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ÍNDICE

Introducción ............................................................................................................. 1

Marco Teórico ......................................................................................................... 2

Orígenes .............................................................................................................. 2

Antecedentes históricos en la explicación de la delincuencia .............................. 2

Vertientes actuales de la sociología criminal ....................................................... 3

Diferencias entre el hecho y la acción como conceptos prejurídicos ................... 4

Teoría cognitiva de la acción ............................................................................... 5

Principales formulaciones contemporáneas del concepto de acción ................... 7

Concepto adscriptivo de acción ........................................................................ 7

Concepto negativo de acción............................................................................ 7

El concepto funcional–social de acción ............................................................ 9

Análisis dogmático del delito .............................................................................. 10

Evolución del concepto de delito ........................................................................ 10

Conclusiones ......................................................................................................... 15

Bibliografía ............................................................................................................ 16
Introducción

El concepto jurídico penal de acción ha sido la piedra angular del sistema de la


teoría del delito y lo principal como diseño en la estructura de la dogmática penal en
estudio de las distintas escuelas de Derecho penal, anteriores al normativismo. Los
esfuerzos efectuados para elaborar la noción de acción se han materializado en las
denominadas teorías de la acción y caracterizado, sobre todo, por el afán de
determinar un factor especifico.

Tradicionalmente la acción fue siempre considerada el primer elemento del delito y,


consiguientemente, el punto de partida de la doctrina dedicada a su estudio. Los
demás presupuestos de punibilidad fueron así apreciados como características que
necesariamente debían estar referidas al concepto de acción.

En el Derecho penal contemporáneo, esta concepción suele ser abandonado por


quienes prescinden de la elaboración de un concepto previo de la acción, para
comenzar a estudiar el delito directamente por criterios normativistas. La acción
debe entenderse como un concepto que se halla determinado por la imputación, la
acción así se convertirá en lo que debe ser: una toma de postura relevante en el
plano de la comunicación, una expresión de sentido comunicativamente relevante,
siendo esta la posición a la que nos vamos a ceñir en este presente estudio, pero
ante todo, lo principal, es poder describir la evolución del estudio del concepto de
acción en las distintas escuelas de pensamiento penal a lo largo de la historia del
Derecho penal global, para tener un mayor enfoque sobre nuestra posición.

Compartimos la idea de que la discusión actualmente se está produciendo, bajo el


nombre de la imputación objetiva, acerca de la relevancia jurídica de actos causales
es la prolongación o, mejor dicho, la precisión de la controversia relativa al concepto
de acción.

1
Marco Teórico

Orígenes

La Sociología Criminal, como disciplina criminológica, se debe al sociólogo y jurista


italiano Enrico Ferri (1856-1929), representante de la escuela positivista del
Derecho Penal quien, a partir de la tercera edición, dio ese título a su famoso libro
Los nuevos horizontes del Derecho y del procedimiento penal.

Antecedentes históricos en la explicación de la delincuencia

Escuela positivista en la explicación del delito:

Dichos autores consideraban que el delito se produce por factores exógenos y


endógenos, que están relacionados con el sujeto.

Se establece una tipología enfocada a la relación entre los rasgos físicos y la


comisión del delito: nato, loco-moral, epiléptico, loco, ocasional y pasional.

"En realidad, para los criminales natos adultos no hay muchos remedios: es
necesario o bien secuestrarlos para siempre, en los casos de los incorregibles, o
suprimirlos, cuando su incorregibilidad los torna demasiado peligrosos"

SIGLO XX

 Enfoque biológico (actividad cerebral y hormonal, patologías)


 Enfoque psicológico (conductismo, psicoanálisis, humanismo)
 Enfoque sociológico (el crimen como producto social)
 Psicoanálisis:

Sigmund Freud señaló que el delito se comete para satisfacer instintos antisociales
y para justificar y aliviar el sentimiento de culpa. Ofrece explicaciones a partir de la

2
presencia de motivaciones neuróticas, psicóticas y anormales y que la conducta
criminal o delictiva varía en función del grupo social o cultura en la que se presenta.

Vertientes actuales de la sociología criminal

El conjunto de principios derivados del estudio estadístico de fenómenos criminales,


conjugados con el psicológico de los casos concretos, que permiten el estudio del
delito como hecho social y en sus relaciones con los factores criminógenos; éstos,
procedentes del mundo circundante, gravitan sobre los individuos y los estimulan a
delinquir.

Comprende también la determinación de los recursos preventivos político-sociales


de los que los Estados pueden valerse en su lucha contra la criminalidad. Todos
estos estudios, en ciertos de sus aspectos, tienen antiguos precedentes.

La Sociología Criminal, como orientadora de la lucha de la sociedad contra el


crimen, concreta sus conclusiones en la necesidad de atacar las causas generales
que favorecen su desarrollo, mediante métodos de política social preventiva, a los
que Ferri llamó substitutivos penales como medios de prevención social, y que
deben comprender toda una serie de medidas de orden:

 Económico,
 Político,
 Administrativo,
 Educativo y
 Doméstico,

Que puestas en práctica por los gobiernos conducirían a disminuir y atenuar el


porcentaje y la crueldad de la conducta sociopática y de los hechos delictivos.

Psicología social: rama que ha aportado mayor información en el fenómeno de la


criminalidad a través de teorías explicativas:

1. Estudios sobre actitudes humanas (relación entre actitud y comportamiento).

3
2. Teoría de la Atribución Social (búsqueda de las causas de determinado
comportamiento (interno o externo): el azar, la ‘mala suerte’, hechos fortuitos,
conducta, carácter.
3. Teoría de la disonancia cognitiva (toma de decisiones entre alternativas –
igualmente ‘atractivas’- que son valoradas de forma similar por el sujeto y
cuya aceptación de una u otra produce conflicto y tensión psicológica, con
sus efectos).
4. Procesos grupales (cómo el comportamiento social de las personas se halla
en íntima relación y dependencia con el de otras al estar en grupo.
5. Desindividualización social (cuando el comportamiento de una persona es
cualitativamente diferente a la conducta del grupo social, perdiendo identidad
social y con ello restringe el control, la culpa y el miedo)

Diferencias entre el hecho y la acción como conceptos prejurídicos

Como paso previo al estudio del concepto jurídico penal de acción en la teoría del
delito se hace necesario distinguir lo que es un hecho y una acción como conceptos
prejurídicos respecto al Derecho penal. Ya que la ciencia y la semántica demuestran
claramente las diferencias de estas denominaciones. El hecho es un concepto
estricto y se diferencia substancialmente de la acción, empleado en su sentido
amplio y extensivo puede considerarse que abarca a la acción, entendida como una
subcategoría de aquél, que en todo caso tiene un contenido propio y es
substancialmente distinta del mismo; los hechos no son más que acontecimientos
externos cuya incidencia en el Derecho es inexistente. En orden a la determinación
o concreción de las acciones típicas. Es decir que una conducta es un hecho
humano voluntario, la acción viene a ser una de las especies del hecho, solo las
acciones desde este plano son relevantes para el Derecho y en especial para el
Derecho penal como bien lo definió el finalismo.

4
Los eventos externos que contienen una manifestación de voluntad de la persona y
que en el ámbito de la relación social aparecen dotadas de relevancia siendo
susceptibles de valoración jurídica, dejan de ser hechos, y pasan a ser acciones
humanas.

La acción por tanto, integra una noción distinta a la del hecho y por ello no deben
identificarse (primer punto establecido).

El concepto de comportamiento humano ha sido uno de los que ha despertado


mayores polémicas en la evolución de la ciencia del Derecho penal. De él dependen
o han dependido, en mayor o menor medida, las distintas construcciones
dogmáticas, esto es, las distintas teorías del delito1

Teoría cognitiva de la acción

Dentro de las últimas concepciones de la evolución de las teorías acerca de la


acción, el profesor de la Universidad de Frankfurt Walter Kargl plantea un nuevo
criterio de acción denominándola “Concepto cognitivo de acción”. Esta teoría evita
los déficits de las teorías de la acción existentes hasta la actualidad y podría por ello
tener la perspectiva de volver a despertar el interés de Luhmann por el “bajo vientre”
(perteneciente a la teoría de la acción) de la teoría de los sistemas.2

Walter Kargl afirma que las teorías de la acción existentes han fracasado por dos
razones entrelazadas: Por un lado el voluntarismo de toda variedad de la (hoy
todavía discutida) teoría de la acción y, por otro lado, su necesario anclaje en la
ontología en la que se debe suprimir los valores y las valoraciones de la
arbitrariedad humana.

1 BERDUGO DE LA TORRE, Ignacio, et. al., Lecciones de Derecho penal. Parte general, Praxis,
España, 1996, p. 135.
2 KARGL, Walter, “¿Sociedad sin sujetos o sujetos sin sociedad?”, en GÓMEZ-JARA DÍEZ,

Carlos (coord.), Teoría de los sistemas y Derecho penal, Comares, Granada, 2005, p. 49.
5
Para bosquejar por lo menos los criterios centrales de la teoría cognitiva hay que
volver a traer a colación el atributo central de los sistemas autorreferenciales, su
determinabilidad de estado. Si se asume como verdad que la conciencia se ve
determinada decisivamente por sus estados interiores, la “voluntad” no puede ser
algo que exista fuera del estado mismo y precisamente como consecuencia de la
historia conjunta de interacciones del ser humano con el entorno. La psicología
evolutiva de Piaget y la biología del conocimiento de Maturana apoyan dichos
puntos de partida. De acuerdo con ello se forman en paralelo a lo largo del desarrollo
infantil tanto los esquemas cognitivos como los afectivos, que se jerarquizan de
forma totalmente idéntica a las estructuras intelectuales.

De esa manera surgen las estructuras afectivas e intelectivas de forma


absolutamente conjunta, no pudiendo los sentimientos cursar instrucción alguna al
sistema mental que no se encuentre ya en las cogniciones. Las referencias a la
“voluntad libre” implican, sin embargo, la superioridad y preferencia de la voluntad
sobre el conocimiento, poniendo a salvo la voluntad de las experiencias vitales y
estilizándolas en una entidad transempírica que la convierte en fungible para
cualquier fin que se quiera para la libertad tanto como para el control-. En sentido
contrario el concepto del sistema afectivo de referencia acentúa la igualdad de rango
entre el conocer y el querer. Tal y como se organiza el conocimiento en jerarquías
cognitivas de valores, el sentimiento desarrolla una jerarquía afectiva en la que los
sistemas de referencia superiores dominan a los inferiores. La “voluntad” no es, por
tanto, otra cosa que la articulación del tema de relación cognitivo-afectivo tomado
como más importante en la correspondiente situación.3

El sistema se encuentra estructuralmente acoplado a su entorno, aquél reacciona


siempre “adecuándose”, es decir la conducta del organismo “se ajusta” a la
conducta del medio. Si se quiere variar, la transformación del sistema tiene que
concordar con la transformación del medio.

3 ROXIN en la esencia del concepto personal de acción

6
Para aquél que se encuentra en el entorno del sistema ello tiene la consecuencia
de que él tiene que cambiarse a sí mismo si quiere cambiar la conducta del sistema.4

Principales formulaciones contemporáneas del concepto de acción

Fruto de la evolución doctrinal han ido surgiendo a lo largo del siglo pasado diversas
posturas en torno al concepto de acción que trataron de completar a las anteriores
corrigiendo con mayor o menor acierto los defectos que se habían ido observando
en ellas. De entre todas podemos destacar, al menos, las siguientes

Concepto adscriptivo de acción

El profesor alemán Joachim Hruschka partiendo de planteamientos semióticos de


la filosofía del lenguaje sostiene un concepto adscriptivo de acción, por cuanto la
define como conducta reglamentada, es decir regulada por la norma, que ha de ser
determinada justamente por mor de la aplicación de la regla apreciada por un sujeto.
Según este concepto, la acción no consiste en la verificación de un hecho, sino en
una interpretación normativa, esto es, fundamentadora de la aplicación de una regla.

Concepto negativo de acción

Según esta teoría, la acción consiste en el hecho de no evitar lo que puede ser
evitado, cuando se está obligado a actuar y se tiene la posibilidad de hacerlo. Dicha
obligación no concierne solo a los delitos de omisión, sino también a los de
comisión.

4KARGL, Walter, “¿Sociedad sin sujetos o sujetos sin sociedad?”, en GÓMEZ-JARA DÍEZ,
Carlos (coord.), Teoría de los sistemas y Derecho penal, Comares, Granada, 2005, p. 49

7
En este último caso, consiste en evitar el peligro creado por la acción de comisión.
Se considera el hecho de “no evitar” como el rasgo común de las dos formas de
acción.5

La búsqueda de un concepto que ubique un denominador común entre la acción y


la omisión, ha originado al denominado modelo conceptual negativo de acción, que
entiende no solo la omisión, sino también la comisión como no evitación de un
resultado pudiendo hacerlo, basándose por ello en el denominado “principio de
evitabilidad”. Siguen esta tendencia Kahrs (1968), Herzberg (1972), Behrendt
(1979).

Una inicial definición de este concepto se atribuye a Kahrs: “Al autor se le imputa un
resultado si no lo ha evitado aunque podía evitarlo y el Derecho se lo exigía. Solo
ve en la evitabilidad un principio de imputación propio al tipo.6

Por su parte fue Herzberg quien utilizó por primera vez este principio como
fundamento del concepto de acción que denomina “negativo” y que abarca por igual
la comisión y la omisión al sostener “la acción del Derecho penal es el no evitar
evitable en posición de garante”, pues para él no solo el autor de un hecho omisivo
podía haber evitado el resultado típico con su intervención, sino que también podía
haberlo evitado el autor de un hecho comisivo desistiendo de hacerlo. La posición
de garante, que se elaboró para la omisión con el objeto de eludir la enorme amplitud
prohibitiva resultante de que cualquier no evitación pudiese ser típica, se generaliza
y extiende también a la actividad, entendiendo que cualquier persona actualiza su
peligrosidad para bienes con un movimiento físico delictivo y, por ello, en función de
una conducta precedente, asumiría la posición de garante. No obstante, el concepto
así formulado deja fuera de su ámbito los tipos que no exigen la posición de

garante, como es claro en las llamadas omisiones propias, que se reconocen


como excluidas del concepto.7

5 HURTADO POZO, José, Manual de Derecho penal. Parte general, 3ª ed., Grijley, Lima, 2005, T.
I,, p. 392
6 VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe, Derecho penal. Parte general, cit., p. 286.
7 ZAFFARONI, Eugenio Raúl, ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro, Derecho penal. Parte

8
Behrendt, caracteriza a la acción desde una perspectiva psicoanalítica, como una
“contra conducción omitida”. Define a la acción y a la omisión como el “no evitar
evitable de la adecuación típica” o “no emprendimiento de una acción evitadora del
peligro”.

Estas posiciones son sujetas de cuestionamientos en el sentido de que son


rechazables al ser totalmente normativas y concretamente jurídico penalmente
normativas, por solo se centra en delitos (exclusiva- mente en los de resultado) y en
el significado de los delitos de comisión o de omisión respecto de la producción de
un resultado típico, y no en la simple conducta como tal, con independencia de sus
ulteriores características relativas a la producción de resultados típicos; de otro lado,
en el concepto negativo de acción no se ha introducido la razón específica de la
inevitabilidad que excluye no solo la imputación jurídico penal en cualquier peldaño
de la valoración, sino precisamente la imputación a la acción.

El concepto funcional–social de acción

El profesor español Miguel Polaino Navarrete, en un día inolvidable para la


Universidad Nacional Federico Villarreal (09/06/2006), cuando recibe el grado de
Doctor Honoris Causa nos regala con su basto cono- cimiento en las ciencias
penales, su posición respecto al concepto jurídico penal de acción. El maestro
español defiende un concepto funcional- social de la acción, en el que la naturaleza
ontológica o normativa se halla en su segundo plano, y en el que el aspecto de la
Sociabilidad es plena- mente constitutivo.

general, Ediar, Buenos Aires, 2002, p. 410.

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Expone que si un sujeto viviera aislado de forma absoluta del mundo social, y
cometiera un delito, no sería necesario recriminar dicha conducta, es decir si por
ejemplo “A” cometiera un delito de hurto o robo en estas circunstancias, se exigiría
primero la existencia del derecho de propiedad, y este es un derecho social, o mejor
dicho personal – social: esto es interpersonal. Ello quiere decir que ese derecho lo
disfruta una persona, pero existe pro convención social.8

Análisis dogmático del delito

En este tema vamos a tratar de definir las categorías abstractas que son comunes
a todos los delitos. Es un trabajo de tipo científico cuyo objeto es el estudio del delito
y en el que se aprecia la influencia de las distintas metodologías que tratan de
alcanzar la concepción dogmática del delito. Para construir este concepto abstracto
el científico tiene que recurrir a otras ramas, más allá del Derecho positivo. Por ello
encontramos influencias de otras ciencias como la Sociología Jurídica o la
Psiquiatría.

Evolución del concepto de delito

Hasta Binding no se distinguía más allá de la imputación objetiva y subjetiva por la


influencia del Derecho Canónico, de ahí que las descripciones sobre los delitos sean
tópicas. Binding dio la base en la Teoría de las Normas para distinguir entre tipicidad
y antijuricidad.

De Beling, representante del positivismo jurídico, arranca el concepto clásico de


delito. Este autor elaboró este concepto con unos contenidos demasiado garantistas
y simplificados.

8POLAINO NAVARRETE, Miguel, ¿Qué queda del concepto jurídico-penal de acción en la


dogmática actual?, Grijley, Lima, 2007, p. 101.

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En primer lugar entendía la acción como un mero movimiento corporal que produce
modificación en el mundo exterior. Ante esta concepción surge el problema de cómo
se le da entrada a la omisión. En segundo lugar la tipicidad es concebida
estrictamente objetiva, sin ningún contenido subjetivo. La antijuricidad está formada
sólo por valoración jurídica formal y según ella un hecho sería formalmente contrario
al Derecho porque no existen causas de justificación. En cuanto a la relación entre
el autor y el hecho, es decir, la culpabilidad, contiene los aspectos subjetivos del
delito, entre los que está la intención, que puede ser dolosa o imprudente. Este es
el llamado concepto psicológico de la culpabilidad que une en un solo concepto dolo
y negligencia.

En resumen podemos decir que este autor, al ser positivista, le da más importancia
a la tipicidad, porque da la clave de dónde hay delito. Por esta razón define al tipo
como tipo rector.

La segunda corriente en definir el delito es la neoclásica, que se sustenta en la


escuela neokantiana y surge a principios del Siglo XX. El neokantismo lo toma
Mezger para diseñar una definición de delito puramente teleológica. En este diseño
la acción no sufre modificaciones sustanciales, aunque se propone eliminarla al
interesar sólo los valores. Interesa más la tipicidad, que contiene valores subjetivos
y Mayer propone la sustitución del concepto de delito de Beling por la equiparación
de delito a comportamiento, lo que permite englobar la omisión.. Smith busca un
concepto de acción más indeterminado, más amplio. En la tipicidad esta corriente
introduce elementos normativos y valorativos, ya que la lectura de cualquier código
penal hace imposible una concepción exclusivamente objetiva de la tipicidad. Como
ejemplo encontramos el delito de allanamiento de morada. De esta forma la tipicidad
implica una desvaloración del hecho.

La antijuricidad pasa de ser meramente formal a tener carácter material y se


produce cuando el hecho provoca dañosidad social. Esta concepción presenta dos
ventajas frente a la concepción formal: en primer lugar permite evaluar la
antijuricidad en función del daño social. Por lo tanto hay más de una antijuricidad,
dando lugar a una graduación.

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En segundo lugar se puede acudir a causas de justificación extralegales o extra
legem que se pueden aplicar aunque no estén en la ley positiva. Esta ventaja cobra
especial relevancia en los países donde las causas de justificación no están en el
código penal, como en Alemania.

También se reformula la culpabilidad, que adquiere un sentido normativo, no


psicológico, convirtiéndose en un reproche. En esta categoría Frank da el paso
decisivo diciendo que es un reproche al autor del hacho delictivo por haberse
comportado contra la norma cuando podía haberlo evitado. Este concepto es
aplicable tanto a la culpa como a la negligencia y explica la falta de culpabilidad de
algunos sujetos.

La tercera concepción del delito es la finalista, encabezada por Welzel y


representada en España por Rodas. El sentido de esta nueva formulación del
concepto de delito parte de la necesidad de poner freno a la arbitrariedad a la que
condujo la teoría neoclásica en los años 30 con los regímenes totalitarios. Esta
nueva corriente busca, a partir de la Fenomenología, una realidad previa inamovible
para el Derecho Penal, como defendían los iusnaturalistas. El elemento preexistente
es la acción del ser humano, caracterizada por su finalidad.

Esta doctrina inserta la acción dentro de la tipicidad, que describe aspectos objetivos
de la conducta delictiva: acción, nexo causal y resultado. Según Welzel la acción es
acción final en el hombre porque puede prever y alterar el resultado. Por lo tanto la
intención de la acción debe formar parte de la tipicidad, surgiendo una tipicidad
subjetiva. La tipicidad subjetiva es una novedad y contiene tanto al dolo como a la
imprudencia.

En cada delito hay dos elementos subjetivos: la finalidad y la conciencia de actuar


antijurídicamente. Los finalistas, al trasladar el dolo a la tipicidad convierten a la
culpabilidad en puramente normativa y el dolus malus se transforma en dolo natural.

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El error también se modifica. Para los neoclásicos sólo tiene un tratamiento porque
si el sujeto se equivoca en el aspecto final hay un error sobre el dolo o la conciencia
de antijuricidad, con lo que se utiliza el dolus malus y por lo tanto el error afecta a la
culpabilidad.

El finalismo, al romper esta unidad, da otro tratamiento al error. Si es sobre el dolo


el error afecto a la tipicidad y si el error es sobre la conciencia de antijuricidad a la
culpabilidad. El dolo es también presupuesto de la antijuricidad al estar en la
tipicidad, que según esta doctrina contiene elementos tanto objetivos como
subjetivos. El dolo es subjetivo, porque aunque el sujeto no tenga conciencia de
actuar antijurídicamente si existe un hecho antijurídico hay dolo. Welzel observa que
en la tipicidad hay elementos objetivos y “elementos personales del injusto”, como
el dolo. Estos segundos elementos configuran una acción desvalorada, distinta del
desvalor del resultado. Así el injusto no solo se configura por el desvalor del
resultado, sino también por el de la acción.

Con Welzel la tipicidad y la antijuricidad se subjetivizan, por lo que algunos


seguidores de esta corriente han afirmado que el resultado delictivo es puro azar y
que el injusto se agota con el desvalor de la acción. De esta forma excluyen el
resultado de la antijuricidad y dicen que solo es una garantía del legislador.

Con la separación se resuelve otro problema de la teoría neoclásica: la desigual


naturaleza del dolo y la conciencia de actuar antijurídicamente pese a que formaba
una sola unidad.

Con el finalismo el dolo es la voluntad actual y la conciencia de actuar


antijurídicamente es una prescripción normativa, la posibilidad de saber que un
hecho es antijurídico.

Hoy día la doctrina penal es muy confusa desde fuera. En los años 70 se produce
un abandono de las tesis finalistas y una recuperación de las tesis teleológicas y
valorativas. Se toma lo positivo de la escuela finalista y se recupera lo más
destacado de las teorías neoclásicas. Respecto a los neoclásicos hay un
considerable avance.

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Esta escuela creía en el relativismo porque el concepto de valor partía de
valoraciones culturales, muy ambiguas. Este concepto se sustituye por el de la
moderna teoría de la pena. Según esta corriente toda la estructura del delito ha de
estar inspirada en las finalidades preventivas del Derecho Penal y, al valorar las
teorías del delito, dicen que el Derecho Penal sólo está legitimado en función de su
labor político-criminal.

De la teoría finalista pervive su propuesta sistemática de tomar de la culpabilidad la


relación subjetiva del autor con el hecho y situarlo en la tipicidad. Si no se introduce
el elemento volitivo no hay delito, pero no por el concepto ontológico de acción de
Welzel, porque no recoge la omisión y porque en la imprudencia no es relevante la
tipicidad. Este cambio de ubicación se debe a que el legislador hace una valoración.
Hoy la acción es un elemento más de la tipicidad.

De esta forma el tipo refuerza su función indiciaria de la antijuricidad y la relación


entre tipicidad y antijuricidad es cada vez mayor. En la teoría de los elementos
negativos del tipo estas dos categorías llegan a formar una unidad, el tipo de injusto.
Esta teoría dice que si el tipo no es neutro debe ser totalmente valorativo. Hoy la
doctrina tiende a incorporar la imputación objetiva, que responde a la concepción
teleológica: se puede imputar objetivamente un resultado a un autor cuando el
hecho suponga un peligro no permitido dentro del ámbito de protección de las
normas. Según Schmidthauser el dolo no está del todo correctamente situado en la
tipicidad, porque esta categoría es el ámbito donde se comprueba la actitud
voluntaria contra el ámbito jurídico y es en la culpabilidad donde se constata la
actitud interna, espiritual contra los bienes jurídicos.

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Conclusiones

El concepto de acción no se busca antes que la sociedad, sino dentro de ella. No


es la naturaleza la que enseña que es acción. La acción debe entenderse como un
concepto que se halla determinado por la imputación y no como un elemento natural
como pretendía la escuela de Von lizst con su separación entre lo físico y lo
psíquico. Tampoco puede extraerse el concepto de acción de la ontología, como lo
planteaba Welzel, desde la finalidad del actuar humano; el concepto de acción ha
de entenderse como una toma de postura relevante frente a la validez de la norma
en el plano de la comunicación, una expresión de sentido comunicativamente
relevante. Una acción jurídica penalmente relevante no reconoce ninguna norma
que le impida actuar, bien porque no la conoce o porque conociéndola la quiere
vulnerar. El autor expresa con su comportamiento que para él no rigen las
expectativas generalizadas de conducta, desautoriza la vigencia de la norma como
modelo de contacto social. Por eso, la acción es convertirse en culpable. Acción es
la asunción culpable de la competencia por una lesión a la vigencia de la norma.

La evolución del concepto de acción en el pensamiento penal, nos demuestra que


esta institución ha ido mejorando en el recorrer del tiempo superando y abarcando
el estudio de todos los presupuestos penales. Creemos que la acción, ya no puede
seguir siendo la piedra angular del delito, pues se ha demostrado que el carácter
prejurídicos o natural nos lleva a contenidos irrelevantes para el Derecho penal.

Se debe incluir dentro de nuestro sistema penal peruano, la función de imputación


que contiene la acción. Superando los criterios de responsabilidad anticuados e
ineficientes, más si acercarnos y establecer los fundamentos de la imputación
objetiva como medio de solución en los casos de relevancia penal.

En la actualidad la discusión sobre la acción se debe ceñir en nuestro Código Penal,


dentro de la imputación de los comportamientos reprochables de nuestra sociedad.

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Bibliografía

 BERDUGO DE LA TORRE, Ignacio, et. al., Lecciones de Derecho penal.


Parte general, Praxis, España, 1996, p. 135.

 KARGL, Walter, “¿Sociedad sin sujetos o sujetos sin sociedad?”, en GÓMEZ-


JARA DÍEZ, Carlos (coord.), Teoría de los sistemas y Derecho penal,
Comares, Granada, 2005, p. 49.

 ROXIN en la esencia del concepto personal de acción

 KARGL, Walter, “¿Sociedad sin sujetos o sujetos sin sociedad?”, en GÓMEZ-


JARA DÍEZ,

 Carlos (coord.), Teoría de los sistemas y Derecho penal, Comares, Granada,


2005, p. 49

 HURTADO POZO, José, Manual de Derecho penal. Parte general, 3ª ed.,


Grijley, Lima, 2005, T. I,, p. 392

 VILLAVICENCIO TERREROS, Felipe, Derecho penal. Parte general, cit., p.


286.

 ZAFFARONI, Eugenio Raúl, ALAGIA, Alejandro y SLOKAR, Alejandro,


Derecho penal. Parte general, Ediar, Buenos Aires, 2002, p. 410.

 POLAINO NAVARRETE, Miguel, ¿Qué queda del concepto jurídico-penal


de acción en la dogmática actual?, Grijley, Lima, 2007, p. 101.

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