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al abrigo de la devoción
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Aportes para
para el
el estudio
estudio de
de la
la religiosidad
religiosidad popular
popular
Ramiro
RamiroGómez
GómezArzapalo
ArzapaloDorantes
Dorantes(coord.)
(coord.)
Identidad y pertenencia
al abrigo de la devoción:
aportes para el estudio
de la religiosidad popular
ISBN: 978-607-9152-11-6
Hecho en México
Índice
Introducción
Perilando discusiones sinceras para heridas abiertas: la Religiosidad
Popular ad intra y ad extra de la Iglesia
Ramiro Alfonso Gómez Arzapalo Dorantes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .8
Nuestro Padre, el Dios Sol: vida ritual entre los chatinos de Oaxaca
Olga Hernández Ramírez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
L
a meteorología indígena es la percepción del tiempo climático dota-
do de signiicados que se sustenta en la vida ritual, creencias, saberes
y conocimientos regulados por una religiosidad popular indígena,
que a su vez evidencia expresiones etnoculturales de antigua tradición
mesoamericana. Es decir, comprende las nociones del medio ambiente
vinculado con una compleja cosmovisión que las comunidades campesi-
nas han mantenido a pesar de los embates de la modernidad. Esto les da
una identidad propia, acorde con sus pautas culturales, de construir y de
transmitir su noción de los ciclos naturales del tiempo meteorológico, los
seres que propician los elementos climáticos y la forma hábil de regular
tales elementos.
En este sentido, la meteorología indígena o etnometeorología destaca
la potencialidad de los fenómenos climáticos en función de los intereses y
necesidades de las comunidades. De esta forma, el control de los elementos
meteorológicos —lluvia, viento, granizo, nubes, truenos, entre otros— ha
sido una preocupación constante de los pueblos indígenas que se remonta a
una época milenaria. Esta preocupación surge de una necesidad elemental
que nos remite a un complejo cultural y simbólico, puesto que se aplica al
ciclo agrícola y estacional, que se inicia cuando la tierra se abre y ayuda a
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Doctora y Maestra en Antropología por la unam. Licenciada en Sociología por la unam. Miembro del
Sistema Nacional de Investigadores. Miembro del Observatorio Intercontinental de la Religiosidad Popular
y del Grupo Interdisciplinar de Estudios e Investigaciones sobre Religión Popular. Docente titular en el
Colegio de Sociología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam. Profesora del Posgrado en
Ciencias de la Sostenibilidad y del Sistema de Universidad Abierta y de Educación a Distancia de la unam.
Ganadora de la Medalla “Alfonso Caso” 2005 al Mérito Universitario por los estudios de Maestría. Fue
investigadora de la Subdirección de Etnografía del Museo Nacional de Antropología, inah, hasta 2016. Au-
tora de los libros Los aires y la lluvia (2010) y Observar, pronosticar y controlar el tiempo. Apuntes sobre los especialistas
meteorológicos en el Altiplano Central (2015), además de numerosos artículos en revistas y volúmenes colectivos.
196 Identidad y pertenencia al abrigo de la devoción
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Entendida como el “acto de disponer y colocar en un orden preestablecido ciertos objetos, los cuales
además de su signiicado material, tienen una connotación simbólica en relación con los seres sobrenatu-
rales. Una ofrenda persigue un propósito; es decir, pretende obtener un beneicio simbólico o material de
estos seres o divinidades” (2013: 641).
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Oración en español de doña Jovita a los aires. Mayo 14, 2004 (Juárez Becerril, 2005: 130, 132, 178 y
179).
198 Identidad y pertenencia al abrigo de la devoción
a) Santos propiciadores
Se considera a la Virgen de la Candelaria5 (2 de febrero), San Jorge6
(23 de abril), San Marcos (25 de abril), San Juan7 (24 de junio), el Señor
de Amecameca8 (1er y 6o viernes de Cuaresma), el Señor de Tepalcingo (4o
viernes de Cuaresma) y el Santo Entierro (6o Viernes de Cuaresma). Todos
ellos, con sus respectivas particularidades, están asociados con el poder de
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Es decir, mediante su intercesión frente a entidades sagradas con más alta jerarquía, los hombres po-
drán conseguir un beneicio. Para los ines de esta ponencia, los santos son los propiciadores y reguladores
directos del elemento meteorológico.
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El día de su celebración, en la mayoría de las comunidades campesinas, se bendicen las semillas que se
utilizarán eeen la siembra.
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Según testimonios recopilados por González Jácome, el santo es quien “suelta” y domina las “cule-
bras” de agua.
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Es el santo venerado por excelencia en tiempo de lluvias. Es presentado como dador de agua bajo dos
dualidades: benevolente, pero también peligroso, porque puede dar el líquido en exceso, lo que perjudicaría
a las milpas. En ocasiones, este santo es relacionado con Juan del Monte, considerado entre las poblaciones
que habitan alrededor del Cofre de Perote, como el dueño de los animales, la selva y el bosque, donde los
leñadores le ofrendan cigarros y aguardiente cada vez que van al monte a recoger árboles o plantas, con lo
cual obtienen su protección y consentimiento (Noriega, 1997; Suzan, 2004).
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Se le identiica con el Señor del Sacromonte (Bonil, 1971; Gómez Arzapalo, 2007).
202 Identidad y pertenencia al abrigo de la devoción
b) Santos controladores
Encontramos a San Isidro (15 de mayo), San Pedro9 (29 de junio), San
Marcial10 (30 de junio), el Señor de Chalma11 (1ro. de julio), María Mag-
dalena12 (22 de julio), Santo Santiago, Señor Santiago o Santiago apóstol
(26 de julio), San Salvador13 (6 de agosto), San Lorenzo (10 agosto), San
Bartolomé14(24 de agosto), San Miguel o Arcángel Miguel15 (29 de septiem-
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Encargado de cuidar la entrada al cielo. Se le conoce también como San Pedro de las aguas, porque do-
mina las corrientes de las aguas en los ríos y cavernas (Paulo Maya, 1997).
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Las comunidades asentadas en las faldas del Nevado de Toluca, lo vinculan con el granizo, y por ello
le llevan ofrendas a una cueva. Esta oquedad que se ubica en el Nevado es reconocida con el nombre del
mismo santo, donde la gente asegura que San Marcial vive (Robles, 2001).
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Beatriz Albores (1997) señala que la marca del rayo entre los quicazcles, en la región lacustre del Valle
de Toluca, muchas veces es la imagen del Señor de Chalma, lo que reairma la importancia de la veneración
e invocación de su imagen.
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Patrona de Xico, considerada como la única santa que puede ocupar el cargo de San Juan. El día de su
iesta se caracteriza por el tronido del cielo (Noriega, 1997; Suzan, 2008).
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Festividad del santo relacionada entre los quicazcles del Valle de Toluca, como “todo está logrado”, en
referencia a la germinación de la planta (Albores, 1997), celebración relacionada con la maduración de la
planta del maíz.
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Santo invocado en Tabasco, debido a que las tempestades son muy fuertes.
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Se le considera un intermediario frente a los “señores del tiempo” para que éstos hagan su trabajo.
Protector frente al diablo y los males aires y propiciador de las siembras, así como de las buenas cosechas.
La iesta de San Miguel también está relacionada con la maduración de la planta y los primeros elotes. Se
dice que San Miguel, con su espada, regresa al diablo al inierno y es motivo de celebración, junto con la
cosecha lograda. Dora Sierra (2007) realiza un detallado estudio sobre San Miguel y la cosmovisión cam-
pesina; la autora retoma varios ejemplos etnográicos de diversos lugares, que sustentan el vínculo entre el
santo y el ciclo agrícola.
Oraciones por el temporal.Santos en la religiosidad popular mexicana 203
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El día en que se venera este santo, se cree que en Xico, Veracruz, las lluvias se despiden quedando
sólo los truenos (Noriega, 1997).
204 Identidad y pertenencia al abrigo de la devoción
“Vuélvete, Bartolomé, que yo te daré tal don: que donde fueres nombrado,
no caerá ni piedra ni rayo, ni morirá mujer de parto, ni criatura de espan-
to” (Rodríguez Rivera, 1967).
Por su parte, magistralmente Santa Bárbara tiene una oración con va-
rios elementos ricos en el tema del control del agua. En general, ella es
invocada ante una tormenta con la siguiente plegaria: “Santa Bárbara don-
cella, líbranos de la centella”. En su interesante estudio histórico y geo-
gráico de la oración a Santa Bárbara, Virgina Rodríguez (1967) describe
171 versiones de oraciones que los pueblos de México acostumbran rezar
para librarse de tempestades, rayos y truenos. Otras versiones de plegarias
relacionadas al temporal: “De rayos y centellas, eres Bárbara abogada, pues
nos libras del peligro, si sois de veras llamada.” “Temblando a tus plantas
me hallo y del mortífero rayo, ¡Santa Bárbara doncella, que en el cielo eres
estrella, líbranos de una centella y de un rayo mal airado!”
La autora también registra que en Brasil se asocia a Santa Bárbara es-
pecialmente con San Jerónimo “para acudir en auxilio de los hombres en
las tormentas y tempestades, en el zigzaguear de los rayos o el retumbar de
los truenos en el cielo” (Rodríguez, 1967: 139). En México, se registraron
asociaciones con otros santos, tal como se lee en la siguiente oración:
Dulce Santa Barbarita, quemo esta palma bendita, para que tú nos prote-
jas, San Cristóbal, San Isidro, el niño Dios y la Virgen, el Dios de las tem-
pestades, porque se acaben mis males, no se queden mis cosechas, me salga
todo a derechas, y por ser siempre bendecido, esté mi hogar tan querido a
salvo de tempestades… No se inunden los poteros, no se borren los cami-
nos, centella que culebreas, no me veas rayo que mata derecho… Del fuego
del cielo, líbranos, Señor, de tu ira que truena; líbranos, Señor, de la luz
que deslumbra; líbranos, Señor, del agua, del fuego del rayo y de centella
líbranos doncella (Rodríguez, 1967: 46).
2011). Con ello, no sólo se deinen los elementos culturales que se han con-
servado o adoptado, sino los que se perdieron o fueron rechazados y deben
estudiarse en el nivel de las representaciones colectivas.
En las labores del campo, los santos interactúan a la par con las enti-
dades sagradas de la naturaleza,17 ya que bajo una forma sincrética, han
sustituido en gran parte a las antiguas deidades de las comunidades meso-
americanas, presentándose hoy día bajo concepciones católicas. Luis Mi-
llones nos remite al ejemplo de que en Perú —nada distante de lo que pudo
pasar en Mesoamérica—, los pobladores indígenas dedicados a la agricultu-
ra enfocaron sus necesidades o sus desgracias, como un favor o un rechazo
en contra del santo en cuestión: “Las buenas cosechas se atribuirían al fa-
vor de santo, y las heladas o lluvias torrenciales serán interpretadas como
castigos o avisos de una desgracia mayor, también enviados por el mismo
patrono” (2005). Estas situaciones reorientaban los intereses propios de la
comunidad, ya que trataban de apoyarse en el santo más adecuado que
pudiera reemplazar a su antigua deidad. La necesidad cotidiana del pre-
ciado líquido incidió para que las sociedades campesinas construyan sus
divinidades y relatos que, con el tejido de imaginario simbólico, explican la
razón de ser y el sentido de lo sagrado.18 Estas coniguraciones en torno a lo
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Según los datos etnográicos consultados en relación con la región del Altiplano Central mexicano,
las entidades sagradas de la naturaleza están conformadas principalmente por los dueños, los señores, los
ahuaques, las potencias, las divinidades, los encantos, los muertos y los niñitos. Se trata de los “variados y fascinantes
disfraces de las divinidades” (Félix Báez-Jorge, 1994), característica propia de los fenómenos sincréticos.
Ellos interactúan en el entorno natural y están estrechamente vinculados con el actuar de los especialistas
meteorológicos.
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Como ejemplo concreto, vale la pena detenernos en el excepcional estudio que realiza Félix Báez
acerca de Rafael Guízar y Valencia, Olor de Santidad: articulaciones históricas, políticas y simbólicas de una devoción
popular. El libro no sólo aborda la hagiografía de un santo mexicano canonizado el 28 de abril de 2006,
sino que relexiona en torno a vertientes históricas, políticas y, por supuesto, antropológicas que versan
más allá del ciclo vital de Rafael Guízar y Valencia. En una buena parte del libro Félix Báez, nos muestra
las hazañas extraordinarias que vivió nuestro ahora santo; se trata de vivencias para difundir los preceptos
de la religión católica que fueron “consolidando” su imagen de santidad. Entre las múltiples vivencias, me
llamó la atención la capacidad que tuvo Guizar y Valencia para controlar el clima. Según Félix Báez-Jorge,
el Siervo de Dios es cercano a San Isidro, por las atribuciones de manipular el temporal. En la hagiografía
que ofrece Félix Báez, Guizar y Valencia es considerado un mágico conjurador de tormentas, pues poseía
“cualidades” para controlar el agua. La caída de lluvia será uno de los ejemplos primordiales para magni-
icar su profesión de sacerdote. Tal es el caso de las siguientes experiencias: 1) cuando eligió su vocación,
donde, enfrentando una violenta tempestad, mientras arreaba su ganado, se decidió deinitivamente a ser
sacerdote (2006: 78-79); 2) en Guatemala, tuvo la capacidad de lograr que numerosas personas caminaran
entre cortinas de agua y torrentes, y no se mojaran (2006: 132); 3) en Cuba, al iniciar una misión, comenzó
una lluvia torrencial y después de cinco minutos de pronunciar una plegaria, se aclaró el cielo y no llovió
mientras duró su misión (2006: 146); y 4) en otra ocasión, para detener una tormenta que azotó una comu-
nidad, tomó a un niño y levantándolo en el altar, pidió que cesara el agua, con el in de que los pequeños
206 Identidad y pertenencia al abrigo de la devoción
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