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El Conejo de la luna

Se encontraba Quetzalcóatl convertido en hombre y haciendo una travesía


enorme para llegar hasta un lugar que quedaba realmente lejos, ahora
estaba en una montaña sin nada para comer o tomar y por el frío había
prendido una fogata, también estaba mirando el cielo con su hermosa luna
y las estrellas que la acompañaban. El camino era largo si quería llegar
cuanto antes hacia la selva, tenía que pasar por un sitio en donde podía
quedarse a descansar sobre una roca, por lo menos por un momento hasta
continuar con el rumbo.
Un conejito distraído pasó por donde Quetzalcóatl se encontraba
descansando y le ofreció un poco de la zanahoria que estaba comiendo, el
Dios le dijo que él se iba a morir de hambre en cualquier momento, que no
se preocupe por su cuerpo humano, entonces el conejito se ofreció en
sacrificio para que se lo coma y pueda entonces continuar con su camino.
Quetzalcóatl apreció enormemente la valentía que un conejo tan pequeño
podía tener, por ello es que lo alzó bien alto y grabó su viva imagen en la
luna llena que desde ese entonces recuerda cada noche la bondad de este
conejito y su buena acción para poder ayudar a alguien más, aunque eso
significara la muerte de su propio ser. La promesa que le hizo el dios al
conejo luego de su sacrificio fue que todas las personas que miren la luna
pensarán en aquel dulce animal que dio su vida para poder salvar a
Quetzalcóatl.

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