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RESEÑA DEL LIBRO:

EL PALMERAL DE ELCHE:
UN PAISAJE ANDALUSÍ
ÍNDICE

1. Datos del libro……………………………………………………………...……3

2. Introducción……………………………………………………………………...3

3. Reseña……………………………………………………………………………4

4. Opinión y valoración…………………………………………………………...14

5. Aplicación al Trabajo Fin de Máster…………………………………………...15

6. Bibliografía relacionada………………………………………………………..16

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1. DATOS DEL LIBRO
TÍTULO: El Palmeral de Elche: Un paisaje ansalusí.
AUTOR: Carmina Verdú Cano.
LUGAR DE PUBLICACIÓN: Salobreña (Granada): Alhulia.
FECHA DE PUBLICACIÓN: 2011.
ISBN: 978-84-15249-13-9.

2. INTRODUCCIÓN
Carmina Verdú Cano trabaja en el Archivo Histórico Municipal de Elche, y
actualmente es jefa de Sección del Archivo del Ayuntamiento. Sus estudios y escritos se han
centrado fundamentalmente en temas referidos al archivo de Elche como Una proposta
didáctica des de l’Arxiu Municipal d’Elx o La col.lecció Pere Ibarra en l’Arxiu Històric
Municipal d’Elx,, ambos textos publicados en la revista La Rella de Estudios Comarcarles del
Bajo Vinalopó. También realizado publicaciones de temática histórica, siempre centrados en
la ciudad de Elche como es el tema del Palmeral.
El Palmeral de Elche: Un paisaje andalusí, es uno de sus últimos y más destacados
estudios donde trata el paisaje como un objeto de conocimiento histórico, siendo Elche un
ejemplo de transferencia de un paisaje perteneciente a otra cultura, de época andalusí, que
todavía se ha mantenido hasta nuestros días. El libro ha sido editado en Granada, cosa que se
explica por el interés que tiene la universidad de esta ciudad por el estudio de la sociedad
andalusí, en este caso, empleando el paisaje como un elemento para el conocimiento histórico.
El libro tiene 150 páginas y está dividido en 5 capítulos: “El paisaje como elemento de
análisis histórico”, “La agricultura de regadío”, “El medio físico ilicitano”, “La Acequia
Mayor, elemento vertebrador del territorio ilicitano” y “El espacio rural y la formación del
paisaje”. Dichos capítulos serán reseñados a continuación.

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3. RESEÑA
El libro comienza con una introducción en la que la autora reflexiona sobre la idea de
que el estudio del paisaje no puede desvincularse de su relación histórico-social con el
hombre pues el paisaje y el clima condicionan las formas de vida del ser humano. De hecho,
en un mismo paisaje se pueden superponer varias sociedades y culturas que actúan en ese
medio físico para desarrollar la actividad económica que justifique la ocupación del medio y
el uso tradicional del mismo. Precisamente, este uso del suelo es el que nos ofrece
información acerca de la relación entre cultura y naturaleza y en ese sentido el paisaje se
convierte en un documento de análisis histórico para conocer, no sólo las culturas que por allí
pasaron sino también sus modos de vida.
A continuación, la autora expone que el objetivo de su trabajo se centra en la búsqueda
de los orígenes del paisaje cultural de los huertos de palmeras pero incide en la idea de que
dicho paisaje no puede emplearse como documento de análisis histórico sin estudiar otros
factores directamente relacionados como es el sistema de irrigación.

3.1. Capítulo I: El paisaje como elemento de análisis histórico


En el primer capítulo, la autora prosigue con la idea introductoria de el paisaje como
elemento en el que se desarrollan sociedades y actividades económicas y citando un estudio
de Enric Tello afirma:
“El paisaje es una construcción humana. Llamamos paisaje al aspecto de un territorio.
El paisaje existe en medida que alguien lo mira y lo interpreta para desarrollar algún
propósito (económico, estético, lúdico, etc.) […] Como marco de la actividad humana
y escenario de su vida social el paisaje agrario, y los paisajes humanos en general, son
una construcción histórica resultante de la interacción entre factores.”1
El paisaje es, por tanto, un objeto de estudio pero para conocerlo, afirma la
autora, hay que tener en cuenta dos aspectos esenciales: su constante evolución y su
complejidad en cuanto a la necesidad de emplear diferentes técnicas de investigación
porque hay muchas formas de percibir y concebir el paisaje. En este sentido, afirma que
su estudio del paisaje se realiza desde una perspectiva integradora teniendo en cuenta
tanto la dimensión antropológica como la física.
Por último, la autora expone la necesidad de estudiar el paisaje a través de tres
fuentes, que son las que han sido empleadas para la investigación sobre los huertos de

1E. TELLO, “La formación histórica de los paisajes agrarios mediterráneos: una aproximación coevolutiva” en
Historia Agraria, 1999, pp. 195-212.

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palmeras ilicitanos: la documentación escrita (sin límite cronológico preciso) y el
examen del paisaje mismo, tanto mediante fotografías aéreas como con las
prospecciones.

3.2. Capítulo II: La agricultura de regadío


Esta segunda parte comienza con una introducción en la que la autora afirma que
fueron los árabes quienes introdujeron en la península el agroecosistema de regadío, es decir,
el aporte del agua en la agricultura para conseguir una mayor rentabilidad de la tierra. Este
nuevo sistema agrario, trae consigo la introducción todo un sistema hidráulico que permita
transportar el agua desde su origen (fuente, río…) hasta los campos. Anteriormente a la
llegada de los musulmanes a la península, la agricultura hispánica era de secano, es decir, sin
irrigación de los campos, aunque esto no quiere decir que no conociesen las técnicas
hidráulicas.
La autora explica que la creación de estos espacios irrigados se realiza dentro de unos
contextos y, por tanto, son consecuencia de una serie de premisas sociales. El ser humano
determina la creación de estos nuevos espacios agrarios pero para ello debe en cuenta una
serie de condicionantes: extensión de tierra que se tiene que regar, cantidad de población que
tiene que beneficiarse del regadío, el recorrido y el volumen de agua que ha de
transportarse… Además de que el sistema de irrigación debe tener un aprovechamiento social
y tiene que ser rentable. Por todos estos condicionantes, es evidente que el transporte del agua
debe estar regulado y por esto, la acequia es el elemento fundamental del sistema de regadío
musulmán.
Con todo, puede afirmarse que la instalación del sistema de regadío supuso una
auténtica transformación del medio físico, un medio físico que no siempre reunía las
condiciones necesarias para una agricultura rica como sucede en el caso de Elche,
caracterizado por su clima semiárido con falta de precipitaciones y suelo salino. Los
musulmanes ya conocían y habían implantado un modelo de paisaje en aquellas tierras con
condiciones desfavorables, son los oasis. De esta manera, la autora relaciona el Palmeral de
Elche con los oasis de Egipto, afirmando que el caso de Elche responde a un modelo de oasis
denominado de llanura.

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El oasis, un agrosistema
A diferencia de la idea generalizada que se tiene, los oasis no son ecosistemas propios
del medio desértico sino que son una creación humana producto de las necesidades que
tienen aquellas personas que viven en dicho medio hostil. La autora recoge una definición
muy acertada de oasis:
“Un oasis es un asentamiento humano en condiciones geográficas inclementes que
utiliza los escasos recursos disponibles localmente a fin de producir una progresiva
amplificación de interacciones positivas y crear un nicho ambiental fértil y
sostenible cuyas características contrastan con el entorno desfavorable”2.
Por tanto, la labor del hombre es convertir el suelo desértico en una tierra propicia
para desarrollar una agricultura. Papel fundamental cumple en este sentido la palmera que
además de caracterizarse por no necesitar mucha agua y por crecer en suelos poco favorables,
limita la evaporación del agua, elemento fundamental y escaso en estos climas.
La autora continúa su exposición con una serie de notas históricas referidas a los
primeros oasis y los cultivos de palmeras y citando a P. Laureano hace una distinción entre
tres clases de oasis, los cuales define y explica: Los oasis wadi, aquellos que utilizan el cauce
de ríos fósiles, algo que equivaldría a las ramblas del sudeste peninsular; los oasis de erg, que
se sitúan en el mismo desierto de arena, son los oasis típicos; y los oasis de sebhka, creados
en torno a la depresión de un gran lago salado.

Las técnicas hidráulicas


A continuación Carmina Verdú explica las formas en las que el agua es transportada a
los oasis mencionados anteriormente. Para transportar el agua podemos encontrar dos tipos de
sistema, los subterráneos y los que se sitúa en la superficie. En cuanto a los primeros, aunque
requiere una gran inversión en mano de obra, tecnología y mantenimiento, son más asequibles
a largo plazo pues no se pierde agua por la evaporación. Por su parte, las canalizaciones al
aire libre son las “seguía” (acequia, del árabe saqiya), que son canales abiertos en la tierra
para transportar el agua. De la acequia principal, salen canalizaciones secundarias o brazales
que distribuyen el agua a distintos lugares. Este sistema hidráulico es el que se emplea en
Elche.

2
P. LAUREANO: Atlas del agua. Los conocimientos tradicionales para combatir la desertificación. Barcelona,
2005. P. 30.

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La palmera y el palmeral
Continúa la autora con el otro elemento que forma parte de este agroecosistema del
oasis, la palmera. Este árbol, además de su importante valor simbólico para la cultura
andalusí, es bien conocido por los agrónomos árabes y es su plantación es muy oportuna en
este ámbito pues el microclima que se crea bajo ellas favorece a la humedad y limita la
evaporación, de manera que pueden plantarse otros árboles bajo ellas como olivos, granados,
higueras, alfalfa… Además de sus usos como alimento o como material de construcción. La
palmera más común en estos oasis es la Phoenix dactylifera, L que es la misma que se
encuentra en los palmerales ilicitanos.

Los oasis y la formación de las ciudades


En este último apartado del segundo capítulo, la autora afirma que la fundación de
muchas ciudades está relacionada con algún asentamiento nómada primitivo como es el caso
de Marrakech.

3.3. Capítulo III: El medio físico ilicitano


El medio físico
El medio físico ilicitano se caracteriza por la escasez de precipitaciones y la salinidad
de suelos y aguas, sin embargo, se pueden distinguir claramente tres áreas, en las cuales hay
condiciones ambientales distintas y por tanto, dan paisajes diferentes. La autora divide estas
tres zonas en tres unidades morfológicas diferentes:
- Elevaciones montañosas: Los montes se sitúan al norte de la población y son yermos,
secos y de poca altura. Los suelos no presentan buenas condiciones para la agricultura
y, además, sufren una gran erosión como consecuencia de la ausencia de una
vegetación que los proteja. De la poca vegetación existente destaca el tomillar y el
espartal, además de los pinos en algunas zonas, aunque éstos han sido introducidos por
el hombre.
- Llanura aluvial: Formada por la acción del río Vinalopó. La parte derecha del río,
permite un mayor desarrollo de los barrancos mientras que a la izquierda de la llanura
aluvial, está el nacimiento de las montañas. Los suelos tienen un alto contenido en
sales, al igual que el agua que transcurre por la zona, lo que dificulta el desarrollo de
la agricultura. Es en este espacio en el que se desarrolla la ciudad propiamente dicha.

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- Zonas lacustres y costa: En esta zona destaca la existencia de zonas húmedas como los
marjales. La autora se refiere principalmente al parque natural del Hondo que forma
parte de la antigua Albufera de Elche.
En definitiva puede afirmarse que, la llanura aluvial, limitada al norte por las
elevaciones montañosas sin utilidad agrícola y al sur por un área de marjales, es la que tiene
los elementos sustanciales de la agricultura ilicitana, en donde se centrarán buena parte, que
no todos evidentemente, de los asentamientos andalusíes. Es, por tanto, el lugar donde se
desarrollarán los huertos de palmeras que favorecerán la agricultura de otros vegetales en la
zona.

Condiciones climáticas
Este territorio tiene una climatología muy benigna en cuanto a las temperaturas, puesto
que la proximidad al Mediterráneo y su configuración topográfica le permiten disfrutar de
unas medias anuales elevadas, entre los 17,3ºC y 19ºC, siendo los meses extremos julio y
agosto. El problema principal del esta zona es la escasez y el ritmo de las precipitaciones que
a penas llegan a los 300 milímetros y la variabilidad de las lluvias determina que se sufran
periodos secos, rozando así el clima subdesértico o semiárido.
Dichas características junto con la salinidad de suelos y agua, condicionan y dificultan
notablemente la agricultura en la zona. Ante esta situación, expone la autora, se hubo que
construir y transformar el paisaje para poder desarrollar esta actividad, de esta manera se
implantó en época andalusí el modelo de oasis, caracterizado por la plantación de vegetación
halófita como granados, higueras, olivos y especialmente palmeras, árboles que soportan un
alto grado de salinidad y que, por supuesto, se pueden encontrar en los campos ilicitanos.

3.4. Capítulo IV: La Acequia Mayor, elemento vertebrador del territorio ilicitano
Este capítulo se inicia una introducción en la que la autora se lamenta de la carencia de
documentos escritos de época musulmana, algo que dificulta el conocimiento de la Acequia
Mayor tradicional que, como consecuencia de las transformaciones sociales y urbanísticas, ha
visto modificada su estructura. Por esta razón, la autora anuncia que la tarea de aproximación
a la inicial organización de la acequia se realizará a través del estudio de la actual pues los
documentos escritos conservados referidos a ésta son muy posteriores a su construcción y por
tanto, no reflejan el trazado ni la estructura tradicional musulmana. De este modo, la propia
acequia se convierte en un testimonio histórico en sí mismo que permite reconstruir, en cierta
manera, el pasado andalusí de la ciudad ilicitana.

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Del mismo modo, la primigenia configuración del palmeral no es fácil de averiguar
pues el paisaje es una realidad en permanente evolución y con el paso del tiempo ha sufrido
numerosos cambios. Sin embargo, a través de la arqueología del paisaje podemos
aproximarnos a lo que fueron sus orígenes, vinculando dos elementos indisolubles: los
huertos de palmeras y sistema de irrigación.

La Acequia Mayor. Planteamientos iniciales


Ya desde los primeros años de la conquista cristiana y especialmente en los siglos
XVIII y XX, la acequia y la organización del área irrigada ilicitana han sufrido muchos
cambios. El crecimiento de la ciudad o el riego por elevación son algunos de los factores que
han provocado la modificación de la estructura de la Acequia Mayor. Ante esto, la autora
pretende hacer un análisis regresivo teniendo en cuenta los cambios habidos en el conjunto
del riego de Elche, buscando restablecer su estructura original y su desarrollo a lo largo de la
historia. Esta tarea no es fácil, pues los documentos han demostrado que ya durante los siglos
XVI y posteriores, el consell mostró su interés en conocer el todos los detalles del sistema de
riego musulmán, algo que hasta el momento le eran desconocidos. Además, afirma la autora
que, la labor se dificulta todavía más cuando al analizar los documentos de las diferentes
épocas, existen cambios en las toponimias de los partidores.

La Acequia Mayor. Recorrido


El recorrido de la Acequia Mayor de Elche se inicia en el punto en el que se toma el
agua, es decir, en el azud del río Vinalopó. La toma del agua tradicional se considera que
estuvo más o menos en el mismo lugar hasta la construcción del pantano en el siglo XVII
aunque no ha quedado constancia de su ubicación original. Justo al salir de la toma del azud,
pueden observarse dos trazados que transcurren paralelos al actual y que se deben a una
transformación de época posterior al diseño original. Desde un determinado punto, la Acequia
Mayor comienza a derivar el agua hacia las tierras de cultivo. Para Carmina Verdú la
vertebración del espacio puede dividirse en tres áreas tomando como referencia el perímetro
urbano: el norte de la ciudad, la entrada y distribución de la villa y la salida por el sur.
1. Al norte se encuentran los dos únicos partidores fijos que forman parte del sistema:
Albinella y Marxena, siendo ambos una ampliación de época cristiana. Albinella es el primer
partidor de la acequia y sirve para el tramo de las huertas más al norte de la ciudad. Por su
parte, Marxena es la única que riega en el margen izquierdo del río. Parece estar claro que los
mudéjares ilicitanos habitaban a la izquierda del río Vinalopó y para el suministro de agua en

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la zona, se derivó una acequia desde la mayor a través del partidor de Marxena. Cuando la
acequia de Marxena llega a la huerta mosrisca se divide el agua en tres brazales: Penat, Catral
y Horta.
Además de los partidores fijos, antes de entrar en el recinto amurallado, encontramos
cuatro derivaciones del canal principal de la Acequia Mayor: Carrell, Asnell, Anoi y
Candalix, derivando todas el agua hacia el lado izquierdo. Las más importantes son Carrell,
que es el primer partidor móvil antes de llegar a la ciudad y se divide en dos brazos en la zona
de las balsas y Candalix, que tiene muchos brazales como son Horts o Real.
2. Entrada y distribución en la villa. A partir de su paso por el Palacio de Altamira se
establece el inicio de la entrada del agua de la ciudad, aunque también hay quien marca el
inicio en el Molí del Real, estando éste a extramuros aunque muy próximo al Palacio de
Altamira. Es el Partidor de la Vila el que abastece a la ciudad de Elche. Llegados a este
punto, afirma la autora que recomponer la Acequia Mayor a su paso por la ciudad de Elche es
todavía más complicado que en el espacio de la huerta pues son numerosos los cambios en el
trazado que se realizaron tras la reconquista y además, también en el periodo islámico
también hubieron transformaciones en el sistema de abastecimiento.
3. Salida de la acequia por el lado sur de la ciudad. En esta zona, ambos lados de la
acequia van abriéndose cauces tanto a derecha como a izquierda. Hasta el molino de
Ressemblanc quedan las siguientes acequias menores: Alingasa (o Nijasa), Abdet, Matrof,
Alcaná, Nafís y Atufá. A partir de Ressemblanc se encuentran Cunyera, Saoní, Alàdia, Franc,
Alausa, Alborrocat, Anacla, Palombar, Sinoga (Avall), Carmahadet y Beniay

Todas las acequias mencionadas, tanto los de esta última parte como las anteriores,
son explicadas y su recorrido es detallado por la autora. Además, cita diferentes documentos
que se encuentran en el Archivo Histórico Municipal de Elche en los que se mencionan
algunas de la acequias así como su distribución y organización en el campo. La autora basa su
estudio en los textos previos de autores como Baltasar Ortiz, Francesc Verde y Enric Guinot
y, por esta razón, los cita continuamente pues sus investigaciones apoyan las afirmaciones que
realiza la propia autora.
Acequia Mayor. Estructura
Como es lógico, la estructura originaria de la acequia sería mucho más simple que la
que encontramos en la actualidad pues, con el paso del tiempo, el sistema de irrigación ha
sufrido un proceso de expansión al mismo tiempo que la ciudad crecía y las necesidades de
las personas que la habitan iban aumentando.

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En cuanto definición de la estructura actual de la Acequia Mayor de Elche, la autora se
basa en unos términos empleados por Paul Pascon3 en las descripciones del sistema regadío
empleados en Marrakech y afirma que en el entramado de acequias ilicitanas podemos
encontrar dos tipos de trazados. El primero es definido como de “espina de pescado”, basado
en un canal principal del que se abren las diferentes acequias a izquierda y derecha. Esta
estructura se utiliza cuando el azud y el punto final a donde se quiere llevar el agua es muy
grande y en Elche va desde el azud hasta el partidor del molino de Ressemblanc. Por otra
parte, la traza en “abanico” se utiliza cuando el número de partidores están a poca distancia
unos de otros y en Elche esta traza es la que caracteriza al último tramo, el que riega la zona
más baja del Camp d’Elx. Ambos diseños implican un aprovechamiento intensivo del agua,
además de un conocimiento de la topografía para un mayor rendimiento a la hora de diseñar la
red de distribución hidráulica.
Esta estructura hidráulica que se da en Elche es una transposición, aunque con ciertas
variantes y adaptaciones, del modelo que se encuentra en Marrakech, hecho que no hace más
que demostrar el aporte y la transferencia de ideas entre ambos continentes.

3.5. Capítulo V: El espacio rural y la formación del paisaje


La Huerta Mayor
La huerta es el espacio coincidente con la acequia previamente diseñada y en la que se
pueden establecer cultivos irrigados de forma constante y organizada. De aquí surge una
vinculación con la ciudad ya que ambas necesitan agua. Así, la acequia hace de nexo entre el
espacio rural y urbano porque sirve a las necesidades de ambas. Tradicionalmente pueden
dividirse las huertas de Elche en dos. Por un lado las “Huertas de los moros” situada al
margen izquierdo del río Vinalopó y por otro lado, la Huerta Mayor o “Huerta de los
Cristianos” abastecida por la Acequia Mayor y situadas en el margen derecho.
Aunque toponímicamente Elche está situado en un llano, lo cierto es que la Huerta
Mayor se encuentra entre dos pequeñas elevaciones: La Galia y La Alcudia y de oeste a este
queda delimitada por el río al oeste y el barranco de San Antón al este. Esta delimitación de la
huerta que se recoge en documentos del siglo XV (pudiendo ser así desde época andalusí) es
una de las primeras tareas de la organización municipal cristiana, estableciendo así las lindes
para garantizar la protección de las tierras de cultivo. Basándose en documentos, la autora
afirma que en esta Huerta Mayor habían diferentes alquerías, es decir, asentamientos de

3 P. PASCON, Le Haouz de Marrakech. Rabat, 1977.

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población que formaban núcleos rurales que se caracterizaban por una agricultura de regadío.
En estos núcleos, como consecuencia de la implantación de esta economía agraria de regadío,
se generó un policultivo que favoreció el intercambio debido a la creciente demanda urbana,
por tanto, puede afirmarse que el mantenimiento de los espacios irrigados garantiza el
autoabastecimiento pero también puede convertirse en un sustento económico basado en la
venta de excedentes en el mercado urbano.
Otro de los asentamientos que encontramos en la huerta de Elche es el de los arrabales
que eran núcleos de población dependientes de la ciudad y no hozaban de la independencia de
la arquería.

El paisaje de la Huerta
La autora, apoyada en las descripciones que aparecen en textos medievales y
modernos, afirma que el paisaje de la huerta ilicitana no ha variado demasiado en el
transcurso de los siglos y se define como heredero de la tradición de al-Andalus: pequeñas
parcelas para favorecer el policultivo y asociación de las palmeras con otros árboles, porque
la palmera era el árbol que protegía al resto de las elevadas temperaturas y regeneraba los
suelo salinos de Elche, completando el sistema de irrigación de la Acequia Mayor, siguiendo
la lógica de la agricultura de oasis. También basándose en el texto de Lina Gracia describe la
morfología de los huertos de palmeras:
“La morfología no es aleatoria, sino que responde a un patrón bien definido, están
formados por una o varias parcelas poligonales o bancales, normalmente
rectangulares, delimitadas por alineaciones de palmeras simples o dobles,
generalmente ortogonales flanqueando bancales, muchas de ellas siguiendo las
acequias y con un cultivo asociado en su interior. Presentan una estructura típica en
retícula, con las palmeras plantadas en línea a lo largo del sistema de canales de
riego, de los que aprovechan la filtración. A la vez, constituyen barreras contra el
viento y dan sombra, o sea, generan un microclima de oasis. […] La configuración
espacial apoya el origen árabe, ya que la estructura no difiere mucho de la del jardín
formal islámico cuya forma era la de rectángulos cuadripartidos con árboles frutales
dispuestos en filas paralelas a un canal axial”4
Aunque lo anterior es la estructura que presenta actualmente la Huerta Mayor de
Elche, en época andalusí es probable que el palmeral no fuese tan denso como lo fue
posteriormente (especialmente en el siglo XVIII cuando hay un crecimiento sustancial del

4 L. GRACIA i VICENTE, Indicadores ambientales y paisajísticos del palmeral de Elche. Elche: 2006, p.21.

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“bosque de palmeras”), sino que tendría una disposición más diseminada y que el palmeral se
fue cerrando conforme la Acequia Mayor se fue modificando. Aunque la palmera fuera el
elemento predominante en periodo musulmán, será tras la conquista cristiana cuando se
comience a cerrar el anillo de palmeras alrededor de la ciudad.
Por último, la autora reflexiona sobre las investigaciones de otros autores que tratan
este mismo tema y afirma que existen investigaciones que se centran en el estudio del
palmeral histórico como si fuera un elemento exento en el paisaje, sin contar otros factores
como el agua o el suelo. Y en otros autores, se da la circunstancia inversa, estudian
únicamente la Acequia Mayor y su recorrido. Sin embargo, los estudios acerca del palmeral y
su red de riego no se entienden de manera aislada y por esta razón justifica la autora que su
trabajo haya estudiado conjuntamente el palmeral y el espacio que ocupa, la huerta, en la red
de riego de la Acequia Mayor, pues ambos elementos forman parte en su origen de la
implantación del agroecosistema musulmán basado en la agricultura de regadío.

4. OPINIÓN Y VALORACIÓN
Este libro, al margen de su división en capítulos, puede dividirse en tres grandes
partes; la primera parte estaría formada por la introducción y el capítulo primero y en este
primer apartado la autora expone los objetivos de su investigación, así como la metodología
empleada para ésta. Quizás lo más interesante de este primer capítulo sea conocer de qué tipo
de fuentes se ha servido la autora para realizar su investigación, pues a lo largo del libro serán

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mencionados constantemente documentos del AHME (Archivo Histórico Municipal de Elche)
dejando evidencia del importante trabajo de archivo realizado por la autora.
La segunda gran parte de la que se compone el libro incluye a los capítulos dos y tres,
y puede considerarse una introducción general de los aspectos de la investigación. El segundo
capítulo es absolutamente necesario para conocer el modelo en el que se basan los huertos
ilicitanos así como su sistema de irrigación, sin embargo, considero que la autora se extiende
demasiado en explicaciones referidas a las tipologías de oasis (en este resumen sólo han sido
mencionadas) cuando no es necesario pues con explicar el modelo en el que se basa el
palmeral de Elche bastaría. Por su parte, el tercer capítulo es absolutamente necesario en este
estudio pues es fundamental conocer el entorno en el que este paisaje se desarrolla para poder
proceder a su estudio. Por último, la investigación en sí misma se reduce a la tercera parte que
comprende los capítulos cuatro y cinco. Esta tercera parte está muy bien tratada y la división
en epígrafes ayuda a comprender los diferentes aspectos de los sistemas de riego y las huertas.
Además, las afirmaciones que realiza la autora están muy bien documentadas, apoyándose
tanto en fuentes documentales extraídas del AHME como en otros estudios realizados.
Aunque el empleo de terminología geográfica específica me ha obligado a consultar otras
fuentes para su comprensión, es cierto que la lectura es fácilmente comprensible a pesar de ser
aspectos complejos.
En general, puede afirmarse que la investigación realizada por Carmina Verdú cumple
con el objetivo que se había propuesto al inicio del libro: conocer el origen de los huertos de
palmeras y su sistema de irrigación y por esta razón, considero este libro una fuente
fundamental para el conocimiento y el estudio de el Palmeral de Elche, aunque debe
complementarse con otras investigaciones como los recogidos en la bibliografía. Por último y
para concluir, creo necesario resaltar un aspecto que me ha parecido negativo de esta
investigación y es que la autora incluye excesivas citas textuales de trabajos de otros autores,
dando la sensación de que su estudio es una síntesis de todas ellas, a pesar de que es evidente
la gran labor investigadora realizada en este trabajo.

5. APLICACIÓN AL TRABAJO FIN DE MÁSTER


El trabajo de Palma Blanca de Elche: técnica y patrimonio cultural inmaterial es el
título de mi TFM. Como se deduce del título, trata fundamentalmente del estudio y la puesta
en valor de una muestra del patrimonio inmaterial ilicitano, el trabajo artesanal de la palma
blanca de Elche. Para comenzar con el análisis de este elemento patrimonial, es indispensable
conocer el contexto en el que se produce y éste es el Palmeral de Elche pues es de sus

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palmeras de donde se extrae la materia prima para la producción de la Palma Blanca. Por esta
razón, en mi TFM se incluye un apartado titulado “El Palmeral Histórico de Elche” en el que
trato de describir y conocer la historia de los huertos de palmeras y para realiza este capítulo
emplearé fundamentalmente el libro reseñado, así como otras investigaciones que tratan el
tema.
Por otra parte, el capítulo tres de este estudio de Carmina Verdú en el que trata el
medio físico ilicitano va a servirme en mi trabajo de investigación para realizar una
introducción sobre la ciudad de Elche en la que, además de la ubicación, se describe el relieve
y el clima, aspectos socieconómicos e incluso notas históricas. Estos apartados de la
introducción tendrán la finalidad de presentar el contexto general del ámbito en el que se
desarrolla este elemento patrimonial.
También en mi TFM incluiré un capítulo en el que trataré la fotografía como un
documento histórico para conocer el desarrollo de los huertos de palmeras, así como de las
técnicas relacionadas con la palma blanca. Además incluiré una recopilación de fotografías,
algunas de ellas serán extraídas de esta investigación de Carmina Verdú ya que en su libro se
incluyen imágenes que muestran a la perfección cómo eran los huertos de palmeras en el siglo
XIX y las actividades que se desarrollaban en torno a ellas y sus acequias.
Por último, la autora incluye al final de su libro el listado de bibliografía empleada
para lar realización de su investigación. La consulta de este apartado me ha servido para
conocer investigaciones y estudios que debo consultar para el desarrollo de mi trabajo.

6. BIBLIOGRAFÍA RELACIONADA
- R. AZUAR RUIZ, “El espacio hidráulico y ciudad islámica en el Vinalopó. La huerta
de Elche” en Agua y territorio. I Congreso de Estudios del Vinalopó. Petrer, 1998, t.
II. pp. 11-31.
- V. GONZÁLVEZ PÉREZ, El Bajo Vinalopó: geografía agraria. Valencia: 1977.

15
- L. GRACIA i VICENTE y C. ORTIZ MAYORDOMO, Análisis paisajístico del
Palmeral de Elche. Un agrosistema milenario monumental. Murcia, 2000.
- L. GRACIA i VICENTE y C. ORTIZ MAYORDOMO, “El palmeral d’Elx, patrimoni
cultural mundial” en La Rella: anuari de L’Institut d’Estudis Comarcals del Baix
Vinalopó. Elche, 2004, pp. 67-82.
- E. GUINOT RODRÍGUEZ, Las acequias de Elche y Crevillente, Valencia:
Consellería d’Agricultura, Pesca i Alimentació, 2003.
- G. JAÉN I URBÁN, Les palmeres del migjorn valencià. Valencia: Consell Valencià
de Cultura, 1994.
- J. A. LARROSA ROCAMORA, “El Palmeral de Elche: Patrimonio, gestión y
turismo” en Investigaciones geográficas, nº 30, 2003, pp. 77-96.
- L.P. MARTÍNEZ SANMARTÍN, “El Palmeral de Elche, un oasis andalusí en la lista
del Patrimonio mundial” en Ars Sacra: Revista de Patrimonio Cultural, 2001, pp. 85-
91.
- L.P. MARTÍNEZ SANMARTÍN, El Palmeral de Elche: Un paisaje cultural heredado
de Al-Andalus. Elche: Ayuntamiento de Elche, 2003.
- L.P. MARTÍNEZ SANMARTÍN, “El valor patrimonial universal del regadius
històrics valencians: El Palmerar i la Séquia Major d’Elx” en Tractat de l’aigua,
Revista valenciana interdisciplinar de l’aigua. Valencia: Fundación de la Comunidad
Valenciana de Agua y Progreso, 2008, pp. 72-81.
- F. PICÓ MELÉNDEZ, El Palmeral Histórico de Elche. Elche: Ayuntamiento de
Elche, 1997.
- R.C. SÁNCHEZ GARRIDO, “Patrimonio y paisaje: El Palmeral de Elche” en IX
Premio de Ensayo Breve en Ciencias Sociales “Fermín Caballero”, 2012, pp. 33-62.

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