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JUEGOS FLORALES

NACIONALES
UCU 2010
JUEGOS FLORALES
NACIONALES
UCU 2010
Lonardi, Olga
Juegos Florales Nacionales UCU 2010 / Olga Lonardi ;
Orlando Enrique Van Bredam ; Delia Beatriz González ; con
prólogo de Julio César Vega. - 1a ed. - Colón : Birkat Elohym,
2011.
80 p. ; 15x20 cm.

ISBN 978-987-1463-47-3

1. Poesía Argentina. I. Van Bredam, Orlando Enrique II.


González, Delia Beatriz III. Vega, Julio César, prolog.
CDD A861

Diseño de tapa: Lic. Jesica Carbone

©2011 Lonardi, Olga


©2011 Orlando Enrique Van Bredam
©2011 Delia Beatriz González
©2010 Editorial Birkat Elohym
Bolivar 328. Colón. Entre Ríos. Argentina.
E-mail: birkatelohym@hotmail.com
www.birkatelohym.com.ar
Cel: 03447-15 456925
Tel/fax: 03447-422349

ISBN 978-987-1463-47-3

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

Impreso en Argentina en el mes de abril de 2011

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PRÓLOGO

Hay una línea —una raíz— que nos une al pasado. 351 años
antes de Cristo, es decir 2.542 años antes de este 2010, los roma-
nos —de quienes se decía que eran más religiosos que los mismos
dioses— celebraban el equinoccio de la primavera del hemisferio
norte, cerca del Circo Máximo, llevando a cabo las fiestas “floralias”,
antecedente de los “Ludi Florenzei” instituidos en el año 173 a.C.,
introducidos luego en Barcelona (año 1393/4) y celebrándose el 1°
en Buenos Aires y el 1° de Entre Ríos (3° de la República) en 1884.
Re-ligarnos al pasado nos da el sentido de nuestra trayecto-
ria como seres humanos a través de la celebración de la palabra y
de la vida, pero también implica —en nuestro caso— un reconoci-
miento de nuestra propia identidad como argentinos y como
uruguayenses.
En parte somos una nación construida con sangre de
inmigrantes, respetuosa de las individualidades y de los regionalismos,
a pesar de eventuales flaquezas. Una suma de provincias con sus
particulares perfiles que hacen a la tierra, al paisaje y la gente que
nos rodea. Ellos nos unen a Toulouse, las rosas de Provenza, los
sueños constructivos de Antoni Gaudí que explicitó esa voluntad de
entender el mundo, afirmando en la unidad los elementos diferencia-
les que impulsó la “Renaixença”, que remiten a los fastos de la reno-
vación que subyacen, como primer verdor, en la palabra primavera.
Todo ello contribuye a generar un momento de encuentro,
un momento de reflexión sobre las esencias que nos aglutinan, a
establecer un diálogo con el pasado mismo de nuestro territorio, una
emocionada consustanciación con la sangre indígena que clama desde

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el humus o llueve, transformada en lágrimas bermejas sobre nues-
tras espaldas; en la convulsionada certeza de que sólo somos pun-
tos en una extensa trama que integra el tiempo y el espacio.
El Espacio de Arte y Sociedad “Edelmiro J. B. Volta” de la
Asociación Educacionista “La Fraternidad” y su creación, la Uni-
versidad de Concepción del Uruguay, han subrayado este certamen
como un voto que nos impulsa al futuro, con la colaboración del
Subsecretario de Cultura de Entre Ríos, Lic. Roberto Romani, el
Prof. Héctor César Izaguirre, el Loc. Cristian Rougier, la generosa
tarea de un prestigioso jurado y el apoyo de Río Uruguay Seguros,
la Vicegobernación de Entre Ríos, Termas Concepción, Hotel
Boutique “Antigua Posta del Torreón”, Grand Hotel y el Palacio
San José-Museo y Monumento Histórico Nacional “Justo José de
Urquiza”.

Esp. Prof. Julio César Vega


Dir. Espacio de Arte y Sociedad
Edelmiro J. B. Volta
UCU

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UNIVERSIDAD DE CONCEPCION DEL URUGUAY

Dr. Héctor César Sauret


Rector

Dra. Georgina Vierci


Vice-Rectora

Lic. Juan Velázquez


Secretario General

COMISION ORGANIZADORA

Prof. Héctor César Izaguirre


Lic. Roberto Romani
Esp. Prof. Julio César Vega

Secretario Ejecutivo:
Loc. Cristian Oscar Rougier

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Gobierno de Entre Ríos

Dn. Sergio Daniel Urribarri


Gobernador

Dr. José Eduardo Lauritto


Vicegobernador

Lic. Roberto Romani


Subsecretario de Cultura

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Río Uruguay Seguros

Consejo de Administración:

Presidente: Juan Carlos Lucio Godoy


Vice-Presidente: Conrado Marcos Montañana
Secretario: Luis Alberto Erpen
Tesorero: Ricardo Rafael Ramos

Vocales Titulares:
1° Valentín César Alonso
2° Pedro Francisco Mas
3° José Humberto Torresán
4° Jorge Eduardo Akrich
5° Arón Jajan

Vocales Suplentes:
1° Luis María Haddad
2° Raúl José Werner
3° Miguel Ángel Salvarredy
4° Olga Stella Rousseaux

Síndico Titular: César Ormeño


Síndico Suplente: Roberto Miguez Iñarra

Han auspiciado también estos Juegos Florales Nacionales


UCU 2010:

Palacio San José-Museo y Monumento Histórico Nacional


J. J. de Urquiza
Termas Concepción
Hotel Boutique “Antigua Posta del Torreón”
Grand Hotel

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Jurado de preselección

Juan Manuel Alfaro


Alcira González de Carboni
Luis Alberto Salvarezza

Jurado de selección:

Pedro Luis Barcia


Graciela Maturo
Antonio Requeni

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Acto de entrega de premios: palabras del Sr. Rector de la
UCU, Dr. Héctor César Sauret.

La Universidad de Concepción del Uruguay rescata, con la or-


ganización de los Juegos Florales Nacionales UCU 2010, su com-
promiso de contribuir al desarrollo cultural de nuestra provincia de
Entre Ríos y de la Nación Argentina, en la celebración del Bicente-
nario de la Revolución de Mayo.
Como educadores tenemos que fortalecer aquellos hitos que
hacen a nuestra identidad, que resaltan el perfil espiritual de nuestra
ciudad, honrando “la memoria de su benemérito fundador”,
demostrando nuestra capacidad de “conservar su cultura e identidad”.
Este encuentro académico —la entrega de premios de los Jue-
gos Florales Nacionales UCU 2010 en el Palacio San José— es en
adhesión a la conmemoración del 209° aniversario del nacimiento
del Gral. Justo José de Urquiza, acaecido el 18 de octubre de 1801.
Urquiza, el organizador de la nación, en su marcha hacia la constitu-
ción, planteó un proyecto político en el cual fomentó la ciencia, la
técnica, y el desarrollo de una nueva economía, integrando dinámi-
camente también el arte, entendido en su sentido más amplio.
Es en el Palacio San José donde encontramos la esencia de una
República Federal, por ello la entrega de las distinciones de este
certamen se desarrolla aquí, en la residencia del Gral. Urquiza, re-
valorizando su pensamiento, accionar e inmolación.
Los Juegos Florales son una representación republicana; son
federales, al premiar a poetas radicados en diferentes provincias
argentinas y al interior de la nuestra.

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Los Juegos Florales Nacionales UCU 2010 también deben ser
entendidos como un espacio crítico que la universidad se propone
para conmemorar —en 2011— sus 40 años de vida. En su
trayectoria, desde 1971, nuestra UCU forma hombres capaces y
ciudadanos virtuosos, disciplinados y patriotas, como lo dicen las
normas de nuestro estatuto histórico de 1877.
Nuestro agradecimiento a los participantes, a los galardonados
por sus trabajos que permiten dar trascendencia a la significación
que la palabra y la poesía tienen como elementos de construcción
fundante y simbólica de nuestra identidad nacional.

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Acto de entrega de premios: palabras del Sr. Mantenedor de
Honor de los Juegos Florales, Dr. José Eduardo Lauritto.

Estimo inmerecida la distinción otorgada de ser Mantenedor de


Honor de estos Juegos Florales, rol que desempeñaran —entre
otros— figuras de la talla de Bernardo de Irigoyen, Eduardo Wilde,
Onésimo Leguizamón, Bartolomé Mitre y Vedia, porque la ciudad
tiene figuras relacionadas con la cultura y la literatura, que hubieran
desempeñado sin mengua este papel, y con seguridad, habrían
podido explayarse con una autoridad que no tengo sobre un mundo
maravilloso, que pareciera inasible y etéreo, pero que es siempre
concreto, porque la poesía, ni más ni menos, es la vida expresada
con belleza.
Nos resulta difícil hablar de poesía; y así como Borges nos dice
“a mí se me hace cuento que nació Buenos Aires, la juzgo tan eterna
como el agua y el aire…”, también se nos hace cuento que nació la
poesía, aunque tal vez en Altamira, esos hombres ignorantes de todo,
que descubrieron el fuego, la flecha, inventaron el cántico, crearon
la lengua, y con ella la voz de mando, la plegaria, la súplica, la mentira,
pero también la poesía… Y en las piedras húmedas de las cuevas,
ese hombre, ya transido de presagios, no sólo pintó, no sólo dejó
una crónica, una noticia o la simple recreación de su coterráneo, nos
dejó también la expresión de un arte que califican como rupestre,
que es pictórico, pero que también nos deja la belleza de ese
momento, nos transmite un sentimiento, y si hay belleza y sentimiento,
hay poesía…
Debemos estimar que en el balbuceo de ese hombre nació
nuestra lengua, compuesta entonces —suponemos— sólo de

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sustantivos, para mencionar las cosas, algún rudimentario verbo, para
expresar una acción y de algún adjetivo para expresar una opinión.
Lengua a la que honraron nombres excelsos y nombramos en esta
prieta síntesis, a los argentinos que nos han conmovido con sus obras
como José Hernández, Jorge Luis Borges, Leopoldo Marechal,
Alfonsina Storni, Francisco Luis Bernárdez, Oliverio Girondo, Raúl
González Tuñón, Juan Gelman, Roberto Santoro, Paco Urondo,
Rodolfo Walsh, o los poetas del tango como Homero Manzi, o los
del folklore como Atahualpa Yupanqui o Tejada Gómez. También
Entre Ríos ha sido tierra de poetas, y destacamos a Juan Laurentino
Ortiz y Carlos Mastronardi.
Cómo no mencionar en este recorrido por nombres ilustres a
nuestro copoblano Luis Alberto Ruiz y su hermoso poema “Una
golondrina en la rosa de los vientos”, cuando rescata figuras con las
que —aquellos que superamos el medio siglo— alguna vez nos
cruzamos y desde nuestra infancia o desconocimiento, no sabíamos
de su importancia: allí viven en esa hermosa poesía Darío Peretti,
Argentino Suárez, don Leopoldo Brödl, Susana Giqueux, don
Ernesto Bourband T. y ese soplo fugaz que fue Ana Teresa Fabani.
Todavía no había trascendido esa maestra gaucha que fue Leonor
Ferreira Castelli, que ganara los Juegos Florales de 1965, con aquella
poesía que hablaba de su ciudad desde la calle que “une la vida con
el silencio”.
Agradezco la distinción y felicito a quienes decidieron que los
Juegos Florales sean nuevamente un escenario de nuestra cultura.

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Primer Premio

Postales de luz

Olga Lonardi
Seudónimo:
Cruz del Sur

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Olga Lonardi

(Entre Ríos, 1959)


Poeta y Pintora.
Coordinadora del Taller Literario “Cronopio”.
Directora de la revista de Arte&Literatura: La Boca Descosida.
Directora de Cultura de la Municipalidad de Gualeguaychú (desde
diciembre de 2007).
En el año 2005 la Secretaría de Cultura de la Nación le otorgó el
Segundo Premio Poesía a su obra: La Altura del Silencio.
Sus poemas han sido publicados en México, Chile y Uruguay, en
numerosas antologías junto a autores argentinos; en catálogos de artistas
de España y Argentina y en revistas de Arte y Literatura.
Ha publicado: La altura del silencio (Poesía) (primera edición 2001,
segunda edición 2005). Plaqueta Entre mi nombre y yo (Poesía)
(Ediciones del Clé, 2010).
De los designios del ser y La biografía del vértigo poemarios
publicados por EDUNER, Patria de Luz, Tomo III y IV, Selección de
Autores Entrerrianos, Universidad Nacional de Entre Ríos.
Obra inédita: El cuerpo en la palabra, Las metamorfosis, Boceto a
lápiz, Del fluir de la conciencia y Tratado de una Poética del
Color (Poesía).
Niños invisibles (Cuentos).
El grito silencioso (Teatro).
Desde 1984 participa en exposiciones de pintura en forma colectiva e
individual a nivel provincial, regional, nacional e internacional. Obtuvo
numerosos Primeros Premios Literarios y múltiples reconocimientos
en Pintura.
Coordina en forma permanente Ciclos de Poesía y trabaja día a día
para difundir el Arte.

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Paisajes interiores

“Todos llamamos al paisaje de nuestro


corazón, al paisaje del sueño más perdido
en la sombra más perdida.”
Juan L. Ortiz

En el cuerpo viajan astros,


peces, astrolabios,
“el paisaje de nuestro corazón”
baila en la piel y huele a vida, a río,
danza entrerriana recién nacida.

Pueblo de la infancia ondula


en la cuchilla
y se encienden manos, rostros,
destellos del ligero vuelo del colibrí
traen una levedad de colores y de plumas.

Señales atan su artificio


a la sal de la tierra, al cordón de la carne.

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Llueve alguna tarde de campo en la memoria
el hombre intenta hacer visible lo invisible,
algo del misterio lo trasciende
y le enciende una luz difusa y leve
como vago vislumbre,
borde intangible donde se apoya el tiempo.

Piensa entonces el hombre


cómo ha llovido sobre su cuerpo,
siente cómo los nombres saltan
desde el interior de las cosas al vacío,
y piensa dice ¿si nombra a la flor trae belleza?
¿emulación efímera del cuerpo y sus deseos?

Las imágenes llegan


desmienten el barro del olvido,
traen formas, murmullos, la escritura:
legados crecidos metáforas
silenciosas en la sangre.

Una sucesión de hechos


engarza la agonía y el canto de los seres.

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Postales de Luz

“...los astros y los hombres


vuelven cíclicamente”
J.L. Borges

Luz que habita el cuerpo y vuelve


a sus ritos, a los símbolos
que se atan a la lengua y su artificio.

Luz que vuelve hacia el hueco del hombre


y busca pétalos tramas pequeñas
mariposas, pájaros, la tibia nitidez del color.

Y los ojos vuelven hacia algún sitio


de palabras legadas,
melodías abiertas.

La horma del zapato se vuelve luz


y los pasos traen restos de cenizas
en sus huellas, sobre el suelo
van narrando la levedad del instante
con carbones imprecisos.

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¿Qué dicen los murmullos anteriores?
¿dónde se detiene la rosa de los vientos,
ese círculo que divide los treinta
y dos rumbos del horizonte
y su metáfora infinita?

Rostro que vuelve hacia el misterio,


a su “flor azul del sueño de Novalis”,
vuelve la mirada sobre pieles ardidas.

Y al final de la jornada
tarde menuda de lágrimas
el corazón siempre intenta
volver sobre los muelles de lluvia,
mientras la voz intuye el grito
que sube de la entraña y la luz vuelve
en esos otros rostros callados.
Vuelve la sangre al desvelo,
el desvelo a la partidura de la noche,
la noche a la vigilia,
la vigilia a la lucidez del silencio
y el silencio al fluir de la conciencia,
hilo de agua clara, contracorriente y orilla,
borde de pasto donde aferrarse
verbo oscuridad, garganta seca.

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Vuelve la trama húmeda
y copia la forma del ser,
tela infinita impresa de pieles y sudarios.

Postal de luz escrita entre señales


entrega voces para la memoria:
de un lado el brillo, la llama, el misterio
del otro la ausencia, el graznido de la nada,
el rostro que no existe en el espejo.

Vuelve la trampa simulada


que socava alrededor y más abajo
remolinos oscuros hundidos en su centro.
Vuelve el cuerpo al estallido de manos luminosas
plegadas a la voluntad de encender un fuego azul,
peces, ideas, recuerdos.

Se vuelve luz esa plegaria


inocencia del niño, huesitos
en tallo verde vientos libres aún de jaulas.

La íntima luz de plata vuelve


y la cara gira hacia la luna, su lujosa orfebrería,
mientras en silencio los ojos agradecen.

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Se hace tarde, sin embargo aún hay tiempo
de unir el paisaje del pensamiento azul
a la línea astral, miradas, miríadas de estrellas,
migraciones, pueblos entre los ríos.
Aún huele a lluvia la tierra de los sueños
y todos los caminos
conducen a Roma, a su anagrama.

Aún la palabra se encarna


como un dios circular
entre los hombres y la risa
simboliza descanso.

Luz de inquietud en el hombre


por su voz silenciado,
entre la quietud atado al cordón inmensurable
de la “tierra baldía”.
Luz que vuelve hacia adentro y abajo.

Y el cuerpo salta al poema,


Ícaro de barro presiente
la elevación, la caída,

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Hombre que habita la luz
percibe la vuelta a la hoja,
al precario batir de alas.
Por su carne bajan los símbolos tallados
y el horizonte se encarna
en la piedra lunar de sus talones
obsidianas vítreas.

El puñal de la sed penetra


se clava debajo de las uñas y la lengua.

El hombre evoca y todo está allí,


sin embargo distante como un pájaro libre
contra la luz del viento,
la memoria desdibuja los sitios,
la delicadeza del diseño
de un mosaico veneciano
donde la historia fluye.

Los pies tiemblan y dudan,


el cuerpo permanece quieto,
la espalda contra el muro,
la risa olvidada entre presagios y lilas.

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Allí está todo el pasado:
la luz y el paisaje sostienen toda vida,
la sombra obstinada copia cada forma.
Hombre que guarda lluvias
postales, cielos, palabras
su cuerpo porta viajes
entre los pliegues del sueño
y los mundos inefables lo mantienen vivo
aún en la fragilidad del presente.

Una herida inscripta como tatuaje


en la zona donde duda el cuerpo,
mantiene al hombre en vilo
con el dolor punzante en el ijar.

En la intemperie absoluta de los tiempos


apenas es levedad, flor que desangra
sobre bellas hogueras de palabras.

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Postales de Múltiples Espejos

“Ahora vemos como en un espejo,


confusamente, después veremos cara a cara”
San Pablo, Primera Carta a los Corintios, Cap. 13-12

Aquí, ahora, el hombre


conforma la trama, apenas fragmento,
su voz lo sostiene, un silencio
a eternidad ronda la plegaria
mientras los últimos vestigios
de la tarde caen sobre el lomo del día

es silencioso el pasado
y el cuerpo, ramo desnudo y solo
suelta sus penas en noviembre
y es tan leve su paso, tan breve
el sueño que le enseñan
entre catecismos y juegos.

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Demasiada oscuridad es intemperie,
demasiada luz es otra orilla,
cruzar las puertas no siempre es cruzarlas,
dejar detrás de ellas la esencia,
algo queda en este mundo,
arrojado al cosmos, materia luminosa,
como una estela el perfume de la carne,
los brotes vividos, la pasión, el otro,
su presencia.
Los otros, sus ausencias.
Todo permanece y cruza y danza.

Esos sitios inexistentes, mudos,


interrogan silenciosos,

El espejo del tiempo en su reflejo


hiere la razón de la carne desnuda y solitaria.

En busca de un sentido el ser


camufla el miedo y salta
y cae y vuelve.
En forma de palabra
los designios fluyen,

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emiten un sonido blanco
en la lumbre del tiempo.
Como si todos los legados
fueran uno solo,
sucesiones de noches y de días,
mutaciones de lenguas y de razas,
golpe azaroso del instinto grabado
en la oscura simiente
donde crecen los nombres.

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Postales de la escritura de la luz

“Brilla dentro de mí
aquello que ignoro,
sin embargo brilla”.
Odysseas Elytis

Brilla luz dentro del cuerpo


enciende un cierto fulgor de lunas rojas.

Sitios de memorias: todo cabe,


ambigüedades como “en cierta
enciclopedia china”,
en la que surgen imágenes.

Quizá allí radique el todo


o la nada del cosmos,
imaginar en libre albedrío,
acercarnos a huecos cotidianos
y hacer nuestro el lugar evocado.

Así hasta el infinito


mezclar todas las voces,

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alcanzar la simbiosis
de cada kairós que el ser posee.
¿Los sitios existen?
¿o los creamos despiertos con el ojo que sueña?

Cardones de luces sobre el campo


traen otras voces,
figuras talladas en trigales,
allí quedaron vientres de aluminio,
graneros como catedrales de sal, Santa Ana,
lugares de infancia y testimonio,
alguien, si los piensa, les vuelve a dar forma
desde el álbum familiar y la memoria.

La aldaba golpea sobre la puerta del tiempo


y huele a campo la vieja galería,
huele a lluvia inmigrante
erizada de distancia.
La línea de la mano alguna vez
se unió a la línea astral,
cruzó los mares, los trópicos, los límites
y el Océano Atlántico fue un destino
junto a la Cruz del Sur.

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Hasta aquí un cierto orden,
las huellas se parecen a estrellas extinguidas
cifradas por siempre en un mar de olvido,
y los hombres desean que otros
enciendan las lámparas por ellos,
los nombren después de las cenizas.

Cuerpo bajo la lluvia


o la lumbre o las noches,
inscribirá sus días.

La poesía lleva su propia forma,


sus senos vírgenes, belleza de Afrodita,
su perfume de leche y verbo húmedo,
su destino de grito.
Karma de la noche, busca su escritura,
intenta hallar un punto de luz, la alegoría.

Imaginación, paraíso donde el ser reposa,


allí todo sucede: el mundo es otro mundo
y el alma mira paisajes verdes, azules.
Migraciones de sueños
unidos al universo íntimo, pequeño.

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Quien observa todo
con los ojos de un niño, agradece,
por la sangre enjoyada
de visiones perfectas,
quien observa aleja
los bordes inefables de la muerte,
entonces nuevamente
el cordón se ata a la tierra,
a la sal, a la espuma.

Atrás y afuera la noche,


animal hambriento,
aquí la ropa del lenguaje algo abriga.
Un pan menudo
sobre el papel sitiado por palabras.

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Segundo Premio

Migración de tristezas

Orlando
Van Bredam
Seudónimo:
El vigía

“A los qom del Chaco Gualamba”

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Orlando Van Bredam

Es Magíster en Lengua y Literatura, Profesor en Letras y Licenciado


en Gestión Educativa. Actualmente dicta las cátedras de Literatura
Iberoamericana y Teoría y Crítica Literaria, en la Universidad Nacio-
nal de Formosa.
Ha publicado los siguientes poemarios: La hoguera inefable
(Formosa, 1981), Los cielos diferentes (Colmegna, 1983, Premio Fray
Mocho del Gobierno de Entre Ríos), Asombros y Condenas
(Guazuncho, 1987, Premio Rosalina Fernández de Peirotén), De mi
legajo (Esperanza, 1999, Premio Nacional José Pedroni), Clausura-
do por nostalgia (El Vigía, 2004) y Lista de espera (2010).
Los libros de cuentos editados son: Fabulaciones (Formosa, Apef,
1989), Simulacros (Apef, 1991), La vida te cambia los planes
(minificciones, 1994, Río de los Pájaros), Las armas que carga el
diablo (1996, Río de los Pájaros, editado con apoyo financiero de
Fundación Antorchas) y Música de entonces (El Vigía, 2005).
Publicó también las novelas Colgado de los tobillos (Arandú,
Formosa, 2001), Nada bueno bajo el sol (Arandú, 2004) y Teoría
del desamparo (Premio Emecé de Novela, 2007), Rincón Bomba
(Librería de La Paz, 2009). Su novela La música en que flotamos,
publicada en 2009 por editorial Cuna, fue finalista del Premio Clarín
2007.
Ha sido incluido por Mempo Giardinelli en tres antologías del Instituto
Movilizador de Fondos Cooperativos y en los programas Leer por
Leer, Leer la Argentina y Cuentos para seguir creciendo del
Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología de la Nación. En 2007,
minicuentos de su autoría fueron incluidos en la antología El límite de
la palabra (Palencia, España, editorial Menos Cuarto), libro
considerado por la revista cultural Ñ (Clarín) como el mejor libro de
cuentos del año. Sus textos han sido traducidos al portugués, al francés,
al flamenco y al alemán.

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44
1

Vengo del polen


moribundo entre las ruedas
y de largas deserciones de charatas,
del corazón golpeado por la espalda,
de un estruendoso
silencio perseguido.

Soy uno
de los últimos tobas,
la pregunta
de un melancólico potro,
de un antiguo guerrero arrodillado
que hoy golpea la caja bestial de su tristeza.

Llevo una suma de infiernos en la cara.

Desde los duros


comienzos de mi infancia
vengo juntando, siempre, húmeros fríos,
bocas caídas de abuelos en la hierba,
manos con tibios oficios cercenados,
ojos disueltos

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por cántaros de lágrimas,
voces quemadas
definitivamente.

Desconsolada región de donde vengo


con una astrología funeraria
con un inmemorial
cardo en el pecho
como un espléndido puñal atravesado.

¿Qué salitrosa muerte me persigue


desde aquellos soles iniciales
como una inundación de estrellas rotas
como el aluvional descubrimiento
de pájaros
con cantos ultimados?

En mi pueblo,
así caímos todos, uno a uno,
hundiéndonos con plumas y collares
como afiebrados
capullos desvestidos
por las agrietadas
manos de la escarcha.

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Así caímos todos:
con estridencia sorda
con zumbidos
de colmenar golpeado.

Así,
con lunas rotas
y horóscopos de albahaca
y pétalos de barro adormecido,

desde serpientes tibias


desde anillos
desde telares hundidos en el cielo
fuimos cayendo
no terminamos nunca
de caer.

Somos el olvido,
un incendiario otoño, el largo viaje
de una mano que va
cerrando ojos,
disolviendo pestañas cuando pasa.

Somos acaso
una larga procesión de ropas muertas,

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un confuso cortejo de lloviznas,
una lila intención de mariposas
desaladas por duros golpeteos.

Los míos,
sólo caparazones
de asombradísima piel interpusieron
entre la espada azul y entre la pólvora.
Apenas
una esgrima ingenua
una respuesta
de asustados peces o palomas.

Después,
vino el sometimiento
como una queja fría innumerable,
como una larga hilera de voces en cuclillas,
como un taciturno rebaño desprendido
del corazón ingrato de la tierra.

Era un diluvio
de penas, un terremoto
de viscosos lamentos,
de saladas túnicas con lágrimas
de humillados maizales,

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de dolientes corzuelas maltratadas
que se deslizaron hasta el infinito.

Fue
como el regreso del planeta
que alteraba, así, sus traslaciones
y rotaba hasta los bordes de la historia,
hasta el fuego original,
hasta las fábulas
que hablaban
de duras soledades y exterminio.

Pocos tobas quedamos en el Chaco


y bajo el cielo herido de Formosa.
Pocos,
que han vuelto a desandar la cestería,
que han vuelto a reconstruir
sus manos rotas
y han quemado en una hoguera de esperanzas
el ácido rencor que los gastaba.
Pocos,
que han vuelto al temblor amarillo del verano,
a las blancas travesías de los algodonales,
a los cristianos sombreros de esterillas,
a una estatuaria de barro,

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a viejos ritos,
para ganar la moneda sudorosa,
el oscuro salario del destierro.

Mis paisanas inquieren las ciudades,


lucen sus largos senos polvorientos
de donde cuelgan los ojos repetidos
de la desnutrida inocencia de mi raza.
Sólo reciben
el vergonzoso pan de las mañanas
a cambio de unos pétalos sombríos,
de unos tibios manojos de marcela,
de yateí-caá,
de alucinadas
solicitudes en puertas desatentas.

Soy uno de los últimos tobas, una pregunta


que se revuelve mordiéndose el origen,
apagándose
sin obtener respuesta,
sin conseguir la llama que nos salva.

50
2

Me voy
agua en el agua
a limpiar mi tristeza.
(llueve con entusiasmo,
así no ha llovido nunca)

Siento un golpe en la penumbra


maliciosa del hambre
que despierta en los vientres
la insurrección dentada.

La ciudad es una huerta


enorme pero mezquina.
(unos comen de a cuatro
otros no comen nada)
Entonces,
cuando llueve
con agudo entusiasmo,
con gotas despiadadas,
el rostro se me vuelve jaula de algarabías
y salgo a mirar la tarde con los ojos armados.

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Yo siento en la cadencia
fundacional del agua
que dentro de mí se fundan
todas las dentaduras.

(la lluvia lava el día,


desampara el agreste corazón del excluido,
nos quita de la mesa
el pan de los golpeados
y anega con su canto
la boca del caído)
Pero también germinan en la lluvia
los dientes.
Un diente y otros dientes
y son miles de dientes,
todo un país de dientes
sumergido en el agua.

Tal vez un día de estos,


nuestros qoms
cansados de rumiar
en silencio tanta agua,
de bostezar augurios
para tiempos mejores,
de saberse infelices,

52
filosos
y eficaces,
emerjan de la lluvia
enormes, torrenciales
dispuestos a morder,
a morder,
a morder
a morder la injusticia
hasta que no quede nada.

A veces vuelve una noche en Juárez


y cuatro qom sentados
en el altísimo
cordón de una vereda
hecha de ladrillos desprolijos.
Allí estaban
y miraban el cielo estrecho de un televisor
cuyas imágenes
acercaban paisajes imprevistos,
espumas curiosas de otras costas,
jinetes que corrían sable en mano

53
por una pradera inexpresiva,
mujeres sostenidas por sus miriñaques
y besos que ocupaban
toda la pantalla;
ellos, los qom, quietos como piedras
o residuos
de una revolución geológica seguían
sentados y mirando; no soplaba un aire ese febrero
y la noche
era una incitación a la cerveza,
al derrame verbal,
a la sórdida estridencia de algún cuento;
mis amigos y yo
nos ocupábamos de ordenar relatos paralelos,
de parpadear hacia el amanecer
y mientras tanto
los qom seguían sentados en la vereda,
inmovilizados,
para siempre
ante el mundo mutante de ese televisor
cuyas imágenes
se mezclaban como naipes furiosos,
como altivas
nubes pasajeras.

54
La película seguía con sus luchas
entre blancos e indios del far west,
las balas cruzaban por encima
de nuestros vasos agónicos de espumas,
las flechas nos herían
el insomnio
y los qom festejaban cuando Bud Cassidy
acertaba en la cabeza de algún indio.

A veces vuelve esa noche y esta fábula


de indios que se niegan
a ser indios,
de mestizos renegados,
de países exóticos y ajenos,
de negros desteñidos por soberbia
y permanezco quieto, ensimismado
como una piedra o un olvido
genealógico,
como
alguien que se sienta en el cordón de la vereda
para ver pasar
sin hacer nada
tanta historia.

55
Oficios

Juan Ladrillo,
aquí donde te mira
la tarde hecha de barro
y agua fresca,
la masa de tu pecho
oreado al norte
y todo el sol relleno de tu cuerpo,
está tu oficio eterno
fulgurante
tu paso que camina y que trabaja
el horno donde arde la esperanza

La propuesta del día:


salgamos a cazar
guazunchos limpios
patos profundos
garzas aventureras

56
el ojo en el disparo
y la acechanza
constante
minuciosa
imperdonable
para que cada impacto
cada muerte
haga caer así el minutero
y el tiempo de la vida
se detenga

Ese que ves ahí,


ese que mira
su cara que deshace la corriente;
ése que limpia sus ojos
y se le caen
las cejas
los párpados
las retinas;
ése que duerme de pie
o que dormita
adentro de un cacharro o una botella,
57
es grave y azul y melancólico
y tiene la misma edad de la injusticia.

Ha bebido de todo.
Fuma despacio
un porro que escondía entre sus costillas.
Una canoa cruza a media luna
y el Paraguay alumbra sobre su rostro.

Ha llegado hasta aquí.


Es la nostalgia
la que camina en él por donde anduvo.
En cada paso hilvana
su propia muerte
con la ternura ingenua de las lloviznas.

58
Tercer Premio

Decires

Delia Beatriz
González
Seudónimo:
Escarabajo

“A mi mamá Delia y a mi papá Rafael, que me


enseñaron a leer y a escribir”

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Delia Beatriz González

Profesora de Enseñanza Media y Superior en Letras y Magíster en


Letras, de la Universidad Nacional de San Juan.
Es docente de las Cátedras Comprensión y Producción I y II y
Literatura Hispanoamericana Contemporánea II de la Universidad
Nacional de San Juan.
Es Investigadora y trabaja en equipos de investigación
interdisciplinarios, vinculando el bagaje epistemológico adquirido por
el contacto no sólo con el área letras, sino también con la filosofía del
lenguaje.
En la creación de su obra poética ha incursionado profusamente en la
temática hispanoamericana.
Ha publicado: “Transparencias”, Ed. Boletín Oficial de la Provincia
de San Juan, 1982 (Primer Premio concurso Municipalidad de la Ciudad
de San Juan). “Contra todo naufragio o terremoto” (poesía), Ed.
Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes, Universidad Nacional de
San Juan, 1997. “Comprendiendo la lectura con los más chicos”,
ORELLANO et al., Ed. Facultad de Filosofía, Humanidades y Artes,
Universidad Nacional de San Juan, 1997 (narrativa y lírica infantil).
“Para hechizarte mejor”, Editorial de la Facultad de Filosofía,
Humanidades y Artes, Universidad Nacional de San Juan, septiembre
de 2001. “Antología Literaria Sanjuanina” Siglo XX, Editorial Fundación
Universidad, 1991, primera edición (lírica y narrativa), 1998, segunda
edición (narrativa). “La fundación de San Juan”, “Poesía I” y “Los
niños de mi país”, Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación
de la Presidencia de la Nación, San Juan Lee, Secretaría de Educación,
2009.

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Decires

Que de las penas cuelgan los helechos


me dijeron
y que los zorzales surcan por las venas
cuando nacen los duendes en la punta de tus dedos.
Que debajo de las piedras hay un mundo
y mil escarabajos entrecruzan laberintos encantados.
Que la luz se esconde en la caja de Pandora
y la esperanza está esperando esperanzada
para que alguien la teja en mantillones.
Que cada agua de nieve trae a cuento
las semanas santas con sus ritos
de andar matando arañas negras y corruptas
para en lugar de ello,
sembrar milagros puros en macetas.
Que la lluvia cuando llueve sobre el alma
es un agua de dioses que te empapa
y al empaparte el día se hace magia
y la magia se nos riega entre las vértebras.
Que aquél febrero será siempre febrero
con su lunes fatídico y siniestro
y sin embargo
yo andaré andando como pueda.

63
Y que mis pasos van encaminándose
gracias a tus girasoles
y a las alas que ya me van creciendo.
Y que por fin para que las tinieblas
se evaporen de mí
necesito tan sólo estar en alto
por las dudas se asomen los mil monstruos
y enfrentarlos de pie
con mis luciérnagas.

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La Paz

Entre dos catedrales de silencio, se me apunó la sangre.


No hay cristos ni vitrales ni hostias salvajes
que bendigan este río de cadáveres maltrechos.
El desierto de cementerios y cemento
no alberga más que avemarías derramadas
de unas manos tan viejas cuyos genes
se mutaron en la gran explosión,
en el estallido rojo de manzanas sanguíneas sin ombligo.
Y otra vez mis venas tienen palpitaciones
o mariposas o murciélagos,
quién pudiera saberlo si los edificios, si las construcciones
son otra vez los golpes de Babel.
Lo cierto es que mi dimensión
es la de una hormiga negra hispanoamericana
y a mis pirámides aztecas
las violaron en sus brotes más frescos.
Acaso pueda alguna vez, ya que mi negritud no infecta,
escalar hasta la cúspide agitada
y hacer ondear esta blanca bandera de la paz.

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Femeneidad

Esta niña que soy


es la vieja mujer del tiempo e ñaupa.
Se viste en la mañana con cadenas
un millón de eslabones de cadenas
para no dar el salto porque sabe que puede
pero el tigre que espera le ha dado tanto miedo
que se le heló la sangre.
La niña está saltando en una cuerda
y cruzando sus pies en el elástico jugando a que es paloma,
inocente paloma de las tardes.
La mujer no ha crecido y está llena de arrugas
las canas viborean en su cuerpo
con una sangre cada vez más perezosa
que no quiere arrancarse, pero ha dicho
que ya está en retirada.
Se pinta las pestañas con el tizne
que dejó Cenicienta en el hogar
y lleva esos harapos de princesa enturbiada
no vaya a ser que alguien se dé cuenta
de que todo su esqueleto es un milagro.
La niña no le teme al bisturí de las garras del tigre y del acecho,

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sí a la eterna oscuridad sin las palabras.
Sube los escalones de la infancia como puede
y echa andar, de nuevo, en bicicleta
toda llena de alas.
La mujer prepara todos los santos días
una comida espesa de caminos
y ni siquiera el tigre que la mira
puede probar bocado.
Esta mujer que soy está aterrada
y sólo recuerda el juego de las escondidas.
Se pone un velo para que los labios
no se atrevan a los cantos de los druidas aquéllos,
los que la acompañaron cuando niña,
cuando su boca,
derramaba castañas llenas de la luz de las luciérnagas.
Esta niña que soy debe morir
para que la mujer se levante de su féretro
y siembre aguas de nieve
en su jardín.

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Mariposa

Mi madre mariposa que besa flores


ha volado a tejer capullos mantillones
en otro atardecer, en otros cielos
y está buscando puntos preciosos
para abrigar los días que nos quedan.
Mi madre mariposa que siempre está a mi lado
ha encendido ahora un fuego
que alimenta mi alma por las noches.
Mi madre mariposa me hizo todos los tecitos que podía,
y todos los almuerzos que hacían falta
para vivir los días.
Mi madre mariposa se me ha volado lejos
y es tanto el extrañarla que pareciera a veces
todo implacablemente desolado sin sus ojos
sin sus labios finitos.
Mi madre mariposa tenía hortensias y helechos a montones
y cosía capitas para los niños pobres
y daba catequesis con sus pasos que apenas la ayudaban.
Mi madre mariposa era una leona en las batallas
y una lluvia de pétalos de rosa en la caricia.
Mi madre mariposa hacía solitarios cada tarde
y tantas pastafrolas con apenas lo que era indispensable.

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Era mi condimento, la voz del no te rindas,
no te des por vencida.
Era esa mano atenta en todos los presentes
y el paso que acompaña en el silencio.
Mi madre mariposa parece haberse ido
y mi llanto parece inacabable.
Sin embargo mi madre está conmigo
enseñándome de nuevo a caminar
con su nuevo color, su forma nueva
de mariposa sol, de cielo mariposa
de reina de mi vida para toda la vida.

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Promesas

Voy a enterrar mi pena en este instante


en lo más hondo y profundo de la tierra
y le echaré toneladas de cemento.
En la parte superior de ese agujero
Pondré mi tierra nueva,
llena de esas lombrices laboriosas,
y sembraré hortensias y amapolas
haciendo de ese sitio
un territorio renovado de esperanzas.
Voy a curarme en el rostro de mis hijos,
y en sus risas
Voy a cuidar a mi amado compañero
guardián de las lágrimas en todas mis mañanas
y voy a sonreirle al despertar
como si un picaflor bebiera néctar.
Voy a trenzar mi cabello cuando crezca
y me pondré rubor en las mejillas
y fundaré una fiesta con mi cuerpo
tan quebrantado para que amanezca
como una alondra blanca
del color de las frutillas en invierno.

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Voy a vivir,
prometo,
como entonces,
cuando todo era un murmullo y ajetreo.
Haré de nuevo lasagnas exquisitas
y pan dulce y una torta de cumpleaños
y los ñoquis, sopaipillas
y un millón de papas fritas y galletas.
Y voy a renacer en cada día
para leer los cuentos de dragones
y de ogros que se comen los mocos a escondidas.
Haré del resto de mis días
una gloria sublime
llena de maravillas
y montañas de azúcar llenas de chocolate.
Lo prometo.

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Deseos

No quiero las tinieblas que me envuelven,


no deseo morir en los pasillos,
la vida tiene tanto de glicinas,
tanto grillo escondido en los rincones
que no puede ser que yo muriera.
Es que a veces el llanto me erosiona
y la tristeza inunda mis acequias...
Por donde piso todo es puñalada
y el dolor me aprisiona como a un pájaro.
Abro los ojos por las noches
y todo es tan oscuro que me espanto
porque pienso que así seguramente
ha de ser irse muriendo de a poquito,
andar con el cuerpo a gatas
y arrastrarlo,
querer izarlo, tal vez, como bandera
sintiendo que apenas es un trapo
todo seco de sangre y con mil costras.
Tengo miedo de perder las amapolas
de no contar ya jamás con mis estrellas
y acorralo a mi alma en un anillo
y el anillo se me pierde en los resumideros.

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La vida a veces se atraganta
y un agudo alarido es lo que puedo articular apenas
para preguntar por mí, a dónde he ido,
qué he hecho con mis esperanzas
que ayer eran ventanas, acertijos y milagros.
Quiero que el sol haga conmigo lo que quiera
y que tus manos me ovillen nuevamente.
Quiero soñar con peces girasoles
que inauguren un mar como el de entonces.
Quiero salir del féretro siniestro
y que la resurrección se me haga harina entre los dedos.
Quiero la luz de las luciérnagas en mis ojos
y un sillón para las tardes que florecen en jazmines.
Y quiero que me ayudes prontamente
a susurrar aquella paz que yo tenía,
porque esta oscuridad
me hacen temblar de pena
y da pavor la muerte
con que vivo.

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La esperanza

No quiero solamente comprar velas


porque la luz que me dejaste
hace trizas lo más negro
y no hay tinieblas que se atrevan al siniestro desafío.
Quiero andar por la vida
con los pasos que me diste
y el camino
y el esperar cada día
el pan de cada día
para todos.
Quiero sentir tus manos prodigiosas
andando en lo que hago,
en lo que hiciste:
no darte por vencida
jamás nunca
y esperar esperanzada un nuevo amanecer
para estar sobre la tierra
como un árbol
arrojada hacia los cielos más altos y lejanos.
Quiero esperar con vos adentro de mi alma
que me lleguen las auroras
ya sin lágrimas

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y ser una valiente por el mundo
que se pelea a muerte con la muerte.
Quiero que tu esperanza cotidiana
me alcance para el mundo todo entero
y que florezca un murmullo de alegría
y luego se haga canto
y luego grito
porque la vida es bella
si hay palabras.
Por eso es tan mentira que te has ido:
tu lenguaje de pan y de cretonas
está conmigo en cada esquina
y es un lenguaje eterno y milagroso
que me empuja al mañana.
Y si tengo esperanzas,
te las debo,
con un gracias de helechos
verdecidos
y un pajarear que estrena las mañanas
esperando,
esperando esperanzada.

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Índice

Prólogo Esp. Prof. Julio César Vega 7

Acto de entrega de premios: palabras del


Sr. Rector de la UCU, Dr. Héctor César Sauret. 17

Acto de entrega de premios: palabras del


Sr. Mantenedor de Honor de los Juegos Florales,
Dr. José Eduardo Lauritto. 19

Primer Premio
Olga Lonardi 21

Segundo Premio
Orlando Van Bredam 41

Tercer Premio
Delia Beatriz González 59

77
Esta edición se terminó de imprimir en los talleres gráficos de Birkat Elohym,
Bolivar 328, Colón, Entre Ríos, Argentina, con una tirada de 300 ejemplares,
durante el mes de abril de 2011.
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