por la fuerza de los Elementos, se generan todos los días nuevos
metales y los viejo por el contrario se corrompen al mismo tiempo » (Glauber: l'Œuvre
minéral).

La palabra Elemento se toma en el sentido de Fuerza que mineraliza.

El Oro que es la perfección es pues el objetivo constante de la naturaleza; además de un


insuficiente grado de cocción o las impurezas del Azufre y el Mercurio, distintos accidentes
pueden obstaculizar su acción.

« Yo digo además que la Naturaleza tiene por objetivo, y se esfuerza sin cesar en
alcanzar la perfección, el oro.
Pero como consecuencia de accidentes, que obstaculizan su marcha, nacen las
variedades metálicas » (Roger Bacon: El Espejo de la Alquimia).

Uno de estos accidentes es que la mina donde se desarrollan el metales venga a ser abierta.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 29

« Por ejemplo si una Mina está resquebrajada, allí se pueden encontrar metales aún no
acabados, porque la apertura de la mina interrumpió la acción de la naturaleza, estos
metales quedaron imperfectos y no se completarán nunca, y toda la semilla metálica
contenida en esta mina pierde su fuerza y su virtud » (Texto de Alquimia)

Nosotros no podemos terminar este capítulo sin hablar de las influencias planetarias que
intervienen en el génesis metálico. En la edad media se admitía una relación absoluta entre
todo lo que tenía lugar sobre la tierra y los Planetas.

« No se produce nada, en la tierra y en el agua, que no esté sembrado en el cielo. La


relación permanente entre estos dos grandes cuerpos puede figurase por una pirámide
que tiene su cumbre apoyada en el Sol y su base sobre la Tierra » (Blaise de Vigenère:
Tratado del fuego y la sal).

Así mismo

« sepan pues, Oh mis hijos mis queridos infantes, que el Sol, la Luna, y las estrellas
lanzan perpetuamente sus influencias al centro de la tierra » (Valois: Œvres
manuscrites).

Ya se vio más arriba que los siete metales están consagrados a los siete planetas que les
dieron nacimiento. Se confundían planetas y metales incluso bajo el mismo nombre y el mismo
signo. Estas teorías se remontan incluso al origen de la Alquimia. Proclus, filósofo
neoplatónico del siglo V de nuestra era, en su Comentario sobre el Timeo de Platón expone
que

« el oro natural, la plata (el argento) y cada uno de los metales como otras sustancias,
se generan en la tierra bajo la influencia de las divinidades celestes y de sus efluvios. El
Sol produce el oro, la Luna la plata, Saturno el plomo y Marte el hierro » (Ver
Berthelot: introduction à l'élude de la chimie).

Se puede ir más antiguamente, para los persas los metales también estaban consagrados a los
planetas, pero no correspondían a los mismos astros que en la edad media, así el estaño estaba
consagrado a Venus y el hierro a Mercurio.

Los Alquimistas reconocían pues unanimemente la acción de los planetas sobre los metales,
Paracelso va más lejos y especifica esta acción. En su modo de ver cada metal debe su
nacimiento al planeta que lleva su nombre, los seis planetas restantes unidos cada uno a dos
constelaciones zodiacales les dan las distintas cualidades.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 30

« Así la Luna debe a ( ) su dureza y su sonoridad agradable. Debe a y


, su resistencia a la fusión y su maleabilidad. Finalmente y
materializan su densidad y homogeneidad, etc. » (Paracelso: El Cielo de los
Filósofos).

En resumen, metales y minerales, formados a la base, de la Materia primera están formados


por Azufre y Mercurio. El grado de cocción, la pureza variable de los componentes, varios
accidentes, las influencias planetarias, causan las diferencias que separan a los metales unos
de otros.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 31

CAPÍTULO IV
LA ALQUIMIA MÍSTICA. - TEORÍAS CAPRICHOSAS. - LA CÁBALA
ALQUÍMICA. – TRIPLE ADAPTACIÓN DE LA TEORÍA
HERMÉTICA. - EL SANTUARIO.

La Alquimia en los Griegos estaba, debido a su origen mismo, mezclada a la magia y a la


teurgia. Más adelante, gracias a los filósofos árabes, esta ciencia se purificó y sólo en los
siglos XV y al XVI se combinó de nuevo con las ciencias ocultas propiamente dichas.

Por lo tanto un gran número de alquimistas reclamaron en la Cábala, en la Magia, en la


Astrología la clave de la Gran Obra. Paracelso solo admitía entre sus discípulos gente
versada en astrología, como él mismo lo afirma:

«Pero debo volver de nuevo al respecto para satisfacer a mis discípulos a quienes
favorezco de buen grado cuando ellos están provistos de luces naturales, cuando
conocen la Astrología, y sobre todo, cuando son hábiles en la Filosofía, que nos enseña
a conocer la materia de todo » (Paracelso: El Tesoro de los tesoros).

Mientras que sus antecesores o contemporáneos, Calid, Valois, Blaise de Vigenère admitían
simplemente la acción de los astros en la generación de los metales, Paracelso iba más lejos y
pretendía calcular cuando y cómo los planetas influían sobre los metales.

Según esta doctrina, algunos alquimistas aliaban íntimamente la astrología al hermetismo, y


ellos no comenzaban nunca una operación, sin haberse asegurado antes que los planetas les
fueran favorables.

Es entonces a Paracelso que se le debe el haber introducido elementos cabalísticos en la


Alquimia. El condensó sus doctrinas ocultas en su Tratado de Filosofía Oculta y en su
Archidoxia mágica.

Esto nos lleva a que hablemos de la Cábala. Esta ciencia consiste en dividir las palabras y
añadir el valor numérico de las letras y a extraer según reglas especiales todas las deducciones
posibles. Así el número del oro en hebreo es 209, es el ornamento del reino mineral,
corresponde a Jehovah en el mundo de los espíritus.

Hoeffer en su Historia de la química, dedicó algunas páginas a la cábala aplicada a los


metales. La Alquimia, ciencia de la observación, no podía aprovecharse de ningún modo de su
alianza con la Cábala, ciencia puramente especulativa. La adición de elementos extraños solo
debía hacerla más oscura, por eso Paracelso tiene su culpa en este punto.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 32

Antes de él B. Valentín había hecho algunos ensayos en este sentido, divide la palabra Azoth
de la siguiente forma "Azoth", principio y final, ya que es el A y O, presente en todo lugar. Los
filósofos lo adornaron con el nombre de Azoth, los latinos A y Z, los Griegos α y ω los
hebreos "aleph ‫ א‬y thau ‫ת‬," todos los cuales significan y hacen al Azoth ("el Azoth de los
filósofos.")

Después de Paracelso solo se encuentran dos autores que tratan especialmente de la Cábala
alquímica. Son Pantheo, sacerdote veneciano y John Dee, alquimista y matemático ingles.

Pantheo escribió dos Tratados, uno es el Ars et Theoria transmutatiois metallicœ, y otro: la
Voarchadumia. Se encuentra que el número de la generación es 544, el de la putrefacción 772,
que el mercurio, el oro, y la plata corresponden a las letras hebreas, Cheth, Heh, Vau, y demás
sueños similares. John Dee en su Tratado: la Monada Hieroglífica, intentó componer una
cábala particular con la ayuda de símbolos alquímicos. Así para él el símbolo del mercurio
representa la Luna , el Sol y los cuatro elementos . Además el signo del Sol representa
la monada figurada por el punto alrededor del círculo que simboliza el Mundo.

Este curioso Tratado se encuentra impreso en el segundo volumen del Theatrum chimicum.
Estos alquimistas y algunos otros como Khunrath, Mayer, Blaise de Vigenère introdujeron en
la Ciencia una nueva interpretación de la teoría alquímica. Mientras que las ciencias exactas
y naturales proceden de la Inducción y deducción, las ciencias ocultas proceden de la analogía;
aplicaron el método de la analogía a la alquimia. Así decían: hay tres mundos, el material, el
humano, y el divino. En el mundo material, tenemos el Azufre, el Mercurio y la Sal, principios
de todas las cosas y una Materia; en el mundo humano o microcosmos el cuerpo, el espíritu y
el alma reunidos en el hombre, en el mundo divino tres personas en un único Dios.

«Así es la Trinidad en la unidad y la unidad en la Trinidad, porque están allí los


cuerpos, el espíritu, y el alma. Allí están también el Azufre, el Mercurio, y el
Arsénico.» (Bernardo el Trevisano: la Parole délaissée).

La Gran Obra tiene por lo tanto un triple objetivo en el mundo material: la transmutación de
los metales para hacerlos llegar al oro, a la perfección; en el microcosmos, el perfeccionamiento
del hombre moral; en el mundo divino la contemplación de la Divinidad en su esplendor.

Según la segunda acepción, el hombre es el Athanor filosófico donde se realizan la elaboración


de las virtudes, es en este sentido según los místicos es necesario entender estas palabras:

«La Obra está con ustedes y en ustedes, de modo que la encontrarán en ustedes, dónde
está continuamente, la tienen también siempre, en cualquier parte que estén, sobre la
tierra o sobre el mar » (Hermes: los Siete capítulos).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 33

Los Alquimistas místicos entendían por Azufre, Mercurio y Sal, la Materia, el Movimiento y
la fuerza. El Mercurio, principio pasivo y femenino, es la materia; el Azufre principio activo y
masculino, es la fuerza, que trabaja la materia y le da toda especie de formas por el medio del
movimiento que es la Sal.

La Sal, es el término medio, es el resultado de la aplicación de la fuerza a la materia,


simbólicamente es el nuevo ser que toma nacimiento por la unión del varón y la hembra.

Esta alta teoría no aparece en contradicción con la ciencia actual. La química no rechaza la
hipótesis de una Materia única, hipótesis admitida desde hace tiempo por la metafísica como
indispensable para la explicación del Mundo. El científico inglés Crookes llama a esta
Materia única el Protyle; en su teoría nuestros cuerpos simples actuales solo son polímeros del
protyle. Por otra parte es muy justo ya que la Materia no actúa, no tiene propiedades
particulares más que cuando está en movimiento, todo movimiento supone calor; por lo tanto a
273 grados bajo cero, en el cero calórico absoluto las propiedades químicas son nulas, el ácido
sulfúrico queda sin acción sobre la potasa cáustica; finalmente la unidad de Fuerza se impone
así a los físicos. Cuál es el científico que hoy día hace una diferencia entre la causa de
magnetismo, del calor, la electricidad, de la luz, del sonido; los fluidos no existen ya, ellos son
sustituidos por fuerzas reducibles unas a otras; lo que diferencia la Fuerza de sí misma ante
nuestros ojos, es el número de vibraciones que imprime a tal o cual cuerpo y aún allí no hay un
límite absoluto, un cuerpo vibrante o en movimiento lo que es la mismo cosa, produce en
primer lugar un sonido; cuando las vibraciones se vuelven más numerosas el cuerpo se
recalienta sensiblemente y pronto se producen fenómenos luminosos. o finaliza el Sonido,
¿dónde comienzan el Calor y la Luz? No hay intervalo. Natura non facit saltus.

Es necesario añadir que los alquimistas no habían entrevisto esta alta teoría, el estado de las
ciencias en su tiempo no les permitía darle el desarrollo que nosotros le dimos.

Para ellos, como lo demostramos, la Materia era única en principio; la llamaban Materia
primera o Hyle; ellos reconocían también una Fuerza Universal. Baudoin la llama
Magnetismo universal, Soplo Magnético, para los místicos la Fuerza, es el Aliento de Dios,
primer principio de la vida, del movimiento. Paracelso lo llama Archea. El Archea, es la
fuerza, siempre activa que al aplicarse a la materia la pone en movimiento, le da una forma.
Los términos Ares y Clissus tienen en Paracelso aproximadamente el mismo sentido.
En cuanto al movimiento, lo asimilaban al fuego, que es en efecto la imagen más perfecta de la
materia impulsada por su fuerza.

Tales eran las teorías alquímicas que pocos adeptos han poseído: de las que uno se asombra de
su admirable Síntesis; el razonamiento había tenido hasta aquí a alquimistas como había
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 34

tenido antes a Pitágoras, a Demócrito y a Platón para elevarse a la concepción de las más
altas verdades.

Los alquimistas representaban esta teoría por un triángulo, símbolo del equilibrio absoluto, en
el primer ángulo el signo del Azufre, símbolo de la Fuerza; en el segundo el signo del
Mercurio, la Materia; en el tercero el signo de la Sal, el Movimiento.

Para terminar, he aquí el cuadro analógico de la triple adaptación de teoría alquímica.

Azufre Masculino Fuerza Causa


Mercurio Femenino Materia Sujeto
Sal Infante (Niño) Movimiento Efecto

Y para resumir toda la teoría: la Materia, en su esencia, se diferencia de sí misma por la


Forma, efecto del Movimiento que le comunica la Fuerza.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 35

LOS SÍMBOLOS

CAPÍTULO I
PORQUÉ LOS TRATADOS DE ALQUIMIA SON OSCUROS. - MEDIOS
EMPLEADOS POR LOS ALQUIMISTAS PARA OCULTAR LA GRAN OBRA. -
SIGNOS. - SIMBOLOS. - NOMBRES MITOLÓGICOS. - PALABRAS
EXTRAÑAS. - ANAGRAMAS. - FÁBULAS. - ENIGMAS. - ALEGORÍAS. -
CRIPTOGRAFÍA.

Los Tratados herméticos son oscuros para el lector, en primer lugar porque las teorías
alquímicas no son generalmente muy conocidas, a continuación y sobre todo porque los
filósofos se han vuelto oscuros voluntariamente. Los Maestros, percibían a la alquimia como
la más preciosa de las ciencias.

« ¡La Alquimia es el arte de las artes, es la ciencia: por excelencia! »

escribía enfáticamente Calid en el Libro de las Tres Palabras. Tal ciencia no debía, según
ellos, ser conocida más que por un reducido número. ¿Es necesario acusarlos de haber querido
reservar exclusivamente para ellos la ciencia? Esto nos parece hoy excesivo, pero en la
antigüedad en lo que eran los misterios, se hacia la transmisión, bajo el sello del juramento, de
algunos secretos naturales, de algunos puntos poco conocidos de la alta filosofía. En la edad
media las corporaciones de oficios tenían secretos prácticos que ningún miembro se habría
atrevido a revelar. La preparación de ciertos colores constituía una herencia preciosa que los
grandes pintores solo legaban a sus discípulos más amados. Los sabios no vacilaban a la hora
de vender la solución de los problemas que afligen

Los Filósofos herméticos ocultaban la ciencia, no lo vendían sin embargo; cuando ellos
encontraban un hombre digno de ser iniciado, ellos lo ponían en el sendero correcto sin nunca
revelarle todo. Era necesario, a su vez, que el discípulo trabajara para encontrar lo que le
faltaba.

Es de esta forma que procedieron en sus escritos, uno indica la materia de la Gran Obra, otro
el grado de fuego, otro los colores que aparecen durante las operaciones, otro el dispositivo del
Athanor u horno filosófico; pero no existe ningún ejemplo conocido de Tratado hermético, que
hable abiertamente a la vez de todas las partes de la Gran Obra.

Los alquimistas habrían creído en que si actuaban así no se expondrían a castigos celestes,
según ellos el que los revelara sería castigado con muerte súbita.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 36

«Yo no representaré puntualmente, dice Flamel hablando del Libro de Abraham el


Judío, lo que está escrito en un muy bello e inteligible latín en todas las otras hojas
escritas, ya que Dios me castigaría » (Explicación de las Figuras de Nicolas Flamel)."

En cuanto a lo que se dijo, que los Alquimistas escribían de una forma oscura y simbólica para
preservarse de las acusaciones que los teólogos demasiado afanosos habrían podido llevar
contra ellos, eso nos parece absolutamente falso, atento a que no se presentaba ya ningún
motivo para la acusación de magia, ya que símbolos y figuras extrañas encubrían sus tratados.
Roger Bacon, Alberto el Grande, Arnoldo de Vilanova, no escaparon a la acusación de magia.
Y sin embargo estos alquimistas eran muy piadosos, se encuentran en cada momento en sus
escritos invocaciones a Dios, compartían su tiempo entre el estudio, el trabajo y la oración.
Algunos pretendían haber recibido de Dios él mismísimo secreto de la Piedra de los Filósofos.
Antes de explicar los símbolos relativos a cada una de las partes de la Gran Obra, vamos a
indicar de forma general cuáles eran los medios empleados por los Alquimistas para ocultar a
los profanos la ciencia de la Piedra bendita.

Vienen en primer lugar los signos. Ellos nacieron con la Alquimia. Fueron los griegos quienes
los emplearon primero. Tomando los mismos su ciencia de Egipto, se ve que los signos
alquímicos extraen su origen directamente de los hieroglíficos. El signo del agua empleado por
el alquimistas no es otro que del hieroglífico del agua, y así algunos otros, como los signos del
Oro y la Plata (Ver Hœffer: Historia de la química, volumen I, y Berthelot: Orígenes de la
Alquimia}.

Los signos alquímicos son muy numerosos en algunos tratados (como el de Khunrath titulado:
Confessis de chao physico chimicorum, dónde reemplazan todos los nombres de las materias
químicas y operaciones, por eso importa conocerlos. Con esta intención, hicimos reproducir los
principales signos alquímicos en la plancha adjunta.

Los Símbolos eran así fuertemente empleados, es así que pájaros que se elevan representaban
la sublimación o una liberación de vapores, que pájaros que caen a tierra representaban por el
contrario la precipitación. El Fénix era el símbolo de la Piedra perfecta, capaz de transmutar
los metales en oro y en plata. El cuervo simbolizaba el color negro que toma en primer lugar la
Materia de la Gran Obra cuando se la calienta. Un libro hermético singular: el Mutus Liber o
Libro sin palabras, no contiene en efecto una línea de texto, está compuesto simplemente por
una secuencia de grabados que simbolizan las operaciones que deben seguirse para completar
la Gran Obra

Los Nombres mitológicos se tenían en gran honor en la nomenclatura alquímica, Marte


simboliza el hierro, Venus el cobre, Apolo el oro, Diana, Hécate o la Luna la plata, Saturno el
plomo; el Vellocino de oro (Toison d'Or) es la Piedra filosofal y Bacus la materia de la piedra.
Es entonces una tradición grecoegipcia; en la edad media, se usaron solamente los nombres
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 37

mitológicos de los metales, pero a partir de finales del siglo XVI, su uso tomó tal extensión
que el benedictino Dom Joseph Pernety decidió escribir dos grandes volúmenes (Fables
grecques et égyptiennes dévoilées) para explicar su sentido y su origen.

A los nombres mitológicos vinieron a añadirse un gran número de palabras extranjeras,


hebreas, griegas, árabes. Debido mismo al origen de la alquimia, se deben inevitablemente
encontrar palabras griegas, he aquí algunas: hylé, materia primera; hipocláptico, vaso para
separar los aceites esenciales; hydrelœum, emulsión de aceite y agua, etc. Las palabras árabes
son mucho más numerosas, algunos como: elixir, alcohol, álcali, bórax, llegaron hasta
nosotros, otras caídas en el olvido se encuentran en los Tratados herméticos: alcani, estaño;
alafar, Matras; alcahal, vinagre; almizadir, bronce verde; zimax, vitriolo verde, etc., etc. En
cuanto a los nombres hebreos, no se los encuentra más que en los tratados de los Alquimistas
cabalistas.

Nosotros los enviamos por todas estas palabras al Diccionario mytho-hermético de Pernety y
al Lexicon chimicun de Johnson.

Se comprende ya que esta glosología especial debía bastar para alejar a los profanos, pero los
Alquimistas usaban aún otros medios para te ocultar la Gran Obra.

Así muy a menudo empleaban Anagramas. Al final del Sueño Verde, se encuentran varios
anagramas, he aquí la explicación de dos de ellos: Seganissegède significa: Genio de los
sabios, y Tripsarecopsena: espíritu, cuerpo, alma.

Ellos procedían por enigmas. He aquí uno fácil de solucionar.

«Todo el mundo conoce la piedra, y yo afirmo por el Dios viviente, que todos pueden
tener esta materia que mencioné claramente en el libro: "vitrium", según los ignorantes,
pero están L y O, y la cuestión consiste en saber en dónde es necesario colocar estas
letras.» (Hélias: Espejo de alquimia.).

La palabra del enigma es Vitriol (Vitriolum). Un curioso enigma, muy conocido por los
alquimistas, se encuentra en el tercer volumen de Theatrum chimicum, página 744
acompañada de un comentario de diez páginas de Nicolas Barnauld. Helo aquí:

«Ælia Loelia Crispis es mi nombre.


No soy ni hombre, ni mujer, ni hermafrodita, ni virgen, ni joven, ni vieja.
No soy ni meretriz, Ni virtuosa, sino todo esto junto.
No me he muerto ni por hambre, ni por hierro, ni por veneno, sino por todas estas cosas
a la vez.
No descanso ni en el cielo, ni sobre la tierra, ni sobre el agua, sino en todas partes.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 38

Lucius Agatho Priscius que no era ni mi marido, ni mi amante, ni mi esclavo, ni triste,


ni alegre, ni lloroso, me ha hecho elevar, sabiendo y no sabiendo para que, este
monumento que no es ni una pirámide, ni un sepulcro, sino los dos.
He aquí una tumba que no contiene cadáver; he aquí un cadáver que no contiene
sepulcro. El cadáver y el sepulcro no son más que uno. »

Barnauld establece en su comentario que se trata de la piedra de los filósofos. Otro enigma no
menos famoso es el siguiente, extraída de los alquimistas griegos:

«Tengo nueve letras y cuatro sílabas, reténganme. - Las tres primeras tienen cada una
dos letras. - Las otras tienen el resto, hay cinco consonantes. – Conóceme a mí y tú
obtendrás la Sabiduría. »

La palabra del enigma es, según nos parece, ARSENICON.

Otra forma de enigma, la acróstica consistía en presentar una fórmula, dónde las primeras
letras de cada palabra reunidas, formaban una palabra que el Filósofo hermético no quería
revelar directamente. Vamos a presentar dos de estas fórmulas; la primera extraída de la obra
de Basilio Valentin dan la palabra vitriol: Visitabis Interiora Terræ, Rectificando invenies
0ccultum Lapidem. La otra significa Sulphur Fixum, ella añade como complemento: Sol est.
Es extraída del segundo volumen del Mundus subterraneus del P. Kircher.

Todos los medios anteriormente enumerados solo ocultaban palabras, vamos a ver ahora cómo
los alquimistas velaban las ideas.

En primera fila se encuentran las fábulas extraídas de la mitología griega o latina, incluso de
la egipcia. Apenas si se las encuentra en los alquimistas posteriores al Renacimiento. No
solamente se usaron de los mitos para velar la Gran Obra, también admitiendo a la recíproca,
se esforzaron en probar que Homero, Virgilio, Hesiodo, Ovidio habían sido adeptos y que
habían enseñado la práctica de la Piedra en sus obras.

Esta opinión extravagante es hermana de aquélla que daba a Adán el conocimiento de la


Piedra. Pernety en sus Fábulas griegas y egipcias no duda en dar la explicación hermética de
la Iliada y la Odisea. Ninguna fábula se escapó a su furia de explicarlas. Su obra es muy
curiosa, pero su lectura prolongada es indigesta. Digamos en descarga de Pernety, que el
había sido precedido en esta vía por Libois : Encyclopédie des dieux et des héros sortis des
quatre éléments et de leur quintessence, suivant la science hermétique, 2 Vol.

Los Alquimistas han empleado siempre, en todos los tiempos, las alegorías. El griego Zosimo
hizo una bastante típica, reportada por Hœffer en su Historia de la química.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 39

He aquí una más moderna donde se encuentran indicados los colores de la Materia durante la
Gran Obra: negro, gris, blanco, amarillo, rojo.

«Entonces, como había ido a hacer un viaje, me encontré entre dos montañas, dónde
observé a un hombre de los campos, grave y modesto en su aspecto, vestido de un
abrigo gris, sobre su sombrero un cordón negro, en torno a él una bufanda blanca,
ceñida de una correa amarilla y calzado con botas rojas.» (Cassette Du Petit Paysan,
por PH... Vr)...

La alegoría sigue así por varias páginas. Se encontrarán varias alegorías curiosas, en
particular la alegoría de Merlin, reportadas por Hoeffer, o en La Alquimia y los alquimistas
de Figuier. Estos dos autores dan explicaciones muy divertidas, en particular, Hoeffer quién
ve en la alegoría de Merlin ¡la indicación del análisis químico por vía seca y por vía ¡húmeda!

No nos resta más que hablar de la criptografía, es decir, el arte de escribir secretamente
empleando signos desconocidos o desviados de su significado primitivo.

Los alquimistas empleaban alfabetos, compuestos a veces de signos herméticos a, b,


c, d, e, f, etc., a veces letras entre mezcladas de cifras, así Mercurio se escribía
729C592, bórax B491X. Trithemio en su Polygraphia cita algunos alfabetos herméticos
compuestos de signos particulares.

Otras veces los alquimistas escribían al revés: Zenerp al ereitam euq suov zevas, lo que es
decir: tomen la materia que ustedes saben. O añadían al cuerpo de palabras letras inútiles "el
azoth de los filósofos es su mercurio" pasaba a ser: M. l'azothi adoespuphiloqsophesa lesati
pleururi imeracuret. Otros por el contrario suprimían letras, Paracelso trunca así: "Aroma
philosophorum se hace: Aroph". D'Atremont en la Tombeau de la pauvreté va más lejos él
sustituye partes de frases enteras por palabras tomadas a placer, así:

"La quinta calidad es la pureza y transparencia de nuestra Sal para que penetre mejor, y
que adquiera así ongra neligilluk firseigli, como se dirá ciprés".

Afortunadamente al final del volumen se encuentra una clave o traducción de estos términos
barrocos; los arriba citados significan: "por la filtración después de la Resolución en vinagre
destilado. "

Raimundo Lulio era afecto a un género particular de criptografía, designa las principales
operaciones, los productos, los aparatos, por simples letras del alfabeto. Así en su:
Compiendium ammœ transmutationis se lee
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 40

«Vosotros, Oh mis hijos, si tu tomas F y tu te posas en C y que metes todo en H tu


tienes la primera figura FCH, etc. »

F significa los metales, C un agua ácida que disuelve los metales y H el fuego del primer
grado.

Cada alquimista podía emplear medios particulares de criptografía, este estudio enumerado es
inútil y nos llevaría demasiado lejos. Nos ha alcanzado con hablar de los más comunes.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 41
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 42

Explicación de la Plancha III.

Figura I (Extraída del Azoth de los filósofos de B. Valentin). Las primeras letras de cada
palabra reunidas forman Vitriol: Visitabis Interiora Terræ, Rectificando Invenies Occultum
Lapidem. Se ven además de los signos de los siete metales: el Águila, símbolo de lo volátil y el
León símbolo de lo fijo.
Figura II (Extraída del Mundus Subteraneus del Padre Kircher). Para las 2 primeras frases
concéntricas, el método de lectura es el mismo que en la figura anterior, se encuentra:
Sulphur Fixum. Para la tercera frase: Ergo Sic Tuos Lege Omnes Sophos. Es necesario partir
la frase en dos partes, la primera da Est, la segunda leído comenzando –por Sophos, da Sol.
Todo ello quiere decir: El Azufre fijo es el Sol. Es decir, el Azufre o principio fijo es sinónimo
de Sol u Oro (ver capítulo III).
Para estas dos figuras ver capítulo I.
N. B. - Todas las figuras se vinculan con la segunda parte de esta obra: los Símbolos. Se trata
pues de volver a los capítulos de esta segunda parte.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 43

Explicación de la Plancha IV

Figura I (Extraída del Líber singularis de Barchusen). El Alquimista reza en su Laboratorio,


suplica a Dios antes de empezar la Gran Obra, que se allanen las dificultades y que se le de
inteligencia para comprender las obras de los Filósofos (Ver capítulo I).
Figura II (Extraída de las Doce Claves de la Sabiduría de B.Valentin). El Dragón simboliza
la Materia primera. Dos pequeños círculos rodean una de sus alas, para indicar lo Volátil, otro
sus piernas para indicar lo Fijo. Las tres serpientes y el triángulo representan los tres
principios el todo contenido en el huevo de los Filósofos (ver capítulo II).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 44

CAPÍTULO II
SÍMBOLOS DE LA TEORIA ALQUÍMICA. - LA MATERIA. LOS TRES
PRINCIPIOS, LOS CUATRO ELEMENTOS, LOS SIETE METALES Y SUS
SÍMBOLOS.

Se llaman pentáculos las figuras simbólicas, compuestas de los elementos más variados y que
resumen en ellas toda una teoría. Un pentáculo hace comprender en un golpe de vista y graba
más fácilmente en la memoria lo que sería difícil retener de otra forma. Es una fórmula breve y
concisa que: puede desarrollarse a voluntad. Los pentáculos no son raros en los Tratados de
Alquimia. Las obras de Basilio Valentin: Las doce claves, y el Azoth de los filósofos,
principalmente, contienen un gran número, así mismo el Amphitreatrum sapientiæ æternæ de
Khunrath. El Elementa chimicæ, de Barchusen, va seguido de un tratado de la Piedra filosofal
donde la secuencia de las operaciones se expone en setenta y ocho pentáculos. Las cuatro
grandes figuras del Janitor Pansophus resumen toda la filosofía hermética. Tendremos la
ocasión de explicar varias de estas figuras y lo haremos brevemente, ya su desarrollo completo
nos llevaría, varias páginas.

Vamos a examinar en este capítulo los símbolos o pentáculos en los cuales los alquimistas
resumían sus teorías

Los griegos representaban la materia prima por una serpiente que se muerde la cola. Es la
serpiente Ouroboros de los gnósticos. En el centro del círculo así formado, escribían la fórmula
εν το παν: uno el todo. Esta figura se encuentra en la Crisopea de Cleopatra (Berthelot:
Orígenes de la Alquimia). En consecuencia la unidad de la materia se represento siempre así:
el dragón o una serpiente mordiéndose la cola. A veces bastaba para formular esta ley, un
simple círculo.

Los tres principios tenían signos especiales excepto el Mercurio cuya signo designaba también
el argento vivo (plata viva) común. El Azufre de los filósofos era figurado por un triángulo con
una cruz , la Sal por un círculo cruzado por una línea ; el Mercurio por un círculo sobre el
que estaba el creciente lunar y apoyado en una cruz .

Los tres principios son simbolizados en las figuras de Lambsprinck por tres personajes: el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Se los representaba también por tres serpientes, o por una
serpiente de tres cabezas para indicar que no tenían más que una única raíz: la Materia. Se los
comparaba de buen grado a la santa Trinidad, tres personas en un único Dios, tres principios
en una sola materia. Ya hemos visto que los principios eran la mayoría del tiempo reducidos a
dos: Azufre y Mercurio, se los representaba entonces por dos serpientes que formaban un
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 45

círculo, una alada para indicar el Mercurio, femenino y volátil, otra sin alas para el Azufre,
masculino y fijo.

Los cuatro elementos tenían por signo, el Aire un triángulo con punta hacia arriba, cruzado
por una línea paralela a su base [ Aire], el Agua tomada en el sentido de elemento: un
triángulo con punta hacia abajo [ Agua], el Fuego: un triángulo con punta hacia arriba [
Fuego], la Tierra: un triángulo con punta hacia abajo cruzado por una línea paralela a la base
[ Tierra]. El pentáculo que resume los signos de los cuatro elementos es la estrella de seis
puntas [ hexagrama de Salomón].

Se encuentran estos signos, que corresponden a los cuatro elementos, en una figura del
Vialorium spagyricum. Los elementos están simbolizados así: el Aire por un pájaro; el Agua
por un navío, un pez o una vasta extensión de agua; el Fuego por una salamandra, un dragón
que vomita llamas, una antorcha encendida, la Tierra por una montaña, un león rey de los
animales terrestres, o un hombre. Por ello se los encuentra representados en el Gloria mundi
impreso en el Museun hermeticum. El árbol que ocupa el centro de la figura representa el oro,
la plata y los otros cinco metales. En cuanto a las siete figuras más pequeñas encerradas en
círculos, ellas simbolizan distintas operaciones de la Gran Obra (ver los capítulos VI y VII).
Finalmente el cuadrado era el pentáculo que sintetizaba los cuatro elementos.

Ya hablamos de los signos de los siete metales, digamos solamente con respecto al signo de
mercurio que en la representación del caduceo, en un dios egipcio con cabeza de ibis sobre el
que está el disco solar y los cuernos, símbolos de fertilidad. Los Alquimistas representan a
menudo los metales bajo el aspecto de los dioses del Olimpo, Saturno armado de su guadaña
es el plomo, Marte, con el casco en cabeza y la lanza al puño es el hierro; Mercurio, con su
caduceo, sus alas en los tobillos y en la cabeza, es la plata viva, etc. Es lo que representa la
figura extraída del Viatorium spagyricum. Un grabado sobre madera de la Margarita Pretiosa
nos muestran a los metales en forma de seis jóvenes de rodillas a los pies de Rey sobre su
trono, quién es el séptimo metal, el más perfecto, el Oro. El texto nos muestra que piden al
Rey un reino para cada uno de ellos. Tras distintos episodios, que simbolizan la Gran Obra,
el Rey les concede lo que piden y en una última figura se los representa coronados, reyes a su
vez, es decir, cambiados en Oro; pero esto más bien se refiere al simbolismo de la Gran Obra
que nosotros trataremos completamente en los capítulos siguientes.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 46

Los siete metales. Los cuatro elementos, las operaciones y los colores de la Obra

Explicación de la Plancha V.

Esta figura es parte del Gloria mundi en el Museum herméticum. En primer lugar el Iniciador
y el Iniciado, el anciano y el joven hombre. Luego la Materia universal simbolizada por el árbol
metálico que lleva los siete metales, el oro y la plata con sus símbolos comunes, los otros
metales simplemente representados por estrellas. Se ven también los Elementos, la Tierra
simbolizada por el Hombre y el León, el Fuego simbolizados por el Dragón, el Agua por el
mar, el delfín y la Mujer, el Aire por el pájaro colocado cerca de la Mujer. Las Siete pequeñas
figuras accesorias tienen relación con las operaciones y los colores. El cuervo y el cráneo;
Negro, mortificación. Los dos cuervos: destilación. Los tres cuervos: sublimación. Los dos
pájaros y la corona: el color blanco, final del pequeño magisterio. Los dos pájaros y el árbol,
régimen de Marte, los colores de arco iris. El unicornio y el rosal, el color rojo. Finalmente el
niño que nace indica el final de la Obra, es el símbolo de la Piedra perfecta (ver capítulos II,
VI y VII.)
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 47

CAPÍTULO III
TEORÍA GENERAL DE LA GRAN OBRA. - LA MATERIA DE LA GRAN OBRA.
— AZUFRE Y MERCURIO. - SUS SÍMBOLOS. - LOS DRAGONES DE FLAMEL.
- LISTA DE SINÓNIMOS HERMÉTICOS DEL AZUFRE Y EL MERCURIO.

La Gran Obra o preparación de la Piedra filosofal, era como ya lo dijimos, el objetivo principal
de los alquimistas, sus Tratados solo se referían generalmente a este solo tema, por eso en los
capítulos que van a seguir, hablaremos exclusivamente de la Gran Obra.

Pero antes de dar la clave de los símbolos herméticos vamos a exponer un poco del camino que
seguían los Alquimistas para la preparación de la Piedra filosofal, a continuación
reanudaremos cada parte separadamente.

La materia de la Gran Obra era, el Oro y la Plata, unidos al Mercurio y preparados de una
manera especial. El Oro se consideraba rico en Azufre, la Plata como conteniendo un
Mercurio muy puro, en cuanto al mercurio representaba la Sal, término medio de unión.

Estos tres cuerpos eran preparados según ciertos métodos, y se los colocaba en un Matras de
vidrio, el huevo filosófico, cerrado con cuidado. Todo ello se calentaba en un horno llamado
Athanor. Inmediatamente encendido el fuego, la Gran Obra propiamente comenzaba;
distintos fenómenos se producían: cristalizaciones, liberación de vapores que a continuación se
condensaban, etc., eso constituían las operaciones. En curso de dichas operaciones, la Materia
tomaba distintas coloraciones, que se denominaban los Colores de la Obra. Finalmente el
color rojo anunciaba el final de la Obra. Se tomaba la materia, y se le comunicaba una mayor
potencia de transmutación con la ayuda de una operación llamada fermentación y así se
obtenía finalmente la Piedra filosofal.

Vamos a examinar la composición teórica de la Materia de la Gran Obra. Según la teoría


alquímica, era racional que la Materia de la piedra de los filósofos estuviere compuesta por
Azufre, Mercurio y Sal. Estos tres principios tomados en estado de pureza absoluta, unidos y
cocidos según las reglas del Arte debían componer un nuevo cuerpo, que sin ser un metal por si
mismo podía comunicar la perfección metálica al mercurio, al plomo, al estaño.

Los Alquimistas al hablar de la Materia de la Piedra la veían a veces como una, refiriéndose a
su composición invariable, en tanto como triple, refiriéndose a los principios que la formaban,
a veces la llamaban cuádruple, sustituyendo a los principios por los elementos.

«Es así como nuestro Magisterio sale de uno, se hace con uno, y se compone de cuatro
y tres son en uno. » (Arnaldo de Vilanova: El Camino del camino.).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 48

Es la Materia de la piedra considerada en su conjunto, es también la única Materia universal.


Cuatro: los cuatro elementos; tres: Azufre, Mercurio y Sal. Los cuatro elementos son
reducibles a tres principios, lo que resulta de otro pasaje de Arnaldo de Vilanova:

«existe una piedra compuesta de cuatro naturalezas: el fuego, el aire, el agua y la tierra.
El Mercurio es el elemento húmedo de la piedra, el otro elemento es la Magnesia, que
no se encuentra vulgarmente. » (Carta al rey de Nápoles).

El Mercurio frío y húmedo representa el agua y el aire, la Magnesia o Azufre, representa el


fuego y la tierra, lo cálido y lo seco. Esto explica lo que decían enigmáticamente los Filósofos
quienes la Materia de la piedra tiene tres ángulos esencialmente en su sustancia (los tres
principios), cuatro ángulos en su virtud (los elementos), dos ángulos en su materia (fija y
volátil) un ángulo en su raíz (la materia universal). Cabalísticamente el número de la materia
es 10, ya que en traduciendo a cifras este apartado se encuentra 1 +2 + 3 +4=10.

Decían aún que la Materia es vegetal, animal y mineral. Vegetal porque tiene un espíritu,
mineral porque tiene, un cuerpo y animal porque tiene un alma; nosotros encontremos aún aquí
la trilogía: Azufre, Mercurio, Sal:

«Esta Sal, este Azufre, este Mercurio, que son el cuerpo, el espíritu y el alma, salen
ambos del caos donde estaban en confusión o más bien del mar de los filósofos.»
(Salterio de Hermofilo).

Este mar de los filósofos, este caos, designan la unidad de la Materia. Este vaivén simbólico
arruinó a muchos sopladores, en vez de trabajar sobre los metales, tomando las palabras de los
filósofos a la letra, pasaban su vida en destilar plantas, orinas, excrementos, cabello, leche,
esperando encontrar finalmente la Materia de la piedra de los sabios.

Un triángulo o un cuadrado simbolizaban la Materia de la piedra, según que se lo viera como


formada por los principios o por elementos. A veces este triángulo está encerrado en un
cuadrado, tal es el símbolo que se encuentra en la tapa de este volumen, fue extraído del
Tratado titulado: La Gran Obra revelada en favor de los infantes de la luz. La materia
presentaba pues la misma composición que los metales:

«Examina con cuidado por que se forma el metal. Te digo en verdad que en eso consiste
toda la obra de los sabios » (Texte d` Alchymie)

Pero así como lo hemos visto un gran número de filósofos silenciaron la Sal como tercer
principio de los metales y apenas se ocuparon del Azufre y del Mercurio, le dieron a la mezcla
de Azufre y Mercurio, preparados para la obra, el nombre de Rebis.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 49

Philippe Rouillac da a esta palabra la siguiente etimología:

«Por esta razón los Filósofos llamaron la materia de su santa piedra: Rebis, que es una
palabra latina formada por Res y de Bis, que es lo mismo que decir una cosa doble,
queriéndonos inducir a buscar dos cosas, que no son dos, sino una única cosa, que
llamaron Azufre y Mercurio. » (PH. Rouillac: Resumen de la Gran Obra).

El Azufre y el Mercurio, principios masculino y femenino, se simbolizaban por un hombre y


una mujer, generalmente un rey y una reina. Por ello están representados en el Gran Rosario
impreso en el volumen II, página 243 del Artis Aureferæ. Es con el símbolo del rey y de la reina
que está representada la primer plancha de las Doce claves de Basilio Valentin, página 393 del
Museum hermeticum.

La unión del rey y la reina constituía el matrimonio filosófico.

«Se los advierto, mis hijos, que nuestra obra es un matrimonio filosófico que debe estar
compuesto de macho y hembra » (PH. Rouillac: Resumen de la Gran Obra).

Es en realidad después de este matrimonio: o unión, que la materia tomaba el nombre de


Rebis; se simbolizaba al Rebis por un cuerpo humano con dos cabezas, una de hombre, una de
mujer. Este hermafrodita químico es común en los Tratados herméticos. Se lo encuentra, en
particular, en el encabezado de: De Alchimia opuscula complura, luego en el Viatorium
spagyricum. en la traducción alemana del Crede Mihi de Northon, etc.

En los Tratados herméticos manuscritos el rey está vestido de rojo, y la reina de blanco, ya que
el Azufre es rojo y el Mercurio blanco.

«Es nuestro Mercurio doble, esta materia por blanca fuera, rojo en su interior. » (Texte
d'Alchymie).

Se figuraba también el Azufre y el Mercurio por los signos del oro y la plata, esto indicaba que
el Azufre debe extraerse del oro y el Mercurio de la plata. Se encuentran los signos del oro y
de la plata que corresponden a los del Azufre y el Mercurio en uno de los pentáculos del Líber
singularis de Alchimia, de Barchusen. Este punto se desarrollará en el capítulo siguiente.

El Azufre es fijo en su esencia y el Mercurio, volátil, los alquimistas representaban el Azufre


por el león, rey de los animales terrestres y el Mercurio por el águila, el rey de las aves:

«El Mercurio, de los filósofos es la parte volátil de la materia: el león es la parte fija, el
águila la parte volátil. Los filósofos sólo hablan de los combates de estos dos
animales.» (Pernety: Fábulas egipcias.)
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 50

Por lo tanto un águila devorando a un león significará la volatilización de lo fijo;


contrariamente un león atrapando un águila significará la fijación del Mercurio por el Azufre,
decimos al pasar que la palabra águila tiene en Filaleteo un diferente significado de los que
nosotros acabemos de dar, es para él el símbolo de la sublimación como operación, así siete
águilas, significan, Siete sublimaciones (ver en: Entrada abierta al palacio Cerrado del rey.)

Se empleaba con el mismo sentido el símbolo de dos serpientes una de las cuales es alada y la
otra sin alas, la serpiente alada es el principio volátil, el Mercurio; el principio fijo el Azufre,
está representado por la serpiente sin alas.

«El Secreto animal está representado por un círculo hecho de dos serpientes, una alada,
otra sin alas, que significan los dos espíritus, fijo y volátil, unidos en conjunto.»
(Lebreton; Clefs de la philosophie spagyrique).

Las dos serpientes estén a veces unidas, como en el caduceo de Mercurio, a veces separados.

En las figuras de Abraham el Judío se encuentra representada una serpiente clavada sobre una
cruz, lo que alquímicamente significa que lo volátil debe ser fijado.

Los dragones tienen absolutamente el mismo significado que las serpientes. El dragón sin alas
que se encuentra en las figuras de Abraham al Judío y de Nicolas Flamel, es el Azufre
masculino y fijo, el dragón alado, es el Mercurio, volátil y femenino.

«Consideren a estos dos dragones, ya que esos son los verdaderos principios de la
filosofía de los sabios... Aquél que está abajo sin alas, es el fijo o masculino, aquél que
está arriba, es el volátil o la hembra negra y oscura, quién va a tomar la soberanía
durante varios meses. El primero es llamado Azufre o calidez y sequedad, y la segunda
Plata viva, o frialdad y humedad. Son el Sol y la Luna, de fuente mercurial y origen
sulfuroso. » (El libro de Nicolas Flamel)

Los dragones de Flamel eran famosos entre los alquimistas y a menudo citados:

«Flamel quiere que sean dos dragones, uno tiene alas y el otro no. Él mismo los explica,
uno es masculino, el otro femenino, uno es fijo, el otro, volátil, uno es el Azufre, y el
otro el Mercurio, que no son el Azufre y el Mercurio del vulgo, pero si los de los
filósofos. » (Red de Ariadna.)

Un único dragón puede representar los tres principios pero entonces tiene tres cabezas:
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 51

«El vellocino de oro está custodiado por un dragón con tres cabezas, una es el agua, la
segunda es la tierra, la tercera es el aire. Estas tres cabezas deben reunirse en una sola
que será lo bastante fuerte y bastante potente para devorar a todos los demás
dragones.» (D'Espagnet: Arcanes de la philosophie d'Hermès).

El agua es el Mercurio, la tierra es el Azufre, y el aire es la Sal.

Tres serpientes en un cáliz, indican los tres cuerpos que componen la materia de la piedra,
colocados en el huevo filosófico, este símbolo acompaña generalmente al Hermafrodita
químico.

¿Por qué los alquimistas representaban el Azufre y el Mercurio por dragones? Flamel va a
respondernos:

«La causa que yo he dibujado estos dos espermas con forma de dragones, este porque
su hediondez es muy grande como la de dragones » (El libro de Flamel).

Hablamos de los principales símbolos del Azufre y del Mercurio, existen una infinidad de
otros que se comprenderán fácilmente si se sigue esta regla: El Azufre que es fijo y masculino,
el Mercurio volátil y femenino, se los representará naturalmente por cosas contrarias (fijas y
volátiles), o por animales de diferente sexo (masculino y femenino). En las figuras de
Lambsprinck, se los encuentra en forma de dos peces, luego por un león y una leona y por un
ciervo con un unicornio, finalmente por dos águilas. El símbolo más empleado es el de dos
perros, el Azufre se llamaba perro del Coraseno y el Mercurio, perra de Armenia:

«Mis hijos, tomen el perro de la montaña del Coraseno y la perra de Armenia,


pónganlos en conjunto y generarán. » (Calid: Secretos de Alquimia).

El Azufre y el Mercurio tienen un gran número de sinónimos, de los que es indispensable


conocer los principales.

Sinónimos de Azufre: goma, aceite, sol, fijeza, piedra roja, cuajada, azafrán, amapola, latón
rojo, sequedad, tintura, fuego, espíritu, agente, sangre, hombre rojo, tierra viva, Gabricius, rey,
esposo, dragón sin alas, serpiente masculina, león, perro de Coraseno, bronce, oro filosófico,
etc.

Sinónimos de Mercurio: principio femenino, blanco, Beya, luna, plata, oro blanco, oro crudo,
azoth, agua, leche, cobertura blanca, cesta blanca, orina blanca, frío, humedad, cuerpo, matriz,
mujer blanca, ropa cambiante, volátil, paciente, leche virginal, plomo blanco, vidrio, flor
blanca, flor de sal, corteza, vela, veneno, alumbre, vitriolo, aire, viento, arco iris, nube, etc.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 52

Explicación de la Plancha VI

Figura I (Extraída del Viatoriun spagyricum de Jamshaler). Símbolos de los cuatro elementos,
ver Plancha II que les dará el significado de los triángulos, signos de los elementos (ver
capítulo II).
Figura II (Extraída del Azoth de los filósofos, impresa en el volumen II de la Biblioteca
chimica Manget). Los signos de los siete metales. Al medio el Rebis, el hermafrodita químico,
hombre y mujer, fijo y volátil, Azufre y Mercurio, El globo alado, símbolo de la Materia,
puesta en movimiento por la Fuerza, el Archeus. El Dragón, símbolo de la unidad de la
Materia. El Triángulo: los tres principios. El Cuadrado y la Cruz, los cuatro elementos (ver
capítulos II, III e IV).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 53

Explicación de la Plancha VII

Figura I (Extraída del Viatorium spagyricum). Los siete metales simbolizados por las
divinidades del Olimpo, Apolo, Diana, Júpiter, Saturno, Mercurio, Marte, Venus (ver
capítulo II).
Figura II (Extraída de la Margarta pretiosa). El Rey representa el Oro, los niños arrodillados
a sus pies representan los seis metales restantes. Ellos imploran al Oro que les comunique su
perfección (ver capítulo II)
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 54

Explicación de la Plancha VIII

Figura I-(Extraída de una edición alemana del Crede Mihi de Northon.) El Rebis, el
hermafrodita químico, Azufre y Mercurio, está dormido en un jardín rodeado de paredes que
simbolizan el vaso triple: Athanor, baño de arena, huevo filosófico. Mercurio con el mismo
significado, está colocado cerca del Rebis indica que el hermafrodita es el Mercurio de los
filósofos tomado en el sentido de la Materia de la Gran Obra (ver capítulos III y IV).
Figura II - (Extraída del Viatorium spagyricum). Encontramos al Rebis. El cuervo símbolo del
negro, quiere decir que el matrimonio filosófico, la unión del Azufre y el Mercurio, del varón y
de la hembra tiene lugar durante el color negro. Las tres serpientes, símbolos de los tres
principios. La luna creciente y el árbol lunar significan que se trata aquí de la Piedra al blanco,
del pequeño magisterio (ver capítulos II, III y IV).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 55

CAPÍTULO IV
PRÁCTICA DE LA MATERIA O GRAN OBRA.- LAS DOS VÍAS.- El ORO Y LA
PLATA.- SU PURIFICACIÓN. - LA FUENTE DE LOS FILÓSOFOS.- EL BAÑO
DE REY Y LA REINA. - DISOLUCIÓN DEL ORO Y LA PLATA. - EL PEQUEÑO
MAGISTERIO Y LA GRAN OBRA.

En el capítulo que precede vimos que los alquimistas tomaban el Azufre, el Mercurio y la Sal
extraídos de los metales como materia de la piedra. Pero para esto podían emplear varios
métodos que todos conducían al mismo objetivo, por ello algunos alquimistas pretendían
extraer la materia, del estaño, del plomo, del vitriolo. Nosotros volveremos de nuevo sobre
este punto.

En cuanto a la marcha general de la Gran Obra, los maestros más ilustres del hermetismo
reconocían una sola:

«Hay solo una piedra, una sola manera de operar, un único fuego, una única manera de
cocer, para llegar al blanco y al rojo, y todo se perfecciona en una sola vasija. »
(Avicena: Declaratio lapidis physici).

Sin embargo a partir del siglo XVII los alquimistas distinguieron dos vías, la húmeda y la
seca.

«Ellos llaman vía húmeda, a la operación siguiente, el Azufre y el Mercurio de los


filósofos se cocinan a un fuego moderado en una vasija cerrada hasta que la materia se
vuelva negra, se aumenta el fuego y pasa a ser blanca, finalmente por un fuego más
violento se tiñe en rojo.....; la vía seca consiste en tomar la Sal celeste, que es el
Mercurio de los filósofos, y mezclarla con un cuerpo metálico terrestre ponerla en un
crisol, a fuego desnudo, y en cuatro días, la obra quedará perfecta. Es así que operaba el
artista al cual Helvétius menciona en su: Veau d'or. » (Barchusen: Liber singularis de
Alchimia).

Pero esta vía seca tuvo poco aprecio y no conocemos ningún tratado especial sobre este tema;
por eso nosotros sólo nos ocuparemos de la vía húmeda universalmente reconocida por los
adeptos de todos los países y de todos los siglos.

El Azufre, el Mercurio y la Sal constituyen la materia de la piedra, pero todos los cuerpos
contienen estos tres principios. ¿De donde extraerlos más especialmente? Es aquí donde
erraban los Sopladores, tomando a la letra las palabras de los filósofos, no sabían distinguir el
sujeto de su símbolo. El Azufre es llamado flor roja, la materia de la piedra se dice que es
vegetal, árbol metálico, los Sopladores se apresuraban a machacar hierbas; recoger jugos, de
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 56

destilar flores; por otra parte se llamaba la materia de la piedra, sangre, menstruo, caballo,
perro, águila, etc.; se dice también que la materia es una cosa vil, que se la encuentra por todas
partes; ¡cuantas causas de error! Generalmente los infelices sopladores se asombraban de no
llegar al éxito e inculpaban todo, excepto su ignorancia y su inepcia; hacían así desfilar en sus
alambiques los productos más múltiples y más raros.

«Hice amasar morve, saliva, orina, heces de una libra cada una, las que hice mezclar
juntas, y poner en un alambique para extraer su esencia, con todo lo que se extrae, hice
una sal, con la que ensayé la transmutación de los metales, pero fue en vano, no tuve
éxito. » (de la Martinière: La química desconocida, o la impostura de la Piedra
filosofal.)

Los filósofos herméticos son unánimes a decir que la materia debe buscarse en los metales; ya
que el objetivo de la Gran Obra es hacer oro, el oro es un metal, se debe pues dirigirse a los
metales:

«Naturaleza se recrea en la Naturaleza, la Naturaleza contiene a la naturaleza, y la


Naturaleza sabe superar a la Naturaleza. » (Texte d' Alchymie).

Este famoso axioma, fue el que puso a Bernardo el Trevisano en la vía, se encuentra en la
Físicas y místicas de Demócrito el mistagogo, alquimista griego:

«La naturaleza triunfa de la naturaleza. »

Los adeptos no dejaban de repetir esta fórmula bajo todas sus formas, así Arnaldo de
Vilanova en su: Flos florum, dice la misma cosa.

«El hombre sólo engendra hombres, el caballo sólo produce caballos, así mismo
también los metales no pueden ser producidos sino por su propia semilla. »

He aquí una otra cita concebida en el mismo espíritu.

«Ahora tu, mi hijo, ve a buscar al Agricultor y pregúntale a él cuál es la semilla y cuál


es la cosecha. Él te enseñará que aquél que siembra trigo, cosecha trigo, que el que
siembra cebada cosecha cebada. Estas cosas mi hijo te conducirán a la idea de la
creación, y de la generación. Recuerda que el hombre genera al hombre, que el león
genera al león y el perro al perro. Es así que el oro produce oro, he aquí todo el
misterio.» (Epístola de Isis sobre el Arte sagrado; ms. griego; citado por Hœffer).

Pues la materia debe extraerse de los metales, ¿pero de qué metales? De los metales
perfectos, es decir, el Oro y la Plata, Sol y Luna.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 57

«El sol es el padre, la luna es la madre. » (Tabla Esmeralda de Hermes).

«La materia de donde se extrae la medicina soberana de los filósofos es un oro muy
puro y plata muy fina y nuestra plata-viva. » (Bernardo el Trevisano: La palabra
olvidada).

«El Oro, la Plata, y el Mercurio, constituyen la materia de la piedra, después de que


son preparados según el Arte. » (Libavius: paraphrasis Arnaldi).

Los pasajes que indican al oro, la plata y el mercurio como materia, son innumerables: los
anteriores son suficientemente explícitos, sobre todo el de Libavius. He aquí un último muy
interesante.

«Por ello te digo, si trabajas con el Mercurio y su similares, tu no habrás de encontrar


nada extraño; debes saber que el oro y la plata no son extraños al mercurio. » (Santo
Tomas de Aquino: Secretos de Alquimia).

Lo que equivale a decir: trabaja con mercurio, oro, y plata.

Pero estos tres metales sólo constituían la materia alejada de la piedra, la materia próxima
son el Azufre, el Mercurio y la Sal que son extraídos. Del oro se extrae el Azufre, de la plata
el Mercurio, y del mercurio vulgar la Sal. Según los teóricos de la Alquimia (Roger Bacon en
particular en su Espejo de Alquimia), el oro contiene un azufre – principio muy puro, fijo, rojo,
no combustible, y plata contiene un Mercurio-principio puro, volátil más o menos brillante,
blanco. En cuanto a la Sal era proporcionada por el mercurio. La materia de la piedra consistía
pues en cuerpos extraídos del oro y plata.

«hay otros filósofos quienes afirman que se extrae la piedra del Mercurio no del vulgar,
pero del que se puede extraer con la ayuda del Arte, metales perfectos como el Sol y la
Luna. » (Alberto el Grande: Concordancia de los filósofos sobre la Gran Obra).

¿Hay aquí una ligera contradicción con lo que dijimos más arriba?, no es el caso, los filósofos
designaban a menudo bajo el nombre de Mercurio de los filósofos, la materia de la piedra en
cuestión en su conjunto; así esta palabra el Mercurio tiene cuatro acepciones diferentes, puede
designar:

¾ 1° el metal,
¾ 2° el principio,
¾ 3° la plata preparada para la obra,
¾ 4° la materia de la piedra.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 58

Es en este último sentido que es necesario entenderlo en este pasaje;

«Es el Mercurio de los Mercurios


Y mucha gente pone en su cura
De encontrarlo para su asunto
ya que no es Mercurio vulgar. »
(Jehan de la Fontaine: La fuente de los enamorados de la ciencia).

Es por el contrario en el sentido de la plata preparada para la obra, del Mercurio-principio


extraído de la plata del que se habla en esta cita:

«Cuida fijar la Plata-viva


que es volátil y vulgar
¿Y no de la que es metal?
¡Pobre hombre tú te abusas!
Por este camino no harás nada
si tu no marchas por otra senda. »
(JEAN DE MEUNG: La complainte de la Nature à l'alchimiste errant).

Ya dijimos que la Sal como tercer principio es mencionada apenas por los antiguos
alquimistas, por eso a menudo sólo habla del Azufre y el Mercurio, oro y plata, sol y luna.
Para desconcertar al vulgar ellos se complacían de entreverar estos términos unos con otros,

«El Sol es el padre de todos los metales, la Luna es su madre, aunque el Luna recibe su
luz del sol. De estos dos planetas depende todo el magisterio.» (R. Lulio: la
Clavícula).

En la primera frase. Sol y Luna son sinónimos de Azufre y Mercurio, principios universales,
en el segundo, significan Azufre y Mercurio, materia de la obra.

Estos cuatro términos podían pues tomarse de dos en dos como sinónimos absolutos.
Una figura de Barchusen representa el signo del Azufre que corresponde al del Sol, el oro, y el
del Mercurio al de la Luna, la plata. Los símbolos del Azufre y el Mercurio principios son
pues aplicables a los del Azufre y el Mercurio, materia de la piedra, al Oro y la Plata (para
estos símbolos, ver capítulos II y III de esta segunda parte).

El Oro y la Plata preparados para la obra se llamaban oro y plata de los filósofos. Eran en
primer lugar purificados, esta es la razón por la que Rhases dice:

«el principio de la obra es sublimar.» (Libro de las luces).


Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 59

Sublimar, es decir, purificar. Por ello Grever dice:

«El oro del vulgo es impuro, manchado por la presencia de metales extraños, agrio,
enfermo, y por eso incluso estéril, así mismo la plata vulgar. Al contrario, el Sol y la
Luna de los filósofos son los más puros, no son contaminados por ninguna mezcla
extraña, sanos, valientes, más abundantes en semilla generadora. » ( Grever: Secretum
nobilissimum).

Purificando estos metales se aumentaba su perfección, y se les daba así la facultad de crecer
en perfección durante la Gran Obra.

«El Oro vulgar no es más que simplemente perfecto por naturaleza, es decir, que sólo
tiene la perfección necesario para ser él perfecto, sin que pueda hacer participar a los
metales imperfectos, y por consiguiente si se quiere que el oro vulgar introduzca la
forma de Oro vulgar en el interior los metales imperfectos para perfeccionarlos, es
necesario que el oro vulgar se vuelva más que perfecto » (Colleson: Idea perfecta de la
filosofía hermética).

Es este exceso de perfección que el oro y la plata transmitían a los metales viles durante el
fenómeno de la transmutación.

Se purificaba el Oro por cementación o por el antimonio y la Plata por copelación, es -- decir
por el plomo:

«Se pregunta si los cuerpos perfectos o iluminados deben prepararse antes de servir en
la obra. Respuesta: el oro debe ser purificado por cementación y la plata por copelación.
A continuación es necesario reducirlos en limaduras o en hojas similares a las que se
sirven los pintores » (Arnaldo de Vilanova: Quæstiones lam essentiales quam
accidentales ad Bonifacium octavum).

Esto está de acuerdo para el Oro y la Plata monetarios o del comercio, que siempre están
combinados con metales extraños; se podría emplear Oro nativo directamente, porque es
suficientemente puro por sí mismo:

«Se encuentra en las entrañas de la tierra el Oro perfecto, y él se encuentra a veces en


pequeños pedazos y granos como arena. Si lo puedes recuperar, tal como y es bastante
puro y se encuentra sin mezcla; si no lo necesitarás purgar y purificar por el Antimonio.
» (Filaleteo: Entrada abierta al palacio cerrado de rey).

Como hemos dicho, hay dos maneras de purificar el oro:


Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 60

«Pasa el oro por cemento real o por Antimonio » (PH. Rouillac Resumen de la Gran
Obra)

El cemento o cemento real se componía, según Macquer (Diccionario de química.) de catorce


partes de ladrillos machacados, una parte de vitriolo verde calcinado o rojo (era por lo tanto
sesquióxido de hierro o colcótar), y una parte de sal común. Se formaba una pasta con todo con
agua u orina, y se lo ponía en un crisol con el oro, superponiendo capas de oro y cemento
alternativamente. Para la purificación por el antimonio se limitaba a fundir el oro con el
antimonio. La copelación de la plata se hacía por los mismos métodos que los nuestros.

Para designar estas operaciones los alquimistas empleaban a una multitud de símbolos. El oro
y la plata son representados generalmente por un rey vestido de rojo y una reina de blanco.

«El hombre es rojo, la mujer es blanca. » (Isaac el holandés: Opera mineralia)

El oro y la plata son así representados en el gran Rosario. Sus ropas designan las materias
extrañas, las impurezas que los manchan. La figura siguiente del Rosario los representa
desnudos, es decir, purificados, quitados de sus impurezas, de sus ropas. Los alquimistas
decían aún que el rey y la reina se habían purificado, en un baño:

«Pero antes de coronar la castidad de su amor y de admitirlos al lecho conyugal, es


necesario purgarlos cuidadosamente de todo pecado tanto original como
actual....Preparen su pues un baño suave, en el cuál los lavarán a cada uno en
particular, ya que la hembra menos fuerte y menos vigorosa no podría soportar la
acrimonia de un baño tan violento como el del varón. Se destruiría infaliblemente. Es
con el Stibium que prepararán el baño del varón....En cuanto al baño de la hembra
Saturno te enseñará cuál debe ser. » (Huginus de Barma: El reino de Saturno cambiado
en siglo de oro).

Encontramos aquí designada alegóricamente la purificación del oro por el antimonio (stibium,
en latín) y de la plata llamado plomo (Saturno). La purificación era simbolizada por una fuente
donde el rey y la reina, el Sol y la Luna venían a bañarse, se encuentra este símbolo en las
figuras de Abraham el Judío y en el Rosario.

El antimonio es simbolizado por un lobo y el plomo por Saturno armado su de hoz. Así en la
primera de las figuras de Basilio Valentin (Las 12 claves de la sabiduría) que se refiere a la
purificación, el antimonio simbolizado por un lobo es colocado del lado del rey, símbolo del
Sol, u oro, la operación se hace en un crisol: el plomo simbolizado por Saturno se coloca del
lado de la reina, luna o plata, de este mismo lado se coloca una copela. En cuanto a las tres
flores que tiene la reina, indican que la purificación debe repetirse tres veces.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 61

La primera figura de Abraham el Judío que representa Mercurio perseguido por Saturno es
característica de la purificación de la plata por el plomo. En efecto, la plata vulgar copela
pierde su peso, a causa de los metales extraños que contenía, los óxidos se absorben por las
paredes de la copela. Los alquimistas que ven que en esta operación la plata había perdido su
peso primitivo, admitían que sus partes volátiles se habían evaporado. Saturno o el plomo
persigue a Mercurio o la plata y le corta las piernas, es decir, lo vuelve inmóvil, el fijo, en una
palabra lo vuelve inalterable. Es la verdadera fijación del Mercurio sobre la cual tanto
sopladores se han equivocado.

El oro y la plata purificados constituían la materia alejada de la Piedra. El Azufre se extrae del
oro, el Mercurio se extrae de la plata, eran la materia próxima. Todos los filósofos están de
acuerdo sobre este último punto

«el oro es el más perfecto de todos los metales, es el padre de nuestra Piedra, y sin
embargo no es la materia: la materia de la piedra, es la semilla contenida en el Oro. »
(Filaleteo: Fuente de la filosofía química).

Así mismo:

«Por eso yo a ustedes les aconsejo, oh mis amigos, no operar sobre el sol y sobre la luna
más que después de los traerlos a su materia que es el Azufre y el Mercurio de los
filósofos » (R. Lulio: La Clavícula).

Huginus de Barma dice positivamente "el Azufre del Oro es el verdadero Azufre de los
filósofos."

Los Alquimistas empleaban el siguiente proceso para extraer el Azufre o el Mercurio el Oro o
la Plata: disolvían en primer lugar estos dos metales, según su viejo axioma: Corpora non
agunt nisi soluta. Luego congelaban estas soluciones, es decir, las hacían cristalizar; dividían
a continuación por el calor las sales así obtenidas, redisolvían el residuo oro y plata
polvoriento, y después de distintos tratamientos que variaban un poco de un filósofo a otro,
tenían finalmente el Azufre y el Mercurio para la piedra.

En cuanto a la Sal, era una sal generalmente de mercurio volátil, como el bicloruro de mercurio
o, sublimado corrosivo, que los Alquimistas llamaban mercurio sublimado. Antes de
transformase en sal, el mercurio debía ser purificado por destilación.

Hemos visto que los filósofos callaban sobre el uso de ácidos para disolver el oro y la plata.

«En nuestra piedra se oculta todo el secreto del magisterio que es el sol, la luna y el
agua-de-vida » (R. Lulio: Explicación del testamento).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 62

Agua-de-vida designa a los licores ácidos.

«Es necesario en primer lugar que el cuerpo esté disuelto y que los poros estén abiertos,
para que la naturaleza pueda operar. » (el Cosmopolita).

Es sobre todo esta parte de la Gran Obra que los Alquimistas mantuvieron secreta, era a su
modo de ver la operación más difícil de encontrar.

«El más duro trabajo, el dolor más grande


es preparar perfectamente la materia. » (AUGUREL: la Chrysopée).

La mayoría de los adeptos han pasado con silenció céltico por parte de la obra, y comienzan la
descripción de la Gran Obra suponiendo que la preparación de la materia es conocida. Es lo
que nos afirma Colleson:

«Sólo hablan muy poco y aún muy oscuramente de la primera operación del Magisterio
hermético sin la cual no obstante no se puede hacer nada en esta ciencia
transmutatoria. » (Idea perfecta de la filosofía hermética)

Sin embargo nosotros hemos conseguido encontrar algunos pasajes para aclarar esta cuestión,
así el oro se disolvía en el agua regia y la plata en aguafuerte o ácido nítrico, y a veces en el
aceite de vitriolo (ácido sulfúrico). Artephius se extiende más que cualquier otro sobre el Agua
o ácido empleado para disolver el oro, lo llama: primer mercurio, vinagre de las montañas.

«Esta agua, dice, disuelve parcialmente todo lo que puede fundirse y ser licuado. Es un
agua pesada, viscosa, pegajosa.... Ella resume todos los cuerpos en su materia prima, es
decir, en Azufre y en Plata viva. Si se pone en esta agua, el metal que sea, en limaduras
o en láminas delicadas, y tu lo expones algún tiempo a un calor suave, el Metal se
disolverá todo y será enteramente cambiado en un agua viscosa.... Aumenta en peso y
en color el cuerpo » (Artephius: Tratado secreto de la piedra de los filósofos).

El último apartado es muy justo, el cloruro de oro obtenido por la acción del agua regia sobre el
oro es amarillo-brillante y más pesado naturalmente que el metal empleado. El autor anónimo
del Tratado del Blanco y del Rojo, que habla muy abiertamente de la Gran Obra, opera sobre
las sales obtenidas por la disolución previa del Oro y la Plata. He aquí su receta "del Agua
para el Oro". Es simplemente el agua regia.

«Tomen vitriolo de Hungría azul, bien seco y el salitre, más una libra de sal amoniacal.
Hagan aguafuerte en un vaso de vidrio bien zulacado, proveído de una cubierta de
vidrio » (Tratado del Blanco y del Rojo).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 63

Por último, Ripley entra en los detalles de la experiencia.

«El cuerpo estando prepara, se vierte sobre agua compuesta, para que sea cubierto de
un grosor de una mitad de pulgada. El agua se pondrá inmediatamente a hervir sobre
las cales de cuerpo, sin ningún fuego exterior. El cuerpo se disolverá y se elevará en la
forma de hielo desecando todo. » (Ripley: MoëlIe d'Alchimie).

Elevar la solución a la forma de hielo es hacer cristalizar, esta última operación se llamaba
también congelación o coagulación,

«Tu sabrás que todo el magisterio no consiste: más que en una disolución y en una
coagulación. » (Alberto el Grande: El libro de los ocho capítulos).

Las sales así obtenidas no servían directamente a la obra:

«Las sales no tienen ninguna cualidad transmutatoria, sirven solamente de claves para
la preparación de la Piedra. » (Basilio Vatentin: El Carro Triunfal del Antimonio).

Pero sufrían distintas manipulaciones después de cuáles ellas se transformaban en óxidos o de


nuevo en sales.

Se simbolizaban los ácidos por leones que devoraban el Sol o la Luna. Toda figura
representando el Sol o la Luna, Apolo o Diana, vencidos y devorados por un animal fuerte y
valiente, como el león, el águila, el tigre, etc., simboliza la disolución de los metales preciosos.

Filaleteo, dice: "Antes de hacer la última obra, es necesario encontrar un licor o humedad en
cuál el oro se funda como el hielo en el agua. " Esta agua ácida, la llama Estómago de avestruz,
así como el avestruz digiere todo, así mismo este líquido disuelve todos los metales.

En las figuras que Flamel había hecho tallar en el cementerio de los Inocentes, la disolución es
representada por un dragón que devora a un hombre derribado.

Se representaba la materia preparada por un líquido encerrado en un frasco como en la figura


que encabeza este volumen. Finalmente se la representaba por el hermafrodita químico:

«Ella es hermafrodita y da aumento a todas cosas que se mezclan indiferentemente con


ella, porque tiene contenidas en sí todas las semillas del globo etéreo.» (Wenceslaso
Lavinius: Tratado del cielo terrestre).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 64

El hermafrodita era representado por un cuerpo con dos cabezas, se le llamabe Rebis y
simboliza el Azufre y el Mercurio preparado para la obra.

«Ricardo el Inglés rinde testimonio mi diciendo: la primera materia de nuestra piedra


se llama Rebis (dos veces cosa), es decir, una cosa que ha recibido de la naturaleza una
doble propiedad oculta que le hace dar el nombre de Hermafrodita » (El triunfo
hermético).

No haríamos mal repitiendo aquí lo que ya dijimos, que el Mercurio de filósofos, cuando se da
como la única materia de la obra, designa el conjunto de cuerpos que entran en la composición
de la materia. Tomado en este sentido no es un cuerpo especial, es el sinónimo de materia de la
obra, por esto es que resulta perfecto el siguiente pasaje de Ripley:

«Ahora, mis hijos, para decirles algo del Mercurio de los Filósofos, sepan que cuando
lo hayan puesto en su aguardiente con el hombre rojo (que es nuestra Magnesia) y con
la mujer blanca, que se llama álbifica, y que todos los cónyuges estarán juntos, de modo
que sólo formaran un mismo cuerpo, es entonces en verdad que tendrán el Mercurio de
los filósofos » (Ripley: Tratado del Mercurio.).

Terminaremos este capítulo por algunas palabras sobre el pequeño magisterio y la Gran Obra
o gran Magisterio. La pequeña obra o pequeño magisterio se hacía con el Mercurio (sales de
plata), pero la piedra filosofal así obtenida era blanca y sólo transmutaba los metales en plata.
La Gran Obra se hacía con una mezcla de sales de oro y plata, con el Azufre y el Mercurio, se
obtenía la verdadera piedra filosofal, roja, transmutando los metales en oro.

Se representaban las dos piedras y los dos magisterios por dos árboles; uno, el árbol lunar lleva
lunas a manera de frutos, es la pequeña obra; el otro, el árbol solar lleva soles, es el símbolo de
la Gran Obra. Esta distinción entre dos obras es antigua, todos el Alquimistas la conocían.

«Los filósofos afirman expresamente que el oro tiene que en primer lugar pasar por el
estado de plata. Si pues alguno quisiera perfeccionar la obra solo con plata, él no podría
avanzar más allá del blanco, y solo podría convertir los metales imperfectos en plata, y
nunca en oro. » (Vogel: De Lapis physia condittoilibus).

Geber reconocía dos piedras filosofales o elixires, puesto que dice:

«La Luna fermentada para el Elixir blanco se prepara disolviendo la Luna en su agua
corrosiva. » (Geber: Libro de los hornos)

La marcha de las dos obras era idéntica, a menos que el pequeño magisterio se detuviera a la
aparición del color blanco, mientras que el gran magisterio proseguía hasta el color rojo: el
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 65

Tratado del blanco y del rojo distingue también dos obras, después de haber hablado a lo largo
de la Gran Obra al rojo, se limita a decir que para la pequeña obra, basta con repetir las
mismas operaciones no trabajando más que sobre la plata disuelta en su agua especial.

Los filósofos trataron apenas de la Gran Obra, por eso olvidaremos el pequeño magisterio. Se
entiende que sin embargo el horno, la vasija, el fuego, las operaciones, los colores son similares
en los dos casos, pero la Gran Obra es más larga, ya que después del color blanco, final de la
pequeña obra, otros colores aparecen en la grande. En suma, al hablar de una, hablaremos
implícitamente de la otra.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 66

Explicación de la Plancha IX

Figura I - (Extraída del Líber singularis de Barchusen). Indica que el Azufre y el Mercurio
de los filósofos se extraen del Oro y el Argento (ver capítulo IV).
Figura II - (Esté es el primero de los doce pentáculos que acompañan a Las doce claves de
sabiduría de B. Valentin). Purificación del oro, el Rey, por el antimonio, el lobo en un crisol y
el argento, la Reina, por el plomo Saturno, en una copela (ver capítulo IV).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 67

Explicación de la Plancha X

Esta figura se encuentra en el Museum Hermeticum. El athanor y los principales animales


simbólicos del Hermetismo. Este athanor tiene una forma un poco caprichosa, pero se
encuentran sus partes principales. La torre sobre la que hay una cúpula, el baño de arena y el
huevo filosófico. La serpiente encerrada en huevo representa la materia de la piedra. El león es
símbolo de la fijeza del Azufre, el águila símbolo de la volatilizad, del Mercurio. La serpiente
y el dragón, símbolos de la Materia. El cuervo representa el color negro, el cisne el color
blanco, el pavo real los colores del arco iris, finalmente el Fénix simboliza el color rojo. (ver
capítulos II, V y VI).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 68

CAPÍTULO V
El HUEVO FILOSÓFICO Y SUS SÍMBOLOS. - El SELLO DE
HERMES. - EL ATHANOR. - EL FUEGO DE LOS FILÓSOFOS. –
LOS GRADOS.

La Materia de la piedra debe ser preparada, se trata de darle por la cocción proporcionada la
propiedad de transmutar los metales. Para eso se encerraba la materia en un pequeño globo
(balón) o Matras, adornado con el nombre de huevo filosófico; se colocaba todo ello sobre un
cuenco lleno de cenizas o de arena, y se calentaba según ciertas reglas en una especie de horno
a reverbero el Athanor.

Los Alquimistas son por lo general bastante explícitos sobre estas partes accesorias de la
Obra. El Matras en que se coloca la materia es llamado huevo de los filósofos, es un balón de
vidrio bastante resistente, es a veces de tierra cocinada, algunos usaron huevos filosóficos de
metal, cobre o hierro. El balón de vidrio fue el huevo filosófico más empleado.

«El vaso del Arte es el huevo de los filósofos, que se hace de un vidrio muy puro,
teniendo su cuello una longitud media; es necesario que la parte superior del cuello
pueda ser sellada herméticamente y que la capacidad de la materia que se ponga en el
huevo solo llene un cuarto. » (Huginus de Barma: el Reino de Saturno).

Roger Bacon se servía indiferentemente de una vasija de vidrio o tierra.

«La vasija debe ser redonda, con un pequeño cuello. Debe ser en vidrio o en una tierra
tan resistente como el vidrio: debe tener cerrado herméticamente el orificio, con una
tapa y betún. » (Roger Bacon: Espejo de la Alquimia).

Filaleteo insiste sobre todo en el cierre y en la capacidad.

«La vasija de vidrio debe ser hecha en óvalo, debe ser redonda y lo bastante grande
como para contener una onza de agua destilada en toda la capacidad de su panza.... La
que es necesario sellar por lo alto con esta precaución, que no haya ninguna rajadura, ni
ningún agujero, o tu obra se perdería. » (Filaleteo: La Entrada Abierta al Palacio
Cerrado de Rey).

Se llamaba esta vasija huevo en primer lugar debido a su forma, y también porque de ella debía
salir como de un huevo después de la incubación en el Athanor, la Piedra filosofal, el Niño
coronado y vestido en púrpura real, como decían los Alquimistas. Es en este sentido que
Rouillac da la etimología de esta palabra:
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 69

«Un huevo es todo lo necesario para la generación. Así como al polluelo, no hay nada,
que añadirle y que no hay nada superfluo que haga falta retirarle, así mismo también,
es necesario adjuntar a nuestro huevo todo lo que es necesario para la generación de la
piedra.» (Rouillac; Abrégé du Grand Œuvre).

En los pasajes citados más arriba, se ve que los filósofos hacen mucho hincapié en cerrar
completamente el huevo, otros como Bacon emplearon una tapa que fijaban con un zulaque
(pasta o brea) o con betún, pero la mayoría empleaban el sello de Hermes. El Filet d'Ariadne,
tratado anónimo, nos da detalles muy interesantes sobre esta operación. Él da tres maneras de
sellar herméticamente el balón:

¾ 1°) Se coloca el cuello sobre un fuego muy ardiente, pero separándolo del fuego por una teja
taladrada de modo que el vidrio no se ablandara en el cuello; cuando se ablandaba el vidrio, se
cortaba el cuello en ese lugar con una par de tijeras, los bordes cortados se soldaban
absolutamente como cuando se corta un tubo de caucho;
¾ 2°) Si se ablandaba el cuello de la misma forma se lo torcía doblándolo ligeramente, y a la
llama de una vela, se fundía la extremidad de la punta de tal modo que se produjera una
pequeña perla de vidrio;
¾ 3°) Se calentaba la apertura del balón (o globo) y un tapón de vidrio pudiendo estos ser
adaptados (en caliente), se cerraba el globo: con su tapón y se pasaba por arriba vidrio,
fundido.

Algunos alquimistas preferían al simple globo de vidrio un aparato formado por dos Matras,
el cuello de uno entraba en el cuello del otro.

«Son dos vasijas de similar forma, tamaño y cantidad, desde lo alto, desde la nariz una
penetra en el vientre de la otra, para que por la acción de calor lo que está en una parte,
suba a la cabeza de la vasija y más tarde por la acción del frío descienda, en el vientre
de la otra. » (Raimundo Lulio: Explicación del testamento).

Lo mismo:

«Algunos se sirven de vasijas de vidrio redondas u ovales. Otros las prefieren con
forma de aludel, ellos toman una vasija cuyo corto cuello penetra en otra vasija que
sirve de tapa, y las adhieren. » (Libavius: De Lapide philosophorum).

Se las sellaba, o con un zulaque (pasta o brea) resistente, o fundiendo el cuello del primer globo
sobre el cuello de segundo. Esta disposición ofrecía las siguientes ventajas: los vapores se
condensaban más fácilmente por el contacto con las paredes frías del globo superior, dado que
la capacidad interior es mayor, el aparato corría menos riesgos de estallar.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 70

Los alquimistas daban distintos nombres al huevo filosófico. Según Flamel ellos lo llamaban:
esfera, león verde, prisión, sepulcro, frasco, cucúrbita, casa del pollo (maison du poulet),
habitación nupcial. Los nombres de esfera, frasco y cucúrbita se le daban debido a su forma; la
expresión casa del pollo (maison du poulet) no es más que una perífrasis: habitación nupcial,
prisión, sepulcro, son imágenes muy comprensibles, si se recuerda que el Azufre y el Mercurio,
materias de la piedra, eran llamados hombre rojo y mujer blanca; el huevo era una prisión
porque una vez que los esposos filosóficos (el rey y la reina, el hombre rojo y la mujer blanca,
Gabricius y Beya) habían entrado allí, se encontraban detenidos hasta el final de la obra.
Sepulcro: porque hay, porque los esposos morían después de haber sido puestos, después de su
muerte nacía el hijo (la piedra filosofal), ya que toda generación procede, de la putrefacción,
pues la muerte engendra la vida, según una teoría en boga en la edad media (ver capítulo VII).

Este símbolo del sepulcro es bastante frecuente para designar el huevo filosófico:

«Tomen guardia de que la conjunción del marido y de su esposa no se haga hasta


después de haberlos privado de sus ropas y ornamentos, tanto de la cara como de todo
el resto del cuerpo para que entren en la tumba así como han venido al mundo.»
(Basilio Valentin: Las doce llaves de la sabiduría.)

Es en forma de tumba que está simbolizado en las figuras que acompañan el Rosario en "el
Artis auriferœ quam chemiam vocant." En el Vialorium spagyricum el huevo con la materia
está representado por un sepulcro de vidrio en donde se encuentran el rey y la reina.

El huevo es llamado habitación nupcial, cama nupcial, porque es en él que tiene lugar la
conjunción del Azufre y el Mercurio, la unión del rey y la reina. En el Sueño verde, es llamada
la casa de vidrio completamente cerrada, en donde se introduce a los dos esposos y se cierra la
puerta con la materia misma con que la casa se compone.

El huevo era llamado matriz por analogía, porque

«la matriz de la mujer después que ella ha concebido, permanece cerrada y cerrada,
para que no entre ningún aire externo (o extraño) y el fruto no se pierda. Así nuestra
piedra debe siempre permanecer cerrada en su vasija.» (Bernardo el Trevisano: La
Parole délaissée))

y también porque se encierran los dos espermas minerales, Azufre y Mercurio de los que debe
nacer la piedra de los filósofos.

Finalmente el huevo también es llamado vientre de la madre, mortero, criba. Criba porque los
vapores que se elevan, después de haberse condensado, vuelven a caer gota a gota como un
líquido que pasa a través de una criba.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 71

El huevo lleno y cerrado se colocaba en un cuenco o lavabo que contenía cenizas o arena fina.
Hélias en su Miroir d'Alchimie (Espejo de la Alquimia) recomienda colocar el huevo en una
copela conteniendo cenizas, de modo que solamente los dos tercios superiores del balón sean
los que emergen. Algunos filósofos en vez del baño de arena empleaban el baño Maria, al que
ellos llamaban fuego húmedo.

El cuenco y el huevo se colocaban en un horno especial llamado Athanor, de la palabra griega


αθανατος, inmortal, porque el fuego una vez encendido, debía arder hasta el final de la Obra.

Diversos alquimistas han presentado en sus obras distintos modelos de Athanor: uno de los
más curiosos se encuentra en el Bouquet chymique, de Planiscampi. Está compuesto de dos
hornos acoplados, en uno de los dos se hace el fuego y los gases procedentes de combustión,
pasando por el agujero de comunicación, van a calentar el otro horno.

El Athanor de Barchusen es un horno común. Pero el verdadero Athanor, aquél que fue
conocido por los primeros alquimistas occidentales: Alberto el Grande, Roger Bacon, Arnaldo
de Vilanova, es una clase de horno a reverbero que puede ser desmontado en tres partes. La
parte inferior contenía el fuego, se la perforaba con algunos agujeros para permitir la entrada
del aire y presentaba una puerta. La parte media, cilíndrica también, ofrecía tres salientes
dispuestas, según un triángulo, sobre las cuáles descansaba el cuenco que contenía el huevo.
Se perforaba esta parte según uno de sus diámetros con dos agujeros opuestos, cerrados por
discos de cristal, lo que permitía, observar lo que pasaba en el huevo. Finalmente la parte
superior, esférica, constituía un domo (una cúpula) o reflector, reverberando el calor. Tal era el
Athanor generalmente en uso. Las disposiciones principales eran invariables y las
modificaciones que se hacían en forma personal no tenían ninguna importancia.

Así se encuentra representado en el Mutus Liber un athanor bastante elegante con forma de
torre hecha en ladrillo.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 72

El símbolo del horno es un roble hueco, así se lo encuentra así representado en las figuras de
Abraham el Judío.

Se daba al conjunto: horno, cuenco, huevo filosófico, el nombre de triple vaso.

«A este vaso de tierra los filósofos llaman triple vaso, ya que está en medio de un
cuenco lleno de cenizas tibias, en las cuáles se coloca el huevo filosófico » (Le livre de
Nicolas Flamel).

Los alquimistas, celosos en todo lo que se refería a la Gran Obra, se cuidaron de no dejar en
claro lo que concierne al fuego o los grados de calor necesarios para la Obra. El conocimiento
de estos grados era observado por ellos como una de las claves más importantes de la Gran
Obra

«Muchos de alquimistas cometen errores, porque no conocen la disposición del fuego


que es la clave de la Obra, porque el disuelve y coagula al mismo tiempo; y eso es lo que
ellos no pueden entender, porque están cegados por su ignorancia.» (Raimundo Lulio:
Vade mecun seu de tincturis compendium).

En efecto, a la materia una vez preparada, solo la cocción podía cambiarla en Piedra Filosofal.

«Yo os ordeno únicamente cocer, coced al principio, coced en medio, coced al final, sin
hacer otra cosa.» (la Turba de los filósofos).

Los alquimistas distinguían varias especies de fuego: el fuego húmedo, es el baño Maria que
proporciona una temperatura constante; el fuego sobrenatural o artificial designaba a los
ácidos, esto viene de que los alquimistas habían observado que los ácidos producen un ascenso
de temperatura en sus distintas reacciones, y también que tienen sobre los cuerpos el mismo
efecto que el fuego, los desorganizan, destruyen rápidamente su aspecto primitivo. Finalmente
el fuego natural, común.

En general, los alquimistas no empleaban ni carbón ni madera para calentar el huevo


filosófico, hubiera sido necesario mantener una vigilancia continua y hubiera sido casi
imposible el obtener una temperatura constante. Por eso Marc Antonio se eleva contra los
ignorantes sopladores que se servían de carbones;

«Cuídense mucho de estas llamas violentas, puesto que los Sabios no usan carbones,
ardientes, ni hayas (maderas) encendidas para hacer la Obra hermética. » (La Luz
Surgiendo por sí Misma de las Tinieblas)."
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 73

Los filósofos herméticos emplean una lámpara de aceite con mecha de amianto, que es de fácil
mantenimiento y que proporciona un calor más uniforme, este es el fuego que se ha ocultado
tanto, e incluso por aquellos hablan abiertamente.

Ellos admitían varios grados en su fuego, dependiendo de que la obra estuviera más o menos
adelantada; ellos llegaban a regular el fuego aumentando la cantidad de la mecha;

«Hagan en primer lugar un fuego suave, como si la mecha tuviera solo cuatro hilos,
hasta que la materia comience a ennegrecer. Luego aumenten, la mecha a catorce hilos,
la materia se lava, pasa a ser gris, finalmente pongan veinticuatro hilos y obtendrán la
blancura perfecta. » (Happetius, Aphorismi basiliani).

El primer grado del fuego, el del inicio de la Obra, era equivalente a alrededor de 60 ó 70
grados centígrados:

«Haced vuestro fuego en proporción a como está el calor del Sol en el mes de junio y
julio. » (Diálogo de Maria y Aros).

Es necesario no olvidar que es un egipcio el que habla; para el resto, el primer grado era
llamado fuego de Egipto, precisamente porque precisamente se iguala a la temperatura estival
de Egipto. Algunos alquimistas olvidando este punto han indicado para el primer grado una
temperatura demasiado escasa, como PH. Rouillac:

«Observen sobre todo el fuego y sus grados, que el primero sea febril, es decir, igual a
la temperatura del sol en el tiempo del mes de febrero. » (Abrégé du Grand Œuvre)

Se aseguraba que, en el primer grado, se había alcanzado la temperatura requerida, cuando al


acercar la mano al huevo, se lo podía tocar sin quemarse,

«Tu no dejarás jamás que se caliente demasiado el vaso, de modo de que tu puedas
siempre tocarlo con la mano desnuda sin quemarte. Esto durará todo el tiempo de la
solución.» (Ripley: Tratado de las doce puertas).

Los otros grados se encuentran fácilmente duplicando, triplicando, etc., más o menos la
temperatura del primer grado. Son cuatro en total. El segundo oscila entre la temperatura de
ebullición del agua y la fusión del azufre ordinario, el tercero es un poco inferior a la fusión del
estaño y el cuarto a la del plomo.

Los símbolos del fuego son: las tijeras, la espada, la lanza, la guadaña, el martillo, en una
palabra todos los instrumentos que pueden producir una herida: "Ábrele pues las entrañas con
una cuchilla de acero" dice el Texto de Alquimia, hablando del mineral del que se extrae el
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 74

aceite de vitriolo. En las figuras de Abraham el Judío, Saturno, armado con una guadaña,
indica que se debe purificar la plata por el plomo con ayuda del calor. En las figuras de Basilio
Valentin se ve también un caballero que combate con la espada a dos leones masculino y
femenino, lo que indica que es por el fuego que es necesario fijar lo volátil. Finalmente
encontramos también la espada como símbolo del fuego en las esculturas de Flamel en el
cementerio de los Inocentes.

Para terminar he aquí según Bernardo el Trevisano las cualidades que debe tener el fuego
filosófico:

«Haced fuego evaporador, dirigente, continuo, no violento, sutil, envolvente, airoso,


cerrado, incombustible, alterante. » (Bernardo el Trevisano Libro de la filosofía natural
de los metales).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 75

Explicación de la Plancha XI.

Figura I (Edición Alemana del Crede Hihi). El huevo filosófico doble. Los dos pájaros indican
que una Materia volátil es sublimada en el globo superior (ver capítulo V).
Figura II (Viatorium spagyricum). El Rey y la Reina Azufre y Mercurio, encerrados en el
sepulcro filosófico. El Esqueleto indica que estamos durante la operación llamada
mortificación El cojo o Vulcano, símbolo del Fuego, indica que se debe calentar el huevo
filosófico (Véase capítulo V).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 76

Explicación de la Plancha XII.

Figura I (Margarita pretiosa). El oro, materia de la Piedra está encerrado en el sepulcro o


huevo filosófico. Pero en el tiempo que estuvo encerrado se ha engendrado uno hijo, es decir, se
produjo un nuevo cuerpo, el alquimista entierra al padre y al hijo (ver capítulo V).
Figura II y III (Liber singularis de Barchusen). Dos huevos filosóficos sellados, conteniendo la
Materia de la Piedra, oro y plata. En uno hay sublimación, lo que es indicado por el pájaro que
se eleva. En el otro, la materia sublimada es precipitada o condensada, lo que es indicado por
el pájaro que desciende (ver capítulo VI).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 77

CAPÍTULO VI
LAS OPERACIONES. - CAUSAS DE LAS DIFERENCIAS ENTRE LOS
ALQUIMISTAS POR EL SUJETO DE LAS OPERACIONES. - LA
PUTREFACCIÓN. - LOS REGÍMENES DE FILALETEO. - FERMENTACIÓN. -
PROYECCIÓN. - SÍMBOLOS DE LAS OPERACIONES.

La materia que es encerrada en el huevo filosófico y en el fuego ardiente, los cuerpos puestos
en presencia reaccionan inmediatamente unos sobre otros. Se producían distintas reacciones
químicas: precipitación, sublimación, liberación de gas o vapores, cristalización, etc., al mismo
tiempo la Materia cambiaba varias veces de color. En este capítulo nos ocuparemos de los
fenómenos químicos llamados operaciones por los alquimistas y en el siguiente tratemos de
los colores.

Los alquimistas difieren notablemente unos de otros con respecto al número y la denominación
de las operaciones. Eso se concibe, tomemos un ejemplo: la materia emite vapores volviéndose
negra, luego los vapores se condensan y vuelven a caer en forma de líquido.

Un primer alquimista reconsiderando el conjunto del fenómeno, le dará el nombre de


destilación, porque en efecto en toda destilación se encuentran dos partes: vaporización,
condensación. Otro que distingue las fases del fenómeno, dirá que hay sublimación
(vaporización) y precipitación (condensación) un último que toma el color negro en
consideración añadirá una tercer fase: la putrefacción. Y con todo, no se designará más un
sólo y mismo fenómeno.

Lo mismo ocurre con todas las otras operaciones.

Por eso se constatan las grandes diferencias de un filósofo a otro. Mientras que Pernety
establece doce operaciones: calcinación, congelación, fijación, disolución, digestión
destilación, sublimación, separación, incineración, fermentación, multiplicación, proyección.
Bernardo el Trevisano no admite más que una sola.

«Cuándo los filósofos dividen el magisterio en varias operaciones según el grado de


formas y de sus diversidades, todas son allí sólo una en la formación del huevo.»
(Bernardo el Trevisano, De la naturaleza del huevo).

Pero es allí una opinión ligeramente paradójica, y los otros alquimistas analizan un poco más.
Hélias cuenta con siete operaciones: "sublimación, calcinación solución, ablución, ceración,
coagulación, fijación " y Alberto el Grande cuatro: "purificación, lavado, reducción fijación”
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 78

Lo que no contribuye más que a entreverar la cuestión, es que los unos cuentan las operaciones
desde la preparación de la Materia, mientras que otros comienzan a contar solamente desde el
momento en que la Materia se encierra en el huevo. Pero, en resumen, se puede dividir la Gran
Obra en cuatro partes:

¾ 1° Preparación de la Materia.
¾ 2° Cocción en el huevo filosófico y aparición de los colores en el orden requerido.
¾ 3° Operaciones que tienen por objetivo dar a la Piedra filosofal una mayor fuerza, son la
fijación y la fermentación.
¾ 4° Finalmente la transmutación con ayuda de la Piedra, metales viles en oro, y en plata, es
la proyección.

Todas las distintas operaciones que tienen lugar durante la Gran Obra pueden llevarse a una
sola, la cocción, ya que todo se hace por el fuego. Es a este respecto lo que dice Alain de Lille:

«Los nombres por decocción, comistión, mezcla, sublimación, contrición, desecación,


ignición, dealbación, rubificación y algún otro nombre con que se pueda llamar a la
operación, no son más que un sólo régimen, que se llama simplemente contrición,
decocción. »

Basilio Valentin sólo admite dos operaciones, la solución y la coagulación es decir, dos pasajes
sucesivos de la Materia del estado de reposo al estado de movimiento

«El Espíritu: Ignis et azoth tibi sufficiunt.


Albert: Oh celeste palabra, cómo voy a hacer eso.
El Espíritu: Solve, coagula, disuelve y coagula » (Coloquio del Espíritu del Mercurio
con el hermano Alberto).

A pesar de esta gran diversidad de opiniones, vamos a intentar lanzar alguna luz en este caos.
La primera operación (la Materia estando preparada), es la conjunción o coito. Es la unión del
Azufre y el Mercurio, varón y hembra. En ella el color negro aparece. Es entonces la
putrefacción. Veremos más adelante porqué se ha dado el nombre de putrefacción al conjunto
de los fenómenos que se producen en el tiempo que la materia está negra.

Se le dieron: muchos nombres a la putrefacción. He aquí sus principales sinónimos: Muerte,


destrucción, perdición, calcinación, denudación, separación, trituración, asación, extracción,
comistión, licuefacción, división, destilación, corrupción, impregnación.

En seguida de la putrefacción viene la ablución. Esta operación consiste en hacer aparecer la


blancura después de la negrura, en lavar por decirlo así la piedra, puesto que de negra pasa a
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 79

ser blanca. Los filósofos simbolizaron la ablución por la salamandra que se purifica en el fuego,
por el asbesto o de amianto que la llama blanquea sin consumirlo.

«Ablución no es otra cosa que la abstracción de la negrura, mancha, sombra e


inmundicia, que se hace por la continuación del segundo grado del fuego de Egipto. »
(Rouillac Resumen de la Gran Obra)

La ablución se llama aún: dealvación, abstersión, resurrección.

Finalmente viene la rubificación, caracterizada por la aparición del color rojo que indica que la
obra es perfecta. A esta clasificación basada en la sucesión a partir de colores, se pueden traer
todas las operaciones que imaginaron los alquimistas.

Él mismo Filaleteo relaciona las operaciones con los colores, no les da nombres particulares, se
limita a designarlos por los nombres de los metales, quiénes servían de símbolos para los
colores (ver, el Capítulo VIl). He aquí el resumen de lo que dice a este respecto en La Entrada
abierta al Palacio cerrado de rey:

«1° Régimen de Mercurio: la materia pasa por distintos colores, se detiene un poco en
el verde y ennegrece finalmente. Dura cincuenta días. Vapores coloreados que se
elevan, se condensan y vuelven a caer en el fondo sobre la materia sólida.
2° Régimen de Saturno. Es la negrura. La materia es negra fundida, hierve, otras veces
ella se solidifica. Este régimen dura cuarenta días,
3° Régimen de Júpiter. Del negro al inicio del blanco. Vapores y condensación. Durante
este tiempo todas las clases de colores que se podrían imaginar aparecerán, las lluvias
serán entonces más abundantes de un día a otro y finalmente, tras todas estas cosas,
que son agradables de ver, aparecerá a un costado del vaso una blancura en forma de
pequeños filamentos o como cabello. Este régimen dura veintiún días.
4° Régimen de la Luna. Es la blancura perfecta; la duración es de tres semanas, la
materia se solidifica alternativamente y se licua varias veces al día. Ella queda
finalmente con forma de pequeños granos blancos.
5° Régimen de Venus. La materia pasa del blanco al verde, azul lívido, rojo marrón. Se
funde y se infla. Esto dura cuarenta días.
6° Régimen de Marte: El materia se deseca, es sucesivamente anaranjada y amarillo
marrón, luego presenta los colores del iris, esto dura cuarenta y cinco días.
7° Régimen del Sol: la materia pasa del anaranjado al rojo, emite vapores rojos, luego se
desploma, se vuelve húmeda, se deseca, y se solidifica, eso varias veces en un día,
finalmente se queda como pequeños granos rojos. »
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 80

Filaleteo no habla aquí ni de la fermentación ni de la proyección, trata de estas dos


operaciones separadamente. Los regímenes sólo comprenden los fenómenos que tienen lugar
en el huevo filosófico.

La fermentación es la operación que sigue a la aparición del color rojo. Tiene por objetivo
aumentar la potencia de la Piedra y permitirle transmutar más rápidamente los metales.

Generalmente se rompía el huevo filosófico, se recogía la materia roja, se la mezclaba a oro


fundido, se obtenía una masa friable roja, a la cual se hacía sufrir tratamientos que variaban de
un filósofo a otro: según los Alquimistas, la Piedra iba así aumentando, no solamente en
cantidad sino también aún en cualidad y eso indefinidamente, se comprende así exclamación
entusiasta de Raimundo Lulio « Mare lingerem, si mercurius esset ! » La mayoría de los
filósofos operaban así, como acabamos de decirlo.

«Si tu quieres servirte de la tintura física para transmutar, proyectarás en primer lugar
una libra sobre mil de sol fundido. Solamente entonces la medicina estará lista y
susceptible de hacer desaparecer el lepra de los metales. » (Paracelso: Tinctura
physicorum).

Eck de Sultzbach describe la operación con cuidado:

«Tomen dos marcos de oro puro fundido en un crisol, proyecten allí un cuarto de libra
de la medicina antedicha, ella será inmediatamente, absorbida por el oro y no será ya
más que una con él; proyecten de nuevo allí un cuarto de libra de la medicina para
convertir todo el oro; machaquen, luego expongan a un fuego violento y todo ello se
convertirá en un polvo rojo como minio. Proyecten una parte sobre cien partes de Luna
pura y obtendrán un oro excelente » (Eck De Sultzbach: Clavis philosophorum).

Algunos alquimistas seguían otro método para la fermentación; tomaban la materia al rojo y
después de haberla mezclado con mercurio sublimado (bicloruro de mercurio) el hacían digerir a
un suave calor en una Matras, pero el resultado obtenido era el mismo.

La materia que está fermentada es apta por lo tanto para transmutar los metales. La operación
por la cual los metales viles se transformaban en oro y en plata, se llamaba proyección. Para
eso se tomaba un metal, mercurio, plomo, estaño, el primero se calentaba mucho sin alcanzar
no obstante su punto de ebullición, los dos otros eran simplemente fundidos, luego en el crisol
dónde se encontraba el metal calentado se proyectaba un pedazo de piedra filosofal envuelto
en cera. Se lo dejaba enfriar y se encontraba un lingote de oro igual en peso al metal empleado
según unos, menor según otros, lo que dependía de la calidad del elixir o piedra filosofal
empleado. El sobre (la envoltura) de cera era, parece, indispensable, ya que es por haber
descuidado esta precaución que Helvétius falló en su primera proyección así como nos los
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 81

cuenta en su Veau d'Or. El tuvo éxito en la segunda envolviendo su fragmento de piedra en


una pelotilla de cera.

Vamos ahora a examinar los símbolos de las principales operaciones. La primera o conjunción
era simbolizada por el matrimonio del Azufre y el Mercurio, rey y tu reina. El pentáculo de la
sexta clave de Basilio Valentin que representa al Rey que da la alianza (el anillo) a la Reina
mientras que un obispo los bendice, simboliza la conjunción. No olvidan que la conjunción
también se llamaba matrimonio filosófico. En las figuras que acompañan el gran Rosario
(impreso en el Artis Auriferæ) la conjunción es representada más crudamente por la unión
carnal de rey y la reina.

La putrefacción era simbolizada por todo lo que podía dar a recordar la idea de muerte o
negrura, cadáver, esqueleto, cuervo, etc. Por ello en el Viatorium spagiricum la putrefacción se
simboliza por un esqueleto de pie sobre una esfera negra, tiene en su mano derecha un cuervo.
El pentáculo de la cuarta clave de Basilio Valentin tiene el mismo sentido, representa un
esqueleto de pie sobre un catafalco (tarima, mesa).

La dealbación, operación que seguía a la putrefacción, se asimilaba a la resurrección seguida de


la muerte, como el blanco (símbolo de la vida) viene en la obra después del negro (símbolo de la
muerte).

El octavo pentáculo de Basilio Valentin es relativo a esta operación. Se puede comentarte así
en su doble sentido, místico y alquímico: Toda vida procede de la corrupción y de la
putrefacción. El grano puesto en la tierra se corrompe (según las ideas en boga en la edad
media), luego reaparece en forma de trigo. Nuestro cuerpo puesto en la tierra, allí se divide,
pero en el día del juicio resucitará. La materia apuesta en el huevo muere, se pudre, luego
reaparece, pierde su negrura, blanquea, resucita. Dos hombres contemplan el objetivo, uno
llega al objetivo, comprende el símbolo, el otro no lo alcanza nunca; son el loco y el sabio del
Tarot.

La dealbación también era llamada ablución porque se hacía entonces una destilación interior
en el huevo, tras lo cuál la materia, lavada por decirlo así por esta circulación continua de
líquido, blanqueaba. Se la encuentra representada en este sentido, en el Viatorium spagiricum:
esqueletos salen de sus tumbas, resucitan, una multitud de pájaros vuelan arriba, unos se
elevan, otros descienden, lo que indica la destilación.

La destilación a veces se dividía en dos tiempos u operaciones:

¾ 1° ascensión de vapores o sublimación, simbolizados por un pájaro que se eleva con la


cabeza dirigida hacia arriba en la figura.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 82

¾ 2° condensación de los vapores en líquido: precipitación o descenso, simbolizada por un


pájaro que desciende, la cabeza dirigida hacia abajo en la figura.

En el gran Rosario, un niño que se lanza a los aires saliendo del sepulcro donde está encerrado
el hermafrodita químico representa la sublimación.

La fijación, operación final durante la cual aparece el color rojo, se representa en el Viatorum
por un niño recién nacido y en Barchusen (Líber singularis de Alchimia), por un joven rey
coronado encerrado en el huevo filosófico. En las figuras de Lambsprinck, el padre, el hijo y el
Espíritu que reinan en su gloria tienen el mismo significado.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 83

Explicación de la Plancha XIII.


Estas dos figuras son extraídas del Viatorium spagyricum.
Figura I.- Fin de la putrefacción, simbolizada por los esqueletos y los cuervos, la arena retira
vapores que se condensan, la materia se agita mucho, lo que se indican porque los cuervos
vuelan en todos los sentidos (ver capítulos VI y VII).
Figura II. - Putrefacción simbolizada por el esqueleto, la esfera negra, el cuervo (ver capítulos
VI y VII).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 84

Explicación de la Plancha XIV.

Figura I. - (Líber singularis de Barchusen). El niño encerrado en el huevo simboliza el color rojo
que anuncia el final del el Gran Obra. (Véase capítulo VII).
Figura II. - (Es el pentáculo de la VI clave de B. Valentin). Conjunción, unión o matrimonio
del Rey y la Reina, Azufre y Mercurio, Oro y Plara. El Sol y la Luna se identifican con el rey
y la reina. Los aparatos destilatorios y la lluvia de fondo, indican que durante la operación de
la conjunción, se pasa por los fenómenos de emisión de vapor y condensación. Esto tiene lugar
durante el color blanco simbolizado por el cisne. El sacerdote, medio de unión es la Sal. ver
capítulo VI.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 85

CAPÍTULO VII
LOS COLORES DE LA OBRA. - CONCORDANCIA DE LOS FILÓSOFOS. - LOS
COLORES PRINCIPALES Y LOS COLORES INTERMEDIARIOS. - EL NEGRO,
PUTREFACCIÓN, CABEZA DE CUERVO. - LA BLANCURA. - EL IRIS. - EL
ROJO.

En el curso de la Gran Obra, la Materia cambia varias veces de color. Estos colores aparecían
unos después de otros en un orden invariable; su sucesión regular indicaba que la obra estaba
en buena vía. Los alquimistas griegos hacían ya mención de los colores de la materia durante
la Gran Obra. Ellos reconocían cuatro que asimilaban a los cuatro puntos cardinales. 1°
Norte, melanosis, negro; 2° Oste, leucosis, blanco; 3° Sur, iosis, púrpura; 4° Oriente, amarillo
o rojo (vean a Berthelot: Orígenes de la Alquimia). Desde los griegos, todos los alquimistas
hablaron de los colores, y todos están de acuerdo entre ellos sobre este punto. Sus diferencias
aparentes vienen de que unos los observan como importantes y citan colores que otros
silencian, pero estas ligeras diferencias sólo se refieren a colores secundarios.

Se puede, en efecto, dividir los colores de la Obra en dos clases:


¾ 1 ° los colores principales, en nombre de tres, de los que todos los alquimistas hablan, son el
negro, el blanco y el rojo;
¾ 2° los colores secundarios o intermedios que sirven de transición para pasar del negro al
blanco, y del blanco al rojo.
Así antes del negro hay una mezcla de colores bastante confusa; entre el negro y el blanco se
encuentra el gris, entre el blanco y el rojo, el verde y el azul, los colores del arco iris o el
espectro solar, luego el amarillo, el anaranjado, y finalmente el rojo.

Los colores principales se suceden en el orden siguiente, negro, blanco, rojo:

«Por eso los filósofos dicen: Nuestra piedra tiene tres colores, es negra al principio,
blanca al medio, roja al final.» Alberto el Grande: El Compuesto de los Compuestos).

Así mismo:

«Este espíritu como un Fénix: renaciendo de sus cenizas, se reviste de un cuerpo negro,
blanco, rojo » (Preceptos del padre Abraham a sus hijos).

Algunos filósofos añadían al número colores principales el amarillo o anaranjado, o los colores
del arcsen el cielo que llamaban iris o cola de pavo real, de modo que el número de los colores
principales se encontraba llevado a cuatro, así:
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 86

«Los colores críticos son cuatro, el negro, el blanco, el limón y el rojo perfecto. Algunos
filósofos les dieron el nombre de elementos » (Huginus de Barma: La Piedra de toque).

Los símbolos de los colores son numerosos, y muy importantes de conocer. Se basan en los
tres o cuatro colores principales. Se los representa bastante a menudo por cuatro pájaros, el
cuervo representa el negro, el cisne el blanco, el pavo real los colores del iris, y Fénix el rojo. Se
los encuentra así dibujados en el pentáculo que acompaña la novena clave de Basilio Valentín.
A veces el Fénix es reemplazado por un rey que lleva el cetro, como en el Crede mihi de
Northon (traducción alemana, en el quinto capítulo) se simbolizaba los colores por las cuatro
estaciones, primavera, verano, otoño, invierno (séptima clave de Basilio Valentín).

Se designaban también alegóricamente los colores por los metales, así Saturno o el plomo
simboliza la negrura, la plata o Luna es la blancura, el cobre, la rojez, Marte o el hierro
representa el Iris.

Theobald de Hoghelande en su Tratado de las dificultades de la Alquimia dice al hablar de


los enigmas de los filósofos:

«Al principio de la cocción, cuando la piedra es negra y casi cruda, se la llama plomo,
cuando va perdiendo la negrura y comienza a blanquear, se la llama estaño....: se la
llama oro cuando ha llegado al rojo perfecto. »

Una nota manuscrita que leímos al margen de la Suma de Geber en la Bibliothèque des
philosophes chimiques, afirma la misma cosa:

« La negrura es llamada plomo. El plomo se transforma naturalmente en plata. »

Filaleteo se sirvió de los nombres de los metales para designar los colores, habla de todos los
colores que aparecen, principales e intermedios.

Veamos ahora estos "regímenes" de los que ya hablamos, pero desde el punto de vista de las
operaciones:
¾ 1° Régimen de Mercurio, después de que el fuego es iniciado durante veinte días, aparecen
un gran número por colores, hacia el trigésimo día el verde domina, y sólo al cuadragésimo día
es que aparece la verdadera negrura.
¾ 2° Régimen de Saturno, es el color negro.
¾ 3° Régimen de Júpiter, la materia reviste todos los colores intermedios entre el negro y el
blanco.
¾ 4° Régimen de la Luna, es el color blanco.
¾ 5° Régimen de Venus donde se ve el verde, el azul, el lívido, el rojo oscuro.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 87

¾ 6° Régimen de Marte amarillo anaranjado, luego los colores del iris y de la cola del pavo
real.
¾ 7° Régimen del Sol, es el rojo perfecto.

No puede no quedar ya más claro; el lector comprenderá por lo tanto fácilmente el siguiente
pasaje ya citado por Hœffer y lo podrá entender:

«Después viene Saturno el negro


Que Júpiter de su andar
Naciente, deniegue del imperio
Al cual la Luna aspira
También lo haga la dama Venus
Que es el bronce, ya no digo más
Si no que Marte monte sobre ella
Será la mortal edad de hierro
Después de la que aparecerá
el Sol en su renacer".»
(EL GRAN OLIMPO, poema filosófico).

Los colores se citan en el orden querido y llevan los mismos nombres que en Filaleteo.

Terminemos diciendo que los símbolos de los metales se aplicaban a los colores cuando
designan los colores por los nombres de los metales.

También son simbolizados los colores por frutas; en el paaje siguiente, se habla de colores
intermedios entre el blanco y el rojo y el rojo mismo.

«Dando a continuación el tercer grado del fuego, toda clase de frutas excelentes
vinieron a crecer y empujar, como membrillos, limones y naranjas agradables de ver, las
cuáles se transmutaron en poco el tiempo en agradables manzanas rojas.» (Cassette
du petit paysan)

Bernardo el Trevisano habla de los colores en forma alegórica.

«Por eso, se dice que el cosa cuyo cabeza es roja, los pies Blancos y los ojos negros, es
todo el magisterio » (La palabra olvidada).

Finalmente los colores también se asimilaban a los cuatro elementos:

«Cuatro colores se manifiestan en la obra.


Negro: como el carbón;
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 88

blanco: como la flor de lis;


amarillo: como los pies del pájaro llamado emerillon;
rojo: como el rubí.
Se llama a la negrura: aire, a la blancura: tierra, a la amarillees: agua y a la rojez: fuego
» (David Lagneau: Harmonia chimica).

Es necesario añadir que los alquimistas variaban en la aplicación de los nombres de los
elementos a los colores, unos llamaban a la negrura, aire, y otros la llamaban tierra, por eso el
pasaje que sigue difiere notablemente bajo esta relación del precedente.

«En el primer régimen la piedra es negra, se la llama Saturno, tierra, y con los nombres
de todas las cosas negras. Seguidamente, cuando ella blanquea, se la llama agua viva y
con los nombres de todas las aguas, sales, tierras blancas. Luego cuando amarillea y se
sublima, se la llama aire aceite amarillo y con los nombres de todas las cosas volátiles.
Finalmente cuando ella enrojece se la llama cielo, azufre rojo, oro, carbunclo y con los
nombres de todas las cosas rojas preciosas, tanto minerales como animales y
vegetales.» (Changor buccinæ)

Vamos ahora a estudiar especialmente los tres colores principales, negro, blanco y rojo. El
primero que aparece es el negro, los alquimistas se extendieron mucho sobre este color porque
es el que indica que la obra está en la buena vía:

«La materia puesta en movimiento por un calor conveniente comienza a quedar negra.
Este color es la clave y el principio de la obra. Es en él, que todos los demás colores, el
blanco, el amarillo, y el rojo, están contenidos » (Huginus de Barma: El Reino de
Saturno).

Los filósofos herméticos dieron variados nombres al negro.

«Es la negrura, el signo de la putrefacción; los filósofos la han llamado occidente,


oscuridad, eclipse, lepra, cabeza de cuervo, muerte. » (Red de Ariadna.)

Pero su símbolo principal era el cuervo.

«Debes saber también que el cuervo que vuela sin alas en la negrura de la noche y en la
claridad del día, es la cabeza o el comienzo del arte. » (Hermes, Los siete capítulos).

Se lo llamaba también cabeza de cuervo.

«El índice de esta fecundación es este Aleph o principio oscuro que los antiguos
llamaron cabeza de cuervo. » (Huginus de Barma: El Reino de Saturno).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 89

Según Rouillac (Resumen de la Gran Obra) se ha simbolizado el negro por el cuervo, porque,
dice, los cuervos nacen blancos y sus padres los abandonan hasta que tengan plumas negras
como ellos, así mismo el alquimista debe abandonar la obra si la negrura no aparece. Es
entonces signo que la obra ha fallado y que es necesario reiniciarla.

Cabeza de cuervo, cuervo, color negro, son absolutamente sinónimos para los alquimistas.
Flamel llama al negro: "cráneo de cuervo negro, de negro muy negro."

Hemos visto que Saturno es el símbolo de la negrura, y cuando los filósofos dicen: "Saturno
debe estar sobre todos los demás planetas"; eso significa que el color negro precede a todos los
otros en la obra.

El negro era índice de la operación llamada putrefacción. Se tomaba a menudo estos términos
uno por otro. Es ésta la razón, según una teoría en boga en la edad media, de que nada puede
nacer sin putrefacción, la vida procede de la muerte.

«No es posible que se realice, ninguna generación sin concepción. » (Huginus de


Barma: La Piedra de toque).

Se creía que las moscas nacían del légamo corrompido, y Van Helmont aseguraba haber visto
viejas ropas descompuestas dar nacimiento a ratones. Esta teoría se aplicaba a los tres reinos
de la naturaleza; el principio de la obra debía pues ser corrupción y putrefacción, después de
qué la materia vivificada evolucionaba y se perfeccionaba hasta el rojo. Además la
putrefacción es el símbolo de la muerte de la que brotará la vida. La muerte es la noche, el
negro, la vida es la luz, el blanco, se comprende pues porqué los alquimistas han nombrado al
negro putrefacción.

«Así a la primera operación de nuestra Piedra se le dio el nombre de putrefacción, ya


que entonces nuestro Piedra es negra » (Roger Bacon: Espejo de alquimia).

El negro aparece alrededor de los cuarenta días después de que se ha comenzado a calentar el
huevo filosófico:

«Calienta moderadamente la solución filosófica en un vaso sellado herméticamente


durante cuarenta días, hasta que se forme en la superficie una materia negra, que es la
cabeza del cuervo de los filósofos. » (Alain de Lille: Dicta Alani de lapidi
philosophico).

Durante la negrura, según Filaleteo y Flamel, se manifiesta un fuerte olor que se puede sentir
si durante esta parte de la obra el vaso llega a romperse.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 90

«Antes de la Elaboración, la materia es muy fétida, pero después su olor es agradable;


esta es la razón por la que el sabio dijo: Esta agua retira su olor al cuerpo muerto e
inanimado. » (Morieno: De transmusatione metalorum).

El agua de la que se habla aquí es el líquido formado por la condensación de los vapores en el
huevo filosófico. En efecto, durante el negro, se desprenden de los vapores amarillos, rojos,
verdes (compuestos oxigenados del cloro, cloro, ácido hipoazótico) que llenan el huevo, estos
gases mezclados al vapor de agua se condensan finalmente y vuelven a caer sobre la materia
de la que no se retiran más gases, la negrura completa llega, todo está en reposo.

Los Alquimistas mucho más detenidamente trataron el color blanco. Después del negro viene
el gris "el color gris aparece a continuación del negro" (Nota manuscrita al margen de
Biblioteca de los filósofos químicos). Finalmente el blanco aparece pero por grados.

«El signo de la blancura perfecta es un pequeño círculo muy fino que aparece en el vaso
en la periferia de la materia, su color tira hacia el anaranjado » (La Escala de los
filósofos).

Luego este círculo crecía, extendía pequeñas prolongaciones blancas, finas como cabellos (de
ahí el nombre a veces de: blancura capilar) convergentes hacia el centro, estas prolongaciones
se multiplicaban, finalmente toda la masa se volvía blanca.

Flamel en su libro dice que la blancura es el símbolo de la vida, el negro símbolo de la muerte, y
que por lo tanto representó en sus hieroglíficos del cementerio de los Inocentes, el cuerpo, el
espíritu y el alma o materia de la piedra, como hombres y mujeres vestidos de blanco, y
resucitando de entre las tumbas, para significar la blancura vivificadora que viene después de
la muerte, el negro, la putrefacción.

Los filósofos le han dado varios nombres a la blancura: nummus, ethelia, arena, boritis,
corsulfe, cambar, albor œris, duenech, ronderic, kukul, thabitris, ebisemeth, ixir.

Finalmente en lo que se refiere a las alegorías y símbolos de la blancura, Pernety los resume
perfectamente en su Diccionario mito-hermético.

«Los filósofos dicen que cuando la blancura llega a la materia de la Gran Obra, la vida
ha vencido a la muerte, que su Rey ha resucitado, que la tierra y el agua se convirtieron
en aire, que es el régimen de la Luna, que su infante ha nacido, que el cielo y la tierra se
han casado, porque la blancura indica la unión o matrimonio de lo fijo y de lo volátil,
del Macho y la Hembra. »
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 91

En cuanto al color rojo, los alquimistas hablan poco, indica el final feliz de la obra. La materia
se deseca completamente y se transforma en un polvo de un rojo estallante, se calienta más
fuertemente de lo que lo hizo hasta entonces, se rompe el huevo y se obtiene la Piedra filosofal.

«Cuando la piedra llegada al rojo comienza a agrietarse y a inflarse, se la pone a


calcinar en fuego de reverbero donde acaba de fijarse completa y perfectamente.» (
Arnaldo de Vilanova: Novum lumen).

El símbolo de la obra acabado es un triángulo con punta hacia abajo, que tiene en su base una
cruz . Se lo encuentra en la 12 lámina del Tarot.

Suponiendo que la Gran Obra nos es conocida en su práctica y en sus símbolos, nosotros
podemos ahora comprender las palabras siguientes, que aparecen ausentes de todo sentido, si
no risibles.

«Eximiganus dice: Moja, seca, ennegrece, blanquea, pulveriza y enrojece, y tendrás


todo el secreto del Arte en estas pocas palabras. El primero es el negro, el segundo es el
blanco, y el tercero es el rojo, 80, 120, 280, dos los son y se hacen 120.
Goma, leche, mármol. Luna, 280, Bronce, hierro, azafrán, sangre, 80. Pizco, pimienta,
nuez. Si ustedes me entienden, son bienaventurados si no, no busquen ya nada, ya que
todo está en mis palabras » (La Turba de los Filósofos).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 92

Moja, seca, es la disolución y la cristalización en el preparación de la materia (ver Capítulo


IV). Ennegrece, blanquea, enrojece, indicación los tres colores principales. Pulveriza, es decir,
ejerce por el fuego, toda operación violenta, todo instrumento que puede producir un herida es
símbolo del fuego (ver Capítulo V). Todo el resto es relativo a los colores. El primero es negro,
etc., es decir, la primera operación es caracterizada por el negro, la segunda por el blanco, la
tercera por el rojo. Goma, leche, mármol, Luna, símbolos del blanco. Bronce, azafrán, hierro,
sangre, símbolos del rojo. Pizco, pimienta, nuez, símbolos del negro y del gris. Los números 80,
120, 280 representan estos tres colores, y dos son, es decir, solo el Azufre y el Mercurio bastan
para perfeccionar la obra, pasando sucesivamente por los tres colores. Muy afortunadamente
los Tratados de alquimia no son no todos oscuros como la Turba de los filósofos, y se llegará
muy fácilmente a comprender y a aclarar la verdad de lo falso con un poco de reflexión. A los
que querrían penetrar más en profundidad de en el estudio del hermetismo nosotros les
recomendamos estos trataos: de Alberto el Grande, Roger Bacon, Bernardo el Trevisano, d´
Espagnet, Flamel, Huginus de Barma, Khunrath, Raimundo Lulio, Paracelso, Filaleteo,
Ripley, Sendivogius, Basilio Valentin, Arnaldo de Vilanova y Denis Zachaire, y entre los
tratados anónimos el Texte d´ Alchymie y la Turba de los filósofos.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 93

Explicación de la Plancha XV.

Figura I - (Edición alemana del Crede Mihi). El Rey y la Reina, Oro, y Plata. La Serpiente de
tres cabezas la Materia triuna, una en su esencia, triple en su forma, Azufre, Sal y Mercurio.
El cuervo, símbolo del negro, el cisne del blanco, el pavo real de los colores del arco iris y el rey
vestido de púrpura, símbolo de rojo (ver capítulos II, IV y VIL).
Figura II. - (Pentáculo de la novena clave de B. Valentin. El hombre rojo y la mujer blanca.
Fijo y Volátil, Azufre y Mercurio. Las tres serpientes: los tres principios. El cuervo el color
negro. El cisne: el color blanco. El pavo real: los colores del arco iris. Fénix: el color rojo (ver
capítulos II, IV e VIL).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 94

CAPÍTULO VIII
LA PIEDRA FILOSOFAL. - PRUEBA DE LA PIEDRA. - SUS PROPIEDADES. –
TRANSMUTACIÓN DE LOS METALES. - EL ELIXIR DE LA LARGA VIDA. -
SUS EFECTOS SOBRE EL ALMA.

En la Obra llegando al rojo, la materia se encuentra fermentada, es la Piedra filosofal o el


elixir rojo o el gran magisterio. Sabemos, en efecto, que se llamaba elixir blanco, al pequeño
magisterio, la materia llegada al blanco, pero este pequeño magisterio no transmutaba los
metales más que en argento, el gran magisterio transmutaba en oro y poseía por otro lado
otras propiedades, no hablaremos de estas últimas.

La Piedra filosofal se presenta en forma de un polvo rojo brillante, bastante pesado.


Sin embargo estos caracteres físicos no les bastaban a los alquimistas; para asegurarse de la
cualidad, ellos proyectaban sobre una lámina de metal calentada al rojo, la piedra debía
fundirse sin desprender humo:

«Toma una lámina de bronce, frotado y pulido, coloca arriba un poco de tu materia y
colócala sobre carbones incandescentes. Si la materia se funde y se extiende sobre la
lámina caliente, tu medicina es perfecta; rinde entonces gracias a Dios. » (Isaac el
Holandés:" Opera mineralia.)

Grever dice casi la misma cosa:

«Toma de tu materia roja un grano, colócala sobre una lámina de hierro o cobre y
caliéntala mucho hasta que la lámina blanquee. Si entonces no se eleva ningún Humo,
y al retirada del fuego la materia no ha perdido nada, ni en peso, ni en volumen, es de
buena calidad. » (Secretum nobilisimum)

Calid adiciona algunos detalles:

«Cuando la piedra es culminada pon una parcela sobre un hierro rojo o sobre una placa
de bronce o plata muy caliente, si entonces queda como cera, sin humo, adhiriéndose
mucho al metal, es perfecta. » (El Libro de las tres palabras)

El feliz alquimista que poseía la Piedra filosofal llevaba el nombre de adepto, podía por lo
tanto utilizar para su beneficio las propiedades maravillosas de la Piedra. Denis Zachaire en
su Opúsculo de la filosofía natural de los metales y Filaleteo en La Entrada abierta al palacio
cerrado del rey, le reconocen tres propiedades:

¾ 1° Transmutar los metales en oro y en plata.


Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 95

¾ 2° Producir piedras preciosas.


¾ 3° Conservar la salud.

Los alquimistas griegos sólo le daban al Elixir rojo la propiedad de transmutar los metales,
sólo más adelante es que se le asignó una multitud de otras propiedades.

Los alquimistas no concuerdan sobre el resultado de las transmutaciones con ayuda de la


Piedra. Según unos, se obtenía un pequeño lingote, se transformaba una parte del metal
solamente en oro, según otros, todo el metal se transformaba en una masa de oro del mismo
peso.

«De una onza de este polvo de proyección, blanco o rojo, saldrán Soles en número
infinito y tu transmutarás en Luna toda especie de metal salido de una mina. » (R.
Lullio: la Clavícula).

«si tu proyectarás esta materia sobre mil de partes de mercurio vulgar, se transmutará
en oro fino. » (la Clavícula).

Roger Bacon afirma la misma cosa al final de su El Espejo de la Alquimia. Pero la Piedra
podía tener una virtud mayor o menor según se la fermentara más o menos veces:

«De modo que después de una operación una parte del Elixir transmuta cien partes de
cualquier cuerpo en Luna, después de dos operaciones: miles, después de tres: diez
miles, después de cuatro: cien mil, después de cinco: un millón, después de seis
operaciones millares de miles y así de consecuencia ad infinitum. » (Alberto el Grande:
El compuesto de los compuestos).

Alberto el Grande fue un gran alquimista que afirmó ¡que el oro producido por el Arte
hermético estaba dotado a su vez de la propiedad de transmutar los metales en oro!

La Piedra curaba no solamente los metales viles de su lepra, es decir, de su inferioridad, pero
por analogía curaba al hombre de toda especie de dolencias y enfermedades; ella prolongaba
incluso la vida, su infusión en alcohol constituía el Elixir de la larga vida.

Artephius pretende por su uso haber llegado a la edad de mil años. Jean de Lasnioro insinúa
incluso que resucita a los muertos:

«Se los digo en verdad si un hombre está semi muerto podría contemplar la belleza y la
Bondad de nuestra Piedra, toda especie de enfermedad se apartaría de él; estando
incluso en agonía, resucitaría. » (Jean de Lasnioro. Tractatus aureus de lapide
plhilosophico).
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 96

Algunos filósofos dieron detalles sobre la acción terapéutica de la Piedra filosofal. Según
Arnoldo de Villanova:

«Conserva la salud, aumenta el valor; de un anciano hace un joven hombre. Expulsa


todo achaque, aparta el veneno del corazón, humedece las arterias, fortifica los
pulmones, purifica la sangre y cura las heridas.
Si la enfermedad data de un mes, la cura en un día, si es de un año, la cura en doce días,
y si data de varios años, en, un mes se cura. » (El Rosario).

El autor anónimo de la Aurora consurgens, le asigna propiedades aún más especiales:

«Ella hace desaparecer completamente el arrugas y las manchas, devuelve a las


mujeres una piel juvenil, ayuda en el parto; en forma de escayola expulsa el fetus
muerto; hace orinar; excita y dé fuerzas para el acto de Venus; disipa la embriaguez;
vuelve la memoria..... » (Aurora consurgens).

Khunrath admite su influencia no solamente sobre el cuerpo, sino también sobre el espíritu y
sobre el alma.

«Si se administra la piedra a un enfermo, ella expulsa todas las enfermedades tanto del
alma como del cuerpo. Expulsa la lepra, la hidropesía, la epilepsia, la apoplejía, la
sordera, la ceguera, la locura, el orgullo y la ignorancia. » (H. Khunrath: Confession de
chao physo chemicorum).

Así mismo

«Con la ayuda de Dios todo-poderoso, esta piedra les liberará y les protegerá de
enfermedades, por grandes que sean; les preservará de todas las tristezas y aflicciones
y de todo lo que podría perjudicarles al cuerpo y al espíritu. » (Hermes: Los siete
capítulos).

No solamente curaba el mortal ataque, además aumentaba la inteligencia y daba incluso el


poder de controlar a la naturaleza y de ver a Dios en su gloria.

«Si durante nueve días consecutivos usaba nueve gotas o nueve granos de la Piedra,
me dotaría de una inteligencia angélica, y me parecería estar en el Paraíso. » (Casette
du petit paysan).

Sperber va más lejos:


Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 97

«Finalmente purifica tanto e ilumina el cuerpo y el alma que aquél que la posee, ve
como en un espejo todos los movimientos celestes de las constelaciones y las
influencias de los astros, incluso sin observar el firmamento, con ventanas cerradas, en
su habitación. » (Sperber: Isagoge de materia lapidis).

En una palabra el adepto puede contemplar el mundo invisible cerrado para los otros hombres.

Tenemos por dado que la Piedra filosofal producía piedras preciosas, que reunía varias
pequeñas perlas en una sola, finalmente como última maravilla: el Clangor Buccinæ nos
entera de que vuelve el vidrio maleable.

Nosotros aquí hemos llegado al final de nuestro volumen; podemos afirmar que la persona que
la ha leído con atención y que haya retenido las principales características, está en condiciones
de comprender todo Tratado de alquimia, por alegórico que sea. Anexo colocamos un
pentáculo de B. Valentin que nosotros dejemos para que el lector encuentre su significado.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 98

DICCIONARIO DE SÍMBOLOS HERMÉTICOS


En la segunda parte de esta obra explicamos los símbolos herméticos, tomando una teoría y
explicando sus símbolos. Vamos ahora a hacer el revés: a tomar el símbolo y a decir de el lo
que se puede informar. Lo uno completa lo otro; se podrá descifrar una figura alquímica con
ayuda de este presente resumen, luego irradiar sobre su significado dirigiéndose a los distintos
capítulos de esta segunda parte.

Ángel. - Simbolice a veces la sublimación, ascensión de un principio volátil, como en las


figuras del Viatorum spagyricum.
Águila. - Símbolo de la volatilización y también de los ácidos empleados en la Obra. Un
águila devorando a un león significa la volatilización de lo fijo por lo volátil. Dos - águilas que
se combaten tienen el mismo significado.
Animales. - Regla general cuando se encuentran representados dos animales de misma especie
y de diferente sexo como león y leona, perro y perra, significan el Azufre y el Mercurio
preparados para la Obra, o también lo fija y lo volátil. El macho representa lo fijo, el Azufre; la
hembra representa lo volátil, el Mercurio. Si están unidos estos animales: conjunción (Figuras
de Lambsprinck), si se combaten: fijación de lo volátil, o volatilización de lo fijo, (figuras de B.
Valentin).
2° un animal terrestre mira a un animal aéreo en una misma figura: fijo y volátil.
3° los animales pueden finalmente simbolizar los cuatro elementos: Tierra (león, toro), Aire
(águila), Agua (ballena, pescados), Fuego (salamandra, dragón).
Apolo. – El mismo significado que el sol.
Árboles. - Un árbol portando dos lunas significa la Obra lunar, el pequeño magisterio; si lleva
soles es el símbolo de la Gran Obra Solar: Si porta los signos de los siete metales, o los
signos del sol, de la luna y cinco estrellas, representa la materia única de la que nacen todos
los metales.
Baño. - Símbolo: 1° de la disolución del oro y la plata: 2° de la purificación de los dos metales.
Cuadrado. - Símbolo de los cuatro elementos.
Caos. - Símbolo de la unidad de la Materia y a veces del color negro y de la putrefacción.
Habitación. - Símbolo del huevo filosófico, cuando el Rey y la Reina se unen.
Perro. - Símbolo del Azufre, del oro. El perro devorado por un lobo significa la purificación del
oro por el antimonio. Perro y perra: fijo y volátil.
Circunferencia. - Unidad de la materia, armonía universal.
Cuervo. - Símbolo del color negro y de la putrefacción.
Corona. - Símbolo de la realeza química, de la perfección metálica. En la Margarita pretiosa,
los seis metales en primer lugar están representados como esclavos), desnudos con la cabeza a
los pies de rey, del oro, pero después de su transmutación, tienen una corona sobre la cabeza.
Cisne. - Símbolo de la blancura.
Diana. - Mismo significado que la Luna.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 99

Dragón. - Un dragón que se muerde la cola: la unidad de la materia. Un dragón en las llamas:
símbolo del fuego. Varios dragones que se combaten indican la putrefacción. Dragón sin alas:
lo fijo; dragón alado: lo volátil.
Niño. - Vestido con su ropa real o simplemente coronado, es el símbolo de la piedra filosofal, a
veces del color rojo.
Espada. - Símbolo del fuego.
Faulx. - Mismo significado que la espada.
Flores. - En general representan los colores de la Gran Obra.
Fuente. - Tres fuentes representan los tres principios. Fuente donde el rey y la reina vienen a
bañarse, ver Baño.
Hermafrodita. - Azufre y el Mercurio después de la conjunción; se refieren a menudo a él con
la palabra Rebis.
Hombre y mujer. - El Azufre y Mercurio. Desnudos: el oro y la plata impuros. Casándose:
conjunción, encerrados en un sepulcro: el Azufre y el Mercurio en el huevo filosófico.
Jupiter. - Símbolo del estaño.
León. - Símbolo de lo fijo, el Azufre, cuando está solo. Si tiene alas, representa lo volátil, el
Mercurio. El león representa el mineral (vitriolo verde) del que se extrae el aceite de vitriolo (el
ácido sulfúrico) que servía tanto a los alquimistas. El león opuesto a otros tres animales,
representa la Tierra. Es el símbolo finalmente de la piedra filosofal. La leona es el símbolo de
lo volátil.
Lobo. - Símbolo del Antimonio.
Luna. - Principio volátil, hembra, Mercurio filosófico, plata preparada para la obra.
Matrimonio. - Símbolo de la conjunción, la unión del Azufre y del Mercurio, rey y reina. El
sacerdote que oficia representa la Sal, medio de unión entre los dos principios restantes.
Marte. - Símbolo del hierro y el color anaranjado.
Mercurio. - Símbolo de la plata preparada para la obra.
Montaña. - Horno de los filósofos. Cima del huevo filosófico.
Neptuno. - Simboliza el agua.
Pájaros. - Elevándose en el cielo, volatilización, ascensión, sublimación; volviendo a bajar
hacia el tierra, precipitación, condensación. Estos dos símbolos reunidos en una misma figura,
destilación. Pájaros opuestos a animales terrestres significan el Aire o el principio volátil.
Fénix. - Símbolo del color rojo.
Lluvia. - Condensación, color blanco (albificación).
Rey y Reina. - Ver el hombre y la mujer.
Rosa.- El color rojo. Una rosa blanca opuesta a una rosa roja: lo fijo y lo volátil. Azufre y
Mercurio.
Salamandra. - Símbolo del fuego. A veces significa el color rojo o el blanco.
Saturno. - Símbolo del plomo. Representa también el color negro, la putrefacción.
Sepulcro. – Huevo filosófico.
Esqueleto. - Putrefacción, color negro.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 100

Serpiente. – En general el mismo significado que el dragón. Tres serpientes, los tres principios.
Las dos serpientes de la caduceo significan el Azufre y el Mercurio. Serpiente alada, el
principio volátil; sin alas, el principio fijo. Serpiente crucificada, fijación de lo volátil.
Sol. - Oro ordinario o preparado para la obra, Azufre filosófico.
Esfera. – La unidad de la materia.
Triángulo. - Símbolo de los tres principios.
Venus. - Símbolo del cobre.
Vulcano. - Símbolo del fuego; generalmente representado en forma de un hombre cojo.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 101

TABLA DE LOS TRATADOS CITADOS EN


ESTA OBRA
Abraham. - Preceptos e instrucciones del padre Abraham a su hijo que contiene la verdadera
sabiduría hermética.
Abraham el Judío. - Figuras.
Alain de Lille. - Dicta Alani de lapide philosophico (Aforismos sobre la piedra filosofal).
Alberto el Grande. - l° De alchimica (Tratado de alquimia). 2° Concordantia philosophorum
de lapide pliilosophico (Concordancia de los filósofos). ) 3° el Compuesto de los compuestos.
4° Líber octo capitulorum de lapide philosophorum (Libro de los ocho capítulos).
Anónimos. - 1° el Anónimo cristiano. 2° Aurora consurgens (La Elevación de la Aurora), 3°
Cassette du petit paysan ou l'arche ouverte. . 4° Clangor buccinae (el resplandor de la
trompeta). 5° Scala philosophorum (la Escala de los filósofos.) 6° Epístola de Alejandro. 7°
Epístola de Isis sobre el Arte sagrado. 8° Le filet d'Ariadne pour entrer avec sûreté dans le
labyrinthe de la philosophie hermétique. . 9° Gloria mundi (Gloria del universo), 10° Le Grand
Olympe ou philosophie poétique. 11° Janitor Pansophus. 12° Carta filosófica, 13° Altus Mutus
líber (el libro mudo). 14° Salterio de Hermófilo. 15° el Sueño Verde. 16° Le Texte d` Alchymie.
17° La Turba de los filósofos. 18° Tratado filosófico del blanco y del rojo. 19° el triunfo
hermético. 20° Le Grand-CEuvre dévoilé en faveur des enfants de lumière.
Artephius. - 1° Clavis majoris sapientiae (Clave de las altas ciencias). 2° Tratado secreto de
piedra filosofal.
De Atremont. - La Tumba de la pobreza.
Augurel. - La Crisopeya
Avicena. - Declaratio lapidis physici (Revelación de la Piedra).
Roger Bacon. - Breve breviarium de dono, Dei (Breve tratado del don de Dios). 2° El Espejo de
Alquimia.
Barchusen. - 1° Elementa chemiae (Elementos de química). 2° Liber singularis de Alchimisae.
Barlet. - La théotechnie ergocosmique.
Beccher. - Physica subterranae (Física subterránea).
Bernardo el Trevisano. - 1° De la Naturaleza de la Obra. 2° El libro de la filosofía natural de
metales. 3° La palabra olvidada.
Berthelot. - l° Introducción al estudio de la química de los antiguos. 2° Los Orígenes de la
Alquimia.
Berlhetot y Ruelle. - Colección de los Alquimistas griegos.
Calid. -1° El libro de las tres palabras. 2° Secreto de Alquimia.
G.Claves. - Apologia Chrysopœiœ et Argyropœiœ (Apología del arte de hacer oro y plata).
Cleopatra. – La Crisopeya.
Colecciones. - 1° De Alchimia opuscula complura (Recopilación de distintos opúsculos
alquímicos), 2° Auriferœ artis quam chemiam vocant (Recopilación de Tratados de la ciencia
llamada chymia). 3° Biblioteca de los filósofos alquímicos. 4° Cinco Tratados de alquimia. 5°
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 102

Muséum hermeticum(El Museo hermético). 6° Theatrum chimicum (el teatro químico). 7°


Biblioteca chemica Mangeti (Biblioteca química de Manget).
Colleson.- Idea perfecta de la filosofía hermética.
J. Dee.- De Monas Hierogliphica.
Demócrito. - Físicos y místicos.
Eck de Sultzback. - Clavis philosophorum (Clave filosófica).
De Espagnet. - Arcanos de la filosofía de Hermes. 2° Enchiridion physicœ restituœ
(Enchiridion de la física restituida).
Figuier. - La alquimia y los alquimistas.
N. Flamel.-1° Explicación de las figuras del cementerio de los Inocentes. 2° El libro de Flamel.
3° Sumario.
Geber. - 1° Suma perfeccionis magesterii. 2° el libro de los hornos.
Grever. - Secretum nobilissimum (el Secreto muy elevado).
Glauber. - l° La Obra mineral. 2 "la medicina universal."
Happelius. - Aphorismi basiliani.
Helias. - El Espejo de alquimia.
Helvetius. - Vitulus aureus (el becerro de oro).
Hermes. - 1° la Tabla Esmeralda. 2° los siete capítulos.
Hœffer. - Historia de la química.
Th. de Hoghelande. - De difficultatibus alchimiœ (Dificultades de la alquimia).
Huginus a Barma.- 1° La piedra de toque. 2° el reino de Saturno cambiado en siglo de oro.
Isaac el Holandés. - Ópera mineralia (Obras minerales).
Jamsthaler. - Viatorium spagyricum .
Jean de Meung.- Complainte de nature à l'alchimiste errant..
Jehan de la Fontaine. - La fuente del enamorados de ciencia.
Johnson.- Lexicon chimicum (Diccionario de química).
Kircher. - Mundus subterraneus (el mundo subterráneo).
Khunrath. - 1° Amphitheatrum sapientiœ aeternae (Anfiteatro de la sabiduría eterna). 2°
Confessio de chao physîco chimicorum (Confesión del caos de los fisicoquímicos).
Laciniusi. - Pretiosa margarita (la piedra preciosa)
Lagneau. - La armonía química.
Lambsprinck. - Libellus de lapide philosophico (Pequeño tratado de la piedra filosofal).
J. deLasnioro.- Traclatus aureus de lapide philosophorum (Tratado de Oro de la piedra de los
filósofos).
Lavimus Venceslas. - Tratado del cielo terrestre.
Lebrelon. - Claves de la filosofía espagírica.
Libavius. - 1° De lapide philosophorum (Tratado de la piedra). 2° Paraphrasis Amaldi
(Comentarios sobre Arnaldo de Villanueva).
Libois. - Enciclopedia de dioses y héroes.
R. Lulio. - 1° la clavícula. 2° Compendium animae transmutationis (resumen del espíritu de
transmutación). 3° Aclaración del testamento. 4° Vade mecum seu de tincturis compendium
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 103

Macquer. - Diccionario de química.


Marc Antonio. - La luz que sale por sí misma de las tinieblas.
Maria la judía. - Diálogo de Maria y Aros.
De la Martinière. – La química desconocida.
Morieno. - De transmutatione metallorum (Tratado de la transmutación de los metales).
Northon. - Crede Mihi.
Pantheus. - 1° Ars et theoria transmutationis metallicae (Teoría y práctica de la
transmutación metálica). 2° Voarchadumia.
Paracelso.-1° El cielo de los filósofos; 2° de Natura rerum (Tratado de la historia natural o de
la naturaleza de las cosas). 3° Tinctura physicorum (Tintura de los físicos); 4° El tesoro de
tesoros.
Pernety. -1° Diccionario mito-hermético. 2° Fábulas griegas y egipcias reveladas.
Planiscampi. – Le Bouquet chymique.
Filateteo. - l° La Entrada Abierta al Palacio Cerrado de Rey. 2° La fuente de la filosofía
química.
Porta - 1° Magia naturalis (Magia natural). 2° Physiognomia humana (Fisiognomía humana).
De Respour. - Raras experiencias sobre el espíritu mineral.
Rases. - El libro de las luces.
Ripley. - 1° El Nudo de la Alquimia. 2° Tratado de las doce puertas. 3° Tratado del mercurio.
Ph. Rouillac. - Resumen de la Gran Obra.
Sendivogius. - 1° El cosmopolita o la nueva luz química. 2° Cartas.
Sperber. - Isagoge de materia lapidis (Resumen sobre la materia de la piedra).
Sinesius. - Comentarios sobre el libro de Demócrito.
Santo. Tomás de Aquino. - Secretos de alquimia.
Trithemius. - Polygraphia.
Basilio Valentin. - 1° El azoth de los filósofos. 2° el Carro triunfal del antimonio. 3° Coloquio
del espíritu de Mercurio con el hermano Alberto. 4° Las doce claves de la sabiduría. 5° De
naturalibus et supernaturalibus (Tratado de las cosas naturales y sobrenaturales).
N. Valois. -Obras.
Blaise de Vigenère. - Tratado del fuego y la sal.
Arnaldo de Villanova. - 1° el camino del camino. 2° Flos florum (la Flor de las Flores). 3° Carta
a rey de Nápoles. 4° Novum lumen (Nueva luz). 5° Rosarium (el rosario). 6° Quoestiones tam
essentiales quam accidentales ad Bonifacium octavum
Vogel. - De lapidis physici conditionibus (de las propiedades de la piedra filosofal).
D. Zachaire. - Opúsculo de la filosofía natural de los metales.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 104

BIBLIOGRAFÍA ALQUÍMICA DEL SIGLO XIX.


Hacemos entrar en esta corta exposición no solamente los Tratados puramente herméticos,
sino también las obras históricas, las biografías y las producciones literarias que aparecieron
sobre este tema desde el año 1800, tanto en Francia como en Alemania e Inglaterra.

AMONYME. - Leyendas populares: Nicolas Flamel. París, folleto en 4°.


BALZAC. - La Búsqueda del absoluto. París, 1 Vol. -18.
BARRETT. - Lives of the alchemystical philosophers with a catalogue of books in Occult
chemistry, Londres, 1815, 1 vuelo. en -8.
BAUER. - Chimie und Alchymie in Oesterreich bis zum beginnenden XIX Jahrhundert.
Viena, 1883.
BERTHELOT. - 1° Los orígenes de la Alquimia, 1 Vol. -8. París, 1885; 2° Introducción a l
estudio de la química de los antiguos y de la edad media. París, 1880, 1 Vol. -4. Numerosas
figuras de aparatos, reproducciones de textos por la fototipia.
BERTHELOT y RUELLE. - Colección de los antiguos alquimistas griegos. Texto y
traducción. París 1887 a 1888, Vol. -4°. En estas distintas obras, M. Berthelot hizo conocer un
período de la historia de la química apenas indicado y muy oscuro.
E. BERTHET. - El último alquimista.
CAMBRIEL. - Curso de filosofía hermética o alquimia en 19 lecciones. París, 1843, con
8°, Planchas. Obra curiosa y muy rara.
E. CHARLES. - Roger Bacon. Su vida, sus obras, sus doctrinas. París, 1861, en -8. Redactado
sobre todo en punto de vista filosófico.
CRUVEILHIER. - Paracelso, su vida y su doctrina. Gazette médicalle, 7 de mayo de 1842.
CYLIANI. - Hermes desvelado. París 1832. Folleto raro. El autor pretende haber operado la
transmutación de los metales por procedimientos alquímicos.
DELECLUZE.- Raymundo Lullio. Estudio de los Dos Mundos, 15 de noviembre de 1840.
Artículo excelente bajo muchos aspectos, excepto uno, el autor garantiza que Lullio, Bacon,
etc., ¡no eran alquimistas, pero si químicos!
A. DUMAS. - El alquimista, drama.
ESCODECA DE BOISSE. - Los Alquimistas del siglo XIX. Epitafio a Nicolas Flamel.
Folleto. París, 1860.
L. FIGUIER. - 1° La alquimia y los alquimistas. París, 1854, 1855, 1860, l Vol. -12 Exacto en
todo lo histórico, pero el autor ignora completamente las teorías herméticos, y cuando la cita,
es para burlarse de lo que no entiende; 2° Vidas de científicos famosos. París, 1870 a 1875, 3
Vol. Con -8.Grabados y retratos. Sólo citamos tres volúmenes: Edad Media, Renacimiento,
siglo XVII, debido a las biografías interesantes de: Geber, Avicena, Alberto el Grande, Roger
Bacon, Raymundo Lullio, Van Helmont, etc., relacionadas con el tema que nos ocupa.
FRANCK. - Paracelso y la alquimia en el siglo. XVI°
E.HALM Der Adept, trauespiel.
VON HARLEPS.Jacob Bohme und die Bichyaiisteft. Berlín, 1870.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 105

HŒFFER. - Historia de la Química desde los tiempos más remotos hasta nuestro tiempo.
París, 1842, 2 Vol. - El primer volumen y una parte del segundo tratan de la alquimia.
HOFFMANN. - Berliner Alchimisten und Chemiker. Berlín, 1882.
HORTENSIUS FLAMEL. - Resumen de la magia, las ciencias ocultas y la filosofía
hermética, París, 1842.
JACOB (bibliófilo). - Curiosidades de las ciencias ocultas. - París, 1885, 1 Vol. La mitad del
volumen trata sobre de la alquimia.
JACQUEMAR. - La piedra filosofal y la flogística. París 1876. Folleto in-8°.
JEHAN DE LA FONTAINE. - La Fuente de los enamorados de la ciencia, poema
hermético del siglo XV. París 1861. Bastante raro.
KOPP. - Die alchemie in altérer und neuerer Zeit. Heidelberg, 1886, 2 Vol. Trabajo
concienzudo, lleno de documentos interesantes.
LEBRUN DE VIRLOY. - Noticias sobre el aumento de la materia metálica. París, 1888.
Brochurein en -12
LEWIHSTEIN. Die alchemie und die alcheœisteir. Berlín, 1870. Folleto.
LOUIS LUCAS. - 1° la nueva química. París, 1 Vol. Raro, 2° la novela alquímica.
París, 1857, I Vol. Raro.
MANDOS. - Van Helmont, biografía, historia crítica de sus obras. Bruselas, 1868.
MARCOS DEVEZE. - Alain de Lille. Número 10 de l'Initiation. Julio de 1889.
MANDON.- Ensallo sobre la vida, y las obras de Van-Helmont. Bruselas, 1857.
L. MEMARD - Hermes Trismégisto. Paris, en -8.
MICHEA.- Sludia auctoris. Traducción de la autobiografía de Van-Helmont. Gaztte
médicale, 1843.
VON MURR.- Literarischen Nachrichten zu der Geschichte des Gotdmachens.
Braunschweig, 1844.
NENTER.- Bericht von der alchymie. Nuremberg 1827. Folleto
PAPUS.- La piedra filosofal, pruebas irrefutables de su existencia. París, 1889. Folleto. El
autor establece lógicamente la existencia de la Piedra por el análisis de transmutaciones
históricas.
ALBERT. POISSON.- Cinco Tratados de alquimia de los más grandes filósofos. París,
1890.- Tratados de Arnaldo de Villanove, R. Lullio, Alberto el Grande, Roger Bacon,
Parecelso, traducidos del latín.
POUCHET. - Alberto, el Grande y, su tiempo. París 1843.
RAGON. Ortodoxia masónica, seguida de la iniciación hermética.
RHEINHART DE LIETCHY. - Alberto el Grande y Santo Tomas de Aquino l Vol.
ROMMLAERE.- Memoria sobre Van Helmont, presentado a la Academia de medicina de
Bélgica. Bruselas, 1867. -
SCHMIEDER. - Geschichte der Alchemie. Halle, 1832.
DE SAINT-GERMAN.- La conservación del hombre trazada en la ciencia hermética.
Folleto.
SIGHART. - Alberto el Grande, su vida y su ciencia. París, 1862.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 106

SOLITAIRE.- Diana diaphana oder die Gesclichte der Alchimisten imbecil Kaztlein
Nordhausen, 1863.
THOMSON. - History of chemistry. Londres, 1830.
TIFPEREAU.- 1° los metales son cuerpos compuestos, 1855; 2° el oro y la transmutación de
los metales, París, 1889; 3° Carta a los senadores y a los diputados sobre la producción
artificial de oro. París, 1888. - Obras muy curiosas de "el Alquimista del siglo XIX".
DE VIRIVILLE. - Notice sur quelques ouvrages attribués à Nicolas Flamel.
Teorías y Símbolos de los Alquimistas Albert Poisson 107

ÍNDICE

Prólogo del Traductor 3


INTRODUCCIÓN 11
I
II 12
III 13
IV 14
V 15
TEORÍAS & SÍMBOLOS DE LOS ALQUIMISTAS LA GRAN OBRA 16
PRIMERA PARTE
LAS TEORÍAS
CAPÍTULO I 16
CAPÍTULO II 20
CAPÍTULO III 25
CAPÍTULO IV 31
LOS SÍMBOLOS 35
CAPÍTULO I
CAPÍTULO II 44
CAPÍTULO III 47
CAPÍTULO IV 55
CAPÍTULO V 68
CAPÍTULO VI 77
CAPÍTULO VII 85
CAPÍTULO VIII 94
DICCIONARIO DE SÍMBOLOS HERMÉTICOS 98
TABLA DE LOS TRATADOS CITADOS EN ESTA OBRA 101
BIBLIOGRAFÍA ALQUÍMICA DEL SIGLO XIX 104
ÍNDICE 107

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