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Amor a las mascotas

Toda criatura desde la más temprana edad sigue al primer ser que ve, y
mucha más dependencia muestra a ese ser, si la alimenta y protege. Eso es
intrínseco en la naturaleza animal, que tiende a confundirse con sentimientos
humanos. Aprovechando esa cualidad, el hombre ha domesticado y hasta ha
hecho selección genética mucho antes de que se estableciera como ciencia; así,
se han ido seleccionando y mezclando razas según la conveniencia de nuestra
especie. Ejemplos muy conocidos son la crianza de ganado productor de leche,
ganado de carne, perros para el pastoreo y control de plagas, así como gatos
para el control de ratones, caballos para el trabajo y transporte y otros.

La sumisión y las aparentes muestras de cariños de la mascota hacia su


protector se debe a la naturaleza del animal seleccionada por el hombre,
según sus intereses, y a la crianza que ha recibido (aprendizaje). Pero hablar
de sentimientos y raciocinio humanos en ellos, son palabras mayores.

El más difundido sentir de los humanos por los animales es el amor


utilitario, como para el transporte, protección, trabajo o productor de bienes.
Ahora, los sentimientos del humano por su mascota tienen muchas y
diferentes causas. El amor más noble es el de los que arriesgan todo por los
animales, con tal de tratar de conservar nuestro sistema ecológico, o sea,
proteger a nuestra especie. El amor más natural es el de los que se han
criado con mascotas. El amor más humano es el que se siente por la gracia, las
habilidades y la belleza del animal, según la apreciación personal. Los demás
amores son de diferentes tonalidades del oscuro y dependen de la evolución
psicológica del poseedor de la mascota.

El sentimiento de soledad, por falta de allegados que nos presten


atención, hace que amemos a nuestras mascotas intensamente; aunque en la
actualidad con las redes sociales ese sentimiento no es tan fuerte. El
sentimiento de culpabilidad, por haber sido duros con nuestros hijos en su
crianza, hace que una mascota malcriada, que hasta llegue a hacernos daño,
nos produzca satisfacción. El sentimiento de haber sido sometido, y hasta
maltratado y humillado toda la vida, hace que nos produzca satisfacción
sentirnos amos y con poder sobre mascotas obedientes. Para satisfacer la
necesidad de socializar, al menos con otros dueños de mascotas. Impresionar
como buenas personas dando amor a nuestras mascotas. Para mostrar
opulencia paseando mascotas caras. Maltratar a sus mascotas para satisfacer
el negro deseo de producir daños a seres vivos. Los impulsos interiores al alto
riesgo o los sentimientos autodestructivos hacen que amemos a mascotas que
son fieras carnívoras. El amor a reptiles, arañas y otros animales inofensivos,
por lo general, son inducidos por padres que podrían tener sus “problemitas”
psicológicos.

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