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Shady Illusion Heights Pt. 0.

1 (Prólogo)

Universal Paradox
Hay cosas que atormentan la vida. Algunas, pasivas y discretas se asoman
de vez en cuando al dejar de actuar el sonido. Otras, tan retumbantes y
altaneras que vienen en momentos en los que el propio “yo” no puede ser
negado más, o al contrario… Y están las cosas que dan paz. Quietas, tibias
(desgraciadamente), suaves y delicadas. ¿Caben en el ambiente? La pregunta
real y correcta es ¿Caben más que los factores tormentosos? Si la caída de una
hoja de Eucalipto es más ruidosa que el caminar de una hormiga, y si el viento
de la madrugada conjuga mejor los verbos de su hermano, el del mar; y cada
cuando un suspiro sale dejando libertad, dando paso a un nuevo ciclo de
acumulación gradual de antipoesía, cuando estamos solos, si eso pasa en
cuanto nos damos cuenta que pasa… ¿Qué pasa si lo ignoramos? ¿Sigue el
silencio negándose a sí mismo al contrario que la sobriedad, sólo para deducir
cual alas pintadas de marfil las silogísticas secuencias referenciales de la vida?

Sugiere la intención de retener cualidades como la felicidad y la paz, en


cuanto se descubre que siempre han estado ahí. Pero ¿Qué pasa si un día no
nos damos cuenta y faltamos a contemplar el rumbo del barquito de papel en
el río?

Una convicción: Antes de mecer nuevamente la propia ideología a la


sombra de un sauce llorón, antes de ponernos los zapatos de la realidad al
salirnos del lago veraniego de la adolescencia, se debe mantener la firme
rectitud ante la sucumbible máscara primordial que nos arrastra al sueño de
una vida normal…. Sea cual sea la nuestra [ ], el firme propósito de mantenerla
y desangrarnos de la sabia miel innata de la luz acaece a las hermosas (y
convenientemente denigradas a la concreta seguridad de su existir) sombras
hipócritas en tercer sentido que aparecen y reaparecen cual mensajeras de
divergentes y aleatorias reacciones paralelamente dimensionales.
¿A quién se le ocurre que el pensar homosapiente recompensa
efectivamente ese buscar eterno entre los que buscan? No. No vive el ser sin
disfrutar de su propio cielo o paraíso. Pero ese paraíso es tan único como la
convicción de dejar de aceptar las regalías inescudriñables de los sueños y
mantenerlos como fuente de inspiración y automotivación al saber que son
propios e irrepetibles algunas veces.

Y así transcurre el estadio de los que están más allá de donde se ve que
pueden ocupar un simple espacio en este universo multidireccionado. No se
puede contemplar el sol sin encender a los ojos, como obligación furtiva, los
piquetes chispeantes del dolor punzante al final de una realización. Más no es
ley ni teorema, es algo tan maleable y exquisitamente moldeable como la
propia sombra que nos persigue si le dejamos contrariar la luz; es el
contemplar la salida del que prisionero vive en un universo de dolor tenue y
perenne.
No imaginar la vida sin sus peculiares sonidos, escenas y aromas, es algo
que merece la muerte en la incomprensión si no se descubre el oído al resonar
magnético de un estado. Pero, ¿Es eso definitivo? ¿Es acaso lógicamente
concebible? Es el existir de una alma prisionera a una manía melodramática
depresiva. Eso es esto, una paradoja universal.
Shady Illusion Heights
Pt. 1 “El Snob”
Estoy sentado en el sillón preferido de papá. Todo luce… un poco distinto.
La monótona combinación de imágenes y sonidos de un viejo holovisor Sony
Scd M-2012, todo rayado por los crayones de mi sobrinita cinco añera
Mariandrê; el mismo ambiente de decoración mediocre, característico de ésta
parte de la ciudad, donde ni siquiera nuestros singulares comportamientos
snob (conocidos y reconocidos entre nuestros conocidos con el apodo
heredado de nuestro progenitor: Los Apurados) han logrado persuadir la
corrosiva influencia modista-Idiosincrática de estos estúpidos suburbios. Esto,
combinado con el toque de desinterés de mi hermano, mi padre y yo, como
únicos habitantes de este lugar al que llamo hogar, me hacen sentir relativa y
extrañamente familiarizado, más no completamente acostumbrado a mi
alrededor.
Unas gotas de luz se cuelan por las empolvadas cortinas color ámbar de las
ventanas principales de la casa. Las 8:00, las 8:30 tal vez. El espesor de la
neblina mañanera en la penumbra de la sala es un poco más denso que de
costumbre, incluso veo la luz del día un poco más opaca que de costumbre a
pesar de no poder, por más que me esfuerce, reconocer la sombra de esos
altos pinos que menguaban un poco la luz directa del sol mañanero frente a
nuestra casa. ¿Qué pasó? Estoy seguro que hay algo extraño… ¿A caso en una
sola noche me perdí de algo? Debe ser sólo mi imaginación. Ya estoy
acostumbrado a encontrar cada mañana algo nuevo que afecte mi interés por
pasar un momento más en mi hogar.

-¡Ala gran púchica vos! ¿Todavía estas aquí?

La voz de Rudy mi hermano menor, tan familiar y tan subreal a la vez. Él es


quien me acompaña en mi aventura diaria de subsistir en este espacio
atmosférico que encierra las paredes de mi casa. Cómo envidio a nuestro
hermano mayor, Ignacio, quien ya es completamente independiente y tiene a
sus dos pequeños hijos Diego y Mariandrê.

-Mirá, ya son más de las ocho y quedaste que ibas a estar con mi papá a las
7:30 en su oficina para que te presente con el señor que te va a ayudar en ese
proyecto de tesis que tenés pendiente, maje. ¿O qué? ¿Ya no te interesa?
Entonces no hubieras puesto en tanto vuelterío a mi papá, ¡es que de veras
que no tenés nada de consideración! vos ahí tan cómodo viendo tele mientras
mi papá se preocupó tanto en conseguirte ese proyecto para facilitarte tu tesis.
Mirá que si no aprovechas esta, no vas a tener otra, maje.

Por supuesto. ¿En qué estaré pensando? La extraña y reciente nube en mi


mente ha estado obviando lo que realmente pasa a mí alrededor: recién acabo
de cerrar estudios de Ingeniería Teórica Agroforestal y Sistemas Digitales de
Bioambientación Artificial. Ahora mi mente está más clara (esos altos pinos
frente a mi casa nunca han salido de mi cabeza). Esta pesadumbre intelectual
que me está afectando es gracias a las 20 botellas de Brandy que giraron en
torno a mis amigos de facultad y yo, anoche (cómo olvidar a las compañeras
de la carrera de Psicofarmacología, que tan gustosamente nos acompañaron
en celebración de su también último día de clases). Ahora todo empieza a
tener sentido. Aunque aún siento algo extraño. No puedo definir bien qué es.
Pero bueno, ahora debo volver a la realidad. Si. Estoy sentado frente al
holovisor… mi mente divaga de una y otra manera, dando vueltas entre uno y
otro nosequé restante de algunas preocupaciones típicas de un Martin a la
edad de 24 años a punto de iniciar el proyecto zenit de su carrera universitaria.

Estoy sentado en el sillón preferido de papá. Todo luce… un poco distinto.


La monótona combinación de imágenes y sonidos de ese holovisor Scd M-2012,
todo rayado por los crayones de mi pequeña sobrinita, empieza a tener
sentido, es el canal de noticias… alguien está hablando, es un documental…
es… acerca del medio ambiente o realidad actual, o algo…

“Año 2066… El mundo se revuelca entra la miseria


geodemoantroposociográfica en la que ha sido hundida después de los
desastres ambientales y sociales a los que ha sido expuesta por el único ente
viviente que predomina en esta oscura época del planeta: el ser humano. Los
estudiosos de las leyes y convenios de la Cumbre Internacional de Desarrollo
Integral para la Conservación “CID” (pronunciado “Cidik”, entidad ya extinta y
última pseudoreligión que rigió estatutos de rescate y conservación de la vida;
protagonista principal del colapso social y del sistema económico mundial a
causa de sus influencias en la masiva lucha entre las grandes compañías de
energía, gobiernos de todo tipo y grupos sociales afines) examinaron en
concejo recientemente las causas post mortem de los actuales estatus a los
que la nueva generación ya se ha acostumbrado; entre lo que no puede faltar
la incesante y tal vez inútil crítica hacia quienes la opinión popular ha llamado
“culpables” de este miserable estilo de vida; de los cuales, el primer candidato
nominado para cargar con dichas culpas es la Unión Social Americana (Antiguo
EEUU), de quien se ha dicho que las devastadoras idiosincrasias económico
sociales han iniciado, a más de la mitad, su cuenta regresiva de
autodestrucción. Con el nacimiento de la rebeldía anárquica en la Isla de San
Diego, como único terrón sobreviviente a la catástrofe de San Andrés
(siguiendo con la tradición norteamericana de recibir bombas, aviones,
bioceldas electrónicas, etc. de sus amiguitos medio orientales), en lo que a
principios de siglo se conocía como California; se dio una triste conclusión a lo
que muchos inmigrantes espectadores como terceras personas dentro del país
llamaron “La caída de Troya” o “El Armagedón del universo republicano”.
En el concejo de la Cumbre (CID), se ha lamentado también, la cumplida
predicción sobre la situación de los desiertos de la Isla de Centroamérica y
también se han examinado los peligros predictivos para el área de Suramérica
desde que las unidades de CID dejaron de patrullar las miles de hectáreas de
desierto en el área del Amazonas, por su discórdica relación con la invasora
colonia portuguesa de Mato Grosso, se ha obtenido la oportunidad que
esperaba la Unión Soviética para instalar su mega industria de armas
bionucleares, cuanto atómicas (y se desconoce de qué otro tipo más) llamada
NEO, en lo que el mundo ha visto nacer como el mayor complejo industrial
atrincherado en el área de más neutralidad político socio financiera en el
planeta.

El planeta… metáfora de la grandeza del hombre… ahora, con las nuevas


ideologías antipoéticas, las nuevas idiosincrasias, gobiernos post políticos
conservadores y su versus de la nueva Iglesia Mundial; ya no le vemos tan
grande, tan vasto como solíamos hacerlo; esto, en parte es debido a que
ahora, sin bosques naturales y especies salvajes, sin selvas ni llanuras, sin
hábitats de vida silvestre ni más especies animales o vegetales que extinguir,
los humanos somos más y estamos más solos que nunca, sin aire más puro
que el de los eoprocesadores orbitales; los nuevos perfiles ideológicos (que se
suponía debían a acabar con la gran estructura amenazante de los gobiernos
pseudo socialistas, que pretendían gobernar y esclavizar al planeta, a través
del dominio completo de internet e hypernet), paradójicamente han destruido
la individualidad que dejaba enmarcada la creatividad y el intelecto personal e
individual del hombre común, quedando desnuda la parte que nos reconocía
libres ante la demagogia y otras cuestas en el continuo camino de esta vida.
Con la ayuda de la rudimentaria tecnología residual de hypernet, los nuevos
hackers, a un nuevo nivel de evolución tanto geográfica como cognoscitiva,
pero no tecnológica (por la destrucción del servidor más grande de
comunicaciones globales ARP, en el complejo Silicon Valley, y sus terminales
continentales) han logrado reclamar una pequeña parte de este caos
existencial al prescindir de estas tecnologías para liberar a la sociedad, y, por
el contrario, viendo más fácil destruir el harto sistema económico mundial, en
algún momento regresaron a la sociedad a un estadio apocalíptico donde cada
uno (de estos hackers) haciendo lo que quiere, han contribuido,
individualmente en cada caso, a darle otro sentido a las palabras conocimiento
y educación, que ahora significan una sola: sobrevivencia…”

Pt. 2 “Simple Espectador”


Es increíble como a veces uno puede obviar y hasta olvidarse de los
actuales problemas que afectan al ser humano… no sé, a veces siento como
que mi propia forma de ver las cosas está un poco… pasada de moda o… fuera
de tiempo, de repente se me ocurre que he vivido de alguna manera en el
pasado, o es que, ya es hora de certificar como verídica esa teoría que siempre
he tenido de mis 5 años de retraso mental. Debo dejar de salir de parranda con
mis amigos. Realmente me afecta.

Y ¿cómo está eso que mi hermanito menor viene a gritarme en una mañana
tan cansada por algún desacierto del destino que aún no me queda claro? ¡Ah!
si. Ya me acordé: cerré mis estudios universitarios en la Conspicua Carolina,
extensión Sur Oriente; con todo y mi pseudovicio, casi le quedo mal a mi papá.
No. Hay algo más… -¡Uh! Sí que me duele la cabeza- ¡Ah sí! Ya me acordé.
Tengo que ver al Doctor Von Amaya, Bio-Físico Químico que anda detrás de su
tercer Doctorado, esta vez como Biólogo Cuántico, quien es amigo y
compañero de trabajo de mi papá, y está buscando algún asistente que le haga
ciertos favores digitales e informáticos para sus locas investigaciones extra-
currículo-laborales, aquí es donde yo encajo. Él publicó este insano post en el
Foro Oficial de la Comunidad Científica Latinoamericana acerca de las
posibilidades de crear, mediante no se qué manipulaciones nano iónicas
silicíclicas, vida de la nada (literalmente) mediante la inhibición de moléculas
minerales, acelerando un sistema de microevolución que, combinado con la
manipulación genética (transmutación genética, en este caso) y la bio-
cuántica, le puede llevar a emular un estado ambiental de energías reactivas
controlables para cada reino natural de los ya extintos, animal y vegetal; esto
sí que le ha acarreado problemas, ya que, no sólo estuvo directamente
involucrado en la CID, como Director Consultor de Preservación Biológica sino
que ahora anda por ahí alterando la paz subcataclísmica y los nervios de
quienes ya tienen mucho más de qué preocuparse tratando de mantenerse en
la posición más subjetiva posible para no despertar tristes malentendidos entre
esta u otra ideología de las muchas que ahora “gobiernan” de una manera
indirecta pero influyente en el ambiente actual; y que en cualquier momento
pueden desatar una guerra de las más frías que el mundo pueda haber
experimentado (aún mucho más fría que la tormenta que salvó los pingüinos
de la Patagonia pero que mató a más de la mitad de los habitantes de Canadá
y Destruyó más completa que parcialmente las costas este-oeste del Norte de
Estados Unidos).

Yo soy solo un simple espectador, integrante de una clase media baja,


residente en Shady Illusion Heights, Ciudad Alcoba, Zona 12 de la Metrópoli de
Jalapa, Departamento de Guatemala en la Isla de Centroamérica.
Muchas veces me he culpado de ser sólo eso, es decir, sé que puedo hacer
más que sólo ser espectador, pero como siempre sucede, espero demasiado a
que una oportunidad venga (esa es mi excusa), y cuando la veo, ya sólo de
espaldas, es cuando se está retirando. Sin embargo, mi mente (de esas que
frecuentemente dan vueltas entre el lado rico y abundante del idealismo y el
más pobre y deprimente lado de una típica actitud temperamental bipolar post-
adolescente y egoísta) inmediatamente opta por hacer caso omiso a esta u
otra de esas oportunidades que pudieran aparecer (no hablemos de las que yo
mismo pudiera ir a buscar), hasta algunas otras que nunca pude ver en su
momento.
No sé... esto es en parte lo que me ha hecho decidirme a ayudar al Dr.
Amaya, bueno, él también me ayudará a mí para realizar mi proyecto, pero
creo que es más significativo de lo que en realidad parece. Muy bien puedo, y
me siento capaz de descubrir cuáles son los pasos siguientes al típico
“quedarse de observador” (ya lo he logrado antes), por lo menos una vez en la
vida, en algo que es realmente relevante en la sociedad y que,
paradójicamente entra en este momento importante de mi vida estudiantil.
Espero que esta vez no termine como siempre, alcanzando más que un simple
objetivo. ¡Es que realmente deseo que mi vida vaya más allá!, y qué más que
con estas parabólicas circunstancias en la que se encuentra mi sociedad y en
las que hay tanto campo para actuar. Sin embargo, cada acción lleva a una
reacción, cada causa genera un efecto; espero que en mi caso, yo pueda ser
más fuerte que el efecto y reacción. Sé lo que implica tratar de cambiar las
opiniones en esta época de la vida… creo que ya empecé a divagar…

Pt. 3 “En el Buzzer”


¿Qué tan difícil es que las cosas sucedan justo como uno las planifica? No
importa qué tanto me esfuerce, pareciera que cada momento mi propia fuerza
mengua por las diferentes normas de desmoralización que este mundo prepara
para seres como yo. No es que me queje, porque sé realmente que no tiene
sentido cuando las mismas cosas que han sucedido vienen porque yo mismo
así lo he querido. Cuando me acuerdo, regresan a mi mente las largas noches,
sentado enfrente de la computadora, vagando por los callejones de un universo
semi-virtual que antes fue tan real como mi propio existir, tratando de buscar
en cada rincón del Nuke Livium, a media madrugada, algún ser que trasnoche
y comparta conmigo algo de lo que creo sentir.
No importa, sinceramente no importa, podría pasar toda la eternidad si
fuere larga (con la esperanza de vida que no sobrepasa los cincuenta años
para la región de la Isla de Centroamérica), hablando del “yo” que tanto odio;
sin embargo, es así como realmente logro escapar, hablándole al mismo “yo”
que existe dentro y que se divide hipotéticamente en dos personas, siendo
arbitradas éstas mismas por otro en tercera persona (¿tiene sentido?). Es lo
mismo que directamente me ha afectado siempre, en ciertas circunstancias y
aspectos de mi vida, como por ejemplo, en las relaciones amorosas, o en los
años estudiantiles anteriores a la universidad, incluso en las pocas actividades
laborales en las que he estado involucrado. Es tan patético, conflictos internos,
variantes de personalidad, decisiones e indecisiones, falta de pensamiento
crítico. (Debo dejar de pensar en lo mal que se siente, no me sirve de nada,
cada vez que lo pienso descubro más aspectos negativos que positivos en mi
torturante intento de ser socialmente normal)…

Una vieja melodía de Tracy Chapman suena… es el tune predeterminado


del celular...

-“Martín Riverborough, soy la secretaria del Doctor Von Amaya, estoy


llamándote para confirmar…”

Creo que ya es hora de salir de este estado catastrófico en el que estoy


esta mañana, debo seguir con mi vida, el que ya haya terminado mis estudios,
unido a mi triste y desacertado pseudo vicio al licor, y a eso agregándole mi
sicodélicas anormalidades como mi apatía, egoísmo y desprecio por mí mismo
(debo admitirlo, estos sentimientos siempre son hacia mi propio ser, es decir,
en algún momento también he sentido desprecio por algún otro ser de los que
comparten el mundo conmigo, pero tengo ese algo de hipócrita que no me deja
exteriorizar muchos de mis sentimientos… únicamente hacia mi propia
persona. Todo un scumbag…). Ésta es mi inseguridad y autocompasión y mi
sarcástica forma de ver las cosas, le llamo euforia mediocre-fascista-egoísta-
masoquista…

-Ok, está confirmado entonces, estaré allí a las once…

Me doy cuenta que es la primera vez que me lo pregunto. Entonces ¿qué es


lo que me espera con el Dr. Amaya?

Uff! Salgo de mi casa y casi no puedo reconocer las calles de mi vecindario,


¿acaso ceniceó el Jumay más que de costumbre la noche anterior? Todo luce
tan… marrón y sepia. No me imagino qué más habrá pasado la noche anterior
pues además de esta pesadumbre que cargo encima, no tengo ganas ni de
respirar (en fin, ¿quién lo hace?, si este aire denso y horrible que nos heredan
los eoprocesadores orbitales que mantienen nuestro existir, es cada vez más
oxidado y viejo), y no digamos de caminar; la verdad es que si pudiera cambiar
este compromiso, gustosamente lo haría.
Llego hasta la estación de buzzers en el Boulevard El Mojón, para seguir mi
camino hacia Ciudad Aurora, donde está el Laboratorio del Dr. Amaya. Para
hacerlo, me bajo en el cruce del Periférico y Pine Falls en la zona 7 y tomo otro
lev buzzer hacia Aurora (al menos los algoritmos de la vida cotidiana siguen allí
dentro de mi cabeza sin efecto aparente por mi actual desorden mental).

De acuerdo con las especificaciones de mi papá, este último proyecto del


Dr. Es acerca de la restitución/transmutación de moléculas cito nucleares
obtenidas a través de reacciones micro cuánticas por la inhibición genética de
nano partículas subatómicas minerales para evolverlas a una mórfica
imitación, en el caso de las células vegetales, del mismo almidón molecular y
clorofila. ¿Qué llevaría al famoso doctor a utilizar la vieja nanotecnología
combinada con la física cuántica en cuestiones casi utópicas? Es decir, no
puedo negar lo bueno de su teoría, pero, ¿qué hay detrás de ese anciano
canoso de setenta y tantos al que sólo conozco por algún artículo de prensa
que leí, su relación con la paradoja mundial, y su relación con ciertos aspectos
de su vida, que se presentan en mi propia vida, en estos precisos momentos,
en los que la confusión es aún más fuerte que en la adolescencia? Aún estoy
en el camino, no puedo adelantar respuesta o juicio alguno, dejaré que las
cosas sigan su rumbo, ya antes me he dado cuenta que el destino se mantiene
y prosigue con esa sabiduría que no puede ser científicamente explicada, la
misma clase de fuerza que cada momento, cada mañana me anima a pasar un
segundo más en este triste estado mental (y no digamos socio-ambiental).

Ahora… la melodía que suena es de Don Henley, por eso, sé que es “ella”
quien me llama… ¿Qué quiere? ¿Acaso no es más que obvio que ya superamos
sicológica e idealmente esta etapa? Fue ella quien me abandonó al acontecer
aquella noche bajo efectos de licor, cierta situación sentimentalmente
contradictoria y erróneamente deducible con Kattie mi compañera de clases.
Lo que pasó después ya lo habíamos llegado a resolver, no es que no me haya
dolido pues padecí mucho tiempo después la depresión y el dolor por lo que yo
mismo había provocado (¿o no fue así?).

-“…I can see you, your brown skin shinning in the sun…”

Ahí está nuevamente el tune… ¿Qué hago? Estoy poniéndome nervioso. Es


que realmente no creo estar listo para hablar con ella, ¿por qué hoy? ¿Por qué
ahora? ¿Que no se da cuenta que el buzzer no es el mejor lugar para hablar?
Ok, ¿qué más da? ¡Qué tonto! ella no sabe donde estoy ni lo que estoy
haciendo…

-…Hola.

-Hola Martín, ¿Cómo te va?

-Bien, aquí voy en un buzzer…

Idiota… ¿qué te pasa? ¿Es lo mejor que podés decir? qué más podía esperar
de mi poca imaginación en momentos espontáneos e incómodos como este.

-Uhm… espero no molestarte.


-No, para nada. Decime, ¿cómo has estado vos?

Creo que el hecho de haber pasado dos años y medio juntos, desarrolla algo
más que pocas formas de hablar después de un rompimiento. Se desarrolla
una ridícula confianza y un conocimiento mutuo que conecta aún cuando al
final no se quiera así.

-Bien… aquí he estado trayendo de vuelta fantasmas muy fuertes de mi


pasado inmediato…

Siempre he odiado ese porte antipoético que la caracteriza, ella estudia


Psicoanalogía Subconsciente y creo que eso le hace ser un poco gótica y
extrañamente sarcástica.

-Ah, qué bueno. Espero que no sean de esos fantasmas dañinos, no debes
dejar que nada te dañe.

Idiota… nuevamente con tu triste imitación de humor. Creo que ahora poco
tenés que preocuparte por ella, pues ya no estás en su vida, además ella ha de
pensar lo mismo.

-Sabes, Estaba leyendo algunos de los posts que publicaste en mi honor en


el blog de la Facultad… y no me aguanté las ganas de escucharte…

Y justo ahora me recuerda eso… No sé por qué lo hace, pero sea cual sea la
causa, no me imagino el ridículo que puedo estar haciendo en estos momentos
con esas publicaciones en ese sitio; ya todos saben que no seguimos juntos,
por lo menos yo ya no voy a regresar a la universidad, pero igual el blog es
público y cualquiera puede seguir riéndose de tremendo Loser. No es que me
moleste, es sólo que… bueno… creo que al final sí me molesta.

-¿Ah sí? Creía que las publicaciones más antiguas se borraban.

-No. Están alejadas del público –no te asustes- digo, las entradas más
antiguas ya nadie las mira, pero a mí me importan, es sólo que… como yo soy
la destinatario… además, tengo todas esas publicaciones guardadas.”

¿Por qué me dice eso? ¿Qué pretende? ¿Qué no ve que me hace cierto daño
y despierta en mí una peligrosa nostalgia?

El buzzer se detiene. Es mi estación de parada.

-Sabes, no creo estar listo para hablar contigo en estos momentos…

Qué perdedor... Pero se supone que ya no quiero regresar con ella…


¿cierto?

-Mhm, yo también pensé en eso… Tú nunca has estado listo… Ok. Entonces,
tal vez hablemos después ¿sí?
-Está bien, te… te cuidas… Adiós…

-Hasta pronto…

-Suspiro…- ¿Qué fue eso? ¿Un montón de sentimientos aglutinados así de


repente en mi barriga y luego una tonta incapacidad de definir la magnitud del
horizonte de sucesos?

Entonces, este es el lugar.

-¡Espere por favor!, voy a bajar.

Pt. 4 “El Dr. Von Amaya”


¿Quién es el Dr. Amaya? Pues es ese tipo de personas que se consagran
completamente a su trabajo; pero él tiene algo que lo diferencia de los demás
de su tipo. Sus introversiones y obsesivas inducciones hacia su trabajo lo hacen
valorar mucho, demasiado talvéz, la vida de afuera, más allá de su despacho.
Según tengo entendido, por una biografía que tuve a mi alcance, es un
apasionado aferrado de la inexistente naturaleza silvestre, tanto mineral,
animal como vegetal. Es gracias a él que ahora se puede observar una
colección descriptiva, no total pero muy completa, de las especies principales
de flora y fauna que se han venido extinguiendo en los últimos 30 años (como
un Darwin moderno u objetivamente decreciente), lo más curioso y a la vez
admirable, es la forma en que logró plasmar esta biblioteca virtual o bioteca
(como ahora se le conoce) en una simulación foto holográfica interactiva –es a
lo que todo artista podría llamar su “galería personal”, o su “obra de arte
maestra”-.

Su introversión por el mundo, contradictoriamente es lo que le mueve a


trabajar en situaciones adversas a la corriente, le mueve a mantenerse de una
manera subjetiva pero adyacente en una completa y diferente dirección a la de
las demás personas. ¿Cuánto tiempo le tomará darse cuenta que lo que hace
va más allá de cualquier euforia pasionaria y desinterés ideológico
individualista, y está favoreciendo una esperanza de resurrección a la
tristemente extinta era de los santos (nombre vulgar que se le dio al período y
deceso de los tiempos cuando aún existían, por ejemplo, la Organización de las
Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos, Greenpeace, la
Organización Mundial de la Salud, Peace Corps, hasta las congregaciones,
organizaciones y movimientos religiosos, etc.)? Esta época ya no ha vuelto… El
último santo, ya hace años fue canonizado. Con el impactante desenlace que la
CID tuvo para con el mundo, principalmente por el simple hecho de haber sido
creada intencional pero incontrolablemente en los momentos más
esquizofrénicos y colapsantes del planeta, ya la gente no cree, o es que no han
tenido un nuevo “ícono” en el cual aferrarse. Esto no lo puede lograr un solo
hombre, creo.

Pues, si bien es cierto que aunque existen otros problemas en la vida, está
muy bien establecido que cualquier depresión de índole económica, social y
hasta de creencias religiosas, que afecte a una pequeña o a la mayor parte de
la humanidad en estos tiempos, se deriva directamente de los cambios que el
humano ha provocado con su propia mano en el ambiente que le fue heredado;
en alguna forma se ha venido dando siempre, es decir, esta secuencia gradual
de autodestrucción ha venido moviéndose desde las primeras épocas, pero
también es seguro que a mi generación le está tocando una de las peores
partes en esta línea vital.

Es aquí donde entra el Dr. Amaya como un simple humano, uno sólo, dando
esperanzas a quienes no quieren oírlas; es un triste discípulo de la vida, es
alguien que siempre se la ha pasado estudiando, investigando, y no sólo desde
un punto de vista fanático, sino amando todo lo que le rodea, añorando,
disfrutando y utilizando esta fuerza de sentimientos que le hacen querer traer
de vuelta esos paisajes que veía de niño, y los caminos que recorrió –según
tengo entendido- en su juventud, amando esa misma naturaleza silvestre que
le vio perdido y retomando un camino trazado en un mapa, guiado con su
brújula en alguna travesía de navegación terrestre (uno de sus viejos hobbies),
o escalando las rocas orientales de la antigua República de Guatemala con la
pasión expectativa de saborear el aire puro, el canto de los pájaros y el celeste
original del cielo, desde una cima alcanzada. En realidad, para el Dr. Amaya no
es algo triste, siquiera melancólico, y aunque es una persona grande,
demasiado perfeccionista, refunfuñona y hasta un tanto solitaria, aún tiene
algo –o mucho en realidad- de esa pasión que le hace cambiar su entorno cada
segundo, como cuando era joven.
Yo casi estoy seguro que el Dr. es víctima de algún desorden psicológico
post traumático, de esos que te hacen moverte por alguna paradoja negativa
que te induce a creer, ejecutar y por lo mismo, realizar tus sueños (ahí va mi
deducción lógica); el doctor es todo un viejo baúl de secretos.

Pues resulta que ha llegado el día que tanto he esperado… Calzada


Poqomam, Sector 7, Colonia Xule, Ciudad Aurora. Estoy frente a un edificio
que, por su estructura y arquitectura me parece de esos viejos complejos de
apartamentos. La súper ahumada, por el tráfico de décadas, y muy adornada
fachada en la planta baja, luce un viejo color beige con zócalo posiblemente
corinto. No puedo evitar ver hacia arriba –es una manía que tengo- y
contemplar el color sepia del cielo nublado citadino, y allí, desviando un poco
mi atención, a la altura del tercer piso, reconozco algunos rastros fósiles de
nopales trepadores que dejaron su huella entre la suciedad al pasar del tiempo.
Una puerta modular de tres hojas, aluminizada, adornada con rosetones
grotescos y manchados, me espera al subir una escalinata de tres gradas, al
fondo, a través de los texturizados vidrios, desde el interior se deja ver una luz
blanca, refleja un espacio un tanto amplio, el vestíbulo, supongo.
Llamo al intercom tres veces consecutivas sin respuesta. Veo mi reloj, faltan
quince para las once, eso significa que estoy justo a tiempo para cumplir con
cualquier ritual de espera en algún sillón del vestíbulo –ojalá tengan E-Magz’s-.

Llamo nuevamente, alguien contesta, es una voz femenina, supongo que la


secretaria que llamó a mi celular.

-¿Quién es?

-Soy Martín Riverborough. Vengo a ver al Dr. Amaya.

-¿Tiene una cita?


-Sí, ehm… es decir, no. Vengo porque mi padre habló con él, soy el
estudiante que el Dr. recibirá como asistente en sus investigaciones sobre sus
últimos trabajos.

-Ah sí. Martín, me dijo ¿verdad?, yo le llamé hace dos horas. Pase adelante.

La empolvada y un tanto lúgubre puerta hace un extraño sonido electrónico


al momento de abrirse.

La luz detrás de las puertas no podría haberme engañado mejor al ver que
el supuesto espacio no es tan grande como creía. Es sólo una pequeña área
toda pintada de blanco, iluminada un tanto exageradamente (considerando
que es casi mediodía) pero con la justificación del espacio anterior, que parece
lucir un poco más oscuro y, aunque más amplio, más encerrado. Este lugar
tiene todo el porte de un viejo edificio de apartamentos, con su toque de falsa
calidez hogareña, pero improvisado para alguna razón que se le pueda ocurrir
a algún científico loco.
Me acerco al escritorio ámbar con melanina negra en la plataforma. Al otro
lado, una figura que casi me sorprendió: una mujer joven de poco menos de
treinta, con unos lentes grandes y cuadrados, sin mucha elegancia de la que se
espera ver básicamente en una recepcionista. Viendo su PDA en la manga de
su chaqueta, finge poner la atención requerida para el acto, y me observa de
vez en cuando de una forma algo bizarra. Logro reconocer una sala de chat a
través de la pantalla en el ergonómico aparato de su muñeca, por lo que opto a
imaginar que está haciendo alguna actividad de subversión para matar el
aburrimiento que infunde este espacio tan monótono.

-¿Podrías, por favor seguir ese pasillo y tomar la tercera puerta a la


derecha?

-¿Es allí donde se encuentra el Dr. Amaya?

-No. Allí se encuentran las escaleras –Se arruinó el elevador-, subí al


segundo nivel y de allí busca en el pasillo la puerta blanca con el rótulo de “No
molestar”. Entonces habrás llegado con el Doctor.

-¿No le vas avisar primero que ya vine?

-¿Estás loco? Apenas acabo de refaccionar y no quiero molestarme en oírle


de mal humor una vez más esta mañana. Además, cuando te dice que ‘no le
molestes por nada del mundo...’ realmente significa ‘Por nada del mundo’.
Suerte.

-Entonces supongo que es su laboratorio a donde me dirijo.

-Como querás, simplemente andá y subí con él, te ha de estar esperando,


supongo.
Qué jovial y simpática señorita. Por un momento pude imaginarme a
alguien más atractiva detrás de la paradoja en segundo sentido de su
estéticamente maltratada personalidad.

Bueno, por lo menos no tuve que esperar.

Pt. 5 “Primer Contacto”


Estoy frente a una puerta blanca con un juvenil letrero hexagonal amarillo y
negro con letras grandes, que dice “No molestar”. Por un momento da la idea
de la habitación de algún adolescente sarcástico.

Entonces… ¿Llamo o no a la puerta?

¿Y si… de veras el tan mencionado doctor es todo el ogro que la gente dice?

Yo mismo lo he juzgado sin siquiera conocerlo. Ok entonces ya estoy aquí.


Es sólo que, no sé, como que me da un poco de… indiferencia… sí, eso es, me
da igual lo que haya detrás de esta puerta.

-¿Quién es ahora?

-Mi nombre es Martin, soy hijo del Ingeniero Marion Riverborough.

Sin querer, más guiado por un impulso de nerviosismo, yo mismo empezaba


a abrir la puerta al momento de decir estas palabras, asomando torpemente la
cabeza hacia el otro lado.

-Por favor terminá de entrar y cerrá la puerta.

Dejando a un lado su despilfarrada colección de tubos de ensayo y


probetas, se acerca removiéndose la boquilla y lentes protectores para,
después de echarme una ojeada de pies a cabeza, quitarse el guante de la
mano izquierda y saludarme con un tono confuso profesional y seco.

-Qué tal Martin. ¿Cómo te va?

-Bie… Bien Doctor, aquí presentándome como habíamos acordado…

-Querrá decir como habíamos acordado su padre y yo. -Repuso.-

-Mucho me ha hablado su padre de su habilidad innata con la tecno


analogía digital, de eso ya hemos hecho algunas aclaraciones, déjeme
contarle. No me gusta cuando los lazos consanguíneos tienden a jugar
convenientemente con la realidad propia de las personas. Digamos que el
tiempo será el encargado de decidir si usted es o no quien pensamos que es.

¿Y la confianza de tratarnos de “vos”? ya me estaba acostumbrando…

- Doctor, a mí tampoco me gustan las falsedades.


-Típicas palabras complementarias de un común joven que pretende
entender a ciencia cierta la seriedad de ciertos asuntos en los que se asoma
por primera vez. ¿No es cierto, amigo?

-No. No pretendía, es sólo que…

-Tranquilo Sólo jugaba un poco con su psicología. Qué, ¿no pensará que en
realidad yo pretenda saber inmediatamente quién es usted, verdad?
Para empezar, le explico, se encuentra usted en mi oficina personal, en la
que, a pesar de haberlo intentado, nunca puedo evitar incluir alguna
instrumentación básica para estudios y experimentos preliminares; encontrará
aquí, en este primer día, todo lo que necesite para familiarizarse con mi actual
investigación que, en resumen trata de resucitar la primera fase de la
evolución de la vida intentando recrear los ambientes y materias que la
propiciaron inicialmente. Todo el edificio es un extenso complejo-laboratorio
dedicado básicamente a este fin y está dividido en tres secciones: en el primer
nivel se encuentra el área logístico personal, el segundo y tercer nivel,
contienen, además de mi oficina, toda el área de desarrollo e investigación, sin
mencionar un pequeño acelerador de partículas improvisado en el tercer nivel
alrededor [y a través] de las diversas salas-probeta; y en el cuarto nivel se
encuentra una serie de habitaciones acomodadas como contenedores
refrigerados, aislados herméticamente o presurizados que sirven para
depositar, resguardar y almacenar muestras de experimentos o materias y
materiales afines. La terraza resguarda los paneles de recolección de energía
solar y un puerto para jetvans o cualquier otro vehículo levito-gravitacional.

Amaya se dirige al rincón de la habitación y toma una tablet-sheet de entre


una gran percha de documentos y carpetas. Regresa a mí con el documento
táctil...

-Inicialmente me ayudará si, por favor, calcula el promedio inverso de estas


tres listas de muestras locales, las columnas de isótopos iluminados en verde a
la izquierda, con las del lado derecho, también verde. Sé que son bastantes,
pero así se irá acostumbrando. Más adelante, cuando tenga los resultados, le
explicaré cómo me sirven esos datos.

-Ok, pero… ¿dónde está el perno-procesador?

-¿Qué?...

-¿Cómo cree que nacieron las matemáticas? ¿Con una computadora de


ocho o diez procesadores simultáneos? Son sólo ochocientos cincuenta y cinco
isótopos. Debería saber algún procedimiento para operar promedios inversos
con sus propias manos, sin necesidad de depender tanto de un ordenador. No
quiero parecer brusco, además de los dispositivos móviles y organizadores –
desconectados de hypernet, por supuesto-, una mainframe deshabilitada e
inutilizada, encerrada en un área donde hace ya más de tres años que no hay
energía de ningún tipo, es lo más parecido a una computadora que encontrará
en este edificio; dudo mucho que la pueda utilizar para un cálculo tan simple
como este.
Entonces, ¿qué se supone que hago aquí? Es decir, ¿cuál era el trato?
¿Acaso no debería haber alguna computadora? Hasta este momento ni siquiera
sabía cuáles iban a ser mis oficios.
Una mainframe ¿eh?... sí que me serviría. Podría establecer una red de
comunicación a nivel local que incluya algunas aplicaciones que siempre he
soñado: radios en línea, servidores de música, algunos gestores de perfiles
holográficos pluridimensionales para redes sociales temáticas, y servidores de
sitios “.rbg”, todo mi universo geek. Y el doctor dice que no sirve. Tiene razón,
para una estúpida lista de numerillos tal vez no, pero, sí que tiene potencial. En
un momento libre iré a echar un vistazo.

-¿Qué está esperando? Esos números deberían estar en mi escritorio antes


del medio día.

¿Qué acaso está loco? Podré ser hábil para algunas cosas… bueno, debo
intentar hacerlo.

-Entonces, ¿el promedio es sólo dentro de dos números?

-¿Acaso no me escuchó? Son todas las columnas verdes, las de color verde
claro son de otra localidad, pero deben ir incluidas correlativamente. Son
comparaciones afines pero no casuales o esporádicas, todo tiene su orden y
motivo; espero no tener que recordarle que el orden en ese tipo de
operaciones es de vital importancia ¿verdad?

-Pura matemática elemental. Ahora empiezo.

Espero, en el transcurso de estos primeros minutos, poder descifrar una


forma de realizar mi tarea más fácilmente.

Mientras me acomodo en lo que parece una mesa surface de conferencias


para diez, improvisado como mi escritorio personal por este día, veo de reojo,
en un rincón grotescamente iluminado, lo que parece ser el propio refugio del
Doctor, con varias libretas de apuntes, otras muchas carpetas de cartón llenas
de hojas, e-magz’s, tablet-sheets y algunos libros, todos parte de un colosal
desastre, sobre algo parecido a un escritorio de madera tallado a mano que se
vislumbra exótica pero muy tímidamente por debajo.

No estoy completamente decepcionado de la actitud del Doctor. Por lo


regular, tener a alguien así de prepotente, autoritario y posiblemente
perfeccionista a mí alrededor ya se ha vuelto una costumbre (pero no una
obligación), pues uno de los últimos ingenieros forestales que el mundo vio
graduarse suele ser mi padre. Así que, estoy acostumbrado a este tipo de
comportamientos profesionalistas.

Repentinamente, siento una presencia a mis espaldas…

-Martin, Tome el PDA que está metido en la primer gaveta de mi escritorio.


Por favor búsqueme en el directorio a Pablo Agher, y me lo comunica.

-En un momento, Doctor…


-Es para hoy. Apúrese por favor.

Ok entonces sucederá que, como soy la única persona a menos de treinta


metros de distancia que pasará mucho tiempo con él, ¿me convertiré en una
especie de secretaria o algo así? Bueno, no haré conclusiones apresuradas, no
lo conozco bien, ni él a mí. Espero poder encontrar otro punto de vista a esta
situación.

Las 12:30 en mi reloj y no hay señales que yo llegue a terminar mi


compromiso inicial.

-Ok Doctor. Me voy a almorzar.

-¿Cómo dijo? Espere, creo que no lo escuché bien. O ¿ya terminó?

-No. Pero igual ya es hora de almorzar, voy a ir por aquí cerca, conozco un
lugar. ¿Quiere que le traiga algo? Es comida típica entubada.

-Un momento. En primer lugar, las cosas no se dejan a medias. En segundo,


¿ya se dio cuenta que solamente tiene 12 horas de luz en el día?, creo debería
dejar todo terminado en un margen más alto para utilizar con sabiduría las
siguientes horas y descansar en la noche, ¿no cree? El verdadero hombre
productivo trabaja 28 horas al día. Usted no lleva ni dos horas y ya se quiere ir
a almorzar. No me diga que no está acostumbrado a trabajar bajo presión, toda
su carrera universitaria fue un capítulo de mucho estrés. Debería agradecer
que ya cerrara sus estudios, eso no significa que no le vaya a costar graduarse.
Si yo le contara de mí…

¡Maldición! Ahora sí. Oficialmente se pasó del límite de mis requerimientos


mínimos de factores antitolerantes. ¿Qué diablos estaba pensando? Si ya me
habían hablado maravillas del famoso doctorcito. Además, creo poder hacer
mis estudios y desarrollo de proyecto por mi propia cuenta. ¿Quién necesita al
fuckin’ doctor?

El Intercom suena…

-Dr. Amaya. El Ingeniero Agher le espera en el parqueo…

-Gracias Luisa. Ahorita bajo…

Y sin decir media palabra, sale del laboratorio y me deja, con tres cuartas
partes de mi trabajo terminado más por iniciativa de orgullo propio que por
responsabilidad. Creo poder retirarme ahora que no está. Sobrevivirá sin mí
por el resto del día. Quién sabe, tal vez ya ni vuelva mañana, Por ahora, ¡a
desaparecer!

Y antes que termine de decidirlo… vuelve hacia mí y me dice:

-¿Sabe qué? cuando quiera puede retirarse, regrese mañana a las ocho y
continuamos. Ahorita yo me voy a Itzá a recoger unas muestras. Llévese su
trabajo y lo realiza con su tan añorada computadora. Por lo visto ya le falta
poco. Podría decir que me dio gusto conocerlo. Hasta mañana.

Al fin y al cabo no es tan malo ¿eh? Entonces, como lo había decidido… yo


me largo…

Uff! Todo mi entorno sigue pareciendo vagamente tan sub real y sutilmente
distinto, aún cuando muy dentro siento que todo en la escena está y se mueve
con la lógica transitoriedad con la que debe.

El viejo y desgastado viento aún sopla. La luz del sol, aunque de carácter
débil, compensa a manera de justificación con la alta concentración de rayos
ultravioleta que bombardea sobre la tierra. Yo, aunque un gran desastre
viviente, aún sigo en pie… Y todos en este capítulo seguimos contentos…

Veinte minutos aquí parado… ¿Dónde están los buzzers cuando uno más los
necesita?

Suena mi teléfono.

-Hijo, ¿cuándo venís a traer tu mochila?

¿Cuántos años han pasado desde que el último animal salvaje dejó de volar,
arrastrarse, trepar o corretear en su hábitat completamente natural? Quien
tenga una perfecta y correcta apreciación de cosas temporalmente finitas y
tradicionalmente influyentes, quien pueda darme una respuesta a cosas tan
triviales, seguro sabrá responderme al definir los factores que hacen que, de
repente, una madre que no vive con sus hijos desde hace cuatro años, sin más
contacto social que sólo en los días festivos, me llame en medio de la ciudad
justo cuando mi humor y paciencia están… es decir, apenas existen... Bueno,
visitarla ahora mismo no sería una idea tan descabellada. ¿Qué tiene de malo?
Creo que iré…

Pt. 6 “¿Familia?”
No es que esté en contra de lo que mis padres hayan elegido hacer cuando
aún no tenía sentido de razón sin siquiera preguntarnos, a mis hermanos y a
mí; es que realmente nunca lo acepté. Nunca un padre y una madre, desde el
justo momento de haber aceptado estos títulos, deberían dejar de actuar como
tal, es decir, ¿en dónde puedo encontrar la lógica contradicción de la rutina,
que desmienta el hecho que una pareja debe estar separada al momento de
adquirir el título de padres? no encuentro ninguna explicación para esta
milenaria práctica social que define un estúpido costumbrismo cultural que
afecta de esta forma tan cruel a la familia; se debe romper esta mala
idealización, se debe romper el círculo vicioso que envuelve generaciones,
inclinadas de cierto modo, a vivir así, esclavizadas a siquiera concebir la idea
de dejar de parecer extraños al ambiente y dejar de ser víctimas de este tipo
de situaciones. No importa la causa que haya acaecido, el hecho es que una
familia es algo más que un simple adjetivo descriptivo, no se debe dejar de un
lado como lo que realmente es y lo que ya nunca se ha vuelto a pensar que es:
un núcleo social y un alma mater en la que aprendemos cosas tan profundas y
confiables como los principios básicos de nuestra propia personalidad,
autoestima y seguridad; eso, sin mencionar tantos caracteres genéticos y/o
temperamentales que, luego de definir una forma previa (si es que se llega a
definir), se pierden, sean estos malos o buenos, o si fueron o no, adoptados
dentro de las paredes de un hogar, y luego se distorsionan (si es que existen)
perdiéndose en un exterior tan ajeno al esto y la calidez del algo que nos
debería preparar para salir a dicho exterior… Una simple “desintegración
familiar” es una pesada y sucia roca en forma de título en capitales que debajo
esconde más bichos de los que los operadores contemplativos y/o aprendices
pueden llegar a entender, se esconden tantos bichos mezquinos y tan dañinos
al punto de ser capaces de eliminar literalmente una vida con la sencilla
determinación de no mostrar siquiera la causa a la víctima, confundiéndole al
mismo, con malas deducciones sobre el real existir en los diferentes niveles de
su vida… No es que así lo crea, es que así lo he experimentado.

Pero bueno, uno no puede escoger la familia en la que desea nacer, ni


menos a sus integrantes, y es que la naturaleza humana no nos deja enfocar
ningún tipo de hipocresía u odio plenamente real hacia aquellos que nos crían,
nos dicen que nos aman y luego hacen eso tan dañino que nos afecta; supongo
que ellos [] también están hipnotizados fuera del sentir que debería ser
“común”, por no saber lo que hacen (y no calcular los efectos) con la única y
total certeza de “no querer dañarnos”; por que posiblemente en sus familias
también sucedió algo similar y ese trauma no lo pudieron canalizar de la forma
correcta más que dejándose arrastrar amargamente hacia la mediocridad que
fue lo único ideal que heredaron de su propio hogar, a principios de sus vidas.

-¡Colinvi Hills, Prados de Santas Marías, Sansayo y Bosques de Bosch!

Este es mi transporte, ya era hora…

Me pregunto por qué les llaman “Bosques” o “Prados” si lo único que tiene
de boscoso son esos enormes y horribles tipos de invernaderos con mallas
láser de protección ultravioleta y aire refinado convenientemente arreglados
con plantas y fuentes artificiales y áreas virtuales recreativas para niños.

Mi madre y su necedad de vivir en la vieja casa de mis abuelos.

Me bajo. Esta callejuela de repente distorsiona todo mi entorno actual con


memorias borrosas de una niñez agraviada por tantas situaciones que,
repentina y contradictoriamente me hacen sentir bien, por el hecho de estar en
un nivel superior al remembrado…

Una vez más estoy a punto de repetir un tipo de paradoja que se ha venido
dando desde que tengo memoria y desde que el último trastorno de
comportamiento me atacó durante la fase final de mi adolescencia. Voy a
fingir que estoy bien conmigo mismo al visitar una vez más este lugar de
recuerdos contradictorios acerca de una era de caos y destrucción gradual de
la que fui testigo… (Aún recuerdo aquella tarde de Noviembre con su ya muy
ambiental y grotescamente distorsionada imitación de frío pre navideño y post
derretimiento polar, en un día de “Los Santos” en el cual, como un niño “casi”
normal, volaba una piscucha gigante elaborada por mis amigos y yo; mientras
en el horizonte, entre los cerros del poniente, se vislumbraba el brillo del sol
casi llanamente. Recuerdo haber visto ese cegante momento en el que
impactó muy fuertemente, en el área de los paraísos de Santa María Xalapan,
un eoprocesador experimental orbital de oxígeno, perteneciente a los mismos
estados Euro-Americanos que nos negaron el derecho a un aire puro, al no
incluirnos en el “proyecto de ayuda” que ofrecieron a algunas comunidades
terrestres con el objetivo de minimizar la furia de sus conciencias
principalmente por su contribución a que la naturaleza se desvaneciera, pero
que lógicamente no llegaría a África Septentrional ni a la Isla de
Centroamérica por habernos negado a vendernos financiera, recursiva y
esclavitariamente a cambio de nuestra suerte por no poseer grandes
yacimientos de petróleo, o áreas extensas ni tecnologías para producir, en los
últimos días, etanol o biodiesel.

Las pérdidas a este impacto fueron cuantiosas, los efectos socio-políticos


fueron desastrosamente mediocres y generaron la caída del último presidente
tradicionalista que ha visto la nación de la Isla de Centroamérica, trayendo a la
luz el primer período de gobierno compartido al estilo “Seel”, regido por
mentes micro conservacionistas (una especie de secta de idiosincrasias
profesionistas post políticas neo conservadoras).

Pero esa no es la única definición ni categorización del término “era de caos


y destrucción gradual” de la que, repito, fui testigo…

La vieja callejuela a dos cuadras después del estacionamiento de buzzers,


me da la bienvenida con la centenaria tienda de “Doña Lolita” en la esquina
(muchos años luego de la muerte de Doña Lolita, la tienda, muy cambiada y
remodelada por sus hijos y nietos, fue bautizada con el mismo y popular
nombre con el que la conocíamos en el vecindario: la tienda de “Doña Lolita”).
A un lado, la casa del lechero, Don Rigo, que tenía animales vivos como vacas
y cabras (el último y único vaquero real que afortunadamente llegamos a
conocer), las últimas de por aquí, está toda en ruinas, con su frente
característicamente descuidado y el gran portón que anunciaba un corral
improvisado que, en medio de la urbanidad, llegaba a salir atrás, en la
siguiente cuadra.

Muchas otras cosas, simbólicas y relativamente significativas, como la casa


de un viejo amor infantil o la pequeña casa que alquilamos a sólo dos números
de la de mis abuelos, me hacen regresar al pasado, donde para mí, esta misma
calle, con todos sus lugares característicos, solía ser más grande y mágica, “la
calle de las ilusiones” como le solía llamar, desde donde podía observar el casi
perfectamente redondo cerro con el nombre de la ciudad en letras gigantes
(Ahora la ciudadela denominada Prados de Santas Marías).

Son casi las 2:00. Llamo al intercom…

-Mijo pasá adelante.

Se abre la puerta…

Mi mama no es la típica mujer, ama de casa, de cincuenta años que se


mantiene advocada a su hogar; es todo lo contrario: es alguien impredecible,
dulce pero que no da ni espera toda la comprensión y por ende la confianza
(aunque te vive diciendo que le gustaría que sus hijos fueran sus mejores
amigos). Aún así, es el tipo de persona que le cae bien a todo mundo por su
dulzura y supuesta predisposición de adaptarse a cualquier lugar o
circunstancia.

El hecho que ella se fuera de “escapada” con mi padre, a causa de la


rotunda objeción que mi abuelo tenía para con la relación que sostenían mi
padre y ella, se mantiene resonando en mi cabeza por motivos de resolución
de cierta ecuación inconcebible que hiperbólicamente entra en conflicto con los
factores residuales de mi educación y la de mis hermanos. Supongo que en
algún momento fuimos muy bien educados, quizá por una herencia que, así
como estuvo genéticamente dormida, luego despertó y al final se volvió a
dormir; pero que se llevó en sus brazos una parte muy apegada para con
nuestra maternal figura incidente, misma que nos mostró también los
principios de una educación básicamente ejemplar en el aspecto relativo social.

-¿Qué estás viendo?

-Miro a tu tío Ralph en la holovisión. Bueno… veo el trabajo que realiza


como técnico en sonido para el Canal Sideral…

¿Alguna vez has sentido que tu familia es única y singular cuando, al volver
a algún ambiente de relación espacio-cultural y ritual familiar, del cual te has
alejado, descubrís una que otra regularidad que nunca vas a encontrar afuera,
en otro ambiente que no se asemeje o que esté muy lejos de la atmosfera que
sabes que identifica a tu apellido; incluyendo frases, platillos culinarios y
personalidades propias, de quienes pertenecen al tronco común?
Todo, todo gira en torno a los recuerdos que ni siquiera sé que están sino
hasta cuando cito déjà vus espaciales y temporales así como consecuenciales.

Así es mi madre, y con todo y sus virtudes y defectos, nunca me atreví


(hasta el día de hoy) a preguntarle por qué lo había hecho… Nunca me atreví a
juzgarle ni mucho menos interrogarle, incluso en los momentos más críticos, el
porqué de su actuación incomprensible (y supuestamente protagónica) para
con mi padre. No soy yo el encargado ni el más digno de hacerlo… Ya las
circunstancias me harán comprenderlo, como creo que empiezo a hacerlo
ahora que mi vida empieza a tomar sentido. Estoy seguro que las decisiones de
mis padres están ocultas bajo capas tan laboriosa y perfectamente tejidas para
ocultar un tipo de realidades respectivas a cada uno de ellos, que les
funcionaron como escudos, o más bien como espejos para disfrazar sus
dificultades y defectos más grandiosos (llámeseles errores). Pero esta
naturaleza paternal es algo a lo que los hijos deben sobrevivir con la misma
naturalidad con la que se sucede, y se debe hacer sordo ante el grito interno
de auxilio y desesperación, tanto por consecuencia directa como por
consecuencias indirectamente situacionales, como lo fuera el hecho que desde
ese momento nuestro hogar haya quedado literalmente destruido y
desintegrado; o que mi hermano menor haya sido víctima de las drogas en una
etapa en la que yo me disfrazaba cobardemente bajo la presión de esta y otra
ocupación laboral de las más extremas y tortuosas que podrían presentársele a
cualquier recién graduado del bachillerato, un poco para sentirme vivo y con
capacidades, como para olvidar y automotivarme a saber que podía hacer las
cosas que ningún otro podía o sin la ayuda de nadie (en respuesta
contradictoria a mi situación indefensa de saber o no querer aceptar que un
hogar hubo y se destruyó justo cuando empezaba a tener sentido de razón).
Desdichadamente las malas costumbres sucumbieron desde lo más profundo
de nuestros genes, generando comportamientos tan distintos en cada uno de
mis hermanos y yo, como la autocompasión y la bipolaridad emotiva (en mi
caso), pasando por trastornos de indiferencia y resistencia al dolor con simples
variaciones en forma de estallidos subsónicos (como el caso de mis hermanos).

A veces, cuando aún estábamos solos (mis hermanos y yo), pensaba y


divagaba sobre cuál sería el futuro, incierto por cierto, de mi familia; nosotros
tres, los hermanos, tratando de realizar un mañana en el cual todo pudiera
ser… perfecto, y en mis sueños más profundos (mismos que llegué a visualizar
tristemente como una utopía), se vislumbraba un amanecer con un desayuno
servido, el dormir tranquilamente, el contar con el apoyo de alguien mayor
(que obviamente no te iba a ofrecer drogas) y la sensación, esa, de una
seguridad pintada del color de un pasado en el cual tu padre jugaba a los
carritos de juguete contigo, en medio de la ira del mundo al que nos
enfrentamos; o el color de un pasado donde tuviste una madre que
cariñosamente te daba su apoyo y cobijo en su regazo, y asistía a las
reuniones de padres de familia en la escuela… o el color de la seguridad que te
brinda el tener a alguien que te represente como recién llegado al mundo y
que te dé la seguridad de saber que, simplemente… no estás solo.

Pt. 7 “Redundancia acíclica”


Y así, bajo un lamento vestido de azul incierto, con rasgos de levaduras
incompletas procedentes de desencantos externos y etéreos, continua mi vida
dentro de un pequeño universo pluridimensional del que me jacto de conocer,
por causa de fugaces chispas fotomotrices a las que llamo sueños, que son por
lo que aseguro conocer, vivir y reconocerles a todas, absolutamente a todas las
escenas de esta vida… no es que haya sido un gran viajero o algo así durante
estos, mis primeros veinte y tantos años en mi vida; más bien, creo saber
reconocer un sentimiento siendo más perceptivo aún que mi propio ambiente
real (quien me juzgara ahora, no pensaría en ese estúpido muchachito pseudo
individualista y sin personalidad del segundo básico allá en el INEEBCO PM-II
del sector 1.23 de Capital Asunción 5, en Guatemala)… ¿Existe eso? ¿Existe un
“ambiente real” dentro de esta triste imitación de realidad consecuente y al
mismo tiempo sarcásticamente predecible dentro de un entorno plenamente
“lógico”? Dependiendo de lo que fuere acontecido, inmediatamente posterior a
este capítulo, la verdadera realidad debería verse impregnada de hipotéticas
suposiciones acerca de lo que la vida es, sin sentir ni predecir, más que por el
simple hecho de poder y dejar vivir (el sueño de infancia que regresa en algún
momento de nuestra madurez)…

He aquí un sueño: un río… es una grande y muy sarcástica declaración en


mí tiempo… Pero, Don Antonio, mi abuelo, cuenta de haberles visto… y yo,
perceptivo me recuerdo, de 10 años en una hamaca de policarbonato, a la luz
de una lámpara fluorescente, antes de, esa misma noche, haberles conocido (a
los ríos) en persona, con ciento cincuenta escenas en una sola noche, llenas de
frío y característica oscuridad común, primero, muy lejanos a mí, al fondo de
hondísimos precipicios que retaban con éxito a mi materialista y orgulloso
subconsciente, haciéndome volar sobre ellos; luego, como espectador desde lo
alto de algún sombrío puente sobre el mismo río, con esta sensación de
adrenalina incitándome a saltar (con la débil y realista determinación de
haberme vencido a una fantasía alimentada por la boca de alguien de 90 años,
gracias a sus detalles extremadamente fieles); o navegando sobre débiles
balsas improvisadas; o nadando en aguas estrechas pero en rápido
movimiento, turbias, que en cada metro de recorrido me mostraban, desde el
centro del cauce, en las orillas, miles de escenas de vidas pasadas en las que
la hierba crecía junto a amores de la infancia y posibles estructuras materiales
y sub físicas que más de alguna vez (en otras dimensiones, claro) llegaron a
significar algo para mi… o significan, en realidad, una determinante parábola
inmediata y necesaria más que urgente por descubrir. El frío, la oscuridad
parcial y una especie de temor surrealista hipersensible, denominadores que
me impulsaban, también inconscientemente, a descubrir, por medio del mismo
sentimiento, el verdadero amor (que es todos en uno sólo…) y la voluntad
necesarias para eliminar en mí toda mancha de inseguridad y debilidad... un
sueño...

“¿De cuándo a acá te rogué tanta disciplina? ¿Acaso te regañé aquella vez
que, por tu culpa tu madre lloró o tu hermano se sintió mal por algo que
dijiste? ¿Te reproché que hayas preferido vivir una vida solitaria y sin cultivar el
arte de la socialización, para encerrarte en tus sueños de volar, de ser
superman o de explorar una caverna hasta el fondo, alimentando tu
esquizofrenia por las simples expediciones que vos y tu tío hacían a las
alcantarillas de Colinvi Hills?”

Yo de vuelta a la realidad...

Estas son las sentencias de mis “mayores”, estas son las discusiones que
no sé si ocurrieron en realidad, si debieron ocurrir, o si ya lo hicieron,
preguntas que he ocultado a la realidad de mí vivir al lado de mi “familia” e
incluso he derrocado de mis recuerdos, de mi aceptación…

¡Quiero gritar! ¡Quiero que el mundo entero me escuche y quiero ser mudo
egocéntrico a la vez! ¡Quiero que todos se den cuenta que yo sí hubiera
querido ver volar las mariposas y apreciar las rosas negras retroextintivas que
mis padres se regalaron entre sí cuando eran aún novios! ¡Quisiera haber
llegado a amar de verdad!... Y en realidad no entiendo esas aún resonantes
palabras dentro de mi interior: “You’re not alone…” ¿Cuándo dejaré de pensar
en otro idioma? ¿Cuándo dejaré de ser tan medidor y expectativo, esclavo de
frases y cifras? ¿Cuándo dejaré de existir? ¡Me duele! No es la primera vez que
lo digo… no es la primera vez que lo siento… no es la primera vez que me
arrepiento de haberlo dicho y sentido… Nunca ha sido una primera vez… Y le
sigo echando la culpa a todo y a todos. No debería sentir.

Martin estas solo... tu soledad es para aprender a estar acompañado... Es tu


arte por aprender el sentir indiscriminado, y lo que debes hacer es dejarte y
sentir por y para los demás... ¿De qué te sirve estar acompañado si siempre
estarás pensando en vos mismo mientras no te das cuenta que tu misión es
conocer a los demás? ¿De qué te sirve hablar de la boca hacia afuera, y tratar
de negarte a vos mismo en un intento inconsciente por esperar que los otros lo
miren?

Cuanto más esperaba por oportunidades de darme, más oportunidades


pasaban frente a mis ojos ciegos, alejándose sin ser aprovechadas... y es que
lo supe, un día lo descubrí: las oportunidades que tenemos y que se nos dan,
de ayudar a las demás personas, un día dejan de venir... y ahora me arrepiento
porque en aquella ocasión también pensé así mientras me prometía que
aprovecharía y disfrutaría cada una de estas oportunidades antes que dejaran
de llegar...
Como era de suponer, un día dejaron de venir. Fue el día que yo dejé de
asistir en espíritu a cualquier puerto de oportunidades y aprendizaje.

Pero luego bajo a la realidad… Esa que me dice que sí, Dios existe y mi
tiempo debe ser invertido en una mayor parte olvidando mis propios
problemas… es difícil creer cuando se siente tanto dolor…

Estaré bien, seguiré ocultándome bajo esta eficaz máscara de hipocresía


proveniente de la más grande hipocondría que me ha venido atacando desde
mis primeros años. Ha sido eficaz para mí.

Listo. Estoy frente a mi casa nuevamente. Hay frío. El viejo farol de


halowolframio, todo doblado por los juegos con ácido de la pandilla geek del
callejón de detrás de mi casa, esquina del boulevard principal de Shady Illusion
Heights, destella con incipiente contrariedad y mediocre luminosidad, como
dejándose vencer por el efecto arcoíris de la escarcha rodeando su plástico
transparente. Hay oscuridad. Eso significa que no han sido muy exitosos los
esfuerzos del ayuntamiento por mantener propiamente iluminado este sector.
Debo volver a la realidad, parece que en medio de mis profundos
pensamientos, si logro acostumbrarme al silencio real que rodea mi ambiente
actual de once de la noche, lograré, además del residual zumbido del Lev
Buzzer, aún resonando en mis oídos, saber si el cerrojo dactilar de mi casa aún
funciona, ya que llevo casi cinco minutos tratando de activarlo y obviamente
parece que lo desactivaron a propósito y nadie dentro de mi casa se toma la
molestia de responder. Ya me imagino el discurso: “¡Ala gran púchica vos!,
mira la hora que es, pa’ que púchicas vos, ¿por qué no venís más temprano?,
mira que sólo porque soy buena onda no le aviso a mi papa, porque por eso
desactivó el cerrojo dactilar, para trabarte cuando regresaras”… bla… bla,
bla…

Y la luz del patio frontal se enciende…

-¡Ala gran púchica vos!, mira la hora que es, pa’ que púchicas vos, ¿por qué
no venís más temprano?, mira que sólo porque soy buena onda no le aviso a
mi papa, porque por eso desactivó el cerrojo dactilar...

Por lo menos, mi rezongón hermano me abrió. Ya empezaba a ponerme


nervioso, mi vecindario no ha sido tan tranquilo últimamente, como lo solía ser
cuando tenía doce, y aún podía quedarme hasta altas horas de la noche, con
mis amigos, retando al Ramp-Emulator, en nuestras patinetas. Empiezo a
entrar, esperando que nadie se haya fijado en mi estúpido divagar estático
frente a mi casa en estos casi diez minutos a la fría intemperie de media
noche…

Y… un poco antes de entrar… La luz del glorioso # x-88 se enciende… creo


que hubiera sido lo mismo si sólo lo hubiera ignorado, pero mi ilusa manía de
esperar, necia e irrazonablemente siempre a verla [], me hizo caer
nuevamente… error… parece que alguien sí se dio cuenta que yo divagaba en
la oscuridad mientras oscilaba tontamente entre períodos para colocar
nuevamente mi dedo gordo en el lector dactilar… Ella. Al principio me pareció
un sueño, o como en aquella ocasión, cuando empecé a alucinar por la falta de
refinamiento de aire a causa del malfuncionamiento del procesador orbital,
sumado a mi singular deficiencia nasal (qué pena cuando todos escucharon
que mencioné su nombre sin querer, cuando ella hacía ya doce años que se
había marchado; ahí vi la fuerza de mi subconsciente y supe el cómo las
verdaderas cosas que se desean pero que no se expresan por simple
incompatibilidad enviromental, salen a flote con la debilidad de la razón). Y
ahora, después de muchos años, en medio de una noche fría en que no me
esperaba (ni soñaba con hacerlo) encontrarle, aparece como un dispositivo
programado a ejecutar una respuesta en el más significativo momento, dentro
de la bruma de mi medio cuerpo fuera de mi casa.

Y… mi primera reacción, un “Hola” entrecortado y admirativo, precedido


por una respuesta que tampoco hubiera imaginado:

-Martin, ya me estaba preocupando, pensé que no te abriría nadie.

Si me pongo a analizar ese instante después de más de una década, por


una parte hubiera agradecido un minuto más de demora por parte de mi
hermano, y por otra parte, sólo podía castigarme imaginando lo que pudiera
estar pensando de mi actitud. Pero lo más importante lo estoy dejando al muy
obvio ¡Ella está frente a mí! Nunca hubiera pensado que fuera ahora, que fuera
hoy, que fuera esta noche, en la que el día se irrumpió con escenas tan
misceláneas, encuentros, algunos agradables y otros contradictorios y mi
simbólica situación profesional en contraste con mi singular estado psicológico;
eso es lo que faltaba, como en un sueño de esos que son tan
convenientemente agradables, mi día ha de terminar con tan hermoso regalo:
Ella, la niña de doce o trece que dejé de ver hace mucho, ahora, toda una
hermosa señorita, preocupándose por mí en medio de la noche… Eso es lo que
ella significa para mí.
Mi cuerpo se niega a entrar completamente a la casa, sin embargo mi
estupidez no me deja hacer algo contrario a quedarme allí, medio torcido y con
la cabeza de afuera, decidiéndome aún a regresar cinco metros más al norte
para entablar una conversación o… lo que sea.

-Sí. Yo me temía lo mismo, pero ya ves, aunque sean enojones pero los
hermanos menores aún sirven para algo…

(Sonríe como sólo ella sabe hacerlo, cómo extrañaba eso…)


Una voz un tanto desagradable para el momento, pero no desconocida en lo
absoluto (su padre), resuena desde la parte anterior del patio frontal,
llamándole a entrar. Ella, apresurada…

-Hablamos mañana, ¿sí? ¡Qué gusto me dio saludarte! Que descanses,


buenas noches…

-Ok. Igualmente, que bueno verte de nuevo buenas noch…

¡Ahora sí que voy a dormir bien… si es que duermo de la emoción!

Pt. 8 “Hablando de Sueños y Tecnología”


Cosas que pasan durante un sueño: Ese sentimiento de surrealismo en
monocromo, el cómo las cosas son tan lógicamente acomodadas… Esas cosas
tan significativas para uno mismo, que se presentan de una manera u otra. En
mi caso, la eterna sensación de frío, la soledad mejor definida que en la
realidad, la oscuridad, la sensación de ingravidez, las escenas que te dan
miedo pero que a la vez te provocan emoción o estallidos de adrenalina, o lo
que sea…
Debo confesarlo, nunca estuve decidido a analizar algunos de mis sueños
más significativos, sin embargo, de un tiempo hacia acá me he visto en la
necesidad de esforzar un encuentro póstumo con mi interior; no podría decir la
causa exacta del porqué de la inquietud de tratar de conocerme a través de
mis sueños, es una contradictoria euforia que hace creerme una especie de
médium al querer interpretarlos… qué estupidez.

El enfoque que le dé o no le dé a los mismos, frecuentemente inicia


definiendo algún estado de ánimo o inmediata motivación externa; esto los
hace ser víctimas de la incertidumbre e inestable pluriformidad de mi ser, les
hacen ser completamente abstractos y espontáneos, por lo que, al final, no
puedo asegurar que sean más que fuentes residuales restantes de algún
conflicto en mi interior, diferente, en cada uno de los casos. A veces me da
tristeza que sea así, y me desconcierta pensar que no cambiarán conmigo por
el simple hecho de ser hasta cierto punto intangibles e impropios o
incontrolables; pero aunque no puedo hacer nada por cambiarles y no puedo
hacer que vengan cuando los necesito, no puedo tampoco hacer que se
detengan cuando así lo quiero. Por lo mismo, siempre dejo de alimentar falsas
relatividades sobre ellos hacia mi propia vida.

Y ¿qué pasa con aquellos que llegan cuando estas despierto? ¿Qué pasa con
aquellos que te arrebatan el sueño y te intranquilizan por estar a flor de
consciencia? Y es que, como es de suponer, alguien detrás de mí quiso
definirlos y poner su síntesis descriptiva al alcance de los seres que veníamos
después; y así mismo, como es de suponer, en algún momento supe de ellos y
los quise definir de acuerdo a mi entorno, investigando o leyendo algún artículo
sobre el tema, pero he fallado al querer cumplirlo; al menos, he logrado definir
la teoría en que las pesadillas tanto conscientes como subconscientes vienen
de repente y sin tu permiso y te afectan de una u otra manera, lo mismo que
pasa con los “dulces sueños”, aquellos que siempre se han tenido en cuenta
tanto consciente como subconscientemente. Lo malo es que es muy delgada la
línea que nadie se atreve a admitir, la frontera entre un sueño y su
transformación en pesadilla, tan sutil dentro de un margen gráfico o indiferente
que nadie se atreve a analizar, detenerse y reflexionar al mismo tiempo que le
aleja de la realidad inmediata.

Los sueños no realizados… Desde un punto de vista expectativo, estos, los


no-realizados, suelen ser esas verdaderas pesadillas que, peligrosamente
puede desencadenar efectos muy adversos; pero si se les ve desde otra parte,
son simples casualidades irrelevantes o expuestas al azar, antes que
causalidades forzadas, suelen ser un manjar para la transitoriedad y la rutina;
sin nada que perder (por no compensar en nada), sin denotar puntos
exhaustivos entre lo verdaderamente importante y lo que nunca se pensó más
que simplemente coincidencial del destino; como quien, por ejemplo, sólo
sigue el obvio caminar de una vida: Naces, creces, estudias, te gradúas, en el
transcurso conoces a alguien, te casas, tienes hijos y estos continúan con una
cadena sin fin (esto es, en parte, parte de una pesadilla).
De alguna manera, no hay dos formas de soñar lo mismo, ya que lo
relativamente indiferencial y pseudoproposicional, es ilógico en realidad.

El artesanal y exótico despertador de arena (recuerdo de mi 18º


cumpleaños, regalo de mi tío Jorge, el guerrillero punk como lo llamábamos mis
hermanos y yo, quien había estado involucrado en la Rebeldía Anárquica de la
Isla de San Diego como uno de los miles de migrantes que encontraron en
estos sucesos su propia oportunidad de tomar algo más que una simple
venganza en contra de aquel país que los forzó a vivir en las alcantarillas y
ciudades-bunkers o “sub-geósferas” por décadas), suena con la característica
imagen holográfica de una duna suavemente peinada por el viento y su propio
sonido; dejando una licencia un tanto forzada a mis ojos, para que sean
testigos de las primeras luminiscencias del día. Las seis y media de la mañana.
A veces me imagino que tengo un mamífero canino de mascota, y que hay
árboles en el traspatio de la casa de donde, al amanecer puedo oír el sonido de
algún tipo de animal volador, de esos a los que llamaban “aves”, de los cuales
recuerdo haber escuchado, junto a su característico canto en la “bioteca” del
Dr. Von Amaya, a inicios de mis estudios universitarios. En verdad se me hace
muy familiar el ladrido de un perro y aunque sólo lo haya escuchado
digitalizado en una simulación virtual, me parece que en mis sueños les he
escuchado, como a otras especies.

De repente…

-¡La inestabilidad del acelerador de partículas se sigue manteniendo por la


reacción paralela del láser de berilio! Pero aún así se desprende cierto margen
de responsabilidad. ¡Qué esperas, toma tantas muestras de las oscilaciones
referenciales del ciclo de silicio como puedas!

Van llegando, poco a poco, las primeras muestras de io-sales primordiales


después de la primera oscilación, luego de la segunda, luego detectamos un
ligero campo electromagnético en el núcleo del cañón circular; su pequeño
tamaño, empíricamente compensado por la alta concentración de sub
partículas de berilio a frecuencias también muy elevadas (en forma de un
simple halo de plasma), hace que su posterior estabilidad sea objeto de propia
emoción por haber sido, en su mayoría, descubierto, monitoreado y controlado
por mi “monitor de objetos subatómicos”, una invención propia del curso de
programación objetiva, fruto del tardío trabajo investigativo que hice en el
primer “festival de las leyes cuanto-relativas”, celebrado en mi alma máter,
hace dos años.

En esas estamos cuando se alerta una fuga de casi imperceptibles pero


muy fluctuantes partículas contaminantes, el premio por trabajar “en casa”,
con materiales que debiéramos manejar bajo estándares un poco más
delicados, tal vez dentro de un reactor más decente y formal, o sin esforzar
atmósferas paradójicas, como es el caso del viejo laboratorio improvisado del
Dr. Von Amaya, en el tercer piso de este viejo edificio. Esto propicia nuestra
casi obligada salida del área de trabajo, con trajes de vacío y todo, corriendo al
imaginarnos el efecto de la contaminación en nuestros cuerpos…

Estos momentos son los que me hacen definir la triste imperfección del
método investigativo, ya que una teoría bien definida, con una hipótesis casi
completamente demostrada, es tan frágil como la definición de “verdad”, en
nuestros tiempos… También me parece parte de uno de esos sueños
incongruentes que no logro concretizar…

La vimos cerca… Entre otras cosas, agradezco que no se haya escapado


nada de energía radio-atómica. Desde el panel de control, el monitor de
objetos estimaba cálculos que, hipotéticamente no estaban erróneos en lo
interna y visiblemente posible; sin embargo, un microscópico margen de
oscilación es tan importante y peligroso, que no debe seguir siendo irrelevante
en la cuántica y su desarrollo combinado con la ciencia del software.

-Doctor, ¿Cree que sea bueno seguir haciendo estos experimentos?

Un silencio es mi ambigua reprimenda…

-¡Martín! ¿Se dio cuenta de la importancia de la exactitud en la fase de


micro calibración?

La verdad veo en el Doctor una especie de satisfacción a corto plazo, es


decir, la más inverosímil representación de lo que cualquiera, en cualquier otro
tiempo, pudiera llamar “esperanza”…
Los momentos como estos, a los que me estaba acostumbrando, no se
debían celebrar con la ilusa hipersensibilidad con la que mi propia personalidad
hubiera optado; supongo que es la base para aprender a no jactarse tan
apresuradamente de un logro mínimo, sabiendo que el objetivo final está más
lejano, es una especie de realismo y sobriedad científica que estaba
empezando a aprender.
Esa tarde, comprendí que el Doctor quería que realizara algunos cálculos
posteriores para inhibir el margen de oscilación que mi monitor no había
detectado, a lo que antepuse mi teoría sobre el tipo de comportamiento que
debía ser, en todo caso algo nuevo, algo que ningún programa objetivo podía
calcular hasta ese momento. Tenía mucho trabajo que hacer… por lo mismo,
me retiré más temprano que de costumbre del laboratorio, la misma,
espontánea sensación de contradicción, fue lo que me ordenó, de boca del
Doctor, a retirarme.
No importaba que el Doctor no dejara que mi vida continuara normalmente,
me imaginaba a un doctor que no conoció la importancia y la auto dependencia
de las personas a la hypernet, más sí a la internet; sin embargo, empezaba a
ceder ante la importancia que la tecnología informática en sí misma tenía para
su propio trabajo, cosa que, según su secretaria, nunca lo había molestado
para desarrollar sus retóricas investigaciones y experimentos… puedo decir
que está aprendiendo a ser más condescendiente con la tecnología…

Pt. 9 “Subjetividad”
Ha pasado apenas una semana desde que inicié mi proyecto; hasta estos
momentos, mi trabajo, ya bien definido, se resumió a la forma de modificar mi
monitor de partículas subatómicas, por una especie de inhibidor o identificador,
previamente programado para asimilar una amplia librería de posibles
comportamientos de partículas, y con la capacidad de calcular y establecer un
régimen estatal de normalidad en algunos comportamientos primigenios y
pseudoevolutivos que, posiblemente sean de reciente definición (o indefinidos
hasta el momento) o de poco conocimiento hasta la actualidad. Mi trabajo está
en pie, una extraña emoción por las posibilidades y tipos de estudios
pendientes y hasta por descubrir, me invade y me hace sonreír de esa manera
tonta que tengo de hacerlo sin aparente motivo en cualquier lugar en el que
esté, en este caso, en el buzzer de regreso a casa.

Estoy muy cansado… pero este cansancio se define como un arduo buscar
sin encontrar, es el cansancio que me invade después de mantener una
desfigurada idea de lo que realmente significa trabajo en cualquier aspecto.
Recuerdo que anteriormente ya me he sentido cansado; con la luz de mis
propias y muy escasas realizaciones, a la sombra de mis enormes montos de
desdicha y fracaso. Alguien, más de una vez me dijo que no debería ser
negativo; incluso yo mismo he tenido que ayudar a personas que viven
sumidas en pensamientos negativistas… y a mi ¿quién me ayuda? ¿Es que
acaso necesito ayuda?

Miro fijamente la constelación de Casiopea, una desfigurada letra “M”, que


vislumbra gracias a pequeños puntos artificialmente fluorescentes
estratégicamente superpuestos por mi padre en el techo de mi habitación, y
me pongo a pensar… una sola, una estrella sola está sumida sobre un fondo
completamente oscuro… no le puede vencer el fondo, y éste no se combina
completamente con ella; el fondo aún así se compagina por la variación de
atenuaciones normales en que ambos se difunden, junto a la nostalgia filosofal
adjunta desde milenios, desde siempre por la humanidad… Ella sobresale…
Está muy finamente definida por su contraste sobre el negro infinito… es
pequeña pero brillante… es una estrella que ha significado algo y que
relativamente es del tamaño que sea definido por el observador, tan pequeña
pero brillante... yo debería saber que la escala de valores se subyuga por
niveles relativos… Y pienso nuevamente en algo que me ha servido desde el
inicio de mi pubertad para aplacar la dura y mortífera inseguridad que se
desprende de mi baja autoestima. Pienso nuevamente en la forma en que mi
corazón salta dentro de mí al darme cuenta de mis posibilidades de ayudar en
este inmenso y semi destruido planeta... Pero hay algo más, hay algo que
realmente no sé si algún día lograré descubrir, asimilar y dominar… algo me
falta… algo que obviamente no fue añadido en mi mezcla primigenia de
carbono, agua, azufre, hierro, calcio y demás componentes que me conforman;
ese algo no es del todo primordial, ni relativamente influyente…

Si esto es una búsqueda, debo hacerme a la idea que siempre seré un


buscador, ya en otras ocasiones he sido víctima de inusuales desigualdades
como esta que, luego de cierto ciclo, han terminado en autodescubrimientos
que… al final, terminan iniciando otro período gradual de acumulación de
infinitas interrogantes, u otra sola, inmediatamente significativa en su defecto.
Justo como la vida es, supongo.

A veces casi no me doy cuenta donde termina la realidad y donde empieza


la triste implantación de los sueños o fantasías en esta vida. Muchas cosas han
sido dichas, muchas otras se supone que no son necesarias y otras pocas
faltan por descubrir; es un camino en el que se debe ser interiormente loco y
exteriormente normal para escapar de una influencia que pueda dañar,
también en cualquier nivel. Así yo autodefino a una vida caminante que
transcurre manteniendo esperanzas posiblemente reciclables o exitosamente
reemplazables. En este estado de descripciones subjetivas de sentimientos, me
encuentro con una luz que siempre me acompaña, y es esa que muy
tímidamente y, a veces, hasta casi nulamente, decide mostrar un camino
sugestivo de seguimiento y crecimiento; es ese sentir que me invade con una
paz hipotética y hasta fugaz, y que altera mis otros sentidos al punto de
dejarme manipular por recuerdos de vidas pasadas, en las que experimento dè
ja vús que me transportan a lugares que, en teoría conozco, pero que
físicamente no he visitado, es algo muy extraño, como la necesidad de
alcanzar un estado ambiental ideal, siempre en busca de la mejor butaca en el
cine, o tratando de encontrar el mejor sentido, significado y/o punto de vista de
algo que pretendo o siento conocer, como lo dije anteriormente más hipotética
que teóricamente.

Es en este nivel de inmersión propia donde empiezo a dudar de mis


capacidades casi por arte de magia; a menudo empiezo a experimentar esa
duda que se desprende de mis necesidades –que, debo decir, no son
completamente inmediatas- y empieza a afectar mi entorno: también se hace
más grande mi necesidad de ser parte de algo grande, como en este caso, con
el experimento del Dr. Amaya, o la simple desesperación por demostrarle al
mundo que mi egoísmo es algo que detesto en mí; entonces,
inconscientemente lo demuestro junto a mis inseguridades y sobreviene el
caos.

Me gustan este tipo de momentos de nostalgia, porque me remontan a


etapas de mi vida que han marcado algunas ideas y comportamientos propios
de mi personalidad, y me hacen revivir el pasado, cosa que, aunque se diga
que no es bueno, es en mi caso lo más hermoso: vivir con la fuerza de los
recuerdos, en camino hacia el futuro presente.

La “Era de los Santos” –una de esas etapas- es un poco más que un satírico
nombre para épocas pasadas a nivel global, es un profundo sentir auto
protagonizado experimentado fuera de las fronteras idealistas que ignoraba y
que me esclavizaban de algún modo. Es una época de vida en la que se ven
involucrados muchos diferentes aspectos, a un nivel generalizado, como el
amor, la ira, la autocompasión y su delimitación, el autodescubrimiento de la
real teoría del caos y control propio, y el análisis exhaustivo del
comportamiento humano para asimilarlo y estudiarlo, así como (casi
incontenible, indivisible y voluntariamente) cambiarlo a un Cristomorfismo, es
decir, dejando a un lado (más nunca obviando ni desatendiendo) algunos otros
puntos de vista para comparar los anteriores aspectos, a la vida de Cristo y
desenvolverlos en plena armonía con el evangelio.
Contradictoriamente, es en estos años no-consecutivos donde llego a
realizar en mi vida la paradoja que refiere al mayor pecado que ha cometido la
humanidad: el haber inventado las religiones. Esto no significa que sea ateo o
antirreligioso, pero la verdad es que las reglas en oposición no son un producto
más claro que de las religiones… Tal vez las religiones sean, desde un punto de
vista más alto, algo que no puede ser instituido por la humanidad; es decir,
obviamente una de las grandes verdades es el hecho que la religión es una con
Dios, pero la parte “humana” es la que le da toda esa opacidad al verdadero
mensaje y a las más concretas verdades…

¿De qué me valgo para decirlo? Bueno, basta con darse cuenta que no
todas las personas reflejan a Cristo en sus rostros (incluyéndome a mi), basta
con darse cuenta que rige un sentimiento de egoísmo, envidia y sed de poder
dentro de los círculos sociales y, muy lamentablemente, dentro de las mismas
instituciones religiosas Cristianas, que de alguna manera tratan de llevar al
individuo a un nivel más alto, en diversos aspectos, pero sólo para su propio
beneficio. A mí me ha pasado, he asistido a varias iglesias en el transcurso de
mi vida y siempre he visto el trabajo de quienes enraízan sus existencias a
esta sed interior de servir a Dios (yo incluido en algún momento), sin embargo,
es triste ver que, muy pocas veces dejamos ver un deseo desinteresado de
salir de la propia iglesia y recorrer un camino que no sea pseudo esclavitario
más que realmente cualitativo en su verdadero significado. Me basta con
imaginar que hace poco más de dos mil años, existió un Hombre que durante
su estancia por este mundo luchó contra la corriente de decadencia y estuvo
inmerso en ella al mismo tiempo y que vino a liberar (aunque no
inmediatamente para los inherentes, claro) de una utopía que mantenía
rigiendo el comportamiento de aquellos que en esos tiempos se atrevían a
llamarse a sí mismos iluminados; y el hecho de experimentar en carne propia
que nuevamente se ha llegado al mismo nivel de costumbrismo que hace dos
mil años, y que creamos, como sucedió hace dos mil años, que el saber la
biblia de inicio a fin es lo único necesario para instituir nuevamente la verdad y
el Reino en la tierra.

Claro que nuestra naturaleza humana hace difícil la tarea de darnos cuenta
que estamos en la misma situación que hace mucho tiempo, en la época de
Jesús. Esto me hace pensar en una de las muchas sabias frases que existen en
el evangelio: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen…” entonces,
tal vez la clave está en darnos cuenta de nuestra pequeñez e incoherencia
hacia un plan mayor, tal vez dándonos cuenta de ello, empecemos a aceptar,
los que de algún modo le hemos conocido o le hemos experimentado, la
realidad de la religión.
Una de las causas que me encaminan a analizar la era de los santos es esta
misma de tratar, de alguna manera, de salvar al mundo; es como una
necesidad hipócrita, ya que sin ninguna aparente razón, vienen a mí estos
supuestos sentimientos de imparcialidad y “amor por el prójimo”, sin embargo,
con la misma mediocridad con la que doy paso a la vida propia dentro de mí y
a mi alrededor, me mantengo así, estúpidamente suponiendo la verdadera
vocación que algún día pensé que podría llevar dentro: Martin Riverborough,
Sacerdote Jesuita, Carmelita, Franciscano o Dominicano... Algún día pudo tener
algún significado...

De aquí para adelante, he sabido que en mí no vería más luz, no escucharía


más voz divina, que la que cada momento me ayudaba a cambiar mi propio
interior. Recuerdo que entre mis deseos más bizarros al redescubrir -por
incidencia directamente causal de una chica- mi amor por Dios, se encontraba
aquella fantasía (alimentada por las historias de algunas advocaciones
marianas) de escuchar la pura, celestial, y divina voz de la virgen María,
también recuerdo que, luego de haber escuchado cantar a aquel amor
platónico en el coro de la Parroquia, equívocamente pensé haber presenciado
el milagro, sin ver al fondo que la voz que siempre esperé oír se entonaba
subsónicamente, no en quienes cantaban o hablaban, sino en quienes
callaban, en quienes oraban, contemplaban y meditaban e incluso ejecutaban
la lectio aún sin saber nada de oraciones o métodos de oraciones. Además,
siempre quise presenciar una transfiguración o una epifanía, sin embargo, no
estaba percibiendo ni encaminando mi percepción sentimental hacia donde
realmente debía: Buscaba a Dios en el relámpago, en el rugir del viento, en el
estruendo de las olas; cuando al final, le escuché en la suave brisa de
primavera, en el silencio y la mansedumbre del espíritu (como lo dice el
Salmo). Se puede decir que fue época de santos cuando en realidad lograba
ver la paja en mi propio ojo, y cuando lloraba sin querer, dejándome dominar
por la emoción de un momento de oración, en silencio interno rodeado del
ruido de la ciudad, solo en mi habitación, o en comunidad, junto a mis amigos
de pastoral en el transcurrir de algún retiro o encuentro, o incluso en un simple
rosario.

-Martin, prepare algunos de sus sistemas y empáquelos. Mañana volamos


hacia Itzá por algunas muestras y también para estudiar el efecto inmediato en
la deionización estigmática de probetas.

-¿Debo llevar el monitor de partículas?

-Prefiero que mantenga una posición discreta y guarde cierta apariencia,


más turística que científica; tengo un mal presentimiento con algunos
asentamientos sociales de esa área y su preferencia política. Sus sistemas
virtuales serán suficientes.

Pt. 10 “Objetividad”
En el estudio de campo, he descubierto que soy muy perceptivo. Recuerdo
que siempre me ha gustado más la acción en concreto, a la planeación
administrativa, aún en un nivel científico. La verdad, nunca he podido
administrar ni mis propios sentimientos, y nunca lo he logrado hasta ahora.
La locación que iremos a visitar es en un área del desierto de Petén, a unos
cuantos kilómetros de las ruinas del mirador, es un lugar con mucha arena y
cenizas de décadas de enfrentamientos entre colonias invasoras de distintos
puntos del planeta que realizaron guerras absurdas y convirtieron un tesoro
histórico decadente en burdas trincheras y laberintos de guerra en cavernas
subterráneas que algún día albergaron yacimientos acuíferos y fuentes
naturales.

El día ha llegado. Mi ansiedad se alimenta del sentimiento propio de una


aventura por venir; aún ese tenue miedo a volar a velocidades ultrasónicas ha
desaparecido al darme cuenta que, ahora voy a volar con un propósito, y más
que con un propósito, voy a volar con una ilusión, o... –tal vez le estoy dando
más importancia de la que en realidad tiene- ...es un sentimiento (uno más
para la colección) que viene después de muchas largas esperas por algo
auténtico e inartífice, como sé que será el estudio de campo del que estoy a
punto de ser partícipe.

El jetvan se eleva. Puedo empezar a vislumbrar el horizonte de 5:30 a.m. El


sol aún no ha salido, el terrible frío de estas horas, mezclado al ruido
subfrecuencial de las microturbinas horizontales al despegar, me hacen sentir
un poco desorientado.

-No vamos a volar muy rápido, Martín. Hágame el favor de operar este
scanner, la idea es detectar cambios en los niveles de CO2 de la atmósfera; el
estudio no será aleatorio, recorreremos transversalmente el territorio de la
antigua República de Guatemala para identificar posibles cambios que nos
puedan dar un indicio del efecto radiactivo que pudieran tener nuestros
experimentos a la luz del sol.

-Pero, el sol aún no ha salido y... a velocidad supersónica, posiblemente aún


no haya salido para cuando lleguemos a Itzá.

-No se preocupe. Para su suerte, volaremos a una velocidad mucho menor a


la acostumbrada para nuestro estilo de vida, para que pueda, además de
tomar muestras, descubrir que a velocidades mínimas aún es posible
contemplar paisajes, aun que sean desérticos.

Sin más palabras, me dedico a contemplar el panel frente a mí, adaptado


con un procesador de plasmetato láser holográfico con un sistema operativo
sensible al tacto, a manera de controles para la operación de un sensor
colocado en la parte inferior externa del vehículo.
Me ajusto el casco a mi traje de oxígeno. Nos elevamos por encima del valle
central de la ciudad de Jalapa. No puedo evitar ver hacia el lado suroriental, las
colinas donde se encuentra, escondida en alguna parte dentro de ese mar de
edificaciones cuneiformes y desordenadas, Shady Illusion Heights.
El Sol ya deja vislumbrar algunos rayos verde amarilloso en el horizonte. El
Jumay, ya casi desaparecido por sus anteriores y cronográficamente recientes
actividades telúricas, se vislumbra como un cono muy truncado en medio de
un mundo que se consume a sí mismo al querer aprovechar cada metro
alrededor de sus faldas; ¡hasta parece que la ciudad se dirige hacia el centro
de la tierra si se imagina el curso que lleva hacia el interior del mismo!
Para sobrevolar la franja transversa de Guatemala, se supone que nos
dirijamos hacia el noroccidente, sin embargo tomamos un curso
completamente distinto hacia el sur sobrevolando el desierto de monjas, una
planicie desértica de unas pocas decenas de kilómetros de extensión que
incluye, entre otros muchos focos eruptivos, el gran volcán Suchitán, otro
coloso en frecuente actividad.
Primero pasamos lentamente por las áreas desérticas de Mojarritas, San
Juan, y de último El Sálamo, donde se ve, apenas escondidas entre la arena, las
ruinas de una antigua edificación, una finca agrícola quizá, pero tal vez con
más de cincuenta años de estar abandonada. Una pequeña torre triangular,
sutilmente inclinada hacia el oeste, camino de los salvajes vientos de fin de
año, a medio enterrar da la bienvenida a algunas otras edificaciones en ruinas,
esparcidas entre todo el complejo que por cierta razón me parece tan
familiar... estamos volando a escasos trescientos metros de altitud, por lo que
puedo ver caminos abandonados, vagonetas, antiguos vehículos agrícolas
medio enterrados en la arena y muchas pilas de escombros entre paredes de
edificios destruidos. Las ruinas de otros asentamientos y aldeas sobresalen al
expandir mi campo de visión.
Algo muy singular me llama la atención: el cauce de decenas de riachuelos,
unos más grandes que otros, que por un momento hace recordar las cuencas
marcianas que ahora sirven como minas superficiales de oxido de ferrita en el
planeta vecino. Aunque aquí se ven libres de toda esa maquinaria espacial.

-Doctor, ¿Por qué tomamos este camino?

-¿Ves el volcán más grande en el horizonte?

-¿Ese gran agujero con el pequeño hoyo eruptivo a la izquierda?

-No. Más adelante, más hacia el sur.

-¿El Suchitán?

-Cuando joven... cuando joven solíamos escalarlo. Entonces tenía cuatro


cumbres, era un macizo más regular. La cumbre más alta era una enorme roca
únicamente accesible por un pasadizo escarpado de rocas flojas que le
llamaban “el lomo del garrobo”. Suponía cierta dificultad llegar a ésta cumbre.
–no puedo evitar acordarme que solíamos calcular la altura de la cumbre
tomando el tiempo que tardaba una piedra en perderse de nuestra vista y
sumergirse en el follaje de los bosques inferiores.- Ya en la cumbre se podía
observar todo el oriente de la antigua república de Guatemala. Hacia el este,
los volcanes de Ipala con su laguna celestial en la cumbre, Víboras y Chingo...

Debo admitir que me es muy difícil imaginar una laguna sobre la cumbre de
un volcán.

-...Si el día estaba despejado, se podía ver la laguna de guija, y hacia el lado
contrario, al noroeste, se podían ver los volcanes de la Sierra Madre: Agua y
Fuego, Pacaya, Acatenango, Santiaguito, Tolimán, etc. sólo en un día
suficientemente despejado. Este era mi territorio, estas tierras fueron
conquistadas en su momento por mí, por mi sed de aventura y mi sed de
exploración. Ríos como el Motagua, fueron navegables en su tiempo por mi
grupo de amigos y yo, hasta que ocurrió el acontecimiento que destruyó todos
esos paraísos, un paradójico evento que se originó en la misma cuenca que
suponía un hermoso paisaje... por la furia de la naturaleza tratando de frenar
nuestra corrosión...

Sus palabras detonaban un sentimiento de furia e incapacidad que sólo


había observado en mí mismo siempre que quería encontrar una justificación o
una respuesta a algo muy importante o afectivo. Por un momento me sentí
identificado con su mal disfrazada tristeza e impotencia deductiva. Y compartí
por un momento su dolor a causa de creer sentir algo similar.

-Doctor. ¿Por qué si vamos hacia la franja transversal, y luego más al norte,
tomamos este camino?

La pregunta pareció no importarle en lo más mínimo a Amaya. Después de


un momento, me respondió.

-Es sólo un pequeño desvío para tomar algunas muestras atmosféricas en


esa parte también.

Obviamente su mentira habitaba a flor de piel pero lo más que pude


suponer fue que le gustaba regresar a estos rumbos para recordar. Y desde
luego, el scanner aún no estaba en funcionamiento.

De repente nos encontramos frente al espectáculo verdoso (a causa de la


desoxigenación del agua) del océano pacífico, al llegar a un sector muy al sur,
desde donde se podía visualizar ya las costas de Guatemala. Luego, sin ningún
aviso previo, giramos casi 180 grados para desplegar la velocidad ultrasónica
por períodos lapsados de tiempo (por un momento me imagino el
“hiperespacio” de la guerra de las galaxias), en los cuales nos detenemos en
puntos clave como la cuenca del extinto motagua, luego un poco más hacia el
oeste podemos ver la sierra madre con su muy activa cadena de volcanes; los
movimientos en zigzag no son al azar, pues de un momento a otro nos
encontramos nuevamente en la sierra de las minas, luego un poco más al norte
con los sumideros residuales del antiguo sistema de cuevas subterráneas de
las verapaces (como único vestigio de sus muy abundantes fuentes acuíferas),
para luego divisar el grandioso desierto del Petén hacia el norte cercano.

Es tarde en la noche cuando nos percatamos de nuestro regreso. Esperaré a


que, nuevamente en mi casa no haya ningún tipo de reprensión por mi tardío
regresar (ya se me está haciendo costumbre e inconscientemente me he dado
cuenta que puedo pasar mucho tiempo haciendo cosas realmente productivas
sin desesperarme por no sentirme cómodo antes que bien), por algo me he
dado cuenta que ahora existe un poco más condescendencia de parte de mi
padre y mi hermano. Ahora la sorpresa es más agradable y un poco más obvia
al regresar nuevamente a mi casa...

Me preparo para activar el cerrojo dactilar cuando siento una presencia a


mis espaldas. Mi primera reacción es pensar en activar el nanojack de mi
chaqueta para alertar mi posicionamiento a la agencia de seguridad familiar
del IGSS, que desencadenará todo un procedimiento automático para mi propia
seguridad personal (algunas ventajas de la afiliación de mi padre a esa
institución). Sin embargo, una voz muy dulce me priva de tal acción...

-¿Te asusté?

-Hola Darcelle! No, sólo me imaginé que era alguien más. Co... ¿Cómo
estás?

-Jajaja a mí no me engañas, di la verdad, sí te asusté.

-Bueno, la verdad si me asustaste, no imaginaría nunca a una chica como tú


a estas horas aún en la calle.

-Naaah sólo soy tu vecina desaparecida, además yo no lo miro como la


“calle”, para mí aún es el hermoso y seguro vecindario de mi niñez, donde
solíamos jugar tu y yo, ¿te acuerdas?

En ese momento me entraron una inmensas ganas de decirle que no olvido


ni un solo segundo los momentos que pasamos juntos en nuestra niñez, pero
como siempre, soy un simple humano (demasiado simple, diría yo) que con sus
inseguridades tan voluntariamente cultivadas desde tiempos inmemorables,
nunca haría tal cosa como confesar de una vez algún tipo de obsesión indirecta
por alguien, ¡menos teniéndola enfrente!

-Sí, me recuerdo de algunas cosas. Perdón, no había tenido oportunidad de


hablar contigo. A ver cuéntame ¿cómo te ha ido? ¿Cuándo regresaste?

-Uhm... ¿te gustaría pasar un rato a mi casa?

Ese extraño escalofrío se adueña de mí una vez más, aunque esta vez con
un poco más de fuerza. Estoy muy nervioso pero trato de calmarme...

-¿Estás segura? digo, ¿no hay problema por tus papás? Es ya muy tarde.

-Mis papás no están hoy, se fueron a no sé dónde en Santo Domingo, Pinula,


recién acaban de llegar a su destino por problemas de tráfico y no vendrán
hasta mañana. De todos modos, tú le caes muy bien a mi papá, yo no sé de
qué te preocupas.

Pt. 11 “Subestimando”
El Nuke Livium es el área nuclear (o kernélica, en términos geográfico-
digitales) de la antigua u original estructura de hypernet. Comparte una cuarta
parte de nuestra galaxia, la Vía Láctea. En teoría, es el área de cuerpos
celestes que albergan vida en la galaxia. Su descubrimiento o denominación
propia nacen de la procrastinante necesidad de explorar que siempre ha tenido
la humanidad; en este caso, definiendo sus límites por el alcance y supuesto
control de una especie de evolución de uno de los más grandes inventos del
ser humano: la Internet. Su evolución llevó, como sucede con todo lo que
tiende a evolucionar, exceptuando al hombre, a crecer para bien, llevándonos
a conocer más que los rincones únicos y propios de nuestro mundo, los
rincones con vida más escondidos de nuestra galaxia, con un nivel de
minuciosidad que parecía lógicamente concebible por el mítico sistema de
desarrollo propio de la original internet: Un sistema de crecimiento multi-
usuarios. Su uso llegó a descontrolarse en ciertas épocas, hecho que llevo a la
humanidad a redefinir la original teoría del caos, dándole nuevamente otra
oportunidad a la ya casi enterrada ciencia de la Relatividad para dar hipótesis y
una que otra solución parciales a los vastos problemas que conlleva el querer
controlar un invento “viviente”, que se llegó a considerar un ente viviente y
sobreviviente gracias a sus singulares partículas celulares, entre las que nos
encontrábamos los humanos como el cerebro o al menos como la célula
primigenia que le dio vida... semejante monstruo.
Una de las particularidades de la hypernet fue su desarrollo intelecto-virtual, o
lo que podríamos llamar la “dimensión paralela” tan utópica y parcialmente
representada en historias ficticias del pasado, sobre inteligencia artificial, el
dominio de las máquinas y los viajes interdimensionales; ¿puede haber algo
más real? Lo comprobamos hasta su destrucción.

Un invento que dejó por sentadas las bases de la “escenificación” de


ambientes virtuales, en este caso naturales ya extintos, a través de la
hypernet, es la Bioteca Von Amaya, una estructura objetiva de programación
que se concentra en la representación virtual de ambientes ya extintos y que
dieron el nacimiento a otro nivel de redes sociales que permitían a una persona
virtualmente vivir en medio de la selva del Congo, o visitar las montañas de
Alaska con sus característicos bosques australes, una paranoia que mantenía al
mundo anhelando algo imposiblemente recuperable, y maldiciendo a los
responsables o los “supuestos” responsables de esta residual imitación de vida
dentro de un planeta colapsante que ahora está pendiente de los más sutiles
cambios en la lluvia de radiación solar que bombardea diariamente la
superficie de este caos existencial. El resultado: la misma influencia que inició
este tipo de tecnologías, fue la misma que participó con un protagonismo
relativo en una especie de tercera guerra mundial que casi acaba con todo lo
que quedaba vivo (además de los seres humanos) después de la serie de
cataclismos que cobraron factura por el planeta que destruimos.
Pero la Bioteca, de una u otra manera ha sobrevivido, ahora con más ilegalidad
que nunca, pero aún viva entre los que dominan la residual tecnología de
hypernet.

Mi mayor preocupación es la reciente sensación de condescendencia y


aceptación de parte de Amaya hacia mi persona, se me hacía muy difícil
imaginar cómo llegó a crear tal obra de arte como lo es la Bioteca, junto a su
antiguo colaborador informático el Doctor Percival Kednov, el programador
senior que le ayudó a compilar toneladas de toneladas de información
multimedios acerca de las billones de especies entre flora y fauna del planeta a
principios del siglo XXI; pero ahora veo que tiene un lado socialmente tolerable,
después de todo. Varias veces me ha comentado de sus aventuras en la
creación de esta obra virtual, la búsqueda de la financiación del Sistema
Operativo, la campaña de concientización post-ambiental junto con el
escepticismo de todo el planeta, la captación de la atención de los gobiernos
para mantenerlo “freeware”, etcétera. Kednov tuvo la oportunidad de dejar el
planeta antes que Neo Co. fuera prácticamente dueña de la mitad de América
junto a toda la región norte del lado oriental de la antigua Pangea que seguía
su camino natural de expansión o desintegración. Sus actos muy personales,
junto a los de Amaya, fueron de lo más contradictorio, paradójico y
desatinadamente irrelativos, pero necesarios para mostrar a la humanidad que
la actitud de unas pocas personas (portadoras de ideas muy radicalistas y
hasta inocentemente inapropiadas), pueden afectar directamente al mundo.
Amaya. Lo veo y lo admito como ese reconocido y despreciado científico que
siempre ha querido vivir en contra de la corriente de decadencia pero
conservando comportamientos tan humanos que contagian cierto ideal que
sugiere una naturaleza tan humana que es imposible cambiar con la fuerza de
la razón, y mucho menos con la fuerza de la superficialidad que es el
denominador común de la actual sociedad, su protagonismo involuntario es la
creación de un nuevo estilo de vida único que parte de crear, participar
involuntaria e inconscientemente en la destrucción y luego tratar de resucitar
vida.

Una de las normas inadmisibles del proyecto es la de no gastar palabras, eso


implica no demostrar estados de ánimo un poco más profundos que el
cansancio, Sentimientos de enojo muy enmarcados, nostalgias hipocondríacas
(comunes en mi ser) o indicios de inseguridad, escepticismos o cualquier otra
irregularidad temperamental que afecte el desarrollo del proyecto en su factor
puramente profesional, todo por hacer que el ambiente laboral se mantenga en
un margen aceptable y tolerable. Yo creo, ahora más que nunca, que cualquier
problema de discordancia es cuestión de diferencia de edades.

Analizo, comparo y defino. Analizo comparo y defino... Así se me fue el día de


mi primer trabajo de campo voluntario en el desierto de Petén, con el Doctor
Von Amaya.
Y yo sigo tratando de analizar, comparar y definir cosas para mi propio
beneficio. En cuanto a lo pesado del trabajo, sólo me molesta la inquietud del
Doctor por mantener todo en un orden y una perfección de alto nivel
neciamente irrelevante, si es que me pongo a analizar algunos aspectos del
proyecto que me parecen de estándares inalcanzables. Me he puesto a pensar
en ello, a veces en voz alta (la última vez que sucedió, me fueron reprendidas
muchas horas subsecuentes en el área de trabajo). Casi aniquilo mi relación
“laboral” con el Doctor Amaya al dejarme vencer por uno de mis defectos más
grandes y desagradables: subestimar a las personas. En fin, cada vez que dejo
que mi individualismo le gane a la “razón científica de la substancia”, resulto
víctima de una teoría filosófica que, incluso a mí, la confusión andante, me
cuesta llegar a descifrar: ¿cómo llegué a este lugar con esta persona tan
“importante”?

-Pasa adelante. Sentate, voy a traer Café-Cola.


Cierta satisfacción disfrazada de un poco de timidez, me hace sentarme en un
sillón de la sala principal de mi vecina con una inseguridad medio inaceptada.
La oscuridad es parcial y el aroma a hogar, estricto pero formalmente normal,
me hace sentirme un poco incómodo, trato de controlar mis nervios y me
acomodo para sentirme más natural.

-¡Ah que ya casi te me ibas otra vez! Has estado muy ocupado últimamente
¿eh? ¿A qué te dedicas ahora que ya no estás recibiendo clases? ¿En qué
trabajas? Ala es que hace tanto que no nos vemos, ¡tenemos mucho que
retomar ambos! Ayudame a actualizarme contigo y yo te ayudo conmigo, ¿qué
decís?

-No, ni que tan trabajador fuera –posición de naturalidad fingida de pierna


cruzada por debajo de la otra- nunca he sido así como muy trabajador, te
cuento. Ahorita ya estoy haciendo mi tesis pero hay mucho trabajo pendiente
por realizar.

-¿Ah sí? ¿Y sobre qué trata tu tesis?

La pregunta del millón... Este es el momento en el que, si bien puedo tomar


ventaja intelectual para alimentar mi ya muy evidentemente estropeada
seguridad, igual puedo estropear todo lo demás y hundirme una vez más en
mi manía de ser desatinadamente egocéntrico y egoísta. Pero con ella creo que
es diferente, es muy especial, siento la capacidad de poder controlar mi
indefinida personalidad. Ella me inspira verdadera confianza, empiezo a pensar
en implementar el experimento de ser yo mismo con ella.

-Pues es sobre la complejidad de la importancia que la tecnología del software


tiene en las investigaciones sobre fenómenos relacionados con la recreación y
evolución de la vida extinta.

Silencio...

-¿Es sobre clonación?

-No. Es sólo... perdón, es un poco más complejo que eso. Es acerca del control
digital y manipulación en ciertos experimentos aún no demostrados que tienen
que ver con el natural camino de la creación de la vida, tanto animal como
vegetal, y su evolución natural. Es un poco más profundo que la simple
clonación.

Otro silencio...

Se ríe de una forma extraña pero inofensiva...

-Wow, ¡eso sí que es interesante!


Nuevamente me doy cuenta que he subestimado mis decisiones y acciones, así
como el poder afrodisíaco de mis nuevas ocupaciones...

-Bueno, nunca lo sobreestimo tanto, pero, sí, es interesante, al principio no


estaba muy convencido de haber escogido el mejor tema, pero con el
transcurso de estas semanas me he ido dando cuenta que es lo mejor que
pude hacer, trabajar con el Doctor Von Amaya.

-Dijiste... ¿Von Amaya?

Nuevamente me doy cuenta de mi ilusa subestimación.

-Sí, el mismo. No es la gran cosa, la verdad, es más “gente” de lo que todos


piensan. A ver si algún día me acompañas al laboratorio.

-Wow. Ahora sí me has dejado con la boca abierta... Digo, que impresionante
que estés colaborando con el Doctor Von Amaya. La verdad hace mucho que
no se sabe de él en los periódicos e e-magz. Y cuéntame, ¿cómo es él? Digo, su
personalidad, ¿es como el doctor Frankenstein o algo así? ¿Eres tú su Igor? –se
ríe-.

-Bueno te lo contaré todo poco a poco. Ahora cuéntame un poco de ti, ¿qué tal
has estado? ¿Qué ha sido de tu vida en estos años?

-Mi vida no es tan intensa e interesante como la tuya, me he retenido todos


estos años de hacer muchas cosas que en verdad quisiera, muchas de ellas
han sido decididas principalmente por mis padres, sin embargo, en mis
mejores momentos de rebeldía, lo más que he conseguido es defender mis
puntos de vista y escaparme una que otra vez, pero siempre he estado
sometida a normas y paradigmas.

-Lamento escucharlo... Pero bueno, ¡ahora estas en casa nuevamente!, eso es


bueno, ¿sabes? Me alegra mucho tenerte de nuevo a mi lado... Es decir,
viviendo al lado.

-Martin, este es el momento más extraño de mi vida. Estoy en casa, pero no


estoy completa, me falta, como siempre, algo... Pero bueno, ya soy una adulta,
una profesional y espero tomar mis propias decisiones ahora. ¡Dejemos de
hablar de cosas sin sentido! ¿Te gustaría salir mañana?

-¡Claro que sí! ¿Qué te parece si vamos a caminar un poco a la playa?

-¡Es una buenísima idea!


-Oh Darcelle, que bueno es saber de ti nuevamente. Ya verás que todo será
mejor ahora. Y por favor, no dudes en contar con mi amistad y confianza. Por
ahora me voy a dormir un poco, gracias por el Café-Cola.

-Ok. Que descanse Señor Ingeniero Martin. Espero verle mañana.

Un beso en la mejía, inusualmente cerca de nuestros labios, fue la despedida


final de esa noche... La emoción se triplicó más que la primera noche que la vi
nuevamente.

Pt. 12 “”

Esa tarde fue distinta. Mientras estudiábamos el comportamiento al vacío de


algunas protocélulas, llegó ese HMS al Celular del Doctor. Era una nota
remitida por alguien que, según entendí, parece ser un antiguo colega del
Doctor Von Amaya, un antiguo compañero de trabajo. Hubo algo que llamó
mucho mi atención: un membrete con el logo de CID (ese emblemático y
fosilizado ícono de un árbol con alas y el pequeño átomo de agua en el medio,
todo encerrado dentro de un anillo), se veía en la parte inferior derecha del
cilindro foto-holográfico. Lo más interesante se dio cuando, al terminar de ver
el mensaje, el Doctor me pide que le acompañe al Shell.

Es la primera vez que me detengo a pensar en ello, ahora entiendo el por qué
de hacer este tipo de investigaciones y experimentos en esta parte de
Guatemala, ahora entiendo por qué hacerlo en esta parte de Centroamérica,
ahora entiendo el por qué de hacerlo en esta parte del mundo. Amaya nunca
se ha arriesgado a ser descubierto completamente, simplemente ha
aprovechado la mediocridad de esta área y no se ha arriesgado a ocupar una
posición geográficamente riesgosa para que su proyecto sea desacreditado
legalmente o incluso hasta censurado como cualquier otra investigación a
fondo, ante la media. Su proyecto siempre ha sido el mismo, y su posición se
escuda en la estrategia de disfrutar siendo este personaje seudo-famoso de
tabloides, aprovecha este tipo de publicidad para jactarse ante sus fanáticos de
su personalidad fría y reservada iconizandose sub-culturalmente, pero con
fines pura y simplemente estratégicos; es más fácil soportar a un loco fanatista
y popular que a una persona que se enfrente intelectualmente y con
justificaciones a las grandes potencias. Pero hoy hay algo nuevo. Alguien se
puso en contacto con él y esto lo ha hecho querer dirigirse hacia donde menos
debería.

En Centroamérica, los períodos o etapas enmarcadas por idealismos nuevos


bien definidos, se pueden enumerar en las primeras décadas del nuevo siglo,
con una Centroamérica volátilmente democrática y pseudo-izquierdista en una
mayoría apenas palpable, luego, unos años después del holocausto se celebra
la “post-independencia” que fue una reorganización (o completa aniquilación,
en realidad) de la en ese entonces muy desgastada e involucionada izquierda-
liberal para reincidir, más tarde, en una especie de gobierno convenientemente
oportunista (ya nadie cree en las, hasta ese entonces, perfectas formas de
gobierno establecidas por los grandes filósofos griegos); las seis naciones que
se sincronizaban en su individualismo y organización gubernamental propia,
aún a principios de siglo, ahora adoptaban, como fruto de éstas
“independencias” (dos en un rango de 250 años), una nueva y moderna forma
de gobierno compartido, que consiste en el régimen de unos pocos, no-
elegidos que trabajan en conjunto de una forma muy extraña: Sin dar una
ubicación espacial exacta sin mostrar sus rostros, más que como simples
máscaras tridimensionalmente gráficas en pantallas transparentes gigantes
dentro del “palacio de gobierno”, un edificio ultra moderno y muy seguro
denominado “Shell” desde donde sus lúgubres voces y sus rostros avatares
rigen dando las órdenes pertinentes a otros subordinados que sí parecen
verdaderas marionetas que por control total obedecen y caen víctimas de un
pseudo liberalismo y rebeldía mediocre al mejor estilo hippie-ejecutivo. Esto
hace el sueño del Reformador, de ver Centro América nuevamente unida, una
realidad demasiado literal en realidad.

Regreso a la realidad. Me da risa pensar en eso: la realidad. Sin siquiera


percatarme, estoy metiéndome en un idilio que, con lo volátil de mi mente,
parece estar haciéndose cada vez más grande, más serio y más oscuro. Me
parece peligroso ir al Shell, que por conveniencia geográfica para nuestra
tranquilidad, está situado en Capital Asunción, en Guatemala. No me suena tan
lógico ir allá, pero me gana la curiosidad y sin pensarlo dos veces acepto la
invitación (u orden, en su defecto) para acompañar, curioso, a Amaya.

Aterrizamos en el levport genérico que une las dos edificaciones que


estructuran la monstruosidad del Shell, su altura deja ver en el horizonte
redondo gran parte del oscuro, desordenado y semiverdoso océano de
civilización que conforma Capital Asunción. Un clip desoxidizador en nuestras
narices nos mantiene conscientes en lo alto, frío y contaminado de las afueras,
ahora vamos camino adentro siguiendo a alguien con un gafete que anuncia su
bajo rango en la cadena alimenticia del estúpido sistema de gobierno, antes de
entrar a lo que parece una especie de ascensor. Aquí es cuando me empiezo a
preocupar. Unos guardias salen y se dirigen directamente hacia nosotros para
llevarnos con la persona que vamos a visitar, Amaya sabe que tengo una
especie de premonición, pero su mirada me tranquiliza para seguir, hacia la
puerta de un ascensor a través de un oscuro pasillo. Me doy cuenta que hasta
aquí no sé el motivo por el cual ahora estamos pasando por esta incómoda
situación, lo que sí sé es que debí cuestionar más ese motivo antes de
decidirme a venir. Aun cuando no tuviera muchas opciones, Amaya hubiera
observado en mí una muestra de descontento previo. Pero en estos momentos
me gusta pensar en mi propio motivo para estar haciendo esto: mi graduación.
Aunque también me doy cuenta que nunca, en mis años de estudio me
enseñaron a no sentir miedo, ni a enredarme en cuestiones que ni yo mismo
podía visualizar completamente, incluso salir de ellas.

Nos encontramos en un salón repleto de cubículos de trabajo, lleno de


personas corriendo, algunas discutiendo, algunas otras se ven a través del
cristal que separa los cubículos hablando en paneles holográficos, otras
pegadas a sus monitores, otras más llamando a la gordita del servicio por un
café, una verdadera jungla laboral, algún departamento de esclavizaciones del
gobierno, nada más. Nos dirigimos a una de las oficinas periféricas del salón,
en ese momento Amaya me pide que lo espere afuera.
No han pasado 15 minutos y me llama desde adentro, por a través de los
gruesos cristales que envuelven la frialdad de esa oficina.

-Martin, él es Percival Kednov, un viejo colega, compañero y sobre todo amigo


de aventuras.

-Que tal Martin, es un gusto conocerlo al fin. Son pocas las personas que
aguantan algún buen tiempo trabajando al lado de Amaya, yo incluido en algún
tiempo.

Kednov se ríe sarcásticamente. Una mueca que en cualquier otra situación


pudiera haber significado un intento de risa, se desprende del frío y apagado
rostro de Amaya. Ni siquiera eso me preparaba a lo que venía a continuación.

-Martin, esta es la situación: ¿Se acuerda que hace aproximadamente dos


semanas, le sugerí que instaláramos ese dispositivo físico anti-espías que usted
materializó a partir del funcionamiento del típico programa virtual? Pues esa no
fue una idea del todo incongruente, como usted se ha de dar cuenta, nuestra
frágil simulación de sociedad ha jugado un papel silenciosamente peligroso
para nuestro fin. Pues ahora, mi amigo Kednov, colaborador directo de esta
institución nos ha presentado una realidad un poco más palpable a algo que
sólo suponíamos, sin que siquiera fuera algo que debiéramos mencionar: NEO
anda tras nosotros...

El impactante resonar de estas últimas palabras saliendo de la boca de la


persona más escéptica y realista que he conocido (y que muchos han
conocido), sólo fue apaciguado por las palabras de Kednov interrumpiendo mi
intento de asimilación.

-El punto es, Martin, que no llegaron a ejecutar ese sistema de seguridad a
tiempo. Por lo visto, nuestra unidad de inteligencia gubernamental, de la que
he estado a cargo desde hace un tiempo, ha detectado señales infrarrojas que
ni siquiera sabíamos que se seguían utilizando en nuestro infestado sistema de
ondas y señales atmosféricas, que forman una triangulación entre la Isla de
Centroamérica, Neorusia y El desierto del Amazonas, la respuesta a esta red,
como ya lo habrá usted llegado a deducir, es un muy primitivo pero efectivo
(considerando el grado de evolución en el que nuestra tecnología se ha
estancado) sistema de espionaje, y, si usted se pudiera poner a pensar por un
momento, podría también deducir uno de los puntos exactos a los que apuntan
las transmisiones-emisiones...

En mi atareada mente dibujaba escenas del viejo edificio de apartamentos en


Ciudad Aurora, con su lúgubre entrada siendo derribada por ondas de choque
provenientes de algún tipo de armamento de procedencia sudamericana pero
con componentes Nor-europeos.
Sin embargo hay varias piezas que realmente no encajan en este complicado
idilio, procedo a expresarme.

-Pero... ¿de qué manera afecta a los Rusos el proceso de evolución acelerada
que el Doctor Amaya está desarrollando? ¿Por qué el gobierno nos está
previniendo?
-Martin, póngase a analizar sus dos preguntas. Primero, ¿podría decirme cuáles
han sido sus máximos avances en el experimento que usted y Amaya están
desarrollando?

Sin darme tiempo a cuestionar la lógica de la pregunta lanzada en contra


respuesta, le contesto a Kednov.

-En efímeras palabras, ya hemos logrado estabilizar una mezcla de sales


ionizadas que responden a estímulos prefabricados para dar paso a una micro
ciclo evolutivo acelerado, lo que, con las secuencias genéticas correctas,
pudiera ser el líquido primigenio; utilizando arcilla como vehículo para algo
parecido a los primeros organismos unicelulares... –no termino de hablar
cuando empiezo a analizar-...

La destrucción gradual de las especies en la mayoría de los casos, se debió al


efecto invernadero, ejemplificando, la variación de las temperaturas en las
corrientes, así como la radiación/contaminación de distintos tipos, destruyó el
protoplanctom en los océanos dando paso a su propia desoxigenación, en
“terrafirme” inundó, erosionó y después desertificó los parajes altos y con poca
humedad atmosférica, atrayendo a la vida salvaje a las áreas bajas, que de ya,
presentaban sus propias crisis existenciales como la alta contaminación de las
ciudades, afluentes acuíferos, altas concentraciones de basura, inundaciones,
islas de basura, etc. Los contaminados mares del hemisferio sur del globo
subieron su nivel a causa de los fenómenos atmosféricos derivados del mismo
calentamiento y acumulación de gases. Esto llevó a sobreexplotar las áreas
“protegidas” y a permitir que el caos generado se tragara los últimos paraísos
de la humanidad.

¿Qué sucedió con el hemisferio norte? En las Américas, las tierras libres del
nuevo mundo; todo recurso fue motivo de guerra, sin embargo, del otro lado
del mundo la historia era distinta, en las tierras australes de Rusia, el
calentamiento resolvió un efecto completamente contradictorio: sus tierras
eternamente cubiertas por nieve, se convirtieron en ricas praderas, selvas y
bosques nuevos, hecho que llevó al enriquecimiento ilícito de ese rincón del
mundo.

(llegar a la trampa de amaya, el conflicto que lo cerrará a querer terminar el


experimento de la forma mas rápida posible...) cont...

Siempre he pensado que la vida se desarrolla por capítulos. Algunas


experiencias son tan intensas que es casi imposible no sentirlas al momento de
terminar, cada una, similar al desenlace de una película, en donde las cosas,
para bien o para mal, simplemente se desenvuelven. Un viaje, el ciclo escolar,
los ciclos lógicos en los que participamos, las fiestas, la llegada al final de una
meta propuesta, la vida misma (la participación o interpretación de la pérdida
de algún ser querido, un amigo, un conocido...), los mismos conflictos internos
suelen ser desgarradoramente conclusivos a la hora de vencerlos, todo se rige
por capítulos. No puedo evitar detenerme y preguntarme ¿qué me espera al
final de este capítulo?

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