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Estudiante: Carlos Sánchez Otero. Fecha: 16/05/2017. Preseminario. Departamento de


Filosofía, Universidad Nacional de Colombia. Docente Ángela Uribe. Ensayo final.

Examen, pensamiento y condición humana en Sócrates

1. Introducción

El propósito del presente ensayo es aclarar el sentido de la afirmación de Sócrates en La


Apología (38a), según la cual “una vida sin examen no tiene objeto vivirla para el hombre”. Para
lograr tal objetivo recurro no solamente a la Apología, sino también al Gorgias y a algunos
pasajes centrales de La vida del espíritu (Arendt, 1984) y Responsabilidad y juicio (Arendt,
2007). A continuación procedo de la siguiente manera. Primero aclaro brevemente la definición
de una vida basada en el examen, trayendo a colación la forma de vida socrática y algunas
reflexiones de Arendt en torno al pensamiento. En segunda instancia analizo cómo dicho
examen corresponde a la esencia de la condición humana. Finalmente, con base en lo anterior,
explico en qué sentido puede afirmarse que una vida sin examen no vale la pena ser vivida.

2. El examen socrático

En la Apología, Sócrates indica que una vida basada en el examen es aquella vida en la que: i) se
reconoce que “se es digno de nada respecto a la sabiduría” (23b) y ii) como consecuencia de
dicha falta de sabiduría, se busca examinar mediante el diálogo si uno mismo y los demás son
verdaderamente sabios, indagando si hay una preocupación genuina por la virtud, el alma y la
forma en la que “el alma va a ser lo mejor posible” (29e). En el Gorgias, Sócrates señala en la
misma dirección que, en una vida basada en el examen, como la filosófica, nos preocupamos por
indagar la verdad de las cosas, por mantener una coherencia entre nuestros actos y opiniones, y
procuramos con base en ello preservar la salud del alma manteniendo el orden y la proporción
que le es propia. En ambos casos el examen consiste en el cuestionamiento del sentido de las
cosas y en el uso ético de dicho cuestionamiento para lograr la sabiduría y la salud del alma.
Siguiendo a Arendt (1984), podría decirse que el examen socrático, basado en la constante
preocupación por la sabiduría y el sentido de la vida buena, manifiesta la actividad del pensar.
El pensamiento es aquella actividad propiamente humana de desentrañar y buscar, mediante un
examen crítico, el sentido de nuestros actos y palabras. El pensamiento, como un viento, es la
búsqueda activa y crítica del sentido de las cosas.

3. El examen y la condición humana

El examen, ligado al pensamiento, es una actividad que responde a la naturaleza propia de la


condición humana. Sócrates señala enfáticamente en la Apología que su sabiduría, basada en el
examen, en comparación con otros que “son sabios respecto a una sabiduría mayor que la propia
de un hombre”, es aquella sabiduría “propia del hombre” (20d). En la medida en la que el
examen responde a la naturaleza propia del hombre, resulta el “mayor bien en la ciudad” y aquel
bien mayor al cual más debería prestársele atención. En el Gorgias también se subraya que la
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actividad del pensar y el examen, como rasgos esenciales del modo de vida filosófico,
responden a la esencia de la vida humana. En su discusión con Calicles en torno al modo de vida
digno de vivir, Sócrates le reprocha a Calicles que la forma de vida del retórico, basada en la
satisfacción inmediata y desmedida de los deseos naturales guiada por el placer, olvida
justamente el pensar como la esencia de la vida humana. El pensar es aquello que nos diferencia
de otras especies y nos hace verdaderamente humanos: la capacidad de reflexión y la inquietud
por el sentido de las cosas, como condición para lograr “un buen orden y concierto del alma”
(504d). Así pues, mientras que el retórico, guiado por el placer y la adulación, basa su vida en la
satisfacción irracional de sus deseos y su instinto natural, el filósofo, ejemplificado en Sócrates,
se caracteriza por la búsqueda de la vida buena desde el examen y la reflexión activa sobre el
sentido de sus acciones, hechos y palabras. En otras palabras, mientras que Calicles ignora su
propia condición humana como ser pensante, al abandonarse a la búsqueda irreflexiva de
placeres, Sócrates hace justicia a su propia condición, aceptando y ejerciendo el examen crítico
y el pensar en la búsqueda del bien.

Arendt retoma el vínculo entre el pensar y la condición humana, subrayando de qué modo el
pensar, reflejado en el examen socrático, es una actividad que responde a la esencia de la vida
humana. Para Arendt, el pensamiento está vinculado a la “vida plena” o la “vida auténtica”,
puesto que al pensar somos propiamente humanos. En términos de Sócrates, al pensar ejercemos
una sabiduría humana, “propia de los hombres” (20d). Señala Arendt en esa dirección que:
“pensar y estar auténticamente vivo es lo mismo, y esto supone que el pensar debe empezar
siempre desde la nada; es una actividad que acompaña la vida” (Ibid, p.209) (Énfasis mío).
Para Arendt, siguiendo a Sócrates, “es en ese diálogo silencioso de mí mismo conmigo mismo
donde se demuestra mi cualidad específicamente humana. En otras palabras, Sócrates creía que
los hombres no son simplemente animales racionales, sino seres pensantes, y que renunciarían a
todas sus demás ambiciones y sufrirían incluso injurias e insultos antes que perder esa facultad”
(Arendt, 2007). Sócrates, como tábano que aguijonea al gran caballo en letargo que representa la
ciudad, justamente tiene la función de despertar a los ciudadanos a una vida plena y
auténticamente humana. En síntesis, siguiendo a Arendt y a Sócrates, el pensamiento responde a
la esencia propia de la condición humana, en tanto vida reflexiva e inquieta por la búsqueda del
sentido.

4. El sinsentido de una vida sin examen

Teniendo en cuenta lo anterior, ¿por qué cabría afirmar Sócrates que “una vida sin examen no
tiene objeto vivirla para el hombre” (38a)? Si el pensamiento responde a la propia esencia de la
condición humana, la ausencia de pensamiento o el no-pensar, en una vida humana, resultaría
absurda, puesto que dicha ausencia del pensamiento supondría la ignorancia o el abandono y
descuido de la propia condición humana. La ausencia del pensamiento podría concebirse como
un abandono, olvido o descuido de la propia vida humana; en suma, como una vida que no
tiene en cuenta su propia naturaleza y no actúa conforme a ella. Como ejemplos paradigmáticos
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de vidas sin examen y pensamiento que descuidan la propia esencia de la vida humana se
presentan dos: i) en el Gorgias, como se vió anteriormente, la vida del retórico fundada en la
adulación, el placer y la satisfacción inmediata de deseos, y ii) en la Apología, la vida de la
mayoría de atenienses, centrada en los bienes secundarios como “las mayores riquezas, la mayor
fama y los mayores honores” (29e) en detrimento del cultivo de la virtud y el alma. A pesar de
las divergencias, en ambos casos una vida sin examen supone, en el fondo, el descuido de la
condición de ser pensante como cualidad específicamente humana, y el seguimiento de valores o
bienes secundarios que no definen la esencia de la vida humana, como el placer o la riqueza.

Sócrates establece en el Gorgias que “la condición propia de cada cosa, cuerpo, alma o animal,
no se encuentra en el con perfección por azar, sino por el orden, la rectitud y el arte que ha sido
asignado a cada uno de ellos” (506d) (Énfasis mío). La condición propia de cada cosa responde
al arte propio asignado a tal cosa, es decir, a su esencia, y esto es lo que cabría calificar como
bueno. Si la esencia de la vida humana recae en la condición de ser pensante, entonces lo normal
es que la vida de cualquier ser humano se funde antes que nada en aquello que lo define como
humano: su capacidad para el examen y el pensamiento. Siguiendo a Arendt, una vida
auténticamente humana, plena de sentido, es aquella en la que hay una concordancia entre la
esencia propia de la condición humana (su condición de ser pensante) y la forma en la que
alguien lleva su vida.

Cuando, siendo humanos, no guiamos nuestra vida de acuerdo al pensar, caemos en un sin
sentido: siendo humanos, no nos comportamos como tales, en la medida en la que no hacemos
uso de aquello que es propiamente humano. En una vida sin examen el sinsentido emerge de la
falta de concordancia entre la esencia de la vida humana y la forma en la que vivimos: el
retórico, por ejemplo, aunque es humano, paradójicamente no vive su vida de acuerdo a su
condición humana. ¿Qué sentido puede tener vivir una vida humana que no atienda a la propia
condición humana? Ninguno, puesto que se espera que cada cosa responda a su propia
naturaleza y condición esencial. Este sinsentido es aquello que causa que una vida sin examen
no sea digna de ser vivida. No vale la pena ser vivida porque, siendo humanos, no actúamos, por
descuido, olvido o ignorancia, de acuerdo a nuestra condición humana.

Bibliografía

Arendt, H. (1984) La vida del espíritu. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.


Arendt, H. (2007) Responsabilidad y juicio. Barcelona: Paidós.
Platón. (1987) Gorgias. En: Diálogos II. Madrid: Gredos. Pp 23-145.
Platón. (1987) La Apología. En: Diálogos II. Madrid: Gredos. Pp 23-145.

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